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GRUPO 4

Significado de Resiliencia
La resiliencia es el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia,
amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de
relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o
financieras.

DESARROLLO HISTÓRICO DEL CONCEPTO DE


RESILIENCIA
Para comprender en profundidad el concepto de resiliencia
es fundamental revisar su evolución histórica. Es una tarea
compleja por su dinamismo, su interdisciplinariedad y su
profunda relación con la vida cotidiana (Lecomte, 2005).

1re generación: adaptación e invulnerabilidad (años


80)
Los estudios de los años 70 y 80 se centran en la infancia. Utilizan el adjetivo
“invulnerable” para describir a un niño que es capaz de adaptarse a situaciones
vulnerables. Un niño que no se ve afectado por influencias ambientales negativas
(Suniya S. Luthar et al., 2000; S. Tomkiewicz, 2004).  Por lo tanto, esta generación
se centra en identificar los rasgos que facilitan la adaptación. Se trata de predecir
quiénes serán resistentes y quiénes no. En otras palabras, estos investigadores
plantean la hipótesis de que “se nace resiliente”. 

2e generación: resiliencia como capacidad (1980-


1990)
Esta generación sigue centrándose en el individuo. Pero, a diferencia de la
generación anterior, va más allá de la teoría de la “invulnerabilidad”. Entiende la
resiliencia como una capacidad o habilidad humana para adaptarse en contextos
de riesgo o vulnerabilidad. El individuo construye la resiliencia.

Los estudios de esta época proceden de la psiquiatría, con el trauma como


desencadenante (N. Garmezy, 1987; A.S. Masten et al., 1988; Michael Rutter,
1987). Estos estudios han tratado de definir el concepto de resiliencia, estudiando
a los sujetos que tenían respuestas positivas al riesgo o a la adversidad, en
comparación con los que no las tenían (Samuel Goldstein et al., 2013; Sandra
Prince-Embury, 2014).

3e generación: la resiliencia como proceso (años


90)
Esta generación consolida la idea de la resiliencia como un proceso dinámico, en
el que interactúan el sujeto y el entorno. Esta última es vista como una entidad que
genera riesgos pero también recursos. De este modo, la persona y el entorno
comienzan a ser estudiados en igual medida (A.S. Masten & Dante Cicchetti,
2010).

El punto de inflexión lo da Michael Rutter, que postula que es posible tener una
vida sana en un entorno “insano”. ¿Por qué? Porque el proceso de resiliencia se
caracteriza por la constante interacción entre los factores de riesgo y los de
protección que lo facilitan o dificultan (Rutter, 1993).

VENTAJAS Y DESAFÍOS DEL CONCEPTO DE RESILIENCIA


Destacaremos las siguientes ventajas o desafíos al concepto de resiliencia.

Pone el énfasis en los factores de promoción y adaptación positiva. En la promoción


hay un compromiso de crecer no solo del individuo, sino del medio.

La adaptación está en función de diferentes contextos y culturas.

Le presta atención a la ecología individual y social.

Desafía a los profesionales a crear modelos de programas integrales y


transdisciplinarios.

De esta forma la resiliencia permite una nueva epistemología del desarrollo humano,
que enfatiza el potencial de la persona y la sociedad, es específica de cada cultura, y
hace un llamado a la responsabilidad colectiva, jerarquiza enfoques comunitarios, sin
desligar a la sociedad y al Estado de sus responsabilidades por el bienestar colectivo.
Trasmite un optimismo realista y una mirada esperanzadora, necesaria en un mundo
globalizado y e injusto.
¿Cuáles son los tipos de resiliencia?
 Resiliencia natural

La resiliencia natural se refiere a la capacidad de resiliencia con la que uno nace. Se trata
de la fuerza vital y forma parte de la naturaleza humana. 
Este es uno de los tipos de resiliencia que se aprecia en las experiencias como jugar,
aprender y explorar. Y se identifica en las personas al poner en acción todas sus
competencias; incluso, cuando fracasan. 
De este modo, la resiliencia natural es uno de los tipos de resiliencia que consiste en
el proceso de adaptación, recuperación y superación de las adversidades que causan
estrés. Este estrés puede provenir de diferentes áreas de la vida, como problemas
familiares, financieros o laborales, por mencionar algunas.
2. Resiliencia adaptativa 

Entre los tipos de resiliencia, se encuentra la resiliencia adaptativa, que se presenta cuando
las circunstancias requieren aprendizaje, cambio o adaptación. 
Como afirma un estudio de Infobae, ante la irrupción de situaciones conflictivas y que
generan una disrupción en nuestra vida, la mejor decisión es la aceptación. En efecto, es
esencial abrazar lo incierto desde la esperanza, creyendo que tenemos las habilidades
necesarias para salir airosos frente al contexto que abruma. Y como consecuencia,
podremos llevar a cabo la transformación de los momentos negativos en oportunidades de
crecimiento mediante la capacidad de resiliencia. 
Así, los golpes de la vida pueden ayudar a construir una resiliencia adaptativa. Es
importante mencionar que, en todos los tipos de resiliencia, no se trata de ser duro y
bloquear las sensaciones de dolor o tristeza. En efecto, el concepto de resiliencia,
generalmente, está ligado con el estrés y la tensión emocional. Y al atravesarlos, la
persona se convierte en un ser resiliente que cultivará una mentalidad de superación. 
3. Resiliencia aprendida

En este post sobre los tipos de resiliencia, no podemos dejar de abordar la importancia de la
resiliencia aprendida. Una de las características de la resiliencia aprendida es
que incentiva el aprendizaje de las experiencias; y al mismo tiempo, permite desarrollar
nuevos pensamientos y comportamientos para recuperarse de eventos estresantes que
acontecen en la vida. 
Las personas con una resiliencia baja pueden sentirse cansadas, deprimidas,
desconectadas o estresadas. Pero la buena noticia es que los tipos de resiliencia se pueden
desarrollar. 
4. Resiliencia corporal

A la hora de enfrentar las dificultades de la vida, tener una adecuada resiliencia corporal es
esencial. Hay personas que tienen una amplia capacidad de resiliencia emocional. Pero no
sucede lo mismo en relación con otros tipos de resiliencia, como el caso de la resiliencia
física. Somos mente y cuerpo; y por eso, se vuelve imprescindible desarrollar la
resiliencia corporal. 
Dentro de este contexto, una opción para fortalecer esta capacidad de resiliencia corporal
implica hacer ejercicio. De hecho, la actividad física brinda una gran oportunidad para
reducir el estrés. Hacer cualquier tipo de ejercicio como caminar o practicar yoga, te
ayudará a lidiar mejor con el cansancio y la fatiga.
Por otra parte, en este estudio sobre los tipos de resiliencia, te recomendamos que escuches
música cuando hagas ejercicio. Y también, que te desconectes de los dispositivos
móviles y de la tecnología en general, para encontrarte contigo mismo y alcanzar la
resiliencia física que estás buscando. 
Esto puede ayudarte a mejorar aún más la experiencia deportiva y tu resiliencia corporal.
Así, podrás conectar con tus emociones y pensamientos con mayor facilidad. 
5. Resiliencia laboral

Este es uno de los tipos de resiliencia más importantes porque permite que un determinado
colaborador pueda superar las presiones que tanto se presentan en el contexto actual del
trabajo. 
En simples palabras, este tipo de resiliencia se trata de aquella capacidad que tiene un
trabajador de recuperarse frente a los cambios que pudiesen acontecer en el ámbito de
trabajo en el que está inmerso. Ante ello, con un pensamiento resiliente, es capaz de salir
fortalecido, por medio de la transformación de situaciones negativas en positivas. 
A continuación, en esta guía sobre los tipos de resiliencia, te presentamos los rasgos y
cualidades que las personas con resiliencia laboral van a demostrar: 
 Tienen la capacidad de adaptarse al cambio. 
 Se diferencian por desarrollar en forma constante, su inteligencia
emocional. 
 Mantienen relaciones estrechas y duraderas con sus compañeros
de trabajo: generalmente, las personas resilientes se rodean de sujetos
positivos, con quiénes pueden vincularse sin problemas. Su nivel de
comunicación es excelente y buscan siempre el crecimiento personal, a
partir de un feedback  con aquellos que forman parte de su entorno.
 Pueden sobrellevar los obstáculos. 
 Los seres resilientes tenen un sentido humorístico al ver las cosas. 
 Se caracterizan por una actitud autocrítica y buscan en todo
momento, aspectos a mejorar de su personalidad: el desarrollo de
los tipos de resiliencia implica una adaptación con mayor facilidad a los
cambios que se presenten.
 Se recuperan rápido ante las dificultades.
 Saben que las cosas suceden por alguna razón. 
 Dan su mejor esfuerzo pase lo que pase en todas las tareas
asignadas. 
 Los individuos resilientes tienen un buen desempeño laboral. 
 Confían en que pueden lograr sus objetivos. 
 Saben dónde pueden buscar ayuda: confían en sus líderes ante
situaciones conflictivas.  
 Piensan con claridad bajo presión. 
 Toman la iniciativa para resolver un problema. 
 No se desaniman ante el fracaso. 
 Ser resiliente incluye pensar en sí mismos como personas fuertes.
 Toman decisiones difíciles. 
 Actúan, muchas veces, aplicando la intuición, pero sin abandonar
del todo su pensamiento lógico. 
 Tienen un fuerte sentido de propósito. 
 Sienten cierto control en su vida. 
 A los que han adoptado alguno de los tipos de resiliencia que
existen, les gustan los retos.
 Trabajan para lograr sus metas. 
 Se enorgullecen de sus logros. 
GRUPO 5

Algunos factores en la resiliencia


Una combinación de factores contribuye a desarrollar la resiliencia.
Muchos estudios demuestran que uno de los factores más importantes
en la resiliencia es tener relaciones de cariño y apoyo dentro y fuera de la
familia. Relaciones que emanan amor y confianza, que proveen modelos
a seguir, y que ofrecen estímulos y seguridad, contribuyen a afirmar la
resiliencia de la persona.
Otros factores asociados a la resiliencia son:
 La capacidad para hacer planes realistas y seguir los pasos necesarios
para llevarlos a cabo.
 Una visión positiva de sí mismos, y confianza en sus fortalezas y
habilidades.
 Destrezas en la comunicación y en la solución de problemas.
 La capacidad para manejar sentimientos e impulsos fuertes.
Todos estos son factores que las personas pueden desarrollar por si
mismas.
Diez formas de construir resiliencia
1. Establezca relaciones—Es importante establecer buenas
relaciones con familiares cercanos, amistades y otras personas
importantes en su vida. Aceptar ayuda y apoyo de personas que lo
quieren y escuchan, fortalece la resiliencia. Algunas personas
encuentran que estar activo en grupos de la comunidad,
organizaciones basadas en la fe, y otros grupos locales les
proveen sostén social y les ayudan a tener esperanza. Ayudar a
otros que le necesitan también puede ser de beneficio para usted.
2. Evite ver las crisis como obstáculos insuperables—Usted no puede
evitar que ocurran eventos que producen mucha tensión, pero si
puede cambiar la manera como los interpreta y reacciona ante
ellos. Trate de mirar más allá del presente y piense que en el futuro
las cosas mejorarán. Observe si hay alguna forma sutil en que se
sienta mejor, mientras se enfrenta a las situaciones difíciles.
3. Acepte que el cambio es parte de la vida—Es posible que como
resultado de una situación adversa no le sea posible alcanzar
ciertas metas. Aceptar las circunstancias que no puede cambiar le
puede ayudar a enfocarse en las circunstancias que si puede
alterar.
4. Muévase hacia sus metas—Desarrolle algunas metas realistas.
Haga algo regularmente que le permita moverse hacia sus metas,
aunque le parezca que es un logro pequeño. En vez de enfocarse
en tareas que parecen que no puede lograr, pregúntese acerca de
las cosas que puede lograr hoy y que le ayudan a caminar en la
dirección hacia la cual quiere ir.
5. Lleve a cabo acciones decisivas—En situaciones adversas, actúe
de la mejor manera que pueda. Llevar a cabo acciones decisivas
es mejor que ignorar los problemas y las tensiones, y desear que
desaparezcan.
6. Busque oportunidades para descubrirse a sí mismo—Muchas
veces como resultado de su lucha contra la adversidad, las
personas pueden aprender algo sobre sí mismas y sentir que han
crecido de alguna forma a nivel personal. Muchas personas que
han experimentado tragedias y situaciones difíciles, han expresado
tener mejoría en el manejo de sus relaciones personales, un
incremento en la fuerza personal aun cuando se sienten
vulnerables, la sensación de que su autoestima ha mejorado, una
espiritualidad más desarrollada y una mayor apreciación de la vida.
7. Cultive una visión positiva de sí mismo—Desarrollar la confianza
en su capacidad para resolver problemas y confiar en sus instintos,
ayuda a construir la resiliencia.
8. Mantenga las cosas en perspectiva—Aun cuando se enfrente a
eventos muy dolorosos, trate de considerar la situación que le
causa tensión en un contexto más amplio, y mantenga una
perspectiva a largo plazo. Evite agrandar el evento fuera de su
proporción.
9. Nunca pierda la esperanza—Una visión optimista le permite
esperar que ocurran cosas buenas en su vida. Trate de visualizar
lo que quiere en vez de preocuparse por lo que teme.
10. Cuide de sí mismo—Preste atención a sus necesidades y
deseos. Interésese en actividades que disfrute y encuentre
relajantes. Ejercítese regularmente. Cuidar de si mismo le ayuda a
mantener su mente y cuerpo listos para enfrentarse a situaciones
que requieren resiliencia.

Formas adicionales de fortalecer la resiliencia le podrían ser de ayuda.


Por ejemplo, algunas personas escriben sobre sus pensamientos y
sentimientos más profundos relacionados con la experiencia
traumática u otros eventos estresantes en sus vidas. La meditación y
las prácticas espirituales ayudan a algunas personas a establecer
relaciones y restaurar la esperanza.
La clave es identificar actividades que podrían ayudarle a construir una
estrategia personal para desarrollar la resiliencia.

Cómo saber si soy


una persona resiliente
Cómo es una persona resiliente
Nelson Mandela acuñó la frase «yo nunca pierdo; o gano o aprendo». Y esta es
casi una definición de cómo son las personas resilientes. Se trata de un
planteamiento vital que sostiene un punto de vista muy interesante, y es
que pueden salir ilesos de momentos difíciles y además poner en valor el
aprendizaje de las malas experiencias. 

En Ecoembes pensamos que las personas que encajan en esta descripción tienen


mucho camino avanzado tanto a nivel personal como profesional: son capaces de
mantener la calma en situaciones de tensión, aprender de una dificultad que
sienten que no merecen, usar el humor cuando algo no sale bien… 

Pero ¿cómo saber si uno mismo es resiliente? ¿qué lo caracteriza? Para este post


hemos recogido 10 habilidades de las personas que aprendieron a ser resilientes. 

Características de una persona resiliente


A lo largo de la vida todos vamos a estar expuestos a situaciones de sufrimiento:
pérdidas, problemas de salud, conflictos familiares, deterioro físico… La persona
resiliente es consciente de que son procesos transitorios y las siguientes
cualidades son las que le ayudan a transitar por ellos de manera positiva y
constructiva: 

1. Adoptar una actitud positiva. Saber gestionar las emociones es clave para


enfrentarse a cualquier obstáculo que se interponga en el camino. Tal como
sugiere la teoría ABC de Ellis -en que «A» representa los hechos, «B» a los
pensamientos y «C» a las emociones- lo que condiciona cómo nos
sentimos (C) no son las cosas que nos pasan (A), sino nuestra forma de
percibirlas (B). Por tanto, tenemos una alta capacidad para determinar
cómo nos sentimos, sólo atendiendo a la manera en que entendemos lo
que ocurre. 
2. Ser realista. Actuar como una persona positiva no implica pasarse de
optimista. A veces, hay situaciones difíciles o situaciones límite que no
pueden contemplarse de una manera naif, pues son dolorosas, y aceptar la
dificultad de esos momentos puede servir para saber actuar en
consecuencia. Se trata simplemente de relativizar y tratar de pensar en las
soluciones, y no en los problemas. 
3. Usar el humor. Puede ser una herramienta muy eficaz para quitarle
importancia a las cosas y relajarse en momentos de tensión. Siempre que
sea espontáneo y natural -por tanto, no forzado o con la intención de hacer
reír a toda costa- el humor puede ser un recurso muy valioso. 
4. Ponerse retos. Aceptar que para todo hay límites no quiere decir que
tengamos que estar de acuerdo con la existencia de éstos. Los desafíos
nos ayudan a desplazar lo que creíamos que eran nuestras barreras un
poco más lejos, y a explorar en el camino posibles facultades hasta
entonces desconocidas de nuestra personalidad. Las personas resilientes
ven los problemas como oportunidades para retarse y redescubrirse. 
5. Tener autonomía. La frustración en muchos casos deriva de la falta de
control sobre una situación concreta. Sentir la impotencia respecto a un
asunto que nos importa puede generar estrés y malestar. Estas personas
suelen tener confianza en si mismas, por creer en su capacidad de
resiliencia para incidir en lo que sucede. 
6. Conocerse a uno mismo. Reconocer cuáles son las principales fortalezas
y habilidades de uno mismo, así como las debilidades, es clave para
identificar qué podemos mejorar, cómo podemos reconstruirnos de forma
que estemos más a gusto.

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