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UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN


ESCUELA DE LETRAS
DEPARTAMENTO DE HISTORIA DEL ARTE
SORIANNYS GUILLÉN V-
Arquitectura y escultura en México durante el periodo Post-Clásico
Hablar acerca de México precolombino implica reconocer sus avances técnicos que
permitieron desarrollar el culto de los diferentes pueblos el cual se basaba en la observación
de los astros para explicar los diferentes fenómenos astronómicos y estacionales. En las
siguientes líneas nos proponemos describir los elementos arquitectónicos y escultóricos
pertenecientes a las culturas del periodo post-clásico, por lo que tomaremos como casos de
estudio el Templo de Tlahuizcalpantecuchtli (cultura tolteca); la Pirámide de Tenayuca
(cultura Chichimeca) y la escultura de Coaticue (Cultura Mexica-Azteca).
Templo de Tlahuizcalpantecuchtli
La ciudad de Tollan Xicocotitlan o Tula fue un centro ceremonial asociado a la cultura
tolteca. Algunos historiadores consideran que los mesoamericanos creían que en Tula se
habían originado los hombres (López et al, S/F, p. 40).

Fig. 1. Pirámide de Tlahuizcalpantecuhtli o Pirámide B.


Uno de los recintos más conocidos del centro ceremonial de Tula es la Pirámide de
Tlahuizcalpantecuhtli (Pirámide B) (fig. 1), de basamento cuadrangular y cuyo mayor
distintivo a simple vista quizás sean las paredes decoradas con cuerpos en saledizo. Está
conformada por un vestíbulo con columnas de base cuadrada, que antecede la escalinata de
la pirámide escalonada construida con el sistema talud tablero (sobre la base de un talud o
muro inclinado descansa el tablero o recuadro). Sobre la escalinata se ubican cuatro
columnas de base cuadrada, que junto a los atlantes, parecieran indicar que esta pirámide
estaba coronada por una techumbre que cubría completamente las partes de la pirámide y
permite diferenciarla de las construidas por otras culturas.
Por su parte Luis Manuel Gamboa (2010) asegura que:
En la cima de la Pirámide B, hay pilastras esculpidas que presentan figuras humanas
contrapuestas, dos en la mitad superior y dos más en la parte baja. Al parecer se tratan
de importantes personajes como gobernantes. Cada personaje presenta un glifo que
puede corresponder a su nombre. La pilastra 3 (numeradas de izquierda a derecha
desde el acceso) se encuentra fragmentada, pero en una de las caras está dibujado
Quetzalcóatl, representado como un señor con barba y un glifo en forma de serpiente
emplumada. Una de las secciones faltantes de la pilastra se encuentra en la Sala de
Orientación de Guadalupe Mastache, donde se observa la representación de una figura
que tiene anteojeras y otros atributos del dios Tlaloc, y está armado con un atlats (lanza
dardos) que corresponde a una remembranza del culto teotihuacano al Tlaloc guerrero.

Sobre la cima de la pirámide se pueden observar los atlantes (fig 2 y 3), son esculturas que
están ensambladas con cuatro fustes (partes) y servían para sostener la techumbre del
templo. Éstas representan a los guerreros zuyuanos ataviados con penachos, que portan
armas como cuchillos, flechas y lanza dardos (atlas).

Fig. 2: Cima de la Pirámide de Tlahuizcalpantecuchtli.


Fig. 2: Atlantes de Tula. Detalle.
De acuerdo con Alfredo López Austin y Leonardo López Luján (S/F) el templo estaría
dedicado a Tlahuizcalpantecuchtli, advocación del dios Serpiente Emplumada Quetzalcóalt.
Los atlantes parecieran indicar la naturaleza del orden zuyuano, que pretendía recomponer
por la vía militar la paz y la armonía arquetípicas, globalizantes y legítimadoras de
Serpiente Emplumada y su ciudad primordial.

La Pirámide de Tenayuca

Otra de las grandes culturas del periodo Post-Clásico sería la Chichimeca y la Pirámide de
Tenayuca (fig. 4) es uno de sus vestigios. De basamento cuadrangular, está construida, al
igual que la Pirámide de Tlahuizcalpantecuchtli, según el sistema talud tablero,
diferenciándose de ésta última por sus paredes lisas. Está constituida por un vestíbulo en su
base, que antecede a una gran escalinata y en la cima, se ubican dos templos semejantes
colocados frente a cada uno de los centros de las dos partes en que quedaba dividida la
escalinata por una alfarda central, por lo que se cree que este monumento tenía un carácter
esencialmente solar.
Fig. 4. Pirámide Tenayuca.

Fig. 5. Muro de serpientes de la Pirámide de Tenayuca.

Fig. 6. Detalle de Coatepantli.

El elemento característico de esta pirámide se halla en el costado norte donde se representa


el Coatepantli o “muro de serpientes” (fig. 5), que en este caso se trata de un muro
adornado con 138 esculturas de serpientes (fig. 6) que permiten relacionar simbólicamente
al monumento con el culto a Quetzalcóalt o alguna deidad portadora de serpientes como
Coatlicue (fig. 6), Coyolxauhqui, Cihuacoatl o Chicomecoatl, ya que estas evocan los
ciclos estacionales, la riqueza de la tierra y la abundancia de las cosechas.

Escultura de Coatlicue

Fig. 6. Escultura de Coatlicue.

La escultura de Coatlicue (fig. 6) mide 2.60 metros y es uno de los grandes monumentos de
la cultura mexica azteca. En ella, la diosa aparece decapitada, de su cuello brotan dos
torrentes de sangre en figura de cabeza de serpientes. Su pecho está caído y se ve decorado
con manos cortadas y corazones arrancados. En la parte baja de su busto, tanto como en
medio de sus espaldas, aparece un cráneo humano. La falda de la diosa se compone de
serpientes entrelazadas que indican su relación con la tierra, la fertilidad, la vida y la
muerte. De entre la falda de serpiente salen piernas macizas, fundadas en unos pies con
garras. La parte inferior del monolito es grabada según la imagen de Tlaltecuhtli, el
monstruo de la tierra, que así se sitúa en el punto de contacto del monumento con el suelo.

De acuerdo con Jean-Claude Delhalle y Albert Luykx (1992), la iconografía que alude a la
muerte y los sacrificios humanos no es mera casualidad ya que subraya un enlace estrecho
entre las riquezas proporcionadas por la tierra y las vidas devoradas. Además el chorro de
sangre transformado en serpiente sólo puede ser el símbolo de la vida volviendo a surgir.

Todo esto nos permite aventurar los fines religiosos de las construcciones del México
precolombino. El sacrificio humano y la observación de los astros iban de la mano, por lo
que las pirámides cumplen esta doble función: observatorios y templos. Por su parte la
escultura de Coatlicue remite a esa mitología que imperaba, con mayor o menor fuerza
dependiendo de la región, en todo el territorio mexicano y que ha podido ser rescatada
aunque con cierto sincretismo, gracias a los testimonios artísticos cuya significación se
encuentra en los testimonios de los españoles a través de los códices.

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