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Tutor de la Materia:
Abog. LISVEY FERNANDEZ
Alumno:
Roger Hocton Appelshauser vivas
C.I 12.251.195
Seria apropiado iniciar este ensayo citando a tres grandes hombre que han marcado
una trascendental influencia en la ética y la moral en el ejercicio de la ardua y
desmeritada profesión de la abogacía y del derecho; pero no sin antes hacer
mención a un libro de los cuales se nos recomienda leer cuando iniciamos los
estudios de la carrera del derecho “el alma de la toga” escrito por Ángel Osorio y
Gallardo, abogado y escritor, quien en una afán de describir la actividad del abogado
categorizo (despectivamente) a un punto para algunos estudiosos y críticos a los
abogados en dos clases: los litigantes que dirimen en los tribunales controversias a
través del arte del litigio y esos otros abogados dedicados a los documentos; hoy
día cuando el sistema procesal esta orientado a la oralidad pareciera cobrar mayor
fuerza su tesis ante un sistema educativo que perdio aquellos principios donde se
esgrimía la calidad sobre la cantidad, hoy es una realidad que una masificación
indiscriminada de profesionales egresados de las diferentes casas de estudio es el
resultado de las políticas mal orientadas del estado, donde se otorgan títulos de
pregrado sin mayor esfuerzo en algunos casos que la mera asistencia, la amistad o
los compromisos políticos por no ahondar en campos mas profundos de la
corrupción.
“Decálogo del Abogado” según Ángel Ossorio y “Decálogo del Abogado” según San
Ivo patrono de los abogados todos ellos cargados de ética, moralidad, apego a la
justicia y respeto al cliente, pero ¿cómo lograr esto si nos apartamos del estudio del
aprendizaje? Es imposible… el abogado esta obligado a ser un amante asiduo del
aprendizaje constante y su mejoramiento profesional.