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INTRODUCCIÓN
El primer paso era reconocer la propia ignorancia. Repetía en sus conversaciones que no
sabía nada, pero que era más sabio que los demás porque estaba consciente de su
ignorancia mientras los otros creían saber. Quien cree saber no se esfuerza en buscar la
verdad. El primer paso hacia la verdad es barrer de la mente los prejuicios, las ideas
incompletas, los errores que generalmente llenan las cabezas de la gente y no dan lugar
a la verdad. Hecha la limpieza, el camino queda abierto.
Aristóteles afirma en su Metafísica: "Dos cosas hay que atribuir con justicia a Sócrates:
el argumento inductivo y la definición general." La palabra griega "inducir" dice "guiar
hacia". El pensamiento inductivo guía a la mente de los casos particulares a la definición
común.
Así, buscando la verdad moral y siendo exigente con sus procedimientos, Sócrates inicia
la filosofía del conocimiento: el objeto del filosofar es también el saber mismo. Tratar de
asegurar que se está dando con la verdad.
APORTES DE LOS SOFISTAS AL SISTEMA POLÍTICO
Para Protágoras es prácticamente imposible que cualquier ser humano carezca de las
dos nociones sociales que fueron concedidas por Zeus a la especie. Por el mismo motivo,
en una idea vanguardista en su tiempo, considera que los preceptos legales y la
administración de la justicia no sirven para castigar al infractor sino únicamente para
corregirle. Opuestamente a una cierta visión jurídica según la cual los castigos a los
infractores tienen como principio la venganza o restitución, pensadores como
Protágoras pensarán que los castigos tienen como objetivo la readaptación social.
Igualmente, piensa que el sistema jurídico no está hecho para compensar las injusticias
cometidas, sino para prever la aparición de injusticias futuras.
En pocos términos, la visión sofistica del conocimiento político fue considerada como la
escuela de los demagogos, de aquellos que hablaban frente a las masas en actos
particulares o públicos con el fin de persuadirlos acerca de tal o cual verdad. Dicha
escuela de pensamiento tenía como tesis básica: la no existencia de verdad universal y
trascendental alguna, ya que consideraban el concepto “verdad” como un concepto
humano, superficial y susceptible de ser fundamentado o destruido desde el discurso.
Pregonaban que nada existía, y si algo existía no se podía conocer, y en caso de poderse
conocer, no se podía comunicar. Esta visión se encuentra envuelta por una postura
ontológica negativa, por la doctrina que postula la inexistencia de un tipo de
conocimiento absoluto que se pueda obtener a partir del descubrimiento de las
“esencias” o la verdad trascendente. “Son negativos por lo se refiere al conocimiento y a
la creencia en los dioses”.
CONCLUSIÓN
Del Águila, Vallespín (et al.), “Los precursores de la idea de democracia: la democracia
ateniense”, en La democracia en sus textos, Alianza, Madrid, 2003, pp. 15-48.