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Scherezade, Siilvix y Vela30

Ana_rmz, anemona, eilosanchez, Itorres, katherin.puentes, maridrewfer,


Scherezade & taywong

Scherezade

Scherezade
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Scherezade
JAY CROWNOVER
SINOPSIS
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
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N
o hay muchas cosas que decir
sobre ella, ama los tatuajes y las
perforaciones e incluso tiene gran
parte de ellos en su cuerpo. No ha visto su color
natural en su cabello desde hace mucho
tiempo.

Vive en Colorado con sus tres perros, los cuales están totalmente locos,
y ama la nieve. Ha sido bartender desde la Universidad, pero su gran sueño
es ser estrella de rock en lugar de escritora, aunque lamentablemente no
tiene el talento para cantar, así que esto es lo que hay. Ama escribir y leer,
sobre todo libros donde los personajes pueden transmitir y hacer que el
lector sienta algo.

Marked Men fue su primera serie de libros publicados.

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N
o te dejes engañar.

No me disculpes.

No soy un buen hombre.

He visto cosas que nadie debería, hecho cosas de las que nadie
debería hablar. El honor y la conciencia no tienen lugar en mi vida. Pero he
luchado y he sobrevivido. He tenido que hacerlo.

La primera vez que la vi bailar en ese escenario de mala muerte en ese


club de segunda, sentí mi corazón latir por primera vez. Keelyn Foster era
demasiado joven, demasiado vibrante para este lugar, y supe en un instante
que la haría mía. Pero primero tenía que escalar mi camino a la cima. Tenía
que tener algo más que ofrecerle.

Estoy aquí ahora, el dinero no es un objeto y no tengo igual. Excepto


para ella. Ella ha desaparecido. Pero no te preocupes, la encontraré y la
reclamaré. Ella será mía.

Como he dicho, no te dejes engañar. No soy el diablo disfrazado... Soy


el único al frente y al centro.
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E
ra un hombre nacido en una lucha por cosas que no entendía,
cosas que no tenían valor para mí, incluso cuando crecí a la
adultez. Dinero, petróleo, tierra, poder, prestigio, la religión
correcta, las creencias adecuadas… eran solo palabras. Eran el grito de
guerra que se desgarraba de mis labios antes de que siquiera supiera hablar
con frases completas.

Era un hombre dado a la vida por una mujer alimentada por la rabia y
la ira, en un lugar que se alimentaba de esas mismas cosas. Su causa se
convirtió en propia, y aunque su lucha nunca fue mía, quería hacerla sentir
orgullosa, quería ser un buen hijo, así que dejé que las cosas que la llenaban
y salían de ella sangraran hacia mí. Viví dentro de su odio y animosidad
durante tanto tiempo que era todo lo que conocía. Tomé su causa como
mía. Solo que nada de eso me llevó a la aprobación o adoración de mi
madre. Nunca fui criado ni mimado. En lugar de eso, fui perfeccionado y
moldeado en una cosa que apenas tenía restos de humanidad en su
interior. No había infancia, solo revancha y venganza. Para ella, así era
como yo los honraba a ella y a mi difunto padre. Fue así como me obligó a
honrar una causa que nunca fue mía.

Mi madre era viuda y yo era un hijo sin padre, atrapado entre culturas
y buscando venganza por hechos para los que no tenía concepto. No era
más que un instrumento de destrucción, y a menudo solía destruir cosas que
no entendía, cosas que no le importaban a un niño, a ningún niño. Mamá lo
sabía muy bien, y la seguí ciegamente. Nunca se me permitió una infancia
o cualquier apariencia de una vida feliz sanamente hogareña. Vivíamos en
una zona de guerra y nuestra casa era parte del campo de batalla. Éramos
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soldados, no una familia. Jugaba con armas, no con niños de mi propia


edad. Aprendí las tácticas de guerra y cómo manejar explosivos antes de
saber leer y escribir.

Antes de que me creciera vello facial o alcanzara mi altura completa,


ya había hecho y visto más de lo que cualquier niño —o cualquier persona—
debería. Y con cada nuevo, cada vez más violento y peligroso acto que
cometía, con cada nueva violación a mi tierna alma, creía que finalmente
enorgullecería a mi madre. En mi joven e intachable mente, pensé tonta-
mente que una vez que estuviera orgullosa, una vez que su ardiente necesi-
dad de venganza estuviera saciada, sería liberado. Una vez ganada la
guerra, podría volver a ser un chico normal. Era ingenuo pensar así en un
lugar históricamente inestable y empapado de sangre de inocentes.

No había ningún fin a la vista, y cuando crecí, cuando me volví más


hábil, mi madre se hizo más temida y feroz. Su alma parecía volverse más
codiciosa y sanguinaria. Pronto no fue suficiente ir tras la gente, los hombres
que ella sentía la habían maltratado, los hombres y el gobierno que ellos
representaban y que se habían llevado a mi padre. No, ella quería que toda
la infraestructura se derrumbara. Quería hacer la guerra en una tierra
antigua, la cual tenía el conflicto empapado en cada grano de arena que
llenaba su hostil paisaje desértico. Era inútil, pero no escucharía la razón ni
las súplicas de su asustado y marcado hijo. Me entregó a los hombres que
seguían usándome para matar y destruir, todo antes de que yo hubiera
besado a mi primera chica. Mi madre nunca se despidió o me explicó a
dónde iba. Nunca me dejó creer que yo había vivido a la altura de sus
expectativas de mí o me dejó engañarme a mí mismo creyendo que había
logrado alguna vez honrar la memoria de mi difunto padre.

El resto del mundo escucha palabras como "Guerra Santa", "la Franja
de Gaza", "la tierra prometida", "terrorismo fundamentalista", "luchas
internas", "genocidio" y puede encender la televisión en CNN1 o hacer clic
en un enlace para ver tremendas imágenes de bombas cayendo en el
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desierto, pero para mí era mí día a día. No era solo parte de una guerra…
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yo era la guerra. Un hombre con una madre americana y un padre árabe y

1 CNN: Siglas de Cable News Network (en español: Cadena de Noticias por Cable)
ningún lugar que fuera mío. Los hombres a quienes me entregaron,
básicamente entrenaron a un niño soldado, ya con cuerpos y sangre en sus
manos, trataron de alimentar la furia ciega dentro de mí que mi madre
había encendido al nacer. Trataron de tomar todas las enseñanzas hostiles
y horribles que aprendí al lado de mi madre y me convirtieron en una
máquina que era impulsada solo por la necesidad de luchar por las
costumbres y el país. Trataron de llenarme con el mismo tipo de furia que mi
madre tenía dentro de ella por la pérdida de mi padre, quien había
sacrificado su vida luchando por el lado supuestamente correcto. Siempre
la causa… era todo para estas personas, y nada más que palabras para mí.
Para mí no había ningún lado correcto o incorrecto. No había tierra
prometida y derecho hereditario a la arena que soplaba por todas partes y
picaba mi piel. Todo lo que podía ver era el lado con el recuento de cuerpos
más alto y el lado infligiendo el mayor daño dependiendo de qué día era.
En el momento en que alcancé la mediana edad, no quería tener nada que
ver con nada de eso y mi lealtad a mi madre y su causa estaba lo
suficientemente fracturada como para empezar a ver el mundo más allá de
ello.

Quería ser un hombre, no un arma.

Estaba por encima de todo, enfermo del alma y exhausto de vivir en


una zona de guerra, agotado por años de buscar la aprobación de mi
madre, y luego la aceptación y elogio de los hombres que me tomaron,
todo en vano. Justo en el momento en que estaba listo para rendirme ante
todo, darme por vencido por la única clase de paz que jamás conocería
después de todo el horror que había creado, el gobierno llamó.

Más exactamente, caí en sus manos cuando detuvieron el camión


cargado que se suponía estaba protegiendo. Un camión lleno de explosivos
que se dirigía a una escuela primaria en un recinto de la ONU2. No quería
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proteger el camión. No quería estar donde estaba. No quería ser nada ni


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nadie. No podía ver a más personas morir en una guerra de la que nunca

2UN: Siglas de United Organization (en español, siglas que significan Organización de las
Naciones Unidas).
habían pedido ser parte. Si el Mossad3 no nos hubiese interceptado, el
camión habría explotado mucho antes de que llegara a terrenos de la
escuela, llevándome a mí y a los devotos reales con la causa. Tenía mi mano
en el gatillo de una ametralladora y estaba más allá de listo para usarla. Los
niños eran inocentes en todo esto y había líneas, incluso entonces, que yo
no cruzaría. Yo no podría —no sería— más utilizado, y estaba finalmente listo
para hacer una postura final y drástica.

Mi plan era morir por mi propia mano y tomar a tantos de los bastardos
que me habían usado, manejado y controlado conmigo al salir. Era la única
manera en que pensaba que estaría libre de la maldita causa que me
colgaba del cuello como un puto albatros, pero entonces el Mossad nos
emboscó, me arrebató de la puerta de la muerte y me ofreció la
oportunidad de desaparecer si me quedaba con el comando en que
estaba, encubierto como un doble agente durante cinco años más. Tomé
su oferta sin mucho de un segundo pensamiento. No tenía más lealtad,
excepto para mí mismo. Desenterraría toda la información y la entregaría sin
ningún reparo, siempre y cuando se me garantizara una salida. Ganar mi
libertad se convirtió en mi único objetivo.

Esa era mi nueva causa por la cual luchar, mi nuevo objetivo, y no me


importaba que fuera totalmente egoísta.

Todo lo que quería era salir, y dejar caer cuerpos para una organización
diferente, más organizada y mejor financiada tenía más sentido si me iban
a dar una salida. Colgaron la zanahoria dorada delante de mí y no pude
decir que no. Anonimato. Libertad. Perdón por cada crimen horrendo del
que pudieran acusarme. Así que perseguí la zanahoria que colgaba delante
de mis ojos hasta que mis piernas fallaran. Firmé para matar a la gente
"correcta" por las razones equivocadas, desde el interior… cualquier cosa
motivada por dinero y los objetivos políticos para mí abofeteaban la
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inmoralidad, y había casi tanto honor en la creación de fanáticos jóvenes


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3Mosad o Mossad: Forma abreviada de HaMosad leModi'in ulTafkidim Meyuhadim, "Instituto


de Inteligencia y Operaciones Especiales". Agencias de Inteligencia de Israel.
para morir como los que había estado matando por la venganza de mi
madre y su corazón destrozado.

Entregué agente secreto tras agente secreto. Evité los bombardeos y el


derramamiento de sangre. Guardé las armas de las manos equivocadas y
llevé a las personas adecuadas a ellos. Quemé campos de drogas y
entregué más dinero de lo que pensé que jamás vería en una vida a las
autoridades apropiadas. Descubrí secretos y planes para ataques en todo
el mundo. Descubrí la ubicación de campos terroristas y llevé a más que mi
gobierno a los lugares ocultos en varios puntos calientes alrededor del
mundo mientras jugaba entre las operaciones especiales de mi gobierno y
con quien sea que estaban en la cama en cualquier momento dado. Si
había algo más oscuro que las operaciones negras, eso era donde yo
estaba operando, y ni siquiera había crecido hasta mí adolescencia
todavía. Hice todo lo que me pidieron, entré lo más profundo que pude ir, y
una vez que mi tiempo se había acabado, los cinco años llegaron y se
fueron con más cuerpos y sangre de los que me importaba pensar,
esperaba completamente las facultades que se debían mantener para
finalizar la negociación.

Confié en ellos, como un tonto. Mi madre me había enseñado a no


hacerlo.

Debería haber sabido que no debía creer ciegamente en alguien con


una agenda. Sabía que no debía pensar que un ser humano estaba antes
que una convicción o un pueblo poderoso con segundas intenciones y
bolsillos profundos.

El gobierno no era una organización extremista luchando por una


creencia, incluso si sus motivos y planes eran tan corruptos como cualquier
grupo etiquetado como terrorista por los medios de comunicación. No, eran
un imperio político masivo con sus propios fines de desenlace y motivos para
conservar el poder y el prestigio, y sabía que no podía alejarme de ellos sin
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repercusiones. Fue entonces cuando me di cuenta de que había más en la


guerra que el lado ganador y el lado perdedor. Me di cuenta de que estaba
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mi lado. El lado del luchador. El lado del hombre que pasaba por los
movimientos, no por pasión, sino porque no tenía otra opción. Estaba el lado
de la desesperación, y por ese lado, no había reglas. Había un ejército de
uno, y la guerra que luchaba era por la supervivencia y la auto-
preservación.

Cuando mis cinco años acabaron, apenas estaba en mis veinte años;
el Mossad4 regresó con más misiones, más objetivos, más cosas que
necesitaban mi habilidad especial para manejarlas. Habían invertido
demasiado tiempo y energía en mí para simplemente dejarme desvanecer
en el aire. Se hizo evidente que la única manera en que me escaparía, la
única manera en que dejaba atrás el desierto, era si lo hacía en mis propios
términos. Incluso si esos términos significaban que mi sangre terminaría
manchando la arena del desierto. Mi madre se había quitado la vida hace
mucho tiempo, solo un sacrificio más por una creencia por la que no podía
obligarme a luchar más. No tenía a nadie y nada que perder.

Dejé caer mi cubierta a propósito. Me dejé atrapar, y cuando los chicos


malos trataron de usarme como ventaja, traté de conseguir que el gobierno
me intercambiara, no dije nada. Les dejé creer que tenía valor más allá de
mis manos mortales, y cuando el gobierno y los militares afirmaron que no
tenían ni idea de quién era yo, cuando negaron que yo había trabajado
para ellos, dejé que los hombres que me habían moldeado y entrenado me
llevaran de regreso a donde todo había comenzado. Sabía que si iba con
ellos podría finalmente tener una oportunidad en la única cosa en que
había estado después de que fui lo suficientemente mayor para averiguar
que lo que estaba haciendo estaba mal. Libertad. La oportunidad de llamar
mis propios disparos por mis propias causas por una vez en mi vida. Sabía
que los hombres que habían convertido a un niño en un asesino no se
tomarían las cosas con calma con un traidor, un hombre que no solo los
traicionó dos veces, sino que voluntariamente fue contra todo lo que
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pensaban que valía la pena matar. Parte de mí le dio la bienvenida a la furia


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y el dolor porque significaba el fin de ser nada más que un arma.

4Mosad o Mossad: Forma abreviada de HaMosad leModi'in ulTafkidim Meyuhadim, "Instituto


de Inteligencia y Operaciones Especiales". Agencias de Inteligencia de Israel.
Me torturaron y amenazaron con todos los peores tipos de castigo.
Esperaba completamente que ellos fueran detrás de mi cabeza… literal-
mente.

Pero nací en el infierno, así que todo lo que me hicieron ya había sido
hecho.

Ellos querían espectáculo. Querían un show. Querían algo que pudieran


poner en la televisión para conseguir la atención de todo el mundo, de
manera que los estadounidenses tendrían que ver lo que estaba
sucediendo en nuestra pequeña caja de arena. Quería explicar que era
inútil, que era una causa perdida. A nadie le importaría. A nadie.

No me molesté. Necesitaba que me llevaran al centro de su


campamento para poder poner en mis manos en lo que necesitaba para
convertirme en un fantasma. El terror estaba bien financiado, y si esta guerra
me había enseñado algo, era que el lado con más dinero tenía la ventaja
en el campo de juego. Siempre.

Sin vida en el interior. Vacío. Yo ya era un hombre muerto, así que no


esperaban una pelea, pero una pelea fue lo que consiguieron. Podría luchar
sucio y malo como ellos. Podría luchar frio y metódico como el gobierno.
Pero lo que siempre me daría la ventaja sobre cualquier adversario que
enfrentaba era la primera lección que mi madre me enseñó. Yo había
nacido y sido criado para luchar y nunca darme por vencido. La pelea
estaba en mis huesos. Estaba en cada respiración que exhalaba. Estaba en
cada gota de sangre que salía de mí y manchaba el suelo.

No dejé a ningún hombre de pie. Lo tomé todo —dinero, armas,


drogas— y luego hice una caminata que se sintió como un millar de
kilómetros en un desierto que era aún peor que el que me dio a luz. Dinero
en las manos correctas, armas en las equivocadas, haciendo tratos y
promesas mientras cruzaba las fronteras y me metía en un barco a esa otra
tierra prometida de la que tanto había oído hablar… América. Tierra de la
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libertad… hogar de los valientes. Para mí era solo un gran paisaje extenso,
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interminable de ruido, gente, confusión y desorden en el que podía


perderme. Sería otro rostro olvidable en la multitud y tal vez podría
finalmente detener la lucha que se había clavado en mí con tanta fuerza
que parecía que era de lo único que estaba hecho.

Reboté alrededor de un lote tan pronto como llegué a la orilla. Nunca


me puse cómodo en ningún lugar. Pensé que era mejor seguir en
movimiento en caso de que mi viejo gobierno o el nuevo me buscaran.
Además nada parecía apropiado. El glamour de L.A., el brillo de Las Vegas,
el latido de Nueva York… todo se sentía mal y me ponía inquieto. Había
cosas en cada lugar que se sentían familiares, partes de cada ciudad que
me permitían hundirme en el olvido y disfrutar de todas las cosas que me
habían negado toda mi vida.

Tantas chicas. Tanto dinero. Tantos vicios diferentes en la punta de mis


dedos. Sabía que si no tenía cuidado, fácilmente podría convertirme en
esclavo de otro amo. La adicción hacía a los hombres débiles y la última
pelea que quería pelear, ahora que las cosas se habían vuelto tan
silenciosas, era una conmigo mismo. Así que me alejé y escuché a la gente
en lo profundo de las sombras. Gente como yo.

Un lugar era pronunciado una y otra vez.

The Point.

De lo que dijeron, la ciudad aparentemente había sido una ciudad


portuaria en auge, pero cuando la recesión golpeó y el dinero se fue, había
caído en el olvido. Las cáscaras vacías de los edificios eran señales de
bienvenida a los ocupantes ilegales, los pirómanos, y cada habitante de la
oscuridad… y así llegaron, las personas que querían desaparecer y que
querían hacer su dinero en la oscuridad y en las calles. Pasaron décadas,
también lo hizo la esperanza para la reconstrucción, y la ciudad —como
demasiados lugares— había sido olvidada por el resto del país. O eso decía
la gente. Olvidado era lo que necesitaba, y así escuché ese nombre
susurrado. The Point.
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Hice más dinero y conseguí ver que más mercancías ilegales


cambiaron de manos y pronto me encontré dirigiéndome allí. Mí antiguo
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hogar recibía el primer titular en las noticias nacionales… El hogar al que me
dirigía parecía existir solo en pesadillas y advertencias.

Estuve en The Point por menos de un día cuando me dijeron que el


hombre que manejaba las calles quería verme. Me gustaba pasar
desapercibido. Me gustaba mezclarme, pero aquí no parecía que fuera una
opción. En vez de la arena del desierto, el campo de batalla aquí era asfalto
y concreto, y tan pronto como mi presencia fue conocida, fue como si este
lugar reconociera la lucha latente dentro de mí. Esta ciudad llamaba a ello.
No sé por qué al instante sentí que encajaba, pero lo hice. Así que fui a ver
al hombre al mando, con la esperanza de ofrecerle lo último de mi dinero
con el fin de hacerme un hueco en el desolado reino. Yo era un
sobreviviente. Podría pasar un tiempo sin dinero. Ningún hombre era más
ingenioso que yo.

Entré en un club de striptease repugnantemente llamativo, ofendido


por su mal gusto. Esperaba encontrarme con el gobernante de la tierra,
declarar mis intenciones, y hacerle saber que no me inclinaría ante ningún
hombre aquí o en cualquier otro lugar nunca más. Esperaba amenazas y tal
vez un poco de fuerza bruta desde que era obviamente extranjero e
indocumentado. Era técnicamente legal ya que mi madre había sido
ciudadana estadounidense antes de enamorarse de un extremista, pero en
realidad no había existido en el papel desde que me entregó a asesinos y
radicales cuando era un niño. Mossad no quería que fuera nada más que
su entrenado perro de ataque, así que no me habían ofrecido ninguna
prueba de identidad durante mi tiempo al final de su cadena. Lo que no
esperaba era que mi causa, mi razón, mi propósito de vivir y mi algo en lo
que creer estaría bailando casi desnuda en un escenario horriblemente feo,
parecía que iba a llorar en cualquier momento. Ella era mucho más que la
libertad.

Ella era Honor.


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Era hermosa, joven, inocente y, obviamente, resignada a su destino. Mi


corazón dio un tirón y me sorprendió encontrar que todavía tenía uno
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porque lo había enterrado en algún lugar profundo por debajo de la brutal


historia que estaba dentro de mí. Fue la primera vez que lo sentí latir, y el
pulso de su anhelo me asustó y me electrificó en igual medida.

Comencé a moverme hacia ella como si todos esos dioses invisibles que
me pasé la vida matando me llevaran directamente a ella cuando de
repente un hombre dos veces su edad y el triple de su tamaño saltó de su
asiento al lado del escenario y se lanzó sobre la plataforma directamente
hacia la chica. En un abrir y cerrar de ojos estaba encima de ella, ásperas
manos por todo su cuerpo desnudo. La oí gritar. Vi que sus largas
extremidades se agolpaban bajo él. Una neblina roja nublo mi visión y me
olvidé de quedarme quieto y de tener bajo perfil. Me olvidé de ser un
fantasma, y me di cuenta de que podía canalizar la lucha que se había
forjado en mi alma, la lucha que estaba durmiendo intranquila dentro de mí
en ese momento, en la protección de algo tan inocente. Ella despertó la
pelea y la mantuvo viva.

Yo estaba en el escenario antes de que mi mente incluso registrara que


me había movido a través de la habitación. Saqué al hombretón de la
bailarina y le ofrecí mi mano. Bonitos ojos del color de un cielo nublado
brillaban hacia mí. Ella miró la mano que había ofrecido como si fuera su
salvavidas fuera de este lugar, fuera de este mundo vicioso, y la agarró
ferozmente mientras la levantaba en sus pies.

Nos miramos en silencio y supe en ese instante que esta joven mujer
significaría más de lo que cualquier otra cosa en mi vida había significado.

—¿Estás bien?

Ella parpadeó hacia mí como un animal aterrorizado y sentí todas las


cosas muertas dentro de mí rugir a la vida con un nuevo propósito y pasión.

—Sip. Podría haberlo manejado. Solo me sorprendió.

Era tan joven y sus palabras golpearon dentro de mi tan fuerte que me
dolían. No debería tener que manejarlo en absoluto. Yo era lo opuesto a lo
16

inocente y de repente todo lo que quería era mantenerla tan diferente de


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mí y de mi vida como pudiera.


Apreté la mano que aún sostenía y le dije:

—Soy Nassir Gates.

Le di el nombre del hombre que había decidido que iba a ser, Mitad
Oriente Medio, Mitad Estadounidense, cien por ciento de mentira. Yo era
solo un hombre que iba a hacer de este nuevo lugar su hogar. No sabía que
en ese momento iba a requerir tanta sangre y guerra para sobrevivir aquí
como lo había hecho en el desierto.

Cuando el tipo que la atacó empezó a hacer ruido en el suelo detrás


de mí, me volví para mirarlo. Estaba lejos de terminar con el bastardo, pero
quería una presentación adecuada antes de hacer lo que era inevitable en
el instante en que vi al bruto poner sus manos sobre ella.

Ella me sonrió suavemente y devolvió el apretón como si fuéramos


amigos o algo así.

—Keelyn Foster. —Sus ojos se abrieron y ella mordió su voluminoso labio


inferior y yo quería poner mis propios dientes allí más de lo que quería
cualquier cosa en la vida. Estaba casi completamente desnuda, pero no
podía apartar la mirada de esos ojos—. Quiero decir Honor, por aquí soy
Honor.

Le sonreí, y estaba bastante seguro de que era la primera vez que


había sonreído. En toda mi vida.

—¿Qué tal si solo te llamo así aquí en este club? Soy nuevo en la ciudad
pero tengo el presentimiento de que estaremos topándonos el uno con el
otro. Keelyn es un bonito nombre.

Ella se ruborizó. Estaba bailando para el placer de desconocidos, pero


darle un cumplido descartable la había vuelto de un cálido rosa. Y al ver su
sonrisa, de repente todo tenía sentido en mi mundo.
17

—Gracias —susurró, pero escuché las palabras tan fuertes como un


trueno.
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Incliné mi cabeza hacia ella y me volví hacia el hombre tratando de
arrastrar su camino de vuelta al escenario. Podría ser civilizado. Podría
contenerme. Podría estar tranquilo. Pero cuando pensé en esas manos
enormes encima de ella, no quise ser nada más que lo que había nacido
para ser. . . un asesino.

En segundos estuve encima de él. Su rostro se desintegró bajo mis


manos. Sus huesos se convirtieron en polvo. Su aliento se extinguió bajo mis
pies. Su vida no fue nada para mí hasta que vislumbré los tempestuosos ojos
grises que me miraban como si yo fuera el mal encarnado. Ahora estaban
del color del carbón, y llenos de miedo… miedo de mí. Sacudí la sangre de
mis nudillos y me alejé de ella antes de que infringiera más daño.

El hombre a cargo observó todo el asunto. En vez de pedirme dinero


para quedarme en su ciudad, me ofreció papeles que eran falsos pero lo
suficientemente buenos para hacerme legal. Me preguntó si podía tener en
mis manos algunas municiones. Le dije que sí a ambos los papeles y la
munición, y mi plan para pasar desapercibido se infló como un globo y
explotó encima de mi cabeza. Nunca sería capaz de huir de quien era, o lo
que era, así que pensé que también podría aprovechar al máximo este lugar
que estaba ansioso por abrazar. Este lugar era un tipo diferente de zona de
guerra, donde cada hombre parecía estar luchando por sí mismo. Era
bastante familiar para saber que podía prosperar aquí, que podría
encontrar un lugar donde encajar. Podría trabajar con lo que hacía que The
Point saliera bien, y mientras estaba aquí, podía vigilar a la chica. Podría
esperarla mientras se daba cuenta de que esto era un infierno en la tierra...
y cuando haces tu casa en el infierno, quieres tener al diablo en tu esquina.

Podría luchar por ella incluso si ella pensaba que yo era un monstruo.
Después de todo, ya sabía todo acerca de perseguir una causa perdida.
18
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T
al vez si no hubiera pasado los últimos seis meses sirviendo
panqueques y chocolate grasiento a hípsters ebrios, y evitando las
miradas demasiado curiosas de los policías que les gustaba ir al
comedor para el desayuno temprano en la mañana, me habría dado
cuenta del ominoso cambio en el aire.

Antes de venir a Denver hace seis meses, mis sentidos habían sido
afilados para notar la más ligera amenaza. Antes, cualquier cosa que
pudiera ser peligrosa, que pudiera ponerme en peligro, había hecho
hormiguear mi piel, hecho que todo dentro de mí vibrara con conocimiento.
Ahora me había acomodado a un simple ritmo lúgubre. Cada día era lo
mismo que el anterior y no había ninguna amenaza visible persiguiéndome
constantemente, cazándome, obsesionándome. Dejé caer mi guardia. Me
había vuelto suave, y como resultado el mayor peligro de todos se las arregló
para deslizarse en mi nueva normalidad sin dar ningún tipo de indicio de que
él estaba allí.

Mis zapatos antideslizantes —que probablemente eran las cosas más


feas jamás hechas, pero absolutamente necesarias teniendo en cuenta la
comida grasienta que la pequeña cocina sacaba— chirriaron en el suelo
laminado mientras me dirigía al solitario cliente que había tomado el último
asiento disponible en mi sección. El enorme menú de plástico cubría
19

completamente su rostro, pero el Rolex en su muñeca y el corte perfecto de


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su chaqueta me dejaron saber que no era mi típico cliente. No había una


camisa de franela, ni un azul policial a la vista, y cuando me acerqué, un
soplo de algo exótico y familiar envolvió mis sentidos y detuvo mis pasos. De
todas las cosas que había dejado atrás, él era lo que había tratado con más
fuerza de olvidar.

El hormigueo a través de mi piel se extendió. Mi vientre se tensó. La


sangre se precipitó ruidosamente entre mis oídos. Mis temblorosos dedos se
curvaron alrededor del bolígrafo en mi mano como si fuera un arma. Antes
de que pudiera recuperarme y marcharme, el menú bajó y me quedé
atrapada en el lugar, inmovilizada por los ojos del color del ron especiado.

Eran ojos malvados. Ojos que veían demasiado y no daban nada. Ojos
con los que soñaba despierta. Ojos que me hacían despertar en un sudor
frío. Ojos que me hacían apagarme por dentro y me sacudían mientras me
hacían un lento repaso desde lo alto de mi cabeza hasta las puntas de mis
horribles zapatos, regresando a mi rostro y permaneciendo allí mientras
luchaba por mantener la compostura.

Poco a poco dejó el menú en la agrietada mesa y se recostó en la


cabina. Él estaba sorprendentemente fuera de lugar aquí y odiaba
absolutamente cómo esa sexy curvatura de su boca, una boca con la que
soñaba casi todas las noches, hacía que mi corazón traicionero vibrara y
acelerara mi pulso.

Yo también estaba sorprendentemente fuera de lugar aquí, pero había


aprendido a camuflarlo. Él, obviamente, nunca se molestaba en camuflar
nada. No era un hombre con intenciones virtuosas y nunca fingía serlo.

Se habían ido los tacones de aguja de un kilómetro de altura que


siempre llevaba. En su lugar me ponía zapatos de trabajo que me impedían
caer de culo mientras corría con comida y platos sucios hacia y desde la
cocina. Me estaba escondiendo a plena vista, sabiendo que el último lugar
en la tierra al que cualquiera podría venir a buscarme sería esta cafetería
barata. Esto era lo opuesto a mí y la vida que siempre había vivido, así que
aunque podía permitirme algo mejor, ansiado más, aquí era donde
20

necesitaba estar... hasta que él apareció.


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Se fue el cabello largo y sedoso, teñido con el perfecto tono de
castaño y con el estilo de una manera destinada a dar a los hombres ideas
sucias. En su lugar estaba un aburrido marrón en un corte bob que llegaba
a mi barbilla. Apenas había suficiente cabello en mi cabeza para inspirar a
los hombres a hacer nada más que sentir lástima por mí. Se habían ido las
faldas cortas que no dejaban nada a la imaginación, y las blusas cortadas
hasta mi ombligo así los pechos por los que pagué una pequeña fortuna se
exhibían de forma obvia y prominente. Hoy llevaba jeans deshilachados con
un agujero en la rodilla y una sencilla camiseta negra que cubría esos
espectaculares pechos. No me había maquillado en más de seis meses, y
como ya no estaba bailando horas y horas en las noches, había subido un
poco de peso. Nunca pasaría por una simple Jane, pero estaba cerca.
Promedio era probablemente la primera cosa que les venía a la mente
cuando los desconocidos me miraban, especialmente si no se molestaban
en mirar de cerca. Definitivamente no era la misma chica que había dejado
a este hombre, y el mundo del que no solo venía, sino que gobernaba.

Aquellos ojos depredadores se deslizaron sobre mí otra vez, y sus labios


se movieron con diversión cuando aterrizaron de nuevo en mi feo calzado.

—Bonitos zapatos, Key.

Mis dedos se apretaron instintivamente en el bolígrafo que estaba


agarrando, y escuché agrietarse el plástico bajo la presión. Resistí el impulso
de cambiarme los feos zapatos de mierda, y en lugar de eso entrecerré mis
ojos hacia él. La debilidad alrededor de un asesino nunca debería ser
demostrada, y sabía que este depredador en particular me comería viva si
conseguía incluso la menor oportunidad. Él había estado hambriento por
una probada desde el primer día que lo conocí y, aunque siempre había
estado tentada a alimentar a la bestia, el temor de perder más que mis
dedos en esas viciosas mandíbulas siempre me contenía de ofrecerme en
un plato. Lo único que siempre quise era ser yo misma, prosperar y ser
independiente, hacer mis propias reglas y no responder ante nadie. Lo único
21

que Nassir Gates quería era que yo fuera suya.


PÁGINA

—¿Qué haces aquí, Nassir?


Nassir Gates, mitad hombre y mitad monstruo. Era letal y tóxico,
manteniendo toda esa siniestra belleza cubierta en un traje ridículamente
costoso que lo hacía parecer elegante y falsamente civilizado. Para el ojo
inexperto, Nassir era un hombre escandalosamente guapo que parecía
estar de camino a una reunión de negocios, pero si habías pasado algún
tiempo en las calles, si estabas familiarizado con la vida en la cuneta, no te
perdías quién era realmente, qué era él. La cima de la cadena alimenticia.
Si supieras lo que se necesita para lograrlo en el lugar de donde vengo,
podrías mirar a Nassir y ver que no solo prosperaba en el caos, sino que se
sentía cómodo allí. Incluso se las arreglaba para hacer que se vea bien.

Dejé todo eso atrás. Me gustaba Denver. Me gustaba el ambiente


relajado. Me gustaba la monotonía. Me gustaba la previsibilidad. Me
gustaba que pudiera caminar a mi auto después de mi turno en el
restaurante y no tener que preocuparme de recibir un cuchillo en mis
costillas o tener un revólver empujado en mi espalda. Me gustaba que no
tuviera que sacudir mi culo o tener que desnudarme para pagar mis
cuentas. Me gustaba que aquí, los papás futbolistas eran solo eso, y no
estaban consiguiendo prostitutas en secreto en la sala de atrás o apostando
el dinero de la tienda de comestibles de la familia, en un juego de póquer
ilegal. Lo más importante me gustaba que no tuviera que mirar mi mayor
adicción, mi peor tentación, a los ojos todos los días y fingir que no lo
deseaba. Aquí no tenía que negar que había estado enamorada de él
durante años. Estaba estúpidamente obsesionada con este diablo en traje
de diseñador y sabía que era absolutamente perjudicial no solo para mi
seguridad, sino para lo que valoraba por encima de todo… mi indepen-
dencia.

Después de pasar una infancia evadiendo las manos de los novios


demasiado entusiasmados y desquiciados de mi madre, y apenas
escapando de las garras de un padrastro enfermo y retorcido, y demasiados
años trabajando mi trasero —literalmente—, para hacerme una vida, nunca
podría arriesgarme a permitirme preocuparme por Nassir en la manera que
22

quería, porque sabía que si lo hacía, me convertiría en nada más que suya
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y me negaba a ser la posesión o el adorno de cualquier hombre.


Cuando surgió la oportunidad de irme sin una explicación o sin parecer
como si estuviera huyendo de él, y la promesa y el futuro que vi tan
claramente en sus ojos, la tomé. Hui con mi corazón y mi cola entre las
piernas. Pero ahora él estaba aquí, en este paraíso frágil y predecible, y yo
quería apuñalarlo con el bolígrafo roto y saltar en su regazo y poner mi boca
en sus labios sonrientes al mismo tiempo.

—Tú estás aquí, Key. ¿Dónde más estaría?

Su cabello negro como la tinta, era más largo de lo que recordaba,


tocando el cuello de su camisa, y su voz era incluso mucho más suave y más
melódica de lo que recordaba. Hablaba solo con la más mínima insinuación
de un acento, del que nadie podía identificar los orígenes, y Nassir no era el
tipo de chico que ofrecía hasta el más pequeño fragmento de información
personal. Tenía un hermoso color bronceado sin importar la época del año,
así que siempre asumí que con su cabello oscuro y complexión dorada tenía
que haber venido de algún lugar del Medio Oriente. Nunca confirmó ni
negó mis sospechas. Todo lo que sabía, era que había aterrizado en The
Point cuando acababa de empezar a desnudarme, y desde el momento
en que entró en la escena, había estado en el centro de toda la acción. Él
también había sido siempre el único peligro del que era lo suficientemente
inteligente como para alejarme. Una tarea que se hacía más y más difícil
cuanto más mayor me hacía, y más consciente estaba de él y del tirón que
tenía sobre mí.

—No deberías estar aquí. No te quiero aquí. —Odié que mi voz se


hundiera. Nunca fui una muy buena mentirosa y nunca quise que él supiera
que era mi mayor debilidad, a pesar de que él nunca había ocultado el
hecho de que yo era suya.

Sus cejas oscuras bajaron sobre esos ojos dorados y la sonrisa se


desvaneció de su boca demasiado bonita. Afortunadamente, otra mesa
me llamó y tuve que correr de regreso a la cocina. Eso me dio un muy
23

necesario minuto para recuperar la cordura. Debería haber sabido que la


sola visión de él después de todos estos meses sería suficiente para ponerme
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fuera de lugar. Era tan impresionante. Tan intenso. Tan difícil de renunciar a
él.

Me dirigía hacia su mesa con una taza y una jarra de café, cuando una
mano ligera aterrizó en mi brazo. Miré a la bonita policía pelirroja que venía
todo el tiempo. A veces con su pareja u otros policías, pero más a menudo
con su novio. Debían de vivir cerca, porque ella a menudo iba a trabajar
cuando él llegaba. Él dirigía un bar, o un par de ellos, aquí en la ciudad, por
lo que sus horarios eran opuestos, pero parecían estar haciendo que
funcione. Al principio no podía creer que alguien que lucía como ella
llevaba una insignia a propósito o que parecía estar genuinamente
interesada en ser mi amiga. Ella mencionó que teníamos un conocido mutuo
que le había pedido que me checara cuando llegué a la ciudad, pero
ahora parecía tener curiosidad por mí por su cuenta. Era tan encantadora
y divertida, además de que su hombre era un encanto. Rubio y demasiado
guapo para su propio bien, me recordaba a una vieja llama que tenía en
The Point. Estaba íntimamente familiarizada con hombres como él, solo que
el novio de la bonita policía no tenía el mismo tipo de borde despiadado de
los hombres criados en The Point con los que estaba familiarizada. Pero el
encanto sureño tenía su propio tipo de aura peligrosa y sexy que me llevaba
a creer que su historia sería interesante si se molestara en compartirla.

—¿Estás bien? Parece que viste a un fantasma. —Era dulce, pero me


miraba con ojos de policía, y no había suficientes horas en un día para tratar
de explicarle todas las cosas que estaban mal con Nassir sentado en esa
maltratada mesa, en este destartalado restaurante en Colorado. Él debería
estar en cualquier parte menos aquí.

—Sí, solo ocupada. —Le di una débil sonrisa y me detuve para llenar
algunas tazas más de café antes de regresar a la mesa de Nassir con
determinación. Tomé la taza, la puse delante de él y la llené. Le di un
empujón hacia él con un ceño fruncido.
24

»El café es cortesía de la casa. Bébelo y vete. No tengo nada más que
decirte.
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Miró el café y luego volvió a mirarme. Sus cejas se alzaron y la sonrisa
regresó a su boca. Era una mirada tan arrogante. Quería darle una
bofetada a su bello rostro.

—Bueno, ¿puedes sentarte por un minuto? Tengo mucho que decirte.

Sacudí la cabeza antes de que él terminara de hablar.

—No. Mi sección está llena. Estoy trabajando. No quiero escuchar nada


de lo que tengas que decir. The Point está muerto para mí. Tú estás muerto
para mí. —Mi voz volvió a caer mientras expulsaba las palabras. Realmente
debería ser una mejor mentirosa. Solía vender la ilusión de que quería sexo,
que me encantaban el manoseo y los dedos clavados por todo mi cuerpo
cada día, y lo hacía con un propósito. Podría ser quienquiera que necesi-
taba ser, siempre y cuando me beneficiara a largo plazo. Durante un tiempo
me dije que una vez que tuviera suficiente dinero ahorrado, haría algo
bueno con él, algo que ayudaría a chicas como yo que no tuvieran otras
opciones, pero en su lugar tomé la salida del cobarde y hui. Tenía tanto
miedo de perderme que no pensé en el bien que podía hacer, ni en las
mujeres que me necesitaban en casa. Convencer a este hombre y a mí
misma de que lo odiaba era una batalla que nunca había sido capaz de
ganar—. Dejé atrás a Honor, Nassir. Ella está tres metros bajo tierra.

Se inclinó hacia delante en la cabina y ese olor sexy y costoso que


parecía naturalmente ser una parte de él, casi me puso de rodillas. Quería
inhalarlo, absorberlo... y ese era el problema.

—Vine aquí para hablar contigo, Keelyn, no con Honor. Conozco la


diferencia.

Dejé salir una risa amarga y quebrada y empujé algunos de mis


cabellos cortos y sin chiste detrás de mí oreja.

—¿Lo haces?
25

Honor era el nombre artístico que usaba cuando había bailado en el


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club de striptease más popular en The Point, Spanky's. Honor era hermosa.
Sexy. Fuerte. Yo ya no era ninguna de esas cosas, por elección, pero el
recordatorio de la vida que había dejado atrás y la mujer que floreció allí
todavía punzaba. Spanky´s era una colmena de actividad ilegal. Era dirigido
por mafiosos. Era una guarida de pecado y libertinaje. Había sido mi hogar.
Me negaba a extrañarlo o a la chica que había crecido allí, pero con Nassir
justo aquí frente a mí, era mucho más fácil decirlo que hacerlo.

—Siempre lo hice. —Su acentuada voz se volvió un poco áspera y casi


salí corriendo por la puerta principal cuando los escalofríos golpearon
ligeramente mi columna vertebral—. Tengo una propuesta de negocios
para ti, Key. Quiero que vuelvas a casa.

Puse mis manos en el borde de la mesa y me incliné más cerca de él.


Sentí como si estuviera ahogándome en su aroma y siendo atraída cada vez
más cerca por su inquebrantable mirada. Estábamos casi nariz a nariz.
Estaba respirando con dificultad y podía ver cómo su manzana de Adán se
balanceaba más y más cerca de mí.

—Nunca. Voy. A. Regresar. —Me aparté de la mesa, agarré la jarra de


café y lo señalé con el dedo—. Vete, Nassir. Este es un buen lugar. Esta es
una buena vida. Nunca te he pedido una maldita cosa, pero te estoy
pidiendo que no estropees esto para mí. —Nunca se lo había pedido, pero
siempre había aparecido y hecho lo que había que hacer de todos modos.

Cuando otras chicas tuvieron que luchar contra los avances del dueño
del club o correr el riesgo de perder turnos, nunca me preocupé. Cuando
otras chicas estaban tan desesperadas por dinero que estaban dispuestas
a hacer trucos y trabajar en posición horizontal, el pensamiento nunca cruzó
mi mente. Cuando me enfermaba y tenía que dejar de trabajar por un
período prolongado de tiempo, se aseguraba de que viera a un médico y
recibiera el tratamiento adecuado, y sabía que él era la única razón por la
que tenía un trabajo al cual volver cuando estuviera mejor. Las strippers que
no podían bailar no eran de ninguna utilidad, y como Spanky´s era uno de
los pocos clubes con una clientela garantizada, sabía que podía ser
26

fácilmente reemplazada. Era inteligente para las mujeres permanecer


dentro de la oscuridad en mi antigua ciudad, pero nunca había estado
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encerrada en el interior y escondida bajo cubierta. Nassir tiraba hilos que ni


siquiera sabía estaban atados a mi vida, y por él, The Point siempre se sentía
como casa, incluso cuando intentaba matarme.

Si no hubiera estado tan consciente de él, tan en sintonía con cada


uno de sus movimientos, cada respiración, no habría visto sus manos
apretadas en puños en la agrietada mesa. Nassir no era el tipo que
mostraba ningún tipo de emoción, así que ese pequeño movimiento me
mostró que estaba escuchando lo que le estaba diciendo. Y no le gustó.

Relajó sus dedos y comenzó a golpetearlos la mesa. Sus ojos brillaron


con el fuego del infierno y su sexy boca se tensó. No estaba contento, pero
no iba a presionarme. Asintió con la cabeza, que fue solo la más mínima
inclinación de su barbilla y luego comenzó a deslizarse fuera de la cabina
hacia mí. Sabía que debía alejarme, que necesitaba mantener espacio
entre los dos, pero me quedé inmóvil mientras se levantaba y daba un paso
adelante para que estuviéramos uno frente al otro. Parecía incluso más alto
de lo que había sido cuando me fui, más imponente. Tuve que inclinar la
cabeza hacia atrás para seguir en contacto con esa increíble mirada.

Extendió la mano y pensé que iba a pasar el dorso de sus dedos sobre
mi mejilla, pero el bastardo engañoso fue directo a mi corazón. Desafortu-
nadamente, su palma aterrizó en lo alto de mi pecho y hacia el lado
derecho donde una bala me había traspasado. Justo donde me había
desgarrado y finalmente mostrado que The Point, y las cosas que yo amaba
en él, iban a ser mi muerte, in importar cuán dura era. Mi corazón trató de
saltar por su mano, y jadeé un poco mientras él me sonreía. Una verdadera
sonrisa. Una que hizo su rostro acentuadamente anguloso más suave, hizo
que sus ojos se derritieran como suaves caramelos. No, mi diablo no iba a
presionarme... Él iba a hacer lo que los demonios hacían mejor. Iba a
tentarme.

—Creo que esta vida es demasiado fácil para ti. No hay ningún reto
aquí. Esperé durante meses porque pensé que ibas a aburrirte. No
27

perteneces aquí, Key, pero si eres feliz aquí, entonces no volveré. Las cosas
están cambiando en The Point. Deberías ser parte de eso.
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Su mano se sentía como si estuviera ardiendo en mi pecho. Parecía que
la fea cicatriz que la bala había dejado atrás se desvanecía mágicamente
y la huella de su mano me marcaría allí en su lugar.

—The Point siempre cambia, y nunca es para mejor. Necesito que te


vayas.

Di un paso atrás y lo sentí un millón de veces más pesado que todos los
pasos que había dado para sacar mi culo de The Point y lejos de él en primer
lugar. Nassir miró su costoso reloj, me dio una última sonrisa y luego
desapareció por la puerta principal. Debería haber sido más fácil respirar
con él fuera. Debería haberme sentido fuerte, segura, pero como siempre,
Nassir cambiaba el mundo a su alrededor.

La bonita policía estaba a mi lado de nuevo, y esta vez la


preocupación en su rostro no podía ser ignorada. Estaba mirando en la
dirección en que Nassir había desaparecido, y apostaría un buen dinero que
todo dentro de ella estaba gritando que él era un tipo malo. Que no debería
dejarlo marcharse.

—¿Ex novio?

Suspiré e hice un gesto con la mano a una mesa de clientes que me


hacían gestos con una mano en el aire por su cuenta.

—Ni siquiera cerca. —Mi relación con Nassir era más que complicada,
pero nunca habíamos tenido nada más que un agarre de manos. Salí de mi
camino para no tocarlo, para accidentalmente no rozarme contra él, y la
única vez que había tenido sus manos en mí, fue cuando estaba tratando
de detener el sangrado cuando me dispararon, y luego hoy cuando puso
su mano en el mismo lugar—. Solíamos trabajar juntos. Es una indeseable
aparición del pasado.

Ella me esperó, mientras les daba la cuenta a unos cuantos clientes y


rellenaba algunas bebidas. Conseguí una nueva mesa, y para el momento
28

en que conseguí llevar la nueva orden de unos clientes, ella estaba


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inclinada contra la puerta principal. No tenía que seguir hablando con ella,
pero era dulce y no sabía nada de mi vida anterior, así que no había juicio
en su mirada chocolate marrón mientras me observaba correr alrededor.

—Tengo que irme… mi turno empieza dentro de poco. —Ella me sonrió


y levantó una de sus claras cejas—. Sé que no somos exactamente amigas,
pero soy una observadora entrenada y sé una cosa o dos sobre la clase del
tipo que rezuma problemas y secretos como ese lo hace. Me puedes decir
que estoy cruzando la línea, pero me siento obligada a decirte que tengas
cuidado.

Le devolví una débil sonrisa. Era tan divertido que alguien pensara que
tenía que advertirme sobre cualquier cosa. Solía ser la chica que era la
advertencia. No termines como Keelyn. No hagas las mismas elecciones que
Keelyn. ¿Quieres ser una stripper como Keelyn? ¿Qué tiene que mostrar
Keelyn por una vida de trabajo duro y luchar para sobrevivir? Me tenía a mí
y estaba obligada y decidida a aferrarme a ella hasta mi último aliento.

—Créeme, siempre he tenido cuidado con él. Pero no volverá, así que
no creo que tengas que preocuparte por eso.

Tan pronto como las palabras salieron de mi boca, sentí que iba a caer.
Nunca lo volvería a ver. Nunca volvería a escuchar esa voz humeante y
lenta de nuevo. Nunca volvería a oler ese aroma picante y misterioso. Se
sentía diferente cuando yo había sido quien se alejaba, pero ahora que lo
había alejado, al decirle en términos inequívocos que nunca iba a volver a
casa, se sentía tan terminado. Quemaba peor que la bala que casi me
había matado.

—Bueno, si alguna vez estás interesada en salir y esas cosas, conozco a


unos chicos solteros muy lindos.

Eso me hizo reír. El sexo y cualquier cosa que tuviera que ver con el sexo
opuesto había sido la última cosa en mi mente hasta el segundo en que
Nassir había aparecido de nuevo en mi vida. Los últimos seis meses habían
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sido los más largos que jamás había pasado sin un compañero, sin que los
chicos me dijeran que era hermosa y me daban lo que quisiera. Estar sola
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había sido esclarecedor, pero también había hecho que el impacto que
Nassir tuviera en mí fuera mucho más tangible y fuerte. Mi piel todavía
estaba demasiado tensa y mi corazón seguía latiendo demasiado rápido,
demostrando que no era cualquier chico bonito con una sonrisa perversa
que podía volver mi vida patas arriba.

—Tal vez algún día tome la oferta. Ahora mismo necesito terminar mi
turno y fingir que no estoy totalmente enloqueciendo por dentro.

—Bueno. Y para que sepas, estoy muy familiarizada con las cosas que
se pueden esconder en la oscuridad. Si alguna vez quieres hablar de de
dónde vino ese hombre hermoso y por qué te hizo volverte tan blanca como
una sábana, es una historia que me encantaría escuchar.

La despedí con la mano mientras salía por la puerta principal. Nunca


tuve muchas amigas, al menos ninguna que no se quitara la ropa y se frotara
en regazos de la misma manera que yo, y me agradaba mucho la bonita
policía. Lo último que quería hacer era retirar la cortina y presentarle a
Honor. No quería a esa perra astuta cerca de Denver.

Lo sacudí todo —la sorpresiva visita de Nassir, las preguntas de sondeo


de la policía, el recordatorio de que solía tener una vida muy diferente— y
me enfoqué en terminar mi turno. Era absurdo. Tomar órdenes, llevar la
comida, rellenar bebidas, sonreír y asentir con la cabeza. Repetir durante
nueve horas y luego arrastrar mi trasero de nuevo a mi pequeño estudio para
poder fregar el olor de tocino y huevos de mi cabello y relajarme hasta que
comenzaba todo de nuevo al día siguiente. Solo que hoy, después de mi
ducha, no pude evitar que el pasado me arrastrara. No podía sacar a Nassir
de mi mente. No podía conseguir que todos los recuerdos que se le unían
dejaran de zumbar en mi cerebro.

Empecé a bailar en Spanky´s cuando tenía apenas dieciocho años.


Una fugitiva con una vida hogareña de pesadilla y un padrastro con manos
errantes. En aquel entonces, había estado asustada de muerte y
dolorosamente desesperada por tener una vida y un lugar propio. En ese
30

momento, un jefe del crimen insensible y de sangre fría que se llamaba


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Novak manejaba el club —y la ciudad— con mano de hierro. A pesar de


que había una regla de no tocar en efecto cuando las chicas estaban en
el escenario, casi nunca se hacía cumplir. Estaba haciendo una rutina con
alguna estúpida canción pop, tratando de mantenerme erguida con
zapatos demasiado altos y demasiado ridículos para las palabras, cuando
un corpulento cliente borracho se lanzó contra mí. Me quedé atrapada bajo
su sudada flacidez mientras él buscaba a tientas mis tetas desnudas y
palmeaba mí tanga apenas presente. Fue aterrador y demasiado familiar.
Justo cuando pensaba que lo peor iba a suceder al aire libre, delante de
todos, el peso había desaparecido, y lo que parecía un ángel caído se
alzaba sobre mí, ofreciéndome una mano.

Incluso en aquel entonces se vestía como un millonario. Su cabello no


estaba tan largo como lo llevaba ahora; entonces era un corte militar y él
era mucho más delgado que el cuerpo de guerrero fuertemente musculoso
que tenía ahora. Sus ojos brillaban como el fuego del infierno, y casi me
arrojé al suelo a sus pies. Era tan intenso. Me había sonreído con esa boca
pecaminosa y me preguntó si estaba bien. Le dije que podría haber
manejado la situación por mí misma porque realmente quería creer que
podía haberlo hecho, pero estaba claro en esos ojos magnéticos y
misteriosos, la primera vez que nos miramos, que él quería hacerse cargo de
las cosas por mí. Eso me asustó. Esa clase de posesividad de parte de un
hombre que no conocía... un hombre que hacía temblar mi joven corazón
y hacía que mi estúpido cuerpo se calentara y derritiera. No tenía nada por
mi cuenta aun y todo lo que quería hacer era entregarle lo poco que tenía.
Esa clase de sumisión me aterrorizó. El deseo de simplemente dejar que
tomara el control de una vida que aún no había tenido la oportunidad de
vivir, me hizo alzar cada barrera en la que pude pensar, y habíamos
comenzado el baile entre nosotros que habíamos estado haciendo durante
años. Casi mató a un hombre frente a mí con sus manos desnudas, y sin
embargo fue la amenaza que representó para mi recién descubierta
libertad, lo que me hizo mantenerlo a distancia cuando realmente quería
acercarlo lo más posible.

Después de ese encuentro inolvidable, la única vez que vi a Nassir fue


31

después en el cuarto trasero con Novak en el club de striptease, o cuando


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me dirigí al club subterráneo que él poseía. Nassir rápidamente se convirtió


en el tipo en The Point que podría poner sus manos en cualquier cosa y todo
lo que era malo para ti. Si no lo tenía a mano, conocía a la gente que lo
hacía. Novak ya no era más que polvo y malos recuerdos, pero el poder de
Nassir solo había crecido.

El año pasado su club —la base de todas sus actividades ilegales— se


había quemado cuando la ciudad se encontró atrapada en medio de una
guerra por el control después de que Novak fuera asesinado. Como
resultado, Nassir se había mudado a Spanky´s, y cada día que iba a trabajar
sentía que estaba bailando para una audiencia de una persona. Sus ojos
observaban cada uno de mis movimientos, y aunque trabajaba casi
totalmente desnuda, me sentía aún más expuesta de lo que estaba. Él me
mantuvo a salvo mientras me dejaba crecer para convertirme en la mujer
innegablemente sexy y poderosa que debía llegar a ser, y mientras
caminaba de puntillas a su alrededor y el hecho de que sabía que si alguna
vez le dejaba tenerme, le pertenecería en corazón y alma para siempre.
Jugamos a un tenso juego de avance y retroceso, pero sabía lo suficiente
como para permanecer fuera de la zona de matar, y por alguna razón Nassir
me dejó jugar con fuego, pero nunca me dejo estar lo suficientemente
cerca como para quemarme. Nunca entendí sus motivaciones, pero como
sus acciones me dejaron vivir una vida plena y en su mayoría feliz en un lugar
que destruía la mayor parte de las almas de la gente, nunca me pregunté
por qué hizo lo que hizo.

Cuando la guerra atravesó la puerta principal de The Point y terminé


sangrando en el piso de un club de striptease, me di cuenta que sus
motivaciones provenían de un lugar más profundo que la innegable
atracción que teníamos el uno por el otro. Su corazón estaba en sus ojos
mientras trataba de detener el flujo constante de sangre que escapaba de
mi hombro y nunca olvidaría que se veía como yo.

Nunca me avergonzó ser una stripper. Estaba orgullosa de cuánto


duraba, más como prosperaba en The Point, pero fue Nassir arrancando su
camisa para sujetarla a mi hombro sangrante y mirarme como si fuera lo
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único en el mundo que le importaba, lo que realmente me hizo sentir como


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si tuviera que irme. Esa mirada fue suficiente para que le diera todo lo que
tenía de una vez por todas, y si lo hacía, no quedaría nada de mí. Solo sería
una chica bonita atada a un hombre peligroso y poderoso, y cuando su
vida le cayera encima como estaba obligado a suceder, me quedaría sola
con nada. Eso no era algo que pudiera soportar. Así que por supuesto me
fui, y ahora lo había enviado lejos, asegurándome de que sabía que nunca
volvería a él o a esa vida.

Era suficiente para mantenerme la mayor parte de la noche, odiando


a la chica que me devolvía la mirada en el espejo mientras me cepillaba mi
cabello aburrido y anodino a la mañana siguiente. Gemí cuando saqué mis
zapatos de trabajo y fruncí el ceño ante el cajón de camisetas, jeans
doblados y pantalones de yoga cuando empecé a vestirme para mi turno.
Normalmente, encontraba todas estas cosas básicas reconfortantes y
calmantes; lo que llevaba era un traje sólido y la chica que lo usaba me era
útil. Pero por alguna razón, hoy me enfureció. Con un poco de desafío, me
puse la ropa interior más frágil, más transparente, más sexy y completa-
mente no funcional que había traído conmigo de mi vieja vida, bajo el
atuendo monótono. Instantáneamente, la parte de mí que había pasado
tantos años siendo Honor despertó con signos de vida. Odiaba lo bien que
se sentía, pero no cambié mi atuendo. No, di un paso más y me puse un
poco de brillo de labios que también estaba enterrado en la parte trasera
de un cajón. Era lo más cerca que había llegado a vestirme atractivamente
o apelar a mi propia vanidad en lo que se sentía como por siempre.

Rechazando reconocer cuán profundamente me sacudió la visita de


Nassir, caminé la corta distancia hasta la cafetería, preparada para sumer-
girme de nuevo en mi rutina. No había absolutamente nada malo con servir
comida grasienta a hípsters. Era una manera perfectamente aceptable de
ganarse la vida hasta que descubriera lo que quería hacer con mis
considerables ahorros de mi vieja vida y las posibilidades de ser atrapada
por una bala o enamorarte de un enigmático y misterioso jefe del crimen
eran casi nulas. Estaba feliz aquí. Estaba segura aquí. No tenía que luchar
para sobrevivir aquí. Nassir tenía razón: no había ningún desafío y eso es lo
que quería. Me había ganado un descanso después de todo lo que The
33

Point y él me habían hecho pasar.


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Ya que trabajaba en el turno de la mañana, llegué al comedor justo
cuando el sol salía por las montañas. Era muy temprano y el estacionamiento
estaba vacío como lo estaba cada día. Pero por alguna razón, hoy parecía
incluso más vacío. Cerré la puerta del auto detrás de mí e hice mi camino a
través del asfalto, mi mente todavía pegada en mi visitante sorpresa de
ayer. Una vez más me recordaba que había perdido mi ventaja, que me
había vuelto blanda, cuando unas manos duras agarraron mis brazos por
detrás y me dieron vuelta, casi perdí el equilibrio.

Jadeé con sorpresa y me alejé de las manos. Lo había visto antes. Le


gustaba pasar el rato delante de la cafetería y mendigar por el cambio. Por
lo general, los policías lo perseguían y lo enviaban en su camino, y por lo
general, si lo pensaba, le haría una caja de chucherías cuando la cocina
pasara del menú de desayuno al almuerzo. Él nunca había hablado
conmigo, y estaba atónita de que pusiera sus manos en mí ahora.

Se tambaleó hacia adelante, con los ojos un poco desorientados y las


manos extendidas mientras retrocedía un paso más.

—Oye amigo. Deja esa mierda. No tengo nada para ti.

Tenía los ojos muy abiertos en su rostro sucio y podía oler su aliento
rancio mientras se acercaba cada vez más a mí. No sabía qué le pasaba,
pero cuando él retrocedió y me dio un verdadero golpe con su puño, ya
había tenido suficiente. Lo empujé lejos de mí, y cuando él tropezó y cayó
de nuevo en su trasero, puse mis manos en mis caderas y lo miré furiosa.

»¿Cuál es tu maldito problema? Te das cuenta de que este es un


restaurante lleno de policías, ¿no? ¿Quieres que te lleven a la cárcel?

Maldijo y lo siguiente que supe fue que una roca voló sobre mi cabeza.
Al principio pensé que era solo una pequeña piedra, pero de repente
estaba en el suelo mirando el cielo de la madrugada y podía sentir la sangre
goteando a través de mi rostro. Parpadeé para intentar levantarme, cuando
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un pesado golpe cayó a mi lado. El vagabundo estaba de pie sobre mí,


parecía que quería decir algo, pero cuando traté de pararme del suelo, se
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fue corriendo.
Mi cabeza palpitaba. Podía decir por la cantidad de sangre que
escurría, que tenía un corte desagradable y mis costillas estaban gritando
por el golpe. ¿Qué demonios? Esto no debía suceder aquí. Denver debía ser
mi santuario. Si era asaltada en el estacionamiento caminando al trabajo,
bien podría volver a casa... Donde nunca pasaría porque nadie se metía
con la chica que Nassir Gates había reclamado como suya.

Froté el dorso de la mano a través de mi ensangrentada frente y fruncí


el ceño en la dirección en que el vagabundo se había ido. Era un ataque al
azar y completamente sin provocación. Era casi como si alguien hubiera
drogado al tipo. Gemí mientras me ponía de pie y sacaba el polvo de la
parte trasera de mis jeans. Apostaría un millón de dólares a que alguien
había mandado al vagabundo a saltarme.

Sabía que mi diablo nunca jugaba limpio y que era capaz de hacer
cualquier cosa... independientemente del resultado, para obtener lo que
quería. Presionar no funcionó. Tentar no funcionó. Así que había recurrido a
intentar asustarme para que volviera a casa. El cabrón. Probablemente iba
a tener otra cicatriz que hiciera juego con la de mi pecho.

Lástima que no supiera que lo único en el mundo a lo que realmente


temía era a él.

35
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—M
e sorprendió verte volando solo, jefe. Me
imaginaba que si ella te dijera que tomaras una
caminata, la arrastrarías sobre tu hombro.

La luz en la oficina resplandeció en la calva de Chuck e hizo que su piel


oscura brillara mientras se reía de mí. Metí mi mano a través de mi cabello
largo y suspiré.

—He pensado en ello. Se ha enterrado, y ahora mismo no hay como


sacarla de ahí.

—Le has estado pagando a un investigador privado para que la vigile.


¿No te dijo nada de eso?

Suspiré otra vez y enrosqué mis dedos en mi cabello.

—Lo hizo. Me dijo que tenía una rutina, que se apega a ella, y que
parece que lo está haciendo bien por su cuenta. Todo lo que escuché fue
que se deslizó en un patrón predecible, y que eso la hace un objetivo fácil.
Pensé que verme la haría salir.

Chuck gruñó y desdobló su masivo cuerpo del sofá doble que


empequeñecía. Alisó su corbata de seda en el frente de su camisa y tiró de
sus gemelos. Sé, de hecho que los gemelos enlazados en las mangas tenían
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muchos diamantes perfectos rodeados de oro real. El hombre era bien


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vestido, lo cual es otra razón de que no tengo problema dejándolo


representarme a mí y a mis intereses en el negocio.
—Creo que verte podría haberle dado pesadillas, jefe. La chica
sobrevivió en el infierno la mayor parte de su vida y ahora está viviendo el
sueño de una vida fácil. Lo hizo. Deberías estar feliz por ella, no tratando de
meterla de nuevo en el barro.

—Su sueño no es atender mesas en algún bar de mala muerte y


pretender que es alguien que no es. Muchas cosas hermosas crecen en el
barro, mi amigo. ¿Nunca has visto una flor de loto?

Chuck me sonrió de nuevo y me dio una palmada en el exterior del


brazo. Él era tan grande y tan fuerte que el simple gesto casi me hace caer.
Le fruncí el ceño y empujé el escritorio.

—Key no es una flor. Es una chica que fue puesta en un camino difícil
muy temprano en su vida y que siempre ha hecho de todo para sobrevivir.
¿Suena familiar?

No contesté.

No mucha gente sabía dónde había estado antes de que llamara


hogar a The Point, pero Chuck sí. Cuando le ofrecí el trabajo como mi jefe
de seguridad, había aceptado siempre y cuando supiera exactamente
para quién iba a trabajar. Yo le di la misma vieja canción y baile que le daba
a cualquiera que preguntaba sobre mi pasado pero Chuck era listo. Él
estaba a mitad del camino antes de que me diera cuenta que hablaba en
serio, así que a regañadientes lo saqué todo para él. Quién era y las cosas
que había hecho… él no huyó. Ni siquiera parpadeó, solo me dijo que era
una triste historia pero que había un millón más como esas en The Point, así
que mejor dejara de pensar que era especial y que debería dejar de usar
mi pasado como una excusa para todas mis acciones de mierda.

—¿Tienes la pelea programa para esta noche? —Caminé alrededor del


escritorio de metal y tomé asiento detrás de él. En mi antigua oficina, mi
escritorio era de caoba tallada a mano, y tomaba un ejército de fuertes
37

traseros moverlo a través del piso. Extrañaba las cosas más finas en la vida,
así que con o sin Keelyn aquí para tomar el espacio que mantenía reservado
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a mi lado, necesitaba tener todo listo en el nuevo club. El club había


empezado por ella como una manera de traerla a casa y mantenerla aquí,
pero ahora el nuevo club tenía que ser todo sobre el último centavo. No
podía esperar más en la parte del negocio. Sentía que podía esperar a la
chica por siempre, estaba bastante seguro que lo había hecho.

—Race lo arregló. Trajo a un ganador desde las Vegas que va a


encargarse de ese mono grasoso que trabaja para Bax, quien ha sido
imparable las últimas semanas.

Race era un buen compañero. Él entendía el dinero y lo lejos que la


gente iría para conseguirlo y cuán fácilmente podrían gastarlo cuando les
ofrecías algo que querían. Era astuto y entendía la engañosa marea que
fluye en la calle. No confiaba en mí. Siempre era bueno tener un compañero
que está observando lo que hacías como un halcón. Me mantenía tan
honesto como iba a llegar a ser, y cuando trataba de cruzar la línea invisible
de lo sospechoso a lo realmente maligno, usualmente él era el único ahí
para ponerme otra vez a raya. No nos llevábamos muy bien pero hacíamos
un buen equipo, y por tanto como el dinero siga fluyendo, no tenía
problemas compartiendo las ganancias y las riendas con él.

—¿Bax sabe sobre el ganador? Se va a enojar si sacamos a su chico.


—Shane Baxter, Bax para aquellos que lo han observado correr en las calles
desde que era un niño malcriado, era el mejor amigo de Race y el
indiscutido guardia de la ciudad. El solía robar autos para los antiguos jefes
del crimen y todavía estaba ayudando a Race a recolectar las deudas por
el otro lado. No mucho bajaba o pasaba en The Point sin la aprobación de
Bax. Él también era el hijo de Novak y el medio hermano del policía que
estaba jodiendo al noqueador que contraté para manejar mi club de
striptease. El gran gorila también solía ser uno de los mejores en el círculo de
sangre. El chico estaba conectado y no es alguien a quien intentara
molestar deliberadamente incluso si la manera que tenía para manejar las
cosas era de lejos más atrevida de cómo me gustaba administrar.
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Chuck bajó su barbilla en asentimiento.


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—Race le dijo, y el chico sigue diciendo que quiere un pedazo del tipo.
Está emocionado con sus múltiples triunfos y todo el dinero que ha estado
haciendo. Su ego está haciendo decisiones que su cráneo va a pagar
cuando se estrelle en el concreto. Bax le advirtió al chico pero no querrá
escuchar.

Miré mi reloj y presioné la palma de una mano sobre los dedos de la


otra para así tronar mis nudillos.

—Saca al chico. Me encargaré del ganador. Será una pelea más justa
y Bax no estará sobre mi culo si uno de sus chicos queda destruido. El chico
puede tener la pelea la próxima semana.

Los ojos oscuros de Chuck se ampliaron y sopló una larga bocanada


de aire fuera de su nariz haciendo que sus fosas nasales se ampliaran.

—Mierda, Nassir, ¿otra vez?

Asentí y me mantuve firme mientras algo de la culpa y desesperación


que alimentaban mis acciones para traer a mi chica de regreso a casa se
arremolinaba en mi interior. Cuando las cosas no salían a mi modo, cuando
una situación estaba fuera de mi control, eso hacía que todo dentro de mí
se fuera al extremo. Tenía que dejarlo salir. La mayor parte del tiempo usaba
el sexo. Algunas veces usaba la violencia. Nunca había sentido la necesidad
de entrar al ring antes de que Key se fuera, pero ahora era una ocurrencia
común. Había ganado más dinero en las peleas arregladas en los últimos
meses que lo que Bax solía amontonar en sus días de auge, y no estaba ni
siquiera cerca de ser tan grande e intrépido como el antiguo ladrón de
autos. No, no tenía un cuerpo corpulento como la mayoría de los chicos en
el ring. Con lo que me ejercitaba era con entrenamiento, astucia y
suficientes cuerpos en mis manos que añadir otro nunca me causaba ningún
tipo de vacilación. Realmente nunca estaba pelando con el oponente
conmigo en el ring, así que el tamaño no importaba. Estaba peleando
conmigo mismo. Peleando con las cosas que no podía controlar. Peleando
con la urgencia de simplemente tomar sin preguntar y arruinar cualquier
oportunidad que tenía de un por siempre con la única persona en toda mi
39

vida a la que había querido prometerle eso.


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Lo que significaba que nunca perdía.


Tipos de tres veces mi tamaño caían. Tipos con armas estaban
desarmados y roncando para cuando había terminado. Tipos que
peleaban profesionalmente eran sacados con un movimiento simple y
mortal. Tipos que eran matones aficionados nunca tenían la oportunidad y
no planteaban ningún reto, lo cual era el por qué solo quería a los
ganadores, los chicos eran traídos para pelear duro y sucio y eso no tomaba
prisioneros. Especialmente esta noche. No era alguien que se permitiera
seguido vivir en el viejo odio y auto carga. Aceptaba al hombre y el
monstruo que era. Pero recurrir a tácticas de miedo, manejar tratos con
entidades desconocidas para tratar de traer a mi chica de regreso a casa,
era totalmente algo más… y el disgusto que estaba hirviendo en mi sangre
me decía que necesitaba dejar que alguien me hiriera por ella. Me merecía
eso y mucho peor, pero ni siquiera sentiría el castigo porque por dentro
estaba entumecido.

Ella me alejó.

Tamborileé mis dedos en el escritorio y encontré la mirada dura de


Chuck con una propia.

—Esta será la última. Necesitamos abrir el club. No puedo esperar más


por ella.

Alisó su corbata otra vez y me destelló una sonrisa que tenía un poco
de oro en ella.

—Era hora. Esa belleza ha estado esperando ahí solo por su


oportunidad de brillar.

La lista de espera para ser miembros del exclusivo club era de un


kilómetro de largo y no estaba llena solo de gente de The Point. Muchos de
los más altos eslabones de The Hill —la elegante y adinerada parte de la
ciudad cuyos residentes tenían justo tanto dinero como yo pero ni de cerca
la misma diversión haciéndolo— querían entrar también.
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—Mueve a Booker a tu antiguo puesto aquí. Quiero que Reeve tenga


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a alguien cerca todo el tiempo en caso de que algo cause revuelo en el


piso. A ella le gusta y eso lo mantendrá fuera de la vista de Race.
Noah Booker era otro rompedor de rodillas como Chuck, solo que más
joven y un poco más salvaje. Su lealtad todavía no había sido probada, así
que nunca estaba muy claro si está trabajando para mí o trabajando para
sí mismo mientras le pagaba el cheque, pero el bastardo era calculador,
marcado y aparentemente a prueba de balas. Además del hecho de que
había algo de mala sangre entre él y Race que todavía no había sido
eliminada, él era una ventaja, así que siempre trataba de utilizarlo donde
podía.

—Pondré todo en orden.

—Sé que lo harás.

Se movió hacia la puerta y pausó por un momento después de que la


abrió. Inmediatamente fuerte música para bailar inundó la oficina. Me froté
la frente. Odiaba la música con la que las chicas bailaban. Estaría muy feliz
de retirarme a mi propio espacio una vez que tuviera el nuevo club abierto
y funcionando. Incluso con Reeve Black, la nueva gerente del club quien
estaba arreglando este tugurio y haciéndolo menos estridente y revoltoso,
no era un lugar en el que me sentía cómodo. Me gustaban las cosas más
finas. Me gustaba lo mejor y eso era de lo que estaba rodeándome en mi
nuevo espacio. Era hora de que viva como un rey. No el caballero negro
que siempre había sido.

—Sé que extrañas a tu chica, pero ninguna cantidad de peleas o follar


va a arreglar eso, jefe. Necesitas pensar en algo más si ella realmente no
vuelve.

Cerró la puerta detrás de él con un suave chasquido y tuve que luchar


con la urgencia de estrellar mi frente en mi escritorio una vez estuve solo. Era
un día lleno de frustración y decepción. Solo no podía comprender un
mundo del que ella no era parte… e incluso nunca nos habíamos besado
aún.
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Estaba solamente tras lo mejor y Keelyn Foster era lo mejor. Era


indudablemente hermosa. Era sexy. Estaba llena de actitud y pelea. Era
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fuerte. Conocía la calle. Era mi igual en cualquier sencilla manera. La había


deseado desde el primer instante en que la vi, cuando era solo una asustada
niña atrapada debajo de un hombre abusivo, una niña que estaba hacien-
do todo en su poder para escapar, luchar por ella, mientras Ernie, el antiguo
dueño del club, miraba hacia otro lado. Cuando saqué al idiota de ella, me
había mirado con esos claros y perfectos ojos grises como si fuera su héroe
y creo que sabía que ella era la única a la que pondría por encima de todo.
Éramos una pareja hecha en el infierno.

Disgustado conmigo mismo y las cosas impredecibles que puse en


movimiento por desesperación, le envié a Race un mensaje de texto
dejándole saber que estaba remplazando el lugar del chico en la pelea de
esta noche, y no estuve sorprendido cuando todo lo que envió fue un signo
de interrogación.

Éramos compañeros, no amigos así que no me sentí como que tenía


que explicarme a él. Él era el único que manejaba el dinero en las apuestas,
así que sabía que necesitaba saber que yo era el único yendo al ring para
mantener viva la propagación con los apostadores. Las probabilidades
estarían a favor del otro tipo porque él era un profesional, pero la mayoría
de los fans de las peleas de muere rápido sabían que solo traíamos a lo mejor
de lo mejor para encargarse de un ganador probado. La manera en que
hacíamos dinero era cuando el perdedor ganaba, paralizando a toda la
habitación ganando en el último minuto. Yo no era un perdedor en ninguna
forma, pero tenía la reputación de un tipo que movía algunos hilos en vez
de ensuciar mis manos. Poco sabían que nací con mis palmas sucias,
manchadas de sangre y devastación. Y por mucho que las frotara, nunca
van a estar limpias.

Comprobé a Reeve, metí mi cabeza en los vestidores para saber cómo


lo estaban haciendo las chicas, e hice algunas llamadas para comprobar a
los escoltas y los chicos manejando los juegos de cartas antes de dirigirme
hacia el gimnasio. Quizás debería haberme cambiado mis ajustados
pantalones de vestir y mi cinturón de cuero italiano cosido a mano, pero no
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le veía el punto. Dejé mis caros zapatos y también mi prístina camisa blanca
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de botones. Me quité mi Rolex y se lo extendí a Chuck, quién ya estaba


esperando en medio de la hambrienta multitud. Él solo movió su cabeza
hacia mí y me destelló una sonrisa con dientes de oro.

Race estaba al otro lado del ring con el peleador que había traído de
las Vegas. El tipo era enorme, y con una mirada decidida cuando sus ojos
se quedaron en mí, obviamente listo para sumergirse en el negocio. Race
me frunció el ceño, lo cual provocó un encogimiento de hombros en
respuesta. No era como si no pudiera encontrar un compañero nuevo si
terminaba en una pila de huesos rotos después del evento. No malinterpreté
su molestia por preocupación mientras comenzaba a quitarme mi camisa.
Estaba listo para que el resto de mi doliera como lo hizo mi alma cuando
Keelyn me dijo que estaba muerto para ella.

Escuché un par de jadeos detrás de mí cuando el tatuaje que corría


desde la base de mi cuello hasta la base de mi columna vertebral fue
revelado. No lucía como el tipo de chico que llevaría uno en todo la
espalda, pero la imagen gris y negra de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis
tenía mucho significado para mí, y las horas sin fin que había pasado
consiguiendo la tinta impulsada en mi piel fueron un sacrificio que estuve
feliz de hacer en orden de llevar la complejidad a la vida. Era solo una
manera más en que tendía a sorprender a aquellos que me daban por
sentado. Nadie conocía realmente los horrores que me habían acechado.

»¿Estás listo para hacer esto, jefe? —Chuck dobló mi camisa en su brazo
y le gruñó a una chica demasiado dispuesta mientras trataba de agarrar mi
brazo mientras hacíamos nuestro camino hacia el ring.

—Siempre estoy listo. —Era un cliché, pero también dolorosamente


apropiado. Si no estabas listo para lo que la inevitable vida de mierda te iba
a lanzar, entonces nunca ibas a sobrevivir.

El tipo frente a mi tenía un porte de guerrero y la mirada de acero de


un hombre que no está peleando para ganar sino por su orgullo y su nombre.
No habría una cuchilla oculta con este. No habría una ventaja llena de
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droga que lo hacía resbaloso e impredecible. Iba a ser una brutal pelea de
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puños y pies y ambos íbamos a sangrar… yo por elección. Él porque estaba


destinado a subestimar a su oponente. Era exactamente lo que necesitaba
después de mi día de mierda en Denver.

Una derrota hoy es una de más.

44
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E
ste chico era bueno con su boca… y con sus manos.

También parecía ser muy dulce y dedicado en poner


mucho más esfuerzo en desnudarme de lo que necesitaba. Le
dije ahí afuera que si llegaba a casa conmigo era algo
bastante seguro, pero seguía haciendo todo lo posible para
seducirme con besos y atraerme con palabras amables. Nada de eso se
sentía bien, así que seguí concentrándome en lo placentero que se sentía
cuando sus labios tocaban los míos y la forma en que sus corrugados
abdominales se sentían mientras pasaba mis dedos por ellos. Si hacia eso
podía bloquear el hecho de que su cabello era esponjado pero no lo
suficientemente largo, y que era marrón y no negro carbón. También podía
ignorar que era tan pálido como yo, y no de un hermoso color marrón-
dorado.

Era demasiado agradable, demasiado suave, y demasiado fácil.


Seguía diciéndome lo bonita que era, lo lindo que era mi cuerpo, y seguía
diciendo que no podía creer lo afortunado que era de haberlo elegido de
todos los otros hípsters y locales que frecuentaban el Bar.

Era afortunado.

No sabía su nombre, no podía recordar el color de sus ojos si no lo


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miraba directamente, y cada vez que abría su boca para darme otro
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cumplido, quería gritarle que se callara. Sonaba como si fuera del Medio
Oeste, no como si fuera de otra región que nunca vería. Era incorrecto, y
odiaba a Nassir aún más por hacerlo sentir de esa manera.

Me gustaba el sexo. Me gustaba la forma en que me hacía sentir, y a


menudo las cosas que podía conseguirme. Nunca huía de tomar lo que
quería y satisfacer mis propias necesidades y deseos, pero mientras este
demasiado lindo y demasiado simple chico movía sus manos por mi pecho
y empezaba a tocar torpemente mi muy caro sujetador, sabía que ya no
sería capaz de bloquear lo erróneo de esto. Su vacilación me molestaba.
Sus torpes manos me frustraban, y no importaba lo caliente que era su
cuerpo o lo divertidos que eran sus besos, no había manera de negar que
no era quien yo quería. Francamente, él no podía manejarme, incluso a esta
esta versión diluida de mí, así que no había manera de que él pudiera
alcanzar el verdadero yo nada cerca a lo que yo realmente quería o
necesitaba.

Eso era culpa de Nassir.

Maldito fuera por aparecer y recordarme todo lo que dejé atrás.


Anhelaba odiarlo. Arruinó todo, y ahora su estúpido guapo rostro era todo
lo que podía ver mientras este chico manoseaba mis tetas como si fueran
un juego de pelotas para aliviar el estrés. Por supuesto que era tan falsas
como un billete de tres dólares, pero todavía eran sensibles y merecían ser
apreciadas por la obra de arte que eran. Ahora que las cosas se estaban
calentando, el chico había perdido su fineza y se estaba poniendo
acaparador y ansioso. Odiaba la desesperación en un hombre. Me
recordaba demasiado a los chicos solitarios que solían entrar en Spanky’s en
busca de una emoción barata. No estaría aquí si yo no lo quisiera aquí, así
que no había necesidad de apresurarse… solo que ahora, con brillantes ojos
color bronce burlándose de mí, ya no estaba de humor.

Con un suspiro puse mis manos en su pecho y sentí sus músculos tensos
mientras lo empujaba fuera de mí. Salí rápidamente de debajo de él y gateé
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al otro extremo del sofá. Me alegré de no haber aceptado a la policía en su


oferta de emparejarme con uno de sus amigos. Estaba a punto de patear a
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este chico con un grave caso de bolas azules y eso no era algo que la
mayoría de los hombres, en mi experiencia, fácilmente pasaban por alto. No
necesitaba a la policía en mi caso sobre eso, como estuvo en ello sobre el
corte que todavía estaba en mi frente del ataque en el estacionamiento. La
pelirroja vio demasiado.

En su lugar fui al bar del que su novio poseía una parte y elegí al primer
tipo lindo que parecía que podía darme lo que quería. Pensé que estaba
tras sexo. Pensé que necesitaba llevar un tipo a casa para demostrarme que
estaba en Denver para quedarme, y conseguir algún tipo de vida social era
parte de eso. Pensé que necesitaba demostrarme que no importaba si Nassir
me deseaba, porque también había otros chicos, y otros chicos siempre
eran mejor opción que mi diablo. Y cualquier chico era… al menos eso es lo
que pensaba hasta este mismo momento.

Empujé mi mano por mi recién estilizado y recién teñido cabello y miré


al caliente chico que estaba murmurando mi nombre en evidente
confusión. Debería haber sabido cuando cedí a la sofisticada ropa interior
que más de mi antiguo yo empezaría a golpear contra los barrotes en los
que lo había enjaulado. Primero fue el sujetador y bragas, seguido por el
maquillaje que actualmente uso para trabajar. Luego fue el totalmente
renovado peinado, que me dije era simplemente para cubrir el desa-
gradable rasguño que todavía estaba por encima de mi ceja. Era una
mentira. Corté mis aburridos mechones en un drásticamente corte bob que
era significativamente más largo en un lado que en el otro así que mi cabello
cubría parcialmente mi ojo cuando colgaba en mi rostro. Teñí el nuevo
puntiagudo de rojo camión-de-bomberos de modo que era audaz y
brillante, totalmente llamativo de una forma diferente de la que mi antiguo
cabello de stripper había sido, pero tan vampiresco y sexy.

Después del cabello, no había manera de justificar más el uso de esos


horribles zapatos antideslizantes para trabajar, y aunque casi me caí y rompí
mi trasero en la cocina cada vez que entraba a recoger una orden, volví a
usar tacones de diez centímetros que costaban más que el alquiler de mi
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apartamento. Los cambios no habían pasado desapercibidos.


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—Necesito que te vayas. —Gracioso, le había dicho casi lo mismo a
Nassir hace una semana. La mirada que este chico me daba no era nada
como esos conmovedores y devastadores ojos depredadores que habían
apuntado hacia mí. Este chico se veía desconcertado y luego aterrado.

—¿Hice algo mal? —Creo que su voz en realidad chirrió y me hizo


encogerme. Suspiré de nuevo y enderecé mi ropa mientras me inclinaba
para agarrar su camisa del piso.

Se la lancé.

—No, pero ya no estoy en esto. —Sonaba tan fría e insensible como el


hombre que necesitaba olvidar, y eso hizo que mi piel se tensara.

Los agrandados ojos me miraron como si hubiera perdido la cabeza,


así que me puse de pie y me moví hacia la puerta.

»Lo siento. Sé que prácticamente te garanticé un pedazo de culo, pero


esto no está funcionando para mí. —Él era lo que no estaba funcionando
para mí y nunca lo haría porque era el chico equivocado.

Se puso su camisa y desordenó su ya alborotado cabello. Dios, se veía


tan inocente, tan puro, y tan simple. Mi corazón se retorció y mi estómago
se tensó. Se veía tan aburrido y básico. Quería darle una bofetada a Nassir
por quitarme las anteojeras y hacerme ver todo lo que me rodeaba aquí en
Denver sin las gafas rosas que había estado usando desde que aterricé aquí
hace meses.

—Ehm… está bien. —Se puso de pie y alcanzó su sudadera que le había
quitado en un apuro—. De verdad espero no haber hecho nada malo.
Parecías estar en ello.

Metí detrás de mi oreja el mechón más largo de cabello que cubría mi


rostro para poder mirarlo a los ojos.
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—Estaba en ello, pero ahora no. De verdad lo siento.


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Su frente se arrugó y sus fosas nasales se ensancharon.


—Eres una maldita calientapollas, eso es lo que eres.

No pude contener la risa que salió antes de que pudiera reprimirla.

—No tienes ni jodida idea. —Había hecho una fortuna de ser una
calientapollas. Era la mejor en hacer a los hombres promesas que nunca
planeaba mantener. Algo así como mi promesa de nunca volver a casa. Me
estremecí al pensarlo.

Me dio una mirada mordaz cuando pasó por delante de mí hacia la


puerta.

—Y esa cicatriz en tu hombro es fea como la mierda.

Hombre, incluso lo dejó salir sin complicaciones. Con sus últimas


palabras, cualquier tipo de culpa que podría haber estado sintiendo, huyó
mientras yo cerraba la puerta detrás de él.

No podía imaginar la pelea que tendría en mis manos si trataba de


decirle a Nassir que se detuviera en medio de algo así, especialmente
después de años y años de ida y vuelta entre nosotros. Sabía que se
detendría si se lo pedía, siempre respetaba la distancia que yo insistía en
mantener entre nosotros, pero sabía que si ponía sus manos en mí, burlaría,
atormentaría, provocaría, torturaría su camino de regreso a dónde quería
estar y no habría más detención. No era un hombre al que se le negara
nada, y siempre me había sentido muy orgullosa de ser la única cosa, la
única persona, para eludir su muy inteligente asimiento incluso si todo lo que
quería era dejarlo sostenerme cerca y mantenerme a salvo. Era demasiado
inteligente para creer en la falsa sensación de seguridad que ofrecía un
hombre como Nassir. Todo acerca de él y su estilo de vida era peligroso
incluso si sabía que me trataría como si fuera su más preciada posesión.

Me negaba a ser su algo… y mucho menos su pertenencia.

Resoplé mientras cerraba la puerta y me dirigía a mi baño. No era tan


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inteligente si todo en lo que podía pensar era en él después de que lo había


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enviado intencionadamente por su camino. Necesitaba una ducha para


lavar la sensación de derrota y error; luego iría a enroscarme en la cama y
terminar el libro que estaba leyendo. Mi vida amorosa apestaba, así que no
veía ninguna razón para no vivir indirectamente a través de una linda
adolescente que estaba enamorada de un muerto y sexy alienígena que se
convertía en rayos de luz. Era divertido y me hacía olvidarme de mis propias
tonterías por un minuto. Y el hecho de que el héroe de la historia era exótico,
oscuro, y misterioso no dañaba las cosas tampoco.

Después de que me enrosqué en la cama y me di cuenta de que


estaba leyendo la misma página una y otra vez y no comprendiendo una
sola palabra, cerré el Kindle y recogí mi teléfono de la mesita de noche junto
a mi cama. Me deslicé a través de los contactos, intencionadamente
saltando la sección N, y encontré el número que estaba buscando. Era
tarde, pero sabía que ella respondería. No tenía a nadie a quien realmente
llamara amigo, pero Reeve Black se acercaba. Creció en el mismo tipo de
vida que yo. Entendía por qué era difícil dejar que alguien entrara y me
ayudó cuando necesité a alguien que me sacara del hospital después de
que dispararon. También me prometió no decirme “te lo dije” cuando
regresara arrastrándome a casa con la cola entre mis piernas.

Su celular sonó una vez antes de que respondiera.

—¿Qué pasa, perra?

Podía escuchar el ruido del club de striptease en el fondo. Tendía a


tratar de olvidar que estaba trabajando para Nassir. Se había hecho cargo
de Spanky’s y lo había hecho tan respetable como un club de striptease
dirigido por un estafador podía ser.

—Acabo de echar de mi apartamento a un chico que era realmente


un buen besador. —No era lo que lo quería decir pero las palabras
simplemente se dispararon fuera de mi lengua.

Escuché reír a Reeve y luego me dijo que esperara mientras el ruido y


la música en el fondo se desvanecían. Cuando estuvo en un lugar más
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tranquilo, dijo:
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—No debe haber sido tan bueno si lo hiciste marchar.


—No, lo fue; muy, muy bueno, pero se sentía tan mal y no he tenido un
polvo en casi un año y me estoy volviendo loca. Todo es culpa de Nassir.

—¿Un año? Solo has estado fuera durante seis meses, Key.

Soplé una frustrada respiración y miré hacia el techo.

—Sí, pero Nassir se hizo cargo del club hace un año. ¿Crees que alguien
iba a ir a casa conmigo con él mirando por encima de su hombro? Agh… lo
odio.

Se rio de nuevo.

—Todos estamos sorprendidos de que volviera solo. No está


familiarizado con la palabra “no”.

—Dímelo a mí. Antes de irse, le pagó a un vagabundo para que me


golpeara en el estacionamiento.

—¿¡Estás bromeando!? —Maldijo—. ¿Por qué haría eso?

—Porque le hice daño. —Las palabras salieron susurradas y odiaba que


siempre podría ser herida por un hombre que estaba bastante segura que
no tenía alma.

—Es un idiota. —Sonaba furiosa en mi nombre, y por eso era mi única


casi-amiga.

—Lo es, pero fue su rostro el que estaba imaginando mientras el chico
de esta noche me tocaba, fue su voz la que seguía escuchando en mi oído.
Sé que es terrible en su mayoría y no tiene remordimiento por hacer cosas
sombrías e ilegales, pero parece que no puedo olvidarlo.

Chasqueó su lengua en un tsk.

—Te dije antes de que te fueras que no hay consideración por lo que el
corazón quiere. En tu caso, suena a que no puedes engañar a tu cuerpo
51

tampoco. No hay sustituto para un tipo como Nassir.


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Puse una mano sobre mis ojos y froté bruscamente mis sienes.
—Él me destruirá, Reeve. Se apoderará de mi vida. Todas las elecciones
que he hecho, la forma en que luchado para construir mi vida en mis propios
términos… todo será tiempo y esfuerzo desperdiciado porque él controlará
todo. Me odiaré y entonces eventualmente de verdad empezaré a odiarlo.
—Y eso no podría soportarlo. Mi corazón había sido retorcido por Nassir
durante tanto tiempo que la idea de que realmente dependiera de él para
siempre, hacia enfermar mi estómago.

Ella hizo un simpático sonido bajo en su garganta y pude escucharla


golpetear sus dedos en algo.

—A veces tienes que quemarlo todo, nivelarlo todo al suelo, para que
algo nuevo brote de las cenizas.

Mi corazón saltó un poco ante de la idea de alguien tan formidable e


impenetrable como Nassir siendo frágil.

—Hombre, el policía te ha convertido en una gran pila de porquería


blanda, perra.

Reeve se había enganchado con un detective y estaba pérdida por


él. La última vez que escuché de ella, estaba tratando de quedar
embarazada y vivir el tipo de vida que The Point usualmente destrozaba.
Reeve era una luchadora y una superviviente, así que si alguien podía
aferrarse a un sueño y no dejar que la ciudad lo robara, era ella.

Se rio, en realidad se rio, y sentí una sonrisa de contestación torcer mis


labios.

—Cállate. Solo digo que nunca sabes lo que puede pasar. Incluso
Hades amaba a Perséfone.

Resoplé.

—La mantuvo atrapada en el infierno y solo la soltaba un par de veces


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al año.
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—Deja de cagar todas mis impresionantes analogías. Entendiste mi


punto… —Hizo una pausa y casi pude escucharla reflexionar en su cabeza
sobre lo que quería decir a continuación—. Él ha estado realmente
desconectado desde que te fuiste. Incluso más aterrador de lo normal.

Un escalofrío recorrió mi piel y me senté en la cama. No estaba


consciente de que mis dedos agarraban el teléfono en un agarre mortal
hasta que mis nudillos crujieron.

—¿Qué quieres decir?

—Ha estado peleando.

Escuchaba palabras flotando dentro de mi cabeza pero no podía


comprenderlas.

—¿Qué quieres decir con peleando? ¿Contigo y Chuck? Nassir no


peleaba. Decía su parte, hacía declaraciones de cómo serían las cosas,
declaraba sus normas y expectativas, y luego esperaba a que las cosas se
hicieran a su manera y solo a su manera. No desperdiciaba sus palabras o
su tiempo en una discusión que estaba obligado a ganar.

—No, Key, peleando de la forma en que Bax solía hacer, y es aterrador.


Nadie ha visto nada igual. Entra al ring y no sale hasta que el otro tipo está
casi muerto. Se enfrentó a este ganador, un luchador profesional que Race
trajo de las Vegas durante la última. —Hizo una pausa y luego hizo un ruido
que me hizo querer subir por el teléfono y sacudirla hasta que siguiera
hablando—. El tipo era enorme. Más grande que Titus, así que mucho más
grande que Nassir. Y era un profesional. Bax dijo que era obvio que no se
preocupaba por el dinero, que solo quería pelear. Aparentemente Nassir
entró en el ring todavía usando sus pantalones de vestir y sus elegantes
zapatos y el tipo se rio de él.

—Oh, eso fue un error. —Las palabras salieron en un susurro.

—Un gran error. Race me dijo que Nassir le permitió dar exactamente
dos puñetazos, uno a cada lado de su rostro, antes de que tomara al otro
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tipo de rodillas con algún tipo de loco movimiento de artes marciales y luego
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procedió a hacerlo polvo. La pelea duró tal vez tres minutos cuando Chuck
se metió y quitó a Nassir del tipo antes de que lo matara. Race dijo que si
Chuck no hubiera intervenido, Nassir no se habría detenido.

No me sorprendía la violencia o el poder que estaba describiendo. Lo


que me sorprendía era que él intencionadamente había permitido que el
otro hombre le hiciera daño, había consentido heridas en su perfecto rostro
sin defenderse. Nassir no era un hombre que expresaría externamente su
remordimiento y culpa por sus fechorías, pero no tenía duda de que
lamentaba su decisión de poner al vagabundo sobre mí sin estar ahí para
asegurarse de que sus planes no tomaran un giro violento. Le hice daño, me
hizo daño, y entonces porque nos hicimos daño entre nosotros, dejó que un
extraño le hiciera daño físicamente para aliviar el veneno. Buscaba castigo
por las heridas que infligió y las repartía por las que yo le había dejado.

Le dije lo que había sabido iba a ser la inevitable verdad desde que él
movió el menú y vi ese inolvidable rostro después de seis meses de
extrañarlo.

—Creo que volveré.

—Gracias a Dios. Tal vez eso lo regresará a su sitio y pueda volver a estar
en su nivel normal de aterrador y despiadado.

—No volveré por él, Reeve. Volveré por mí. Pensé que podría hacer una
vida aquí pero ni siquiera intenté realmente.

Tarareó un poco.

—¿Por qué no intentaste, Key?

Miré alrededor del pequeño apartamento y apreté los dientes.

—Porque por más que quería mi propia vida y mi independencia, por


más que quería hacer algo bueno, cuando vi a Nassir me di cuenta de que
no quería hacerlo aquí y nunca lo haré. Denver no es mi hogar.
54

—Puedes mantener tu propia vida y tu independencia y todavía amar


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a alguien siempre y cuando sea la persona correcta, ¿sabes? —Su tono era
tranquilo, pero era seguro y firme—. Oye, tengo que ir a trabajar. Una de las
chicas acaba de intentar subir al escenario borracha hasta el culo y eso es
un gran no-no. Llámame cuando vuelvas a la ciudad y hazme saber si
aceptarás la oferta de Nassir.

Ella estaba a punto de colgar cuando grité su nombre como una loca.

—¿Qué oferta?

—¿De qué estás hablando, Key? De verdad me tengo que ir.

—¿Aceptar qué oferta de Nassir, Reeve?

—La oferta de negocios que fue a contarte a Denver. No solo te estaba


pidiendo volver a casa para que pudiera follarte, aunque estoy segura de
que esa era su razón principal. Ha estado invirtiendo una tonelada de dinero
en un nuevo club y quería que fueras una propietaria parcial. Sabe que
tienes unos ahorros muy robustos apilados por el baile.

Estaba tan estupefacta que apenas podía respirar.

—¿Un club?

—Sí. Es enorme y súper lujoso. Es demasiado lindo para The Point, pero
la gente ya está muriendo por entrar. Finalmente decidió abrirlo la próxima
semana. Creo que se dio cuenta de que hablabas en serio cuando dijiste
que no volverías. —Resopló—. Los hombres son tontos.

—¿Qué tipo de club? —Su antiguo club había sido parte club de baile
y parte club de pelea. Era sórdido y suntuoso. No le quedaba bien en
absoluto pero generaba todo tipo de dinero en efectivo, y estuvo enfadado
cuando alguien lo quemó hasta los cimientos.

—Un club de sexo. ¿Qué más? De verdad me tengo que ir. Te extraño,
perra.

—Yo también te extraño —dije automáticamente mientras colgaba.


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Miré la brillante pantalla y no pude decidir si quería reír o lanzar la cosa por
la habitación.
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En mi cabeza lo escuchaba tan claro como si hubiera estado en la
cama junto a mí… “Tengo una propuesta de negocios para ti, Key”.

Su voz, con su débil señal de acento mientras me miraba con esos ojos
color caramelo, no reveló nada. Por supuesto, cuando me ofreció algo más
que sexo y tentación física, fue una oportunidad de meterse en la cama con
él de una forma diferente… una forma que probablemente sería tan sucia y
complicada como la forma tradicional. Solo Nassir tomaría algo que la
gente hacía de todos modos y cobraría por ello. Ya estaba ganando dinero
del club de striptease y de las chicas trabajadoras que buscaba, así que
¿por qué no daría un paso más allá y haría dinero con las personas que
persiguen la oportunidad de satisfacer sus vicios pervertidos? Simplemente
era bueno para los negocios.

Me deslicé de nuevo a la N en mi lista de contactos y miré su nombre


antes de abrirlo. Me tomó otros diez minutos antes de que pudiera hacer
que mis manos dejaran de temblar lo suficiente para escribir un mensaje. No
podía llamarlo. El sonido de su voz después de lo que pasó con el chico del
bar esta noche sería demasiado. Estaría en mi pequeño Honda Civic
regresando a The Point y lanzándome a él como una lunática. Necesitaba
mantener la delantera con él si me iría a casa, si consideraría incluso atarme
a él de alguna manera.

Vuelvo a casa, imbécil.

Envié el mensaje y miré el teléfono, esperando una respuesta


inmediata. Esperando un “bueno” o un “ya era hora”. No obtuve nada.
Cero. Nada de nada. La pantalla me miró fijamente, burlándose en silencio
de mí durante horas. Cuando no pude dejar de tocar el botón de mensaje
para ver si había algo ahí, y cuando el amanecer empezó a cruzar el cielo,
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finalmente cedí a la frustración y entonces lancé la cosa por la habitación.


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Ha habido hombres buenos y hombres malos en mi pasado. Ha habido


hombres con los que quise quedarme más tiempo que ellos y unos de los
que no pude deshacerme lo suficientemente rápido, pero en el fondo
siempre estaba Nassir… siempre. No podía escapar de su influencia y ni
siquiera el tiempo y la distancia había hecho algo para detener la irresistible
atracción que sentía hacia él. Le dije a Reeve que no podía ser el centro de
mi mundo, pero la realidad era que había sido el núcleo de todo desde el
principio, y todo lo que yo hacía era orbitar a su alrededor. Siempre dando
vueltas y tratando de acercarme lo más que podía sin sucumbir a su
atracción gravitacional y colisionar con él.

Me quedé dormida después de que el sol estaba en el cielo y estaba


tan cansada y estresada de la noche anterior que no escuché la alarma,
perdiendo mí turno en el restaurante. Supongo que era algo bueno que
fuera a regresar a The Point. No creía que mi ego pudiera manejar ser
despedida de un trabajo de mesera que realmente nunca quise en primer
lugar.

Empujé las sábanas y fui a recuperar mi teléfono de donde había


aterrizado. La batería estaba casi muerta, pero tenía suficiente vida para ver
que Nassir nunca me respondió. Casi lo lancé de nuevo pero me detuve
cuando me di cuenta que tenía un correo electrónico. Nunca usaba la
aplicación en el teléfono. No tenía necesidad de una dirección de correo
electrónico y no quería nada que fuera fácilmente rastreado, pero me
gustaba comprar en Amazon, así que no había manera de evitar tener uno.
Cuando hice clic para abrirlo, mi corazón empezó a correr y me dio un
pequeño mareo. Estaba tan sorprendida, sobre todo de que estuviera
sorprendida, que me senté pesadamente en el centro del piso y me quedé
mirando tontamente el boleto de primera clase con mi nombre en él para
un vuelo que estaba programado para salir mañana por la mañana.

Su mensaje era breve y muy de Nassir:

Trae tu culo a casa. Deja tu mierda y enviaré a alguien por ella después.
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No “Estoy tan feliz” o “gracias a Dios” o “aleluya”. Solo el boleto y la
orden de llevar mi culo a casa. ¿De verdad había esperado algo diferente?

Apoyé mi mejilla en mis rodillas en alto y pensé en mi habilidad para


manejar volver con él. Él controlaba todo. Estaba en todas partes. Devoraba
lo que estuviera en su camino, y no quería terminar siendo nada cuando
terminara conmigo.

Debo haber permanecido en ese lugar más tiempo del que me di


cuenta porque cuando hubo un golpe en la puerta realmente dolió
despegar mi cuerpo de la posición doblada y acurrucada. Gemí cuando mi
columna vertebral crujió y explotó cuando fui a abrir la puerta. La bonita
policía pelirroja estaba al otro lado. No podía decir que estaba tan
sorprendida de verla. Era una pequeña cosa persistente.

—Hice que tu jefe me diera la dirección de tu solicitud cuando dijo que


no te presentaste para tu turno. Escuché que dejaste el Bar con un tipo
anoche, así que me preocupé cuando escuché que faltaste a tu turno.

Esto era mi culpa por usar un lugar donde ella conocía a todos como
un lugar de parada. La dejé entrar al apartamento y le ofrecí algo de beber.
Estaba en su uniforme, así que no estaba segura de sí todavía estaba en
servicio o no. Debió haber estado fuera porque tomó la cerveza que le
ofrecí.

—Traje a un tipo conmigo y me di cuenta que fue un error. Le dije que


se fuera y luego decidí que era hora de irme a casa. Me gusta Denver, pero
este no es el lugar al que pertenezco.

Me consideró pensativamente por un segundo mientras le daba un


sorbo a la cerveza artesanal.

—Creo que realmente estaría muy interesada en saber dónde está tu


casa, Keelyn. —Su mirada bajó al cuello de mi camiseta, que se había
deslizado a un lado, mostrando mi cicatriz—. No parece un lugar muy
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amigable
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Me ajusté mi camiseta y le sonreí.


—No lo es, pero en realidad no soy una persona muy amigable, así que
funciona para mí. Lo extraño, y no importa lo mucho que trate, parece que
no puedo olvidarlo.

Golpeteó sus uñas en el cristal y levantó intencionadamente una ceja


caoba hacia mí.

—¿No puedes olvidarlo, o no puedes olvidarlo a él? Has sido una


persona diferente desde que ese tipo vino a verte.

Suspiré y le di un vistazo.

—No. Esto es lo que realmente soy. Esto es lo que él vino a llevar a casa.
La chica que estaba aquí antes de su visita era una farsante. Pensé que
podía ser ella, aprender a amarla, pero ahora sé que no puedo.

La policía me consideró pensativamente y señaló con su botella la


marca todavía cruda en mi frente.

—Ella tampoco tuvo que preocuparse sobre ser asaltada en el


estacionamiento.

Ladré una risa y levanté un par de dedos para cortar.

—Sé que suena loco, pero eso es parte del problema. Me voy mañana
por la mañana.

Sus ojos color chocolate se abrieron ampliamente.

—Guau. Eso es rápido.

Asentí.

—Él no pierde el tiempo.

—No. No parecía del tipo que lo hace. —Terminó su cerveza y se


acercó para darme un abrazo. Fue muy raro. Nadie abrazaba en The Point
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a menos que estuvieran desnudos y a punto de hacerlo—. Mantente a salvo,


y espero que a donde sea que vayas y lo que sea que estés persiguiendo te
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haga feliz.
Le devolví el abrazo y la seguí a la puerta.

—No sé si alguna vez seré feliz, pero me conformaría con estar contenta
y satisfecha.

Lanzó su largo cabello sobre su hombro y me dio una dura mirada.

—Si vas a volver a ese lugar que pone balas en ti y a un hombre del que
no puedes mantenerte lejos, entonces no te conformes con cualquier cosa.

Sonó tan feroz y tan determinada que me encontré estando de


acuerdo con ella.

—Está bien. No me conformaré, y gracias.

Me frunció el ceño mientras empezaba a palmear sus bolsillos,


buscando lo que asumí eran sus llaves.

—¿Por qué?

Me apoyé en el marco de la puerta mientras ella continuaba


buscando, y me reí cuando hizo un pequeño baile de la victoria cuando las
sacó de su bolsillo trasero.

—Por ser normal y mostrarme lo que podía ser una vida normal con
amigos reales. No es algo que olvidaré.

Su boca hizo una pequeña O de sorpresa pero antes de que pudiera


preguntarme algo más, cerré la puerta y saqué una maleta de mi armario
para poder empezar a empacar. The Point podía no ser normal y la vida ahí
podía no ser lo que se parecía a una vida real para alguien más, pero era
mía, y ahora que estaba comprometida a regresar, podía sentir la forma en
que me llamaba. Sentí la suciedad en mi piel. Escuché el llamado del sexo
y decadencia en mi oído. Probé el poder y la influencia de cosas malas en
mi lengua. El cascarón que había estado escondiendo se destrozó y la
verdadera yo que había estado golpeando furiosamente en mis entrañas
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tomó su lugar de vuelta en la parte superior. No había nada soso ni aburrido


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en mí. Estaba hecha para sobresalir no para mezclarme, y volvía a The Point
lista para brillar.
La ciudad y el hombre que lo operaban en la oscuridad eran dos cosas
sin las que no podía vivir y había terminado de tratar de negarme a
cualquiera de ellas. Ambas eran parte de mí, tanto como yo era parte de
ellas. Dejarlas no era algo de una mujer que escribía sus propias reglas y tal
vez su propio camino cuando las cosas se ponían difíciles. No; la mujer que
era, la mujer que pasé mi vida tratando de ser, necesitaba reforzar sus
defensas y luchar por su lugar. Un lugar que no estaba debajo del hombre
a cargo, sino a su lado. No quería un lugar en la cancha en la que Nassir
jugaba; quería un lugar en su equipo.

Era hora de ir a casa… Después de todo, ahí es donde mi corazón


estaba.

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—¿P
or qué está abierta la nevera?

Estaba más irritado de lo que


necesitaba, pero eso era porque el avión de
Keelyn había aterrizado hace más de dos
horas y no tenía idea de si había tomado el
vuelo para salir de Denver o no. Mi típica indiferencia había huido y sentía
como todos mis nervios estaban demasiado tensos, y como si abejas
enojadas coloreadas con ansiedad y anticipación estuvieran zumbando
debajo de mi piel.

Fui a cerrar de un golpe la pesada puerta de la cámara frigorífica, pero


me detuve cuando vi un montón de cajas en el suelo. Desde que había
presionado para abrir el club al final de la semana después de dejarlo
estancado por medio año, todos estaban con prisas por todos lados para
conseguir que el magnífico monstruo esté listo. Eso significaba que una
inundación de bármanes, camareros, asistentes de barman, seguridad,
bailarinas, y los hombres y mujeres que fueron contratados para el
verdadero propósito del club estaban corriendo por todas partes tratando
de arreglar y pulir antes de que abriera las puertas. La gente estaba tan
ansiosa por vender sexo y libertinaje mientras lo compraban, pero incluso
con toda la prisa, no toleraba el trabajo descuidado. Las cajas en el suelo
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de la nevera contenían botellas de champán que, combinadas, costaban


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más que la mayoría de los autos de tamaño medio. Había una pequeña
fortuna situada descuidadamente en el suelo de la nevera, y era suficiente,
en mí ya tenso estado, para hacerme perder los nervios.

El hecho de que estuvieran en el suelo donde cualquiera podría


tropezar con ellas o podría poner algo pesado en ellas era simplemente
inaceptable. También el hecho de que la nevera estuviera ampliamente
abierta, dejando caer la temperatura en los cientos y miles de dólares de
productos almacenados en su interior. Murmuré unas pocas palabras feas
en mi lengua materna e hice mi camino al interior de la gran habitación de
metal para ordenar el desastre yo mismo. Había hecho funcionar controles
de seguridad y hecho excavación intensiva en los fondos de todos los que
contraté para trabajar en el club. Sin embargo, ninguna cantidad de
investigación a una persona podría decirme si tenían ética de trabajo de
calidad. Ese era el problema con una operación tan grande. Tuve que traer
a muchos desconocidos a bordo para ayudar a mantener el negocio en
marcha, y todo lo que tenía para mantenerlos en línea era mi reputación y
su conocimiento de que no toleraba nada más que perfección. El champán
en el suelo no me daba grandes esperanzas de que estuviera en un gran
comienzo con mi nuevo grupo de empleados.

Me estremecí un poco cuando el frío de la nevera serpenteó por mi


nuca y tocó mi cuello. Levanté la primera caja y la moví a su lugar correcto
en la estantería de alambre que almacenaba toda la bebida y cerveza que
se suponía se debía servir fría. Todavía estaba maldiciendo en árabe
cuando volví para tomar la segunda caja del suelo. Tuve que frotar mis
manos por un segundo por el frío. Cuando me detuve escuché un ruido.
Frunciendo el ceño, bajé mis manos y miré alrededor de la nevera. Era solo
un gran cuadrado de metal dividido en filas de kilómetros de metal y
estanterías de alambre llenas de botellas y cajas de licor. Sintiéndome como
un idiota por estar nervioso, recogí la caja y estaba a punto de meterla en
su lugar cuando Chuck apareció en la puerta que dejé abierta.

—Oye, jefe, tienes un visitante arriba.


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Levanté una ceja hacia él.


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—¿En mi oficina?
Ya que estábamos cerrados y todos los empleados tenían tareas
específicas que se suponía estaban atendiendo, sabía que solo podía ser
una persona, y mi corazón se sacudió ante la idea.

—Síp. Le dije que estabas ocupado, pero ella dijo que esperaría.
—Chuck sonrió. Había conocido a Keelyn durante tanto tiempo como yo, y
la mayoría de las veces la trataba como si fuera su hija rebelde más que
como mi perdición. Le gustaba presionar sus botones y ella siempre
presionaba de vuelta.

—Déjame alejar el resto de esto y subiré. Quiero saber quién lo dejó en


el suelo.

Me moví a la estantería para poner abajo la caja, y justo cuando solté


la caja escuché otro ruido. El ensordecedor sonido de metal raspando sobre
el concreto y el sonido del costoso cristal destrozándose mientras
repiqueteaba contra sí mismo y rodaba sobre el suelo mientras toda la fila
empezaba a inclinarse hacia mí. Al principio estaba estupefacto, así que me
quedé ahí aturdido hasta que la primera botella de cerveza se abrió y mis
muy costosos zapatos se mojaron justo en el mismo momento que Chuck
ladró mi nombre.

Podría haber odiado mi vida anterior, pero no se podía negar que el


entrenamiento que recibí y los instintos de supervivencia que fueron tejidos
en cada uno de mis pensamientos y movimientos todavía me servían bien.
Di un salto volando hacia la puerta justo cuando toda la sección de
estanterías golpeó el suelo. Mis pies apenas despejaron el pesado estante
cuando aterricé con un gruñido y luché por levantarme para evitar
ahogarme en el muy costoso río de bebida que estaba corriendo hacia mí.

—Jesús, jefe. Eso estuvo cerca.

Me limpié el polvo de mis pantalones y fruncí el ceño cuando me vi una


pequeña mancha negra que corría por delante de mi camisa que no se
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limpiaría. Las palmas de mis manos estaban punzando del impacto y


parecían estar rasgadas y en carne viva en algunos lugares. Sabía que
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tendría moretones en mis rodillas.


—Esto es inaceptable, Chuck. Descubre quién instaló los estantes.
Descubre quién dejó el champán en el suelo y dejó la puerta abierta. Quiero
hablar con los dos. —Y por “hablar”, me refería a intimidar y hacerlos
entender que este tipo de trabajo de mala calidad era inaceptable en mi
supervisión. El castigo por semejante pereza no sería una simple palmada en
la muñeca.

Chuck frotó una mano sobre su cabeza calva y me dio una extraña
mirada.

—Estaba aquí cuando instalaron el estante, Nassir. Lo hicieron bien. Me


aseguré de ello. Las botellas no deberían haber caído así. No a menos que
fueran empujadas o desordenadas.

Sacudí mis palpitantes manos.

—Bueno, nadie estaba en la nevera, excepto yo, y nadie más está ahí
ahora. —No era como si hubiera lugar donde esconderse en la cuadrada
habitación—. Voy a subir. Haz que los asistentes de barman limpien este
desastre y asegúrate que entiendan lo que pasa cuando las cosas no son
hechas correctamente. Alguien necesita pagar por todo este producto
perdido.

Lógicamente, sabía que yo era la única persona que podía permitirse


cubrir la pérdida, pero era el procedimiento.

—Me alegra que estés bien.

Gruñí una respuesta e hice mi camino hacia el ascensor privado que


había tenido que instalar, que conducía a mi oficina. Marqué el código y
flexioné mis dedos. Necesitaba controlar mi adrenalina antes de
encontrarme cara a cara con ella. No me haría ningún bien correr hacia
ella, arrojarla al suelo, y subir sobre ella como quería hacer. Estaba de vuelta,
pero no sabía por cuánto tiempo, y mi objetivo era hacer que se quedara
para siempre, así que necesitaba asegurar que me moviera con equilibrio y
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precaución. Era el único resultado con el que estaba bien. No podía


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marcharse de nuevo. Sentía como si estuviera perdiendo lo único por lo que


vivía con ella a mitad del país. La necesitaba en mi vida; de lo contrario todo
lo que hacía y todo lo que era no tenía sentido.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, revelaron mi enorme


escritorio, con la parte superior de cristal, y de madera de nogal y a la
hermosa mujer sentada en mi sillón orejero de cuero detrás de él. Oh, Key
volvió muy bien y volvió con una venganza. Su cabello brillaba como el
trabajo de pintura de un auto rápido con toda su intensidad de rojo brillante,
su maquillaje era pesado y sensual, y por lo que podía ver de su cuerpo,
volvió a la ropa que fue designada para hacer que la mayoría de los
hombres obedecieran. Su ajustado top negro se sumergía muy profundo en
su escote, mostrando su impresionante par de tetas y su cicatriz levantada.
Parecía la excesivamente sexualizada villana en una película de
superhéroes y yo apenas podía manejarlo. Quería correr a ella, agarrarla,
lanzarla a mi escritorio, y enterrarme tan profundamente en ella que nunca
sería capaz de soltarme. Respiré bajo y largo por mi nariz y me ordené
mantener bajo control mis instintos más básicos. Podría ser un monstruo, pero
no era un animal.

Tenía sus piernas cruzadas, y sus tacones, que estaba seguro costaban
lo mismo que mi traje ahora arruinado, estaban apoyados en el borde de mi
escritorio. Era lo más caliente que había visto. Metí mis manos en los bolsillos
de mis pantalones y deseé que la erección que se agitaba a la vida se
asentara. Necesitaba conocer cuál era su agenda antes de intentar hacerla
entender que mi única agenda era ella… y siempre lo había sido. Di unos
cuantos pasos en la habitación y me detuve cuando balanceó sus largas
piernas fuera del escritorio y se puso de pie para poder caminar hacia mí.

La encontré a medio camino y nos miramos en un tenso silencio


durante un largo minuto. Podía sentir su respiración. Podía ver su delicado
pulso revoloteando en su cuello. Casi podía saborear la pequeña gota de
humedad que se formaba en el nacimiento de su cabello y se hundía en su
sien. Estaba tan consumido por tenerla de vuelta a donde pertenecía y estar
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tan cerca de ella después de tanto tiempo que no vi que sus dedos se
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enroscaron en un puño. Cuando el golpe aterrizó en mi mejilla, azotó mi


cabeza con la suficiente fuerza para hacerme jadear en sorpresa. Tenía un
brazo lo suficientemente bueno para que el puñetazo hiciera que mis
dientes se reprimieran en mi lengua, y antes de que lo supiera, tenía una
boca llena de sangre. Le gruñí y di un paso atrás mientras ella sacudía su
mano y me fulminaba con la mirada.

—Eso fue por el vagabundo que pagaste para golpearme. Eres un


imbécil, Nassir.

Caminé alrededor de ella y fui a mi escritorio para encontrar algo para


escupir la sangre. Me dejé caer en la silla que ella había desocupado y tiré
de un pañuelo del cajón.

—Se suponía que debía asustarte, no poner sus manos en ti. —La ira
contra mí mismo y la situación que creé pincharon mi piel. Su golpe fue mil
veces más merecido que los que dejé que un desconocido me estrellara
por ella. Nunca quise ser responsable de causarle dolor, físico o de otra
manera, y sin embargo eso era exactamente lo que había hecho por mi
propia falta de visión.

Empujó la parte delantera más larga de su cabello fuera de su rostro y


señaló una marca roja en curación que ardía en un obvio rastro sobre su
ceja.

—Bueno, no recibió esa nota, lo que no es sorprendente ya que era


claramente un adicto. No puedes marcharte muy bien solo.

Escupí otra bocanada de rojo y luego saqué mi lengua para poder


investigar la herida. Hombre, ella tenía un gancho de derecha asesino.

—No podía. —Esa era la verdad. No podía dejarla en Denver. No podía


olvidarla. Nunca podría dejarla sola incluso si eso era lo que ella realmente
quería. Era un hombre desesperado haciendo cosas desesperadas por una
mujer que odiaba la desesperación en todas sus formas—. Pero tampoco
dejaré que ese desperdicio humano se escape por poner sus manos en ti.
—Tenía un tipo viajando a Colorado ahora para conseguir su auto y el resto
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de sus cosas. Haría una llamada y me aseguraría de que le diera una visita
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a mi amigo vagabundo. No era de extrañar que ella odiara a los hombres


que eran imprudentes en su necesidad. Podría haberme costado lo único
que más quería, lo único que nunca había sido capaz de poseer o controlar
debido a mis acciones descuidadas.

Suspiró y regresó a donde estaba sentado. Pensé que tomaría asiento


en una de las sillas en el lado opuesto del escritorio o en la ornamentada
tumbona que estaba junto a las opacas ventanas que daban al bar. No lo
hizo. Caminó alrededor de la esquina del escritorio, se apretó entre mis
piernas y el borde de la madera, y se apoyó justo delante de mí de modo
que nuestras piernas se estaban tocando. El exterior de sus casi desnudos
muslos presionó contra la fina lana en el interior de los míos. Sentí el contacto
a través de todo mi cuerpo como una corriente eléctrica.

Cruzó sus brazos sobre su realzado pecho y me miró por encima de su


nariz.

—No puedes castigar a alguien por algo que tú orquestaste. Eres el


culpaba aquí, Nassir, no el vagabundo. Él nunca me molestó. No durante
seis meses, hasta que apareciste y le agitaste un filete jugoso. Sé responsable
por tu comportamiento de mierda por una vez en tu vida.

No respondí. No podía. Se estaba engañando si pensaba que dejaría


que alguien pusiera sus manos en ella de una forma violenta incluso si yo era
el que había puesto las ruedas en movimiento. No discutiría porque lo que
estaba hecho estaba hecho.

—¿Qué piensas del club?

Sus suaves ojos se ensancharon y luego se entrecerraron.

—Es grande y elegante. No te lo puedes perder tan pronto entras en la


ciudad. —Hubo una pausa y su respiración se contuvo—. Lo nombraste en
mi honor.

Le sonreí. Ella era la clave de todo lo que importaba en mi mundo y en


esta ciudad. Por supuesto que lo nombré en su honor.
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—Todos los miembros consiguieron una cerradura o llave cuando se


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unieron y pagaron sus cuotas de membresía. Todos los hombres tienen una
cerradura, una que está abierta o una que está cerrada. Si la cerradura está
abierta, significa que el caballero está unido, casado, tiene una pareja, pero
todavía está dispuesto a lo que sea y todo. La cerradura cerrada significa
que ese hombre en particular está fuera de los límites y debe
comprometerse con otro miembro en sus propios términos.

Levantó una ceja.

—¿Y las llaves?

Me encogí de hombros.

—Las mujeres tienen las llaves, para las cerraduras y los corazones de
los hombres. ¿No es así siempre?

Se acercó un poco más y nuestras rodillas se rozaron, y lo sentí en mis


bolas. Aspiré una rápida respiración mientras el mero toque hacía palpitar
mi polla.

—¿Así que las mujeres pueden ir por ahí abriendo y cerrando hombres
toda la noche? ¿No tienen reglas?

—Las mujeres hacen todas las reglas cuando se trata de sexo, Key.
Deberías saberlo mejor que nadie. —Quería extender la mano y quitarla del
borde del escritorio para que estuviera sentada en mi regazo—. Tienen la
llave, pero no tienen que usarla, y si un miembro con una cerradura cerrada
no quiere que la liberen, entonces eso es todo. No hay presión. No hay
persuasión. Todo debería ser mutuo y todo está facilitado para los hombres
y mujeres que quieran estar aquí. Estoy pagando una pequeña fortuna por
las personas que conocen esta industria por dentro y por fuera. Construí un
parque de atracciones para adultos donde nada está fuera de los límites.
La gente ama su perversión. La gente ama su sexo.

Soltó una respiración y quise inclinarme hacia adelante y atraparla con


mi propia boca.
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—¿Qué hay de ti? ¿Amas tu sexo y perversión, Nassir?


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Le sonreí.
—El sexo es parte de la vida; es necesario y aquí en The Point es
moneda de cambio. La perversión puede dar o tomar dependiendo de la
persona en el otro extremo del mismo. He visto demasiadas torturas y
degradación en mi vida para que el extremo y oscuro lado del sexo sea
atractivo.

Vi las preguntas que mis palabras silenciosamente habladas


disparaban a la vida en sus ojos, pero en lugar de hacerlas, fue lo que la
decidió a cambiar de tema.

—Háblame sobre la propuesta de negocios que tenías en mente


cuando llegaste a Denver. ¿Quieres que me vista de látex y azote gente?
¿Quieres que me ponga sobre mi espalda y extienda mis piernas para una
línea de tipos mientras la gente mira? ¿Cuál es tu plan de juego?

Le fruncí el ceño y no pude contenerme de acercarme más a ella


mientras me escupía las severas palabras.

—¿Crees que quiero verte tener sexo con otras personas, Key? ¿Crees
que ha sido divertido para mí verte abrirte paso a través de todos los chicos
disponibles y no-tan-disponibles en The Point porque no estabas lista para
mí? —Entrecerré mis ojos hacia ella—. Ahora, ¿cuál de nosotros necesitar
tener alguna responsabilidad?

Se ruborizó y se inclinó más cerca de mí. Podría estar asustada de mí y


de la forma en que me deseaba, pero nunca retrocedía, y eso hizo que mi
deseo por ella quemara de una manera que nunca se extinguiría.

—¿Qué tenías en mente, Nassir?

Extendí la mano con la punta de mi dedo y lo rocé a lo largo de la


superficie levantada de su cicatriz. Se alejó de mí y pude verla todavía en el
sucio piso del club de striptease, con su fuerza de vida carmesí cubriendo
mis manos mientras sus ojos se cerraban. Me rehusé a dejarla morir igual que
me rehusé a dejarla marchar. No era un hombre al que se le debían negar
70

las cosas que más quería.


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—Quiero que compres y seas un socio al igual que lo hizo Race. Eres de
lo que se trata el sexo en The Point, Key. Tu rostro. Tu cuerpo. Tu corazón. Tu
actitud. El legado que dejas. Todo en ti es lo que los hombres sueñan en este
lugar. Quiero que los atraigas, vacíes sus bolsillos, y luego los envíes por su
camino con una sonrisa.

Se echó hacia atrás y explotó a reír. Repiqueteó tan fuerte que sus ojos
empezaron a llorar.

—Quieres que sea una mascota.

Fruncí mis cejas porque no tenía idea de lo que estaba hablando. Debe
haber visto mi confusión porque dejó de reír el tiempo suficiente para
informarme.

»Como un pollo bailando o un taco cantando. Como los grandes


bichos peludos que bailan alrededor de la multitud en el medio tiempo
durante un juego de fútbol. Quieres que sea una mascota para un club de
sexo.

Estaba perdido.

—No veo fútbol.

—Bueno, confía en mí; eso es exactamente lo que me estás pidiendo


que haga, y tengo que pasar. Necesito más de mi vida que alardear mis
tetas y ser toqueteada por un dólar. —Apartó rápidamente ese cabello rojo
sangre de sus ojos y me miró.

Parpadeé lentamente hacia ella y levanté una mano para frotar mi


pulgar sobre mi labio inferior. Me gustó la forma en que sus ojos rastrearon el
movimiento. Estaba tan afectada por mí como yo por ella; ella lo escondía
mejor. Siempre lo había hecho.

—La cantidad de dinero que este lugar ya ha generado sin que las
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puertas estén abiertas es el doble de lo que The Pit sacaba en un mes. Lock
& Key está a punto de ser el banco no oficial de The Point, Key. Ser un
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propietario parcial te da derecho a una porción de todos los ingresos que el


club generará. Es suficiente dinero para permitirte hacer lo que quieras,
comprar lo que quieras, y todo lo que tienes que hacer es estar aquí. Haces
que el lugar marque. Le das vida. —Así como me dio vida a mí.

—Es dinero sucio, Nassir. ¿Qué pasa cuando el club cierre? ¿Qué pasa
cuando alguien queme este lugar hasta el suelo como el último? Quieres
que ponga todos mis huevos en una cesta. Una cesta que sostienes en tus
manos y puedes dejar caer en el segundo que te apetezca.

No confiaba en mí.

Era inteligente.

Me puse de pie, lo que la hizo jadear y la tuve inclinándose hacia atrás


así que estaba casi extendida sobre mi escritorio. Sus piernas se separaron
involuntariamente para dejarme entre ellas y sus manos fueron al centro de
mi pecho mientras me cernía sobre ella con mis manos junto a sus caderas
sobre el cristal. Los cortes ardían, pero no quería que los viera. Ahora no era
el momento para mostrar debilidad.

—Compras y lo posees, Keelyn. Tienes voz en cómo se ejecutan las


cosas, lo que pasa, y el papel que jugas en él. Tu compra significa que eres
parte del negocio si prospera o falla. Estamos en pie de igualdad y la única
persona que sostiene la cesta eres tú. Manejarás los beneficios y el poder…
manejarás a la gente. —No lo tenía en mí pretender que los
comportamientos humanos más básicos eran interesantes o importantes,
pero ella sí.

Sus dedos se enroscaron en la tela de mi camisa y mi polla dolía


mientras pulsaba contra el interior de su pierna. Nunca nos habíamos
tocado así íntimamente y esto era lo más cercano que había estado alguna
vez con ella. Podía sentir mi cuerpo zumbando en reacción y mi sangre
susurrándome para tomarla, reclamarla, hacerla mía después de ser
negada por tanto tiempo.
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—¿Compro y tengo que quedarme? —Su voz tembló.


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Asentí, y algunos de mis cabellos cayeron hacia adelante y rozaron
contra su mejilla. Sentí su escalofrío y me hizo querer trazar esos débiles
temblores con mis manos.

—Tienes que quedarte. —Tenía que quedarse si compraba o no el club,


y eventualmente se daría cuenta de eso.

—¿Puedo hacer lo que quiera, sugerir cambios, usar el dinero que haga
independientemente de lo que quiera incluso si va en contra de lo que tiene
sentido para ti? —Tragó mientras hacía las preguntas y sus manos agarradas
se extendieron y presionaron en mi pecho donde mi corazón estaba
tratando de alcanzar sus manos—. ¿Qué hay de nosotros, Nassir?

—¿Qué hay de nosotros? —Aunque siempre hubo un “nosotros”, nunca


hubo realmente un nosotros. No estaba seguro de lo que me estaba
preguntando, o qué clase de planes tenía para los considerables beneficios
que obtendría si aceptaba comprar.

—Nos enredamos en los negocios y el placer y luego uno o el otro va


mal, ¿y dónde nos deja eso? Puedes destruirme sin siquiera intentarlo. Lo has
estado haciendo durante años.

Podía destruirla, pero era lo único en el mundo que me hacía débil, así
que podía acabar conmigo sin pensarlo, tan fácilmente. Quería que fuera
mía. Quería que me dejara tenerla de todas las formas concebibles, pero
más que eso, la necesitaba aquí. Necesitaba una vida con ella en esto, así
que, si eso significaba que tenía que hacer una elección, elegía mantenerla
cerca sobre tenerla debajo de mí jadeando mi nombre en erótica
satisfacción, hora tras hora y día tras día.

Me empujé fuera del escritorio y me lancé de vuelta a la silla. La empujé


de vuelta sobre sus ruedas, así que había un poco de espacio para respirar
entre nosotros y así tenía espacio para pensar.

—Si compras, tomaré eso como tu acuerdo para quedarte a largo


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plazo. No más correr, ni pretender que el césped es más verde en otro lugar,
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y estaré de acuerdo en mantener mis manos fuera de ti. Seremos socios de


negocios y nada más.
Podía ver que mi oferta la conmocionó. Su boca se movía como si
estuviera tratando de formar palabras, pero ninguna salía. Entendí la forma
en que su complicada mente trabajaba, así que levanté mis cejas y le dije:

»No me follarás y te olvidarás de mí como crees que puedes hacer, Key.


Somos tanto una parte del otro que por separado somos casi irreconocibles.
Estás tan profundamente dentro de mí que siento que pierdo partes de mí
cuando no estás cerca. Si te mantienes aquí, donde puedo verte, donde
puedo olerte, donde puedo respirar el mismo aire que tú, significa que sé
que estás a salvo, feliz, y entera, guardaré mis manos y mi polla para mí
mismo. —Eso podría matarme, pero había soportado peores torturas y
tormentos en mi tiempo.

Key parpadeó esos tempestuosos ojos hacia mí mientras las palabras se


hundían y debió haber leído la resolución en mi rostro. No me llevaría a la
cama ni trataría de quemarme como lo hizo con todos esos otros chicos en
su pasado. Quería todo de ella, y una vez que la tuviera, la mantendría para
siempre, pero para que eso sucediera necesitaba entregarse a mí para
salvaguardarla. No tenía que confiar en mí, pero tenía que amarme.

—¿No sexo?

—Oh, habrá sexo. Toneladas y toneladas de sexo, pero nada de eso


será entre nosotros si eso es lo que se necesita para que estés de acuerdo.

Se quejó y se deslizó fuera del escritorio así que estaba imponente sobre
mí en esos tacones asesinos. Me alegré de que estuviera de vuelta en su piel
correcta.

—¿Solo negocios?

Asentí solemnemente y pasé una cansada mano por mi rostro. Era un


trato con el demonio, pero los dos sabíamos que ella lo haría de todos
modos.
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—Solo negocios muy lucrativos y rentables, y si por alguna razón los


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policías me cierran, te devolveré tu inversión más el cincuenta por ciento de


la mía.
—¿Cuánto has puesto en este lugar? ¿Y cuánto esperas que compre?

Me encogí de hombros.

—Gasté lo suficiente para hacer lo que quería y puedes pagar lo mismo


que Race. Doscientos mil. Soy el principal patrocinador, así que mi palabra
es ley, pero si ves algo que no funciona o una forma que me perdí para traer
más dinero, podemos tener una discusión. —Race en realidad había puesto
el doble de esa cantidad, pero no le diría eso, y nadie me había acusado
nunca de ser honesto.

Silbó.

—Eso es mucho dinero.

—Lo tienes. —Odiaría saber que sabía exactamente cuál era su saldo
bancario. Pagué para tener un pirata informático en la nómina. No había
mucho sobre ella que no sabía, por dentro como por fuera.

—Lo tengo. Solo que no sé si quiero dártelo. —Sonaba a que estaba


hablando de mucho más que dinero.

—Abrimos este fin de semana, así que no tienes mucho tiempo para
decidir.

—Siento que nunca tuve elección. En el segundo que apareciste en


Denver, todo esto fue obligado a suceder porque siempre te sales con la
tuya.

Sacudí ligeramente mi cabeza.

—No siempre. —Los dos sabíamos eso.

Sus ojos chispearon con manchitas de carbón y dio un paso más cerca
para poder agacharse y poner sus manos en los brazos de mi silla. Se inclinó
más y más hasta que su boca se estaba cerniendo a un simple centímetro
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de distancia de la mía. Cuando habló, las palabras bailaron por mis labios y
sabían a victoria y destino.
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—No, no siempre. —Sus labios se presionaron en los míos y tuve que
enroscar mis manos alrededor de los brazos de la silla para evitar agarrarla
a ella.

Se burló de la unión aprisionada de mis labios con su lengua y


ligeramente rozó sus dientes por mi labio inferior. Quería lanzarla hacia atrás
en el escritorio y enterrarme en su interior sin fineza, solo con pura y bestial
lujuria. Rozó sus labios de un lado a otro y se rio ligeramente mientras yo
mordía mí ya lesionada lengua para evitar reaccionar. Si la atacaba ahora,
desharía cualquier progreso que podría haber hecho con ella.

Se echó hacia atrás y extendió su mano para pasar su dedo por cada
uno de los altos arcos de mis cejas. Era el más suave y gentil toque que había
sentido de otro ser humano y me hizo concentrarme en su pulso aún más
pesado que el de mis venas.

»Bien. Estoy dentro. Te firmaré un cheque.

No podía hablar, y si lo intentaba, todo lo que sería capaz de decirle


era que necesitaba desnudarse para que pudiera probarla. Me mataría si
no se rendía pronto. Estaba por levantarme y alejarme de toda la tentación
que ella emanaba cuando movió su mano así que estaba acunando mi
mejilla.

»Oh, y una cosa más… —La sonrisa que me dio puso en agonía mi
erección y me hizo tragar un temor legítimo al grado de malicia y problemas
que veía en ello—. No tengo un lugar donde quedarme ya que salí de
Denver con tanta prisa. No te importa que me quede contigo hasta que
esté instalada, ¿verdad? Si no, siempre puedo llamar a uno de mis viejos
amigos, o a uno de mis antiguos clientes del club.

Prácticamente ronroneó las palabras, y sentí que mi determinación de


mantener las cosas profesionales se convertía en un bloque de cemento en
mis entrañas. Mierda. ¿Qué se supone que debo hacer con eso? Evitar
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tocarla, respirarla, soñar con ella desnuda en el trabajo era una cosa. Tratar
de mantener mi deseo en mis pantalones mientras estaba en mi espacio
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privado, mi retiro lejos de este mundo, sería imposible. Pero me tenía
acorralado en una esquina y ella lo sabía.

—Puedes quedarte conmigo todo el tiempo que necesites, Key.

Sus cejas se levantaron y se lamió el labio inferior. Ya estaba lanzando


sus primeras salvas hacia mí. Era una luchadora como yo… solo utilizaba
diferentes armas. Las suyas eran infinitamente más eficaces.

—No debería ser un problema si solo seremos socios de negocios,


¿verdad?

Gemí y murmuré cada sucia palabra que pude pensar en un lenguaje


que sabía que ella no entendería.

—Correcto.

Me dio una falsa sonrisa que mostró todos sus dientes y el desafió brilló
en sus ojos. Siempre era feroz y estaba lista para pelear conmigo. No debería
ser del tipo excitante que era.

—Es bueno estar en casa. Tengo planes, Nassir, grandes planes.

Suspiré.

—Es bueno tenerte en casa, Keelyn.

Movió rápidamente su salvaje cabello y empujó la silla mientras


caminaba tranquilamente hacia la puerta.

—Veremos cuánto tiempo piensas eso.

El ascensor la tragó cuando salió de la oficina y no exhalé hasta que


estuvo fuera de vista. Me torturaría. Se burlaría de mí. Trataría de romperme.
Debería haberle advertido que estaba forjado en fuego y que las llamas del
tormento se sentían como nada más que rayos de sol para mí. La dejaría
quemarse y luego levantarse de las cenizas.
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Entonces, sería mía.


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N
o estaba segura de qué hacer conmigo misma después de que
salí de la oficina de Nassir. Estaba temblando, tanto por estar
tan cerca de él como por el pozo al cual me había atrevido a
arrojarme. Cada vez que pensaba que tenía la última palabra con él,
retorcía las cosas en una dirección diferente dejándome tambaleante.
Socios de negocios, mi culo. Iba a hacer que se arrepintiera, por siquiera
sugerir que podía mantener sus manos lejos de mí después de todo este
tiempo. No había mucho en lo que me destacara en esta vida, pero hacer
que los hombres se vuelvan estúpidos y débiles por la lujuria, seguro como la
mierda que estaba en la parte superior de la lista.

No sé qué tipo de locura me había llevado a pedirle que me dejara


quedarme en su casa hasta que estuviera asentada. Entrar en la guarida
del diablo voluntariamente no era el plan más brillante que había tenido en
mi vida y detestaba que todo dentro de mí se fundiera y volviera líquido
cuando ví el arrepentimiento y la ira en sus ojos cuando su mirada aterrizó
en el corte que estaba sanando en mi frente. Debía sentirse mal —era culpa
suya— pero había algo en la forma en que el remordimiento se reflejaba en
un hombre tan poderoso y dominante, que removía los lugares más
profundos en mi interior. Y buen Señor, los moretones grandes y oscuros, que
estaban sanando en ambos de sus cincelados pómulos, me hacían querer
agarrar su rostro en mis manos y besar cada herida para que se pusiera
78

mejor. Ni siquiera había estado de regreso en casa por un día y el hombre


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ya estaba haciendo que mi mente y mi cuerpo se volvieran locos.


Fui a donde siempre iba cuando me sentía perdida en The Point. De
vuelta al lugar que había sido mi casa y mi santuario por tanto tiempo.
Además, estaba a una corta distancia del nuevo club de Nassir, así que no
tuve que llamar un taxi o pedirle a Chuck que me llevara. Empujé las puertas
del recién remodelado Spanky's, el club recién bautizado como Empire, y
casi tropiezo con mis propios pies.

El lugar parecía completamente diferente desde el interior. Ya no había


más rojo por todas las superficies que lastimara los ojos. La sucia alfombra
del suelo ya no estaba manchada de sangre, y solo Dios sabía de qué más,
en ella. Todas las sillas habían sido reemplazadas por elegantes cabinas de
cuero negro, y la iluminación de neón había sido retirada y reemplazada
con un resplandor suave y vintage que hacía que tanto las chicas en el
escenario como los clientes se vieran mejor. Todavía era por mucho un club
de striptease. No había escapatoria de la multitud de tetas y mujeres
escasamente vestidas que llenaban el lugar de pared a pared. No se podía
confundir el familiar ambiente lujurioso y el exagerado latido ansioso de la
multitud que miraba ávidamente el talento. Sin embargo, ahora era un club
de striptease con clase y parecía y se sentía costoso. Una punzada de
arrepentimiento me atravesó por haberme ido, antes de que fuera capaz
de ver el lugar que había sido mi hogar durante tanto tiempo, resurgir de las
cenizas en algo tan hermoso. Si hubiera mi camino y hubiera podido poner
mi dinero en algo en The Point, sería un lugar como este. Un lugar donde las
chicas podrían quitarse la ropa, ganarse la vida, y estar orgullosas de ello.

Unos pocos regulares me llamaron y fui detenida por dos servidores de


cócteles diferentes que habían estado aquí tanto tiempo como yo. Ambos
me abrazaron y me dijeron que amaban mi nuevo peinado. Los abracé y
comencé una charla mientras trataba de localizar a Reeve. Tenía tanto
revoloteando en mi cabeza, que necesitaba un lugar seguro para intentar
ponerlo todo en orden, y Reeve era la única persona que de alguna forma
era mi amiga.
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Vi su cabello oscuro junto a la barra. Ella estaba apoyada en el borde


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de la misma, hablando con un hombre enorme que tenía una cicatriz de


aspecto malévolo que dividía la mitad de su rostro. Estaba vestido con un
traje gris oscuro que le ajustaba como un guante, pero llevaba botas
pesadas y serias. Cuando me vio mirando en su dirección, se enderezó, y no
me perdí el arma negra metida en su costado. Podría parecer un hombre
de negocios, pero apostaría cualquier cosa a que el negocio en el que
estaba, involucraba un montón de sangre y huesos rotos. Inclinó la cabeza
en mi dirección y murmuró algo a Reeve, quien tenía la cabeza erguida
para poder verme.

El gran hombre frunció el ceño cuando ella lo empujó fuera de su


camino para que pudiera rodear la barra. Me pregunté cuál era su historia
cuando Reeve me asaltó para abrazarme. Había cambiado mucho desde
que se enganchó con el policía caliente. No era una gran abrazadora antes,
y cuando me presionó y la abracé, me di cuenta de lo que probablemente
fue el mayor cambio que había ocurrido desde que me había ido. Su figura
normalmente tersa y tonificada era un poco más suave y mucho más llena.

Me aparté y la miré con ojos enormes.

—¡El policía te embarazó!

Se apartó y me dio un pequeño apretón. Sus ojos eran un extraño matiz


de azul oscuro que se acercaba a un azul marino, y en este momento
estaban brillantes con la clase de pura felicidad que no creía que existía en
The Point.

—Lo hizo.

Señalé su vientre apenas-allí y estreché mis ojos en ella.

—¿Por qué no mencionaste algo?

Ella puso una mano protectora sobre su estómago y se encogió de


hombros.

—Realmente no le he dicho mucho a nadie. —Resopló y empujó parte


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de su cabello largo y negro detrás de su hombro—. Veo a Nassir todos los


días y ni siquiera se ha dado cuenta. Aparte de Bax, Dovie, Race y Brysen,
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nadie lo sabe realmente. Es como si solo lo supieran los de la familia. —Ella


señaló con un pulgar hacia el hombretón que todavía nos miraba con los
ojos entrecerrados desde la barra—. El asesino allí, fue en realidad la primera
persona en adivinarlo, pero creo que es porque mis hormonas están por
todas partes y en un minuto estoy llorando sobre él y al siguiente estoy
amenazando con cortarle las bolas si no sale de mi camino.

Mis cejas se elevaron y sonreí.

—Me sorprende que Nassir haya dejado que un extraño vigile su club
por él.

Reeve sacudió la cabeza y suspiró.

—Booker no es un extraño, y créeme, ha pagado sus deudas y más. Se


ha ganado su lugar en la mesa con el resto de la sombrío y lo siniestro.

Fue mi turno de suspirar. Me puse de puntillas en mis zapatos altos y miré


hacia la parte de atrás del club, donde se encontraba la oficina de Nassir,
ahora la oficina de Reeve.

—¿Podemos regresar allí y hablar? Realmente no necesito que toda la


ciudad sepa lo ridícula que soy.

Ella asintió con la cabeza y llevó sus manos alrededor de su boca para
gritarle al tipo que llamó Booker, que estaría de vuelta dentro de poco.
Simplemente hizo esa cosa de inclinar la cabeza que hacían los chicos y
volvió su atención a su teléfono. No sabía con quién estaba hablando, pero
apuesto a que para cuando saliera del club, la palabra de mi súbita
reaparición estaría por toda la ciudad.

Reeve tomó asiento detrás del escritorio y gruñó aliviada cuando lo


hizo. Ella apenas lo dejaba entrever, pero hacer que otra persona crezca
era un trabajo pesado, especialmente en un lugar como este.

—No puedo creer que vayas a tener un bebé. ¿Estás planeando dejar
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la ciudad una vez que esté aquí?


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—No. Nuestra vida está aquí, y si eso significa asegurarse de que un


bebé esté a salvo en esa vida, entonces eso es lo que haremos. Además,
deberías ver a Bax. —Ser rio—. Nadie me cree cuando les digo que creo que
está más emocionado con este bebé que Titus. Me llama al menos dos
veces al día para comprobarme.

Parpadeé en estado de shock.

—Pensé que Bax te odiaba. —Había una enemistad porque Reeve


había estado involucrada con algo que había amenazado a la novia de
Bax, Dovie. No había terminado bien, y Bax no era el tipo de hombre que
perdona y olvida.

Ella levantó un hombro y lo dejó caer.

—Él no es mi mayor admirador, pero está enamorado de este pequeño


ser humano dentro de mí. Creo que la idea de algo nuevo, la idea de un
nuevo comienzo, le atrae. Este bebé no podría tener un mejor ángel
guardián que vele por él o ella en esta ciudad.

Me reí. Bax era un muro de ladrillos cuando se trataba de proteger a


quienes le importaban. Se necesitaría un ejército para pasar sobre él, si
albergaba a su nuevo sobrino o sobrina dentro de su círculo de protección.
Por no mencionar que el padre del bebé estaba armado y era peligroso por
derecho propio. Si cualquier recién nacido tuviera una oportunidad de tener
una vida normal en este lugar muy anormal, era este.

—Estoy feliz por ti, Reeve.

—Gracias. Ahora dime qué pasa. Supongo que la mirada en tu rostro


es porque no perdiste tiempo en ver al hombre detrás de la cortina cuando
regresaste a Oz.

Empujé mis manos sobre la parte más larga de mi cabello de adelante


y lo jalé de las raíces.

—La estoy perdiendo, ¿sabes? Mi mente, a eso me refiero.


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Ella levanta una ceja oscura y se sentó más erguida en su silla. Jale mi
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cabello más fuerte.


»No puedo detener lo que siento por él. No puedo dejar de jugar sus
estúpidos juegos. Cuando mencionaste el club, todo lo que pude escuchar
fue a él susurrando que tenía una propuesta de negocios para mí. Pensé
que sería ridículo, que era solo una forma más de mantenerme cerca para
que pudiera jalar silenciosamente los hilos en mi vida. Y lo es, pero no lo es.
Realmente quiere que invierta en el club, y el margen de beneficio es
enorme.

—Es un brillante hombre de negocios. Las cosas que hace con el dinero
son fascinantes de ver. Está construyendo su propia infraestructura.

—Está construyendo un imperio. Quiere controlar todo el dinero y el


comercio que sucede aquí. Va a ser intocable. —Excepto por mí. Estaba
decidida a tocar y ser tocada a cambio. Necesitaba sus manos sobre mí
para tener la ventaja en todos los tratos entre nosotros.

Reeve puso los ojos en blanco.

—Mira a tu alrededor, Key. Ya es intocable. Todo lo que sucede aquí


tiene su huella en alguna parte. Ha estado infectando The Point por años y
ahora se ha extendido tan profundo, que no hay antídoto.

—Lo sé. Es exactamente por lo que quería decirle que lo olvidara, pero
es una oportunidad demasiado buena para dejarla pasar. Es dinero legítimo
sin tener que sacudir mi culo y mostrar mis tetas. —Resoplé—. Bueno, habrá
algo de eso, ya que me quiere para que la gente haga cola en la puerta.

—Como dije, es un inteligente hombre de negocios. La gente vendrá


porque estás allí. Tu atractivo sexual es suficiente para atraer a los curiosos a
la puerta, y una vez que estén dentro, Nassir los dejará sin dinero en un
parpadeo.

Asentí con la cabeza en acuerdo.

—Compro y tengo que quedarme. No puedo tirarle el dinero y huir. No


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me dejará.
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—Por supuesto que no. Te quiere aquí. Te quiere y punto.


Apreté los dientes y mis manos se curvaron en puños donde
descansaban sobre mis muslos.

—Me dijo que no me tocaría. Dijo que será solo negocios y que
mantendrá sus manos fuera. ¿Cómo demonios se supone que debo trabajar
con él y estar a su alrededor cuando regresé, porque no podía estar lejos de
él? Hace que todo sea tan jodidamente duro.

Ella mordió su labio inferior y giró un mechón de cabello oscuro


alrededor de un dedo.

—Entonces, ¿qué vas a hacer al respecto?

¿No era esa la pregunta del millón? Lancé mis manos al aire y dejé salir
otra risa rota.

—No lo sé, y cómo no puedo detenerme cuando me presiona, le pedí


que me dejara quedarme con él hasta que descubra donde quiero vivir
ahora que estoy de vuelta.

Sus ojos se abrieron y abrió la boca y luego la cerró, porque realmente


no había palabras para describir lo verdaderamente estúpida que esa idea
era.

—Guau.

—Lo sé. Soy una idiota.

Vi sus ojos azules oscurecerse más y casi podía ver algo trabajando en
su cabeza. Reeve no había durado tanto tiempo en las calles por ser
estúpida. Era una astuta joven y tenía un policía caliente y un bebé en
camino para demostrarlo. Pasó sus dedos por el suave bulto delante de ella
y me observó pensativamente.

—Si quieres un campo de juego con él, vas a tener que ponerlo de
rodillas.
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—¿Puedes imaginar a Nassir de rodillas por alguien? —La idea era


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ridícula, pero ella asintió.


—Por la persona correcta, incluso el hombre más formidable puede
doblarse. He visto que sucede con mis propios ojos más de una vez.

Maldije y miré hacia los brillantes tacones de aguja.

—¿Qué hago si se inclina, Reeve? ¿Termino jodida? ¿Literal y


figurativamente? Qué pasa, si quien soy desaparece de verdad esta vez,
porque Nassir es suficiente para succionar incluso todo esto en ese vórtice
de amenaza y peligro que gira alrededor suyo. —Hice un gesto a mi cuerpo
y mi rostro pintado. No era fácil de eclipsar, pero prácticamente invisible en
comparación con el carisma natural y el encanto de mi diablo.

—Supongo que eso depende de lo que hagas ahora que estás de


vuelta, Key. Querías más antes de irte, trabajabas porque querías hacer algo
bueno. Si logras hacer eso, entonces nunca serás eclipsada por ninguna de
las tinieblas que vive aquí, incluyendo a Nassir.

Levanté la mirada hacia ella y la miré.

—Eres toda una perra. —Tomaría una criminal reformada y actual


gerente del club de striptease embarazada, para recordarme que mi
objetivo final había sido ser mi propio yo, una mujer de valor, una mujer que
nunca dejaría que su luz y brillo sea eclipsado o deshecho por el hombre
que se movía entre ella y su mundo.

Ella me sonrió y eso la hizo verse radiante desde el interior. Normalmente


era una mujer bonita, pero ahora estaba extraordinaria. Ella sabía
exactamente como lucia ganar en este lugar.

—También te extrañé.

Solté un suspiro y saqué mi teléfono de mi bolso mientras tintineaba con


un mensaje de texto. No pude detener el escalofrío y la sensación cálida
sobre mi piel, cuando vi el nombre de Nassir en el recuadro. Abrí el mensaje.
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Chuck está yendo para recogerte y llevarte a mi casa.


Era tan de su estilo. No me preguntó si tenía otros planes, si estaba
ocupada, si necesitaba algo. Solo mandaba y ordenaba, esperando que
sus edictos fueran seguidos ciegamente. Quería desafiarlo y lo haría, pero
lamentablemente todo lo que tenía conmigo era lo esencial en el bolso a
mis pies y no tenía otras opciones para refugiarme en la noche.

Bien. Estoy en el Empire.

Ni siquiera pasaron dos segundos antes de que mi teléfono volviera a


tintinear.

Sé dónde estás. Siempre lo hago.

Ese estremecimiento se convirtió en un pequeño terremoto que


atravesó mi alma. Quería sentirme invadida, violada, pero tampoco lo
hacía. Incluso cuando me asustaban, tener esos ojos bronce en mí siempre
me hacían sentir segura y protegida. Sabía que Point era mi patio de recreo
porque Nassir hizo posible que jugara sin restricciones y sin miedo.
Definitivamente era mi diablo, pero también era mi ángel de la guarda.

Dejé el teléfono y le dije a Reeve que Chuck estaba en camino. Ella me


hizo ayudarla a ponerse de pie y volvimos al club. La bailarina que estaba
en el escenario estaba haciendo su rutina con algo de blues y lentamente,
lo cual fue un agradable cambio de ritmo de los típicos sonsonetes
electrónicos que llenaban el espacio. También estaba completamente
desnuda y se contorsionaba de una manera que me hizo tener un poco de
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envidia. Había un campo de billetes verdes en el escenario, una obvia


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recompensa por su impresionante rendimiento.


El hombretón con la cicatriz se acercó y tocó a Reeve en el hombro.
Murmuró algo acerca de un cliente con dinero que se acercó demasiado a
una de las chicas en una de las habitaciones privadas de atrás, así que me
apretó con fuerza y me dijo que la mantuviera actualizada. Asentí en
acuerdo y mantuve los ojos fijos en la chica en el escenario hasta que un
ligero toque aterrizó en mi hombro. Habría saltado, pero había pasado
tantos años con Chuck cuidando mi espalda que nunca me perdería su
aroma a madera y frescura o su propia manera especial de tratarme. Era
suave conmigo, incluso gentil. Tal vez el único hombre que me había
ofrecido eso en toda mi vida.

—El jefe me envió a recogerte. ¿Estás segura de que jugar con él es una
buena idea, niña?

Enganché mi brazo con el suyo y dejé que me guiara por la puerta.

—Es la peor idea que he tenido, pero ha sido una tormenta que se ha
formado durante mucho tiempo y las nubes ya no pueden soportar el peso.
Es hora de un aguacero.

Resopló un suspiro y me llevó a una enorme camioneta, que tenía las


ventanas tintadas tan oscuras, que era casi imposibles ver hacia dentro o
fuera de esta.

—¿Crees que puedes manejar la inundación?

—No puedo estar lejos de él y no puedo vivir una vida donde no sea
más que su bonito adorno. Algo tiene que pasar, Chuck. Tiene que haber
más que deseo y negación entre los dos.

Chuck abrió la puerta, pero antes de que pudiera subir al alto vehículo,
inclinó la cabeza y rozó sus labios sobre mi frente. Cerré los ojos y dejé caer
mi frente para que descansara en el centro de su musculoso pecho.

—Nunca apostaría nada contra Nassir. He visto lo que el hombre puede


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hacer y lo he visto sistemáticamente reconstruir esta ciudad desde los


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esqueletos que dejó Novak. En este caso, todo mi dinero está en ti,
pequeña. Siempre has sido escurridiza y decidida. Lo has superado como
nunca lo ha hecho nadie más. Lo mantienes a raya.

Me aparté con una risa y me levanté de puntillas para poder besarlo


en la mejilla.

—Tu fe en mí es muy apreciada y muy exagerada, viejo.

Salté en el asiento cuando cerró la puerta y caminó hacia el lado del


conductor del vehículo. Se metió con mucho menos esfuerzo y nos sacó del
estacionamiento. Hicimos una pequeña charla al salir de la ciudad. Deja
que Nassir construya un reino en la cuneta y no deseas meter las narices en
eso. Al principio pensé que nos dirigíamos a la parte acomodada de la
ciudad, simplemente llamada The Hill, pero Chuck siguió pasando los
suburbios y pasando The Hill justo fuera de la ciudad, hacia la cordillera que
estaba en las afueras de la ciudad. Le pregunté unas cuantas veces a
dónde exactamente nos dirigíamos, pero siguió divagando sobre el nuevo
club, sobre el increíble trabajo que Reeve había hecho con el lugar, e
incluso tenía montones de alabanzas para Booker. Me sorprendió que no
estuviera triste de ver que su antigua posición fuera asignada a alguien
mucho más joven y alguien obviamente más rudo de lo que había sido él.
Mantuvo un flujo constante de conversación hasta que de repente nos
detuvimos en una enorme puerta de hierro forjado que parecía haber sido
tallada en el lado de la montaña.

Me quedé sin habla mientras un hombre con un uniforme negro,


armado con un rifle de asalto, salía de algún lugar que no vi y esperaba
mientras Chuck bajaba la ventana. El guardia y Chuck golpearon los puños
como los chicos hacían y la mirada del otro hombre se dirigió a mí.

—Adelante y la cabeza en alto. El jefe acaba de aparecer hace unos


minutos.

—Gracias.
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La ventana volvió a subir y Chuck me miró por el rabillo del ojo mientras
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chillaba:
—¿Hay guardias armados vigilando su casa? —Jesús, en realidad era
como un villano de Bond o algo así.

—¿Estás sorprendida? Nassir ha hecho muchos enemigos a lo largo de


los años y te sorprendería de cuántos no tienen nada que ver con sus
negocios en la ciudad. Ha ganado mucho, pero se ha llevado aún más. Los
guardias armados en la puerta son la menor de las medidas de seguridad
que tiene alrededor de este lugar.

Otra que era obvia, fue el camino largo y, sinuoso que llevaba a la
casa. Tenía que tener por lo menos un par de kilómetros de largo, e incluso
con las ventanas oscuras, todo lo que podía ver era una densa capa de
árboles y follaje. Parecía imponente e impenetrable. Nassir se había
construido un castillo en lo profundo de la maldita selva. Era increíble.

Una vez que llegamos a una parada enfrente de la casa, me sorprendió


de nuevo lo que me aguardaba. Esperaba algo moderno, una especie de
fortaleza de vidrio y acero forjado en la ladera de la montaña. Estaba
esperando un monolito que proclamara gastos y extravagancias… en
cambio, lo que me esperaba era una cabaña de madera. Bueno, no una
cabaña exactamente, pero si había tal cosa como una mansión de
madera, entonces eso es lo que me saludó mientras balanceaba mis piernas
fuera del auto.

Era extensa, rústica, y se mezclaba en el entorno forestal


perfectamente.

—Nassir no vive en una casa de troncos, Chuck. —La incredulidad se


notaba en mi voz.

Él rio entre dientes y subió los escalones de la entrada.

—En serio, un tipo que solo usa Armani y Prada no vive en medio del
bosque como un leñador. ¿Qué está pasando aquí?
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—El santuario puede parecer diferente para todos, cariño. Puede


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parecer un club de striptease o una cabaña en el bosque. Mientras ese lugar


se sienta seguro para las personas dentro, es todo lo que importa.
Lo seguí hasta la puerta principal y esperé mientras tocaba el timbre.
Me sentí como si alguien me hubiera dejado caer en medio de una película
de terror y en cualquier momento, un asesino psicópata iba a saltar del
bosque y cortarme a pedazos. Esto no podría ser la vida real. Mi incredulidad
creció aún más cuando una mujer que parecía estar en sus veinte años
abrió la puerta y le sonrió a Chuck.

Estaba vestida de negro y su mirada se afiló cuando aterrizó sobre mí.


Era muy bonita, muy pequeña, con largos cabellos y ojos color chocolate.
Su figura era asesina y sabía por experiencia que los zapatos que tenía en
sus delicados pies pequeños cuestan más de mil de los grandes. No pude
evitar mirarlos mientras nos conducía por la casa. No sabía quién era, pero
parecía lo bastante amable con Chuck, aunque me despidió tan pronto
como pisé el umbral.

—Nassir está en la cocina. Me dijo que esperaba un invitado. Tengo


una habitación preparada para ti en el ala de invitados de la casa.

Ella no se presentó, no escatimo otra mirada en mí, solo giró sobre esos
tacones espectaculares y desapareció en alguna parte en el fondo de la
casa.

Miré a Chuck por el rabillo del ojo.

—Parece agradable.

Me sonrió y me guio hacia donde suponía que estaba la cocina.

—Bayla solía trabajar para el jefe en un área diferente. —Alzó las cejas
y asentí con la cabeza, entendiendo. Era una de sus acompañantes.
Descubrí. Las chicas que lucían así realmente solo tenían algunas opciones
cuando se trataba de ganarse la vida en The Point y la mayoría se
involucraban vendiéndose de una manera u otra.

»Cuando terminó la casa le ofreció un trabajo para cuidarla. Creo que


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vienen de ambientes similares, y contrariamente a la creencia popular, el


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jefe puede ser empático.


Quería preguntar exactamente de dónde venían. Realmente sabía tan
poco sobre el hombre que había sido un factor tan grande en mi vida
durante tanto tiempo. Las palabras nunca salieron, sin embargo, porque
doblamos la esquina y de repente me encontré en una amplia cocina,
totalmente moderna que tenía todo el vidrio y acero inoxidable que le
faltaba al exterior de la casa. Estaba impresionada, pero fue la visión de
Nassir, sin camisa, con la espalda hacia mí mientras frotaba sus manos en el
enorme fregadero de la tarja, lo que me hizo congelarme.

Estaba murmurando suavemente en una lengua extranjera que no


sonaba ajena a él y debajo de la tinta negra que cubría su bonita piel
dorada, podía ver los moretones a lo largo de sus costillas y cruzando sus
hombros. El tatuaje era sorprendente en el detalle y tamaño, pero fue el
hombre debajo de este, quien hizo que mi boca se secara y mis manos
comenzaran a temblar. Debo haber hecho un ruido porque se dio la vuelta
del fregadero y dejó que su mirada derretida se derramara sobre mí mientras
lo miraba sin habla.

Su clavícula tenía una marca negra y azul del tamaño de un puño y


había una mancha púrpura muy fea que estaba justo encima de sus
pantalones a un costado. Debajo de su ropa de lujo se veía igual de áspero
y golpeado como el resto de nosotros. Avancé cuando noté que sus manos
no solo estaban mojadas con agua sino también rosadas con sangre.

—¿Estabas peleando? —Sabía que lo había hecho, ya que Reeve me


lo había dicho, pero no podía imaginar que se había ido y había
encontrado una pelea en las pocas horas que nos habíamos separado.

Ni siquiera noté que Chuck había abandonado la habitación


silenciosamente mientras tomaba las manos húmedas de Nassir en las mías.
La piel estaba desgastada y raspada. Parecía que había caído de una
bicicleta y se había lastimado con el asfalto.

Mientras estaba de pie tan cerca suyo, con él medio vestido, el calor
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que emanaba de él y me golpeaba, fue casi suficiente para hacer que mis
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rodillas cedieran. Mi diablo estaba caliente y lo sabía. Podía ver cómo mi


reacción por un simple toque lo complacía.
—Estos no son de una pelea. Una de las estanterías cayó en el
refrigerador. Tuve que alejarme del camino. —Sus largos dedos se curvaron
para que pudiera sostener mis manos encima de las suyas—. Los moretones,
sin embargo... son de una pelea aquí o allá.

Mi pulso dio una patada y estaba segura de que él podía sentirlo


porque sus dedos se apretaron ligeramente. Podía decir lo mal que quería
que sus dedos se curvaran alrededor de los míos y acercarme más a él.

—¿Por qué estabas peleando? —Quería escucharlo decir que lo sentía,


que se sentía mal por enviar a ese vagabundo para que me asustara. Quería
que admitiera que estaba equivocado y que se había propuesto
deliberadamente tomar esos golpes, haciéndose daño en el exterior porque
no era el tipo de hombre que jamás admitiría que estaba lastimado en el
interior por los errores que había cometido.

Una de sus cejas se arqueó y la comisura de su exuberante boca se


inclinó en una sonrisa que en realidad me dolió ver.

—Porque tú no estabas aquí. —Eso fue tanto una disculpa y una


explicación como jamás conseguiría de él. Tan simple pero tan
increíblemente complicado. Todo con este hombre siempre lo era.

Saqué mis manos de la suyas y di un paso más cerca de él. Cuando


estaba casi nariz a nariz con él, extendí la mano y toqué el desagradable
lugar justo encima de su cintura. Vi sus abdominales contraerse con el simple
toque y eso me hizo sonreír. Sus manos heridas se curvaron en puños a los
costados.

—Bueno, estoy aquí ahora, así que no más luchar, que vaya junto con
el no tocar.

Vi su mandíbula apretarse y sus ojos se iluminaron en el centro como


una brasa caliente.
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—Hemos estado luchando entre nosotros durante años, Key. ¿Vas a


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detenerte? ¿Alguna vez vas a dejar que uno de nosotros gane? —Me
presioné tan cerca de él que tuvo que aspirar un poco de aire y apoyarme
contra la encimera para mantenerme erguida y apoyar mi peso sin poner
sus manos sobre mí.

—No ha sido una lucha, Nassir. Ha sido un preliminar.

No me tocaría, pero segura como el infierno que yo iba a tocarlo. Mis


labios tocaron los suyos y lo sentí tomar una respiración tan fuerte que me
robó el aire de mis pulmones. Sentí sus músculos tensos y en mi cabeza
marqué una casilla junto a mi nombre por esta pequeña victoria... es decir,
hasta que de algún modo me maniobró para que mi espalda estuviera en
la encimera, nuestros cuerpos apretados y perfectamente alineados, mis
manos en su cabello demasiado largo y su lengua en mi boca, todo sin
poner un dedo en mí.

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A
l segundo en que sus labios tocaron los míos supe que los años
de espera, de deseo, habían valido la pena.

Podría morir como un hombre feliz, un hombre satisfecho,


un hombre que consiguió todo lo que había planeado hacer. Este pequeño
beso, esa pequeña probada de ella, era más bien una victoria que
sobrevivir a cualquier cosa en mi juventud o adultez había sido. Era mi final.
Era lo que había dado sentido a mi vida, y ahora estaba infundiendo esa
misma esencia dentro de mí otra vez y se sentía perfecto. Ella era todo.

Mis manos dolían por tocarla. Mis dedos temblaban tanto que me
dolieron cuando los apreté en el extremo del tocador de mármol detrás de
ella. Coloqué mis caderas en las suyas para que no hubiera confusión de lo
que estaba sucediendo entre nosotros. Mi polla palpitaba, mi corazón
golpeaba, y todo lo que podía hacer era rozar mis labios sobre los suyos y
rogarle que me dejara entrar.

Quería controlarme. Quería tomar las decisiones y hacer los


movimientos, de esta manera este juego era suyo para ganar, pero dejé de
jugar con ella en el instante en que recibió una bala y casi se desangró en
mis brazos. La quería para siempre, a mi manera, y sabía que la única
manera de hacer que eso ocurriera era hacer que quisiera rendirse. Tenía
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que entregarse a mí y al tipo de vida que podía ofrecerle. Sabía que no


quería pertenecerme, pero lo hacía. Me di cuenta por la forma en que sus
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manos se estremecían cuando las arrastraba en mi cabello, y por la forma


en que gimió cuando se abrió para dejarme entrar en la cálida caverna de
su boca. Sentí las puntas de sus pezones contra mi pecho desnudo y el
temblor de sus largas piernas mientras forzaba una rodilla entre ellas. Podría
no ser capaz de tocar, pero estaba seguro como la mierda que podía
sentirla. El quitar un sentido había intensificado los demás hasta el punto de
una agudeza casi dolorosa.

Fue más que un beso. Era mucho más grande que ella desafiándome.
Era el comienzo de algo que había estado hirviendo a fuego lento bajo la
superficie durante años. Las semillas siempre habían existido en el suelo,
pequeñas e inmaduras, y este beso, este simple toque de la punta de mi
lengua en la suya, era la lluvia que necesitaban para crecer. La forma en
que me jaló, la forma en que movía sus caderas sin descanso contra el bulto
insistente en mis pantalones mientras se presionaba en ella, era el sol que
esos pequeños trozos de nada necesitaban para florecer. Era el mejor de los
malditos juegos previo que alguna vez existió.

Retorcí mi lengua alrededor de la suya. Saboreé cada parte de ella


que pude, y cuando me incliné más cerca, mis manos comenzaron a doler
con el esfuerzo que estaba tomando mantenerlas fuera de su piel. Había
tardado mucho tiempo en llegar, esta primera tanda entre nosotros, y era
todo lo que siempre había esperado en lo que concierne a esta mujer difícil
y testaruda. No se quedó quieta y me dejó besarla, me devolvió el beso con
todo lo que tenía, y pronto nuestros labios y lenguas estaban envueltos en
una excitada batalla, y tragué un gemido cuando sus dientes práctica-
mente arañaron mi labio inferior. Podría tenerla, pero me iba a hacer luchar
por ello.

El beso duró por lo que pareció una eternidad, y solo me retiré cuando
mis pulmones comenzaron a gritar que necesitaban aire. Me sentía caliente.
Estaba más allá de excitado, y por mucho que quisiera arrastrarla a la cama
o subirla en el tocador y hacerme un espacio entre sus piernas, sabía que
no podía hacer eso. Quería que todas sus partes coincidieran con las mías
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en muchos sentidos, no solo con su cuerpo.


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Empujé desde el tocador y metí mis manos en mi cabello mientras
luchaba para recuperar el aliento. La miré mientras frotaba su pulgar a
través de sus labios húmedos e hinchados y me sonreía con una victoria
seductora.

—¿Cuántas ganas tienes de poner tus manos en mí ahora mismo,


Nassir? —La burla no tenía emoción detrás de ella porque sabía que lo
deseaba más de lo que quería vivir.

Exhalé un suspiro y me tomé un segundo para apartar mi atención de


su pecho agitado y subir a sus ojos de color claro. La tempestad que siempre
estaba desatada en el centro de esas profundidades grises se había
calmado y en cambio estaban enfocados y perspicaces en mí, como un
arma. Sabía cuan fácil era llegar a mí e iba a aprovechar este conocimiento
en cada oportunidad que tuviera. Quería algo, me quería para entender
por qué estaba aquí ahora, por qué estaba permitiendo finalmente, que
esto sucediera entre nosotros. Me consideraba un hombre de inteligencia
superior a la media. No era un genio como mi socio de negocios, pero no
había mucho que se me escapara. Lo que sea que estaba detrás de su
cambio de opinión y de su regreso a casa, era tan misterioso para mí como
que mi madre había sido capaz de vender a su único hijo al mejor postor.

—He querido poner mis manos en ti desde el comienzo, pero una vez
que estén ahí, nunca van a salir. Vas a tener que pedírmelo, Key. Vas a tener
que hacerme creer que comprendes lo que significa cuando me pidas que
te toque.

Se burló de mí, pero pude ver que mis palabras la hacían sentir
incomoda.

—¿Qué quieres decir? —Entrecerré mis ojos hasta lo más mínimo y


exhalé lentamente. Hizo difícil el respirar de la mejor forma.

—Significa para siempre.


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Algo que se parecía miedo cruzó por su mirada y la furiosa tormenta


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volvió a arremolinarse en el centro.


—Para siempre parece no durar mucho tiempo en The Point.

—Para siempre es lo que uno hace de ello. —Para siempre podría ser
una vida intentando corregir un error y desperdiciar una vida porque
estaban llenos de venganza y odio, o podría ser un joven perdido por los
ideales y las creencias de otras personas. Podría ser un solo segundo con la
persona correcta o una eternidad perdida persiguiendo a la equivocada.

Puso los ojos en blanco y se dirigió hacia donde yo estaba de pie en el


centro de la cocina. —Va a terminar tan mal esto entre nosotros, Nassir. Vas
a tener que compartir todo lo que has saqueado y robado con los años y
vas a odiarme por ello. Quiero poner mis manos en todos tus brillantes
juguetes.

Levanté una ceja.

—Creo que esto, de algún modo, condición o forma significa que estás
admitiendo que finalmente algo comenzó, y eso es todo lo que me importa.
Puedo aprender a compartir, Key. —Podría tomar algún tiempo. Estaba
acostumbrado a ser codicioso y egoísta con mis cosas y con mi tiempo.

Metió la parte más larga de su cabello detrás de su oreja y murmuró:

—Lo creeré cuando lo vea, Gates. —Sus ojos miraron alrededor de la


cocina y aterrizaron en las enormes puertas dobles que conducían al balcón
en la parte de atrás que prácticamente colgaba al lado de la montaña en
la que estábamos encaramados—. ¿Por qué vives en una cabaña en medio
del bosque? Quiero decir, obviamente es más que una cabaña, pero ¿en
serio? ¿Una casa de madera en medio de la nada? ¿Qué pasa con eso?

Le di la espalda y caminé hasta la nevera para conseguir una botella


de agua.

—Es el último lugar en la tierra en el que alguien me buscaría. Algo así


como tú en ese restaurante. —Y esa era la honesta verdad de Dios—. Tengo
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una suite construida en la parte trasera de mi oficina en el club así puedo


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quedarme en la ciudad si es necesario, pero este es mi hogar.


—Es hermoso, pero no es lo que esperaba.

Pensé lo mismo acerca de ella una y otra vez.

—Siéntete como en casa. Bayla mantiene la despensa abastecida, y el


resto de tus cosas, incluyendo tu auto, estarán aquí en unos días. Si necesitas
algo mientras tanto, solo pídelo.

Sus ojos se volvieron a los míos y vi una mancha rosa comenzar a


extenderse por sus altos pómulos.

—¿Ella vive aquí contigo?

Me tomó un segundo comprender quién era "ella" de la que Key estaba


hablando.

—¿Bayla? No. Vivo solo, pero trabajo mucho y tengo horarios extraños.
Esta es una casa grande, así que alguien tiene que cuidarla. Ella viene y va
como se le antoja. —Me preguntaba si el calor que había visto en su rostro
podría atribuirse a celos. Esa idea puso a mi polla aún más dura de lo que
ya estaba—. ¿Por qué?

Preferiría tener que arrancar todos los dientes de mi rostro con alicates
oxidados que decirle que Bayla efectivamente había estado en mi cama la
mayor parte del tiempo. Key no era tonta, así que sabía que había pasado
mucho, mucho tiempo con mujeres hermosas a través de los años, pero
tener la evidencia justo enfrente de ella, mientras estaba tratando de atarla
a mí con cadenas indestructibles, no me convenía.

—No seas ridículo. Te he visto follar tu camino a través de cada chica


bonita que pasó por tu camino durante años. Podrías haber tenido tu
atención en ellas de vez en cuando, pero siempre estabas mirándome.
—Era arrogante y la hizo sonar tan segura de sí misma, pero no estaba
equivocada, así que no discutí.
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—No solo te miraba, siempre te observaba. —Y lo hacía. Vi a la


jovencita asustada pero determinada a quitarse la ropa así podía tener algo
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más adelante. Vi a la joven mujer convertirse en ella misma mientras se daba


cuenta de que podía usar su aspecto y su cuerpo para gobernar su mundo
y para controlar a las personas a su alrededor. Observé a la mujer que era
ahora, de vuelta a donde pertenecía y lista para acomodar su centro roto
en algo nuevo, algo feroz y formidable.

Inclinó la cabeza hacia un lado y me consideró solemnemente durante


un largo y tranquilo minuto.

—Siempre te he visto también, Nassir. Sé quién eres realmente.

Quería reír. No, no lo hacía. Nadie lo hacía, ni siquiera Chuck, y tenía


casi todos los detalles sangrientos de mi pasado supurante e incandescente
en algún lugar en su banco de memoria.

—¿Quién soy yo, Key? ¿Quién crees que soy realmente? —Las palabras
sonaron ásperas y salieron de un lugar profundo dentro de mi alma. Quizás
si podía responder esa pregunta, finalmente podría tener algo de paz.
Quizás podría olvidar las cosas horribles que había hecho y las cosas horribles
que estaba obligado a seguir haciendo para mantener mi trono.

Tranquila y totalmente seria me dijo:

—Eres lo contrario de un buen hombre, Nassir, pero eso no significa que


no seas mi hombre. —Sus ojos tormentosos brillaron—. Eres mi hombre y mi
diablo… Depende del día.

No tuve la oportunidad de responder porque ella giró sobre sus talones


y salió de la cocina. Incluso si hubiera tenido tiempo de dispararle algo de
vuelta, no estaba seguro de que hubiera algo qué decir. Tenía razón. Yo era
el diablo. Hacía negocios por almas que no eran mías y jugaba con fuego
cada vez que ponía mis pies en The Point. Los pecados y los vicios eran mis
juguetes, y los castigos eran una segunda naturaleza para mí. El sufrimiento
se sentía como un viejo sombrero y estaba bastante seguro de que cualquier
alma que aún podría haber dejado después de la vida que había llevado
antes, ahora estaba manchada con demasiado hollín y oscuridad que no
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había manera de poder limpiarla. Vio esa parte de mí y aún estaba aquí.
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También vio la parte de mí que estaba reservada para ella y solo para
ella. La parte de mí que quería proteger a los inocentes, que quería dar a
los intocables e imperdonables una oportunidad de luchar. Vio la parte de
mí que todavía se las arreglaba para proteger, aun cuando nunca había
conocido la bondad o la dulzura. Era la parte de mí que despertó cuando
me miró desde el escenario cuando solo era una niña.

Tiré la botella vacía en el bote de basura y recogí mi camisa sucia y me


dirigí hacia la parte principal de la casa. Las habitaciones de huéspedes
estaban subiendo las escaleras, a un lado de la gran ampliación, y la
principal del otro lado.

Tenía algunos números que manejar antes de la inauguración y todavía


estaba esperando una llamada de Chuck sobre quien fuera que había sido
descuidado antes en la nevera, pero estaba cansado. Enfrentarme con Key
y la tensión sexual aun zumbando en mi sangre, me hacía sentir letárgico.

Estaba sorprendido de ver a Bayla sentada en mi sofá de cuero blanco


cuando entré en la sala de estar. Era tranquila y muy discreta, es por eso que
la mantuve cerca. También era muy agradable de ver y chupaba la polla
como una campeona, que había acabado siendo un beneficio adicional
al traerla antes que supiera que Keelyn iba a estar bajo el mismo techo. Por
lo general, sabía cuando desaparecer, así que imaginé que su aspecto
tenía que ver con la mujer que estaba detrás y decidida a cambiar toda mi
vida, de extremo a extremo.

—¿Por qué sigues aquí?

La mujer más joven levantó sus cejas oscuras y se levantó en un


elegante movimiento del sofá. Ella caminó hacia mí y tomó la camisa que
aún estaba sosteniendo en mis manos. Había sacrificado más de una
prenda realmente buena con la sangre y la mugre que se infiltraba en el día
a día, pero esta aún era salvable.
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—Voy a llevar esto a la tintorería por ti en mi camino de regreso a la


ciudad. ¿Cuánto tiempo debo esperar que se quede tu invitada?
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Mi mandíbula se apretó y casi jalé la camisa de sus manos. No me
gustaba ser interrogado sobre nada, y en lo que a Keelyn se refería, no iba
a tratar de explicar esa situación a nadie.

—Por el tiempo que ella quiera. Sus cosas estarán aquí mañana, y mejor
que se sienta bienvenida. ¿Escuchas lo que te estoy diciendo, Bayla?

Nunca antes me había parecido celosa o posesiva. Otras mujeres


habían ido y venido ante su vista, pero Key era la primera a la que se le
permitió quedarse.

—Comprendo perfectamente, Nassir. Te gusta fingir estar hecho de


piedra y hielo, pero no puedes detenerte al tratar de salvar a las mujeres
lamentables. Lo he visto personalmente.

No eran lamentables, eran inocentes. Cuando tuve los medios para


ofrecer a alguien la oportunidad de salvarse, nunca lo dejé pasar. Yo sabía
todo sobre estar en la correa de alguien más y llegar a los talones de un amo
que nunca quise servir, así que no podía dejar de ofrecer al inocente una
salida cada vez que podía. Todas las personas que trabajaban para mí
sabían que había una salida, no había contrato o intimidación, y consideré
que eso era especialmente importante para las mujeres que trabajaban
para mí. Si no querían bailar, si se cansaban de vender sexo, me aseguraba
de que tuvieran una vía de escape, y siempre hice todo lo posible para
asegurarme de tener un lugar para ellas en una de las áreas menos
"deshumanizadas" de mi negocio. Algunas lo aceptaron. La venta de sexo
era fácil, y conmigo para mantenerlos a salvo e investigar a sus clientes, las
mujeres que trabajaban para mí lo hacían a menudo sin pensar mucho en
el futuro. Había ofrecido a Key más de una estrategia de salida a lo largo de
los años, pero la mujer estaba decidida a salvarse por sí misma. Estaba tan
lejos de ser lamentable como las otras que llegaron, y esa fue una de las
principales razones por las que nunca pude sacarla de mi sistema.
101

—No estoy intentando salvar a nadie. —De hecho, cada vez que
miraba esos nebulosos ojos grises, sentía como si ella era la que intentaba
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salvarme.
Los oscuros ojos de Bayla se alejaron de mi mirada inquisitiva y vi sus
manos retorciéndose en la costosa tela de la camisa que me había quitado.

—Debe ser muy especial. —Su voz era tranquila mientras giraba sobre
sus talones y se dirigía hacia la puerta principal—. Te veré mañana en algún
momento. Déjame saber si tienes instrucciones específicas ahora que tienes
un invitado permanente.

La puerta principal hizo clic al cerrarse tras ella y suspiré. La posesividad


de Bayla no era una complicación ni un dolor de cabeza con la que
necesitara lidiar por encima de conseguir que el club se abriera y meter a
Key en mi cama. Sería molesto y laborioso encontrar a alguien más para
cuidar de la casa, y no tenía ninguna duda de que, si la echaba de su
puesto actual, Bayla terminaría de nuevo en las calles vendiéndose por
dinero. No quería que ese fuera el resultado porque era una buena ama de
casa y una mujer decente, pero no iba a dejar que nada ni nadie se
interpusiera en el camino de conseguir lo que había querido durante tanto
tiempo.

Había llegado a mí demasiado joven y demasiado rota. No sé si me


encontró porque era el menor de los males o porque me sentía familiar.
Había un montón de diferentes etnias y culturas trabajando en The Point. Un
montón de diferentes voces y acentos, un montón de variaciones de color
de piel, pero todos estábamos escondidos y buscando algo más de lo que
teníamos, de donde sea que seamos originarios, así que siempre me
pregunté si Bayla me buscó porque me sentía un poco familiar.

La prostitución era técnicamente legal de donde venía, tan legal como


lo puede ser el comercio sexual. Sin embargo, los vicios y el deseo carnal
siempre hacen al hombre más monstruoso que cualquier otra cosa, y en un
lugar que siempre necesitaba más dinero para financiar una guerra y
alimentar el terror, algo tan simple como vender sexo legalmente se vuelve
feo realmente rápido. Los hombres malos compran chicas jóvenes y las
102

obligan a trabajar. Ese dinero termina en manos de extremistas, y las chicas


demasiado jóvenes para saber lo que está sucediendo con ellas, son
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arruinadas para siempre.


Bayla sufrió en silencio cuando fue vendida a un traficante de personas
y finalmente llegó a las calles de The Point. Aún estaba en manos de
hombres malos y aún tenía que hacer cosas horribles a una edad en la que
la mayoría de las chicas acaban de aprender a conducir, pero sobrevivió.
Ella lo hizo, y cuando finalmente Novak cayó y me mudé para hacerme
cargo de todas sus chicas, ella vino a mí primero. Mi plan era dejar ir a todas
por su cuenta y ser capaces de manejar su dinero, pero para mi sorpresa,
me necesitaban. Necesitaban la amenaza de mi nombre y mi reputación
para mantenerlas a salvo en las calles, y Bayla fue la primera mujer en
registrarse para la asociación.

Nunca quise ser responsable por el bienestar de nadie más, nunca quise
ese tipo de responsabilidad, pero el viejo adagio que el sexo vende es muy
cierto, y en última instancia, no podía alejarme de esa cantidad de dinero.
Era impactante lo mucho que me importaba que las chicas fueran
cuidadas, que consiguieran el pago de los servicios prestados, que tuvieran
la última palabra en lo que harían o no harían. Las quería a salvo, sin importar
de dónde venían sus cheques, así que cuando alguna de ellas venía a mí
luego de haber sido golpeada o con una queja sobre un cliente poco
cooperativo, me ponía furioso. Mucho más furioso que cualquiera de los
hombres que intentaban joderme o derribarme en un día cualquiera.

Siempre parecía estar refunfuñando entre dientes sobre lo complicado


de cada situación en la que me metía, ya sea por mi propia creación o la
de alguien más, saqué el teléfono de mi bolsillo cuando comenzó a vibrar.

El número de Chuck pasó a través de la pantalla y lo golpeé para


responder mientras subía las escaleras en dirección opuesta de donde todo
dentro de mí quería ir. Estaba aquí. Estaba en mi casa. Finalmente la había
probado, inhalado y dado la bienvenida. Sentía que podía respirar de
nuevo después de asfixiarme por meses sin ella.

—¿Tienes un nombre para mí? —Olvidarse de poner el champán en la


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estantería podría parecer una cagada tan simple e insignificante para la


mayoría. Para mí era casi imperdonable.
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Cuando a alguien se le ofrecía una posibilidad, se le daba la
oportunidad de ser parte de mi negocio, necesitaban brillar. No era el tipo
de hombre de segundas oportunidades.

—Síp. Miré las cintas. Fue un chico. Uno de los nuevos camareros. Llevó
las cajas a la nevera y se distrajo con una chica bonita. Tienes un montón
de ellos vagando por ese club y no llevan mucho.

—Eso no es excusa. —Pasé mi mano a través de mi cabello y me dirigí


hacia el cuarto de baño unido a la habitación principal.

Chuck rio secamente.

—Imaginé que dirías eso, jefe.

—Tenlo en mi oficina por la mañana.

—Realmente solo es un chico, Nassir. El castigo debe encajar con el


delito.

Abrí el botón de mis pantalones y alcancé la manivela de la ducha tan


caliente como la quería. A veces pensaba que, si el agua estaba lo
suficientemente caliente, finalmente podría limpiarme. Hasta ahora nunca
había habido estado.

—¿De repente estás cuestionado mis métodos?

Estuvo realmente muy callado por mucho tiempo. Tanto que pensé que
quizás Chuck me había colgado. Sabía que a veces lo que hacía era
demasiado extremo para él, que a veces le recordaba a Novak, y revolvía
su estómago. Para permanecer en la cima en un lugar como The Point,
tenías que dejar una impresión, incluso si solo era en un chico tonto que se
distrajo por un buen culo en una falda corta. Era la siguiente generación que
venía a utilizar estas calles, y sería condenado si no fueran moldeados por
mi propia mano y mi experiencia.
104

No forzaría mi visión en ellos. Nunca les pediría pelear mi batalla. Nunca


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les pediría creer en algo que no les importara, pero les enseñaría a ser
cuidados. Les enseñaría a observarse a sí mismos. Les enseñaría a identificar
una amenaza y reaccionar en consecuencia. Les enseñaría cómo sobrevivir
de la misma manera en que había aprendido a sobrevivir.

—Podría haberte preguntado antes de que tu chica regresara, pero


ahora que está aquí, dudo que serás tan jodidamente desquiciado como
has sido. No tenía idea de que Key era tu propia Jiminy Cricket.

No tenía idea de lo que estaba hablando y se lo dije. Volvió a reír y me


contó todo entre risas.

—Es una vieja historieta sobre un chico que no es real, pero se le


concede vida porque su creador lo ama. Tiene un grillo mágico que es su
conciencia e intenta mostrar al chico lo bueno y lo malo, guiándolo a tomar
buenas decisiones. No tenía ni idea de que todos estos años Keelyn era la
que te mantenía atado a ser un chico de verdad. Sin ella alrededor, te
convertías en otra cosa, de madera e inhumano.

Incluso con ella alrededor yo era otra cosa. Nunca se me había dado
la oportunidad de ser algo real que no fuera un asesino, pero con Key en mi
vida, al menos podría fingirlo, controlar mi carácter y pretender ser más un
hombre que un monstruo usando bozal y correa.

—Es bueno para todos que esté de vuelta, pero aún quiero al chico en
mi oficina por la mañana.

—Lo tendré allí. Por cierto, entre a la nevera porque sé que esas
estanterías fueron bien instaladas.

Me quité los pantalones cuando la habitación se humedeció y aplasté


mi mano sobre el moretón que Key había tocado. Podía sentir ese toque
como si estuviera marcado en mi piel. Eso era lo que ocurría cuando tenía
que ganar algo en lugar de simplemente tomarlo y poseerlo: la recompensa
perduraba. El pago era mucho más grande. La victoria duramente ganada
y, finalmente, eso era mucho más satisfactorio.
105

—¿Qué pasa con ellas?


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—Los frenos superiores estaban destornillados de la sección delantera.
Tienen estos tapones de goma sobre ellos para evitar que se deslicen a lo
largo del metal del armario, y esos faltaban. Cuando colocaste la segunda
caja en el anaquel, el peso fue mucho e inclinó todo el estante hacia
adelante. Realmente tienes suerte de que no fueras aplastado. Esas perras
están pesadas.

Fruncí el ceño hacia el espejo.

—¿Cómo sucede algo como eso?

Chuck aclaró su garganta.

—No lo sé, pero no sucede por accidente, sin embargo, había


demasiada gente entrando y saliendo de esa nevera como para decir si
una persona estuvo ahí más tiempo que otra.

Fruncí el ceño, no me gustaba la implicación que estaba exponiendo


para mí.

—¿Crees que alguien tomó deliberadamente los tapones y quería que


los estantes se cayeran?

—Sí, lo creo.

—Pero, ¿cómo sabrían que yo era el que caminaría a la nevera para


mover el champán del piso?

—¿Qué tal si no estaba destinado para ti, jefe?

—¿Alguien jodiendo con el club? —maldije y dejé que mi cabeza


cayera hacia adelante, para poder frotar los, repentinamente, tensos
músculos en mi nuca.

—Ahora, no sería la primera vez, ¿cierto? —La voz de Chuck estaba


mezclada con sarcasmo. Mi último club había sido quemado hasta las
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cenizas, llevándose varios clientes con él, porque un demente estaba


empeñado en destruir The Point y había sabido exactamente dónde
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golpear. Mis clubes eran el corazón de esta ciudad y la manera en que le


daba a las masas la capacidad de perseguir todos sus sucios dragones era
la sangre.

—Ten a tus chicos de seguridad con los ojos abiertos. Hazles saber que
todo el mundo debe estar en alerta máxima mientras nos dirigimos al día de
la inauguración.

—Lo tienes. ¿Cómo van las cosas con lo de tener a tu chica en casa?

—Bien, pero no creo que Bayla sea una fanática de la situación actual.
Me interrogó y sabe que no debe hacerlo.

Dejó salir un silbido.

—Eso podría ponerse interesante.

Gruñí.

—No lo hará. Bayla trabaja para mí, nada más. Keelyn es todo, así que
no habrá razón para que nada se ponga interesante.

—Eso lo veremos. Te veré en la mañana, jefe.

Colgué el teléfono y lo lancé en el tocador, así podía meterme debajo


del abrasador rocío de la ducha. Ya que iba a ir a la cama solo, imaginé
que también podría encargarme de la erección aún palpitante que tenía,
cortesía de esa frenética sesión de besos en la cocina. Lo único que iba a
ponerse interesante eran todas las maneras diferentes en las que iba a tomar
a Key cuando finalmente recapacitara.

Realmente, él era solo un niño. Probablemente no mayor de veinte o


veintiún años, pero caminaba en mi oficina con suficiente arrogancia y
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autoconfianza como para ahogar a un caballo. Estaba charlando con


Chuck sobre algún juego que había estado en el televisor anoche y no
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parecía captar la tensión ondulando fuera del gran hombre o la irritación


que estaba seguro que se filtraba de mí.
Me atrapó observándolo desde detrás de mi escritorio y su sonrisa
amistosa se levantó a un nivel superior mientras se movía hacia mí como un
cachorro ansioso. Este era un niño que estaba acostumbrado a arreglárselas
en la vida con su aspecto y su personalidad afable, y si hubiera sido más
inteligente, me habría recordado a Race. Como estaba, no tenía idea de
qué estaba haciendo en mi oficina o por qué lo había convocado.

Extendió una mano mientras se aproximaba, con sus palabras saliendo


demasiado rápido mientras se movía.

—Oye, es bueno conocerte finalmente, hombre, soy Tyler. Estoy tan


emocionado de que pasara la verificación de antecedentes y consiguiera
el trabajo. Este club es tan adictivo, ¡y las chicas! —Sus ojos se pusieron
enormes cuando alcancé su mano extendida—. El talento está por las
nubes.

Me incliné hacia adelante y tiré un poco de su mano, así que tuvo que
acercarse más hacia el borde del escritorio. Jadeó un ruido consternado
cuando comencé a apretar la palma entrelazada con la mía.

—Tyler, ¿verdad? —Asintió bruscamente mientras yo continuaba el


apretón. Intentó sutilmente alejarse de mí, pero solo lo arrastré más cerca,
haciéndolo golpear el borde del escritorio hasta que gruñó adolorido. Puso
su mano libre sobre la superficie de cristal y trató de jalar hacia atrás, pero
yo lo tenía y no lo iba a dejar ir—. ¿Dejaste dos cajas de muy costoso
champán en el piso de la nevera ayer, durante tu turno?

Sus ojos se pusieron incluso más abiertos en su, ahora, ruborizado rostro
y estaba jadeando de verdad. Negó con la cabeza de un lado a otro en
una negativa casi de manera cómica. De verdad estaba entrando en
pánico y no podía criticarlo.

Sabía que, si aplicaba solo un poco más de presión, los huesos


comenzarían a romperse. Apreté solo una fracción más fuerte hasta que
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escuché un estallido distintivo, como de hueso dislocado.


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»Curioso, porque tengo unas imágenes de video tuyas haciendo


exactamente eso porque estabas distraído por… ¿cómo lo llamaste, el
talento? ¿Crees que mantengo gente alrededor que no respeta mi negocio
o mi dinero, Tyler?

Apreté otra vez y otro nudillo se deslizó fuera de su lugar. El niño iba
directamente a llorar y volverse púrpura. Si dependiera de mí, seguiría
adelante. Rompería todos sus dedos y patearía su torpe y arrogante trasero
afuera hasta la calle, pero Chuck me estaba observando cuidadosamente,
así que me detuve. Solté la mano del niño y me recosté en mi silla mientras
él caía sobre sus rodillas al otro lado de mi escritorio.

»Debería despedirte, pero parece que mis socios piensan que puedes
aprender de tu error. ¿Qué dices, Tyler, vas a ser alguna vez tan descuidado
con mi producto de nuevo?

El niño acunó su mano contra su pecho y detrás de su mirada acuosa


vi un destello de algo que se veía extrañamente familiar. Odio.

Él estaba humillado y furioso por ello.

—No. No, no cometeré ese tipo de error de nuevo, señor.

Asentí y señalé su mano con una ondulación de la mía.

—No tengo que decirte que un apretón de manos es apenas la punta


del iceberg en lo que respecta a cómo manejo la decepción con mis
empleados.

El niño tragó.

—No, señor.

—Bien. Ahora sal de mi oficina. —Se trepó en sus pies y corrió lejos de
mí, hacia Chuck, y desapareció en el ascensor.

Chuck negó con la cabeza y se volvió para seguir al niño afuera.


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—Nunca serás un niño de verdad.

Puse mis ojos en blanco. Por supuesto que no lo sería.


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“N
ecesitas darle vida”

No tenía idea de lo que Nassir quería decir con


esas palabras hasta que el club abrió sus puertas un
día después de que volví a The Point. Pensé que iba
a ser lanzada en algo escandalosamente sexy,
deslizarme en mi nuevo inconfundible cabello, ponerme un poco de brillo
labial rojo rubí, usar los tacones más altos que pudiera encontrar, y
mezclarme con la multitud. Estaba tristemente equivocada.

Estaba acostumbrada a vender sexo a los clientes que sabían que iban
solos a casa. Era un juego de pelota totalmente diferente cuando los
clientes sabían que cada fantasía, cada deseo que tenían, estaba fuera del
alcance. El aire vibraba con anticipación y las olas de emoción que se
vertían de los ansiosos hombres y mujeres mientras entraban al club eran
suficiente para ahogarse en ellas. Todavía tenía mis dudas sobre el sistema
de candados y llaves de Nassir, pero él tenía un pequeño ejército de
personal de seguridad mezclándose discretamente entre los clientes del
club y la ayuda contratada. Era una atmósfera de todo-se-vale, pero los
hombres en trajes negros cableados con auriculares y luciendo miradas de
ojos fuertes le recordaban a incluso el cliente más escandaloso que todavía
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había reglas que necesitaban ser obedecidas.

Por la primera hora estuve insegura de qué hacer conmigo. Estaba


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sorprendida por cuan normales y cuan corrientes parecían ser la mayoría de


las personas que habían gastado tanto dinero para ser un miembro de este
club exclusivo. Estaba igualmente sorprendida por el número de parejas que
estaban dando vueltas en la multitud. Bordé mi camino alrededor de los
cuerpos, algunos vestidos como si acabaran de salir de oficina y algunos
vestidos cien veces más escandalosos de lo que yo lo estaba. Me detuve a
conversar con algunos hombres jóvenes que me reconocieron de mis días
de stripper, les dije que no cuando preguntaron si estaría disponible para
cualquiera de los "servicios extra" que el club ofrecía, y dije un rápido hola a
un par de chicas que reconocí de Spanky's que ahora estaban trabajando
aquí. Me detuve a preguntarles cómo había surgido todo y estaba
sorprendida cuando me dijeron que Nassir lo había hecho suceder. Ellas ya
no querían desnudarse más, no querían estar desnudas en el escenario, así
que él las puso en el lujoso bar y les dijo que tenían un lugar en su camión
pesado de sexo y la industria mientras quisieran uno.

Reflexionando sobre esta nueva visión del hombre que siempre me


estaba sorprendiendo, hice mi camino al bar y le pedí al muy lindo barman
que me sirviera un chupito de tequila. Beber en el viejo Spanky's había sido
una idea terrible. Los clientes ahí ya estaban bastante sobones y tocones,
así que mantener tu ingenio para ti era indispensable. Aquí, todo el mundo
parecía relativamente bien educado y tan emocionados de finalmente
estar dentro de las puertas que nadie siquiera estaba realmente prestán-
dome atención, entonces me imaginé que un poco de fuerza líquida no
haría daño a nadie. Lancé el licor hacia atrás y siseé una respiración
alrededor de la quemazón. Atrapé la atención de una joven mujer bonita
parada a mi lado en el bar que estaba mirándome estrechamente. Le
levanté una ceja e hice señas por otro chupito.

—¿Puedo ayudarte?

Ella era atractiva en una forma realmente modesta. Su cabello rubio


estaba recogido en una cola de caballo baja, sus ojos cubiertos en unas
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gafas de marco modernas y elegantes, y su atuendo era obviamente


costoso, aunque lucía como si sería más apropiado en un restaurante cinco-
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estrellas que en un club de sexo, pero sus zapatos… oh, reconocería esos
brillantes tacones de aguja negros con sus inconfundibles suelas rojas en
cualquier lugar. La dama tenía excelente gusto en calzado.

Bajó sus ojos detrás de sus gafas y la vi sonrojarse. Levantó sus dedos y
movió la llave de oro que estaba colgando de su cuello. Se veía tan
incómoda como cualquier mujer sola en este tipo de establecimiento podría
lucir.

—No. No creo que nadie pueda ayudarme. Ni siquiera estoy realmente


segura de qué estoy haciendo aquí —Levantó su mirada de vuelta a mí y se
encogió de hombros.

Fruncí un poco el ceño y empujé el chupito que estaba enfrente de mí


hacia ella.

—Intenta eso. Podría ayudar.

Miró el chupito y luego a mí. Una media sonrisa tiró de sus labios.

—Gracias, pero me ahogaría con él y luciría ridícula. Por eso te estaba


mirando. Estaba asombrada de cuan fácilmente sexy parecías ser. Te ves
como si fueras hecha para ser parte de este lugar. Me siento tan fuera de mi
elemento.

No estaba segura de si eso era un cumplido, pero considerando que


permanecía para hacer un montón de dinero de este club, dinero que
estaba determinada a regresar a la comunidad de alguna forma, iba a
elegir tomarlo como uno.

—¿Qué estás haciendo aquí, entonces? Sé cuánto cuesta poner tus


manos en esa pequeña llave colgando de tu cuello, así que obviamente
quieres estar aquí.

Levantó el chupito y lo lanzó hacia atrás. La hizo toser y volverse roja.


Retuve una risa mientras me estiraba para darle una palmada en la espalda.
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Una vez que volvió a conseguir algo de aire en sus pulmones, me miró a
través de ojos llorosos y explicó:
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—Tengo un trabajo de muy alto estrés y trabajo un montón de horas a
la semana. No estoy realmente buscando una relación o nada serio. Solo
quería ir a algún lugar donde pudiera divertirme, dejar ir un poco el control.
Pensé que este lugar era el ajuste perfecto, pero una vez que llegué aquí, la
idea de pagar dinero duramente ganado para que alguien me ponga
sobre su rodilla y me azote parecía tan barata y tonta —suspiró—. Es solo
ridículo.

Dejé que mi mirada se deslizara desde la cima de su cabeza hasta la


punta de esos fabulosos zapatos. Si alguna vez había una lección sobre la
que aprender sobre no juzgar un libro por su portada, esta era. Chasqueé la
lengua hacia ella y me incliné un poco más cerca así podía bajar mi voz
cuando le hablara al oído.

—Nunca deberías sentirte barata o culpable por querer lo que quieres.


Deberías estar orgullosa y no asustada de pedirlo. Mira a tu alrededor.
—Señalé el club repleto—. Todas estas personas están aquí por la misma
razón que tú. ¿Y quién dice que tienes que pagar por ello? Eres linda, tienes
un gran gusto en zapatos, y apuesto a que podemos encontrarte un chico
que estaría más que feliz de darte lo que necesitas sin ningún costo
adicional.

Ella parpadeó hacia mí otra vez y vi un cálido sonrojo trabajar en sus


mejillas. Lucía tan dulce y tan correcta que la idea de que quisiera que
alguien la azotara me hacía querer reír, pero me gustaba cuan modesta
era, así que si eso era tras lo que estaba, la ayudaría a conseguirlo.

—No soy muy buena con los hombres. Soy tímida y tengo un tiempo
duro siguiendo una conversación alrededor de alguien que encuentro
atractivo. Usualmente termino pareciendo una idiota.

Me incliné lejos de ella y comencé a examinar a los hombres circulando


en el área del bar. Muchos de ellos ya estaban con alguna mujer, muchos
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tenían ese candado cerrado donde estaba colgando alrededor de sus


cuellos, y unos cuantos eran obviamente la ayuda contratada haciendo
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que la multitud ganara dinero, pero había algunos que parecían estar
solteros y lucían como si estarían en un buen ajuste para la rubia.
—No necesitas tener una conversación. Todo lo que necesitas hacer es
averiguar si le gusta lo que a ti, y si lo hace y crees que ayudará a encender
tu interruptor, le das la luz verde.

Tragó un poco y jugó incómodamente con el vaso de chupito enfrente


de ella.

—¿Eso no me hace fácil?

Levanté ambas cejas hacia ella y señalé los ajustados pantalones de


cuero negros que tenía puestos y el sujetador rojo profundo que apenas
estaba conteniendo mi pecho.

—¿Luzco como la clase que juzga? ¿Y qué es fácil? Tenías que comprar
una membresía, reunir el coraje para entrar aquí, y encontrar el chico
correcto. Todo eso suena como trabajo para mí. Además, lo que pasa en
este club se queda aquí. Eso es parte de la fantasía. Nadie más debería
alguna vez poder opinar en la clase de sexo que elijas tener mientras que
sea entre adultos conscientes.

Ella me examinó cuidadosamente por unos cuantos segundos y luego


se alejó de la barra.

—¿Me ayudarás?

Asentí.

—Seguro, y si no puedo cumplir, entonces tú siempre tienes la opción


de llevar a uno de los chicos de Nassir por una vuelta —Señalé a uno de los
fornidos hombres jóvenes que estaban echándole un vistazo. Puso una
mano en su cuello otra vez y giró sus enormes ojos hacia mí.

—Santa mierda.

Me reí un poco y tomé su codo para guiarla hacia la mesa de chicos


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que estaban a solo unos pocos pasos.

—Él tiene buen gusto.


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—¿Quién? ¿Nassir o ese chico? —Tenía algo de descaro. Eso hizo que
me gustara incluso más.

—Ambos. Ahora vamos a conseguirte lo que quieres.

La primera mesa de chicos era un fracaso. Eran demasiado jóvenes, y


tan pronto como nos acercamos no pudieron alejar sus ojos de mis senos lo
suficiente para prestar atención a mi nueva amiga. Un chico en la segunda
mesa tenía más potencial, pero cuando trató de hablarle a la rubia, ella
realmente no dijo nada y la situación se volvió incómoda rápidamente.
Eliminé al chico tres también. Resultó que él estaba mucho más interesado
en el apuesto barman de lo que estaba en lo que estábamos ofreciendo, y
podía sentir la confianza y entusiasmo de la mujer comenzando a vacilar
con cada fracaso. Le dije que no se rindiera incluso si estaba comenzando
a preguntarme si iba a tener éxito en mis planes cuando un hombre mayor
atrapó mi atención. Él estaba de pie a un lado de la multitud mirando el
circo con ojos divertidos. Tenía cabello oscuro con una generosa pizca de
plateado entretejido en él y una mandíbula fuerte con un poco de barba
oscura en el borde. Era muy, muy apuesto en una forma madura, y cuando
comencé a caminar hacia él, su mirada pasó sobre mí y aterrizó sólidamente
en mi carga.

—Hola. —Le sonreí y estaba anonada por la cegadoramente blanca


sonrisa que obtuve devuelta. Oh, este chico era bueno y ni siquiera tenía
que intentarlo.

—Hola. —Noté que el candado alrededor de su cuello estaba bastante


abierto y señalando que estaba soltero mientras agarraba a la rubia y la
llevaba frente a mí.

—Esta es mi amiga... —me apagué, dándome cuenta que ni siquiera


me molesté en preguntarle a la otra mujer su nombre.
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Le di un codazo hasta que ofreció:

—Claire.
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—Esta es mi amiga Claire y está buscando alguien especial.


Sus cejas oscuras se dispararon hacia arriba y esa sonrisa se levantó un
poco. Pensé que escuché a Claire gemir a mi lado.

—¿Es eso cierto? ¿Qué clase de alguien especial está buscando


Claire? —Directo y encantador, era el chico perfecto para darle a la
pequeña rubia lo que necesitaba para la noche.

—Dile, Claire.

Ella no podría haber estado más roja si lo intentara. Su boca se abrió y


cerró como un pececillo y pensé que iba a arruinarlo otra vez cuando el
hombre se estiró y tocó sus labios con un dedo.

—Si no puedes decirme, ¿puedes mostrarme? —Me disparó ojos


amplios y luego de vuelta a él. Tomé un paso hacia atrás mientras asentía
lentamente—. Buena chica. ¿Quieres darme esa llave?

Sin una palabra, ella desenganchó el collar y se lo pasó al zorro


plateado. Él puso el extremo en el candado que colgaba alrededor de su
propio cuello y cerró el cierre. Mirando esto, me di cuenta de cuan simbólica
era la acción. Su llave en su candado: era tan sensual y una metáfora para
mucho más que sexo. Ella le pertenecía por la noche, y eso tenía que
hacerla sentir como de un millón de dólares.

Ella articuló "gracias" sobre su hombro mientras el hombre la guiaba


lejos y quería darme una palmada en la espalda. Siempre había estado
firmemente segura de mi propia sexualidad y parecía que en vez de
proyectar eso y conseguir que otros me desearan, era tiempo de ayudar a
otros a encontrar su stripper interior y comodidad en sus propios deseos y
necesidades.

Me mezclé un poco más. Le di a Chuck un rápido abrazo cuando lo


pasé, tomé otro chupito en el bar, lo que de alguna forma llevó a tener la
botella de tequila en mi mano y alentar a una mujer que se veía desaliñada
116

a hacer chupitos corporales en el bar, y en general trabajé a la multitud


como una profesional. Estaba totalmente recuperando mi ritmo, finalmente
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comenzando a entender lo que Nassir quería decir sobre darle vida al club,
cuando encontré a un hombre parado en las sombras de la pista de baile
mientras miraba a un chico bonito vestido en nada más que un hilo dental
girar con la música electrónica a todo volumen a través del sistema de
sonido del club.

Estaba moviéndose inestablemente de pie a pie, sus ojos bloqueados


en el show que el otro hombre estaba haciendo. Puse una mano en su
hombro y sonreí.

—Ve a hablar con él. ¿Qué daño podría hacer? —Solo yo podría
prestar atención más cerca porque el hombre tenía su candado alrededor
de su cuello firmemente cerrado y no era el color designado que indicaba
que estaba aquí por alguna acción sexual del mismo sexo.

Él se hinchó y me escupió:

—¡Estoy aquí con mi esposa!

Levanté mis manos en un gesto de reconciliación.

—Lo siento, amigo. Solo pensé...

—¿Pensaste qué? ¿Quién eres? Aléjate de mí —El hombre salió


corriendo con un resoplido y algo de mi buen ánimo se disipó. Me pregunté
qué estaba haciendo aquí con su esposa si no estaba en busca de una
oportunidad de explorar su obvio deseo de estar con otro hombre. Triste por
él y realmente triste por su esposa. Decidí que necesitaba un pequeño
descanso. Solo podía jugar de hada madrina de fantasías sexuales por
determinado tiempo.

Había una habitación de descanso en uno de los pisos, pero la persona


que quería estaba en su oficina en el piso superior. No había visto mucho de
Nassir desde que me alejé de él después de ese beso. Mis cosas habían
aparecido en la casa y el ama de llaves que obviamente me odiaba se
había asegurado de que todo llegara a mi habitación prestada, pero Nassir
117

no estaba alrededor. Él ni siquiera volvió a la casa anoche, y cuando le


pregunté a la fría mujer a cargo de su hogar sobre ello, solo murmuró que él
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a menudo se quedaba en la ciudad cuando tenía negocios.


Él volvió a la casa en la montaña para recogerme para la noche de
apertura, pero habíamos pasado el viaje más que todo en silencio. Cuando
le pregunté qué esperaba que hiciera, solo me miró con esos ojos que
parecían brillar y me dijo que hiciera lo que sea que se sintiera cómodo. Me
quería en el piso. Quería que me mezclara. Quería que hiciera sentir
cómodas a las personas y me quedara. Quería que el club fuera sobre más
que sexo, y creo que finalmente entendí cómo hacer eso.

Una vez que llegamos al gigantesco edificio, me guio al interior, me miró


como si quisiera empujarme contra la pared y violarme, y luego desapareció
sin otra palabra.

Bueno, ahora tenía mucho que decirle. Quería preguntarle si estaba


bien, si el club estaba bien. Quería que me dijera que estaba haciendo un
buen trabajo y realmente, realmente quería que me besara otra vez. Toda
la cosa de las-manos-para-sí-mismo estaba volviéndose vieja realmente
rápido y él no mostraba señal de someterse —mucho menos romperse—
para darme lo que yo quería.

Pulsé el botón del ascensor que llevaba a su oficina y metí la pequeña


tarjeta que me permitiría acceso a su espacio privado. Las únicas personas
que podían subir al último piso aparte de Nassir éramos Chuck y yo. Nassir
estaba mandando su dominio de la relativa seguridad y amaba y odiaba
que yo era una de las pocas permitidas dentro de las puertas. No quería sus
llaves al reino; quería mi propio conjunto.

Cuando las puertas se abrieron fui saludada con la vista de él detrás de


su gran escritorio en el centro de la habitación. En la pared detrás de él, una
colección de monitores con grabaciones de las salas privadas de clientes
explotó algunas de las imágenes más pornográficas que había visto alguna
vez en mi vida, junto con capturas del estacionamiento, la pista de baile, y
el bar. Parpadeé sorprendida mientras miraba a un hombre ser guiado por
una habitación en una correa. No pude comprender la imagen de una
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mujer encadenada extendida en posición de águila sobre el suelo mientras


dos hombres se movían sexualmente y agresivamente enfrente y detrás de
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ella. No pude mirar a otro lado mientras otra imagen mostraba lo que tenía
que ser no menos de seis personas involucradas en un enredo de
extremidades mientras formaban parte en una orgía justo frente a mis ojos.

Nassir parecía ajeno a todo. Tenía dos computadoras portátiles abiertas


y estaba centrado en algo en su teléfono. Levantó la mirada cuando
empecé a cruzar la habitación hacia él, pero no pude encontrar su mirada.
Estaba paralizada por lo que estaba sucediendo detrás de él y no podía
apartar la mirada.

—¿Tienes las habitaciones privadas conectadas? —Era una pregunta


estúpida, pero era todo lo que podía manejar.

—Solo las habitaciones por las que la gente paga. Las habitaciones
como a las que enviaste a la rubia, no lo están. —Me levantó una ceja—.
Por cierto, fue agradable eso que hiciste con ella. Eso es exactamente por
lo que te quería a bordo de este club. Entiendes la sexualidad humana y el
temor innato que la gente le tiene mejor que cualquiera que haya
conocido.

Levanté una ceja.

—Te das cuenta de que un rey sin gente para controlar es nada más
que un hombre solitario en una silla de lujo, ¿verdad? No puedes tener poder
si no hay sobre quién ejercerlo. La gente y el prestigio van de la mano, Nassir.
—Ignoré la forma en que mis palabras hicieron oscurecer su rostro, y
pregunté—: ¿Por qué solo tener cámaras en las habitaciones por las que la
gente paga?

Resopló y agitó una mano detrás de su cabeza.

—Porque la gente paga por cosas extravagantes que no pueden


conseguir por su cuenta. Un pequeño azote, una ligera esclavitud, un sumiso
para practicar el S&M básico, esas cosas de las que cualquier persona
promedio normalmente puede asustarse si lo ve lo suficientemente fuerte.
119

—Enganchó un pulgar sobre su hombro—. El tipo de cosas que pasan en


esas habitaciones son más fáciles de pagar.
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—¿Cómo puedes trabajar con todo ese… sexo —No estaba segura de
que esa fuera la palabra correcta para toda la locura que estaba
presenciando detrás de él, pero tendría que hacerlo—, pasando detrás de
ti? ¿No es distractor?

Tocó la pantalla de su teléfono y la transmisión de vídeo se puso negra.

—Eso es trabajo. El tipo al final de la correa es un juez federal. La mujer


encadenada es fiscal de distrito y la pareja que pagó por la orgía es
propietaria de una de las más grandes empresas de importación y
exportación en el estado.

Quitó el cabello de mi rostro y me moví para apoyarme en el borde de


su escritorio.

—Les tiendes una trampa. No saben que los estás filmando. Nunca
estarían de acuerdo con eso.

Se reclinó en su silla y sus oscuras cejas se levantaron. Siempre parecía


que no tramaba nada bueno, probablemente porque normalmente lo
hacía.

—A veces la gente ignora todos los riesgos asociados con ir detrás de


algo que quieren. Si prometo hacer realidad una fantasía, entonces
cualquier cosa puede pasar.

Suspiré y dejé que mi mirada vagara sobre él. Tenía una camisa gris
oscuro que estaba desabotonada en el cuello y su típica chaqueta y
pantalones cuidadosamente planchados. Si pudiera ver debajo del
escritorio, apuesto a que los zapatos que tenía puestos, cuestan más que los
míos. Mi diablo siempre se vestía impecablemente y siempre se veía
elegante. Ese era su disfraz, pero no me engañaba. Debería estar
acostumbrada al impacto que tenía en mí, pero no lo estaba, y mi pulso
saltó cuando su mirada se posó en mí.
120

—¿Ves siquiera seres humanos o solo oportunidades y signos de dólar?


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—Me había dicho que me vio, pero me preguntaba si era una anomalía en
su mundo.
—Depende de para qué los necesite. Todas las personas en esas
habitaciones sabían en qué se estaban metiendo cuando tiraron su dinero
para satisfacer sus proclividades. Saben que les daré anonimato, un lugar
para hacer lo suyo, y a cambio, cuando necesite un favor, lo proveerán. Es
un intercambio en partes iguales.

Crucé mis brazos sobre mi pecho, lo que empujó mis pechos hacia
arriba y casi sobre la parte superior de la tela. Nassir lo vio y mi cuerpo
reaccionó sin pensarlo. Estar cerca de él siempre me hacía sentir como si me
estuviera moviendo a través de una niebla de tensión sexual y deseo
reprimido. Ponía espeso el aire y podía sentir su mirada en mí como un toque
físico. Era cada vez más difícil convencerme de que no podía hacerlo para
siempre con un hombre como él.

—Nada contigo es un intercambio en partes iguales. Crees que les


pedirás un favor, pero no lo harás. Les pedirás tanto como necesites, y si no
cumplen, les recordarás que puedes airear sus trapos sucios cuando quieras.
En el segundo que pusieron un pie en tu trampa, los hiciste de tu propiedad.

Entrelazó sus dedos y los colocó sobre su estómago plano. Vi el


movimiento y decidí que estaba demasiado lejos. Antes de que pudiera
discutir conmigo o decirme que tenía razón sobre sus trucos del oficio, hice
el resto del camino alrededor de su escritorio y me planté directamente en
su regazo. Dejó salir un gruñido de sorpresa y levantó sus manos como si
fuera a acercarme. En el último segundo, maldijo y los puso en los brazos de
su silla, enroscando sus dedos alrededor del cuero como si fuera una cuerda
salvavidas.

Usé la punta de mi dedo índice para trazar el camino de su manzana


de Adán que se balanceaba de arriba a abajo mientras respiraba contra su
garganta. Quería lamerlo, así que lo hice. Sabía ácido y salado, como sabía
que lo haría. Dijo mi nombre en voz baja mientras arrastraba la punta de mi
lengua a lo largo de la gruesa vena que corría por el costado de su cuello
121

hasta que llegué a su oreja. Su cabello demasiado largo hizo cosquillas en


el extremo de mi nariz mientras lo acariciaba y su cuerpo se quedó inmóvil
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cuando tracé la concha exterior de su oreja antes de susurrar:


»¿Qué tanto tengo que presionar hasta que te enamores de mí?

Se rio y se movió en mi regazo de modo que no me estaba perdiendo


el bulto oculto detrás de sus pantalones hechos a medida con destreza.

—Me gusta cuando me presionas, Key, incluso cuando me alejas.


Quiero decir, estás aquí y estás luchando, conmigo o contigo. No importa.
—Me sonrió y mi corazón dio vuelta—. Pero me enamoré de ti hace mucho
tiempo, así que no hay ningún otro lugar para que vaya.

Eso hizo que el férreo control que tenía en mi corazón se deslizara solo
una fracción. Sería muy fácil entregárselo.

Hundí mi dedo en el cuello abierto de su camisa y tracé una línea por


su esternón, desabotonando los botones de su camisa mientras iba. Su suave
y cobriza piel era caliente al tacto y mis dedos querían rozar por toda ella.
Al estar más cerca de él de que lo que me había permito, podía ver que los
trajes a medida de Nassir ocultaban mucho más que ese enorme tatuaje
que cubría su espalda. Tenía arrugadas marcas de quemaduras a lo largo
de su clavícula. Había una terrible cicatriz que parecía como si alguien
hubiera tratado de cortarlo a la mitad en todo su abdomen. Tenía más de
una cicatriz circular que estaba levantada y suave. Sabía exactamente lo
que eran desde que tenía exactamente el mismo tipo de cicatriz de donde
la bala había desgarrado mi hombro. Su torso era un mapa de carretera de
violentas y feas coas, y tanto como quería escuchar la historia detrás de
todas y cada una de las marcas, los detalles sangrientos que registraban su
supervivencia y victoria, sabía que una vez que las tuviera, una vez que lo
conociera por dentro y por fuera, nunca sería capaz de escapar. No quería
que el diablo pudiera justificar sus acciones. Sabía que su historia sería
trágica y llena de sufrimiento. No estaba segura de que mi corazón ya
estuviera listo para escucharla, no cuando estaba acostumbrado a estar en
sus manos y bajo su control.
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—¿Por qué yo, Nassir? No tienes la paciencia suficiente para nada que
no sea perfecto y yo estoy lejos de eso. ¿Por qué esperarías por mí todo este
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tiempo, especialmente cuando tienes mujeres bellas muriendo por tomar mi


lugar? —Su hermosa ama de llaves vino a mi mente inmediatamente.
Alcancé la parte superior de sus pantalones y me detuve, así podía
rozar el dorso de mis manos a través de las cinceladas hendiduras y líneas
que atravesaban su abdomen. El hombre estaba construido. No había un
gramo de nada extra en él y cada lugar contra el que iba presionando
estaba duro e inflexible. Esos costosos trajes escondían el cuerpo de un
guerrero, pero las cosas que eran más oscuras, más aterradoras y lo
suficientemente feroces para controlar esta ciudad resplandecían brillantes
y claras fuera de esos ojos incandescentes.

—Si no eres tú, ¿entonces quién, Keelyn? ¿Quién más tiene el espíritu
de lucha y la fortaleza para permanecer conmigo en esta ciudad? Posees
una parte de eso justo como yo lo hago. Ganaste tu lugar aquí mientras yo
tomaba el mío, y podrías no querer ser Honor, pero lo tienes en abundancia.
Te preocupas por este lugar y la gente en él. Te preocupas incluso a pesar
de que sabes que no deberías. Eres la única en mi vida por la que alguna
vez ha valido la pena esperar.

Sabía que solo estaba exponiendo los hechos como él los veía, pero
para mí era la cosa más romántica, más profunda, que algún hombre,
cualquier persona alguna vez me había dicho, y como resultado, más de mi
resolución se esfumaba. Quería ser su igual, su pareja perfecta, y eso sonaba
como si me hubiera considerado para ello desde el primer momento, incluso
cuando lo había necesitado para salvarme.

Lo besé en la mejilla. Era tonto y muy insulso para un hombre como


Nassir Gates, pero por la manera como retumbaba su pecho en respuesta y
la manera en que sus piernas se tensaron bajo mi trasero, sabía que tuvo un
efecto en él tan efectivamente como cuando había caído de rodillas frente
a él.

—Cuando eres así de dulce, se hace más difícil el recordar por qué
quiero odiarte. —Comencé a tirar de su cinturón y su estómago tenso se hizo
aún más apretado cuando tuve el cuero abierto y deslicé el botón fuera del
123

hoyo.
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Estaba esperando seda o quizá sedosa piel desnuda, pero fui


sorprendida cuando mis dedos exploradores encontraron solo calzoncillo
bóxer de algodón común revistiendo una erección que exhibía su fuerza y
palpitaba mientras la buscaba. Lo escuché aspirar una ruidosa respiración y
su mano se soltó del brazo de la silla como si fuera a intentar detenerme de
liberarlo de la ropa que me estaba separando de mi objetivo, pero su
voluntad de hierro surtió efecto en el último segundo y sus manos se cerraron
en un puño mientras entrecerraba sus ojos hacia mí.

—No puedes odiarme, Key. No sobreviviría a ello.

Tenía mi mano alrededor de él y no pude contener un susurrante suspiro


de satisfacción cuando pulsó caliente y duro en mi mano. Se extendió y llenó
mi agarre. Incluso estaba lindo y cobrizo cuando se extendió y creció para
llenar mi agarre. Mi mano se veía tan pálida y delicada mientras comenzaba
a trabajarlo arriba y abajo. Su cuerpo se puso rígido y sus ojos me quemaron.
Quería llegar más cerca, pero él se rehusaba a mover sus manos fuera de
los brazos de la silla y yo no podía mover mi peso sin caerme de su regazo o
dejar ir su polla. Su disciplina era irritante, aunque hay que admitir que
impresionante, pero tenía mucho que perder si no conseguía que él
cediera… como mi alma y corazón.

Puse mi boca sobre la suya y le di un beso mordaz. No me sorprendió


cuando me gruñó por la frustración en lugar de devolverme el beso. Sentía
su respiración comenzar a tornarse errática y le sonreí victoriosamente
cuando sentí la humedad comenzar a filtrarse de la punta de su polla.
Arremoliné la gota perlada alrededor con la almohadilla de mi pulgar y
observé cómo eso lo hacía temblar. Lo estaba manipulando como si fuera
una pieza de carne y su cuerpo no podía sino reaccionar, y sabía que tenía
que volverlo loco. A Nassir le gustaba estar a cargo de todo y todos.

Reí ligeramente contra sus labios, retorcí mi cintura, y añadí un poco


más de presión mientras continuaba trabajando en él. Esta vez me devolvió
el beso y eso robó todo el aire de mis pulmones y todo el sentido de mi
cabeza. Me besó como hacía todo lo demás, con finura, con habilidad, con
124

exigencia y fuerza. Mis labios temblaban y mi lengua no podía esperar para


perseguir la suya por ahí mientras él invadía la húmeda caverna de mi boca.
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Mi centro se contrajo y ese lugar que dolía por él entre mis piernas se hizo
líquido y suave. Si estuviera a horcajadas sobre él en lugar de sentada a
través de él, estaría moliéndome contra ese turgente equipo que estaba
quemando en mi palma.

Su cabeza rebotó hacia atrás y sus ojos explotaron con brasas color
bronce mientras profería mi nombre.

—Key. —Sabía que estaba cerca de correrse y sabía que debía


levantarme calmadamente de su regazo, dejarlo colgando duro como una
roca e insatisfecho para mostrarle que tenía la mano ganadora en este
juego, y mostrarle que podía ser exactamente tan despiadada como él lo
era cuando se trataba de conseguir lo que quería.

Sin embargo, no podía hacerlo. Quería observarlo llegar. Quería verlo


hacerse pedazos por mí. Quería ver a este hombre que manipulaba todo y
a todo el mundo a su alrededor caer porque no podía controlarnos a mí y a
su reacción hacia mí. Había un poder en eso, una intoxicación que me tenía
acariciando mi pulgar debajo del sensible borde de la cabeza y
bombeando mi puño arriba y abajo aún más rápido. Me perdí a mí misma
besando y lamiendo a un lado de su cuello hasta que su complexión entera
estuvo enroscada y entonces se estremeció debajo de mí mientras que
líquido caliente se deslizaba sobre los dos. Era un tipo diferente de abrasión,
pero se sentía muy bien.

Un largo suspiro se le escapó cuando levanté mi cabeza y bajé la


mirada hacia él con satisfacción. No se veía feliz por la situación, pero no
había equivocación en el caliente deseo agitándose dentro de sus ojos. Él
no me tocó, pero quería, y la batalla prácticamente era una perdida.
Estaba impreso en cada línea de su rostro. Me incliné hacia adelante para
besarlo otra vez en la mejilla y susurré suavemente en su oído:

—No puedo odiarte, Nassir, pero tampoco sé si puedo amarte de la


manera en que tú quieres. Ambas se sienten imposibles y aterradores.
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No dijo nada, pero sí se movió, así que pudo abrir una gaveta de su
escritorio y agarrar algunos Kleenex, por lo que pude limpiarme después de
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que me bajara de él. Estaba arrugado y desaliñado. Era un buen aspecto


para él y tenía que admirar mi trabajo manual. Se colocó de nuevo a sí
mismo dentro de sus pantalones y se levantó, por lo que estaba cerniéndose
sobre mí. El fuego en sus ojos se había cubierto, pero eso no hacía su mirada
menos peligrosa o feroz.

—La única garantía en la vida es que solo tenemos una limitada


cantidad de tiempo en este planeta, así que mejor le sacamos el mayor
provecho. Ya hemos malgastado un montón de ese tiempo rehuyéndole a
lo inevitable, Key. No estoy interesado en renunciar a más de él o a ti.

Ambos giramos cuando el ascensor hizo un sonido silbante, señalando


que Chuck estaba subiendo su camino a la oficina.

——No te estoy dando mi corazón. —Lo dije exactamente de la misma


manera en que le había dicho que nunca iba a volver a casa. Consolidando
el hecho de que era una terrible mentirosa.

Extendió una mano como si fuera a sacar algo del cabello rojo brillante
de mi rostro, pero entonces tiró de ella hacia atrás al último minuto, como si
tocarme pudiera chamuscarlo.

—No tienes que dármelo, porque voy a tomarlo de una manera u otra.
He estado robando retazos por años; estabas muy ocupada luchando
contra mí, determinada a hacer cosas por tu cuenta y sin mí, para notarlo.

¿Lo había estado haciendo?

¿Todo fue su protección silenciosa y sin palabras, ofreciendo sin obtener


nada de mí a cambio, la manera en que había estado robando lo que yo
estaba muy segura que no estaba dispuesta a dar? Cuando mostró que
podía cuidar, que tenía capacidad para la amabilidad y compasión,
deshizo todas las alarmas que había despertado en mí. Iba a decirle que
dejara de ser dulce, así podría pensar con claridad, pero Chuck salió
disparado a través de las puertas, luciendo estresado y molesto.
126

—¿Por qué no estás respondiendo el teléfono y no viste lo que acaba


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de pasar en el bar?
Sus ojos se dispararon a los monitores negros detrás del escritorio y luego
sobre nuestras apariencias arrugadas. Negó con la cabeza y puso sus manos
sobre sus caderas.

»Ustedes dos van a ser mi muerte… o la del otro. Dejen de tontear y


regresen a los negocios. Tenemos un problema y necesito saber cómo
quieren manejarlo.

Nassir me disparó una mirada por el rabillo de su ojo y me ruboricé.

Arreglo de solo negocios, mi trasero.

127
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E
l ascensor bajó hasta el club que estaba en silencio y la tensión
explotando y rompiendo entre Key y yo era lo suficientemente
eléctrica que podría alimentar a todo el edificio. Chuck me
seguía dando una mirada de reojo que intencionadamente ignoraba. Mis
nervios ya estaban tensos. Hasta la última pizca de autocontrol ya había sido
usada mientras luchaba con cada instinto que tenía con el fin de mantener
mis manos fuera de ella mientras jugaba conmigo, me atormentaba. La
capa de civilidad que llevaba era delgada a lo mucho, y con Key
empujando en ella, golpeando contra ella con el fin de salirse con la suya,
no quedaba mucho para mantenerme a raya.

—Así que algún tipo pastoso y su esposa entraron al bar. La seguridad


ya se estaba preparando para intervenir cuando su esposa tomó una
botella de cerveza y la estrelló contra el borde de la mesa. Fue tras él con
ella, pero la seguridad llegó antes de que cualquier daño pudiera ser hecho
en realidad. —Chuck sacudió su cabeza—. Provocó que los negocios en el
bar se cerraran durante treinta minutos más o menos. Seguridad quiere
saber si quieres llamar a la policía o no.

Empujé mis manos por mi cabello y alisé el completamente arrugado


frente de mi camisa. Escuché a Key reírse ante el movimiento, y la corté con
128

una dura mirada.

—No quiero a los policías cerca de este lugar. King usará cualquier
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excusa que pueda encontrar para encerrarnos y ni siquiera hemos estado


abiertos por un día. Me encargaré. —Suspiré—. Sabía que los cónyuges
celosos serían una parte de la ecuación cuando abriéramos las puertas. La
lista de deseos de una persona a menudo deja a la otra afuera en el frío.

Key dio un delicado y pequeño bufido y fue la primera en salir del


ascensor cuando llegó a la planta baja.

—No deberían estar juntos si su lista no es la misma. Nunca funcionará.


—Se alejó como si fuera una reina dejando a sus campesinos para obedecer
sus órdenes, y contemplarla hasta que ya no se pudiera ver.

—Estás en problemas con eso, jefe. —El humor se ató liberalmente en el


tono de Chuck cuando nos dimos la vuelta y fuimos en la dirección opuesta
al bar.

—Lo sé, pero es un problema que valdrá la pena al final. —Solo tenía
que convencer a Key de eso.

Nos dirigimos por un largo pasillo y a otro ascensor que iba al nivel
inferior del edificio. Antes, cuando había oficinas en la planta inferior era
usada principalmente para guardar archivos y almacenar información. Lo
había convertido en una mini-cárcel de todo tipo. Sabía que habría
problemas. Cada vez que mezclaba sexo, bebida, y no límites, la gente
tendía a perder todas sus inhibiciones y racionalidad básica. Sabía que
habría miembros del club que no querrían seguir las reglas o respetar el club,
así que me aseguré de que hubiera un lugar para lidiar con ellos a mi
manera. Todas las habitaciones estaban hechas de paredes de concreto,
insonorizadas y a prueba de fugas; lo que sea que pasara aquí nunca sería
escuchado en ningún otro lugar en el edificio. Era un lugar aterrador para
estar y podía ver que la pareja secuestrada en este muy imperdonable lugar
sabía eso.

Estaban sentados en sillas de metal en lados opuestos de una pequeña


mesa de metal. Uno de los chicos de seguridad estaba de pie entre ellos
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mirando a la puerta, esperando por mi llegada. Cuando abrí la puerta de


metal, me asintió silenciosamente y se escabulló de la habitación,
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dejándonos a mí y a Chuck a solas con la obviamente pareja nerviosa. La


esposa estaba jugueteando nerviosamente con sus uñas y el esposo estaba
viendo a todos lados menos hacia mí.

»Firmaron un contrato cuando aplicaron para ser miembros de este


club. En ese contrato se declara específicamente que dejarán en casa
cualquier y toda mierda que atraviesen en su día a día. No soy un consejero
matrimonial y esto no es una terapia.

El hombre finalmente me miró y luego apartó la mirada tan pronto


como nuestros ojos se encontraron. Lo escuché tragar desde el otro lado de
la habitación. La mujer decidió que su mejor oportunidad para salir de aquí
era lanzarlo bajo el autobús.

—¡Ni siquiera debería estar aquí! —Señaló a su esposo con una


temblorosa mano—. Todo esto es tu culpa.

Levanté una ceja y me acerqué para tomar el lugar entre ellos que el
guardia de seguridad había abandonado. Puse mis manos en el borde de
la mesa y me agaché ligeramente. La mujer retrocedió y el esposo dejó que
su cabeza colgara hacia adelante.

—La única ley dentro de estas puertas es mía.

Eso hizo que el hombre levantara la cabeza y lanzó una mirada


suplicante en mi dirección. —Siento mucho que hayamos interrumpido tu
gran apertura. Solo déjanos ir y nunca volveremos—. Era obvio que estaba
familiarizado con las historias de cómo manejaba las interrupciones en mi
negocio. Algunas de esas historias eran sumamente exageradas, pero la
mayoría eran bastante acertadas. No dejaba que nadie se metiera con mi
dinero.

—Oh, no volverán, eso es un hecho. Solo estoy tratando de decidir si


irán a cualquier lugar desde aquí con una cojera permanente.
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La mujer soltó un ensordecedor chillido y empujó hacia atrás su silla,


golpeándola y haciéndola estallar fuertemente contra el suelo de cemento.
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—¡Todo esto es tu culpa, pervertido! ¡Si pudieras mantener tus
perversiones enfermas en control, no estaríamos aquí!

El esposo abrió su boca para discutir, pero luego se rindió y colgó su


cabeza. La esposa era ruidosa y repulsiva; no era de extrañar que no tratara
de pelear cuando fue tras él. Apostaría que su vida no era nada más que
pacificarla y ser reprendido por él.

—Sí soy un pervertido, ¿qué te hace eso a ti? —Estas eran dos personas
en páginas muy diferentes.

Me aparté de la mesa y clavé a la mujer con una mirada.

—¿Por qué viniste aquí en primer lugar, si no apoyarías sus


“perversiones”?

Abrió su boca y luego la cerró rápidamente. Sacudió su cabeza y miró


a su esposo en busca de ayuda. Él suspiró y dejó caer su cabeza hacia
adelante así que su frente golpeó fuertemente la mesa de metal.

—Ella quería tener un trío… con otra mujer. Se suponía que devolvería
la chispa a nuestro matrimonio. —Era una fantasía bastante común,
especialmente en una unión que era tan obviamente infeliz como esta.

—¿Y…? —Claramente me estaba perdiendo parte de la historia.

La esposa lanzó su cabello sobre su hombro y agitó su mano a su


derrotado cónyuge.

—Es difícil tener un trío con otra mujer cuando tu esposo está
demasiado ocupado empujando su polla por la garganta de un hombre.

El marido gruñó y solté una risa. La mujer me frunció el ceño y entrecerré


mis ojos hacia ella.

—¿Estás enojada con él porque quiere estar con un hombre y, sin


131

embargo, eres obviamente eres la única interesada en estar con otra mujer?
Ambos son ridículos y este no es un lugar para ninguno de los dos.
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—Pagamos una fortuna para ser parte de este club y luego esperamos
por una eternidad para que abriera. —No podía creer que discutiría
conmigo.

Para recordarle exactamente dónde estaba y de quién eran las reglas


que estaba jugando, me moví a su lado de la mesa y seguí caminando
hacia ella hasta que estuvo apoyada en la pared de concreto. Incliné mi
cabeza para que mi boca estuviera directamente junto a su oreja y le
pregunté:

—¿Y qué?

Tragó saliva y pude ver que estaba empezando a sudar. El


conocimiento de que literalmente podía hacer que ella y su cónyuge
desaparecieran estaba finalmente empezando a hundirse y empezaba a
temblar y a tener los ojos llorosos.

Retrocedí y les di una mirada de disgusto.

»Creo que lo peor que puedo hacer a cualquiera de ustedes es


enviarlos a casa con el otro. Pueden torturarse entre sí permaneciendo
juntos y no admitir que desean a otras personas. Conservaré su depósito y
los pagos por membresía. —La esposa abrió su boca para discutir, pero
levanté una mano para que la cerrara—. Y si piensan llamar a la policía o
tratar de venir tras de mí por el dinero, estaré más que feliz de dejar que tu
jefe en el banco sepa sobre el estupendo pequeño desfalco que has hecho.
—El conocimiento era el máximo poder y pude ver que ella sabía que
estaba derrotada.

Sus ojos casi se salieron de su cabeza y empezó a balbucear. Extendí la


mano y agarré la llave colgando alrededor de su cuello y le di un pequeño
tirón. La cadena que la sostenía se rompió y le hice un gesto a Chuck para
que tomara la cerradura del hombre de alrededor de su cuello. Palmeó al
132

hombre en el hombro y lo ayudó a ponerse de pie.

—Buena suerte con eso, hijo. La necesitarás, y tal vez mantenerte


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alejado de cualquier cosa afilada y puntiaguda cuando llegues a casa.


—El esposo miró a Chuck, luego a su esposa.
—Me iré. Cuando lleguemos a casa empacaré mi mierda y me iré.

Chuck asintió mientras la furiosa mandíbula de la mujer se abría.

—¡Espera! ¡No puedes dejarme!

El esposo resopló.

—Claro que puedo. No vales la pena por esta ofensa, y esta noche,
con ese tipo, es la primera vez en años que he tenido una erección real sin
tener que tomar una Viagra. Si me quedo contigo, te mataré o a mí, así que
antes de llegar a ese punto, me iré. —Su mirada se movió hacia mí y una
media sonrisa se elevó por la comisura de su boca—. Puede que no creas
que eres un consejero matrimonial, pero arreglaste esta pesadilla de
décadas en veinte minutos. Gracias por liberarme.

Chuck caminó a la puerta y puso dos dedos en su boca para silbar a


uno de los guardias de seguridad para escoltar a la pareja fuera de mi
calabozo. Una vez que se fueron, compartimos una mirada y estallamos en
risas. Era demasiado ridículo para palabras. Chuck me dio una palmada en
la espalda mientras caminábamos hacia el ascensor para regresar al nivel
principal del club.

—Todavía hay esperanza para ti, jefe.

Gruñí.

—Me alegra que lo creas.

La esperanza no era algo con lo que estaba muy familiarizado, así que
solo tendría que confiar en su palabra.
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Después del primer traspié en el primer día, el resto de la semana fue


con suavidad. Key realmente se instaló en su papel como anfitriona y
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cuidadora de los clientes. Parecía tener una habilidad innata para


encontrar a los perdidos, los confundidos, y los tímidos y hacerlos sentirse
cómodos, ayudándolos a abrirse y explorar realmente el patio de juegos
para adultos que había construido para ellos. También era un genio en
animar el bar en las noches más lentas entre semana, así que incluso si yo
no estaba haciendo dinero en las habitaciones privadas, todavía juntaba
una pequeña fortuna en ventas de licor. Ella no tenía problema en llegar al
bar y hacer un poco de contoneo y sacudida o incluso utilizar sus antiguas
habilidades de trabajo y ofrecer un show mucho más sosegado para atraer
a la multitud. Era un ajuste perfecto para el club y el socio de negocios
perfecto. Después de unos días de observar a las clientas más tímidas, sugirió
hacer una noche de solo para mujeres. Era brillante y algo que dudo se me
hubiera ocurrido. Y después de la debacle con la pareja casada en la
noche de apertura, también sugirió hacer una noche de solo para parejas.
Me gustaba la forma en que trabajaba su mente. Veía más allá de los signos
de dólar en la gente unida al dinero, y eso es lo que este lugar necesitaba.
Eso era algo que yo nunca podría hacer.

Junto con todas las cosas buenas que estaban pasando, también hubo
algunos molestos reveses realmente que parecían seguir apareciendo, lo
que solidificaba la idea de que alguien estaba tratando de meterse con el
club desde el interior. También era un gran dolor de cabeza que estuviera
pasando la mayor parte de mi tiempo tratando de hacer el control de daños
en lugar de convencer a Key para que cediera ante mí, que es en lo que
realmente quería estar enfocado. Después de que me excitó en mi oficina,
no había puesto sus manos en mí de nuevo, sobre todo porque no tenía una
oportunidad para hacerlo. Los dos estábamos trabajando duro y creo que
ella estaba un poco asustada. Habíamos estado sentados en un barril de
pólvora de deseo reprimido y emoción intacta durante años. Ella encendió
el fósforo y la mecha estaba ardiendo. Creo que ambos sabíamos que la
explosión que nos esperaba cuando nos desatáramos nos cambiaría la vida.

Una de las molestias que estaba ocupando mi tiempo y preparándome


para golpear cabezas era una entrega de licor perdida que causó que el
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bar se secara por una noche y costó una fortuna la entrega apresurada
durante el fin de semana. Aparentemente alguien había llamado afirmando
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trabajar para mí y canceló la orden justo antes de que se suponía que fuera
entregada. Alguien entró al baño de mujeres y metió camisetas de algodón
en todos los inodoros y luego los descargó todos, causando una inundación
de épicas proporciones y una cuenta de plomería que era excesiva. Lo
hicieron en los dos pisos del edificio, cerrando operaciones por media noche
hasta que pude arreglarlo. El mayor desastre sucedió el viernes por la noche.
Había casa llena, la gente le estaba sacando partido a su fin de semana, el
bar estaba lleno, todas las habitaciones arriba estaban llenas de gente
haciendo lo suyo, y yo estaba finalmente pensando que tomaría un
descanso cuando todo el infierno se soltó en los monitores que estaba
viendo detrás del escritorio.

Vi a uno de los bármanes gritar y saltar en el bar. Pronto los otros dos
siguieron su ejemplo y todos en el bar a rebosar parecían estar perdiendo
sus malditas mentes y saltando sobre cualquier pieza de mobiliario que
pudieran encontrar. Key estaba en el centro del caos, viéndose tan
confundida como yo me sentía. La gente empezó a desbordarse de las
habitaciones privadas en varias etapas de quitarse la ropa, todos con la
misma mirada de pánico en su rostro. Me estaba poniendo de pie para ir a
la planta baja para ver qué demonios pasaba cuando vi a Key gritar
mientras una gigantesca rata negra corría por sus pies. Saltó a su otro pie y
lanzó una mirada a la cámara que sabía la estaba viendo.

—¡Hay cientos de ellas! —No pude escucharla, pero pude ver lo que
estaba diciendo, claro como el día.

Saqué mi teléfono de mi bolsillo y marqué el número de Chuck.

—¿Ratas?

—¡Hijo de puta! ¡Es como una maldita plaga aquí!

Maldije y corrí al ascensor.

—Empieza a despejar a todos.


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—Ya estoy en ello. Key está moviendo a todos en el bar a las puertas
principales. Esto no es bueno para el negocio, jefe.
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—No, mierda. ¿Cómo demonios alguien consiguió pasar cientos de
ratas por nuestra seguridad? —Odiaba cuando alguien se metía con mi
dinero, pero odiaba aún más cuando alguien me engañaba.

—No sé, pero no estoy feliz con ello. Odio las ratas.

—Odio perder dinero. Estaremos cerrados por al menos dos días


sacando a todas esas pequeñas criaturas de aquí.

—Si no más. Subiré a sacar la transmisión de vídeo, pero si es como los


últimos dos incidentes, no habrá nada.

Maldije de nuevo cuando el ascensor me depositó en el pasillo trasero.


Me moví hacia el área del bar, guiando a la gente hacia la salida mientras
lo hacía. Todos se veían un poco frenéticos y descontentos de que toda su
diversión había sido arruinada por el fin de semana. No me disculpé, pero le
dije a alguien que preguntó, que por supuesto se les daría un crédito. Fue un
dolor en el culo, y cuando un roedor particularmente gordo y feo corrió por
mi pie, fue todo lo que pude hacer para no patear una pared. Fue
asqueroso y había logrado perfectamente cerrarme. La furia azotaba
caliente y brillante dentro de mí.

Cuando alcancé el bar vi que Key había hecho un trabajo bastante


bueno en deshacerse de la mayoría de los clientes. El suelo se veía como si
estuviera vivo mientras cuerpos peludos se subían por todas partes y unos
sobre otros. Podía ver que ella estaba asqueada, pero manteniendo la
calma mientras ayudaba a uno de los bármanes a salir del bar y les dijo
jocosamente que se tomaran libre el resto de la noche. Nuestros ojos se
encontraron a través del espacio y le hice una seña para que también se
dirigiera hacia afuera. Asintió en respuesta y cuidadosamente eligió su
camino a través del suelo cubierto de sabandijas. El ruido de los roedores
tenía a mi piel erizándose mientras iba a seguirla. El olor era suficiente para
tenerme reteniendo bilis, y la furia por todo mi duro trabajo y cuidadosa
136

planeación siendo alterados era suficiente para ahogarme.

Llamé a Chuck y le dije que se asegurara de que el edificio estaba libre


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de gente y también que viera si podía encontrar a un exterminador de


veinticuatro horas. Ya tenía a sus chicos haciendo una búsqueda piso por
piso de cualquier cliente remanente del club. Me dijo que me tomara la
noche libre y que podríamos hacer frente al desastre y a quien fuera que
estuviera detrás de él en la mañana.

Estuve de acuerdo a regañadientes e hice mi camino hacia donde


Keelyn estaba parada junto a su auto.

—Necesito quemar todo lo que tengo puesto en este momento. Me


debes un par de Jimmy Choos. —Destacó su pie y frunció el ceño hacia la
sandalia de tacón alto color piel en la que su pie estaba alojado.

—Te compraré cualquier cosa que quieras. Vayámonos de aquí. Te


seguiré hasta la casa. —Había estado pasando tanto tiempo en el club que
no había ido a la casa de la montaña por al menos una semana entera.
Estaba listo para una noche en mi propia cama. Preferiblemente con ella
debajo de mí… o encima de mí… no estaba muy exigente.

—¿En serio nos estamos yendo para simplemente fingir que el club
entero no estaba invadido por ratas como algún tipo de plaga y pestilencia
salida de la Biblia? ¿Qué está pasando, Nassir?

Suspiré y froté una mano con rudeza sobre mi rostro.

—No estoy seguro. ¿Podemos hablar acerca de esto más tarde? Quiero
una ducha y cinco minutos para calmarme, así no atravieso con mi puño
una pared.

Debe haber visto en mi mirada la violencia apenas contenida que


estaba hirviendo, porque retrocedió un paso sin discutir y asintió.

—Bien. Te veré en la casa.

Entró en su auto y yo caminé hacia el mío, mucho más costoso. Amaba


el Bentley. Gritaba rey de la jodida montaña, pero también era rápido y se
137

manejaba como un sueño. Apreciaba su opulencia. Salí del estaciona-


miento detrás de Key, asegurándome de mantenerla a la vista mientras
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conducíamos a través de la ciudad. Mi mente estaba a un millón y medio


de kilómetros de distancia, preguntándome cómo alguien podía estar
eludiendo mi sistema de seguridad y ganaban al joder con mi nuevo club.

Hice enemigos como si fuera el único trabajo en la vida para el que


había nacido, pero la mayoría de la gente con rencor contra mí quería
poner mi cabeza en una estaca, no una mella en mi enorme bolsillo. No lo
entendía y eso me irritaba aún más. Venganza y represalia fueron las cosas
con las que había sido criado, así que debería ser capaz de descubrir por
qué alguien estaba jugando con mi nuevo club. Todo ello se sentía
demasiado fortuito y lastimosamente inmaduro.

Descansé mi muñeca en el volante y me forcé a mí mismo a


concentrarme en las luces traseras idénticas de color rojo frente a mí. Deseo,
intenso y afilado, era atizado por la ira que estaba fluyendo por mis venas.
Tendría a Keelyn en mi casa, solos por los próximos días, mientras se
ocupaban de la infección en el club. Si alguna vez había una oportunidad
para mostrarle que esto entre nosotros era inevitable, era esta. Podía
empujarme una y otra vez hasta que se cansara y luego la levantaría y
llevaría a la cama porque para entonces me estaría rogando. Una sonrisa
tiró de la comisura de mi boca ante la idea de Keelyn Foster rogando alguna
vez por algo. Era una buena fantasía, pero sabía que ella iba a luchar
conmigo a cada paso del camino. Ese es por qué nadie más sino ella podría
ser.

Entrecerré los ojos cuando luces brillantes iluminaron de repente el


interior del auto. Eché un vistazo hacia el espejo retrovisor y fruncí el ceño
cuando todo lo que podía ver era faros, porque el auto detrás de mí estaba
muy cerca de mi parachoques. El vello en mi nuca se levantó un poco
cuando aflojé mi pie en el pedal y desaceleré cuesta abajo. Escuché un
motor acelerar cuando el auto detrás de mí aumentó la velocidad en lugar
de bajarla para igualar mi nueva marcha. Fruncí el ceño y tensé mis manos,
por lo que en realidad estaba sujetando el volante en un agarre apretado.
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Vi las luces traseras de Key alejarse más y más aún, lo cual era lo que yo
quería. No estaba seguro de por qué la persona detrás de mí estaba
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pegada a mi trasero, pero después de la semana que había tenido, no


estaba dejando nada al azar.
Dejé que el Bentley agarrara un poco de velocidad y cambiara de
carriles para ver si las personas detrás pasaban. No lo hicieron. También
cambiaron de carriles y no me sorprendió lo más mínimo cuando escuché
al metal chirriar contra metal cuando su parachoques hizo contacto con el
mío. El Bentley se tambaleó un poco, pero los Bentley eran autos de lujo
hechos para gente rica que tiene mucho que perder, así que el golpecito
cariñoso apenas me desvió de la trayectoria. Golpeé el acelerador hasta el
fondo y el auto saltó hacia adelante suavemente. Lancé mi mirada hacia el
retrovisor para ver si podía conseguir un número de matrícula o decir qué
tipo de auto era, pero las luces altas brillando en mis ojos lo hacían imposible.

Sabía que tenía las habilidades como conductor y los caballos de


fuerza para correr prácticamente más rápido que cualquiera en la
carretera. Pero no tenía ese lujo, porque tan pronto como acelerara,
terminaría alcanzando al Honda y a Key, que había desacelerado
obviamente, para ver a dónde me había ido. Maldije y traté de hacerle una
señal con mis luces para intentar que se moviera, pero eso solo la hizo reducir
aún más la velocidad, forzándome a pisar los frenos para evitar terminar en
su parte trasera y sacarla del camino. No tenía ninguna opción sino permitir
que el otro auto que me había estado persiguiendo me alcanzara. No
quería correr el riesgo de acelerar y pasar a Key y tener a cambio al otro
conductor persiguiéndola. Cuando el otro auto me alcanzó, todavía estaba
yendo a máxima velocidad, ya que el conductor estaba tratando de
alcanzarme, y el impacto cuando nuestros vehículos colisionaron fue lo
suficientemente brutal y violento que sacó al Bentley tambaleándose a toda
velocidad hacia la acera de la carretera.

Probablemente habría sido capaz de recuperar el control. El Bentley


estaba hecho para tomar un golpe; para lo que no estaba hecho era para
volar. La acera tenía suficiente borde que una vez que las ruedas la
atraparon a la velocidad a la que estaba yendo, el auto se elevó en el aire.
Observé todo ir al revés, y sabía que el impacto iba a ser fuerte y violento.
139

Todo en lo que podía pensar era en Keelyn diciéndome que mi para siempre
nunca iba a ser tan largo como el de cualquier otra persona y cómo esto
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servía simplemente para demostrar su punto.


Cuando el auto volvió a bajar, aterrizó sobre el techo y todo se aplastó
alrededor de mí como si estuviera dentro de un compactador de basura. El
ruido era ensordecedor y el impacto fue suficiente para sacudir todos mis
huesos. La parte superior de mi cabeza chocó con el metal cóncavo
—duro— y todo instantáneamente estaba nublado y desenfocado. Sentía
trozos de cristal hacerse añicos a mi alrededor y perforar mi piel. Tuve que
pestañear sangre fuera de mis ojos cuando mi visión empezó a ponerse
borrosa. Mi cabeza realmente dolía y todo estaba de la manera
equivocada, pero podía oler la gasolina y el aroma cuproso de mi propia
sangre, así que sabía que todavía estaba vivo… al menos por ahora. Intenté
moverme de modo que pudiera soltar el cinturón de seguridad, pero el auto
se había aplastado tanto que eso era imposible. Gruñí y levanté una mano
hasta la sangre fluyendo abundantemente sobre mi rostro.

No me podía mover. Estaba atascado invertido en el desastre


destrozado de mi auto porque alguien me había sacado del camino. Gruñí
cuando mi visión comenzó a desvanecerse en negro.

Escuché a alguien llamar mi nombre en una voz frenética y me di


cuenta de que tenía que ser Key. Quería gritarle que se quedara en su auto
y solo se dirigiera hasta mi casa en el bosque donde era seguro, pero no
podía hacer funcionar las palabras. Mi lengua se sentía muy gruesa en mi
boca y mis pensamientos estaban luchando a través de un montón de
oscuridad y neblina en el esfuerzo de intentar hablar.

—¡Nassir! ¿Estás bien? Oh, mi Dios, ¡esa camioneta te sacó de la


carretera!

De repente su rostro estaba en la ventana y tenía que entrecerrar los


ojos para verla con claridad. Sus ojos grises estaban ocupando la mayor
parte de su rostro y su mueca habitualmente sexy estaba reemplazada por
preocupación demacrada.
140

»Estás sangrando. Mucho.

No podía responder, así que solo cerré mis ojos y entonces me


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sobresalté cuando sentí sus dedos dar golpecitos contra mi mejilla,


suavemente al principio, pero luego, cuando me negué a abrir mis ojos,
utilizó más fuerza.

»Nada de eso. Llamé al 911. Estarán aquí en cualquier instante para


sacarte de allí. Solo espera ahí dentro. —Sonaba aterrorizada y realmente
preocupada.

Suspiré y me giré hacia su toque. Se sentía realmente bien.

»¿Por qué simplemente no corriste más rápido que esa camioneta,


Nassir? Por mucho que este auto cueste, sé que va más rápido que esa pieza
de chatarra ordinaria.

Ella estaba acariciando mi mejilla y sabía que estaba hablando en su


mayoría para mantenerme despierto y alerta, pero todo lo que quería hacer
era cerrar mis ojos. Mi cabeza realmente dolía y estaba comenzando a
palpitar.

—No quería que ellos… te… golpearan… les dejé golpearme. —Las
palabras eran pronunciadas con dificultad y no estaba segura de que las
sacaba en el orden correcto. Me encogí un poco de hombros cuando pasó
su pulgar a lo largo de mi labio inferior. Deseaba que pudiera mover mis
manos y que no estuviera colgando con la cabeza hacia abajo.

—Jesús, Nassir, no puedes hacer algo tan caballeroso y considerado y


luego morir sobre mí. Mantén esos ojos abiertos.

Me pareció que oía sirenas, pero, pero tal vez era solo el zumbido de
mis oídos. Debo haber dejado que mis ojos se cerraran por todo el camino,
porque mi mejilla picó cuando me dio toda una bofetada a través de ella y
ladró mi nombre en un tono histérico.

Abrí bien mis párpados y traté de calmarla.

—El diablo no muere, Key. Solo regresa a casa. —El infierno siempre
141

estaba esperando.
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Conseguir sacar las palabras tomó lo último de mi energía y no podía
luchar más con la oscuridad que estaba esperando para arrastrarme
debajo de ella.

142
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S
e necesitaron dos paramédicos y un oficial de policía uniformado
para alejarme del auto. Me estaba volviendo loca y no estaba
pensando racionalmente porque Nassir había perdido el
conocimiento, y no podría decir si su pecho seguía subiendo y bajando.
Estaba cubierto de sangre y el auto parecía una lata de refresco triturada.
Estaba demasiado quieto, y si no estaba bromeando conmigo, entonces
sabía que algo estaba realmente, realmente mal con él. Decidí que, si
quitaba los ojos de él y no podía tocarlo, iba a ser arrebatado de mí para
siempre, y eso me envió a un ataque de pánico completo.

Estaba de rodillas en el barro sosteniendo el bello rostro ensangrentado


de Nassir en mis manos y diciendo su nombre una y otra vez cuando llegó la
ayuda. Él dejó de responderme y no quise dejarlo ir, pero los primeros en
ayudar pensaron que estaba en el camino. Los paramédicos me pusieron
de pie y me entregaron al policía cuando los bomberos bajaron la colina
llevando algún tipo de equipo pesado que iban a usar para cortar el metal
arrugado que lo rodeaba y sacarlo.

—¿Está respirando? No supe si estaba respirando. —Sonaba frenética y


un poco loca, pero el policía seguía alejándome de la carnicería por el
terraplén y hacia donde había dejado el Honda estacionado en el costado
143

de la carretera. Las luces de las sirenas arrojaban todo en una luz misteriosa
y me reprimí un poco cuando vi a otro policía poniendo a una mujer de
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mediana edad en la parte trasera de una patrulla.


—Deja que los de emergencias lo saquen y luego me aseguraré de
hacerte una actualización sobre su condición. Es una pena. Es un auto muy
bonito.

Le di una mirada y crucé mis brazos sobre mi pecho. El policía levantó


sus cejas hacia mí.

»¿Qué? He estado en la calle desde el primer día de patrulla. Sé todo


sobre Nassir Gates. No puedo decir que estoy sorprendido de que una
señora trastornada intentara sacarlo de la carretera. Mucha gente quiere
un pedazo de él por una razón u otra.

Miré hacia la inestable camioneta con la parte delantera aplastada y


luego hacia la mujer abatida en la parte trasera de la patrulla. No tenía ni
idea de quién era, pero parecía la presidenta de la Sociedad de Padres de
Familia o una madre suburbana. Definitivamente no se parecía al tipo de
persona que tendría un resentimiento contra Nassir o estaría lo
suficientemente enloquecida como para intentar matarlo.

—¿Quién es ella? ¿Por qué lo hizo salir de la carretera? —Le hice la


pregunta, pero esta casi se ahogó por el chirrido de metal cuando
comenzaron a jalar el auto de alrededor del hombre herido. Me volteé para
bajar la colina, pero el policía me agarró del codo y me sostuvo en el lugar.

—Ella dijo que arruinó su vida, que su marido la dejó por causa de él.
Está un poco loca y no tiene mucho sentido. Se golpeó la cabeza bastante
cuando golpeó el Bentley, así que podría no estar operando con todos los
cilindros.

No me importaba menos acerca de cómo estaba ella o si estaba bien


de la cabeza. Quería darle un puñetazo en la cara, y si Nassir estaba herido
de muerte, no había cantidad de presencia policial que me impidiera
desgarrarla. Iba a decir esto al policía, pero las voces comenzaron a
acercarse a la cima de la colina, así que me lo sacudí y corrí hasta el punto
144

en que el camino se convirtió en hierba. Casi me derrumbé sobre mis rodillas


ya sucias. No solo Nassir estaba respirando y en una sola pieza, sino que
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estaba de pie tambaleándose sobre sus pies y discutiendo con un


paramédico que estaba tratando de decirle que tenía que esperar a que
la camilla fuera rodada por la colina.

Volví hacia la colina antes de que el policía me agarrara el brazo.


Había descartado mis tacones la primera vez que corrí por el terraplén para
ver si estaba bien, así que el suelo estaba frío bajo mis pies descalzos, pero
todo lo que sentí fue calor cuando la mirada de bronce de Nassir me
golpeó. No era tan brillante y tan iluminada como lo era normalmente, pero
podía verlo allí, nebuloso de dolor y embotado por la confusión, pero él
seguía siendo mi inquebrantable y resistente diablo.

Empujé a un paramédico fuera del camino para poder llegar a él,


escuchándome maldiciéndolo y viéndome fulminada por su mirada en el
proceso. Puse mis manos en cada una de sus mejillas y mis dedos
inmediatamente se mancharon de rojo con la sangre que le cubría el rostro
y que corría desde lo alto de su cabeza. Tenía múltiples cortes en el rostro
debido a los cristales rotos y una cortada particularmente desagradable
justo por encima del cuello de su camisa que estaba goteando un
constante chorro carmesí en la curva de su cuello. Pero su pecho estaba
subiendo y bajando con fuertes y constantes respiraciones, y aunque su piel
estaba fría donde lo tocaba, él seguía con signos vitales y muy vivo.

—Te desmayaste y no despertaste. Apestas.

Levantó las manos y pude verlas temblar. Iba a atraerme hacia él, pero
en el último segundo se detuvo y las dejó caer a sus costados sin fuerza.
Incluso tan maltrecho y apenas sosteniéndose erguido como estaba, su
voluntad para mantenerme, para desafiarme, era más fuerte que el dolor
claramente estampado en su rostro.

—Estaba atascado al revés. Toda la sangre corrió hacia mi cabeza.


Salgamos de aquí —gruñó y dio unos pasos hacia adelante en sus
tambaleantes piernas.
145

—Oye, hombre, tienes que ir al hospital. Estás maltrecho de todos lados


—le dijo a Nassir uno de los jóvenes paramédicos mientras ponía con
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determinación un pie delante del otro. Pasé un brazo alrededor de su cintura
y tiré de su brazo hasta que lo envolvió alrededor de mi hombro.

—No voy a ir al hospital. —Nassir tropezó un poco y casi nos tiró a ambos
al suelo. Lo apreté más fuerte mientras tomábamos un paso lento a la vez.

—Tienes que revisarte la cabeza, hombre. El techo de ese auto vino


directo sobre tu cabeza cuando aterrizaste. Probablemente tienes una
contusión cerebral y necesitas puntos de sutura. —El paramédico sonó
nervioso mientras seguía detrás de nuestro lento progreso.

Los músculos de Nassir comenzaron a temblar cuando alcanzamos la


pendiente que nos llevaba de vuelta a la carretera, pero no dejó de
avanzar. Giró la cabeza para mirar al preocupado paramédico y le dijo:

—Estaré bien. No voy contigo.

El chico obviamente pensó que era una mala idea, pero como
finalmente llegamos a la cresta de la colina, solo sacudió su cabeza en
derrota.

—Está bien, puedes rehusar la futura atención médica, pero tienes que
entender que no es recomendable. Necesitas ver al doctor. Vas a tener que
firmar un formulario de rechazo de asistencia médica antes de que
podamos dejarte ir de la escena.

Nassir jaló muy duro de un lado y tomó todas mis fuerzas para
mantenerlo derecho. Pensé que por su propio bien tal vez debería meterlo
en la parte trasera de la ambulancia. Sus dedos se curvaron alrededor de
los míos donde yo estaba agarrando su mano y abandoné esa idea. Sabía
que no estaba forzando a Nassir a hacer algo que no quisiera hacer.

—Firmaré lo que sea. Solo quiero irme a casa.

—Está bien, conseguiré una, y necesitamos a uno de los policías en la


146

escena para presenciarlo.


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Nassir gruñó y el paramédico se apresuró. Lo miré desde debajo de mis
pestañas y lo dejé ir cuando llegamos al Honda para poder descansar
contra un lado del auto.

—Realmente eres un desastre, Nassir.

—Solo golpeado. Esto no es nada. —Él levantó un brazo y frotó el borde


de su manga a través de su rostro ensangrentado. Lo vi estremecerse
cuando la manga se puso más roja que mi cabello—. ¿Tienen alguna idea
de quién me sacó de la carretera?

Viniendo de cualquier otra persona, se trataría de una simple


curiosidad, pero sabía que, viniendo de él, era el comienzo de su mente
trabajando hacia el retorno y la venganza.

—Una señora. Parecía una maestra de jardín de infantes. Ella le dijo a


la policía que arruinaste su vida y que su esposo la dejó por tu culpa. ¿Tienes
alguna idea de quién es?

Escupió una palabra en un idioma que no entendí y luego dejó caer su


cabeza hacia adelante sobre su cuello. Pensé que quizá se iba a desmayar
de nuevo, así que me presioné contra el frente de él y puse mis manos en el
techo del auto detrás de él, haciendo una jaula de mi cuerpo. Me miró y la
comisura de su boca se arqueó.

—Es la esposa que fue tras su marido con la botella de cerveza. Es todo
un personaje, pero no pensé que fuera tan estúpida como para venir por
mí.

—Tiendes a sacar lo peor de la gente. —Su pecho se agitó con algo


que fue una risa áspera y rota. Lentamente su cabeza cayó hacia adelante
hasta que nuestras frentes estaban tocándose. No pude detener el suspiro
que revoloteó fuera de mí. Por alguna razón, este momento se sintió más
íntimo que cuando lo besé o cuando tuve mi mano alrededor de su polla.
147

—Quiero ir a casa.
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Tragué un poco porque había sido testigo del actuar de Nassir de
muchas maneras diferentes, pero vulnerable y expuesto era nuevo. Lo había
visto así una vez antes, mientras me sostenía cuando sangré por todo el piso
del club de striptease cuando mi ciudad me jodió fuerte. Fue la mirada que
me hizo huir y fue esa misma mirada la que me trajo de vuelta a él. Parecía
llegar hasta el fondo dentro de mí y sacudir la última de las reservas que
había almacenado para luchar contra él y resistir. Sangre, lesión, daño,
violencia, decepción y riesgo eran las cosas que hacían de The Point lo que
era. Eran una constante. Esas cosas malas sucederían con certeza e
inevitablemente; lo que no estaba garantizado, lo que no era común, era
encontrar a alguien en este lugar que te hiciera sentir especial y seguro. Era
casi inaudito tropezar con alguien que te hiciera sentir que valías la pena y
que te dijera una y otra vez que lucharían por ti. Llegar a través de un
hombre poderoso que estaba dispuesto a esperar hasta que estuviera lista
para él era como venir sobre un tesoro escondido en un montón de basura.

Él iba a arrebatármelo, o yo iba a alejarme de él, pero lo teníamos


ahora, y al final lo entendí. Había pasado tanto tiempo corriendo de un
desastre inevitable que nunca permití que las cosas buenas florecieran. Yo
era fuerte por mi cuenta, pero aún más fuerte con él a mi lado. Caminé por
mi propio camino, pero nunca hubiera sido capaz de dar esos pasos si él no
hubiera estado delante de mí despejando el camino. Preferiría que Nassir
tuviera un latido del corazón a que nunca lo tuviera en absoluto, sin
embargo, todo el tiempo perdido entre nosotros nos hubiera dejado
luchando contra un futuro invisible. Preferiría luchar con él y hacerlo una y
otra vez en lugar de seguir luchando contra el inevitable impacto que él iba
a tener en mi vida y el lugar que tenía para siempre en mi corazón.

—Te llevaré a casa y cuidaré de ti Nassir. —Me incliné hacia adelante


así podría susurrar las palabras contra su cuello. Finalmente, algo cambió,
algo se rompió entre nosotros, y él envolvió sus brazos alrededor de mí en un
abrazo. Cuando por fin puso sus manos en mí, sentí su poder con más fuerza
148

de lo que lo había sentido antes. Sentí que mi corazón se deslizaba hasta los
dedos de mis pies y luego saltó de regreso hacia atrás y trató de golpear
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fuera de mi pecho para llegar a él. Todo en mí quería asegurarse de que él


estaba bien.
El paramédico y el policía que antes me habían arrastrado a la colina
se acercaron y Nassir y yo nos separamos el tiempo suficiente para que
firmara el papeleo. El joven paramédico me lanzó una mirada y me dijo por
la comisura de la boca:

—Realmente debería de estar en el hospital. Si te preocupas por él,


deberías animarlo a que vaya.

Sacudí la cabeza.

—No lucho batallas que no puedo ganar. —Lo cual era una mentira
porque había estado luchando contra Nassir durante años y estaba a punto
de perder todo lo que tenía por el hombre—. Lo vigilaré.

—Si empieza a tener náuseas o a desvanecerse de nuevo, tráelo a la


sala de emergencias. Esa herida en la cabeza no es una broma. Podría tener
serios traumatismos cerebrales. Ese fue un terrible accidente.

Le dije al joven paramédico:

—Él tiene una cabeza muy dura. —Nassir debe haberme escuchado
porque me dio una mirada sucia y me empujó fuera del auto.

—Vámonos.

Se arrastró y cojeó hasta el lado del pasajero del auto entró sin ayuda
o alguna otra palabra. Me encogí de hombros hacia el policía y el
paramédico y tomé la tarjeta que me entregó el policía, una tarjeta con su
número impreso y el número de la compañía de remolque que estaba
arrastrando el mutilado auto. También dijo que podrían necesitar hablar con
Nassir cuando decidieran exactamente qué cargos iban a presentar contra
la desquiciada conductora. Les dije que podían esperar hasta que se sintiera
mejor y que podrían ponerse en contacto conmigo si necesitaban algo
mientras tanto. Ahora que me había dado cuenta de que Nassir era tan mío
149

como yo suya, iba a protegerlo de la misma manera que él siempre me


estaba protegiendo. Iba a dejar de pelear con él y empezar a luchar contra
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cualquier cosa que intentara ponerse entre nosotros o intentara acortar el


tiempo que teníamos juntos.
Entré en el auto y él inmediatamente extendió la mano y tomó la mía.
Hizo que todo mi cuerpo temblara. En ese momento quería que me tomara,
que me pusiera las manos encima y me hiciera sentir fuera de control; la
sensación era tan fuerte que todo lo que podría hacer era alejarme de ella.
Nunca esperé que Nassir me tocara con suavidad, con la necesidad de
consuelo y cuidado, eso sería lo que me arruinaría. Que, en el silencio y la
oscuridad, su humanidad brillaría y eso sería lo que me atraparía. Su
violencia y brutalidad había golpeado contra las paredes alrededor de mi
corazón durante años y solo hizo un poco de avance. Pero su vulnerabilidad
y debilidad se deslizaron directamente a través de la barrera que nunca
siquiera existió.

—¿Qué tan mal herido realmente estás? —Mantuve la voz baja y sus
dedos se movieron alrededor de los míos, indicando que no estaba tan bien.

—Tengo una conmoción cerebral y el corte en mi cuero cabelludo


necesita ser cosido. El cinturón de seguridad jaló mi hombro hacia arriba y
creo que tengo vidrio en la cara, pero viviré. He pasado por cosas mucho
peores.

Nunca había querido saber dónde había estado antes de venir aquí.
No podía imaginar ningún lugar más feo y más peligroso que esta ciudad,
pero Nassir nunca parecía pensar que The Point era tan malo. No podía
imaginar nada peor y sabía que debía temer y no amar al hombre que era
capaz de sobrevivirlo.

—¿Quieres hablarme sobre lo peor?

Giró su cabeza para mirarme y los bordes de su boca se abrieron.

—No, pero un día lo haré. ¿Crees que la mujer tuvo algo que ver con
las ratas? Parece altamente coincidente que las ratas y el accidente
sucedieran en la misma noche.
150

Entré en las colinas y suspiré cuando la adornada puerta y el formidable


guardia aparecieron a la vista. Nos saludó con la mano después de darle a
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Nassir un preocupado vistazo y me giré para responder a mi maltratado


pasajero.
—No sé. Tengo el número del policía, así que puedo llamar y pedirle
que la interrogue al respecto, pero eso parece improbable. La mayoría de
las mujeres odian los roedores y esos eran un montón de bichos.

—Cierto. Y si quería ir tras de mí, todo lo que tenía que hacer era esperar
hasta que saliera del trabajo. No necesitaba cerrar el negocio. Hijo de puta,
¿cuántas personas están tratando de joderme? —Sonaba frustrado y
enfadado.

Me estacioné frente a la casa y extendí la mano para rozar la parte de


atrás de mis dedos por su mejilla.

—No más que lo usual. Han sido mejores últimamente.

Suspiró y agarró mi muñeca.

—Tienes razón. He estado enfocado en otra cosa, así que mi guardia


ha estado abajo.

Me di cuenta de que estaba hablando de mí, pero bajó del auto con
un gemido antes de que pudiera formar una respuesta. Salí rápidamente
detrás de él y lo alcancé cuando llegó a la puerta principal. Alcanzó la
manija, pero la puerta se abrió antes de que hiciera contacto. Bayla estaba
de pie al otro lado y jadeó cuando lo vio.

Pasó por delante sin decir una palabra y se dirigió hacia las escaleras
que conducían a la suite principal. Su oscura mirada aterrizó en mí, pesada
y acusatoria.

—¿Qué le pasó?

Tuve que moverla físicamente de mi camino para entrar a la casa. Era


mucho más baja que yo, pero era fuerte y robusta. Agarró mi codo y me dio
la vuelta para forzarme a verla una vez que crucé el umbral.
151

»No sé cuál es su trato contigo, pero lo estás lastimando. No peleaba


hasta que te fuiste, y ahora que estás de vuelta, viene a casa dañado y
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ensangrentado. Lo estás arruinando.


Me liberé de ella y puse mis manos en mis caderas. Si Nassir no hubiera
estado herido y necesitando de mí, me habría lanzado con ella. No tenía
miedo de hacer un punto con un puño bien colocado en el rostro, pero tenía
asuntos más urgentes que atender que una ama de llaves celosa.

—Estaba arruinado mucho antes de que yo entrara en la foto, señora.


De hecho, soy la única que ha tenido una oportunidad de arreglarlo.
Mantente fuera de mi camino y ocúpate de tus propios asuntos. Cuando
decidí volver a casa, no fue solo regresar a un lugar, fue regresar a él. Él es
mi hogar, y eso significa que destruiré a cualquiera o cualquier cosa que se
meta con eso.

La otra mujer se puso rígida y lanzó hacia atrás su larga caída de oscuro
cabello. Se estaba preparando para una pelea, pero no le di la oportunidad
de empezar. Levanté una mano y me incliné más cerca de modo que
estábamos casi nariz a nariz mientras le gruñía en voz baja:

»Si quieres mantener tu lugar en su casa, entonces aprende tu nuevo


lugar. La historia entre nosotros dos es lo suficientemente pesada para
aplastar a cualquiera que se meta debajo. Hizo espacio para ti en su casa,
pero soy la única para la que ha hecho espacio en su vida. ¿Entiendes?

Fue propietario y posesivo. Se sintió bien decirlo. Había estado tan


preocupada por ser suya que nunca me detuve a considerar lo increíble
que se sentiría que fuera mío.

Arqueó una alada ceja negra y su boca se tensó en un fruncimiento.

—Estás diciendo que, si se trata de ti o de mí, te escogerá.

—Toda la razón. Ahora, discúlpame, tengo que ir a recomponerlo.

Me miró caminar hacia las escaleras que llevaban a Nassir, y dijo algo
en un idioma extranjero cuando salió por la puerta principal. Uno de estos
152

días tendría que preguntarle a Nassir qué decía y en qué idioma lo decía.
Cuando llegué a su habitación no me sorprendió ver que todo el espacio
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estaba decorado en negro, e incluso en la habitación con paredes de


madera todavía se las arregló para ser moderno y elegante. Su
ensangrentada camisa fue lanzada descuidadamente sobre la cama junto
a sus pantalones. Escuché el agua correr en el baño y seguí el sonido.

La habitación estaba húmeda y podía ver la dorada silueta de su


poderoso cuerpo detrás del cristal rodeando la ducha. Me di la vuelta para
mirarme en el espejo sobre los lavabos dobles y me encogí ante la vista que
me saludó. Me veía como una mujer salvaje. Rayas de tierra y sangre corrían
por mis mejillas y mi brillante cabello estaba parado por todo el lugar en la
parte superior de mi cabeza. El maquillaje negro de ojos manchó debajo de
cada ojo, lo que me hacía parecer un mapache y tenía manchas gemelas
de rosa fuerte en cada mejilla de adrenalina y estrés. Parecía que The Point
me había masticado y escupido.

Me di la vuelta y me apoyé contra la fría encimera de mármol del


tocador cuando el agua se cerró y Nassir salió. Nunca pensé que pudiera
verse más elegante de lo que lo hacía en sus sofisticados trajes, pero
totalmente desnudo, era algo para contemplar La elegancia todavía
estaba ahí, pero estaba enterrada bajo la tostada piel extendida sobre
músculo duro, y escondida detrás de varias cicatrices y marcas. Se veía
poderoso y fuerte, a pesar de que estaba obviamente pálido bajo su oscura
tez.

Envolvió una toalla negra alrededor de su cintura y asintió hacia la


ducha.

—Puedes limpiarte si quieres. Necesito que me ayudes a cerrar esta


herida en mi cabeza.

Me estremecí y miré sus brillantes y húmedos candados. Pesado con


agua, su cabello tocaba sus hombros y parecía satén negro.

—Grosero.

Se rio secamente.
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—Estás sucia y necesitas limpiarte antes de llevarte a la cama.


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Le resoplé y me quité de la encimera.


—Tienes una conmoción y una herida en la cabeza. ¿De verdad crees
que tendré sexo contigo cuando estás reventado?

Jadeé cuando extendió su brazo y agarró el frente de mi blusa para


tirarme hacia él. Tiró de mí de manera que nuestros pechos se estaban
tocando y luego empezó a sacar la blusa de mis pantalones para poder
forzar la tela por encima de mi cabeza.

—¿Crees que tienes elección? Te dije que una vez que pusiera mis
manos en ti, no se quitarían.

Fruncí el ceño y retrocedí un poco cuando con destreza abrió el cierre


de mi sujetador y movió sus dedos al botón de mis pantalones.

—Estás herido, Nassir. No iré a ningún lugar. El sexo puede esperar hasta
que los dos podamos disfrutarlo. —Salió de mis pantalones cuando se
reunieron alrededor de mis tobillos y sus ojos recuperaron algo de su usual
fuego cuando vio que no había estado usando nada debajo de la muy
ajustada tela.

—Entra a la ducha, Key. —Decidiendo que era el mejor curso de acción


para evitar más discusiones, entré al opulento recinto de cristal y me di una
rápida fregada. Cuando salí, me entregó una esponjosa bata que era seis
tallas más grande, pero inmediatamente me envolvió en suavidad y
comodidad cuando me deslicé en ella.

Tenía una caja negra abierta en el tocador y estaba hurgando en ella.


Un par de pinzas con sangre en ellas estaban colocadas junto al lavabo y
tenía un vendaje blanco pegado alrededor de la herida en el costado de
su cuello. Tenía varias pequeñas cortadas en sus mejillas y en su frente, que
parecía que había entrado en una pelea con la navaja mientras se afeitaba
y la navaja había ganado.

—Jesús. Estás haciendo tu propio triaje.


154

—Tenía unos cuantos pedazos de vidrio en mi rostro que no podía sacar


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con mis dedos. No puedo ver la parte superior de mi cabeza, así que
necesito que pongas una o dos puntadas para mantener cerrada la
cortada.

Retrocedí automáticamente ante la brutalidad de ello.

—Tienen a estas personas llamadas médicos que van a la escuela y


aprender a hacer eso.

—Un médico querría afeitarme el cabello alrededor de la herida. No


gracias. Es simple, como poner un botón en una camisa.

Hice una mueca mientras me entregaba una aguja curvada que


parecía algo sacado de una película de terror y algún tipo de hilo brillante.

—¿Te saltaste el hospital debido a tu vanidad? Dame un descanso,


Nassir.

Se movió para sentarse en el inodoro delante de mí y agachó su


cabeza para que pudiera ver la cortada de 8 centímetros que todavía se
veía realmente ensangrentada y cruda en la parte superior de su cabeza.

—No fui al médico porque es algo de lo que puedo encargarme yo


mismo. No me gustan las manos de otras personas en nada de lo que pueda
encargarme por mi cuenta.

—No gente, hombre testarudo. Un profesional calificado. Estás llevando


ser un loco del control a un nivel completamente nuevo. ¿Tienes algo para
adormecer esto o algo?

Me entregó un par de guantes de látex y puso sus codos en sus rodillas


mientras se encorvaba.

—No. Solo acaba con eso. —Me miró desde debajo de sus espesas
cejas y me dijo—: Nunca tuve control antes de tomarlo por mi cuenta. Casi
morí por conseguirlo, así que ahora soy protector sobre mantenerlo. Al igual
155

que nunca tuve una razón real para luchar por algo hasta ti. Quería que
permanecieras inocente para siempre, aunque sabía que no podías.
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Mordí mi labio tan fuerte que pensé podría romper la piel. Enhebré la
aguja y la sostuve en mi mano y solo miré la parte superior de su cabeza por
otros minutos. Vi sus hombros subir y bajar mientras esperaba impaciente-
mente a que comenzara.

—Necesito que me ayudes aquí, Key. ¿Sabes lo difícil que es para mí


pedir ayudar a alguien?

—No quiero hacerte daño. —Realmente no, pero tampoco me podía


negar a su petición de ayuda.

—Estás aquí. Estoy aquí. Te llevaré a la cama tan pronto como me


recompongas. No siento dolor.

Me reí un poco y me puse entre sus rodillas y apoyé una mano en su


sedoso cabello.

—Eres un mentiroso.

—Lo soy… no cambia el hecho de que me estoy sintiendo muy bien


ahoraaa… —Se interrumpió y siseó la última palabra cuando pinché el
extremo de la aguja en un lado de la rebanada y la saqué por el otro—.
Santa mierda, eso arde. —El sonido que la aguja hacía al deslizarse por su
piel tenía mi estómago apretándose y mis manos temblando. No respondí.
Estaba usando cada pizca de concentración que tenía para poner una fila
de pequeñas y precisas puntadas negras. Era difícil de ver ya que el hilo era
del mismo color que su cabello, pero de alguna manera me las arreglé, y en
unos pocos minutos la herida tenía cuatro pequeños nudos que la
mantenían cerrada, a pesar de que todavía parecía muy caliente y roja.

—¡Listo! —Me quité los guantes y coloqué la aguja e hijo abajo junto al
lavabo. Chillé cuando sus manos estaban de repente bajo el fondo de la
bata y rozando la parte de atrás de mis piernas.
156

—Gracias. —Su rostro se movió hacia adelante y sus caderas me


golpearon en el centro del pecho donde la bata se abrió. Sus manos
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apretaron mis nalgas y su lengua se lanzó hacia afuera para lamer la suave
superficie de mi herida de bala. —Mi cabeza duele. —Su voz estaba débil y
cansada. Froté mis dedos debajo de su cabello mojado en la base de su
cuello. Movió su rostro y usó la punta de su nariz para empujar fuera de su
camino la pesada tela cubriendo mis pechos. Mi columna se puso rígida
cuando mi pezón fue de repente succionado en el calor de su boca.

—¿Nassir? —Fue en parte pregunta y en parte súplica. Sabía que una


vez que sus manos estuvieran sobre mí, nunca habría una manera de que
pudiera vivir sin su toque. Se sentía como si estuviera creando algo en mi piel
con cada roce de sus dedos y presión de húmeda boca sobre mi piel.

—Tengo que tocarte, Key. Tengo que tenerte. Todo se volvió negro
cuando estuve colgando ahí atrapado y el mundo estaba al revés, y todo
lo que podía pensar era “no puedo jodidamente morir sin tocarla, sin saber
cómo se siente”. Toda la horrible mierda que he visto y hecho, y ese sería mi
único pesar.

Tiró del cinturón de la bata y el pesado material cayó, dejando mi


frente desnudo a su derretida mirada ámbar. Inhaló una audible respiración
y dolor destelló por su rostro, pero solo por un segundo porque se movió para
besarme en el centro de mi pecho y luego usó su lengua para arrastrar un
húmedo camino hacia mi otro pezón. Una vez que llegó a él, sus dientes
rasparon a través de la endurecida punta y mis ojos bizquearon.

—Puedes tenerme, pero ¿por qué no esperamos hasta que no estés


herido?

Suspiró irregularmente contra la piel que había dejado húmeda y


excitada.

—He pasado toda mi vida herido. Al escuchar que puedo tenerte, que
eres mía, es la primera vez que el dolor se ha detenido. No tienes idea de las
batallas que he luchado para estar aquí esperando a que estés lista para
mí, Keelyn. Lo único que me alejaría de ti ahora es el final.
157

¿Cómo se supone que una chica debería decir no a eso?


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Una irónica sonrisa torció mis labios cuando sentí su polla estirarse y
contraerse bajo la tela de la toalla manteniéndome alejada de su erección.
—Solo tenemos que tomarlo con calma, ¿de acuerdo? —Me vi
obligada a dar un paso atrás mientras se ponía fluidamente de pie delante
de mí, empujando mi bata prestada por el resto del camino fuera de mí
mientras iba. Su boca tocó la mía y el deseo me golpeó como un puñetazo
en el estómago, y sus manos se envolvieron alrededor de mi cintura y tiró de
mí contra él, así que podía sentir cada dura y necesitada línea de su cuerpo
llamando al mío.

—¿Cuándo ha sido con calma entre nosotros?

Tenía un punto, pero eso no me detuvo de permitirle que me llevara a


su dormitorio y directo hacia la gran cama justo en el centro de este.

158
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M
i cabeza se sentía como si fuera a explotar. El puñado de
Tylenol que había tragado antes de mi ducha no estaba
haciendo nada para detener las palpitaciones y el dolor que
estaba golpeando tan constante como un tambor detrás de mis ojos y en
mis orejas. El hecho de que mi corazón estuviera tan estruendoso, y mi polla
estuviera tan dura que dolía porque tenía a una Keelyn muy desnuda frente
a mí, no estaba ayudando a mi nivel de comodidad para nada. Me obligué
a enfocarme en toda esa piel suave, en esos altos y coquetos pechos con
sus pezones perfectamente rosados, en aquellas largas piernas, tonificadas
y elegantes de bailarina, en esos mechones salvajes de cabello rojo, y en la
forma en que sus ojos grises se suavizaban y oscurecían como una nube de
tormenta mientras me miraba.

Sabía que si ella veía o sentía cualquier incomodidad que me estaba


obligando a retroceder ante los años de deseo que tenía por ella, pondría
fin a todas las cosas que quería hacerle, e incluso si eso era probablemente
la cosa más inteligente para hacer, no era la opción menos dolorosa. Había
querido hacerla mía desde el comienzo. Ahora que estaba aquí, ahora que
se había rendido no podía perder más tiempo. Incluso si sentía como si fuera
a desmayarme si me movía demasiado rápido o si giraba mi cabeza en el
sentido contrario.
159

La parte de atrás de sus rodillas golpeó en la cama y seguí moviéndome


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hasta que estuvo en su espalda y pude trepar sobre ella. Quería dominarla.
Quería hacerla mía. Quería poseerla. Pero cuando doblé la cabeza para
reclamar esa boca atrevida, mi visión periférica se volvió borrosa y algo que
se sentía como un atizador caliente atravesó mi cabeza. Gemí antes de que
pudiera hacer contacto con sus dulces labios y tuve que rodar a mi espalda
para hacer que la habitación dejara de girar.

Una de sus pequeñas manos se acercó y aterrizó en mi pecho justo


donde mi corazón estaba tratando de escapar y comerla viva con toda el
hambre por ella que había estado crujiendo en su interior por años.

—Te dije que no iré a ninguna parte. —Sonaba tan tranquila y calmada,
mientras sentía como un fuego salvaje de dolor y deseo ardía
incontrolablemente dentro de mí.

Condenadamente correcto, no iría a ninguna parte, y no había


manera en el infierno en que un pequeño dolor de cabeza y algunos cortes
o moretones iban a detenerme de conseguir finalmente lo que quería de
ella. Todo.

En mi espalda, el mundo parecía menos borroso y algo de la presión


dentro de mi cráneo se sintió como si se hubiera aflojada. Agarré su muñeca
y la jalé hasta que se arrodilló y se montó a horcajadas sobre mi cuerpo.
Todavía tenía una toalla envuelta alrededor de mis caderas, pero estaba
haciendo poco para contener mi polla. La otra parte de mí que había
estado anhelando a esta mujer por años, estaba tan impaciente y lista para
tener su oportunidad con ella como mi palpitante corazón lo estaba.
Probablemente más, si la forma en que señalaba hacia arriba como si
estuviera estirándose solo para rozar su trasero desnudo fuera una
indicación.

Deslicé mi mano sobre la curva de sus costillas. Froté mi palma sobre la


superficie de sus pechos llenos y me detuve a trabajar sus pezones en
pequeños picos rígidos. Gimió un poco y me estiré para agarrar la parte de
atrás de su cuello, así podía arrastrarla sobre mí. Sus labios tocaron los míos
160

ligeramente, y afortunadamente, la habitación se quedó quieta. Mi cabeza


aún gritaba y mi hombro no estaba feliz con todo el tira y aloja, pero su
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lengua se introdujo entre mis labios y tocó la mía, y cualquier queja que
pueda tener se había ahogado bajo su toque. Ahora que podía tocarla de
nuevo, sentía como si no tuviera suficientes manos para poner en todas las
partes que quería tocarla.

Quería tocar su mejilla y envolver mis dedos en su loco cabello rojo.


Quería jugar con sus pechos, probar el peso de cada uno de ellos, y hacer
que sus pezones se fruncieran y rogaran por mí. Quería acariciar el interior
de su muslo y explorar esa sexy curva que dirigía a los lugares en su cuerpo
que más deseaba. Quería poner mis manos justo contra su centro húmedo
y acariciarla, excitarla, toquetearla, hasta que gritara mi nombre y se
corriera con mis dedos como me había obligado a hacer en mi oficina. Era
como si se me hubiera dado todo lo que pedí en un instante y mi cabeza
estaba girando, intentando imaginar cómo conseguir toda esa recompensa
de una vez.

»Besas mejor que la mayoría de los jodidos hombres. —Su voz estaba
ronca y contenía una nota de humor en ella. Podría no haber estado en mi
máximo, pero ella seguía excitada. Podía sentir donde estaba húmeda y
caliente entre sus piernas donde estaba encaramada sobre mi abdomen
apretado, y decidí que mientras tocar era agradable, probarla sería incluso
mejor. La bese nuevamente, esta vez con una mordida, y moví mis manos a
la curva de sus caderas de manera que pudiera comenzar a moverla sobre
mi cuerpo.

Se apartó con los ojos muy abiertos y no discutió mientras la ayudaba


a deslizarse más arriba de la cama y la acercaba a mi rostro.

—Hago todo mejor. —No estaba presumiendo. Era la simple verdad.


Con ella nunca podría haber algo mejor, porque esta cosa entre nosotros
era lo mejor que habría jamás.

Cuando sus rodillas alcanzaron mi cabeza y se había posicionado sobre


mi rostro, me volví y la besé en la parte interior de su muslo. Se sonrojó en un
bonito rosa y pude ver que su cuerpo ya estaba resbaladizo y preparado.
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Su rubor viajó hasta sus lugares más íntimos y me hizo sonreír contra su suave
piel. Sentí a sus muslos estremecerse y me miró con una mezcla de inquietud
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y anticipación. Le sonreí mientras enrollaba mis manos alrededor de sus


piernas.
—No hay forma de que pueda llegar a ti de la forma que quiero sin que
pierda el conocimiento, así que vas a tener que traer la mercancía hacia
mí. —Iba a enterrar mi rostro entre sus piernas hasta que estemos estúpidos
de lujuria.

—No creo que sea tan buena idea. —Sus palabras decían una cosa,
pero cuando arrastré una mano entre nosotros, de manera que pudiera
separar sus pliegues resbaladizos para llegar a su clítoris, se estremeció sobre
mí y una de sus manos aterrizó en la parte superior de mi cabeza. Me
estremecí porque enterró sus uñas en la herida que acababa de coser e
inmediatamente las quitó—. ¡Ves! —gritó las palabras, más porque había
terminado de hablar y usé mi lengua para atacarla que porque realmente
estaba molesta o preocupada sobre mi bienestar.

Sabía como cada sueño que había tenido. Era cálida y cremosa. Era
suave y flexible. Era picante y dulce al mismo tiempo. Era codiciosa, pero
con cada tirón de su cuerpo alrededor de mi lengua mientras la lamía,
murmuró mi nombre e intentó de asegurarse que no estaba haciéndome
daño o poniendo demasiado de su peso en mí mientras la devoraba.

Giré mi lengua alrededor de su abertura, dejándola bailar dentro de


ella, y dejó que su sabor y excitación me cubrieran. Su cuerpo comenzó a
moverse sobre mí. Su espalda se arqueó y sus manos se movieron sobre su
pecho, así que cambié las tácticas y atrapé su pequeño punto de placer
entre mis dientes y jalé… fuerte. Se levantó casi por completo, pero su
cambio de posición me dio el permiso que necesitaba para finalmente
poner mis manos en todas sus partes calientes y necesitadas.

Metí dos dedos en su calor húmedo, e inmediatamente sus paredes


internas comenzaron a aferrarse y jalar de ellos. Seguí mordisqueando su
clítoris y girándolo una y otra vez con la punta de mi lengua mientras
realmente comenzaba a moverse y montaba mi rostro fervientemente. Sus
ojos estaban cerrados. Su boca estaba solo un poco abierta, y podía ver su
162

pecho subir y bajar al mismo tiempo que cada giro y arrastre de mi toque.
Tenía sus manos en sus pechos y tenía sus pezones aferrados entre sus dedos
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en un apretón que parecía casi doloroso. Toda su piel estaba rosada, y


cuando sus ojos se abrieron y me miró, pude ver que estaba allí y ocurría
ahora mismo, antes de que me dijera:

—No eres solo mejor, eres el mejor.

Era agradable de escuchar, dado que básicamente era un inválido


intentando liberarla con tan poco esfuerzo como sea posible. No es como
imaginé finalmente conquistar a esta mujer, pero la tomaría de cualquier
forma que pudiera.

Su liberación se precipitó por mi mano y dentro de mi boca. Delicadas


palpitaciones ordeñaron mis dedos mientras seguían tocándola por dentro.
Cayó hacia adelante en sus manos sobre la parte superior de mi cabeza y
jadeó respiraciones entrecortadas mientras estrujaba hasta la última gota
de placer que podía de su perfecto cuerpo. Cuando terminó, saqué mi
mano de entre sus piernas y la levanté para dejar una bofetada pulsante en
la mejilla de su trasero. Se levantó y regresó a su posición inicial, donde
estaba sentada alrededor de mis abdominales. No podía no tocarla ahora
que tenía la oportunidad, así que alcancé su espalda y comencé a correr
mis manos arriba y abajo a ambos lados de su columna. Sus ojos todavía
estaban nublados de deseo y satisfacción mientras me miraba.

Le sonreí.

—Ves. Ambos sobrevivimos. No hay problema. —A veces uno tiene que


perder una batalla para finalmente ganar la guerra.

Entrecerró sus ojos y se estiro hacia atrás y envolvió su mano alrededor


de mi insistente erección que era toda para ella. Se iban a bizquear por un
segundo. Frotó el eje de arriba a abajo y extendió la gota de humedad que
se filtró de la punta alrededor de la cónica cabeza. Los músculos de mi
estómago se tensaron y mis manos comenzaron a jalarla en lugar de
calmarla.
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—Dices eso, pero puedo ver las líneas de dolor alrededor de tus ojos y
deberías estar sonriendo porque acabo de decirte que eres el mejor que he
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tenido, y todavía luces como si quisieras vomitar. —Su mano se apretó


alrededor de la base de mi polla, lo que hizo que mis caderas se levantaran
y maldijera porque hizo que el dolor se disparara rápido y fuerte a través de
toda mi cabeza. Me chasqueó la lengua—. Solo quédate ahí. Quédate
quieto y permíteme cuidarte y luego podemos retomar esto cuando te
sientas mejor.

Oh, demonios no. No iba a llegar tan lejos, tengo su sabor dentro de mi
boca y sus manos en mi polla, y no entraré en ella. Si coloca su boca en
cualquier lugar cerca de esa dolorosa erección iba a terminar en un
segundo y no iba a poder reclamarla como mía. No iba a estar un segundo
más sin tenerla.

Tomó un poco de esfuerzo y realmente tuve que luchar contra las


náuseas y la oscuridad cuando me enderecé y la agarré de sus caderas. No
había más juegos preliminares. No había nada de mi delicadeza habitual.
No hubo ninguna de las habilidades que acababa de presumir, mientras la
llevaba hacía mí para que estuviéramos sentados en el borde la cama,
pelvis con pelvis. Intentó protestar. Me dijo que esperara, pero ignoré todo,
incluso la forma en que su hermoso rostro se nubló en dos mientras la
atravesaba con mi expectante erección.

Estaba tan lista para esto. Ardía a mi alrededor, y mi polla no podía


estar más feliz de estar atrapada en la sofocante prisión de su cuerpo.

Necesitaba disculparme por ser tan barbárico, pero no podía hablar,


no podía pensar, no podía hacer nada más que agarrar su trasero e instarla
a que se moviera. Al principio estaba reticente. Apenas se levantó de mí,
pero fue suficiente para que sus músculos internos se relajaran a mi alrededor
y comenzara a palpitar. Gemí su nombre y apreté su piel. Dejó caer su
cabeza hacia adelante en la curva de mi cuello y comenzó a lamer y
succionar el tendón que estaba tenso y estirado allí. Si era posible, su ligero
toque me hizo crecer aún más grueso y más duro dentro de ella.

Comenzó a moverse. Solo un ligero balanceo de sus caderas, un


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pequeño movimiento sexy que no debería ser suficiente para ninguno de


nosotros, pero sentí que el placer comenzaba a enrollarse firmemente en la
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base de mi columna. Siempre había imaginado que cuando llegara a mí,


cuando la tuviera, sería explosivo y volátil, como el resto de nuestra relación
siempre fue. Nunca, ni en un millón de años, habría imaginado que iba a
hacerme tan suyo como ella era mía, con suaves atenciones y sexo tan
suave y dulce que se sentía como si ni siquiera fuera real. Era más de lo que
merecía.

La insté a que se moviera más rápido con manos codiciosas, pero se


resistió. Movió su boca hacia la mía y me besó con todo lo que estaba
sintiendo. Había deseo allí, pero también había miedo y molestia. Había
suavidad, pero más que eso, estaba la dureza de que iba a tener que
poseer a fin de estar conmigo. Nos besamos, y nos besamos, y nos volvimos
a besar. Nos besamos hasta que comenzó a molerse en mí un poco más
fuerte y comenzó a frotar su pecho contra el mío. Nos besamos hasta que
ninguno de los dos podía respirar. Nos besamos hasta que supe que no iba
a durar más porque sentía que mis bolas se endurecían y mi corazón
comenzaba a perder ritmo.

Como la había tomado con cero delicadezas, sabía que no estaba tan
cerca del borde como yo, así que para ponerla al día volví a poner mis
dedos entre sus piernas donde estábamos unidos y presioné su clítoris con la
yema de mi pulgar. Hizo un ruido de sorpresa en su garganta, y
definitivamente agregó un poco de velocidad a sus golpes y movimientos,
cuando comencé a frotar con fuerza pequeños círculos alrededor de ese
pequeño botón caliente. Una de sus manos se enredó en mi cabello y la
otra descansaba contra mi mejilla. Era la conexión más íntima que había
tenido alguna vez con otro ser humano en toda mi vida, y cuando me sonrió,
había terminado. La atraje hacia mí y rodé para que estuviera debajo mío.

Me introduje en ella como una persona salvaje. La monte fuerte y


rápido hasta que sentí sus uñas clavarse en mi piel y mi cuerpo comenzó a
romperse a mi alrededor. La habitación estaba girando. Las cosas
comenzaban a aparecer y desaparecer a mi alrededor, pero ella llegó en
ráfagas candentes y gritó mi nombre mientras me desplomaba sobre ella y
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seguía su ejemplo. Mi cuerpo se sentía exprimido. Mi alma se sentía como si


hubiera sido completamente limpiada con lejía. Mi corazón se sentía como
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si finalmente hubiera sido recompensado por esperar y mi mente estaba tan


llena de certeza y satisfacción que, por una vez, no había lugar en ella para
todas las cosas que había hecho, todas las cosas que haría.

Envolvió sus brazos alrededor de mis hombros y susurró en mi oreja:

—¿Estás vivo?

La verdad era que no había estado vivo hasta este mismo instante.

—Sip. —Rodé para quitarme de ella y hasta quedar en mi espalda con


un gemido. Sentí bien el cerrar mis ojos. Sentí su cambio en la cama junto a
mí—. ¿Qué hay de ti?

Resopló y me obligué a abrir un ojo para mirarla mientras se ponía de


pie y me miraba con censura.

—Estoy genial, salvo el hecho de que acabamos de tener el mejor sexo


del mundo sin tomar ninguna precaución. Ese es un movimiento de
principiante por ambas partes, Nassir. —Suspiré y agarré su brazo, la jalé así
que estaba en el lado opuesto de la cama del lugar donde la obvia
humedad que dejamos debía estar.

—Estás tomando la píldora. Estoy limpio. Estás limpia. Todo está bien.
Además, cuando dije que nada se interpondría entre nosotros, eso incluye
el látex.

Cerré mis ojos otra vez mientras comenzaba a gritar indignada junto a
mí.

—¿Cómo sabes que estoy tomando la píldora y que estoy limpia?

Suspiré y sujeté un brazo alrededor de ella mientras intentaba escapar


de mí. Debería saberlo mejor que nadie. Nunca volveré a dejarla ir a
ninguna parte.

—Sé todo lo que hay que saber sobre ti, Key. Eres lo único que siempre
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me ha importado, así que me aseguré que estuvieras a salvo. El cómo, no


importa. El por qué, sí.
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No le gustó mi respuesta, pero dejó de luchar para ser liberada.


—No soy una propiedad, Nassir.

Pasé una mano sobre su cabello y curvé los dedos en la parte de atrás
de su cuello.

—Lo vales todo, eso significa que no dejo nada al azar cuando se trata
de ti.

Su respiración era cálida y ligera al lado de mi cuello cuando


finalmente se acomodó a mi lado.

—Ya no puedes hacer eso. Estamos juntos en esto. Estoy en tu negocio,


en tu casa y en tu cama. Estoy justo en el centro de tu mundo ahora, Nassir.
Tienes que hablar conmigo y preguntarme lo que quiero y lo que creo que
es lo mejor. Lo que no puedes hacer es controlarme. Si intentas encerrarme
en una jaula, esta frágil cosa que tenemos se hará añicos cuando me
golpee contra los barrotes tratando de liberarme.

Nunca pude controlarla, y ese es el por qué era perfecta para mí. Había
pasado demasiado tiempo estando bajo el pulgar de otras personas. Su
feroz independencia y su sed por estar libre de cualquier restricción llamaba
a la parte de mí que había sido aplastada y destruida mientras era
arrastrado como una marioneta asesina suspendida por cuerdas ensangren-
tadas.

—No estás en mi mundo, Key, eres el centro de él. Siempre lo has sido.
Eso significa que quiero cuidarte, no controlarte, pero mis métodos en todo
son extremos. No sé cómo hacerlo de otra manera. Ahora, ¿podemos
disfrutar del hecho de que esperamos años y años para follar y fue todo lo
que se suponía que sería, si no más? Pero ahora mismo, necesito descansar
por unos minutos. Mis orejas están zumbando tan fuerte que apenas puedo
escucharte.

El dolor no era realmente tan malo, pero mis palabras consiguieron


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callarla, y antes de saberlo, su respiración rítmica y su suave peso contra mi


costado, me tenía en problemas, más allá de todos mis dolores y molestias,
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en sueños también.
Me desperté a la mañana siguiente con Key extendida sobre mí. Quiero
decir, estaba completamente cubriéndome, y su cabello estaba todo sobre
mi rostro. Tenía una rodilla entre mis piernas y mi erección matutina no podía
estar más feliz ante la situación; lamentablemente, mi teléfono estaba
vibrando en algún lugar en el piso de madera en mis pantalones, donde
habían sido descuidadamente lanzados fuera de la cama durante mi prisa
para entrar en ella anoche.

Odiaba molestarla, pero el ruido del teléfono contra la dura superficie


me estaba volviendo loco, así que me la quité de encima tan suavemente
como pude, y sentí que algo dentro de mi pecho se apretaba cuando se
quejó y me buscó en sus sueños. Un mohín frunció sus labios y un pequeño
ceño fruncido cruzó entre sus cejas, y me hizo sonreír. Incluso dormida, tenía
ganas de pelear.

Fruncí el ceño cuando vi el número de Race en el teléfono y me puse


un par de pantalones sueltos de algodón mientras me dirigía hacia la sala
de estar.

—¿Qué? —Éramos socios de negocios, pero eso no significaba que


realmente teníamos el tipo de relación laboral donde comprobábamos al
otro. Al menos no lo habíamos hecho antes. Apreciaba la inteligencia del
chico y su disposición a ensuciarse las manos después de que Novak cayó,
pero era demasiado astuto y demasiado listo para que realmente confiara
en él.

—Dile a tu perro guardián que me deje entrar. —Sonaba tan molesto


como me sentía por recibir una llamada temprano. No me molesté en
responder, pero llamé a los guardias y les dije que lo dejaran entrar. En
cuestión de minutos, el hombrecito rubio pasaba por la puerta principal sin
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molestarse en tocar.
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—¿No cierras la puerta de enfrente?, ¿Tienes a alguien molestando en
tu nuevo club y alguien intentando sacarte del camino, y dejas tu fortaleza
desprotegida?

Mi cabeza aún dolía, pero era más un latido sordo que los cortes
afilados de dolor de ayer. Sentía que las suturas picaban y apretaban en mi
cuero cabelludo y mi hombro, y la parte superior de mi pecho estaba de un
maravilloso tono púrpura, donde el cinturón de seguridad me había
mantenido en el auto en el momento del impacto. Ignoré a Race y me dirigí
a la cocina para conseguir una botella de agua y tal vez algo para
desayunar. Me siguió aún luciendo molesto.

Bebí toda la botella y puse mis manos en la isla y lo miré fijamente.

—¿Qué haces aquí, Race?

Adoptó una postura similar en el lado opuesto de la isla y me encontró


con la mirada.

—Quiero saber qué vas a hacer con la persona molestando en el club.


Ni siquiera ha estado abierto por dos semanas y ya estás perdiendo dinero.

—Estamos perdiendo dinero.

Race asintió.

—Exactamente. Por mucho que me moleste admitirlo, estamos en esto


juntos, Nassir. Si las cosas se ponen feas, necesito saber, y quizás pueda
ayudar a detener la caída. Si fallas, yo fallo, y si fallo, esta ciudad falla, y no
permitiré que eso suceda.

Levanté una mano y la froté en la parte de atrás de mi cuello para ver


si podía liberar algo de la tensión allí.

—Estoy seguro de que Chuck te dijo sobre las cosas que están
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ocurriendo en el club, pero ¿cómo supiste sobre el accidente de auto de


anoche?
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Resopló y levantó sus cejas doradas hasta la línea del cabello.


—Todos los policías estaban hablando sobre el Bentley completamente
destrozado y de cómo lucías golpeado como mierda de perro, pero te
rehusaste a recibir tratamiento médico. Titus escuchó y se lo mencionó a
Reeve. Reeve se lo dijo a Booker, y como no puedo mantener a Karsen lejos
de ese tipo, no importa cuanto lo intente, lo escuchó y me lo dijo. Lo que me
molesta. Debería haberlo escuchado de ti, idiota.

Karsen era la hermana pequeña de la novia de Race. Tenía diecisiete,


pero parecía de treinta. Se había llevado a ambas, les construyó un castillo
impenetrable justo en el centro de The Point, y estaba haciendo lo imposible
por evitar que la adolescente consiga un corazón roto del rudo ex convicto
que pusimos a cargo de la seguridad en el club de strippers. La pequeña
cosa bonita tenía un enamoramiento por el hombre con cicatrices al que
no parecía renunciar a pesar de que Race hacía todo lo que estaba en su
poder para aplastarlo.

—Eché a una pareja del club y la esposa se ofendió. El Bentley está


peor que yo, y todo lo que quería hacer después del accidente era venir a
casa y limpiarme. Estaba durmiendo cuando llamaste, pero me hubiera
comunicado contigo cuando me levantara y avanzara el día.

Parecía escéptico, pero relajó algo de la tensión en su postura.

—No tengo tiempo ni paciencia para encontrar un nuevo socio —dijo


en broma, pero debajo de su encanto, pude ver que realmente estaba
preocupado por mí. No estaba seguro de cómo me sentía al respecto.

—Voy sobre cada centímetro de vigilancia que puedo encontrar en el


club. No sé cómo se está escapando con todos estos pequeños actos de
sabotaje, pero lo averiguaré. —No compartí mi sensación de que todo se
sentía como algún tipo de venganza juvenil retorcida por algún motivo.

—Tiene que ser alguien de adentro. Uno de los miembros del club o uno
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de los nuevos empleados.

Asentí ligeramente en acuerdo.


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—Sip. Pero revisé los antecedentes de todos y no apareció nada.


Inclinó la cabeza hacia un lado.

—¿Quieres que haga que Stark profundice un poco más? Su tiempo no


es barato, pero si hay algo oculto en algún lugar, lo encontrará.

Sabía que lo haría. El hacker informático era el que había localizado a


Key en Denver por mí, luego de que Titus se negó a ayudarme a identificar
su ubicación exacta. Stark lucía como un motociclista o un luchador de
jaulas profesional, pero en realidad era solo un nerd de computadoras
musculoso y muy tatuado. Había terminado en mi lista de pagos más de una
vez.

—Síp. Podría ser un buen lugar para comenzar. Tal vez pueda encontrar
algún tipo de conexión que me perdí. —Me levanté de la encimera y me
giré hacia la nevera. Mi estómago gruñó, haciéndome saber que un hombre
no podía vivir solo con agua y sexo alucinante—. ¿Quieres algo para comer?

Race sacudió su cabeza.

—No. Recogeré a las chicas y las llevaré a ver un par de universidades


fuera de la ciudad. Karsen se gradúa a fines del año escolar y la quiero fuera
de este infierno. Quiero que tenga la oportunidad de una vida normal.

Ahora fue mi turno para sacudir la cabeza.

—¿Realmente crees que va a dejar The Point? Su hermana está aquí.


Su vida está aquí… —terminé y me entrecerró los ojos hasta que no eran
nada más que ranuras verdes.

—Booker está aquí.

Me encogí de hombros.

—Ha tenido sus ojos en él por mucho tiempo.

—Es demasiado viejo para ella. Es demasiado duro para ella. Está
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demasiado metido en esta vida para ella. Está demasiado jodido para ella.
Está demasiado… todo para ella. Puede ir a la universidad y conocer a un
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chico agradable que juegue lacrosse o que le gusten las tiras cómicas o
algo así. Merece algo mejor de lo que puede conseguir aquí. Es
suficientemente joven para tener una oportunidad de algo mejor de lo que
le espera aquí.

Saqué una sartén de acero y algo de tocino y huevos y los puse junto
a la estufa. Las palabras de Key acerca de tomar las decisiones por ella
flotaron en mi cabeza.

—Puedes obligarla a irse, pero nunca podrás cambiar su opinión sobre


quién o qué quiere. Si la presionas demasiado, la perderás por completo, y
apuesto a que puedes adivinar a donde se va a dirigir.

Maldijo en voz baja.

—Tiene un poco de tiempo hasta que cumpla dieciocho. Quizás pueda


cambiar su opinión antes de eso.

—¿Qué opina Brooker de esto? —El gran hombre no era exactamente


hablador, y desde que dejé que Reeve se hiciera cargo de las riendas del
club de strippers, apenas veía a alguno de ellos excepto por breves
momentos en que asomaba la cabeza para vigilar el negocio.

—Booker quiere mantener su trabajo y quiere seguir respirando, así que


mantiene su distancia con ella. Pero sabe que tiene una cosa por él, e hizo
todo lo posible para arriesgar su propio cuello al intentar evitar que ese
desgraciado de Roark la lastimara. Es una pesadilla, eso es lo que es.

Sonaba tan parecido a un padre molesto que me hizo reír.

—Es una chica fuerte, y se metió hasta lo más profundo muy joven.
Quizás sabe más sobre lo que le conviene de lo que le das crédito. Estoy
seguro de que cualquier persona responsable por ahí le aconsejaría a Brysen
que no eres exactamente un caballero de brillante armadura y, sin
embargo, la cuidas como si fuera algún tipo de joya preciosa. Nadie va a
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quererla mejor que tú, y eres un criminal, Race. No somos ni mejores ni peores
que Booker. —Eso realmente no era cierto —sabía a ciencia cierta que era
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mucho peor que el ex convicto marcado— pero no tenía que compartir eso
con el hombre que necesitaba para dirigir mi empresa. Ya no confiaba en
mí. No quería que estuviera demasiado asustado de mí y de mi pasado, solo
prudentemente receloso como ya era.

Pensé que quizás necesitaba un recordatorio de que solo porque


éramos hombres malos y hacíamos negocios con hombres malos, no
significaba que no fuéramos capaces de cuidar de lo bueno en nuestras
vidas cuando teníamos nuestras manos sobre ello.

—Lo que sea. No hay nada malo en querer algo más para aquellos que
nos importan. ¿No es por eso que permites que Keelyn huya de ti? Siempre
has estado atrapado por ella, pero le diste una oportunidad para algo más.

Miré sobre su hombro porque escuché movimiento desde el otro lado


de la casa. Era como si la hubiera llamado de su sueño por decir su nombre.
Arrojé el tocino en la sartén así podía alimentarla y llevarla de regreso a la
cama cuando finalmente decidiera hacer una aparición.

—Sabía que no había nada ahí afuera que fuera mejor para ella que
yo. Solo tenía que averiguarlo por ella misma.

Resopló.

—Eres un bastardo arrogante, Gates. Me largo de aquí. Mantenme al


tanto sobre lo que está pasando con el club. Llamaré a Stark y lo haré pasar
por allí y tomará todos los archivos que tienes de los miembros del club y de
los empleados desde Chuck. Estoy contento de que no estés muerto. —Se
giró para dejar la cocina y declaró por encima de su hombro cuando ya no
podía verlo—. Y voy a cerrar con llave tu maldita puerta cuando salga.

Su lugar en la isla fue tomado por una visión mucho más bonita. Estaba
usando una de mis camisas y nada más, y aunque su cabello rojo brillante
estaba todo parado sobre su cabeza como llamas artificiales, aún era la
cosa más hermosa en el mundo.
173

—¿Quieres comer?
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Asintió somnolienta y bostezó. Cuando estiró sus brazos sobre la cabeza,
quería sacar la isla del suelo con mis propias manos para echar un vistazo
de cuan alto subía la camisa por sus piernas.

—¿Cómo está tu cabeza? —Su voz aún estaba llena de sueño e hizo
que mi polla se sacudiera y mi piel se apretara.

—Estaba mejorando hasta que Race comenzó a quejarse sobre las


dificultades y sinsabores de criar una adolescente.

Rio un poco y lo sentí hasta el fondo de mis entrañas. Decidí que quizás
un hombre podía vivir solo de sexo alucinante porque estaba mucho más
hambriento de ella de lo que estaba de comida. Saqué la sartén del fuego
y me dirigí hacia ella.

—Pensé que íbamos a comer.

Le sonreí y me aseguré de que mostraba todos mis dientes.

—Oh, lo haremos. —Después de todo, había estado muriendo de


hambre de ella por años. Ahora era el momento de saciarme.

174
PÁGINA
C
ada cosa sucia que nos habíamos negado el uno al otro
estaba viva en su sonrisa mientras se dirigía hacia mí.
Despojado de su armadura de trapos normalmente elegantes,
y descompuesto en sus partes más básicas, Nassir era mucho más peligroso.
Este era real. El hombre bajo el artificio… era hermoso y feroz. Crudo, abierto,
y completamente sin pulir.

Tal vez eran las cicatrices que generosamente salpicaban cada


centímetro de su pecho expuesto. Tal vez era el extenso lienzo de tinta negra
que cubría su espalda desde la base de su cuello hasta la parte superior de
su perfectamente esculpido culo. Tal vez era la ondulación de músculos
mientras merodeaba hacia mí como un gran depredador fuera de su jaula.
Tal vez era la forma en que sus ojos de color extraño destellaban y explo-
taban hacia mí como brasas calientes. Tal vez era su muy largo cabello y la
forma en que contrastaba con el austero vendaje blanco que aún estaba
pegado en el costado de su cuello. En realidad sabía que todas esas cosas
eran las que hacían a Nassir ser quien era, y tenían mi piel erizada y ansiosa
mezclándose con el sobrante y apacible deseo en mi sangre. Inhalé una
respiración e hice lo que siempre hacía cuando no estaba segura de cómo
manejar todo lo que él estaba lanzando en mi camino.
175

Hui.

Me aparté de la encimera de la cocina y escapé hacia la sala y las


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escaleras que conducían al otro lado de la casa que estaba enfrente de su


habitación. Siempre era pelear o huir con él, no importaba la opción con la
que fuera. La pelea me llevaba a agotarme al tratar de desgastarlo mientras
él permanecía impenetrable, y huir lo llevaba a perseguirme hasta que
estaba atrapada y no tenía a dónde ir. No estaba segura de que realmente
quisiera ganar o alejarme de él en primer lugar, al menos ya no, pero eso no
significaba que lo haría dejar de trabajar para tener alguna parte de mí.

Casi estaba en la parte superior de las escaleras cuando sus manos


aterrizaron en mis caderas y su agarre envió mis rodillas a la dura superficie
de madera. Puse mis manos para evitarme caer hacia adelante, lo que me
dejó sobre mis manos y rodillas delante de él mientras se inclinaba hacia
adelante y enrollaba su mano en mi cabello de color fuego en la parte
posterior de mi cabeza. Fue amable al respecto, y eso hizo que mi estómago
se retorciera y mi respiración saliera volando de mis pulmones.

Sus labios fueron suaves cuando aterrizaron cerca de mi mejilla mientras


me gruñía:

—Siempre iré por ti, Key. No importa lo rápido que corras o lo lejos que
vayas. Siempre estaré detrás de ti.

No estaba segura si era una amenaza o una promesa, pero escucharlo


decir que nunca dejaría de ir por mí fue más que excitante que el hecho de
que trabajó sus manos alrededor de la camisa que había tomado prestada
de su ridículamente enorme armario y rasgó la parte delantera, enviando
los botones rebotando por todo el lugar y navegando hasta el primer piso.

Lo miré por encima de mi hombro con una ceja levantada.

—Eso enfadará a tu perra ama de llaves.

Gruñó una respuesta, tirando de la tela fuera de mí, dejándome


desnuda y susceptible delante de él mientras trabajaba sus manos
alrededor de mi parte delantera, así que cada uno de mis pechos estaba
176

atrapado en sus callosas manos. El áspero roce de su piel por mis sensibles
pezones me hizo arrastrar una aguda respiración y enroscar mis manos
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alrededor del borde del escalón delante de mí. No era la posición más
cómoda para estar, las escaleras eran duras debajo de mis rodillas y estaba
arqueada en un complicado ángulo, pero con él de pie a unos pasos
debajo de mí y mirándome como si fuera a devorarme de una bocanada,
no tenía prisa por pedirle que me dejara.

Apretó cada pecho y movió sus manos así que cada pezón estaba
atrapado entre sus dedos índices y medios. Pellizcó los fruncidos picos con
suficiente fuerza que me hizo inhalar aire entre mis dientes en una mezcla de
placer y dolor que era lo suficientemente fuerte para hacer que mi cabeza
girara. Sus labios aterrizaron en la parte posterior de mi cuello y el raspar de
su incipiente barba por mi piel hizo que mi columna se arquera en respuesta.
Ese era un punto caliente para mí y él estaba aprovechando al máximo el
hecho de que estaba inmóvil y flexible delante de él. Su talentosa lengua
arrastró un húmedo camino hasta el centro de mi columna, lo que me hizo
temblar de placer y gimotear casi en protesta mientras sus manos se ponían
aún más impacientes en mis pechos. Era una línea muy fina entre nosotros y
suficiente para hacerlo doler tan bien, y Nassir la estaba caminando como
un profesional.

Se inclinó hacia adelante de nuevo y sentí que su calor me envolvió. La


camisa que tenía de repente era demasiado y la quería fuera del camino
para poder sentir toda su suave piel y dura complexión presionada en mí.

—Me gusta que te guste esto. —Soltó uno de mis pezones y el repentino
flujo de sangre en el anteriormente atrapado pico hizo que mis ojos se
cerraran. Rozó su pulgar a lo largo de la parte inferior de mi pecho y dejó
que sus dedos bailaran y saltaran por mi agitado estómago hacia mí ya
resbaladizo y deseoso centro.

—¿Sobre mis manos y rodillas? ¿Quién no quiere una chica en esa


posición para ellos? —Quise preguntarlo sarcásticamente, pero dejó de
trazar mi ombligo con su dedo y mis palabras salieron sonando débiles y
susurrantes en su lugar. Solo esa simple y pequeña caricia tenía pasión
destellando candentemente en mi interior. Nunca había experimentado
177

algo así. Mi experiencia sexual era vasta y variada. No había mucho que no
había intentado o estado interesada en un momento u otro, pero nada ni
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nadie se acercó a desatar el tipo de respuesta que este hombre hacía. Era
como si todo mi ser hubiera estado esperando a que él viniera y me mostrara
lo que realmente significaba desear, necesitar.

Me besó en el hombro y rio contra mi piel.

—No, no sobre tus manos y rodillas. No me importa la posición, me


importa el hecho de que no estés tratando de escapar de mí nunca más.
Te quiero atrapada, Key.

Gemí un poco cuando dejó de jugar con mi ombligo y se desvió hasta


esa parte de mi cuerpo que estaba esperando ansiosamente por él.

Estaba atrapada. Estaba atrapada por su poder y enredada en su


compleja personalidad.

Jadeé su nombre y dejé que mi frente cayera hacia adelante para


descansar en el borde de la escalera mientras él daba golpecitos en mi
clítoris con su pulgar y bombeaba sus otros dedos dentro y fuera de la
empapada abertura de mi cuerpo. No podía detener a mis caderas de
moverse de regreso hacia él, y por encima de mi hombro observaba a sus
ojos encenderse como un fuego salvaje por el movimiento. Ese color
caramelo dorado estaba siempre tan lindo y brillante en su llamativo y
tallado rostro, pero mientras él observaba desaparecer sus dedos dentro de
mí y la manera en que no podía evitar moverme contra él, sus ojos soltaban
fuego y tanta pasión que se veían casi muy calientes para ser humanos.

Sus músculos estaban tensos y su mirada estaba centrada en donde yo


estaba montando su mano; el deseo crudo grabado en sus rasgos era
suficiente para tenerme al borde de un orgasmo mientras continuaba
haciendo círculos en ese apretado nudo de nervios en mi centro con presión
implacable y habilidad incomparable. Soltó el otro pecho, y cuando la
sangre se precipitó de regreso a ese punto, dolió tanto que grité y me di la
vuelta para fulminarlo con la mirada.
178

Solo me dio una sonrisa retorcida y movió su mano desocupada para


acariciar dulcemente mi columna vertebral de arriba a abajo. Me arqueé
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hacia el toque, dejé a mis ojos revolotear para cerrarse por la estimulación
dual, una traviesa y la otra tan dulce que tenía a mi garganta atascada con
emoción. Era demasiado para absorber. Me preguntaba si el sexo con él
siempre iba a ser algo que se sentía como si estaba rasgando mi alma y
corazón en dos y luego poniéndolos juntos de nuevo firmemente con él en
los lugares que siempre habían estado rotos y desgarrados.

Retorció su muñeca y se inclinó para apretar mi trasero mientras me


daba sacudidas contra él. Estaba tan cera de correrme que podía sentirme
volverme más apretada alrededor de sus hábiles dedos y la humedad
comenzando a resbalar alrededor de sus movimientos. Gruñí y forcé a mi
pesada cabeza a levantarse fuera de la escalera, por lo que podía mirarlo
por encima de mi hombro.

—Te quiero dentro de mí. —Había desperdiciado mucho tiempo


manteniéndolo a un brazo de distancia por auto preservación. Ahora que
estaba atrapada, quería cada parte de lo que significaba atrapada. Quería
que él supiera que estaba dándole esto voluntariamente y que se lo daría
en cada oportunidad que tuviera.

Una de sus oscuras cejas se levantó y pensé que iba a discutir o a decir
algo que indudablemente me molestaría, pero solo tiró de mis caderas más
cerca, jalando más cerca mis rodillas al borde del escalón, y comenzó a
trabajar hacia abajo sus pantalones negros de dormir alrededor de sus
magras caderas. Cuando su polla saltó libre, hizo agua mi boca. Había visto
infinidad de pollas en mi vida y tenía un vasto conocimiento de ellas para
saber que ninguna polla jamás debería ser considerada hermosa, pero la de
Nassir lo era. Como el resto de él, en cierto modo tenía una elegancia brutal
con su color oscuro y su ansiosa cabeza ya filtrando una gota de líquido pre
seminal. Era grande y lo bastante gruesa para hacer las cosas interesantes,
y cuando usó su pulgar para inclinar hacia abajo la rígida longitud de modo
que podía alinearse a sí mismo con mi entrada, no pude contener un suspiro
de satisfacción.

A diferencia de la noche anterior, se tomó su tiempo mientras se


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deslizaba dentro de mis expectantes pliegues. Mi cuerpo se estiraba,


temblaba, se calentaba y lloraba por él mientras lenta y dolorosamente se
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acomodaba por todo el camino dentro de mí. Se sentía como ser marcada
desde adentro hacia afuera. Se sentía como que él se estaba haciendo un
lugar para sí mismo dentro de mi cuerpo que nadie más sería capaz de llenar
jamás. Se sentía como que me estaba mostrando algún secreto oculto sobre
el sexo y la unión que yo había perdido a lo largo del camino. Se sentía
profundo y peligroso.

Se sentía como amor.

Su agarre en mis caderas se apretó mientras me jalaba más fuerte


hacia sus impulsivas caderas. Gruñó mi nombre mientras mi cuerpo tiraba
de él, aferrándolo con hambre y avidez. No podía hacer nada más que
moverme con él, encontrarlo estocada tras estocada, y resistir mientras nos
estrellábamos uno contra el otro.

Era caliente. Era caótico. Era bestial. Era ruidoso. Era un poco rudo. Era
bastante sucio. Era mejor de lo que cualquier cosa antes de ello había sido.
Era todo que había estado ausente en el sexo cuando lo tuve con alguien
que no era él. Quería gritar. Quería llorar. Quería decirle que no se detuviera
nunca y al mismo tiempo rogarle que simplemente terminara con todo. No
hice nada de eso. Solo repetía su nombre una y otra vez y trataba de
aferrarme a todo lo que estaba sintiendo, de manera que pudiera recordar
este momento para siempre.

De repente me jaló hacia arriba y envolvió un brazo alrededor de mi


pecho para fijarme a su propio torso sudoroso. Su brazo aterrizó sobre mis
senos y su boca mordió la curva de mi cuello, donde conectaba a mi
hombro, y ese fue el último poquito de estimulación que pude tomar. Dejé
salir un corto jadeo de sorpresa mientras mi orgasmo me golpeaba como un
tren. Me rompí en mil pequeñas piezas de placer y colapsé en su fuerte
agarre mientras trabajaba contra mí hasta que encontró su propia
liberación. Gruñó mi nombre en mi oído y frotó su antebrazo a través de mis
ya extremadamente sensibilizados pezones, y estuve aturdida cuando eso
fue suficiente para arrojar mi cuerpo hacia otra ronda de réplicas
180

orgásmicas.
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Me sostuvo como a una muñeca mientras mi cuerpo lo ordeñaba hasta


secarlo y él jadeaba su propio placer en mi cabello. Cuando acabó todo
me sentí vacía y libre, como todo lo que acababa de entregarle. No discutí
o siquiera me contraje cuando se salió de mí, se ubicó de nuevo dentro de
sus pantalones, levantó la camisa que había arruinado al quitármela, y se
inclinó para recogerme en sus brazos. Dio los últimos pocos pasos hacia la
parte superior de la escalera y pasó por alto la habitación en la que me
había estado quedando hacia el baño en el pasillo. No me bajó cuando se
estiró para abrir la manivela del agua, y solo dejé colgar mi cabeza sin
fuerzas contra su pecho. Su ritmo cardíaco era constante y fuerte en mi oído
y casi era suficiente para tenerme yendo a dormir de nuevo, hasta que el
impacto del agua caliente golpeó mi piel mientras él nos llevaba debajo del
flujo del cabezal de la ducha. Ni siquiera lo había notado desnudarse para
entrar al agua.

Escupí y le di una mirada fulminante cuando se rio y me colocó


gentilmente de regreso sobre mis pies. Entrecerré mis ojos hacia él y le di la
espalda, así él podía lavar la somnolencia y el sexo fuera de mi piel.

No hablamos mucho mientras nos limpiábamos, pero me di cuenta de


que estaba teniendo cuidado extra con su hombro magullado y evitó fregar
la parte superior de su cabeza donde había cosido las puntadas
improvisadas. Me froté el jabón con olor a flor en toda mi piel y me estremecí
cuando encontré las manchas que su rostro arañado había dejado. Él solo
levantó una ceja cuando lo golpeé en el vientre con el dorso de mi mano.
Fue como golpear una pared de ladrillo y se movió alrededor de mí para
que su ancha espalda me enfrentara y acaparara toda el agua. Iba a
gritarle por ser un idiota desconsiderado, pero mi mirada aterrizó en toda
esa tinta negra que estaba ahora brillante y mojada. Era un tatuaje que
parecía demasiado grande, tan intrincado y violento. Era como un antiguo
tapiz inscrito en su piel y no pude evitar estirar la mano y tocarlo con la punta
de un dedo.

»¿Cómo es que nunca supe que tenías esto antes de esa noche en que
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me dispararon? Parece tan fuera de lugar en ti.


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Extendió la mano y puso sus manos sobre los azulejos que tenía frente a
él y bajó su cabeza mientras el agua corría y continuaba trazando las
torcidas líneas que cubrían cada centímetro de su espalda.

—Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis: Conquista, Hambruna, Guerra y


Muerte. He experimentado todas las cosas que la mayoría de las religiones
creen traerán la destrucción del hombre. Lo viví todo antes de recibir mi
primer beso.

Retrocedí en shock. Nunca hablaba de su pasado y la honestidad que


me lanzaba era abrumadora. No estaba lista para la forma contundente en
que lo dejó caer sobre mí.

—¿Qué quieres decir? —Mantuve la voz baja como si pudiera asustarlo


y volví a dibujar sobre el tatuaje con mi dedo.

—Nací en las afueras de Tel Aviv en un momento en que la guerra era


la cosa más rentable para cualquier gobierno involucrado. Mi madre era
hija de diplomáticos estadounidenses y mi padre era un extremista.
—Resopló y me miró desde debajo de su brazo—. Hoy se le llamaría terrorista,
pero entonces se le consideraba un hombre profundamente consagrado a
una causa.

Me estremecí un poco por la amargura en su tono. Había pedido lo


peor y parecía que estaba a punto de conseguirlo. Parecía que el diablo
iba a decirme cómo llegó a ser él.

»Mi mamá era joven, solitaria. Sus padres eran diplomáticos y


profundamente investidos en relaciones internacionales. Ella sabía mucho
acerca de la guerra y la lucha en lugares de todo el mundo a una edad
muy tierna. Su madre fue asesinada en una misión humanitaria con Médicos
Sin Fronteras cuando tenía dieciséis años. Fue un duro golpe para una joven
que ya estaba mentalmente inestable. Vio gente tratando de hacer el bien
y morir por ello y eso rompió algo dentro de ella. Algo sobre la gente que
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sufre y la interminable lucha por salvar vidas la cambió. Sus ideales se


torcieron y se voltearon. Ella culpó al gobierno tanto por su infancia no
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convencional como por su pérdida. De repente, estaba muy convencida


de que la gente tenía derecho a su patria y a sus predilecciones religiosas
sin la interferencia de las naciones exteriores. Creo que el hecho de que sus
padres trabajaran para el gobierno y la llevaran a tantos lugares carentes
fue una parte enorme de por qué escogió luchar por el otro lado. Ella
siempre me dijo que fue arrebatada desde fuera de una escuela de la
embajada junto con varios de sus compañeras de clase, pero la realidad
fue que ella puso a las otras chicas para ser secuestradas porque estaba
trabajando con el grupo extremista que mi padre lideraba. Se llamaba a sí
misma rebelde y cruzada, pero era igual que mi padre, y cuando se
conocieron fue un desastre. Dos personas deformadas y alimentadas por la
ideología violenta. Él sabía qué clase de activo sería porque era una
estadounidense que solo pensaba exactamente como él. Nadie sospe-
charía jamás que alguien que lucía como mi madre, una mujer que venía
de una vida privilegiada como ella, se convertiría en un terrorista. Murió
antes de que yo naciera, así que no tengo ni idea de si las ideologías de él
la alimentaron o si las de ella lo hicieron aún más que una amenaza. Sé que
mi madre usó su muerte para manipularme y moldearme en algo que ni
siquiera estaba cercano a lo humano.

Sacudió la cabeza de un lado a otro, enviando gotas de agua volando


por todas partes.

»Yo existía para vengar la muerte de mi padre y continuar su lucha por


sus creencias… no las mías, nunca las mía. Ella estaba tan retorcida por el
odio y la ira que no creo que ni siquiera al final recordara en lo que ella creía.

Respiré hondo y fruncí el ceño, pero él no me miraría ni se movería a


pesar de que el agua caliente se estaba agotando.

»La muerte y la guerra dieron forma a mi vida antes de que dejara el


útero, y una vez que fui lo suficientemente mayor, lo único que importaba
era Conquistar. ¿Cuántos enemigos podría matar? ¿Cuántos no creyentes
podría eliminar? ¿Cuánto daño podría hacerle a un mundo que estaba lleno
183

de pecadores y enemigos? No entendía nada de eso, pero era lo que me


sostenía. Mi madre me privó de amor, de cualquier tipo de cuidado y
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amabilidad materna. Para ella yo era solo una herramienta, un arma, y ella
me usó como tal. La Hambruna no significa solo falta de comida. Estaba
hambriento de cualquier tipo de interacción humana. Estaba famélico de
hacer cualquier tipo de elección y decisión que fuera mía.

Estaba llorando. Podía sentir las calientes lágrimas bajar por mis mejillas.
Envolví mis brazos alrededor de su cintura y me moví hacia adelante para
poder presionar mi húmedo rostro contra su espalda tatuada. El diablo
existía porque su vida había sido horrible y no sobreviviría en ningún otro
lugar sino en el infierno. Era todo lo que conocía.

»Me dices que soy un monstruo del control, y lo soy, pero solo porque
tengo que serlo. Luché para estar en control de mi propia vida, para tener
un futuro lejos de cualquier persona y todos los que solo querían usarme para
matar. Siento que, si aflojo mi agarre sobre ese control tan difícil de
conseguir, podría perderlo. Las cosas que he hecho… —Sacudió nueva-
mente su cabeza—. He visto el final de los días, Key. He sido el hombre detrás
de ellos. No puedo permitir que nada de eso me alcance aquí, así que
mantengo mis negocios y esta ciudad en un agarre de hierro para
protegerlo. ¿Entiendes lo que estoy tratando de decirte?

—Entiendo que haces lo que haces porque crees que tienes que
hacerlo, y eso es lo suficientemente bueno para mí, Nassir.

Extendió la mano y cerró el agua, y finalmente se volvió para mirarme.


Sus ojos eran agudos puntos ámbar en su rostro. Su mandíbula estaba
apretada y un músculo temblaba furiosamente en su mejilla.

—Nassir Gates ni siquiera es realmente mi nombre. Después de que mi


madre me dejó en manos de una rama de uno de los grupos terroristas de
mi papá, fui reclutado por las Fuerzas Especiales de Israel. Ellos querían que
yo también matara, solo que ellos querían que fuera a buscar a la gente
que me había hecho como soy. Una vez más estaba en un lugar sin control,
sin una palabra en nada de lo que hacía. Fui desatado y me dijeron que
184

hiciera llover sangre, así que eso es lo que hice. —Extendió la mano y puso
sus manos sobre mis hombros y se aseguró de que lo estaba mirando
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directamente a sus ojos—. Volé mi cubierta al infierno y me arrastraron al


desierto y me dejaron ahí para que muriera. Maté a todo el mundo para
escapar. Tanta gente. —Sopló un largo suspiro y sus dedos se curvaron en mi
piel—. Cuando llegué a los Estados Unidos sabía que el hombre tenía que
morir, así que escogí un nombre de cada una de las dos nacionalidades que
fueron responsables de hacerme quien era, y comencé de nuevo.

Se inclinó hacia adelante hasta que nuestras frentes se estaban


tocando, y cuando respiró de nuevo su aliento acarició mis labios como un
beso fantasmal.

»Era libre, pero no tenía nada por lo que vivir, sin enfoque, sin impulso y
sin razón de ser. No tenía habilidades más allá de causar la muerte y la
destrucción y estaba cayendo rápidamente en un lugar donde estaba
seguro de que todo lo que iba a ser era el medio para el fin de otra
persona… Pero entonces tropecé en The Point y me encontré contigo.

Me estremecí en su agarre y levanté los brazos para envolverlos


alrededor de sus anchos hombros. Podía sentir que estaba temblando solo
un poquito y no podía creer que este hombre imposible y duro dejara que
su armadura se quebrara para mí.

»Eras demasiado joven, demasiado blanda y demasiado vulnerable y


lo sabías… pero estabas allí en ese escenario de todos modos porque tenías
un propósito. Querías algo y estabas dispuesta a hacer lo que fuera
necesario para conseguirlo. Eso me hizo algo. En ese segundo de
comprensión, encontré una razón, encontré una causa propia.

Sus brazos me rodearon y nos abrazamos mientras él se sacudía y


mientras yo trataba de procesar toda la información que acababa de
entregarme. Siempre pensé que Nassir era el que tenía la ventaja, que era
el que movía a los jugadores a través del tablero de juego de la manera que
quería, pero por lo que acababa de decirme, sonaba como si yo siempre
hubiera sido la única en el asiento del conductor. No estaba segura de qué
hacer con esa información. Ese tipo de poder sobre un hombre como él era
185

embriagador.

Rompió el sombrío humor arrastrándome de vuelta al aquí y ahora.


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»Necesito comer y encontrar un balde de Tylenol para mi cabeza. Baja
las escaleras y te alimentaré.

Lo vi frotarse con una toalla y tirar de sus pantalones negros. Se quitó el


cabello que le caía en el rostro y se estremeció cuando su mano rozó la
herida en la parte superior de su cabeza.

»¿De acuerdo?

Estaba lejos de estar de acuerdo, pero salí de la ducha y tomé la toalla


que me ofreció. Le agarré la mano cuando se volvió para salir del baño y lo
miré desde debajo de mis pestañas.

—No sé quién eras antes de convertirte en Nassir Gates, pero el hombre


que eres ahora… —Me mordí el labio y levanté ambas cejas hacia él—. Se
merece todo el respeto y el control que ha ganado a lo largo de los años.
También tienes partes dentro de ti que siempre han sido dignas de bondad
y cuidado. Esas partes son las que me trajeron de vuelta, Nassir. Esas son las
partes que hacen que sea imposible para mí resistirme con mi corazón. —Él
solo me miró durante un largo momento de silencio antes de bajar su barbilla
en un brusco asentimiento y salir del baño.

Una vez que se había ido, solté el aliento que estaba conteniendo y me
senté pesadamente en el asiento del inodoro. Me estremecí un poco
mientras los músculos a los que les había dado un entrenamiento exhaustivo
tanto anoche como más temprano en las escaleras me hicieron saber que
estaban allí y agradablemente sensibles.

Nassir siempre había sido un hombre complicado con capas y capas


que estaba demasiado asustada para cavar dentro de ellas porque estaba
segura de que no podía estar junto a él cuando llegara al núcleo de lo que
lo hacía ser como era. Y tenía razón. Su historia sobre su familia y cómo había
sido su juventud ni siquiera era algo que podría comprender. Por supuesto,
mi propia infancia fue una pesadilla, pero no tuve cuerpos y guerra como
186

mis primeros recuerdos como él lo hacía. No tenía ni idea de cómo veía lo


que sea aparte de eso. No tenía ni idea de cómo me había visto hace tantos
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años o por qué mi incapacidad para salvarme de ese cliente tocón había
sido suficiente para hacerme su causa, pero estaba agradecida de que las
cosas hubieran funcionado de esa manera.

Cuando nos conocimos, había sido demasiado inmadura y testaruda


para entender lo que significaba la atención de un hombre como Nassir. Yo
quería las mismas cosas que él había estado buscando. Quería ser libre y
controlar mi propia vida. No quería a ningún hombre y ningún maestro a
cargo de las elecciones que hacía y la dirección en que viajaba para hacer
algo de mí misma. Incluso en aquel entonces, sabía que si me ataba a Nassir
todo eso se detendría. Solo sería él y eso sería lo único que me importaba, y
eso no podía suceder porque yo quería vivir.

Ahora sabía que él iba a dar tanto como iba a tomar y que tenía que
ser merecedora de todo —bueno y malo— y no estaba cien por ciento
segura de que estaba a la altura de la tarea. Su mal era aterrador, pero
estaba acostumbrada. Su bien era devastador, y cada vez que me
mostraba un pedazo de él, no podía ver nada más. Me quejé en voz baja
con cada mala palabra que podía pensar mientras me recomponía para ir
a desayunar.

187
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T
omó dos días quitar las alimañas y limpiar el club. Eso era un
montón de dinero por el inodoro y un montón de irritación que no
tuve donde llevar salvo que con Key. Afortunadamente, estaba
hecha de material fuerte y podía tomar todo, desde mi humor hosco y
agudo hasta el sexo menos que delicado que seguía haciéndole. Me puso
los ojos en blanco un montón y me dijo que dejara de lloriquear por cosas
que no podía controlar. Me quejé con ella hasta que se puso de rodillas
frente a mí y envolvió esa atrevida boca alrededor de mi polla y olvidé que
alguna vez me sentí enojado y estresado. Hizo que estar atrapado en casa
por dos días fuera tolerable, y cerrar el negocio y The Point se sienta como
algo natural. Aquí en mi refugio en la montaña, solo éramos ella y yo, y eso
era todo lo que dejé que me importara, en momentos de tranquilidad,
cuando me sonreía o me insultaba para ir tras ella.

El indulto se rompió cuando el policía que había estado en la escena


del accidente llamó y le dijo a Key que iban a liberar a la mujer que me sacó
del camino con nada más que cargos de imprudencia al conducir. Dijo que
no podían acusarla de algo más severo ya que yo había rechazado la
atención médica en la escena. Pensé que Key iba a tratar de alcanzar y
ahogar al oficial de policía a través del teléfono cuando retransmitió la
información. Cuando colgó, despotricó acerca de cómo podría haber
188

muerto y sobre lo injusto que era que la mujer escapara solo con un jalón de
orejas. Estaba convencida de que era una conspiración porque yo era un
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miembro menos que respetable de la sociedad. Continuó murmurando


sobre cómo la justicia era para todos, no solo para la gente que permanecía
por el buen camino.

La besé en la frente y le dije que no tenía que preocuparse sobre mí


consiguiendo justicia. Era una de las cosas que no tenía ningún problema en
hacerme cargo por mí mismo. Era mucho mejor en un ojo por ojo de lo que
cualquier chico en un uniforme de policía iba a ser. Esa revelación no la hizo
muy feliz, pero cuando le pedí que me llevara a la ciudad, debido a que
actualmente estaba sin auto, no discutió ni me acribilló con el millón y una
pregunta que pude ver nublando sus ojos.

Llegamos al club y pude ver su vacilación cuando fui a abrir la puerta


trasera. Afortunadamente, nada peludo y repugnante corrió hacia nosotros
y el equipo de limpieza había hecho un gran trabajo, dejando el lugar
reluciente y en perfectas condiciones nuevamente. Key caminó delante de
mí a través de la pista de baile vacía y hacia el pasillo trasero que conducía
a mi ascensor privado, arrastrando sus dedos a través de la pared a medida
que avanzábamos. Me miró por encima del hombro con una sonrisa suave
tirando de su boca.

—Nunca pensé que realmente extrañaría este lugar.

—¿El club o The Point? —Me acerqué a ella para apretar el botón del
ascensor e introducir el código para que subiera a mi oficina.

—Ambos. —Entró y se apoyó contra la pared del fondo y levantó las


cejas mientas la seguía. Seguí moviéndome hasta que estuve presionado
contra ella, y pude sentir sus pezones en forma de gota contra mi pecho.
Puse mis manos en la pared de espejos junto a su cabeza.

—Hay cosas buenas en ambos lugares si sabes dónde buscar.

Levantó su mano y puso sus dedos en la base de mi garganta donde


mi camisa negra estaba desabotonada en el cuello. Golpeó sus dedos al
189

mismo ritmo de mi pulso y sacó la lengua para deslizarla a través de su labio


interior. Me hizo gruñir y vi satisfacción destellando en su mirada brumosa. Le
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gustaba cuan fácil lograba manejarme.


—No creo que supiera cómo lucia el bien hasta muy recientemente.
Puede ser difícil de detectar cuando viene disfrazado como otra cosa.

Levanté la ceja e incliné la cabeza, solo un poco para reemplazar su


lengua con la mía. Lamí la curva regordeta de su labio y luego hundí mis
dientes en él, haciéndola gemir discretamente en mi boca.

—¿De qué estaba disfrazado el bien? —Empujé la pared y me alejé de


ella cuando la puerta se abrió y nos dejó en mi oficina. Chuck estaba de pie
enfrente del banco de monitores observando los videos de vigilancia del
club y había un hombre musculoso cubierto de tatuajes sentado en mi
escritorio con tres laptops abiertas frente a él. Ambos levantaron la vista
cuando entramos en la habitación.

Key puso una mano en mi hombro para detenerme mientras se ponía


sobre las puntas de los brillantes zapatos que llevaba, para poder susurrar en
mi oído.

—El bien estuvo disfrazado de mal todo este tiempo, pero ahora puedo
verlo todo muy claramente.

Puse una mano en su cintura y la guie dentro de la habitación.


Suficientemente bajo, así que solo ella podría escuchar, sinceramente le
dije:

—Lo malo solo es bueno para ti, Key. Deberías recordarlo. —Solo
porque la dejé entrar en mí, dentro de todo lo que hice, no significaba que
iba a ser tan transparente para los demás como lo era para ella. De hecho,
ahora que estaba dentro, estaba más dispuesto a hacer lo que sea para
mantenerla allí, sin importar cuán feas o extremas pudieran llegar a ser esas
acciones. Como siempre, las consecuencias están condenadas, como yo.

El tipo grande con toda la tinta que estaba detrás de mi escritorio se


puso de pie e hizo crujir su espalda. Parecía que debería estar rompiendo
190

cuellos en mi ring de pelea, no trabajando en un teclado, pero había una


nitidez en su mirada de color pizarra mientras me miraba desde atrás de sus
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pesadas gafas de marco negro, que me dejaron saber que no era el típico
cerebrito tecnológico.
—Stark —dije su nombre en saludo e incliné mi cabeza en la dirección
de Key para una presentación—. Esta es Keelyn. Está conmigo. —No sabía si
dije esto con el fin de hacer mi reclamo o con el fin de eludir cualquier
pregunta de por qué estaba aquí. De cualquier manera, estaba conmigo
de ahora en adelante.

Gruñí mientras ella clavaba un codo en mi costado y daba un paso


hacia adelante para estrechar la mano del otro hombre.

—Entré en el negocio, así que estoy tan ansiosa como Nassir por ver si
encontraste algo que nos puede ayudar a poner fin a todas estas tonterías.
No podemos permitirnos cerrar por más tiempo.

Fruncí el ceño hacia su nuca, mientras Stark reprimía una sonrisa y le


regresaba el apretón de manos.

—Chuck me contó todo cuando llegué y comencé a indagar en los


archivos. —Levantó sus cejas y curvó un pulgar sobre su hombro hacia los
monitores—. Además, estás en las grabaciones… un montón. —Me guiñó un
ojo desde atrás de sus gafas y Key me lanzó una mirada horrorizada por
encima del hombro.

Simplemente me encogí de hombros y caminé hacia la silla de cuero


rojo que estaba apoyada contra las ventanas que daban al piso del club.

—No preguntaste si había una cámara antes de que metieras tu mano


en mis pantalones y sacaras mi polla; además, era el único con el miembro
en exhibición. Estabas completamente vestida.

Estaba de un tono rosa neón y lucia como si quisiera asesinarme. Pensé


que era bastante adorable, así que solo le sonreí. Me entrecerró los ojos y se
hundió en una de las sillas en el lado opuesto del escritorio.

—Te odio demasiado a veces. —Sus palabras gruñidas hicieron reír


191

tanto a Chuck como a Stark.

Simplemente asentí, aunque a propósito, no estaba mirándome.


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—Lo sé. Entonces, ¿Qué tienen para mí, chicos?


Estaba cambiando el tema antes de que realmente pudiera
preocuparse por el hecho de que tanto Stark como Chuck, probablemente
habían conseguido un vistazo. No me avergonzaba con frecuencia, y el
hecho de que tuviera a una mujer hermosa en mi regazo masturbándome,
sin duda nunca contribuiría a la lista, pero dudaba que sintiera lo mismo.
Podía decir que estaba furiosa por la posición rígida de sus hombros y la
forma en que su brillante zapato estaba golpeando en el piso enfrente de
ella.

Chuck aclaró su garganta para romper un poco de la tensión, y señaló


una de las grabaciones que parecía estar mostrando el muelle de carga, en
el callejón detrás del club.

—Bueno, creo que descubrimos cómo fueron traídas las ratas al club.
Este camión repartidor de licor se detiene y para descargar diez cajas en el
muelle trasero y luego se va sin conseguir ninguna firma o comprobar si
alguien viene para llevar la entrega dentro. El camión se detiene, descarga
y luego se va. Las cajas se están jodidamente moviendo. Quiero decir que
esa mierda está bailando como si estuviera viva. El conductor obviamente
es hombre, pero él tiene una gorra y un overol, así que es imposible conseguir
una visión clara de quién es. Stark ha estado trabajando en ello por más de
una hora.

Una imagen borrosa de lo que podría ser cualquier chico caucásico


apareció en el monitor del centro. Era tan indescriptible que no era divertido.
El tipo literalmente podría ser cualquiera.

»Una hora después, uno de los camareros sale a fumar, ve las cajas
apiladas, y consigue una plataforma móvil para transportarlas todas adentro
por la puerta trasera.

Maldije y tiré mi cabeza hacia atrás contra el respaldo de la silla.

—¿Así que solo ingresó un montón de cajas en movimiento y no pensó


192

en cuestionar qué demonios estaba pasando? ¿Tiene algún sentido?


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Chuck se aclaró la garganta y frotó sus manos sobre su cabeza calva.


—Lo tiene cuando es el mismo camarero cuyos dedos rompiste por
dejar los productos tirados en el piso, jefe. Mira la forma en que tiene la mano
envuelta. Probablemente estaba cagándose en los pantalones de qué
harías algo mucho peor si otra orden quedaba desatendida.

Miré al techo y dejé que la suave amonestación de Chuck me


golpeara.

La voz de Key estaba confundida cuando preguntó:

—Así que trajo las cajas llenas de ratas dentro, pero ¿las dejó salir a
todas? Quiero decir, si abrió la primera caja pensando que era alcohol y
encontró un montón de roedores asquerosos adentro, ¿por qué no alertaría
a alguien? ¿Por qué abriría todas las cajas y causaría tanto desastre?

Me senté y entrecerré los ojos en el monitor donde el video del chico


empujando las pilas de cajas en movimiento, estaba reproduciéndose.

—Esa es una maldita buena pregunta. —Incluso si hubiera exagerado


en probar mi punto con el chico, algo aun no cuadraba—. ¿Él fue quien
dejó las ratas sueltas en el club?

Chuck gruñó.

—Sí. Ingresó todas las cajas y luego las abrió. Incluso las arrojó dentro
de los conductos HVAC5. Así es como entraron en las habitaciones privadas.
Así que revisé las cintas de las noches del resto de los incidentes y encontré
esto.

El video mostraba al chico de pie fuera del baño de mujeres hablando


con una de las camareras que claramente iba de camino a usar el baño.
Hubo varios minutos de coqueteo y luego la chica asintió y tomó lo que
parecía un montón de algodón arrugado antes de desaparecer dentro del
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baño. Chuck adelantó la cinta hasta el baño en el segundo piso y lo mismo


ocurrió con otra de las chicas. El chico lanzó una sonrisa comemierda a la
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cámara y luego desapareció entre la multitud de gente en el club.

5
Conductos usados para calefacción, aire acondicionado o ventilación.
—Hijo de puta. —Pasé mis manos por mi cabello y comencé a caminar
de un lado a otro—. ¿Está arruinando mi negocio porque jodí su mano?

Chuck y Stark intercambiaron una mirada. Fue Stark quien habló.

—Creo que es más que eso. —Señaló hacia su banco de monitores—.


Contrataste a un Tyler Finch y eso es lo que dice en la información de su W-
26 y licencia de conducir, pero el único Tyler Finch que puedo encontrar con
el mismo número de Seguro Social es un médico de mediana edad en
Akron, Ohio. Definitivamente no es el mismo chico de The Point.

—¿Qué estás tratando de decirme? ¿Tengo un impostor dentro de mi


empresa?

—Es exactamente lo que te dice, jefe. Hemos estado investigando a


todos y por todo lo que pudimos encontrar, y hasta ahora, el chico es el
único que parece no cuadrar, y era el único que estaba en la nevera antes
de que esos estantes cayeran. Creo que tomó el trabajo aquí solo para
entrar y meterse con el negocio.

—¿Por qué? —Key hizo la pregunta que tenía en la punta de mi


lengua—. ¿Qué le hiciste? —Me miró por encima del hombro con los ojos
entrecerrados.

Me encogí de hombros.

—Nada qué yo sepa o pueda recordar así de repente, pero eso no


significa nada. Su padre podría debernos dinero a Race y a mí, su madre
podría ser una de las chicas prostituyéndose bajo mi vigilancia, y podría
haber dormido con su novia o podría haberla puesto en el tubo. Demonios,
quizás simplemente me crucé en su camino. Las razones por las que alguien
la tome conmigo son interminables y no lo sabremos hasta que tengamos
194

una charla con él. —Ni siquiera quería expresar todas las razones por las que
alguien que conocí antes de encontrar mi camino a The Point querría
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6 Formulario de impuestos y antecedentes laborales.


destrozar mi mundo de adentro hacia afuera, pero pude ver la certeza tanto
en los ojos de Chuck como en los de Key, mientras me miraban.

—Es bueno siendo alguien más. He estado intentando encontrar algo


sobre quien podría ser realmente, pero no puedo encontrar nada. Es un
fantasma.

Gruñí.

—Todas las cosas que hizo en el club fueron realmente infantiles e


inmaduras. Ni siquiera evitó las cámaras. No parece ser ningún tipo de genio
criminal.

—Quizá tiene a alguien ayudándolo. —Las palabras suavemente


pronunciadas de Key tenían sentido. Supuse que era la única forma en que
pudo haber conseguido una identificación falsa y cómo fue capaz de
desaparecer digitalmente.

Stark encogió sus enormes hombros, haciendo visible la tinta en su


cuello en movimiento.

—Probablemente. Conozco algunos chicos de tecnología clandestina


que serían capaces de organizar este tipo de cortina de humo por un precio
razonable. Por lo general, ganan dinero al conseguir identificaciones falsas
a los chicos de The Hill para colarse en tus clubes, pero algunos de ellos
podrían haberlo hecho. Investigaré.

Levanté mis cejas.

—Puedo hacer mis propias averiguaciones si me das los nombres.

Key puso los ojos en blanco.

—Asustas a la gente normal, Gates. No hay forma de que un montón


de frikis cerebritos de computadora se vayan a abrir contigo.
195

Stark cruzó los brazos sobre su pecho y bajó las cejas sobre sus oscuros
ojos grises.
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—No todos los chicos de computadoras son socialmente ineptos. Al
igual que no todas las strippers son fáciles.

Key le sonrió y yo lo vi tragar. Esa sonrisa suya realmente podría ser la


ruina de un hombre. Te hacía querer darle absolutamente todo lo que
tenías.

—Es cierto, aunque he sido esa mucho más a menudo de lo que me


gustaría admitir. Entonces, ¿qué hacemos ahora?

—Tú no harás nada. Lo encontramos y me encargaré desde allí. —Me


aseguré de que no hubiera cabida para discusión en mi tono, pero no le
impidió bombardearme.

—Este es mi negocio también, Nassir. Necesito ser incluida en las cosas


que lo afectan. —Su tono me dijo que nunca iba a escapar simplemente
diciéndole que me haría cargo de algo.

Chuck miró de ida y vuelta entre nosotros, mientras me acercaba


detrás de su silla y me inclinaba para besarla en la parte superior de su
cabeza.

—Esto no es sobre control o mantenerte fuera del negocio del club, Key.
Esto es acerca de mí el manejando lo que necesita ser manejado y
mantener tus manos limpias. Protegeré lo que es mío. Siempre lo hago.

Dejó caer su cabeza hacia atrás así podía mirarme.

—Yo también.

Adoraba su ferocidad, pero era algo que podía meterla en problemas.

—Esta parte del negocio es cosa mía. Si las cosas se ponen feas y
alguien termina muerto o detrás de las rejas, no serás tú, nunca. No
negociaré eso contigo. —Incliné la cabeza en dirección de Stark—. Hazme
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saber tan pronto como encuentres algo. No me importa cuánto cueste la


información.
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Me dio una sonrisa ladeada.


—Es peligroso decirlo para un hombre con mucho dinero.

Solo le gruñí en respuesta.

—Tengo que hacer un recado. Estaré de vuelta antes de que abramos


el negocio esta noche.

Chuck me miró con curiosidad cuando le pedí prestadas las llaves de


su camioneta. Necesitaba conseguir un nuevo auto en mi lista de
prioridades.

—¿Me necesitas? —Era un tipo inteligente; sabría que mi petición tenía


que ver con la dirección que le había pedido que encontrara antes de que
Key y yo llegáramos al club.

—No. Solo tengo una cosa de la que necesito encargarme. —Besé a


Key en la parte superior de su cabeza nuevamente, pero me sorprendió
poniéndose de pie y caminando hacia el ascensor conmigo. Prácticamente
me arrastró dentro de la pequeña caja con ella una vez que las puertas se
abrieron, y estaba sorprendido de cuanta fuerza había detrás de su
empujón cuando me presionó contra la pared trasera y enjauló mi cabeza
entre sus manos mientras se alzaba frente a mí, sorprendida y furiosa en
partes iguales.

—No puedo creer que no me detuvieras de sacar tu polla enfrente de


un montón de cámaras de vigilancia. Eres un idiota. Es una completa
violación de la privacidad y consentimiento, Nassir. Nadie va a ser parte de
mi vida sexual si van a jugar ese tipo de juegos conmigo.

Puse mis manos en sus caderas y la acerqué para que nuestras pelvis
estuvieran alineadas. Estaba duro. Ella estaba débil y temblando de rabia.
Si no tuviera mierda que hacer, estaría subiendo su corta falda y dándole a
más cámaras un espectáculo aún más gráfico, y le dije eso.
197

—Las cámaras no evitarán que pueda tenerte, Key. Tampoco una


audiencia. —Decidí no mencionar que Chuck la había visto desnuda la
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mayor parte de su vida adulta mientras estaba en el escenario del viejo


Spanky’s.
Dejó salir un suspiro caliente y se inclinó hacia adelante, así que nuestras
narices estaban casi tocándose. Podía ver no solo el enojo, sino la
decepción y la vergüenza en sus ojos color nube.

—No, Nassir. No puedes hacerlo a tu manera y mandar al demonio las


consecuencias conmigo. Me debes una disculpa y es mejor que me hagas
creer que nunca violarás, ni a mí ni a mi confianza de este modo otra vez o
ese video será el último recuerdo que tendrás de mí estando cerca de tu
polla. Estoy enojada contigo porque estoy enojada contigo. Sé que vas a
hacer algo de lo que podrías no regresar y no quiero que la última cosa que
sienta hacia ti sea ira.

Las puertas se abrieron y ella me siguió hacia el pasillo. Atrapé su


muñeca y la acerqué hacia mí así podía darle un beso de verdad. Mordí su
boca y acaricié su lengua con la mía. La atraje y me burlé de ella hasta que
se suavizó y envolvió sus brazos alrededor de mi cuello y me besó de vuelta.
Sentí su suave suspiro todo el camino hasta las partes más profundas y
sombrías en mí que nunca habían visto la luz del día.

Nunca me disculpé. Por ninguna de las cosas que había hecho, porque
para mí una disculpa era tan eficaz como dar una palmada en una bandita
sobre una herida de bala.

Froté mis labios contra los suyos y susurré:

—Lo siento. —Las palabras se sintieron extrañas y pesadas en mi lengua


y estaba sorprendido de que las decía en serio—. No me detuve a pensar
que algo así te haría sentir expuesta y avergonzada. Para ser justos, no
estaba pensando mucho más allá que en tu mano sobre mi polla.

Dejó salir un sonido molesto y cruzó los brazos sobre su pecho. Sus ojos
grises se transformaron desde una niebla a una tormenta completa.

—No se trata de estar expuesta exactamente. Se trata de nosotros


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estando juntos y teniendo esto que significa algo especial. He estado


desnuda enfrente de más pares de ojos de los que cualquier persona puede
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contar. Cuando me desnudo contigo o para ti, quiero que signifique más
que eso.
Maldije. Cuando dejó de pelear conmigo y me enseñó su parte más
vulnerable, me hizo ver lo real y verdaderamente horrible que podía ser
incluso con alguien con quien desesperadamente quería ser el mejor.
Extendí la mano y saqué el cabello que cubría la mitad de su rostro de modo
que estábamos mirándonos el uno al otro.

—Lo significa todo —asumí que sabía eso.

Se rio un poco y me besó a un lado del cuello, lo que me hizo temblar.

—Entonces, cuídalo mejor. Ten cuidado, ¿está bien? Me estoy


acostumbrando a que seas mío y apenas accedí a permitirme ser tuya.

Esas fueron sus palabras de despedida mientras se alejaba de mí, y me


dirigía hacia el estacionamiento así podía ocuparme de una de las
aparentemente infinitas personas que querían estropear mis operaciones
día a día.

Encontré la casa en la ciudad donde vivía la mujer que me había


sacado de la carretera y encontré la numeración específica en la
información que Chuck me había enviado. Le envié otro mensaje de que lo
necesitaba para disponer que Stark hiciera una pequeña actividad
bancaria creativa por mí antes de que siguiera su camino. También envié
un mensaje de texto al ex marido, haciéndole saber que quería que se
encontrara conmigo en su casa y esperé unos minutos para que llegara.
Cuando un Jeep Cherokee maltratado y viejo se estacionó enfrente de mí,
salí de la camioneta de Chuck y esperé que el hombre se acercara.

Parecía nervioso, pero sorprendentemente mejor que la noche que lo


había tenido en mi calabozo en el club. Quizás, que se permitiera ser quien
realmente era, finalmente le había dado algo de paz.

—No vas a lastimarla, ¿O sí? —Tragó cuando le dije que quería que me
permitiera entrar a casa de la mujer.
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—¿Te importa si lo hago? —Incluso mantuve mi voz tranquila y tomé la


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llave que luchó por sacar de su llavero y me ofreció.


—Bueno, es una verdadera perra, pero estuvimos casamos por mucho
tiempo. Quiero decir, no la quiero muerta ni nada.

Simplemente levanté mis cejas, lo que lo hizo tragar.

—Supongo que deberían haber pensado en todo eso antes que


decidieran venir y obligarme a entrar en medio de sus problemas
matrimoniales.

Levantó las manos y se alejó de mí.

—No te quiero en medio de nada. Cualquier negocio que tengas con


mi futura ex esposa es entre ustedes dos. De hecho, nunca estuve aquí.

Subió a su auto y se alejó sin mirarme, así que crucé la calle y me dirigí
hacia la puerta principal. Puse la llave en la cerradura y la empujé
lentamente de modo que si estaba en casa no la alertaría del allanamiento
de morada para nada sutil. Una vez que tuve la puerta completamente
abierta, entré en la casa y escuché cualquier señal de vida. Todas las luces
estaban apagadas y no podía escuchar ningún televisor o cualquier otra
cosa que indicaría que había alguien en casa, pero me deslicé por el resto
de la estructura de dos dormitorios solo para asegurarme de que en verdad
estaba solo. Cuando en mi búsqueda de la dueña de la casa no encontré
nada, regresé a la sala de estar y me instalé para esperar a mi víctima.

Me senté en el sofá, apoyé mis botas Alden en la mesita de café y


observé las baratijas esparcidas por las paredes y los estantes. Era una típica
casa de ingresos medios. Cómoda, con muebles bonitos, pero no había ni
una sola foto de familia o de la pareja alguna vez feliz en algún lugar para
ser vista. Seguramente, quizás las había tirado a la basura después de que
su hombre la dejó y le dijo que prefería a los hombres, pero aun así todo
parecía frío e inerte.

Me pregunté si así era como se sentía mi casa para Key. No tenía ningún
200

tipo de recuerdos o cosas a las que me aferraba. El lugar había sido


decorado profesionalmente cuando lo compré y nunca lo cambié mucho.
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No tenía corazón para hablar; al menos no lo había tenido hasta que ella
pidió quedarse allí. Ahora la sentía en cada pared, cada pieza de azulejo,
y la veía reflejada en mí en cada cristal. Había sido una bonita armazón
antes de que apareciera para llenarla de vida. No creo que alguien pudiera
discutir que me había llenado de vida también.

No sé cuánto tiempo estuve allí contemplando mi vida y los cambios


que una ardiente ex stripper había traído, cuando de repente, escuché el
ruido de una llave en una cerradura. No me moví, pero extendí los brazos a
lo largo del respaldo del sofá y giré mi rostro hacia la puerta de modo que
no pudiera equivocarse de quién la estaba esperando una vez que entrara.

Estaba al teléfono, lamentando tener que pasar el último par de días


encerrada y tener que conseguir libertad bajo fianza. Tenía las manos llenas
de bolsas de compras y estaba ajena al hecho de que no estaba sola hasta
que casi estuvo encima de mí. Cuando había cerrado y bloqueado la
puerta detrás de ella, comenzó a dirigirse hacia la sala de estar de la casa.
Vi el momento en que se dio cuenta de que algo estaba mal porque se
quedó quieta y su boca dejó de moverse. . . finalmente.

Le sonreí y el teléfono cayó de su mano mientras se giraba para salir


corriendo por la puerta. Me puse de pie y caminé hacia ella mientras
luchaba con la cerradura. Incluso me detuve para recoger su teléfono y
colgar la llamada en la que había estado. Deslicé el dispositivo dentro de mi
bolsillo, y puse una mano en la puerta sobre su cabeza cuando finalmente
consiguió girar la cerradura y trató de abrir la puerta.

—¡Estoy llamando a la policía! ¡Mejor sal de aquí!

Sonaba nerviosa. Debería estarlo.

—No seas ridícula. Me harté de ti y de tus tonterías. Estoy aquí para


decirte exactamente cómo van a suceder las cosas de aquí en adelante, y
vas a escucharme o vas a desaparecer y nadie encontrará tu cuerpo. ¿Me
entiendes?
201

Sus ojos se agrandaron tanto que pensé que no iban a permanecer en


su rostro, pero incluso conmigo acechándola y mi amenaza muy seria
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flotando en el aire, todavía no cerraba la boca.


—No puedes irrumpir en mi casa y amenazarme. Vas a ir a prisión.

Si fuera del tipo que pone los ojos en blanco, lo haría. La sobrepasé,
deseando que se sintiera enjaulada y atrapada.

—Realmente me gustaba ese auto que destrozaste. Pero más que eso,
si no hubiera estado solo y hubieras lastimado a alguien que me importaba
con toda tu locura, no habría fin a lo lejos que iría para hacerte sufrir. Creo
que no entiendes con quién estás tratando, así que permite que te exponga
esto en términos que debas entender. —Incliné mi cabeza cerca de su oído
y dejé que mi voz descendiera y los indicios de mi lengua materna se
filtraran—. He asesinado a culpables e inocentes por igual y nunca me
detuve a pensar en la diferencia. Soy un hombre que ha hecho y hará lo
que sea necesario para permanecer en la parte superior, y eso me hace
más peligroso de lo que puedes imaginar. No gané mi puesto, lo tomé.
—Era exagerado, pero también era cierto—. No tomo a la ligera a las
personas que me amenazan a mí o a mi negocio, así que tienes dos
opciones. Puedes desaparecer o puedo hacerte desaparecer. Depende de
ti.

Me alejé de ella y le sonreí nuevamente.

»Cualquiera de las opciones que elijas, tomaré todo ese dinero que has
estado robando de tu jefe en el banco, después de dejar que los tan útiles
chicos de azul, sepan de tus dedos pegajosos.

Jadeó y dejó caer su cabeza contra la puerta.

—¡No puedes hacer eso! Necesito ese dinero. Me estoy divorciando


gracias a ti y ahora tengo que pagar todas las multas por el accidente. No
lo haré. Sería mejor si solo me matas.

Levanté una ceja ante su dramático lamento.


202

—Sufrir las consecuencias de tu propia terrible decisión probablemente


te hace sentir peor que la muerte, pero no es así. Por una vez, haz algo
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inteligente y solo vete.


Me dio una mirada de evaluación e inhaló.

—¿Realmente me harías desaparecer?

Le di un agudo asentimiento.

—Lo haría. Conozco gente en lugares donde nadie se molesta en mirar.


Donde terminarías sintiéndote como en una sentencia de muerte y cada día
desearías haber hecho una elección diferente. Eres molesta y peligrosa. No
te quiero alrededor de mi ciudad o de la gente en ella.

Su labio inferior se movió como si estuviera a punto de llorar, pero no


compré el espectáculo ni por un segundo. Alcancé la puerta y mi mano rozó
su cadera. Vi otro plan saliendo de sus ojos, pero abrí la puerta detrás de ella
y la quité de mi camino antes de que siquiera pudiera intentar abordarme.

»Tienes hasta mañana para decidir qué hacer. No te molestes en


buscar el dinero robado. Ya se ha ido. —Al menos debería, si Chuck había
pasado mi mensaje a Stark antes de que dejara el club. Tener un hacker
informático cerca estaba demostrando que valía la pena la inversión.

Cerré la puerta detrás de mí mientras estaba balbuceando sobre cómo


no había manera de que se pudiera ir sin dinero ni ayuda. También estaba
llamándome por cada nombre desagradable en el diccionario.

Cuando regresé a la camioneta de Chuck, pensé que estaría tan


orgulloso de mí. Claro, había manipulado y amenazado, quizás incluso usé
un poco de fuerza para explicar mi punto con la desagradable mujer, pero
en realidad no la había lastimado y le había dado una salida. Dependía de
ella tomarla o dejarla. Si no lo hacía, haría lo que tenía que hacerse.

Era algo que un chico de verdad haría… Bueno, un chico de verdad


que tenía que mantener el control del imperio clandestino que alimentaba
esta cloaca de la ciudad.
203
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L
as cosas volvieron a funcionar como de costumbre cuando Nassir
volvió de cualquier misión misteriosa que había tenido que
ejecutar. Regresó viéndose imperturbable y pulcro como siempre.
También desvió todas y cada una de mis preguntas sobre dónde había
estado y qué había estado haciendo. Puso muy en claro dónde iban a
dibujarse las líneas de esta incipiente unión. Él me daría todo lo que tenía,
pero si pensaba que cualquiera de sus acciones o prácticas me haría una
persona de interés para las autoridades o que me pusiera en una situación
comprometedora, no iba a pronunciar ni un pío acerca de ellas. Eso me
molestó y frustró, pero luego él me recordó que si quería saber todas las
cosas que había hecho para llegar a donde estaba ahora, tendría que
escuchar todas las historias llenas de horror y muerte de su pasado.

También me dijo que, si le pasaba algo, yo era la que quedaba a cargo


del club. El club que proporcionaba tantos trabajos y tantos ingresos para la
gente de mi ciudad. Me tambaleó un poco que él dijera esto con tanta
calma, como si yo fuera la elección clara tomada por él. Yo, no Race, no
Chuck... sino yo. Su socio en mucho más que negocios. Su igual de muchas
maneras. Yo necesitaba mantener las manos limpias y la mente clara, así
que accedí a dejar de molestarlo acerca de sus cosas de chico malo,
siempre y cuando me prometiera hacerme saber si la mierda realmente iba
204

a golpear el ventilador, así podría agarrar una pala y prepararme para


cavar. Él aceptó solemnemente y luego me arrastró fuera de la ciudad y
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hacia The Hill para poder comprar un auto nuevo.


Le pregunté por qué solo no compraba uno de los de Bax. Después de
todo, el chico tenía los vehículos más bellos tanto en The Point como en The
Hill. Nassir me dirigió una mirada por el rabillo del ojo y me recordó
escalofriantemente que había sido responsable de que la novia de Bax
fuera secuestrada por un grupo de matones, aunque lo hubiera hecho a
instancias del hermano de Bax para atrapar a Novak, y que también había
puesto a Bax en el centro del cuadrilátero de pelea con más de un luchador
sucio. Bax era tan civilizado como tenía que ser y Nassir dijo que no se
sorprendería si él lo ponía en un auto que explotara si pasaba más de los
ochenta kilómetros por hora o uno que se desmoronaría en cuanto lo
condujera fuera del lote así Bax podría extorsionarlo por más dinero. También
inclinó su estrecha y perfectamente esculpida nariz en el aire y me dijo que
en cuanto a lo que se refería a su vehículo, quería refinamiento y manejo
más que el ruido y la velocidad. Quería algo que pareciera bueno y que
diera la impresión sobre algo que era poderoso e irritantemente americano.
Sus palabras, no las mías, pero me hicieron reír en voz baja.

A veces olvidaba que él era de algún otro lugar. A veces olvidaba que
tenía toda una historia antes de The Point. Antes de mí. Pero entonces él diría
algo así o murmuraría cosas en un idioma diferente cuando estaba distraído
y yo recordaría que él era exactamente como los vehículos que él prefería.
Importado. Rápido. Todo un espectáculo y extravagante. Quería algo que
causara una impresión y no me molesté en decirle que podría estar en una
minivan y lograr eso. De hecho, tan pronto como salió del Honda tuvo un
enjambre de vendedores por todas partes, zumbando como abejas bien
vestidas.

Nassir me agarró la mano y me jaló pasándolos. Podía sentir sus ojos


siguiéndonos, tratando de descubrir la dinámica entre nosotros. Apostaría
un buen dinero que, aunque mis zapatos costaran una fortuna y mi atuendo
fuera elegante y razonablemente respetable para nuestro encargo, todos
ellos todavía pensaban que yo era una de sus chicas trabajadoras. Todo el
205

mundo sabía que a Nassir le gustaba el dinero y sabía cómo lo hacía.


Mientras que él irradiaba dominio y autoridad reservados, sabía que yo
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irradiaba sexo y todas las cosas de las que las chicas buenas no hablaban
cuando alguien más estaba alrededor. También sabía que esto hacía que
la gente me subestimara constantemente.

Se detuvo frente a un jaguar achaparrado con una capota convertible


que tenía un bonito color verde oscuro.

—¿Qué te parece? —Su voz fue baja y la pregunta solo para mis oídos.
Me encogí de hombros.

—Es bonito, pero con la gente tratando de sacarte de la carretera, tal


vez una capota blanda no es el camino a seguir. —Miré hacia la ventana y
el parabrisas buscando el precio y no pude encontrar uno—. ¿Cómo se
supone que vas a saber cuánto cuesta?

Puso su mano en mi cadera y explayó sus dedos ampliamente. Rozó


con la punta de la nariz alrededor de mi oreja y me dijo suavemente:

—Si tienes que preguntar, entonces ellos suponen que no puedes


pagarlo.

Me reprimí por eso, pero tuve que moverme mientras me guiaba hacia
un Audi que parecía algo futurista. No era de extrañar que Ana estuviera
lista para todos los juegos de Christian. El auto era caliente y definitivamente
un baja bragas. Nassir debe haber visto en mi cara mi aversión al extraño
diseño de burbuja porque solo rio entre dientes y se movió hacia un
Mercedes que parecía algo que James Bond conduciría. Sacudió la cabeza
cuando le dije mis pensamientos y me dijo que Bond manejaba un Aston
Martin y mencionó que también podíamos mirarlos. Solo le puse mis ojos en
blanco y continué dejándole arrastrarme alrededor de la sala de exposición.

Todos los autos parecían iguales. Elegantes, sexys y muy caros. No podía
creer que no estuviera preocupado por el costo, pero a medida que
pasaba la hora me di cuenta de que estaba esperando que yo encontrara
algo que realmente me gustara. Tuve que jalarlo por las solapas de la
206

chaqueta de su traje y decirle que no me importaba en lo que él gastara su


dinero. Finalmente compartí con él mi teoría de que podría conducir una
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minivan y seguir siendo el hombre más peligrosamente sexy que jamás había
conocido.
Eso hizo que sus cejas oscuras se arrugaran sobre sus ojos color
caramelo y su boca se torciera en una mueca de disgusto.

—No estoy manejando una minivan, nunca, pero sí quiero algo que sea
tan robusto como el Bentley, ¿qué tal si probamos una Range Rover?

No tenía ni idea de lo que era una Range Rover, pero si me sacaba de


la concesionaria de autos y lejos de todas las miradas especulativas que
podía sentir siguiéndonos por todas partes, entonces estaba dentro. Giró un
dedo y el enjambre se movió hacia nuestra dirección.

—Quiero llevar la Range Rover para una prueba de manejo. —Señaló


una que era de un color gris pizarra oscuro con un interior de color gris
paloma.

Uno de los vendedores ajustó su corbata y puso su mejor sonrisa de


cómprame el auto a mí.

—Claro. Tomaré las llaves y nos iremos.

Nassir lanzó su brazo por mis hombros y envolví mi brazo alrededor de


su cintura debajo de su ajustada chaqueta. A estas alturas, el asombro por
lo duro y apretado que estaba su cuerpo bajo ese tejido de lujo debió haber
desaparecido, pero no lo había hecho. La forma en que sus músculos se
apretaban y se enroscaban ante mi toque envió un tiro de deseo justo entre
mis piernas. Me incliné aún más hacia su costado. La verdad era que no me
importaba lo que alguien pensara de mí estando allí. Era como si fuera mi
propio lugar especial reservado y me había ganado mi derecho a estar en
él.

—Solo las llaves. No necesito que nos acompañes. —El tono de Nassir
no dejaba lugar a discusiones, pero el vendedor no entendió el
memorándum.
207

—Uh... ese vehículo cuesta más de ciento cincuenta mil dólares. No


puede dejar la exhibición sin vigilancia. —Sonreí. Apuesto a que podría
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hablar con el tipo para conseguir un precio más bajo. Yo era una excelente
regateadora.
Las negras cejas de Nassir se alzaron y la comisura de su boca cayó en
una mueca que había hecho que muchos huyeran en la otra dirección.

—Si quieres que lo compre, entonces hazlo. —El tipo miró por encima
del hombro a sus compañeros y de repente todos estaban muy ocupados
con sus teléfonos celulares u otros clientes. Tragó saliva y volvió su atención
hacia nosotros.

—Uh... mire. Podría realmente necesitar la venta, pero eso está en


contra de la política. —Él estaba empezando a ponerse impaciente y, creo,
que rápidamente se dio cuenta que Nassir no era el tipo rico promedio con
ingresos disponibles para esparcir.

—¿Cuál es tu comisión si lo compro? ¿Veinticinco por ciento del total?

El chico tragó saliva y asintió nerviosamente.

»Entonces te daré tu comisión por adelantado, me dejarás llevarme el


auto.

Los ojos del chico saltaron de su rostro y empezó a sudar.

—¿Son como cuarenta mil dólares?

Nassir suspiró.

—Gracias. Puedo hacer las cuentas. —No pude contener la risa que
tropezó en mis labios ante el seco sarcasmo en su voz acentuada.

—Uh... solo déjeme... sí... ya vengo. —El vendedor se alejó corriendo y


miré a Nassir bajo mis pestañas.

—¿Traes contigo ese dinero en efectivo?

Me miró y pude ver el humor ardiendo en su mirada derretida.


208

—Por supuesto. Estoy pagando en efectivo el auto.

—Entonces, ¿por qué no dejas que el pobre hombre haga su trabajo?


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Cuando me sonrió, todos sus dientes se estaban mostrando y toda la
tentación que era este diablo en particular brilló hacia mí.

—Porque no estoy gastando esta cantidad de dinero en un auto sin ver


cómo encajamos ambos en el asiento trasero.

Obviamente él no estaba hablando del espacio para las piernas, así


que me sonrojé, pero no podía negar que sus sedosas y seductoras palabras
tenían a mi pulso golpeteando.

El vendedor volvió y dijo que su gerente aceptó tomar los cuarenta mil
dólares como un depósito, siempre y cuando Nassir accediera a llenar un
documento que tuviera toda su información, como si el robo de autos fuera
realmente algo que Nassir quisiera añadir a su lista de actividades delictivas.
Ya tenía las manos llenas con extorsión, chantaje, prostitución, lavado de
dinero, juegos de azar y peleas ilegales, y cualquier otra cosa en la que
tuviera sus dedos de la que no estaba contándome.

Salimos a la parte delantera de la sala de exposición y el todavía


ansioso vendedor trajo la lujosa camioneta alrededor de la parte delantera
del edificio. Salió del lado del conductor mientras Nassir me guiaba hacia el
lado del pasajero y me ayudaba a subir al asiento. Los dedos de Nassir se
deslizaron por mi muslo desnudo y subieron por debajo del borde de mi
falda. Entrecerré mis ojos hacia él y crucé mis piernas, atrapando su mano
errante antes de que pudiera darle al ya sobrecargado vendedor algo que
realmente lo sacara de quicio.

Nassir se rio entre dientes y se inclinó para besarme mientras sacudía


libre su mano. Cerró la puerta y vi al vendedor gesticular frenéticamente
mientras le explicaba algo a su gerente. Nassir parecía aburrido y
exasperado, pero yo estaba empezando a pensar que era su expresión por
defecto cuando estaba tratando con alguien que no era yo. Tenía un
montón de maneras diferentes de mirarme, pero ninguna de ellas podría
209

clasificarse como aburrida, y esa era una cosa más que me hizo sentir más
segura de lo que se suponía que debía estar justo al lado de él mientras
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pudiera estarlo.
Se subió al asiento del conductor y se retiró del estacionamiento. El
interior de piel era muy agradable y también lo eran todos los dispositivos de
alta tecnología y perillas en el tablero. Froté los dedos sobre la piel y lo miré
por el rabillo del ojo.

—Es agradable. ¿Te gusta?

Levantó el hombro y lo dejó caer mientras guiaba el gran vehículo fuera


de The Hill y volvía hacia la ciudad.

—Está bien. Más grande de lo que estoy acostumbrado, pero se


maneja bien. La piel es del mismo color que tus ojos.

Me sacudí un poco y giré todo el trayecto en mi asiento para mirarlo.

—¿Qué?

—El interior es exactamente del mismo color que tus ojos. Ese gris
parece una nube de lluvia construyéndose en el cielo.

Solo pude parpadear hacia él con sorpresa. Era cuando menos lo


esperaba que él siempre me destellaba las partes de él que quería arrebatar
y proteger como si fueran un pájaro herido no listo para el vuelo todavía.

Extendí una mano y la puse en su muslo y apreté.

—Puedes encontrar un lugar para probar ese asiento trasero ahora


mismo.

Puso una mano sobre la mía y entrelazó nuestros dedos.

—Yo lo habría probado en la calle frente a la concesionaria si no


estuviera preocupado por tu aversión a que otras personas sepan lo que
estamos haciendo.

Me mordí el labio y desabroché mi cinturón de seguridad para poder


210

ponerme de rodillas en el asiento. Puse una mano en su hombro para


equilibrarme, tomé la mano que él ya había envuelto alrededor en la mía, y
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la puse entre mis piernas, donde arrastré nuestros nudillos hacia arriba en mi
tembloroso muslo hasta llegar al punto dulce. Lo oí gemir suavemente
cuando sus manos no encontraron nada más que carne cálida y dispuesta.
Ya estaba húmeda, y cuando lo sintió, desenredó nuestras manos y siguió
explorando por sí mismo. No tenía ni idea de cómo mantuvo la camioneta
recta en la carretera mientras usaba sus dedos para ampliar mis pliegues y
deslizarse dentro de mi apertura.

»¿Nada por debajo de esa falda corta? —Hizo la pregunta obvia


mientras continuaba explorando y extendiendo la humedad mientras
evitaba deliberadamente ese lugar especial que sabía manipular como un
profesional.

Estaba tratando de detenerme de girar sin querer contra su mano, ya


que seguíamos moviéndonos; mientras que las ventanas podían estar
polarizadas, no eran lo suficientemente oscuras como para esconder lo que
estábamos haciendo en el asiento delantero.

Jadeé cuando torció su muñeca y comenzó a introducir sus dedos


dentro y fuera de mi abertura ahora empapada.

—Hice malabares alrededor de una tanga durante la mayor parte de


mi vida. Tener la opción de ir sin ellas es agradable, y ahora que nunca sé
cuándo vas a atacar, parece tonto agregar ese paso extra cuando todo lo
que quiero es tu, tan profundo como puedas soportar, tan rápido como sea
posible.

—Joder. —Mis palabras deben haber hecho su búsqueda de cualquier


lugar que él estaba buscando más fácil porque lo siguiente que supe fue
que la Range Rover estaba girando en un estacionamiento frente a lo que
parecía un supermercado abandonado en la periferia de la ciudad y no
hubo más plática acerca de mi ropa interior o la falta de ella. Había un par
de autos diseminados por el lote, pero la intimidad de repente no parecía
un asunto tan grande mientras Nassir sacaba su mano lejos de mi necesitado
centro y se detenía en seco.
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Sin decir una palabra, pateó para abrir la puerta de su lado del auto y
bajó al asfalto. Se quitó la chaqueta de su traje y la aventó en el asiento a
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mi lado. Con sus ojos calientes por mi culpa, subí el borde de mi falda y usé
mis propios dedos para continuar donde él lo había dejado. Me balanceé
ante el primer roce de mis propios dedos sobre la carne que él ya había
trabajado y sensibilizado con su áspera caricia. Me gruñó y enrolló las
mangas de su camisa de lino y siguió observándome mientras mis ojos se
hundían hasta la mitad y mi cabeza caía de golpe contra la ventana.

Yo sabía cómo tocarme, cómo mover mi cuerpo para ofrecer a


cualquier hombre viendo un espectáculo que no olvidaría, pero no podía
recordar un momento en donde manipulándome a mí misma, tocándome
a mí misma con los ojos de los demás sobre mí, había sentido esta potencia,
dinámica e importante. Ni siquiera estaba segura de cuánto podía ver él
desde que todavía estaba vestida, y aunque mi falda era corta, todavía
guardaba las cosas buenas cubiertas y no había tirado el material hasta el
final de mi cintura… todavía.

Acaricié mis dedos sobre mi dolorido clítoris, que Nassir había


abandonado deliberadamente y me estiré por su contacto. Tarareé
satisfecha y jadeé cuando sus ojos cambiaron de ese color bronce
confitado a directamente fuego dorado. Susurré su nombre e imaginé que
sus gruesos dedos me tocaban, fingiendo que sus manos apretaban mis
pechos a través del fino material de mi camiseta de tirantes.

De repente se movió y cerró la puerta de golpe. Gemí, pero se convirtió


en un chillido de sorpresa cuando sus manos me alcanzaron desde la parte
trasera del auto y me arrastró desde el asiento delantero hasta el asiento
trasero a través de la delgada abertura entre el conductor y los asientos de
pasajeros. Su impaciencia me hizo reír, pero la mirada salvaje en su rostro y
el calor en sus ojos tenía el humor muriendo en mi garganta y convirtiéndose
en algo más pesado y más grueso. Me empujó a través del asiento de cuero,
y la fricción fue una sexy quemadura a través de mi piel expuesta. Él me
tenía de manera que estaba medio sentada, medio acostada contra la
puerta trasera del vehículo. Se arrastró frente a mí en sus rodillas con su
212

cabeza agachada para evitar que golpeara el techo mientras cerraba la


puerta tras él.
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Ambos encajamos.
No iba a haber ninguna acrobacia loca o cualquier posición inventiva,
pero ambos definitivamente encajamos y sus manos eran ásperas e
impacientes mientras alcanzaba mi falda y empujaba el tejido hasta lo más
alto posible. Afortunadamente, el material era elástico; de lo contrario no
había manera de que hubiera sido capaz de estrujar sobre la curva de mi
culo donde sus manos aterrizaron. Levantó una ceja hacia mí y me dio una
sonrisa que cortó directo en mi corazón como una cuchilla afilada.

—Puedes terminar lo que empezaste en el asiento delantero si quieres.


Puedo observarte encontrando placer todo el día.

Tan sexy como eso sonaba, no había estado bromeando cuando le


dije que todo lo que quería era que llegara tan profundamente dentro de
mí tan rápido como posiblemente pudiera. Siempre sentí que estaba
compensando el tiempo perdido con él y tratando de mantenerlo lo más
cerca que podía durante todo el tiempo que lo tuviera. Lo extrañaba
cuando no estaba dentro de mí, así que agarré la parte delantera de su
camisa con una mano y alcancé su hebilla del cinturón, que tenía un
nombre de diseñador en ella, con la otra.

—Entra en mí, Nassir.

Solo gruñó mientras yo trabajaba su ya tensa erección libre de sus


pantalones. Cayó en mis expectantes manos ya palpitante y listo. Empujé el
puño arriba y abajo por el eje unas cuantas veces, pero él tampoco estaba
de humor para jugar, porque sacó mis manos de su carne y las sujetó a la
puerta detrás de mi cabeza. Podía ver las ventanas ya empañadas y eso
me hizo querer reír un poco.

Maniobró sobre sus rodillas entre mis piernas, una de las cuales estaba
tendida a lo largo de los asientos y la otra estaba colocada sobre el borde,
mi pie apoyado en el suelo.

—¿Por qué es esa mirada? —Agarró la base de su polla y se inclinó


213

hacia adelante, arrastrando la punta a través de mis pliegues hinchados y


húmedos. Solo el indicio de él allí me tenía sacudiendo mis caderas hasta
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obtener más contacto, pero se retiró y luego avanzó de nuevo para golpear
mi clítoris con la cabeza de su erección. Envió placer pasando por todas las
terminaciones nerviosas que tenía e hizo difícil pensar lo suficiente como
para responder a su pregunta. Observó mi rostro y debió haber visto lo
mucho que me gustaba lo que estaba haciendo porque continuó mecién-
dose contra mí y burlándose sin entrar.

—Solo estaba pensando que nunca he tonteado con un chico en el


asiento trasero de un auto. Así que es la primera vez para mí y no tengo
muchas de ellas.

Sus caderas se aceleraron y tiré de mis manos. Tan bien como se sentía,
necesitaba más. Los dos estábamos vestidos casi siempre con nuestras
partes más íntimas y privadas conectando. Se sentía increíblemente bien,
pero necesitaba más de lo que podía darme y pude ver que lo sabía.

Me dijo algo en ese otro idioma que deslizó y luego se retiró lo suficiente
para poder alinearse con la codiciosa apertura de mi cuerpo. Sus ojos se
encendieron como un fusible e inclinó la cabeza hacia abajo de modo que
su boca aterrizó en la mía.

—¿Pensé que habíamos hablado de dejar todo el que o quién vino


antes, dónde estaba?

Traté de usar mis caderas para hacer que se metiera en mí, ya que mis
manos todavía estaban encerradas en las suyas, pero se alejó y continuó
cerniéndose justo fuera de donde yo más lo necesitaba. Le fruncí el ceño y
quité mi pierna que estaba colgando sobre el borde del asiento para
envolverla alrededor de su cintura. Me dio suficiente fuerza para empujar la
punta de su hinchada polla dentro de mi expectante canal, pero él era
demasiado fuerte para nada más que eso.

Hundí los dientes en su labio inferior con la suficiente fuerza como para
tirar su cabeza hacia atrás. Lo fulminé con la mirada.
214

—Eres dueño de muchas de mis primeras veces, Nassir. Fuiste el primer


hombre que luchó por mí. Fuiste el primer hombre que me hizo sentir segura.
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Tú fuiste el primer hombre que nunca me juzgó ni se rindió sobre mí cuando


me estaba convirtiendo en quien estaba destinada a ser, y siempre has sido
el primer hombre del que tuve tanto miedo de huir y obsesionarme lo
suficiente como para correr hacia adelante. Todas esas primeras veces
importan e igual lo hace ser el primer chico que me lleve a tontear en el
asiento trasero de un auto que ni siquiera posee todavía. Eso debería
hacerte feliz, no molestarte.

Inclinó su cabeza de regreso y me besó con mucho más cuidado del


que había mostrado antes. También me dejó atraerlo el resto del camino
hacia mi cuerpo y gemí mientras me llenaba y los fuertes músculos de su
espalda se flexionaban bajo la presión de mi pie. Cada vez que él estaba
dentro de mí, el sentido de la culminación que me llenaba era casi
demasiado para tomar.

Tiré de mis manos hasta que él las soltó para que pudiera entrelazar mis
dedos en su largo y sedoso cabello.

Empezó a moverse con golpes largos y profundos que sacaba casi todo
el camino fuera de mi cuerpo y luego lo golpeaba dentro de nuevo. Hizo
que mi cabeza rebotara contra la puerta del auto, pero no me importaba.

—No estoy molesto. Territorial. Te esperé y no soy paciente. No me gusta


pensar en quién estuvo en mi lugar mientras estabas huyendo de mí. —Sus
manos juntaron la tela de mi blusa a lo largo de mis costados hasta que tenía
la tela encima de mis pechos. Utilizó sus dientes para tirar de la copa de mi
sujetador hacia abajo y luego chupó mi pezón en la caliente caverna de su
boca. Me sacudí ante la sensación y luego tiré de su cabello y empecé a
empujar violentamente hacia atrás en sus opresivas caderas cuando rozó
sus dientes a través de la sensible superficie.

Tiré mi cabeza hacia atrás y me levanté para frotarme contra él para


poder tener tanta fricción entre nuestros cuerpos como el pequeño espacio
lo permitiera. Tenía manojos de su cabello en mis manos y su saliva por todos
mis pechos mientras él tiraba el otro lado de mi sujetador hacia abajo y
215

seguía mordiendo y pellizcando cada fruncido y excitado pico. Era


demasiado. Era más de lo que nadie me había dado antes, pero no era
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suficiente, y Nassir, al estar tan a tono con todo acerca de mí, lo sabía.
Sacó una de mis manos de su cabello y enredó nuestros dedos juntos
como lo habían estado cuando comencé todo hace unos momentos. Frotó
el dorso de sus nudillos a través del hueso de mi pecho y hacia el centro de
mi cuerpo en donde estábamos unidos. Frotó círculos en mi vientre con el
dorso de mi mano y luego arrastró nuestros dedos al lugar donde su carne
mucho más oscura estaba resbaladiza con humedad, brillante de deseo y
moviéndose rítmicamente dentro y fuera de mi cuerpo.

No podía apartar la mirada, y cuando arrastró nuestros dedos


combinados sobre la parte superior de mi sexo y los usó para rodear mi tenso
clítoris, empecé a vibrar y sacudirme desde adentro hacia afuera. No sé si
fue la visión de este hermoso, poderoso hombre poseyéndome, dándome
todo lo que he pedido, o si fue la sobrecarga de estimulación, pero duré
unos segundos más antes de gritar su nombre y apretar duro alrededor de
su polla. Todo mi cuerpo se inclinó hacia el suyo para que mis pechos fueran
aplanados contra la tela de su camisa y soltó mi mano para poder sujetarse
con un brazo alrededor de mi espalda mientras él sostenía el otro sobre mi
cabeza y seguía atrapado en mí.

Su rostro era de un oscuro color rojo bajo su tez normalmente bronce.


Sus ojos estaban lo suficientemente calientes como para quemar a través
del metal y su boca estaba abierta mientras jadeaba respiraciones cortas y
se acercaba a su propia culminación. Tomé mi mano que ahora estaba
descansando inútilmente en mi bajo vientre y perezosamente la metí entre
sus piernas para poder acariciar su tenso saco. Estaba cerca y solo tomó el
menor indicio de mis uñas arrastrándose a lo largo de esa piel delgada
como papel para tenerlo haciendo erupción dentro de mí.

Se derrumbó en un montón encima de mí y estaba bastante segura de


que iba a tener que comprar el auto, incluso si no le gustaba porque podía
sentir nuestros jugos combinados escapando entre nosotros. El sexo era
siempre un desastre, pero con él siempre parecía haber algún tipo de
216

belleza y paz en las secuelas.

Pasé mis dedos por el cabello de medianoche en sus sienes y lo besé


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suavemente sobre la frente.


—Nadie ha estado en tu lugar, Gates. —Tomé la mano que él todavía
tenía apoyada sobre mi cabeza y la puse sobre donde mi corazón estaba
latiendo lentamente a un latido sexualmente borracho—. Tu lugar siempre
ha sido el más difícil en el cual entrar y tú eres el único que alguna vez se
acercó a él. —Mi corazón era una fortaleza, y él era el único que había
tenido las llaves de él.

Dijo algo que no entendí en mi pecho y luego me besó justo entre los
pechos mientras se ponía de rodillas. Cuando salió de mí, ambos gemimos
en decepción ante la falta de conexión.

Su camisa era ahora un desorden arrugado y tenía un obvio punto muy


húmedo en el frente de su pantalón de vestir. Toda la camioneta olía a
almizcle y no había manera de que nadie se perdiera que habíamos estado
follando como animales en el asiento trasero. Él hizo una mueca y se ajustó
de nuevo en su ropa mientras yo hacía lo mismo. Ni siquiera tenía un Kleenex
o algo para tratar de hacerme menos de un desastre.

Ambos hicimos nuestro camino de regreso a la parte delantera del auto


y salió del estacionamiento y se dirigió de nuevo hacia la concesionaria.
Extendió una mano sin mirarme y pasó su pulgar por la curva de mi mejilla.

—No dudes nunca de que creo que valiste la espera, Keelyn.

No sabía qué decirle, así que me quedé en silencio mientras


regresábamos a la lujosa concesionaria. Había varios chicos reunidos
alrededor obviamente esperando para ver si estábamos de hecho trayendo
la Range Rover de vuelta.

Respiré profundamente y fui a abrir la puerta cuando Nassir extendió su


mano y me detuvo con ella sobre mi hombro.

—Quédate aquí. Nadie necesita saber cómo te ves y hueles después


de que te hice correrte. Eso es solo para mí.
217

Sacudí mi cabeza y le sonreí.


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—Déjame hablar con el vendedor. Soy realmente buena negociando
con hombres. —Él levantó sus cejas oscuras hacia mí y reí—. En el peor de
los casos, puedo admitir que follamos en la parte trasera y que eso va a
disminuir seriamente el valor, pero confía en mí. Apuesto a que te puedo
conseguir diez mil dólares menos del precio que pide.

—Puedo pagar el precio que pide. —Sonaba arrogante y divertido al


mismo tiempo.

Chasqueé mi lengua hacia él y sacudí mi cabeza.

—Ahora somos socios de negocios, Nassir. Eso significa que no hay


necesidad de tirar el dinero sin sentido. —Le di una mirada aguda—. Nuestro
futuro está unido.

Me miró en silencio durante unos minutos y luego me dio un rígido


asentimiento.

—Haz lo que quieras, titiritera.

Eso hizo que me mareara. No iba a tratar de controlarme ni a la


situación. El hombre con sui dedo en el pulso de todo me estaba dando las
riendas, y nada me hacía sentir más poderosa que eso. Era mandón y
manipulador, pero me trataba como lo exigí. Me dejó saber que yo era su
igual y que lo mío era tan importante como lo suyo. Confiaba en mí para
hacer "lo mío", y lo mío era la gente. Por eso me había traído al club. Era por
eso que había hecho una pequeña fortuna cuando estaba desnudán-
dome. Yo era el por qué The Point siempre sería donde mi casa y corazón
estaban porque entendía a la gente que lo hacía lo que era.

Seguí al vendedor de regreso a su oficina y comencé con una sonrisa.


Me dijo rotundamente que el precio de etiqueta era el precio final y no
había espacio para la negociación. Además, el tipo ya tenía su comisión,
por lo que su interés en la elaboración de un acuerdo era nulo.
218

Al menos hasta que empecé a preguntarle por su novia. La que estaba


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exhibida prominente en una imagen en un marco plateado en su escritorio.


Su bonita novia rubia a la que le iba a pedir que se casara con él. Su bonita
novia rubia que estaba bastante segura de haber visto en el Lock & Key en
más de una ocasión. Cuando mencioné que ella parecía familiar, cuando
mencioné donde trabajaba, su interés en hablar y elaborar un acuerdo por
la información se recuperó. Tal vez estaba más cerca del soborno que de
negociación, pero al final del día todo era quid pro quo7 ante mis ojos.

Solo tomó media hora y tenía al tipo sudando y temblando por


cualquier tipo de detalles sobre su preciosa amada, mientras que lo
convencía de considerar veinticinco mil dólares menos del precio de venta
del auto. Le di una tarjeta al vendedor, le dije que viniera a verme en el club
y le explicaría lo que le no estaba dando a su chica en casa y cómo podía
hacerla feliz. Conseguí el trato, y totalmente planeé salvar su relación, y ni
siquiera tuve que sacar mis senos para hacerlo. Todo era acerca de la gente
y entenderlos.

Atrapé a Nassir observándolo desde detrás de la ventana de la sala de


exposición, y cuando me sonrió, todo lo que él era para mí estaba allí. Él era
ambos mi héroe y mi peor enemigo. Siempre había sido mi salvador y mi
captor. Era todo lo que quería y todo lo que no debía permitir en mi vida, y
no había absolutamente nadie a quien amara odiar más que a él.

Ahora lo entendía mejor que nunca y lo amaba, siempre lo había


amado, porque él me entendía.

219
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7Quid pro quo: “Una cosa por otra” y hace referencia a una equivocación que consiste
en tomar una cosa por otra o a una persona por otra.
M
iré al niño que Stark metió en el asiento frente a mi escritorio
con los ojos entrecerrados. No podía decir si el cuerpo era
masculino o femenino con la suciedad recubriendo su rostro
y la ropa desgastada que colgaba en capas sueltas en un cuerpo delgado
y delicado. Los ojos de medianoche me miraban fijamente, ardiendo con
irritación en un rostro que probablemente era demasiado refinado y suave
para pertenecer a un hombre. Aunque había rasgos de la ascendencia
asiática en las facciones, era tan imposible decir con certeza la etnicidad
del niño como lo era decir el género de él/ella.

Stark parecía tan irritado como su carga. Sus brazos musculosos y


tatuados estaban cruzados sobre su pecho mientras miraba fijamente a la
parte superior de la cabeza del niño, que estaba cubierta con un sucio gorro
negro que obstruía aún más la determinación del género del chiquillo de la
calle. Había un tic comenzando en la mandíbula de Stark y me di cuenta
de que tenía un rasguño en la frente, mientras que sus gafas se asentaban
torcidas en su rostro.

—Querías que descubriera quién ayudó a Tyler Finch a obtener su


nueva identificación. Lo estás viendo. —Obviamente, el chico no había
querido cooperar y lo demostró mirándonos malhumoradamente a los dos
220

y hundiéndose más abajo en la silla sin decir una palabra. Todavía no me


vendía la parte de “él” de esa declaración, pero no cuestioné la suposición
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de Stark.
—Ayudaste a un joven a fingir ser alguien que no es para que pudiera
entrar en mi club. No me importa quién seas o qué leyes rompiste
ayudándolo. Solo quiero un nombre real y un lugar donde pueda
encontrarlo. El señor Finch y yo tenemos una larga conversación retrasada.

Las cosas en el club habían estado corriendo como un reloj desde que
el saboteador había sido revelado. No hubo más incidentes. No más
sabotaje, e incluso los patrones habían estado con un mejor comporta-
miento. La cereza en mi pastel profesional fue cuando compré mi auto
nuevo con el dinero que había tomado de la mujer que trató de matarme.
Había dejado silenciosamente la ciudad, por una vez, tomando la decisión
correcta. También tenía a todos los chicos de Chuck y el resto de mi
seguridad en mis otros lugares en alerta máxima, en caso de que el impostor
fuera estúpido o lo suficientemente valiente como para mostrar su rostro
ahora que tenía que saber que sabíamos quién estaba detrás de la
destrucción.

El sucio niño de la calla cruzó los brazos flacos sobre su delgado pecho
y solo me miró fijamente. El hecho de que esos ojos no vacilaron o incluso se
movieron nerviosamente, tenía un poco de admiración goteando en mi
impaciencia por acabar con esto para poder encontrar al impostor.

Stark maldijo y fulminó al niño, que parecía ajeno a toda la furia siendo
dirigida hacia él.

—Tampoco pude conseguir que hablara conmigo. Pensé que tal vez
tendrías más suerte. Destruyo cosas con códigos, no con armas o mis manos.

Eso hizo que el niño se pusiera rígido. Minúsculas manos se curvaron


bajo el sucio tejido del abrigo y ese frágil cuerpo se endureció. Stark levantó
sus manos y las frotó sobre su rostro.

—Un compañero de juegos me señaló una cafetería hípster donde un


grupo de niños de la calle que resulta que son muy buenos con compu-
221

tadoras pasan el rato y ofrecen cosas como nuevas identificaciones para


fugitivos y otros niños que necesitan salir de la red. Le pregunté a unos
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cuantos de esos chicos, destellé un poco de ese dinero que me diste, y todos
me dijeron que buscara a Noe Lee.

Sentí que mis dos cejas se alzaban.

—¿No?

El niño me puso en blanco sus ojos oscuros y finalmente habló:

—N-O-E. Pero es pronunciado como "no".

La voz era clara y decididamente femenina, así que decidí que el niño
tenía que ser una mujer joven. Eso hizo aún más impresionante el hecho de
que Stark estuviera llevando heridas de batalla.

—Así que voy buscando en cada caseta de ratonera que puedo


encontrar, buscando a Noe. Le pregunté a cada hacker, jugador hard-core,
programador, e ingeniero de software que pude encontrar quién es Noe, y
nadie tenía una respuesta. —Él cambió su peso y descruzó sus brazos así
podía poner sus manos en la parte posterior de la silla de la chica—. Imagina
mi sorpresa cuando llego a casa después de un día de búsqueda para
descubrir que Noe decidió venir a buscarme. Cada cosa de valor que tenía
en mi casa de la ciudad está desaparecida. Mi laptop. Mi escritorio. Cada
unidad de disco duro, ya sea que funcione o no, se ha ido. Todos mis
televisores están desaparecidos. Si era electrónico, se ha ido, y este
pequeño cabrón estaba sentado en mi sofá como si tuviera todo el derecho
a estar allí. Estás pagando la cuenta por toda mi mierda, Gates.

—No me gusta que la gente investigue mi negocio. Me gusta estar por


mi cuenta —respondió la chica, aparentemente mucho más desafiante de
lo que debería estar en su posición actual.

—Tampoco te gusta ducharte si la forma en que hueles es algo por lo


que pasar. —El tono de Stark era petulante, y cuando el niño sacudió la
222

cabeza para mirarlo, el gorro de lana cubriendo su cabeza cayó y los ríos
de largo cabello negro cayeron alrededor de su sucio rostro. Vi un destello
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de sorpresa en el rostro del otro hombre y pronto un rubor rojo estaba


compitiendo por el título de color más brillante en su cuello en medio de
toda la tinta que se arremolinaba allí. El hombre había sido robado y
golpeado por una chica que probablemente pesaba menos de la mitad
que él.

—No me gusta la gente en mi negocio tampoco y este niño que


ayudaste a infiltrarse en mi operación me cuesta bastante dinero y bastante
tiempo. La única opción que tienes aquí es decirme detrás de quién estoy.
Creo que lo sabes y creo que es por eso que cuando escuchaste que uno
de los míos te estaba buscando, te hiciste fácil de encontrar.

—Es fácil desaparecer en las calles. —Su tono era frío, pero pude ver
una aguda inteligencia brillando en su oscura mirada.

—Lo es. También es fácil desaparecer de las calles y que nadie se dé


cuenta que te has ido.

La chica se mordió el labio y miró a Stark como si tal vez fuera su


salvavidas. El tatuado hacker tocó la marca en su frente y murmuró:

—Eres una maldita chica. —Mientras sacudía la cabeza. Al ver que


Stark no iba a ser de ayuda, volvió su atención hacia mí.

—Mira, he estado viviendo en las calles y corriendo desde que era una
niña. Conozco las reglas en un lugar como este y la primera es mirar por ti
mismo en primer lugar. Cuando escuché que Nassir Gates estaba buscando
a quienquiera que ayudara a alguien a entrar en su nuevo club, supe que
suficiente dinero y suficientes grandes amenazas iban a pasar alrededor,
que mi nombre iba a surgir. Solo pensé que tendría algo de diversión en mi
camino aquí.

Stark gruñó.

—Me robaste toda mi mierda.

Ella inclinó su cabeza hacia atrás y sonrió y pude ver que era
223

probablemente una persona maravillosa bajo toda esa suciedad y mugre


que la cubría de pies a cabeza. Pude ver que Stark también lo veía. De
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repente, dio un paso atrás desde la silla como si la chica que la ocupaba
fuera tóxica.

—Tenías grandes cosas. No hay nada como un tipo que conoce sus
procesadores.

—Si ibas a venir a ver a Nassir de todos modos, ¿por qué me asaltaste?
¿Por qué me golpeaste en el rostro y me golpeaste con una lámpara?
—Ahora Stark sonaba como un niño petulante.

Levantó los hombros y los dejó caer. Traté de no hacer una mueca ante
la nube de polvo que su movimiento soltó.

—Me agarraste. No me gusta ser tocada.

Él ladró una palabrota y todo su rostro se ruborizó.

—Tú irrumpiste mi casa y secuestraste todas mis cosas. Por supuesto que
te agarré. —Sonaba tan exasperado que toda la cosa hubiera sido divertida
si tuviera más tiempo y cualquier tipo de paciencia en absoluto—. Ya no me
necesitas, ¿verdad, Gates? Necesito salir de aquí.

Sacudí la cabeza y le dije que se fuera, lo que me dejó a solas con la


chica. Su comportamiento cambió cuando estuvimos solos, pero todavía
había un desafío sobre ella que me recordó a mi ex stripper favorita. Esta
chica estaba sucia. Olía mal. Evidentemente estaba tratando de minimizar
su género, pero aun así no podía dejar de irradiar confianza y su propio tipo
de poder femenino. Era la lucha que siempre me atraía.

—Dime quién es realmente el chico y voy a hacer que valgas la pena.

Ella resopló y se dirigió al borde de la silla.

—¿Estás bromeando? Las cosas que le saqué a tu amigo tatuado me


darán de comer y pondré un techo sobre mi cabeza durante unos meses.
224

Solo quiero que me dejes en paz y que olvides cómo luzco y cualquier parte
que jugué con Tyler metiéndose con tu club.
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Me incliné hacia atrás en mi silla y la consideré por un momento.


—De acuerdo… y lo llamaste Tyler. ¿Es su verdadero nombre?

Se echó hacia atrás en la silla y traté de no estremecerme. Iba a tener


que pasarle la manguera cuando se fuera o tal vez incluso quemarla.

—Sip. Es amigo de un amigo. Conozco a unos cuantos ilegales y a


algunos muchachos de la calle que les gusta entrar y salir de la ciudad en
los trenes, y uno de ellos me rastreó diciendo que tenía un amigo que
necesitaba ayuda. Solo me meto con gente que realmente parece
necesitarlo. Niños que huyen de los padres de mierda. Niños huyendo de un
hogar de acogida porque el padre era un pulpo. De vez en cuando le
consigo a un niño rico una identificación falsa, pero eso es solamente si estoy
en apuros. De todos modos, mi amigo dice que conoce a Tyler de algunos
shows y el chico lo tiene realmente duro en casa.

Estaba hablando tan rápido que era casi difícil mantenerse al día con
ella, pero noté que se había referido a mi intruso como un niño, haciéndome
preguntarme cuántos años tenía ella. Parecía que no podía tener más de
dieciséis o diecisiete años.

»El padre es un matón y la mamá desapareció hace tiempo. Mi amigo


dice que Tyler tiene un par de hermanas en casa y el padre ha estado
tocándolas de una manera totalmente no paternal, así que me pide que
ayude a salir al chico. Dice que el niño solo necesita un trabajo decente
donde pueda ganar algo de dinero y mudarse él y sus hermanas de casa.
Así que trae al niño para que pueda hacerle una identificación. Solo cuando
trae al niño, me doy cuenta rápidamente que no es muy listo que digamos.
Si le hacía documentos con un nombre diferente, iba a ser destrozado en
cinco segundos, así que encontré a alguien con un nombre similar y le pedí
prestada su identidad.

—¿Tyler Finch es su verdadero nombre? —Estaba un poco confundido


por su historia, sobre todo porque ella lo dijo como si las palabras no
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pudieran salir de su boca lo suficientemente rápido.

Ella sacudió la cabeza y el hedor de humano sin lavar y el olor amargo


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que simplemente estaba en The Point, que impregnaba a cualquiera que


sobreviviera en las calles de aquí, me golpeó directo en la nariz. Debo haber
hecho una cara o indicado mi disgusto de alguna manera porque ella sonrió
y era todo tipo de retorcido y agudo.

—Cuando duermes bajo un puente o detrás de un contenedor, la


gente te trata como el resto de la basura desechada que cubre el suelo.
Cuando luces como la mierda y hueles aún peor, la probabilidad de alguien
agarrándote y tratando de hacerte hacer cosas que no quieres hacer va
muy abajo. —Una de sus pobladas cejas se alzó en una mirada altiva—. Y
no, su nombre estaba cerca, pero no puedo recordarlo exactamente.
Sonaba como Finch. No puedo decirte dónde está porque no lo sé. Hice mi
trabajo, tomé los doscientos que me pagó y lo olvidé hasta que escuché
que buscabas a alguien que manipuló una identificación para conseguir un
trabajo en tu club. Sabía que tenía que ser Tyler. —Ella levantó sus manos y
se encogió de hombros—. Obviamente no poseo una computadora, así que
no es como si pudiera escanear su información en un archivo que pueda
solo enviarte por correo electrónico.

—Tu amigo dijo que tenía una mala vida en casa. ¿Menciona dónde
vivía la familia del niño?

Ella sacudió su cabeza.

—Solo aquí en alguna parte de la ciudad. Dijo que el papá había


estado profundamente en la cuneta durante mucho tiempo. Aparente-
mente era un adicto y le gustaba golpear toda la acción de Novak.

Estaba atormentando mi cerebro tratando de encontrar un enlace,


cualquier tipo de conexión que pudiera tener al niño lo suficientemente
desesperado o enojado como para asaltar al diablo en su propio patio de
recreo.

La chica se aclaró la garganta y se estiró por su gorro.


226

»Por lo que vale, parecía un niño bastante agradable. Solo vino como
si realmente quisiera encontrar un trabajo para ayudar a su familia a salir de
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ahí. Tu nombre no apareció hasta después del hecho porque si hubiera


mencionado que quería hacer negocios contigo o cualquiera de tu equipo,
le habría dicho que era una mala idea. Los hombres como tú no mejoran las
cosas. Él no parecía malicioso ni nada. Realmente no parecía lo
suficientemente inteligente como para ser competencia para ti.

La pequeña indirecta estaba allí, pero la dejé ir. El niño se había metido
conmigo usando tácticas del patio de la escuela cuando yo estaba
acostumbrado a la guerra absoluta. Estábamos luchando diferentes tipos
de batallas, pero si había aprendido algo del desierto y de mi vida allí, era
que la persona más modesta podía ser la mayor amenaza. Los asesinos no
eran sellados con una gran letra A en el centro de sus frentes. Más a menudo
que no, venían con sonrisas encantadoras y un amistoso apretón de manos
justo antes de poner una bala entre tus ojos o una bomba debajo del asiento
delantero de tu auto. No iba a subestimar al niño no importa cuán inofensivo
o tonto pareciera.

Necesitaba averiguar cuál era su trato conmigo y no podría hacer eso


a menos que lo localizara.

—El amigo tuyo que lo trajo a ti en primer lugar, ¿dónde puedo


encontrarlo? —Ella se reprimió y comenzó a retorcer sus dedos juntos.
Obviamente no quería que le hiciera daño a su amigo—. No tienes que
decírmelo, pero entonces, cuando mande a todos mis chicos para que
verifiquen todos los albergues que puedan encontrar, me aseguraré de que
les dejen saber a todos los niños de la calle que tú fuiste la que los envió a
ellos.

La vida era dura en la calle. Era aún más difícil cuando eres una mujer.
Si yo salía, sacudía suficientes jaulas y dejaba caer su nombre cuando lo
hiciera, ambos sabíamos que sería una verdadera sentencia de muerte para
ella a menos que tomara el dinero que iba a ganar con las cosas que le
había sacado de Stark y huyera. La comprensión de lo que le estaba
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diciendo estaba clara en su mirada.

—Su nombre es Squirrel8. Y eso es en serio todo lo que conozco sobre él.
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Cuando viene a la ciudad le gusta pasar el rato en un bar en el muelle

8 Squirrel: Tamia o Ardilla rallada.


llamado el Blue Ribbon. Dejan que un montón de bandas de metal y punk
toquen allí los fines de semana, por lo que a los niños de la corteza les gusta
pasar el rato y beber cerveza barata.

No tenía idea de lo que era un niño de la corteza, pero parecía que


iba a averiguarlo.

—¿Cómo identificas a un joven llamado Squirrel? —hice la pregunta


con toda seriedad, pero pareció encontrarla hilarante. Empezó a reír hasta
que se inclinó y agarró su estómago. Cuando volvió a mirarme, sus mejillas
tenían rayas donde sus lágrimas habían limpiado la mugre.

—Los niños reciben sus nombres en la calle por una razón. Busca a un
niño que parece que podría estar traficando comida en sus mejillas.
También tiene un tatuaje en la parte posterior de su cuello de algo que
parece que podría ser un tamia o una ardilla. No va a querer hablar contigo.
Esos niños se van a esparcir cuando te vean venir.

El teléfono celular que yacía sobre mi escritorio empezó a sonar y


ambos tomamos eso como una señal de que nuestra conversación había
seguido su curso. Lo recogí y lo puse en mi oreja, y vi cómo la chica se
deslizaba en silencio fuera de mi oficina. Ella era interesante, y tenía la
sensación, aunque prometí olvidar que alguna vez había existido, que no
había visto lo último de ella.

—¿Estás mirando los monitores? —fue ladrada en mi oreja la pregunta


de Chuck y me volví en mi silla, tocando las teclas de mi computadora que
hacía girar el banco de video de seguridad detrás de mi escritorio. Ya que
era la tarde y en ninguna parte cerca de las horas de trabajo aun, los había
dejado apagados mientras hablaba con Noe.

Cuando las pantallas volvieron a la vida, tomó cada mota de


autocontrol que tenía no lanzar mi teléfono celular a los monitores. Por lo
menos veinte hombres que llevaban el equipo táctico negro con la palabra
228

"policía" en la espalda estaban asaltando a través de las puertas delanteras


del club con armas alzadas.
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Afortunadamente, no había clientes llenando la pista de baile o
abarrotando la zona del bar, pero los empleados que estaban trabajando
alrededor estaban todos frenéticos, mientras observaba la redada pasar
delante de mí como si fuera un programa de televisión.

—¿Qué? —No podía formar más palabras que eso mientras veía a uno
de los policías acercarse a Chuck, quien todavía tenía su teléfono en la
oreja. El policía se detuvo frente a mi jefe de seguridad y le oí preguntarle
dónde estaba yo. En el video vi a Chuck vacilar por un segundo, pero como
reconocí la voz profunda cuando el policía habló, le dije a Chuck que
siguiera adelante y lo llevara a mi oficina mientras sus cohortes seguían
empujando sus narices y armas en cada rincón de mi club.

No podía mirar al policía sentado. No cuando lo que realmente quería


hacer era tomar el rifle automático que tenía en sus manos, y voltearlo hacia
él y exigirle que me dejara a mí y a mi negocio solos. Se despojó del equipo
protector de su rostro y me fulminó con la mirada tan duro como yo lo
estaba mirando.

No sé cómo Titus King se encontraba en el lado derecho de la ley


cuando tenía todas las características que debían haberlo hecho un
hombre como yo, una infancia terrible y un padre que prefería la muerte y
la brutalidad a la nutrición amorosa incluida.

—¿Por qué tienes una redada en mi club, policía? —Puse mis manos en
el borde del escritorio para evitar golpearlo en el rostro.

Titus entrecerró sus ojos y su odio jurado hacia mí y lo que hacía para
mantener viva esta ciudad resplandeció en su mirada como la llama azul
de un soplete.

—Recibimos una alerta anónima de que recibiste una entrega de


cocaína y que estabas discutiendo sobre ella con uno de tus proveedores.
La fuente sonaba creíble, por lo que el teniente a cargo de la unidad de
229

drogas decidió que una caída sorpresa era lo que seguía.


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—¿Por qué estás tú aquí, entonces?


Titus gruñó y vi su negro dedo enguantado donde descansaba sobre el
gatillo del arma que estaba sosteniendo.

—Estoy aquí porque no es ningún secreto que mi muy embarazada


novia trabaja para ti, y por alguna extraña razón realmente le gustan tú y su
trabajo. Le dije al sargento a cargo del equipo táctico que yo quería entrar
solo en caso de que hubiera una droga escondida aquí. Le dije que nada
me gustaría más que encerrarte y mantenerte alejado de mi familia. —Él me
fulminó aún más y un tic comenzó a trabajar en su mejilla—. También le dije
que eres un bastardo sádico y que, si encontrábamos algo ilegal aquí, no
estarías por encima de usar a los patrones inocentes como palanca para
escapar de una redada antidrogas. —Él bufó—. De nada.

Si pensaba que iba a darle las gracias mientras mi club estaba siendo
destrozado, tenía otra cosa por venir. Le levanté las cejas y le di una sonrisa
especulativa.

—¿Reeve sabe que estás aquí?

Él gruñó su respuesta, lo que claramente significaba que no le había


dicho que venía a allanar el club de su jefe. Apuesto a que no le iba a ir muy
bien cuando llegara a casa del trabajo. Reeve era un volcán y ella también
mantenía cuidadosamente un pie en el lado correcto de la ley y el otro
flotando apenas bastante sobre el borde del lado incorrecto para mantener
las cosas interesantes. Ella era una ventaja para mí y mi empresa. A ella
tampoco le iba a gustar que su hombre estuviera metiéndose en mi
negocio, pero más que eso, no le iba a gustar que la mantuviera fuera del
círculo porque sabía que tenía hilos de lealtad unidos a mí a pesar de que
Titus había intentado cortarlos una y otra vez.

»Aquí no hay drogas. No tengo mis manos en esas cosas. Los chicos que
las mueven y venden responden a gente en otros países, y no me gusta la
falta de control que da a una operación. También dejo que Keelyn y Race
230

hundan una ridícula cantidad de dinero en este lugar para ponerlo en


marcha. No jugaría con su inversión de esa manera. Soy un hombre de
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negocios primero y principalmente, policía. Yo no hago cosas que ponen en


peligro mi dinero o a mis socios. —Podría poner mis manos en cualquier
sustancia ilegal que quisiera en cualquier momento, pero eso no significaba
que necesitaba tener mis dedos en el tarro de miel. Las drogas eran una
línea dura para mí. Cuando llegué por primera vez a los Estados Unidos,
había tropezado aquí y allá, probando los límites de mi recientemente
acuñada libertad. Me di cuenta muy rápidamente de lo fácil que sería
encontrarme atado a otro tipo de propietario y me negué a arriesgarla. No
quería que mi negocio estuviera cerca de gente que tan fácilmente
corrompiera y poseía a los débiles y los desesperados. Me mantuve alejado
del señuelo de los narcóticos, pero la gente con la que a menudo me
encontraba tratando no lo hacía. Con el fin de mantener mi dedo en el
pulso, tenía que saber quién se encargaba de qué, quién importaba qué, y
cómo manejaban todos sus negocios, pero no los consideraba mis colegas.

—La fuente dijo que mantienes el escondite en una habitación privada


en el sótano que solo es accesible por el ascensor privado.

La bombilla se encendió y yo juré en árabe mientras me pasaba las


manos por el cabello.

—¿La fuente era una mujer?

Las propias cejas oscuras de Titus se elevaron hasta casi tocar la banda
de la gorra negra que cubría su frente.

—¿Por qué?

Suspiré y me moví alrededor de mi escritorio. Pasé junto a él sin decir


nada, pero escuché a Chuck decirle que me siguiera.

—Tuve algunos problemas con una mujer y su esposo. Ella no quería


jugar según las reglas, así que la saqué a patadas. —Puse el código para el
sótano del edificio una vez que estábamos todos en el ascensor. Sacudí un
poco la cabeza—. Primero la saqué a patadas del club, luego la saqué a
patadas de The Point. Ella es bocona e inestable. Debería haber sabido que
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tiraría algo como eso.


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Me estaba arrepintiendo de estarme volviendo suave y dejarle tener


una salida. Ser un chico de verdad era malo para los negocios.
»El sótano es el centro de mantenimiento de seguridad para cualquier
persona que no quiera comportarse. El sexo hace que la gente se vuelva
loca, hace que hagan cosas que nunca harían normalmente en un millón
de años. —Le di una mirada y vi su mandíbula apretarse tan fuerte que
estuve sorprendido de que sus dientes no se rompieran—. Ya sabes de lo que
estoy hablando, policía.

Él no respondió al pinchazo verbal, pero sí habló en el auricular de radio


que estaba usando para dejarle saber al resto de su equipo que se dirigía al
sótano. Alguien debió haber ladrado que necesitaba esperar a que se le
diera un respaldo porque él respondió fríamente que tenía la situación bajo
control y que se reportaría una vez que la zona fuera despejada.

Una vez que las puertas se abrieron a mi prisión de concreto, vi que los
ojos de Titus se abrían y su irritación crecía. Me disparó una mirada dura
mientras caminábamos del ascensor al pasillo estéril.

—Eres un sociópata. Lo sabes, ¿verdad? ¿Qué clase de persona


construye su propia prisión bajo un club nocturno?

Fue mi turno de no responder. Hacía negocios a su manera, y yo lo


hacía a la mía. Le dije a Chuck que siguiera adelante y dejara que el policía
paseara por todas las habitaciones vacías, y se retirara y observara su
infructuosa búsqueda. Incluso si hubiera estado inclinado a mantener un
alijo de droga en la mano, nunca sería estúpido o lo suficientemente simple
como para dejarlo en un lugar que sería tan fácil de encontrar.

Titus era meticuloso. Recorrió todas y cada una de las habitaciones,


volvió las mesas y las sillas, jugueteó con luces y golpeó los nudillos a lo largo
de la sólida superficie de las paredes. Si hubiera habido drogas en mi
mazmorra, el policía las habría encontrado. Estaba en la última habitación,
terminando su minuciosa búsqueda, cuando de repente agua helada
empezó a llover sobre nosotros desde el techo. Los tres ladramos diferentes
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palabrotas y miré a Chuck, que estaba en su teléfono gritando a sus chicos.

El agua continuó bajando en cascada desde el techo, así que no


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había ningún objeto en tratar de alejarla de mis ojos o sacudirla de mi ropa.


Titus estaba disparando cada palabra sucia que existía hacia el techo y
sabía que íbamos a tener que salir del sótano usando las escaleras porque
el ascensor no funcionaría si había un incendio.

—¿Que está pasando?

Le hice la pregunta a Chuck cuando estaba lo suficientemente cerca


como para poder hablar con él sin tener que gritar por encima del rugido
del sistema de aspersores.

—Los policías de arriba estaban metiéndose en el techo buscando el


supuesto escondite. Uno de ellos accidentalmente golpeó la válvula para el
sistema de prevención de incendios. No pueden averiguar cómo apagarlo.
Parece que nuestro pequeño problema de roedores podría haber estro-
peado algo de nuestra plomería. Pequeños sucios desgraciados.

—Cierra toda el agua en el edificio antes de que todo se inunde.

Chuck sacudió la cabeza cuando llegamos a la puerta de metal para


salir en caso de incendios y empujamos a través de ella.

—No sirve. Los sistemas de incendios funcionan en una fuente diferente,


así que incluso si algo sucede a la fuente de agua principal en el edificio,
todavía funcionan. Tendremos que llamar a un profesional para que lo
apague y necesitamos que el plomero vuelva a traer su culo aquí.

Sacudí mi cabello goteando de mis ojos y miré a Titus, que estaba


resoplando detrás de mí, su equipo haciendo la subida fuera del sótano un
poco más pesada para él de lo que lo era para mí y Chuck.

—Tú y tus chicos me han costado otro valioso día de trabajo, policía.

Se quitó su gorra de la cabeza y parpadeó el agua fuera de sus ojos.

—Te lo puedes permitir, y apuesto a que esas habitaciones privadas


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que de alguna manera te las arreglaste para conseguir rebasando las leyes
de anti solicitación probablemente se deban a una buena y exquisita
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fregada.
Su broma hizo reír a Chuck, pero una vez que llegamos al piso principal
y sacudimos a todo el mundo afuera, la risa murió en su garganta. Mientras
el agua continuaba a chorro, la vista de la mitad de la fuerza policial y todo
mi personal temblando de frío cerró cualquier humor que encontró en la
situación.

Me quité la chaqueta e hice una mueca mientras ríos de agua se


derramaban de ella y sobre al suelo alrededor de mis pies.

—Espero una factura de la tintorería —murmuré las palabras por la


comisura de mi boca hacia Titus—. Y buena suerte tratando de acostarte
esta noche. Tu chica va a estar molesta porque le escondiste la redada,
pero va a estar realmente molesta cuando se entere de que me cerraste sin
ninguna razón. —Le sacudí las cejas—. Como dijiste... le gusto.

Pensé que el gran detective iba a lanzarse hacia mí, pero Chuck se
interpuso entre nosotros y puso una mano en el pecho cubierto de Kevlar
del hombre.

—Suficiente. No había drogas, pero tuviste éxito en arruinar el día del


jefe, así que todos considerémoslo como una victoria y dirijámonos a
nuestras esquinas separadas de la ciudad, ¿podemos?

Titus me señaló con un dedo.

—Uno de estos días me darás una razón que no pueda ignorar para
encerrarte, Gates.

Me encogí de hombros y luego me estremecí cuando el movimiento


envió agua helada bajando por el cuello de mi camisa y a lo largo de mi
columna vertebral.

—Probablemente. —Quiero decir ya estaba haciendo una mierda de


cosas que significarían una sentencia en prisión si él sabía de ello, pero
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nunca tuve ninguna intención de pasar tiempo en las rejas. Toda mi vida
antes de The Point había sido una larga y horrible sentencia en prisión, así
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que ya había estado encerrado en lo que a mí respectaba.


Miré a Chuck.

»Ya que estamos muertos en el agua —literalmente— tengo algo más


de lo que tengo que encargarme esta noche. —Hice una mueca cuando
el agua se escurrió de mis zapatos mientras caminaba hacia mi auto nuevo.

El diente de oro destelló hacia mí.

—¿Y siquiera quiero saberlo?

Le sonreí de nuevo.

—Voy a cazar ardillas9.

Su risa me siguió mientras me abría camino hacia mi camioneta.


Necesitaba respuestas. Necesitaba información y necesitaba un cambio de
ropa. Iba a conseguir poner mis manos en los tres y localizar a quienquiera
que fuera este Tyler y descubrir por qué exactamente alguien tan joven me
había jodido. Yo no era un enemigo fácil de tener y no podía entender por
qué el niño había decidido encargarse de alguien como yo en su primera
vez fuera de la puerta.

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9
Juego de palabras con Squirrel el nombre del chico que va a buscar, que en español
Squirrel es Ardilla.
R
ealmente estaba empezando a odiar las palabras "tengo que
hacerme cargo de algo". Cada vez que Nassir me decía eso,
significaba que él estaba fuera de contacto y hasta el cuello de
problemas. Eso estaba probando todo mi autocontrol para no
bombardearlo con preguntas sobre lo que estaba en su agenda para la
noche, ya que cambió su atuendo a muy-bien-vestido-Nassir de jeans
negros, un suéter de punto negro y botas negras de aspecto pesado. No
había un logo o una etiqueta que ver, y cuando retorció su largo cabello
hacia arriba en un perfectamente enroscado man-bun en la parte posterior
de su cabeza, supe que pasaba algo. Nunca hacía nada con su cabello, y
una vez que estuvo atado y fuera del camino, todo lo que quería hacer era
jalarlo hacia abajo y estropearlo. Me besó de salida y me dijo que no
esperara, lo cual me hizo querer patearlo. Creí que me mantendría
informada si era algo que necesitaba saber, algo que me afectara o al club,
pero viéndolo salir a hacer sabía Dios qué o sabía Dios con quién, era difícil
cuando estábamos tan recién asentados en compartir esta vida juntos.

Apreciaba el hecho de que quisiera que yo pudiera alegar ignorancia


sobre algunas de las partes más desagradables de su negocio, pero odiaba
no saber en qué se encontraba exactamente y cuáles eran las posibilidades
de verlo volver a casa en una sola pieza. Toda esa incertidumbre y miedo
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era la razón por la que lo había retenido durante tanto tiempo en primer
lugar. La ansiedad de lo que yo iba a hacer si algo realmente le pasaba
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mientras él hacía lo que hacía, hizo que mi piel se sintiera como si fuera de
un tamaño demasiado pequeño para mi cuerpo entero y yo parecía no
poder quedarme quieta.

Apestaba que el club estuviera inundado porque eso me dejó sin nada
que hacer y demasiado tiempo en mis manos. Comencé a preguntarme por
las chicas que se habían mudado del club de striptease al nuevo club. Me
preguntaba si, si alguien les hubiera ofrecido una salida, una manera de salir,
la habrían tomado. A tan pocas personas en esta ciudad, especialmente a
las mujeres, siquiera se les ofrecía la oportunidad de experimentar la vida
más allá de las duras calles y la desmoronada economía que mantenía a
The Point como era, y aunque Nassir tenía su propio tipo de ruta de escape
en el lugar para las mujeres que protegía, no les estaba ofreciendo nada
fuera de los límites de la ciudad. Incluso después de haber limpiado Spanky's
y convertirlo en el Empire, aun así eran un poco más que cambios cosmé-
ticos. Debería haber una salida para aquellas que la quisieran y empecé a
preguntarme si la forma en que podía ayudar a mi comunidad era liberar a
aquellas mujeres que nunca habían tenido la oportunidad de sobrevivir.

No debería haberme sorprendido al ver a la hermosa ama de llaves


haciendo su camino a través de la casa de Nassir, ya que estaba atascada
en ella por la noche. Ella había estado poco presente desde nuestro
enfrentamiento la noche en que Nassir resultó herido. Supuse que estaba
tratando de ser discreta y manteniendo un perfil bajo, de modo que no le
dijera a Nassir que se deshiciera de ella. Pero mientras la veía pasear por la
casa como si esta le perteneciera, empecé a preguntarme si me había
equivocado. La otra mujer estaba demasiado cómoda en el espacio que
yo había reclamado como mío, y eso me irritaba.

Me moví a la parte superior de la escalera y la llamé.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Me miró sin ni siquiera más que un resoplido o una sacudida de sorpresa.


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Sus ojos oscuros observaron mi postura y el muy obvio derrame de


pertenencias que había dejado esparcido por todas partes detrás de mí,
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cosas a las que no había encontrado un lugar todavía.


Algo que era una versión degenerada de una sonrisa retorció su
perfectamente pintada boca. Odiaba que fuera tan impresionante y tan
misteriosa como Nassir. No quería que ella fuera un partido mejor para él
que yo. No quería que nadie entendiera a mi diablo y por qué él existía de
la manera en que yo lo hacía.

—Trabajando.

Sentí que mis cejas se alzaron ante su tono ronco, pero incliné la cabeza
hacia un lado y le pregunté:

—Si Nassir no te hubiera traído aquí, si te hubiera ofrecido una salida de


la vida y la ciudad, ¿la hubieras tomado? —Sabía que la mujer tenía
sentimientos por mi diablo, pero tenía curiosidad de saber si eso era todo lo
que la mantenía aquí. Después de todo, esos mismos sentimientos eran los
que me trajeron de vuelta.

Ella puso en blanco sus ojos oscuros y bufó hacia mí.

—No sabes nada de mí ni de mi vida. No tienes idea de cómo es venir


del tipo de lugar de donde Nassir y yo somos. No sabes nada de sufrimiento
y sacrificio. Aquí estoy mucho mejor que allí, así que ¿por qué me iría? —Sus
ojos oscuros trataron de atraparme con su obvio desprecio y odio—. Yo
pertenezco aquí, con él, pero tú... cuando te habla en árabe o en hebreo,
¿puedes saber la diferencia? ¿Sabrías si te dijo que te amaba en su lengua
nativa? Se merece a alguien que sepa lo que es lograr pasar a través del
infierno y sobrevivir. No debería avergonzarse nunca de quién es, ni de cómo
obtuvo lo que tiene. Debería sentirse orgulloso de haber vivido, de que fue
mejor que todos los demás.

Bajé unos escalones, arrastrando mis dedos por la barandilla. Le devolví


su sonrisa retorcida con una de las mías mientras me acercaba. Cruzó sus
brazos sobre su pecho y siguió mirándome fijamente.
238

—¿Crees que sobrevivió al infierno? —Di una risa amarga—. Es el diablo.


Nunca salió del infierno, él solo saltó de un fuego al siguiente. ¿The Point tiene
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explosivos detonando o granadas tumbando edificios? No, pero tiene gente


luchando cada día por poder y control. The Point está lleno de gente
inocente sufriendo, de hombres y mujeres dispuestos a sacrificar sus vidas por
una fuerza invisible que los posea. De donde eres, todo se reduce a la
religión y a la creencia; aquí la adicción y la avaricia controlan las masas.
Nassir nunca dejó de pelear. Solo encontró otro tipo de batalla. Ahora es el
general, no un soldado de infantería. —Bajé otro escalón—. Y el hecho de
que él entienda que jamás podrá compensar todas las cosas que hizo antes
de llegar a The Point es lo que lo mantiene humano. Su arrepentimiento es
lo que le impide volver a ser nada más que un arma que espera ser
apuntada y usada sin pensar en a quién podría estar apuntando. Se
preocupa por las cosas aquí, incluso si otros no lo ven. Tiene una causa aquí,
su propio tipo de código, el cual nunca podría hacer de él un buen hombre,
pero lo hace mejor que antes. The Point le dio a Nassir su propia clase de
honor.

Terminé de caminar por las escaleras hasta que estuve justo encima de
ella y pude ver la furia que mis palabras habían encendido dentro de ella.
Estaba temblando solo un poquito, y sus mejillas eran de un rojo brillante.

Levanté una ceja y le di una sonrisa real, aunque era aguda y tenía
muchos dientes en ella.

»Y no necesito entender las palabras que dice cuando me dice cada


día con su boca, con sus manos, con su polla, y la forma en que no puede
obtener suficiente de mí, exactamente cómo se siente sobre mí. Por no
mencionar que esperó años para que yo estuviera lista para él. No por el
sexo, porque él lo podría haberlo tomado en cualquier momento que
quisiera si presionaba; esperó para que yo fuera lo suficientemente fuerte e
inteligente como para permanecer a su lado. No necesito un traductor para
entender eso.

Sabía que eso iba a molestarla. Yo era la única a quien Nassir había
dejado entrar. Yo era a la que había estado esperando mientras él llevaba
a Bayla a la cama y luego la desechaba a ella y a todas los demás tan
239

pronto como estuve lista para él. No sabía su historia, pero me había dado
suficientes pistas para decirme que era tan fea como la de Nassir, así que
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por supuesto ella no quería un Príncipe Encantador. Quería a mi príncipe de


la oscuridad. Que él me prefiriera era una bofetada en su rostro sobre todo
porque en el papel, ella era una mejor opción para él. Ella era sin duda la
mejor opción, pero yo era la que siempre había querido. Yo era por la que
él luchó.

Estaba anticipando su movimiento antes de que lo hiciera. Cuando


trabajas con un montón de despiadadas chicas que hacen de todo por más
dinero y por la mayor atención de los clientes, una pelea de vez en cuando
es parte del curso.

Atrapé su mano mientras se balanceaba hacia mi rostro y agarré su


delgada muñeca. Utilicé el movimiento de palanca para acercarla a mí y
me agaché así que yo estaba directo en su lindo rostro. Ella estaba
ruborizada y respirando con fuerza en su furia y sus ojos eran pozos de odio.
Si las miradas pudieran matar, necesitarían más de una tumba para mí
porque ella me estaba asesinando una y otra vez con su mirada.

»No sé de dónde eres ni dónde has estado, pero yo soy de The Point, y
te aseguro que eso significa que sé cómo pelear por lo que quiero. No soy
nada fácil, cariño. No dejes que los tacones altos y las faldas cortas te
engañen.

Ella jaló liberando su mano y dio un tambaleante paso atrás de mí. Creo
que el hecho de que estuviera listo para ir cara a cara con ella por el
hombre que ambas queríamos la sorprendió.

—Él se merece más. —Para ella era así de simple. A pesar de que Nassir
no era necesariamente un buen hombre, a pesar de que él había matado,
había causado destrucción y caos desde el momento en que llegó al
mundo, se merecía más porque la había salvado y le ofreció una
oportunidad de una vida mejor. Para ella, yo no era suficiente y nunca lo
sería.

—De todas formas no deberías estar aquí. Es mucho más allá de las
240

horas regulares de limpieza y cualquier cosa que Nassir necesite después de


que oscurezca yo me ocupo. —Fue el último clavo en el ataúd para
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recordarle que ella estaba aquí para cuidar de la casa y yo estaba aquí
para cuidar al diablo.

Ella golpeó la caída de su cabello color ébano sobre su hombro y me


sonrió.

—Me llamó y me dijo que viniera a recoger uno de sus trajes. Dijo que
algo pasó en el club y que tiene que ir a la tintorería.

—¿Y no podías esperar hasta mañana para venir a buscarlo? ¿Tuviste


que venir hasta aquí esta noche? —Su devoción y adoración comenzaban
a parecer un poco más intensas que las de una mujer que estaba
agradecida al hombre que le había tirado un salvavidas. Eso hizo que mi piel
ya apretada se tensara aún más y que el vello en la parte posterior de mi
cuello quedara de punta.

—Cuando me pide algo, lo hago. No lo hago esperar. —La implicación


fue muy clara. Había hecho esperar a Nassir durante años y años y ante sus
ojos eso era simplemente inaceptable. No sentí la necesidad de decirle que
ambos necesitábamos ese tiempo de espera para que yo madurara. Que
necesitaba espacio para poder entender que estar con él no era una
elección que pudiera hacer con mi cerebro. Que era una decisión de la que
mi corazón iba a ser responsable, y hasta ahora mi corazón no había estado
en un lugar donde fuera lo suficientemente fuerte para sostenerlo a él.

Le di un pequeño resoplido y me giré para subir las escaleras,


llamándola por encima de mi hombro:

—Espera allá abajo y te lo traeré.

Fui un idiota. Sabía mejor que nada que no debía darle la espalda a un
enemigo y esta joven era posiblemente el enemigo más dedicado que
jamás había tenido en mi vida. Sabía que ella me odiaba, odiaba que
hubiera usurpado su lugar y su papel en esta palaciega casa de montaña.
241

Lo que no sabía era que ella debía tener un deseo de muerte muy
predominante porque cuando sentí sus manos en mi espalda, retorciéndose
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en la tela de mi blusa, supe que iba a tirar de mí hacia atrás, lo que


significaba que iba a aterrizar justo encima de ella y ninguna de nosotras iba
a rebotar.

Gritó una especie de grito de guerra en mi oído mientras ambas


salíamos dando vueltas por el aire. Vi el cielo raso sobre mi cabeza cuando
empecé a retroceder y traté de agarrar la barandilla con desesperación,
pero ella era demasiado fuerte en su necesidad de castigarme por tomar lo
que consideraba suyo. No pude agarrarme y supe que iba a ser un aterrizaje
duro cuando mis pies estuvieron delante de mí y ambas caímos por el aire.

Grité de sorpresa y fui interrumpida cuando ambas golpeamos el suelo


y aterricé encima de la mujer más pequeña. Ella no ofreció mucho como
cojín cuando mis codos golpearon el piso de dura madera y la parte
posterior de mi cabeza golpeó sólidamente en su rostro. La oí gritar de dolor
y rodé hacia un lado para poder levantarme hasta mis manos y rodillas.
Sacudí mi cabeza para tratar de despejar la confusión, pero su ira parecía
darle una fuerza sobrehumana, porque mientras ella rodaba en mi dirección
levantó su pierna y golpeó su pie en mis costillas. El golpe me tomó por
sorpresa, y ya que ya estaba sin aire, eso me golpeó hacia un lado, lo cual
tuvo a mi cabeza golpeando fuertemente en la pared.

Estaba viendo estrellas y forcejeando para recuperar el aliento.


Cuando parpadeé para poder mirarla, noté que se estaba tambaleando y
que su rostro estaba cubierto de sangre. Su nariz parecía un poco torcida
pero eso no parecía estar ralentizándola en absoluto. Sus ojos eran salvajes
y estaba centrada en mí.

Me moví de modo que mi espalda estuviera contra la pared y usé la


superficie sólida para levantarme en una posición vertical. Mis dos brazos
quemaron todo el camino hasta las puntas de mis dedos y tenía un dolor de
cabeza que estaba tronando y golpeando contra mi cráneo tan duro que
era casi imposible encontrar mi equilibrio. La otra mujer se secó el rostro con
el dorso de la mano y me encogí cuando vi la sangre manchar de un lado
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a otro. Parecía loca y feroz.


PÁGINA

—No me quedaré ahí y te dejaré arruinarlo. —Sus palabras fueron


arrastradas y de repente su acento se hizo más grueso—. Lo he tenido. Lo he
tocado en maneras que tú y tu ignorancia nunca entenderán. Yo llegué
primero. —Había vehemencia en sus palabras que iban más allá de las de
una amante despreciada. Nassir, sin importar sus intenciones, había tenido
un impacto en esta mujer. Esto era más que un simple enamoramiento e iba
a estallar. En parte porque no había manera de que yo pudiera dejar pasar
el último comentario sarcástico.

—Puede que hayas llegado primero, pero yo soy la última, y sigo


llegando una y otra vez porque ambas sabemos que no puede mantener
las manos lejos de mí. Él ha estado alcanzándome desde el principio, y ahora
no lo dejará ir. —Claro, solo la llamé basura, pero ella me había llamado
peor. Pensé que era una compensación justa. Salir con un montón de
strippers malhabladas significaba que sabía exactamente como llegar con
un insulto garantizado para golpear donde más doliera.

Sacudí la cabeza otra vez y me preparé mientras se lanzaba contra mí.


Se dirigió a mi rostro y atrapó mi cabello en una de sus manos. Alguien
necesitaba decirle a esta jovencita que luchar como una niña no iba a
llevarla a ninguna parte. Tirar del cabello y arañar el rostro era de la hora de
los aficionados, aunque mi cuero cabelludo comenzó a arder cuando
puñados de mi cabello fueron tirados en un montón de diferentes
direcciones.

Fue un movimiento sucio, pero tomé el talón de la palma de mi mano


y lo empujé en su nariz ya hinchada y deformada. Esa cosa estaba segura
como el infierno que se había roto si la forma en que gritaba era una
indicación. Ella lo hizo tan fuerte que pensé que mis tímpanos iban a estallar.
Mientras ella se agachaba para agarrarse el rostro, me empujé lejos de la
pared y me acerqué a ella. Fue mi turno de agarrar un puñado de cabello
para poder tirar de su cabeza y hacer que me mirara a través de ojos llenos
de dolor que estaban húmedos con un brillo de derrota y lágrimas, pero
pude ver que por su parte la batalla estaba lejos de terminar.
243

»Estaba arruinado mucho antes de que le pusiera las manos encima.


Pero él me deja ver que hay más para él. Él quiere ser mejor de lo que era
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antes y no puedes soportarlo porque significa que no lo mereces. Lo ves


presionándose para ser un hombre que es demasiado bueno para ti porque
no es un monstruo total… Él es solo un hombre con un poco del diablo dentro
de él. —Era más que un poco, pero eso era buscarla tres patas al gato y
había terminado de discutir con ella sobre lo que era mío.

Lo reclamé.

Lo entendí.

Lo gané.

Lo amaba.

Ya no se podía evitar más el hecho. No era el miedo o el magnetismo


que nos unió del que no podía escapar. Era el amor, la obsesión, tal vez
incluso el destino y el propósito que nos unía. Estaba todo a mí alrededor,
todo dentro de mí, y todo era él. Siempre había sido él.

»Sal de esta casa y no vuelvas. Si me haces decirle a Nassir lo que pasó


aquí esta noche, caer por las escaleras y conseguir una nariz rota parecerá
un juego de niños.

Esa fue una amenaza que finalmente llegó a través de ella. La idea de
que él fuera quien la enviara lejos, de que la echara a un lado por lo que
había ocurrido esta noche, fue lo que la hizo huir en la noche. Cuando Nassir
llegara a casa iba a tener que preguntarle cuál era la historia de la chica
porque debió haber sido bastante mala para que eso fuera lo que
finalmente llegó a través de ella. Sin decir otra palabra, giró sobre sus talones
y se marchó sin molestarse en cerrar la puerta principal detrás de ella.

Me estremecí mientras mi cabeza continuaba haciéndome saber que


había tomado un golpe profundo. Camine a través de la sala de estar para
cerrar la puerta, pero tan pronto como llegue allí estaba siendo casi
atropellada por otra belleza de cabello oscuro mientras se acercaba
244

volando a través de la entrada.

Reeve ya estaba hablando a un kilómetro por minuto y sus manos se


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agitaban en el aire como si estuviera llevando a cabo una sinfonía invisible.


Estaba hablando tan rápido que solo podía distinguir una que otra palabra.
Escuché "Titus", "idiota", "cabrón", y "le mostraré". Entró a toda prisa en la casa
y parecía que iba a hacer su camino a la cocina cuando la sangre
extendida por la pared y el suelo la hizo detenerse.

—¿Qué pasó?

Me froté la frente.

—Reeve, ¿cómo llegaste a la casa? Los guardias de Nassir no dejan


pasar a nadie por las puertas.

—Estoy embarazada y enojada. Le dije al tipo de la puerta que si él no


me dejaba entrar iba a llamar a Nassir y decirle que me hizo llorar. Él vacilo
por un minuto pero otro auto estaba saliendo por lo que tuvo que abrir la
puerta de todos modos. Yo solo conduje hacia adentro. ¿Estás bien? ¿Qué
fue lo que pasó aquí?

La seguí hasta la cocina y tomé un poco de hielo del congelador para


envolver en una toalla y colocarlo en la parte trasera de mi cabeza donde
mi cráneo había golpeado en todo el rostro del ama de llaves.

—¿Qué estás haciendo aquí, Reeve? ¿Titus sabe dónde estás? Si viene
a buscarte y Nassir llega a casa y encuentra al policía aquí, no va a ser
bonito para ninguno de nosotros después de lo que pasó en el club hoy.
—Yo no quería tratar de explicar lo que había sucedido con la ama de
llaves. Iba a ser bastante complicado decirle a Nassir que la chica tenía que
irse sin que él recurriera a medidas drásticas para deshacerse de ella.

Caminó alrededor de mí, abrió la nevera y busco alrededor hasta que


encontró una de las botellas de agua de Nassir y una manzana.

—Es por eso que estoy aquí. Yo estaba tan enojada con Titus cuando
me habló de la redada en el club. Nos metimos en una pelea enorme y
245

ambos dijimos algunas cosas bastante desagradables. Tuve que irme antes
de que empeorara. Le dije que iba a venir a verte, pero eso no significa que
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todavía no se aparezca. Idiota sobreprotector.


Ella lo hizo sonar molesto pero su voz no podía dejar de ablandarse
cuando hablaba sobre su caliente policía.

—¿Estabas enojada con él por haber dirigido la redada sin decírtelo?

Ella sacudió su cabeza.

—No, quiero decir él tiene que hacer su trabajo. No siempre me


encanta y a veces no estoy de acuerdo con cuán negro y blanco tiende a
ser, pero lo amo, lo que significa que amo todo sobre él. No tengo que
escoger y elegir qué partes me encantan. Estaba furiosa porque no me lo
dijo porque pensó que le diría a Nassir. Me encanta mi trabajo y me gusta
trabajar para él, pero nunca lo he puesto antes que al padre de mi hijo.

Sus cejas oscuras se fruncieron.

»Me dolió sentir que Titus cuestionaría mi lealtad así.

Sus dientes presionaron la manzana y el crujido me hizo temblar. Este


dolor de cabeza se sentía como que iba a invadir todo mi cuerpo. Era raro
tener esta conversación con Reeve. No hace mucho tiempo yo había sido
la chica declarando que no era lo suficientemente buena para el sexy
detective. Eso también había resultado en una pelea, pero Reeve era de las
calles y en realidad sabía cómo lanzar un puñetazo.

—Tal vez solo quería evitar que tuvieras que tomar esa decisión. Quiero
decir que sabe que amas tu trabajo y que no dice mucho sobre el hecho
de que recibes tu sueldo de un señor del crimen. Tal vez no quería verte
atrapada entre él y Nassir. —A Nassir le gustaba tener a Reeve a cargo del
club, pero él no hacía nada sin esperar algo a cambio. Se habría sentido
molesto al saber que ella sabía de Titus y la redada de la policía sin darle un
tipo de advertencia. No estaba segura de que lo llevara tan lejos como para
despedirla o quitarle el club de striptease, pero lo conocía lo suficiente-
mente bien como para no poner nada más allá de él.
246

Ella lanzó un profundo suspiro y apoyó su barbilla en las manos.


PÁGINA
—Él tiene que darme la oportunidad de demostrarle que siempre lo
haré bien por él. Siento como que él ni siquiera me da la oportunidad de
arruinarlo otra vez.

Me reí pero se convirtió en un gemido.

—¿No es eso bueno? ¿No estabas acostumbrada a meter la pata


como forma de arte?

Sus oscuros ojos azules despedían travesuras.

—Pero ahora soy más sabia.

Puse mis dos manos en mis sienes y froté pequeños círculos.

—¿Cómo manejas saber que tu hombre está en la calle todos los días
con un número incontable de personas tratando de hacerle daño o peor?
Cada vez que sale de la casa, ¿cómo no te aferras a él y tratas de hacer
que se quede? Especialmente ahora con un bebé en camino. ¿No te
preocupas constantemente por lo que vas a hacer si le sucede algo?
—Todavía estaba tan preocupado por dejar a Nassir tener todo lo que yo
era, y luego quedarme sola cuando él se fuera.

Ella parpadeó un poco por mi cambio de tema e inclinó su cabeza así


que me estaba mirando pensativamente.

—No puedes pensar de esa manera. Todo lo que puedes hacer es


amarlo lo mejor que puedas mientras lo tienes para que tenga algo muy
importante por lo cual volver a casa. Titus siempre ha sido muy cuidadoso,
pero piensa en lo que Dovie pasa con Bax, o lo que Brysen tiene que pasar
preguntándose si Race va a ir contra alguien determinado a no pagar su
deuda. Todo lo que podemos hacer es preocuparnos y perder el tiempo
tratando de controlar las cosas que están fuera de nuestras manos. Estos
hombres que amamos… —Ella le dio una pequeña sacudida a su cabeza y
247

una suave sonrisa se inclinó por los bordes de su boca—. Deberían venir con
claras etiquetas de advertencia. No es que importaría porque nuestros
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corazones no prestarían atención de todos modos.


Suspiré y me incliné hacia adelante para poder apoyar mi frente en la
fresca superficie de mármol de la isla.

—Siempre me he preocupado por Nassir de una manera diferente,


pero ahora que me estoy dejando amarlo, esa preocupación se siente
como que podría consumirme.

—Es bueno tener miedo. Te mantiene con cuidado, y con un tipo como
Nassir, tener cuidado es la única manera de ser. Nunca se hace más fácil
porque este lugar que todos llamamos hogar nunca se hace más fácil.

—Supongo que si quisiera algo fácil me habría quedado en Denver.


—Levanté la cabeza y le di una mirada con los ojos abiertos, mis
pensamientos de hace rato presionando su camino de regreso al frente de
mi mente—. Hablando de Denver, ¿crees que si hubiera una manera clara
para que la gente, quiero decir en su mayoría las chicas en las calles… si
hubiera una manera para que puedan salir de The Point y experimentar la
vida en algún lugar como Denver, la tomarían? Quiero decir que no
funcionó para mí y no funcionó para ti, pero eso es porque demasiado de
este lugar está dentro de nosotras.

Ella resopló un poco y puso su mano sobre su redondeado vientre.

—¿Como un ferrocarril subterráneo para ex strippers y prostitutas? ¿Vas


a ayudarlas a encontrar el camino hacia la libertad?

Le fruncí el ceño porque no creía que la idea fuera un asunto de risa.

—¿Por qué no? No había nadie alrededor para ofrecernos una salida
cuando podríamos haber usado una. ¿Por qué no puedo ser la persona que
tiene la puerta abierta a una vida mejor?

Cuando Reeve se dio cuenta de que estaba hablando en serio, una


parte de la alegría cayó de su rostro y una sonrisa genuina tiro de sus labios.
248

—No hay nadie en quienes ese tipo de chicas podrían confiar más que
en ti. Si crees que puedes hacer una diferencia, si crees que esto es tu algo
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más, entonces yo digo que lo hagas. Puedes ser como un hada madrina,
solo que en lugar de una varita, vienes equipada con tacones de mil
dólares.

Eso me hizo reír, lo que a su vez hizo palpitar mi cabeza.

—No sé si sea así, pero solía pensar que quizás solo un mejor club para
las bailarinas era suficiente, o una manera diferente para que puedan ganar
dinero. Ahora estoy pensando más y más lejos de mi propia puerta trasera.
Me habría encantado hacer que Denver funcionara pero nunca se sintió
como un hogar. Esa oportunidad debería ser dada a alguien que lo
agradecería.

Ella tarareó en acuerdo y se apartó de la encimera.

—Puedo preguntar por ahí y ver lo que piensan las chicas del club.
Algunas nunca se irán, pero apuesto a que hay algunas que saltarían ante
la oportunidad de vivir una vida diferente. Me voy antes de que Titus pierda
su paciencia y tome por asalto el castillo. Gracias por hacerme ver que sus
acciones descabelladas eran realmente bastante dulces. Los chicos
pueden ser tan estúpidos a veces.

—No hay problema. Gracias por hacerme ver que el amor tiene que
ser más poderoso que el miedo. Es algo que tendré que tratar de hacer que
funcione.

—Se necesita una mujer valiente para amar a la clase de hombres que
amamos, Key, pero ellos tienen que ser tan valientes como para amarnos
de vuelta. Estamos en las mismas calles que ellos. Estamos peleando la
misma pelea. Es igual de peligroso para ellos perder a una de nosotros
debido a esta vida. Es por eso que trabajan tan duro para hacerlo mejor
como ellos lo hacen. Recuerda eso.

Ella me dio un abrazo de despedida, y me hizo sonreír cuando su vientre


con bebé se presionó en mí. Después de que ella se fue, fui a trabajar
249

limpiando el lío que la otra morena había causado en la sala de estar. La


tarea tomo más tiempo de lo que debería puesto que mis oídos estaban
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zumbando y mi cabeza todavía latía al mismo tiempo que el latido de mi


corazón, pero conseguí que todo se viera brillante y de nuevo en su perfecta
condición original.

Volví a la suite principal para encontrar el escondrijo de analgésicos de


Nassir para mi cabeza y me sorprendió que cuando recogí mi teléfono tenía
varios mensajes perdidos del hombre que estaba tratando deliberada-
mente de no preocuparme hasta enfermarme.

Esta música es horrible.

¿Por qué no se duchan estos niños punk?

¿Qué estás haciendo y por qué no me estás respondiendo?

Será mejor que estés en mi cama pensando en mí.

Veo al niño que he estado buscando. Volveré pronto. Estate lista para mí.

Me mordí el labio cuando una cálida sensación borrosa empezó a girar


alrededor dentro de mí. El último mensaje llegó hace solo unos minutos, pero
hizo que mi corazón revoloteara al saber que yo estaba en su mente
mientras él estaba fuera en el gran mundo malo haciendo grandes cosas
malas. Iba a amarlo con tanta fuerza que siempre haría todo lo posible para
volver a casa en una sola pieza.

Siempre estaré lista para ti.

Había tardado un poco en llegar allí, pero confiaba lo suficiente en mí


250

y en él para saber que esto era cierto.


PÁGINA
E
staba intentando con mucho esfuerzo no tocar cualquier cosa o
rozarme contra cualquiera de los niños llenando el sórdido
pequeño club. Estaba acostumbrado a lugares oscuros y
húmedos. Estaba acostumbrado a la obscenidad y a la mugre, pero había
algo acerca de todos esos niños dando vueltas con cuerpos sin bañar y
cabello levantado en picos, cuando todos claramente procedían de los
suburbios, que de alguna manera hacía parecer extra repugnante al
ambiente del bar de mala muerte. Como si los cuerpos sucios y las miradas
recelosas que se mantenían dirigidas hacia mi persona fueran poco, la
explosión de guitarras enfadadas y lamentos del cantante de apariencia
demacrada en el pequeño escenario eran suficientes para tener a mis oídos
sangrando. Me distraje al enviar mensajes de texto a Key y estaba incluso
más enojado por su falta de respuesta. Con el club cerrado para poder
drenarlo y reparar las tuberías, sabía que ella estaba en la casa y no podía
entender por qué me estaba ignorando, a menos que fuera para llevarme
la contraria. A ella no le gustaba que me negara a darle cada detalle de
mis acciones o que tuviera que ser de esa manera por su propio bien y mi
paz mental.

Podía pensar en ciento un lugares donde preferiría estar, y justo cuando


estaba por renunciar a creer que tal vez la información de Noe había estado
251

obsoleta y que quizás el escurridizo Squirrel había saltado a un tren fuera de


la ciudad, divisé a un hombre joven saliendo del baño en la parte trasera
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del bar. Estaba frotando el dorso de su mano sobre su rostro y la manera en


que su nariz se estaba retorciendo no solo me decía que probablemente
estaba volando como una cometa por hacer líneas en el baño, sino que lo
hacía lucir incluso más como el animal por el cual fue apodado. El niño tenía
rastas y un chaleco forrado en remaches y clavos, haciéndolo parecer una
caricatura de un rockero punk, y era ajeno a mi acercamiento mientras
serpenteaba mi camino a través de sortear cuerpos y trataba de desconec-
tarme del disconforme grito de batalla viniendo del escenario.

Estaba consiguiendo duras miradas por el rabillo del ojo y escuché las
palabras “policía” y “narco” susurradas en voz alta por más de un niño
despistado. No sabía cómo cualquiera, incluso los jóvenes e inocentes,
podían alguna vez confundirme con uno de los tipos buenos, pero siempre
y cuando se salieran de mi camino y me dejaran llegar a mi objetivo, no me
molestaría en corregirlos.

Cuando alcancé a Squirrel, estaba balanceando salvajemente su


cabeza arriba y abajo a un ritmo que nada tenía que ver con el ruido
viniendo de la banda. Sus pupilas estaban dilatadas tan grandes que sus
ojos parecían unos brillantes ojos negros de muñeca y su boca estaba
retorciéndose con emoción, como si no pudiera controlarlo. Estaba
ondeando sus manos en el aire sobre su cabeza y creo que tal vez estaba
tratando de cantar con la banda, pero en realidad solo llegaba al punto de
él gritando sin sentido a todo pulmón.

Luché con el impulso de cruzarle el rostro con una bofetada por su total
estupidez y en lugar de ello puse una mano en el centro de su pecho y lo
empujé hacia atrás. Estaba tan vuelto un desastre que perdió el equilibrio y
se volcó sobre su espalda en el sucio suelo del bar.

—¡Oye! —Su indignación recibía combustible por las drogas en su


sistema y un par de otros niños mugrosos con cabello loco detuvieron su
festejo para sentirse ofendidos ante el hecho de que uno de los suyos
estuviera siendo intimidado.
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Escuché cuchicheos y sentí la atención desplazarse hacia lo que


estaba sucediendo entre el miserable punk y yo, así que extendí una mano,
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la cual el niño tomó, para ayudarlo a levantarse.


Estúpido.

Una vez que tuve su muñeca agarrada con fuerza en mi mano, tiré de
ella hacia el frente de su cuerpo, dándole vuelta, así que su espalda estaba
hacia mi frente y mi mano se envolvía completa y firmemente alrededor de
su garganta. Moví al niño hacia las puertas que conducían al callejón trasero
a un lado del bar. Lo escuché resollar y vi el borde de sus muy hinchadas
mejillas ya comenzando a volverse rojo brillante por la falta de oxígeno.

—Si luchas solo haces peores las cosas. Solo quiero hablar contigo.
—Tenía mis dedos lo suficientemente apretados como para sentir el aire
atrapado en sus pulmones. Unos dedos se clavaban en mis manos, pero
simplemente me mantuve moviendo al niño a través de las puertas, y una
vez que estuvimos fuera, lo acorralé contra la pared de ladrillos y lo sostuve
ahí. Entrecerré mis ojos y le dije—: Escucha, Squirrel, tengo preguntas y tienes
las respuestas. Dime lo que quiero saber y desaparezco y puedes regresar
para aspirar y actuar como un idiota. ¿Suena como un plan?

Solté su garganta, lo que lo tuvo doblado y tosiendo dramáticamente.


Torcí el labio con desagrado y crucé los brazos sobre mi pecho. Primero un
asqueroso club y ahora un repugnante y grotesco callejón trasero.
Realmente estaba contento de que hubiera dejado la ropa de diseñador
en casa para esta salida. Como para validar ese pensamiento, en ese
momento una gran y bien alimentada rata corrió justo entre el niño y yo con
un chillido de alarma.

—¿Eres policía? —El niño jadeó la palabra y sus mejillas regordetas se


comenzaron a llenar mientras él luchaba para aspirar aire.

Impaciente, espeté:

—¿Me veo como un jodido policía?

El niño dejó a su cabeza rodar contra la pared detrás de él y levantó


253

dedos sucios para acariciar el círculo de marcas rojas que le había dejado
alrededor de su cuello.
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—¿Qué quieres, amigo?


¿Amigo? ¿Este niño iba en serio? Nadie me llamaba amigo. Di un paso
más cerca de él.

—Estoy buscando a un amigo tuyo. Un niño llamado Tyler, y tengo que


encontrarlo esta noche.

Incluso tan desenfrenado por las drogas como estaba, vi el destello de


reconocimiento en su mirada. Su boca comenzó a retorcerse y él empezó a
tratar de deslizarse a lo largo de la pared como si no lo notaría alejándose
de mí. Los clavos de metal en su chaleco raspaban ruidosamente mientras
se movía y ni siquiera me molesté en negociar o intercambiar.

Eché hacia atrás mi puño y golpeé al joven justo en la nariz. Con la


pared del edificio detrás de él, su cabeza no tenía otro lugar donde ir, así
que su cráneo rebotó en los ladrillos mientras sus ojos se cruzaban y su nariz
comenzaba a sangrar por el golpe. No lo golpeé lo suficientemente fuerte
para romper nada, pero si no se controlaba en el siguiente minuto o algo
así, eso cambiaría.

»Conoces al niño. Necesito encontrarlo y quiero saber su verdadero


apellido. Lo ayudaste a conseguir un trabajo en mi club. Puedo hacerte
responsable por toda la mierda que jodió.

El niño sostuvo sus manos enfrente de mí y comenzó a negar con la


cabeza.

—¡Esa fue Noe! Ella le consiguió la identificación. Yo solo los presenté.


Tyler estaba en una mala situación. Yo quería ayudar.

—¿Cuál es su verdadero nombre? —Solté mi mano y el niño me observó


cautelosamente.

—Tyler French.

Fruncí el ceño porque el nombre no me sonó conocido de inmediato.


254

Eso fue decepcionante. Pensaba que una vez que tuviera un nombre, una
línea clara entre quién era el niño y cualquier razón que yo le hubiera dado
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para joder conmigo estaría clara, pero terminé sin nada.


—¿Por qué la toma conmigo? —Dejé que mis dedos se cerraran en un
puño flojo y el niño tragó. Levantó su mano para limpiar su nariz
ensangrentada y se encogió cuando salió con sangre en su brazo.

—No lo sé. Él quería desesperadamente un trabajo en el club y eso fue


todo lo que dijo. La vida de Tyler es mierda. Su papá es un loco, una de esas
personas que no puede quitarse de encima o algo… jamás. Así que creció
en una casa de drogadictos que era la peor de la cuadra en un mal
vecindario. El viejo era duro con él, realmente duro, así que yo no estuve
sorprendido cuando dijo que necesitaba dinero para salir.

El niño se movió otra vez y sus ojos miraron lejos de mí y luego de nuevo
hacia mí.

—¿Qué más?

El joven de cara hinchada comenzó a deslizarse lentamente hacia


abajo por la pared, hasta que estuvo descansando a mis pies con su cabeza
en sus manos. Empuñó un montón de rastas entre sus dedos y jaló.

—También me pidió conectarlo con un arma. Tiene un par de


hermanas y Child Welfare simplemente las sacó del cuidado de su papá.
Creo que ese fue el golpe final para él. Como si ya no tenía nada que
perder, ¿sabes?

Mis dientes de atrás hicieron clic juntos en agravio.

—¿Lo ayudaste?

El niño me lanzó un vistazo por encima de sus rodillas dobladas.

—Síp. Tenía un amigo que quería comprar un boleto de avión de


regreso a casa, a Nueva York. Le vendió a Tyler una pieza por unos pocos
cientos de dólares.
255

—¿Cuándo fue esto? —Esta era información que hacía al impredecible


Tyler incluso más peligroso. Joder con mi club y mi dinero era una cosa. Tener
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la intención de llevarse permanentemente lo único que alguna vez había


querido para mí mismo era otra. No podía arriesgar a Key de esa manera.
No la arriesgaría.

—Hace pocos días.

—Así que, ¿dónde puedo encontrar a Tyler French ahora?

El niño negó con la cabeza y parecía que tal vez iba a llorar.

—No lo sé, hombre. Andamos por las calles. Saltamos trenes. Dormimos
en viviendas ocupadas ilegalmente y bajo puentes. No es como que
tenemos direcciones.

Gruñí.

—Tyler no se veía sin hogar cuando trabajaba para mí.

—No lo sé, hombre. No sé dónde se ha estado quedando. Tal vez


consiguió una chica o algo.

Consideré al niño muerto de miedo delante de mí mientras trataba de


decidir si estaba diciéndome la verdad o si estaba protegiendo a su amigo.
Entre el moretón y la nariz sangrante, los ojos llorosos y el semblante
derrotado en general, llegué a la conclusión de que él sabía que no estaba
haciendo el tonto por ahí y podía atraer un mundo de dolor sobre él si no
era sincero conmigo.

—La peor casa en la peor cuadra, ¿dónde puedo encontrarla?

El niño se dobló hacia adelante y dejó que su frente descansara sobre


sus rodillas.

—Amigo, Tyler ya ha sido maltratado por la vida. ¿Puedes simplemente


darle un descanso?

—No. Dime dónde está la casa.


256

El punk murmuró la dirección y me deslicé fuera del callejón e hice mi


camino a lo que realmente era la peor parte de The Point. Era cuadra tras
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cuadra de deterioradas casas unifamiliares cubiertas por grafiti y con rejas


en las ventanas. Era un vecindario con asfalto en lugar de césped en los
jardines y un lugar donde tu vecino estaba más que probablemente
vendiendo drogas en lugar de galletas de las Chicas Exploradoras. Era un
vecindario en el que, si veías una mujer en la esquina de la calle, no estaba
esperando a que su niño saliera de la escuela, estaba esperando por un
cliente, así podía ofrecerle una mamada de veinte dólares.

Encontré la peor casa de la cuadra sin problema. Había bicicletas


oxidadas en el jardín del frente apoyadas contra el distorsionado y
agrietado revestimiento exterior… como siete de ellas. Había una colección
de hieleras rotas y una colección de neumáticos de autos haciendo una
carrera de obstáculos al frente de la puerta. Consideré tocar para ver si la
persona a cargo de este desastre vendría hasta la puerta, pero decidí en
contra de ello. No tenía tiempo para perder y conseguir una puerta oxidada
estrellada en mi rostro solo para tener que forzar mi camino dentro de
cualquier manera parecía inútil, así que solo puse mi hombro contra la
endeble puerta de madera y empujé. Escuché el crujido de la cerradura y
la manilla se separó del marco, pero la cosa entera apenas se movió.

Juré por lo bajo y puse más de mi peso en el movimiento. Escuché caer


algo y a una voz masculina bramar desde algún lugar dentro. Una vez que
hubo espacio suficiente para colarme, entré a la casa y casi instantánea-
mente me arrepentí de mi decisión. Cuando el niño dijo que el papá era el
tipo de persona del que nunca te podías deshacer o algo así, tal vez yo
había estado tan preocupado por encontrar el niño que no había sabido
leer entre líneas y darme cuenta que el papá era un acaparador
compulsivo. No me extraña que los niños hubieran sido sacados del hogar.
No había estado jamás en algún lugar tan horriblemente pútrido o vil como
el interior de este hogar.

Estaba vivo con bichos y roedores. El olor era tan penetrante que
prácticamente podía verlo colgando en el aire frente a mí. Olía como a
257

basura, fluidos corporales y un desperdicio general de vida, con cajas, pilas


de basura, ropa sucia y chatarra al azar que me bloqueaba dondequiera
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que volteara.
Escuché la voz gritando el nombre “Tyler” y entonces una letanía de
maldiciones mientras elegía cuidadosamente mi camino a través del
laberinto de basura y porquería. La voz estaba articulada con dificultad y
sonaba cruel, así que no podía culpar al niño por querer salir de este agujero
infernal. Solo no sabía cómo todo esto venía a tener algo que ver conmigo.

Me golpeé contra un estante escondido que estaba cubierto de arriba


hasta abajo con latas vacías de cerveza y el subsiguiente ruido erizó mi piel.
Seguía esperando que el tipo conectado a la voz chillona se mostrara, pero
no hubo sonido de movimiento mientras continuaba abriendo mi camino a
través del desastre. Me ponía tenso y me tenía en alerta máxima, pero una
vez que escogí mi camino a través de la chatarra y entré en lo que, asumía,
era el área de estar principal de la casa, todo resultó evidente.

El tipo estaba sentado en un sillón hundido. Apenas podía diferenciarlo


entre los contenedores vacíos de comida y las botellas vacías y latas. Estaba
inclinándose hacia un lado y era bastante evidente que solo tenía completo
funcionamiento y total movilidad en un lado de su cuerpo. Un brazo
colgaba lánguidamente a su costado y un lado de su rostro no reaccionó
del todo cuando me miró. La mitad de su rostro que sí tenía movilidad se
retorció y se tensó por la ira. Me tomó un segundo, pero el reconocimiento
se filtró, y todas las pequeñas piezas del rompecabezas que estaban
perdidas comenzaron a hacer clic en su lugar.

Levanté una ceja hacia el hombre mientras él continuaba


fulminándome con la mirada desde el sofá.

—Ya destruiste mi vida entera, pedazo de mierda extranjera. ¿Qué


estás haciendo aquí, Gates?

Eché un vistazo a los montículos de cosas apiladas encima de más


cosas y entonces bajé la mirada al suelo, el cual literalmente parecía
moverse bajo mis pies.
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—Si hubieras guardado tus manos para ti mismo, ninguno de nosotros


estaría aquí. —Sentado frente a mí, cambiado para siempre y atrapado
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para siempre en una prisión de su propia creación, estaba el hombre al que


había arrancado de Key y golpeado hasta casi provocarle la muerte todos
esos años atrás.

—Jódete. Sal de mi casa.

Podía ver lo mucho que quería ponerse de pie y confrontarme, pero


carecía de la fuerza para lograrlo.

—¿Dónde está tu hijo?

El rostro del hombre se contrajo en un furioso ceño fruncido y su mano


buena se enroscó en un puño.

—No lo sé. El pequeño bastardo despegó hace semanas y no lo he


visto.

—¿Quieres decir que no quería quedarse aquí, en estas lujosas


instalaciones? —Dejé que el sarcasmo goteara desde mi voz.

El hombre gruñó y finalmente arremetió y arrastró su camino sobre sus


pies. Un brazo estaba inútil a un costado y una pierna era más baja y
cojeaba más que la otra mientras tropezaba hacia mí.

—Mi old lady me abandonó cuando terminé en el hospital después de


que terminaras conmigo. No podía explicar realmente por qué tuve mi
trasero pateado en un club de striptease, así que la perra se puso toda
engreída y se marchó, clavándome con los mocosos. Apenas puedo
jodidamente moverme gracias a ti, ¿y todavía se supone que críe niños y
cuide de este agujero de mierda?

—Según he escuchado, el Estado te quitó a tus niñas, y aparentemente


las cosas que les estabas haciendo implican que esta pocilga es
exactamente lo que mereces.

Un lado del rostro del hombre se retorció y sus ojos se entrecerraron.


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—Todos conseguimos lo que merecemos al final, así que, ¿dónde te


deja eso a ti, Gates?
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Era una buena pregunta. La respuesta era: probablemente donde
comencé… en el infierno.

—Necesito encontrar a tu chico. Lo arruinaste bien y va a meterse en el


mismo tipo de problema dentro del que te encontraste.

—No sé dónde está y no me importa. Fue el que llamó al Estado y tuvo


a las chicas sacadas de aquí. Ahora no consigo que nadie me ayude por
aquí. Da igual morir.

El olor de la pocilga estaba comenzando a llegarme, y podía ver que


el tipo no sería de ayuda alguna, incluso si sí supiera dónde estaba su hijo.
Este era un roto y retorcido ser humano, y podía entender por qué su hijo me
responsabilizaba personalmente por su horrible vida hogareña. Antes de
que le hubiera dado al hombre mayor una paliza, sin duda había sido un
hombre terrible, pero algo de esa maldad había sido tomada fuera del
hogar y difundida alrededor de The Point. Cuando lo dejé lisiado, lo hice un
atado a su casa, indudablemente toda esa fealdad había quedado
atrapada dentro de esas paredes y enterrado a los pobres niños justo aquí,
junto con el acumulador. No podía victimizar al mundo exterior, así que
mantenía todas sus tendencias pervertidas y violentas justo en casa.

Encontré la mirada furiosa del hombre con otra igual. Este era un
momento en el que las consecuencias de mis acciones estaban mirándome
directamente a la cara y tenía que rendir cuentas de las cosas que había
hecho. Fui el que puso toda esta miseria en movimiento hace todos esos
años al dejar que al monstruo que estaba entrenado para ser se le soltara la
correa. Al mostrar mi verdadero rostro había alejado a Key y había enviado
al hijo de este hombre a un camino de venganza que no podía culparle por
escoger.

—Tu familia merece algo mejor que tú.


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Gruñó y dio otro paso tambaleante hacia mí.

—Sal de mi casa, Gates. Te veré en el infierno.


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Eso me hizo sonreírle mientras echaba mi pie hacia atrás, de modo que
conectara con un centro de entretenimiento apilado desordenadamente
con basura y otra chatarra. El televisor era del tipo de pantalla vieja y
pesaba unos buenos cuarenta y cinco kilos. Salí del camino justo cuando la
unidad caía hacia adelante y aterrizaba directo sobre el otro hombre.

Gritó y cayó en el suelo grotescamente sucio con un golpe sordo, toda


su mitad inferior atrapada debajo del peso de la unidad y la vieja televisión.
Levantó la mirada hacia mí con odio sin filtrar, mientras me inclinaba y ponía
mis manos sobre mis rodillas para mirarlo con disgusto.

—Traigo perdición conmigo dondequiera que voy, así que no tendrás


que mirar lejos. Tal vez mientras yaces ahí, hambriento, asustado,
preocupado por si alguien te encontrará en tu propia inmundicia antes de
que mueras, puedas pensar acerca del hecho de que si hubieras cuidado
de tu ser en lugar de pervertirlo, corromperlo, habrías tenido a alguien aquí
para salvarte. Habrías tenido alguien alrededor al que le importe si vives o
mueres. Nuestras acciones nos definen y cada movimiento que has hecho
desde el principio ha sido el equivocado.

Con su brazo bueno, iba empujando los muebles que estaban


atrapándolo contra el suelo. Estaba jadeando y resoplando por el esfuerzo,
pero eso no lo detenía de decirme que quería matarme, y de jurarme
venganza y revancha a cada dos respiraciones.

—¿Qué hay de tus acciones, Gates? ¿En qué te convierten ellas?


—Señalaba a donde yo estaba yendo, dejándolo clavado en el suelo—.
¿Un proxeneta? ¿Un asesino? ¿Un jodido psicópata?

Sip, mis acciones definitivamente me convertían en todas esas cosas


en un punto u otro, pero también me convertían en un hombre que estaba
cuidando de su ciudad, su negocio y su mujer. No me disculparía por ello.
Mis métodos no siempre conducían a un desenlace perfecto, pero había
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aprendido temprano en la vida que la única manera de llegar a alguna


parte era luchar por lo que querías. Así que sería responsable por las cosas
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que había echado a perder y siempre lucharía y, con suerte, ganaría.


Incluso si la victoria tomaba años y años para obtenerse.
Dejé al hombre en el suelo, atascado y gritando detrás de mí.
Sinceramente esperaba que ninguno de sus vecinos se pusieran curiosos y
entraran y lo liberaran. Merecía morir en las pilas de su propia inmundicia.
Era una manera apropiada para que el bastardo saliera.

Había sido una noche desperdiciada, considerando que ahora tenía


un motivo, pero todavía no una ubicación para Tyler, y estaba irritado
porque Key nunca me respondió el mensaje de texto. Cuando regresé a mi
casa en el bosque, todo lo que quería hacer era desnudarme y lavarme en
todas partes de los lugares donde había estado esta noche. Sentía como
que estaba cubierto desde los dedos de los pies a la cabeza por The Point y
la atmósfera mugrienta me estaba sofocando. Me saqué de una patada
mis botas antes de ir dentro y llamar el nombre de Keelyn.

Fruncí el ceño cuando no respondió y me quité la camisa por encima


de mi cabeza mientras me dirigía escaleras arriba hacia mi habitación. Mi
cama estaba obviamente vacía a pesar de que las luces en la habitación
estaban encendidas, y todavía no había señal de Key. El traje que le había
pedido agarrar a Bayla y llevar a la tintorería estaba en una pila frente al
clóset, lo que era inusual. Añadí mi camisa y el resto de mi ropa de esta
noche a la pila y caminé lentamente al baño. Abrí la puerta y me quedé
corto porque Key estaba de pie frente al inmenso tocador colocando
meticulosamente todos sus diferentes tubos y frascos de maquillaje en la
encimera.

Estaba tarareando por lo bajo y tenía audífonos colgando a cada lado


de su rostro. Estaba vestida con solo una diminuta camisa sin mangas y un
par de pantalones de yoga ajustados que estaban amoldados a ella como
una segunda piel mientras se meneaba y sacudía con la música que solo
ella podía oír. Parpadeé hacia ella como un idiota. Los hombres
acostumbraban pagar cientos de dólares para conseguir que ella hiciera
ese tipo de show y aquí estaba, interpretándolo gratis en mi baño.
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Extendí un dedo, enganché uno de los auriculares y lo saqué.


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—¿Qué estás haciendo?


Giró y me miró boquiabierta. No estaba seguro si era porque la
sorprendí o porque iba totalmente desnudo, pero de cualquier manera, su
quijada cayó y su mirada pasó por alto mi estómago y fue directo a mi polla,
la cual, como siempre, estaba realmente feliz de verla.

—Me estoy mudando. ¿Dónde está tu ropa? Estás muy desnudo.

Gruñí y me moví a su alrededor, así podía girar la manivela para abrir la


ducha.

—Tienen que ser quemadas. Incluso en The Point hay algunos lugares
que son peores que otros. Juro que esta noche los vi todos. ¿Qué quieres
decir con que te estás mudando? ¿No estabas aquí ya?

La miré por encima de mi hombro mientras el vapor comenzaba a


alzarse fuera de la cámara de cristal. Sus ojos estaban bloqueados en mi
parte posterior y, si no estaba equivocado, se estaba lamiendo los labios.
Aclaré mi garganta y le sonreí cuando subió de un tirón su cabeza para
mirarme con un débil rubor en sus mejillas.

—Quiero decir que me mudé. Mis cosas ahora están con las tuyas y no
puedes echarme cuando peleemos… lo cual haremos.

Me burlé de ella y me estiré para tirar hacia abajo mi cabello.

—Me llevó mucho tiempo traerte hasta aquí. Nunca podría echarte.
—Dejé salir un “uff” cuando ella se estrelló contra mi parte frontal y tuve que
poner mis manos en su cintura para evitar caernos hacia atrás, en la ducha
abierta—. Y me dijiste que no es pelear… es juego previo.

Sus manos subieron hasta mi cabello y comenzaron a jugar con el


amarre que lo mantenía atrapado en la parte superior de mi cabeza.

—Estaba muriendo por quitarlo tan pronto como te lo pusiste. —Sus


palabras estaban mezcladas con humor y su aliento estaba caliente en mi
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garganta. Mi polla reaccionó predeciblemente, pero también lo hizo mi


corazón, que comenzó a golpear y caer por todo el interior de mi pecho,
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tratando de encontrar suficiente espacio para encajar ahora que ella había
reunido meticulosamente todas sus piezas de nuevo.

—Estoy realmente sucio. Te convendría esperar hasta que me limpie


antes de que pongas tus manos sobre mí.

Ella estaba pasando sus dedos a través de mi ahora liberado cabello y


trabajándolo gentilmente a través de las partes que estaban enredadas por
haber estado atado toda la noche. Dio un delicado resoplido pequeño y se
levantó de puntillas, de modo que sus labios pudieran presionarse en los
míos.

—Una ducha no va a lograr limpiarte, Nassir. Pondré mis manos sobre ti


sin importar de qué forma vengas a mí, con tal que regreses a mí en una
pieza. Eso es todo lo que me importa ya.

Era un sentimiento dulce, uno que hacía a mi corazón golpear incluso


más fuerte por ella y solo ella, pero no cambiaba el hecho de que yo estaba
realmente sucio físicamente y podía sentir a la ciudad posándose pesada
en todos mis poros. Sin advertencia, di un gran paso hacia atrás y tiré de ella
conmigo dentro de la ducha. Maldijo mientras el agua la empapaba e
inmediatamente le pegaba la ropa al cuerpo. Usó las dos manos para sacar
el cabello de su rostro pero tomó a regañadientes el gel de baño que le
entregué y comenzó a trabajar el líquido sobre mis hombros y pecho
mientras yo le restregaba a mi cabello cada centímetro de su vida. Ella me
había ayudado a retirar esas puntadas irregulares pocos días atrás, así que
se sentía bien restregar mi cuero cabelludo.

—Me gusta regresar a ti. —Quería decir regresar a ella en mi espacio,


en mi vida, tan profundo que no hubiera manera de que se pudiera ir jamás.

—Bueno. ¿Quieres contarme cómo fue tu noche? —Sus manos


patinaron sobre mis abdominales y su dedo índice se hundió en mi ombligo,
lo que me tuvo conteniendo el aliento. Fruncí el ceño cuando noté una
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sombra oscura alrededor de su ojo y lo que parecía una marca de un raspón


reciente en la línea del cabello.
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—Después de que me digas primero por qué parece que tu rostro se
cruzó con una pared.

Levantó un dedo a su ojo sensible y parpadeó. Alzó una elegante ceja


hacia mí y pellizcó uno de mis pezones, retorciéndolo lo suficientemente
fuerte para hacerme gruñir de dolor.

—Solo digamos que dejas una impresión permanente en las mujeres de


tu vida. Podemos hablar acerca de ello después. Me hace enojar un poco
contigo que incluso pensaras que realmente no es culpa tuya. Quiero que
me cuentes acerca de tu noche.

Fruncí el ceño pero pude ver, por la terca inclinación de su húmeda


boca, que no iba a ceder sobre el asunto, así que le dije:

—Descubrí el nombre verdadero del niño. Traté de encontrarlo en la


casa de su familia. No resultó nada, pero ahora entiendo por qué el niño la
tiene tomada conmigo.

—¿Ah, sí? —Sus manos llegaron un poco más abajo y vi su sonrisita


mientras envolvía un puño jabonoso alrededor de la erección balanceán-
dose de arriba a abajo frente a ella.

—Sí. Como me dices siempre, mis acciones tienen consecuencias. El


niño es una de ellas. Lo estropeé y a cambio eso lo arruinó. Hice de él lo que
es, así que no puedo culparlo realmente por querer una parte de mí. Yo
mismo he estado allí antes.

Gruñí un poco cuando me empujó hacia atrás, bajo el rocío del agua,
por lo que toda la espuma enjuagada bajaba por mi piel y hacia la baldosa
debajo de nuestros pies. Sus ojos grises estaban luminosos mientras
levantaba su mirada hacia mí y era una bruma de la que no quería escapar
nunca.
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—Eso me hace querer besarte.

—¿Qué? ¿El tomar la responsabilidad por el papel que desempeñé en


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mi propia miseria?
—No. —Se inclinó hacia adelante y presionó sus labios en el centro de
mi pecho, donde mi corazón hacía su mejor esfuerzo para devolverle el
beso—. Tú, viendo a alguien como una persona, como un ser humano que
es producto de su ambiente. Tú, siendo capaz de reconocer sus motivos y la
validez de ellos. Eso es nuevo.

Enrosqué mis dedos en la parte posterior de su cabello color neón e


incliné mi cabeza para besarla en la coronilla de su cabeza.

—Me has hecho suave. Siempre lo hiciste.

Apretó la parte no muy suave de mí que todavía sostenía en su mano.

—Las cosas suaves pueden ser más difíciles de romper que las rígidas.
Tienen más para dar y se recuperan más rápido.

Tarareé en acuerdo.

—¿No decías algo acerca de un beso? —Quería desviar el tema hacia


algo un poco más ligero. Había tenido suficiente de introspección y de
desnudar el alma por la noche. Además, ambos estábamos mojados y
excitados, Había cosas mucho más interesantes que podíamos estar
haciendo con nuestras bocas en lugar de hablar.

Se echó hacia atrás y me sonrió. Estaba pasando mucho tiempo con el


diablo, porque la tentación y promesa goteaban por cada centímetro de
ella cuando me dijo:

—Claro que lo hice. —Era pura perversidad ese brillo que salía de sus
ojos mientras se dejaba caer sobre sus rodillas frente a mí y se inclinaba hacia
adelante para presionar el más suave, más dulce beso en la parte inferior
de mi polla, donde salía hacia mi estómago. Gruñí y se movió para presionar
besos ligeros como mariposas a todo lo largo de un lado y entonces bajar
por el otro antes de meter la longitud entera dentro del calor envolvente de
266

su boca. Eso me hizo poner los ojos en blanco y estaba bastante seguro de
que era el mejor beso que alguna vez había recibido en mi vida.
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Ya tenía mi mano en la parte posterior de su cabeza, así que le dejé
establecer un ritmo que funcionara para ella y me recosté, de modo que mi
espalda estaba contra la pared de la ducha. Estaba caliente, resbaladiza y
tan malditamente sexy que sentía temblar mis piernas. Enroscó una mano
alrededor de mi cadera para hacer palanca mientras se balanceaba de
arriba hacia abajo, yendo más profundo y tomando dentro más de mí con
cada pasada. Eso hacía a mis abdominales ponerse tensos y a mis pelotas
apretarse. Hacía que mi columna vertebral se bloqueara y mi piel se erizara.
Giró su lengua alrededor de la rolliza cabeza y creo que incluso hubo un
suave raspar de dientes involucrado en un momento. Todo lo que sabía era
que se sentía como ser adorado. Como ser honrado. Como si ella quería
estar exactamente donde estaba, y cuando su mano libre se puso creativa
y desapareció entre mis piernas, de modo que podía acariciar y trazar mi
sensible saco, estaba bastante seguro de que era la primera vez que este
diablo particular veía el cielo.

No duré mucho después de eso. Gruñí su nombre y eso hizo eco en las
paredes de baldosas mientras me vaciaba en el fondo de su garganta.
Cuando me recosté rendido contra la pared, sintiéndome agotado,
inestable y determinado a ser merecedor de todas las cosas que esta mujer
me diera, la levanté sobre sus pies y sujeté su trasero mientras me besaba
debajo de la barbilla con una sonrisa descarada en su lindo rostro.

»No tan suave.

Eso me hizo ladrar una risa mientras envolvía un brazo alrededor de ella
y la levantaba fuera de sus pies. Solo me tomaría un minuto para recargar,
así que podía devolverle el beso.

—Solo lo suficientemente duro y lo suficientemente suave para


hacerme el hombre perfecto. —Lo dije sarcásticamente porque no era un
secreto que estaba tan lejos de ser perfecto como cualquier otro hombre
podía estarlo. Creo que ese era el por qué empujaba tan duro a todos los
267

demás a mi alrededor.
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Ella rio incontrolablemente cuando comencé a tirar y aflojar su ropa


mojada fuera de ella. Era como arrancarle un traje mojado a un buzo de
aguas profundas. Sus ojos se oscurecieron a color pizarra y su sonrisa se
suavizó cuando la besé y retiré el cabello de su rostro. Quería entrar en ella
más de lo que quería mi siguiente respiración. No había espera que quedara
en mí cuando se trataba de ella.

—Perfecto para mí.

Esas palabras tuvieron a mi polla poniéndose dura otra vez y la mirada


enfocada en su suave centro. Alisé su cabello húmedo y enredado fuera de
su rostro y bajé mi boca a la suya. Cuando estábamos juntos en la cama, o
cada vez que realmente la tomaba, se sentía frenético y apresurado, como
si estuviera temeroso de que fuera a cambiar de opinión sobre mí en
cualquier momento y a desaparecer de mi vida para siempre. Con todas
sus cosas mezcladas con las mías, con ella flexible y expectante debajo de
mí, algo de ese apuro tomaba el asiento trasero por una vez. Quería
saborearla. Quería respirar cada suspiro, sentir cada temblor, poseer cada
jalón de su cuerpo mientras empujaba dentro de ella. Quería simplemente
estar con ella y apreciar que ambos teníamos la oportunidad de tenernos el
uno al otro.

Su lengua se retorció alrededor de la mía y sus dedos cavaron en mis


hombros mientras levantaba una larga pierna para enroscarla alrededor de
mi cintura. Sentí su talón en mi trasero impulsándome a moverme, pero me
resistí, contento de sentir su desplazamiento y revoloteo a lo largo de mi
enterrada erección.

Arrastré una mano a través de su pecho y acuné su seno en mi mano.


Se arqueó hacia mi toque y la sentí moliéndose contra el lugar donde
estábamos unidos. Sus pequeños dientes afilados mordieron la punta de mi
lengua y sus ojos estaban todo tipo de tormentosos cuando puso un puño
en mi cabello y levantó mi cabeza para mirarla.

—Mueve tu trasero, Gates.


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Me reí y froté mi mentón sobre su hombro mientras trazaba con mi


lengua el pulso que latía a un lado de su cuello.
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—Te estoy sintiendo.


—Síp. Yo también te estoy sintiendo, pero no es suficiente. Pon en uso
esa linda polla.

Eso me tuvo asomándome de nuevo para cernirme sobre ella.

—¿Crees que mi polla es linda?

Empujó sus caderas hacia arriba y gimió cuando nuestros huesos


púbicos se molieron juntos, dándole finalmente la fricción tras la que ella
andaba.

—Todo tú eres lindo y todo de ti se siente realmente bien, pero necesito


que te muevas. —Su otra pierna se unió a la primera, y todo lo que podía
hacer era dejarla tirar de mí. No que quisiera estar en ningún otro lugar, de
cualquier manera. Quería que ella quisiera tomar lo que necesitara de mí,
que tuviera la misma medida de impaciencia por estar juntos como yo lo
hacía.

Aseguré mis manos sobre la cama, sobre su cabeza y comencé a


moverme realmente. Me impulsé lo suficientemente fuerte dentro de ella
como para tenerla moviendo la cama. Jadeó con placer y sus ojos cayeron
a media asta mientras el placer conmovedor se apoderaba de su lindo
rostro. Se aferró a mis hombros y se sostuvo cuando el viaje se puso más rudo
y más intenso, se volvió debajo de mí más húmeda y más caliente. Era como
hundirse en fuego y cielo al mismo tiempo. Era lo más cercano al amor que
había sentido alguna vez, y quería estar dentro de esa sensación para
siempre.

Alcancé una almohada y la metí debajo de sus ya elevadas caderas


mientras ella me follaba de regreso. El levantamiento añadido me permitía
llegar más profundo, hundirme más lejos, y ella gimoteaba por la sensación,
lo que tenía mis pelotas tensándose hacia arriba con placer.

Mordisqueé su clavícula. Ella tiró de mi cabello y en un instante nos


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deshicimos juntos. Me llamó su diablo y yo la llamé mi todo. Nos aferramos


uno al otro sudorosos, agotados, y entrelazados para siempre. Mi corazón y
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alma hambrientos estaban saciados al punto de desbordarse y cada


batalla que alguna vez había peleado se sentía como que había sido nada
si esta era mi victoria, el estar aquí con ella.

270
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—N
o olvides que tengo que dejar todo eso en la
lavandería en algún momento de esta tarde.

Estaba tomando una fantástica bebida de café


en una cafetería que estaba en su mayor parte definitivamente no situada
en The Point y disfrutando de no tener que navegar por las calles mientras
Nassir nos llevaba a la ciudad. Había sido una batalla real conseguir que
estuviera de acuerdo en dejarme conducir mientras iba a la ciudad para
comprobar el club. Estaba preocupado de que yo fuera un blanco ahora
que Tyler tenía un arma, pero lo corté con la simple declaración de que
estaba tan preocupado porque algo le pasara. De hecho, le recordé que
el lugar más seguro para mí siempre había estado a su lado y que tenía la
mayor parte de los ahorros de mi vida invertidos en Lock & Key, así que era
tan importante para mí ver cuánto daño había sido hecho al edificio como
lo era para él.

No le había hablado de mi idea recién formada de crear algún tipo de


sistema para atraer a la gente, a los que se estaban ahogando y agitando,
fuera de las calles de nuestra ciudad, pero después de que descargó todo
lo que había descubierto sobre Tyler y su vida en casa, estaba más segura
que nunca de que era algo que quería hacer realidad. Un niño así
271

necesitaba una salida para no sentir que su única opción era tirar de la cola
del diablo. Quería hacer ese tipo de diferencia y sabía que Nassir me
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apoyaría aunque su corazón no fuera tan indulgente como el mío. La gente


era lo mío, después de todo, y él era todo sobre dejarme hacer mis cosas.
Tuve que preguntarle qué le había hecho al hombre que no solo me
atacó hace tantos años, sino que también había torturado a su propia
familia. Nassir me había mirado por el rabillo del ojo y me preguntó si
realmente quería saberlo. Para mi sorpresa lo hacía.

Realmente lo hacía.

Quería saber cuál pensaba que era un castigo adecuado para un


hombre que destruía a sus hijos y arruinaba tres vidas jóvenes. Estaba
esperando estar disgustada, tener mi estómago revuelto y tener que
forzarme a sentarme quieta y no retorcerme mientras él contaba sus
acciones. Para mi alivio y mi sorpresa, cuando me explicó que simplemente
lo había derribado sobre el centro de entretenimiento y dejado que el
hombre se quedara pegado al suelo con muy poca esperanza de que
llegara ayuda para salvarlo, pensé que sonaba demasiado indulgente.

Estaba esperando sangre y tripas. Esperaba historias de horror y visiones


de castigo que me darían pesadillas. Lo que conseguí fue una historia sobre
retribución para un hombre que merecía algo mucho peor. No estaba
segura si esta indulgencia era el resultado de mi influencia sobre él pero me
gustaba pensar así. Siempre sería algo agudo y mortal en el interior, algo
que podría ser usado para destruir, pero cada hoja necesita una funda y
cada arma necesita una carcasa para protegerla. No tenía ningún
problema en ofrecerme como la cosa que mantenía segura esta arma en
particular.

—¿Por qué no vino Bayla a conseguir esas cosas y llevarla a la


tintorería? La llamé y le dije que había cosas en la casa que necesitaba
recoger.

Me estremecí y distraídamente levanté mis dedos para tocar el nudo


en la parte posterior de mi cabeza. Si lo había sentido cuando estábamos
enredándonos, no lo había mencionado, y realmente no estaba muy segura
272

de cómo tener esta conversación con él y no meter en problemas a la


celosa ama de llaves.
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Solo quería que se fuera, no castigarla. Amar a un hombre como Nassir
ya era suficiente penitencia y una herida que nunca sanaría.

—Le dije que me encargaría de ello. Necesitamos tener una


conversación sobre ella y qué es exactamente lo que hace para ti ahora
que me estoy quedando contigo indefinidamente.

Hizo un ruido en su garganta y me cortó con una mirada aguda de esos


ojos ardientes.

—No te estás quedando conmigo. Estás viviendo conmigo. Gran


diferencia, Key. Nuestras vidas están envueltas juntas en un nudo gigante y
no puedes desatarlas sin que nos desentrañemos.

Él era tan espinoso sobre cosas así. En realidad era un poco lindo…
bueno, tan lindo como un hombre que era todo sobre el sexo y peligro
personificado podría ser.

—Tú siempre me has tenido en los nudos, Nassir. Aprendí a dejar de


luchar contra ellos todo el tiempo porque eso solo los hacía apretarse.

Una de sus cejas oscuras se alzó y la esquina de su boca se curvó en


una sexy sonrisa que me tuvo apretando mis muslos.

—Te pondré en nudos reales un día y verás cuánto lo disfrutas.

Por supuesto que trajo a mi mente todo el libertinaje y experimentación


que se reproducía en vivo y a todo color en los monitores en su oficina. Antes
de trabajar en el club, le habría dicho que se fuera al infierno. Renunciar a
ese tipo de control, especialmente con él, me habría enviado al pánico y
provocado que huyera. Ahora parecía intrigante y excitante. Soplé un poco
de aliento y extendí la mano para ponerla en su duro muslo.

—Tal vez. Pero tendrás que trabajar para ello.


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Se echó a reír y giró la camioneta en el estacionamiento frente al club.


Estacionó junto a una camioneta indescriptible que parecía pertenecer a
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uno de los equipos de trabajo que estaban encargándose del desorden en


el edificio.
—¿Qué pasó con Bayla? —Apagó el motor y se volvió en su asiento así
estaba frente a mí. La expresión de su rostro era intensa, así que estaba
pensando realmente duro acerca de las palabras que quería usar para
explicar que quería que la chica se fuera sin sacarla. Para evitar esa mirada
penetrante, cambié mi mirada a la camioneta y fruncí un poco el ceño
cuando vi que la puerta lateral empezaba a abrirse. No había visto a nadie
trabajando cuando nos detuvimos, así que pensé que era raro que alguien
saldría del vehículo tan pronto como rodamos a una parada junto a ella.
Solo que la puerta se abrió solo unos centímetros. Definitivamente no había
suficiente espacio para que cualquier tipo de persona adulta entrara o
saliera.

—Es extraño. —Estaba levantando mi mano para señalar la camioneta


sobre el hombro de Nassir cuando vi el extremo de la culata de una pistola
salir de la abertura. No tuve que pronunciar más palabras. Frenéticamente
extendí la mano y agarré un puñado del largo cabello de Nassir para sacudir
su cabeza y bajarla al mismo tiempo que me doblaba. Tan pronto como
nuestras cabezas estaban en el nivel del volante, hubo un golpe
ensordecedor seguido por la ventana del conductor de la camioneta
rompiéndose y cubriéndonos a ambos en una manta de fragmentos de
vidrio. Escuché a Nassir maldecir sobre mi propio grito asombrado mientras
levantaba mis manos para cubrir mi cabeza. Otra explosión sonó y me
encogí en la bola más pequeña posible cuando la ventana en el lado del
pasajero del auto explotó y llovió el vidrio sobre nosotros.

Nassir me estaba diciendo algo y sus ojos estaban enormes en su rostro,


y por primera vez en mi vida pude ver el temor torciendo y girando en las
fundidas profundidades. Se inclinó sobre mi espalda, abriendo la cerradura
del cinturón de seguridad y levantándose lo suficiente como para abrir mi
puerta.

—¡Vete! —Tenía las manos en mi hombro y estaba tratando de


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empujarme fuera del auto, pero yo estaba demasiado ocupada tirando de


la parte delantera de su camisa para conseguir que viniera conmigo. No
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podía dejarlo ir—. ¡Sal de aquí! ¡Ve a buscar a Chuck!


Incluso si no quería cooperar, no había manera de que Nassir me dejara
en la línea de fuego. De hecho, tan pronto como salí del auto, con la ayuda
de un poderoso empujón suyo, otro disparo sonó y lo oí golpear en el metal
en el lado opuesto del Range Rover. Estaba jadeando por aire y tratando
de llegar de nuevo al auto y ciegamente agarrar a Nassir para poder sacarlo
conmigo, pero mis manos se levantaron al vacío. Tomó cada gota de coraje
que poseía ponerme de rodillas y echar un vistazo atrás dentro del auto.
Estaba aterrorizada de encontrar a Nassir ensangrentado y lleno de
agujeros, pero en vez de eso él estaba sentado al volante de la camioneta
y mirando directamente al cañón de la pistola que estaba apuntando hacia
él.

Susurré su nombre y sus ojos se movieron hacia mí, eran incorrectos. El


fuego que normalmente los encendía se había ido y en su lugar había un
bronce fresco que parecía haber sido moldeado y elaborado en una
antigua arma. Me agitó la mano y me dijo que me pusiera a salvo y luego
abrió la puerta del auto y se metió en la línea de fuego. El cañón del arma
no podía estar a más de medio metro del centro de su pecho. Grité su
nombre pero él no me miró. Desesperadamente busqué mi teléfono así
podía llamar al 911 y a Chuck.

—Sé por qué quieres herirme, entiendo por qué piensas que me quieres
muerto, y no puedo decir que te culpe.

La voz de Nassir era tranquila. Demasiado tranquila.

»Reconozco que te he convertido en lo que eres, y que crees que la


única manera de cambiar tus circunstancias y tener una vida mejor es matar
a tu creador. Crecí pensando lo mismo.

Miré a través de la abertura de las puertas cuando la puerta de la


camioneta se abrió una fracción más para mostrar la pistola entera y el
brazo tembloroso del niño sosteniéndola. Era obvio que no estaba
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familiarizado con el arma y una de sus manos seguía estropeada, y eso me


hizo pensar que Nassir podría acabar tomando una bala incluso si el niño no
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quería disparar una.


»La cosa es que no importa a dónde vayas o a quién castigues o qué
tipo de vida haces para ti mismo, siempre serás aquella cosa que fue
moldeada, elaborada, formada. Siempre serás el producto de las cosas que
has hecho y de las cosas que te hicieron, pero si quieres una oportunidad en
cualquier tipo de vida, si quieres ser digno de algo, tienes que ser más de
para lo que fuiste hecho. Tienes que destruir esa creación y hacer algo
nuevo.

La pistola se hundió por un segundo y vi al niño sacudir la cabeza. Se


veía tan joven, tan poco probado, que no podía imaginar que él era el que
estaba detrás de todas las cosas que habían estado sucediendo en el club.
No podía imaginar que él era el único que podría muy bien dar a mi diablo
el infierno. No podía sentarme allí y no hacer nada mientras el hombre que
amaba tenía una pistola apuntando hacia él. Todo este tiempo estaba
decidida a estar a su lado y eso incluía cuando se estaba enfrentando a
algo que podría acabar con ambos.

—No tienes ni idea de por lo que nos ha hecho pasar. —El niño sonaba
como si fuera a llorar.

Vi a Nassir asentir con la cabeza y mirar el zumbido del teléfono en mi


regazo. Sabía que Chuck estaba haciendo su camino en la parte de atrás
del club y los policías estaban en su camino. Chuck había oído los disparos
desde adentro. Me arrastré alrededor del parachoques y empujé mi cabeza
alrededor del costado. Tanto Nassir como el niño se volvieron para mirarme,
y antes de que pudiera decir algo, Nassir dio un paso más cerca del extremo
de la pistola, de modo que ahora si el niño apretaba el gatillo, no había
lugar para que fuera la bala, excepto justo en el centro de su pecho.

—Lo sé y no está bien. No lo merecían.

El niño gruñó algo bajo y furioso cuando Nassir alzó las manos y las
apartó de su pecho. El niño se movió lentamente para salir de la camioneta,
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la pistola a solo unos centímetros del centro del pecho de Nassir. Casi
tocándolo. El niño se pasó la mano libre sobre la boca y sus ojos comenzaron
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a lanzar dardos alrededor del estacionamiento.


—Siempre fue un idiota. Le gustaba usar sus puños en todos nosotros.
Bebía demasiado, engañaba a mi mamá, y nunca había dinero, pero él se
había ido la mayor parte del tiempo, así que resistimos la tormenta cuando
estaba en casa.

Escuché a Nassir soltar un suspiro y me puse de pie para estar detrás de


él.

—Por favor, no hagas esto. —Hubo un estremecimiento en mi voz, pero


mi corazón me hizo sonar más fuerte de cómo me estaba sintiendo. Toqué
mi rostro, sorprendida de encontrar una constante cascada de lágrimas
silenciosas corriendo por mis mejillas.

Nassir me dedicó una mirada dura por encima del hombro y se volvió
para concentrar toda su atención en el adolescente armado.

—Hasta que puse mis manos sobre el viejo y estuviste atrapado en una
casa con él. —Nassir sonaba resignado y arrepentido. Sus palabras eran
pesadas y su postura era arrepentida. Realmente sentía lo que le había
sucedido al niño por sus acciones, incluso si habían sido hechas para
salvarme.

—Podía tomar las palizas, porque al final conseguí ser lo suficiente-


mente grande para luchar. La suciedad y el abuso no significaban nada
porque lo peor que estaba haciendo era tocar a mis hermanas. No podía
salir después de que lo lisiaste, no saldría de la casa por su rostro jodido, así
que en lugar de ser sus hijas, mis hermanas se convirtieron en sus nuevos
objetivos. Su infancia, su inocencia, fue robada por ti. Al principio pensé que
podía arruinar tu negocio, hacerte enojar y forzarte a gastar todo tu precioso
dinero, pero luego me di cuenta que no era suficiente. Tenías que pagar
como lo hicimos nosotros. Deberías tener tu vida, tu futuro, arrebatado como
les pasó a mis hermanas.

Nassir hizo otro ruido en su garganta y lo vi agitar su mano. Un ligero


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movimiento me llamó la atención y vi a Chuck y un par de otros miembros


del personal de seguridad arrastrándose por el costado del edificio con sus
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propias armas.
—Entiendo por qué te sientes de esa manera, realmente lo hago, pero
si me matas, si jalas el gatillo, estás haciendo una elección que no puedes
deshacer. Estás haciendo exactamente lo que tu viejo te preparó para
hacer. Estás actuando como nada más que el monstruo que empecé a
construir hace tantos años.

Extendió la mano para agarrar el hombro del niño, y cuando el joven


se apartó, no fui el único testigo de la escena que jadeó. Nassir estaba
jugando un juego peligroso e iba a perder todo si el niño no elegía jugar.
Tenía miedo de perderlo y mi corazón se rompió mientras intentaba
desesperadamente hacer que este joven atormentado viera que incluso en
el infierno había opciones. No importa dónde estabas o cómo lucía tu futuro,
tu vida era producto de las decisiones que hacías. Es por eso que necesitaba
ser capaz de dar a la gente aquí en The Point, la oportunidad de hacer
mejores vidas para ellos mismos. Cada acción tenía una consecuencia y a
veces eran las consecuencias las que podían matarte.

»Tienes la oportunidad de hacer tu vida de mierda algo mejor. Ve a


sacar a tus hermanas del sistema y dales una vida mejor, la vida que siempre
han merecido. Preocúpate por salvarlas y por ti mismo en lugar de arruinar
algo que ya se ha roto y reparado muchas veces como para contarlo. Baja
el arma y haz la elección de ser algo mejor que yo, de ser mejor de lo que
tu viejo trató de meter en ti.

La pistola se tambaleó un poco y pensé que mi diablo hacía lo suyo y


negociaba con su mayor activo —su vida— y ganaba. Traté de exhalar un
suspiro que parecía que estaba atrapado en mi garganta, y vi a Chuck
acercándose cada vez más. Su mirada estaba cambiando entre donde
todavía estaba agazapada detrás de la camioneta y donde estaba Nassir
con el joven del otro lado.

—¿Cómo se supone que sea otra cosa que esto? —La voz del niño se
elevó y oí pánico y algo salvaje en él—. No terminé la preparatoria. No tengo
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dinero, no trabajo, y mi familia está en pedazos. En este lugar, ser un hombre


te hace débil, pero ser un monstruo te hace una leyenda.
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Iba a apretar el gatillo. Lo vi al mismo tiempo que Chuck, porque grité
el nombre de Nassir y me puse de pie para poder lanzarme a través de los
asientos delanteros de la camioneta para intentar agarrarlo. No había forma
de que lo hiciera a tiempo. El arma estaba demasiado cerca de su pecho y
el niño ya había tomado una decisión.

La primera explosión me ensordeció y tuvo a Nassir en el suelo tan


pronto como sonó. No fui lo suficientemente rápida para conseguir llegar a
él antes de que golpeara el asfalto. Las rápidas explosiones que siguieron
tuvieron el cuerpo del niño sacudiéndose en una danza mórbida delante de
mis ojos mientras las balas lo rompían, haciendo que el arma cayera de su
mano. Se derrumbó en el suelo frente a su víctima.

Salí del lado del conductor en el auto y caí de rodillas justo al lado de
Nassir. No podía decir dónde había penetrado la bala porque había tanta
sangre en su pecho. La blanca tela de su camisa se estaba volviendo
completamente carmesí y no se movía en absoluto. Empujé los costados de
su chaqueta de traje fuera del camino mientras buscaba un lugar para
poner presión. Lo estaba viendo morir justo delante de mí. De repente, todos
esos años de luchar por ser independiente, de luchar por hacerlo por mi
cuenta, se sintieron perdidos y estúpidos. Estaba más de mil con él de lo que
nunca lo había estado y ahora me sentía como si estuviera perdiendo una
de las mejores partes de mí.

Chuck se dejó caer al otro lado de él y le dio unos golpecitos en la


mejilla. Los empañados ojos color bronce se abrieron con gran dificultad
para mirarnos.

—Ya llamé a la policía. Tienen a los médicos con ellos, jefe, así que te
quedas ahí.

—No puedo ver dónde está herido, ¿Y tú? —Sentí que necesitaba
ejercer presión sobre la herida, detener el flujo de sangre que salía del
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hombre que amaba, pero era inútil y todo lo que podía hacer era agarrar
su mano sin vida y aferrarme a ella. Sus dedos ni siquiera se contraían
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ligeramente y pude ver lo difícil que era para él respirar.


—Creo que lo golpearon más de una vez. Idiota. Tratando de negociar
con una pistola apuntando directamente a su corazón. ¿Que estabas
pensando?

Chuck parecía tan preocupado y tan perdido como lo hacía yo. Me


incliné hacia adelante y presioné mis labios contra los de Nassir. Estaban tan
fríos y todo lo que podía probar eran mis propias lágrimas saladas y el sabor
de la sangre. No había vida allí para devolverme el beso.

Él estaba pensando que le ofrecería al niño un descanso que nunca le


habían ofrecido. Estaba pensando que mostraría al joven que cuando
tenías una razón, tenías un propósito, podrías tomar decisiones que tuvieran
importancia. Estaba tratando de decirle que incluso cuando estaba roto y
retorcido en el interior, siempre había una manera de entrar y dar forma a
todas esas piezas destrozadas en un hombre mejor. Tal vez no un buen
hombre, definitivamente no un hombre respetuoso de la ley y honrado,
nunca un hombre fácil o agradable, sino un hombre que era mejor que lo
que había sido creado para ser.

—Si te mueres, voy a estar tan enojada contigo.

Susurré las palabras contra su boca que no respondía y empecé a llorar


en serio cuando una cálida bocanada de aire escapó para tocar mis labios.

Gimió bajo y profundo, pero significaba que todavía estaba vivo, así
que lo tomaría. A la distancia, finalmente se podrían escuchar los sonidos de
las sirenas. No era como si asistir a dos víctimas de un tiroteo fuera algo nuevo
o digno de una prisa extra en The Point.

—¿Eeel… Niñoo? —No eran palabras, sino expulsiones de aire hinchado


y soplado.

Miré por encima de mi hombro hacia donde estaba tendido el otro


cuerpo, los chicos de Chuck vigilándolo de cerca, pero pude ver varios
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lugares donde la sangre se mezclaba y se escapaba del joven y manchaba


el estacionamiento debajo de él.
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Apreté los dedos de Nassir y lloré aún más contra él cuando sentí su
lucha por apretarse alrededor de los míos.

—Él no tomó la decisión correcta.

Lo sentí estremecerse ante mis palabras, pero no podía explicar nada


más porque los policías y los paramédicos estaban de repente sobre
nosotros. Fui tirada a un lado y Chuck fue jalado hacia el otro, los dos
quejándonos en voz alta, mientras los profesionales uniformados se movían
alrededor del cuerpo boca abajo de Nassir. Había tanta sangre y tanto ruido
que pensé que iba a tener un colapso. Cuando un policía trató de
apartarme para preguntarme qué estaba pasando, me incliné hacia él sin
ni siquiera pensar. Afortunadamente, Chuck estaba allí y me envolvió en un
enorme abrazo de oso mientras me desplomaba en un lío sollozante en sus
brazos.

—Ella solo vio a dos personas recibir un tiro a ni siquiera tres metros por
delante de ella y uno de ellos es su hombre. ¿Puedes darle un descanso?

El policía gruñó algo, pero no pude concentrarme en lo que estaba


diciendo porque estaban atando a Nassir a una tabla de plástico de
aspecto duro y colocándolo sobre la camilla. No lo llevaban a ningún lado
sin mí. Empujé los brazos de Chuck hasta que él me liberó, y me metí en la
parte trasera de la ambulancia, solo para ser detenida por uno de los
paramédicos.

—Señora, él está en malas condiciones. Tiene que reunirse con nosotros


en el hospital.

Lo habría golpeado si no hubiera visto al otro médico en la parte trasera


de la ambulancia maldiciendo y corriendo en torno a tratar de conectar a
Nassir a tantas intravenosas y máquinas como la parte trasera del vehículo
de emergencia podría sostener.
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—Estoy yendo con él. —No estaba a punto de darle al chico la


oportunidad de discutir, así que solo lo empujé más allá y me senté en el
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pequeño banco duro para poder mantener los ojos pegados a lo que le
estaba sucediendo a mi ahora moribundo diablo. Nassir debía de estar en
muy mal estado porque aunque había dos médicos y eran mucho más
grandes que yo, ninguno quería perder el tiempo discutiendo conmigo. En
vez de eso, cerraron las puertas y comenzaron a trabajar frenéticamente en
él.

Le habían roto la camisa y podía ver que Chuck tenía razón. El niño
había logrado sacar más de un disparo. Había un agujero perfectamente
redondo en lo alto de su hombro, casi en el mismo punto en donde yo había
tomado una bala, pero también había uno más abajo y más hacia el centro
de su pecho. Desde donde yo estaba sentada, parecía que era
exactamente donde estaría su corazón.

Comencé a cantar "no, no, no, no" una y otra vez mientras los dos
hombres corrían y murmuraban cosas entre sí que no sonaban alentadoras.

—Su presión sanguínea está bajando. No es bueno. —Uno de los chicos


agarró una jeringa llena de algo y comenzó a bombearla en uno de los
tubos de plástico que entraban en el brazo de Nassir. Todo lo que quería
hacer era estirarme y sostener su mano, pero nos estábamos moviendo
demasiado rápido y no quería interponerme en el camino de los hombres
tratando de salvarle la vida.

—¿Alguna palabra sobre la otra víctima de herida de bala? —El chico


que había intentado evitar que subiera a la ambulancia negó con la
cabeza.

—Él estaba muerto en la escena. —Su mirada saltó hacia mí—. Parece
que tuvo mucha suerte de salir ilesa de allí.

Oh, no estaba muy ilesa. La única persona en el mundo que sabía que
amaría toda mi vida y a la que me entregaría completamente, estaba
luchando por seguir con vida y podía verlo perder la batalla con cada
minuto que pasaba. Era muy inquietante que Nassir pudiera sobrevivir a la
guerra, sus propios comienzos deformados a manos de un fanático, las
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manipulaciones corruptas del gobierno y el poder político y las calles de The


Point solo para ser derribado por un niño que había sido formado a su
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imagen.
Dejé caer mi cabeza en mis manos y tiré el frente de mi cabello tan
fuerte que me dolió.

—No me siento tan afortunada en este momento.

—Debería habernos seguido al hospital. Nunca es fácil ver a alguien


que te importa estar al borde de la muerte.

Levanté la cabeza y miré al insensible imbécil. No necesitaba saber lo


cerca que Nassir estaba de no llegar. Podía verlo por mí misma. Su piel
normalmente dorada estaba cerosa y tenía un tono gris. Sus labios se veían
azules y todavía había sangre que salía de él en más de un lugar.

—Voy a apreciar cualquier momento que tenga con él, incluso si ese
tiempo se está acabando justo delante de mí.

Decidiendo que no me importaba si estaba en su camino, me acerqué


y encontré la mano de Nassir para poder aferrarme a alguna parte de él
mientras corríamos el resto del camino hasta el hospital. Una vez que
llegamos allí, las puertas de la ambulancia se abrieron y un ejército de
médicos y enfermeras se apresuraron a atenderlo. Estaban diciendo cosas
como "shock", palabras como "transfusión sanguínea" y "no responde" me
golpearon como balas. No quería dejarlos sacarlo de mi vista, pero sabía
que hacer que el personal médico lidiara con una mujer histérica no lo
ayudaría, así que me mordí el labio y continué llorando mientras salía del
vehículo cubierto y los observaba llevarse a mi hombre.

No sé cuánto tiempo estuve allí de pie frente al hospital cubierta de


sangre de Nassir, llorando en silencio y sin saber qué hacer conmigo misma,
pero fue lo suficientemente largo como para que Chuck finalmente me
encontrara. Cuando sus brazos me rodearon y me llevaron a ese pecho, el
entumecimiento que había estado conteniendo todos mis pedazos se
evaporó y me convertí en un lío, ruidoso y descuidado. Empecé a gritar por
la injusticia de todo, sobre cómo nunca perdonaría a Nassir por haberme
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lanzado tan lejos en eso de lo que no podría salir. Maldije en un millón de


diferentes maneras por hacerme amarlo cuando sabía que iba a llevar a
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este tipo de dolor.


Me enojé.

Despotriqué.

Me enfurecí.

Chuck solo me sostuvo y continuó acariciando mi cabello mientras yo


actuaba como una loca, y me decía que todo estaría bien. Cuando
finalmente me calmé, él presionó su mejilla en la parte superior de mi cabeza
y soltó una pequeña risita.

Indignada de que pudiera encontrar algo gracioso en esta situación,


le clavé el codo en las costillas hasta que gruñó y dio un paso atrás.

—¿Cómo puedes reírte en un momento como este? —Él extendió una


mano y frotó un dedo sobre las líneas del ceño clavado en mi frente.

—Me estoy riendo porque tuve casi la misma conversación con Nassir
cuando te dispararon.

Eso hizo que mi corazón cayera y las palabras de Reeve acerca de que
nuestros hombres estuvieran tan asustados de que algo malo nos fuera a
pasar, flotaron como humo a través de mis tumultuosos pensamientos.

Me froté mis mejillas rosadas y despellejadas con furia y traté de aspirar


el aire suficiente para calmarme.

—¿Por qué tomaría ese riesgo, Chuck? ¿Por qué se sacrificaría así?

Ese diente de oro me guiñó u mientras me ofrecía una pequeña sonrisa.


Él extendió la mano y enganchó un brazo alrededor de mi cuello para poder
entrar y ver si Nassir realmente tenía la suerte del diablo.

Chuck presionó un beso en mi sien y me susurró al oído:

—Lo hizo porque todo el amor que le mostraste le probó que podía
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haberse convertido en un chico de verdad.

Tragué saliva y sentí una oleada de lágrimas. Amaba que Nassir fuera
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un chico de verdad, pero odiaba que eso significara que él era tan
vulnerable y frágil como el resto de nosotros, y no pude evitar tener el fugaz
pensamiento de que los robots y marionetas no sangraban.

Nassir tenía que reponerse. The Point no había visto el tipo de infierno
en la tierra que seguiría si no lo hacía.

285
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H
abía estado en el resbaladizo borde de la muerte más de una
vez en mis veintisiete años de vida. Me habían disparado,
apuñalado, explotado, muerto de hambre, golpeado e incluso
tenía mis propias manos en la mezcla cediendo en la debilidad y la
sobredosis solo para dejar de ver los cuerpos caer y la sangre fluir. Todas las
veces que llamé a la puerta de la muerte, la recepción fue exactamente la
que uno podría haber esperado. Vi los campos de las almas perdidas que
había cultivado. Vi a mi madre, e incluso en su estado incorpóreo, sentía la
decepción que todavía la rodeaba porque no había cumplido con todo mi
potencial como asesino y vengador. Finalmente tuve un cara a cara con mi
padre, y en mi estado de limbo me condenó por no ser un hombre de fe o
convicción. Antes, cuando había estado entre la vida y la muerte, cada
acción y sus consecuencias subsiguientes se desarrollaban ante mí,
burlándose de mí con el conocimiento de cómo todas las cosas que ponía
en movimiento llegarían eventualmente a un círculo completo. La violencia
y la venganza no ocurrían en un vacío, y como todo dentro de mí peleaba
por luchar por la vida, la pérdida que estaba sintiendo se mezclaba con el
dolor que era un recordatorio constante de que no había escapatoria de
toda una vida de fechorías.

Esta vez, mientras perseguía a la muerte, era claramente diferente.


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Toqué a la puerta, probablemente más duro que nunca antes, pero por
alguna razón la muerte no respondía. Nadie respondía. Así que solo estaba
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allí esperando a que me dejaran entrar o que me devolvieran.


Estaba atrapado en un vacío. Sin recuerdos. Sin arrepentimientos. Sin
familia. Sin logros. Sin demonios. Y tal vez la ausencia más notable era la del
amor. Nunca había experimentado amor antes, seguramente no de mi
madre y definitivamente no de ninguna de las otras personas que se habían
filtrado dentro y fuera de mi vida desde que me liberé de los grilletes del
hombre que se suponía que siempre debía ser, pero desde Keelyn, había
habido algo diferente, y ahora que se había ido, sabía lo que era.

Incluso cuando ella no era mía, aun así había amor. Era espinoso y a
veces incómodo. Era demasiado grande para caber en cualquier lugar. Era
complejo y a menudo escondido detrás de cosas que eran más fáciles de
identificar, como la lujuria, la ira y la frustración, pero a pesar de todo eso,
pude ver ahora que era amor y lo extrañaba a muerte mientras estaba
perdido aquí en esta nada.

Extrañaba la mordida y la suavidad que siguió. Extrañaba la forma en


que eso era lo único que me llenaba cuando había pasado mi vida tan
vacía de todo. Extrañaba la forma en que eso me desafió y forzó a hacer
más, a ser más. Extrañaba la forma en que el amor me hizo pensar y
considerar mis acciones y su efecto en los demás. Ya no era una cosa. Yo
era un hombre... un hombre que amaba a una mujer, había amado a una
mujer con cada parte rota de mí que el pasado me había dejado, y ahora
que se había ido, real y verdaderamente entendí lo que se suponía que era
mi infierno.

Esto...

Esta falta de algo.

Esta nada.

Este vacío.

Este agujero.
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Esto era en realidad un infierno, y seguro, tal vez lo mereciera por todas
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las cosas malas que había hecho en el pasado, pero eso no hacía que al
saberlo fuera más fácil de aceptar o que la lucha contra la constante
negrura fuera menos ardua.

No sé cuánto tiempo floté perdido y solo. Se sintió como una eternidad,


y cada segundo que acontecía, que pasaba sin la única cosa que sentía
que necesitaba incluso si tuviera una ligera posibilidad de supervivencia,
podía sentirme hundiéndome más y más profundamente en el abismo. Eso
estaba tirando de mí y yo estaba impotente para detenerlo.

Justo cuando pensé que era hora de darme por vencido, tiempo de
rendirse a la oscuridad y dejar que el pozo de nada me tome, sentí algo...
algo penetrante y horrible.

Dolor como un furioso incendio se iluminó sobre mí desde adentro hacia


afuera. Toda la nada fue reemplazada con agonía y dolor como nunca
antes había experimentado. Yo estaba hueco, tan vacío de cualquier otra
cosa que no fuera el dolor que me comía como una comida. Había tanto
espacio dentro de mí para que eso se arrastrara y se estableciera. Era un
tipo completamente nuevo de sufrimiento y tortura, pero le di la bienvenida.
Sabía que mientras estuviera sintiendo algo, aunque fuera algo que haría
que la mayoría de los hombres desearan la silenciosa y envolvente
oscuridad de la muerte, yo estaba vivo y esa cosa que necesitaba vivir
estaba allá afuera en alguna parte, solo necesitaba encontrarla.

Ardí por días. Más caliente que cualquier fuego, más brillante que
cualquier estrella, más furioso que cualquier tipo de llama hambrienta. El
dolor se alimentó de mí y luego, de algún modo, de alguna manera, eso
tomó todo lo que tenía para dar y ardió y todo lo que quedó de mí fue
ceniza. Luz y ceniza mullida que flotó en suave aliento, aliento que susurró a
través de mi estéril alma. Oí una voz llamar mi nombre una y otra vez y los
restos de quien yo era se recogieron rápidamente y traté de perseguir el
ruido.
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Tropecé en el aire. Caí libremente de la nada y el dolor de regreso al


amor.
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Estaba allí esperando con los brazos abiertos para atraparme. Lo oí
llamándome, guiándome en la única dirección en que podía ir cuando la
muerte no contestó mi llamada. Fue un viaje que me pareció que tardó una
eternidad. Cada vez que pensé que estaba haciendo mi camino a donde
necesitaba estar, a donde escuché al amor llamándome, algo se
interpondría en mi camino. Perdería los sonidos, el fuego y el dolor se
encenderían nuevamente, y la oscuridad volvería a colarse en mí e
intentaría jalarme hacia abajo. No se lo permití. Nada importaba más que
llegar a donde el amor estaba esperando. Nada podía interponerse en mi
camino para llegar a donde se suponía que siempre debía estar.

Lo sentí a mí alrededor. El amor no solo estaba guiándome, estaba


jalándome, estimulándome, llenándome y empujando todo lo demás. El
amor iba a ganar y simplemente tenía que dejar que pasara, así que
entregué la pelea y dejé que el amor me tomara de la mano para guiarme
el resto del camino de salida de la oscuridad.

Yo estaba muy incómodo, pero cuando finalmente logré abrir mis ojos,
estaba mirando hacia el día nublado más bonito que había visto. El cielo
estaba tempestuoso y había lluvia cayendo de las nubes y aterrizando en
mi cara, pero aun así fue la cosa más bienvenida en la que había fijado mis
ojos.

Ella estaba borrosa. De hecho, estaba viendo trillizas que se parecían a


mi Key con diferente cabello, pero no se me pasó que mi febril luchadora
estuviera revoloteando sobre mí, jalándome desde el umbral. El amor me
quería más que la muerte. Traté de parpadear para así poder enfocarla,
pero eso no funcionó, y cada vez que mis ojos se cerraban, sentía que
necesitaba un esfuerzo monumental para volverlos a abrir.

Abrí mi boca para preguntarle qué había pasado, para preguntarle


dónde estaba y por qué su cabello era ahora de un profundo, copioso café
chocolate en lugar de rojo Crayola, pero no salió nada. Resoplé como si
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fuera un hombre de mil años, y de repente el rostro bonito y preocupado de


Key fue reemplazado por uno más severo. El tipo tenía un estetoscopio
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alrededor de su cuello y estaba ladrando órdenes a otro lado de mí, y


vagamente sentí mi brazo siendo recogido y la sábana que estaba
cubriéndome se movió de mi cuerpo.

Estoy seguro de que tenían todo tipo de médicos de gran renombre


para hacerse cargo, pero todo lo que necesitaba era a Key. Traté de sacudir
al médico cuando se inclinó sobre mí, solo para descubrir que estaba
confinado a una máquina. Parecía que mi brazo derecho estaba bien
atado a mi pecho, lo que significaba que no podía alcanzar a mi chica. Eso
me hizo agitarme, pero estaba atrapado y muy débil. Traté de decir su
nombre y me di cuenta que la razón por la que no podía hacerlo era porque
tenía algo duro y plástico metido entre mis dientes. Moví mi cabeza para
desalojarlo solo para que el doctor me pusiera la mano pesadamente sobre
mi frente. Gruñí y jalé mi cabeza apartándola, pero eso hizo danzar puntos
negros delante de mis ojos y al dolor cortar a través de mi cerebro.

—Lo estás haciendo enojar. Muévete fuera de mi camino. —Key


sonaba molesta y asertiva. Sí, todo el mundo salga de su camino para poder
ver a mi chica... mi amor.

El rostro del médico fue sustituido por el de quien me había salvado,


quien significaba todo.

»Nassir, realmente te lastimaste, bastante. Tienes que dejar que te


revisen, ¿de acuerdo? Te prometo que no iré a ninguna parte. —Su mano se
extendió y acarició mi frente. Me sentí muy bien, así que cerré los ojos y me
relajé contra su toque. Me tranquilizó. Me asentó, y antes de que lo supiera,
el dolor y la somnolencia me succionaron de nuevo.

Así continuó durante días. Me despertaba y Key estaría allí, tocándome,


hablando conmigo, sosteniéndome, y entonces los doctores y las
enfermeras añadirían sus manos en la mezcla y me irritarían hasta que
tuvieran que bombear sedantes en mi sistema para que me tranquilizara.
Eventualmente el respirador fue sacado y ella pudo tocar sus labios con los
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míos. Cuando lo hizo, me dijo lo cerca que estuve de morir ante sus ojos. Una
de las balas había roto mi clavícula y la que impactó en el centro de mi
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pecho se había hecho pedazos cuando golpeó mi esternón y unas cuantas


piezas diminutas se habían acercado peligrosamente a mi corazón.
Necesité de una cirugía inmediata y apenas lo había logrado. Para
empeorar las cosas, aparentemente tuve una reacción alérgica a uno de
los fuertes analgésicos que me estaban inyectando y casi me había ido de
nuevo. No habían sido unas semanas fáciles para ella, pero rara vez se alejó
de mi lado e hizo más para calmarme y hacerme cooperar con el personal
del hospital que lo que los sedantes hicieron.

Cuando finalmente pude hablar sin toser ni sentir que mi garganta era
un río de dolor ardiente y que mis palabras estaban hechas de cuchillas de
afeitar, le pregunté acerca de su cabello.

Levantó las manos a su cabeza y empezó a llorar. Antes de que pudiera


sostener su mano, se subió al lado de la cama en el que no tenía mi brazo
roto y puso su cabeza en mi hombro. Fue delicada, pero aun así dolió, no
que siquiera me quejaría. Puso su mano sobre el desagradablemente grueso
vendaje que estaba cubriendo el centro de mi pecho.

—Nunca más quiero ver el color de la sangre. Cada vez que me miraba
en el espejo... todo ese rojo. Todo lo que podía ver era toda esa sangre
fluyendo fuera de ti. Ya no podía soportarlo.

Ahora su cabello era del color del visón. Parecía sofisticada, todavía
sexy y coqueta en ese corte irregular que colgaba más de un lado que del
otro, pero la hacía parecer más refinada de lo que se había visto antes. Tal
vez un poco más crecida y madura, y después de todo lo que había
presenciado, ¿cómo no podía serlo?

Le dije sobre morir. Le expliqué cómo estaba allí, listo para cruzar el
umbral, pero esta vez nadie estuvo allí para abrir la puerta. Le dije acerca
de cómo no había nada. Cómo estaba atascado y vacío. Le dije que lo
único que tenía sentido en todo eso era ella. Le dije que en la nada todavía
estaba el recuerdo de cómo me sentía por ella. Le dije que cuando me
quemaba en la pira de dolor y agonía, recordé que su amor valía la pena y
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luego le dije que era lo que necesitaba para vivir. Que ella era por lo que
siempre había vivido.
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Ella estaba llorando lágrimas silenciosas. Podía sentirlas golpeando mi
piel donde la ropa del hospital estaba retorcida entre nosotros. Encontré su
mano con la mía y la apreté.

—Probablemente nunca lo he hecho de la manera correcta, pero


siempre te he amado, Keelyn Foster.

—Ninguno de nosotros hizo lo correcto desde el principio, pero eso no


significa que no podamos intentarlo más de aquí en adelante. Yo también
te amo, Nassir Gates. Estamos destinados a averiguarlo eventualmente.

Quizás ese era el punto. No había una manera correcta o incorrecta


de amar, solo entendiendo que estaba allí y haciendo lo mejor en tratarla
como lo frágil, valiosa y preciosa que era.

Froté mi pulgar a lo largo del interior de su muñeca y le dije que quería


hablar con Dovie cuando me liberaron del hospital.

Por supuesto, ella no me quería cerca de la pelirroja. Me dijo que Bax


enloquecería si miraba aunque fuera de reojo a su tímida y dulce novia.
Tenía razón, así que le pedí que me hiciera un favor. Le dije que necesitaba
que Dovie se enterara de la situación con las hermanitas de Tyler French.
Esas pobres niñas eran realmente las víctimas más grandes en toda esta
tragedia. Le dije que quería asegurarme de que las niñas entraran en una
buena familia, y que estaba dispuesto a dejar caer algo de dinero en
efectivo si eso es lo que se necesitaba. Dovie trabajaba con Servicios
Sociales y las familias de acogida en The Point, así que supe que podía
conseguirme la información que necesitaba para asegurarme de que esas
niñas no tuvieran que sufrir más consecuencias de acciones que no eran
propias.

Asintió y me dijo que se encargaría de ello. De hecho, ya estaba unos


pasos por delante de mí, y no eran solo esas niñas en las que estaba
interesada en asegurarse de que tuvieran una mejor oportunidad de una
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buena vida. Ella era tan jodidamente impresionante. La quería porque era
mi igual de muchas maneras, pero la amaba entera y completamente
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porque siempre iba a ser mejor que yo de muchas otras maneras.


Key también me dijo que los policías habían ido a la casa del viejo
French para revisar al papá cuando ella explicó por qué el chico quería
dispararme en primer lugar. Lo encontraron donde lo dejé, atrapado y
enojado como el infierno, y todavía despotricando sobre cómo yo
necesitaba ser arrestado y lanzado en la cárcel por irrumpir y entrar. Pero los
policías estaban en su juego y las razones por las que sus hijos habían sido
alejados no eran un secreto para ellos, así que una vez que lo liberaron fue
el hombre trastornado y paralizado quien se encontró esposado y arrastrado
lejos.

Cuando terminó de hablar de la justicia y rectitud, nos quedamos allí


en la cama del hospital hasta que ambos nos quedamos dormidos.

Estuve atrapado en el hospital por otra semana y creo que el personal


conocía el hecho de que estaba dirigiendo una empresa criminal bajo su
cuidado. No era como si me molestara en esconderlo. Chuck venía una vez
al día para ponerme al tanto de lo que estaba pasando en el club y con los
otros negocios, y Race seguía entrando y saliendo para verme. Parecía
como que una vez que estuve fuera de servicio él había hecho lo que
cualquier buen socio haría y entró al ruedo para hacer malabares con todos
mis proyectos, incluso con los que no quería tener nada que ver. Tal vez esa
línea entera de socios-no-amigos empezaba a ponerse un poco borrosa.
Nunca antes había tenido un amigo, pero si Race quería ser el primero, sabía
que podría hacerlo mucho peor. Además, según Chuck, mi dama había
cambiado de sexy a empresaria despiadada en mi ausencia. Le dije que no
había cambio. Siempre había sido sabía e inteligente; era solo que estas
cualidades eran pasadas por alto a menudo debido a la longitud de su
falda. La elegí como mi pareja, en los negocios y en la vida, por una razón.

Ella era la única con las que Race iba con preguntas acerca del club y
las chicas. Ella era la que estaba escribiendo cheques y poniendo dinero
mientras yo estaba sentado. Estaba cuidando de mi imperio mientras yo no
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podía, y de acuerdo con Chuck, era malditamente buena en eso. Con mi


tan precario y desconocido futuro, Key se había convertido en la persona a
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temer en mi lugar, y riéndose me dijo que era mucho mejor que yo. La gente
estaba demasiado aturdida por sus miradas explosivas y su brillante sonrisa
al ser amenazados por ella. Les robó a los ciegos y los manipuló y ni siquiera
supieron lo que estaba sucediendo. Me dijo que en el tipo de negociaciones
en las que yo normalmente dejaba a las personas haciéndose pipí o jurando
derrocarme, ella en cambio los dejaba agradeciéndole. Eso me hizo amarla
aún más. Si ella me perdiera, tendría algo que construí, algo que me dio vida
para aferrarme. Mi legado cuidaría de ella, y ella cuidaría de ello, mucho
tiempo después de que me hubiera ido.

El día en que salí de cuidados médicos no sé quién estaba más


emocionado, si yo o ellos. Chuck me hizo rodar por el largo pasillo mientras
las enfermeras y varios de los otros empleados del hospital que pasábamos
parecían visiblemente aliviados de estar libres de mí. Key también estaba
realmente dispuesta a tenerme de vuelta en casa y ansiosa por ser mi única
enfermera. Todavía no era muy móvil y estaba dopado con algunos
medicamentos para el dolor bastante fuertes para la clavícula rota y el
esternón agrietado. Era el herido andante, pero no podía quejarme porque
estaba vivo, y aunque el niño que me disparó no lo había logrado, sabía
que había hecho lo correcto por él tanto como pude. Tomar responsa-
bilidad escocía, pero el dolor valía la pena el bálsamo que ofrecía a mi
harapienta alma.

Chuck en realidad tuvo que llevarnos hasta la casa en las montañas


porque no podía doblarme para entrar en el pequeño Honda de Key y el
Range Rover aún estaba sin todo el vidrio y acribillada con agujeros de
balas. Él también tuvo que ayudar a maniobrarme para subir las escaleras y
al sofá en la sala de estar porque no había manera de que estuviera
subiendo las escaleras a mi dormitorio. Me removí incómodamente contra
las almohadas y cerré mis ojos en un suspiro cuando Key apareció con una
botella de agua y un puñado de píldoras para tragar.

—Te ves realmente pálido. —Se inclinó y pasó sus dedos a través de mi
cabello. Giré mi rostro ante su toque y besé su palma—. Si puedo ver lo
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blanco que estás bajo toda esa piel dorada, hay un problema.

—Estoy bien. Tienes que volver a la ciudad con Chuck y recoger tu auto.
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No podemos estar atrapados aquí sin un vehículo.


Ella frunció el ceño hacia mí.

—De ninguna manera. Acabas de llegar a casa. No te dejaré aquí solo.


Necesito estar cerca por si necesitas algo.

Chuck asintió.

—Sip, jefe. Eres un desastre. Deja que tu dama cuide de ti. Haré que un
par de mis chicos lo recojan y traigan aquí.

Yo no tenía la fuerza para discutir, así que solo extendí mi brazo bueno
y ella se sentó y se acurrucó en mi costado. Así nos sentamos en silencio por
mucho tiempo. Apreciando el tiempo y el hecho de que ambos teníamos
más de él, y que podíamos pasarlo juntos.

—Tenías que saber que él iba a apretar el gatillo. Él sentía que no tenía
nada que perder. —Su voz era suave y su corazón estaba en ella.

—He sido él. Tenía que ofrecerle la elección. Una elección fue algo que
nunca tuve, y ahora, después de ti, me gustaría pensar que haría la correcta
si estuviera en ese lugar otra vez.

—Nunca te habría perdonado si morías sobre mí, Gates. —Giré mi


cabeza para poder besarla en su sien.

—Sí, lo harías. Me amas, así que me perdonas todo mientras me


disculpe apropiadamente. —Algo que nunca había sido antes de ella. Ser
capaz de realmente sentirme arrepentido era lo mismo que encontrar la
salvación.

Ella suspiró.

—Tal vez, pero necesitas saber que si vas a donde sea que vayas me
llevarás contigo, Nassir.

Asentí solo un poco.


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—Igual.
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No pude contener un bostezo que era lo suficientemente grande como
para que mi mandíbula chasqueara incómodamente. Curvé mi brazo
alrededor de ella más apretado y pregunté:

»¿Quieres tomar una siesta conmigo en el sofá?

Puso su mano sobre el vendaje en mi pecho y trazó un dedo sobre la


orilla que sostenía mi lado lesionado atrapado.

—No. Descansa, lo necesitas.

Gemí en frustración, pero no discutí con ella cuando se inclinó para


quitar mis zapatos y luego levantó mis piernas para que estuviera tumbado
en mi espalda tan cómodamente mientras estuviera sobre el sofá. Se inclinó
sobre mí y me dio un rápido beso. No era ni de cerca suficiente, pero
obviamente no estaba para más cuando solo moviendo mis piernas tenía
dolor disparando a lo largo de toda mi columna vertebral. Además, la
medicina para el dolor empezaba a hacer efecto y todo empezaba a
sentirse pesado y borroso a mí alrededor.

Apartó un poco de cabello de mi frente y me besó de nuevo.

»Voy a subir y trabajar en algunas cosas que Race me pidió que mirara.
Algo está mal con las chicas en el salón de masajes. Me dijo que
últimamente habían visto una ligera caída en los negocios y él quería que
me dedicara a averiguar por qué. Solo grita si me necesitas, ¿de acuerdo?

Ni siquiera tenía suficiente energía para contestarle antes de que el


sueño adulterado me llevará.

No tenía idea de cuánto tiempo había pasado cuando sentí suaves


labios presionando los míos. Me hizo sonreír, sobre todo cuando sentí dedos
ligeros moviéndose bajo el cuello de mi camisa para recorrer toda la gasa y
la cinta que me cubría. Era una buena manera de despertar, al menos
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pensé que lo era hasta que me di cuenta de que los labios eran incorrectos,
el tacto estaba apagado, y también había algo frío y filoso apretado contra
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el lado de mi cuello.
Mis ojos se abrieron de golpe y se encontraron con un par medianoche
que tenía partes iguales de locura y amor flotando en sus oscuras
profundidades. Bayla era una mujer pequeña, pero el cuchillo que tenía en
la mano era cualquier cosa excepto eso, y en mi estado actual, lanzarla
lejos de mi sin que me abriera la garganta podría resultar más fácil decirlo
que hacerlo.

—Bayla. ¿Qué estás haciendo? —Traté de mantener mi voz baja y


nivelada. Key todavía estaba en algún lugar de la casa y no quería que
apareciera de repente y que Bayla se agitara y volviera loca con ese
cuchillo o, peor aún, volviera su atención homicida a mi dama.

—He estado esperando por siempre que volvieras para así poder verte.
Te extrañé mucho. Sabía que ella iba a arruinarte. Mira este desastre. Esto
nunca sucedió antes de ella. Tú eras el que hacía que los hombres sangraran
no el hombre sangrando. —Ella se subió encima de mí y traté de no gritar de
dolor mientras su rodilla se hundía en el lado con la clavícula destrozada. Eso
dolió como un hijo de puta—. Ella te rompió. —Sonaba furiosa y triste al
mismo tiempo.

El cuchillo saltó por encima de mí yugular y tragué ante el rasguño de


él a través de mi piel.

—Esto fue mi culpa. Yo hice esto. Las elecciones que hice, las cosas que
hice, todo me trajo aquí, Bayla. Key no tiene nada que ver con eso. Yo
siempre estuve dañado. Nací de esa manera.

Se inclinó hacia adelante y me obligué a quedarme absolutamente


inmóvil mientras lamía el lado de mi rostro. El borde del cuchillo se clavó en
la piel por debajo de mi mandíbula y sentí que el cálido chorro de sangre
empezaba a correr por mi cuello hasta la tela de mi camisa.

—No nacimos rotos, Nassir. Las personas malas ponen sus manos sobre
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nosotros y nos hacen cosas y eso es lo que nos rompe.

Tragué saliva mientras mi mente corría para encontrar una manera de


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desarmarla y lazarla lejos de mí con el mínimo daño a cualquiera de


nosotros.
—Tienes razón; nacimos en las manos de gente mala, pero yo hice la
elección de ser como ellos, Bayla. Hice la elección de hacer mi hogar y
construir mi vida en un lugar con tanta discordia y sufrimiento como de
dónde venimos.

Eso la obligó a levantarse bruscamente, así que ella estaba sentada en


mi cintura con la mano derecha sobre el centro de mi pecho todavía herido
y cicatrizado. Entre los analgésicos y el dolor de su peso sobre mí, estaba a
punto de desmayarme. Gemí antes de que pudiera detenerme y oí ruido
desde arriba mientras Key llamaba mi nombre.

—¿Estás despierto? ¿Necesitas algo?

Vi que los ojos de Bayla se abrieron en shock ante el sonido de la voz


de Key e inmediatamente se alejó de mí.

—Su auto no estaba aquí. Pensé que estábamos solos.

—¡Espera! —rugí la palabra mientras la mujer morena se alejaba de mí


y se dirigía hacia las escaleras. El cuchillo se veía enorme en su mano y se
veía trastornada cuando miró por encima de su hombro y me sonreía
mientras luchaba con todo lo que tenía en mí para ponerme de pie e ir tras
ella para mantener a Key a salvo.

—Deberías amarme. Estaba hecha para ti, Nassir. Somos lo mismo.

Rodé del sofá con un ruido sordo y oí a Key llamarme de nuevo. Esta
vez su voz estaba más cerca y llena de preocupación.

Maldije y luché para ponerme de pie. No fue fácil con la sala girando
y solo teniendo un lado funcionando, por no mencionar que me sentía como
si fuera a vomitar por el dolor.

—¡Bayla! —ladré su nombre cuando finalmente puse mis pies debajo


de mí. Tuve que tender la mano y agarrarme al sofá por equilibrio, pero ella
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detuvo su movimiento hacia las escaleras cuando dije su nombre.


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»Nunca me he amado a mí mismo y odio todo acerca de dónde soy,
así que, ¿cómo demonios crees que podría amar a alguien incluso
remotamente como yo?

Eso la hizo vacilar, pero obviamente pensó que el obstáculo para


nuestra eterna felicidad juntos era la mujer a la que yo había metido justo
debajo de su nariz y procedí a entregarle todo lo que tenía. Iba a ir tras Key
y no había nada que pudiera hacer para detenerla.

Rugí el nombre de Key y empecé a arrastrar los pies lentamente hacia


las escaleras detrás de la mujer armada.

»¡Bayla tiene un cuchillo! ¡Tienes que salir de aquí! —No estaba seguro
de que algo de ello tuviera sentido. Sonaba y me sentía loco. Mi cuerpo era
mi propio enemigo y me estaba poniendo más frustrado de lo que había
estado en mi vida.

Bayla permaneció en silencio como una sombra mientras subía las


escaleras. Todo lo que podía ver era ese cuchillo letal en su mano y eso
hacía que todo dentro de mí entrara en pánico. No podía dejar que nada
le pasara a Key. No podía ser una de esas consecuencias que acababan
de empezar a importarme.

—¿No te despedí? —La voz de Key era dura, pero no sonó sorprendida
en absoluto. Me arrastré por el suelo, pero solo me acerqué lo suficiente para
poder ver la parte inferior de sus piernas antes de que tuviera que tomar un
segundo para recuperar el aliento. El despido era nuevo para mí, pero de
nuevo, había estado preocupado tratando de no morir.

—Voy a matarte —dijo Bayla con tanta convicción y certeza que hizo
que mi corazón lesionado golpeara con fuerza en mi pecho.

Key rio y me quedé atónito. No parecía ni siquiera asustada ni


preocupada. Sonaba genuinamente divertida y ligeramente molesta, nada
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más.
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—Ya lo habías intentado una vez antes. ¿Recuerdas lo bien que salió
para ti? Tienes que irte, Bayla. Lo nuevo de Nassir es dar a la gente opciones,
así que voy a dejarte tener una. Vete o toma mi oferta para ir a otro lugar y
empezar de nuevo. Él es mío. Esta vida es mía y no hay lugar para ti en ella.
Nunca lo habrá.

Vi el cuchillo destellar y la piel morena de Bayla sonrojarse en rabia rojo


remolacha. No iba a escuchar razón. Al igual que Tyler French, Bayla había
ido demasiado lejos para volver del borde de la locura.

Ella dio un grito de guerra y comenzó a correr por los escalones. Maldije
y grité el nombre de Key mientras cojeaba hacia adelante, pero todo eso
se ahogó mientras un arma era disparada y llenaba el interior de mi casa
con el ruido y el olor acre de la pólvora. Vi el cuchillo caer y repiquetear por
los escalones y a Bayla agarrando su hombro y doblada en una pequeña
bola mientras la sangre empujaba a través de sus dedos. Los pies descalzos
y las largas piernas de Key se deslizaron por el resto de los escalones y mis
ojos se agrandaron cuando vi la pistola negra que sostenía en su mano. Se
puso en cuclillas enfrente de la otra mujer y alargó la mano para levantar su
rostro por su barbilla.

—Realmente tengo buena puntería, así que deliberadamente no


golpeé nada vital. Puedes desaparecer o puedo hacerte desaparecer.
—Ella estaba incluso usando las amenazas y las promesas que yo establecía
con mi presa. Era ridículamente sexy y excitante—. Esa terraza de la parte
trasera de la casa cae en un barranco que parece interminable. Puedo
lanzarte sobre la barandilla y nadie nunca encontrará tu cuerpo. ¿Tenemos
que tener esta conversación otra vez? Porque francamente estoy harta de
intentar explicarte que él me ama, siempre me ha amado, y nunca tuviste
una oportunidad. —Santa mierda, ella siempre fue mi chica. ¿Quién sabía
que mirarla lanzar amenazas y prometer el caos sería tan excitante, aunque
no fuera el momento o el lugar?

Bayla estaba resoplando e, increíblemente, me miro por ayuda.


Resoplé, sobre todo porque Key acababa de entregar exactamente el
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mismo ultimátum que había usado contra la última mujer que había estado
causando un dolor de cabeza en mi vida. Key tenía más que un pequeño
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diablo dentro de ella.


—La ayudaré a que te lance al barranco —contesté. Todo lo que
quería hacer era recostarme y aferrarme a mi chica mala. ¿Quién
necesitaba a Chuck para cuidar mi espalda cuando la tenía a ella?

—Te amo —susurró las palabras y pensé que Key iba a dispararle de
nuevo.

—Tal vez lo hagas, pero ese es tu error.

Oírme decirle que sus sentimientos eran un error debe haber finalmente
pasado a través de ella. Se levantó, lanzó una mirada anhelante hacia mí,
y luego apresuradamente me pasó y salió por la puerta. No sabía qué tipo
de oferta le había hecho Key a la mujer antes de esta noche, y cuando
dejara de sentir como que todo mi cuerpo estaba por vomitar, iba a hacer
que me lo contara todo. No me sorprendió que Key tuviera planes propios
para nuestra ciudad.

Una vez que Bayla se fue, me desplomé en el suelo. El dolor irradiaba a


lo largo de cada nervio de mi cuerpo y no podía evitar que el techo entrara
y saliera de foco. Oí que Key hacía su camino hacia mí. Se sentó junto a mi
cadera y extendió la mano para trazar sus dedos sobre mis cejas.

»¿Qué más te enseñó Race mientras yo estaba en el hospital?

Ella rio suavemente.

—En realidad, fue Booker. Race dijo que no quería ninguna parte de
poner un arma en mis manos. Dijo que era lo suficientemente peligrosa
como era. Se lo pedí a Chuck y me dijo que era algo que tú querías
mostrarme cómo hacer: manejar un arma y protegerme a mí misma. Pensé
que sería mejor estar preparada ya que alguien siempre está tratando de
derribar de su trono a mi diablo, por lo que Reeve sugirió a Booker y él se
sumó. Al parecer soy natural, lo que es algo bueno cuando todo el cielo y
la tierra están tratando de arrebatarme al hombre que amo. Nunca voy a
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ver a alguien sostener un arma en ti o en mí y no ser capaz de hacer algo al


respecto de nuevo.
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Debería estar molesto, pero no lo estaba. Estaba orgulloso de ella. Ella
sabía lo que iba a tomar estar a mi lado y proteger lo que era nuestro.

—Entonces, esa charla que querías tener sobre Bayla antes de que
todo el infierno se soltara… tal vez quieras ponerme al corriente sobre eso
ahora.

Soltó una risita y se movió para que estuviera descansando sobre su


espalda a mi lado en medio de la sala de estar.

—Luego. Tenemos tiempo.

Si lo teníamos. Tiempo por el que habíamos luchado, muerto,


negociado y finalmente ganado con el fin de estar juntos. Incluso pasar
tiempo con esta mujer no podía venir fácil y eso me hizo apreciar más cada
segundo de ello… y de ella.

»¿Crees que esa es la última de las personas tratando de matarte, que


veremos por un tiempo? —Sonaba como si estuviera bromeando.

—Ni siquiera cerca.

Eso era lo que era ser un hombre deshonroso con un pasado horrible en
una ciudad destrozada. Las consecuencias nunca parecieron terminar y
tenía una vida entera de ellas disparando por mí.

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Cuatro meses después…

L
os dos hombres frente a mí en el ascensor estaban hablando en
un lenguaje que no entendía. Eso sucedía un montón con el tipo
de gente con la que Nassir hacía negocios. Estos hombres en
particular eran de Europa Oriental, y sabía lo suficiente y podía decir por la
manera en que me estaban mirando que no estaban hablando acerca de
los fabulosos tacones púrpura Michael Kors decorando mis pies.

Uno de los tipos se mantenía mirando la considerable roca que estaba


colocada en mi mano izquierda y dando codazos a su amigo. Creo que la
idea esencial de su conversación era que Nassir obviamente tenía una
debilidad si iba a poner ese tipo de joya en mi mano y permitirme estar
involucrada en sus negocios, pero ya que no hablaba albanés, no podía
estar segura. Solo mantuve mis ojos en ellos mientras el ascensor se elevaba
hasta la oficina de Nassir, y me rehusé a mostrar cualquier emoción mientras
ellos continuaban hablando. Uno de los tipos me sonrió maliciosamente y
lamió sus labios en una manera realmente gráfica y consideré decirle que el
ascensor estaba cableado tanto para video como para sonido, pero me
imaginé que lo descubrirían de la manera difícil lo suficientemente pronto.
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Les sonreí de regreso cuando las puertas zumbaron para abrirse y revelaron
la lujosa oficina, con Nassir sobre su proverbial trono, y Chuck y varios de sus
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hombres flanqueando sus costados.


Todo el mundo en la habitación estaba mirando con furia a los dos
invitados y sentí desplomarse el nivel de su confianza y bravuconería
mientras caminaban delante de mí hacia la oficina. Inmediatamente fueron
rodeados y revisados en busca de armas. Por supuesto que estaban
armados. Parecía no importar si eran los chicos buenos o los chicos malos
viniendo a ver a Nassir, quien fuera que estuviera llamando a su puerta,
venía equipado con armas y una agenda. Los dos invitados se lanzaron
miradas nerviosas el uno al otro mientras eran desarmados y empujados en
las sillas al lado opuesto de ese inmenso escritorio. Maniobré mi camino
alrededor de ellos y fui a apoyarme contra el costado de la silla de cuero
de Nassir. Puse mi brazo sobre la parte superior de ella y él extendió una
mano y la colocó sobre mi rodilla. Juntos nos quedamos mirando fijamente
a los hombres, que estaban ahora sudando profusamente y cambiando
nerviosamente su peso de un lado a otro.

El pulgar de Nassir se movió en un perezoso círculo en el interior de mi


rodilla y vi a uno de los hombres tragar mientras se daba cuenta de que tal
vez yo era más que solo una anfitriona mostrándoles el camino a su reunión,
o un trofeo que reposaba de manera ornamental en la repisa de Nassir. Ese
había sido mi mayor temor, pero cada día él ponía algo en mis manos,
alguna parte del negocio, alguna parte de su vida, para asegurar que yo
supiera cuán igualitariamente involucrado estaba en nuestro futuro. No
éramos simplemente compañeros; éramos un equipo, y a veces eso me
hacía sentir como que éramos imparables.

—Vinieron a mi ciudad sin preguntar. Trajeron chicas que son muy


jóvenes y no tienen voz ni voto en si quieren o no trabajar para ustedes.
Hacen dinero con ellas y no les pagan un centavo. Incluso han tenido la
osadía de intentar reclutar chicas de The Point para trabajar en sus tabernas
de mala muerte, ¿y creen que voy a dejar pasar algo de eso?

Realmente, los traficantes de carne fresca habían sido silenciosos


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respecto a lo que estaban haciendo. Si no hubiera sido por una de las chicas
jóvenes que traficaban escapándose y corriendo hacia Noe y pidiéndole
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ayuda, había una oportunidad de que nunca lo hubiéramos sabido. La


joven pandillera había traído a la chica maltratada y dañada a Nassir, y
pude ver que él había decidido en el acto que el infierno iba a llover encima
de todo aquel involucrado en la operación. Se hizo cargo de la responsa-
bilidad de la venganza y yo me hice cargo de asegurar que las chicas
salieran de la ciudad y a algún lugar seguro. Estaba descubriendo que por
cada chica a la que lograba conseguirle algún lugar seguro e instalarla en
una nueva vida, aparecían tres nuevas en las calles o en el escenario para
tomar su lugar. Siempre que hubiera opciones para que ellas tomaran, sentía
que estaba haciendo lo correcto, y cuando pensaba que no podía amar a
Nassir más de lo que ya lo hacía, se ofreció a ayudarme a financiar el
proyecto con algo del dinero legal que hacía del club de striptease.

Lo rechacé porque ese era mi bebé y era mi corazón. Y honestamente


creo que él y la vida que ofrecía a veces eran muy tentadores como para
que las chicas dijeran que no. Usaba sus contactos y su nombre cuando las
puertas que quería abrir no lo harían, pero ahora que tenía su anillo en mi
dedo, mi propio nombre tenía casi tanta influencia como lo hacía el suyo, y
eso hacía más por esa parte mía que estaba preocupada acerca de perder
mi sentido de libertad e individualidad de lo que cualquiera de los gestos de
Nassir hacía para mantenerme sintiéndome incluida. Tenía mi propio poder,
e incluso si una buena parte de ello venía por ser la única mujer en domar al
diablo, entonces que así sea.

El primer paso en el plan de venganza de Nassir era hacer pensar a la


nueva operación que quería entrar en negocios con ellos; ese era el por qué
estos dos estaban aquí.

Estos eran los adinerados. Los hombres que decidían dónde montar un
negocio y cuánto gastar para poner en marcha una operación. Eran los que
pagaban a los traficantes de humanos por cuerpos calientes y hacían que
los clientes pagaran cuando terminaban. Estos eran los tipos que no podían
rechazar una oportunidad para encontrarse con el hombre a cargo de los
sectores subterráneos de la ciudad cuando se corriera la voz de que él
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podría tener una oferta para hacerles. La codicia hacía estúpida a la gente.

Uno de los hombres aclaró su garganta y en un inglés muy defectuoso


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le dijo a Nassir:
—Hacemos lo que tú haces.

Sentí a Nassir tensarse, y sabía que si pudiera ver su rostro, sus ojos
dorados estarían entrecerrados.

—No. Ustedes fuerzan a las mujeres a tener sexo y luego toman las
ganancias de su sufrimiento. Las mantienen cautivas y las torturan. Yo
simplemente soy un hombre que le ofrece a la gente una opción.

La mano que no estaba descansando en mi pierna doblada comenzó


a dar golpecitos en la parte superior de su escritorio. Sabía que estaba
realmente molesto si estaba permitiéndose a sí mismo expresar sus
emociones de esa manera. Normalmente estaba muy calmado y rígido
cuando se enfrentaba a un oponente.

—Estoy cerrándolos y corriéndolos de mi ciudad.

Uno de los tipos lanzó sus manos hacia arriba.

—¡No puedes hacerlo!

La mano que estaba sobre mi rodilla se levantó y alcanzó la laptop


frente a él. Presionó un botón y los monitores detrás de nosotros se
encendieron. No tenía que mirar sobre mi hombro para saber que mostrarían
no uno, sino dos de los prostíbulos regidos por estos dos jefes de criminales
siendo allanados por la policía y oficiales de inmigración. Por mucho que
Nassir no confiara en Titus, tener una relación de trabajo poco convincente
con el policía estaba probando ser beneficiosa. Titus no había pestañeado
cuando Nassir llamó y le pidió ayuda para tener libres a las chicas y a la
competencia fuera de la ciudad; tampoco saltó a bordo sin dudar. Era un
baile bien coreografiado entre el lado correcto de la ley y el equivocado.
De la situación dependía quién iba a liderar y quién iba a seguir, pero hasta
ahora, ambos hombres habían logrado hacerse camino por la pista de baile
sin pisarse los dedos de los pies el uno al otro.
306

—La policía, la gente de inmigración y las autoridades federales están


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despojando hasta los huesos todo lo que ustedes tienen mientras hablamos.
No habrá más chicas, no más clientes y no más alternativas para que hagan
dinero a partir del sufrimiento de los demás.

Los dos gánsteres extranjeros estaban desconcertados, y podía ver


que literalmente no tenían una idea de qué hacer. Comenzaron a hablar el
uno al otro en su lengua materna, pero el tono era frenético y el ritmo rápido.
Había un montón de movimientos de manos y miradas de reojo volando
alrededor de la habitación en pánico.

Nassir lanzó un suspiro y se recostó en su silla. Extendí una mano y la


enhebré a través de su largo cabello, por lo que pude descansar mis dedos
en su nuca. Era como acariciar una pantera justo antes de que atacara.

—Suficiente. —La palabra no fue en español y vi incluso más pánico y


temor comenzar a construirse en sus expresiones—. Entiendo cada una de
las palabras que están diciendo y entendí cada sílaba cuando le dijiste a tu
compañero que ibas a esperar para tener a mi esposa a solas y a enseñarle
lo que un hombre de verdad puede hacer.

Sabía que no habían estado hablando acerca de mis zapatos. Negué


con la cabeza hacia ellos e hice clic con mi lengua. Así es, perdedores.
ESPOSA. Ese enorme diamante en mi dedo no era solo para aparentar y
Nassir no tenía una debilidad, tenía una esposa por la que mataría sin
pensarlo dos veces.

—P-p-or favor… —Por supuesto que pedirían clemencia para sí mismos


cuando no habían tenido intención de mostrarle nada semejante a ninguna
de esas pobres chicas que traficaban y comercializaban.

—En la mañana están en un barco de regreso a su patria. —Vi a ambos


hombres hundirse de alivio, creyendo que estaban librándose fácilmente,
pero yo sabía que mi diablo no había terminado de jugar con ellos tan
pronto—. Pero antes de que se vayan, estarán pasando la noche en nuestro
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centro especial de retención debajo del club.

Si no fueran hombres deplorables, casi podría sentir pena por ellos.


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Jamás sucedía nada bueno cuando tenías que pasar la noche en el


calabozo debajo del club.
Nassir inclinó su cabeza en dirección a Chuck y el equipo de seguridad
se movió hacia adelante para asegurar a los hombres que ahora estaban
balbuceando incoherentemente y luchando para liberarse. Nassir señaló
hacia el que había hecho los comentarios lascivos sobre mí y le dijo a Chuck:

»El de la gran boca… dale un recordatorio de que es sabio pensar antes


de hablar.

El diente de oro de Chuck destelló cuando su sonrisa iluminó su oscuro


rostro. Murmuró:

—Con mucho gusto. —Y arrastró a los hombres luchando fuera de la


oficina. Los observé hasta que el ascensor los tragó y se los llevó.

Hundí mis dedos en los tensos músculos en la nuca de Nassir y pregunté:

—¿En serio? ¿Todo lo que dijo fue que podía mostrarme cómo es un
verdadero hombre?

Nassir resopló y extendió la mano para apagar su computadora.

—No. Dijo cosas realmente asquerosas y crudas que no necesitas


escuchar y que estoy seguro como el infierno que no necesito imaginar a
nadie haciéndoselas a mi esposa.

—¿Van a lograr subir al barco en una pieza, o más bien en piezas?

Resopló.

—Depende de cuánta molestia quieran darle a los chicos. De cualquier


manera no estarán en The Point después de mañana.

Tiró de mi mano y me llevó de modo que estuviera frente a él con mi


trasero descansando contra el borde de su escritorio. Sus ojos color
caramelo brillaban hacia mí. Siempre lo hacían cuando me llamaba su
esposa.
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Cuando me preguntó por primera vez si quería casarme, le había


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restado importancia riéndome de ello, pensando que eran los analgésicos


y muchas situaciones de riesgo en un período tan corto de tiempo. Pero
luego me preguntó al día siguiente y al siguiente. Me preguntó cada día
durante un mes si hoy era el día en que quería ser su esposa, y el último día,
finalmente le dije que sí. Me tomó un minuto llegar a acostumbrarme a la
idea de decantar hacia algo tan tradicional e inmerso en costumbres. No
se sentía como nosotros, pero obviamente era algo que a él le importaba
profundamente, y cuando me mostraba su lado suave, su lado vulnerable,
no podía continuar diciendo que no.

No malgastó tiempo. Tenía un anillo para la hora del almuerzo y un


oficiante —junto con Chuck y Reeve, porque no podía pensar en nadie más
para servir de testigo por mí— allí en la cena para la ceremonia. Fue rápido.
Fue simple. Fue tranquilo y solemne. No hubo bengalas o espectáculo por
ello. Fue tan distinto a todo en el resto de nuestra relación que me hizo llorar
porque se sintió muy perfecto y especial.

Esta relación nuestra era una cosa tan extraña y evolutiva. Algunas
veces parecíamos una típica pareja casada, sentándonos en el sofá
mirando películas juntos —la primera que lo hice sentarse a ver fue Pinocho;
obviamente— discutiendo respecto a de quién era el turno de lavar los
platos, haciendo el amor suave y dulcemente mientras nos decíamos el uno
al otro cuán felices éramos juntos. Otros días lidiábamos con gente tratando
de matarnos, intentando arrestarnos, tratando de meterse entre nosotros y
hacernos más débiles porque éramos invencibles como una unidad. La
ciudad no tenía idea de qué pasaría cuando Hades le entregara más de la
mitad del inframundo a Perséfone. Ella entró por su cuenta y fue imparable.
Esos eran los días que follábamos, nos desgarrábamos el uno al otro, no
podíamos tener suficiente mientras tratábamos de meter en cada segundo
de cada día tanta vida y tiempo como teníamos juntos. Ambos éramos
igualmente agradecidos y codiciosos. Nunca era lo mismo y nunca era
aburrido. Cada día dejaba una marca, un recuerdo que yo estaba feliz de
conservar, y podía decir que el número de buenos recuerdos estaba
superando al número de los venenosos del pasado. Cada día, sin importar
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qué tipo de día iba a ser, lo enfrentaba estando orgullosa de tener un lugar
al lado de Nassir, y nunca me arrepentía de hacer ese último compromiso
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con él.
Mi anillo brillaba mientras rozaba mis dedos a través de su elevado
pómulo.

—¿Qué hay de imaginar todas las cosas que tú quieres hacerle a tu


esposa, en lugar de ello? —Sentarme en su escritorio frente a él no era una
nueva posición para mí. De hecho, era una de mis favoritas. Tenía un
montón de favoritas nuevas debido a él. No había un límite que no tratara
de cruzar, una fantasía sexual que no realizara y sí, ser atada en soga real
siempre que él fuera quien estuviera haciéndolo era muy divertido, y ahora
tenía una idea de por qué toda la gente en este club le pagaba tanto
dinero por perseguir sus necesidades.

Sus cejas se levantaron y sus dientes destellaron mientras una sonrisa


retorcida se expandía a través de su rostro guapo como el pecado.

—Mi oficina siempre te excita. —Sus dedos subieron rozando a lo largo


de mis muslos, llevándose el dobladillo de mi apretado vestido con ellos.
Verlo detrás de ese gran escritorio jugando al amo y señor sobre todo lo que
contemplaba me excitaba, y ahora que sabía que se aseguraría de que
nadie estuviera observando nunca más lo que pasaba entre nosotros aquí,
nunca me negaba a mí misma el tener un trozo de él.

—No. Tú haciendo lo tuyo siempre me excita. El poder es sexy y siempre


ha lucido muy fácil y sin esfuerzo en ti.

—Hmm… —Se puso de pie, lo que me forzó a en realidad sentarme


sobre el escritorio mientras él hacía espacio para sí mismo entre mis piernas
abiertas—. También se ve bien en ti, Keelyn.

Conseguí apoderarme de los botones al frente de su camisa y comen-


cé a liberar cada uno de su agujero meticulosamente. Generalmente
rasgaría la cosa para conseguir toda esa suave piel bronce sepultada
debajo, pero teníamos que estar en un lugar dentro de un rato y eso no
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dejaba tiempo para un cambio de vestuario.

—No tan bien como te ves sobre mí, Gates. —Ronroneé las palabras
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mientras él maniobraba la parte inferior de mí vestido, subiendo todo el


camino hasta mis caderas. El tope de cristal del escritorio estaba frío debajo
de mi parte posterior, pero él estaba tan caliente y duro frente a mí que ni
siquiera lo notaba. Cuando los lados de su camisa cayeron abiertos, mis ojos
aterrizaron no solo en esa inmensa cicatriz que ahora bajaba todo el camino
por su esternón, sino en la nueva tinta en tonos negros y grises que cubría el
músculo pectoral justo sobre su corazón. Un viejo candado estaba
firmemente cerrado y unido a una gruesa cadena que se abría paso en tinta
a través de todo su pecho, sobre su hombro y bajaba hasta su muñeca. No
llevaba un anillo como lo hacía yo, pero ese tatuaje era su manera de
decirle al mundo que estaba tomado, encerrado y atado, y yo era la Llave.
Yo también tenía la llave simbólica. Me gustaba tanto su tatuaje, estaba tan
conmovida por el gesto, que había conseguido una exquisita llave maestra
tatuada en el interior de mi muñeca. Combinábamos y me encantaba.

Usó su dedo para apartar de mi rostro algo de mi cabello y se inclinó


hacia adelante para besarme. Terminé recostándome sobre mis codos y
casi tirando al suelo su laptop. No pareció notarlo, así que lo dejé hacerle el
amor a mi boca mientras su impaciente mano tiraba de la parte superior de
mi vestido, tratando de llegar a mis pechos. La tela estaba muy apretada
para eso, así que dio un gruñido frustrado y un poco deprimido en mi labio.
Esos eran mis momentos favoritos con él, cuando era medio hacer el amor
y medio follar como seres salvajes. Se ajustaba a las dos partes del hombre
que era y lo sentía en cada toque y cada deslizar de su lengua a lo largo de
la mía.

Ya que él no podía llegar a mis pechos o a los pezones que estaban


presionando contra la tela, casi burlándose de él, dio un paso hacia atrás y
se sentó de nuevo en su silla. Caí todo el camino hacia atrás, así que mi
cabeza golpeó contra el cristal cuando agarró cada uno de mis tobillos en
sus duras manos y los levantó de manera que mis lujosos tacones púrpura
estaban cerca de mi trasero desnudo y yo estaba ampliamente abierta y
expuesta ante su acalorada mirada. Eso me hizo temblar incluso cuando
sentía que había mil grados dentro de la oficina.
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Comenzó por besar el interior de mi rodilla, entonces arrastró su lengua


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en un abrasador camino ascendente por mi muslo. Eso hacía estremecer a


mi piel y a mi vientre hundirse. No podía imaginar una posición más lasciva
y vulnerable para estar, y eso era lo que la hacía sexy. Una de mis manos se
enroscó en un puño apretado en mi estómago por anticipación y la otra se
enterró a sí misma en los rizos medianoche en la parte superior de su cabeza.
Sabía exactamente a dónde estaba yendo esto y sabía por experiencia que
necesitaba algo para aferrarme.

Sopló un aliento caliente a través de mi centro resbaladizo y entonces


sentí sus dientes morder en mi parte más sensible. Era un toque agudo que
tenía a mi espalda arqueándose y mi mano tirando de su suave cabello. Él
simplemente se rio en mis pliegues y repitió el movimiento, solo para seguirlo
con una penetrante lamida de su lengua. La agudeza y la calma
continuaron hasta que no podía ver bien. La pequeña quemadura de dolor
seguida tan rápidamente por el asalto de placer me estaba volviendo loca.
Podía sentir a mi cuerpo sacudirse, mis músculos temblando, todo dentro de
mí volviéndose relajado y húmedo. Estaba murmurando su nombre una y
otra vez como algún tipo de encantamiento, y eso solo lo llevaba más lejos.

Sentía sus dedos dentro de mí. Sentía mi cuerpo arrastrarse y tirar de él


como si rogara por liberación. Él enroscó esos talentosos dedos dentro de mí
y acarició y se movió hasta que estuve segura que la parte superior de mi
cabeza iba a explotar por la doble estimulación. Jadeé de indignación
cuando todo eso fue arrebatado de repente al borde de un orgasmo que
estaba segura que me daría la vuelta de adentro hacia afuera. Iba a gritarle
que mejor terminaba lo que comenzó cuando bajé la mirada para verlo
rozar su boca y mentón, donde estaban brillantes con mi deseo por él,
contra el interior de mi muslo antes de que se parara de nuevo sobre sus pies
y tirara de su cinturón y abriera su pantalón.

Me encantaba cuando sus ojos parecían oro derretido y fluían como


un río de deseo y necesidad sobre mí. Adoraba cuando se ponía
impaciente y agitado en su necesidad de estar dentro de mí.

Agarró mi tobillo otra vez y esta vez maniobró mi pierna hacia arriba,
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de modo que mi pie estaba descansando sobre su hombro mientras se


inclinaba hacia adelante y alineaba su tensa erección con mi entrada. Sus
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manos golpearon el escritorio por encima de mis hombros, y mientras me
presionaba, un destello de humor brilló en sus ojos.

—¿Alguna vez te he dicho cuán feliz estoy de que tus años de bailar te
hicieran tan flexible?

Si no hubiera estado llena de una polla dura y a punto de explotar, le


habría puesto los ojos en blanco o tal vez le habría abofeteado. En lugar de
ello, agarré ambos lados de su camisa y tiré de él hacia abajo, de manera
que podía besarlo mientras comenzaba a moverse adentro y afuera de mí
a un ritmo frenético. La posición en la que él me tenía le dejaba ir tan
profundo que sentía como si estuviera en lugares en los que nunca antes
había estado. Gemí y me aferré a él incuso más fuerte mientras él
comenzaba a golpear dentro de mí lo suficientemente fuerte para
movernos a ambos a través del tope del escritorio.

Jadeamos uno hacia el otro. Nos respiramos el uno al otro, y cuando se


empujó a sí mismo hacia arriba lo suficiente para tener una mano entre el
lugar donde estábamos unidos, por lo que podía frotar círculos firmes a
través de mi clítoris con su pulgar, eso fue todo lo que me tomó. Me corrí en
un gemido sin aliento y en una inundación de placer tan caliente y feroz que
estaba sorprendida de que no lo escaldara a él.

Me besó duro, puso mi otra pierna sobre su hombro, consiguió un mejor


apalancamiento para sí mismo y martilleó dentro de mí algunas veces más
hasta que encontró su propia culminación y me llenó en una ráfaga de su
deseo.

Cuando ambos estuvimos saciados y agotados, se salió de mí y sabía


que estaba observando mientras lo hacía. Siempre estaba observando las
diferentes maneras en las que estábamos conectados uno al otro y siempre
me hacía sentir muy especial e importante cuando lo hacía.

Se desplomó en su gran silla de cuero y abrió la gaveta de su escritorio.


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Como dije, no era la primera vez que este escritorio había sido utilizado para
negocios divertidos en lugar de negocios reales. Ahora estábamos
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preparados. Ambos nos limpiamos y nos ubicamos de nuevo dentro de
nuestra ropa. Me besó duro en la boca y tiró de mí hacia sus piernas.

—Vamos a llegar tarde a la fiesta.

Froté mi pulgar a lo largo de su mentón.

—Vale la pena. Además, de todas maneras, la graduada solo tendrá


ojos para una persona allí.

Gruñó.

—Booker. Esa niña apenas es legal, y una vez que lo sea, la mierda va
a golpear el ventilador.

Me reí.

—Sí. Race se mantiene tratando de animarla a hacer un programa de


estudio en el extranjero pero ella no lo está comprando.

Se rio un poco.

—Bueno, hay algunas cosas por las que vale la pena esperar. Si se
supone que sucedan, entonces lo harán cuando el tiempo sea el correcto.

O solo iban a tener que hacer el tiempo correcto para ellos, como
habíamos hecho nosotros. Sería interesante ver cómo se desarrollaba todo
eso una vez que la impresionante adolescente saliera de debajo de la
mirada vigilante de Race.

Estábamos en el Range Rover, acabando de entrar en el


estacionamiento frente al muelle cuando un rostro familiar apareció y
parecía estar esperando ansiosamente nuestra llegada.
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Stark se estaba paseando de un lado al otro frente al complejo con sus


manos metidas profundamente en sus bolsillos y un ceño arruinando su rostro
detrás de sus gafas.
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—He estado esperando que llegaran aquí. —Le hablaba a Nassir pero
su mirada también me recorría—. Necesito su ayuda.

Nassir alcanzó mi mano y tiró de mí hasta su lado.

—¿Cuál es el problema?

Stark era llamado con frecuencia para actualizaciones de seguridad y


otras tareas de investigación en las que Nassir lo necesitaba para llevar a
cabo. Pensaba que conocía al hombre bastante bien, pero nunca antes lo
había visto así de agitado o molesto. Evidentemente, Nassir tampoco lo
había hecho. Se veía tan confundido y cauteloso como yo me sentía.

—La chica que te traje, la niña callejera que tenía la información del
niño que estabas buscando, está desaparecida.

Fruncí el ceño y observé a Nassir entrecerrar sus ojos hacia el otro


hombre mientras preguntaba:

—¿Qué quieres decir con desaparecida? Ella vive en la calle. ¿Cómo


puedes saberlo?

Stark gruñó y levantó sus manos para jalar su cabello.

—Porque ella vino a mí por ayuda y la rechacé. Me sentí como un


imbécil por ello después y fui a encontrarla para decirle que cambié de
opinión, pero no está en ninguna parte. Nadie ha visto ni rastro de ella. Es
como que desapareció de la faz de la Tierra hace pocas semanas.

Subí mi mano por el tenso brazo de Nassir y le dije a Stark:

—Acaba de traernos una chica. Ella es la razón por la que Nassir fue
capaz de sacar a los europeos orientales de The Point.

Sus ojos gris pizarra se afilaron hacia mí.


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—¿Cuándo fue eso?

Nassir frunció el ceño.


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—Alrededor de dos semanas atrás.

El ritmo de Stark se ralentizó y dejó salir una profunda respiración.

—Entonces, tal vez ella esté bien. Solo quisiera saberlo con certeza. Las
cosas con las que me estaba pidiendo que la ayudara… —Negó con la
cabeza—. Sonaban como muy malas noticias.

Nassir se movió cerca de mí.

—¿En qué estaba metida?

Stark aclaró su garganta y bajó la vista hacia sus pies.

—Ella ayuda a salir a niños en mala situación. Su proyecto más nuevo


no era algún rechazo de The Point o incluso algún chico rico de The Hill. Era
Julia Grace.

Me espanté no porque Noe estuviera haciendo exactamente lo mismo


que yo estaba haciendo con muchos menos recursos, sino porque el
nombre que Stark dejó caer era muy familiar. Sentí a Nassir volverse una roca
a mi lado.

—¿La hijastra adolescente del alcalde, Julia Grace?

Stark asintió.

—Sí. Noe dice que la chica está en pésimo estado. Supongo que el
alcalde es un imbécil desastroso y la chica necesita salir de la casa y de la
ciudad. Noe quería que yo hackeara una base de datos del gobierno y
bajara un montón de registros militares sellados del tipo. Le dije que no,
principalmente por ser un cretino debido a que ella empeñó todas mis
cosas. Pero como dije, tuve un cambio de actitud y ahora no la puedo
encontrar. Creo que pudiera estar en problemas, pero si ustedes la acaban
de ver, tal vez no es tan malo como lo estoy haciendo ver.
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Gemí.
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—Esto es The Point… probablemente sea peor de lo que crees que es.
Dos semanas es mucho tiempo para estar desaparecida.
Asintió lentamente.

—Eso es lo que me temo.

Nassir juró y tiró de mí hacia él, así pudo envolver su brazo a mí


alrededor. Cada vez que escuchaba acerca de una mujer en problemas o
siendo lastimada, siempre me quería lo más cerca que pudiera conseguir.

—Pondré a algunos de mis chicos en ello, corre la voz de que estoy


buscándola. Te ayudaré a encontrarla si todavía está en la ciudad.

—¿Y si ella está en problemas? —Stark sonaba desesperado.

—Entonces te ayudaré a sacarla de allí. —Y lo haría. Stark parecía saber


eso también porque murmuró un precipitado “gracias” y desapareció al
otro lado del estacionamiento.

Apreté a Nassir alrededor de la cintura y giré mi rostro hacia su


garganta.

—Me encanta cuando eres un chico de verdad.

Sentí sus labios rozar la parte superior de mi cabeza.

—Me hiciste de esa manera.

Suspiré con satisfacción. Amaba ser su conciencia y su mejor mitad. Me


encantaba que nuestro amor fuera su amarre a su humanidad y la pequeña
medida de moralidad a la que él lograba sujetarse después de todo lo que
le había pasado. Pasaría felizmente el resto de mis días manteniendo a mi
diablo lejos de la mayoría de las formas de condenación, pero ocasional-
mente quería correr salvaje y ser hedonística con él en la Isla del Placer.
Después de todo, eso solo estaba probando que le daba al diablo su
merecido después de la paciencia que mostró mientras esperaba que yo
creciera y madurara en una mujer que pudiera permanecer a su lado y dar
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solo lo mejor que tenía. Pasaría cada segundo de cada día que tuviéramos
juntos dándole eso a él.
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