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1. Introducción
Es una frase común aquella que señala que las personas sometidas al
ámbito penitenciario se encuentran en una situación de fuerte desprotección de
sus derechos fundamentales, específicamente de aquellos que, considerando la
naturaleza de la pena impuesta, no deben ser afectados.
dignidad inherente al ser humano y que, al igual que todas las personas, no deben
ser sometidos a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes
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9 de diciembre de 1975, establece que: “[a] los efectos de la presente Declaración, se entenderá
por tortura todo acto por el cual un funcionario público, u otra persona a instigación suya, inflija
intencionalmente a una persona penas o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin
de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya
cometido o se sospeche que ha cometido, o de intimidar a esa persona o a otras. No se
considerarán tortura las penas o sufrimientos que sean consecuencia únicamente de la privación
legítima de la libertad, o sean inherentes o incidentales a ésta, en la medida en que estén en
consonancia con las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos.” Por su parte, el artículo
2º del mismo instrumento señala que “[l]a tortura constituye una forma agravada y deliberada de
trato o pena cruel, inhumano o degradante”.
6 El artículo 5º del Código de Conducta para Funcionarios Encargados de Hacer Cumplir la Ley,
aprobado por Res. Nº 34/169, del 17 de diciembre de 1979 prescribe que: “[n]ingún funcionario
encargado de hacer cumplir la ley podrá infligir, instigar o tolerar ningún acto de tortura u otros
tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, ni invocar la orden de un superior o
circunstancias especiales, como estado de guerra o amenaza de guerra, amenaza a la seguridad
nacional, inestabilidad política interna, o cualquier otra emergencia pública, como justificación de
la tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes”.
7 El artículo 11 de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
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entorpeciera la investigación de los hechos, ni constituyó una medida de carácter excepcional; por
consiguiente, la incomunicación “arbitraria” que se impuso al señor Cantoral Benavides y las
condiciones carcelarias a las que estuvo sometido constituyeron un trato cruel e inhumano que le
produjo sufrimientos y perturbaciones psíquicas. Seguidamente, transcribiremos los considerandos
pertinentes de la citada sentencia (189 a 191):
“189. El artículo 8 de la Convención Interamericana contra la Tortura consagra en forma
expresa la obligación del Estado de proceder de oficio y en forma inmediata en casos como el
presente. En este sentido, la Corte ha sostenido que “en los procesos sobre violaciones de los
derechos humanos, la defensa del Estado no puede descansar sobre la imposibilidad del
demandante de allegar pruebas que, en muchos casos, no pueden obtenerse sin la cooperación del
Estado”. El Estado, sin embargo, no actuó en el presente caso con arreglo a esas previsiones.
190. La Corte concluyó, al estudiar la violación por parte del Estado del artículo 5 de la
Convención, que el Estado había sometido, a través de sus agentes públicos, a Luis Alberto
Cantoral Benavides a tortura y a otros tratos crueles, inhumanos y degradantes (supra párrs. 104 y
106). Por ende, resulta claro que dicho Estado no previno eficazmente tales actos y que, al no
realizar una investigación al respecto, omitió sancionar a los responsables de los mismos.
191. En consecuencia, concluye la Corte que el Estado violó, en perjuicio de Luis Alberto
Cantoral Benavides, los artículos 2, 6 y 8 de la Convención Interamericana para Prevenir y
Sancionar la Tortura.
9 El numeral 15, sobre vigilancia de personas bajo custodia o detenidas, contenido en los
Principios básicos de uso de la fuerza y armas de fuego por las personas encargadas de hacer
cumplir la ley, aprobados en La Habana, en 1990, señala que: [l]os funcionarios encargados de
hacer cumplir la ley, en sus relaciones con las personas bajo custodia o detenidas, no emplearán la
fuerza, salvo cuando sea estrictamente necesario para mantener la seguridad y el orden en los
establecimientos o cuando corra peligro la integridad física de las personas”. Por su parte, el
numeral 16 señala que: [l]os funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, en sus relaciones con
las personas bajo custodia o detenidas, no emplearán armas de fuego, salvo en defensa propia o en
defensa de terceros cuando haya peligro inminente de muerte o lesiones graves, o cuando sea
estrictamente necesario para impedir la fuga de una persona sometida a custodia o detención que
presente el peligro a que se refiere el principio 9.” Finalmente, el principio Nº 17 prescribe que
:[l]os principios precedentes se aplicarán sin perjuicio de los derechos, obligaciones y
responsabilidades de los funcionarios de establecimientos penitenciarios, tal como se enuncian en
las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, sobre todo las Reglas 33, 34 y 54.”
10 El artículo 10 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos, aprobado por resol. Nº 2200, de 16 de
diciembre de 1966, que contiene una observación general sobre su aplicación establece que: 1.
Toda persona privada de libertad será tratada humanamente y con el respeto debido a la dignidad
inherente al ser humano. 2. a) Los procesados estarán separados de los condenados, salvo en
circunstancias excepcionales, y serán sometidos a un tratamiento distinto, adecuado a su condición
de personas no condenadas; b) Los menores procesados estarán separados de los adultos y
deberán ser llevados ante los tribunales de justicia con la mayor celeridad posible para su
enjuiciamiento.3. El régimen penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad esencial será
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la reforma y la readaptación social de los penados. Los menores delincuentes estarán separados de
los adultos y serán sometidos a un tratamiento adecuado a su edad y condición jurídica.
11 Art. 14.4 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos establece:, “[e]n el procedimiento aplicable a
los menores de edad a efectos penales se tendrá en cuenta esta circunstancia y la importancia de
estimular su readaptación social”.
12 El artículo 29 de las Reglas de las Naciones Unidas para la protección de los menores privados
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14 Artículo 19 número 3 incisos 6º y 7º: “Ningún delito se castigará con otra pena que la que señale
una ley promulgada con anterioridad a su perpetración, a menos que una nueva ley favorezca al
afectado. Ninguna ley podrá establecer penas sin que la conducta que se sanciona esté
expresamente descrita en ella”.
15 Por todos ver, Silva Sánchez, Jesús, “Perspectivas sobre Política Criminal moderna”, Ed. Ábaco,
régimen militar a los que se reconoce, en general, que satisfacen el principio de legalidad penal.
Especialmente relevante es la circunstancia que la regulación de las medidas de seguridad y su
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ejecución siempre se ha hecho, en nuestro país, en las leyes de procedimiento penal; actualmente,
en el Código Procesal Penal, artículos 455 a 465 y 481a 482.
17 Sobre el particular, cfr. Mañalich Raffo, Juan Pablo, “Pena y ciudadanía”, ponencia presentada en
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19 Al respecto cfr. Mañalich Raffo, Juan Pablo, “Pena y ciudadanía”, Ponencia presentada en el II
Congreso de Teoría y Derecho Constitucional”, en www.congreso.uchile.cl.
20 Junto a esto debe considerarse la inexistencia en el ordenamiento jurídico chileno de tribunales y
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1ª ETAPA DE
CONTROL:
HECHO ADMINISTRATIVO
MOTIVANTE ACTO ADMINISTRATIVO
ESCRITO
VERBAL
2ª ETAPA DE
CONTROL:
MATERIAL JURISDICCIONAL
22 El artículo 10 del Código Procesal Penal prescribe: “Cautela de garantías. En cualquiera etapa del
procedimiento en que el juez de garantía estimare que el imputado no está en condiciones de
ejercer los derechos que le otorgan las garantías judiciales consagradas en la Constitución Política,
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en las leyes o en los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes,
adoptará, de oficio o a petición de parte, las medidas necesarias para permitir dicho ejercicio.
Si esas medidas no fueren suficientes para evitar que pudiere producirse una afectación sustancial
de los derechos del imputado, el juez ordenará la suspensión del procedimiento y citará a los
intervinientes a una audiencia que se celebrará con los que asistan. Con el mérito de los
antecedentes reunidos y de lo que en dicha audiencia se expusiere, resolverá la continuación del
procedimiento o decretará el sobreseimiento temporal del mismo.
23 El articulo 25 de la Convención Americana de Derechos Humanos, en el acápite sobre
protección judicial prescribe que: “1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a
cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra
actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente
Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus
funciones oficiales.”
“2. Los Estados partes se comprometen:
a. A garantizar que la autoridad competente prevista por el sistema legal del Estado decidirá
sobre los derechos de toda persona que interponga tal recurso;
b. A desarrollar las posibilidades de recurso judicial, y
c. A garantizar el cumplimiento, por las autoridades competentes, de toda decisión en que se
haya estimado procedente el recurso.
24 Feest, Johannes, “La protección jurídica en el ámbito penitenciario”, en Cd-Rom “Acceso a la
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PRUEBA
ADMISIBILIDAD
POSIBILIDAD DE
AUDIENCIA ORAL
SUPONE CONTROL
ADMINISTRATIVO
PREVIO, (SALVO RECURSOS Y
EXCEPCION) EXCEPCIONES
MEDIDAS
PROVISIONALES
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26 Al respecto debe considerarse lo señalado por Catalina Escuín Palop, en su Curso de Derecho
Administrativo, Lección 9, “El procedimiento administrativo”, 2003, Tirant Lo Blanch On Line: “El
procedimiento administrativo se puede definir como el cauce que tiene la Administración pública para ejercer sus
potestades administrativas. La variedad de potestades administrativas y la multiplicidad de sectores en los que la
Administración actúa investida de su poder de imperio, determina que la referencia al procedimiento administrativo
en singular sea una simplificación de la realidad jurídica, pues no existe uno sino muchos procedimientos
administrativos”
27 VV.AA., “Manual de buena práctica penitenciaria” en Reforma penal Internacional, 2º ed., Costa
país”, publicado en El sol en la ciudad, Comisión Chilena de Derechos Humanos, 1993, p. 243 y ss.,
el que en su letra “E”, 2º párrafo, referido al control jurisdiccional de los recintos penitenciarios,
expresa: “Parece lo más adecuado la creación de tribunales especializados, a lo menos en primera
instancia, con competencia para controlar el cumplimiento del régimen penitenciario, para velar
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(así por ejemplo, para el caso de aplicación de una medida disciplinaria en contra
de un interno o de reclamo en contra de un funcionario penitenciario) para
distinguirlo del procedimiento criminal que debe iniciarse por hechos que revistan
el carácter de delito, cuya denuncia debe hacerse a la policía o al Ministerio
Público. Esta distinción encuentra apoyo institucional en la norma contenida en
el artículo 8329 de la Constitución Política de la República, primera parte.30
por los derechos de los sujetos sometidos a prisión y otros sistemas de control para resolver sobre
las medidas alternativas a las penas privativas de libertad y sobre los regímenes de libertad parcial o
total posibles de ser otorgados durante el cumplimiento de la condena”.
29 Debe tenerse presente la modificación en la numeración de la C.Pol. chilena realizada por medio
del D.S. 100 de 17 de septiembre de 2005, sustituyendo la designación “80 A” por “83”.
30 El artículo 83, primera parte, de la CPR señala que: “Un organismo autónomo, jerarquizado, con
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Por otro lado, y para los efectos de comprender dentro del ámbito de
competencia de los jueces de la jurisdicción penitenciaria a cualquier tercero
comprometido, directa o indirectamente, con la ejecución de penas y medidas
privativas de libertad o con su supervigilancia, se contempla una regla que les
atribuye expresamente la calidad de intervinientes. Esta regla es especialmente
relevante si se piensa en el fenómeno, creciente en la actualidad, de concesión a
empresas privadas de la gestión y administración de las cárceles estatales. Tal
intervención, aunque no diga relación directa con la supervigilancia de los
reclusos, puede tener importante incidencia en la afectación de los derechos y
garantías no afectados por la pena o medida y que les son reconocidos
constitucionalmente.
4. Diagnóstico de la reforma
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32 Horvitz, María Inés y López, Julián, Derecho Procesal Penal chileno, Tomo II, Editorial Jurídica de
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En este sentido, pareciera conveniente contar con una institución que sea
independiente, cuyo sistema de nombramiento esté radicado esencialmente en el
parlamento, y que cuente con flexibilidad para situarse como un censor del
respeto a las garantías aseguradas por la constitución respecto de las personas que
sufren el padecimiento de una pena o medida estatal privativa o restrictiva de
libertad.
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