Busqué Entre Ellos

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BUSQUÉ ENTRE ELLOS

"Una reflexión en el camino"

“Busqué entre ellos alguno que levantara muro y se pusiera en pie en la brecha
delante de mí a favor de la tierra, para que no la destruyera, pero no lo hallé” Ezequiel
22:30.

Son las palabras de Dios, en respuesta a la desazón sufrida por un pueblo que no
encontraba explicación al dolor provocado por el despojamiento de su tierra, la
destrucción de Jerusalén y de su templo. El cautiverio babilónico sufrido por los
sobrevivientes de Israel ante la invasión de parte de Nabucodonosor rey de Babilonia.

Junto al río Quebar en Babilonia, ese era el lugar donde muchos Israelitas se reunían
a llorar su desolación. Es allí donde vendría la mano de Dios sobre Ezequiel, un
sacerdote que junto a su pueblo buscaba una explicación a tan grande desolación.
Dios usaría a este varón, para traer su palabra a su pueblo. Dios usaría a este varón
para mantener la fe y el testimonio durante este duro tiempo que les tocaría vivir como
nación.

En el Salmo 137 se registran algunos aspectos que reflejan la condición espiritual de


este remanente en cautiverio:
“Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos y llorábamos acordándonos de
Sion. Sobre los sauces, en medio de ella, colgamos nuestras arpas. Y los que nos
habían llevado cautivos nos pedían cánticos, los que nos habían desolado nos pedían
alegría… ¿Cómo cantaremos un cántico de Jehová en tierra extraña? Si me olvido de
ti, Jerusalén, pierda mi diestra su destreza.”

No podían superar su dolor y lo más, no podían hallar razón a su condición.

Es allí donde el Espíritu de Dios se revelaría a Ezequiel, para traer respuesta a la


condición de su pueblo.

El Espíritu de Dios tomaría a Ezequiel y le trasladaría a Jerusalén, para mostrarle cuan


justo había sido en su juicio y trato con su pueblo, así les declara:

1.- MIS PROFETAS se conjuraron en medio de ella, solo pensaron en sacar beneficios
personales, como león rugiente que arrebata la presa. Devoraron vidas, tomaron
haciendas y honra solo para sí, multiplicaron sus viudas en medio de ella,
contaminaron y tergiversaron mi Palabra, profetizando vanidad y prediciéndoles
mentiras. Ezequiel 22:25 y 28.

2.-MIS SACERDOTES violaron mi ley y contaminaron mi santuario; entre lo santo y lo


profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre lo inmundo y lo limpio. Yo he sido
profanado en medio de ellos. Ezequiel 22:26

3.-MIS GOBERNANTES han sido como lobos que arrebatan la presa; derraman
sangre para destruir las vidas, para obtener ganancias injustas. Ezequiel 22:27

4.-MI PUEBLO sobre esta tierra oprimía y robaba; al afligido y necesitado hacía
violencia y al extranjero oprimía contra derecho. Ezequiel 22:29

Su Juicio sobre los profetas, el sacerdocio, los gobernantes y sobre el pueblo.

¡Cómo refleja nuestra realidad!


¡Cuán poco ha cambiado el corazón humano
Hoy hay muchos que se declaran Apóstoles y Profetas de Dios, sin establecer ningún
fundamento para la Iglesia del Señor; su mensaje se centra solo en los beneficios
temporales y terrenales, como la sanidad física y la prosperidad, prosperidad solo para
si mismos, solo piensan en lo terrenal, en sus propios logros y realización.
No están para el perfeccionamiento de los santos, ni la edificación de su cuerpo, lo
importante es solo su propio desarrollo, y se vanaglorian de sus propios logros.
¿Cuán distante de los  verdaderos apóstoles y profetas del Señor?
Sacerdotes, ministros para enseñar a guardar la Palabra y vivir una vida agradable al
Señor, pero ellos mismos quebrantan los principios más básicos del reino; como ser
marido de una sola mujer, no avaros de ganancias deshonestas, conductas morales
aborrecibles pero alineadas con el mundo, ser ejemplos de la grey del Señor.
Los que gobiernan solo buscan su propio provecho y sacar beneficios de un sistema
desechado por Dios, hombres corruptos, amantes del dinero y el poder.
Un pueblo que justifica sus males en el mal ejemplo de sus propios modelos. Un
pueblo sin identidad propia, no reflexivo, que sigue la corriente que le imponen y que
los lleva a la perdición de sus vidas, sus familias y bienestar.

Un pueblo sin reacción al mal que se le avecina.

SOBRE ELLOS VIENE LA DECEPCIÓN DEL SEÑOR:

“Busqué entre ellos un hombre que levantara muralla y que se pusiera en la brecha
delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyera; pero no lo hallé” “Por
tanto, derramaré sobre ellos mi ira. Con el ardor de mi ira los consumí; hice volver el
camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehová, el Señor” Ezequiel 22:30 y 31

AMIGOS Y HERMANOS:

Inevitablemente segaremos lo que hayamos sembrado, la justicia de Dios tarde o


temprano nos alcanzará, y delante de nuestros propios ojos veremos derrumbarse
nuestras edificaciones sin fundamento en Dios. Lo viviremos inevitablemente en
nuestras naciones, en nuestras familias, en nuestras comunidades. Dios no podrá ser
burlado.

Con tristeza lo he visto delante de mis ojos muchas veces, y nuestras lágrimas no
tendrán ningún efecto, y serán ineficiente ante nuestra condición.
No es esta la voluntad de Dios para el hombre, Dios tiene pensamientos de bien y no
de mal.

No es este el fin de Dios para nuestras familias, no es este el fin de Dios para nuestros
pueblos.

Dios diseñó un Propósito maravilloso para los hombres, Dios diseñó hacer morada en
medio de ellos y bendecirles sobre esta tierra.

Dios diseñó bendecir las familias, verles fructificar y multiplicarse llenando la tierra de
su gloria, como las aguas cubren el mar.

Dios diseñó ver al hombre expresando sus virtudes, a la imagen y semejanza de su


Hijo.

AMIGO(A) Y HERMANO(A).

No importa cuán bajo nuestros pecados nos han llevado cautivos, y cuanto dolor nos
haya provocado, si en nuestro cautiverio, al igual que Israel nos volvemos a Dios, Él
estará pronto a perdonar y a restaurar TODO lo que el pecado nos haya robado y
quitado.

Así lo declaró Dios por boca del profeta Ezequiel a su pueblo, trayéndoles esperanza
en medio de su gran desolación:

“Yo os tomaré de las naciones, os recogeré de todos los países y os traeré a la tierra
que les he prometido. Esparciré sobre vosotros agua limpia y seréis purificados de
todas vuestras impurezas, y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré un corazón
nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de vosotros el corazón
de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré
que anden en mis estatutos y que guarden mis preceptos y los pongan por obra.
Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros seréis mi pueblo y yo seré
vuestro Dios. Yo os guardaré de todas vuestras impurezas. Llamaré al trigo y lo
multiplicaré, y no os expondré más al hambre. Multiplicaré asimismo el fruto de los
árboles y el fruto de los campos, para que nunca más recibáis oprobio de hambre
entre las naciones. Os acordaréis de vuestra mala conducta y de vuestras obras que
no fueron buenas, y os avergonzaréis de vosotros mismos por vuestras iniquidades y
por vuestras abominaciones. No lo hago por vosotros, dice Jehová, el Señor, sabedlo
bien. ¡Avergonzaos y cubríos de deshonra por vuestras iniquidades, casa de Israel!”

¡HAY ESPERANZA EN DIOS!

Fueron muchos los que escucharon el llamado de Dios en cautiverio, y se pusieron en


la brecha para ver la restauración de su nación: Daniel, Esdras, Nehemías, Ezequiel y
muchos más contribuyeron para mantener la fe y el testimonio de Dios en cautiverio, y
ser testigos de cómo Dios restauraría esa nación.

Amigo(a) y hermano(a):
¿Te conformarás a tu condición y circunstancia para morir en ella?
¿Lucharás por tu familia y en favor de su reino?
¿Pelearás la batalla de la fe para ver levantarse una generación en favor de la gracia
de Dios?

“Los que os acordáis del Señor, no desmayéis ni deis tregua hasta que Dios encienda
su salvación y la ponga como antorcha sobre esta tierra”

Si al momento de leer esta reflexión, tu corazón está derramado delante de Dios y aún
no has visto su respuesta:

¡Espéralo! El no tardará, renueva tus fuerzas y persevera en oración, porque SU


AMOR NUNCA LLEGA TARDE.

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