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El trabajo social sanitario.

Los procedimientos, los protocolos y los procesos

El trabajo social

sanitario

Los procedimientos,
los protocolos y los procesos

Dolors Colom Masfret

Prólogo de Julio Villalobos Hidalgo

Diseño de la coleccion: Editorial UOC

Primera edición en lengua castellana: octubre 2011

© Dolors Colom Masfret, del texto

© Imagen de la cubierta: Istockphoto

© Editorial UOC, de esta edición

Rambla del Poblenou 156, 08018 Barcelona

www.editorialuoc.com

Realización editorial: Anglofort, SA

Impresión:

ISBN: 978-84-9788-452-5

Depósito legal B.

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño general y la cubierta,


puede ser copiada, reproducida, almacenada o transmitida de ninguna forma,
ni por ningún medio, sea éste eléctrico, químico, mecánico, óptico, grabación
fotocopia, o cualquier otro, sin la previa autorización escrita de los titulares
del copyright.

Autora

Dolors Colom Masfret


Diplomada en trabajo social en 1983 por la Universidad de Barcelona ha
ejercido siempre en el campo sanitario. Entre 1987 y 1995 amplió su
formación académica y práctica como trabajadora social sanitaria primero en
el servicio de geriatría del Bellevue Hospital Center of New York University
y con posterioridad siempre en el departamento de servicios sociales médicos
y en el departamento de Medicina Comunitaria, División internacional, del
Mount Sinai Medical Center of New York. En 1994 inicia su actividad
profesional como free lance.

En 2001 funda la revista Agathos, atención sociosanitaria y bienestar. Desde


2009 ejerce la Dirección Académica del Postgrado de Trabajo Social
Sanitario en los Estudios de Ciencias de la Salud del Instituto Internacional
de Postgrado en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Éste es su octavo libro.

A Pilar Colom Vila, mi tía, por su alegría, escucha y generosidad, por sus
conversaciones siempre sabias.

A Ramón García Osete (18–IX–1925 / 18–XII– 2007), su marido, mi tío,


amante del canto de los pájaros, in memorian.

Y cómo no, a Petruska la deliciosa cuatro patas que tanto sabe de trabajo
social sanitario, ahí sigue apilando años y obsequiándome con su curiosidad.

«Ahora bien, la ausencia de algo no es sólo ausencia, no es una simple falta


parcial, es un trastocamiento de todo lo demás, es un estado nuevo que no se
puede prever en el antiguo.»

MARCEL PROUST. Por la parte de Swann. Lumen. 2003: 329

© Editorial UOC

Índice
Índice

Agradecimientos..........................................................................................

11

Prólogo .........................................................................................................

13

Introito .........................................................................................................

17

Capítulo I. Definiciones básicas y desarrollo de los conceptos,

procedimiento, protocolo, proceso, aplicados al trabajo social sanitario

29

Términos comunes en la sanidad actual aplicados al trabajo

social sanitario .........................................................................................

29

Procedimiento: concepto general y aplicación al trabajo social

sanitario....................................................................................................

32

Protocolo: concepto general y aplicación al trabajo social

sanitario....................................................................................................

67

Proceso: concepto general y aplicación al trabajo social sanitario..........


83

Escenarios de trabajo social sanitario: reflexiones ...................................

95

Capítulo II. Antecedentes inspiradores de la segunda mitad del

siglo XX que sostienen la presencia del trabajo social sanitario

en el sistema sanitario ................................................................................


101

Capítulo III. Sistema sanitario y normativa legal: «ideas–fuerza»

para el trabajo social sanitario ...................................................................


107

El andamio normativo sobre el que hoy se sostiene el sistema

sanitario y se circunscribe el trabajo social sanitario............................... 107

El trabajo social sanitario y el sistema sanitario: puntos clave

del vínculo e ideas fuerza ......................................................................... 114

Capítulo IV. La «ayuda» desde el trabajo social sanitario .......................


147

La «ayuda»: vertebrando toda acción del trabajo social sanitario........... 147

© Editorial UOC

10

El trabajo social sanitario

La «ayuda» definida desde el trabajo social sanitario .............................. 156


La «ayuda» avalada por el diagnóstico social sanitario: signo

de identidad del trabajo social sanitario .................................................. 163

La «ayuda» a las personas enfermas y sus familias: el estudio del

medioambiente ........................................................................................ 172

La «ayuda» ¿para qué sirve? Rindiendo cuentas, divulgando

resultados, promoviendo cambios de mejora continua .......................... 179

La «ayuda» desde trabajo social sanitario apoyada en el

autodiagnóstico........................................................................................ 200

Epílogo: El encuentro con Circe ................................................................


209

Bibliografía ..................................................................................................
211

Páginas Web .................................................................................................


215

© Editorial UOC

11

Agradecimientos

Agradecimientos

Es un atardecer caluroso del último fin de semana de agosto. Mientras el sol


se debate entre nubarrones de tormenta encendidos por el crepúsculo, la calle,
ante un inminente partido de fútbol entre el Barça y el Real Madrid, enmude-
ce. Recabando en la memoria para escribir esta pequeña nota de
agradecimientos, envuelto en el aroma sedoso de los dondiego de noche del
balcón, me llega un recuerdo de hace muchos años. Unos veinte, «veinte años
no es nada», cantaba Gardel. El recuerdo escapa del tiempo en el que
publiqué el primer libro de trabajo social sanitario centrado en la
planificación del alta hospitalaria. Alguien muy próximo me dijo: «¿Por qué
en vez de escribir de eso que no entiende nadie, no escribes sobre algo para
que la gente lo lea?» Esta misma persona, sin darse cuenta, cada vez que le
ofrezco un nuevo libro, repite en distinta forma, pero con el mismo contenido
la pregunta. «¿Este libro nuevo, es una novela o es de esos que escribes tú?»
Me doy cuenta de que he vuelto a escribir un nuevo libro de «esos». Por ello,
mi primer agradecimiento va por usted, amiga lectora, por usted, amigo
lector, porque si está aquí soste-niendo este libro en sus manos, si lo ha
empezado a leer, es que nos une la pa-sión por esa grandiosa profesión: el
«trabajo social sanitario». Gracias a usted,

«esos» libros encuentran apoyos editoriales para seguir con su destino. Un


destino incierto, pero destino.

También deseo expresar mi agradecimiento a ciertos profesionales a los que


admiro y que un día me escucharon y confiaron en mí para desarrollar el
Postgrado de trabajo social sanitario en los Estudios de Ciencias de la Salud
del Instituto Internacional de Postgrado, en la Universitat Oberta de
Catalunya (UOC), el auténtico astillero de ese nuevo libro, me refiero a Julio
Villalobos y Josep Esteban. Un gracias a Teresa Fonoll y a Luis Matias
Álvarez, gestores del Postgrado y para mí los más grandes facilitadores y
simplificadores del com-plicado día a día. Gracias a las consultoras y a los
consultores del Postgrado que de igual forma confiaron en el proyecto que les
planteé de formar parte del postgrado de trabajo social sanitario y se unieron
casi a ciegas a la navegación.

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El trabajo social sanitario

Otro gracias a las alumnas y alumnos del postgrado y de otros seminarios y


cursos de formación especializada, todas y todos están latiendo entre las
líneas de este libro.

Gracias querida Ada Mathov por tu ayuda, a cualquier hora, en cualquier


momento.

Gracias a Pilar Armengou Schuppisser y a Juan Ferrer de Paula por su afecto


y confianza, por facilitar con su comprensión y generosidad la escritura de
este libro.

Finalmente gracias a Emi Fresneda y Roser Leal de la Editorial UOC que me


han ayudado y tranquilizado en el alumbramiento.

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Prólogo

Prólogo

Nuestro Sistema Nacional de Salud se focalizó desde sus inicios hacia la


curación de la enfermedad, en un entorno inicial donde la patología aguda en
una población joven era el principal objetivo en un modelo de enfoque
meramente clíni-co. De ahí el florecimiento de los hospitales en esta etapa,
única organización que prestaba atención sanitaria de calidad reconocida
tanto por los profesionales como por los entonces pacientes, muy lejos de la
denominación de usuarios o clientes a la pretendemos, sin excesivo éxito,
aproximarnos actualmente.

La evolución del sistema, tras la promulgación de la Ley General de Sanidad,


en el ya lejano abril de 1986, hace veinticinco años, con el énfasis en la
atención primaria, como lógica puerta de entrada al sistema y la necesaria
integración con la asistencia especializada, aún por lograr, prologaron un
modelo de enfoque meramente clínico, somático, sin prestar especial atención
a los aspectos psicológicos y sociales que son parte inherente a cualquier
problema de salud. Paulatina-mente y no sin grandes esfuerzos se avanzó
hacia un modelo biopsíquico, con una mayor preocupación por el aspecto
psiquiátrico, pero sin integrar la atención psicosocial, de creciente
importancia, teniendo en cuenta la evolución de la población, las crecientes
patologías crónicas y la necesaria reorientación hacia un modelo
biopsicosocial.

El libro El trabajo social sanitario. Los procedimientos, los protocolos y los


procesos que nos presenta Dolors Colom Masfret es el reflejo del esfuerzo de
la autora durante muchas horas de reflexión y estudio basado en
investigaciones realizadas en trabajos de campo en muchas organizaciones
sanitarias, contrastando la realidad de las y los trabajadores sociales sanitarios
en nuestras organizaciones sanitarias. Podríamos considerar este libro como
un paso más en su trayectoria profesional como complemento actualizado de
su anterior publicación de Junio 2008, El trabajo social sanitario. Atención
primaria y atención especializada.

La tesis que defiende la autora es clara, el trabajo social sanitario es una


profesión sanitaria como lo son la de médico o la de enfermero, a pesar de
que no esté

© Editorial UOC

14

El trabajo social sanitario

reconocida como tal en el catálogo de especialidades de salud del Real


Decreto 183/2008, de 8 de febrero.

Los trabajadores sociales sanitarios deben apoyar sus intervenciones en un


diagnostico social sanitario y establecer un plan de trabajo en función del
mismo que debe llevar a la resolución satisfactoria del problema que generó
la demanda, un plan que debe estar plenamente integrado con los planes
terapéuticos dise-

ñados por los otros profesionales sanitarios en un modelo biopsicosocial. De


ahí la necesidad de que, al igual que existe un catalogo de prestaciones
clínicas, exista un catalogo de prestaciones de trabajo social sanitario y su
propia cartera de servicios con sus procedimientos, protocolos y técnicas
propias.

Dolors Colom Masfret que ha bebido de las fuentes primigenias desarrolladas


en Canadá y los Estados Unidos, ya en los lejanos años del inicio del siglo
XX, ha tratado, a veces, con la incomprensión de los sectores que más
deberían haber entendido sus metas, de crear un cuerpo de doctrina científica
que soporte la profesión del trabajo social sanitario y que lo diferencie clara y
nítidamente de otros profesionales de las organizaciones sanitarias que en
algún momento han realizado labores similares, o de aquellos otros, fuera del
sector, que pretenden arro-garse la realización de algunas funciones
específicas de las y los trabajadores sociales sanitarios.

Dolors Colom Masfret defiende, desde sus inicios profesionales en 1985, la


existencia de un servicio de trabajo social sanitario en las organizaciones
sanitarias como un servicio más del mismo, respetando los principios del
servicio social sanitario, con sus valores, metodología y contenidos propios y
cuya existencia no dependa de los criterios de la dirección, del mismo modo
que ocurre con las áreas médicas o de enfermería, diferenciándolo claramente
de otros servicios como los de información, de gestión administrativa, de
asesoramiento o de valoración, si bien el servicio de trabajo social sanitario
informa, gestiona, asesora y valora pero como parte de su cartera de
servicios. La autora es consciente y defiende que el logro de este
reconocimiento no será gratuito sino que hay que ga-narlo con la
profesionalidad y dedicación de las y los trabajadores sociales sanitarios,
promoviendo la autonomía biopsicosocial de las personas enfermas, de las
que están en riesgo, motivando a sus familiares para enfrentarse a las nuevas
circunstancias que esta situación genera y aportando eficiencia a la atención
integral de los usuarios de los servicios de la salud.

Como la propia autora expone el libro tiene dos objetivos. «El primero,
presentar el corpus legal del sistema sanitario en el cual se inscribe la
profesión del trabajo social sanitario en España y sus comunidades
autónomas. El segundo,

© Editorial UOC
15

Prólogo

contribuir a ampliar el corpus teórico de la disciplina de acuerdo a este corpus


legal citado, dentro de la necesidad de innovar para ganar eficiencia y
reconocimiento.»

La autora analiza las leyes como plataformas esenciales desde las cuales
refundar y proyectar la práctica profesional. La Ley 41/2002, de 14 de
noviembre, Básica Reguladora de la Autonomía del Paciente y de Derechos y
Obligaciones en materia de Información y Documentación Clínica. La Ley
16/2003, de 28 de mayo, de Cohesión y Calidad del Sistema Sanitario. El
Real Decreto 1030/2006, de 15 de septiembre, donde se establece la Cartera
de Servicios Comunes del Sistema Nacional de Salud y el procedimiento para
su actualización y la Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de Ordenación de las
profesiones sanitarias.

Dolors Colom Masfret defiende con pasión el trabajo social sanitario como
una profesión de futuro, ya que su objetivo final es la ayuda a las personas
para que puedan desarrollar, dentro de las posibilidades de cada uno, su
máxima autonomía biopsicosocial y de esta forma, contribuir a la sociedad
que las cuida.

Aunque este es un libro dirigido especialmente al colectivo de los


trabajadores sociales sanitarios, creo que su lectura es de notable interés para
directivos y otros profesionales sanitarios, para comprender el trabajo social
sanitario como un servicio esencial en la imprescindible integración de la
atención de la salud de nuestros ciudadanos.

DR. JULIO VILLALOBOS HIDALGO

Profesor Asociado

Estudios de Ciencias de la Salud

Universidad Oberta de Catalunya


© Editorial UOC

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Introito

Introito

«Parece que llevamos la carga de trabajo, pero no luchamos por el


conocimiento que es vital para este trabajo».

MARGARET G. FRANK (1969)

Las trabajadoras sociales sanitarias, ellas y ellos, ¿logran transformar sus


conocimientos en servicios para las personas? Estos servicios, además, ¿en
qué medida suponen un beneficio comunitario, una mejora en el
funcionamiento individual y social? ¿En qué orden logran optimizar y
salvaguardar el bienestar humano en un Estado del bienestar agonizante?
¿Cómo lo consiguen? ¿Con qué formación?

Esa formación ¿Quién la presta? ¿La reciben de profesionales docentes del


trabajo social sanitario? O quizás, ¿de profesionales de otras disciplinas que,
tan involuntaria como constantemente, transforman el trabajo social sanitario
en otra cosa? Desde el mismo trabajo social sanitario ¿se generan
conocimientos y teorías siguiendo el método científico? Esas teorías, ¿se
validan, se imparten, se divulgan? ¿Se evalúan los beneficios terapéuticos de
las intervenciones profesionales provenientes del trabajo social sanitario?
¿Con qué organización se logra todo ello? Esta organización ¿surge de
profesionales del trabajo social sanitario o viene propuesta, para ser precisos
impuesta, por direcciones de otras áreas y disciplinas que, con el tiempo, han
acaudalado una idea muy sui géneris del trabajo social sanitario? Se trata de
gerencias y direcciones, responsables de la política, cuyo desconocimiento de
la profesión es tan grande que pueden asignarle competencias sobre tareas
huérfanas, aisladas y descontextualizadas. Una manera de desvalorizar así los
principios básicos de cualquier intervención apoyada en el trabajo social
sanitario, cuyo eje más elemental es que desde el primer encuentro con la
persona afectada, nada más empezar su estudio, ésta y sus allegados, cada
cual, en su justa medida, empiezan a formar parte del andamio que les
permitirá reconstruir sus nuevas realidades o reequilibrar las existentes.
Algunos ejemplos de estas tareas denominadas huérfanas son: la gestión de
los traslados de un centro a otro, la búsqueda de la familia, la guarda y
custodia de la ropa de los accidentados, la tramitación de una solicitud para
acceder a cualquier servicio social, el abordaje de los problemas de alta el
mismo día en que ésta se comunica a la persona, etcétera. Aisladas y
descontextualizadas, ninguna de ellas es competencia del trabajo social
sanitario, en cambio, cuando son parte de un proceso, lo

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18

El trabajo social sanitario

cual, como se verá, implica la existencia de un diagnóstico social sanitario,


pueden asumirse como parte del tratamiento de trabajo social sanitario. Esa es
una de las grandezas el trabajo social sanitario, aquellas actividades que lo
componen, descontextualizas y aisladas, dejan de ser de trabajo social
sanitario. Otras tareas huérfanas que tampoco forman parte de la
responsabilidad del trabajo social sanitario son, la información, el
asesoramiento, la valoración, si bien en todas las intervenciones profesionales
se informa, se asesora y se valora. No es función propia porque también
informa el personal médico, el personal de enfermería u otro relacionado con
el acto asistencial. ¿Dónde está la cuestión? En que cada cual informa de lo
que le compete y corresponde al momento y a la persona que se atiende, pero
eso no les convierte en un servicio de información o de asesoramiento.
Exactamente igual ocurre con el personal de trabajo social sanitario. Estos
últimos ejemplos expuestos como muestra de tareas que no le son propias
pueden sorprender pero, en sí mismas, aisladas y descontextualizadas,
desvinculadas de un diagnóstico social sanitario, no lo son.

Los servicios de trabajo social sanitario no son servicios de información, si


bien, informan. No son servicios de asesoramiento, si bien asesoran. No son
servicios de valoración, si bien valoran. No son servicios de tramitación, si
bien tramitan. Más adelante se volverá sobre ello, pero se cree conveniente
aclarar dichos puntos desde las primeras líneas para evitar caer en ese
imaginario de la profesión que poco tiene que ver con la profesión. En
conclusión, si dichas tareas no vienen contextualizadas dentro de un
diagnóstico social sanitario, si no vienen avaladas por él, o por un
prediagnóstico, no se pueden considerar de trabajo social sanitario. Son una
mera demanda, individual o familiar, consensuada quizás con el personal
médico, o con el de enfermería, o con el de administración que, conmovidos,
ofrecen su opinión, poniendo de relieve, en este caso, el término opinión,
apoyada, como casi todas las opiniones, en su propia proyección. O, quizás,
también, en algún caso parecido atendido pocos días antes.

Para el trabajo social sanitario, no hay casos parecidos, cada caso es singular.

A modo de ejemplo introductorio, cuando una persona solicita información


sobre un servicio de ayuda a domicilio, primero se escucharán las razones, se
estudiará qué es lo que ocurre en su vida que la lleva a pensar que ese
servicio, y no otro, la ayudará y en qué, cómo vive el hecho de acudir a pedir
ayuda, etcétera.

En definitiva, se realizará un exhaustivo análisis de dicha demanda para


valorar todo lo que acontece y converge en el momento vital de la persona
que la realiza, qué es lo que la motiva, en qué realidades se sostiene, con qué
fantasías se ali-

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19

Introito

menta, con qué factores positivos se cuenta, etcétera. Pero esa misma actitud
de escucha y estudio profundo la asume el médico cuando una persona
solicita una reducción de estómago porque su vecino está en lista de espera o
una prótesis de rodilla porque a su hermana la acaban de intervenir y está
muy contenta con el resultado. A efectos médicos, esto equivaldría a estar de
acuerdo y apoyar la au-tomedicación o la cirugía a la carta, dejando al médico
un papel meramente presencial, un ejecutor inactivo como profesional.

Así, la solicitud de un centro de día o cualquier otro servicio, el acto en sí de


rellenar el formulario, sin más, a capela, no es competencia del servicio
trabajo social sanitario. Como no es competencia de ningún servicio médico
dispensar, también a capela, el antibiótico o el ansiolítico demandado o dar
una clase sobre la enfermedad de Alzheimer a quien le presenta un problema
de cervicales.

En el servicio de trabajo social sanitario, cualquiera de estos actos descritos


se apoya en un procedimiento o protocolo, siendo una de las fases de ambos
el diagnóstico social sanitario o el prediagnóstico. En la misma línea se irá
mencionando a lo largo del libro que es sobre este diagnostico o
prediagnóstico social sanitario donde se apoyan todos los procesos
asistenciales, en los qué, la información sobre la residencia, por ejemplo
puede ser una actividad necesaria.

La responsabilidad profesional desde el trabajo social sanitario obliga a


atender la demanda tal cual se produce, es más, en el cómo se produce se
empieza a obtener información básica siendo este «cómo» la puerta de
entrada al caso social sanitario. Ese estudio de la demanda, el establecimiento
de un diagnóstico y la propuesta de un plan de tratamiento, esa secuencia de
acciones responden al procedimiento elemental de trabajo social sanitario
que, además, sigue el méto-do científico. Entonces, se trate del centro de día,
del antibiótico o del ansiolíti-co, ellos son elementos, apuntes de una
intervención mucho más amplia que se encuadra siempre dentro de un
procedimiento o protocolo. En términos organizativos se sobreentiende que
se ha elaborado un diagnóstico social sanitario. Los procesos de trabajo social
sanitario son medios, nunca son fines. El fin de todo proceso es un servicio
de valor para la persona y para su familia pero conviene aclarar que un
servicio prestado desde el trabajo social sanitario nunca es la tramitación de
un recurso. El recurso será muchas veces una pieza clave para conformar y
prestar dicho servicio pero no será la única. Dando continuidad a los
ejemplos anteriores, la solicitud planteada como un trámite a petición del
personal médico o de enfermería, o de rehabilitación, siendo estrictos, solo
necesita un buen servicio administrativo que la cumplimente y reúna los
documentos precisos que deban acompañarla.

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El trabajo social sanitario

Desde el trabajo social sanitario, las demandas son puertas de entrada al caso
social sanitario, puertas que se abren a veces de par en par, a veces
mínimamente, pero siempre permiten el inicio de un estudio preliminar,
pudiéndose afirmar que no se satisfacen demandas sino que se éstas se
estudian, se identifican con los problemas que las generan así como con las
necesidades psicosociales y sociales que se han creado. Lo que se satisface,
en diferentes formas, pero siempre de la mano de las personas afectadas, son
las necesidades reales, no aquellas que exis-tiendo pueden ser cubiertas por
algún allegado que se compromete a ello. Desde el trabajo social sanitario se
sabe que la demanda se produce cuando convergen una serie de
circunstancias y no cuando surgen los problemas. Puede pasar mucho tiempo
desde que surja el problema hasta que se produzca la demanda, sin duda éste
es un amplio campo de investigación para el futuro, pues permitirá
adelantarse a muchas circunstancias constrictoras del bienestar pero que
permanecen ocultas por un tiempo desconocido. Así, en un futuro próximo,
con el fin de evitar que la resiliencia de cada cual, sea la que acabe
determinando dicha demanda, asumiendo la discrecionalidad que ello
implica, es de esperar que el trabajo social sanitario vaya proponiendo
procedimientos de intervención sistemá-

tica cuya operativa no depende de la demanda de la persona, sino de la


presencia de criterios consideraros de riesgo tanto social como psicosocial o
sanitario.

Desde lo profesional se deben estudiar las circunstancias biopsicosociales que


convergen con la enfermedad de la persona, con su realidad, para entonces
estar en disposición de elaborar un diagnóstico social sanitario y sobre éste,
diseñar un plan de trabajo para ayudar a buscar caminos de reinserción,
rehabilitación o solución. Los que responden a la situación particular de la
persona enferma, de su familia. Se trata de alta costura y no de pret–à–porter.

Un recordatorio para las palabras de Gordon Hamilton refiriéndose a que en


el trabajo social (sanitario), los profesionales, ellos y ellas, se apoyan en los
factores. Para Hamilton, los hechos están dados, son inalterables puesto que
se han producido, sin embargo, los factores son hacedores1. Ejemplos de
hechos serían: los problemas económicos, la pérdida del trabajo por
toxicomanía, el diagnóstico de un cáncer de esófago, la mala relación con los
hijos, vivir solo después de una grave intervención de pulmón, etcétera.
Sobre los factores, tomando los puntos fuertes, algunas preguntas para
descubrirlos, serían: ¿existe otra familia que pueda ayudar? ¿Qué formación
tiene la persona para cambiar de ocupación?

¿Cuál es la predisposición para desintoxicarse? ¿Qué actitud asumen los hijos


a 1. Hamilton, 1923: 334–337.

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Introito

pesar de la mala relación fraternal? ¿Existe una red humana sana? ¿Cuál es la
capacidad y predisposición de la persona para desplazarse? ¿Cuál es el
pronóstico, la predisposición a aceptar apoyo terapéutico familiar? ¿Vive
cerca de algún familiar que puede ayudarla? ¿La empresa tiene un servicio de
trabajo social que puede realizar el seguimiento? Etcétera. Los hechos pueden
ser los mismos pero cuando cambian los factores, el desenlace sigue otros
caminos de tratamiento social sanitario. Ello es lo que hace a cada persona
única, porque los factores que la rodean lo son y es sobre ellos que se
construye el puente de la reinserción.

La intervención desde el trabajo social sanitario implica, por método propio,


desde sus orígenes, la elaboración del plan de trabajo que primero es una
actividad de planificación operativa, luego a medio plazo, es una actividad
que se desarrolla sobre habilidades y técnicas de intervención y sobre una
actitud profesional capaz de ejecutar y garantizar el seguimiento de este plan
desde el propio servicio o mediante la derivación a otro. La ejecución de todo
plan de trabajo, deja atrás lo discursivo y emplaza a profesionales y a clientes
a la acción conjunta cuyo objetivo es cambiar las circunstancias adversas que
impiden la autonomía psicosocial y social. En trabajo social sanitario, decir lo
que hay que hacer implica y compromete a hacerlo.

En ningún caso puede ser identificativo del trabajo social sanitario la


ejecución de órdenes basadas en una concepción casi administrativa de la
profesión.

Esto lleva a que cuando no hay servicio de trabajo social sanitario, a veces,
desaparece la demanda. Es fácil deducir que esta demanda poco tenía que ver
con la acción propia desde el trabajo social sanitario. Cuando una ayuda se
plantea en esos términos de trámite, se está cosificando una necesidad
humana, provocan-do así grandes roturas en el tejido social y familiar. Un
trámite meramente administrativo está al alcance de cualquiera, como lo está
elaborar la declaración de la renta o la anulación de una multa de tráfico.
Cuando desde la alta dirección o direcciones intermedias se asocia el trabajo
social sanitario a tareas como las descritas se pone de relieve un pensamiento
más vinculado a la filantropía o al paternalismo que al ejercicio de una
profesión que busca la reinserción y la rehabilitación de las personas. Se pone
de manifiesto el complejo de superioridad del que tiene el poder de dar y
quitar, en este caso, la misma administración en-carnada en sus profesionales
que son los que ejercen ese poder. Cuando el servicio de trabajo social
sanitario, sus miembros, pierden su identidad para pasar a satisfacer
imaginarios directivos, su ejercicio también pierde identidad y la profesión en
su conjunto retrocede un poco más. ¿Se puede evitar esto? Una respuesta está
en la aplicación de procedimientos, de protocolos, en la intervención

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22

El trabajo social sanitario

procesos, lo que implica que los servicios que se presten en cada


departamento, unidad de trabajo o servicio social sanitario, se encuentren
muy bien definidos y catalogados y, por tanto, a salvo de las fantasías ajenas.

Hoy, este es uno de los retos del colectivo de profesionales del trabajo social
sanitario, mantener su idiosincrasia y a la vez, asumir las funciones que como
se verá vienen determinadas por ley. Cabe empezar a hablar de servicios
prestados, dejando a un lado la terminología obsoleta y generalista que
confunde más que clarifica el qué pasa y para qué sirve el servicio de trabajo
social sanitario. De ahí la importancia de elaborar correctamente el propio
catálogo de prestaciones y la propia cartera de servicios. Con esto se evitará
que las funciones marcadas por el sistema sanitario entren en contradicción
con las responsabilidades profesionales, desembocaduras naturales de los
conocimientos propios. Se evitará que la presencia del trabajo social sanitario
dependa de lo que imaginan quienes asumen, desde la superficialidad, o
desde el estereotipo, competencias directivas. Se-ría un reduccionismo
generalizar el hecho en todas las direcciones, pero solo con que eso se dé una
vez, de vez en cuando, ya es motivo de preocupación y des-agravio a todo un
colectivo profesional.

Volviendo a las preguntas iniciales, esa organización resultante del servicio


de trabajo social sanitario, ¿asume y se apoya en las teorías de la disciplina2?
¿Satisface, responde, se adecua a las teorías clásicas de las organizaciones
para encarar el siglo XXI3? ¿Cumple el esquema que propone el Sistema
Nacional de Salud tal como recogen diversas leyes y normativas?

Éstas son solo algunas de las cuestiones sobre las que versará el libro.
Propuestas de reorganización del servicio de trabajo social sanitario, como un
servicio sanitario más pero respetando los principios, los valores y las
metodologías de la profesión. La nueva organización que se propone en este
libro, esta nueva manera de presentarse ante los otros servicios sanitarios,
ante los responsables políticos del ministerio o de las consejerías, será un
puente seguro que permitirá cru-2. A sabiendas de que el camino es largo y la
consulta de nuevos archivos va sacando a la luz nuevas teorías, en este caso,
se refiere también a las teorías impartidas en la especialización dentro del
Postgrado de Trabajo Social Sanitario del Instituto Internacional de
Postgrado, Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de
Catalunya (UOC), a día de hoy, la única titulación universitaria, cuyos
referentes son Mary E. Richmond, William Olser, Richard C. Cabot, Ida M.
Cannon, Charles P.

Emerson, Gordon Hamilton, Florence Hollis, Mary E. Woods, Helen Harris


Perlman, Charlotte Towle, Malcolm Payne, Francis J. Turner, etcétera.

3. Se trata de una organización por procesos capaz de reorganizarse y


readaptarse a medida que cambia el entorno y surgen nuevas tecnologías para
hacer más fácil la prestación de servicios.

© Editorial UOC

23

Introito

zar de la orilla de las «actividades de ayuda», a la orilla de las «actividades de


ayuda desde el trabajo social sanitario». Así de simple y así de complejo.

A lo largo de las páginas que siguen se propondrá la organización de


servicios y prestaciones de trabajo social sanitario de acuerdo a los esquemas,
clasificaciones y fórmulas de la legislación vigente. Las normativas se
trenzarán unas con otras y se superpondrán a la práctica. En algunos
momentos, el texto enfatizará sobre lo dicho pero con esta fórmula, en este
caso, se busca ir refrescando la memoria de lo leído e irlo acomodando en la
práctica. También se considerará el progresivo y espontáneo cambio de roles
profesionales que diluyen unas fronteras administrativas y de la práctica pero
no las aduanas del conocimiento, que se posee o no se posee. A lo largo de
todo el libro se hará hincapié en que la atención psicosocial desde el trabajo
social sanitario entraña un saber, una ética, un actitud y un considerar a la
persona de determinada manera, lo cual, viene garantizado por una profesión
cuyos miembros cuentan con las habilidades y competencias necesarias para
asegurar las buenas prácticas, lo que lleva a los mejores resultados posibles.

Las leyes abordadas fueron aprobadas en la década pasada y siguen vigentes.

Leyes que supusieron un gran adelanto en materia de calidad para el Servicio


Nacional de Salud en general, pero dentro de las cuales, el trabajo social
sanitario, en particular, quedó algo rezagado, parcialmente llevado al margen.

Las leyes a las cuales se hace referencia son, básicamente, las tres siguientes:

• La Ley 41/2002, de 14 de noviembre, Básica Reguladora de la Autonomía


del Paciente y de Derechos y Obligaciones en materia de Información y
Documentación Clínica. Esta ley marcó un hito en cuanto al contenido y
forma de las relaciones clínico–asistenciales que debían proteger los derechos
humanos y la dignidad de la persona, propietaria de la última palabra.

• La Ley 16/2003, de 28 de mayo, de cohesión y calidad del Sistema


Nacional de Salud y el Real Decreto 1030/2006, de 15 de septiembre, por el
que se establece la Cartera de Servicios Comunes del Sistema Nacional de
Salud y el Procedimiento para su actualización. En ella se centrará la atención
de este libro por regular aspectos tan importantes como «el catálogo de
prestaciones» y la «cartera de servicios» del Sistema Nacional de Salud.
Dicha ley definió la organización de los ámbitos y las áreas de las
especialidades médicas y aportó transparencia a la acción profesional,
respondiendo a cuatro preguntas clave: ¿cuáles son las funciones del Sistema
Nacional de Salud? ¿Cuáles son los ámbitos?

¿Cuáles son los servicios y prestaciones? Y una vez definido todo eso ¿con
qué procedimientos y técnicas, estos servicios y prestaciones se hacen
efectivos?

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24

El trabajo social sanitario

• La Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de Ordenación de las profesiones


sanitarias, la más polémica, la que desató los demonios en el campo del
trabajo social sanitario al dejarlo fuera de las profesiones sanitarias. Dicha ley
señaló los puntos de inflexión respecto a los requisitos necesarios para
acceder a tal reconocimiento. Requisitos que se resumen en dos puntos, por
una parte, la existencia de una titulación propia y exclusiva del campo de la
salud que garantice a las profesionales, ellas y ellos, «los conocimientos,
habilidades y actitudes virtuosas en la atención a la salud» y que cuenten, en
la misma línea, «con colegios profesionales propios», esto es, de salud. El
Real Decreto 183/2008, de 8 de febrero, por el que se determinan y clasifican
las especialidades en Ciencias de la Salud y se desarrollan determinados
aspectos del sistema de formación sanitaria especializada, amplía
posibilidades, pero es una interpretación de la autora en la que se parte de una
titulación propia del ámbito de la salud y por tanto, es un campo que requiere
preparación para la gran siembra.

Con la perspectiva del tiempo y las evidencias del día a día, desde su
aparición se ha visto como todas ellas marcaron un kilómetro cero para la
profesión. Las dos últimas, sin embargo, pillaron al colectivo del trabajo
social sanitario, por decirlo coloquialmente, con el paso cambiado. En casos
extremos, incluso se puede decir que caminando sobre un suelo discursivo
ajeno al del trabajo social sanitario genuino y muy parecido, por el contrario,
al discurso de los servicios sociales, a juicio de la autora, excesivamente
burocratizados. Con respecto a la de «cohesión y calidad» como
coloquialmente se la llama, se vio que había alguna ínfima referencia a lo
social y pareció bastar, aunque en la última fila, se salía en la foto. La que
encendió las alarmas fue la de «ordenación de las profesiones sanitarias», el
fotógrafo, por enfocar mal, por despistarse en el momento del disparo, o por
lo que fuera, acabada de dejar fuera de la foto al trabajo social sanitario. Alea
jacta est.

Las tres leyes, como se verá, son plataformas esenciales desde las cuales
reconstruir y refundar la práctica profesional, sin renunciar a los principios y
teorías que la identifican como tal.

Todo esto conforma la columna vertebral de un libro que trata del trabajo
social sanitario y de sus profesionales desde unos conocimientos, desde una
actitud y desde un estar legítimamente presentes en el sistema sanitario actual
asumiendo todos los requisitos que cumplen el resto de disciplinas del arco
institucional sanitario. En sus páginas se encontrarán las materias propias que
desaguan en ese océano de la disciplina y le dan entidad profesional, pero
también se tomarán

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25

Introito

prestadas otras complementarias que la refuerzan y que son necesarias para


estar dentro del sistema sanitario. Así, se profundizará en las definiciones de
los procedimientos, de los protocolos y de los procesos, siempre aplicadas al
trabajo social sanitario, a su organización, a su presentación y a su ejercicio.

A lo largo de las páginas siguientes, todos estos conceptos básicos, presentes


en la legislación, se irán desdoblando en esquemas de práctica diaria de tal
manera que cada servicio de trabajo social sanitario y dentro de él, cada
profesional, pueda elaborar su «catálogo de prestaciones» y su «cartera de
servicios» de acuerdo a las bases teóricas y también, a las normativas legales.
Después de su lectura y estudio de contenidos se podrá responder a las dos
preguntas clave realizadas con anterioridad: ¿cuáles son los servicios y
prestaciones de trabajo social sanitario? Y esos servicios y prestaciones, ¿con
qué procedimientos y técnicas, de trabajo social sanitario, se prestan? Ello,
tanto si se interviene desde la atención primaria como desde la atención
especializada o sociosanitaria donde la haya.

Este libro se escribe desde el convencimiento de que el trabajo social


sanitario es una de las profesiones de futuro, siendo el presente un momento
óptimo para su análisis, un momento decisivo para refundar los fundamentos
del desarrollo y su proyección a varios años. Éste convencimiento se apoya
en el empirismo, estando lo más alejado posible de lo narrativo e ideológico.
¿Por qué una profesión de futuro cuando parece que está mucho más
cuestionada que nunca? Porque el futuro de cualquier sociedad pasa por las
personas, por cada individuo desplegan-do su máxima capacidad de vivir y
ejercer en su vida, cuidándose y cuidando, si es necesario. Porque las
personas, siempre actuando desde su ética, son la única esperanza real para
que la sociedad del bienestar y su sistema sanitario, perduren y sigan
desarrollándose acogiendo a los más frágiles, a los que pierden reservas
vitales, a quienes enferman y necesitan ayuda profesional. Es una profesión
de futuro porque su acción, cuando se da por programas, resulta altamente
preventiva, siendo la prevención una herramienta de verdadero ahorro de
costes y promoción de la salud. Porque todo el campo de acción del trabajo
social sanitario promueve la autonomía psicosocial de las personas enfermas,
motiva a sus familias en el afrontamiento de las nuevas circunstancias que la
enfermedad del pariente les genera en sus respectivas vidas y promueve la
recreación de entornos y ambientes sanos para todos. Finalmente, porque, tal
como se ha visto en las primeras líneas, el trabajo social sanitario es mucho
más que trámites y gestiones, es mucho más que rellenar un formulario de
escalas diversas y presentar una suma final con unos cortes de valores que,
cual espada de Damocles, significan el acceso o la denega-ción a unos u otros
servicios. Los contenidos de todo ello se transforman en ac-

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26

El trabajo social sanitario

ciones que las personas afectadas llevan a cabo, dando así a lo discursivo la
fuerza de la vivencia, de la experiencia. Con acciones premeditadas,
deliberadas, planifi-cadas y acordadas dentro del diagnóstico social sanitario
se libera a las personas de las ataduras internas, de esas que las llevan a
pensar que no pueden con la nueva situación. La intervención profesional,
como se verá, deshace malas interpretaciones de la realidad que atiende y
dentro de la necesidad real de ayuda se promueve la autonomía de la persona
por el camino de la experiencia.

El trabajo social sanitario es uno de los andamios actuales con los que se
sostiene la cotidianeidad de las personas enfermas y de sus familias,
buscando las mejores condiciones de vida, a la vez que se las ayuda a usar
responsablemente los servicios, evitando el abuso. Es así que se edifican
sociedades responsables ale-jadas de paternalismos y, se puede añadir, de
papanatismos. Dadas las circunstancias actuales de ahogo presupuestario de
las instituciones sanitarias y sus primas hermanas, educación, justicia, el
hermano servicios sociales, el trabajo social sanitario es, a todas luces, una de
las profesiones imprescindibles para optimizar-las partiendo siempre de las
personas atendidas y por extensión, de las comunidades a las que pertenecen,
pero sobre todo, de la estimulación de unos recursos propios que les permitan
generar nuevas realidades y circunstancias.

El libro tiene dos objetivos. El primero, presentar el corpus legal en el cual se


inscribe la profesión del trabajo social sanitario en España y por extensión, en
sus comunidades autónomas. El segundo, contribuir a ampliar el corpus
teórico de la disciplina de acuerdo a este corpus legal citado, esto siempre
dentro de la impe-riosa necesidad de innovar para ganar eficacia y eficiencia,
de generar conocimiento. Se propondrá una reorganización inteligente de la
práctica diaria de acuerdo a estas necesidades de optimización y a la teoría
que le es propia, donde la investigación aplicada será una actividad ordinaria
y no extraordinaria. Con todo ello, la atención psicosocial a las personas
enfermas, a sus familias o seres próximos, satisfará, primero, las exigencias
teóricas que el ejercicio profesional exige y segundo, los objetivos de calidad
del Servicio Nacional de Salud, padre y madre de los de las comunidades
autónomas, permitiendo que el modelo biopsicosocial sea una realidad
tangible y no un lema congresual.

¿En qué se traduce todo esto? ¿Qué significa en la práctica? Primero, que sus
funciones seguirán los criterios pautados para cualquier disciplina del sistema
sanitario y se desarrollarán dentro de los mismos ámbitos que el resto de
colectivos con titulaciones universitarias: el asistencial, el investigador, el
docente, el de gestión clínica, el de prevención y el de información y
educación sanitarias. Dichas funciones abrazarán cualquier acto asistencial
que siempre quedará incluido en al-

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27

Introito

guna de ellas. Así, las estadísticas del servicio de trabajo social sanitario
dejarán de ser una mera contabilidad asistencial descontextualizada y
heterogénea, para empezar a ser representativa, a validar hipótesis de trabajo
y, por tanto, ser una buena base para la toma de decisiones. A corto plazo, es
de esperar que dichas estadísticas aparezcan tanto en los correspondientes
cuadros de mando de los establecimientos sanitarios como en los indicadores
clave del Sistema Nacional de Salud.

Ambos objetivos, como se irá viendo a lo largo del texto, se entremezclarán


en la práctica, como se entremezcla la misma vida, ocurrirán
simultáneamente, acontecerán dentro de lo que es el servicio y llegarán a un
punto en el que se desplegarán de nuevo en dos fines: uno, ofrecer a las
personas atendidas en el sistema sanitario, a sus allegados, los mejores
servicios desde el trabajo social sanitario y dos, desde las buenas prácticas,
contribuir a desarrollar y generar conocimiento especializado, hollar en serio
desde las titulaciones universitarias propias el camino al reconocimiento del
trabajo social sanitario como profesión sanitaria, no de forma graciosa o
caprichosa, sino porque cumple escrupulosamente, al igual que las otras
profesiones, con los requisitos marcados por la Ley de Ordenación de las
profesiones sanitarias.

La nueva expresión del trabajo social sanitario que se propone en este libro se
adecua al presente sin renunciar a los principios de la profesión, los que le
dieron vida y siguen alimentándola. Siempre de la mano de lo profesional, se
apoya en el conocimiento aplicado de la disciplina, en sus fundamentos
teóricos y articulan-do una organización eficaz y eficiente, busca alimentar la
capacidad de innovar de sus profesionales, aprovechar su potencial para
reinventarse cuantas veces sean necesarias, para favorecer las condiciones
adecuadas que les permitan afrontar los nuevos retos de esta segunda década
del siglo XXI. Una segunda década que empieza marcada por una crisis
económica sin precedentes y que amenaza la continuidad y el desarrollo de
un Estado del bienestar cuestionado como nunca antes.

Muchas veces es un cuestionamiento demagógico, pero en otras, tiene buenos


fundamentos y lo que es un hecho es que la gestión debe dar un giro, debe
cen-trarse en la optimización y no en el mantenimiento de las estructuras. Las
realidades de siempre, las teorías de siempre, las que inspiraron la creación de
los primeros servicios de trabajo social sanitario en los Estados Unidos allá
por 1905

serán las fuentes de las cuales beber porque aunque parezca mentira, aquello
que es historia sigue generando certidumbre en la autora, la sigue nutriendo
intelectualmente y le permite, a su vez, alimentar la práctica. Así, los orígenes
acompa-

ñarán al conocimiento científico generado en los últimos años desde el propio


trabajo social sanitario para garantizar que éste siga siendo lo que es y no
acabe

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28

El trabajo social sanitario

como una falsificación de sí mismo invocando, de palabra y en las


celebraciones, las formas genuinas, pero sin contenidos en los
establecimientos. Cómo si no, se puede explicar la siempre y cada vez más
indeseable asociación del trabajo social sanitario con la mera ejecución de
trámites burocráticos para lograr recursos.

Este texto aspira a reforzar los contenidos teóricos que nutren el arbolado de
actividades y tareas que articulan los servicios y las prestaciones del trabajo
social sanitario, contribuyendo a promover de nuevas. Su hilo vertebrador es
la atención psicosocial de la persona enferma o en riesgo y de su familia para
que la enfermedad, con su penetración en lo psicosocial, no sea causa de
interrupción vital, o lo sea mínimamente. Todo para que cada persona
afectada, sea como enferma o como testimonio, pueda seguir gobernando su
vida, afrontando sus responsabilidades, alentando sus propios anhelos y
vocaciones, a pesar de esa nueva compa-

ñera ocasional o para siempre más que es «la enfermedad».

Mary E. Richmond, en su libro Social Diagnosis llamaba la atención sobre el


hecho de que, tanto médicos como legisladores, tomaran la figura de la
trabajadora social (sanitaria) como una extensión de su función, como una
adjunta y no como una figura que significaba una nueva visión del hecho de
enfermar4. La co-rrección de los errores de interpretación sobre lo que es o
no el trabajo social sanitario está en manos de cada profesional, no de los
otros. Para proyectar la profesión al futuro es preciso dejar atrás el
reduccionismo que la ha caracterizado durante estos últimos años, anclado
muchas veces en un «eso no se puede hacer». Un reduccionismo que la ha
relegado y asociado a actividades que se pueden contar por números pero no
por resultados ni beneficios personales y sociales en las personas y en el
Estado del bienestar.

Estos serán en gran medida los contenidos del presente libro. La delimitación
de los conceptos básicos y comunes, los que son transversales, su
transformación en procedimientos, protocolos y procesos para las
organizaciones en las que se inscriben, una asignatura pendiente en lo
asistencial y en lo preventivo. Si bien los perímetros de muchos de los
argumentos y reflexiones que siguen afectan al marco legislativo en España,
los contenidos y conceptos pertenecen al trabajo social sanitario como
disciplina y profesión donde no hay más fronteras ni más geografía que la
humana.

DOLORS COLOM MASFRET

Barcelona, 27 de agosto de 2011

4. Richmond, 1917: 36.

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29

Definiciones básicas y desarrollo...

Capítulo I

Definiciones básicas y desarrollo de los conceptos, procedimiento,


protocolo, proceso, aplicados
al trabajo social sanitario

«Why said the Dodo: The best way to explain it, is to do it»

IDA M. CANNON

Términos comunes en la sanidad actual aplicados

al trabajo social sanitario

A lo largo de los últimos años, sobre todo a partir de mediados de los pasados
noventa, las gerencias y direcciones del sistema sanitario han ido adoptando
términos nacidos en el sector de la empresa relacionando los conceptos que
invis-ten con la acción clínica, tanto en la organización, la gestión y la
evaluación de los resultados como en el control de la calidad. Algunos de
estos conceptos comunes son: la eficacia, la eficiencia, la calidad, la sinergia,
el management, el ca-tálogo de prestaciones, la cartera de servicios, los
procedimientos, los protocolos, los procesos. En las páginas que siguen,
todos ellos quedarán entretejidos con los diferentes desarrollos teóricos y se
aplicarán al trabajo social sanitario, sin embargo, serán los cinco últimos, los
que centren la máxima atención.

El uso de la mayoría de estos términos se va universalizado, pasando, poco a


poco, a formar parte del vocabulario habitual de los diferentes colectivos
profesionales que integran el sistema sanitario. Todos ellos, los colectivos,
con independencia de la disciplina (medicina, enfermería, trabajo social
sanitario u otras), del ámbito (atención primaria o atención especializada), de
la disposición (por áreas, por especialidades, por servicios o por unidades de
gestión clínica) quedan sujetos a los mismos paradigmas organizativos
generales, basados en leyes que para su desarrollo, como se verá, se apoyan,
en gran parte, sobre dichos conceptos.

El reto para el futuro inmediato de los servicios de trabajo social sanitario en


España es fortalecerse en la comprensión teórica y legal de dichos conceptos
para, después de hacerlos suyos, como en su momento hicieron otros los
colectivos sanitarios, esforzarse en la correcta aplicación sin tergiversar ni la
función, ni la responsabilidad, ni los principios de la profesión.
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30

El trabajo social sanitario

Dichos conceptos se generalizaron, especialmente, de la mano de modelos de


evaluación y gestión de la calidad como el European Foundation for Quality
Management (EFQM)5, el International Organization for Standardization
(ISO)6

y la Joint Commission on Accreditation of Healthcare Organizations


(JCAHO)7.

Todos ellos, sin excepción, señalaban la necesidad de identificar los


«procesos», siendo éstos una central de operaciones en donde se ordenan
todas las actividades, las tareas y las gestiones necesarias para ofrecer a la
persona, al cliente del sistema sanitario, en el caso del trabajo social sanitario,
además, se incluiría la familia, un servicio final, el mejor servicio.

¿Dónde queda y cómo interviene el trabajo social sanitario en estos


esquemas?

Un hecho que, a juicio de la autora, está aflorando los últimos años, es el


progresivo uso inadecuado de dichos conceptos que se tratan más como
sinónimos entre sí que como conceptos con contenido particular. Por ello,
para ayudar a garantizar el mismo punto de partida primero se presentarán las
definiciones comunes de cada uno para después modelarlos dentro de las
diferentes expresiones del trabajo social sanitario. Es preocupante el uso de
determinadas fórmulas gramaticales que incluyen alguno de estos términos
resultando a veces enunciados contradictorios respecto a la propia definición.
Por ejemplo, es equivocado, hablar de «proceso de atención a la infancia
maltratada», o «proceso de atención a las personas de riesgo8 psicosocial y
sanitario» dado que, como se verá en las páginas que siguen, un «proceso»

siempre concluye con un servicio. Es fácil ver que en ninguno de los dos
enunciados se indica ningún servicio. Sin entrar en detalle, solo a modo
aclaratorio, en el primer caso, siempre de acuerdo a las definiciones, lo
adecuado es hablar de protocolo: «protocolo de atención a la infancia
maltratada». En el segundo, de procedimiento: «procedimiento de atención a
las personas de riesgo psicosocial y sanitario».

Es de esperar que el conocimiento de la teoría evite dichos errores de


aplicación.

Ninguno de los tres conceptos, procedimiento, protocolo o proceso, es una


caja cerrada, admite muchas posibilidades, sin embargo, cada uno es distinto
de 5. www.efqm.org/

Fecha de consulta: 13 de agosto de 2011.

6. www.iso.org/

Fecha de consulta: 13 de agosto de 2011.

7. www.jointcommission.org/

Fecha de consulta: 13 de agosto de 2011.

8. La OMS, en su Informe sobre la Salud en el mundo publicado en 2002,


define el Riesgo como

«la probabilidad de un resultado adverso, o un factor que aumenta esa


probabilidad. Para proteger a la población y ayudarla a protegerse a sí misma,
más allá de lo inmediato, los gobiernos necesitan evaluar los riesgos y elegir
las intervenciones preventivas cuyo coste–eficacia resulte más asequible.»

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31

Definiciones básicas y desarrollo...

los otros dos y, por igual, la necesidad de aplicarlos correctamente resulta


esencial para desarrollar el «catalogo de prestaciones» y la «cartera de
servicios» del servicio de trabajo social sanitario.

Cuando se habla de procesos de un establecimiento, se están señalando


procesos generales dentro de los cuales se inscriben todos los colectivos
profesionales del arco asistencial. Por ello, cada colectivo, a su vez, deberá
definir tanto los procedimientos, como los protocolos y los procesos
específicos de su disciplina.

A modo de ejemplo, imagínese que el establecimiento «x» cuenta con «un


proceso de cirugía mayor ambulatoria». Lo primero que debe definirse es a
qué colectivos integra dicho proceso y a qué ámbitos. A priori puede decirse
que a personal de cirugía, a personal de enfermería y a personal de trabajo
social sanitario, tanto de atención especializada, obvio, como de primaria, a
veces olvidada. Cada colectivo deberá definir de acuerdo al proceso general
sus procedimientos, sus protocolos y sus procesos en particular, señalando en
cada apartado los puntos de encuentro que se dan con los otros colectivos.

Cuando se ponen en marcha sistemas de gestión sanitaria participativa se


busca siempre la mejora, pero conviene recordar, como señaló Donabedian9
que en la formación universitaria no enseña gestión del sistema ni de los
servicios, lo que, en la práctica, origina hándicaps en el propio desarrollo e
implementación de las nuevas estructuras organizativas basadas en la
combinación del conocimiento científico de la disciplina que se trate (trabajo
social sanitario, medicina, enfermería, logopedia, etcétera) con el
conocimiento de la metodología empre-sarial.

Los procedimientos, los protocolos, los procesos, son conceptos que forman
parte del lenguaje habitual de los diferentes colectivos profesionales que
integran el sistema sanitario, sobre todo de las gerencias, las direcciones de
área, las jefaturas de servicio y por efecto cascada, del personal médico y del
de enfermería sobre todo, desde que entre finales de los noventa y principios
de dos mil se iniciaran los grandes cambios organizativos a raíz de la
elaboración y puesta en marcha de numerosos planes estratégicos y la
creación de unidades de gestión clínica. Sin embargo, fue la Ley 16/2003, de
28 de mayo, de cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud la que
generalizó ese lenguaje y la nueva organización en la que, como se viene
señalando, resaltaban dos conceptos: «catálogo de prestaciones» y «cartera de
servicios».

9. http://docencia.udea.edu.co/ingenieria/control_calidad/personajes.html
Fecha de consulta: 4 de agosto de 2011.

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32

El trabajo social sanitario

Por múltiples razones, algunas de las cuales se irán exponiendo a lo largo de


las páginas que siguen, los servicios de trabajo social vieron como su
participación en ese nuevo orden resultaba más tangencial que central. Mal
que pese, se sigue constatando poco a poco, como su influencia se reduce
considerablemente si se la compara con la que disfrutaron sus homónimos a
mediados de los ochenta y primeros de los noventa del pasado siglo. Ello no
es fruto del azar, ni de una conspiración pero sí que se han concatenado
circunstancias cuya suma ha resultado en una pérdida progresiva de estatus
dentro del sistema sanitario. Al escuchar a las profesionales, ellas y ellos, al
observarlas, se constata que a lo máximo que se ha llegado en el trabajo
social sanitario es a ser parte de algún proceso sanitario.

Esto se ha visto favorecido por un hecho colateral, casi siempre quienes han
formado en esa materia han sido profesionales de la medicina o de la
enfermería pasados a la gestión, materializando por enésima vez el escenario
advertido por Mary E. Richmond de que la trabajadora social sanitaria no
podía verse como una adjunta de los servicios médicos para cubrir aquello
que a ellos les resultara es-trafalario de acometer o asumir10.

Por todo esto, a fin de evitar el relleno sui géneris de dichos conceptos en
estas primeras líneas se busca introducirlos teóricamente y a la vez ir
desarrollando su adaptación al trabajo social sanitario. Una vez comprendidos
lo cual será fácil, el reto está en aplicarlos fielmente, lo cual, será menos fácil.

Procedimiento: concepto general y aplicación al trabajo social sanitario


El término «procedimiento» aparece zurcido al término «método». La misma
RAE para definir el uno, recurre al otro. Así dice de procedimiento: «método
de ejecutar algunas cosas». Acudiendo a la definición de «método», lo define
como

«procedimiento que se sigue en las ciencias para hallar la verdad y


enseñarla».

Por tanto, ambas son palabras que conceptúan lo mismo. Cuando Montserrat
Colomer desarrolló el «método básico de trabajo social», también estaba
propo-niendo11 «el procedimiento básico de trabajo social» y ciertamente, el
método de trabajo social es un claro procedimiento que pasados los años
sigue mantenien-10. Richmond, 1917: 36.

11. Colomer, 1974.

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33

Definiciones básicas y desarrollo...

do la máxima actualidad y sigue respondiendo a las definiciones y usos más


modernos del término.

Véanse otras definiciones. El Dictionary of Human Resource Management de


Oxford Reference Online, ofrece una definición de «procedimiento» que se
aproxima más al detalle y objetivo del presente libro al evitar la misma
palabra o una equivalente en la definición. Lo define como:

«Paso a paso, las secuencias de acciones que se deben tomar para alcanzar
sus objetivos particulares12.»

¿Cuáles son los objetivos particulares del trabajo social sanitario? La ayuda,
la ayuda y la ayuda. Los objetivos particulares del trabajo social sanitario son
ayudar a las personas afectadas por la enfermedad, sea propia o de algún
allegado, y a las que están en riesgo de padecerla a ayudarse a sí mismas,
para que la enfermedad no genere o avive carencias en sus vidas. En la
misma línea, ayudar a las comunidades a reforzarse para ganar capacidad de
dar soporte a los miembros que las integran y de alguna manera, están
afectados y limitados por la enfermedad. También, es sus objetivos
particulares están colaborar con los servicios de medicina comunitaria en la
prevención. No sobra señalar que esta ayuda no es una ayuda cualquiera, ni
improvisada sino que se apoya en un diagnóstico o prediagnóstico social
sanitario. Los objetivos particulares del trabajo social sanitario son ayudar a
las personas relacionadas con la enfermedad y, de igual modo, ayudar a las
comunidades en las que viven.

¿Y cómo encaja todo esto con la legislación? Aunque se le dedica un


capítulo, señalar que en la legislación sanitaria, el término procedimiento
aparece con mucha frecuencia en un sentido administrativo y burocrático,
pero es con la Ley 16/2003, de 28 de mayo, de cohesión y calidad del
Sistema Nacional de Salud que este concepto se desburocratiza para
vincularse a un quehacer profesional menos rígido. El quehacer profesional
se diferencia del quehacer burocrático en que el primero, gestiona realidades,
interviene en ellas, las analiza para luego tomar decisiones, el segundo,
cumple una normativa sin más opción que aquella.

Por esto es tan importante esta ley, porque apunta a procedimientos


profesionales asumiendo la plasticidad que lo profesional implica. La citada
ley seña-12. «procedures» A Dictionary of Human Resource Management.
Edmund Heery and Mike Noon.

Oxford University Press, 2008. Oxford Reference Online. Oxford University


Press. Universitat Oberta de Catalunya. 18 August

2011 <www.oxfordreference.com/views/ENTRY.html?
subview=Main&entry=t162.e983>

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34

El trabajo social sanitario


la a los procedimientos como «los instrumentos a través de los que se hacen
efectivas las prestaciones» y, concretando más, los sitúa en el apartado que se
corresponde a la «cartera de servicios». El primer punto a considerar es que
cuando en un servicio de trabajo social sanitario, los miembros que lo
integran, se deci-dan a confeccionar el «catálogo de prestaciones» y la
«cartera de servicios» particular del servicio en el cual ejercen, todos los
procedimientos que aplican y los siguientes que vayan desarrollando, sin
excepción, se incluirán en el apartado de la «cartera de servicios». Nunca un
procedimiento se incluirá en el «catá-

logo de prestaciones» en donde, por definición, se incluirán las prestaciones y


servicios.

En páginas anteriores se ha invitado a reflexionar sobre los –servicios y


prestaciones– que se brindan desde el trabajo social sanitario a las personas
atendidas, lo que equivaldría a señalar los «procesos de tratamiento de trabajo
social sanitario». De todo aquello que se realiza dentro del servicio de trabajo
social sanitario, ¿qué constituye un servicio para la persona? Como muestra
la numerosa literatura, resulta indistinto referirse a este conjunto de acciones
como servicio, prestación o proceso de tratamiento. Pero existe un punto de
encuentro: antes de prestarse dicho servicio se ha realizado un estudio y
elaborado un diagnóstico o prediagnóstico social sanitario. Otra aclaración
importante es que un servicio no se trata de una tarea, ni de una actividad,
tampoco de una función, el servicio es lo que recibe la persona, sea, por
poner algún ejemplo, «apoyo psicosocial para elaborar el duelo por la pérdida
de un ser querido», «rehabilitación vocacional» o «apoyo psicosocial y
atención a domicilio para recuperar el rol familiar». De nuevo, el primer reto
es identificar y definir los servicios que se prestan y por qué se prestan éstos
y no otros. La intervención por procedimientos permitirá contestar a este tipo
de preguntas, incluso, recomendar determinados apoyos para cuando se
planteen situaciones similares.

Pero siguiendo con el desarrollo de los conceptos contenidos en la citada Ley


16/2003, ésta señala que en la misma «cartera se servicios», además de los
procedimientos, se incluirán las «técnicas» y «tecnologías» utilizadas y
aplicadas para prestar los servicios que recuérdese estarán definidos en el
«catálogo de prestaciones». Esto se irá recordando a lo largo del libro.
Entonces, ambos, las prestaciones y los servicios, a tenor de adelantarse en el
texto, deberán incluirse en el

«catálogo de prestaciones». El mapa conceptual que sigue ilustra visualmente


el ordenamiento de los conceptos teóricos y sus partes, pudiendo aplicar a la
práctica del trabajo social sanitario un primer orden para la colocación de
cada elemento.

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35
Definiciones básicas y desarrollo...

Mapa conceptual 1. Escenario básico para comprender y elaborar el


catálogo de prestaciones y la cartera de servicios en el trabajo social sanitario
Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.

Un breve punto y aparte para ahondar en la definición, ofreciendo algunos


antecedentes históricos en la profesión que avalan una organización que
permita una práctica sostenida en el método científico. La necesidad de
organizar los servicios de trabajo social sanitario siguiendo procedimientos
forma parte de las primeras tentativas de proponer una profesión ordenada.
Zilpha Drew Smith (1852–1926) a quien Mary E. Richmond dedica su libro
Social Diagnosis, se centró en la organización de los servicios, señalando en
1884 la importancia de asegurar la transmisión de la información de unos
servicios a otros cuando estaban atendiendo a las mismas familias y enfatizó
en cómo evitar las duplicidades. Zilpha Drew Smith, directamente, estaba
reforzando la definición de procedimientos integrados entre aquellos
servicios y profesionales que estuvieran atendiendo a las mismas personas13.

13. Smith, Z. D., 1884: 69–72.

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36

El trabajo social sanitario

Hoy, ciento veinticinco años después, dentro del trabajo social sanitario, se
hablaría de procedimientos integrados entre la atención primaria y la atención
especializada sin señalar en qué ámbito se inicia el estudio, sino reforzando la
idea de que se inicie donde se inicie, la continuidad está asegurada.

Mary E. Richmond, en su libro Social Diagnosis, publicado como es bien


sabido en 1917, señaló la colaboración con Mr. Francis H. Mclean, colega
suyo en la Russell Sage Foundation, el cual inspiró un primer estudio sobre
los métodos (procedimientos) aplicados por las trabajadoras sociales en su
trabajo con el fin de buscar aquellos puntos coincidentes entre todos y
establecerlos como fase y, de esa manera, formar a los jóvenes que querían
colaborar con la fundación14.

Ida M. Cannon, también en 1917, publicó un libro esencial para comprender


el trabajo social sanitario bajo el título de Social Work in Hospitals: A
contribution to progressive Medicine. Por cierto, el libro está dedicado al Dr.
Cabot15 En él, presenta un cuadro en el que recoge la actividad del séptimo
año de funcionamiento del servicio de trabajo social sanitario del
Massachusetts General Hospital cuyo punto de partida es la enfermedad, el
diagnóstico médico asociado al tratamiento social. Para ello, elabora una
tabla en donde la columna de la izquierda contiene la denominación de las
veintiséis enfermedades presentando, en la fila superior primera, siete
tratamientos, o lo que es lo mismo, los servicios finales prestados. Así
relaciona las enfermedades con determinados tratamientos de trabajo social
sanitario y va analizando sus repeticiones. Algunas de las enfermedades son:
tuberculosis, tifus, sífilis, sepsis locales, gonorrea, enteritis infec-ciosas,
parálisis infantil, neumonía, meningitis epidémica, apendicitis, etcétera.

Entre los tratamientos de trabajo social que es posible leer bien, señala:
soporte para el paciente y la familia. Prevención del contagio e identificación
de casos en el domicilio. Ayuda en la búsqueda y cambio de trabajo.
Nutrición e higiene de la persona en el domicilio. Asilo de ancianos16. En las
primeras líneas de libro puede leerse:

«En invierno e 1912 tuve la interesante oportunidad de visitar muchos de los


departamentos de servicio social hospitalarios de este país. Al mismo tiempo
me impresionó la variedad de tipos de organización, la diversidad en las
interpretaciones de las 14. Richmond, 1917: 6.

15. Escribe Ida M. Cannon en su dedicatoria: «Al Dr. Richard C. Cabot, cuya
visión, imaginación constructiva y valiente espíritu pionero han sido los
factores principales para iniciar y traer al estado presente del país, servicios
sociales hospitalarios organizados.»

16. Cannon, 1917: 240.

© Editorial UOC
37

Definiciones básicas y desarrollo...

funciones de las trabajadoras sociales hospitalarias y de la gran necesidad de


adecuar su formación17.»

Cannon también estaba apelando a la intervención por procedimientos para


homogeneizar las intervenciones profesionales y evitar proyectar una imagen
de heterogeneidad y de improvisación, lo cual, aún hoy, tambalea las bases y
las as-piraciones científicas de la profesión. Merece la pena recordar en este
punto los reproches de Abraham Flexner sobre lo variopinto que le resultaban
las intervenciones profesionales desde el trabajo social, se puede añadir,
sanitario. La consecuencia inmediata de esto le sugería la falta de una
metodología para ense-

ñar y formar a las futuras profesionales con lo cual podía cuestionar que el
trabajo social fuera una profesión, dado que las profesiones, entre otros
puntos, ema-naban del aprendizaje y la ciencia, tendían a la autoorganización
y disponían de una técnica comunicable18. Esa conferencia impartida en
1915, siempre es una hipótesis de la autora, forma parte de los contenidos
que, en dirección contraria, incluyen los libros tanto de Mary E. Richmond
como de Ida M. Cannon, publicados ambos, como se ha señalado, en 1917.
Estudiando sus contenidos se puede inferir que, en parte, son una respuesta a
las dudas de Flexner y a quienes a lo largo de este siglo han abanderado
dudas, razonables o no, al respecto.

Cuarenta años más tarde, en 1957, Helen Harris Perlman señalaba la figura de
Mary E. Richmond como la primera en aplicar el esquema del procedimiento
de

« problem–solving» tomando como base sistemas operacionales de la


abogacía y de la medicina, es decir la intervención por procedimientos. Su
reflexión literal presentó las siguientes tres fases:

«Miss Richmond propuso un esquema de problem–solving: Un estudio de los


hechos de la situación. Un diagnóstico de la naturaleza del problema, y,
siguiendo en la dirección se-

ñalada por este diagnóstico, un plan y ejecución del tratamiento. Por primera
vez las ca-seworkers recibieron un marco de referencia para sus esfuerzos
que anteriormente se había agravado en gran medida por tan buenas
intenciones y finalmente, los recursos de la agencia y la persona podrían
movilizar a sus clientes19.»

Un hecho que surge a menudo en la literatura de la época en la que todo


estaba empezando y también en la que tiene ya casi medio siglo de
experiencias en 17. Cannon, 1917: VII.

18. Flexner, 1915: 576–591.

19. Perlman, 1957: VII.


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38

El trabajo social sanitario

la mochila, son los peligros de «la buenas intenciones» y lo poco que éstas
contribuyen a ayudar a las personas que se atienden, aparte de arruinar la
imagen y la prosperidad de la profesión.

Volviendo al presente, los pasos referidos por el Dictionary of Human


Resource Management dentro del trabajo social sanitario son mínimamente:
«estudio»,

«diagnóstico», «plan» y «ejecución». Mínimamente, porque dentro de cada


fase, dependiendo del procedimiento, habrá pasos intermedios. Se refuerza
así el argumento de que es con el diagnóstico social sanitario que se pueden
determinar los servicios y prestaciones que va a recibir la persona. Y un
punto importante dentro del trabajo social sanitario, trabajando siempre con
ella, acompañándola psíquicamente, y si ella no objeta, también se trabajará
con su familia. A continuación se presenta el segundo mapa conceptual para
reordenar de nuevo los conceptos en la práctica del trabajo social sanitario.

Mapa conceptual 2. Procedimiento básico de trabajo social sanitario y


orientación de la acción Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona
2011.

El diagnóstico social sanitario, no en exclusiva y como cualquier diagnóstico


profesional, se elabora a partir de un estudio, una investigación de variables,
una recogida de datos, un intercambio de información y es la fase central de
cualquier

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39

Definiciones básicas y desarrollo...

procedimiento. El diagnóstico social sanitario es como la articulación del


caso social sanitario que permite girar la tendencia e iniciar el camino más
idóneo para la reconstrucción, para la reinserción, es la articulación que
cambia el sentido de la acción y moviliza a las personas. En la primera fase,
la atención profesional está centrada en alcanzar la máxima información para
poderse acercar máxima-mente a los hechos que motivan la intervención y
evitar, así, interpretaciones erróneas. Se habla poco de los errores en la
interpretación de las trabajadoras sociales sanitarias, ellas y ellos, pero están
ahí, presentes muchas veces. Errores que se alimentan de la prisa, de la
improvisación, de fomentar estereotipos que se cuelan sin más. Sin embargo,
dicho esto, cada profesional debe saber que nunca se logra acceder a los
hechos en su totalidad. Sería ingenuo pensar que con unas cuantas
entrevistas, por profundas que sean, se ilumina este espacio interior de la
persona y se puede ver cada emoción, sentimiento, miedo, perturbación, en
movimiento. Por ello, se usan técnicas de diversa índole, para poder acelerar
o des-encadenar aquello que en condiciones normales, en el día a día tardaría
más en manifestarse. El diagnóstico social sanitario es el que permite iniciar
procesos de soporte o, ante la necesidad de tratamientos más intensivos, de
transformación de estos hechos. Y ello siempre, debe insistirse, con la
colaboración de las personas afectadas e implicación de los suyos.

Se abre un paréntesis para recordar la definición de diagnóstico social


sanitario y evitar confundirlo con un listado de problemas o de variables del
padrón municipal. Se presentan tres definiciones que simbolizan diferentes
épocas para que se vea que en su esencia, éste no ha cambiado.

El Diagnóstico Social según Mary E. Richmond, 1917

«El diagnóstico social es el intento de hacer una definición, lo más exacta


posible, de la situación y personalidad de un ser humano con alguna
necesidad social. Esto es, en relación con otros seres humanos de los que de
alguna manera depende, o que de alguna manera dependen de él, y en
relación también con las instituciones sociales de su comunidad. El buen
diagnóstico social incluye todos los factores principales que soportan el
camino de reconstrucción social, enfatizando en los rasgos que indican el
tratamiento a seguir. Este énfasis del trabajador debe evitar predisponerlo
hacia algún factor causal del disturbio20.»

20. Richmond, 1917: 38.

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40

El trabajo social sanitario

El Diagnóstico Social, según Gordon Hamilton, 1951

«El diagnóstico, entendiendo el problema psicosocial lleva nuestra atención


al cliente. La evaluación, a entender el funcionamiento de la persona con
respeto a su problema, a sus capacidades y a la disponibilidad de recursos
externos, así como internos, ambos están tan estrechamente relacionados.
Unos prefieren llamarlo “evaluación diagnóstica”. […] El proceso de
pensamiento dirigido a la naturaleza del problema y sus causas se denomina
diagnóstico […] ¿Qué es lo que pasa? […] Diagnóstico y evaluación son
percepciones psicosociales21.»

El Diagnóstico Social según Francis J. Turner, 2002

«La palabra “diagnóstico” designa el proceso en el cual una opinión


profesional proviene de la valoración de una situación que emerge en nuestra
interacción con los clientes y sus ambientes significativos, una opinión en la
que nosotros basamos nuestras acciones y para la cual estamos preparados
para actuar con una profesionalidad responsable. La esencia de esta
definición es: Nuestro diagnóstico está basado en los juicios que hacemos.
Tales juicios constituyen la base de nuestras actividades profesionales.
Estamos preparados para responsabilizarnos de dichos juicios22.»

Entonces, desde el trabajo social sanitario, un procedimiento es la base sobre


la que se sustenta la actividad secuenciada en fases definidas para lograr un
fin.

Este fin es: «el bienestar de las personas atendidas en el sistema sanitario,
incluyendo sus familias, un bienestar alcanzado estimulando y promoviendo
los propios medios, psíquicos y materiales, de los miembros que integran del
caso social sanitario». Se abre otro breve paréntesis para recordar, en este
caso, de la definición de «caso social» (se añade sanitario) dada por Gordon
Hamilton:

«El caso social es un acontecimiento vital en el que siempre hay


proporciones, variables de lo económico, lo físico, lo mental, lo emocional y
de los factores sociales. El caso social está compuesto de factores internos,
externos o medioambientales. Uno no trata a las personas en un sentido físico
o en un sentido medioambiental, las trata en relación con sus experiencias
sociales y con relación a sus sentimientos respecto de estas experiencias23.»

21. Hamilton, 1951: 214.

22. Turner, 2002: 51.


23. Hamilton, 1951: 3–4.

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41

Definiciones básicas y desarrollo...

En el sistema sanitario, para el trabajo social sanitario, el acontecimiento vital


al que se refiere Hamilton, es la enfermedad contextualizada en un ambiente
y expresada a través de personalidades distintas, con diferentes resistencias y
diferentes reservas particulares. Personalidades que incluyen la de las propias
trabajadoras sociales sanitarias, ellas y ellos, como gestoras y terapeutas del
caso. ¿Qué se puede esperar de una profesional que a priori está convencida
de que tal o cual persona no tiene remedio? Ojo que esto también influye en
el enfoque y evolución del caso.

Ida M. Cannon, con la organización de la documentación, vio la vinculación


los tratamientos sociales en relación a los diagnósticos médicos. La presencia
de la enfermedad es la que desequilibra y rompe costumbres y rutinas
produciendo grandes impactos en la vida de las personas una a una y a cada
una, con sus propias consecuencias.

Cuando se habla de la importancia de apoyarse en los propios medios, evíte-


se interpretarlo como que éstos actúan igual que los límites que vienen
impues-tos a las personas, como una losa que impide nuevo brotes. Todo lo
contrario, los propios medios, sean a priori suficientes o insuficientes, son los
que están ahí para empezar a trabajar con la persona, su familia y desde el
trabajo social sanitario, por ejemplo, mediante tratamientos de casework,
desmadejar todas las posibilidades que encierran. El casework, o el trabajo
social de caso, es el procedimiento asistencial más importante en el trabajo
social sanitario. Pero, a su vez, el casework puede convertirse en un proceso
cuando la trabajadora social sanitaria, ella o él, diagnóstico social sanitario en
mano, deriva a la persona a un servicio especializado para que ésta reciba ese
tratamiento de casework específico y orientado de la mano de un o una
trabajadora social sanitaria especializada, por ejemplo, «tratamiento de
casework en trastornos de conducta alimentaria», «tratamiento de casework
para ayudar en la toma decisiones sobre voluntades anticipadas en una
persona con demencia de Alzheimer debutante», etcétera. En el caso de los
procedimientos asistenciales, como el casework, la intervención profesional
desde el primer momento contiene una intención justificada en el diagnóstico
social sanitario pero dentro del procedimiento, éste se va reevaluando.

¿Cómo explican el casework algunas autoras? Mary E. Richmond lo definió


así:

«El trabajo social de caso consiste en aquellos procesos que desarrollan la


personalidad a través de ajustes efectuados deliberadamente, individuo a
individuo, entre personas y su ambiente social24.»

24. Richmond, 1922: 98–99.

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42

El trabajo social sanitario

Margaret G. Frank, cuarenta y seis años más tarde, en 1968, señala como
punto central del casework los elementos cognitivos del tratamiento y si bien
ella lo centra en la infancia, dicha filosofía es extensible a otras edades.
Escribe :

«Ayudamos al paciente a conocer aspectos de sí mismo. ¿Por qué siente lo


que siente? ¿Qué acontecimientos influencian su presente estado? Buscamos
que la persona utilice su propia interioridad para cambiar, modificar, su
conducta25.»

Las teorías de Hollis y Woods apoyan los procedimientos de casework


señalando que en todos hay un objetivo común «reducir la ansiedad» y
señalan las fases que permiten poner en juego un tratamiento dinámico:

«Algunos estímulos de la ansiedad se eliminan mediante medidas sobre el


medio ambiente. […] Se le da tranquilidad, un procedimiento que para su
efectividad depende de la confianza del cliente en el trabajador social. […] Se
anima al paciente a comprender su situación más realistamente. […] Se le
ayuda a comprender las emociones antes envueltas en las relaciones
interpersonales y sus consecuencias ya que éstas afectan a sus reacciones
actuales26.»

Si a lo largo de cualquiera de los procedimientos que se siguen se obvian los


medios propios, éstos acaban siendo óbice del desarrollo y del crecimiento de
la persona atendida. Entonces la intervención resultará artificial,
sustentándose sobre lo que no forma parte de la persona y liberando
posiblemente a quienes la rodean. Y

los logros son solo aparentes y sintomáticos, irreales y caducos. Así,


cualquier procedimiento de trabajo social sanitario debe prestar especial
atención a dichos medios propios y sus puntos fuertes. Es el momento de
recordar la «teoría de los puntos fuertes» relacionada con técnicas de
empowerment. Desde hace años está ga-nando espacios dentro de la
intervención individual de casework, pero también en la intervención
comunitaria, porque armoniza con los principios básicos del trabajo social
sanitario como restablecedor y rehabilitador. Muy resumidamente, siguiendo
con Woods y Hollis explican la «teoría de los puntos fuertes» como sigue:

«Recientemente ha aumentado el interés en enfatizar las fortalezas de los


clientes, en contraste con la “patología”, la “debilidad” o los “déficits”.
Aplaudimos la mayor atención que se presta a reforzar las capacidades
positivas, localizar los puntos fuertes 25. Frank, 1976: 5–14.

26. Hollis y Woods, 1981: 85–107.

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43

Definiciones básicas y desarrollo...

y las resiliencias. Como se hizo evidente para el lector, las intervenciones a


menudo son más eficaces cuando no se dirigen a los lugares problemáticos,
sino más bien hacia los aspectos sólidos y sanos de la persona, la familia, y
los sistemas ambientales27-28.»

En trabajo social sanitario, se viene diciendo, un procedimiento se compone


de fases cada una de las cuales deben definirse y detallarse. Una vez
aprobadas y consensuadas se convierte en un instrumento de trabajo común
que actúa a modo de guía para todo el colectivo de profesionales sea de un
establecimiento, un complejo sanitario, un área sanitaria, una comunidad
autónoma, etcétera. Es un instrumento humano, por lo tanto, siguiendo el
método científico, deberá ac-tualizarse y evaluarse periódicamente, si bien
esto no significa estar modificándolo constantemente. Como instrumento
humano se revisará su eficacia. El procedimiento básico y elemental que
vertebra la acción desde el trabajo social sanitario tiene tres fases
elementales, el estudio, el diagnostico y el tratamiento.

Las tres son comunes a otras disciplinas que trabajan dentro de los mismos
paradigmas por lo que es preciso concretar. Así, dentro del trabajo social
sanitario, las fases se denominarán: el estudio de trabajo social sanitario, el
diagnostico de trabajo social sanitario y el plan de tratamiento de trabajo
social sanitario. Con la denominación completa se evitarán tropezones con
otras disciplinas a las que el calificativo de trabajo social sanitario ayudará a
comprender de inmediato que se trata de otra disciplina que no es la suya.
Este detalle vendría a ser el clásico letrero en la puerta en donde se lee: «solo
personal autorizado».

Cada una de las tres fases, como se ha mencionado en varias ocasiones, se


dividirá en subfases que vendrán determinadas por el tipo de procedimiento
del que se trate. Así, es distinto un procedimiento general aplicado ante
cualquier demanda, a un procedimiento de atención a las personas ingresadas
con criterios de riesgo social y clínico.

Por ejemplo, sería el caso de un servicio o varios de una zona determinada,


incluso todos los de una comunidad autónoma29, que elaboran y aprueban un
mis-27. Woods y Hollis, 2000: 19.

28. Más tarde, otros autores han estudiado y desarrollado dicha teoría, siendo
los más representativos Ann Weick, et al. , autores de A Strengths
Perspective for Social Work Practice. Dennis Saleebey ,autor de Strengths
Perspective in Social Work Practice. Pedro Rankin, autor de Exploring and
Describing the Strength/Empowerment Perspective in Social Work, citando
solo algunos de los que más han aportado a la teoría.

29. Como ha sido el caso en el Principado de Asturias con el «procedimiento


del programa de la planificación el alta sanitaria» liderado desde la hoy
denominada Consejería de Sanidad por Borja Ro-dríguez–Maribona y
Lourdes García. Toda la formación y práctica se han impartido desde el
Instituto Adolfo Posada de Oviedo.

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44

El trabajo social sanitario

mo procedimiento para atender las demandas de ayuda que reciban. En este


caso, los diferentes miembros de los equipos definirán y consensuarán las
fases, lo que llevará a la necesidad de compartir los mismos instrumentos de
trabajo y de recogida de información, pautar unos mismos criterios para
atender por igual a todas las personas de acuerdo a dichas pautas, se
necesitará un sistema de información común para poder analizar las bases de
datos que se vayan generando y a la vez, promover investigaciones
específicas sobre fases concretas. Cuando se habla se fases de obligado
cumplimiento alguien puede pensar que se trata de un manual que encorseta
la acción profesional. Esto es un error de interpretación. El procedimiento
garantiza a las personas atendidas el mismo trato y atención para estudiar su
situación lo cual no significa que todo esté predeterminado, al contrario. Lo
que sí se garantiza es que todas las personas verán estudiada su situación, que
ésta se trabajará hasta el punto de poder elaborar un diagnóstico social
sanitario o un prediagnóstico y que los servicios recibidos, las prestaciones,
los procesos de tratamiento que se inicien, estarán apoyadas y justificadas por
su diagnóstico social sanitario. El procedimiento, por tanto, asegura una
atención que se apoya en el método científico.
Ejemplos de procedimientos pueden ser:

• Procedimiento de acogida de trabajo social sanitario.

• Procedimiento del programa de la planificación del alta sanitaria de las


personas mayores de setenta años de edad con riesgo psicosocial.

• Procedimiento de trabajo social sanitario de las personas mayores de 65


años de edad atendidas en urgencias hospitalarias.

Cada procedimiento está sujeto al riesgo o dificultad que lo desencadena. Y

con ello se está indicando otro aspecto que tiene que ver con el enunciado,
tanto en el caso de procedimientos como en el de protocolos, en el enunciado
se encuentra definida la dificultad o riesgo sobre el que se actúa.

Cada uno de los tres procedimientos citados, manteniendo las fases generales,
será diferente de los otros dos. ¿Por qué? Porque en su desarrollo se tendrá en
cuenta el objetivo de intervención y las personas potenciales de inclusión.
Esto obliga a enfatizar en los matices.

Apurando más, será diferente un procedimiento para atender a personas con


un diagnóstico de demencia de otro para atender a personas con un
diagnóstico de artrosis, si bien en ambos casos, lo adecuado es hablar de
protocolo. Como se verá en el apartado correspondiente que sigue, un
protocolo es un procedimien-

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45

Definiciones básicas y desarrollo...

to que puede ser uno solo principal o el principal con algún otro de
secundario, pero aplicado a una situación determinada.

El seguimiento ordenado de las fases de los procedimientos obedece a que


para pasar a la siguiente se necesita información o una intervención que se ha
generado en la anterior. Ello en el terreno práctico significa que sin el estudio
previo, sin la investigación de las realidades, es imposible establecer el
diagnóstico social sanitario y sin éste, también es imposible prescribir algún
proceso de tratamiento fiable. Véase el siguiente ejemplo a modo de
ilustración: Cuando «A» acude al servicio de trabajo social sanitario a pedir
información sobre residencias y sin más recibe dicha información se puede
asegurar, desde el primer momento, sin necesidad de haber sido testigo de la
atención que «A» ha sido atendido pero no se han seguido los métodos del
trabajo social sanitario. Sería equivalente a que «A», esta vez, entrara en un
quirófano y saliera al cabo de cinco minutos.

Aunque salga del quirófano, también se puede asegurar que no ha sido


interve-nido. La atención recibida por «A» que pide información de
residencias, si bien se ha satisfecho su demanda no se ha satisfecho desde el
trabajo social sanitario aunque quien le haya atendido tenga colgado en la
puerta el letrero de «servicio de trabajo social sanitario». Es esencial, como
dice el refrán, «separar el grano de la paja» para preservar el ejercicio del
trabajo social sanitario, esto es, ver y poder reclamar cuando alguien no ha
recibido la atención debida. Los procedimientos son, en parte, esa garantía de
atención y es por lo que se enfatiza en que se defi-nan en la «cartera de
servicios». Sobra decir que detrás de la denominación está la acción correcta.

Para afrontar el futuro dentro de los términos que hoy se exigen a los
colectivos profesionales del sistema sanitario, cabe zambullirse en los
cimientos de la práctica diaria, la real, no la narrada, y elevar la autocrítica
hasta donde el ego aguante y si es necesario, recurrir a la supervisión
periódica de la práctica profesional. Solo así será posible esa regeneración de
la profesión en España, ese cambio de piel en el que se elimina lo que no es y
se vuelve a lo que fue antes de empezar a ser devorada por los servicios
sociales.

Si se aplica el esquema más elemental abordando «el catálogo de


prestaciones y servicios» y «la cartera de servicios» tal como se ha ido
presentando y que se tratará en más profundidad más adelante, pensando en
el ejemplo de «A», ¿Qué servicio de trabajo social sanitario ha recibido?
Alguien puede decir: la información sobre las residencias. Y otro alguien,
quizás un gerente, puede replicar: ¿la Información de residencias es un
servicio o prestación de trabajo social sanitario?

Continuando: ¿cuánto cuesta dar esta información? Es fácil que siga reflexio-

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46

El trabajo social sanitario

nando ¿la puede dar una secretaria? Entonces ¿cuánto costaría? Puede seguir
aún, ¿acaso el servicio de trabajo social sanitario es un servicio de
información?

El ejemplo, aunque burdo, permite llegar a esa premisa. Siguiendo con la


misma ley, otra pregunta sería: ¿con qué procedimientos se ha prestado este
servicio de informar sobre las residencias? ¿Y con qué técnicas? La
información sobre las residencias, es información, nunca será un servicio de
trabajo social sanitario y ciertamente lo puede prestar una persona
administrativa. Ahora bien, dicho esto, cabe una importante aclaración. Muy
distinto sería informar de las residencias dentro de un proceso de tratamiento
de trabajo social sanitario. Se ha mencionado cómo las fases del
procedimiento se retroalimentan, cómo la primera lleva a la segunda,
etcétera. Se ha visto cómo el estudio de trabajo social sanitario permite
elaborar un diagnóstico de trabajo social sanitario y que es sobre éste que se
define el plan de trabajo y tratamiento, es decir, los procesos. Bien, si esta
información sobre residencias se diera dentro del plan de tratamiento apoyado
en el diagnóstico social sanitario, sería parte de un proceso de trabajo social
sanitario y, por tanto, quedaría en tu totalidad contextualizada y justificada.

En el trabajo social sanitario, sea cual sea el motivo de la demanda, siempre


se estudia la vivencia de la enfermedad, porque éste es el evento vital al que
se refería Gordon Hamilton y que conforma la trama del caso social sanitario.
Se estudia cómo la persona cree que la enfermedad interfiere en su vida,
cómo afecta a la cotidianeidad de cada miembro de la familia y cómo cree
que la afectará en un futuro. No es un examen si no un buceo por las
sensaciones y los presentimien-tos, por los miedos, contrastados siempre con
los hechos aflorados en su realidad. Con esto, con la afectación de la
cotidianeidad, se empiezan a aplicar ayudas concretas informales, pero
también formales. Dentro de la teoría de los puntos fuertes se buscarán y
potenciarán los apoyos de los cuales se dispone, las reservas psíquicas y
materiales de la persona, de su familia.

Lejos de lo narrativo, el trabajo social sanitario se mueve en lo empírico de lo


cotidiano. Así, se accede a la vivencia resaltando lo positivo, las
interferencias y los apoyos con los que se cuenta, se detallan las dificultades
y disfunciones existentes, pero también las posibilidades y lo más importante,
qué debe promoverse para que esas posibilidades sean realidades. Se analiza
el rol que desempeñan las diferentes personas implicadas y se valora con la
persona afectada los caminos y pasos que se seguirán para el apoyo y si es
necesario, la orientación a otro servicio.

El plan de trabajo se materializa con el tratamiento social sanitario, mediante


servicios, prestaciones o procesos de tratamiento que incluyen, sin límite, los
apoyos materiales, los humanos informales y formales, estableciendo y asu-

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47

Definiciones básicas y desarrollo...

miendo las gestiones que se requieren para lograr el servicio prescrito. Todo
sobre un principio constante en el trabajo social sanitario, nunca, nunca se
sustituye a las personas en su responsabilidad.

Una equivocación común entre quienes desconocen los fundamentos del


ejercicio del trabajo social sanitario es minimizar su función a esa tramitación
de recursos. O como se ha señalado con el ejemplo de «A», limitarse a
informar sobre ellos. Ese hilo argumental, a veces, permite que de vez en
cuando asome la idea de prescindir del trabajo social sanitario, una idea que
es muy fácil de reba-tir cuando se interviene por «procedimientos», lo cual
significa que, además, se tienen definidos los «procesos de trabajo social
sanitario». Cada establecimiento sanitario tendrá sus propios números, pero
las realidades empíricas, cuando se pueden medir, muestran que son muy
pocas las personas atendidas en el hospital que mantienen algún contacto con
los servicios sociales. Para acompañar con datos empíricos dicha afirmación,
cabe señalar que el gráfico siguiente, si bien no es extrapolable, ha sido
posible gracias al «procedimiento del programa de la planificación del alta
hospitalaria» en el Hospital Virxe da Xunqueria en Cee (Galicia). Estudiando
dicha variable entre los años 1998 y 2003 se puso de manifiesto que, en este
establecimiento y durante esos años, un 1,14% de las personas ma-nifestaron
recibir ayuda de los servicios públicos, de todos, incluidos los servicios
sociales. En la misma población resaltaba la asunción de los cuidados por
parte de la familia con el 88,19%.

Esto es solo una muestra del potencial auspiciado por la intervención por
procedimientos. La equiparación del servicio de trabajo social sanitario a la
gestión o tramitación de recursos es un reduccionismo funcional que urge
corregir cambiando el modelo de intervención. La realización de trámites o la
información sobre residencias solo requiere conocimientos acerca de lo que
dichos trámites implican, o acerca de las residencias existentes junto con las
habilidades y las actitudes amables que siempre son deseables en cualquier
profesional del sistema sanitario pero nada más.

Los procedimientos de trabajo social sanitario incluyen en sus principios


acciones deliberadas destinadas a la promoción de los recursos internos de la
persona afectada, de su entorno, para que ella misma vea sus potencialidades,
trans-forme las situaciones adversas y supere las circunstancias contrarias a
su bienestar relacionadas con la presencia de la enfermedad, aguda o crónica,
tratada dentro el sistema sanitario. El desarrollo de procedimientos de
intervención es una garantía de calidad. Las teorías sobre las que se apoyan
provienen de la ciencia experimental y aplicada del estudio de casos. El
trabajo social sanitario, como

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48
El trabajo social sanitario

Gráfico 1. De quién reciben ayuda las personas atendidas dentro del


«procedimiento del programa de la planificación del alta hospitalaria» en el
Hospital Virxe da Xunqueria

¿De quién recibe la ayuda? ingresos 1998-2003 N=3.222

De servicios públicos;

1,14 %

De servicios privados;

De nadie;

1,69 %

8,98 %

De la famlia;

88,19 %

Fuente: Hospital Virxe da Xunqueira, Cee. Elaboración: Dolors Colom.

la medicina o la enfermería, se va a insistir sobre ello, no es una ciencia


exacta, está sujeto al factor humano pero como la medicina o la enfermería
requiere instrucción y entrenamiento para que su acción siempre implique,
activamente, a las personas afectadas.

Un procedimiento de trabajo social sanitario consta de dos planos interrela-


cionados y que deben considerarse al mismo tiempo:

El primero es determinar las fases que lo componen. Una vez definidas, de


cada una se contestarán cuatro preguntas que revalidarán tanto su
significancia como su justificación: ¿para qué sirve esta fase? ¿Quién es su
responsable? ¿Dón-de tiene lugar? Y, ¿cuándo?
El segundo es organizar cada fase. Cómo el servicio de trabajo social
sanitario las asume y lleva a cabo. Esto supone que después de definidas
todas las fases, cada profesional las puede ejecutar. Por ejemplo, en el
«procedimiento del programa de la planificación el alta sanitaria» la fase de
detección: «Identificar las personas ingresadas que cumplen alguno de los
criterios e riesgo», ¿cómo se organiza? ¿Qué se debe procurar para
ejecutarla? En definitiva, cómo se va a desarrollar la acción.

Los dos planos, una vez desarrollados sobre el papel, permitirán la práctica
pero a fin de evitar dificultades inesperadas, se recomienda realizar una o
varias pruebas piloto con el fin de acreditar y validar tanto las fases como su
ejecución.

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49

Definiciones básicas y desarrollo...

A continuación se presenta un ejemplo práctico de desarrollo de un


procedimiento de trabajo social sanitario en el Principado de Asturias. No se
incluyen resultados de las dos pruebas piloto dado que son parte de
materiales privados del desarrollo, pero se aportan parte de los materiales
ofrecidos por la autora como base de los diferentes trabajos de grupo.

Ejemplo del esquema básico del «procedimiento del programa de


planificación del alta sanitaria»

Dedicado a Borja Rodríguez–Maribona de la Consejería de Sanidad del


Principado de Asturias por su empeño, tan grande como su afecto.

A Lourdes García por su ponderación, siempre llena de cariño.

A todas las trabajadoras sociales sanitarias del Principado de Asturias que


han participado en los seminarios pues con este proyecto, iniciado en 2008,
han sido pioneras en España en la materializa-ción del primer «Procedimiento
del programa de la planificación del alta sanitaria» trabajado y debatido
conjuntamente la atención primaria y a la atención especializada. Su pasión
ha sido mi oportunidad, es por ello que solo puedo decirles: «gracias, os
quiero y quiero a vuestra tierra cuya nobleza se siente en sus gentes».

Parte de este texto (revisado y adecuado a los objetivos del libro) se basa en
la documentación elaborada como material de trabajo y estudio para la
experiencia llevada a cabo desde la Consejería de Sanidad (antes Consejería
de Salud y Servicios Sanitarios) del Principado de Asturias desde 2008 dentro
del programa formativo del Plan de Homogeneización de los trabajadores
sociales sanitarios del Principado. Como quedó patente en la Jornada
celebrada el 9 de noviembre de 2010, con motivo de la presentación pública
del procedimiento, el objetivo del Plan es

«llevar a cabo gradualmente la homogeneización de la estructura, las


funciones, los procedimientos, procesos y recursos del trabajo social sanitario
de la red sanitaria pública del Principado de Asturias».

Justificación del procedimiento

En el trabajo social sanitario se da un común denominador: las personas están


enfermas y es la enfermedad la que provoca desajustes psicosociales de
diferente

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50

El trabajo social sanitario

intensidad que, como la misma enfermedad, también deben diagnosticarse.


En este caso, el diagnóstico corre a cargo del servicio de trabajo social
sanitario. La complejidad de los servicios, las prestaciones o los procesos de
tratamiento variarán de una persona a otra, aunque coincidan las
circunstancias de base. Por ejemplo «soledad», «dificultades para la higiene
personal diaria», «rechazo de la familia», «falta de autonomía para seguir la
dieta», «ansiedad por la pérdida de estatus social debido a la enfermedad»,
etcétera. Desde el trabajo social sanitario siempre se contextualizan las
circunstancias del caso social sanitario. Esto avala que la ayuda profesional
no se pueda determinar a partir de las circunstancias sino una vez
diagnosticadas, lo que implica un ejercicio de contextualización. Se sabe que
entre las personas enfermas con circunstancias similares, entre sus familias,
cambian las vivencias y éstas condicionan parte de la reinserción.

El «procedimiento del programa de la planificación del alta sanitaria» es una


fórmula nueva que sustituye a la clásica del «procedimiento del programa de
la planificación del alta hospitalaria» e integra a los servicios de trabajo social
sanitario de la atención primaria y a la atención especializada siendo desde
ellos que se lideran las diferentes fases del procedimiento. El procedimiento
se basa en cuatro principios positivos:

• Ante un desajuste orgánico, se da un desajuste psicosocial que requiere un


diagnóstico social sanitario.

• La enfermedad siempre rompe la dinámica vital y cotidiana de las personas


y de sus familias.

• La persona utiliza indistintamente los servicios de trabajo social de atención


primaria y los de atención especializada.

• La persona es siempre una, por tanto, son los servicios los que deben inte-
grarse para mantener la unidad.

El objetivo del nuevo procedimiento es atender a la persona enferma que


cumple con alguno de los criterios de riesgo y a su familia, que se encuentren
atendidos en los servicios de atención primaria o de atención especializada.
Con su aplicación, por medio de la técnica del screening de trabajo social
sanitario, desaparece la discrecionalidad de la demanda de ayuda, pues el
citado screening permite identificar, sin necesidad de demanda, a las personas
en riesgo psicosocial o clínico. El procedimiento, además, es un camino para
adelantarse a los potenciales desajustes de éstas y conocer la incidencia y la
magnitud de las roturas sociales de cada núcleo familiar, pudiendo generar
atlas de necesidades y utili-

© Editorial UOC
51

Definiciones básicas y desarrollo...

zación de apoyos por áreas sanitarias y, finalmente, proponer, sobre la base


del método científico, alternativas innovadoras, nuevos servicios
comunitarios más eficaces y eficientes o la reformulación de los existentes. A
día de hoy, la atención a las personas, a sus familias, se distribuye, según
momentos y necesidades médicas, entre la atención primaria y la atención
especializada, contando cada ámbito con servicios de trabajo social sanitario.
Es por ello que el procedimiento actual los integra funcionalmente con
independencia de las jerarquías particulares.

El «procedimiento del programa de la planificación del alta sanitaria» es un


ejemplo tangible de desarrollo de un concepto sobre la realidad que lo
condiciona. Dicho cambio de denominación incluyendo el cambio de la
organización lo venía gestando la autora desde mediados de 2006 y lo
presentó por primera vez en Madrid, durante la celebración de las Jornadas
del SIPOSO en 2008.

El nuevo procedimiento, la nueva denominación, obedece a la evolución de la


sanidad pero sobre todo, al estudio de la Ley 16/2003 de cohesión y calidad
del sistema sanitario. Es un hecho que la atención primaria sanitaria cada vez
está más desarrollada y preparada para atender a las personas en su medio,
que es su domicilio. Y también es un hecho que la atención especializada,
sobre todo en el área de hospitalización, va reduciendo los tiempos de
asistencia requiriendo de la atención primaria para garantizar la continuidad
de los cuidados.

El «procedimiento del programa de la planificación del alta hospitalaria»


indica que la persona deja el hospital. El «procedimiento del programa de la
planificación del alta sanitaria» apunta a ese momento en el que la persona
con criterios de riesgo psicosocial, atendida en la atención primaria, sea o no
después de una hospitalización, deja el sistema sanitario o es dada de alta del
episodio que la ha llevado a recibir atención sanitaria. Desde el trabajo social
sanitario es frecuente que el tratamiento o la intervención iniciada en la
atención especializada tenga continuidad en la atención primaria, o la
atención sociosanitaria allá donde la haya. Y viceversa. Las personas ingresan
en el hospital mientras están siendo tratadas en la atención primaria y
regresan a la atención primaria cuando dejan el hospital. El procedimiento
obedece a la necesidad de evitar duplicar intervenciones con el consiguiente
incordio para las personas y también a la necesidad de optimizar las
intervenciones de los servicios de trabajo social sanitario.

El paso de la persona por la atención especializada obedece a un momento


agudo de su enfermedad, cuando ésta no puede ser tratada desde la atención
primaria. Sin embargo, por principio, es en la atención primaria donde se
conoce y atiende a la persona y a su familia. Por ello el nuevo
«procedimiento del progra-

© Editorial UOC

52

El trabajo social sanitario

ma de la planificación del alta sanitaria» tiene una doble dirección que va


indistintamente de un ámbito a otro. En este caso, los servicios convierten a
la persona en su centro de atención y se adaptan a ella que como se ha
señalado, es una.

El «procedimiento del programa de la planificación del alta sanitaria» debe


evitar ser confundido con los cuidados continuados que, como se verá, son un
de sus objetivos. Los cuidados continuados, siendo puristas, deberían ser un
principio básico en el sistema sanitario, pero visto lo visto, sería correcto
referirse a ellos como un protocolo, dado que los cuidados continuados
incluyen numerosos servicios. De cada uno de estos servicios se deberían
definir los procesos particulares.

Objetivo general

Se considerarán dos planos:


• El de la población: «Identificar, en la atención primaria o en la atención
especializada, entre las 24 y las 72 horas después de producirse la primera
visita médica, a las personas atendidas con criterios de riesgo psicosocial.
Ello inicia la operativa del procedimiento del programa de la planificación
del alta sanitaria, sea la atención primaria, sea la atención especializada».

• El de los establecimientos: «Optimizar los recursos el sistema sanitario


evaluando periódicamente la adecuación de los programas y servicios
utilizados, así como su eficacia y su eficiencia pudiendo proponer alternativas
para impulsar la mejora».

Objetivos específicos

Tanto en la atención primaria como en la atención especializada:

• Identificar cuanto antes (entre las 24 y las 72 horas), a las personas


enfermas con criterios de riesgo que les generan dificultades que
entorpecerán su permanencia en la casa, su regreso a la casa o su
recuperación.

• Garantizar que el plan de trabajo social sanitario se apoya en el diagnóstico


social sanitario.

• Planificar y buscar conjuntamente la atención primaria y la atención


especializada, junto con el núcleo de intervención, las soluciones o las
alternativas.

• Garantizar la continuidad de cuidados en el servicio o programa


comunitario que la persona necesite y así lo recoja el diagnóstico social
sanitario.

© Editorial UOC

53

Definiciones básicas y desarrollo...


• Conocer las lagunas organizativas que rompen dicha continuidad asistencial
y cómo eso afecta a las personas.

• Apoyar a las personas y a sus familias en su permanencia en la casa siempre


que sea posible y no se pongan en riesgo los beneficios de la atención
sanitaria.

• Aproximar lo máximo el apoyo y las ayudas al momento de la


manifestación del problema.

• Gestionar todos los equipamientos y ayudas para facilitar la autonomía


reforzando las redes familiares y sociales.

• Minimizar, desde la atención primaria, el riesgo de readmisión hospitalaria


por falta de apoyo social en el domicilio.

• Facilitar la disponibilidad de los recursos hospitalarios a otras personas que


los necesitan.

• Evitar, en el hospital, las estancias no médicas y la mala utilización del


establecimiento favoreciendo así la rotación en beneficio de las personas que
están en espera.

• Retroalimentar a la institución sanitaria con información propia de cada área


y generada dentro de la actividad diaria, relacionándola con las circunstancias
sociales y los servicios disponibles.

• Investigar los hechos y los factores relacionados con la planificación del


alta sanitaria generando conocimiento especializado que sirva para ganar
bienestar.

• Evaluar la eficacia y la efectividad de los enfoques aplicados.

• Generar una base de datos de información psicosocial vinculada a la


información médica que permita editar tendencias poblacionales y así
adelantarse a determinados fenómenos.
• Otros que se vayan perfilando.

Criterios de riesgo

Los criterios de riesgo actúan en el primer screening de trabajo social


sanitario.

De todas las personas atendidas, se separan diariamente aquellas que cumplen


con alguno, de las que no cumplen ninguno. Las seleccionadas pasan un
segundo screening de trabajo social sanitario en este caso realizado por
profesionales diplomados o graduados en trabajo social o postgraduados en
trabajo social sanitario. Los criterios de riesgo internacionalmente
aceptados30, la autora, los va sometiendo a revisión y adecuación.

30. Rehr, 1979: 170.

© Editorial UOC

54

El trabajo social sanitario

• Tener más de 75 años31.

• Tener más de 70 años, vivir solo o con pareja de edad similar.

• Tener más de 70 años y padecer una enfermedad crónica.

• Tener más 70 años y haber ingresado anteriormente.

• Tener más de 70 años e ingresar por caída o fractura.

• Ingresar a consecuencia de un accidente vascular cerebral.

• Ingresar con signos de violencia.

• Padecer una enfermedad terminal.


• Padecer una enfermedad mental.

• Padecer alguna toxicomanía.

• Persona con politraumatismos.

Tabla 1. Fases de un procedimiento modelo del programa de planificación


del alta sanitaria FICHA TÉCNICA

Modelo sanitario al que responde

Biopsicosocial.

el procedimiento.

Servicios responsables.

Trabajo social sanitario de atención primaria

y atención especializada.

Aplicación.

Servicios médicos.

Otros Servicios implicados.

Entidades y establecimientos sociales, públicos

y privados.

Criterios de riesgo de trabajo social sanitario32.

Los que se determine en función de los recursos

humanos.

31. A medida que la sociedad cambia, en su propia dinámica se produce un


cambio de los indicadores, su peso. Así, inicialmente, en 1985 el
«procedimiento del programa de la planificación del alta hospitalaria»
aplicaba el criterio de edad a los 65 años de edad, valor que se ha ido
actualizando hasta hoy, que es a los 75 años, basándose en la epidemiología
de los propios servicios de trabajo social sanitario. A fin de evitar el desfase
con la realidad se realizan evaluaciones periódicas de la prevalen-cia de los
criterios de riesgo a través de análisis longitudinales obteniendo al mismo
tiempo las tendencias.

32. Garantizan la posibilidad de comparar poblaciones: por establecimientos,


por áreas sanitarias, et-cétera.

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55

Definiciones básicas y desarrollo...

Tabla 1. Fases de un procedimiento modelo del programa de planificación


del alta sanitaria. (Continuación)

FASES DETALLADAS: SU JUSTIFICACIÓN Y APLICACIÓN

Fases del procedimiento del programa de la planificación del alta sanitaria


aplicables en cualquier servicio.

FASE ESTUDIO

Primer screening de trabajo social sanitario

• Identificar a diario a las personas ingresadas o atendidas con los criterios de


riesgo definidos.

• Clasificar la población (lo que obliga a consultar) según:

– La que nunca han estado en contacto con el servicio de trabajo social


sanitario.

– La que al menos una vez ha sido atendida por el servicio de trabajo social
sanitario (sea atención primaria o atención especializada). En este caso se
buscará la historia de trabajo social sanitario.

• Distribución de los casos según esté organizado el servicio de trabajo social


sanitario: por servicios médicos, por especialidades médicas, por áreas, por
zonas de residencia.

Segundo screening de trabajo social sanitario

• Conocer el diagnóstico médico de ingreso o de la visita ambulatoria y,


cuando sea posible, el pronóstico.

• Si el diagnóstico médico o el estado general no lo contraindican se realiza el


segundo screening de trabajo social sanitario entre las 24 y las 72 horas
después de la identificación.

– En atención primaria será un contacto telefónico dado que la persona no


ingresa.

– En atención especializada será una visita personalizada.

• Realizado el segundo screening de trabajo social sanitario se separan las


poblaciones según:

– Alta social.

– Posible problema social.

– Problema social.

• Se deja constancia del resultado del screening en la historia clínica:

– Alta de trabajo social sanitario

– Seguimiento de trabajo social sanitario para estudio.

• En los casos de seguimiento, la trabajadora social sanitaria, ella o él,


programa la primera entrevista con la persona para iniciar la recogida inicial
de información y tratar de emitir un prediagnóstico social sanitario.

– En atención primaria se deja a criterio de la trabajadora social sanitaria si


esta entrevista se realizará dentro de una visita domiciliaria.

– En atención especializada puede ser en donde se estime oportuno dentro del


establecimiento.

• A la persona se le piden los permisos y consentimientos oportunos para


poder gestionar el caso con agentes externos y la misma familia que ella
identifique como cuidadora principal.

• Obtenidos los permisos, se contacta a título informativo con el servicio de


trabajo social sanitario del otro ámbito de atención que por la propia
evolución del caso se verá implicado.

• Se identifican y estudian los servicios y soportes disponibles en la


comunidad de la persona que puedan ayudarla.

• Se mantienen las entrevistas necesarias para clarificar la situación, la


vivencia y los caminos de apoyo. Se la invita a hablar de sus miedos y
esperanzas respecto al futuro.

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56

El trabajo social sanitario

Tabla 1. Fases de un procedimiento modelo del programa de planificación


del alta sanitaria. (Continuación)

FASE DIAGNOSTICA

• Consultadas las fuentes necesarias y aplicadas las técnicas diagnosticas


correspondientes, se establece un primer diagnóstico social sanitario. Se
elabora una primera síntesis diagnóstica que será la que se comunica al resto
de profesionales médicos y de enfermería y se escriba en la historia clínica.
Diagnóstico social sanitario

• Con el primer diagnóstico social sanitario o prediagnóstico se definen las


líneas del plan de tratamiento así como los procesos que se van a iniciar para
prestar los servicios necesarios, siempre con el acuerdo y la participación de
la persona.

• Se diferencian aquellos procesos que afectan a la persona de los que afectan


a la familia.

• Para los procesos de tratamiento se sigue la propuesta de Gordon


Hamilton33.

• La comunicación sobre la evolución del caso y de los apoyos al resto del


equipo mantiene la doble dirección, los cambios en el diagnóstico médico
que pueden alterar el pronóstico o cambios en el diagnóstico social sanitario
modificando el proceso y el tratamiento social por eso es tan importante
mantener canales estables de comunicación.

FASE PROCESOS DE TRATAMIENTO

• Los procesos sociales sanitarios señalan solo el servicio que se va a prestar,


la tipología de apoyo y, una parte de ella conduce a seleccionar a quienes la
van a materializar en servicio.

• Esto implica la elección de una entidad frente a otra.

• Es una fase crítica que la persona y su familia pueden vivir como invasiva
porque se materializa la acción.

• Se asignan responsabilidades. Los miembros del núcleo familiar o los


tutores participan en las decisiones que se vayan tomando y realizan las
gestiones correspondientes para la obtención del servicio o programa.

• Participan de las sesiones conjuntas de apoyo psicosocial.

• Establecimiento de los «acuerdos» con la persona y su familia.


• Cada profesional contacta cuanto antes con los responsables de concretar
los procesos en servicios de tratamiento.

• Sesión de seguimiento de la vivencia y la eficiencia en las gestiones. Se


observan los roles familiares y su reajuste a la nueva realidad.

• Se mantiene informada a la trabajadora social sanitaria, ella o él, que


seguirá el caso.

• Se realiza una derivación activa cerrando la fecha de visita de continuidad y


el traspaso de los procesos de tratamiento iniciados o en curso.

• Elaboración de los informes de alta: de medicina, de enfermería, de trabajo


social sanitario y, si corresponde, de otras disciplinas.

• Llamada post alta de seguimiento.

PROCESOS DE GESTIÓN DE LA INFORMACIÓN Y EVALUACIÓN


DE RESULTADOS

• Registro electrónico de la información en el sistema de información.

• Evaluación periódica de los resultados y análisis de las tendencias.

• Propuestas de reorganización interna y de servicios externos.

33. Gordon Hamilton establece tres dimensiones de la acción: 1. Tratamiento


directo: dimensión psíquica y emocional. Se rebajará su ansiedad. Se le
sugerirán ayudas externas, formales e informales; 2. Gestión del entorno: se
mantendrá contacto con las personas de apoyo. Se gestionará igualmente su
ansiedad; 3. Administración y gestión de los apoyos formales: dimensión
servicios. Gestión de los servicios formales que garantizarán la atención a la
persona.

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57
Definiciones básicas y desarrollo...

A continuación se presenta el mapa elemental del procedimiento.

Mapa conceptual 3. Procedimiento del programa de la planificación del alta


sanitaria Mapa básico Procedimiento del programa de la planificación del alta
sanitaria Primer screening de trabajo social sanitario: cumplimiento de los
criterios de riesgo aceptados Segundo screeningde trabajo social sanitario
entre las 24-48 horas después de detectarse el caso Entrevista personalizada o
telefónica, siempre con el enfermo salvo que no esté indicado CON
PROBLEMA

SIN PROBLEMA

CON PROBABLE

PSICOSOCIAL

PISCOSOCIAL

PROBLEMA

DIAGNÓSTICO

ALTA

PSICOSOCIAL

SOCIAL SANITARIO

SEGUIMIENTO

Determinación de los grados de complejidad psicosocial y el entorno


Procesos plan de alta individual

Procesos plan de alta comunitario

Registro de la información
Evaluación

Análisis periódico y generación de indicadores

Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.

La intervención por procedimientos: aumentando el potencial y la


influencia del trabajo social sanitario

El colectivo de profesionales de trabajo social sanitario, siendo uno de los


pilares que contribuye por presencia o por ausencia a los resultados en salud
y bienestar del sistema sanitario, no puede aún hablar con voz propia porque
no dispone de ningún sistema de información del tipo Conjunto Mínimo
Básico de Datos (CMBD), para analizar y comparar indicadores y señalar
tendencias. Éste es un reto actual. El otro es reducir la variabilidad entre
profesionales y a su vez, entre servicios de trabajo social sanitario para
proyectar una imagen más fiable que la que resulta de acciones sueltas y
alimentadas de gran espontaneidad. Recuérdese a Flexner y sus
observaciones. Pero de momento, esto solo se puede llevar a

© Editorial UOC

58

El trabajo social sanitario

cabo en experiencias aisladas de servicios que ejercen desde una estructura


organizada en forma de procedimientos, protocolos y procesos. En las
páginas que siguen se rescatarán algunos ejemplos empíricos extraídos del
día a día para ir dando al cuerpo teórico contenidos prácticos.

Retrocediendo en el tiempo, una de las experiencias rescatada es la del


servicio de trabajo social sanitario del antes Hospital General de Manresa
(fruto de la fusión del Hospital de Sant Andreu y el Hospital de Sant Joan de
Déu) y cuna del «procedimiento del programa de la planificación del alta
hospitalaria» cuya puesta en marcha aconteció en 1985. Hoy, fruto de una
nueva fusión, se ha transformado en el complejo sanitario conocido como la
Fundació Althaia, pero los ejemplos que se presentan son anteriores y
pertenecen a los años comprendidos entre 1985 y 1996.

Se presenta el fenómeno de la variabilidad en el tiempo de hospitalización


entre poblaciones que presentan las mismas características sanitarias y en
cambio cambian las de carácter social. Dentro del «procedimiento del
programa de la planificación del alta hospitalaria» se analiza la estancia
media de la población atendida y que a su ingreso hospitalario presentaba
criterios de riesgo psicosocial y sanitario, un riesgo que estaba directamente
relacionado con el alta. El estudio, longitudinal, presenta valores obtenidos
entre el 1 de enero de 1994 y el 31 de octubre de 1996. Clasifica a la
población según su zona de residencia estableciendo dos grupos:

• En un primer grupo se encuentran las personas residentes en la ciudad,


capital de comarca N= 2.146.

• En un segundo grupo, las personas residentes en municipios de la comarca


N= 3.008.

• En total se estudian 5.154 personas atendidas en el servicio de trabajo social


sanitario del hospital.

Una primera observación pone de relieve que el primer grupo (residentes en


la capital de comarca) presenta una media general de 15,2 días de
hospitalización, valor inferior al segundo (residentes en la comarca) con una
media de 16,04

días. En paralelo se analiza la tendencia anual poniéndose de relieve como


año tras año, en ambas poblaciones, si bien se mantienen las diferencias
señaladas, también en ambas se produce un progresivo descenso del tiempo
de hospitalización. Ello se justifica gracias al cumplimiento de los objetivos
marcados en la operatividad del procedimiento referido que muy
resumidamente es como sigue: diariamente se aplicaba a la población
ingresada el día anterior un primer scree-

© Editorial UOC
59

Definiciones básicas y desarrollo...

ning de trabajo social sanitario, «identificación de las personas hospitalizadas


que cumplían con alguno de los criterios de riesgo establecidos». Las
identificadas como «positivas» pasaban a atenderse dentro del procedimiento
mencionado cuya primera fase se iniciaba entre las 24 y las 48 horas después
del ingreso para aplicar el segundo screening, también de trabajo social
sanitario: «estudio básico de características psicosociales relacionadas con la
futura alta hospitalaria». La estancia media de las 5.154 personas estudiadas e
ingresadas en el período descrito, genera el siguiente gráfico.

Gráfico 2. Diferencia en la estancia media anual de la personas atendidas


dentro del «procedimiento del programa de la planificación del alta
hospitalaria en el Hospital General de Manresa» según si residían en la
Comarca (Bages) o en su capital. N= 5154

17,34

18

16,19

17

16,04

16

14,54

15

15,74

15,73
Días

15,2

14

13

14,06

12

11

10

1994

1995

1996

Total general

año

Comarca

Capital de comarca

Fuente: Hospital General de Manresa, 1 de enero de 1994 - 30 de octubre de


1996.

Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.

Se señala el tratamiento de toda la población atendida en el servicio de


trabajo social sanitario, siguiendo las fases del procedimiento mencionado.
Esto, como se ha venido señalando, constituye para las personas atendidas
una garantía de que en todo momento se ha seguido el mismo método y para
la gerencia, es un aval de calidad cuando se establecen comparaciones de
variables entre pe-ríodos, como muestra el gráfico anterior. La importancia de
esta información y su posterior análisis es que se trataba de personas
ingresadas en los mismos servicios médicos y con patologías de complejidad
similar. Como puede verse en todas las series la estancia media es inferior en
las personas que residen en la capital de comarca. ¿Cómo se explica esta
variabilidad de un indicador sanitario en base a una

© Editorial UOC

60

El trabajo social sanitario

variable social como es el lugar de residencia? En este caso, sin embargo, si


bien las características médicas de todo el conjunto de población eran
similares es preciso resaltar una gran diferencia entre ambas poblaciones. El
procedimiento era común, sin embargo, algunas de las prestaciones y
servicios (los procesos) de trabajo social sanitario, como es sabido, están
asociados y condicionados por la comunidad de residencia. En este caso, la
diferencia estaba en este punto. Es preciso señalar que las personas residentes
en la capital de comarca, dentro de dicho procedimiento, desde 1990,
contaban con un servicio «el proceso de trabajo social sanitario de atención
temporal a domicilio», gestionado jerárquica y funcionalmente desde el
propio servicio de trabajo social sanitario del hospital. En este proceso solo se
podían admitir a personas residentes en la capital de comarca34.

Esta diferencia entre ambos grupos, en cuanto al acceso, o no, a un recurso


psicosocial de apoyo post alta, justifica los valores diferentes en la estancia
media entre una y otra población.

La representatividad está garantizada dado que todas las profesionales


implicadas seguían la misma metodología de intervención pero, además, lo
está por tratarse de un análisis de la totalidad de las personas atendidas y no
de una muestra.
Así, mientras el procedimiento de atención fue el mismo para todas las
personas atendidas dentro del servicio de trabajo social sanitario, lo que
marcó una importante diferencia fueron los procesos, también de trabajo
social sanitario, es decir, los servicios prestados, algunos de los cuales
dependen de las comunidades de residencia. Por eso, volviendo a las fases del
procedimiento presentado como ejemplo en del Principado de Asturias, una
de éstas implica el estudio de la comunidad de residencia, fase apoyada en los
resultados de la experiencia que aquí se presenta.

Estos resultados y otros que se irán presentando no son extrapolables pero sí


que merece la pena señalar el gran apoyo que supusieron para algunas
gerencias en general y a la dirección médica en particular dado que otorgaba
a las variables sociales un peso importante en la utilización del hospital.

34. El «programa de atención post alta de atención temporal a domicilio»,


hoy, sería un proceso. Se puso en marcha en 1990. Primero se financió
mediante un plan ocupacional del INEM con el apoyo institucional del
Ayuntamiento de Manresa. Luego, durante los tres años que duró la prueba
piloto, se financió en parte por el Ayuntamiento de Manresa que asumió los
costes de las trabajadoras familiares y, en parte, por el Programa Vida als
Anys desde su departamento de la Conselleria de Benestar Social de la
Generalitat de Catalunya que asumió el coste de la trabajadora social sanitaria
responsable del programa Desde 1995, cuando acaba la prueba piloto, la
Generalitat da por finalizado el proyecto y la continuidad de la financiación
de su parte. Entonces se gestiona la continuidad con la Obra Benéfica de los
Hermanos de San Juan de Dios, fórmula que sigue vigente en la actualidad.

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61

Definiciones básicas y desarrollo...

La variabilidad de los resultados entre equipos permite detener la mirada


sobre los que logran más y mejores resultados aunque, siempre, considerando
y analizando tanto los medios de los que disponen para ello como su buena
utilización. Lo interesante de estos resultados es que validan la narrativa que
señala el peso de los aspectos psicosociales en la utilización de los servicios
sanitarios y por ende, el peso que los servicios de trabajo social sanitario
pueden ejercer para optimizar su uso. Es básico saber cómo se logran los
mejores resultados, con qué fórmulas asistenciales y con qué actitudes. En
este punto, las fórmulas asistenciales se vinculan a las actitudes, siendo una
de las más deseadas la innovadora.

La innovación es un término común y que parece teñir toda actividad pero,

¿se innova realmente? La innovación, puede decirse, es otro de estos


conceptos cristalizado en tópico. Presente y mencionada en todos los
escenarios propios y periféricos al sistema sanitario, en la práctica se da una
gran resistencia a innovar.

La innovación es atreverse con un cambio arriesgado y la realidad pone de


manifiesto una y otra vez que el principal enemigo del cambio es su propia
resistencia a cambiar.

La innovación en el trabajo social sanitario requiere asumir de entrada lo des-


concertante de la vida y como profesionales, requiere no cejar en buscar
acciones para mejorar, lo cual, no obstante, debe sostenerse en argumentos
sólidos.

La intervención por procedimientos lo facilita. La innovación es aceptar la


incertidumbre, es ser capaz de salirse de lo que no funciona, de lo que no
cumple con los objetivos marcados, para repensarlo. Algunas veces, incluso
es aplicar fórmulas insensatas a la vista de ojos ajenos, que miran desde los
despachos con los intereses dispersos acerca de cómo facilitar el día a día de
los ciudadanos y de quienes les atienden, incluso a costa de aplicar esas
fórmulas insensatas. En 1985 la puesta en marcha del «procedimiento del
programa de la planificación del alta hospitalaria» era, para algunas miradas,
una fórmula insensata. Años después se convirtió en la mejor fórmula y hoy
de nuevo se escuchan voces que dicen «eso no se puede hacer» en vez de
señalarse a sí mismas y decir «eso no lo puedo, o no lo quiero, hacer». El
bienestar se planifica desde la cotidianeidad, desde el andar el camino y se
piensa para facilitar la vida, no para enrevesarla.
Charles Handy cuenta que cuando Eisenhower presidió la Universidad de
Columbia en Nueva York antes de llegar a la presidencia de los Estados
Unidos estaba reunido con el Consejo de la Universidad que le instó a ejercer
su autoridad para impedir que los estudiantes pisaran los prados del campus.
Él preguntó en voz alta por qué los estudiantes caminaban sobre los prados.
Y alguien respon-

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62

El trabajo social sanitario

dió que seguían el camino más corto desde la entrada principal para llegar al
pa-tio central. La respuesta de Eisenhower fue determinante y muestra una
manera de enfrentar los hechos sociales y, en su caso, una manera de hacer
política. Dijo tajante:

«Si éste es el camino habitual de los estudiantes porque es el más corto,


tracen un camino pavimentado sobre el césped35.»

¿Cuántos, en su lugar, no hubieran empezado una retahíla de acciones


encaminadas a perseguir y castigar a aquellos estudiantes que osaban pisar el
césped?

La gestión es también alimentar la capacidad de ver más allá de lo evidente.


Es saber que todo tiene una segunda cara y que una indicación mal
fundamentada o absurda genera mucho despilfarro para mantenerla vigente.

En el caso expuesto del Hospital General de Manresa, la fórmula innovadora,


después de cinco años de aplicación del «procedimiento del programa de la
planificación del alta hospitalaria» y analizar los datos sobre los resultados de
las intervenciones desde el trabajo social sanitario, fue crear un programa de
atención temporal a domicilio y convertirlo en «proceso de trabajo social
sanitario» cuyo propietario era el propio servicio y dentro de éste, la
trabajadora social sanitaria responsable de atender a las personas residentes
en la capital. Más adelante se volverá a ese ejemplo tomando los datos que
propiciaron la creación y puesta en marcha del programa. En otras palabras y
actualizando el lenguaje: la implementación y puesta en marcha del
«procedimiento del programa de la planificación del alta hospitalaria»,
complementado con un potente sistema de información, permitió la
evaluación periódica de los resultados obtenidos en el día a día por el servicio
de trabajo social sanitario. Dichos resultados revelaban déficits organizativos
que pedían a gritos fórmulas diferentes de atención a las personas para
garantizar la continuidad asistencial. La fórmula fue elaborar la propuesta de
un programa de atención temporal a domicilio financiado con recursos
externos al hospital pero dependiente jerárquica y funcionalmente del
servicio de trabajo social sanitario del hospital. Dicho programa se aprobó en
1990 y paso a engrosar la oferta de servicios (procesos) del servicio trabajo
social sanitario.

De lo micro, el ejemplo anterior, conviene pasar a lo macro. En términos muy


sencillos, desde hace años, quienes ejercen responsabilidades directivas y
políti-35. Handy, 1993: 197.

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63

Definiciones básicas y desarrollo...

cas, sea por más o menos tiempo, tratan de responder desde dentro y lejos de
lo discursivo: ¿qué servicios prestan los establecimientos que dirigen? ¿Cómo
se producen estos servicios? ¿Cuánto cuestan? Y esto, ¿puede mejorarse?
¿Cómo?

¿Existen otros establecimientos que obtienen mejores resultados? ¿Cuánto


coste supone la mejora? Un coste que no es solo económico, pues se debe
considerar también el coste vital que supone el conflicto originado desde el
momento en que se propone la mejora.

Paradójicamente, parafraseando a C. S. Loch, refiriéndose a la caridad en


188536, se puede decir que «la mejora de los servicios tiene muchos
admirado-res pero pocos amigos fieles y practicantes». El quid siempre está
en las reservas psíquicas que desde la dirección y, más allá, desde la política,
pueden dedicarse a insistir en el cambio. Es el momento de señalar de nuevo
e insistir que cuando se trabaja siguiendo procedimientos y protocolos,
cuando las intervenciones se registran, ese cambio, esa innovación encuentra
de manera natural la resonancia necesaria para que sea valorada su necesidad,
desde el empirismo y no desde la retórica. Son tiempos difíciles y las
susceptibilidades deben reducirse al máximo para garantizar las mejores
prácticas. Los procedimientos son una de ellas.

Se abre un paréntesis para señalar un hecho: la variabilidad, la


heterogeneidad reinante, ahora, hoy, en todo el territorio, lo que da entidad a
la influencia de los elementos subjetivos de todo acto asistencial más allá de
los elementos objetivos como pueden ser constantes biológicas y respuestas a
los tratamientos médicos. Si bien suele hablarse del sistema sanitario en
términos generales y abstractos, es conveniente verlo desde la concreción y la
evidencia de que los territorios y sus gentes son singulares, singularidad que
viene nutrida desde la esfera psicosocial. Para ilustrar dicha afirmación se
muestra de las estadísticas del Ministerio de Sanidad el valor «estancia media
hospitalaria en 2008» por comunidades autónomas. Los resultados permiten
conformar el siguiente gráfico.

36. Loch, 1885: 347–362.

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64

El trabajo social sanitario

Gráfico 3. Estancia media hospitalaria 2008, por comunidades autónomas


Galicia

8,7

Asturias

8,24
Canarias

8,07

Madrid

7,83

Castilla y León

7,66

Cantabria

7,66

Aragón

7,63

Andalucía

7,22

País Vasco

7,21

Total Altas

7,16

Murcia

7,05

Castilla-La Mancha

6,95
Balears (Illes)

6,8

Extremadura

6,64

Navarra

6,52

Rioja (La)

6,4

Cataluña

6,25

Comunidad Valenciana

6,2

Melilla

5,83

Ceuta

5,65

6
8

10

Estancia media 2008

Fuente: Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. Agencia de Calidad


del Sistema Nacional de Salud. Instituto de Información Sanitaria. Registro
de altas hospitalarias del Conjunto Mínimo Básico de Datos (CMBD) de los
hospitales del Sistema Nacional de Salud.

Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.

Ante un rango de casi tres puntos entre la media menor dada en Ceuta (5,65

días) y la media mayor en Galicia (8,7 días) es conveniente plantearse las


causas, aunque una primera hipótesis apunta a lo social, al sentir que también
afecta al personal médico, responsable final del alta. Estos resultados abren
las puertas a una investigación de lo psicosocial abordado desde los
principios del trabajo social sanitario y no de otras disciplinas, realizada por
trabajadores sociales sanitarios, ellos y ellas, y no por otras profesiones. Con
seguridad, de poderse llevar a cabo, arrojaría datos de gran calado para
mejorar la optimización e integración de lo psicosocial a la cotidianeidad del
sistema sanitario.

La media estatal, como puede verse, se sitúa en los 7,16 días, pero ¿qué
justifica tanta diferencia entre comunidades? ¿Qué ocurre en las comunidades
que presentan valores superiores a la media? Y, a su vez ¿qué ocurre en las
que los presentan inferiores? ¿Dónde está la explicación y sobre todo la
justificación?

Si se quiere ahorrar cabe empezar con lo evidente. Una reflexión y un análisis


para abordar en las reuniones intersectoriales de sanidad, a fin de que cada
con-

© Editorial UOC
65

Definiciones básicas y desarrollo...

sejero o consejera, aclarara las razones, primero en su propio territorio y


luego, desde el propio Ministerio, mediante técnicas de benchmarking, tomar
los modelos de las mejores prácticas. Sin embargo, la variabilidad de un
mismo indicador entre comunidades se repite, seguro, tomando una
comunidad para fraccionarla entre áreas sanitarias y así, sucesivamente, hasta
llegar a equipos asistenciales.

Fue esa variabilidad la que más preocupó a Edward Deming37 porque


considera-ba que en ella estaba una de las causas de pérdida de calidad,
entendida ésta, se-gún sus propias teorías, como la combinación de tres
factores: la satisfacción de las y los clientes, la motivación de las y los
profesionales y el coste mínimo del servicio.

Con este ejemplo de carácter estatal se apunta una hipótesis: «detrás de cada
valor cuantitativo se incluyen numerosas operaciones profesionales
individuales (médicas, de enfermería y, en algunos casos, de trabajo social
sanitario) cualitativas, así como recursos materiales que complementan
dichas operaciones profesionales y se reflejan en los resultados». Una
conjunción que permite garantizar a priori una mayor o menor, en este caso,
eficiencia. En esa «mayor o menor eficiencia» y su extensión a la «mayor o
menor eficacia » es a donde debe mirarse, incluyendo siempre los servicios
prestados desde trabajo social sanitario, dado que la población atendida por
éstos es por definición mucho más frágil. ¿Cómo?

Tomando variables de su competencia y organizarlo, como se viene


señalando, en forma de procedimientos, protocolos y servicios (procesos)
propios. Si hoy, alguien intentara penetrar en esos valores y deseara
profundizar en la información generada desde trabajo social sanitario,
sencillamente no podría establecer ninguna hipótesis porque esta información
está diseminada sin orden ni concierto, no se encuentra agrupada ni ordenada
como lo está en la mayoría de los servicios médicos y de enfermería y,
además, la poca existente, se expresa en formas tan diferentes que no se
podría agrupar.

Los servicios de trabajo social sanitario ¿en qué medida influyen en el valor
estancia media? Está claro que mucho. Así lo ponen de relieve algunas
investigaciones aisladas realizadas por la autora. Porque aunque, hoy por hoy,
es imposible de esclarecer por falta de datos, cómo se ha visto, su influencia
es mucha, pues es una realidad constatable que dichos servicios trabajan con
población de riesgo y necesitan intervenciones más complejas en todos los
sentidos.

Valga otro ejemplo para avalar la influencia de lo social en el valor estancia


media. En este caso se rescata el valor relacionado con la compañía que la
perso-37. Cuatrecasas, 2005.

© Editorial UOC

66

El trabajo social sanitario

na habitualmente tiene en el hospital. La experiencia si bien seguía el mismo

«procedimiento del programa de la planificación del alta hospitalaria» se


contextualiza en Galicia durante los años 1998–2003.

Gráfico 4. Estancia media hospitalaria en función de si habitualmente tiene


compañía Habitualmente tiene compañía en el hospital

15

11,11

13

9,29

9,19
11

7,95

Días

No N=129

Sí N=2793

No consta

Total N= 3322

N=400

Fuente: Hospital Virxe da Xunqueira, Cee.

Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.

Ahí están los resultados y desde la prudencia, solo se puede decir que son
unos resultados sobre los que se necesitaría profundizar para iluminar las
causas. La representatividad de la población está fuera de dudas pues como
en el caso del Hospital General de Manresa, se han tomado todos los casos
atendidos dentro del servicio de trabajo social sanitario desde la puesta en
marcha. Pero ¿qué es lo que hace que las personas que no se sabe si gozan o
no de compañía en el hospital tengan una estancia de casi 1,5 puntos inferior?
¿Y cómo se explica que las que habitualmente carecen de compañía superan
esta estancia en algo más de 3 puntos? Los resultados quedan abiertos en ese
punto para la reflexión. Desde el aná-

lisis de los datos poco se puede añadir, salvo que el estudio debería ampliarse
para emitir determinadas conclusiones.

Hasta aquí la exposición relativa a los procedimientos. Siguen ahora la parte


relativa a los protocolos, que como se verá, son procedimientos especiales.

Las metodologías que se presentan a continuación son aplicables a los


procedimientos.

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67

Definiciones básicas y desarrollo...

Protocolo: concepto general y aplicación al trabajo social sanitario

También en este caso se empieza con la definición académica para a partir de


ella ir adecuando los contenidos a la práctica el trabajo social sanitario tanto
de atención primaria como de atención especializada38.

El Dictionary of Public Health, Oxford University Press, define «protocolo»


como:

«El plan formal o un conjunto de procedimientos a seguir en la


implementación de un plan, tales como la secuencia de pasos en un diseño de
investigación, o la reducción y eliminación de un peligro para la salud, tales
como los efectos de las sustancias que destruyen el ozono en la capa de
ozono de la estratosfera en los términos del Protocolo de Montreal39.»

La RAE como:

«Plan escrito y detallado de un experimento científico, un ensayo clínico o


una actuación médica40.»

La Enciclopedia Catalana en el ámbito de la medicina cómo:

«Plan preciso y detallado para el estudio de un problema biomédico o para el


tratamiento de una determinada enfermedad41.»
En las tres definiciones se constata que se trata de un procedimiento, o un
conjunto de procedimientos que obedecen a un plan superior, lo que significa
que se orienta a una situación o circunstancia determinada, a diagnósticos
mé-

dicos, que por su trascendencia y repetición, por lo que irradian en su


entorno, requieren una intervención, o un conjunto de ellas, específica y
sistemática.

38. Este texto está parcialmente basado en el elaborado en setiembre de 2010


para el Col·legi Oficial de Traball Social de Catalunya con motivo de la
preparación del temario de oposiciones del SCS (Servei Català de la Salut).

39. “protocol” A Dictionary of Public Health. Ed. John M. Last, Oxford


University Press, 2007. Oxford Reference Online. Oxford University Press.
Universitat Oberta de Catalunya. 18 August 2011

<www.oxfordreference.com/views/ENTRY.html?
subview=Main&entry=t235.e3691> 40. RAE. 18 agosto 2011. <
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=protocolo>
41. Enciclopèdia.cat. [ consulta 18 agosto 2001]

< www.enciclopedia.cat/fitxa_v2.jsp?NDCHEC=0518530&BATE=protocol>

© Editorial UOC

68

El trabajo social sanitario

La situación puede ser de carácter más social o más médico si bien siempre
estarán presentes las dos dimensiones. A modo de ejemplo, en un protocolo
de atención a personas que han sufrido un ICTUS se incluye un
procedimiento de atención sistemática a las personas afectadas y, a la vez, un
procedimiento de atención sistemática a las cuidadoras o cuidadores
principales.
Un protocolo de trabajo social sanitario es un procedimiento o varios
contextualizados y se basa en los mismos principios, estandariza la actuación
ordenada ante una situación determinada que cuando se presenta, el protocolo
se activa obligatoriamente en el servicio que lo ha definido. Siempre exige
unos pasos singulares y particulares que se han demostrado como los más
eficientes, pero como el procedimiento, es una herramienta de trabajo
consensuada por quienes lo vayan a aplicar. Los protocolos también, como
los procedimientos acunan la garantía de calidad puesto que permiten evaluar
los resultados obtenidos siguiendo las mismas pautas. Considerando el
vínculo con lo biomédico, los protocolos en el trabajo social sanitario y
adoptando el concepto de protocolo médico al concepto de protocolo de
trabajo social sanitario, se definen como «un plan preciso y detallado para el
estudio de un problema psicosocial o por el tratamiento de los aspectos
psicosociales de una determinada enfermedad».

Los protocolos de trabajo social sanitario, como los protocolos médicos, se


orientaran a la actuación o prevención sobre circunstancias o situaciones de
ca-rácter psicosocial surgidas del hecho de enfermar, o que puedan
desembocar en una enfermedad o dolencia, sea ésta de carácter agudo o
crónico. Un protocolo se aplica a una realidad psicosocial determinada con
suficiente entidad para seguir una aproximación concreta frente a las muchas
aproximaciones generales.

Por tratarse de protocolos de trabajo social sanitario, incluirán la atención de


los aspectos psicosociales de la persona que sufre la dolencia y la familia o
entorno que la acompaña. De nuevo, como en el caso de los procedimientos,
se seña-la la diferencia entre el hecho, cada vez más común, de que dentro de
un protocolo eminentemente sanitario se incluya la valoración psicosocial por
parte del servicio de trabajo social sanitario, y el hecho de que este servicio
de trabajo social sanitario tenga definidos sus propios procedimientos, en este
caso, protocolos de intervención para cada situación con suficiente entidad
que lo justifique.

El gran número de variables que se consideran en la atención a la persona


enferma, a la familia y por ser algunas de ellas de interés de cada profesional
pertene-ciente a alguna de las diferentes disciplinas del arco asistencial, lleva
a diseñar protocolos interdisciplinarios y protocolos propios.

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69

Definiciones básicas y desarrollo...

La activación de un protocolo de trabajo social sanitario siempre implica la


existencia de un caso social sanitario y a diferencia de un procedimiento
general, en alguna de las fases puede incluirse una notificación. Por ejemplo,
en casos de malos tratos, se den en el grupo de población que sea. Los
protocolos de trabajo social sanitario son, pues, más que una guía de
recomendaciones y sugerencias fases que se siguen en todos los casos sin
distinción ni excepción. Y como los procedimientos cuentan con una fase de
estudio de trabajo social sanitario, la fase diagnóstica de trabajo social
sanitario y la fase de tratamiento de trabajo social sanitario.

Cuándo denominarlo protocolo o denominarlo procedimiento La


principal diferencia está en que el procedimiento es de carácter más general.
Por ejemplo: «procedimiento de primera acogida a personas sin historia de
trabajo social sanitario», «procedimiento del programa de la planificación del
alta sanitaria». Para ser denominado protocolo, estaría contextualizado,
siguiendo con los mismos ejemplos «protocolo de primera acogida a las
mujeres sin historia de trabajo social sanitario que demandan protección»,
«protocolo del programa de la planificación del alta sanitaria en las personas
con un diagnóstico de demencia de Alzheimer».

Ambos siguen fases que obedecen al método científico, pero el


procedimiento es general. En un servicio organizado por procedimientos y
por protocolos se-ría habitual que en la primera fase de estudio de alguno de
los procedimientos se detectara alguna circunstancia de la que se ha diseñado
algún protocolo. Sería el caso de una persona cuya primera fase de estudio
pusiera de relieve un diagnóstico de demencia de Alzheimer. De existir el
protocolo, desde la operativa del procedimiento se activaría la operativa del
protocolo.
En los protocolos, la acción presenta un carácter específico y resultan más
eficientes y más eficaces que otros tipos de intervención más improvisada y
reactiva, incluso siguiendo procedimientos, dado que para definirlos primero
y aplicarlos después se requiere un conocimiento muy amplio de la
circunstancia o enfermedad que los justifica y un amplio conocimiento de los
aspectos psicosociales que la rodean. Los protocolos evitan una atención
genérica que incluso, analizada con detalle, podrían facilitar otros
profesionales. Este hecho conlleva un mejor saber, un mejor actuar, un mejor
aprovechamiento de recursos, destre-zas y competencias profesionales de
trabajo social sanitario, repercutiendo todo

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70

El trabajo social sanitario

Mapa conceptual 4. Derivación de las personas atendidas dentro de un


procedimiento cuya fase de estudio revela una circunstancia protocolizada

PROCEDIMIENTO-PROTOCOLO

SERVICIO DE TRABAJO SOCIAL SANITARIO

PROCEDIMIENTO

Si el servicio

DE ACOGIDA

de trabajo

PROTOCOLO DE ATENCIÓN

social

A LAS PERSONAS
sanitario

En la fase de estudio

CON DIAGÓSTICO

cuenta con un

se descubre un diagnostico

DE ALZHEIMER

protocolo de

de demencia de Alzheimer

Procedimiento de atención individual

Alzheimer

Procedimiento de atención a la familia

se iniciará

…/…

la operativa

del protocolo

Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.

en una mejora de la calidad del estudio, del diagnóstico y del tratamiento,


todos ellos con el apellido «de trabajo social sanitario». Los protocolos están
basados en el conocimiento científico y en teorías sobre la variable, la
circunstancia que promueve la intervención. Surgen de búsquedas específicas
de esta variable y, a la vez, implican una organización eficaz y eficiente de
los actos asistenciales que se deriven para la intervención.
Por tanto, siempre que en la denominación quede determinada una
circunstancia que le da entidad, que la diferencia claramente de otra, se opta
por hablar de protocolo. Cuando la denominación incluye una variedad de
posibles circunstancias se habla de procedimiento. Los protocolos de trabajo
social sanitario siempre se desarrollarán de acuerdo a los ya existentes dentro
de los establecimientos sanitarios, lo que aportan es la esfera de actuación
desde el trabajo social sanitario.

© Editorial UOC

71

Definiciones básicas y desarrollo...

Los protocolos de trabajo social sanitario contextualizados en la atención


primaria y o/ en la atención especializada Las trabajadoras sociales
sanitarias, ellas y ellos, aplican básicamente los mismos conocimientos,
ejerzan en la atención primaria o en la atención especializada. Conocimientos
que, por ejemplo, en la enfermedad asmática, abordan los componentes
psicosociales del niño y de la madre42, o que en diagnósticos graves, abordan
los desórdenes de ansiedad de la persona43, u otros, como los conocimientos
sobre la técnica de entrevista más adecuada a cada situación, los
conocimientos de las técnicas de motivación, las técnicas de espejo, etcétera.
A priori y potencialmente son los mismos los que se dan en la atención
primaria y en la atención especializada. Se deja de lado el hecho de que haya
profesionales más descuidados en formarse, este es otro tema. Las diferencias
entre ambos ámbitos vendrán determinadas por la complejidad que presente
la enfermedad en cada momento y el episodio en el que se encuentre, la
intensidad del tratamiento médico, etcétera.

Los protocolos, en ambos ámbitos, como se recomendaba en los


procedimientos, mantendrán una base común si bien, el momento y fase de la
enfermedad marcará ciertas diferencias en la intervención. Así, por ejemplo,
es distinta la atención de una persona que acaba de sufrir un «accidente
vascular cerebral» e ingresa desde urgencias a la planta de hospitalización
para personas en fase aguda que, esta misma persona, dos meses después
cuando se encuentra en fase de rehabilitación. Son fases diferentes que
requieren intervenciones psicosociales diferentes, siendo necesario que cada
profesional conozca al detalle lo que implica cada fase aunque no sea la que
se encuentra bajo su competencia.

Este hecho favorece cada vez más que tanto los protocolos de trabajo social
sanitario, como los procedimientos, se diseñen integrando ambos ámbitos
asistenciales y asuman en cada uno de ellos las fases que se darán,
inevitablemente. Se ha mencionado la necesidad de integrar protocolos,
aparte de por los beneficios indudables en el tratamiento de trabajo social
sanitario, por la tendencia a reducir el tiempo de hospitalización de las
personas44, lo que lleva a que la atención primaria participe mucho antes del
plan de trabajo social sanitario elaborado 42. Rof Carballo, 1993: 53–62.

43. Kenwood y Vieweg, 2009: 14–16.

44. La rotación se define como el número de personas que utilizan una misma
cama. Ver estadísticas de actividad sanitarias autonómica en la Web del
ministerio de sanidad.

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72

El trabajo social sanitario

para el caso en concreto de que se trate. Así, todo este conglomerado de


variables, en constante movimiento, genera la necesidad de que, en el campo
del trabajo social sanitario, ambos ámbitos promuevan protocolos conjuntos y
sistemas de información conjuntos de tal manera que, indistintamente, cada
ámbito intervenga cuando le corresponda, mientras el otro participa directa o
indirectamente de todos los procesos que se vayan iniciando. Algunos
ejemplos son:

• Protocolo de atención psicosocial a la infancia desnutrida.

• Protocolo de atención psicosocial en personas que han sufrido un AVC.


• Protocolo de actuación en personas abandonadas en urgencias.

• Protocolo de actuación en personas con EPOC.

• Protocolo de investigación psicosocial sobre la claudicación de cuidadores


de personas dependientes y con diagnóstico médico de Alzheimer.

• Protocolo de actuación en casos de sospechas de maltrato.

De igual modo, el estudio epidemiológico del área sanitaria de la zona en


cuestión invitará a desarrollar, siempre estableciendo prioridades, unos
protocolos antes que otros. El mismo ejercicio de priorizar puede
desarrollarse siguiendo un protocolo determinado de planificación, por
ejemplo, aplicando algunas de las técnicas clásicas, la Delphi, o la TGN
(Técnica de Grupos Nominal)45.

Tipologías de Protocolos según los ámbitos asistenciales y las


características de las personas beneficiarias Cuando un servicio de trabajo
social sanitario se plantea el diseño de protocolos propios el primer paso es
conocer los protocolos existentes, tanto en el ámbito estatal como en el
autonómico, incluso, local. Cada cual deberá averiguar y analizar los detalles.
Por ejemplo, algunos de los protocolos del Servicio Catalán de la Salud son:

• Protocolo para la vigilancia de las Parálisis Fláccidas Agudas en menores de


15 años.

• Protocolo Ictus Transitorio.

45. Delbecq et al. , 1984.

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73

Definiciones básicas y desarrollo...

• Plan de actuación por prevenir los efectos de la oleada de calor.


• Protocolo de actuación ante la enfermedad meningocócica.

• Seguimiento de las infecciones respiratorias agudas.

• Protocolo de actuaciones a seguir ante la detección de un posible caso


humano de infección por el virus de la Gripe A (H5N1).

• Plan de actuación en Cataluña ante una posible pandemia de gripe.

• Protocolo de actuación ante el síndrome respiratorio agudo grave.

• Protocolo Respuesta Sanitaria ante de un ataque de Terrorismo.

• Protocolo Respuesta Sanitaria ante de un ataque de Terrorismo Químico.

• Otros.

En todos ellos la pregunta de las trabajadoras sociales sanitarias, ellas y ellos,


ejerciendo en Cataluña, es ¿cómo se desarrolla la dimensión psicosocial?

Y siguiendo de nuevo la teoría Gordon Hamilton considerar las tres


dimensiones:

• La intervención psicosocial en la persona afectada.

• La intervención psicosocial en la familia y en el entorno de la persona


afectada.

• La intervención en la gestión de los servicios y programas de apoyo para


complementar y reforzar las dos primeras.

El primer ejercicio es pues, proponer la integración del trabajo social


sanitario a estos protocolos existentes y luego definir los protocolos de
trabajo social sanitario.

Organización de los protocolos de trabajo social sanitario según ámbito y


función
Se recuerda que la exposición que sigue se puede aplicar en el caso de
procedimientos. Los protocolos de trabajo social sanitario se definen a partir
de los dos ámbitos: la atención primaria y la atención especializada,
incluyendo en ambos la salud mental y la atención sociosanitaria donde la
haya. Aun así, se ubicarán y desarrollarán considerando todos los agentes e
interrelación de los medios. Todos los protocolos exceden el ámbito propio.

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74

El trabajo social sanitario

La atención primaria: familias de protocolos básicos

Los protocolos se encuadran en los ámbitos reconocidos en la Ley 16/2003,


de 28 de mayo, de cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud ,
generando cuatro familias de protocolos básicos:

• De carácter preventivo.

• De carácter curativo.

• De carácter rehabilitador.

• De carácter promotor de la salud.

La atención primaria liderará los protocolos particulares que le sean propios y


considerará siempre, dentro del protocolo «X», pertenezca a la familia que
corresponda, el papel que representa la atención especializada. Y viceversa.
Por su parte, la atención especializada liderará los protocolos que por su
naturaleza le corresponda pero también considerará el papel de la atención
primaria.

Atención especializada: familias de protocolos básicos

Por la organización de la atención especializada se proponen también cuatro


familias de protocolos:
• Red hospitalaria de agudos. Urgencias. Hospitalización. Consultas.

• Red sociosanitaria. Urgencias. Hospitalización. Consultas.

• Red de Salud Mental. Urgencias. Hospitalización. Consultas.

• Red de Atención a la Drogodependencia. Urgencias. Hospitalización.


Consultas.

Protocolos asistenciales y protocolos de gestión

A medida que la profesión se va especializando y se va diferenciando el área


asistencial del área de gestión, los protocolos también se adscribirán a una u
otra área.

• Protocolos de la dimensión asistencial. La asistencia incluye todas las


actividades relacionadas con la atención directa. A priori, se clasifican cuatro
familias básicas de protocolos asistenciales considerando los métodos de
trabajo social sanitario:

– Protocolos asistenciales en el ámbito individual.

– Protocolos asistenciales en el ámbito familiar.

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75

Definiciones básicas y desarrollo...

– Protocolos asistenciales en el ámbito grupal.

– Protocolos asistenciales en el ámbito comunitario.

• Protocolos de la dimensión gestora: La gestión del servicio de trabajo social


incluye todas aquellas acciones destinadas a mejorar la organización de la
asistencia, a generar conocimiento y a evaluar la actividad de los
profesionales en relación al bienestar generado a la población atendida. A
priori, también se clasifican cuatro familias básicas de protocolos de gestión:

– Protocolos de planificación.

– Protocolos de formación de recursos humanos.

– Protocolos de búsqueda y divulgación científica.

– Protocolos de evaluación de resultados y de evaluación de la calidad.

Metodología de elaboración de Protocolos

Lo primero, pese a parecer redundante, es comprender el concepto de


protocolo y transferirlo al campo del trabajo social sanitario. Luego,
adentrarse en el campo, la circunstancia o la enfermedad que lo genera, al
cual se quiere aplicar.

Así se deberá:

• Definir la situación, la circunstancia, el diagnóstico médico que da origen a


la puesta en marcha del protocolo.

• Estudiar los aspectos psicosociales que genera dicha circunstancia o


diagnóstico médico.

• Desarrollar el marco conceptual de la situación o circunstancia sobre la que


se quiere definir el protocolo. Esto incluye:

– Estudio de la bibliografía y la documentación relevante sobre lo que se va a


protocolizar. La revisión bibliográfica ayudará a concebir el estado actual del
tema y comprender mejor los hechos sobre los que se intervendrá así como
los objetivos finales.

– Recogida de otra documentación y protocolos en el mismo contexto en


funcionamiento.

– Cómo han actuado las profesionales, ellas y ellos, hasta ahora ante la
situación, la circunstancia, la enfermedad.

– Cómo se detecta la población.

– Cómo se gestiona la primera entrevista.

– Cómo enfoca la presentación el protocolo a la persona atendida.

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76

El trabajo social sanitario

– Qué técnicas son las más habituales.

– Qué papel se da a la familia.

– Cuánto tiempo conlleva la primera entrevista con la persona y cuál es el


tiempo medio.

– Cuánto tiempo se deja pasar entre una entrevista y otra.

– Cómo se establece la comunicación con los demás profesionales del equipo


sanitario.

Se trata de obtener información suficiente y representativa sobre lo que está


pasando al respecto y que permita elaborar un diagnóstico sobre cómo se está
abordando actualmente la situación, la circunstancia, el diagnóstico médico
de qué se trata y sobre la que se definirá el protocolo. ¿Qué han estado
haciendo las y los profesionales hasta ahora? La elaboración del diagnóstico
actual de la intervención sobre la situación, la circunstancia, la enfermedad
implica:

• Diseño de los algoritmos de actuación cuando se da la situación, la


circunstancia, la enfermedad. Básicamente, los profesionales que diseñen
deberán especificar los siguientes puntos:
– Denominación.

– Componentes del primer contacto.

– Variables de estudio.

– Sistema de registro.

– Sistema de notificación.

– Otros profesionales (no trabajadores sociales sanitarios) implicados.

– Genograma. Ecomapa.

– Riesgos para la persona y para la familia.

– Selección de las fuentes de información.

– Elaboración del diagnóstico social sanitario. Siempre hay que emitir el


diagnóstico social sanitario y éste no debe confundirse con una cosecha de
problemas o atributos.

– Identificación de los hechos y de los factores.

– Identificación de los puntos débiles, pero sobre todo, de los puntos fuertes.

– Plan de trabajo y procesos de trabajo social sanitario.

– Técnicas más adecuadas a la naturaleza del protocolo.

– Personas claves.

– Personas que distorsionan.

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77

Definiciones básicas y desarrollo...


– Recomendaciones profesionales.

– Criterios de derivación.

– Plan de seguimiento.

– Situaciones especiales.

– Elaboración de los indicadores y períodos de cálculo: semanal, mensual,


trimestral, semestral., anual.

– Indicadores de población, de utilización y de inserción.

– Otros.

• Definición y estructuración de los instrumentos de trabajo utilizados y


recogida de información:

– Establecimiento del sistema de información referido a la persona.

– Establecimiento del sistema de información referido al seguimiento del


protocolo.

– Período de validación del protocolo.

– Indicadores de partida.

– Definición del modelo de evaluación.

– Formación necesaria de los profesionales.

Para la presentación y divulgación se recomienda la publicación del protocolo


así, llega al gran público.

La intervención por procedimientos y protocolos: mejorando la toma de


decisiones
En el trabajo social sanitario, lo cuantitativo se nutre de lo cualitativo y al re-
vés, casi igual por igual. Tan huérfano queda lo uno sin lo otro como lo otro
sin lo uno. Cuando los números hablan desde la representatividad y sin
manieris-mos, a veces, poco se puede añadir salvo empezar a gestar
decisiones. En todo caso, desde la interpretación, ellos invitan a replantearse
muchas expresiones de los servicios y animan a iniciar mejoras. De siempre,
la naturaleza de la profesión, del trabajo social sanitario, ha permitido
vincular la información sanitaria a la información psicosocial y ambiental, y
ésta, al uso y al abuso de los recursos y programas. En el estudio de dicha
información yace un gran potencial de promoción del cambio impulsado
desde dentro, donde las personas atendidas son junto con las profesionales
que las atienden, ellas y ellos, las primeras impulsoras de la toma de
decisiones. La información del servicio de trabajo social sanitario, vin-

© Editorial UOC

78

El trabajo social sanitario

culada a indicadores de la gestión sanitaria es un gran apoyo como aval de


decisiones.

La sostenibilidad del sistema sanitario ha dejado de ser un tema recurrente


para tertulias. Las gerencias, las autoridades políticas sanitarias, lo están
enca-rando a diario: cómo impulsar el cambio a favor de la mejora pero
reduciendo costes. Y a la vez están operando dentro de la promoción de la
optimización de las estructuras y equipos que dirigen para que todo repercuta
en beneficio de los actos sanitarios. Aunque a veces no se les quiera
reconocer, su esfuerzo y valor está en el repensar la organización sanitaria en
términos de eficacia y de eficiencia, sabiendo la mayoría que sus cargos tiene
fecha de caducidad. No importa cuán buenos sean los resultados, éstos
siempre se pueden mejorar y la mayoría de las gerencias lo sabe y en la
medida que puede, trata de que el instinto de mejora se instale en la actitud
profesional. Se señala que desde las esferas políticas, no siempre se apoyan
las acciones de optimización de recursos propuestas por las gerencias, pero
este es otro tema. Solo un apunte para señalar que, a veces, la falta de
información gráfica que refuerce lo discursivo puede jugar a la contra. A día
de hoy, el análisis y la garantía de la rentabilidad de las intervenciones
profesionales, incluidas las del trabajo social sanitario, el que éstas sirvan
para lo previsto y reviertan en la producción de salud y bienestar es un
imperativo. La situación social y mundial del presente es lo suficientemente
crítica como para no cejar de repensar caminos de optimización, a cada cual
los que le competan, una optimización que, claramente, pasa por la toma de
conciencia de toda la población en general, la beneficiaria y la
potencialmente usuaria y, también, una toma de conciencia de los colectivos
profesionales que sin ejercer el trabajo social sanitario dirigen mal los
sentimientos de necesidad de las personas, cayendo, muchas veces, en
proyecciones propias y no en las necesidades reales de éstas. Se habla del
sentimiento de necesidad lo que es muy distinto de la existencia de la
necesidad. El trabajo social sanitario con el diagnóstico social sanitario
elaborado trabaja esta esfera de lo psicosocial y aborda las necesidades reales,
no las potenciales.

Esta línea de gestión que vincula las personas atendidas a la optimización de


sistema sanitario necesita de herramientas de apoyo que ayuden a la toma de
decisiones para que éstas sean las mejores y lo más objetivas posibles46. El
trabajo social sanitario es la disciplina que mejor puede liderar estos cambios
camino de mejorar la sostenibilidad del sistema sanitario, porque trabaja con
las personas enfermas, con su sentir, con sus miedos y sus fortalezas, porque
estimula, desde 46. Marcum, 2003: 28–29.

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79

Definiciones básicas y desarrollo...

su propia imagen y proceder, el sentido de la responsabilidad individual y, a


la vez, por que trabaja con las gerencias, con las direcciones médicas y de
enfermería, con los profesionales asistenciales. Cuando los problemas y
dificultades psicosociales de las personas enfermas se medicalizan, lo cual es
un factor real de riesgo actual, los costes de la atención se disparan, sin
embargo, se niega a las personas la posibilidad de resolver con ayuda
especializada, pero con sus propios medios, las interrupciones. Pero, además,
al medicalizar los problemas y dificultades sociales, crece con fuerza la idea
de que a cada problema le corresponde un recurso cuyo acceso, siempre
sujeto a la escala de turno, supone la solución del problema. Esa es una
manera burda de cosificar los problemas y dificultades de las personas, de
mecanizar las intervenciones y, en la misma línea, pero en el plano
económico, de malbaratar los recursos disponibles incluidos los personales.
En el siglo XXI, el trabajo social sanitario debe ser todo lo contrario e
inspirarse en la identidad que le da cuerpo, el diagnóstico social sanitario. La
utilización de apoyos y recursos debe supeditarse a éste, o a un
prediagnóstico, trabajando desde las fortalezas de las personas, demostrando
al gran público que en la utilización de un recurso, el trabajo social sanitario
es todo lo que rodea a dicha utilización.

Por ello, la construcción del futuro deseado llegará cuando prosperen los
fundamentos teóricos y las prácticas se adecuen a las exigencias del sistema
sanitario, a su normativa. La aplicación rutinaria de instrumentos de trabajo
orientados a facilitar la recogida unánime de información permite su análisis
periódico y tomar medidas en base a él.

El diseño de procedimientos y protocolos, además, ilumina las decisiones de


quienes rijan el sistema sanitario desde otros ángulos a los habituales.
Incluyendo siempre los procesos de trabajo social sanitario, los
procedimientos y los protocolos permiten gestionar el caso y a la vez el
colectivo. Cuando las decisiones se apoyan en la explotación de la
información generada dentro del propio campo de trabajo y con la población
atendida en la realidad, se evita que el cálculo gremial o corporativo arrase el
sentido común. Las conclusiones y las recomendaciones deben llegar siempre
avaladas por el método científico. Muestras hay de sobra para poner de
relieve que ese cálculo gremial y corporativo casi siempre busca el acopio de
funciones, aunque el conocimiento de quienes las asumirán no acompañe. La
función, sea la que sea, es de Perogrullo, debe funcionar y cuando no es así,
el miembro se convierte en un estorbo y una molestia para quienes sí están
preparados y preparadas para llevarla a cabo. La función de una aspiradora es
aspirar no es ocupar un lugar en el armario, una aspiradora que no aspira es
un objeto que enreda, ocupa espacio, pero no es culpa de la aspiradora que

© Editorial UOC

80

El trabajo social sanitario

quien sea, no sepa que aspira y se limite a guardarla en el armario. La


analogía en el campo sanitario daría mucho juego pues cada vez más está
lleno de «aspiradoras que no aspiran donde deberían». Cuando ocurren
hechos así, vemos un signo claro de inmadurez en la toma de decisiones. Una
inmadurez que trae consigo consecuencias, casi siempre nefastas, para los
servicios, tanto para los que funcionan bien como para los que funcionan mal,
diferencia que, tampoco preocupa siempre. Pero, además, la toma de
decisiones desde el corporativismo es un retroceder en el modelo de
excelencia. La toma de decisiones es parte del trabajo diario y debe ser
motivo de detenimiento y reflexión sobre cómo ocurre. An-thony P. Raia
definía la toma de decisiones, en 1985, como sigue:

«Es un proceso lógico y racional para identificar objetivos y metas, y crear y


escoger entre los medios o estrategias alternativas para lograrlos. […] se
deben tomar en cuenta muchos factores sean hechos o suposiciones según la
mejor información disponible. En este último sentido en más un arte que una
ciencia47.»

La toma de decisiones implica no solo decidir sobre los fines si no sobre los
medios por los cuales se alcanzan estos fines y estos medios no pueden entrar
en contradicción con los principios y valores de una profesión. Así, el sistema
sanitario que atiende a personas enfermas, o en riesgo de enfermar, a sus
familias, ese mismo que en sus fundamentos se refiere a la atención integral,
al modelo biopsicosocial, no puede caer en el despropósito de poner en tela
de juicio el servicio de trabajo social sanitario porque indirectamente está
negando su propio discurso. Lo que ocurre es que se deben tomar decisiones.

Yendo al origen, al nacimiento del trabajo social sanitario como tal, en 1905,
fue fruto de una decisión, principalmente, del Dr. Cabot, quien se basó en una
evidencia: los aspectos sociales de las personas enfermas que él atendía
influen-ciaban su recuperación, para bien o para mal, adquiriendo gran
importancia sus sentimientos y creencias. El papel que el trabajo social
sanitario interpretaba en la modificación de éstos cuando resultaban
perjudiciales resultó de gran valor para él y ello contribuyó a que tomara la
decisión que le llevó a crear esta nueva profesión. Pero en aquella época, las
profesionales utilizaban registros y realizaban análisis periódicos de su
actividad e intervenciones.

En España, la falta de instrumentos y herramientas de trabajo, la falta de una


base mínima de información homogénea en el trabajo social sanitario actúa
como 47. Raia, 1985: 18.

© Editorial UOC

81

Definiciones básicas y desarrollo...

un gran detractor de su evolución y, más allá de su credibilidad como


profesión que cuenta con teorías y conocimientos, se la desvincula del
método científico.

El Dr. Cabot fue la pieza clave que puso en marcha un nuevo dispositivo,
tomó la decisión, se arriesgó, vio la imposibilidad de seguir como hasta
entonces y creó el primer servicio de trabajo social sanitario en el
Massachusetts General Hospital. Por supuesto que el trabajo social sanitario
se estaba gestando desde ha-cía tiempo, pero fue él quien dio el primer paso.
Y de eso se trata, de dar el primer paso, de iniciar lo nuevo. Los que siguieron
fueron importantes, pero sin ese primer paso, el destino habría sido no existir.
Él, como buen científico, se apoyó sobre los hechos y sobre ellos decidió, la
documentación estudiada permite añadir, sensatamente. Él veía como las
personas, por diversas razones, pero siempre relacionadas con lo psicosocial
y con un entorno precario, no podían asumir los tratamientos médicos. Como
profesional responsable se preocupó por este hecho y lo hizo con la acción,
con la decisión. Viendo que la situación se iba repitiendo y cuando, por azar,
conoció el programa de la Charity Organization Society of Baltimore,
dirigido por el Dr. Charles Emerson (más adelante se hablará de ello), en el
que estudiantes de medicina realizaban visitas al domicilio de los enfermos
para conocer su ambiente, Cabot vio en ese nuevo escenario el vínculo
natural que une lo social con lo médico, vio la unidad que eran ambas
disciplinas. Era un nuevo mundo el que se abría y necesitaba nuevas
fórmulas. Garnet Isabel Pelton fue la primera trabajadora social sanitaria que
asumió el encargo. Era un 3 de octubre de 1905 cuando se ponía en marcha
este nuevo servicio social médico en el hospital.

Es importante valorar lo trascendente de la decisión del Dr. Cabot, pues en


ella están las fuentes, los orígenes de la profesión y su progresiva expansión.
Sin esa decisión el camino habría sido otro, no se puede decir si mejor o peor,
cierto, pero sí otro. Como se puede asegurar que sin el legado Einstein el
mundo que se conoce hoy, sería otro. Los hechos indican cómo es. Esa
primera plaza en el Massachusetts General Hospital se abrió en el
«departamento de pacientes externos» y se invitó al staff médico a contar con
la nueva profesional, cuya función principal era estudiar las condiciones de la
vivienda de las personas enfermas para comprobar si los tratamientos
médicos podían sufrir alguna interrupción por falta de habitabilidad o
capacidades personales de los miembros de la familia. Entre sus primeras
funciones estaban, la de poner en contacto a los pacientes que necesi-taran
ayuda de caridad con los agencias que la prestaban, la de mantener la alerta
sobre las atenciones que necesitaban las personas enfermas y promover el
mismo espíritu entre los profesionales del hospital. Todo para ganar
conciencia de

© Editorial UOC

82

El trabajo social sanitario

las necesidades psicosociales y del peso de lo social en el éxito de sus


tratamientos. Dice ella misma, refiriéndose a esa decisión y creación del
primer servicio de trabajo social sanitario en el hospital, que «la semilla cayó
en tierra fértil y creció como la maleza ». No hablaba en vano. En julio de
1906, el Hospital de Bellevue en Nueva York seguía el esquema de Boston.
En mayo de 1907 era el Hospital de Mount Sinai, también en Nueva York el
que adjudicaba a la trabajadora social sanitaria la función de investigadora
financiera, si bien, en unos meses sus funciones y los recursos humanos
crecieron y se ocuparon de identificar a los pacientes del hospital cuyas
ansiedades y condiciones de vivienda retardaban su recuperación. Se
empezaba a refinar la intervención de las trabajadoras sociales sanitarias.

En 1908 se crearon cinco servicios más siguiendo las experiencias citadas. En


1909 fueron diez. Etcétera. Era evidente que la enfermedad se adentraba en lo
psicosocial e incidía en la recuperación de las personas enfermas atendidas en
el hospital y era evidente que tratando lo psicosocial, se trataba una parte de
la enfermedad y viceversa48. Luego, el trabajo social sanitario se fue
expandiendo por la mayor parte del mundo en donde la ciencia médica, más
allá de la enfermedad, veía a las personas que la padecían y a sus familias.

Avanzando los más de cien años que separan esa primera experiencia, esa
primera decisión, del presente, los establecimientos sanitarios como
organizaciones vivas que son, existen sometidos, constantemente, a
dinámicas influenciadas por variables demográficas, epidemiológicas,
políticas, económicas, científicas, etcétera. Todas ellas, confluyen e influyen
en los resultados con los cuales, las gerencias y direcciones actúan e impulsan
acciones sensatas, inteligentes y estraté-

gicas. Esto es, decidir entre varios caminos, optar por uno u otro programa,
sus-pender, reducir, ampliar servicios con la consecuente reducción o
ampliación de profesionales, líneas de formación profesional, etcétera. Estas
decisiones lejos de liberarse al antojo de quienes gestionan, es recomendable
encuadrarlas en una metodología para garantizar al máximo la objetividad y
la amplitud de miras, evitando, igualmente, los errores relacionados con la
falta de información. Aunque es una obviedad, a veces se siguen recorridos
imposibles para alcanzar la decisión más adecuada. En un estudio de
realidades, la interdisciplinariedad real, la visión estratégica del personal
médico, del personal de enfermería, del personal de trabajo social sanitario y
otro personal, según el establecimiento de que se trate, impulsará unas
decisiones frente a otras, permitiendo una aproximación más precisa y
adecuada a la población atendida y al entorno.

48. Pelton, 1910.

© Editorial UOC

83

Definiciones básicas y desarrollo...

Proceso: concepto general y aplicación al trabajo

social sanitario

El proceso es el tercer concepto clave dentro del sistema sanitario en general


y del servicio de trabajo social sanitario en particular. En toda la literatura
consul-tada y relacionada con el desarrollo del concepto de «proceso» se da
un hecho, en algún que otro momento se refiere a la teoría de la división del
trabajo propuesta por Adam Smith (1723–1790)49 en The wealth of nations (
La riqueza de las naciones) . Los procesos son el camino a la inversa «la
reunificación de tareas». Lejos de prejuzgar el pensamiento de Adam Smith,
su teoría, vigente todavía hoy en muchas organizaciones, no resulta válida
dentro del sistema sanitario dado que los recursos tecnológicos permiten
agrupar responsabilidades.

Sin abandonar los principios inspiradores y los valores del trabajo social
sanitario, tampoco sus fines, llega el desarrollo del tercer concepto clave:
«proceso».

Su desarrollo será de gran ayuda en la aplicabilidad de la Ley 16/2003, de 28


de mayo, de cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud y a riesgo de
resultar excesivamente detallista, la atención del texto se centrará en los
mínimos detalles, aquellos que ayudarán a la comprensión y aquellos que
ayudarán en la aplicación. Si bien la comprensión de algo no garantiza la
correcta aplicación, es el primer paso, allana el camino.
El concepto de «proceso», como se ha visto, está directamente relacionado
con los conceptos antes desarrollados, el de procedimiento y el de protocolo.

Para seguir avanzando es básico ver la diferencia entre los tres y a la vez su
inter-dependencia pues, como se verá, todos los procesos de trabajo social
sanitario se desprenden y se apoyan en una de las fases de los procedimientos
o de los protocolos: el diagnóstico social sanitario. Aunque también se verá
que los procedimientos o protocolos de trabajo social sanitario, se inician
dentro de procesos sanitarios en los que una de las actividades es la
«valoración de trabajo social sanitario».

La importancia de comprender el concepto, en este caso, viene por la


necesidad de evitar choques pseudointelectuales entre profesionales de
distintas disciplinas que se aferran al concepto adoptado desde éstas. Los tres
conceptos son distintos, pero maleables, de ahí la dificultad del principiante
para comprender-los y aplicarlos sobre todo cuando de siempre los ha
observado mediatizados por la visión de la medicina o la enfermería. Pero
esto es cuestión de tiempo.

49. Barber, 1978: 29.

© Editorial UOC

84

El trabajo social sanitario

Por poner un ejemplo para desbrozar algo el camino. Cuando se habla del
proceso sanitario «accidente vascular cerebral» que incluye la valoración
social, cabe pensar que antes los servicios médicos han aplicado sus propios
procedimientos para elaborar el diagnóstico médico y determinar que la
persona sufre un «accidente vascular cerebral». Ninguna profesión puede
conocer a la otra en su totalidad por eso, siempre tienen la última palabra las
y los profesionales que las en-carnan. El mapa conceptual que sigue muestra
esa interrelación entre «el proceso clínico» que origina un «procedimiento de
trabajo social sanitario» del cual a su vez, se determinan los «procesos de
trabajo social sanitario». Como salta a la vista, la secuencia es flexible.
Mapa conceptual 5. Interacción entre los procesos sanitarios y los
procedimientos de trabajo social sanitario con sus respectivos procesos

Inicio

procedimiento

Inicio

Procedimiento

de

procedimiento

sanitario

trabajo

Servicios

social

receptores

Diagnóstico

sanitario

Proceso sanitario

Diagnóstico-

Proceso trabajo

Diagnóstico

social sanitario
Procesos

Propios

Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.

Cuando en el sistema sanitario se habla de la intervención por procesos ¿de


qué se habla exactamente? Y lo más importante y lo que aquí interesa, ¿cómo
se inscribe el trabajo social sanitario dentro de este esquema de intervención
por procesos aplicando sus propios procedimientos o protocolos y resultando
en sus propios procesos? Y lo segundo más importante ¿qué es un proceso de
trabajo social sanitario?

Siguiendo el mismo esquema que en los procedimientos y los protocolos,


antes de continuar se explica el concepto «proceso» definido en general,
antes de

© Editorial UOC

85

Definiciones básicas y desarrollo...

adaptarlo al trabajo social sanitario. Sin embargo, dentro de las mismas


definiciones se irá señalando por una parte aquellos puntos que alimentan la
diferencia con los procedimientos y protocolos y, por la otra, dentro del
trabajo social sanitario, a qué se le denomina «proceso» porque responde al
concepto. Y con el fin de evitar confusiones, al nombre «proceso» se le
añadirá el apellido «de trabajo social sanitario».

Una primera definición llega del Diccionari de Serveis Socials, donde


«proceso»

se define como sigue:

«Conjunto de actividades que se interrelacionan o interactúan, las cuales,


transforman elementos de entrada en elementos de salida50.»
Se resalta la primera parte de la definición: «conjunto de actividades que se
interrelacionan o interactúan». En ella se encuentra la clave fundamental para
la mencionada aplicabilidad y la descripción posterior de negro sobre blanco.
Ahí, se pone de relieve algo tan simple como que un proceso no es una
actividad, por tanto no es una entrevista aislada, no es una gestión aislada, no
es una visita domiciliaria aislada, no es asesoramiento asilado, etcétera.
Además, las actividades vienen a ser puentes y no pertenecen a ningún
proceso en general. Cada una de estas actividades que conforman el proceso,
está directamente vinculada a otras que cada profesional retroalimenta
inteligentemente para un fin. Este fin ¿qué denominación tiene? Este fin,
como se pondrá de relieve, es lo que acabará siendo el servicio o servicios
prestados desde trabajo social sanitario.

De la segunda parte de la definición se deduce que un proceso tampoco es


algo lineal. A modo de ilustración, se recuerda el caso presentado con
anterioridad en el que la Sra. «A» acudía al servicio de trabajo social sanitario
por indicación de la enfermera de la planta para informarse de los pasos a
seguir para ingresar a su madre en una residencia. Su madre está
hospitalizada en la actualidad.

La Sra. «A» recibía impoluta toda la información de la mano de la


trabajadora social sanitaria que la atendía. Y se señalaba que, dicha atención,
aparte de no poderse presentar como una intervención de trabajo social
sanitario, tampoco po-día considerarse un proceso de trabajo social sanitario.
Incluso, suponiendo que la Sra. «A» llegara al servicio de trabajo social
sanitario acompañada de la misma enfermera y fuera ésta la que le pidiera a
la trabajadora social sanitaria: «explica por favor a esta señora los trámites
necesarios para ingresar a su madre en una re-50. Colomer y Rustullet, 2010:
122.

© Editorial UOC

86

El trabajo social sanitario

sidencia». Esto no es una intervención que pueda calificarse dentro de los


identificativos del trabajo social sanitario. Es más, supóngase que entre los
servicios y prestaciones definidos se encontrara: «prestación de la
información para el ingreso en residencia» cabe precisar que éste proceso,
entonces, por ser de trabajo social sanitario siempre estaría sujeto a sus
principios y valores, por lo que, la actuación anterior seguiría quedando fuera
del perímetro profesional.

La enfermera podría perfectamente interpretar que sí, que es una intervención


de trabajo social sanitario, podría apoyarse en el díptico del servicio de
trabajo social sanitario en el que entre los servicios se encuentra el de
«prestación de la información para el ingreso en residencia». Sin embargo, la
enfermera seguiría estando equivocada. ¿Por qué? Precisamente por la propia
naturaleza del trabajo social sanitario que siempre se trabaja y trata con la
persona enferma y afectada, la cual, a su vez, siempre es parte del tratamiento
de trabajo social sanitario. Pero además ello lo recoge Ley 41/2002, de 14 de
noviembre, Básica Reguladora de la Autonomía del Paciente y de Derechos y
Obligaciones en materia de Información y Documentación Clínica . El
contacto con una tercera persona solo se admite a efectos de presentar una
situación, un problema pero a no ser que sea la tutora legal, primero siempre
se hablará con la persona.

Así, volviendo a la misma definición queda claro que un proceso implica un


conjunto de actividades y en este caso, además de contextualizarse dentro del
caso social sanitario, se apoyan siempre en un diagnóstico social sanitario, o
prediagnóstico. Recuérdese que ambos, diagnóstico social sanitario, o
prediagnóstico, son la fase de cualquier procedimiento o protocolo en la que
el estudio e investigación de variables, da paso al diagnóstico social sanitario
que soporta la intervención. Se ha visto antes, las fases mínimas de un
procedimiento o protocolo de trabajo social sanitario son: estudio,
diagnóstico y plan de trabajo, tratamiento. El diagnóstico social sanitario, por
tanto, avala, apoya y justifica, el proceso o los procesos. Sin diagnóstico o
prediagnóstico social sanitario, cualquier acción que queda
descontextualizada de dicho esquema disciplinario que a su vez viene
avalado por el método científico, sin uno u otro, se convierte en una actividad
burocrática, en un trámite, pero nunca será trabajo social sanitario.
Este ejemplo viene a colación para señalar uno de los errores clásicos a la
hora de comprender y ubicar los procesos de trabajo social sanitario, error
cometido sobre todo por personas ajenas a la profesión o que se afanan por
simplificarla y convertirla en un tercer brazo de la enfermería o la
administración. Se trata de la mala asociación del concepto de proceso de
trabajo social sanitario con un recurso. Esto deja en evidencia la
incomprensión, primero del concepto de lo que

© Editorial UOC

87

Definiciones básicas y desarrollo...

es un «proceso», extendiéndose esta incomprensión a la naturaleza del trabajo


social sanitario.

Pensando siempre en un futuro amigable, es posible que los recursos, vengan


de donde vengan, dejen de formar parte del argot del trabajo social sanitario
porque éstos siempre, en este caso el siempre no debe asustar, forman parte
de una intervención superior y más amplia. Por ejemplo, «el servicio de
atención a domicilio» no puede verse como una mera realización de
actividades de ordenamiento de la casa, o de higiene personal de la atendida.
Pero mientras se le llame

«el servicio de atención a domicilio», una denominación muy genérica, se


seguirá pensando en las actividades que ordenan la casa. De ahí la
importancia de elaborar una buena definición. Los recursos, es una
perogrullada, pero vale la pena caer en ella, son recursos y, como hoy se les
conoce y se les utiliza, siempre pensando en el ejercicio del trabajo social
sanitario, dejarán de existir para convertirse en una parte imprescindible de
ese tratamiento de trabajo social sanitario.

Se verán como una parte del tratamiento.

Volviendo a la definición de «proceso» expuesta, piense cada profesional en


esos conjuntos de actividades de cualquier intervención que se
interrelacionan para brindar un servicio, una prestación, de trabajo social
sanitario.

Se sigue avanzando en la teoría. Dos de los autores que a mediados de los


noventa del siglo pasado sirvieron de base para desarrollar y aplicar el
concepto de «proceso» dentro del sistema sanitario fueron Hammer y
Champy, si bien ellos lo impulsaron a través de otro concepto, el de la
«reingeniería de la empresa». Sus teorías alumbraron a las direcciones
ejecutivas y políticas de la época que no dudaron en aplicar esos conceptos
básicamente del mundo de la empresa general a la empresa sanitaria, empresa
entendida como organización de profesionales del saber que utilizan recursos
sanitarios para producir bienestar y salud.

Ellos definen el concepto proceso como:

«Un conjunto de actividades que recibe uno o más input y crea un producto
de valor para el cliente51.»

Se mantiene la idea señalada en el punto anterior referida al «conjunto de


actividades», pero en este caso, agregan una aclaración que resulta cardinal:
esas actividades crean un «producto de valor para el cliente». A la definición
presentada, los autores anexan una explicación que a los efectos del presente
apartado 51. Hammer y Champy, 1994: 44.

© Editorial UOC

88

El trabajo social sanitario

resulta determinante. Aunque el ejemplo corresponde al sector industrial,


adap-tada al sistema sanitario y en concreto al servicio de trabajo social
sanitario, alumbra la comprensión del concepto. Siguen los autores:

«Ilustramos el proceso en el capítulo 1 cuando hablamos del servicio de


pedidos, que recibe un pedido como input y da por resultado la entrega de
bienes pedidos. En otras palabras, la entrega de dichos bienes, en las manos
del cliente es el valor que el proceso crea52.»

Una primera aproximación a esta definición muestra que un proceso «crea


algo». Los autores lo llaman un «producto de valor» pero en la ampliación
acla-ratoria, se expresan en términos de «servicio». Toman el ejemplo de un
«servicio de pedidos», desarrollado en su mismo libro, en el que el «proceso»
está formado por todas las actividades relacionadas con la entrega, el proceso
se ejecuta por un nuevo servicio que no existía y creado para este fin,
denominado «servicio de pedidos». El proceso no es el servicio si no todas
aquellas acciones que concurren para que ese servicio llegue a las personas.

La siguiente definición viene de la mano de Susana Lorenzo et al., quienes,


en este caso, escribiendo desde la perspectiva sanitaria, definen «proceso»
como:

«El conjunto de actividades secuenciadas que realizan una transformación de


una serie de entradas – inputs– (material, mano de obra, capital, información,
etcétera) en los resultados – outputs– deseados (bienes o servicios) añadiendo
valor53.»

De nuevo la definición pone de manifiesto «el conjunto de actividades» que


integran un proceso, añadiendo la aclaración de «secuenciadas». Con relación
a ello, a la secuencia, Hammer y Champy lo denominan «pasos que siguen
una ejecución en orden natural». Esta descripción debe evitar confundirlo con
el procedimiento que también consta de una secuencia, pero en este caso,
compuesta de fases que obedecen a un fin. La secuencia de las actividades de
un «proceso» obedece a la misma lógica. Cualquier movimiento, cualquier
acción se desarrolla or-denadamente. Pero mientras en el procedimiento o el
protocolo, el proceso está por determinar hasta que no se cuente con un
diagnóstico social sanitario, en el

«proceso» las actividades se realizan para prestar el servicio que ya está


determinado pues se cuenta con un diagnóstico social sanitario o
prediagnóstico. En la 52. Ibíd.

53. Lorenzo, Mira, y Moracho, 2006: 248.


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89

Definiciones básicas y desarrollo...

definición de Lorenzo et al., queda claramente fijado que al final de un


proceso se encuentra un servicio. Y en este punto es donde se cierra el círculo
entre procedimiento o protocolo y procesos dentro del campo del trabajo
social sanitario.

La pregunta lógica es pues ¿un proceso es un servicio? Y la reflexión lógica


es añadir ¿si es lo mismo por qué no se le llama servicio y se acabó el
enredo? Con-testando a las dos preguntas, un proceso no es un servicio, el
proceso es el conjunto de actividades que se desarrollan para ofrecer un
servicio. Valga la repetición, este servicio, todos los servicios que se presten,
se reflejará en el «catalogo de servicios y prestaciones» de trabajo social
sanitario. Como para prestarlo se aplican procedimientos y técnicas, éstas se
reflejarán en la «cartera de servicios».

El siguiente mapa lo ilustra.

Mapa conceptual 6. Posición de los servicios y procesos dentro del esquema


del procedimiento de ayuda básico desde el trabajo social sanitario

Procedimiento de Ayuda básico de trabajo social sanitario Estudio

Diagnóstico

Plan de trabajo y ejecución

Determinación de

servicios y procesos

Evaluación

Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.


Así, preguntarse por los servicios que se prestan en las intervenciones de
trabajo social sanitario implica, dentro de una organización que trabaja por
procesos, elaborar la definición de los procesos de cada servicio. En el caso
del trabajo social sanitario, habrá también que denominar el propio servicio,
en otras palabras, identificar todas las actividades que se realizan para ofrecer
el servicio, por ejemplo: «apoyo psicosocial para la elaboración del duelo a
las personas que han

© Editorial UOC

90

El trabajo social sanitario

sufrido un accidente de tráfico con fallecimiento de algún otro ocupante».


Pero a la vez, este servicio, cabe circunscribirlo dentro de un procedimiento o
protocolo, siguiendo con el ejemplo anterior, «protocolo de atención
psicosocial a las personas que han sufrido un accidente de tráfico».

Valga de ejemplo el siguiente escenario.

Tabla 2. Escenario sobre el catálogo de prestaciones y la cartera de servicios


de trabajo social sanitario en un servicio de traumatología

Catálogo de prestaciones servicio de trabajo

Cartera de servicios servicio de trabajo social

social sanitario en el servicio de traumatología

sanitario en el servicio de traumatología

Servicio:

Protocolo:

«Apoyo psicosocial para la elaboración


«Atención psicosocial a las personas que han

del duelo a las personas que ha sufrido

sufrido un accidente de tráfico».

un accidente de tráfico con fallecimiento

de algún otro ocupante».

Técnicas:

• Entrevista de apoyo en momentos de crisis.

«Preparación psicosocial de familiares

• Terapia narrativa.

y allegados para evitar el impacto visual

• Documentación.

de las lesiones».

• Grupos de apoyo de accidentados.

«Orientación psicosocial para reducir la

Protocolo:

ansiedad en personas que han sufrido un

«Atención psicosocial a las personas que han

accidente de trabajo en una cadena de

sufrido un accidente de trabajo».

montaje».
Técnicas:

«Rehabilitación vocacional».

• Entrevista para conocer la versión de la persona.

• Entrevista familiar directo.

• Documentación y registro digital.

• Grupos de ayuda mutua.

Y así sucesivamente a cada servicio prestado,

… los procedimientos o protocolos dentro de los

correctamente denominado, se le debe

cuales se prestan y las técnicas aplicadas.

asociar…

Sobra decir que tanto los servicios que aparezcan en el catálogo de


prestaciones deben prestarse, no quedar en asunto narrativo. Asimismo,
tomando los servicios presentados en el escenario de la tabla anterior,
cualquier persona ajena al servicio de trabajo social sanitario sabría los
servicios que se prestan en dicho servicio o área clínica. El siguiente paso es
definir los procesos que siguiendo con el mismo escenario serían:

• Proceso de «apoyo psicosocial para la elaboración del duelo a las personas


que ha sufrido un accidente de tráfico con fallecimiento de algún otro
ocupante».

© Editorial UOC

91

Definiciones básicas y desarrollo...


• El proceso de «preparación psicosocial de familiares y allegados para evitar
el impacto visual de las lesiones».

• El proceso de «orientación psicosocial para reducir la ansiedad en personas


que han sufrido un accidente de trabajo en una cadena de montaje».

• El proceso de «Rehabilitación vocacional».

Es evidente que cuando se habla de trabajo social sanitario se está haciendo


una gran generalización, lo que justifica la progresiva especialización de
profesionales.

Además, ¿qué es lo primero que se deduce? La importancia del diagnóstico


social sanitario, dado que no se sabe a priori qué tipo de servicio va a precisar
cada persona atendida dentro de los protocolos determinados. Seguramente,
la mayoría de las trabajadoras sociales sanitarias, ellas y ellos, que ejercen en
algún servicio de traumatología prestan estos servicios, igual que aplican
algún tipo de protocolo, y con seguridad utilizan las técnicas descritas, pero
¿quién lo sabe?

¿Dónde está descrito? ¿Cuáles son los resultados que han obtenido en materia
de bienestar? Aplicando el esquema, ordenando los tres conceptos, el trabajo
social sanitario mantiene su idiosincrasia, sus valores y principios, es un
conjunto de conocimientos y teorías que a medida que se van analizando los
datos que se van generando en las intervenciones, se van ampliando.

Florence Hollis y Mary E. Woods hablan de los objetivos de los procesos de


tratamiento del trabajo social sanitario, si bien cuando escribieron el texto
siguiente, dichos conceptos estaban menos desarrollados. Aún así,
demuestran la fuerza del lenguaje pues describen perfectamente la
intervención por procesos desde la profesión. Dicen:

«Los procesos tienen un objetivo común –reducir la ansiedad– pero la


dinámica envuelta en cada uno es diferente. En un caso, parte del estimulo
para reducir la ansiedad se orienta a medidas ambientales; en otro se da la
seguridad, dependiendo del cliente y a partir de la confidencia con el
trabajador social; en tercer lugar, el paciente recibe apoyo para que
comprenda de una manera más real la situación; en cuarto lugar se le ayuda a
priorizar sus emociones envueltas en sus relaciones personales y sus
consecuencias si ellas producen reacciones comunes54.»

54. Hollis y Woods, 1981: 85–107.

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92

El trabajo social sanitario

El proceso incluye todo aquello que se realiza para prestar el servicio al


cliente (no confundir con consumidor). Se ha mencionado varias veces que el
término cliente implica la existencia de un profesional que informa, asesora,
orienta, a una persona que le consulta o le pide ayuda. Todo ello siempre
inscrito dentro de un procedimiento o protocolo.

Es importante desterrar la idea de que el servicio de trabajo social sanitario


obedece órdenes de otros profesionales. La misma condición de profesional
se-

ñala que éste no ejecuta órdenes sino que se acude a él para lograr su consejo,
orientación y de nuevo se reincide en lo mismo esa orientación se
contextualiza en cada caso.

El proceso, por tanto, implica la ejecución de todas las actividades:


entrevistas con la persona, entrevistas con su familia, sesiones conjuntas con
otros colectivos profesionales, gestiones con profesionales responsables de
otros programas, sesiones clínicas con otros miembros del equipo sanitario
implicado en el proceso de curación, informes de trabajo social sanitario,
etcétera. Y todo ello ha de ser detallado a priori para poder estimar recursos
humanos y materiales en cada uno.

A efectos prácticos, el inicio del proceso indica que, la fase de estudio ya se


ha realizado y se cuenta con un diagnóstico social sanitario. Aunque si bien,
en los procedimientos o protocolos, la fase diagnóstica es una fase esencial,
en los procesos, ésta no existe porque el diagnóstico social sanitario ha sido
elaborado, valga la redundancia, dado que de no ser así, no se podría hablar
de proceso. Entonces, volviendo a lo dicho, la actividad sería una tramitación.

Lo que sí procede una vez el proceso está en marcha es la evaluación y en


base a los logros obtenidos con los servicios prestados, reelaborar el
diagnóstico social sanitario.

Aspectos a considerar acerca de los procesos sociales:

• Implican un conjunto de actividades secuenciadas para prestar un servicio


final definible y mensurable. No se puede determinar a priori el peso de la
actividad que va a suponer la gestión del proceso, pero sí todas las
actividades posibles pues antes se habrán definido.

• Determinados procesos que incluyen apoyos de otros servicios o programas


están sujetos a su existencia en la comunidad de procedencia de la persona.

• Servicios y tipologías de apoyos diferentes conciben procesos de trabajo


social sanitario diferentes, aunque todos ellos compartirán actividades y
gestiones similares.

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93

Definiciones básicas y desarrollo...

• Los procesos de trabajo social sanitario se apoyan y justifican en el


diagnóstico social sanitario. Sin éste, no se puede hablar de proceso ni de
servicio de trabajo social sanitario.

Las actividades y la aplicación de algunas técnicas son los andamios que


permiten a la trabajadora social sanitaria, ella o él, junto con la persona, tejer
los elementos que darán lugar al servicio necesario. Una característica de los
procesos y su diferencia con los procedimientos o protocolos, es que mientras
estos últimos son una guía a seguir, los primeros no tienen límite en cuando a
las actividades que congregan. En algunos casos son más y en otros, menos.
Ello implica valorar la complejidad, un trabajo en el que la autora sigue
trabajando para ofrecerlo en un tiempo próximo. De momento, todo lo
referido a la complejidad está disponible en otros espacios.

Otros servicios y prestaciones clásicas del servicio de trabajo social sanitario


son entre otros:

• La ayuda psicosocial en la elaboración del duelo.

• La intervención de crisis en los cuidados de enfermos agudos ante


determinadas enfermedades.

• Los grupos de ayuda formados por personas con diagnósticos médicos


específicos que penetran en lo social:

– Diabetes.

– Insuficiencia renal.

– AVC.

– Artrosis.

– Taller de apoyo para la educación y la promoción de conductas sanas que


mantengan los beneficios de las atenciones clínicas.

– Apoyo psicosocial para el regreso a casa en la planificación del alta


sanitaria.

– El diseño y aplicación de programan preventivos, etcétera55.

55. Bracht, 1983: 29–44.

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94
El trabajo social sanitario

Matices entre «procesos sanitarios o clínicos» y «procesos de trabajo


social sanitario»

Dentro del contexto de cualquier establecimiento sanitario, la intervención


desde el trabajo social sanitario sea a demanda o por programas, siempre será
una de las actividades recogidas en los procesos clínicos o sanitarios,
incluyan o no en su definición de base, la valoración social. Ésta, sea por la
causa que sea, siempre se originará con el procedimiento o protocolo que
corresponda. Es preciso fijar-se la meta de ir eliminando las intervenciones
reactivas y/o a demanda de otros profesionales, éstas últimas a veces
apoyadas en el prejuicio. Para ello es necesario ir diseñando instrumentos que
permitan la identificación objetiva, lo más alejado posible de la subjetividad.
Y ello sin que suponga un detrimento para que en determinados casos se
produzca la demanda.

Pero mientras que el proceso sanitario se denomina, por lo general, como el


diagnostico sanitario (proceso de catarata, hernia inguinal o crural), también
como algunas técnicas diagnósticas y tratamientos (artroscopia, prótesis de
ca-dera), los procesos de trabajo social sanitario, se denominarán en base al
tratamiento puesto que asumiendo las diferentes definiciones mostradas, al
final de un proceso se presta un servicio que siempre responde a un plan de
tratamiento.

En el trabajo social sanitario existen tantos diagnósticos sociales sanitarios


como casos atendidos.

Otra característica a tener en cuenta es que no se puede establecer una


asociación directa entre el proceso sanitario y el proceso de trabajo social
sanitario que vaya a ser. Las personas atendidas dentro del mismo proceso
sanitario, serán atendidas en procesos de trabajo social sanitario distintos. Por
ejemplo, sería erróneo pensar que todas las personas atendidas dentro del
proceso «cataratas», van a ser atendidas igualmente en un determinado tipo
de proceso de trabajo social sanitario. Se destaca, no obstante, que si bien, a
medida que se vayan regis-trando casos, el análisis posterior de las bases
arrojará distribuciones que permitirán elaborar indicadores, los cuales a su
vez, serán claves en el análisis de las tendencias.

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95

Definiciones básicas y desarrollo...

Mapa metodológico para la definición de los procesos Mapa conceptual


7. Metodología para definir los procesos de trabajo social sanitario Nombre
del proceso

Definición: ¿explicar cuál es el servicio?

CONJUNTO DE ACTIVIDADES QUE INTEGRA

Propietario

Proveedores internos

Proveedores externos

Clientes internos

Cliente directo

Clientes indirectos

DEFINICIÓN DE LOS INDICADORES

MENSUALES

TRIMESTRALES

SEMESTRALES

ANUALES
Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.

Escenarios de trabajo social sanitario: reflexiones

«Todo es trabajo social» se escucha a veces dando a entender que no existe


diferencia entre campos y ámbitos de intervención. También todo es
medicina y en cambio, cuando se sufre un problema específico se busca al
especialista. Pero como dice el refrán «la zorra cuando no las puede alcanzar
dice que están verdes», dicho de otro modo, cuando no se consigue entender
la diferencia del trabajo social sanitario, éste se niega. Los espacios y las
competencias intrínsecas a esta disciplina tienen como centro de gravedad la
atención a los aspectos psicosociales de la persona enferma en el momento en
que su enfermedad está siendo tratada médicamente o cuando, una vez
finalizado el tratamiento, se requiere un seguimiento. La intervención desde
el trabajo social sanitario siempre toma como punto de partida la enfermedad
que sufre la persona, el diagnóstico médi-

© Editorial UOC

96

El trabajo social sanitario

co que motiva su consulta sanitaria o, incluso, el ingreso hospitalario, su


vivencia y el entorno en donde todo esto acontece.

Desde el trabajo social sanitario se contextualiza la enfermedad y su


pronóstico y, como se viene diciendo, se elabora el diagnóstico social
sanitario que es el centro de gravedad sobre el cual se articularán los
diferentes procesos de atención y apoyo. El plan de trabajo, siempre con la
mirada puesta en el apoyo a las personas o en la transformación de
realidades, la modificación de percepciones o la gestión del entorno, estará
condicionado tanto por el diagnóstico como por el pronóstico médico, las
necesidades de asistencia y las probabilidades de la persona para recuperar su
itinerario vital. Así se combina la atención de lo sanitario con lo social
resultando, un tercer elemento que integra y permite ver a la persona como un
todo y no como la suma de partes.
Es una evidencia que el plan de trabajo social sanitario de una persona que se
diagnóstica de demencia tipo Alzheimer56 no puede ser el mismo plan de
trabajo de una persona diagnosticada de diabetes57 o, de otra que ha sufrido
un accidente de trabajo con grandes quemaduras58. Aunque todas ellas
presenten variables sociales iguales: estado civil, ingresos económicos,
problemas de trabajo, características de la vivienda, dificultades para volver a
casa, etcétera, la enfermedad particular imprime itinerarios particulares. Los
anteriores son solo algunos ejemplos ilustrativos para señalar la importancia
del diagnóstico médico en la elaboración del diagnóstico social sanitario y
por consiguiente en la intervención que de él, se derive desde el servicio de
trabajo social sanitario.

Así pues, un elemento diferencial, ciertamente poco contemplado, de la


intervención desde el trabajo social sanitario es que para atender los aspectos
psicosociales de la persona enferma en tratamiento médico, también los de su
familia o red social próxima que conforma su núcleo habitual de convivencia,
el diagnóstico médico es un elemento definitivo. El pronóstico, por su parte,
es donde se dibuja el horizonte adyacente que marcará el camino singular de
las ayudas para cada persona.

La variabilidad de las formas de ayuda es amplia, pudiendo iniciarse a partir


de una ayuda básica, primaria, reactiva, o a partir una ayuda más refinada y
espi-ritual, más proactiva. En ningún caso se está categorizando una ayuda
frente a la otra, pero sí que una u otra implican diferentes puertas de entrada
que dan lugar 56. Cox, 2007: 3–12.

57. Engelmann, 1976: 413–419.

58. Brodland, y Andreasen, 1976: 370–379.

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97

Definiciones básicas y desarrollo...

a intervenciones de carácter más reactivo o más proactivo. A continuación se


presenta una síntesis de un escenario de cada caso, acompañados de pautas de
actuación para comprender el factor diferencial de la especialidad: Caso A:
El Sr. José de 70 años de edad padece una insuficiencia respiratoria, vive solo
con su esposa y está a punto de recibir el alta hospitalaria. El servicio de
trabajo social sanitario del hospital interviene a demanda de los vecinos que
ad-vierten de que la vivienda presenta grandes problemas de insalubridad.
Como puede deducirse, el servicio de trabajo social sanitario del hospital, no
aplica ningún procedimiento de planificación del alta hospitalaria, por esta
razón no se ha detectado el problema a lo largo de la hospitalización. Dada la
proximidad del alta, la intervención será reactiva, se orientará a organizar de
urgencia el acondi-cionamiento de la vivienda para que el Sr. José no corra
ningún riesgo y, además, no deba permanecer hospitalizado por esta causa,
pero una vez subsanada dicha emergencia inscrita en la atención profesional
individualizada59, cabe iniciar el procedimiento de estudio del caso junto con
la trabajadora social sanitaria, ella o él, de la atención primaria sanitaria. Se
trata de una intervención reactiva que se habría evitado, o habría sido
proactiva si el servicio de trabajo social sanitario del hospital hubiera seguido
algún procedimiento del programa de la planificación del alta sanitaria.

Caso B: La Sra. Jacinta se encuentra en su fase final de la vida. Consciente


de ello, manifiesta que quiere morir en su casa. El hijo y la nuera, ambos, se
manifiestan incapaces de atender a su madre si bien desean satisfacer su
deseo. Las responsabilidades laborales de ambos, les obligan a estar ausentes
todo el día y la Sra. Jacinta necesita medicación con una periodicidad de tres
horas. La casa reú-

ne todas las condiciones necesarias para la comodidad de la Sra. Jacinta pero


ellos no pueden dejar el trabajo para atender sus necesidades. Junto con el
médico responsable y la enfermera se estudian las necesidades de atención de
la Sra. Jacinta y desde el trabajo social sanitario se valora su actitud ante el
regreso a casa. Se estudia si las necesidades de atención pueden cubrirse en la
casa de manera complementaria a la red natural sin exponerla a algún riesgo.
Se estudian las posibi-59. Atención profesional individualizada, definida
como la solución a problemas sociales de personas enfermas y tratadas en el
sistema sanitario que requieren de una respuesta rápida pues el problema es
evidente y la necesidad también. Por ejemplo: recogida de niños en la escuela
cuando la madre acaba de ingresar por urgencias, gestión de alimentos,
organización de la compañía para acudir al centro de salud, etcétera.

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98

El trabajo social sanitario

lidades y responsabilidades del hijo y la nuera en su vida cotidiana que no


pueden perder sus trabajos. Pero también y, en paralelo, se ayuda a la persona
preparándola por si, finalmente, en casa no puede recibir los apoyos
necesarios, los cuales, habrá que determinar. Dado el caso, la Sra. Jacinta, si
acepta, puede ser tributaria de un servicio de ayuda para la elaboración del
duelo, incluyendo a su hijo y nuera, por toda la situación a la que se enfrentan
cada uno desde su ángulo, pero que afecta a los tres.

Ni uno ni otro caso se resuelven en una entrevista, ni en dos, ni levantando el


teléfono o escribiendo un e-mail para solicitar los apoyos a la entidad que
corresponda. Son casos que a priori se pueden calificar de atenciones e
intervenciones largas. Tampoco se resuelven convenciendo a nadie de nada,
al contrario es preciso escuchar a todos y mucho, conducir las reflexiones,
favorecer y estimular cuantas más mejor. Se sabe que la estimulación del
dialogo interno ayuda a elaborar pautas externas pero eso que aquí se explica
intelectualmente, debe convertirse en experiencia.

Cierto es que el primer ejemplo justifica unos pasos iniciales que vienen
avalados por la insalubridad de la vivienda. Pero si el personal médico o el de
enfermería, hablaran de gestionar tal o cual recurso para dejar la casa en
condiciones, cometería un error poniendo de relieve una actitud que asocia
una necesidad a un recurso, dejando fuera a la persona, a su familia, y se
insiste, a su vivencia. Lo psicosocial no es tratable como lo es una infección
vírica, o una úlcera o una fractura. Lo psicosocial es como una semilla, tiene
sus tiempos de desarrollo y requiere sus tiempos y momentos de intervención
con toda una estrategia elaborada. Guste o no guste, esos tiempos son
necesarios si se quiere prestar un servicio de calidad. A priori, en ambos
casos, las intervenciones pueden ser muy distintas y muy iguales si se
reacciona sobre lo aparente de cada caso. Pueden ser muy iguales si un
profesional que no es trabajador social sanitario, decide, a partir de su propia
proyección, lo que es lo mejor, o lo que le conviene a la persona. Con-
veniencia que, dicho sea de paso y como se viene señalando, si no sigue
ningún procedimiento previamente definido, se está apoyando en la pura
especulación, en la antítesis del trabajo científico y del trabajo social
sanitario, pudiéndose llegar a obtener tantas propuestas de solución como
profesionales intervengan.

Una valoración profesional nunca puede ser especulativa, es una evidencia,


pero también lo es, cuando uno se pasea por los establecimientos sanitarios,
que algunas interpretaciones sí son especulativas. Así, para evitar caer en la
especulación, para no convertir los problemas de las personas en problemas
propios, se siguen los procedimientos, los protocolos de intervención, porque
ellos permiten

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99

Definiciones básicas y desarrollo...

una aproximación pautada, sistemática, secuenciada que profundiza más allá


de lo evidente y lo superficial que está a la vista de cualquiera. En el trabajo
social sanitario se trabaja sobre todo sobre la parte hundida del iceberg
humano, no sobre la que queda a la vista si bien ambas son lo mismo, lo que
se encuentra en una o en la otra son situaciones distintas.

De la misma manera que una trabajadora social sanitaria puede ver que una
llaga de decúbito está infectada, una enfermera puede ver que una relación
familiar está deteriorada, pero ni la primera puede ocuparse de la curación de
la llaga ni la segunda puede ocuparse de la rehabilitación de la relación
familiar.

Todo aquello que salta a la vista, no significa que quien lo ve pueda tratarlo o
abordarlo.
Para la ciudadanía, para los profesionales ajenos al trabajo social sanitario, el
primer ejemplo podría parecer una simple cuestión de limpieza del hogar, de
dejarlo en condiciones para cuando el Sr. José llegara del hospital, para
algunos puede ser una cuestión de explicar que la vivienda debe mantenerse
limpia, etcétera.

Desde el trabajo social sanitario nunca será así y es en esta diferencia, en lo


que ven las trabajadoras sociales sanitarias, ellas y ellos, y no ve el resto que
radica la especialización. Los problemas de insalubridad, efectivamente, se
resuelven organizando la limpieza de la vivienda, pero sería de un gran
reduccionismo ver el caso social sanitario presentado como un simple
problema de limpieza. La trabajadora social sanitaria del hospital, ella o él,
sabe que este problema de insalubridad es el principio de algo y el acto de
limpiar la casa, de dejarla como una pate-na para cuando llegue el Sr. José, es
el primer paso de otros muchos que se planificarán estratégicamente para
llegar a la raíz de la causa o causas por las que esa pareja, por ejemplo, han
abandonado la higiene de su vivienda. Según el caso, habrá que trabajar su
sentido de la responsabilidad sobre la limpieza del espacio donde habitan,
habrá que educar sobre los riesgos de infecciones secundarias cuando se
habita un espacio insalubre, pero seguramente se deberán trabajar sus
responsabilidades sobre otras muchas esferas de su vida.

Aunque los dos ejemplos parecen situarse en los extremos de una misma lí-

nea, no implica que sean opuestos, o que uno, el primero, por la evidencia,
sea más fácil de abordar que el otro. Aparentemente, llegan por vías muy
distintas, lo que solo significa eso, que llegan por vías distintas. Sus
diferencias pueden justi-ficarse desde el prejuicio que suele darse en
profesionales ajenos al trabajo social sanitario sobre los asuntos de carácter
psicosocial pero desde éste, se establece un juicio profesional o lo que es lo
mismo, un diagnóstico social sanitario (o prediagnóstico) sobre el que se
edifica cada una de las intervenciones.

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101
Antecedentes inspiradores de la segunda...

Capítulo II

Antecedentes inspiradores de la segunda mitad

del siglo XX que sostienen la presencia del trabajo social sanitario en el


sistema sanitario

En 1978, coincidieron dos eventos que pueden considerarse un ecuador en la


evolución del sistema sanitario: la Declaración de Alma–Ata, el 12 de
setiembre de 1978 y la aprobación de la Constitución Española, el 6 de
diciembre del mismo año.

En la Declaración de Alma–Ata60 la OMS conceptualizaba la atención


primaria de salud y la reconocía como uno de los pilares de los gobiernos
para alcanzar sus objetivos en esa responsabilidad. De igual modo, daba una
definición de salud que sigue siendo un referente para profesionales y
políticos61. Si bien la Declaración se encuentra al alcance de quien esté
interesado en leerla, a los efectos de este libro, se señala el punto 7 del
capítulo VII, en donde se dice:

«7. Se basa, tanto en el plano local como en el de referencia, en personal de


salud, con inclusión, según proceda, de personas médicas, enfermeras,
parteras, auxiliares y trabajadoras sociales, así como de personas que
practican la medicina tradicional, en la medida en que se necesiten, con la
preparación debida social y técnicamente, para trabajar como un equipo de
salud y atender a las necesidades de salud expresadas de la comunidad62.»

Véase que se cita específicamente el trabajo social, se puede añadir sanitario,


como una de las profesiones con responsabilidad en ese nuevo crisol
profesional.

La Constitución Española, por su parte, en el artículo 43, cita textualmente


«la protección de la salud».

60. WHO, 1978.


61. En su capítulo i dice: «la Conferencia reitera firmemente que la salud, que
es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la
ausencia de afecciones o enfermedades, es un derecho humano fundamental,
y que el logro del nivel de salud más alto posible es un objetivo social
sumamente importante en todo el mundo, cuya realización requiere la
intervención de otros muchos sectores sociales y económicos, además del
sector de la salud».

62. OMS, 2002: 22–24.

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102

El trabajo social sanitario

El 21 de noviembre de 1983 España ratificaba la firma sellada en Estrasburgo


dos años antes, el 9 de febrero de 1981, asumiendo el Convenio Europeo de
Asistencia Social y Médica y el Protocolo Adicional que a su vez se había
firmado en París treinta años atrás, el 11 de diciembre de 1953. El citado
Convenio soporta-ba parte del Artículo 13 de la Carta Social Europea de cuya
firma, impresa en Tu-rín el 18 de octubre de 1961, se cumplen ahora
cincuenta años. De todos los ar-tículos de la Carta Social Europea, dos en
especial, el 13 y el 14, son concluyentes para contextualizar la «ayuda desde
el trabajo social sanitario» dentro del sistema sanitario actual en este siglo
XXI. Ambos constituyen un aval y un reconocimiento en sus contenidos y,
además, permiten establecer la diferencia entre el trabajo social sanitario y los
servicios sociales. Dice el artículo 13 «Derecho a la asistencia social y
médica»:

«Para garantizar el ejercicio efectivo del derecho a la asistencia social y


médica, las partes contratantes se comprometen:

1. A velar por que toda persona que no disponga de recursos suficientes y no


esté en condiciones de conseguirlo por su propio esfuerzo o de recibirlos de
otras fuentes, especialmente por vía de prestaciones de un régimen de
Seguridad Social, pueda obtener una asistencia adecuada y, en caso de
enfermedad, los cuidados que exija su estado.

2. A velar por que las personas que se beneficien de tal asistencia no sufran
por ese motivo disminución alguna en sus derechos políticos y sociales.

3. A disponer lo preciso para que todas las personas puedan obtener por
medio de servicios adecuados, públicos o privados, el asesoramiento y ayuda
personal necesarios para prevenir, eliminar o aliviar su estado de necesidad
personal o familiar.

4. Aplicar las disposiciones mencionadas en los párrafos 1, 2 y 3 del presente


artí-

culo, en condiciones de igualdad con sus nacionales, a los de las restantes


partes contratantes que se encuentren legalmente en su territorio, conforme a
las obligaciones derivadas del Convenio Europeo de Asistencia Social y
Médica, firmado en París el 11

de diciembre de 1953.»

Los cuatro puntos desarrollan y nutren directamente la práctica del modelo de


asistencia integral asumido en España y su comunidades autónomas, el
modelo biopsicosocial. La conjunción copulativa «y» en el título del artículo
invita a deducir que los redactores de la Carta, vieron la adición y
simultaneidad que acontece entre lo sanitario y lo social siendo un todo
indivisible. Las estructuras organizativas de los sistemas sanitarios al aceptar
la Carta asumían que la atención a las personas enfermas, implicaba la
atención a múltiples esferas sociales

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103

Antecedentes inspiradores de la segunda...

(lo social no es una sola dimensión) a las cuales la enfermedad afectaba en


mayor o menor medida. Este hecho hoy, en pleno 2011 y camino de 2012,
sigue igual.

Por más que la tecnología avance, por más que se desarrollen los medios a
em-plear para afinar los diagnósticos médicos y por ende proponer
tratamientos, a medida, con altos índices de éxito, cirugías aparentemente
menos invasivas y se subraya, aparentemente63, este hecho, la afectación de
lo social por la enfermedad, la impresión y la desolación ante determinados
diagnósticos médicos, seguirá repitiéndose una y otra vez. Lo psicosocial es
lo humano, lo cotidiano, las emociones y los sentimientos, los temores y las
actitudes, es lo derivado de las interpretaciones erróneas y todo lo que cuando
se desata la enfermedad, en un primer instante, escapa a lo racional, a lo
sostenido, a lo previsible, a las leyes me-cánicas. Por ello, la «ayuda» desde
el trabajo social sanitario coincide simultáneamente en el tiempo y en el
espacio con la «ayuda» médica y la «ayuda» de enfermería, pero mientras las
dos últimas van transformándose con las tecnologías, la primera, el trabajo
social sanitario sigue necesitando la entrevista, sigue de-volviendo a las
personas que atiende ideas elaboradas y racionalizadas a pesar de las
elucubraciones, sigue necesitando tiempo para ver y oír a la persona en ese
nuevo entorno. Las trabajadoras sociales sanitarias, ellas y ellos, no disponen
de láser, ni de laparoscopio, tampoco pueden ayudarse de la resonancia
magné-

tica. Su instrumento es la entrevista, su bisturí es la palabra que a la vez es la


seda con la que sutura esas heridas abiertas que ha dejado o sigue abriendo en
el espacio emocional, la enfermedad. Recuérdese el ejemplo del trabajo del
granjero con el que Mary E. Richmond ilustraba este hecho64. La palabra
sigue siendo molécula del trabajo social sanitario. Pero como muy bien
señala la Carta Social Europea, implícitamente, en el artículo 14, debe
evitarse la confusión del trabajo social sanitario con los servicios sociales o
con los recursos de otras entidades con las cuales cuenta.

En dicho artículo 14, «Derecho a los beneficios de los servicios sociales», se


se-

ñala la creación de servicios de apoyo en el ámbito social, lo trata


especialmente, lo cual evidencia una vez más que el ámbito de los servicios
sociales es un ámbito con entidad y organizaciones propias, con métodos
propios, siendo el trabajo 63. Sitges, A., 2011.

64. En Social Diagnosis, Mary E. Richmond recorre al ejemplo de un


granjero señalando cómo éste vive pendiente de variables propias para ver los
resultados de su trabajo. Explica cómo el granjero rechaza el rumor y apuesta
por las variables objetivas como la recolección o la calidad del grano, a la vez
que sigue con atención las condiciones del tiempo, las pestes, las plagas.

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104

El trabajo social sanitario

social una de las muchas profesiones que lo integran, pero no la única. Pero
también ostenta una entidad propia el ámbito de los servicios sanitarios, el de
los servicios laborales, el de los servicios jurídicos. La confusión entre el
trabajo social sanitario, también el trabajo social generalista, con los servicios
sociales debe irse deshaciendo para que el trabajo social en general, el
sanitario en particular, pueda respirar de la disciplina. Dice el artículo 14:

«Para garantizar el ejercicio efectivo del derecho a beneficiarse de los


servicios sociales, las partes contratantes se comprometen:

1. A fomentar u organizar servicios que, utilizando los métodos de un


servicio social, contribuyan al bienestar y al desarrollo de los individuos y de
los grupos en la comunidad, así como a su adaptación al medio o entorno
social.

2. A estimular la participación de los individuos y de las organizaciones


benéficas o de otra clase en la creación y mantenimiento de tales servicios.»

Mary E. Richmond señaló esta especie de mezcolanza o confusión como un


punto débil en el desarrollo del futuro Estado del bienestar65. Ella hablaba
del pú-
blico, de las personas que se atendían dentro de esta nueva óptica de la
sociedad en la que la «ayuda» seguía procedimientos profesionales que se
concebían dentro de los parámetros del método científico. Hoy pasados cien
años, dicha confusión sigue latiendo en las personas, pero también, en los
profesionales y políticos, ellos y ellas, directa o indirectamente vinculados al
sistema sanitario, a su organización y a su legislación. En ambos puntos del
artículo 14 se pone de relieve que los servicios sociales eran y son un ámbito
de la atención dentro del Estado del bienestar, son un sistema con su
idiosincrasia, apoyada, es de suponer, en los conocimientos, las teorías,
investigaciones, que generan los diferentes colectivos profesionales que los
constituyen.

Ocho años tras aprobarse la Constitución Española, en 1986, se aprobaba la


Ley General de Sanidad. En varios de los artículos de la ley abunda el
término integral referido a la asistencia y a los centros de atención, en
concreto, pueden encontrarse nueve referencias a ese principio y valor
fundamental dentro de la sanidad. La ley supuso un hito para las futuras
estructuras y funciones sobre las que se irían proyectando los servicios
clínicos del futuro sistema sanitario estatal y autonómico. Sin que se diera
una mención explícita al trabajo social sanitario, éste, como profesión
presente desde mediados de los cincuenta en el mundo hos-65. Richmond,
1917: 25.

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105

Antecedentes inspiradores de la segunda...

pitalario, quedaba igualmente implicado y sujeto a los nuevos esquemas de


futuro.

En el ámbito universitario, la importancia del trabajo social sanitario aparece


en un artículo de 1987 firmado por el Dr. Palafox, profesor de la Escuela
Universitaria de Trabajo Social de la Universidad Complutense de Madrid, en
donde se-
ñala, según estadísticas de 1974, que el campo sanitario era el mayor
empleador de, a la sazón, «asistentes sociales». El texto en su conjunto
enfatiza en la formación especializada para depurar el ejercicio profesional
dentro del entonces, joven sistema sanitario que se iniciaba en el trabajo en
equipo siendo la trabajadora social sanitaria, ella o él, un miembro más. En el
mismo artículo el Dr. Palafox se refería a la «Encuesta sobre expectativas y
valoración académica y profesional de los estudiantes de Trabajo Social» en
la que las estudiantes de trabajo social, ellas y ellos, expresaban en un 37,3%
su atracción por el campo profesional de menores, y a pocas décimas, con el
36,5%, estaban quienes decían que les atraía trabajar en el campo sanitario66.
Desde mediados de los ochenta hasta mediados de los noventa, son años de
enraizamiento y de crecimiento de la profesión y, aunque fuera «a trancas y a
barrancas», ocurría en un territorio que parecía abo-nado para el desarrollo.

A mediados de los noventa, el sistema sanitario sigue transformándose revi-


sando conceptos sobre las funciones básicas: la asistencial, la investigadora,
la docente y la preventiva. Es a finales de los noventa cuando empieza una
ola de

«planes estratégicos» que recorre el sistema sanitario. La planificación


estratégi-ca es un instrumento de planificación que parte de la reorganización
y proyección de futuro entre cuatro y seis años, siendo la principal diferencia
con la planificación a largo plazo que en ella participan tanto las direcciones
como los profesionales que deberán ejecutar las líneas determinadas, como
los stakehol-ders. Seguramente, si hoy se pudiera comprobar cuántos de
aquellos planes estratégicos llegaron al puerto previsto encontraríamos muy
pocos. Sin embargo, aquellos ejercicios, maratonianos e interdisciplinarios
que, en muchos casos, incluían a toda la organización en cascada,
sensibilizaron, para una mejor gestión, a sus profesionales. Indirectamente,
les iniciaron en los «catálogos de prestaciones» y las «carteras de servicios».
Y si bien, la ley que puso en marcha el gran cambio, la 16/2003 de cohesión
y calidad del Sistema Nacional de Salud, no había empezado ni a redactarse,
posiblemente, aquellos planes estratégicos fueron un

«tráiler». La citada ley se aprobaría en 2003.


66. Palafox, 1987: 125–134.

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106

El trabajo social sanitario

Por todo lo contado, éste es un buen momento y el lugar apropiado para tratar
de derrotar esa confusión que desordena los conceptos y, en la práctica, en el
ejercicio profesional, les confiere contenidos que no son. El trabajo social
sanitario, muy resumidamente, siguiendo procedimientos o protocolos y
aplicando técnicas varias, presta servicios que promueve la actitud sana en las
personas enfermas, o en riesgo de enfermar, de sus familias, con sus servicios
y prestaciones las ayuda y acompaña en esa reparación vital, las relaciona y
las vincula con otras personas, para que ellas mismas puedan superar sus
dificultades, sus estados de ánimo, sus pérdidas. Los servicios sociales,
también resumidamente están ahí para cuando la persona o su familia, no
consigue afrontar esa nueva realidad, incluso habiendo sido objeto de
tratamientos de trabajo social sanitario individual, familiar o grupal.
Entonces, los servicios sociales se convierten en apoyo esencial para la
persona y su familia.

En un futuro, para seguir apostando por la eficacia y la eficiencia de las


intervenciones mixtas, es decir, las que combinan la «ayuda desde el trabajo
social sanitario» con «programas de servicios sociales», se propone una
fórmula que contenga «servicios sociales sanitarios» dependientes del
sistema sanitario aceptando el cauce natural del río de la vida de las personas
enfermas, o en grave riesgo, y de sus familias. Sea la dolencia de la índole
que sea, el vínculo entre éstas y el equipo de atención primaria que las
atiende, médico de familia, enfermera y trabajador social sanitario, es tan
estrecho como necesario para mantener o mejorar su salud. Así mismo,
siguiendo con el artículo 14 de la Carta Social Europea, se asume como
válida la traducción adoptada en la Ley de Servicios Sociales de Cataluña que
en el «Preámbulo67» cambia la expresión «métodos del servicio social» por
la de «métodos de trabajo social» incluyendo así, el trabajo social generalista
en los servicios sociales.

67. Llei 12/2007, d’11 d’Octubre, de Serveis Socials, 2007.

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Sistema sanitario y normativa legal

Capítulo III

Sistema sanitario y normativa legal: «ideas–fuerza»

para el trabajo social sanitario

El andamio normativo sobre el que hoy se sostiene el sistema sanitario y


se circunscribe el trabajo social sanitario Como profesión específica que se
ejerce en el sistema sanitario y no en otro, el trabajo social sanitario se debe,
por un parte, a los principios y valores, a los conocimientos y teorías que lo
justifican y alimentan y, por la otra, queda sujeto y condicionado por las
leyes, decretos, regulaciones del sistema sanitario en el cual se inscribe y
ejerce. Sin embargo, éste, el sistema sanitario, está condicionado por la
evolución y desarrollo científico de las disciplinas que lo integran y cuya
naturaleza investigadora lleva a sus profesionales a un constante desarrollo de
competencias. El sistema sanitario, incluso hoy en plena crisis, es un sistema
modelo de la sociedad del conocimiento por la capacidad de acción y gestión
que atesoran los diferentes colectivos de profesionales que lo integran.

Para este capítulo, del amplio conjunto de normas reguladoras del actual
servicio nacional de salud, se han escogido tres leyes que por su contenido y
proyección, por su base filosófica y moral, ejercen una especial influencia en
el presente y el futuro del trabajo social sanitario. Si bien sería un error ceñir
el ejercicio de una profesión a un territorio, el conocimiento desconoce las
fronteras, es patente que la legislación existente en cada territorio modela la
organización de dicho conocimiento y la puesta en escena de cómo la
profesión que lo expresa, se organiza y aplica.
¿Cómo se inscribe el trabajo social sanitario en los contenidos de dichas
leyes?

Sobre esto, ¿qué es preciso cambiar? Como se ha visto en el capítulo anterior,


dedicado al desarrollo conceptual de los procedimientos, los protocolos y los
procesos, son cambios que afectarán al plano organizativo y al plano
formativo de las y los profesionales, pero no afectará ni las propiedades ni los
motivos del trabajo social sanitario que, en todo caso, evolucionan dentro del
propio ejercicio.

De lo que se trata es de poner sobre la mesa que el trabajo social sanitario,


tanto

© Editorial UOC

108

El trabajo social sanitario

estructural como funcionalmente, cumple con esos perímetros normativos y


que éstos no son óbice para su ejercicio ni su desarrollo.

En el conjunto de reflexiones y argumentaciones siguientes se evitará, en la


medida de lo posible, ofrecer un texto ideológico, pues eso solo exige un
manejo afortunado de la palabra. En el texto se busca, sobre todo, el ejercicio
de la profesión y su identificación con la legislación. Busca presentar, por
una parte, escenarios y propuestas de trabajo social sanitario, por la otra,
seguir ofreciendo ejemplos reales que acreditan los elementos teóricos y
argumentativos. Será un texto teórico pero, a la vez, práctico. Para ofrecer
una auténtica ayuda, debe responder a ambos criterios. Rescatará
experiencias, presentará hipótesis y recomendaciones de trabajo surgidas de
la observación de determinadas repeticiones, hipótesis que, si bien algunas
deben ser validadas siguiendo métodos estadísticos, la experiencia
profesional, la acumulación de casos y su repetición avalan y confirma en
gran medida. Es preciso recordar que el trabajo social sanitario no es una
ciencia exacta y que nace de la práctica, aunque la autora defiende que sí es
una ciencia como lo es la medicina y sus inferencias, como la medicina, se
sostienen en la rigurosidad del método científico. La siguiente definición de
ciencia puede desbrozar el camino. ¿Qué es la ciencia? El Dictionary of
Public Health, Oxford University Press, la define como:

«Una manera de examinar, explicar, reflexionar, y predecir los fenómenos


naturales que emplea la observación sistemática, la experimentación y la
inferencia lógica para formular y probar hipótesis con la finalidad de
establecer, ampliar, y confirmar el conocimiento y las leyes de la naturaleza.
La ciencia avanza a través de una conjetura o intuición, hipótesis, refutación
de las deducciones a partir de hipótesis previas e im-perfectas, y, finalmente,
la verificación de hipótesis por inducción. En ocasiones, la ciencia
experimenta un cambio de paradigmas y las leyes anteriores quedan anuladas
por los nuevos descubrimientos68.»

El trabajo social sanitario se ha desarrollado a lo largo de más de un siglo


obe-deciendo a esta secuencia: Se examinan unos hechos, unos problemas y
unas dificultades individuales, algunas de ellas pasan a ser colectivas, pero
que están siempre relacionadas con la enfermedad. A través del diagnóstico
social sanitario se trata de explicar el problema o problemas y se reflexiona
sobre ellos, se produ-68. “science” A Dictionary of Public Health. Ed. John
M. Last, Oxford University Press, 2007. Oxford Reference Online. Oxford
University Press. Universitat Oberta de Catalunya. 16 August 2011.

<www.oxfordreference.com/views/ENTRY.html?
subview=Main&entry=t235.e4042>

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109

Sistema sanitario y normativa legal

ce un ejercicio de interpretación, así como cuál es el mejor camino


(tratamiento) a seguir para refundar la autonomía de la persona en su entorno.
Gracias a la estadística, la acumulación de casos, permite predecir ciertos
fenómenos psicosociales (por ejemplo: ansiedad ante un diagnóstico grave) y
conductuales (otro ejemplo: abandonarse, negarse a vivir) que observados
sistemáticamente, con la misma metodología, permiten inferir determinadas
conclusiones. Pero también permiten seguir investigándolos, o proponer
investigaciones específicas para, una vez confirmadas las hipótesis, ampliar
el conocimiento y proponer nuevos paradigmas de intervención.

Para salirse de lo habitual y mirar el trabajo social sanitario como ciencia


desde otro ángulo, piénsese en valores biomédicos, comprobables en
cualquier analítica y que sean indicativos de la existencia de problemas
sociales. Alguien puede decir, ¿qué en la analítica se pueden identificar
problemas sociales? Pues alguno sí. ¿Qué valores analíticos indican
desnutrición, o alcoholismo, o incumplimiento terapéutico, por decir
algunos? En un estudio publicado en 1995, Ila-na Ben Shahar et al., señalan
dos valores de la analítica que son indicativos. En este sentido, escriben:

«El valor de la creatinina en la admisión y el apogeo de la enfermedad se


tomaron para evaluar la severidad de ésta. La severidad de la situación social
se midió por el valor de la albúmina, también en la admisión como indicador
de malnutrición69.»

Es una investigación realizada hace dieciséis años que buscaba medir la


variabilidad de criterios aplicados en la intervención dentro de la garantía de
la calidad en trabajo social sanitario, en este caso, en el hospital. Pero es un
buen ejemplo para ir modificando los ángulos de observación y empezar a
proponer nuevas fórmulas que efectivamente pongan de relieve que el trabajo
social sanitario evoluciona por el camino de la ciencia.

Sobre la importancia de observar las repeticiones que se daban entre unas


personas y otras atendidas por las trabajadoras sociales (sanitarias) y el origen
de la ciencia en ellas, habló, hace casi cien años, el Dr. Cabot, citando a la
Sra. Shef-field70 que también participaba de la misma conferencia. Dijo
Cabot:

«La Sra. Sheffield acentuó el fracaso de algunos trabajadores sociales con


dificultad de notar en el trabajo de caso del día a día, la repetición de un solo
factor. Usted puede 69. Shahar, Auslander y Cohen, 1995: 99–111.

70. El Dr. Cabot se refería a Mrs. Ada E. Sheffield, representing the Boston
Conference on Illegitimacy.

© Editorial UOC

110

El trabajo social sanitario

realizar un trabajo social de caso espléndido y no dar importancia, cuando


viene a usted el siguiente caso, a los puntos de semejanza entre ellos. […] Se
deben ver las repeticiones. No tengo que decir que el trabajo social es más
difícil y delicado que el trabajo médico y que el factor individual es mucho
más difícil de calcular. Lo sé bien. Sin embargo, sé que estos estudios de las
repeticiones se pueden hacer y deberían hacerse71.»

No es el motivo de este libro justificar que el trabajo social sanitario es una


ciencia, pero como a menudo se hará referencia a esa cualidad se ha
considerado necesario contextualizar la afirmación. El hecho de que el
trabajo social sanitario haya estado desde sus orígenes inmerso en un
pensamiento y actividad científi-ca, al lado de la medicina, le ha permitido un
desarrollo y una organización dentro de la sanidad pudiendo, en ocasiones,
disentir de narrativas elaboradas por otros colectivos profesionales de otros
ámbitos, precisamente porque éstos se apoyan en opiniones subjetivas y en
cambio desde el trabajo social sanitario, sus profesionales, se apoyan, en una
gran mayoría, en investigaciones.

El análisis siguiente relaciona la normativa sanitaria y la organización de la


práctica del trabajo social sanitario inscrito, valga la redundancia, en el
sistema sanitario actual. Sin embargo, toma como partida el propio
patrimonio intelectual y experimental de la disciplina que, dicho sea de paso,
supera al sistema sanitario en más de ochenta años. Así para contextualizar
los contenidos que siguen, se parte de que el trabajo social sanitario:

• Es una profesión (se ejerce y satisface los puntos señalados en 1915 por
Abraham Flexner72).

• Es una disciplina (el ejercicio viene avalado por el conocimiento generado


siguiendo el método científico).

• Es una ciencia (se produce una acumulación de hechos y circunstancias


psicosociales y conductuales de personas relacionadas con la enfermedad, en
relación a su vivencia y al ajuste a su entorno, se generan hipótesis sobre
causas y efectos, sobre actitudes e intervenciones. Estas hipótesis se validan,
se establecen las primeras leyes, sus probabilidades y se crea una teoría).

Para el análisis se seguirá una de las teorías de Gordon Hamilton que, en


1923, aseguraba que desde el trabajo social se actúa, principalmente, sobre
los factores.

71. Cabot, 1915: 220–226.

72. Flexner, 1915: 576–591.

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111

Sistema sanitario y normativa legal

Conociendo los factores se pueden diseñar las estrategias de tratamiento. Así


proponía razonar sobre los «hechos» y los «factores», presentes ambos en los
casos, señalando que los primeros, los «hechos» son lo que es, están dados, y
los segundos los «factores» son los hacedores, los que permiten la
reconstrucción. Hamilton, habló de esto como representante de la Charity
Organization Society (New York) y lo hizo en los siguientes términos:

«Nosotras nos inclinamos a pensar en términos de factores. Un factor es un


hacedor, un hecho es algo ya dado73.»

Por esta razón, gran peso de esta parte recaerá principalmente sobre los
segundos, pues en ellos reside la fuerza de la reorganización. Así, asumiendo
los hechos que acompañan al trabajo social sanitario en la actualidad y
sabiendo que a priori éstos son multitud, se buscará el reflejo en la legislación
vigente para, además, identificar dichos factores posibilitadores que contiene.
Se trata de evitar que el trabajo social sanitario se siga falsificando tanto
desde su propio entorno, como desde instancias con un alto grado de
desinformación. Es preciso beber de las fuentes y empezar a recuperar los
elementos de la profesión genuina, en contraposición a la profesión
sucedánea actual impulsada, sobre todo, en los últimos años. Las reflexiones
que siguen, siempre con la legalidad actual de fondo, buscan recuperar los
patrones y enfoques que primero le dieron entidad práctica, para luego
empezar a generar un cuerpo teórico y profesional. Es ese trabajo social
sanitario genuino, con sus teorías, con sus principios, valores y formas de
atención, el que investiga y evalúa el que adquiere valor dentro del sistema
sanitario, porque es éste el que promueve el bienestar de las personas
enfermas, de las que están en riesgo, de sus familias y, además, lo demuestra
con los resultados y la percepción de las personas atendidas. Ese bienestar, no
obstante, lo promueve desde uno de los hitos y seña de identidad del trabajo
social sanitario, se alcanza a través de las personas mismas, removiendo y
recomponiendo, sus propios recursos, sus propios anhelos como personas. La
persona que necesita ayuda, con el «acompañamiento profesional
estratégico» logra ayudarse. Es en este trabajo social sanitario genuino donde
se encuentran las verdaderas competencias que permiten vincular momentos
de la enfermedad de cada individuo con su esfera psicosocial y conductual, y
mediante registros, acumulando casos, lograr así, convertir lo individual y
particular, en comunitario.

73. Hamilton, 1923: 334–337.

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112

El trabajo social sanitario

Véase el siguiente escenario: se puede atender a una persona mayor


desnutrida y a su familia, y a otra, y a otra, y así sucesivamente hasta llegar
un punto en el que se dispone de una información suficiente que revela unos
aspectos psicosociales que rodean la desnutrición y unos aspectos
psicosociales que se encuentran en las familias, esto es, suficiente para
proponer un programa local, o del ámbito que corresponda, de prevención de
la desnutrición y un programa de atención psicosocial a la desnutrición. Esa
es la grandeza del trabajo social sanitario, el recorrido de sus conocimientos
van de lo individual a lo familiar, a lo grupal y a lo comunitario. La práctica
del trabajo social sanitario genuino necesita profesionales formados en
trabajo social sanitario, que hayan desarrollado una mentalidad empírica, un
espíritu crítico, una mirada analítica capaz de mirar y analizar desde el
trabajo social sanitario y desde él, proponer. El trabajo social sanitario no es
una profesión orientada al subsidio sino a la rehabilitación de la persona en su
entorno. Se necesitan profesionales que dejen de elucubrar sobre lo que hay
que hacer y, sencillamente, lo hagan. Esa habilidad de presentar información
interpretada desde el trabajo social sanitario, se puede asegurar, les convertirá
en imprescindibles dentro de la construcción de ese futuro sistema sanitario
que hoy por hoy está, y seguirá por muchos años, herido de gravedad. El
entorno que se avecina vendrá marcado por un Estado del bienestar
constantemente cuestionado y vilipendiado, sobre todo, porque en algunos
entornos profesionales, altamente desinformados, han convertido el trabajo
social sanitario en una secretaría de tramitación de lujo, han convertido el
Estado del bienestar en un Estado subvencionado. Pero ese no es el espíritu
del trabajo social sanitario para cuyos profesionales, ellos y ellas, el Estado
del bienestar no es un Estado subvencionado, sino un Estado en donde las
personas son libres y autónomas, lo cual no excluye que, a veces, necesiten
ayuda, sobre todo para ayudarse. Mary E.

Richmond ya señaló el hecho y el peligro de esto74. Se trata de vivificar la


diferencia entre «el movilizarse para alcanzar las cosas y el encontrárselas
terminadas, es decir, usarlas.» Y aquí está la diferencia entre hablar de cliente
o de usuario. El termino cliente, como se ha mencionado, indica que la
persona está en contacto con un servicio profesional que le está ayudando y
acompañando en su recuperación. El término usuario indica que la persona
usa los servicios. Sin comentarios.

Sin embargo, para regenerar la presencia del trabajo social sanitario en el


sistema sanitario, es preciso dotarse de herramientas y fórmulas que permitan
res-74. Richmond, 1917: 25.
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113

Sistema sanitario y normativa legal

ponder desde el empirismo científico a la grandilocuencia discursiva y


reduccio-nista que empieza a imperar, precisamente, sobre dicha presencia.
Discursos en su mayoría esgrimidos de igual forma a finales del siglo XIX y
principios del siglo XX, por ejemplo, responsabilizando única y
exclusivamente a las personas de su salud, de su bienestar. Sin negar dicha
responsabilidad, la sociedad como conjunto de personas y bienes, puede
organizarse de manera sana o insana. De ahí la importancia de que su líderes
cuenten sobre todo con una gran generosidad de miras.

Como se ha mencionado anteriormente, las tres leyes que conforman este


triangulo regenerador sobre el que versarán las próximas páginas son:

• La Ley 41/2002, de 14 de noviembre, Básica Reguladora de la Autonomía


del Paciente y de Derechos y Obligaciones en materia de Información y
Documentación Clínica.

• La Ley 16/2003, de 28 de mayo, de cohesión y calidad del Sistema


Nacional de Salud y el Real Decreto 1030/2006, de 15 de septiembre, por el
que se establece la Cartera de Servicios Comunes del Sistema Nacional de
Salud y el Procedimiento para su actualización.

• La Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de Ordenación de las profesiones


sanitarias.

¿Algún detalle llama la atención? Sí. Véanse las fechas de promulgación y su


cronología. La primera fue la de Autonomía del paciente… la segunda la de
Cohesión y calidad… y finalmente, la tercera y última la de Ordenación de
las profesiones sanitarias. ¿Cuál es el «hecho» fundamental de ese orden de
aprobación?

Que el colectivo de profesionales del trabajo social sanitario recibió la


promulgación de las dos primeras integrado, sintiéndose parte de los equipos
sanitarios, la suya, era una profesión sanitaria, o al menos así lo creían hasta
que se promulgó la tercera ley donde, aunque fuera por omisión, el trabajo
social sanitario quedaba al margen.

Con el método de Gordon Hamilton, yendo a los «hechos» de entonces, cabe


aceptar que ninguno de los requisitos tomados en cuenta, antes mencionados
para considerar a una profesión sanitaria, se cumplía. Los «factores» hoy han
permitido trabajar en el ámbito académico y universitario y desde 2009, es un
«hecho» el Postgrado de Trabajo Social Sanitario que empieza a satisfacer
esos requisitos señalados por la ley. Yendo a los «hechos», de las dos
anteriores también se pone de relieve que el espíritu y la práctica del trabajo
social sanitario están en armonía con los textos, pero la organización y
proyección de sus servicios queda desdibujada.

© Editorial UOC

114

El trabajo social sanitario

Es una evidencia que el sistema sanitario de hoy, moderno, expeditivo,


tecnológico, exigente con los resultados, etcétera, se gestó en la primera
década del siglo XXI con unas premisas presupuestarias que hoy son pura
literatura. Aún con la poca perspectiva disponible, supone un gran esfuerzo
pensar en que hubo alguna planificación respecto a la presencia del trabajo
social sanitario, siendo fieles y cabales, a lo que el término planificación
implica. Pero no son tiempos para abatirse en la desolación y menos cuando
se está ejerciendo desde esta profesión cuya constante es resarcirse de las
cenizas. Es precisamente en estos momentos cuando el colectivo de
profesionales del trabajo social sanitario debe ver la posibilidad tomar las
riendas y empezar a proponer programas de generación de bienestar a través
de la prevención.

El trabajo social sanitario y el sistema sanitario: puntos clave del vínculo


e «ideas-fuerza»
Las tres leyes se analizarán por separado. De cada una se tomarán aquellos
vínculos que refuerzan la intervención del trabajo social sanitario y que éste
asume por principios y, a la vez, se tomarán aquellas «ideas–fuerza75» que
impregnan y forman parte de la acción profesional esté, o no, ello descrito
específicamente. Se habrá de escribir y este es uno de los objetivos finales del
libro, ayudar a cada profesional, en solitario o dentro de un servicio, a poner
de relieve su presencia en el establecimiento donde ejerce y por extensión, en
el sistema sanitario, tal y como lo marca la normativa. Es insuficiente afirmar
que tal o cual medida se están aplicando, ello debe quedar probado mediante
documentación.

Un punto importante a señalar es que cada colectivo profesional integrante


del sistema sanitario, además de disponer de una jerarquía propia, desde la
cual se dirigen los procedimientos y los procesos, la documentación, los
sistemas de información, etcétera, cuenta con una jerarquía funcional en la
que se trabaja en equipo. Este conjunto de profesionales conforman y son
responsables del llama-do el acto sanitario que es esperable que responda al
modelo biopsicosocial, descrito el 1977 por George Engel76.

75. Entendidas bajo la óptica del pensamiento de Alfred Fouillée quien, en


1908, publicó La morale des idées–forces. Santiago Valentí Camp (1875–
1934), las resume como sigue: «Las “ideas–fuerza” son para Fouillée “la
expresión de los pensamientos elaborados por la humanidad entera” y, en
cuanto tales, actú-

an como “fuerzas colectivas, medios de acción y de dirección que aseguran la


influencia de la sociedad”.»

Más información disponible en: www.filosofia.org Fecha de consulta: 12 de


agosto de 2011.

76. Engel, G., 1977: 129–136.

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115
Sistema sanitario y normativa legal

El Dictionary of Public Health, Oxford University Press, define el término


biopsicosocial como sigue:

«Biopsicosocial. Una palabra que describe la interacción de factores


biológicos, psicológicos y sociales de salud y factores de riesgo de
enfermedad. Este campo conceptual condujo al surgimiento de la ciencia de
la psiconeuroinmunología, que identifica y estudia la manera en que las
funciones corporales se ven influidas por factores psicológicos y sociales. Su
importancia en la medicina preventiva clínica es reconocida, pero rara vez es
suficiente el conocimiento existente para intervenciones eficaces. Ha sido un
concepto útil en la medicina psicosomática y de la familia77.»

El mapa conceptual que sigue ilustra esa organización que responde al


nombre de «matricial». En ella se crea una trama que combina la jerarquía
con la función.

Mapa conceptual 8. Organización matricial de los servicios de trabajo social


sanitario DEPENDENCIA JERÁRQUICA

Jefatura de Servicio de trabajo social sanitario

Principios, valores, teorías, conocimientos.

Procedimientos - Protocolos - Técnicas y métodos de intervención Servicios


(Procesos)

TRABAJO SOCIAL

SANITARIO EN EL

SERVICIO DE:

TRABAJO SOCIAL

PEDIATRÍA
SANITARIO

MEDICINA

EN UNIDADES DE

TRAUMA

GESTIÓN

CIRUGÍA

CLÍNICA

SALUD MENTAL

OTROS

DEPENDENCIA FUNCIONAL DE SERVICIOS MÉDICOS O UNIDADES

DE GESTIÓN CLÍNICA

Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.

77. “biopsychosocial” A Dictionary of Public Health. Ed. John M. Last,


Oxford University Press, 2007.

Oxford Reference Online. Oxford University Press. Universitat Oberta de


Catalunya. 17 August 2011
<www.oxfordreference.com/views/ENTRY.html?
subview=Main&entry=t235.e444>

© Editorial UOC

116

El trabajo social sanitario


Uno de los problemas de los servicios de trabajo social sanitario es que sus
miembros pierdan el sentido del cuerpo al que pertenecen y deseen adosarse a
este otro con el cual colaboran.

Sobre el terreno, en el día a día, el modelo biopsicosocial adquiere un


carácter más teórico que práctico. Para comprobar tal afirmación y pasarla de
lo cualitativo a lo cuantitativo, basta con contar los recursos humanos de las
plantillas de los servicios de trabajo social sanitario de cada establecimiento,
relacionarlos con la población de referencia. O simplemente, darse un paseo
por los establecimientos sanitarios con el afán de observar. Así,
paradójicamente, hoy se está poniendo en duda un modelo que a duras penas
se ha implementado fehaciente-mente. No se está cuestionando lo discursivo,
ni los objetivos anuales que se marcan desde las políticas sanitarias, se pone
sobre la mesa la realidad de unos equipos que predican la atención integral, el
modelo biopsicosocial, pero que en su día a día siguen, en su gran mayoría,
atrapados en el esquema del modelo mé-

dico. Eso lleva a una hipótesis: «el caos actual se debe al modelo médico y no
al colapso del modelo biopsicosocial». Es cierto que hoy, dentro del sistema
sanitario, se palpa una sensibilidad creciente por lo psicosocial pero eso no
significa nada mientras la realidad siga con su tozudez. La inclusión de lo
psicosocial en lo médico implica asumir la competencia para precisar con
certeza los problemas y dificultades que afectan al bienestar de la persona
enferma atendida, implican elaborar diagnósticos de trabajo social sanitario78
y aplicar los tratamientos o prestar los servicios indicados por ese
diagnóstico. No es lo mismo un problema identificado que un problema
controlado y aún así, falta que el problema se resuelva. Desde la atención
psicosocial, se genera bienestar social medible y tangible. Así se desemboca
en dos retos inmediatos:

• El primero es organizar los servicios considerando las realidades que se van


dando en el día a día de la atención primaria, de la especializada y de la
sociosanitaria (donde la haya), entendiendo que, en muchos casos, la pobla-
78. El diagnóstico social sanitario no debe confundirse con problemas
sociales. El diagnóstico social sanitario no es una lista de categorías dentro de
una serie de parámetros. Eso no invalida que una vez elaborado, se atomice
para facilitar la investigación de determinados componentes. En ningún caso
se puede hablar de diagnóstico social sanitario ante los códigos CIAP que
para ser precisos, vienen definidos correctamente como problemas sociales.
Dichos problemas, observados por el personal mé-

dico y de enfermería deberías ser una de las puertas de entrada al servicio de


trabajo social sanitario.

El servicio de trabajo social sanitario, precisamente, tiene entre sus funciones


la de diagnosticar dichos problemas y otros que se puedan detectar.

© Editorial UOC

117

Sistema sanitario y normativa legal

ción atendida es la misma que va de un ámbito a otro y que, más allá de la


responsabilidad de cada servicio está la del que continuará la atención.

La continuidad asistencial está en la misma naturaleza del trabajo social


sanitario.

• El segundo, busca dar entidad al primero. Para que eso sea posible, es
preciso desarrollar un sistema de instrumentos, procedimientos, protocolos,
procesos comunes entre los ámbitos del sistema que facilite la gestión de la
continuidad asistencial disponiendo de información real, en tiempo real de las
fracturas de la asistencia. La información se irá actualizando a medida que se
vayan agregando casos a la base de datos general y en tiempo real, podrá
conocerse el mapa de necesidades, recursos y soluciones adoptadas.

El trabajo social sanitario y la Ley 41/2002, de 14 de noviembre, Básica


Reguladora de la Autonomía del Paciente y de Derechos y Obligaciones
en materia de Información y Documentación Clínica Es posiblemente
arriesgado pretender explicar el sistema sanitario y el trabajo social sanitario
en pocas palabras y, además, basarse en una legislación que, hoy por hoy,
deja a un lado a éste último. Desde la posibilidad, no desde la preten-sión, se
asume el riesgo pues quién esté leyendo estas líneas, presumiblemente, esté
también estrechamente vinculado a ambos territorios, al del sistema sanitario
y, con seguridad, al del trabajo social sanitario, ya sea porque lo ejerce o
porque le interesa personalmente el campo de trabajo.

El sistema sanitario, de manera elemental, se explica como un todo en el que


interactúan entre sí, con objetivos comunes pero con roles particulares,
profesionales de multitud de disciplinas del ámbito «bio» (por ejemplo, la
medicina y la enfermería) y del ámbito «psicosocial» (por ejemplo, el trabajo
social sanitario, la psicología). También otras como la antropología, la
sociología, pero lo hacen desde ángulos analíticos no asistenciales. Dicha
interacción se origina alrededor de una persona enferma o en riesgo de
enfermar. Todo ello ocurre bajo la mirada atenta de esta persona a la cual se
atiende, también bajo la mirada de su familia.

Casi siempre, si la persona no objeta, la familia participa de lo que acontece.


Esa relación natural no puede dejarse al albur de cada caso. Así, si bien es
una relación bañada de espontaneidad y, por todo lo que el campo de la
medicina implica, cargada de respeto hacia las personas se reguló con la Ley
41/2002, de 14 de

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118

El trabajo social sanitario

noviembre, Básica Reguladora de la Autonomía del Paciente y de Derechos y


Obligaciones en materia de Información y Documentación Clínica. En su
introducción, se señala como antecedentes inspiradores la firma, el 4 de abril
de 1997, del Convenio sobre los derechos del hombre y la biomedicina, el
cual, entró en vigor en España el 1 de enero de 2000. El Convenio señala tres
puntos en la necesidad de reconocer los derechos de los pacientes:

• El derecho a la información.

• El consentimiento informado.
• La intimidad de la información relativa a la salud de las personas.

Puestos en el texto de la ley, en el capítulo I, artículo 2.2 y 2.3, se garantiza a


la persona su derecho a decir «no» y a solicitar más «información». Dice el
artículo:

«Toda actuación en el ámbito de la sanidad requiere, con carácter general, el


previo consentimiento de los pacientes o usuarios. El consentimiento, que
debe obtenerse después de que el paciente reciba una información adecuada,
se hará por escrito en los supuestos previstos en la Ley.

El paciente o usuario tiene derecho a decidir libremente, después de recibir la


información adecuada, entre las opciones clínicas disponibles.»

Las «ideas fuerza» de estos puntos son básicamente las citadas en el


Convenio sobre los derechos del hombre y la biomedicina: «previo
consentimiento de los pacientes o usuarios», «después de que el paciente
reciba una información adecuada» y «el paciente o usuario tiene derecho a
decidir libremente». Todas ellas conforman el tejido más elemental y
primario de las intervenciones llevadas a cabo desde el trabajo social
sanitario.

© Editorial UOC

119

Sistema sanitario y normativa legal

Tabla 3. Ideas–fuerza de artículo 2, puntos 2 y 3, de la Ley Básica


Reguladora de la Autonomía del Paciente y de Derechos y Obligaciones en
materia de Información y Documentación Clínica y su aplicación al trabajo
social sanitario

Ideas–fuerza

Ley 41/2002, Artículo 2,


En el trabajo social sanitario…

Puntos 2 y 3.

«Previo consentimiento

La naturaleza del trabajo social sanitario, sus principios impiden, desde su de


los pacientes

fundación como profesión, el actuar a espaldas de las personas (pacientes o


usuarios.»

y usuarios), dado que serán ellas quienes den los pasos que se vayan
determinando por la evidencia y por el diagnóstico social sanitario.

Sin embargo, para evitar excepciones desafortunadas es recomendable


diseñar un documento de consentimiento informado de aplicación desde el
trabajo social sanitario.

En el trabajo social sanitario se habla cliente. Si bien, Mary E. Richmond, en


1917, justificó dicha denominación para evitar etiquetar a las personas que se
atendían79, se debe añadir que en el diccionario de la Real Academia
Española, el concepto de cliente se define como:

«Persona que utiliza con asiduidad los servicios de un profesional o


empresa80.»

«Después de que

Reforzando lo anterior, desde el trabajo social sanitario el principio el


paciente reciba

de la «autodeterminación de la persona» obliga desde la primera una


información

entrevista a facilitar la información adecuada sobre su diagnóstico social


adecuada.»
sanitario y el tipo de tratamiento social indicado, así como, los posibles
procesos de trabajo social sanitario que pueden rehabilitarla.

«El paciente o usuario

La «autodeterminación» es uno de los principios del trabajo social tiene


derecho a decidir

sanitario y es parte de la evaluación del tratamiento. Mary E Richmond la


libremente.»

explicaba como sigue:

«Una prueba de cualquier tratamiento social es el grado por el cual todas las
personas implicadas en el caso pueden, al límite de su capacidad, tomar parte
activa para alcanzar el resultado deseado81.»

Desde el trabajo social sanitario ello forma parte de cualquier tratamiento.

Siguiendo en el capítulo I, artículo 3, se presentan las definiciones legales de


los conceptos más utilizados. En la tabla siguiente se asocia cada una de las
definiciones asumidas por la ley al trabajo social sanitario, a su presencia, a
su intervención.

79. Richmond, 1917: 38.

80. www.rae.es

81. Richmond, 1922: 171.

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120

El trabajo social sanitario

Tabla 4. Definiciones legales que aparecen en el artículo 3 de la Ley 41/2002


y reflexiones sobre la presencia el trabajo social sanitario.
Concepto

Definición

Reflexiones sobre la presencia del

(textual)

(textual)

trabajo social sanitario en cada concepto

Centro sanitario

El conjunto organizado de

Las trabajadoras sociales sanitarias, ellas y

profesionales, instalaciones y

ellos, son parte de ese conjunto organizado

medios técnicos que realiza

de profesionales, en España, desde mediados

actividades y presta servicios

del siglo pasado. En otros países, como los

para cuidar la salud de los

Estados Unidos, desde principios del siglo

pacientes y usuarios.

pasado.

Certificado médico
La declaración escrita de un

Al referirse a la salud, en coherencia con la

médico que da fe del estado de OMS, en éste certificado se incorporará, si


salud de una persona en

es preciso, información psicosocial facilitada

determinado momento.

y avalada por el servicio de trabajo social

sanitario.

En todo caso, el certificado médico necesitará

de otros documentos con el mismo valor legal

al formar parte de la documentación clínica.

Consentimiento

La conformidad libre,

La «ayuda» a la persona desde el trabajo

informado

voluntaria y consciente de un

social sanitario implica contar con el acuerdo

paciente, manifestada en el

de ésta. En ningún caso se realizan gestiones,

pleno uso de sus facultades,


contactos o se da información que la persona

después de recibir la

no haya autorizado.

información adecuada, para

Esto, salvo cuando se trate de acciones de

que tenga lugar una actuación

oficio que vengan avaladas por la

que afecta a su salud.

magistratura.

Documentación

El soporte de cualquier tipo o

La documentación es una de las técnicas que

clínica

clase que contiene un conjunto forma parte del trabajo social sanitario desde
de datos e informaciones de

sus inicios. Y sigue los mismos criterios

carácter asistencial.

señalados por la ley.

Historia clínica

El conjunto de documentos
La historia de trabajo social sanitario se

que contienen los datos,

compone del conjunto de documentos

valoraciones e informaciones

referidos a la persona enferma y a su familia

de cualquier índole sobre la

y asume los mismos principios. Dicha historia

situación y la evolución clínica

deberá acabar integrándose a la historia

de un paciente a lo largo del

clínica, quedando sujeta a la misma

proceso asistencial.

regulación. En muchos servicios lo está.

Información clínica

Todo dato, cualquiera que sea

Los datos e información obtenida para

su forma, clase o tipo, que

la elaboración del diagnóstico social

permite adquirir o ampliar

sanitario son parte de dicha información,


conocimientos sobre el estado

esencial para «ayudar» a la persona

físico y la salud de una persona, y a su entorno.

o la forma de preservarla, cui-

darla, mejorarla o recuperarla.

© Editorial UOC

121

Sistema sanitario y normativa legal

Tabla 4. Definiciones legales que aparecen en el artículo 3 de la Ley 41/2002


y reflexiones sobre la presencia el trabajo social sanitario. (Continuación)
Informe de alta

El documento emitido por

El informe de alta trabajo social sanitario es

médica

el médico responsable en

otro de los documentos que integran la

un centro sanitario al finalizar

documentación básica. En él constan, el

cada proceso asistencial de un

diagnóstico social sanitario, los servicios

paciente, que especifica los


prestados y los objetivos terapéuticos así

datos de éste, un resumen

como el plan de seguimiento.

de su historial clínico, la

Todo esto, por formar parte de la atención

actividad asistencial prestada,

a la persona, debería constar en el informe

el diagnóstico y las

de alta médica.

recomendaciones terapéuticas.

Intervención en

Toda actuación realizada con

El servicio de trabajo social sanitario asume

el ámbito de

fines preventivos, diagnósticos, y lleva a cabo actuaciones con los mismos la


sanidad

terapéuticos, rehabilitadores o

fines: preventivos, diagnósticos, terapéuticos,

de investigación.

rehabilitadores o de investigación.
Libre elección

La facultad del paciente

La persona enferma, o en riesgo de enfermar

o usuario de optar, libre y

es quien tiene la última palabra respecto a la

voluntariamente, entre dos o

«ayuda» que acepta considerando también

más alternativas asistenciales,

las múltiples alternativas posibles de

entre varios facultativos

«servicios de trabajo social sanitario».

o entre centros asistenciales,

En caso de que la elección suponga riesgo

en los términos y condiciones

para terceros se comunica al resto de

que establezcan los servicios

miembros del equipo sanitario y a las

de salud competentes,

autoridades competentes.

en cada caso.
Médico

El profesional que tiene a su

Las trabajadoras sociales sanitarias, ellas

responsable

cargo coordinar la información y ellos, están en contacto directo con el y la


asistencia sanitaria del

médico responsable asumiendo esa

paciente o del usuario, con el

condición de coordinador de la asistencia.

carácter de interlocutor

El tratamiento psicosocial, no obstante, se

principal del mismo en todo lo

apoya en el diagnóstico social sanitario y,

referente a su atención e

por tanto, es responsabilidad del servicio

información durante el proceso de trabajo social sanitario lo que de ello se


asistencial, sin perjuicio de las

derive.

obligaciones de otros

profesionales que participan en

las actuaciones asistenciales.


Paciente

La persona que requiere

El trabajo social sanitario aborda una de

asistencia sanitaria y

las esferas de los cuidados profesionales

está sometida a cuidados

al paciente.

profesionales para el

mantenimiento o recuperación

de su salud.

© Editorial UOC

122

El trabajo social sanitario

Tabla 4. Definiciones legales que aparecen en el artículo 3 de la Ley 41/2002


y reflexiones sobre la presencia el trabajo social sanitario. (Continuación)
Servicio sanitario

La unidad asistencial con

El servicio de trabajo social sanitario está

organización propia, dotada de dotado de recursos técnicos y personal los


recursos técnicos y del

cualificado para tratar los aspectos


personal cualificado para llevar

psicosociales de las personas que van a

a cabo actividades sanitarias.

recibir la atención psicosocial.

Usuario

La persona que utiliza los

El trabajo social sanitario es una de las esferas

servicios sanitarios de

de los cuidados profesionales al usuario:

educación y promoción de la

la psicosocial.

salud, de prevención de

enfermedades y de

información sanitaria.

Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.

Se da especial relieve y llama la atención para combinar los artículos 13 y 14


de la Carta Social Europea detallados en el capítulo anterior, con los
conceptos de la Ley 41/2002 y su asociación al trabajo social sanitario
reproducidos en la tabla 2.

Dando un salto hasta el capítulo IV, artículo 8.2 se pone de manifiesto que
los diferentes puntos son parte de los procedimientos de trabajo social
sanitario si bien, cuando se refiere al documento de consentimiento
informado, cabe decir que se da, casi siempre de palabra. Sin embargo, la ley
también lo contempla. La ley dice:

«El consentimiento será verbal por regla general. Sin embargo, se prestará
por escrito en los casos siguientes: intervención quirúrgica, procedimientos
diagnósticos y terapéuticos invasores y, en general, aplicación de
procedimientos que suponen riesgos o inconvenientes de notoria y previsible
repercusión negativa sobre la salud del paciente.»

Así, un primer punto a considerar es que en la elaboración del documento de

«consentimiento informado de trabajo social sanitario» mencionado, deberá


ins-cribirse en qué casos se requiere que sea por escrito. Se recomienda, para
igualar el grado de riesgo a las actuaciones médicas señaladas, para aquellos
procedimientos de trabajo social sanitario de ingreso en algún programa
domiciliario o residencial y aquellos que impliquen que la persona estará en
contacto con entidades sociales, dado que supone que éstas podrán acceder a
esferas personales e íntimas. Sigue la ley con otro punto importante que
desde el trabajo social sanitario está poco contemplado como algo habitual.
El permiso para acceder a las

© Editorial UOC

123

Sistema sanitario y normativa legal

historias clínicas y a la documentación de trabajo social sanitario para realizar


determinadas investigaciones. Dice el capítulo IV, artículo 8.4:

«Todo paciente o usuario tiene derecho a ser advertido sobre la posibilidad de


uti-lizar los procedimientos de pronóstico, diagnóstico y terapéuticos que se
le apliquen en un proyecto docente o de investigación, que en ningún caso
podrá comportar riesgo adicional para su salud.»

Este es, a todas luces, un punto débil de la organización del servicio de


trabajo social sanitario en cuanto se refiere a la documentación generada en
las intervenciones de casos. Siguiendo en el capítulo IV, artículo 11.1 y 11.2
sobre las instrucciones previas se requiere la atención, dice:

«Por el documento de instrucciones previas, una persona mayor de edad,


capaz y libre, manifiesta anticipadamente su voluntad, con objeto de que ésta
se cumpla en el momento en que llegue a situaciones en cuyas circunstancias
no sea capaz de expre-sarlos personalmente, sobre los cuidados y el
tratamiento de su salud o, una vez llegado el fallecimiento, sobre el destino
de su cuerpo o de los órganos del mismo. El otor-gante del documento puede
designar, además, un representante para que, llegado el caso, sirva como
interlocutor suyo con el médico o el equipo sanitario para procurar el
cumplimiento de las instrucciones previas

Cada servicio de salud regulará el procedimiento adecuado para que, llegado


el caso, se garantice el cumplimiento de las instrucciones previas de cada
persona, que deberán constar siempre por escrito.»

Se observa que en ningún caso se asigna como responsables a un colectivo


profesional, por tanto, la persona puede expresar y gestionar sus voluntades
anticipadas a las trabajadoras sociales sanitarias, ellas y ellos, si el servicio de
salud en particular no indica lo contrario y, siempre, siguiendo el
procedimiento pre-establecido. Respecto a este documento, señalar la
aprobación del Real Decreto 124/2007, de 2 de febrero, por el que se regula
el Registro nacional de instrucciones previas y el correspondiente fichero
automatizado de datos de carácter personal . El Real Decreto, en términos
prácticos, significó un avance significativo al facilitar la localización de
voluntades anticipadas en una única base de datos.

Para poner un ejemplo profesionalmente próximo, Carole B. Cox experta en

«trabajo social sanitario con personas y familias afectadas de demencia»


señala el importante papel del colectivo profesional, dando seguridad a la
persona diagnosticada de que sus planes, sus decisiones, se desarrollarán
según su voluntad

© Editorial UOC
124

El trabajo social sanitario

cuando ella no pueda enfrentarse a la realidad. Señala que parte de la


intervención desde el trabajo social sanitario se centra en ayudar a tomar
decisiones a la persona que vislumbra su propio futuro, en generarle y darle
la seguridad de que sus deseos serán comunicados y reconocidos82. Cox
convierte a las profesionales, ellas y ellos, del trabajo social sanitario en
soporte clave y en las responsables para garantizar a la persona diagnosticada
de demencia que se ocuparán de que las voluntades expresadas y escritas, se
cumplan.

El trabajo social sanitario y la Ley 16/2003, de 28 de mayo, de cohesión y


calidad del Sistema Nacional de Salud El segundo pilar normativo es la
Ley 16/2003, de 28 de mayo, de cohesión y calidad del Sistema Nacional de
Salud, donde se establece el esquema organizativo de la sanidad actual y si
bien se han hecho actualizaciones posteriores, este esquema inicial, sus
conceptos, permanecen estables. Para inscribir en ella el trabajo social
sanitario resulta de gran interés el redactado que ocupa la exposición de
motivos, el por qué de la ley. En el capítulo I, entre otros, puede encontrarse
el siguiente enunciado:

«Se han producido profundos cambios en la sociedad, tanto culturales,


tecnológicos y socioeconómicos como en la manera de vivir y de enfermar. Y
se plantean nuevos retos para la organización del Sistema Nacional de Salud,
como son la orientación a los resultados en salud, la potenciación del papel
de los usuarios como decisores, la implicación de los profesionales en las
reformas administrativas, las actuaciones clínicas y la toma de decisiones
basadas en la evidencia científica, así como la búsqueda de mecanismos de
integración en la atención sanitaria y la sociosanitaria, retos todos ellos que
han puesto de manifiesto la necesidad del funcionamiento cohesionado del
Estado y de las comunidades autónomas para complementar algunos
elementos esenciales del Sistema Nacional de Salud, de manera que pueda
adaptarse a la modernización que el entorno le exige.»
Desde el trabajo social sanitario es fácil identificarse con el texto nada más
empezar la lectura de las dos primeras líneas. Las «ideas-fuerza» de este
punto, parcial pero representativo de la exposición de los motivos son los
cambios sociales experimentados, los cuales, vienen expresados como:
«maneras de vivir y 82. Cox, 2007: 3–12.

© Editorial UOC

125

Sistema sanitario y normativa legal

de enfermar», «orientación a los resultados en salud», «la potenciación del


papel de los usuarios como decisores», «la implicación de los profesionales
en las reformas administrativas», «las actuaciones clínicas y la toma de
decisiones basadas en la evidencia científica» y «la búsqueda de mecanismos
de integración en la atención sanitaria y la sociosanitaria». En la tabla
siguiente se relaciona la exposición de motivos de la ley con la organización,
los principios y los valores, sobre los que interviene el trabajo social
sanitario.

Tabla 5. Ideas–fuerza de (parte) del capítulo I «Exposición de motivos» de la


Ley de cohesión y calidad y su aplicación al trabajo social sanitario

Ideas–fuerza

(capítulo I exposición

En el trabajo social sanitario

de motivos)

«Maneras de vivir

Una de las funciones clásicas del trabajo social sanitario mantenidas a lo y de


enfermar.»

largo de su historia es el conocimiento de los hábitos de vida de la persona


enferma, también de sus allegados. Cuáles son los espacios en donde la
persona desarrolla su existir y como ello puede afectar su salud. A modo de
ejemplo, Gordon Hamilton83, en 1931, decía textualmente:

«En el trabajo social hospitalario, el casework debe estar condicionado por


todos los puntos del problema médico. ¿Qué es lo que en la situación social y
personal del paciente ha contribuido a su enfermedad o puede contribuir a su
recuperación?»

Esta «idea–fuerza» compromete a los servicios de trabajo social sanitario de


la atención primaria y de la atención especializada en el desarrollo de
procedimientos, protocolos, definición de procesos, conjuntos en donde la
aplicación garantiza la continuidad asistencial, con independencia del ámbito
en donde se haya iniciado.

«Orientación a los

Si bien este principio subyace a la puesta en marcha del primer servicio


resultados en salud.»

de trabajo social hospitalario en el Massachusetts General Hospital, la


definición dada por Gordon Hamilton en 194984 de caso social, se puede
añadir, sanitario, pone de relieve la orientación del trabajo social sanitario
hacia resultados en salud.

«La potenciación del

La naturaleza del trabajo social sanitario implica que los clientes son papel de
los usuarios

en todo momento parte activa del procedimiento iniciado. En ningún caso,


como decisores.»

el trabajo social sanitario puede plantearse como una práctica cuyos servicios
sustituyen a la familia o al propio cliente. Su función es potenciarlos. En
páginas anteriores se ha señalado cómo Mary E. Richmond se refería a la
autodeterminación85.
83. Hamilton, 1931: 174.

84. Hamilton, 1951: 3–4.

85. Richmond, 1922: 171.

© Editorial UOC

126

El trabajo social sanitario

Tabla 5. Ideas–fuerza de (parte) del capítulo I «Exposición de motivos» de la


Ley de cohesión y calidad y su aplicación al trabajo social sanitario.
(Continuación) Ideas–fuerza

(capítulo I exposición

En el trabajo social sanitario

de motivos)

«La implicación de los

La intervención por procedimientos y protocolos junto con el desarrollo


profesionales en las

paralelo de un sistema de información permite aportar a las gerencias y las


reformas

autoridades políticas, información de carácter médico (el diagnóstico médico


administrativas.»

es uno de los criterios de intervención) y psicosocial, conductual y ambiental.

El análisis periódico de dicha información permite ver tendencias. Por


ejemplo, en este caso se pone de relieve el incremento constante de la
utilización de servicios formales por parte de las personas dependientes que
no podían salir de la cama.

50

39,13

alta.

40

cama.

post

30

en

20

17,65

utilización

20

lae

4,55

7,49

10

3,64

servicios
%

Personas

de

1998

1999

200

2001

2002

2003

Fuente: Virxe da Xunqueiara, Cee, 2003

«Las actuaciones

En el trabajo social sanitario, las actuaciones y la toma de decisiones muchas


clínicas y la toma de

veces se basan en la evidencia. Ésta es una práctica que últimamente está


decisiones basadas

volviendo a centrar la atención de profesionales en ejercicio86.

en la evidencia

El diagnóstico social sanitario es el centro de gravedad de cualquiera de los


científica.»
procedimientos que se apliquen, pero Mary E. Richmond marcó en 1917

tres tipos de evidencia para la práctica: la real, la testimonial y la


circunstancial, las explicaba así:

«En la evidencia real no se necesita la inferencia; en la evidencia testimonial


la base de nuestra inferencia es la aserción humana; en la evidencia
circunstancial, la base de una inferencia es cualquier cosa excepto la aserción
humana directa87.»

La Blackwell Encyclopaedia of Social Work la define como:

«Denota un acercamiento a la toma de decisiones que sea transparente,


responsable y basada en la consideración de la mejor evidencia actual sobre
los efectos de las intervenciones concretas en el bienestar de los individuos,
grupos y comunidades88.»

86 Abreu, 2011: 4–11.

87. Richmond, 1917: 56.

88. Macdonald, 2009: 123–124.

© Editorial UOC

127

Sistema sanitario y normativa legal

Tabla 5. Ideas–fuerza de (parte) del capítulo I «Exposición de motivos» de la


Ley de cohesión y calidad y su aplicación al trabajo social sanitario.
(Continuación) Ideas–fuerza

(capítulo I exposición

En el trabajo social sanitario

de motivos)
«La búsqueda de

La unificación de criterios por parte de los servicios de trabajo social


mecanismos de

sanitario, el diseño y consenso entre la atención primaria y la atención


integración en la

especializada de áreas sanitarias o regiones, para la descripción atención


sanitaria y la

de procedimientos y protocolos comunes, permitiendo a las y los


sociosanitaria.»

profesionales acceder a la historia única de trabajo social sanitario y poder


dar continuidad a las intervenciones iniciadas son el mejor signo de
integración.

En la actualidad, en algunas comunidades, esto ha dejado de ser un elemento


narrativo. La experiencia del Principado de Asturias es la que mejor responde
a dichos objetivos. Es la primera en España que reúne y forma
periódicamente desde 2008 a más de cincuenta profesionales del trabajo
social sanitario de atención primaria y atención especializada para trabajar
conjuntamente los instrumentos de trabajo y los criterios de aplicación para
homogeneizar la actividad89.

Otras comunidades en las que late el deseo y se están iniciando actividades


formativas que reúnen a profesionales de ambos ámbitos son la Comunidad
Canaria y la Comunidad de Castilla La Mancha.

En Cataluña también empieza a calar el proyecto si bien lo hace dentro de la


atención primaria y en determinadas áreas.

Sigue el redactado en el mismo capítulo I y señala los ámbitos de


colaboración.

«Los ámbitos de colaboración entre las Administraciones públicas sanitarias


definidas por esta ley son: las prestaciones del Sistema Nacional de Salud, la
farmacia, los profesionales sanitarios, la investigación, el sistema de
información sanitaria y la calidad del sistema sanitario.»

Vistos éstos, es tangible que todos ámbitos citados son comunes y habituales
para el ejercicio de trabajo social sanitario, incluyendo la farmacia, si bien
eso ocurre dentro del consumo de las personas a las cuales se atiende.

Avanzando y profundizando en el propio redactado se llega a la conceptua-


lización de los dos grandes pilares que a lo largo del libro se vienen
mencionando y ubicando, son los pilares que a juicio de la autora integran y
sostienen 89. Rodríguez–Maribona, 2010: 60–62.

© Editorial UOC

128

El trabajo social sanitario

el esquema actual del sistema sanitario y, por tanto, de los colectivos


profesionales que lo integran, por un lado el «catálogo de prestaciones» y por
el otro la

«cartera de servicios». En este punto se recomiendo a las lectoras y a los


lectores que inicien su propio dialogo interno vinculando el texto original
transcri-to a su particular papel profesional. Se les invita a que se identifiquen
con los puntos sucesivos que se irán tratando para situarse en su propia
práctica. De igual modo, deben tratar de responderse a las siguientes
preguntas: ¿el trabajo social sanitario cómo encaja? Y es más, ¿cómo encaja
el trabajo diario que ellas o ellos ejercen?

Respecto al catálogo de prestaciones, en el capítulo III puede leerse:

«En primer lugar, se regula la ordenación de las prestaciones. Se define el


catálo-go de prestaciones como el conjunto de servicios preventivos,
diagnósticos, terapéuticos, rehabilitadores y de promoción de la salud
dirigidos a los ciudadanos, que comprende las prestaciones de salud pública,
atención primaria y especializada, sociosanitaria, urgencias, farmacia,
ortoprótesis, productos dietéticos y transporte sanitario.»

Desde siempre, desde sus orígenes en 1905, el trabajo social sanitario facilita
tal y como señala artículo, «servicios preventivos», «servicios diagnósticos»,
«servicios terapéuticos», «rehabilitadores y de promoción y mantenimiento
de la salud dirigidos a los ciudadanos». Y en ellos incluye prestaciones de
«salud pública, atención primaria y especializada, sociosanitaria, urgencias,
farmacia, ortoprótesis, productos dietéticos y transporte sanitario.» Éstas se
desarrollarán en el siguiente punto.

Siguiendo el mismo redactado de la ley, el trabajo social sanitario está


presente en las prestaciones mencionadas, si bien lo está especialmente en
«atención primaria y especializada», «atención sociosanitaria» y «atención en
urgencias».

En la tabla siguiente se presentan los servicios propuestos en el catálogo de


prestaciones y su aplicación desde el trabajo social sanitario incluyendo
algunas aportaciones teóricas que iluminan la práctica. Las prestaciones a las
que se refiere el capítulo III se dejan para una tabla posterior.

© Editorial UOC

129

Sistema sanitario y normativa legal

Tabla 6. Servicios propuestos en el catálogo de prestaciones y su aplicación


desde el trabajo social sanitario Servicios propuestos

en el catálogo

En el trabajo social sanitario

de prestaciones

«Servicios preventivos»
Los servicios preventivos corresponden especialmente al ámbito de los en
prestaciones de

servicios de trabajo social sanitario de atención primaria, si bien en algunas


salud pública, atención

enfermedades con gran penetración en lo psicosocial pueden dividirse


primaria y

funciones junto con la atención especializada.

especializada,

La prevención forma parte de las intervenciones iniciales llevadas a cabo


sociosanitaria,

desde el trabajo social sanitario. Se reproducen textualmente las palabras


urgencias, farmacia,

del Dr. Cabot en 1917 reconociendo el papel en la prevención de la


ortoprótesis, productos

tuberculosis de las trabajadoras sociales.

dietéticos y transporte

«La mayoría de nosotros sabemos que los grandes movimientos sanitario.

preventivos, como el movimiento contra la tuberculosis, han sido iniciativas


de los trabajadores sociales, y han sido apoyados más tarde por los médicos.
Ello se debe al interés particular de los trabajadores sociales en los métodos
de transmisión de la enfermedad90.»

«Servicios diagnósticos»

Los servicios diagnósticos, si bien ya en 1910 se encuentran referencias en


prestaciones de
a la importancia de intervenir en base al diagnóstico social correctamente
salud pública, atención

elaborado, es en 1917 cuando Mary E. Richmond publica el libro Social


primaria y

Diagnosis, el clásico por excelencia del trabajo social sanitario. Desde


especializada,

entonces, la acción desde el trabajo social sanitario se apoya en el


sociosanitaria,

diagnostico social sanitario, de la misma forma que en medicina se apoya


urgencias, farmacia,

en el diagnóstico médico.

ortoprótesis, productos

Y como ocurre en medicina, a veces, la situación planteada, los problemas


dietéticos y transporte

surgidos, obligan a tomar ciertas medidas paliativas, a actuar de manera


sanitario.

reactiva buscando ciertas soluciones a situaciones urgentes antes de poder


elaborar un diagnóstico social sanitario. Por ejemplo «buscar una voluntaria
para recoger a las niñas en el colegio porque sus padres han tenido un
accidente de tráfico y la madre, semiinconsciente, no deja de repetir que
alguien vaya a buscar a las niñas». Esta situación plantea un problema a
resolver pero en ningún caso es un diagnóstico social sanitario que «por falta
de apoyos necesita una voluntaria que le recoja a las niñas».

En la misma línea de los servicios diagnósticos, en 1968, Francis J. Turner,


otro autor de referencia para la autora, publicó Differential diagnosis and
treatment in social work 91.
Es de esperar que éste sea un espacio donde gestar un futuro más innovador.
En su libro, Turner establece una clasificación en la que muestra diferentes
familias de agrupaciones. De todas ellas, con la ayuda de diferentes autores,
presenta investigaciones y estudios desde el trabajo social, algunas desde el
trabajo social sanitario que aportan diferencias básicas y avalan los enfoques
particulares del tratamiento y de la intervención social. Es decir, la presencia
de aquella circunstancia ya abre la puerta a un procedimiento específico.

90. Cabot, 1917: 101–104.

91. Hollis, 1968: XVII.

© Editorial UOC

130

El trabajo social sanitario

Tabla 6. Servicios propuestos en el catálogo de prestaciones y su aplicación


desde el trabajo social sanitario. (Continuación)

Servicios propuestos

en el catálogo

En el trabajo social sanitario

de prestaciones

«Servicios

Desde el trabajo social sanitario, los servicios de tratamiento, como muestra


terapéuticos,

la clasificación que sigue tienen varias acepciones y finalidades. Escribían


rehabilitadores,

Mary E. Woods y Florence Hollis al respecto:


servicios de

«Para referirse al procedimiento de casework y al del trabajo social


promoción

clínico, se emplean diferentes términos: tratamiento, procedimiento y


mantenimiento

de ayuda o servicio, terapia e intervención. Cada uno tiene su propia de la


salud dirigidos

adecuación aunque se usen indiferentemente.

a los ciudadanos»

en prestaciones

Tratamiento: actuar o comportarse hacia otra persona de una manera de salud


pública,

determinada. La palabra es muy adecuada para las actividades del atención


primaria

casework. No pretendemos usarla en los mismos términos que la y


especializada,

medicina.

sociosanitaria,

Procedimiento de ayuda o servicio: se usa más ampliamente que urgencias,


farmacia,

tratamiento para cubrir todas las formas de la práctica del casework


ortoprótesis,

incluyendo actos específicos de práctica de ayuda.


productos dietéticos

y transporte

Terapia: se refiere al trabajo en que en lo social y lo psicosocial sanitario.

se emplean los medios para permitir a individuos hacer frente a los dilemas
ambientales, interpersonales o intrapsíquicos y su interacción, causa de estrés
personal.

Intervención: se prefiere como un término general. Es común y no exclusivo


de los terapeutas de familia o grupos92.»

Todos estos servicios se dirigen a las personas enfermas, a las que están en
riesgo y a sus familias o allegados. En el mismo libro, refiriéndose al
tratamiento de terapia, citaban la clasificación realizada por Lucille Austin en
1948, como sigue:

«En 1948, Lucille Austin desarrolló una nueva clasificación apuntando dos
planos: la terapia social y la psicoterapia. En este último caso, la dividió
entre:

Terapia de soporte: que tiene como objetivo prevenir la rotura interna.

Terapia de desarrollo interno: que tiene como objetivo alcanzar el cambio en


el ego incrementando la habilidad de gestionar las dificultades.

Terapia experimental: vista como un intermedio entre las metas de la primera


y de la segunda93.»

92. Woods, 2000: 4–5.

93. Woods, 2000: 113–131.

© Editorial UOC

131
Sistema sanitario y normativa legal

Las prestaciones señaladas se dan en servicios de «salud pública, atención


primaria y especializada, sociosanitaria, urgencias, farmacia, ortoprótesis,
productos dietéticos y transporte sanitario». Así, en paralelo, los servicios
citados, contarán con su propio catálogo de prestaciones detallando el ámbito.
De este modo se genera un esquema que siendo el mismo puede darse en
doble dirección: ¿qué servicios preventivos se prestan en salud pública? O,
¿desde salud pública qué servicios preventivos, diagnósticos, terapéuticos,
etcétera, se prestan? Sin embargo, los servicios preventivos también se
prestan en la atención primaria y en la atención especializada, y viceversa. Lo
mismo pasa con los servicios diagnósticos, con los servicios terapéuticos y
finalmente, con los servicios rehabilitadores. Y lo más importante, en cada
una de estas prestaciones y servicios está o debería estar presente el trabajo
social sanitario.

Cuando se habla de servicios se habla, indirectamente, de profesionales que


son quienes en realidad articulan todo su saber, su pericia gestionan el acto
sanitario. El mapa conceptual que sigue ilustra el esquema resultante de
combinar los servicios con las prestaciones.

Mapa conceptual 9. Arbolado básico del catálogo de prestaciones, servicios


y ámbitos de la prestación Prestaciones de:

• Salud pública

• Atención primaria

• Atención especializada

Servicios

• Atención sociosanitaria

preventivos

• Urgencias
• Farmacia

• Ortoprótesis

• Productos dietéticos

• Transporte sanitario

Prestaciones de:

Prestaciones de:

• Salud pública

• Salud pública

• Atención primaria

• Atención primaria

• Atención especializada

Servicios

Catálogo

• Atención especializada

• Atención sociosanitaria

rehabilitadores

Servicios

de

• Atención sociosanitaria

• Urgencias
promoción

diagnósticos

prestaciones

• Urgencias

• Farmacia

salud

• Farmacia

• Ortoprótesis

• Ortoprótesis

• Productos dietéticos

• Productos dietéticos

• Transporte sanitario

• Transporte sanitario

Prestaciones de:

• Salud pública

• Atención primaria

• Atención especializada

Servicios

• Atención sociosanitaria

terapéuticos
• Urgencias

• Farmacia

• Ortoprótesis

• Productos dietéticos

• Transporte sanitario

Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.

Para ir desarrollando el arbolado natural y que se vea claramente el desdobla-


miento, a continuación se toma como ejemplo el punto de «servicios
preventi-

© Editorial UOC

132

El trabajo social sanitario

vos» junto con las «prestaciones». En cada prestación se incluyen los


colectivos profesionales como seguidores del esquema propuesto por la ley y
reales presta-dores de servicios. Éstos, se verá en el apartado que sigue de la
Ley de Ordenación de las profesiones sanitarias, cumplen con una serie de
principios y valores. Cada colectivo profesional, a su vez, como se ha visto al
principio de este capítulo, presta servicios dentro de establecimientos
organizados mediante fórmulas matriciales, e interdisciplinarias debiendo
ponerse de acuerdo antes con los otros colectivos acerca de los servicios que
prestan conjuntamente y aquellos que prestan bajo su responsabilidad, porque
les son propios y no los puede prestar otro u otra profesional sin la formación
previa correspondiente.

Así, en la siguiente figura se muestra el escenario de los servicios preventivos


(se puede sustituir el término preventivos por diagnósticos, terapéuticos o
rehabilitadores), desglosado en los diferentes ámbitos y, a su vez, en cada uno
de ellos se detallan los profesionales que conforman los equipos más simples:
profesionales de la medicina, de la enfermería y de trabajo social sanitario.
No se excluye a ningún colectivo, solo se señalan los colectivos profesionales
que constituyen la columna que garantizará la práctica del modelo
biopsicosocial.

Mapa conceptual 10. Arbolado de los servicios preventivos y colectivos


profesionales que los prestan

• Profesionales de la medicina

• Profesionales de la enfermería

• Salud pública

• Profesionales del trabajo social sanitario

• Profesionales de...

• Profesionales de la medicina

• Profesionales de la enfermería

• Atención primaria

• Profesionales del trabajo social sanitario

• Profesionales de...

• Profesionales de la medicina

• Atención especializada

• Profesionales de la enfermería

• Profesionales del trabajo social sanitario

Servicios
• Profesionales de...

preventivos

• Profesionales de la medicina

• Profesionales de la enfermería

• Atención sociosanitaria

• Profesionales del trabajo social sanitario

• Profesionales de...

• Profesionales de la medicina

• Profesionales de la enfermería

Catálogo de

• Urgencias

• Profesionales del trabajo social sanitario

prestaciones

• Profesionales de...

• Farmacia

• Profesionales de la medicina

• Ortoprótesis

• Profesionales de la enfermería

• Productos dietéticos

• Profesionales del trabajo social sanitario


• Transporte sanitario

• Profesionales de...

Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.

© Editorial UOC

133

Sistema sanitario y normativa legal

Cada servicio de trabajo social sanitario siguiendo las pautas señaladas


deberá definir su «catalogo de servicios y prestaciones» y su «cartera de
servicios» en cada ámbito en el que intervenga. A gran escala, esta es una
investigación pendiente.

Y sigue el capítulo III definiendo las diferentes prestaciones:

«Las prestaciones de salud pública, como conjunto de iniciativas organizadas


por la sociedad para preservar, proteger y promover la salud de la población,
a través de actuaciones dirigidas, entre otras finalidades, a la información y
vigilancia epidemioló-

gica, la prevención de las enfermedades, la promoción de la seguridad


alimentaria o la prevención y control de los efectos de los factores
ambientales sobre la salud humana.

En atención primaria, se incluye la atención comunitaria, la atención paliativa


a enfermos terminales, la salud bucodental y la salud mental.

En atención especializada, se potencia la actividad en consultas y hospitales


de día, médicos y quirúrgicos, incluyéndose, además, la hospitalización a
domicilio, la atención paliativa a enfermos terminales y la salud mental.

Se definen las prestaciones de atención sociosanitaria en el ámbito


estrictamente sanitario, que comprenderán los cuidados sanitarios de larga
duración, la atención sanitaria a la convalecencia y la rehabilitación en
pacientes con déficit funcional recuperable que se llevará a cabo en los
niveles de atención que cada comunidad autóno-ma determine.

La prestación farmacéutica incluye los medicamentos y productos sanitarios


y el conjunto de actuaciones encaminadas a que los pacientes los reciban de
forma adecuada a sus necesidades clínicas, en las dosis precisas según sus
requerimientos individuales, durante el período de tiempo adecuado y al
menor coste posible para ellos y la comunidad.»

A modo particular, cada profesional del trabajo social sanitario debe saber
donde se inscribe su ejercicio particular para luego analizar la adecuación de
la práctica y cómo ésta se encuentra definida. El capítulo anterior es una base
teórica para definir tanto los servicios que presta como los procedimientos y
técnicas que aplica, satisfaciendo así los requisitos de la cartera de servicios,
sigue el capítulo III:

«Las prestaciones incluidas en el catálogo se hacen efectivas a través de un


conjunto de técnicas, tecnologías y procedimientos que integran la cartera de
servicios.

La cartera de servicios del Sistema Nacional de Salud se aprobará por real


decreto, previo informe del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de
Salud.

Las nuevas técnicas, tecnologías o procedimientos serán sometidos a


evaluación previa a su incorporación a la cartera de servicios para su
financiación pública. La

© Editorial UOC

134

El trabajo social sanitario

actualización de la cartera de servicios se aprobará por orden del Ministro de


Sanidad y Consumo, igualmente, previo informe del Consejo Interterritorial.»
Merece un especial interés este punto y se señala el valor que puede tener en
un futuro próximo que cada trabajadora social sanitaria, ella y él, cada
servicio, se adelante y empiece a definir de acuerdo a la terminología legal su
presencia en el sistema sanitario. Esto, pensando en que los procedimientos
de trabajo social sanitario, las técnicas empleadas para brindar los servicios a
las personas que atienden, se aprueben como procedimientos y técnicas de la
«cartera de servicios de ministerio de sanidad». Éste es un esfuerzo que es
preciso realizar para que cuando se presente la oportunidad lo difícil, la
definición, la catalogación, los contenidos, las evaluaciones, estén hechas.
Desde aquí se llama la atención sobre el hecho de prever lo que se va a exigir
cuando llegue el momento, adelantarse en este caso es un ejercicio libre, por
supuesto, pero moralmente ineludible si se aspira realmente al
reconocimiento y a la consideración de la disciplina dentro de la normativa.
Sigue el texto dentro del mismo párrafo.

«El Ministerio de Sanidad y Consumo, previo informe del Consejo


Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, autorizará el uso tutelado de
determinadas técnicas, tecnologías o procedimientos, antes de decidir sobre la
necesidad o convenien-cia de su inclusión en la cartera. El uso tutelado se
realizará, por su propio carácter, por tiempo limitado, en centros autorizados
y de acuerdo con protocolos especí-

ficos.»

Una de las grandes ventajas en estos momentos convulsos es que no se está


buscando un nuevo espacio profesional en el sistema sanitario, no se está
proponiendo a los políticos la creación de una nueva profesión, como sí
propuso el Dr.

Cabot, lo que se está buscando es que se visibilice el trabajo social sanitario.


Se trata de que el espacio actual del trabajo social sanitario se reconozca de
acuerdo a lo que implica el trabajo social sanitario genuino, el que ha
inspirado la primera parte de este libro y el que inspira la última, no
determinadas intervenciones de las que también se ha hablado que se dicen
de trabajo social sanitario, pero que no lo son. La gran oportunidad hoy está
en la reordenación de los servicios como señala la ley. Ello será un buen
primer paso para iniciar ese largo camino que conduce a ganar presencia en el
sistema sanitario y al logro del reconocimiento como profesionales sanitarios.

En el artículo 20.3 se desarrolla la ampliación de la «cartera de servicios» y


se expone un requisito que refuerza la recomendación anterior y lo
transforma en

© Editorial UOC

135

Sistema sanitario y normativa legal

necesidad: la investigación debe tornarse, en los servicios de trabajo social


sanitario, una actividad ordinaria y no extraordinaria. Dice, en concreto, el
texto, abundando en la filosofía anterior:

«En cualquier caso, no se incluirán aquellas técnicas, tecnologías y


procedimientos cuya contribución eficaz a la prevención, diagnóstico,
tratamiento, rehabilitación y curación de las enfermedades, conservación o
mejora de la esperanza de vida, autonomía y eliminación o disminución del
dolor y el sufrimiento no esté suficientemente probada.»

El trabajo social sanitario incide en todos y cada uno de los puntos


mencionados pero faltan más estudios y resultados concluyentes. Las
oportunidades es-tán en la reorganización del servicio como indica la ley pero
sobre todo definiendo tanto los procedimientos como los protocolos y luego
los procesos (servicios).

Sigue el texto de la ley para señalar otro punto a enfocar también desde el
trabajo social sanitario, el de «las garantías» y este es un apartado igualmente
bási-co para desarrollar y encarar el futuro con otros indicadores diferentes
pero igualmente significativos para el sistema sanitario y que respondan a la
información citada en este apartado de «las garantías». Dice el capítulo III:

«Regula un aspecto esencial de las prestaciones, cual es su garantía, aunque


más acertado resulta referirse a las garantías de seguridad, calidad,
accesibilidad, movilidad y tiempo en el acceso a las prestaciones.»

Estas líneas abren para el trabajo social sanitario otro frente de gran calado y,
a la vez, grandes posibilidades al replantearse el análisis de la actividad
profesional con relación a las «garantías citadas», con respecto a la
intervención relacionada, con el entorno comunitario y de servicios. Se trata
de generar nuevos indicadores respecto a la «seguridad», la «calidad», la
«accesibilidad», la «movilidad y el tiempo en el acceso a las prestaciones»
¿Cuáles son los indicadores de garantías del servicio de trabajo social
sanitario? Las garantías vienen detalladas en los artículos que van del 23 al
28, el último. A continuación se describe la parte de los artículos que
permiten aproximarse a ellos y empezar a repensar evaluaciones para
comprobar los primeros valores y así progresivamente definir tendencias y,
en consecuencia, actuaciones.

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136

El trabajo social sanitario

Tabla 7. Vinculación de las «garantías» al servicio de trabajo social sanitario


Artículos referidos

Primeras preguntas e indicadores relacionados

a las garantías

con el trabajo social sanitario

Artículo 23. Garantía de accesibilidad.

¿Qué ocurre cuando las personas atendidas necesitan

Todos los usuarios del Sistema Nacional

apoyo de algún servicio social y éste no está accesible?


de Salud tendrán acceso a las

¿Cuál es el índice de accesibilidad a determinados

prestaciones sanitarias….

programas gestionados fuera del sistema sanitario?

Otros.

Artículo 24. Garantías de movilidad.

¿Qué ocurre con las personas que viven en zonas en las 1. El acceso a las
prestaciones sanitarias

que la trabajadora social sanitaria, ella o él, de atención reconocidas en esta


ley se garantizará

primaria atiende a más de una población?

con independencia del lugar del

¿Cuáles son las isócronas de los centros de salud respecto territorio nacional
en el que se encuen-de las personas según su lugar de residencia?

tren en cada momento los usuarios

Otros.

del Sistema Nacional de Salud…

Artículo 25. Garantías de tiempo.

Relacionado con la accesibilidad, está el tiempo en lista 1. En el seno del


Consejo Interterritorial

de espera que se tarda en acceder a uno u otro servicio se acordarán los


criterios marco para
gestionado por otras entidades externas al establecimiento garantizar un
tiempo máximo de

sanitario en el cual se ejerce.

acceso a las prestaciones del Sistema

Recuérdese que algunos de los servicios prestados desde Nacional de


Salud…

trabajo social sanitario se pueden complementar con apoyos tangibles cuya


inaccesibilidad repercutirá directamente en el bienestar de la persona afectada
y de su familia.

Artículo 26. Garantías de información.

En este caso, la definición del «catálogo de prestaciones»

1. Los servicios de salud informarán a

y de la «cartera de servicios» correspondiente al trabajo los ciudadanos de sus


derechos y

social sanitario subsana este vacío en caso de que aún no deberes, de las
prestaciones y de

esté elaborada.

la cartera de servicios del Sistema

Nacional de Salud, de los requisitos

necesarios para el acceso a éstos…

Artículo 27. Garantías de seguridad.

Cuando la persona está siendo tratada desde el servicio 1. Cuando se trate de


técnicas,
de trabajo social sanitario ello implica desplazamientos y, tecnologías o
procedimientos para cuya

por tanto, una reorganización de la cotidianeidad.

correcta utilización sea conveniente

concentrar los casos a tratar, se

designarán servicios de referencia…

Artículo 28. Garantías de calidad y

El punto fuerte a resaltar es que se reconoce la necesidad servicios de


referencia. […] Asimismo,

de humanizar, esto es, considerar a la persona como única.

abordarán actuaciones para la humani-

Éste es el espacio natural del trabajo social sanitario.

zación de la asistencia y para la mejora

de la accesibilidad administrativa

y de su confortabilidad…».

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137

Sistema sanitario y normativa legal

Una breve incursión en el capítulo IV que refiriéndose al capítulo III dice:

«El capítulo III está dedicado a los profesionales de la sanidad, que


constituyen un elemento esencial en la modernización y calidad del sistema
sanitario español en su conjunto.»

Recuérdese la observación realizada al principio de este capítulo del libro


después de citar la secuencia y cronología de las leyes. Cuando se redactó y
aprobó esta ley, la Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las
profesiones sanitarias todavía no existía, por tanto, asumiendo que es una
interpretación, ello legitima para decir que el capítulo III está dedicado a los
profesionales de la sanidad, e incluye a las trabajadoras sociales sanitarias,
ellas y ellos.

En este punto, ha llegado el momento de parar y preguntarse, una vez más,

¿cuáles son las prestaciones, el conjunto de servicios que se brindan desde el


trabajo social sanitario? ¿Cuál sería un primer esquema sencillo de estos
servicios?

Es decir, ¿cómo se articula con las teorías del trabajo social y concretamente,
del sanitario? ¿Cómo se contextualiza lo referido al catálogo de prestaciones
desde el trabajo social sanitario para que cumpla con las formas y fórmulas
legales expuestas? ¿Cómo se presenta ello «al sistema sanitario» y al «Estado
de bienestar»

para que se vea como es y no como lo que se dice que es? El tema se irá
desgra-nando en las páginas siguientes.

El párrafo siguiente, posiblemente, resulte redundante, detallado en exceso,


quizás repetitivo, pero es necesario para evitar cabos sueltos, tan sujetos a
una libre interpretación como a una mala interpretación.

Quienquiera que observe atentamente la organización y el funcionamiento de


diferentes servicios de trabajo social sanitario, sean de atención primaria,
sean de atención especializada o sociosanitaria, sean de urgencias, podrá dar
fe de que la mayor parte de las intervenciones profesionales están dentro de la
ley. Sin embargo, también patentizará la falta de documentación que las
presente y delimi-te dentro de ésta. Esta observadora u observador ocasional
se dará pronto cuenta de que en los servicios o unidades de trabajo social
sanitario, las prestaciones (o servicios) prestados carecen de nombre propio
que las identifique particular-mente y ninguna de ellas se encuentra recogida
como tal en los manuales de funcionamiento interno, cuando los hay. Se
puede añadir más, a este observador u observadora ocasional, a día de hoy,
muy posiblemente, le resultaría imposible encontrar, en algún servicio de
trabajo social sanitario, un díptico o un tríptico en donde se recogieran
enumerados y denominados uno tras otro los servicios de

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138

El trabajo social sanitario

trabajo social sanitario que prestan las y los profesionales que lo integran. De
existir algo, suele formar parte de la presentación del establecimiento del que
se trate y, en el apartado dedicado al trabajo social sanitario, suelen
encontrarse redactados como: ayuda en sus necesidades, orientación y gestión
de recursos, valoración social, tramitación de ayudas, etcétera. Se insiste
nuevamente en la reflexión que hila los diferentes argumentos del libro ¿esto
puede considerarse trabajo social sanitario? Presentado así, no.

Se ha señalado en páginas anteriores y es momento de profundizar en ello.

Con la teoría encima de la mesa, la valoración, la información y la


orientación, la tramitación de ayudas, no son un servicio de trabajo social
sanitario si bien, en su ejercicio las profesionales, ellas y ellos, valoran,
informan, orientan, etcétera.

Dichas atenciones no son un servicio de trabajo social sanitario porque la


valoración, la información, la orientación y otras, así, tal cual, no identifican
la intervención desde su función real. Además, es un hecho que en el
ejercicio de la actividad profesional, también valoran, informan y orientan el
resto de profesionales de la medicina, de la enfermería, de la rehabilitación,
de la conserjería, de la cocina, de la informática, etcétera. Por esto es
importante darse cuenta de que la valoración, la información y la orientación
son servicios comunes con otras profesiones, no son una seña de identidad ni
un factor diferencial de ninguna, salvo, en el caso de la orientación y la
información de los servicios o unidades de atención al cliente o de
información. Se cierra la reflexión, dando relieve al hecho de que todas
actividades citadas en los puntos anteriores, se encuentran incluidas tanto en
los procedimientos, protocolos y procesos del servicio de trabajo social
sanitario. El quid de la cuestión es que todas estas actividades, desde el
principio, se han confundido con servicios siendo los contenidos de la ley de
cohesión y calidad los que descalabraron el discurso de siempre. Es preciso
diferenciar el «catálogo de prestaciones» de la «cartera de servicios» porque
la ley los diferencia. Es preciso diferenciar un «procedimiento» de un
«protocolo» y ambos de un «proceso» porque cada concepto también alberga
sus propios contenidos teóricos. La información, la valoración y la
orientación son actividades comunes que se dan y están presentes en todos
los casos, en cualquiera de los procedimientos o protocolos que se sigan y, de
igual forma, en cualquiera de los procesos resultantes, si bien, siempre
estarán contextualizadas y restringidas por el diagnóstico social sanitario. Por
ejemplo, a una persona que entre sus muchas dificultades está la realización
de la compra diaria después de un alta hospitalaria, no se le dará información
sobre grupos de ayuda mutua para padres de niños con trastornos de atención.

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139

Sistema sanitario y normativa legal

De igual forma, el diagnóstico social sanitario en sí mismo tampoco es un


servicio. Las personas no acuden a una trabajadora social sanitaria para un
diagnóstico social sanitario si bien éste es el centro desde el cual las personas
recibirán los servicios en el plan de tratamiento.

La definición de ambos, del «catálogo de prestaciones» y de la «cartera de


servicios», es básica para organizar un servicio de acuerdo a la legislación y
de igual modo, facilitar que la ciudadanía pueda solicitar atención sabiendo
qué servicios puede recibir del servicio de trabajo social sanitario. La
comprensión de ambos conceptos, la habilidad para dotarlos de contenidos
prácticos pero sobre todo reales, evitará los clásicos errores funcionales y,
como consecuencia, las valoraciones sesgadas en los resultados. La ley, como
se ha visto y se ha se-

ñalado específicamente, no obliga en concreto al servicio de trabajo social


sanitario a aplicar dicho esquema, pero como profesión que se desarrolla en
el sistema sanitario, es una obviedad que debe asumirlo motu proprio para ir
andando el camino que corresponde al momento actual y así alcanzar su
estatus mereci-damente. La legislación es el pilar sobre el que se acotan
realidades en un momento determinado, pero la legislación no es un corsé, la
propia dinámica y transformación de la sociedad, la constante generación de
conocimiento, la creación de nuevos servicios obliga a la adecuación de la
legislación a las nuevas realidades. La definición del catalogo de prestaciones
y de la cartera de servicios, por ejemplo, se modificó tres años más tarde en el
Real Decreto 1030/2006 que establecía la cartera de servicios comunes del
Sistema Nacional de Salud y el procedimiento para su actualización. En el
propio título surge el hecho necesario de la actualización.

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140

El trabajo social sanitario

«Catálogo de prestaciones» y «cartera de servicios» básicos del servicio


de trabajo social sanitario: algunos ejemplos

Tabla 8. Algunos ejemplos de servicios prestados desde el trabajo social


sanitario «catalogo de prestaciones» y los procedimientos o protocolos dentro
de los cuales éstos se prestan

«cartera de servicios»

Catálogo de prestaciones

Cartera de servicios

(algunos ejemplos de servicios comunes)


(algunos ejemplos de procedimientos o protocolos)

• Apoyo psicosocial en la búsqueda de

• Procedimiento de acogida y atención a la demanda

soluciones a su situación diagnosticada y

de la persona.

aceptación de la necesidad de ayuda.

• Protocolo de atención psicosocial a la familia

• Apoyo psicosocial en la gestión de la

de adolescentes con trastornos de conducta.

percepción de la realidad.

• Terapia individual.

Técnicas:

• Terapia familiar.

• Entrevista individual.

• Terapia de grupo.

• Entrevista familiar.

• Counseling.

• Coordinación otros trabajadores sociales sanitarios.

• Otros.

• Derivación de casos.
• Documentación y registro.

• Otras.

• Apoyo psicosocial para la prevención

• Procedimiento de atención a las personas mayores

del aislamiento familiar y social.

de 80 años.

• Rehabilitación de los lazos amistosos

• Protocolo de atención psicosocial a las personas

y familiares.

diagnosticadas de Alzheimer.

• Prevención de riesgos y apoyo psicosocial

• Protocolo de atención psicosocial a las personas

a las cuidadoras o cuidadores.

con síndrome de Diógenes.

• Gestión de las relaciones familiares para

• Protocolo de atención a las personas que viven solas compartir y repartir las
responsabilidades

y aisladas.

de atención.

• Terapia individual.
Técnicas:

• Terapia familiar.

• Entrevista individual.

• Terapia de grupo.

• Entrevista familiar.

• Counseling.

• Coordinación otros trabajadores sociales sanitarios.

• Derivación al protocolo correspondiente.

• Derivación de casos.

• Documentación y registro.

• Otras.

• Counseling.

• Protocolo de trabajo social sanitario de atención

• Ludoterapia.

a personas con esquizofrenia.

• Musicoterapia.

• Rehabilitación vocacional.

Técnicas:

• Terapia psicosocial.

• Entrevista individual.
• Terapia de grupo.

• Entrevista familiar.

• Tratamiento asertivo en la comunidad.

• Screening de trabajo social sanitario

• Documentación y registro.

• Problem-solving.

Otros.

Otros.

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141

Sistema sanitario y normativa legal

El trabajo social sanitario y la Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de


ordenación de las profesiones sanitarias

Se siguen asumiendo riesgos, ahora para presentar, también en pocas palabras


esta profesión con más de cien años sobre sus primeros pasos: el trabajo
social sanitario. Si bien se ha mencionado en más de una ocasión se cree
importante exponer los motivos sobre el uso del término sanitario frente al de
salud. Primero, la salud no puede circunscribirse a acciones e intervenciones
sanitarias. La misma aplicación de la definición de la OMS pronunciada en
Alma–Ata, en 1978, lleva a la necesidad de establecer los perímetros exactos
en los que se desenvuel-ve la disciplina en cuestión y el sistema del Estado de
bienestar dentro del cual se inscribe. La denominación correcta de la
profesión es un elemento esencial para comprender los factores
diferenciadores desprendidos de sus funciones propias en cualquiera de los
servicios, prestaciones, o ámbitos expuestos. Así mismo, la denominación
correcta evita confundir el trabajo social sanitario con el trabajo social
generalista o practicado en otros campos, como puede ser, servicios sociales,
educación, laboral, justicia, etcétera.

El trabajo social sanitario es una disciplina porque reúne un conjunto de


teorías y conocimientos. Es una profesión porque además de ser un ejercicio
retribuido, cumple con los criterios señalados por Abraham Flexner, una
autoridad reconocida en la materia, en su famosa conferencia de 1915 « Is
social work a profession? ». Conferencia a la cual, la autora ha hecho, los
últimos años, numerosas menciones, al encontrar en el pensamiento y
palabras de Flexner caminos para la reflexión y la autocrítica y a la vez, una
señal de alerta para no olvidar y desandar los pocos pasos alcanzados.

«Las profesiones implican en esencial operaciones intelectuales con una gran


responsabilidad individual. Derivan su materia prima de la ciencia y del
aprendizaje. Este material lo trabajan hasta un extremo práctico y definido.
Poseen una técnica educa-tiva comunicable, tienden a la autoorganización y
llegan a ser cada vez más altruistas en la motivación94.»

Una evidencia de que el conocimiento se retroalimenta lo ejemplariza la alu-


sión que, desde la Ley 44/2003 de Ordenación de las profesiones sanitarias,
se realiza para explicar el concepto de profesión. Dice en su capítulo II.

94. Flexner, 1915: 581.

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142

El trabajo social sanitario

«El concepto de profesión es un concepto elusivo que ha sido desarrollado


desde la sociología en función de una serie de atributos como formación
superior, autonomía y capacidad autoorganizativa, código deontológico y
espíritu de servicio, que se dan en mayor o menor medida en los diferentes
grupos ocupacionales que se reconocen como profesiones.»

La similitud entre ambas es evidente. El trabajo social sanitario, por tanto, es


la especialización95 del trabajo social en el ámbito sanitario. Es la teoría que
guía la práctica y el conocimiento profesional en sanidad, para eso investiga
científicamente (se recopilan datos objetivos de las personas enfermas o en
riesgo y de sus familias, se definen hipótesis de trabajo y se validan, se
aplican sistemas de información propios e integrados a los sistemas
generales, se realizan análisis estadísticos periódicos de los datos obtenidos,
se identifican tendencias, etcétera) las leyes básicas de las realidades y las
circunstancias psicosociales, las vivencias marcadas por la enfermedad física
o mental de las personas atendidas, así como las de las familias y los
allegados.

El trabajo social sanitario, en el plano práctico, es sobre todo un sistema de


conocimiento que, a su vez, produce conocimiento el cual, siguiendo
procedimientos o protocolos, permite designar en cada caso social sanitario
los procesos indicados, para generar bienestar y, más allá, riqueza individual
y social. Una riqueza que surge de la visión a corto, medio y largo plazo de la
enfermedad, del pronóstico médico y social, todo contextualizado en la vida
de la persona afectada. Una riqueza que surge de la promoción de los
recursos propios de las personas, de la ayuda estratégica (premeditada y
deliberada) facilitada para que la persona asuma una actitud ajustada a la
realidad, a la suya, por lo general, interrumpida por la enfermedad propia o
del familiar, una riqueza gestada en la orientación y el acompañamiento en la
búsqueda de nuevas posibilidades y vocaciones profesionales, en la
movilización de recursos informales y formales si cabe, para favorecer el
sentimiento de autonomía y evitar el de la pérdida de dignidad y ello,
siempre, con la enfermedad debilitándose o, a veces, declarada cró-

nica o de carácter degenerativo, como telón de fondo.

El sistema sanitario, se ha visto, está estructurado por establecimientos


agrupa-dos en ámbitos en los cuales están presentes equipos de trabajo social
sanitario. Una 95. Desde octubre de 2009, dentro de los Estudios de Ciencias
de la Salud del Instituto Internacional de Postgrado de la UOC
(www.uoc.edu) se imparte el Postgrado de Trabajo Social Sanitario. En el
horizonte inmediato está el futuro Máster y como consecuencia, la gestión del
título oficial dentro del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES).
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143

Sistema sanitario y normativa legal

característica del sistema sanitario es que los diferentes colectivos


profesionales, desde su disciplina, gestionan tanto conocimientos propios
como recursos técnicos e infraestructuras de todo el sistema no solo del
establecimiento donde ejercen. De igual modo, el colectivo de profesionales
del trabajo social sanitario, también gestiona recursos técnicos e
infraestructuras de otros sistemas del Estado de bienestar: el de servicios
sociales, el de justicia, el de educación, etcétera. Dicha gestión se apoya, en
todos los casos y colectivos, en técnicas de trabajo en equipo, de
coordinación a veces, de derivación otras, para responder eficaz y
eficientemente de las funciones propias en los ámbitos señalados en la Ley
44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las profesiones sanitarias,
que en su título I, artículo 4.3, señala:

«[…] en el ámbito asistencial, investigador, docente, de gestión clínica, de


prevención y de información y educación sanitarias.»

Dichas funciones, además, pueden desarrollarse en el plano local, autonómi-


co, regional, estatal, europeo, etcétera. Añade la misma ley en el mismo título
I, artículo 4.7.b:

«Se tenderá a la unificación de los criterios de actuación, que estarán basados


en la evidencia científica y en los medios disponibles y soportados en guías y
protocolos de práctica clínica y asistencial. Los protocolos deberán ser
utilizados de forma orientati-va, como guía de decisión para todos los
profesionales de un equipo y serán regularmente actualizados con la
participación de aquellos que los deben aplicar.»

Préstese atención a las «ideas-fuerza» del punto y véanse como parte


importante del andamiaje desde el cual se irán desdoblando las diferentes
líneas a fin de agrandar la perspectiva actual para que, en un futuro
inmediato, exista una presencia remodelada del trabajo social sanitario dentro
del sistema sanitario. En dicho apartado de la ley se habla de «unificación de
criterios», «evidencia cientí-

fica», «guías y protocolos de práctica clínica», «actualización participada de


los protocolos». De nuevo surge la necesidad de que el servicio de trabajo
social sanitario se adapte y reestructure para asumir, sin que ello implique
falsificarse o perder la identidad que le diferencia, cada una de estas ideas y
los conceptos que se vayan rescatando de los diversos redactados legales que
conforman los mim-bres de la práctica. Así, surge de nuevo la pregunta,
¿cómo se deben organizar los servicios de trabajo social sanitario para aplicar
dichas «ideas–fuerza» interna-mente y que se reflejen en la práctica?
Segundo y muy importante, ¿cómo se constituye el servicio de trabajo social
sanitario en pieza clave visible de las estructuras superiores que conforman
los equipos de trabajo?

© Editorial UOC

144

El trabajo social sanitario

El servicio de trabajo social sanitario, hoy por hoy, mientras no se desarrollen


las especialidades96, es equiparable a un servicio central como puede ser ra-
diología, laboratorio, informática, salvando las distancias que existen entre
ellos.

Tomando las «ideas-fuerza» citadas en el párrafo anterior y reflexionando


sobre lo que implica para el servicio de trabajo social sanitario véase la
siguiente tabla.

Tabla 9. Ideas-fuerza del título I, artículo 4, 7.b de la Ley de Ordenación de


las profesiones sanitarias y su aplicación al trabajo social sanitario

Ideas-fuerza Ley 44/2003

En el trabajo social sanitario


(Título I, Artículo 4.7.b)

«Unificación de criterios.»

La definición de los procedimientos y protocolos y su operatividad para


aplicarlos conjuntamente en la atención primaria, la atención especializada y
donde exista, la atención sociosanitaria, responde a la unificación de
criterios97.

Esto conlleva el diseño de sistemas de información de uso generalizado y de


acceso desde los tres ámbitos.

«Evidencia científica.»

La Blackwell Encyclopaedia of Social Work la define la práctica basada en la


evidencia en trabajo social como:

«Acercamiento transparente responsable a la toma de

decisiones y basado en la consideración de la mejor evidencia actual sobre


los efectos de la intervención en particular sobre el bienestar de los
individuos, los grupos y las comunidades.

Se refiere a las decisiones de ambos, los distintos

profesionales y responsables políticos98.»

96. Uno de los hechos que llama poderosamente la atención viniendo de


España son las plantillas que componen los departamentos de trabajo social
sanitario de los hospitales estadounidenses. Para hospitales que rondan las
1.200 camas, éstas son de 220 ó 230 trabajadoras sociales sanitarias, ellos y
ellas. El quid está en que son especialistas. El futuro Máster de trabajo social
sanitario centrará parte de sus fundamentos teóricos y prácticos en formar
especialistas en determinadas enfermedades o trastornos que penetran en lo
social de tal modo que lo alteran y desestructuran.

97. En su artículo 10 («Gestión Clínica en las Organizaciones Sanitarias»),


punto b dice textualmente: «a los efectos de esta ley, tienen la consideración
de funciones de gestión clínica las relativas a la jefatura o coordinación de
unidades y equipos sanitarios y asistenciales, las de tutorías y organización de
formación especializada, continuada y de investigación y las de participación
en comités internos o proyectos institucionales de los centros sanitarios
dirigidos, entre otros, a asegurar la calidad, seguridad, eficacia, eficiencia y
ética asistencial, la continuidad y coordinación entre niveles o el acogi-
miento, cuidados y bienestar de los pacientes.»

98. Macdonald, 2009: 123–124.

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145

Sistema sanitario y normativa legal

Tabla 9. Ideas-fuerza del título I, artículo 4, 7.b de la Ley de Ordenación de


las profesiones sanitarias y su aplicación al trabajo social sanitario.
(Continuación) Ideas-fuerza Ley 44/2003

En el trabajo social sanitario

(Título I, Artículo 4.7.b)

«Evidencia científica.»

Pensando en el trabajo social sanitario, esto giraría alrededor de (


Continuación)

personas enfermas o en riesgo.

Análisis de la información obtenida de las intervenciones realizadas


diariamente y las consecuencias inmediatas y a largo plazo.

Propuesta de investigaciones cualitativas y cuantitativas para abrir nuevos


caminos de atención e intervención.
«Guías y protocolos de práctica

La elaboración y diseño de las fases de los procedimientos clínica.»

(generales) o protocolos (aplicados a una situación determinada).

Esto se complementa en el análisis de la Ley 16/2003 de cohesión y calidad


del Sistema Nacional de Salud. Por poner algún ejemplo de protocolo propio
de trabajo social sanitario:

• Protocolo de atención psicosocial a la infancia con diabetes.

• Protocolo de atención psicosocial a personas en estado terminal.

• Protocolo de atención psicosocial a personas con artrosis.

«Actualización participada

Evaluación periódica de la información generada y validación de la de los


protocolos.»

eficacia y la eficiencia de los procedimientos o protocolos.

Por una parte, en el punto anterior se ha puesto de relieve lo tratado por las
profesiones reconocidas como «sanitarias» pero, tácitamente, en la mayoría
de ellas, como se ha ido viendo, el trabajo social sanitario está presente. Un
apunte para denotar el giro que para el trabajo social sanitario supone la
puesta en marcha en 2009 del primer Postgrado de Trabajo Social Sanitario
ya citado, esto, junto con la evolución de la formación continuada
especializada en determinadas comunidades autónomas99 cuyas
profesionales, ellas y ellos, están realizando grandes esfuerzos para aplicar
los conceptos desde la profesión y para ir incorporando a su quehacer diario,
en la medida de lo posible, los esquemas, las fórmulas, marcados por la ley,
todo ello permite afirmar que, moralmente, el trabajo social sanitario, no
puede quedar excluido por mucho tiempo de dicho reconocimiento de
profesión sanitaria. Y sin contar los más de cien años de historia que lo
avalan.
99. La autora puede hablar desde la experiencia propia como docente y
asesora del Principado de Asturias, de las Islas Canarias, de Cataluña, de La
Rioja, de Castilla La Mancha, especialmente, en donde se siguen
periódicamente planes de formación continuada para ahondar en lo expuesto.

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147

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

Capítulo IV

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

«Cabe, al menos, el consuelo de que no se permita el acceso a puestos de


responsabilidad en el terreno sanitario a aquellos trabajadores sociales que
carezcan en su currículo de una fiable formación médico–sanitaria y cabe
también la esperanza de que eso sirva de acicate para que la mayoría de las
universidades proporcionen a sus diplomados en Trabajo Social una
formación médico–sanitaria rigurosa y no un mero título de asignatura con
finalidades tan solo aparentes en un currículum engañoso.»

J. AURELIO PALAFOX BOGDANOVITCH, 1987.

La importancia del trabajador social en el campo sanitario La «ayuda»:


vertebrando toda acción del trabajo social sanitario La «ayuda» es la
columna vertebral que sostiene toda la intervención de trabajo social
sanitario. Sin embargo, no se trata de cualquier ayuda. Es una ayuda
estratégica orientada a la persona enferma o a la que, en su comunidad, está
en riesgo de enfermar, una ayuda que implica también a su familia, a sus
allegados e implícitamente, hace partícipe al resto de profesionales del
establecimiento que intervienen en el proceso de curación o prevención para
que contextualicen a la persona enferma en su medio y sus circunstancias. En
el ejercicio del trabajo social sanitario, desde el principio, se ponen de relieve
los hechos y las circunstancias psicosociales que acontecen al mismo tiempo
que la enfermedad, o su alto riesgo, y se analizan para elaborar un
diagnóstico social sanitario, el cual, puede darse desde lo individual, lo
familiar, lo grupal y lo comunitario.

Una de las teorías más extendidas hoy dentro del trabajo social sanitario, se
viene señalando a lo largo del libro, es la de los puntos fuertes100. Así, la
«ayuda»

apoyada en dicha teoría, queda sujeta a un requisito que se repetirá en todos


los casos: dentro del estudio de las variables se precisa la identificación de los
factores positivos, los hacedores y posibilitadores. Esos que aumentarán las
posibili-100. Weick et al. , 1989: 350–354.

© Editorial UOC

148

El trabajo social sanitario

dades de recuperación del bienestar de quienes conforman el caso social


sanitario, tal como lo definió Gordon Hamilton101. Si bien ella habló del
caso social, sus contenidos y ejemplos surgen en gran medida del ámbito
sanitario y en él, este acontecimiento vital es la enfermedad o un alto riesgo
de padecerla. El cómo: pe-netrando en lo psicosocial y conductual de la
persona enferma, en sus seres pró-

ximos y la forma en que su cotidianeidad se ve alterada, momentánea o


indefi-nidamente, por esa nueva acompañante que es la enfermedad.

Parece oportuno poner de relieve el instinto natural y básico de las personas


en general para ofrecer ayuda a la persona enferma o amenazada de enfermar
por las circunstancias que la rodean. Pero, a lo largo de los siglos, este
instinto varía de acuerdo a la moral imperante. Así, por ejemplo, no hace
muchos años una madre soltera, por el mero hecho de ser madre soltera,
generaba una serie de movimientos a su alrededor. Hoy generará otros, pero
éstos poco tendrán que ver con aquellos primeros. Cuarenta años atrás,
cuando una mujer soltera anunciaba su embarazo, el entorno se inquietaba,
hoy, es más probable que la llenen de felici-taciones. Las personas en su
conjunto, como ente social, evolucionan en su moral y eso lleva a que los
tipos de ayuda también evolucionen. Una de estas formas de evolución es la
delimitación de las responsabilidades de quien presta la ayuda.

Si bien, al principio, la prestación de «ayuda» estaba muy marcada por


razones socioeconómicas, a lo largo del siglo XIX y principios del XX estas
razones se am-pliaron y se relacionaron, en especial, con el respeto a la
persona y a la dignidad de la vida, razones, todas ellas recogidas y
representadas en los treinta artículos de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, publicada en 1948102.

Cuando una persona enferma, su familia también queda afectada de alguna


forma. Lo común es que en un principio, cada cual se apoye en sus propios
medios y recursos psíquicos, pero puede suceder, de hecho sucede, que eso
no baste para afrontar la nueva realidad, ni el futuro. Así, dependiendo de
aspectos internos como son el estado de ánimo, el carácter, la actitud ante las
dificultades, la personalidad, etcétera y de aspectos externos como son las
responsabilidades laborales, el número de personas que dependen de ella, las
relaciones particulares, las deudas económicas, etcétera, puede llegar un
momento en que la persona necesite apoyos profesionales externos. El
servicio de trabajo social sanitario por su know how accede a la interioridad
de los miembros del caso social sanitario sin 101. Hamilton, 1951: 3–4.

102. www.un.org/es/comun/docs/?
path=/es/documents/udhr/index_print.shtml Fecha de consulta: 10 de julio de
2011.

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149

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

perder la atención sobre su medioambiente y contexto habitual. Por ello y por


la formación especializada, por su «catálogo de prestaciones» y su «cartera de
servicios» es, por excelencia, el servicio que mejor puede asumir dicha
responsabilidad. Las organizaciones del sistema sanitario pueden optimizarse
a través de procedimientos de trabajo social sanitario que permitan, por
ejemplo, diferenciar las necesidades reales de las potenciales. Uno de los
talones de Aquiles de los equipos sanitarios es que su punto de mira está
centrado en las necesidades potenciales, en lo que necesita la persona, pero
descuidan el estudio a fondo de sus apoyos y posibilidades. Este hándicap lo
resuelve la elaboración de un diagnóstico social sanitario, fase del
procedimiento o protocolo que pone su foco tanto en las necesidades
potenciales como en los medios propios de cada persona afectada.

Entonces, una vez se dispone de ese diagnóstico social sanitario, los procesos
de trabajo social sanitario serán los adecuados a las necesidades reales y a las
personas. El seguimiento de procedimientos y protocolos sirve al principio de
optimización de los medios propios de las personas, lo cual repercute en la
sostenibilidad del mismo sistema sanitario. En el ejercicio del trabajo social
sanitario, la responsabilidad recae sobre este estudio preciso de las realidades
personales de cada caso.

Lo profesional, en cualquier disciplina, no implica soterrar lo humano, ni


blindarse a la emoción. No implica convertirse en un autómata ajeno a
razones que, además, están ahí y que, como profesionales responsables y casi
siempre gestores reales del caso social sanitario, se viven en primera persona.
Sería un error, en el trabajo social sanitario, negarse ese latido, como lo es en
medicina o enfermería. Pero sería un error, igualmente, dejarse llevar por él y
actuar impul-sivamente de acuerdo a él. En el siglo XXI, lo profesional exige
una actitud tan ecuánime como responsable y objetiva. Una actitud proactiva
y herramientas de trabajo que permitan precisar lo máximo posible el amplio
corolario de las necesidades a satisfacer asumiendo que la persona es parte
activa de esta satisfacción de sus necesidades. Lo profesional implica una
mirada crítica y atenta, por ejemplo, a las repeticiones. Determinadas
repeticiones de situaciones permiten dise-

ñar un screening de trabajo social sanitario para poder definir poblaciones


diana de riesgo y dentro de éstas, diferenciar las que necesitan ayuda de las
que no. El estudio preliminar, el diagnostico social sanitario o el
prediagnóstico, como fases de un procedimiento, actúan a modo de garante
de que aquella intervención que resultará, no es fruto de una improvisación
sino de un plan de trabajo que incluye estrategias de mejora. En otras
palabras, se trata de actuar inteligentemente o lo que es lo mismo, promover
intervenciones de calidad probada.

© Editorial UOC

150

El trabajo social sanitario

Se abre un breve paréntesis para señalar una disciplina, la economía de la


salud, cuyos contenidos están muy relacionados con los resultados y
beneficios del trabajo social sanitario pero que de momento todavía parecen
darse la espalda.

Ambas comparten conceptos tan comunes como recursos limitados,


necesidades, eficacia, eficiencia, costes de oportunidad, presupuestos,
incertidumbre, et-cétera. Actualmente se manifiestan dos líneas de
pensamiento en la concepción de la salud. Por una parte, está la línea de
pensamiento que la concibe como bien absoluto, lo que se puede traducir
como que no tiene precio y, por arrastre, la concepción cada vez más
extendida y más aceptada que considera la Salud un bien superior. Al hilo,
Santiago Rubio cita textualmente:

«[…] una segunda línea de pensamiento (que con el paso del tiempo se ha ido
haciendo mayoritaria) opinaba que la salud constituía un bien superior, que
los poderes públicos deberían tutelar y promover; pero que se deberían
justificar los recursos empleados en sus actividades, frente a otras
asignaciones alternativas dedicadas al cumplimiento de otros objetivos
sociales igualmente deseables y legítimos (como educación, justicia,
seguridad o cultura)103.»

El reto del trabajo social sanitario está en diferenciarse, porque como se verá,
es diferente de los otros tipos de «ayuda», pero existe un segundo reto
igualmente importante, el de identificar y evaluar los beneficios generales y
específicos de su acción. Ello es posible comparando procedimientos,
analizando en detalle los procesos, tanto en los casos particulares como en las
comunidades en general.

Más adelante se concretará y aportarán ejemplos sobre ello. Urge empezar a


iluminar los beneficios del trabajo social sanitario para evitar que éstos
queden des-valorizados o minimizados hasta tal punto que deje de sentirse la
necesidad de dicha profesión.

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario asume los principios y los


valores adoptados desde siempre por la disciplina, pero también debe seguir
unas pautas y responder a unos tempos que hoy vienen garantizados, tal como
recoge la Ley de cohesión y calidad en el artículo referido a la cartera de
servicios, por los procedimientos de intervención, que en este caso son
procedimientos de trabajo social sanitario. Esto supondrá el primer intento de
modernización de la organización de un servicio que lleva años debatiéndose
entre detractores y de-fensores.

103. Rubio, 2006: 37–91.

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151

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

Otro elemento a destacar sobre la «ayuda» desde el trabajo social sanitario es


que ésta se inscribe dentro del principio de subsidiariedad que busca en todo
momento la realización de la máxima autonomía de la persona a la que se
ayudará en lo que ella o su familia no pueda. El Parlamento Europeo, en sus
fichas técnicas, presenta el «principio» como sigue:

«El principio de subsidiariedad tiene como función general garantizar un


grado de independencia a una autoridad inferior con respecto a una instancia
superior o a un poder local con respecto a un poder central. Se trata, por
consiguiente, de un reparto de las competencias entre varios niveles de poder,
principio que constituye la base institucional de los Estados federales104.»

Parece bastante obvio que aplicado al trabajo social sanitario, además de


satisfacer la moral de este siglo XXI, no convierta a la persona en
dependiente de los servicios. En la medida de lo posible, sin que ello entrañe
algún tipo de riesgo para la persona afectada, cuando se trabaja dentro del
principio de subsidiariedad se contribuye a una racionalización de los
recursos, los cuales, a día de hoy, debido al incremento desmesurado de la
demanda, son escasos, limitados y se encuentran colapsados en su mayoría.
Eso en cuanto a los recursos materiales, pero en el trabajo social sanitario, la
mayor parte de la intervención se produce en la esfera de lo inmaterial, lo
psíquico, lo emocional, se promueve la autosuficiencia incentivando la
motivación y la conciencia responsable. Sea cual sea el tipo de

«ayuda», tangible o intangible, no puede darse o dejarse de dar de manera


caprichosa según las apariencias, o siguiendo únicamente criterios
administrativos en los que determinados atributos generan derechos. En
cualquier caso se deben satisfacer los requisitos de eficiencia, igualdad y
equidad. Siguiendo el hilo argumental de Rubio, el calificativo de eficiencia
significa que aquel servicio «X de trabajo social sanitario», que viene
recogido en el «catálogo de prestaciones» y a efectos organizativos se hablará
del proceso «X de trabajo social sanitario», se presta de la manera que se
presta, sigue la lógica que sigue, porque es la más económica y la que obtiene
mejores resultados o cotas de bienestar105.

Desde el trabajo social sanitario, en un futuro inmediato, deberá asumirse la


responsabilidad del cálculo de las diferentes intervenciones según los
procedi-104. www.europarl.europa.eu/factsheets/1_2_2_es.htm

Fecha de consulta: 30 de junio de 2011.

105. Rubio, 2006: 37–91.

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152

El trabajo social sanitario

mientos y los protocolos, los cuales, se compararán en términos de


producción de bienestar, todo bajo estrictos criterios de control de la eficacia,
de la eficiencia y a partir de la elaboración de indicadores a efectos
comparativos de poblaciones y períodos.

La evaluación, cuantitativa, pero sobre todo, la cualitativa, deberá asumirse


dentro de esa nueva rutina de servicio y deberá liderar propuestas de cambio
cuando se pongan de relieve determinadas tendencias acompañadas de
determinados déficits. Para eso, deberán diseñarse herramientas para rendir
cuentas, tanto a las organizaciones en las cuales se inscribe la acción directa
(atención primaria y atención especializada) como a la misma sociedad como
estructura viva y vital.

La nueva organización del servicio de trabajo social sanitario que se ha


planteado a lo largo de las páginas anteriores, asumiendo procedimientos,
protocolos y definiendo los procesos más frecuentes y siempre desde el
trabajo social sanitario, necesita una planificación multidimensional
garantizando la ecuanimidad y la objetividad, evitando mediante la técnica de
supervisión a las profesionales, ellas y ellos, entre otros, el riesgo de quedarse
atrapado en lo subjetivo, en lo emocional. Lo profesional va asociado a la
eficacia y a la eficiencia, a la pericia acu-mulada a lo largo del tiempo y que
se traduce en acciones bien definidas, identi-ficables como tales y con
posibilidades de medir sus beneficios, tanto los tangibles (reducción del gasto
como consecuencia de asumir más responsabilidades), como los intangibles
(cambios de actitudes pasivas a activas, positivas, creativas ante las
dificultades que siempre las habrá). En resumen, se trata de poder responder a
las preguntas: ¿por qué debe existir el servicio de trabajo social sanitario?
¿Qué aporta dicho servicio a las personas relacionadas con la enfermedad, a
sus familias y a la sociedad en general, en la cual, están inmersas y
desarrollan su vida? ¿Qué aporta a la hoy tan necesaria sostenibilidad del
sistema sanitario y por extensión, del Estado del bienestar?

Las personas, como individuos, tienen su responsabilidad. Como sociedad,


cuando se organizan a través de sus instrumentos de participación y
democracia, deben velar para que no se anule la capacidad y la libertad de las
personas como individuos. O, ¿acaso se aspira a una sociedad alienada y
sumisa en la que son los poderes públicos quienes resuelven cualquier
incidencia?

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario promueve las capacidades y las


habilidades individuales (mediante procedimientos de caso), para repercutirlo
en la sociedad en general (mediante procedimientos de grupo y
comunitarios), procedimientos que responden al método científico:
observación y estudio de hechos

© Editorial UOC

153

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

que conforman el caso, diagnóstico del caso y tratamiento del caso. La


«ayuda» en trabajo social sanitario va asociada a la identificación de una o
varias necesidades, o del riesgo de padecerlas. Pero, cuando se habla de
«necesidad», ¿de qué se está hablando exactamente? El concepto de
necesidad puede explicarse de muchos modos y, por ello, se necesita
delimitar el concepto de «necesidad en el trabajo social sanitario». Una de las
propuestas más útiles sobre la valoración y determinación de la «necesidad»
la propuso hace años Bradshaw106 cuando presentó cuatro tipologías de
necesidad: la necesidad sentida, la necesidad expresada, la necesidad
comparada y la necesidad normativa. A ellas se añaden otras dos: la
necesidad diagnóstica (la que determinan las profesionales, ellas y ellos,
como la que hay que cubrir) y la necesidad satisfecha (aquella que ha dejado
de ser). Así, las investigaciones derivadas del análisis de la información
obtenida aplicando procedimientos, deberían incluir las seis tipologías de
necesidad expuestas para contextualizar cada propuesta y, a la vez, relativizar
las tendencias que se vayan conformando. Esto permite acciones proactivas.
De igual modo, la necesidad de

«ayuda» se asocia erróneamente a la prestación de servicios tangibles, pero


en trabajo social sanitario, se ha visto que la mayor parte de los servicios que
se prestan y que quedarán recogidos en el «catálogo de prestaciones» del
propio servicio, son intangibles. Es importante dar relieve a este hecho dado
que, normalmente, se asocia el trabajo social sanitario al uso de servicios
institucionales y de ingreso.

En cualquier caso, todos los servicios deben someterse a criterios de calidad


probada y validada, siendo, para la autora, las teorías de Deming107 las que
más se adecuan al valorar la satisfacción de las personas atendidas, la
motivación de los profesionales que las atienden, ellos y ellas, y con el
mínimo coste del servicio.

En la prestación de «ayuda», se viene señalando, convergen personas y


bienes materiales que se gestionan de acuerdo al diagnóstico social sanitario.
En 1969, tres años después del fallecimiento de Charlotte Towle (1896–
1966), Hellen Harris Perlman editó el libro Helping ( Ayudando). Era un
homenaje a su maestra y amiga recién fallecida. Perlman introduce y comenta
todos los artículos de Towle, que se reproducen, pero en el prólogo, pone el
foco en el conocimiento de Towle acerca de «quién ayuda», «quién recibe la
ayuda» y el «proceso de ayuda en trabajo social», se puede añadir sanitario y,
más concretamente, en su caso, en salud mental, reconociendo en la figura de
Towle a una de las pioneras en éste ámbito108.

106. Bradshaw, 1983.

107. Walton, 1990.

108. Perlman, 1969: vii.

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154

El trabajo social sanitario

En el trabajo social sanitario, el primero y el segundo elemento, quien presta


la ayuda y quién la recibe, siendo distintos, forman una unidad indivisible y
condicionan la eficiencia del tercer elemento, favoreciendo o interrumpiendo
esa sinergia creada entre ambos y que produce los resultados, los beneficios o
los efectos esperados. Es una evidencia que los tres elementos están vivos y
se retroalimentan entre sí. Y si bien, a priori, son impredecibles, a posteriori ,
cuando todas las intervenciones siguen procedimientos o protocolos, generan
valiosos núcleos de información a partir de los cuales, realizar
investigaciones a fin de ins-taurar nuevos conocimientos. Es esencial diseñar
investigaciones, considerando el ángulo de las personas ayudadas y el de las
personas que ayudan las profesionales, ellas y ellos.

La profesión del trabajo social sanitario se edifica sobre la propia vida, la


realidad de las personas, sus vivencias y experiencias, sus actitudes. Pero
constantemente se debe avivar el fuego de la autocrítica. Por ejemplo, ¿cuál
es la mejor estructura de entrevista ante un caso cuyo centro de gravedad es la
imposibilidad de asumir los cuidados diarios de un familiar directo? O, ¿cuál
es la mejor estructura de entrevista ante un caso cuyo centro de gravedad se
desplaza a la irres-ponsabilidad o dejación de los cuidados diarios?

Si bien cada profesional puede contestar, esa respuesta no deja de ser parte su
anecdotario particular, a no ser que haya investigado los resultados de sus
entrevistas asumiendo diferentes actitudes. En este caso, para seguir con el
ejemplo, es preciso averiguar mediante la observación de la práctica cuáles
son los resultados y si éstos se corresponden con los deseados, en qué medida
y en cuánto se desví-

an. Los procesos de trabajo social sanitario, los servicios finales, ¿prestan o
han prestado la «ayuda»? Analizando los resultados, ¿cuál es la mejor técnica
de entrevista en cada caso? Ambas son situaciones distintas que requieren
abordajes distintos y cuestiones distintas, pero, ¿hasta qué punto esa
diferencia cala en la conciencia de cada profesional como una parte
imprescindible del proceso de ayuda? ¿Cómo tiene que conducirse la primera
entrevista en uno y en otro caso?

¿Y la segunda? ¿Cómo influye la personalidad y la actitud de la persona


enferma en el enfoque de la entrevista que a su vez adquiere un fin para la o
el profesional? ¿Y la entrevista a la familia? ¿Cuál es el orden más óptimo de
las preguntas para obtener la máxima información y a la vez, que la persona
empiece a sentirse dentro de un plan de ayuda y vaya asumiendo su papel?
¿Cómo lograr que se cumplan los acuerdos? Etcétera. Las respuestas que
vayan surgiendo deben con-testarse a partir de investigaciones de campo
sobre casos reales, atendidos en uno y otro escenario. ¿Cuántos? Los
suficientes para proponer pautas. Cualquier otra

© Editorial UOC

155

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

fuente que no esté avalada por el método científico puede ser muy
convincente, puede ser incluso original, pero carece de valor acreditado.
Empezada la segunda década del siglo XXI es preciso pensar y analizar las
cuestiones referidas al trabajo social sanitario, a su presentación, a su
abordaje y a su acción, en términos científicos. Muchos de los caminos
iniciados los últimos años han acabado en vía muerta y otros se dirigen
directamente al mismo fin. En el sistema sanitario, precisamente, cualquier
otra vía que no sea la científica está condenada a la nulidad.

La intervención por procedimientos y protocolos salva este escollo y permite


obtener datos siguiendo una metodología sistemática y, periódicamente, al
analizar las tendencias en las formas relativas a la necesidad de ayuda y a la
prestación de ayuda, se pueden realizar proyecciones de futuro. Si en su
momento, en los años noventa del pasado siglo, se hubiera atendido a las
advertencias de las trabajadoras sociales sanitarias, ellas y ellos, las personas
dependientes hoy dispondrían de otros medios y otras atenciones de las que
disponen por una simple razón, en el sistema sanitario, desde siempre, pero
sobre todo desde mediados de los ochenta del siglo XX, se atiende a personas
altamente dependientes. La dependencia para el sistema sanitario, para las
trabajadoras sociales sanitarias, ellas y ellos, no es ningún fenómeno nuevo.
Como para los estudiosos del arte, el románico no es un estilo nuevo. El
desconocimiento de las cosas edifica barbaridades.

Así, en toda relación de «ayuda», dentro del trabajo social sanitario conviven,

«quienes prestan dicha ayuda», las profesionales y especialistas, ellas y ellos,


con
«quienes la reciben» las personas enfermas y sus familias. Esto genera
sinergias que deben ser curativas, rehabilitadoras, reconstructoras de
realidades. Cuando esta relación terapéutica, curativa, constructiva, se
desarrolla dentro de un «procedimiento de trabajo social sanitario», los
diferentes «procesos de ayuda», en definitiva, los servicios, desde el trabajo
social sanitario, están sujetos a una di-námica propia, primero, estrechamente
marcada por la enfermedad que se contextualiza en la vida y entorno de la
persona afectada, segundo, por la vivencia de ésta, siendo esa vivencia la que
marcará los primeros pasos. Siguiendo el hilo argumental de Gordon
Hamilton109, dicha dinámica está sujeta a la experiencia de la persona en
relación a su enfermedad. Así, mientras los procedimientos y protocolos,
garantizan la sistemática y la ecuanimidad, la homogeneidad de la atención,
los procesos de trabajo social sanitario, los servicios finales, las tipologías de
apoyo, son garante de la individualidad y la unicidad. En ningún caso, una
experiencia personal puede considerarse un trasunto de otra.

109. Hamilton, 1951: 213–218.

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156

El trabajo social sanitario

La «ayuda» definida desde el trabajo social sanitario Una persona puede


comprar un cuadro de Picasso a un particular o antes de comprarlo,
asesorarse con un experto en la obra de Picasso, cerciorarse de que el cuadro
pertenece al pintor y que está catalogado. Otra puede automedicarse una
supuesta hepatitis o antes, acudir al internista para que le diagnostique su
dolencia que puede resultar en hepatitis o en una ictericia. Otra puede
explicar, a una amistad, a un conocido, a los profesionales que le atienden,
sus vivencias, sus sensaciones, sus temores sobre lo que su enfermedad, o la
de algún familiar, supondrá en un futuro, cómo ésta afectará a su vida, a sus
planes, o puede acudir al servicio de trabajo social sanitario. Es difícil y
conviene ser realistas que hoy, ante determinadas situaciones, se piense en el
servicio de trabajo social sanitario como un servicio que las puede canalizar,
reorientar, realizar un seguimiento de las diferentes gestiones que realice la
persona, pero es deseable que en un futuro ello sea así. A partir del momento
en que los servicios de trabajo social sanitario replanteen su presencia y su
acción cambiarán también las demandas que reciban, así como la imagen que
proyectan.

Ida M. Cannon, en su capítulo sobre la organización, señala que la eficacia y


la eficiencia médica no son posibles sin el trabajo social sanitario, ella se
refería al hospitalario110. Y es evidente que si no se contemplan las esferas
psicosociales que conforman la actitud, el medio, la cultura de la persona, la
acción médica se convierte en un acto aislado que no vincula a la persona, ni
a su familia, y no evita la repetición, hablando en términos sanitarios, la
recaída, sea en la atención primaria o en la atención especializada.

En 1922, Mary E. Richmond publicaba What is social case work? En la


introducción expuso la diferencia entre la «ayuda profesional» proveniente el
trabajo social, se puede añadir también en este caso, sanitario, de la que no lo
es.

Escribía:

«El afecto y la bondad abren muchas puertas, enderezan muchas


complicaciones.

Pero cuando al afecto y a la bondad podemos añadirle el conocimiento sobre


el funcionamiento de la mente humana y el conocimiento de los recursos
sociales como el que poseía el Dr. Howe, tenemos un nuevo poder en el
mundo agregado al viejo poder de amarse los unos a otros111.»

110. Cannon, 1917: 159–161.

111. Richmond, 1922: 8–9.

© Editorial UOC

157
La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

Su afirmación «tenemos un nuevo poder en el mundo» ilustra las grandes


posibilidades que el trabajo social sanitario aporta a las comunidades, a las
personas que las conforman. Como siempre, las palabras de Mary E.
Richmond, a juicio de la autora, iluminan los conceptos que permiten ver la
práctica del trabajo social sanitario como una nueva forma de intervención y
que, como tal, logra nuevos resultados: la persona, su familia, además de
verse atendida se sigue sabiendo capaz de decidir sobre sí misma porque las
profesionales, ellas y ellos, le recuerdan que es ella la que debe decidir, la
acompañan y apoyan en la toma de decisiones. Los resultados obtenidos de
las intervenciones enmarcadas dentro de procedimientos de trabajo social
sanitario dignifican a las personas que, a pesar de sus dificultades, a pesar de
su enfermedad, a pesar de sentirse tentadas a retirarse, a abandonarse, se las
sostiene al pie del timón de su vida, evitando que la dejen en manos de los
de-más que, sin mala intención, tienden a la anulación. Por ejemplo,
imagínese la siguiente situación: la Sra. Juana, de 75 años de edad, ha estado
hospitalizada por un AVC (accidente vascular cerebral). Cuando regresa a su
casa necesita ayuda para las actividades de la vida diaria. Vive con su
hermana Felisa de 65 años. Entre otras cosas, le han recomendado un paseo
diario. Ante un hecho tan sencillo como ir a comprar el pan no es lo mismo
decir: «voy a comprar el pan, no tardo nada, ¿te puedes quedar un rato sola?»,
que decir «vamos a comprar juntas el pan». Detrás de la segunda opción está:
así harás ese poco de ejercicio que te han recomendado, te irá bien para las
articulaciones, para la circulación, te distraerá, hablarás con algunas personas,
etcétera. Todo eso está detrás de la segunda opción y nada de ello se
encuentra en la primera en que la Sra. Juana se quedará sola en la casa. El
punto no es que la Sra. Juana y su hermana Felisa puedan comer pan, el punto
está en que la Sra. Juana no puede perder sus hilos con el mundo que la ha
estado rodeando los últimos años. La segunda opción, dentro de un plan de
trabajo social sanitario, formará parte de una estrategia mucho más amplia
que el asegurar el pan. La estrategia busca en el pan una excusa real,
cotidiana, para ayudar a la persona a moverse, a relacionarse, a cerciorarse de
que su hermana con la que vive la ayuda y asume su nueva realidad como
parte de su futuro. La primera fórmula, a la cuidadora o cuidador, solo le
requiere pasar por delante de una panadería. La segunda implica una
organización del tiempo y, más tiempo. Cambia el sistema de relación con la
persona enferma o convaleciente. La segunda fórmula frente a la primera
supone dedicar más tiempo a la persona. Pero, no solo eso, la primera
fórmula la anula y en cambio, la segunda, la dignifica, la mantiene en su rol
de persona. Pero para ello, para determinar que para la persona enferma o
convaleciente debe seguir implicada en lo cotidiano, para concluir que es más
beneficioso ayudarla a resolver que no

© Editorial UOC

158

El trabajo social sanitario

resolverle directamente, con todo el corolario de beneficios que ello supone,


se han requerido muchos años de observación y planes de trabajo social
sanitario. Para asumir que desde el trabajo social sanitario se promoverá la
segunda fórmula y que ello puede, además, suponer un tratamiento de
casework para modificar la visión de las partes y que vean los beneficios para
ambas, también se han requerido años de experiencia (más de un siglo) y de
observación activa y análisis de hechos aplicando el método científico. La
mirada desde el trabajo social sanitario no se queda, siguiendo con el
ejemplo, con que hay que comprar el pan para que la persona enferma o
convaleciente cada día pueda degustar el pan recién cocido. La experiencia
pone de relieve lo fácil que es quedar atrapado en el plano de lo sencillo,
«conseguir el pan» para no quitarle a la persona ese placer o alimento. Es un
ejemplo tan elemental como frecuente. Se podría seguir desmenuzando el
caso y avanzando en la acción. Así, puede suceder, por ejemplo, también es
algo muy habitual, que la persona enferma o convaleciente, no quiera
participar de esa cotidianeidad y se quite de en medio aludiendo a que está
enferma, que ya no puede, tal vez evite directamente ir con su hermana a
buscar el pan porque se avergüenza de su nueva imagen, supóngase que
arrastra un poco la pierna, que necesita bastón, etcétera.

Por ello, también se iniciará otro tratamiento de casework, en este caso, para
ayudarla a aceptar su nuevo aspecto, a profundizar sobre ese verse mal, a
comprender que ese ir a buscar el pan con su hermana, contribuye a su
recuperación y, por tanto, en un futuro, su físico se verá mejorado y ella se
verá más bien. Posiblemente, esa figuración que se hace sobre lo que los
demás puedan ver de sí misma no se ajuste a la realidad, pero esa es su
vivencia y su experiencia, por tanto, primero se deberá trabajar desde esa
esfera de intimidad.

Así pues, el instinto de ayuda, referido unas páginas antes como algo
inherente a toda persona en su sano juicio, es insuficiente para garantizar los
efectos y los beneficios que procura la «ayuda desde el trabajo social
sanitario» en la persona y en su entorno. El trabajo social sanitario deja de
lado los quereres y los impulsos, los arrebatos fruto de las buenas campañas
de marketing, porque de ser así, se generaría una ayuda discrecional y
discriminatoria. Quienes tengan más edad recordarán sentencias como «se
tiñe de rubia y luego viene a pedir comida…», o «hace días que no limpiamos
la casa porque como van a venir del ayuntamiento para ver-la…». Sobran los
comentarios, pero en ningún caso se puede caer ahí.

El ejercicio del trabajo social sanitario debe desvincularse de la acción


caprichosa, incluso reactiva y si bien el fenómeno de la
contratransferencia112 planea 112. Salzberger–Wittenberg, 1979: 27–30.

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159

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

sobre el día a día, el saber que este fenómeno está ahí gravitando, previene de
caer en sus efectos. Así, la intervención por procedimientos y protocolos
actúa a modo de regulador, que no interventor, y asegura que se dan los pasos
necesarios para actuar con garantías de que cada acción satisface realidades y
tiene objetivos terapéuticos. La voluntad de querer y desear ayudar a alguien,
en la mayoría de los casos no es suficiente para ayudarle.

El ejemplo anterior pone de relieve el peso que las emociones tiene en la


recuperación de la cotidianeidad de cada cual cuando ésta se ha visto
interrumpida por la enfermedad. Charlotte Towle señaló, hace años, como
mucho antes lo habían hecho Mary E. Richmond, Garnet Isabel Pelton, Ida
M. Cannon, Gordon Hamilton, Florence Hollis, Mary E. Woods, etcétera, la
necesidad de considerar las emociones y sentimientos de las personas que se
atienden, sus impresiones sobre lo que les pasa y cómo esto que les pasa les
afecta en su camino hacia la reinserción o rehabilitación. Towle afirma que
dichas emociones no son solamente moldeadoras de lo que vayan a hacer
dichas personas, también son una fuerte influencia en los pensamientos que
desprenden. Esto lo complementa poniendo su atención en las fuerzas
emocionales que gobiernan a la persona. Y va más lejos, refiriéndose a la
ayuda desde el trabajo social sanitario113: afirma que no se puede ejercer un
control consistente sobre fuerzas que no se entienden.

Con ello, nos invita a estudiar y a observar con detenimiento, pero también a
indagar sobre qué piensan las personas que se atienden, qué sienten y sobre
todo, a contrastar el escenario de lo dicho con el escenario de lo hecho.
Escribe:

«Trabajando con las personas, entonces, comenzamos con la premisa de que


según cómo esta persona se sienta, va a determinar en gran medida lo que
piensa, cómo ac-túa y el uso que hace del servicio de la agencia114.»

La importancia de las emociones en la vida cotidiana y su influencia en la


toma de decisiones, está ampliamente debatida y abordada por autores de
disciplinas diversas. Román Gubern, en libro El Eros electrónico, señaló hace
años la influencia de las emociones en lo que las personas sienten, frente a lo
que intelectualmente pueden racionalizar.

113. Si bien ella habla de Trabajo Social sin calificativos, gran parte de su
trabajo se desarrolló en Salud Mental, así el calificativo de sanitario, aunque
no aparezca directamente en su obra, queda im-plícito. En el texto se añade
que hoy en día, hablar de trabajo social sin más dejaría en el aire el contexto
dentro del cual ese trabajo social se desarrolla.

114. Towle, 1987: 14–15.

© Editorial UOC
160

El trabajo social sanitario

«Muchas veces, la gente no dice lo que piensa, pero sin embargo, suele hacer
lo que siente, revelando que la esfera afectiva es más determinante en la
conducta que le esfera lógico–verbal115.»

Esta es la cuna del trabajo social sanitario. Evítese caer en la trampa de la


falta de tiempo para pararse ahí. Determinadas intervenciones quirúrgicas
duran diez horas y nadie censura el tiempo porque se asume que la cirugía ha
requerido las diez horas que ha durado. La persona atendida en el servicio de
trabajo social sanitario tiene todo el derecho a su tiempo, a que la trabajadora
social sanitaria, ella o él, la escuche, la deje explayarse en su narración,
porque en ese hecho se obtiene una gran cantidad de información y toda de
gran utilidad para la elaboración de diagnóstico social sanitario. El servicio
de trabajo social no es un cajero automático, ni una cadena de producción.
Que se vea o interprete como tal depende de que las y los profesionales
asuman su papel y en él, su responsabilidad de rendir cuentas. Mary E.
Richmond en su libro Social Diagnosis, cuando se refiere a la primera
entrevista y se detiene en el método, indica que para favorecer la
aproximación entre cliente y profesional cabe construir un ambiente. Escribe:

«La privacidad, la ausencia de prisa, el cambio frecuente del tema, algo de


relleno deliberado para aliviar la tensión, especialmente, si la irritación
comienza a adulterar el reporte […] Dar al cliente todo el tiempo que quiere a
menudo conduce a la auto–re-velación más plena y a la larga ahorra tiempo, a
nosotros y a él. […] ¡Presión de trabajo! ¡La falta de tiempo! ¡Cuántos
fracasos en el tratamiento se justifican con estas dos frases!116.»

Y señala en el mismo apartado lo importante que es para la persona sentirse


única y percibir que se la está atendiendo a ella y no que la profesional que le
atiende está pensando en la siguiente persona que visitará.

¿Cómo puede explicarse ésta «ayuda»?


La «ayuda» desde el trabajo social sanitario es un estímulo externo a la
persona enferma o con riesgo de enfermar, un estímulo deliberado y
estratégico que busca una concienciación, un cambio de perspectiva o una
reacción. El estímulo se apoya, siempre, en una evidencia, en el diagnóstico
social sanitario, o en un prediagnóstico, o una clara situación de riesgo
biopsicosocial en base a lo cual se establecen intervenciones, preventivas o
asistenciales, con objetivos terapéuticos 115. Gubern, 2000: 100–109.

116. Richmond, 1917: 115.

© Editorial UOC

161

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

específicos. Éstos se marcarán conjuntamente, además de con la persona si su


estado no lo impide, con la familia implicada (si la persona no objeta) e
incluyendo, siempre, al resto de profesionales que también estén
interviniendo sobre la persona, el personal médico y el de enfermería. Ante
determinadas «ayudas», cuando se hayan establecido los servicios (o
procesos asumiendo el lenguaje de la gestión) se incluirán otros profesionales
como terapeutas ocupacionales, logo-pedas, ergo terapeutas, psicólogos,
rehabilitadores, etcétera, siempre y cuando es-tén participando en alguna
forma en la atención a la persona.

Los procedimientos de «ayuda» de trabajo social sanitario, también


asumiendo el lenguaje de la organización, cumplen con un principio básico:
la persona y su familia deben mantener la máxima autonomía siendo la parte
más activa de la toma de decisiones que se vayan asumiendo y, como
consecuencia, de los pasos que se deban dar para ejecutarlas. En esta
ejecución, las trabajadoras sociales sanitarias, ellas y ellos, serán el apoyo
fundamental pero también la brújula que dará credibilidad al camino seguido
como el camino establecido en el plan de trabajo. La persona, su familia, no
puede quedar abandonada a su suerte una vez se ha tomado la decisión que
sea sobre los apoyos que necesita. La creciente utilización de escalas de
valoración, cada vez ayuda más a determinar cuáles son los servicios sociales
o sanitarios que mejor pueden cubrir los déficits funcionales, ins-trumentales,
de la persona, pero la mayoría de ellos se olvida de la persona. Es el
equivalente a reducir la atención médica a la analítica o a la radiografía. De la
misma manera que la atención médica es mucho más que la simple analítica o
radiografía, la atención desde el trabajo social sanitario es mucho más que
una simple escala de valoración de necesidades. Se tome la decisión que se
tome, desde el trabajo social sanitario se garantiza que el plan para ejecutar
dicha decisión se sigue sin dificultades, y si éstas aparecen se cuenta con
capacidad para gestionar-las. Desde el trabajo social sanitario se garantiza
que las circunstancias que han llevado a ésta decisión, el diagnóstico social
sanitario, se mantiene. A modo de ejemplo: una vez tomada la decisión
«seguir viviendo en el domicilio familiar» y viendo que para que eso sea
posible se requiere apoyo domiciliario, acordado esto, la ejecución del plan
de trabajo puede incluir «apoyo psicosocial para aceptar la ayuda
domiciliaria, la gestión del soporte de la trabajadora familiar para la
organización de la compra, el almacenaje y la conservación de los alimentos,
el cocinado según las pautas clínicas de la nutricionista, la organización de
visitas de voluntarios para acompañar a la persona a pasear por las tardes y la
supervisión, por parte de la nutricionista, sobre la dieta». Con todo ello, se
establecerán los compromisos de la persona consigo misma y con relación a
cada parte, la fa-

© Editorial UOC

162

El trabajo social sanitario

milia, los profesionales, el voluntariado que intervenga, etcétera. Como puede


verse, a veces el que la persona pueda seguir en su casa, porque así lo ha
decidido y continúe decidiendo sobre su vida es mucho más laborioso y
costoso, en todos los sentidos, que si la misma persona decide ingresar en una
unidad de convalecencia, o de larga estancia. Todo ello asumiendo que no se
puede establecer una correlación entre tal diagnóstico médico, o tal grado de
dependencia, con el programa o servicio de trabajo social sanitario que vaya a
cubrir dicha necesidad. Se puede ir estableciendo una distribución, se pueden
ir asociando variables que cuando se reúnen generan más probabilidades de
que se utilice uno u otro programa ante una determinada circunstancia. Pero
la «ayuda» desde el trabajo social sanitario, se insiste de nuevo sobre ello, no
puede reducirse a un trámite o a buscar equivalencias. Ese trámite, en caso de
existir la figura, sería adecuado para una auxiliar de trabajo social sanitario.
Una figura que seguramente se creará a la larga de la misma forma que el
desarrollo de la enfermería dio lugar a la creación de la auxiliar de
enfermería.

Gordon Hamilton sitúa el «proceso de ayuda» dentro de una agencia u


organización y señala la necesidad del cliente, en cómo se expresa, como el
eje alrededor del cual pivota el proceso de ayuda. En este caso habla del «
casework funcional» y también señala la importancia de conocer lo límites de
la propia agencia u organización en la cual se ejerce117.

Joan Orme en The Blackwell Encyclopaedia of Social Work define la


«ayuda» en los siguientes términos:

«El ayudar es el proceso por el cual se asiste a los individuos y se gestionan


las situaciones problemáticas de sus vidas. Es el resultado deseado de toda
intervención de trabajo social, en la cual se puede mejorar la situación, aliviar
el sufrimiento y dejar a las personas con un sentimiento positivo de sí
mismas. Un modelo de ayuda (Egan, 1998) incluye cuatro etapas:
exploración, comprensión, acción y evaluación118…»

La «ayuda», cuando se articula desde el trabajo social sanitario, no se reduce


a un «hacer algo puntual»: dar una información, rellenar un formulario,
aplicar una escala de baremo, elaborar un informe, derivar a la persona a tal o
cual centro, etcétera. Nada de eso. La «ayuda» desde el trabajo social
sanitario significa todo lo contrario, ese «hacer algo puntual» se convierte en
el primer paso de una 117. Hamilton, 1951: 127–128.

118. Orme, 2009: 153–154.

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163
La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

serie de pasos, todos ellos encadenados por los objetivos del plan de trabajo,
y cada uno de los cuales se convierte en una ayuda estratégica en sí mismo.
Cada uno es una de las actividades de la urdimbre del proceso cuya
desembocadura son servicios de trabajo social sanitario. Este proceso a su
vez, se insiste en ello por la trascendencia que significa para la profesión,
vendrá soportado por el diagnóstico social sanitario o un prediagnóstico, una
de las articulaciones de cualquiera de los procedimientos, siempre de trabajo
social sanitario, preestableci-dos. Dentro de este conjunto asistencial se
trabaja mediante técnicas de diversa índole, de entrevista, de documentación
y registro, de seguimiento, de análisis y estadística, etcétera. Las técnicas son
aceleradores, ayudan a que determinadas realidades desemboquen antes en su
océano particular.

La «ayuda» avalada por el diagnóstico social sanitario: signo de


identidad del trabajo social sanitario

Una primera y sencilla clasificación de la «ayuda», imprescindible para


comprender el trabajo social sanitario y no confundirlo con otras actividades
de

«ayuda» como es la filantropía, conlleva diferenciar dos posibilidades


básicas: por un lado, la ayuda profesional, por otro, la ayuda común o
filantrópica de la que se han venido ilustrando ejemplos. Dentro del trabajo
social sanitario, esta diferenciación es aun más importante para evitar que se
confundan las responsabilidades profesionales con las responsabilidades que
son de las propias personas y de sus familiares, o incluso del voluntariado, y
se puede ir más allá, responsabilidades de los otros profesionales con los que
se trabaja en equipo, los cuales carecen de la formación especializada que
acredita una intervención desde el trabajo social sanitario.

Siempre dentro del campo de estudio e intervención del trabajo social


sanitario, de lo psicosocial119, se trata de poner de relieve el hecho de que la
ayuda prestada se apoya en las teorías propias asumiendo que éstas son fruto
de una evolución natural de la actividad de «ayuda» cuyos orígenes están
vinculados a la filantropía o la caridad120. Pero conscientes de ese nuevo
poder referido por Mary E. Richmond, 119. Se habla de lo psicosocial desde
el territorio de lo humano entendiendo que siempre hay una psique
interactuando con lo social, condicionando la acción, siendo en esta primera
esfera donde interviene el trabajo social sanitario. En ningún caso se habla de
desequilibrios patológicos que requerirían de otras profesiones más
especializadas en salud mental.

120. Agnew, 2004.

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164

El trabajo social sanitario

al vincular el instinto de ayudar con el conocimiento del funcionamiento de la


psique y el conocimiento de los recursos sociales, está claro que poco tiene
que ver una ayuda con la otra, de igual modo, los beneficios para la persona
deben ser, y de hecho son, distintos.

En términos generales, puede decirse que ambas, la filantropía y la caridad


es-tán al alcance de hombres y mujeres con recursos propios, con buena
voluntad y con motivación suficiente para brindarse a los demás
desinteresadamente, de forma individual o participando en alguna entidad
social organizada para tal fin, hoy se habla del tercer sector. Pero mientras
para brindar la ayuda filantrópica se necesita además de lo dicho,
generosidad, motivación, altruismo, equilibro interno, ética, virtuosismo, para
la ayuda profesional, además de todo lo anterior, se necesitan conocimientos,
investigaciones, entrenamiento y formación especializada generada y
facilitada dentro de entornos de estudio, el más evidente, no el único, es el
marco universitario121.

¿Por qué es tan importante establecer esta diferencia entre ambos tipos de

«ayuda»? Por varias razones. La primera está relacionada con la garantía de


calidad exigible a los miembros del servicio de trabajo social sanitario,
incluyendo tanto la responsabilidad del estudio de los problemas como la de
su correcto diagnóstico e igualmente, el adecuado plan de trabajo que resulte.
Si bien la persona siempre será libre de confiarse a quién quiera, no se la
puede obligar a acudir a profesionales si cree que la vecina o el compañero de
paseos puede ayudarla, tiene el derecho de saber si está confiando su
problema a un profesional titulado y preparado para ofrecerle la mejor ayuda
o a otro tipo de persona que puede ayudarla momentáneamente pero, aparte
de no haberse formado para ello, carecerá de la visión panorámica con la que
cuenta el profesional. La persona enferma, su familia, deben saber si están
ante un curandero o ante un médico, ante un masa-jista o un rehabilitador,
ante una señora que en horas libres ayuda con la comida o una dietista,
etcétera. Sería pecar de dogmáticos asegurar que los éxitos están en manos de
los profesionales, en ningún caso se está apuntando en esta dirección, pero sí
que la atención profesional posibilita que todo lo demás fluya de manera más
benéfica. La intervención profesional implica menos riesgos porque su ac-
ción se desarrolla tomando más variables del caso. En lo humano, en lo que
res-pecta a la enfermedad y a su tratamiento, las fórmulas matemáticas con
resulta-121. A día de hoy, la única universidad de España que imparte
formación especializada en Trabajo Social Sanitario es la UOC, a través de la
Instituto Internacional de Postgrado en Estudios de Ciencias de la Salud.

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165

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

dos exactos no existen. Pero sí que las fórmulas abstractas permiten afrontar
la realidad con mayores garantías, con menos sorpresas y ciertamente, habrá
un ángulo oscuro que escape al control. Así, de igual modo, la persona tiene
el derecho de saber si está ante una trabajadora social sanitaria o ante un
voluntario de una ONG o ante otro profesional que, quizás la escuche
atentamente, le confíe qué haría él o ella en su lugar, puede que, incluso, le
resuelva la demanda inmediata, pero dicho esto, no entrará en las causas
sobre las que ha germinado esa dificultad. Las trabajadoras sociales
sanitarias, ellas y ellos, aparte de estudiar lo que ocurre, analizan por qué
ocurre con el fin de prevenir que vuelva a ocurrir. Desde la ayuda filantrópica
no se tratan las disfunciones psicosociales asociadas a los problemas que
motivan la demanda, se cubren los déficits, se llenan los vacíos. Y asumiendo
lo mucho que le queda en este terreno al trabajo social sanitario no se puede
dar la espalda a la literatura científica generada a lo largo de más de cien
años. Esas son algunas de las razones por las que se debe orientar el foco a
establecer la diferencia entre lo profesional de lo que no lo es. En ningún
caso, esto debe interpretarse en términos de mejor o peor, pero sí en términos
de estar en disposición de ofrecer unas garantías y en términos de
oportunidad.

La demanda de ayuda al servicio de trabajo social sanitario, ciertamente, es el


último paso que suele dar la persona enferma o su familia cuando ven que sus
planes fallan, o cuando se sienten sobrecargados, o incapaces de afrontar esas
realidades que se van deshojando ante ellos a medida que su enfermedad o
dolencia se va tratando y, tanto el personal médico como el de enfermería,
pierden presencia real.

Ambos tipos de ayuda entrañan responsabilidades distintas. Mientras desde la


filantropía se responde sobre todo a las demandas de la persona y éstas solo
se cuestionan si quien las recibe comparte o no opinión, comparte o no
simpatía, desde el trabajo social sanitario se escuchan dichas demandas
iniciando ya un procedimiento o protocolo que conlleva una actitud
determinada que busca sobre todo la objetividad. Las demandas se escuchan
y luego se estudian, se recoge más información, tanta como sea necesaria
pero no más que ésta. Se interpretan los hechos y se valoran sobre todo las
necesidades reales partiendo de dichos hechos, pero sobre todo, apoyándose
en los factores como hacedores. Todo ello considerando los escenarios en los
cuales vive y transita la persona que motiva la prestación de «ayuda
profesional desde el trabajo social sanitario». Esta es la gran diferencia entre
una y otra forma de «ayuda».

¿Cómo saber que la «ayuda» recibida se apoya en el trabajo social sanitario?

Ésta cuenta con dos puntos clave:


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166

El trabajo social sanitario

• El primer punto implica un estudio exhaustivo de la demanda para


identificar el problema o dificultades que atenazan a la persona, tal como ella
misma expresa. El estudio exhaustivo significa una actitud activa de
búsqueda de información objetiva y subjetiva de la persona, una actitud de
contraste.

No vale una actitud pasiva, de escucha y recogida de información, pero sin


interpretación, lo cual lleva a una gestión igualmente pasiva de los apoyos y
la persona y su familia se limitan a expresar lo que necesitan. Desde el
trabajo social sanitario, dicho estudio y dicha interpretación son los
elementos diagnósticos, de ellos se desprende el diagnostico social sanitario
(o un prediagnóstico) que, en ambos casos, justifican y avalan las primeras
acciones profesionales que conducirán a un plan de tratamiento. En
definitiva, explican, científicamente, las acciones profesionales de
intervención que se van dando, así como las decisiones sobre el prestar uno u
otro servicio. Re-cuérdese que estos servicios, cuando se atomizan para
identificar todas las actividades y gestiones que han congregado para su
prestación, dan lugar a un «proceso». En este caso será un «procesos de
trabajo social sanitario».

• El segundo punto tiene que ver con la estrategia de la «ayuda» incluyendo


las acciones deliberadas que buscan acciones o reacciones por parte de los
miembros que conforman el caso social sanitario. También con las técnicas
adoptadas, unas frente a otras, sirven para que la intervención genere las
condiciones óptimas en el recorrer ese camino de búsqueda del reequilibrio y
reconstrucción que abraza, como si fuera el mismo aire, tanto el plan de
estudio como el diagnóstico y el posterior tratamiento.

Dado que una de las características del trabajo social sanitario es que se
consideran recursos principales las personas que intervienen, sea facilitando
la ayuda como profesionales o recibiéndola como clientes, comprender esa
diferencia entre la ayuda profesional y la ayuda filantrópica o común es
básico para evitar confundir la presencia humana con su verdadera función.

La ayuda profesional queda restringida a profesionales con formación


especializada y con experiencia probada. Esto, además de optimizar los
recursos, contribuye a la ecología humana evitando a quienes sufren
problemas, pasos inne-cesarios. La ayuda desde el trabajo social sanitario,
para satisfacer la normativa general, además de organizarse como se viene
apreciando a través de procedimientos, protocolos, procesos, cuenta con
sistemas de información cuyo análisis periódico facilita tanto la atención
directa como la gestión del servicio y el análisis de tendencias.

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167

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

A finales del siglo XIX se generaron muchos debates promoviendo este


relevante cambio de lo filantrópico a lo profesional, marcando el ir más allá
de la atención inmediata suscitada por la necesidad expresada. Pronto se vio
que las necesidades debían atenderse, pero también que debían estudiarse sus
causas, sus razones y actuar, con un plan detallado, sobre ellas. Para los
ideólogos, los críticos, los estudiosos, los analistas de la sociedad del
momento, acuciada por la desmesura de la re-volución industrial, era
necesario ver que la persona necesitaba ayuda y ayudarla, pero sobre todo era
preciso trabajar con ella, con la persona, con su familia, desde sus
posibilidades y las de su entorno para brindarle libertad individual. Y en caso
de que ello no bastara, cabía trabajar los cambios personales y ambientales
para lograr el bienestar anhelado. Vieron enseguida la importancia de sanar a
la comunidad.

Así, ella misma, la persona, podría superar la precariedad, la merma de la que


era víctima siendo su propio entorno el que en vez de castigarla, la acogería y
resarciría.

Algunas de las figuras más estudiosas y líderes de esta línea de pensamiento


sentaron las bases del trabajo social sanitario, entonces denominado trabajo
social medico, al señalar que era preciso conocer el ambiente en el que se
movían y vivían las personas enfermas que acudían a los hospitales o clínicas
ambulatorias, pensando, sobre todo, en el momento en que las atenciones
médicas cesa-ran y la persona volviera a su hábitat. Veían como la persona
volvía a ese ambiente, generalmente henchido de insalubridad y pobreza, en
el que había enfermado. Ante estos hechos se empezaban a gestar las
primeras teorías del trabajo social sanitario comunitario: no era lo mismo
atender a un niño desnutrido que, viendo el incremento de población infantil
desnutrida en la comunidad, en un barrio, diseñar un programa de educación
para mejorar la nutrición infantil en esa comunidad. Son dos intervenciones
desde el trabajo social sanitario que se desarrollan en dos planos diferentes
pero paralelos y dentro de un mismo problema sanitario y social, la
desnutrición infantil. Quizás sorprenda dicha intervención desde el trabajo
social sanitario pero recuérdese el ejemplo presentado en páginas anteriores
sobre el papel que las trabajadoras sociales sanitarias repre-sentaron en los
grandes movimientos preventivos de la tuberculosis122.

Las primeras National Conference on Social Welfare son un ejemplo del


debate público que abrió camino y señalo un horizonte: la profesionalización
de la ayuda. En ellas destacan figuras como Zilpha D. Smith123, C. R.
Henderson124, 122. Cabot, 1917: 101–104.

123. Smith, 1884: 69–72.

124. Henderson, 1895: 72–79.

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168

El trabajo social sanitario

C. S. Loch125, etcétera. Éste último, en 1885 llamaba la atención sobre los


«admi-radores de la caridad» y los «practicantes de la caridad» alertando
sobre la creciente burocracia a la que se estaba sometiendo la «ayuda». Once
años más tarde, en 1896, insistía:
«Nuestro primer deber es investigar. Debemos tratar de ser más y más
cuidadosos en la investigación. La gente dice: “¿Por qué trabajar tanto
preguntando tanto, que si esto que si lo otro?” Solo tomaré dos hechos, es
suficiente. Creo que toda nuestra experiencia ha ido justo en la dirección
opuesta. Debemos investigar no solo los “hechos”, sino las posibilidades de
ayuda sobre el individuo en el grupo familiar y en el grupo de amigos.
Ustedes deben confiar en el crecimiento social natural de una persona en su
medio ambiente. Hay una especie de ceguera en la caridad que no se
investiga, una ceguera sobre el objeto y el fin real. Una y otra vez, la
sociedad, mirando con recelo a la persona, no ve cómo ésta va decayendo
todos los días126.»

Al año siguiente, en 1897, fue Jane Adams quién abrió la discusión de la


vige-simocuarta National Conference on Social Welfare refiriéndose,
entonces, a la necesidad de ayudar contando con casas de convalecencia para
las personas con enfermedad mental, necesitadas, que dejaban los hospitales
y cuyas viviendas carecían de las mínimas condiciones de habitabilidad para
asegurar su recuperación127. Y siguieron autoras y autores con el foco en esa
diferencia entre la ayuda profesional proveniente del trabajo social sanitario y
la ayuda filantrópica proveniente del voluntariado o la caridad. Todos, ellos y
ellas, coinciden en un punto: la diferencia se encuentra en la elaboración del
diagnóstico social, se puede añadir sanitario. Recuérdese de nuevo que el
diagnóstico social sanitario es una de las fases de cualquier procedimiento o
protocolo de trabajo social sanitario y que ambos se recogen junto con las
técnicas empleadas y siguiendo la Ley de cohesión y calidad, en la «cartera
de servicios».

Una de las primeras reflexiones y más claras sobre la diferencia entre ambos
tipos de «ayuda» está fechada en 1910 y se dio dentro del marco de la
National Conference on Social Welfare . Fue Garnet Isabel Pelton quien,
como señaló Ida M. Cannon en su libro, actuó como la primera trabajadora
social sanitaria. A ella acudió el Dr. Cabot en 1905 para ocupar esa primera
plaza de trabajo social sanitario en el Massachusetts General Hospital128. A
los seis meses, Garnet Isabel Pelton 125. Loch, 1885: 347–362.

126. Loch, 1896: 243–248.


127. Adams, 1897: 464.

128. Cannon, 1917: 16.

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169

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

enfermaría de tuberculosis y tendría que dejar la plaza. Fue entonces cuando


la sustituyóIda M. Cannon129. Cinco años después, Garnet Isabel Pelton, en
su conferencia The history and status of hospital social work, profería la
siguiente afirmación:

«El trabajo social debe primero diferenciarse del de los agentes de las
organizaciones de la caridad […] Ellos usan un entrenamiento técnico y
herramientas […] pero apelando a los principios de la filantropía moderna
para los enfermos pobres […] Sin embargo, éstos son métodos que raramente
subyacen en las propuestas del servicio social hospitalario. […] El objetivo
del trabajo social hospitalario es el diagnóstico social, el pronóstico y el
tratamiento del enfermo pobre, en el hospital o el dispensario, allí donde lo
indique la necesidad130.»

Pelton finalizó su exposición mencionando el lema que rezaba sobre la puerta


del Hospital Virchow de Berlin: «trata a la enfermedad, pero no olvides tratar
al hombre ». Un consejo que se debe mantener vivo entre profesionales y
responsables de políticas sanitarias que a veces favorecen organizaciones que
se olvidan de la persona como ser social y emocional. Cinco años más tarde,
en 1915 el Dr. Cabot publicaba un libro en cual explicaba lo que era el
trabajo social (sanitario) y lo primero que hacía era referirse a la filantropía y
a la caridad en esos términos:

«Podemos suponer, en primer lugar que, en la evolución de la concepción de


la filantropía, hemos dejado atrás la etapa en que una buena muestra del
trabajo de la ma-
ñana era la ronda de visitas realizadas por la señora rica y amable, con su
canasta de elecciones virtuales, virtuosamente dispensadas a sus beneficiarios
–los pobres–. No necesitamos por más tiempo exponer y refutar las dos ideas
delirantes: la filantropía, es una labor especialmente meritoria. La filantropía
es fácil, siempre y cuando nuestros motivos sean buenos. Hoy en día todos
aborrecemos la actitud paternalista en la teoría, aunque no siempre en la
práctica y, hemos tenido que, efectivamente, llevarnos a casa la idea de que
en trabajo social es difícil hacer el bien y fácil hacer daño131.»

Dejando correr el tiempo, sesenta años después de la conferencia de Pelton,


en 1970, Noel Timms, Profesor de Estudios Sociales Aplicados de la
Universidad de Bradford prologaba el libro de Sainsbury y escribía en los
mismos términos enfatizando en el diagnóstico social (sanitario) como
elemento diferenciador.

Decía Timms:

129. Massachussets General Hospital, 2005.

130. Pelton, 1910: 333.

131. Cabot, 1915: 39–40.

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170

El trabajo social sanitario

«El Diagnóstico o el ejercicio de algunos profesionales de juzgar un


problema es parte del concepto moderno de trabajo social. Una de las
maneras en que podemos fe-char el inicio de ese tipo de trabajo social es
preguntarse en qué momento los filántropos, empezaron sistemáticamente a
dudar antes de responder, en la medida de lo posible, la petición de los
solicitante en su valor nominal; cuándo empezaron a tratar comprender la
demanda individual132.»
La ayuda desde el trabajo social sanitario es la antítesis de cualquier tipo de
ayuda que empieza en una demanda y acaba con su satisfacción por ejemplo
ges-tionando, a petición de la persona, o del personal médico o de enfermería,
solicitudes de acceso a servicios sociales o sanitarios, privados o públicos.
Esto se ha tratado ampliamente en páginas anteriores. Conviene en este punto
recordar las palabras acabadas de pronunciar por el Dr. Cabot «lo fácil que es
hacer daño.» En este caso, cuando se satisface una demanda, el cliente se
convierte en consumidor, por tanto, no es el tema que ocupa y preocupa en
este libro.

Así, los modelos profesionales de ayuda desde el trabajo social sanitario,


todos ellos, además de afrontar la emergencia, la inmediatez, que puede
requerir una primera aproximación y respuesta a un problema, proyectan un
plan de trabajo.

Para dejar por concluida esta idea: mientras la primera, la «ayuda


filantrópica»

actúa en el aquí y el ahora, puede adjetivarse de reactiva, aunque sea


resolutiva, la segunda, la «ayuda desde el trabajo social sanitario» una vez
resuelta la even-tualidad, dará continuidad a su intervención y siempre con un
diagnóstico social sanitario, proyectará un horizonte con objetivos
terapéuticos de mejora de la situación que se ha tornado en dificultad, ésta
puede adjetivarse de proactiva.

El trabajo social sanitario, desde sus orígenes, toma a la persona enferma o en


riesgo de enfermar por razones sociales o ambientales, comparte su vivencia
como tal, la analiza de acuerdo con la realidad objetiva, considera su
diagnóstico médico principal, los secundarios y la penetración de éstos en lo
psicosocial. Y

siempre, incluye en su estudio a la familia o red social de la persona dado que


se-rán ellos quien, en la mayor parte de los casos, darán continuidad a las
atenciones, a las recomendaciones, asumirán la nueva actitud, algunas veces
con apoyos externos, otras en solitario.

Una de las autoras actuales que señala de nuevo dicha diferenciación entre
ambos tipos de «ayuda» es Elizabeth N. Agnew, autora estadounidense,
estudiosa desde dentro, como señala en su libro, de los componentes que
conformaron 132. Timms, 1970: V–VI.

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171

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

ese tránsito de la prestación de la «ayuda» proveniente de la caridad hasta la


prestación de «ayuda» proveniente del trabajo social, se añade sanitario.
Escribe Agnew al respecto:

«El diagnóstico social difiere de las primeras discusiones de las –visitas


amistosas–

en los términos del lenguaje científico y el enfoque adoptado. En este sentido,


Richmond tomó la línea de Richard C. Cabot, quien observó que el trabajo
social, como la medicina, había empezado como un arte, pero que requería
apoyarse, detrás y directamente, en la ciencia. Richmond basa en esta
premisa, el principio del «diagnóstico diferencial» del Dr. Cabot, la
construcción del diagnóstico social133.»

En España, Elisa Pérez de Ayala impulsora del trabajo social familiar escribe:

«Utilicemos las teorías que utilicemos; basémonos en las ideologías que


queramos, el Trabajo Social siempre tiene su finalidad propia. […] Desarrollo
de los seres humanos. Progreso de la familia. Bienestar individual y social.
Ajuste o reajuste social. Promoción de oportunidades. Capacitación de la
persona. Desaparición de impedimentos para el desarrollo. Mejora de las
relaciones sociales y de las relaciones interpersonales.

Todos estos fines cumplen la praxis del trabajo social134.»

Tomando las palabras de Elisa Pérez de Ayala, cuando se trata de trabajo


social sanitario sus observaciones tienen el mismo interés y valor, solo cabe
señalar que se trata de personas relacionadas con el sistema sanitario, sobre
todo, la atención primaria si bien, con seguridad y en muchos casos, con la
atención especializada.

La evolución de las disciplinas, su expresión como profesiones con entidad


propia, esto es, con argumentos científicos que sostengan sus leyes y tesis,
con investigaciones, sobre todo aplicadas, que permiten proponer nueva
teorías y generar conocimientos o refinar los existentes, es un hecho tangible
y una realidad sobre la que tomar conciencia, una realidad necesaria que cabe
alimentar y promover. Si bien las bases que inspiran y conforman la
estructura principal del trabajo social sanitario permanecen estables, su
evolución es constante. Por ejemplo, se empezó ocupándose de los aspectos
económicos y psicosociales de la persona enferma, enseguida se vio que la
familia estaba implicada siempre, así se hizo extensiva la ley de que la
atención individual implicaba la atención a la familia. Más tarde, siguiendo
con el ejemplo, se vio que esta familia pertenecía a 133. Agnew, 2004:158.

134. Pérez de Ayala, 1999: 79–82 (agotado).

© Editorial UOC

172

El trabajo social sanitario

una comunidad y que el bienestar individual de los miembros, influenciaba el


bienestar de esa comunidad, etcétera. A día de hoy, pasado algo más de un
siglo, el trabajo social sanitario sigue ocupándose y preocupándose de ello. El
conocimiento que se va generando en base a la observación y a las
investigaciones, las nuevas técnicas que se van incorporando, van
depurándose a partir de la práctica, a partir del trabajo de campo diario de
miles de profesionales cuyas prácticas, siempre estarán sujetas a los
principios de mejora. En el sistema sanitario, sus profesionales, desde hace
años están impulsando los valores de la excelencia, las trabajadoras sociales
sanitarias, ellas y ellos, desde siempre, desde sus orígenes, están presentes en
el sistema sanitario y velan también por estos valores de excelencia. Por
poner un ejemplo cercano, de la misma manera que en medicina a finales del
siglo XIX, primeros del XX, se pasó del «dispensario», lugar al cual las
personas acudían en busca de alguna medicación para calmar su sufrimiento
y su dolor, al «consultorio», lugar donde estas mismas personas acudían para
consultar sobre su salud, su malestar, buscaban un diagnóstico médico,
además de una medicación calmante que también encontraban en el
dispensario, en el trabajo social sanitario se pasó de una atención al enfermo
pobre, prestándole sobre todo apoyos materiales y económicos, a una
atención a la persona enferma, a su familia, prescindiendo de su capacidad
económica porque los efectos psicosociales de la enfermedad, la vivencia no
tiene que ver con la economía sino con la psique.

Se les presta ayuda para reajustarse a las nuevas realidades sobrevenidas por
la enfermedad o que la enfermedad anuncia como venideras. En este caso, se
llega a la transformación de la intervención a demanda en una intervención
basada en la observación directa y la presencia de criterios de riesgo, como
por ejemplo es el

«procedimiento del programa de la planificación del alta sanitaria». El trabajo


social sanitario de hoy es el resultado de más un siglo de evolución de ese
trabajo social sanitario cuyas prácticas se han ido reorganizando para poder
seguir dando respuestas a las nuevas realidades que requieren nuevos
modelos (esquemas) de atención.

La «ayuda» a las personas enfermas y sus familias:

el estudio del medioambiente

Lo biopsicosocial desde el trabajo social sanitario, siendo justos con la


práctica, se amplía a lo «biopsicosocioambiental». La importancia que el
medioambiente de la persona adquiere en la evolución o involución de su
enfermedad

© Editorial UOC

173

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario


cuando ésta se ha manifestado, en el mantenimiento de su salud, aquí se habla
de salud, en la generación y preservación de bienestar, es una evidencia desde
muchas áreas del conocimiento. Tomando la perspectiva del trabajo social
sanitario, el conocimiento del medioambiente de la persona subyace en todo
el plan de trabajo individual o familiar. Es un hecho que la persona, en la
actualidad, vive en muchos entornos, por tanto, siempre se considerará a la
persona enferma, o en riesgo de enfermar en sus múltiples ambientes.
Algunas enfermedades denominadas profesionales son un buen ejemplo de
cómo ese medioambiente genera dolencias o las minimiza.

Desde siempre, tanto la medicina como el trabajo social sanitario, cuentan


entre sus funciones y preocupaciones la promoción de ambientes sanos y
posibilitadores en los que la persona pueda desarrollarse como individuo y
vivir en salud. No obstante, siendo ello algo deseable y compartido por los
agentes e instituciones sociales, la facilidad con la que se puede expresar
dicho deseo dista mucho de la facilidad con que se puede incorporar en la
práctica. Y más hoy, en un entorno, en general, no solo el sanitario, en el que
la filosofía imperante en las instituciones es el aislamiento de los problemas y
la cosificación de las soluciones. William Olser señala los antiguos papiros
del Egipto de los faraones en donde el cuidado del medioambiente estaba
regulado por ley135.

Apuntando en la misma dirección, Juan Rof Carballo señaló un tercer


elemento, «la adaptación del sujeto a su medio ambiente social136.» Este
tercer elemento, desde el trabajo social sanitario, es clave y esto, más allá de
considerar la capacidad de adaptación de la persona como signo de
inteligencia, considerar por igual la capacidad de la misma persona para
cambiar y transformarlo cuando se demuestra que es pernicioso y peligroso.

Una clasificación sencilla, para contextualizar la «ayuda» desde el trabajo


social sanitario incluyendo la valoración del medioambiente, es diferenciar el
medioambiente primario de la persona, el que comparte con su familia y
dentro del cual se desarrolla, se socializa y los múltiples medioambientes
secundarios, los que van formando parte de su universo particular en los que
se expresa desde su individualidad. La persona se moldea dentro del primero,
sea éste como sea, pero con el paso del tiempo, se reajusta y se convierte en
persona en los segundos. Ambas esferas, la primaria y las secundarias se
influencian e interactúan, convirtiéndose en grandes condicionantes de la
salud y del bienestar.

135. Olser, 1913: 11–12.

136. Rof Carballo, 1993:2–27.

© Editorial UOC

174

El trabajo social sanitario

Pensando siempre desde el sistema sanitario, el medio ambiente de las


personas atendidas no es un espacio abstracto. La creación de gerencias
únicas en donde se unifican funcional y jerárquicamente ámbitos asistenciales
y servicios asistenciales y preventivos, permite, cada vez más, conocer los
ambientes de las personas que se atienden, pudiendo los análisis resultantes
ser motores en el impulso de acciones lideraras desde la medicina
comunitaria137.

El conocimiento del medioambiente de la persona enferma cuando ésta acude


al sistema sanitario es una variable de estudio imprescindible de conocer. Y
no solo desde la perspectiva de los hechos, sino en la medida en cómo este
medioambiente ha influido y desencadenado en tales hechos. Además, si el
diagnóstico social sanitario así lo indica, se propondrá un plan de trabajo para
ir transformando ese medioambiente insano por otro sano, empezando por la
esfera primaria y avanzando hacia las otras esferas. Esta transformación
liderada por los servicios de trabajo social sanitario de atención primaria
sanitaria y de atención especializada, deberá respaldarse desde otras
instituciones tan responsables como el propio sistema sanitario. Con esta
afirmación se trata de acercar la intervención a las coordenadas más próximas
del problema. Para el personal médi-co o de enfermería, la valoración de
cómo ese medioambiente de la persona a la cual están tratando puede
favorecer o perjudicar su tratamiento, es una información clave, pero por su
propia función asistencial, no pueden actuar ni intervenir sobre él, no hasta el
punto de transformarlo, o promover su transformación, so pena de dejar a un
lado las responsabilidades que les son propias. Las conversaciones sobre el
medioambiente no lo transforman. La intervención sobre ese medioambiente
es una de las funciones más antiguas del trabajo social sanitario, en especial,
en la atención primaria de salud, insistiendo, en que nunca será una ac-ción
en solitario ni algo que se perciba de un día para otro.

La literatura científica de finales del siglo XIX y principio del siglo XX es un


buen ejemplo de la influencia que ejerce el medioambiente sobre las
personas.

Una de las primeras experiencias que se puede considerar modernas, se ha


visto antes, la asumieron y desarrollaron estudiantes de medicina del Johns
Hopkins Hospital de Baltimore, pero muy pronto, con la puesta en marcha
del primer servicio de trabajo social sanitario en el Massachusetts General
Hospital, acabó siendo una de las esferas dentro de las cuales el trabajo social
sanitario actuaba directamente y muchas veces conjuntamente con el médico.
William Olser (Bond Head, Canadá, 12 de julio de 1849 – Oxford, Inglaterra,
29 de diciembre de1919), 137. Bess, 1983:11–28.

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175

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

para muchos, el padre de la medicina moderna tal como hoy se la presenta se


considera pionero en esta fórmula de incluir el estudio del medioambiente de
las personas enfermas. Sus textos escritos casi un siglo antes de que George
Engel de-finiera el modelo biopsicosocial138 son de una gran actualidad.

La filosofía y enfoques del Dr. Olser139, como los del Dr. Cabot, fueron un
gran referente para Mary E. Richmond, tal y como revela su correspondencia
privada en la que destaca sobre todo, sus estudios en salud pública, su
influencia en el desarrollo de la medicina social y también su esfuerzo para
que, desde la medicina, siempre considerando su extensión hacia lo social, se
luchara por la justicia social y el bienestar.140 Del Dr. Olser, Richmond
también pone de relieve su sensibilidad y habilidad para relacionar las partes
con el todo equiparándolo a Pas-teur141. Olser en medicina y Pasteur en
química fueron pioneros en la mirada que ejercían en sus campos de trabajo.
El mundo de Mary E. Richmond, como muestran quienes han estudiado su
vida, era muy amplio. En este tema, todos los argumentos suelen ceñirse al
Dr. Cabot pero hubo otros que contribuyeron a con-solidar el nuevo
paradigma que vinculaba la medicina y los aspectos sociales.

Olser señaló oportunamente la importancia de conocer los ambientes sociales


de las personas a las que atendía en su práctica médica y en un ejercicio de
coherencia, puso en marcha, en el Johns Hopkins Hospital de Baltimore, un
programa donde los estudiantes realizaban visitas domiciliarias para conocer
las condiciones de vida de las personas enfermas142. En su filosofía
asistencial y en la visión de la enfermedad y sus causas se encuentran las
primeras semillas de la atención 138. Engel, 1977:129–136.

139. William Olser inició el camino del método científico tanto en la


investigación de las prácticas médicas como en la formación de futuros
médicos. En su práctica, estudiaba la enfermedad en la persona, sus hábitos,
sus actitudes, los ambientes en los que se movía, los cuidados y atenciones
que recibía de los suyos. Olser no cejaba de señalar la importancia de la
investigación, ¿por qué ante la misma enfermedad algunas personas comían
desde el primer día y, otras por el contrario se quedaban en ayuno? Para él era
necesario impulsar el estudio metódico y sistemático. Su obra, su práctica
médica, su actividad política penetraba a través del método científico,
observando y estudiando a las personas enfermas, tanto en lo clínico como en
lo social, pues a pesar de ser patólogo, lo médico y lo social era un cuerpo
indivisible. Eso, por aquel entonces, le llevó a organizar con los estudiantes
de medicina visitas al domicilio de los enfermos y enfermas que atendían en
el hospital. El doctor Olser fue pionero en incluir el estudio de los ambientes
a los que regresaban los enfermos. La lectura de su obra, en los momentos
actuales resulta, sin duda, reconfortante y estimulante dado que vincula el
ejercicio profesional con la vocación y la investigación sistemática.

140. Agnew, 2004: 143–149.


141. Richmond, 1922: 243.

142. Nacman, 1990: 7–22.

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176

El trabajo social sanitario

social y psicosocial a las personas enfermas dentro del modelo, mencionado y


definido por George Engel, el «modelo biopsicosocial» en contraposición al
«modelo biomédico», definido unos años antes por Ricardo Bright, urólogo
del Hospital Guy de Londres143.

Volviendo a los estudiantes del Johns Hopkins Hospital, organizados por el


Dr. Olser, en paralelo, también en Baltimore, desde la Charity Organization
Society of Baltimore , otro médico, el Dr. Charles P. Emerson144,
reconocido por Ida M. Cannon145 como «el impulsor del desarrollo
temprano del servicio social hospitalario», desarrollaba su programa de
visitas domiciliarias realizadas por estudiantes del Johns Hopkins,
reconociendo la importancia que lo social inscribe en lo médico. Emerson,
decía al respecto, en 1905 y dentro de la National Conference on Social
Welfare:

«Voy a comenzar mis pocas observaciones describiendo el trabajo de los


estudiantes de medicina del Johns Hopkins. Hace cuatro años empezamos un
interesante trabajo con estudiantes de medicina en la organización de la
caridad. […] La razón por la que los estudiantes toman con tanto interés este
trabajo no es porque la enfermedad social sea similar a la enfermedad física,
si no porque la investigación, en ambos casos, es lo primero y lo último en lo
que se enfatiza. El estudiante de medicina sabe que antes del tratamiento es
necesario el diagnóstico, con excepción de lo muy simple. […]

Un tratamiento exitoso en este caso, antes que todo, necesita un diagnóstico y


un diagnóstico no puede hacerse sin investigación. Pero a nuestros
estudiantes de medicina no se les permite investigar por si solos. Los
estudiantes dependen de los investigadores capacitados y siguen sus consejos.
Investigación no significa, por supuesto, mucha investigación; significa la
suficiente investigación para un diagnóstico elaborado por una persona que
está suficientemente entrenada para hacerlo146.»

Siguiendo con la figura del Dr. Emerson, en este caso desde la perspectiva de
Ida M. Cannon, ésta reproduce en su libro Social Work in hospitals: A
contribution to progressive medicine, una cita de Emerson datada en 1909,
cuatro años después de la expuesta en el párrafo anterior. En ella se ve la
importancia que él daba al medioambiente de la persona enferma:

143.
http://caibco.ucv.ve/caibco/vitae/VitaeVeintiseis/MedicinaenelTiempo/ArchivosHTM/sigl
Fecha de consulta: 27 de junio de 2011.

144. A día de hoy no se puede afirmar que el Dr. Emerson fuera alumno del
Dr. Olser, pero todo indica que sí. No obstante, falta encontrar la prueba
documental que permita afirmarlo sin errar.

145. Cannon, 1917: 16.

146. Emerson, 1905: 510.

© Editorial UOC

177

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

«Fue en parte para ayudar en su educación que siete años antes (1902),
algunos estudiantes de medicina del Johns Hopkins University organizaron la
primera junta de estudiantes en la Charity Organization Society de Baltimore.
Ellos visitan a una familia pobre, máximo dos, asignadas por la sociedad,
durante semanas, meses, o incluso durante cuatro años. Ellos hacen lo que
pueden para mejorar las condiciones en esos hogares. No se hizo ningún
esfuerzo para seleccionar para estos estudiantes familias en las que hay
enfermedad. Los estudiantes aprenden cómo un hombre pobre vive, trabaja y
piensa, cuáles son sus problemas. […] ellos aprenden la relación íntima que
hay entre los males del cuerpo y el medioambiente del hogar147.»

Los doctores Olser y Emerson constituyen un eslabón anterior a las


aportaciones y conocimientos del Dr. Cabot quien quedo impresionado con el
programa de visitas a domicilio de los estudiantes de medicina de la Charity
Organization Society of Baltimore dirigido por el Dr. Emerson. Martin
Nacman148 atribuye a ese encuentro el origen de la idea del Dr. Cabot de
crear esa nueva profesión que acabaría siendo el trabajo social sanitario,
realidad que llegó en 1905. Con dichas experiencias, el Dr. Cabot vio
materializada su filosofía en la que los ambientes de las personas enfermas
constituían una pieza clave en la asistencia médica. Una pieza que por su
importancia debía quedar bajo la responsabilidad de profesionales
estrechamente vinculados a los médicos y que pudieran estudiarla e intervenir
para mejorarla.

En 1908, James Minnick citaba a Mary M. Ogilvie para señalar la


importancia del trabajo social sanitario (hospitalario), aunque lo ilustraba con
un texto sobre el entorno y el medio ambiente de la persona:

«A causa de esta inhabilidad de conocer los ambientes de su paciente, sus


circunstancias financieras y todos sus cuidados peculiares, el médico es
incapaz de hacer su tratamiento a fondo eficaz. En algunos casos él es
incapaz de hacer un diagnóstico positivo. Esto es cierto sobre todo en casos
nerviosos. El trabajador social que acude dis-cretamente a la casa, puede
ganar la confianza del paciente, investigar las circunstancias financieras y las
condiciones sanitarias, aprender la historia de la familia y estudiar los hábitos
personales del paciente149.»

Otro autor, el Dr. Michael M. Davis, director del Dispensario de Boston e


impulsor también del trabajo social sanitario escribía en 1911: 147. Emerson,
1909. Apud Cannon, 1917: 13.

148. Nacman, 1990: 7–22.

149. Ogilvie, M. M. University of Pennsylvania, Citada por Minnick “Social


Work of General Hospitals” National Conference on Social Welfare. 1908:
150–153.

© Editorial UOC

178

El trabajo social sanitario

«La Ciencia Médica ha percibido, más allá de la enfermedad, las condiciones


sociales que la causan: más allá del bebé enfermo, la leche impura; más allá
de la leche impura, la suciedad atestando a la casa y la lechería que no es
inspeccionada. Detrás del brazo roto del obrero nosotros vemos las horas
largas junto a la maquinaria de trabajo y sin protección. La medicina moderna
ha venido para dar, desde el punto de vista preventivo, con las causas sociales
de la enfermedad150.»

La interrelación entre lo social y lo sanitario, la influencia de uno sobre otro,


volvió a ocupar el centro de gravedad del libro del Dr. Cabot, publicado en
1915

bajo el titulo Social service and the art of healing ( Servicio social y el arte
de curar). En su introducción escribía:

«Cuando el doctor mira las causas o raíces de muchas de las enfermedades


para las que lo llaman, encuentra condiciones sociales [...] Cuando la
trabajadora social analiza la razón de por la que una familia tiene
necesidades, su soporte se debilita, por qué las chicas van mal y los chicos se
encuentran atrapados en el robo, encuentra condiciones físicas, condiciones
médicas –nutrición pobre, aires malos, alcoholismo, tuberculosis, heridas en
las fábrica– dándole la cara151.»

Como se ve, la importancia del medioambiente en la atención a las personas


enfermas es motivo de preocupación desde hace mucho y, a partir de dicha
preocupación, deben generarse propuestas que incluyan planes de estudio
individuales pero también programas de intervención colectiva. Desde el
trabajo social sanitario, de siempre, es motivo de estudio la identificación y
estudio del ambiente que perjudica a la persona, a su familia, ese en el que se
encuentra inmersa y la lleva a enfermar, a padecer una enfermedad o
desequilibrio mental o físi-co o, ambos a la vez. Un medioambiente que
también puede resultar un gran aliado para la recuperación tal como señaló
Gordon Hamilton152.

Woods y Hollis153 señalan al respecto que, en 1922, Mary E. Richmond


realizó una simple distinción entre «el tratamiento directo (procesos entre el
cliente y el trabajador social sanitario: la influencia de una mente sobre otra
mente» y «el tratamiento indirecto: influencias sobre el medioambiente físico
y humano». De nuevo, el medioambiente toma un peso particular dentro de la
intervención desde el trabajo social sanitario.

150. Davis, 1911: 278–281.

151. Cabot, 1915: vii.

152. Hamilton, 1931:174.

153. Woods y Hollis, 2000: 115.

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179

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

Así pues, ese medioambiente en el cual la persona enferma habita, puede mi-
tigar o al contrario incrementar los desequilibrios generados por la
enfermedad, en otro plano, puede incluso encontrarse en el origen de la
misma enfermedad o desequilibrio mental.

La «ayuda» ¿para qué sirve? Rindiendo cuentas, divulgando resultados,


promoviendo cambios de mejora continua

La rendición de cuentas es el gran talón de Aquiles del trabajo social


sanitario.

Pero esto también es un hecho que se va transformando en pasado. En el


escenario actual de crisis generalizado apuntalado, además, por el
estancamiento de la economía mundial y el cuestionamiento creciente del
Estado del bienestar, en las instituciones en general, en la sanitaria en
particular, el reto de la presentación de los resultados en forma de bienestar y
consecuentemente, de ahorro de costes, toma más fuerza que nunca.
Seguramente por su tradición, por sus raíces intelectuales, por su concepción
del existir, el nuevo Estado del bienestar que resulte en un futuro, exigirá a
quienes lo componen nuevas reglas en las que no faltará la rendición de
cuentas.

Cuando se habla de resultados en el entorno del trabajo social sanitario ¿de


qué se habla? De bienestar, de ahorro de sufrimiento a personas que logran
resarcirse de las dificultades. La palabra resultados parece sufrir el infortunio
de la incomprensión, de la confusión y por ende, del demérito. Cuando se
habla de resultados parece que se le esté quitando el pan y la sal a alguien. Es
como si se estuviera hablando de dinero cuando se sabe que «hablar de dinero
es de mal gusto». Pues en este nuevo paradigma, además de todo lo anterior,
habrá que hablar de dinero. Los resultados tendrán forma de bienestar
percibido por las personas atendidas y de dinero, en este caso ahorrado. Para
salvar este escollo sobre los prejuicios que en-sombrecen el término
resultados, véase la definición de la RAE que dice:

«Efecto y consecuencia de un hecho, operación o deliberación154.»

En principio, esta definición no resulta para nada sospechosa de dobles


intenciones. Por su parte, el Diccionari de Serveis Socials del Departament
d’Acció Social i Ciutadania de la Generalitat de Catalunya, define
«resultados» como: 154. http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?
TIPO_BUS=3&LEMA=resultado [consulta 12 agosto 2011]

© Editorial UOC

180

El trabajo social sanitario

«Diferencia entre los flujos reales positivos y los flujos reales negativos
originados en la actividad de una organización a lo largo de un ejercicio155.»

Aplicadas al trabajo social sanitario, la primera, la de la RAE, cubre la


gestión del caso, la segunda, la de la Generalitat de Catalunya, la gestión del
servicio en el caso que se trata, el del trabajo social sanitario. Así, este
«hecho, operación o deliberación» señalado en la RAE, se toma como
equivalente a la «ayuda profesional»

que se impulsa dentro de los correspondientes procedimientos y protocolos


del trabajo social sanitarios. Esto se da aplicando, además, diversas técnicas,
propias o adoptadas, produciéndose, como efecto de dicha combinación, unos
servicios que, atomizados en las actividades y gestiones necesarias para su
creación, se denominan procesos, procesos de trabajo social sanitario.
Pasando a la segunda definición, la «diferencia entre flujos reales positivos y
los flujos reales negativos» se determina mediante el análisis de las diferentes
bases de datos generadas al aplicar los sistemas de información
correspondientes a cada procedimiento o protocolo y, dentro de éste, el
análisis de los diferentes procesos asociados a cada uno.

Las instituciones funcionan a través de los profesionales, ellos y ellas. Las


instituciones no son entes abstractos con vida autónoma, si bien la función
que se les atribuye ejerce una influencia social. Función refrendada,
precisamente, por los resultados en los casos y en el servicio, en términos
generales, por su producción en prosperidad. Hasta ahora, el sistema sanitario
ha estado más preocupado por su actividad asistencial, por sus presupuestos,
por mantener su financiación que, realmente, por sus resultados en materia de
bienestar social. A las estadísticas clásicas les falta el análisis cualitativo de
los beneficios que éstas estadísticas aportan a la sociedad en general. Y aquí
se enfatiza evidentemente en la sociedad en general frente al individuo en
particular. El trabajo social sanitario como tal se comporta como ese
elemento analítico capaz de interpretar esos resultados en clave de beneficio
social porque en su idiosincrasia se inscribe el relacionar acontecimientos
sanitarios con acontecimientos sociales.

Peo esto entraña dificultades. Hace casi veinte años, en 1993, Peter Druker
(Viena, Austria, 1909– Claremont, California, 2005) alzó la voz en su libro
La sociedad postcapitalista y alertó sobre la amenaza que significaba para los
profesionales del saber y de los servicios, para los empleados por el gobierno,
la pérdida de competencia, el quedar atrapados en una endogamia de
autosatisfacción pero con una acción invisible para el ciudadano. Escribía:

155. Colomer y Rustullet, 2010.

© Editorial UOC

181

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

«A menos que aprendamos cómo aumentar la productividad de los


trabajadores del saber y de los servicios, y lo hagamos rápido, los países
desarrollados se enfrentarán al estancamiento económico y a una grave
tensión social. [...] Un gran número de trabajadores de los servicios realizan
tareas que exigen una especialización baja y un nivel de educación
relativamente pequeño; si una economía en la cual su productividad es baja
procura pagarles un salario considerablemente por encima de sus resultados,
la inflación erosionará inevitablemente los ingresos reales de todos. […] La
pregunta –¿cuáles son los resultado que se esperan de este trabajo?– casi
nunca se plantea en los estudios del trabajo ni en la dirección científica
tradicional156.»

¿Cuántos profesionales se plantean en qué pueden mejorar su práctica? ¿A


cuántas trabajadoras sociales sanitarias, a cuántos, se les ha preguntado en
qué pueden mejorar el funcionamiento del establecimiento en el que ejercen y
en qué medida pueden contribuir a mejorar sus resultados? ¿Cuántas y
cuántos recibieron un encargo real de trabajo social sanitario cuando
empezaron a trabajar?

Ese observador u observadora ocasional que a veces asoma por estas páginas,
ve-ría que la mayoría de las responsabilidades actuales del trabajo social
sanitario han venido fijadas por grandes desconocedores del potencial y
función del colectivo profesional, aunque también vería que eso se debe, en
parte, a la ausencia de material científico en donde florezcan los resultados.
Finalmente, constataría que la rendición de cuentas, desde la mirada del
trabajo social sanitario, no es parte de la actividad habitual.

Las buenas intenciones no implican buenos resultados. Lo profesional sigue


vías diferentes, quizás paralelas, a lo intencional. Lo profesional, siempre
situa-dos en el trabajo social sanitario, implica asumir la responsabilidad del
estudio de los problemas de las personas enfermas, de las personas
relacionadas con la enfermedad, dificultades que deben diagnosticarse. Lo
profesional implica acción, prevención, adelantarse y, por ende, también
implica, ya se ha mencionado en varias ocasiones a lo largo del libro, analizar
las tendencias de las variables con las que se trabaja y sus diferentes
categorías. Las buenas intenciones en la sociedad, son en lo profesional, los
objetivos del plan de trabajo, pero estos últimos, a diferencia de las buenas
intenciones, que pueden desvanecerse ante cualquier circunstancia o capricho
del destino, son un camino que se anda sabiendo que conduce a dichos
objetivos, a dichos logros. En ese caminar desde lo profesional, se realiza un
seguimiento de los progresos y se evalúan los logros, o, en su defecto, 156.
Drucker, 1993: 90.

© Editorial UOC

182

El trabajo social sanitario

las causas que los dificulten. Es inusual, en lo profesional, dejar en el aire un


caso social sanitario en el que se esté interviniendo, sin embargo, por la
organización actual de de servicios sociales, las profesionales, ellas y ellos,
pueden verse apartadas, desvinculadas, de la parte del tratamiento que
implica, precisamente, el apoyo de algún programa desarrollado en otro
ámbito.

Se abre un paréntesis para señalar la necesidad de establecer vínculos reales


de coordinación y derivación entre la atención primaria y la atención
especializada, así como de la primera, con otros ámbitos, por ejemplo, el de
los servicios sociales. La coordinación y la derivación, sobre todo la primera,
cristalizada en tópico, deben complementarse mediante herramientas de
trabajo que permitan evaluar, a posteriori, su índice de cumplimiento, de
eficiencia y de eficacia, es decir, los resultados La coordinación obliga a
compartir y aplicar, bajo el mismo signo, conceptos aplicados sui géneris .
Los diferentes procedimientos o protocolos son instrumentos que permiten
integrar longitudinalmente, mediante sistemas de información informatizados
y compartidos, acciones de trabajo social sanitario iniciadas en uno o en otro
ámbito, sea el de la atención primaria o el de la atención especializada y dar
por finalizada la intervención, de igual modo, desde uno y otro ámbito se
puede dar el alta. En este caso, la rendición de cuentas compromete a ambos
ámbitos siendo útil que en cada uno exista un gestor del caso, un referente
para la persona.

Siguiendo con la reflexión crítica sobre la organización actual de los apoyos,


además de desvincular a la trabajadora social sanitaria, ella o él, del
seguimiento y final de tratamiento, a veces, esto es de lamentar, incluso
puede verse desauto-rizada ante el cliente, la persona enferma y su familia,
sobre todo cuando se vuelve a reevaluar la solicitud. Una reevaluación que,
por supuesto, implica de nuevo penetrar en la intimidad de la persona
enferma y de su familia y volver a remover su interior emocional. A parte de
la mala imagen que ello produce en la ciudadanía, también muestra, por parte
de los responsables, la incapacidad de gestionar las competencias de los
recursos humanos profesionales que deben trabajar en equipo. Esto viene
apoyado por el sencillo hecho de que es más competente para elaborar un
diagnóstico social sanitario y, por tanto, para diseñar un plan de trabajo eficaz
y eficiente, quien está en el servicio de trabajo social sanitario que quien está
en el sistema de servicios sociales. Se está hablando de profesionalidad, de
formación especializada, de experiencia en un ámbito bien particular que se
responsabiliza de una población que se encuentra en circunstancias
igualmente particulares, donde la enfermedad, su desarrollo, su evolución, su
recuperación, juega un papel clave y desencadenante en toda la «ayuda»

© Editorial UOC

183

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario


que se vaya planificando. Ni las ideologías, ni las retóricas, proporcionan
bienestar en sí mismas, necesitan transformarse en acción, en autonomía
personal, en servicios que llegan a las personas.

Aparte de la mejora de la asistencia individual, la intervención por


procedimientos y por protocolos, cuando incluye sistemas de información
específicos, permite rendir cuentas de manera periódica y al mismo tiempo,
poner de relieve los déficits y las lagunas del propio establecimiento o del
entorno de servicios y que afectan a las personas.

Algo que se puede reclamar a quienes se responsabilizan de los


establecimientos sanitarios, sean de la atención primaria o de la atención
especializada, sea como políticos o como directivos de confianza, es la poca
atención que prestan a las posibilidades del servicio de trabajo social
sanitario, a su potencial real como impulsor de acciones preventivas y
programas de riesgo, tanto en lo que pueden aportar a la organización como
en lo que pueden innovar dentro de ella. Dicho servicio, sin duda, es uno de
los que alberga más posibilidades de innovar puesto que está en permanente
contacto con el sentir, el presentir y el pedir de las personas enfermas y de
sus familias. El acopio de experiencia profesional, junto con el análisis de la
información generada en el día a día, raramente se transforma en plataforma
de saber para complementar las teorías existentes, en plataforma de cambio
para mejorar la práctica diaria. Al respecto, Ikujiro Nonake escribe:

«La mayoría de los directores occidentales mantienen una visión demasiado


estrecha acerca de lo que es el conocimiento y cómo debe ser explotado y
aprovechado por la empresa. Creen que solo es útil el conocimiento hard (en
el sentido de cuantificable).

Y consideran que la empresa en una especie de máquina para procesar la


información.

Existe otra manera de entender el conocimiento y el papel que debe


desempeñar en la empresa. Es una manera que se suele encontrar más
frecuentemente en empresas japo-nesas de gran éxito como Honda, Canon,
Matsushita y SHARP. Los directores de estas empresas son conscientes de
que la creación de nuevo conocimiento no es simplemente una cuestión de
procesar información objetiva de un modo mecanicista y automáti-co. Opinan
que es más bien una cuestión de saber aprovechar las tácitas y a veces muy
subjetivas percepciones, ideas e intuiciones de los empleados157.»

Y fácilmente se puede escuchar en actos públicos que el principal activo de


una organización son los profesionales, ellos y ellas. Ciertamente lo son, pero
no siempre se les trata como tales. Quien piense que la asignación de
servicios y pro-157. Nonaka, 2003: 23–24.

© Editorial UOC

184

El trabajo social sanitario

gramas para intervenir en problemas psicosociales de las personas enfermas


es tan sencillo como tener bien definidas las competencias de cada servicio y
cada programa y asignarlo, desconoce lo que es la intervención desde el
trabajo social sanitario. En otro plano sería como pensar que un niño que
tiene todos los ju-guetes que quiere, tiene de todo, incluso una infancia feliz.

¿Cómo todas estas palabras se pueden transformar en ejemplos prácticos para


quienes estén leyendo el libro? En numerosas ocasiones, incluso al principio
del libro, se ha hecho alguna mención, la autora se ha referido a la puesta en
marcha, en 1990, del primer «programa post alta de atención temporal de
ayuda a domicilio» dependiente del servicio de trabajo social sanitario del por
aquel entonces Hospital de Sant Andreu y más tarde, al fusionarse con el
Hospital de Sant Joan de Déu, el Hospital General de Manresa (Barcelona).

Se abre un paréntesis para señalar que la descriptiva de las experiencias que


se realiza a continuación se realiza adoptando el lenguaje actual dentro del
sistema sanitario actual, el que procede tomando como base la legislación
vigente en especial, la Ley de cohesión y calidad. Se trata de dar a la
experiencia, inscrita entre los años 1985 y 1995, un significado actualizado
de acuerdo a las teorías de trabajo social sanitario y de organización de
servicios, dando así entidad al objetivo del libro. Los pilares fundamentales
de dicha experiencia fueron y son:

• Las técnicas de screening de trabajo social sanitario. Se explican como


técnicas que permiten clasificar a una población que presenta una
característica, previamente determinada, de otra que no la presenta. Se
apoyan en los criterios de riesgo social sanitario y en los diagnósticos
clínicos. Dentro de la Ley de cohesión y calidad se sitúan en la cartera de
servicios.

• El «procedimiento del programa de la planificación del alta sanitaria»,


entonces hospitalaria (procedimiento liderado desde el servicio de trabajo
social sanitario). Se explica como un conjunto de fases que se retroalimentan
siguiendo el método científico. Como las técnicas de screening, dentro de la
Ley de cohesión y calidad, los procedimientos se inscriben en la cartera de
servicios.

• Se observa una realidad que puede ocasionar problemas sociales y sanitarios


al alta. Un problema social sanitario al alta se define, adecuando la proposi-
ción de la RAE, como «un conjunto de hechos o circunstancias que dificul-
tan la consecución del alta o ponen en riesgo los beneficios obtenidos en el
tratamiento.»

© Editorial UOC

185

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

• Se estudian las variables biopsicosocioambientales relacionadas con la


enfermedad de la persona. Se subraya la enfermedad de la persona y no solo
la enfermedad en abstracto, dado que la acción siempre se contextualiza.

• La contextualización de la enfermedad, dentro del universo de la persona


atendida y haciéndolo extensible a su familia, permite elaborar un diagnóstico
social sanitario o un prediagnóstico lo suficientemente sólido para so-portar y
justificar los procesos asistenciales del plan de trabajo social sanitario en
vistas al regreso a casa de las personas.
• Los procesos de trabajo social sanitario. Se explican como el conjunto de
actividades orientadas a facilitar las tipologías (servicios) de apoyo
vinculadas a la planificación y a la ejecución del alta. Todas las actividades
son necesarias y adecuadas en cada caso, convergiendo todas ellas en uno o
varios servicios de valor para la persona. En este caso, dentro de la Ley de
cohesión y calidad, los procesos, al concluir en servicios, se inscriben en el
catálogo de prestaciones. La siguiente tabla ilustra un escenario posible del
esquema del

«procedimiento del programa de la planificación del alta hospitalaria»


llevado a cabo en el hospital anteriormente reseñado.

• Un escenario modelo de «catálogo de prestaciones y servicios» y «cartera


de servicios» podría ilustrarse en la tabla siguiente, elaborada a posteriori y
aplicando la Ley de cohesión y calidad.

A modo de antecedente, explicar que con la puesta en marcha del


«procedimiento del programa de la planificación del alta hospitalaria» a
finales de 1985

se diseñó, en paralelo, un sistema de información específico en el que se


recogían tanto datos sanitarios como sociales y psicosociales.

Un par de años más tarde, entre 1987 y 1988 se realizó un análisis exhaustivo
de la información contenida en la base de datos y obtenida en el día a día de
la aplicación del procedimiento. Como principal característica se señala que
la información analizada, surgía de la misma realidad de las personas
atendidas y sin necesidad de realizar estimaciones ni proyecciones. Por tanto,
permitía delinear un perfil poblacional muy significativo en el área de
influencia del hospital. Uno de los puntos fuertes de este procedimiento era,
precisamente, que el trabajo diario se constituía en el trabajo del campo sobre
el que, periódicamente, se realizaban análisis y, como se verá más adelante,
se observaban las tendencias. Así, la explotación estadística de la base de
datos de dicho procedimiento empezó a arrojar variables significativas cuya
interpretación llevó primero a la propuesta y, finalmente, a la creación de un
nuevo programa dependiente del servicio de tra-
© Editorial UOC

186

El trabajo social sanitario

Tabla 9. Escenario del «catálogo de servicios y prestaciones» y de la «cartera


de servicios» del servicio de trabajo social sanitario del Hospital General de
Manresa Simulación de un posible «catálogo de prestaciones» y «cartera
de servicios del servicio de trabajo social sanitario» del Hospital General
de Manresa de haber existido la Ley de cohesión y calidad Catálogo de
servicios y prestaciones

Cartera de servicios

• Servicio de gestión de medios y apoyo

Procedimientos:

psicosocial en la planificación del alta

• Planificación del alta hospitalaria.

hospitalaria.

• Trabajo social sanitario de caso (casework).

• Servicio de apoyo psicosocial en la

• Resolución de problemas

identificación de necesidades reales post alta.

(Problem–solving).

• Servicio de apoyo psicosocial para afrontar las

nuevas necesidades post alta.


Técnicas aplicadas:

• Servicio de reorganización y promoción de los

• Screening de trabajo social sanitario.

recursos propios.

• Entrevista (de estudio, de apoyo, de

• Counseling.

contención, de motivación, etcétera).

• Servicio de apoyo psicosocial y gestión de

• Mediación.

ayuda a domicilio para la atención personal.

• Cognitivas.

• Servicio de apoyo psicosocial y reducción de

• Observación y registro.

estrés ante el alta hospitalaria.

• Cronograma.

• Servicio de apoyo psicosocial y atención a

domicilio post alta.

• Servicio de apoyo psicosocial y atención en

centro sociosanitario.

• Servicio de apoyo psicosocial y atención en


residencia asistida.

• Servicio de apoyo psicosocial y atención en

residencia».

bajo social sanitario del hospital. El nuevo programa se denominaría


«programa post alta de atención temporal de ayuda a domicilio».

A grandes rasgos, los datos más significativos son los que siguen. En el
primer análisis, de las 10.331 personas hospitalizadas en el período del
estudio, en los servicios de medicina interna y cirugía general, después de
aplicar la técnica de screening de trabajo social sanitario, 1.142 quedaron
sistemáticamente incluidas en el procedimiento citado para realizar el
segundo screening de trabajo social sanitario, éste más completo y sujeto a
preguntas específicas de estudio psicosocial.

El primer screening se resolvía mediante la presencia de criterios de riesgo


identi-ficables en la información disponible al ingreso. Estas 1.142 personas
enfermas que fruto del primer screening conformaron el grupo de
intervención sistemática desde el trabajo social sanitario representaban el
11,1% del total de ingresos hospitalarios. Es preciso señalar que ni esta
variable, ni ninguna de las que siguen a

© Editorial UOC

187

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

continuación, son extrapolables a otros establecimientos hospitalarios, pero sí


que los resultados que se presentan pueden invitar a la realización de análisis
similares para empezar a liderar, desde trabajo social sanitario, acciones de
cambio adecuadas a la realidad de las personas y familias atendidas en cada
establecimiento o área sanitaria y no en base a estimaciones generales que
solo consideran variables de carácter médico. De éstas 1.142 personas, una
vez elaborado el diagnóstico social sanitario o un prediagnóstico, surgieron
dos grupos:

• El primero, el que centrará la atención en este apartado, estaba formado por


483 personas ingresadas, lo que representa el 42,2% del total. En todas ellas,
al menos uno de los procesos de trabajo social sanitario implicaba apoyo
desde los servicios sociales o sociosanitarios.

• El segundo, formado por 659 personas ingresadas, el 57,8%, fueron


atendidas dentro de procesos diversos de trabajo social sanitario, pero
ninguno de ellos se prestó desde lo servicios sociales o sociosanitarios. En
todos ellos, el denominador común podía definirse como «apoyo psicosocial
y atención a las emociones relacionadas especialmente con el alta
hospitalaria». Para ser precisos: asesoramiento sobre como van a afectar las
nuevas necesidades a su vida y a la de su familia cuando regrese a casa,
contención de las emociones negativas frente a vivencias desproporcionadas,
tanto en lo aprensivo como en lo desaprensivo, terapias cognitivas orientadas
a facilitar una interpretación adecuada del momento del alta y del regreso a
casa. Etcétera.

Volviendo al primer grupo de 483 personas, el proceso de trabajo social


sanitario más frecuente fue el de «apoyo psicosocial y atención a domicilio
post alta», con 319 casos, el 66%. El resto quedaba a mucha distancia. El
segundo, por orden de frecuencia, fue el proceso de «apoyo psicosocial y
atención en centro sociosanitario», con 73 personas, el 15,1%. Le siguió el
proceso de «apoyo psicosocial y atención en residencia asistida», con 53
casos, el 10,9%. Y, por último, el proceso de «apoyo psicosocial y atención
en residencia» para personas autónomas, con 38 casos, el 7,8%.

Todos los procesos, se insiste, venían apoyados por el diagnóstico social


sanitario o un prediagnóstico. El primer análisis puso de relieve un hecho: de
estas 483 personas enfermas con necesidades de apoyo intangible y tangible,
recibieron el servicio previsto 132, el 27%. Este hecho proyectaba una
realidad conocida pero que nunca se había medido. Hubo 351 personas que
necesitaban servi-

© Editorial UOC
188

El trabajo social sanitario

cios sociales, el 73%, pero que no tuvieron acceso a ellos y como


consecuencia, su cuidado quedó bajo la única «ayuda de la familia».

Este 73% de personas dadas de alta del hospital sin recibir los apoyos
institucionales determinados dentro del tratamiento de trabajo social sanitario
obliga-ba, desde los valores de la profesión, a plantear a la gerencia, acciones
concre-tas158. Así se propuso el «programa post alta de atención temporal de
ayuda a domicilio». Éste es un elemento que incorpora un factor diferencial
al concepto tradicional de proceso que concluye en un servicio. En el trabajo
social sanitario puede ocurrir que el proceso no pueda concluir en el servicio
programado. Se se-

ñala, en especial, el término necesidad porque en este caso no se trataba de


una demanda sino de una necesidad avalada por el diagnóstico social
sanitario. Éste es otro factor diferencial, si bien la demanda puede estar en el
origen del procedimiento de trabajo social sanitario, ésta se estudia y puede
cambiar por ejemplo en mismo Hospital General de Manresa el «índice de
coincidencia» entre la demanda de la persona y el servicio final estaba
alrededor del 71%.

Es preciso señalar que, durante todo el tiempo, se partió de la base de la


necesidad de las personas y de la respuesta de los servicios. En ningún caso
se consideró cuales eran las competencias y responsabilidades reales del
servicio de trabajo social sanitario del hospital, pues en esta línea, el futuro
proyecto de

«programa post alta de atención temporal de ayuda a domicilio» habría


quedado cortado de raíz. Los resultados ponían en evidencia la orfandad de
las personas dadas de alta del hospital con una necesidad diagnosticada de
atención a domicilio. En ese período de propuesta y negociación del nuevo
servicio, hubo ten-siones con profesionales de todos los ámbitos que
esgrimían como argumento en contra que eso no era competencia del hospital
y que se estaban invadiendo otros ámbitos. La autora asumió, como jefa de
servicio, que había que resolver problemas, que había necesidades de
personas que quedaban desatendidas y, por tanto, no se trataba de delimitar
responsabilidades desde la burocracia, sino de ver las lagunas asistenciales
que se generaban en el período post alta hospitalaria.

Se señala que el conocimiento directo en 1987 del «programa de atención


temporal a domicilio» aplicado en el Mount Sinai Medical Center of New
York159

158. Un agradecimiento especial al Dr. Carlos Padula Moradelli, gerente del


Hosptial General de Manresa, que apoyó desde la acción las iniciativas
provenientes del servicio de trabajo social sanitario. Por parte del
ayuntamiento de Manresa, a Montserrat Mestres Angla. A los regidores de
sanidad y servicios sociales, Joan Serra y Rosa M Riera. Por parte de la
Generalitat de Cataluña, Pilar Vilagra-sa, de la consejería de Bienestar Social.

159. Schwartz, Blumenfield y Simon, 1990: 152–160.

© Editorial UOC

189

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

Gráfico 5. Población total del programa de alta, la que requiere atención a


domicilio y la que recibe el servicio

1142

1200

900

319

Personas 600

54
300

Procedimiento

Necesita

Recibe Atención

Programa

Atención

Domiciliaria

Planificación Alta

domiciliaria

al alta

Fuente: Hospital de Sant Andreu, Manresa.

Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.

propició que dicha información se analizara con esta óptica y dependiendo


solo de los resultados, se buscarían fórmulas dentro de las cuales, el servicio
de trabajo social sanitario del entonces Hospital de Sant Andreu pudiera
asumir la gestión directa de un programa similar dependiente, jerárquica y
funcionalmente, del propio servicio hospitalario. Por ello, se estudió,
específicamente, el grupo de población tributaria del «proceso de atención
temporal a domicilio». ¿Qué había pasado con las 319 personas cuyo
diagnóstico social sanitario indicó, entre otros caminos, el de apoyarse en éste
servicio? ¿Lo recibieron? ¿Cuántas? ¿Qué pasó con el resto al recibir el alta
hospitalaria?

Lo primero que se puso de relieve fue que tras el correspondiente alta


hospitalaria, el proceso en cuestión, se transformó en el servicio previsto para
54 personas, el 17% de las personas que lo necesitaban. Para el resto, el 73%,
el proceso inicial de «atención a domicilio post alta» sufrió transformaciones,
como se verá, por exceso (utilización de servicios más complejos para la
necesidad a cubrir) y por defecto (quedando sin más apoyo que la familia y
los amigos). El gráfico 5

muestra estos resultados iniciales.

Los valores obtenidos despertaron la responsabilidad de conocer qué ocurría


con las personas cuyo proceso de trabajo social sanitario de «apoyo
psicosocial y atención a domicilio post alta» no concluía como tal. ¿Qué
pasaba exactamente con este grupo? ¿Cómo se resolvió su necesidad, si es
que se resolvió? Se puede ver a continuación, en el gráfico 6, que dejando
aparte el grupo de las 54 personas enfermas que sí acabó recibiendo el
servicio final, hubo 265 que lo resolvie-

© Editorial UOC

190

El trabajo social sanitario

Gráfico 6. Distribución de la utilización de apoyos por parte de las personas


que requerían atención a domicilio

248

250

200

150

Personas

54
100

13

50

Información

A Domicilio

Resdencia

Centro

Sociosanitario

Fuente: Hospital de Sant Andreu, Manresa.

Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.

ron por otras vías. El termino resolver no tiene connotaciones de ningún tipo
si no va acompañado de una explicación, una necesidad puede atenderse bien,
es lo deseable, o puede quedar en espera de recibir el apoyo. A efectos
prácticos, es adecuado hablar de una necesidad mal resuelta. ¿Cómo se
resuelve mal una necesidad? Cuando se utilizan otros medios a los
necesarios, ya sean por exceso o por defecto. En este grupo de 265 personas
enfermas cuya necesidad de «apoyo psicosocial y atención a domicilio post
alta» no se vio satisfecha la atención a domicilio, se observa que 248 casos, el
78%, recibieron información acerca de otras posibilidades pero, por la
información disponible en el momento del alta, regre-saron a su casa con la
única ayuda de la familia. Otro grupo de población, 13 casos, el 4%, ingresó
en una residencia para personas válidas y 4 casos, el 1%, ingresó en un centro
sociosanitario.
La investigación en trabajo social sanitario es helicoidal, nunca cesa, siempre
avanza y nunca pasa por el mismo lugar porque la dinámica social lo impide
y los cambios que se van introduciendo desplazan los valores iniciales por
otros que deben mostrar avances en bienestar. Una de las características
diferenciadoras del trabajo social sanitario con respecto a otras disciplinas es
que la interpretación del problema se realiza desde los principios del trabajo
social. Todo resultado de una investigación, interpretado desde el trabajo
social sanitario, implica acciones correctivas que buscan siempre incrementar
el bienestar a partir de las propias personas y con los apoyos que, como tales,
les permitan a ellas, a sus fami-

© Editorial UOC

191

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

lias y a sus allegados, recuperar su cotidianeidad. Cuando la enfermedad es


progresiva, adecuarse a la nueva realidad y a las nuevas dificultades. Así,
siguiendo este principio, los resultados expuestos anteriormente, dieron pie y
avalaron la propuesta que se plasmó en los servicios sociales del
Ayuntamiento de Manresa: un aval, no solo moral sino económico, para
impulsar una prueba piloto de puesta en marcha de un «programa post alta de
atención temporal a domicilio», dependiente del Hospital de Sant Andreu y
posteriormente, del Hospital General de Manresa. Si bien la primera reacción
fue la negativa, el cumplimiento del procedimiento, la constante recogida de
datos, su análisis estadístico y el mantenimiento de la propuesta mostrando
los resultados que avalaban la propuesta, llegaron a buen puerto. Después de
unos dos años de negociación e insistencia, desde la Regiduría de Servicios
Sociales del Ayuntamiento de Manresa se propi-ciaba la experiencia de
prueba que arrancó en agosto de 1990, dentro de un plan piloto de creación
de empleo del INEM.

Éste es un ejemplo gráfico que pone de manifiesto una actitud de avance y un


ir modificando estructuras organizativas cuando éstas no son válidas o son
ineficaces. Pero esto se apoya en la rendición de cuentas, en la exposición de
los resultados, que lejos de mostrar grandes logros, ponen de relieve grandes
lagunas.

Éste es, desde siempre, uno de los roles del servicio de trabajo social
sanitario: liderar cambios, promover recursos.

Desde el principio, una de las actividades clásicas del servicio de trabajo


social sanitario, es compartir con el resto de profesionales con los que trabaja,
con la dirección del establecimiento, con quienes ocupan cargos políticos, los
resultados obtenidos en sus intervenciones. A cada cual les facilita aquella
información que por sus funciones y responsabilidades le es más útil, pero
ésta es una información que se comparte, precisamente, porque trasciende lo
individual y familiar y afecta a toda la sociedad.

Este observador u observadora ocasional del punto anterior, constataría cómo


dicha práctica se está perdiendo y es una relación inusual entre el servicio de
trabajo social sanitario y el resto de servicios y áreas del establecimiento
sanitario.

Las razones que justifican o explican este hecho, pueden arremolinarse detrás
de multitud de argumentos, pero una constante en los contextos informales
apunta a que los nuevos sistemas de información electrónicos del sistema
sanitario, en muchas comunidades autónomas, no contemplan la recogida de
información del servicio de trabajo social sanitario y, si la incluyen, no la
explotan, y si la explotan, no asumen la perspectiva del trabajo social
sanitario sino la de otras disciplinas. Así, sin más, sin necesidad de autoría
intelectual ni mala intención, va

© Editorial UOC

192

El trabajo social sanitario

agrandándose la distancia entre el servicio de trabajo social sanitario y el


resto de servicios médicos y de enfermería, de las gerencias y direcciones
que, salvo excepciones, carecen de habilidades para vincular su actividad, su
función, a la del servicio de trabajo social sanitario, considerando ésta última
como un tercer brazo ocasional al que se recurre cuando los otros dos están
ocupados.

Las razones de ese cambio de quehacer en el trabajo social sanitario respecto


a la rendición de cuentas deberían estudiarse más profundamente, pero ahí
queda, como principal hipótesis, la incorporación de las tecnologías de la
información y las formas de registro sesgadas hacia lo mecánico y lo
biológico, hacia lo estructural (solo hay que ver los cuadros de mando), de la
actividad sanitaria. De seguir así, el trabajo social sanitario seguirá perdiendo
presencia.

La actividad en trabajo social sanitario se analiza desde lo cuantitativo pero,


sobre todo, desde lo cualitativo. Para las trabajadoras sociales sanitarias, para
ellas y para ellos, no es tan importante cuántas personas enfermas pierden su
trabajo, si no qué implica para cada una de ellas esa pérdida de trabajo, cómo
pueden subsanar con recursos y medios propios esa pérdida del trabajo, por
qué pierden el trabajo, con su formación, cómo pueden afrontar un futuro con
otras ocupaciones, todo esto por poner un ejemplo. El valor numérico es
relativamente poco importante porque lo que interesa es cada persona, cada
una en particular. Sean diez o veinte o mil, para las trabajadoras sociales
sanitarias, cada persona es única, sea una de entre diez, una de entre veinte o
una de entre mil, a cada una le prestará la misma atención y la tratará según
justifique el diagnóstico social sanitario. Así, con los datos cuantitativos, se
puede saber cuánto se ha hecho, pero no para qué ha servido este cuánto,
valoración que en trabajo social sanitario es esencial.

En España, a mediados del siglo pasado y hasta bien entrados los noventa,
este mostrar los resultados era habitual. A modo de ejemplo, Montserrat
Gramunt160

160. Con motivo de este libro y dado que desde hace años su trabajo ha sido
un referente para la autora, ésta pensó que era un buen momento para conocer
a Montserrat Gramunt. ¿Cómo no lo había pensado antes? Así que
instintivamente empezaron las averiguaciones con el Colegio profesional de
Cataluña para pedir ayuda con la búsqueda. Anna, una de las secretarias, se
puso de inmediato manos a la obra. Esto ocurría el 11 de julio. A lo largo de
la semana, la comunicación entre la autora y Anna se dio un par de veces. Se
estaban haciendo gestiones. Pero, no pudo ser. Llegó el disgusto.

¿Un capricho del destino? Quizás. Un ¿por qué no te preocupaste antes?


Quizás también. Lamen-tablemente, hoy 18 de julio de 2011, el Colegio
profesional me acaba de dar la noticia de la muerte de Montserrat Gramunt de
Moragas. Montserrat falleció «ayer 17 de julio de 2011».

¡Gracias Montserrat Gramunt por tu trabajo y clarividencia, gracias y hasta


siempre! Lo más tris-te, haber llegado tarde.

© Editorial UOC

193

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

escribía en diciembre de 1961 al respecto de la participación del resto de


profesionales del hospital en los resultados del servicio de trabajo social
sanitario, si bien ella se refería al servicio social hospitalario:

«La eficacia de la asistente social en el hospital es lograda en cuanto ésta


participa y forma parte del equipo médico. Es necesario que los médicos
conozcan las ventajas y los resultados de la labor social realizada. En
consecuencia, proponemos que un breve resumen de los resultados positivos
obtenidos por la labor de la asistente social, sea distribuido, periódicamente, a
los médicos del servicio. Solo es posible conseguir inte-resar al médico en
esta labor social si se le informa regularmente de los resultados ob-
tenidos161.»

Determinadas responsabilidades, o partes del procedimiento, no las cambia el


paso del tiempo porque forman parte del proceder elemental de la disciplina,
de sus características que son las que la mantendrán atada a su realidad
teórica con su propia dinámica práctica. Por eso, tomadas hoy, más que
nunca, las recomendaciones de Montserrat Gramunt adquieren un gran
simbolismo. Cada servicio médico, cada dirección, dentro de la cual se ejerce
algún tipo de intervención desde trabajo social sanitario, debería recibir de
éste su estadística, la cuantitativa y la cualitativa, en donde se reflejara en
qué, en cómo y en cuánto se ha ayudado, desde el trabajo social sanitario, a
las personas enfermas atendidas en sus servicios. Ello dentro del período de
tiempo al que corresponda, cuáles han sido los motivos de la intervención,
etcétera. Además, debería llevar un colofón en el cual se aportaran,
anualmente, propuestas de nuevas fórmulas asistenciales, nuevos programas
de «ayuda» y nuevos recursos para complementar a los primeros, cuando
éstos quedaran justificados.

Sigue otro ejemplo acompañado de su gráfico. A continuación se presentan


los resultados del análisis de la información obtenida dentro del
«procedimiento del programa de la planificación del alta hospitalaria»
desarrollado en el Hospital Virxe da Xunqueira, hospital de agudos ubicado
en Cee, Galicia. Los valores corresponden a los años comprendidos entre
1998 (año de la puesta en marcha del hospital) y 2003 (año en que el cambio
de gerencia terminó con el trabajo de análisis anual del «procedimiento del
programa de la planificación del alta hospitalaria»). En este caso se comparan
los apoyos al alta del grupo de personas enfermas que se encontraban en fase
terminal, siempre ingresadas en el hospital de 161. Gramunt, 1961: 52
(material fotocopiado)

© Editorial UOC

194

El trabajo social sanitario

agudos, con el resto de personas ingresadas en el mismo período por otras


causas.

En total se analizan 3.322 episodios de ingreso de los cuales, 121, el 3,64%


corresponden a personas que presentan la característica de estudio: su estado
era terminal. La población estudiada se clasifica siguiendo tres criterios:

• Exitus en el mismo hospital.


• Alta con el único apoyo de la familia.

• Alta con apoyos externos a la familia.

Gráfico 7. Distribución al alta de enfermos en fase terminal y comparativa


con el resto de enfermos dados de alta en el mismo período

100

77,57

58,68

80

Personas ingresadas

60

entre 1998-2003

26,45

N = 3.322

40

14,88

16,03

6,4

20

% Personas ingresadas
% Otras personas

en fase terminal

ingresadas

Exitus hospital

Apoyo de la familia

Apoyos externos a la familia

Fuente: Hospital Virxe da Xunqueira, Cee.

Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.

Puede verse que del grupo de personas ingresadas en fase terminal, el 58,68%

fallecieron en el hospital. Se señala que no es un hospital de paliativos sino


un hospital de agudos. Comparando este grupo con el de las personas que no
estaban en fase terminal y que falleció en el hospital, el 6,4%, se ve que la
diferencia es de 52 puntos porcentuales. En las otras categorías, el 26,45% de
las personas en estado terminal recibe el único apoyo de la familia y el
14,88% recibe apoyos de servicios externos a la familia. Valor que, tomando
el grupo comparativo, es del 16,03%, algo más de un punto respecto al grupo
de estudio. ¿Qué sugieren estos resultados? Si bien se justifica un análisis
más exhaustivo del hecho, lo primero que se le plantea a la gerencia es la
necesidad de crear un equipo interdisciplinar, formado en curas paliativas
para que dichas personas reciban la mejor asistencia posible. No se trata de
crear un servicio de paliativos, que podría, eso debería estudiarse con más
datos en la mano, pero sí garantizar que las personas

© Editorial UOC

195

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario


que fallecen en el hospital gocen de la mejor atención y cuidados que alivien
y no de una atención para enfermos agudos. El punto al que lleva la
presentación de resultados desde el trabajo social sanitario es el de dar relieve
a variables y a hechos ocultos, quizás enmascarados, por las estadísticas de
actividad médica.

El «rendir cuentas» es una actividad inherente e ineludible del trabajo social


sanitario, un ejercicio de transparencia. Treinta y dos años después de que
Montserrat Gramunt escribiera aquellas palabras, Helen Rehr, Susan
Blumenfield, Alma T. Young y Gary Rosenberg, del Mount Sinaí Medical
Center, de Nueva York, se referían al hecho, más que simbólico, de rendir
cuentas como sigue:

«En términos profesionales, el rendir cuentas es la capacidad y la habilidad


de asumir la responsabilidad por aquellos actos y comportamientos realizados
para alcanzar los objetivos identificados… Una característica clave de la
profesión es que establece estándares para la práctica de sus miembros. Otra
es que monitoriza los servicios profesionales, corrigiéndolos en caso de que
sea necesario y, en general, avanzando en la calidad de todos162.»

La rendición de cuentas es poner sobre la mesa los beneficios, para qué ha


servido la atención a las personas enfermas y a sus familias, para qué ha
servido al establecimiento y en general, a la sociedad del bienestar.

El gráfico que sigue, por ejemplo, muestra una tendencia que permite valorar
positivamente la eficacia del «procedimiento del programa de la planificación
del alta hospitalaria», un procedimiento de trabajo social sanitario que
contribuía a la optimización del recurso hospital poniéndose de relieve la
tendencia a una reducción del tiempo de hospitalización de las personas
identificadas como

«de riesgo social». En este caso, la información que sigue pertenece al


Hospital General de Manresa y se debe insistir en que solo puede
circunscribirse a su contexto. No es extrapolable. Se toma la población
atendida entre 1 de enero de 1994

y 30 de octubre de 1996, en total 5.151 personas ingresadas. Se observa que


en este caso, la tendencia de la población atendida dentro del procedimiento
citado es a recudir el tiempo de estancia. Es preciso señalar que el «proceso
post alta de atención temporal a domicilio» mencionado una páginas atrás,
quedó implementado a partir de 1990. Por tanto, en este hospital se disponía
de un proceso de trabajo social sanitario que gestionaba un programa propio
y que daba un gran margen para facilitar «ayuda» al servicio de trabajo social
sanitario.

162. Rehr, 1993: 368–373.

© Editorial UOC

196

El trabajo social sanitario

Gráfico 8. Tendencia de la estancia media anual de las personas atendidas


dentro del «procedimiento del programa de la planificación del alta
hospitalaria» en el Hospital General de Manresa 15

18

.1

16,62

16,01

15,69

16

14,34
dia

14

me

12

10

stanciaE

1994 (N 1773)

1995 (N 1.746)

1996 (N 1.640)

Total general

(N 5.151)

Año

Fuente: Hospital General de Manresa ,1 de enero de 1994 – 30 de octubre de


1996.

Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.

La contextualización y la interpretación desde el trabajo social sanitario es


esencial para tomar acciones correctoras y de mejora. Al analizar la misma
información, dentro del mismo procedimiento pero en otro hospital, en este
caso, de nuevo el Virxe da Xunqueira de Cee, se obtuvieron los siguientes
resultados, que a priori y mediante un análisis superficial, sin interpretar el
contexto, podría dar pie a creer que el procedimiento no cumplía con las
expectativas.

Gráfico 9. Tendencia de la estancia media anual de las personas atendidas


dentro del «procedimiento del programa de la planificación del alta
hospitalaria» en el Hospital Virxe da Xunqueria 27

14

.62

12

10,02

9,21

8,91

9,09

9,21

dia

10

me

8,26

stanciaE

1998

1999
2000

2001

2002

Total

(N 194)

(N 618)

(N 718)

(N 589)

(N 553)

(N 2.672)

Año

Fuente: Hospital Virxe da Xunqueira, Cee.

Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.

En este caso, el incremento de la estancia media de las personas atendidas


dentro del «procedimiento del programa de la planificación del alta
hospitalaria»

obedece a que el hospital, año tras año, iba creando nuevos servicios e iba
asumiendo a más población con patologías más complejas. Conviene resaltar
que

© Editorial UOC

197
La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

incluso ante este ligero incremento de la estancia media, ésta es muy inferior
a la consumida por un grupo de población de características similares en el
Hospital General de Manresa.

El siguiente gráfico muestra la tendencia de la ayuda proveniente de la


familia. Véase el cambio brusco que se produce entre el año 2002 y el 2003.

Gráfico 10. Tendencia de la ayuda proveniente de la familia en las personas


atendidas dentro del

«procedimiento del programa de la planificación del alta hospitalaria» en el


Hospital Virxe da Xunqueria 100

64

89,64

89,69

90,15

milia

.03 90

87,11

88,25

fa

la

reb

ía
so

80

udar

70

2.6

63,9

Le

=N 60

1998%

1999%

2000%

2001%

2002%

2003%

Año

Fuente: Hospital Virxe da Xunqueira, Cee.


Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.

El rendir cuentas también pone el foco sobre aquella información en la que se


debe profundizar más, información inesperada que en el análisis llama la
atención. Información que no permite interpretación alguna más allá de los
valores obtenidos, pero sí obliga a una evaluación más compleja y amplia.

Por ejemplo. Uno de los análisis, que simplemente buscaba conocer la zona
de procedencia de las familias para poder dibujar un mapa de clientes del
procedimiento y así valorar la posibilidad de establecer vínculos con los
servicios y entidades de la zona, puso de relieve que el 44,16% de las persona
atendidas dentro del procedimiento vivía en una zona céntrica. Casi a 25
puntos porcentuales de distancia, con el 19,86%, se encontraba el grupo de
los que vivían en una zona de la periferia y a mucha más distancia, con el
1,51%, se situaba el grupo de las que vivía en zonas aisladas. Lo primero que
llama la atención es que el 34,47% de las personas no se sabe de qué zona
provienen. Eso significa un fallo en el procedimiento en cuanto a la recogida
de información. Es un porcentaje muy elevado y, por tanto, en el acto de
rendir cuentas se debe averiguar por qué esa información no se ha recogido
correctamente. La hipótesis de partida, al comparar la zona de residencia y la
estancia media, era que las personas residentes en un centro ur-bano están
menos tiempo hospitalizadas por disponer de más servicios. Recuér-

© Editorial UOC

198

El trabajo social sanitario

dese que se trata de población de riesgo social y sanitario que, además de los
recursos médicos y de enfermería, necesita «ayuda» desde el trabajo social
sanitario.

Gráfico 11. Distribución de la población según la zona de residencia y


estancia media relacionada de las personas atendidas dentro del
«procedimiento del programa de la planificación del alta hospitalaria»
en el Hospital General de Manresa

100

20

17,17

95

15,32

80

14,38

.1

14,13

15

adi

=5

ia

60

44,16

me

alar

34,47

10
it

s%N

40

sp

19,86

ho

stancia

rso

20

1,51

Sin registro

Zona céntrica
Zona periférica

Zona aislada

Zona

%N

EM

Fuente: Hospital General de Manresa ,1 de enero de 1994 – 30 de octubre de


1996.

Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.

Pero, tal como muestra el gráfico 11, la población de la cual se desconoce la


zona de residencia resulta que es la que está más tiempo hospitalizada, con
17,17

días de media. ¿Por qué? No se sabrá porque no se realizó el análisis


posterior, aunque el ejemplo es manifiesto y éste es el objetivo para ilustrar la
información interpretada desde el trabajo social sanitario. Resulta que la
hipótesis queda to-talmente rechazada, pues la población que reside en la
zona céntrica es la que, después de los desconocidos, cuenta con una estancia
media más alta, con 15,32

días. Le sigue la población resiente en la periferia con 14,38 días y


finalmente, la que vive en zonas aisladas con 14,13 días. Una nueva hipótesis
es que cuantos más servicios están al alcance de las personas, menos se
gestionan los casos y las necesidades. La existencia de servicios promueve
actitudes laxas respecto a su utilización. Es como si no importara la eficacia
ni la eficiencia.

Todos los ejemplos son particulares, no pueden descontextualizarse pero


todos son reveladores del papel que la rendición de cuentas, la presentación
de resultados puede implicar en el desarrollo de los servicios de trabajo social
sanitarios dispuestos a encarar el futuro desde el empirismo.
Es oportuno clarificar que todas las profesiones del sistema sanitario, de la
mano de sus profesionales, ayudan a las personas que atienden. Pero es
impor-

© Editorial UOC

199

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

tante matizar, no obstante, la diferencia entre la ayuda como efecto


secundario derivada de una acción profesional, por ejemplo, una dolencia
remite o se controla con el tratamiento médico y eso permite a la persona
volver trabajar, de la ayuda en sí misma como fundamento de la propia
profesión.

La ayuda desde el trabajo social sanitario viene a ser como el sistema circula-
torio permitiendo que circule la sangre por todo el organismo. A priori se
sabe que la enfermedad genera necesidades, así que no se trata tanto de una
ayuda para esto o aquello, si no de una ayuda en primera instancia y sobre la
que cada persona enferma, cada familia decide. Desde el trabajo social
sanitario, la prestación de ayuda busca prevenir a la persona de lo que
probablemente llegue a su vida, generarle la capacidad y la fuerza para
ayudarse a sí misma, a pesar de los efectos que la enfermedad haya sembrado
en su futuro. El trabajo social sanitario actúa desde ese segundo punto, sigue
la vivencia y la experiencia de la persona enferma y la de su familia, analiza
las intensidades y, sobre eso, les apoya, les orienta para que activamente
consideren lo que puede mejorar su bienestar. Lo señaló Marcus refiriéndose
al trabajo social sanitario como una actividad en la que:

«Se ayuda a la persona a ayudarse a sí misma163.»

Efectivamente, desde el trabajo social sanitario se ayuda a la persona a pautar


sus propias pautas, valga la redundancia. A recordarle que no debe olvidarse
de su condición de persona y que ella decide sobre sí misma. Se prestan
ayudas orientadas a reconectar un devenir obstaculizado por razones varias,
pero siempre por la presencia de la enfermedad, a transformar un entorno o a
modificar una manera de verse en el mundo.

En el trabajo social sanitario, es un hecho, la ayuda se inicia por una


interrupción vital provocada por la enfermedad, por un problema, o varios,
que es preciso analizar. Suele suceder que a partir de hechos simples se van
desmade-jando realidades, algunas más complejas, que ponen de relieve que
el problema inicial, aquel que motivó el primer estudio, no era más que la
punta del iceberg.

Cuando se trabaja aplicando procedimientos definidos, la atención está en la


totalidad de las circunstancias de las personas, no solo en aquellas cuestiones
evidentes y sobre las que el equipo asistencial pone, involuntariamente, su
acento.

Ejemplos de ayudas básicas, simples son: la gestión de la garantía del


máximo cumplimiento de la dieta, la motivación de la familia para que
supervise la ad-163. Marcus, 1948: 251–259.

© Editorial UOC

200

El trabajo social sanitario

ministración de la medicación de la persona, la movilización de recursos


informales que eviten la pérdida del trabajo ante nuevas responsabilidades del
cuidado al familiar, el ayudar en la preparación de las comidas, el educar en
el mantenimiento de la salubridad de los espacios, la promoción del paseo
diario, etcétera. Todas ellas son pequeñas ayudas que tienen que ver con la
cotidianeidad alterada por la enfermedad propia o del familiar. En cada caso,
no obstante, se pueden combinar infinidad de circunstancias que deberán
estudiarse hasta llegar al diagnóstico social sanitario. Una de las
peculiaridades del trabajo social sanitario es que ese problema a resolver en
realidad es una manifestación del problema o problemas reales que aún
permanecen ocultos, aunque éste, suele ser la puerta de entrada a nuevas
realidades personales que requieren transformarse para prevenir recidivas y
concienciar sobre el cambiar las circunstancias de las cuales se alimentan las
dificultades. En las primeras fases se presta ayuda para encontrar ayuda, para
recibir y aceptar la compañía y el acompañamiento, ayuda para la higiene
personal, ayuda para la gran compra, ayuda para ganar energía psíquica y
poder afrontar lo nuevo, ayuda para romper o para aceptar una relación de
pareja, . Etcétera. La enfermedad abre la caja de Pandora.

Desde el trabajo social sanitario, cada situación marca unos hitos, un


itinerario y las respuestas, que parecen sujetas a la inmediatez, en ningún caso
pueden tomarse como una improvisación, vienen avaladas por todo el know
how de la trabajadora social sanitaria, ella o él, que ponen al servicio de la
persona enferma y de su familia, su pericia, sus recursos profesionales
adquiridos en su ejercicio diario. Esa respuesta, nada improvisada, se presta
entre la eficiencia (logrando lo que se quiere lograr con los implicados) y la
eficacia (logrando aquello que se espera con los medios disponibles). Las
personas enfermas y sus familias, merecen una atención eficiente y eficaz, el
sistema sanitario también, porque dentro de esta eficiencia y eficacia
generada desde el trabajo social sanitario, llega la optimización evitándose
actividades innecesarias.

La «ayuda» desde trabajo social sanitario apoyada

en el autodiagnóstico

Con la noticia de que se padecen determinadas enfermedades, por poner


algunos ejemplos: artritis, diabetes, esquizofrenia, insuficiencia renal, daño
cerebral, esclerosis múltiple, esclerosis lateral amiotrófica, Alzheimer,
etcétera, la persona, su familia, sus seres más allegados, verán cómo
empiezan a llegarles nuevas

© Editorial UOC

201

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

realidades dolorosas, perturbaciones y giros en sus rutinas diarias que


afectarán su existir. Todo ello con diferente magnitud y duración. Algunas
veces unos días o semanas, otras, de por vida. Los aconteceres vitales y
rutinarios de quienes es-tán dentro del perímetro de la influencia de la
persona enferma, ella misma por supuesto, se verán, por obligación,
replanteados y es en ese nuevo orden que desde el trabajo social sanitario se
desempeña un importante papel preventivo y curativo. El trabajo social
sanitario es una intervención inteligente, no burocrática, es una intervención
estratégica, no improvisada. La persona enferma, como tal, puede sentir la
derrota dentro de sí y desde el trabajo social sanitario se toma esta vivencia,
esta experiencia como punto de partida para generarle confianza en el
porvenir, para derrotar a la derrota, todo esto, siguiendo las pautas de la teoría
de los puntos fuertes.

Situados dentro del caso social sanitario ¿quién es quién en esa nueva
realidad? ¿Cuál es su nuevo rol? ¿Y cuál será su nueva responsabilidad?
¿Qué cambios arrastra? Se trata básicamente de afrontar lo diario: cómo
deben cambiar los horarios laborales, los horarios en la casa, quién recogerá a
los niños o a las niñas, qué dietas habrá que seguir, cómo se organiza la
compra diaria, la compra semanal, cómo y dónde se dará el encuentro con las
amistades, cómo afectará a la relación con la pareja, el cuidado de los hijos,
la atención a otros miembros de la familia, los arreglos de la casa, etcétera.
La intervención por procedimientos y protocolos aborda en todos los casos la
misma información, Son cambios a los que la persona enferma y su familia se
enfrentan desde su interioridad. Son cambios que desde el trabajo social
sanitario se sabe que se van a dar. Lo que no se sabe es cómo se van a vivir y
cómo se van a resarcir. Luego, la realidad, puede poner de relieve otros
ángulos, pero de entrada, cabe conocer la autopercepción de la persona
porque los primeros pasos se verán absolutamente condicionados por ésta. En
un segundo plano queda lo real. En esta fase es importante conocer el
autodiagnóstico de la persona sobre su realidad, qué cree que puede pasar en
el futuro, cómo piensa que podrá afrontar lo nuevo o, por el contrario, qué
cree que no podrá asumir. Todo se da en el territorio más subjetivo posible.
Con las valoraciones periódicas realizadas desde el trabajo social sanitario,
esa vivencia se relativizará conforme a las posibilidades reales, posibilidades
a las que la trabajadora social sanitaria, ella o él, dará relieve: «mire ha
podido venir acompañada,
¿ve como su hijo puede y saca tiempo de donde sea?» o «veo que su hermana
puede ayudarla con la compra», o «la rehabilitadora dice que está mejorando
mucho», etcétera. Pero, en un principio, es primordial conocer la
predisposición personal, la visión de futuro, de la persona enferma y de la
familia, puesto que

© Editorial UOC

202

El trabajo social sanitario

marcará el tratamiento de los primeros días, semanas o meses. Cuando la


persona afectada cree que no puede estar sola, por más que el equipo
profesional le diga que sí que puede, ella no va a querer estar sola. Desde el
trabajo social sanitario, sin embargo, se sabe que ante esta actitud, esa
vivencia, es preciso profundizar porque en ella se esconden otras carencias o
patologías. Por más que se le diga a una persona que acondicione el baño con
barras para apoyarse y sentirse segura, si ella cree que su problema no es que
pueda caerse sino que debe rebajar el peso, la persona seguirá empeñada en
su punto de vista y no pondrá las barras.

Una acción no excluye la otra. Pero esas actitudes se trabajan. En muchos


casos, ante estas situaciones, será necesario un tratamiento de casework
orientado a que vea que gana en seguridad, que se previenen las caídas. No se
trata de algo narrativo, sino de apoyar la acción.

La importancia de la vivencia, de la predisposición, del autodiagnóstico, es


una esfera de la intervención poco estudiada, pero puede verse, por ejemplo,
que dentro del «proceso post alta de atención temporal a domicilio».
Analizando el grado de autonomía de las personas atendidas dentro de dicho
proceso de trabajo social sanitario, puede encontrarse una variedad de éstos.
Véase el siguiente gráfico y si bien dichos resultados, como en los otros
expuestos, no pueden descontextualizarse del hospital donde se obtuvieron, ni
extrapolarse a otros establecimientos, deben, además, tomarse con la cautela
que exigen las investigaciones provenientes de la actividad diaria, aunque
puede decirse que son resultados que se repiten allá donde se han aplicado las
experiencias del «procedimiento del programa de la planificación del alta
hospitalaria» bajo la supervisión de la autora. Dichos resultados, cuyo perfil
se hace extensible a otros procesos de trabajo social sanitario como «proceso
de apoyo psicosocial y atención residencial para descanso familiar», «proceso
de apoyo psicosocial y atención en centro sociosanitario» etcétera, corroboran
la hipótesis de que la vivencia de la enfermedad, autopercepción sobre la
capacidad para afrontar el futuro, la sensación de necesidad de la persona
enferma o de la familia, adquiere un peso mayor al de la propia enfermedad,
al de la propia falta de autonomía cuando se trata de recurrir a ayudas
externas. Y desde el trabajo social sanitario, es un hecho papable sobre el que
se trabaja la ayuda.

Estos resultados fueron posibles gracias a la intervención por procedimientos.

Son un buen argumento para justificar el estudio psicosocial que se realiza


desde el servicio de trabajo social sanitario para valorar cuanto antes el tipo
de «ayuda psicosocial y estructural», atendiendo el autodiagnóstico en el que
la persona enferma y su familia permanecen atrapadas. Dicha vivencia ¿está
proporcionada a la realidad de la dolencia? Se irá viendo según cada caso.

© Editorial UOC

203

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

Gráfico 12. Distribución de las personas atendidas dentro del «proceso de


atención temporal a domicilio» incluido en el «procedimiento del programa
de la planificación del alta hospitalaria»

en el Hospital General de Manresa

50

Personas atendidas

40
28,50

dentro del Proceso

30

20,70

21,40

22,80

de Atención

20

temporal a

3,50

2,80

domicilio

10

AVD-0

AVD-2

AVD-4

AVD-6

AVD-8

AVD-10
Autonomía en las Actividades de la Vida Diaria (Movilidad) Fuente: Servicio
de trabajo social sanitario del Hospital General del Manresa, 1994. La escala
Guttman va de 0

(autonomía total) a 10 (dependencia total). Elaboración: Dolors Colom


Masfret - Barcelona 2011.

Quienes asocian el servicio de trabajo social sanitario a la gestión y


tramitación de servicios, indirectamente, dejan a la persona y a su familia a
solas con su realidad, con sus dificultades, con sus carencias y esto se da en
momentos en los que la conciencia, pero sobre todo, la sensación de
necesidad es máxima. La espera de esa ayuda, de ese servicio que no llega en
su totalidad siempre aconseja acompañamiento y apoyos diversos. La
intervención sistemática de dicho servicio implica reforzar los recursos
propios de la persona sin que se necesite una demanda explícita y solo en
caso de que el diagnóstico social sanitario así lo indique, al apoyo psicosocial
habitual se le podrá añadir otros servicios de apoyo institucional, por
ejemplo, tomando los resultados del gráfico anterior, la atención temporal a
domicilio.

El siguiente gráfico muestra los resultados referidos a la misma población


pero en este caso, el universo de estudio son todas las altas hospitalarias
atendidas dentro del «procedimiento del programa de planificación del alta
hospitalaria» del año 1994, en total 1.636 personas, de las cuales 1.426, el
87% no utilizó, en este establecimiento objeto del estudio, ningún tipo de
servicio de apoyo institucional. En todos los casos se prestó el apoyo
psicosocial indicado siguiendo los principios del trabajo social sanitario,
promoviendo la autonomía de la persona que mientras puede asumir sus
déficits no queda sujeta a di-námicas de apoyo institucional. Esto, a su vez,
rompe con el prejuicio de que el

© Editorial UOC

204

El trabajo social sanitario


trabajo social sanitario cuando interviene por programas genera un aumento
de la demanda. Se puede asegurar que, cuando se asume la filosofía propia,
ocurre lo contrario.

Gráfico 13. Distribución de las altas de las personas atendidas (1.635) en el


servicio de trabajo social sanitario en el «Procedimiento del programa de
planificación del alta hospitalaria» en el Hospital General de Manresa

Altas de trabajo

social sanitario

con soporte,

210,13 %

Altas de trabajo

social sanitario

sin soporte,

1.426,87 %

Fuente: Servicio de trabajo social sanitario, Hospital General de Manresa,


1994.

Elaboración: Dolors Colom Masfret - Barcelona 2011.

La sofisticación de los métodos diagnósticos y de las tecnologías médicas


está cambiando y distanciando la relación entre el personal médico, el de
enfermería y la propia persona y su familia. Cada vez se escucha menos a la
persona enferma y a su familia, porque lo que importa es lo que necesita
saber la profesional, ella o él, y no lo que la persona o su familia necesitan
explicar. Todo queda sujeto a los resultados de determinadas pruebas aunque
el relato de la persona ponga en entredicho determinados resultados. Esta
nueva época, más fría en cuanto al aspecto relacional, también afecta al
trabajo social sanitario, cuyos profesionales empiezan a caer en la obsesión
por las escalas de valoración de determinadas circunstancias que, sin negar su
contribución a la modernización y objetivación de determinadas
circunstancias, no pueden convertirse en fines.

Escalas y clasificaciones son medios y herramientas que permiten ajustar el


diagnóstico social sanitario, pero nunca pueden confundirse con éste. La
atención sanitaria, tanto desde la medicina como desde la enfermería y desde
el mismo trabajo social sanitario se está desproporcionando a favor de las
pruebas diagnósticas y en contra de las aportaciones de la persona que puede
acabar siendo apartada de los procesos asistenciales. La persona enferma y su
familia

© Editorial UOC

205

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

quedan muchas veces, debido a la actitud profesional, en una posición pasiva:


ahora una analítica, después un estudio genético, se repite el TAC, falta el
estudio de los marcadores, luego la radiografía, etcétera. Se habla de la
persona, delante de ella, pero como si ella no estuviera presente. No se niega
ni cuestiona la gran aportación a los diagnósticos que son todas estas pruebas,
pero no pueden anular las explicaciones de las personas, la información que
tienen, hablar de lo que le pasa, de lo que siente, de cómo se pueden resolver
sus dificultades. Es necesario recordar que cuando a una persona le preocupa
algo necesita hablar de ello, la persona siempre habla de lo que le
preocupa164, necesita comunicarse, sobre todo, con quienes le atienden,
indistintamente. La actitud del personal médico y del de enfermería, es
altamente curativa. Ante un diagnostico médico interpretado como grave o
fatal, la persona se emociona, se deprime, se revela, se paraliza, cada una es
distinta, pero todas sienten el peso de su vida sobre sus hombros y, ante
dichas enfermedades graves, presiente que la muerte la puede apartar de todo
ello. La atención sanitaria es esto, atender a personas enfermas integralmente.

Por ello, en todos los procedimientos de trabajo social sanitario se encuentran


fases en las cuales el objetivo es primero delimitar la confusión, ordenar en la
mente de la persona enferma sus vivencias, así como atender a la familia,
reducir el caos que les rodea, para que puedan dejar de sentirse víctimas de
acontecimientos externos y ganar la motivación necesaria para sentirse
capaces de con-trolarlos y afrontarlos. Ante toda enfermedad se ponen en
juego los recursos psí-

quicos de las personas, sus soportes sociales, ya sea actuando o simplemente


acompañando. La capacidad para recuperarse anímicamente o afrontar las
circunstancias que se irán sucediendo variará de una persona a otra. Cada
una, en su unicidad, se encuentra con eventos vitales, la enfermedad es uno
de ellos, cuya presencia afectará directa o indirectamente, todas las demás
esferas de su existencia. Ya se ha citado en varias ocasiones, alterará sus
rutinas, interrumpirá el afrontamiento de sus responsabilidades diarias
(laborales, económicas, estudios, familiares), generará unas vivencias y
experiencias que surgen directamente del hecho de haber enfermado y de
haber dejado atrás su salud. Por eso es tan importante calibrar la
vulnerabilidad de la persona y sus fortalezas. Es en ellas, en 164. Es muy
frecuente que ante una cita solicitada por un motivo «x», la persona empieza
hablando del motivo que la ha llevado a la cita con la trabajadora social
sanitaria, ella o él, pero acaba hablando de otro tema que puede que no tenga
nada que ver con el motivo de la cita. La persona se dice entonces que ha
aprovechado este contacto profesional para hablar de lo suyo.

© Editorial UOC

206

El trabajo social sanitario

la fortaleza y en la normalidad de cada cual, en las que se apoya el trabajo


social sanitario que entre otras cuestiones, siempre está ajustando la realidad
de la persona, igual que la señalada por el personal médico o de enfermería,
lo está a la vivencia singular de esa realidad. Es cuando esa vivencia se
desproporciona que se iniciará algún procedimiento particular. La vida de la
persona enferma no es un recorrido lineal ni previsible y por eso, la
intervención desde el trabajo social sanitario se nutre de las condiciones del
momento presente en el que se contextualiza la vivencia de la persona
enferma, considera sus actitudes pasadas y cómo antaño afrontó situaciones
difíciles. La enfermedad, en cualquiera de sus varian-tes, motiva en la
persona que la sufre, en su entorno, vivencias y experiencias que se
desbordan en sentimientos y emociones. Todo ello pauta, tinta, tamiza y
condiciona, la manera, más o menos eficaz, más o menos eficiente, con la que
cada persona sobrellevará y resolverá las nuevas dificultades o problemas que
se su-marán a su día a día. La relación de «ayuda» desde el trabajo social
sanitario se promueve desde lo usual y desde el primer momento en que las
cosas han empezado a cambiar, aunque no sea evidente.

En este sentido, el trabajo social sanitario del siglo XXI es una de las
profesiones que, desde el sistema sanitario, más influencia puede desarrollar
para generar ambientes sanos y entornos preventivos desde el punto de vista
psicosocial, pres-tando eficaz y eficientemente la «ayuda» a tiempo,
promoviendo la autonomía de la persona, lo cual se traduce en una mejor
utilización de los servicios sanitarios y sociales. Se trata de que las personas
sigan siendo personas y que no entre-guen su vida, sus papeles, ante la
primera dificultad.

¿En qué se traduce esta ayuda? La «ayuda» desde el trabajo social sanitario,
cuando se presta dentro de procedimientos y protocolos es, sobre todo,
preventiva. Previene la desvinculación de la persona y de su familia con esa
nueva realidad, previene el uso de recursos sofisticados cuando los hay de
más elementales, más adecuados e igualmente eficaces, previene la desunión
de los miembros de un núcleo familiar que tratarán sus dificultades desde la
emoción y, posiblemente, desde un gran reduccionismo.

El trabajo social sanitario amplía la visión de las direcciones acercando su


mirada a otro ángulo y poniendo de relieve la vivencia de las personas, a lo
que les supone ese tiempo a la espera de un apoyo. A día de hoy se sabe que
éste es un tiempo crítico, de angustia, de incertidumbre. Un tiempo en el que,
por lo general, las personas que esperan y sus familias se encuentran en tierra
de nadie y como consecuencia de ello, nadie les presta la más mínima
atención. Los servicios de trabajo social de atención primaria tienen en estas
personas que están es-
© Editorial UOC

207

La «ayuda» desde el trabajo social sanitario

perando servicios o ayudas a potenciales clientes de programas psicosociales


de apoyo temporal.

Las necesidades pueden venir expresadas por la propia persona o por su


familia. Pueden identificarlas los profesionales, ellos y ellas, de la medicina o
de la enfermería. Pueden detectarlas los miembros del mismo servicio de
trabajo social sanitario cuando interviene de manera proactiva. Todos los
caminos para detectar una necesidad son válidos pero la organización del
servicio en base a procedimientos y protocolos universaliza la atención y
evita la discrecionalidad.

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209

Epílogo

Epílogo: El encuentro con Circe

A LEÓN FEBRES-CORDERO ZAMORA, amigo de entonces y de siempre


En verano de 2008, por azar, encontré a Ulises y me uní desde el silencio a su
regreso a casa en Ítaca. Tres años más tarde, seguimos avanzando, pero
todavía no hemos llegado, no por él, si no por mí. Sus encuentros con los
dioses y las diosas, con los reyes, con los pastores, con las sombras, la sabia
espera de Penélope, se han convertido desde entonces en un oasis donde
beber el consuelo. Con cada verso, el poeta me sumerge en un mundo con el
que o me identifico, o identifico a alguien a quien conozco. Entonces, casi
por arte de magia, todo se relativiza, se produce una extraña comprensión de
lo que acontece y cual experimento de laboratorio, los elementos del existir
quedan a la vista. La radiografía de la realidad evita la desesperación. Y el
viaje particular, el mío, continua. La lentitud se convierte en una buena aliada
impidiendo que me salte alguna línea. No hay prisa.

No puede haberla. Todo debe ser vivido. Estamos hechos de nosotros mismos
y rehacerse lleva tempo.

De isla en isla, hará algo más de un año que llegamos a Eea por segunda vez,
donde tiene la casa Circe y allí, viendo el desarrollo de los acontecimientos
reconocí en la diosa a la primera expresión del trabajo social sanitario. Mejor
dicho: del mito que lo alimenta y nutre. En algunos cursos he contado esa
impresión, la historia gusta, pero debo confesar que no siempre he logrado
transmitir la sensación. Este epílogo es un buen lugar para dejarla correr.

Homero relata este segundo encuentro de Circe con Ulises en el Canto XII de
la Odisea y así, leyendo lo que le dice Circe a Ulises, sentí los fundamentos
de la profesión. Todo ocurre después de una copiosa cena y ella le dice en
privado:

«Así, pues, todo eso ha quedado cumplido; tú escucha lo que te voy a decir y
consérvete un dios su recuerdo. Lo primero que encuentres en ruta será a las
Sirenas, que a los hombres hechizan venidos allá. Quién incauto se les llega y
escucha su voz, nunca más de regreso el país de sus padres verá ni a la esposa
querida ni a los tiernos hi-juelos que en torno le alegren el alma. Con su
aguda canción, las Sirenas lo atraen y le dejan para siempre en sus prados. La
playa está llena de huesos y de cuerpos marchitos

© Editorial UOC

210

El trabajo social sanitario

con piel agostada, Tú cruza sin pararte y obtura con masa de cera melosa el
oído de los tuyos: no escuche ninguno aquel canto[…] No puedo decirte de
fijo qué rumbo te conviene seguir después de ello. Tú mismo, pensando
tendrás que escoger entre dos que se ofrecen1.»

Fue en ese momento cuando ocurrió que reconocí expresiones del trabajo
social sanitario. De ahí podemos deducir dos principios, el de prevención y el
de autodeterminación: prevenimos pero es la persona la que decide.

Es muy fácil escuchar a una persona que nos cuenta un problema o una
dificultad y decirle lo que haríamos nosotros en su lugar. Pero no somos
nosotros los que estamos en su lugar si no ella. Por eso, lo difícil es
escucharla, quedar nosotros a un lado, profundizar en lo que le pasa, indagar
con ella las posibles razones y ayudarla a que se ayude, a escoger lo que haría
ella, porque se trata de ella.

En el primer caso, podemos decir que se trata de una ayuda filantrópica. En el


segundo, de una ayuda estratégica que viene soportada por las teorías del
trabajo social sanitario. Aunque sea una profesión centenaria esconde en su
médula los miles y miles de años de la persona.

Pero hoy, ¿queremos un sistema que resuelva problemas de las personas? O,

¿queremos un sistema que ayude a las personas a resolver sus problemas, un


sistema que, además, los investigue y los prevenga? A riesgo de errar, si ha
llegado hasta aquí, usted se inclina por el segundo sistema. Espero que este
libro contribuya a ello. ¡Buena suerte!

1. Homero, 1982. La odisea XII, 40-60.

© Editorial UOC

211

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Fecha de consulta: 13 de agosto 2011.

www.jointcommission.org/

Fecha de consulta: 13 de agosto 2011.

ESTE LIBRO SE TERMINÓ DE IMPRIMIR EL 3 DE OCTUBRE DE 2011

EN BARCELONA CIENTO SEIS AÑOS DESPUÉS DE QUE GARNET


ISABEL PELTON, A PETICIÓN DEL DR. RICHARD C. CABOT,
PUSIERA EN MARCHA EL PRIMER SERVICIO DE TRABAJO SOCIAL
SANITARIO DE LA HISTORIA.

ELLO ACONTECIÓ, TAMBIÉN, UN 3 DE OCTUBRE DE 1905

EN EL MASSACHUSSETS GENERAL HOSPITAL DE BOSTON


Document Outline

El trabajo social sanitario: los procedimientos, los protocolos y los


procesos
Página Legal
Índice
Agradecimientos
Prólogo
Introito
Capítulo I
Términos comunes en la sanidad actual aplicados al trabajo
social sanitario
Procedimiento: concepto general y aplicación al trabajo social
sanitario
Ejemplo del esquema básico del «procedimiento del programa
de planificación del alta sanitaria»
La intervención por procedimientos: aumentando el potencial
y la influencia del trabajo social sanitario
Cuándo denominarlo protocolo o denominarlo procedimiento
Los protocolos de trabajo social sanitario contextualizados en
la atención primaria y o/ en la atención especializada
Tipologías de Protocolos según los ámbitos asistenciales y las
características de las personas beneficiarias
Organización de los protocolos de trabajo social sanitario
según ámbito y función
La intervención por procedimientos y protocolos: mejorando
la toma de decisiones
Proceso: concepto general y aplicación al trabajo social
sanitario
Matices entre «procesos sanitarios o clínicos» y «procesos de
trabajo social sanitario»
Escenarios de trabajo social sanitario: reflexiones
Capítulo II
Capítulo III
El trabajo social sanitario y el sistema sanitario: puntos clave
del vínculo e «ideas-fuerza»
El trabajo social sanitario y la Ley 41/2002, de 14 de
noviembre, Básica Reguladora de la Autonomía del Paciente y
de Derechos y Obligaciones en materia de Información y
Documentación Clínica
El trabajo social sanitario y la Ley 16/2003, de 28 de mayo, de
cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud
El trabajo social sanitario y la Ley 44/2003, de 21 de
noviembre, de ordenación de las profesiones sanitarias
Capítulo IV
La «ayuda»: vertebrando toda acción del trabajo social
sanitario
La «ayuda» avalada por el diagnóstico social sanitario: signo
de identidad del trabajo social sanitario
La «ayuda» a las personas enfermas y sus familias: el estudio
del medioambiente
La «ayuda» ¿para qué sirve? Rindiendo cuentas, divulgando
resultados, promoviendo cambios de mejora continua
La «ayuda» desde trabajo social sanitario apoyada en el
autodiagnóstico
Epílogo: El encuentro con Circe
Bibliografía
Table of Contents
El trabajo social sanitario: los procedimientos, los protocolos y los procesos
Página Legal
Índice
Agradecimientos
Prólogo
Introito
Capítulo I
Términos comunes en la sanidad actual aplicados al trabajo
social sanitario
Procedimiento: concepto general y aplicación al trabajo social
sanitario
Ejemplo del esquema básico del «procedimiento del programa
de planificación del alta sanitaria»
La intervención por procedimientos: aumentando el potencial
y la influencia del trabajo social sanitario
Cuándo denominarlo protocolo o denominarlo procedimiento
Los protocolos de trabajo social sanitario contextualizados en
la atención primaria y o/ en la atención especializada
Tipologías de Protocolos según los ámbitos asistenciales y las
características de las personas beneficiarias
Organización de los protocolos de trabajo social sanitario
según ámbito y función
La intervención por procedimientos y protocolos: mejorando
la toma de decisiones
Proceso: concepto general y aplicación al trabajo social
sanitario
Matices entre «procesos sanitarios o clínicos» y «procesos de
trabajo social sanitario»
Escenarios de trabajo social sanitario: reflexiones
Capítulo II
Capítulo III
El trabajo social sanitario y el sistema sanitario: puntos clave
del vínculo e «ideas-fuerza»
El trabajo social sanitario y la Ley 41/2002, de 14 de
noviembre, Básica Reguladora de la Autonomía del Paciente y
de Derechos y Obligaciones en materia de Información y
Documentación Clínica
El trabajo social sanitario y la Ley 16/2003, de 28 de mayo, de
cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud
El trabajo social sanitario y la Ley 44/2003, de 21 de
noviembre, de ordenación de las profesiones sanitarias
Capítulo IV
La «ayuda»: vertebrando toda acción del trabajo social
sanitario
La «ayuda» avalada por el diagnóstico social sanitario: signo
de identidad del trabajo social sanitario
La «ayuda» a las personas enfermas y sus familias: el estudio
del medioambiente
La «ayuda» ¿para qué sirve? Rindiendo cuentas, divulgando
resultados, promoviendo cambios de mejora continua
La «ayuda» desde trabajo social sanitario apoyada en el
autodiagnóstico
Epílogo: El encuentro con Circe
Bibliografía

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