La inquietud estaba latente, por todos los rincones de la
región Caribe retumbaba el eco de las parrandas, merengues, colitas, entre otras expresiones que se amenizaban a punta de acordeón, caja y guacharaca, grupo pequeño que interpretaba un ritmo musical que carecía de un nombre concreto y contundente, un sector la llamaba ‘Música Parrandera’, otro la denominaba ‘Música del Magdalena Grande’, y otro, ‘Música de Acordeón’. Valledupar es desde tiempos remotos el epicentro de una comarca repleta de pueblos pintorescos donde se respira jolgorio cada vez que celebran las respectivas fiestas religiosas en honor a su santo patrono, todas animadas por conjuntos de acordeones, en medio de un marco variado de actividades y concursos que las hacen atractivas: misas, procesiones, fandangos, castillos, varas de premios, vacas locas, la gigantona, carreras en sacos, la puerca pelá, el huevo en cuchara, entre tantos acervos que a pesar de la arremetida del modernismo, una que otra de esas expresiones aún se conservan incólumes. Es preciso relatar la enorme relevancia y aporte a la cultura musical y religiosa, a las costumbres y concursos mencionados, de las poblaciones del sur del hoy departamento de La Guajira, que formaron parte de la Provincia de Padilla (1871-1886), de ahí el nombre de ‘Provincianos’: La Jagua del Pilar, Urumita, Villanueva, El Molino, San Juan del Cesar, Distracción, Fonseca, Barrancas y Hatonuevo. La Ley 25 del 21 de junio de 1967, firmada por el presidente de Colombia, Carlos Lleras Restrepo, segregó al departamento del Magdalena y creó al Cesar, nuevo territorio que se inauguró el 21 de diciembre de 1967. Ese día, Lleras Restrepo posesionó como primer gobernador a Alfonso López Michelsen, quien estuvo hasta el 14 de agosto de 1968. El doctor López, a posteriori, presidente de la República de Colombia durante el periodo 1974-1978, tenía ancestros en esta zona: su abuela paterna, Rosario Pumarejo de López fue una vallenata raizal. ‘La Leyenda Vallenata’ Cuatro meses después llegaría el 26 de abril, con una tradición histórica de 391 años: ‘La Leyenda Vallenata’, que en resumen se refiere a un hecho que ocurrió el 27 de abril de 1576: ante la noticia desagradable del indígena ‘Antoñuelo’, el cacique de Los Tupes, Coroponaimo, y su hijo Coronaimo, se unieron con otras tribus para arremeter contra los españoles para vengar la humillación de la hispana Ana de la Peña a la india Francisca (miembro de su servidumbre), a quien azotó y le cortó las trenzas, celosa porque pensaba que entre la nativa y su marido Antonio de Pereira existía una relación sentimental. Los indígenas incendiaron las casas y mataron a una buena cantidad de españoles. A lomo de caballos comenzó la persecución, cuando los nativos llegaron a la laguna Sicarare (ubicada entre Codazzi y Casacará) intuyeron que sus enemigos se detendrían a beber, por ello contaminaron el agua con barbasco. Los hispanos tomaron y se envenenaron, pero surgió la figura de una hermosa mujer (La Virgen del Rosario o ‘La Guaricha’, en lengua indígena), con un báculo los tocaba y los volvía a la vida. Los españoles vencieron a Coroponiaimo y Coroniaimo, pero en una nueva aparición de la Virgen del Rosario, los revivió, ellos en un acto de agradecimiento se postraron ante la figura celestial y se convirtieron al catolicismo. Esos actos de amor, paz y fe que la Virgen del Rosario sembró entre los españoles, indígenas y negros, permanecían entre los vallenatos, es así como Consuelo Araujo (1940-2001), Rafael Escalona (1926-2009), y Miriam Pupo de Lacouture propusieron al gobernador López Michelsen (1913-2007), que a la par de enaltecer a ‘La Guaricha’ con su tradicional fiesta religiosa, donde los indígenas escenificaban la referida leyenda, en un acto anual que denominaban ‘Las Cargas’, así mismo, el 26 de abril exaltar a través de un concurso a los ejecutores del acordeón y a los compositores de una música que gracias a la genialidad de ‘La Cacica’ y un grupo de amigos comenzaron a llamar ‘Vallenata’. Es decir, el nombre Festival de la Leyenda Vallenata no está ligado a ningún caso que se relacione con esta música. Surgió una talanquera, se corría el riesgo de querer proyectar al Valle del Cacique Upar, la recién instituida capital del nuevo departamento del Cesar, a través de un Festival que lograra escalar una manifestación musical que no era aceptada por las altas esferas sociales, pero la visión de Consuelo, Escalona, Pupo y López, fue más allá y se le midieron al reto. Aracataca, el antecedente El grupo tenía como antecedente al ‘Festival de la Canción Vallenata’ que se llevó a cabo el 17 de marzo de 1966 en Aracataca (Magdalena), que algunos prefieren llamar una ‘Pachanga’, ‘Parranda’, o ‘Encuentro de Amigos’. Sus promotores fueron Gabriel García Márquez (quien le pidió a Escalona que les reuniera a los mejores conjuntos de acordeón para oír todo lo que se había compuesto en los siete años que estuvo fuera de Colombia), Álvaro Cepeda Samudio, Rafael Escalona y el cataquero Carmelo Correa. Participaron ‘Colacho’ Mendoza (el ganador), Alberto Pacheco, Julio Bovea y sus Vallenatos, Julio De La Osa, Alfredo Gutiérrez, César Castro, Andrés Landero, y Pedro José Castro. Entre el 27 y el 30 de abril de 1968 se llevó a cabo el primer Festival en Valledupar, con una sola categoría, acordeoneros, participaron Alejo Durán (Rey), Ovidio Granados (segundo), Luis Enrique Martínez (tercero), Emiliano Zuleta Baquero (descalificado), ‘Toño’ Salas, Abel Antonio Villa. Como artistas invitados estuvieron ‘Las Universitarias’ de Rita Fernández. El presentador fue el cartagenero Adolfo Acuña Porras. La tarima en madera la construyó Augusto Manuel Cárdenas, la ubicaron debajo del palo de mango de la Plaza Mayor. El sonido lo amplificó Antonio ‘Toño’ Sagbini.