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Clase final: ¡No pienses en un elefante!

El lenguaje nunca es inocente. Inofensivo. Libre de apremio. Y menos en política.


Desde el inicio de la cátedra ética y ciudadanía advertía que una de las críticas al
diseño de la clase era precisamente: la política. A reglón seguido, sostuve que la
ciudadanía era una categoría eminentemente política. Asimismo, se dijo en su
momento, que la ética nos permitiría evaluar aquellas practicas naturalizadas pero
que riñen con la moral. Ver la sociedad a través de las gafas de la ética tiene un
efecto directo, cambiar la percepción. Y es precisamente la percepción que al estar
acompañada del pensamiento crítico permite detectar patologías del orden social.
Durante las clases que componen el semestre, hemos abordado: el Estado y su
conformación, el individuo y su contexto, los sentidos de la ciudadanía, la crisis de
los intangibles, la ética del cuidado y sus dimensiones, para llegar a los prejuicios.
En estás ultimas jornadas de clase, abordamos la psicopolítica del filósofo Byung
Chul Han con el fin de conocer los alcances y limites de la libertad en los tiempos
de la revolución neoliberal. A ello dedicamos dos clases. En la primera nos
encargamos de la presentación del autor y en la segunda, nos ocupamos de la Otra
Colombia, la profunda, la olvidada. Como figura de contraste se invitó a los
profesores Robinson y Acemoglu, con su interesante obra que plantea una pregunta
inquietante: ¿Por qué fracasan los países?

Finalmente, llegamos a la obra titulada: ¡No pienses en un elefante!, este interesante


ensayo (ya célebre) del profesor de la Universidad de California, George Lakoff,
aborda los marcos a manera de estructuras mentales que moldean nuestra visión
del mundo. En esta cátedra hemos insistido en la tesis de Sartre, acerca de la
condena a ser libres. Estamos a condenados a convivir. El Otro es fundamental y
entender sus razones es aún más importante para construir una ciudadanía activa
y critica. No es posible construir el sujeto de la democracia donde se aniquila la
diferencia, ya sea a través de su desaparición física y/o moral, y donde unas ideas
se imponen a otras en clave con la superioridad moral.

Según Lakoff,

Los marcos no se ven ni se oyen. Forman parte de lo que los científicos llaman el
“inconsciente cognitivo”, se trata de estructuras de nuestro cerebro a las que no
podemos acceder de manera consciente, pero que conocemos a través de sus
consecuencias: la forma en que razonamos y lo que consideramos sentido común.
También conocemos los marcos en el lenguaje, ya que todas las palabras se definen
en relación con un marco conceptual. Cuando oímos una palabra, su marco (o un
conjunto de marcos) se activa nuestro cerebro. (Lakoff, 2017, p. 11)

Para este autor,

La palabra se define en relación con dicho marco, y cuando negamos un marco,


también lo estamos evocando. (…) Esto ilustra un principio básico de la teoría del
marco que les servirá cuando esté discutiendo contra el bando contrario: no use su
lenguaje, ya que este resalta un marco que no será el que usted desea. (Lakoff,
2017, pp. 15, 16).

Lakoff explica a través de su propuesta la visión del mundo de la que está formado
nuestro imaginario colectivo. A este demócrata (Lakoff es reconocido como
simpatizante del partido demócrata gringo) le llamaba la atención los discursos
políticos y los mensajes que estos enviaban a la sociedad. Para él, la cuestión es
más elaborada, apela a la moral de las personas y no simplemente, a la lista de
posibilidades de una vida mejor. Para este autor, la visión de unos y otros (derecha
e izquierda) se puede explicar a través de la figura del padre estricto y el progenitor
protector. De ahí que, la visión del padre estricto comprende el mundo como un
lugar peligroso donde se compite y se generan ganadores y perdedores. Donde el
bien y el mal llegan al absoluto. Según está posición, los niños nacen malos en la
medida en qué sólo quieren hacer lo que les satisface y no lo que es correcto. Por
ello, la defensa de la familia es su fortín moral, ideológico y político.

El padre estricto es vinculado con la política de derechas. En consecuencia, este


padre espera de su hijo (entiéndase ciudadano) obediencia. Ya que el padre estricto
es una autoridad moral que sabe distinguir entre el bien y el mal 1 (Lakoff, 2017, p.
20). Para este padre, la manera de inculcar obediencia es el castigo. Especialmente

1
Cfr. Rubio, Mauricio. Junio 26/15. Ventajas y bemoles de aplazar el gustico. El espectador.
https://www.elespectador.com/opinion/ventajas-y-bemoles-de-aplazar-el-gustico-columna-568387,
recuperado mayo 23 de 2020.
doloroso si existe mala conducta. Sin castigo, el mundo se irá al garete. No habrá
moral. Asimismo, la disciplina es entendida como fundamental para alcanzar el
éxito; la disciplina garantiza el éxito personal, quien lo práctica será una persona
autosuficiente, por consiguiente, la disciplina esta ligada a la moral. Es aquí donde
se hace otra extrapolación, para explicar cómo esta cosmovisión entiende la
vinculados al padre estricto y el capitalismo del libre mercado. En este orden de
ideas, será buena persona quien logre el éxito, mientras, quien no lo alcance con la
receta propuesta, será visto como un mal hijo. Y es catalogado de esta manera por
no observar la moral y por su pobre disciplina que lo llevó a convertirse en un
dependiente. Y por dependiente, recurriendo nuevamente a la extrapolación, se
entiende quien necesita de subsidios. Algo así como: “Es inmoral dar a la gente
cosas que no se han ganado” (Lakoff, 2017, p. 22). De ahí que, proponer programas
sociales sea inmoral. Finalmente, las personas que aplican los principios del padre
estricto en política creen que es la forma correcta de gobernar.

Según esta forma de interpretar la sociedad la cuestión es sencilla: si una persona


cuenta con la oportunidad y la disciplina, y persigue su propio interés debería
triunfar. Para muchos de nosotros es conocido los consejos (bien intencionados)
que admiten la necesidad de ser “juiciosos” para poder alcanzar las metas. No
obstante, al observar informes como el realizado por OXFAM (abordado en clase),
para muchos el salir de la trampa de la pobreza exige más que disciplina y
obediencia.

Padre protector

Este marco es lo contrario del pasado. No está marcado por el género. A diferencia
del marco estricto, este considera que los niños nacen buenos y se les puede educar
para ser mejores. La apuesta consiste en proteger los hijos para que ellos, a su vez,
protejan a Otros después. Este marco toma la empatía y la responsabilidad a
manera de valores similares con la protección, en consecuencia, la empatía será
sinónimo de protección. Las políticas progresistas están centradas en la protección:
del medio ambiente, trabajo, consumidor, personas frente a la enfermedad. En
suma, de la protección del ciudadano.

Insiste el autor, en que ambos marcos están interesados en la seguridad y que esta
hace parte de los valores morales. A propósito de valores, aquí una breve lista:
libertad, oportunidad y prosperidad, justicia, comunicación bidimensional, formación
de comunidad, servicio–cooperación y confianza, entre otros. Según Lakoff, estos
son los valores progresistas fundamentales, tanto para la sociedad como para la
familia. Como se dijo desde un comienzo, esta clase intenta analizar los modos de
pensamiento que construyen o destruyen una ciudadanía. Para el autor, uno de
tantos problemas de las personas que piensan dentro del marco protector, está
ligada a la creencia que su análisis y soluciones son las únicas y mejores. Que su
manera de entender los problemas es la única y más viable. En nuestro medio es
clara la desunión de la izquierda, la cual, es tomada por muchos como una virtud.

Lakoff lamenta que personas que comparten los mismos valores no puedan trabajar
unidos. Que simplemente no sean capaces de unirse. Según este autor, el otro
bando ya lo hizo. Para ello, explica como los conservadores de su país apoyan
decididamente a los intelectuales de su orilla o marco ideológico. Asimismo, advierte
que un 80% de los comentaristas de la tv son de pensamiento conservador. Ya para
finalizar el análisis brevísimo de la obra de Lakoff, citémoslo nuevamente,

La neurociencia nos dice que todos los conceptos que poseemos (los conceptos a
largo plazo que estructuran nuestro pensamiento) se originan en las sinapsis de
nuestro cerebro. Los conceptos no son cosas que puedan cambiarse sencillamente
por que alguien nos informe del hecho. Aunque nos presenten datos, para cobrar
sentido tendrán que encajar con lo que ya existe en las sinapsis del celebro. De lo
contrario, los hechos entrarán por un lado y saldrán por el otro. No se escuchan, no
se aceptarán como hechos o nos desconciertan: ¿Cómo es posible que alguien diga
algo así? De manera que catalogamos como un dato irracional, un disparate o una
estupidez. Eso es lo que sucede cuando los progresistas “se limitan a enfrentarse
con los conservadores con hechos”. Esa estrategia tiene un efecto muy limitado o
incluso nulo, a no ser que los conservadores posean un marco que dé sentido a los
datos. (Lakoff, 2017, p. 31).

La discusión pública nuestra es lamentable. Se expone de manera descarada todo


tipo de mentiras, ofensas, lugares comunes, etc. La tan defendida polarización y la
satanización del consenso, tienen a la política postrada, inmóvil. La defensa del líder
o el culto a la persona, tienen a la nación capturada en un bucle de guerrilleros y
paracos. Defendiendo el sesgo ideológico a cualquier precio. Lastimosamente, la
política es el medio más expedito para alcanzar cambios al interior del marco
societal, no obstante, nuestra discusión pública no cree en hechos. Colombia se
mueve en una especie de fanatismo que desecha todo razonamiento que ponga en
duda las conclusiones de los bandos en disputa. Son tiempos de radicalismos y al
mismo tiempo, de incertidumbre.

La clase llega a su fin con una invitación: atrévanse a pensar. Kant, el defensor de
nuestra autonomía al tomar el ser humano como un fin en sí mismo, los invita a la
reflexión. La vida buena en lugar de la mera vida es el fin. Ese fin debe ser
interpretado por cada uno de ustedes. Debe ser pensando, escogido, para después
ser vivido. Es fundamental el pensamiento critico para evitar caer en lugares
comunes que nos pongan del lado del “pensamiento fácil” que nos desciende más
allá de lo evidente. Vivir éticamente debería poner en diálogo los aspectos más
significativos de la vida, haciendo posible entender y responder la pregunta ¿cuál
es el fin de la vida? Y ese fin, usted lo debe fijar. Nadie más. La defensa de la libertad
entendida como hacer y ser lo que se valora con razón (Sen) es fundamental para
evitar caer en la rueda de hámster del hiperconsumo pagado a cuotas entendido
como felicidad.

Ha sido un gusto compartir con ustedes este corto recorrido. Espero haber dejado
inquietudes por resolver.

¡Les deseo buen viento y buena mar!

Juan Carlos Lozano


Ética y ciudadanía
Instituto Departamental de Bellas Artes

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