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DeajaC 10) DEL TRABAJO TOMOIII | [cataroaaoa Aso 192. ! icy cong af | FUNDACION DE CULTURA UNIVERSITARIA | © FUNDACION DE CULTURA UNIVERSITARIA 25 de Mayo 563 - Tel, 95 11 62 DERECHOS RESERVADOS Queda prohibida cuslquier forma de reproduccién, transmi ET ETD ETR, FDCS IoTss DT Ine, Int. Bre. a L ter ay ter ABREVIATURAS MAS USADAS Anales det Foro (Montevideo) ‘Asociseién Internacional de la Seguridad S: Oficina Intemacional dl Trabajo Banco de Seguros del Estado (Uruguay) Convenio Internacional de trabajo (O17) (Cadigo Civil (sn otvaaclaacion, se entiende que es el uruguayo) ccanvenio coleetivo digo de Comercio (sin otra aclaraci igual que CC) Consefo Central de Asignaciones Familisres Comision Inversiones y Desarrollo Economico Cédigo Internacional del Trabajo (BIT, 1955) citado Centro Latinoamericano de Investigaciones en Ciencias Sociales Consolidagao das Leis do Trabalho (Brasil) Codigo del Nifo Relosioné Industrial! (Roma-Milén) cho del Trabajo (Buenos Aires) ional Encyclopaedia for Labour Law & Industral Relations ( R. a fen sentido estrcto Estatuta del trabajador (de los trabajadores) Estatuto del tabajador a domiclio Estatuto del trabajador rural Facultad de Derecho y Cienc Inspeccl6n General del Tr Instituto Nacional del Trabajo Tntemacional Encyclopaedia for Labour Law and Industrial Relations (Editor R. Blanpaln, en curso de publ (también cit. ELL) Juzgado Letrado dél Trabajo de a. Instancia o Juzgado Letrado de 1a, Instancia del Trabajo ley Ley de Contrato de Trabajo Ley Federal del Trabajo (México) Ley General del Trabajo Soriales la Seguridad Social NOTA PRELIMINAR AL PRESENTE VOLUMEN Conforme al plan general de esta obra, su Parte 6 debe incluir el exa: men, cde los especiatidades y particularidades del régimen aplicable a algunas seeMidades 0 modalidades de trabajo, que ha cristalizado en lo que dan en lamarse estatutos, En atencidn a lo que resulta del derecho positivo uruguayo, se considera con ese cardcter lo relativo al trabajo rural, al trabajo a domicilio, a las activi: Gadcs maritimas y conexas y a la de los Viajantes y vendedores de plaza. El autor, ha procurado afanosamente mantener el estilo compendioso de la obra, pero no ha podido evitar que los capitulos respectivos sobrepulen fargamente en extension a los precedentes, Dada esta circunstancia en ©! pre sake volumen se incluyen solamente los que corresponden a los dos prime ros estatutos: Montevideo, marzo de 1983. Lu lari “La Justicia Uruguay”, Montevideo (en curso de publiceciin) ay Ley del Trabajo MaP Ministerio de Agricultura y Pesca MIT “Ministerio de Industrias y Trabajo MGA Ministerio de Ganaderta y Agrultura Mont Montevideo TSS Ministerio de Trabajo y la Seguridad Soctal B nota hime. potoria mala conducta nim.oNo. nimero or Organlzacion Internacional det Trabajo Op. obra Be ss axis PE BS R Rev. orev. Rev. DJA Montevideo. er. FDCS RIT RLT Reglamento de la Ley de Trabajo (Venezu RNL o RNLD Registro Nacional de Leyes y Deeretos SAC Suelde anual complementario Sos Suprema Corte de Justicia Sent Sentencia SL ss t tomo Tac ‘Tribunal de Apelaciones en lo Civ Tat ‘Tabunal de Apel Ts ‘Tribunal de lo Ce liad. esp. traduccién espafiola ve Vase, ver vol volumen Las obras del autor se citan abreviadamente en esta forma: tidaden y madalizades de lu eontatoe de taba, (nutes), Mow, 2973: Eipeiizader “Todos los bcos, ariculory notas que cian sin indcacén de autor, comespon ‘den al de esta obra. . Se citan por el apellido del autor y con el titulo abreviado, las siguientes obras: Frascuce DE FERRARI: Levslney de Derecho del Trabai, 4 vole, (DCS), Mont, 1961-84. sin, AT#IeO PLA RODRIGUEZ; B selario et Utes, ols (FDESY, Moat 9 =. Los srincoios dst Derecho dst Trabajo, (Bib, D1), Mont. 19TS:eit Princo camo de derecho Lebo, (Aca en curno de publcacén), Montevideo: Car, Los compendios, cursos manusles, tratados, ete. de la disciplina, de esos y otros au totes, se eitan ordinariamente con esa sola mencion. El Anuario de Jurisprudencio Laboral, edtado en Montevideo por Derecho Labora, desde el que corresponde a 1976, se eta como Anuar pondienteindicacin dela. ‘Legslacion Labora, recoplacion de las normas que se aplican en Uruguay en mate- ria de telacionesindividualee de trabajo, t. (Jomads-Descanso semanal-Licencias y Fe: 979; til, (La temuneracion del tabaiador), idem, 1980, el, (La rel m., 1981;se eita: LL, seguido eel nim, del tomo en ro- mance ye del parazrafo en ardbigo. iblioteca de com la cores PARTE 6 CAPITULO I TRABAJO RURAL § 1. Generalidades 1560. - Todas las instituciones del derecho laboral exigen ser estudiadas fen su contexto social, Pero las implicaciones sociol6gicas y aiin ecolégicas, fasumen tal importancia en la reglamentacidn del trabajo rural, que pueden confusiones sobre el fondo de la cuest lucirse en el tema surge, a niv primera opcién sobre la denominacion de puramente terminologica: derecho laboral agrario o derecho ag bajo (1). © sea, hay que decidir entre un enfoque del trabajo en el medio ru- Sptica laborista, 0 considerar las relaciones laborales lo del ho rural rmativo y doctrinario, una su filosofia domind los eédigos rurales y otras leyes relativas al estado de la {que se dictaron en los iltimos veinticinco afos de! siglo pasado (2). tipo de legis! jos prestadores de servicios, 10 podian recibir el grado de la era tenida como propiedad agraria y las industrias rurales. lacién agraria, como la que se cicto anteriormente, ~durante el n especial atencion p ia, Palermo, 1952; De ir ogricoltura, Roma, 1958, V.,tambh Uaneo, Introduccion el estudio del derecho ogrario (Ed. “La Facultad”), Buenos cién derecho del frbaio segin leyes de 1 Ge disposieones refere trata simpler tuto (Arts, 669/671) se ocupa de (672/683), que inelufa también 14 HECTORSIUGO BARBAGELATA ios prestadores del trabajo ajadores que denominaba ) frente a periodo colonial~ (3), no descuidaba totalment Yy hasta incluia preceptos de amparo para los genéricamente peones; pero se tornaba francamente represiva todo aquello que pudiera perjudicar a la empresa rural (5). ‘561. - Afirmar que es anacrénica la inclusiGn de los problemas del tra- bajo rural en el marco del derecho agrario no agota, ni con mucho, un asunto que se revela mas complejo, Por un lado, hay que convenir que la problematica de la empresa rural, ¥ las relaciones de trabajo dentro ce ella, poseen una especificidad que las ha. fen buena parte, irreductibles a su entera asimilacién con la empresa urba Jos tip de arrendamiento rural o mediane pueden ser slo una fachada de una relacion de trabajo subordinado, o aun sin llegar a ese extremo, ser de todos modos merecedoras de la proteccion del derecho laborel En cuanto a lo primero y al margen de los condicionamientos derivados de las propias nna gama de problemas como los dela radicacién y el trabajo familiar, que sélo en muy modesta escala aparece en las areas urba En cuanto a lo segund: ios contratos, pueden calificar a un smpresario rural, peto entre los de esta Gs de 1a er specto de! trabajador que queria rescind, sin Asibuia derecho a exigic "vindicacion y subsanamiento edido sin que mediaren las causales legaes (desobediencia, horagoneria yvicio) Att. " en Dit De Ferrari Lecciones Ii, pargeatos 182 9 tp. 268; Russoma- 18. Capon Fils, , 1881, p. 45 9 3, en Cos: cig del trabajo a in Rev, dud, Costa Rica, ARO VI, nim. 21,4, 1981, DERECHO DEL TRABAIO 15 cidos 0 esporidicos, actividades laborales que, en definitiva, les dejard neficios no muy superiores a un salario, aunque sujetos a las contingencias de Ja empresa (8). La consideracion de ciertas categorias de arrendatarios y aparceros rura- ales que ha sido recibida por I OFF (8), motiva lo. entre los trabajadores 562. - Con cardeter previo al estudio de la legislacin que regula el tra- bajo rural, en sus diversas formas, es necesario formular una indicacion sobre n entre Ia temitica del derecho laboral rural y la reforma agraria (9 ndiendo formula: tanto la serie de medidas adoptadas por ‘con el fin de modificar la situacién socio-econémica en ia de la poblacién rural (con el triple propésito de lograr luna distribucion mas igualitaria de los ingresos, un aumento de la product dad del sector y un mejoramiento general de las condiciones de vida y de tra- "i ts, Desde lego, parecen se mn prottaria'y concionie de pértenenca ese grupo soci antemente admitido que para el asal eat istancias demasiado gander, Sabe cudles son las diferencias, riieacion ds er fue un porcent an los jornales tarifados 0 en todo €380, por no estar oeupados de ma “Historia rarel del Uraguay) mo rary ganados, Moat., 1967; 16 HECTOR-HUGO BARBAGELATA bajo de los campesinos), cuanto el proceso de cambio iniciado por tales me- didas (10) ‘Las medidas y los procesas que provocan, 0 tienden a provocar, son vos (11 , Como por sus Ob} os, roferirse a el ‘No obstante y aunque pueda parecer paradojal, hay que convenir que todas las reformas agrarias presentan entre si miltiples similitudes, inclusive desde el punto de vista laboral y cualquiera sea la dindmica o Ia celeridad del serd necesario considerar el cuadro de las relaciones en el punto de fartida, el estadio intermedio y la etapa final en que el cambio, esperado 0 Sdventicio, se habra consumado (12). Ademés, en cualquier momento del 1987, p49 y sh: r 1978,2. Colque Huayltord, La “euso da terrae degenvoluimers 1958 ‘Gtr. George, op. jobre organizaciones de traba) |i Gonferencia Internacional del Trabajo, fue patente que: 18. En el curso de los debates que precedieron la adop- fe rurale 149 de 1975 por establecimiento de estruc DERECHO DEL TRABAIO 17 proceso, las reformas agrarias tienden a propiciar la transformacién de traba~ jadores-asalariados en trabajadores-empresarios técnicamente independientes, © asociados a una empresa, -capitalista 0 no-, lo que tiene, de por si, muy’ grandes consecuencias sobre el cuadro de las relaciones regidas por el derecho del trabajo. + De donde, como lo que realmente interesa desde el punto de vista labo- ral ‘ondicion del trabajador y Ia forma en que el trabajo es prestado y retribuido, al derecho del trabajo le correspondera siempre la mision de regu- lar la forma en que los hombres han de encajar en los nuevos esquemas, sin mengua de su dignidad y de los derechos inherentes a su calidad de trabaja- dores (12 bis) trabajador campesino estrecha que respecto del trabajador urbano. La consecuencia de esta caracteristica, en el plano laboral, es una pro- yeecién mucho mayor de medidas, -aparentemente ajenas al derecho del dejo-, sobre la regulacion de éste ‘Asi, puede ocurrir que la cuestién de Ia proteccién del salario, derive ‘ingresos producido: trabajo age \eipalmente eco 84 fancion en Saf queen el fies al campesino la tur prestaciones labora breve eapftulo, conclu 18 HECTORHUGO BARBAGELATA némico y fiseal, Una més satisfactoria remuneracion del trabajo agrario todas sus formas puede en efecto lograrse a través de la fijacion de precios m nimos de los productos; con facilidades ps lizacion de las cose- chas; con respaldos crediticios y la el yos para el equipamiento y la teenificacion; con la instrumentacion de rismos cooperatives; con el régimen tributario; etc. Pero, ni atin en términos de reformas agrarias, puede quedar lo laboral supeditado a lo agrario. Por el de las estructuras agrarias debe procesarse en funcién de puesto, que, en definitiva, y sin perjuicio de los restantes objetivos ‘econdmicos y sociales, esta detras el trabajo humano, no como una abstrac- cidn, sino concretamente encarnado en los prestadores de servicio. 564, - El régimen laboral de los trabajadores rurales reclama, cualquiera al estado de las estructuras agrarias, una co ideracion particular que ha tivos de normas especia- les, incluso respecto de aquellos trabajadores rurales asalariados que pueden ser claramente encasillados en la figura del contrato de trabajo (13 Los factores alucidos son fundamentalmente de orden: ecol © de cardcter sindical, aparte de idad de las labores agropecuarias. Fu s mas aparentes, y no cuesta mucho adver jueda estar condicionando la reglamentacion los obsticulos que la naturaleza interpone, tue en el medio urbano, el contralor de la legisla: cién laboral en el medio rural, tanto como reclaman mecanismos apropiados 2 tal fin (15), Los obstaculos naturales, pueden ser accidentes geograficos im. intes, © simplemente, como ocurre en el Uruguay, las grandes distancias, imiento, la falta de visibilidad de las condiciones de la empresa agraria yy de la situacion de su personal, etc. En lo relacionado con acién son mas bajos en el de superar en materia di son mas frecuentes los fendmenos de retroceso de I de retardo, Ia extra-edad, desercin y conexos. Ei 'y que en general hay barreras difi . que en el ambiente cam- struccién por que atafiea la in controversial. fer socioldgico propiamente dicho con inevitables repercusiones en la regulacién de las relaciones laborales en el medio rural, jo que suele denominarse tradicionalismo, entendiendo por tal la oposi- mn a la accidn electiva, derivada del reconocimiento de comportamientos (13) V., Gets, en DL, t 11, pp. 22 y 5. Dice con razén’Russomano, refisiéndose a los obstéculos para le |, que "los hechoe simples son de reglamentacion diftel!” (Coment 6a, Rio, 1962, pig. 88). La necesidad de instrurmentar do manera especial la inspeccién det DERECHO DEL TRABAIO 19 sociales prescriptos para cada situs de estos factores, la distancia social gogrifica, llevar al patrono ante los dadas en reclamaciones laborales, Asimismo, jedio rural, se pone gene- ralmente en funcionamiento un tipo de solidaridad que desampara al traba- jador, cuando se propone proseguir su querella. Este desamparo se manilies: ‘a, desde el comienzo, en la dificultad para obtener asistencia letrada. En lo gremial, y como efecto de los factores antes indicados, la sindica- n es muy débil. Es decir, son muy escasas las posibilidades de un desarro- adecuado de sindicatos para la defensa de los respectivos de la categoria de personas que se encuentran en la misma p jones de trabajo (17). Mis ain, la utilizacion de fen el area de la ganaderia extensiva es una hipotesis muy dificil de aridades que se adopte una reglamentacién especial a su respecto, no debe sin embargo confundirse con una justificacion del re- taceo de la proteccién que a todo trabajador corresponde. O sea, que el parti cularismo de esta categoria podeia autorizar una implementacion diferente tos, por ej. al establ jon de los sala- colectiva o la necesidad de et de ningin modo serin aceptabl rural no se cumple en las con rrbano, 0 que obedece {ph alacadon fe. HL probe pression tr muchos palses. embargo, en lor limon aor, 3 ha comenzado, 2 desrvolar en algunas replones de ‘Amésea Latina ua mime es (18) A la inversa, en algunos patses, por ejemplo en Italia, la ley ha venidos estable- cer una duraclon garaniida minima, respecto de algunas eategor{as de trabajadoresrurales, 20 HECTORHUGO BARBAGELATA 566. - Hay todavia otro aspecto de la cuestién que, aunque no exclus- yo de la actividad rural, aleanza en este medio especial importancia. Se trata Ue frenistencia de un nlimero considerable de empresas agricolas pequefias y muy pequefas que se sirven del trabajo asalariado solo de modo accidental y Gque en alguna forma especulan con él para obtener algin beneficio por enci- tha de la mera subsistencia, A este respecto, tiene que admitirse que las exigencias, especialmente formales y contables- pueden ser menos i fas respecto de estos empresarios, pero de ninguna manera es admisible ni gue quien preste servicios para esos mini o micro empresarios lo haga en nes sensiblemente diferentes a las de los demas trabajadores rura- fucho menos, que se Unifiquen las condiciones de todas las empre 1 de los productores marginales 0 con el proposito de permitir a trabajadores empleados, a superviviencia de las econémicamente mproductivas. § 2. Blestatuto del trabajador rural 2.1. Antecedentes nacionales. 567. - Las primeras leyes laborales, concebidas segiin una técnica des- sjaron al margen a la actividad ru jentes de trabajo de 1920, que amparo mn de la jonal expuesto al peligro de las maquinas”, a los alambradores y 2 Quienes se ocuparen de la transformacién industrial de los productos del mado. Por eso, la ley 7550 de 15 de febrero de 1923, puede considerarse la primera que con un criterio de proteccién al trabajador, se introduce en ese medio, Permanecera, al menos en el papel, vigente por ur largo periodo, pues s6lo fue derogada por el art. 31 de la ley 10.809 de 1946. La ley 7550, conocida como de salario minimo de los tr les, es bastante temprana en el derecho comparado y puesto que los primeros convenios sobre trabai Vigor ese mismo afto. Los antecedentes de su sancior clas que fue preciso vencer, aporto una muy modesta y blecimientos agropecuarios (' {er interpretada en arm podria conducir 41a elaboracién de una dectrina Ritcion francesa, sobre la existeneia de términos, ci ‘cterminada (Ver supra, nota 8 bis, a pardg. 458). Sobre los problemas delta .cién injustamente limitada de la legisiacin labora, smpresas agrarias, lo da el CT de la Repdbiea Dor eunscripta a [as {Strds las nbrmasaplicables las restantes (arts, 268 y 266 del C1). ‘renimen de diehos antecedentes incluido por Pla Rodefeuez en el pri 10,1958, pp. 95 8 118. més dificil Uevarla a una aplicacién efectiva y suficientemente generaliza- da (21). En todo caso, la formulacién definitiva de esta ley de salario minimo rural, a impulsos de los reclamos de moderacién y de realismo, ~que a la pos- tre de poco sirvieron-, terminé conformandose con una tarifacion que aun- que representaba un considerable aumento sobre los salarios que efectiva: mente se pagaban, estaba lejos de asegurar un ingreso realmente satisfacto- rio (22). Ademés, en el camino de las imprescindibles transacciones para lo- gra la del proyecto, fue necesario aceptar salarios mas bajos, en j6n del menor aforo conjunto de los inmuebles explotados (23), de la ‘edad (por debajo y por encima de la franja éptima de ac 08, enfermedades orgénicas “tu otra causa andloga’ exclu ¥ lana del personal de cualquier edad, ocupado en explotacio- nes instaladas en predios de un valor de aforo fiscal conjunto inferior al um- bral fijado (26) = La ley de salario minimo rural, incluyé también una cléusula re- la obligatoriedad de proporcionar, ademas del salario mfnimo tarifa iénica y alimentaciOn suficiente o, en su defecto, una suma jador. ‘en sus arts. 11 a 17, implementd las normas demasiado exigentes y ratified el derecho a la ecto esperado, sobre vivienda, en ‘opeién del trabajador, pero las disposiciones no tuvieron el 1 cayendo progresivamen- fo tratd de mejorar ss cumpli ‘algunos progres se lograron ‘anejzon, pods slnifcar la duplicacién de lo ganado por muchos trabeiadores. islaio de § 20.00 mensiaes 0. equialente diario, se gerantiaba slamen tones que explolasee (25) Para estas ai por las autoridades municipales con asesoramiento médico. tran valor, tales como haras, Pee: 22 HECTOR-HUGO BARBAGELATA hasta el punto de que procurando combatir la grave situaciGn creada, el Esta- tuto de 1946, cambié el sistema, estableciendo el de “radicacién familiar”, conforme a una escala segiin los aforos. 569. - El articulo 4o. de la ley 7550, aporto, ademés, una ratificaci6n det derecho al descanso dominical, en términos mas amplios y menos condi- cionados que los del Cédigo Rural vigente a la fecha de su sancién (art. 658). En los arts. 18 y 19 del decreto reglamentario, se contemplaron con mucha amplitud, las posibles excepciones a la observancia del descanso domi- ¥y por el art, 20 se autoriz6 que el descanso pudiera ",’sin otra espeeificacion, introduciendo un peligroso prece- dente. En efecto, si bien quedaba contemplada la libertad de escoger la dis. ponibilidad del tiempo, respectivo, se arriesg6 dejar en manos del patron la iad del mismo y se torné inoperante toda tentativa de controlar et cumplimiento de la obligacién legal, En cuanto a la limitacién de la jornada, los esfuerzos que se hicieron en ea direceion en el curso del trimite parlamentario, no tuvieron acogida, ‘manteniéndose la exelusidn resultante de Ia descripcién de actividades com- prendidas en la ley 5350, tal como fue especificada desde el primer decreto reglamentario de enero 31 de 1916 (art. 60. 570. - Una innovacién, importante al menos en teorfa, que result de los arts. 27 y 28 del decreto de 8 de abril de 1924, fue la creacion de un pro- cedimiento especial de pago ante la autoridad judicial, que podrian gestionar los obreros rurales a quienes se pretendiera abonar un salario inferior a las ta sas legales Del mismo modo, el articulo 26 del Decreto Reglamentario, aport6 Ia novedad de permitir que el obrero rural pudiese promover directamente ante el Juez de Paz del lugar del estableci én dirigida a lograr “la aplicacion de la ley y su reglamentac ste procedimien- to demasiado escuetamente reglamentados parecen haber funcionado y bien miradas las cosas, no tenfan muchas probabilidades de lograr resultados post tivos, sino en un muy contada niimero de casos, en que concurrieran varias circunstancias favorables. 571, - Las reservas que merecié la implantacién de la libreta a que se re- fieren los arts, 21 a 25 del decreto original, estan plenamente justificadas, ain sin contar que no sirvié a los fines de contralor y que, en definitiva, cayo en desuso, En efecto, la institucion de la libreta rememoraba, aunque hay que suponer que no era la intencion, un odioso control policial, y tal como esta- ba reglamentada, era una fuente de abusos patronales y hasta una limitacion de la libertad fisica de los trabajadores rurales (27) a este respecto eabe acotar que estar “munido de a libretare- gamentas i art, 23 del D.., condicion para emplease, por lo que la re. leg a impedir al trabajador separarse de sem sutorizada por al at 24 el dee ‘disposiciOn, [a finalizacin del eontrato ‘sabajador de-no tener "ningua reclamacion js el patron pudiese retener pore tiempo que ple. fo, taciitaba esa maniobea y como, por o bbta que poner la constancia famada por ‘que formulae”, no euesta mucho imaginar DERECHO DEL TRABAIO 23 En la prictica, el Poder Ejecutivo, cuando traté de obtener una mis efectiva aplicacién de la ley de salario minimo rural, procedié por decreto de 14 de diciembre de 1943 a derogar el régimen de la libreta, colocando a los establecimientos rurales bajo el régimen de plonillas de contralor (art. 4 y 8). 572. - Una critica frecuente, ya formulada en la propia discusion mentaria de Ia ley de salario minimo rural, que se refiere al método legal de fijacion de minimos, parece tener menor entidad. De hecho, dada la falta de toda experiencia de otro método en el pais, las condiciones del medio rural en el momento de dictarse la norma de cues: tidn, la dificultad de las comunicaciones, la inexistencia de actividad sindical y otros factores que fueron debidamente tenidos en cuenta en el reporte de comisin informante, no habia otro camino que establecer las tarifas por ley. Asimismo, la alternativa después seguida, de su fijacion por acto at nistrativo, era’ en ese momento, tan inaceptable por razones de técnica juridica como por las cizcunstancias politicas, pues la mayoria de las Cima- as, necesaria para la aprobacion de tal norma, jamés hubiese aceptado otor- gar al Poder Ejecutivo, semejantes facultades. Por lo demés, la falta de flexi jidad del procedimiento, que hoy parece excluir el método de fijacié ley, entonces no poseia trascendencia, dada la situacién de estat nante y, de hecho, tampoco pes® en la practica. Los valores previstos en | 7550, conservaron por un larguisimo tiempo la significacién que tenian a l2 fecha de su sancién y todavia veinte afios despu: jeacién efectiva po- dia aparejar un considerable mejoramiento de la situacién existente (28). 573, - Antes de adoptar Ia ley de 1946 que se conoce como Estatuto del Trabajador Rural (ETR), el legislador nacional demostr6 su interés por dos tipos de actividades que se desarrollan en el medio rural pero que tienen rasgos distintivos de las comunes, por las caracteristicas de las tareas que ge neran y de las empresas que las explotan. Se trata de las leyes 9.981 de 1940, y 10.471 de 1944, que disponen respectivamente sobre el trabajo en las arro- ‘eras y en Ia explotacion de montes bosques y turberas. __ Las normas referidas que continitan en vigor, al menos parcialmente, serdn examinadas junto con otras que posteriormente se dictaron 0 incor poraron al derecho interno relativas a granjas, tambos, plantaciones, etc., en el pardgrafo 3 de este mismo capitulo. 574, - El primer texto al que se adjudicé, con cierta demasia y con la intenci6n de marcar una diferencia importante con su precedente, Iz deno- minacién de Estatuto del Trabajador Rural, fue sancionado por la ley No. 10.808, (29) guises al tabajador as servicio y trminarentregindote la imprescinible beta 8 com Sine au vine ea Cuca ibertora irietase que el costo dela vida, permanecis cl la déchda de los 40 en gus soo comers a Seer eo acta Sinopstseconémice 3 financera del Uruguay, de Estadlsion, Anuaio Extadisicn, 194 (28) Sobre el ETR de 1946, Vs Del rabaja rural ECU Montevideo, 2971, pp. 142 40, vstambien' Fr De Peras, Leceloney, ttt Ip. 277 ys 8 Ges Bidar,“ Anoiacln HECTOR-HUGO BARBAGELATA DERECHO DEL TRABAIO 25 dimiento para la mejor aplicacién de la ley que insinuaba el art. 26 de dicho {rid varios ajustes y correcciones, fundamentalmente en a tari- jon de fasta que por la No. 19.426 de 2 de aiciem- Geereto reglamentario, estructurd un complejo sistema para la ap! tuna especie de escala movil y se le intro- las multas. i otras importantes enmiendas. Estas, se completaron con las relativas EI EPR de 1946, vino a representar pues, en cierta forms, un retorno ‘Ekemen del despido (ley No. 13,705 de 12 de diciembre de 1968). En una a la concepcion del trabajo rural como tan particular que debe ser regido, en Jprsicion contenida en un texto que se publicd como ley con el nim, fe mayorfa de sus aspectos, por una legislacion especial. En este sentido, la O35 en 1978 (art. 14), se establece la derogaci6n de la No. 10.809. Genominacion de Estatuto que se le dio a la ley 10.809, se ajusta a la filoso- que . perspectiva del tiempo, hay que decir que el legslador de En efecto, ol ETR quebré la tendencia a extender la legislacion laboral it 8 general al medio rural que habia comenzado con Ja amplia cob lel ac- Sidente de trabajo rural en la ley 10.004 de 1941 (art. 30. inc. fila continuado con la de 1944 sobre montes bosques y turberas, e espido. i 1ado con la ley de 1945 sobre licencia ja mayor innovacion que s© pre anual bandono de las menciones al com wulos 10 9 as. sobre “radicacion de fa clo ia definicidn del campo de 7 Jcuya concrecion no se vio facilitada por ereto de las vacecione: ‘Je quiedar supeditada a un vago eriterio de al respecto a partir de i (Soulidad, era de diffell comprension, su observancia no podia ser controle, Jos trabajadores rurales ya ‘or los interesados y estaba abjerta a tantas y tan resbaladizas excep bajo condiciones notoriamente inferiores \PGue hubo motives para pensar que las obligaciones respectivas earecian, 877. ~ Pasados los primeros afios de la ico. Ge nuevos empujes de la legislacin soe’ nnacin de los trabajadores rurales dentro di 576. - Por otro lado, la ley 10.809, aunque hizo des do impulso, 6 Es asi, que la ley 12.353 de 2 como minimo, el niimero de dias de ‘opcion entre suministrar dad entre trabajadores urbanos y rurales y que, consecue ecto de los trabajadores sin fa. nneral sobre vacaciones, alin vigente, No. 12.590 de Del mismo modo, re Gerogs expresamente él régimen especial que habia bia previsto el decreto ETR. ida con caricter general por el art ‘Antes ain, por una ley de 22 de octubre de 195: en vex de instrumentar el proce: mentada pot el deereto de 6 de diciembre de 1985, lo fabian sido declarados comprendidos dentro del régimen de asignaciones fa- ares, sin perjuicio de que hava debido recurirse ulteriormente a otra ley {842 de 22 XII.1960, art. 20.), para asegurar la percepcion efectiva del ero Jo realmente significativo es que respecto de algunos beneficios, cuyo campo de ap! tra definido de modo amplio, comenzara a acep: tame que alcanzaban a los trabajadores rurales. Asi ocurrié ya en 1950, con jos arts, 16 y 17 de la ley 11.57 estado de gravidez Tey 12.560 que tendencia hacia la no discrimi- jeyes generales, cobro renova jembré de 1958, ruido el art. 18 del 12.157), regla rrabajadores rurales restcion aimentaria en espe p.258y 0:8. PIS Rodrigues, ¥ afios después, con tario, respecto del cual jor de la ley con rel bajador rural, fue sélo para (ley No. 18.619 de 10 de octubre de muna cates 1967), la computabilidad, a los efectos de su célculo, de las prestaciones por oe catncelve rads patente, a partir del momento en que e art 7 original alimento y vivienda. 0 en dinero se convert en una aternat- jon incondi es empleadas en “los trabajos integrase lego en las trifaciones mpresas agri (0 régimen de maternidad que f las demas, result casi de inmediato confirmada por la ratificacion del Con- io. 103 por la ley 12.030 de 27 de noviembre de 1983. impidid mostrando Ia persistencia del criterio discriminatorio-, que el llama (32) EL gol ETR ae reforma de modo tal que el m, segun formula que 9 26 HECTOR-HUGO BARBAGELATA a pesar de la amplitud do dad” creado por la ley 12. de los términos empleados en el articulo que definia su campo, haya debido aguardar una declaracion especial de extension, por via del art. 80. de la ley 13.559, para que los beneficios fueran reconocidos a las trabajadoras rurales 578, - Las enmiendas més importantes del ETR de 1946, con excepeion de las contenidas en la ley 13.705 que reformé el régimen de despido de los trabajadores rurales, manteni a n, sefialada preceden- temente. En efecto, en la materia salarial que es el eje de las enmiendas que introduce Ia parte respectiva de la ley 13.426. se anticina aue el nuevo méto. do de fijacién de los minimos mediante decreto del Poder Ejecutivo, confor. odificaciones del costo de la vida (art. 58), di funcionar “de recurrirse"’ a la aplicacién del art. 0. de la ley 10.449 que, co- ‘mo se sabe, instituy6 el régimen de consejos de salarios para la actividad pri: vada. Referencia que solo puede ser interpretada en el sentido de significar que este tltimo método podia comenzar a aplicarseen cualquier momento que lo entendiera conveniente el Poder Ejecutivo, 0 sea, que sin perjuicio de Ih fijacién de id rural se incorporaba, desde ya Respecto de la fija tiva de la reversién de la tendencia que excl cin laboral gener ia entendia alcanzada por las leyes que expre- i creada en relacién con el aleance de la ley in efecto, se terminé optando por la inter pretacién extensiva (34), @ pesar de que se trataba de una materia express: mente alcanzada por normas especiales, que tal interpretacién no era conse. cuencia de dispositivos de la claridad y'amplitud “e otros anteriores, que sin embargo no habian sido entendidos en esa forma, que : taban de ser concluyentes y que algunas referencias de la ley y detalles téc cos, militaban a favor de la tesis de la no inclusion (35). 13.720 que instituy. (34) En relacion con la materia slaral, le actividad del Poder Bjecuti mente algo vaclante, hasta el punto de que en dos decretos oy ictados después de ia sancion dela ley 13.720 (904/968 y 679/969) 4a ey 18.426, y an ae Ia alude en Ia Rezolucién 1.948/9 ion fjada por la COPRIN, format meramente un cap las Eesoluciones por la que se sussn peiticamente las temuneracotee Se dd prada. Bd Rodin que compart exp dad rural menciona cutivo ya habia optado por considerar comp én de precios de comercializaion de ln or COPRIN, PCE, Montevideo, 1974. pp. 61-5 ) Come se seal por W, M. Ferl Bel, en articulo publicado en la Rev. DJ. P. (Régimen de fijacin de 2.2. Régimen que actualmente 519. ~ En esos términos, lidades y controles administr ‘Al margen del visible pi 'y suptimiendo 0 reduciendo las forma. ivos (98), ‘ pposito de atender mas bien a la liberacién de ccargas para el empresario que 2 la proteccién del trabajador rural, el texto ue se puso en aplicacién no contiene innovaciones fundamentales sobre sus precedentes ( bajo En efecto, se adscribe, a la tendencia manifiesta del derecho nacional y comparado, de aplicar en amplia medida las normas generales al tra. jos métodos de contralor y para la sol Fictos, la relgamentacidn de obligaciones especiales impuestas a los patronos Jamiento de los 70s de trabajo en materia de transporte, 580. ~ En todo caso, debe tenerse en cuenta que estuvo en el propésito de los autores del texto de 1978 dejar un dilatado margen a la reglamenta- cién ulterior y que, efectivam de noviembre de 1978 hace amp! ia adoptada por decreto 647/978 de 21 imo uso de Ia comision recibida. ‘Tanto es asi, que si de hecho puede hablarse de un ETR en aplicacion, [parte de con! ‘Troval en Amérique Loti Por exeepe! no es Sin embargo, fue se les apliean 22.248 de 1980), sustrajo TLCT general y le dio una extens(eima re- 3 de 24.93.81. V., ambos textos, ena Rev. y 1981, XLh 28 HECTOR-HUGO BARBAGELATA Gste surge més bien del decreto 647/978, que trato de recoger y desarrollar en un tinico texto los dispositivos del que reglamentaba, asi como los de otras fuentes [Codigo del Nifo, legislacion sobre licencia anual, SAC y feria- dos, seguridad en el trabajo, despido, etc. y la propia reglamentacion ante: del’ ETR}, pero que ademds, operé una integracion selectiva de todos De tal circunstancia, han surgido situaciones en que puede dudarse del ajus- te del D, 647/978 al texto que reglamentaba. Al margen de que esos desajus- tes puedan ser mas aparentes que reales (40), cabe pregutarse si no se trata de tuna discusién un tanto bizantina dadas la naturaleza y caracteristicas de am bos textos y su entorno. 2.8, Campo del estatuto 581. ~ La determinacién del campo de aplicacién del ETR, supone re- solver una serie de cuestiones principalmente dirigidas a determinar a quienes éste se aplica en integridad. ero, serd necesario prestar después atencién ben en la'definicién de dicho campo para saber el n respecto de la legislacion laboral especi ituaciones que no ca- fo aleance de la apa del trabajo rural 0 de la general ‘Asimismo, debe retenerse al examinar.este‘punto, la idea de que, segiin ‘es hoy ampliamente aceptado, en principio las normas generales del derecho laboral alcanzan a los trabajadores rurales y que, salvo disposicién en contra Ho, dimanante de la norma general, o exclusion o incompatibilidad, resultan- tes de la especial, la regla sera reputarlos amparados, no s6lo por las trans criptas 0 aludidas’por las reglamentaciones del ETR, sino por todas cuantas los favorezcan y de las que no estén manifiestamente exceptuados. ‘AI resolver los casos coneretos debe prestarse atencion al rango superior de los convenios hormas interns, incluso de las posteriores y especiales (41) 1582. - En ese entendido, corresponde comenzar sefialando que el con- cepto clave para la determi del campo al que pretenden aplicarse los textos de 1978, continia siendo el de trabajador rural, El art. 10. del Decre- to 647/978, reproduciendo con algunas variantes, no sustat sido destacado por la doctrina, la formulacion ‘del de 11 jan de lo que “se entiende” por jador rurat”, y también por “patrono rural” pero ademés, yendo mas Su antecedente, precisa algunos casos que “no estarén comprendidos” en el texto que se reglamenta. DERECHO DEL TRABAIO 29 ie atiende por shots tlamenté los axpectosasertvoe de la formula: ci eens aeTaTS To primero que se acvierte es que las definiciones rabajador ruz G ran son complementa- de Paton ar he, doben ser enaminadas conjuntamente. Per ore de esa tmanora, resulta en Una Drier el campo de aplicacién del ETR, esta dado por dos notas princi ‘a) prestacion de servicios consistentes en Ja ejecucion de trat fuera dean tomas urbanas, ) existencia de ui otra persona Hisiea 0 juridiea que, a cua ot brer mediante remuneracon ena, mediante evan del concepto de traelador rural en los d= ee ee re catan compuestas por Varios lementos, por ret Selmpone proceder a su andi, ose Te ce (o2ae ~Imbiis 12te84 2 589, La primera nota, 4s st ugar aude accede aun concepto de rote Prints nde lat, contiene al menos dos elementos que fury Gonah acumulados ¥ que Diet clonan acumulados ¥ Gus Puscpyosefectuados, ¥ ambito no urbano en que eee ts indole rural de sentir de 1919, una ad agicola y/o ganade na patron en de quien los presta con Jo que sea, los utiliza por i, que rezaba: “esto es, ‘referencia fundamental de ie 1924, reglamentario de ie 26 de abril de 1962, re- |. Tal mencion, ha Eessparecido presumiblemente por temor a que pudiese ser interpretada co- mo excluyendo algunas situaciones (43). En los hechos, con la acepeion que Te dio a la misma la ley 13.426, y que se mantiene en Jas resoluciones de ac- los trabajadores que son empleados en faenas de ga genérica, junto a la cual se ivos, granjas, quin: tas, ete. (art. 56 de la ley cit.), y la de los trabajadores de los tambes, a quie hes también alcanzan Ins disposiciones del ETR en cuanto sean més favora bles que las propias de la categoria. ‘que también er ‘decreto de 8 de al jador rural del decr 584, 7 En la doctrina, se indole rural de las tareas, no tanto por las caracteristicas de éstas o de rabajos ejecutados, Tue las empresas @ las que se adscriben (44). O sea que trabajos rurales in los requeridos por las empresas de esta clase, conclusion a la que tam- jparece llegarse en funcion de la definicion del campo del Convenio 129, fo a la inspeccion del trabajo en la agricultura (art, 1.1), aunque pars ello hay que dejar de lado el objetivo de tal definicion (45). Derecho Agrario, Acall que rogue las que de quero BIR", in DL t 30 HECTOR HUGO BARBAGELATA En todo caso, en otros Convenios internacionales, destinados a asegurar la proteccin de los ¢rabajadores rurales, en general, como el No. 11, relativo a los derechos de asociacion y de coalicién de estos trabajadores (ratificado por el Decreto-ley 8.950 y todavia vigente), se habla de todas las personas Seupadas en la agricultura concepto que, como es sabido, abarca no solo las, actividades vineuladas con las empresas agricolas de todo tipo, sino también lantas deleitosas” y con fines de ornato (Jardineria) 0 aque- cde mera subsistencia y cuyos estn destinados a satisfacer ne cesidades directas de quienes los c Con el mismo se itenderse las prescripciones relati- vvas al campo inimos en la agricultura) y 101 (sobre vacaciones pagadas en la agricultura) (46). Bn efec- to, ambos instrumentos, se refieren a “trabajadores empleados en las empre- sas agricolas y en ocupaciones afines", y mediante ese giro complementario, iblemente su esfera de aplicaci6n, A su ver, el decreto general de licencias, con un alcance similar se eas relacionadas con la actividad agricola y o ganader: de la tierra, que hay operaciones que se cumplen en 0 as que tienen que ver con la conserva situadas en una pos 7 to. que |, como una Recomendacién aprobada por la Conferencia de la OIT en. admite que se opte entre considerarlas como propias de la empresa agriedla 0 de una empresa industrial (47). A su vez, el antes mencionado Convenio 129, dando por aceptada Ia dificultad que existe para ‘cuando debe calificarse como agricola a una empresa o parte de ella y con la preocupacién de que ninguna quede al margen del sistema de inspeccisi del trabajo, comete a la autoridad competente la determinacion de 6 ura, por una parte, y la industria y el comer. inos del Convenio sobre plantaciones, 1a ac- ividad agraria puede ser entendida como abarcando el procedimiento de ransformacién primaria de sus propios productos (Convenio 110, es indudable que tal disposicién debe ia de manera sea, que en la cone: és portar operaciones En efecto, lo que el C. 129 trata de definie no es la categorfa de trabajadores 10 Iss rates, deberda quedar sometidas a las hormas sobre inspeccion que edicts. CIOL, puede seguir interesando a estos efectos, sn per fr en el Uruguay, como conseeuencia de la adope! HT, nota 512 al art, 364-B y nota 9, at, 1185. El Conveaio 141, con im te ampline'en lo pos 35 dedicadas, en is regionesruraes, 0 teas agr DERECHO DEL TRABAIO, 31 de los frutos o inmediatamente ligadas a éstas, que no supongan ele fequipos o técnicas complejas, ni configuren tin real proceso de in Gion, Si tales pardmetros fueren rebasados, no podran considerarse industrias rurales, como concretamehte 10 e eto de 29 de oc: bre de 1987, reglamentario de la ley de limitacién de Ia jornada, para las bodegas productoras de vino y las actividades que consistan en transformar eateries ee ee fe Bs Pores We Sanus 585. ~"Asi determinado el alance del primer rasgo que caracteriza al trabajador rural en sent , segin Ia definicion inclufda en los decretos reglamentarios del ETR, corresponde hacer ingresar el segundo, que funciona Ecumulativamente y que se refiere a la exigencia de que los trabsjos rurales Sean ejecutados fuera de las zonas urbanas.* sta exigencia introduce un elemento itil para evitar una extension des mesurada de la carecterizacion de trabajo niral y somete al régimen comin Gel trabajo urbano, operaciones vinculadas a la conservacién, expedi transformacion de productos del agro, por elementales que sean, si no tienen su asiento en zonas rurales. ‘Pero a su vea, presenta el inconveniente de dejar fuera del régi ETR a trabsjadores ocupados en faenas tipicamente rurales y de di ynormas relativas a la industria, comercio y dem: prendidas en la legislacion laboral general, como son los de quintas, jardines J establecimientos productores de flores, frutas y legumbres que actiien den iro de las zonas urbanas, suburbanas y balnearias del pais. La solucion, res peoto de estos trabajadores hilbiera podido ser colocarios expresamante balo hr-protection de toda o parte de la legislacion general (48). Empero Ia ley 18496. en s0-art, 66, termin6 por Integrarlos con los de granjas, viedos, sraderos, etc, en tin ghipo de actividades cuyas telaciones labosalesestin su jotas = reglas iui 5, sin perjuicio de estar aleanzadas por los he- neficios del ETR (49) En todo caso, eleriterio espacial continia funcionando para la nacién de la calidad rural del trabajo prestado en actividades de esa indole rtenecen a los sectores mencionados en la ley 13.426. A esos efec- ‘de mayores especific jarece razonable considerar que la fuera de las zonas urbanas”, alude n socio-ambiental” que ita (arbano-suburbano~ Esto es, que el mbito & que se refieren las normas reglamentarias del ETR y el decreto 647/978, parece ser el mismo que considera Ia legislacion , requiriendo, en lo esencial, que las tareas sean ejecutadas en un Tenan elertos requisites de hal ‘eso eontratio, Sobee osras pacticuart 32. HECTORHUGO BARBAGELATA medio que no esté: “destinado preferentemente a residencia y en el que no se desarrollen en forma predominante actividades comercio, los servicios y la administracion pit 586, - La expresin habitualmente, que figura jn del tra .dor rural desde la reglamentacién de 1949, cumple la funcion de precisar ites de la figura que queda delineada por el juego de los dos elementos mente examinados: indole rural de los trabajos y ambito en que se cumplen, En efecto, por su ubicacién en Ia oracién, no hay duda que se refiere exclusivamente a esos extremos (50), lo cual en principio excluye cualquier interpretaci6n que quiera atribuirle un alcance mayor o que la conecte con la iad de la relacién laboral (51). "A que introduce, sirve pues solamente para aclarar que rte en trabajador rural un trabajador urbano por el hecho de cumplir, de manera mis o menos espordica, tareas de indole rural, fuera de barque de reses, del demostr auxiliar de un veterinario, del fumigacion, de los instaladores de equipos ¢ mente, guarda asimismo armonia y res el que, que encabeza la defini no excluye que ex cepcionalmente, pueda exigirse habitualidad a ciertos efectos, Tal lo que ocu- re, por expresa disposicion de Ia ley cuando el articulo 59 dela 13.426 re- clama “vinculacién laboral habitual con un solo empleador" para considerar ‘empleados rurales dependientes a quinteros y jardineros de zonas urbanas, suburbanas 0 balnearios, “a los efectos de las aportaciones de prevision so- cial”. Tal especificacion, reiterada en relacién con “los demés casos" 0 sea, respecto de quienes carezcan de esa vinculacién habitual (52), confirma la ide otra perso trabajo fraes era de ns sonasuebance yobs wea ambién en la det 3 : DERECHO DEL TRABAIO 33 idea de que los quinteros y jardineros que no lenan esa exigencia, pueden no perder su condicion de trabajadores rurales a otros efectos. 1587. El concepto de trabajador rural que ha ido perfilindose y dentro al que caben situaciones en que no se estaria ante relaciones de trabajo tipi (eas, se restringe por el requerimiento de un segundo grupo de elementos que 'en que ver con la existencia de subordinacidn, ajenidad a la empresa y ca- réeter asalariado de quien presta los servicios. El grado en que estos tres elementos pueden considerarse independien- tes y no manifestaciones concurrentes y complementarias de una misma idea, 6 diferentes formas en que ésta se exterioriza o manifiesta, no es asunto que corresponda tratar aqui (53). Puede, en cambio ser itil hacer la tentativa de precisar el aleance con que son referidos esos elementos en los decretos regla- mentarios que aportan la definicién del trabajador rural comprendido en el ETR. 588, - A esos fines, conviene comenzar recordando que en la Legislacion. uruguaya no figura una defini de trabajo y que, a diferencia (05 paises (54), el elemento subordinacion o depen- jas leyes que reglamentan na Ia circunstancia de dencia no ha sido espec: laciones laborales (55). Por otra parte, Ia alt ejecutar habitualmente trabajos bajo la direccidn de otra persona y por cuenta contenida en una ley como la 10.004 sobre accidentes del tra ica y consecuentemente, para fundar una teor' ‘que resulte valida més alld del marco restringido de la responsabilidad civil de los ‘empleadores, o del ente asegurador, en caso de siniestro Ello no ha sido obstdculo para que la jurisprudencia se plegara decidida- mente a la doctrina a ese respecto y para que, en general, acuda al criterio de fa subordinacién para diferenciar las relaciones sometidas al derecho laboral. de trabejo en general, vis fo 1 del Cap. dela Pa nal derecho italiano por ejemplo, el concepto de prestatore di lavoro subor- Jado uns muy grande significa luego de las reform: bajo ""parasubordinado’ "Ea, Milan, 1979) la felacion de trabajo en un nimero muy grande de ot bajo, incluso de América Latina (Cle Introduction aus institutions de dro 1,10.) reatva alas empresas eleeiies pe vero aparentemente como un modo de eter sn con tals empresas, y no como una manera lo demas, en el Deer yeglamentario de la ley de ign en Ia earacterizacion del com: gory eyes ener 34 HECTOR.UGO BARBAGELATA Pero, por eso mismo la recepcién conserva la relativa vaguedad e indefinicion. del concepto y deja abierta la posibilidad para una constante corteccin y ex: pansi6n, en la misma forma que ha ocurrido en los demas paises (56). Camo no hay motivo para atribuir a la mencién de la subordinacién que figura reiteradamente en las reglamentaciones del ETR, un significado espe- ‘que difiera del tenico, ni para afirmar que se haya pretendido congelar 2 en la acepeion recibida en un determinado momento, debe aceptarse que tal eriterio permanece abierto a la elaboracién doctrinaria, y jurisprudencial fen la misma forma que respecto de las demas relaciones labrales. O sea, que la subordinacién que cuenta para definir al trabajador rural, se configurara or un haz de circunstancia rélativas a la forma en que el trabajo se presta & inserta en la organizacion empresarial, valoradas en un determinado momen- to, dentro de su marco cultural, y conforme a sus condicionamientos econé- micos y sociales. Todo lo que, por otra parte, se esclarece a la luz de los de- mas términos usados en las definiciones del articulo 1o. del decreto 647/978, 589. - La referencia ala utilizacion por su cuenta por el patron rural de los, servicios de trabajadores rurales, que aparece en la definicion del decreto de 1978, consta también en la reglamentacion del ETR de 1949 y en el decreto de 21 de mayo de 1957, sobre tambos, asi como, haciendo alusién a la ex: plotacion de los in lemento caracterizante de la figura en el decreto de 1924, reglamentario de Li ley de salario minimo rural derecho comparado, tal formula y sus variante, parece emplearse jon del criterio de la subordinacidn, pero generalmente con un al autorizada de ese pais, que atribuye a la gjenidad la calidad de concepto cen tral en la definicion del contrato de trabajo y en Ia delimitacion del campo @e aplicacién de la oral, sin perjuicio de los demas elementos tipicos también aludidos por dicha norma, a saber: voluntariedad, retribucion y de- pendencia (59). 590. ~ El elemento remuneracidn, ha sido inscripto en Ie definicion de trabajador rural bajo la formula: “mediante el pago de salario y demas pres- taciones”, con que se cierra el pérrafo primero del articulo 10. del Decreto 647/978. En este punto, con buen criterio se han suprimido las palabras que seguian a continuacién en el decreto de 1949 (60) y podian hacer pensar que numeral 349. raploy en la Ley General del Trabsjo de Bolivia, (art. 20.), en ef Texto dow privados de Lu ‘cilifiena la slenidad coma “esencia misma del contrato de rento dependencia tambien ests incluldo “aunque se aban dona esta expresion y se utiliza uns fSrmula mis elaborada y ampli; Ambito de organiza. lon y dceceion de otra persona” (ET Entatuto de los Trabsjedores, texto y comenterio bret 980, p18). ‘de conformidad con la ley que se reglament” (60) Que dectae DERECKO DEL TRABAJO 35 el reconocimiento de la calidad de trabajedor rural quedaba en alguna forma supeditado a que los servicios fueran efectivamente retribuidos conforme a la ley, o que tal retribucién hubiese sido convenida, siendo que el derecho a re la retribucién legal, es el principal, que desd2 siempre le han reconocido las leyes laborales De donde, es indudable que el elemento remuneracién, s6lo cabe que sea tenido en cuenta para distinguir el trabajador rural asalariado, ~que es jus- tamente una de las formas en que lo identificaba el articulo 19 del BTR ori ginal-, de las demds personas que pueden realizar, -de forma esporddica o re gular-, labores de esa indole, sin ingresar en una relacién laboral tipica. En efecto, la prestacién accidental de una ayuda benévola por un ex traio, en funcion de reciprocidad o solidaridad frente a contingencias o ps 70s, tanto como la asistencia o auxilio, mis o menos continuado, de miet bros del niicleo familiar, son situaciones bastante frecuentes en la actividad rural (61), que en su forma genuina, no generan relaciones laborales tipicas, como tampaco las producen los vinculos societarios. Y son esas, las que co: mo excepcién, se trata de dejar de lado, mediante el elemento remuneracion, fen el bien entendido de que para que no corresponda servirla, la exclusion debe estar prevista en la ley 0 corresponder manifiestamente @ las hipatesis admitidas por usos y costumbres no contestados (62). Algunos otros extremos considerados en el art, 10. del decreto , coneurren a precisar algo mas el contenido de la figura del traba- jador rural, al que le seria aplicable el ETR. En el sentido de confirmar el alcance limitado que acaba de darse a las restricciones resultantes de los el , milita ciertamente el ya mencionado uso del racion relativa a la conservacion de la condicidn de trabajadores rurales su. bordinados, de quienes ejecutan tareas rurales cualquiera sea el titulo en vir- tud del cual los ocupa el patr: al (63). ‘A su vez, los pirrafos segundo y tercero del articulo en cuesti (61) En todos los paises, l numero de los colaboradores familiares es importante y alcanza una significacin muy grande en las pequehas explotaciones y en ls agricultura de tubsistencia. Bn ol Uruguay, segin las estimaciones dal CIDE, algo antiguas pero que no hay motivo para suponer que hayan delado oe refiar el repartimienco actual de ls ix tintaseategortas, los trabaladores familiares representarfan csi un quinta dl total de los ‘iectivos ocupados en las explotaciones epropecuaras, incluyendo capstaces, puesteroa, Beones de todas clases y servicio doméstico, (Estudio econdmico y social dela agriculture tip. 788), (62) La presiacidn de servicios por los hijos bajo patria potestad, est prevista por el (ON on ol ars. 236 (V. supr, nola 49 al parkg, 498). En todo caso, e ndudable que los hi Jos y otros miembros del nieleo fomilr pueden sero no salariados, segin la ccunstan concurs diversas extremes y fundamentalmente: ha an yc el eat gue coresjonde as condone sempefar las tareas como integrantes de la comunidad familiar y participa raronable- ‘ente de las decsiones principals y de los beneficio dea explowacion. (63) Senin destaca Pittamiglo, a condicion de trabelador rural es independiente de 4s modalidad contractual y entran et el {ipo tanto fos contratadon sin Pjacion de trmino, como los por plazo o para la. realizacién de ob fo interesa para la earacterizacion, que el sla peviodieldad convenids para st pago, (oP. or tiempo 188), 36 HECTORHUGO BARBAGELATA xto de 1978, al admitir que ciertas categoriss de t pueden no reputarse comprendidos en el ETR, imiento subordinado de las tareas e introaucen fueron agregados en el te bajadores especializados, teran la exigencia del cumpl el elemento permanencia. 592, + El aleance con que el elementaGetmanenci@se inserta en la con- ceptuacién del trabajador rural a los fines de Ia aplicacion del ETR y define Gl de la excepcién admitida respecto de trabajadores especializados, reclama algo mds de atencion ( En efecto, lo primero que conviene advertir es que no basta pertenecer ‘a la categoria de los trabajadores especializados, para salir del ambito del ETR. Antes bien, las especializaciones, fueron contempladas en las enrmien- das al ETR y consecuentemente tarifadas hasta el presente, de modo que Quienes cumplen esas tareas no solo pueden estar “amparados”, como se er Carga de recordar el parrafo final del art, 10. del decreto 647/978, sino que normalmente deben estarlo. Para que no sea asi, ha de tratarse de prestacié: un contrato diferente ~al que no se le atribuye denomi swicios dentro de jeular- pero ‘ven de asiento a una vincul En cuanto s2 ‘Endido por algunos comentaristas fe la permanencia vale tanto como los elemen: tos de la de! principal a la que ha venido a adscribirse y por cuanto restringe el aleance del concepto de trabajador rural amparado p 'gico que los términos que autorizan la deroga: ‘establecidos por escrito que es la nica forma fectivo, De donde, para que alguien que ejecuta ac je la misma indole que el trabajador rural asalariado y desemperia te ibn que te estd examinando dice prendidor en la ley que ‘En caso de que se cumplon dichastareas en resente regamentacion y comprendidos em I cate ‘oa ley DERECHO DEL TRABAIO 37 reas que estin incluso categorizadas y tarifadas, pueda quedar marginado del amparo del ETR y de la respectiva tarif reputindosele patrono (67), debe mediar explicacion satisfactoria y la seguridad de condiciones distintas, de las del trabajador permanente subordinado, que no pueden haber sido convenidas de modo verbal. ~ 2.4, Aleance de las excepciones 593, - Del anilisis de las definiciones que proven los decretos regla- mentarios puede obtenerse, por exclusion, una serie de figuras a las que no se aplicaria el ETR y que, en resumen, serian las siguientes: ‘2) trabajadores cuyas tareas no son de indole rural, y que no se ejecu: tan en el medio rural salvo que pertenezcan a las actividades enumeradas en elart, 56 dela ley 13.426 (68); i) trabajadores familiares y otras categorias de trabajadort asalariados (socios, comuneros, miembros de cooperativas agri duccien, ete cc) trabajadores independiente. bajo contrato de empresa 0 arrenda miento de servicios, ocupados de manera no permanente. Las consecuencias, respecto del derecho laboral, de las exclusiones que acaban de sefalarse, no son exactamente las mismas, en las diferentes hipdte- rurales no las de pro- Por de pronto, la primera comporta situaciones en que no se aplica el ETR, pero en que corresponde observar las normas relativas al trabajo urba- no 0, mas propiamente, en que las normas especiales no se aplican porque es- tn sometidas a las condiciones laborales generates, 594. - Asimismo, aun cuando falta la condicién salarial, pueden indicar- «¢ varios casos en que innegablemente deben observarse normas laborales lativas al trabajo de menores, que ¥ otras cuestiones, independien- temente de que se tr esta servicios como empleado oa 0 titulo, segiin re ula adoptada, por ejemplo, en jernacional No. 138, que insistentemente alude a “admisiOn al reglamentan en ampl emplead En efecto, en una emprest de cer una separacion entre el émbito domé ‘Son de eva clase serfa absolut . ‘atezorfa formada por quienes ios ‘fin ningin género de exclusiones (ley No. 12.842 de 22.XIE 1860) 38 HECTORHUGO BARBAGELATA empleo 0 al trabajo". Del mismo modo, es claro que las normas sobre previ sién y reparacién de accidentes del trabajo, estén referidas a un concepto més amptio de trabajador rural, que el contenido en la definicion del decreto 647/978, segin se desprende del contexto de las normas respectivas, esto es articulo 3o, de la ley 10.004; art. 1,3,b) del Convenio 119 y articulo 5.2, inci- 5058) y c) del Convenio 121, aprobado por la ley 14.116. Por otra parte, conforme al artfculo que acaba de citarse del Conv. 121, quienes realicen trabajo ocasionales ajenos a la empresa del empleador y miembros de su familia que vivan con él, s6lo pueden quedar fuera del réyi men de Ia ley a titulo de excepcién, Respecto del trabajo fam: cepcién de esa clase jugaria por ejemplo en materia de salarios minimos, en Ja medida que cayera dentro de la tolerancia del Convenio 99 (ratificado por la ley 12.030), que comprende @ las personas “‘cuyas condiciones de trabajo hhagan inaplics es una categoria que est expre- los miembros de la familia del em. plesdor ocupados por este dltimo” (art. 1.3) A su vez, es evidente que, sin ser asalariado en sentido estricto, el miem- bro de una cooperativa de produccién agricola, por imperio de la ley 13-481, estd aleanzado por la proteccién de todas las normas de derecho del trabajo y de prevision social que amparan a los trabajadores dependientes con la sole excepcion de las relativas a despidos (art, 40.) 595. - La situacién de los trabajadores oftece alguna mayor particularidad. Por de pronto, el decreto 647/978 declara “que se considerarin patro- nos”, Io cual no resulta apropiado a su ubicacion real en el mundo del trabo. ia la definicién de patrono rural que da el primer inciso del mismo ai ieulo, de la que surge, como un rasgo esencial, la exigencia de que se utilice trabajo ajeno. Dejando de lado el inadecuado empleo de la expresion patrono ~que aparentemente es tomada con la acepeion de empresario de tareas rure. les que usaba el art. 59 de la ley 13.426-, la calificacion sirve para mos trar que lus trabajadores especializados excluidos sdlo pueden ser aquellos cuye contretacion revele que actiian por su cuenta relacionandose de forma no permaneate, ni subordinada con aquellos que utilizan sus servicios, De donde se deduce también que para que no se les aplique el ETR a estos traba. adores, las condiciones previstas en el contrato deben ser notoriamente supe. Tiores a las de un trabajador asalariado. Pero, ni ain aquellos que realmente ajustan contratos de arrendamiento de servicios, excluyentes de la calificacién como trabajadores rurales subor ginados, podrian reputarse enteramente fuera del campo de proteccion del ETR. En efecto, el articulo 4 del texto publicado como ley 14.785, cuando menciona las oportunidades en que deben hacerse efectivas “las remunera, glones convenidas ... si el trabajador hubiese sido contratado ... para tarea Geterminada o en forma transitoria”, esta describiendo una situacion que se eomoda precisamente a la hipotesis que se est considerando. Asimismo, no hay duda que las personas que se contratan de esta manera, estan alcanzades. por las normas sobre prevencién y reparacin de accidentes de trabajo ya ‘mencionadas y, a menos que se hayan convenido condiciones mas Ventajosas, si se alojan en el establecimiento, estarin protegidas por las disposicione cx, lependientes bajo contrato, DERECHO DEL TRABAIO 39 bre condiciones higiénicas (arts. 5 y 8 del mismo texto), tendrin derecho @ aque se les proporcionen los medios para que puedan obtener asistencia médica (art. 9), eventualmente debe permitirseles Ia permanencia en él, aunque el contrato, haya sido resuelto por iniciativa del empleador (art. 11) asi como también, esta prohibido respecto de ellas cualquier deduccion en la paga por concepto de pastoreo o cuidado de los animales de su propiedad, (art. 12), etc. Por lo demds, una categoria de trabajadores que tipicamente se contra. tan de este modo, la de los esquiladores, tiene sus remuneraciones tarifadas, segiin expresa disposicion de la ley 11.718 (art. 10) y la exclusion de los res ‘antes de Ia garantia de los minimos tarifados, no parece caber en la antes mencionada tolerancia del Convenio 99, puesto que manifiestamente no me- ia una situacién de impedimento para su aplicacion De modo que, en conclusion, es posible que incluso los trabajadores ru- rales que cabria calificar como independientes y no permanentes, slo que- den al margen de Ia proteccién minima del ETR en contadas disposiciones Por una curiosa circunstancia, las normas de las que en definitiva podrian re. sultar excluidos serian bésicamente las que regulan el despido, la licencia anual y el SAG, respecto de las cuales como el ETR reenvia a la legislacion nboral general, la exclusion tendria que ser reexaminada bajo sus términos ¥ eventualmente, atendidas las circunstancias coneretas, podria caber el re conocimiento de los beneficios respectivos (69). 2.5. Normas sobre remuneracién 596, ~ En el articulo Lo. del texto publicado como ley No. 14.785, tan- to como en el 20. del Decreto reglamentario 647/978, se ha mantenido el reconocimiento del derecho del trabajador a la pereepelén de un salario m rnimo “que le asegure la satisfaccion normal de sus nec lectuales y morales”. ‘A pesar de ciertas imperfecciones (70) y de la circunstancia de que el método seguido para la fijacién de los salarios minimos no se preste actual- mente para que la definicién sea mas operativa (71), esta no deja de tener una relativa relevancia juridica, como se ejemplificara més adelante el exami. nar Ta cuestion del derecho a la paga de los trabajadores que permanecen a 1a, orden. (8) V. supro, numerales 432, 222, 232, 329, Sobre Id situacin especial de los ex uiladores, V. info, parigrafo 3.3, numeral 633 9 ex. (70) ta tormula empleada ha sido objeto de exticas y Pittamt ‘nas que pueden compartir (op. cit, en rev, cit, XL p. 189). (7A) En cambio, bajo el limperio del regimen reniitante de las enmiendas introduct das por el at. 58 de la ley 13.426 (V. supra, numeral 878), una gestion de ete tipo, no s5lo era posible, sizo que efectivamente se promavio contra las taifasedictadas por el Po ata fn chur el mecaniamo oa rovorandg a ecet 0/007 gue modi ido adoptadas por los decretox 638/966, para trabaladores rules en ‘wabajedores de tambos, El tenor de Is entes mencionada deciars sf como el mandato al PLE. los trabajadores rursles (art 25. {acidn), en la actual contingencia politica apenas si vale como una intencion de ho aban onar alas leyes del mercado ls Gjacion de las remuneraciones minlimas de estos trabais: le formula alg 40 MECTOR-HUGO BARBAGELATA 597. - Conforme a la letra del articulo 20. del texto de mayo de 1978, {que fue feproducido en el 30. del adoptado en noviembre det mismo afio, Gorresponde que el Poder Ejecutivo establezca las retribuciones minimas en tfectivo “por actividades y categorias”. ‘Tal precepto ha sido interpretado en el sentido de estar excluyendo la posibilidad de que se fijen salarios globalmente o que se dispongan aumentos fneramente porcentuales sobre los salarios efectivos (72). En todo caso, en la practica se han continuado fijando por separado los salarios de los trabajadores rurales en general, los de tambos y los de granjas, Quintas etc. segiin las respectivas categorizaciones que mani ferencias mas o menos importantes en el ntimero y la denomins paciones y en las asignaciones respectivamente atribuidas. La Eambién que el Poder Bjecutivo no se ha considerado atado por la nomina de 5o. del decreto 647/978, puesto que, sin dero- ‘a resoluciones conteniendo tarifas que no se hha prestado aproba: estrictamente a ella (73). ‘Tales categorias, no son acompafadas de una definiciOn, ni en el decre- to 647/975, ni en las resoluciones incrementando las tarifas, existiendo sol jones en el decreto de 21 de mayo de 1957, re- sin perjuicio de la jecreto que acaba de goris mento principal de que se do. Desde luego que, como se encarga de sefialarlo el 647/978, en la determinacion conc: | cuadro de pondientes @ las eategorias nominadas, 598. - Cabe consignar todavia, respecto de la categorizacion de tarens ‘con vistas @ la atribucion de la remuneracion minima que les corresponda, las disposiciones adoptadas en 1978, no consta discriminacion en fur- clon de edad 0 idez, pero los menores de 18 afios siguen figurando en el cuadro como una categoria salarial, 1o cual redunda en una retribuci sensiblemente inferior a la de los peones comunes, que os presumiblemente que corresponde a las tareas que cumplen (74), aunque mds elevada que del servicio doméstico (75). Con todo, hay que decir, en relacion con el sa tye pe introdueen otras variances ¥ fe ocupan an la esquils", estan agrupados segin Un esque “area que cumplen ¥ ottos factores. a ia Techa de esta edieion ¥ en las pr eon coma, io de las mujeres. DERECHO DEL TRABAIO 41 correspondiente a los menores, que en funcién de los prin: les (76), por aplicacion analogica del art. 3 de Is ley 13.190, rel bos, y en atencién a las propias previsiones del art. 40. del decreto 647/978, cuando desempeian tareas similares a las que corresponden a ocupaciones di- ferenciadas, deben recibir los sueldosasignados = Is respectivas catego rias (77) 599. - La percepeidn en tiempo y forma del minimo en dinero prescrip to en las tarifas, sin perjuicio de estar salvaguardada por las normas genera , gentvas al , es objeto de consideracion por los textos de ‘La proteccién de la integridad de la euantia, resulta de ls disposiciones que no admiten deduccién alguna por suministro de alimentacion y vivienda, ni por la utlizacion de tiorras en beneficio del propio trabsjador, y las que exclayen que el patrono pueda efectuar deducciones por concepto de pasto- 20 0 cuidado de los animales de propiedad del trabajador naral (arts. 30. y rticulo 40. del mismo cuerpo, que pasa con alguna variante de re- dacei6n al 60. del decreto reglamentario 647/978. __ Aunque ninguno de los dos textos son un ejemplo de claridad, parece. ria posible concluir que a los trabajadores ajustados por mes 0 por incena, deben hacerse dentro de los cinco dias habiles siguientes al venct nto respectivo y que sila periodicidad convenida es semanal o se trata de tarea determinada 0 transitoria, corresponde efectuar la paga el mismo diz lizacién de la tarea, pero en ningun caso tales pa fos pueden. iltase mis de lo que resus fa de un ajuste mensual o quince. 600, ~ La integracién de la remuneracién con prestaciones en nature que €5 cldsica en materia de trabajo rural, asume en los textos de 1978, una formulacién que se aparta de sus precedentes y que visiblemente quiere redu- cir el aleance de la ob patronal En efecto, en vez de la vivienda que aludian, en ese orden o invirtiéndol 13.426 (al enmendar basicamente a “cor tes", transfiriendo el objeto del derecho nar y designando una de éstas con un término, como el ario mfaimo nacional para men "que efectivamente corvesponden a las tareas lizado, Sobre este par dip mente, 0 sea como ‘otorgand al trabajador el derecho a pastoreo gral transporte 42 HECTORHUGO BARBAGELATA fen alguna de sus acepciones es sindnimo de vivienda, evoca un Ambito mas reducido, con menor independencia y privacidad (80). Tales prestaciones, forman en rigor una unidad, dentro de la cual la obligacién del empresario que ha de provee: dos de condiciones higiénicas de n, yal peditada a su radicacion en el establecimient reglamentacién, depende de un convenio previo y especial con el patrono (Decreto 647/978, arts. 7 y 9). Asimismo, debe tenerse presente que en las tarifaciones salariales, ambas.prestaciones son redimibles por una suma global, mensual o diaria (81), que se debe integra cuando falte cualquiera de ellas y_no necesariamente las dos, puesto que a falta de especificacion del valor “justo y razonable” de cada uns, cualquier deduceion contravendria normas imperativas de proteccién al salario, como las contenidas en los Convenios 95 (art. 80.) y 99 (art. 20.) (8 600 (bis cién del derecho a vivienda de los trabajadores cordar que el mismo posee un fundamento const Ja misién de la ley consiste meramente en definir = Como quiera que sea, en todo lo rel reglamenta- s, el intérprete debe re ional. De donde, como sctremos para poder ca ser resueltas en la forma que mejor ¢: ‘A su vez, puesto que todo hal tuna vivienda que merezea el califica coro exigencias incomprensibles, la norma secundaria no por obligacion del empresario que ha de 4 de minimos compati con la adjetivacion constitucional, ni el encargado de aplicarla, entender la de modo que éstos no sean cubiertos del trabajador, eventual én del contenido de las prestaciones en espe los textos de 1978, mantienen a alusin, entre paréntesis, a espose, hijos 1 padres (art. 5 del texto de 19.V.1978 y 7 del decreto 647/978) aclarando. (80) Fs cierto han mantenido la a es 100 1 fecha de era edicion. scolar que aunque aparentemente ein to de 19.V.1978, la estimacion de iy prestacion en de rentaién, la Fsokssiones sob 1a prestacisn por Gecrevo 407/978, ti desprovista de valor econdmico, represemando para que pueda autorizaree al patrono 4 gotar del bese personal pernoctando en el establecimiento, que le representa tener a st DERECKO DEL TRABAIO 43 S2, por el decreto reglamentario, que “la familia ilegitima tendrd igual trata miento que la legitima’ En la redaccién que la ley 19.426 habia dado al articulo 20. del ETR, se entendia por familia beneficiaria, la que se encontrare a cargo del trabaje: dor (83) mencién que no se conserva en nes sobre tarifas salariales. Presui que el decreto reglamentario, en disposi imita el derecho de alimentacion y vi los descendientes varones y los veinti 602. ~ La identificacién de las prestaciones por vivienda y alimentacion en favor del trabajador rural, con las partes del salario pagadas en efectivo, proclamada por el articulo 7o, del BTR original, qued6 de cisada en su aleance por la ley 13.819 de 10 de octubre de u inclusion en el eélculo de la licencia anual ( 1 SAC, tanto cuando se sirven en especie, como cuan: gal correspondiente” (86). tegeTeicencie ye dé“ otros argumentos, tambien aclraclonesen las respect Taro que ha aceptade 9 23'y 26; parrafo fina, ios fines de de vsienda y alimenta cid, en el decreto 467/978, s han incluido modest exigenclag deters fando cuales son las condiciones juzgndas como adecuadas se deben lenar Tas viva y alojaientos (arts. 1419) vis reuni la alimentaci, par sett ten prescripeiones ion de agus lgminacion “de los locales ocupados “ion de sus comidas (88). Tos, debe tenerse presente (al ETR, sino quemtrodujo vari énexis- (art. 12), pro- Ie necesario para or los trabajadores y para la prepa 44 HECTOR-UGO BARBAGELATA DERECHO DEL TRABAIO 45 En los textos de 1978, ha sido establecido, como una especie de car core Ne eet i enctones patronats en materia de viiends ¥ slimenta de Lit tzt04 de 1078 guardan slncio scbe eats asunto, pero al margen ‘cidn, el mantenimiento por parte de los trabajadores y sus familiares en “con« ei ie aa an aeaneinles aoe Obiacls onside ates a la derogs jones adect iene, las vivie fos, comedores, cocinas tion genérica que pretende el ayo de 1978, iones adecuadas de hi das, bafos, comedores, y f xistn buenas razones para sostener que mantiene vigencia Ia gaa farts. Bo., pirrafo final y 7, in fine, respectivamente| See sine tcabe estar Cae Seta ie C68 SS Zo de la obligacion correspondiente, obviamente solo puede consistir en el en. ; : Cuidado y aseo razonablemente exigibles en relacion con el mantenimiento En efecto, la situacion que se contempl® expresamente por la ley desde $ conservacion de los medios puestos a su disposicion para atender las nece- la reforma del ETR dispuesta por la No. 13.245 de 5 de marzo de 1964 (art. 1), tiene que ver con paralizaciones ajenas a la voluntad del trabajador que Sidades que cubren. La circunstancia de que, presu Sade: co cucis para cl comceto aprovechamiento de loa bie segin un eriterio doctrinal ampliamente recibido por la juisprudencia, no in- ftes puestos a disposicion, se haya empleado una formulacion en que se la ca rumpen la percepeion del salario (91). En log trabajadores ru Iifica como obligacion personal gratui no rales, tos argumentos favorables a la continuidad de la paga, se refue aUtoriza a extender su alcance més : pens se presta atencion a la circunstancia de que el manteniimiento a la or todo aquél que se esta sirviendo de objetos y bienes no sdlo ajenos, sino | de den de un trabajador ru ungque no ejecute tareas concretas, implica una uso comin. Y, desde luego, como no podria pretenderse que con una dispo- continuidad de presenci ‘a disposicion de su emplea- Sielon de ese tenor, se haya querido resucitar un sistema de gleba o pongaje, dor, equivalente a trabajo efectivo 0, hay que entender que en Guede fuera de discusion que el patrono no puede invocarla para pretender fos términos de la definicién legal del salario minimo rural, 1a paga del traba que los trabajadores o sus familiares desempefien gratuitamente tareas de lim- jador a la orden opera como salvaguarda del derecho a que el salario tarifado. pieza'y mantenimiento que deben ser aseguradas a su costa provea a la setisfaccién normal de las necesidades electuales y mo- de ninguna manera se la percepcion efec! tase a eventualidades sjenas a la colocacion a la orden. jn, que induda- 603. - Otras prestaciones 0 servicios a cargo de los patronos, no inte- gran el salario en la misma forma que las que acaban de examinarse, y no son testimables en dinero. ‘Tales, los que se concretan en proporcionar al personal y a su f er el princi medios para que puedan obtener la asistencia médica necesaria, facilitar n Concurrencia a las escuelas” de los menores de edad escolar, o prover a la pio de la cont 1 pesar de accidentes imprevistos e in trabajador rural despedido, con su familia, “hasta el lugar en bles, aceptado -con el aleanes | articulo 156 dal C.Co., pero que haya medios regulares de transporte * (89 re de recursos para abiertamente contradicho por 10 Codigo Rural, que ex- ello. Esta dltima condicion, parece razonal amplitud, es decir, que la obligacién existira en todos los casos en que el traba- jador no posea medios de locomocién propios, con capacidad para efectuar €l traslado de las personas y sus pertenencias, de una manera razonable y €cO- Pao 4 & orden? 604. - Conforme al articulo 20. del ETR, en la redaccién dada por el 55 ley 19.426, estd reconocid ei derecho ala paga de los jornales respec- os jornaieros que no trabajan pero permanecen « la orden (90). le gan y otras causas justificadas' Parece claro pues, que alin si se acepta la derogacién del ETR adoptado por la ley 10.809 ¥ sus ulteriores modificaciones, ello no deberia tener por Jn correspondiente, e el siguiente: “Los trabaiadores feulo, an cuando no se ‘comida, los empleadores ‘Comedoree 8 que se refiere el art. 17 ervidas en los ejlamentario, preston con que el texto de 19.V.1978 protende volver ala redaccin orig 708, bi fenido een estzic- aba has fue podia ser una locaidad proxi: tablecim Misbiendo sdlo quedar demostrado cudl era el escogido. (Del traboro ru, ‘ranseribe en la nota pret stun cuando no se haya realizado causas que no les ean imputabl {que hayan permanecido ala orden del establecimiento” ras lag reglamentaciones sabre horarios de trabajo je enero 31 de 1916 3 que consta actualmente y siempre 46 HECTORHUGO BARBAGELATA efecto el restablecimiento de la vigencia de un criterio contrario a la filosofia del contrato de trabajo conforme al cual el trabajador se margina de los ries, {gos tanto como de los beneficios de la explotacién. Mucho menos, cuando fuera la actividad rural de la némina de las comprendidas en la linitaeion, mn, estaba fundada en argumentos que han puesto tradicio. palmente de relieve 1a conexion de las tareas agricolas con factores meteoro. logicos y climaticos (93), que pautan el ritmo de las feenas segin las estacir hes y que, conjugados con otros factores naturales y con costumbres selid mente implantadas, permitirian lograr una especie de equilibrio, resultante de las compensaciones de jornadas y perfodos, en el que globalmente nose ce cederian exigencias razonables. Empero, tal eriterio se asienta sobre la confusién de jorneda limitada con Jornada rigida, que las reglamentaciones de! trabajo urbano han catia Gisipar (por ej. arts. 21, 22, 23, 25, 38 del decreto de 20 de octubre de 1227), ¥ ni siquiera se adecua a la preceptiva del derecho agrario. En efecto, 4a Jornada labora! rural, al menos en la letra de las normas respectivas, estaba minuciosamente reglamentada en las ordenanzas de la épaca ¥ bajo el régimen del antiguo Cédigo Rural, debia establecerse, el contrato”, entre otras cosas. “tocio lo concern Js clase de faenas y las estaciones, haya de éurar di En todo caso, en vista que la “limitacion de constitucionalmente reconociao (art. 54), a todo relacién de trabajo o servicio como obrero 0 empleado (96) y de que seme (99) La tess de que la joena fonma ee oe seine ha oxganigacionet de empleadores, Sin embego, la Comuion Frmuncate Meee ts CORR ydonis 28 ena la. Reunion de 1958 un texts en gue aus meomeeente eae dc aplisaci, te coelufa queen interés general eb apicaoom Saban tee nova de tao deloraslarnior siden (5) Ge Nipolop al, or las iétase ques bien el art, 656 hacta obi {otlo para el trabajador el eumplimieato de “rbaje uiganic tae ae oe ee age] patron estaba su ver obligndo's “abona fo qe oe de renee a ona a el pty To que sea d bre y areglado a DERECKO DEL TRABAIO 47 Jante garantia no puede dejarse de aplicar por falta de la reglamentacién res 1 Pectiva (art, 382), es legitimo recurrir para suplizla a las fuentes mencionadas “en el propio texto constitucional (97). En ese sentido, la Carta Internacional Americana de Garantias Sociales, adoptada en 1948, puede ser considerada, ‘cuando menos, como doctrina generalmente admitida (98) y en ella el art. 13 ostula expresamente que: “La duracién maxima de la jornada en labores agricolas, ganaderas o forestales, no excederi de 9 horas diarias o de 54 semanales. Los limites diarios podrin ampliarse hasta una hora cada uno, siempre que la jornada de uno o varios dias de la semana tenga una extension inferior a las indicadas, sin perjuicio de lo dispuesto sobre descanso sema- nal” (99), 606. ~ La situacién, respecto del trabajo noctuo es aproximadamente Ja misma. Si se deja de lado la prohibicion del trabajo nocturno de menores, que el decreto 647/978 (art, 39), toma del Cédigo del Nifio (art. 236), el te- ma s6lo ha sido contemplado por alguna ley especial, como la 13.130, relati- vva.a tambos remitentes a Conaprole (art. 40.) Sin embargo, conforme a los principios generales, el trabajo en horario nocturno, tanto como el prestado en horas extraordinarias, deberia ser com. Pensedo con una mejora en la remuneracién, como lo postula expresamente l parrafo final del articulo 12 ce la Carta Internacional Americana de Garan tias Sociales 607. - ELdescanso_semano! que actualmente es también un derecho constitucionalmente reconocido y figura en la legislacién agraria y laboral Gesde sus inicios (100), no fue mencionado en el texto ae 19 de mayo de 1978, pero no por ello dejé de ser considerado en el decreto 647/978, que le dedicé un capitulo que bisicamente reproduce, con pocas modificaciones, sposiciones que vienen del decreto de 8 de abril de 1924, reglamentario de la ley 7850 (101). mn de la omisiOn a que acaba de hacerse referencia y de la tendencia @ regir la relacidn laboral rural por las normas generales, se ha plan teado la duda sobre si el descanso somanal del trabajador raral, no deberia es. tar sujeto a éstas que no coinciden estrictamente con las previsiones creto ce 1978 (101). no puede tener el sentido de reducir el al- jem Ia ealifes 3 “obrero" es tradicional en el derecho position Ley 10.809: arts. 18, 22 y 23; D.R. -ETR, art, ¥49, ee, (7) mera 88. (98) ascuchi, que le nloga “cardcter integramente normative", acepta que Is Ca incipios que representan un mnimo ideal (La Carla Internocional ce Bs ‘ito completo, en que alr sohre hors saplementaias ye aceptn ietign por eizones de fuera yor, nal pgte ta dalton he fe del BL Lege abort Sloenias FOU! 19 (200) V spre, nies tO 9 {201 H Cece tmpertt elma prviione el decret de 1804 aparece te sunday ol acta es vablemente me lberd toseto ed saetans 48 HECTORAUGO BARBAGELATA 'A partir de argumentos congruentes con los enunciados en pérrafos an- teriores, parece posible concluir en la regularicad del sometimiento del ces. canso semanal del trabajador rural al régimen del asueto dominical, que es el Gis consagrado por las costumbres. Tal regimen, por otra parte, estd establecido expresamente pot el Convenio 110 (arts. 43-45), para los trabajadores de las plantaciones; y como no existen motivos para sostener que respecto de este punto deban quedar sometidos a un régimen diferentes, las disposiciones del Gitado Convenio son plenamente extensibles @ toda la actividad rural por aplicacion del criterio de la analogia. ‘Todo lo cual, es sin perjuicio de que deba sefalarse que et mantenimien- to por el decreto 647/978 cel precepto por el cual se admite que el asueto pueda gozarse “dentro del establecimiento” (art. 24), se acomoda mal con el Efectivo goce del descanso semanal, especialmente en vista de las muy reduc Gas exigencias respecto de las condiciones del alojamiento del trabajacor den- tro del mismo y a las inexistentes garantias de privacia. Asimismo, sorprence que en la reglamentacién del “Documento Unico Rural” (decreto 392/780, Gap. IX), no se haya previsto dejar ninguna constancia relacionada con el descanso y la forma y oportunidad de la compensacion del no gozado, ni st: Quiera cuando se organicen turnos y cuando Ia privacion del asueto en do- fningo “por razones ce especial competencia” u otras, sea la regla (decreto 1978, art. 25 parrafo final). Debe recordarse, a ese proposito, que en el rereto Ge 8 ce abril de 1924 se exigia que la indicacion del “dia de descan 0, alteraciones que éste sufre, etc.”, figurasen en el documento de contralor entonces vigente y no vale para suprimir este requisito, sino para reforzar la circunstancia de que en el pasado hubo un general cumplimiento, En to- ise ve la forma en que sin observarlo, podriin cumplirse en lo que semanal se refiere, las exigencias del Convenio 129 relativo a ins- peccin del trabajo en la agricultura, (ley 14.118), puesto que sin constancia fserita sobre estos rubros, no hay manera que los inspectores estén en conci- cciones de comprobar la conformidad de las situaciones de hecho con las dis posiciones legales. Tra licencia anual de los tabajadores rurales sigue, desde tiempo ras, ya hubo ocasion de sefialarlo, el régimen general (102). Los tex- tos de 1978, sin embargo, admitieron ampliamente la posibilidad de fracclo hamiento “en periodos no menores ce cinco aias, excluiaos los domingos” y {al frresionamiento puede cisponerse por simple “acuerdo partes”, expresion Gdevan ek medio rural, am mis que en el urbano, significa dejar fa cuestién enteramente-a la decision Gel empleador. Bl decreto 647/976, a este respec- to, se limita a consignar la obligacion Ge cocumentar tales acuertos por eset to lait. 27). : Por otta parte, aunque la reglamentacién conserva la obligaién de co- iene (art. 28), no seve ninguna razon para que el trabajacor rural el muy breve lapso de pre encion obligntoria de las fechas, disposicion que ni siguiera se puede justi Car con el argumento de que se desea liberar al empleador de tamites, pues (102) V. supra, numeral 221 y ss. DERECKO DEL TRABAIO 49 Spee copy sectarian Slept rere grr meee perpen mejor goce de la vacacién (tercer parrafo cel articulo 26) (103) y la compu- en general que se diese mayor informacion sobre la manera ce calcular el Sal ae ey an arcade mesial Hoel ere o47278, ol waen de ferados pagados los textos de 1978 no pretenden ction al reimen general (108) y el dscrto rep: rentario se limita a recordar la nomina de fos das corresponentes, resolver as duis que se planteanreapecto de a stein de los de lon tabaadores con remuneracion variable, aa orden o enfe fou au como soe portincat er aue eon feta arenes 29 de abril de 1962 (arts. 29 y ss.), Lal siedaiesnils 610. ~ En el decreto 647/975, se han incuido también en el eapitul (atts 30 y'ss), normas sobre seguridad en el abajo, que coinciden, en inos generles, con las extablecicas para el trabajo urbano, cecarandove aplicables todas las normas de prevencion contenidas en la ley general sobre {ha custn No 5.032) ai como en ins ge ntn Ge ln teparacon det Cidentes del trabajo, elias hay que agregar as que resultan de los arts a 19 del Convenio 129 relativo a la inspeccion del trabajo. " {a exigenca de la aplicaion de todas las normas ve prevencion a taba: ie agaio, augue Inimente no lo aleancran, es una conwcuenca des inclusion expresa en el ambito Gel rogimen ce los aeidentes y las enter Gades profesionaies, que fue confirmads. por los aris. 41 46 ae le ley Shes enna ee eta ae Beaten eee eres crn tatanhtemren ca ecsie ny fete ee normas generals, pero ng puede ovidaree que al ya to srian eases Saber ra 28 een et Sid Nant fi ate aa meet nen ss Aegan ia lla oa essai seen de explicaciones indispensables, ee Peiake cd panei 50 HECTOR-HUGO BARBAGELATA 13.705. Ademés, conforme al inciso a) del art. 26.1 del Convenio 121, apro- ado por Ia ley 14.116, el gobierno tiene la obligacion de asegurar la ap! cién en la agricultura de las normas de prevencidn de accidentes, y las facut: tades de los inspectores en esa materia, resultantes del Convenio 129, presu- ponen la vigencia de reglas de fondo sobre el particular, Asimismo, segin la salvedad del art. 1.3. b) del Convenio 119 sobre la proteccién de la maquina: ia (1963), las disposiciones de ese instrumento son aplicables a las maquinas smnan a la seguridad de los trabajadores cuyo em- pleo tiene relacién con ells. 2.7, Admisién y trabajo de menores 611. - Conforme a lo preceptuado por el Conv cién incondicional fue registrada el 2 de junio de 197 agricultura. ‘no debera ser inferior a Ia edad en que cesa la obligacién esco- lar, 0 en todo caso a quince afios” (art, 2.3). Luego de la entrada en vigencia, de'la Constitucién sancionada en 1966 (art. 70) y en funcién de lo precep- tuado por el art. 5 de Is ley 14.101, no es dudoso que en el Uruguay la edad de quince afios es el minimo absolito, ya que normalmente coincidira con la finalizacion de los tres afios minimos de la ensefianza secundaria basica, A pesar de ello, en el decreto 647/978 se prescribe solamente que los menores de catorce afios no pueden ser ccupados durante el perioaos esco- , configurando una formula que esta mas cerca de la del Convenio 10 que la del 138 que lo sustituyé, Del mismo modo, en la disposicién ya citada sobre itorario nocturno de menores, se admite que los empleados en el ico no esta: in comprendidos en Ia prohibicién, a lecreto 675/967, (ar! 3) estableci6 criterios muchos més amplios di dad que deben apl carse sin excepcién alguna, a los menores de 14 afias o mayores de esa edat todavia sujetos a la obligacién escolar, asi como a los mayores de 14, no suje- tos a obligacién escolar, que no hayan cumplido 18 afi. La formula emplea- da por el citado decreto de 1967, no deja lugar a ninguna duda, pues respec: to de ambas hipétesis sefala que no podran trabajar en ninguna clise de acti vided. 2.8. Otras disposiciones 612. - El decreto 647/978, también contiene una enumeracién de obli- gaciones del trabajador que, al margen de su ineptitud formal, puede tener consecuencias practicas, ya que se presenta a las partes como integrando esta especie de recopilacion de normas sobre las relaciones laborales en el medio rural que pretende ser dicha reglamentacién y por cuanto la autoridad puede darle efecto mientras no sea formalmente abrogado. En todo caso, no puede menos que llamar la atencién el hecho de que en el decreto de 1978, el capitulo de las obligaciones del trabajador no esta correspondido por otro, o siquiera por un articulo especial que, como en casi todos los cédigos o leyes generales de trabajo, consigne las obligaciones del ‘empleador. Tal hecho, asi como la clase de obligaciones que se imponen al tra- bajador rural, no deja lugar @ dudas sobre el propSsito, anilogo iejo Cédigo Rural, de dar prioridad a la proteccién de la empresa rural y solo ex cepcionalmente imponer obligaciones al patrén (ap, B del art. 40) 0 siquiera aludir a una cierta reciprocidad (ap. E del mismo artiéulo) (108). Asimismo, resulta confirmatorio de este enfoque del tema manifiesta. mente contrario de lo preceptuado en la constitucidn, la intensidad con que se exige unilateralmente el cumplimiento de la prestacién labora, situandolo, en el maximo posible ("la mayor dedicacién y responsabilidad”, reza el art, 40, apartado A) y no meramente, un comportamiento de buena fe, normal ¥ Tazonable, como se reclama @ ambas partes del cantrato de trabajo en el de- Techo comparado (107) TIgualmente seria inaceptable, segin ya se dijo (108), la invocacté inciso B del mismo articulo, para pretender que el trabajador y sus f se encarguen gratuitamente de “la higiene de las dependencias colectivas”, 0 ue, en la misma forma, los trabsjadores colaboren en el cultivo y cuidado de Ja huerta, frutales, aves, etc., “destinados al consumo del establecimiento” (inc. C del art, 40}. En efecto, el suministro de alimentos, incluyendo frutas ¥ verduras frescas, ‘al trabajador y los familiares residentes en el establect tlento, forma parte de la remuneracién de aquél y, por tanto, incluso en la n_del BTR que ha procurado establecerse con los textos de mayo de std enteramente a cargo del empleador. También lo esta en las tarifa: ciones de los salarios minimos dictadas hasta el presente, inliso respecto de los trabajadores de granja En todo caso, el franco desinterés que muestran los textos del 78 por (100) La otra referencia a una dacién del empleador, co lplica realmente una in do ste para eon informe al articulo 40. de la ley nim. 13.120) pues Ia contempla solo Ia eventualidad de que el patrono proporcione eleinentos de teabs "aumero 627) ‘elebrar, ejecutar'o extinguir el eontrato o la relacion de trabajo" (0, modelo mexicana, coaforme al art, 114 dela van precedidae de una ploador, santo {rt 6). En todos los ebdigos que siguen EFT de 193 134) las obligaciones de lo tabajad ipropiados”, en la forms I, aetual fraceion IV de los cits arts. “CT Costa ea, art. T1= 6; CT Guatemala, art. 63-5: italiana, no obsante la flosoft . B87). A su ver, un 64 26 que es obligacion de los taba jza personalmente el trabajo convenido con Ia intensidad, eudado 9 ef patibles eon sus fuerzas, aptituces, preparacion y destreza, en el tempo CST de Colombia, que se limita a requer trabajsdor rea los férminos estipuladas”, reserva la exigencia de “abservar con suma di fencia y euidado las instrucciones y Srdenes a Ia prevencion de accidentes 0 enfermedad: Drofesionales (art. 69, eldusulas 1a, ores de Espana, la es gu jones rec{procas alas exigencias de la buena (108) V. supre, numeral 603. nator (art. 20.2), 82. HECTORHUGO BARBAGELATA mejorar la situacién de los trabajadores rurales, queda de manifiesto si se piensa que por ejemplo, en el reciente estatuto argentino del trabajo agrario {que en muchos puntos no se caracteriza ciertamente por mejorar la protec- ion del trabajo rural (109), ademés de las prestaciones salarales y conexas, Gescansos, vacaciones, etc. que debe otorgar, el empleador esté obligado a conceder licencias especiales pagas por matrimonio, nacimiento de hijos, fa llecimientos de familiares, o para rendir exmenes (Ley 22.248, art. 24 y de- creto 563 de 24.111.1981, art. 14). Asimismo, la legislacion argentina renono- ce a los trabajadores derécho a bonificacién salarial por capacitacion (L. art. 29 y 33; D. cit. arts. 17 y 18); hay normas para evitar abusos en Ge articulos producidos en el establecimiento (arts. 37 y 38 de la ley y 20 y ss. del decreto); para prevenir y resolver los contlictos, y comisiones triparti+ tas nacionales, regionales y sectoriales para dietaminar en el modulidades especiales de trabajo y remuneraciones para las actividades cas estacionales u ocasionales (arts. 84 y ss. dela ley y 31 y ss. del decret ete. 613. - En materia de despido, los textos de 1978 pretenden hacer desa- mente caracterizaban al régimen de las normas generales para los trabaja- minos del decreto 647/978 entrafia desa cca, ha inducido a imponer el preaviso de legal que habia aportado jn judicial en el desalojo; requirié el preaviso de 30 dias en todos los ca- 50s y fiJ6 como condicién para la prueba del acto del despido, la exhibicion del, documento que acreditara el pago de la indemnizacion debida (arts, 21 fen Su nueva redaccién y articulos 34 agregado por la citada ley), 614, ~ En el decreto 647/978 se incluyen normas sobre sanciones, que siguen las del texto de 19 de marzo de 1938 y no se apartan de las formulas generales, estando precedidas por un capitulo sobre contralor que fue com- plementado por las disposiciones del decreto 392/980 sobre D.U.R. Unas y a del art. 70. del texto de 19 de mayo 1978 en .as sobre contralor introducen la novedad de fa para que se convierta en intermediaria de las co- ‘na de la Inspeccion ‘de 19 de mayo de 1978, a el régimen general o comin, Sobre evtas euestones y en general oe problemas que de despido, V.supre Paste Cap. 4, sumerales 432 y DERECHO DEL TRABAJO 83 nablemente ejercer sobre las partes, parece totalmente inadecuada y contra- ia a la filosofia del Convenio 129, ratificado por la ley 14.188, sobre ins- peeci6n del trabajo en la agricultura, 615. - Corresponde también sefalar que el Uruguay ha ratificado el Convenio 11 de 1921 que “obli jan en la agricultura los mismo: los trabajadores de la industri ran, en cuanto a los derechos de dos los trabajadores, sin distincién del sector de la act cocupados” (111). Empero estos derechos no fueron objeto de me poco lo son en los textos de 1978. Ademas, et rituali bis) de “asociaciones laborales”” de trabajadores rurales, que segu- fe no fueron tenidas presentes por quienes adoptaron los textos res- En cuanto al control de la legislacidn laboral rural, las normas del decre- to 647/978 ain complementadas por las del decreto 392/980 relativo al DUR, no parecen satisfacer las exigencias del Convenio 129, ratificado por la ey 14.118, ‘odo caso, algunas de las disposiciones del las contenidas en los articulos 16 y ss. que tratan de las facultades de los ins pectores del trabajo, son directamente ejecutables y deben considerarse inte Brando el derecho interno sobre el particular. des precedentemente, ¥y agricultura pero los }0, son alcanzados por disposiciones particulares (112). El apartamiento ss normas comunes, aleanza diversos grados de intensidad, a partir de un imo que corresponde a las variantes respecto de trabajadores de granjas, tas, jardines, vifedos, criaderos, apiarios, cultivos intensivos, etc, La né- de las act és las categorias que acaban de men¢ ‘ocupados en la esquila, los de plantaciones y particularmente de las arroceras y los de montes, bosques y turberas. 3.1, Trabajadores de granjas, quintas, jardines, etc. 617, - El ETR, en su versién de 1946, instituyé en relacién con los “es- tablecimiento granjeros" proximos a centros urbanos (113) una variante ten- 54 HECTOR-HUGO BARBAGELATA diente a Mexibilizar la obligacién patronal de proporcionar alimentacién ade. cada y auficiente alos trabajadores con familia. Es asf que el empleador tu- Siderablemente, pasando del 1008 en el ETH original a menos del 25% oe in cremento sobre la tarifa del peén comun empleado en faenas de agricultura y ganaderia en la ley 13.245 de 5 de marzo de 1964, que precedié a la 19.426, la cual, a su ver, introdujo cambios més importantes. La ley que acaba de citarse, de 2 de diciembs actualizar salarios dando una nueva redaceién al 1) La inclusion en el régimen de las granjas, de otras actividades; 'b) Una escala de remuneraciones propias para todo el nuevo grupo de des limitacion de la jornads de los respectivos trabajadores: reconocimiento expreso para los trabajadores contratacios por di jidades del derecho a la pags minima, aun cuando no se haya r ) La extensién de la opcién patronal de proporcionar a los trabajadores con familia prestaciones.de alimentacion reducidas (suministro de frutas y | verduras y combustible), ademés de vivienda y una paga superior. impliar la némina de actividades que se- vo cuidado de estable- jo de los be- 618, ~ El legislador de 1965, suian el régimen de los establ neficios que les acuerda la De este modo, resulté simulténeamente aclarado que las que se edicta- tban eran normas especiales, que quedaban fuera del ETR y que las previsio- nes de éste, en cuanto beneficiaran a los trabajadors 2 los de las actividades enumeradas en el mismo ley 13.426, sin necesidad de indagar si los respectivos establecimientos o lugares de tra! bajo estaban situados en zonas no-urbanas (114). 619. - La escala particular de remuneraciones para las actividades de sranjas, quintas, ete, que introdujo la ley 13.426 (art. 57) y que han mante- es vikedos, eraderos de aves, uinos y cone, pis Tos je establecmieots proguctres, en gorural se terdues iegesnees easreein frutasy flores, DERECHO DEL TRABAIO 55 ido los ulteriores ajustes. aparte de otras diferencias menos importantes con la de tos trabajadores empleados en las faenas de agricultura y ganaderia (115) se caracteriza por fijar salarios sensiblemente mas bajos, en la doble escala paralela ‘‘con especies” y “sin especies", por mes y por Es asi, que en su formulacién inicial, los salarios de la escala general su- peraban a los de los trabajadores de granjas, quintas, ete. en porcentajes que variaban irregularmente entre un maximo de 58.33%, que era la diferencia ‘que separaba a la categoria de cocineros y menores de ambas escalas y un mi- nimo de 27.03% que tenian en mas los capataces de la escala general sobre los de la de granjas, quintas, etc. Actualmente, aunque las diferencias se han acortado, en las mismas categorias que se acaban de mencionar se mantienen, salarios respectivamente un 33.46% y un 16.31% més bajos. Hay que suponer que enol crtaio sguido pare ep a semejantes re lo menos que puede decirse es a explicar la perpetuacion de diferencias tan considerables, maxime si se piensa que su acortamiento en tres lustros largos de ajustes, responde mis bien al deterioro de los de la esa la superior, a causa de ajustes menos que s, que a.una elevacion efectiva del nivel de las remunerac ccala mas baja. Resulta, de todos modos, di ider qué puede haber movido a estructurar una escala para gr: . que en cada categoria tiene lun porcentaje en menos distinto respecto de su similar de la escala gene ral (117), sin ajustarse a ningiin plan u orden, que le de un minimo de racio- nalidad (118). ‘es (con especies) do se advierte que no ablo respect de eategor(as ‘que estén en el miamo nivel de las respectivaseecalas, sedan importantes diferencia, 5100 36 ECTORHUGO BARBAGELATA Otro rasgo que originalmente distinguia a la escala de salarios para gran- , quintas, etc, era la admisién lisa y llana de una doble tarifacion paralela, se tratara de la remuneracion con o sin especies (119). En las resolucio- nes de actualizacion, esto se traduce en un diferente criterio para orden: snes respectivas; pero no parece que deba atril {an patronal de prover o no especies es ac- tualmente incondicional también en las faenas de agricultura y ganaderia. No obstante, recho jomada (122), Cah todo, resulta posible sostener i aplicacién de as norms del nég: men general de Ia manera més amplia y, desde luego, indieacién sobre el tipo de salario a que se deben hhabrd que aplicar integramente las reglas del art. 13 del decreto reglamenta io de 29 de octubre de 1957, atribuyendo el recargo del 50% cuando las ho- adas en les y del 100% cuando se trate de feriados y dad del contralor de as dispost n las granjas, quintas, etc, debe llevarse planilla de os de horarios especiales y expedise la Constancia idad Labora, segin dispone el decreto 392/980, (art. 9 del Cap. 621. ~ Sobre el derecho a la paga de los trabajadores que no desempe- fan tareas por causas ajenas a su voluntad, pero que permanecen a la orden, ya ha habido ocasién de tratar en términos generales (123). En el caso concreto de los trabajadores de granjas, su favor la circunstancia, también apuntada, de que la norma respec ejemplo ‘eanks, simpee edn especializado deta evala general asf coma el peo espat 2s, ertd mds de un 10% por debajo dela pag del pedn comin empleado en las faenas de sltura ¥ gana aren extra liq (22) V. Del trate 23) V. supra, aumeral 604 DERECHO DEL TRABAIO 87 la pretension derogatoria wiede de ninguna manera considerar aleanzad Raiera fe ‘ ‘- xto de 19 de Gel régimen de la ley 10.809, contenida en el mayo de 1978. En efecto, la disposicion respe la ley 13.426, que no s6lo es independiente del que introduce enmiendas al ETR, sino que, ademis, se remite al que subraya su autonomia respecto del régimen de la ley 10.809 sus modificativas y concordantes. 622, - En cuanto a la extension de la opcién patronal para proporcionar a los trabajadores con familia prestaciones de alimentacidn reducidas, consis: te en la eliminacién de la exigencia de que se trate de establecimientos situa- dos a corta ible abatimiento del ineremento salarial que junto con Ia prestacién de vivienda debe acompafarlo, La mejora salario en efectivo para los casos de prestaciones en espe ida y suministro de frutas y verduras produci necesario), que en el ETR original si ma tarifada del pedn “con especies”, se por efecto de la ley 13.426, de solo el 30% (124). 3,2. Trabajadores de tambos. 623, ~ La actividad que se cumple en los establecimientos productores de leche, por sus ¢! ‘como por su emplazamiento proximo 188 especiales de origen nacional o municipal. Las primeras, estuvieron principalmente orientadas a contemplar cuestiones vinculadas con la higiene ambiental y a asegurar la regularidad y continuidad de los suministros de un lo de primera necesidad, pero también incluyeron previsiones r. jo y.a las relaciones que crea, que vinieron a sumarse a las de che (CONAPROLE) de 9 de enero de 19 rior al ETR ya se impone a los tambos rei da para los que trabajen y habiten en los mismos", pero serfa recién con la ley 12.879 de 12 de febrero de 1957, que comenzaria a estructurarse un ré gimen laboral dotado de un cierto particularismo y donde se advierte un tras. Tondo de inquietud social, mds préximo al medio urbano que al rural. tambos fueron aleanzadoe por la 9.697 de 16 de seiembre de & ~ 58 MECTORHUGO BARBAGELATA La legislacién particular, continiia aun bastante tiempo teniendo un ém: bito cireunse los trabajadores de 1a cuenca lechera de Montevideo, 0 jentos remitentes de leche a Conaprole ubieados prin los departamentos de Montevideo, San Jose, Florida y Canel razon todavia la ley 13.035 de 9 de enero de 196: tarifas para faenas de ageicultura y ganaderia, contenidas en la necesidad de aclarar que también son beneficiarios de ellas ‘los trahajado- res de tambos a los que no alcance la ley 12.379 de 12 de febrero de 1957 y sus modificativas”, no desapareciendo la discriminacin respecto de los traba- jadores de tambos no remitentes a Conaprole, hasta la adopcion. de la ley {que unifica el régimen para esta actividad. Es asi que la referencia restrictiva del artieulo 10. de la ley de tambos, que habia sido conservada por la ley 13.190 de 18 de junio de ién es climinada por la ley 13.389 de 18,XI.1965 la que, a mayor abundamiento, especifica la aplicabilidad de las remuneraciones que establece: “a todos los trabajadores de tambos, cualquiera sea el lugar o establecimiento en que se realicen esas tareas o Ia forma de contratacion de servicios de los trabajado: res" (126). Semejante aclaracion, habilita asimismo a sostener que las normas especiales son aplicables incluso en aquellos establecimientos que no hacen de la produccién de leche el rubro principal. 624. ~ Bajo la formulacién de las leyes especiales, el régimen de los tra: bajadores de tambos present 4) Es complementario del ETR y demés legislacién laboral aplicable; ‘e normas especiales sobre categorizacione: ‘ne previsiones sobre suministro de elementos de ‘presamente contemplado en tegra medios para mejorar el cont is lacién laboral y, en general, p \ejoramiento de las relaciones laborales ¥ la solucion de los eonflictos, £) Autoriza expresamente el jus resistentiae de los trabajadores ante una determinada situacion concreta. imen de los trabajadores de tam- 625. - La complementariedad del bos, respecto del ETR sé indubitablemente consign da en el art. 60. de Ia ley 13.130 que reproduce una disposicion que ya figu raba en la ley original No. 12.379 de 12 de febrero de 1957 (127). ‘controlar el eum ETH y en general de toda la legisla: tambo DeRECKO DEL TRABAIO 59, Ello significa, desde luego, que el trabajador de tambos se beneficiaré de todas las normas del ETR, y eventualmente de la legislaci6n laboral general, que no se hallen en contradiccion con las disposiciones especiales para la ac: tividad. A su vez, esta via de comunicacién entre ambos regimenes, habilita 1 que se eche mano a disposiciones contenidas en la ley de tambos para la re- solucién de cuestiones anilogas que se plantean en el ambito de las demas ac- tividades rurales y que no tienen respuesta especitica en el Estatuto general Sin embargo, la conexion entre ambos regimenes no puede llevarse tan -omo para desconocer la autonomia formal de la ley de tambos respec- to del ETR, que la pone a salvo de derogaciones o alteraciones de éste. AUto- en el texto derogatorio y sustitutivo de uno u otro régimen, tenga nece- sariamente que interpretarse como derogacién del texto omitido” Afirmacion tanto mis fundada, cuanto la disposicion en cu un principio del derecho laboral, como el de I nuidad del salario (128) y si no’existen motivos para considerar justificado tun tratamiento diferencial en las distintas actividades agropecuarias. O sea, que en tales casos, seguird siendo le; ical que aspiraba . para la que un progreso en ese asp ser un necesario e importante punto de partida, En los hechos, la ley 12.379 establecio una escala con cinco categorias, cuando el ETR, sin perjuicio de las discriminaciones por edad, tod: ba una remuneracién minima tinica, y solo después yen varias etapas, @ conformar, para las Taenas de agricultura y ganaderia, una escala paralela ala de tambos. Ademds, ef articulo 80. expresamente al Poder do ese mandato, la ley 13.130 abrié la posibilidad de que los sectores intere- sados pudiesen ‘promover una nueva “categorizacion de los trabajadores” comprendidos, (129) con la categorizacién de los menores de 18 afios, las leyes especiales para el trabajo en tambos introducen dos novedades. Es (12) Sobre la euestioa de Ia paga de menos blema de la continuldad gel siario en caso Ge Visupa, numero 604 que se Incluyeron por el D. 84 isala Ge tambos, en la general y en lade pranias y quintas, ls de Administraaoe y Eset ente 60 HECTORMUGO BARBAGELATA si bien se refieren al grupo etario como si fuera una categoria, en realidad, el aclarar entre paréntesis desde dores, ete, de tipo simplemente auxiliar y que exigen menos esfuerzos. Asimismo, queda perfectamente aclarado por el artfeulo 3o. de la misma ley, y sus sustitutivos, el derecho de los menores a la romuneraci6n de la categoria mejor remunerada que efectivamente desempe- fan. Por otra parte, en el decreto de 21 de mayo de 1957 en que se definie- ron las eategorias, con muy buen criterio se prefirié caracterizar la que co- rresponderia a los menores de 18 afios, no en funcién de la edad, sino de las, tareas propias del campero, pastoreador y apoyador (130). En cuanto a la actualizacion de las remuneraciones, el régimen de tam- bos, por la ley 13.389, introdujo la férmula alternativa ajuste por el costo de la vida, fijacién por consejo de salarios, que pocos dias después reprodujo puntualmente Ia ley 13.426 (art. 68). Sin embargo, ambos regimenes no se unificaron entonces y la eventualidad de aplicacion de la ley 10.449 parecia bastante més factible en un sector en que ya estaba funcionando un mecanis- Ja mera 5 operarse un poco accidentalmente, en 1967, a causa de la necesidad de corregir las que habjan sido fijadas, cen los decretos 638/966 y 639/966, Desde ese momento, pre en un mismo acto, manteniendo pequefas diferencias en las categoriza- clones, pero una igualdad sustancial, en cuanto a las sumas asignadas 2 los cargos de andlogo nivel de una y otra escala. Por otra parte, desde la puesta en aplicacién para la actividad rural del mecanismo creado por la ley 13.720, Poder Bjecutivo dio por suprimido el régimen de costo de la vida previsto en la ley 13.989 de la misma manera que el de la ley 13.496, 627, - Otra particularidad del régimen ae tambos, resulta de la prevision expresa en el sentido de que los empleadores, ademas de las retribuciones en dinero, alimentacion y vivienda, estan obligados a proveer a su personal que trabaje a la intemperie asi como el ocupado en el ordefie, los elementos apro- piados para cada situacién. Como la norma no especifica la frecuencia de la renovacion, habré que entender que ésta deberd hacerse toda vez que el deterioro de los elementos lo haga necesario, sin perjuicio de la obligacién del trabajador de poner el cuidado debido para que se mantengan en buenas condiciones y no se inul cen prematuramente (131 sner que Ia provision por el empleador de tales elementos y en particular los apropiados para el ordefie que responden a VV. esa y dems definiciones contenidas en el art. Lo. del citado decreto en 'V. supra, numeral 612, Desde luego, el empleador no podria imponer des en los salarios para recuperar el a 86, BO lear el despido, con o'sin indeminiza. DERECHO DEL TRABAJO 61 exigencias higiénicas, aleanza a todo tipo de establecimientos en que se rea: licen tareas de esta clase, aunque no puedan ser categorizados como tambos, por no ser ésta la actividad principal. 628. ~ En la ley 13.130 no existen previsiones en materia de limitacion de horario, de modo que son validas las consideraciones formuladas sobre el régimen general del ETR (13: Hay en cambio, disposiciones especiales sobre trabajo nocturno, Las mismas estan contenidas en el art. 40. de la ley 13.190 y tratan de: a) La determinacién del horario nocturno, encuadréndolo, durante todo el afio, en el lapso comprendido entre las 22 y las 5, con la pafticularidad de que en la jorada mixta, 0 sea, en la que hay horas diumas y nocturnas unas y otras siguen su respectivo régimen; ’b) La mejora salarial que corresponde a las tareas cumplidas en ese hora- Es oportuno poner de relieve que com jon de trabajos noc. tumos en las actividades de tambos puede considerarse normal, la prevision de Ia ley a ese respecto tiene una muy grand acion desde el punto de vista de las retribuciones a que efectivamente pueden tener derecho los res- pectivos trabajadores. Pero, obviamente, pagando el suplemento, 0 “remune- 6 ", como lo llama la ley, el empleador sélo estaria en principio impedido de asignar tareas nocturnas a los menores de 18 afios, pues éstos, conforme a con excepeién del servicio dom agregar a ese respecto, que el pei tien emplearse menores es mas extenso que extiende de la hora 21 a la hora 6 del dia siguiente 2 el cual no pue- ey 13.130, pues se 629, ~ La inclusion de mecanismos participativos tendientes a ari ‘medios para prevenir y solucionar eventuales pro cumplimiento de la legislacién laboral, es ciertamente la mayor originalidad del régimen especial para tambos instituido por la ley 12.379 y modif La creacién de una comisiOn tripartita con cometidos de esa clase, es trasuntando, segin ya hubo oportunidad de sefalarl quietud social en el sector. El hecho de que las leyes ulteriores hayan insis do con el procedimiento, permite presumir que funcionaba y que existia un ‘grado satisfactorio de organizacién del sector laboral, como para que tal ocu- rriese, todo lo cual resulta bastante excepeional en el medio rural (13: ., mencionada inicialmente en la ley como ‘‘comision mi ialmente prevista su integracion ronales, tres obreros y uno gubernamental. La designacion de los representantes profesionales para un mandate de dos afios, sigue el mismo '34) Como es obvio, la referencia corresponds al perfodo anterior & junio de 1973, 62 HECTOR-UGO BARBAGELATA Procedimiento que la de delegados ante los consejos de salarios, o sea, por Votacion secreta, de acuerdo con los respectivos padrones, atribuyéndess 1a totalidad de los cargos a la lista mayoritaria. ‘A esa comision se le cometio elaborar su “Reglamento Interno” y se le atribuyeron las fac indolos ‘odo patrono o contratista” los recibos o docu. mentos donde consten para recabar las informaciones necesarias el cumplimiento de su mi 630. ~ Otra disposicién propia de la legislacién de ta caracteristicas destacables es la contenida en el art. 70. de En efecto, se trata de una norma que, consagea por p! go expreso, en el derecho positivo nacional, el jus resistentise del trabajador, al autorizarlo a ‘“negarse a trabajar con ganado no eficientemente vacunado 631. ~ En relacién con la liquida Gisposicién contenida en el art. 50. de lar respecto del sector de tambos, al perseguido po! 9s trabajadores rurales. sobre todo en agregar nuevos argumentos para sostener que la pretensién del texto de 19 de mayo de 1978 de derogar el ETR sancionado por la ley 10.809 y sustitutivas no puede alcanzar al proce- dimiento para la liquidacién de las s anuales y ben: En todo caso, si esta referencia iente para sostener que ni ies del ETR respecto 12.690, pa. es alcanzan a los trabajadores de tam- ja forma y oportunidad del goce de la ruaciones dudosas deben ser régimen general resultante de la La Comisién, Honoraria, ha cesado desde hace tiempo ée funciona, eto las correspondieates no han side Ge Debe en cami ems el procedmiento paw 63 8.3. Tebejadores que se ocupan en ls exquila 632, La esquila de lanares es una actividad que s cumple anualmente en los establecimientos rurles que tienen ganado de sacl emo y comienzos dela primavera, Genera una ccupa . Tralyexpecializada de elrededor de cuarentay cinco dfasen cada af. Desde luego, es siempre posible que establecimientos que euerien con petsonal expersmentado, empleen en esta tarea a ta tes (136), pero la hipétesiscorrente ex que reeurran a ex wae ah ea loe upon Soman 0 condi enor, han at do tradicionalmente de dos formas, Bojo 6 rue conta ‘empresario de esquila”, que generalmente es uefio de las maquinas y demas elementos utilizados en las faenas (137).. 633. ~ Son muy etcasos ls elementos que proporcionan is lees labo- tales para esclarecer la naturalera cela reacion que se tra ente los taba Indores ocupados en Ia esquilay el productor que los contats directamente “empresario”. De hecho, las inicas normas que aluden diectamente a estos trabajadores, abordan muy brevemente el tetba, con el objetivo preciso de resolver el problema de ls remunersciones debidasy Ia 7 de setiembre de 1951, aunque algo 3, apenas sl contieneelnco breves ar de las cuestio- hes que se plantean, la circunstancia de que ~a diferencia de lo que ocurre en otros paises- tampoco existen normas que, con cardcter general, contem, las dos notas tipicas de esta rel a saber: su cardcter zaftal y la mo dad que por ejemplo el estatul 9s Trabajadores de Espata (art. 10) ma trabajo en comtin y contrato de grupo. (136) E1 propio articulo 1 del decreto 647/978, da por ad: mn ecmplir areas de su especalidad dentro ce une tea ido que los exquils mn permanente 9 ley 10.844 de octubre de 1946, gloss ley 19.705 sobre bila ‘actividades de esa case ficando de indepen al personal zafal de la esque, La cicunesa G8 ds que, al amparo de esta previsin y de la admisiSn que hace el parr fina! del art, Sede que exis empretaros pueden no tener personal dy 64 HECTORAUGO BARBAGELATA Como quiera que sea, un examen cuidadoso de los términos emplea- dos por el legislador de 1951 para calificar a los beneficiarios de la norma es. pecial, muestra de modo inequivoco, que la relacion entre quienes ejecutan ersonalmente tareas relacionadas con la esquila y los productores que ccupan, es de naturaleza laboral, En efecto, para ellos, se fjan salarios mini. ‘mos, empleando esta palabra clave, segin resulta de Ios antecedentes, en la acepeién precisa de prestacion debida a quienes tienen calidad de trabajado- +28 (asalariados) (139). Pero, ademés y confirmando este aserto, en la mistra 11.718 se les califica como trabajadores rureles que se ocupan de la esqul (ert. 1o.), 0 més abreviadamente, trabajadores que se ocupon de la esquila 8), personal, 0 trabajadores de la esquila (art. 4). Por otra parte, tam. in se usaban esas expresiones en la ley 10.844, ~primera que tra ¥,que fue sancionada por la misma legislatura y casi inmedistamente después Ge Ia que adopté el ETR en circunstancias particularmente significatives en Punto a Ia naturaleza laboral de la relacién, puesto que guardaba conexisn n de conflicto y con el uso de un medio tipicamente Laboral ley y sus antecedentes (140), permiten afirmar, rmas especiales para esquiladores, dictadas con rma en que se realizaban las faenas, solo preten- sector de trabajadores rurales, salarios minimos acordes as de un trabajo, cuya dureza, formedad, especialidad y duraci itada, no eran contem; facion general del ETR. Asimismo, en esas primeras instancias, se tuvo en cuenta que Ia elevacion de las retribuciones de los esquiladores por sobre las de Jos trabajadores ocupados en las demas faenas de agricultura y ganaderia ¥ resultaba posibilitada por el importante crecimien! precio de la lana que se pagaba a los productores (141 De donde, hay que concluir que sin per tarifas salariales, el personal ocupado en la es que se contrata, debe ser reconocido como un tiene derecho a todos los demas beneficios laboral bles con su calidad de zafrales (239) Arts. 10,, 20.,30.,y 50. Es muy sign parlamentario donde tren s del proyecto re: at salorios para los trabladores, peso 6 DERECHO DEL TRABAIO 65 = Bn cuanto alas norms sobre remuneraci, la principal origina aida que on susmomento tivo ay 11-715, cout en trou ol Poder Ejecutivo la facltad de ajustar por decreto los saltios de as respectivas za fras (art. 3o. 3 ciara de ona innova tnd 8 por ley en un momento en que I ia ana pods tener importantes vaiaciones de una zafra otra Por esas internacionales, Sin embargo, sorprende que no haya levantado =. 1) poe gu en gnc eo eepiata ca Cb ion de hfs y ose lego eevee macho oon deus a slarial pasando por na fase legal en gue era de rigor el dictamen de una comision en que tenfan represenacion Tbs intertocutores sociales (143) Bn lo que die al integracion de la remuneracién, la ley 11.718 man- tiene las dot part 2 soslayar la rigidez nya era considerable (143), se han caracterizado ;cién de un minimo por tarea en el caso del perso- nal afectado directamente a las oper: esquila (esquiladores, aga- reante diferencia en mas en los sli respecto de quien opera 'a mag Ge Tos cocinerossegun la cantidad de trabajadores que deben a 48) y hace variar der, asi como el de los peones ayudantes, segin sean mayores de 18 alos, 0 tengan entre 16 y 18 afios (147) 66 HECTOR-HUGO BARBAGELATA Respecto de las prestaciones on natura, es razonable que las exigericias que deben Hlenar las viviendas de trabajadores que estan de paso no sean del mismo rigor que las de quienes estan radicados y en ese entendido la ley de 1951 se limito a reclamar que tanto el 0 a falta de una reglamenta tenderse que s6lo pueden lenar esta condicidn, los que se ad nimos de las normas reglamentarias generales para el trabajo rural, que, por Jo demis, en el decreto 467/978, segin hubo oportunidad de subrayarlo, han pretendido reducirse al minimo absoluto (arts. 13 y 88.) ie se cumplen ‘estos trabaje astoreo gratis a sus ani , $0 reitera de manera més conereta y positiva, respecto de las cabalgaduras, una dispo- sicién del ETR, desde su formulacién original (art. 24), conforme a la cual idos los descuentos por concepto de pastoreo de animales de trabajador (148). propiedad. 635. - Sein surge de lo establecido precedentemente, las tarifas espe. ciales alcanzan a todos los tral ‘ocupados en la esquila, sin distin. cién por la forma de su contratacién, de modo que también podran ben¢ ciarse de ellas los trabajadores permanentes del establecimiento en cuanto los Jomales asignados por la escala general para faenas de agricultura y gana: derfa fuesen inferiores (149). De hecho, para los trabajadores de estas carac- teristicas que colaboran en esa clase de tareas, la posible variacion de la re- a especialidad que les aleanzaria. yyoria del personal de Ia esquila es zafral iad de la remuneraci6n se suma la g idad de que exista despido y d relacion de trabajo por finalizacién dé numeral 1) de la ley 10.570 de 18 de diciembre de 1944 (1: (247) La fuente de Ia disposicién gy desde los 16 aos y hace del gupo entre 16 3 del BTR adoptado por a ley 10.809 y ionarse la 11.718, Como ese e51 edad, pero ‘de 16 afos derecho a que te les pague conforme ala tarifa de 8 afos, sin dlzeriminacion alguna, DERECHO DEL TRABAJO 67 En cambio, no puede haber dudas de que son aplicables pricticamente todas las demas normas del ETR y coneretamente que tienen derecho a per- ‘bir, en el momento de terminarse la relacién, la suma adicional que corres. ponda por los dias de licencia generadi suplemento debido para el mejor goce de . asf como el dozavo por SAC. En efecto, a la ine- Quivoca amplitud del campo de aplicacién de las leyes nacionales respecti- Yas (181), se suma, en el caso de las licencias, la resultante del art. 2.1 det Convenio'182, donde también consta el derecho lemnizacién com- pensatoria o @ un crédito de vacaciones equiv toda vez que no se ha- yan gozado antes de terminarse la relacion de trabajo (art. 1 Desde luego, también tienen derecho quila a las indemnizaciones previstas por la 16n respect accidentes de trabajo o enfermedades profesionales, segin ha do por el Convenio Internacional nimero 121, ratificado por En efecto, éste smite introducir una excepci al régimen tutelar del ante del trabajo y las enfermedades profesionales, jet expresa, cuando se trata de trabajos calificables como ocasionales que sean “ajenos a la empresa del empleador” (art. 4.2.1), lo que ciertamente no es el caso de Is esquila (152) $8.4 Plantaciones 636, ~ A los fines de la reglamentacién laboral, se consideran plantacio- ‘empresas agricoles que ocupan con regularidad a tral que se dedican principalmente « cultivos o producciones para fi- de café, te, cara de aziiear, ecucio, pI ni, elgodén, tabaco, fibras, frutas evtricas, palma de aceite, quina, pitta, tualmente arroz y otros, que creen condiciones de trabajo similares a ios de los precedentemente mencionados (153). ina sido establecida @ partir cela que fia jo en las Plantaciones de la OIT (VC ropa, En oportuiead ce, Sot cobirnsr (GEg 882, Sect oe fo eqinpo dv Is defticion de panticonte Eats le gern Scr, vai suntan hc nacon del concepo de pants fet dimensiones Por oa pare, de los infornesproporconadon Peo {Bll el Convenio iby ques conatderan no alcasadoa por se ve deauee te 8 Bstantegeoealzaaa la se de qut una plantacin, para srl, dee tener a dimen: Yy eieunsee fen este ultimo lias de mayor not que no ba 68 HECTOR-HUGO BARBAGELATA Las condiciones en que se realizan las tareas en las plantaciones difieren, fen efecto, de las que caracterizan otras actividades ceentracién de mano de obra, al menos en ciertos per , y, en general, la significacion de los insumos. Por lo de- vos que en muchos paises mantienen algunos de los ras- 08 tipicos de la organizacién productiva colonial y esclavista con que co- menzaron a ser explotados (154), ocupando hombres, mujeres y nifios (a ve- ili de escasa 0 ninguna calificacién, con mucha frecuencia reclutados fuera de ia regién o del pais, en tareas generalmente estacionales y muchas veces insalubres, en que las perspectivas de ingresos regulares y es- tables son muy reducidas. La suma de esos factores y los abusos muy grandes que generan, exp! can la adopelon de medidas de proteceién especial tanto a ive inten En el Uniguay, las normas con fuerza de ley vigentes sobre plantacio- nes estn por el momento contenidas en el Convenio 110, ratificado por la ley 14.118 de 30 de abril de 1973, en vigor desde el 28 de diciembre de 1973 y en Ia ley 9.991 de 20 de diciembre de 1940, Desde luego, sin perjuicio de las disposiciones del ETR y demas que fueren aplicables. 3.4.1. Régimen del Convenio 110 {i Convenio sobre las plantaciones de 1958 (155), tiene en el DERECHO DEL TRABAIO 69 Como este instrumento fue ratificado en forma incondicional, estén en igor todas las partes que lo integran (156), que en su gran mayoria incluyen isposiciones aplicables sin necesidad de una reglamentacion complementa. Se trata de un texto muy extenso, que incluye normas sobre contrata- cidn y reclutamiento, con especial referencia a los trabajadores migrantes, sa jenda, servicios de asistencia médica, vacaciones, descanso semanal, proteccién de [a maternidad, accidentes de trabajo, derecho de sindicacion y de negociacién colectiva y libertad sindical e inspeccion del trabajo. jido con la intencién de constituirse en un verdadero estatuto la oral de la actividad, muchas de sus disposiciones contienen disposiciones iguales o similares a las de los convenios relativos a esas materias, aunque no faciones (157) y, de todos modos, sila inclu: icacion de tales preceptos, suprime dudas sobre su aleance, o suple la ausencia de la respectiva ratificacién (158). 638. ~ En materia de contratacién, el Convenio 110 acep! bal (art. 14), pero cuando se recluta a un trabajador lejos del prestard se del empleo en perspect pos de salarios concedidos y los demés datos que Tos (art. 10). En rigor (159), sobre los término: lel contrato, la principal preocupa: de Ia duracion del servicio com- que tengan satisfactor de empleo (art. 20) Otras garantias, aparte de las que se refieren en general al control mitaciones de la actividad de los intermediarios en el recluta jadores, tienen que ver con los ge: y la rep fente garantizada su libertad de eleceion. (155) Sobee Iss plantaciones’ santecedentas de fu revisidn ota st hace constar en el proemio del Cont. 110. (159) Como segin se expresd antes, el Convento no ha sido reslamentado, no he bel oor el momenta is constancissooligataras qe as menelonadus po ie ot eemplo 70 HECTOR-HUGO BARDAGELATA jadores reclutados y sus familias (arts. 12, a 15) (160). Asimismo, merece ser la prevision del articulo 6 del Convenii contratacién 0 el reclutamiento de un jefe de fami ‘como si implicara el de cualquiera de los miembros de su familia, dispos vo que parece destinado tanto a impedir que se pretenda dentro del grupo fa- miliar la sujecion a quien se considera como jefe, cuanto a excluir el reclu- tamiento grupal o familiar, sin individualizacién de las personas (161). 639. - En materia de salarios, el Convenio 110, reproduce algunas de las normas relativas a la fijacion de salarios contenidas en los convenios 26 y 99, ¥, Por é). el art. 25 casi coincide enteramente con el art, 4 del Convenio 28, Pero, en general, se advierte en el de plantaciones, una mucho mayor convie. cién sobre la necesidad de la fijacién de tasas minimas y, sin perjuicio de dar prioridad al método de la fijacién por negociacién colectiva libre, y de recla: mar la consulta “a base de igualdad completa” con los representantes de los empleadores y de los trabajadores, se exige derechamente que se fijen por ley © reglamentacién nacional, Del mismo modo, el Convenio 110 reproduce, con modificaciones no sustanciales, disposiciones contenidas en el Convenio 95, tales como: exigen- cia del pago exclusivamente en moneda de curso legal (162), normas sobre descuentos e interdiccion de los que se pretendan hacer para garantizar pagos irectos 0 indizectos al empleador o intermediarios con objeto de obtener conservar un empleo y de todos los no autorizados por la ley, un convenio colectivo 0 un Iaudo; normas sobre plazos, lugar, oportunidad, etc. de los pa- 0s; condiciones para la admisidn det restaviones en espe de éstas como parte de la rem trabajador a la disposiciOn de su salario, y reglamentacion de los economatos que se creen dentro de las empresas para vender mercaderias a los trabajadores, o servicios destinados 0 proporcionarles prestaciones, 640. - En materia de vivienda y de asistencia médica, el Conven! postula la necesidad de estimular “cualquier medida destinada a (160) £1 art, 16, también procura establecer un limite a los antieipos que podrin pa: sarse alos tabajadores reclutador, pero la norma resulta dificimente autoejecursble, pues ‘maximo. Sin embargo, pareceria que leador de que endo a la er rablemente superior. (181) De donde pois considerarse no ajustado a derecho algunos de los sistemas de desiajo que han estado en vigor por ejemplo en las plantaciones de cana de azdear, que sur tareas tarifadas globalmente que son efecutadas por un grepo familia. Desde zorma excluye que pueda pretenderse que el salaio den trabajador evbre tam. log servicios regulaes o accidentaos de su conyuge, ess que, contra lo que pudiers ppensae, fue formalmente opuesta por un empleador ante nuestros tibunales, ante Una ‘Semanda por salarios dela esposa de'un capataz de un establecimiento rural (182) Una norma andlogs consia en la ley 10.449 art, 20., aunque refers alos sa latios minimos y no a todos los que deban pagase en efecivo, como los arta 31. del © {95 26 del 110, Sobre todas estas euestiones, en general, V. supra numeral 278 j 5: DERECHO DEL TRABAIO 2 ‘cionar estos bienes y servicios (arts. 85 y 89) a los trabajadores de las planta- En lo que at llenar las viviendas “que haya de proporcionarse” comete su fi jacién a la autoridad piblica, pero proporciona algunos criterios. A falta de disposiciones reglamentarias especiticas sobre tales extremos, pareceria que serfan de aplicacién, por analogia, las que impone la ley 9.991 los estableci- rmientos destinados @ la produccién de arroz (163) Segin el art, 88.2, del Convenio, cuando un trabajador residente sea despedido se le deberd conceder un plazo razonable para dejar su alojamien- to, cuya duracién, no estando fijado por Ia ley, y no mediando acuerdo nego- ciado, se establecerd por ‘‘procedimiento judicial normal”. Conforme a la le- gislacion atinente en general al trabajo rural, habré que entender que el plazo razonable fijado, es el comtin resultante del preaviso de 30 dias, que benef ciaria a todos los residentes y no meramente a los con familia, como preten- de el art, 45 del decreto 647/978, Las normas concretas relativas a los servicios de asistencia médica, no parecen contener obligaciones directas para los empleadores, sino que estan Aitigidas al acondicionamiento de los que se proporcionen (arts. 89 y 5). 641. ~ En relacién con las vacaciones pagadas, al margen de las declara ciones de principio, contenidas en el Convenio 110, que figuran en la Parte V ¥ no han perdido validez, es indudable que siguen el régimen general resul- tante de la ley 12.590 y sus reglamentaciones. En tanto que trabajadores rurales, los de plantaciones tienen derecho a mputen para el calculo de su remuneracién, las prestaciones de al- ntes a los dias de duracién de la licencia, estos trabajadores tienen derecho a percibir las sumas pa- ra el mejor goce de la vacacion a que se refiere el art. 26 del decreto 647/978. 642. - El Convenio 110, no hace ninguna alusién a limitaciones en el horario de trabajo, pero asegura el derecho al disfrute por los trabajadores de las piantaciones de un descanso que comprenda como minimo 24 horas con- vas en el curso de cada periodo de siete dias, Ese descanso deberd coin- siempre que sea posible, con el que esté consagrado por las costumbr Por consiguiente, conforme al Convenio que se esta glosando, rige en el pais, como norma el descanso dominical, El Convenio permite que se autoricen excepciones totales 0 parciales, incluso suspensiones y disminuciones de descanso bajo ciertas condiciones, teniendo en cuenta “‘cualesquiera consideraciones oportunas de orden econo- mico y humanitario” (art. 44), pero, recomienda que se dicten normas que prevean los descansos compensatorios (art. 45) y mientras ellas no sean san- ccionadas serian de aplicacion las edictadas con ese fin eon caracter general. 643. - Las disposiciones del Convenio sobre plantaciones en materia de maternidad y accidentes del trabajo, tratan de asegurar la proteccion acorda a por las leyes sobre estas materias y especificamente prevenir las posibles (263) V. intra numeral 648 y as, 72 HECTOR-HUGO BARBAGELATA ccausas de discriminacién, teniendo presente la circunstancia del empleo de ‘migrantes. En el Uruguay, las previsiones del convenio citado, sirven para serfan de apl las normas sobre seguridad en el trabajo glosadas en el decreto 467/978, arts. 30 y ss. 644. ~ En términos generales, en materia de derecho ae sindicacién, ne- jn colectiva y libertad sindical, el Convenio 110, reproduce bisica mente en sus arts. 54 2 70 las disposiciones que figuran, para todos los traba- jadores, en los Convenios 98 y 87, por lo cual, éstas deben ser simplemente como confirmatorias de los derechos reconocidos en Sin embargo, el derecho de asociacién “para cualquier fin los trabajadores (art. 54), que pareceria tener un contenido mas amplio que ‘el de constituir organizaciones sindicales, que figura en el art. 2 del Convenio 87 y se reitera en el art. 62 del Convenio 110. in sumario como sea posible” (art, 55); que debe estimularse la con- ciliacién, con participacion de los representantes ce las organizaciones res- pectivas, sin perjuicio de la intervencién de funcionarios pil moverla y ayudar a que las partes leguen a una soluci6n equi y que deben crearse organismos para resolver los conflictos, con participa. cin en igualdad de niimero y condiciones, de representantes de las organize: ciones profesionales (art. 57). 1ormas sobre inspeccién del trabajo, de la Parte XI jpan en rauchos aspectos las del Convenio 129, sob cién Ge trabajo en agricultura, pero eonternplan al Dado el caracter general del Convenio posterior, hay que entender que deben incorporarse considerarse de aj spectores adseriptos a este tipo de acti dad, las garantias funcionales previstas por el articulo 8 y ss. del Convenio 129, 3.4.2 Arroceras 646. ~ Las arroceras, participan de las caracteristicas de las planta- clones y en funcion de una prevision del Convenio 110 (art. 1.2.2), por una simple resolucién de la autoridad administrativa, puede extenderse su campo de aplicacién a los cultivos de arroz, En el Uruguay, la legislacion especitica relativa al trabajo en las arroce- ras es muy anterior a la ratificacién del Convenio sobre s0 se adelanta en casi veinte afios a su entrada en vigor (165). Sobre maternidad, V. supra, Parte 5, Cap.'3, pardgratos 8, Sobre otras cues: ia alae de las mujeres en a plntaion, Ve nforv ado ena no- DERECHO DEL TRABAJO 73 La respuesta de Ia ley 9.991 frente dad de “centros de trabaj fundamentalmente ‘Obligaciones del empleador en materia £) Normas complementarias y de contre 647. ~ Las disposiciones de la ley de arroceras dirigidas a la proteccién de la disponibilidad de! salario por parte del trabajador y a prevenir abusos del empleador o de terceros, deben considerarse actualmente complementa- ‘das por las contenidas en el Convenio 95, ratificado por la ley 12.030 y, des- de luego, por las de los cuatro primeros articulos de la ley 10.449 de 12 de bre de 1943 y demas normas con alcance general que tienen igual pro- fendié adecuado, como forma de ibre entrada de proveedores has- prohibir el expendio de bebidas alcoh: entendido como no impidiendo el fun ajusten a lo preceptuado por el C. 95 (art. sobre esta materia, ¥y Gemas disposiciones en vigor 648. - Sobre el alojamiento del personal, tanto el ocupado en forma permanente como transitor preseripciones sobre materiales, cubaje, ilumina preceptos se revelan como menos exigentes de lo que a primera vista pudiera parecer, pues se permite que el Ministerio de Salud Patblica, sin perjuicio de las atribuciones de los municipios, autorice que se sigan usando viviendas que ian todas las exigencias legales. Ademé das de los trabajadores tanto permanentes como ccupados regularmente menos de seis meses continuos por afio-, puedan al bergar hasta ocho personas por habitacién, cifra que parece muy elevada, no s6lo para los trabsjadores permanentes, sino para los adventicios con familia, © que permanecen mucho tiempo cumpliendo tareas, sin exceder el limite de los seis meses. mn, ete. Sin embargo, estos (165) E1 Convenio 110, fue adoptado en la 42a. R. de la Conferencia Internacional el Tabajo (195 6 tn vigor al cumplisge los requistos previstos en 61, e1 22 de 1, es de 20.XTL1940.-A falta de un acto formal de ex- 2 20 3) Se trata ps slamando la atencion roducido en 193 tive y del que rovecto presenlado en el Senaco en exe mismo afo (Cr, PA Rodrigue, Hl Sela ity V. supra, Parte 3, Cap. 2, parigrafo 2 14 HECTORMUGO BARBAGELATA Esta notoria debilidad de la ley puede explicar que, en su mismo texto, se contemple le eventualidad de que los obreros “por su cuenta construyan sus viviendas” (art. 50,), lo que aparentemente impondria a los empleadores s6lo la obligaciOn de permitir tales construcciones. Nada se dice en la ley s0- bre los derechos de los trabajadores respecto de las viviendas construidas en esa forma en el establecimiento del patrono, sea en cuanto a la posibilidad de permanecer, luego del cese de la relacién de trabajo, (por despido, renun- cia, jubilacién, 'ete.), sea respecto de la indemnizacion debida por la vivienda dejada en beneficio ‘del empleador. En todo caso, pareceria que silos traba- jadotes permanecieran dio de ex-em- pleador, su estatuto ult gregados", reglamentado por el viejo Cédigo Rural, pero la presencia de ex-trabajadores podria pres. tarse al fraude, Hay que anotar, ademés, que en este Estatuto se dan reglas sobre s clos higiénicos, lavatorios y bafios-duchas en que se hace expresa me de secciones separadas por sexos, pero el problema ae la convivencia fami Ja separacién de los sexos en las viviendas y habitaciones se trata recién en el aecreto ae 11 de febrero de 1949, cuyas disposiciones, también aplica- bles @ las arroceras, corresponden a las de los arts, 13 y ss. del decreto 467 1978. Todo lo cual es sin perjuicio, ~al menos para los trabajadores ocupados en forma permanente-, de cuanto quedé dicho al tratar en general de la vi vienda de los trabajadores rurales y de la forma en que debian interpretarse arse los textos respectivos, en atencién a los preceptos contenidos en los articulos 56 y 45 de la Constitucién. tacion de una jorna- para comer y tam istro de medios de loco- da discontinua, con un deseanso intermedio pru ién le imposicién a los establecimientos del sumi ‘mocién para trasladarse al lugar del trabajo (168), Ambas necesidades fueron contempladas por los arts. 80. ¥ ley de 1940. Por uno, se consagrd un peri ‘cho horas, dividido en dos de cuatro, con un cescanso intermedia minimo de una hora. Por el otro, se asegurd que el personal de las arroceras, cuando tenga que recorrer una distancia superior a ‘gar de su trabajo, deberd recibir transporte gratuito de la empresa. 650. - Respecto de la fijacin de los salarios minimos, en la ley figur6 tuna tari (art. 10) que representaba un jornal superior al que seis aos des pués estipulé el BTR, pero no se hizo ninguna referencia « prestaciones ali ‘menticias. Jornal minimo, podis liquidarse por quincena de trabajo cumplido y era genérico para todas las categorias y clases de trabajadores, (168) A esas cuestiones hace especial referencia el informe del Director del Insts: to del Trabalo citado en la nota 165 (puntos Jo. y 40.) sin periuieio de que en el punto 10 de las conelusiones, se admita que la jomads en goneral no exceda de ocho horas (ue, en su caso “se pags el exceso de horas" (Pla Radelguee, loc elt) 652, - A au vez, parecera mis favorable que la teria rural, por tanto apliableen las arvoceras, 10 13 ce ls ley 9.901, en cuanto prove que los trabsladores per mila que ocupen viviendas, cponatin ae a8 destlojo de seven clas 069) {En cuanto al despico, sla disposiciones de ia ley 19.705 hubieran sido as pore] texto adoptadn el 19 ce mayo Ge 1918 (ar. 10) acion de las normas geneales, eonforme alas Ue fan exclu(dos del erecho a incemnizacion los trabajadores aatrles, en los fasos on que se prescince Ge sus servicios al fnaliar las respective labo: es (270) 8.5. Trabajadores de montes, bosques y turberas 653. - La reglamentacién especial del trabajo en montes, bosques y turberas por la ley 10.471 de 3 de marzo ce 1944 obececi6, por un lado a ls situacién aparentemente marginal en que estas actividades habian quedado al 269) Geli Bidar, parece entender gue en eta materia sri ta to previo) on Suanie 4 efecinidnd tel tesco por funes paca dor abaadores or los art. 44 y fo del deveto 647 /9 Tes aunqueadimte que puede dis ge tales di Alara, sin embargo, que la autorizacion a recs Fev eit, ¢. Sil, pp. 287 y 289), aun en la hip (270) V. supra, nurseral 482 16 HECTOR HUGO BARBAGELATA no reputarse bajo el amparo ni de las leyes relativas al trabajo urbano, ni de las del trabajo rural, Por otro, el incremento de trabajos de esta clase a causa ls penuria de combustibles provocada por la segunda guerra mundial hi fa liamado la atencién sobre los abusos que tal estado de cosas permi tia (171). En todo caso, es obvio que Ia ley 10.471 englobd, bajo el mismo régi- men, actividades que presentan aspectos comunes pero son de raleza, puesto que si la explotacion de montes y bosques puede en alguna ‘medida ser reputada una actividad el laboreo de turberas es de indo- Ie minera y est sujeto a la le respectiva que suele contener normas atinentes a cuestiones laborales principalmente relacionadas con la seguri- dad (172), 654. ~ Las circunstancias que motivaron la sancion de tes, bosques y turberas, isivamente en su confo: ido. Es asi que, el articul ley 10.471 se aplica a declarar ia exten- nn a los trabajadores empleados en esas actividades de los beneficios ce va- 1s leyes y los restantes encaran protecciones concretas contra algunas de las formas de abuso que se habia detectad: En cuanto a la general sobre 5.350) ‘a consejos Ge salarios que, a 10.471, acababa de adoptarse. En funcién de lo dispuesto sobre este Ultimo extremo, el decreto de 26 de 1962, incluyé las actividades respectivas en cos grupos (9 y 10) ‘2 Clase IIT “Explotacion de recursos naturales", pero las turbe- ras comparten el grupo 10 con otras explotaciones de minas. En todo caso, actualmente las tarifas correspondientes son ajustadas a través del mecanismo general y no puede caber ninguna duda que los trabajadores de cuslquiera de estas actividades deben percibir, cuando menos, el salario minimo nacional 5 218 y 290, rae fue declarada arin en vigencia en todo lo que no sean lo que no parece ser el caso, (173) Ve supe numerales 160 ys, articuladas en la ley 10.471, fueron las siguientes: 1) Medidas de proteccién de la integridad del salario, Estas medidas, que apuntan a hacer cesar una situacién, calificada como d 6 7 fen el curso de los debates parlamentarios (174), se dirigen a habilitar el abas- tecimiento de los trabajadores y sus familias por proveedores ajenos a la em- presa y a controlar los precios de los viveres que venda el patrono o empresa- ‘asi como la prohibicién del expendio de bebidas alcohdlicas destiladas (art. 7 'b) Medidas en relacién con el despido. Respecto del despido o cese del trabajo, la ley 10.471, también se pro- puso hacer cesar otra modalidad de abuso denunciada durante el tramite par- lamentario, que consistia en inducir a los trabajadores a abandonar su preten- {an de cobrar los salarios que se les debian, demorando el pago o exigié: doles largos dest Con ese fin, la ley impuso que los pagos se hi ion y dentro de un plazo no mayor de cuarenta y ocho horas. Tal disposicion, por la amp tud de los términos empleados, permite considerar que actualmente debe ob- servarse respecto de todas las prestaciones que pudieran deberse en caso de cese de la relacion laboral, tales como salarios, vacaciones no gozadas, sueldo anual complementaria e incluso indemnizacién por despido, cuando corres pondiera. Asimismo, en relacion con los despedidos sin causa justificada y los, enfermos, el art. 5 de Ia ley 10.471, impuso al empleador la carga de asegurar el transporte hasta el lugar donde existan medios econdmicos de locomocion, en disposicién de alcance similar a la adoptada ulteriormente por la ley origi. nal del ETR y manifestamente mas amplia que la que pretence introducir el 19 de mayo de 1978, vas a las viviendas. ‘Sobre este punto, la ley se limita a reclamar que las empresas o patronos vean a los obreros de viviendas adecuadas. En relacién con las condiciones edad de proveer el transporte urgente de los accidentados hasta los centros médicos (parrafo final del art. 4); tenencia obligatoria del botiquin con el las medicinas indispensables (art. 4 segundo pérrafo). ¢) Medias en relacién con el trabajo de menores. La ley 10.471, en atencion a la naturaleza del trabajo en montes, bos- ques y turberas y a's condiciones en que se desenvuelve, supedita el empleo de menores de dieciocho afios # la autorizaci6n del Consejo del Nifio, sefa- lando expresamente que éste solo podra acordarla cuando se asegure que el menor trabajara bajo la vigilancia directa de sus pades 0 de personas respoo- sables mayores de edad. En ninglin caso, sin embargo, los menores podrian (274) Ctr. Pd Rodefgues, dp. et. 422, 78 HECTORHUGO BARBAGELATA ser empleados en estos trabajos antes de cumplir dieciseis afios, por aplica: cién del articulo 3.3. del Convenio niimero 138. § 4. Trabajo rural bajo regimenes de medianeria, aparceria, arrendamiento, etc. 856. ~ El trabajo rural que se cumple fuera de relaciones resultantes de contratos de trabajo o tipicamente asalariadas, posee una gran importancia numérica, particularmente en los paises de menor desarrollo econdmico en ‘que el sector primario tiene mayor significacion (175) Sin embargo, por mucho tiempo la doctrina laboral se ha negado a reco- hover que los arrendatarios, aparceros y otras categorias andlogas, o algunos ce entre ellos, pudiesen reputarse sujetos del derecho del trabajo (176). (657. ~ En ts actualidad es cada vez més nitida fe tendencia a aceptar que la situacion del aparcero, medianero, arrendatario, ete, puede interesar al derecho del trabajo. las elcunstancias que principalmente se tienen en cuenta a esos efec- to, son las siguientes 8) La imprecisién de los limites o de Ia linea de demarcacién entee las categorias de aparceros, medianera, o arrendatario de pequefias parcelas y las de los trabajadores asalariados (177 ») La posibilidaa a ‘de que los aparceros, medianeros 0 arrendatarios que las explotan personalmente, sol 8s, pueden poseer efectivamente con de pequefas pare principal de fi hallarse en una situ; de los asalariados; gp, (178) Of. Robert Savy, Lo seguridad social en el agro, BIT, Ginebra, 1972, p [148 6) tnspirado por est posiciGn el Gobierno uruguayo respondlé en 1966 al cues reparatorio de los trabajos que conduelefan a la adopcion _ Sobre arrencat seria, artendatarios y aparceros 9 ti “tn el caso de los que reciben parte de ‘uso'de tlerras o inversamente que presian servic Imo ogreria, con especial referencis's los aspecton a 95). Ea el mismo documento, se des 1964, p. je que acumen iaaparce: DERECHO DEL TRABAIO 79 4) Derechamente, el reconocimiento de que en el seno de formas con- tractuales distintas del contrato de trabajo, pueden generarse relaciones labo. rales que, de todos modos, deben ser alcanzadas, en todo o en parte, por el derecho del trabajo, = 658, - Bs obvio que la negativa a admitir que el derecho del trabajo rija relaciones surgides de la aparcerfa, el arrendamiento, etc., respondia a la creencia de que el criterio de la subordinacin jurfdica era univoco e infal ble, y de que el asalariado inico respecto del cual estaba justifi- ‘cado un trato especial, En de la esencia de los contratos de apar- ceria, arrendam: ilares, instituir una relacién de subordinaci6 dependencia del explotante en fundo ajeno, respecto de su titular, (sino qui- zi crear un estado que poasibilite que aquél acceda a la categoria de empre- ionalmente aceptada del trabajador asalaria- iedad de las ganancias y la participacion, o las pérdidas, que tales contratos consagran> luego, cuando se examina el punto desde un angulo pura , $2 estén pasando por alto las muy grandes similitudes que existen entre las condiciones de vida y de trabajo de los arrendatarios, dejando de lado el objetivo mismo del nue- ho que es proteger el trabajo humano, sin que interese demasiado s Ia envoltura contractual bajo la que se presta, + sea, que respect aparcero, socio, ete. y atin del ina cooperativa 0 de quien cultiva una parcela de la que es titu- cuestion no puede estar en indagar si se trata de asalariados ‘mis, el camino del derecho del trabajo debe dirigirse a determin: 03 en que, al margen de la forma contractual, se ha establecido una dotada de una cierta continuidad, en que la prestacién personal del es lo principal y a di ia Ie sera ap Bajo esta nueva manera de ver las cosas, se tiende a adoptar di- 1s, pero fundamentalmente tres, a saber: a) Establecer, como en el Codigo de Trabajo de Panama, que el contra- je medianeria pertenece a la categoria de los contratos de trabajo, a con- jon de que exista una relacion de dependencia economica (art. 235, inc. 8 efectos, como hace por ejemplo la Recomenda- b) Identificar, a a Jas organizaciones de trabsjadores rurales, los 80 MECTOR-HUGO BARBAGELATA arrendatarios, aparceros, ete. con los asalariacos rurales, cuando se llenen de- terminadas condiciones, ©) Reglamentar en general, como en la ley chilena de 26 de enero de 1968, 0 en particular como en la legislacion ce Argentina, respecto de los tamberos medieros o los contratistas de vilias y frutales (179), todos 0 ala. hos casos de aparceria o medieria como coniratos de trabajo especiales © ‘como contratos sui generis, con elementos de contratos de trabajo. Desde luego, que tainbién hay legislaciones que consideran estas figuras i ia emprosarial, a los traba- aparcero o arrendatario. Asi la LFT de México deter. ‘mina la solidaridad de éste y el propietario del suelo respecto de las obliga: ciones a cargo del empleador (18 » segin la ley brasilefa nim. 5.889 de 1973, los arrendatarios o medianeros, pueden ser considerados co. mo integrando un grupo (por subordinacién 0 coordinacion), que irroga res. Ponsabilidad solidaria respecto de las obligaciones decurrentes de la relacion, de trabajo (art. 30., parrafo 20,) (181). 660. ~ En el entendido que bajo las formas juridicas del arrendamiento, |a aparceria y afines, pueden crearse relaciones laborales, pero también otras Ge distinta naturaleza, las cuestiones mas interesantes son las que tienen que ver con Ia enunciacién de las condiciones que deben llenarse para que se ests ante la primera de esas situaciones. Conforme a la Recomendacién 149 de la OIT sobre organizaci trabajadores rurales, para que los arrendatarios, aperceros u otras categorias andlogas (incluso los pequetios propietarios) puedan ser englobados bajo expresion “trabajadores rurales” y considerados a la par de los “asalariaaos”, su principal fuente de ingresos debe ser la agricultura, trabajando la tierra pot si mismos o dnicamente con ayuda de sus familiares o recurriendo ocasional: mente a trabajadores supletorios y con tal que: a) no empleen una mano de obra permanente; o b) no em: no de obra numerosa con caricter estacional; 0 ¢) no hagan cul ‘a5 por aparceros o arrendatai embargo, parece claro que los elementos que define! ion, tienen que La existencia de una prestacion personal de trabajo aplicado ala el fundo agricol b) La no utilizacién, en princi de mano de obra asalariada, excluida 4a que integra el nicleo familiar inmediato, sin perjuicio de que eventualmen- te pueda aceptarse una reducida ayuda de trabajadores retribuidos, ante cit. cunstancias excepcionales o en los breves periodos de incremento es de las tareas, Napoli, Ei nabaiador rural en la Repablice Argentina, B.Aices, Abeledo 24; H.R. Demo, El estatuto del tambero-mediero en la jurspradencie, Colegio de Abogados de la Plata, Ao V, nimero 10,1960,p.1i7 y's. Ce Candelero, Régimen laboral rari, La Plata, 1981, Caps Vil 9 Vii. it, M, de le Cueva, Bl nuevo derecho mexicano del iad mpreses no direto do trebatho, 8. Pablo, 1979, pp. 262 9 = DERECHO DEL TRARAIO 81 Quiza debieran agrogarse, principalmente para faciiar la calificacién en 1 caso de los “pequefios propietarios, algunos criterios razonables de exten. nn maxima de la parcela explotada, en funciOn del tipo de cultivo o el des tino de la explotacion (182) y desde luego tener presente como un factor de gran importancia, la indisponibilidad para el trabsjador del resultado total de Js actividad, sea por la obligacion de servir una renta o canon, o de entregso tuna parte de los frutos, sea por la dependencia econdmics, que pueda esta blecerse frente a intermediarios. jecision entre varias figuras, fundamentalmente arrendamiento y so- , muestra la perplejidad que provoca el espectacular distorsionamiento de formas y contenidos que se da en la pr ‘Tampoco se ve la razon de distingui era, ni la de empeftarse en averiguar si hay “affectio societat direccion (184). En cuanto dejado de ser relev 0 poaer de roblema de Is partcipacion en las pérdides, también ha inte, sin peruicio de que como lo ha sefalado alguna doc: desde tl momento que el medianero a! menos Ghtiene el provecho suficlete para si subsistenciay lade ss grupo familia, En sma, los eontratos gue adoptan ls formas conocides como de arcendamiento, medianeria o aparceria,u otras (186), pueden o no ester in osporados en Ia proteccion del derecho laboral en gentido estito y més al de la seguridad social, como ya ha ocurrido por expresa disposicién cién de Ia figura tipica del contrato de trabajo los amparara necesariamente. ‘en la doctrina uruguaya J. Bayley, quien luego de rechazar Ia ‘do medianeria al de sociedad, ‘derecho de ‘contratosen el nueva Codigo Ru i, in Rev, DA. ndmmero 40, 942, 9.213 9s, fe. Grace Cap. tp 463 y 55). "Gna orGenacion si 5s parigratos 2 y e.) ) Ast Ia asimilaciOn a log asaariados, en evanto al goce de las prestaciones por feiemaciones familiares, dispuesta por ls ley 13.705 (art. 83), que vino a dar eectividad @ Yo que ya anunciaba la ley No, 12.157 (arto), 82 HECTOR-HUGO BARBAGELATA que el trabajador se encuentre estrictamente ubicado en el esqiiema del tra Bajador asalariado, ~aunque bajo otzo rétulo~ podré recurrir ala proteccion amplia e inmediata de la legislacion del trabajo. Por ejemplo, parece inconce: bible gue un arrendatario o medianero que trabaje s6lo 0 con la ayuda de los miembros de su familia no pueda cubrir el ingreso minimo del ETR, o aue| no tenga a su disposicion un alojamiento adecuado segtin lo exigido por éste. jbastante complejas, dado que es muy frecuente que el contrato de mediane- ia, y atin el de arrendamiento se concierten como una formula de remune- ‘racion complementaria de un contrato de trabajo tipico. Las le interesar a los trabajadores, muy frecuentes en agricul: tura intensiva, en glu@jas, e& tambos, en cabafas, y atin en la explotacion de ganaderia extensiva, no pueden hacer desaparecer la verdadera condicion del trabajador rural, que poseeria todas las caracteristicas de un asalariado, con luna remuneracion complementaria de tipo andlogo a la participacion en los beneficios. En una situacién similar a la que acaba de mencionarse, pueden situarse algunos contratos, en los que el trabajador se ve obligado a enajenar toda la produccién de su pequefia empresa, normalmente integrada s6lo con miem bros de su familia -o con algin extrafio en los perfodos de mayor actividad-, al precio y en las condiciones que fije el industrial, como es el caso de culti: vos de remolacha, de caiia de aziicar, etc. En estos cultivos, se dan también, ‘bajo apariencia de cooperativas, cartels patronales que adquieren toda la pro- duceién por un tanto, o que estipulan las condiciones de titulados “conve- nios colectivos”, En la cafia de aziicar, la forma de explotacion, ha conducido aun tipo de salario familiar, que no seria propiamente tal, sino una manera de remune- rar por un trabajo que se realiza de consuno, por todos los miembros del Erupo, que se comporta como un equips. ! 662. ~ Por lo demés, en la realidad de la vida rural, las situaciones son 683, - Las variadas formas que estos contratos pueden asumir, de las que aguellas que se acaban de__mencionar no son més que unos poco’ ejem plos tomados de la realidad nacional, hacen patente la circunstancia de que, ademas de las proteceiones comunes que la legislacién laboral y dela segur dad social ya fa ido elaborando y que podrian aplicarse para paliar los abu 403, se necesita crear nuevos instrumentos, o adecuar los existentes a la situa: cidn especial de esta categoria de trabajadores. Asi en la Recomendacién de la OIT nimero 192 de 1968 dirigida alo- grar el mejoramiento de las condiciones de los arrendatarios, aparceros y c3- fegorias similares se llama la atencién sobre la importancia de aumentar las posibilidades de estos trabsjadores de partcipar en la gestion o de fomentar organizaciones representativas y, concretamente, se trata de impulsar modifi caciones legislativas tendientes a garantizar que los cdnones de arzendamiento respeten ciertas condiciones 0 a permitir su modificacion bajo determinadas circunstancias tanto como a prohibir las cldusulas de servicios personales, a imponer la limitacion del derecho de los propietarios de la tierra a la resolu. cin anticipada de los contratos, asegurar indemnizaciones justas por las me- joras 0 a propender el mejoramiento de las viviendas de los arrendatarios 0 DERECHO DEL TRABAO 83 aparceros que residan en los predios que explotan, etc, (Recomendacién 132, arts. 9.220) : ‘A su vez, la legislacion argentina sobre tamberos-medieros, 0 mis re cientemente sobre contratistas de vifedos y frutales, pautan algunas de las formas en que el derecho laboral positivo puede encarar relaciones dotadas de cierta hibridez, sin perjuicio de su cardcter laboral (188), acordando si- ‘multineamente garantias a trabajadores que gozan de un estatuto de simiin- Gependencia empresarial, pero también @ los que de modo més o menos per- rmanente los asisten como asalariados tfpicos. 664. ~ De donde, la afirmacién con que puede cerrase este capitulo es que el derecho laboral agrario esta tendiendo insistentemente a ampliar su Sampo de accion, ateniéndose alas tealidades y procurando la proteccin del trabajador all donde se halle, y por encima de las figuras que legaron el de- recho civil o el derecho rural (189). “Tanto €s asi que el objetivo principal del derecho laboral agrario, pare ceria tener que centrarse en la definicin de los sujetos de la proteccid ls determinacion de Ia suma de beneficios compatibles con Ia particular stu cin de esta categoria de trabajadores econdmicamente dependientes pero no acalarindos (188) Como acota Krotosehin, los rasgos que le dan singy ‘a privan de su condicion laboral (Tratado Practic, eit. 1 p.137). 189) senerales Agreulesra co 2 fh por euanto el ordenamiento introdueida por ef iclufdo altel tector de la Prevsion Social), se ha extendido progresivarente, no s6lo's 1as verdaderas y propiss relaciones de trabajo con dependenci, sino también 8 aquellas referentes | od Intermedia defelaciones damiento, es decir un trabsjo tolalmente autonomo (“La reglamentacion de Agricola en Italia", in Exfudios sobre derecho individual de abajo en homencit el profe DERECHO DEL TRABAIO 8 CAPITULO II TRABAJO A DOMICILIO § 1. Generalidades 665, - Desde tiempos bastante remotos, pero con mayor intensidad desde mediados del siglo pasado, se ha desarroliado una modalidad del traba- jo por cuenta ajena cuya principal peculiaridad consiste en que la prestacion labora! no se cumple en un to, bajo el control directo del em- dicionadas por miltiples factores. En todo caso, al iniciarse la proteccién le- gal de los trabajadores de la actividad industrial, el debate juridico que se 8 linde de Ia figura del trabajador a domicilio que se judicial, ioe gue Suestiones y poquisimos lor publicados en el Uruguay (V. p.ej:en rv. D. Lats VItl 86 HECTOR-HUGO BARBAGELATA Es asi que la conviccién de que uno de los objetivos perseguidos por los ios ha sido, y en parte continiie siendo, eludir el cumplimiento de la laboral, ha puesto a prueba la capacidad de los legisladores, los Famente alos esquemas tipicos del derecho del trabajo y para evitar el fraude a la ley. A este respecto, se ha debido afinar la categorizacion de los diversos personajes que intervienen en las operaciones; tener presente la pluralidad y eventual contradiccién de los bienes juridicos simulténeamente protegidos, y medir el grado de adaptabilidad al trabajo a domicilio de las reglamentacic. nes del trabajo interno, tanto como imaginar nuevas salvaguardias, 866. - En cuanto a las particularidades de! trabajo a domicilio que no pueden pasarse por alto al encarar el andlisis jurfdico de la relacién, corres. ponde destacar las siguientes: A) Su preponderante difusiGn en la costura de telas y la pasamaner{a en general, asi como en distintas fases del proceso de elaboracion de telas, telidos, calzados, juguetes, flores, etc., sin perjuicio de sti eventual aplicacion as variadas operaciones que puedan ejecutarse a mano o con el auxilio. de maquinas de potencia. De esta muy grande gico y explica impulso que recibio con la difusion de inventos tales como el trico y las méquinas de coser, bordar, tejer, ete., manuales 6 el introduceién de lo :08. De hecho, el trabaj fende a extenderse a un niméro cada vez mas vasto de ocupacio. lo de estar referido exclusivamente a tareas catalogadas co. Imente mensual, de modo que es posible hablar tam. jadores intelectuales a dom ) El reclutamiento de sus efectivos mayormente entre personas que no © no quieren realizar sus tareas en [abricas o talletes establecidos lamas de casa, madres de nifios pequetios y mujeres en general, minusvilidos, \documentados; nifios en edad escolar; jubilados, ete.) y que: por su propia yndicion, muchas veces tampoco pueden o quieren organiza sindicalmen- vas o judiciales, suele no ser la Ginica fuente de ingresos Propios o del grupo familiar, los que el trabajo a domicilio genera, se miran muchas veces como un salario de apoyo, y, en los hechos, es cormente que, or ese camulo de factores, sea pagado por debajo del que prestan los ope. rarlos intemos 439 nim: 117, p. 100; Anuario 1978, nim. 755, p. 242, y més recientemente, ¥ 90 del TA, que resuelven casos de ) ® 6 Por azar que en algunos pafses como Francia, la proteccin se otorgini= oles obreras a domicilio y todavia en 1939, la Resolucion de Ls Tabana 1 propuesta por una comisin que trataba del ira referisea las personas que debian Set eres rotegidas (et, 20.) DERECKO DEL TRABAO 87 osibilidades de encarar la reglamentacién del trabajo a domici- Ge la negociacién colectiva, tanto como las de mejorar el cumpli. ‘miento de las normas existentes por la eccién sindical y en general de ejercer tun eficiente control de cualquier tipo, son bastante reducidas. cuencia, el trabajo a domicilio, no obstante con ses, con expresas previsiones legislativas de extension, equiparacién o asim ion 0 con interpretaciones favorables ala aplicaeién, al menos parcial, del derecho labora) (5), continia fuera de una proteecién efectiva, comparable ala que reciben los trabajadores internos, 667. - La eventualidad de que el trabajo a domicilio desaparezea, por tun cambio sustancial en las condiciones sociales, economicas, 0 tecnolgicas, bajo las que aparecié y se ha desarrollado, o la de su eliminacién por la via de una legislacién o de una préctica que Io priven de atractivos para el em- pleador, 0 directamente lo prohiban, parece cada vez menos fectible. De hecho, es posible comprobar actualmente que el trabajo a domic lio, ni es una modalidad cireunse atrasadas o fases prima- lustrializacién, ni resulta exclusiva del modo de pro- ccapitalista. En efecto, el trabajo a domicilio sobrevive y hasta se ia y amplia su radio de accién en economias altamente industrializa. das (6), y es reconocido, ademas de por legislaciones de paises con econo. mfa de mercado, por las de las llamadas “democracias populares” (7), advir~ tigndose, en general, que el abol postulado en algin momento, in- cluso por declaraciones internacionales tiempo, an- reglamentarlo y acordar a los trabajadores @ do- itud posible, un régimen de paridad con los de fe que no contemplan, (cty'b.Eechrdan =e ontratos en tésminos que parecen refersse a a en la CLAGS adoptada en Bo yeamentar"" el trabajo a der vs consderacion dels pecs 88 HECTOR-HUGO BARBAGELATA El derecho comparado muestra que, en un niimero elevado de paises, el trabajo a domicilio representa un capitulo de los c6digos de la materia, den- tro de las actividades, relaciones o contratos de trabajo especiales (10), 0 ¢3 Gbjeto de leyes particulares de neto cufo laboral (11). 4 Pero, a tal estado de cosas se ha llegado luego de un proceso bastante largo. que’ todavia no puede considerarse consumado (12). En los proximos pardgrafes, se procurard examinar aspectos de este proceso y los problemas fue han debido superarse, para luego, mirando directamente a la legisla Uruguaya, destacar los rasgos principales del estatuto del trabajo a domicilio actualmente vigente, El pardgrafo final, se destinard, e la consideracién de al- fgunas situaciones especiales que se présentan en la re a unas sia p glamentacién de esta § 2. Problemas que afectan la reglamentacién del trabajo a domicilio 668.- A mediados del siglo XIX las condiciones de vida y de industriales en los paises que habi iene gave ran tan malas que ta pluma se escribir que muchot de los que vio, recorrendo arecerian pertenecer a “una raza march Empero, la situacién de los trabajadores a domicilio era y continué sien- do por tsa empo ain neat, hasta el punta de sire ox presion eweting ayater para calfica al sitema de producion que integra ban (14), - : es {Son numerosos los testimonios dela extrema miseray las incontables enalidades que padecian los obreros, en su mayoria m ae y nih a Gos en la industria a domiciio (18), ary, por elempl ‘caso de Uruguay, a avs de una serie de leves (G2) EL ndeleo de pains en que quia tablecimientos del empleador y do ss Vig DERECHO DEL TRABAIO| 89 datos oficiales publicados en 1864 por el Parlamento briténico y de aludir a fa tristisima situaci6n de los labradores més pobres de algunos condados de Inglaterra, donde apenas llegaban a cubrir con sus salarios el mas estricto mi- nimo de subsistencia, ereia poder aseverar que ain esos infelices estaban "gnejor alimentados que la mayor parte de los obreros ealificados que traba- jana domicilio en el Este de Londres” (16). Es un hecho ampliamente comprobedo que te sigio, el precio que se pagaba por las tareas ej nuaban siendo bajisimo y las con mas, Incluso las aparentes ventajas mayores padecimientos. Asi, Ia teérica libertad de horarios de trabajo, signi- fica exclavitud cuando no puede alcanzarse un salario minimamente decoro- 50 en un tiempo razonable, y 1a ausencia de controles durante la tarea, se Compensa largamente con los extremasos que pueden ejercerse al entregar la Tabor terminada y con la posibilidad de rechazos, deducciones y todo género de abusos, no sélo de los empresarios principales, sino también de los inter- mediarios (17). in bien entrado el presen- tadas a domicilio cont 669.- Aunque quizé en América Latina y coneretamente en Uruguay no se leg a los mismos extremos, por las propias condiciones del medio, se- fe cosas pasaban de manera muy diferente. La literatura de la época, y de modo especial la dramaturgia naturalista con trasfondo de critica social, lustra sobre la situacién a ese respecto (18) J no parece dudoso que estén directamente tomados de la realidad esos am- Bientes de casas de inquilinato en que se ve a obreras a domicilio sujetas a la doble explotacién de los duefios de “registros", dadores de trabajo y de los jefes de talleres familiares isto Inaugursl de ta Asociaeién Internacional de tos Trabajadores, p-890. Porla misma época, Mare estaba trabajando en el primer tomo ds fesripeldn de In stuacion 12 0 ntemente representatiro, basta menclonar el fo Sinchez, estenado en Buenos Aies €n 0c 90 HECTOR-HUGO BARBAGELATA La defraudacién de los ayudantes por Jos talleristas tanto como el re- chazo arbitrario por los empresarios principales del trabajo hecho o la aplica. clon de descuentos y multas que absorbian la casi totalidad de la magra paga, pretextando mala ejecucién, parecen haber sido realmente circunstancias co. rrientes. describe y enfatiza Ia literatura del perfodo, el proceso que conducia, especialmente en una coyuntura de erisis, a algunos miembros de familias acomodadas que no querian asumir la condici6n obrera, a escoger el eqpale domicilio, més o menos elandestino, como el ultimo expediente de salvacion (19). que se destaca el reclutamiento mayoritario de sfectivos entre mujeres (20) Los principales motivaciones de éstas, siguen siendo como en el pasado: la expectativa de desempefar actividad laboral retribufda sin mengua de las responsabilidades domésticas; la esperanza de permanecer fuera de la estricta disciplina del taller y de escoger la ca mayor accesibilidad del trabajo a domicilio como medio de obtener un ingre~ 80 de apoyo para el niicleo familiar o de aleanzar, dentro de él, una certain. dependencia econdmie: A su vez, los medios posibles los costos de produccién y de suprimir factores de per. turbacién de sus actividades. Por eso, sin que necesariamente el recurso a ‘trabajo a domicilio deba ser mirado actualmente como un mero expediente para defraudar tal riesgo subsiste atin después de la aproximacion que En diverso grado las legislaciones han establecido entre el trabajo interme y extemo a los establecimientos. En todo caso, no es aventurado aseverar que esta modalidad goza de la preferencia de muchos empleadores, tanto por la fen general de toda interfe- ¥ otras circunstancias que tan la efectiva equiparacion Gon los trabajadores intemos, como por las razones técnicas que habitual, mente se enuncian, es decir: el mayor rendimiento del trabajo realizado on domicilio y retribuido a desiajo; las cuantiosas economia resultantes dé ausencia de la costosa infraestructura humana y material necesaria para eje_ (19) As et Abuelo de “La Rondall las noches haciendo teats de ro trata de ques pieza, se insste sob Fos dela casa 2 Victor Pérez Petit, estrenads en 1907, pass yuida al Sostén de fama, per de pecmanecer en Ia casa para Cap. Vil. pp. 180-199}. DERECHO DEL TRABAIO 1 cutar intemamente la misma cantidad de trabajo; la superior capacidad de respuesta del sistema de trabajo a domicilio ante cambios mas o menos ines, perados en la situacién del mercado y para acompaftar con razonable fluides ¥ sin rieszos mayores, la expansion de la demanda, etc. (21). 671. - Los medios aplicados al mejoramiento de la situacién de los tra- bajadores a domicilio han sido variados (22), pero principalmente por le i © insuficiencia de la accién de los propios interesados, el recurso hha sido en todas partes la dnica opeién viable. La preocupacién del legislador en materia de trabajo a domicilio se ma- nifiesta a través de medidas que a veces estin orientadas hacia objetivos ex. ttalaborales, aunque no necesariamente contradictorios con los laborales. Asi | interés por la salud publica, la proteccién de la industria establecida contre Ja competencia desleal del trabajo clandestino en talleres domiciliarios y la del fisco y los organismos de previsidn social contra la evasién tributaria, que arecen haber concurrido, en lugar preferente, a la sancién de leyes come la biciones o restricciones de la actividad, que si bien nunca son indiferentes desde el punto de vista laboral, persiguen variados objetivos que interesan a lo laboral de diferente manera y grado. Interdicciones fundadas en peligro de contagio, como la establecida por el art, 4 de la ley 9.910 (25), permanecen ao 4 domieiio presenta va ‘entre otras ventas para de medios alos que se ha- sesnlos,atravée de sind 96, ¥ en visla| ddos primeros, muestra lo inevitable de uns eve Francia se evidencio deade I lagislaciones como ge exige que todo articu ‘un Fotulo con una marca, coineige (gue se entregue para ser con in 92. HECTORLUUGO BARBAGELATA cen la periferia; otras como la prevista por la ley italiana que impide encargar frabajo a domicilio Iuego de haber efectuado despidos o suspensiones por tivos econdmicos (Ley 877/973 art. 2), aunque obedecen a una preocupa- ‘franeamente laboral, no se proponen proteger a los trabsjadores a d “ino a los demas, A su ver, tienen caracter laboral y operan en funcién del decreto reglamentario ‘una variante de la modalidad. el trabajo a domicilio temo, ejecutado por el personal ocupado durante la ‘complementario del jornada legal. Pero, en algunos casos, las normas sobre el trabajo # domicilio, aunque integradas en leyes laboral tades inspectivas impuestas por el reconocimiento cor Jabilidad del hogar, como se encarga de recordarlo 9.910. En este caso pues, cabe hablar de contradicci protegidos, y aun sin establecer jerarquias entre ellos, el caracter au: fa norma laboral pose en el caso, la obliga a ceder terreno hasta el punto en que razonablemente desaparezca él peligro inminente de causar agravio a un derecho constitucional sustancial. limitan a consagrar restricciones a las potes- tucional de Ia invio- articulo 4 de 672. - Al margen de los problemas que derivan de la pluralidad de ob- jetivos y sus posibles contradicciones, la tegislaci6n sobre trabajo a domicilio debe superar, para ser eficaz, las peculiaridades y complejidades del fenéme- hho mismo y prevenir las interpretaciones que podrian desvirtuaria, En ese sentido, un primer factor, -consustancial a la modalidad-, que debe ser expresamente considerado, tiene que ver con la aparente libertad del trabajador a domicilio, para organizar y ejecutar su trabajo, e incluso para ha- cerse sustituir o auxiliar por terceros, familiares o no. En la prdetica no han sido pocos, ni poco calificados, los tratadistas que han rechazado el encuadramiento del trabajo a domicilio entre las relaciones laborales, sobredimensionando lo que puede no ser mas que el espectro de jexistente en los hechos, o atribuyéndole a la renuncia a la in- fe sremente escogida, estatal (26). go que en esa actitud y en general detrés de todas las interpre- taciones que tienden a restringir el alcance de las leyes laborales respecto de! trabajo a dor se reconoce la creencia de que el trabajo humano sélo queda somet 1s cuando existe una relacion que puede caracterizarse por la subordinacién juridica tipica (27), Es asf que se suele marginar de su : jot cuales vende aus productos o simplemente mano de obra, no fexisten las relaciones corrientes que ae establecen entre el empleador y el aslariado™, afi ico ae traba entre productores y empresas cémpo a las tegoria q ral (28) Pero, toda vez que se encara la legisl ‘al margen de teenicismos proteccién del trabajo, Ia realidad de la relacion laboral y te cuando se examina figuras que se estila Hamar “ la doctrina italiana tiende a designar como relaci Bordinacion, a la que no alcanza la plena aplicacion de DERECHO DEL TRABAIO 93 2s" o se las confina en una ca: 3s de parasu- gislacién labo: Gondicién de los trabajadores internos y extemos, las pretendidas diferencias Gel vinculo que une a unos y otros, tienden a desvanecerse completamente. ino solamente hay una muy firme y evidente dep. icilio respecto del dador de trabajo, del trabajador y las correlativas empleador, tenidas como carecteristicas del contrato de tra- Es que, en efecto, deneia econémica del trabajador a domi feil advertir que las obligaciones bajo (20), estan tambien presentes en el trabajo a domicilio, aunque se hagan efectivas, de comiin acuerdo, se proyecten sobre el proceso dos (31). 673.- La eventual ma pueder plantea sin em c ta importante coreionte de 1349-350). ‘de manera algo diferente ide ejecucién de la tarea, sino sobre sus resuilta- principalmente, no tervencin de terceros, que por efectos del 2 quien recibe el ericargo de efectuar Ibargo, ciertas dificultades teéricas, puesto que la pi ) Parece bastante representativa de ese moto de razor Padua, 1975, p. yuien teniendo rel ela al i dy gue el punts comenz® 2 dees el fo facuerda sve ens Gu 94 HECTORHUGO BARBAGELATA contrato de trabajo, laboral y que, inver dor 0 patrono (32). preciso discriminar es de los diferentes s6lo es un elemento esenci sino de cualquier relacion que merezca la calificacion samente, la utilizacién del trabajo ajeno califica al emp! Con todo, para plantear correctamente el punto, situaciones, como por otra parte lo hacen las legisl paises que han reglamentado el trabajo a domicilio. ‘Se dan, por de pronto, los casos en que media colaboracién de integran- tes del niicleo familiar, constituidos en unidad de produccién, precisamente porque configuran una unidad de consumo. Respecto de ellos, 1a mayoria de las legislaciones parecen considerar irzelevante la falta de identidad total en- tre quien revista como trabajador (que es un individuo) y quien efectivamen- te ejecuta las tareas encomendadas (que es una pluralidad, funcionando co- mo grupo organizado), sin perjuicio de que se tienda a asegurar remuneracio- nes que tengan en cuenta la productividad individual (83). personal del servici 674.~ El auxilio de personas ajenas al niicleo familiar y en general de asalariados, da lugar en el derecho comparado a diferentes soluciones. Asi en un ntimero considerable de legislaciones, Ia intervencion de ayudantes extra- fos, impide que se pueda calificar como de trabajo a domi sea por no estar contemplada la tolerancia, sea en leyes como la italiana de 1973, (art. 1o., primer pérrafo) por estar expresamente exclufda la presencia de asalariados ‘0 aprendices. En cambio en otros pais tina 0 gan mds lejos al aceptar que sean conside- ‘quienes son aparentemente pequefios ‘empresarios, con tal que se den las condiciones que establecen. 1a leislacion mexicana, donde actualmente no figura Be DERECHO DEL TRABAJO 95 ‘Tal extension del concepto de trabajador a domicilio y de la proteccién legal, merece tedricamente muchas objeciones (35), aunque en la prictica pueda justifiearse por varias razones y en primer y fundamental lugar, por el Hesgo de abrir la puerta al fraude legal con solo dotar al trabajador de un aparente ropaje de empresario. ‘Ademés, hay que tener en cuenta para comprender el exacto sentido de Ja asimilacion de trabajadores a domicilio y talleristas, que la dependencia econdmica subsiste; que el pasaje de una figura a otra es pricticamente inevi: ten las operaciones de los respectivos talleres. ‘Como quiera que sea, no puede perderse de vista que la legislacién al considerar trabajador a quien recibe ayuda de otras personas en su taller do- miciliario Ginicamente determina una asimilacién a ciertos efectos sin contar {que tales ayudas no son tan excepcionales en el campo del derecho laboral como pudiera parecer (36). Por otra parte, esa asimilacion no afecta los de- rechos del personal asalariado de los talleristas, aunque la trama de relaciones pueda ser més complicada (37) y no excluye generalmente la responsabilidad fque, en diversos grados pueda reconocerse que subsiste, respecto de ellos, del dador de trabajo, en cuanto empresario principal (38). 96 HECTORMUGO BARBAGELATA 675. ~ Por regia general es el dador de trabajo quien provee los materia- les para la ejecucién de la tarea encomendada en el domicilio del trabajador, facilitando a veces también algunas méquinas o instrumentos. En estos casos, obviamente la similitud con la produccién intema alcanza su més alto grado. No obstante es perfectamente admisible que algunos de esos elementos, de preferencia accesorios, sean provistos por los propios trabajadores, sin que se entienda que ello hace que el trabajo debe dejarse de considerar ejecutado. por cuenta ajena (39). En el derecho comparado priva el criterio de no hacer distingos entre ambas situaciones, aunque puede variar la amplitud con que se admite le pro. in de materias primas y equipo (40). La razén de que se tienda a pasar por alto un rasgo que aproxima la pro- duccién externa al contrato de empresa, parece tener qe ver con la necesi. dad de sellar posibles fisuras del esquema del trabajo a domicilio, habit cuenta de las diferentes maniobras que pueden intentarse para tratar de pre- sentar como empresarios independientes a auténticos trabajadores, oa inter. ‘mediarios insolventes, Prueba de ello es que en algunas Iezislaciones se con. templan ademés, de modo expreso, como configurando trabajo a domicilio Jos convenios o précticas por las cusles se venden directamente 0 por un pro. veedor indicado por el dador de trabajo, materias primas u objetos a una per. sona para que las transforme, confeccione y posteriommente se las vuelva a vender (41). 876. — La reglamentacién del trabajo a domicilio supone asimismo, el deslinde del trabajo a domicili y figuras proximas La distincién parece relativamente sencilla respecto de otro tipo de ac- tividad que también se cumple en una morada, habitacién o domicilio, como es el servicio doméstico particular. morada donde transcusre e] trabajo doméstico, a diferencia di es por definicién ajena, -inclu s0 cuando el servidor se aloje en ella~ y las tareas conciernen exclusivamente a Ja vida interna de Is familia del empieador, con alsoluta exclusion de cual. quier tipo de actividad produetiva (42) Es claro, que no deja de ser factible un cierto grado de aproximacion iva se adopt6 para ol art. 315 parece ha jon que en él ee siguiendo a Menezes Palares, destaca que es perfectamen: {abajo a domiciio la provision de materiales, incluso \desembolsos (Comentarios ¢ Conso- 4e 14.1111951, Ecuador, CT, art jexito, LPT, art. 314, Panamd CT art DERECHO DEL TRABAIO 97 Ce ee snoamie gue, tox rani, no enn» goign fede coger aes on orn pun foal para o serdralimentes y bebidss, haces mandades, atender Usados, ee) sa inns boi, ben mane, ene ame). ZOE re geo enh ene onze domain cath oun on tibonie & reice cuve noo in relacién con este punto, algunas legislaciones incluyen precisiones y 288), asi como en Ia ley uruguaya de 1940 (ley 9.910, art. 10, parrafo final), Gonata una declaacion express en el sentigo de que no eats compeesdido dl Servicio doméstico en le reglamentacion del tr io, Como quiera que sea, conforme a principios generales del derecho del trabajo que mandan tener’en cuenta la realidad de los hechos y acordar al trabajador et régimen més favorable (44), no puede haber dudas que presta servicios en un taller familiar de ctalquier clase, aunque no almente registrado como tal, debe quedar protegido por el régimen aplica- fos, incluso cuando se desempere como doméstico con la produccién, sean de la misma indo. ble a los ayudantes extrafios, yy las tareas que ejecute en rel le que las domésticas (4: 676. ~ El deslinde con tos artesanos resulta imperioso por Ia aparente va'a la que muchas veces se han visto forzados (4 cién de artesanos y trabajadores a domicilio completar la caracterizacién de estos tltimos, diferencia fundamental de ambas figuras, radica en el destino de la produccién. El artesano es un productor por cuenta propia que se halla en re- lacién directa con el consumidor, sea que ejecute la obra por encargo de par- es (47), sea que él mismo comercialice los articulos producidos (48). trabajador a domicilio, en cambio, produce por cuenta de empresarias que Je encomiendan tareas “para lucrar con Ia venta del producto de ese trabajo sxtremadamente til para los comitentes, para quienes los pro ba dela definicion del campo ea 98 HEGTOR-HUGO BARBAGELATA sano percibe por los articulos itegro del trabajo que incorpo- es remunerado meramente por un fa, mientras que el trabajador a dom salazio (49), Existen otras diferencias en el modo de operar de artesanos y trabaja es a domicilio, que parecen menos relevantes para la caracterizacién ju- de uno y otros. Asi por ejemplo, la que tiene que ver con la eircuns- de que el artesano produce articulos terminados, mientras que el trabajdor a domicilio se integre cada ver més e un proceso en que tiende a dominas Ia especializacién. Sin embargo, la complementariedad resultante, debe ser entendide respecto del proceso externo, puesto que, como muy apropiadamente lo aclara la legislaciOn francesa, la'reunién de trabajadores @ domicilio en un mismo local para la ejecucién de tareas complementarias en- tre si, convierte a dicho local en un taller ordinario, sujeto ala legislacion la- bora comiin (50). 678.- Del mismo modo, no parece que deba alterar la calificacién del trabajador a domicilio, la naturaieza del establecimiento que encarga el expresamente establecido la legislacion francesa (51), ni tampoco el cardcter de la labor encomendada (5: la bor con tl au 9 0 de la labor ejecutada (Sent, 90/982 del 23.V.1962 in LJU nim. 865, nota 3. realizaci recto con En efect 10 parece razonable imponer al trabajador a domicilio, limi stad de trabajo que generalmente no condi- cionan el amparo de la le; Taboral a las demés categorias, maxime cuando procediendo de ese modo aumenta el riesgo de evasién de las obliga- teiones legales, bajo el relativamente sencillo expediente de simular operacio- hes por cuenta del propio trabajador (53: ‘Con mayor raz6n atin, no parece justificado que se exija, para el reco- nocimiento de la calidad de trabajador a domicilio y el disfrute’de los beneti- empleador, puesto que tal texclusividad no es generalmente considerada esencial en la caracterizacién de la de trabajo, De todos modos, son varias las legislaciones que han entendido oportuno establecer de modo expreso que ferente, a los fines de Ia ealificacién como trabajador a domicilio, que el sujeto ejecute ‘areas para uno o varios dadores de trabaj Piiblico. 679, - En cuanto al luger de trabajo, la exterioridad y real independen. cia fisica del mismo, respecto de establet ‘efectivamente un requisito esencial, pero no posee la significacion de los an- terionmente examinados. En efecto no conduce @ excluir la modalidad del campo del derecho laboral ni apli sino a someterla al régimen comin del trabajo interno, tal cual se establece de modo categorico en varias legislaciones (como Ia de México, LFT, art. En todo caso, algunas legislaciones parecen supeditar la normas relativas al trabajo a domicilio al hecho de que la labor sea ejecutada det propio trabajador (p.¢), CST Colombia, art. 90; RLT (©. ej.: CLT, Brasil, art. 83, a los efectos de la atribucién del salario minimo; ley peruana 8514 de 1937, art. 2o., etc, igeia" in ELL, Suppl. 14, 1980 nim. 100 HECTORIUGO BARBAGELATA 680.- La exigencia de continuidad 0 habitualidad en la ejecucién de trabajo a domicilio, no difiere en principio de la que se suele plantear respec. to de otros vinculos, para que se acepten como relaciones de trabajo. En ese sentido, figura en 1a caractérizacién del trabajador a domicilio de varias legis- 0 es postulada por la doctrina (57) argo, se sostiene desde hace bastante tiempo, que en la relacién domicilio no es necesario que la continuidad’ revista lel trabajo intemo (58) y la tendencia actual de la legis oral sezia la de slo reclamar continuidad, o una cierta frecuencia en la eje- cucién de tareas, para el reconocimiento de algunos derechos, como por ejemplo la indemnizecién por despido (59). En todo caso, como lo especifica muy claramente la legislacién francesa, la obligacién del dador de trabajo de someterse a las disposiciones legales sobre trabajo a domicilio, debe reputar- se independiente de 1a regularidad o habitualidad con que ocupe a uno varios trabajadores 2 domicilio (60). § 9, Elestatuto del trabajador a domicilio (ETD) 681.- En el Uruguay no cabe hablar de un estatuto del trabajo a domi: cilio en sentido estricto, pues las normas respectivas no poseen formnalmente el desarrollo y 1a organicidad que autorizan a calificarlas de esa manera. Empero, por extensin, puede emplearse el término, en atencion al hecho de que efectivamente existe un cierto niimero de disposiciones legales y re. lamentarias que atienden al particularismo histérico de la modalidad configurando variantes considerables respecto del esquema basic de cién laboral. En todo caso, el progreso aluvional del régimen, no perm: bosquejar con claridad una determinada linea y hace innecesario un enfoque de su evolucién como el que se encaré en el capitulo anterior respecto del ETR 3.1, Campo de aplicacién del ETD. 882, - Una primera y fundamental particularidad del ETD consiste en ‘elimitacién objetiva de su campo de aplicacién a partir de la descripcio de las situaciones en que hay produccién a domi sujetos que intérvienen en la relacién que genera. 0 sea, ue en el derecho uruguayo no es necesario indagar sobs leza jurfdica de esa relacién (62), puesto que basta para la apl DERECHO DEL TRABAO 201 con que se detects I coinconcia de a stuacin de hecho plantas a oodkldad ta como ba odo caectriacn por a leglacion (63) |. La referencia bisica para el encuadramiento del trabajo a domi- cai y para Is aliiacin del ack en Los temminos de leplacion del trabajo y de la prevision social, consta en una disposicidn dela ley 9.216 de 23 de enero de 1984, que ha sobrevivido ala derogacién y sustitucién de los restantes, Conforme al art. 20, de dicha ley,en efecto, se reconoce o declara en los casos de produccién encargada a domiciio por una persona, bei er comereio, el empresusio.o contitista del trabajo debe ter considerado 7 fa todos los efectos de la legislacién sobre jubilaciones y las futo, que yo en ese momento abarcaban la taifacionsalaval, nes o to trae goe de algunos Donen que con el comer "Shop's incerperdon a i Toglaigs spor tales com ln inde tor Bepid fe Neenla sual sucldo anvel omplementaro, lor feiador fo raaconal® Sin ermargoeobre toi el ten ie do que cl emprsario que feeure aa prod amen ln apes es tar en lo posible sometido a ceales que el empresario establecido respec exprom voluniad da legidador de 1934 de 1 cytisntesings basins andes enable Shu domietio (V7, supra numerales 671 7 BOE 102 HECTOR-UGO BARBAGELATA 684. ~ La consideracién del dador de trabajo a domicilio como patro- 7o, fue sistematicamente confirmada y en cierta forma consolidada o supera. da por la legislacién subsiguiente que le atribuye directamente esta califica, cién (66). Pero, dada la necesaria reciprocidad de Ia figura del patrono con la del frabajedor, la calificacién del primero, implica el reconocimiento de que quien ejecute las labores encomendadas debe acceder a los beneticios y pro. teecién que se acuerdan a todo aquel que se halla bajo una relacién de trabe. Jo 9 servicio. Es decir, que definido el dador del trabajo como patrono ha uedado simultdneamente definida la figura del trabajador a los efectos de la legislaci6n social, sin que sea dable reclamar, para que se le reconozea como tal, el cumplimiento de ninguna condicién o exigencia que no derive clara y explicitamente de la legislacion respectiv: En particular, debe tenerse presente que en ningin texto nacional se su- pedita el goce de los beneficios de la legislacién laboral por los trabajadores Gomicilio a la caracterizacién de la subordinacién juridica, ni una exigencia Ge esta clase puede considerarse sobreentendida, Antes bien, lo que muy cla- Tamente parece haberse tenido presente es la realidad del mundo del trabajo a domicilio, para reconocer en funcién de ella, como trabajadores y beneti. clarios de la proteccién laboral, a todos los que no pudiendo ser considerados dadores de trabajo o puros intermediarios, participan efectivamente en la eje- ccucién de las tareas encomendadas por éstos. 3.2, Diversas categorias de trabajadores a di 685.- En la legislacién uruguaya, la expresién trabajadores a domicilio es empleada en sentido genérico, con el aleance que acaba de establecerse, en el articulo Io, de la ley nim. 13.555 y en varias disposiciones reglamentarias ( A su veo, bajadores a domicilio, (ey 13.585, art. 2; D. 845) chos (D. 19.VIL.1840, art, ; »), también denomingdos en’ algunos, te8t stalleristas, (por 9.521, art. 13) u-obreros talleristas (D, 645/975, art. 7o,) subrayando brided de la figura, Gomo luego se vera, no son éstas las tinicas categories de personas que Participan en la ejecucién del trabajo a domicilio, pero son los divectos dedt hnatarios del ETD. 686.— Al tenor de las diversas normas que rigen esta modalidad, las fi- min el hecho de mediar el encargo de una 9.216, art. 2), pard ejecutar un trabajo por en la propia habitacién'o°en taller que notenga, art, Lo. de la ley 19.218; art. 6, L. fe. in LE, t. I, pardgrafos 777,778, el téemino utilizado alos mismos efectos es el de 12;V. LL, tH, pardy. 872), ain ate eae DERECHO DEL TRABAsO 103 comunicacién directa 0 indivecta con ots locales en qu estén ext! ood (L. 9.91 tities de trabajo o de operaciones comercial 0 industrial rine panalo, by a D-10.VIL1940, 2.29 2) (68 ‘Asimismo, es condicién comin a’ todos los trabajadores a domiclio de- sarrollar su actividid pafa intermediarios, comerciantes o industrales, que cambio de'ta retribucién por la tarea encomendada, disponen del producto, para continuar su elaboracién y para si colocasién en el mercado. O sea que, ‘en principio, el trabajador a domiciio, no puede vender par cuenta propia ni dizectamente al piblico, aunque eventualmente el decreto de 19.VIL1940 en su articulo 8.0) admitié que sel trabajo fuera mixto, es decir, ejeutado pa- reel piblico y para dadores de trabajo a domiciio (patronos), debe ser consi derado en su totalid (68). En todo caso, ninguna de Ia legislacién sobre e personal ocupado durante la jornada legal, edictada por el 1940, tiene su fundamento en el princi 5o.), sobre limi 5.350 (art. or lo que no cabe cazacterizar emo y externo, como un con- dicionamiento del trabajo a domicilio. 686 bis. - Faltaria agregar, simplemente, que para que los trabajadores a omicilio puedan alegar esa condi or despido, le ley 13.555 les imp jubilatoria, Pero obviamente se trata de una exigencia qu Puede ser estendida como trasuntando el propésito de luchar contra la e sién de aportaciones y corregir la generalizada tendencia a denunciar y tratar de hacerse reconocer servicios de esta clase en oportunidad de pretender el oce de la pasividad, como tal debe sér Interpretada restrictivamente. O sea que lane ‘no podria impedir el reconocimiento de la calidad de tra- bajadora domicilio y serta de todos modos un defecto subsanable. 687.- En la calificacién de los trabajadores a domicilio segin el dere- cho uruguayo no figura, como ocurre en cambio en la legisl otros paises por ejemplo en Francia (CT, art. L. 721-1, Lo. rencia ala forma de la remuneracién, o a su carécter “forfaitaire’ A ese respecto, las previsiones del art. 2 de la ley 9.216, tanto como las posteriores, son suficientemente claras como para que, sin necesidad de un texto expreso que lo declare, -como el que figura en las legislaciones de Mé- 233.2-, pueda afirmarse terminante- mente que la forma de es indiferentes a los efectos de carac- terizar al patrono en el trabajo a domicilio y que la introduecién de modali- dades participativas en los resultados o de otra clase, en nada altere la natura- leza de la relacién entre los dadores de trabajo y los obreros a domicilio. Alo » 10 que podria ocurrir, es que se deba tener por “nula de pleno dere- en ese sentido, si de ella resulta “un salario inferior a la ’, como lo establece el pérrafo final del art. 11 de la ley 9.910-, ¥ que coresponda el “reintegro” de las diferencias adeudadas y los, dafios y perjuicios (art. 12) Por lo demés, es perfectamente comprensible que no puede condicio- narse el reconocimiento de la relacién laboral en el trabajo a domicilio a la adecuacién formal con un sistema de remuneracién, abriendo la posibilidad a todo género de fraudes y simulaciones (71), cuando lo que importa averiguar es inicamente si el trabajo se ejecuta a domicilio por cuenta del estableci- ‘miento que lo encargé (Ley 9.910, encabezamiento del artfculo 1o.). xico, LFT, art. 314, 0 Panamé, CT, 688. Una vez cubiertas las exigencias bisicas para el reconocimiento la condicién de trabajador a domicilio, se estard ante un individual u obrero a domicilio propiamente Jo., 2.a) y 40. (72), Debe tenerse presente, sin embargo, que al menos en el gremio de la costura de telas, la eventualidad de ayuda a terceros, aunque sean miembros, de la familia, parece incompatible con la calificacién del obrero propiamente dicho. En efecto, por un lado el decreto de 30/VIMI/1948, reclama que éste realice su labor “personalmente, sin ayudantes”, sirviéndose de una sola ma- hace el art, 12.) de dicho deeceto, entre los ayudantes mi iia del obrero Y ese aolo sprendiz permitide bajo la dniea condicign de que “tabaje a st ndo™ DERECHO DEL TRABAI0 105 ley nim. 12.242 daa entender 4quina de limitada potencia (73) y por ot tarea ayudado por otros, aun- que se vuelve tallerista todo el que ejecut que sean miembros de su familia (74). 689, - En cuanto al tallerista, por poseer, ~como los propios textos lega- les lo admiten-, rasgos de “patrono” (L. 9.521, art. 18) (75), 0 de “peque. fio empresario” (D. de 19.11.1940, art. 10.2.b) para que pueda ser conside. rado.trabajador a domicilio debe, ademés de contribuir personalmente a la produccién (Ley 12.242 art. 1; D. de 1940, art. 1o., .b), lenar varios requi- sites, En particular, las normas de algunos sectores de actividad, establecen el niimero miximo de los colaboradores o ayudantes que pueden trabajar en el taller domiciliario (76) y, a veces, también supeditan el reconocimiento de la condicién de talleista aque las maquinas de que disponga, no excedan en xiimero y potencia las prescripciones respectivas (77). Asimismo, para que haya lugar a dicho reconocimiento, la ley 12.242 ha impuesto otras exigen- cias que, segiin se dijo antes, no son de la esencia del trabajo a domicilio (78), ‘como la de recibir todos los materiales de los comerciantes e industriales para los que efectian el trabajo y de no realizar, ninguna operacion por cuenta propia o ventas directas al piblico, ‘Algunas normas han previsto también circunstancias descalificantes, co- mo lo son, segin el decteto de 30.VIII.1948, la entrega para que sea hécha fuera del taller, de alguna parte del trabajo que se contraté con un comercian- te o industrial, o el tener constituida una sociedad comercial en el mistno ra. consecuencia inevitable, aunque se den los de- ‘omo trabajador a domi- lo 3 del citado decreto tales supuestos, es acién como patrono y ni encabezamiento del art thei‘ mbteneatacon poiag exeepbe th tae as rere gu sn de pce, por anon co tla expen del cid ds .06 HECTOR HUGO BARBAGELATA 690. A todos los que ejecutan el trabajo a domicilio en comuin par- tiendo el producto de su actividad, nim. 12.242 los reputa talleristas, con tal que en conjunto no excedan el maximo de personal tolerado en los talleres domiciliarios y las demas condiciones exigidas (8 Cabria preguntarse si tal criterio seria igual dad de trabajo con esas caracteristicas, que tam sidos por la ley 18.481 de 21 de junio de 1986 (arts. 1 y 2) y bajo sus termi os, se hallare en goce de personeria Juridica como cooperativa de produc- clon. En efecto, la ley de 1966, considera a la cooperativa como la empleado- de quienes, cualquiera sea su calidad, trabajan dentro de ella y con esas re. clones, las que quedan bajo la proteccién de la legislacion laboral y de pre- © sea, que todo parece restringir Ia calificacion de talleristas, otorgada por la ley 12.242, a la hipdtesis de la comunidad no organizada co: mo cooperativa, donde las relaciones laborales con terceros conservan su in Gividualidad, aunque obviamente uno de los comuneros represente @ los de- mas en su trato con la dadora de trabajo. 691.- Segin ya hubo ocasién de ponerlo de relieve, el personal asala riado que ayuda al fallerista, queda en principio bajo la proteccion de la legis- lacion laboral comiin, y no podria ser confundido con un obrero a domicilio. Asimismo, los ayudantes deben ser pagados por el tallerista, conforme a las tatifas correspondientes al personal interno de las respectivas actividades, Sin embargo, por lo menos a ciertos efectos, como el goce de ‘anual, del salario vacacional y del SAC, los obrerds a sueldo mensual 0a destajo de los talleres domiciliarios son englobados en el régim: trabajadores a domicilio. Por otra parte, no puede dejarse de reconocer lo complejo de las telacio. hnes que se crean y Ia factibilidad de que et efectos y en determinados casos-, como patrono de sus ayudantes, sin perjui- cio de la eventual responsabilidad patrimonial del dador de trabajo (81). 692. - Respecto de los ayudantes familiares, la legislacién nacional, como Ia de la mayoria de los paises, contiene pocas disposiciones y las siones que a ellos hace el derecho interno e internacional del trabajo, son para autorizar o decretar su exclusién de la normativa laboral (82). Empero en el derecho internacional (83), tanto como en el comparado, cabe sefialar pro: ‘0 los convenios revisidos sobre edad de admisin en os trabsjos © sobre trabajo nocturno en Is industria (nim, 90), ya no te t2. DERECHO DEL TRABAIO 107 sgresos que, en alguna medida, trasuntan el proceso de democratizacién de las, sociedades domésticas (84). n la legislacin uruguaya no hay una norma que decrete la ex- jn genérica del ayudante familiar de un taller domiciliario del émbito de gislaci6n laboral, pero el decreto reglamentario de 1940, en su artfculo ‘cuando exceptia a los que trabajan en los talleres de relativa a la sujecidn a ella de los ayudantes de los Lo que si esté expresamente dispuesto por la ley, es Ia interdiccién del ‘acceso de los inspectores de trabajo a los talleres de familia, salvo expresa au- torizacié lo podri otorgarse cuando “tuvieren noticia fundada de infracciér previsiones sanitarias 0 de higiene y seguridad, u otras obli- gaciones legales (art. 4, ley 9.910). No obstante, parece indudable que después de Ia sancién de la ley 12.242, la totalidad de los miembros de un taller de familia que funcione co. mo una comunidad de trabajo, inclusive los que ayudan a sus cOnyuges, de- ben ser considerados tall es decir que son trabajadores a domicilio a todos los efectos legals ( 3.3, Formalidades y documentos de control. La legislacién uruguaya sobre trabajo a dom! jade como Espafa (ET, art. 13.2), o México (LFT, art. 318-3: ia exigencia de que se formalice por escrito (86). Empero, el propésito de facilitar le vigilancia de las autoridades inspec- ‘vas, que ostensiblemente persigue esa formalidad (87), se cumple, del mis- mo modo que en la mayoria de las legislaciones extranjeras, a través de otras medidas, tales como la inscripcién cle los dadores de trabajo y de los trabaja- Gores a domicilio en registros especiales, el libro de registro y planilla discri- rminativa de 1os trabajos realizadas por Ios obreros, la libreta de éstos y la eti- queta o inscripcién en los articulos fabricados 0 manipulados a domicilio. 694. La inscripcién obligatoria de los empresarios que den o encar- mien trabajo a domicilio en la inspeccién del trabajo u otros organismos and logos es un requisito bastante generalizado en el derecho comparado (88). En

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