La palabra sentencia, proviene de la voz latina “sentiendo”, que equivale en
castellano a sintiendo; es decir, juzgando, opinando, porque el juez declara y opina con arreglo las normas, los asuntos de su jurisdicción y competencia. Lino Palacio, define: “Como el acto del órgano judicial en cuya virtud éste, agotadas las etapas de iniciación y desarrollo, decide actuar o denegar la actuación de la pretensión o petición extra contenciosa que fue objeto del proceso”. El presente es una reflexión sobre la importancia del lenguaje jurídico de la sentencia como una herramienta de comunicación entre la autoridad (juez) y la ciudadanía, en el contexto de la consolidación del Estado. En lo teórico, la sentencia es vista no sólo como la decisión judicial, sino como la forma en que los tribunales de justicia expresan su voz. Por ello, el artículo señala la complejidad existente en el lenguaje jurídico, recomendando su transformación en la sentencia como una herramienta útil para la construcción de un verdadero lazo comunicativo y no convertirse en un obstáculo que aísla y separa. Salvador O. Nava Gomar, señala a la sentencia como palabra e instrumento en su disertación sobre el lenguaje jurídico, una cita por demás elocuente del filósofo y humanista español Luis Vives, que alude dos prioridades de la incumbencia directa del juzgador: la justicia y la palabra, teniéndose que el Derecho es cultura, como una disciplina esencialmente humana donde convergen valores, principios, reglas e influencias sociales, éticas, políticas, económicas, históricas e incluso técnicas, que en su conjunto dan a éste la riqueza y complejidad que lo caracterizan. Recogiendo lo señalado por el maestro Luis Recaséns Siches, que regulaba que el Derecho es vida humana objetivada. El Derecho es un medio al servicio de las comunidades para que éstas puedan alcanzar determinados objetivos. En consecuencia, no puede ser considerado como fin en sí mismo ni como entidad autónoma, aislada y desvinculada del hombre, pues su propósito radica en servir a este último como instrumento eficaz de solución de conflictos propios de la convivencia, con civilidad y justicia. En particular, respecto a la faceta del derecho procesal donde se inserta como acto privilegiado la sentencia judicial, de lo que distinguidos jurisconsultos como Couture, Carnelutti y Rocco, quienes sustentan que dicha disciplina jurídica es un instrumento para la tutela de la dignidad y la libertad humana que se concreta mediante la humanización de la justicia judicial, su contenido social e interés público. En tal sentido, un aspecto de vital importancia para que el Derecho mantenga su esencia y cumpla dichos propósitos, el lenguaje empleado en sus actos de interacción comunicativa con la sociedad, como la sentencia judicial, se debe tener con simplicidad, de forma clara y comprensible para las personas. Sin embargo, el lenguaje jurídico actual puede distar de tal objetivo, pues se observan en algunas deficiencias que estas se alejan cada vez más de la sociedad. Teniéndose que el lenguaje jurídico de nuestros días presenta aspectos negativos que lo demeritan, a saber: 1. Es arcano, puesto que pretende obedecer a una creación superior sólo al alcance de los juristas iniciados, ajeno al ciudadano común, lo que se traduce en un hermetismo en el discurso jurídico y modalidad del poder o concepción 2. Es especial, toda vez que con el avance de la civilización favorecía el desarrollo de ciertas lenguas especiales, se advierte que el lenguaje jurídico es especial por su carácter científico y su esencia argumentativa, lo cual, en exceso, se traduce en cualidad negativa que le hace escapar a la comprensión del ciudadano con capacidades y conocimientos ordinarios. 3. Es especializado¸ pues obedece a una singularidad expresiva propia de especialistas, es decir, de juristas, quienes tienden incluso a acentuar esa calidad del derecho al grado de convertir el discurso jurídico en oscuridad inentendible, en claves jurídicas y decisiones judiciales que sólo quedan en poder de expertos, como jerga inaccesible a los ciudadanos. 4. Es sobrecargado y apelmazado, existen factores que propician la característica negativa de mérito, como vicios de redacción, utilización recurrente de palabras, reiteración de párrafos con el mismo patrón de fondo, abuso de adverbios, proliferación de gerundios e, incluso, puntuación deficiente e irregular. 5. Tiende al idiotismo expresivo, con base en lo previsto en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, el invocado término “idiotismo” corresponde al modo de hablar contra las reglas de la gramática, aunque propio de una lengua. Esto es, en el lenguaje jurídico actual se advierte inclinación por expresarse contra las reglas elementales de la gramática, y proliferan textos normativos en los que reina la pedantería en deterioro galopante del buen lenguaje jurídico. 6. Es conservador. No obstante el dinamismo de la sociedad contemporánea, la esencia del lenguaje jurídico reposa en una tradición de siglos, transmitida de generación a generación de juristas. El lenguaje jurídico se encuentra tan acuñado y ahormado. 7. El lenguaje jurídico enfrenta la necesidad de plasmarse en modalidades y contextos diversos, que dificultan una labor homogénea de concreción y simplificación. Así existen desde el lenguaje oral al escrito, desde la redacción de la ley como norma general a la elaboración de la sentencia como resolución judicial particular, desde el dictamen consultivo jurídico al texto doctrinal, desde el alegato forense a la conferencia o artículo. 8. Es inclinado al aislamiento y al complejo de isla. Esta última característica es consecuencia de las citadas con antelación, enfatizadas por el propio gremio de juristas o profesionales del Derecho; determinándose que ello obedece a que éste no es, en sí mismo, transparente, en tanto que no es fácil transmitirlo o comunicarlo a terceros con sencillez y claridad. pues de no resolver la referida problemática imperante en el lenguaje jurídico de nuestros días, en vez de que éste funja como una herramienta útil en la construcción de un verdadero lazo comunicativo, dicho lenguaje se traducirá en un obstáculo que aisla y separa cada vez más a la autoridad del gobernado, deteriorando asimismo, en forma grave y quizá irreversible, otros elementos cualitativamente superiores para el entendimiento, la convivencia y la cohesión social, esto es, el respeto, la confianza y la credibilidad de la ciudadanía en el Derecho, la justicia y las instituciones. A fin de ofrecer un marco referencial que permita contextualizar el tema en análisis, sintetizo algunas de las posiciones más destacadas sobre la naturaleza y notas distintivas de la sentencia. 1. Sentencia como silogismo lógico. Bajo un criterio estructural, la sentencia fue considerada como un silogismo equiparado al cálculo lógico-matemático de premisa mayor, premisa menor y conclusión (que incluso algunos planteaban como silogismo invertido: resultandos, los hechos; considerandos, el Derecho, y resolutivos, el juicio). El o los temas clásicos del pensamiento jurídico, que suele abordarse de manera muy distinta, según las culturas jurídicas y la época de que se trate. Pues la Sentencia como resolución judicial, se tiene que existen resoluciones diversas dictadas por el juez, dentro de las cuales se encuentra la sentencia. Así, por ejemplo, los decretos o proveídos de mero trámite que no impulsan ni ordenan el procedimiento, como la orden de expedir copias solicitadas; los autos que impulsan u ordenan el procedimiento, crean cargas, derechos u obligaciones procesales, como la admisión de la demanda, el emplazamiento, el obsequio de medidas precautorias o la admisión o desechamiento de pruebas; y las sentencias, que a su vez pueden ser interlocutorias, cuando atienden aspectos incidentales o accesorios vinculados con el procedimiento, o definitivas, que resuelven el fondo del asunto principal. En este último caso, la sentencia se identifica con la terminación, culminación o conclusión integral, normal y natural del proceso o litigio. La sentencia como decisión, declaración de la voluntad del Estado vía juzgador competente y acto central de la función jurisdiccional. Bajo esta óptica, la sentencia constituye un elemento de la mayor importancia democrática en un Estado constitucional de derecho, donde todos los actos de sus integrantes y, sobre todo, de quienes integran los órganos de poder, se someten al imperio del orden normativo. En tal sentido, es precisamente la sentencia dictada por el juez garante del régimen democrático, es el instrumento mediante el cual se salvaguardan los principios de certeza y seguridad jurídica, mediante la impartición de justicia con independencia, imparcialidad, objetividad y legalidad. La Sentencia como documento formal y solemne. La importancia de la sentencia radica en que éste y debe ser fiel reflejo de la voluntad del juzgador, Ya que el soporte físico y material de la sentencia abona en favor de la certeza y la seguridad jurídicas. Asimismo, es la sentencia un documento donde cristalizan con mayor obviedad los diversos aspectos que se abordan centralmente en el presente estudio, a saber: la sentencia como palabra e instrumento de comunicación; la sentencia como punto de encuentro entre el Derecho y la literatura, como género literario que exige rigor intelectual en su elaboración para alcanzar rectitud, claridad, congruencia y precisión; la sentencia estética, como condición que se traduce en dignidad, legitimación y justicia intrínsecas a la resolución judicial, y la sentencia en su dimensión orientadora, didáctica y pedagógica.
REQUISITOS DE UNA SENTENCIA.-
la sentencia como el acto jurídico procesal que emana de los agentes de la jurisdicción y mediante el cual deciden la causa o puntos sometidos a su conocimiento; como tal es la pieza escrita, emanada del tribunal, que contiene el texto de la decisión emitida. Mediante la sentencia el juzgador culmina con la relación procesal resolviendo en forma definitiva el conflicto suscitado ante el órgano jurisdiccional, empero, para que tenga validez esta resolución y surta efectos jurídicos contra las partes y terceros debe necesariamente cumplir con ciertas formas que establece la propia ley como garantía del debido proceso. El acto procesal más importante transcendente del proceso proviene de la sentencia, ya que representa el acto jurídico procesal donde se reúnen todas las potestades de la jurisdicción, y aún con discrepancias de pareceres, no quedan dudas de que en el juicio de derecho, simultáneamente acceden inteligencias sobre los hechos y adecuación en las normas. El producto es justamente la creación de una nueva situación o relación jurídica y, como sabemos que es el juez quién condena o quien absuelve, no la ley. Para que la sentencia sea válida debe necesariamente debe cumplir con ciertos requisitos de forma, ya que la sentencia, en definitiva es un juicio de carácter crítico donde el juez ha de resolver entre dos posiciones enfrentadas o bien, optando por una tercera que tenga para su voluntad y criterio, la esencia misma de la justicia. Coincidiendo con varios autores, existen dos deberes principales a respetar en la sentencia y ellos son la fundamentación y la congruencia, el apartamiento de estas reglas vicia y por ende la nulidad de la decisión judicial. Mediante la fundamentación de la sentencia se garantiza una resolución justa y legal donde las partes sepan en forma clara y evidente cual fueron los argumentos que el juez ha utilizado para acoger o rechazar sus pretensiones. Se menciona que la sentencia que carece de motivación, resulta descalificada por el vicio de nulidad, como así cuando la sentencia tiene fundamento insuficiente o equivocado, o bien que se afirma en consideraciones dogmáticas que no tienen en cuenta las circunstancias que fueron demostradas en la causa. La sentencia constituye una resolución definitiva, puesto que se distingue claramente de las otras que tienen características de interlocutorios o intermedias, ya que define la cuestión de fondo sometida al juzgamiento en cuanto regida por el derecho sustantivo. La sentencia es un acto solemne, ya que la ley procesal regula su estructura mediante normas de carácter impeditivo en lo que se refiere a sus elementos básicos, cuya inobservancia está conminada con nulidad, expresa o implícitamente. Otro requisito fundamental de la sentencia se denomina congruencia, que es la adecuación precisa entre lo pedido en la demanda y lo otorgado por la sentencia, es decir, la sentencia es la justa medida de lo peticionado oportunamente en la demanda. Por este principio, se supone que el juez no pueda considerar otras alegaciones que no hubiesen ingresado en la litis oportunamente, ni agregar otras que fuesen ajenas a la relación procesal. El juez sólo resuelve lo peticionado por las partes, es decir, se entiende por congruencia la conformidad que debe existir entre la sentencia y la pretensión o pretensiones que constituyen el objeto del proceso, más la oposición u oposiciones en cuanto delimitan ese objeto; de modo entonces, que se exige una rigurosa adecuación de la sentencia a los sujetos, el objeto y la causa que individualizan a la pretensión y a la oposición. La decisión expresa y positiva que la ley requiere debe estar en relación directa con las pretensiones deducidas en el proceso y con arreglo a las causas invocadas. Cualquier desvió conculcaría las reglas del juego que las mismas partes establecieron al trabar sus diferencias y concretar sus objetivos en el proceso. En la congruencia debe darse el triple orden de los sujetos, del objeto y de la causa petendi. Finalmente, la sentencia es un documento, su elemento material es indispensable en un derecho evolucionado para reflejar su existencia y sus efectos hacia el mundo jurídico. Este elemento material, hace que la sentencia sea perceptible y conocida y presupone la existencia de una forma mediante la cual, se representa y refleja la voluntad del juez, en la solución del conflicto. La mayoría de los códigos, señalan las formas solemnes e indispensables que debe reunir la sentencia. En la legislación nacional, regula la forma de la sentencia debe cumplir con ocho exigencias procesales y legales, las cuales son imperativas y obligatorias en virtud del enunciado la sentencia se dará por fallo y contendrá, sin embargo, esto no significa que si falta alguna de estas exigencias tenga que anularse el fallo. Básicamente, la sentencia en la legislación nacional debe contener el encabezamiento, la parte considerativa y resolutiva debidamente fundamentada y motivada. FORMAS DE SENTENCIAS Muchas veces, las sentencias se proyectan hacia el pasado porque el transcurso del tiempo durante la tramitación del proceso no debe perjudicar a quien tenía derecho, sino a quien obligó al litigio para reconocerlo. Los efectos de la sentencia en cuanto al tiempo varían según la naturaleza de la acción. Todos los fallos judiciales se dan para un tiempo y para una historia determinada. Luego, si esa historia cambia alterando el contenido mismo de la relación procesal. Parte de la doctrina sostiene que tiene un límite temporal y se demarca cuando en el ulterior transcurso cronológico cambian las circunstancias fundamentales que produjeron la decisión judicial. Empero, la limitación en el tiempo se produce no cuando el fallo queda sometido a su eficacia retroactiva o irretroactiva a una fijación temporal, sino cuando lo que dependa del transcurso del tiempo es la posibilidad de que la sentencia, subsistente en su eficacia intrínseca, pueda ser modificada o alterada. Para una mejor comprensión del efecto temporal de la sentencia, veamos la siguiente clasificación de cada uno de los distintos tipos de sentencia. Las Sentencias Declarativas, son aquellas que tiene por objeto la pura declaración de la existencia del derecho. Desde éste punto de vista, todas las sentencias revisten ese carácter; ya que tanto las constitutivas como las condenatorias, contienen una declaración del derecho, como antecedente lógico de la decisión principal. También se la define como aquellas que eliminan la falta de certeza acerca de la existencia, eficacia, modalidad o interpretación de una relación o estado jurídico. Las sentencias declarativas pueden ser positivas o negativas. Es positiva, cuando afirma la existencia de determinado efecto jurídico a favor del actor. Es negativa, cuando afirma tanto a favor del actor como del demandado, la inexistencia de determinado efecto jurídico contra ellos y pretendido por la contraparte. Pero hay sentencias que se concretan pura y exclusivamente a efectuar una declaración y se agotan con la misma, tales las llamadas de mera declaración, ó las que desestiman la pretensión jurídica sustentada judicialmente; ó que establecen la falsedad de un documento; ó que declaran probada la adquisición de la propiedad por prescripción; éstas sentencias, no van más allá de esa declaración. La actividad del órgano jurisdiccional se agota en la declaración de certeza; y finalmente no es motivo de ejecución. Además, la sentencia meramente declarativa, no requiere de un estado de hecho, contrario al derecho; si no que basta una incertidumbre sobre el derecho y por eso no obliga a nada, sino que se limita a declarar la existencia de una situación jurídica; vale decir que no es susceptible de ejecución, por ejemplo: la nulidad del matrimonio. Las Sentencias Constitutivas, son aquellas que luego de declarar la existencia del derecho; y, sin establecer una condena al cumplimiento de una prestación, crean, modifican o extinguen un estado jurídico, es decir, que estas sentencias contienen dos pronunciamientos: - El reconocimiento del derecho del actor frente al estado, para demandar judicialmente la constitución del nuevo estado jurídico que el ordenamiento civil garantiza. - La constitución del nuevo estado jurídico; ya sea haciendo cesar el existente, ya sea modificándolo, ya sea sustituyéndolo por otro. Así por ejemplo, el proceso que tiene por objeto provocar la rescisión del contrato de arrendamiento por incumplimiento del arrendatario antes del plazo pactado, tiende a lograr que el juez declare el incumplimiento, pero además, que resuelva el contrato. En todos estos casos, es menester que la sentencia constituya un estado jurídico nuevo. Sin ella, el derecho, permanecerá incambiable. Pertenece también a ésta clase de sentencias, aquellas que la doctrina la llama determinativa o específica; tal es el caso de una sentencia pronunciada por el juez de menores, estableciendo cuál de los padres ejercerá la patria potestad de los hijos. La característica de ésta sentencia es que, a diferencia de las condenatorias y declarativas que se aplican al pasado, sus efectos se extienden al futuro. La importancia de las sentencias constitutivas está en primer lugar, en el nacimiento de la nueva situación jurídica que sólo se obtiene mediante una sentencia judicial; es decir que la intervención del juez. Ej. El divorcio, aún por mutuo consentimiento de los cónyuges, sólo existe y será válido dentro de un proceso y a través de una sentencia que así lo declare, no se puede hablar de divorcio, sino se cumplen estos dos requisitos. Las Sentencias condenatorias, son aquellas que luego de declarar la existencia de derecho, imponen el cumplimiento de una prestación positiva (dar, hacer) o negativa (no hacer). Algunas veces, nace a raíz de la lesión del derecho ajeno, como en los casos de responsabilidad civil, de pérdida de la propiedad, de privación insatisfecha de los derechos del acreedor, la falta de pago. También nacen cuando se ha comprometido a abstenerse o a no realizar determinada propaganda, de no implantar cierta industria, de no instalar un comercio en determinado radio; en todos estos casos, se debe reponer el derecho lesionado, daños y perjuicios. La condena, consiste normalmente en imponer al obligado, el cumplimiento de la prestación; en conminarle a realizar los actos que la aprueban, o en deshacer lo que haya realizado. La sentencia de condena, constituye la función más frecuente del Poder Judicial, la que tiene extenso campo de acción y de más amplio desenvolvimiento en la actividad jurisdiccional. No es la única y no excluye las otras formas de tutela jurídica que hemos estudiado. REQUISITOS EXIGIBLES EN UNA SENTENCIA En primer lugar, la sentencia debe dictarse en un período de tiempo determinado en función del procedimiento del que se trate. Por norma general, el tribunal emitirá la sentencia varios días después de finalizar el juicio. Por otro lado, se exigen unos requisitos formales en las sentencias en cuanto al contenido y la explicación diferenciando entre algunas partes o secciones que se deben incluir: 1. Encabezamiento: con los datos sobre el lugar, la fecha, número de procedimiento, identificación de las partes, los abogados, etc. 2. Antecedentes de hecho y hechos probados: se explican de forma literal las peticiones de las partes que intervienen en el proceso y se expresa la realmente ocurrido según el criterio del juez y las pruebas existentes. 3. Fundamentos de Derecho: esta parte debe ir ordenada en párrafos separados y numerados que explican los argumentos jurídicos que han motivado la resolución en favor de una de las partes. 4. Parte dispositiva y fallo: contiene la decisión o fallo del Juez y se determina el futuro del acusado. Es obligatorio que la sentencia esté firmada directamente por el Juez o Magistrado que la haya dictado. Por último, es requisito legal que la sentencia contenga información sobre los recursos ordinarios que se podrán interponer contra la propia sentencia.