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Mis inicios en la lectura empezaron en la escuela, donde las clases se basaban en infinitas

planas de frases y palabras sencillas escritas en letra cursiva, dibujos sin colorear de las
letras, animales y distintos objetos comunes que podría encontrar en mi entorno donde tenía
que explotar toda mi imaginación para darle vida a esa pagina en blanco y negro, en
dictados que me parecían un castigo y algo interminable en vez de una grata experiencia,
acostumbrándome a leer por obligación y no por placer, teniendo la ilusión de que leía
cuando aún no había ni siquiera empezado a interpretar.

Podría decir que mis padres no fueron participes en el camino hacia la lectura, ellos de
alguna manera dejaban ese proceso en manos de la escuela, pero mis hermanos mayores sin
saberlo hicieron una gran labor, que significó mucho para mí en este proceso, pero no al
ponerme un libro en mis manos si no con la música, recuerdo que mis canciones de cuna
era un rock de los 80s, un reggae de Gondwana o canciones de Silvio Rodríguez, disfrutaba
las tardes de ensayos con sus bandas del colegio y de la universidad en sus habitaciones, las
tertulias en mi casa donde uno de sus mejores amigos llevaba su guitarra y junto a mi
hermano tocaban sus canciones favoritas mientras conversaban sobre diferentes temas y de
los distintos conciertos a los que asistían, con todos estos eventos fue que a medida que iba
creciendo entendía lo importante que era la música para ellos y como la interpretaban e
incorporaban en su vida diaria, fue con ellos que entendí que leer no es solo hundirse entre
paginas y paginas si no también en melodías, en acordes, rimas y letras de canciones.

Y gracias a su ejemplo convertí a la música en algo imprescindible en mi vida, a ser critica


con lo que escuchaba, a buscar canciones con sentido y que me aportaran algo a mi vida, a
no escuchar por escuchar si no que sintiera la música como algo significativo y no solo
palabras y rimas vacías; fue en ese momento cuando comprendí que estaba realmente
empezando a leer. Durante todo este proceso de admiración por la música, también empezó
mi gusto por el baile, la manera en que el cuerpo puede transmitir distintas emociones,
sentimientos, mensajes. Poco a poco empezaba a interpretar todo lo que la danza lograba
transmitir; dándole en mi vida una gran importancia a la expresión corporal y estaba
orgullosa porque nuevamente, estaba siendo consciente de que leía.

Y fue precisamente el gusto por la música quien me hizo coincidir con la persona que me
iba a adentrar a ese mundo de los libros, ella amaba leer, siempre llevaba un libro consigo
en cambio yo no había leído el primer libro por gusto, cuando leía lo hacía por obligación,
pero no lo voy a negar, siempre me llamo la atención el amor que ella tenía por la lectura y
yo quería experimentar lo mismo, ya no solo con la música, sino también con los libros, es
allí donde empieza esa travesía por encontrar ese primer libro que me iba a dar puertas
hacia ese gran mundo.
Empecé por el género de fantasía donde estaba rodeada de seres sobrenaturales hombres
lobos, vampiros, hadas, brujos, maldiciones y romance genero con el que concordaba con
ella y comentábamos constantemente, después empecé con libros que trataban temas como
la discriminación, el acoso, autoestima y superación personal y poco a poco descubría
cuales eran mis gustos literarios y formando mi habito lector con su ayuda.
Después de unos meses llego un profesor suplente de sociales que cambio de un modo
drástico la metodología que llevábamos anteriormente en la mayoría de áreas: consignar
ideas en un cuaderno, aprenderlas de memoria y copiarla nuevamente para responder el
examen, sin ceder algún espacio para el debate y la opinión. en cambio, él nos daba esa
libertad y confianza de poder decir nuestros puntos de vista, con argumentos de peso claro
está, pero sin prejuicio alguno, siempre nos recalco lo importante de la lectura para
situaciones como esta donde debemos dar a conocer nuestras ideas y defenderlas
sabiamente, adquiriendo un buen léxico y seguridad al exponerlo y yo anhelaba tener todas
esas cualidades.
Pero tristemente el habito de la lectura lo fui dejando poco a poco, hasta llegar un punto en
el que no leía algo distinto a lo del colegio; y sin darme cuenta, me dejo de interesar,
prefería hacer otras actividades que consideraba más satisfactorias. Sin embargo, soy
consciente de ello y estoy nuevamente tratando de recuperar ese habito tan inmenso y
enriquecedor que es la lectura, pero lo que si tengo claro es que nunca dejamos de leer y
cada quien tiene su forma única y especial de hacerlo, que no solo la lectura esta en los
libros, si no en nuestra vida misma.

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