Existen perspectivas críticas a los primeros desarrollos e intervenciones por considerarlos
orientados a contribuir con los empresarios para elevar el rendimiento de la fuerza de trabajo y lograr objetivos de productividad. Dichas perspectivas introducen dimensiones novedosas que proponen diferentes caminos de desarrollo.1 Se pueden identificar al menos seis caminos para el ejercicio crítico de la relación que mantiene la psicología con el trabajo: 1) se concentra en la visión instrumental de la psicología industrial, organizacional, ocupacional o del trabajo, y examina sus aplicaciones con el objetivo de proponer una serie de cambios o transformaciones para mejorarla. Propone el desarrollo de herramientas científicas con sustento teórico, y un horizonte ético de actuación profesional libre de prejuicios. De este modo, de la aplicación de los instrumentos psicológicos se produzca una justa movilidad social basada en las capacidades y el desempeño de los trabajadores. 2) toma como base las carencias que tiene la psicología para así proponer una serie de contra-psicologías que puedan llegar a suplantar a la psicología hegemónica o convencional. Se trata de una serie de propuestas de diversos enfoques, que tienen en común el interés de diferenciarse a partir de una mayor rigurosidad y pertinencia, tanto académica, científica y política para entender los fenómenos del trabajo al considerar nuevos temas, otras categorías y distintos abordajes. Consideran en su agenda una variedad de temas que la psicología convencional desestima: el trabajo de las economías solidarias, la salud de los trabajadores, la brecha de género, las relaciones de poder, entre otros. 3) el tercer camino señala el carácter ideológico de la psicología del trabajo. Propone fundamentos epistemológicos de corte marxista para analizar la naturaleza del conocimiento psicológico hegemónico y de las implicaciones políticas que guarda su aplicación, y considera a la psicología del trabajo una especie de seudociencia. 4) esta orientación crítica a la psicología convencional considera que la relación entre la psicología y el trabajo se articula alrededor de la producción de la subjetividad y de gobierno del mundo laboral. Entiende que la psicologización del mundo laboral impide dar lugar a otros modos de pensar e intervenir, ocultando la naturaleza social de los problemas laborales (Pulido Martinez, 2017).4