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Incardinación es el vínculo jurídico que se da entre el clérigo y una entidad religiosa, una
institución de vida consagrada o sociedad que tenga la capacidad de incardinar. Según
Carvajal y Álvarez: “por la incardinación que se concreta el vínculo de dependencia jerárquica
y la responsabilidad y el derecho al sustentamiento del clérigo, junto a los demás derechos y
obligaciones respectivos. En el caso de la Iglesia particular y la prelatura personal, la
incardinación determina el ámbito de ejercicio del ministerio al servicio de una porción del
Pueblo de Dios”(Carvajal y Álvarez, 2015)
En el canon 265 se indica que los clérigos han de estar incardinados en una entidad
jurisdiccional (Iglesia particular o en una prelatura personal). Queda prohibido, por lo tanto, el
clérigo acéfalo, esto es, el clérigo que no está incardinado en ninguna entidad.
CANON 267
CANON 268
1. sólo puede concederse por justas causas, como es la utilidad de la Iglesia o el bien del
clérigo.
2. sólo puede denegarse por causa grave. En este caso el clérigo puede interponer el
recurso jerárquico contra esta decisión.
CANON 271
CANON 272
El Administrador diocesano no puede conceder la excardinación o incardinación, ni
tampoco la licencia para trasladarse a otra Iglesia particular.
REFERENCIAS
PAPA JUAN PABLO II. (1983). Código de derecho canónico. Recuperado de:
https://www.vatican.va/archive/ESL0020/_INDEX.HTM.