Está en la página 1de 4

Así nació el Festival Vallenato

Por AGUSTÍN BUSTAMANTE TERNERA


agustinbus1992@hotmail.com

La inquietud estaba latente, por todos los rincones de la


región Caribe retumbaba el eco de las parrandas, merengues,
colitas, entre otras expresiones que se amenizaban a punta
de acordeón, caja y guacharaca, grupo pequeño que
interpretaba un ritmo musical que carecía de un nombre
concreto y contundente, un sector la llamaba ‘Música
Parrandera’, otro la denominaba ‘Música del Magdalena
Grande’, y otro, ‘Música de Acordeón’.
Valledupar es desde tiempos remotos el epicentro de una
comarca repleta de pueblos pintorescos donde se respira
jolgorio cada vez que celebran las respectivas fiestas
religiosas en honor a su santo patrono, todas animadas por
conjuntos de acordeones, en medio de un marco variado de
actividades y concursos que las hacen atractivas: misas,
procesiones, fandangos, castillos, varas de premios, vacas
locas, la gigantona, carreras en sacos, la puerca pelá, el
huevo en cuchara, entre tantos acervos que a pesar de la
arremetida del modernismo, una que otra de esas
expresiones aún se conservan incólumes.
Es preciso relatar la enorme relevancia y aporte a la cultura
musical y religiosa, a las costumbres y concursos
mencionados, de las poblaciones del sur del hoy
departamento de La Guajira, que formaron parte de la
Provincia de Padilla (1871-1886), de ahí el nombre de
‘Provincianos’: La Jagua del Pilar, Urumita, Villanueva, El
Molino, San Juan del Cesar, Distracción, Fonseca, Barrancas
y Hatonuevo.
La Ley 25 del 21 de junio de 1967, firmada por el presidente
de Colombia, Carlos Lleras Restrepo, segregó al
departamento del Magdalena y creó al Cesar, nuevo territorio
que se inauguró el 21 de diciembre de 1967. Ese día, Lleras
Restrepo posesionó como primer gobernador a Alfonso López
Michelsen, quien estuvo hasta el 14 de agosto de 1968. El
doctor López, a posteriori, presidente de la República de
Colombia durante el periodo 1974-1978, tenía ancestros en
esta zona: su abuela paterna, Rosario Pumarejo de López fue
una vallenata raizal.
‘La Leyenda Vallenata’
Cuatro meses después llegaría el 26 de abril, con una
tradición histórica de 391 años: ‘La Leyenda Vallenata’, que
en resumen se refiere a un hecho que ocurrió el 27 de abril
de 1576: ante la noticia desagradable del indígena
‘Antoñuelo’, el cacique de Los Tupes, Coroponaimo, y su hijo
Coronaimo, se unieron con otras tribus para arremeter contra
los españoles para vengar la humillación de la hispana Ana
de la Peña a la india Francisca (miembro de su servidumbre),
a quien azotó y le cortó las trenzas, celosa porque pensaba
que entre la nativa y su marido Antonio de Pereira existía una
relación sentimental.
Los indígenas incendiaron las casas y mataron a una buena
cantidad de españoles. A lomo de caballos comenzó la
persecución, cuando los nativos llegaron a la laguna Sicarare
(ubicada entre Codazzi y Casacará) intuyeron que sus
enemigos se detendrían a beber, por ello contaminaron el
agua con barbasco. Los hispanos tomaron y se
envenenaron, pero surgió la figura de una hermosa mujer (La
Virgen del Rosario o ‘La Guaricha’, en lengua indígena), con
un báculo los tocaba y los volvía a la vida. Los españoles
vencieron a Coroponiaimo y Coroniaimo, pero en una nueva
aparición de la Virgen del Rosario, los revivió, ellos en un acto
de agradecimiento se postraron ante la figura celestial y se
convirtieron al catolicismo.
Esos actos de amor, paz y fe que la Virgen del Rosario
sembró entre los españoles, indígenas y negros,
permanecían entre los vallenatos, es así como Consuelo
Araujo (1940-2001), Rafael Escalona (1926-2009), y Miriam
Pupo de Lacouture propusieron al gobernador López
Michelsen (1913-2007), que a la par de enaltecer a ‘La
Guaricha’ con su tradicional fiesta religiosa, donde los
indígenas escenificaban la referida leyenda, en un acto anual
que denominaban ‘Las Cargas’, así mismo, el 26 de abril
exaltar a través de un concurso a los ejecutores del acordeón
y a los compositores de una música que gracias a la
genialidad de ‘La Cacica’ y un grupo de amigos comenzaron
a llamar ‘Vallenata’. Es decir, el nombre Festival de la
Leyenda Vallenata no está ligado a ningún caso que se
relacione con esta música.
Surgió una talanquera, se corría el riesgo de querer
proyectar al Valle del Cacique Upar, la recién instituida capital
del nuevo departamento del Cesar, a través de un Festival
que lograra escalar una manifestación musical que no era
aceptada por las altas esferas sociales, pero la visión de
Consuelo, Escalona, Pupo y López, fue más allá y se le
midieron al reto.
Aracataca, el antecedente
El grupo tenía como antecedente al ‘Festival de la Canción
Vallenata’ que se llevó a cabo el 17 de marzo de 1966 en
Aracataca (Magdalena), que algunos prefieren llamar una
‘Pachanga’, ‘Parranda’, o ‘Encuentro de Amigos’. Sus
promotores fueron Gabriel García Márquez (quien le pidió a
Escalona que les reuniera a los mejores conjuntos de
acordeón para oír todo lo que se había compuesto en los
siete años que estuvo fuera de Colombia), Álvaro Cepeda
Samudio, Rafael Escalona y el cataquero Carmelo Correa.
Participaron ‘Colacho’ Mendoza (el ganador), Alberto
Pacheco, Julio Bovea y sus Vallenatos, Julio De La Osa,
Alfredo Gutiérrez, César Castro, Andrés Landero, y Pedro
José Castro.
Entre el 27 y el 30 de abril de 1968 se llevó a cabo el primer
Festival en Valledupar, con una sola categoría, acordeoneros,
participaron Alejo Durán (Rey), Ovidio Granados (segundo),
Luis Enrique Martínez (tercero), Emiliano Zuleta Baquero
(descalificado), ‘Toño’ Salas, Abel Antonio Villa. Como
artistas invitados estuvieron ‘Las Universitarias’ de Rita
Fernández. El presentador fue el cartagenero Adolfo Acuña
Porras. La tarima en madera la construyó Augusto Manuel
Cárdenas, la ubicaron debajo del palo de mango de la Plaza
Mayor. El sonido lo amplificó Antonio ‘Toño’ Sagbini.

También podría gustarte