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Mis abuelos, coetáneos de los pioneros que hicieron posible la realidad del
trabajo social sanitario.
Les tocó vivir a lo largo del convulso siglo XX. La Primera Guerra Mun-
dial, el crac bursátil del 29 y la Gran Depresión, la Guerra Civil Española
y la posguerra, la Segunda Guerra Mundial, la crisis del petróleo…
Mary E. Richmond
Social Diagnosis (1917: 35)
Ida M. Cannon
Social Work in Hospitals: A contribution to progressive
medicine (1917: 1)
Richard C. Cabot
Social Work Essays on The Meeting-Ground Of Doctor And
Social Worker (1919: 177)
© Editorial UOC 13 Índice
Índice
Agradecimientos ....................................................................................... 15
Prólogo ......................................................................................................... 17
Capítulo I. Exordium
El «diagnóstico social sanitario» sin carga ideológica ..................... 31
El «diagnóstico social» y el «diagnóstico social sanitario» antes de 1917 .... 64
En aquel año 1917 cuando se publicó Social Diagnosis ................................ 87
De la National Conference on social welfare a la National
Conference of Social Work ....................................................................... 89
Visionarios, inquietos, rebeldes y éticos .................................................. 99
Ida M. Cannon publica social work in hospital: a contribution
to progressive medicine .......................................................................... 105
Mary E. Richmond publica Social Diagnosis .......................................... 112
Agradecimientos
esparció algunas de las semillas que han germinado y me han permitido escri-
bir este libro, por ello, «Gracias querida amiga, como ves no se perdió nada. El
camino ha sido otro al que pensamos, pero los avatares a los que me he referido
al principio lo han hecho mejor».
Estos últimos años son, con diferencia, apasionantes porque he encontrado
los apoyos necesarios para ir profundizando y estudiando todo lo referido a
esta disciplina, a la profesión que es el trabajo social sanitario. Por ello le doy
las gracias a Julio Villalobos por los artículos que me ha facilitado y que han
contribuido a enriquecer esas páginas. También doy las gracias a Josep Esteban
por aceptar con tanto entusiasmo la escritura del prólogo, por sus consejos
generosos. Como no podía ser de otra manera también agradezco a Teresa Fo-
noll y Luis Matías Álvarez el entusiasmo con el que se han unido a este pro-
yecto universitario en el que el protagonista es el «trabajo social sanitario».
Le agradezco a Montserrat Bacardit Busquet su alegría al enterarse de que la
Editorial UOC publicaría este libro sobre el «diagnóstico social sanitario».
Los avatares también propiciaron que Lourdes García y Borja Rodríguez-
Maribona, mis «titas asturianas», y Xili Noda, mi «tita tinerfeña», estuvieran en
Barcelona cuando Petruska, la cuatro patas conocida por todos, tuvo un fuerte
achaque que nos hizo temer por su vida. Mientras yo solo podía llorar, ellas nos
cuidaron. Ello interrumpió por unos días la escritura del libro pero de nuevo se
restableció el equilibrio.
Gracias también a los consultores y consultoras del Posgrado de Trabajo
Social Sanitario por su comprensión con mis largos silencios y por estar ahí
apoyándome.
Finalmente y de nuevo, gracias a los profesionales que a lo largo de estos
años, con sus dudas y observaciones, me han permitido ver numerosos ángulos
y, así, profundizar en la teoría y la práctica del diagnóstico social sanitario.
© Editorial UOC 17 Prólogo
Prólogo
social sanitario es la esencia misma del trabajo social sanitario, «el elemento
diferenciador de la profesión y de su propia acción».
Dos guías paralelas acompañan el desarrollo de la obra: la revisión histórica,
con una puesta en valor de los grandes pioneros del trabajo social sanitario
(Mary E. Richmond, Ida M. Cannon, Helen Harris Perlman, Richard C. Cabot y
otros), destacando tanto su contribución como su visión en la construcción de
los pilares de la actual profesión de trabajo social sanitario, así como también
de las últimas aportaciones. En segundo término, la permanente exigencia de
rigor científico a toda afirmación o conclusión que se expone, aplicando en la
construcción del corpus doctrinal el análisis más riguroso.
El paralelismo que la autora establece entre el diagnóstico médico y el diag-
nóstico social sanitario, analizado con rigor y exhaustividad, contribuye a mi
juicio a clarificar uno de los temas más absurdos que sabemos preocupan a no
pocos trabajadores sociales sanitarios, el del rechazo al diagnóstico al asociarlo
a la medicalización. Su aportación contribuye a cerrar un debate que solo be-
neficia a quien lo utiliza de excusa.
El rigor académico del libro lo hace merecedor de considerarse libro de texto,
de referencia, pero intuyo que no es ese el fin principal perseguido por Dolors
Colom Masfret. El objetivo intrínseco, que a mi juicio subyace, es promover
la rebeldía intelectual del lector ante una realidad profesional de los trabaja-
dores sociales sanitarios manifiestamente mejorable; no en la corta visión del
corporativismo profesional, sino en la noble causa de mejorar las competen-
cias de los trabajadores sociales sanitarios, su presencia en el sistema sanitario,
mediante la puesta en valor de principios y metodologías, algunos reconocidos
desde hace más de cien años, que, como el caso del diagnóstico social sanitario,
constituyen la esencia misma de la profesión.
La autora provoca con este libro la incomodidad del lector, la sed de cono-
cimiento, para aportar seguidamente los caminos para saciarla, y al hacerlo
abre nuevas dudas y apetencias que nos llevan a un ciclo virtuoso aumentan-
do nuestro saber. Y más importante, habituándonos a la reflexión, al análisis
crítico, a la apertura intelectual; y lo hace dirigiéndose principalmente a los
trabajadores sociales sanitarios pero también a los de otros campos. A todos
ellos recuerda este libro la visión y enseñanzas de los pioneros y maestros que
nos precedieron. De ellos extrae el ejemplo de actuación que propone, pero
permítame afirmar, lector amigo, que su propio ejemplo de creatividad, rigor,
constancia y método, plasmado en este libro, es la semilla misma de la rebeldía
a la que nos referimos.
El crecimiento de la profesión es el resultado del crecimiento profesional
de los que la ejercen. El crecimiento profesional se consigue con el esfuerzo, la
© Editorial UOC 19 Prólogo
Nota de la autora
1. Cabot, R. C., Social work; Essays on the meeting-groung of doctor and social worker. Boston and New
York. Houghton Mifflin Company. 1919: 3-150.
© Editorial UOC 25 Nota de la autora
borrar esta seudorrealidad que está desplazando poco a poco, pero sin pausa, el
centro de gravedad del trabajo social sanitario a intervenciones filantrópicas,
de buena voluntad y altruistas, pero que no son de trabajo social sanitario. Cor-
ta la respiración escuchar declaraciones políticas que dicen que para ahorrar
costes se va a promover el voluntariado y no lo profesional.
Por otra parte, supone un error de cálculo pensar y obstinarse, como hacen
algunos trabajadores sociales sanitarios, en que ello está tan enraizado en la
institución sanitaria que no se puede cambiar. Puede que sea difícil, puede
que lleve más o menos tiempo, pero todo se puede cambiar, y en este caso, se
debe. Es preciso deslastrarse cuanto antes de pretextos y diálogos internos que
apuestan más por el mantenimiento de statu quo con lo que hay que por el
resurgimiento de la profesión en su esencia. Olvídense, con una o dos entrevis-
tas, con el relleno de un formulario para completar una escala de valoración,
es simplemente frívolo, hablar de intervención social sanitaria. Para intervenir
hay que conocer qué pasa y para conocer qué pasa se debe diagnosticar.
Escucho a menudo «los sistemas de información no se pueden cambiar».
¿Cómo que no? Estos sistemas de información se diseñaron para recoger la in-
formación sobre ese esquema erróneo que toma por diagnóstico social sanita-
rio meras listas de problemas y, por tanto, deben cambiarse. Es inadmisible se-
guir alimentando el monstruo de la confusión, del error, para que no se enfade
y acabe devorándonos. No está en la naturaleza del trabajador social sanitario
de raza el «no nos movamos para que no nos vean». Lo que es de verdad, está
vivo, y lo que está vivo se mueve. Emulando un viejo dicho periodístico se debe
evitar caer en el «que la realidad no te estropee una buena noticia». Es inacep-
table que los errores, aun cuando se sabe que son errores, deban permanecer
maquillados para que los sistemas de información sanitarios sigan funcionan-
do. Un trabajador social sanitario que niega la realidad ha perdido el espíritu
de trabajador social sanitario, conservará el título, pero no el espíritu. Para los
trabajadores sociales sanitarios no debería existir el «eso no se puede».
Con este libro espero ayudar a cambiar esa realidad que debilita el ejercicio
diario y lo va arrinconando ante un inmovilismo generalizado. Espero que cada
cual pueda conjugar, por una parte, la teoría del «diagnóstico social sanitario» y,
por la otra, elaborar las fórmulas y algoritmos que permitan adecuarlo a los siste-
mas de información sin falsificar el elemento central del trabajo social sanitario.
Sé que quienes sostienen el libro en sus manos también buscan recabar evi-
dencias para defender la necesidad de que las historias clínicas de las personas
atendidas en el sistema sanitario, con el soporte que sea, incluyan el «diagnós-
tico social sanitario», siendo precisos, tal como se recomendará más adelante,
una «síntesis diagnóstica», de la misma manera que incluye el diagnóstico mé-
© Editorial UOC 27 Nota de la autora
3. Flexner señaló: «Las profesiones implican en esencial operaciones intelectuales con una gran
responsabilidad individual. Derivan su materia prima de la ciencia y del aprendizaje. Este mate-
rial lo trabajan hasta un extremo práctico y definido. Poseen una técnica educativa comunicable;
tienden a la autoorganización; llegan a ser cada vez más altruistas en la motivación». Palabras
pronunciadas por Abraham Flexner en su conferencia «Is social work a profession?» pronunciada
en la National Conference of Charities and Corrections. 1915: 581.
4. «El concepto de profesión es un concepto elusivo que ha sido desarrollado desde la sociología
en función de una serie de atributos como formación superior, autonomía y capacidad autoorga-
nizativa, código deontológico y espíritu de servicio, que se dan en mayor o menor medida en los
diferentes grupos ocupacionales que se reconocen como profesiones». Ley 44/2003, de Ordenación
de Profesiones Sanitarias (capítulo II).
© Editorial UOC 28 El diagnóstico social sanitario
Espero, además, contribuir a que los profesionales, con una simple lectura,
identifiquen los «diagnósticos sociales sanitarios» y los diferencien de aquellas
descripciones y retahílas que, aunque lleven el título o estén en un apartado
donde pone «diagnóstico social sanitario», no lo son y, lo peor, que están muy
lejos de serlo. La experiencia de los últimos años me ha permitido comprobar
que una de las grandes lagunas en el ejercicio del trabajo social sanitario es la
asunción o aceptación como diagnósticos sociales sanitarios de textos y descrip-
ciones que nada tienen que ver con ello. Son textos que pueden calificarse de
enunciados simples, descripciones de problemas, que distan mucho de cumplir
con los cánones exigidos por la ortodoxia del corpus teórico y las doctrinas que
se han ido generando sobre el «diagnóstico social sanitario». Pero si los trabaja-
dores sociales sanitarios lo aceptan como tal, ¿cómo pueden obrar los médicos
y las enfermeras? Pues se conducen de igual forma y es legítimo que, ante esta
acción simple y elemental, piensen que ellos también elaboran diagnósticos
sociales sanitarios. De todo ello se va a tratar en las páginas siguientes.
Deseo seguir contribuyendo a que se diferencie la ayuda gestada dentro de
los principios y valores del trabajo social sanitario de la ayuda generada den-
tro de otras esferas sociales también relacionadas, desde muy antiguo, con la
prestación de ayuda como la filantropía, la misericordia y la caridad. Cada una
© Editorial UOC 29 Nota de la autora
5. Richmond, M. E., En «Section meeting: Needy families». National Conference on Social Welfare.
1903: 558.
6. Perlman, H. H., So you want to be a social worker? New York. Harper & Row, Publishers. 1962: 39.
7. Woods, M. E., Hollis, F., Casework. A psychosocial therapy. Boston. McGraw Hill. 2000: 10-11.
© Editorial UOC 30 El diagnóstico social sanitario
Todos los ejemplos presentados a lo largo del libro se han dado dentro del
sistema sanitario español, algunos en el estadounidense, y he sido parte o
testigo directo, también indirecto, de ellos. Algunos corresponden a los años
transcurridos en la asistencia directa, otros a los años dedicados a la gestión de
servicios de trabajo social sanitario hospitalario y otros, a la última época como
free lance desarrollando actividades de consultoría, asesoría, organización de
servicios sanitarios, investigación y docencia, todo ello, en gran parte, no en
exclusiva, directamente relacionado con el trabajo social sanitario. Otros los
tomaré prestados de los pioneros, ellos y ellas, o de autores contemporáneos.
El contenido teórico de este libro va dirigido a todos aquellos diplomados
o graduados en trabajo social que, con independencia del ámbito en el que
estén ejerciendo, deseen apoyar sus intervenciones en el «diagnóstico social»
y concretamente en el «diagnóstico social sanitario». No sólo ello, investigar y
desarrollar el trabajo social en su campo profesional tomando como punto de
partida el estudio de los diagnósticos sociales elaborados y los tratamientos so-
ciales que dichos diagnóstico han sostenido para desembocar en un bienestar
personal y social medible y tangible. Los beneficios del trabajo social, trabajo
social sanitario en particular, no son una cuestión de fe. Están ahí, la literatura
científica, especialmente la sajona, desborda artículos con resultados que per-
miten manejar valores y números índice.
Como es costumbre habitual en los libros y artículos que he publicado en
este siglo XXI, seguiré mostrando abiertamente la admiración por los precur-
sores y precursoras que con tanto esmero y precisión detallaron los primeros
fundamentos del bienestar a través de una profesión grandiosa como es el tra-
bajo social sanitario. Grandiosa porque a sus profesionales nada les impide ir
más allá, salvo ellos mismos, grandiosa porque es capaz de integrar disciplinas
y realidades generando bienestar real. Grandiosa porque no se rinde ante las
adversidades. A ellos, a ellas, les seguiré dando voz para que sus textos abracen
a los lectores y a las lectoras, como hicieron conmigo. Les cederé una y otra vez
la palabra para que lleguen con su propia lógica y no, involuntariamente, con
una voz impostada por mi particular modo de interpretarles. Ellos y ellas, un si-
glo más tarde, siguen esparciendo ante los trabajadores sociales sanitarios las si-
mientes de una profesión pensada para obrar en un mundo repleto de posibili-
dades y, si éstas escasean, esa profesión que es el trabajo social sanitario es capaz
de crearlas. No guardemos las simientes en el bolsillo, ahí no van a crecer. Sem-
brémoslas, reguémoslas y cuidémoslas con la paciencia que permitirá sus brotes.
Capítulo I
Exordium. El «diagnóstico social sanitario»
sin carga ideológica
A lo largo de las páginas que siguen, los trabajadores sociales sanitarios ve-
rán que el «diagnóstico social sanitario» es parte del ejercicio profesional y que,
asumiendo la doctrina expuesta en las definiciones de los diferentes autores y
autoras, traspasa lo esencialmente narrativo y descriptivo. La narración en este
caso es una herramienta de comunicación, no de intervención, y la descrip-
ción, una herramienta de registro para evitar el olvido o la confusión. Se en-
contrarán con que el «diagnóstico social sanitario» no encierra ninguna litur-
gia, ningún misterio, exige sólo: observación, método, sistemática, objetividad
y denominación discernida. Se darán cuenta enseguida de que el «diagnóstico
social sanitario» puede considerarse como tal, si quien lo elabora, además de
ser trabajador social sanitario, aplica estos principios y requisitos exigidos que
son la precisión del camino recorrido y lo garantizan como el camino que se
debía recorrer. Todos los principios del diagnóstico, sin adjetivos, se irán de-
sarrollando y tratando a lo largo del libro. Comprobarán que el resultado de
la narración, pudiendo ser más o menos certera, puede no ser un «diagnóstico
social sanitario», simplemente porque no se han seguido las fases y no cumple
con los puntos que lo convierten en tal. Y la gran mayoría sentirá que el «diag-
nóstico social sanitario» les identifica con su profesión, les da la entidad que
los diferencia de otros profesionales que también pueden ver las dificultades de
las personas enfermas, de sus familias en su medio ambiente.
Ni el «diagnóstico social sanitario» ni el «diagnóstico médico» son acertijos
o juegos de azar en los que se apuesta por el rojo o el negro. El refrán «No es
oro todo lo que reluce» ilustra el argumento: No todo lo que aparenta ser un
«diagnóstico social sanitario» lo es. Ello lo sabe sobre todo quien lo elabora que
inscribe en su forja una ética, un compromiso, una función y una acción.
Conviene precisar desde el principio, a lo largo del libro se insistirá en ello,
que no se está hablando de «descripción de problemas sociales sanitarios» sino
© Editorial UOC 32 El diagnóstico social sanitario
9. Cabot, R. C., Social service and the art of healing. New York. Moffat, Yard and Company. NASW
Classic Series. 1915: 75.
© Editorial UOC 34 El diagnóstico social sanitario
tenido del «diagnóstico social sanitario». Debe evitarse confundir la paella con
la cazuela. Hoy por hoy, ésta es la primera responsabilidad de profesional, rei-
vindicar los contenidos de la profesión y ejercerlos, satisfacer las fases de los
procedimientos y de los protocolos que se vayan definiendo y aplicarlas, pero
en ningún caso se puede dejar de lado el «diagnóstico social sanitario». En
definitiva, se trata de desestimar aquello que no se corresponde con los conte-
nidos teóricos ni con el ejercicio del trabajo social sanitario y, por el contrario,
responde a lo que otros, desde el desconocimiento, se imaginan. Es una praxis
dudosa la búsqueda de ayudas que maquillen el síntoma.
Algunos resultados se valoran desde la subjetividad de la persona, ello no
les quita valor pero tampoco garantiza nada, salvo la percepción. Son los resul-
tados objetivos medidos mediante indicadores de evaluación profesional los
que certifican que aquella infección ha desaparecido, o en el campo social, que
aquella ansiedad para afrontar el día a día después de un infarto se ha mitigado.
Cada profesional es responsable de aplicar a su campo particular las bases
y principios del trabajo social sanitario. Es importante, hablando en términos
generales, que allá donde el diagnóstico social no sea un ejercicio habitual se
recupere, siendo ello un valor tanto para los trabajadores sociales generalistas
como para los especialistas. Se ha señalado en páginas anteriores, en términos
generales, el «diagnóstico social» no se puede confundir con la «valoración
técnica». Son dos conceptos diferentes pues mientras el «diagnóstico social» se
identifica con el trabajo social, la «valoración técnica» se identifica con cual-
quier técnico. En los establecimientos donde se adopte el concepto de «valo-
ración técnica», el intrusismo profesional se sirve en bandeja de plata. Con la
reinstauración del «diagnóstico social sanitario» al día a día, a la práctica diaria,
las viejas prácticas quedarán obsoletas y poco a poco dejarán de formar parte
de la realidad diaria, las acciones o actividades reactivas y espontáneas sufra-
gadas en la intuición y resueltas con la burocracia. Ello sin negar la necesidad
de la atención profesional individualizada, se desarrolla en páginas posteriores,
como exponente de habilidades y pericia profesional que debe quedar acepta-
da y circunscrita a los servicios denominados de acogida, de emergencia, o a la
presencia de situaciones inesperadas.
Todo lo dicho permite señalar que el «diagnóstico social sanitario» nada
tiene que ver con puntear en una plantilla los problemas o dificultades psi-
cosociales y sociales de las personas enfermas, de sus familias. Tampoco tiene
que ver con asociar dichos problemas a recursos comunitarios como quien
busca un sombrero para una testa. Los problemas suelen verlos todos los pro-
fesionales con experiencia y los recursos una vez conocidos están al alcance
de cualquiera. Incluso los ciudadanos con cierto grado de atención ven los
© Editorial UOC 35 El «diagnóstico social sanitario» sin carga ideológica
En una versión posterior del libro escribían sobre las implicaciones persona-
les y sociales asociadas al diagnóstico médico.13 Y abundando en el argumen-
11. Hamilton, G., «Refocusing family case work». National Conference on Social Welfare.
1931:174.
12. Hollis, F., Woods, M. E. Casework. A psychosocial therapy. Third Edition. New York. Random
House. 1964: 382.
13. Woods, M. E., Hollis, F., Fifth Edition. 2000; 307.
© Editorial UOC 38 El diagnóstico social sanitario
14. Woods, M. E., Hollis, F. (1930). Casework. A psychosocial therapy. Boston. McGraw Hill. Pág. 309.
© Editorial UOC 39 El «diagnóstico social sanitario» sin carga ideológica
15. Doval, L., ápud Iglesias, M. J. «Análisis del concepto de diagnóstico en educación» en A educación
en perspectiva. Homénaxe o profesor Lisardo Doval Salgado. A Coruña. 2000: 587-588.
16. Laín Entralgo, P., op. cit. 1981: 11.
17. http://www.elcastellano.org/palabra.php?q=diagn%F3stico [Consulta 7 de agosto de 2012]
© Editorial UOC 40 El diagnóstico social sanitario
«diagnóstico». Sería muy poco fiable que la ciencia, en este caso, el trabajo
social sanitario, se apoyara en un baile de conceptos y cada cual tomara el que
más le conviene o el que más le gusta en cada momento.
Cuando un profesional, en cualquier disciplina, elabora un «diagnóstico»,
su primera responsabilidad es la de distinguir, discernir, discriminar, juzgar a
través del conocimiento adquirido en su formación y la experiencia a través
de su ejercicio profesional aplicando este conocimiento. Se trata de un cono-
cimiento científico, no debe confundirse con exacto, un conocimiento adqui-
rido y validado, un conocimiento que se ha puesto en práctica al servicio de
las personas enfermas o en riesgo de enfermar, un conocimiento que cada pro-
fesional va autoorganizando con los años pero que le es reconocido, además
de socialmente, por los otros profesionales y por los organismos competentes
como la universidad o institutos de formación. El conocimiento científico se
diferencia del conocimiento vulgar o común en que mientras el primero impli-
ca estudio, una práctica, una comprobación de que se ha adquirido, el segundo
se adquiere por contacto o puro azar en el propio vivir y, podría no haberse
adquirido sin que a la persona le afecte esa carencia. El observador profesional
actúa de acuerdo con su pericia y saber18 y necesita este conocimiento para evi-
tar que su acción se reduzca a la pura especulación: «si lo acierto lo adivino».
El observador casual actúa de acuerdo con el instinto y reacciona ante aquello
que más llama su atención pero no sigue ningún criterio, ningún método, más
allá de su sentido común.
Entonces ¿qué significa la aplicación de la palabra «diagnóstico» al campo
del trabajo social sanitario? En primera instancia, lo mismo que en cualquier
otro campo. La diferencia la señalarán los valores y principios, las doctrinas del
trabajo social sanitario incluidos en las diferentes definiciones de «diagnóstico
social» o «diagnóstico social sanitario» construidas a lo largo de los años por
los diferentes eruditos.
Se habla de problema y ello invita a abrir un paréntesis para definir la pa-
labra «problema» y asegurar la misma base para todas las personas que estén
entre las páginas de este libro. La RAE ofrece muchas definiciones, sin embargo,
las que más se adecuan al trabajo social sanitario son:
18. Anguera, T., Metodología de la observación en las ciencias humanas. Madrid. Editorial Cátedra.
1985: 20-21.
19. http://lema.rae.es/drae/?val=problema [Consulta 24 de julio de 2012]
© Editorial UOC 42 El diagnóstico social sanitario
Cuando la persona expone lo que para ella son adversidades que le dificul-
tan la consecución de algún fin, el trabajador social sanitario siempre piensa
«¿Qué me está tratando de decir?», «¿Cuál es el problema o problemas que
presenta esta persona?». Y para ello, para desentrañar la cuestión, no le queda
más remedio que iniciar el procedimiento o el protocolo de trabajo social sani-
tario que corresponda, el cual le llevará de manera natural y lógica, se subraya
lógica, a la elaboración del «diagnóstico social sanitario».
Pensando en el problema, ¿se puede considerar que es lo que cuenta la per-
sona, su familia?, ¿es lo que explican los profesionales?
Si se presta atención a estas primeras aportaciones de quienes inician el mo-
vimiento de pedir ayuda al servicio de trabajo social sanitario, éstas obedecen
más a la manifestación del problema que al problema en sí, que casi siempre se
debe deducir. La manifestación del problema es lo que lleva a la persona, a los
demás profesionales, a pedir ayuda profesional al trabajador social sanitario,
buscan la ayuda del especialista. Y para éste toda aportación e información
que le llega envolviendo al problema o problemas, ese relato de su manifesta-
ción, forma parte de las fuentes de información y contribuye a enriquecer el
análisis y estudio que permitirá aproximarse al problema real. Luego llegará
la elaboración del «diagnóstico social sanitario» para planificar el tratamiento
u orientación mediante los recursos formales e informales, pero sobre todo
reforzando las fortalezas, las capacidades, la autoconfianza y la autoestima, el
autocuidado, los propios deseos de mejora de la persona enferma. La persona
enferma o en riesgo de enfermar es el cliente del trabajador social sanitario.
Y salvo que el médico o el juez indiquen lo contrario, es esta persona la que
tiene las claves del «problema». Ella con su propia narración, puesto que en
ella se encierra su vivencia, su emoción, su desgarro, su alegría, ilustrará cuales
pueden ser los problemas y su naturaleza. Pero en esta misma persona también
se encuentran, y el trabajador social sanitario tiene que saberlas ver y extraer,
sus expectativas, sus anhelos, sus posibilidades, su energía vital, su autodiag-
nóstico, su camino. El autodiagnóstico de la persona constituye uno de los
puntos claves del «diagnóstico social sanitario» y permite a la persona, a la
familia, el regreso a su cotidianeidad o le lleva, si es necesario, a transformarla.
Determinadas cotidianeidades resultan tóxicas por lo que sería un paso atrás
querer mantenerlas una vez identificadas. El «diagnóstico social sanitario» da
relieve a todo ello. Véase el siguiente mapa conceptual que ilustra el concepto
«diagnóstico» aplicado al trabajo social sanitario.
© Editorial UOC 43 El «diagnóstico social sanitario» sin carga ideológica
Para cerrar este asunto y a modo de ejemplo, sobre los problemas psicoso-
ciales, es importante señalar dos ángulos:
Se trata de un ejemplo muy elemental, pero que permite dibujar una frontera
entre ambos conceptos, los cuales formarán parte del «diagnóstico social sani-
tario» una vez se hayan definido, interpretado, contextualizado y reconducido.
© Editorial UOC 45 El «diagnóstico social sanitario» sin carga ideológica
20. Bradshaw, J., Una tipologia de la necessitat social. Generalitat de Catalunya, Departament de Sani-
tat i Seguretat Social. Instruments de Prospecció de Serveis Social 1. 1983.
© Editorial UOC 46 El diagnóstico social sanitario
21. Engel, G., «The need for a new medical model: a challenge for biomedicine». Science, 8 April. Vol.
196. Núm. 4286. 1977: 129-136.
© Editorial UOC 49 El «diagnóstico social sanitario» sin carga ideológica
Grupo
Hospital 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009
Total Altas 6,83 6,96 6,97 7,03 7,17 7,17 7,25 7,25 7,27
Menos de
200 camas 6,35 6,22 6,16 6,26 6,47 6,49 6,57 6,64 6,48
200-500
camas 7 7,15 7,19 7,25 7,46 7,47 7,67 7,75 7,78
500-1.000
camas 7,04 7,25 7,22 7,33 7,46 7,37 7,37 7,39 7,51
Más de
1.000
camas 6,68 6,83 6,9 6,87 6,88 6,96 6,99 6,82 6,81
Tabla y gráfica 1. Tasa de reingresos. Fecha de emisión: 28/04/2012. Eje de análisis: Serie temporal
Fuente: Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. Agencia de Calidad del Sistema Nacional de Salud. Instituto de
Información Sanitaria. Registro de altas hospitalarias del Conjunto Mínimo Básico de Datos (CMBD) de los hospitales del Sistema
Nacional de Salud. Elaboración: Dolors Colom
Cada servicio de trabajo social sanitario, casi todos trabajan con sistemas
de información, cuenta en su haber con la posibilidad de calcular sus números
índice pudiendo comparar aquellos grupos de población atendidos dentro de
uno u otro modelo. La decisión de aplicar el «modelo biopsicosocial» frente
al «modelo médico» no debe ser en ningún caso una cuestión de fe como a
veces se puede insinuar dando a entender que no hay datos que lo avalen. Es
cierto que no hay una avalancha de datos, pero los hay. La evolución de los
indicadores resuelve las suposiciones presentes y las futuras. Las experiencias
© Editorial UOC 50 El diagnóstico social sanitario
aisladas revelan que esa desconexión, que algunos médicos realizan, entre la
enfermedad y las diferentes esferas del enfermo, a medio plazo, convierte al
«modelo médico» en óbice de sí mismo para mantener los resultados y bene-
ficios obtenidos en la intervención tanto desde el punto de vista individual
como colectivo.
Un paréntesis para ilustrar, mediante una experiencia aislada pero fáctica,
esta afirmación a favor del «modelo biopsicosocial» como optimizador de re-
cursos propios e institucionales frente al «modelo médico» globalmente menos
eficaz y sobre todo menos eficiente. Es preciso asumir las limitaciones de los
resultados que se describen a continuación, los cuales se remontan a los años
1985, 1986 y 1994. Los resultados se inscriben dentro del «Procedimiento del
programa de la planificación del alta hospitalaria» desarrollado en el servicio
de trabajo social sanitario del Hospital de Sant Andreu de Manresa y posterior-
mente Hospital General de Manresa, hoy ambos transformados. Se toma la po-
blación mayor de 65 años que ingresó en el hospital. Por una parte la atendida
dentro del «modelo médico».Eran personas que aún presentando algún criterio
de riesgo psicosocial, el segundo screening de trabajo social sanitario descartó
el seguimiento. Por tanto, se trataba de una población en la que el servicio de
trabajo social sanitario no intervino después de dicho screening. Esta población
se compara con la del mismo grupo atendida dentro del «modelo biopsicoso-
cial» y que el screening arrojó la presencia de dificultades psicosociales.
El primer grupo de población presentaba criterios de riesgo psicosocial pero
éstos no significaban problemas. El segundo presentaba criterios de riesgo psi-
cosocial y éstos suponían problemas. Se estudia la evolución del tiempo de
hospitalización, un indicador objetivo y orientativo.
En la tabla y gráfica que sigue, puede verse que mientras la población aten-
dida dentro del «modelo médico» pasa en diez años a incrementar su tiempo
de hospitalización en casi tres días. La atendida dentro del «modelo biopsico-
social», aun presentando problemas psicosociales, los reduce en cuatro y me-
dio. Es preciso señalar que mientras el primer grupo no presentaba ningún
problema psicosocial asociado, de ahí que su estancia media de la categoría sea
más reducida, el segundo sí, lo que justifica que, en este caso, la estancia media
de la categoría, sea más elevada. Sin embargo, lo importante de ver aquí es la
tendencia del indicador estancia media de ambos grupos de población según
la aplicación de uno u otro modelo sanitario. Queda patente que el modelo
médico, al menos en las personas que presentan criterios de riesgo psicosocial,
es menos eficaz y eficiente que el modelo biopsicosocial.
© Editorial UOC 51 El «diagnóstico social sanitario» sin carga ideológica
Subgrupo población
Año 1985 Año 1986 Año 1994
Población de 65 años
Modelo médico 10,9 12,1 14
Población de 65 años
Modelo biopsicosocial 28,5 25 23
Tabla y gráfica 2. Evolución de la estancia media de la población según el modelo asistencial. Fuente: Hospital objeto de estudio –
Hospital de Sant Andreu de Manresa y Hospital General de Manresa 1985-1994 – Elaboración: Dolors Colom
El cliente siempre se asume como parte protagonista del servicio que está
recibiendo. Para definir dicho servicio el cliente también ha sido parte activa
del estudio realizado sobre los componentes que le afectan y requieren algún
tipo de tratamiento. Ciertamente las personas hoy están expuestas a más inputs
que hace años y ello obliga a los profesionales del trabajo social sanitario a ac-
tualizar sus métodos de análisis, valoración y diagnóstico, para poder abarcar
más que la misma persona. Las TIC, por ejemplo, han supuesto una auténtica
desorganización de los procedimientos tradicionales de intervención y el uso
de escalas ha puesto el acento en la patología, en los déficits y en la exclusión
cuando la persona, a pesar de sus muchas dificultades, no llega al valor proble-
mático estimado. En la mano de los profesionales del trabajo social sanitario
está cambiarlo. Ello no lo cambiará ni el médico, ni el gerente, ni la enfermera,
ni la auxiliar, nadie lo cambiará salvo el trabajador social sanitario.
Por poner otro ejemplo sobre este prejuicio de medicalizar el «diagnósti-
co social sanitario», años más tarde, Francis J. Turner puso sobre la mesa este
mismo hecho que se va repitiendo sin cesar, la disconformidad con el uso del
término «diagnóstico». Escribía Turner refiriéndose al «diagnóstico social»:
25. Richmond, M. E., What is social case work? An introductory description. New York. Russell Sage
Foundation. 1922: 171.
© Editorial UOC 55 El «diagnóstico social sanitario» sin carga ideológica
26. Flexner, A., Is social work a profession?. National Conference on Social Welfare, 1915: 581.
© Editorial UOC 56 El diagnóstico social sanitario
27. Sloterdijk, P., «Reflexión previa: Pensar el espacio interior». Esferas I. Madrid. Ediciones Siruela.
2003: 85-100.
© Editorial UOC 57 El «diagnóstico social sanitario» sin carga ideológica
28. Sontag, S., La enfermedad y sus metáforas. Barcelona. Muchnik Editores. 1981.
© Editorial UOC 58 El diagnóstico social sanitario
29. Corcoran, J.; Walsh, J., Clínical Assessment and Diagnosis in Social Work Practice. Oxford. Oxford
University Press. 2006: 64-89.
30. Cox, C. B., Dementia and social work practice: research and interventions. New York. Springer pu-
blishing company. 2007.
31. Smith, L. L., «Helping to manage the emotional effects of arthritis», en Turner, F. J., Differential
diagnosis and treatment in social work. New York. The free press. 1976: 351-369.
32. Engelmann, M. W., «The diabetic client», en Turner, F. J., Differential diagnosis and treatment in
social work. New York. The free press. 1976: 413-419.
33. Brodland, G. A., Andreasen, N. J. C., «Adjustment problems of the family of the burn patient»,
en Turner, F. J., Differential diagnosis and treatment in social work. New York. The free press. 1976:
370-379.
© Editorial UOC 59 El «diagnóstico social sanitario» sin carga ideológica
Estos resultados, por ejemplo, justifican que los procedimientos y los proto-
colos de trabajo social sanitario incluyan un apartado específico sobre los cam-
bios en el núcleo de convivencia prestando especial atención a las personas
que viven solas dado que, como muestra la gráfica, después del ingreso cerca
de un 40% no regresará a su casa. Este dato obliga a este hospital a trabajar
sobre este aspecto, a diseñar algún paso en el procedimiento que ayude a tratar
este cambio y los aspectos psicosociales que lo envuelven. Es evidente que el
no poder regresar a casa después de una hospitalización supone un duro golpe
para la persona. Ello lleva a identificar las mejores técnicas de intervención
para aliviar y trabajar la angustia, el duelo, la negación, la aprensión, etcétera.
Cada realidad requerirá una intervención diferente y es ahí donde el concep-
to primario de «diagnóstico», discernir, diferenciar, etcétera, cobra sentido en
la intervención. De nuevo se hace necesario el «diagnóstico social sanitario»
puesto que sería muy poco fiable responder con una intervención reactiva, u
homogénea, sobre todas las personas que ingresaran y vivieran solas sin parar-
se en diagnosticar su situación. Para intervenir se requiere la confirmación de
las circunstancias que justifican los condicionantes de la intervención, ello se
inscribe en el «diagnóstico social sanitario».
Alguien puede decir que ya se sabe que el ingreso hospitalario, a veces, cam-
bia el núcleo de convivencia. Cierto, pero, esas veces ¿cuántas son? ¿Por qué
se sabe? Y lo más importante ¿qué significa en la interioridad de la persona?
Ello se conoce, porque otro alguien lo ha estudiado, lo ha medido, ha compro-
bado que se repite y ha calculado la frecuencia, ha visto en ello un patrón de
comportamiento y ha observado diferentes emociones. Ante una misma causa,
© Editorial UOC 61 El «diagnóstico social sanitario» sin carga ideológica
por ejemplo «el vivir solo y sufrir una hospitalización», el arbolado de efectos
posteriores se va extendiendo al igual que la misma existencia de las personas,
pero el trabajador social sanitario tiene un amplio conocimiento de ello, de lo
que ocurre y ese conocimiento es el que utiliza para elaborar el «diagnóstico
social sanitario» que le permitirá diferenciar una necesidad de otra. Se puede
estudiar, en el establecimiento en cuestión, cómo se distribuyen los cambios
sin que ello pueda interpretarse como un determinismo para los nuevos casos,
pero cada servicio contará con sus propias tendencias.34 Por ejemplo, ¿cuál es
la percepción de ayuda de las personas que se atiende? ¿Cuál es la demanda
de servicios? ¿Cuántas personas se valen de sus recursos propios? ¿Cuál es el
mejor método de apoyo para prevenir el aislamiento después del alta? O ¿cuál
es el mejor tratamiento para prevenir la claudicación de la cuidadora? Etcétera.
Todo ello pertenece a la intervención desde el trabajo social sanitario y, se insis-
te, sería inaceptable que ello se abordara sin un «diagnóstico social sanitario»
que lo avalara y permitiera tratar a todas las personas aplicando el mismo mé-
todo. En el trabajo social sanitario, como en las muchas disciplinas dedicadas
a lo humano, no se puede hablar de determinismo pues ante una misma causa
las personas, a priori, pueden recorrer caminos diferentes que producen efectos
diferentes, si bien, como se ha señalado, será a posteriori cuando se mostrarán
las tendencias y se podrán establecer posibles mapas de actuaciones. Escribe el
profesor Escohotado acerca del determinismo:
«El determinismo dice que las mismas causas producen los mismos efectos,
siguiendo todo sistema la pauta de sus condiciones iniciales, y siendo por eso
calculable o adivinable. Pero tropezamos a cada paso con sistemas “sensibles” a
esas condiciones iniciales, que responden a microcambios con macrocambios y
presentan la necesidad como resultado de aleatoriedades. […] Tratándose de una
sociedad como la nuestra nada sabemos a ciencia cierta, salvo que exhibe tam-
bién un orden por fluctuaciones, derivado de haber ido –eligiendo– en sucesivos
puntos de bifurcación».35
34. Vejlgaard, H., Anatomía de una tendencia. Una mirada fascinante a los patrones y su origen. México.
McGraw Hill Interamericana. 2008: 6-9.
35. Escohotado, A. Caos y orden. Madrid. Espasa Calpe. 1999: 11-14.
© Editorial UOC 62 El diagnóstico social sanitario
Otro concepto que está vivo en todos los casos sociales sanitarios es el de
la resilience,36 la capacidad de cada uno para soportar la nueva situación, para
aguantar el sufrimiento, el dolor.
Así el trabajo social sanitario es testimonio de realidades personales mientras
se están manifestando, pero no es capaz de establecer a priori cómo la persona
enferma, su familia, los afrontará y vivirá. Con frecuencia se pide al servicio de
trabajo social sanitario certezas que desde la responsabilidad son imposibles.
Pero en sus posibilidades está apoyarse en la realidad particular (demográfica,
epidemiológica, económica, política, etcétera) y establecer modelos de com-
portamientos psicosociales, de las mismas personas y de los mismos profesio-
nales, cuya probabilidad se refuerza en determinados diagnósticos médicos. El
siguiente ejemplo, fechado en 2005, es muy ilustrativo. Ante un diagnóstico de
VIH/sida se observó que las mujeres mayores quedaban excluidas, virtualmen-
te ignoradas por los médicos, los investigadores, pero incluso por ellas mismas
puesto que no se consideraban como potenciales enfermas.37 Esta realidad su-
puso para los autores, trabajadores sociales sanitarios, desarrollar una propues-
ta de reforzamiento de los soportes de las redes sociales de los mayores, sobre
todo de las mujeres, por parte de los profesionales que trabajan con mayores,
quienes debían tener en cuenta esta circunstancia a la hora de planificar una
mejor atención a las mujeres mayores, no solo psicosocial, también médica.
Dicho esto, y para acabar este previo dedicado a descargar el concepto de
«diagnóstico» de la ideología, es preciso preservar el sentido semántico del
término «diagnóstico» en su versión más simple. Ese sentido es el que debe
prevalecer para comprender el «diagnóstico social sanitario» en sí mismo sin
caer en maneras, interpretaciones y actitudes de otras profesiones que estando
entroncadas con la atención a la persona enferma, la ven y la tratan desde dis-
ciplinas diferentes y, por tanto, ópticas diferentes. Se trata de aplicar el sentido
más básico y primario del concepto al campo profesional que corresponda, sea
la medicina, la educación, la sociología, la economía, etcétera, en este libro, el
trabajo social sanitario. Lo explica muy bien Lisardo Doval, citado y parafrasea-
do por María José Iglesias, en este caso desde la óptica de la pedagogía:
etcétera. Sabido es pues que cada palabra tiene su propio recorrido histórico y es
necesario que el lenguaje científico respete el campo semántico que aquella les
ha conferido».38
38. Doval, L., ápud Iglesias, M. J., «Análisis del concepto de diagnóstico en educación». En: A educa-
ción en perspectiva. Homénaxe o profesor Lisardo Doval Salgado. A Coruña. 2000: 587-588.
39. Doval, L., ápud Iglesias, M. J. «Análisis del concepto de diagnóstico en educación», en: A educa-
ción en perspectiva. Homénaxe o profesor Lisardo Doval Salgado. A Coruña. 2000: 587-588.
© Editorial UOC 64 El diagnóstico social sanitario
El corte en el año 1917 obedece a que fue en este año cuando Mary E. Ri-
chmond publicó Social Diagnosis,40 el libro que catapultó esa nueva forma de
ayudar basada en el trabajo social de las charity organization societies y el trabajo
social sanitario en los establecimientos sanitarios.
¿Cuándo se introduce el concepto de «diagnóstico social», se puede añadir
«diagnóstico social sanitario», dado el desarrollo que éste tuvo en el sistema
sanitario, en el lenguaje habitual de los profesionales, en las instituciones? Las
siguientes páginas buscan sobre todo vincular a los trabajadores sociales sani-
tarios, ellos y ellas, a la filosofía que desembocó en el método. Recorriendo el
camino se verá la similitud que algunos trazos presentan con la actualidad.
Lo primero que destaca es el vínculo entre la medicina y el trabajo social en
general y el trabajo social sanitario en particular. El apoyo, unas veces teórico,
otras metodológico, otras social, otras académico, se patentiza en numerosos
textos, algunos de los cuales se analizan en las páginas que siguen sobre todo
por su valor teórico-práctico y su suscripción a la elaboración del diagnóstico
profesional en cualquiera de los ámbitos en los que el trabajo social estuviera
40. Richmond, M. E., Social Diagnosis. New York. Russel Sage Foundation. 1917.
© Editorial UOC 65 El «diagnóstico social sanitario» sin carga ideológica
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t-BHFOFSBDJØOEFMJUFSBUVSBZCJCMJPHSBGÓBDJFOUÓmDB
41. Weller, Ch. F., «Relief and Prevention». National Conference on Social Welfare. 1902: 265-277.
© Editorial UOC 66 El diagnóstico social sanitario
Mapa conceptual 5. Puntos que según Weller soportan la organización profesional y disciplinar
Nueva York. La plaza la ocupó Janet Thornton, escribe el autor42 «Para ayudar
a los pacientes con el componente social de la enfermedad». El autor se basa
en un archivo de cartas de la familia al que ha tenido acceso. Todo un hallazgo
que añade otro nombre a estos pioneros, el de Janet Thornton, quien más tarde
trabajó con Ida M. Cannon en el Massachusetts General Hospital. En paralelo,
el autor señala al Massachusetts General Hospital como el hospital que contó
con el primer servicio de trabajo social sanitario. Así diferencia una plaza de un
servicio. Ahí queda esta ventana abierta, pues la entrega del libro es inminente.
En cualquier caso pertenece a la historia de la profesión y no tanto, al menos a
priori, a la historia del «diagnóstico social sanitario», pero el tiempo dirá.
Dicho esto, en 1905 se creaba la plaza que ocuparía Garnet Isabel Pelton
en el Massachusetts General Hospital, pero no fue hasta 1910 cuando Ida M.
Cannon,43 como responsable del Servicio Social Médico (nombre originario)
del mismo hospital, propuso que el «diagnóstico social sanitario» vinculara
el trabajo social sanitario a la medicina. Su tesis era que los médicos estaban
utilizando cada vez más el «diagnóstico médico» y los trabajadores sociales, en
paralelo, debían utilizar el «diagnóstico social sanitario». Un argumento bien
sencillo.44 Según Ida M. Cannon, ambos diagnósticos eran necesarios para la
buena atención sanitaria y psicosocial. Se verá a lo largo de las páginas que
siguen el paralelismo en el desarrollo de las dos disciplinas en un tiempo en
que las ciencias médicas y las ciencia sociales estaban tomando la consistencia,
el carácter experimental y aplicado tal como hoy se las conoce. La medicina
actual y el trabajo social sanitario actual se cincelan, como el resto de las dis-
ciplinas actuales en fondo y forma, entre mediados y finales del siglo XIX y
principios del siglo XX.
Uno de los iconos de la medicina moderna, como hoy se la concibe, fue el
Dr. William Olser, conocido por ser uno de los fundadores del Johns Hopkins
Hospital en 1889.45 El Dr. William Olser fue para Mary E. Richmond un claro
42. Sedgwick, T. W., «Early Hospital Social Work Practice: The Life and Times of Janet Thornton».
Journal of Women and Social Work, 27(2). 2012: 212-221.
43. Pioneering a profession: A history of social work innovation at the MGH, 1905-2005.
En <http://www.mghpcs.org/socialservice/Documents/HistoryTimeline.pdf> [Consulta 31 de julio
de 2012].
44. Cuando participé en la elaboración del documento «Atención primaria del siglo xxi: Estrategias
de mejora», en la corrección final, apliqué el mismo criterio. Allá donde se decía que los médicos
y las enfermeras debían realizar algo, por ejemplo, un informe de alta, una sesión de coordinación
con la atención especializada, etcétera, me limité a añadir al trabajo social sanitario. Si el médico
debía realizar un informe de alta, si la enfermera debía realizar un informe de alta pues era obvio
que el trabajador social sanitario, también.
Lamentablemente desconozco dónde quedaron mis sugerencias, que hice llegar al Consejo Gene-
ral de Trabajo Social para que a su vez las comunicara al Ministerio de Sanidad. Lo cierto es que no
fueron recogidas en el documento final y el trabajo social sanitario quedó como quedó.
45. Bliss, M., William Olser: A life in Medicine. Oxford. Oxford University Press. 2007.
© Editorial UOC 68 El diagnóstico social sanitario
46. Agnew, E. N., From charity to social work. Urbana & Chicago. University of Illinois Press. 2004:
148.
47. Richmond, M. E., op. cit. 1922: 243.
48. Cannon, I. M., Social Work in Hospitals: A contribution to progressive Medicine. Russell Sage Foun-
dation. 1917: 16.
49. A día de hoy no se puede afirmar que el Dr. Emerson fuera alumno del Dr. Olser, pero todo indica
que sí. No obstante, falta encontrar la prueba documental que permita afirmarlo sin errar.
© Editorial UOC 69 El «diagnóstico social sanitario» sin carga ideológica
«En los viejos tiempos teníamos que luchar duro en medio de la corriente y
en contra de las personas sentimentales que no seguían ninguna política social,
ni tenían una concepción concreta del todo, o incluso de una pequeña parte
del todo que podría describirse como concreto. Ahora que se ha marcado una
tendencia nos encontramos de nuevo en medio de la corriente luchando con-
tra aquellos cuyas concepciones son inconcretas, de hecho, pero cuya devoción
por algunos medios muy definidos de progreso social no les deja ver las líneas
principales de la situación. […] ¿Podrían nuestros movimientos sociales no estar
de acuerdo en el tiempo en tratar las necesidades de las comunidades enteras de
esta manera? ¿Podrían no estar de acuerdo en hacer un diagnóstico social de una
ciudad o de un pueblo y luego decidir juntos sobre lo siguiente que cabe hacer y
que es más necesario en aquel lugar en particular?».51
50. Addams, J., «Charity and Social Justice». National Conference on Social Welfare. 1910: 1-18.
51. Richmond, M. E., «Families and neighbourhoods». Report of the committee. National Conference
on Social Welfare. 1910: 218.
52. Téngase en cuenta el articulo citado unas páginas atrás de Sedgwick, T. W., «Early Hospital Social
Work Practice: The Life and Times of Janet Thornton» que señala sus inicios en 1904. Habrá que
esperar a encontrar más referencias al respecto.
© Editorial UOC 70 El diagnóstico social sanitario
53. Agradezco a Marie-Hélène Paré su obsequio, el libro de Gehlert y Browne Handbook of health so-
cial work. Una lectura que ha supuesto nuevos datos y nuevas referencias muy útiles para mi labor
de investigación en la que voy completando el puzle de los orígenes del trabajo social sanitario.
54. Gehlert, S.; Browne, T., Handbook of health social work. Hoboken, New Jersey. John Wiley &
Sons, Inc., 2012: 10.
55. Cannon, I, M, op. cit. 1917: 159.
56. «Notes and comment. Ida Cannon and medical social work». Social Services Review, 20:1/4. 1946:
577.
57. <http://new.wellesley.edu/about/collegehistory> [Consulta 3 de agosto de 2012].
58. La primera mujer de los Estados Unidos nombrada secretaria de Estado, cuya responsabilidad
asumió entre 1997 y 2001, durante la presidencia de Bill Clinton.
59. Actual secretaria de Estado de Estados Unidos con Barack Obama en la presidencia y primera
dama, esposa de Bill Clinton.
© Editorial UOC 71 El «diagnóstico social sanitario» sin carga ideológica
60. Pelton, G. I., «The history and status of hospital social work». National Conference on Social Wel-
fare. 1910: 340-341.
© Editorial UOC 72 El diagnóstico social sanitario
discurso «Hospital social service: Principles and implications» [El Servicio Social
del Hospital: Principios e implicaciones].62
Según consta en el libro de actas, Sidney E. Goldstein habló inmediatamente
después de Garnet Isabel Pelton. Los lectores y las lectoras podrán apreciar que
es su conferencia ofreció a todas luces los mimbres y resortes del futuro «pro-
grama de la planificación del alta hospitalaria». Empezó su conferencia lanzan-
do una pregunta directa al público: «¿Qué es el servicio social hospitalario?».
E inmediatamente puso sobre la mesa lo subjetivo de las diferentes respuestas
que se obtendrían de contestar en voz alta los diferentes asistentes. Señaló que
quien respondiera lo haría según lo que estuviera ocupando su imaginación y
en la misma línea, apretó palanca asegurando que el «trabajo era en sí mismo
aún indefinido». Y por si no fuera bastante, agregó que «bajo una investigación
se probaba que era algo caprichoso en forma». Atribuyó dicha heterogeneidad
a que cada centro en cada ciudad había organizado sus servicios a su aire y sin
ningún esfuerzo para promover la cooperación ni la coordinación con los de-
más. Una realidad que se copia a sí misma a lo largo de la historia.
Goldstein habló del mapa de servicios y programas de un territorio y señaló,
a la vez, dos grupos de principios que debían prevalecer a toda intervención
desde el trabajo social sanitario:
62. Goldstein, S. E., «Hospital social service: Principles and implications». National Conference on
Social Welfare. 1910: 341-347.
© Editorial UOC 74 El diagnóstico social sanitario
Mapa conceptual 6. Principios propuestos por Sidney E. Goldstein en su conferencia «Hospital social service: Principles and
implications» de 1910
«Vemos lo que nos interesa y pasamos por alto lo que no estamos buscando».65
64. Davis, M. M., «Social aspects of a medical institution», National Conference on Social Welfare.
1912: 363-
65. Davis, M. M. op. cit. 1912: 363.
66. Salzberger-Wittenberg, I., La relación asistencial. Buenos Aires. Amorrotu Editores. 2001: 27-30.
© Editorial UOC 77 El «diagnóstico social sanitario» sin carga ideológica
67. Ortega, F., Psicoterapia. Teoría y práctica. Sevilla. Universidad de Sevilla. 2008: 391-406.
68. Hamilton, G. op. cit. 1951: 169.
© Editorial UOC 78 El diagnóstico social sanitario
«Tenemos que contar con el ojo que ve a las personas, así como con el que ve
a la enfermedad, y por lo tanto, el médico, el especialista en la enfermedad, tiene
que tener a su lado el especialista en las personas, el trabajador social».69
«¿En qué medida las reglas, los honorarios y la rutina general (la llamada
burocracia de la institución) están adaptadas a los pacientes o a la conveniencia
administrativa? […] ¿En qué medida la entidad responde a los problemas que
bordean la vida de los pacientes junto a su condición física y que afectan podero-
samente la continuidad y la viabilidad de un tratamiento médico adecuado?»70
»Problemas laborales del paciente: largas horas de trabajo o trabajo con sala-
rios sumamente bajos, que pueden haber producido la enfermedad para la cual
se busca tratamiento pero que la cura es imposible mientras no se elimine la
causa.
«Estos problemas deben abordarse si queremos que el trabajo médico sea efi-
ciente en sí; porque ni los pacientes ni los médicos pensarán que merece la pena
seguir un curso de tratamiento si ven que no hay medios por los que pueda lle-
varse a cabo. ¿Cuántos padres desanimados han desaparecido de una clínica con
«Algunos responderán a esta demanda: “Es por esto por lo que se han esta-
blecido los departamentos de servicios sociales”. Pero en la mayoría de los casos
los departamentos de servicios sociales se han fundado para un propósito mucho
más estrecho, es decir, para tratar los casos graves de la angustia que deriva de
la clínica del hombre sin hogar, de la viuda desesperada, del niño sin zapatos.
Siendo evidente que el tratamiento médico tiene a menudo una importancia
secundaria frente a esas necesidades, se llama al trabajador social para una ayu-
da de emergencia. Una gran clínica u hospital están tratando con pacientes de
diferentes secciones de la comunidad, incluidos, de hecho, todos los principales
grupos económicos. El problema de los pobres, en el sentido técnico de la pa-
labra, significa que los individuos o familias no ganan lo suficiente para pro-
porcionar un grado mínimo de vivienda digna, alimentos y ropa, esto afecta
sólo a una fracción de los pacientes de una clínica de gran tamaño. Un millar
de familias elegidas al azar de las listas de una institución médica se contras-
tó decididamente con un número similar tomado de los beneficiarios de una
Sociedad de la Organización de la Caridad. Esta última se había especializado
en las familias que son pobres en el sentido técnico de la palabra. La mayo-
ría de la clientela de la institución médica está por encima del umbral de la
pobreza como se acaba de definir, pero algunos no pueden pagar las tarifas regu-
lares de profesionales para el servicio médico y quirúrgico que necesitan».73
«Tipo uno: Pacientes cuyos problemas sociales son evidentes y agudos. Estos pro-
blemas deben resolverse rápidamente para que el paciente pueda recibir un trata-
miento médico efectivo.
»Tipo dos: Pacientes cuyo problema social no es agudo pero su enfermedad es
peligrosa para los otros. Es un asunto serio si un paciente que sufre una enfermedad
no continúa el cuidado y las curas. El interés de la comunidad en tal caso es supremo
a las necesidades o los deseos del paciente individual.
»Tipo tres: En este tipo no existen problemas agudos de pobreza, ignorancia o
desempleo; pero el examen en la primera visita indica un desorden que requiere
que el paciente debe regresar varias veces para tratamiento. A no ser que el trabajo
del médico que elabora el diagnóstico se desaproveche, el servicio al paciente y la
comunidad, están preocupados para procurar este regreso. Este es el deber de la ins-
titución, adaptar sus métodos de modo que los pacientes con la mayor probabilidad
vuelvan y de modo que se use el medio más económico y eficiente para seguir a los
pacientes hasta que ellos vuelvan sin malgastar el esfuerzo sobre casos desesperados
o insensibles.
A grandes rasgos estas fueron las aportaciones del Dr. Michael M. Davis que
bien merecían este espacio como reconocimiento y agradecimiento a su defen-
sa acérrima del trabajo social sanitario.
En 1913 durante la conferencia celebrada en Seatle, en el estado de Was-
hington, entre los días 5 y 12 de julio, no se registró ninguna referencia al
«diagnóstico social» ni al «diagnóstico social sanitario».
Fue al año siguiente, en 1914, cuando volvió a citarse el «diagnóstico social
sanitario», en este caso con relación al área de la psicología y la justicia. La con-
ferencia anual tuvo lugar en Memphis, en el estado de Tennessee, entre los días
8 y 15 de mayo. Para ubicar el momento histórico faltaban unos meses para
que en Europa se declarara la I Guerra Mundial (1914-1918).
El «diagnóstico social sanitario» llegaba de la reflexión de William Healy,
que acudió como director del Psychopathic Institute of the Juvenile Court of Chi-
cago. Mary E. Richmond, en Social Diagnosis, cita y alaba el trabajo de William
Healy en el Instituto Psicopático, vinculado al tribunal de justicia, en concreto
al Departamento de Justicia Infantil75 por su estudio de métodos. La exposición
de William Healy, «Psychological work with offenders for the courts»76 [El trabajo
psicológico con delincuentes en los tribunales], presentó los resultados, él los
llamó tendencias, de una investigación sobre delincuencia juvenil en adoles-
centes que llevaban más de cinco años privados de libertad. Puede verse cómo
en este caso otra disciplina como la psicología también aparece como una prác-
tica joven y lo más apreciable del texto es que el autor también lo reconoce
y se apoya, para desarrollar sus argumentos, en la práctica y evolución de la
medicina. Dice:
«Sin embargo, aquí podemos discutir algunos de los resultados y las limita-
ciones de los métodos aplicados. A modo de resumen, hacer un balance puede
ser inteligente, justo en este momento en que la práctica de la psicología está
empezando a ser explotada de manera similar a la práctica de la medicina».77
78. Reid, W. J.; Shyne, A. W., Brief and Extended Casework. New York & London. Columbia University
Press. 1969.
© Editorial UOC 84 El diagnóstico social sanitario
«Se revisaron los registros de casos que durante mucho tiempo han sido obje-
to de disputa entre los trabajadores sociales, los consejos de administración y el
público no iniciado, pero pocas veces el problema del registro se toma como un
factor constructivo en la reforma social y se convierte en objeto de discusiones
inteligentes.
»Un registro del caso es una imagen más o menos precisa de los hechos rela-
cionados con un individuo o familia, se asegura con el fin de facilitar un diag-
nóstico social preciso que llevará a un tratamiento eficaz y oportuno de un caso
en particular. A menudo, se encuentra que parte de la información recopilada y
registrada en relación con un caso o grupo de los casos no tiene relación con el
problema que hay que tratar y, por tanto, la información es aparentemente in-
útil, esto en la medida en que a un caso particular se refiere, no debe ponerse en
duda. A solicitud se puede encontrar, sin embargo, que los diagnósticos médicos
exitosos también deben confiar en los registros de casos y que muchos de ellos
contienen materia inútil o irrelevante, pero que un servicio eficiente obtiene una
gran cantidad de información que puede cernirse a buscar hechos y factores en
los que se puede basar un diagnóstico médico preciso. Si este método de registro
de casos es esencial en la medicina que sin duda está en camino de convertirse
en una ciencia positiva, es fácilmente concebible que en el campo del trabajo
social que sigue desarrollando una técnica para precisar el diagnóstico social, este
método de registro sea imprescindible».85
84. Aronovici, C., «Wider use of case records». National Conference on Social Welfare. 1916: 468-471.
85. Aronovici, C., op. cit. 1916: 468-471.
© Editorial UOC 87 El «diagnóstico social sanitario» sin carga ideológica
dado que no es lo mismo una persona con autonomía funcional que no nece-
sita a nadie para las actividades básicas de la vida diaria que una persona con
una dependencia funcional total.
Y se llegó al 1917.
«En primer lugar, parece necesario para el trabajador social de caso replantear su
reclamación de la palabra social, porque encuentro que algunos miembros de la conferencia
de este año están dispuestos a ponerlo en duda. Afirman, por ejemplo, que mi reciente
libro debería haberse titulado el “Diagnóstico individual”, ya que no es y no pretende
ser un diagnóstico de los males de la sociedad»
.
«The social case worker’s task»
Mary E. Richmond, directora del Charity Organization Department,
Russell Sage Foundation, Nueva York (1917: 112)
rompe cuando la enfermedad irrumpe, una vida que da un giro tan brusco que
se sienten incapaces de afrontar la continuidad en solitario. El trabajo social
sanitario es el cerebro de la rehabilitación, la restauración, la reinserción, que
la persona deberá fraguar. El denominado «factor humano» está presente por
activa y por pasiva en el trabajo social sanitario pero lejos de neutralizarlo para
facilitar cualquier gestión e igualar a todos, lo aviva y rescata para que esa per-
sona enferma siga al pie de su timón, con sus diferencias. Un choque de filoso-
fías, el «hacerlo» frente al «elaborarlo». La eliminación del «factor humano», el
reducir la intervención a escalas de valoración llevaría a cosificar a la persona, a
su familia, las convertiría en un objeto al que le faltan piezas, algunas perdidas,
otras rotas. La conversión de necesidades en recursos sin mediar en la viven-
cia de la persona enferma es el paradigma por excelencia que supone todo lo
contrario a lo que representa el trabajo social sanitario. Las personas se van
haciendo, lo decía Ortega y Gasset.86
Las sociedades democráticas permiten y alimentan las diferencias indivi-
duales, los anhelos del escritor, del pintor, del químico, del médico, del carpin-
tero y del herrero. Y ven y tratan a cada escritor diferente, como a cada pintor,
químico o carpintero. Los derechos y deberes son iguales para todos, pero la
persona es mucho más que un manual administrativo. El respeto a la indivi-
dualidad, a la conciencia del individuo, a su unicidad, fue uno de los centros
de atención de Mary E. Richmond, que lo explica extraordinariamente bien en
estas líneas:
«Si estamos de acuerdo en que el Estado existe para el mayor bien de sus
miembros, también estamos de acuerdo en que ninguna lección de democracia
tiene que tomar más en serio esta lección de buena administración, a saber tratar
realidades desiguales desigualmente».87
Ahí reside la fuerza del trabajo social sanitario y a ello le da relieve el «diag-
nóstico social sanitario». Cada persona es diferente y, por tanto, las interven-
ciones se adaptarán a esa diferencia, la respetarán. Lo mismo ocurre con la me-
dicina que a cada persona se le debe ajustar su tratamiento. Una diferencia que
tiene las dos direcciones, el uno es diferente del otro, pero el uno debe asumir
esa diferencia de sí mismo, y del otro. El trabajo social sanitario trabaja con la
persona, la ayuda a ayudarse.
86. «Somos conscientes de que vivimos, pero nos damos cuenta de que eso que nos ha sido dado,
no nos ha sido dado hecho, es un problema que tenemos que resolver», lo escribe Javier Zamora
Bonilla, en su libro Ortega y Gasset editado por Plaza & Janés. 2002: 294-295.
87. Richmond, M. E., op. cit. 1922: 151.
© Editorial UOC 89 El «diagnóstico social sanitario» sin carga ideológica
«En días como estos, cuando el mundo está en guerra y destaca el lado oscuro
de la vida, un papel optimista ofenderá a algunos, pero puede animar a los que
están desalentados si me atrevo a dar mis razones para seguir creyendo que el
mundo se vuelve cada vez mejor y que la pobreza crece menos. Como quiera
que sea, estamos viviendo en una época de caos y debemos prepararnos ahora
para la paz, para que después de que la guerra haya terminado, la construcción
siga a la destrucción. Si la nube de la guerra puede tener un resquicio de esperan-
za, vendrá sólo a través del esfuerzo, y como trabajadores sociales tenemos una
responsabilidad».89
88. Alrmy, F., «The conquest of poverty». National Conference on Social Work. 1917: 1-10.
89. Alrmy, F., op. cit. 1917: 1.
© Editorial UOC 90 El diagnóstico social sanitario
«El libro de la señora Richmond sobre el diagnóstico social habría sido im-
posible, incluso un cuarto de siglo atrás. Si consideramos que el mundo está
pensando e inventando, tanto social como físicamente, cualquier cosa parece
posible.
Sus palabras apuntan a los argumentos del discurso dado por Garnet Isabel
Pelton en 1910 cuando señaló que los métodos de la caridad y del trabajo social
sanitario eran distintos y la diferencia entre unos y otros venía rubricada por el
«diagnóstico social sanitario» que elaboraban los trabajadores sociales sanita-
rios. Es interesante detenerse en la consolidación del pensamiento profesional,
en cómo va tomando las nuevas formas modernas y cómo ello ocurre sin nece-
sidad de devastar nada, al contrario, son formas nuevas que se diferencian de
las anteriores y, lo más importante, les permiten seguir con su función.
El siguiente en referirse a Social Diagnosis fue de nuevo William Healy91 que
ya había expuesto en 1914. Esta vez presentaba la conferencia «The bearings of
psychology on social case work» [Los soportes de la psicología en el casework] y
acudía como director de la Judge Baker Foundation, de Boston. Señaló William
Healy:
«De hecho, muchísimas de las situaciones en las que los trabajadores sociales
intervienen incluyen claramente aspectos de la vida mental en el núcleo del pro-
blema. En su mayor parte, por desgracia, es la gran variedad de fallos humanos
que vienen como el agua al molino del trabajador social, y los estudios de diag-
nóstico son esenciales para la determinación de lo que se puede hacer por éste o
qué tratamiento está a mano de lo humano».92
«El punto de vista psicológico en su relación con las ciencias sociales está
fuertemente enfatizado en la psicología social de McDougall; en relación con el
trabajo de caso que constituye la base del diagnóstico social de Mary E. Rich-
mond, se aplica a campos especiales estando particularmente ejemplificado en
la delincuencia por Burdette Lewis y en una obra de próxima aparición sobre la
ilegitimidad de Kammerer. Otros estudios son los de personas sin hogar, los des-
empleados, los vagabundos, los alcohólicos, los desertores o el divorcio y la de
los receptores de la caridad han aparecido en fragmentos de científicos».93
«El trabajador social de casos [caseworker] tiene una especialidad, también. Él,
también, es un artista (si se me permite aventurar una definición) en lograr mejo-
res ajustes en las relaciones sociales de los hombres individuales, o las mujeres, o
los niños. No importa en qué organismo, público o privado, esto se logra».97
«Hace dos años todos estábamos interesados en el análisis del Sr. Flexner en
Baltimore sobre nuestro prestigio profesional. Tuvimos que reconocer que, en
la medida en que (bajo el nombre de trabajo social de casos) estábamos coin-
cidiendo meramente con personas con discapacidades y en la medida en que
estábamos buscando y tratando de llamar al médico apropiado, nos merecimos
su caracterización de los intermediarios. ¿Es eso realmente todo lo que estamos
haciendo? Muy a menudo lo es. Un lector de registros de casos sociales a veces
tiene la impresión de que lo que se hace en ese trabajo sólo requiere ser un buen
tirador. Los clientes se caen en uno u otro casillero, y ahí lo tienes. El problema
es que esto es así también. Pero, a medida que escuchábamos al señor Flexner
éramos más o menos conscientes de que, en silencio y a sus espaldas, se estaba
desarrollando una habilidad muy diferente en el método y en el objetivo al tra-
bajo que él describió. No estábamos todos comportándonos como la chica de la
centralita telefónica que saca una clavija y empuja en otra, muchas de nuestras
agencias sociales sentíamos que eran algo más que animados centros de inter-
cambio. De hecho, las marcas distintivas del trabajo fueron, en primer lugar, la
habilidad en el descubrimiento de las relaciones sociales mediante la cual una
personalidad había sido transformada, la capacidad en segundo lugar, para llegar
al núcleo central de la dificultad de estas relaciones, y tercera el poder para utili-
zar, para su ajuste, la acción directa de la mente sobre la mente».100
«Parece natural y suficiente para ilustrar mis ejemplos sobre este desarrollo y
la línea que creo pronto deberá tomar el casework a partir de los contactos del
trabajador social con la medicina. De nadie hemos tenido un reconocimiento
más generoso de lo que sabemos como de los médicos. He dicho en otras partes
que en la primera instancia el registro de una consulta de trabajo social de caso es
para el bien del paciente. La petición vino de un médico que sabía lo que había
querido decir tal habilidad en la práctica hospitalaria y sentía que no podía curar
a su paciente privado de ella».101
reunirnos y registrar nuestras diferencias, por lo menos, como paso previo a usar-
la en proporciones más pequeñas y construir en su lugar un cuerpo común de co-
nocimiento expresado en una lengua que es de nuestra propiedad común?».105
«No está dentro del alcance del presente artículo discutir estos requisitos en
detalle. Ellos incluyen la capacidad de reunir e interpretar los datos relevantes,
para analizar discapacidades, para hacer la elección inteligente entre las alter-
nativas de tratamiento que un pensamiento entrenado va a desarrollar y la ha-
bilidad en el arte de la influencia personal. Todas estas capacidades, en otras
palabras, están implícitas en el diagnóstico social y el tratamiento. Sería inútil
pretender que el diagnóstico social, o el arte del tratamiento, han alcanzado la
etapa de desarrollo que asegura su uso exitoso. Nuestro conocimiento de los efec-
tos de la discapacidad en los seres humanos es todavía escaso, nuestras pruebas
de la eficacia y el carácter de la persona son todavía pocas, y nuestros recursos
para un buen trabajo siguen siendo insuficientes. El desarrollo de los tres es ne-
cesario para la precisión en el tratamiento social. Y, sin embargo, a pesar del
estado provisional de su desarrollo, el diagnóstico social y el tratamiento social,
en manos de los miembros de esta conferencia han demostrado sus posibilida-
des, incluso en el campo de la ayuda pública externa. Hasta que no reconozca-
mos que nuestro problema está en el tratamiento social, para abordarlo como
tal y confiar sólo en aquellos que se han formado por lo menos en la medida
modesta que es posible en la actualidad, esta conferencia se seguirá conociendo
más acerca del deplorable fracaso de la ayuda pública externa que del servicio
real del que es capaz».107
«La salud pública no siempre ha recordado que sus raíces crecen profunda-
mente en un suelo ya muy cultivado por la filantropía, el trabajo social no siem-
pre se ha reconocido en sus dimensiones actuales dentro del movimiento que
sin duda ha contribuido a estimular. Pero esta verdad permanece: las nuevas
concepciones de ambos, de la ciencia y de la sociología, que han creado un nue-
vo método de trabajo tanto en la salud como en la filantropía se están haciendo
una comprensión más inteligente. Al laico se le entrega un manual de salud, al
científico se le recuerda el valor de un diagnóstico social (sanitario). El futuro
no es la escisión sino distinción, en el orden de la eficiencia, del progreso para
trabajar juntas las dos profesiones».111
112. Cabot, R. C., «What of medical diagnosis should the social case worker know and apply?». Na-
tional Conference on Social Welfare. 1917: 101-104.
113. Flexner, A., op. cit. 1915: 581.
© Editorial UOC 100 El diagnóstico social sanitario
114. Flexner, A., I remember. New York. Simon and Schuster. 1940.
115. Flexner A. Medical education in the United States and Canada. Ápud en Navarro-Robles, J. III. «La
herencia de Flexner: Las ciencias básicas, el hospital, el laboratorio, la comunidad». Gac. Méd. Méx
[online]. 2004, vol.140, n.1: 52-55. Disponible en:
<http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0016-
38132004000100009&lng=es&nrm=iso>. ISSN 0016-3813. [Consulta 24 de agosto de 2012]
116. Addams, J., «Charity and social justice». 1910. Ápud en Knight, L. W., Spirit in action. Jane
Addams. New York. W. W. Norton & Company. 2010: 154.
117. Agnew, E. N., op. cit. 2004: 11.
118. http://www.pobrezamundial.com/la-oms-y-la-pobreza/ [Consulta 23 de agosto de 2012]
© Editorial UOC 101 El «diagnóstico social sanitario» sin carga ideológica
Estas son sólo algunas de las referencias publicadas con motivo de la muerte
del Dr. Richard. C. Cabot.
Once años antes, en 1928, había fallecido Mary E. Richmond, el 12 de se-
tiembre de 1928, era miércoles. Murió en su casa de Nueva York, después de
haber permanecido un mes antes ingresada en el Massachusetts General Hospi-
tal de Boston. Hasta el final, ella estuvo acompañada por Gordon Hamilton, el
trabajo social en general, el sanitario, también tiene contraída una gran deuda
con Hamilton, y otras tres personas, Louise Eyre, Ruth Mann y su doctor.121 La
muerte de Mary E. Richmond causó un gran estremecimiento a la comunidad
profesional del trabajo social, del mundo de la caridad y del bienestar social en
general. Aparte de Diagnóstico social sus grandes contribuciones fueron sus tra-
bajos para evitar los matrimonios infantiles, denunciaba: «en Nueva York una
criatura de doce años puede casarse con el consentimiento de los padres». Así lo
reconoce el mismo obituario y puede encontrarse una breve noticia en el mis-
mo periódico The New York Times referida a la denuncia pública realizada por
ella.122 Algunas de las palabras que ofreció el periódico fueron las que siguen:
«Mary E. Richmond, que dedicó su vida entera al trabajo del bienestar social
y fue una autoridad en las costumbres matrimoniales y una defensora de la eli-
minación de los matrimonios infantiles, murió el pasado miércoles […]. Mucho
de su tiempo lo dedicó a escribir. Fue autora de libros sobre problemas sociales y
119. The New York Times. Defends Medical System. Dr. Fishbein, retorting to Dr. Cabot, Calls fee-
Splitting on Wane. January 20, 1935.
120. The New York Times. Dr. R. C. Cabot dies; A noted physician. May 9, 1939.
121. Agnew, E. N., op. cit. 2004: 199.
122. The New York Times. Child, 12, can wed if parents consent. Miss Richmond tells Charity Conf-
enrence no New York Statute Forbids it. December 11, 1925.
© Editorial UOC 103 El «diagnóstico social sanitario» sin carga ideológica
Deténgase amigo lector, amiga lectora, en esta última frase «método indivi-
dualizado de ayuda a los seres humanos fuera de los problemas». Es importante
analizar esta observación porque cuando se habla de potenciar y promover las
fortalezas de la persona, cuando la práctica profesional se sitúa en ese plano y
dentro de esta filosofía ocurre que uno se da cuenta de que lo menos importan-
te son los problemas en sí, o el cómo se manifiestan. Lo importante es la perso-
na ante este problema u otro. La actitud de la persona, su manera de actuar, no
depende del problema, el problema es secundario ante la capacidad y habilidad
de la persona. Viene a colación señalar que la caridad, la filantropía, se centra
en los problemas y muchas veces, resolviendo éste, deja fuera a la persona.
Dos días más tarde, de nuevo el New York Times sacaba otra noticia sobre el
funeral de Mary E. Richmond.
123. The New York Times. Mary E. Richmond, social worker, dies. Crusaded with voice an pen against
child marriages for many years. September 14, 1928
124. The New York Times. Hundreds mourn Mary E. Richmond. Many prominent in world of Charity
attend rites for welfare worker. September 16, 1928.
© Editorial UOC 104 El diagnóstico social sanitario
«La Sra. Ida M. Cannon, que fue honrada por los médicos, las universidades
y los colegas por su contribución a los servicios sociales médicos en los Estados
Unidos y Europa, ha fallecido hoy. […] La Universidad de New Hampshire la
nombró doctor honoris causa en Humanidades. La Universidad de Boston le
concedió un doctorado honoris causa en Ciencias. […] lideró la formación de la
Asociación Americana de Trabajadores Sociales de Hospitales y más tarde la Aso-
ciación Americana de Trabajadores Sociales Sanitarios, de la que fue presidenta.
Ella también fue administradora de hospitales y profesora de varios colegas en
Boston y en la New York School of Social Work».125
125. The New York Times. Ida Cannon, leader in social work, 83. July 9, 1960.
© Editorial UOC 105 El «diagnóstico social sanitario» sin carga ideológica
«El movimiento del servicio social hospitalario busca dar una nueva luz sobre
la práctica médica de nuestras instituciones. Busca entender y tratar las compli-
caciones sociales de la enfermedad estableciendo una estrecha relación entre el
cuidado médico de los pacientes en hospitales o dispensarios y de los expertos en
la profesión del trabajo social».128
Su línea intelectual viene marcada por esa obviedad de la teoría de los sis-
temas que pone de manifiesto que la persona es un todo cuyas partes no se
pueden separar para la intervención. Se pueden separar para el estudio pero ni
en este caso pueden desvincularse de las otras. Lo más destacable es que ella vio
al trabajo social sanitario como una acción que incluía y no que excluía, una
acción que derivaba del conocimiento, del autoconocimiento de los propios lí-
mites que están presentes en cada profesional. Unos límites que sólo se pueden
superar con formación y entrenamiento dentro de la realidad en la cual se ma-
nifiestan los casos. Mary E. Richmond lo ilustró muy claro cuando en una carta
dirigida a C. S. Loch señaló que «donde mejor aprende a nadar un niño es en el
agua».129 Por tanto, es tomando la realidad que se conforma en cada persona en-
ferma donde mejor puede explicarse esa relación entre la medicina y el trabajo
social sanitario y, precisando, entre el «diagnóstico médico» y el «diagnóstico
social sanitario». Véase, si no, cómo lo explica Ida M. Cannon:
años atrás que ello no debía importar.131 Las diferencias entre servicios públicos
o privados pueden residir en la parte hostelera (vestíbulos de mármol, batas de
seda, etcétera) pero no en la parte del servicio profesional (estudio, diagnóstico
y tratamiento). En el párrafo siguiente se ve la importancia que Ida M. Cannon
da a esa complementariedad entre lo médico y lo social para que el tratamiento
llegue a ser efectivo.
«A medida que los médicos se dan claramente más cuenta de los soportes que
los factores sociales ejercen en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad,
el número de hechos sociales introducidos por ellos en las historias clínicas au-
menta. Me parece que los hechos sociales garantizados por el trabajador social
sanitario y de importancia para el diagnóstico y el tratamiento médico deben
tener un lugar en la historia clínica, me refiero a hechos como los antecedentes
familiares de enfermedad mental, ocupación insalubre, rasgos peculiares de ca-
rácter y hábitos».134
Cada vez más la complejidad de la vida actual lleva a los trabajadores socia-
les sanitarios a delimitar confusiones de la persona enferma, de su familia, de
los mismos profesionales con los que trabajan. El ser humano está obligado, en
su día a día, a enfrentarse a las turbulencias de la vida actual y los profesiona-
les a los retos de los nuevos conocimientos de las otras disciplinas con las que
convive. Por ello debe ser capaz de encontrar fórmulas para ordenar la mente,
Parece que la visión de Ida M. Canon sobre el trabajo social sanitario y la im-
portancia del «diagnóstico social sanitario» sigue siendo parte del futuro deseable
por los trabajadores sociales sanitarios de hoy. Escribe abundando en el asunto:
«Los médicos son más generosos explicando las condiciones físicas que el
trabajador social del hospital que no tiene un conocimiento médico especial.
Ellos están empezando a reconocer, a su vez, que a menudo tienen que aprender
de la trabajadora social sanitaria la importancia del diagnóstico social y el trata-
miento. Los médicos, enfermeras, trabajadores sociales, y los pacientes son alter-
nativamente profesores y alumnos, dan y reciben, de acuerdo con sus luces».137
Una gran aportación fue el cuadro que elaboró en el cual tomaba diferentes
diagnósticos médicos y los vinculaba a diferentes tratamientos sociales. Véase
a continuación.
Enfermedad
coronaria
Enfermedad
de Bright
Articu-
laciones
crónicas
Cáncer
Enfermedad
nerviosa
orgánica
Locura,
debilidad
mental
Enfer-
medades
nerviosas
funcionales
Corea
Úlcera
varicosa
Fracturas
Tabla 1. Lista de enfermedades y el tratamiento social que demandan presentado en el séptimo informe anual del departamento
de servicio social-médico del Massachusetts General Hospital.138 Elaboración: Dolors Colom
«El trabajo social sanitario, como la democracia, es una idea que crece al po-
nerla en acción, además de ponerla en palabras».139
La misma nota se hace eco de las palabras de Ida M. Cannon en 1921 cuan-
do en el Executive Committee of the Association dijo:
Ante estas declaraciones solo se puede decir: «Gracias Ida M. Cannon. Gra-
cias». Y abandonarse al análisis y a la crítica constructiva de esa realidad vacua
que los últimos años se está fraguando alrededor del trabajo social sanitario y
que está tan lejos del pensamiento de Ida M. Cannon.
Antes de seguir se abre un breve paréntesis para presentar una de las reseñas
del libro, realizada en la época y escrita por Robert E. Park (1864-1944)142 soció-
logo reputado de la Universidad de Chicago especializado en minorías étnicas
sobre todo afroamericanos. Park describió el libro de Mary E. Richmond como
el intento de formular las prácticas de más de un cuarto de siglo de trabajo
social en la práctica clínica y experimental. En una parte de su texto, se re-
fiere al trabajo para el bienestar y, a modo de recurso para llamar la atención
del lector, utiliza la autocorrección para señalar que siguiendo el lenguaje del
libro que está reseñando es mejor hablar de «trabajo social». Park señala que
todo este trabajo se ha realizado y posibilitado desde la Russell Sage Foundation
y que Mary E. Richmond, como ella misma explica en el libro, se basó en do-
cumentos publicados y no publicados sobre experiencias del trabajo social de
casos, casework, que permitían reflejar los métodos y las técnicas. Escribió Park:
«Con este libro el trabajo de bienestar social ha dejado de ser un mero cuerpo
de las prácticas tradicionales y está en el camino de convertirse en una ciencia.
Ahora tenemos un lenguaje bastante preciso en el que se describen los hechos
del bienestar social y una técnica para descubrir, probar e interpretarlos. El traba-
jo social se convierte, así, no sólo en benéfico, sino en inteligible».143
«Lo que uno ve en este libro es la práctica social luchando para elevar los
problemas al plano del punto de vista general y conceptual; aliándose así con
el gran cuerpo de conocimiento sistemático que llamamos ciencia. La práctica
social está haciendo esto, no por el bien de la ciencia, pero es un esfuerzo para
perpetuar y justificar sus propias tradiciones y técnica. Es sólo de esta manera
que el conocimiento exacto ha crecido y superado la especulación en todos los
campos de la ciencia. Social Diagnosis es interesante, simplemente, como una
ilustración de este proceso».144
142. «Robert E. Park». Encyclopædia Britannica. Encyclopædia Britannica Online. Encyclopædia Britan-
nica Inc., 2012. http://www.britannica.com/EBchecked/topic/444029/Robert-E-Park. [Consulta 27
de agosto de 2012]
143. Park, R. E., «Social Diagnosis by Mary E. Richmond». The University of Chicago Press. Journal of
Political Economy. Vol. 25, No. 9. 1917: 953.
144. Park, R. E., op. cit. 1917: 954.
© Editorial UOC 114 El diagnóstico social sanitario
tes. Pareciera que se hubiera dicho: «fuera complejos, el trabajo social está en
las mismas condiciones que las otras profesiones y como ellas se debe estudiar
primero y evaluar después.». Desde las primeras páginas señala, precisamen-
te, cómo estas otras profesiones cuentan con un conocimiento común y lo
reclama para el trabajo social. Pone el foco sobre la evidencia, el diagnóstico y
el tratamiento, dimensiones, de nuevo, comunes a muchas profesiones. Cen-
trados en el trabajo social ella señaló «evidencia social», el «diagnóstico social»,
el «tratamiento social» señalando que pueden beneficiarse de ello personas en
general sin necesidad de que sean ni dependientes ni delincuentes.145 Empe-
zaba a abrir ventanas. Asimilando sus palabras para el trabajo social sanitario
se habla de: «evidencia social sanitaria», el «diagnóstico social sanitario», el
«tratamiento social sanitario».
Mapa conceptual 7. Dimensiones del método de casework señaladas por Mary E. Richmond
y su aplicación al trabajo social sanitario. Elaboración: Dolors Colom
«La evidencia social, como sería para el científico o el historiador, incluye to-
das las variables que, por separado, son en apariencia, irrelevantes, pero cuando
se analizan juntas aportan luz a la cuestión del problema».147
t La evidencia real.
t La evidencia testimonial.
t La evidencia circunstancial.
«Es lo que afirman los seres humanos. Hay una distinción importante para
el trabajador de caso entre la prueba testimonial de alguien que dice haber visto
u oído el supuesto hecho y alguien que lo explica sólo a partir de lo que otros le
han dicho».151
«El uso del mejor conocimiento científico disponible derivado de los estudios
de resultados controlados aleatorios y metanálisis de los estudios de resultados
existentes, como una base para orientar las intervenciones profesionales y te-
rapias eficaces, combinado con estándares profesionales éticos, juicio clínico y
sabiduría práctica».156
153. Abreu, M. C., «Práctica basada en la evidencia en el trabajo social sanitario». Revista Agathos,
atención sociosanitaria y bienestar. 2011. Año 11. Núm. 3: 4-11.
154. Richmond, M. E., op. cit. 1917: 48.
155. Macdonald, G., «Evidence-based practice». En, The Blackwell Encyclopaedia of Social Work. Oxford.
Blackwell Publishing. 2009: 123-124.
156. Barker, R. L., The Social Work Dictionary. Washington. National Association of Social Workers.
2003: 149.
© Editorial UOC 118 El diagnóstico social sanitario
«Los nuevos métodos de tratamiento social se han desarrollado por las cam-
pañas de las organizaciones de la caridad para mejorar la vivienda y para la pre-
vención de la tuberculosis; por la larga lucha de otro grupo de reformadores
sociales para asegurar el diagnóstico y el cuidado de los débiles mentales, por la
reforma del trabajo infantil, por la legislación industrial, por el movimiento de la
recreación, el movimiento de higiene mental, y otra serie de reformas sociales. La
importancia de estas reformas reside en que, después de haber alcanzado cierto
grado de éxito, el tratamiento de casos tenía a su alcance recursos más variables
y adaptables a las situaciones individuales, por lo tanto, el diagnóstico de las
situaciones ha asumido una nueva importancia».159
Tabla 2. Fuentes consultadas por Mary E. Richmond en su investigación para la construcción del diagnóstico social
Fuente: Social Diagnosis. Págs. 470-471. Elaboración: Dolors Colom
t Fuentes documentales.
t Fuentes institucionales de otros servicios sanitarios.
t Fuentes institucionales de otros servicios sociales.
t Fuentes personales relacionadas con el enfermo y su familia.
t Fuentes profesionales.
Las fuentes son una variable importante para registrar, generándose con el
tratamiento de estos registros los «indicadores de fuentes». Analizando series
temporales se descubrirá la tendencia. Al calcular la media de fuentes consulta-
das por Mary E. Richmond el valor resultante es de 6,04 por caso.
Gráfica 1. Media de fuentes de información consultadas en la investigación de Mary E. Richmond. Elaboración: Dolors Colom
© Editorial UOC 122 El diagnóstico social sanitario
Por tanto, las fuentes de información a las que acude el trabajador social
sanitario son numerosas. En su saber está la selección de las que le permitirán
y facilitarán la construcción del «diagnóstico social sanitario». La estandariza-
ción de las fuentes de información, su registro puntual y análisis periódico, es
una fase del procedimiento, o del protocolo, según sea, de trabajo social sani-
tario y asimismo quedará reflejada en el sistema de información. La variable
complejidad está directamente relacionada con las fuentes a consultar por lo
que parece obvio que su registro es una medida de actividad importante. Cada
servicio de trabajo social sanitario debería calcular su propio indicador de fuen-
tes de información.
Las fuentes de información conforman y alimentan los diferentes centros
de gravedad del plan de trabajo que se desprenderá del «diagnóstico social
sanitario». Son como las muchas piezas de un puzle virtualmente dinámico
que van modificando la imagen actual del caso social sanitario, permitiendo al
profesional interrelacionarlas.
El «diagnóstico social sanitario» se elabora a partir de fuentes de informa-
ción directa, por ejemplo la obtenida del propio cliente, de su familia o red
social, y a partir de fuentes de información indirecta, por ejemplo, la histo-
ria clínica, la historia de trabajo social sanitario anterior, otra documentación
como son informes sociales, certificados médicos, el diagnóstico y pronóstico
médico actual, la observación de las actitudes personales individuales, actitu-
des dentro del grupo familiar, el cumplimiento y participación de los implica-
dos en el caso social en la resolución de sus conflictos, etcétera. Toda fuente de
información utilizada por el trabajador social sanitario debe ser veraz. Por ello
éste dispondrá de métodos de comprobación (consultas archivos) y técnicas de
validación (a lo largo de las diferentes entrevistas).
Una fuente de información aislada, desvinculada de otras, debe tomarse
con cautela, siempre deberá contrastarse y relacionarse con las otras. Las dife-
rentes fuentes de información serán el andamio que permite las primeras in-
terpretaciones, dar los primeros pasos terapéuticos antes de la elaboración del
«diagnóstico social sanitario». Esas mismas fuentes permitirán la elaboración
del «pronóstico social sanitario», valoración que debería ser colofón en todos
los informes de trabajo social sanitario. Sigue Mary E. Richmond:
Capítulo II
Narratio. El «diagnóstico social» y el «diagnóstico social
sanitario»: revisión bibliográfica
163. Bartlett, H. M., «Ida M. Cannon: Pioneer in Medical Social Work», Social Service Review, 49:2.
1975: 224.
© Editorial UOC 127 El «diagnóstico social» y el «diagnóstico social...
164. Sennett, R., La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo.
Barcelona. Editorial Anagrama. 2000: 66-78.
165. En algunos textos, sobre todo de los primeros años, el «diagnóstico médico social» puede inter-
pretarse como el diagnóstico resultante de la fusión entre el diagnóstico médico y el diagnóstico
social sanitario.
© Editorial UOC 128 El diagnóstico social sanitario
menudo llaman a todo esto “una investigación”, pero, como su pecado capital es
ligar a través de los procesos de comparación e interpretación y poner demasiado
énfasis en la obtención de elementos de prueba, hay una ventaja educativa en el
uso para todo el proceso de la palabra que describe más especialmente su final.
La investigación entra en el diagnóstico. […] Una ventaja añadida en la palabra
diagnóstico es que su uso en la medicina ha dado la connotación valiosa de un
límite de tiempo. El diagnóstico puede ser y a menudo debe ser revisado, por
supuesto, pero en un límite de tiempo relativamente estrecho, siempre con la ac-
ción benéfica a la vista, se constituyen las condiciones de control de diagnóstico
en el trabajo social».166
«El diagnóstico social, entonces, puede ser descrito como el intento de elabo-
rar una definición, lo más exacta posible, de la situación y personalidad de un ser
humano con alguna necesidad social, de su situación y personalidad, es decir, en
relación con otros seres humanos de los que de alguna manera depende, o que
de alguna manera dependen de él y en relación también con las instituciones
sociales de su comunidad.
»El diagnóstico médico se inclina cada vez más por la inclusión de una cierta
cantidad de información de su contexto social, diagnósticos de los estados men-
tales, con el tiempo harán lo mismo. Cada uno, sin embargo, continuará basán-
dose en un cuerpo de experiencia que no es social, que tiene un punto de partida
diferente y se desarrolla con una habilidad y énfasis diferente. Los campos se
solapan, pero de ningún modo son colindantes. Como el diagnóstico social se
va haciendo más experto, será, por cierto, un complemento útil a la medicina
y a la psicología, y no es necesario añadir que ambos seguirán prestando datos
invaluables al diagnosticador social».167
«El buen diagnóstico social incluye todos los factores principales que sopor-
tan el camino de reconstrucción social, enfatizando en los rasgos que indican el
tratamiento a seguir. Este énfasis del trabajador debe evitar predisponerlo hacia
algún factor causal del disturbio».168
«Ahora voy a resumir los últimos cuatro capítulos en un esquema que he-
mos utilizado en el Massachusetts General Hospital de Boston para ayudarnos
a elaborar los diagnósticos sociales (sanitarios). Un diagnóstico social (sanitario)
raramente puede ceñirse a una palabra, como idiotez o vagabundo. Debe in-
cluir el estado físico del paciente. Debe resumir las necesidades físicas, morales y
económicas de una persona».171
Mapa conceptual 8. Reproducción de la propuesta de esquema básico de diagnóstico social sanitario propuesto
por el Dr. Richard C. Cabot
Se añade una reflexión más porque resume muy llanamente el papel impor-
tante que el «diagnóstico social sanitario» representa en la atención sanitaria.
Escribe:
174. Hamilton, G., Theory and practice of social case work. New York & London. Columbia University
Press. 1951: 214.
175. Hamilton, G., op. cit. 1951: 214.
© Editorial UOC 132 El diagnóstico social sanitario
trabajador social, pero por encima todo los trabajadores sociales deben entender
la ansiedad, la dependencia y las estructuras defensivas si están ayudando a los
pacientes a adaptar su discapacidad y las realidades de su situación social».176
«El caseworker [trabajador social de caso] por su parte es capaz por la razón
de su objetividad de observar y al mismo tiempo en el que participa, reforzado
por su conocimiento evaluar a la vez que actúa y responde, sacará de su lectura
hechos objetivos y subjetivos, algunas conclusiones provisionales sobre la natu-
raleza del problema y sobre las posibles soluciones y también sobre la naturaleza
del cliente como su personalidad, su voluntad y habilidad para comprometerse
a resolver este problema. Este diagnóstico parcial es el resultado de la evidencia
producida en la consideración del cliente y por la respuesta de su conducta en
las entrevistas».178
En otra parte del mismo libro Perlman habla del «diagnóstico» en la fase ini-
cial señalando que el propósito del trabajador social tiene que ser siempre com-
prometer a la persona en la resolución de su problema. Le sigue la observación
y el análisis por una parte de la habilidad del cliente en resolver su problema
y por la otra la voluntad de trabajar en él. Como puede observarse, el discurso
con los años se va sofisticando. Unos años más tarde, en 1962, con motivo de
la publicación de su libro So you want to be a social worker [¿Entonces usted qui-
ere ejercer de trabajador social?] planteaba esos cinco principios.179
Mapa conceptual 9. Principios que propone Helen Harris Perlman a los futuros trabajadores sociales
Dando un pequeño salto en el tiempo, dos años más tarde, en 1964 Florence
Hollis y Mary E. Woods se referían al trabajador y al diagnóstico. En el texto que
sigue ello se contextualiza en el trabajador social sanitario y el «diagnóstico so-
cial sanitario» para evitar la confusión. Escribían en la tercera edición de su libro:
180. Hollis, F., Woods, M. E., Casework, a psychosocial therapy. New York. Random Hause. 1981: 378.
© Editorial UOC 134 El diagnóstico social sanitario
181. Hollis, F., «Foreword». En Turner, F. J., Differential diagnosis and treatment in social work. New York.
The Free Press. 1983: XVII-XVIII.
© Editorial UOC 135 El «diagnóstico social» y el «diagnóstico social...
182. Timms, N., «General editor’s introduction». En Sainsbury, E., Social Diagnosis in Casework. Lon-
don. Routledge & Kegan Paul. 1971: vi.
183. Sainsbury, E., Social Diagnosis in Casework. London. Routledge & Kegan Paul. 1971: 17.
© Editorial UOC 136 El diagnóstico social sanitario
184. Turner, F. J., Diagnosis in Social Work. New imperatives. New York. The Haworth Social Work Prac-
tice Press. 2002: 51.
© Editorial UOC 137 El «diagnóstico social» y el «diagnóstico social...
Senra señala en el diagnóstico médico, el hecho tan temido desde los inicios
del trabajo social sanitario, el etiquetaje de los problemas, la estigmatización de
la persona diagnosticada. Pero va más allá, habla de los «diagnósticos insulto»
y los «diagnósticos descalificadores». Pone de relieve algo que no por obvio se
debe dejar de lado, es el hecho de que el médico es el único profesional que
puede interpretar el significado del «diagnóstico médico». La continuación de
esta aseveración lleva a afirmar con igual contundencia que el trabajador social
sanitario es el único profesional capacitado para interpretar el significado del
«diagnóstico social sanitario», se puede añadir el trabajador social generalista,
éste con algunas reservas si no ha recibido ningún tipo de formación comple-
mentaria. Pero no sólo para interpretarlo, se añade, para elaborarlo. Senra se
apoya en el verbo «diagnosticar», escribe:
185. Buzzi A.; Doisenbant, A., Evolución histórica de la medicina. Madrid. Editorial Médica panameri-
cana. 2008: 91.
186. Buzzi A. ; Doisenbant, A., op. cit. 2008: 86.
187. Senra, A., Comentarios hipocráticos. Sobre la cultura y saber médico. Madrid. Ediciones Díaz de
Santos. 2004: 33.
© Editorial UOC 138 El diagnóstico social sanitario
«Muchos de los datos clínicos en los que nos basamos deben interpretarse
probabilísticamente, y los porcentajes de errores de las pruebas diagnósticas son
mucho mayores de lo que desearíamos».189
Mapa conceptual 10. Traslación de las fases del diagnóstico médico al diagnóstico social sanitario
189. Álvarez, R., El método científico en las ciencias de la salud. Madrid. Ediciones Díaz de Santos.
1996: 185.
© Editorial UOC 140 El diagnóstico social sanitario
mente toda la población.190 Es más universal que otros sistemas, por ejemplo
que el judicial (muchas personas nunca tienen que acudir a la justicia), que el
educativo (no todo el mundo tiene hijos, los hijos crecen y dejan el sistema,
aunque, en principio, todas las personas han ido a la escuela), que el de servi-
cios sociales (de momento centrado en necesidades más básicas, con grandes
copagos, quedando fuera una parte importante de la población), que el laboral
(algunas personas no trabajan, o lo hacen por su cuenta como profesionales
libres), etcétera. En cambio, todo el mundo cuenta con un médico de cabecera,
un médico de urgencias al que tarde o temprano deberá acudir.
El sistema sanitario es a su vez uno de los más desarrollados científicamente,
uno de los más cualificados, ello debido a que la mayor parte de sus profesion-
ales están altamente capacitados e instruidos. Por ello los métodos de trabajo
y desarrollo de la profesión se encuentran validados por métodos científicos.
La tradición investigadora en el sistema sanitario es un hecho que se pone
de relieve al constatar las ayudas a la investigación, la publicación de artícu-
los científicos, la generación de materiales de estudio, la actividad docente y
congresual, etcétera. El trabajo social sanitario está inmerso en esta dinámica
científica y de alta exigencia, está directamente afectado e influenciado por este
marcado carácter investigador, el cual se convierte en motivación profesional.
A lo largo de los últimos años el trabajo social sanitario ha experimentado
un enorme desarrollo, lo que ha supuesto un gran impulso de iniciativas como
la puesta en marcha, en España, en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC),
dentro de los Estudios de Ciencias de la Salud, del posgrado de Trabajo Social
Sanitario, actualmente camino de convertirse en máster oficial de Trabajo So-
cial Sanitario. El lograr este espacio universitario supone un incremento ex-
ponencial de posibilidades para la nueva generación de conocimiento especí-
fico, ya que se amplía el corpus teórico clásico desde la realidad. Cada vez más,
crece la conciencia de los trabajadores sociales sanitarios sobre la importancia
de asumir una actitud activa, creativa, genuina, capaz de liderar e implementar
propuestas de nuevos programas que se apoyan en la realidad, micro y/o ma-
cro, interpretada a través de múltiples diagnósticos sociales sanitarios y lidera-
dos desde los servicios de trabajo social sanitario. Toda la estructura y función
del trabajo social sanitario no puede falsificarse, bajo conjeturas y supuestos
que lo transforman en otra cosa. Ello incluye la renuncia a la elaboración del
«diagnóstico social sanitario» y su sustitución por una actividad más cercana
a la improvisación instintiva, aunque se acierte y resuelva problemas, que a
190. Los recortes constantes que en estos últimos años se están dando, en principio, pueden modi-
ficar el tipo de relación y cobertura de determinados servicios, pero no la existencia de la relación
en sí.
© Editorial UOC 142 El diagnóstico social sanitario
191. Aunque el modelo biopsicosocial como nombre y define George Engel en 1977 [«The need for
a new medical model: a challenge for biomedicine». Science 8 April. Vol. 196 Núm. 4286. 1977:
129-136.] la filosofía que encierra dicho modelo se encuentra en textos de finales del siglo XIX.
192. Se ha vista en páginas anteriores: William Olser, Charles P. Emerson, Richard C. Cabot, Michael
Davis, entre otros. Y todos ellos con grandes profesionales del trabajo social médico, o trabajo
social hospitalario al lado: Miss Garnet Isabel Pelton, Miss Ida M. Cannon, del Massachusetts Ge-
neral Hospital en Boston, Miss Pendleton, la primera trabajadora social médica del John Hopkins
Hospital en Baltimore, etcétera.
© Editorial UOC 143 El «diagnóstico social» y el «diagnóstico social...
193. Perlman, H. H., So you want to be a social worker. New York. Harper & Row, Publishers. 1962: 39.
© Editorial UOC 145 El «diagnóstico social» y el «diagnóstico social...
«El trabajo social en el campo sanitario ¿está avanzando o está luchando por
sobrevivir?».194
194. Rosenberg, G.; Rehr, H., Advancing Social Work Practice in the Health Care Field: Emerging
Issues and New Perspectives. New York. The Haworth Press. 1983: IX.
© Editorial UOC 146 El diagnóstico social sanitario
en la palestra una realidad que lejos de desvanecerse sigue más viva y voraz
que nunca y a la que cabe enfrentarse no con palabras sino con hechos y
conocimiento. En esa misma celebración y dentro del mismo acto congresual,
Neil F. Bracht señalaba cómo los esfuerzos realizados en materia de investi-
gación por los trabajadores sociales sanitarios del Mount Sinai Hospital habían
modificado la práctica y estimulado nuevas concepciones en los roles del tra-
bajo social sanitario en el sistema sanitario estadounidense. En su exposición
mencionaba el «diagnóstico social sanitario» como imprescindible a la hora de
tomar decisiones. Literalmente decía:
Este libro se postula sobre varias hipótesis: una de ellas es que los trabajadores
sociales sanitarios que vean en el «diagnóstico social sanitario» su identidad,
su idiosincrasia, su fuerza profesional, su factor diferencial, disuadirán desde su
práctica a los muchos simpatizantes del trabajo social sanitario cuando piensan
que pueden ver los problemas de la persona y recomendarle recursos, cuando
se confunden creyendo que están elaborando un «diagnóstico social sanitario»
y sobre él apoyando una intervención. Siendo precisos, pueden ver los pro-
blemas de la persona y recomendarle recursos, ciertamente pueden actuar así,
pero «ni están elaborando un “diagnóstico social sanitario”, ni sobre él están
desarrollando una intervención». Sí que están jugando a la adivinación porque
si sale bien, fantástico, pero si sale mal, entonces llegarán los lamentos. Mejor
dejarlo ahí. El trabajo social sanitario, además, no es algo que se hace, no se basa
en la mecánica, como dijo Helen Harris Perlman, no se trata de enchuchar o
desenchufar aparatos, o mover piezas de un lugar a otro,196 es una doctrina pro-
fesional que se ejerce siguiendo procedimientos y protocolos, presta servicios
y sobre todo es una actitud ética que encierra valores y principios inviolables.
En la elaboración del «diagnóstico social sanitario» reside toda la fuerza de
esta profesión cuyo fin es implicar a la persona en la construcción de su bien-
estar social estructural, no coyuntural, y por extensión, generar bienestar a la
sociedad en general que encuentra programas y espacios de apoyo temporal o
195. Bracht, N. F., «Preparing new generations of social workers for practice in health settings», en
Rosenberg, G.; Rehr, H., Advancing Social Work Practice in the Health Care Field: Emerging Issues and
New Perspectives. New York. The Haworth Press. 1983: 29-44.
196. Perlman, H. H., op. cit. 1962: 46.
© Editorial UOC 147 El «diagnóstico social» y el «diagnóstico social...
198. Perlman, H. H., Persona, social role and personality. Chicago. The University of Chicago Press.
1970.
© Editorial UOC 149 El «diagnóstico social» y el «diagnóstico social...
199. Todo el párrafo lleva a considerar esta expresión desde la libertad que todo profesional necesita
para su correcto ejercicio que le debe poder permitir.
200. Perlman, H. H., Social casework: a Problem-solving Process. Chicago. The University of Chicago
Press. 1957: vi.
201. Perlman, H. H., ibíd. 1957: 178.
© Editorial UOC 150 El diagnóstico social sanitario
202. «Aetiology noun», Oxford Dictionary of English. Edited by Angus Stevenson. Oxford Univer-
sity Press, 2010. Oxford Reference Online. Oxford University Press. Universitat Oberta de Ca-
talunya. 7 July 2012 <http://0-www.oxfordreference.com.cataleg.uoc.edu/views/ENTRY.
html?subview=Main&entry=t140.e0011370>
203. «Clinical» adj. The Concise Oxford English Dictionary, Twelfth edition. Ed. Catherine Soanes and
Angus Stevenson. Oxford University Press, 2008. Oxford Reference Online. Oxford University
Press. Universitat Oberta de Catalunya. 7 July 2012 <http://0-www.oxfordreference.com.cataleg.
uoc.edu/views/ENTRY.html? subview=Main&entry=t23.e10565>
© Editorial UOC 151 El «diagnóstico social» y el «diagnóstico social...
204. Cabot, R. C., Social service & the art of healing. New York. Moffat, Yard and Company. NASW
Classic series. 1915: vii.
205. Cabot, R. C., «Social service work in hospitals». Chicago Medical Recorder, 1911, 33: 307-321.
206. Fitzpatrick, R., et. al., La enfermedad como experiencia. México. Fondo de cultura económica.
1990. XX.
207. Turner, F. J., Differential diagnosis and treatment in social work. New York. The Free Press. 1968.
© Editorial UOC 152 El diagnóstico social sanitario
tremezclan con las variables sociales comparables: estado civil, personas con
las que convive, ingresos económicos, relaciones laborales, características de la
vivienda, conciencia de necesidad de ayuda, pérdida de estatus social, cambio
de roles familiares, etcétera. Para el trabajador social sanitario, lo importante
es lo que deriva del tratamiento médico de la enfermedad y la contextual-
ización de lo social en cada caso señalando la necesidad de ayuda personal o,
además, ayuda de recursos comunitarios. En el trabajo social sanitario, se viene
resaltando desde el principio, la vivencia de la enfermedad imprime itinerarios
de tratamiento social sanitario particulares, los cuales, bajo ningún pretexto,
pueden darse sin el aval del «diagnóstico social sanitario» en donde se cer-
tificará su necesidad. Los anteriores son sólo algunos ejemplos para ilustrar
el valor empírico que el «diagnóstico médico» imprime en la elaboración del
«diagnóstico social sanitario» y por consiguiente en la intervención que de él
se derive.
Así pues un elemento diferencial, ciertamente poco contemplado, de los
procedimientos o protocolos de trabajo social sanitario es que para atender
los aspectos psicosociales de la persona enferma en tratamiento médico, tam-
bién los de su familia o red social próxima, la percepción de dicho diagnóstico
médico, la vivencia que genera en cada miembro se constituye en un elemen-
to esencial de la ayuda y de cómo ésta se provea. El pronóstico social sanitario,
por su parte, se verá más adelante, dibuja el horizonte adyacente que marcará
el camino singular de las ayudas y servicios para cada persona después del
«diagnóstico social sanitario».
A lo largo de su más de un siglo de historia, el corpus teórico del trabajo
social en general, del sanitario en particular, como el de cualquier otra dis-
ciplina moderna, ha ido ganando teorías, matices y relieves, se ha visto en
las páginas anteriores cómo se ha ido generando un arbolado de saberes y
metodologías, de procedimientos, también de protocolos de intervención que
lejos de suponer posiciones encontradas pasan a sumar sobre aquellas primeras
leyes elementales, combinando y potenciándose de acuerdo con lo que cada
situación requiere. Eso es lo que se inscribe en el «diagnóstico social sanitario»,
el cual se asienta dentro de la amplitud de coordenadas que implica el caso
social sanitario. Es momento de recordar la definición elaborada por Gordon
Hamilton en 1940:
«Un caso social no viene determinado por el tipo de cliente (familia, infancia,
persona mayor, adolescente), no puede venir determinado por el tipo de proble-
ma (problemas económicos, problemas de conducta). El caso social es un acon-
tecimiento vital en el que siempre hay proporciones, variables de lo económico,
© Editorial UOC 153 El «diagnóstico social» y el «diagnóstico social...
208. Hamilton, G. Theory and practice of social case work. New York and London. The New York School
of Social Work, Columbia University Press. 1951: 3-4.
© Editorial UOC 154 El diagnóstico social sanitario
«La combinación única», éstos son los mimbres del «diagnóstico social sani-
tario», elaborado, como se verá desde los principios de unicidad y autodetermi-
nación, de cada persona. El atributo, la característica, la categoría, el problema
o problemas, puede repetirse de una persona a otra, por poner algún ejemplo:
«padecer un AVC y vivir solo», «presentar anemia crónica y necesitar curas cada
ocho horas», «padecer obesidad y requerir una dieta baja en calorías», «padecer
una ludopatía», «haber sufrido una caída en la calle con rotura de tibia y pero-
né», etcétera. Esto les puede ocurrir a muchas personas. Lo que no se repite es
el contexto en donde este atributo, esta característica, esta categoría o este pro-
blema se da, se vive, se experimenta, siendo la vivencia, la experiencia y el afron-
tamiento del problema por parte de la persona y su familia los puntos de partida.
El acto de diagnosticar es un acto reflexivo, nunca puede ser un acto reac-
tivo ni azaroso, tampoco puede ser un acto de adivinación. Es una reflexión
que se construye sobre una sistemática y una metódica que promueve la inter-
vención terapéutica basada en conocimientos científicos. La capacidad de reac-
ción, en el trabajo social sanitario, es una habilidad y competencia que permite
gestionar dificultades y problemas, pero es distinta de la capacidad de reflexión
que propicia el análisis de las circunstancias que afectan en alguna medida a la
209. Davis, M. M., «Medical and social co-operation», National Conference on Social Welfare. 1911:
278-281.
210. Cabot, R. C., op. cit. 1915: 23.
211. Cannon, I. M., On the social frontier of medicine. Pioneering in medical social service. Cambridge.
Harvard University Press. 1952: 134.
© Editorial UOC 156 El diagnóstico social sanitario
persona, a la familia, relacionando los efectos y las causas probables, así como la
capacidad de interpretar los hechos sobre la base de los factores posibilitadores.
Algunas voces profesionales, se ha visto, se muestran disconformes con la
elaboración del «diagnóstico social sanitario» aduciendo que no tienen tiempo
de elaborarlo y que necesitan frases cortas, descripciones de problemas y, la-
mentablemente, con toda la alegría que permite el desconocimiento de las
cosas, no dudan en denominar «diagnósticos sociales sanitarios» a estas sim-
ples listas de problemas, de necesidades, de carencias o circunstancias adversas
de elaboración propia y con metodologías, a veces, carentes de pensamien-
to científico. Su principal argumento es que la enfermería tiene sus códigos
Nanda (North American Nursing Diagnosis Association),212 o que en atención
primaria cuentan con su CIAP213 abalada por la WONCA (World Organisation
of National Colleges, Academies and Academic Associations of General Practi-
tioners / Family Physicians). Y así, a falta de pan, como dice el refrán, buenas
son tortas. A falta de poder pensar desde el trabajo social sanitario y desde lo
que es el «diagnóstico social sanitario», desde lo que exige en su conceptua-
lización teórica, empiezan a pensar como enfermeras, o como administrativas
del padrón municipal. Y más allá su alegría no encuentra parangón cuando es-
criben el último código a una larga lista, cuanto más larga mejor, por cierto una
lista de las tantas que cada año se elaboran, con el convencimiento de que aca-
ban de elaborar un «manual de codificación del diagnóstico social sanitario»,
lo cual, por definición, es imposible. ¿Por qué? Porque cada «diagnóstico social
sanitario» es único e irrepetible en cada caso. Como lo es el ADN. Como lo son
las mismas personas, su entorno y su misma interioridad relacionándose con
ellas mismas y con ese entorno. Y aquí empiezan los problemas. Pero ello es
de fácil solución. Estas clasificaciones se pueden denominar «clasificaciones de
problemas sociales», pero no «códigos de diagnóstico social sanitario» porque,
sencillamente, no lo son.
Es una obviedad que la realidad actual de cualquier profesional que ejerce
en el sistema sanitario le obliga a convivir con las TIC (tecnologías de la infor-
mación y la comunicación). Así que es preciso buscar fórmulas que permitan
mantener lo cualitativo del «diagnóstico social sanitario», a la vez que poder
atomizarlo en partes que permitan su codificación para posteriores investiga-
ciones que faciliten proponer medidas, cambios, tipos de entrevista, en igual-
dad de condiciones como lo hacen otras profesiones.
219. Colomer, M., «Método de trabajo social». RTS. Colegio de Trabajo Social de Cataluña. Núm. 55.
1974: 14.
© Editorial UOC 161 «Diagnosticar» y «diagnóstico»
Capítulo III
Argumentatio. «Diagnosticar» y «diagnóstico»
«El trabajador social puede destruir el valor de la prescripción de un médico por un diag-
nóstico o tratamiento social erróneo y un médico puede, efectivamente, viciar un excelente
diagnóstico o tratamiento social».
Ida M. Cannon
Social Work in hospital: A contribution to progressive medicine (1917)
problema que han asociado al problema, pero con esta actitud han rechazado
profundizar en la naturaleza real de dicho problema y, por tanto, modificar un
horizonte, quizás, abocado a la repetición que irá agravando los síntomas hasta
que otros profesionales asuman su rol y elaboren un diagnóstico.
En el campo del trabajo social sanitario es frecuente encontrarse con reac-
ciones a las manifestaciones de los problemas, los cuales se documentan con
un clic sobre una lista de posibilidades. En el mejor de los casos el sistema de
información contará con un espacio de texto libre en donde se transcribe tex-
tualmente el problema o problemas que plantea la persona en su literalidad.
Debe recordarse que en esta literalidad se obtiene mucha información. Por
ejemplo, siguiendo con el caso ilustrado anteriormente: «Mujer de 75 años que
vive sola desde que murió su hermana y explica que ha perdido sus relaciones
sociales. Dice sentirse desanimada. Se le explica que hay grupos de manualida-
des, a lo que responde con interés de acudir. Se la deriva al centro cívico de su
zona». Pero esto ¿no lo puede hacer cualquiera? De ello también es testigo el
médico o la enfermera y, ambos, cada uno por su parte, pueden escribir y actuar
de la misma manera, si la señora les cuenta a ellos y no a la trabajadora social
sanitaria, quien en resumen ha obrado igual. Ni el clic, ni la transcripción de lo
que se ve o se habla, de lo que se gestiona, sin más, se puede aceptar como un
«diagnóstico social sanitario», aunque salga de la pluma del trabajador social
sanitario y, lo mismo, si sale de la pluma del médico o de la enfermera. Para que
esta transcripción hipotéticamente pudiera considerarse un «diagnóstico social
sanitario», aparte de que sería mucho más preciso, debería cumplir con unos
requisitos metodológicos, de razonamiento y de semántica, de denominación.
En el peor de los casos, esta descripción se articula tomando un relato subjeti-
vo, una demanda expresada, que se transcribe, se toma como certeza cuando
simplemente es la puerta de entrada al «caso social sanitario» y de este primer
encuentro a lo sumo que podría llegar a establecer unas «hipótesis diagnósticas
por verificar».
Así, ¿qué es diagnosticar y en qué medida ese ejercicio, ese conjunto de
principios metodológicos, de exploraciones psicosociales, conducen al diag-
nóstico? Parecería que las dos palabras «diagnosticar» y «diagnóstico» están
cien por cien vinculadas, sin embargo, esa vinculación sólo la garantiza el pro-
fesional si cumple con la metodología. Es fácil establecer una correlación en-
tre la primera «diagnosticar» y la segunda «diagnóstico». La primera como el
inicio del camino de la investigación del problema que presenta la persona y
que permite, apoyándose en el método de indagación, interpretación y valida-
ción de hechos y realidades observables o subyacentes, poner sobre la mesa el
mapa del caso social sanitario, la segunda como llegada a la descripción de la
© Editorial UOC 163 «Diagnosticar» y «diagnóstico»
t&MEJBHOØTUJDPTFFMBCPSB
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t&MEJBHOØTUJDPTFSFFMBCPSBZTFUSBOTGPSNBFOQSPOØTUJDP
«Ahora bien ese conocimiento, ¿podría ser alcanzado si la mente del sabio no siguiese
un camino adecuado (hodós), por tanto un método (metahodós) que la lleve de lo conocido y
patente a lo latente y desconocido, garantice la verdad de lo que mediante él se conoce y, en
consecuencia, permita avanzar ulteriormente por el camino del saber?».
Este apartado se basa en gran medida en el artículo «Los orígenes del diag-
nóstico médico»225 escrito en 1981 por el Dr. Pedro Laín Entralgo (1908-2001),
médico, maestro, pensador y humanista. El artículo daría lugar al libro El diag-
nóstico médico, historia y teoría.
Recuérdese cuando en 1912 el Dr. Richard C. Cabot se peguntaba qué se
podían enseñar, unos a otros, los médicos y los trabajadores sociales sanitarios.
Entre las muchas asignaturas que resaltó en ambas direcciones, señaló que los
médicos a los trabajadores sociales sanitarios les podían enseñar: las metodo-
logías de trabajo, la importancia de los registros y su análisis, el valor de la
investigación.226
224. Según la RAE disciplina se define como «Observancia de las leyes y ordenamientos de la profe-
sión». Y profesión a su vez se define como «Empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y por el
que percibe una retribución».
225. Laín, P., «Los orígenes del diagnóstico médico». Dynamis: Acta Hispanica ad Medicinae Scien-
tiarumque Historiam Illustrandam. Año: 1981 Vol.: 1 en http://www.revistadynamis.es/index.php/
indices [Consulta 1 de marzo de 2012]
226. Cabot, R. C., «Educational aspects of medical social work», National Conference on Social Welfare.
1912: 351-359.
© Editorial UOC 165 «Diagnosticar» y «diagnóstico»
Para este apartado, el pensamiento del Dr. Cabot ha hecho mella en la au-
tora que ha tomado el artículo del Dr. Laín Entralgo citado, con el convenci-
miento de que ayudará a los lectores y lectoras a comprender las raíces que
sostienen y alimentan la acción de diagnosticar y su consecuencia directa, la
elaboración del diagnóstico que sostendrá las intervenciones. El artículo en
cuestión resulta tan clarificador que puede decirse sin temor a errar que su
lectura se convierte en imprescindible para columbrar todos y cada uno de los
matices que encierra el concepto de diagnóstico y qué ejercicios y actitudes lo
posibilitan para que sea considerado como tal, parafraseando a Laín Entralgo
«diagnóstico sensu stricto».
El sistema sanitario, en sus múltiples versiones a través de los tiempos, siem-
pre se ha visto representado por profesionales altamente interesados y cuali-
ficados, caracterizados por una mentalidad científica que trata de huir de la
especulación, del pensamiento mágico.
Posiblemente en este espíritu ha germinado la génesis del desencuentro,
que crece con el tiempo, entre trabajadores sociales sanitarios y trabajadores
sociales de servicios sociales. Ese desencuentro se ve alimentado por la distinta
naturaleza de los propios sistemas, el sanitario marcado por las revoluciones y
avances científicos que pueden cambiar la vida de las personas de un día para
otro, un sistema en donde la adquisición y generación de nuevos conocimien-
tos, la alta competencia profesional, el desarrollo de la tecnología (que no la
tecnocracia) y la puesta en marcha de nuevas fórmulas de atención que siem-
pre buscan el aligerar el peso de la enfermedad se da de manera espontánea. La
investigación aplicada, el debate científico, los procedimientos y los protocolos
de trabajo apoyados en potentes sistemas de información, la innovación, etcé-
tera se han convertido en una realidad común y habitual para los profesionales
del sistema sanitario, la mayoría de los cuales constantemente están en litigio
consigo mismos para mejorar aquello que se acaba de mejorar. Los trabajado-
res sociales sanitarios están ahí, bebiendo a diario de las fuentes de ese espíritu
hambriento y sediento de doctrinas y técnicas de investigación y análisis. Fá-
cilmente, se ven inmersos en una dinámica que les lleva a crear y desarrollar
nuevos conocimientos. El medio sanitario es tan exigente que motiva a cada
profesional en el desarrollo de sus competencias y habilidades. El sistema de
servicios sociales está todavía en claro desarrollo pero a la vez es un rehén de la
política. El sistema sanitario también, pero menos.
El artículo del Dr. Laín Entralgo ofrece una perspectiva histórica del desa-
rrollo del concepto general de «diagnóstico» vinculado al ejercicio, primero,
de la sanación, luego por propia evolución y generación de conocimiento, de
la medicina moderna. Su contenido, de gran valor intelectual y reflexivo, ha
© Editorial UOC 166 El diagnóstico social sanitario
227. Töpfer, F.; Wiesing, U., «The medical theory of Richard Koch I: Theory of science and ethics», Medicine,
Health Care and Philosophy. 2005. 8: 207-219.
© Editorial UOC 167 «Diagnosticar» y «diagnóstico»
228. Laín Entralgo, P., «Los orígenes del diagnóstico médico». DYNAMIS. Acta Hispanica ad Medicinae
Scientiarumque Historiam Illustrandam. Vol. 1, 1981: 3-15.
© Editorial UOC 169 «Diagnosticar» y «diagnóstico»
tante, en que ello no constituye una práctica médica moderna cuyos actos se
basan en un corpus de conocimientos generados a partir del método científico
y que permiten la práctica asistencial dentro de un proceso diagnóstico.
Piénsese ahora en la ayuda social como parte de la cultura que durante si-
glos se ha estado prestando a las personas con escasos o nulos recursos propios
o, simplemente, con alguna necesidad de ayuda. Ésta es una ayuda tan antigua
como la humanidad que ya se manifiesta en los primeros asentamientos del
neolítico. Pero pensando en la civilización actual, las personas frágiles o en
situación de vulnerabilidad, viviendo o, para ser más exactos, malviviendo en
condiciones infames, insalubres, a lo largo de la historia han recibido ayuda
de otras personas con más posibilidades económicas, sociales, intelectuales,
las cuales, actuando a título individual o, en ocasiones, como miembros de
una organización declarada de beneficencia, han tratado de paliar ese malestar
cubriendo las necesidades primarias. Tanto desde la política como desde la so-
ciedad civil, sobre todo a partir del siglo XVI y XVII han surgido infinidad de
movimientos e iniciativas para minimizar el sufrimiento humano de amplio
espectro, generado por la pobreza. Pero igual que ocurría con el sanador, esta
asignación de ayuda, el cómo ésta se haya materializado, con qué criterios se
haya asignado, responde a algo instintivo, a una acción avalada por valores
humanos como la generosidad, el altruismo, el anhelo de bienestar para todos,
a veces, el remordimiento, etcétera. Esta realidad social en la que las personas
prestan ayuda de manera espontánea es la que tradicionalmente ha surgido de
la caridad, de la misericordia y que siendo tan antigua como lo es el ser huma-
no, algunos textos de la Edad Media229, 230 se muestran como el semillero de la
organización actual de las tipologías de ayuda. Sin embargo, ello no son ejer-
cicios de trabajo social sanitario, ni se elaboran diagnósticos sociales sanitarios
si bien, tomando de ejemplo este texto de Juan Luis Vives publicado en 1526,
se adivina el espíritu posterior del trabajo social en general, sanitario en parti-
cular, de promover la autonomía de la persona y hacerla partícipe de su propia
rehabilitación para evitar que se abandone y se convierta en un ser pasivo:
229. Niccolai, F.; Misericorid di Firenze. «750 anni di storia al servizio dei sofferenti». Suplemento al
n. 182/95 di San Sebastiano.
230. Benito, E., El libro del limosnero de Isabel la Católica. Madrid. Edita la Real Academia de la Historia.
2004.
© Editorial UOC 170 El diagnóstico social sanitario
o Hospicios para que allí se les alimente, se les alivie de sus males, y se eviten
los del público, pero a los que puedan trabajar, poco o mucho, en cualquiera
género de trabajo, fácil o dificultoso, más o menos pesado, no se les permita
estar ociosos, ya porque con lo que ganen, sea más o menos, ayudarán para su
manutención, ya porque desterrarán así las malas costumbres que adquirieron
en la ociosidad».231
231. Vives, J. L., Tratado del socorro de los pobres. Valencia. Imprenta de Benito Montfort. 1781: VII.
232. Loch, C. S., «Charity organization». National Conference of Charities. 1896: 243-248.
233. Weller, Ch. F., «Relief and Prevention». National Conference on Social Welfare. 1902: 265-277.
© Editorial UOC 171 «Diagnosticar» y «diagnóstico»
«Lo que se necesita ahora sobre todo para el avance de la caridad es el estudio
de los pobres. Tenemos que clasificar a los casos y no los remedios. En cuanto
a los varios casos de familias necesitadas, necesitamos recopilar, sistematizar y
difundir los resultados de las experiencias de los trabajadores en todas las partes
del país».237
«Koch no considera a la medicina como una ciencia, sino más bien como
una habilidad práctica, un arte en el antiguo sentido de la techné. A diferencia
de la ciencia, que se dedica a la adquisición de conocimientos como un fin en
sí mismo, la medicina persigue un fin más allá de eso. Su búsqueda principal es
ayudar a los enfermos. El aspecto fundamental de la medicina es la relación entre
el sufrimiento y la ayuda a la persona. Por lo tanto, la medicina sólo puede ser
comprendida adecuadamente teniendo en cuenta el carácter de la actividad mé-
dica en esta relación interpersonal. Koch no presenta una contradicción cuando
aclara el carácter práctico de la medicina, centrándose en el diagnóstico médico,
en otras palabras, al centrarse en un tipo de conocimiento, como entiende es el
diagnóstico. El acto de elaborar un diagnóstico, de adquirir conocimiento dentro
de la relación médico-paciente, es un componente esencial de la actividad mé-
dica. El “arte” de la medicina es la capacidad práctica para mejorar el bienestar
del paciente por medio de terapia. Según Koch, sin embargo, la terapia se deriva
directamente del diagnóstico. El conocimiento que proporciona el diagnóstico
de una terapia eficaz establece la capacidad de la actividad médica».239
Son muchos los párrafos que quedan suscritos por el trabajo social sanita-
rio, desde la relación entre el sufrimiento y la ayuda a la persona, al carácter
práctico de éste y a la elaboración del «diagnóstico social sanitario», como
componente esencial de la actividad que lo identifica. La divisoria con la etapa
anterior de la caridad y la filantropía quedó bien definida. Era el momento
en que ambas ofrecían la posibilidad de generar nuevos brotes que acabarían
dando forma y contenido al trabajo social hospitalario o médico, hoy sanita-
rio. Una disciplina que en los primeros textos era aplaudida como una nueva
forma de asistencia, una nueva forma de trabajar. A diferencia de la simple
caridad, cuya utilidad era indiscutible en la inmediatez, el trabajo social sanita-
rio se proyectaba al futuro, siempre a través del «diagnóstico social sanitario»,
desde el cual se ayudaba a las personas a reeditar su bienestar pudiendo ade-
lantarse a algunas circunstancias venideras. Ello no como actividad de brujería
o de adivinación, sino como un resultado probabilístico basado siempre en
el registro de casos y su posterior análisis estadístico, poniendo el foco en las
tendencias como previsión de futuro. Así, esta ayuda progresivamente dejaría
de ser espontánea y se apoyaría en doctrinas específicas surgidas del empirismo
y en paralelo a la investigación e interpretación racional de los hechos, de los
tratamientos sociales sanitarios desplegados y de los resultados obtenidos. Para
ello era necesario apoyarse en clasificaciones, dado que son los instrumentos
de trabajo que, como señaló el Dr. Richard C. Cabot, significaban el principio
de una actividad científica.240
La acumulación de casos, en donde se evalúan las acciones deliberadas rea-
lizadas por el trabajador social sanitario, él o ella, para provocar o promover
reacciones en la persona y en su entorno, para implicarla en el tratamiento que
es el adecuado, son fuentes de conocimiento para enriquecer la intervención y
la toma de decisiones que permite la elaboración del «diagnóstico social sanita-
rio». La historia avala que las primeras investigaciones arrojaron correlaciones
que permitieron establecer unas primeras y tímidas «leyes básicas» que supu-
sieron nuevos paradigmas para el trabajo social sanitario. Uno de estos nuevos
paradigmas, elemental a fecha de hoy pero innovador hace un siglo justo cuan-
do la profesión estaba iniciándose en su etapa moderna, fue cuando Mary E.
Richmond constató que en el trabajo de casework, además de la intervención
sobre la persona siempre estaba presente y afectada la familia, sobre la cual
también se intervenía. Fue el análisis de los registros el que la hizo darse cuenta
de este hecho. En la misma línea y casi en paralelo en el campo sanitario Ida
M. Cannon lo ampliaba señalando que de la misma manera que el médico no
trata un órgano enfermo aisladamente del resto del cuerpo, el trabajador social
hospitalario no ve al enfermo como un ser desafortunado encamado en un
hospital, sino que lo ve como una persona que pertenece a una familia. Hasta
aquí verificaba a Mary E. Richmond y lo ampliaba al señalar que dicha persona
vivía insertada en una comunidad. Respecto al juego de equipo formado por
médico, cuidadora, trabajadora social sanitaria, escribía:
«El médico y la cuidadora tienen por objeto fortalecer el estado físico general
del paciente para que pueda combatir su enfermedad. El trabajador social hos-
pitalario tiene por objeto reunir las fuerzas internas y de su entorno que lo revi-
talicen para afrontar la alteración de sus condiciones sociales. En consecuencia
el trabajador social hospitalario encuentra en el hospital una oportunidad para
complementar y reforzar el servicio médico».241
Tres años después de Charles Frederik Weller, otro de los autores que a jui-
cio de quien escribe también dibujó muy claramente las dos líneas citadas por
Richard Koch en el ámbito de la medicina, pero sobre el campo del trabajo
social, fue Samuel G. Smith. En 1905 impartió la conferencia «Social Standards»
[Estándares sociales] y puso el foco sobre los diferentes grados de pobreza que
una sociedad era capaz de soportar. Sobre ello, señaló al trabajo social como
la profesión cuyos profesionales se erigían en responsables de elaborar un jui-
cio preciso, entiéndase un «diagnóstico social preciso», sobre la investigación
previa, la interpretación de la información obtenida o evidenciada y la inter-
vención necesaria adecuada para desarrollar y mejorar la confortabilidad, el
bienestar de las personas atrapadas en la pobreza y la indigencia y generar a
la vez autonomía y riqueza personal y social. Dijo Smith dándose respuesta
ante el auditorio a la pregunta realizada sobre el grado de pobreza socialmente
soportable:
«Creo que la respuesta dependerá de si uno toma lo que se puede llamar una
visión estática o dinámica del problema. Es decir, aquellos que consideran la
cuestión de la miseria como un hecho completo en sí mismo es probable que
insten, como Ruskin, a dar a la gente porque son pobres y piensen que la cues-
tión de la “dignidad” de los pobres no debe tomarse en serio. El punto de vista
© Editorial UOC 177 «Diagnosticar» y «diagnóstico»
Mapa conceptual 1. Líneas de ayuda social según Samuel G. Smith (1905). Elaboración propia
De nuevo surgen esas dos líneas que jalonan el modelo, la instintiva que actúa
y puede paliar pero no transformar desde dentro y así evitar que la precariedad
siga instalada, y la diagnóstica e interpretativa que transforma y promueve des-
de dentro el bienestar a partir de cambios premeditados y estratégicos conduci-
dos por el trabajador social sanitario y participados por los integrantes del caso
social sanitario, siempre después de haber elaborado un «diagnóstico social».
De regreso al ilustrativo recorrido sobre el origen del «diagnóstico médico»
propuesto por el Dr. Laín Entralgo, como se ve fuente de otros encuentros y
244. Smith, S. G., «Social Standards». National Conference on Social Welfare. 1905: 10.
© Editorial UOC 178 El diagnóstico social sanitario
«Ante las afecciones cuya génesis se muestra de manera patente a los ojos del
sanador, como las consecutivas a un accidente traumático».245
le abandone. Una mujer que anula constantemente la fecha para una inter-
vención menor pero necesaria. La aprensión desproporcionada de la persona
cuando se le explica que se deben realizar determinadas pruebas para descartar
una dolencia grave y su inmediata negativa a realizarlas. La demanda de ayu-
da económica cuando no hay un problema económico y sí incapacidad para
gestionar su liquidez o patrimonio que debido a una ludopatía está en riesgo.
Etcétera. En definitiva se trata de situaciones que indican conflictos internos de
la persona con ella misma, con su entorno y que desde el trabajo social sanita-
rio implican procedimientos de screening para descartar que se trate de la pun-
ta del iceberg de un problema mucho más profundo. Éstas son situaciones que,
al no desprender ningún tipo de disonancia, pueden aparecer incluso como
normales llegándose a justificar, por los otros profesionales de la medicina, de
la enfermería como situaciones inopinadas. De la misma forma que ante un
mareo que se manifiesta pero a la par desaparece puede desatenderse.
Sin embargo, el trabajador social sanitario verá variables susceptibles de aná-
lisis más profundos. Dicho esto, no obstante, cabe reconocer que las sospechas
iniciales se basan en una intuición, una sensación, alguien podría llamarlo in-
ventiva o imaginación, emulando al pensamiento mágico. En los orígenes hace
más de un siglo, sin ningún corpus teórico que lo avalara, a veces se podía caer,
y de hecho se caía, en interpretaciones sui generis, donde cualquier sospecha
mal interpretada podía abrir caminos de falsedad. Una de las películas que me-
jor ilustra esta interpretación sui generis es La duda. La magnífica interpretación
de Meryl Streep como la Hermana Aloysius Beauvier ilustra esa sospecha que,
lejos de comprobarse, se ve alimentada de la misma sospecha y toma cuerpo
dentro de la imaginación de la protagonista que imparable va ejecutando ac-
ciones, porque «lo dice ella y está segura».
Pensando en el presente del trabajo social sanitario, hoy en pleno 2012, se
repite la pregunta, ¿cuántas demandas se satisfacen directamente sin previo
estudio? ¿Cuántas de las afirmaciones vienen avaladas por una investigación
minuciosa de los hechos? ¿Cuántas acciones se apoyan en un proceso diag-
nóstico? ¿Cuántos recursos se utilizan porque son los que mejor complemen-
tan la intervención psicosocial y no porque son los únicos que cuentan con
alguna plaza libre? La siguiente observación del Dr. Laín Entralgo ilustra estas
reflexiones.
que esta satisfacción de la demanda haya podido suponer para la persona. Pero
no se está hablando en esos términos sino en términos de servicio prestado y
avalado por un «diagnóstico social sanitario». Los otros profesionales también
pueden informar de ello y de hecho informan, sin embargo, eso no los con-
vierte en trabajadores sociales sanitarios. Se lo llamará como se quiera, pero no
se vinculará, bajo ningún pretexto, al ejercicio del trabajo social sanitario que
sigue la teoría.
Es radicalmente distinto cuando se trabaja con dicha demanda, escuchán-
dola en su extensión y expresión, ampliando los motivos que llevan a la per-
sona a realizarla, acercarse a su contexto individual y familiar y obtener la
información necesaria, interna de la persona y externa, respecto a su entorno,
hasta poder elaborar el «diagnóstico social sanitario» que permita al profesio-
nal responsabilizarse del plan trazado, de trabajo e intervención. Por ello, el
administrativo del servicio, cuando lo hubiere, no puede derivar las demandas
a otros servicios o ámbitos, ello resulta una acción administrativa, pero no de
trabajo social sanitario. Y es sabido que la demanda de la persona puede ser un
pretexto para poder hablar de lo que realmente le preocupa.
Para el Dr. Laín Entralgo la segunda línea que invita a interpretar y obliga a
establecer hipótesis de trabajo se postula como el suelo narrativo sobre el que
se desarrolló la doctrina y práctica del «diagnóstico médico» entre los antiguos
griegos, cuna del presente pero con mucho trabajo de por medio. Así, ambas
formas de intervenir no se consideran validadas por ningún diagnóstico sensu
stricto tomando sus propias palabras. Como se ha señalado, si bien el Dr. Laín
Entralgo asume lo inadecuado en el uso de los términos «natural y sobrenatu-
ral», también se manifiesta partícipe de la filosofía básica que éstos encierran,
sobre todo el segundo, por el motivo antes señalado de que con el tiempo ha
derivado en el método de investigación y ha servido para obtener datos e infor-
mación. Otra salvedad, en el mismo artículo llama la atención sobre la metódi-
ca, que siendo parte del diagnóstico, por sí misma no garantiza nada. Para ello
pone de ejemplo a la metódica de los chamanes y los indios Cherokees, explica
y analiza la siguiente escena:
«El medicine-man de los indios Cherokees, valga este ejemplo, se coloca ante
el paciente con un abalorio negro entre el pulgar y el índice de la mano izquierda
y otro blanco o rojo entre los mismos dedos de la mano derecha A continuación,
va nombrando diversas enfermedades o presuntas causas de ellas. Cuando llega a
pronunciar el nombre correcto, siente que el abalorio de la mano derecha entra
en agitación, y así sabe lo que el enfermo tiene. Con otras palabras: la enferme-
© Editorial UOC 183 «Diagnosticar» y «diagnóstico»
dad de que se trate ha sido distintamente nombrada (Mooney).248 Pero esta ma-
niobra y todas las a ella semejantes ¿pueden ser llamadas “diagnóstico médico”,
si uno quiere hablar con cierta precisión?».249
El centro de gravedad del encomio del Dr. Laín Entralgo sobre lo que con-
vierte una definición en diagnóstico llega con los siguientes tres puntos, para él
la prueba de que se está ante un diagnóstico y no ante una pura elucubración.
Para establecer el paralelismo entre el diagnóstico médico y el «diagnóstico
social sanitario» se ha elaborado la siguiente tabla tomando en la columna de
la izquierda el texto literal del Dr. Laín Entralgo y a la derecha la traslación al
«diagnóstico social sanitario»:
248. Mooney (1932). «The Swinner Manuscript», Smithsonian Inst., Bur. American Ethnol. Bull. (Was-
hington), 99, 41 y 132, en Laín Entralgo, P., op. cit. 1981: 3.
249. Laín Entralgo, P., op. cit. 1981: 3-15.
© Editorial UOC 184 El diagnóstico social sanitario
Puntos propuestos por el Dr. Laín Aplicación de los puntos del Dr.
Entralgo al diagnóstico médico. Laín Entralgo al «diagnóstico social
sanitario».
«La denominación de la enfermedad, y La denominación del problema social sa-
por tanto la idea que acerca de la realidad nitario y, por tanto, la idea que acerca de
de ésta quiere expresarse con el nombre la realidad que de éste quiere expresarse
empleado, deben proceder de una actitud con el nombre empleado, debe proceder
mental que temáticamente haya excluido de una actitud mental que temáticamente
de su actividad toda apelación al pensa- haya excluido de su actividad toda apela-
miento mágico. La interpretación de la ción al pensamiento mágico. La interpre-
realidad anatomo-fisiológica implícita en tación de la realidad social y psicosocial
el verdadero diagnóstico podrá ser crasa- implícita en el verdadero «diagnóstico
mente errónea o puramente imaginativa, social sanitario» podrá ser crasamente
pero nunca dejará de ser racional». errónea o puramente imaginativa, pero
nunca dejará de ser racional.
«El proceso mental por el cual el sana- El proceso mental por el cual el trabajador
dor llega a su conclusión diagnóstica, y social sanitario llega a su conclusión diag-
por tanto al término con que la nombra, nóstica y, por tanto, al término con que la
debe hallarse regido por un método, del nombra, debe hallarse regido por un mé-
cual es más o menos consciente quien lo todo, del cual es más o menos conscien-
emplea. La posesión de una conciencia te quien lo emplea. La posesión de una
metódica es la expresión más fehaciente conciencia metódica es la expresión más
de la racionalidad de la mente, y gracias a fehaciente de la racionalidad de la mente,
ella puede ser verdaderamente técnico el y gracias a ella puede ser verdaderamente
conocimiento de la enfermedad». técnico el conocimiento de los problemas
o dificultades psicosociales.
«La palabra con que la enfermedad es de- Las palabras con que denominamos los
nominada debe ser un verdadero termin- problemas sociales y psicosociales deben
us technicus; es decir, un vocablo que de- ser un verdadero terminus technicus; es de-
signe precisamente aquello a que se aplica cir, vocablos que designen precisamente
–en este caso: un modo de enfermar– y aquello a que se aplica –en este caso: un
cuya significación sea unívocamente en- modo de desajuste o dificultad social de-
tendida por todos los que como técnicos bido a la presencia de la enfermedad– y
–en este caso: como profesionales del arte cuya significación sea unívocamente en-
de curar, ars medica o tékhnê iatrikê– en tendida por todos los que como técnicos
su oficio la emplean. Todo lo que no sea –en este caso: como profesionales del arte
nombrar así las enfermedades es nomi- del trabajo social sanitario– en su oficio
nación cuasidiagnóstica, no diagnóstico la emplean. Todo lo que no sea nombrar
sensu stricto». 250 así los problemas sociales y psicosociales
es nominación cuasidiagnóstica, no diag-
nóstico sensu stricto.
Tabla 1. El diagnóstico social sanitario desde el diagnóstico médico analizado por el Dr. Laín Entralgo.
Elaboración Dolors Colom.
© Editorial UOC 185 «Diagnosticar» y «diagnóstico»
Es importante detenerse en este punto para erradicar los fantasmas que in-
vaden a los profesionales con respecto a la elaboración del «diagnóstico social
sanitario». Cuando aplican cualquiera de las definiciones de «diagnóstico so-
cial» se puede añadir sanitario, y éste es fruto de una acción en la que se dan
los tres puntos y condicionantes señalados han elaborado un «diagnóstico so-
cial sanitario», sin ninguna duda. Más adelante se volverá sobre este párrafo,
crucial para desbrozar ese camino lleno de confusiones y falsos misterios. De
momento se sigue avanzando en el artículo del Dr. Laín Entralgo. Se ha visto
que en ocasiones él habla de «nominación cuasidiagnóstica» clarificando que
se refiere a ella cuando concurren tres elementos en la mente del «sanador»: el
empirismo, la magia y la imaginación. Lo explica como sigue:
con espejos internos donde comprobar los reflejos devueltos según sea su ma-
nera de ejercer. Así, siempre dentro del trabajo social sanitario:
«Mi tesis es la siguiente: sólo con los médicos hipocráticos –o con Alcmeón
de Crotona, si se quiere apurar la precisión documental– comienza formalmente
la historia del diagnóstico médico, solo con ellos se inicia el cumplimiento cons-
ciente de los tres fundamentales requisitos que exige la práctica de un diagnósti-
co sensu stricto, y en modo alguno es un azar que ellos convirtieran en verdadero
término técnico una palabra ya usada en los tiempos homéricos con un sentido
mucho más amplio, el verbo diagignôskein, y se apresurasen a adoptar como suyo,
dándole estricta significación médica, un neologismo creado en el siglo v, el sus-
tantivo diágnôsis».254
El párrafo asume un hecho que en 1910 ocupó a Garnet Isabel Pelton res-
pecto al, entonces, trabajo social hospitalario, el término diagnóstico es un
término técnico y por ello lo señaló como un factor diferencial, como se ha dis-
tinguido, entre la ayuda proveniente de la filantropía, de la ayuda que provenía
del trabajo social hospitalario, hoy sanitario. Así, cuando se habla de diagnós-
tico, sea en el ámbito que sea, se está reconociendo que se trata de un término
técnico que lleva implícitas unas condiciones y exigencias cuyo cumplimiento
le concede dicha cualificación de técnico.
Siguiendo en el mismo párrafo, el Dr. Laín Entralgo señala la diferencia
entre la acción de diagnosticar, el verbo, y el resultado de esta acción que,
garantizando los requisitos expuestos, permite la elaboración del «diagnóstico
médico» o del «diagnóstico social sanitario».
Las garantías del camino son las mismas en todas las disciplinas, deben
serlo. La pregunta obvia es ¿cómo se define el diagnóstico médico? Y ¿cómo se
define el «diagnóstico social sanitario»? Y aquí es donde se alzan las primeras
diferencias entre ambos, pues aquello que en medicina se resuelve con unas
pocas palabras, en el trabajo social sanitario, considerando su naturaleza, im-
plica una minuciosa narración. Sin embargo, como se verá, entre ambos hay
grandes alianzas que les llevan a confirmar que su unión es un matrimonio por
amor y no de conveniencia. El modelo biopsicosocial permite el diagnóstico
biopsicosocial que se postula como la unión «química» de ambos diagnósticos
citados y no un ensamblaje de ambos.
los responsables de garantizar ese proceso para poder aseverar que se está, en
el caso de trabajo social sanitario, ante un «diagnóstico social sanitario» y no
ante una «descripción de un problema social sanitario». Resulta esencial que
en los profesionales del trabajo social sanitario cale el valor del «diagnóstico
social sanitario» para facilitar en la práctica diaria la intervención indicada.
Una intervención que se compondrá de multitud de acciones, gestiones, ta-
reas, las cuales, adecuadamente combinadas y generando sinergias entre ellas,
conforman el proceso que culminará en el servicio que se haya determinado
necesita la persona. De igual modo que el diagnóstico es mucho más que una
suma de partes, el servicio es más que la suma de acciones terapéuticas. El buen
«diagnóstico social sanitario» zurce la descripción al contexto, a la vivencia y a
la experiencia particular, y ello, y sólo por ello, ayuda a la persona, a su familia,
a regresar, rehacer, rehabilitar, incluso transformar su cotidianeidad, sin excluir
las ayudas complementarias.
El diagnóstico se elabora y se da combinando en la vida de la persona enfer-
ma y su familia elementos mecánicos (cambios de horario, barreras arquitec-
tónicas), elementos orgánicos (prestación de ayuda para comer, necesidad de
ayuda para la ducha diaria, no poder realizar la compra) y elementos emocio-
nales (la vivencia particular de la persona y de cada uno de los miembros de la
familia) con el conocimiento actualizado del profesional.
La elaboración de un diagnóstico implica una gran responsabilidad de par-
te del profesional, él o ella, por lo que supone en el futuro de la persona ese
«diagnóstico social sanitario» que ya es suyo. Un contenido que puede ser cier-
to o incierto si bien este último es inadmisible. La elaboración del diagnóstico
implica también una gran responsabilidad de la organización, ésta encarnada
en sus directivos, asumiendo, por defecto, que ponen al alcance de los profesio-
nales, de los trabajadores sociales sanitarios, ellos y ellas, los medios necesarios
para que los «diagnósticos sociales sanitarios» que elaboran resulten precisos
y se ajusten al máximo a la realidad estudiada y sobre la cual se intervendrá.
Las intervenciones de trabajo social sanitario, como las médicas, suponen un
gran consumo de recursos personales de las personas implicadas, recursos pro-
fesionales directos e indirectos, recursos institucionales y recursos comunita-
rios. Por tanto, los trabajadores sociales sanitarios se avezarán a que detrás de
toda decisión que toman hay un coste que se debe transformar en beneficios
para los integrantes del caso social y, lejos de utopías, para el conjunto de la
sociedad. Los servicios prestados obedecen a aliviar sufrimiento y carencias, a
motivar y a reforzar el cuerpo emocional y psíquico de las personas, por ello,
además de evaluarse a posteriori en el conjunto de todas las intervenciones, es
preciso asegurarse en el momento de la intervención de que se está realizando
aquello que mejor satisface las necesidades y carencias de la persona cediéndo-
© Editorial UOC 191 «Diagnosticar» y «diagnóstico»
258. Eddy, D. M., «Toma de decisiones clínicas. De la teoría a la práctica. Análisis coste-efectividad: Una
conversación con mi padre». Journal of the American Medical Association. Vol. 267, Núm. 12. 1993: 36.
Agradezco al Dr. Julio Villalobos que me dejara este artículo que ciertamente ha sido muy oportuno.
© Editorial UOC 193 El «diagnóstico social sanitario»...
Capítulo IV
t-BHFOFSBMJ[BDJØOEFMBTEFTDSJQDJPOFTZMBEFmOJDJØOmOBMEFMjEJBHOØT-
tico social sanitario».
t-BDPOGVTJØOJOJDJBMEFMjEJBHOØTUJDPTPDJBMTBOJUBSJPxDPOMJTUBTEFQSPCMF-
mas y/o clasificaciones de problemas.
Una primera reflexión que se desprende del ejemplo anterior es que: Cual-
quier descripción que se quede en lo evidente, en lo que puede ver cualquiera a
simple vista, no puede considerarse un «diagnóstico social sanitario».
t&M4JTUFNBEF*OGPSNBDJØOEF6TVBSJPT 4*644
EFM.JOJTUFSJPEF5SBCBKP
y Asuntos Sociales.259
t&M1SPHSBNB*OGPSNÈUJDPEF$BTPT 1*$
EFM4FSWJDJP/BWBSSPEF4BMVE260
t-B$MBTJmDBDJØO*OUFSOBDJPOBMEF"UFODJØO1SJNBSJB $*"1
261
259. http://www.mtas.es/SGAS/ServiciosSocDep/ServiciosSociales/siuss/SIUSS.htm
260. Napal, C.; Ochando, G., et. al., Programa Informático de Casos. Edita el Colegio Oficial D.T.S. y
AA.SS. de Navarra y Caja Rural de Navarra. 1997.
261. http://www.iqb.es/patologia/ciap/ciap_toc.htm [Consulta 4 agosto de 2012]
© Editorial UOC 196 El diagnóstico social sanitario
t-B$MBTJmDBDJØO*OUFSOBDJPOBMEFM'VODJPOBNJFOUP
EFMB%JTDBQBDJEBEZ
de la Salud (CIF), conocida como la heredera de la Clasificación Internacional
de Deficiencias, Discapacidades y Minusvalías (CIDDM).262
t&UDÏUFSB
Michael M. Davis
Instrumento de trabajo 1. Dimensiones sociales siguiendo la propuesta del Dr. Davis. Elaboración Dolors Colom
Las diferentes categorías que se vayan creando en cada parámetro son una
decisión que deberá consensuarse en el servicio de trabajo social sanitario, o
entre servicios de una misma zona o área geográfica. Son el filtro que permitirá
© Editorial UOC 198 El diagnóstico social sanitario
Tipos de
pacientes Atributos Intervención
Problemas sociales a agudos y urgentes Atención profesional
Tipo I que requieren atención urgente individualizada
El tipo de tratamiento y su cuidado dese- Trabajo social de caso,
Tipo II quilibra una red social débil casework y familiar
Se trata de atender los desequilibrios y
roturas habituales provocadas por la enfer- Trabajo Social de caso,
medad y que en este caso la persona y su casework, familiar y co-
Tipo III familia no pueden afrontar solos munitario
Casos en que todo parece estar en or-
den pero en los que se hace necesario Procedimiento de la
el seguimiento y la orientación en los planificación del alta
Tipo IV primeros días sanitaria
Instrumento de trabajo 2. Tipos de enfermos, atributos que los caracterizan y atención o procedimiento.
Elaboración Dolors Colom.
Gordon Hamilton
Instrumento de trabajo 3. El caso social sanitario, ejemplos de «hechos» y «Factores» con sus «atributos».
Elaboración Dolors Colom.
263. Pérez de Ayala, E., Trabajando con familias (teoría y práctica). Editorial Certeza. Zaragoza. 1999.
© Editorial UOC 200 El diagnóstico social sanitario
Instrumento de trabajo 4. Análisis de las realidades siguiendo el texto de Pérez de Ayala. Elaboración Dolors Colom.
Los anteriores son sólo una muestra de cómo la teoría se puede transformar
en instrumentos de trabajo para que la práctica resulte más organizada y no se
pierda la información que se genera. Son instrumentos elaborados con el único
objetivo de mostrar vías para que la teoría florezca en el día a día del ejercicio
profesional.
264. «Algorithm», World Encyclopedia. Philip’s, 2008. Oxford Reference Online. Oxford University Press.
<http://0-www.oxfordreference.com.cataleg.uoc.edu/views/ENTRY.html?subview=Main&entry=
t142.e283> Universitat Oberta de Catalunya. 2 September 2012
© Editorial UOC 201 El «diagnóstico social sanitario»...
La RAE como:
t-BQSJNFSB
FMFTUVEJPEFUSBCBKPTPDJBMTBOJUBSJP
t-BTFHVOEB
FMEJBHOØTUJDPEFUSBCBKPTPDJBMTBOJUBSJP
EFOPNJOBEPjEJBH-
nóstico social sanitario».
t-BUFSDFSB
FMQMBOEFUSBCBKPDPOMBJOUFSWFODJØOZFMUSBUBNJFOUPEFUSB-
bajo social sanitario.
267. Rehr, H.; Blumenfield, S.; et. al., «Social Work Accountability: A key to High-Quality patient care
and services». The Mount Sinai Journal of Medicine. Vol. 60, Num 5. 1993: 368.
268. Hollis, F.; Woods, M. E., op. cit. 1981: 85-107.
269. Doremus, B. L., «The four Rs: social diagnosis in health care». Health and Social Work, 1:4. 1976: 121.
© Editorial UOC 203 El «diagnóstico social sanitario»...
«R’s del diagnóstico social sanitario», que centran la atención del profesional
en: «Los roles sociales del paciente. Las reacciones emocionales. Las relaciones
interpersonales. Los recursos prácticos».
Avanzando, en la primera fase se estudia a la persona enferma o familiar que
presenta el problema, su actitud, su implicación, su personalidad y tempera-
mento, paralelamente, se estudia el problema que presenta la persona contex-
tualizado en ella. La realización de varias entrevistas obedece a la necesidad
de relativizar la necesidad expresada por la persona enferma o por su familia,
los aspectos emocionales que envuelven su momento presente, que es el que
motiva la petición de ayuda y atención al servicio de trabajo social sanitario.
Está ampliamente aceptado el valor terapéutico de la narración dentro de la
entrevista, del intercambio de observaciones entre el cliente y el profesional
que le devuelve las observaciones elaboradas, por tanto, es en la secuencia de
entrevistas donde se observa la evolución del relato, por una parte y, por la
otra, la evolución de la actitud de la persona frente al problema o problemas, a
las dificultades que le acechan y sus posibles orientaciones.
Así pues, para ilustrar la imagen general, el «diagnóstico social sanitario»
puede imaginarse como la articulación que vincula las acciones de la pri-
mera fase del procedimiento o del protocolo con la tercera fase orientada al
tratamiento e intervención. La definición de la ayuda dada a la persona y los
medios queda recogida en el «diagnóstico social sanitario» pero se gestiona
considerando el momento y, de acuerdo con la actitud de la persona, de su
familia, se ejecuta para que esta persona pueda, por sí misma, dar respuesta a
su problema o problemas.
El siguiente mapa conceptual ilustra el «diagnóstico social sanitario» dentro
del procedimiento, o del protocolo, básico de trabajo social sanitario. Es un
recordatorio para asegurar, dentro de lo posible, el mismo punto de partida
conceptual.
© Editorial UOC 204 El diagnóstico social sanitario
Mapa conceptual 13. Posicionamiento del diagnóstico social sanitario dentro de los procedimientos y
de los protocolos de trabajo social sanitario
«Los problemas físicos del paciente dan una dirección al diagnóstico social
sanitario pero es su reacción emocional ante la enfermedad y no la enfermedad
per se donde el trabajador social sanitario pone el foco».270
271. Mary E. Richmond señala en su libro What is social casework? que el casework, entre otras cues-
tiones, «es la influencia de una mente sobre otra mente».
© Editorial UOC 206 El diagnóstico social sanitario
t-BBUFODJØOQPSEFNBOEBEFMBQFSTPOBFOGFSNBPEFQFSTPOBTWJODVMBEBT
a ella.
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t-BBUFODJØOQPSEFSJWBDJØOEFPUSPTTJTUFNBTEFTFSWJDJPTTPDJBMFT
EFFEV-
cación, de justicia, de trabajo.
t-BBUFODJØOTJTUFNÈUJDBQPSQSPHSBNBTEFUSBCBKPTPDJBMTBOJUBSJP
Mapa conceptual 14. Tipologías de intervención desde el servicio de trabajo social sanitario y algoritmos asociados
Las tres posibilidades se pueden dar al mismo tiempo. Por ejemplo, una
persona que sería atendida de forma sistemática por el servicio de trabajo so-
cial sanitario al cumplir con alguno de los criterios definidos de riesgo, puede
acudir, ella o algún familiar, al servicio de trabajo social sanitario demandando
ayuda y, simultáneamente, algún otro profesional (el médico por ejemplo)
puede solicitar una interconsulta.
Es importante sobre todo los primeros tiempos en los que se instauren siste-
mas de información aprovechar su potencia para registrar la información de los
casos sociales de acuerdo con la organización y características del servicio de
trabajo social sanitario. Sólo así se podrán adecuar estos servicios a las realidades
que se vayan identificando como nuevas y sólo así la información analizada,
los indicadores resultantes, tendrán validez y operatividad de cara al futuro.
Urge dejar atrás esa mala costumbre de aceptar registros y sistemas de infor-
mación a medias. Es cierto que este paralelismo de diferentes variables, ese no
poder excluir unas frente a otras porque todas están presentes, genera grandes
dificultades a los creadores de sistemas de información sanitaria, acostumbra-
dos a tratar, especialmente, con variables cuyas categorías están cerradas y se
excluyen. Pero por ello el trabajo social sanitario es diferente. Este déficit segu-
© Editorial UOC 208 El diagnóstico social sanitario
Mapa conceptual 15. Algoritmo de la acogida para la elaboración del diagnóstico social sanitario
Una vez la persona enferma ha podido explicar con sus palabras, sus gestos,
sus silencios, lo que cree le pasa,272 sin sentirse juzgada, el trabajador social sani-
tario, él o ella, le preguntará en «qué cree que se le puede ayudar desde el servi-
cio de trabajo social sanitario». Con esta pregunta se logra conocer de primera
mano cuáles son las expectativas de la persona con respecto a la intervención
profesional. ¿Qué espera de este servicio? ¿Qué espera del trabajador social
sanitario que le está atendiendo? La persona debe responder a la pregunta, no
valen evasivas. El trabajador social sanitario, él o ella, analizará la adecuación
de las expectativas del cliente a la realidad que ofrece la institución y sus pro-
pios conocimientos
Como es sabido, en la primera entrevista del primer encuentro, se debe
dosificar la información que se desea obtener y evitar que la persona sienta que
se ha expuesto demasiado al profesional, que ha explicado demasiado y reac-
cione de manera que sienta vergüenza de volver. En este caso es el trabajador
social sanitario, él o ella, el que controlará esta circunstancia, por ello, citará
a la persona para otro día, para seguir ampliando información, para el día si-
guiente o cuando considere oportuno. En este momento el trabajador social
sanitario, él o ella, puede realizar algún encargo a la persona, o su familia, algo
muy elemental, pero que le ofrecerá una primera imagen de la implicación que
mantienen en la resolución del problema. Si la persona está ingresada puede
ser algo como «Hable con su hija de ello, o pregúntele a su hija cómo lo ve, o
consúltelo con el médico y me cuenta», si la persona acude a un centro de sa-
lud puede ser «vaya al centro cívico y pregunte si hay algún banco de tiempo»,
obviamente ello son ejemplos y el encargo debe ir en consonancia con la reali-
dad que se empieza a tratar. Sea lo que sea, el pequeño encargo estará relacio-
nado con el problema planteado y obedece sólo a verificar la predisposición de
la persona a ser partícipe o no. En este caso, la intervención tendrá un objetivo
más, lograr implicar a la persona.
La siguiente cita lleva al inicio del «Algoritmo de diagnóstico social sani-
tario» que se muestra al final de este apartado.
Mapa conceptual 16. Algoritmo de interconsulta de otros profesionales al servicio de trabajo social sanitario
Mapa conceptual 17. Algoritmo de acogida después de una interconsulta cuando la demanda viene
promovida por otros profesionales
© Editorial UOC 214 El diagnóstico social sanitario
Este algoritmo, en líneas generales, mantiene los mismos pasos que el al-
goritmo de acogida, pero pueden observarse algunos matices marcados por
las circunstancias que lo envuelven. Por ejemplo, se le tiene que explicar al
cliente el porqué de la cita y la preocupación del profesional que ha motivado
la demanda de estudio de su situación. Pero debe quedarle claro que no es una
entrevista inquisitorial sino de ayuda en caso de que la necesite. Los clientes
no pueden ver al trabajador social sanitario como alguien que les censura, les
prohíbe, les denuncia, o en el extremo opuesto, alguien más cerca del papa-
natismo que de la profesionalidad. El conocimiento de las cosas lima estas
actitudes. Se actúa porque la combinación de variables de la persona enferma,
considerándola a ella misma, a su familia, a su entorno, lleva a escenarios
futuros conflictivos, dificultosos y se debe afrontar y advertir en la medida de
lo posible.
La siguiente cita lleva al inicio del «Algoritmo de diagnóstico social sani-
tario» que se muestra al final de este apartado.
Mapa conceptual 18. Algoritmo de diagnóstico social sanitario en la intervención por programas
Los lectores y las lectoras pueden estar pensando que en este caso se da pre-
dominancia al problema y ello contradice lo señalado en páginas anteriores.
No es exactamente así, se cede el protagonismo a circunstancias de riesgo que
se ha probado y estudiado que inciden en la recuperación de la persona y en su
estancia en la casa. En este caso el programa de trabajo social sanitario permite
a los profesionales, ellos y ellas, adelantarse para la verificación. Por ello, previ-
amente se realizan dos screenings para contextualizar en la persona esos riesgos
y discriminar si son riesgos o problemas probados. Éste es un primer acto que
satisface los requisitos del diagnóstico, se produce un discernir la existencia o
no de problemas sociales sanitarios.
nada tiene que ver con una lista de problemas o circunstancias adversas. El
«diagnóstico social sanitario» no es el resultado de buscar en una clasificación
de problemas la descripción que mejor se adecua a lo que le ocurre o plantea la
persona enferma o en riesgo de enfermar, a su familia. Sin embargo, los siste-
mas de información obligan a disponer de dichas descripciones. El algoritmo
del diagnóstico social sanitario propuesto garantizará que el trabajador social
sanitario, él o ella, asegura los pasos y los objetivos del trabajo social sanitario.
Y, a su vez, asume la denominación correcta del problema, de su naturaleza, el
uso adecuado de los términos en la definición, como que todo ello responde a
una actividad racional del profesional que ha investigado, estudiado e interpre-
tado los componentes del caso social sanitario como evento social.
Mapa conceptual 19. Primera fase del algoritmo del diagnóstico de trabajo social sanitario
Mapa conceptual 20. Algoritmo del diagnóstico de trabajo social sanitario (continuación)
Los valores son como mapas de carreteras, guías que ayudan a los profesio-
nales a mantener su ética profesional íntegra. Si hubiera que señalar en palabras
únicas las características que debe satisfacer el diagnóstico social sanitario, las
siguientes serían esenciales.
t$PODSFUP
t1SFDJTP
t7FSB[
t0CKFUJWP
t$MBSP
t*OFRVÓWPDPoUPEBTMBTQFSTPOBTRVFMPMFBOEFCFOFOUFOEFSMPNJTNP
t4JOKVJDJPTEFWBMPS
t$POmEFODJBM
t&MMFOHVBKFDMBSPZUÏDOJDPEFCFSFTQPOEFSBFYQSFTJPOFTRVFFTUÏOEFOUSP
del léxico profesional y que designen lo que se quiere designar.
t-BTTJHMBTTFFWJUBSÈO
Post Scriptum
mulación de casos resultan dos números índices que son los que permitirán
monitorizar cuantitativamente la evolución de las características de la eficacia
y de la eficiencia. El índice de complejidad aporta información sobre el tiempo
y trabajo real de dedicación del trabajador social sanitario en cada caso.
Screening de trabajo social sanitario. Técnica que sirve para discriminar una
población con criterios de riesgo psicosocial de otra que no lo presenta y, den-
tro del primer grupo, sirve para identificar a las personas enfermas que los
criterios de riesgo suponen problemas en su vida de la que no.
© Editorial UOC 224 El diagnóstico social sanitario
Trabajo social sanitario: (En la primera época llamado, trabajo social médico).
El trabajo social sanitario es la disciplina, la profesión, la especialización del
trabajo social en el ámbito sanitario y médico que estudia la eficiencia social
de las personas enfermas, atendidas en hospitales o centros de salud y las redes
comunitarias de las cuales forman parte. Su acción tiene lugar siempre en el
contexto de la enfermedad y/o su prevención. Asimismo, el trabajo social sani-
tario estudia la eficacia de las estructuras y los servicios existentes para apoyar a
las personas afectadas. Las áreas de la intervención desde el trabajo social sani-
tario son la prevención y promoción de la salud, la planificación, la asistencia,
la evaluación y la epidemiológica, la formación y la docencia.
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Este libro se terminó de imprimir el 18 de octubre de 2012,
en Barcelona, cerca de cumplirse noventa años del fallecimiento de
Marcel Proust (10 de julio de 1871 - 18 de noviembre de 1922).