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AIRÓN

DIOS PRERROMANO DE HISPANIA

Leyendas, romances, mitología, brujería y otras


curiosidades históricas

Miguel Salas Parrilla


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cido por el Código Penal vigente, podrán ser castigados con pe-
nas de multa y privación de libertad quienes, sin la preceptiva
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públicamente, en todo o en parte (bajo cualquier tipo de sopor-
te), una obra literaria, artística o científica.

2ª Edición
© Miguel Salas Parrilla
pasami7@telefonica.net
http://www.telefonica.net//web2/miguelsalas
© Maquetación: Jesús Salas Parrilla
ISBN: 84-609-5773-X
Depósito legal: M. 22.906-2005
Impreso en Imprenta Fareso, S.A.
ÍNDICE

Introducción ................................................................................... 7
1. Testimonios epigráficos y arqueológicos ................................... 11
2. Noticias sobre el pozo Airón de La Almarcha ........................... 19
3. Descripción geográfica, geológica e hidrológica del pozo Airón
de La Almarcha .......................................................................... 31
4. Brujería en torno al pozo Airón ................................................. 37
5. El romance sefardí y otros versos .............................................. 41
6. La leyenda de Don Bueso y otras noticias ................................. 51
7. Toponimia .................................................................................. 61
8. Etimología, mito y culto ............................................................ 97
Notas .............................................................................................113
Bibliografía ...................................................................................121
A mis padres, Miguel y Angustias, que supieron
mostrarme el camino del amor a la sabiduría
INTRODUCCIÓN

Siendo yo un niño, cuando el veintitrés de agosto nos acercábamos


en romería a la ermita de San Bartolomé, para traerle durante las fiestas
patronales a la iglesia de La Almarcha, contemplaba con envidia cómo
otros niños, un poco mayores, subían cerro arriba a ver el pozo Airón;
esto es, hacían una visita al santo moderno y al dios antiguo.
Unos años después, yendo de camino hacia Valverde del Júcar junto
con mis padres, éstos me señalaron dónde estaba el pozo Airón. Me ha-
blaron de los muchos que se ahogaron en él y también que se decía era
un ojo de mar porque tenía el agua salada, aunque la salobridad también
pudiera deberse a que, según se comentaba, en tiempos cayó dentro de él
una carreta cargada de sal.
Durante mis años de estudiante de Bachillerato, en varias ocasiones,
visité el pozo Airón en compañía de mis amigos del pueblo con los que
comentaba que en la Guía Larrañaga y también en Noticias conquenses,
de Torres Mena, se citaban leyendas sobre él, pero nunca llegamos a pro-
fundizar en las mismas, quedándonos con la curiosidad insatisfecha.
Cuando en 1978 preparaba el epígrafe “El pozo Airón” para el libro
Almarcha, tuve ocasión de documentarme con la lectura de Noticias con-
quenses, de Torres Mena; el artículo “El pozo Airón”, de Miguel Herrero;
cuanto dice sobre él Quadrado y algunas lecturas más. Había dado un
paso hacia adelante para saciar mi curiosidad, aunque no quedé totalmen-
te satisfecho.
En mis sucesivas visitas a la Biblioteca Nacional, cuando estaba pre-
parando otros libros, siempre aprovechaba la ocasión para sacar alguna
fotocopia más de documentos antiguos y ampliar datos.

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En 1995, año de la sequía en que el pozo Airón se vio cubierto por
una capa de sales que formaban una especie de arenas movedizas, tuve
ocasión de fotografiarlo en tan lamentable estado. En esas fechas recibí
una carta de J.M. Pedrosa, junto con su artículo “El pozo Airón: dos ro-
mances y dos leyendas”. Nos entrevistamos en el Círculo de Bellas Artes
de Madrid y mi curiosidad se despertó de nuevo deseando ampliar datos,
pero otros menesteres me lo impidieron.
Durante treinta y tres años llevo recogiendo datos sobre el dios Ai-
rón y sobre pozairones. Ahora, cuando creo que tengo en mi poder la
suficiente información, considero que ha llegado la hora de decidirme a
publicar esta pequeña obra sobre el dios prerromano Airón, con las leyen-
das, romances, versos y curiosidades históricas que he ido recopilando a
lo largo de esos años, pues no quiero llevarme a la tumba todos estos co-
nocimientos, sino que deseo hacer partícipes de ellos, en primer lugar, a
mis paisanos de La Almarcha y también a toda la comunidad de curiosos
y científicos que podrán saciar con la lectura de la presente obra su sed de
curiosidad sobre Airón y sus misterios.
He pretendido enfocar el problema desde diversas perspectivas: noti-
cias de historiadores, geógrafos y viajeros; descripción geográfica y aná-
lisis de sus aguas; estudio de sus leyendas, romances y mitos; así como
dar una visión de la dispersión geográfica del culto a Airón, este dios
indígena que fue respetado por los romanos, y cuyo culto perduró hasta
bien entrada la Edad Media.
Aunque, a lo largo de tantos años, he realizado un gran esfuerzo de
documentación, no pretendo agotar el tema. Detrás de mí vendrán otros a
los que este estudio les resultará útil y que profundizarán todavía más en
sus diversos enfoques e incluso abrirán nuevas vías de investigación. Les
animo a que sigan en el camino, pues el tema es proclive para ello. Buena
prueba de ello es que entre la primera y la segunda edición el número de
topónimos conocidos ha pasado de 60 a 100.
Doy las gracias a cuantas personas, que han sido muchas, me ayuda-
ron a que este libro salga a la luz. En primer lugar a mi hermano Jesús,
que realizó la mayoría de las fotos e hizo en su ordenador la maqueta
del libro. Un agradecimiento muy especial para mi amigo y compañero
de trabajo Fernando Rayo Tierno, oriundo de La Almarcha, que se entu-
siasmó con el tema, me buscó datos, corrigió el texto sucesivas veces y

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me dio valiosas sugerencias. También quisiera tener palabras de agrade-
cimiento para Yolanda Estefanía Aparicio, directora de la Biblioteca del
Museo Postal y Telegráfico, donde halló valiosos datos y con la que leí
varias veces el libro; a José Manuel Pedrosa, que me entregó su artículo
sobre el pozo Airón, me proporcionó información y me animó a seguir
en la tarea; a Alberto Lorrio, profesor de la Universidad de Alicante, que
me hizo llegar su artículo sobre el “Deus Aironis” y una fotografía del
ara votiva de Uclés; a Juan Carlos Olivares Pedreño, de la Universidad
de Alicante, con el que tuve varias conversaciones telefónicas, me envió
valiosa información, realizó el mapa con la distribución de los topóni-
mos y me dio numerosas sugerencias; a don Joaquín Vallvé Bermejo y
a don Francisco Ruiz Girela, que me orientaron en etimología árabe y
me hicieron llegar la crónica Muqtabis V; a los profesores de Historia
de España Antigua J. Mª Blázquez y Martín Almagro Gorbea, con los
cuales mantuve conversaciones telefónicas que me aclararon dudas; a
Julio César Aparicio y a Federico Rodríguez, del Instituto Geográfico
Nacional, que me entregaron el rastreo de topónimos, realizado sobre el
mapa 1:25.000 de España, que me permitió incrementar el número de
topónimos; a la boticaria de La Almarcha, Ana Martínez García, que me
buscó información para realizar el análisis de las aguas del pozo Airón;
a José Manuel Castillo Martín, que me facilitó el análisis de las aguas
del pozo Airón de La Almarcha; al concejal de Valeria, Julián Torrecillas
Moya, que me recibió en su pueblo, me mostró las ruinas de Valeria y
la Iglesia de la Sey donde se halla el pozo Lairón; a Emilio Poveda y a
Pedro Rodríguez, que me dieron información para el estudio geológico;
al profesor de Geografía en la Universidad Complutense de Madrid, Pepe
Carpio, que me ofreció algunos datos geográficos y me hizo llegar una
nota de un compañero de Facultad sobre el origen del pozo Airón; a Marc
Martínez, del Instituto Geominero de España, que me ayudó a interpretar
la hoja 662 de dicho Instituto; a Rosario Cebrián, conservadora de Mu-
seo de Segóbriga, que me facilitó un CD con el ara votiva dedicada al
dios Airón que se conserva en dicho Museo; a Heliodoro Cordente, que
me envió información sobre el proceso inquisitorial contra las brujas de
Belinchón; a los profesores Antonio Arnaiz y Joaquín Caridad Arias, que
me respondieron por correo electrónico a la pregunta que les hice sobre
la etimología del teónimo Airón; a Pilar Ruiz, que me ayudó a diseñar la
maqueta del libro; a Otilia Martínez Monge, que realizó la plumilla sobre
la leyenda de don Bueso; al fotógrafo de Vitigudino, Jacinto Iglesias, que

9
me facilitó la fotografía de la cascada del pozo Airón de Pereña; a los
muchos historiadores locales y secretarios de Ayuntamiento que atendie-
ron mis llamadas telefónicas e hicieron las averiguaciones oportunas para
confirmar o ampliar datos; y a todos cuantos, de una u otra forma, me han
facilitado la tarea de estudio de este tema con su ayuda desinteresada. A
todos ellos, gracias.

Almarcha-Madrid: 1979-2005-2011

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Capítulo 1
Testimonios epigráficos y arqueológicos

El dios Airón es uno de los 320 dioses indígenas que según J. Mª.
Blázquez recibieron adoración en la Celtiberia prerromana, aunque hay
que advertir que muchos de esos nombres sólo son topónimos que in-
dican el lugar donde la divinidad era adorada, por lo que el número de
divinidades se reduce considerablemente.
Según indican diversos historiadores (Rada y Fita 1889, Quintero
Atauri 1913, Blázquez 1977, Almagro Basch 1984, Lorrio 2002), el dios
Airón parece que es una divinidad indígena que recibiría culto junto a
pozos naturales, lagunas y simas.
Otras divinidades vinculadas con las aguas son: Ameipicer, Aturrus,
Bormanicus, Castaecae, Durbedicus, Edovius, Frovida, Reve, Coventina,
etc., pues se han hallado inscripciones referentes a ellos en Guimarães,
Braga, Campos, Caldas de Vizela, Santa Eulalia de Barrosa, Caldas de
Reis y en otros lugares del noroeste de la península Ibérica1.
Muy poco es lo que se sabe sobre estos dioses y muy poco también es
lo que sabemos sobre Airón, ya que apenas existen referencias literarias
de historiadores romanos sobre nuestros dioses indígenas. Los poblado-
res de la península en aquellos tiempos adoraban los elementos naturales,
pues pensaban que éstos influían en sus vidas. El sol, la luna, montañas,
árboles, fuentes y ríos se convirtieron en objeto de su veneración. Fuen-
tes, manantiales, pozos, lagos y ríos eran adorados, si se pensaba que te-
nían alguna virtud curativa o de ellos existía alguna leyenda que infundía

11
temor, y ambas cualidades coinciden en la pequeña lagunilla existente
a kilómetro y medio del pueblo conquense de La Almarcha, conocida
como el pozo Airón.
Es fama que el fango del fondo y que sus mismas aguas poseen virtu-
des medicinales que curan cualquier tipo de enfermedad de la piel. Desde
mediados del siglo XIX, cuando la Dermatología no estaba tan avanzada,
venían por el verano personas de diversos lugares, que ataban una cuerda
a una estaca clavada en el suelo y, agarrados a la cuerda que previamente
se habían atado a la cintura, se bañaban en el pozo Airón; eso sí, estando
presentes familiares o amigos que pudieran tirar de la cuerda para sacar
al bañista de la laguna en caso de peligro, pues en las mentes de los ha-
bitantes de la zona existen miedos ancestrales sobre los peligros del pozo
Airón, que tienen su base real en que la ova que crece en la laguna difi-
culta la natación y cuando se pretende hacer pie para salir, el lodo mile-
nario obstaculiza la salida del bañista y puede ocasionar que éste termine
hundiéndose en el cieno. A estos miedos ancestrales se une la realidad
histórica de que son muchos los ahogados a lo largo de los siglos en las
aguas del pozo Airón de La Almarcha, bien por no saber nadar o por no
haber tomado las precauciones necesarias.
Además se atribuye a Airón el carácter de un dios maléfico, misterio-
so, de tipo subterráneo e infernal que probablemente exigiera sacrificios
de productos de la tierra, de animales e incluso humanos para ser apla-
cado, ritos estos que son una mera conjetura, no confirmada todavía en
España por testimonios arqueológicos, pero que sí han sido confirmados
en la excavación de varios pozos celtas de Francia, donde se han hallado
restos de animales y hombres sacrificados al dios del pozo.
Ya hemos mencionado que no contamos con ningún documento es-
crito de historiadores romanos que nos hable del dios Airón. Con lo que sí
contamos es con un documento epigráfico, un ara votiva dedicada a esta
divinidad encontrada a comienzos del siglo XIX en unos terrenos cerca-
nos a Fuente Redonda, en el término municipal de Uclés. Quintero Atau-
ri, historiador, arqueólogo y cronista de Uclés, identifica la procedencia
exacta del ara como el lugar de la “Aldehuela”, cerca de Fuente Redonda.
Martín Almagro Basch, que realizó un estudio epigráfico de esta ara,
la describe en su libro Segóbriga. Inscripciones ibéricas, latinas y latinas
cristianas en los siguientes términos:

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Ara de piedra granítica, cuyo campo epigráfico presenta tonalidad rosa-
da. En su parte superior y lado derecho ha sufrido notables desperfectos
que afectan a varias de sus letras. La A última de la línea tercera tiene
perdido su trozo derecho por rotura del borde de la lápida. Sus dimen-
siones son: 75x38x27 cm. El tamaño de sus letras de factura tosca e
irregular, oscila entre los 8 y los 5 cm. de altura. La dureza de la pie-
dra ha hecho que las letras sean perfectamente legibles aún en nuestros
días2.
Las inscripciones que contiene dicha ara dicen así:

DEO A
IRONI
FECIT FA
MILIA OC
VLES VSE
CTITINIV
CRISPINV

La transcripción de dicha inscripción que realiza Martín Almagro,


tras considerar otras transcripciones de Blázquez, Fita y Hübner, es la
siguiente:
DEO AIRONI FECIT FAMILIA
OCVLE(N)S(IS) VSE(TANA?)
C(AIVS) TITINIV(S) CRISPINV(S)
La traducción al castellano de este texto latino, una vez completado
el texto abreviado, es: “Al dios Airón erigió la familia usetana oculense.
Cayo Titinio Crispino”.
En la inscripción epigráfica, que parece del siglo I después de Cristo,
se lee claramente en dativo de singular “DEO AIRONI”, con lo que se
demuestra que Airón fue un dios, y no un simple genio protector de fuen-
tes o pozos.

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Una vez descubierta el ara votiva, comenzó para ella una serie de
traslados que bien merecen su relato. Tras su descubrimiento, fue trasla-
dada a Uclés, donde quedó incrustada en una tapia del convento de las
religiosas Dominicas. En un texto en que comenta la excursión arqueo-
lógica realizada en septiembre de 1888 a Cabeza del Griego (Segóbriga)
y Uclés, Fidel Fita da la noticia de que en 1880 Román García Soria la
arrancó de la tapia y la depositó en el naciente Museo de Uclés. Pero no
terminó allí su peripecia. Según cuenta Almagro:
Pocos años después, el 20 de abril de 1891, un Acta del Museo Arqueo-
lógico Nacional nos da cuenta de la entrada en el mismo del referido
monumento, que fue registrado con el n.º 16583 correspondiente al In-
ventario General. Rivero la recogió en su Lapidario con el núm. 41. En
el Archivo Fotográfico del citado museo lleva la signatura: K 2151/10.
Finalmente, en 1972, el ara fue traspasada al Museo de Segóbriga, don-
de está señalada con el número V. 15. Hübner trae la inscripción en CIL
II, 5888, y J. Vives en el núm. 714 de su colección de inscripciones3.

El hecho de que esta ara (que no es de granito) se encontrara junto a la


laguna de Fuente Redonda, donde nace un afluente del río Bedija, y que
sea un ara votiva de agradecimiento, nos sugiere que este dios, con fama
de infernal, a veces también hacía favores como se los debió hacer a la
familia usetana de Cayo Titinio Crispino, una familia emigrante, pues los
usetanos eran una tribu que habitaba Ampurias. Esta familia debió acu-
dir a las aguas de Airón para curar alguna enfermedad, razón por la cual
dedicó esta ara votiva al dios en agradecimiento a los favores recibidos.
Tenemos nuestras dudas, al igual que ya se apunta en la transcripción
de Fita y Almagro, de que la traducción del término latino “VSE” sea
“usetana”; probablemente sean las iniciales de un nombre gentilicio para
nosotros desconocido.
Fuente Redonda pudo ser un santuario dedicado al dios Airón, pues
Quintero Atauri, en 1904, en su libro Uclés. Residencia de la Orden de
Santiago, al hablar de las aguas que abastecen al pueblo, dice: “Para el
consumo del pueblo tiene buen agua potable, conducida por cañería de
hierro desde el manantial de Fuente Redonda” y en la nota 1ª a dicho
texto, explica a pie de página que esta fuente se llamaba “así por estar ro-
deado de una construcción de cantería de forma circular, en gradería. Hoy
está casi cegada por falta de cuidado”4. Y añade unas páginas después:

14
La divinidad Airón debía ser popular entre lusones, porque aun hoy es
corriente entre los campesinos de la región amenazar a los hijos con lle-
varlos al pozo Airón, y en la misma provincia de Cuenca existe un pozo
con este nombre, lo mismo que sucede en Hontoria del Pinar5.

El culto que el dios Airón recibió en Uclés debió ser importante, así se
explica que en tiempos de los romanos -o probablemente antes- se hiciera
semejante obra un poco más allá del nacimiento del manantial. En rea-
lidad el manantial que aporta sus aguas a Fuente Redonda se ubica unos
cuarenta metros más arriba, junto a la carretera y la arqueta que cubre el
sondeo que a comienzos del siglo XX proporcionaba el agua potable a
Uclés. Tras visitar Fuente Redonda en varias ocasiones, interpretamos
que se trata de una laguna artificial, de unos quince metros de diámetro, y
metro y medio de profundidad, con aguas cristalinas y potables, construi-
da por la mano del hombre. ¿Por qué se construyó esta laguna, revestida
de piedra de cantería en todo su perímetro, excepto en la entrada y salida
de las aguas? La primera hipótesis que se plantea es que sirviera como
un simple depósito de agua para el aprovisionamiento del poblado de la
“Aldehuela” que estaba ubicado al lado. El graderío existente también
sugiere que probablemente se practicaran en ella ritos de inmersión en
honor a Airón.
Otra prueba de la importancia del manantial se halla en el topónimo
Uclés. Según expone Antonio Marqués de Faria (2003), el origen del
topónimo Uclés proviene del término latino oculis, que significa “ojos”.
Fuente Redonda sería el “manantial”, “ojos del agua”, lo que se explica
por considerársele nacimiento del Bedija, aunque el nacimiento real está
un poco más lejos, cerca de Rozalén del Monte6. Es curiosa la coinciden-
cia; pero Quintero Atauri, en el libro mencionado, sostiene que su origen
puede ser “Ocilis”; tal vez el origen sea el ablativo de plural latino oculis,
lo que puede interpretarse como “población ubicada en los ojos o naci-
miento de un río”.
Otro de los lugares donde el dios Airón pudo recibir culto fue en
la ciudad romana de Valeria (Cuenca). Aquí encontramos actualmente
uno de los ninfeos del Imperio Romano mejor conservados. Según Ángel
Fuentes, el de Valeria era un edificio de culto a las aguas, más que un
edificio de ornato. Consta de siete nichos semicirculares alternados con
exedras rectangulares. De estos nichos emergían catorce fuentes o bocas

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pareadas en siete grupos manando agua. El agua llegaba al ninfeo a través
de un acueducto, que proviene de un paraje conocido como “Las viñas”,
y pudo padecer problemas de abastecimiento; por ello, Valeria creció ha-
cia la zona en la cual se ubica la población actual, donde el nivel freático
de las aguas se encuentra a tan solo tres metros de profundidad. Comenta,
a este respecto, el arqueólogo Ángel Fuentes en el libro Ciudades roma-
nas en la provincia de Cuenca:
Creo que el centro de este “barrio” periférico o suburbano lo constituía
un templo dedicado precisamente a una divinidad infernal de las aguas:
el templo de Airón, dios indígena bien conocido por la toponimia en
otras zonas de la Meseta y en la provincia de Cuenca en Uclés a través
de un epígrafe7.
Los restos de este templo, que todavía permanecía abierto al culto en
el siglo IV d. C., se reutilizaron en la construcción de la actual iglesia del
pueblo, en la que encontramos embutidas en sus paramentos: columnas,
capiteles, cornisas, ménsulas, estelas funerarias y grandes piedras de ori-
gen romano, así como otras de origen visigodo.
El templo romano, que pudo estar dedicado al dios Airón, atraería
entre los siglos IV y V d. C. al grueso de la ciudad. Lo cierto es que en la
nave norte, de las tres que posee la actual iglesia de la Sey, se ubica un
pozo Airón que tiene fama entre los habitantes de la villa de que no se
seca nunca, aunque los restantes pozos lo hayan hecho.
Llevado por la curiosidad, hace años visité la actual iglesia de la Sey
(contracción de sede, que recuerda a la antigua sede episcopal que fue
Valeria, de lo que queda constancia por el nombre de sus obispos, que
asistieron a los concilios de Toledo: Juan, Magnencio, Eusebio, Tagon-
cio, Esteban y Gaudencio). Los “viejos del lugar” que hicieron de guías
insistían en sus explicaciones en dos ideas. Una anciana repetía continua-
mente: “aquí tenemos al Lairón” (versión popular de Airón, que se forma
por contracción de “El Airón” desapareciendo la e inicial) y cuando al fin
le pregunté por él, me explicó que se trata de un pozo que siempre tiene
agua. Por su parte, los ancianos que me acompañaban no hacían más que
repetir: “y debajo de esta iglesia hay otra”. Cuando les pregunté en qué
argumentos basaban su afirmación, me respondieron que a la altura del
altar mayor, y en la nave norte, cuando se pisa fuerte, se percibe una es-
pecie de sonido a hueco.

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Mientras que las excavaciones arqueológicas en el interior de la igle-
sia no lo demuestren, no sabremos cuál de las dos hipótesis siguientes
es la correcta: si, como sugiere el arqueólogo Ángel Fuentes, la actual
iglesia de la Virgen de la Sey está construida sobre un templo romano
dedicado al dios Airón, cuyos materiales de derribo se reutilizaron en
la nueva iglesia; o si, como sugiere Julián Torrecillas en su página Web
sobre Valeria, lo que hay debajo de la actual iglesia es la basílica visigó-
tica que fuera sede del episcopado valeriense. A mi modo de ver, ambas
explicaciones son posibles. Primero existiría un templo romano dedicado
al dios Airón. Con la llegada del cristianismo, éste sería destruido y sus
materiales servirían para construir una basílica visigótica, pues es sabi-
do que los cristianos edificaron muchas de sus iglesias sobre santuarios
donde antes se adoraba a dioses paganos. Con la llegada de los árabes a
España, la basílica de la sede episcopal, a su vez, fue destruida y, tras la
conquista de Cuenca por Alfonso VIII, se edificó la actual iglesia en el
mismo lugar donde antes había existido un templo dedicado al dios Airón
y después una basílica visigótica; ello explica la mezcla de elementos
romanos y visigóticos que encontramos en la actual iglesia de la Virgen
de la Sey.
De lo que no cabe la menor duda es que en la nave norte de la actual
iglesia de Valeria existe un pozo, llamado Airón por unos y Lairón por
otros, al cual se le conoce desde tiempos inmemoriales; y este pozo tiene
fama de que su agua no se agota nunca por muy seco que sea el año.
Mucho debió costar al cristianismo erradicar el culto a las aguas que
abarcaba toda la meseta castellana, Portugal y también Francia. Después
de la implantación del cristianismo, se siguió practicando el culto a las
fuentes (delante de las cuales se encendían antorchas y se les ofrecían
preferentemente pan e incienso)8, de ahí la insistencia de los concilios de
Toledo y de Braga en prohibir su culto.
Pero ninguna revolución religiosa logró terminar del todo con esta
devoción popular que probablemente se originó en el neolítico, y que se
mantuvo durante la Edad Media a pesar de las recomendaciones religio-
sas para que se abandonase su culto9.

17
Pozo Airón en el interior de la iglesia de Valeria

18
Capítulo 2
Noticias sobre el pozo Airón de La Almarcha

En este capítulo me propongo examinar todas aquellas noticias que


a lo largo de los años nos han dejado geógrafos, historiadores y viajeros
sobre el pozo Airón de La Almarcha, por ser éste el más famoso entre
todos los pozos “Airón” de la península Ibérica y al que se refieren la ma-
yoría de los geógrafos e historiadores cuando hablan del “pozo Airón”.
La primera cita de que disponemos nos la proporciona el Infante don
Juan Manuel, dueño del señorío de Villena, que solía vivir, junto con su
esposa doña Constanza, durante largas temporadas en la vecina villa del
Castillo de Garcimuñoz a cuya jurisdicción pertenecía entonces el lugar
de “El Almarcha”. En su obra Libro de la caza, compuesta a comienzos
del siglo XIV (1325), nos da esta escueta referencia:
el aRoyo del almarcha sale del almarcha e entra en xucar de yuso de
vcero e pasa çerca del poso ayron. Eneste aRoyo ay parada de anades e
logar para las caçar con falcones. Pero e enel malos pasos1.
El hecho de que don Juan Manuel, tan sólo ciento cincuenta y un años
después de la reconquista de estas tierras, siga manteniendo el nombre
de Ayrón nos hace pensar que, por tratarse de un dios, este nombre se
ha mantenido inalterable desde el neolítico a pesar de la ocupación del
territorio por diversos invasores -celtas, romanos y árabes- que siempre
respetaron el nombre del dios y lo transmitieron, de generación en gene-
ración, rodeado de un halo de misterio y temor.
Jean de Vandenesse, holandés que acompañaba al emperador Carlos
V, menciona en su obra Journal de voyages de Charles Quinte de 1514

19
a 1551 cómo el emperador Carlos V, el 26 de abril de 1528, cuando iba
de camino a Valencia para jurar los fueros del reino, se aparta del camino
real que va de Madrid a Valencia para ir a visitar el pozo Airón, por ser
cosa muy señalada en su tiempo. Y de nuevo, el 21 de diciembre de 1542,
viniendo de Valencia, al pasar por La Almarcha también fue a visitarlo.
Esta vez, el emperador almorzó en La Almarcha, donde los lugareños le
agasajaron con un asado de jabalí y un estofado de perdices2.
Años después, en las Relaciones topográficas (1558) que Felipe II
mandó hacer a las diversas villas de sus reinos, los vecinos de la villa del
Castillo de Garcimuñoz respondieron así a la pregunta número 21, que
versaba sobre las aguas del pueblo:
A los veinte e un capítulos dixeron: que la dicha villa tiene bastante
agua, e que hay cuatro fuentes señalada de donde se provee el dicho
pueblo de agua; e que hay un lago que se llama El pozo Airón, que es la
cosa más señalada de esta tierra, el cual no cría cosa alguna de pescado,
sino es sabandijas ponzoñosas; e que el sabor y color es como de la mar,
y es tan profundo que hasta agora no se sabe el fondo de él. Es en forma
redonda e muy ancho, e que el agua es de tal sabor que ni los hombres,
ni bestias, ni aves, ni ningund animal bebe de ella, por ser el agua como
la de mar y en tierra se dice comúnmente ser ojo de mar; y aunque de
él se dicen muchas cosas fabulosas esta es la verdad; e por cosa notable
el emperador don Carlos Quinto pasando a Valencia lo fue a ver por ser
cosa muy nombrada, y el rey don Felipe, nuestro señor, asimismo. Cae
a media legua de esta villa, en su jurisdicción, a la parte del norte; y esto
dixeron al dicho capítulo3.
Ambrosio de Morales, cronista real de Felipe II e inspirador de las
Relaciones topográficas, de las cuales luego obtuvo mucha información
para su libro Antigüedades de las ciudades de España (1575), hace la
siguiente referencia:
El pozo Ayrón, tan celebrado en nuestros cantares, es un lago no muy
grande, mas muy hondo, cerca de la villa llamada Castillo de Garci
Muñoz, en la Mancha. No se le conoce tampoco fuente ni manantial, y
sustenta en todo tiempo su lleno de una manera. Y por ser aquella tierra
tan seca, es mas notable y extraña aquella abundancia de agua allí que-
da y estantía4.
El hecho de que Ambrosio de Morales, que por su cargo de cronista
real era una persona muy ilustrada, diga “tan celebrado en nuestros can-

20
tares”, es una prueba concluyente de que en el siglo XVI existían diversas
canciones o coplas sobre el pozo Airón de La Almarcha. No sabemos cuál
es la razón por la que no fueron recogidas en los romanceros, considera-
mos probable la explicación dada por J.M. Pedrosa de que estos cantares
estuviesen en pareados hexasílabos, metro que despreciaron las colec-
ciones de romances antiguas. Prueba de que hubo romances sobre el pozo
Airón es que en el Archivo de Menéndez Pidal existen varias versiones
de un romance recogido en Salónica (Grecia), en la comunidad de judíos
sefardíes. Dado que el texto se comenta en otro capítulo, sólo exponemos
su inicio que dice así:
Ya se van los siete hermanos, ya se van para Aragón;
los calores eran fuertes, agua non se les topó.
Por el medio del camino toparon un pozo Airón5.

En el siglo XVII (1622) Baltasar Porreño, cura párroco de Sacedón,


sólo proporciona una escueta referencia sobre el pozo Airón en su ma-
nuscrito inédito Declaración del Mapa del Obispado de Cuenca. Dice
así el texto consultado en la Biblioteca Nacional: “Almarcha aquí hay
un poço profundíssimo llamado Airòn, donde dicen, que hechó D Bueso
veinte, y quatro Amígas suyas, y las ahogò”6. El texto, aunque corto, es
muy importante para nuestro tema, pues en él aparece por primera vez la
referencia a la leyenda de don Bueso.
El historiador Mártir Rizo, en su obra Historia de la muy noble y
leal ciudad de Cuenca, publicada en 1629, da la siguiente noticia sobre
el pozo Airón:
El poço Ayrón es vna legua de Almarcha, que no se halla suelo, ni tiene
corriente à parte ninguna, y adonde se dize (no se si fabulosamente) que
don Buesso echò veinte y quatro amigas suyas a quien hazia desnudar
por quitarlas las joyas que tenian. Y auiédole rogado vna dellas, que
por la honestidad de su persona boluiesse las espaldas en tanto que se
desnudaua, al tiempo que lo hizo le violentò con un golpe, de suerte,
que le precipitò en el7.
Antonio Ponz en su Viaje por España, cuya primera edición data de
1774, sólo le dedica cuatro líneas: “Cerca de la Almarcha hay otra8, que
llaman el Pozo de Ayrón, el qual es muy nombrado, y de tanta profundi-
dad, que vulgarmente se dice que no tiene suelo”9.

21
Por su parte, el geógrafo conquense Fermín Caballero, en su Ma-
nual Geográfico-administrativo de España (1844), dice en su artículo
“Simas” con respecto al pozo Airón de La Almarcha, tras haberse re-
ferido previamente al de Granada: “el pozoairon del Castillo de Garci-
Muñoz, tenido por ojo o respiradero de mar”10.
Estrada, cuando describe en su obra las cosas más notables del país
en todas sus manifestaciones y géneros, afirma en la página 27: “En la
Mancha merece el Pozo de Ayrón que se le de el nombre de Lago, pues es
tanta su profundidad y grandeza, que se usa como proloquio -o sentencia-
en España su memoria, y encarecimiento”11.
Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico
de España, (1846) al hablar del municipio de La Almarcha, hace la si-
guiente referencia sobre el pozo Airón:
a ¼ leg. al E. una laguna de poco más de 300 metros de circunferencia,
cuya agua, que no cria pesca, es muy salobre: es esta laguna de gran
nombradía, ya por la particularidad de contener siempre una misma
cantidad de agua, ya por no haberse descubierto su fondo, y lleva de
inmemorial el conocido nombre de Pozo Airon12.
Sin embargo, cuando trata el término AIRÓN (POZO DE), describe
la laguna de Hontoria (Burgos) de la que da una descripción más amplia
que transcribimos en el capítulo dedicado a la toponimia13. Es curiosa la
coincidencia que se da entre las dos lagunas, de las dos se desconoce su
fondo, pues forma parte de la mitología de los pozos “Airón” que son
profundísimos o no tienen fondo.
Muñoz Soliva, en su obra Historia de la muy Noble, Leal e imperté-
rrita ciudad de Cuenca y del territorio de su provincia y Obispado, des-
de los tiempos primitivos hasta la edad presente”, escrita en 1867, poco
es lo que aporta con esta breve mención:
En la Almarcha está el Pozo Airon, donde Porreño dice, que D Vueso
ahogó sus muchas concubinas. Tal es su fama de profundidad, que pa-
sando a Valencia, se llegó a verlo el rey Cárlos I14.
Pedro Pruneda, en su Crónica de la provincia de Cuenca (1869),
sólo le dedica unas líneas:
A poca distancia de Almarche, hay una laguna conocida con el nombre
de pozo Airon, donde es fama que un D. Bueso mandó arrojar á sus 24

22
mancebas; este pozo es tan profundo, que vulgarmente se dice que no
tiene suelo15.
Cortázar, al hablar de las lagunas de Cuenca, en su obra Descripción
física, geológica y agrológica de la provincia de Cuenca (1875), escribe
al referirse al pozo Airón de La Almarcha:
Es una laguna situada a dos kilómetros al E. del pueblo de La Almarcha,
de unos cincuenta metros de diámetro y de profundidad desconocida,
sin que se note por parte alguna entrada ni salida del agua, que se con-
serva en todo tiempo a un mismo nivel, de un color muy oscuro y sabor
desagradable, y no cría peces16.
Comenta estos datos Torres Mena diciendo: “No habiendo sido visi-
tada La Almarcha por el Sr. Cortázar en su excursión científica, son sin
duda de mera referencia los datos que consigna”17.
Otro testimonio de finales del siglo XIX es el don José Torres Mena,
aunque nacido en Casas Ibáñez, se consideraba almarcheño de adopción,
su abuela materna era de La Almarcha (pertenecía a la noble familia de
los Moya) y además aquí estableció su residencia alternándola con Ma-
drid. Por ello, en su obra Noticias conquenses (1878), comenta al referirse
al artículo que dedica a La Almarcha: y si alguno encuentra este artículo
más extenso que otros muchos que parece reclaman mayor importancia,
tenga en cuenta que trato en él del que considero como mi lugar, porque
en él he venido á establecerme, sobre la tierra de mis mayores y bajo la
sagrada sombra de sus recuerdos inextinguibles18.
Junto con Quadrado, fue Torres Mena el autor del siglo XIX que más
líneas dedicó al estudio del pozo Airón. Además de recoger todas las no-
ticias que pudo de historiadores y geógrafos sobre esta lagunilla, realizó
dos empresas sobre la misma que le honran y que relata en su libro. En
1853 introdujo la palabra “pozo Airón” en el Diccionario Enciclopédico
de la Lengua Española del cual fue uno de los colaboradores. En el tomo
I, en la palabra “Almarcha”, Torres Mena describe el pozo Airón en los
siguientes términos:
A ¼ de legua de la población hay una laguna de gran nombradía, por
contener siempre la misma cantidad de agua, y no haberse descubierto
su fondo. Lleva de tiempo inmemorial el conocido nombre de POZO
AIRON 19.

23
La inclusión del término en este diccionario influyó en otros diccio-
narios que se editaron después. Consultada la palabra “pozo Airón”, en
la edición vigesimoprimera del Diccionario de la Real Academia de la
Lengua, impresa en 1992, encontramos la siguiente definición:
Airón. Pozo o sima de gran profundidad. Ú. en sent. figu. y fam. como
lugar donde alguna cosa se pierde, desaparece sin que haya esperanza
de recobrarla o se olvida. Caer una cosa en el POZO AIRÓN, echar una
cosa en el POZO AIRÓN, lo tragó el POZO AIRÓN20.
Torres Mena opinaba que el nombre de la Almarcha era famoso en
España sólo debido a su pozo Airón, por eso dice en su obra:
Nada de esto era bastante para hacer de la Almarcha una población
notable, é ignorada del mundo existiría á no ir unido su nombre a los
romanceros relatos del Pozoairón; maravilla o fenómeno hidrológico
vulgarizado principalmente desde que en 1853 tuve ocasión de consig-
narlo en el “Diccionario Enciclopédico de la Lengua Española21.
José María Quadrado, en su libro Viaje por España: Guadalajara y
Cuenca (1886), hace una larga descripción del pozo Airón en los siguien-
tes términos22:
Inmediato al castillo de Garcimuñoz y en términos de Almarcha, que fue
en otro tiempo dependencia de su corregimiento, está el célebre Pozo
Ayrón, del que también daba cuenta la relación de Garcimuñoz [a]. La
existencia de un lago salado en tierra tan salitrosa y próxima a grandes
salinas nada tiene de extrañeza, sin necesidad de inventar que sea ojo
de mar. Con todo, llegó a adquirir gran celebridad, y los conquenses y
manchegos hubieron de popularizar el nombre del salobre lago, apli-
cándolo a la corte de Madrid [b]. Visitólo el emperador Carlos V yendo
de paso para Valencia, y también su hijo Felipe II. Ahora ya se bañan en
él, habiéndolo hecho al pronto algunos despreocupados por diversión o
broma, sin que ningún tiburón ni serpiente verde y escamosa con ojos
fosforescentes, arrastrara al fondo de la inconmensurable sima para de-
vorarlos a los incautos profanadores de su sombrío albergue.Y ¿quién
sabe si algún día hallará algún químico que las temibles aguas del Pozo
Airón son útiles para curar escrófulas sin necesidad de ir a puertos de
mar?
La fábula y la leyenda contribuyeron también a dar fama y celebridad
al Pozo Ayrón. A principios del siglo XVII corrió la voz entre los noti-

24
cieros [c] ó quizá venía de antes, de que D. Buesso echó en aquel Pozo
veinticuatro amigas suyas.
¿Y quién era ese D. Buesso, caballero de nuestros romances populares
y morisco [a]?
Un d. Buesso con veinticuatro queridas, tiene más de moro que de cris-
tiano, y si á esto se añade que convertido en Barbazul manchego, con-
cluye por desnudarlas para quedarse con sus alhajas y ahogarlas en el
pozo, nos da idea de que no pudo ser después de la reconquista, aunque
en el siglo XIV no habían perdido los magnates las costumbres de los
tornadizos muladyes. Y como una fábula suele traer otra por contera,
poco después se añadía que una de las queridas le suplicó a su Barbazul,
¡extraño melindre! que se volviera de espaldas mientras se desnuda-
ba, y aprovechando un momento empujó briosamente á D. Buesso y le
arrojó al pozo [b].
Valentín Picatoste, ya a finales del siglo XIX (1897), en su Descrip-
ción histórica de España. Provincia de Cuenca, ofrece un resumen de lo
que aportaron historiadores anteriores:
Almarcha, célebre en las crónicas por su laguna, llamada Pozo Airón,
cuya profundidad es proverbial en toda Castilla, y por tener las aguas
saladas se le llamó ojo de mar. Cuenta el P. Rizo en su Historia de
Cuenca que D. Buesso, caballero de malas costumbres, quiso arrojar á
esta laguna veinticuatro amigas suyas, haciéndolas desnudar con objeto
de apoderarse de sus joyas; mas, rogándole una de ellas que se volviese
de espaldas mientras se desnudaba, le dió un golpe en la nuca y le pre-
cipitó al pozo donde murió23.
En el siglo XX no abundan las noticias, aunque los datos que se dan
son más serios que los dados en siglos anteriores. Pelayo Quintero Atau-
ri (1904), arqueólogo y cronista de la villa de Uclés, en su obra Uclés.
Antigua Residencia de la Orden de Santiago, al informar del hallazgo del
ara votiva dedicada al dios Airón en Fuente Redonda, también habla del
pozo Airón existente en Garcimuñoz y de otro en Hontoria del Pinar.
Gabriel Mª Vergara (1926), en el artículo que le dedica al pozo Ai-
rón, en su Diccionario geográfico popular, dice al respecto:
POZO AIRÓN o MAR DE CHÁ.-
Provincia de Cuenca.

25
Cerca de La Almarcha (Cuenca) está el famoso pozo Airón, que aunque
sólo tiene unos 50 metros de perímetro, es su profundidad tan enorme,
que se cree es incalculable, por lo que en toda España se refieren pere-
grinas consejas referentes a este pozo, y cuando se quiere dar a entender
que alguien ha caído en un abismo insondable, o que ha desaparecido
de un modo súbito una persona o cosa, se dice: Cayó en el pozo Airón,
y también: Lo tragó el pozo Airón.- En general se llama Airón al pozo
que se hace para airear las minas; pero en varias provincias de España,
además de este pozo Airón de la de Cuenca, hay tradiciones de la exis-
tencia de pozos como éste, entre otras en la de Segovia, sin que tengan
ese destino, y de los que se cuentan también cosas extraordinarias, y
cuya profundidad se desconoce24.
En esta referencia cabe reseñar varios errores. Comienza llamando al
pozo Airón “Mar de Chá”, lo cual es erróneo. Después confunde el perí-
metro con el diámetro y le otorga 50 metros de perímetro, cuando tiene
180. A continuación le atribuye una profundidad incalculable, cuando re-
sulta que no tiene más de seis metros. Y, por último, inventa que se deno-
mine Airón “al pozo que se hace para airear las minas”, noticia que sólo
hemos leído en este geógrafo. Del pozo Airón que dice haber en Segovia
del que “se cuentan cosas extraordinarias” no tenemos noticia alguna y
no hemos podido documentarlo.
Miguel Herrero escribe en la revista Estudios geográficos (1941)
un artículo bastante documentado, que titula “El pozo Airón”, de donde
obtuve datos para las páginas que dediqué a su estudio en mi libro Al-
marcha, donde se recogen testimonios de diversos autores sobre el mis-
mo. Los datos que se recogieron con posterioridad los publiqué en el
“Epílogo” del libro Pregones de las fiestas de San Bartolomé 1979-1999.
La publicación de Miguel Herrero, aunque breve (tan sólo tiene siete
páginas), se caracteriza por su rigor científico, pues los muchos datos
que aporta -romance sefardí, versos de entremeses, noticias de diversos
pozos “Airón”- los documenta con la cita correspondiente y con datos
bibliográficos.
Marcelino Menéndez Pelayo (1948), al hablar del dios Airón y del
término pozo Airón, dice refiriéndose al de La Almarcha: “El pozo Airón
mencionado por Cervantes y otros autores del siglo XVII debe ser el de
Garci-Muñoz, que era el más famoso”25.

26
A mediados de la pasada centena Luis Pardo escribe en su Catálogo
de los lagos de España (1948): “Mar de Cha (Laguna). Nombre árabe
de la Laguna Pozo Airón”26. Llamar al pozo Airón “Mar de Cha” es una
burda explicación, fruto de un total desconocimiento de la lengua árabe.
Tal como explico en mi libro El proceso de villazgo de La Almarcha, el
origen del topónimo Al-marcha viene del árabe “al-marğ”. El artículo al
puede ser traducido por “el” o “la” y el término marğ, en árabe clásico
significa “prado”, sin ningún lugar a dudas. Lo que hace Luis Pardo co-
piando a Vergara, para dar esta explicación, es descomponer el nombre
Almarcha en AL-MAR-CHA. Desecha el artículo “AL” y con lo que le
queda se inventa “Mar de Cha”, desconociendo que en La Almarcha el
mar dejó de ocupar sus tierras hace aproximadamente unos 25 millones
de años.
Posteriormente, al hablar de la laguna del Pozo Airón, enumerado
con el número 1831, dice:
Sinonimia: Laguna de Pozo Airón, Mar de Chá. Localización: A 1.300
m. al E. del pueblo de La Almarcha. Características: Esteparia.
Morfometría: Circular, de unos 50 m. de diámetro para algún autor; de
150, para otro; de 100, en el Mapa (hoja 662) del Instituto Geográfico,
pero de enorme profundidad, lo que motiva se le califique de insonda-
ble; el nivel de sus aguas es constante.
Folklore: A esto aluden las locuciones proverbiales “cayó en el Pozo
Airón” o “se perdió en el Pozo Airón”, cuyo uso ha tomado carta de
naturaleza en la paremiología nacional; algunas consejas del país, como
la de Don Bueso, se fundan en lo mismo27.
César González-Ruano, en su obra Guía de Cuenca y principales
itinerarios de su provincia (1956), tampoco aporta nada nuevo:
Cerca, y también próxima a La Almarcha, se halla la sima llamada
“Pozo Airón”, donde una terrible tradición medieval dice que allí man-
dó arrojar, para robarles sus joyas, a sus veinticuatro concubinas un
desalmado Barba Azul que recuerda el romancero: Camina don Bueso
mañanita fría a tierra de moros a buscar amiga...28.
También, en 1956, comienza a publicarse el Diccionario Geográfico
de España, bajo la dirección técnica de Germán Bleiberg, que nos da
esta curiosa descripción:

27
POZO AIRON (Laguna de).- Sit. unos 1.300 m. al E. del pueblo de La
Almarcha (CU); esteparia, circular, de profundidad enorme y con longi-
tud que varia según los autores que la estudian, dándose para ello cifras
que oscilan entre 50 y 150 m. Su profundidad ha dado lugar al dicho
popular: Perderse en el pozo Airón. También se la llama laguna de Pozo
Airón y Mar de Cha29.
Este texto es una copia casi literal de lo que ya dijera en 1948 Luis
Pardo y cuya valoración ya hemos comentado.
Teniendo en cuenta la descripción que nos da don Juan Manuel en el
siglo XIV “pero e en el malos pasos”, y el significado de Almarcha que,
como hemos visto, en árabe significa “el prado donde pacen los ganados”
y también “lugar pantanoso”, pensamos que en las estaciones lluviosas
toda la zona debería ser un amplio humedal. Recuerdo decir a mi abuelo
materno, Estanislao Parrilla, que algunos años en los que llovía mucho,
el pozo Airón se salía y el agua llegaba hasta el camino, o sea, unos 200
metros más abajo.
Julio Larrañaga, en su obra Cuenca. Guía Larrañaga (1966), da
esta breve descripción:
La denominada Pozo Airón, a unos dos kilómetros de Almarcha, es de
profundidad desconocida, con unos ciento cincuenta metros de perí-
metro y sin que varíe el nivel de su superficie, aunque no se note sitio
de entrada ni salida, el sabor de sus aguas es sumamente desagradable
y sobre ella corre la leyenda de que un don Bueso trató de arrojar a su
fondo veinticuatro amigas suyas, completamente desnudas, al objeto de
robarlas cuanto llevaran encima, pero habiéndole rogado una de ellas
se volviera mientras se desnudaba, la dio un golpe que le hizo caer al
pozo, donde se ahogó30.
José Manuel Pedrosa, en 1993, publica un amplio artículo de dieci-
séis páginas, que se centra en un serio análisis de filología comparada del
romance sefardí “Ya se van los siete hermanos” y de la leyenda de don
Bueso. Además, aporta datos sobre otros pozos “Airón” de los que tiene
noticia, como los que existen en Medina del Campo o en Tejerina.
Alberto Lorrio, en un artículo publicado en 2002 sobre la necrópolis
romana de Haza del Arca y el análisis del ara votiva dedicada al Deus Ai-
ronis, también aporta datos de interés que apoyan la tesis de que en Fuen-
te Redonda (Uclés) hubo un santuario donde se adoraba al dios Airón.

28
El análisis de todos estos datos, que suelen ser reiterativos y -a veces-
copia unos de otros, nos permite llegar a algunas conclusiones:
• El pozo Airón de La Almarcha debió ser muy nombrado durante la Edad
Media y el siglo XVI, pues los reyes Carlos I y su hijo Felipe II se des-
plazaron del camino real, en sus viajes a Valencia, para ir a visitarlo.
• Casi todos coinciden en que no se conoce su fondo, que no lo tiene o que
es un ojo de mar.
• Varios insisten en el carácter salino de sus aguas y a ninguno se le ocurre
pensar que este pozo, que está al mismo nivel freático de las aguas del
pozo dulce de San Bartolomé (a menos de 500 metros de distancia), debe
su carácter salino a la disolución con la lluvia del material sedimentario
existente en el cerro que se levanta sobre el paraje, en cuyas laderas se
halla la rosa del desierto, que contiene sales de calcio y de magnesio en
gran cantidad, como lo demuestra el análisis químico de sus aguas reali-
zado por solicitud de Torres Mena.
• Se dice que no crea pescado alguno, sino sólo “sabandixas ponzoñosas”;
lo cual no es cierto, pues en el siglo XX algún almarcheño echó allí car-
pas que había pescado en el pantano de Alarcón y no sólo logran sobre-
vivir, sino que también se reproducen.
• Algunos autores dan testimonio del miedo secular a bañarse en sus aguas,
miedo que comienza a vencerse en el siglo XIX, y en el siglo XX es nor-
mal bañarse en él, en la creencia de que sus aguas curan enfermedades
de la piel.
• Varios autores hablan de la leyenda de don Bueso (el primero de ellos
Baltasar Porreño, en el siglo XVII), aunque las versiones que nos dan
son opuestas. Para unos fue Don Bueso quien ahogó a veinticuatro de sus
amigas (concubinas para otros), con la finalidad de robarles sus alhajas;
en otra versión, quien murió ahogado en aguas del pozo Airón fue Don
Bueso, merced a la astucia de una de sus potenciales víctimas.
• Ambrosio de Morales, buen conocedor del lugar, comenta refiriéndose al
pozo Airón: “tan celebrado en nuestros cantares”; prueba de que los hubo
y que él conocía varios, pero que se perdieron al no ser recogidos en los
romanceros, si bien, como se ha comentado, se conservan en el folclore
sefardí de Salónica, Tetuán y Estambul.
Para terminar el capítulo añadiremos algunas noticias recientes. En
agosto de 1981, junto con mis amigos Damián Martínez y José Juan

29
Arnal, me propuse terminar con el mito de que el pozo Airón era un ojo
de mar y, por lo tanto, insondable. Primero medimos su diámetro en su
parte más ancha y encontramos que alcanzaba unos 60 metros aproxima-
damente. Después, con un artilugio que inventé para detectar su profun-
didad, procedimos a medirla y encontramos que, en su parte más honda,
tenía menos de seis metros de profundidad. El artilugio en cuestión con-
sistía en un madero, en torno al cual habíamos enrollado una cuerda que
estaba atada a una pesa de metal. Al desenrollar la cuerda, cuando la pesa
tocaba fondo, parte de la cuerda quedaba flotando sobre el agua, pero si
todavía no había tocado suelo, entonces la cuerda mantenía la vertical.
En el verano de 1995, año en que se produjo una gran sequía que hizo
perder la cosecha a casi todos los agricultores del pueblo, el pozo Airón
-por primera vez en su historia- se desecó aparentemente y quedó cubier-
to por una capa de sales. Al pretender caminar sobre estas sales, los lodos
se convertían en una especie de arenas movedizas de las que costaba sa-
lir, tal como le ocurrió a mi amigo J.M. Pedrosa cuando lo visitó, y a mí
mismo el día en el que, junto con mi hermano, me acerqué a fotografiar
el pozo Airón desecado, que aparece en la instantánea publicada en este
libro.

30
Capítulo 3
Descripción geográfica, geológica e
hidrológica del pozo Airón de La Almarcha

La laguna del pozo Airón se sitúa en terrenos de laboreo en el término


municipal de La Almarcha (Cuenca) a unos 1.300 metros del pueblo, en
dirección Este. Su ubicación es 39º 41´ 12´´ de Latitud Norte y -2º 21´
43´´ de Longitud Oeste, XUTM 554421, YUTM 439304, según figura
en la hoja 662-III del Mapa Topográfico Nacional (escala 1:25.000) del
Instituto Geográfico Nacional. El ambiente en el que se da es árido y se
ubica al pie de un pequeño cerro. Su altitud sobre el nivel del mar alcanza
los 835 metros.
Del Mapa Geológico de España, hoja 662, correspondiente a Valver-
de del Júcar, extraemos los siguientes datos de la zona sobre la que se
halla el pozo Airón. Según el esquema litológico, los componentes del
terreno son arcillas rojas con nivelillos de yesos y yesos blancos de natu-
raleza masiva. Según el esquema morfoestructural de la región pertenece
a la denominada Depresión Intermedia, situada entre las sierras de Alto-
mira y Cuenca. Su edad está comprendida entre el período Arverniense y
el Ageniense, que es el tránsito del Paleógeno al Neógeno; corresponde a
la época terciaria cuya edad se estima en unos 25 millones de años.
Parece ser que el sabor salobre de sus aguas se explica por la diso-
lución de los yesos del entorno geológico en el que está ubicada dicha
laguna y también por los componentes del cerro que se alza sobre ella, en
cuyas laderas se encuentran con facilidad pequeñas rocas yesíferas cono-
cidas como rosa del desierto1. Estas rosas se forman en ambientes donde
la evaporación es muy intensa, por precipitación directa de soluciones en

31
conexión con rocas yesíferas y arcillas en depósitos asociados a antiguos
mares o lagos salados.
El posible origen del pozo Airón puede estar asociado a un fenómeno
de disolución de niveles yesíferos subyacentes que constituyen acuíferos
locales. El libro Cien fuentes de Castilla-La Mancha (1989), editado por
la Junta de Comunidades, ofrece la siguiente descripción al respecto:
En la proximidad de la población de La Almarcha hay una singular la-
guna, conocida con el antiguo nombre de Pozo Airón. La extrañeza de
su misma presencia en una extensa llanura seca y su permanencia, pro-
bablemente mantenida por alimentación subterránea desde un acuífero
albergado en los yesos kársticos de su cuenca, dieron lugar a numerosas
leyendas que hicieron famoso en toda España a este manantial2.
El profesor José Carpio nos envía la siguiente nota sobre las ca-
racterísticas geológicas del pozo Airón, escrita por un compañero de
la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense
de Madrid:
La laguna de Pozo Airón es una forma de origen kárstico -muy proba-
blemente una dolina circular de hundimiento- abierta sobre una serie
de edad paleógena compuesta por una alternancia de arcillas yesíferas,
bancos de yeso, areniscas calcáreas y calizas. Esta serie pertenece a la
Cordillera Ibérica y se encuentra laxamente deformada. Su profundidad
reducida y su alimentación procede de la ΄unidad caliza de Altomira
(Acuífero 19)΄. El funcionamiento kárstico de este acuífero da razón de
la permanencia del agua -salvo años de sequía excepcional- y de su con-
figuración muy rica en carbonatos y en sulfato sódico que puede preci-
pitar en los lados de la laguna en forma de cristales o inflorescencias3.

Ya hemos indicado en un capítulo anterior que el diámetro de la la-


guna no llega a los 60 metros, pero entre los geógrafos y viajeros que lo
visitaron en diferentes épocas encontramos referencias que oscilan entre
los 50 y los 150 metros de diámetro. No creemos que ninguno mienta ni
exagere. La explicación es muy sencilla: contra lo que algunos creían,
el pozo Airón de La Almarcha no goza siempre de la misma cantidad
de agua, sino que varía considerablemente de unos años continuados de
sequía a varios años lluviosos. Para valorar el bajo nivel actual de sus
aguas, además ha de considerarse otro fenómeno: los sondeos de pozos
para regadío o para el consumo humano tienen como consecuencia la

32
bajada del nivel freático del acuífero nº 19 al cual parece que pertenece
el pozo Airón.
Deseoso de conocer la composición química de las aguas de esta la-
guna, para explicar su carácter salino y desmentir que fuera un ojo de
mar, Torres Mena en 1867 encargó un análisis químico de las mismas que
nos ha legado para la posterioridad. Dice Torres Mena al respecto:
Y de mi cuenta anoto aquí las aguas del Pozo-Airón de la Almarcha,
dado su acre sabor salino y sustancias que entran en su composición;
por de pronto, en ellas se bañaron algunos vecinos de buen humor en los
últimos veranos, y es de creer que, perdido el miedo al monstruo, vaya
generalizándose el uso de las mismas, hasta convertirlas en un elemento
de placer, y quién sabe, si con el tiempo, en un recurso medicinal. A este
propósito creo útil consignar aquí el resultado del análisis químico que
de ellas hizo el distinguido doctor farmacéutico de Madrid Sr. Lletget,
concebido en estos términos:
“El agua que he analizado por encargo de mi amigo Don José Torres
Mena, procedente del Pozo-Airón de la Almarcha, contiene principal-
mente sulfatos de cal y de magnesia, y carbonatos de las mismas bases,
en menor proporción.-Evaporados á sequedad 500 gramos del agua,
dejaron un residuo salino que bien desecado pesó 2,75 gramos.-El sabor
salino desagradable que tiene dicha agua, el residuo salino tan conside-
rable que deja su evaporación y la naturaleza de las sales que contiene
la hacen de malas condiciones, é impropia para los usos económicos é
industriales.- Madrid 10 de Marzo de 1867”4.

Dado que la tecnología en el análisis de las aguas ha progresado con-


siderablemente en siglo y medio, decidí comparar estos datos del siglo
XIX con un nuevo análisis realizado en 2005 gracias a la colaboración de
don José Manuel Castillo Martín. Dicen así estos nuevos análisis:
Se realiza análisis físico-químico de una muestra de aguas, procedente
del Pozo Airón de La Almarcha, que remite a CENTRAL DE LABO-
RATORIOS CUENCA, don Miguel Salas, el 23 de marzo de 2005. El
resultado del análisis es el siguiente:
Muestra de agua ligeramente alcalina (ph 8,7), de mineralización muy
elevada (Conductividad a 20ºC = 8.300 microS/cm., cuando el valor pa-
ramétrico es normal hasta 2500); en la que destacan, dentro de sus com-
ponentes más significativos, los sulfatos (sulfato 3170 mg/l., normal

33
hasta 250 mg/l) y los bicarbonatos (210 mg/l), elementos provenientes
de los terrenos en los que emana esta agua.
Dentro del resto de componentes del agua, los que se describen a con-
tinuación son los que le dan el resto de sus características: Calcio, 629
mg/l; magnesio, 1113 mg/l; residuo seco a 110ºC, 9978 mg/l.
En resumen, podemos calificar esta agua como muy dura, de minerali-
zación muy elevada, alcalina, sulfato magnésica y bicarbonatada.
Cuenca, a 12 de abril de 2.005. Fdo.: José Manuel Castillo. Director
Técnico.
De este análisis nos llama la atención la alta conductividad eléctrica,
que nos indica la gran cantidad de sales disueltas, es en especial sulfatos,
que contienen sus aguas, lo que explica su salinidad permanente. Aquí
parece residir la causa de la virtud curativa sobre diversas enfermedades
de la piel que se atribuyen a sus lodos y a sus aguas. El hecho de que el
residuo seco sea de 9978 mg/l, cuando en tiempos de Torres Mena sólo
daba 5500, podría deberse a que en el momento en que se realizaron las
dos tomas, el nivel de las aguas debió ser distinto. En 1867, cuando rea-
lizó la primera toma Torres Mena, el diámetro del pozo Airón se aproxi-
maría a los 100 metros, mientras que en 2005 apenas llega a los 60 por lo
que la concentración de sales es mayor.
El inmenso humedal que, en tiempos, debió ser la zona del pozo Ai-
rón se ve testimoniado por la etimología del término Almarcha y por sus
referencias históricas más antiguas.
El nombre Almarcha proviene del árabe ‫ = ﺍﻟﻣﺭﺝ‬al-marğ (también
se transcribe al-march y al-marŷ) que significa “el prado”. El diccionario
de la Real Academia de la Lengua Española define el término almarcha
como un nombre común que significa “población situada en vega o tierra
baja”, pero hasta ahora nadie ha dado noticia de que esta palabra se haya
empleado en el lenguaje literario y no es cierto que a cualquier población
situada en vega o tierra baja se le denomine Almarcha. Como explica
Oliver Asín, el error proviene del Tesoro de la lengua castellana (1611)
de Covarrubias donde se dice:
ALMARCHA. Vale pueblos assentados en vegas: de march, que en
arábigo vale prado, como acabamos de dezir en la diccion almagales.
Es pueblo en el Obispado de Cuenca5.

34
La Real Academia tomó de Covarrubias el artículo almarcha alteran-
do la definición, al mutilar el texto e interpretar erróneamente el término
como nombre común, cuando resulta que es un nombre propio. Los lexi-
cógrafos modernos, al inspirarse en el diccionario académico y recoger
de allí esta acepción, han contribuido a perpetuar el error.
Por lo que respecta a su datación histórica, el texto más antiguo del
que tenemos noticia en idioma castellano es el ya mencionado en el Libro
de la caza (1325) de don Juan Manuel, donde se dice que “el arroyo del
almarcha [ahora denominado ‘arroyo de los Santos’] sale del almarcha”,
con lo que está indicando indirectamente que los prados que le dan nom-
bre a la población se ubican en el entorno de este arroyo. En la microto-
ponimia actual todavía quedan dos prados en la cuenca de este arroyo: “el
prado villarejo” y “el prado de los postes”, lo que demuestra que es ésta
la zona referida.
El manuscrito árabe al-Mann Bil Imãma (que se guarda en Oxford),
en el cual el historiador musulmán Abũ Marwãn narra la expedición de
Abũ Yucũb Yũsuf contra la ciudad de Huete en 1172, retrotrae en 153
años la referencia sobre la población de Almarcha. La cita que nos inte-
resa dice:
“...y cuando amaneció dominaban ya los primeros campos poblados del
país de los cristianos, en un lugar de la vega de Hamal, donde había un
castillo habitado por ellos, que les fue arrebatado tan pronto como lo
divisaron y llegaron a él los expedicionarios, pasando a cuchillo a su
guarnición y haciendo prisioneros a sus mujeres e hijos...”6.
José Antonio Almonacid, en su artículo “De Huete a Cuenca con los
almohades en 1172”, traduce “en un lugar de la vega de Hamal,” por
“en un lugar de al-March Hamal”, traducción que es parecida a Marŷ
Jamal que da Huici Miranda en su Historia política del imperio almo-
hade (Teután, 1956, pág. 257), y afirma que “al-March Hamal, la vega o
prado de Hamal, es la actual designación de La Almarcha, población que
se encontraba en el trayecto de la expedición almohade”7. Don Joaquín
Vallvé añade, en carta personal, que “jamal” es un adjetivo que acom-
paña a Marŷ, y que significa “abundante en bosques”; traducción que
no se contradice con la realidad histórica, pues todavía en el siglo XVII
existían dos montes junto a este paraje: el Monte Ardal (perteneciente a
la jurisdicción del Castillo de Garcimuñoz) y el Monte Pinar.

35
La cita más antigua, hasta ahora hallada en un manuscrito árabe, nos
la proporciona don Joaquín Vallvé en su obra Abderraman III. Califa
de España y de occidente (912-961). En la crónica Muqtabis V del his-
toriador Ben Haián, que recoge con precisión el itinerario seguido por
Abderraman III, en el año 935, desde Córdoba a Zaragoza, ida y vuelta,
dice al respecto:
Desde las Lagunas de Ruidera siguió a Balazote (Balát Súf, Calzada
de la Lana) de la cora de Tudmír [Murcia], a la ciudad de Chinchilla
(Santayíla), a Qantarat Turrus (Puente Torres o Alcalá del Júcar), a ori-
llas del río Júcar de la cora de Valencia; a Burch al-Qabdáq (Caudete
de las Fuentes). Desde este campamento se dirigió a al-Bathá (el Valle
Hermoso), cerca de al-March (el Prado), a Rubua (la Colina) o (la
Cuesta), de la jurisdicción de Iahia ben Dil-Nún en la cora de Santaver
o Celtiberia. Desde allí pasó a Landete (Landít)...8.
El hecho de que la crónica diga que Valle Hermonso está cerca de
al-March (cuya distancia es de 32 kilómetros), unido a los datos de la
crónica de Yusũf, no dejan ningún lugar a dudas de que al-March se co-
rresponde con la actual villa de La Almarcha y que este inmenso hume-
dal, presidido por el pozo Airón, ya era famoso en época de los árabes.
Así pues, la cita histórica más antigua sobre La Almarcha (denomina-
da al-marğ por los árabes) nos la da la crónica Muqtabis V del historiador
Ben Haián, que la data en el año 935 d. C., cuatrocientos años anterior a
la referencia de don Juan Manuel.

36
Capítulo 4
Brujería en torno al pozo Airón de La Almarcha

Varios años después de haber publicado el libro Almarcha, donde re-


cojo varias noticias históricas, romances y leyendas en torno a su pozo
Airón; mi amigo y antiguo compañero de estudios, Heliodoro Cordente,
me envió una carta (31-7-1986) en la que me comunicaba que había en-
contrado en el Archivo Diocesano de Cuenca un legajo (el 704, Expe-
diente 375) en el que, en un proceso inquisitorial abierto a las brujas de
Belinchón en el siglo XVI, se hace referencia al pozo Airón de La Almar-
cha en relación con la brujería.
Poco después me envió un artículo suyo publicado en la Gaceta con-
quense, titulado “Lugares míticos donde se practica la brujería y la hechi-
cería”, allí expone los mismos datos junto a otros que recogía de mi libro.
Finalmente, en 1990, publica su libro Brujería y hechicería en el
obispado de Cuenca, donde expone con todo lujo de detalles la pesquisa
inquisitorial sobre las brujas de Belinchón. Extraigo de dicho libro los
datos que nos interesan para el caso.
Ya hemos mencionado con anterioridad que el dios Airón, relacio-
nado con las lagunas, pozos que no se secan y simas, era un dios sub-
terráneo, como los dioses griegos relacionados con la muerte -Hades o
Proserpina-, y que tenía más fama de diablo que de dios. Pues bien, en el
caso de las brujas de Belinchón, vemos claramente cómo el cristianismo
transmuta al antiguo dios Airón en un diablo con un largo rabo.
Relata el proceso inquisitorial que, el 13 de mayo de 1565 el alcalde
mayor de Belinchón, don Diego de la Pedraza, remitió un informe a la in-

37
quisición de Cuenca en el que notificaba que en aquella villa ejercían sus
artes muchas alcahuetas, agoreras, brujas y mujeres de mal vivir1. Pedía
el alcalde que estas personas fueran castigadas e incluía las declaraciones
registradas que varios testigos hicieron de ello. Una testigo manifestaba
que había oído decir que las brujas habían matado a varios niños en Be-
linchón y acusaba a la bruja Ana Sánchez, mujer de Alonso Crespo, natu-
ral de Brihuega y vecina de Belinchón, a quien por este motivo se la tenía
presa en la villa y, entre los cargos que se le imputaban, se le acusaba de
bruja y hechicera.
Otra de las testigos declaró que hallándose en casa de su madre, llegó
la referida Ana Sánchez y, dirigiéndose a la cama donde estaba su niño
dijo:
guarda bien a tu niño que andan brujas por el barrio de Arriba e presto
vendrán al barrio de Abajo” e su madre désta testigo vive en el barrio
de Abajo y entonces respondió su madre désta testigo: “Guárdemelo
Dios que me lo puede guardar” y entonces la dicha Ana se volvió e
dixo: ¡Allá en el pozo Airón está un diablo! E tiene un diablo tan largo2
e señaló ¡Allá está! e todas van a verse con él3.
La información al Santo Oficio termina con la notificación de que el
alcalde mayor había dado orden de prisión para Ana Sánchez, “la cual se
halla retenida en casa del alguacil de la villa”. Por último, se requiere al
Santo Oficio para que intervenga en el asunto4.
De esta denuncia al Santo oficio se deduce que en el siglo XVI algu-
nos creían que en el pozo Airón de La Almarcha habitaba un demonio y
que por la noche acudían allí las brujas para reunirse con él y celebrar sus
aquelarres y ritos satánicos. Observamos cómo el dios celtíbero Airón,
que es un dios relacionado con la vida y con la muerte (cuyo principio es
el agua), con la llegada del cristianismo se transforma y pasa a convertir-
se en un demonio.
Pero no solamente en Cuenca encontramos procesos inquisitoriales
relacionados con el pozo Airón. En Barahona de las Brujas (Soria) tam-
bién existe un pozo Airón, éste es un sumidero que se traga las aguas de
una acequia que desemboca en él. En Barahona también hubo procesos
inquisitoriales contra las brujas, cuyo contenido se guarda en Legajos
del siglo XVI que existen en el Archivo Diocesano de Cuenca. No sé si
tendrá algo que ver con esos procesos inquisitoriales, pero la leyenda dice

38
que estos pozos “Airón” los hicieron las brujas al caer volando y golpear
insistentemente la tierra con el culo. Parece ser que en estos procesos
inquisitoriales aparece por primera vez en castellano el término vasco
“aquelarre”, que es una reunión nocturna de brujas con el diablo.
Buena prueba de que el pozo Airón se relacionó, a partir del siglo
XVI, con la brujería son unos versos de Diego de Torres Villarroel, que
ejercía como astrólogo. Estos versos corresponden al pronóstico para el
año 1731, titulado Las brujas de Barahona, y dicen al respecto:
No todo va a ser chupar,
Brujas mías porque quiero
que al Astrólogo embustero
se la demos a mamar:
si soplos viene a buscar
a la boca de Ayrón
echadle con ton y son
muchos soplos de Occidente,
de modo, que ayrosamente
a todos mentirles pueda5.

Estos versos nos testimonian que la relación del pozo Airón con la
magia, el misterio y la brujería era habitual durante el siglo XVI, e inclu-
so en siglos posteriores, como lo prueban las mencionadas declaraciones
y acusaciones en los procesos inquisitoriales de Belinchón (Cuenca) y
Barahona de las Brujas (Burgos).

39
Escudo de la Villa de La Almarcha
Capítulo 5
El romance sefardí y otros versos

Comentaba Ambrosio de Morales en el siglo XVI, refiriéndose al


pozo Airón de La Almarcha: “El pozo Ayrón, tan celebrado en nuestros
cantares...”1, prueba de que en el siglo XVI debieron existir diversos can-
tares sobre el mismo de los cuales el cronista real tenía noticia y que pro-
bablemente le fueran relatados a Felipe II en su visita a dicho pozo Airón.
Por su parte, Torres Mena, ya a finales del siglo XIX, al hablar de La
Almarcha, hace la siguiente referencia: “e ignorada del mundo existiría á
no ir unido su nombre a los romanceros relatos del pozairón”2. El texto de
Torres Mena es importante para datar la fecha en que dichos romances se
perdieron de la tradición oral, pues el escritor almarcheño sugiere que el
nombre de La Almarcha va unido a dichos romances todavía en el siglo
XIX, aunque él no consigna ninguno en su obra, bien porque no los cono-
cía o porque no lo consideró oportuno en un libro de carácter geográfico.
Don Ramón Menéndez Pidal reunió a lo largo de su vida multitud
de romances, cuyo catálogo publicó Samuel Armistead en tres gruesos
volúmenes en 1978. Entre esos romances figura uno que nos interesa
especialmente: ”Ya se van los siete hermanos”. Manuel Manrique de
Lara, becario de Menéndez Pidal, recogió en 1911 en Salónica (Grecia)
varias versiones muy similares que giran en torno al mismo tema. Aquí
exponemos el que tomó de labios de la judía sefardí Vita B. Amar y que
yo leí, por primera vez, en el artículo de Miguel Herrero “El pozo Airón”.
Dice así dicho romance:
Ya se van los siete hermanos, ya se van para Aragón;
los calores eran fuertes, agua non se les topó.

41
Por el medio del camino toparon un pozo airón;
echaron pares y nones, al más chico le cayó.
Ya lo atan con una cuedra, ya lo echan al pozo airón;
por el medio de aquel pozo la cuedra se les rompió.
El agua se le hizo sangre; las piedras son
culebras y alacranes que le comían el corazón.
-Asperadvos, mis hermanos, quiero decir una razón:
Si vos pregunta la mi madre, la direx, ¡atrás quedó!
Si vos pregunta el mi padre, le direx: ¡al pozo airón!
Si vos pregunta la mi mujer, la direx: viuda quedó.
Si vos preguntan los mis hijos, les direx: huérfanos son3.

Años después, me enteré de que el cantante Joaquín Díaz grabó un


disco en el que canta este romance, sin acompañamiento musical, como
se cantan las endechas. Compré el disco y me puse en contacto telefónico
con el cantante, quien me afirmó que la cinta magnetofónica en que se
basó para cantarlo, la obtuvo en el CSIC de Madrid de Mª Teresa Rubia-
to, que la conservaba en el archivo sonoro. Posteriormente Joaquín Díaz
ha tenido la amabilidad de enviarme una copia de esta grabación original,
que es la que transcribo. Según refiere Iacob M. Hassán en el capítulo
“Las Coplas de Jusef sefardíes y la poesía oral”, la grabación original se
realizó en 1965 en Estambul, por parte de las investigadoras Nika Mo-
reno y Elena Romero, que la obtuvieron de un septuagenario: Moïsés
Franco4. Dado que esta versión tiene ligeras variantes con el romance
conservado en el archivo de Menéndez Pidal, a continuación transcribo
este romance, tal como lo canta el viejo sefardí. Dice así la cinta original:
Ya se van los siete hermanos, ya se van para Aragón;
¡y guay qué dolor!, ya se van para Aragón.
Por el medio del camino, l´agua se les escapó;
¡y guay qué dolor!, l´agua se les escapó.
Caminando por los campos, toparon un požo airón;
¡y guay qué dolor!, toparon un požo airón.
Ya’charon pares y nones, al más chico le cayó;
¡y guay qué dolor!, al más chico le cayó.
Ya lo ataron con la cuedra, lo echaron al požo airón;
¡y guay qué dolor!, lo echaron al požo airón.
Por el medio del aquel požo, la cuedra se les rumpió;
¡y guay qué dolor!, la cuedra se les rumpió.
El agua se hizo sangre, las piedras culebros son;
¡y guay qué dolor!, las piedras culebros son.
[Culebros y] alacranes, le comen el coražón.

42
¡y guay qué dolor!, le comen el coražon.
Ya se van los seš hermanos, amargos de coražón;
¡y guay qué dolor!, amargos de coražón.
-Si vos pregunta mi madre, le diréš: “Atrás quedó”;
¡y guay qué dolor!.,: le diréš: “Atrás quedó”.
Si vos pregunta mi padre, le diréš: “Sin él quedó”;
¡y guay qué dolor!, le diréš: “Sin él quedó”.
Si vos pregunta mi dama, viuda mueva ya quedó;
¡y guay qué dolor!: viuda mueva ya quedó.
Si vos preguntan mis hijos, güerfanicos muevos son.
¡y guay qué dolor!5.

Aunque ambas versiones coinciden en lo esencial, en esta versión


(que aunque se recogió en Estambul, puede ser de origen griego a causa
del gran movimiento migratorio que se produjo entre Grecia y Turquía
tras la Segunda Guerra Mundial), hay algunas variantes interesantes con
respecto a la anterior, ya que se explica cuál es la razón por la que el her-
mano menor se mete en el pozo Airón: se les había acabado el agua.
Este romance lo cantaban los judíos sefardíes en los entierros y en el
día equivalente a nuestro día de los difuntos. En el librito, de 94 páginas,
que acompaña a dos cintas cantadas por Joaquín Díaz que editó el Mi-
nisterio de Cultura en 1981, bajo el título Temas sefardíes del romancero
sefardí, Paloma Díaz-Mas explica con respecto al uso que se le daba a
este romance:
Se trata de uno de los romances cantados por los sefardíes para en-
dechar en los duelos por sus difuntos y en el día de luto nacional de
Tiš‘á-beab (nueve del mes judío de ab), fecha en que se conmemora la
destrucción del templo de Jerusalén y, por extensión, cualquier desgra-
cia sucedida a Israel6.
Aunque, en el epígrafe destinado a la descripción del pozo Airón en
mi libro Almarcha, atribuyo el romance al pozo Airón de esta villa, por
ser el más renombrado por geógrafos e historiadores entre todos los po-
zos “Airón” que se conocen, y que son muchos, una lectura meditada de
las cuatro primeras líneas del romance recogido en la colección de Me-
néndez Pidal, me hace pensar que no se refiere a ninguna de las lagunas
conocidas como pozo Airón, sino a auténticos pozos de agua, que tienen
fama de que no se secan nunca. En efecto, los versos 2º y 3º dicen:

43
los calores eran fuertes, agua non se les topo.
Por el medio del camino toparon un pozo airón;

Lo que significa que yendo camino hacia Aragón, a causa del calor y
del sudor, los siete hermanos tenían sed, porque el agua se les había aca-
bado, como dice la versión cantada por Joaquín Díaz. Deseosos de beber
para saciar su sed, los hermanos echan a suerte quién ha de bajar al pozo
a llenar el recipiente de agua, cayéndole la suerte (desgracia) al menor.
Lo atan a una cuerda, pues el agua debía de estar algo profunda y, antes
de llegar a ella, la cuerda se rompe. Entonces es cuando se dan cuenta
de su desdicha, el menor ha caído en un pozo Ayrón, y en seguida salen
culebras y alacranes que le comen el corazón.
Se observa claramente que no puede tratarse del pozo Airón de La
Almarcha el referido en este romance, pues sus aguas son saladas y no
son aptas para beber, como demuestran los diversos análisis químicos de
las mismas que se han realizado hasta ahora. Tampoco puede tratarse de
ninguna otra laguna, pues sus aguas son superficiales por lo que se puede
beber a morro de ellas o bien llenar el recipiente con sólo alargar el brazo.
Ha de tratarse, pues, de un auténtico pozo de agua dulce. Si este romance
no es uno de los famosos cantares o romances sobre el pozo Airón de La
Almarcha, esto significa que los que existieron sobre el mismo (de los
cuales dan noticia Ambrosio de Morales y Torres Mena) se han perdido
definitivamente.
En 1982, los norteamericanos Samuel G. Armistead (catedrático de
Literaturas Hispánicas Medievales de la Universidad de California en
Davis) y Josph H. Silverman, publican en el Seminario Menéndez Pidal
de la Universidad Complutense de Madrid el libro En torno al romancero
sefardí. (Hispasnismo y balcanismo de la tradición judeo-española). En
el apartado dedicado al estudio de la influencia de las baladas griegas en
el romancero sefardí, mantienen la tesis de que el romance de Menéndez
Pidal recogido en Salónica, titulado “Ya se van los siete hermanos”, no
es un texto original que se haya transmitido por vía oral, de generación
en generación, desde la expulsión de los judíos de España por los Reyes
Católicos, sino que recibe la influencia de una balada griega denominada
“El pozo endemoniado” y que dice así:
Cuatro y cinco eran, nueve hermanos.
Oyeron (contar) de la guerra y se armaron.

44
Por el camino donde iban, tuvieron sed.
Encuentran un pozo y era muy profundo;
cincuenta brazas de ancho y cien de hondo.
Echan suertes a ver quien baja
y la suerte le cae al pequeño Constantino:
-Atadme, hermanos, y yo bajaré-
Lo atan los hermanos y lo bajan.
Procuran sacarlo; no podían.
Otra vez procuran; se rompió la cuerda.
-Idos, mis hermanos, idos a nuestra buena madre.
Y si nuestra madre os pregunta qué ha sido de mi,
no le vayáis a decir que me ahogué.
Sólo decidle que me casé
y que tomé a la hija de un brujo, la niña de una hechizera.
La ropa que me está haciendo, que la venda
y que procure casar a mi prometida7.

Los profesores norteamericanos apoyan su tesis en que los judíos, tras


500 años conviviendo con una variedad de etnias balcánicas, habrían de
recibir en su poesía tradicional el influjo de las baladas de dichos lugares.
Además, estos romances no fueron recogidos en ninguno de los roman-
ceros hispanos, de lo que concluyen que su origen se debe a la influencia
de las baladas griegas, considerando el romance del pozo Airón “como
un espléndido ejemplo de cómo emigran las baladas de una tradición lin-
güística a otra”8 y añaden que el poema no ha sido traducido palabra por
palabra, sino “fórmula por fórmula y tópico por tópico”.
Pero la teoría de Armistead y Silverman sería refutada por J.M. Pe-
drosa en su artículo “El pozo Airón: dos romances y dos leyendas”, don-
de argumenta que la transmisión oral del texto discurre al revés. Existe
numerosa toponimia en España sobre el pozo Airón y el romance “Ya se
van los siete hermanos” debió de ser el que influyera en los romances
similares que encontramos hoy día entre los judíos sefardíes de Grecia
y Marruecos:
Ello confirma la estrecha dependencia de ambas fábulas de un prototi-
po común, presumiblemente español. ¿Presumiblemente? Eso parecen
indicar las coincidencias toponímicas onomásticas que se aprecian en-
tre ambos documentos y que sólo pueden ser de procedencia española,
aunque lo cierto es que los orígenes, a su vez, de ese supuesto prototipo
español, parecen estar conectados con otras ramas baládicas europeas y
perderse en la oscuridad de nuestra prehistoria literaria9.

45
Para comentar esta conexión de temas europeos, Pedrosa relaciona
nuestro romance con la balada francesa titulada Le roi Renaud, expuesta
en otro capítulo, que tiene similitud con la leyenda de don Bueso y el
pozo Airón.
Pedrosa cree que la leyenda original procede de España: “La leyen-
da de Almarcha, al situar en territorio español algunos de los motivos
básicos de ambas ramas de la fábula, parece constituirse en documento
crucial para entender sus orígenes y evolución”10.
Ahora bien, si el romance procede de España, ¿cómo es que no se
recogió en ninguno de los romanceros españoles y hemos de encontrarlo
en diversos lugares de dispersión de los judíos sefardíes, como Salónica
(Grecia), Tetuán (Marruecos) y Estambul (Turquía)?
Pedrosa opina que:
también debió existir un canto en pareados hexasílabos sobre el pozo
Airón que no dejó rastros en la tradición antigua y que apenas los dejó
en la moderna (en Tetuán y, aún mas borrosamente, en Tejerina), aun-
que una forma refundida en octosílabos sí sobrevivió con más fuerza
entre los sefardíes de Salónica11.
El prototipo medieval del romance debió ser un poema en hexasíla-
bos pareados y esta estructura elemental debió de ser despreciada por las
fuentes documentales del siglo XVI, razón por la cual no fue recogido en
los romanceros españoles.
El tema del pozo Airón siguió siendo tema de inspiración poética en
siglos posteriores. De los inicios del siglo XVII datan dos entremeses de
Luis Quiñones de Benavente (1589-1651), que traen unos versos relati-
vos al pozo Airón de Medina del Campo. Un fragmento del entremés El
borracho, dice al respecto:
En la torre de Babel,
junto a Medina del Campo,
a una dama hermosa y rica
en el pozo Airón echaron.
Nunca más salió a ver luz;
y lastimados del caso,
pretendieron cierto día,
sacarla cinco soldados.
Entraron los dos por ella;

46
mas estaba tan abajo,
que alcanzarla no pudieron
pero los tres que quedaron ...
Digo
que los dos desesperados
metieron los tres de ayuda.
¿Sacáronla?
La sacaron12.

En el entremés El Barbero, refiere el mismo tema, aunque varían li-


geramente los versos que lo describen:
Es el caso,
que allá en el pozo Airón,
junto a Medina del Campo,
cayó una hermosa doncella,
y como estaba tan alto,
nadie se atrevió a sacalla
mas lastimados del caso
de aquella pobre doncella,
quisieron cinco soldados
entrar a sacalla ...
Pues como le digo a usted,
aquestos cinco soldados
llegaron al poco, y luego
los dos de ellos más osados
entraron dentro, y en fin,
no pudiendo más, llamaron
a los otros tres que le ayudasen;
entraron dentro, y entrados,
con su favor y ayuda ...
¿Sacáronla?
La sacaron13.

Miguel Herrero refiere en el mencionado artículo que, tras muchas


averiguaciones, logró identificar este pozo Airón de Medina del Campo:
Efectivamente, existe a cinco kilómetros de Medina, saliendo por la
carretera de Rueda, a mano izquierda, una especie de sima o cueva,
conocida en toda la comarca con el nombre de Pozo Airón, del cual
se cuentan varias consejas acerca de su profundidad y comunicaciones
subterráneas con distintos lugares14.

47
Cita, por último, Miguel Herrero al pozo Airón con el significado de
irreversibilidad, algo así como “el castillo de irás y no volverás”. En este
sentido habla del pozo Airón Miguel de Cervantes en Adjunta al Parna-
so. Privilegios, ordenanzas y advertencias que Apolo envía a los poetas
españoles (1.614). Esta obra, que es en prosa y no en verso, no ha de
confundirse con Viaje del parnaso a la cual atribuye la cita M. Herrero;
es un escrito que va después de esa obra. Escribe Cervantes en Adjunta
al Parnaso:
Item, se da por aviso particular que si alguna madre tuviere hijos peque-
ñuelos, traviesos y llorones, los puede amenazar y espantar con el coco,
diciéndoles: Guardaos, niños, que viene el poeta Fulano, que os echará
con sus malos versos en la sima de Cabra o en el pozo Airón15.
La influencia del pozo Airón en la poesía llega hasta Góngora (1561-
1627), quien a finales del siglo XVI, en una procaz rima, escribe al res-
pecto:
Amaina el toldo, pálida podenca,
que bien conozco el galgo que te tumba,
y sé que el pozairón se te derrumba
del continuo escanciar a la flamenca16.

Lo que quiere indicar que el hablante poético reprocha a una mujer


sus remilgos y la recrimina porque suele ser más receptiva sexualmente
cuando abusa del alcohol.
Puestos a establecer relaciones de literatura comparada, ignoramos
qué influencia pudo tener en el romance español “Ya se van los siete her-
manos” la leyenda de José, relatada por la Biblia, a quien sus envidiosos
hermanos arrojaron a un pozo seco para deshacerse de él. Arrepentidos
de su criminal intención, le sacaron para venderle por veinte monedas
de plata a unos camelleros ismaelitas que, a su vez, lo revendieron como
esclavo en Egipto a un adinerado conocido como Putifar. Como se ve por
la leyenda de José, el tema de dejar abandonado, por envidia, al hermano
menor en un pozo es antiquísimo.
Después de la publicación de la primera edición del libro, entré en
contacto con el profesor de la Universidad de Salamanca, Pedro M. Cá-
tedra. Éste me proporcionó un par de poesías sobre el pozo Airón, una
del siglo XV y otra del XVI, prueba de que existieron famosos cantares

48
sobre Airón tal como manifiesta José Torres Mena en su obra Noticias
conquenses.
Pedro Cátedra, en su estudio preliminar a La vida y la muerte o vergel
de discretos de Francisco de Ávila (S. XVI) da el siguiente poema:
Con temor temorizado
del castillo me partí.
Por gran danyo que yo vi
con el tiempo afortunado.
Medio dia era passado
vime cerca el pozo ayron,
vi una fiera visión,
de la qual fuy assombrado17.

Parece que habiendo partido del Castillo de Garcimuñoz, en época de


peste, el protagonista ve a la muerte en el pozo Airón de La Almarcha.
La describe como un hombre lleno de vello, con un arco en el cuello y
las flechas en la cintura, para herir con ellas. El protagonista pretende
huir, pero la muerte le amenaza con sus flechas y se establece un diálogo
entre ambos en el que la muerte le amenaza que cuando llegue su hora,
tarde o temprano, recibirá sus flechas mortíferas. La poesía termina con
la invocación a Jesucristo por parte del protagonista para que le libre del
infierno.
Por su parte Brian DUTTON, en El cancionaero del siglo XV, editado
en 1991 en Salamanca bajo la dirección de Pedro Cátedra, nos ofrece El
quexo de la mula de Juan Muniz que fizo Antón de Montoro, que se guar-
da en un cancionero de la Biblioteca de París y que Napoleón se llevó de
España. Dicha composición poética, en la que alternan la redondilla y la
cuarteta, dice así:
Vos señor de nobles proes
de virtudes mas que Rico
yo vos ruego & suplico
que fagays como quien soes
desde que vos me quitastes
non se me parta calanbre.
Volvedme do me sacastes
o mandad matar mi fanbre.
Vos muy amador del Rey
donde bondat se profiere
non querays que desespere

49
& me buelua de otra ley
que sy con grant compasión
non vos duele mi palabra
yo me yre a pozo ayron
o la la grant syma de cabra18.

Parece ser que los dos últimos versos son los que inspiraron a Miguel
de Cervantes, quien en Adjunta al Parnaso indica que las madres pueden
asustar a sus hijos traviesos y llorosos con echarlos a la sima de Cabra o
al pozo Airón, lugares de donde no se puede salir.
Por su parte, el santanderino Rodrigo de Reinosa, a finales del siglo
XV escribe Las coplas de las comadres. En un fragmento de una de ellas
también encontramos referencia al pozo Airón. Dice así:
Digamos sendos cantares,
después haremos colación
y ordenemos si mandares,
cómo vengan los cantares,
allá en el pozo Ayrón19.

Esperamos que con el paso del tiempo y la digitalización de textos


vayan apareciendo nuevos cantares sobre el pozo Airón.

50
Capítulo 6
La leyenda de don Bueso y otras noticias

Siendo un joven estudiante de Bachillerato, recuerdo cómo otros es-


tudiantes de mi pueblo y edad comentaban haber leído en la Guía La-
rrañaga que don Bueso pretendió ahogar a veinticuatro amigas suyas en
aguas del pozo Airón. Existía una leyenda con respecto al tema, pero ni
Larrañaga la contaba en su libro ni tampoco ellos habían logrado ampliar
sus conocimientos por otros medios de consulta, así que nos quedamos
todos con la curiosidad insatisfecha y deseosos de saber más sobre el
asunto.
Cuando estaba recabando información para escribir el libro Almar-
cha, la lectura de Noticias conquenses de nuestro paisano Torres Mena
y las referencias al respecto de José María Quadrado ampliaron bastante
mis conocimientos con respecto a la leyenda, pero todavía quedaban mu-
chos cabos sueltos y muchos de los datos ofrecidos por los diversos au-
tores que se ocuparon del tema eran contradictorios entre sí. Deseoso de
que una versión completa de la leyenda llegara a mis paisanos, recompu-
se los datos de que disponía, mientras velaba en su agonía a mi tío-abuelo
Ignacio Parrilla, y la publiqué en el libro Almarcha.
Ofrezco a continuación la leyenda que publiqué en dicho libro en
1980, leyenda que no sólo ha servido a mis paisanos para mantenerla viva
en el recuerdo, sino que ha sido utilizada por investigadores de la literatu-
ra para hacer un análisis crítico y compararla con otras similares. He aquí
el texto íntegro, tal como lo publiqué en el libro Almarcha.

51
A comienzos del siglo XI existía en la Almarcha un moro, lugarteniente
del rey de Sevilla, al que los almarcheños rendían pleitesía y sumisión
pagándole los tributos correspondientes.
Era este moro, al que se conocía con el seudónimo de don Bueso, un
hombre poderoso e influyente cual ningún otro en estas tierras, pero los
rasgos que más le distinguían era su impía crueldad, su avaricia y su
harén.
Como buen moro, era don Bueso un fervoroso adorador de los encantos
femeninos y, dado que su riqueza y poder eran grandes, permitióse for-
mar para él un harén, tan afamado y repleto de hermosas mujeres, que
nada tenía que envidiar ni al del mismísimo rey de Sevilla.
No dudó don Bueso en utilizar todos los medios a su alcance con tal
de reunir en él a las más bellas y encantadoras doncellas de la comar-
ca. Unas allí acudieron deslumbradas por la fama, poder y riqueza del
moro, esperando que sus servicios fuesen algún día recompensados;
pero las más fueron reclutadas por la opresión, aumentando los tributos
a sus padres, encerrándolas en mazmorras y, finalmente, llevándolas a
la fuerza si no habían sucumbido a los anteriores métodos y todavía lo
rehusaban.
Pero no saciaba la lujuria el alma de este cruel moro, que desde ha-
cía tiempo estaba maquinando en su mente el asesinato colectivo de
aquellas que más y mejor le sirvieron, y para tal fin ideó como ardid su
matrimonio. Así pues, un día reunió a veinticuatro de sus concubinas,
a aquellas de las que, a pesar de su hermosura, pensaba deshacerse,
y díjolas estas palabras: “Sabed mis siervas que don Bueso, vuestro
señor, ha decidido tomar esposa de entre todas vosotras; ella también
será vuestra señora y sus hijos serán mis legítimos hijos y herederos”.
Atónitas quedaron las concubinas ante semejante noticia, pero así que
hubieron reaccionado una de ellas preguntó: “¿Señor, y cuál ha de ser
vuestra esposa?” A lo que don Bueso respondió: “Ni yo mismo lo sé, ya
que desposaré a aquella de vosotras que primero cruce a nado el pozo
Airón, y el resto seréis mis siervas hasta el día en que yo muera”.
Tras estas palabras, don Bueso dio orden de que, para que se supiera
cuanto antes con cuál de ellas se habría de casar, todas de inmediato se
pusieran camino del pozo Airón. Ellas marchaban a pie comentando:
“¿Qué nueva treta es ésta?”, ¿casado don Bueso? Eso no me lo creo
yo”. Y don Bueso, montado a caballo, pensaba: “¿Cuántas se librarán
de las fauces de Airón?”.

52
Cuando por fin llegaron al lugar y don Bueso se hubo apeado del ca-
ballo, a todas mandó desnudarse con el fin de que las ropas no fueran
obstáculo para la natación. Ya se habían despojado de sus atuendos más
de la mitad cuando la más guapa y gentil de las damas, aquélla a la
que los más valerosos caballeros hubieran deseado desposar y que se
granjeó el rencor de don Bueso por haberse convertido en blasón de
los almarcheños, rogóle al moro que por la honestidad de su persona
volviera la espalda en tanto se desnudaba. Don Bueso quiso complacer
el último deseo de esta dama, así que volvióse mirando a las terribles
aguas donde, según cuenta la tradición, mora el monstruo. Entonces la
dama se agachó, y cogiendo un gasón de los que por allí hay, cuya dure-
za es semejante a la de una piedra, con él dio en el cogote del moro, de
suerte que éste cayó de bruces y sin sentido en las aguas en que hubiera
deseado ver muerta a aquella que le mató.
Así acaba la leyenda, y así acabó el terror moro sobre la Almarcha, en
aguas del pozo Airón1.
Si realizamos un análisis crítico de esta leyenda, teniendo en cuen-
ta los datos históricos ocurridos durante la época en esta comarca, creo
que encontramos algunas imprecisiones. Aunque es correcto identificar a
Don Bueso con un moro (tal como sugiere Quadrado), no hay documen-
tación histórica alguna que pruebe que el lugar del Almarcha (como así
se denominaba hasta que adquirió la categoría de villa en 1672) estuviese
bajo el dominio del rey de Sevilla, y mucho menos que don Bueso fuese
su lugarteniente en estas tierras y viviera en Almarcha. El pozo Airón per-
teneció hasta el año 1672 al Castillo de Garcimuñoz, de cuya jurisdicción
dependía el término de La Almarcha. En el castillo de Garcimuñoz sí es
posible situar, en la Edad Media, a un personaje tan poderoso como don
Bueso; téngase en cuenta que, a principios del siglo XIV, fue habitado
por el Infante don Juan Manuel, y allí están firmadas y fechadas muchas
de sus cartas.
También pasó temporadas en Garcimuñoz don Alfonso de Aragón,
marqués de Villena, hasta que fue desposeído del marquesado en 1395
por unas deudas contraídas con la corona que se negaba a pagar. De 1436
a 1445 perteneció al rey de Navarra que lo obtuvo como prenda por el
matrimonio del rey Enrique IV con su hija doña Blanca. Y finalmente, el
Castillo de Garcimuñoz fue habitado por don Juan Pacheco, marqués de
Villena, que lo cambió a Enrique IV por la villa de Medellín. Don Juan

53
Pacheco sí fue un auténtico mujeriego, que llegó a ejercer en el castillo
de Belmonte el derecho de pernada o “ius prima nocte”, que consistía en
que la recién casada pasaba la primera noche con el marqués y no con el
marido. Este derecho lo ejercía en Belmonte con las doncellas que habita-
ban dentro del recinto que abarcaban las murallas que partían del castillo
y protegían al pueblo.
Además, en el Castillo de Garcimuñoz prosperaba una judería y mu-
chos de los judíos que la habitaban ejercían de recaudadores de impues-
tos. Esto ocurría en tiempos de don Juan Manuel y siguió ocurriendo en
los siglos posteriores hasta la expulsión de los judíos de España por los
Reyes Católicos.
En lo que sí hay coincidencia entre los autores es en que en el pozo
Airón de La Almarcha (anteriormente conocido como de Garcimuñoz) es
donde transcurre la leyenda de Don Bueso.
La primera referencia histórica procede de un manuscrito inédito que
Baltasar Porreño, cura de Sacedón, redactó en Madrid en 1622. En este
manuscrito se dice que don Bueso echó al pozo Airón a veinticuatro ami-
gas suyas y las ahogó.
Unos años después (1629), Mártir Rizo hace una mezcolanza de da-
tos llena de contradicciones. Por una parte anota refiriéndose al pozo Ai-
rón “y a donde se dize que don Buesso echó a veinte y quatro amigas
suyas a quien hazia desnudar por quitar las joyas que tenían”. Y a conti-
nuación añade: “y auiéndole rogado una de ellas, que por la honestidad
de su persona boluiese la espalda en tanto se desnudaba, al tiempo que
lo hizo le violentó con un golpe, de suerte que le precipitó en él”2. Cabe
preguntarse cómo pudo aquella dama echar a Don Bueso al pozo Airón,
si éste había ahogado antes a las veinticuatro, tal como se explica en el
párrafo precedente. ¿No es esto una contradicción? La única explicación
que cabe es que dicha dama fuera la última y que tuvo mejor suerte que
sus compañeras, tal como ocurre con una leyenda francesa, muy similar
a ésta, que expondremos después.
El historiador conquense Muñoz Soliva (1867) transforma las amigas
de don Bueso en concubinas, con lo que se da un paso más en la evolu-
ción de la leyenda.

54
José María Quadrado (1886), que trata el tema con más detalle, fecha
el invento de la leyenda en los inicios del siglo XVII (justo cuando la
redacta Baltasar Porreño, que no se la inventa, sino que la cuenta porque
corría de boca en boca), aunque tampoco se extrañaría de que fuera más
antigua. Su testimonio también es contradictorio; al comienzo de su re-
lato (véase lo expuesto en el capítulo 3º) dice que “don Bueso echó en
aquel pozo a veinticuatro amigas suyas”. A continuación asegura que tal
personaje sólo podía ser un moro y convierte a las amigas en queridas
a las que quiere ahogar para apoderarse de sus alhajas (como no fue-
ran nobles de Garcimuñoz, me pregunto yo qué doncellas de la comarca
tendrían alhajas en aquellos tiempos). Después vuelve a contradecirse y
mantiene que esto no pudo ser antes de la reconquista, cuando al inicio
del relato fecha la leyenda a comienzos del siglo XVII y, por último,
termina diciendo que, como toda fábula, suele tener su contraria, en otra
versión una de las damas le ruega a don Bueso que se vuelva de espaldas
en tanto que se desnuda y aprovecha la ocasión para precipitarle en el
pozo Airón. No contento con tanto alarde de contradicciones, en un texto
de tan sólo quince líneas, en una de las notas añade que, en una moderna
leyenda, una de las queridas, que era mora y fornida, se asoma a la boca
del abismo para ver morir a don Bueso y éste, que estaba asido a la raíz de
un árbol, logra alcanzar la falda de la mora y después de una desesperada
lucha, ambos ruedan al abismo donde perecen ahogados. En este texto
de Quadrado, lleno de incoherencias, se dan dos versiones: en la primera
se dice que don Bueso ahogó a veinticuatro amigas o queridas, y en la
segunda se dice que el que fue arrojado al pozo Airón fue él. No parece
que Quadrado tuviera muy claras las ideas al respecto, y es que me parece
que el tema central de la leyenda nunca ha estado claro, por lo que ambas
versiones pudieron coexistir.
Los testimonios que nos dan viajeros o historiadores posteriores, ta-
les como Picatoste o Larrañaga, sólo son recopilación y reproducción de
versiones anteriores y no añaden nada nuevo.
José María Pedrosa en su artículo “El pozo Airón: dos romances y
dos leyendas” (1993) aplica a esta leyenda un estudio de literatura com-
parada con otras leyendas similares de España y también de Francia.
En la versión francesa, el protagonista, que se denomina Renaud,
también muestra, según Pedrosa, una inclinación patológica a ahogar

55
mujeres en una laguna. En una versión de la balada, lleva a la grupa del
caballo a una dama y le advierte que ella será su víctima número catorce.
La historia termina así:
Cuando llegaron al lado de la laguna,
él la dice: -Hermosa, te tienes que desnudar.
No es costumbre entre caballeros
mirar a una dama mientras se desnuda.
La costumbre entre caballeros
es coger un pañuelo y vendarse los ojos-.
La hermosa hace ademán de abrazarle
y le arroja a la laguna.
Vete, Renaud, a pescar al fondo,
allí donde están tus trece damas-.
Él dice: - Hermosa, dame tu mano,
te devolveré al camino.
Vete, Renaud, a pescar al fondo,
allí donde están tus trece damas ....”3.

En el pueblo leonés de Tejerina existe otro pozo Airón con una leyen-
da muy similar, pero donde las protagonistas son dos hermanas que salían
a divertirse bailando en torno a él. Una de las hermanas, envidiosa de la
hermosura de la otra, un día la arrojó al pozo Airón mientras bailaban. La
que estaba en el pozo, mientras se ahogaba, gritaba:
María Lidón, María Lidón,
dile a mi madre
y dile a mi padre
y dile a mi lindo amor
que los sapos y las culebras
me llegan al corazón4.

Es curiosa la coincidencia de sapos y culebras de este pozo con las


culebras y alacranes del romance sefardí de Salónica (Grecia) y con el de
Tetuán (Marruecos). Cuenta la leyenda que ya no la volvieron a ver más,
ni viva ni muerta (pues el pozo Airón es un pozo sin fin que se traga al
que cae en él), y que pasados los años, la madre recuperó el anillo de la
ahogada que reapareció en una fuente muy alejada del pozo y con la cual
éste debiera tener comunicación.
En el Archivo de Menéndez Pidal también se conserva otra versión
de don Bueso ahogado. Esta versión pertenece a un romance más amplio,

56
conocido como La gentil porquera, y fue recogido por Manuel Manrique
de Lara en Tetuán, en 1916, de boca de Preciada Israel, una sefardí de 34
años de edad. Dicen así los versos que se refieren a don Bueso:
Ya se va don Güeso a la romersanta;
gritos de María por ahí le daban.
Se vuelve don Güeso vuelta y sin mazale.
Cayóse en un pozo, en un pozo airole:
-Saqueisme, la bella de este pozo airole;
culebros me pican en el corazone.
Saqueisme, la bella, de este pozo de agua;
culebros me pican en telas del alma.
Si culebros te pican en el corazone,
yo voy a ser reina en todo Aragone.
Si culebros te pican en telas del alma,
yo me voy a ser reina en toda la España.-
En eso don Güeso entregó el alma5.

Por su parte, Menéndez Pidal, en sus conclusiones sobre los roman-


ces de don Bueso, comenta que se sabe por indicios indirectos que exis-
tieron, aunque no fueron documentados durante la Edad Media ni durante
el Renacimiento.
La explicación que da Pedrosa de la coincidencia de tantas leyendas
en la tendencia a ahogar doncellas en el pozo Airón es la siguiente:
“Probablemente, los antecedentes de tal materia folclórica debieran
cristalizar, en la España medieval, en un canto narrativo cuyo argu-
mento presentaría a un hombre cruel y sanguinario, llamado don Bueso
-trasunto de la antigua divinidad del pozo exigente de ofrendas y sacri-
ficios-, aficionado a ahogar doncellas”6.
Si esta hipótesis de trabajo sugerida por Pedrosa fuera la correcta,
creo que en la época prerromana los sacrificios que se le ofrecerían al
dios Airón serían jóvenes doncellas y no pan e incienso, como apunta
J. Mª. Blázquez. En la Francia celta prerromana existían pozos en los
cuales se realizaban sacrificios de animales y de seres humanos, tal como
demuestran los hallazgos arqueológicos cuando se han excavado dichos
pozos.
No debe confundirse al don Bueso de la leyenda del “pozo Airón”
con el don Bueso de los romances medievales, que estudia Menéndez
Pidal, de los cuales existen gran variedad de versiones. Estos romances,

57
considerados una antigualla en el siglo XV, suelen tratar el tema de un
caballero cristiano que reconoce a una hermana cautiva en tierras moras
y la trae consigo de regreso a casa. Éste es el comienzo:
Camina Don Bueso mañanita fría,
a tierra de moros a buscar amiga.
Hallóla lavando en la fuente fría.
-Quita de ahí, mora, hija de judía,
dexa a mi caballo beber agua fría.
-Reviente el caballo y quien lo traía,
que yo no soy mora ni hija de judía,
sino una cristiana que estoy aquí cautiva,
en poder de moros siete años había,
-Si fueres cristiana,- yo te llevaría;
y si fueres mora- yo te dexaría ...7.

Además de la leyenda de don Bueso, están documentadas varias re-


ferencias literarias de escritores de los siglos XVI y XVII sobre el tér-
mino “pozo Airón” con el significado de pozo profundo, abismo o lugar
de donde no se puede salir. Ya hemos visto cómo Cervantes en Adjunta
al Parnaso se refiere a él como un lugar para asustar a los niños; tam-
bién hemos visto el soneto obsceno, atribuido a Góngora, que compara
al pozoairón con el sexo femenino. En el siglo XVI también lo cita Juan
Blázquez de Otárola en su libro Coloquio de Palatino y Pinciano (1550),
donde dice al respecto:
PALATINO. Llevadme por do quisiéredes, que allá lo veréis. Ahí,
a ese cantón, hay una buena posada con un pozo airón, que llega
hasta los abismos, que una noche me adelanté a ser diligente y sa-
car agua para los caballos y en cada herrada tardaba media hora8.
José María Iribarren, en su artículo “El pozo Airón” del libro El por-
qué de los dichos, entiende el concepto de la siguiente manera: “Se usa
en frases como Caer en el pozo Airón o Lo tragó el pozo Airón, dando a
entender que una cosa ha ido a parar a un lugar profundo o que es guar-
dada reservadamente y en lugar muy oculto” 9.
A continuación hace un resumen de lo que dicen Sbarbi, Gabriel Mª
Vargas, Clemencín y las Relaciones Topográficas del Castillo de Garci-
muñoz. El único dato novedoso que aporta es el siguiente:

58
Vi citada la frase “caer al pozo Airón” en las cartas de la reina María
Luisa a su amigo Godoy10.
Termina el artículo con una frase, célebre en el siglo XIX, que ya citó
J. Mª Quadrado: “Madrid es como el pozo Airón, que nada cría bueno, y
para lo malo no se le halla fondo”11.
En definitiva, los pozos Airón tienen fama en España de ser muy pro-
fundos y siempre se cuentan leyendas terroríficas en torno a ellos. Nos
preguntamos si esta fama de terroríficos no es lo que quedó en el incons-
ciente colectivo de la comunidad de aquellas épocas prerromanas en que
es más que probable que se sacrificaran al dios del pozo animales e inclu-
so seres humanos, y más concretamente “jóvenes doncellas”.

59
Capítulo 7
Toponimia

En este capítulo pretendemos rastrear el topónimo Airón en sus diver-


sas grafías: Airón, Ayrón, pozo Airón, Pozairón, Pocirón, Pozirón, Lairón
(por contracción de “el Airón”) y Airão, versión de Airón en portugués.
Muchos son los lugares de la península Ibérica relacionados con Ai-
rón, la mayoría de ellos situados en las dos Castillas y en Extremadura.
En la zona de Levante, más influida por la cultura mediterránea -fenicios,
cartagineses, griegos y romanos- es raro encontrar este topónimo.
Después del rastreo realizado, valiéndonos de múltiples medios (con-
sulta de geógrafos e historiadores de siglos anteriores, aportaciones de
arqueólogos actuales, búsqueda en Internet, llamadas telefónicas a Ayun-
tamientos, rastreo de la toponimia del mapa de España 1:25.000 del Ins-
tituto Geográfico Nacional), hemos encontrado que el topónimo Airón o
alguna de sus variantes se da al menos en cien lugares.
A diferencia de la primera edición, el análisis de los topónimos Airón
lo realizaremos, por orden alfabético y por provincias, con independencia
de que se trate de hidrónimos o que tengan otra acepción diferente.
Según refiere el alguacil, José Simarro, en Pozo Cañada (Albacete),
existe un paraje, denominado pozo Airón, en el que existe un pozo anti-
guo que nunca se ha visto seco y que se denomina pozo Airón. Este pozo,
que tenía un brocal de piedra de sillería y un cobertizo con una garrucha,
daba agua potable de la que bebían los trabajadores de la finca Torre Maí-
quez. Actualmente se ha entubado y de él se extrae agua para llenar una
balsa, existente en lo alto de un cerro, que riega una finca de unas 100

61
hectáreas. Las excavaciones realizadas en la finca adyacente han encon-
trado un asentamiento celtibérico.

Pozo Airón de Pozo Cañada

En Asturias, en el pueblo Belmonte de Miranda, se encuentra un


paraje al que se le denomina “El Airón”. Dicho paraje tiene una cueva
con el mismo nombre.
En el pueblo de Tolbaños (Ávila), también se data un paraje denomi-
nado “pozo Airón”.
Según comunica el policía local, Paulino Giraldo Acosta, en el pue-
blo de Almendralejo (Badajoz) existió un pozo Airón hasta 1962, en la
actual Avenida de la Paz, en el mismo lugar donde ahora se alza la estatua
de la paz, esto es, una mujer con una mano levantando una paloma. Dicho
pozo Airón era de piedra y ladrillo, tenía forma cuadrada, medía unos
cinco metros de lado, y siempre tenía agua. Debió cegarse para urbanizar
la calle. Al lado del pozo Airón se cometió en 1920 un crimen en el que

62
Canseco y Sierra asesinaron a José Gil Ruiz, crimen sobre el que se hi-
cieron unas coplillas que fueron famosas en la época.
José Vicente Triviño Palomo nos comenta que, en el “Proyecto de
Clasificación de Vías Pecuarias” del año 1932, se refiere que en Cabeza
del Buey (Badajoz) existe el arroyo del pozo Airón que sale a la carretera
de Belalcázar. Dicho arroyo está junto a un pozo Airón que está tapado.
El concejal de cultura, Diego Murillo, refiere que en la calle Pozo
Airón de Campanario (Badajoz), en un altozano, existió también un
pozo Airón, que se cerró hace unos quince años cuando se trajo el agua
corriente al pueblo. Este pozo tenía un brocal, en forma cuadrada, for-
mado por grandes piedras de granito de un metro de largas. Estas piedras
cargaban sobre arcos de ladrillo. Al lado del pozo existía una pila donde
abrevaba el ganado. De la existencia de este pozo se tienen noticias desde
el año 1571.

Laguna Airón en Orellana la Vieja

La provincia de Badajoz ofrece una “laguna” Airón en Orellana la


Vieja; de ella se dice que se tragó una carreta con bueyes y ocupantes

63
incluidos1. Lo mismo se dice del pozo Airón de La Almarcha, con el
añadido de que la carreta iba cargada de sal, razón por la cual el agua de
la laguna está tan salada. Habiéndonos puesto en contacto con Máximo
Pastor Sánchez, concejal de cultura del Ayuntamiento de Orellana, que es
quien relató la anterior leyenda a J. M. Pedrosa, precisa que más que de
una laguna se trata de una poza que se forma en el arroyo Pozarranco, a
causa de la erosión del terreno. Sobre este pozairón existe una canción de
ronda que, entre otras cosas, dice:
Tiré media naranja a la laguna,
cualisquiea que la vea
dice que es una.
Y tiré media naranja al pozairón,
cualisquiea que la vea
dice que son dos.

Por su parte, el escritor Víctor Sanz Gallardo (quien también nos in-
forma de la existencia de un santuario ibérico al otro lado del pueblo),
nos envía planos y fotografías donde se contempla con total nitidez cómo
el arroyo Pozarranco, tras vencer una pequeña cascada, cae en una gran
poza que forma una pequeña “laguna” a la que se le denomina pozo Ai-
rón. Según comentarios de los vecinos, esta enorme poza se ubica sobre
la boca de una antigua mina abandonada, pues la roca que se halla junto
a la cascada parece cortada a propósito.
Puebla de la Reina tiene otro paraje, conocido como “El Lairón”,
que posee un pozo que no lleva este nombre.
En el pueblo de La Zarza (Badajoz), también se puede visitar un
paraje conocido como “pozo Airón”, que alberga un pozo de escasa pro-
fundidad. Según el guarda del término, Francisco Rodríguez, a unos 800
metros de este paraje se hallan unas pinturas neolíticas y, también cerca,
hace años que apareció un jarro celta, que se guarda en el museo de Ba-
dajoz.
La provincia de Burgos tiene una de las lagunas Airón más renom-
bradas, se halla en el término municipal de Aldea del Pinar que es una
pedanía de Hontoria del Pinar. Es una laguna, un poco ovalada, de unos
50 metros de diámetro en su parte más ancha. La marca dejada por la ero-
sión de las aguas indica que su nivel, en tiempos, estuvo por lo menos un
metro por encima del nivel actual. Sus aguas no son profundas, excepto

64
en la hoya central, que tiene unos 3 metros de diámetro. Toda la laguna,
excepto la hoya, está llena de algas y juncos que, al secarse, dejan una
imagen no muy agradable a la vista. De este pozo Airón se dicen varias
consejas, que nos contó Gonzalo Galindo Carazo, cuando nos acompañó
a visitarlo. Por la profundidad de la hoya central se dice que es un ojo de
mar, que se tragó una yunta de bueyes, sin que volvieran a aparecer, y que
hacia 1980 se pretendió agotarlo extrayendo su agua con un motor, pero
que la hoya siempre mantuvo su nivel.

Laguna Airón en Aldea del Pinar

De ella se ocupa Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico, cuan-


do explica el término AIRÓN (POZO DE). Se trata de una laguna que
describe en estos términos:
laguna SIT. a 50 pasos del camino real de Soria a Burgos, entre Hon-
toria y la ald. del Pinar, dentro del térm. de esta última; es circular,
llena de agua en el invierno, pero durante el verano quedan en seco las
orillas, reduciéndose su caudal á la hoya que forma su centro; se ignora
su profundidad, aunque vulgarmente se dice que es insondable, y que
algunas tentativas que se han hecho para conocerla resultaron infruc-

65
tuosas; su circunferencia esterior es de 800 á 1.000 pasos, y 50 la de
la hoya; aquella está circuida de pinabetes que conservan siempre un
hermoso verdor: cría peces negros de la especie de tencas; no se sabe
de donde recibe las aguas2.
La provincia de Cáceres es una de las que más topónimos Airón tie-
ne. En Bohonal de Ibor existe un pozo Airón con un brocal de granito.
Este pozo Airón está ubicado en una meseta, a unos 500 metros del dol-
men conocido como “El pibor”, con una antigüedad estimada de unos
3000 años antes de Cristo.
Felicísimo García Barriga (licenciado en Historia) informa que en
Brozas (Cáceres), existe un pozo Airón junto al camino de Santa Lucía,
muy cerca del pueblo. Según el libro de bautismos de la parroquia, en
1714 se secaron casi todos los pozos de Brozas, pero no el pozo Airón
que, al año siguiente, no aguantó la sequía y sí se secó. Es un pozo cua-
drado, empedrado en sus paredes, con un brocal de sillares, algunos de

Pozo Airón en el cauce del arroyo Guadalto. Herreruela

66
los cuales tienen muestras de moldura que probablemente indiquen que
esas piezas fueron reutilizadas de una construcción anterior. Sus dimen-
siones son de 5 metros por cada uno de los cuatro lados y su profundidad
hasta llegar al agua es de unos quince metros, calculándosele unos 5 me-
tros más de agua.
El alcalde, Ignacio Rodríguez, nos testimonia que en el término de
Cadalso, existe un paraje y una charca, denominados Airón, que se ubi-
can junto al arroyo Arrago.
En Herreruela (Cáceres), hallamos varios topónimos Airón. Un
pozo Airón que parece ser una sima, según la descripción que da de él la
publicación Maravillas de la península ibérica:
En Herreruela, en la penillanura cacereña, formada por pizarras y cuar-
citas, la distinta textura y dureza de estos materiales, unido a los mo-
vimientos tectónicos han originado este Pozo o sima de gran profundi-
dad3.

Pozo Airón en el cauce del arroyo Guadalto. Herreruela

67
Los otros dos pozos Airón de Herreruela están situados en el cauce
del arroyo Guadalto. Las coordenadas U.T.M. de estos dos pozos son las
siguientes: 4369,500 Norte y 683,900 Este para el primero y 4365,850
Norte y 683,350 Este para el segundo. Estas coordenadas corresponden
a las Hojas 0702 y 0702-II del Mapa Topográfico Nacional publicado
por el Instituto Geográfico Nacional en sus escalas 1:50.000 y 1:25.000
respectivamente.
Según Serafín Hidaldo Chivo, el primero se halla en la finca “El Hor-
nillo” cuyo acceso se sitúa en el kilómetro 63 de la carretera EX302, que
va de Alburquerque a Herreruela. Al segundo se accede por la finca “El
Pie”, en el kilómetro 96,1 de la Nacional 521. Ambas pozas o pozos Ai-
rón se hallan en el cauce del arroyo Guadalto y tienen la característica de
que no se secan nunca aunque se haya secado dicho arroyo. El segundo
tiene un diámetro de unos 15 metros y es mayor que el primero.
Guillermo Gómez Díaz refiere que en abril de 1995 dando un paseo
por una finca con una cerca de piedra, a unos 12 kilómetros de Serra-
dilla (Cáceres), en el chozo de la finca halló un llavero de madera con
la inscripción “Cerca Airón”. Al lado del chozo existe un pozo con un
manantial inagotable en su interior. Las coordenadas de esta finca son:
Latitud 39º51´39.68 y Longitud 6º7´20.67.
Según nos testimonia el auxiliar del Ayuntamiento, Francisco Val-
verde Arenas, en Valdefuentes, a unos 500 metros del pueblo, existe un
pozo Airón con un diámetro de unos 5 o 6 metros. Este pozo con brocal
de piedra nunca se vio seco en años de sequía y está rodeado de unas 20
pilas donde iban las mujeres a lavar la ropa. En sus alrededores se han
hallado estelas funerarias romanas.
El concejal, Vicente Tello Jadillo, nos comunica que en Valdelacasa
de Tajo, a un kilómetro del pueblo, en el paraje “La lobera”, existe un
pozo Airón que nunca se seca. Es habitual en el pueblo echar amenazas
referidas al pozo Airón, como por ejemplo: “mira que te cojo y te echo al
pozo Airón”.
En la provincia de Ciudad Real, cerca de la capital, se halla un paraje
conocido como “Los airones” del que no tenemos más referencias.
La provincia de Cuenca es una de las que cuenta con más lugares de-
signados con el hidrónimo Airón. En el siglo XIX, junto a Fuente Redon-

68
da, una laguna situada al lado del nacimiento de uno de los afluentes del
río Bedija en el término de Uclés, se encontró un ara votiva dedicada al
dios Airón, cuya leyenda ya se ha comentado y que comienza con el da-
tivo de singular DEO AIRONI, lo que permite inferir que se trata de una
dedicatoria al dios Airón. El perímetro de esta laguna está empedrado con
cantería, formando gradas, y con el paso del tiempo se ha ido lodando por
falta de cuidado como comentaba en 1904 el arqueólogo Quintero Atauri,
que era natural de Uclés. Esta fábrica de piedra nos hace suponer que el
lugar probablemente fuera un santuario dedicado al dios Airón, santuario
que está al lado de un cementerio de la edad del hierro y también romano,
conocido como Haza del Arca, de don-
de se extrajeron a finales del siglo XIX
urnas cinerarias que contenían en su
interior diversos objetos, que se hallan
dispersos en los siguientes Museos: Ar-
queológico Nacional de Madrid, Museo
de Segóbriga y Museo Arqueológico de
Cuenca. Una excavación de la laguna,
en la que probablemente se encontrarían
exvotos, resolvería definitivamente el
problema de esta laguna que no lleva el
nombre del dios.
Los vecinos de Uclés, al responder
a la pregunta 23 de las Relaciones To-
pográficas de Felipe II, en 1575, nos
proporcionan una descripción de dicha
laguna en los siguientes términos:
23. Es muy abundante en agua, a
causa que en él hay una fuente, que Ara votiva dedicada al dios Airón halla-
dicen Fuente Redonda, que está un da en Uclés
cuarto pequeño de legua de la villa,
de donde sale el arroyo arriba dicho, que jamás crece ni mengua. Es un
edificio en redondo en compás que tiene una cerca de calicanto hasta
los pechos en derredor, y por dentro un andén para andar por ella. Tiene
en hondo tres estados y más; y baxan al suelo por unas escaleras que
están hechas de piedra, y tiene en ancho setenta pies, y suele mondarse
con unas sangrías que tiene por baxo. Es de muy linda agua. Hay en ella

69
Fuente redonda. Uclés

peces pequeños, que ninguno llega a tres onzas. Solían beber de esta
fuente los vecinos, y porque tenía muchas ovas y peces el señor Gober-
nador que ahora al presente es, ha traído de más arriba de esta Fuente
Redonda una fuente a la villa de Uclés 4.
La más famosa de las lagunas denominadas Airón es la de La Almar-
cha, atribuida durante la Edad Media al Castillo de Garcimuñoz, a cuya
jurisdicción perteneció hasta que La Almarcha adquirió la categoría de
villa en 1672, confirmada después en 16875. Ya hemos apuntado, en el ca-
pítulo correspondiente, la cantidad de viajeros, geógrafos e historiadores
que dan testimonio de la existencia de esta laguna y de sus características,
una de las cuales es la de no conocérsele fondo ni manantial. El hecho de
que dos reyes tan importantes como Carlos I y Felipe II se acercaran a
visitarla es una prueba de que debió de ser tenida en la época como una
curiosidad hidrológica, digna de ser contemplada hasta por un rey. Estas
visitas regias están confirmadas por los relatos de sus cronistas. Poco des-
pués, en las Relaciones topográficas (1558) que mandó compilar Felipe
II, los vecinos del Castillo de Garcimuñoz dan testimonio de que tanto
Carlos I como su hijo Felipe II se acercaron a visitar el pozo Airón. Dado

70
Pozo Airón de La Almarcha

Pozo Airón de La Almarcha seco. Verano de 1995

71
el poco tiempo transcurrido entre la visita de los reyes y el testimonio
de los vecinos de la villa de Garcimuñoz, consideramos este testimonio
como una prueba de que la visita realizada al pozo Airón por los mencio-
nados monarcas fue real y no producto de la imaginación de los vecinos.
Hasta hace poco tiempo, también existió un pozo Lairón en Fuenteles-
pino de Haro, que fue cegado recientemente hacia el año 1975, cuando rea-
lizaron un sondeo al lado para traer las aguas corrientes al pueblo. El citado
pozo Lairón no disponía de brocal y alcanzaba unos tres metros de diámetro;
estaba casi lleno de agua y su profundidad rondaba los treinta metros (por
ello debieron llamarle Lairón, como equivalente de “pozo profundísimo”).
El miedo que le tenían pudo ser la causa de su triste destino, al ser cegado
para evitar accidentes.
La provincia de Cuenca además de los hidrónimos expuestos, ofrece
en Olmeda del Rey, pueblo cercano a Valeria, una sima que recibe el
nombre de pozo Airón.
En Tresjuncos (Cuenca), a tan sólo medio kilómetro de la población,
se encuentra otro pozo Lairón que para algunos resulta un misterio, por-
que siempre contiene agua, aunque se encuentra decenas de metros por
encima del nivel freático de la zona. Actualmente el nivel del agua está
a metro y medio del brocal, pero en temporadas lluviosas llega a salirse.
Se trata de un pozo de agua dulce, de unos seis metros de profundidad,
que está empedrado, y lo corona
un antiguo brocal de arenisca, la-
brado de una sola pieza. La breve
descripción que proporciona de él
Job Moya Pereira, tras interpretar
el mapa del Instituto Geológico
y Minero, es la siguiente: “Sus
aguas se encuentran muy por en-
cima del nivel freático habitual
debido a la impermeabilidad de
las capas inferiores, compuestas
por arcillas y margas yesíferas
del Mioceno”6. De él se cuenta
la anécdota de que si se tienen
Pozo Lairón de Tresjuncos verrugas y se desea que desapa-

72
rezcan, se echan al pozo Airón tantos garbanzos como verrugas y éstas
terminan desapareciendo, siempre que no se vuelva a mirarlo.
En Valhermoso de la Fuente (Cuenca) existe un paraje, denominado
pozo Hirón en el mapa 1/25.000 del Instituto Geográfico. Habiéndonos
personado en el pueblo, nos encontramos con la sorpresa de que allí los
paisanos lo denominan “paraje de pozo Airón”. Es un paraje que se ha-
lla junto a la vereda que le separa del término de Motilla del Palanchar,
dicho paraje no tiene ningún pozo y se le distingue por un pino solitario.
Al lado, a un kilómetro de distancia aproximadamente, existe “la Balsa
de los cantos”, que es circular, pero mantiene su agua gracias a que se
transporta con una cuba, pues sirve de abrevadero para el ganado. La ex-
plicación del error de que en el mapa aparezca “pozo Hirón”, en lugar de
Airón, debe ser porque el topógrafo que se envió en su día, para hacer el
informe de la toponimia del pueblo, debió poner la A de Airón, sin cerrar
en la parte de arriba, y en el Instituto Geográfico debieron confundir la A
con la H.
El pozo Airón de Valeria (Cuenca), ofrece la característica de que
está situado bajo el coro de la actual Iglesia de la Sey. Se trata de un pozo,
cimbrado con piedras unidas con argamasa, que se ha tapado con una
simple chapa. El nivel del agua está a unos dos metros y su profundidad
no debe ser superior a los siete metros en la actualidad, aunque en épo-
cas anteriores, según comenta el concejal de cultura, Julián Torrecillas
Moya, debió alcanzar mayor profundidad, pues a lo largo de los siglos se
ha ido lodando con los restos del material que ha caído dentro de él. En
este lugar parece que, hasta el siglo IV de nuestra era, hubo un santuario
dedicado al dios Airón, santuario que con la llegada del cristianismo ter-
minó destruido, y cuyos restos se reutilizaron en la construcción de la
actual iglesia dedicada a la Virgen de la Sey. Otra prueba de que en Va-
leria debió de existir culto a las aguas, la proporciona el hecho de que en
la ciudad romana todavía perdura su ninfeo, “edificio dedicado al culto a
las aguas”, y que con sus 100 metros de longitud es uno de los más largos
de los que se conservan del Imperio Romano.
Un nuevo indicio de la importancia que tuvo el culto al dios Airón
en la provincia de Cuenca es que, en el Instituto Geográfico Nacional, se
conservaba un mapa de España del siglo XVI en el que buena parte de
la provincia de Cuenca está cubierta por un lago debajo del cual figura

73
Iglesia de la Sey en Valeria. Dentro de ella se encuentra el pozo Airón

la leyenda “poço Ayrón”. Esta referencia me la dio el bibliotecario que


lo custodiaba en 1979. Jubilado dicho funcionario, cuando de nuevo me
he acercado al Instituto Geográfico para ver dicho mapa y tomar nota de
su signatura, los archiveros actuales no han logrado dar con él. El mapa
más antiguo, hasta ahora localizado, en que figura el pozo Ayrón de La
Almarcha es el Atlas del Escorial, correspondiente a la época de Felipe
II o Carlos I, que consta de XX láminas. En la lámina X está dibujado el
poço Ayrón con un círculo y en el centro un punto7; pero no aparece La
Almarcha, que entonces era una aldea. Al lado encontramos el Castillo
de Garcimuñoz, cuyo nombre el escribano transcribe mal y pone “Casal
de Garcimuñoz”.
Octavio Cano, maestro jubilado, nos indica que en Zafra de Zánca-
ra (Cuenca) existen dos pozos Airón, excavados en roca, que debieron
servir de aljibe. Uno de ellos se ubica en la puerta del aljibe en la parte
exterior de la muralla. Se da la curiosidad de que estos pozos no tienen
manantial.

74
Es fama que en una plazuela de Granada existió una sima, conocida
como pozo Airón, que costó mucho cegar. A él se refiere el Diccionario
de autoridades, en su edición de 1776:
Caer en el pozo airón. Phrase con que se dá à entender que alguna cosa
que se ha perdido no es fácil el hallarla o sacarla de donde está: y vie-
ne de que en Granada había un pozo à quien llamaban Airón, porque
siempre echaba de sí bocanadas de áire, y era tan profundo, que costó
muchos años de tiempo y trabajo para cegarle. Lat. In profundissimum
puteum demergi8.
Según Miguel Herrero9, este pozo se encontraba cegado en 1726. A
finales del siglo XVIII (1779), Gutierre Joaquín Vaca de Guzmán publica
una obra titulada Dictamen sobre la utilidad de la excavación del Pozo-
Airón, y nueva abertura de otros pozos, cuevas y zanjas para evitar los
Terremotos. El pueblo de Granada, atemorizado por el terremoto ocurrido
en 1878, acudió al Ayuntamiento de la ciudad reclamando la apertura del
Pozairón que se hallaba delante de la puerta Elvira, llamada por los ára-
bes Bib-Ilvir.
Este pozairón ya llevaba siglos tapado sin que ello ocasionase perjui-
cios a la ciudad. Pero el vulgo se hizo eco de las teorías que Plinio (23-69
d.C.) expone en su Historia natural. Según estas teorías, la existencia de
cuevas y pozos profundos favorece la circulación del aire en el interior
de la tierra con lo que se evitan los terremotos, de aquí que se pretendiera
destapar el pozairón.
Por encargo del Ayuntamiento de Granada, Vaca de Guzmán realiza
un estudio en el que desecha la idea de reabrir el pozairón y, de paso, da
algunas noticias sobre él.
Bermúdez de Pedraza ya habla de él en el capítulo 48 de su Historia
eclesiástica de Granada (1638), donde dice:
El remedio contra estos terremotos; dize Plinio, es hazer muchos po-
zos, y cueuas hondas por donde exale y respire el viento metido en las
venas de la tierra. Y los Moros como Filosofos tenian en la calle Elvira
vn pozayron, llamauanle así por ser muy profundo y ancho, que seruia
para este efeto, y le cego nuestro mal gobierno, pensando que pozo sin
agua estaua ocioso10.

75
Vaca de Guzmán coincide con las teorías de Bermúdez de Pedraza y
afirma:
Yo hè visto varios escritos, en que no se le nombra, como ahora algunos
pretenden, sino formando una sola dicción; esto es: Pozairón no signi-
ficando: Pozo de aire fuerte: sino Pozo grande, como aumentativo de la
palabra Pozo: que corresponde muy bien a su tamaño11.
En un pueblo de Granada, llamado Torvizcón, existe un paraje cono-
cido como “Lairones”.
En la aldea Balbacil, perteneciente al municipio de Maranchón (Gua-
dalajara) existe una laguna, conocida como pozo Airón. Es del tamaño
de una plaza de toros. Su fondo está cubierto por hierbas verdes y flore-
cillas blancas. La laguna, más bien es un navajo, que recoge las aguas de
lluvia y llega a secarse en el estío. Su profundidad no supera el metro y
medio de agua y sirve de abrevadero para el ganado. Parece que en torno
a ella existió alguna leyenda.
En el pueblo de Quesada (Jaén), hallamos una plaza que lleva el
nombre de Pozairón. Esta moderna plaza está ubicada sobre un antiguo
barranco que tenía una fuente natural. Al lado se han encontrado hachas
del neolítico y, a unos cuatro kilómetros del pueblo, se distribuyen 18
cuevas con pinturas rupestres, motivo por el que el pueblo ha sido decla-
rado patrimonio de la humanidad en 1998.
Por Cubillas de Rueda (León) discurre un arroyo que se denomina
“Arroyo valladar de Airones”.
En la pedanía de Lumajo, que pertenece al ayuntamiento de Villabli-
no (León), se data otro pozo que recibe el nombre de “pozo Airón”.
En la provincia de León existen varios parajes denominados Airón.
En el pueblo de Onzanilla se extiende un paraje, denominado “el Airón”,
con varios pozos al lado que contienen abundante agua.
Según nos informa María San Martín Simón, en la pedanía San Juan
de Torres, perteneciente al Ayuntamiento de Cebrones del Río (León),
existía una laguna a donde iban las mujeres a lavar la ropa, desde hace
unos 45 años se cegó al echar sobre ella los escombros del pueblo.
José Manuel Ladra nos informa de que en San Miguel de las Dueñas

76
(León) existe un paraje conocido como Pocirón. Está situado a unos 500
metros del pueblo en una zona de huertas.
El pozo Airón de Tejerina (León) es uno de los más célebres, pues
allí recogió José Manuel Pedrosa un poema, según el cual, dos hermanas
solían jugar en torno a él bailando. Una de ellas, envidiosa de la hermo-
sura de la otra, la arrojó al pozo Airón y desapareció para siempre. Este
pozo se presenta como un agujero natural que hay en la tierra, sin brocal
alguno (da miedo asomarse, dice Pedrosa), y a cierta profundidad aloja el
agua. Está situado en la montaña, a unos 1800 metros de altitud.
La pedanía El Tobar de la Encomienda, perteneciente a Pozuelo del
Páramo (León), tiene el paraje “El pocirón”. En él había una laguna del
mismo nombre, que sólo tenía agua en invierno. Hace unos 30 años se
cegó con escombros, pero el nombre del paraje sigue existiendo.
José Balbino Álvarez nos informa que en Viñayo, pedanía de Carro-
cera (León), existe una calle que se denomina Pocirón. El nombre de esta
calle se debe a que en la misma existió un pozo Airón que se cegó hace
aproximadamente unos 35 años.
En Villablino, cerca del pozo Airón de Lumajo, consta la existencia
de otro paraje Airón, a unos 1.600 metros de altitud, conocido como “Co-
llado de pozo Airón”. Según nos informa Félix Suárez, es una zona donde
hay muchas cuevas y restos megalíticos. En esa zona se cuenta la leyenda
de que un pastor amamantó con leche a una culebra y que después se
marchó de allí. Cuando regresó de nuevo al lugar, llamó a la culebra y
ésta, que estaba muy crecida, le picó y lo mató.
En la provincia de Logroño, en Navalsaz, existe un pozo Airón con
unos dos o tres metros de agua, casi al nivel de la superficie, en torno al
cual se narra un cuento en el que una zorra engaña a un pescadero para
quitarle las sardinas que llevaba para vender. El testimonio sobre el cuen-
to y el pozo Airón, que todavía existe, lo he recogido de Javier Asensio
García.
Pacual Madoz, en su Diccionario Geográfico (1846), informa de que
la provincia de Lugo cuenta con una aldea, perteneciente al Ayuntamien-
to de Pol y a la feligresía de san Esteban de Pol, con una población de tan
solo ocho vecinos, que se denomina Airón.

77
En la misma provincia, en el pueblo de Becerreá, corre un arroyo
conocido como “Río Carballal de Fontairón”; y al lado debe estar su na-
cimiento, pues al lugar se le conoce como “Fontarón”.
Madrid tiene un Pozairón en el pueblo de Chapinería. Se trata de
una laguna de forma irregular, ovalada -de unos 25 metros en su parte
más ancha y 20 en la más estrecha-, con una profundidad no superior al
metro y medio de agua y con una pequeña isleta en el centro. Con inde-
pendencia de que en la laguna mane algo de agua, su alimentación pro-
viene de una fuente natural que hay un poco más arriba. Hace años, en el
verano se llegaba a secar, pero ahora recibe aguas del pueblo, por lo que
su nivel se mantiene constante.

Laguna Airón en Chapinería

En el barrio madrileño de Moratalaz se halla el arroyo “Fontarrón”,


palabra que puede haberse producido por la contracción de los términos
“fonte” y “Airón”.
En Montejo de la Sierra (Madrid) se halla el topónimo “Alto del
Lairón”; y, en Valdemoro, hay un paraje, conocido como “Las bolitas de
Airón”, hoy convertido en parque natural.

78
En unas obras de restauración, realizadas por la Comunidad de Ma-
drid en 2008, en la iglesia San Pedro Apóstol de Ribatejada, se ha des-
cubierto bajo el coro el pozo Airón del que hablan los libros parroquiales.
Según apunta Sbarbi, en su Diccionario de refranes, adagios, prover-
bios, modismos, locuciones y frases proverbiales de la lengua española
(1922), en Málaga debía haber otro pozo Airón:
Caer como en el pozo airón. Dícese familiarmente de todo aquello que,
al ir a parar a poder de alguna persona, queda profundamente encerra-
do, o del lugar en que se guarda oculta y reservadamente una cosa, alu-
diendo a esta clase de pozos que abrieron los árabes durante su estancia
en Andalucía (algunos de los cuales se ven aún en Granada, Málaga y
otros puntos), sin duda con el objeto de recoger en ellos las aguas llo-
vedizas, y a los que, por su mucha profundidad, pusieron el nombre de
hauron, que vale en su lengua hondo o profundo, de donde se corrom-
pió aquella palabra en la de airón 12.
Sbarbi se queda con la idea de que un pozo Airón es un pozo profun-
do, pero ignora el descubrimiento del ara votiva de Uclés y, por lo tanto,
que mucho antes de que los árabes llegaran a España ya existía el culto al
dios Airón. Consultados los profesores de lengua árabe de la Universidad
Complutense de Madrid, don Joaquín Vallvé Bermejo y don Francisco
Ruiz Girela, opinan que Sbarbi, en su explicación etimológica de Airón,
debió transmitir la creencia popular.
La existencia de un pozo Airón en la Alcazaba de Málaga se corro-
bora con lo expresado por Cristóbal Medina en el libro Conversaciones
históricas Malagueñas (1789) donde, al hablar de la Alcazaba, comenta:
Al pie de la Torre vea Vm. Ese como estanque; pues estos eran los Ba-
ños, que creo llamaban de la Reyna, ya muy desfigurados, cuya agua
venia de la del pozo Ayrón, que como enseñaré a Vm. Está á la parte
del Norte á distancia de unas 14 varas... Aquí tiene Vm. El pozo Ayrón,
que le dixe cuya profundidad es de 47 varas y de agua tiene hoy 22. An-
tiguamente sería su fondo mucho mayor respecto a que continuamente
están arrojando piedras: Asomese Vm. Y verá correr el agua como una
acequia, cosa muy particular en esta altura, y que podia abastecer á la
multitud de gentes que habia esta agua13.
La provincia de Murcia, donde no esperábamos encontrar el topóni-
mo, ofrece tres en Caravaca de la Cruz. Uno es “El cortijo de Lairón”,

79
muy cerca está un paraje al que se conoce como “Lairón” y, en otro lugar
diferente, aparece otro enclave también nombrado “Lairón”. En el pueblo
de Lorca también encontramos un paraje conocido como “Lairón”.
En la provincia de Palencia, en Cevico Navero, junto al arroyo Ce-
rrato que discurre al sureste del pueblo, se extiende una laguna de unos
15 o 20 metros de diámetro conocida como pozo Airón. Al lado, se en-
cuentra una ermita rupestre paleocristiana y, posteriormente, se edificó
un monasterio de construcción románica y gótica.
La provincia de Palencia también ofrece un paraje conocido como
“pozo Airón” en el pueblo Valle de Cerrato.
La provincia de Pontevedra nos ofrece dos topónimos Airón dudo-
sos. El primero está en Fornelos de Montes y es conocido como “Os
pasos de Porta Cairón”, donde se extiende una zona húmeda. Estos pasos
son unas piedras colocadas sobre el río para atravesarlo. El segundo está
en Mondariz y es conocido como “A Chan de Cairón”, y a la zona hú-
meda en que se halla se le llamaba antiguamente “mar de agua”. En sus
proximidades había restos de un castro que fueron destruidos hace unos
cuarenta y cinco años. En Asturias, en la toponimia del medio kárstico,
Cairón significa: “abismo, profundidad grande, importante y peligrosa”.
Según Juan Luis García Alonso, en bable “Cairón” significa “en casa de
Airón”.
La provincia de Salamanca es una de las que más topónimos Airón
ofrece. En Ahigal de Villarino, existe una laguna, denominada pozo
Airón, es producto del encharcamiento del terreno en temporadas en que
llueve mucho, desecándose después.
Refiere J. Mª Blázquez, en su Diccionario de religiones prerromanas
de Hispania, que en Ciudad Rodrigo varias fuentes llevan el nombre de
Airón. Consultado el personal del Ayuntamiento del pueblo y tres histo-
riadores locales, dicen no saber nada de ello. Sólo tienen conocimien-
to de un pozo Airón muy profundo que sus habitantes consideran una
mina romana abandonada, como lo sugiere “la constante oxidación que
se observa en los bordes de su entrada”. Los pastores lo utilizan como
basurero donde arrojan las ovejas muertas. Cuentan las leyendas que, a
veces, cuando se ha tirado al pozo Airón alguna oveja muerta, poco tiem-
po después se la ve flotando en el río Águeda. Esta leyenda se ha consti-

80
tuido en un tópico de muchos pozos Airón. Según nos relata el historiador
local, don Carlos García Medina, este pozo Airón tiene dos plataformas
claramente delimitadas, con diversas oquedades que parten de su cuerpo
principal. Hacia el año 1980 se bajó hasta la segunda plataforma, pero no
se excavó, dado que en el fondo hay agua procedente de filtraciones o del
nivel freático. Expediciones posteriores ni siquiera han logrado llegar a
esta segunda plataforma porque una gran cantidad de piedras y de restos
orgánicos lo impiden.
En Ciudad Rodrigo, además del pozo y de las fuentes reseñadas
anteriormente, existe un paraje conocido como “Alto de Airón”. Este pa-
raje se ubica en la sierra de Camaces, a unos ocho kilómetros de Ciudad
Rodrigo, y junto a él se sitúa la mina romana ya descrita y el vértice geo-
désico, también denominado “pozo Airón”. Así que los tres topónimos
–pozo, paraje y vértice geodési-
co- se sitúan en el mismo lugar.
Pereña, en los arribes del
Duero, tiene una cascada deno-
minada “Cascada del pozo Ai-
rón”, que sólo vierte aguas en
época de lluvias. Al final de la
cascada, la erosión del agua ha
formado una cueva natural. Una
antigua leyenda sostiene que an-
taño existía la costumbre de que
el jueves anterior al miércoles de
ceniza, después de haber almor-
zado, las jóvenes doncellas vír-
genes se bañaban desnudas bajo
la cascada. Esta leyenda sugiere
ritos ancestrales, probablemente
de origen neolítico, relaciona-
dos con la fertilidad, virtud que
se le atribuiría a esta agua. Cer-
ca de la cascada, en este pueblo, Cascada de pozo Airón en Pereña
también hay un castro celta y un
cementerio romano donde se han encontrado estelas funerarias.

81
En Sanchotello también hay otro paraje conocido como “pozo Ai-
rón” del que no tenemos más noticias.
En Villar de Peralonso se halla una pequeña laguna conocida como
“Charca del pozo Airón”, que en los años poco lluviosos se seca durante
el verano. Al paraje que hay en torno a ella también se le denomina pozo
Airón.
Según refieren el ex-concejal, Jesús Martín Calvo, y su hijo, Roberto
Martín Egido, en un parque de La Zarza de Pumareda (Salamanca), en
pleno casco urbano, existe una fuente denominada “El pozo Airón”. Está
protegida por un edificio, construido con piedra de sillería, con un tejado

Pozo Airón de La Zarza de Pumareda

también de piedra de sillería a dos aguas. Tiene unos tres metros de largo
por cuatro de ancho y una altura hasta el inicio del tejado de 1,60 metros.
Se entra dentro, tras vencer una puerta, coronada por un arco de medio
punto. Existe una escalera de piedra para bajar hasta la fuente, que se
encuentra unos tres metros por debajo del nivel del suelo. El agua mana

82
de entre unas piedras y va a parar a un pilón de piedra. En años de sequía
siempre se acudía allí para sacar agua, pues nunca se secaba. El sondeo
actual para el agua corriente del pueblo está hecho sobre el mismo ma-
nantial por lo que, cuando se consume mucha agua, el nivel baja y puede
llegar a agotarse. En la actualidad, el nivel del agua llena todo lo que son
las escaleras de bajada a la fuente.
En la provincia de Segovia, en Cuéllar existe un pozo de unos 30 o
40 metros de profundidad junto a las murallas del castillo. El pozo está
seco y al lado se ubica un castro celta de unas 7 hectáreas.
Navas de Oro (Segovia) tiene otro paraje conocido como Pozo Airón
que tiene un bodón, esto es, una laguna de invierno, que se seca en los
veranos.
En la cueva de la Griega, en Pedraza (Segovia), también existe una
inscripción epigráfica, a 7 centímetros del suelo, bastante deteriorada, de
la que quedan los siguientes datos:
GAIVS [espacio para cinco letras] AIRON [tres letras ilegibles, proba-
blemente NEM] VALER [IVS] nombre bastante repetido en la cueva.
Esta inscripción (nº 753 de Hispania Epigraphica), a pesar de su de-
terioro confirma que la lectura /DEO AIRONI/ del ara votiva hallada en
Uclés es correcta, a pesar de las teorías de algunos indoeuropeistas que
mantienen que es imposible porque el diptongo /AI/ no existía en latín.
Al tratarse de un dios prerromano (para algunos protoindoeuropeo), los
romanos respetaron la pronunciación, a pesar de las reglas fonéticas.
En la provincia de Sevilla, donde no esperábamos encontrar el topó-
nimo, hallamos varios topónimos.
Estepa (Sevilla) tiene otro pozo Airón. Está situado a unos 25 pasos
de la parroquia de Santa María y al pie de la torre de la alcazaba. Este
pozo tapado se excavó, en enero de 1854, por creerse que en él había un
tesoro y se volvió a perder su rastro hasta que en 1998 lo redescubrieron
los arqueólogos Pilar Cáceres y Eusebio Moreno. Se trata de un pozo al-
jibe, de 45 metros de profundidad, con unas escaleras de caracol, talladas
en roca, que desciende hasta él.
También existe un arroyo, que se denomina Airón, en el pueblo de
Olivares.

83
En La Puebla de Cazalla (Sevilla) existe un pozo Lirón cuyo nom-
bre sugiere poderosamente ese mismo origen en Airón. Está situado hacia
el Sur, a un kilómetro del pueblo, en el paraje conocido como “La Fo-
ronguilla”. Según Juan Cabello, que nos envía fotografías, está cubierto
por una bóveda y al lado hay una pila para echar el agua que se saca del
pozo. La cúpula que cubre el pozo se construyó en los inicios del siglo
XX sobre el pozo árabe anterior.

Pozo Lirón en La Puebla de Cazalla


La provincia de Soria ofrece pozairones en Barahona de las Brujas
y en San Esteban de Gormaz. Los de Barahona, situados al norte del
pueblo, en una torca kárstica, son simas que se tragan el agua de la ace-
quia que desemboca en ellos. Los aquelarres de brujas en torno a estos
pozairones están descritos por Torres Villarroel en el pronóstico para el
año 1731.
El pozo Lairón de San Esteban de Gormaz está ubicado en uno de
los extremos del castillo junto a la muralla. Se trata de un pozo o aljibe

84
rectangular (4 metros de largo por 1,60 de ancho). Sus paredes han sido
excavadas en roca y hoy se halla casi totalmente cegado, aunque todavía
le quedan unos cuatro metros de profundidad y en su fondo arraigan un
par de arbolitos. El pozo debió ser muy profundo hasta llegar al nivel del
agua. De él se dice que partían pasadizos secretos que comunicaban con
lugares lejanos para poder huir del castillo los asediados en caso de nece-
sidad. También se dice, aunque no está confirmado, que se mandó cegar
porque una señora se suicidó en él en el siglo XIX.
En Vinuesa (Soria), cerca del alto Duero, se alza un paraje, situado
a unos 1500 metros de altitud, al que se le denomina “Raso del Airón de
Ramos”.
El pueblo de Bargas (Toledo) posee dos topónimos denominados
“Los Lairones”. Según testimonio del inspector de obras del Ayunta-
miento, Alfredo Sánchez Ruiz, que nos envía copia del mapa topográfico
1:5.000, el primero de ellos se refiere a un paraje limítrofe con el término
municipal de Toledo, cerca de los pozos Airón de Toledo. El otro topó-
nimo “Los Lairones” se ubica en la zona norte del término municipal de
Bargas, junto al río Guadarrama, y aunque también tiene pozos, éstos
parecen haber sido excavados a lo largo del siglo XX y no se denominan
Airón.
César Pacheco manifies-
ta que en Caleruela, cerca
de Talavera de la Reina (To-
ledo), existe un pozo al que
se le conocía, desde siempre,
como pozo Airón. Es una
construcción de piedra be-
rroqueña, de buena factura y
forma rectangular, cubierta
con bloques de granito para
proteger el pozo de donde se
Pozo Airón de Caleruela
saca agua. Al lado tiene un
pilón rectangular que sirve de abrevadero. Se encuentra a las afueras del
pueblo, junto a un camino que va hacia el Este. Las coordenadas U.T.M.
son: X 307612, Y 4416636.

85
Según comenta Raúl Luen-
go, empleado del Ayuntamien-
to, en Calzada de Oropesa
(Toledo) existe un pozo Airón
en una finca, propiedad del
Ayuntamiento, que es una de-
hesa boyal situada a kilómetro
y medio del pueblo. Este pozo
no se seca nunca y su agua es
zarca, por lo que es muy útil
para lavar. Junto a él si sitúan
Pozo Airón de Calzada de Oropesa varias pilas para el lavado de
la ropa.
Comenta José Luis Mendoza, en la revista Aloyón, que en Corral
de Almaguer (Toledo) existe un paraje, denominado “pozo Airón”, en
el que se ubica el pozo de las siete bocas, pozo del que bebió agua San
Vicente Ferrer y posteriormente exclamó: “te verás apurado, pero nunca
agotado”. Según José Luis, es muy probable que este pozo se denominara
Airón en la antigüedad y por ello dé nombre al paraje.
Nos informa José Antonio Fraguas que, en el pueblo de El Romeral
(Toledo), existe un pozo de agua inagotable, que en tiempos también sir-
vió de abrevadero, y que es el inicio de la calle denominada Pozo Airón.
El arqueólogo, César Pacheco Jiménez, nos comunica que en pleno
casco urbano de Talavera de la Reina (Toledo), en lo que actualmente
es la plaza del Reloj y antiguamente se denominaba plaza de la Villa o
del Mercado, también existió un pozo Airón, que fue utilizado durante el
siglo XIX como pozo negro y que, ante las quejas de insalubridad por
parte de los vecinos, terminó cegándose. En sus proximidades se han ha-
llado restos de una necrópolis romana.
Según Alfredo Sánchez Ruiz, en el término municipal de Toledo, jun-
to a Bargas, en la finca Arrayel, existen dos pozos Airón. Los dos pozos
tienen brocal y están cimbrados con piedra y ladrillo sólo hasta tres me-
tros de profundidad; los otros tres metros, hasta llegar al nivel del agua,
son de tierra. La profundidad del agua es de tres metros en uno y de nueve
en el otro.

86
Pozo Airón de Toledo junto a Bargas

Pozo Airón de Toledo junto a Bargas

87
En Valencia, donde tampoco esperábamos encontrar el topónimo,
hay un paraje en el pueblo de Yatoba, al que se conoce con el nombre
de “El barranco de Cairón”. Tenemos nuestras dudas de que este paraje,
al igual que todos los denominados Cairón, tenga relación alguna con el
dios Airón.
Faustino González refiere que en Cuenca de Campos (Valladolid)
existe un pozo Airón antiquísimo, que no se seca nunca, y que hasta hace
poco tiempo surtía de agua al pueblo. En la actualidad su agua se canaliza
hacia una laguna artificial a la que mantiene siempre llena.
En Medina del Campo (Valladolid) existe un pozo Airón en el in-
terior de una de las torres del castillo y se ha utilizado hasta hace poco
tiempo como fresquera.
Medina del Campo, además del pozo Airón del Castillo, posee otro
pozo Airón, a unos 5 kilómetros de la ciudad, que debió ser muy fa-
moso en épocas anteriores, pues a él se refieren dos entremeses de Luis
Quiñones de Benavente, escritos en los inicios del siglo XVII; son los
entremeses El Borracho y El Barbero, cuya versión sobre el pozo Airón
se expone en otro capítulo. Por la descripción que hace de él Miguel He-
rrero, que lo visitó, parece tratarse de una sima.
En la pedanía Bercianos de Santibáñez, perteneciente al Ayunta-
miento de Santibáñez de Vidriales (Zamora) existe el paraje Pocirón que
se sitúa en la parcela 342, polígono 101.
En Bermillo de Sayago (Zamora) existe un paraje, situado en un va-
lle, que también se denomina “Pocirón”.
Cañizo, tiene un paraje conocido como “pozo Airón” o “Fuentemi-
ro”, donde debió existir un pozo Airón o un manantial. Se trata de un
yacimiento tardorromano en el que, como consecuencia de los trabajos
agrícolas, han aflorado diversos elementos tales como8: terra sigilata,
piedras circulares de molino, fragmentos de cerámica común, fragmentos
de vajilla de lámina de cobre, ladrillos, etc. Pero el hallazgo más curioso
lo representa una figura de bronce, que formaba parte de un carro, al que
se conoce como “el filósofo de Cañizo”, que se conserva en el Museo
Arqueológico de Zamora.

88
En la pedanía Fresnadillo, perteneciente al Ayuntamiento de Bermi-
llo de Sayago (Zamora), también existe un paraje denominado “Pocirón”
que se sitúa en un valle.
Gamones (Zamora) tiene la fuente del Pocirón. Es un lugar de donde
sale agua que se puede beber incluso en los días más secos del año. Esta
agua es famosa porque ayuda al buen cocer de los garbanzos. Según Ser-
gio Martín Perdigón, que nos envía dos fotografías, el agua que rebosa la
fuente va a parar a una charca que sirve de abrevadero para el ganado. La
fuente da nombre al paraje que se conoce como valle del Pocirón.

Fuente del Pocirón en Gamones

Nos comunica Pilar Fadón que en Monumenta de Sayago, que es


pedanía de Luelmo de Sayago, existe un valle al que se le conoce como
“El Pocirón”. En el invierno el arroyo lleva agua, pero después se seca.
Según el Instituto Geográfico, la coordenada SUTM es 735796 y la
YUTM 4590504.
Inés Ferreras informa de que en Moratones de Vidriales, pedanía de
Santibáñez de Vidriales, existe un paraje al que se le conoce como “El
Pocirón”.

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Pilar Zurrón nos informa de que en Santibáñez de Vidriales (Zamo-
ra) hay una laguna, denominada Pocirón, que mantiene el agua durante
todo el año. Esta laguna da su nombre al paraje que le circunda.
En Villardiega de la Ribera (Zamora) existen dos parajes diferentes
conocidos como Pocirón. Están situados a la distancia de un kilómetro y
kilómetro y medio de la población. El paraje del Pocirón de Rola de Vesa
tenía dos pozos, por eso se le conocía como los pozairones, uno de ellos
se ha cegado y el otro no. El paraje Pocirón de Los Limpiones tiene un
pozo tapado, pero su acuífero da agua a una pequeña charca o lagunilla,
que le da su nombre al paraje. María José Domínguez, secretaria del

 
 

90
PROVINCIA LOCALIDAD DENOMINACIÓN TIPO
ALBACETE Pozo cañada Pozo Airón Pozo
ASTURIAS Belmonte de Miranda El Airón Cueva
ÁVILA Tolbaños Pozo Airón Paraje
BADAJOZ Almendralejo Pozo Airón Pozo
BADAJOZ Cabeza de Buey Pozo Airón Pozo
BADAJOZ Campanario Pozo Airón Pozo
BADAJOZ Orellana la Vieja Pozairón Laguna
BADAJOZ Puebla de la Reina El Lairón Paraje
BADAJOZ La Zarza Pozo Airón Paraje
BURGOS Aldea del Pinar Pozo Airón Laguna
CÁCERES Bohonar de Ibor Pozo Airón Pozo
CÁCERES Bronzas Pozo Airón Pozo
CÁCERES Cadalso Paraje del pozo Airón Paraje
CÁCERES Herreruela Pozo Airón Sima
CÁCERES Herreruela Pozo Airón Pozos 2
CÁCERES Serradilla Pozo Airón Pozo
CÁCERES Valdefuentes Pozo Airón Pozo
CÁCERES Valdelacasa de Tajo Pozo Airón Pozo
CIUDAD REAL Ciudad Real Los Airones Paraje
CUENCA La Almarcha Pozo Airón Laguna
CUENCA Fuentelespino de Haro Pozo Lairón Pozo
CUENCA Olmeda del Rey Pozo Airón Sima
CUENCA Tresjuncos Pozo Lairón Pozo
CUENCA Uclés Ara de Airón Ara
CUENCA Valhermoso de la Fuente Pozo Airón Paraje
CUENCA Valeria Lairón Pozo
CUENCA Zafra del Záncara Airón Pozo 2
GRANADA Granada Pozoairón Sima
GRANADA Torvizcón Lairones Paraje
GUADALAJARA Balbacil Pozo Airón Laguna
JAÉN Quesada Pozairón Paraje
LEÓN Cubillas de Rueda Arrollo valladar de Airones Arroyo
LEÓN Lumajo Pozo Airón Pozo
LEÓN Onzonilla Airón Paraje
LEÓN San Juan de Torres Airón Laguna T
LEÓN San Miguel de las Dueñas Pocirón Paraje
LEÓN Tejerina Lairón Pozo
LEÓN El Tobar de la Encomienda El Pocirón Laguna T
LEÓN VillaBlino Airón Paraje
LEÓN Viñayo Pocirón Pozo T
LOGROÑO Navalsaz Airón Pozo
LUGO Airón Airón Aldea
LUGO Becerrea Río Carballar de Fontairón Arroyo
MADRID Chapinería Pozairón Laguna
MADRID Moratalaz Arroyo Fontarrón Arroyo
MADRID Montejo de la Sierra Alto del Lairón Paraje

Tabla de topónimos

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PROVINCIA LOCALIDAD DENOMINACIÓN TIPO
MADRID Ribatejada Airón Pozo T
MADRID Valdemoro Bolitas de Airón Paraje
MÁLAGA Málaga Pozo Airón Pozo
MURCIA Caravaca de la Cruz El cortijo de Lairón Cortijo
MURCIA Caravaca ce la Cruz Paraje y vértice Geodésico Airón Paraje 2
MURCIA Lorca Lairón Paraje
PALENCIA Cevico Navero Pozo Airón Laguna
PALENCIA Valle Cerrato Pozo Airón Paraje
PONTEVEDRA Fornelos de Montes Os pasos de porto Cairón Paraje
PONTEVEDRA Mondariz A chan de Cairón Paraje
SALAMANCA Ahigal de Villariño Pozo Airón Paraje
SALAMANCA Ciudad Rodrigo Pozo Airón Pozo
SALAMANCA Ciudad Rodrigo Alto y vértice geodésico de Airón Paraje 2
SALAMANCA Pereña Cascada de pozo Airón Cascada
SALAMANCA Sanchotello Pozo Airón Paraje
SALAMANCA Villar de Peralonso Charca de pozo Airón Charca
SALAMANCA Villar de Peralonso Pozo Airón Paraje
SALAMANCA La Zarza de Pumareda Pozo Airón Fuente
SEGOVIA Cuellar Pozo Airón Pozo
SEGOVIA Navas de Oro Pozo Airón Laguna
SEGOVIA Pedraza AIRÓN Grabado
SEVILLA Estepa Pozo Airón Pozo T
SEVILLA Olivares Airón Arroyo
SEVILLA La Puebla de Cazalla Pozo Airón Pozo
SORIA Barahona de las Brujas Pozairón Simas
SORIA San Esteban de Gormaz Pozo Airón Pozo
SORIA Vinuesa Raso del Airón de Ramos Paraje
TOLEDO Bargas Lairones Paraje 2
TOLEDO Caleruela Pozo Airón Pozo
TOLEDO Calzada de Oropesa Pozo Airón Pozo
TOLEDO Corral de Almaguer Pozo Airón Paraje
TOLEDO El Romeral Pozo Airón Pozo
TOLEDO Talavera de la Reina Pozo Airón Pozo T
TOLEDO Toledo Pozo Airón Pozo 2
VALENCIA Yatoba Barranco de Cairón Barranco
VALLADOLID Cuenca de Campos Pozo Airón Pozo
VALLADOLID Medina del Campo Pozo Airón Pozo
VALLADOLID Medina del Campo Pozo Airón Sima
ZAMORA Bercianos de Santibáñez Pocirón Paraje
ZAMORA Bermillo de Sayago Pocirón Paraje
ZAMORA Cañizo Pozo Airón Paraje
ZAMORA Fresnadillo Pocirón Paraje
ZAMORA Gamones Fuente del Pocirón Fuente
ZAMORA Monumenta Luelmo de Sayago Paraje
ZAMORA Moratones de Vidriales El Pocirón Paraje
ZAMORA Santibáñez de Vidriales Pocirón Laguna
ZAMORA Villardiega de la Reina Pocirón Pozos y P. 3
ZARAGOZA Fuendejalón El pozairón Paraje
Tabla de topónimos

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Ayuntamiento, nos informa que en un plano antiguo uno de los parajes
era conocido como Fuente del Pocirón.
Zaragoza también ofrece un paraje, conocido como “El pozairón”, en
el pueblo de Fuendejalón.
Una mirada panorámica al mapa, con la distribución de los diversos
hidrónimos hasta ahora localizados (entre pozos, lagunas y arroyos) cen-
tra su distribución en las dos Castillas y Extremadura. Estas zonas debie-
ron ser el centro de adoración al dios Airón en la Hispania prerromana
y desde aquí se extendería su culto, con el paso de los años, a las zonas
colindantes.
La clasificación de los 100 topónimos hallados en España nos dice
que 55 de ellos, más de la mitad, son hidrónimos (37 pozos, 11 lagunas,
5 arroyos y 2 fuentes), lo cual habla claramente de la naturaleza del dios
Airón, dios relacionado con las aguas. Además, encontramos 5 simas, 2
cuevas, 1 barranco, 1 collado, 2 caseríos y 35 parajes. Suponemos que en
buena parte de estos parajes anteriormente debió haber un pozo, laguna,
fuente o sima denominados Airón y que, una vez que éstos han dejado de
existir, por haber sido cegados o desecados, lo único que nos ha quedado
es el topónimo, pero sin hacer relación ya a ninguna realidad concreta.
El análisis de su distribución geográfica indica que la mayoría de ellos
se dan en las dos Castillas y en Extremadura. Tenemos nuestras dudas de
que los topónimos hallados en Granada, Málaga, Sevilla, Murcia y Va-
lencia hagan referencia al dios Airón. Suponemos que el origen de estos
topónimos es de difusión tardía, cuando el término pozo Airón se difun-
dió por toda la geografía española con el significado de “pozo profundo”,
que es la acepción que le da el Diccionario de la Lengua Española.
También encontramos el topónimo “Airón” en Portugal. Al sur del
río Cávado, en el distrito de Braga, encontramos un pueblo y una sierra
que se denominan Airó, aunque tenemos serias dudas de que este topóni-
mo se refiera al dios Airón. En este obispado hemos hallado el topónimo
en cuatro pueblos que se denominan: Airães (plural de Airão), Santa Ma-
ría de Airão y São João de Airão, (en portugués el término Airón hemos
de buscarlo como Airão, poçairão o poceirão). Obsérvese cómo al dios
pagano Airón, el cristianismo ha superpuesto un nombre cristianizado,
Santa María en un caso y San Juan en otro. Cerca de Viana do Castelo,
en el mismo obispado, existe Airão una población de pocos habitantes.

93
Otra población con el nombre de Airães se ubica en Felgueiras en las
proximidades de Oporto.
También encontramos el topónimo en una población denominada
Poceirão (muy bien comunicada por tren con Lisboa), en el distrito de
Setúbal del que dista 12 kilómetros. Junto a Santaren existe una pobla-
ción que se denomina Poçarrao.
Una buena prueba de la importancia de Airão, durante el siglo XVI
en Portugal, es que el topónimo se exportó a las colonias. En Brasil, en
el estado de Amazonas, región de río Negro, encontramos la ciudad de
Novo Airão, muy importante desde el punto de vista turístico. Y, en las
Azores, hallamos el topónimo Airão referido a una población.
Suponemos que en Portugal, en las zonas limítrofes con Zamora, Sa-
lamanca, Cáceres y Badajoz, debe darse con mucha abundancia este to-
pónimo, pues Quintero Atauri ya advierte en 1904 que el dios Airón fue
muy adorado por los lusitanos. Para verificar nuestra hipótesis habría que
consultar la microtoponimia del mapa 1:25.000 de Portugal, lo cual no
nos ha sido posible.
En Francia hemos encontrado algunos topónimos distribuidos a lo
largo de todo el país. Cuatro poblaciones: una denominada Ayron, que
se halla a 15 kilómetros de Poitiers; otro pueblo en el Norte de Francia,
en el Departamento de Pas-de-Calais, es una población de tan solo 188
habitantes, cercana al mar, que se llama Airon-Notre-Dame; y junto a ella
otra denominada Airon-Saint-Vaast. La cuarta villa se denomina Airon y
está junto al Loira, cerca de Nevers.
En los Alpes, a unos cuarenta kilómetros de Suiza e Italia, en el pue-
blo Arâches-les-Carroz, perteneciente al distrito de la Haute Savoie, se
halla el lago l´Airon, que alcanza una altitud de 1765 metros sobre el
nivel del mar. Ríos sólo hemos encontrado l´Airon que, a su paso por la
villa de Saint Hilaire du Harcouët, se convierte en afluente del Selune e
inunda con sus aguas un llano de 3,5 hectareas, cuyas orillas se han con-
vertido en lugar de acampada y recreo. Este río se halla en Normandía, en
el Departamento de La Manche.
Al noroeste de Italia, al lado de San Remo y cerca de Niza (Francia),
nos encontramos con una población que se llama Airole, tal como deno-
mina al pozo Airón el Romance de La gentil porquera hallado en Tetuán
(Marruecos).

94
También hemos encontrado el topónimo en Inglaterra, se trata de un
río que se denomina Airon y se halla en el principado de Gales.
Los españoles también hemos exportado el topónimo Airón fuera de
nuestras fronteras. En México, en el estado de Jalisco, existe una pedanía
de san Juan de los Lagos que se denomina Airón.
Los pocos datos hallados fuera de nuestras fronteras no nos permiten
asegurar que se trate de un dios celta que llega a Hispania con las invasio-
nes indoeuropeas, unos 1.500 años antes de Cristo. En caso de ser este el
origen de su procedencia, la gran cantidad de topónimos hallados en las
dos Castillas y Extremadura testimonian que fueron estas tierras las que
se convirtieron en el centro de adoración al dios Airón.
El análisis de los topónimos aquí expuestos nos inclina a pensar que
el dios Airón debió ser una divinidad indígena, de raigambre neolítica,
que presumiblemente recibió culto en la Celtiberia, donde se iniciaría el
culto entre los lusitanos, vetones y carpetanos, y desde allí se extendió al
resto de las zonas limítrofes.
Existen, pues, dos hipótesis opuestas sobre el origen del dios Airón.
Martín Almagro, en conversación telefónica, opina que Airón pudiera ser
un dios de origen indoeuropeo, relacionado con los pozos y las simas,
que llega a la península ibérica hacia la mitad del segundo milenio antes
de Cristo. Ello explicaría que encontremos toponimia similar en Francia.
La otra versión, mantenida por José María Blázquez, afirma que Ai-
rón pudiera tratarse de un dios indígena, con probables raíces en el neo-
lítico, relacionado con el culto a las aguas que tienen algún tipo de vir-
tudes medicinales. Esta hipótesis choca con los hallazgos de topónimos
similares en Francia e Inglaterra. La expansión del culto iría al revés de
las invasiones indoeuropeas, esto es, de España hacia el exterior, lo cual
resulta bastante llamativo. Dado que los romanos fueron difusores del
culto de varios dioses ajenos a ellos, podría encontrarse aquí la explica-
ción de esta extraña difusión.
Aunque es difícil probar cualquiera de las dos hipótesis, la gran can-
tidad de topónimos hallada en la península Ibérica hace que nos incline-
mos por la segunda sin descartar la primera. La adoración al dios Airón
probablemente comenzaría en época neolítica y se da en lagunas y pozos

95
naturales a cuyas aguas se les atribuye alguna virtud medicinal o infun-
den miedo, razón por la que no es raro que, a veces, durante la Edad
Media se le terminara asimilando con la magia, la brujería e incluso con
el mismo diablo.
La gran profundidad de los pozos, la pretendida característica de in-
sondable de algunas lagunas que llevan su nombre, el halo de misterio
y terror que les rodea y el hecho de relacionarse también con simas, nos
permite suponer que probablemente se trate de un dios relacionado con
el tránsito al más allá, con el lugar del “irás y no volverás” que es como
emplea el término Cervantes en Adjunta al Parnaso.
Olivares Pedreño, en su libro Los dioses de la Hispania céltica, sos-
tiene que en los pueblos celtas de la Galia y Germania los dioses de las
aguas estaban relacionados con Júpiter, tal como testimonian los muchos
hallazgos arqueológicos de columnas de piedra -de unos seis metros de
altura- ubicadas en las fuentes y manantiales y en cuya parte superior se
representa a Júpiter con características indígenas tales como la rueda o
lanzando su cabalgadura contra una serpiente. Los datos de que dispo-
nemos hasta el momento en España todavía no nos permiten establecer
semejante relación entre Airón y Júpiter, aunque Airón se nos presente
bajo la forma de una serpiente como atestiguan los diversos romances
que nos hablan de él.
Por último, hay quienes hacen derivar el teónimo Airón del aumen-
tativo del término latino aer, que significa “aire”, y dicen que se aplica a
cuevas o simas donde se oye mucho aire. Una de dichas cuevas se halla
en el término municipal de Uclés y otra en el Pico de la Muela, en Valera
de Abajo (Cuenca). En Granada, en la puerta de Elvira también existió
una sima conocida como Airón, que emitía esporádicamente efluvios.
Aunque esta etimología pudiera servir para explicar el origen de algún
topónimo, la gran cantidad de topónimos hallados que hacen referencia a
aguas profundas y tenebrosas o simas, creo que es más que suficiente para
caracterizar a este dios con fama de infernal o de residir en el subsuelo.

96
Capítulo 8
Etimología, mito y culto

Tras haber ofrecido a lo largo del libro cuantos datos hemos podido
encontrar sobre el tema de Airón -noticias de historiadores y viajeros,
toponimia, descripción geológica e hidrológica, romances, leyendas y un
largo etcétera-, en este capítulo daremos libertad a la imaginación, pues
el tema lo propicia, conscientes de que cuanto menos avalados estén los
hechos, el relato estará más próximo a la fantasía que al rigor histórico.

Etimología
En primer lugar abordaremos el difícil problema de la explicación
etimológica del término Airón. Como es sabido, la etimología explica el
sentido de las palabras remontándose a los términos de que provienen en
la lengua madre; así, por ejemplo, cefalalgia -que proviene de los térmi-
nos griegos kefalé = cabeza y algos = dolor- significa dolor de cabeza.
La interpretación etimológica del teónimo Airón resulta problemáti-
ca. Ya hemos propuesto, en un capítulo anterior, una lectura del ara votiva
dedicada al dios Airón, encontrada en la “Aldehuela”, un terreno próximo
a Fuente Redonda en el término municipal de Uclés (Cuenca). En dicha
ara está grabado, sin ningún lugar a dudas, DEO A/IRONI. Esta expre-
sión, en dativo de singular, ha de traducirse “al dios Airón”, con lo que
queda claro que se trata de una divinidad. Al ser un nombre de la tercera
declinación, el nominativo, esto es, el nombre del dios en latín, tendría
que ser AIRO o bien AIRON.
José María Blázquez, en su Diccionario de las religiones prerroma-
nas de Hispania1, duda de que la lectura del ara votiva de Uclés, que es

97
el único testimonio epigráfico del que disponemos, sea AIRONI, y en su
lugar propone A...RONI, sin fundamento alguno, pues la lectura A/IRO-
NI es clara. Ahora bien, si mantenemos la hipótesis de Blázquez, hay que
preguntarse ¿qué dios prerromano hubo en la Celtiberia cuyo nombre co-
mience por A y termine por RONI? Especialistas en lectura de teónimos
prerromanos y romanos, como J.C. Olivares Pedreño (que dispone de una
base de datos con casi todas las inscripciones relativas a teónimos célti-
cos encontradas hasta el momento en el mundo romano), no encuentran
ninguno, de donde se deduce que la lectura AIRONI es correcta.
El catedrático emérito de Griego de la Universidad Complutense de
Madrid, Francisco Rodríguez Adrados, en conversación telefónica, afir-
ma que el teónimo Airón, para él, no es un nombre de origen indoeuropeo.
Algún especialista en indoeuropeo consultado duda, en primer lugar,
de que la lectura A/IRONI sea correcta, pues el diptongo /ai/ en latín o
no se da o es muy raro; y una forma indígena /ai/ hubiera evolucionado a
/ae/ y finalmente hubiera terminado monoptongando en /e/. De estos da-
tos deduce que las formas actuales Airón, que encontramos en la toponi-
mia, deben tener otro origen y sugieren buscar por /air/, cuyo significado
es aire (cuando resulta que nuestro topónimo lo encontramos referido al
agua). Por último, apunta que la etimología indoeuropea no es evidente.
Sólo tenemos que añadir una anotación a las mencionadas explicaciones:
coincidimos en que la raíz que ha de buscarse para la etimología de Airón
no es indoeuropea, pero disentimos con respecto a la lectura del ara voti-
va de Uclés, pues la expresión DEO A/IRONI es clara.
Por su parte, Joaquín Caridad Arias, autor del libro Toponimia y mito,
responde a nuestra pregunta diciendo que la forma AIRON resulta un
tanto extraña en un epígrafe latino, pues le parece raro el diptongo latino
/ai/. La probable etimología de AIRÓN la hace derivar de Arionis, geni-
tivo de Ario que, a su vez, proviene de *Aro, Arus.
Antonio Arnaiz Villena -que dice traducir el ibero, el etrusco y el
minoico a partir del vasco antiguo- responde a nuestra pregunta sobre la
etimología del nombre Airón en los siguientes términos: en vasco antiguo
el prefijo AIRE significa impulso, alegría, vapor, algo sutil y alegre; el su-
fijo ON siempre indica que lo anterior es bueno. De acuerdo con las pre-
cedentes explicaciones, AIRE-ON se contrae en AIRÓN, que significa

98
“buena suerte, buen impulso”. Por lo tanto, según esta hipótesis, AIRÓN
sería un dios pagano de la “Buena Suerte”.
Dauzat, en su Dictionnaire etymologique de noms de Rivieres et de
Montagnes en France (1978), escribe con respecto a la raíz AR: “repre-
senta la base pre-indoeuropea Ar, una de nuestras más viejas raíces hidro-
nímicas”2. Lo expuesto por Dauzat para Francia vale también para Espa-
ña, véase la siguiente lista de nombres de ríos españoles que comienzan
por ar-: Ara, Aragón, Arakil, Aranda, Arandilla, Aranzuelo, Arba de Biel,
Arba de Luesia, Arcos, Arenoso, Argamasilla, Arganza, Argelita, Argos,
Arlanza, Arlanzón, Aruega, Arnoia, Arquillo, Arrago. De donde se dedu-
ce que la raíz ar- está relacionada con el elemento agua, que para Empé-
docles y otros filósofos griegos del siglo V antes de Cristo era uno de los
cuatro componentes básicos (tierra, agua, aire y fuego) de todo lo natural.
Tal como se anota en el capítulo relativo a la toponimia, otro posible
origen etimológico de la palabra airón nos lo proporciona Sbarbi (1922)
en su Diccionario de refranes, cuando dice que airón se llamaban unos
pozos que construyeron los árabes para recoger las aguas llovedizas y a
los que, por su mucha profundidad, pusieron el nombre de hauron, que
en su lengua equivale a hondo o profundo, término que al corromperse
dio lugar a la palabra airón. Un significado similar le da Bermúdez de
Pedraza (1638), quien afirma que los moros tenían en la calle Elvira un
pozayrón al que llamaban así por ser muy profundo y ancho. Y Gutierre
Vaca de Guzmán (1779) mantiene en el Dictamen que le encargó la ciu-
dad de Granada, que Pozairón significa pozo grande, como aumentativo
de la palabra pozo.
David Ortega Cavero, en su Diccionario Español-Portugués, Portu-
gués-Español, da una equivalencia de términos que se aproxima a dicha
etimología: Airón = “poço mourisco muito fundo”, y Airão = “pozo árabe
de gran profundidad”3.
Don Francisco Ruiz Girela, aunque personalmente opina que ésta no es
la etimología de Airón, nos envía una nota personal en la que dice que según
el Dictionnaire Arabe-Français de Kazimirski, el término árabe hawr, muy
similar al hauron de Sbarbi, significa en francés “fond, profondeur (d´un
puit)”, esto es, “fondo, profundidad de un pozo”. Además, añade que la
terminación /ūn/, que al pasar al romance castellano da /on/, puede adquirir
los valores de aumentativo o diminutivo, aunque este fenómeno sólo está

99
testimoniado con nombres propios. Si esta formación la hubieran seguido
los nombres comunes, adjetivos, etc., el término haurūn (muy próximo al
haurón de Sbarbi) valdría muy profundo.
Diversos argumentos se nos ocurren contra esta errónea etimología
árabe de airón. En primer lugar, existe un ara votiva dedicada al dios
Airón en el siglo I d. C., ara que los mencionados escritores desconocían
por haberse descubierto en el siglo XIX. Además, un breve análisis de
los 100 topónimos hallados en España, indica que tan sólo 37 se refieren
a pozos, la mayoría de ellos con aguas superficiales o inagotables y muy
pocos son aljibes. El resto se refiere a lagunas, simas, parajes, etc. Por
último, si la etimología de Airón fuera árabe, ¿cómo se explica entonces
que aparezca el topónimo en Italia, distintos puntos de la geografía fran-
cesa e incluso en Inglaterra?
Después de haber consultado a varios especialistas en etimología,
pertenecientes a corrientes diferentes e incluso contrapuestas, llegamos
a la conclusión de que la etimología de AIRÓN es oscura y que, por el
momento, ninguno da una explicación convincente y concluyente.
En mi opinión, si la raíz del nombre AIRÓN no es latina, ni indoeu-
ropea, es porque es pre-indoeuropea, como afirma Dauzat en su Diction-
naire etymologuique con respecto a la raíz ar-, y AIRÓN, al tratarse de
un dios, fue respetado por las diversas invasiones, que respetaron no so-
lamente su culto, sino también su grafía y pronunciación.
A la búsqueda etimológica realizada hay que añadir que el térmi-
no “airón” en castellano es polisémico, además de referirse al dios pre-
rromano y a pozos profundos posee otros significados. Joan Corominas,
en el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, menciona
otras tres acepciones: “garza real, copete o penacho de la garza y adorno
de plumas en el tocado de las mujeres”4. La etimología de estos otros
significados del término “airón” la hace derivar del francés antiguo airón
‛garzo’, que hoy se pronuncia heron, y este término, a su vez, proviene
del fráncico *HAIGRO, en alemán antiguo (h)reigaro. Pero esta etimo-
logía poco o nada tiene que ver con la de nuestro dios AIRÓN, cuya anti-
güedad, como mínimo, está datada en el siglo I después de Cristo.
El profesor Juan Luis García Alonso ha publicado en la revista Pa-
leohispánica 10 (2010) un artículo, titulado “De etimología y onomás-

100
tica. Deo Aironi y pozo Airón”. En dicho artículo, aunque no considera
imposible que el término Airón haya sobrevivido en la forma de Airón
moderna (2010: 557), desde el punto de vista lingüístico se decanta por
la evolución (*ario-n > *airo-n) y considera que el significado del pre-
céltico *ario es “señor” (2010: 556). Nada tengo que objetar a su estudio
lingüístico, pero añado que después de todo el estudio toponímico reali-
zado y del estudio de los restos literarios, para mí es “el señor (dios) de
las aguas profundas e inagotables”.

Mitología
El psicoanalista suizo Carl Gustav Jung (1875-1961) mantiene la te-
sis de que además del inconsciente individual, del que habla Sigmund
Freud, existe un inconsciente colectivo, que afecta a toda la humanidad.
Este inconsciente colectivo se manifiesta en los sueños y también en los
símbolos.
El símbolo de la serpiente aparece como uno de los más recurrentes
y extendidos, pues se halla en las culturas más conocidas del planeta,
encontrándonoslo ya en los menhires neolíticos, en el sur de Europa, fe-
chados entre unos 5.000 y 6.000 años antes de Cristo.
En la civilización del Egipto faraónico, los ofidios son uno de los
símbolos más repetidos, hasta el punto de que la cobra representa una de
las señas de identidad del faraón. En las pinturas que iluminan El libro de
las Puertas del hipogeo de Tutmosis III, en que se narra el viaje nocturno
de Ra por el inframundo, en la hora séptima:
se produce un momento de peligro, el encuentro del dios Sol con su
eterno enemigo, la serpiente Apofis de horrible cara y lleno de ardiente
fuego... Todos los poderes del mal emergen e intentan atraer el cuerpo
del dios Sol al final, repitiendo el asesinato de Osiris y provocando el
final del mundo. La diosa escorpión Selkis engancha a Apofis mientras
que otros ayudantes cortan con sus cuchillos la serpiente en piezas ...
En el registro superior hay otras serpientes, como Mehen que está pro-
tegiendo al dios Sol formando una espiral alrededor de su cuerpo5.

Pero, a pesar de haber sido troceada, Apofis no muere, sino que rena-
ce para enfrentarse todas las noches con el dios Sol, poniéndole diversas

101
trabas como crear bancos de arena para que la barca solar encalle o be-
berse el agua del Nilo para impedir que avance.
En la cultura babilónica la serpiente se manifiesta como el infran-
queable obstáculo que impide la inmortalidad de su héroe. La Epopeya de
Gilmamesh narra los diversos acontecimientos heroicos que le ocurren a
Gilgamesh, rey de Uruk, en búsqueda de la inmortalidad. Tras superar
sucesivas pruebas iniciáticas, éste logra que Utnapishtim le revele “el
secreto de los dioses”: el lugar donde se halla la planta que restituye la
eterna juventud. Gilgamesh desciende al fondo del mar, la corta y regresa
feliz pensando en que, por fin, será inmortal. Tras varios días de marcha,
pasa por un manantial de agua fresca y decide darse un baño. Atraída
por el aroma de la planta, una serpiente sale del agua y come la planta
convirtiéndose ella en inmortal, por lo que todos los años muda de piel,
mientras que Gilgamesh se lamenta de su fracaso y de su triste destino6.
La Epopeya de Gilgamesh influyó en el libro del Génesis donde se
relata cómo Eva fue inducida por una serpiente a comer la fruta del árbol
prohibido. Esta serpiente representa al demonio y el haberle obedecido
supuso para Adán y Eva su expulsión del Paraíso, lo que conlleva la pér-
dida del don de la inmortalidad y supuso el pecado original con el que
nace todo ser humano, según mantiene la tradición cristiana.
En la religión de los vedas en la India (1.500 años antes de Cristo), el
Rigveda relata cómo el dios Indra mata a Vritra, un dragón serpentiforme
que retenía las aguas primordiales:
El dios lanza su rayo contra el monstruo, lo hiende en su cabeza y pos-
teriormente lo desmembra, con lo que logra liberar las aguas que corren
libres hacia el mar. Tras la muerte de Vritra, los principios masculino
y femenino (cielo y tierra) quedan libres y ya es posible la creación,
se produce el triunfo de la vida contra la situación anterior de estanca-
miento y esterilidad7.
Para Micea Eliade este tema mitológico del combate de un dios con-
tra un monstruo serpentiforme es una constante transcultural (véase la
lucha de Ra contra Apofis, del dios sumerio Ninurta y Asag, de Marduk
contra Tamat, de Zeus contra Tifón, de Apolo contra Pitón, etc.) que sim-
boliza la instauración del orden frente al caos primigenio.
En una palabra: mediante la muerte de un monstruo ofídico -símbolo

102
de la virtualidad, del “caos”, pero también de lo “autóctono”- aparece una
nueva “situación” cósmica o institucional8.
En la religión celta de la Germania Superior, junto a lagos, fuentes y
pozos se han encontrado grandes columnas de piedra en cuya cúspide se
situaba una estatua ecuestre de Júpiter Taranis, con la rueda céltica carac-
terística o lanzando su cabalgadura contra el monstruo serpentiforme9, lo
que significa que con su poder subyugaba las fuerzas maléficas ctónicas
contra el ser humano.
Miranda J. Green, en su libro Guía completa del mundo celta, hace el
siguiente relato del significado de la serpiente en el mundo céltico:
Las características físicas de este animal le han dotado de un simbolismo
muy variado. Su imagen pegada a la tierra y su movimiento ondulante
ponen a la serpiente en relación con el inframundo y con el agua. Su
costumbre de mudar de piel tres o cuatro veces al año se ha considerado
una alegoría de muerte y resurrección... La silueta de la serpiente su-
giere también falicismo, mientras que su veneno y voracidad inspiraron
temor y miedo... En un entorno celta, la serpiente cumplía la función
compuesta de símbolo de fertilidad, sanación y del otro mundo10.
La identificación de la serpiente con la muerte y la resurrección pa-
rece que no es característica sólo del mundo celta. Así, en la cultura cre-
tense, la serpiente frecuentemente se ve asociada a la diosa madre; lo que
simboliza el regreso al útero materno, a la tierra tras la muerte y el ente-
rramiento posterior. Parece que, en esta asociación, la serpiente simboliza
el reino subterráneo de los muertos.
Otras veces la serpiente tiene un carácter sanador. En el templo del
dios grecorromano Asclepios/Esculapio existían serpientes y éste tiene a
la serpiente enroscada en un bastón como emblema curativo, emblema
que todavía se mantiene en las farmacias actuales, en el que una serpiente
escupe su veneno (fármakon = veneno, en griego) sobre una copa, pro-
ducto al que se le atribuye una capacidad curativa.
En el entorno celta, muchos de sus dioses sanadores aparecen acom-
pañados de serpientes: la diosa Sirona suele estar acompañada de una
serpiente, que lleva enroscada en su brazo, y cuya cabeza apunta hacia un
cuenco; y Damona, otra diosa sanadora, también cuenta con la serpiente
como uno de sus atributos11.

103
El movimiento sinuoso de la serpiente le confiere un simbolismo
acuático en la iconografía y mitología celtas. Con respecto a la conexión
de la serpiente con el elemento agua, dice Green al respecto:
En el santuario del manantial de Mavilly, en Borgoña, una diosa tiene
una serpiente que también podría reflejar un simbolismo acuático. Cu-
riosamente, esta conexión acuática se mantiene en la mitología irlande-
sa, por ejemplo en una de las historias relativas al líder guerrero Finn,
que cuenta cómo dio muerte a cuatro serpientes de agua12.
Pero no siempre ha de relacionarse a la serpiente con el elemento
agua o con la sanación en el entorno celta; a veces, aparece como guar-
dián de un tesoro, tema frecuente en la tradición de Gales:
El héroe del Ulster CONNAL CERNACH tenía cierta afinidad con las
serpientes: en cierta ocasión, domina al reptil venenoso que guarda un
tesoro en una fortaleza que Connal pretende atacar. La idea de una ser-
piente vigilante de un tesoro aparece de nuevo en la historia de Giraldo
Cambrense sobre un pozo en Pembrokeshire que contenía una torques
vigilada por dos serpientes que mordían a los posibles ladrones13.
J. Mª. Blázquez, en su libro Primitivas religiones ibéricas. Religiones
prerromanas, al hablar del culto ofiolátrico, dice:
La serpiente de los carros votivos de Costa-Figueira y de Castelo-de-
Moreira, bronces que hay que vincular con el culto al toro, las ser-
pientes unidas a estos animales en un vaso numantino y las del puñal
mencionado, del Museo Arqueológico Nacional de Madrid, indican la
existencia de un culto ofiolátrico del que quedan vestigios en Hispania
a partir de la primera Edad del Hierro... La serpiente se halla frecuen-
temente representada en los castros del noroeste (Troia, en número de
seis, y dos en Monte dos Vilares y Santa Tecla, etc). Poco se sabe de las
características de su culto, de su vinculación con el culto al toro y con
las ideas funerarias, pues aparece varias veces en la estela de Clunia con
el tema del felino atacando a una vaca, pero debió de semejarse al culto
al toro, y estaría vinculado a la mentalidad mágica14.
James Gorge Frazer, en La rama dorada, expone que en muchas cul-
turas -desde Japón hasta Escandinavia y Escocia- existen cuentos en los
que una serpiente exige, con cierta periodicidad, una víctima humana
para dejar a los habitantes del lugar utilizar el pozo, mar, lago o fuente
donde se ha instalado:

104
En muchos de los cuentos, el monstruo, descrito a veces como una ser-
piente, habita en el agua de un mar, un lago o un manantial. En otras
versiones es una serpiente o dragón que se apodera de la fuente o surgi-
dero del agua y sólo permite que corra el agua o que el pueblo haga uso
de ella a cambio de recibir una víctima humana.
Sería probablemente una equivocación desvalorizar todos estos cuentos
como puras invenciones literarias. Mejor aún será suponer que reflejan
la costumbre real y verdadera de sacrificar muchachas o mujeres para
desposarlas con espíritus acuáticos a quienes frecuentemente se imagi-
na como grandes serpientes o dragones15.
Después de esta excursión por las diversas culturas, examinando el
simbolismo de la serpiente, regresemos a Hispania y a la relación de la
serpiente con nuestro dios Airón, del cual creemos que es un símbolo.
José María Quadrado, en su Viaje por España, al hablar del pozo
Airón de La Almarcha, describe al temido monstruo, que se suponía ha-
bitaba en la laguna, como serpentiforme:
Ahora ya se bañan en él, habiéndolo hecho al punto algunos despreocu-
pados por diversión o broma, sin que ningún tiburón ni serpiente verde
y escamosa con ojos fosforescentes, arrastrara al fondo de la inconmen-
surable sima para devorarlos a los incautos profanadores de su sombrío
albergue16.
Por si quedara alguna duda de que el temido monstruo que habitaba
en los pozos Airón tenía forma de serpiente -en la mentalidad de los es-
pañoles del siglo XVI- estos datos se confirman con los que proporcionan
los romances sobre el pozo Airón, recogidos por Manuel Manrique de
Lara en Salónica (Grecia) y Tetuán (Marruecos) de judíos sefardíes que
fueron expulsados de España en tiempos de los Reyes Católicos.
El romance Ya se van los siete hermanos dice al respecto:
Ya lo atan con una cuedra, ya lo echan al pozo airón;
por el medio de aquel pozo la cuedra se les rompió.
El agua se le hizo sangre; las piedras son
culebras y alacranes que le comen el corazón17.

Estos datos coinciden con el romance que Pedrosa encontró en Tejeri-


na (León) y en el que la hermana que se está ahogando en el pozo Airón,
le dice a la hermana envidiosa que le arrojó a él:

105
... y dile a mi lindo amor
que los sapos y las culebras
me llegan al corazón18.

Y en el romance de La gentil porquera, donde se habla de la muerte


de don Bueso en un pozo Airón, se recita:
-Saqueisme, la bella,de este pozo aireole;
culebros me pican en el corazone.
Saqueisme la bella, de este pozo de agua;
Culebros me pican en telas del alma19.

El carácter transcultural del simbolismo de la serpiente y del incons-


ciente colectivo se ve incrementado todavía más si tenemos en conside-
ración que Quetzalcóalt, que es uno de los principales dioses mejicanos,
es una serpiente emplumada (símbolo de la muerte y de la resurrección);
y antes del descubrimiento de América por Colón no hubo contacto entre
ambos continentes que pudiera permitir el intercambio de símbolos. Tam-
bién en la mitología china y japonesa aparece el símbolo de la serpiente.
Frente a las aguas estancadas, que parecen relacionarse con el mal
y el temor, los ríos, en su discurrir hacia el mar, serpentean para vencer
los accidentes geográficos, y el agua de los ríos es fuente de vida, pues
no sólo sirve para beber, sino también para regar los campos con lo que
contribuyen al crecimiento de los diversos tipos de vegetales que necesi-
tamos como alimentos.
El relato de José María Quadrado, más lo referido por ambos roman-
ces y los versos de Tejerina creo que son testimonios que sustentan la
hipótesis de que el dios monstruoso y terrible, que se suponía habitaba
en los pozos Airón, era un monstruo serpentiforme. Por ello, le resultó
tan fácil al cristianismo asimilarlo posteriormente al diablo, como se de-
muestra en los procesos inquisitoriales contra las brujas de Belinchón y
de Barahona, procesos que están testimoniados por los legajos que sobre
ellos existen en el Archivo Diocesano de Cuenca.
Ahora bien, dado que Airón es un dios al que una familia de Uclés
del siglo I dedica un ara votiva de agradecimiento, cabe preguntarse si
verdaderamente este dios fue la encarnación del demonio, del mal y de la
muerte (tal como nos lo ha presentado posteriormente el cristianismo) o
si, por el contrario, fue un dios salutífero que protegía frente al mal y al

106
miedo a lo desconocido que puede haber en los pozos, lagunas y simas.
E incluso pudiera tratarse de un dios que protegiera de una mala muerte y
facilitara un plácido tránsito al más allá. Es ésta una cuestión para la cual
los datos disponibles no nos permiten dar una respuesta segura.

Culto
Sabido es que los cristianos, menos respetuosos que los romanos con
las religiones ajenas, se propusieron terminar con el culto a las divini-
dades indígenas implantando sus iglesias y ermitas sobre las ruinas de
los santuarios del culto que pretendían eliminar y que buena parte de
las inscripciones sobre estos dioses se han encontrado después en altares
cristianos o incrustadas en los muros de sus iglesias. En la provincia de
Cuenca se conocen dos casos que dan testimonio de este proceder con
respecto al dios Airón.
Ya hemos visto cómo en Valeria se edificó la iglesia de la Sey sobre
un templo probablemente dedicado a Airón, y que el pozo Airón todavía
se conserva en el interior de su iglesia.
En La Almarcha, al otro lado de la loma del pozo Airón, a tan solo
trescientos metros, se halla la ermita de san Bartolomé. La ubicación de
la ermita en este lugar ¿es mera casualidad o es un hecho premeditado
para que los habitantes del lugar dejaran de peregrinar al pozo Airón?
Cuenta la leyenda que la ermita se instaló en el mismo lugar donde el
santo se le apareció a un pastor, sobre una zarza. Pero esa no es la autén-
tica razón de por qué se construyó en ese lugar la ermita. El pozo Airón
de La Almarcha debió ser un santuario dedicado al dios Airón. Si se prac-
ticara una excavación del mismo, probablemente saldrían a la luz exvotos
y otros materiales ofrecidos al dios. Hace años, un profesor de la Escuela
de Magisterio de Cuenca, encontró en sus orillas una moneda romana,
probablemente ofrecida al dios cuando el tamaño de la laguna era mayor.
Con la llegada del cristianismo, al dios Airón se le convierte en de-
monio -como demuestran los procesos inquisitoriales contra las brujas
de Belinchón y Barahona- y al lado de la laguna se construye una ermita
dedicada a san Bartolomé, que tiene atada a sus pies una diablesa (¡qué
casualidad el haber elegido este patrón!). Con la instalación de la ermita
en el mencionado lugar, se pretendía que los habitantes del pueblo hicie-

107
sen el mismo recorrido en la romería, con lo cual les resultaría más fácil
asimilar al nuevo patrón. Dado que la fiesta de San Bartolomé se celebra
el veinticuatro de agosto, cuando ya han finalizado las labores agrícolas
de recolección de cebada y trigo; suponemos que las posibles fiestas en
honor del dios Airón se celebrarían por las mismas fechas y que entre las
ofrendas realizadas al dios no faltarían ramilletes de espigas de estos dos
cereales.
El culto a las aguas estuvo tan arraigado en el noroeste de España y
en la Lusitania que los primeros concilios cristianos (tanto los de Toledo
como los de Braga) hicieron especial hincapié en que se abandonase el
culto a las fuentes y a los pozos.
Según Gabriel Sopeña, en el mundo celta las aguas también se rela-
cionan con el culto a los muertos:
Para la instalación de los cementerios se prefieren lugares especialmen-
te accesibles, bien suaves laderas de altozanos, bien llanuras, siendo
particularmente definitoria del ámbito celtibérico la elección sistemáti-
ca de terrenos siempre muy cercanos a pozos, ramblas y especialmente
a cursos fluviales en su cuenca alta, que en la actualidad constituyen
por lo general muy feraces vegas21.
Ahora bien, creemos que Airón recibió culto en Fuente Redonda
(Uclés), en Valeria y probablemente también en La Almarcha, entre otros
muchos pozos y lagunas consagrados a él. ¿Pero en qué consistió el culto
que recibió? Difícil resulta describirlo, cuando no hay documentos que lo
relaten ni tampoco excavaciones arqueológicas que lo avalen. Blázquez
sugiere20 que las ofrendas consistían en pan e incienso y que las fuen-
tes permanecían iluminadas con antorchas. Angel Horcajada, algo más
cruento, sostiene que los romanos:
dieron culto especial a las fuentes, celebrando fiestas especiales, duran-
te las cuales, entre otros ritos, se arrojarían a las aguas guirnaldas de
flores, se sacrificarían corderillos y otros tiernos animales, rociando con
su sangre las mismas fuentes22.
Ante la falta de datos fidedignos en la península Ibérica, acudamos al
país vecino, Francia, donde sí se han excavado pozos que ofrecen testi-
monios interesantes, pero hay que advertir que los datos no son necesa-
riamente extrapolables de un país a otro, aunque en ambos países se diera
la cultura celta.

108
Los celtas consideraban a los pozos como lugares sagrados, ya que
creían que eran un medio de comunicación con el inframundo, un canal
de comunicación entre el mundo inferior subterráneo y el superior o ce-
lestial, razón por la que se les relacionaba con “el tránsito al más allá”.
Según refiere Claude Bourgeois en el capítulo “Pozos?”23, existían
diversos tipos: pozos para dar agua, pozos funerarios, pozos de minas,
pozos relacionados con el culto, silos para guardar alimentos y pozos de
sacrificios. El hecho de que en el fondo de los pozos se encuentre cerá-
mica y monedas, no necesariamente ha de relacionarse con el culto, pues
la cerámica es consecuencia de la rotura de cántaros y las monedas han
podido caer al azar al igual que algunos animales.
Para Bourgeois, los pozos, al contrario que las fuentes y los lagos, no
son monumentos de culto al agua, pero sí pueden ser un lugar donde se
practicaban sacrificios.
En Francia han sido excavados cientos de pozos, solamente en París,
entre 1972 y 1981, se han excavado más de un centenar de ellos. La ma-
yoría de los pozos asociados a una actividad ritual pertenecen a la Edad
del Hierro o a la época celtorromana. En ocasiones, se lanzaban al fondo
del pozo objetos cultuales (tales como monedas, joyas, recipientes de
cerámica, obras de metal, etc.), pero también se producían, en algunos
casos, sacrificios de animales e incluso de seres humanos.
En À Dorgues (Pas-de-Calais) se ha encontrado un pozo de 3,65
metros que tiene tres depósitos superpuestos: primero dos esqueletos de
hombres, después un esqueleto de mujer y otro de niño, además una capa
de cerámicas rotas. Las piernas de estos esqueletos estaban entrelazadas
las unas en las otras, de dos en dos, por medio de clavijas, y tres de ellos
mostraban las manos detrás de la cabeza. En Nieul-Sur-Mer (Charante-
Maritime) en un profundo pozo de quince metros, también se hallaron
multitud de huesos de diversos animales, y siete esqueletos humanos cu-
yos cráneos habían sido aplastados, lo que interpreta el autor como que
animales y humanos fueron sacrificados conjuntamente. Estos casos no
son aislados, pues en otros lugares de Francia se encuentran más pozos
que dan testimonio de sacrificios humanos realizados en ellos por los
galos24.

109
Los romanos prohibieron estos sacrificios tanto en las Galias como en
la península Ibérica, pero esta prohibición no se cumplió hasta tiempos
del emperador Claudio (Lyón 10 a.C.- Roma 54 d.C.).
En España, hasta ahora no se han testimoniado sacrificios humanos
en los pozos (entre otras razones, porque no se han excavado), probable-
mente se produjeran en lagunas con fama de terroríficas, como las que se
denominan “pozo Airón”, y de aquí debe provenir el miedo ancestral que
se tiene a estas lagunas y, sobre todo, el halo de misterio que todavía las
rodea.
Todavía en época cristiana, los pozos siguieron teniendo la conside-
ración de sagrados y los hallamos en el entorno o en el interior de algu-
nas iglesias, como la catedral de San Mungo en Glasgow, la catedral de
Exeter o en el interior de la iglesia de la Sey en Valeria (Cuenca). Pero
la relación pozo-iglesia, a veces tiene otra explicación, y es que antes de
realizar la construcción, en algunas iglesias lo primero que se hacía era
cavar un pozo para tener el agua al pie de la obra.
Según los datos de los que disponemos actualmente, el culto a los
lagos no es evidente en la Celtiberia, pero sí en la Galia céltica. Allí el
agua era objeto de culto en todas sus formas de presentación: fuentes, es-
tanques, lagos y mares y se le colocaba bajo la protección de divinidades
locales. En el país vecino existen dos textos (uno del siglo VI y otro del
XIX) que demuestran que los galos, en la época en la que eran indepen-
dientes, rendían culto a los lagos.
Grégoire de Tours, en un texto del siglo VI titulado De gloria con-
fessorum, proporciona una descripción de los ritos paganos que se prac-
ticaban al borde del gran lago Gabales, conocido hoy día como Saint-
Andéol, al sur de Nashinals (Lozère) en l´Aubrac. Según este texto, en
los alrededores del lago, en cierta época del año, se reunía una multitud
de gentes del campo y hacían libaciones al lago. Allí arrojaban ropa, pie-
zas de tela de las que se fabricaban los vestidos de los hombres, vellones
de lana y, sobre todo, monedas, quesos, pasteles o pan; cada cual según
su riqueza. La gente allí llegaba sobre carros, provistos de comida y de
bebida, y durante tres días gozaban de un buen banquete. El cuarto día,
al momento de partir, se veían acosados por una tempestad acompañada
de truenos e inmensos relámpagos, y descendía de los cielos una lluvia
tan fuerte y un granizo tan violento, que cada uno de los asistentes veía

110
complicado el poder escapar. Estas cosas pasaban todos los años y la su-
perstición tenía convencido al pueblo ignorante25.
Según describe el Dr. Prunières, los ritos a mitad del siglo XIX se-
guían siendo similares. El segundo domingo de julio se celebraba la fies-
ta del Espino, y numerosos compañeros acudían por la mañana a hacer
sus abluciones al lago Saint-Andéol. Una vez que el peregrino llegaba al
lago, marcaba el lugar de su llegada, luego realizaba su primera ablución
y después se ponía en marcha para darle una vuelta al lago, normalmente
en solitario. Se avanzaba lentamente, como en una procesión, y cada cier-
to tiempo se detenía para realizar abluciones y lanzar al lago las ofrendas
anteriormente mencionadas, lo más lejos posible. El número de vueltas
que se daban al lago dependía de la devoción de cada uno. Después, los
peregrinos se recostaban sobre la hierba, se formaban reuniones más o
menos numerosas, se comía, se bebía y se danzaba. La fiesta duraba hasta
la noche, cuando la gente se dispersaba26.
Comenta Bourgeois estos textos afirmando que, aunque la continui-
dad del culto no es segura, sí lo es la continuidad del rito26.
Sobre el culto y ritos a Airón en las lagunas españolas no tenemos
ninguna clase de testimonios, a falta de excavaciones que hallen exvotos
que lo confirmen; pero nos imaginamos que, si alguna vez hubo culto a
Airón en estos lagos, debió ser muy similar al descrito por Bourgeois
para los lagos célticos de la Galia.

Identidad de Airón
En enero de 2006, poco después de haber publicado el libro Airón.
Dios prerromano de Hispania, creé en Wikipedia el término “Airón”.
Bajo el seudónimo de Miguelsalas, he ido actualizando los datos según
han aparecido nuevas noticias sobre pozos Airón. El desarrollo de esta
entrada se inicia con una aproximación a la identidad del dios Airón, de-
finición que hoy encontramos repetida en multitud de páginas de Internet.
Tras el análisis realizado a lo largo del libro, nosotros entendemos
que Airón fue un dios indígena que estaba arraigado en Hispania antes de
que los romanos emprendieran su conquista y cuya antigüedad probable-
mente se remonte al neolítico. Este dios, cuyo culto fue respetado por los
romanos, se relaciona con aguas profundas (ubicadas en pozos y lagunas)

111
y también con simas, por lo tanto hay una relación directa entre Airón y
el inframundo.
Como dios del inframundo, Airón ofrece un doble aspecto, positivo y
negativo, lo que viene a equivaler a la cara y la cruz de la misma moneda.
En su aspecto positivo Airón es el dios de la vida, pues del inframundo
emerge el agua (fuente de vida) y la vegetación. En su vertiente negativa,
Airón se nos manifiesta como el dios de la muerte, pues el inframundo
era el lugar a donde se consideraba -en las religiones precristianas- que
iban a parar las almas de los muertos, tanto los que habían llevado una
vida ejemplar como los que habían cometido los más graves delitos aun-
que, una vez en el inframundo, allí cada cual recibía un trato diferente
según hubieran sido sus obras en esta vida. El pozo de agua inagotable o
la laguna insondable en realidad son una metáfora que significa el canal
que comunica el inframundo -o mundo de los muertos de donde no se
puede salir- con la tierra habitada por los hombres y con el cielo donde se
suponía que moraban los dioses.

112
Notas

1. Arqueología
1. Mangas, J., y otros. “Religiones primitivas de Hispania”, pág. 603, en
Blázquez Martínez, José María y otros. Historia de España Antigua. Tomo
II: Hispania romana.
2. Almagro Basch, Martín. Segóbriga. Inscripciones ibéricas, latinas y latinas
cristianas, pág. 83.
3. Idem, Idem, pág. 84.
4. Quintero Atauri, Pelayo. Uclés. Residencia de la Orden de Santiago, pág. 20.
5. Idem, Idem, pág. 22.
6. Lorrio, Alberto J. La necrópolis romana de Haza del Arca y el santuario del
Deus Aironis en la Fuente Redonda (Uclés, Cuenca), pág. 186.
7. Almagro Gorbea, Martín; Fuentes Domínguez, Ángel y otros. Ciudades
romanas en la provincia de Cuenca, pág. 128.
8. Blázquez Martínez, José María. Imagen y mito, pág. 331.
9. Idem, Idem, págs. 327 y 331.

2. Noticias
1. Infante don Juan Manuel. Libro de la caza, pag. 96.
2. Tomo la referencia de un artículo publicado en El día de Cuenca 24-IX-1991.
Jean de Vandenesse sólo indica en la pág. 43 de sus “Journal de voyages...” que
Carlos V, el 26 de abril de 1528, pernocta en Buenache, lo que da verosimilitud
a lo afirmado en el texto. Con respecto al viaje de 1542, dice, en la pág. 251,
que el 21 de diciembre almuerza en (Marche?) y duerme en Villardecañas:
“21. disner à la Marche (¿), coucher a Villar de Caignes”. Marche? es La
Almarcha, luego el tipo de comida descrito en el artículo también pudiera ser

113
correcto.
3. Zarco Cuevas, Julián. Relaciones del Obispado de Cuenca, pág. 232.
4. Morales Ambrosio de. Las antigüedades de las ciudades de España, pág.
175.
5. Herrero, Miguel. “El pozo Airón”, en la revista Estudios Geográficos, pág.
569.
6. Porreño, Baltasar. Declaración del Mapa del Obispado de Cuenca, pág. 28.
El libro, escrito en 1622, no se publicó. Una copia del mismo, firmada el 28
de mayo de 1761, se halla en la Bliblioteca Nacional de Madrid en la Sección
de Manuscritos y consta de 66 páginas tamaño cuartilla. Torres Mena (que
comete varios errores tipográficos en su cita) da el registro T.S 230, pero hoy
tiene el número de registro: m.s. 12.961/7.
7. Mártir Rizo, Juan Pablo. Historia de la muy noble y leal ciudad de Cuenca,
pág. 127.
8. Laguna, se sobreentiende.
9. Ponz, Antonio. Viaje por España, pág. 143.
10. Caballero, Fermín. Manual Geográfico-administrativo de la monarquía
española, pág. 530.
11. No habiendo encontrado el libro de Estrada, a pesar de las muchas gestiones
realizadas, tomo la cita de Torres Mena, José. Noticias conquenses, pág. 557.
12. Madoz, Pascual. Diccionario geográfico, pág. 74.
13. Idem, Idem, pág. 204.
14. Muñoz Soliva, Trifón. Historia de la muy Noble, Leal e impertérrita ciudad
de Cuenca y del territorio de su provincia y Obispado, desde los tiempos
primitivos hasta la edad presente, pág. 86.
15. Pruneda, Pedro. Crónica de la provincia de Cuenca, pág. 16.
16. Cortázar, Daniel. Descripción física, geológica y agrológica de la provincia
de Cuenca, pág. 35.
17. Torres Mena, José. Noticias conquenses pág. 139.
18. Idem, Idem, pág. 559.
19. Gaspar y Roig. Diccionario enciclopédico de la Lengua Española. Tomo I.
20. Real Academia De La Lengua. Diccionario de la lengua española, pág. 1170.
21. Torres Mena, José. Idem, pág. 559-560.
22. Quadrado, José María. Viaje por España. Castilla: Guadalajara y Cuenca,

114
págs. 386-387.
23. b) Tal es la frase popular que dice: “Madrid es como el Pozo Ayrón, que nada
bueno cría y para lo malo no se le halla fondo”.
24. c) Baltasar Porreño daba noticia de ello en su Mapa de Cuenca en 1622, bajo
la palabra “Almarcha”.
25. Picatoste, Valentín. Descripción e Historia de España. Provincia de Cuenca,
pág. 29.
26. Vergara Martín, Gabriel Mª. Diccionario geográfico popular, pág. 52.
27. Menéndez Pelayo, Marcelino. Historia de los heterodoxos españoles. Tomo
VII., pág. 296.
28. Pardo, Luis. Catálogo de los lagos de España, pág. 315.
29. Idem, Idem, pág. 396.
30. González-Ruano, César. Guía de Cuenca y principales itinerarios de su
provincia, pág. 99.
31. Bleiberg, German. Diccionario Geográfico de España. Tomo XIV, pág. 199.
32. Larrañaga, Julio. Cuenca. Guía Larrañaga, págs. 14-15.

3. Descripción geográfica e hidrológica del pozo Airón de La


Almarcha
1. Según mantiene Walter Schumann en el libro Rocas y minerales, pág. 122:
“Se trata de una variedad de yeso, su fórmula es SO4Ca.2H2O. Es de origen
sedimentario, de baja dureza (1,5-2 en la escala de Mohs). Cristaliza en el
sistema monoclínico”.
2. Fernández Sánchez, José Antonio (Coordinador). Cien fuentes de Castilla-La
Mancha, pág. 112.
3. Nota, de un profesor de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad
Complutense de Madrid, que nos llega por medio de nuestro amigo Pepe
Carpio.
4. Torres Mena, José. Noticias conquenses, págs. 152-153.
5. Cobarrubias Orozco, Sebastián. Tesoro de la lengua castellana, pág.95.
6. Antuña, Melchor. “Expedición del sultán Yũsuf contra Huete” en la Revista
Religión y Cultura, 1935, Tomo XXIX, pág. 66.
7. Almonacid, José Antonio. “De Huete a Cuenca con los almohades en 1172”.

115
Separata nº 28 de la revista Cuenca, pág. 12.
8. Vallvé, Joaquín. Abderraman III. Califa de España y de occidente (912-961),
pág. 76.

4. Brujería
1. Cordente Martínez, Heliodoro. Brujería y hechicería en el obispado de
Cuenca, pág. 67.
2. Interpreto que quiere decir “e tiene un rabo tan largo”. Se entiende que van a
verse con el diablo, que tiene un rabo muy largo, con intenciones libidinosas.
3. Archivo Diocesano de Cuenca, Legajo nº 704, Expediente 375. Las reuniones
de brujas con el diablo se denominan aquelarres.
4. Cordente Martínez, Heliodoro. Idem, pág. 67.
5. Blanco, Juan Francisco. Brujería y otros oficios populares de la magia, pág.
93.

5. El romance sefardí y otros versos


1. Morales, Ambrosio de. Las antigüedades de las ciudades de España, pág. 175.
2. Torres Mena, José. Noticias conquenses, pág. 559.
3. Herrero, Miguel. “El pozo Airón”, en la revista Estudios geográficos, nº4,
1941, pág. 569. El romance tal como lo recogió Menéndez Pidal y después
publicó Armistead en su obra “En torno al romancero sefardí”, pág. 151, dice
así:

Ya se van los siete ermanos, ya se van para Aragó.


Las kalores eran fuertes; agua non se les topó.
Por en medio del kamino, toparon un poğo airó.
Echaron pares i nones; a el chiko le kayó.
Ya lo atan kon le kuedra; ya lo echan al poğo airó.
Por el medio de akel poğo , la kuedra se le rompió.
La agua se les izo sangre, las piedras kulevros son:
kulevros i alakranes, ke le komen el korasón.
- Si vos pregunta la mi madre, la diréš: ¡atrás kedó!
Si vos pregunta el mi padre, lo diréš: ¡al poğo airó!
Si vos pregunta la mi mužer: ¡bivda mueva ya kedó!
Si vos preguntos los mis ižos: ¡guerfanikos muevos son!

116
4. Hassán, Iacob M. “Las Coplas de Josef sefardíes y la poesía oral”, en De
balada y lírica, 2. 3º Coloquio internacional del romancero, págs. 280-281.
5. La transcripción la he realizado basándome en una cinta que es copia de la
original en que el romance es cantado por el anciano sefardí. Esta cinta me la
entregó Joaquín Díaz quien, a su vez, la recibió del CSIC de Madrid de Mª.
T. Rubiato.
6. Hassán, Iacob M., Romero Elena y Díaz-Mas, Paloma. Temas sefardíes del
cancionero sefardí, pág. 89.
7. Armistead, Samuel G. y Silverman, Joseph H. “En torno al romancero
sefardí”, pág. 156.
8. Idem, Idem, pag. 156.
9. Pedrosa, J.M. “El pozo Airón: dos romances y dos leyendas” en Medioevo
Romanzo, 1993, nº 2, pág. 267.
10. Idem, Idem, pág. 269.
11. Idem, Idem, págs. 271-272.
12. Quiñones De Benavente, Luis. Entremés El Borracho, pág. 565.
13. Idem, Entremés El Barbero, pág. 750.
14. Herrero, Miguel. págs. 570-571.
15. Cervantes, Miguel de. Adjunta al Parnaso, pág. 121.
16. Alzieu, Pierre; Jammes, Robert y Lissorgues Yvan. Poesía erótica del Siglo de
Oro, pág. 229.
17. Ávila de, Francisco. La vida y la muerte o vergel de discretos (1508), pág.
105.
18. Dutton, Brian. El cancionero del siglo XV. Vol III, págs. 431-432.
19. Cátedra, Pedro M. Comentario crítico a La vida y la muerte o vergel de
discretos, pág. 107.

6. La leyenda de don Bueso y otras noticias


1. Salas Parrilla, Miguel. Almarcha, págs. 51-52.
2. Mártir Rizo, Historia de la muy noble y leal ciudad de Cuenca, pág. 127.
3. Pedrosa, J.M. “El pozo Airón: dos romances y dos leyendas” en Medioevo
Romanzo, pág. 268.
4. Idem, Idem, pág. 270.

117
5. Armistead, Samuel. El romancero judeo-español en el archivo de Menéndez
Pidal, pág. 37. Sin mazale significa “sin suerte”.
6. Pedrosa, J.M., Idem, pág. 272.
7. Este romance se canta en el norte de España.
8. Arce De Otárola, Juan de. Coloquios de Palatino y Pinciano, pág. 374.
9. Iribarren, José Mª. El porqué de los dichos, pág. 166.
10. Idem, Idem, pág. 166.
11. Idem, Idem, pág. 166.

7. Toponimia
1. Pedrosa José María, “El pozo Airón: dos romances y dos leyendas”, en
Medioevo Romanzo, nº 2, 1993, pág. 264.
2. Madoz, Pascual. Diccionario geográfico, pág. 74.
3. Selecciones Del Reader’s Digest. Maravillas de la península ibérica, pág.
230.
4. Zarco Cuevas, Julián. Relaciones de pueblos del Obispado de Cuenca, pág.
536.
5. Véase lo que digo al respecto en mi libro El proceso de villazgo de La
Almarcha.
6. Instituto Geológico y Minero De España. Mapa geológico de España. Escala
1:50.000. Interpretación de la Hoja 54 por Job Moya Pereira.
7. Biblioteca Del Escorial. Atlas del Escorial. Lámina nº x. Referencia Kl 1.
8. Diccionario De Autoridades, pág. 144.
9. Herrero, Miguel. “El pozo Airón”, pág. 572.
10. Bermúdez de Pedraza, Francisco. Historia eclesiástica de Granada, pág. 214.
11. Vaca De Guzmán, Gutierre Joaquín. Dictamen sobre la utilidad o inutilidad
de la excavación del Pozo-Airón..., pág. 16.
12. Sbarbi, José María. Diccionario de refranes ..., pág. 264.
13. García De La Leña, Cecilio (seudónimo de Medina Conde, Cristóbal)
Corversaciones históricas Malagueñas, Tomo II, págs. 177 y 184-185.
14. Fernández, Jorge Juan. “Bronce con figura de filósofo hallado en Cañizo
(Zamora)” en la Revista NVMANTIA. Investigaciones arqueológicas en
Castilla y León II. 1986, pág. 261.

118
8. Etimología, mitología y culto
1. Blázquez Martínez, José María. Diccionario de religiones prerromanas de
Hispania, pág. 30.
2. Dauzat, A; Deslandes, G. y Rostaing, Ch. Dictionnaire étymologique des
noms de rivières et de montagnes en France, pág. 20.
3. Ortega Cavero, David. Diccionario Portugués-Español. Español-Portugués,
págs. 81 y 1.002.
4. Corominas, Joan. Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, pág.
91.
5. Museo Arqueológico Nacional. La tumba de Tutmosis III. Las horas oscuras
del sol, pág. 45.
6. Eliade, Mircea. Historia de las creencias y de las ideas religiosas. Tomo I,
págs. 114-117.
7. Salas Parrilla, Miguel. El sentido de la vida humana en las diversas culturas,
págs. 144-145.
8. Eliade, Mircea. Historia de las creencias y de las ideas religiosas, Tomo I,
pág. 271.
9. Olivares Pedreño, Juan Carlos. Los dioses de la Hispania Céltica, pág. 177.
10. Green, Miranda J. Guía completa del mundo celta, pág. 209.
11. Idem, Idem, pág. 209.
12. Idem, Idem, pág. 209.
13. Idem, Idem, pág. 209.
14. Blázquez Martínez, José María. Primitivas religiones ibéricas. Tomo II.
Religiones prerromanas, págs. 259-260.
15. Frazer, James George. La rama dorada, pág. 183.
16. Quadrado, José María. España, sus monumentos y artes, su naturaleza e
historia, pág. 386.
17. Herrero, Miguel. “El pozo Airón”, en la revista Estudios geográficos, nº 4,
pág. 569.
18. Pedrosa, José María. “El pozo Airón: dos romances y dos leyendas” en
Medioevo Romanzo, pág. 270.
19. Idem, Idem, pág. 266.
20. Blázquez Martínez, José María. Imagen y mito. Estudios sobre las religiones
mediterráneas e ibéricas, pág. 331.

119
21. Sopeña Genzor, Gabriel. Ética y ritual, pág. 165.
22. Horcajada Garrido, Ángel. Uclés, comunidad creyente, pág. 22.
23. Borugeois, Claude. Divona II. Monuments et santuaires du culte gallo-romain
de l´eau, pág. 19.
24. Idem, Idem, págs. 36 y 37.
25. Idem, Idem, pág. 25.
26. Idem, Idem, pág. 26 y 27.
27. Idem, Idem, pág. 27.

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126
El autor de la presente obra, Miguel Salas Parri-
lla, nació en La Almarcha (Cuenca) en 1950. Estudió
Humanidades en el Seminario Menor de Uclés (1960-
1965). Es licenciado en Filosofía y Psicología por la
Universidad Complutense de Madrid y diplomado en
Psicología Industrial por la misma Universidad.
Ha ejercido como profesor de Enseñanza Secun-
daria en diversos Institutos de la geografía española.
Se jubiló en el año 2009 en el IES “Manuel Azaña” de
Getafe (Madrid), donde impartió clases de Filosofía y Psicología.
Como escritor, dos temas le han preocupado: la historia y las técnicas
de estudio. Tiene publicados varios libros relacionados con la historia de
la provincia de Cuenca: Almarcha (1980), El proceso de villazgo de La
Almarcha (1986), Biografía de don José Torres Mena (1991), Alarcón,
Belmonte y Garcimuñoz. Tres castillos del señorío de Villena en la pro-
vincia de Cuenca (1997), Airón. Dios prerromano de Hispania (2005),
Uclés en la Historia (2007), La batalla de Uclés contra los almorávides
(2008), El castillo de Belmonte (2010), Castillo de Garcimuñoz en la
historia de España (2010), El bestiario gótico del castillo de Belmonte
(2010) y El señorío de Belmonte (2012).
Sobre técnicas de estudio tiene publicados varios libros en Alianza
Editorial: Técnicas de estudio para Secundaria y Universidad (1990),
Cómo aprobar oposiciones (1993) y Cómo preparar exámenes de efi-
cacia (1996). También es autor de un ensayo filosófico: El sentido de la
vida humana en las diversas culturas (2003).
El presente libro es fruto de la labor de recopilación de datos durante
treinta y tres años y de su pasión por el estudio del pozo Airón. En él se
analizan cuantos datos han aportado geógrafos, historiadores, viajeros
y literatos sobre el pozo Airón de la Almarcha y otros pozos “Airón”.
También se ofrecen romances, leyendas y otras curiosidades históricas
relacionadas con los pozos “Airón”, sin despreciar los descubrimientos
arqueológicos y los textos de otros países que nos hablan de los dioses
relacionados con el culto a las aguas, culto que perduró hasta bien entrada
la Edad Media y cuyas leyendas todavía permanecen en la memoria de
las gentes.

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