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Período posclásico ( 1100 d.C hasta 1500 d.

C)

“En Teotihuacan toda pintura mural y toda vasija decorada es una oración ensalzando los elementos de la
Naturaleza… En Monte Albán, las esculturas conmemoran conquistas y grandes capitanes, como hace el arte clásico
tardío de los mayas y el arte posclásico por toda Mesoamérica… Teotihuacan es quizás, la expresión final de un
antiguo sistema teocrático representado también por el arte tardío olmeca y por el arte clásico temprano de los
mayas…
La glorificación personal, el culto a la guerra y la aparición de la dinastía hereditaria son
los rasgos de la nueva sociedad que emerge en los siglos posteriores al 500 d.C.
Etapa de tendencia al imperialismo, estado de militación. Existía una
organización administrativa muy eficiente. El estado era teocrático, basado en el poder de la
clase religiosa, obedecían a una religión politeísta (los dioses corresponden a fenómenos
naturales y a ciclos productivos).
Hubo cambios, especialmente en los grandes centros clásicos, muchos de los cuales
casi cesaron completamente en sus funciones, mientras las zonas rurales del contorno
continuaron prosperando. La población vivía dispersa en el campo y acudía al centro
ceremonial para hacer culto. En dichos centros se daba la vida pública, en las tipologías
monumentales y en los juegos rituales.
Como ya vimos, eso se ve claramente en Teotihuacan: la población del valle continuó intensificándose, pero
el centro ceremonial y político quedó reducido a una actividad mínima.
Cuando un gran centro sufría un trastorno y era abandonado, otro centro, generalmente cercano, alcanzaba
la prominencia. Perecía una élite y surgía otra.

CULTURA TOLTECA EN TULA

Antes del año 900 de nuestra era, un grupo de toltecas seminómadas, conducido por Mixcoatl (serpiente de
nube) invadió el valle de México y contribuyó a destruir las ya agonizantes culturas clásicas. Eran entonces toltecas –
chichimecas, que significa nómadas, y probablemente fueron vecinos de los teotihuacanos durante la decadencia de su
gran ciudad. Después de aprender las artes de sus vecinos, tomaron el nombre de toltecas (artesanos, es decir,
habilidosos). Los toltecas aportaron el conocimiento de los metales, una casta guerrera y una sociedad militarista.
Adoraban al dios Tezcatlipoca, deidad guerrera que “movía guerras, enemistades y discordias, y él solo
daba la prosperidad y riqueza, y él solo las quitaba”. Topiltzin, educado en Morelos, era el representante vivo de
Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, la divinidad de la región donde se educó, dios de la paz y de la creación.
Hacia mediados del siglo XII el país sufrió inundaciones y después hambre. Algunos
grupos de la población desertaron y se fueron hacia el sur y el este.
Quetzalcóatl, el jefe religioso de Tula, y Huemac, el jefe civil (último gran jefe tolteca),
disintieron en cuestiones políticas y religiosas y se marcharon de la metrópoli al mismo tiempo,
en el siglo XII. Mientras tanto, Tula cayó en manos de los bárbaros, llamados chichimecas
(nómadas). Uno de esos grupos fue el de los aztecas, hacia el año 1200 d.C.

Algunos historiadores hace tiempo que señalaron las semejanzas entre Tula y Chichén
Itzá, en Yucatán, como prueba de esa migración de Quetzalcóatl y sus adeptos, así como otra
tolteca posterior. Nada hay en Tula que corresponda a los primeros períodos del arte tolteca en
Chichén. Por lo cual parece que Tula fuera un puesto avanzado colonial de Chichén y no lo
contrario.
La opinión corriente es que un arte foráneo se impuso a los artesanos mayas de
Chichén Itzá. Además, las etapas formativas de ese arte están plenamente
documentadas solo en Chichén, y no en Tula.
Por lo tanto, ideas mexicanas, revestidas de formas mayas acabaron
implantándose en Tula.
Nuevas formas arquitectónicas se introdujeron en la ciudad tolteca, cuando ese centro
se hizo dominante a comienzos del posclásico, a través del comercio y mediante grupos
toltecas que vivieron en la zona maya y regresaron a Tula, al norte, después.
Excavaciones han mostrado que ese centro estuvo probablemente ocupado desde el Posclásico temprano
hasta después de la conquista española y desde entonces hasta hoy en día.
 C. económico:

Gran parte de la riqueza de Tula procedía especialmente de los numerosos


yacimientos de obsidiana de la región (vidrio volcánico transparente) tan apreciada en el
mundo prehispánico.
Esa obsidiana era fuente de impuestos locales y de comercio a larga distancia.
Existía una activa industria textil, que genera una actividad comercial y quizá e tributos.

 Urbanismo:

Aunque los toltecas eran francamente militaristas, su ciudad de unos 10 km2 no estaba
fortificada. Las residencias multifamiliares corrientes en Teotihuacan también lo eran en Tula, y
constituían cierto tipo de defensa en sí mismas.

 Arquitectura:

El corazón del centro ceremonial tolteca es un conjunto arquitectónico modesto en


comparación con lo que fue (dos o tres siglos atrás) la Ciudad de los Dioses (Teotihuacan).
Salvo importantes innovaciones, tanto constructivas como formales, la capital del nuevo
imperio tolteca presenta cierta pobreza de ejecución justificada quizá por el reciente origen
bárbaro de sus fundadores.

Sistema constructivo

Lo primero que llama la atención, al analizar la plaza principal de Tula, es la


importancia que, por primera vez en Mesoamérica, adquieren las grandes columnatas.
Aquí vemos compactas hileras de columnas y pilares de mampostería que, partiendo de
un costado del Templo del Sol, quiebran en un ángulo de la plaza para pasar al pie del
Templo Tlahiuzcalpantecuhtli y, cubriendo todo un frente de la plaza, integrarse con las
otras columnatas interiores que constituyen las diferentes partes del Palacio Quemado.
La gran columnata exterior comunicaba con los salones del palacio Quemado y con los
templos adyacentes, proporcionaba ángulos visuales muy abiertos sobre el resto de la plaza y
sobre los otros edificios que rodean a ésta.
Además de su función de enlace entre todos estos elementos, el amplio espacio formado
debía servir tanto para fines ceremoniales como para usos cívicos.

Ornamentación

Entre las esculturas, lo típico tolteca son las columnas atlanteas monolíticas (de
dimensiones más modestas que los colosos del templo principal), y las pequeñas
estatuas de atlantes que, con sus brazos en alto, deben haber sido soportes de altares.
Templo de Tlahiuzcalpantecuhtl

En lo alto de su basamento piramidal se levantan los pilares y las columnas que


soportaban el techo de este templo. Entre ellas, se destacan, con sus proporciones
heroicas y su indumentaria guerrera, los cuatro colosos conocidos como los Atlantes de
Tula. Armados a la usanza tolteca, estas imponentes esculturas encarnan claramente el
espíritu militarista que habrá de imperar de aquí en adelante. De 4,60 m de altura total,
cada atlante consiste en cuatro grandes bloques de piedra dura muy bien labrada,
perfectamente ajustados.
De la ornamentación del basamento solo quedan hacia la parte posterior algunos
fragmentos donde puede apreciarse la nueva variante tolteca del tablero, derivada quizá de
formas de Monte Albán. Esta modalidad de tablero se desarrolla en dos niveles y en diferentes
planos, y se desplanta sobre un sencillo talud liso. La franja superior presenta un friso
ininterrumpido de jaguares y coyotes caminando, mientras que van alternando, en el nivel
intermedio, pares de águilas que devoran corazones humanos con la efigie del dios
Tlahiuzcalpantecuhtl.
El conjunto del templo es complementado por el Muro de las Serpientes que rodea
parcialmente el basamento piramidal en los costados y en la parte posterior, separado del
cuerpo piramidal. Este muro tenía la función de aislar el resto de la ciudad del área sagrada.

Plaza Central

Consta de un plataforma central provista de cuatro escaleras y bordeada por tableros


de estilo local, y se complementa con una inmensa cancha de juego de pelota de 116 m de
largo. Existe otra cancha de menores dimensiones, hacia el noreste, detrás de los edificos.

El Corral

Uno de los barrios de Tula, situado a distancia del corazón de la antigua ciudad. El interés de este edificio
reside en la combinación de elementos troncopiramidales y troncocónicos de su basamento de planta semicircular y en
restos de un pequeño altar de cráneos que se conserva hacia un costado de su escalinata que se adorna con un friso.

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