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4.neptune - Evidencia.81.2 EL DERECHO A LA CONFRONTACIÓN PDF
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ARTÍCULO
INTRODUCCIÓN
D
2010 AL 2011 NUESTRO TRIBUNAL SUPREMO RE-
URANTE EL TÉRMINO DEL
solvió varios casos muy importantes para el Derecho Probatorio al
interpretar reglas que han sido modificadas por las Nuevas Reglas de
Evidencia del 2009. En específico el Tribunal atendió el caso de Pueblo de Puerto
Rico v. Chrisanthony Guerrido López,1 en el cual no solo interpretó la Regla 65h
sobre informe público sino que profundizó en el derecho de confrontación en
397
398 REVISTA JURÍDICA UPR Vol. 81
Puerto Rico a la luz de las más recientes decisiones del Tribunal Supremo de los
Estados Unidos. Por otra parte, durante el término 2010 al 2011 nuestro más alto
foro emitió opiniones en las que discutió el tema de la autenticación de docu-
mentos notariales emitidos por fiscales y abordó el tema del conocimiento judi-
cial de hechos adjudicativos.
I. P U E B L O V . G U E R R I D O L Ó P E Z Y E L D E R E C H O A L A C O N F R O N T A C I Ó N
Los hechos del caso Pueblo v. Guerrido López2 versan sobre dos violaciones al
artículo 404 de la Ley de Sustancias Controladas,3 que se le imputaron al acusa-
do, específicamente, la posesión de cocaína y marihuana. En el juicio en su fon-
do, el Ministerio Público intentó someter en evidencia el informe del químico
que realizó los análisis a las sustancias, como evidencia de uno de los elementos
de los delitos imputados. La controversia surge al hacer el ofrecimiento del in-
forme en ausencia del perito químico del Instituto de Ciencias Forenses (ICF)
que, a solicitud del propio Estado, realizó las pruebas y el análisis de las referidas
sustancias. Durante el primer señalamiento del caso el Ministerio Público anun-
ció al Tribunal que utilizaría el testimonio de la químico Isabel González. No
obstante, el día de la vista en su fondo la químico González se encontraba de
vacaciones por lo que el Director del ICF envió a otra químico, Carmen Calcaño,
en sustitución de González. La Fiscal de sala llamó entonces a testificar a la quí-
mico Calcaño quien testificó con relación a los protocolos que se siguen en este
tipo de caso y los procedimientos que realizó su compañera. Durante su interro-
gatorio directo el Ministerio Público nunca justificó la no disponibilidad de la
químico González. Por el contrario, pretendió presentar a una persona distinta a
la anunciada, sin otorgar explicación alguna al Tribunal. No fue hasta que, finali-
zado el interrogatorio directo, el Juez preguntó cuál era la razón del cambio, y la
Fiscal indicó que la técnica perito previamente anunciada se encontraba de vaca-
ciones.
En ese momento la representación legal del acusado, provista por la Socie-
dad para Asistencia Legal,4 levantó objeción a la admisión del informe por cons-
tituir prueba de referencia. Además, alegó que su admisión como prueba sustan-
tiva, en ausencia del perito químico que lo suscribió, constituía una violación a
su derecho constitucional a carearse con el testigo. El Tribunal de Primera Ins-
tancia declaró con lugar la objeción y el Tribunal Apelativo en opinión del Juez
Luis Rivera Román, confirmó la decisión, fundamentándose en que el Ministerio
Público no había logrado probar la no disponibilidad del perito químico.
2 Id.
3 Ley de Sustancias Controladas de Puerto Rico, Ley Núm. 4 de 23 de junio de 1971, 24 LPRA §
2404 (2002 & Supl. 2010).
4 La representación legal del acusado estuvo directamente a cargo de la licenciada Ana Montes
Arraiza.
Núm. 2 (2012) DERECHO PROBATORIO 399
A. Derecho a la confrontación
preparación fueran tales que indican su confiabilidad.11 Esta regla fue sustituida
por la actual Regla 805(H) de las nuevas Reglas de Evidencia de Puerto Rico
2009, alterando su contenido sustancialmente. La nueva Regla 805(H) adopta el
contenido de la Regla Federal 803(8) estableciendo un enfoque más restrictivo a
favor del acusado. Así lo explica el Profesor Chiesa Aponte en cuanto al alcance
de la Regla 805(H):
1. Crawford v. Washington
2. Davis v. Washington20
19 Id. en la pág. 967 (cita omitida) (citando a Ernesto L. Chiesa, El Tribunal Supremo de Puerto
Rico: Análisis del Término 2007-2008: Derecho Penal, 78 REV. JUR. UPR 291, 316 (2009)).
20 Davis v. Washington, 547 U.S. 813 (2006).
21 La opinión consolida los casos Davis v. Washington y Hammon v. Indiana.
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del sistema 911. Ambos testificaron que al llegar a la escena notaron que McCot-
try exhibía heridas que aparentaban ser recientes, pero ninguno de los dos pudo
testificar con relación a quién las había causado. Davis objetó oportunamente la
admisión de la grabación como evidencia, argumentando que ésta violaba su
derecho a la confrontación de la Sexta Enmienda de la Constitución federal. El
jurado emitió un veredicto de culpabilidad y tanto el Tribunal de Apelaciones
como el Supremo de Washington confirmaron la convicción.
El Tribunal Supremo de los Estados Unidos confirmó la convicción de Davis
al señalar que una declaración no es testimonial cuando, aún hecha en el curso
de un interrogatorio de la policía, se hace bajo circunstancias que objetivamente
indican que el propósito principal era recibir ayuda en medio de una emergencia.
La norma de Davis, según expuesta por el Tribunal Supremo de Puerto Rico, se
resume en que:
22 Guerrido López, 179 DPR en las págs. 972-73 (citando a Davis, 547 U.S. en la pág. 822).
23 Davis, 547 U.S. en las págs. 828-30.
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3. Meléndez-Díaz v. Massachusetts24
Luis E. Meléndez-Díaz fue acusado junto a otras personas por tráfico y dis-
tribución de cocaína. Durante el juicio, el Ministerio Público solicitó, en virtud
de una ley del estado de Massachusetts, la admisión como prueba sustantiva del
informe del perito químico, aun cuando el testigo perito que la preparó no se
encontraba disponible para testificar. Al analizar el propósito de este tipo de
informe, el Tribunal Supremo estableció en Meléndez-Díaz el carácter testimo-
nial de un informe de laboratorio químico forense que es preparado para presen-
tarse como prueba sustantiva contra un acusado en el juicio. El juez Scalia escri-
bió la opinión a la que se unieron los jueces Stevens, Souter, Thomas y Ginsburg.
En la decisión se determinó que este tipo de informe es testimonial porque
su objetivo es declarar que la sustancia encontrada en posesión del acusado es
cocaína, como reclama el Ministerio Público. El informe químico es testimonial
porque testifica lo que precisamente sería el testimonio que se esperaría que el
perito químico vertiera, si compareciera al juicio.
El Tribunal Supremo federal determinó que los certificados constituían de-
claraciones juradas y estaban cobijadas por el derecho a la confrontación del
acusado. Esto debido a que, aun si los analistas no hubiesen sido testigos acusa-
torios (accusatory witnesses), el derecho a la confrontación de los acusados se
antepone a cualquier testigo utilizado en su contra en un juicio. Los certificados
de análisis, aunque fuesen récords de negocios oficiales, no estaban exentos de la
Cláusula de Confrontación. Tampoco lo serían bajo el argumento de que fueron
hechos por testigos neutrales.
B. Récord público o de negocios preparados como parte del curso ordinario del
negocio
C. Análisis de la opinión
30 Guerrido López, 179 DPR en la pág. 984-85 (Hernández Denton, opinión de conformidad).
31 R. EVID. 805(F), 32 LPRA Ap. VI, R. 805(F) (2010).
32 R. EVID. 65(H), 32 LPRA Ap. IV, R. 65(H) (2001) (derogada).
33 Pueblo v. Mattei Torres, 121 DPR 600 (1988).
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D. Declaraciones testimoniales
1. Michigan v. Bryant
que era el equivalente funcional del testimonio en vivo para hacer lo que un tes-
tigo hubiera hecho en el examen directo. Sin embargo, resolvió que el requisito
constitucional de confrontación se satisfizo debido a que el técnico meramente
escribió el resultado que generó la máquina y porque el que declaró en el juicio,
aunque no fue el que hizo el análisis, declaró como perito sobre el proceso de
cromatografía de gas.43
La controversia planteada al más alto foro federal se circunscribió a deter-
minar si la Cláusula de Confrontación permite al Ministerio Público presentar en
evidencia un informe forense que contiene declaraciones testimoniales hechas
con el propósito de probar un hecho en particular, mediante el testimonio de
otro científico que no fue el que firmó la certificación ni participó ni observó
cuando se hizo el análisis.
La opinión del foro federal, escrita por la jueza Ginsburg, fue emitida con vo-
tos 5-4, excepto por la parte IV y la nota al calce 6. En la misma se resuelve que el
testimonio subrogado no cumple con el requisito constitucional y que el derecho
del acusado es a ser confrontado con el científico que analizó su muestra y emi-
tió la certificación, a menos que ese científico no esté disponible y previo al jui-
cio, haya habido oportunidad de contrainterrogarlo.44 El Tribunal Supremo
aclara que en Meléndez-Díaz se negaron a crear una excepción forense. Los in-
formes científicos preparados para el fin de procesar criminalmente a una perso-
na acusada son declaraciones testimoniales, por lo tanto están sujetos a la cláu-
sula de confrontación.45
Cuando el Estado optó por utilizar la certificación realizada por el técnico de
laboratorio lo convirtió en testigo y el acusado tenía derecho a confrontarlo. 46 La
presencia o ausencia del juramento en los informes no los hace testimoniales. En
Meléndez-Díaz fueron hechos bajo juramento. En Bullcoming el informe no hab-
ía sido juramentado.47 Enfatiza el Tribunal Supremo federal que:
II. P U E B L O V . G A R A Y L Ó P E Z Y L A A U T E N T I C A C I Ó N D E D E C L A R A C I O N E S
JURADAS
se objetó ya que las declaraciones no fueron prestadas dentro del término de 120
horas establecido en el Artículo 523 de la Ley de Sustancias Controladas.53
El Ministerio Público replicó y presentó como testigo al fiscal Miguel López
Birriel, funcionario que autorizó las declaraciones y copias certificadas de su
Registro e Informe Mensual de Declaraciones Juradas. El Ministerio Público ar-
gumentó que los errores señalados eran subsanables mediante la presentación de
prueba adicional y que las referidas declaraciones debían ser admitidas en evi-
dencia. El Tribunal de Primera Instancia concluyó que ninguna de las declara-
ciones juradas presentadas por el Ministerio Público cumplió con las formalida-
des exigidas por la Ley Notarial de Puerto Rico y su Reglamento y que por ello
adolecían de defectos insubsanables e inadmisibles en evidencia a tenor con el
Artículo 523 de la Ley de Sustancias Controladas.
Por su parte el Tribunal de Apelaciones, en Sentencia emitida por el Juez
Carlos Rivera Martínez, revocó el dictamen recurrido declarando que si bien las
tres declaraciones adolecían de defectos, las mismas fueron autorizadas dentro
de los deberes ministeriales del fiscal y no bajo sus deberes como notario.
Además, determinó que los errores fueron subsanados por la evidencia adicional
presentada. Inconforme, Álvarez Pérez presentó recurso de certiorari ante el
Tribunal Supremo de Puerto Rico. La controversia se circunscribió a determinar
si bajo la Ley de Sustancias Controladas y la Ley Notarial se debían permitir en
evidencia las declaraciones juradas.
El Tribunal Supremo en Opinión emitida por el Juez Asociado Rivera García,
destaca que el uso de agentes encubiertos puede ser inquietante por lo que se
impone aumentada exigencia y rigor al examinar las actuaciones del agente en-
cubierto.54 El artículo 523 de la Ley de Sustancias Controladas establece que el
agente debe presentar ante un Fiscal, dentro de las 120 horas de consumado el
acto, una declaración jurada sobre su participación.55 Por otra parte, destaca el
Tribunal la incompatibilidad entre funciones del Ministerio Público y el Notaria-
do. Se enfatizó que “la Ley Notarial de Puerto Rico establece que el ejercicio de la
notaría es incompatible con cualquier otro cargo público cuando medie una
prohibición a tales fines”.56 Por disposición especial de ley, a los funcionarios
públicos y empleados del Departamento de Justicia se les permite tomar declara-
ciones juradas en el curso de sus investigaciones y trabajos ministeriales.
El Artículo 27 de la Ley Orgánica del Departamento de Justicia, especifica
que “un abogado podrá ejercer la práctica notarial como parte de las funciones
de su cargo, siempre que medie la autorización por escrito del Secretario”.57 Por
su parte, El Artículo 3 de la Ley para la Toma y Registro de Declaraciones Jura-
53 Ley de Sustancias Controladas, Ley Núm. 4 de 23 de junio de 1971, 24 LPRA § 2523 (2002).
54 Garay, 2011 TSPR 66, en las págs. 8-9.
55 24 LPRA § 2523 (2002).
56 Garay, 2011 TSPR 66, en la pág. 12 (citando a 4 LPRA § 2004).
57 3 LPRA § 293f (2004 & Supl. 2008).
412 REVISTA JURÍDICA UPR Vol. 81
cional se probaron los hechos necesarios para establecer la validez de las decla-
raciones.
Concordamos con la opinión concurrente de la jueza Rodríguez toda vez que
la evidencia circunstancial adicional demostró que los hechos ocurrieron el día
alegado y a la hora requerida, cumpliendo con el requisito de emitir las declara-
ciones dentro de 120 horas de haber ocurrido las transacciones de sustancias
controladas. No estamos ante un caso de suplir evidencia omitida, sino de de-
mostrar mediante otro testimonio la validez de las acciones recogidas en los
documentos.
III. U N I V E R S I D A D D E P U E R T O R I C O V . L A B O R D E T O R R E S Y E L
CONOCIMIENTO JUDICIAL DE HECHOS ADJUDICATIVOS
El apartado (B) de la Regla 201 de Evidencia de 2009, establece los dos crite-
rios por los cuales el tribunal puede adquirir conocimiento judicial. El primer
criterio es la notoriedad del hecho. Como señala el profesor Chiesa: “A mayor
64 Laborde Torres, 180 DPR en las págs. 275-76 (citando a Pérez v. Mun. De Lares, 155 DPR 697,
704 (2001)).
65 II ERNESTO L. CHIESA, TRATADO DE DERECHO PROBATORIO 1129 (1998).
66 R. EVID. 201, 32 LPRA Ap. VI, R. 201 (2010).
Núm. 2 (2012) DERECHO PROBATORIO 415
67 ERNESTO L. CHIESA, REGLAS DE EVIDENCIA DE PUERTO RICO 2009: ANÁLISIS POR EL PROF. ENESTO L.
CHIESA 104 (2009). El tribunal cita el ejemplo del milagro del Hudson que el Prof. Chiesa utiliza en su
análisis. Indica que el tribunal puede tomar conocimiento judicial de que un avión descendió en ese
río sin que nadie muriera. No obstante, éste no puede adquirir conocimiento judicial de los daños
sufridos por un determinado pasajero. Id.
68 CHIESA, supra nota 65, en las págs. 1137-1138.
69 Pueblo v. Marrero, 79 DPR 649, 658 (1956).
70 CHIESA, supra nota 67, en la pág. 104.
71 UPR v. Laborde Torres, 180 DPR 253, 279 (2010) (citando a Pons v. Rivera Santos, 85 DPR 524,
542 (1962)).
416 REVISTA JURÍDICA UPR Vol. 81
disidente, la juez asociada Anabelle Rodríguez destaca que del récord del caso no
surge una petición formal de tomar conocimiento judicial del voto preventivo de
huelga ni que se les hubiera dado oportunidad a los estudiantes para expresarse
sobre esa determinación.
En su inciso (D), la Regla 201 de Evidencia de 2009 establece:
(D) Las partes tendrán derecho a ser oídas en torno a si procede tomar co-
nocimiento judicial. De no haber sido notificada oportunamente por el Tribunal
o la parte promovente, la parte afectad podrá solicitar la oportunidad de ser oída
72
luego de que se haya tomado conocimiento judicial.
Referente a este asunto, el Profesor Chiesa indica que “[s]i la parte que solici-
ta que se tome conocimiento judicial bajo la Regla 201(B)(2) no le provee al tri-
bunal la información correspondiente, el tribunal no tomará conocimiento judi-
cial y la parte tendrá que presentar evidencia para probar el hecho adjudicati-
vo”.73
La juez Rodríguez destaca en su opinión que:
Indica la Juez Rodríguez que “[s]i ello fuera considerado como una solicitud
de toma de conocimiento judicial, debería[n] concluir que la misma [fue] una
sumamente vaga, por lo que el Tribunal deb[ió] denegarla de plano”.75 Incluso en
el escenario de tratarse de una toma de conocimiento judicial por iniciativa pro-
pia, debió garantizarse el derecho de las partes a ser escuchadas en torno a si
procedía la toma de conocimiento judicial, lo que toma mayor relevancia cuando
se realiza en la etapa apelativa.76
Concordamos con las expresiones de la juez Rodríguez a los efectos de que
se debió dar cumplimiento estricto a lo establecido en la Regla 201(D) y emitir
una orden de mostrar causa por la cual no se debía tomar conocimiento judicial
del hecho del voto preventivo de huelga. Si la fuente es como se indica en la opi-
nión disidente, artículos de periódico, los fundamentos esbozados para no tomar
conocimiento judicial sobre las expresiones hechas por los estudiantes a la pren-
sa debió ser aplicada de igual forma para no tomar conocimiento judicial del
voto de huelga. Con brindar a las partes la oportunidad de ser oídas antes de
tomar conocimiento judicial se hubiera subsanado el error.
CONCLUSIÓN