Está en la página 1de 4

Kodak: la historia de un fracaso y las

lecciones que nos deja


La conocida marca de cámaras, rollos fotográficos y revelado se mantuvo por décadas
número 1 en todo el mundo, pero su lenta adaptación a la tecnología los relegó al olvido,
que hoy intentan revertir. ¿Qué podemos aprender de la experiencia de Kodak?

Por Juan Reyes   | 2016-09-27 | 17:47

Modificado por William Enriquez

UNMSM- FISI

Si retrocediéramos un par de décadas en el tiempo para comprar una cámara: no sería


extraño que ésta, su rollo y finalmente la fotografía fueran provistos por el mismo
proveedor: Kodak. La famosa empresa fundada en 1888 y que por largo tiempo fue una
de las marcas más valiosas de EE.UU.

Conocer el auge y caída de Kodak es una excelente forma de comprender lo difícil que
es mantener un gran negocio en este mundo de cambios vertiginosos, donde es
usual ver caer a gigantes de la industria. El caso de Kodak es ejemplificador: en sus
laboratorios nació la primera cámara digital (1975) y comenzaron a lanzar sus primeras
cámaras digitales al mercado en la década de los noventa. Fueron advertidos con al
menos 10 años de antelación de la relevancia que tendría la fotografía digital y aún así se
hundieron. El año 2012, Kodak se declaró en bancarrota.

Ni los 120 años de trayectoria, ni llegar a poseer alrededor de un 90% del mercado
norteamericano de películas para cámaras, fueron suficientes. ¿Cómo pasó esto? Su
historia se convirtió en un caso de estudio para quienes desean adentrarse en el mundo de
los negocios.

¿Las imágenes tomadas en la Luna por el Apollo XI? Kodak. ¿Los sensores fotográficos
del Mars Surface Rover? Kodak. ¿La óptica del telescopio espacial Chandra? Kodak. ¿Las
cámaras que usaban los aeroplanos para fotografiar territorio enemigo en la Primera
Guerra Mundial? Kodak. ¿Quién inventó la tecnología OLED? Kodak. ¿Las películas con
las que se grababan la mayoría de los largometrajes de Hollywood? Kodak. De hecho,
Kodak tiene 9 premios Oscar por méritos tecnológicos. Incluso fueron capaces de detectar
las pruebas atómicas del ejército de Estados Unidos antes que nadie.

Los inicios: de cero experiencia a revolucionar la industria


La historia de Kodak es fascinante: su fundador George Eastman se había mudado a la
ciudad junto a su familia, luego de la muerte de su padre, quien era un hombre de
negocios. La fortuna se desvaneció, por lo que pasaron de una gran prosperidad
económica, a una vida modesta en la que con solo 14 años George, tuvo que dejar los
estudios y trabajar.

Era difícil imaginar que este humilde joven iba a formar una empresa de impacto mundial,
más aún, en un área en la que no tenía experiencia. A sus 24 años, George compró una
cámara con el fin de registrar sus vacaciones, pero no fue capaz si quiera de tomar
una fotografía. No era nada de fácil utilizar una cámara en aquellos tiempos, por lo que
tuvo que pagar a un fotógrafo por clases particulares. Así comenzó a adentrarse al mundo
de la fotografía, dedicando tiempo a ello luego de salir de su trabajo en un banco,
experimentando hasta altas horas de la noche.

Mientras el foco de los fabricantes estaba en cámaras, había algo que todos necesitaban y
en lo que él vio la oportunidad: las películas. Le esperaba un prometedor futuro como
banquero, sin embargo, decidió renunciar a su trabajo para dedicarse con todo a su
pasión: hacer la fotografía accesible a las masas.

George, sin duda, era una persona adelantada a su época, en tiempos donde imperaba el
machismo, su empresa era una de las pocas que tenía entre sus altos mandos a una
mujer; además repartía parte de sus ganancias entre sus empleados y dedicó gran parte
de su fortuna a ayudar a la comunidad, es decir a la filantropía, donando recursos para
salud y educación.

Pero la vida del fundador de Kodak, no tuvo un final feliz. Un intenso malestar en su
columna le impidió mantener una vida activa; los dolores llegaron al punto en el que no
podía ni caminar, impulsándole finalmente a escribir una nota de despedida: “A mis
amigos: mi trabajo está hecho ¿para qué esperar?”. El astuto inventor y hombre de
negocios, se suicidó de un disparo al corazón a los 77 años.

Auge y caída de Kodak: la perdición en sus propios laboratorios


Alguna vez la fotografía fue un arte accesible solo para unos pocos; tomar una fotografía
podía ser muy engorroso. Kodak llegó a cambiar esa realidad, creando cámaras que
podían ser utilizadas por cualquier persona gracias a su facilidad de uso. Su lema
era “Tú presionas el botón, nosotros hacemos el resto”.

El negocio se basaba principalmente en la venta de rollos y suministros para imprimir las


fotografías. Vendían sus cámaras a precios muy bajos, obteniendo márgenes mínimos.
Luego ganaban dinero cuando la gente tomaba e imprimía las fotos.

Kodak era esplendorosa a inicios de los noventa, llegando a tener más de 140.000
empleados a lo largo del mundo y suculentas ganancias. Se trataba de una empresa
altamente innovadora y exitosa, era muy difícil imaginar su caída, pero el inicio de su
“fin”, nació en sus propios laboratorios, con la primera cámara digital.

En 1975, Steve Sasson, uno de los ingenieros de Kodak creó una máquina del tamaño
similar a una tostadora corriente, capaz de almacenar las imágenes de forma electrónica
en una cinta, que podían ser luego vistas en una televisión, pues por entonces había
pocos monitores de ordenador disponibles.
Habían inventado la fotografía digital. Sin embargo, al propio Sasson y a sus superiores,
no les pareció viable y acabaron dejándola atrás. En este tipo de grandes empresas es
común ver que la mayoría de hipótesis y prototipos en los que trabajan no acaben siendo
parte de productos finales, pero a vista pasada, el error fue mayúsculo.

Pasaron los años y la fotografía digital cobró cada vez mayor relevancia, Kodak consciente
de ello, también dedicaba parte de sus recursos a crear este tipo de cámaras. No obstante,
otros fabricantes lograron crear cámaras digitales de mejor calidad.

En Kodak se habían especializado más en las películas e impresión de las fotografías, que
en la fabricación de cámaras y el mundo ya no necesitaba imprimir; solo bastaba con
guardar las imágenes en el computador, en CDs, en pendrives o más adelante, publicarlas
en redes sociales. Paradójicamente el "momento Kodak" se esfumó justo cuando más
gente disfrutaba tomando fotografías. La impresión era sólo un medio, no un fin en sí
mismo.

La gente quería compartir momentos importantes y qué más fácil que la versatilidad de
Internet para ello. Kodak olvidó que su misión no era generar las mejores tecnologías
para imprimir fotografías, sino que ayudar a la gente a compartir momentos importantes.
Si bien invirtieron recursos en lo digital, incluso lanzaron una plataforma para compartir
fotos online, no fue suficiente. Se requería un cambio radical.

Aferrarse a lo que les dio muy buenos resultados en el pasado, se convirtió en un lastre
para Kodak: querían a toda costa incentivar a la gente a imprimir las fotografías, pero las
reglas del juego habían cambiado: lo análogo estaba destinado a ser desplazado por lo
digital, y las imágenes físicas por las virtuales.

Hoy, Kodak está lejos de ser puntero en el mundo de la fotografía, aunque sigue siendo
una marca presente en cámaras y revelado digital, y últimamente ha logrado fortalecer su
valor en el público masivo, con la nueva tendencia de la impresión de fotos (bastante
vintage). También ha querido subirse a la ola de los smartphones y las GoPro, buscando
posicionarse también en las nuevas tecnologías, sin lograr destacar demasiado. ¿Qué nos
deja toda su línea de tiempo?

3 lecciones que nos deja esta historia


Hay tres cosas que podemos aprender tras esta interesante evolución (¿o involución?) de
Kodak.

1. Hay que pensar "fuera de la caja”

Más que una frase cliché, hace una diferencia entre el que detecta la oportunidad y el que
no. Cuestionar el orden actual de las cosas, fue lo que llevó a George Eastman a
revolucionar la fotografía; él no sólo comprendió el estado actual, sino dónde hasta dónde
se podría llegar. Pero la evolución no se detiene y sus más grandes saltos, serán
impulsados por este tipo de pensadores. Eso mismo es lo que le faltó a Kodak para evitar
hundirse.

2. No descuidar nunca a la competencia ni el "clima social"

Es otro consejo que hemos visto, pero que no deja de ser cierto , ¿qué habría ocurrido si
Kodak hubiese realizado una lectura más acertada de su competencia? ¿Qué hacía que la
gente ya no imprimiese sus fotos? Indudablemente algo estaba ocurriendo en su entorno y
alguien se estaba beneficiando: sus nuevos competidores, que tal vez ya ni siquiera eran
solo los fabricantes de cámaras; sino que también las redes sociales y las nuevas formas
de compartir lo que alguna vez fueron “momentos Kodak”. Hay que tener un ojo mirando al
lado.

3. La rapidez de adaptación

La capacidad de adaptarse no se suple por la experiencia y en el mundo de hoy, no sólo la


requieren las empresas, sino toda organización y persona. La experiencia por si sola
nos puede jugar una mala pasada, si es que no se acompaña de una lectura acertada de
lo que está pasando en nuestro entorno. Kodak tenía experiencia, recursos y prestigio. No
fue suficiente, ya no lo es y no sabemos si en 20 años más, las grandes marcas de hoy
seguirán liderando el mercado. Todo está cambiando muy rápido y es más que seguro,
que haya otro Kodak en la habitación. Por el momento nosotros, podemos aprender de sus
fascinantes historias.

¿Qué recuerdas de Kodak?

(5 recuerdos, puede preguntar a sus familiares)

También podría gustarte