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El Escepticismo de Carnéades de Cirene en Torno

a la Justicia y al Derecho Hatural

Por el Dr. Fernando NESTARES GUILLEN


Abogado. Profesor de la Facultad de
D erech o de la U n iv ersid ad de M adrid

E s interesante la figura de Carnéades de Cirene, “ el hombre


más valiente y de singular enjundia como abogado” (l), por cuan­
to es en la Historia de la Filosofía del Derecho el represen­
tante más genuino del esceptismo pirroniano, en una nueva
fase de su desenvolvimiento, y de la negación del Derecho Na­
tural.
Hijo de Epicomio, nació en Cirene hacia el 214 a. de J. C.
(olimpiada 141), muriendo en Atenas a la edad de 85 años
(olimpiada 162,4) rodeado de sus discípulos, entre los que se
encontraba Clitomaco, fiel seguidor y sucesor en el magisterio
del pensamiento de Carnéades.
Carnéades de Cirene fué discípulo de Diógenes de Babilonia
y hacia el 180 funda la escuela de la 39 Academia o Novísima
Academia, madurando sus ideas a la luz de las lecciones de He-
gésimo.
La inovación que supone su pensamiento en el esceptismo
de Pirrón, del que forma base para sus discursos filosóficos,

(1 ) Cicerón , “ De Oratore” , I. II.


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se puede concretar en la admisibilidad de la probabilidad, dis­


tinguiendo varios grados de probabilidad de las representacio­
nes: Hay algunas que lo son por sí, las hay probables y no en
pugna consideradas en relación a otras, y existen las confirma­
das. Admite una serie de premisas pero no la conclusión, hacien­
do caso omiso del término medio que frecuentemente emplea
con distinta extensión.
Niega la certeza absoluta, el saber, los asertos de la Filoso­
fía dogmática, y estudia el conocimiento científico de las leyes
universales de la naturaleza, restando base a la demostración
científica por suponer que tal demostración de una verdad lle­
va en sí la demostración de otra y así y en cadena hasta un
infinito.
Todo su pensamiento está informado por el esceptismo que
lo preside. Esceptismo que representa, junto al de Arcesilao
(315-241 a. de J. C.), una nueva fase histórica de su manifes­
tación, ya que mientras el esceptismo pirroniano es radical, el
de Carnéades y Ascesilao reviste un caracter moderado y de
ahí que se le haya llamado “ esceptismo medio” .
Particular interés podrían tener las teorías y críticas de Cár-
néades en torno a la teología estoica o sobre la moral de esta
doctrina filosófica, pero no es lugar aquí para detenernos en
estas consideraciones: sólo he querido antes de entrar en el te­
ma propuesto dar unas ligeras pinceladas de la personalidad de
Carnéades de Cirene, enmarcando en el tiempo sus rasgos
fundamentales.
* * *

En los años 156-155 le enviaron los atenienses a Roma


junto con Critolao (peripatético) y Diógenes (estoico) para
solicitar el perdón de un impuesto de guerra, que Atenas tenía
que sufrir.
Carnéades no escribió nada. De su pensamiento tenemos
idea gracias al testimonio de otros. En aquella ocasión dictó
dos conferencias con tesis completamente contrapuestas, que
fueron el escándalo de Roma y la revolución en el pensamiento
de la juventud de entonces, formada a la sombra de Catón.
Los dos discursos fueron recogidos por Cicerón en su Tratado
CARNÉADES DE CIRENE 295

De República, en su libro III9. Esta obra se perdió casi total­


mente, reconstruyéndose sobre la de Lactancio, que nos deja
los fragmentos principales de sus ideas, que trataré de traducir,
de una forma libre, ya que lo interesante es llegar al pensa­
miento y no a la forma de expresión, por cierto no tomada
directamente del autor sino a través de otros, salvando en notas
el texto latino para comprobación de mis lectores:

“ Carnéades fué un filósofo de la secta académica, que quien


no tenga idea del vigor, elocuencia y agudeza que tuvo en diser­
tar, podría aprenderlos de lo que nos cuentan Lucilo o Cicerón,
en cuya obra, disertando Neptuno sobre algo dificilísimo afirma
que no podría ser explicado ni aun cuando el reinado de la
muerte devolviese al propio Carnéades. Este, con ocasión de haber
sido enviado a Roma como abogado de los atenienses, disputó
arteramente acerca de la justicia ante Galba y Catón el Censor,
que eran los dos eminentes oradores de aquel tiempo. Pero él
mismo cambió al día siguiente su argumentación, con un dis­
curso contrario enteramente contra la justicia que el día ante­
rior había defendido, sin la seriedad que es propia del filó­
sofo, cuya opinión debe ser firme y perecedera, como un
ejercicio de oratoria, por simplemente defender tesis contra­
puestas... (2 ).

“ Aquella disertación en la cual la justicia fué atacada, la


recuerda L. Furius por Cicerón, a propósito de la república,
con el fin de que se defendiera y alabara la justicia, sin la
cual no podía ser regida la república. Carnéades, por el con­
trario, para refutar a Platón y Aristóteles, defensores de la
justicia, reunió en su primer discurso todas aquellas cosas que

(2 ) “ Carneades, academicae sectae philosophus, suius in disserendo quae


vis fuerit, quae elocuentia, quod acumen, qui nescit, is ex predicatione Ciceronis
intelliget aut Lucilii, apud quem disserens Neptunus de re difficiliim a, ostendit
non posse id explicari, nec si Carneadem ipsum orcus remittat. Is quum legatus
ad Atheniensibus Roman missus esset, disputavit de iustitia copiose, audiente
Galba et Catone Censorio, maximis tunc oratoribus. Sed idem disputationem suam
postridie contraria disputatione subvertit, et iustitiam, quam pridie laudaverat
sustulit; non quidem philosophi gravitate, cuius firm a et stabilis debet esse
sententia; sed quasi oratorio exercitii genere in utramque partem disserendi.”
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habían sido afirmadas de la justicia, con objeto de combatirlas,


como h izo.. . ” (3)
“ Nos preguntamos si dentro del derecho civil hay alguno
natural, y no lo hay ya que si lo hubiera, lo mismo que lo ca­
liente y lo frío, que lo amargo o lo dulce, habría cosas justas
e injustas, pero las mismas para todos (4).
“ Las instituciones de la vida, verdaderamente, disienten
de esta manera que los cretenses y los etolios creen honesto el
latrocinar, y los lacedonios dijeron que las tierras que podían
tocar con sus flechas eran suyas. Lo mismo los atenienses
solían jurar con publicidad era suya toda tierra que tuviera oli­
vo o trigo. Los galos estiman que es torpe recoger el trigo
con mano de agricultor y prefieren segar los campos ajenos
armados. Nosotros mismos, no permitimos a los pueblos de
más allá de los Alpes plantar olivo ni vid, para que de esta
manera ganen en precio nuestros olivares y nuestras vides, y
al obrar así puede decirse que los hacemos prudentemente,
pero no con justicia, por ello debeis comprender que la jus­
ticia discrepa de la equidad” (5).
“ Y si describimos los varios derechos, de instituciones, de
usos y costumbres, se demostraría no solamente que son varios
entre las diversas gentes sino también en una misma
ciudad, por ejemplo en esta misma, que han sido cambiados
mil veces” . .. (6).

(3 ) “ Earn disputationem, qua iustitia evertitur, apud Ciceronem, Furius


recordatur: credo, quoniam de república dissertabat, ut defensionem laudationem
que eius induceret, ■sine qua putabat regi non posse republicam. Carneades
autem, ut Aristotelem refelleret ac Platonem, iustitiae patronos, prima illa
disputatione collegit ea omnia, quae pro iustitia dicebantur, ut posset illa,
sicut fecit, evertere.”
(4 ) “ Ius enim, de quo querimus, civile est aliquod, naturale nullum: nam
si esset, ut calida et frigida, et amara et dulcia, sic essent iusta et iniusta
eadem omnibus.”
(6 ) “ Vitae vero instituta sic distant, ut Cretes et Aetoli latrocinari ho-
nestum punet: Lacedaemonii suos omnes agros esse dictitarint, quo-s spiculo
possent attingere. Atenienses iurare etiam publicae solebant, omnen suam esse
terram, quae oleam frugesve ferret. Galli turpe esse dicunt frumentum manu
quaerere: itaque armati alíenos agros demetunt. Nos vero iustissimi homines,
qui transalpinas gentes oleam et vitem serere non sinimus, quo pluris sint nostra
oliveta nostraeque vinae: quod quum faciamus, prudenter facere dicimur, iuste
non dicimur; ut intelligatis, discrepare ab aequitate sapientiam.”
(6 ) “ Genera vero si velis iuris, institutorum, morum, consitudinumque des-
cribere, non modo in tot gentibus varia, sed in una urbe, vel in hac ipsa, millies
mutata demonstrem.”
CARNÉADES DE CIRENE 297

“ Y si es propio del hombre justo y del varón recto, obede­


cer las leyes, pregunto, ¿cuáles? ¿sean las que sean? Porque
la virtud no admite la incostancia, ni la naturaleza admite
variedad, y las leyes se apoyan en la penalidad, no en nuestra
justicia. Luego no existe Derecho Natural, ni — en consecuen­
cia— varones justos por inspiración de la naturaleza” (7).
“ La sabiduría dicta incrementar las fuerzas, ampliar las
riquezas, extender las fronteras. De otra manera ¿cómo Ale­
jandro, sumo Emperador, que en otro tiempo ensanchó por
las armas en Asia los límites de su imperio, hubiera podido
gobernar, disfrutar de los mil placeres, concentrar el poder,
reinar, dominar, si no hubiera sido por medio de lo ajeno?” (8).
“ La justicia, por el contrario, ordena respetar a todos, cui­
dar la humanidad, dar a cada cual lo suyo y no apropiarse las
cosas sagradas, públicas o ajenas” (9 ).
“ Hasta que extremo la utilidad se separa de la justicia, es
cosa que el mismo pueblo romano enseña, el cual declara las
guerras por los feciales, y haciendo la injusticia legalmente,
y deseando siempre lo ajeno, arrebatando estas cosas, adquirió
para sí la posesión de todo el orbe” (10).
“ Qué son las comodidades de la patria sino las incomodida­
des de otra ciudad o gente” (11).
“ El centro de la disertación de Carnéades fué esto: los
hombres han elaborado las leyes en favor de sus intereses, y
estas varían según las costumbres, e incluso en el seno de una
(7 ) “ Quaero autem, si iusti hominis, et si boni est viri, parere legibus;
quibus? an quaecunque erunt? A t nec inconstantiam virtus recipit, nec va-
rietatem natura patitur; leges que poena, non iustitia nostra, comprobantur.
Nihil habet igitur naturale ius: ex quo illud efficitu r, ne iustos quidem esse
natura.”
(8 ) “ Sapientia iubet augere opes, am plificare divitias, proferre fines. Unde
enim potuisset Alexander, sumraus imperator, ille qui in Asia olim armis fines
imperii propagavit, nisi aliquid de alieno accessisset, imperare, quam plurimis
fru i voluptatibus, pollere, regnare, dom inarii?”
(9 ) “ Iustitia autem praecipit parcere ómnibus, consulere generi homnium
suum ciugue reddere; sacra, publica, aliena non tangere.”
(10 ) “ Quantum a iustitia recedat utilitas, populus ipse romanus docet,
qui per fetiales bella indiciendo, et legitimae iniurias faciendo, semperque aliena
cupiendo atque rapiendo, possesionem sibi totius orbis comparavit.” (Lactant.
Inst. L. VI, c. 9 ).
(11) “ Quae sunt patriae comoda, nisi alterius civitatis aut gentis in­
com oda?”
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ciudad varían en el tiempo, pero todo esto significa que no hay


derecho natural” (12).
“ Los hombres, como los animales, son empujados hacia su
particular utilidad por naturaleza, de tal modo que o no existe
ninguna justicia, o, si existe, sería más bien una suprema es­
tupidez, ya que el que velase por los intereses ajenos se per­
judicaría él mismo” (13).
E infería argumentando así: “para todos los pueblos que
acarician el imperio y para los mismos romanos que eran due­
ños de todo el mundo, si querían ser justos, restituyendo las
cosas que no eran suyas, estarían obligados a volver a sus ca­
bañas y vivir en la pobreza y en la miseria” (14).
“ Lo mismo que se aplica a los individuos se puede decir de
los pueblos, ya que no hay ciudad tan necia que prefiera el
ser dominada teniendo la justicia, que imperar faltando a la
justicia” (15).
“ Luego, omitidas las cosas generales, Carnéades venía a
discutir las particulares: un buen hombre —decía— si tiene
un siervo fugitivo o una casa insalubre y pestilente, cuyos vi­
cios el solo conozca y que por estas razones desee vender, co­
nociéndolas él solamente, ¿anunciará estos vicios o los denuncia­
rá al comprador?” (16).

“ Si lo anuncia, será considerado bueno, que no tiene engaño,


pero también necio, ya que venderá en poco o no venderá. Si

(12) “ Carneadiis summa disputationis haec fu it: iura sibi homines pro
utilità te sanxisse, scilicet varia pro moribus; et apud eosdem prò temporibus
saepe mutata^ ius autem naturale esse nullum.”
(13) “ Ommes et homines et alias animantes ad utilitates sua« natura
ducente fe rri; proinde aut nullam esse iustitiam; aut, si sit aliqua, summan
esse stultitiam, quoniam sibi noceret, alienis commodis consulens.”
(14) “ Et inferebat haec argum enta: omnibus populis, qui floreret imperio,
et romanis quoque ipsis, qui totius orbis potirentur, si iusti velint esse, hoc
est, si aliena restituans,, ad casas esse redendum, et in aegestate ac niseriis
iacendum.” (Lactant. Inst. L. V, c. 16).
(15) “ Quod in singulis, id est in populis: nulla est tam stulta civitas, quae
non iniuste imperare malit, quam service iuste.”
(16) Tum, ommisis communibus, ad propia veniebat Carneades: Bonus vir,
inquit, si habeat servum fugitivum vel domum insalubrem ac pestilentem, quae
vitia solus sciat, et ideo proscribat, ut vendat, utrumne profitebitur, fugitivum
servum vel pestilentem domum se vendere, an celabit emptorem?
CARNÉADES DE CIRENE 299

oculta, será tenido como sabio, porque velará por sus cosas,
pero será reputado como malo, puesto que engaña” (17).
“ Si encuentra alguien que cree vender oropel, cuando la
realidad es que está vendiendo oro, o que cree vender plomo
siendo que vende plata, ¿callará para comprar a bajo precio,
o lo indicará y comprará a más elevado? Parece necio comprar
más alto. Por lo tanto, quien es justo y bueno, debe ser consi­
derado tonto y al par tenido por malo el que es sabio” (18).
“ Luego, se ocupa de cosas de mayor gravedad, con objeto
de hacer ver que nadie puede ser justo sino a riesgo de su vi­
da” (19).
“ Qué hará el justo si, por casualidad, sufre un naufragio y
otro hombre más débil que él se aferra a una tabla? ¿No se
subirá el mismo y así se salva, echando al débil, sobre todo
teniendo en cuenta que no hay testigo alguno en medio del
mar?” (20).
“ Si es sabio, lo hará, ya que de lo contrario perecería. Si
prefiere morir antes que hacer violencia a otro, realmente se­
ría tenido por justo, pero, a la par, como necio por no guardar
su vida, guardando la ajena” (21).

“ Igualmente, si destrozado el propio ejército, los enemigos


explotaran el éxito persiguiendo, y ese hombre justo encontrase
un herido a caballo, ¿guardará la vida de ese herido para sal­
varse o le quitará la montura para conseguir así escapar él?

(17) “ Si profitebitur, bonus quidem, quia non fallet; sed tarnen stultus
iudicabitur, quia vel parvo vendet, vel omnino non vendet. Si celaverit, erit
quiden sapiens, quia rei consulet; sed idem malus, quia fa lle t/’
(18) “ Kursus si reperiat aliquem, qui aurichalcum se putet vendere, quum
sit illud aurum; aut plumbum* quum sit argentum : tacebit, ut id parvo emat,
an indicabit, ut m agno? Stultum piane videtur malie magno. Unde intelligi
volebat, et eum, qui sit iustus ac bonus, stultum esse: et eum, qui sapiens
malum.”
(19) “ Transcendebat ergo ad maiora, in quibus nemo posset sine periculo
vitae iustus esset.”
(20) “ Quid ergo iustus faciet, si forte maufragium fecerit, et aliquis
imbeciìlior viribus tabulam ceperit? nonne illum tabula deturbabit, ut ipse
conscendat, eaque nixus evadat, maxime quum sit nullus medio mari testis?”
(21) “ Si sapiens est, faciet; ipsi enim pereundum est, nisi fecerit. Si
autem mori maluerit, quam manus inferre alteri, iam vero iustus ille, sed
stultus est, qui vitae suae non parcat, dum parcit alinae.”
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Si así lo hiciere será sabio, pero malo a la vez; de lo contra­


rio, será justo pero al mismo tiempo estúpido” (22).
“ Así, pues, divide la justicia en dos partes, que llama una
civil y la otra natural, destruyendo ambas, ya que la justicia
civil, no es sabiduría, y — por el contrario— la natural, es jus­
ticia, pero no sabiduría” (23).
“ Estas cosas estaban tan bien argumentadas y envenenadas,
que el propio Marco Tulio no las pudo rechazar y cuando a
Laelio respondió Furio, ensalzando la justicia, pasó todo esto
por alto, dejando sin refutación, como quien pasa por encima de
una trampa” (24).
Ante esta argumentación de la conferencia, que hemos
querido poner de manifiesto por la originalidad que ello su­
pone, contrapuesta a su primera disertación, en la que expuso
la filosofía del derecho de Platón, Aristóteles y Zanón, que en­
señara Catón a la juventud romana, y que representa una
exaltación de la justicia y del derecho natural, con un criterio
clásico y hasta puritano, en el que llegó a afirmar que era más
dañino hacer la injusticia que padecerla, cabe preguntarse ante
esta contraposición, cual era el verdadero sentir de Carnéades,
cual era su moral, cual su verdadera posición, dejando para el
final la refutación precisa a las ideas expuestas en la segunda
conferencia.
Carnéades no era un amoral. El que hubiera criticado
duramente la moral estoica no significaba que careciera de mo­
ral. Nuestro Maestro que fué en esta materia, el Catedrático
de la Universidad de Valladolid, D. Eustaquio Galán y Gutié­
rrez, nos da su parecer, criterio que compartimos entonces y
ahora, cuando el paso de los años de estudio ha madurado
(22) “ Item : si, acie suorum fusa, hostes insequid coeperit, et iustus Ule
nactus fuerit aliquem saucium equo insidentem: eine parcet, ut ipse occidatur;
an deiiciet ex equo, ut ipse possit hostem effu gere? Quod si facerit sapiens, sed
idem malus; si non fecerit, iustus, sed idem stultus sit necesse est.”
(23) “ Ita ergo iustitiam quum in duas partes divisisset, alteram civilem
esse dicens, alteram naturalem; utramque subvertit; quod illa civilis sapientia
sit quidem, sed iustitia non s it; naturalis autem illa iustitia sit quidem, sed
non sit sapientia.”
(24) “ Arguta haee plañe ac venenata sunt, et que M. Tullius non potuit
refellere. Nam quum faciat Laelium Furio respondentem, pro iustitiaque di-
centem, irrefutata haec, tanquam foveam, praetergressus est.” (Lactant. Inst.
I, V, c. 16).
CARNÉADES DE CIRENE 301

nuestro propio pensamiento: “ Lo más probable es que tuviera


ideas positivas sobre moral, si bien su ética, a lo que se sabe, se­
ría no menos distante de Epicuro que de Zenon el Estoico, pues
ni renegaba del todo de la virtud como honestidad, ni tampoco
proscribía en absoluto el placer, aun cuando quedase también
muy lejos de hacer su apología. El precepto fundamental de
su ética recomendaba la búsqueda de los bienes primarios
conforme a la naturaleza, o “ prima secundum naturam” , entre
■los que contaba no solo la salud, la integridad de los sentidos,
la fuerza, la belleza, sino también otras cualidades del espíri­
tu” (25)
Quizás su segundo discurso es exponente de esta moral:
buscó como un deporte, estimular con su dialéctica algunas
“ cualidades del espíritu” , cumpliendo —por otra parte— el
encargo que le dieran sus compatriotas al defenderlos del im­
puesto romano de guerra. Que el fondo sea reprobable, no sig­
nifica que la forma y el fin conseguido carezcan de la perfección
que se propuso conseguir.
En toda su argumentación, comparando las dos conferen­
cias, se denota claramente una idea directriz, que está infor­
mándolas, sobre la que construye las aparentes razones de peso
con las que desconcertó a la oposición romana. Esta estruc­
tura es su pensamiento escéptico. Escepticismo que no puede
admitir sino probabilidades, suspende juicios, ya que de llegar
a alguna conclusión filosófica, a alguna certeza, se apoyaría en
la verdad — cuando menos— del que sabe que no sabe.
A lo largo de la Historia de la Filosofía se han sucedido di­
versas tesis, desde la que considera a Carnéades conforme a su
segundo discurso, encartándolo entre los negadores del Derecho
Natural, hasta considerarlo seguidor de la doctrina clásica
(su primer discurso) y en este caso cabría pensar que su se­
gunda disertación obedeció al objeto que entonces le llevara a
Roma: la defensa de su Patria, ya que al sembrar el descon­
cierto en torno a la justicia dejaba clara la desconveniencia
del impuesto aplicado por Roma. La verdadera posición de
Carnéades ha quedado expuesta según nuestro criterio: su ar­
(25) Dr. E u s t a q u i o Galán y G u t ié r r e z , desde su cátedra de Valladolid,
curso académico 1951-52.
302 FERNANDO NESTARES GUILLEN

gumentación sofística nos conduce de la mano a pensar en un


fondo escéptico, que es el que informa a las dos conferencias,
totalmente contrapuestas. Carnéades no es un simple sofista, es
un escéptico y como tal ni admite una posición ni su contraria.

* * *

Los ejemplos aducidos tienen una muy distinta solución: en


cuanto a los dos primeros, la justicia exige, respecto al primero,
la facultad de que sea deshecha la venta o el comprador perju­
dicado indemnizado; y respecto al segundo, que el vendedor per­
judicado tenga facultad de revocar la venta o satisfacer la di­
ferencia de precios. Los estados de necesidad pueden — sin
detrimento de la justicia— resolverse por la fuerza ya que
coinciden dos derechos iguales a la vida. Claro que en estos
casos entran en juego los imponderables de la conciencia y
nadie reputaría necio al que elige — en su creencia— lo mejor,
es decir cambiar la vida por la VIDA. El ejemplo del caballo
y el herido en la batalla, pudiera resolverse, intentando escapar
ambos con la misma montura, pero dado el caso de esa impo­
sibilidad, estamos en el mismo caso del naufragio.
Pero más que los ejemplos aducidos por Carnéades, nos in­
teresa sistematizar — de su segunda conferencia, que tiene
una mayor importancia por significar negación del Derecho
Natural— su argumentación: Cuatro son los puntos de vista:
1) Variabilidad y discrepancia en el tiempo y en el espacio
del derecho positivo frente a la justicia. 2) La naturaleza en
pugna con la justicia. 3) Discordancia entre utilidad y justicia
y 4) Oposición entre sabiduría y justicia.
El primer argumento se destruye por sí mismo, ya que en
esa variabilidad encontramos base para concluir que hay un
fundamento supralegal, que al margen de los hombres, man­
tiene la justicia. Es, a la letra, el tratado “ De legibus” de Ci­
cerón (26) al decir que “ grave estupidez es estimar como justo
todo lo que está mandado en las instituciones o en las leyes de
los pueblos, incluso por disposición de los tiranos. . . ” “ . . . de­
recho entonces sería robar, vivir en adulterio, valerse de falsos

(26) Libro I.
CARNÉADES DE CIKBNE 303

testamentos, con tal de que estas cosas contasen con el sufra­


gio de la multitud” .
Por otra parte, en la variabilidad de preceptos positivos se
encuentran en la Historia del Derecho una serie de principios
comunes a todas las legislaciones de todos los países y más, en
el particular desenvolvimiento en el tiempo, el Derecho de un
país determinado, se denotan los mismos rasgos comunes en otros
aun distantes, que no se han influido recíprocamente. Esta co­
munidad de principios en la variedad de legislaciones, hacía
concluir a Hugo Grocio (27) que “ existe algún derecho na­
tural” .
En cuanto al segundo argumento de Carnéades, contraponer
la justicia a las exigencias de nuestra propia naturaleza, for­
zosamente ha de referirse a una naturaleza enfermiza, “ in peius” ,
y nada tiene que ver con la voluntad del que ve lo mejor y lo
sigue por encima de sus particulares egoísmos y conveniencias.
He pensado nuevamente en la “ ética de los siglos” , en el pen­
samiento de Aristóteles, para ver con él, que el bien del hombre,
que por la índole peculiar de su ser recibe el nombre de “ bien
ético” , es lo que conviene a su naturaleza en la plenitud de
sus manifestaciones, lo mismo superiores que inferiores, pero
en cuanto que todas ellas corresponden a un ser que, por su
esencia misma, es racional. En este ser, la razón debe de actuar
dirigiéndolo todo. Y en esta medida no cabe excederse ni que­
darse corto, sino en el justo medio, “ mesotés”, que no será
el mismo para todos, puesto que en cada uno convergen cir­
cunstancias diversas.
De consiguiente, el bien del hombre estriba en ser según
razón y el mal en ser fuera de razón. Por esto, la razón huma­
na, hace bueno al hombre y también a sus acciones, en cuanto
se manifiesta de acuerdo con la naturaleza del hombre, en
cuanto conviene a la razón; y, a su vez, el vicio, en tanto resul­
ta contra la naturaleza del hombre, en cuanto que es contra
el orden de la razón, malo.
Esta misma doctrina es seguida por Francisco de Vitoria,
Suárez, Tanner, De Lugo, etc.

(27) De iure belli et Pacis. Libro I, c. I., párrafos 12 y 14.


304 FERNANDO NESTARES GU ILLEN

En la misma ética de Kant, al distinguir entre la vida sen­


sible o la vida de los fenómenos y la suprasensible o de los noú­
menos, establece esa dualidad, que converge en el hombre, esen­
cia y existencia, entre las cuales debe haber equilibrio por la
recta razón. Es el mismo Rousseau (28) quien nos dice: “ Pen­
sando sobre la naturaleza del hombre yo he creído descubrir dos
principios distintos, de los cuales, uno se eleva al estudio de
las verdaderas eternas, al amor a la justicia y a la buena moral,
a las regiones del mundo intelectual y el otro que envilece
y baja al fondo del mismo, le somete al imperio de los sentidos,
a las pasiones, que son sus ministros. Yo soy activo cuando es­
cucho la razón; pasivo, cuando las pasiones me arrastran” .
De todo esto cabe concluir que para el hombre su propia na­
turaleza se convierte en el principio supremo de obrar, exigién­
dole que actué no como medio o vehículo de las fuerzas de la
naturaleza, sino como ser autónomo. No puede ser hombre “ fe­
nómeno” , como independiente de sus propias pasiones, no como
partícipe del mundo sensible, sino participando del mundo su­
prasensible e inteligente al que pertenece. Esta participación
la ve Sto. Tomás posible mediante la Gracia adquirida por el
continuo esfuerzo. Quizás por el olvido de ella es por lo que
se buscan “ leyes que satisfagan deseos’ ’ . . .
En el tercer argumento, Carnéades, contrapone justicia y
utilidad (individual, egoísta, por supuesto). Tal argumentación
se refuta por sí misma, puesto que es lógico que la justicia se
oponga a lo que no es justicia. Pero si la utilidad es “ recta uti­
lidad” , está implícitamente dentro del concepto de justicia. La
justicia no es algo que venga a mutilar parte de nuestro pro­
pio ser. Es —más bien— una exigencia de la misma vida humana.
La justicia es una virtud muy social, y así el hombre es impul­
sado a una vida social, de la cual la justicia forma parte infor­
mándola. Es, a la letra, la frase de Valerius Maximus (29) ci­
tado por Sto. Tomás, “ quod malebant esse pauperes indivite
imperio, quam divites in paupere imperio” . De otra manera,
que esa cohibición es el justo precio que cada miembro satisface
en aras de la seguridad y del interés legítimo de todos.

(28) Lib. V. Trad. del autor.


E m il e .
(29) Sto. Tomás, S. Th. 2», 2ae. q. 47.
CARNÉADES DE CIRENE 305

Contra el último argumento de Carnéades, la sabiduría y la


justicia en pugna, hemos consultado a Sto. Tomás (30), opo­
niendo los argumentos que nos da el Santo: La justicia es lla­
mada virtud general, porque los actos de las virtudes pueden
formar parte de ella. Si, pues, de una parte, la justicia es una
manifestación del bien ético y si este consiste para el hombre en
el comportamiento según su propia naturaleza, y si de otro
lado, la esencia es el contenido de la verdad, y la verdad el
objeto de la sabiduría, quiere decirse que la sabiduría y la jus­
ticia, o que la verdad y la justicia, son convertibles, que la ética
o doctrina del bien tiene base óntica, esto es, que se apoya en el
ser (fundatur in esse rei), que en el fondo convergen orden mo­
ral y orden ontològico, con lo que el argumento de Carnéades
queda suficientemente refutado.

* * *

Es la doctrina de Carnéades una antilogía, esto es, una


verdadera contraposición de premisas contradictorias, como lo
bueno y lo malo. ¿Cuál fué su verdadera posición? Desentra­
ñar esta pregunta ha sido la ilusión que ha presidido este tra­
bajo. No fué el seguir la doctrina clásica (1^ Conferencia), ni
tampoco negar la Justicia y el Derecho Natural (2$ Conferen­
cia), quizá simple juego oratorio y — más firmemente— con­
seguir con él la realización de la causa que motivara su viaje a
Roma: la defensa de su Patria.

No tuvo fuerte convicción interior en ninguna de sus dos


disertaciones. Supuesta esta falta de sinceridad absoluta, pode­
mos concluir con la tesis enunciada en un principio, Carnéades
fué un escéptico, creador del “ esceptismo medio” , que no llega
a tocar el “escepticismo nuevo” de Sexto Empírico y abandona
el “ escepticismo senil” de Pirón.

(30) Summa Theológica (2», 2ae, q. 58).


306 FERNANDO NESTARES GUILLEN

BIBLIO GRAFIA U TILIZAD A QUE NO CONSTA A PIE DE PAGINA

ROULEZ, “ Comentatio de Cameade, Cyreneo” .


VERBÜ RG, “ De Cameade romano legato” .
GOURAND, “ De Caméadis Academici, vita et pacis” .
MARTHOS, “ Le Philosophe Carnéades á Rome, etudes morales” .
VICK, “ Quaestiones Karneadeae” .
M ARTHOS, “ Karneades Kritik der Theologie bei Cicero und Sextus Empiricus”
B AY LE , “ Dict. art. Cameade” .
J. BRÜCKER, “ Historia Philosophia” .
CORSINI, “ De Carneadis V ita” .
J. BOULEX, “ De Cameade Philosophia” .
TIED EM AN N , “ Geschichte der Spekulativen Philosophie” .

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