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Unidad II 

2-La sociedad como acto Constitutivo (continuación)

2-4-Participación en las utilidades y contribución en las pérdidas. Utilidades: concepto. Cuota de


liquidación. Estipulaciones Nulas.

Participación en las utilidades y contribución en las pérdidas

La definición del artículo 1 de la ley,  establece como fin común o causa del contrato de sociedad; la
obtención de beneficios económicos (dividendos) debiendo los socios soportar las pérdidas sufridas por la
sociedad. 
La participación en los beneficios está sujeta a un procedimiento especial, previsto en los artículos 68 y
224, ya que administradores no pueden repartir las ganancias en cualquier momento, o de cualquier
manera, sino que solo puede ser aprobados y distribuidos a los socios si ellos surgen de ganancias
realizadas y liquidadas resultantes de un balance confeccionado de acuerdo a la ley y el estatuto más
aprobado por el órgano social competente salvo las S.A. del art. 299. 
Los socios deben disponer en el contrato constitutivo o estatuto la forma en que se van a distribuir las
ganancias. Si nada se estipula, se repartirán de acuerdo a los aportes que realiza cada socio. O si se
pacta la forma en que se soportan las pérdidas, se regirán por esto.

Las pérdidas serán soportadas de acuerdo al tipo social adoptado. 


Si se trata de Sociedades de Personas o por parte de Interés, los socios responden solidariamente e
ilimitadamente por las deudas contraídas por la sociedad, previa exclusión de los bienes sociales.
Si se trata de una Sociedades de capital S.R.L o S.A. las únicas pérdidas que los socios o accionistas
soportan, se limitan a los fondos oportunamente aportados a la sociedad. 

¿En qué proporción deben soportar las pérdidas los socios? Depende: 
* Si el Estatuto O CC establece alguna forma especial, la proporción será esa. 
*Si el Estatuto o CC solo establece la forma de distribuir las ganancias, se aplicará esa proporción. 
*Si  el Estatuto no establece la forma de distribuir ganancias ni cómo soportar las pérdidas, las soportaran
en la misma proporción que los aportes efectuados. 

Utilidades y cuota de liquidación. Concepto

Dentro de los derechos económicos de los socios se encuentran: el derecho al dividendo (utilidades-
ganancia) y a la cuota de liquidación.

Utilidad:

1. Tiene un significado y  alcance mucho más amplio que el lucro y comprende toda ventaja
patrimonial de origen social (investigación, contratación, negociación) que aumenta la fortuna
particular de los socios o le disminuye las cargas. 

2. La utilidad puede ser definida como el resultado económico positivo existente al cierre de un
negocio económico y emergente de un balance aprobado por las formalidades de la ley.

Constituye la causa final del contrato de sociedad.


El legislador ha impuesto una serie de requisitos para la percepción del dividendo que se encuentran
mencionados en los arts. 68 y 224 LGS.
Que las ganancias surjan de un balance confeccionado de acuerdo con la ley y el estatuto y aprobado por
el órgano de gobierno de la sociedad (asamblea de accionistas o reunión de socios).
Que dichas ganancias sean realizadas y líquidas.
Que el órgano de gobierno de la sociedad resuelva distribuirlas entre los socios o accionistas.

Cuota de liquidación: 
Consiste en el derecho del socio al reembolso de una suma de dinero proporcional al aporte efectuado (o
pactarse algo distinto) en caso de existir un remanente luego de la realización del activo y la cancelación
del pasivo durante el proceso o etapa  liquidatoria. 
La etapa liquidatoria se produce luego de la disolución, esta última se produce en un instante por un acto
o hecho al cual la ley le otorga el efecto de disolver la sociedad. La liquidación es un proceso
La LGS en el art 109 exige la confección de un balance final y el proyecto de distribución previo al pago de
esta cuota. 
[En principio la cuota de liquidación es = a la de las ganancias]. Corresponde de acuerdo a cada tipo
social.

Estipulaciones nulas también llamadas cláusulas leoninas.

Con respecto al tema en cuestión, el art. 13 de la ley 19.550 enumera ciertas cláusulas que, de aparecer
en el contrato social o Estatuto, serán nulas de nulidad absoluta y por medio de las cuales:
Alguno o algunos de los socios reciban todos los beneficios o se los excluya de ellos, 
O que sean liberados de contribuir a las pérdidas, 
Que le aseguren al socio su capital o las ganancias eventuales 
O que la totalidad de las ganancias le pertenezcan al socio o socios sobrevivientes. 

Son aquellas que “eliminan el riesgo que supone toda sociedad y destruyen la igualdad jurídica de los
socios” (Nissen). De aparecer alguna en el contrato social, será nula la cláusula, y no el contrato ni la
sociedad. 

2-5 Affectio Societatis: 

Nissen lo define como la voluntad de cada socio de adecuar su conducta y sus intereses personales,
egoístas y no coincidentes a las necesidades de la sociedad. Se entiende que debe existir una voluntad
común por parte de aquellos para la consecución del fin social. En otras palabras, predisposición de los
integrantes de la sociedad de actuar en forma coordinada para obtener el fin perseguido con su
constitución, postergando los intereses personales en aras del beneficio común.
Es importante aclarar que la affectio societatis no consiste precisamente en que haya un clima de
cordialidad o amistad entre los socios. Ejemplo: puede haber enemistades entre diferentes socios, pero si
todos actúan en favor del interés de la sociedad, puede decirse que hay “affectio societatis”. 
Pero si la falta de affectio es el móvil de determinadas conductas del socio que resultan perjudiciales para
la compañía, como, por ejemplo, su permanente inasistencia a las reuniones de socios, impidiendo
adoptar decisiones fundamentales para la marcha de la sociedad, se procederá a la exclusión de quien
incurra en tales inconductas es admisible, pero no fundada en la inexistencia de la affectio, sino en las
conductas que son su consecuencia. 
Podríamos sintetizar que impone al socio una serie de conductas, como el ánimo de colaboración y su
lealtad hacia los fines societarios,  suponiendo frecuentes y necesarios cambios de opiniones y
discrepancias, que no puede conducir necesariamente  a la disolución de la sociedad.

Del artículo 1 no surge como elemento autónomo, si no que estaría implícito dentro del consentimiento
(según Sione).  Y además, la jurisprudencia lo toma como causal de disolución, aunque no esté
expresamente establecida en la ley. Se basa en el art 94 inc 4 LGS “…por la imposibilidad sobreviniente
de lograr el objeto por el cual se formó la sociedad”.

2.6. Régimen de nulidades societario. Relación con la nulidad de los actos jurídicos en general.
Nulidades constitutivas y funcionales. El vicio en el vínculo societario. Los vicios formales. La
atipicidad.

Régimen de nulidades societario. Relación con la nulidad de los actos jurídicos en general.

Las particularidades que presenta el contrato de sociedad, en comparación con las tradicionales figuras
contractuales y su inclusión en la categoría de contratos plurilaterales de organización, traen como
consecuencia la escasa adaptación a él de las normas que el CCC ha previsto en materia de nulidad y de
actos jurídicos. Esto se comprende al ver que, a diferencia de los contratos de cambio, que se caracterizan
por la existencia de prestaciones recíprocas y contrapuestas entre las partes, en el contrato de sociedad las
prestaciones de los socios no son antagónicas y son debidas a un nuevo sujeto de derecho que, al igual
que cualquier persona física se convierte en el titular de las relaciones jurídicas habidas con los terceros.
Por lo tanto el vicio que pudiere agraviar la voluntad de uno de los socios no puede afectar, al menos como
principio general, la existencia misma de la sociedad. 

La retroactividad de la sanción de nulidad al momento de la celebración del acto viciado, es impensable al


contrato de sociedad, pues el nacimiento de un sujeto de derecho distinto a los socios otorgantes, con
propia e independiente personalidad jurídica, y la evidente presunción de validez que debe gozar la
actuación de quien contrata a nombre de la sociedad, impone otorgar plena legitimidad, frente a terceros, a
los actos celebrados por aquella en cumplimiento de su objeto social. Por ello, mal podría retrotraerse la
nulidad del contrato social al momento de la constitución de la sociedad, ya que de aplicarse la normativa
del ordenamiento común se afectará los derechos de los terceros de buena fe y se atentaría contra la
seguridad jurídica y la estabilidad de las operaciones sociales.

La retroactividad que consagra el CCC, como efecto característico de la declaración de nulidad de los actos
jurídicos, no se compadece con la estructura y funcionamiento de las sociedades, pues tal declaración no
puede suponer, como sucede con los contratos bilaterales tradicionales, tener por no celebrado al contrato
de sociedad, pues en tanto ésta es titular de un patrimonio, resulta necesario liquidar sus relaciones
jurídicas, realizando su activo y cancelando el pasivo.

La LGS forma un microsistema dentro del derecho privado. Tiene principios y reglas propias. En este
sentido, el régimen de nulidades societario es autónomo. En principio, la ley es autosuficiente. Efecto
negativo: no se pueden aplicar las normas generales del código. Salvo, por ejemplo, para hablar de orden
público, capacidad. 

Los efectos que supone la declaración de nulidad en una sociedad son:


a. No tiene efecto retroactivo al momento de la constitución del ente.
b. Opera como causal de disolución de la sociedad, dando paso automáticamente al proceso
liquidatorio (arts. 101 a 112 LGS), salvo los casos en que la nulidad sea decretada como
consecuencia de incurrir la sociedad en las conductas previstas en los arts. 18 a 20 LGS,
en cuyo caso el procedimiento liquidatorio es especial y sumamente riguroso.
c. La declaración de nulidad no puede afectar los contratos celebrados por la sociedad frente
a terceros, salvo el caso de sociedades de objeto ilícito, en las cuales los terceros de mala
fe pueden alegar la existencia de la sociedad.
d. La declaración importa la invalidez del contrato social suscripto entre los socios, pero no
borra la actuación asociativa interna desarrollada en la sociedad, que ha de juzgarse por
las mismas reglas previstas para las sociedades incluidas en los arts 21 a 26 LGS, pues es
evidente que la nulidad del contrato traerá aparejado un supuesto de actuación asociativa
no regular.

Nulidades Constitutivas: son aquellas en donde el vicio se presenta al momento de constitución de la


sociedad, causa la nulidad. (EJM: objeto ilícito). 

Nulidades Funcionales: vicios que producen ineficacia y producen la resolución (EJM: si hay incapacidad
por violencia del socio se produce la resolución vincular o una soc. con objeto lícito pero actividad ilícita).

Es decir, el acto constitutivo ha nacido válidamente pero durante el funcionamiento NO logra cumplir con los
objetivos previstos por la ley, o no tiene la finalidad económica y se frustra su función. NO es nulidad y NO
afecta a la sociedad misma, sino que representa un aspecto de la ineficacia societaria que atañe a su
funcionamiento como sociedad. Otro ejemplo: nulidad de los actos del órgano de representación o
administración-Impugnación de decisiones de la asamblea o directorio

El vicio en el vínculo societario.

a. Nulidad vincular:

El primer párrafo del art. 16 de la ley, consagra el principio en materia de nulidad vincular, estableciendo
expresamente que: “La nulidad o anulación que afecte el vínculo de alguno de los socios no producirá la
nulidad, anulación o resolución del contrato, excepto que la participación o la prestación de ese socio deba
considerarse esencial, habida cuenta de las circunstancias o que se trate de socio único. Si se trata de
sociedad en comandita simple o por acciones, o de sociedad de capital e industria, el vicio de la voluntad del
único socio de una de las categorías de socios hace anulable el contrato.” 

Salvo supuestos excepcionales, los vicios que afecten el vínculo entre uno de los socios y la sociedad no
deben trascender a la existencia y funcionamiento de ella, en tanto que, como titular de una empresa, su
conservación es siempre preferible a su liquidación.
En efecto, la nulidad del vínculo que une al socio con la sociedad no produce la nulidad del contrato
constitutivo del ente, lo cual implica que dicha invalidez debe ser encausada a través de las soluciones
previstas para la resolución parcial del contrato social (art 92) a los fines de materializar la exclusión de aquel
y abonarle el valor de su participación, sin que esa circunstancia trascienda a la sociedad.  Puede provenir de
la incapacidad del socio (ej. demencia) o de un vicio en su voluntad (ej. violencia, dolo, etc.). Ej: A, B y C
celebran un contrato de sociedad. Luego se descubre que a B lo obligaron a firmar amenazándolo con un
revólver (violencia). En este caso se declara nulo el vínculo de B con la sociedad, pero esta sigue en pie con
A y C (la soc. sigue con los restantes). 

Sin embargo, existen excepciones a este principio: 

- Participación o prestación esencial: el legislador refiere a que la participación del socio, por su
personalidad o características de los aportes comprometidos, resulte esencial para el funcionamiento de la
compañía. En tal caso, la declaración de la nulidad del contrato social deberá ser determinada por el juez,
quien tendrá en cuenta esas especiales circunstancias. 

- Sociedad unipersonal: en caso de que la sociedad cuente con un solo socio (“socio único”), el vicio de la
voluntad en su declaración unilateral de voluntad hará anulable a la sociedad unipersonal que haya surgido
de dicha declaración. 

- Único socio de una de las categorías: el caso de la sociedad en comandita simple o por acciones, o de la  
sociedad de capital e industria donde el vicio de la voluntad del único socio de una de las categorías hace
anulable el contrato de sociedad. Si la compañía tuviere más de dos socios, el contrato constitutivo será
anulable cuando los vicios afecten la voluntad de los socios a los que pertenezca la mayoría del capital.

Los vicios formales. La atipicidad. 

Es el caso de la omisión de requisitos esenciales, regulado en el art 17 LGS.  “Atipicidad. Omisión de


requisitos esenciales”, que: “las sociedades previstas en el capítulo II de esta ley no pueden omitir
requisitos esenciales tipificantes ni comprender elementos incompatibles con el tipo legal. En caso de
infracción a estas reglas, la sociedad constituida no produce los efectos propios de su tipo y queda regida
por lo dispuesto en la Sección IV de este capítulo”. 

Requisitos esenciales no tipificantes: son aquellos que deben figurar en el contrato constitutivo de toda
sociedad, ya que la ley los exige para cualquier tipo de sociedad. Ej. Nombre societario, designación del
objeto social, fijación del capital social, identificación de los socios, mención del aporte de cada socio,
plazo de duración de la sociedad, etc. 

Requisitos esenciales tipificantes: son aquellos que caracterizan a un determinado tipo social, y que lo
diferencian de los demás. Ej. la mención de 2 categorías diferentes de socios en la sociedad en
comandita simple, la responsabilidad ilimitada y solidaria de los socios en la sociedad colectiva, la
responsabilidad limitada en la SRL, la emisión de acciones en las sociedades por acciones, etc

En efecto, cuando el artículo menciona a las sociedades “previstas en el Cap. II”, se está refiriendo a las
sociedades “típicas”. Por lo tanto: 

a. Ante la omisión de requisitos esenciales tipificantes (o la inclusión de elementos incompatibles con el tipo
legal escogido), la sanción ya no será la nulidad, sino que la sociedad no producirá los efectos propios de
su tipo, y quedará regida por lo dispuesto en la Sección IV del Cap. I. 

Ahora bien, ¿qué sucede ante la omisión de requisitos esenciales no tipificantes?: Una aproximación la
encontramos en el art. 21, el cual establece “La sociedad que no se constituya con sujeción a los tipos
del Cap. II, que omita requisitos esenciales o que incumpla con las formalidades exigidas por esta
ley, se rige por lo dispuesto por esta Sección”. 

Este artículo no diferencia entre tipificantes y no tipificantes, sino que sólo se refiere a la omisión de
requisitos esenciales, estableciendo como sanción, al igual que el art. 17, la inclusión de la sociedad en lo
regido por la Sección IV de la ley de Sociedades. 
2.8. Sociedades de objeto ilícito.  Sociedad de objeto lícito pero de actividad ilícita. Objeto prohibido
en razón del tipo social.

Sociedades de objeto ilícito. 

Los artículos 18 a 20 de la ley establecen la necesidad de que el objeto de la sociedad debe ser lícito, por
aplicación de los principios del acto jurídico (CCC). Por ello, el objeto social es materia de tres reglas
fundamentales en la ley: 

a) El art. 18 que legisla sobre el objeto ilícito.

b) El art. 19 que hace lo propio con la sociedad de objeto lícito, pero que desarrolla actividades ilícitas. 

c) Finalmente, el art. 20,  se refiere al “Objeto prohibido” en razón del tipo.

Las sociedades que tengan objeto ilícito son nulas de nulidad absoluta. Ejemplo: sociedades cuyo objeto
social sea “tráfico de estupefacientes”, “contrabando de relojes”, “compraventa de autos robados”, etc. 

Las consecuencias de constituir una sociedad con objeto ilícito


son: 

- La sociedad debe ser declarada nula (de oficio por el Juez  o a petición de cualquier interesado o
del Ministerio Público). 

- Se procede a la liquidación de la sociedad, por medio de un liquidador nombrado por el juez de


la causa, quien deberá realizar el activo, cancelar el pasivo así como también los perjuicios
causados.

- En caso de que el activo de la sociedad no alcance para cancelar el pasivo social, los socios,
administradores y quienes actúen como tales deberán responden ilimitada y solidariamente por las deudas
de la sociedad y por los daños ocasionados. 

Los integrantes de la sociedad carecen de todo derecho al reembolso del capital aportado, así como al
remanente de la liquidación, en caso de existir, el cual deberá ser ingresado por el liquidador judicial al
patrimonio estatal para el fomento de la educación común de la jurisdicción respectiva, esto es
consecuencia del principio de que nadie puede sacar provecho de la realización de actos reprobados por
las leyes.  No es confiscatoria porque no se trata de un desapoderamiento de bienes sin sentencia fundada
en ley o por requisiciones militares. 

- Los socios no pueden alegar la existencia de la sociedad erga omnes  para demandar a terceros, ni
tampoco para reclamar la restitución de aportes, la división de ganancias ni la contribución a las pérdidas. 

En cuanto a los terceros, la ley los diferencia:

- Los terceros de buena fe pueden alegar contra los socios la existencia de la sociedad, sin que éstos
puedan oponer la nulidad. 

- Los terceros de mala fe (aquellos que conocían el objeto ilícito de la sociedad) no pueden demandar ni a los
socios ni a la sociedad. 

Establecidas en el art. 18 y aplicables a todas las sociedades de objeto ilícito, tanto a las regulares, como a
las previstas en la Sección IV.

Esta solidaridad está supeditada a dos requisitos fundamentales:


1. Que se trate de actos practicados en común
2. Que hayan sido celebrados para el fin de la sociedad.
Sociedad de objeto lícito pero de actividad ilícita. 

Son aquellas sociedades que tienen un objeto lícito, pero llevan a cabo actividades ilícitas. Ej. Una sociedad
cuyo objeto social es “compraventa de indumentaria deportiva”, pero consigue la mercadería robándola. 

Tiene las mismas particularidades que las sociedades de objeto ilícito, respecto a la liquidación a cargo de un
funcionario judicial, la inoponibilidad erga omnes  de la existencia de la sociedad por sus integrantes y la
responsabilidad solidaria e ilimitada de los socios, administradores y quienes actúen como tales en la gestión
social por el pasivo social y por los perjuicios ocasionados, etc.

La única diferencia es que en la sociedad de objeto lícito pero de actividad lícita (art 19), los socios que
acreditan su buena fe quedan excluidos de la responsabilidad solidaria e ilimitada por el pasivo social y por
los perjuicios causados y gozan del derecho a obtener su cuota liquidatoria, una vez realizado el activo y
cancelado el pasivo social por parte del liquidador judicial. Esto se debe a que una sociedad de actividad
ilícita puede haber socios de buena fe, en cambio en una sociedad de objeto ilícito no, ya que ninguno puede
desconocer el objeto social

No es necesario que la actividad ilícita haya sido contemplada como móvil del acto constitutivo, ya que en tal
caso estamos en presencia de una sociedad de objeto ilícito. En la hipótesis del art 19, la ilegitimidad de la
actividad puede haber sido sobreviniente al acto constitutivo y referirse a un conjunto de actos o negocios
dolosamente realizados por los socios, administradores o quienes actúen como tales, que por su importancia
o reiteración entrañen una actividad, pues el acto ilícito aislado sólo podrá generar responsabilidad de quien
lo ha cometido o consentido, pero no puede, en principio, afectar la existencia del ente. 

Queda incluida en la norma del art 19 la sociedad que desarrolla una actividad comúnmente denominada “en
negro”, es decir, sin constancias en los registros contables o sociales para evadir obligaciones impositivas o
previsionales

Objeto prohibido en razón del tipo social. 

Son aquellas sociedades cuyo objeto es prohibido debido al tipo social que adoptaron. Ej. Solo las
sociedades anónimas pueden tener como objeto actividades bancarias, financieras, aseguradoras o
administradoras de fondos comunes de inversión. Si una sociedad colectiva determinará en su contrato
social, que su objeto es realizar “actividades bancarias”, sería considerada una sociedad de objeto prohibido. 

El art. 20 establece: “Las sociedades que tengan un objeto prohibido en razón del tipo, son nulas de nulidad
absoluta...”. 

Se les aplica las previsiones del art 18, excepto en cuanto a la distribución del remanente de la liquidación, a
la cual todos sus integrantes tendrán derecho, sin tener éstos que acreditar su buena fe, como sucede en las
sociedades de objeto lícito con actividad ilícita.  En cuanto a la responsabilidad por el pasivo social y los
prejuicios sociales, la regla del art 18 resulta plenamente aplicable a todos los integrantes de las sociedades
de objeto prohibido, sin excepción de ninguna índole

2.8. Sociedades incluidas en la Sección IV del Capítulo I de la LGS: antecedentes, posiciones en la


doctrina respecto de su designación, sociedades incluidas: atípicas, que omitan requisitos
esenciales, informales e irregulares.  Los casos de las sociedades civiles constituidas antes de la
vigencia de la ley 26994 y de las sociedades de hecho. Validez y oponibilidad del contrato social.
Gobierno, administración y representación. Bienes registrables.Prueba.Responsabilidad de los
socios. Subsanación.Disolucion.Liquidacion.Relaciones entre los acreedores sociales y los
particulares de los socios.

Antecedentes:

La Sección IV del Capítulo I de la ley 19.550 se titulaba “De la sociedad no constituida regularmente”, y
hasta la sanción de la ley 26.994, comprendía a las sociedades irregulares y de hecho con objeto
comercial. Además consagraba un régimen riguroso en torno a responsabilidades y en cuanto a las
limitaciones para invocar el contrato entre sus integrantes. 
En la actualidad, luego de la ley 26994, la Sección IV en los artículos 21 al 26, regula la situación de las
“sociedades no constituidas según los tipos del Capítulo II y otros supuestos, término que incluye a:

A. Aquellas que estén constituidas sin sujetarse a los tipos del capítulo II ( es decir que no sea ninguno
de los  6 tipos sociales)- Atípicas
B.  Aquellas que omitan requisitos esenciales (tipificantes como no tipificantes).
C.  Aquellas que incumplan con las formalidades exigidas por la ley 19550 (contrato escrito -art 4-,
publicidad -art 10-, Inscripción - art 5 a 7-). Informales e irregulares

Modificándose también el régimen que se les aplica (oponibilidad del contrato social, representación,
administración, gobierno, responsabilidad de los socios, adquisición de bienes registrables, etc). 

Sociedades incluidas: atípicas, que omitan requisitos esenciales, informales e irregulares (descritas
cada una anteriormente)

Antes de la ley 26994: 

En los casos de atipicidad (es decir cuando la sociedad había sido inscripta en el Registro Público sin
adoptar ninguno de los tipos sociales previstos por la ley 19550), la sanción era la NULIDAD. Se aplicaba la
misma penalidad para el caso de OMISIÓN DE REQUISITOS ESENCIALES TIPIFICANTES (que son
aquellos que caracterizan a un determinado tipo social y que lo diferencian de los demás, por ej: la
responsabilidad limitada en la SRL; la emisión de acciones en las sociedades por acciones, etc).

En los casos de omisión de REQUISITOS ESENCIALES NO TIPIFICANTES (que son aquellos requisitos
que deben figurar en el contrato constitutivo de toda sociedad, ya que la ley los exige, como por ej: nombre
societarios), la sanción era que el contrato se TORNABA ANULABLE.

Luego de la ley 26994

El artículo 17 establece: “Las sociedades previstas en el Capítulo II (típicas) de esta ley no pueden omitir
requisitos esenciales tipificantes ni comprender elementos incompatibles con el tipo legal. En caso de
infracción a estas reglas, la sociedad constituida no produce los efectos propios de su tipo y queda regida
por lo dispuesto en la Sección IV de este Capítulo.”

Por lo tanto:

Ante la omisión de REQUISITOS ESENCIALES TIPIFICANTES (o la inclusión de elementos incompatibles


con el tipo legal), la sanción ya no será la nulidad, sino que la sociedad no producirá los efectos propios de
su tipo y quedará regida por lo dispuesto en la sección IV del capítulo I.

¿Qué pasa con la omisión de REQUISITOS ESENCIALES NO TIPIFICANTES? debemos remitirnos al


artículo 21, el cual sostiene: “La sociedad que no se constituya con sujeción a los tipos del Capítulo II, que
omita requisitos esenciales o que incumpla con las formalidades exigidas por esta ley, se rige por lo
dispuesto por esta Sección.”

En efecto, dicha normativa no diferencia entre tipificantes y no tipificantes, solo se refiere a la omisión de
requisitos esenciales, estableciendo como “sanción” la inclusión de la sociedad en lo regido por la sección
IV del capítulo I de la ley de sociedades al igual que el art 17.

Los casos de las sociedades civiles constituidas antes de la vigencia de la ley 26994 y de las
sociedades de hecho.

Las sociedades civiles, previo a la reforma de la ley 26994, se encontraban definidas y reguladas en los
artículos 1648 y sig. del código civil. Se caracterizaban por no adoptar ninguno de los tipos previstos en la
ley de Sociedades y solían ser utilizadas por profesionales liberales que pretendían ejercer sus profesiones
en forma asociada (abogados/ contadores, etc). Eran consideradas sujetos de derecho, con personalidad
jurídica, y sus características principales eran que sus socios tenían responsabilidad limitada,
mancomunada y no subsidiaria, deban constituirse por escritura pública, no se inscribían en el registro
público y al igual que las sociedades comerciales perseguían el fin de lucro.
Con la derogación del código civil, dichas sociedades también quedaron derogadas. Sin embargo ante se
abren algunos interrogantes.

¿Se puede constituir actualmente una sociedad civil? no, ya que dejaron de existir.

¿Qué sucede con las sociedades civiles que ya existían al tiempo de quedar derogado el CC? Estas
sociedades van a estar reguladas por el régimen de sociedades de la sección IV.

Tenemos también reguladas en dicha sección las sociedades irregulares y de hecho.

Sociedades irregulares: son aquellas que cuentan con un contrato escrito y la adopción de un tipo social
pero que no fueron debidamente inscriptas en el Registro Público (carecen de la formalidad de inscripción).
Son muy pocas en nuestro país.

Sociedades de hecho: serán aquellas que directamente carecen de todo instrumento escrito de
constitución o que solo han firmado un contrato de sociedad con unas pocas cláusulas que, por lo general,
se refieren a la identificación de los socios, a su participación en la entidad y al régimen de distribución de
ganancias. No está adaptada a ningún tipo social ni inscripta en el RP. (Tienen mayor protagonismo en
nuestro país).

Sin embargo, interpretados literalmente los arts. 21 a 26 de la ley 19.550, en su nueva versión, podría
sostenerse que las sociedades de hecho no están incluidas en dicha Sección y que ellas han sido
ignoradas por el legislador.

Se encuentra en discusión su inclusión en la sección IV, ya que en principio no cuentan con contrato
escrito. Lo doctrinarios que están en contra sostienen que esto es inconcebible ya que necesariamente
debe existir un instrumento, y quienes la defienden argumentan que estaría dentro de la categoría de
“aquellas que no cumplen con las formalidades exigidas por la ley”, siendo la formalidad incumplida la
existencia del contrato.

Sin embargo en el texto legal, existen estipulaciones que hacen referencia a un contrato escrito.
Entonces... ¿Cuál es la solución? Nissen quien está a favor de la inclusión, plantea la siguiente solución: a
las sociedades de hecho le serán aplicables las normas del art. 23 párr. 2 y 3, referidas a la inscripción de
bienes registrables y a la prueba de la existencia de la sociedad, así como la disposición del art. 24, en
materia de responsabilidad de los socios (con excepción de su inc. 2, que también requiere la existencia de
un contrato social), las previsiones del párr. 3 del art. 25, en materia de disolución y liquidación de la
sociedad y finalmente, la prescripción del art. 26, que se refiere a las relaciones entre los acreedores
sociales y particulares de los socios, pero todas las disposiciones que permiten la invocación por los socios
de las cláusulas del contrato social (arts. 22 y 23 párr. 1), no les resultan aplicables.

En síntesis: aplicar solamente aquellos artículos que no requieran la existencia de aquel instrumento.

Diferencias entre el régimen legal anterior y el nuevo con respecto a la sección IV. - El programa
creo que no lo pide en específico, pero no está mal ponerlo-

Régimen derogado (de hecho e irregulares) tenía las siguientes características:

→ Las sociedades gozaban de personalidad jurídica, aunque una parte de la doctrina consideraba que no
era plena, sino precaria y limitada. Precaria porque podían disolverse cuando cualquiera  de los socios lo
exigiera y limitada porque carecía de capacidad para adquirir bienes registrables.

→ Los socios y aquellos que contrataron en nombre de la sociedad quedan solidariamente obligados por
las operaciones sociales, sin poder invocar el beneficio de excusión ni las limitaciones que se funden en el
contrato social. -Resp sol, ilimitada y sin benef-

→ Relación con terceros: las cláusulas eran inoponibles a terceros y en relaciones para con estos
cualquiera de los socios representaba a la sociedad sin necesidad de poder o autorización expresa.
→ Las relaciones entre los acreedores sociales y los acreedores particulares de los socios, inclusive en
caso de quiebra, se regían como si se tratara de una sociedad regular, (los acreedores de los socios no
podían cobrarse de los bienes pertenecientes a la sociedad). Excepción: cuando se trataba de bienes
registrables (cuyo dominio requiere registración), tenían prioridad los acreedores particulares por sobre los
de la sociedad.

→ En cuanto a sus relaciones internas, los socios no podían invocar entre sí los derechos o defensas
nacidas del contrato social. Eran inoponibles entre ellos.

→ Disolución: cualquiera de los socios podía exigir la disolución de la sociedad, en cualquier momento sin
expresar  motivo o causa. Para que fuese oponible debía inscribirse en el registro.

→ Luego de pedir la disolución, el socio podía exigir a los demás que se comience con la liquidación, Si
estos continuaban con la actividad societaria omitiendo esto, podía pedirla por acción judicial.

→ Regularización: podían acceder al procedimiento de regularización, adaptándose a un tipo social, con


derecho de receso para los socios que se hubieran opuesto. No nacía una nueva, seguía siendo la misma,
pero las obligaciones contraídas antes de esta, seguían respondiéndose de manera ilimitada, solidaria y 
no subsidiaria. Luego de la regularización, la responsabilidad era la correspondiente al tipo adoptado.

→ Prueba: la sociedad podía probarse por cualquier medio de prueba, aunque la ley puso límites a su
acreditación mediante prueba testimonial. 

El nuevo régimen legal 

→ Son sujetos de derecho y tienen plena personalidad jurídica, así lo dispone el artículo 26 de la ley.
Comienza desde su constitución sin necesidad alguna de autorización para funcional, salvo disposición
legal en contrario. Ya no es precaria ni limitada, ya que por un lado el plazo de duración que figure en el
contrato social es oponible entre los socios y la sociedad puede adquirir bienes registrables.

El  reconocimiento de la personalidad jurídica a estas entidades depende de su existencia como sociedad.
Por ende, deben exhibir un patrimonio independiente y una concreta actividad societaria, desde su faz
interna como externa. En este sentido, por tratarse de la constitución de personas jurídicas no inscriptas,
debemos encontrar en ellas elementos que nos permitan identificarlas como sociedad, tales como la
actuación exteriorizada a nombre colectivo, la existencia de una organización, etc. 

→ Los socios responden frente a los terceros como obligados simplemente mancomunados y por partes
iguales. Excepto que:

-La solidaridad este pactada expresamente respecto de una relación jurídica o un conjunto de relaciones.

-La solidaridad surja del contrato social; 

- La solidaridad surja de las reglas comunes del tipo.

→ Relación con los terceros: el contrato es oponible a los terceros sólo si se prueba que efectivamente  lo
conocieron al tiempo de contratación o del nacimiento de la relación obligatoria. También puede ser
invocado por los terceros contra la sociedad, los socios y los administradores.

→ Relación entre los acreedores sociales y los particulares: aun en caso de quiebra se juzgarán como si
fuera una sociedad típica de las del capítulo II, incluso con respecto a los bienes registrables.

→ El contrato social puede ser invocado entre los socios, es decir, que es oponible entre ellos.

→ Disolución: cualquiera de los socios puede provocarla, notificando fehacientemente a todos los demás,
siempre que no exista una estipulación escrita referida al “pacto de duración” de la sociedad, notificando
fehacientemente tal decisión a todos los socios. Sus efectos se producirán, de pleno derecho entre los
socios, a los 90 días de la última notificación y los socios que deseen permanecer en la sociedad deben
pagar a los salientes su parte socia
→ Liquidación: se rige por las normas del contrato social y de la Ley general de Sociedades.

→ Subsanación: ya no se habla de regularización. Se define como la posibilidad que tienen las sociedades
de salvar o subsanar el hecho o cuestión que las ubica dentro de la sección IV. Por lo tanto se podrán
subsanar:

A) La omisión de requisitos esenciales.

B) La existencia de elementos incompatibles con el tipo elegido.

C) La omisión de cumplimiento de requisitos formales.

Se podrá realizar por iniciativa de los socios o del ente.

→ En cuanto al medio de prueba, el art 23 dispone que la existencia de la sociedad puede acreditarse por
cualquier medio de prueba. 

Validez y oponibilidad del contrato social. Gobierno, administración y representación. 

Efectos de la inclusión en la Sección IV del Capítulo I de la ley 19.550. La oponibilidad del contrato entre
los socios y frente a terceros. Representación y gobierno de la sociedad. 

A ello se refieren los nuevos arts. 22 y 23 párr. 1 de la ley 19.550. Art.22.- “El contrato social puede ser
invocado entre los socios. Es oponible a los terceros sólo si se prueba que lo conocieron efectivamente al
tiempo de la contratación o del nacimiento de la relación obligatoria y también puede ser invocado por los
terceros contra la sociedad, los socios y los administradores”. 

Art. 23 (primer párrafo).- “Las cláusulas relativas a la representación, la administración y las demás que
disponen sobre la organización y gobierno de la sociedad pueden ser invocadas entre los socios. En las
relaciones con terceros cualquiera de los socios representa a la sociedad exhibiendo el contrato, pero la
disposición del contrato social le puede ser opuesta si se prueba que los terceros la conocieron efectivamente
al tiempo del nacimiento de la relación jurídica”. 

Este régimen sólo es aplicable a las sociedades regularmente constituidas que omitan sus requisitos
esenciales, así como aquellas que incumplan con las formalidades previstas en la ley 19.550, siempre
y cuando estas últimas cuenten con un contrato social escrito. 

Sus socios podrán reclamar a la sociedad el respeto y cumplimiento de sus derechos y exigirse, entre si y a
sus administradores, el cumplimiento de las obligaciones que impone toda relación asociativa. 

El principio general de la oponibilidad del contrato social entre los socios, que hoy gobierna el régimen de las
relaciones internas en esta clase de sociedades, supone asimismo respetar las decisiones de los socios,
adoptadas orgánicamente, cuya obligatoriedad es consecuencia de esa regla. 

En lo que respecta a la oponibilidad del contrato social frente a terceros cualquiera de los socios representa
a la sociedad exhibiendo el contrato, pero la disposición del contrato social le puede ser opuesta si se
prueba que los terceros la conocieron efectivamente al tiempo de nacimiento de la relación jurídica o del
nacimiento de la relación obligatoria, siendo la prueba de esta circunstancia a cargo de los socios o de la
sociedad. 

Finalmente, respecto de la oponibilidad el contrato social por parte de los terceros, el último párrafo del art.
22 establece que dicho instrumento puede ser invocado por estos frente a la sociedad, los socios y los
administradores, lo cual constituye la lógica y justa contrapartida de la solución expresada en el párrafo
anterior. 

Bienes registrables: posibilidad que tienen las sociedades no constituidas regularmente de adquirirlos. 

Art. 23 (segundo párrafo).- “Para adquirir bienes registrables la sociedad debe acreditar ante el Registro su
existencia y las facultades de su representante por un acto de reconocimiento de todos quienes afirman ser
sus socios. Este acto debe ser instrumentado en escritura pública o instrumento privado con firma autenticada
por escribano. El bien se inscribirá a nombre de la sociedad, debiéndose indicar la proporción en que
participan los socios en tal sociedad”. 

 El “acto de reconocimiento”  debe ser presentado ante el Registro correspondiente  al bien registral adquirido
por la sociedad.

Es exigible para todos los entes mencionados en el art. 21, con excepción de aquella sociedad “irregular”,
cuyo contrato constitutivo fue pasado en escritura pública o en instrumento privado con firma certificada por
notario público, para lo cual la realización del referido acto de reconocimiento carece de sentido. 

Para todas aquellas que carecen de instrumento escrito o que cuenten con algún tipo de contrato social, la
celebración del “acto de reconocimiento” con el contenido y las formalidades previstas, es requisito
obligatorio. 

Prueba de la existencia de la sociedad.

 El art. 23 último párrafo, adopta idéntica solución a aquella prevista por el derogado art. 25 de dicha
normativa, aceptando que la prueba de las sociedades incluidas en la Sección IV del Capítulo I pueden ser
acreditadas por cualquier medio.

Todo parecería indicar que no existiría restricción probatoria, lo cual reviste especial importancia, ante el
desacuerdo que, ha planteado la doctrina y jurisprudencia en torno a la insuficiencia de la prueba
testimonial a los fines mencionados.  La ley intenta proteger los derechos de los acreedores de la
sociedad (ya que podrán acreditar más fácilmente la existencia de la sociedad). Además de proteger los
derechos de los mismos socios (si un socio quiere disolver la sociedad podrá acreditar en forma más
sencilla la existencia de la misma y su carácter de socio). 

Responsabilidad de los socios. 

La tradicional responsabilidad ilimitada, solidaria y no subsidiaria de los integrantes de las sociedades no


constituidas regularmente (tanto civiles como comerciales) ha quedado reemplazada por una
responsabilidad simplemente mancomunada y por partes iguales. 

Tratándose de las obligaciones de responder por las deudas sociales que pesan sobre los integrantes de la
sociedad (según el tipo y clase de sociedad de que se trata) ellas revisten el carácter de conjuntas, esto es,
cuando existe concurrencia de acreedores sobre una misma obligación, y pueden ser simplemente
mancomunadas en la cual se produce un fraccionamiento de la deuda entre los obligados y cada sujeto
tiene la obligación de responder por una parte de la deuda, que será por partes iguales  o solidarias,
cuando esto se pacte expresamente.

ARTÍCULO 24. — Los socios responden frente a los terceros como obligados simplemente mancomunados y
por partes iguales, salvo que la solidaridad con la sociedad o entre ellos, o una distinta proporción, resulten:
1) de una estipulación expresa respecto de una relación o un conjunto de relaciones; 2) de una estipulación
del contrato social, en los términos del artículo 22; 3) de las reglas comunes del tipo que manifestaron
adoptar y respecto del cual se dejaron de cumplir requisitos sustanciales o formales. 

Por lo tanto, el principio general es que la responsabilidad de los socios es: 

1) Mancomunada: cada socio responderá solamente por la parte que le corresponde y el acreedor sólo podrá
reclamar esa porción. A diferencia de lo que sucede con la responsabilidad solidaria donde el acreedor social
puede reclamar la totalidad de la deuda a cualquiera de los socios.

 2) Partes iguales: la manera de “repartir” el porcentaje de cada obligación de la sociedad (entre los socios) es
en partes idénticas. 

Sin embargo, este principio de simple mancomunidad puede ceder y pasar a ser solidaria (es decir, que
cada socio esté obligado por el total de cada deuda social) y/o en distintas proporciones (es decir, en
porcentajes distintos a la igualdad del principio general) en 3 supuestos específicos: 
1. Ante la estipulación expresa respecto de una relación o conjunto de relaciones. 
2. Respecto de una estipulación del contrato social, en los términos del art. 22. No es muy
probable.
3. Ante las reglas comunes del tipo que manifestaron adoptar y respecto del cual se dejaron de
cumplir requisitos sustanciales o formales. 

Subsanación. 

El legislador ha reemplazado el procedimiento de “regularización” previsto en el derogado art. 22 de la ley


19.550, por un mecanismo que denomina “subsanación”.

ARTÍCULO 25. — En el caso de sociedades incluidas en esta Sección, la omisión de requisitos esenciales,
tipificantes o no tipificantes, la existencia de elementos incompatibles con el tipo elegido o la omisión de
cumplimiento de requisitos formales, pueden subsanarse a iniciativa de la sociedad o de los socios en
cualquier tiempo durante el plazo de la duración previsto en el contrato. A falta de acuerdo unánime de los
socios, la subsanación puede ser ordenada judicialmente en procedimiento sumarísimo. En caso necesario,
el juez puede suplir la falta de acuerdo, sin imponer mayor responsabilidad a los socios que no lo
consientan. El socio disconforme podrá ejercer el derecho de receso dentro de los DIEZ (10) días de quedar
firme la decisión judicial, en los términos del artículo 92. 

La subsanación consiste en la posibilidad que tienen las sociedades de salvar o subsanar la cuestión
que las ubica dentro de esta categoría  (las de la Sección IV). Por ende, podrán subsanar: 

→  La omisión de requisitos esenciales (tipificantes o no tipificantes). 

→ La existencia de elementos incompatibles con el tipo elegido; y 

→ La omisión de cumplimiento de requisitos formales. 

Pueden solicitarla tanto la sociedad como cualquiera de los socios y se necesita el acuerdo unánime de estos
últimos y en cualquier momento, durante el plazo de duración de la sociedad, previsto en el contrato. También
puede ser ordenada por un juez la adopción de cualquier tipo social, a falta de acuerdo, en procedimiento
sumarísimo, sin imponer mayor responsabilidad a los socios que no lo consientan. Salvo que se trate de una
sociedad colectiva o sociedades de capital e industria o en comandita simple  y por acciones, pues no podrá el
juez obligar a los socios disconformes a revestir el carácter de socios colectivos, capitalistas o comanditados,
respectivamente, por cuanto la responsabilidad asumida por estos socios es mayor a la responsabilidad
mancomunada. Finalizado el procedimiento de subsanación, cuando la continuidad de la sociedad hubiere
quedado en entredicho entre sus integrantes y la cuestión hubiese sido finalmente dirimida por el juez, recién
entonces el socio disconforme podrá ejercer el derecho de receso, dentro de los 10 días de quedar firme la
decisión judicial, en los términos del art 92.

Lo que no queda claro es si las sociedades de hecho pueden ser pasibles del procedimiento de
“subsanación”, dado que dicha norma expresa “pueden subsanarse a iniciativa de la sociedad o de los socios
en cualquier tiempo durante el plazo de la duración previsto en el contrato”, y como ya hemos visto, las
sociedades de hecho carecen de instrumento de constitución. Por lo tanto, quedan fuera del régimen del art.
25 la mayoría de las sociedades no regulares. 

Disolución. 

Cualquiera de los socios puede provocar la disolución de la sociedad. Sin embargo, el art. 25 reformado deja
en claro que sólo podrán hacerlo “cuando no media estipulación escrita del pacto de duración”. De
manera que el principio general es que debe respetarse el plazo de duración determinado por escrito, y sólo
en caso de no existir tal estipulación, cualquier socio podrá pedir la disolución de la sociedad. Para pedirla, se 
debe notificar fehacientemente a todos los demás socios, su voluntad de disolver la sociedad. En dicho caso,
los efectos se producirán de pleno derecho entre los socios a los 90 días de la última notificación en tal
sentido. 

Teniendo en cuenta que en las sociedades no regulares (las previstas en el art. 21 ley 19.550), los socios
pueden invocar entre sí el contrato social; estas podrán entrar en disolución cuando incurran en las causales
previstas en el art. 94, con excepción de sus incs. 10 y 11. No obstante, es necesario realizar las siguientes
aclaraciones: 

- En cuanto a la reducción a uno del número de socios, si bien el nuevo art. 94 bis dispone, al menos
como principio general, que este episodio no es causal de disolución, ello no es aplicable a las
sociedades no regulares, ya que la transformación de pleno derecho impuesta por dicha norma no es
solución que pueda ser aplicada a las sociedades disueltas no incluidas en uno de los tipos previstos en
la ley 19.550. 

- A diferencia del derogado art. 22, que declaraba la operatividad de la disolución de la sociedad ha pedido de
un socio, en la fecha en que esa voluntad era notificada fehacientemente a todos sus consocios, la actual
redacción del art. 25 párr. 3 dispone que los efectos de la referida disolución se produzcan, de pleno derecho,
pero solo entre los socios, a los 90 días de la última notificación, sin que la sociedad pueda considerarse
disuelta, al menos frente a terceros. 

- Tampoco la nueva ley transmite claridad en lo que respecta al procedimiento que debe adoptar la
sociedad frente al pedido de disolución de cualquiera de sus integrantes, ya que lo único que dispone el art.
25 se relaciona con la postergación por 90 días de los efectos de la disolución y que los socios que deseen
permanecer en la sociedad deben pagar a los salientes su parte social. 

Liquidación: se rige por las normas del contrato social, y por las que la Ley de Sociedades prevé para la
liquidación de las sociedades regulares. 

Relaciones entre los acreedores sociales y los particulares socios. 

Finalmente, el art. 26 de la ley 19.550, en su actual redacción, ratifica la personalidad jurídica diferenciada de
las sociedades no regulares con respecto a sus integrantes, que rige incluso en caso de quiebra. Establece
que las relaciones entre los acreedores sociales y los acreedores particulares de los socios, aun en caso de
quiebra, se juzgarán como si se tratara de una sociedad típica de las del Cap. II, incluso con respecto a los
bienes registrables. Esto significa que, al igual que en cualquier sociedad típica, los acreedores particulares
de los socios no pueden cobrarse de los bienes pertenecientes a la sociedad, ni siquiera en caso de quiebra.
Es decir que “los acreedores de los socios no son acreedores de la sociedad”. 

Las sociedades no regulares y la contabilidad.


Todas las personas jurídicas de carácter privado, están obligadas a llevar contabilidad y no
obstante su informalidad, están obligadas a llevar libros. 

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