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Universidad Nacional de Córdoba

Facultad de Filosofía y Humanidades


Escuela de Filosofía

Trabajo Final de Licenciatura

Introducción a la ética de Schopenhauer


ÍNDICE

1. Comentarios iniciales……………………………………………………………… 1

2. La incertidumbre de Kant…………………………………………………….......... 6

3. Las formas de la necesidad…………………………………………………………

4. La ética de Schopenhauer en sentido restringido……………………………………….

5. La ética de Schopenhauer en sentido amplio……………………………………………

Apéndices

a) Pequeña biografía del filósofo…………………………………………………………….

b) Nietzsche y Schopenhauer………………………………………………………………….

c) Kafka y Schopenhauer. El mundo como perdición……………………………………..

d) Girard y Bauman. Dos diagnósticos del mundo contemporáneo vistos a través


de Schopenhauer…………………………………………………………………………….

e) Borges y Schopenhauer. Escepticismo y utopía………………………………………...


Introducción a la ética de Schopenhauer
1. Comentarios iniciales

Se intenta en lo que sigue ofrecer una lectura del pensamiento ético de Schopenhauer
que se detenga no sólo en la obra principal del filósofo, el célebre trabajo El mundo
como voluntad y representación, sino también en sus escritos menores, especialmente
en aquellos que, con fortuna diversa, Schopenhauer enviara a las academias de ciencia
de Copenhague y Trondheim como respuestas a preguntas de concurso planteadas por
esas instituciones: los trabajos Sobre la libertad de la voluntad humana y Sobre el
fundamento de la moral. De particular interés resulta también la tesis doctoral del joven
Schopenhauer, en cuanto constituye la piedra basal del trabajo filosófico que llevará a
cabo hasta el final de sus días (creemos no referir en vano esta larga continuidad: se
sabe bien que Schopenhauer se vio a sí mismo como filósofo de un único pensamiento
que lo ocupó durante toda su vida desde el despertar de su conciencia filosófica), pero
además porque en esa tesis doctoral de cuyo nombre no nos queremos acordar aunque
tenemos que hacerlo (Sobre la cuádruple raíz del principio de realidad suficiente 1),
Schopenhauer delimita en detalle la naturaleza y el lugar que el concepto de necesidad
tiene en su sistema filosófico. Este concepto define un ámbito en el que la libertad no
encuentra cabida; un ámbito, entonces, amoral. Es por esto que el detenernos unos
instantes en la tesis doctoral de Schopenhauer tiene para el presente trabajo un valor
negativo, aunque esencial.
Este trabajo no pretende ser mucho más que un intento de exponer una lectura (y con
este último término queremos denotar simplemente el acto de sentarse a leer una serie
de trabajos); su máxima aspiración es la prolijidad. Si la mirada que echaremos al
pensamiento ético de Schopenhauer posee una pizca de originalidad, ésta consistirá en
los siguientes dos puntos:

1. El énfasis otorgado a cierto problema suscitado por Kant para el cual Schopenhauer
podría haber encontrado una solución u ofrecido, al menos, un modo de encararlo. El
problema al que nos referimos nos parece de mucha importancia para la reflexión ética,
aunque se trata de una importancia singular: grande, básica, pero no del todo acuciante,
por su índole muy íntima y su muy intrincada vinculación con el entramado del bien y el
mal en el mundo, que hoy más que nunca exige respuestas rápidas. El problema en
cuestión es mencionado por Kant en la Cimentación para la metafísica de las
costumbres. Leemos allí que “nadie puede saber, en lo más íntimo de su corazón, si en
verdad ha obrado bien o mal”. Esta inescrutabilidad última del bien y del mal, esta
incertidumbre moral básica, este desconocimiento fundamental de nuestro propio
corazón, pide que leamos la supuestamente gélida empresa moral kantiana con un
sentimiento trágico. Kant, es claro, no podía otorgarle gran importancia filosófica a esa
incertidumbre, siendo que perseguía las verdades que la pura razón (práctica, en este
caso) le revelara, independientemente de que el mundo ofreciera experiencia de esas
verdades. Schopenhauer, en este contexto epistemológico, parte de una premisa opuesta,
según la cual es totalmente vano y quimérico ocuparse de aquello que no tiene lugar,
que no ocurre, que, a efectos prácticos, ni importa ni existe. Por consiguiente, no pudo
no considerar en extremo significativo que la vía kantiana condujera a que no se pudiera
tener experiencia de lo que sean el bien y el mal. Para Schopenhauer, esto implicaba que

1
La madre de Schopenhauer consideró que el escrito doctoral de su hijo sonaba a tratado de odontología
y se negó a leerlo.
no se pudiera saber en absoluto qué sean el bien y el mal y que la reflexión ética
quedara insuperablemente estancada.

2. El énfasis puesto en una cierta manera de (intentar) comprender el vínculo entre


libertad, carácter (inteligible y empírico), ética y voluntad; una manera que procure
aclarar el “misterio” de la libertad, la naturaleza de la voluntad y de la ética según
Schopenhauer, y qué pueda ser algo tan extraño como el carácter inteligible. Esta
manera, este punto de vista, tendrían que eliminar (es lo que esperamos) esa incómoda y
algo decepcionante sensación que puede suscitar en un primer momento la
aparentemente fantástica introducción, por parte de Schopenhauer, de un tipo de
carácter (inteligible, de la mano de Kant), que, en un mundo ya perfectamente cerrado y
determinado por la necesidad, hace renacer la libertad y la responsabilidad y con ello la
posibilidad de un obrar que se pueda tildar de moral. Diremos entonces (pero éste no es
el énfasis al que nos acabamos de referir) que la libertad del obrar humano, para
Schopenhauer, es posible por el carácter inteligible que cada cual posee. El individuo,
sujeto a la ley de motivación, que es la forma humana de la ley de casualidad, no es
libre de obrar como lo hace en cada caso, pero es libre de ser quien es: en tanto es
voluntad, y la voluntad, der Wille, el principio interpretativo básico al que recurre
Schopenhauer para explicar el universo, es pura libertad. Extraña libertad moral la del
individuo, que para ser comprendida requiere que dejemos de considerar libre al sujeto
moral individual en tanto individuo.
No parece aventurado sugerir que la filosofía toda de Schopenhauer, y no sólo su
culminación en la derrota de la voluntad, exige ese abandono del punto de vista
individual.
Se nos presenta la siguiente dificultad: libre es el individuo de ser quien es, libre,
responsable, y esta libertad se define por la presencia en él de la voluntad; por ser,
esencialmente, voluntad. Esto nos dice Schopenhauer, pero también nos dice en otro
lugar que el individuo es más o menos libre según la medida en que haya derrotado la
voluntad y dejado de ser individuo: el artista, que en la contemplación estética alcanza
una disposición de espíritu en el que la voluntad, siquiera por un breve lapso, no está
más presente; el santo, u hombre bueno sin más, que alberga una compasión inagotable
por el otro, el mismo, y un olvido igualmente inagotable de la voluntad que supo ser,
pueden considerarse, en grado diverso, libres. Por lo que la ecuación parece arrojar el
siguiente resultado: aquello por lo que somos libres es lo que ha de ser superado para
que consigamos la libertad. En el origen y en el final habría libertad, pero no sería la
misma libertad.
Nosotros diremos que el individuo al que parece lícito considerar libre desde la
perspectiva superadora de la voluntad, aquel que en el ejercicio de la contemplación
estética o de la compasión o de la ascesis ha visto a través del principio de
individuación, dejándolo fuera de vigencia y escapando a la ley de motivación, no es, en
tanto individuo, libre de derrotar la voluntad, libre de lograr la libertad, libre de ser
libre. Libre es sólo la voluntad: en ella está anclada, al principio y al final, toda
libertad; sólo ella es libre de afirmarse, de conocerse, de negarse. ¿No coincide esto
con la postura de Rudolf Malter, según la cual el "conocimiento" y la "salvación" son un
"apriori" de la voluntad? Hablar de individuos que se liberan, de individuos que
renuncian a la voluntad, que la derrotan, tiene que ver tan sólo con la comodidad de
utilizar la voz activa.
Éste es el segundo énfasis que queríamos dejar anotado en estos primeros párrafos;
éstas son las conclusiones de nuestro trabajo.
*

Lo que hemos dicho hasta aquí nos compromete a exponer y comentar a grandes
rasgos la ética de Kant tal como éste la expone en la Cimentación de la metafísica de
las costumbres. Este escrito es fundamental para Schopenhauer; se remite básicamente
a él a la hora de develar las virtudes y los defectos del pensamiento moral de Kant, en
detrimento de la Crítica de la razón práctica y de la misma Metafísica de las
costumbres. Repasaremos tales virtudes y defectos que señala Schopenhauer en nuestro
examen de los escritos Sobre la libertad de la voluntad humana y Sobre el fundamento
de la moral, con el objeto de discutir la relación entre uno y otro filósofo y de
comprender mejor el punto de partida de la reflexión ética de Schopenhauer. En estos
dos escritos mencionados está expuesta lo que un estudioso de Schopenhauer, Donald
Young, ha llamado la “ética en sentido restringido” de nuestro filósofo. La “ética en
sentido amplio” sería la que aparece expresada en El mundo como voluntad y
representación, que a su debido turno intentaremos describir y poner en relación con las
ideas de aquellos dos escritos menores. Como ya hemos sugerido, habrá también
eventuales referencias a otros textos menores de Schopenhauer. Todo esto, tratando de
no olvidar los dos puntos de los que nos apresuramos a dejar constancia aquí. Los
volveremos a plantear, a discutir, a intentar clarificar.
Al final del trabajo, el lector encontrará una serie de apéndices de lectura suelta:
sobre Nietzsche y Schopenhauer, sobre Kafka y Schopenhauer, sobre Borges y
Schopenhauer, sobre Girard, Bauman y la posibilidad de leer a la luz de Schopenhauer
sus respectivos diagnósticos de la realidad que nos toca vivir, como así también un
pequeño esbozo biográfico del filósofo .
2. La incertidumbre de Kant

Es difícil olvidar el momento en que Kant permite que se revele una insuficiencia en
el diseño sin fisuras de su filosofía moral, que no se resquebraja internamente por efecto
de esa sinceridad, pero enseña sus límites. Sin fisuras: quien califique de arbitrarias las
máximas que Kant descubre en su Cimentación para la metafísica de las costumbres,
está pasando por alto que la de Kant es una ética ideal concebida para sujetos ideales; lo
mismo para quien crea que una situación delicada del tipo alguien provee refugio en su
casa a un hombre inocente, perseguido y en peligro de muerte; los perseguidores
llegan a la casa y preguntan si el perseguido está allí; el que esconde al inocente sabe
que si miente obrará inmoralmente constituye una objeción necesaria a la ética
kantiana. En el mundo de las voluntades buenas, no hay perseguidores ni perseguidos.
De todas maneras, esos hipotéticos retrucadores se estarían acercando y mucho a un
problema real de la ética kantiana. Comencé mencionando la revelación, por parte de
Kant, de una insuficiencia de su ética. Dicha insuficiencia concierne al conocimiento
experimental del bien y del mal, que se revela imposible para el individuo que
reflexiona sobre sus propias acciones y, por extensión, sobre las acciones de los otros.
La ironía del pensador que declara inaccesible la noticia íntima, personal e
indubitable de lo que puede comprender desde afuera y de manera general a través del
pensamiento ennoblece, seguramente, su trabajo filosófico. Kant nos concede la
oportunidad de poner el énfasis en esa insuficiencia, al ser él mismo quien primero la
nombra; de este modo, nos permite responder, a través de él, a quien considere
impertinente el aprovechamiento de una debilidad que no afecta a los objetivos expresos
del pensador. Nos abre ahora, como en su momento a Schopenhauer (que, como se verá,
en su punto de partida pone el acento en otro aspecto de la misma insuficiencia
fundamental), un camino posible que su concepción de la naturaleza de la filosofía no le
permitía recorrer.
En lo que sigue, se ofrece un breve repaso de las ideas que Kant desarrolla en la
Cimentación para la metafísica de las costumbres. Si este repaso es eficaz, el lector
podrá apreciar mejor lo que quisiera llamar la incertidumbre de Kant, que atañe, como
ya se dijo, a la cognoscibilidad última y experimental del carácter moral de las acciones
humanas. A su vez, la apreciación de esa incertidumbre servirá, es de esperar, para
comprender mejor la perspectiva adoptada por Schopenhauer, aun si se juzga que esta
perspectiva fracasa en eliminar la incertidumbre.

La ética, explica Kant, es una especie de filosofía material (otra es la física), esto es,
versa sobre un objeto determinado (la voluntad humana) y las leyes que lo rigen (leyes
de la libertad). Tiene una parte exclusivamente racional, que se ocupa precisamente de
las leyes que determinan cómo debe actuar la voluntad humana, y tiene una parte
empírica, debido a que las acciones humanas tienen lugar en el mundo y se ven
afectadas por la naturaleza.

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