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Jean-Paul Sartre

El existencialismo es un humanismo

Prueba de evaluación continua Ética II


Centro asociado UNED Nous Barris, Barcelona
Tutor: Joan Morro
Julen Latorre Urbaneta
Evaluación Junio 2020

PEC ÉTICA II 1
Con intención de dar respuesta a ciertos reproches expuestos por comunistas y
católicos, Jean-Paul Sartre impartió una conferencia en 1947 bajo el título “El
existencialismo es un humanismo”. Como cuenta la biógrafa Annie Cohen-Solal, la
conferencia se convirtió en la “biblia del existencialismo” gracias a su publicación como libro
corto y barato. Sería esta ponencia, donde trata abiertamente el tema de la ética, la que
diera a conocer masivamente a Sartre entre los estudiantes, convirtiéndose posteriormente
en una de las figuras de las revueltas estudiantiles de mayo del 68.

La posición existencialista asume que la existencia es anterior a la esencia. Para


Sartre, es la manera de llevar el ateísmo a sus últimas consecuencias. El hombre no nace
con una esencia o con una naturaleza “humana”, el hombre tiene que hacerse, y será lo que
él mismo se haga. De esta manera, se le otorga dignidad por encima de otros objetos, como
una silla, cuya esencia (la idea del carpintero antes de hacerla) precede a su existencia. Es
una posición subjetivista, en tanto que defiende la imposibilidad de superar la propia
subjetividad. Sin embargo, escapa del individualismo proclamando que cuando el hombre
elige, está eligiendo al mismo tiempo a toda la humanidad. Sartre dirá de manera célebre
que “estamos condenados a ser libres”, el hombre es libertad y sólo tiene obligación de
elegir, ya que la no elección es también una elección. Así, la ética sartreana es una ética de
la invención y de la creación que propone como único criterio para la acción la propia
libertad.

Al comienzo de la conferencia, Sartre establece una división dentro del


existencialismo: por un lado, los cristianos, entre los que nombra a Jaspers y a Gabriel
Marcel, y por otro los ateos, donde menciona a Heidegger y a él mismo. Esta división es
algo polémica ya que ninguno de los mencionados se reconoció en la categoría de
existencialismo, siendo muy conocida la respuesta de Heidegger en “Carta sobre el
humanismo”. Sea como fuere, lo cierto es que el existencialismo de Sartre parte de una
concepción profundamente atea, dado que, a diferencia de Kant, no puedo concebir la
moral bajo la existencia de Dios. La ética de Sartre parte de la frase de Ivan Karamazov “Si
Dios no existiera, todo estaría permitido”, el hombre queda desamparado ya que no
encuentra ninguna forma de justificar sus acciones.

Aún con la noción de Dios suprimida, algunos filósofos del siglo XVIII mantenían que
la esencia precedía a la existencia, manteniendo la idea de naturaleza humana como algo
común a todos los hombres. Para el filósofo francés, el hombre no tiene esencia a priori, si
no que ésta se va creando por medio de la acción, la esencia sólo se termina cuando acaba
la vida. Así, solo hay realidad en la acción y las cosas serán como el hombre haga que
sean. Sobre esta idea, Sartre defiende que tenemos que comprometernos, pero hemos de
obrar sin esperanza; dado que el hombre es libre, no podemos esperar que las cosas vayan

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a ser de una determinada manera. Esto no es una llamada a la quietud, sino todo lo
contrario, es la convicción de que el hombre no es nada más que el conjunto de sus actos.

Como decía, tenemos que comprometernos, o mejor dicho, estamos ya


comprometidos, ya que cada uno de nuestros actos incluye a toda la humanidad. Por ello,
en todas nuestras elecciones estamos incluyendo, lo queramos o no, al resto del mundo.
Encontramos aquí un deslizamiento del plano ético al ontológico. Si para Kant universalizar
es lo que debemos hacer, para Sartre es de hecho lo que hacemos. La conciencia de la
profunda y total responsabilidad crea la angustia. Por ello, el existencialista dice que el
hombre es angustia. No obstante, lejos de alejarnos de la acción, la angustia forma parte de
la acción misma. Desde aquí es desde donde se proclama el humanismo existencialista; al
mismo tiempo que el hombre se convierte en el único legislador posible, es en la búsqueda
hacía el exterior donde el hombre se realizará realmente como humano.

Al contrario que en la ética deontológica kantiana, donde la acción moral viene


mediada por una máxima, la acción moral en Sartre es pura invención, creación, ninguna
moral puede decirnos a priori de una situación lo que debemos hacer. Aquí podemos ver a
Sartre más cercano a Aristóteles, donde la acción moral es, en última instancia, la acción
del hombre prudente. Sin embargo, pese a ser invención, no todo vale, y por ello será la
libertad, no mía, sino lo de los otros, la que ha de ser el fin de nuestras acciones.

Por el carácter divulgativo de la conferencia, Sartre asume ciertas simplificaciones que


ayudan a comprender mejor el texto, pero que nos alejan de la riqueza de su filosofía moral.
Por ello, entre otras cosas, este texto ha llevado a interpretar a menudo a Sartre en clave
kantiana. Algo que considero un error, ya que en su obra póstuma “Cahiers pour une
morale” describiría el deber como la interiorización de la violencia del Otro. Por otro lado,
considero que uno de los conceptos más importantes de su ontología, el concepto de mala
fe, queda pobremente explicado en la conferencia. La mala fe consistiría en la simplificación
de la esencia o la existencia del ser humano en uno de sus planos; el de la transcendencia
o el de la facticidad. Estos planos serían la consecuencia del desdoble de la autoconciencia
en una prerreflexiva y otra reflexiva. Esta diferenciación, expuesta en “El ser y la nada”, se
pasa por alto en el texto simplificando la primera verdad al hecho de conciencia del “cogito”.
La visión de la mala fe desde el plano ontológico nos permite comprender mejor a Celia
Amorós cuando aconseja leer toda la filosofía sartreana en clave ética.

En definitiva, pese a la vaguedad conceptual de este texto, fue clave en la difusión del
existencialismo, lo que considero como argumento a favor del compromiso literario
sartreano. Por otro lado, pienso que pensar el humanismo desde el existencialismo concede
más posibilidades, ya que la posición clásica es, en última instancia, un callejón sin salida.

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Bibliografía

Amorós, Celia. (2005). Sartre, crítico de Kant. ∆α ́ ιµων. Revista de Filosofía,, 35, 25-40.

Castro Córdoba, Ernesto. [Ernesto Castro] (11 Octubre 2019) Jean-Paul Sartre y Simone de
Beauvoir | Historia de la filosofía (53/61) [Archivo de video] Recuperado de https://youtu.be/
9pQHaC8WBJc

Gómez , Carlos (Ed.). (2002). Doce textos fundamentales de la Ética del siglo xx. Madrid:
Alianza Editorial, S.A..

Heidegger, Martin. (2000). Carta Sobre el Humanismo (Trad. Helena Cortés y Arturo Leyte).
Madrid: Alianza Editorial.

Sartre, Jean-Paul. (1993). El Ser y la Nada. Barcelona: Ediciones Altaya S.A..

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