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Ahora bien, respecto de la “violación manifiesta” de reglas de obligatorio
cumplimiento, la misma doctrina citada anteriormente expresa que ella resulta
cuando «el deber objetivo de cuidado es reglado y el servidor público desatiende
el cumplimiento de esta norma que impone ese deber». A este concepto,
resultaría necesario agregar que esa desatención o incumplimiento debe ser
«manifiesto», consideración inobjetable que se deriva de la misma redacción
impuesta por el legislador.
Del mismo modo, si las dos modalidades de culpa con que se pueden atribuir las
faltas disciplinarias gravísimas (la culpa gravísima y la culpa grave) tienen el
elemento común de la inobservancia del cuidado necesario, es pertinente tener
claro cuál es la diferencia entre ellas.
Para ello debe considerarse que si por regla general la imputación disciplinaria se
hace a título de culpa y excepcionalmente por dolo, en tratándose de la culpa, la
regla general también debe ser que ésta es en la modalidad de grave, de modo
que la gravísima será excepcional.
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contenidas en un catálogo cerrado/CULPA GRAVÍSIMA-Debe estar soportada en
argumentos respaldados probatoriamente
La segunda razón parte de una obviedad: las faltas disciplinarias gravísimas son
de mayor connotación que las faltas graves o leves. Si así son las cosas, se
ratifica que la culpa gravísima, al ser una valoración que solo puede aplicarse para
determinadas conductas (las gravísimas), está concebida para comportamientos
de mayor trascendencia.
Y la tercera razón, que igualmente sirve para comprender las dos afirmaciones, es
que las faltas gravísimas están contenidas en un catálogo cerrado, tal y como
ocurre actualmente con las descripciones contenidas en el artículo 48 del Código
Disciplinario Único, por lo que puede decirse que dichas infracciones son la
excepción a la regla general descrita en los artículos 23 y 50 del mismo Código.
En otras palabras, las faltas graves y leves son la regla general en el derecho
disciplinario, y las faltas gravísimas son la excepción, comportamientos a los que
solamente se les puede aplicar, además del dolo o la culpa grave, la culpa
gravísima.
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embargo, lo que motivó la calificación de la culpa como gravísima en el auto de
cargos se había relacionado no con un retardo (lo cual implica un hacer tardío),
sino con una omisión.
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Dependencia: Despacho del Procurador General de la Nación
Radicado: IUS-2011-124261 IUC-D-2009-787-127099
Disciplinado: EDGAR ALFONSO BEJARANO MÉNDEZ
Cargo: Director de la CAR
Peticionario: Actuación oficiosa
Asunto: Revocatoria directa
ASUNTO A DECIDIR
PROCEDIBILIDAD DE LA REVOCATORIA
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4.4.5. Considera la Corte necesario recordar que la revocatoria directa en
los procesos disciplinarios, no es una decisión caprichosa que dependa de
la mera subjetividad de la autoridad competente, pues para que sea
procedente se requiere que la infracción del ordenamiento jurídico o la
vulneración o amenaza de les derechos fundamentales, sean manifiestas,
como lo prevé el artículo 49 de la propia ley. Lo que activa entonces la
revocatoria directa para autocorregir la actuación de la administración en
punto a esa especie de procesos, es el catálogo de razones del artículo 49,
es decir, sólo cuando infrinjan manifiestamente las normas constitucionales,
legales o reglamentarias en que deban fundarse.
4.4.6. Es cierto, como lo pretende el accionante, que la vigencia del
principio del non bis in ídem supondría la inmutabilidad e irrevocabilidad de
la cosa decidida en materia disciplinaria. Empero, esto no significa de modo
alguno que tales postulados tengan carácter absoluto, puesto que la
efectividad de los valores superiores, necesarios para la realización de un
nivel superior de justicia material, hacen necesaria la existencia de
excepciones a la cosa decidida. La Corte en este caso avala la forma en
que el Legislador, en el presente caso, resolvió la tensión entre seguridad
jurídica y justicia material, representada en la realización de los principios
del Estado Social de Derecho a través de la lucha contra la corrupción, en
tanto ofrece una razón válida a las restricciones que las normas analizadas
imponen al principio de cosa juzgada y non bis in ídem, a la vez que
mantienen, en el máximo posible, la vigencia de dicha garantía.”
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afirmar que es “manifiesta la infracción” cuando se configura alguna de las
siguientes situaciones procesales:
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irregularidades de las autoridades ambientales, consistentes en la omisión po
incumplimiento de las sentencias proferidas por el Consejo de Estado y la Corte
Constitucional (T-774 de 2004), respecto de la explotación ilegal, contaminación
de aguas de uso público y destrucción de zonas de reserva forestal ubicadas en
los cerros orientales de Bogotá y la zona de especial protección ecológica del
municipio de La Calera.
Con mayor razón es exigible dicha motivación, puntualmente, del título y subtítulo
de imputación de la conducta, cuando de ello dependen consecuencias tan
importantes como el determinar que la sanción a imponer sea de simple
suspensión e inhabilidad especial hasta por doce meses (que es lo que
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corresponde a las faltas gravísimas cometidas con culpa grave) o de destitución e
inhabilidad general por lo menos de diez años (que es la sanción a imponer
cuando se comete una falta gravísima con culpa gravísima).
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de reglas de obligatorio cumplimiento” (Parágrafo del artículo 44 del C.D.U.), en el
auto de imputaciones no se lee claramente cuál de éstas tres fuentes de
responsabilidad por culpa fue la escogida.
Del mismo modo, si las dos modalidades de culpa con que se pueden atribuir las
faltas disciplinarias gravísimas (la culpa gravísima y la culpa grave) tienen el
elemento común de la inobservancia del cuidado necesario, es pertinente tener
claro cuál es la diferencia entre ellas.
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SÁNCHEZ HERRERA, Esiquio Manuel. Dogmática practicable del derecho disciplinario, preguntas y
respuestas. Tercera edición. Ediciones Nueva Jurídica. Bogotá (Colombia). Año 2012. P. 77 y 78
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GÓMEZ PAVAJEAU, Carlos Arturo. Dogmática del derecho disciplinario. Bogotá. Universidad Externado
de Colombia. Cuarta edición (2007). Bogotá (Colombia). P. 456.
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SÁNCHEZ HERRERA, Esiquio Manuel. Dogmática practicable del derecho disciplinario, preguntas y
respuestas. Tercera edición. Ediciones Nueva Jurídica. Bogotá (Colombia). Año 2012. P. 78.
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y «manifiesta», componentes que corresponden en su orden a las tres formas en
que se presenta la culpa gravísima, tal como atrás quedó señalado.
Para ello debe considerarse que si por regla general la imputación disciplinaria se
hace a título de culpa y excepcionalmente por dolo, en tratándose de la culpa, la
regla general también debe ser que ésta es en la modalidad de grave, de modo
que la gravísima será excepcional.
La segunda razón parte de una obviedad: las faltas disciplinarias gravísimas son
de mayor connotación que las faltas graves o leves. Si así son las cosas, se
ratifica que la culpa gravísima, al ser una valoración que solo puede aplicarse para
determinadas conductas (las gravísimas), está concebida para comportamientos
de mayor trascendencia.
Y la tercera razón, que igualmente sirve para comprender las dos afirmaciones, es
que las faltas gravísimas están contenidas en un catálogo cerrado, tal y como
ocurre actualmente con las descripciones contenidas en el artículo 48 del Código
Disciplinario Único, por lo que puede decirse que dichas infracciones son la
excepción a la regla general descrita en los artículos 23 y 50 del mismo Código.
En otras palabras, las faltas graves y leves son la regla general en el derecho
disciplinario, y las faltas gravísimas son la excepción, comportamientos a los que
solamente se les puede aplicar, además del dolo o la culpa grave, la culpa
gravísima.
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Deviene de lo expuesto, que la atribución de culpa gravísima debe estar soportada
en argumentos respaldados probatoriamente, que hagan evidente la
«trascendencia», que pongan de manifiesto la «gravedad» del comportamiento
imputado, situaciones que sin lugar a dudas van más allá de la simple
inobservancia del cuidado necesario. Sin el análisis de estos elementos o sin la
prueba de ellos, no podrá haber desatención elemental o violación manifiesta, por
lo que su sola mención, sin respaldo probatorio alguno, corresponderá a ese
«juego de palabras» que hace parte de un criterio ampliamente subjetivo y alejado
del propósito de justicia disciplinaria.
«Es decir violó el deber subjetivo de cuidado porque no realizó a tiempo, lo que
resultaba obvio. Así mismo, desatendió parcialmente el contenido de los fallos
judiciales dictados por la Corte Constitucional (T-774/04) y el Consejo de Estado
(Acción Popular 2001-398), en los que le señalaron expresamente que debía
tomar las medidas procedentes y pertinentes para asegurar que en los terrenos
donde se desarrollaban los contratos de concesión minera No.16569, 16715 y
15148, se diera cumplida y oportuna aplicación a las normas legales vigentes
sobre medio ambiente. Además, que debía cumplir con las funciones y
competencias contenidas en la ley 99 de 1993. »
(Las subrayas son del despacho; las negrillas corresponden al texto original)
«Con base en los planteamientos expuestos resulta imperioso advertir que la falta
cometida por el disciplinado EDGAR ALFONSO BEJARANO MÉNDEZ, se imputa
a título de CULPA GRAVÍSIMA, toda vez, que la prueba recaudada demostró que
el disciplinado desatendió lo ordenado por la Corte Constitucional y el Consejo de
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Estado respecto de ejercer sus funciones y competencias como máxima autoridad
ambiental para asegurar la aplicación de las normas ambientales sobre medio
ambiente y recursos naturales renovables en los terrenos de protección ambiental
donde se ejecutaban los contratos mineros por parte de la Sociedad Constructora
Palo Alto y Cia S. en C.»
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segunda, éstos habrán de revocarse, pero la decisión sustitutiva que corresponda
no podrá ser otra que declarar la prescripción de la acción disciplinaria, toda vez
que desde la fecha de ocurrencia de la conducta omisiva objeto de señalamiento,
a hoy, han transcurrido más de los cinco años a que se refiere el artículo 30 de la
ley 734 de 2002, como límite temporal para el ejercicio de la atribución punitiva
disciplinaria.
RESUELVE:
NOTIFÍQUESE, COMUNÍQUESE Y CÚMPLASE
MARTHA ISABEL CASTAÑEDA CURVELO
Vice Procuradora en ejercicio de funciones de Procuradora General de la Nación
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