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¿Qué significa abstenerse de sangre y de ahogado?

En este estudio abordamos también las siguientes cuestiones:

 ¿Están los cristianos obligados a dar el diezmo de sus ingresos?


 ¿Deben los cristianos celebrar la Navidad?
 ¿Debo reunirme en alguna iglesia en particular para estar en paz con Dios?

1. Introducción*

Estimada hermana, me alegra que me pregunte con toda libertad. Será un placer para mí
tratar de responder a sus interesantes preguntas, que a contiuación me plantea, hasta
donde llegue mi entendimiento y conocimiento de la Biblia.

¿Puede usted explicarme Hechos 15:28,29? ¿Qué quiere decir abstenerse de sangre y de
la carne de animales estrangulados? ¿Hasta donde implica abstenerse de sangre?
¿Estamos obligados al diezmo?
¿Usted se reúne en alguna iglesia en particular?, yo necesito reunirme con hermanos en la
fe, pues actualmente no lo hago por temor  equivocarme de iglesia.
¿Estaría bien celebrar la navidad aunque sus inicios son paganos?

Voy a continuación a seguir el mismo orden de su escrito.

2. Explicación de Hechos 15: 28,29

(RV-1960) Hechos 15:28-29: Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no


imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: (29)  que os abstengáis de lo
sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os
guardareis, bien haréis. Pasadlo bien.

A veces es conveniente leer el mismo texto en distintas traducciones de la Biblia, a fin de


ver si aportan alguna luz adicional. Y estas son las otras traducciones que he elegido para
presentar aquí:

(DHH L 1996*) Hechos 15:29: que no coman carne de animales ofrecidos en sacrificio a


los ídolos, que no coman sangre ni carne de animales estrangulados y que eviten los
matrimonios prohibidos. Si se guardan de estas cosas, actuarán correctamente. Saludos.”

(BLS) Hechos 15:29: No coman carne de animales que hayan sido sacrificados en honor
a los ídolos; no coman sangre ni carne de animales que todavía tengan sangre adentro, y
eviten las relaciones sexuales que la ley de Moisés prohíbe. Si cumplen con esto, harán
muy bien. Reciban nuestro cariñoso saludo.»

(NVI 1999) Hechos 15:29: abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de la carne


de animales estrangulados y de la inmoralidad sexual. Bien harán ustedes si evitan estas
cosas. Con nuestros mejores deseos.

(BL95) Hechos 15:29: que no coman carne sacrificada a los ídolos, ni sangre, ni carne de


animales sin desangrar y que se abstengan de relaciones sexuales prohibidas. Observen
estas normas dejándose guiar por el Espíritu Santo. Adiós.

(BLA95) Hechos 15:29: que no coman carne sacrificada a los ídolos, ni sangre, ni carne


de animales sin desangrar, y que se abstengan de relaciones sexuales prohibidas.
Observen estas normas dejándose guiar por el Espíritu Santo. Adiós.”

(BNP) Hechos 15:29: absténganse de alimentos ofrecidos a los ídolos, de sangre, de


animales estrangulados y de relaciones sexuales prohibidas. Harán bien si se privan de
estas cosas. Adiós.

(BSA) Hechos 15:29: que os abstengáis de las carnes consagradas a los ídolos, de la


sangre, de lo estrangulado y de la fornicación. Preservándoos de estas cosas, obraréis
rectamente. Conservaos bien.»

(BSM) Hechos 15:29: abstenerse de carne sacrificada a los ídolos, de sangre de animales


estrangulados y de uniones ilegales. Harán bien en guardarse de todo eso. Salud”.

Ahora, también es conveniente analizar el contexto de los pasajes citados a fin de


averiguar a qué se debe esta decisión de los apóstoles de establecer estas cuatro normas,
que consistían en abstenerse “de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de
fornicación” (Hechos 15:29); cf. 15:20). Estas ordenanzas surgieron de la asamblea de
Jerusalén, lo que se ha convenido en llamar el primer concilio de la Iglesia cristiana. Y en
el mismo se reunieron “los apóstoles y los ancianos, para tratar esta cuestión” (Hechos
15:2, 6-20).

¿Qué cuestión era ésta? Pues que “algunos que venían de Judea enseñaban a los
hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos”(Hechos
15:1). ¿Quiénes eran los que reclamaban que los gentiles que se convertían al cristiano
tenían que circuncidarse? “algunos de la secta de los fariseos, que habían creído” (Hechos
15:5).
Hechos 15:5: Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron
diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.

La conclusión de la asamblea o concilio de Jerusalén zanjó el conflicto desencadenado por


los judaizantes, de una forma  clara, firme y definitiva: “Antes creemos que por la gracia
del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos”. (Hechos 15:11); rechazando
tajantemente su pretensión de que era necesario circuncidar a los conversos gentiles, y
con ello obligarles a que observasen toda la ley de Moisés. La única resolución que surgió
de la asamblea formada por los apóstoles y ancianos y dirigida por el Espíritu Santo, que
ya vimos arriba, consistió en “no imponeros ninguna carga más que estas cosas
necesarias: (29) que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de
fornicación” (Hechos 15:29).

La primera prohibición se refiere a no comer ningún alimento que se hubiera ofrecido o


sacrificado a los ídolos, pues en las religiones paganas de las antiguas Roma y Grecia era
costumbre ofrecer ciertos alimentos a sus dioses a fin de obtener sus favores.
Frecuentemente era ofrecida a los dioses, carne de animales, pero también el vino, etc.
Obviamente ningún cristiano podía contaminarse –no ya físicamente sino espiritualmente–
participando de forma consciente de estos alimentos, pues ello hubiera sido idolatría y
superstición al reconocer dioses falsos. Al respecto, el apóstol Pablo advierte: “Antes digo
que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que
vosotros os hagáis partícipes con los demonios” (1 Corintios 10:20).

Obsérvese que el comer de lo sacrificado a los ídolos no contamina físicamente a las


personas que así lo hacen sino espiritualmente. Sin embargo, hemos de tener en cuenta,
que la contaminación espiritual, de las citadas personas, solo se produce en el caso de
que ellas consideren que los citados alimentos han adquirido propiedades benefactoras, a
causa del hecho de haber sido sacrificadas a los dioses, lo cual implicaría una fe idolátrica
en ellos no compatible con la fe al verdadero Dios.

A propósito de todo esto, el apóstol Pablo nos da unos preciosos consejos, –


generalizables a muchas otras situaciones distintas a las que estamos tratando– para que
nunca caigamos en determinadas conductas que puedan escandalizar al débil en la fe, es
decir, aquellas conductas que puedan llevar a éste, a confusión o a creer que no estamos
haciendo lo correcto a los ojos de Dios. San Pablo nos advierte “si alguien os dijere: Esto
fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos
de conciencia” (1 Corintios 10:28); pero Pablo aclara que no se está refiriendo a la
conciencia del que come lo sacrificado a los ídolos sino a la del otro, que le avisa que los
alimentos que va a comer han sido sacrificados a los ídolos: “La conciencia, digo, no la
tuya, sino la del otro”  (1 Corintios 10:29).
1 Corintios 10:25-32: De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar
nada por motivos de conciencia;  (26)  porque del Señor es la tierra y su plenitud.  (27)  Si
algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin
preguntar nada por motivos de conciencia.  (28)  Mas si alguien os dijere: Esto fue
sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por
motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud.   (29)  La
conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro. Pues ¿por qué se ha de juzgar mi libertad
por la conciencia de otro?  (30)  Y si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser
censurado por aquello de que doy gracias?  (31)  Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra
cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.  (32)  No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles,
ni a la iglesia de Dios;

Finalmente, San Pablo nos exhorta a que nuestra libertad de conciencia nunca “venga a
ser tropezadero para los débiles” (1 Corintios 8:9). Transcribo todo el capítulo ocho, por
considerarlo muy aclaratorio:

1 Corintios 8:1-13: En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos
conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica.  (2)  Y si alguno se imagina
que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo.  (3)  Pero si alguno ama a Dios, es
conocido por él.  (4)  Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos,
sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios.  (5) 
Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay
muchos dioses y muchos señores),  (6)  para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el
Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor,
Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.  (7)  Pero
no en todos hay este conocimiento; porque algunos, habituados hasta aquí a los
ídolos, comen como sacrificado a ídolos, y su conciencia, siendo débil, se
contamina.  (8)  Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque
comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos.  (9)  Pero mirad que
esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles.  (10)  Porque si
alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la
conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los
ídolos?  (11)  Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo
murió.  (12)  De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil
conciencia, contra Cristo pecáis.   (13)  Por lo cual, si la comida le es a mi hermano
ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.

Aunque usted, estimada hermana, no me preguntó sobre esta primera prohibición de


abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, he creído conveniente incluirla también. Ahora,
pues, voy a tratar de responder a su pregunta específica:
2.1. ¿Qué quiere decir abstenerse de sangre y de la carne de
animales estrangulados? ¿Hasta dónde implica abstenerse
de sangre?

Hechos 15:29 (RV-1960): que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de


ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien.

Hechos 15:29 (BL95): que no coman carne sacrificada a los ídolos, ni sangre, ni carne de


animales sin desangrar y que se abstengan de relaciones sexuales prohibidas. Observen
estas normas dejándose guiar por el Espíritu Santo. Adiós.

Aunque son dos prohibiciones distintas, en realidad encierran una única prohibición, que
es la de comer la carne de los animales con su sangre, o la de comer la sangre de los
animales separada de su carne o mezclada con otras cosas (Génesis 9:4; Levítico 3:17;
7:26; 17:10; 19:26; etc.). Por tanto, todo animal, ahogado o estrangulado o muerto de
cualquier otra manera, si no se hubiese podido desangrar previamente, entonces esa es
carne que ningún judeo-cristiano comería, ni tampoco un cristiano gentil debería comer,
aunque solo fuera por respeto a aquellos, porque Jehová Dios mandó: “Pero carne con su
vida, que es su sangre, no comeréis” (Génesis 9:4). Notemos, que la prohibición se refiere
a no comer ninguna sangre de animales; por supuesto, tampoco la de seres humanos,
pues que eso sería una práctica de caníbales, agoreros, hechiceros o adivinos.

Génesis 9:2-4: El temor y el miedo de vosotros estarán sobre todo animal de la tierra, y
sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se mueva sobre la tierra, y en todos los peces
del mar; en vuestra mano son entregados.  (3)  Todo lo que se mueve y vive, os será para
mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo.  (4)  Pero
carne con su vida, que es su sangre, no comeréis.

Levítico 19:26: No comeréis cosa alguna con sangre. No seréis agoreros, ni adivinos.

Sin embargo, otra cosa muy distinta, que no tiene nada que ver con comer –pues lo que
uno come pasa por el aparato digestivo, y lo que no se absorbe se elimina en forma de
heces– es transfundir sangre, previamente extraída a un ser humano, e infundirla a otro
por vía endovenosa. Puesto que la sangre es vida, cuando se inyecta sangre humana a un
ser humano se le está donando vida (Génesis 9:4; Levítico 17:11).

Por tanto, su pregunta –“¿hasta dónde implica abstenerse de sangre?”– creo que ha sido
contestada bíblicamente, pues intuyo que usted se refiere a si sería lícito recibir
transfusiones de sangre.
A este respecto, la interpretación que los Testigos de Jehová hacen –de los textos citados
arriba y de otros muchos del AT que prohíben comer sangre y que transcribimos más
abajo– no puede ser más aberrante, pues consideran que la transfusión de sangre
humana es lo mismo que comer la sangre o tomar un trago de sangre, al estilo “vampiro”,
agorero o adivino, etc. Lo cual no se ajusta al sentido bíblico y es totalmente absurdo e
ilógico. Comprobemos que todos los textos se refieren a no comer la sangre de los
animales. La sangre humana nunca ha sido un alimento para seres humanos excepto
cuando la naturaleza humana ha alcanzado cierto grado de perversión o degradación
provocada por diversas influencias demoniacas, como ha sucedido desde los más remotos
tiempos de la antigüedad y hasta nuestros días:

Levítico 3:17: Estatuto perpetuo será por vuestras edades, dondequiera que habitéis, que
ninguna grosura ni ninguna sangre comeréis.

En este texto, además, se prohíbe la grasa de la carne, lo que es una profilaxis magnifica
para evitar el exceso de colesterol en sangre.

Levítico 7:26-27: Además, ninguna sangre comeréis en ningún lugar en donde habitéis, ni


de aves ni de bestias.  (27)  Cualquiera persona que comiere de alguna sangre, la tal
persona será cortada de entre su pueblo.

Levítico 17:10-11: Si cualquier varón de la casa de Israel, o de los extranjeros que moran
entre ellos, comiere alguna sangre, yo pondré mi rostro contra la persona que comiere
sangre, y la cortaré de entre su pueblo. (11)  Porque la vida de la carne en la sangre
está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma
sangre hará expiación de la persona.

Notemos que aquí además del motivo de respeto por estar “la vida de la carne en la
sangre” se añade otra importante razón de naturaleza ritual, porque la sangre se usaba
para hacer “expiación de la persona” (Levítico 17:10-16).

Levítico 17:10-16: (12)  Por tanto, he dicho a los hijos de Israel: Ninguna persona de
vosotros comerá sangre, ni el extranjero que mora entre vosotros comerá sangre. (13) Y
cualquier varón de los hijos de Israel, o de los extranjeros que moran entre ellos,
que cazare animal o ave que sea de comer, derramará su sangre y la cubrirá con
tierra.  (14)  Porque la vida de toda carne es su sangre; por tanto, he dicho a los hijos de
Israel: No comeréis la sangre de ninguna carne, porque la vida de toda carne es su
sangre; cualquiera que la comiere será cortado.  (15) Y cualquier persona, así de los
naturales como de los extranjeros, que comiere animal mortecino o despedazado por fiera,
lavará sus vestidos y a sí misma se lavará con agua, y será inmunda hasta la noche;
entonces será limpia.  (16)  Y si no los lavare, ni lavare su cuerpo, llevará su iniquidad.
En los textos anteriores se vuelve a insistir en la misma prohibición de comer la sangre
indicando la misma razón que en otros pasajes citados más arriba. Pero además se dan
indicaciones para los animales o aves cazadas, e instrucciones para corregir la impureza
ritual, cuando se comiere “animal mortecino o despedazado por fiera”.

Deuteronomio 12:15-27: Con todo, podrás matar y comer carne en todas tus poblaciones
conforme a tu deseo, según la bendición que Jehová tu Dios te haya dado; el inmundo y el
limpio la podrá comer, como la de gacela o de ciervo.  (16)  Solamente que sangre no
comeréis; sobre la tierra la derramaréis como agua.  […](21)  Si estuviere lejos de ti el
lugar que Jehová tu Dios escogiere para poner allí su nombre, podrás matar de tus vacas y
de tus ovejas que Jehová te hubiere dado, como te he mandado yo, y comerás en tus
puertas según todo lo que deseares. […] (23) Solamente que te mantengas firme en no
comer sangre; porque la sangre es la vida, y no comerás la vida juntamente con su carne. 
(24)  No la comerás; en tierra la derramarás como agua.  (25)  No comerás de ella, para
que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, cuando hicieres lo recto ante los ojos de
Jehová.  (26)  Pero las cosas que hubieres consagrado, y tus votos, las tomarás, y vendrás
con ellas al lugar que Jehová hubiere escogido; (27)  y ofrecerás tus holocaustos, la carne
y la sangre, sobre el altar de Jehová tu Dios; y la sangre de tus sacrificios será derramada
sobre el altar de Jehová tu Dios, y podrás comer la carne.

No obstante, en mi opinión, la prohibición de comer la carne de los animales con su sangre


se produce como una concesión a los judeo-cristianos, a fin de eliminar la barrera, que a
ojos de éstos, estaría formada por la impureza legal o ritual a la que incurrirían los
cristianos gentiles, si tuvieran entre sus costumbres algunas de estas prácticas, que ahora
se prohíben, a fin de eliminar los prejuicios de aquellos. Los motivos de estas prohibiciones
también podían ser por connotaciones de tipo higiénico a fin de evitar enfermedades que
se podrían contagiar al comer o beber la sangre cocinada o cruda de estos animales.

Sin embargo, si somos cristianos maduros tomaremos en cuenta los siguientes sabios
consejos que San Pablo nos da:

Romanos 14:14-23: Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo;
mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es.  (15)  Pero si por causa de la
comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la
comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió.  (16)  No sea, pues, vituperado vuestro
bien;  (17)  porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el
Espíritu Santo.  (18)  Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado
por los hombres. (19) Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. 
(20)  No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad
son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come.  (21) 
Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda,
o se debilite.  (22)  ¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el
que no se condena a sí mismo en lo que aprueba.  (23)  Pero el que duda sobre lo que
come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es
pecado.

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