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Urano en la mitologia

No es mucho lo que se dice sobre Urano en la mitología, pero el mito principal referente a esta
deidad nos ayuda a aclarar el funcionamiento de los tránsitos del planeta.

En la mitología griega, a Urano le tocó un papel clave en la saga de la creación. En el comienzo era
el caos, del cual nació Gaia (o Gea), la Tierra Madre.
Después, Gaia dio a luz a Urano, que aunque fuera su hijo, se convirtió también en su pareja y
amante. Gaia tenia el control de la Tierra, en tanto que Urano, el primer dios del cielo, regia los cielos
estrellados y el vasto espacio ilimitado. Ya podemos ver que Urano no era un principio terrestre: estaba
casado con uno, para él, personalmente, estaba asociado con el aéreo ámbito de las visiones y los ideales, no
con los aspectos prácticos y mundanales de la existencia cotidiana. Noche tras noche, los cielos estrellados
(Urano) descendían a yacer sobre la tierra (Gaia), y como resultado, ambos produjeron un surtido de hijos
bastante estrafalario. Primero fueron los Titanes, una raza de gigantes de los que se cree que fueron los
progenitores de la raza humana. Después vinieron los Cíclopes y otros monstruos diversos, algunos con un
centenar de brazos y cincuenta cabezas.
A Urano no le complacían mucho los hijos que engendraba; los encontraba feos, toscos y deformes,
en nada semejante a lo que él había soñado para su progenie. En vez de admitirlos en la existencia, volvía a
meterlos uno por uno en el vientre de Gaia, una manera poética de expresar que los desterraba al submundo
del inconsciente y les vedaba toda expresión vital (lo mismo que hacemos todos con las partes de nosotros
mismos que no nos gusta).
En su mente, Urano tenia una imagen o visión ideal de cómo debían ser sus hijos, pero una vez
que nacían, no estaban a la altura de sus expectativas. De modo similar, cuando las personas que nacen con
un elemento uraniano fuerte en su Mapa Natal intentan convertir una visión en un realidad concreta, es
frecuente que el resultado los decepcione. Quizá tengan, por ejemplo, una imagen de lo que seria su relación
ideal, pero cuando consiguen establecer una unión, la realidad está lejos de sus esperanzas. No se sabe por
qué, la relación no concuerda con el concepto que tenían en la mente, de modo que la destruyen y vuelven a
emprender la búsqueda continua de una que satisfaga su ideal.
O bien la persona uraniana puede idear un sistema político perfecto, que sin embargo cuando lo
lleva a la práctica no le funciona, de modo que lo abandona para orientarse hacia otro. Los tipos fuertemente
uranianos dejan tras de si una estela de proyectos a medio terminar, y a veces se da una situación paralela
cuando Urano transita por nuestro Mapa: nos sentimos descontentos o inquietos con los asuntos de la Casa o
de la esfera de la vida que en ese momento está afectada por Urano. Queremos alterar o reorganizar ese
dominio de nuestra existencia, y nos dejamos tentar por cualquier cosa que nos prometa algo mejor que lo
que ya tenemos. No es de asombrarse que la Tierra Madre no le regocijara mucho que Urano le volviera a
meter toda su progenie en el vientre, de modo que se vengó: construyó una hoz de acero e imploró a sus
hijos que alguno de ellos castrara a su padre. El hijo menor, Cronos (Saturno), exhibiendo ya
su característico sentido de responsabilidad, se ofreció para la tarea. Aquella noche Urano descendió, como
siempre, y en el preciso instante en que estaba por tenderse sobre Gaia, Cronos seccionó los órganos
genitales de su padre y los arrojó al mar. Tal como Cronos castró a Urano, astrológicamente Saturno amputa
el impulso creativo y la potencia de Urano. Esta imagen sintetiza una guerra básica que existe en toda psique
humana: una necesidad saturnina de mantenimiento y preservación que entra en conflicto con nuestro anhelo
uraniano de alteración, variedad y cambio. Una parte de nosotros prefiere mantener las cosas como están (el
principio de homeostasis), en tanto que otra quiere seguir creciendo y desarrollándose. Saturno construye,
conserva y rinde honores a lo conocido y probado; Urano, en nombre del progreso, quiere demoler para dejar
lugar a algo nuevo, por eso es necesaria la gran ayuda de proporciona la integración de Quirón, el mediador
que hace posible un acuerdo entre ellos.

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