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FACULTAD DE HUMANIDADES
Departamento de Filosofía
SANTIAGO – CHILE
2015
© Sergio Velásquez Velásquez (2015)
Algunos derechos reservados. Esta obra está bajo una Licencia Crative Commons
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Hoja de Calificación
i
RESUMEN
ii
DEDICATORIA
iii
AGRADECIMIENTOS
iv
TABLA DE CONTENIDO
INTRODUCCIÓN ........................................................................................................... 1
Capítulo Segundo: Consideraciones éticas del sujeto como objeto del entendimiento 36
Autoconciencia ........................................................................................................ 73
Carácter ................................................................................................................... 79
CONCLUSIÓN ............................................................................................................. 98
v
INTRODUCCIÓN
El fragmento anterior enuncia una situación, una realidad, que Arthur Schopenhauer
empezó a vislumbrar desde muy pequeño, y que lo llevó a pensar en la esencia del mundo;
aquello que nos moviliza y que en última instancia se sitúa como el motor de nuestras acciones.
Para Schopenhauer la vida no tiene ni sentido ni valor y por ende, somos un querer que nunca
puede satisfacerse ni detenerse y por eso, vivimos en permanente sufrimiento cuando no
alcanzamos los objetos de nuestro deseo o en profundo tedio cuando los alcanzamos. Para él
la realidad no es lo que nos representamos o pensamos, sino que es profundamente absurda.
En concordancia para el autor, este es el peor de los mundos posibles.
Schopenhauer percibió que nuestro cuerpo nos es dado como objeto fenoménico, pero
a su vez, interiormente como voluntad de vivir. El escritor nacido en Danzig, considera que el
mundo, referido primeramente a la realidad empírica, se encuentra ahí únicamente como
representación, como conocimiento, y depende del sujeto cognoscente que es uno mismo. En
1
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como Voluntad y Representación II, pág. 627.
1
este sentido, analizaremos en primera instancia, las cualidades del hombre como sujeto
cognoscente del mundo intuido como representación y que nos llevará a la comprensión del
mundo como representación, sometido al principio de razón y al de causalidad.
“…en Java vio un campo inmenso lleno de esqueletos y pensó que era un
campo de batalla: pero eran esqueletos de grandes tortugas, de cinco pies de largo y
tres de ancho y alto, que para poner sus huevos salen del mar y andan ese camino;
entonces son capturadas por perros salvajes (Canis rutilans) que uniendo sus fuerzas
les dan la vuelta, les arrancan la armadura inferior, o sea, el pequeño caparazón del
abdomen, y las devoran vivas. A menudo sobre los perros se lanza entonces un tigre.
Toda esa desolación se repite miles de veces, un año tras otro. ¿Para qué han nacido,
pues, esas tortugas? ¿Por qué culpa tienen que sufrir ese tormento? ¿Para qué toda
esa escena de crueldad?”2.
Schopenhauer parte su filosofía del dolor y el sufrimiento de este mundo. Es así que
fue uno de los primeros pensadores occidentales que conoció, a través de las traducciones de
algunos textos del pensamiento oriental y en especial de los Upanishads, que sirvieron de
corroboración de su teoría y de su ética; formas de pensamiento que parten su análisis desde el
2
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como Voluntad y Representación II, pág. 399.
2
dolor de la existencia y sobre cómo podemos evadir aquel dolor del mundo que se hace patente
en cada aspecto de nuestra vida. El sufrimiento se expresa en anhelar cosas, situaciones,
deseos que no son satisfechos y que cuando lo son, nos sacian, nos hastían e inmediatamente
nos proyectan hacia otros deseos. Esa cadena de deseos, de dolores; ese afán de desasosiego
que es la vida humana, nos sitúa en la disyuntiva de romper con aquel movimiento pendular que
sólo provoca sufrimiento. En definitiva, la pregunta es: ¿cómo podemos escapar de la maldición
de la voluntad que se sitúa como núcleo y motor de nuestras acciones? y que por lo tanto, se
conforma en el centro del análisis de la filosofía de Schopenhauer y el de esta investigación.
Para Schopenhauer, toda la realidad se configura como un querer, una voluntad, que se quiere
a sí misma infinitamente en la multiplicidad de sus objetivaciones. La voluntad constituye el ser
en sí de todas las cosas del mundo y el núcleo único de todos los fenómenos.
3
proporcionar una respuesta frente a la disyuntiva de corroborar el concepto de la libertad del ser
humano en la conciencia intuitiva subjetiva e interna o corroborarla en la conciencia externa y
objetiva que se encuentra relacionada con la experiencia.
En este sentido, la pregunta finalmente intenta responder la interrogante sobre ¿de qué
depende nuestro querer? Dicho análisis amerita comprender así mismo la vinculación del
querer con nuestros actos de voluntad, enfrentados a la ley de causalidad, la cual se rige por
una necesidad intransigente, que es la base del principio de razón y, por lo tanto, de nuestra
facultad de conocer.
De esta forma es menester analizar, al mismo tiempo, cómo influyen los motivos,
representaciones presentes a la conciencia, en la toma de decisiones del ser humano y cómo
esto se ve reflejado en nuestro actuar; así también, es necesario indagar la cualidad del
carácter humano, el cual cumple un papel relevante en el actuar de los hombres.
4
Cabe destacar que la Ética o metafísica de las costumbres del pensador alemán, no es
un apartado más de su filosofía, sino más bien, se configura como parte esencial de un todo
que puede ser analizado desde distintas aristas, y que sin embargo, permanece, subyace y
puede vislumbrarse en todo tipo de análisis que se haga de filosofía. Para Schopenhauer, la
ética es la expresión máxima de su pensamiento, la clave para la solución del enigma del
mundo.
Ahora bien, lo primero que quiero, es esclarecer por medio de un análisis del
pensamiento filosófico del pensador alemán, los principios que se van desarrollando a lo largo
de su filosofía y que van conformando su teoría sobre el comportamiento humano.
Lo segundo que deseo dilucidar de forma clara, es el modo en que aquellos conceptos
o principios que se desarrollaron a lo largo de su obra se fueron constituyendo como base
fundamental de su pensamiento ético.
3
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. X.
5
cabal, aquellos principios que estructuran de forma totalmente consistente la ética de Arthur
Schopenhauer.
De esta forma y en base a todo lo mencionado, el principal objetivo del presente trabajo
consiste en precisar, de la forma más completa y clara posible, los principios metafísicos que
configuran la teoría ética de Schopenhauer entorno al esclarecimiento de la libertad de la
voluntad humana y la fundamentación de la moral. En otras palabras, y en definitiva, pretendo
mostrar el recorrido realizado por él autor en la elaboración de su teoría ética del mundo.
6
PRIMERA PARTE
7
Capitulo Primero
SCHOPENHAUER
SU VIDA COMO TRASFONDO DE SU OBRA
La contención familiar que podría haber recibido desde su infancia no fue la esperada.
Ya desde pequeño tuvo que lidiar con una madre que no lo quería del todo; ella insatisfecha por
su matrimonio solo se dedicaba a pasar el tiempo en reuniones y fiestas que ella misma
organizaba en busca de reconocimiento por parte de la aristocracia de la época. Su padre, por
otra parte, pasaba muy poco tiempo en casa y su ausencia significó mucho para el desarrollo
afectivo del filósofo alemán. Sin embargo, y pese a todo, Schopenhauer desarrolló un vínculo
especial por aquel padre melancólico y callado que viajaba por toda Europa debido a su trabajo
8
de comerciante. Fue su muerte repentina la que causó en él un profundo dolor y desamparo
que posteriormente se vería reflejado primeramente en la relación que desarrollaría con su
madre y su entorno familiar, para luego desembocar en una concepción del mundo que estaría
marcada por el dolor.
Los padres del filósofo alemán habían deseado que su hijo naciera en Londres,
Inglaterra, pero los celos del padre debido a la creciente fama y popularidad que estaba
adquiriendo su mujer en la ciudad inglesa hace que ambos emprendan el viaje de regreso poco
antes que diera a luz al bebé. Logran llegar a Danzig a tiempo para el nacimiento.
La relación entre Floris y Johanna no iba del todo bien; ella deseaba una vida activa y
participativa en la aristocracia de su época y por el contrario debía lidiar con un hijo que
concibió cercano a los dieciocho años con un comerciante veinte años mayor que ella. Sentía
que estaba renunciando a vivir la vida, tal como ella lo había deseado. Esto fue fruto de
conflictos y tensión en la pareja durante varios años. Este contexto fue configurando en
Schopenhauer la experiencia central de lo que posteriormente se convertiría en su filosofía.
9
Esa falta de amor hizo que Arthur careciera de una radical afirmación de la vida, de la
propia vitalidad, pero no de la extrañeza por el mundo, el asombro del simple hecho de que la
vida exista.
El niño, que no era fruto de un propósito deliberado, al menos por parte de la madre,
trató de ganar confianza situándose desde el principio frente a un mundo al que no parece
subyacer un propósito superior ni una finalidad última y en cuyo centro hay una fuerza
singularmente tenebrosa que pone en movimiento todas las cosas.
Por otra parte, si bien del padre absorbió cierta angustia y desesperación y como diría
en sus notas secretas “He heredado de mi padre un miedo del que siempre abominé… y al que
siempre tuve que combatir con toda la fuerza de mi voluntad” 4, también asimiló y aprendió el
valor, el orgullo y la sobriedad; y en última instancia una arrogancia fría e hiriente que sería
característico de su personalidad hasta sus últimos días.
4 RÜDIGER SAFRANSKI, Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, capítulo I, pág. 23.
10
Schopenhauer afirmará después, en su metafísica, que expresa y dulcifica a la vez el
desasosiego torturador y amenazante de todo lo viviente”5.
El pensador alemán describe posteriormente aquellos años en Francia como uno de los
más felices que había vivido; explica que fue allí donde por primera vez sintió el cariño y afecto,
algo que no había experimentado ni con su padre ni con su madre. En el año 1799 regresa
desde Francia e ingresa en la escuela privada de Johann Heindrich Christian Runge, donde
realizará sus estudios para ser comerciante, allí recibe clases de matemática, geografía,
idiomas y religión.
5 RÜDIGER SAFRANSKI, Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, capítulo I, pág. 31.
11
sendero: corremos de este modo en zigzag, nos dejamos deslumbrar desde todas las
direcciones y no llegamos a ningún sitio. El que quiere serlo todo no puede llegar a ser nada”6.
Schopenhauer se dio cuenta que el viaje era solo una pequeña parte del mundo que él
quería descubrir y entender, él sabía que instruyéndose de mejor forma podría conocer el
mundo en su esencia misma. Es en este viaje en donde se empieza a notar su interés, en
encontrarle a este mundo un significado mayor. Realiza durante todo el viaje anotaciones, que
posteriormente se convertirán en sus “Diarios de viaje”. En él se puede notar la impresión que le
provocó este mundo confrontado y melancólico, asediado por el dolor y las guerras; evidencia
en carne propia la precariedad de la existencia. Ya en Inglaterra ve los estragos que provoca la
guerra, y el punto hasta el cual puede llegar la crueldad humana.
En el camino hacia Toulon visita el fuerte, tristemente célebre, en el que Luis XIV tuvo
encerrado a un prisionero de Estado durante muchos años: el misterioso desconocido con la
máscara de hierro. En el gran arsenal de Toulon, visita la zona de los condenados a galeras, los
cuales se encuentran encadenados en un estado de precariedad máxima. Este hecho lo llevará
a reflexionar sobre la propia existencia, en la cual todos nosotros nos encontramos forzados a
galeras por mediación de la voluntad que constituye nuestro ser; incluso antes de que asome la
razón, estamos ya encadenados con firmeza a un punto ciego de autoafirmación y la cadena
que nos sujeta nos vincula a la vez con nuestros prójimos, de este modo cada movimiento que
ejecutamos sirve únicamente para infligir dolor en el otro.
Por otra parte, en Saint Feriol, en el estanque del canal de Longuedoc, percibe la
omnipotencia de la naturaleza sobre el individuo y es allí en esos bellos paisajes donde se
comienza a entrever su teoría estética sobre lo sublime.
Es de esta forma como concluye su viaje por el viejo continente el cual le sirvió de
ayuda para conformar su sistema filosófico de la mejor forma posible, vivenciándolo en carne
propia.
6RÜDIGER SAFRANSKI, Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, capitulo III, pág. 58.
12
inculcado y llegué a la conclusión de que este mundo no podía ser obra de un ser
benévolo sino, en todo caso, la creación de un diablo que lo hubiese llamado a la
existencia para recrearse en la contemplación de su dolor” 7.
Schopenhauer culpó a su madre de la muerte del padre. Mientras ella daba grandes
fiestas en la casa familiar, él yacía solo en un cuarto soportando los dolores que le aquejaban.
El joven Schopenhauer sabía que Johanna nunca había querido realmente a su padre y eso le
producía un gran dolor. Pese al dolor que le ocasionó la muerte de su padre, siguió adelante
con sus estudios de comercio en la escuela de Janish. Cuatro meses después su madre vende
algunas propiedades y da por terminado el negocio comercial perteneciente a la familia. Su
madre decide comprar una casa en la ciudad de Weimar, por su parte Arthur se queda a vivir en
Hamburgo, continuando con sus estudios.
Durante este tiempo, Napoleón invade Prusia y Weimar, al darse cuenta que el primero
había firmado un acuerdo con su principal enemigo: Inglaterra. La ciudad es saqueada casi en
su totalidad por las tropas Napoleonicas. La madre de Schopenhauer logra mantenerse a salvo
pese al escenario desolador que le toco vivir, la ciudad se encuentra en ruinas y las
enfermedades comienzan a proliferar rápidamente. Johanna es reconocida por su gran valentía
y generosidad ayudando a los heridos que dejó la batalla. Una vez que todo volvió a la calma
comenzó a realizar reuniones en su casa, en las cuales su principal invitado fue Goethe;
posteriormente estas reuniones se hicieron habituales y la visita del ilustre pensador alemán
7RÜDIGER SAFRANSKI, Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, capitulo III, pág 61.
13
atrajo a otras personalidades de la ciudad. Fue así como Johanna Schopenhauer se convirtió
en un personaje importante del ambiente cultural de la época.
Frente a esto Schopenhauer decide comunicarse con su madre para poder volver a
Weimar, lo cual genera un conflicto en la madre ya que sabía que si los dos vivían nuevamente
14
juntos, la vida entre ambos se haría nuevamente insoportable y la poca relación que mantenían
quedaría destrozada definitivamente.
Aquello se ve reflejado a su vez, en una famosa parábola aparecida en uno de los libros
Parerga y Paralipomena publicados con posterioridad y que analiza la misma situación.
Es así como el 23 de diciembre de 1807, a los 19 años de edad, Arthur llega a Weimar;
aceptando las condiciones de su madre para poder vivir de la mejor forma posible en la misma
ciudad. Schopenhauer se aloja en la casa de un fabricante de sombreros y a partir de esta
8RÜDIGER SAFRANSKI, Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, capitulo XXIII, pág.
442.
9 RÜDIGER SAFRANSKI, Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, capitulo XXIII, pág.
442.
15
fecha se prepara para entrar a la Universidad, estudiando por su cuenta y recibiendo clases
particulares por parte del profesor de instituto, Franz Ludwig Passow.
Arthur estudió fisiología con el profesor Blumenbach y más tarde denominaría a esta
ciencia «el punto culminante de todas las ciencias de la naturaleza». Fue allí donde se topó por
primera vez con la noción de «impulso configurativo», su profesor entendía este concepto como
una especie de «potencia vital orgánica» que escapa a las nociones del mecanicismo. Por lo
16
tanto, con Blumenbach quedaba, pues, hábilmente arraigado el firme suelo de los hechos en la
filosofía natural.
Schopenhauer había cambiado de sitio, había osado escaparse del mundo paterno,
pero le perseguía todavía su sombra; en aquella ocasión y tras la muerte del padre se refugió
en el pensamiento pietista el cual le brindó un cierto confort frente a la perdida; en cambio,
rehúye ahora la evasión en el mundo del espíritu y prefiere, por el momento, lo sólido y lo
exacto. Es por esto que elige medicina, adentrándose también en el estudio de las ciencias
naturales y el análisis de los idiomas antiguos.
Sólo después del tercer trimestre toma la decisión de abandonar la carrera de medicina
y se embarca en el estudio a fondo de la filosofía.
En el otoño de 1811, Arthur asiste al curso de Fichte sobre los hechos de la conciencia.
La teoría de Johann Gottlieb consistía en que la filosofía no debía empezar con la conciencia de
10RÜDIGER SAFRANSKI, Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, capitulo VII, pág.
144.
17
los objetos sino por la reflexión absoluta en la que el yo se experimenta al margen de todos los
lazos espacio-temporales y puede verse a si mismo en plena producción de tales lazos.
196.
18
Con todo este ambiente, Berlín decide declararle la guerra al imperio napoleónico. Toda
la ciudad se prepara y se alista para la batalla inminente. La universidad queda abandonada,
alrededor de dos tercios de los estudiantes se encuentran movilizados.
“Bajo mi pluma, y mucho más en mi espíritu, crece una obra, una filosofía que debe ser
ética y metafísica en una sola cosa. Hasta ahora, éstas fueron separadas tan falsamente como
se separa al hombre en cuerpo y alma. La obra crece y va concretándose poco a poco, tan
lentamente como el niño en el vientre materno: no sé lo que ha surgido antes o después, del
mismo modo que pasa con el niño: yo, que estoy sentado aquí, y al que conocen mis amigos,
no comprendo el alumbramiento de la obra, igual que la madre no comprende la maduración del
niño en su vientre. Lo contemplo y hablo con la madre: “estoy bendito con el fruto”. ¡Oh azar,
dueño de este mundo sensible! ¡Déjame vivir y tener sosiego unos pocos años todavía! Pues
amo mi obra como la madre ama al niño: cuando esté madura y haya nacido, entonces utiliza tu
derecho y cóbrame los intereses del impulso”13.
19
tanto «objeto» y muestra la manera en la que, en tanto que «representamos» tenemos que
introducirlo todo en una red de «razones». Pero finalmente nos quedamos con la sensación de
que, detrás de estas razones y por debajo de los infinitos «por qué» se oculta efectivamente el
qué, la esencia misma de todas ellas.
“Se buscaba por qué en vez de considerar el qué; se aspiraba hacia lo lejano en
vez de captar lo más cercano; se iba hacia afuera en todas direcciones en vez de
volverse hacia uno mismo, único lugar en el que los enigmas alcanzan solución” 15.
Tras regresar nuevamente a Weimar y vivir con la madre, la relación termina por
fracturarse definitivamente, no se volverían a ver nuevamente.
Schopenhauer mientras tanto, entabla una relación más cercana con Goethe, el cual lo
invita a discutir sobre su libro recién publicado y titulado «Tratado de los Colores». La teoría de
los colores de Goethe trata de las acciones y pasiones de la luz, en tanto que para
Schopenhauer esto tiene que ver más bien con las acciones y pasiones del ojo.
219.
20
La posición de Schopenhauer radica en que los fenómenos de color representan el
producto de las variaciones en la actividad de la retina producida por las modificaciones en la
incidencia de la luz.
En 1816, Schopenhauer manda a editar “Acerca de la Visión y los Colores”, libro que es
fruto de la relación que entabló con Goethe y las diferencias que mantuvieron sobre la
manifestación de los colores.
“Mi obra es, pues, un nuevo sistema filosófico; pero nuevo en el pleno sentido
de la palabra: no una nueva exposición de lo ya existente; sino una conjunción de
21
pensamientos interconectados en grado máximo que hasta el momento no se había
dado en ningún ser humano”16.
Así ha identificado la «voluntad» con la esencia del mundo, descifrando aquel concepto
que se mantenía en la nebulosa, la «cosa en sí». Esta voluntad omnipotente no es más que un
impulso ciego caracterizado por un querer sin fondo insaciable, que sólo desea, y que nos lleva
de objeto en objeto, de querer en querer, sin encontrar finalmente nada a cambio, solo
insatisfacción y hastío.
Majer, le aseguro que las similitudes que hallaría entre aquellas creencias ancestrales
descritas en la Upanisad con los autores que estaba leyendo y las ideas de Parmenides, Platón
y Kant, le sorprenderían.
16RÜDIGER SAFRANSKI, Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, capitulo XIV, pág.
263.
17Conjunto de tratados filosóficos dialogados que interpretan o comentan los Vedas o el corpus
sagrado de la India.
22
“¡Pues cómo sopla el espíritu sagrado de los Vedas a través del “Oupne’hat”!
¡Cómo queda poseído por ese espíritu en lo más profundo de su ser quien se ha
familiarizado con el persa-latín de este libro incomparable mediante una lectura
diligente! ¡Qué repleta está cada línea de un significado preciso y potente que lo
penetra todo y le da coherencia!… En él, todo respira el aire de la India y de una
existencia originaria próxima a la naturaleza. Y, ¡cómo se limpia el espíritu de todos los
prejuicios judaicos inculcados desde la infancia y de toda esa filosofía esclavizada por
ellos! Es la lectura más remunerativa y edificante (excluyendo el texto original) que uno
puede hacer en el mundo: fue el consuelo de mi vida y lo será de mi muerte”18.
En medio de esta lectura, Arthur logra vislumbrar dos conceptos que se asemejan y van
en concordancia con su teoría del mundo.
El primero de ellos hace referencia al devenir y al perecer del mundo, a la infinita
variedad del encadenamiento de sus formas y que los Upanishad llaman «Maya», en este
sentido el concepto expresa que todo lo que se experimenta a sí mismo en cuanto individuo y
trata de afirmar esa individualidad se encuentra bajo el encantamiento de «Maya». Para el
escritor alemán, “El ser humano… es presa de la ilusión y esta ilusión es tan real como la vida,
como el mismo mundo de los sentidos, puesto que es una sola cosa con él (la Maya de los
hindúes): todos nuestros deseos y pasiones se fundan en ella y son a su vez expresión de la
vida, del mismo modo que la vida es expresión de la ilusión”19. Años más tarde expresaría que
la «Maya» de los Vedas y el «fenómeno» de Kant eran una y la misma cosa.
18RÜDIGER SAFRANSKI, Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, capitulo XIV, pág.
269.
19 RÜDIGER SAFRANSKI, Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, capitulo XIV, pág.
270.
20RÜDIGER SAFRANSKI, Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, capitulo XIV, pág
271.
23
Schopenhauer, sintió que las lecturas que realizó del Upanishad, le permitieron elaborar
un lenguaje propio y auténtico, que le sirvió para ilustrar su filosofía y su forma de entender el
mundo de una manera totalmente diferente a lo expresado en el pensamiento occidental de su
época. Consideró que su filosofía se consolidaba cada vez más y estimó que se encontraba en
el camino correcto de la elaboración de su teoría metafísica de la existencia.
Luego de haber realizado un viaje por Italia, a la espera de la impresión de «El mundo
como voluntad y representación», Schopenhauer decide ingresar a la vida académica y
dedicarse a la docencia en alguna universidad alemana. Debe decidirse entre la Universidad de
Gotinga o la de Berlín, decidiéndose finalmente por esta última, en donde también impartía
clases Wilhelm Friedrich Hegel.
Schopenhauer quiere enseñar acerca de toda la filosofía y el primer curso que imparte
en Berlín se titula «Doctrina de la esencia del mundo y del espíritu humano» a la misma hora en
la que el profesor Hegel da su curso principal. En aquella ocasión no le fue muy bien ya que
solo acudieron cinco estudiantes a su cátedra, mientras que a la de Hegel acudieron más de
doscientas.
El escenario era bastante adverso, la publicación del primer tomo de «El mundo como
voluntad y representación» había tenido escasas ventas y la cátedra que impartía en la
universidad no lograba atraer a los estudiantes.
21
RÜDIGER SAFRANSKI, Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, capitulo XIV, pág
345.
24
“Cuando a veces me he sentido infeliz, fue siempre a causa de una méprise, de
un error en la persona, pues me había tomado por alguien distinto al que soy y que se
lamenta de sus desgracias: por ejemplo, por un encargado de cursos que no tiene
alumnos y no llega a ser catedrático; o por alguien del que habla mal tal filisteo o del
que chismorrea una comadre; o del acusado en un proceso por injurias; o por el amante
al que no quiere atender la muchacha de la que se encaprichó; o por el paciente que
tiene que permanecer en casa por causa de una enfermedad… Pero yo no he sido todo
eso; todo ello es un tejido ajeno del que, a lo sumo, se hizo el abrigo que llevé algún
tiempo y luego cambié por otro. ¿Quién soy yo, pues? Soy el que escribió El mundo
como voluntad y representación y el que dio una solución al gran problema de la
existencia… Ese soy yo, ¿y quién podría impugnarle eso en los años que todavía le
quedan para respirar?”22.
La indiferencia a su obra por parte del mundo académico lo agobia, se siente frustrado.
Durante estos años Schopenhauer busca reconocimiento, pero es ignorado; la burguesía lo
considera un fracasado que vive de la herencia dejada por su padre. Su situación es bastante
precaria, debe abandonar Berlín debido a la epidemia de cólera que azota Europa y que
finalmente terminaría con la vida de Friedrich Hegel.
Se dirige a Frankfurt, allí experimenta una leve depresión que lo obliga a mudarse a la
ciudad de Mannheim por orden expresa de su médico. Sin embargo solo residirá allí durante un
año, para luego volver a Frankfurt, ciudad en la cual vivirá hasta los últimos días de su vida.
22RÜDIGER SAFRANSKI, Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, capitulo XIX, pág.
350.
25
"Mi metafísica,..., se acredita por el hecho de ser la única que tiene en realidad
un punto fronterizo común con las ciencias físicas, un punto hasta el que éstas llegan
por medios propios, de modo que se enlazan y concuerdan verdaderamente con ella”23.
Pese a todo el desconocimiento de su obra por parte del público, y a la precariedad del
escenario filosófico de su tiempo, Arthur sigue escribiendo con celeridad. Es así como participa
en dos concursos, el primero planteado por la Real Sociedad Noruega de las Ciencias de
Drontheim haciendo referencia a la siguiente pregunta: «¿Puede demostrarse la libertad de la
voluntad humana a partir de la autoconsciencia?», a lo cual Schopenhauer responde en su
escrito que allí no se encuentra la libertad, sino que solo la ilusión de ella misma. El concepto de
autoconciencia, hace referencia a lo que queda de la conciencia cuando se prescinde de la
«conciencia de otras cosas»24 lo que en este caso sería la conciencia del propio yo. Para
Schopenhauer, no se puede encontrar la respuesta en la autoconciencia inmediata, ya que allí
no podemos saber si por el hecho de ser libres para realizar determinadas acciones, somos
también libres para desearlas o quererlas; derivando la solución del problema a la «conciencia
de otras cosas».
Arthur se preguntará a lo largo del escrito sobre el sentimiento de culpa que subyace, a
pesar de todo, a la necesidad implacable entre voluntad y acción, expresado de la siguiente
forma:
23RÜDIGER SAFRANSKI, Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, capitulo XXI, pág.
388.
24 Schopenhauer hace referencia aquí a la conciencia de cosas exteriores, en la cual los objetos
del mundo exterior influyen sobre la voluntad, presentándole motivaciones. Dicha relación es
estrictamente causal y vinculada a una necesidad forzosa, entre el motivo que actúa sobre la
voluntad y la acción. Sin embargo el ser humano posee la capacidad de representarse
repetidamente y en sucesión arbitraria, mediante su capacidad de pensar, los motivos que
llevan a determinada acción para presentarlos frente a la voluntad. Dicho de otra forma, es allí
donde el ser humano reflexiona teniendo la capacidad de deliberar; adquiriendo la capacidad de
elegir. Lo cual significa que el ser humano es relativamente libre de sufrir el influjo forzoso
inmediato de los objetos que actúan sobre la voluntad como motivos y que están presentes
intuitivamente.
26
allí. En ese sentido, esa conciencia de poder y originariedad, como también la de
responsabilidad, que acompaña nuestras acciones, puede compararse con un indicador
que, apuntando en realidad hacia un objeto lejano, parecería apuntar hacia otro más
próximo, pero situado en la misma dirección”25.
Con esto, el autor intenta concluir que por detrás del sentimiento de culpa y
responsabilidad, subyace un sentimiento de culpa de ser el que se es, se cuestiona su propia
existencia y es así como la voluntad impulsiva y avasalladora se hace consiente de la culpa en
el sentimiento de libertad y de responsabilidad.
Como ocurriría con gran parte de su obra, el desinterés del mundo académico por estos
escritos fue evidente. Sin embargo esto poco le importaba a Schopenhauer, confiado de que
tarde o temprano su obra sería reconocida en todo el mundo. Ya con 56 años de edad decide
publicar una segunda edición del «Mundo como voluntad y representación», añadiendo un
apéndice titulado: «Critica de la filosofía Kantiana». Esta edición sería la primera parte de una
obra que se constituiría en una de dos volúmenes, el segundo volumen se conformaría como un
comentario pormenorizado de cada capítulo perteneciente al primer volumen. Ambos tomos, los
cuales poseen una organización y un matiz distinto, generan mediante su identidad de materia
25RÜDIGER SAFRANSKI, Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, capitulo XXII, pág.
420.
27
una mayor cohesión, lo cual permite que la obra resplandezca de manera original conservando
su característica esencial.
Durante estos años empiezan a aparecer algunos seguidores de la obra del pensador
nacido en Danzig y el reconocimiento a su obra, aunque tibio, se hace notar en el ambiente
filosófico de la época.
Algunos años más tarde, termina de escribir los dos tomos de «Parerga y
Paralipomena», obra en la cual reúne escritos secundarios y pensamientos pendientes,
sistemáticamente ordenados, sobre diversos temas. Esta obra sería considerada por el mismo
autor como su «filosofía para el mundo», ya que se caracterizaría por ser un libro más accesible
para el público. Estos escritos aparecerían publicados en noviembre de 1851, convirtiéndose
posteriormente en un «éxito editorial»27.
28
Uno de los conceptos fundamentales presentes en la obra de Schopenhauer y que
desarrolla en este libro, es el que hace referencia a la música. Para el pensador alemán, la
música es el acontecimiento de la voluntad sin materia y es por eso que se expresa desde el
«corazón de las cosas»: es el sonido de la «cosa en sí», el cual no remite a nada exterior a ella:
es completamente ella misma. Schopenhauer creía haber encontrado en la música el secreto
del mundo, la esencia de un mundo que se mueve convulsionado por la voluntad de querer.
Parerga y Paralipomena sería el último libro que publicaría Schopenhauer en vida y del
cual se sentía profundamente satisfecho. Con esta obra lograba abarcar gran parte de los
temas que no había conseguido desarrollar en sus obras anteriores, haciéndolo de una manera
magistral y totalmente elocuente, llegando al lector de forma directa y simple.
Ya en los últimos años de vida y con una fama que crecía a cada momento, la salud del
pensador alemán comenzó a decaer lentamente. Al mismo tiempo, se sentía gratificado por los
artículos y menciones que comenzaron a aparecer de su obra en Inglaterra y Francia, donde su
nombre comenzaba a tomar un peso importante en el ambiente filosófico de la época. Frente a
este escenario le comenta a su amigo Friedrich Hebbel lo siguiente:
29 RÜDIGER SAFRANSKI, Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, capitulo XXIII, pág.
451.
30 BRYAN MAGEE, Schopenhauer, capítulo I, pág. 32.
29
“Me resulta difícil acostumbrarme a mi fama actual. Usted habrá visto
seguramente alguna vez que, antes de una representación, cuando el teatro oscurece y
se levanta el telón, un encendedor de lámparas aislado está todavía atareado sobre las
tablas y entonces escapa presuroso por entre bastidores; precisamente en ese
momento llega el telón arriba. Ésa es la sensación que tengo yo: un rezagado que ha
quedado allí mientras se alza la comedia de mi fama”31.
Finalmente Arthur Schopenhauer, luego de haber vivido sus últimos días de forma
apacible en su residencia de Franckfurt, fallece una fría mañana de otoño recostado sobre el
regazo de su sofá el día viernes 21 de septiembre de 1860, a la edad de 72 años.
31RÜDIGER SAFRANSKI, Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, capitulo XXIV, pág.
457.
30
CRONOLOGÍA
1788
22 DE FEBRERO: Hijo del mercader Heinrich Floris Schopenhauer y de su mujer Johanna, de
soltera Troisiener, nace en Danzig Arthur Schopenhauer.
1793
Poco antes de que Prusia ocupe Danzig, la familia se traslada a Hamburgo.
1797
Nace Adele Schopenhauer.
JULIO: Viaje de Arthur con su padre a París y El Havre, ciudad en la que permanecerá dos
años con la familia Grégoire de Blésimaire.
Traba amistad con Anthime, el hijo de la familia.
1799
AGOSTO: Vuelta a Hamburgo. Asiste a la escuela privada de Runge.
1803
MARZO: Arthur se acomoda a los deseos del padre y renuncia a ir al instituto de enseñanza
media y a hacer una carrera universitaria. A cambio, se iniciará en el aprendizaje del oficio de
comerciante. Como recompensa, se le permite acompañar a sus padres en el viaje por Europa
(Holanda, Inglaterra, Francia, Suiza, Austria).
3 DE MAYO: Da comienzo el viaje.
1804
25 DE AGOSTO: Finaliza el viaje.
SEPTIEMBRE A DICIEMBRE: Se inicia en el oficio de comerciante con el mercader Kabrun, de
Danzig.
1805
Prosigue el aprendizaje con el mercader Jenisch, de Hamburgo. 20 de abril: Suicidio del padre.
1806
SEPTIEMBRE: Tras la disolución del negocio, la madre se traslada a Weimar con su hija Adele.
OCTUBRE: Comienzos de la amistad entre Johanna Schopenhauer y Goethe. Johanna inicia
en su salón las veladas de té.
1807
MAYO: Arthur, con apoyo de la madre, interrumpe la carrera del comercio. Abandona
Hamburgo y va al instituto de Gotha con el fin de prepararse para su ingreso en la universidad.
31
DICIEMBRE: Tiene que abandonar el instituto a causa de un poema satírico. Se traslada a
Weimar, pero no vive en el domicilio de la madre. Clases privadas. Se enamora de Caroline
Jagemann.
1809
Sobresale en el aprendizaje de las disciplinas académicas. Recibe la herencia paterna, que es
administrada por su madre.
1809-1811
Estudios universitarios en Gotinga. Ciencias de la naturaleza, Platón, Kant.
1811
PASCUA: Visita a Weimar. Schopenhauer dice a Wieland: «La vida es un asunto deplorable;
me he propuesto pasar la mía reflexionando sobre este tema».
OTOÑO: Universidad de Berlín.
1813
2 DE MAYO: Arthur Schopenhauer huye de Berlín ante la amenaza de guerra. Breve estancia
en Weimar. Altercado con la madre. Se retira a la ciudad vecina de Rudolstadt.
DE JULIO HASTA NOVIEMBRE: Redacción de la tesis doctoral «Sobre la cuádruple raíz del
principio de razón suficiente».
5 DE NOVIEMBRE: Regresa a Weimar y vive en casa de la madre.
MAYO: Conversaciones con Goethe sobre la doctrina de los colores.
1814
ABRIL: Punto álgido de los enfrentamientos de Schopenhauer con su madre y con
Gerstenbergk, el amigo de ésta.
MAYO: Ruptura definitiva con la madre. Schopenhauer abandona Weimar.
1814-1818
Schopenhauer vive en Dresde.
1815
«Sobre la visión y los colores».
Bosquejo y comienzo de la primera versión de la obra principal: «El mundo como voluntad y
representación».
1818
MARZO: Acaba el manuscrito. Consigue que Brockhaus sea su editor.
OTOÑO: Inicio del viaje a Italia (Florencia, Roma, Nápoles, Venecia).
1819
ENERO: Aparece «El mundo como voluntad y representación».
32
VERANO: Crisis financiera de la familia como consecuencia de la quiebra de la banca Muhl, de
Danzig. Este motivo le obliga a retornar a Alemania. Nuevas tensiones con su madre. Ruptura
con su hermana Adele.
25 DE AGOSTO: De nuevo en Dresde.
Solicita una plaza docente en la Universidad de Berlín y es admitido en la misma.
1820
23 DE MARZO: Comienzo de las clases, a las que asisten muy pocos alumnos.
1821
Se enamora de la cantante Caroline Medon. Comienza el «Asunto Marquet» (malos tratos a su
vecina y proceso por injurias).
1822
27 DE MAYO: Segundo viaje a Italia (Milán, Florencia, Venecia).
1824
Estancias en Bad Gastein, Mannheim y Dresde.
1825
ABRIL: Regreso a Berlín. Intenta de nuevo impartir clases y vuelve a fracasar. Trata, también
sin éxito, de convertirse en traductor.
1831
AGOSTO: Huida de Berlín por causa de la epidemia de cólera.
Instalación provisional en Frankfurt del Main.
1832-1833
Vive en Mannheim (desde julio de 1832 hasta junio de 1833).
1833
6 DE JULIO: Schopenhauer se instala en Frankfurt, ciudad en la que vivirá veintiocho años: el
resto de sus días.
1835
Sobre la voluntad de la naturaleza.
1838
Muerte de la madre.
1839
Su escrito «Sobre la libertad de la voluntad humana» recibe el premio de la Academia noruega.
1840
Su escrito «Sobre el fundamento de la moral» no es premiado por la Academia danesa.
1844
33
Aparece la segunda edición de «El mundo como voluntad y representación», ampliada con un
segundo volumen.
1849
Muerte de su hermana Adele.
1851
Parega y Paralipomena.
1853
Comienza la fama de Schopenhauer.
1859
Aparece la tercera edición de «El mundo como voluntad y representación».
1860
21 DE SEPTIEMBRE: Muerte de Arthur Schopenhauer.
34
SEGUNDA PARTE
35
Capítulo Segundo
Para Schopenhauer la representación se nos aparece como la cara exterior del mundo,
desde donde el mundo se presenta como un espejismo y un sueño. En este sentido, el análisis
del libro primero correspondiente a la primera consideración: la representación sometida al
principio de razón: el objeto de la experiencia y la ciencia del “Mundo como Voluntad y
Representación” nos brindará un acercamiento a los cimientos del pensamiento del pensador
alemán con respecto a su postura ética.
“«El mundo es mi representación»: esta es la verdad que vale para todo ser
viviente y cognoscente, aunque solo el hombre puede llevarla a la conciencia reflexiva
abstracta: y cuando lo hace realmente, surge en él la reflexión filosófica. Entonces le
resulta claro y cierto que no conoce ningún sol ni ninguna tierra, sino solamente un ojo
que ve el sol, una mano que siente la tierra; que el mundo que le rodea no existe más
que como representación, es decir, solo en relación con otro ser, el representante que
es él mismo”32.
Schopenhauer piensa que todo lo que existe para el conocimiento, o sea, todo este
mundo, es solamente objeto en referencia a un sujeto, intuición de alguien que intuye, en una
palabra, representación. El punto de partida y la cognoscibilidad del mundo están dados,
entonces, por considerar a cada objeto existente como mera representación. Esto quiere decir,
que todo lo que pertenece y puede pertenecer al mundo adolece inevitablemente de ese estar
condicionado por el sujeto y existe solo para el sujeto.
32
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 1, pág. 50.
36
dos mitades esenciales necesarias e inseparables que se limitan mutua e inmediatamente a las
cuales denominamos sujeto y objeto.
"Lo que se determina con la ley de la causalidad no es, pues, la sucesión de los
estados en el mero tiempo, sino esa sucesión en referencia a un determinado espacio;
ni tampoco la existencia de los estados en un determinado lugar, sino en ese lugar
dentro de un determinado tiempo. Así que el cambio, la alteración producida conforme a
la ley causal, se refiere siempre a una determinada parte del espacio y a una
determinada parte del tiempo a la vez y en unión”33.
“Solo mediante la unión del tiempo y del espacio surge la materia, es decir, la
posibilidad de la simultaneidad y con ella la duración, y con esta a su vez la de la
permanencia de la sustancia bajo el cambio de los estados”34.
33
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 4, pág. 58.
34
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 4, pág. 59.
37
Por otra parte, el correlato subjetivo de la materia o la causalidad lo constituye el
entendimiento. El entendimiento, esencialmente tiene la función de dar a conocer la causalidad,
dejarla en evidencia, dando paso posteriormente a la intuición del mundo real. La intuición es el
entendimiento del conocimiento de la causa a partir del efecto, allí reside toda intuición
intelectiva del mundo real.
Schopenhauer nos dice que el cuerpo es para nosotros objeto inmediato, es decir,
aquella representación que constituye el punto de partida del conocimiento del sujeto, en la
medida en que ella misma, junto con sus cambios inmediatamente conocidos, precede a la
aplicación de la ley de causalidad ofreciéndole así sus primeros datos.
Es así que, efecto y causa existen solo para el entendimiento, el cual no es más que su
correlato subjetivo. En este sentido, el punto de partida del entendimiento lo constituye la
afección sensorial, la conciencia inmediata de los cambios de los objetos. Por lo tanto, la
posibilidad de conocer el mundo intuitivo se da por medio o depende de dos condiciones:
38
Subjetivamente: se encuentra dada por el entendimiento, es ella la que hace posible la
intuición, el conocimiento de la causa a partir del efecto.
B) La segunda condición está vinculada con la sensibilidad de los organismos animales, con la
propiedad que tienen ciertos cuerpos de ser objetos inmediatos del sujeto.
"Todos los cuerpos animales son objetos inmediatos, es decir, punto de partida
de la intuición del mundo"36.
Por otra parte, la captación intuitiva e inmediata del entendimiento se relaciona con el
descubrimiento de leyes. Esto tiene que ver con la agudeza del entendimiento en la captación
de las relaciones causales de los objetos conocidos. Para el pensador germano, la intuición
inmediata es la captación intuitiva del entendimiento la cual se relaciona con la agudeza en la
captación de las relaciones causales de los objetos conocidos en contraposición al
razonamiento, que tiene que ver con clasificar, fijar, clarificar y comunicar lo anterior a los
demás. En la vida práctica esta agudeza de la intuición se denomina prudencia.
A continuación, Schopenhauer realiza una breve descripción respecto del desarrollo del
conocimiento intuitivo, cuya actividad no es reflexiva y discursiva sino más bien directa e
inmediata.
36
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 6, pág. 69.
37ARTHURSCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 6, pág. 72.
39
Simpleza: falta de juicio.
Locura: falta parcial o total de memoria.
Verdad: lo conocido correctamente mediante la razón.
Realidad: lo conocido correctamente por medio del entendimiento.
Entendimiento: tránsito correcto del efecto en el objeto inmediato a su causa.
Por otra parte, para Schopenhauer, la ilusión surge cuando uno y el mismo efecto surge
o puede ser producido por dos causas totalmente distintas de las que una actúa con mucha
frecuencia y la otra rara vez, el entendimiento supone la causa habitualmente (objeto intuido,
falsa ilusión).
El análisis Schopenhaueriano, no parte del objeto o sujeto sino del concepto de
representación, que contiene ambos y supone ambos.
"... el principio de razón no es, como pretende toda la filosofía escolástica, una
veritas aeterna, es decir, no posee una validez incondicional antes fuera y por encima
de todo mundo, sino únicamente relativa y condicionada, válida sólo en el fenómeno”39.
Schopenhauer considera que para la intuición pura todo es claro, seguro y cierto, allí no
existen dudas, preguntas ni error, es por esto que la intuición pura se basta a sí misma. Por su
parte, la reflexión hace referencia a un reflejo de algo derivado de aquel conocimiento intuitivo.
38
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 6, pág. 79.
39
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 6, pág. 81.
40
Por otra parte, en alemán, razón (vernuft) viene de percibir (vernehmen), lo que significa
percatarse de los pensamientos transmitidos con las palabras.
"Sólo con la ayuda del lenguaje produce la razón sus más importantes
resultado”40.
"Los conceptos sólo se pueden pensar no intuir, únicamente los efectos que
través de ellos produce el hombre son objetos de verdadera experiencia”41.
Esto quiere decir que la reflexión consiste en la repetición del mundo intuitivo original en
el cual los conceptos son representaciones de representaciones, por lo tanto, toda la esencia de
la representación abstracta se halla en referencia exclusiva a otra representación que es su
razón de conocimiento.
Con respecto a los conceptos, estos se pueden dividir en abstractos y concretos. Los
conceptos abstractos no se refieren al conocimiento intuitivo inmediatamente, sino que su
esencia hace referencia a la mediación de uno o varios conceptos, por ejemplo relación, virtud,
investigación, principio. Por otra parte, los conceptos concretos tienen su razón inmediatamente
en el mundo intuitivo, por ejemplo concepto de hombre, piedra o caballo.
Por lo tanto, todo el mundo de la reflexión se basa en el conocimiento intuitivo como su razón
de conocer.
40
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 8, pág. 86.
41ARTHURSCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 9, pág. 88.
41
En el análisis realizado por el pensador alemán, la lógica es un saber general acerca
del modo de operar de la razón, conocido través de la auto-observación de la misma y la
abstracción de todo contenido, y expresado en forma de reglas.
Para él, la razón vuelve a presentar ante el conocimiento lo que con anterioridad se ha
sentido de otro modo, no amplía verdaderamente nuestro conocer sino que simplemente le da
otra forma, lo que fue conocido intuitivamente, in concreto, lo da a conocer en abstracto y
universalmente.
42
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 9, pág. 94.
43ARTHURSCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 12, pág.
103.
42
"Del mismo modo en la intuición pura conocemos perfectamente la esencia y
legalidad de una parábola, una hipérbole, un espiral; pero para dar una explicación
segura a ese conocimiento en la realidad, tiene que convertirse en saber abstracto, con
lo que pierde, desde luego el carácter intuitivo pero a cambio gana la seguridad y
precisión del saber abstracto”44.
Además, el juicio:
115.
43
“Si convencidos de que la intuición es la fuente primera de toda evidencia, de
que solo la relación inmediata o mediata con ella es una verdad absoluta, de que
además el conocimiento más cercano a ésta es el más seguro porque toda mediación
de conceptos está expuesta a muchos engaños”46.
“Sólo podemos afirmar con seguridad que lo que en la intuición de una figura se
nos manifiesta como necesario no procede de la figura trazada sobre el papel, quizá de
forma deficiente, ni tampoco del concepto abstracto que ahí pensamos; sino que nace
inmediatamente de la forma de todo conocimiento de la que tenemos conciencia a
priori: esa forma es siempre el principio de razón; pero su evidencia y validez es tan
grande e inmediata como la del principio de razón del conocer, es decir, la certeza
lógica”47.
“Más esa infalibilidad suya es relativa: ellas se limitan a subsumir bajo los
principios de la ciencia pero son estos los que contienen todo el fondo de la verdad
científica, y no pueden a su vez ser demostrados sino que han de fundarse en la
intuición, la cual es pura en aquellas ciencias a priori antes citadas, mientras que en las
demás es siempre empírica y solo por inducción se ha elevado a la universalidad”48.
44
principio de razón. Todos los errores tienen que poder reducirse a un razonamiento a partir de
una premisa mayor hipotética, con frecuencia falsamente generalizada, nacida de asumir una
razón para la consecuencia.
“Ciertamente se podría afirmar que cada cual sabe sin ayuda qué es el mundo;
porque el mismo es el sujeto del conocimiento cuya representación es el mundo: hasta
ahí también eso sería verdad, solo que aquel conocimiento es intuitivo, existe in
45
concreto, la tarea de la filosofía es reproducirlo in abstracto, elevar la intuición sucesiva
y cambiante, y en general todo lo que el amplio concepto de sentimiento abarca y
designa de forma meramente negativa como saber no abstracto y claro, para
convertirlo precisamente en tal, en un saber permanente. Por consiguiente, ha de ser
una expresión in abstracto de la esencia del mundo en su conjunto, de la totalidad
como de todas las partes”50.
Para Schopenhauer, la filosofía será una suma de juicios muy generales cuya razón
cognoscitiva inmediata es el mundo mismo en su conjunto, sin exclusión de nada: es decir, todo
lo que se encuentra en la conciencia humana: será una completa repetición, algo así como una
reproducción del mundo en conceptos abstractos, que solo es posible mediante la unión de lo
esencialmente idéntico en un concepto y la separación de lo diferente en otro.
Para él:
"La razón se puede encontrar unido tanto con un una gran maldad como con
una gran bondad y al asociarse a una como la otra simplemente les otorga una gran
eficacia”52.
134-
52
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 16, pág.
137.
46
La ética estoica no fue originaria y esencialmente una doctrina de la virtud sino una
mera indicación para la vida racional cuyo fin y objetivo último es la felicidad a través de la
tranquilidad de espíritu (Ataraxia, tranquilidad de espíritu), la que se puede expresar del
siguiente modo:
Para Epícteto, y en relación con el párrafo anterior, debemos tener presente y distinguir
lo que depende de nosotros y lo que no, y así no tener en cuenta para nada lo último, de ese
modo permaneceremos con seguridad libres de dolor, sufrimiento y miedo. Mas lo único que
depende de nosotros es la voluntad, por lo tanto, la satisfacción o insatisfacción con nosotros
mismos nace de la voluntad.
53
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 16, pág.
139.
47
Capitulo Tercero
Schopenhauer se pregunta por la esencia de este mundo, aquello que sirve de sostén a
la vida de los seres humanos y que nos mantiene en constante movimiento. En este punto, nos
encontramos enfrente de un castillo buscando la entrada.
Y agrega:
La búsqueda de aquello que se configura como el motor del mundo en este punto cesa,
Schopenhauer ha logrado identificar la esencia de nuestras acciones, aquello por lo cual nos
encontramos en movimiento constante y que nos motiva a actuar de cierta forma, la voluntad.
54
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 17, pág.
150.
55
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 17, pág.
151.
48
"El acto de voluntad y la acción del cuerpo no son dos estados distintos
conocidos objetivamente y vinculados por el nexo de la causalidad, no se hallan en la
relación de causa y efecto, sino que son uno y la misma cosa; sólo que dada de dos
formas totalmente diferente"56.
Para Schopenhauer, la acción del cuerpo no es más que el acto de voluntad objetivado,
es decir, introducido en la intuición. En otras palabras, todo movimiento del cuerpo voluntario e
involuntario, hacen referencia a la voluntad objetivada, convertida en representación, en
consecuencia el cuerpo se puede definir como una objetividad de la voluntad.
Esto nos sitúa, en el escenario de que no existe una separación de mente y cuerpo,
ambas se encuentran conectadas, tal como lo plantea el autor alemán. En este sentido, mi
cuerpo y mi voluntad son lo mismo; lo que en cuanto representación intuitiva denomino mi
cuerpo, en la medida en que se me hace consciente de una forma totalmente distinta y no
56
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 18, pág.
152.
57
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 18, pág.
153.
49
comparable a ninguna otra lo llamo mi voluntad, mi cuerpo es la objetividad de mi voluntad,
aparte de ser mi representación, definitivamente mi cuerpo también es mi voluntad.
“El doble conocimiento que poseemos del ser y a actuar de nuestro cuerpo lo
emplearemos en adelante como clave de la esencia de todo fenómeno de la
naturaleza; y todos los objetos que no se ofrecen a la conciencia como nuestro propio
cuerpo de esas dos maneras sino sólo como representación, los juzgaremos en
analogía con aquel cuerpo y supondremos que, si dejamos al margen su existencia
como representación del sujeto lo que ha de quedar es su esencia (voluntad)”58.
Schopenhauer define voluntad como el ser en sí del propio cuerpo y los movimientos
voluntarios de ese cuerpo, en la medida en que estos no son más que la visibilidad de los actos
de voluntad individuales. En diferencia a los motivos, los cuales nunca determinan más que lo
que yo quiero en este momento en específico, en este lugar y bajo estas circunstancias, y no
que yo quiero en general, ni qué quiero en general, es decir, la máxima, que caracteriza el
conjunto de mi querer, la voluntad. Los motivos solo determinan la exteriorización del querer en
un instante dado y no su esencia.
58
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 19, pág.
157.
59
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 20, pág.
159.
50
Además:
“Todo el cuerpo no puede ser más que mi voluntad hecha visible, ha de ser mi
voluntad misma en cuanto esta constituye un objeto intuitivo, una representación de la
primera clase”60.
Explica, que hasta ahora se ha subsumido el concepto voluntad bajo el concepto fuerza;
sin embargo, el hace exactamente lo contrario, pretendiendo considerar todas las fuerzas de la
naturaleza como voluntad. Y añade que la palabra voluntad, que como una fórmula mágica, nos
ha de hacer patente la esencia misma de todas las cosas en la naturaleza, no designa en
absoluto una magnitud desconocida, un algo alcanzado mediante razonamientos, sino algo
inmediatamente conocido, tan conocido que sabemos y entendemos mejor qué es la voluntad
que cualquier otra cosa de la clase que sea.
60
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 𝕊20, pág.
159.
51
Así y en consecuencia:
“El concepto voluntad es el único entre todos los posibles que no tiene su origen
en el fenómeno, no en la mera representación intuitiva, sino que procede del interior,
nace de la conciencia más inmediata de cada cual, donde uno conoce su propio
individuo en su esencia, inmediatamente, sin forma alguna, ni siquiera la de sujeto y
objeto, y a la vez es él mismo, ya que aquí el cognoscente y el conocido coinciden”61.
Con respecto al tema de la libertad del hombre, y que más adelante se abordará
específicamente, Schopenhauer hace notar que el fenómeno de la voluntad, en sí misma
carente de razón, se halla en cuanto tal sometido a la ley de la necesidad, es decir, al principio
de razón; así la necesidad con la que suceden los fenómenos de la naturaleza no nos supondrá
un reparo para conocer en ellos las manifestaciones de la voluntad. Nos indica también, que el
individuo, la persona, no es la voluntad como cosa en sí sino un fenómeno de la voluntad
determinado ya como tal he introducido en la forma del fenómeno: el principio de razón y de ahí
procede. Cabe destacar que el hombre en su obrar ha de estar sometido a él, igual que todos
los demás fenómenos y es en la autoconciencia inmediata y en sí de la voluntad donde se
61
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 21, pág.
164.
62
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 23, pág.
165.
52
produce la conciencia de la libertad. Es allí donde surge el asombroso hecho de que cada uno
se considere a priori totalmente libre, incluso en sus acciones individuales, y solo a posteriori,
agrega que a través de la experiencia descubre para asombró suyo que no es libre sino que
está sometido a la necesidad.
Estimulo: causa que no sufre ninguna reacción adecuada a su acción y cuyo grado de
intensidad no es paralelo al del efecto.
Causa: Aquel estado de la materia que, al provocar otro con necesidad, sufre él mismo un
cambio de la misma magnitud que el que causa, lo cual se expresa con regla «acción y reacción
son iguales».
Voluntad: aquello que constituye el ser en sí de todas las cosas del mundo y el núcleo único de
todos los fenómenos.
Conforme a lo anterior:
63
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 24, pág.
177.
53
En este sentido, la intención de Schopenhauer es investigar la esencia interna que
otorga significado y validez a toda necesidad real. Como supuesto suyo; en el hombre se llama
carácter, en la piedra cualidad, pero en ambos es lo mismo. Allá donde es conocida
inmediatamente se denomina voluntad; en la piedra posee el grado más débil de visibilidad u
objetividad, en el hombre, el más intenso.
Schopenhauer, rescata una frase de San Agustín64, que no deja de ser interesante con
respecto a la esencia del mundo y el querer que mueve todas las cosas.
64
AGUSTIN DE HIPONA, La Ciudad de Dios, capítulo 28, pág. 333.
65
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 24, pág.
180.
54
y, por tanto, ajena a la pluralidad; grados estos que son a las cosas individuales como sus
eternas o sus modelos.
Un ejemplo de todo esto son unas semillas descubiertas en Egipto, que luego de ser
encontradas en tumbas, brotan después de años de hibernación, esto explica la fuerza de la
voluntad expresada en su totalidad.
66
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 26, pág.
187.
55
“Así lo hemos descubierto en la naturaleza carente de razón: y así es también
allá donde no son causas y estímulos sino motivos los que determinan el punto de
aparición de los fenómenos, es decir, en el obrar de los animales y los hombres. Pues
aquí como allá es una y la misma voluntad la que se manifiesta: sumamente distinta en
los grados de su manifestación, multiplicada en los fenómenos de estos y sometidos al
principio de razón con respecto a ellos, pero en sí libre de todo ello”67.
En los grados más bajos de objetivación, la voluntad se presenta como un afán ciego,
una aspiración sin sentido, una agitación oscura carente de toda cognoscibilidad inmediata. La
seguridad con la que hasta ahora actuaba la voluntad tanto en la naturaleza orgánica con en la
vegetativa se debía a que actuaba como un afán ciego inconmensurable propio de su ser
originario.
Sin embargo, llega un punto en el cual se dejan de lado los meros estímulos como
forma de movimiento y es allí donde la voluntad se adapta a una nueva forma sustancial de
desplazamiento, el cual se ve reflejado en un grado mayor de objetivación de la voluntad, en el
cual ya no basta el conocimiento que ha brotado en los animales por medio del entendimiento,
al que los sentidos suministraban los datos, surgiendo así una mera intuición, sino que surge
67
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 26, pág.
191.
68
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 27, pág.
201.
56
una potencia superior, la reflexión; la cual se ve caracterizada en el ser humano por la
deliberación, la preocupación, la capacidad de obrar premeditadamente con independencia del
presente y, finalmente , nace una conciencia plenamente clara de las decisiones de la voluntad.
Es decir, surge por medio de la reflexión una visión que abarca ya no solo el presente, sino que
también el pasado y el futuro.
Schopenhauer, nos deja claro que el mundo en que vivimos es esencialmente voluntad
y al mismo tiempo en todo representación. Ésta representación supone en sí la forma de sujeto
y objeto sobre la cual subyace la voluntad, que es la verdadera cosa en sí. Cada cual, nos dice,
se descubre a sí mismo como esa voluntad en la que consiste la esencia interior del mundo, del
mismo modo que se descubre como el sujeto cognoscente cuya representación es el mundo
entero, el cual, en esa medida, solo existe por referencia a su conciencia que es su soporte
necesario. Cada cual es, pues, en ese doble respecto, el mundo entero, el microcosmos y
encuentra esas dos caras del mundo por completo, en sí mismo.
El autor alemán plantea una interrogante que nos sitúa de lleno en la concepción
metafísica de la ética, que tiene relación directa con la conducta del ser humano, con su actuar,
con su obrar:
¿Qué quiere entonces o a qué aspira aquella voluntad que se nos ha presentado como
el ser en sí del universo?
Para él, esta pregunta, igual que otras muchas, se basa en una confusión de la cosa en
sí con el fenómeno. Solo a este, y no a aquella, se extiende el principio de razón, del que
también la ley de motivación es una forma. Siempre se puede dar razón de los fenómenos
como tales, de las cosas individuales, pero nunca de la voluntad misma ni de la idea en la que
se objetiva adecuadamente. Así, de todo movimiento particular o, en general, de cualquier
cambio en la naturaleza se puede buscar una causa, es decir, un estado que lo provocó
57
necesariamente; pero nunca de la fuerza natural misma que se revela en aquel y en
innumerables fenómenos iguales.
“…todo hombre tiene constantemente fines y motivos conforme los cuales dirige
su conducta, Y es siempre capaz de dar cuenta de sus acciones individuales: pero si
se le preguntara porqué quiere en general, o porque en general quiere existir, no
tendría ninguna respuesta sino que, antes bien, la pregunta le parecería absurda: y
precisamente en eso se expresaría la conciencia de que él mismo no es nada más que
voluntad, cuyo querer en general se entiende por sí mismo y sólo en sus actos
individuales, para cada momento, necesita una determinación próxima por motivos”69.
La voluntad se configura, en definitiva, como una aspiración infinita, sin fondo alguno
que la contenga, y es ahí donde el problema ético toma vital importancia. Por lo tanto, sólo nos
queda analizar la postura que adquirimos conforme a ese estado de cosas, es decir,
comprender las acciones del hombre, el obrar del ser humano en este mundo que sólo quiere
sin cesar y que por ende sufre y padece su realidad.
69
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como voluntad y representación, capítulo 29, pág.
218.
58
Capitulo Cuarto
“La verdad, la cual brota de una forma clara y manifiesta del mundo, superó
muy pronto los dogmas judíos, de los cuales también yo me hallaba impregnado, dando
como resultado lo siguiente: que este mundo no podía ser la obra de un ser
infinitamente bueno, más bien sería la de un demonio que dio vida a las criaturas para
recrearse la vista ante sus tormentos”70.
70
ARTHUR SCHOPENHAUER, Notas sobre Oriente, Capitulo 1, pág. 15.
71
Recopilador, organizador y autor al mismo tiempo del iluminador estudio que redondea el libro
Notas sobre Oriente, el cual reúne los pasajes, apuntes, fragmentos y aforismos que,
relacionados con los principales sistemas de pensamiento orientales, como el budismo, el
hinduismo o el Tao, se hallan dispersos a lo largo de los voluminosos autógrafos del fundador
del pesimismo.
72
ARTHUR SCHOPENHAUER, Parerga y Paralipomena II, pág. 410.
59
mundo». Esta lectura, escribe en Parerga y Paralipomena, «ha sido el consuelo de mi vida y
será el de mi muerte»”73.
“Si miro con los ojos de Fo74, considero todo los seres inteligibles de los tres
mundos; la naturaleza está en mí, y en cuanto tal libre y desembarazada de cualquier
vínculo, busco algo de real en todos esos mundos, pero nada puedo encontrar: y como
he situado mi raíz en la nada, también el tronco, las ramas y las hojas están
enteramente anonadados; del mismo modo, en cuanto uno se ve liberado
desembarazado de la ignorancia, se ve liberado de la vejez y la muerte”75.
Podemos ver también, que uno de los puntos esenciales de la voluntad de vivir está
vinculada con las relaciones sexuales, las cuales se sitúan en un punto central y constituyen el
asunto principal de toda actividad humana y, aunque revestidas de forma recatada se
convierten por doquier en protagonista absoluto: son la causa de las guerras y el objetivo de la
paz. Con respecto a este fundamento Schopenhauer logra relacionar su pensamiento sobre
este asunto con la filosofía hindú, la cual expresa que:
“Así pues, por alguna razón han elegido los indios el linga 77 y el yoni78 como
símbolo religioso de la vida de la naturaleza, al igual que los griegos lo hicieron con el
73
ARTHUR SCHOPENHAUER, Notas sobre Oriente, Schopenhauer y la India, pág. 182.
74
Considerado también como Buda o Sigemuni, shakymamuni.
75
ARTHUR SCHOPENHAUER, Notas sobre Oriente, Capitulo 2, pág. 23.
76 J.G.RHODE, Uber Religiose Bildung, Mythologie und Philosophie der Hindus, 2 vols. Leipzig,
60
phallus: el deseo sexual es en sí el núcleo de la voluntad de vivir, tal y como se
manifiesta en la apariencia, constituye aquello que perpetúa y cohesiona el mundo de la
apariencia”79.
Y agrega:
“Por ello es también para los seres vivos, desde un punto de vista subjetivo, la
meta de todo su quehacer, su máximo premio; mientras que desde un punto de vista
objetivo es aquello que mantiene los mundos, pues el mundo inorgánico depende del
orgánico a través del conocimiento. De ahí la devoción hacia el linga y el phallus.”81.
Por otra parte, la ilusión creada por la voluntad, la cosa en sí identificada como un
ímpetu universal de autoafirmación caracterizado por el ciego afán de su esencia, se ve
representada por el velo de Mâyâ, la ilusión de los indios, el gran espejismo universal de lo
aparente, que únicamente genera deseo y dolor en el ser humano.
“Para llegar a ser partícipe de la paz de Dios (es decir, para que resalte la
conciencia mejor) es preciso que el ser humano, este ser caduco, mortal, nulo, devenga
en otra cosa del todo diferente, que no siga siendo un ser humano, si no que sea
plenamente consciente de que es otra cosa definitivamente distinta. Pues en tanto que
vida’), además de ser un símbolo típico de la energía procreativa divina (cuando está junto con
el linga o falo).
79
ARTHUR SCHOPENHAUER, Notas sobre Oriente, Capitulo 2, pág. 30.
80
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los Dolores del Mundo, pág. 90.
81
ARTHUR SCHOPENHAUER, Notas sobre Oriente, Capitulo 2, pág. 31.
61
vive, en tanto que es ser humano, se halla sujeto no sólo al pecado y a la muerte, sino
también a la ilusión, y esta ilusión resulta tan real como la vida, como el mismo mundo
de los sentidos, deviniendo uno solo (la mâyâ de los indios): sobre ella se asientan
todos nuestros deseos y adicciones, los cuales constituyen, a su vez, la expresión de la
vida, así como la vida es sólo la expresión de la ilusión”82.
De esta forma para el autor, en tanto que vivimos, que deseamos vivir, que somos
seres humanos, la ilusión es la verdad; y por lo tanto, para encontrar la calma, la serenidad, es
preciso renunciar a esta ilusión que se nos plantea, lo cual implica renunciar a la vida misma.
Para Schopenhauer, por lo tanto, hay que distinguir tres aspectos con respecto a la ilusión: 1) la
propia voluntad de vivir; 2) la perfecta objetivación de ésta, que son las ideas; 3) la apariencia
de estas ideas en la forma expresada mediante el principio de razón suficiente, esto es, el
mundo real, la apariencia de Kant, la Mâyâ de los Indios.
82
ARTHUR SCHOPENHAUER, Notas sobre Oriente, Capitulo 5, pág. 75.
62
inagotable, se muestra integra e indivisible en cada apariencia, cuyo crecimiento no la
hace aumentar y cuya disminución no la hace menguar”83.
83
ARTHUR SCHOPENHAUER, Notas sobre Oriente, Capitulo 6, pág. 86.
84
En sánscrito: ‘tres formas’ es un término sánscrito que hace referencia a los tres dioses
principales de la mitología hinduista: Brahmá ―que no se debe confundir con el Brahman
(divinidad impersonal hinduista) ―, Visnú y Shiva. Las primeras apariciones de la palabra
trimurti se encuentran en el Kumara-sambhava (2.4), en el Chatur-varga-chintámani (11.547) de
Jemadri, y en el escoliasta del Rama-tapanía-upanishad (16).1 La trimûrti conocida
actualmente (de Brahma, Visnú y Shivá) es la purânica, llamada así porque se presentó en los
Puranas (textos escritos a lo largo del I milenio d. C.).)
63
El estudioso alemán Helmuth von Glasenapp escribe en sus investigaciones lo
siguiente:
“En las Upanishads más antiguas Brahmâ es tratado unas veces como un
Absoluto impersonal, otras veces como un ser personal todopoderoso. A veces Brahmâ
es llamado el ser, el imperecedero, el hilo que atraviesa todo, el aliento vital del mundo,
la verdad, la felicidad y, también, el «gobernante interno» (antaryâmin) que dirige desde
el interior este mundo y el otro y a todos los seres (Brih. 3, 7, 1), el amo de todo, el
protector de los seres (Brih. 4, 4, 22), y la Kaush. Up.3, 8 incluso convierte a Brahmâ en
el señor de los mundos que hace que los seres realicen buenas o malas acciones de
acuerdo con su voluntad”85.
Para Gurisatti, existe además una identificación de Wille, la voluntad con el brahmán de
los indios y el Tian de los chinos. Para Schopenhauer, el sabio Zhu Xi 88 identifica Tian con el
espíritu del cielo, el sumo principio de todas las cosas y que se puede identificar con la voluntad
de la raza humana.
85
HELMUTH VON GLASENAPP, La Filosofía de la India, Segunda parte, capítulo II, pág. 150.
86
ARTHUR SCHOPENHAUER, Notas sobre Oriente, Schopenhauer y la India, pág. 204.
87 ARTHUR SCHOPENHAUER, Notas sobre Oriente, Capitulo 6, pág. 87.
88
朱熹, pinyin: Zhū Xī, Wade-Giles: Chu Hsi, c. 18 de octubre de 1130 - 23 de abril de 1200) fue
un erudito chino confuciano de tiempos de la dinastía Song que llegó a ser uno de los más
importantes neoconfucianos. Zhu Xi no sentía apego por las ideas tradicionales de un Dios-
Cielo (Tian), aunque comentaba cómo sus propias ideas reflejaban los conceptos tradicionales.
Alentó una tendencia agnóstica dentro del Confucianismo, ya que creía que el Taiji es un
principio racional, al que se refería como una voluntad inteligente y ordenadora detrás
del Universo.
64
Y haciendo referencia a la similitud de conceptos entre Tian y el concepto de voluntad,
expresa lo siguiente:
“Si el teísmo hebreo implica la creación del individuo a partir de la nada y, por
tanto, su retorno a la nada en el momento de la muerte -con el terror que de ello se
deriva-, el antiteísmo indio, en cambio, basado en la eternidad de ese Brahmán que es
cada uno de nosotros, implica el «carácter indestructible de nuestro ser en sí», además
de la muerte del individuo. Ésta es la sustancia de los mitos orientales, de la
metempsicosis (transmigración de las almas) y de la palingenesia (renacimiento), que
liberan al hombre del temor a la muerte, mitos que Schopenhauer comparte in toto, en
particular el segundo, que considera el más cercano a la verdad filosófica-, ya sea
89
ARTHUR SCHOPENHAUER, Notas sobre Oriente, Schopenhauer y la India, pág. 204.
90
ARTHUR SCHOPENHAUER, Notas sobre Oriente, Capitulo 6, pág. 89.
65
porque se halla en gran concordancia con su «teoría de la permanencia metafísica de la
voluntad»91 o porque le llama la atención su capacidad de ejercer «un influjo práctico
increíblemente fuerte»”92.
Para el autor la muerte significa para la especie lo mismo que el sueño para el
individuo; la muerte desgarra el velo de la existencia individual, nos libera del principio de
individuación, de la ilusión del velo de Mâyâ y el horror a la muerte surge del engaño en virtud
del cual la voluntad se reconoce meramente como apariencia individual, considerando todo lo
demás como ajeno, como un no-yo. En este sentido la muerte debe ser contemplada, pues,
como la principal finalidad moral de la vida, según Schopenhauer. “La voluntad de vivir, es
decir, el afán absoluto cuya apariencia es la vida, es un impulso inútil, vanidoso, contradictorio,
del cual se redime uno retornado a él. Por eso definió Sócrates la filosofía, según Platón,
μἕλέτῃ τόῠ δἀῠῑόῠ”93.
En última instancia nos explica el escritor italiano Giovanni Gurasatti lo siguiente, con
respecto al concepto central de la ética de Schopenhauer, la compasión:
66
vol I, págs. 60 y ss.), por el cual cada uno se reconoce en toda criatura, amiga o
enemiga, humana o animal y por tanto; se ve inducido a tolerarla, a amarla, a
socorrerla, a sentir piedad y compasión por ella, se ensimisma en sus sufrimientos y los
siente propios, ya que allí donde el malvado y el egoísta siempre ve «no-yo», el bueno y
el altruista ve siempre «yo»”94.
Para Schopenhauer, aquel a quien la visión del dolor y el sufrimiento ajeno le duele
tanto como el propio, quien se conmueve de tal forma al punto de que para eliminar aquel dolor
sacrifica aquellos medios a través de los cuales puede satisfacer su propia voluntad, mantener
su propia existencia, nos dice, es una persona bien aventurada, llena de virtud. El autor
entiende que la esencia de la virtud radica en entender la identidad de una única voluntad con
todas sus manifestaciones y así mismo comprender el engaño del principio de individuación, por
el cual los individuos ajenos aparecen como algo diferente de nosotros mismos, y por ende, del
sufrimiento del otro. Mediante esta reflexión se comprende que el dolor del mundo es también
nuestro, el de cada uno de nosotros, lo cual se logra vislumbrar una vez que el velo de mâyâ ha
sido descubierto, todo esto se pone de manifiesto en el momento en el que se comprende que
mitigar el dolor ajeno es tan importante como mitigar el dolor propio, apaciguando así el impulso
que representa la voluntad de vivir, renunciando a ella. Por lo tanto, la compasión cuando se
avala por medio de la acción, es virtud.
67
planteaban los Vedas explica “…que quienes ansían una recompensa por sus acciones se
hallan aún en el camino de las tinieblas y no están maduros para la redención” 96.
De este modo:
96
ARTHUR SCHOPENHAUER, Notas sobre Oriente, Capitulo 10, pág. 135.
97
ARTHUR SCHOPENHAUER, Notas sobre Oriente, Capitulo 10, pág. 143.
68
TERCERA PARTE
69
Capítulo Quinto
LIBERTAD DE LA VOLUNTAD
Y agrega:
LA LIBERTAD DE LA VOLUNTAD
pág. XV.
70
El pensador alemán, intentará fundamentar el concepto de la libertad, mediante el
análisis de la autoconciencia, la conciencia de otras cosas, la motivación imperante en los actos
de voluntad y el carácter, hasta llegar finalmente a la comprensión del concepto de libertad
trascendental.
La libertad física tiene relación con la ausencia de impedimentos materiales de todo tipo
que puedan interferir u obstaculizar la acción de cualquier ser humano, realizándose estas de
acuerdo con su voluntad. Este significado físico del concepto de libertad es el más frecuente,
originario e inmediato y cuya realidad puede ser siempre corroborada por la experiencia; por
otra parte, la libertad intelectual está relacionada con la facultad de conocer, esta sirve de medio
a los motivos, los cuales son presentados a la voluntad que es el núcleo del propio ser humano,
la libertad intelectual, por lo tanto, se expresa cuando sus acciones son el resultado de la
reacción de la voluntad a motivos que se le dan en el mundo real.
La libertad moral, está estrechamente relacionada con el problema de la libertad de la
voluntad, que se encuentra en la base del problema planteado por la Sociedad Noruega y que
Schopenhauer trata de fundamentar. En este sentido, muchas veces sin encontrarnos bajo
ningún impedimento físico que coarte nuestra libertad, nos vemos enfrentados a motivos que
pueden verse ejemplificados como amenazas o promesas, que nos ponen en la situación de
vernos impedidos de realizar ciertas acciones.
71
que la libertad moral se relaciona con el querer y por lo tanto, con la esencia misma del mundo,
la voluntad. Sin embargo, podríamos plantearnos si podemos querer lo que queremos y aun así,
si pudiéramos querer lo que queremos querer; pudiendo llegar así hasta el infinito.
En este punto, pareciera ser que el querer se ve condicionado, por ciertos estímulos o
motivos que supeditan nuestro querer y por ende nuestro actuar, por lo tanto, la pregunta por
libertad de la voluntad, de nuestro querer, se nos plantea como totalmente legitima.
Al verse el querer condicionado en su actuar, el foco de la argumentación planteada por
Schopenhauer cambia y se instala en el concepto de necesidad; para él, la libertad no reside en
la posibilidad de hacer lo que el individuo quiere, sino, en la posibilidad de que ese querer se
establezca sin necesidad alguna.
Aplicado a la voluntad del hombre, por lo tanto, esto significaría que una voluntad
individual no estaría determinada en sus exteriorizaciones por causas o razones suficientes, ya
que, toda razón suficiente es razón necesaria; y todo lo que carece de necesidad es porque
carece de razón. Si se explica la libertad como carente de necesidad, entonces esta se tendrá
que explicar en detrimento de la racionalidad y al margen del principio de razón suficiente. Si
pensamos la libertad como meramente casual, entonces tendríamos que pensar nuestros actos
como surgiendo originariamente en sí mismos, sin ser producidos de forma necesaria por
condiciones precedentes ni determinadas por regla alguna.
100
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 43.
72
Sin embargo, el principio de razón constituye la forma esencial de toda nuestra facultad
cognoscitiva, con lo cual, no es imposible pensar que la libertad pueda fundamentarse en lo
meramente casual.
AUTOCONCIENCIA
101
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 45.
102
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 47.
73
autoconciencia —o si se quiere, del sentido interno—, está en relación y reconocida
desde todos los aspectos con lo percibido y conocido en el mundo externo” 103.
Schopenhauer nos explica, por lo tanto, que son los objetos percibidos en el mundo
externo, por medio de la conciencia de otras cosas, los que constituyen la materia y el motivo
de todos aquellos movimientos y actos de voluntad.
“Si un hombre quiere, quiere también algo: su acto de voluntad está siempre
dirigido a un objeto y sólo puede pensarse en relación a él. ¿Pero qué significa querer
algo? Significa: el acto de voluntad, que en principio es sólo objeto de la
autoconciencia, surge con ocasión de algo que pertenece a la conciencia de otras
cosas, o sea, que es un objeto de la facultad de conocer; objeto que, en esa relación,
es denominado motivo y constituye la materia del acto de voluntad en tanto que éste
está dirigido hacia él, es decir, se propone algún cambio en él, reacciona a él: en esa
reacción consiste toda su esencia”104.
Para Schopenhauer en este punto, es evidente, que los objetos del querer, que
precisamente determinan el acto de voluntad, se hallan fuera de los límites de la
autoconciencia, es por esto que la libertad de la voluntad, del querer, se dirime en la relación
causal del mundo externo (conciencia de otras cosas).
El autor, nos explica que, el ser humano puede desear cosas opuestas, pero en
definitiva solo se puede querer una de ellas. Subjetivamente podemos pensar lo siguiente: «Si
quiero esto, puedo hacerlo», pero la determinación del querer que se requiere no se encuentra
ahí; ya que la autoconciencia contiene meramente el querer y no las razones determinantes del
querer, que se encuentran en la conciencia de otras cosas, es decir, en la facultad de conocer.
Objetivamente, ese querer obtiene su determinación, en el mundo de los objetos, a los que
pertenecen el motivo y el propio ser humano en cuanto objeto.
74
La determinación del querer se identifica, por lo tanto, con la acción, ya que mientras el
acto se encuentra en gestación en la autoconciencia se llama deseo, anhelo, aspiración; y
cuando el acto está realizado lo llamamos resolución.
“La autoconciencia de cada uno afirma muy claramente que uno puede hacer lo
que quiera. Y, dado que también pueden pensarse acciones totalmente opuestas como
queridas por él, se sigue que también puede hacer lo contrario si quiere. Pero esto lo
confunde el entendimiento rudo con el hecho de que, en un caso, pueda también querer
lo contrario, y a esto le llama la libertad de la voluntad. Mas el que él, en un caso dado,
pueda querer lo contrario, no está estrictamente contenido en la anterior afirmación;
sino sólo el que, de dos acciones contrarias, si él quiere ésta, puede hacerla y, si quiere
aquella, puede hacerla igualmente: pero por esta vía no se resuelve si, en un caso
dado, puede querer una igual que la otra; sino que eso es objeto de una investigación
más profunda que la que puede ser decidida por la mera autoconciencia”106.
105
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 53.
106
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 59.
75
LA VOLUNTAD ANTE LA CONCIENCIA DE OTRAS COSAS:
La conciencia de otras cosas está relacionada con la facultad de conocer del ser
humano, aquí la conciencia está dirigida a los objetos de la experiencia. Por ende, no se analiza
a la voluntad en sí misma, sino a los seres volentes que son movidos por la voluntad de querer.
La Ley de Causalidad está relacionada con la intuición del mundo externo. Se vincula
con efectos y causas de los objetos en el espacio. Esta ley se conoce a priori, la cual se tiene
que dar necesariamente, ya que sin ella el principio de razón que es la facultad de conocer el
mundo, carecería de sentido alguno. Por lo tanto, los cambios que ocurren en la experiencia
están regidos por la Ley de Causalidad que ocurre necesaria e inevitablemente.
“Así pues, todos los cambios que suceden en las cosas objetivas que se
encuentran en el mundo externo real están sometidos a la ley de causalidad y, por lo
tanto, ocurren, cuando y donde ocurren, siempre de forma necesaria e inevitable. A
esto no puede darse ninguna excepción, ya que la regla es cierta a priori para toda la
posibilidad de la experiencia”107.
La causalidad que rige todos los cambios en la naturaleza está dividida en tres: causa,
estímulo y motivo.
107
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 65.
76
Los motivos, son representaciones que se encuentran presentes a la conciencia y que a
la vez se hacen visibles a la autoconciencia como voluntad. El motivo actúa por conocimiento,
no por contacto directo como ocurría en los estímulos. Es así como los objetos actúan como
motivos, se perciben, se conocen. En los animales, la intuición adquiere un rol preponderante,
por lo cual, ellos viven el presente, el hoy; en cambio el ser humano debido al alto grado de
desarrollo que presenta, hace abstracción del mundo exterior generando así conceptos
generales, adquiriendo total relevancia el uso de la palabra, que permite plasmar todos aquellos
conceptos que se fijan en la conciencia sensible y que nos permite pensar, reflexionar.
Finalmente, es el lenguaje, la reflexión, la retrospectiva, la preocupación con la cual el
conocimiento adquirido nos sitúa en un mundo que ya no se caracteriza solo por considerar el
presente, como en los animales, sino que, ahora, nuestra atención está enfocada tanto en el
pasado como en el futuro. Esto nos lleva a premeditar nuestros actos, nuestras acciones; todo
lo realizado se realiza con una intención, todas nuestras acciones ahora son planificadas.
“…todos los motivos son causas y toda y toda causalidad lleva consigo
necesidad. Mediante su facultad de pensar, el hombre puede hacerse presente en el
orden que quiera, alternos y repetidos, los motivos cuyo influjo ha experimentado en su
voluntad, y a eso se llama reflexionar: él es capaz de deliberar y, gracias a esa
capacidad, tiene una elección mucho mayor que la que la que le es posible al
animal”108.
Schopenhauer expresa que es allí de donde surge la ilusión de libertad, que se crea en
la superioridad de elección frente a los animales. La capacidad de deliberación se relaciona
cuando frente a un conflicto de motivos, el motivo más fuerte mueve a la voluntad, lo que
anteriormente llamamos resolución, se produce aquí con total necesidad.
108 ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 72.
77
Pues aquellos son ahora meros pensamientos que el hombre acarrea en su cabeza,
pero cuyo origen se encuentra fuera de ella…”109.
Esta es otra de las razones por la cual, se llega al error de pensar que quizás la
voluntad decide por sí misma, sin causa. Los motivos y contramotivos que se encuentran
presentes en nuestro pensamiento, se han de cierta forma mecanizado y como dice el autor, se
encuentran ocultos, no son fáciles de vislumbrar cotidianamente.
Por lo general, podemos hacer lo que queremos, podemos si queremos; y es allí donde
surge la importancia de los motivos y contra-motivos, estos adquieren poder en las acciones de
los hombres. Es así, que los motivos, como causas eficientes, son pensamientos que luchan
con otros pensamientos, hasta que el más poderoso pone en movimiento al otro.
“Solo bajo el supuesto de que exista una tal voluntad y de que, en el caso
individual, esta sea de una determinada índole, actúan las causas dirigidas hacia ella,
denominadas aquí motivos”110.
109 ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 77.
110
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 85.
111
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 85.
78
CARÁCTER
El carácter para Schopenhauer, cumple un rol muy importante dentro del problema de
la libertad de la voluntad. Considera que en el carácter se basan todos los efectos que los
motivos producen.
El carácter adquirido es, en suma, desarrollar nuestro propio rol o papel, en virtud de
nuestro carácter empírico, ya no naturalmente, si no que de forma técnica y metódica, con
firmeza, sin salirnos de nuestro rol.
112 ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 87.
79
“…un hombre, aun teniendo más claro conocimiento y hasta repudio de sus
faltas y defectos morales e incluso el más firme propósito de mejora, sin embargo, en
realidad no mejora sino que; pese a los serios propósitos y sinceras promesas, a la
próxima oportunidad se deja sorprender de nuevo, para su propio asombro”113.
Para corroborar esto, Schopenhauer recuerda a Aristóteles cuando dice que: “Pues en
todos los hombres parece que el carácter se encuentra de alguna manera en la naturaleza: y
así, el ser, justos, prudentes, fuertes y todo lo demás, nos viene ya de nacimiento” 116.
113
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 89.
114ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 83.
115
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 91.
116ARISTÓTELES, Ética Nicomáquea, Libro VI, pág. 286.
80
La necesidad con la que actúan, tanto los motivos como todas las causas en general,
no carece de supuestos. Podemos vislumbrar, por lo tanto, que conocemos la base, la
fundamentación por la cual se sustenta, y esta la denominamos carácter individual innato. Por
medio del carácter innato del hombre se definen ya, en lo sustancial, los fines generales que él
persigue; el pensador alemán, agrega que los medios para que aquello se adopte se definirán,
en parte, a través de las circunstancias externas y, aparte y muy importante, por medio de su
interpretación de las mismas, interpretación cuya corrección depende a su vez del
entendimiento e instrucción.
Schopenhauer expresa que todas las cosas del mundo sin excepción, se pueden
plasmar en la fórmula de los escolásticos operari sequitur esse, que quiere decir; «el obrar se
sigue del ser». En todos los casos, las causas externas producirán con necesidad lo que se
contiene en el ser, ya que este no puede reaccionar más que según como él es. Nos recuerda
también, que toda existencia supone una esentia: es decir, que todo lo existente tiene que ser
también ser algo, poseer una determinada esencia; esto quiere decir que posee cualidades
fundamentales que constituyen su carácter y solo precisan del motivo externo para irrumpir.
Por lo tanto, desear que un suceso cualquiera no hubiese ocurrido, nos comenta
Schopenhauer, significa desear algo absolutamente imposible y es tan irracional como el deseo
de que el sol saliera por el oeste; y afirma que todo lo que acontece, tanto grande como
pequeño, ocurre de forma estrictamente necesaria. Manifiesta que debemos más bien
considerar los acontecimientos, tal y como se producen, con los mismos ojos con los que
consideramos la letra impresa que leemos, sabiendo muy bien que estaba ya allí antes de que
la leyésemos.
117
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 98.
81
LIBERTAD TRASCENDENTAL
En este punto, según Schopenhauer, hemos suprimido totalmente cualquier libertad del
obrar humano y lo hemos conocido como sometido a la más estricta necesidad; somos
conducidos, por lo tanto, al punto en el que podremos comprender la verdadera esencia del
fundamento de la libertad moral, que es de un tipo superior, expresa el pensador alemán.
118
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 134.
82
Ese «Yo quiero» es el mismo que el autor examinaba en la autoconciencia, y que nos
lleva a la falsa comprensión de la libertad de la voluntad, ya que, sin la comprensión de la
facultad de conocer, dirigida esencialmente hacia afuera, no se logra comprender la
fundamentación de nuestras acciones enfrentadas con la realidad, con los motivos, con nuestro
propio carácter y en última instancia, con la responsabilidad de nuestros actos. Es allí donde
surge, para el autor, la conciencia moral, aquel conocimiento que se hace más cercano y por
sobretodo más íntimo y que se hace presente sólo después de la acción. De forma indirecta, la
conciencia moral, por medio de la reflexión y la retrospectiva sobre casos parecidos o similares
en los cuales ya se ha pronunciado, se desarrolla con anterioridad a la acción por medio de la
deliberación como algo que habrá de presentarse en el futuro.
Ahora bien, el carácter empírico, al igual que la totalidad del hombre, es , en cuanto
objeto de la experiencia, un mero fenómeno, vinculado a las formas de todo fenómeno —
tiempo, espacio y causalidad— y sometido a sus leyes; en cambio, agrega Schopenhauer, la
condición y fundamento, independiente de aquellas formas en tanto que cosa en sí, y por ende,
no sometida a ninguna distinción temporal y así persistente e inmutable, es el *carácter
inteligible*, es decir, la voluntad como cosa en sí a la que le corresponde también la libertad
absoluta, independiente de la ley de causalidad; la cual se denomina libertad trascendental. La
libertad trascendental, no irrumpe en el fenómeno sino que está presente solo en la medida en
que hacemos abstracción del fenómeno.
“En virtud de esa libertad, todos los hechos del hombre son su propia obra, por
muy necesariamente que surjan del carácter empírico en su concurrencia con los
motivos; porque ese carácter empírico es simplemente el fenómeno del inteligible en
nuestra facultad de conocer ligada al tiempo, el espacio y la causalidad; es decir, el
modo y manera en que a esta se le presenta la esencia en sí mismo de nuestro propio
yo”119.
119 ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 136.
83
Para Pilar López de Santa María, la libertad schopenhaueriana es patrimonio exclusivo
del carácter inteligible, y constituye el fundamento y condición del empírico; esto es, de la
voluntad como cosa en sí. Y agrega que:
“El hombre hace siempre lo que quiere y lo hace, sin embargo, necesariamente.
Eso se debe a que él es ya lo que quiere ser: pues de aquello que él es se sigue
necesariamente todo lo que él es cada vez”121.
84
Capitulo Sexto
FUNDAMENTACION DE LA MORAL
«¿Por qué difieren tanto los filósofos en los primeros principios de la moral pero coinciden en
las consecuencias y en los deberes que deducen de sus principios?»
Las dos frases siguientes anotadas por Schopenhauer, ejemplifican, de manera clara,
la tentativa por dilucidar la fundamentación de la moral por medio de un análisis metafísico
exhaustivo:
“En la filosofía práctica las tinieblas no se disipan sino es por la brillante luz
metafísica”122.
Y así mismo:
“La metafísica tiene que ir por delante, y sin ella no puede haber una filosofía
123
moral” .
122 ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 147.
123 ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 148.
85
El problema fundamental, por lo tanto, consiste en proporcionar resortes morales
efectivos, que sean más fuertes que la potencia antifonal o móvil antimoral del egoísmo. Cada
individuo, que mira hacia su interior y se reconoce como voluntad de vivir, se ve como el punto
central del mundo. Si por el contrario mira hacia el exterior se encuentra en el terreno de la
representación. Es así, como el egoísmo se apoya en esta naturaleza contradictoria. En el
egoísmo, la lucha interior de la voluntad del mundo como cosa en sí, logra manifestarse de
manera voraz:
El egoísmo, por lo tanto, es una expresión de la voluntad de querer que en los seres
humanos se ve acrecentada por la maldad y la crueldad que es idéntica a la esencia y al interior
más íntimo de todos los seres vivos. En él se reafirma la voluntad de vivir, mediante la cual se
acrecienta el sufrimiento de todos los seres vivos.
391.
86
CRÍTICA AL FUNDAMENTO DE LA ÉTICA DADO POR KANT
Para el autor alemán, Kant reconoce que la forma de actuación humana tiene una forma
que trasciende toda la posibilidad de la experiencia, y que, precisamente por ello, es el
verdadero puente hacia lo que él denomina el mundo inteligible, el mundo de la cosa en sí.
Kant, cree que: «En una filosofía práctica no se trata de dar razones de lo que ocurre,
sino leyes de lo que debe ocurrir, aun cuando no ocurra nunca». Para Schopenhauer, de esto
se desprende que existen leyes puramente morales y que son la base de todo el sistema
Kantiano. En oposición a esto, Schopenhauer estipula que la fundamentación dada por Kant, en
su imperativo categórico, carece de fundamentación, ya que se tiene que contar con una
explicación y una elucidación de lo dado, no se puede aceptar porque sí, se debe llegar a su
comprensión.
En este sentido, el imperativo categórico kantiano, por medio de su ley moral, manda
obedecer, obliga a realizar cierta acción:
126
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 163.
87
“Para desenvolver el concepto de una voluntad digna de ser estimada por sí
misma, de una voluntad buena sin ningún propósito ulterior, tal como ya se encuentran
en el sano entendimiento natural, sin que se necesite ser enseñado, sino, más bien
explicado, para desenvolver ese concepto que se haya siempre en la cúspide de toda la
estimación que hacemos de nuestras acciones y que es la condición de todo lo demás,
vamos a considerar el concepto del deber, que contiene el de una voluntad buena, si
bien bajo ciertas restricciones y obstáculos subjetivos, los cuales, sin embargo, lejos de
ocultarlo y hacerlo incognoscible, más bien por contraste y lo hacen resaltar y aparecer
con mayor claridad”127.
Para Schopenhauer, la doctrina del deber planteada por Kant, se sustenta en el interés,
en una obligación incondicionada y absoluta que carece de fundamento moral. Toda obligación
está absolutamente ligada a una condición, así también todo deber. La concepción de la ética
kantiana, basada en una forma imperativa, como doctrina de los deberes, procede junto con la
obligación, únicamente de la moral teológica. Esto implica la dependencia del hombre de otra
voluntad que le ordena y le anuncia recompensa o castigo.
La interpretación del autor, estipula que la ley moral planteada por Kant es aceptada de
antemano como existente sin justificación, deducción o demostración alguna; esta debe ser
conocida a priori e independiente de toda experiencia, tanto interna como externa. Así, según
Kant, debe basarse en conceptos de la razón pura, siendo un juicio sintético a priori.
127
MANUEL KANT, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, pág. 24.
128
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 174.
88
empírico, ni en algo objetivo del mundo externo, ni en algo subjetivo de la conciencia, sino que
tiene que realizarse por que sí, por obediencia; esto implica que los sentimientos de compasión
y de tierna simpatía que se realizan por reflexión, entrarían en conflicto con el hecho de estar
sometidos únicamente a una razón legisladora.
Para Schopenhauer, casi todos los Kantianos han caído en el error de pensar que kant
establece el imperativo categórico inmediatamente como un hecho de la conciencia; esto
implicaría que el imperativo estaría fundado antropológicamente, por experiencia, lo cual va
directamente en contra del parecer de Kant:
Para Schopenhauer:
Esto es imposible, según el autor, ya que esta ley tendría que venir a nuestra cabeza
por sí sola, a lo sumo, explica Schopenhauer, soló después de que le haya dado el primer
129
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 179.
130
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 182.
89
impulso y ocasión para ello otro móvil moral real y que actúe sobre él y hasta le presione sin
haber sido invocado:
“Como todos los motivos que mueven la voluntad, el móvil moral tiene que
anunciarse por sí mismo, por tanto, actuar positivamente y, por consiguiente, ser real: y,
puesto que puede existir empíricamente, el móvil moral tiene que ser empírico y
anunciarse como tal sin ser invocado, venir a nosotros sin esperar a nuestra demanda,
presionarnos por sí mismo, y ello con tal fuerza que, al menos en potencia, sea capaz
de superar los motivos egoístas opuestos y de enorme fuerza” 131.
131
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 183.
132
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 216.
90
FUNDAMENTACIÓN DE LA ÉTICA
En este sentido:
“El engaño que aquí se origina es tan grande que cuando, en los casos
aislados en los que el poder estatal no puede proteger o es eludido, vemos que irrumpe
la avidez insaciable, la codicia , la infame, la falsedad profundamente encubierta y la
pérfida maldad de los hombres, con frecuencia nos espantamos y ponemos el grito en
el cielo pensando que nos hemos topado con un monstruo nunca visto; pero sin la
fuerza de las leyes y la necesidad del honor civil, semejantes fenómenos estarían a la
orden del día”133.
Para el autor, como veìamos con anterioridad, el móvil principal y básico en el hombre y
en el animal es el egoísmo, es decir, el impulso a la existencia y al bienestar. La palabra
alemana Selbstsucht (amor propio) lleva consigo el concepto secundario de enfermedad. Pero
la palabra Eigennutz (interés) designa el egoísmo en tanto que se encuentra bajo la dirección
de la razón que en virtud de la reflexión, capacita al ser humano, a seguir sus fines
planificadamente. El egoísmo es por naturaleza ilimitado, el hombre quiere mantener
incondicionalmente su existencia, su individuación, y la quiere a su vez; incondicionalmente libre
de dolor, quiere la mayor suma posible de bienestar queriendo todos los placeres de los que
fuera capaz.
133
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 237.
91
Por lo tanto, para el autor:
1) justicia ≠ egoísmo
Virtudes Cardinales
En una ética detallada, se puede deducir del egoísmo: la avidez, la gula, la lujuria, el
interés, la avaricia, la codicia, la injusticia, la dureza de corazón, el orgullo, la soberbia, etc.; y
de la hostilidad: la rivalidad, la envidia, la malevolencia, la maldad, el sadismo, la curiosidad
fisgona, la difamación, la insolencia, la petulancia, el odio, la ira, la traición, la perfidia, el afán
de venganza, la crueldad, etc. En este sentido, Schopenhauer busca un resorte que mueva al
hombre hacia una conducta opuesta al egoísmo y la malevolencia, pero por sobre todo, al
egoísmo, que es la base esencial del dolor y sufrimiento del hombre.
134
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 125.
92
A continuación, Schopenhauer, plantea ciertos axiomas o premisas que tratan de
demostrar la fuente del obrar moral y que se configuran en el fundamento de su ética, teniendo
como factor esencial al móvil moral de la compasión.
1. Ninguna acción puede ocurrir sin motivo suficiente; no en mayor medida que en la que puede
una piedra moverse sin choque o atracción suficiente.
2. Tampoco puede dejar de producirse una acción para la que existe un motivo suficiente para
el carácter del agente, siempre y cuando un contramotivo más fuerte no haga necesaria su
omisión.
4. Por consiguiente, toda acción se refiere a un ser receptivo al placer y el dolor como su fin
último.
5. Ese ser es, bien el agente mismo, o bien otro que entonces está interesado pasivamente en
la acción, en tanto que esta se produce en perjuicio o en utilidad y beneficio suyos.
6. Toda acción cuyo fin último sea el placer y dolor del agente mismo es egoísta.
7. Todo lo dicho aquí de las acciones es igualmente válido de la omisión de tales acciones para
la que se presenten motivos y contramotivos.
93
otros: únicamente con respecto a ellos puede tener valor moral o carácter reprobable y ser, por
consiguiente, una acción de la justicia o la caridad, como también lo contrario de ambas.
“…dado que no me hallo en la piel del otro, solo a través del conocimiento que
tengo de él, es decir, de su representación en mi cabeza puedo identificarme con él
hasta el punto de que mi hecho manifieste la supresión de aquella diferencia” 135.
Y agrega:
135
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 251.
136
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 251.
94
Para Savater137, en este sentido, el velo de Maya de la individualidad, causa de los dolores
y enfrentamientos entre los seres, se desvanece por medio de la intuición de que cada cual es
fundamentalmente idéntico a los demás y a todo lo que nos rodea, surgiendo de esta forma, el
auténtico fundamento de toda conducta eficazmente moral, la compasión.
No es que nos pongamos nosotros mismos en el lugar del que sufre y, de esta forma,
creamos que en nuestra imaginación sufrimos su dolor en nuestra persona. El autor alemán
agrega que esto no ocurre de esta forma, sino más bien, concebimos que él es el que sufre, y
no nosotros: y es directamente en su persona, no en la nuestra, donde sentimos el sufrimiento
para aflicción nuestra. En definitiva sufrimos con él, es decir en él; sentimos su dolor como suyo
y no imaginemos que sea el nuestro.
“El primer grado del efecto de la compasión es, pues, que se opone
represivamente al sufrimiento que ha de ser causado a otros por mí mismo como
consecuencia de las potencias antimorales que habitan en mí, me gritan ¡Alto! y se
137
Fernando Savater. Nació el 21 de junio de 1947. Fue profesor de filosofía en diversas
universidades, y más tarde de ética en la Universidad del País Vasco, convirtiéndose en un
referente imprescindible para toda una generación de España por su amplia labor de
divulgación y de crítica cultural.
138
VICTORIA CAMPS, Historia de la Ética, Schopenhauer, pág. 508.
95
establece ante el otro como una defensa que le preserva de la ofensa a la que, en otro
caso, me impulsaría mi egoísmo mi maldad”139.
El acto caritativo ocurre cuando en cierta medida me he identificado con el otro, por lo
tanto, la barrera divisoria entre yo y no-yo se suprime momentáneamente; solo entonces el
quehacer del otro, su necesidad, su sufrimiento, su carencia, su dolor, se convierten
inmediatamente en míos; es así como ya no vemos al otro como un extraño, sino que
compadecemos en el otro, y como dice Schopenhauer, pese a que su piel no esté conectada
con nuestros nervios. Solamente de ese modo puede el dolor ajeno, el sufrimiento ajeno
hacerse latente en mi supuesta individualidad.
En este sentido:
“La ética es, en verdad, la más fácil de todas la ciencias, tal y como es de
esperar; porque cada uno tiene la obligación de construirla por sí mismo y, a partir del
principio supremo que radica en su corazón, deducir por sí solo la regla para cada caso
que se presente: pues pocos tiene el ocio y la paciencia para aprender una ética ya
construida. De la justicia y la caridad surge el conjunto de las virtudes; por eso aquellas
139
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 257.
96
son virtudes cardinales con cuya deducción queda colocada la piedra angular de la
ética”140.
140
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 275.
141
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 318.
97
CONCLUSIÓN
La muerte del padre, y la relación tortuosa que sufrió con su madre, son factores que
fueron configurando, en cierto grado, la perspectiva del mundo de Schopenhauer. En este
sentido, el análisis desarrollado, en esta investigación, conduce a la determinación de que la
vida del autor del Mundo como Voluntad y Representación, es un factor que fue configurando el
trasfondo de su obra y que sin lugar a dudas no puede dejarse de lado cuando se quiere
adentrar en la compresión de su obra.
142
LUIS FERNANDO MORENO CLAROS, Schopenhauer Vida del filósofo pesimista, pág.123.
98
Podemos establecer que esta experiencia de vida ayudó a configurar su visión del
mundo y lo impulso a encontrar una respuesta al trasfondo de aquel sufrimiento; el dolor se
encarnó en el de tal forma, que se constituyó como el motor para encontrar las respuestas a los
enigmas que le planteaba la condición del ser humano.
143
VOLKER SPIERLING, Arthur Schopenhauer, pág. 65.
99
“…la voluntad se presenta como un ciego afán, una agitación sombría y oscura
alejada de toda cognoscibilidad inmediata…ese afán ciego y aspiración inconsciente
aparece en toda la naturaleza inorgánica, en todas la fuerzas originarias que la física y
la química se ocupan de investigar y de llegar a conocer sus leyes; cada una de esas
fuerzas se nos presenta en millones de fenómenos de la misma naturaleza y
regularidad, que no manifiestan huella alguna de un carácter individual, sino que
simplemente se multiplican en virtud del tiempo y el espacio, es decir, del principium
individuationis, como se multiplica una imagen en las facetas de un cristal” 144.
“Por encima del velo de Mâyâ (en términos Schopenhauerianos, más allá del
principium individuationis), el conocimiento y la conciencia mejores, en efecto acceden
al territorio ilimitado del <<eso eres tu>>, el tat tvam así de las Upanishads, por el cual
cada uno se reconoce en toda criatura, amiga o enemiga, humana o animal y, por tanto,
se ve inducido a tolerarla, amarla, a socorrerla, a sentir piedad y compasión por ella, se
ensimisma en sus sufrimientos y los siente propios…” 145.
144
ARTHUR SCHOPENHAUER, El mundo como Voluntad y Representación I, pág. 204.
145
ARTHUR SCHOPENHAUER, Notas sobre Oriente, Schopenhauer y la India, pág. 208.
100
Schopenhauer logró realizar, un acercamiento hacia la filosofía de Oriente, que es sin
lugar a dudas, uno de los aspectos que le agrega originalidad a su teoría sobre el mundo. Más
allá del velo de Maya de los Hindúes, el pensador alemán se vio fuertemente influenciado por
distintas concepciones provenientes de la filosofía oriental y que analizamos detalladamente
durante esta investigación. Este análisis, le permitió al pensador alemán ir corroborando sus
planteamientos con pensamientos milenarios asociados a los Vedas; los cuales no hacen más
que permitirnos ampliar y asociar la teoría de Schopenhauer con otro tipo de culturas no
occidentales que tienen como base similar la concepción de una fuerza originaria que rige el
movimiento del mundo y de todos los seres.
Es interesante ver al mismo tiempo las consecuencias que tienen en ambas posturas
esta forma de ver el mundo y por lo tanto, la forma o el modo de actuar ética y moralmente
frente a ese estado de cosas. Una de las proyecciones que se pueden desprender de esta
investigación, tiene relación con la vinculación que se puede hacer de la filosofía de
Schopenhauer con la filósofa o el pensamiento de oriente en nuestros tiempos, comprendiendo
la validez de ambas posturas y las consecuencias éticas que se desprenden de ellas en un
mundo contemporáneo que pareciera profundizar su querer, sus deseos y por ende, su
sufrimiento.
101
del empírico, a saber, el mundo inteligible. Para llegar a esta conclusión fue necesario distinguir
las distintas etapas argumentativas que llevaron a establecer esta concepción sobre la libertad
de la voluntad. Fue necesario hacer un análisis que tomó en cuenta tanto las características de
la autoconciencia como de la conciencia de otras cosas que se encontraban vinculadas con la
experiencia. Este segundo aspecto, entraña gran parte del análisis realizado, ya que, son los
motivos, presentes en el mundo objetivo, los que nos mueven a actuar de una u otra forma. Los
motivos, están vinculados con la ley de Causalidad y esto implica que en ellos subsiste una
necesidad que no se le puede arrebatar; es allí, por lo tanto, donde surge la disyuntiva sobre
nuestro actuar. Sin embargo, Schopenhauer considera que la libertad del ser humano, se
desarrolla en el ámbito en el que al vernos enfrentados a distintos motivos, nuestra capacidad
de deliberar entra en juego y es allí donde se devela finalmente nuestra libertad de actuar.
Para Schopenhauer:
Y agrega:
146
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 138.
102
“Así pues, la libertad no queda suprimida por mi exposición sino solamente
desplazada desde el dominio de las acciones individuales, en donde se ha demostrado
que no se puede encontrar, hasta una región superior pero no tan fácilmente accesible
para nuestro conocimiento: es decir, que es trascendental”147.
El egoísmo, finalmente, queda a un lado y por medio del acto caritativo participamos en
el sufrimiento del otro y nos constituimos como seres no-individuales (dividuos). En este
sentido, la persona compasiva ya no actúa por interés, el cual está ligado con la satisfacción de
sus propias necesidades y anhelos, ni tampoco actúa por deber a algún mandato que le obligue
a hacer tal o cual cosa, sino que fundamenta sus actos en la identificación con el otro, en la
compresión del otro como un yo que sufre y padece tanto o más como lo hago yo mismo.
147
ARTHUR SCHOPENHAUER, Los dos Problemas Fundamentales de la Ética, pág. 138.
103
Para Roberto Aramayo, en su estudio preliminar sobre la Metafísica de las Costumbres
de Arthur Schopenhauer, expresa lo siguiente:
“Un conocedor de Schopenhauer como era Th. Ribot, afirma que «la parte
verdaderamente original del pensamiento schopenhaueriano es su moral. Nada se
encuentra antes del que se le parezca. Su doctrina se distingue de las demás, tanto por
su principio, al ser tan indiferente al deber como a la utilidad, cuanto por sus
consecuencias, puesto que en lugar de decirnos cómo hemos de obrar, busca, por el
contrario no obrar.»”148.
148
ARTHUR SCHOPENHAUER, Metafísica de las costumbres, Estudio preliminar pág. XXXV.
104
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Bibliografía Primaria:
Bibliografía Secundaria:
105
KANT, Immanuel. “Metafísica de las Costumbres”. Traducción, estudio preliminar y notas
de Adela Cortina Orts y Jesús Conill Sancho. Editorial Tecnos, Madrid 1994.
KANT, Immanuel. “Critica de la Razón Pura”. Prólogo, traducción, notas e índices de
Pedro Ribas. Editorial Alfaguara, 2002.
KANT, Immanuel. “Critica de la Razón Práctica”. Traducción, estudio preliminar, notas e
índice analítico de Dulce María Granja Castro. Editorial Fondo de Cultura Económica,
México 2005.
MANN, Thomas. “El pensamiento vivo de Schopenhauer”. Traducción de A. Xul Solar.
Editorial Losada, Buenos Aires 1946.
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Algaba, España 2005.
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Editorial Herder, España 2010.
SAFRANSKI, Rüdiger. “Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía”. Traducción de
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SIMMEL, Georg. “Schopenhauer y Nietzsche”. Traducción de Francisco Ayala. Editorial
Prometeo, Buenos Aires 2009.
ZUBIRI; Xavier. “Cinco Lecciones de Filosofía”. Editorial Moneda y Crédito, Madrid 1970.
106