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Loesel (1999) establece que los seres humanos nacen con la capacidad de
hacer frente a las demandas del ajuste de su medio, de desarrollar
habilidades sociales y comunicativas, una conciencia crítica, autonomía y
propósitos para el futuro. El desarrollo y el reforzamiento de la misma
requieren de la estimulación contextual, familiar y ambos.
Los jóvenes muestran también una serie de características que se asocian
directamente con la capacidad de afrontar adecuadamente los problemas
cotidianos, las cuales se relacionan con el propio desarrollo personal. Los
jóvenes resilientes presentan, entre otras características comunes.
Adecuado control de emociones en situaciones difíciles o de riesgo,
demostrar optimismo y persistencia ante el fracaso.
Habilidad para manejar de manera constructiva el dolor, el enojo, la
frustración y otros aspectos perturbadores.
Capacidad de enfrentar activamente los problemas cotidianos.
Capacidad para obtener la atención positiva y el apoyo de los demás,
establecer amistades duraderas basadas en el cuidado y apoyo mutuo.
Competencia en el área social, escolar y cognitiva; lo cual les permite
resolver creativamente los problemas.
Mayor autonomía y capacidad de auto observación.
Gran confianza en una vida futura significativa y positiva, con capacidad
de resistir y liberarse de estigmas negativos.
Sentido del humor flexibilidad y tolerancia.
Características resilientes
Según Saavedra (2008), la persona resiliente presenta una serie
de factores internos que actúan como protectores, a saber:
Presta servicios a los otros o a una causa.
Emplea estrategias de convivencia, es asertivo, controla sus impulsos.
Es sociable.
Tiene sentido del humor.
Tiene un fuerte control interno frente a los problemas.
Manifiesta autonomía.
Ve positivamente el futuro.
Es flexible.
Tiene capacidad para aprender y conectar los aprendizajes.
Tiene capacidad para auto motivarse.
Percibe competencias personales.
Tiene confianza en sí mismo
Existe un ambiente cálido, no crítico.
.
Las dimensiones de la resiliencia:
Ecuanimidad: Es tener el ánimo estable entre las vicisitudes o
adversidades, mente firme e imperturbable ante el elogio o el insulto, la
ganancia o la pérdida, lo agradable y lo desagradable.
.La persona ecuánime comprende esta verdad, por eso mantiene el
ánimo sosegado aún en las circunstancias más difíciles. No se aferra a
lo agradable y no añade sufrimiento a lo desagradable. Se vive
ecuánimemente cuando se reconoce, en toda su profundidad, lo que
significa dejar que ocurran las cosas. Esto significa vivir en una vasta
quietud mental. En vez de hundirnos en las reacciones inconscientes
observamos todo lo que nos sucede y obramos de una forma adecuada.
La segunda tiene que ver con el ambiente favorable, una fuente externa
de defensa que dan respuesta a las características del sujeto: la familia,
la comunidad.etc. La tercera la fuente interna en la propia personalidad
(sentido de autonomía, control de impulso, autoestima, sentimientos de
afecto y empatía) la fortaleza intrapsíquica. Y la última las habilidades
adquiridas que son conductas apropiadas a la interacción social,
expresividad social, capacidad de resolución de problemas, manejo del
estrés, la angustia, la selección de opciones.