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COMPENDIO DE PSICOLOGÍA GENERAL

DOCENTE: LIC. INGER MAITTA ROSADO MG.

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SEMESTRE: JUNIO – OCTUBRE 2020

UNIDAD # 1

CONTENIDOS:

1. Grecia antigua.- Primeros pensadores


2. Edad media
3. Edad contemporánea

1. Grecia antigua.- Primeros pensadores

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https://url2.cl/AwR4r

Edad antigua: la cultura helénica.-

En el mar Mediterráneo florecieron culturas que lograron sintetizar las tradiciones


de los grandes imperios clásicos en una visión revolucionaria del hombre y la
naturaleza. De culturas periféricas, bárbaras y guerreras, se transformaron en
verdaderos crisoles donde se fundieron los logros de las culturas primigenias para
alcanzar una originalidad sin paralelo en los tiempos anteriores. La más elaborada
de estas culturas, y a la que deben las culturas que le sucedieron su fuerza creativa
fue la organización de las ciudades-estados de la Hélade, en la actual Grecia, que
ha actuado como patrón de excelencia en la definición de civilización, hasta el punto
de que se le considera la cuna de las culturas occidentales y marca toda la historia
hasta nuestros días.
Las condiciones económicas, sociales y políticas más diversificadas, el contacto
permanente a través del comercio con todo tipo de ideas, y la participación más
activa de los ciudadanos en la dirección de la sociedad resultaron incentivos
poderosos para el surgimiento de nuevas ideas psicológicas. Es posible que aquí
en los primeros tiempos se haya producido por primera vez de manera estable la
conciencia de la individualidad y la autorreflexión, aunque solo para el individuo libre

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de necesidades materiales, inmediatas, con tiempo suficiente para dedicarse a
tareas intelectuales y sobre todo a la vida política de la comunidad. La imagen del
hombre es la del "homo político", que utiliza su razón para convencer y conducir a
otros hombres. Los esclavos y en muchos casos los extranjeros no son
considerados individuos y posiblemente en los primeros, la mayoría no tuviera
conciencia de serlo. La posición del ciudadano de la poli exige elaborar una ética
individual y un conocimiento eficiente de la naturaleza y la sociedad para mantener
y garantizar su control, pero al mismo tiempo supone la aparición de preguntas
acerca del destino de cada hombre individual. Las explicaciones religiosas no eran
suficientes para el griego de la época que sin llegar a ser ateo, manifestaba una
notable falta del respeto y del acatamiento de los antiguos para sus dioses, llegando
a considerarlos corno sujetos cotidianos, con los defectos y virtudes de sus vecinos.
Este griego, filósofo y político, es laico, no somete sus problemas al juicio de los
dioses sino busca respuestas personales a sus preguntas.
Podemos resumir los logros de carácter intelectual alcanzados en esta época:
 Un aspecto fundamental para la historia de la ciencia es la formalización de
un método para el conocimiento de la naturaleza que trascendiera el dato
sensorial inmediato; así se funda la Filosofía como una cosmovisión
especulativa de la naturaleza y las vías para conocerla. Los griegos han
aceptado su diferencia no reducible con la naturaleza, y regresan a ella como
sujetos epistémicos que buscan comprenderla. El conocimiento ofrecido por
los sentidos es caótico y poco confiable: no garantiza verdades
operacionales; además, la diversidad del mundo sensible debe poderse
reducir a principios básicos, de los cuales los objetos de la naturaleza y sus
imágenes sensoriales son expresiones pasajeras. Unido a esto surge una
visión nueva de la enseñanza que procura el aprendizaje de las vías del
conocimiento más que de conocimientos declarados. De hecho, la mayoría
de los filósofos de la época se rodean de discípulos, fundan academias y
grupos, y escriben las primeras obras de intención didáctica. Sócrates utiliza
preguntas y respuestas para enseñar a pensar, Platón funda la Academia y
escribe obras en forma de diálogos, y Aristóteles es durante toda su vida, un

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tutor de conocimientos. De ellos tomamos la palabra “Pedagogía”. Sin
embargo, toda esta actividad es básicamente especulativa: en ningún caso
se acude a un experimento material, sino que se busca en el propio intelecto
la verdad de sus elaboraciones. Solo en el caso de Aristóteles aparece una
acción contemplativa que le conduce a descripciones, categorizaciones y
sistematizaciones, pero no traspasa estos límites. Solo son ejercicios
clasificatorios resueltos con la razón.
 En cuanto a la Psicología, no existe como cuerpo de pensamiento separado,
sino que es parte de la Física como cosmovisión de la naturaleza. En los
primeros períodos, la psique (nombre dado al alma) es concebida como un
objeto natural, sometida a las mismas leyes, estructuras y funciones que se
observan en el resto de la naturaleza; apenas es una sustancia más sutil y
evasiva pero no se plantea su diferencia. Esta es la dirección naturalista del
pensamiento griego, que produjo notables ideas no únicamente para la
Psicología, sino para toda la ciencia contemporánea. Aquí se incluye la
noción del materialismo en Demócrito, que reconoce la existencia de la
psique como parte de la naturaleza y no como una sustancia diferente y por
supuesto, tan mortal como el cuerpo; la dialéctica en Heráclito, que asume el
cambio continuo como la forma de existencia de la realidad; la propuesta de
Empédocles acerca de las dos fuerzas fundacionales del universo, el amor y
el odio; y las ideas de Anaxágoras acerca de la existencia de un principio
ordenador de nuestras sensaciones, el “nous” o razón.
 Junto a la línea naturalista, se mantuvo y elaboró la línea mítico-religiosa
ejemplificada en Pitágoras y los mitos órficos. En ellos se asumía la
inmortalidad del alma, su carácter de sustancia ideal diferente del resto de la
naturaleza, y el método del conocimiento entendido como conocimiento
introspectivo, vivencial y místico.
En el período clásico, con el auge del pensamiento griego se asume de forma
general la diferencia de sustancia: la psique es algo diferente del resto de la
naturaleza y es preciso develar su esencia. En esta época se formalizan las grandes
preguntas que marcan la Historia de la Psicología aún en nuestros días:

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1. La relación entre la psique y los objetos de la realidad, la cuestión
PSICOFÍSICA. Esta pregunta requiere elaborar una teoría del conocimiento
y muestra la diferenciación de sustancia entre las imágenes y los objetos
reales que son reflejados en ellas; también obligaría a explicar los criterios
para decidir la veracidad del reflejo de la realidad en la psique a través de los
sentidos y la existencia de un poder “ordenador” de la razón sobre el caos de
las impresiones sensoriales.
2. La relación entre la psique y el cuerpo en que reside, la cuestión
PSICOBIOLÓGICA. Esta pregunta requiere elaborar explicaciones causales
y encontrar una base orgánica para la psique. Los médicos de la época como
Hipócrates, observaban a sus pacientes y creaban teorías acerca de los
temperamentos vinculados a órganos corporales, y el vínculo entre deseos,
apetitos, finalidades y voluntad con el cuerpo y el poder ordenador de la
razón.
3. Por último, la relación de la psique con ella misma, el problema de la
CONCIENCIA. Significa comprender la esencia de la razón, las finalidades
de la conducta humana, el carácter activo de la psique y por supuesto la
relación con uno mismo y las otras personas. Supone elaborar una ética ya
psicológica, no divina, aunque su fin último esté relacionado con la divinidad.
Como muestra del período y además porque estas ideas van a repetirse durante el
milenio posterior en estoicos y epicúreos, hasta trascender toda la Edad Media, se
detallan brevemente las teorías de PLATÓN y ARISTÓTELES.
PLATÓN (427-347 ANE)
Platón es, junto a Aristóteles, la figura más significativa del pensamiento griego
clásico. Fue discípulo y continuador de Sócrates, citado como el referente de la
filosofía, la ética y la cultura occidental, y de hecho, fusionó su pensamiento con
elde su maestro. No reconoció una teoría psicológica diferenciada sino que sus
ideas aparecen en forma de concepciones psicológicas que acompañan su
cosmovisión. Representa una de las dos direcciones que asumió el pensamiento
griego y que marcaría el pensamiento de la Edad Media: la continuidad de la

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explicación mítico-religiosa. De hecho se le considera el primer gran sistematizador
del pensamiento idealista.
Platón declara que el conocimiento verdadero no proviene de los sentidos, sino que
estos ofrecen apenas sombras poco creíbles de la realidad, que para él consiste de
ideas puras. La belleza, el bien, el intelecto y demás conceptos, existen como
“éidolas”, ideas apriorísticas en un mundo inmaterial del que alguna vez cada una
de las almas humanas individuales fue partícipe. Al atar esa alma a un cuerpo
material, todo ese conocimiento inmediato de las esencias se pierde y el individuo
tiene necesariamente que recordar, en un proceso de reminiscencia, el
conocimiento perdido. Por eso, la verdad del mundo está no en la información de
nuestros sentidos, sino en nosotros mismos por la vía de la reminiscencia; el
conocimiento es una acción de recuerdo. Esta concepción de la realidad ideal se
complementa con un método de conocimiento que supone la introspección,
fundando una de las direcciones metodológicas mejor definidas en la historia de las
ideas psicológicas, y una forma de enseñanza que exige del alumno una profunda
reflexión. Platón aporta también una idea de la estructura del alma.

Existe un alma superior, que participa del conocimiento divino, pero al ligarse al
cuerpo produce un alma inferior, sede del coraje (irascible) y los apetitos
(concupiscencia). Durante la vida del hombre es necesario superar el alma inferior,
transformar el coraje en voluntad y los apetitos en moderación, educar y dirigir el
alma inferior a partir de la sabiduría del alma superior. La inmortalidad del alma es
dada por hecho y depende del eterno automovimiento, aunque tal inmortalidad no
es individual sino colectiva, del alma superior y no de la inferior, y acepta la idea de
la reencarnación (todas las almas después de muertos sus cuerpos, regresan a

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nuevos cuerpos), y la metempsicosis (es posible pasar el alma de un cuerpo a otro).
Una consideración especial da al lenguaje: es el producto del pensamiento que se
usa como instrumento de análisis y es natural, no convencional (depende de las
ideas apriorísticas, las "éidolas").

ARISTÓTELES (384-322 ANE)


Para muchos, su obra constituye el inicio del pensamiento verdaderamente
científico; lo cierto es que creó los primeros instrumentos intelectuales (la Lógica) y
los primeros métodos de investigación (la observación). Tampoco existe para él la
Psicología independiente sino que es parte del estudio del mundo. Fue el gran
sistematizador del conocimiento elaborado en la observación de la naturaleza,
especialmente de los seres vivos. Así, el estudio del alma supone los mismos
métodos que el estudio de cualquier objeto de la realidad, y se puede explicar por
los mismos conceptos. Estos son el concepto de finalidad (todo lo que existe tiene
un propósito, y en los seres vivos es la supervivencia), el de continuidad (no existe
nada que no tenga un antecedente, y los cambios son graduales), y el de analogía
(el mismo objetivo puede alcanzarse con cambios diferentes). Entendió el alma
como el principio activo de la naturaleza, la forma que anima a la materia bruta y
pasiva que no pasa de ser contenido.
En rigor, aceptó la existencia de almas diferentes, en tanto el alma es el principio
que anima la materia. Existe un alma nutritiva, propia de los vegetales y que
garantiza esta función; un alma animal, que es la sede de varias funciones que
comparten hombres y animales; finalmente existe el alma exclusivamente humana,
racional por naturaleza y la sede de la inteligencia. En esta alma se produce un
desdoblamiento: el principio adaptativo indica el alma individual, que perece con el
cuerpo y un principio creador, de carácter divino y colectivo, que es inmortal.

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Durante el resto de la edad antigua no se crearon ideas nuevas, sino que se citaron
los autores griegos con pequeñas variaciones. Estoicos y epicúreos continuaron la
discusión acerca de la naturaleza diferente del alma, su inmortalidad y el papel de
la razón, aunque de cierta manera las ideas psicológicas retornaron a la función de
servir de apoyo a éticas personales. El advenimiento del cristianismo no significó un
cambio de pensamiento sino simplemente la adaptación de estas ideas a los
dogmas religiosos, en especial la doctrina de Platón acerca de la inmortalidad del
alma y la existencia de un mundo ideal de esencias apriorísticas. El más notable
pensador cristiano de la época fue Agustín de Hipona1 (354-430 DNE), que escribió
algunas de las reflexiones introspectivas más interesantes del pensamiento
cristiano, en especial el postulado de que existen formas diferentes de conocimiento
de acuerdo al objeto que se conoce: el cuerpo y la materialidad se conocen a través
de los sentidos; el alma se conoce como un acto de intuición, una iluminación que
se conoce a sí misma.
Percepción, deseo,
imaginación, memoria,
movimiento, sueño,
sensación.
NUTRICIÓN

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San Agustín en el santoral católico

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Más allá de las fronteras intelectuales del mundo mediterráneo se construían otras
culturas, en especial en la India y China. La existencia de la cultura china se
relaciona con la constitución del imperio unificado, coincidente con el periodo de
auge del desarrollo helenístico. Existen notables similitudes entre ambos
desarrollos, simbolizados en las figuras de Sócrates y Confucio. Pero en la cultura
china, la visión de la naturaleza no es diferenciable de la visión social, de la
concepción del individuo y de los usos del poder político. De la misma manera que
identificaban cinco elementos constituyentes del mundo, identificaron cinco
emociones en el hombre: enojo, alegría, pena, miedo y voluntad. Su producción de
ideas psicológicas no alcanza la elaboración de los griegos, pero supone altos
grados de introspección y de dominio personal, basados en la búsqueda de la
armonía con la naturaleza, perdida definitivamente por la civilización. También la
descripción y aplicación de códigos éticos muy detallados, vinculados a nociones
como lo bueno, lo correcto y lo necesario. Sociedades altamente fragmentadas en
castas y clases como la china y la hindú, que no alcanzaron la participación masiva
de sus ciudadanos en la reflexión y el autogobierno no pasaron, hasta donde
sabemos, de esta forma ética de imaginar el alma.
Clave: diferenciar el alma de la naturaleza y del cuerpo. (Corral Ruso, 2003)

Grecia clásica.

El origen de la Psicología científica hay que buscarlo en la filosofía de la antigua


Grecia. Cuando las diferentes culturas mediterráneas comenzaron a generar el
caldo de cultivo necesario para que algunos grandes personajes trataran de explicar
la naturaleza más allá de los mitos y religiones.

Uno de los primeros en acercarse a la idea clásica del alma fue Pitágoras (s. VI a
C.) Para él y sus seguidores desde una perspectiva más religiosa que los primeros
filósofos jonios, el alma ocuparía el cuerpo siendo prisionera en él, pero con
existencia independiente. Aún así el objetivo del hombre sería conocer la estructura
del cosmo y del propio ser humano para poder liberarse de esa prisión.

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En este sentido, el pitagórico Alcmeón de Caromtona a finales del s. VI a C. fue
pionero en buscar las formas de interactuar del cuerpo y del espíritu, y lo hizo
llevando a cabo de disecciones anatómicas por primera vez. En concreto se conoce
su trabajo del análisis del ojo humano con el correspondiente estudio de los nervios
que lo unen al cerebro. Es famosa su teoría sobre la salud basada en la isonomía
de las diferentes cualidades del cuerpo, por lo que la enfermedad supondría un
dominio de uno de los cuatro humores que compondrían el cuerpo (bilis negra, bilis,
flema y sangre) por encima de los demás.

Más adelante, Heráclito (principios del s. V a C) defendió el papel de los sentidos


como imprescindibles para el conocimiento de la realidad. Esta realidad (physis) se
basaría en una lucha continua de contrarios representada por el fuego y regida por
una ley universal (dogos). La creación de algo supone la destrucción de otra cosa
y en este devenir, en este fluir, se encuentra la propia fuente de la vida y su
equilibrio.

Como contrapartida Parménides (s. V a C.) niega el cambio de Heráclito, achacando


la presencia de este a las apariencias, alusiones provocadas por el imperfecto de
nuestros sentidos. Para él, el instrumento con el que tenemos que acercarnos a
esta realidad inmutable es la razón y no la traidora experiencia. Para Empédocles,
en cambio, no se puede asumir que la realidad sensible es simplemente ilusoria. El
ser humano es una especie de ciososmos, ya que está compuesto por lo mismo
que el universo completo, y al ser lo mismo que lo que le rodea es capaz de
percibirlo. Lo igual es percibirlo por lo igual. Para Empédocles la realidad está
formada por la combinación de cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego), regido
por un ciclo en el que la unión significa creación (amor) y la separación, destrucción
(odio).

Los atomistas, con Demócrito (s. V-IV a C) como representante principal, pasan de
los cuatro elementos a observar la realidad compuestas por átomos y vacío. La
forma y disposición de estos átomos provocan la excitación de nuestros sentidos
para hacernos percibir la realidad en función de estos. Cuanto más unidos están
los átomos, por ejemplo, más sólido es el objeto que percibimos. Cuando los

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átomos que desprende un objeto moviéndose a través del vacío, llegan a nuestros
ojos, nos damos cuenta de su presencia como si todos nuestros sentidos fueran n
realidad como el sentido del tacto.

Aparte de los intentos de explicar la naturaleza, surgen en la Grecia Clásica grandes


corrientes filosóficas más centradas en el estudio del hombre y la sociedad. Es el
caso de los sofistas, con Protágoras como buen ejemplo de sus razonamientos. Su
base está en el relativismo subjetivista y en el uso de la palabra a través de la
retórica como fuente de éxito en la sociedad. La filosofía de Protágoras se centraría
en el hombre como medida de todas las cosas, por lo que aplicando esto de forma
radical podríamos afirmar que todo hombre tiene su propia verdad. Llevada esta
idea a la sociedad, en contraposición con las leyes universales de la physis, las
sociedades tendrían cada una sus propias leyes modificables que emanan de un
pacto entre los individuos que la constituyen.

Pero volviendo a la idea del alma (psyche) tenemos que alcanzar la siempre
importante figura de Platón, que en realidad se llamaba Aristócles y que recibió su
apodo por sus anchas espaldas, retoma la idea pitagórica del alma confinada en el
cuerpo físico. El alma tendría tres partes o funciones:

... Las tres partes del alma.- El dualismo radical que hemos descrito no reconoce
al alma otra función que el conocimiento racional. Los placeres, apetitos, pasiones,
etc. son atribuidos al cuerpo. Sin embargo, los deseos y las pasiones también son
fenómenos psíquicos y no meramente corporales. Platón se dio cuenta de esto y,
en sus obras maduras ( República y Fedro) adoptó una división tripartita del alma
que intentaba dar cuenta de esta cuestión.

Así, en el Fedro, a través del mito del carro alado se nos dice que el alma es
semejante a un carro tirado por dos caballos alados y dirigidos por un auriga. De los
caballos uno es bello y bueno y de pelo blanco. El otro malo, feo y de pelo negro. El
carro tirado por los caballos viaja por las regiones celestiales hasta que el caballo
negro se rebela perdiendo entonces las plumas de sus alas y por su culpa se
desequilibra el carro y cae, todo él, caballos incluídos, desde el mundo celestial
hasta el mundo sensible, quedando encerrados en un cuerpo. A partir de entonces,

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el deseo de todo el conjunto será el de dominar y purificar al caballo negro para que
le salgan otra vez las plumas de sus alas y poder volver a la mansión celestial de la
que salieron y que es su lugar natural.

Este mito muestra, de forma alegórica cómo el alma humana tiene tres dimensiones:

 El alma racional, representada por el auriga, en la que reside la facultad de


conocimiento. Es la dimensión inteligente del alma y está dotada de autonomía.
Tiene, además de conocer, la función de gobernar a las otras partes del alma.
 A cada dimensión y actividad del alma le corresponde un comportamiento
adecuado a su naturaleza que Platón denomina virtud. Pues bien, la virtud del
alma racional es la prudencia (phrónesis).
 El alma irascible, representada por el caballo blanco, que es la facultad de la
voluntad. Es decir, en ella radican los impulsos voluntarios y los más altos afectos
que mueven la vida del ser humano (deso del bien, de justicis...) Su virtud es la
fortaleza (andreía).
 El alma concupiscible o apetitiva, representada por el caballo negro, es la
facultad por la cual deseamos los placeres. Su virtud es la templanza o
moderación (sophrosine).

Existe una cuarta virtud, la justicia, que consiste en el equilibrio de las tres partes
del alma. Se trata por tanto, del estado del alma en que cada parte cumple con la
misión que le es propia.

Cuando las pasiones dominan y desobedecen al gobierno de la razón caen de ese


mundo inteligible y tienen que encarnarse en un cuerpo como castigo. De este modo
mítico, explica Platón, cómo pasan las almas del mundo inteligible al que
pertenecen, al mundo sensible (Soneira, s.f.).

2. La Edad Media

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El derrumbe del Imperio Romano y la confusión que le siguió en los órdenes
económico, social, político y cultural, produjo un cambio profundo en la visión de los
hombres acerca de sí mismos. La única institución que mantuvo estabilidad, la
Iglesia, se convirtió en un poder definitivo sobre los asuntos terrenales y celestiales
durante la primera parte de esta edad en Europa. En el oriente la aparición de la
religión musulmana y la consecuente conquista militar de buena parte del antiguo
imperio romano y otros imperios orientales, representó un poder semejante para el
resto del mundo civilizado. La imagen de los hombres del medioevo está vinculada
a la promesa religiosa de una ultravida después de la muerte para la cual la vida
terrenal representa apenas un tránsito difícil pero necesario, porque de acuerdo con
los comportamientos exhibidos en esta vida, se recibirá como premio o castigo una
posición en la otra. Esta formulación obliga a pensar al hombre como un ser
obediente, manso y preocupado por la trascendencia de su alma individual.
Existieron excepciones pero fueron perseguidas y cruelmente castigadas. El
comportamiento general se sometió a normas rígidas: cualquier desviación era
evidencia de la pérdida de la gracia divina, cualquier intento de cuestionar la
sabiduría de los antiguos o su adaptación a los dogmas eclesiásticos, una herejía
que debía ser perseguida. Precisamente por esto, es la época de las grandes
persecuciones no solo religiosas, sino a partir de este argumento también
económicas, políticas y sociales.
La investigación intelectual del período griego fue sustituida por la copia de sus
producciones y sus adaptaciones como dogmas de las iglesias, y sus principales
agentes fueron por tanto los propios sacerdotes. Estos conservaron las
producciones antiguas y ejercieron el monopolio de la enseñanza y el trabajo
intelectual, al menos en los primeros siglos. Es precisamente dentro de esta
organización que se pueden observar las ideas psicológicas más importantes de la
época. La respuesta en las culturas cristianas a la pregunta de qué es el alma fue
el monopsiquismo: la imagen es una sustancia ideal pero depende de las
operaciones de una conciencia no individual, sino divina, y estos procesos están
estructurados en una dirección teleológica, propositiva. El alma no es diferente de
la naturaleza en tanto son expresiones de la misma intención divina, aunque sean

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sustancias diferentes. El exponente más representativo es Tomás de Aquino2
(1225-1274), que intentó fundamentar la religión, más allá de la fe, en la razón y el
intelecto, aportando pruebas de la existencia de Dios y de su voluntad.

En el mundo musulmán, las restricciones religiosas actuaron de la misma forma,


pero fue difícil controlar un imperio unificado con diferentes culturas y tradiciones.
De hecho, en los primeros siglos de la Edad Media, las posibilidades de creación
científica y las producciones más originales se realizaron en el mundo musulmán.
Las direcciones más importantes se vinculaban con el estudio del cuerpo humano y
la medicina, lo que llevó a pensar en la relación psique-cuerpo. Los científicos
árabes lograron diferenciar el valor y el uso de dos “verdades”: la verdad teológica
sostenida por la religión, que no era cuestionada, y la verdad científica que admitía
la experimentación como vía para su conocimiento; así lograron una concepción
dualista de la psique, el alma y la razón. Esta concepción permitía estudiar las
funciones más elementales de la razón (percepción, memoria, imaginación,
emociones) sin apelar al alma trascendente y divina, y ejercería un impacto definitivo
en la Europa posterior a la Edad Media. Médicos como Avicena (Ibn Sina)(980-
1037) y filósofos como Averroes (Ibn Rushd)(1126-1198) abrirían para la Europa de
la edad oscura la lectura de los textos de Aristóteles, Platón, Hipócrates y los demás
autores griegos, perdidos en guerras y devastaciones. Es interesante la aparición
de una concepción "óptica" de la psique a partir del estudio de la visión y su
extensión a los demás sentidos, y lo que probablemente fuera la primera teoría del
reflejo psíquico por analogía con la visión. También la diferenciación entre el
mecanismo óptico de la visión y la producción de la imagen visual como reflejo no
exacto, sino deformado de la realidad por una interferencia que fue identificada
como "juicios inconscientes".
El cambio más interesante que anuncia ya una superación del estado anterior en la
Europa cristiana se refiere a la aparición en las primeras universidades y la
extensión de la Escolástica, como método general de conocimiento y enseñanza de
la época. En rigor este cambio se identifica con la discusión de la teoría del

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San Agustín en el santoral católico

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conocimiento. Se refiere a la división entre Universalistas y Nominalistas3. Los
primeros sostenían que los conceptos tenían una existencia real independiente de
los objetos a los que se referían y por tanto eran de carácter divino, recordando las
ideas de Platón. Los segundos señalaban que los conceptos eran nombres, signos
que el hombre imponía a los objetos y no existían fuera de ellos. De hecho la
discusión prefiguraba enfoques diferentes de carácter epistemológico: empirismo
(todo conocimiento comienza en los sentidos) o racionalismo (el verdadero
conocimiento es de la razón y no de los sentidos), y de carácter metodológico:
inducción (de lo particular a lo general) y deducción (de lo general a lo particular).
Lo interesante es que ambos campos llamaron en su defensa a las ideas de
Aristóteles convenientemente "arregladas" para que sirvieran de apoyo a cada
posición y sus escritos traducidos se convirtieron en la autoridad por excelencia.
Esta discusión fue continuada por pensadores ingleses y escoceses, representados
por R. Bacon (1214-1292), D. Scoto (1265-1308) y R. Occam (1300-1349).
Trabajando en regiones periféricas, alejadas de los centros de pensamiento de la
época y con problemas bien prácticos, constituyeron la primera avanzada de una
reflexión diferente que se haría general en el Renacimiento.
Plantearon abiertamente la necesidad de la experimentación científica como prueba
de la verdad del conocimiento, y la vía empírica como su criterio de confirmación,
desde una posición que ya se alejaba de los dogmas religiosos. De hecho
establecieron las reglas del "buen pensar" (el método científico) que daría lugar al
cambio de visión del Renacimiento y a la revolución científica de la Modernidad.
A pesar de estas ideas, que se reducían a un círculo pequeño de iniciados, no se
produjeron cambios significativos hasta el Renacimiento, aunque de cierta forma
esta época perfiló algunas de las posibles respuestas de los siglos modernos.
Incluso hubo un retroceso en la práctica social vinculada a las ideas psicológicas:
en las civilizaciones clásicas las hoy llamadas enfermedades psíquicas se
interpretaban como un hecho cotidiano de posesión divina que no merecía
persecución sino hasta respeto; en la Edad Media eran signos indefectibles de la
voluntad divina, que generalmente eran castigados con la tortura y la muerte si se

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Los “universales” se identifican con los conceptos y los “nominales” con los nombres

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interpretaban como demoníacos o premiados con la santidad si se consideraban
milagrosos, pero en todo caso con una explicación que estaba más allá del
conocimiento humano.

CLAVE: el alma para Dios y la razón para la ciencia (si fuera posible). (Corral
Ruso, 2003)

3. Edad Contemporánea.

Ideas psicológicas y Filosofía: la Modernidad

Cada teoría filosófica requería necesariamente elaborar su propia teoría del


conocimiento. Independientemente de la particularidad de uno u otro autor. A lo
largo de los años analizados, se conformaron algunos principios explicativos que
con variaciones diversas y en sistemas diferentes se repitieron como verdades
relevantes. Por tanto, las agrupaciones que siguen a continuación no suponen un
análisis filosófico, sino tratan de revelar estos principios y sus consecuencias para
las ideas psicológicas.
El primer principio relevante como respuesta al problema de cómo conocemos fue
el racionalismo. Se deriva de la palabra latina ratio que significa cálculo y de aquí,
reflexión. En su acepción filosófica designa un método de conocimiento basado en
la lógica y la deducción. Desde la posición psicológica se postula que las
impresiones de los sentidos son en el mejor de los casos, engañosas, y que el
verdadero conocimiento supone desatender, trascender o elaborar estas primeras
sensaciones a través de determinadas acciones intelectuales que ordenan el caos
sensorial y permiten descubrir sus verdades esenciales. Es una respuesta a la
primera gran pregunta de los griegos (y no está muy lejos de su propia respuesta):
la psicofísica, la relación entre los objetos de la realidad y las imágenes ideales del

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hombre. Suponía imaginar algún recurso de la psique previo a la experiencia, no
relacionado con la acción sensorial, y que permitiría llegar al conocimiento,
utilizando o no los datos de los sentidos. La negación de la validez de la forma
sensorial del conocimiento obligaba a fundamentar el origen de la razón en algún
principio específico, con las más diversas respuestas. A continuación se presentan
brevemente algunos de sus representantes más significativos y sus ideas de
contenido psicológico.

R. Descartes (1596-1650).-
Para la mayoría de los historiadores, Descartes marca el inicio de la modernidad,
en lo que a reflexión filosófica se refiere. La respuesta a la relación alma-cuerpo es
dualista: el cuerpo es una sustancia similar a la naturaleza porque posee extensión,
ocupa un lugar medible en el espacio real ("res extensa": la cosa extensa); el alma
es de otra sustancia porque no tiene extensión ("res no extensa'': la cosa no
extensa) y se muestra como racionalidad (“res cogitans”: la cosa que piensa). Se
puede dudar de todo, pero no del hecho mismo de dudar como acción de un sujeto
que conoce (sujeto epistémico), de ahí su sentencia “Cogito ergo sum” (“pienso,
luego existo”). Como la sustancia extensa se rige por principios mecánicos, es
posible explicar los fenómenos psíquicos con este modelo en tanto no formen parte
de la sustancia inextensa. La conciencia es la relación entre las sustancias
diferentes, tanto la razón como el afecto de hecho son el reflejo de lo extenso en lo
no extenso. Es posible entonces explicar la sensación y el movimiento voluntario
por el principio del autómata mecánico fabricado por conexiones materiales entre
sensaciones (estímulos) y músculos (respuestas de movimiento). Sin embargo, en
el hombre la razón introduce correcciones en forma de organizadores (refractores y
modificadores) que actúan sobre la entrada sensorial y permiten trascenderla hacia
el concepto general y el verdadero conocimiento. Estos organizadores son innatos
y previos a cualquier experiencia.
El método para este descubrimiento es la introspección dirigida, el hombre que se

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observa a sí mismo observar. Desde Inglaterra, T. Hobbes (1588-1679) sostenía
una posición similar, solo que concibiendo el mundo y la psique como una misma
sustancia (monismo) material.

B. Spinoza (1632-1677).-

Seguidor de la línea racionalista de Descartes, sin embargo propuso una explicación


diferente a la existencia del alma. No existen dos sustancias diferentes; el
pensamiento del mismo modo que la extensión, es una propiedad de la materia,
coincidiendo con Hobbes. La asociación entre ideas es la base del aprendizaje, que
supone trascender la entrada sensorial, y la razón es de hecho la voluntad y la
acción del hombre y no un principio innato o apriorístico. Los afectos son la relación
entre los estados corporales y la naturaleza circundante, y son solo tres:
satisfacción, insatisfacción y deseo. Así para este autor, dios era “naturaleza
creadora”, y lo que llamamos naturaleza o realidad, “naturaleza creada”, lo que
rompe con la visión dualista idea-materia para afirmar una concepción monista del
mundo. El problema de la relación psicofisica, y por tanto la obtención de
conocimientos se resolvió sobre la base de una identidad entre el orden de la
naturaleza y el orden del pensamiento. El hombre no ordena la realidad, sino que
descubre a partir de su razón, el orden inherente y esencial de la naturaleza. La
elaboración de Spinoza fue poco atendida por su propia época, e incluso aislada y
perseguida. Solo cien años más tarde renacería como formulación alternativa
válida. Otros autores continuarían durante todo el periodo insistiendo en la posición
racionalista, como por ejemplo G.W. Leibniz (1646-1716), que aceptó la concepción
monista e imaginó al mundo constituido por mónadas infinitamente pequeñas, que
varían en una propiedad: la conciencia de existir. Las menos perfectas apenas
perciben el mundo que les rodea; las más perfectas además se perciben a sí
mismas en la acción de percibir, a lo que llama conciencia. La relación entre las
mónadas y la posibilidad de conocer no es un producto de ninguna acción de unas
sobre otras, es simplemente la sincronía, la armonía entre todas las cosas del

19
mundo, y depende de un conocimiento apriorístico, racional, y no sensorial. De esta
forma rechaza la explicación y la causalidad mecanicistas de Descartes. Este autor
sería uno de los creadores del cálculo infinitesimal junto a Newton.

I. Kant (1724-1804).-

La crítica más poderosa al conocimiento y la ciencia la produjo I. Kant en pleno S


XVIII. La gran afirmación de Kant se refiere al sujeto trascendental, a la posibilidad
de un sujeto de conocerse a sí mismo. No es posible el conocimiento del mundo,
porque solo conocemos las cosas para-mi, no las cosas en-si, marcando con esta
formulación la idea de que la propia acción de conocer, ya como intención y voluntad
humanas, deforma el objeto original, y su resultante como imagen depende tanto
del objeto real como de la reflexión a que le da lugar. Todo conocimiento es función
del sujeto que conoce, no del objeto supuestamente conocido. Esta formulación,
una de las más fuertes contra la constitución de la ciencia y su pretensión de verdad,
tuvo consecuencias importantes para las ideas psicológicas. La más crucial de ellas
es la imposibilidad de construir una ciencia de la razón, porque la mente no podrá
jamás conocerse a sí misma. Ella ordena los datos de los sentidos utilizando
categorías inmanentes, apriorísticas, que no requieren ni confirmación ni prueba,
pero que actúan todo el tiempo. Por tanto, ningún procedimiento puede separar al
sujeto que conoce (el hombre que observa al hombre) del sujeto conocido (el
hombre observado). La negación casi total del conocimiento a partir de su crítica, y
su sujeción a verdades prestablecidas, traían como consecuencia que la única
ciencia posible era aquella que aceptaba construirse a partir de estas verdades
previas, que para Kant eran las formulaciones del lenguaje matemático, y que una
ciencia del alma era por definición, imposible. Esta posición radical fue llamada
agnosticismo, o negación de la posibilidad de conocer. A pesar de tal posición, el
pensamiento kantiano daría origen más tarde a elaboraciones psicológicas y
modelos científicos actuales, subrayando una visión subjetivista (la imposibilidad de
reducir los fenómenos psíquicos a procesos materiales) y una concepción nativista
(los procesos psíquicos son previos a la experiencia, nacen con los sujetos).

20
J.F. Herbart (1776-1841).-
Desde las propias ideas de Kant, algunos intentaron lo que parecía imposible:
hacer una ciencia de la Psicología. Herbart a partir de su experiencia como
pedagogo, comenzó a elaborar ideas psicológicas con esta intención, pero sobre la
base de un lenguaje matemático que le ofreciera la seguridad de ideas verdaderas,
esenciales y ordenadoras. Para él, la psique como estados de conciencia no era
más que un sistema de representaciones de la realidad, que no tiene más misión
que la de afirmarse a sí misma. Por eso la Psicología sería el estudio de las
representaciones estáticas y dinámicas que el hombre produce para conservarse,
para mantenerse idéntico en el caos de la realidad, no para conocerla. Los
fenómenos intelectuales son representaciones; los afectivos y volitivos son
relaciones entre representaciones. Acometió la tarea de “medir”, esto es dar un valor
cuantitativo a las diferentes ideas, y de calcular la cantidad de ideas necesarias
(masa aperceptiva) para producir una representación consciente.
Las ideas se aglutinan por su grado de coherencia, y cuando alcanzan una cantidad
crítica se hacen conscientes, sugiriendo que existen procesos psíquicos que no
alcanzan el umbral de la conciencia, coincidiendo con la idea de Leibniz.
A partir de la crítica kantiana, que supuso el fin de una forma de concebir la
racionalidad, se van a levantar también algunos de los sistemas filosóficos más
completos y actuales que se conocen, en especial el idealismo objetivo de Hegel y
el materialismo dialéctico e histórico de Marx.

G.W.F. Hegel (1770-1831).-


Hegel, para muchos historiadores de la Filosofía es la cumbre de la Filosofía Clásica
Alemana. Su obra ejerció una influencia decisiva en la marcha de la Filosofía
posterior, bien como provocaciones para la crítica, bien como postulados cuya
generalidad y poder heurístico le garantizaron validez en otras posiciones.
Una de sus obras cumbres “Fenomenología del Espíritu” está directamente referida
a contenido psicológico, aunque en rigor, resulta de una visión filosófica, más
centrada en el conocimiento que en una descripción o explicación psicológicas. La

21
aproximación hegeliana es fenomenológica: el pensar, y con ello la psique es un
dato inmediato a la vivencia y no una reflexión posterior. La mayor
contribución de Hegel está en el método, la sistematización de la Dialéctica para
comprender las relaciones de identidad y diferencia entre el ser y el pensar, y la
comprensión del historicismo como principio explicativo de la naturaleza, el
pensamiento y el espíritu, en este caso un espíritu ideal supremo, que expresa su
posición idealista. En páginas citadas en todas las historias, el diálogo del amo y el
esclavo, Hegel profundiza en la conciencia individual como una elaboración desde
el “otro”; esto es, no alcanzamos nuestra condición de sujetos sino como
diferenciación de otro en una relación de contrarios. La posibilidad de separarnos
del otro para afirmar una identidad supone la acción individual: nos reconocemos
como conciencias en nuestras obras y no en nuestras reflexiones sobre nosotros
mismo. La incorporación de la diferencia como criterio de identidad es una expresión
convincente de la aplicación de la Dialéctica a la comprensión del pensamiento y la
conciencia. Con Hegel se cierra la gran tradición racionalista.
Uno de las influencias más definidas y declaradas la ejerció sobre Marx, que de
cierta forma dio continuidad y llegó a las conclusiones que el propio Hegel no realizó.

K. Marx (1818-1883).-

La teoría marxista es un genial resumen de las ideas de la modernidad. Es imposible


abordar todo el sistema; se presentarán apenas las ideas capitales que tienen una
influencia directa sobre la Psicología. El punto de partida fue sin dudas la obra de
Hegel, en su visión dialéctica, pero en Marx, la dialéctica se hace materialista,
trascendiendo las discusiones entre el materialismo mecanicista y el idealismo
metafísico. Aunque no fue su intención elaborar ideas psicológicas, en su propia
comprensión del hombre como centro de su teoría aparecen ideas de importancia
capital para la reflexión psicológica futura. Su afirmación de que el “ser social
determina la conciencia social” coloca en primer plano las condiciones objetivas de
la vida humana como determinantes de su psique, negando de un golpe toda la
discusión anterior acerca de ideas innatas o efecto de la información sensorial. Los

22
hombres durante su vida y para la satisfacción de sus necesidades básicas
establecen determinadas relaciones entre ellos, necesarias e independientes de sus
voluntades, materiales por definición. Todo lo que llamamos conciencia, psique,
mente, sea cognitivo o afectivo, está determinado por estas relaciones con los otros,
y con el mundo a través de los otros. Así Marx propone buscar el origen de la psique
fuera de ella misma, en las relaciones materiales que los hombres establecen entre
sí. A las tres preguntas originales de los griegos, la propuesta marxista añade una
más: la relación de la psique con los otros, la relación social, y hace de su respuesta,
el concepto explicativo de la psique individual. No es en sus vivencias donde el
hombre se conoce e identifica; es en sus obras como resultado de su práctica social
y en sus relaciones con los otros, como relaciones sociales. Esta idea supone una
crítica a la propia idea de conciencia como autodeterminada. La otra idea que
marcará las elaboraciones psicológicas es el concepto de praxis, palabra latina que
significa práctica, que para Marx es acción productiva y creadora del hombre sobre
la realidad: ni el dato sensorial por sí mismo, ni las reflexiones intelectuales
producen el conocimiento; este es una elaboración desde la praxis, desde la acción
real para transformar el mundo. En cuanto al método para el conocimiento, postula
la dialéctica en contra de las visiones trascendentes e inmutables de la metafísica,
pero unida al análisis histórico, que sintetiza y supera el concepto evolucionista. La
producción humana supone la creación de una realidad social e histórica, que se
fija en el lenguaje con significados generales y comunes para un tipo de sociedad,
la ideología, que Marx llamó “formas de la conciencia social”, pero que en los
individuos específicos definió como “psicología social”. Así, en rigor, cualquier
psicología como estudio del hombre individual será siempre una elaboración social,
por sus métodos y sus resultados. La ideología actúa como un prisma que deforma
y condiciona toda la elaboración intelectual y personal de los hombres sobre la
naturaleza, la sociedad y su propia conciencia, convirtiéndolos en extraños a sí
mismos, la alienación: cualquier psicología deberá criticar esta dimensión en sus
propias reflexiones. El sistema marxista proponía además una acción social y
política de crítica y transformación de la sociedad capitalista, por lo que fue atacado,
condenado o silenciado en la elaboración filosófica y científica de la modernidad,

23
situación que persiste con matices diferentes hasta nuestros días. Por estas
razones, su efecto en la elaboración psicológica resultó tardío y poco reconocido.
Es difícil encontrar en textos de Historia de la Psicología referencias a sus ideas,
clasificadas como economicistas y de poca relevancia. Sin embargo, el poder
heurístico y su condición de guía para la praxis las mantienen como
contemporáneas.

La otra gran respuesta de los filósofos de la modernidad a la cuestión del


conocimiento fue el empirismo. Empiria, tomado del griego, significa experiencia.
En la acepción filosófica, el término se identifica con un método de conocimiento
que se apoya en el experimento y la inducción. Desde una posición psicológica se
afirmaba que todo conocimiento resulta de la entrada sensorial, y que solo a través
de la acción con el objeto de manera directa era posible alcanzar su esencia. Por
supuesto, no se negaba la elaboración ulterior del dato sensorial, pero no había
nada previo, ni innato, ni apriorístico en esta elaboración, que podía explicarse a
partir de la propia experiencia y de ciertos principios metodológicos. El empirismo
como respuesta ya estaba bien establecido desde la Edad Media en los trabajos de
la línea escocesa e inglesa, y fue desde estas regiones que se continuó elaborando.
Obligaba a definir el método para pasar de las imágenes sensoriales a los
conceptos, y por supuesto para comprender y evitar los errores de la sensoriedad,
conocidos desde la época de los griegos. Algunos de sus representantes más
conocidos se apoyaron en reflexiones psicológicas y dieron lugar además a otras
corrientes de impacto directo en la futura ciencia psicológica.

F. Bacon (1561-1626).-
Pensador y político casi contemporáneo de Descartes y representante del
Renacimiento inglés, su obra se considera el punto de partida más completo del
empirismo y el sostén teórico de la concepción de ciencia en la modernidad.
Dedicó buena parte de sus reflexiones a comprender las formas de conocimiento
del hombre, sus desviaciones (lo que él llamó el culto a los “ídolos”), y el método

24
para alcanzar un conocimiento veraz de la realidad. Afirmó que todo conocimiento
debe referirse a hechos, no a ideas, debe ser el resultado de un proceso inductivo,
que parte del dato de la experiencia (de ahí la palabra “empírico”), y que requiere
una indagación continua, una tortura a la naturaleza para que revele sus secretos.
El dato empírico no basta para lograr el conocimiento: debe buscarse, producirse y
elaborarse de acuerdo con reglas bien definidos.

J. Locke (1632-1704).-
Sin embargo, la formulación más acabada del empirismo y que llega hasta nuestros
días la elaboró Locke una generación más tarde en Inglaterra. No existen ideas
innatas en el hombre: este es una “tabula rasa”, una tabla en la que no había nada
escrito al nacer, y la experiencia va inscribiendo todo lo que sabrá y será. Esta
metáfora radical marcó una reflexión poderosa para sus continuadores.
La experiencia sensorial no es una acción a distancia; resulta del efecto de
corpúsculos materiales desprendidos de los cuerpos que alcanzan los órganos de
los sentidos. A partir de este momento comienza el conocimiento; pero es necesario
distinguir entre cualidades primarias (el dato sensorial inmediato, como la extensión)
y cualidades secundarias (inferidas a partir de las primarias, como el volumen);
estas últimas son las que permiten comprender la esencia de la sustancia que no
se ofrece directamente en el dato sensorial. Así, afirmaba un momento racional en
el conocimiento, pero que nacía de la propia experiencia, y no de ideas innatas; de
esta forma intentaba conciliar las ideas de Bacon con las de Descartes. Existían
ideas simples e ideas complejas; las segundas se formaban por la asociación de
ideas simples, lo que proporcionaba un argumento para comprender la razón en
términos diferentes al innatismo. Para él, el lenguaje tenía un carácter nominal, eran
etiquetas que se colocaban a los objetos y no tenía existencia más allá de la realidad
simbolizada. Tampoco la conciencia representaba un misterio: se identificaba con
la identidad personal a través de la variabilidad de la experiencia. Otros autores
continuarían esta línea de pensamiento, en especial G. Berkeley (1685-1753) que

25
negó la existencia material porque todo lo que existe son sensaciones y no es
posible ninguna forma de objetivar el conocimiento (idealismo subjetivo), y D. Hume
(1711-1776), que se dedicó a construir una ciencia del hombre basada en la ética y
el método científico desde una posición de empirismo radical, que afirmaba que en
las ideas no existe otra cosa que las impresiones sensoriales, asociadas entre sí.
No obstante estas versiones extremas, típicas del pensamiento filosófico de los
primeros momentos de la modernidad, para la elaboración de ideas psicológicas
resultaron más importantes las consecuencias que algunos autores posteriores
derivaron de estas propuestas. En rigor, dos movimientos que se extienden desde
el S XVIII hasta bien entrado el S XIX, y que tienen origen en la tradición empirista
tendrán mayor relevancia para el futuro de la ciencia psicológica. Estos son el
movimiento asociacionista, y los enciclopedistas franceses.
El movimiento asociacionista comienza desde Bacon y Descartes, pero logra su
formulación más acabada con D. Hartley (1705-1757), J. Mill (1773-1836), y J.S.
Mill (1806-1873). Representan la respuesta al agotamiento del pensamiento
empirista y una vuelta al sentido común y la ciencia aplicada. Proponen una visión
utilitarista del conocimiento, concentrarse en su uso y no en sus consecuencias
metafísicas. Para Hartley, sensaciones, imágenes e ideas son movimientos sutiles
que se producen en el cuerpo como respuesta a vibraciones producidas por el
contacto sensorial con los objetos. Estos movimientos aunque se producen de forma
individual, tienden a asociarse, a vincularse unos con otros en virtud de
determinadas características definibles. Así define la ley de contigüidad (dos
vibraciones que aparecen en el mismo espacio tienden a asociarse) y de frecuencia
(ideas que aparecen frecuentemente de manera simultánea tienden a asociarse).
Lo importante aquí es que comienzan a establecerse relaciones entre objetos y en
la propia experiencia para explicar por qué existen ideas complejas que no se
refieren a impresiones aisladas. J. Mill reduce el principio explicativo a la ley de
contigüidad y añade el criterio de fuerza o intensidad de las impresiones (las más
fuertes tienen más poder de asociación). Finalmente, su hijo, J.S. Mill completaría
estas ideas utilizando un modelo combinatorio, más próximo a la Química que a la
Física, en la cual las ideas complejas son una emergencia de una combinación de

26
ideas simples, y no una asociación mecánica. La elaboración más audaz de esta
reflexión correspondió a H. Spencer (1820-1903), que introdujo el criterio de
evolución incluso antes de los trabajos de Darwin, y sugirió un modelo energético
para comprender el paso de lo simple a lo complejo. De hecho, identificó la
evolución con el progreso, y marcó la necesidad de estudiar el conocimiento
humano como una evolución. Su obra “Bases de la Psicología” propuso el concepto
de la adaptación biológica como punto de partida para la reflexión psicológica,
abriendo el camino para la idea de la evolución. Lo más significativo en esta
formulación es el tránsito de considerar las relaciones entre ideas y sensaciones
internas como expresión de la asociación a comprender como su base las
relaciones vitales entre el individuo y su entorno, dando comienzo a la visión
funcionalista, de la cual es un antecedente directo. Otra mención merece A. Bain
(1818-1903), que tomó como principio explicativo de la asociación, las acciones de
ensayo-error que el organismo aplica sobre la realidad, para poder explicar la
diferencia entre asociaciones simples y complejas. El hecho más importante en esta
formulación residía en la inclusión de las acciones musculares del individuo como
principio asociativo, y no una cualidad absolutamente ideal del proceso interno, y la
determinación del resultado de la asociación por el conjunto de experiencias
anteriores y no solo por la inmediata. A mediados del S XVIII, entre 1751 y 1772,
se produjo en Francia un acontecimiento notable. Varios científicos de diferentes
ramas concibieron y llevaron a cabo un proyecto de reunir y registrar todos los
conocimientos humanos logrados hasta ese momento, con la intención de
comprender el presente y avizorar el futuro de la humanidad, en la forma de
reflexiones acerca de los caminos a seguir. Resultó una empresa tan significativa
que algunos autores han señalado su impacto en la preparación ideológica de la
Revolución Francesa, que ocurriría algunas décadas después. Varios son los
nombres que trabajaron en esta obra, bautizada Enciclopedia; lo interesante es que
promovió la reflexión en torno al hombre y su destino, no solo en la dirección
filosófica, sino en una visión más terrenal y práctica del sentido común. La postura
epistemológica es básicamente empirista, con una fe total en las posibilidades de
las ciencias para eliminar las miserias humanas, y una concepción materialista del

27
mundo, con antecedentes en el mecanicismo cartesiano. Se concibió como un
“árbol de las ciencias”, que a su vez se dividían en tres partes: “memorias”, o el
registro de la experiencia humana; “razón”, o el registro de la reflexión y la filosofía;
e “imaginación”, o el registro de la imitación y el arte. Un antecedente inmediato es
el trabajo J.O. de La Mettrie (1709-1751), fisiólogo y filósofo, que marcó con fuerza
la necesidad de partir de otras ideas para comprender la psique, en especial, la
fisiología del Sistema Nervioso. Concibió al hombre como una máquina y a la psique
como los efectos de la organización del cuerpo, a tal punto que reconocía las
emociones por los correlatos fisiológicos objetivos que aparecían en el cuerpo. El
pensamiento era una facultad de la organización corporal, y no una sustancia
independiente, y los procesos psicológicos pueden ser explicados por cambios y
movimientos del cuerpo, sin apelar a ningún principio divino. Así, cortaba los últimos
nexos entre la nueva visión de la ciencia y el pensamiento mítico religioso.

J.J. Rousseau (1712-1778).-

Vinculado en algún momento a los enciclopedistas sobre todo en la intención,


destaca la figura y la obra de Rousseau, en lo que concierne a la elaboración de
ideas psicológicas. La importancia mayor radica en su posición con respecto al
sentido común y al hombre corriente, muy distanciado de las posiciones
tradicionales de los filósofos. Muy en contra de reverenciar la civilización como el
logro más acabado de la razón humana, se coloca en la posición contraria,
acusando precisamente a la sociedad y la cultura de la corrupción de la bondad
original del alma humana. El hombre es naturalmente bueno, y la civilización lo
deforma convirtiéndolo en un ser cruel y dañino. Es necesario regresar al estado
natural, al “buen salvaje” libre y auténtico, feliz en su relación con la naturaleza.
Esto no significa renunciar a la civilización sino buscar una forma de sociedad que
promueva y eduque al hombre en la bondad natural. Esta posición lo lleva a colocar
el énfasis en dos direcciones: la concepción de una sociedad nueva, y los principios
de la educación de los futuros ciudadanos. Es en esta última dirección donde se
encuentran algunas de las ideas más interesantes y hasta originales de este autor,

28
en primer lugar, porque reconoce en la infancia un periodo necesario y hasta
maravilloso de la vida del hombre, que le permite llegar a ser lo que es y el momento
en que se debe atender con mayor intensidad; en segundo lugar, porque avanza la
idea de una educación para la vida práctica, vinculada a la realidad en acciones e
intenciones; en tercero, porque reconoce la necesidad de respetar la individualidad
y el tratamiento específico de los seres humanos y sobre todo de los niños. Explora
además la importancia de los procesos afectivos, que considera el núcleo real de la
psique en contra de las tendencias racionalista o empiristas que lo identificaban con
el conocimiento. Postula para la futura Psicología una dimensión diferente de la
teoría del conocimiento, la educación, y en este punto coincide con Herbart, aunque
diferenciándose por su énfasis en la utilidad del conocimiento a enseñar. Más allá
de sus formulaciones explícitas, tal vez superadas por el pensamiento
contemporáneo, el mérito de la obra de Rousseau radica en que abrió para la
Psicología el estudio y la enseñanza del hombre común.

A. Comte (1798-1857).-

La síntesis más completa de la tradición empirista que se trasciende a sí misma en


la fundación de un modelo de ciencia y su valor utilitario se producirá con A.
Comte. Su propuesta, llamada por él mismo ciencia positiva o Positivismo,
planteaba que la ciencia debe abandonar toda especulación metafísica y actuar
directamente desde el dato empírico. Esta es la única manera de construir una
ciencia destinada a ofrecer la felicidad a la humanidad. Solo el saber científico es
verdadero, porque puede identificar con claridad su objeto y su método, y comprobar
la verdad de sus producciones. Toda ciencia positiva se realiza en función del
hombre, y se subordina al principio moral de “amor al prójimo”. Su principio es el
orden y su fin es el progreso. Así Comte se convirtió en el máximo exponente de
una era tecnológica, y es difícil sobrestimar la influencia que produjo no solo en la
Filosofía de las Ciencias, como metodología del conocimiento, sino incluso en el
perfil de las propias ciencias específicas. En su clasificación de la ciencias no hay
lugar para la Psicología; en sus tiempos, la fuente de ideas y propuestas

29
psicológicas nacían de una posición metafísica (la reflexión por la reflexión misma
y la búsqueda de respuestas eternas, trascendentales) y del método introspectivo
(la auto observación). Comte consideraba la introspección como un método falso;
debía buscarse el dato directo en la Fisiología del Sistema Nervioso, donde se
puede confirmar la objetividad de los procesos subjetivos, y en la observación de
los hombres en sociedad, adelantando así la Sociología. En especial, los fenómenos
de interrelación entre los hombres (comunicación) permiten comprender sus
contenidos y formas psíquicas y este es el dato directo para construir una ciencia
psicológica. El Positivismo sería una de los referentes más fuertes de la constitución
de la Psicología como ciencia e incluso, de algunas corrientes psicológicas actuales.

La oposición racionalistas-empiristas se refería a la vía del conocimiento humano, y


de hecho, ya en el S XIX se reconocía la necesidad de fundir ambas direcciones
tanto como definición del conocimiento como en cuanto al método. Las ciencias de
esa época, aunque bien entrenadas en el experimento no reducían sus
formulaciones al dato empírico sino que construían activamente cuerpos teóricos de
gran densidad conceptual. Pero la oposición al racionalismo podía asumir otra
dirección: la respuesta a la pregunta de cuál es el proceso determinante de la
psique. Tanto racionalistas como empiristas de forma implícita apostaban por la
mente, la inteligencia, los procesos del conocimiento; otros vieron en los procesos
afectivos o en la voluntad el núcleo determinante del hombre. A estos se les llamó
irracionalistas y constituyeron una de las fuentes de ideas psicológicas más
relevantes hasta nuestros días.

A. Schopenhauer (1788-1860).-
La crítica principal de Schopenhauer se dirigió contra el sistema racionalista de
Hegel, en un retorno a las formas “apriorísticas” kantianas, pero no como razón,
sino como voluntad. La negación de la razón como fuerza psíquica principal del
hombre y su búsqueda en la esfera afectiva, fundamentalmente en la voluntad, es
la clave de este pensamiento filosófico. No es la razón la que permite al hombre

30
conocer la cosa en-sí, sino el acto de voluntad, porque es la única vía de
aproximarse al mundo. La razón apenas ofrece, igual que los sentidos una imagen
falsa del mundo, una ilusión de realidad. El hombre se conduce de acuerdo con sus
necesidades, pasiones, deseos y propósitos personales, sin que medien la razón ni
la conciencia. La voluntad se interpreta como fuerza, energía de vivir, que se
identifica con el impulso sexual, la experiencia estética y la renuncia ascética, y que
en síntesis, conduce a la muerte por propia decisión. Esta posición filosófica
contrastaba con el movimiento utilitarista, pragmático y tecnológico de la época, y
se identificaba con el movimiento artístico que tomaba fuerza en Europa –el
romanticismo- que apuntaba a rescatar una subjetividad basada en la vivencia
personal e insatisfecha con la felicidad prometida por las ciencias, que se
consideraba como un suicido social.

S. Kierkegaard (1813-1855)
En una dirección similar se movió Kierkegaard, marcando la singularidad del
individuo común y en contra de las abstracciones racionales de Hegel. El hombre
es individual y solo, y la vivencia más importante que no puede ser respondida por
ningún conocimiento es la angustia de la existencia. La razón no ofrece verdades;
la única verdad lo es solo en la medida en que se vive, supone una implicación
personal y un riesgo para quien la cree. Por esto, la más alta instancia de la
subjetividad es la pasión y no la razón; la verdad no es asunto de prueba ni de
convicción, sino de fe, que significa pasión y la disposición de vivir la vida y afrontar
la muerte por lo que se afirma. Esta posición radical, que tenía el mérito de rescatar
la validez de la afectividad en la existencia humana y el hombre común, adelantó
una propuesta ontológica significativa: la existencia precede a la esencia; el hombre
no nace predestinado, ni está determinado por su conciencia: se hace a sí mismo
en el acto de vivir.

F. Nietzche (1844-1900).-

31
El más radical, agudo e incomprendido de los irracionalistas, propuso tesis que aun
hoy son leídas con resistencia, sobre todo por el uso interesado que individuos y
gobiernos sin escrúpulos como el nazismo dieron a su obra, utilizando sus palabras
deformadas para justificar sus crímenes. La obra de Nietzche es una crítica
despiadada contra el racionalismo y su producto más acabado: la civilización
occidental. En su estudio de la época griega descubre cómo antes de la corriente
racionalista iniciada en los primeros filósofos, el pensamiento estaba regido por la
libertad para crear y sentir sin reglas, en resumen con la voluntad de poder. Esta no
se interpreta como la acción de someter a otras personas, sino con el acto creativo,
con la capacidad de renunciar a los falsos valores de la sociedad dados como
trascendentes y crear un mundo diferente, con nuevos valores que respetaran la
realidad del hombre, su núcleo más auténtico. El hombre con esta voluntad será un
superhombre que se colocaría por encima de la mentira social.
Su afirmación “dios ha muerto” expresa esta idea de superación. La verdad de
nuestras ideas no es una correspondencia con los objetos, es una correspondencia
con el contexto, lo que supone la interpretación y la valoración.
Todo conocimiento es una interpretación y una valoración de acuerdo con valores
sociales, aunque el individuo crea en su objetividad. La conciencia es un producto
de este contexto. Otra idea que tendría un impacto en las teorías psicológicas
contemporáneas es el rescate del cuerpo como parte de la subjetividad. El cuerpo,
y sus instintos representan una sabiduría inconsciente, que actúa como los motivos
verdaderos de nuestras acciones y pensamientos. La conciencia es apenas la
región del yo afectada por la realidad. Consideró el olvido como un proceso activo,
no como una falla, que actúa como guardián de la identidad personal, suprimiendo
lo que pueda debilitarla. En síntesis, la obra de Nietzche consiste en la crítica más
fuerte al sujeto como conciencia, el sujeto epistémico establecido desde Descartes
y el reconocimiento de la alienación: el hombre es extraño a sí mismo y no puede
conocerse. Solo con una acción de demolición de sus propios valores tomados de
la civilización podría entrar en un camino de autoconocimiento, pero al mismo
tiempo como acción individual, ajena a los otros.
ø

32
A modo de Conclusión.-
La reflexión filosófica de la modernidad creó conceptos descriptivos y explicativos
de la psique, identificó problemas y aportó soluciones de gran valor e influencia en
la constitución de los programas de la Psicología científica, e incluso algunos
negaron la posibilidad de una ciencia con este contenido. Como resumen de esta
época pudieran establecerse los siguientes modelos:
La conciencia como razón. El núcleo de la conciencia es el conocimiento. No se
niegan ni rechazan otros procesos y vivencias psicológicas, pero el proceso
determinante es cognitivo. Esto lleva al problema de cómo se conoce, tanto como
método y como proceso individual. Las respuestas polarizadas en racionalistas o
empiristas culminaron en una propuesta que reconoce ambos procesos, pero que
mantiene como problema el tránsito entre el dato sensorial y los conceptos
complejos, respondidos por asociacionistas (las ideas simples se asocian para
formar ideas complejas) o nativistas (existen principios apriorísticos que ordenan la
realidad). En cualquier caso, el método propuesto para la Psicología es el
experimento o la observación externa. En resumen, es la propuesta del hombre
abstracto, el hombre como concepto.
La conciencia irracional, como afectividad o voluntad. El núcleo determinante de
la conciencia es la vivencia, en la forma de intención, deseo, instinto o voluntad. La
psique no está determinada; dependerá de lo que la propia acción del hombre
produzca y las metas que se propone. Supone una relevancia del cuerpo, de sus
apetitos y necesidades. El método propuesto supone la auto observación, la
introspección. En resumen, es la propuesta del hombre común, del hombre como
existencia.
La conciencia como relación, no determinada por sus propios procesos, sino
emergente desde el sistema de relaciones con los otros, que resulta previo y
determinante a su propia reflexión. El núcleo de la conciencia se desplaza a las
relaciones sociales y a la praxis creadora de realidad. Supone comprender cómo se
llega de la relación entre diferencias hasta la propia identidad. El método propuesto
es la formación o intervención. En resumen, es el hombre social, el hombre como
proyecto.

33
Todas estas posiciones confluyen y muchas veces coinciden en algún punto, en
tanto todas tienen algo que aportar. De hecho, algunas más que otras y en
diferentes momentos influyeron en el nacimiento de la Psicología. Pero para este
nacimiento resultaba necesario el aporte de otras ciencias y sobre todo de una
práctica efectiva. (Corral Ruso, 2003)

BIBLIOGRAFÍA:

Corral Ruso, R. (2003). Historia de la Psicología. La Habana.

Soneira, I. E. (s.f.). LA FILOSOFÍA DE PLATÓN. Obtenido de


https://www.edu.xunta.gal/centros/iesterradesoneira/system/files/platon.pdf

34

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