Está en la página 1de 261

1

Chele Bliss & Brenda Rothert 2


La presente traducción ha sido llevada a cabo sin ánimos de lucro, con el único fin de
propiciar la lectura de aquellas obras cuya lengua madre es el inglés, y no son
traducidos de manera oficial al español.

El staff de Lucky Girls Books apoya a los escritores en su trabajo, incentivando la


compra de libros originales si estos llegan a tu país.

Todos los personajes y situaciones recreados pertenecen al autor.

Queda totalmente prohibida la comercialización del presente documento.

3
¡Disfruta de la lectura!
MODERADORA DE TRADUCCIÓN: MODERADORA DE CORRECCIÓN:

Florpincha IviAbernathy

TRADUCTORAS: CORRECTORAS:

addictedread Caile

Cjuli2516zc Daliam

Florpincha Florpincha

Gisenid IviAbernathy 4
IviAbernathy Lelu

Liliana Maga Pali

Mary_08

Myr62

LECTURA FINAL: DISEÑO:

IviAbernathy Dea
SINOPSIS CAPÍTULO 11 CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 1 CAPÍTULO 12 CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 2 CAPÍTULO 13 CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 3 CAPÍTULO 14 CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 4 CAPÍTULO 15 CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 5 CAPÍTULO 16 CAPÍTULO 27 5
CAPÍTULO 6 CAPÍTULO 17 CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 7 CAPÍTULO 18 CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 8 CAPÍTULO 19 SOBRE LAS AUTORAS
CAPÍTULO 9 CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 10 CAPÍTULO 21
Reagan
Lo odio. Jude Titan es todo lo que hay de malo en el sexo masculino: creído,
dominante y lleno de arrogancia. Ah, y ¿les he dicho que es un republicano? Sí, el
tipo es tan conservador que se inclina hacia la derecha al caminar. Y por suerte,
estoy corriendo contra él por el Senado. Pero tengo un montón de lucha en mí. ¿Ser
la oposición del héroe de guerra, del chico de oro con una sonrisa que funde todas
las bragas a su paso? Adelante.

6
Jude
Maldita sea, ella es atractiva. Reagan Preston me intriga desde el momento en que
puse los ojos en ella. Y hablando de poner... la quiero entre mis muslos. Pero
quiero hacer que arda por mí primero. Cada debate y momento robado es nuestro
juego previo. Ella dice que me odia, pero su cuerpo cuenta una historia diferente.
Tengo la intención de ganar esta elección, pero también quiero ganarle a la fuerte y
ardiente demócrata, que capta mi atención como ninguna mujer lo ha logrado. La
política es sucia, al igual que todas las cosas que quiero hacer con Reagan Preston.
Traducido por florpincha
Corregido por Lelu

Jude Titan
Mis ojos escanean la multitud, disfrutando de las masas que animan y sostienen
carteles en apoyo a mi carrera hacia el Congreso.

Hace cinco años, cuando me retiré con honores de la Marina, nunca soñé con lo
que sería mi futuro.

Todas los carteles tienen el mismo lema: Confía en Titan. El reconocimiento de


los constituyentes en mi Estado natal de Illinois me hace sentir orgulloso. Pasé diez 7
años combatiendo guerras para defender nuestra gran nación y preservar sus
libertades. Cuando me dieron la Medalla de Honor después de evitar al enemigo
para salvar a mis compañeros de la Marina, pensé que mi vida estaba hecha.

¿Dónde podría ir desde allí? Es la más alta condecoración militar. Nunca pensé
en ofrecer mi candidatura.

Agito mis manos para calmar a la multitud reunida en el salón de baile en el


Drake Hotel en el centro de Chicago. Cuando sus voces son solamente un susurro,
hablo.

—Hoy estoy aquí para anunciar oficialmente mi carrera en el Congreso.

La multitud vuelve a la vida, más fuerte que antes. No los detengo, dejándolos
animar y gritar mi nombre porque... bueno, me merezco este momento.

—¡Titan! ¡Titan! —la gente aclama, y se me hincha el pecho con orgullo. Sólo en
esta gran nación un hombre con un principio tan humilde podría levantarse a este
nivel.
—Gracias —digo en el micrófono cuando las personas comienzan a sosegarse,
sosteniendo los lados del estrado para calmar mis manos—. Nunca estuve
involucrado en la política, pero en el clima actual siento que es necesario que entre
en la carrera. Durante muchos años, los políticos de toda la vida han estado
tomando las decisiones que afectan a las personas como ustedes. Gozan de sus
gordas cuentas bancarias sin ninguna preocupación acerca de cómo sus elecciones
tocan sus vidas. Estoy aquí para poner fin al Washington de costumbre. Les
prometo esta noche, a cada uno de ustedes, que haré todo lo posible para que sus
vidas sean mejores. Hoy estoy anunciando oficialmente mi candidatura para el
Senado de los Estados Unidos.

Globos llueven desde el techo, llenando el salón de más rojo, blanco y azul. Doy
un paso delante de la tribuna y saludo a la multitud, antes de agacharme para
estrechar unas pocas manos.

—Gracias por su ayuda y servicio —le digo al veterano de pie en la primera fila
que lleva una gorra de béisbol POW—MIA1.

—Gracias por la candidatura —responde y cubre nuestras manos con la 8


izquierda. Su piel arrugada está plagada de manchas de la edad—. Sé qué hará lo
correcto por nosotros los veteranos.

Trago mis emociones al darle la mano, sabiendo que vivimos gran parte del
mismo trauma.

—Haré mi trabajo. —La sonrisa en mi cara es sincera cuando él asiente y libera


mi mano.

—Jude. Oh mi Dios, Jude Titan —grita una mujer, tan fuerte que mis oídos
silban—. Eres aún más sexy en persona. —Sus ojos grandes y redondos deambulan
por encima de mi cuerpo antes de que finalmente descansen en mi cara—. Mierda
—dice antes de silbar.

—¿Te conozco? —pregunto, tratando de mantener mi cara neutral mientras


busco en mi banco de memoria alguna aventura de una noche; la podría haber
olvidado en una borrachera.

1
POW—MIA: siglas para denominar a los soldados prisioneros y desaparecidos de la guerra.
Prisioneros de guerra (Prissioners of War, POW) Perdidos en acción (Missing in Action, MIA).
Ella pone su mano contra mi antebrazo.

—Puede —dice con una sonrisa y pasa sus dedos a través de mi tatuaje.

—Sr. Titan —dice mi director de campaña detrás de mí—. Tiene una entrevista a
la que llegar, señor.

—¿Puedo contar con tu voto? —le pregunto a la mujer cuando comienzo a


ponerme de pie y romper el contacto con ella.

Su mirada fija me asusta, pero mantengo una sonrisa estampada en la cara.

—No hay nadie más en quien tenga puesta mi vista.

—Lo siento señora, necesito el Sr. Titan —dice Carl, tirando de mí hacia atrás, a
la seguridad.

—Jesucristo —murmuro y suspiro—. Gracias por salvarme.

—Estoy seguro de que no será la última, Jude. Sólo ten cuidado. Ahora eres un
candidato, y las cosas pueden salirse fácilmente de control o ser mal interpretadas. 9
Acomodo mis mangas, y mi nariz se arruga cuando sus palabras me llegan.

—¿Malinterpretada? No hice nada malo. No coqueteé con ella.

—Lo que has hecho y lo que ella dice que hizo son dos cosas diferentes. Es muy
fácil arruinar una campaña antes de que incluso comience.

—Carl, soy consciente de que es tu trabajo es que me elijan, pero no me hables


como si fuera un idiota. ¿Debo ser grosero con la mujer?

Sacude la cabeza y la mandíbula cruje.

—No —dice entre dientes, con los hombros ampliándose como sus fosas
nasales—. Pero no te pongas en esa situación, en primer lugar, y no vamos a tener
un problema.

Dejo de caminar y cruzo los brazos delante del pecho.

—Por lo tanto, ¿debería sólo evitar a todas las mujeres? —Inclino la cabeza, y no
puedo dejar de burlarme.
Se pellizca el puente de la nariz y murmura algo en voz baja acerca de Dios.

—No, Jude —dice en un tono condescendiente—. Simplemente no te pongas en


otra situación como esa.

Mi dedo da golpecitos contra mis labios, y trato de controlar mi frustración.

—Haré una nota mental para evitar situaciones como esa —digo usando
comillas en el aire antes de alejarme de él y caminar hacia el pequeño grupo de
periodistas que se reúnen cerca de la parte posterior del escenario.

No sé de qué diablos está hablando. Si no puedo manejar a una mujer en una


multitud, no estoy seguro de cómo lo hice para salir de la guerra en una sola pieza.

—Ah, hola, Sra. Campbell —Carl dice a una mujer que se acerca a nosotros con
un cuaderno y un bolígrafo en la mano.

—Sr. Schultz. Gracias por permitirnos estar aquí para ver lo que parece ser el
inicio de una temporada de elecciones muy interesante. —Sus ojos se mueven a los
míos y le sostengo la mirada, imperturbable ante su comentario. 10
—Estoy con ganas de una pelea difícil —le digo y extiendo mi mano, sin tener
en cuenta la presencia de Carl—. Soy Jude Titan.

—Es maravilloso finalmente conocer al hombre detrás del nombre. —Su rostro
se enrojece y ella aparta sus ojos—. ¿Qué le dirías a tu opositor, a la Representante
Preston?

—Bien. —Hago una pausa por un momento y elijo mis palabras con mucho
cuidado—. Me gustaría decirle que, a pesar de que no soy parte de una familia
política de larga data como ella, sé lo que es ganar una batalla y planeo derrotarla
en noviembre.

Carl se adelanta y se aclara la garganta.

—Él está ansioso por mostrarle a la Representante Preston que es un adversario


digno.

Cuando mis ojos cortan los suyos, mira a todas partes, pero no a mí.
—Puede que él no este impregnado en la política, pero ha servido a su país con
valor y honor y hará todo lo posible para ganar el respeto de los votantes en todo
Illinois.

Me inclino hacia delante y le susurro al oído:

—¿Qué haces?

—Cuidando tu culo —responde con los dientes apretados.

—¿Tienes tiempo para una entrevista mano a mano? —me pregunta la señora
Campbell, inclinada hacia atrás sobre sus talones con nerviosismo.

—Él lo ha reservado hoy, pero si me llama a mí… —Carl saca una tarjeta de
presentación de la chaqueta y se la da— …me aseguraré de programar una
entrevista tan pronto como sea posible.

—Sr. Titan —otro periodista interrumpe, pega la grabadora en mi cara.

Carl lo interrumpe, empujando el brazo del hombre hacia abajo.


11
—No más preguntas por hoy. Por favor, vea al portavoz de los medios de
comunicación, la Sra. Jenkins, para cualquier información o para programar una
entrevista en el futuro. Será una larga temporada, damas y caballeros. El Sr. Titan
acaba de anunciar su candidatura y tiene que pasar tiempo esta noche con los
partidarios que vinieron a darle ánimos.

Quiero discutir con él, pero tiene razón. Esta noche no se trata de la prensa. Se
trata de las personas. La gente que como yo rara vez tienen voz.

Durante demasiado tiempo he estado sometido a las promesas hechas por


muchos políticos. Los militares son notoriamente engañados y forzados debido a
grupos de intereses especiales y en nombre del todopoderoso dólar.

Los estadounidenses quieren que creamos que las guerras se libran por razones
justas. ¿Por qué más los apoyarían? Los políticos dicen mentiras para hacer que el
público acepte las miles de vidas que se perderán en el nombre de salvar al mundo
de la tiranía o el terrorismo.
Pero en el fondo, en el centro de su decisión de ir a la guerra, hay otra razón, un
motivo ulterior que no es conocido por las masas.

El dinero.

Las guerras cuestan miles de millones de dólares. El dinero se canaliza desde el


gobierno de los Estados Unidos a las empresas de armas en todo el país.

La guerra es un gran negocio.

Las fortunas se hacen sobre las espaldas de hombres y mujeres militares de


todo el país. Ellos han dado sus vidas por cada billete de un dólar que raya las
líneas de los bolsillos de la élite de Washington.

Esto se termina conmigo.

Voy a romper el ciclo y hacer de la gente mi primera prioridad. Reagan Preston


está a punto de descubrir que los Marines siempre luchan para ganar, sin importar
el costo.
12
Traducido por IviAbernathy
Corregido por Lelu

Reagan Preston
Mis manos cubren mi rostro, y separo dos dedos para hacer una “V” así puedo
ver la pantalla del televisor a través de ellos.

—Mierda —digo con un gemido—. Tiene presencia, ¿no?

—Definitivamente la tiene —dice mi amiga y asistente de campaña Alexis.

Cierro mis dedos y regreso a la bendita negrura de no ver a mi nuevo oponente,


Jude Titan.
13
—¿Por qué tiene que ser tan condenadamente atractivo? ¿Y tan... heroico?
Atractivo o heroico, creo que podría manejar uno, ¿pero ambos?

—Mmm, manejaría a ese hombre en cualquier momento—murmura Lexi.

—No estás ayudando.

—Lo siento. —Se da la vuelta y toma mis muñecas, bajando mis manos—. Mira,
encontraremos su punto débil. Quiero decir, el tipo jamás estuvo en una oficina. Tu
experiencia política comenzó desde el vientre de tu madre.

Pongo los ojos en blanco.

—Lex, provenir de una familia con historia política es bueno y malo.


Mayormente es malo contra Jude Titan. Él es un héroe de guerra, regresando a casa
para sacudir los establecimientos. Sin equipaje. Sólo una mandíbula cincelada, una
enorme sonrisa y una Medalla de Honor en su cuello.

Lexi tiene una mirada soñadora en su rostro y la empujo.


—Deja de imaginártelo usando nada más que la medalla.

—No lo hacía —dice, pero sus claras mejillas se están oscureciendo.

—Lo estabas.

—Puede que si —admite.

—Estoy tan jodida. —Me inclino hacia atrás contra el fino banco tapizado en la
mesa plegable de la cocina de mi autobús de campaña.

—Cara de póker —me recuerda Lexi—. Estabas bien la primera vez que vimos
este anuncio.

—Es diferente cuando todo el personal está aquí. Contigo, puedo ser yo misma.

—Sí, lo sé. —Mira su reloj de pulsera—. Oye, ¿quieres que vuelva a programar
tus cosas para el resto del día, así podemos holgazanear? Te dejaré seis horas para
revolcarte antes de que volvamos a ponernos nuestras bragas de niñas grandes.

Sonrío. 14
—Gracias, pero no. Necesito hacer esas entrevistas y darme un discurso para
poner una buena cara sobre competir contra Titan. —Sacudo la cabeza—. Uf,
incluso su nombre apesta a poder y potencial. Realmente tengo una dura tarea por
delante.

—Estaré a tu lado. Y tu padre también lo hará.

—Tienes razón —le digo con una respiración profunda—. Podemos hacerlo.

—Desarmaste a Paul Hawthorne después de haber cumplido cinco mandatos en


la casa de gobierno —me recuerda Lexi—. Tu índice de aprobación es fuerte. ¿Y
desde cuándo retrocedes ante una pelea?

Se está animando ahora, sus cortos bucles rojos rebotan mientras habla. Me
encanta esta chica. Ha estado a mi lado desde que nos conocimos como estudiantes
de segundo año de universidad hace un poco más de diez años.

—Está bien —digo, respirando hondo—. Así que Jude Titan está corriendo. Tal
vez pierda en las primarias.
Lex resopla y se ríe. Se tapa la boca con la mano.

—Lo siento. Tal vez lo haga. —Se aclara la garganta e intenta dejar de sonreír,
pero acaba de reír de nuevo.

Sacudo la cabeza y regreso al minúsculo baño. La vida en un autobús de


campaña, es muy poco glamorosa. La batalla entre el staff masculino y femenino
sobre el asiento del inodoro es real, y se ha agravado por la mala puntería de
alguien. Sentarse en un inodoro orinado es simplemente asqueroso.

Me arreglo el cabello y renuevo mi brillo labial. Antes de terminar, oigo al resto


del equipo volviendo a subir al autobús. Nos detuvimos en una tienda de
delicatessens para tomar un almuerzo tardío, y es hora de conducir a Charleston
para un rally de campaña.

El viaje a Charleston es tranquilo. El anuncio de Jude Titan tiene a todos en un


estado de ánimo pensativo. Esta elección la teníamos en la bolsa. La primaria
demócrata fue sin oposición, así que mi único oponente para el asiento del senado
que mi padre dejaba vacante iba a ser el republicano Sonny Solomon, el peculiar 15
alcalde de una pequeña ciudad del sur de Illinois.

Es probable que Jude arrase sobre Sonny en las primarias republicanas, y que la
victoria le dará impulso. Tengo un buen historial, pero aun así... un héroe de
guerra guapo es un oponente duro.

Doy mi discurso de campaña electoral en un mitin en un gimnasio de la escuela


secundaria en Charleston, y la multitud ruge viva cuando menciono a Jude Titan al
final.

—El señor Titan sirvió a nuestro país con valor —digo, con las manos envueltas
alrededor de los bordes del atril de madera del que estoy detrás—. No tengo nada
más que respeto por él. Sin embargo, servir en el Senado es diferente. Se necesita
experiencia y tenacidad. Tengo ambos. Sólo tengo treinta años, pero conozco bien
nuestro Estado. Conozco bien sus necesidades. Ser la hija de Stan Preston me
preparó perfectamente para ser su próxima senadora. Necesito su apoyo, y les
agradezco que estén aquí esta noche.
El sonido de los aplausos y de los vitorees me revigorizan. Este es mi sueño. Mi
vida. Crecí idolatrando a mi padre y sus ideales. Quiero ser una voz para la clase
media, y defensora de la reforma educativa. Lo estoy haciendo a nivel estatal por
ahora, pero estoy lista para ir al Congreso y tener un mayor impacto.

Me alejo del escenario y soy recibida por la gente con sus manos alzadas, todos
hablando al mismo tiempo. Me estrechan las manos, posan para las fotos y hablo
con tanta gente como puedo.

Lexi se acerca y toma mi brazo. Ella me está dando la mirada. Significa que
sucede algo.

—Lo siento, muchachos —le dice al grupo de personas que esperan—. Ella tiene
una entrevista en una estación de noticias en quince minutos. Tengo que llevarla.

Uno de mis directores de campaña adjunto entrega tarjetas de visita a todos los
que quieran una. Lexi me conduce hacia el autobús de campaña que nos espera.

—¿Qué pasa? —le pregunto en cuanto subimos y el conductor cierra las puertas.
16
—Recibí una llamada del director de una estación de televisión en Springfield.
Quiere saber si estás interesada en hacer un debate con Titan y Sonny Solomon el
miércoles por la noche.

—¿Miércoles? —Arqueo las cejas—. Uff. Eso es mañana. No hay mucho tiempo
de preparación.

—Lo sé. Creo que quiere sacar provecho del anuncio de Titan. Puedo decirle que
no.

Sacudo la cabeza.

—No, estoy dentro. Me gustaría medir a Jude Titan en persona.

—Se lo haré saber al director.

El autobús se pone en marcha y nos dirigimos hacia la estación de noticias.


Claire, otra de mis empleadas, se arrodilla delante de mí y me empolva la nariz.

—Estoy sudando como una puta en la iglesia —le digo—. Ese gimnasio no tenía
aire acondicionado.
—Te arreglaremos —dice Claire—. ¿Quieres que te recoja el pelo para ayudarte
a refrescarte?

—Eso sería genial —digo, extendiendo la mano para abrir la nevera de mi


asiento—.¿Quieres agua?

—Claro.

Saco dos botellas y le entrego una. Mientras abro la mía y tomo un trago, estoy
pensando en conocer a Jude mañana. Estoy ansiosa por averiguar si su presencia es
tan dominante como parecía en la televisión hoy. También estoy ansiosa para que
vea que puedo patearle las pelotas a los mejores de ellos.

Jude Titan puede venir.

Estoy lista.

17
Traducido por IviAbernathy
Corregido por Lelu

Jude Titan
El enemigo.

Es un término con el que me he familiarizado durante mis treinta años


caminando por esta tierra. Después de servir en los Marines, nunca pensé que me
enfrentaría a otro, pero aquí estoy... de pie detrás del escenario, esperando tener un
debate con mis oponentes para el noticiero de la tarde... mis enemigos.

Carl pasó la mitad de la mañana hablando hasta por los codos sobre cómo no 18
puedo ser amable con Reagan Preston o Sonny Solomon. Dijo que si demostraba
un poco de debilidad, atacarían como una manada de perros salvajes.

—Hola —Reagan asiente, dándome una sonrisa tan grande que me pregunto si
es sincera.

—Representante Preston —le respondo, tendiéndole las manos—. Es un placer


conocerte. —Es una completa mentira, pero soy un caballero. Cualquier candidato,
excepto Reagan, sólo obtendría un breve asentimiento de mi parte.

Ella desliza su mano en la mía, apartando los ojos.

—Igualmente —dice y muerde la esquina de su labio inferior. Mis ojos son


atraídos hacia su boca. El enrojecimiento de la piel, la plenitud, y la cresta diminuta
que corre por el centro son fascinantes.

Cuando mi pulgar le acaricia el dorso de la mano, ella retrocede.

—Buena suerte hoy, señor Titan.

—Es Jude —la corrijo y sonrío.


—Jude —susurra y frunce los labios, acrecentando la línea.

—Reagan —dice una mujer a su lado, tirando de su brazo—. Vamos a retocarte


antes de que salgas al aire.

—Lexi, estoy bien —Reagan la roza y gira sobre sus talones—. Estoy hablando
con el señor Titan.

Los ojos de la mujer se dilatan antes de lanzarse hacia mí. Se deslizan por mi
cuerpo mientras me meto las manos en los bolsillos, esperando a que sus ojos
regresen a los míos.

—Jude Titan, señora. Encantado de conocerla.

—Soy la asistente de campaña de la Representante Preston, Alexis. —La forma


en que dice su nombre es seductora y sale casi como un siseo—. Estoy segura de
que lo veremos más de lo que me gustaría durante los próximos meses, señor
Titan.

Sonrío e inclino la cabeza. 19


—Eso espero.

—Jude —dice Carl en un tono nasal, casi crítico. Ni siquiera necesito escuchar lo
que tiene que decir para saber que no le gusta que le hable a Reagan. Esta no es su
campaña. A pesar de que lo contraté, no fingiría ser otra cosa más que yo.

—Disculpen —le digo a Reagan y a Alexis—. Necesito prepararme antes de que


sea hora.

—Nosotras también —dice Alexis rápidamente y tira de Reagan en la dirección


opuesta.

Ella me da un rápido saludo con la mano.

—Te veo ahí afuera. —Las mejillas de Reagan se vuelven de la más brillante
sombra de rosa cuando le doy un rápido guiño.

—¿Qué mierda fue eso?

Miro hacia Carl y me encojo de hombros.


—No sé de qué estás hablando.

—El coqueteo —responde y sacude la cabeza antes de darse la vuelta—. No te


he enseñado nada.

Siguiéndolo, me froto las manos mientras nos dirigimos a la zona del escenario.

—Puede que tú conozcas de política, pero yo conozco a las mujeres.

Cuando se detiene, casi me golpeo contra su espalda porque estoy observando


la escena frenética del backstage que el público nunca llega a ver.

—Son dos bestias diferentes, Jude. Tienes que pensar con la cabeza correcta.

—Lo estoy haciendo —digo justo cuando mis ojos caen sobre ella—. Te lo
prometo. —En ese momento, no siento la convicción de mis palabras. Reagan
Preston no es lo que yo esperaba. Ella siempre parecía linda en la televisión,
aunque como si le faltara algo, pero en persona... ella es impresionante. Los
pequeños detalles que la cámara no capta la separan de todas las demás mujeres
del planeta. 20
Carl me golpea el brazo, apartando mis ojos de Reagan.

—La estás mirando.

—Mierda —murmuro y me aclaro mi garganta—. ¿Alguien lo notó?

Aprieta la mandíbula y habla sin mover los dientes o los labios, y es


desconcertante.

—Lo harán si no dejas de actuar como un adolescente púber que acaba de ver su
primer par de tetas.

Carl, con toda su etiqueta apropiada, puede revertir una moneda de diez
centavos. Ha estado en la política por más de quince años, pero antes de eso, pasó
tiempo en los Marines como yo. Por eso lo elegí como mi director de campaña.
Nadie más podría entenderme a menos que hubiera vivido la misma vida que yo.
Cuando es necesario, Carl sabe exactamente qué decir para hacerme entender, pero
normalmente me hace reír.
—Hablemos de las preguntas y respuestas —digo para cambiar de tema. Lo
hago más por mí que por él. Necesito sacar a Reagan de mi cabeza, y ahora que
mencionó las tetas, esas necesitan ser borradas de mi mente también—. ¿Qué
puedo esperar?

Los ojos de Carl se iluminan cuando comienza a explicar todo lo que está a
punto de suceder. Repasa mis principales puntos de conversación, recordándome
que no soy un político y que serví en el ejército.

—Lo tengo —le digo antes de rodar mi cabeza alrededor de mis hombros para
liberar la tensión que sus palabras han puesto allí.

Reagan creció en el centro de atención por su padre. Las cámaras de televisión y


las entrevistas no son nada nuevo para ella, y esto me pone en una ligera
desventaja. Espero que el público me perdone durante un corto tiempo por ser
novato, antes de que el equipo de Preston pueda usar mi inexperiencia a su favor.

—¿Por qué no te bajas las mangas? Los tatuajes alejan a algunos votantes. — Su
nariz se arruga mientras sus ojos vagan hasta mis antebrazos. 21
—Son parte de mí, Carl. Soy un soldado, y la mayoría de nosotros tenemos
algún tipo de tatuaje. No puedo ocultar quien soy. Si les gusto a los votantes, lo
harán porque saben exactamente qué tipo de hombre soy. Las mangas se quedan
dónde están.

—Bien —dice a través de una mandíbula fuertemente apretada.

—¡Es hora! —grita una mujer en el noticiero y no le da a Carl más tiempo para
quejarse—. A sus lugares, todo el mundo. —Aplaude salvajemente y nos invita a
movernos.

—Ve por ellos, tigre —dice con un breve asentimiento, y ruedo los ojos hacia el
pequeño apodo.

—Pan comido —digo y me dirijo hacia el set. Me trago el bulto que comienza a
formarse en mi garganta antes de que el miedo pueda llegar a mí. Lo tengo. He
pasado por situaciones mucho más aterradoras. Tener al enemigo escondido
apuntando su arma a tu cabeza es mucho más aterrador que mirar fijamente a los
ojos de Reagan Preston.
Por un momento, mi mente vaga y rozo los hombros con alguien.

—Lo siento —murmuro y miro hacia Reagan.

—Está bien —susurra, mirándome con suaves ojos azules. Está ridículamente
tranquila y ni siquiera tiene un pelo fuera de lugar. Su mirada se sumerge en mis
brazos expuestos—. Buenos tatuajes, por cierto.

Mi mano inconscientemente toca la tinta en mi brazo izquierdo.

—Gracias. ¿Estás lista para esto? —le pregunto por alguna razón. No me
importa si está lista. Necesito recordarme que no somos amigos.

Nunca seremos amigos.

Ella es el enemigo.

Puede que no tenga un rifle apuntando a mi cabeza, pero su rostro angelical y


hermoso me está disparando de otra manera. No hay nada que le gustaría más que
verme fracasar. Mi fracaso es su victoria.
22
—Siempre estoy lista, Jude. —Ella sonríe y camina hacia su asiento, dejándome
detrás. Mi estómago se sacude como un perrito enamorado, y sé una cosa… Estoy
completamente jodido.

Me doy una charla silenciosa de ánimo, cerrando los ojos y respirando hondo.
No sólo estoy tratando de decirme a mí mismo que voy a matar este preguntas y
respuestas, sino que estoy rezando porque Reagan no sea severa conmigo. Esto
podría ser malo, muy malo. Abro los ojos, miro hacia abajo y exhalo cuando me
doy cuenta de que mi bendita verga no ha elegido el momento más inoportuno
para levantarse a la ocasión.

—Señor Titan —dice el director de noticias, captando mi atención—. Puede


sentarte al lado de la Representante Preston.

Me siento y no me atrevo a mirar en su dirección. No lo hagas. No lo hagas. No.


Mierda. Dios, el aspecto de sus pantorrillas cuando se sienta con las piernas
cruzadas. Casi puedo sentir que me aprietan la cabeza como un tornillo mientras la
lamo.
—¿Señor Titan? —pregunta el periodista, pero no la escucho porque estoy
demasiado ocupado fantaseando con Reagan—. Señor Titan —su voz es más fuerte
esta vez y rompe mi trance justo cuando estaba a punto de probarla.

—Lo siento, Margret. Es genial estar aquí. —Puedo escuchar la calidad


estrangulada en mi voz y rezo para que no sea tan notable para la audiencia de la
televisión.

—Empecemos —dice Margret a la cámara.

Aprovecho la oportunidad para mirar a Reagan. Ella está mirando mis


antebrazos y pasando lentamente su lengua a través de su labio inferior, el color
rosa brillante llamándome. Cuando nuestros ojos se encuentran, ella se sonroja y
siento mi corazón revolotear.

Tal vez no soy el único que tiene pensamientos impuros. Esto no puede
continuar. No podemos sentirnos atraídos el uno por el otro. La política es uno de
los negocios más sucios. No hay remordimientos, no hay espacio para la
sensibilidad. Es brutal e implacable. Tengo que recordar que incluso si quiero 23
hundirme en ella hasta el final de los tiempos, está fuera de los límites.

Pero, ¿cuál es esa frase... mantén a tus amigos cerca, pero a tus enemigos aún
más cerca? El Padrino2 puede tener razón.

2
El Padrino. El padrino (título original en inglés: The Godfather ) es una película estadounidense
de 1972 dirigida por Francis Ford Coppola.
4
Traducido por Iviabernathy
Corregido por Lelu

Reagan Preston
Sonrío al asistente de producción sujetando un micrófono a mi collar. Le da un
vistazo furtivo a mis tetas, pero estoy demasiado distraída como para
preocuparme.

Jude Titan está bajo mi piel, y acabo de conocerlo hace menos de cinco minutos.
Sabía que era atractivo, pero no me di cuenta de que sería tan... magnético. Mi
libido iba a fondo mientras le hablaba, dividida entre la mirada fija en sus 24
antebrazos entintados y musculosos y sus intensos ojos castaños oscuros.

Cierro los ojos por un par de segundos trayéndome a la tierra a mí misma.

Enfócate, Reagan. Encuentra tu enfoque.

Es fundamental que esté concentrada durante este primer encuentro con Jude
ante las cámaras. No puedo tropezar con mis palabras porque estoy distraída por
su apariencia.

Sin embargo, no se trata solo de su apariencia. Hay algo más. No está nada
intimidado. Tiene arrogancia a montones y es muy sexy.

Estamos sentados en sillones, mis oponentes republicanos a ambos lados de mí.


El representante de la estación está sentado en un taburete a un costado. Él levanta
la vista de sus tarjetas de nota hacia nosotros.

—Treinta segundos, muchachos —dice—. ¿Están listos?

—Listo —dice Jude.


Solo doy un asentimiento de confianza, mi mente atada con lo sexy que es la voz
de Jude. Le echo un vistazo y lo observo revisando mis piernas. Encuentro sus ojos
por un breve segundo para hacerle saber que lo vi, y él me guiña un ojo.

Guiños.

Bastardo arrogante. Mi corazón está tronando en mi pecho mientras el


productor de la estación cuenta regresivamente los últimos quince segundos para
salir al aire.

El consejo de mi padre suena en mis oídos... “Apégate al asunto, no dejes que se


vuelva personal. Nunca dejes que te ponga a la defensiva. Mantenlo en la carrera, siempre
permanece un paso por delante.”

El presentador de noticias nos da a todos una sonrisa suavizada mientras habla


a la cámara. Lee la biografía de todos, y sólo falta Sonny Solomon. Las credenciales
militares de Jude Titan son impresionantes, admito a regañadientes.

—Soy como tú —dice Jude a la cámara cuando es su turno de presentarse—. Soy


un tipo común que está harto de los políticos que sólo velan por sí mismos.
25
Nuestro país está en una encrucijada, y quiero ser parte de avanzar en la dirección
correcta. Soy un líder comprobado, y aunque estoy entrando en la carrera, te
prometo que no voy a trabajar desde mi oficina. Voy a recorrer nuestro gran
Estado en autobús para conocer a la gente y averiguar lo que estás buscando en un
senador, en lugar de decirte lo que debes querer.

Bueno, mierda. Eso fue un fuerte comienzo. Cara de jugadora en su lugar, me


presento cuando es el momento.

—Soy Reagan Preston, y sirvo como Representante Estatal para el Distrito 92.
Me rompí los dientes en la Cámara, trabajando duro en asuntos que son
importantes para nuestro Estado. Cuestiones como la reforma educativa y el
endurecimiento de las leyes de tenencia de armas mientras se preservan los
derechos de los dueños de las mismas. Crecí viendo cómo mi padre trabajaba
incansablemente como senador por nuestro Estado. Eso solo ciertamente no me
califica para el trabajo, pero espero que sepas que el servicio está en mi sangre.
Hacer de nuestro Estado y nuestro mundo un lugar mejor es todo lo que siempre
he querido hacer. Por favor, comunícate conmigo o con mi equipo y haznos saber
lo que estás buscando en tu próximo senador.

La introducción de Sonny Solomon es... bueno, un poco triste. Él habla de su


experiencia como guardia de prisión y dice que estará "en guardia por el Estado de
Illinois" cuando sea elegido. Se ríe de buena gana de su propia broma, pero nadie
más lo hace.

—Está bien —dice el presentador mirando a Jude—. Señor Titan, ¿puedes


decirnos qué le hizo decidir lanzar su sombrero en el ring, por así decirlo?

—Por supuesto. Me siento fuerte sobre el presupuesto de defensa, nuestra


política exterior con respecto a las guerras, y el cuidado de nuestros veteranos.
Pero también sentí que tenía que correr cuando un día vi al senador Preston
hablando en la televisión, básicamente diciendo que espera entregarle su asiento a
su hija. Él no puede decidir quién será nuestro próximo senador, el pueblo sí.

Y aquí viene mi perro de ataque interno.

—Me ofende que trates a un asiento del Senado como una muesca en el cinturón
26
—le digo con firmeza—. He dedicado mi vida al servicio público.

Jude me da una sonrisa divertida.

—¿Qué, en el par de años que pasaron desde que terminaste la escuela de leyes?
¿Cuánta deuda tienes con eso, Representante Preston?

Estrecho mis ojos hacia él sólo ligeramente.

—Agradezco que mis padres pudieran financiar mi educación. Créeme, no lo


doy por sentado. El costo de la educación en nuestro país está fuera de control. La
reforma educativa se encuentra en la parte superior de mi lista de prioridades.

—En la mía también —dice, con su oscura mirada fija en la mía—. Por mis
amigos que están enterrados dos metros y medio bajo tierra, porque ellos sirvieron
a nuestro país para ayudar a pagar por sus educaciones.

Maldición. Estoy siendo crucificada por este tipo.


—Estoy profundamente agradecida por su servicio y por el tuyo —le digo
sinceramente.

—Entonces no llames a esto a una muesca en el cinturón, Representante Preston.


Soy más un servidor público de lo que serás tú, y me molesta que tu familia se
refiera a un asiento del Senado como si supusiera que se transmite de una
generación a la siguiente como una casa de lujo en los Hamptons.

El presentador de noticias intenta interrumpir.

—Déjame solamente…

—Disculpa —digo, mis ojos todavía clavados en Jude—. Mi padre es un


veterano y un ex minero de las minas de carbón. Somos una familia de cuello azul3,
y estamos orgullosos de que otras familias de cuello azul nos dejen ser su voz a
nivel estatal y federal. No doy nada por sentado.

—Entonces, corre por tus propios méritos en vez de por los de tu padre.

—Está bien —dice el presentador en voz alta. Se ríe nervioso—. Puedo ver que 27
estamos en una carrera animada. Voy a darle al señor Solomon la oportunidad de
entrar aquí.

Mi sangre está bombeando con la furia que siento por Jude Titan. Nuestros ojos
se entrecierran y nos miramos el uno al otro, ambos negándonos a apartar la vista.
Una vena se destaca en su cuello.

Así que está enojado también. Necesito aprender a sacar provecho de sus
debilidades y, espero, haber descubierto una.

—Hablemos de sus puntos de vista sobre los programas federales —dice el


presentador, mirando hacia entre Jude y yo—. Qué les gustaría mantener, qué les
gustaría cortar.

3
Cuello azul: La expresión cuello azul (del inglés blue collar) o trabajador de cuello azul es un
término que se utiliza para designar a los individuos que forman la parte más baja de la jerarquía
de las empresas; en particular con frecuencia señala a ejecutantes de tareas manuales y a obreros.
Sostengo mi lengua, dejando ir a Jude primero. Arranca, hablando de gastos de
defensa y asuntos de veteranos. Aclamado por más, le dice al presentador que está
indeciso.

Cuando es mi turno, hablo sobre reforma de educación, seguridad nacional,


recuperación de la economía y mi incondicional apoyo a los veteranos. Me adueñé
de estas preguntas, aunque estoy segura de que es demasiado tarde. Jude dio
algunos golpes sólidos desde el principio, y ésos serán los que sonarán en el ciclo
de noticias de mañana.

Mantengo mi rostro de jugadora durante el resto de la entrevista, incluso


arreglándomelas para estrechar la mano de Jude y sonreírle cuando ha finalizado.
Casi puedo sentir la quemadura de su mirada en mi mientras salgo.

Lexi me está esperando detrás de escena. Envuelve sus brazos alrededor de mis
hombros.

—Estuviste genial —dice.

Seguimos en público, así que tiene que decir esas palabras. Pero sé que ella sabe
28
que fui quebrada.

Hay un tipo cerca de nosotros que le da a Jude una sonrisa.

—Bien hecho —dice.

—Y creías que lo iba a arruinar, Carl —Jude responde.

Me observa con esos agudos ojos, tan oscuros que parecen negros, y mi
estómago se retuerce con excitación.

¿Cómo puedo sentirme atraída por él luego de que me arrinconó en esa


entrevista? Mi cuerpo parece haber olvidado cuanto lo odio en cuestión de solo
sesenta segundos.

Jude me observa como un lobo estudiando a su presa, su mirada es calculadora


y dominante. Dice: “yo estoy a cargo aquí, dulzura.”

Modulo la palabra “idiota” y arqueo las cejas en desafío. Las esquinas de sus
labios se elevan levemente y arquea sus cejas también.
—Reagan, creo que debemos irnos —dice Lexi.

—¿Tienes algunos bebés que besar? —Jude insinúa en nuestra dirección.

—De hecho, tengo algunos números de encuesta que celebrar —le digo.

—Es bastante difícil salir mal en las encuestas cuando no tienes oposición en las
primarias —dice con una sonrisa.

Volteo los ojos.

—¿Crees que sólo estamos sondeando a los demócratas?

Su sonrisa se desvanece.

—No supongo que no.

—Definitivamente no. Fue un placer conocerte y averiguar cuán caballero eres,


señor Titan.

—Soy un caballero, señorita Preston, pero también estoy en esta carrera para
ganar.
29
Asiento apenas.

—Saliste bien parado, te daré eso. Espero con interés nuestra próxima reunión.

—Yo también.

Su tono está lleno de significado, y él me mira de arriba a abajo otra vez.

Lexi en realidad jadea junto a mí. Dirijo el camino a la puerta del estudio por la
que entramos.

—Estaba comprobándote —dice en un silbido bajo—. ¿Quién se cree que es?

—Piensa que es inmejorable —le digo mientras nos acercamos al autobús de la


campaña. Voy a disfrutar demostrándole que está equivocado.

Mis otros empleados, que estaban viendo el espectáculo desde el autobús de la


campaña, nos dan sombrías miradas cuando pasamos.
—Lo sé —digo con un suspiro—. Comencemos a analizar el video y desenterrar
todo lo que podamos averiguar sobre Jude Titan.

—Me ofrezco a encerrarme en un armario con él hasta que termine la elección —


dice mi artista de maquillaje, Claire, riéndose ligeramente—. Sí, en realidad no
estoy bromeando.

—Aléjate de él —le digo con firmeza—. No podemos permitir que nadie en este
equipo sea visto intimando con él.

—Lo sé. —Las mejillas de Claire oscurecen con vergüenza, y me siento mal.

—Lo entiendo —digo más suavemente—. El tipo es agradable a la vista.

El mayor eufemismo de la historia.

—Estamos contigo todo el camino, Reagan —dice Lexi—. Así que no será una
victoria fácil. Todo lo que importa es que sea una victoria.

—Está bien. Tendremos que doblar las apuestas y luchar duro. Esto significa
más horas y menos días libres. Si alguien no está dispuesto a hacerlo, lo entiendo,
30
pero por favor hable ahora.

Mis empleados me miran en silencio.

—Lo tenemos —dice mi conductor de autobús, Roy.

Mi tensión se olvida mientras sonrío a mi conductor de sesenta y pico de años.


Ni siquiera es un miembro oficial del equipo Preston, y me anima de todos modos.

—Maldita sea, Roy —digo, asintiendo—. Lo tenemos.


Traducido por Iviabernathy y Cjuli2516zc
Corregido por Lelu

Jude Titan
—Maldita sea. —Carl está hirviendo cuando mira hacia afuera por la ventana
del autobús de campaña—. ¿Cómo terminamos en la misma ciudad que Preston?

Mi cabeza se sacude a un lado, siguiendo sus ojos hacia su autobús que está
cubierto por su foto y el lema Pura Preston. Estoy tratando de controlar mi
respiración y fracaso miserablemente. La simple idea de verla de nuevo envía

31
excitación a través de mí.

Han pasado sólo cuatro días desde que compartimos el escenario en el mini-
debate, pero no he podido sacarla de mi cabeza. Carl repetía el video cada noche
para repasar lo que podría haber hecho mejor y para tratar de descifrar los puntos
débiles de Reagan. Cada maldita noche tuve que mirar su hermoso rostro, ver sus
largas y delgadas piernas cruzarse y descruzarse, e intentar prestar atención.

Ahora, ella está aquí... a pocos metros de mí.

—Estaremos bien, Carl. ¿Cuál es el problema? —digo y me limpio las palmas


húmedas en mis jeans azules.

—Sus caminos nunca deben cruzarse a menos que así esté planeado, y sea para
algo como un debate. —Carl hojea un portapapeles, pasando furiosamente las
páginas como si mágicamente le estuvieran dando una respuesta.

No puedo apartar mis ojos de la multitud reunida cerca de la puerta de su


autobús.

—Tal vez podamos usarlo para nuestra ventaja. —Estoy mintiendo, pero usaría
cualquier excusa para volver a verla.
No es sólo su belleza lo que me ha llamado la atención, sino también su actitud.
Reagan Preston no es tonta. A ella tampoco le gusta que le digan que está usando
el nombre de su padre para ocupar el cargo, incluso si en parte es verdad.

—Hank, estaciona al otro lado del edificio —le dice Carl al conductor. Quiero
discutir con él porque eso bloqueará mi visión de Reagan, pero me quedo en el
lugar.

Carl se aferra a la barandilla cerca de la puerta, listo para saltar apenas nos
detengamos.

—Espera aquí mientras averiguo sobre esto.

—Si señor —lo saludo antes de que pueda bajar del autobús. Su rostro se arruga.

—Deberías ser más serio, Jude.

Pierdo la sonrisa y le lanzo una mirada furiosa.

—Soy completamente serio. —Movimientos en la distancia atrapan mi mirada—


. Mejor te apuras. Veo que el campamento de Reagan viene hacia aquí.
32
Está murmurando algo acerca de tener la cabeza de alguien en una bandeja
cuando sale del autobús. Me arrodillo sobre el almohadón, tratando de obtener
una mejor visión y con la esperanza de echar un vistazo de Reagan.

—Vamos —susurro y agarro la parte trasera del almohadón del asiento entre
mis dedos con mi nariz casi tocando el cristal.

Amigo, soluciona tu mierda.

¿Cuándo una mujer me hizo comportarme como un adolescente caliente?

Patético.

Empiezo a sentarme, decidiendo que no voy a ser ese tipo, cuando la veo. Mi
corazón literalmente salta a mi garganta.

Estoy en un puto problema.

Lo sé como lo supe hace cuatro días atrás cuando puse mis ojos en ella por
primera vez. Su cabello oscuro cae en cascada sobre sus hombros, cubriendo sus
pechos y moviéndose por su cuerpo mientras camina. Camina con su asistente de
campaña, Lexi y no me ha visto aún. Lentamente, me alejo de la ventana antes de
que me atrape observándola.

Carl está caminando hacia ellas, y sus manos se están agitando. Cuando veo el
cuerpo de Reagan retrocediendo, me dirijo hacia la puerta.

Antes de estar a unos tres metros de distancia de ellos, digo:

—Señoritas, ¿tenemos un problema? —observo a Reagan y ella a mí.

—No hay problema —chasquea y se cruza de brazos, empujando sus pechos


hacia arriba.

Mis ojos son instantáneamente atraídos hacia su plenitud.

—Parecía que necesitaban ayuda.

Ella empuja sus tetas más arriba.

—Tal vez si estuvieras mirando algo más que mis pechos. 33


No puedo evitar que la sonrisa se deslice por mi cara. Me atraparon, pero ni
siquiera me importa.

—Parecías que necesitabas algo antes de que empujaras los pechos


prácticamente fuera de tu camisa. —Mi mirada viaja lentamente por su cuello, y
finalmente nos miramos a los ojos.

—Eres un cerdo —murmura en voz baja, pero no hace nada para cubrir su
pecho.

Lexi tose y rompe nuestro momento.

—Nos iremos de aquí por la mañana. No tienes programado tu mitin hasta


entonces, pero pasaremos la noche en Fairbury4 también. ¿Será eso un problema?

4
Fairbury: Fairbury es una ciudad ubicada en el condado de Jefferson en el estado estadounidense
de Nebraska.
Mis ojos todavía están trabados en Reagan, y los suyos están mirando mis
antebrazos. Es como si pudiera ver sus ojos moviéndose, siguiendo todas las líneas
de mi tatuaje.

—Mientras estemos en hoteles diferentes…—interviene Carl.

—Solo hay uno en la ciudad y el próximo se encuentra a 160 kilómetros.

Carl gruñe su infelicidad.

—¿Cómo es posible?

—Carl —coloco una mano en su hombro—. Está bien. Somos adultos. Podemos
compartir un hotel sin matarnos los unos a los otros.

Se frota la frente.

—Podemos pernoctar en el autobús.

Mi cabeza se dispara hacia atrás porque creo que no le escuché bien.

—¿Dices que dormiremos en el autobús?


34
Asiente y pone los ojos en blanco.

—Sip.

—Mi culo dormirá en un hotel con mi cuerpo en una cama. Eres más que
bienvenido a dormir en el autobús, Carl. Reagan y yo podemos compartir un hotel
sin arrancarnos las gargantas. ¿Verdad Reagan?

De hecho, quisiera arrancarle las bragas y lamerle la garganta en el proceso.


Puede que sea mi enemiga, pero jamás he anhelado tanto a una mujer como mi
cuerpo la anhela a ella.

Su cabeza se inclina hacia un costado, exponiendo su cuello y aprieta los labios.

—Sí, mientras te portes bien.

—Tu permaneces de tu lado y yo permanezco con el mío —le digo y alzo una
ceja—. Palabra de boy scout. —Elevo dos dedos y sonrío.
—Por el amor de Dios. Jamás has sido boy scout —dice Reagan, colocando las
manos sobre sus caderas y poniendo los ojos en blanco antes de darse la vuelta y
comenzar a caminar hacia el pequeño hotel delante de nosotros.

—Me alegra que me hayas investigado. Ya sabes —grito, siguiéndola detrás—.


Si hay algo que quieres saber sobre mí, estaría encantado de llenar los espacios.

Carl y Lexi están detrás intentando mantener un ojo en nosotros porque puedo
oír el crujido de la grava bajo sus pies, pero los ignoro.

—Puedo pasar por una copa si quieres —ofrezco sólo para descolocarla y
retorcer sus plumas.

Gira tan rápido sobre sus talones que casi la atropello.

—Escucha, señor Héroe de guerra. —Me empuja en el pecho con su dedo largo
y delgado—. No quiero nada de ti. Cualquier cosa que necesite saber, lo averiguaré
a través de la investigación. —La punta de su uña se clava en mi esternón entre
mis pectorales, dándome un delicioso pellizco.
35
Miro su dedo y lamo mis labios antes de arrastrar mis ojos a los de ella.

—Soy más rápido y más fácil.

—Nunca me ha gustado nada fácil. —Ella no ha movido su dedo todavía, y


aprovecho la oportunidad de flexionarme para que pueda sentir mi dureza.

—A mí tampoco. —Resisto el impulso de tocarla cuando todo en mí está


gritando para que lo haga y alzar mis mangas un poco más arriba para exponer
más de mis tatuajes.

Sus ojos caen por un momento.

—Crees que me regalaron mi asiento, pero me lo he ganado todo. —La vena en


el lado de su cuello está sobresaliendo, y no puedo evitar mirar su ritmo constante
mientras habla—. Fui yo quien hizo campaña por la casa de gobierno y gané, no mi
padre. Yo.
—Tregua. —Levanto mis manos, señalando mi intención de terminar la
conversación... por ahora, y me quito la sonrisa de mierda de mi rostro. Es la única
cosa que la agita, y pienso aprovecharlo cuando sea posible.

Un sonido extraño pero sexy sale de su garganta y deja caer la mano.

—Nunca tendremos una tregua, Titan. Nunca. Ni siquiera cuando te venza el


día de las elecciones. —Su barbilla se levanta antes de sonreír y cruza los brazos de
nuevo.

No puedo evitar que mis ojos sigan el movimiento de sus pechos. Basándome en
mis reacciones es como si nunca hubiera visto un par de tetas antes. He visto lo
suficiente para saber que quiero ver las suyas sin esa molesta y parcialmente
desabrochada blusa. Me froto las manos por mi cara, no por frustración, sino para
dejar de comerme con los ojos su pecho. Cuando los abro, digo:

—Lo espero con ansias.

—Hey. —Lexi camina junto a nosotros, pero pone su cuerpo parcialmente entre
nosotros como una barrera—. Aunque me encanta la pasión que ambos tienen por
36
la carrera, aquí hace más calor que en el Hades5, y me encantaría un poco de aire
acondicionado.

—Lo siento, señora. —Le doy una sonrisa comprensiva cuando se limpia el
sudor de su frente—. Vamos a ponernos todos más cómodos. —Mi mente divaga,
y me pregunto qué llevará Reagan cuando no esté vestida como una dura mujer de
negocios—. No puedo esperar a quitarme esta ropa.

Reagan se ahoga y su rostro enrojece.

—¿Estás bien? —pregunta Lexi.

—Estoy bien —responde, golpeando ligeramente en su pecho antes de


marcharse y Lexi la sigue.

5
Hades: el inframundo griego o Hades es un término general que se emplea para describir al reino
del dios Hades de la mitología griega que se creía estaban situados debajo de la tierra. Este reino
tiene distintos aspectos, incluyéndose en él los prados Asfódelos, la morada de los muertos y el
Tártaro, que es donde están atrapados los monstruos y los titanes.
Me quedo allí de pie, observándolas alejarse, y no puedo evitar mirar el
balanceo de sus caderas. Son hipnóticas. Mi cabeza se mueve violentamente, y me
vuelvo a mirar a Carl.

—¿Qué diablos, hombre?

Menea la cabeza y mira el suelo.

—Serás marcado como un pervertido si mantienes esta mierda, Jude. Eres


demasiado sexual con ella. Tienes que detener esa basura antes de que tu pene te
cause tantos problemas que fracases en la elección.

Lo rechazo.

—No te preocupes, Carl. Sé lo que estoy haciendo.

—Eso es lo que me da miedo —murmura.

—Vamos —le digo y empiezo a seguir a las damas hacia el hotel.

Carl se mueve rápidamente para ponerse al día. 37


—Esta va a ser una noche interesante.

—Ya puedes decirlo —susurro con una sonrisa en mi cara. No he terminado con
Reagan... ni remotamente.

Después de registrarme e instalarme, me pongo algún pantalón para correr y me


dirijo a la sala de ejercicios. La recepcionista me aseguró que había un set de pesas,
caminadora y elíptica en un cuarto al final del pasillo. No será como mi gimnasio
en casa, pero también sirve. No puedo permitirme ser suave estando en la carretera
por los próximos dos meses.

Los votantes necesitan verme como un militar fuerte. No puedo hacer que mi
exterior se deteriore sin perder unos cuantos votos en el camino. En este punto, no
me importa si consigo el voto femenino debido a mi apariencia. Haré todo lo
posible para noquear a Preston y convertirme en el próximo senador para
representar al gran Estado de Illinois en la capital de la Nación.

El sonido familiar de la caminadora llena el pasillo vacío, resonando a través del


corredor. Cuando abro la puerta, me congelo. Una mujer está corriendo, cantando
"Wicked Games" con sus brazos moviéndose en un baile parcial con la parte
superior del cuerpo. Me quedo allí un momento, observando su apretada cola de
caballo balanceándose de un lado a otro antes de darme cuenta de quién es...
Reagan.

Relájate. Es sólo una chica. Estoy mintiéndome. La forma en que sus pantalones
para correr se adaptan a ella… puedo ver cada curva de su cuerpo. Es exquisita.
Apoyado contra el marco de la puerta, observo cómo su cuerpo se mueve como
una gacela corriendo con gracia.

Cuando la caminadora empieza a disminuir, empujo la puerta antes de que me


atrape. La sala de ejercicios es mediocre, pero ver a Reagan la hace mejor. Ella no

38
me ha notado debido a los auriculares que tiene, ya que sigue cantando
completamente fuera de tono.

Preparo mis pesas antes de sentarme en el extremo del banco. En otro momento
y lugar, Reagan habría sido alguien a quien hubiera seguido. No sólo es hermosa,
sino que es inteligente y tiene una lengua malvada.

Es una digna adversaria.

Cuando me relajo atrás en el banco, echo un vistazo a mi cuerpo y noto un


enorme problema. Mi polla está tensando mis pantalones, y la vista de su culo
perfectamente redondo sólo lo hace malditamente peor.

Encuentro un punto en el techo y pienso en algo que no me la ponga dura. Pero


mi mente se llena con Reagan. Sus labios. Sus tetas. Su culo. Su sonrisa. Sus labios.
Estoy jodido.

Piensa en algo triste.

Nada viene porque es todo sobre ella. Mi polla se ha apoderado de mi cerebro, y


parece que no puedo detenerlo. Carl sacudiría su mierda si estuviera aquí.
Carl. Piensa en Carl.

Al instante, mi erección desaparece. Alzando la mano, envuelvo mis manos


alrededor de la barra y empiezo a levantarla cuando oigo la caminadora acelerar
de nuevo.

No mires.

—Joder —murmuro entre dientes apretados, cuando miro hacia abajo a lo largo
de mi cuerpo para ver su culo sacudiéndose de la manera más deliciosa.

Carl. Carl. Carl.

Se convierte en mi mantra ya que lo sigo murmurando una y otra vez. Paso los
siguientes treinta minutos levantando pesas y tratando de ignorar a Reagan y a su
cuerpo.

Cuando la caminadora chirría y se ralentiza, me siento y descanso mis codos en


mis rodillas. El sudor gotea por mi hombro y mi camiseta está empapada. Estaría
mintiendo si dijera que me quite mi camiseta sólo para refrescarme. 39
Quiero que me vea.

Ella da toquecitos en su piel con una toalla que había colgado sobre el mango de
la caminadora, todavía ajena a mi presencia. Estoy sonriendo antes de que se
vuelva.

—Oh —dice, sus cejas elevándose rápidamente hacia su línea del cabello
humedecido—. No sabía que estabas aquí. —Su voz es fuerte cuando habla. Sus
ojos están viajando por mi cuerpo, moviéndose rápidamente de músculo a
músculo mientras se saca los auriculares.

Flexiono mis músculos, incapaz de dejar de hacer el ridículo.

—No me importaba la compañía. —Mi lengua sale, barriendo mis labios y


capturando el sudor salado que se ha formado.

Ella no ha quitado sus ojos de mí, pero ya no miran a mis ojos. Sus labios están
separados, pupilas dilatadas, y está observando mi lengua.

—Estoy hecha un desastre. —Ella cubre su cara con la toalla.


—No lo estás. —Exhalo, tratando de estabilizar mi respiración. Mi corazón está
martillando en mi pecho más duro que de costumbre por el entrenamiento, y sólo
puedo atribuirlo a la cercanía de Reagan.

Su sudor gotea por su cuello, siguiendo cada pendiente y cresta hasta que
desaparece en la hendidura de su sujetador deportivo.

—Mejor entro en la ducha —murmura en la toalla, ajena a mi embobamiento.

Mi mente comienza a correr, y mi polla empieza a moverse.

—¿Necesitas ayuda? Puedo llegar a todos los lugares que no puedes alcanzar.

Lo único en lo puedo pensar es en ella desnuda y mojada. Las burbujas de jabón


bailando a través de su piel, recorriendo el largo camino sedoso por sus piernas
hasta el drenaje.

Se aleja de la caminadora, sus ojos estrechándose.

—Estoy bien.
40
—¿Estás segura? —Me quedo inclinado hacia adelante para cubrir mis tensos
pantalones que sé que están parcialmente ocultos.

—Si necesito una mano, tengo a Lexi para ayudar. —Sonríe.

Gimo suavemente. Reagan es una fantasía, pero el pensamiento de Lexi y


Reagan jabonosas y mojadas casi me envía sobre el borde.

—Ten una buena noche, Titan —dice, sus ojos barriendo sobre mi piel expuesta
una vez más.

—Reagan —digo antes de que su mano toque el pomo de la puerta. Ella hace
una pausa treinta centímetros a mi derecha, y puedo olerla, la dulzura salada de su
transpiración mezclada con su perfume—. No tenemos que ser enemigos.

Su cabeza cae hacia adelante, pero ella no me mira.

—Ojalá fuera verdad, Jude, pero ciertamente no podemos ser amigos.

Se aleja dejándome con una erección y su aroma persistiendo en el aire. Reagan


Preston sólo puede ser mi perdición.
Traducido por Gisenid & Cjuli2516zc
Corregido por MagaPali

Reagan Preston
Una vez más mi teléfono se ilumina con el nombre y número de mi padre.
Estuve evitándolo desde la entrevista en la televisión la otra noche. Sé que lo hice
mal, y tener una lectura sobre eso me hará sentir peor.

Con un suspiro, deslizo mi dedo a través de la pantalla del teléfono y lo pongo


en mi oído.

—Hola papá. 41
—Has estado evitándome.

—Solo he estado ocupada.

—¿Tienes alguna idea de lo duro que es para mí manejar el control de daños


cuando tienes la cabeza en las nubes?

Siento un atisbo de actitud defensiva.

—Mi cabeza no está en las nubes. He estado trabajando con mi personal desde la
mañana hasta la noche en la investigación y en una nueva estrategia.

Se burla.

—Ese personal de softbol6 tuyo no está preparado para lidiar con Jude Titan
como un oponente. Sonny Solomon es una cosa, pero un veterano condecorado es
otra.

6
Softbol: es un deporte parecido al béisbol.
—Soy consciente. Y mi personal es leal a mí, así que yo soy leal a ellos. Ellos me
han llevado tan lejos.

—Escucha Reagan —dice en un tono suave y de policía bueno—, nunca tendrás


una mejor oportunidad que esta de entrar. Mis índices de audiencia aprobados
están fuera de las gráficas, y te he dado mi respaldo incondicional.

—Lo sé. Estoy trabajando tan duro como puedo, papá. De verdad. Las
elecciones no se ganan de la noche a la mañana.

—No necesito que me des ningún consejo sobre ganar las elecciones —dice
despectivamente—. Y espero que te des cuenta que será una vergüenza para mí si
tu no ganas esto.

Cierro mis ojos y trato de controlar mi frustración. Nadie me hace esto excepto
mi padre. Nunca nada es lo suficientemente bueno para él.

—Estamos en ello —le aseguro—. Jude Titan nos tomó por sorpresa, pero ahora
nos estamos orientando.
42
—Puedo enviar a Tom Harbor.

—No —digo con firmeza—. Eso no será necesario.

Estoy sentada en el escritorio en la habitación del hotel que comparto con Lexi,
cuando ella sale del baño y me da una mirada de simpatía.

—Creo que es más que necesario —dice mi padre—. Necesitas a un estratega


experimentado dirigiendo tu campaña, no a tus amigos de la universidad.

—Mira, todo está bajo control.

—Parecía muy fuera de control en esa entrevista la otra noche.

Dejo salir un suspiro de frustración.

—Lo hecho, hecho está. Estamos modificando nuestra dirección.

—Tengo personas que pueden hacer el trabajo preliminar sobre Titan que
necesitarás cuando el día de la elección este cerca.
—Seguro —digo, resignándome al hecho de que tengo que ceder en algo—. Solo
no envíes a Tom. El trasfondo siempre es bueno.

—No me ignores de nuevo —dice con un tono de advertencia en su voz.

—No estaba ignorándote.

—Reagan.

—Bien. No volveré a ignorarte.

—Creo que necesitamos programar algunas apariciones conjuntas para alinear


tu campaña más estrechamente conmigo.

Niego con la cabeza.

—Quiero hacer esto por mi cuenta.

Se ríe.

—Muy idealista de tu parte, pero no funciona de esa manera.


43
—Entonces no quiero ganar.

Su suspiro está cargado de exasperación.

—Deja de actuar como una niña quisquillosa, Reagan.

—No hay nada de infantil en querer ganar por mi propio mérito o perder en el
intento.

—Seguro como el infierno que has aprovechado mi éxito, así que ahora no dejes
que se te suban los humos a la cabeza.

He tratado de mantener la calma, pero mi sangre está hirviendo. El público ve a


Stan Preston como un hombre cariñoso, de sonrisa fácil, que ama cruzar los
pasillos políticos para resolver problemas. Es un hombre de familia que se casó con
su amor de la secundaria, y estableció estándares altos para sus hijos.

Todas esas cosas son ciertas; mi papa es un muy buen hombre. Pero a puertas
cerradas, es franco, a veces hasta el punto de ser abrasivo. Y a menudo, esos
momentos dolían.
—Así que, ¿cómo hice para aprovecharme de tus éxitos? —pregunto en un tono
glacial—. Pensé que era yo tocando todas esas puertas y reclutando a mis amigos
para que me ayudaran a hacer las llamadas telefónicas y repartir los volantes.

—Deliberadamente no desempeñé ningún un papel activo en esa campaña, pero


no creas que el apellido Preston no abre muchas de puertas. Y bolsillos. Fueron mis
amigos los que donaron a tu campaña.

Tomo una respiración tranquilizadora.

—Y lo aprecio, papá. Realmente lo hago. Pero lo que más necesito es tu apoyo.


No dinero, ni conexiones, ni nada de eso. Solo quiero que mi papá me diga que
puedo hacerlo.

—Puedes hacerlo si tomas mi consejo y dejas que mi gente haga el trabajo


pesado.

Pongo los ojos en blanco.

—Tengo que irme, papá. ¿Podemos hablar de esto más tarde? 44


Su tono es tajante.

—He dicho todo lo que necesitaba decir.

—Está bien. Entonces hablaré contigo más tarde.

—De acuerdo.

Cuelgo y encuentro la simpática mirada de Lexi.

—Él es tan autoritario —dice—. ¿Puedes decirle que retroceda?

Mi risa no tiene diversión.

—Eso no iría bien.

—Él va a esperar que hagas tu oferta cuando seas electa, sabes. ¿Te has
preguntado alguna vez si es por eso que te está apoyando?

Todos los días. Sacudo mi cabeza a Lexi y recojo mi celular y la tarjeta llave para
volver a la habitación.
—Necesito un poco de aire —digo, levantándome.

—Iré contigo.

—Gracias, pero necesito estar sola. Estoy bien, solo necesito algo de tiempo.

Asiente silenciosamente. Me pongo mi gorra de béisbol de los Cubs bien gastada


y salgo de la habitación. Llevo esta gorra cuando quiero mantener mi cabeza hacia
abajo y no ser reconocida. Va bien con los jeans y camiseta gris de cuello en V que
me puse antes.

El pequeño hotel en el que nos alojamos es tranquilo. Cuando camino afuera, no


puedo dejar de mirar el autobús de campaña pintado de rojo, blanco y azul de
Jude. #ConfiaEnTitan, dice.

Le saco el dedo al autobús y me dirijo a un pequeño banco que vi al lado del


edificio antes. Estoy emocionalmente agotada. Todo lo que puedo hacer es
hundirme en el banco y enterrar mi cara en mis manos, descansando mis codos en
mis muslos.
45
Cuando estaba en la escuela de derecho, estudiaba todos los días para poder
graduarme con honores y hacer que mis padres estuvieran orgullosos. Luego me
postulé a la representación estatal, y la campaña tomó cada gramo de mi tiempo y
energía. Servir como representante estatal no era diferente.

Y ahora, aquí estoy otra vez, enterrándome aún más en algo que me consumirá.
Me encanta el servicio público, pero ni siquiera recuerdo cómo se sentía hacer algo
solo para mí. Solo porque quisiera hacerlo. No he tenido ese lujo en mucho tiempo.

—Ahora mismo acabas de darte cuenta de que estás apoyando al equipo


equivocado, ¿no? —una profunda y divertida voz dice a mi lado.

Miro hacia arriba, y mi corazón salta cuando veo a Jude. Lleva jeans oscuros,
desgastados y una camiseta negra que abraza sus bíceps.

—¿Qué, mi gorra? —le pregunto—. ¿Eres un admirador de los Sox?

Asiente.

—Southside por siempre, nena.


Mi corazón revolotea otra vez mientras imagino lo que sería ser realmente
llamada así por él. Nunca he tenido una relación que no estuviera en el ojo público.
Todos los hombres con los que salí tenían que cumplir con la aprobación de mi
padre, y eso generalmente significaba que ellos o su familia estaban conectados en
el Partido Demócrata.

—No estoy sorprendida —digo con una sonrisa—. Somos polos opuestos en
todos los sentidos, tú y yo.

—¿Puedo? —pregunta señalando el lugar vacío junto a mí en el banco.

—¿Por qué no? Ya me siento como la mierda. Realmente me impresionaré si me


haces sentir peor, Titan.

Se sienta e inmediatamente siento el calor de su cuerpo junto al mío.

—Te sientes como la mierda porque estás atraída por mí —dice—. Un


Southsider y un republicano. Eso tiene que doler. Pero no se lo diré a nadie.

Ruedo mis ojos, pero no puedo evitar sonreír. 46


—No me parece atractiva la arrogancia.

—No es arrogante si puedes respaldarlo.

—Oh, ¿y puedes respaldarlo?

Inclina su cabeza hacia su autobús de campaña.

—¿Quieres saberlo?

—Solo estás tratando de meterte bajo mi piel.

Choca ligeramente su gran hombro contra mí.

—¿Qué tienes en mente, Reagan? Prometo que se quedará entre nosotros.

Suspiro profundamente antes de mirar hacia arriba en sus ojos oscuros.

—La presión. A veces es difícil.

—Sí, estoy empezando a ver lo intenso que es. Aunque lo haces parecer fácil.
Me río ligeramente.

—Eso es porque no tengo vida. Esto —hago un gesto en el lote en el que


nuestros autobuses están estacionados— es todo lo que tengo.

—Eres más realizada que cualquier mujer que haya conocido —dice Jude.

Lo miro con mis cejas fruncidas, esperando el remate. Pero su expresión es


sincera.

—¿Lo soy?

—Sí. —Mira sus manos entrelazadas delante de él mientras sus codos descansan
sobre sus rodillas—. Sabes, también he sentido presión. Cuando estaba en combate.
Es jodidamente intenso, sabiendo que la vida de otras personas depende de tus
acciones.

—Esa debe ser la presión más intensa de todas.

—Trato con la presión haciendo una lista —dice.


47
—¿Una lista?

Asiente.

—Si estaba en combate, pensaría en las siguientes cuatro o cinco cosas en la que
necesitaba enfocarme. Ponerlos en orden. Me ayuda a relajarme para concentrarme
en lo que puedo controlar.

—Puedo verlo.

—Lo tendrás todo algún día, Reagan —dice—. Todo lo que te falta en este
momento. Lo tendrás todo.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque eres jodidamente difícil para decir que no. Lo que quieras, solo
necesitas pedirlo y será tuyo.

No sé si son sus dulces palabras o su cálida voz de barítono, pero estoy bajo el
hechizo de Jude ahora mismo. Mi corazón está palpitando, y estoy caliente por
todas partes.
—¿Solo pedirlo? —digo suavemente.

—Correcto.

La cálida brisa recoge algunos mechones de mi cabello. Puedo oler el aroma


masculino de Jude cuando se inclina más cerca. Nunca he tenido un momento
como este, cuando nada lógico importaba.

Cuando se inclina y siento sus labios cerca de los míos, yo también me inclino.

Nuestros labios se encuentran, y mi corazón vuela a toda marcha cuando siento


la raspadura leve de su barba incipiente en la esquina de mi boca. Su boca es tan
caliente y sabe ligeramente a cerveza. Inmediatamente quiero más de él, y parece
saberlo. Su lengua se encuentra con la mía, y envuelve una mano en mi pelo
mientras ahueca la parte de atrás de mi cabeza.

No hay presión, no hay preocupación, y no hay elección mientras nuestras bocas


exploran esos pocos segundos. Nunca he sentido esa magia.

Cuando Jude se aleja, tomo una respiración profunda, la realidad de lo que 48


acaba de suceder golpeándome. Miro alrededor frenéticamente para ver si alguien
nos vio.

—Oye —dice Jude suavemente—, estamos bien.

—Mierda. ¿Está tu jefe de campaña escondido cerca con una cámara?

Jude frunce sus cejas, pareciendo un poco ofendido.

—¿Estás bromeando?

—¿Cómo sabías que estaba aquí?

—Estaba bebiendo una cerveza en mi autobús, y te vi pasar.

Suspiro profundamente. ¿Cómo podría ser tan estúpida? Besar a Jude Titan en
un lugar público como este fue una idea idiota épica.

—Me tengo que ir —digo, levantándome.

—Reagan.
El tono serio de Jude me obliga a mirarlo.

—No soy el tipo de hombre que te jode así. Puedes confiar en mí.

—¿Confiar en ti? —me burlo—. ¿Qué, por 'hashtag Confía en Titan'?

—Porque soy confiable. Lo descubrirás.

—Me tengo que ir —digo otra vez.

Me giro y prácticamente corro a la puerta principal del hotel, pasando


frenéticamente mi tarjeta llave por la máquina tres veces hasta que la luz
finalmente se vuelve verde.

Todo en lo que puedo pensar es en alejarme de él. Nunca en mi vida he bajado


la guardia así. Y de todas las personas para bajarla, él era la peor opción posible.

Errores como éstos no solo pierden elecciones, sino que arruinan carreras
políticas. Si tengo la suerte de que Jude mantenga esto entre nosotros, no puedo
dejar que algo como esto vuelva a suceder.
49
Traducido por Liliana
Corregido por MagaPali

Jude Titan
Dormir la noche anterior fue malditamente casi imposible. Estoy gruñón, y mi
rostro muestra cada trozo de mi actitud cuando entro en el pequeño corredor de la
posada en busca de una taza de café recién hecho.

—Te ves como la mierda —dice Lexi, la gerente de campaña de Reagan cuando
me ve.

Gruño y me dirijo hacia el mostrador que está forrado con tazas blancas de café. 50
No tengo energía para nada más o remotamente coherente. Cuando coloco la taza
debajo de la cafetera y tiro de la palanca, solo unas pocas gotas aparecen.

—Apesta —se ríe Lexi, y la miro—. Tome la última taza. —Lo levanta a sus
labios, y puedo ver su sonrisa detrás del borde.

Sin preguntar, comienzo a desmontar la jarra y abrir el gabinete para encontrar


más granos de café porque no puedo solo estar de pie aquí y ver como Lexi
disfruta su taza.

—Lo siento mucho, señor —dice una mujer mayor con un chándal rosado detrás
de mí—. Permítame que lo ayude.

—Gracias, señora —respondo porque no tengo el lujo de estar de mal humor


para toda la población votante de Illinois.

Lexi lame sus labios y agarra la taza de café con ambas manos, apoyándola
contra su pecho.

—¿A dónde te diriges ahora?


Bostezo, luchando contra la somnolencia.

—No estoy seguro. —Mi voz es grave y cerca de dos octavas más abaja que de
costumbre—. Tendrías que preguntarle a Carl.

Carl aparece de la nada como por arte de magia tan pronto como su nombre se
escapa de mis labios.

—¿Alguien dijo mi nombre?

—Buenos días, Carl. — Lexi le sonríe como un gato Cheshire—. Solo le estaba
preguntando a Jude dónde se dirige así no tenemos este problema dos noches
seguidas.

Me apoyo contra el mostrador, tratando de mantener la calma, con mis brazos


cruzados frente a mí.

—¿Qué problema? —Mis cejas se unen.

Reagan no le diría a Lexi lo que pasó anoche. ¿Lo haría?


51
Lexi sonríe y niega con la cabeza.

—Estar en la misma cuidad al mismo tiempo, Jude. Sé que eres nuevo, pero no
es conveniente.

—Lexi —digo, inclinando la cabeza con una sonrisa torcida—. No podría haber
estado en un mejor lugar anoche. —Movimientos a mi izquierda llaman mi
atención, y me vuelvo para ver a Reagan de pie en la puerta, congelada—. Siéntete
libre de seguirme por todo el Estado. Podría ser divertido. —La declaración es para
ella, pero solo ella lo sabe.

El cuerpo de Reagan se mueve hacia adelante ligeramente, pero no entra a la


habitación.

—¿Qué podría ser divertido? —Mira desde Lexi a mí con ojos muy abiertos.

Respondo antes que ella tenga un colapso. Le dije que lo de anoche


permanecería entre nosotros, y planeo mantener mi palabra.

—Trabajar en las mismas ciudades.


—Oh —dice y maldice suavemente en voz baja.

Lexi camina hacia ella y agarra el brazo de Reagan.

—¿Estas bien?

Reagan sonríe y con un ademan despide a Lexi.

—Solo cansada. No dormí bien.

—Parece ser una epidemia —responde Lexi y echa un vistazo en mi dirección—.


El campeón aquí es un gruñón hoy.

Los ojos de Reagan parpadean hacia los míos con una sonrisa momentánea.

—¿Hay café?

—Lexi consiguió la última gota.

—Casi está hecho —dice el posadero, sacando la tapa y mirando dentro—.


Sesenta segundos.
52
—Gracias a Dios —gime Reagan y camina hacia el mostrador, pero mantiene su
distancia de mí.

Lexi retrocede unos pasos y mira alrededor de la habitación.

—Voy a registrar la salida así podemos seguir nuestro camino. ¿De acuerdo
Reagan?

—Si —dice y asiente sin mirar en la dirección de Lexi,

—Haré lo mismo, Jude. ¿Si eso está bien? Puedo quedarme si no quieres estar
solo… —No termina la declaración cuando lo miro.

Cuando la habitación se despeja y solo quedamos los dos, deslizo mi culo por el
mostrador y me detengo justo al lado de Reagan. No se aleja, pero tampoco me
mira a los ojos.

—¿Realmente estás bien? —Resisto el impulso de apartar el cabello de su rostro.

—Estoy bien —su voz es desinflada y suave.


—Se real conmigo, Reagan. ¿Qué está comiéndote? No escondes bien tus
emociones.

Su espalda se endereza.

—Seguro que no pongo mis emociones en mi manga, Titan.

—No dormí bien anoche tampoco —ofrezco para ver si ella estará más dispuesta
a hablar.

Me mira.

—¿No lo hiciste?

Niego y frunzo el ceño.

—No podía dejar de pensar sobre anoche.

Pone los ojos en blanco, y sus labios se vuelven hacia abajo.

—Estadísticas.
53
—Sobre lo que dijiste —la corrijo—. Pensante que estaba tratando de atraparte y
arruinar tu carrera. Me sentí como una mierda después de eso, Reagan. —Me
acerco un poco más, dejando muy poco espacio entre nosotros—. Tomo mi
reputación y honor muy enserio. No soy el tipo de hombre que arruina la carrera
de alguien. Si gano esta campaña, será justa y honradamente. Nunca haría nada
para arruinarte personalmente.

—Seguro —dice y traga con fuerza—. Eso es lo que dices ahora, pero ya verás.
—Se estira por una taza de café cuando la máquina de café hace el último
gorgoteo—. Cuando llegue el momento, las personas harán cualquier cosa para
ganar.

Me inclino hacia un lado, trayendo mi boca junto a su oreja.

—Yo no. Te besé porque quise, no para lastimarte. —Retrocedo, dejando el


espacio suficiente entre nosotros para mantener los indiscretos ojos del público, o
peor, nuestros equipos de campaña, felices e inconscientes.

—Jude —susurra sin mirarme—. No podemos.


—Lo hicimos —sonrío.

Niega con la cabeza y tira de la palanca de la cafetera, manteniendo los ojos


pegados al líquido derramándose en su taza.

—Nunca más.

—No estoy haciendo esa promesa. Esa es una que estaría más que feliz de
romper.

Se vuelve hacia mí con los labios entreabiertos y cierra los ojos.

—Lo decía en serio, Jude. Esta campaña es demasiado importante para mí. No
somos amigos. —Cuando abre los ojos, dice—: No somos nada.

—Reagan —digo y comienzo a alcanzarla cuando Carl entra, mirando su


teléfono, y jalo la mano hacia atrás rápidamente.

Él levanta la mirada y mira entre Reagan y yo.

—¿Listo? 54
—Permíteme tomar una taza de café primero.

—Toma algo en el autobús. Ya he hecho que el conductor encienda la cafetera.


—Mete su teléfono en el bolsillo delantero de su traje gris y frota ambas manos—.
Vámonos. Tienes un mitin en una hora. Necesitamos prepararnos lejos de la
competencia. —Estrecha sus ojos hacia mí, señalando hacia la puerta con la cabeza.

Reagan esta ajena, mirando fijamente la pared detrás de la cafetera mientras


sorbe su café.

—Estaré justo allí, Carl —le digo, mirándolo hasta que asiente y se va.

—Espero que tengas un buen día, Reagan. Espero con ansias la próxima vez que
te vea —le digo sin ningún tipo de reconocimiento por su parte. Me inclino hacia
su espacio hasta que me mira por el rabillo de sus ojos—. Y para tu información…
—bajo la voz con mis labios casi tocando su oreja—. Por la forma que me besaste,
somos algo, lo admitas o no.
Está conteniendo la respiración cuando me alejo y la miro antes de salir. Reagan
Preston está bajo mi piel, pero sé que siente todo lo que hago. Sintió la conexión
anoche. Lo quería tanto como yo.

¿A quién estoy engañando?

Aún lo quiero.

Un toque de sus labios no fue suficiente.

—¿Qué piensa de sus oponentes? —El reportero empuja el micrófono más cerca
de mi rostro.

—El señor Solomon es un hombre con limitada experiencia, más limitada que la
mía. He dirigido hombres en batalla. —Escaneo el grupo de reporteros mientras se
aferran de cada palabra, sosteniendo sus grabadoras y micrófonos cerca de mí y
compitiendo para posicionarse—. La experiencia de Sonny es limitada al ser un 55
guardia de prisión y sirviendo como alcalde en una pequeña ciudad. No estoy
seguro que se dé cuenta de la seriedad del trabajo que está buscando, y la
tenacidad que se necesita para tener éxito.

—¿Y qué pasa con la Representante Preston? —pregunta un reportero diferente,


clavando su grabadora hacia adelante.

Trago bruscamente y aprieto los puños a los costados.

—La Representante Preston tiene experiencia a nivel estatal, pero proviene de


una familia política. Stan Preston quiere que su hija vaya a Washington para
conseguir favores especiales. Ella es una persona ingenua, pero no tiene suficiente
experiencia en el mundo real más allá de la política para entender la difícil
situación de la gente común.

Mi estómago está girando porque sé que la declaración que acabo de hacer


regresará a Reagan. No hay nada de lo que dije que no sea cierto, pero eso no lo
hace mejor. Herirá sus sentimientos, pero esto es política. No hay lugar para los
sentimientos cuando estás tratando de salir victorioso. Solo uno de nosotros puede
ganar, y preferiría que fuera yo.
Carl se pone delante de mí.

—No más preguntas ahora mismo. Si desean una entrevista con el señor Titan,
no duden en ponerse el contacto con el coordinador de prensa para la campaña —
les dice antes que se escabullan.

—¿Hice algo mal?

Niega con la cabeza y sonríe.

—Fue perfecto. Les has dado suficiente de tu tiempo. Tenemos que ponernos en
camino. —Mira su reloj y hace un cálculo mental con sus ojos saltando alrededor—
. Si nos vamos ahora, no llegaremos a la próxima ciudad antes del anochecer.

—Es por eso que inventaron lo faros. —Me rio.

—Vamos, listillo. Tengo una pila de solicitudes de entrevista que necesitamos


revisar mientras viajamos. No hay suficientes horas en el día —dice y comienza a
alejarse.

Me toma un minuto antes de seguir. Este es solo el comienzo de mi campaña,


pero ya estoy agotado. Han pasado años desde que dejé el ejército, y mi cuerpo se
ha acostumbrado a un horario establecido. Los rigores de viajar me recuerdan mi
56
tiempo en el servicio, pero sin tener que preocuparme por recibir un disparo en el
culo.

Una mujer sostiene a su bebé en mi dirección cuando hago mi camino hacia el


autobús.

—Jude, una foto, por favor. —Sonríe empujado a la pequeña niña hacia mí.

—Es hermosa —digo, levantándola en mis brazos y acunándola contra mi


pecho. Ella tose con los ojos muy abiertos—. ¿No? —Golpeo su nariz suavemente,
y se ríe, creando burbujas de saliva en su labio antes de posar para la foto.

—Gracias —dice la madre antes de meter su teléfono en su bolso y alcanzar


al bebé—. Usted ha ganado mi voto. Gracias por su servicio.

Inclino la cabeza y sonrío.

—Gracias, señora.

Sus mejillas se vuelven de un color rosado.

—Cindy —dice y muerde su labio.


—Cindy, gracias por tu voto.

Ella sonríe y se aleja con un ligero salto.

—Las mujeres te aman —dice Carl antes de suspirar—. Al menos podemos


contar con sus votos.

—Quiero ganar sus votos en mis registros, no en mi rostro.

—No me importa como ganes, siempre y cuando lo hagas. —Sacude su cabeza


hacia el autobús, recordándome que ponga mi culo en marcha—. No más
detenerse.

Camino lentamente, examinando la multitud que aún queda del mitin. Las
personas parecen estar de buen humor en todo el estacionamiento. Hay un equipo
de personas que registran a los votantes paseando por la multitud, entregando
tarjetas para recordar a todos a registrarse el día de las elecciones.

Cuando mis pies tocan la escalera superior del autobús, busco a tientas los dos
botones superiores de la camisa. Agarro una botella de agua de la nevera y colapso
en el sofá.

Carl se desliza en el banquillo a través del pasillo y comienza a pasar por una
57
pila gigante de papeles.

—Empecemos aquí —dice y extiende algunas hojas hacia mí.

Miro hacia abajo y leo algunas preguntas.

—Ya sabes mi respuesta a esto. ¿No puedes hacer algunas de ellas, también?

—Lo haremos juntos. Hay demasiado para que lo hagas tú mismo, o estaremos
aquí hasta el día de la elección.

Me rio entre dientes y alcanzo el bolígrafo que me dejó en el borde de la mesa.


Mi mente está en modo campaña cuando comienzo a responder las preguntas tan
honestamente como puedo cuando mi teléfono timbra.

Desconocido: muy agradable lo de hoy. Una manera de hacerme sentir como una
completa idiota.

Hago un gesto, entrecerrando los ojos hacia la pantalla.

—¿Todo bien? —pregunta Carl.

—Si —miento, y escribo un rápido mensaje para averiguar quién lo envió.


Desconocido: ¿Quién crees que soy? Ya sabes… la niña rica que no entiende la difícil
situación de nadie sino de los ricos.

Mi mandíbula se contrae, y miro alrededor como si alguien pudiera haber visto


su mensaje. Es una respuesta irracional porque sé que soy el único que está
leyéndolo. Solo Carl y yo estamos en el autobús, pero siento que podría ser
atrapado.

Yo: lo siento, es política, ¿verdad? Pensé que tenías una piel más gruesa que eso.

Desconocido: la tengo.

Mis labios se retuercen ante la brevedad de su mensaje.

Yo: leí la pieza que hiciste para The Times sobre mí. ¿Come me has llamado, de nuevo?

Eso picó y me dio esperanza cuando leí sus palabras antes de llegar al escenario
hoy. Fue una entrevista exclusiva dada esta mañana poco después de que salimos
de la posada.

Desconocido: ;)

Yo: un héroe de guerra sin antecedentes probados, usando su buena apariencia para 58
ganar la elección.

Finalmente admitió que soy guapo, así que lo pensé como una victoria.

Desconocido: ¿Sabes lo difícil que es decir algo negativo sobre ti?

Yo: porque soy así de bueno.

Desconocido: No

Me rio para mí mismo porque casi puedo imaginar su rostro cuando leyó mi
declaración.

Desconocido: ¿Cómo se supone que debo atacar a un héroe de guerra? Es una situación
de no ganar. Estoy jodida.

Parpadeo un par de veces, sorprendido de que esté usando esa palabra. Siempre
pensé en ella como demasiado elegante para usar un lenguaje tan colorido.

Me: dilo de nuevo.

Desconocido: tengo que irme.

Yo: ¿Dónde estás?


Desconocido: ¿No te gustaría saberlo?

Joder, me gustaría. Preferiría ver su lindo culo corriendo en una cinta de correr
que sentado al lado de Carl compartiendo una pizza mientras salimos disparados
por la autopista hacia alguna pequeña ciudad.

Yo: No puedes evitarme por siempre.

Desconocido: Mírame.

Yo: Cuando cierras tus ojos, ¿me sientes?

—Jude —se aclara la garganta Carl—. ¿Qué demonios está haciendo allí?

Miro desde la pantalla del teléfono y me doy cuenta que estoy sonriendo. Niego
con la cabeza y elimino toda la felicidad.

—Nada, simplemente respondiendo un correo.

Él me está mirando de cerca.

—Debe ser uno bueno por la mirada en ti. Apaga el teléfono y ponte a trabajar.

—Está bien —murmuro y toco la pantalla en añadir contacto—. Aguafiestas.


59
No puedo arriesgarme a usar su nombre. Alguien podría verlo. Atormento mi
cerebro para llegar a algo que recordaré y no me permita mezclarla con nadie más.
La única cosa que aparece en mi cabeza es Boo7, porque Reagan se parece a ella con
los ojos más grandes color marrón. Lo ingreso rápidamente y tiro el teléfono en el
sofá a mi lado.

Carl me aburre con montones y montones de preguntas de entrevista hasta que


entramos al hotel justo a las afueras de Carterville, casi en el extremo sur de
Illinois.

Él frota sus ojos, tan agotado como yo, y lo tomo como mi oportunidad para
dejarlo por hoy.

—Voy a ir a la cama —le digo cuando me pongo de pie—. Podemos retomar


donde lo dejamos mañana después del mitin.

—Solo hay unos cuantos más —responde y levanta sus gafas de la nariz,
frotándose los ojos con el pulgar y el dedo medio—. Terminaré esto antes de
entrar.

7
Boo: personaje de la película Monsters, Inc.
—Gracias. —Me estiro antes de que se convierta en un bostezo—. Te veré por la
mañana.

—El desayuno es a las seis. Necesitaremos prepáranos antes del mitin. Te


despertaré.

—Funciona para mí —Bajo las escaleras del autobús y plantó los pies en la
grava, apenas veo una farola en la distancia, mucho menos edificios. Simplemente
el pequeño, lúgubre motel con veinte habitaciones y nada, ni siquiera una
gasolinera, hasta donde mis ojos pueden ver.

—Traeré su bolsa —me dice el conductor desde su asiento.

—La buscaré yo —digo, antes de dirigirme a la parte trasera del autobús para
agarrarla del compartimiento cerca de la parte trasera.

Después de registrarme y encontrar la habitación al final del edificio, me


encierro dentro, desvisto, y coloco el teléfono en la mesilla de noche a mi lado.
Todavía es temprano, pero estoy demasiado cansado para preocuparme.

No puedo evitarlo. Salto a la cama y al instante lamento mi descuido. El colchón


es firme y no se mueve, mi cuerpo siente el impacto como si cayera sobre cemento. 60
Mis pies cuelgan del borde de la cama, y me quejo. Esta noche será otra noche
de mierda, pero por razones completamente diferentes.

Justo cunado cierro los ojos, el teléfono emite un pitido, me vuelvo y miro la
pantalla. Mi corazón salta cuando veo que es Boo.
Traducido por addictedread & Iviabernathy
Corregido por MagaPali

Reagan Preston
Estoy sonriendo a la pantalla de mi teléfono mientras veo los puntos
suspensivos que significan que Jude está escribiendo. Sabía que mi mensaje tendría
respuesta inmediata.

Yo: Siento algo cuando cierro mis ojos. Es muy pequeño y un poco duro, así que sí, creo
que eres tú.

No pude guardar el contacto de Jude bajo su verdadero nombre, así que elegí
61
otro JT.

Justin Timberlake: Mierda. Retíralo.

Yo: No voy a retirar una mierda.

Justin Timberlake: NO tengo un pene pequeño. ¿Te gustaría una foto del pene ahora
mismo?

Yo: Estoy segura de que tienes un álbum, pero no, por favor, ahórramelo.

Justin Timberlake: ¿Dónde está la chica con la que estuve anoche?

Yo: Estaba cansada y mis defensas estaban bajas.

Justin Timberlake: Mentirosa. Me besarías de nuevo ahora mismo si pudieras.

No puedo evitar rodar mis ojos al teléfono.

Yo: Tengo que irme, tengo una entrevista con un bloguero político de Chicago en 5
minutos. Él quiere enfrentarse a mi oponente.
Justin Timberlake: Dilo. ¿Es muy caliente? ¿Te quejas en su boca cuando te besa?

Yo: Más como muy arrogante. Con un pequeño pene.

Con una sonrisa, meto mi teléfono en mi bolso y me dirijo al pequeño cuarto de


baño en mi autobús de campaña. Aliso mi pelo y me pongo un poco de brillo
labial, luego me sumo a Lexi fuera del autobús para que podamos caminar hacia
mi entrevista con Matt Pollitt. Es un bloguero que apoya a la derecha, pero que
siempre me trata con justicia.

La cafetería donde encontramos a Matt está casi desierta. Él nos espera en el


fondo, usando suspensores rojos y un corbatín rojo, su cabeza completamente
calva brillando cuando la luz la golpea.

—Reagan—dice, poniéndose de pie para estrechar mi mano—. Y Alexis. Gracias


por su tiempo, señoras.

—Cuando quieras, Matt —digo, sentándome—. Por cierto, te envié una corbata
azul y suspensores.
62
Él ríe y las arrugas aparecen en las esquinas de sus ojos.

—No puedo aceptar el regalo de un candidato, pero gracias por pensar en mí.

—Voy a traernos un poco de café —me dice Lexi. Matt tiene una especie de café
helado con crema batida en frente de él sobre la mesa.

—Así que —dice Matt, su bolígrafo suspendido sobre un papel en blanco de un


repuesto para carpeta—. Jude Titan. ¿Cómo se siente correr contra un héroe de
guerra?

Le doy mi practicada sonrisa.

—No me siento diferente de lo que hice antes de que el Señor Titan entrara en la
carrera. Solo estoy concentrada en reunirme con tanta gente como pueda y
aprender cómo puedo servirles mejor en el Senado, si creen en mí lo suficiente
como para darme su voto.

—¿Sientes que el Señor Titan está capacitado para servir en el Senado?


—Eso depende de los votantes —digo con un encogimiento de hombros—. Sin
embargo, debo indicar que él es arrogante y políticamente inexperto.

Matt aclara su garganta

—El Señor Titan dijo que tú y cito —Voltea otra página en su cuaderno para la
referencia—: “No tiene suficiente experiencia en el mundo real más allá de la
política para entender la difícil situación de la gente común”. ¿Cuál es tu respuesta
a eso?

—Serví mesas en un restaurante de la universidad. Muchos de mis colegas se


esforzaban para poner comida sobre la mesa o tenían dos trabajos para llegar a fin
de mes. También tengo varios años de experiencia entre hacer campaña y trabajar
como representante del Estado sirviendo a los votantes. Me reúno a menudo con
mamás solteras, profesores, estudiantes universitarios y veteranos. Escucho sus
preocupaciones. Reacciono ante sus preocupaciones. Mi registro de votación
demuestra que lucho por mi distrito. Mis padres me enseñaron compasión,

63
especialmente para aquellos que no pueden ayudarse a sí mismos.

—¿Cuál sería tu mayor enfoque si fueras electa para el Senado?

Lexie vuelve y me entrega una taza de café.

—Gracias —digo, tomando un sorbo mientras ella se sienta a mi lado.

—No tengo solo un enfoque, pero diría que la reforma educacional es muy
importante para mí. Podemos hacer más por nuestros estudiantes y maestros.

—¿Y qué hay de la acusación del Señor Titan de que tú harás la voluntad de tu
padre en el Senado?

Arrugo mi frente con preocupación

—¿Él dijo qué?

Matt me da una mirada inocente.

—Bueno, no con esas palabras exactas…

—¿Cuáles fueron sus palabras exactas?


Volteando otra página en su cuaderno, Matt lee la respuesta.

—“Stan Preston quiere que su hija vaya a Washington para recibir favores
especiales”.

Mi estómago se aprieta nerviosamente, pero sonrío.

—El Señor Titan no está en condiciones de saber lo que mi padre quiere. Mi


padre está listo para retirarse, simple y llanamente.

—¿Sientes que tendrás ventaja con las votantes femeninas? —pregunta Matt.

Esta entrevista está dispersa, pero yo hago lo mismo.

—No quiero que una mujer vote por mí solo porque soy una mujer, pero creo
que, si las mujeres saben lo que estoy defendiendo, se darán cuenta de que soy la
mejor opción.

—Dijiste en una entrevista que el Señor Titan está usando su buena apariencia.
¿Crees que las mujeres votarán por él porque lo encuentran atractivo?
64
Mis mejillas se calientan mientras tomo otro sorbo de café. ¿Por qué había
mencionado su apariencia?

—No puedo hablar sobre qué basarán su voto las mujeres —digo—. Pero creo
que el Señor Titan descubrirá que necesita fortaleza para llegar al final de una
carrera como ésta.

—¿Estás sugiriendo que él no tiene fortaleza?

Me encojo de hombros.

—Dejaremos que los votantes lo decidan.

Matt me hace unas cuantas preguntas más antes de que Lexie diga que tenemos
que irnos. El autobús está programado para salir en diez minutos, así que podemos
hacer nuestra parada vespertina de reunión justo a tiempo. Nos despedimos de
Matt y luego regresamos al autobús.
—Escuché que Sonny Solomon está a punto de abandonar —dice en un tono
bajo—. Quiere decírselo primero a sus seguidores más cercanos. Lo anunciará esta
noche.

Suspiro suavemente y pienso sobre lo que eso significa para mí. Una primaria
sin oposición se ve reducida a Jude y a mí, una vez que Sonny abandone. Jude
habría ganado de todos modos. Y de esta manera, él no tendrá una fiesta de
victoria y no ganará tanta fuerza.

—Muy bien —le digo a Lexi.

—Pareces cansada —dice.

—Lo estoy —Subimos al autobús con aire acondicionado y me saco los zapatos.
Tenemos dos horas de viaje delante de nosotros—. Creo que tomaré una siesta.

El autobús está equipado con un pequeño dormitorio en el fondo. Me acuesto


encima del cubrecama y caigo dormida rápidamente.

65

El zumbido de otro mensaje en mi teléfono me despierta. Estaba desmayada. Me


toma un par de segundos darme cuenta de que me encuentro en el autobús de
campaña de camino a mi próximo mitin. Mi teléfono está en la cama a mi lado y lo
recojo.

Justin Timberlake: ¿Arrogante? Soy el hombre más humilde que conozco.

Sacudo la cabeza y sonrío mientras escribo.

Yo: Ajá. Tan humilde que muestras tus antebrazos todo el tiempo.

Justin Timberlake: ¿Mis antebrazos? Si quisiera exhibirme, esa NO sería la parte de


mi cuerpo que mostraría.

Yo: ¿Cuál, entonces?

Justin Timberlake: prefiero dejarte tener la experiencia completa y que luego decidas.

Yo: Muy romántico, pero pasaré.


Justin Timberlake: El romance está sobrevalorado. Lo que necesitas es que alguien llene
esa boca inteligente que tienes.

Presiono mis muslos para apaciguar el dolor que siento cuando leo su mensaje.
Es descarado y arrogante y… absolutamente correcto. Necesito sexo increíble
urgentemente. Ha pasado demasiado tiempo. Pero estoy segura de que no lo
tendré con él.

Yo: Quizás ya lo tengo.

Justin Timberlake: ¿Si?

Yo: No es de tu incumbencia.

Justin Timberlake: O no lo tienes o él apesta en la cama. Además, no estarías tan tensa


todo el tiempo y no habrías gemido como lo hiciste cuando te besé.

Yo: No gemí.

Justin Timberlake: Lo hiciste. Creo que gemiste mi nombre, de hecho.


66
Yo: Estás tan lleno de ti mismo.

Justin Timberlake: ¿Celosa? ¿Quisieras tu estar llena de mí?

El autobús se detiene y Lexi me llama. Debemos estar en nuestra próxima


parada.

Yo: Debo irme.

Justin Timberlake: ¿Estás en Rolling Meadows?

Yo: ¿Me estás acosando?

Justin Timberlake: Solo estoy al tanto.

Yo: Sonny se está bajando.

Justin Timberlake: Lo oí. Entonces solo somos tú y yo. Me gusta como suena.

Yo: No estoy perdiendo. Solo para que lo sepas.

Justin Timberlake: Yo tampoco.


Yo: ¿Dónde estás?

Justin Timberlake: Carbondale.

Lexi golpea la puerta.

—Despierta, Reagan.

—Estoy despierta. Ya voy.

Yo: Tengo que irme.

Justin Timberlake: Creo que debemos hablar más tarde sobre ti diciendo que no tengo
profundidad.

Yo: ¿Dije eso?

Justin Timberlake: Sí. Y estás muy equivocada. Profundo es mi segundo nombre.

Yo: ¿Profundo hasta las bolas?

Justin Timberlake: Me estoy sonrojando. Vas al grano. Pero bueno, podemos hacerlo. 67
Yo: Vete a la mierda, Titan. Ve a buscar una stripper para follar.

Justin Timberlake: Eres sexy cuando estás enojada.

Yo: Estoy apagando mi teléfono ahora.

Justin Timberlake: No, no lo haces.

Me obligo a apagarlo solo para demostrar que está equivocado, pero estoy
sonriendo. Jude Titan es peligrosamente encantador. Pero ésta pista dentro de él
solo puede ayudarme. Lo averiguaré y luego usaré lo que aprenda para salir
adelante.

—Recuérdame con quién nos estamos reuniendo —le digo a Lexi.

—Con el Presidente del Partido del Condado y funcionarios electos locales.


Necesitamos energizar y trabajar esas listas de votantes para nosotros.

—Lo tengo.
El evento es un torbellino. Sacudo un sinnúmero de manos, poso para fotos y
doy un breve discurso. Este es un grupo apasionado de demócratas locales, y les
encanta discutir temas.

Estoy completamente comprometida en todas las conversaciones y, sin


embargo, estoy comparando los brazos de un hombre que normalmente
encontraría atractivo con los de Jude. Este tipo no tiene el mismo atractivo o los
tatuajes que no puedo evitar mirar cada vez que veo a Jude.

¿Qué está haciendo en Carbondale? Estoy segura de que está encantando a un


grupo de votantes. Pero tal vez su noche acabará temprano, y tendrá tiempo libre.
¿Qué si se acuesta con otra mujer?

Odio la idea. No puedo tenerlo, pero odio pensar en él besando a otra mujer.
Todavía puedo sentir sus labios en los míos, y todo lo que quiero, es más. Más de
él. Más de lo que puedo tener con él o cualquier otra persona en este momento.

Pero el corazón quiere lo que quiere. No sé si es mi corazón o simplemente otras


partes de mi cuerpo que quieren a Jude, pero puedo admitir en secreto para mí 68
misma que lo quiero. No parece creer que soy una fría come hombres como
muchos otros. Los hombres se intimidan ante las mujeres exitosas.

Nuestras conversaciones personales son solo una forma de encontrar sus puntos débiles.
Tengo que decírmelo una y otra vez. No puedo ceder a la forma en que me hace
sentir o las cosas que me hace querer. Sería un suicidio profesional. Humillaría a
toda mi familia.

Sin embargo, hay tanto en juego para Jude. Tenemos una cosa de destrucción
mutua asegurada sucediendo. Cuando Lexi y yo nos instalamos en nuestra
habitación al final de un largo día, me lavo la cara y me cepillo los dientes,
pensando en lo que encontraré cuando vuelva a encender el teléfono. Mi estómago
revolotea con la emoción de la anticipación.

El momento en que finalmente me meto en la cama y enciendo mi teléfono, mi


corazón se hunde cuando no hay ningún mensaje nuevo. Antes de que pueda
pensarlo, escribo un mensaje para él.

Yo: ¿Aún con la estríper?


Pasan unos pocos segundos hasta que veo que está respondiendo.

Justin Timberlake: De hecho, estoy solo en la cama.

Yo: Entonces estás durmiendo con la persona que te resulta más sexy en el mundo.

Justin Timberlake: Puedo pensar en algunos lugares específicos donde me gustaría ver
esa lengua afilada tuya.

Trago duro mientras leo sus palabras, mi pulso disparándose.

Yo: ¿Es así?

Justin Timberlake: Pasé más de quince meses sin sexo cuando estaba en servicio. Soy
bueno fantaseando. Y cuando quiero a alguien, no me conformo con menos.

Por mucho que ame esta línea de conversación, tengo que hacer la pregunta que
me ha estado molestando.

Yo: ¿Crees que soy una arpía?

Justin Timberlake: ¿Qué?


69
Yo: Solo responde.

Justin Timberlake: No del todo. Creo que eres demasiado hermosa e inteligente para la
mayoría de los hombres.

Yo: Bueno, eso limita mis opciones.

Justin Timberlake: No creo que sigas considerando tus opciones.

Yo: ¿En serio?

Justin Timberlake: En serio. Y Reagan… Yo tampoco.


Traducido por Iviabernathy
Corregido por MagaPali

Jude Titan
—¡Titan! —grita un hombre mientras camino por la multitud de Carbondale,
estrechándoles la mano y besando a los bebés. Miro alrededor porque la voz me es
familiar, pero no veo a nadie—. ¡Titan!

La gente se aparta, y puedo verlo, sentado en una silla de ruedas a unos tres
metros de distancia. Estoy aturdido y no me muevo de inmediato.

70
—¿Jim?

No lo he visto desde el día en que me dieron de alta de Walter Reed. Servimos


juntos, peleamos juntos, y él estaba conmigo en ese fatídico día en que nos
emboscaron.

—Soy yo, bien —dice con una sonrisa gigante y rueda acercándose a mí.

—Por favor, a un lado —le digo a la multitud—. Un veterano estadounidense


está tratando de llegar hasta aquí.

La gente se mueve fuera del camino, y Jim se detiene frente a mí. —Mírate,
chico. Te va bien —Sonríe, y las arrugas alrededor de sus ojos se profundizan.

Luce más viejo, pero yo también. Estar en el combate le hace eso a un hombre.
Hemos visto demasiado. Experimentado cosas que ningún hombre debería. Pero
es lo que accedimos cuando nos enlistamos. Nadie nos forzó a firmar los papeles,
entregar nuestras vidas al gobierno americano durante cuatro años. Nosotros lo
escogimos y tenemos que sufrir las consecuencias.

—Lo intento —rio suavemente—. ¿Tienes tiempo para dar una vuelta por ahí?
Me encantaría ponerme al día.
Señala su silla de ruedas. —Tengo todo el día. No iré a ninguna parte
apresuradamente.

Le doy una poco entusiasta sonrisa. Es duro ver a un hombre que fu tan activo y
fuete estar sentado frente a mí en una silla de ruedas.

Levanto la cuerda y le doy espacio para que pase.

—¿Ves a ese tipo con el traje gris? —pregunto, y cuando asiente, continúo—: Es
mi gerente de campaña. Dile que estás conmigo, y te acompañará al autobús.

Jim tiende la mano y la sacudo sin vacilar.

—Gracias, Jude.

Descanso una mano en su hombro mientras estrechamos las manos.

—Es tan jodidamente bueno verte, hombre.

—A ti también —dice antes de dirigirse hacia Carl.

Sigo agitando mi mano y agradeciendo a la gente por esperarme a verme. Todo


el tiempo, no puedo sacar a Jim de mi mente. ¿Por qué está en una silla de ruedas? 71
Él todavía tiene una pierna, así que no puedo entender por qué no está utilizando
una prótesis.

Cuando solo quedan algunas personas en la multitud, me despido y me dirijo


directamente al autobús.

—Tenemos que hablar. —Carl me detiene antes de que pueda estar a tres metros
del autobús.

—¿Qué pasa? —Me detengo y ya estoy deshaciendo mi camisa.

—¿Qué tan bien conoces a este tipo? —dice "tipo" como si fuera una palabra
sucia.

Estrecho mis ojos hacia él.

—Combatimos juntos y fuimos heridos juntos. Estaba conmigo el día en que se


desató el infierno.

Se frota la barbilla y frunce los labios.

—Hmm. Podría ser útil.


Sacudo la cabeza y corto esa mierda de inmediato. —No voy a usarlo para
seguir mi campaña. Quítate esa mierda de la cabeza.

—No digas que no tan rápido. Solo piensa en ello.

Todavía estoy deslumbrado cuando le doy una rápida inclinación de cabeza y le


indico que se mueva del camino. —Danos al menos una hora antes de mostrar tu
cara en el autobús.

Mira hacia su reloj y se aparta.

—Una hora. No más. Tenemos…

—Un horario estricto. Lo sé, Carl, —exclamo por encima de mi hombro antes de
subir a las escaleras.

Cuando Jim me ve, silva.

—¿Todo esto te pertenece?

Sacudo la cabeza y me deslizo en el asiente frente a él. Su silla de ruedas se

72
encuentra en la parte trasera del autobús.

—Es alquilado. ¿Qué hay contigo? No te he visto en años.

—Estuve en un mal camino durante años, hombre. —Jim toca su descuidado


rostro, frotando los granos con las puntas de los dedos—. Apagué al mundo y a
todos en él. Me tomó años hasta que comencé a vivir de nuevo.

—¿Por qué estás en la silla? ¿El Departamento de Asuntos de los Veteranos de


los Estados Unidos8 no se encargó de tu pierna?

Asiente lentamente y suspira.

—Estoy en proceso ahora. Debería tener la prótesis uno de estos días. Tomó más
de lo que esperaba.

Me inclino y apoyo las manos en la mesa.

—¿Cuánto tiempo?

8
Departamento de Asuntos de los Veteranos de los Estados Unidos: departamento de nivel
gabinete dirigido por el gobierno estadounidense, se encarga de gestionar el sistema de beneficios a
veteranos militares en ese país
—Pude tenerla cuando salí del hospital, pero les dije que se fueran a la mierda.
No estaba de humor para lidiar con la mierda que venía con ello. Estaba muy
ocupado sintiendo lastima por mí mismo.

—¿Cuándo decidiste tener una?

—Hace seis meses. El Departamento de Asuntos de los Veteranos respalda a


todo aquel que se mueva a paso de caracol.

Mis ojos se amplían.

—¿Seis malditos meses? Eso es inaceptable. ¿Quieres que intente acelerar el


proceso?

Sacude la cabeza y ríe. —Aprecio la oferta, pero no quiero favores especiales.


Sucederá. Hay personas peores que yo que necesitan ayuda primero.

Estoy destrozado. Ningún Veterano debe tener que esperar para recuperar su
capacidad de caminar.

—No dudes en ponerte en contacto conmigo si me necesitas para intervenir.


Tengo un poco de atracción ahora que estoy corriendo para el Senado.
73
—Y una boca grande —añade antes de reír—. ¿Has oído hablar de Kurt? —Su
rostro se oscurece, y todos los rastros de felicidad desaparecen.

—No. —Mi estómago se retuerce porque sé que lo que va a decir a continuación


no es bueno.

—Se mató.

A pesar de que me preparé para las noticias, todavía me sacudió.

—¿Qué pasó? —Mi mano cubre mi boca, y siento lágrimas amenazantes. No soy
un pregonero, pero la idea de perder a un compañero de la Marina después de que
sufrió tanto me tiene en el borde.

—Se quitó la vida. Ya no podía lidiar con mierda. Supongo que todavía estaba
obsesionado por lo que pasó ese día.

Cierro los ojos e imágenes pasan por mi mente, vividas y horribles.

—Me tomó un largo tiempo aprender a lidiar con los sentimientos sobre lo que
nos sucedió, Jim. Sigo luchando con ello aún. A veces me despierto gritando y
cubierto de sudor. No sé si es algo que alguna vez superaré, pero de nuevo… —Mi
voz se tuerce y me trago el nudo en la garganta—. No quiero olvidar nunca lo que
hemos pasado. ¿Cuándo sucedió?

Se frota la frente con tres dedos y hace muecas.

—Hace unas pocas semanas. Dejó una nota para ti. Es por eso que estoy aquí.
Dejó una para todos los que estaban allí ese día. —Mete la mano en su bolsillo
delantero y saca un sobre doblado, colocándolo sobre la mesa antes de deslizarlo
delante de mí.

Estoy sorprendido y no puedo tocarlo. Aún no. Miro las letras cursivas y me
pregunto qué hay dentro.

—Querrás leerla. Te hará sentir mejor.

Mis ojos parpadean en los de él.

—¿Cómo puedo sentirme mejor? Él se fue.

Golpea el sobre con la uña dos veces antes de empujarlo más cerca de mí.

74
—Él necesitaba sacarse la mierda de su pecho y hacer las paces. Yo también
dudaba en leer la mía, Jude, pero me dio un cierre. —Comienzo a arrastrarla
lentamente cuando coloca su palma encima de mi mano temblorosa—. Haz lo que
quieras con ella.

Asiento y me muerdo los labios, inseguro de mi voz.

—Nos respetaba. Dijo que somos la única familia que ha tenido. Solo léelo. No
seas un marica.

Fuerzo una sonrisa.

—Nunca he sido un marica.

—Seguro que no, pero no puedo hablar por el hombre que eres hoy.

Cruzo los brazos delante de mi pecho y me deslizo por el asiento.

—Soy el mismo tipo, Jim. Solo planeo patear traseros de otra manera.

—Haznos sentir orgullosos, chico. —Se desliza por el asiento y sacude la media
pierna sobre el borde y señala la silla de ruedas—. ¿Puedes agarrarla para mí?

—¿A dónde vas? Creí que tomaríamos una cerveza.

—Eh, dejé de beber cuando decidí arreglar mi vida.


Me pongo de pie y lo observo.

—Nunca supe que tenías la habilidad para negarte a una cerveza. —Me rio
porque Jim encontraba tanto placer en las cervezas que es difícil imaginarlo sin
una.

—Me quedé en mi puto lugar seguro por demasiado tiempo. Cuando dejé de
beber me di cuenta de que no necesitaba estar borracho por siempre.

Coloco una mano en su hombro y lo observo sin nada más que amor en mis
ojos.

—Estoy orgulloso de ti.

—Es mutuo.

Intercambiamos miradas antes de darnos la mano.

—Si te necesito, ¿estarás disponible?

Él ríe.

—¿Por qué me necesitarías? 75


Camino por el pasillo para agarrar su silla de ruedas.

—Porque me mantendrá firme. Puedo necesitar tu ayuda o consejo. No hay


nadie en quien confiar más en este mundo que me ponga en mi lugar. —Sonrío y
sacudo la cabeza—. Siempre fuiste la primera persona que me sacudió la mierda en
el campo de batalla. Este es otro tipo de guerra.

—Llévala afuera. Voy a bajar las escaleras —dice antes de equilibrarse en su


pierna—. La política no es para los débiles de corazón.

La silla de ruedas es más pesada de lo que esperaba, pero fácilmente la llevo


fuera del autobús y la coloco en el pavimento.

—No seas un extraño, Jim. Hablo en serio de que te unieras a mí en algún


momento. Podría usar otro Marine en el camino conmigo.

Salta detrás de mí, agarrándose a la barandilla y manteniéndose firme. —Allí


estaré cuando me necesites.

Estoy vencido por emoción al pensar en despedirnos. Después de pasar tanto


tiempo juntos en el servicio, fue muy sencillo perder el contacto.
—No te dejaré ausentarte de mi vida de nuevo. —Él levanta su mano hasta su
frente y me saluda. Hago lo mismo, hinchando mi pecho con tanto orgullo—.
Nunca más.

—Te estaré apoyando. Llámame cuando sea, Titan.

—Cuenta con ello —le digo antes de despedirse y alejarse.

Cuando desaparece entre la multitud, subo de nuevo en el autobús y tomo la


carta de Kurt de la mesa. Mis manos tiemblan mientras me siento y empiezo a
abrirla.

Contengo mi aliento y me obligo a leerla.

Titan,

Eres uno de los más grandes soldados y hombres con los que he tenido el honor de servir.
Fue un honor luchar a tu lado y viéndote brillar en tu mejor momento.

Si estás leyendo esto, he decidido terminar mi viaje. Por favor, no te preguntes qué
podrías haber hecho para hacerme cambiar de idea. No hay nada que nadie pudiera haber
dicho o hecho para salvar mi alma.
76
He sido perseguido desde ese día en Anbar. Pensé que estar en el campo todos los días era
infernal, pero no me preparó para regresar a casa roto, tratando de encajar de nuevo en la
vida de civil.

He luchado con las cosas que hicimos. Las vidas que se perdieron en ambos lados debido
a las decisiones de nuestros líderes. Parece que fue todo por nada. El mundo no es más
seguro, los Estados Unidos no están más seguros que en el 11 de septiembre, pero tantas
almas se han extinguido sin pensarlo dos veces.

Cada día recuerdo las cosas que vi. Cada vez que cierro los ojos, es todo lo que puedo ver.
Mis heridas fueron las menores de mis preocupaciones cuando regresé a casa. Mi
matrimonio terminó debido a mi estrés post traumático, y no importa cuánta ayuda recibí,
no hizo nada para ahuyentar a mis demonios.

Tú, junto con los otros chicos de la unidad, son mi única familia. Con los que podía
contar para cuidar mi espalda siempre. Incluso hoy sé que, si nos encontráramos, estarías
aquí en un segundo para salvarme. Por todo lo que hiciste para salvar mi vida ese fatídico
día, te lo agradezco.
No te sientas como si me hubieras fallado de alguna manera. No puedo seguir con el
remordimiento y la tristeza que me atormentan y me mordisquean las entrañas. Solo quiero
la paz, y esta es la única manera que sé cómo finalmente encontrarla.

Siempre pienso en ti como un hermano y mi salvador. Me diste una oportunidad de


pelear, aunque no fuera lo suficientemente fuerte como para continuar con mi vida.

Mientras escribo esto, hay rumores de te estás postulando para el Senado. Aunque no
estaré allí para animarte, solo sé que estoy a tu lado. Lucha para representar a cada
Veterano que no tiene voz. Haz que todos nuestros sacrificios valgan algo. Asegúrate de que
esto no le suceda a una nueva generación de hombres.

Hónranos y danos una razón para pelear por algo que sea digno del costo de una vida.

Tu hermano siempre,

Kurt.

Mis ojos están llenos de lágrimas para cuando he terminado de leer. No tengo a
nadie a quien enviar una respuesta. Nadie para que entienda la pérdida que siento
en este momento. Kurt se ha ido. Después de todo lo que pasamos juntos, después
de todos los momentos de pánico y lucha, se ha ido. Justo así. 77
El pesar me vence. Nunca me sentí tan completamente desesperado en toda mi
vida. Incluso en la guerra, siempre tuve un plan e intenté permanecer dos pasos
por delante del enemigo. No pude hacer nada para salvar a Kurt.

Lo único que puedo hacer es luchar para ganar las elecciones y asegurarme de
que ningún otro Veterano se sienta indefenso y lo suficientemente hechizado como
para quitarse la vida.

Miro hacia abajo cuando mi teléfono emite un pitido y veo que Reagan me ha
enviado un mensaje. Mis ojos están demasiado borrosos para distinguir las
palabras. No lo leo, mi corazón no está de humor para jugar con ella hoy.

—¿Listo para ir al mitin? —pregunta Carl, llamando a la puerta.

—Vamos —le contesto y doblo la nota de Kurt y la meto en mi bolsa al lado de


la cama.

Sus palabras son solo para mí. Me darán fuerza y me recordarán por qué estoy
en las elecciones.

En un país tan dedicado a la libertad, debería haber más apoyo y atención a los
mismos hombres y mujeres que defienden ese honor todos los días.
Nadie se asegurará qué sucede a menos que esté allí para poner la pelota en
movimiento. Será mi plataforma. Nadie puede mirarme a los ojos y decir que no
entiendo lo que los Veteranos están pasando.

78
Traducido S.O.S. por IviAbernathy
Corregido por Florpincha

Reagan Preston
No puedo dejar de sonreír. Hay algo en estar en la feria en una soleada tarde de
verano vistiendo jeans y chancletas, que me hace muy feliz. Me recuerda a mi
mamá llevándome a mi hermana y a mí a la feria estatal cuando éramos pequeñas.

—Tienes azúcar en polvo en la nariz —me dice Lexi—. Y en la barbilla.

—No me avergüenzo en mi juego de comer pastel —le digo—. Esto es increíble.

—¿Segura que también quieres un batido de limonada? 79


—Completamente segura. —Me froto las yemas de los dedos sobre mi nariz y
mentón, barriendo el azúcar en polvo.

Estoy haciendo campaña en una feria del condado de Downstate, y Lexi y yo


estamos en un descanso de estrechar la mano en la tienda del condado del Partido
Demócrata. Le di el día libre a todo el personal del staff. He estado sintiendo
presión, y han estado duplicando los esfuerzos de la campaña para ayudarme.

Todavía estoy liderando en las encuestas, pero no estoy dando nada por
sentado. Con varios meses por delante hasta la elección, cualquier cosa podría
suceder.

Lex y yo recibimos un batido de limonada, y nos acercamos a los paseos del


carnaval. Mi nivel de emoción es infantil porque no fui a muchos carnavales
cuando era niña. Desde que vivimos en Chicago, no había muchos que pudiéramos
encontrar.

—Mira eso —le digo a Lexi en un suspiro.


Es un enorme tobogán con un diseño de onda. La gente sube por una escalera y
luego se desliza sobre lo que parece ser un saco de arpillera. Ni siquiera le
pregunto a Lexi, me limito a tomar su mano y volar por las escaleras.

—¿En serio? —dice con escepticismo mientras bebe lo último de su batido.

—En serio.

Ella se detiene.

—Creo que debería quedarme abajo y tomarte una foto. Podríamos usarla en los
materiales de la campaña.

Me río de todo corazón.

—Oh no. Ya tuve mucho trabajo por ser joven, lo último que necesitamos es una
foto de mí en un tobogán en el carnaval. Titan tendría un día de campo con eso.

—Es verdad —Lexi gime—. Muy bien, así que vamos al tobogán gigante.

—¡Maldita sea! —Tomo su batido y dejo caer nuestras dos tazas en el bote de

80
basura de camino para ponernos en la fila.

Me río durante todo el camino por el tobogán, mi pelo soplando detrás de mí en


la brisa y mis brazos arrojados al aire.

—Subamos de nuevo —digo tan pronto como Lexi llega al final.

Ella mira su reloj.

—Tenemos treinta y cinco minutos hasta que tengas que besar al cerdo.

—¿Besaré un cerdo? —Ya lo hice hace unos días, pero no lo menciono.

—Es para la caridad. Un hospital de niños con cáncer. La gente pone dinero en
latas para votar por quién tendrá que besar a un cerdo y tú ganaste.

Me encojo de hombros.

—Todo bien. Es por una buena causa. Y supongo que el cerdo no pensará que
un beso significa que me estoy abriendo de piernas como la mayoría de los
hombres suponen.

Lexi ríe.

—Y tampoco te sugerirá que lo beses un poco más bajo.


—¿Verdad? Me gusta este cerdo.

—Tenemos tiempo para un par de paseos antes de que tengamos que ir allá.

Una niña riendo se desliza por el tobogán en el regazo de su padre al lado de


donde estamos hablando. Los miro con nostalgia. No hubo momentos como ese en
mi infancia. Papá ha estado sirviendo como senador durante veinticuatro años, la
mayor parte de mi vida. Ha sido una carrera exigente que requiere mucho tiempo
fuera de casa.

¿Qué pasa si conozco a alguien con quien quiero casarme y comenzar una
familia? ¿Tendría que dejar a mis hijos todo el tiempo para trabajar, como lo hizo
mi padre? Ni siquiera quiero pensar en esa elección. Fue una de las razones por las
que estuve de acuerdo con mi papá cuando me animó a postularme ahora, porque
puedo dar todo por mi trabajo.

—Vamos al tobogán de nuevo —le digo a Lex—. Luego a la noria.

Ella gime en protesta.

—Reagan, esa rueda de la fortuna me hace querer vomitar. Los coches se


mueven temblorosos hacia adelante y hacia atrás. Y está oxidado. 81
—Vamos, vive un poco.

—O morir mucho.

La arrastro por el tobogán y luego me dirigiré hacia la noria.

—No me subiré a ese instrumento de la muerte —dice, sacudiendo su cabeza.

—Sabes, estaba pensando que una foto mía en la parte superior de la rueda de la
fortuna sería buena para las cuentas de las redes sociales.

Ella estrecha sus ojos.

—Puta. Sabes que quiero ser la mejor directora de campaña de todos los
tiempos, y no te diré que no.

—¡Bravo!

—Si muero, deshazte de la caja debajo de la cama de mi apartamento.

Me río de su expresión formalmente seria.


—Chica, si mueres, creo que compartiré tu destino. Explícale a tu madre sobre la
caja antes de que partamos.

—Oh, Dios. —Sus mejillas se oscurecen—. Ni siquiera puedo pensar en mi


madre viendo esa caja.

Frunzo mi ceño, curiosa.

—¿Qué demonios hay ahí dentro?

—Sólo... juguetes y cosas así.

—¿Cosas?

Ella se encoge de hombros.

—¿Recuerdas al periodista deportivo con el que salí? Era un monstruo.

—Oh, eso es correcto. —Me río tan fuerte que tengo que cubrir mi boca—.
Estaba metido en cosas realmente extrañas como una crema adormecedora para su
perilla.

—Un retardador de hombres. —Lex se echa a reír—. Y no ayudó. Todavía era un 82


hombre diminuto.

—¿Y no te compró una correa?

Ella lanza los ojos, todavía riendo.

—Oh Dios. Lo hizo. Era tan extrañamente histérico. Intenté ponérmelo, pero no
pude.

—Es muy difícil encontrar un buen hombre —le digo.

—Y encontrar una dura.

—Exacto.

Nos metimos en nuestro carrito de la rueda de la fortuna y cerramos la barra de


seguridad sobre nuestras cinturas. Lex está blandiendo la barra de metal y
murmurando sobre jóvenes moribundos. Imagino a Jude sin su camisa. Es difícil
escuchar hablar sobre un hombre duro y no pensar en él.

No respondió a mi mensaje de texto la otra noche, y no hemos estado en


contacto desde entonces. Es lo mejor. De todos los hombres con los que podría
coquetear, es la peor opción. No importa lo atractivo que sea, no puedo permitirme
distraerme. Estoy demasiado cerca de la línea de meta para arriesgarme a arruinar
todo.

Desde la parte superior de la rueda de la fortuna, miro hacia el recinto de la feria


rural. Más allá de los graneros donde se exhibe el ganado, se extienden campos de
maíz verde hacia el horizonte. Es un lugar hermoso y tranquilo.

—¿Qué te parece esa foto? —le digo a Lex—. Si te inclinas hacia fuera del carrito
podrás tomar una mejor.

—Vete a la mierda —murmura.

Me río y la empujo.

—Sólo tomaré un selfie.

Tomó algunas fotos de nosotras, y ella trata de sonreír, pero parece que está a
punto de desmayarse. Aparentemente enfrentar ruedas de la fortuna oxidadas no
era la clave para superarlo.

El color regresa a su cara tan pronto como volvemos al suelo. Ella conduce el
camino a la arena en la que debemos estar, y encontramos una multitud esperando
cuando llegamos allí.
83
—Reagan, ¿puedo tener una foto contigo? —pregunta una adolescente.

—Por supuesto.

Una foto lleva a otra, y después de haber hecho fotos y apretones de manos con
todos los que quieren, un hombre vestido con jeans con una hebilla de cinturón
grande y botas de vaquero me lleva a un pequeño escenario.

Los stands de la arena están llenos de gente. Los niños están cuidando a los
caballos y otros animales, algunos con cintas en sus cercados. Hay tierra, suciedad
fresca y olor de hierba que sospecho que no durará en el calor del verano. Pronto la
arena olerá como personas sudorosas y animales.

—Estamos honrados de tener a Reagan Preston con nosotros hoy —dice el


hombre con la hebilla del cinturón en un micrófono. Lee mi biografía y luego habla
de la caridad que recaudó el evento de besos de cerdo.

Cuando me pasa el micrófono, sólo hablo por un par de minutos. Esto no se


siente como un evento político para mí. Es un lugar donde puedo relajarme y
apartarme de los rigores de la campaña, y cuando le digo a la gente que me siento
honrada de estar aquí, lo digo en serio.
Cuando el vaquero se acerca a mí con un cerdito en sus brazos, la muchedumbre
ruge a la vida. Es pequeño y rosa y lindo como el infierno. Ojalá pudiera
llevármelo conmigo.

—Este es Mortimer —dice el vaquero al micrófono—. ¿Estás lista para hacerle


frente?

Me inclino para hablar en el micrófono.

Muy lista. Mortimer es más lindo que la mayoría de los chicos con los que he
estado.

La gente se ríe y aplaude cuando el vaquero sostiene a Mortimer, y me inclino


hacia delante para besarle el hocico. Es suave y firme al mismo tiempo. Oigo el clic
y veo el parpadeo de las cámaras capturando este momento.

El vaquero pone a Mortimer en mis brazos, y lo acurruco cerca. Él está alrededor


de mi rostro, olfateando y haciendo sonidos raros. Los fotógrafos de noticias y mi
fotógrafo de campaña siguen tomando fotos para disfrutar del momento. Me hace
desear tener una mascota.

—Eres una buena candidata, señorita Preston —dice el vaquero al micrófono—. 84


Te están invitando también a participar en la persecución de cerdos, pero te
daremos pase libre si quieres mantener la ropa limpia.

Me guiña un ojo y está a punto de continuar cuando me inclino y digo:

—No me preocupa que mi ropa se ensucie.

La gente en las gradas aplaude y gritan su aprobación.

El vaquero me da una mirada escéptica.

—¿Crees que puedes atrapar un cerdo embarrado, citadina?

—Lo haré lo mejor posible.

Él lanza la cabeza hacia atrás y se ríe. La gente está amando esto. Ni siquiera
estoy segura de en qué me he metido, pero ¿qué tan malo puede ser?

Tengo mi respuesta cinco minutos más tarde cuando estoy de pie en el centro de
la arena con un puñado de adolescentes. Nuestra misión es atrapar el cerdito
casualmente caminando alrededor de una gran zona cercada y muy fangosa.
Lexi está observando desde el banquillo, y me encuentro con su mirada. Ella me
mira como si hubiera perdido la cabeza. Tal vez lo haya hecho. ¿Por qué es
imposible que me retraiga de un desafío?

Amarro mi cabello largo en una cola de caballo mientras el vaquero lee las
reglas a toda la arena. El primero en atrapar al cerdo gana $100. Decido donar el
dinero al hospital de cáncer para niños si gano.

Soy yo, tres jóvenes y una adolescente. El chico que está a mi lado está mirando
mi pecho, y le doy una mirada aguda. Él sólo sonríe y se coloca la gorra de John
Deere.

Cuando el vaquero nos dice que empecemos, los adolescentes salen corriendo.
Me quedo atrás, mis chancletas aplastando el barro.

El pequeño cerdo ve lo que hay y sale para el otro lado del recinto. Uno de los
muchachos bucea por él y termina plantando el rostro en el barro.

Está llegando a mi, así que me agacho y me acerco más. Estoy a sólo unos
metros del cerdo cuando una de mis chancletas se desliza en el barro, y me caigo
de culo.
85
La multitud ruge con diversión. El lodo es grueso y húmedo, y estoy cubierta
con él. Me imagino que estoy toda cubierta, así que podría también atrapar ese
cerdo. Me arrastro hacia él sobre mis manos y rodillas, viendo a dos de los
muchachos encerrándolo en el otro lado. Uno de ellos se lanza, y el cerdo chilla y
despega en mi dirección.

Lo alcanzo, agarrándolo por sólo un segundo antes de que se deslice a través de


mis dedos fangosos. Luego pierdo el control y termino boca abajo en el barro.

Bueno, esta no fue mi mejor idea. Tengo barro en todas partes, desde mi cabello
hasta entre mis dedos. Mi autobús de la campaña está a un kilómetro de distancia,
por lo que será un paseo divertido.

Si estoy de pie, simplemente me deslizo y vuelvo a caer, así que me arrastro


hasta el borde del recinto. Estoy debatiendo si seguir persiguiendo al cerdo que
nunca podré atrapar, cuando veo un par de brillantes zapatos de vestir negros en
el exterior del recinto. Estoy a sólo un par de metros de distancia, y casi odio mirar
hacia arriba porque tengo una sensación de hundimiento en mi estómago.

Paso una mano cubierta de barro sobre mi perfil para alejar mi pelo de mis ojos
mientras levanto la vista. Los zapatos conducen a un traje oscuro hecho a medida,
una corbata roja brillante sobre una camisa blanca con las mangas enrolladas, y
luego hasta una cara cubierta de barba oscura con una sonrisa que conozco muy
bien.

—Hola, Reagan —dice Jude.

86
Traducido por Mary_08
Corregido por Florpincha

Jude Titan
Incluso cubierta de barro, ella es impresionante. Este es un lado de Reagan que
nunca esperé ver, especialmente no en medio de una campaña. Miré desde las
gradas mientras ella perseguía al cerdo, no pude de controlar risa cuando cayó
sobre su trasero.

No esperaba con ilusión la feria hasta que oí que Reagan estaría allí también.
Tenía nuestra reunión planeada de manera diferente en mi cabeza, pero esto es casi
mejor.
87
—Jude —dice con los ojos muy abiertos como si fuera un ciervo atorado ante las
luces de los faros mientras me mira. Ella suaviza otro mechón de pelo fangoso y
aclara su garganta.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Lo mismo que tú, pero no pienso besar un cerdo.

Ella se encoge de hombros y una pequeña sonrisa se arrastra por su cara.

—No fue mi primero.

Está tratando de llegar a mí, pero no la dejo.

—Estoy seguro de que puedo encontrarte algo mejor para besar.

Levanta una ceja recubierta. La oscuridad del barro hace que sus ojos se
destaquen más y parezcan más grandes.

—Estoy bien —dice con un gruñido.

—¿Cómo has estado? —Me siento mal porque no le he escrito en días. Después
de encontrarme con Jim, todo cayó en el camino excepto por la campaña y la
preparación. Tampoco estaba bien mentalmente para hablar con ella. Cualquier
alegría había desaparecido hasta esta noche.

Verla de nuevo hizo que mi estómago se volteara, y hacía que todo lo demás
desapareciera.

—Bien. —Su respuesta es corta y abrasiva—. Tengo que ir a limpiarme. Fue


bueno verte. —Empieza a alejarse, pero le agarro el brazo.

Aflojo mi agarre cuando ella mira mi mano alrededor de su bíceps.

—Reagan, no te vayas.

Sus ojos entrecerrados vienen a los míos.

—Quítame las manos de encima, Jude.

Mi mano cae y ahora está cubierta de barro, pero ni siquiera me importa. No


estoy listo para que se marche.

—Lamento no haberte enviado mensajes de texto.

Se encoge de hombros a mi lado y mira hacia adelante, evitando mis ojos. 88


—No me debes una disculpa.

—Si lo hago. —Doy un paso atrás y me meto en su línea de visión otra vez. Mis
dedos se acercan a su barbilla y la obligan a mirarme, olvidando dónde estamos.

—No —susurra y cierra los ojos—. La gente nos verá.

Aprieto los dientes, pero dejo caer la mano.

—He tenido unos malos días. Quería hablar contigo, pero no pude encontrar las
palabras.

—Hola, no es muy difícil.

Puedo ver el dolor en sus ojos, y eso me atormenta.

—Lo sé. ¿Te reunirás conmigo esta noche? Necesito hablar contigo.

Me mira con sospecha y retuerce sus manos pantanosas frente a ella.

—No lo sé, Jude.

—Por favor, Reagan —le suplico.


Sus labios se fruncen cuando finalmente arrastra sus ojos a los míos.

—Bien. ¿Dónde te estás quedando? Intentaré escabullirme.

Exhalo, aliviado de que finalmente accediera.

—Estoy en el Plaza.

—Mierda —murmura y cubre su cara con una mano fangosa—. Yo también.

Mi sonrisa es imparable.

—Serendipia9.

—Mala planificación —me dice mientras sacude la cabeza.

—¿Cuál es el número de tu habitación?

—No lo recuerdo.

—Envíame el número una vez que te hayas limpiado, y yo pasaré.

—¡No! —Sus ojos se agrandan—. Tendremos que encontrar otro lugar para
vernos. 89
—Bien, ven a mi cuarto —le digo—. Es el 407.

—Ugh —ella gruñe—. Creo que estoy en 409.

Meneo las cejas, y una sonrisa astuta se arrastra por mi rostro.

—¿Sabes lo que tiene mi habitación?

—¿Qué? —Rueda los ojos y suspira.

—Una puerta de conexión.

—Oh, joder —gime—. No puede ser.

—Vamos. —Levanto mi barbilla y sonrío más amplio—. Es perfecto. Nadie nos


puede ver si ni siquiera tenemos que salir de nuestras habitaciones para vernos.

—Fabuloso —dice en un tono sarcástico.

9
Serendipia: es un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando
se está buscando otra cosa distinta.
—¡Reagan! —Lexi grita y se acerca a nosotros rápido y furiosa. Sus ojos saltan
entre nosotros—. Jude.

—Oye, Lexi. Es bueno verte otra vez.

—Siempre es un placer —dice y toca su cuello apenas sobre su pulso—. ¿Vas a


ensuciarte allí? —Ella se dirige hacia la arena detrás de ella.

—Quiero ensuciarme más tarde, pero no con un cerdo. —Miro a Reagan, pero
ella no parece divertida.

La boca de Lexi se abre y se cierra mientras sus cejas surcan.

—Bien... Um...

—Las dejaré ir señoritas. Reagan. —Asiento hacia ella y luego me despido


mientras me alejo.

Ni siquiera tengo que mirar para saber que Reagan me está disparando dagas
con los ojos. Sus susurros son demasiado tranquilos, pero escucho claramente mi
nombre. Paseando por las puertas de la arena, me limpio el barro de mi palma y
tiró mi pañuelo a la basura más cercana.
90
—Jude. Oh, Dios mío, es Jude Titan —grita una mujer y llama la atención de una
pequeña multitud a unos tres metros de distancia.

—Hola— digo y sumerjo mi cabeza, preparándome para el ajetreo de la gente


mientras corren en mi dirección.

Esto se está convirtiendo en la norma. Últimamente y cada vez más, no puedo


moverme libremente sin ser visto después de aparecer en la televisión. Carl tiene
mi rostro bien visible en cada anuncio televisivo.

Dijo que tengo una cara que no debe ser ocultada. Alguien más podría
ofenderse de que esté usando mi apariencia para ganar el voto femenino, pero
después de recibir la carta de Kurt, no me importa lo que se necesite para ganar. Lo
haré.

Excepto por Reagan.

Nunca haría nada para arruinarla que me involucre. Nuestro beso nunca llegará
a ser de conocimiento público, incluso si estoy perdiendo en las urnas la noche
anterior a las elecciones. Ella es mi línea dura. Soy honorable de esa manera...
Otros, no tanto.
Me quedo hasta que agito cada mano y respondo a las preguntas de las
personas que se han reunido alrededor. Aunque estoy tratando de mantener mi
mente centrada en mis respuestas, todo lo que puedo pensar es en Reagan. Sonrío
cada vez que la imagino cubierta de barro.

—Lo siento por llevármelo, amigos —dice Carl detrás de mí, y estoy agradecido
por la salvación—. Espero que estén en nuestro mitin mañana en el centro de la
ciudad.

—Oh sí. No nos lo perderíamos —dice una hermosa mujer antes de que ella y
sus amigas rompan en un ataque de risa—. Amamos a Jude.

—Gracias —digo y sonrío—. Espero verlos a todos de nuevo mañana. —Trato


de no hablar directamente con las mujeres, sino con toda la gente. Carl ha sido
muy estricto sobre mi interacción con las mujeres votantes. Debo ser amable,
sonreír mucho, pero en ninguna circunstancia debo parecer que estoy
coqueteando. Definitivamente no estoy autorizado a parecer que estoy atendiendo
a las mujeres en las multitudes.

91
Tres horas y un montón de comida de la feria más tarde, vuelvo al hotel.
Después de calmar a Carl cuando se dio cuenta de que estábamos en el mismo
hotel de nuevo, me dirijo directamente a mi habitación. Para el momento en que
estoy en el cuarto piso, estoy prácticamente saltando por el pasillo. Reviso los
números mientras paso, asegurándome de que su habitación esté al lado de la mía.
Estoy impaciente, inserto la llave de la manera equivocada, golpeando contra la
puerta cuando trato de abrirla.

—Maldita sea —susurro, girando la tarjeta en mi mano.

Cuando finalmente la coloco dentro, resisto el impulso de golpear su puerta


inmediatamente. Necesito darme una ducha. Era más húmedo que de costumbre
en esta época del año, y mi sudor mezclado con grasas fritas no me hacía ningún
favor.

Me ducho más rápido de lo normal, no queriendo entretenerme, y preocupado


de que Reagan se desmaye de agotamiento. Me deslizo en mis pantalones favoritos
de correr y una camiseta, a pesar de que prefiero no ponérmela. Si alguien nos
viera, pensaría que algo más está pasando. No puedo arriesgarme.
Tampoco quiero darle a Reagan la idea equivocada. Necesitamos hablar esta
noche y nada más. Ella me pone tan caliente, pero no es bueno para ninguna de
nuestras carreras. Después de rociarme de colonia, arrastro mis manos a través de
mi pelo y lo suavizo. Cuando estoy a punto de golpear, me congelo. Son solamente
las nueve, y me pregunto si Lexi está allí con Reagan.

Mi culo encuentra el borde de la cama, y agarro mi teléfono que tiré allí cuando
me desvestí.

Yo: Estoy aquí.

No hay respuesta de inmediato, pero oigo voces a través de la puerta.


Rápidamente me levanto de la cama, apoyo mi oído contra la madera y contengo el
aliento.

—Estoy cansada —dice Reagan y hace un bostezo tan exagerado que puedo
oírlo.

—Ya es tarde. Será mejor que vayas a dormir. Estaremos aquí un día más, para
que puedas relajarte un poco. Te veré en el desayuno, ¿verdad? —pregunta Lexi.

—Voy a entrenar en la mañana. Voy a desayunar a eso de las nueve. 92


Supongo que me levantaré temprano para mi entrenamiento también. No me
perdería verla en su lycra apretada y sujetador deportivo, especialmente si es entre
eso y dormir.

—Perfecto —dice Lexi, y entonces escucho la puerta de Reagan abrirse y


cerrarse.

Me retiro en caso de que ella la abra, y me siento en el borde de la cama para


parecer indiferente. Estoy esperando, pero no pasa nada. Tal vez ella ha decidido
no hablar conmigo esta noche. El pensamiento me hace apretar el estómago.

Yo: ¿Podemos hablar por favor?

Cuando la cerradura de nuestra puerta de conexión se mueve, me pongo de pie


y meto las manos en los bolsillos. Estoy tratando de parecer indiferente como si no
estuviera mirando la puerta, esperando a que la abra.

—Oye —le digo y sonrío.

—Hola. —La mirada en su rostro no dice que ella está tan emocionada como yo,
pero abrió la puerta, y eso significa algo.
—¿Quieres entrar?

Asiente y camina lentamente hacia mi habitación y mira a su alrededor.

—Hmm —murmura con los labios cerrados.

—¿Qué? —pregunto y sigo sus ojos.

—Pensé que estaría más desordenado aquí.

Me río y sostengo mi estómago.

—El ejército no permite el desorden. Algunos hábitos difícilmente mueren.

Estoy siendo honesto. Pero hay noches en que llego a un hotel, entonces tiro mi
ropa en el suelo y no me importa una mierda si la habitación está ordenada. Estoy
demasiado cansado para preocuparme.

—¿Quieres una copa? —Estoy siendo cordial y evaluándola. Las cosas están
tensas entre nosotros, más tensas que la noche en que la besé.

—Agua estaría bien.

—Tengo cerveza o whisky —miento.


93
Deambula hacia la mesa y las sillas cerca de la ventana y se sienta con la espalda
recta, doblando las manos en su regazo.

—Whisky, limpio.

Mi corazón late dentro de mi pecho, y estoy tratando de parecer como si nada


sucediera cuando empiezo a servir su bebida y una para mí. Ella es informal con su
pelo en un moño indecente encima de su cabeza, todavía húmedo de la ducha, y
coloridos leggins con una camiseta de gran tamaño.

—Lo siento por no enviarte mensajes —le digo cuando me siento frente a ella y
deslizo su vaso sobre la mesa.

—Estamos ocupados. —Se encoge de hombros y mira el licor ámbar—. No


tienes lealtad conmigo, Titan, y ciertamente no me debes una excusa.

—Pero estás equivocada. —Espero hasta que ella me mira antes de hablar de
nuevo—. Sé que piensas que estoy jugando con tu cabeza, Reagan, pero no lo
estoy. —Le di una sonrisa desanimada, pero su rostro es ilegible—. Cuando te
besé, éramos sólo dos personas sentadas en un banco y en el momento. Yo no era
Jude Titan, tu oposición. Sólo un chico y una chica que actuaron sobre la atracción
que ambos sentimos.

No me dice nada, pero sus ojos vuelven a su vaso, así que continúo.

—Después de verte, el día en que nunca respondí, me encontré con un viejo


amigo de los Marines. Combatimos juntos y formábamos parte de la misma
unidad en Anbar, la que fue atacada. Él vino a darme algunas noticias, y no he sido
capaz de superar lo que me dijo. —Las lágrimas podrían caer fácilmente si no
mantengo mis ojos en ella.

—Jude —susurra, mirando desde debajo de sus pestañas.

Sacudo la cabeza, aclarando mi garganta y sintiendo que necesito explicarle


todo.

—Es como si estuviera en un túnel, incapaz de encontrar la luz que tanto


necesito. No importa lo duro que la persigo... se queda fuera de alcance. —Mis
dedos se clavan en mi pelo, y empuño mis manos—. A veces caigo en el patrón y
dejo que mi pasado dicte el momento, pero he crecido al superar la parálisis que
me causa. Hasta que vi a Jim.
94
—¿Qué dijo? —pregunta suavemente.

—Ha traído una carta de un hombre con el que ambos servimos, alguien que no
pudo llegar hasta el final del túnel. Se quedó atrapado y lisiado por la oscuridad.
Jim me entregó una carta que Kurt escribió antes de que se suicidara.

Permanece en silencio, su barbilla temblando mientras me mira. Se estira a


través de la mesa y pone su mano encima de la mía.

—No es tu culpa —dice suavemente, acariciando mi piel debajo de las yemas de


sus dedos.

—Siempre siento que soy parcialmente culpable —suspiro, pero no muevo mi


mano. Su toque me calma—. No estaba allí para él cuando más me necesitaba,
Reagan. Todo el mundo le falló.

Todo su cuerpo está inmóvil, excepto por sus dedos aún presionados contra mi
piel.

—¿Cómo le fallaste?
—Si hubiera estado allí para él, tal vez todavía estaría vivo hoy —lo admito y es
tan doloroso que cierro los ojos. Finalmente, decir las palabras se siente como si
una daga se está retorciendo en mi intestino.

Ella pone su otra mano en mi antebrazo justo sobre mi tatuaje.

—No puedes pensar así, Jude.

Me duele el pecho y la parte posterior de mi garganta arde cuando hablo.

—¿Cómo estoy equivocado, Reagan?

—No hiciste nada malo. A veces la gente no puede ser ayudada. Incluso si
estuvieras allí con él, puede que todavía... —Su voz se desvía.

Suspiro.

—Lo sé, pero no hace que duela menos el que no estuviera ni siquiera allí para
intentarlo. Es una de las razones por las que estoy más decidido que nunca a ganar
esta carrera.

95
—Oh. —Su voz es baja, y casi no la oigo cuando habla, excepto que veo sus
labios moverse—. No hacemos lo suficiente por nuestros veteranos. Algunos
regresan de una guerra quebrados mental y físicamente, y no hay suficientes
servicios para ayudarles. Luchan por nuestra libertad, pero se olvidan fácilmente.

Su cabeza se inclina, y su desordenado moño cae a un lado. Ella agarra mi brazo


en su mano.

—¿Cómo fue?

—No es nada como lo que muestran en las películas. Es mucho peor. Ni siquiera
sé si puedo ponerlo en palabras. ¿Alguna vez has visto a alguien morir? No estoy
hablando en un hospital lleno de analgésicos.

Sus cejas se fruncen y se muerde el labio inferior.

—No.

Resisto el impulso de moverme, porque su piel contra la mía es lo único que me


impide perderla.

—No es pacífico. La peor parte es cuando estás tratando de salvar tu vida y las
vidas de los que te rodean mientras tu amigo se encuentra en el suelo muriendo y
suplicando que lo salves, pero no importa qué... no puedes.
Ella mira hacia abajo y cierra los ojos.

—Eso es horrible.

—La muerte es violenta y definitiva. La guerra es más aterradora que cualquier


otra cosa que haya pasado. Preguntándote cada día si verás el sol ponerse de
nuevo o ver el color cobrar vida en la mañana. No hay un momento de paz. Lo
único que tenemos en combate es el uno al otro, y cuando uno no puede ayudar a
la única persona que está contando contigo es un sentimiento devastador.

Ella me mira con lágrimas en los ojos.

—Pero has salvado a Kurt.

—Lo hice, pero ¿para qué? Pasó meses y meses de tratamiento para reparar su
cuerpo lo mejor que pudo, pero no hicieron lo suficiente para ahuyentar a sus
demonios. Es de lo que todos estamos huyendo, pero algunos de nosotros somos
mejores que otros en tratar con ello.

Cuando ella levanta su mano de mi brazo, busco en la bolsa de lona detrás de


mí y saco la carta de Kurt.

—Aquí —digo y le doy el papel cuidadosamente doblado—. Lee lo que dijo. Tal
96
vez entenderás por qué esto es tan importante para mí.

Asiente pero no dice una palabra, mirándome mientras despliega la hoja. No


puedo verla leerlo. Lo he leído al menos cien veces desde que Jim me la dio. Me
acerco a la cama y dejo mi cuerpo caer hacia atrás sobre el colchón.

Miro hacia el techo y me pregunto en qué parte está. Ella está resoplando, y por
el rabillo del ojo puedo verla enjugar sus lágrimas. El papel se arruga antes de que
se cierna sobre mí.

—Jude —susurra mientras se sienta a mi lado—. No sé qué decir.

Deja caer la cabeza, y sus manos se retuercen en su regazo.

Ella está sintiendo sólo una parte de lo que sentí al leer la carta. Lo viví con él.
Pensaba en él como un hermano. Perder a alguien de esta manera es devastador.

Ruedo y me siento. Mi mano se enrolla en la parte posterior de su cuello, mi


palma descansando contra su mejilla y mi pulgar presionando contra la esquina de
su hermosa y rosa boca.
—No hay nada que decir, Reagan. No hay palabras para lo que he visto y lo que
llevó a Kurt al olvido. Todo lo que queda es sentir.

Antes de que pueda responder, me inclino hacia delante y aplasto mi boca


contra la suya. Necesito sentirme y perderme en algo que no sea la desesperación.
Reagan es la única persona que me hizo sentir un poco de felicidad en más años de
los que me importa admitir.

¿Mi decisión de correr más duro y hacer lo que sea necesario para ganar arruina
cualquier cosa que podamos tener?

Estoy viviendo el momento, no estoy preocupado por lo que traerá el mañana.

En este momento, no importa. Todo lo que importa es perderme en la sensación


de sus labios llenos, suaves y apretados contra los míos.

Cuando mi lengua entra en su boca y se encuentra con un gemido, me pierdo en


un abismo diferente.

97
Traducido por Mary_08
Corregido por Florpincha

Reagan Preston
Nunca he sido besada de este modo. La lengua de Jude me está reclamando; sus
labios están buscando. Mis suaves curvas se moldean contra sus tensos músculos,
cada cresta encuentra un valle hasta que no queda nada de espacio entre nosotros.

No puedo pensar. Ahora que Jude me ha mostrado su lado vulnerable, todas las
apuestas están pagadas. Necesito sentirlo y probarlo. Cualquier consuelo o
redención que esté buscando, quiero ser la única en la que lo encuentre.

Cada nervio en mi cuerpo responde al hambre primitivo que él provoca en mí. 98


Cuando su mano alcanza detrás de mi cabeza para ahuecar mi cuello, gimo
suavemente y su otra mano refuerza su agarre en mi trasero.

Me levanta un poco y se mueve hacia adelante, poniendo su rodilla entre mis


muslos y descansando en la cama. Y maldita sea, me gusta.

Contengo el aliento, y él no se lo pierde. Cuando tira sus labios de los míos, veo
la sonrisa que amo odiar u odio amar, dependiendo del día.

—¿Te gusta que separe esas piernas, Reagan?

—Se sintió más como un leve empujón para mí, Titan —digo en reto, mi corazón
tronando de emoción.

Él arquea las cejas con diversión.

—Suave, ¿eh?

Cuando presiona su palma entre mis pechos y me empuja al colchón, mi suspiro


es medio sorpresa, medio excitación. Tan pronto como mi espalda golpea la cama,
él está encima de mí, su rodilla detrás entre mis muslos. Siento calor en todas
partes, desde su cuerpo, el mío, entre mis piernas e incluso dentro de mi pecho.
Lo rasposo de su barba en mi cuello hace que mi piel hormiguee y mi espalda se
arquee. Siento su gemido contra mi garganta. Saber que lo excito es como
combustible en un incendio que ya arde. Extraigo mi rodilla, tratando de poner mi
pierna alrededor de la suya, así puedo envolver ambas piernas alrededor de su
cintura y sentirlo todo presionado contra mí.

Hunde su rodilla en el colchón, y otro gemido vibra de su pecho al mío. Suspiro


mientras su lengua dibuja un rastro ligero a lo largo de mi clavícula.

Cuando me agarro de sus hombros y tiro de mi rodilla de nuevo para que pueda
sentir su erección presionando contra mi centro en lugar de su rodilla, levanta la
cara de mi cuello y se encuentra con mis ojos.

—No. —Su tono es serio y tenso, pero firme.

—Sí —digo, sosteniendo su mirada mientras me meneo debajo de él en un


esfuerzo por conseguir lo que quiero. Es más que querer en este punto; me está
doliendo sentir la erección de Jude contra mí.

—Reagan —dice, su voz ahora atada con advertencia—. No.

Está respirando con dificultad, y la excitación se agrupa en sus ojos oscuros y 99


estrechados. Él quiere esto, también. Pero más quiere controlarme.

—No me digas que no —digo, mi tono coincide con el suyo.

—No tienes ni idea de lo difícil10 que es.

—Exactamente. Y lo quiero.

La esquina de su boca se convierte en una sonrisa.

—Eso no es lo que quise decir, pero estoy duro como la mierda ahora.

—Mmm. —Le sonrío de nuevo, mi pecho subiendo y bajando con la emoción


que siento—. Todo habla, Titan, hasta que lo demuestres.

Él toma mis muñecas, moviéndolas de sus hombros y fijándolas a la cama sobre


mi cabeza antes de que yo sepa lo que está sucediendo.

—No me tengas miedo —susurra—. No me temas, Reagan.

—No tengo miedo. —Mi voz es susurrante.

10 Juego de palabras en el original: Hard: duro o difícil.


—Tus ojos están enormes ahora mismo.

—Porque estoy abrumada —admito—. Soy una buena chica, Jude. Siempre hago
lo correcto. Nunca me arriesgo. Siempre estoy bien. Pero pierdo el control cuando
estamos solos. Lo pierdo por ti.

—¿Crees que estoy en control ahora mismo?

Sonrío.

—Me parece que estoy atrapada debajo de ti y suplicando.

Su mirada se oscurece aún más, y su sonrisa se desvía.

—Me encanta como suena eso. Pero también estoy en el borde, Reagan. Si mi
polla toca cualquier parte de ti, estoy hecho.

Él está sosteniendo su complexión grande y poderosa encima de mí, sus manos


en mis muñecas, la única parte de él que me toca hasta que baja su nariz a mi
rostro y la cepilla suavemente al lado de la mía. El gesto es sorprendentemente
dulce, y pone mi cuerpo en llamas por él de nuevo.

Capturo sus labios con los míos y lo beso profundamente. Estoy inmovilizada, 100
así que tengo que mostrarle cuánto lo quiero sólo con mi boca. Llevo su labio
inferior entre mis dientes y él gime de nuevo.

—Mierda —dice suavemente.

Un fuerte ruido suena en la puerta. Mis labios se separan en shock y salto.

Mierda. ¿Qué estoy haciendo aquí? Me arrastro de la cama, alisando mi cabello


mientras corro hacia la puerta entre nuestras habitaciones.

—Oye —susurra Jude mientras tomo la manija de la puerta.

—Déjame entrar, hombre —dice una voz profunda. Hay otro golpe. Es Carl, el
director de campaña de Jude.

Bloqueo los ojos con Jude por sólo un segundo antes de abrir la puerta
rápidamente, deslizarme y luego bloquear el cerrojo del otro lado. Por unos
segundos, estoy de pie con la espalda contra ella, mi corazón todavía palpitando
ansiosamente.

—¿Qué haces? —pregunta Carl—. La televisión no está encendida.

—Estaba durmiendo —contesta Jude—. ¿Necesitas algo?


—Tengo buenas noticias. Dame una copa, ¿quieres?

—Consigue tu propia bebida de mierda. La nevera está llena.

Carl aparentemente camina hacia la nevera porque lo oigo preguntarle a Jude:

—¿Quieres una?

—Sí, tomaré una cerveza.

A través de las delgadas paredes de papel, puedo escucharlos casi tan


claramente como si estuviera en la habitación con ellos.

—Así que... —Carl dice—, el tipo que contraté para cavar en los Preston regresó
con una puta mina de oro de información.

—¿Sí? —pregunta Jude, su tono plano y desinteresado.

—Tenemos dos pistas muy prometedoras para trabajar. ¿Conoces a la hermana


menor de Reagan, Abby?

Mi pulso se levanta ante la mención del nombre de mi hermana. Ese cabrón Carl
se arrepentirá si intenta ir tras ella. 101
—Sí, ¿qué hay de ella? —indaga Jude.

—Aparentemente, ella tuvo un aborto en la universidad.

Entierro mi cara en mis manos. Aunque es cierto, es algo que daña


profundamente a Abby, y no tiene cabida en una campaña política. Es todo lo que
puedo hacer para no abrir la puerta y atacar a Carl.

—¿Y qué? —dice Jude—, eso no tiene nada que ver con Reagan.

—Cierto —responde Carl, su tono adulador—. Pero tiene algo que ver con el
senador Preston. Al parecer, condujo a Abby a la clínica y no la dejó ir cuando dijo
que no podía seguir adelante con ello.

Eso también es verdad. Abby estaba inconsolable por todo el asunto, y nuestros
padres le dijeron que el aborto era su única opción. Dijeron que era mejor para ella.
Abby nunca se perdonó por escucharlos.

—¿Es eso? —pregunta Jude, su tono todavía suave.

—¿Es eso? —repite Carl, incrédulo—. Parece que nuestro senador enfocado en
la familia obligó a su hija a hacerse un aborto. Esto vino de alguien dentro de la
clínica. Sucedió, Jude. Podemos golpear la credibilidad del senador con esto, que
también afectará a Reagan.

—No, no quiero.

—¿Estás jodiendo conmigo?

Jude levanta un poco la voz.

—¿Parece que estoy bromeando? Eso no tiene nada que ver con Reagan o con
esta campaña. No me interesa.

—No te preocupes, tu nombre no estará cerca de ello —dice Carl.

—Dije que no, y lo dije en serio. No estoy destruyendo a Abby Preston por unos
cuantos puntos políticos.

Suspiro suavemente, lágrimas de alivio quemándome los ojos. No podía


soportar ver a mi hermana herida por mi campaña. Ella es una maestra con un
novio serio, y no merece tener un doloroso secreto de su pasado resucitado por mi
oponente político.

—Veremos cómo te sientes cuando las elecciones estén más cerca —murmura 102
Carl.

—Sentiré lo mismo. Mejor perder con honor que ganar con engaño.

—Creo que estarás interesado en la otra cosa que mi chico desenterró.

—¿Por qué no hablamos de eso mañana? —dice Jude—. Estoy cansado.

¿Sabe que puedo escuchar la conversación? Me pregunto si él quiere evitar herir


los sentimientos de la mujer que hacía un momento estaba poniendo caliente y
pesada, o mantener en secreto los detalles de su campaña a su oponente.

—Es demasiado bueno —dice Carl—. De vuelta en sus días de universidad,


Reagan aparentemente lo tenía mal, realmente mal, por un hombre mayor. Un tipo
involucrado en la política.

—Eso fue hace mucho tiempo —dice Jude.

—Tal vez. Tal vez no. Podría estar teniendo un asunto a largo plazo con un
hombre casado o algo así.

Pasan unos segundos de silencio.


—¿Crees que haría eso? —pregunta Jude.

—Esa perra loca no se acuesta con ningún tipo promedio —dice Carl. —Ella es
una come hombres.

—Oye, cuida tu boca —expresa Jude—. No seas idiota.

—Bueno, ¿te la vas a follar? Mierda, probablemente discutiría todo el tiempo.

—Sigues siendo un idiota —indica Jude bruscamente—. Y no me importa un


carajo por quien solía tener un enamoramiento en la universidad.

—Fue más que tener un enamoramiento. Este tipo fue su primero. Mi tipo se
enteró por una de las hermanas de la ex hermandad de Reagan. Ella estaba muy
desesperada por él, y él le rompió el corazón.

—Ahí tienes, entonces. Ningún asunto a largo plazo para perseguir.

—Nuestra fuente dice que Reagan estaba decidida a recuperarlo. Creo que
deberíamos seguir cavando.

103
—De acuerdo —dice Jude, despectivamente—. Pero cualquier cosa que
encuentres viene a mí para una decisión final.

—Tengo una sensación acerca de esto —dice Carl—. Creo que podría ser el
golpe que necesitamos para derribarlo. ¿Tienes a alguien aquí? ¿Por qué hay dos
vasos en la mesa?

Me alejo de la puerta, sintiendo un enfermo revoltijo en mi estómago. Carl tiene


razón. Si descubren de quién mi hermana de hermandad traidora estaba hablando,
no será bueno para mí. Sólo el pensamiento de lo que sucedió con él me hace
encogerme. Era joven y estúpida.

Ha sido un infierno de día. Estoy emocionalmente agotada. No puedo ver a Jude


otra vez esta noche. Ni siquiera tengo suficiente en mí para mantener una
conversación por mensajes de texto. La puerta entre nuestras habitaciones ya está
cerrada desde mi lado, así que me pongo mis auriculares inalámbricos, apago las
luces, y me meto en la cama con algo de música.

Mierda, se está poniendo real. Sabía que Jude tendría gente mirando mi pasado,
como yo tengo gente buscando en la de él. Pero escuchar a Carl hablar del dolor
de mi hermana de una manera tan callosa era casi demasiado. Prefiero que Jude y
su campaña me persigan más a mí que a mi familia.
No hay mucho que averiguar sobre mí. Lo dije en serio cuando le dije a Jude que
soy una buena chica que siempre hace lo correcto. El investigador de Carl debe ser
bueno, porque encontró la única cosa que he hecho que me avergüenza.

Oigo un sonido de golpeteo, y miro a través de la oscuridad en el contorno de la


puerta entre mi habitación y la de Jude. Saber que está en el otro lado trae un
aluvión de emociones: miedo, excitación, incluso ira. No puedo confiar en él; es mi
oponente. Cuando hago algo mal, él tiene gente dispuesta a atacarlo, como acabo
de oír.

Pero entonces recuerdo su lado que vi antes. El hombre emocionalmente herido


que luchó por su país y soportó más de lo que nadie debería tener que hacer. El
hombre que acaba de perder a un amigo querido y se siente responsable. El
hombre que quería perderse en mí.

Ojalá pudiera perderme en él también. Llegué tan cerca antes de que el golpe de
Carl en su puerta nos interrumpiera. Ojalá pudiera ser una mujer y sentir en lugar
de ser un candidato político que siempre tiene que pensar, planificar y calcular.

Pero no puedo. He trabajado duro para llegar hasta aquí, y no puedo dejar que
me descarrile un hombre, no importa lo atraída que estoy por todo lo relacionado
con él.
104
Hay otro golpe en la puerta. Siento una atracción física para abrirla y ver su
mirada oscura y sexy en mí otra vez.

No puedo.

No puedo.

No puedo.

Subo el volumen de mis auriculares e ignoro a Jude, luchando contra todos los
instintos que siento.

Ser una buena chica que hace lo correcto nunca ha sido tan difícil.
Traducido por Gisenid & Florpincha
Corregido por Florpincha

Jude Titan
El sonido estridente de una bomba me hace cubrirme los oídos antes de que el más
brillante destello blanco me cubra los ojos. Al tiempo que estoy quieto sobre el suelo, me
encuentro momentáneamente ciego, y mis oídos están zumbando.

Una ráfaga de viento abrasadora, llena de polvo y escombros, golpea mi rostro haciendo
que me ahogue. Respiro con dificultad, tratando de enfocar mis ojos llorosos.

Como si estuviera despertando de una pesadilla, surgen lentamente las lamentaciones de 105
los que están a mí alrededor, haciéndose cada vez más fuertes con cada segundo que pasa.

Sus gritos espeluznantes me sacan de la conmoción y me fijan en el momento. No siento


dolor, no hay gritos saliendo de mi boca, estoy ileso.

La adrenalina en mi cuerpo tiene a mis sentidos hiperactivos, y el ritmo acelerado de mi


corazón hace funcionar mi sistema en un abrir y cerrar de ojos.

Es mi deber salvar a mis hermanos. De lo que puedo ver a través de la nube de humo y
suciedad flotando en el aire, soy el único que todavía sigue en pie. Pasando por encima de
sus cuerpos mientras me agarran las piernas y ruegan por ayuda, me dirijo directamente a
la única ventana en la habitación.

La noche sin luna no revela nada, mientras me arrodillo junto a la ventana y fijo los
monoculares de visión nocturna sobre el alcance de mi fusil M16.

Mi mente está corriendo descontroladamente, sin embargo, mis manos están


increíblemente firmes mientras la visión nocturna se desliza en su lugar. Se supone que
sólo había diez insurgentes en esta zona con un simple arsenal básico. Algo no estaba bien.
La información era falsa, y todos los hombres en esta habitación habían sufrido a causa de
ello.
No importa quién lo jodió; recae sobre mis hombros el sufrir o derribarlos uno a uno, y
sacar a mis hermanos de aquí.

Levanto mi rifle a la ventana sin vidrio, no me atrevo a mirar atrás y distraerme. En


cualquier momento, a partir de ahora, hombres armados pueden aparecer por la puerta y
terminar lo que comenzaron. Disparos en la distancia atraen mi atención, mientras
maniobro el fusil en esa dirección, miro detenidamente a través del alcance en busca de
cualquier movimiento, y comienzo a disparar tan pronto como alguien salta a la vista.

—Jude. —Una voz grita detrás de mí, pero la ignoro, tengo que hacerlo.

Pequeños fragmentos de barro seco están volando lejos del edificio, las balas rebotando a
solo centímetros de mi cabeza.

—Jude —susurra una voz suave y dulce—. Despierta, Jude.

—¡Cabrones! —grito y sigo disparando. Mi atención está en los cuerpos cayendo cuando
las balas los golpean, y no en la voz tratando de distraerme—. ¡Mueran!

Mis ojos se abren, y por un segundo estoy desorientado.

Regan está sobre mí, su rostro cubierto en sombras.


106
—¡Jude! —Desliza sus manos por mis mejillas y ahueca mi cara—. Jude, ¿estás
bien?

Mi corazón late con fuerza y mi cuerpo está cubierto de sudor. Lagrimas


pequeñas se acumulan en mis mejillas donde sus manos me queman la piel.

—Reagan —susurro, y pienso que quizás sea un sueño. Extiendo mis brazos y
rudamente agarro los suyos, porque estoy asustado de que desaparezca ante mis
ojos.

—Estoy aquí. —Me sonríe, moviendo la punta de sus dedos contra mi piel y
secando las lágrimas—. Estás a salvo —susurra.

Tratando de despejar mis pensamientos de la pesadilla, cierro los ojos y tomo


algunas respiraciones profundas y temblorosas.

La cama se agita cuando se acerca, y se mantiene apoyada en mi cuerpo.

—¿Qué estabas soñando?


—No puedo —le digo. Es imposible explicar lo que he experimentado a menos
que se viva. Ninguna película o libro nunca podrían preparar a alguien para los
sonidos, los olores y las vistas de la guerra.

—Shh. Está bien, Jude. No tienes que decirme.

Quiero decirle, pero no puedo cargarla con mis recuerdos. Mis manos
descienden a su cintura, y tiro de ella hacia adelante.

—No te vayas —susurro, porque mi voz es demasiado temblorosa para hablar


más alto.

No lucha conmigo cuando la jalo sobre mi cuerpo, dejando que nuestra piel se
frote entre sí. Se acurruca a mi costado, agradablemente metida en la curva de mis
brazos, y mirándome con sus ojos grandes y hermosos.

—No lo sé…

—No puedo estar solo —digo, interrumpiéndola antes de que pueda protestar
más—. Lo siento, Reagan.

Serpentea su mano a través de mi pecho, y agarra mi costado, justo debajo de mi


caja torácica.
107
—¿Por qué?

Me acaricio los labios con su frente, y disfruto de su olor y suavidad,


sosteniéndola fuertemente contra mí.

—Por lo de antes.

Su labio inferior tiembla mientras mira fijamente al otro lado de mi cuerpo,


hacia la pared vacía.

—No importa.

—Oye. —La punta de mis dedos encuentran su barbilla, y la obligan a mirarme


a través de la oscuridad—. Sí, lo hace. No quiero ganar una elección arruinándote a
ti o a tu familia, Reagan. Si gano, quiero que sea porque soy merecedor.

—Carl tiene otros planes —murmura, su uña bajando por mi costado. Mi


intestino se revuelve.

—No es mi jefe. Hace lo que le digo. Te prometo esto: nunca permitiré que tu
nombre sea arrastrado a través del fango. Tus secretos están a salvo conmigo.
—Jude, ¿Qué estamos haciendo? —pregunta con un suspiro. Se me pone la piel
de gallina cuando traza sus dedos por la curva de mis costillas hacia mi pecho,
dejándome sin aliento.

—No lo sé —admito suavemente contra su frente y acaricio la línea de su


columna vertebral con mi pulgar—. Sé que en este momento no deberíamos estar
aquí, no debería desearte de la forma en que lo hago, pero no puedo evitar
sentirme atraído por ti.

Es algo que no puedo detener, mi cuerpo y mi alma gravitan hacia ella sin
control. Es como el sol, calor brillando y aliviando todo a mí alrededor, estoy
atrapado en su órbita, incapaz de escapar.

—No podemos seguir haciendo esto. —Sus acciones contradicen sus palabras,
cuando se acerca más, moldeándose a mi costado antes de bostezar.

—Hagamos un pacto. —Estoy agarrándome a un clavo ardiendo porque sé que


tiene razón, pero no puedo no tener otro momento robado.

—Está bien —susurra contra mi pecho, su aliento deslizándose por mi piel.


Cierro mis ojos mientras me preparo para una discusión—. Sólo dame está noche.
Quédate conmigo y mañana decidiremos que vamos a hacer. Estoy muy cansado 108
para pensar, y demasiado cómodo para moverme. Quédate aquí en mis brazos.

Su mano pequeña se extiende por mi pecho justo encima de mi corazón.

—Me quedaré. —Bosteza.

Espero por más, pero de repente, se queda tranquila y su respiración ha


cambiado.

Colocando la cabeza sobre mi almohada, miro su rostro iluminado por la luna.


Sus labios están entreabiertos, los ojos cerrados, y ronquidos pequeños hacen eco
en la habitación.

Riéndome para mis adentros, me doy cuenta que ni siquiera tengo que
preguntar, esta noche no va a ir a ninguna parte.

Cuando me despierto por la mañana, ella está alineada contra mí, su espalda en
mi frente. Yo no me muevo por miedo a despertarla y perder este momento. Mi
brazo se deslizó alrededor de su cintura, sosteniéndola con fuerza, y nuestras
piernas están perfectamente encajadas sin un espacio entre nosotros.

Como un reloj, mi erección mañanera asoma su fea cabeza. Joder. Si se despierta


ahora, estoy jodido. Sólo necesita un poco de tiempo para desaparecer, olvidando
lo que fue probablemente el sueño húmedo que tenía sobre Reagan durante la
noche.

Estando aquí, con ella en mis brazos, es la máxima paz que he tenido en años.
Cuando por fin me quedé dormido, no vinieron más pesadillas. Es como si Reagan
ahuyentara a mis demonios sin siquiera intentarlo.

Estudio las líneas de su perfil, memorizando cada suave curva y borde mientras
duerme. Sus pestañas oscuras besan la parte superior de las mejillas y suben
ligeramente en las puntas. Es hermosa, casi celestial con su piel de porcelana libre
de imperfecciones.

Cuando mis ojos bajan, siguiendo la curva de su cuello, un tatuaje en el hombro


me llama la atención. Por un momento estoy en estado de shock. Grabado en
cursiva está la frase: El coraje es la resistencia por un momento más...

No estoy seguro de lo que me aturde más, el hecho de que Reagan tenga un 109
tatuaje o que las palabras podrían fácilmente decorar mi piel porque las he vivido.

Reagan se mueve y contengo la respiración, no estoy listo para que éste


momento termine.

—Jude —susurra antes de cubrirse los ojos con el dorso de la mano para
bloquear la luz del sol—. ¿Qué hora es?

Me asomo por la ventana, viendo el sol a sólo pulgadas del horizonte.

—Alrededor de las siete. —Mi agarre se aprieta antes de que tenga la


oportunidad de alejarse.

—Lexi va a venir a mi habitación pronto.

Mi cara se sumerge hacia adelante, y descanso mis labios contra la curva de su


cuello. Ella sonríe, parpadeando por el sueño.

—Me tengo que duchar.

—Hueles maravilloso —le digo antes de besar un sendero hasta su oreja.


Ella se retuerce en mi contra, y la erección que finalmente había desaparecido
comienza a reaparecer.

—Huelo a ti.

No hay nada entre nosotros, excepto su fino camisón, mis boxers, y mi polla-
dura-como-la-piedra.

—¿Sería muy malo oler como yo todo el día?

Cierra los ojos y el dolor se destella en su rostro. Ella se menea libre de mis
brazos, frotando directamente contra mi pene, y yo trato de tirar de ella hacia
abajo.

—No —susurra, mirando hacia mí por encima del hombro—. Tengo que irme,
Jude, antes de que no pueda… —Su voz se apaga.

Sé que se está cerrando y trata de desconectarse mentalmente de mí.

—No tienes que irte. —Mi mano se arrastra un camino por su espalda para
evitar romper el contacto.

Se arrastra al otro lado de la cama y balancea sus piernas sobre el borde. 110
—No podemos hacer esto de nuevo, Jude. —Sus ojos están cerrados y los
hombros caídos, pero yo no creo una palabra de lo que dice.

Me resisto las ganas de llegar a ella y tirarla hacia atrás en mis brazos. No hay
nada que quiera más en este momento.

—¿Cómo no? No puedo negar que deseo algo más entre nosotros, Reagan. Mi
alma te anhela.

—Tu cuerpo lo hace. No te confundas —responde, la mirada fija en la alfombra


con una expresión indescifrable.

—No voy a negar que te deseo, pero hay más que ello —admito vacilante y froto
mi frente antes de empujarme en posición vertical, en una posición sentada en el
medio de la cama.

Ella niega con la cabeza y resopla dejando escapar un suspiro tembloroso.

—No importa. —Usando sus brazos, ella se empuja a sí misma fuera de la cama
y me enfrenta, pero mantiene sus ojos mirando hacia abajo—. Somos oponentes en
la carrera política más importante en el Estado, Jude. No importa lo que sentimos,
lo que queremos... esto no puede suceder.

Mis ojos no pueden mirar en otro sitio, pero sí en ella. Estoy afligido, memorizo
este momento.

—Si las cosas fueran diferentes, si no fuera tu oponente, ¿querrías estar


conmigo?

Se detiene justo dentro de la puerta que unía las habitaciones. Levanta la vista y
me enfrenta, trayendo sus ojos a los míos.

—Sí. —Da un paso atrás, y yo extiendo mi mano hacia ella.

—Reagan.

Una lágrima brilla en su mejilla, y la limpia con el dorso de sus dedos.

—Adiós, Jude —dice en voz baja y cierra la puerta.

111
4
Traducido por Liliana
Corregido por Florpincha

Reagan Preston
Las siguientes dos semanas vuelan en una neblina. Hago campaña con fuerza,
mi autobús viajando arriba y abajo del Estado para poder reunirme con grupos
sindicales, asistir a mitines, y tratar de llegar a nuevos votantes.

Desde la cobertura de noticias que veo cada mañana, puedo ver que Jude está
trabajando al mismo ritmo. Él parece estar en la zona, ahora cómodo respondiendo
a las preguntas de los reporteros. Las fotos muestran a veteranos manifestándose a
su alrededor y mujeres que fijan la mirada en él, como si todo lo que ven es lo que
necesitan en su siguiente senador.
112
No puedo negar que miro esas fotos en mi teléfono, recordando la noche que
dormí en sus brazos. Cuando estoy mirando hacia el techo de cualquier hotel en
que estoy cada noche, pienso en Jude y me pregunto si él tendrá otra pesadilla. Me
pregunto si ocurren cada noche. Me pregunto si alguien está allí para consolarlo; si
lo hacen, secretamente espero que no. Es mi parte egoísta, pero no puedo soportar
la idea de él encontrando consuelo en los brazos de otra mujer.

No podemos estar juntos, y si embargo sus mensajes hacen a mi corazón


palpitar como ninguna otra cosa. Si son juguetones o serios, apenas ver sus
mensajes en la pantalla de mi teléfono remueve algo dentro de mí que nunca había
sentido antes.

Estoy en la casa de mis padres para un raro día de descanso. Estoy estirada
sobre una tumbona en el patio después de ayudar a mamá a preparar el almuerzo
en la parrilla y limpiar. Llena de barbacoa de pollo y ensalada de patatas, estoy a
punto de tomar una siesta cuando mi papá viene y se sienta a mi lado.

—¿Cómo te va? —pregunta.


Se refiere a la campaña. Mi mamá se alejó de la conversación durante el
almuerzo, por lo que estuve agradecida. No tengo nada más de que hablar desde
que la campaña es mi vida, pero fue agradable escuchar a mamá ponerme al día
con lo que está pasando en casa.

—Bien —digo cautelosamente. Temo estas conversaciones, sin saber cuándo él


saltará a mis palabras.

—Has estado haciéndolo espectacular, Reagan. Saliendo muy fuerte en las


entrevistas. Tus números de encuesta son sólidos, pero creo que podemos
mejorarlos. En general, estoy contento, sin embargo.

Me detengo antes de responder, esperando a ver si él va golpearme con críticas.

—Gracias, papá.

—Sé que soy duro contigo algunas veces, pero quiero que sepas que estoy
orgulloso de ti. Habiendo pasado por muchas campañas, sólo quiero salvarte de
mis errores. Pero tal vez tú no quieres eso.

Deslizo las oscuras gafas de sol y encuentro su mirada.

—Agradezco la ayuda, papá. No estaría aquí sin ti. Algunos días estoy tan
113
estresada que no puedo manejar una cosa más, pero eso no es tu culpa.

Él sonríe y arrugas se forman en las esquinas de sus ojos.

—He estado allí. Estoy aquí si me necesitas, ¿de acuerdo?

—Gracias. Sé que también estás ocupado.

—Nunca demasiado ocupado para uno de mis hijos. Y la oferta de Tom Harbor
sigue en pie. Está a la espera si decides que lo necesitas.

Suspiro suavemente.

—Tal vez una consulta con él no dolería. Podríamos hacer una conferencia
telefónica o algo así.

—Depende de ti.

Mi mamá sale por las puertas francesas que conducen al patio, en sus manos
una bandeja con una jarra de limonada. La coloca entre nosotros y nos sirve un
vaso a cada uno. Cuando mi padre le da una palmada en la mano mientras toma
un vaso, ella le sonríe ampliamente.
¿Tendré alguna vez lo que ellos tienen? Han estado juntos durante treinta y
cuatro años después de ser presentados por amigos en común.

Mi teléfono vibra con un texto, lo cojo y deslizo el dedo por la pantalla. Lo giro
para asegurarme que sólo yo puedo verlo y aparece una foto de Jude. Él está sin
camisa y parece estar en un bote en el agua, el sol brillando sobre su ya bronceada
piel. Llevando una gorra de béisbol de los White Sox y sosteniendo una botella de
cerveza, luce relajado. Su sonrisa es perezosa y sexy como el infierno.

Jude: Mi situación actual.

Sonrío y le escribo de regreso.

Yo: Parece divertido. También estoy descansando hoy.

Jude: Oh, no estoy descansando. Este es el bote del presidente de CTU11. Estamos
pasando el día juntos.

Mi boca cae abierta con horror. Esa unión me está apoyando. Es inconcebible
que incluso le dieran la hora del día. No puedo encontrar las palabras para
devolverle el mensaje cuando otro aparece.

Jude: Bromeando, preciosa. Este es el barco de mi amigo. También estoy descansando.


114
Yo: Eres un idiota.

Jude: En ocasiones. ¿Dónde está mi foto de ti en bikini?

Yo: Estoy en la casa de mis padres.

Jude: Oye, eso es genial. Pídele a tu papá que te tome una foto que me puedas enviar.

Yo: Ni siquiera es gracioso.

Jude: ¿Me extrañas?

Yo: Tal vez

Jude: Te extraño. A pesar de que tú casi me llamaste misógino el otro día en esa
entrevista.

Sonrío, porque me estaba preguntando si él atraparía la búsqueda encubierta


que le había hecho.

11
CTU: Chicago Teachers Union: organización educacional dedicada a promover la igualdad en
educación, la educación pública y la posibilidad de educación de calidad.
Yo: Cuanto más nos acercamos al Día de las Elecciones, más sucio será, Titan.

Jude: Sucio, ¿eh? Me gusta como suena.

—Reagan, ¿te apetece caminar por el barrio? —pregunta mamá.

—Claro.

Envío un texto más.

Yo: me tengo que ir. ¿Nos vemos el martes por la noche en nuestro debate?

Jude: Sí. Lleva el cabello atado si me quieres hacer endurecer. *Guiño*.

No sólo mis mejillas se calientan mientras leo y vuelvo a leer el mensaje, sino
todo mi cuerpo. Me alegro de haber cambiado su nombre de contacto a Jude
porque se estaba poniendo extraño tener estos intercambios calientes con Justin
Timberlake.

—¿Estás bien? —pregunta mamá—. Pareces sonrojada.

—Oh, estoy bien. Vamos.

Dejo el teléfono dentro de mí bolso así no estaré tentada a continuar la


115
conversación con Jude. Es irónico que él tenga a su equipo buscando mis
debilidades cuando la más grande parece ser él.

Hay una palpable energía en el auditorio universitario en Chicago donde Jude y


yo estamos a punto de tener nuestro primer debate. Este es un momento clave para
los dos. Tenemos que salir fuertes, pero no arrogantes; parecer ecuánimes, pero
accesible.

Un hombre ajusta el micrófono en mi cuello y me da una sonrisa


tranquilizadora.

—Sólo tratando de esconderlo de la cámara —dice—. ¿Lista?

—Lo estoy.

Es verdad. Pasé catorce horas ayer y diez hoy preparando el debate con mi
equipo. Lexi llamó a Tom Harbor, y nos envió algunas buenas preguntas para
anticipar. Respondía a todas ellas repetidamente, y mi equipo lanzó algunas cosas
inesperadas aleatoriamente como: ¿qué te hace llorar? y, ¿por qué te gustan los gatitos?
Estas preguntas me ayudan a prepararme y mantenerme en calma cuando me
lancen algo al azar.

Lexi camina conmigo a mi atril en el brillantemente iluminado escenario. Toma


la botella de agua que me entrega y la pongo dentro de un estante.

—Lo tienes—dice, cuadrando sus hombros—. Sólo recuerda que eres lo


suficientemente buena, inteligente, y…

Pongo los ojos en blanco y me rio ante su mención de una vieja escena de
“Sábado por la noche” que tanto amamos.

—Gracias. ¿Cómo me veo?

Me mira por encima de mi conservador vestido azul marino y tacones color piel
por décima ocasión.

—Estupenda. Me encanta tu cabello en ese nudo francés.

Hay un zumbido en la audiencia, y ambas nos volvemos para ver lo que está
pasando. Jude ha salido del otro lado del escenario. No puedo respirar por un
segundo. Está caminando hacia mí con un traje gris claro y brillantes zapatos color
116
negro, con una camisa blanca y una corbata azul brillante. Está afeitado, y su
cabello está peinado cuidadosamente.

Puedo decir por la inhalación de Lexi que no sólo soy yo quien es atrapada por
la refinada, impotente, presencia de Jude. Su mirada se queda en mí, y cavo
profundamente por mi lado profesional.

—Señorita Preston —dice, extendiendo una mano hacia mí—, luce encantadora.

Tomo su mano y la agito, recordándome cuantos ojos están en nosotros ahora


mismo. No puedo dejar que mis sentimientos salgan a la superficie.

—Gracias, señor Titan. Buena suerte para usted.

—Y para ti. —Pasa el pulgar a través de mis nudillos antes de soltar mi mano.
Sus ojos brillan con calidez y confianza.

Bueno, mierda. Hasta ahí llego, esperaba que estuviera nervioso por el primer
debate. Él parece positivamente presidencial ahora mismo.

Se vuelve para caminar hacia su atril, y Lexi murmura:


—¿Qué fue eso? —dice en voz baja.

—Te veré después —le digo.

Ella toma la señal y sale del escenario. Cuadro los hombros y espero la cuenta
regresiva del asistente de producción de televisión.

Cara de póquer, Reagan. Esto es crucial. Me pertenece.

El debate está siendo moderado por dos periodistas de Chicago quienes se


presentaron ante mí en bastidores. Una de ellas, Jenna Morrison, abre el debate y
nos pide que nos presentemos.

Mi presentación me alegra. La familiaridad de las palabras construye mi


confianza, recordándome cuantas veces he ensayado todo esto. Jude también atrae
con su presentación, y me doy cuenta que también ha estado practicando.

—Señor Titan —dice Jenna—, recientemente fue elegido como el soltero más
deseable por la Chicago Magazine. ¿Cómo se siente sobre eso?

Él sonríe tímidamente.

—Me siento honrado. 117


Ella le sonríe de regreso. Por el amor de la mierda. ¿Qué clase de imparcial
periodista es ella?

—¿Hay alguien especial en su vida? —indaga.

—En este momento estoy totalmente centrado en mi campaña.

Hay un coro de decepcionados gemidos en la audiencia. Aprieto los lados de mi


atril, obligándome a lucir impasible. Secretamente, me gustaría darle una patada.

—Representante Preston, ¿dónde está su posición sobre el control de armas? —


me pregunta Jenna. Al parecer, no quiere reírse de mi estado sentimental como lo
hizo con Jude.

—En el mismo lugar en el que siempre ha estado —digo—. Estoy aquí por ello,
y porque…

Me lanzo en mi respuesta preparada y caigo en un surco, golpeando cada nota


que ensayé. Me siento especialmente bien mientras refuto la declaración de Jude
donde dice que él es el único quien mirará hacia nuestros veteranos.
—Estoy de acuerdo que nuestros veteranos necesitan una voz —digo—.
También seré su defensora. Y además, voy a ser una voz para otras personas que
conozco diariamente quienes no están siendo escuchadas. La mamá soltera que
necesita ayuda para terminar la universidad y poder proveer a su familia. La
comunidad LGBTQ americana quienes quieren y merecen completa igualdad. El
estudiante universitario que no puede permitirse el aumento en los costos de
matrícula y se enfrenta a graduarse con una montaña de deudas. Las personas
mayores que merecen saber que la seguridad social y cuidado médico son seguros
y no están siendo asaltados para financiar otros programas. La diversidad de
nuestro país es un tremendo activo, y debemos recordar que todos merecen ser
representados.

Jude encuentra mi mirada por una fracción de segundo antes de hablar.

—La representación es buena, pero seamos reales aquí. Ninguna persona puede
representar todas las voces porque algunas voces están en directa oposición entre
sí. Escucharé a todas ellas y luego haré lo que sienta que es la mejor decisión. Eso
es liderazgo. He dirigido antes, a veces en situaciones de vida o muerte. No quiero
ir al Congreso y hacer lo que es popular. Quiero hacer lo que es correcto. Eso es lo
que…
118
—¿Está diciendo que no haré lo correcto? —lo corto bruscamente. Mi corazón
está bombeando a fuego rápido en el pecho cuando me doy cuenta que él sólo me
acusó de hacer lo que es popular.

—Su idea de lo que es correcto vuelve a quien ejerce mayor presión sobre ti —
me dice Jude—. Y no es culpa tuya, es la verdad de la mayoría de los políticos,
tengo hombros amplios y puedo decir “no” a los intereses especiales. No caigo bajo
presión.

—Tampoco lo hago.

—Lo hiciste cuando votaste la reforma al sistema de pensiones del Estado.


Nuestro Estado está en bancarrota, representante Preston. Estamos profundamente
endeudados, pero has pateado la lata por el camino, en lugar de tomar una difícil
decisión porque su voto pertenece al sindicato de maestros.

Su comentario provoca ligeros aplausos

—Voté según mi consciencia —digo, girándome de regreso a la audiencia—.


Nuestros profesores ganaron sus pensiones. No estoy saqueando lo que ellos
ganaron. He emitido votos en situaciones difíciles.
—¿Durante su corta permanencia como representante del Estado o mientras era
una estudiante de la escuela de derecho? —pregunta Jude bruscamente—. He
decidido quién será el primero en la línea frente a la batalla de los insurgentes, lo
que significa una muerte segura.

Este es mi momento. Ni siquiera pienso antes de hablar.

—Supongo que no soy nada como usted, señor Titan, porque como líder, me
elegiría a mí misma.

—Lo hice. —Su voz es fuerte pero mezclada con emoción. El auditorio cae en
silencio—. Lo hice —repite, mirando hacia su atril para recomponerse—. Tomé
decisiones que mataron a hombres y mujeres. Hombres y mujeres con familias.
Con vidas delante de ellos.

Trago saliva con fuerza, sin ver a mi oponente político. Ahora veo a Jude, el
hombre cuyos oscuros, atormentados, ojos contactan directo en mi corazón.

—Lo siento —digo en voz baja.

Él encuentra mi mirada por un breve segundo, y veo la emoción nadando en la


suya. Es casi como arrepentimiento. 119
—No soy un político de carrera —dice a la audiencia—. Pero ¿no todos tenemos
suficiente de ellos? Creo que es tiempo de elegir a la persona promedio, quien ha
trabajado por todo lo que tiene. Nadie me está alimentando con cucharadas de
respuestas o asegurando mi campaña. Este soy sólo yo, pidiéndoles darme la
oportunidad de dirigir para ustedes.

La audiencia aplaude en voz alta. Quiero refutar lo que dijo, pero tengo miedo.
No sé inequívocamente que mi padre no ha dado donaciones para mi campaña. Él
me dijo que no lo hizo, pero quiere que gane tan mal, que no me extrañaría.

Estoy destrozada. Me acaban de patear el trasero aquí. Ese fue el momento


decisivo del debate, y el momento permanece con Jude hasta el final. Mantengo mi
cara de póquer, pero toma todo de mí mantenerme compuesta. Por primera vez en
esta campaña, quiero llorar lágrimas de ira. Jude está ganándome; en lugar de ser
la despiadada tipa dura que pensé que era, estoy secretamente adulándolo como
todas las mujeres lo hacen.

Jude está engañándome. Mi punto débil es él, porque él lo quería así. Me siento
como una idiota por permitirle establecerme en privado y luego derribarme en un
debate televisado.
Cuando nos estrechamos la mano al final del debate, sigo viendo emociones
nadando en la mirada de Jude. Hago lo que tengo que hacer posando para las fotos
y haciendo dos entrevistas antes de regresar a mi pequeño camerino. Una vez allí,
cierro la puerta, me siento y entierro el rostro en mis manos.

Estoy cayéndome a pedazos, y la única persona quien podría consolarme es


también la razón por la que me siento de esta manera. Nunca me he sentido tan
contra la pared… o tan completamente sola.

120
Traducido por Mary_08
Corregido por Lelu

Jude Titan
—La aniquilaste. —Carl está casi zumbando de emoción mientras la gente se
desplaza lentamente hacia las salidas del auditorio—. ¿No te parece increíble? —
pregunta y me golpea juguetonamente en el hombro como si hubiera rejuvenecido
diez años.

—Sí. —Mi cabeza asiente, pero es una completa mentira. No hubo mucho sobre

121
el debate que me hiciera sentir increíble. Me encantó la respuesta de la multitud,
pero pude ver a Reagan deslizándose lentamente hacia sí misma, cayendo en mi
sombra a mi lado.

Ese es el problema.

Ella es mi oponente.

No debería importar cómo se siente. Todo vale en el amor y en la guerra,


¿verdad? Pero esto es una mezcla de los dos. No estamos luchando por quién está
escogiendo a los niños para la práctica de fútbol. Estamos luchando por un puesto
abierto en el Senado, y ambos no podemos ganar.

Besarla aquella noche en el banquillo de la posada pareció ser una gran idea en
ese momento, pero eso nos lleva por un camino que termina en un acantilado,
seguido por la nada.

No hay un resultado que nos haga felices a ambos. A pesar de que ella salió de
mi habitación hace semanas y dijo adiós, no he sido capaz de sacarla de mi mente.

Todavía hay atracción entre nosotros. Esa gravedad que nos junta, pero con el
tiempo, nos desgarra de manera espectacular.
Ver su rostro mostrarse en las ponencias por la noche cuando estoy solo en mi
habitación en la televisión ha sido una espada de doble filo.

—Carl. —Martin Sanders, presidente del Partido Republicano de Illinois, nos


interrumpe, y nunca me he sentido tan agradecido de poder liberarme.

—Oye, Marty. ¿Cómo diablos estás, amigo? —Carl sacude su mano y me da la


espalda.

Doy un paso atrás y suelto mi corbata.

—Voy a ir detrás. Te encontraré en el frente en quince, Carl.

—Sí, sí. Estaré allí —dice, sin prestarme absolutamente ninguna atención y
diciéndome adiós con la mano—. Marty y yo tenemos que ponernos al día.

Mi corbata se siente como si me estuviera ahogando, trabajando con mi camisa


de vestir para estrangularme hasta la muerte. Estoy deshaciendo los botones
mientras camino entre bastidores, directamente hacia los vestuarios.

Lexi está en el teléfono, paseándose delante de la habitación de Reagan cuando


122
me ve.

—¿Puedo ayudarte? —su voz no es nada amistosa. Ni siquiera es cordial.

Echo un vistazo por el pasillo.

—Necesito hablar con ella —digo, pasando mis dedos por mi cabello.

Su mirada es aún menos amistosa que su tono.

—Llámame para devolverte la llamada. Tengo un problema del que necesito


ocuparme. —Toca la pantalla de su teléfono, y tan pronto como su mano cae a su
lado, se pone delante de mí. Ella no quiere verte.

No dejaré que la cercanía de Lexi me impida verla.

—¿Ella dijo eso, o eres su guardián?

—La conozco mejor que nadie, Señor Titan. Después de lo que acaba de pasar
allá afuera... —señala hacia el escenario y da un paso más, bajando su voz a un
susurro—: Ella nunca va a querer hablar contigo de nuevo.
Alzó mis manos y confieso:

—Lo sé. Lo siento. Necesito hablar con Reagan, Lexi. No me iré hasta que lo
haga.

—Puedo hacer que seguridad te saque —amenaza.

—No vas a provocar una escena, Lexi. Déjame verla, y si ella no quiere hablarme
nunca más, la dejaré en paz —le suplico.

Me mira fijamente por un rato, sus ojos se estrechan en mí.

—Te daré diez minutos, Titan. Si la molestas... —Su dedo huesudo me empuja
en el pecho, y su mirada se profundiza—. Te arruinaré.

—Sólo danos unos minutos a solas, y no dejes que nadie baje, por favor.

Sus cejas se juntan.

—¿Por qué?

—Porque no se vería bien si la gente me ve salir de su camerino.


123
Sus ojos vagan por el amplio pasillo, pero su dedo todavía está firmemente
presionado contra mi pecho.

—Me aseguraré de que nadie te vea, por el bien de Reagan. No hagas nada
estúpido o lo lamentarás.

No puedo controlar mi sonrisa.

—Seré un completo caballero.

—No sé si está en tu naturaleza ser un caballero. Date prisa —dice, mirando


alrededor de mi hombro antes de mirarme fijamente—. Tienes diez minutos antes
de que entre.

Cuando alcanzo la puerta, me doy la vuelta y le hago frente.

—Gracias, Lexi.

Ella mira a mí alrededor y me ahuyenta.


—Vete, antes de que cambie de opinión.

Una mano está en el pomo de la puerta y levanto la otra, a punto de golpear,


cuando cambio de opinión. Reagan nunca me dará la bienvenida, no después del
debate, no después de la forma en que la menosprecié.

Lentamente giro la perilla, rezando para que no empiece a gritar antes de entrar
en la habitación. Cuando la puerta está abierta sólo unos pocos centímetros, tengo
un vistazo de ella.

Ella está encorvada sobre el escritorio, sosteniendo su cabeza en sus manos y


sorbiendo. Dios mío, está llorando. Es mi culpa. Soy la causa de su tristeza, y eso me
enoja.

Los dos fuimos locos por no pensar en el futuro. Por supuesto, un debate
político será desagradable. Es despiadado.

No me oye entrar por sus sollozos ahogados o el chasquido de la puerta cuando


se cierra detrás de mí. Mis manos están cerradas en puños y quiero patear mi
propio culo por haberla lastimado.
124
—Reagan —digo, mi voz casi un susurro.

Lentamente levanta la cabeza y me mira en el espejo.

—Jude —susurra y ahoga sus lágrimas. Su hermoso rostro está cubierto de rímel
con rayas, que se agrava cuando se limpia las mejillas con las yemas de los dedos.
La tristeza de sus ojos se transforma y su mirada se vuelve helada—. No quiero
verte.

Avanzando, mantengo los ojos clavados en ella.

—Necesitamos hablar.

Su cuerpo se endurece cuando estoy en su espacio personal.

—No. No hay nada más que decir.

Alzando la mano, rozo los diminutos mechones de cabello que se han soltado de
su moño, y ella cierra los ojos y se aleja.
—Hay demasiadas palabras para decir en los pocos minutos que tenemos.

Ella me mira en el reflejo, pero todo lo que quiero es que se gire.

—Es demasiado tarde para “lo siento”.

—No lo siento por lo que dije, Reagan. —Mi mueca no se pierde en ella. Eso no
salió exactamente como sonaba en mi cabeza—. Lamento lo que dije... sobre ti.

Sus piernas se balancean en el pequeño banco, antes de que esté en mi cara,


mirándome.

—No sé por qué pensé que podríamos pasar por esto sin problemas, Jude. Sabía
que ibas a tratar de desacreditarme.

Hay poco espacio entre nosotros. Una cantidad tan pequeña que puedo sentir el
calor de su cuerpo y la atracción familiar de su cuerpo al mío. No la toques, no
puedes.

—Estoy desacreditando al candidato, no a la mujer.


125
—Somos iguales —dice, golpeando su palma abierta contra mi pecho y
empujándome un poco hacia atrás. La mirada en su cara me duele más de lo que
sus manos podrían provocar.

Lo merezco. Mi comportamiento ha sido una mierda. Podría haber formado mis


respuestas de manera diferente, le había ahorrado algo de dolor, pero la gente
podría sospechar. Reagan y yo somos oponentes, se supone que vamos a la
yugular.

Antes de que ella pueda retirar su mano, envuelvo mis dedos alrededor de su
muñeca y arrastro su cuerpo hacia mí.

—No me importa lo que suceda en el escenario o lo que dices en una entrevista,


Reagan. Esa es la candidata que habla... la mujer que está tratando de cumplir su
pasión y su sueño. La persona que está parada delante de mí no es la misma
estirada, aburrida mujer en el escenario.

Sus ojos se sumergen donde nuestros cuerpos están conectados y ella trata de
liberarse de mí, pero no la dejo.
—Eres el mismo idiota engreído.

Todavía estoy sosteniendo su muñeca y con mi brazo alrededor de su cintura y


trayéndola más cerca.

—Detente —susurro, rozando mis labios contra su frente cerca de donde se


encuentra con el nacimiento de su cabello. Mis ojos se cierran, disfrutando de la
sensación de ella en mis brazos otra vez mientras nuestros corazones golpean
incontrolablemente y en sincronía—. Lo siento.

—Me lastimaste, Jude. No sé si algo de lo que alguien me ha dicho me ha


lastimado tanto como lo hiciste en ese escenario esta noche —admite. Su cálida
respiración se desliza sobre la piel de mi cuello, y cada mechón de pelo en mi
cuerpo se eriza.

Abro los ojos y me inclino hacia atrás, mirándola directamente.

—No sé qué más decir, pero lo siento.

Su barbilla comienza a temblar antes de que cierre los ojos y hable. 126
—Esto es demasiado difícil. Nuestros mensajes de texto, los besos, todo. —Ella
se funde en mí, ocultando su cara mientras descansa su mejilla contra mi pecho—.
A veces olvido que somos enemigos, pero luego vuelve a caer en mí como una
tonelada de ladrillos.

No hay nada que me haya dado tanto placer en las últimas semanas como me
siento ahora, tenerla presionada contra mí.

—Lo sé, bebé.

Su mano se desliza por mi brazo y descansa sobre mi bíceps, sus dedos me


agarran fuertemente.

—Cuando te dije adiós en el hotel, lo dije en serio, Jude. No puedo seguir


haciéndome esto. No es justo para ninguno de los dos.

—Tengo una solución.

—No te follaré —refunfuña.


No puedo sino reírme.

—No es eso, pero no diría que no si me lo ofrecieras. —Me detengo porque mi


idea le va a gustar aún menos—. ¿Por qué no abandonas?

Se tensa en mis brazos y sus uñas muerden en mi piel.

—¿Abandonar?

—Sí. —Sale de manera casual, como si estuviéramos hablando de algo distinto


de nuestro futuro político—. Entonces podremos estar juntos.

Su cabeza se sacude, pero ella no puede escapar con mi brazo envuelto


alrededor de su espalda.

—¿Por qué no abandonas tú? —pregunta con los dientes y la mandíbula


apretada.

Mi mano se desliza por su lado.

—Mi trabajo es demasiado importante. En realidad no tienes nada que importe 127
que manejar en Washington.

Esta vez, su cuerpo entero se sacude lejos de mí y me golpea.

—¡Cómo te atreves!

El golpe hace que mi cabeza se sacuda hacia un lado, pero rápidamente me


enderezo.

—Sólo estoy diciendo lo obvio.

El resplandor en sus ojos sólo puede ser descrito como salvaje.

—¡Te odio! —grita con un gruñido.

Mierda. Esto no es como quería que fuera. Rápidamente, la agarro por la nuca y
le llevo la cara a la mía.

—No me odias. Nunca podrías odiarme.

—Lo hago —susurra.


No hay tiempo para discutir el punto. Ella no me odia. Sé que no importa lo que
se diga entre nosotros en público o en privado, nunca podría sentir eso de ella.

Hemos pasado demasiado tiempo jugando al juego del gato y el ratón durante
semanas a través de mensajes de texto. Mis manos encuentran sus mejillas,
sosteniendo suavemente su cara en mis palmas y me inclino y froto mis labios
contra los suyos.

Su gemido gutural que llena mi boca cuando se abre a mí no suena nada como
odio. Su lengua se enreda con la mía, insuficiente y caliente. Mi apretón agarra su
cara; estoy preocupado de que recupere sus sentidos y se aleje.

Mi boca se vuelve más exigente. Una necesidad incontrolable de recordarle lo


perfectamente que nuestros cuerpos encajan juntos toma el control.

Nos movemos, retrocediendo mientras la conduzco hacia la pared junto a su


tocador. Mis manos patinan por su cuerpo, capturando su cintura y levantándola
contra mí. Sus piernas se envuelven alrededor de mi centro.

—No podemos —dice contra mi boca y frota su coño cubierto por su panty
128
contra mi polla que está cubierta por demasiadas capas de ropa.

Su beso se hace más profundo, más hambriento que antes. Estoy sin sentido por
la lujuria, apretándole el culo mientras pego su espalda contra la pared.

Cuando nuestros labios se desconectan por un segundo, ella respira y jadea.

—Te odio —susurra, moliendo su núcleo contra mí.

Empujando contra ella, sostengo su cuerpo con un brazo y toco su pecho a


través de su vestido.

—No me odias. Odias cuanto me deseas. —Mis caderas giran, creando fricción
entre nosotros mientras la beso de nuevo, más áspero esta vez.

Sus manos están recorriendo mis hombros, apretando mi piel y volviéndome


loco de deseo. Cuando la necesidad de probar su carne me abruma, mi boca se
desliza de sus labios a su cuello.
Ella empuja contra la pared, dándome un mejor acceso, pero se frota contra mi
pene más fuerte que antes. Estoy colgando de un hilo cuando mis labios trazan un
rastro por su cuello. Un gemido retumba en mi garganta, y mis dientes se hunden
en su suave carne mientras se estremece en mis brazos.

La puerta se abre y los dos nos congelamos.

—¿Reagan? —pregunta Lexi detrás de nosotros.

Ambos nos miramos con los ojos muy abiertos, incapaces de movernos.

Los talones de Reagan se me clavan en el culo mientras aprieta su control sobre


mí, pero sus ojos aterrorizados permanecen clavados en los míos.

—¿Puedes darnos un minuto? —pregunta Reagan con un suspiro tembloroso.

—Bueno... Um... —Lexi hace una pausa—. Sí.

Cuando la puerta se cierra rápidamente, los dos empezamos a reír. Las


ramificaciones de ser capturado no se pierden en ninguno, pero no podemos parar
de reír. Por un momento, creo que esto es lo que debes sentir como padre cuando
129
tus hijos te atrapan en el acto. Tu corazón salta y luego se detiene, eres incapaz de
moverte por miedo a ser demasiado visto, específicamente mi erección, y sabes que
nada será nunca lo mismo.

Mi agarre en ella se afloja, y lentamente se desliza por mi cuerpo, empujando


con más fuerza contra mí de lo necesario. Se asegura de hacerlo lo más incómodo
posible para mí.

—Mierda —gimo cuando sus pies tocan el piso y nuestro contacto se rompe. No
estoy seguro de lo que es peor: la tortura o la nada al perderla.

El rostro de Reagan esta rojo y sus labios están hinchados.

—Mierda.

Mi pene no está listo para detenerse y me acomodo empujándolo a un lado y


rezando para que pueda salir de aquí sin una enorme erección.

—Creo que tenemos muchas explicaciones que dar.


Comienza a caminar y se ve en el espejo. Primero se limpia los últimos borrones
de rímel que no se transfirieron a mí mientras estábamos con los labios trabados.

—Yo me encargaré de ella.

Sus diminutos dedos suavizan su pelo en un intento de hacer que se vea más
presentable.

—Mierda —murmura y quita los alfileres, dejando que su cabello caiga en


cascada por sus hombros. Pero no sólo lo deja caer, ella se inclina hacia adelante y
se levanta rápidamente, dejando que fluya a través del aire y aterrice salvajemente
contra su espalda.

Jesús.

Es como la fantasía perfecta y ni siquiera lo sabe. Imagino la cara de Carl o esos


horribles comerciales de televisión donde muestran animales maltratados. Esos
hijos de puta me apagan cada vez, y no hay manera de que pueda sostener al
máximo mi erección con las caras tristes de los pobres cachorros en mi mente.
130
—Reagan —dice Lexi a través de la puerta y toca ligeramente—. ¿Puedo entrar
ahora?

Doy unos pasos, capturando a Reagan en mis brazos.

—No importa lo que pase, Reagan, nunca te odiaré.

—Jude —dice y frunce el ceño—. No podemos hacer esto de nuevo. No


podemos.

—Shh. —Mi mano sujeta su cuello, sosteniéndola cerca de mí, y nos miramos a
los ojos del otro—. No sé si alguna vez podré resistirme a ti.

Cierra los ojos y suspira.

—Tienes que hacerlo —susurra.

Mis labios encuentran su boca y la beso una vez más, transmitiendo todo lo que
siento por dentro: necesidad, deseo, lujuria y amor. La última palabra
instantáneamente hace que mi polla se marchite y casi se meta dentro de mí.
No hay manera de que pueda amar a Reagan. No es el tipo de amor que me
tiene listo para caer sobre una rodilla, pero sé que no estoy listo para decir adiós
tampoco.

Cuando el beso termina y ella se aleja, dice:

—Adiós, Jude.

—Hasta la próxima—le digo porque no creo que pueda despedirme de ella.

Doy un paso atrás y me acomodo antes de dar una última sonrisa a Reagan,
memorizando su mirada un poco desaliñada y amando ser yo quien la causé.
Cuando abro la puerta, Lexi prácticamente presiona contra ella.

No habla, sólo frunce los labios, estrecha sus ojos antes de empujar más allá de
mí y cierra la puerta justo después de que la traspase.

Eso fue mejor de lo esperado.

131
Traducido por Mary_08
Corregido por Lelu

Reagan Preston
Debería estar furiosa conmigo misma por mi desastroso debate. Normalmente
estaría hirviendo y lanzando dagas a cualquiera que incluso tratara de hablar
conmigo durante el viaje en autobús al hotel.

Pero en vez de eso, me siento caliente y adolorida. Jude vino a buscarme cuando
sabía que estaba molesta. Se arriesgó a ser atrapado para poder besar mi dolor y

132
persuadirme de nuevo con sus fuertes y capaces manos.

No es sólo la sensación de él todavía resonando dentro de mí, sino también sus


palabras.

“Entonces podremos estar juntos.”

Quiere que me baje de la carrera para poder tener más que unos cuantos besos
robados y culpables. ¿O no es así? Tal vez Jude me está jugando una, tratando de
hacer que me enamore de él, así abandonaré y él podrá ir a su asiento en el Senado.

Esa sesión de besuqueo en mi camerino me pareció real. Su calor y sus palabras


fueron atadas con la misma pasión que siento por él. Pero una voz de duda todavía
me molesta en la cabeza.

¿Por qué querría comprometerse cuando puede tener a cualquier mujer que
quiera? No tiene que conformarse con una que rompe sus bolas a cada paso,
podría tener a alguien que adule cada una de sus palabras. Alguien que viva para
mamársela mientras que corre sus dedos a través de su pelo y gime con placer.

Detente, Reagan.
Estoy hormigueando con calor sólo con la idea. Jude me ha convertido en una
parodia de mí misma. Siempre he sido fuerte y decisiva. Cada hombre con el que
salido ha sabido desde el primer día que esperaba una relación de 50/50 en todos
los sentidos.

Pero Jude Titan, mi supuesto enemigo, me hace fantasear sobre estar de rodillas
delante de él, mis ojos grandes y mis labios sellados mientras espero a que
lentamente abra sus pantalones y me dé lo que anhelo. Y lo anhelo demasiado. Le
dije a Lexi que necesitaba una habitación para mí esta noche en el hotel, y ni
siquiera parpadeó, probablemente pensando que estaba en uno de mis malos
estados de ánimo después de mi debate de mierda. Pero en realidad es porque
necesito satisfacer la desgarradora necesidad que estoy sintiendo por Jude. Será mi
mano entre mis piernas en la cama esta noche, pero me imagino que son las suyas.

“Lo sé, bebé.”

El recuerdo de su voz profunda que decía esas palabras con un tono tan sincero,

133
su frente fruncida de preocupación, me hace lamerme los labios y tomar una
respiración lenta y profunda. Es como si Jude hubiera encendido una hoguera en
mí, y por más que intente, no puedo apagarla.

“No sé si alguna vez podré resistirme a ti.”

Lo siente también. Esta conexión profunda y enloquecedora que desafía el buen


sentido y la razón. No soy la única que trabajó duro para llegar a donde estoy. Jude
se ha vuelto loco e incluso ha arriesgado su vida para ponerse donde está. Nunca
es fácil ser candidato a un puesto en el Senado, pero a nuestra edad es aún más
difícil.

Jude despierta algo en mí que ni siquiera sabía que estaba allí. De hecho me
gusta que me desafíe y que no me intimide en lo más mínimo. Es brutal sentirse de
esta manera sobre alguien y esconderse para tener un momento ocasional en vez
de ser honesto al respecto.

Sin embargo, no pasando por encima de todo el mundo. Me encuentro con los
ojos de Lexi a través del autobús y le hago una pregunta silenciosa. Ella saca su
teléfono, y unos segundos más tarde, un texto aparece en mi pantalla.
Lexi: ¿Vamos a hablar de esto?

Yo: ¿Es mi directora de campaña o mi amiga quién me pregunta?

Lexi: Ambas.

Yo: Ya sé que estoy siendo estúpida y descuidada.

Lexi: Nunca te regañaría. Te amo y te respeto. No quiero verte lastimada.

Yo: Lo sé. Significa todo para mí que cuides mi espalda.

Lexi: Lo tiene mal por ti. Pude verlo en sus ojos cuando vino a buscarte.

Mi corazón palidece en mi pecho mientras leo sus palabras. Cuando la miro, ella
pone los ojos en blanco.

Lexi: Lo tienes mal también, ya veo. ¿Por qué no me lo dijiste?

Yo: Lo siento. Sabía lo estúpida que estaba siendo, y eso es algo difícil de confesar.

Lexi: ¿Crees que tus sentimientos por él afectaron tu actuación en el debate esta noche? 134
Suspiro profundamente y me siento contra el asiento acolchado del autobús. Ay.
Ni siquiera lo había considerado, pero tiene un buen punto. Jude nubla mi juicio,
así que estoy segura de que no fui tan fuerte como podría haber sido esta noche.
Todavía estoy considerando su mensaje cuando mi teléfono zumba con otro.

Jude: Puedo olerte por todo mi cuerpo, y me está volviendo loco.

Me obligo a no sonreír, sabiendo que Lexi está observando.

Yo: Mis labios aún pican por la forma en que tu barba los raspó.

Jude: Imagínate esa picadura en tus muslos...

Yo: ¿Quieres decir si me siento en tu cara?

Jude: Joder. Estoy muerto.

El siguiente mensaje que aparece no es de Jude.

Lexi: Están siguiendo desde donde lo dejaron. Puedo verlo en tu cara.


Yo: Culpable.

Cuando encuentro sus ojos a través del autobús, ella sonríe.

Jude: Dime que me verás de nuevo. Dilo.

Yo: Haces que sea imposible no hacerlo.

Estoy a punto de bajar mi teléfono y conseguir una botella de agua cuando


empieza a sonar. Es fácil olvidar que mi teléfono hace la cosa de llamada a veces.
El nombre en la pantalla hace que el vello en la parte posterior de mi cuello se
levante.

Papá.

Mierda. Podría también enfrentar las consecuencias.

—Hola papá.

—¿Todavía estás haciendo entrevistas?

—No, he terminado.
135
Se burla.

—Porque nadie quiere hablar con el perdedor.

—¿Me has llamado perdedora?

—Perdiste ese debate, Reagan —dice bruscamente—. Ardiste en espectaculares


llamas.

Cierro los ojos y recuerdo que luchar con él no ayudará en nada.

—Definitivamente no fue mi mejor noche.

—Los números de la encuesta comenzaron a caer antes de esta noche.

—Todavía estoy liderando —le recuerdo.

—No por mucho tiempo. No después de este desastre.

Suspiro de exasperación.
—¿Qué quieres que te diga? Apesté y lo sé. Todo lo que puedo hacer es trabajar
más duro mañana.

—He llamado a Tom por un favor.

Estrecho mis ojos.

—¿Tom Harbour?

—No, Tom Cruise —dice con sarcasmo—. Por supuesto, Tom Harbour. Es el
único que puede salvarte en este punto.

—No lo quiero en mi campaña.

—Demasiado tarde, Reagan. Es eso o pierdes, y necesitas ganar esta carrera.

—¿Lo necesito yo o lo necesitas tú?

Otra burla.

—Sí, admito que después de todas mis elecciones invictas al Senado, será una
gran vergüenza para mí si mi propia hija no puede hacerlo. Me voy con un índice
136
de aprobación récord.

—Ese eres tú, papá. Yo soy yo. Jude Titan no es un oponente ligero.

—Tiene debilidades. Todos la tienen. Sólo mira a Tom en acción, y verás.

Suelto un exasperado aliento

—Reagan, confía en mí —dice mi padre—. Sé cómo ayudarte. He estado allí.

No puedo discutir a eso. Él lo sabe. Y dado que no le diré por qué me opongo a
que Tom se una a mi campaña, sé que él cree que eso ayudará.

Demonios, tal vez lo haga. Ciertamente no lo voy a hacer genial sin Tom a
bordo.

—Está bien —le digo, sonando tan cansada como me siento. La adrenalina del
pre--debate ha bajado.

—Tom te acompañará en Chicago mañana.


—Puede trabajar desde la oficina de Chicago —le digo.

—No, él estará en el camino contigo.

Sacudo la cabeza y cierro los ojos. ¿Por qué molestarse? Mi papá no me ve como
capaz de nada. Y después de esta noche, mi confianza en mi capacidad para ganar
estas elecciones por mi cuenta está sacudida.

—Bien. Que le envíe un mensaje a Lexi.

—Todavía podemos arreglar esto, Reagan. Tengo una pista sobre un soldado
que sirvió con Titan, que puede estar dispuesto a desacreditarlo.

Bajo las cejas escépticamente. Eso no puede ser legítimo.

—Solo déjalo, ¿de acuerdo?

—No estoy mintiendo para ganar. Tampoco dejaré que nadie mienta para
ayudarme. Es un rompecorazones.

—Tom infundirá tu campaña con un nuevo enfoque —dice papá, 137


despidiéndome—. Descansa un poco y hablaremos pronto.

La línea se muere y exhalo profundamente. Lexi me está dando una mirada de


simpatía.

—¿Tom? —pregunta, ya sabiendo la respuesta.

Sólo asiento.

—Podemos manejarlo —dice—. No te preocupes, ¿de acuerdo?

Ella camina hacia la nevera y cava en la parte de atrás, sacando una botella de
champán. Me rompo en un ataque de risa.

—¿Para celebrar el debate ganado? —Digo con un pequeño resoplido.

Ella se encoge de hombros.

—O a la compasión. La belleza de la bebida es que funciona en ambos sentidos.

—Definitivamente compasión.
Lexi abre la botella y vierte una taza roja para todos a bordo del autobús, menos
nuestro conductor.

—Para luchar contra Titan mañana —dice Shawn, mi escritora de discursos, con
un guiño.

Tintineamos nuestras tazas de plástico y bajamos el champán dulce de


melocotón. Lexi consigue otra botella, y cuando llegamos a nuestro hotel por la
noche, hemos acabado con las dos y el estado de ánimo en el autobús es más ligero.

Lexi me abraza en el ascensor en el camino hasta el octavo piso, donde están


nuestras habitaciones.

—Toma un buen baño de burbujas caliente y ve un poco de TV basura —dice—.


Mañana es un nuevo día.

—Gracias. Te amo.

—También te amo.

Las puertas del ascensor se abren, y encuentro mi habitación, tirando mi bolsa


138
sobre una silla y pateando mis tacones tan pronto como entro.

La sugerencia de Lexi de un baño de burbujas suena bien. Escarbo a través de


mi bolsa y encuentro un bath melt 12. La bañera en mi habitación es pequeña pero
profunda. Me desnudo y abro el agua hasta que está llena de vapor y burbujas.

Hundirse en la bañera se siente como el cielo. Aún siento agradablemente un


zumbido por el champán, y mis preocupaciones se sienten muy, muy lejos. Me
desplazo por los sitios de noticias en mi teléfono, evitando la cobertura del debate.

Miro el sitio web de Jude y veo una foto de él con su uniforme militar. Su
expresión sombría toca algo profundo dentro de mí. No tenía que poner su vida en
la línea por su país; él lo eligió. Pienso de nuevo en la carta de su amigo, mis ojos
se llenan de lágrimas. No puedo imaginar lo que pasaron. Incluso aquellos que
llegaron a casa siempre llevarán una pesada carga.

12
Producto que se usa cuando se tomar un baño, se derrite en el agua caliente para relajar y
humectar la piel.
Hay otras fotos de Jude: estrechando la mano con una mujer sonriente mientras
sus amigos miran con idolatría, sin vergüenzas, vestidos de caza y sosteniendo un
rifle, y escuchando hablar a un hombre con un casco, su frente arrugada
ligeramente por la concentración. Sus mangas están enrolladas en la última foto, y
admiro la tinta oscura de su musculoso antebrazo.

Jude Titan, vas a deshacerme.

Justo en ese momento, me escribe, haciendo que mi pulso se acelere.

Jude: ¿Estás sola?

Yo: Sí.

Jude: ¿Qué estás haciendo?

Estoy segura de que no le diré que estoy admirando sus fotos. Incluso el
pensamiento me hace voltear los ojos.

Yo: Tomando un baño.


139
Jude: ¿Foto?

Tomo una foto de mis uñas pintadas de rosa contra la pared de la bañera, mis
pantorrillas mostrándose pero cubiertas de una gruesa capa de burbujas.

Jude: Coqueta.

Yo: ¿Dónde está mi foto?

Cierro los ojos, con la esperanza de que no me envíe una foto de su polla. No
parece su estilo, pero aun así... los hombres pueden ser impredecibles cuando se
trata de sus penes.

Una foto de Jude acostado en la cama aparece en la pantalla de mi teléfono. Está


sin camisa, su cabello oscuro contrasta con la funda blanca de la almohada. Me
lamo los labios contra mi voluntad. Dios mío, es guapo. No podré eliminar esta
foto, no importa lo peligroso que sea mantenerla en mi teléfono.
Envalentonada por el champán, sostengo mi teléfono y tomo una foto de mi
cara, mi pelo atado y las burbujas que cubren casi hasta la hinchazón de mis
pechos. Cuando la envío, siento una mezcla de nerviosismo y emoción.

Unos segundos más tarde, aparece otro texto.

Jude: Eres tan jodidamente hermosa, Reagan. Todo lo que puedo pensar es cuánto quiero
compensar mi comportamiento de mierda de esta noche.

Yo: Todo vale en el amor y la guerra, Titan.

Jude: Pura mierda. Nunca te haré llorar de nuevo. Tienes mi palabra.

Me estoy derritiendo, y no es por el vapor de agua del baño. Jude siempre


parece saber exactamente lo que necesito, ya sea palabras dulces, un buen
argumento o un poco de distancia. Y cuanto más nos acercamos, menos distancia
quiero.

Yo: Te extraño. Ojalá estuvieras aquí conmigo ahora mismo.

Jude: Yo también. ¿FaceTime?


140
El latido de mi corazón se acelera ante la idea. Estoy tan excitada ahora... y tan
desnuda. Pero quiero. Dios, quiero hacerlo. Trago y le devuelvo el texto.

Yo: Está bien.


Traducido por Mary_08
Corregido por Lelu

Jude Titan
Miro al teléfono por un minuto y parpadeo repetidamente, esperando que las
palabras cambien, pero no lo hacen. Ella accedió a FaceTime conmigo y desde la
bañera no menos.

Mi pene ya está duro como una roca debajo de la sábana blanca desde la foto de
sus pechos cubiertos de burbujas. Ver su cuerpo y saber que ella no tiene un punto

141
de ropa tiene a mi polla meneando y serpenteando en aprobación.

Lexi no debió regañarla después de vernos en el vestuario. Pensé que Reagan


nunca volvería a hablar conmigo porque Lexi le habría advertido sobre el riesgo y
habría metido un poco de sentido en ella. No puedo imaginar si Carl se enterara de
nosotros; se enojaría mucho y me prohibiría hablarle de nuevo fuera de un debate.

Estamos tomando un riesgo enorme cada vez que estamos juntos, pero a veces
eso es la mitad de la diversión. Me pregunto si esa es la atracción que nos une, el
peligro. Desde que regresé de la guerra, mi vida se ha vuelto casi aburrida. La
elección me dio el propósito que había estado ansiando, y estar con Reagan hace
que mi corazón palpite casi tan fuerte como cuando estaba listo para ir a la batalla.
No tengo miedo por mi vida, pero todavía existe esa emoción secreta y descarga de
adrenalina que echo de menos.

Apoyo mi teléfono contra la lámpara en mi mesa de noche y presiono conectar.


Mientras suena, pongo la mano debajo de la almohada y finjo verme casual,
aunque estoy prácticamente lleno de emoción.
—Oye —dice después de conectarse. Su mano se mueve a través del aire, y
pequeñas gotas de agua están cayendo de las yemas de sus dedos, cayendo contra
su piel desnuda.

—Oye, tú —respondo, incapaz de apartar los ojos de su movimiento. Ella apoya


el teléfono hacia el final de la bañera, dándome la vista perfecta de su cuerpo
cubierto de burbujas. Finalmente me obligo a mirar su rostro.

—Me sorprende que hayas dicho que sí a hacer FaceTime conmigo.

—No he podido dejar de pensar en lo de antes.

—Soy bastante inolvidable. —Sonrío.

A pesar de que su cara está lejos de la cámara, puedo verla claramente voltear
los ojos.

—Estás tan lleno de ti mismo, Jude. —Ella evita mi declaración, y la dejo.

—¿Lexi te ha soltado un sermón?


142
—No —dice con un suspiro, goteando más agua contra su piel desnuda—. Pero
no está feliz.

La forma en que está cayendo de sus dedos aleja mis ojos de su rostro.

—¿Qué dijo? —Quiero mantenerla hablando para poder mirarla sin distracción,
aunque sea por sólo unos pocos segundos más.

Reagan se ríe entre dientes.

—Dijo que lo tienes mal por mí. —Ella mueve su mano alrededor del agua,
haciendo que se separe por un breve segundo, y mis ojos están luchando para
coger un vistazo de cualquier cosa que este oculto debajo del agua.

—Tiene razón —le digo cuando el agua se asienta, y ella se apoya contra una
toalla enrollada en el borde de la bañera. Pequeños rizos se han soltado y caen en
cascada por su hombro, besando la superficie del agua.

Me da una sonrisa entreabierta.

—Sigo pensando que estás jugando conmigo.


Me siento, llevando mi teléfono conmigo.

—No estoy haciendo tal cosa, Reagan. Esto no es un juego para mí, no somos un
juego. Tampoco es la elección. Quítate eso de la cabeza ahora mismo.

—¿Cómo puedo estar segura? —Sus rodillas se levantan del agua, y las burbujas
se deslizan por sus muslos y desaparecen en la superficie—. Tal vez todo sea un
gigante juego del gato y el ratón para que caiga.

—Si quisiera arruinarte, podría haberlo hecho ya.

—Eso es reconfortante —murmura, mirando hacia abajo a sus pies y lejos de la


cámara.

—Déjame ver mejor tu cara. —Enciendo la luz, asegurándome de que pueda ver
la seriedad de mi cara.

Coloca su mano, bloqueando mi vista mientras se sienta. Cuando mueve su


palma, todo lo que puedo ver es su cara.

—¿Feliz ahora?
143
—Extremadamente. —Sonrío—. No quiero que pienses nunca que te uso.
Quiero que sepas que lo que siento por ti es real y no es parte de mi estrategia de
campaña para desacreditarte a los ojos de los votantes. ¿Qué puedo hacer para
convencerte de esto, Reagan?

Golpea su barbilla con su mano libre y mira al techo.

—Tócate y déjame ver. —Sonríe y regresa sus ojos a los míos—. Eso debería
mantener mi mente tranquila.

—Sólo si lo haces tú también —la reto, frotándome las manos mientras veo que
su cara se pone seria.

—Estoy jugando. —Ella menea las cejas y sonríe—. Pero me quedo aquí, segura
bajo mis burbujas.

—Sólo necesito ver tu cara —miento, colocando el teléfono en la mesita de noche


y apagando la lámpara antes de acostarme para enfrentarme a ella con sólo la luz
de mi pantalla para mostrar mi cara.
—Dime tu fantasía. —Mi mano se desliza por mi cuerpo hasta que alcanza mi
polla rígida, y envuelvo mis dedos alrededor de ella—. Déjame oír lo que te excita.

Ella aplasta una palma contra su tórax, justo encima de su pecho, y aspira una
bocanada. Lentamente, su mano comienza a vagar por debajo de la superficie y se
detiene cerca de su pecho. Sólo su pulgar es visible, pero sé que se está acariciando.

—Estoy en un hotel contigo —dice ella, cerrando los ojos—. Nos besamos y
estamos hambrientos el uno del otro.

Aprieto mi eje más fuerte, agarrándolo con fuerza en la palma de mi mano.

—¿Tenemos ropa?

—No. —Su voz es susurrante y apenas audible por encima del sonido del agua
moviéndose—. Estoy con sujetador y bragas, y estás desnudo.

—¿Estamos en la cama?

—Tú me tienes presionada contra la ventana, y mis piernas están envueltas


alrededor de tu cintura.
144
Gimo suavemente.

—Casi puedo sentir el calor de tu coño contra mí.

Ella abre los ojos, mirándome fijamente.

—Puedo sentir tu dura polla presionando contra mí. Estoy moliéndome,


rogando porque me folles, Jude. Me besas más profundamente, jugando conmigo.

Mi mano se mueve más rápido, y mis golpes se vuelven irregulares cuando su


mano desaparece por completo bajo el agua.

—Tienes las manos bajo mi culo, apretándome con fuerza cuando tus labios se
sumergen en mi cuello.

Ella se muerde el labio inferior, y un pequeño y suave gemido sale de su boca.

La estoy imaginando en mi mente, con la espalda arqueada con los pechos


empujados hacia mi cara.
—Estoy besando la curva de tu cuello, tratando de contenerme para no
moverme demasiado rápido —tomo el control.

—Sí. —Presiona su cabeza en la toalla y sus labios se separan.

—Usando mis dientes, saco las correas de tu sujetador para exponer tus pechos.
—Me detengo y soplo una respiración temblorosa—. Lamo un camino por tu
pecho, tirando de tu doloroso pezón en mi boca caliente y húmeda. —La parte
superior de mi puño toca la parte inferior de mi cabeza, y mi cuerpo tiembla con el
contacto—. Me tomo mi tiempo, dando a cada pecho suficiente atención hasta que
estas rogando. Tus bragas están empapadas y estás montando mi polla, tratando
de venirte.

Gime, y sus ojos revolotean cerrados.

—Mis dientes raspan contra tu pezón y tiemblas en mis brazos. Estoy


consumido por la dureza y la suavidad de tu piel contra mi cara. No puedo tener
suficiente de ti, pero mi polla está doliendo tanto que tengo que estar dentro de ti.

—Sí —susurra—. Necesito sentirte dentro de mí. —Cuando ella se lame los
145
labios, casi exploto.

—Me alejo y descanso tu culo contra mi brazo, liberando una mano. —Mis
dedos aprietan mi eje más duro mientras van por mi longitud y relajo cuando me
acerco a la punta. Pensar en Reagan en mis brazos y sintiendo su piel contra mí me
tiene listo para venirme más rápido de lo que me gustaría admitir. Lo que ocurrió
antes no lo hace más fácil—. Me acerco alrededor de tu cuerpo, poniendo mi mano
entre nosotros, y meto los dedos en tus bragas.

—Te necesito, Jude.

El rubor en sus mejillas tiene mi fuerza de voluntad resbalando y mi voz


sonando necesitada y nerviosa.

—¿Qué necesitas, Reagan?

—Te quiero a ti dentro de mí. Estoy dolorida y caliente. —Su lengua salta de
nuevo, y su pecho está subiendo y cayendo más rápido.

Mis golpes aumentan, volviéndose más fluidos.


—Tiro las bragas a un lado porque estoy impaciente. Necesito estar dentro de ti
también. Mi polla está empujando en tu coño. ¿Lo sientes?

—Sí. —Traga con fuerza y abre los ojos, girando su cabeza para hacerme
frente—. Puedo sentirlo.

Dejo de hablar por un segundo porque mi capacidad de hablar está en peligro.


Estoy demasiado cerca del borde.

—Quiero sentir cada centímetro de ti mientras te tomo lentamente al principio.

—¿Dónde está tu boca?

—Contra la tuya. Te estoy besando profundamente y capturando tus gemidos


mientras empujo más fuerte. Tu culo está presionado contra el cristal, y te estoy
sujetando contra mí, sin dejar espacio entre nuestros cuerpos.

Cuando el agua comienza a moverse y las burbujas se apartan, dejo de acariciar


mi polla. Estoy demasiado perdido en la posibilidad de echar un vistazo a su
cuerpo para incluso moverme. 146
—Estás montando mi polla, encontrando cada empuje mientras que nuestros
cuerpos chocan. Estoy gimiendo tu nombre con un brazo envuelto alrededor de tu
cintura y el otro todavía acariciando tu culo.

—Te sientes tan bien dentro de mí.

El agua se mueve, y veo una pizca de pecho, haciendo que mi polla se contraiga.

—¿Sientes lo mucho que te quiero?

—Si —susurra.

Me callo, escuchando su respiración desigual y la perturbación del agua


mientras juega con ella misma. Estoy atrapado. No hay otra manera de describir
cómo me siento. Sus mejillas están ruborizadas, y su lengua sigue corriendo,
barriendo contra su labio. Miro, esperando el momento en que se venga.

—Muélete en mi polla, bebé. Vente por mí —le digo, aunque ya no estoy tirando
el puño en mi mano. Estoy siendo codicioso y egoísta, y lo sé. Ella abre los ojos,
vislumbrando mi cara, y puedo decir que lo sabe. Muevo mi mano, acariciando
febrilmente mi cuerpo para alcanzarlo. Como si no se saltara un latido, en cuestión
de segundos, un orgasmo inminente está hirviendo justo debajo de la superficie.

Recojo el ritmo, igualando su ritmo.

—Estoy enterrado en tu interior, empujándome hasta donde puedo.

Mis palabras se cortan, y ya no puedo hablar. Está gimiendo y yo también.


Estamos muy cerca y demasiado perdidos para decir algo más. No puedo cerrar
los ojos ni apartar la vista cuando su boca se abre y su respiración se detiene. Estoy
justo detrás de ella, mi cuerpo temblando por el orgasmo masivo rasgando mi
sistema.

Tantos juegos preliminares y oír hablar sucio a Reagan me tiene tan cerca del
borde que mi visión se desdibuja de la intensidad. Mis ojos se cierran por un
momento, y las ráfagas de luz detrás de mis párpados se vuelven cegadoras. Sumo
unas pocas respiraciones temblorosas, intentando arrastrar el aire hacia mis
pulmones antes de abrir los ojos.

El rostro de Reagan está más cerca del teléfono, y me está mirando de la misma
147
forma en que la había estado mirado yo.

—Eso fue caliente —susurra, sonando demasiado asustada para admitirlo más
fuerte.

—Lo fue. —Me río suavemente y lamento venirme en mi cama. Hay restos de
nuestra charla sucia por todas las sábanas.

—Haces una cara divertida cuando te vienes. —Se ríe.

Tiro mi cuerpo más cerca del borde de la cama y pego mi cara en la cámara.

—¿Oh si?

—Sí, es algo como esto. —Ella chupa sus labios en su boca, haciendo una cara de
pescado.

—No lo hago, Reagan.

Su risa se hace más fuerte.


—Oh sí. ¿Quieres pruebas?

—No tienes pruebas. —Está riendo incontrolablemente y asiente.

—Las tengo.

Mis cejas se juntan, y mi corazón no ha dejado de golpear salvajemente en mi


pecho.

—¿Cómo?

Ella inhala y exhala despacio, tratando de recuperar el aliento de tanto reír.

—Tomé una captura de pantalla. —Ella muerde su labio y parpadea unas


cuantas veces, fingiendo inocencia.

—Estás mintiendo —le digo, pero mi estómago cae porque es algo que yo haría,
pero ni siquiera lo pensé.

Levanta una ceja y sonríe.

—¿Quieres pruebas?
148
Mis ojos se dilatan y sé que lo tiene.

—¡No!

—La guardaré para mi disfrute.

—Reagan —susurro y me acerco un poco más a mi teléfono.

—¿Sí, Jude? —Pregunta con aire de suficiencia.

Sonrío porque la venganza puede ser una perra.

—Me las pagarás.

—Cuento con eso —dice, riéndose histéricamente. Ella se adelanta, y la pantalla


queda en blanco.

Me quedo boquiabierto, sorprendido de que me cuelgue después de eso. Pero


entonces un texto aparece con la captura de pantalla de mi cara.
Reagan mintió. No tengo cara de pescado, pero estoy definitivamente en medio
del orgasmo.

Ella me superó, y estoy impresionado.

Una cosa que sé con seguridad: Reagan Preston no es la mujer que pensé que era
antes de entrar en la carrera, y estoy seriamente en problemas.

149
Traducido por Liliana
Corregido por Lelu

Reagan Preston
El autobús de campaña acaba de salir del estacionamiento del hotel hace cinco
minutos, y mis empleados ya están teniendo una acalorada conversación sobre
algo. Estoy distraída, mi mente aún en la noche anterior.

Nunca he tenido una experiencia más erótica que la de anoche por FaceTime
con Jude. Incluso el sexo real con otros hombres nunca me produjo una excitación

150
tan profunda como lo hizo su voz baja y ronca, cuando me dijo que me corriera
para él.

Eso es exactamente lo que hice. Me corrí para él a toda velocidad, mi cuerpo


inconscientemente obedeciendo su orden. Y había sido un orgasmo que siguió y
siguió, con oleadas de placer aun vertiéndose sobre mí después que terminé la
llamada.

Si el sexo telefónico con él me hizo eso, ¿qué pasaría si tuviéramos verdadera


acción? Mi pulso se eleva con solo pensarlo. Después de caer en un profundo,
sueño satisfecho anoche, soñé con el cuerpo desnudo y musculoso de Jude contra
el mío. Me desperté excitada y adolorida esta mañana, mi cuerpo queriendo más.

—No es que tengamos una opción en el asunto —dice Lexi, su tono más agudo
que de costumbre—. Es mi trabajo el que él está tomando, chicos, si yo puedo lidiar
con eso, ustedes también pueden.

Salgo de mi aturdimiento y frunzo el ceño.

—¿Te refieres a Tom? No está tomando tu trabajo, Lexi. Nadie lo hará jamás.

Ella se encoje de hombros.


—Ya veremos. Tom tiene fama de dirigir las cosas a su manera.

No puedo negar eso.

—Podemos escuchar lo que él tiene que decir, pero eso no significa que
tengamos que hacerlo.

—Creo que probablemente deberíamos escuchar —dice Lexi, hundiendo los


hombros—. Hicimos algunos sondeos después del debate de ayer. Solo fue una
muestra de los que lo miraron, pero…

—Fue malo —termino.

—Muy malo.

Niego en señal de disgusto. Mi oponente me fumó en nuestro debate, y yo por


FaceTime lo jodí después. Bueno, no, justo después… justo después, me besuqueé
con él en mi camerino y fui atrapada por mi jefa de campaña.

¿Dónde demonios estaba la verdadera Reagan Preston? ¿La tenaz mujer de


acero quien no deja nada en su camino?
151
Entierro mi rostro en las manos. Si mi padre lo supiera…

No puedo evitar reírme ante la idea. Si él lo supiera, su cabeza explotaría. Estoy


siendo estúpida y descuidada. Y ya sé que lo haré de nuevo. Esto que tengo con
Jude es la primera vez en mi vida que he hecho algo completamente por mí.

—¿Estás perdiendo la calma? —pregunta Lexi.

Detengo mi risa loca y suspiro profundamente.

—No, estoy bien. —Miro alrededor hacia los solemnes y confundidos rostros de
mi equipo—. Miren, chicos. Quiero ganar esta elección. Todos estamos trabajando
muy duro aquí, y no podría estar más orgullosa. A veces en política recibes una
orden desde arriba que no puedes ignorar, y por eso viene Tom. No es porque
alguien en este equipo es deficiente en cualquier forma. Vamos a poner nuestras
caras de póquer y recordar que esto no es de vida o muerte. No importa cuál sea el
resultado de la elección, la vida continuará. Estaremos bien.
Lexi asiente pero parece completamente perpleja. Esto no es algo que yo hubiera
dicho ayer. Entonces pensaba que mi propia vida dependía de ganar este escaño en
el Senado. Pero luego perdí definitivamente un debate. Y sobreviví. Hice más que
sobrevivir, en realidad. Me permití sentir algo más que derrota. Jude me ayudó a
recordar que hay vida fuera de esta carrera.

—Vamos a comprar donas —sugiero.

Lexi mira a su reloj.

—Llegaremos tarde a la cita con Tom si nos detenemos.

Sonrío.

—Aún mejor. Donas será.

Roy de alguna manera logra aparcar nuestro gigante autobús frente a una
pequeña panadería en el centro de Chicago. Después que nos hemos abastecido de
donas y café, el espíritu de todos es más animado.

Tom está esperando frente a Palmer House cuando nos estacionamos frente al
152
hotel. Su cabello negro está comenzando a estar de color gris en las sienes, pero
aparte de eso, se ve igual. Respiro hondo y cuadro los hombros antes de salir del
autobús para saludarlo.

—Reagan —dice, su mirada deslizándose por mi cuerpo—. Ha sido un largo


tiempo.

No lo suficientemente largo.

—¿Estás listo? —pregunto.

—¿Qué, ningún abrazo?

Le doy una falsa sonrisa.

—Nada de abrazos. ¿Supongo que necesitas ayuda con tus maletas? Has
envejecido.

Él estrecha los ojos.


—Tengo solo cuarenta y tres años, Reagan. Voy a hacer que el botones cargue
mis maletas en el autobús porque este es un traje caro y hace calor afuera.

Se vuelve para abordar el autobús, y doy un paso delante de él, deteniéndolo.

—Escucha, tienes que mantener esto completamente profesional, ¿de acuerdo?

La sonrisa de Tom, que encontraba arrobadora hace siete años, ahora solo me
hace ver lo imbécil que realmente es.

—¿Ya tienes pensamientos impuros sobre mí? —dice en voz baja.

Pongo los ojos en blanco.

—Absolutamente no. Cometí un error una vez, y lo reconozco. Pero nunca más.

—Como recuerdo, fueron tres veces. Una vez en mi habitación de hotel, una en
el ascensor…

—Para —digo, mis mejillas encendidas—. Olvidemos el pasado y seamos


profesionales o ni siquiera darás un paso en este autobús. 153
—Bueno, bueno, bueno. ¿Eres una chica dura, ahora que tienes treinta años?

Cruzo los brazos.

—Es tu decisión.

—Tu padre nunca mencionó estos términos.

Sostengo su mirada, que ya no me intimida como solía hacerlo. Jude le diría a


este imbécil que se fuera a la mierda, y saber eso me da el coraje de hacerlo,
también.

—¿Cómo será, Tom? —pregunto impacientemente—. Mi café se está enfriando.

—Profesional, por supuesto —dice suavemente—. Tenemos mucho trabajo por


hacer, por cómo se ven las cosas.

—Supongo que sí.


—Así que vamos a comenzar. —Agita una mano hacia la puerta del autobús—.
Las damas primero.

Asiento y subo las escaleras del autobús, el roce de sus dedos sobre mi trasero
me hace tensar.

Maldito imbécil. Pretendo que ni siquiera lo noté porque no que puedo llamarlo
así frente a mi equipo. Una vez que las presentaciones son hechas, me siento al
lado de Lexi, asegúndame que estoy en un lugar sin espacio a mi otro lado.

Así que ahora, además de mi carrera al Senado contra un duro rival, también
tengo que defenderme de los avances de Tom. No fue tan fácil cuando era una
joven virgen atrayendo la atención de un hombre mayor. Odio que Tom fuera mi
primero. Pensé que significaba algo para él en aquel entonces, pero yo era solo una
de muchas.

Mi teléfono zumba con un texto, y miro hacia la pantalla.

Lexi: Él parece agradable.


154
La miro, y pone los ojos en blanco. Al menos no estoy sola en mi aversión a
Tom.

—Me alegro de estar trabajando con todos ustedes —dice Tom a mi equipo—.
Creo que ponemos volver a poner en camino esta campaña. Tengo experiencia en
ganar contra las probabilidades. Reagan, estás familiarizada con mi experiencia,
¿verdad?

Quiero darle una bofetada. O mejor aún, patearlo en las bolas. Tom está
deliberadamente haciendo alarde de mi joven estupidez en mi cara. Esto es
exactamente porque no lo quería aquí.

—Creo que sí —digo, juntando las cejas—. Ha sido tanto tiempo, es difícil
recordar.

—Refrescaré tu memoria —dice Tom con un guiño.

—Ew —murmura Lexi.

Exactamente mis pensamientos.


Algunas de las ideas de Tom son buenas. Quiere que haga hincapié en mi
experiencia legislativa y reúna la base Demócrata en nuestro estado fuertemente
Democrático. Es como una ventaja en el campo.

Pero sobre todo, hemos pasado la mañana y tarde discutiendo sobre sus planes
de desacreditar a Jude.

—Concentrémonos en mí, no en él —digo por lo menos por quita vez.

—Tenemos que trabajar en ambos ángulos.

Me levanto de mi asiento, mis músculos doloridos por estar en el autobús todo


el día. Nos dirigimos al sur de Illinois para un mitin de esta noche, lo que nos da
todo el día para hacer una estrategia durante el viaje. Me las arreglé para escapar
de Tom durante una hora cuando paramos para el almuerzo, pero aparte de eso,
he estado tratando con él todo el día y estoy en el borde. 155
—Lexi, consígueme una base con todas las direcciones de correo electrónico de
los escaños del partido —dice Tom. Mirando por encima de sus gafas, que se posan
en su nariz.

—No le des órdenes —digo antes que Lexi pueda responder—. Pídeselo.

Tom me fulmina con la mirada.

—Tenemos que prescindir de las formalidades.

—Eso está bien, pero no prescindamos de la cortesía.

Tom tira el bolígrafo a través del autobús, y sale por la ventana.

—Mira, Reagan. No haré esto de ida y vuelta contigo todo el tiempo. Tu padre
me envió aquí para dirigir esta campaña. Para ponerla en marcha. No para
tomarnos las manos con tu círculo de amigos y compartir ideas. ¿Tenemos claro
quien está a cargo?
El autobús está completamente en silencio. Nadie está moviendo un músculo
mientras Tom y yo nos miramos uno al otro. Aflojo mi mandíbula y fuerzo una
sonrisa.

—Sí, estamos claros.

—Bien. Cuando lleguemos al hotel, tú y yo modificaremos tu discurso en tu


habitación.

—Tú, yo, y Lexi —corrijo—. Lexi y yo compartimos habitación en los hoteles.

Hemos ido y venido hasta ahora, pero las cosas han cambiado ahora que Tom
está alrededor. Quero a Lexi de compañera conmigo en cada hotel de aquí en
adelante.

—Claro —dice Tom, mirando hacia el papel sobre la mesa—. Ella es bienvenida
a sentarse.

Él es tan condescendiente. Deseo soltarle sobre Jude, pero eso no pasara.


Cuando saco mi teléfono para echar un vistazo a su foto en medio del orgasmo de 156
anoche, veo un texto de él esperando. Lo envió hace más de una hora.

Jude: Estoy pensando en ti.

Yo: Igual. Lo siento me tome mucho tiempo para escribirte, estaba trabajando en un
acuerdo con Trib13 para vender esa foto tuya de anoche.

Jude: Muy graciosa. Diles que lo lograste con tus sexys gemidos.

Yo: ¿Dónde estás hoy?

Jude: Cerca de la frontera en St. Louis. ¿Tú?

Yo: Asamblea en el sur.

Jude: Escuche que contrataste a The barber.

Tom es conocido en los círculos políticos como Tom “The Barber” Harbor
porque corta a sus oponentes. Me pregunto si Jude esta intimidado de que él este

13
Trib: empresa que elabora obituarios para diarios, revistas y otros medios.
en mi equipo ahora. También me pregunto cómo consiguió las noticias tan
rápidamente.

Yo: ¿Me estas espiando?

Jude: Siempre. No lo olvides. Tom es un pervertido, así que mantente alejada de él.

Yo: Él no es mi persona favorita, pero necesito ayuda.

Jude: Ojala pudiéramos conseguir ambos lo que queremos. Quiero ganar, pero hay una
parte de mi odia que tú tengas que perder para hacer que suceda.

Yo: Estaré bien de cualquier manera. He ganado una nueva perspectiva.

Jude: Entonces, después de las elecciones, ¿podemos empezar a vernos?

Niego y sonrío.

Yo: Noviembre está muy lejos, Titan. Y la carrera solo se hace más difícil desde aquí.
Puedes odiarme para entonces.

Jude: Nunca
157
Yo: ¿Así que quieres aplastarme y luego salir conmigo?

Jude: Algo así.

Yo: ¿Estás seguro de que no es solo la emoción de lo prohibido con tu oponente político?

Jude: Estoy seguro. Haré salir al republicano de ti, sin embargo. ;)

Yo: Nunca.

Jude: Me gusta tu fiereza. Y siempre te respetaré, incluso cuando no estemos de acuerdo.

Me suavizo por dentro cuando leo esas palabras.

—¿Reagan? —dice Tom, sacándome del momento—. Estamos a punto de llegar.


¿Puedes terminar ese trabajo tan importante que estás haciendo?

Una vez más esa condescendencia. Tom es un idiota. Pongo los ojos en blanco y
miro de regreso hacia la pantalla del teléfono.
Yo: ¿Todavía querrás salir conmigo después de las elecciones si gano?

Jude: Diablos, sí.

Yo. De acuerdo. Porque planeo hacerlo. A jugar, Titan.

Jude: A jugar. Y más tarde en FaceTime.

158
Traducido por florpincha & Iviabernathy
Corregido por Lelu

Jude Titan
No he tenido la oportunidad de cambiar mi traje y disfrutar de una copa antes
de que Carl venga a mi habitación, asustado. Está caminando, tirando de su
cabello, y despotricando hasta el punto que no puedo entender una palabra de lo
que está diciendo.

—¿Qué? —pregunto, mirándolo fijamente por el borde de mi bebida—.


Cálmate, Carl. 159
El hombre cualquier día va a tener un ataque al corazón y terminará en la
tumba, todo lo estresa.

Se detiene frente a mí y pone las manos a los costados.

—Lo hicieron —resuella, apenas capaz de quedarse quieto.

—¿Quién hizo qué? —Coloco mi vaso sobre la mesa y me preparo para


cualquier noticia que esté a punto de lanzarme.

—Preston. La tenemos.

Mi ceja se alza. Ahora ha despertado mi curiosidad.

—¿La tenemos?

Él está caminando de nuevo, usando un nuevo patrón en la alfombra del hotel.

—¿Te conté que Harbour se unió a su equipo de campaña ayer?


—Sí. —No me asustó cuando oí las noticias, y Carl no parecía preocupado ni
entusiasmado con la idea, pero ahora está prácticamente maníaco.

—De acuerdo, así que —dice, haciendo una pausa y suavizando su cabello antes
de que comience a agitar sus brazos salvajemente—. ¿Recuerdas que te dije que
tenía algo perfecto para destruir a Reagan, pero me dijiste absolutamente que no?

Mi cuerpo se tensa, y al instante me siento protector de ella.

—No quiero nada de eso. Te dije que no haremos una campaña para
desacreditarla.

—Durmió con Harbour cuando él estaba casado, Jude. Esto es tan grande que
arruinará su carrera política.

¿Espera qué? ¿Reagan jodió con Harbour? ¿Harbour estaba casado? Sé que
Harbour trabajó en la campaña de su padre, pero seguramente su padre no conocía
esta actividad. Si lo supiera, no habría manera de que Harbour volviera a su vida.

Estoy tan sorprendido por las noticias que ni siquiera puedo responder al 160
principio. Mi puño se enrolla alrededor de la copa, y quiero aplastarla en mi
palma.

—¡No, Carl! Absolutamente no.

Sus ojos se abren y su cabeza se sacude.

—Jude…

—Escucha —digo mientras estoy de pie y me muevo en su espacio personal—.


No me importa a quién se jodió o cuándo lo hizo. Esto no es algo que quiero usar
para ganar las elecciones. ¿Me entiendes, Carl?

—Este es el último clavo en su ataúd…

Mi nariz toca la suya, y estoy a punto de tomar su cuello cuando retiro mi mano.

—Si esto se filtra, no importa quién derrame las alubias, iré por ti, Carl. Me
aseguraré de que nunca vuelvas a trabajar en la política. He sido claro, y espero
que sigas las órdenes. —Mi mirada es helada mientras lo observo a los ojos y
espero su palabra de que no se escapará a la prensa.
Sus ojos se estrechan y se llenan de rabia.

—Simplemente no te entiendo, Titan.

—No necesitas entenderlo, solo tienes que hacer lo que te mando.

A la mierda si le pediré que lo haga.

Estoy más allá de pedirle a la gente que siga mis deseos.

Carl me pasaría por encima si siente que tiene razón y yo estoy equivocado. Lo
conozco. Su lealtad hacia mi victoria triunfará sobre todo lo demás, incluso sobre el
honor de Reagan y mis deseos.

Se aleja de mí y sacude la cabeza con los labios apretados.

—No puedes ganar sin ello.

—Que así sea. —Estoy tan cabreado que quiero golpear algo o a alguien,
preferiblemente a Tom Harbour—. Siempre hemos sido hombres honorables, y
quiero que la campaña siga así. 161
No puedo averiguar con quién estoy más enojado... con Carl o Reagan.

Carl porque, bueno, él es Carl. Pero también está haciendo su trabajo.

O Reagan por joder con Tom Harbour y dejar un rastro.

—Pensé que tendrías pelotas más grandes, Jude —responde Carl, pero él no va a
incitarme a darle el visto bueno.

Me agarro la entrepierna, asegurándome de que vea lo grande que es el puñado


y río.

—No necesito derribar a una mujer por algo que hizo hace años para probar mi
virilidad. Tal vez te corres cuando las mujeres sufren, pero jodidamente seguro que
yo no.

Su cabeza está temblando, murmurando en voz baja sobre la carrera y cómo voy
a perder. Me siento de nuevo, lanzando puñales a él y agarro mi copa.
—Ahora, si me disculpas, me gustaría terminar mi bebida en paz y prepararme
para el rally de mañana, Carl.

Empieza a salir, y antes de cerrar la puerta, lo oigo decir:

—Cobarde.

Me inclino hacia adelante en mi silla, respiro profundamente, y froto mis ojos.


¡Cuando me desperté esta mañana, pensé que iba a ser un buen día, jodidamente
incorrecto! No puedo envolver mi cabeza sobre la idea de que Reagan haya
dormido con Tom, no sólo porque tiene unos años más que ella, sino porque estaba
casado cuando lo hizo.

Reagan no parece ser el tipo que tomaría el matrimonio a la ligera. Pero, de


nuevo, ¿qué es lo que sé realmente acerca de ella? Muy poco aparte de lo que he
leído en el archivo de campaña compilado por Carl y lo que he oído en los medios
de comunicación.

Es bastante de información básica. Mierda, cualquiera podría buscarla y


encontrarla en Internet. Ni siquiera había un rumor sobre ella y Tom o cualquier
162
otro hombre hasta que Carl contrató a un investigador privado.

Tal vez es verdad. Tal vez sea la palabra de alguna hermana de hermandad
celosa tratando de conseguir su cara en las noticias y tener sus diez segundos de
fama.

Estoy a punto de servirme un segundo trago, cuando mi teléfono emite un


pitido.

Boo: Ey.

Observo la pantalla por un momento y pienso en decirle algo sobre Tom. Quiero
oír su parte de la historia, pero puede que piense que la estoy acusando de algo.
Además, entrará en pánico y asumirá que lo usaré en su contra, estoy jodido sin
importar si toco el tema o no.

Yo: Ey, tu.

Boo: ¿Tuviste un buen día?


Yo: Estuvo… bien.

Está escribiendo, los tres pequeños puntos en la pantalla se mueven


rápidamente y aprovecho la oportunidad tomar la botella de whisky en la mesa
junto a mí. Tengo el presentimiento de que la necesitaré.

Boo: ¿Qué paso? El mío también estuvo solo bien. Con Tom aquí en el camino es
diferente. La multitud en el mitin de hoy fue más pequeña de lo que Lexi esperaba y eso
tiene preocupado a todo el mundo.

Diferente. Estoy seguro de estar en la carretera con alguien con quien jodiste y
enviar mensajes de texto al hombre que quiere joder tiene que ser amortiguador en
su día, o al menos se añade al nivel de emoción.

Yo: ¿Estás desnuda?

No puedo evitar chispear sobre el tema.

Boo: Solo llevo mis Louboutins.

—Mierda – gimo ante la imagen mental que tengo de ella en su perfecta piel
163
clara y un par de tacones rojos y negros y nada más.

Yo: Mentirosa.

Boo: …

Yo: ¿Entonces todo el mundo está alborotado por allí? Estoy seguro de que Tom puede
manejarlo con toda su experiencia.

Boo: Tiene un montón de experiencia pero mi equipo no está acostumbrado a su forma


de mierda.

Yo: Cuéntame de nuevo sobre esos zapatos.

Boo: ¿Vamos a FaceTime? Lexi se ha marchado por unos veinte minutos.

Yo: ¿Lexi?

Boo: Compartimos la habitación esta noche.

Yo: Llámame cuando estés lista.


Rápidamente me quito la corbata y abro los dos primeros botones de la camisa
para estar más cómodo. Mantengo la ropa puesta en caso de que Lexi regrese,
aunque eso sería interesante.

El molesto sonido de la era espacial suena y respondo al tercer timbre así no


parezco tan ansioso.

Está sonriendo cerca de la cámara y con toda su ropa puesta.

—No creí que estuvieras desnuda —digo mientras mis ojos se mueven por la
pantalla y la observo por completo.

Se ríe, echando la cabeza hacia atrás y exponiendo su hermoso cuello.

—No. Me di cuenta de que hubieras querido estar en FaceTime si así lo hubieras


creído, creo.

Sonrío. Hubiera preferido verla desnuda, pero hablaría con ella sin importar
cómo.

—Entonces, ¿dónde está Tom? —alzando el whisky hacia mis labios, la observo
164
buscando alguna pista.

No me da nada, llevando el teléfono hacia atrás con ella.

—En alguna parte. No muy lejos probablemente. Nunca lo está.

—Estoy seguro —murmuro en el borde del vaso.

Mueve la cabeza con las cejas fruncidas.

—¿Qué?

—Nada. Cuéntame sobre el mitin. ¿Es por el debate?

—No lo sé —suspira—. Creo que todo el mundo está en pánico sin ninguna
razón. Lo juro, si no están estresados, no son felices.

—Carl también.

Hay un fuerte golpe en la puerta de Reagan y levanta la vista, palideciendo.


—Espera un segundo —dice y coloca un dedo sobre sus labios—. No digas nada
mientras veo quien es, ¿bien?

—Tienes mi palabra —le digo y hago una cruz sobre mi pecho.

Cuando baja de la cama, la cámara apunta al techo, dándome nada para ver,
pero escucho que la puerta de la habitación se abre.

—¿Qué quieres?

—Creí que podíamos hablar —dice un hombre.

—Tom, estoy ocupada. ¿Podemos hacerlo en otro momento? —le dice y


prácticamente presiono mi rostro en la cámara, como si pudiera ver algo a pesar
que sé que no puedo.

La puerta se cierra y creo que se ha ido hasta que dice:

—Vamos, no seas así. ¿Qué más tienes que hacer esta noche? —Su voz se eleva
ahora; debe haberse acercado al teléfono.
165
—Tom, tienes que irte. Esta es la habitación de Lexi también y no estará feliz de
que estés aquí. —La voz de Reagan suena tensa.

Coloco un dedo sobre mi cámara en caso de que Tom se acerque lo suficiente


como para ver, pero aun puedo escuchar todo. Estoy conteniendo la respiración en
este punto, tomando pequeñas bocanadas de aire sin hacer un sonido.

—Parecía bastante ocupada en el comedor. Digo, tenemos al menos diez


minutos hasta que regrese. ¿No quieres ponerte al día? No te he visto en mucho
tiempo.

Escucho un impacto, piel contra piel, pero no quito los dedos de la cámara, sin
importar cuanto quiero ver qué es lo que sucede.

—No me toques, Tom. Vete. Máchate antes de que te eche de mi campaña.


Cuando digo “vete” lo estoy diciendo en serio.

—Eres muy diferente a la última vez que te vi. ¿Qué le sucedió a la Reagan que
conocí? —Puedo oír la frustración en su voz. Vino a su habitación buscando algo,
tal vez esperando que sucediera, tal vez retomarlo donde lo dejaron años atrás.
—Crecí. Ya no soy una niñita. Soy una mujer y esta es mi campaña. Ahora estas
interrumpiendo mi momento de descanso. Apreciaría que te vayas o te echaré de
la campaña.

Su risa es fuerte y ensordecedora.

—No seas estúpida, Reagan. Me necesitas. Es por eso que estoy aquí.

El sonido de pesados pasos seguidos hasta la puerta es todo lo que escucho por
un momento.

—Fuera —su voz es más fuerte esta vez, más determinada—. Jamás regreses a
mi habitación a menos que seas invitado.

—Reagan —dice y su voz baja. Muevo el teléfono más cerca de mi oreja


intentando escuchar lo que dice, pero no oigo nada.

Momentos después, la puerta se cierra y el teléfono se sacude, mi vista


cambiando al cobertor de mierda azul en la cama.

—Lo siento —dice, haciendo una mueca mientras levanta el teléfono y mira a la
166
cámara.

—No hay problema —no digo nada más y espero que inicie la conversación. Tal
vez me cuente sobre su pasado. Tal vez realmente confíe en mí.

Sus ojos se dirigen hacia la puerta brevemente, y respira profundamente.

—¿Cuánto has oído?

—No mucho —miento—. ¿Quién era?

—Tom —dice su nombre con una mirada amarga en su cara—. Quería hablar
sobre estrategias.

En el momento en que la mentira sale de su lengua, mi estómago se aprieta.

—Es como Carl. Podría hablar de estrategia todo el día y nunca se cansaría de
ello.

—Sí. Ganar es la única cosa en su mente.


Otra mentira. Tom no vino a su habitación para hablar sobre la campaña, y lo
único que quería ganar esta noche era un zambullón dentro de las bragas de
Reagan. No podía culpar al chico por ello. Está en mi mente cada vez que estoy en
la misma habitación con ella también.

—Mierda, Lexi está entrando. Tengo que correr —dice y me saluda con la
mano—. Hablamos pronto.

Antes de que pueda responder, desconecta la llamada, y me quedo con más


preguntas de las que tenía después de que Carl saliera nerviosamente de mi
habitación.

¿Reagan quiere retomar justo donde lo dejó con Tom? Posiblemente... puede
incluso haberlo echado porque yo podía oírles.

¿Está jugando conmigo para ganar? No es imposible.

Pero hay una cosa que sí sé: lo voy a averiguar y lucharé con dientes y uñas para
ganar más que la elección.
167
Traducido por Mary_08
Corregido por Lelu

Reagan Preston
Han sido más de tres semanas de campaña sin parar desde la última vez que vi
a Jude. Todo lo que tenemos es textos y ocasionalmente llamadas telefónicas
rápidas. Bueno, también tengo mi foto de él a mitad del orgasmo.

Pero no es suficiente. Quiero estar con él, y estoy muy por delante. Últimamente
ha estado nerviosa, y no sé si es por la campaña... o por mí.

Mi bus de campaña está en camino a Elmhurst ahora. Estoy hablando con un 168
grupo de estudiantes de instituto en un suburbio de Chicago.

Lexi tira el vestido que me sacó del armario del autobús y yo voy al baño a
cambiarme. Es un vestido ligero, sin mangas azul estilo marinero que queda bien
con tacones piel. Con suerte, me ayudará a mantenerme fresca en el bullicioso calor
de fines de agosto. Me amarro el cabello en una cola de caballo y cuidadosamente
me pongo brillo de labios color rosa pálido. He aprendido este verano que la
aplicación de maquillaje en un autobús en movimiento puede dar lugar a algunas
miradas interesantes.

Cuando salgo, Tom me mira con aprobación.

—Acabo de recibir un texto, Titan está llegando a esta fiesta —dice.

—¿Qué? —Mi tono es más agudo de lo previsto. Quiero ver a Jude demasiado,
pero no bajo la pretensión de que no puedo soportarlo necesaria en la campaña.
—El profesor estatal14 dijo que los invitó a ambos y que al principio él no podía,
pero ahora puede. —Tom se encoge de hombros—. No es un problema. Algunos
de estos niños votaran por primera vez, Reagan. Sólo ve por sus votos como lo
harías con cualquier otro votante.

Lexi habla desde el otro lado del autobús.

—Si pero…

—¿Qué? —Le pregunta Tom.

—Creo que necesitas mantener esto simple —me dice—. No hay debate. Esto
sólo debería ser tu hablando con los estudiantes y él hablando con los estudiantes.

Asiento de acuerdo. Tom menea la cabeza.

—Volverás a aparecer. Marca mis palabras.

—Bueno, entonces lo haré. No voy a entrar en una escuela secundaria y lanzar


fango a nadie.
169
El autobús se detiene y Roy dice que hemos llegado. Lexi y yo nos dirigimos a la
puerta del autobús, ninguna de las dos está de humor para discutir con Tom.

—¿Cómo te sientes sobre verlo? —pregunta por lo bajo.

—Estoy emocionada y temerosa al mismo tiempo. —Levantó una ceja—. ¿Qué


tan extraño es eso? Ha estado alejado últimamente, y me pregunto si es porque hay
alguien más.

—¿Piensas que sí?

Suspiro suavemente.

—Estoy segura de que quiere más de lo que puedo darle. Y caminar a


hurtadillas es peligroso para los dos. Tal vez encontró a una chica republicana que
cree que es una follada.

—Deja eso —dice Lexi, tomando mí brazo—. Si sólo quería un cuerpo cálido,
nunca se habría involucrado contigo. Encontró que vale la pena el riesgo.

14
Es un profesor de una escuela pública de ámbito estatal.
Le sonrío.

—Siempre sabes qué decir. Sabes qué elegir para mí y cuando necesito un poco
de tiempo a solas y cómo hacerme reír.

—Tú me conoces de la misma manera.

—Sí, pero... —Paro fuera de la entrada principal de la escuela secundaria y me


vuelvo hacia ella—. Has renunciado a mucho por mí. Podrías estar viviendo en los
suburbios, trabajando en algo regular, y tendrías noches y fines de semana para ti.
En su lugar, pasas casi todos los momentos de vigilia trabajando conmigo.

—Me encanta este trabajo —dice—. Y hacerlo por mí mejor amiga, en quien
confió con todo mi corazón, es una gran ventaja.

Tomo su mano y la aprieto.

—Estaría perdida sin ti.

Las puertas de la escuela se abren y una mujer emocionada sale a saludarnos.


170
—Representante Preston —dice, empujando mi mano en un apretón de
manos—. Soy Tracy Tyler, la maestra estatal. Estamos muy honrados de que haya
aceptado nuestra invitación.

—Estoy tan feliz de estar aquí —le digo—. Esta es mi directora de campaña, Lexi
Grant. —Miro por encima de mi hombro—. Y ese es mi consultor de campaña,
Tom Harbour.

Sacude las manos de Lexi y Tom y luego dice:

—El Sr. Titan acaba de llegar. Te llevaré al aula.

En el camino, recita rápidamente todas las unidades que enseñará este año.

—Oh, ¿gobierno local? —digo, despierta mi interés—. Es una gran idea. Me


gustaría que más maestros hicieran eso.

Tracy está radiante mientras me conduce a una gran sala de clase, con sus luces
fluorescentes que me llevan a mis propios días de secundaria. Hay un silbido bajo
de uno de los estudiantes cuando entro.
Jude, que se levantó de la silla en la que estaba sentado frente a la clase, dispara
una mirada hacia el que silbo.

Mi corazón late con fuerza cuando nuestros ojos se encuentran. Ha pasado tanto
tiempo desde que lo he visto. Lleva una camisa de vestir de color azul pálido, el
botón superior abierto y las mangas enrolladas hasta los codos. Con los pantalones
de traje gris puestos y su chaqueta y corbata colgada sobre el respaldo de su silla,
se ve casualmente sexy.

—Representante Preston —dice con el tono bajo con que fantaseo—. Me alegro
de verte.

Cuando agitó la mano que está extendiendo, la respiración escapa de mis


pulmones en un zumbido. Ha pasado tanto tiempo desde que nos tocamos.

—Señor Titan —digo, mi tono confiado que contradice el modo en que mis
entrañas se están derritiendo—. Me alegro de verte también.

Me paro frente a la otra silla en la parte delantera de la clase y suavizó mi


vestido y cabello. Jude está frente a mí y me observa, esperando hasta que me
171
siento para sentarse el mismo.

—Representante Preston —dice Tracy—: ¿Puede hablarnos sobre usted?

Sonrío a los estudiantes reunidos, la mayoría de los cuales parecen totalmente


desinteresados.

—Soy Reagan —le digo—. Y una pregunta que a menudo me hacen es si me


nombraron por el presidente Ronald Reagan. Así es. Mi padre ha sido senador
durante veinticuatro años, y aunque es demócrata, admiraba el estilo y la
integridad de Reagan. Creo que nuestros funcionarios electos tienen que ser
capaces de trabajar y llevarse bien con todos. Tengo treinta años y fui a la facultad
de derecho después de la universidad. Sólo ejercí leyes durante unos meses antes
de que decidiera postularme a la cámara legislativa del estado, así que si necesitan
ayuda legal... no me llamen.

Eso produce algunas risas. Cuando es el turno de Jude, les dice a los estudiantes
que él fue a la escuela secundaria en el estado de Illinois, luego asistió a la
Universidad de Illinois con una beca, y se inscribió para el Cuerpo de Marines. No
menciona ninguno de sus elogios militares.

—¿Vieron cuantas personas te preguntan cuando están en la escuela secundaria


lo que piensas hacer con su vida? —pregunta a los estudiantes. Algunos asienten—
. Yo no tenía ni idea. Y está bien si aún no lo sabes. Tómense el tiempo para
entenderlo, pero les recomiendo que asistan a la universidad o se unan a los
militares para ayudar a tomar su decisión.

Hay una chica en la primera fila de la clase que lo mira con una expresión
soñadora. Cuando se vuelve hacia mí con una sonrisa tímida, me siento de la
misma manera que ella.

—Entonces, ¿estamos listos para pelear en la jaula? —me pregunta—.


Definitivamente vas a ganar, porque no golpeo a las mujeres.

—Luchar en la política es del ayer, ¿no crees? —digo.

—Lo sé. Digo que tal vez les podrías contar un poco sobre un día en la vida de
un representante estatal o senador, ya que eres la más experimentada.
172
Su deferencia me toca. Tengo que alejarme de él, o sé que mis sentimientos se
mostrarán. Les cuento a los estudiantes sobre mi vida dentro y fuera de la sesión
en la casa del estado, y luego Tracy abre un tiempo para las preguntas de los
estudiantes.

Una chica en la parte de atrás levanta su mano inmediatamente.

—¿Tienes novia? —le pregunta a Jude, creando risas nerviosas.

Él sonríe.

—Nada oficial, pero tengo a alguien especial. Mi estado de Facebook debería ser
"trabajando en ello".

Cuando se vuelve hacia mí, me siento tan caliente que tengo que cruzar mis
piernas un poco más duro.

—¿Qué pasa contigo? —me pregunta un estudiante—. ¿Quieres ir a casa


conmigo?
—Ah... —Meto mi pelo detrás de mí oreja y aclaro mi garganta—. Estoy en el
mismo lugar que Jude. Cada parte de mi vida es tan pública que mantengo esa
relación sólo para mí.

—Eres caliente —grita una voz masculina desde el fondo de la habitación. Abro
la boca para responder, pero no tengo nada, así que la cierro de nuevo.

Jude se sienta recto en su silla.

—Así que, chicos... puede que no quieran escuchar esto, pero siéntense quietos y
denme un minuto. Cuando yo estaba creciendo, mi padre se fue cuando yo tenía
doce años. Eso dejó a mi mamá para criarme solo, ¿y sabes qué? Hizo un trabajo
increíble. Ella siempre me dijo que no tener un padre alrededor nunca sería una
excusa para mí, y nunca lo ha sido. Si tienes un buen ejemplo en casa o no, has lo
correcto, chico. Respeta a las mujeres. Si tienes relaciones sexuales, usa protección.
Saca buenas notas. Sé una persona íntegra.

El cuarto entero está fascinado con Jude, cuya expresión seria me está llamando.
Quiero acercarme a él, pero me obligo a quedarme quieta. 173
—La reputación es lo que la gente piensa de ti —dice—. El carácter es quien eres
en el fondo. Manténganse enfocados en su carácter, y su reputación se hará cargo
de sí mismos. Ese es el mejor consejo que alguien me dio.

Él me mira.

—¿Cuál es el mejor consejo que alguien te haya dado, Reagan?

Tomo una respiración profunda, tratando de recuperar mis sentimientos. Jude


tiene la capacidad de hipnotizarme.

—Sólo tienes una vida —le digo—. Sueña grande y persíguelo duro y sabe que
solo tú puedes decidir cuáles son tus sueños. Mi mamá me dijo eso cuando me
gradué de la escuela secundaria.

—Es un gran consejo —dice Jude, con los ojos clavados en los míos—. Siempre
lucha por lo que te importa.

Tracy se aclara la garganta.


—De acuerdo entonces. Si alguien quiere estrechar la mano de Reagan o Jude o
conseguir una selfie, este sería un buen momento.

La chica de la primera fila salta de su asiento y corre hacia Jude.

—Cumplo dieciocho años en octubre —dice con la voz entrecortada—. Y


definitivamente votaré. Quiero que seas mi primero.

Jude se ríe ligeramente, frunciendo el ceño.

—Gracias.

Ambos nos tomamos selfies con los estudiantes, y luego Carl y Lexi reúnen a
todo el mundo para una foto de nosotros con toda la clase. Jude y yo estamos en la
fila de atrás para la foto de grupo, y él desliza su palma sobre mi culo y lo aprieta
justo en el momento en que la foto está siendo tomada.

Tomo una respiración profunda y liberadora. Tengo que mantener la cabeza


erguida aquí. Pero es difícil con Jude tan cerca que puedo oler el ligero aroma de
su colonia. 174
Quiero ser cubierta por ese olor. Quiero cada centímetro de su piel en cada
centímetro de la mía. Es cada vez más difícil resistirse a saltar a la cama y resolver
toda esta frustración sexual entre nosotros.

La mirada vigilante de Tom está en mí, y no me gusta.

—Lex, voy al baño —digo—. Nos vemos en el autobús.

Mis tacones suenan en el piso del pasillo vacío mientras hago mi camino al baño
de mujeres más cercano. Una vez allí, apoyo las manos en un lavabo y miro mi
reflejo en el espejo.

Sólo la habitual Reagan. Nada que ver aquí. Nadie puede decir que soy un lío
emocional sobre Jude Titan. Sólo yo lo sé, y puedo mantenerlo enterrado.

La puerta del cuarto de baño se abre, y cuando miro veo a Jude entrando. Mi
corazón vuela en exceso mientras retrocedo del lavabo.
Su mirada oscura y hambrienta resbala sobre mí. Puedo sentirlo sólo por esa
mirada. Estoy respirando con dificultad cuando él me apoya contra la pared del
baño, fuera de la vista desde la entrada del baño.

—Este tipo con el que mencionaste estar involucrada —dice, envolviendo sus
manos alrededor de mi cintura—, es un bastardo afortunado. ¿Alguien que yo
conozca?

Corro mis palmas sobre su pecho, disfrutando de cada cresta de músculo debajo
de mis dedos.

—Él es bastante embriagador —digo—. Tiene ese tatuaje en su antebrazo que es


tan sexy. Fantaseo con él todas las noches.

Sus manos se deslizan alrededor de mi culo y me sube, las piernas


instintivamente enrollándose alrededor de su cintura.

—¿Está esto bien? ¿Quieres que me entierre dentro de ti?

—Sí. —Enrosco mis dedos en la parte posterior de su cabello corto, y nuestras 175
bocas chocan en un beso duro y castigador. Su erección presiona contra mi vientre
mientras nos probamos hasta que estoy sin aliento.

—¿Soy el único hombre en tu vida? —pregunta Jude, nuestras caras aún a sólo
un centímetro de distancia.

—Por supuesto. ¿Por qué me lo preguntas?

Él se tensa.

—Solo necesito saberlo. No juegues conmigo, Reagan.

—No —digo en un tono bajo y firme—. No hay nadie más. ¿Hay alguien para ti?

Sólo sacude la cabeza.

—Estoy tan fuera de mi puta mente por ti. No hay nadie que me haga esto.

Sostengo sus mejillas en mis manos.

—¿Es la emoción de lo prohibido? ¿Todavía me querrás una vez que me tengas?


Él baja las cejas.

—¿Una vez que te tenga? ¿Quieres decir una vez que hayamos follado?

Asiento una vez.

Una sonrisa de lobo se arrastra por su rostro.

—Eso no es tenerte, Reagan. Para mí, tenerte significa que eres mía, cuerpo,
corazón y alma. Significa que pertenecemos el uno al otro.

Mis ojos se llenan de lágrimas.

—No quiero perderte con estas elecciones.

—¿Reagan? —Una voz masculina llama desde la puerta del baño.

Mis ojos se dilatan de horror. Es Tom, y estoy con mi oponente aquí. Jude pone
un dedo en sus labios y asiente.

—¿Qué? —grito en un tono agravado—. Estoy orinando.


176
—Oh. ¿Por qué tardas tanto?

—Tom, vete. Hay chicas adolescentes aquí.

Oigo la puerta cerrarse, y Jude baja mis pies al piso.

—Ve a sacarlo de aquí —susurra Jude—. Me quedaré durante los siguientes


treinta segundos.

Él me da un beso rápido y suave, y nuestros ojos se encuentran por un segundo


antes de salir corriendo del baño.

Eso fue arriesgado. Y ahora Jude está atrapado en el baño de chicas de la escuela
secundaria mientras saco a Tom de aquí.

—Tom —le digo, corriendo para alcanzarlo—, me di cuenta que tienes razón
sobre esos cambios en mi discurso. ¿Puedo repasar la nueva versión contigo en el
camino a nuestra próxima parada?

—Ya era hora —murmura.


Estamos saliendo por las puertas de la escuela cuando me vuelvo a mirar la
puerta del cuarto de baño de la que salimos. Jude sale con la cabeza baja. Exhalo
con alivio.

Es sólo cuestión de tiempo antes de que nos pillen. Lexi mantendrá mi secreto,
pero la próxima persona que nos descubra podría no ser tan leal. Deberíamos
detener esta locura hasta después de las elecciones.

Pero no puedo. Jude significa demasiado para mí. Tendré que seguir
arriesgando mi carrera por estos momentos robados que no son suficientes, pero
por ahora, son todo lo que tenemos.

177
Traducido por Liliana
Corregido por Caile

Jude Titan
La campaña es solitaria.

Es difícil imaginar que es así cuando estas rodeado de miles de personas cada
día. Pero incluso en las multitudes más grandes hay soledad.

Ver a Reagan ayer despertó tantos sentimientos. No podía dejarla salir de la


escuela sin tenerla a solas. Había pasado demasiado tiempo desde que la vi por
última vez, y desde que Tom entró en el cuadro ha habido una gran distancia entre 178
nosotros.

Él la miraba como un halcón mientras se sentaba a mi lado. Carl siempre


mantiene sus ojos en mí, pero no con la misma intensidad. Tom no la miraba por
un sentido del deber, sino por la necesidad de su mente. Es la misma mirada que
tengo cuando estoy con ella.

Sentado en mi litera mirando el techo, no puedo sacar la imagen de Reagan y


Tom de mi mente. Tienen un pasado, no importa lo sórdido que sea, y me
pregunto cuánto de lo que los reunió al principio puede estar tirando para
juntarlos de nuevo.

Carl tira de la cortina y mete su rostro en mi espacio personal.

—Vamos a revisar el horario para esta semana.

Vuelvo la cabeza y lo miro.

—Podría haber estado durmiendo —digo antes de salir de la litera.

Se ríe mientras extiende papales en la mesa.


—Sé que no lo estabas. Hay mucho que hacer como para tomar una siesta.

Me deslizo en la cabina, coloco mi teléfono boca abajo, y miro por las ventanas,
observando las hileras de maíz.

—Tal vez estoy agotado.

Me ignora y empuja un papel delante de mí, golpeando su dedo contra él.

—Tenemos un debate en Peoria en tres días —me recuerda como si pudiera


olvidarlo—. Creo que este será el que pondrá el clavo en el ataúd de la señorita
Preston.

Empujo el papel hacia él.

—Estoy listo.

—La aparición en la escuela fue viral. Estas remontando alto en las encuestas,
especialmente este los votantes jóvenes.

—Eso siempre es bueno de escuchar. —Mi teléfono emite un pitido y lo tomo, 179
mirando hacia la pantalla.

Boo: eres una celebridad.

—¿Algo bueno? —pregunta Carl. De doy un vistazo por encima de mi teléfono,


y él está arqueando una ceja en curiosidad.

—Solo un mensaje de un constituyente.

Se tranquiliza y regresa a sus papeles.

—Ellos no pueden conseguir suficiente de ti.

—Sí. —Desbloqueo el teléfono para enviarle una rápida respuesta.

Yo: ya me han informado.

Boo: creo que casi necesitas un club de fans.

Yo: ¿quieres ser la presidenta?

Boo: soy tu mayor admiradora.


No importa lo que está pasando a mí alrededor y cuan loco es el caos, ella me da
una razón para sonreír. Me rio entre dientes, olvidado todo sobre Carl.

—¿Hay algo que deba saber?

Apago el teléfono y vuelvo a ponerlo boca abajo.

—Nada en absoluto. Solo echando un vistazo a algunos de los mensajes de las


redes sociales.

Carl golpea el puño en la mesa y gruñe.

—Maldición. ¿Quién está a cargo de los alojamientos de viaje? —grita hacia la


parte trasera del autobús.

—¿Qué pasa? —pregunto, estirando los brazos sobre la parte posterior del cojín
de la cabina.

—Alguien está siendo despedido por esta mierda. —La vena cerca de su sien
está sobresaliendo, y casi puedo verla palpitar—. Nos reservaron en el hotel de
Preston de nuevo.
180
Es como si las nubes se hubieran separado. Necesito decirle al asistente de viaje
que mantenga su buen trabajo.

—No es gran cosa.

Jonathan, un novato de campaña, camina hacia el frente con el rostro colgado de


vergüenza.

—Yo lo hice, señor. ¿Hay algún problema?

—Nos reservaste en el mismo hotel que la campaña Preston. El señor Titan no


puede trabajar bajo estas circunstancias. Tienes que encontrarnos nuevas
habitaciones lo antes posible, o estás despedido.

Jonathan me mira, pero no levanta la cabeza.

—Todo lo demás está reservado —dice con voz temblorosa.

—Cancélalo, nos quedaremos en el autobús.


—Jonathan —digo y miro a Carl—. Deja las habitaciones de hotel. No es el fin
del mundo estar en el mismo que ellos. Lo hemos hecho antes y sobrevivimos.
Podemos hacerlo de nuevo. Sigue con tu buen trabajo.

Jonathan levanta la cabeza y puedo ver la sorpresa en su rostro.

—Gracias, señor. No dejaré que suceda de nuevo.

—Gracias —le digo con una sonrisa—. Estas haciendo un buen trabajo.

Me sonríe antes de caminar hacia la parte trasera del autobús con la cabeza un
poco más alta que antes.

—Él está haciendo un trabajo de mierda, y lo sabes. —Carl está tratando de


contener su ira, frotando las manos en la parte superior de la mesa.

Lo descarto.

—Es una noche, Carl. Puedo usarlo para mi ventaja.

Él suspira, hinchando las mejillas. 181


—¿Cómo?

—Puedo meterme en la cabeza de Preston un poco. Despistarla antes de que


lleguemos al debate.

Riza los labios y estrecha los ojos.

—¿Crees que puedes llegar a ella?

—Es fácil de sacudir. La viste en el último debate. Dijiste que éste será crítico.
¿Por qué no utilizar nuestra ubicación para nuestra ventaja? —estoy agarrándome
a un clavo ardiendo, porque quiero estar más cerca de Reagan. Sé que si Carl
piensa que estoy usando esto como parte de mi plan de juego, él estará
absolutamente en ello.

—Podría funcionar —dice quitándose el cabello grisáceo de la frente.

—Funcionará. Ahora dime más acerca del resto de la semana.


Habla sin para sobre los mítines y las pequeñas reuniones en el ayuntamiento
que está programando para toda la semana. Asiento cada pocos segundos,
pretendiendo que estoy escuchando mientras escribo un mensaje a Reagan.

Yo: escuche que seremos compañeros de habitación de nuevo.

Ella no responde de inmediato, y vuelvo mi atención a Instagram para averiguar


lo que se dice de mí. Pero la primera imagen que veo es de ella. Se está riendo de
algo y se ve relajada.

Pero la cosa en la foto que más llama mi atención no es su belleza… es Tom. Él


está detrás de ella con ese ojo vigilante, de pie muy cerca.

Su mensaje parpadea en el parte superior de la pantalla.

Boo: ¿Peoria?

Cierro Instagram, pero no antes de guardar la foto de Reagan en el teléfono y


enviarle una respuesta.

Yo: Sí. Podría ser divertido.


182
Boo: o un desastre completo.

Yo: ¿y?

Boo: Tom esta siempre vigilándome

Yo: me di cuenta.

Mi mano agarra el teléfono más fuerte y le envío otro mensaje.

Yo: estoy seguro que Lexi puede mantenerlo ocupado por un rato.

Boo: esperemos.

Yo: necesito saborearte.

Tengo que ajustarme después de pensar en tocarla de nuevo. Ella ha


reemplazado las pesadillas la mayoría de las noches, ahuyentándola con sueños
del futuro.
Boo: también yo… tengo que correr. Charlamos más tarde.

—¿Jude, estas escuchando algo de lo que estoy diciendo?

Miro a un Carl molesto con la cabeza erguida y brazos cruzados. Sonrío,


arrojando mi teléfono al asiento.

—Mi cabeza está en el juego. Continua. Tienes toda mi atención.

Él habla mientras sueño con Reagan. Su desnudez. Sus gemidos. Sus pequeñas
inhalaciones mientras saboreo su piel. Invade mis pensamientos con fantasías que
planeo hacer realidad en algunos días.

—¿En qué piso está el equipo de Preston? —pregunta Carl a la encargada de la


recepción en el hotel más pintoresco de Peoria.

Ella continúa escribiendo en la computadora y no se molesta en levantar la 183


mirada.

—No puedo responder eso, señor.

Apenas soy capaz de pararme y mantener los ojos en cualquier cosa en el


vestíbulo del hotel. Cada mujer morena caminando por el elegante hotel es Reagan
hasta que veo sus rostros.

—Carl, realmente no importa en qué piso estamos. Solo quiero una habitación
para relajarme y prepararme para mañana.

—Tenemos muy poca disponibilidad en el hotel esta noche, y su habitación ya


ha sido asignada. —Ella me mira justo cuando me vuelvo. Me sonríe cuando sus
ojos vagan por la parte de mi cuerpo que es visible por encima del escritorio de la
recepción—. Pero puedo ver cómo mejorarlo a una suite, señor Titan.

—Eso sería maravilloso. —Me inclino hacia adelante para conseguir una mejor
vista de su nombre—. Melinda.

Se sonroja.
—Sería un honor —dice y comienza masticar su labio inferior.

Me inclino contra el mostrador con los brazos cruzados y escaneo la habitación


mientras ella aporrea el teclado.

—¿Hay dos dormitorios en la suite?

Mierda. No pensé en eso. No hay forma de que quiera que Carl se quede
conmigo. Tengo un plan para mi estancia allí, y es escabullirme y pasar tiempo con
Reagan.

—No —responda rápidamente ella—. Su habitación está el piso debajo del señor
Titan.

Carl comienza a murmurar bajo su respiración sobre tonterías y respeto. No me


molesto en agregar mis dos centavos, porque él está justo donde lo quiero, lo
suficientemente lejos para poder tener algo de privacidad.

—Aquí están sus llaves.

Carl me da un codazo y sostiene mi llave de plástico con el número 1011 en el


184
soporte de papel. Justo cuando la agarro, la veo. Caminando a través de la puerta
giratoria con el cabello soplando con la brisa es Reagan Preston, y de pie en la
puerta detrás de ella esta Tom Harbor.

Levanta la vista de su teléfono y me mira, pero no reacciona además de una


pequeña sonrisa. Tom se mueve para caminar a su lado y agarra su brazo,
impidiéndole acercarse más.

Mi cuerpo se tensa y doy un paso hacia adelante, pero me detengo cuando sus
ojos se ensanchan y se bloquean con los míos. La forma en que él pone sus manos
en ella hace que mi sangre hierva. Incluso si algo esta pasado entre ellos y estoy
siendo timado, él está siendo demasiado agresivo para mi gusto. El rostro de Tom
esta tenso, y sus labios apenas se mueven mientras habla con ella.

—¿Puede por favor enviar nuestras maletas? —pregunta Carl a Melinda.

Me vuelvo hacia ellos porque es la única manera en que puedo detenerme de ir


y golpear a Harbor en su culo. Puedo ver el titular ahora: “Titan derriba a The
Barber”, y probablemente arruinaría mi campaña porque sería retratado como un
maníaco.

Me agacho y agarro mi maleta.

—Tomare la mía, gracias, Melinda.

Ella sonríe y sus mejillas se vuelven de color rosa.

—De nada, señor Titan.

Carl se aleja sin demasiado agradecimiento y consigue un vistazo de Reagan


justo cuando comienzo a seguir detrás de él. Él mira por encima de su hombro,
atrapándome mirándola mientras camino.

—Es entre ellos, Jude. No te involucres —me dice Carl como si pudiera leer mi
mente.

—Incluso si ella es el enemigo, nadie debe tocar a una mujer así, Carl. Nadie.

—No es nuestro asunto. Probablemente es una pela de amantes. —Su última 185
declaración es casi un golpe en el estómago.

Pero si es asunto mío. Cuando se trata de Reagan, especialmente si alguien está


poniendo sus manos sobre ella, se convierte en mi asunto. Tengo esta abrumadora
necesidad de reclamarla y marcarla como mía.

Hace tres horas que me registré y todavía no sé nada de Reagan, además de un


texto diciéndome que estaba bien y me enviaría un mensaje más tarde.

Ya he terminado de trabajar, había comido algo, y comencé a desgastar un


patrón en la alfombra Berber color marrón de mi suite. Carl se excusó por la noche,
dirigiéndose al bar al otro lado de la calle para reunirse con algunos peces gordos
republicanos. Le dije que no me sentía bien y necesitaba concentrarme en el juego
de mañana.
Después de lo que se siente como la centésima vuelta alrededor de la sala de
estar, saco el teléfono y escribo un mensaje a Reagan.

Yo: la costa esta despejada.

Antes que envíe el mensaje, hay un golpe. Casi corro a la puerta y presiono el
ojo contra la mirilla. Veo a Reagan fuera con una sudadera con capucha tan abajo
que apenas puedo ver su rostro cubierto con gafas oscuras.

Abro la puerta y la meto dentro, empujándola contra la pared y dejando que la


puerta se cierre de golpe.

—¿Qué te tomo tanto tiempo?

Sin darle la oportunidad de responder, aplasto mis labios contra los suyos y
envuelvo los brazos alrededor de su cuerpo, acercándola.

Se funde en mí y serpentea sus brazos sobre mis hombros, cavando las puntas
de sus dedos en la base de mi cabello. Sus gemidos entrecortados coinciden con los
míos mientras nos alimentamos mutuamente de aire, enredando nuestras lenguas 186
con hambre.

Mis brazos la sostienen fuertemente contra mí, mientras levanta sus piernas,
envolviéndolas alrededor de mi cintura y restregándose contra mi endurecida
polla.

A pesar de que quiero hablar con ella, no puedo permitirme romper nuestro
beso. Ha pasado demasiado tiempo desde que saboreé la dulzura de su boca y
disfruté su suavidad.

Sus manos tiran de mi camisa y se deslizan por debajo. Mis gemidos se


incrementan cuando sus uñas raspan mi espalda, enviando diminutas ondas
sísmicas a través de mi sistema. Mi mano encuentra la base de su sudadera con
capucha, y comienzo a levantarla, necesitando sentir nuestra piel tocándose.

Ambos nos inclinamos hacia atrás, y saco su sudadera con una mano mientras
ella se agarra a mí. Sus gafas oscuras se enredan en la sudadera y caen al piso con
la ropa antes de que nuestros labios se encuentren de nuevo sin saltar un latido.
La empujo contra la pared, sosteniendo su cuerpo con mi presión, y levanto sus
brazos al aire, sosteniéndola con una mano.

—Reagan. —Mis labios se ciernen sobre los suyos—. Di que eres mía y solo mía.

Sus piernas se envuelven más apretadas en mi cintura, y su pecho es empujado


hacia mi rostro.

—Solo soy tuya —dice en un susurro, mirándome directamente a los ojos.

Apoyo sus manos contra la pared y llevo mis labios a su cuello.

—No comparto —gruño contra su piel cuando ella hunde sus talones en mi
culo, acercando nuestros cuerpos.

Mis labios marcan un sendero por su cuello hasta su escote, y de inmediato me


arrepiento de nuestra posición. Quiero venerar su cuerpo, pero no puedo con ella
clavada contra la pared. Libero sus manos, y mi boca conecta con la suya mientras
la llevo hacia el sofá.

—Te extrañé —susurra en mi boca cuando su cuerpo aterriza contra el cojín y la


187
cubro con mi peso.

Me inclino sobre un brazo y miro sus hermosos y grandes ojos.

—También te extrañé—confieso, mientras trazo el lugar donde de la tira del


sujetador se encuentra con su carne antes de bajarlos por sus brazos uno por uno.

Justo cuando estoy bajando la boca a su pezón, hay un golpe en la puerta.


Reagan se pone rígida, y mis ojos apuntan a los suyos.

—Probablemente es la limpieza. Ignórales —le digo porque lo último que quiero


es detenerme.

Ella asiente, tirando de su labio a su boca, y comienza a acomodarse de nuevo


en los cojines.

Dos golpes más, pero más fuertes esta vez.

—Jude. Responde a la maldita puerta —dice Carl.

Las manos de Reagan chocan con mi pecho mientras me aparta.


—Mierda —susurra Reagan—. ¿Qué carajo voy a hacer? —se apresura hacia la
pila de ropa en el suelo y la sostiene en un bulto contra su pecho con una mirada
de puro pánico.

Me pongo de lado y la observo.

—¡Dame una segundo! —grito a Carl para calmarlo por unos segundos.

—Date prisa —responde.

—Ve al dormitorio. No entrará allí.

—Deshazte de él —dice ella, escabulléndose con su sostén colgando por sus


hombros y la ropa, incluyendo mi camisa, en sus manos.

Después de que la puerta se cierra y Reagan está escondida, me ajusto y abro la


puerta.

—¿Qué?

Carl está de pie afuera con una enorme sonrisa y un sobre manila. 188
—Lo tengo —dice, pasándome por el costado.

—¿Qué tienes?

Agita el sobre en mi cara.

—Tengo lo único para derrotar al senador Preston.

—No estoy compitiendo contra él, Carl. Ya hemos pasado por esta mierda. —
Camino hacia el bar y me sirvo una copa—. ¿Quieres una? —pregunto porque si
no lo hago, parecerá algo raro.

—No, no me quedo. Solo quería entregártelo yo mismo. Sé que hemos superado


eso y que estás compitiendo contra Reagan, pero estás compitiendo contra el
apellido, no solo una persona.

No importa cuántas veces le he dicho que deje de cavar en la familia Preston,


Carl no ha escuchado.
—¿Qué crees que tienes? —pregunto, sabiendo muy bien que Reagan puede
escuchar, pero no quiero tener que arriesgarme a que Carl se quede más tiempo de
lo que necesita estar aquí. Ella es mi prioridad en este momento, no el buen
nombre de su padre.

—Él ha estado teniendo un romance con una mujer mucho más joven. Tengo
fotos que lo demuestran. —Lanza el sobre sobre el mostrador a mi lado y las fotos
se deslizan fuera.

La primera foto es del padre de Reagan con su brazo colgando de los hombros
de una mujer, y él está sonriendo. Usando las yemas de los dedos, empujo a un
lado la foto y revelo la siguiente. Está besando a la mujer en la mejilla mientras se
abrazan.

—¿Así que quieres que exponga a su padre como un mujeriego?

—Toda su plataforma está basada en los valores familiares, y aquí está la prueba
de que es una mentira. Las personas están votando por ella por su nombre. —Se
mueve a mi lado y extiende más las fotos—. Arruina su nombre, termina la 189
candidatura.

—Deja esto conmigo, y permíteme pensarlo durante la noche —le digo antes de
tomar un sorbo de whisky.

—Has dejado pasar muchas oportunidades para derribarla, Jude. Esta es tu


última oportunidad para amarrar tu victoria antes del día de las elecciones. Si
sacamos estas fotos, entonces la campaña ha terminado.

—Voy a pensarlo, Carl —gruño.

—No lo pienses demasiado. —Camina hacia la puerta y se detiene—. El día de


las elecciones está cerca. No tendremos muchas oportunidades como esta —me
dice antes de salir, cerrando la puerta con un golpe.

Unos momentos después, la puerta del dormitorio se abre y Reagan sale, vestida
y llorando.

—No puede ser verdad. Mi papá no le haría esto a mi mamá.

Camino por la habitación y la abrazo.


—No podemos controlar a todos en nuestras vidas, Reagan.

Entierra su cara contra mi pecho.

—Él siempre está predicando acerca de la familia y no arruinar nuestro nombre,


pero él es el que lo hace.

—Lo siento —digo con mis labios apoyados contra su cabello—. No permitiré
que Carl publique las fotos.

Ella me aparta y limpia las lágrimas de sus mejillas

—Necesito verlas.

No digo una palabra mientras ella camina hacia el mostrador y el sobre de fotos
de su padre y la otra mujer. Se mueve alrededor por un momento antes de levantar
una.

—No lo creería si no lo viera con mis propios ojos.

Lentamente me acerco detrás de ella y envuelvo mis brazos alrededor de su 190


cintura. Está mirando fijamente una donde su padre está besando a la mujer en la
mejilla, y ambos están sonriendo, felizmente ignorando ser fotografiados.

—Estoy tan molesta con él en este momento —dice, dejando esa foto y
levantando otra—. Siempre está sermoneándome sobre el nombre de la familia y
como ha hecho todo bien. Me hace sentir tan pequeña e inapropiada, indigna del
nombre de la familia, y él ha estado mintiéndole a todo el mundo por solo Dios
sabe cuánto tiempo.

—Voy a enterrar eso —le digo, acercando mi cuerpo así estamos alineados unos
contra el otro.

—Gracias —dice dejando caer la foto encima de las otras antes de volverse en
mis brazos para enfrentarme—. Necesito hablar con él.

Alejo los diminutos mechones de cabello en su rostro, metiendo unos cuantos


detrás de la oreja.

—Lo mantendré en silencio.


—Carl no dejará que eso suceda. No por mucho tiempo, al menos.

—Él trabaja para mí, Reagan, no al revés.

Sonríe brevemente y descansa su mano sobre mi pecho.

—Eres tan nuevo. Los gerentes de campaña no siempre hacen lo que los
pedimos o les decimos, Jude. Recuerda eso. Tienen una meta: ser elegidos.

Usando las yemas de los dedos, inclino su barbilla para llevar sus ojos a los
míos.

—Prometo que haré todo lo que esté a mi alcance para que esto no salga a la luz.

Se pone se puntitas y me besa suavemente.

—Gracias —murmura contra mis labios—. Mejor me voy. Tengo que hablar con
Lexi sobre esto.

—No es así como planeé que fuera nuestra noche.

No tenemos otra parada programada juntos y no más debates. Esta era la última
191
oportunidad para estar con Reagan antes de las elecciones, y Carl encontró la
forma de bloquearme sin siquiera saberlo.

Coloca su frente contra mis labios y cierro mis ojos.

—Lo sé —susurra, pasando sus dedos por mis pectorales—. Yo tampoco.

—Te voy a extrañar —repito las mismas palabras que dije antes que Carl
arruinara todo.

Mete la cabeza debajo de mi barbilla y descansa su mejilla contra mi pecho.

—Te extrañaré también.

La aprieto con fuerza, memorizando la forma en que huele y se siente en mis


brazos. Las siguientes semanas serán agotadoras, y más que nada, quiero
quedarme en este momento. Aquí estamos en una burbuja. Las elecciones están a
la vuelta de la esquina. Dentro de mi habitación, somos Reagan y Jude.
Simplemente un chico y una chica que quieren más de lo que podemos tener.
Lo que sea que pase en las próximas semanas influirá mucho más que el futuro
de nuestras campañas; determinará nuestro destino.

192
Traducido por IviAbernathy y Cjui2516zc
Corregido por Caile

Reagan Preston
Cuando estaciono en la calle de mis padres, mi garganta se aprieta de emoción.
No quiero estacionar en la entrada y ver las macetas llenas de coloridas flores que
mamá riega cada mañana. No quiero ingresar y ver la cuidando la casa que ella
piensa que comparte con un amoroso esposo. Y segura como la mierda, no quiero
enfrentarme a mi mentiroso y holgazán padre.

Quiero continuar conduciendo. Pasar la casa, salir del barrio y eventualmente, 193
salir del Estado. Quiero esconderme y curar del dolor que me atraviesa. No sé
cómo seré capaz de seguir en la campaña ahora, sabiendo que todo es una mentira.
El padre al que admiraba no es más que un fraude.

Pero como siempre, pongo mis deseos a un lado. Bajo la velocidad y conduzco
por el largo y empedrado camino de entrada. El sedán oscuro de mi padre se
encuentra allí. Le envié un mensaje y le dije que necesitaba verlo cara a cara y que
se trataba de una emergencia.

Una vez dentro, dejo mis llaves y bolso en la encimera. La cocina está vacía, el
aroma a pan de banana casero llena el aire.

—¿Reagan?

Mi padre llama desde el pasillo y entra en la cocina.

—¿Qué sucede? —pregunta—. ¿Cuál es la emergencia?

—¿Dónde está mamá?

—Voluntariado para un hospicio.


Suspiro profundamente, sintiendo como si estuviera viendo a mi padre por
primera vez. Su pelo de sal y pimienta comienza a desaparecer. Tiene arrugas
junto a sus ojos y líneas en su frente. La mirada expectante que me está dando —
las cejas arqueadas con impaciencia— siempre me ha hecho creer. Pero esta vez,
sólo agrava mis nervios ya a flor de piel.

—Papá… —trago duro, me acerco—. ¿Qué dirías si te dijera que estuve teniendo
una aventura con un hombre casado?

Estrecha los ojos.

—Diría que es un suicidio político. ¿Estás jodidamente loca, Reagan?

—¿Lo estás tú?

—¿Disculpa? —su tono bajo y ominoso me hace reír amargamente.

—No estoy teniendo un romance con un hombre casado, papá. Aparentemente


tengo la integridad de mamá y no la tuya.

—¿Cómo te atreves…?
194
Doy un paso hacia él.

—No, ¿cómo te atreves tú? Vi las fotos. Ni siquiera trates de negarlo.

—¿Qué fotos? No sé de qué hablas.

Mi corazón esta desbocado, la imagen de él dándole una mirada amorosa a la


mujer llega a mi conciencia.

—¿Cuántos años tiene, papá? Luce como si tuviera mi edad. Todas esas lecturas
sobre colocar a la familia primero y sobre tu gran matrimonio amoroso… no eres
más que un fraude.

El enojo se desliza lentamente de su expresión y frunce las cejas con


preocupación.

—Dime qué está pasando, Reagan.

—¿Cuántos romances has tenido?


No mueve un músculo.

—¿Cuántos, papá? —repito lentamente.

—¿Qué crees que sabes?

—No juegues conmigo. No uses tu mierda política, y contestes a una pregunta


con otra pregunta. Ten un poco de integridad, papá. Estás atrapado. Hazte cargo.

Su asentimiento es casi imperceptible.

—Sólo uno.

—¿Sólo uno? ¿Tienes el valor de llamarla sólo uno? —estoy gritando ahora—.
Traicionaste a mamá, ¿y crees que estaba bien porque fue sólo una vez?

—No creo que esté bien.

—¿Mamá lo sabe?

—No.
195
Sacudo la cabeza con disgusto.

—Ella es muy buena contigo. Mucho más de lo que mereces, y ¿sales con una
mujer de la mitad de su edad?

—Te equivocas.

—Como el infierno.

Se frota la frente, la preocupación grabada en su rostro.

—¿A qué fotos te refieres? ¿Quién las tiene?

—La campaña de Titan.

—Entonces, ¿cómo lo supiste? ¿Ya han sido entregadas a la prensa? —Veo el


miedo en su expresión.

—No. Pero ahora me importa una mierda tu control de daños. Tienes que
decírselo a mamá.
—Reagan... no es tan simple como crees.

Doblo mis brazos sobre mi pecho.

—Fuiste atrapado con tu novia de veintitantos. Me parece muy sencillo.

—¿Veintitantos? —parece genuinamente confundido.

—Parece más joven que yo, papá. —Mi voz está repleta de veneno—. No puedo
creer que estés engañando a mamá con una rubia alegre. ¿Es tu pasante?

Mira el suelo.

—No. Creo... Quiero decir... Sé lo que ha pasado. Esas fotos de la campaña de


Titan no son de mí y... bueno, la otra mujer.

—Entonces, ¿quién diablos es ella?

—Mi hija.

Puse una mano en el mostrador de la cocina para estabilizarme.


196
—¿Qué?

Asiente, su expresión cargada de vergüenza.

—Lamento que lo supieras de esta manera.

—¿Saber qué? ¿Qué está pasando aquí? Dime exactamente qué está sucediendo.

—Comencé un romance con Stephanie Barnes hace veintidós años. La mujer con
la que aparentemente fui fotografiado es nuestra hija, Kennedy. Tiene veinte años.

Me siento tensa. Ojalá Jude estuviera aquí. Necesito mirar sus ojos oscuros y
sentir la manta invisible de tranquilidad que siempre envuelve a mí alrededor.

—¿Veintidós años? ¿Y...? —Trago el bulto en mi garganta—. No puedo... quiero


decir, ni siquiera sé qué decir. ¿Cómo pudiste?

—Lo siento, Reagan.

Levanto una mano para calmarlo.


—No lo hagas. Las personas que lo sienten no continúan durante más de dos
décadas. Todavía estarías negándolo si no hubiera una prueba fría e irrefutable. No
eres más que un mentiroso.

Asiente, su expresión sobria.

—Sí. He temido a la idea de que mi doble vida sea descubierta, pero debo decir
que me siento casi aliviado ahora mismo. He querido que tú y Abby conozcan a
Kennedy y Chris...

—Para. —Mi voz vacila con emoción—. Sólo para. Me das asco. ¿Tienes una
amante y otros dos hijos?

—Sí. No quise que sucediera. Yo solo…

—No. —Lo corto, y las lágrimas finalmente se derraman—. Tienes que decírselo
a mamá.

—¿Cuándo libera las fotos la campaña de Titan?

—No tengo ni idea, y ni siquiera me importa. O lo dices en las próximas


197
veinticuatro horas o yo lo haré.

—Reagan…

—Nunca vuelvas a usar ese tono severo conmigo. Nunca. No eres el hombre que
pensaba que eras. Todo este postularme al suelo, tratando de ser elegido... es todo
sobre ti. Todo para hacerte sentir orgulloso de mí y continuar tu trabajo. Pero todo
era solo una mentira.

Suspira profundamente.

—Escucha, sé que esto es un shock. Lo siento. Pero no hagas nada precipitado.

—¡No puedes decirme qué hacer otra vez!

Después de unos segundos de silencio, intenta de nuevo.

—Sólo toma un tiempo lejos de la campaña.

—Tenía que hacerlo, para poder venir aquí. Y no hay manera de que vuelva y
mantenga esta farsa.
—Reagan, tienes que hacerlo.

—No, no lo hago.

Sacude su cabeza.

—No sabes lo que está en juego.

—Ni lo sabré. Estoy en la oscuridad acerca de todo, papá. Eres el maestro


titiritero, tirando de las cuerdas para que siempre puedas hacer lo que quieras. Tú
me presionaste a postular cuando dije que no estaba lista, y aquí estoy, perdiendo
mi cabeza.

—Todavía puedes hacer esto.

—¿Importa si quiero hacerlo?

Frunce el ceño.

—¿Por qué no querrías? ¿Qué persona de treinta años en su sano juicio no


querría el tipo de poder e influencia que viene con ser un senador de los Estados 198
Unidos?

—Nunca fue para mí, papá. Siempre fue para ti. —Sequé las lágrimas de mis
mejillas.

—Lo siento, Reagan. Realmente lo siento. Ojalá pudiera decirte que sigas tu
corazón, pero... necesito que hagas esto.

Mi corazón corre hacia atrás.

—¿Necesitas que haga esto? ¿Qué significa eso?

—Tener una familia secreta es costoso —dice con un suspiro pesado—. Durante
veinte años he tenido que encontrar una manera de apoyarlos sin que nadie lo
sepa.

Mi estómago se revuelve con una sensación enfermiza cuando las palabras de


mi padre se hunden. Este agujero que él cavó por sí solo se hace más y más oscuro.

—Te vendiste —digo suavemente—. Eres un corrupto.


—Acepté los pagos a cambio de votos que probablemente habría lanzado de
todos modos. Eso no es ser corrupto.

—No, de acuerdo con la Escuela de ética de Stan Preston, no. Pero tampoco
engañar a tu mujer durante veintidós años.

—Reagan…

—Tengo que salir de aquí. —Cierro los ojos, y más lágrimas se deslizan por mis
mejillas.

—Vamos sólo a reducir la velocidad y resolver esto —dice mi padre en su tono


más apaciguador.

—El único con una mierda que resolver eres tu —le disparo de vuelta—.
Veinticuatro horas.

Sacude su cabeza. Espero a que él encuentre mis ojos antes de lanzar una bomba
de las mías.

—Estoy viendo a alguien, papá.


199
—¿Oh?

—Sí. Jude Titan.

Su mueca lo dice todo—esta noticia lo molesta más de lo que lo hizo saber que
estoy al tanto de su familia secreta. No he sido nada más que un peón en su juego
todo el tiempo.

—Maldita sea, Reagan.

—Deberías darme las gracias. Ahora ya sabes por qué esas fotos aún no han sido
filtradas.

—Si sale que lo estás viendo, ya terminaste. Arruinada.

Mi risa es amarga.

—Estoy arruinada, muy bien. Pero no tiene nada que ver con Jude. —
Recogiendo mi bolso y las llaves del mostrador, le doy una mirada final—.
Veinticuatro horas.
—No me darás un ultimátum.

—Ella merece escucharlo de ti. Es lo menos que puedes hacer ahora.

Salgo por la puerta y saco mis grandes y oscuros anteojos de sol de mi bolso.
Puedo esconder mi maquillaje de ojos manchados detrás de estos lentes, pero no
hay manera de que pueda ocultar mis emociones. Mi mundo se puso simplemente
patas arriba. La campaña no podía estar más lejos de mi mente.

No voy a volver al autobús. Le mandaré un mensaje a Lexi que puede mandar a


todos a casa hasta nuevo aviso. La única persona con la que quiero estar ahora es la
que me entiende como nadie más. Le envío a Jude un texto apresurado:

Yo: Te necesito. ¿Podemos encontrarnos?

Jude: Por supuesto. ¿Dónde estás?

Yo: Dejando la casa de mis padres. No puedo volver a mi personal ahora mismo. Soy un
desastre.

Jude: Podemos quedarnos en el Palmer House esta noche. Cancelaré mis apariciones,
200
haré la reserva y te enviaré el número de la habitación.

Yo: Está bien. Gracias.

Jude: Nos vemos allí.

Doy marcha a mi coche y me alejo, agradecida de que mi mamá no regresó a


casa cuando estuve allí. Sólo pensar en mi papá diciéndole esta noticia me hace
llorar de rabia de nuevo.

Todo ha sido una mentira. Averiguar sobre el asunto de mi papá me ha abierto


los ojos sobre mí y mis propias motivaciones de una manera muy grande. Resulta
que mi secreto feo y vergonzoso —mi relación con Jude — es, en realidad, la cosa
más verdadera que tengo.
Traducido por IviAbernathy
Corregido por Caile

Jude Titan
Antes de que tenga la oportunidad de golpear la puerta, estoy tirando de ella
dentro de la habitación del hotel y envolviéndola en mis brazos. Se funde en mí,
apretando mi cuerpo con fuerza como si fuera su ancla.

—Todo estará bien —susurro en su cabello.

—No va a estar bien. Nada volverá a ser lo mismo. —Aferra mi camisa en sus
manos y entierra su cara en mi pecho. 201
La calmo, frotándole la espalda, y beso su cabeza tiernamente.

—Lo siento —le digo porque no sé qué más decir en un momento como este.
Mis manos se enredan en su pelo, descansando en su nuca y me quedo en silencio.

Ella me mira con ojos vidriosos, las lágrimas listas para caer.

—Sabía que mi padre era un idiota, pero no me di cuenta de cuán idiota es,
Jude.

Contengo la risa. La mayoría de la gente sabe que Stan Preston no es un buen


hombre, es un político y uno que ha estado en el sistema durante demasiado
tiempo como para mantener la nariz limpia. Pero incluso si el mundo lo supiera, su
hija no había procesado la información. Siempre vio a su padre con anteojos
rosados. Es difícil ver las imperfecciones en nuestras familias, incluso si son obvias
para todos los demás.

—Estoy tan enojada ahora, quiero...

—Lo sé —digo apretando mis brazos a su alrededor.


—Siento que mi vida se está saliendo de control, y no importa cuán duro intente
detenerlo, no puedo.

Presionando mis labios en su frente, susurro:

—Lo siento.

Alza la cabeza, encontrando mis ojos.

—Eres la única persona en mi vida que me da alegría. —Sonríe suavemente.

Mis manos se mueven a su cara, acariciando sus mejillas en mis palmas y


devuelvo la sonrisa. "Siento lo mismo." Inclinándose hacia adelante, me cepillo los
labios, disfrutando de su suavidad.

Se pone de puntillas y coloca sus brazos alrededor de mi cuello.

—Bésame, Jude. No deseo nada más que perderme en ti esta noche.

—¿Estás segura de eso, Reagan? No hay vuelta atrás.

—Estoy segura —susurra, mirándome directamente a los ojos sin parpadear.


202
No es así como planeé nuestra primera vez, pero después de meses de besos,
coqueteo y caricias intensas, no lo puedo resistir. También hay algo
innegablemente caliente acerca de saber qué puedo hacer que el resto del mundo
desaparezca para ella.

Aplasto mi boca contra la suya, inhalando su aliento y mezclándolo con el mía.


En este momento, todo lo demás en nuestras vidas comienza a desaparecer y lo
único que importa somos nosotros.

Sus manos se deslizan bajo mi camisa, enviando escalofríos por mi espina


cuando pasa las uñas por mi piel. Mis manos pasan por su cuerpo, acunando su
culo mientras la levanto contra mí y la llevo hacia la cama. Nuestros labios nunca
se separan, la necesidad de mantenernos conectados y perdidos es más fuerte que
nunca. No hay nada suave y tierno en esto. Estamos necesitados, somos codiciosos
y tenemos hambre el uno del otro.
Suavemente, la coloco en la cama debajo de mí y me acomodo entre sus piernas.
Mi pene ya está duro, tenso contra mis pantalones de chándal y dolorido por estar
dentro de ella.

Las puntas de mis dedos encuentran las correas de su camiseta, deslizándolas


por sus brazos para exponer sus pechos. No estoy listo para romper nuestro beso;
el aire con el que ella me alimenta es demasiado dulce para detenerme.

Mi mano se mueve de su brazo hacia su pecho, tomando su pecho revestido con


el sostén en mi palma. Su corazón late salvajemente bajo la punta de mis dedos,
coincidiendo con el rápido movimiento del mío. El pequeño sonido que emite hace
volver loco a mi cerebro, diciéndome que vaya más rápido de lo que quiero, y lo
ignoro. Saborearé cada momento en que toque a Reagan porque no sé cuándo
tendré otra oportunidad.

Se aferra a mi piel y levanta mi camiseta. Cuando sus manos se posan entre mis
omóplatos, nuestros labios se separan cuando me quita la prenda por encima de la

203
cabeza.

Tan pronto como mi cabeza está libre, mis labios caen a su cuello y trazo una
línea hasta su pecho, liberando sus pechos del sostén. Su espalda se arquea de la
cama mientras tomo el pezón en la boca y empiezo a jugar con él. La dureza
mezclada con la suavidad de su cuerpo me enloquece de lujuria. Necesito probarla,
explorar todo su cuerpo y reclamarla como mía.

Quitándole el pantalón por sus piernas, también arranco sus bragas antes de
empujarme hacia arriba. Me siento en mis talones y la miro fijamente, arrastrando
mis dedos a través de su suave piel.

—Dámelo todo esta noche, Reagan. Resuelve todo el dolor y la ira con mi
cuerpo —le digo mientras me quito los pantalones y salgo de la cama. Los arrojo a
un lado, uniéndose a la pila de ropa que ya está en el suelo.

Sus dedos se aferran al edredón y sus piernas se han cerrado ligeramente, pero
las empujo a medida que subo de nuevo a la cama y me acuesto entre ellas.

—Jude —gime—. Nunca ha sido así para mí. Contigo todo es mucho más.

Lagrimas brillan en sus ojos y siento una presión en la garganta.


—Para mí también —digo aclarándome la garganta—. Pero es difícil decirlo con
palabras.

—No digas nada —dice suavemente—. Solo muéstramelo.

Paso mis manos por su estómago y llevo mi boca hacia la suya, lamiéndola
suavemente con la lengua plana. Su espalda se arquea de la cama y ella jadea
buscando aire, apretando más fuerte el cobertor. Mi boca vuelve a caer sobre ella,
necesitando otro bocado de su dulzura. Gime y aplana sus pies contra el colchón,
extendiendo aún más sus piernas.

Estoy hambriento por ella, tengo más hambre de lo que recuerdo por algo en mi
vida. Sus dedos se retuercen en mi pelo, sosteniendo mi cara contra su coño.

Está gimiendo mi nombre y tirando de mi cabello, volviéndome loco de lujuria


mientras me deleito en su cuerpo. Mi lengua está chorreando contra ella, y sus
gemidos se vuelven más profundos y más agudos.

Cuando su respiración se vuelve irregular y comienza a gritar "Sí, sí", sé que la


tengo al borde.
204
Mis manos se deslizan bajo su culo, levantando su cuerpo para poder tener un
mejor ángulo. Entierro mi rostro contra ella.

—Oh, Dios mío, estoy tan...—gruñe y se queda en silencio mientras su cuerpo se


tensa en mis manos.

Sus muslos se cierran, atrapándome en el paraíso, pero no me detengo. Podría


morir aquí y ser un hombre feliz. No hay muerte más dulce que esta. Estoy
gimiendo de felicidad contra su clítoris, dándole una nueva sensación mientras su
cuerpo tiembla contra mí. Sus gritos de placer hacen palpitar mi verga con
necesidad, pero hay algo más poderoso que eso que sucede dentro de mí. Es como
si ya me hubiera vaciado en ella, de una manera mucho más que física.

Suspira antes de colapsar contra el colchón.

—Mierda. —Parpadea repetidamente para despejar su neblina.

Mis ojos todavía están sujetos a los suyos cuando levanto mi cara y lamo mis
labios para limpiarlos.
—Eso fue tan malditamente caliente. No hay nada mejor que ver que te corres
por mí. —Estoy subiendo por su cuerpo y pateando mis pantalones. Cuando mi
verga empuja en su apertura, me detengo—. Mierda, no tengo condón.

Comienzo a pensar en cómo remediar la situación. ¿El conserje nos enviará uno?
Estoy seguro de que eso llegaría a los tabloides por la mañana.

Sus dedos acarician el músculo de mi hombro.

—¿Cuándo te hicieron la prueba?

—El mes pasado, pero hace meses que no he estado con nadie. Siempre uso
protección y en cada prueba he salido limpio

—Yo también —dice, clavando los tobillos contra mi culo—. Y estoy tomando la
píldora.

Su suave piel y suave olor ámbar ponen a prueba mi control ya debilitado.


Nunca he follado a una mujer sin condón.

—Reagan... podrías tentar a un santo. —Quiero quedarme quieto y memorizar


205
la forma en que se siente en este momento, pero mi cuerpo me está gritando que
me arrastre dentro de ella.

—Qué bueno que no seas uno. —Me sonríe perezosamente y clava los talones en
el culo, empujando mi pene contra ella. Levanta la cabeza y captura mis labios con
los suyos. Nuestras lenguas se enredan y todos mis pensamientos se evaporan.

—Fóllame —susurra en mi boca.

Puedo ser cauteloso, pero no soy idiota. Cuando la mujer de la que te has
enamorado te dice que la folles, lo haces.

Alcanzando entre nosotros, guío mi verga a través de su humedad antes de


insertar sólo la punta, con cuidado de no lastimarla. Ella jadea y se tensa debajo de
mí. Mi visión se desdibuja cuando empujo más profundo.

Su calor me rodea y estoy perdido. Nuestros cuerpos se mueven juntos,


chocando lenta y decididamente. Nuestros labios son inseparables y nuestras
manos vagan por el cuerpo del otro mientras nos movemos en sincronía.
No la estoy follando como una estrella porno. No se trata de demostrar o probar
mi virilidad. Esto es algo diferente, algo más.

Nuestros cuerpos están conectados, y nuestras almas se están fusionando,


convirtiéndose en una.

Cuando se desploma bajo mí, jadeando y gritando mi nombre mientras estruja


mi verga, sé que me he perdido en ella para siempre. Y se siente muy bien.

Estamos acostados uno al lado del otro con nuestros miembros enredados
juntos, sudorosos y satisfechos.

Ella rueda ligeramente, enrollándose en mi cuerpo, y le envuelvo un brazo


alrededor de la espalda.

—Sólo quiero quedarme aquí para siempre —admite.

—Yo también, Reagan. Yo también. —Le beso la frente y la abrazo más cerca.

Ella me mira, sus mejillas están rosadas y sonrojadas.


206
—¿Que pasará ahora?

—Mierda si lo sé. —Suspiro y pienso en la respuesta a esa pregunta.

¿Qué sucede cuando dos personas que se supone que se odian sienten
exactamente lo contrario? Antes de esta noche, había suficiente en cada uno de
nosotros para terminar con nuestras dos carreras políticas, pero ahora... Ahora hay
más que un simple trabajo en la línea.

Reagan Preston me ha hecho sentir cosas que nunca he sentido antes. Nadie me
ha capturado como ella. Ninguna mujer me ha hecho enamorar tan rápido y
completamente.

Ella no sólo se metió debajo de mi piel, sino que forjó su camino a mi corazón.

Ni ella ni yo hemos mirado hacia el futuro o pensado en las consecuencias de


nuestras acciones, pero estoy seguro de que tarde o temprano descubriremos a qué
tipo de ramificaciones nos enfrentaremos.
Ni siquiera me importa. En este punto, si se trata de Reagan o un asiento en el
Senado, la estoy eligiendo a ella.

207
4
Traducido por Gisenid y Cjuli2516zc
Corregido por Caile

Reagan Preston
Estoy atascada, sintiéndome contenta y devastada, esperanzada y arruinada.

Mi noche con Jude fue el bálsamo que necesitaba mi corazón herido. Su calidez
y su fuerza fueron mi ancla, y el resto del mundo desapareció mientras derramaba
sus emociones dentro de mí de maneras que nunca creí posibles.

Era sexo físico: sudoroso, profundo y alucinante. Pero había algo mucho más
profundo que lo magnificaba todo.
208
Cuando me dio el beso de despedida antes de escabullirme de su habitación,
justo antes del amanecer, me dijo que todo estaría bien. Eran los mismos ojos gris
oscuro pero la intensidad que vi en su mirada me hizo creerle.

Lexi está esperándome en el autobús de campaña estacionado detrás de mi sede


en Chicago. Está lanzándome una mirada de preocupación cuando entro y le
tiendo uno de las dos tazas de Starbucks que llevo.

—¿Qué está pasando? —pregunta—. Es grave ¿no es cierto?

Suspiro profundamente y me siento al otro lado de la pequeña mesa de la cocina


del bus. Necesitaba este momento a solas con ella antes de que llegaran los otros
empleados. No sabía si podía seguir con la campaña, pero sé que Lexi me dará el
consejo correcto que necesito.

—Sí, es grave.

—¿Alguien se enteró de lo tuyo con Jude?


Niego con la cabeza.

—Mi padre ha está teniendo una aventura. Una a largo plazo. Tuvo dos niños
con esta mujer. En realidad, ya no son niños.

—Mierda —dice Lexi, con los ojos muy abiertos por la sorpresa—. No lo puedo
creer.

—Yo tampoco.

—¿Cómo te enteraste?

—Escuché a Carl decirle a Jude que tenía fotografías.

Las manos de Lexi vuelan y se posan en sus mejillas.

—¿Qué? Estamos jodidos. Como brutalmente jodidos por el culo.

—No. Quiero decir… si, pero no de esa manera. Jude le dijo a Carl que no
publicara las fotografías.

—Oh, Reagan—la voz de Lexi está llena de lastima mientras extiende su brazo a
209
través de la mesa y toma mi mano—. ¿Estás segura de que puedes confiar en él?

—Estoy segura. Anoche… pasamos la noche juntos.

—Guau. OK. —Inhala profundamente—. Eso… tampoco es idóneo, pero lo


entiendo, dada las circunstancias.

—Lex, no creo que pueda seguir haciendo esto.

Frunce el ceño y me mira con escepticismo.

—¿De qué estás hablando?

—De la campaña. De cualquier forma sabemos que se ha acabado. Le di a mi


padre veinticuatro horas para contarle a mi mamá o lo haré yo misma. Y una vez
que se entere, asumo que lo dejara. Lo hará. La conozco lo suficientemente para
saber eso. Y una vez que los reporteros comiencen a investigar, descubrirán lo de la
otra mujer. Estoy sorprendida que todo este tiempo haya conseguido mantenerlo
en secreto.
—Pero ese es él, Reagan, no tú. Perderás algunos votos por ello, pero los
recuperaremos en otra parte.

Paso una mano a través de mi cabello y le sonrío con cansancio.

—Gracias. No pude pedir una mejor amiga. Pero no creo que esté destinado a
ser.

—Reagan, no —dice Lexi con firmeza—. Quieres esto. Has luchado muy duro
para renunciar ahora.

—Todo esto fue por mi padre. Me empujó a postularme antes de que estuviera
lista porque les debe votos a personas que el mismo no podrá repartir una vez que
se retire.

La expresión de Lexi se oscurece.

—Que imbécil.

—Estoy de acuerdo. Y ni siquiera quiero ir ahí. Si salgo electa y voto de


determinada manera —sin influencia de mi padre— ¿cómo podría probar que no
210
hubo influencia? El apellido Preston será contaminado por este escándalo.

—Sí, su apellido. Pero puedes sobrevivir a esto. Sé que puedes.

Tomo un largo sorbo de mi café, dejando que el calor llegue a mi vientre antes
de hablar otra vez.

—Probablemente podría. O al menos podría pelear hasta el final. Pero Lex… no


quiero hacerlo. En cuanto las cuerdas entre mi papa y yo estén cortadas, me sentiré
mucho más relajada. Me di cuenta que no tengo que postularme ahora. Esta es mi
oportunidad de decidir lo que yo quiero hacer con mi vida. Nunca antes tuve eso.

—Sí, lo entiendo.

Miro hacia la mesa.

—Siento como que te estoy decepcionando a ti y a todo el personal. Abandonar


cuando estoy encabezando las encuestas es… —niego con la cabeza—. Las
personas del partido nacionalista no me lo perdonaran. Este será el fin de mi
carrera política.
Lexi se encoge de hombros y sonríe.

—Si tú lo deseas. Nunca digas nunca. Podrías volver en diez años y postularte…
o no. ¿Quién sabe?

—Tenemos que decidir que contarle al personal. No estoy dispuesta a contarles


la historia completa. Mi mamá merece privacidad hasta que se divulgue.

—Solo di que es por razones personales. No le debes a nadie más información


que esa.

—Sin embargo, siento que sí. —Miro hacia la ventana, al sol elevándose en el
horizonte—. Han renunciado a mucho por mí. Apoyándome. Y todos ellos se
quedarán sin trabajo.

—Entonces, a lo mejor debemos esperar un poco más.

—No puedo seguir haciendo campaña —digo, suspirando—. Mi corazón ya no


está en ello.

—Podemos cancelar las apariciones para la próxima semana, y puedes tomarte


211
unas vacaciones.

—¿Tú crees?

La perspectiva de tomar un respiro y superar la reacción de mi madre ante las


noticias de mi papá, antes de pensar en esto, suena mucho mejor.

—Si —dice Lexi—. Tomémonos un tiempo para dejar que todo se tranquilice.

—Está bien. Me gusta ese plan.

—¿Por qué no vamos a desayunar mientras esperamos a que todos lleguen?


Cuando lo hagan, les diremos acerca de las vacaciones.

Caminamos a un restaurante cercano y pedimos panqueques. Se siente bien


hablar y reír con Lexi. Me recuerda que sí tengo más en la vida que mi trabajo.

El trabajo siempre ha sido mi motor impulsor —la primera cosa en mi mente


cuando me levanto en la mañana. Pero últimamente, Jude se ha apoderado de mis
pensamientos matutinos. Demonios, ocupa todos mis pensamientos durante el día.
Puedo oler su ligero y masculino olor en mí. Simplemente no podía acercarme lo
suficiente a él anoche, incluso cuando mi cuerpo estaba entrelazado con el suyo y
él estaba dentro de mí. Jude comenzó un fuego dentro de mí y luego avivó las
llamas con su boca, manos y...

—¿Qué tan grande es? —me pregunta Lexi mientras estamos terminando
nuestros panqueques.

—Grande. Y sabe cómo usarlo.

—¿Más grande que tu tipo misterioso?

Mi sonrisa se desvanece. No podía decirle a Lexi la verdad sobre Tom y yo en la


universidad. No podía decírselo a nadie, porque la carrera de Tom estaba en juego.

—Mi tipo misterioso —digo suavemente—. Sí, Jude es definitivamente más


grande que él.

—Bien. Ese idiota te rompió el corazón. Recuerdo que lloraste durante semanas
por él. 212
—Más como días.

—Me parecieron semanas. Quienquiera que sea, lo odio.

Sonrío.

—Sí, lo haces.

Ella estrecha sus ojos hacia mí.

—¿Por qué sonríes así?

—Porque el tipo misterioso que fue mi primero... fue Tom.

Lexi se reclina contra su lado de la cabina.

—¿Qué mierda? ¿Qué santa mierda en el mundo significa que fue Tom? ¿Como,
Tom-Tom?

—Sí.
—¿Y no me lo dijiste?

—No podía entonces. Me dijo que perdería su trabajo si se lo decía a alguien.

—Perderá sus pelotas. Disfrutaré cortarlo lentamente ahora que sé que él era el
idiota que te rompió el corazón.

Me río de la imagen.

—Lex, te quiero. Pero la cosa con Tom... lo he superado. Completamente


superado. Ahora que tengo a Jude, nada de esa mierda estúpida del pasado
importa.

—¿Entonces es serio con ustedes?

No puedo evitar la enorme sonrisa que se extiende a través de mi cara.

—Creo que sí. Eso espero.

—Estoy feliz por ti. Te mereces un poco de sol en medio de este desastre.

—Gracias.
213
Mi teléfono vibra con un mensaje. Un par de segundos después, el de Lexi
también. Miro hacia abajo a mi pantalla.

Tom Harbour: Ven al autobús ahora. No contestes tu teléfono a menos que conozcas a
la persona que llama.

—Tom dice que tenemos que llegar al autobús —dice Lexi, levantando la vista
de su teléfono.

—Sí, tengo el mismo mensaje.

Pago la cuenta rápidamente y regresamos al autobús. Tan pronto como entro y


miro a los rostros del personal, sé que algo está muy mal.

—¿Qué pasa? —pregunto a Tom.

Incluso Tom, que suele estar en calma bajo presión, parece agitado. Me pasa su
teléfono y miro la noticia en la pantalla. Mis ojos exploran con el título y van
directamente a las fotos.
Las fotos de mi padre y su hija secreta me están mirando a la cara. Le besa la
frente en una, envuelve su brazo alrededor de ella en otra, y sonriendo felizmente
hacia ella en una tercera.

Me siento enferma. Alcanzo la pared para mantener el equilibrio.

—Lo siento mucho, Reagan —dice Tom, sonando sincero—. Esta es una forma
de mierda para que te enteres.

El autobús está en silencio. ¿Debería decirles que ya lo sabía? No, porque


entonces tendría que decirles acerca de Jude y de mí.

—Chicos, Reagan necesita algo de tiempo —dice Lexi—. Esto es un shock para
todos nosotros. Vamos a publicar un comunicado de prensa en el que diga que se
está tomando una semana de la campaña. Todo el mundo mantenga un perfil bajo,
no digan una palabra a los medios y esperen a oír de mí o de Tom.

Los empleados se dirigen a la puerta del autobús, la mayoría de ellos parecen


tan entumecidos como me siento.
214
—Lo siento, Reagan —masculla Claire mientras pasa junto a mí.

Solo Lexi, Tom y yo nos quedamos cuando siento que mis ojos se inundan con
lágrimas calientes. No puedo procesar ver las fotos que Jude me dijo que enterraría
en las noticias.

—No puedo creer que me haya hecho esto —digo con voz quebrada—. Él me
dio su palabra. No puedo...

—¿Qué quieres decir? —pregunta Tom.

Lexi entra rápidamente.

—Se refiere a su padre, por supuesto.

—¿Te dio su palabra? ¿Esta no es su primera aventura? —Tom sacude la cabeza


con disgusto—. El bastardo podría haberme dicho al menos.

—Hablando de bastardos —dice Lexi—, Tom, también tienes que irte.


—¿Irme? —Sacude la cabeza—. No, tenemos que iniciar el control de daños.
Esto va a lastimarnos muy mal, pero podemos mitigar las cosas.

—Estoy tomando una semana—digo con brusquedad—. Lejos de la campaña.


Eso significa lejos de ti.

—Este es un escaño en el Senado que el partido necesita sostener, así que no


tienes ese lujo, cariño.

—Lárgate de mí autobús —digo, mi tono bajo y nivelado—. Vete. Ahora mismo.

—Necesitas que me encargue de esto, Reagan.

—Encárgate de todo lo que quieras, Tom. Simplemente no esperes nada de mí.


Estoy tomando una semana.

—Esas fotos vinieron de la campaña de Titan. Lo sabes, ¿verdad?

Trago fuerte, pero no puedo evitar que un par de lágrimas escapen.

—Lo sé, sí. 215


—Y tenemos que devolver el golpe dos veces más fuerte.

—Te hablaré en una semana, Tom.

Él sostiene mi mirada durante unos segundos en lo que se siente como un juego


de poder, pero luego finalmente camina hacia la puerta y se va.

Me siento y cierro los ojos.

—¿Estaba jugando conmigo todo este tiempo? ¿Hacer que me enamore de él


para poder arruinarme por completo?

Lexi no responde, pero entonces, ¿qué puede decir? Ella me advirtió, y yo no


escuché.

Mi teléfono vibra con un mensaje, y lo compruebo.

Papá: Agradable de tu novio filtrar esas fotos. Grandiosa manera para que tu madre se
entere.
Disparo un mensaje enojado.

Yo: ¿Cuántas veces podrías haberle dicho en los últimos 22 años, papá?

No responde.

—Vamos a mi casa —dice Lexi suavemente—. Necesitas dormir un poco.

Asiento entumecidamente y le doy mi teléfono.

—Guarda esto por ahora. Simplemente no puedo.

Lo desliza en su bolso, y vamos a su coche. Una vez que me entierre bajo las
sábanas de la cama de Lexi, lloraré. Pero por ahora, ni siquiera puedo pensar en
palabras para decir.

Esta bofetada por parte de Jude duele como nada lo había hecho antes.

216
Traducido por Myr62
Corregido por Caile

Jude Titan
Todavía puedo sentir el cuerpo de Reagan contra mí mientras camino por
Michigan Avenue hasta la pequeña cafetería que frecuento. Mis manos están
metidas en mis bolsillos y estoy mirando la acera, repitiendo la noche anterior en
mi cabeza. Estoy tan perdido en los deliciosos detalles que no veo a los reporteros
hasta que hay un micrófono en mi cara.

217
—Titan, ¿qué opinas de la última revelación sobre la familia Preston?

Miro hacia arriba y escaneo la pequeña multitud que se ha reunido a mi


alrededor.

—No sé de qué estás hablando.

—¿No has visto el último titular? —grita un hombre en la parte de atrás.

Sacudo la cabeza y me pregunto qué tiene a todo el mundo tan nervioso.

—No he leído el periódico hoy. —Empiezo a alejarme, empujando suavemente


al grupo hacia un lado.

Mi único pensamiento es Reagan. Antes de que pueda liberarme, un hombre me


pega el papel en la cara, ondeando el titular ante mis ojos.

Senador Stan Preston atrapado haciendo trampa.

Mi estómago se hunde y saco el papel de mi cara.

—No puedo comentar en este momento —digo antes de rechinar los dientes y
de quitarme de encima al último reportero.
Están cerca de mis talones, siguiéndome por la calle. Mierda, Reagan tiene que
estar fuera de sí. El titular es cierto, pero no sobre la mujer que se muestra en la
foto. Todo lo que he trabajado para mantener bajo perfil, solo se convirtió en
conocimiento público. Justo o no, esto afectará la campaña de Reagan.

Cuando me detengo en la esquina para llamar un taxi, uno de los periodistas me


toca.

—Lo siento, señor Titan. —Se ruboriza cuando me doy la vuelta con el ceño
fruncido—. Esto cambia todo para tu campaña, ¿no?

Mi cara se suaviza antes de responder. Como su oponente, no debería


importarme que su campaña esté a punto de arder en llamas. Debería estar
contento con la última revelación de Preston.

—La carrera es entre el Representante Preston y yo. No estoy corriendo contra


su padre. —Sostengo mi mano y paro el primer taxi que veo. Cuando se acerca a la
acera, me vuelvo para enfrentar a los veinte periodistas esperando mi siguiente
respuesta—. No puedo comentar si las acusaciones son verdaderas o no, pero no 218
debería tener ninguna influencia en el resultado de la elección.

Están gritando mi nombre, tratando de atascar sus dispositivos de grabación en


la cabina mientras cierro la puerta.

—100 East Bellevue Place, por favor —le digo al taxista cuando empieza a
alejarse, dejando a los periodistas detrás.

Me mira en el espejo retrovisor.

—¿Día difícil?

Llegando a mi bolsillo trasero, saco mi teléfono y reviso mis mensajes.

—Podrías decirlo.

Voy a patear el culo de Carl.

Reagan no me ha enviado mensajes, pero tiene que haber visto el titular ya... ella
dejó mi habitación de hotel hace una hora. Le envío un mensaje rápido y estoy
mirando a la pantalla esperando una respuesta cuando mi teléfono suena.
—¡No puedo creer que hicieras esto, Carl! —grito, incapaz de controlar mi ira—.
Has cruzado la línea.

—Deberías darme las gracias —responde antes de reír.

—Te dije que no soltaras las fotos. Estás despedido, Carl.

—No, no lo estoy. Deja de actuar como un coño y sé un hombre ya, Jude. Tú me


contrataste para ser tu gerente de campaña, y yo hice mi trabajo. Estoy asegurando
tu victoria el día de las elecciones.

—Te contraté y puedo despedirte, Carl. Efectivo de inmediato, ya no eres mi


gerente ni mi amigo. —Termino la llamada tan pronto como él empieza a disparar
sobre lealtad, honor y deber.

Es toda la mierda que Carl compone en su cabeza para justificar sus acciones, y
no estoy comprando una palabra de ello. Pensé que Carl era un hombre honorable.
Nunca en un millón de años pensé que se hubiera consumido por la campaña de
tal manera que cayó tan bajo como para liberar las fotos.
219
Llamo al número de Reagan, pero al instante va a su correo de voz.

—Reagan. —Suelto un suspiro y miro hacia el techo del taxi—. Lo siento,


Reagan. No tengo nada que ver con esto. Llámame. Necesitamos hablar.—Corto la
llamada—. Cambio de planes —le digo al taxista, esperando a que sus ojos me
encuentren en el espejo retrovisor mientras estamos en una luz roja—. Llévame al
15º y al Sur del Estado en su lugar.

—Sí, señor —asiente, volviendo sus ojos al camino.

Los periodistas probablemente me esperan acampado fuera de mi edificio, pero


afortunadamente mi edificio tiene un portero de veinticuatro horas que los
mantendrá a raya.

—Vaya hacia la parte de atrás de Clark y Dearborn, por favor. Entraremos por el
garaje de los residentes.

—No es problema —responde mientras estoy escribiendo frenéticamente un


mensaje a Reagan.
Yo: ¡Llámame!

No solo no está respondiendo, los mensajes ni siquiera se muestran como


entregados. Entre eso y de inmediato obtener su correo de voz, sé que tiene su
teléfono apagado.

Miro por la ventana del taxi, viendo pasar la ciudad y los centenares de
personas vagando por las aceras haciendo su día como de costumbre, mientras que
el mío ha colapsado por completo.

Cuando salí del hotel esta mañana, estaba en la nube nueve con su olor todavía
en mí y el sabor de ella todavía persistente en mi lengua. La noche fue la
perfección. Finalmente poder tener a Reagan Preston me tenía en la cima del
mundo. Me atreví a permitirme soñar con las posibilidades, pero ahora todo está
arruinado.

El taxi se detiene frente al garaje y saco mis llaves y empujo el botón del mando
a distancia para abrir la puerta para que el conductor entre.

—Eso será $ 13.25 —dice mientras entra y la puerta se cierra detrás de nosotros.
220
Saco una veintena y se la doy cuando el taxi se detiene y resisto el impulso de
golpear la puerta después de salir. Estoy tan enojado que debería haber ido a Carl
y noquearlo, solo para sacar algo de mi frustración.

Estoy dentro del ascensor antes de que el taxi despeje la puerta del garaje, y me
caigo contra la pared cuando finalmente estoy solo.

—Mierda. —Cierro los ojos y pateo el panel detrás de mí con el talón.

Cuando las puertas se abren y regreso a mi unidad, Carl está parado frente a mi
puerta. Está caminando de un lado a otro, hablando por teléfono con un brazo
agitándolo salvajemente.

—Hijo de puta —furioso empiezo a ir hacia él con mi puño a medio camino por
el aire.

Él me evade, agachándose para evitar mi puño, y deja caer su teléfono.

—¡Espera!
Mi mano se detiene a pocos centímetros de él, y se toma todo en mí para no
continuar o al menos patearlo mientras está abajo.

—Tenemos un gran problema —dice, inclinándose para coger el teléfono con


una mano y protegiendo su cara con la otra—. Tengo que llamarte de nuevo. Mete
el teléfono en el bolsillo y endereza su traje mientras está parado.

—No necesito oír tus tonterías, Carl. —Lo empujo hacia un lado y saco mi
llave—. Ya no trabajas para mí. Así que yo tengo un problema... no tú.

Da un paso hacia un lado, mirándome mientras desbloqueo la puerta.

—Me necesitas, Jude. El equipo de Preston está luchando.

—Déjalos —le digo, mi voz más fuerte que de costumbre.

Carl mira a mí alrededor y revisa el pasillo antes de intentar bloquear la puerta.

—No lo entiendes.

—No necesito hacerlo. 221


Tengo un pie adentro cuando dice:

—Garrett Salizar.

Me congelo ante la mención del nombre del gilipollas. Luchamos juntos, somos
hermanos de armas, pero cuando me concedieron la medalla, él era la única
persona en mi equipo en quejarse. Trató de conseguir a los otros miembros que
lucharon a mi lado ese día hablaran en mi contra, pero él no tuvo ningún apoyo.
Sentía que debería haber recibido la medalla en mi lugar.

—Vete a la mierda —le digo mientras estoy cerrando la puerta.

Pone el pie en el marco.

—Su cara está en cada canal de noticias importante, incluso CNN y Fox News.

—Nadie va a creer sus mentiras, Carl.


—Oh, pero lo hacen —dice con una sonrisa astuta de mierda. —Tu historia es
más grande que la de Preston ahora. La historia de Stan ya no es la más
importante, tú sí.

—Maldito infierno —gimo y arrastro mis manos a través de mi cabello. Estoy


completamente desgarrado. Parte de mí es feliz de que Reagan ya no sea el centro
de atención, pero la idea de que Salizar está recibiendo sus quince minutos de fama
y arrastrando mi nombre a través del barro tiene mi nivel de ira cerca del nivel
nuclear.

Carl tiene la oportunidad de deslizarse dentro de mi apartamento.

—Tienes que programar una rueda de prensa tan pronto como sea posible para
acabar con sus mentiras. —Cierra la puerta y se dirige directamente a mi bar—.
¿Quieres una? —pregunta sin mirarme.

Camino a las ventanas que bordean la pared frente al horizonte de Chicago y me


pregunto cómo todo se jodió tanto en tan poco tiempo.

—No a las diez de la mañana.


222
—Haz lo que quieras.

Estoy tan perdido en el pensamiento que apenas escucho los pasos de Carl
detrás de mí antes de que la televisión se encienda.

—Señor Salizar, Amy Crofton de Chicago Star, mi pregunta es: ¿por qué esperó
tanto tiempo para hablar en contra del señor Titan?

No me doy la vuelta y mantengo los ojos clavados en los edificios a lo lejos.

—Está hecho para ser un héroe, y la gente de Illinois quiere votar por él debido
a su honor, pero él no tiene ninguno. No fue el único hombre que luchó ese día,
pero no tuvo ningún problema en tomar el crédito por salvar las vidas de sus
hermanos.

—¿Pero él salvó sus vidas, señor? —pregunta el periodista.

—Fue un esfuerzo de grupo. El señor Titan no lo hizo por su cuenta —Salizar


dice con voz temblorosa y se aclara la garganta—. Hubo un puñado de nosotros
que luchó a su lado ese día, incluso con nuestras lesiones, y no todos salimos vivos.
No hizo nada especial ni heroico ese día. Él es solo un cerdo pretencioso de gloria
aprovechándose de la muerte de sus soldados para ganar una posición que no
merece en el gobierno estadounidense.

—¿Entonces lo llama mentiroso?

—Si Jude Titan merece una medalla, entonces yo también.

—Señor. Salizar, Carter Morris del Illinois Observer. ¿Estás diciendo que la
cuenta de esa noche es inexacta y que Jude Titan no salvó vidas?

—Como dije antes, luché a su lado esa noche. Hice todo lo que él hizo, pero no
tengo una medalla. No me estoy postulando para el Senado. Jude Titan es solo un
chico de afiche, con una cara bonita que está utilizando su experiencia para su
propio beneficio personal. No le importa nada ni nadie más que él mismo.

Hay un murmullo en la multitud, y ya no puedo escucharlo hablar. Empujo las


puertas corredizas y salgo a mi balcón. El teléfono de Carl ha estado sonando sin
parar desde que entró, y pronto el mío empieza a seguir su ejemplo.
223
Lo alcanzo, mi corazón palpitando frenéticamente en mi pecho con la esperanza
de que Reagan me esté llamando. Cuando veo que es Jim, agacho la cabeza pero
respondo.

—¿Qué diablos tiene Salizar en la cabeza? —dice Jim rápidamente antes de que
pueda decir hola.

Apoyo mi cuerpo sobre la barandilla y agarro el metal en mi mano, tratando de


exprimir mi ira y frustración.

—No lo sé. Sabíamos que era un idiota cuando empezó esta mierda hace años,
pero nunca pensé que saliera durante mi campaña lanzando la misma mierda que
ya había sido puesta en la cama.

—Él es el cerdo pretencioso de gloria en todo este calvario.

—Bueno, él está hablando, y los medios están escuchando.


—No te preocupes, Jude. Los chicos y yo cubrimos tu espalda. Los mensajes de
texto ya están llegando, y vamos a encontrar la manera de cerrarle la boca y
demostrar que eres el hombre que todos creen que eres.

—Jim, aprecio el gesto. Pero no quiero que ustedes estén expuestos más de lo
que ya lo han estado. Revivir ese día es demasiado doloroso para muchos de los
chicos. Deja que las cosas se acaben. Estoy seguro de que los medios encontrarán
pronto una nueva historia, y Salizar pronto será olvidado.

—Déjame hacer lo que tengo que hacer aquí, amigo. Siempre cubriré tu espalda
como si con tú la mía. Sé que todos los chicos sienten lo mismo.

—Jim —digo, pero él me corta.

—Tengo que irme. La otra línea está sonando y tengo planes de hacerlo.

—No lo hagas —digo, pero es inútil; ya ha colgado.

Carl está hablando por teléfono en la sala de estar y paseando por mi desván
cuando me doy la vuelta. Él comenzó este lío. Liberando las fotos del padre de 224
Reagan, fue la llama que encendió la explosión hoy.

Le prometí a Reagan que las fotos permanecerían ocultas y la historia enterrada.


Ella luchó de la única manera que podía, aunque fuera ensuciando mi nombre.

No tengo un romance o un amor secreto en mi armario, pero como corro con mi


honor y mi palabra, es lo más fácil de intentar destruir.

No son las palabras de Salizar o el posible final de mi candidatura por lo que me


duele el pecho, es el pensamiento de que he perdido Reagan para siempre.
Traducido por myr62
Corregido por IviAbernathy

Reagan Preston
Agarro los bordes del atril, con la esperanza de que mis manos dejen de temblar.
Después de una respiración profunda, miro directamente a las cámaras y digo las
palabras a la multitud de reporteros reunida y que apenas puedo creerme.

—Gracias por venir hoy. Es con un gran pesar en el corazón que anuncio que
estoy abandonando la carrera al Senado, con efecto inmediato.

Hay un jadeo colectivo de sorpresa. Todo el mundo pensó que llamé a esta 225
conferencia de prensa para responder a la noticia de infidelidad de mi padre. Es el
segundo día de descanso de mi semana, y ayer le dije a Lexi que necesitaba hacer
esto. Se le dije al resto de mi personal esta mañana.

Las preguntas se lanzan tan rápido que no puedo distinguir a una sola de ellas
sobre el ruido. Levanto una mano para callarlos y vuelvo a mi declaración
preparada.

—A mis seguidores: Siento profundamente que no pueda terminar lo que


comenzamos juntos. Su apoyo ha significado tanto. Por favor, sé que esta es la
decisión correcta para mí. No voy a tomar ninguna pregunta o conceder ninguna
entrevista en el futuro inmediato. Gracias.

Las preguntas se gritan rápidamente.

—¿Es por el asunto de tu padre?

—¿Es verdad que tienes dos hermanos que nunca conociste?

—¿Tus padres se están divorciando?


Los ignoro y me alejo del atril. Lexi me conduce hacia una habitación pequeña
con una salida, que planea usar para sacarme de aquí.

Los reporteros sólo están haciendo su trabajo, pero no tienen idea de lo


profundamente que este escándalo ha lastimado a mi familia. Pasé los últimos dos
días con mi mamá quien está devastada. Mucho más que devastada. Sí, ella está
solicitando el divorcio, pero todo esto le resulta desgarrador. Se siente como una
tonta por pensar que mi padre trabajaba todas esas veces y que obviamente no lo
hacía. Nunca pensó que empezaría de esta manera a la edad de cincuenta y dos
años, sin experiencia laboral.

—Casi llegamos— Lexi murmura mientras nos acercamos a la puerta de la


habitación. Las cámaras están parpadeando, y estoy manteniendo mi expresión
pétrea.

Estamos en una sala de conferencias del hermoso Palmer House, que alberga
recuerdos de Jude y de mí. No quería decirle a Lexi que lo programara en otro

226
lugar después de que me instalara.

Cuando llegamos a la habitación y ella cierra la puerta, suspiro profundamente


y abro la botella de agua que me da.

—Gracias— le digo en voz baja—. Por todo, Lex.

—En cualquier momento.

Me río una sola vez.

—Sí, que no se repita.

—Has finalizado en tus términos, Reagan. Podrías haber publicado un


comunicado de prensa, pero has estado allí y has dicho las palabras. Eso toma
coraje. Estoy orgullosa de ti.

Me abraza y cierro mis ojos, sintiéndose cerca de mil kilos más liviana ahora. Se
acabó. No sólo el anuncio, sino todo. No más vida para satisfacer las metas y
expectativas de mi padre. Voy a estar haciendo lo que quiero a partir de ahora, y se
siente increíble.

—¿Cómo salimos de aquí?— le pregunto a Lexi, alejándome.


—Creo que deberíamos quedarnos aquí por unos minutos. Esa puerta... —me
señala una puerta al otro lado de la habitación a la que entramos—, va hacia un
pasillo que conduce a la cocina.

Ambas estamos mirando la puerta en cuestión cuando se abre. Jude entra en la


habitación vistiendo jeans, una camiseta y una gorra negra de los Medias Blancas
de Chicago. Estoy demasiado atónita para hablar por un par de segundos, pero
cuando me recupero, cruzo la habitación estrechando los ojos.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí? ¿Has venido para regodearte? ¿Patearme
mientras estoy en el suelo?

Su mirada de acero se traba en mí.

—Me conoces mejor que eso, Reagan. Necesitamos hablar.

—Ahora no. Se acabó, Jude. Tienes el camino despejado hacia el Senado. No hay
nada más que puedas conseguir de mí.

—Eso es una mierda y lo sabes— dice en un tono bajo, enfadado. 227


Lexi se escapa de la habitación, y Jude y yo nos quedamos mirándonos el uno al
otro.

—Vamos a arriba a hablar—dice con firmeza.

—Si tienes algo que decir, dilo aquí mismo.

—No podemos quedarnos aquí. Me arriesgué mucho para venir, Reagan. Este
lugar está repleto de reporteros. Tenemos que bajar las escaleras.

—¿Esconderme, eh? ¿Por qué me jodes ahora, Jude? Tienes todo lo que querías
de mí.

Se inclina más cerca, sus ojos oscuros tan intensos que casi tengo que mirar
hacia otro lado.

—Empuja todo lo que quieras. No me iré hasta que hablemos. Puedes caminar,
o te puedo echar por encima de mi hombro.

—Perderías todo si te atrapan llevándome a una habitación contra mi voluntad.


—Lo haré— dice en un tono nivelado.

—Has estado arruinándome durante tres días, Reagan. Me estoy volviendo loco.

Sacudo la cabeza con disgusto.

—¿Has estado volviéndote loco? ¿Cómo crees que me siento? ¿Cómo crees que
se siente mi madre?

Él alcanza mi cintura y retrocedo, suspirando suavemente.

—Muy bien. Iré.

Jude abre la puerta de la habitación, bajando la cabeza. Me lleva a través de la


cocina, donde mete un billete en la mano de un hombre con un uniforme de
cocinero y nos llevan a un pequeño ascensor en la cocina principal.

Una vez que las puertas nos encierran en el ascensor, Jude envuelve mi mano en
la suya. Debo alejarme, pero no puedo. Cuando él lleva mis dedos a sus labios y los
besa, siento el cálido remolino en mi vientre que siempre siento cuando nos
tocamos. Mis dedos rozan su oscura barba.
228
—¿Le dijiste a Carl que lanzara las fotos?— le pregunto en un susurro.

—Mírame.

Miro hacia arriba, y nuestros ojos se encuentran.

—Sabes que no lo hice, Reagan. Tal como sé que no autorizaste esa mierda con
Salizar.

Asiento.

—Carl.

—Carl— confirma Jude—. Y el desgraciado está despedido, aunque sigue


negándose.

—Me preguntaba… Quiero decir, lo esperaba... loco como suena.

Las puertas del ascensor se abren. Jude tira su gorra hacia abajo y me conduce
de la mano a una habitación que abre con una tarjeta.
Mi corazón está martilleando mientras entramos y Jude me empuja a sus brazos.

—No dudes de mí— dice en mi oído—. No soy tu padre.

Suspiro profundamente, sumergiéndome en el olor y la sensación de él.

—Lo siento. Sabía que necesitábamos hablar de eso, yo sólo... He estado con mi
mamá, y... suponía que era lo mejor para protegerme, supongo.

Se aleja y me mira a los ojos.

—No tienes que protegerte de mí, Reagan. Yo soy tu protección.

Su tono es tan serio, su expresión tan sincera, que las lágrimas llenan mis ojos.
Asiento y me presiono contra él, dejando que sus brazos traigan la comodidad que
necesito.

—Creo que hay una buena posibilidad de que ganes— digo, riendo suavemente.

—No me importa eso en este momento.— Él retrocede y toma mis mejillas en


sus grandes manos—. ¿Por qué renunciaste? Ojalá me hubieras hablado de eso 229
antes.

—Tenía que hacerlo. Quería hacerlo. Estaba corriendo por todas las razones
equivocadas, y mi padre quería que me quedara para que pudiera emitir votos...
Y... esa no soy yo.

—Es un imbécil.— Los músculos de Jude son duros con la tensión—. Odio que
haya arruinado esto por ti.

—Esta decisión fue por mí. Permanecer habría sido para él.

—Prométeme que realmente quieres decir eso.

—Lo prometo.

Su cuerpo se relaja ligeramente.

—Esto significa que podemos estar juntos. Ya no más escondernos.

—No lo sé, Jude. Creo que debemos mantenerlo oculto por lo menos hasta que
termine la elección. Tu partido se distanciará de ti. Esto es inaudito.
Se encoge de hombros.

—Entonces cambiemos eso. Estoy cambiando de bando en gran manera aquí,


¿verdad?

El brillo en sus ojos me hace reír.

—Puedes cambiar de bando cuando quieras.

—Créeme, lo planeo.— Se inclina y me besa—. Te quiero en mi autobús. En mis


habitaciones de hotel. A mi lado en los discursos.

Mis labios se separan con la sorpresa.

—¿En serio?

Me aprieta el culo, moldeando nuestros cuerpos hasta que siento su erección


contra mi bajo vientre.

—¿Lo sientes?

—No voy a convertirme en tu juguete de campaña.


230
—No, te estás convirtiendo en mi novia. Te necesito allí conmigo, Reagan. Tu
experiencia, Tu apoyo... tú por completo.

La idea de hacer campaña con Jude me hace sonreír.

—Si estás seguro.

—Estoy seguro. Pero antes de que hagamos esto oficial, ¿hay esqueletos en tu
armario que deba tener en cuenta?

Mi corazón se hunde cuando recuerdo la única cosa que no le he dicho todavía.

—Me he acostado con Tom Harbour.

Sus músculos se tensan de nuevo.

—¿Cuando?

—Um... hace nueve años. Me dijo que estaba separado de su esposa, pero
mintió.
Jude deja escapar un profundo suspiro.

—Mierda. Pensé que querías decir en los últimos días. Ya sé lo de hace nueve
años.

—¿Lo sabes? ¿Y no me lo dijiste?

Se encoge de hombros.

—Sabía que te haría sentir mal si sabías que mi campaña lo sabía. Y nunca
habría usado la información.

Asiento.

—¿Algunos cadáveres en tu armario?

—Nada de lo que ya no sepas. Mis malos sueños y la culpa de los supervivientes


del servicio de combate pueden ser permanentes, aún no lo sé.

Siento un tirón en mi corazón por este hombre que ha llegado a significar


mucho para mí en muy poco tiempo. 231
—Si alguna vez quieres hablar de ello, o no hablar de eso... estoy aquí.

Se acerca a mi mejilla, acariciándola con el pulgar.

—Lo sé. Y quiero que te quedes así. El establecimiento del partido y las historias
de noticias no significan una mierda para mí, Reagan. Eres tú quien me interesa... y
hacer la diferencia para todos los hermanos que necesitan una voz en el DC.

—Mi padre pensará que he cambiado de partido— le digo suavemente. Y eso


me da una gran satisfacción.

—Vas a tener que dejar ir todo eso a tiempo, ya sabes. No dejes que se detenga
en ti.

—Tienes razón.

—Acostúmbrate.

Dios, me encanta esa sonrisa. Me pone en llamas. Cuando Jude baja sus labios a
los míos, lo encuentro a medio camino. Nuestro suave beso se convierte
rápidamente en algo más. Dejo que las sensaciones me arrastren: sus manos fuertes
sobre mis caderas, su gemido amortiguado mientras me acuesto en la cama y baja
sobre mí, la mezcla de lujuria y adoración que veo en sus ojos.

—Te amo— le digo suavemente en su oído—. Mucho, Jude.

—Yo también te amo. Siempre vendrás primero conmigo.

Sonrío.

—Cuando dices que vienes primero, ¿quieres decir eso en sentido figurado?

Su risa es baja y sexy. —

Lo digo en sentido figurado y literalmente, nena.

Mi respuesta se convierte en un gemido mientras gira sus caderas contra las


mías. El hombre realmente sabe cómo conseguirme.

—Creo que deberíamos quedarnos aquí al menos durante las próximas


veinticuatro horas— dice, su aliento caliente en mi cuello. 232
Besa mi clavícula y envuelvo las piernas alrededor de su cintura.

—Eso suena increíble. Sabes, deberías estar haciendo las rondas en el circuito de
televisión. Todos ellos quieren entrevistarte sobre mi deserción.

—Pueden irse a la mierda. No saldré de esta habitación hasta mañana.

—Mmm.

Él tira mi camisa por encima de mi cabeza y está besando su camino hasta mi


estómago. Corro mis dedos sobre su cuero cabelludo, tirando suavemente de su
cabello. Él gime contra mi piel.

—¿Lo quieres así? —pregunta, con su lengua trazando debajo de la cintura de


mis pantalones donde simplemente los desabrochó—. ¿Te gustaría tirar de mi
cabello, adormecer tu mente y follarme sudorosamente, señorita. Preston?

—No lo sé... podría quererlo—digo en tono burlón.


—¿Puedes?— Se mueve hacia ponerse de rodillas y desliza mis pantalones hacia
abajo más allá de mis caderas. Su sonrisa es francamente malvada—. Sólo si dices:
“Fóllame duro, Senador Titan”.

Yo juguetonamente lo golpeo.

—Eres un idiota.

—Dilo.

Presiono mis labios cerrados.

—Tus pezones son tan duros que puedo verlos a través de tu sujetador, Reagan.
Sabes que te gusta. Dilo.

—Primero dime que estas duro por mí— digo suavemente.

Jude se desliza de la cama y desabrocha sus jeans. Cuando lo tira hacia abajo
junto con su bóxer y da dos pasos hacia fuera, su erección dura como una roca está
señalando en mí dirección. Se quita la camiseta y me tomo un segundo para
admirar su increíble cuerpo.
233
—¿Ves?— Envuelve una mano alrededor de su polla—. Estoy duro para ti,
Reagan Preston.

Me termino de quitar los pantalones, viendo sus ojos mientras me observa.


Hago un lento espectáculo mostrándome completamente desnuda, entonces lanzo
mi sujetador en su cara.

—Fóllame duro, Senador Titan.

Él está en mí en un instante, llenándome tanto que jadeo. Molemos nuestras


caderas hasta que ambos estamos a punto de acabar, pero luego se retira y gimo
tristemente. Él me da la vuelta con sus manos alrededor de mis caderas y me folla
por detrás hasta que estoy en el borde de nuevo.

Esto continúa así hasta que soy un gemido, un jadeo, un desastre sudoroso…
Jude me folla en posiciones de las que nunca he oído hablar, y cada vez es
alucinante.

—Déjame correrme— le suplico—. Tengo que correrme, Jude.


La malvada sonrisa está de vuelta, y estoy segura de que va a seguir
torturándome. Pero en vez de eso, él me da varias embestidas profundas y duras
que necesito correrme, y cuando lo hago, grito su nombre. Veo estrellas. Es el
orgasmo más largo y poderoso que he tenido.

Él se viene justo detrás de mí, gimiendo profundamente mientras se entierra en


mí. Ambos estamos jadeando mientras me besa suavemente y se recuesta a mi
lado, tirando de mi cuerpo contra el suyo.

—Realmente sabes cómo darle la vuelta a un día de mierda, Titan— murmuro.

Me besa en la sien.

—Confía en mí, estoy empezando.

234
Traducido por IviAbernathy y Florpincha
Corregido por IviAbernathy

Jude Titan
Reagan se enroscó a mi lado en el sofá mientras observábamos la entrevista con
mis compañeros marines que estuvieron conmigo ese fatídico día. Están ayudando
a disipar las mentiras que Salizar intentó difundir sobre mí para arruinar mi
carrera en el Senado.

—Te quieren— susurra y se acurruca más cerca.

Me río suavemente y le beso la parte superior de la cabeza.


235
—Son hombres leales y honorables.— La parte amorosa siempre está ahí, no
dicha, pero es verdad.

—Salizar ha estado esparciendo mentiras sobre ese día durante años. El Cuerpo
de Infantería de la Marina realizó una investigación cuando originalmente hizo la
denuncia, pero la encontramos sin fundamento — dijo Jones al portavoz de los
Marines de Estados Unidos—. El señor Titan fue el único hombre en el pelotón que
luchó contra las fuerzas para garantizar el rescate de los soldados heridos. No
entendimos los detalles incorrectos, Srta. Parsons. Jude Titan es un héroe
americano.

La entrevista corta a la Sra. Parsons sentada en un escritorio con mi foto en la


esquina superior izquierda del día en que recibí la medalla, y no puedo evitar
sonreír con orgullo.

—El señor Titan no sólo tiene respeto de sus compañeros soldados, sino
también por el público estadounidense. Hoy temprano, el Presidente de los
Estados Unidos nos envió una carta en respuesta a esta entrevista, y dice: “El Sr.
Titan no sólo es un héroe americano, sino que es un ciudadano honrado y sería un
activo para el Senado de los Estados Unidos. Nunca hemos dudado de su lealtad,
honor y dedicación a nuestra gran nación.

Ella coloca el papel sobre el escritorio, y la cámara se acerca a su rostro.

—Parece que Jude Titan obtiene el respaldo incluso del Presidente de los
Estados Unidos. A pesar de que su oponente, Reagan Preston, ha abandonado la
carrera por el Partido Demócrata, la victoria del Sr. Titan no es un hecho. La nueva
oposición ha iniciado una campaña de base en nombre del Partido Demócrata.
¿Pero puede alguien derrotar a la potencia de Titan esta tarde en el juego? Con el
respaldo del Presidente y de cada grupo de veteranos en el estado, será casi
imposible de vencer. El Día de las Elecciones está a la vuelta de la esquina, y
entonces sabremos si Titan será la nueva voz de los votantes de Illinois en el
Senado de los Estados Unidos.

El día de las elecciones no puede pasar lo suficientemente rápido. Aunque la

236
campaña no es tan agotadora como estar en la guerra, estoy listo para llegar a
Washington, donde comienza el verdadero trabajo.

—Bueno, creo que lo tienes en el bolsillo, señor Titan. —Reagan se eleva con la
mano que descansa contra mi pecho—. Estoy orgullosa de ti.

Ella abandonó la carrera días atrás y parece aún más ligera que antes. Es como
si le hubieran quitado un peso de sus hombros que nunca supo estaba allí.
La empujo contra mí, y su rostro se encuentra a pocos centímetros del mío.

—No significaría nada sin ti, Reagan.

Ella sonríe y frota su nariz contra la mía.

—Habrías estado bien sin mí. No te engañes.

—Pero no habría sido divertido.— Sonrío—. ¿Quién hubiera sido un completo


desafío y un dolor en mi culo?

—Oh, estoy segura de que hay cientos de mujeres que quieren ocupar mis
zapatos.
Agarro la parte trasera de su cuello, traigo su rostro más cerca, donde nuestros
labios apenas se tocan.

—No las quiero a ellas, sólo a ti.

Sus ojos se iluminan.

—Me tienes.

—¿Estás lista para decirle al mundo que eres mía?

—Sí —dice en un tono ligero y desenfrenado.

Mis labios se aplastan contra los de ella, derramando mis emociones y


excitación en el beso. Cuando me uní a la carrera, esperaba una pelea hasta la
muerte y que ella fuera una mocosa remilgada, cabeza hueca. No esperaba que
fuera exactamente lo contrario. Ella me mantuvo sano en la carretera y me dio algo
que esperar cada noche. Nuestros momentos robados, llamadas telefónicas
secretas, mensajes sucios e incluso video llamadas más picantes me habían
distraído lo suficiente para no preocuparme por los números de las encuestas y el 237
fuego cruzado político en los periódicos.

Mi teléfono está sonando en la mesa junto a nosotros, pero lo ignoro. En este


momento, nada es más importante que nosotros dos. Nuestro tiempo juntos
siempre ha sido fugaz, y ahora que la tengo, la quiero siempre a mi lado. No
quiero vivir nuestra relación a través de la tecnología. La vida es demasiado corta
para separarse más de lo necesario.

—¿Quieres atender eso? — susurra contra mis labios.

Gruño, tirando de ella en mi regazo y contestando a su pregunta besándola más


profundo que antes. Tan pronto como el timbre se detiene, hay tres segundos de
silencio antes de que empiece de nuevo, pero todavía no respondo.
Ella retrocede y mira hacia mi teléfono.

—Puede ser importante.

Le agarro el culo, apretando sus mejillas en mis manos.

—Lo único importante está aquí conmigo. Nada más importa.


Ella se desliza hacia adelante, moliendo mi erección.

—Señor Titan, creo que necesito que me convenza de votar por usted el día de
las elecciones —bromea, echando la cabeza hacia atrás con las carcajadas.

Aprovecho la oportunidad para besar su cuello, amando la sensación de su


suavidad y aroma que me rodea. Estoy besando un rastro por su cuello hasta su
pecho cuando hay un golpe en la puerta. Los dos nos congelamos, y nuestras
miradas se enganchan el uno al otro.

—Será mejor que lo entiendas. Estaré en tu habitación esperándote.

Ella empieza a bajar de mi regazo, cuando la agarro de la muñeca.

—No. Quédate aquí conmigo. No me importa quién sea.

Sólo hay una persona que el portero deja pasar sin llamar primero. Reagan
camina conmigo a la puerta, de la mano, y finalmente respondo.

—Te he estado llamando —dice Carl, abriendo la puerta. Reagan todavía está
fuera de su vista—. ¿Qué mierda estás haciendo que no atendiste?
238
—Carl— le digo, dando a la mano de Reagan un apretón rápido—. Ya te dije
que estás despedido. No hay absolutamente ninguna razón para que estés aquí.

—Por favor— se burla y empuja la puerta, tratando de entrar en mi


apartamento—. Me necesitas.

—No lo hago— le digo, abriendo la puerta lo suficiente para que finalmente vea
a Reagan.

Sus ojos se ensanchan, y hay un destello de ira que cruza su rostro.

—¿Qué está haciendo ella aquí?— Se empuja más allá de nosotros y se vuelve
para enfrentarnos una vez que está dentro.

Cierro la puerta y empujo a Reagan a mi lado.

—No necesito explicarte nada, Carl. Ya no eres un miembro de mi campaña.

Sus ojos se estrechan, rebotando entre nosotros.


—¿Durante cuánto tiempo la has estado follando?

—No seas tan ordinario.

Se pasa la mano a través de su pelo perfectamente peinado.

—No puedo creer que lo estés arriesgando todo por un pedazo de culo, Jude.
Pensé que eras más inteligente que eso.

Me adelanto, soltando la mano de Reagan y lo enfrento a la cara.

—Vete a la mierda.

Sacude la cabeza y se ríe.

—Espera que la prensa se apodere de esta historia.

—No me importa lo que la gente diga, especialmente la prensa. Reagan y yo


somos una pareja ahora, y no hay nada que nadie pueda decir para cambiar eso.
Ahora, Carl... —mis manos se cierran en puños mientras resisto el impulso de
patearle el culo—, ya no eres parte de esto. No te voy a decir otra vez que te vayas. 239
Lanza sus manos y se aleja antes de pasar a mi lado y dirigirse a la puerta.

—Quiero recuperar mi trabajo, Titan. Si no me lo devuelves, , voy a dar a


conocer esta historia a la prensa como lo hice con Stan Preston.

Reagan gruñe y da un paso hacia Carl. Mis ojos parpadean en los de ella antes
de que mi mirada se estreche sobre Carl, y me paro entre los dos.

—Dile a la gente lo que quieres. No puedes obligarme a contratarte de nuevo.


Adelante, Carl. Dile al mundo que estoy con Reagan. No tengo nada que esconder.
No me avergüenzo de amarla.

Cuando abre la puerta, se detiene.

—Ya lo veremos. Puede ser el último clavo en el ataúd de tu campaña. Siempre


pensé que una fulana te haría perder el puesto en el Senado, pero nunca pensé que
sería Reagan quien lo hiciera.
Antes de que pueda salir al pasillo, mi puño está en el aire, dirigiéndose
directamente a su rostro. Cuando mis nudillos crujen y él tropieza hacia atrás,
Reagan está a mi lado, deteniéndome de golpearlo de nuevo.

—No —ella susurra mientras agarra mi brazo—. Él no vale la pena.

La miro y sonrío.

—No lo vale —digo antes de besar su frente y retirar su mano de mi brazo—.


Pero aun así no es bienvenido aquí.

Tomo a Carl por el cuello y lo empujo por la puerta y hacia el pasillo.

—Haz todo lo que sientas que tienes que hacer, Carl. No me llames ni intentes
hablar conmigo de nuevo, o te haré arrestar por extorsión.

Se está frotando la mandíbula cuando se endereza.

—Te arrepentirás, Jude.

Cierro la puerta sin responder y me vuelvo hacia Reagan. 240


—¿Estás bien? — le pregunto porque es mi única preocupación, no Carl y sus
amenazas.

Ella asiente, tragando fuertemente.

—Creo — suspira y empieza a caminar—. Esto es malo.

Mis brazos están alrededor de su cintura rápidamente, deteniéndola de entrar


en pánico.

—Está bien. Estamos bien. No le prestes atención.

Sus manos descansan sobre mis antebrazos, y me mira fijamente.

—Pero ¿y si le dice a los medios?

Entonces seremos sinceros. No me avergüenzo de nada de lo que hicimos,


Reagan, y tampoco tú deberías hacerlo.

—Pero estamos a unos días de las elecciones.


Me río, acariciando mi rostro en su cuello.

—¿Contra quién voy a perder? Nada importa ahora. Creo que los ciudadanos
de Illinois comprenderán que a veces no podemos evitar querer a la persona que
amamos.

Ella se acerca y apoya su cara contra mi pecho.

—Eres demasiado optimista.

—Carl no puede decir nada en este momento para arruinarlo todo. Si lo hace,
será visto como un amargo e infeliz. —Mis dedos encuentran su barbilla, llevando
sus ojos a los míos—. No estoy preocupado, y tampoco debes estarlo. Estaremos
bien.

Ella coloca sus brazos alrededor de mi cuello y se pone de puntillas.

—Cuando dices eso...— Sonríe, acercando más sus labios a los míos,
mirándome a los ojos—. Realmente lo creo.

—¿Dónde estábamos?— Mis manos se deslizan por su espalda, acomodándose


241
en su culo y levantándola contra mí—. Ah, eso es.— Envuelve sus piernas
alrededor de mi cintura y gime suavemente mientras la llevo hacia mi
dormitorio—. Espero que no planearas dormir mucho esta noche.

Reagan aún duerme roncando lo suficientemente fuerte para despertar a los


vecinos, cuando su teléfono comienza a sonar. Mi curiosidad saca lo mejor de mí, y
me acerco a y miro su pantalla.

Tom: ¿Dónde estás? Maldita sea, Reagan.

Tom Harbour es un depravado y está allí arriba con Carl cuando se trata de
moral. Reagan no lo necesita en su vida, tratando de joder con su cabeza o su
corazón. Mantuve conmigo el conocimiento de su relación durante demasiado
tiempo. Es hora de que finalmente ponga a Tom en su lugar.
Levanto el brazo de Reagan dejándolo caer a la cama, y ella gruñe pero no se
despierta. Suavemente levantando su mano, pongo su dedo en el botón para
desbloquear su teléfono.

Reagan: Encuéntrame en la cafetería cerca de mi casa en veinte.

Es tiempo de manejar la situación de Harbor. Después de responder, borro sus


textos entre ella y Tom y coloco su teléfono en la mesita de noche a su lado. Estoy
vestido y saliendo por la puerta en cuestión de minutos, dirigiéndome hacia el café
para enfrentarlo.

Tom está afuera con las manos metidas en los bolsillos, escudriñando a los
peatones que pasan mientras espera a Reagan. Sus ojos se fijan en los míos, y él se
empuja del edificio, dirigiéndose directamente hacia mí.

Los círculos bajo sus ojos han crecido y se volvieron más oscuros desde la
última vez que lo vi.

—Titan, es gracioso verte aquí. —Me da una sonrisa satisfecha.


242
—Reagan no viene —le digo, y es mi turno de sonreír—. Ella no quiere nada
contigo, Tom.

Él inclina la cabeza, dándome una mirada burlona.

—¿Cómo lo sabes?

Cruzo mis brazos delante de mi pecho y lo miro fijamente.

—Yo soy el que escribió el mensaje.

Sus cejas se juntan y todavía no lo ha descubierto. Para un hombre que se


supone que es un genio, es bastante idiota.

—¿Qué estás haciendo con su teléfono?

Cierro el espacio entre nosotros para evitar que alguien escuche mi siguiente
declaración.

—Tienes que dejar a Reagan en paz. Vengo a ti de hombre a hombre. Sé de su


pasado juntos, pero eso es todo lo que es... pasado. Es hora de que sigas adelante y
la dejes en paz. Reagan es mía ahora, Tom. Mía. ¿Entiendes eso? —Desdoblo mis
brazos y ensancho mi postura—. Haré cualquier cosa para protegerla. Estoy siendo
un caballero aquí, aunque no lo mereces. Si escucho que le enviaste un correo
electrónico, te localizaré y haré que te arrepientas del día que naciste.

—No es de tu propiedad, Titan. —Su mandíbula y su cara se sonrojan.

Levanto una ceja y una sonrisa.

—No es nada tuyo, Harbour. No me hagas llamar a tu esposa y compartir con


ella la prueba de tu aventura hace tantos años. Especialmente desde que Reagan
era tan joven e impresionable. ¿Qué crees que pasaría si Stan se enterara de tu
jodiendo a su niña?

La sangre se le escurre de la cara.

—No lo harías.

—Pruébame. —Me río en voz alta—. Voy a contarle un hermoso cuento sobre
un hombre casado mayor aprovechándose de una niña y luego rompiendo su 243
corazón.

—Reagan sabía lo que estaba haciendo cuando dormía conmigo.

Mis manos están apretando y relajando, y estoy listo para usar mis puños si mis
palabras no hacen un impacto.

—Tom, no tengo ningún problema apuntando tus luces aquí mismo. Te voy a
dar un pase, y eso es todo. Imagina que no existe, o haré todo lo que esté a mi
alcance para arruinar tu vida.

—Ella volverá a mí algún día, Titan. Diviértete con ella ahora —dice mientras
retrocede—. Pero sé que siempre me querrá.

Sus palabras son ridículas. Reagan no ha dicho nada que me haga pensar que
todavía ama a Tom Harbor. Ella se avergüenza de su pasado cuando se trata de él.
No hay manera de que ella quiera ser conocida como una rompe hogares. Está
enamorada de mí, y no tengo ninguna duda de que es mía.
Harbor se mete en la multitud, mirándome por encima del hombro antes de
desaparecer. Antes de que empiece a alejarme, mi teléfono emite un pitido.

Boo: ¿Dónde desapareciste? Necesito café.

Yo: Consiguiendo café. Ponte en marcha y estaré allí.

Me dirijo a mi apartamento y a Reagan. Carl se ha ido, Tom ha sido advertido, y


siento que todo está cayendo en su lugar. No sólo seré el próximo senador por el
gran estado de Illinois, finalmente he encontrado a alguien digno de mi amor que
estará a mi lado.

244
Traducido por Myr62
Corregido por IviAbernathy

Reagan Preston
Cuando la débil luz del sol comienza a filtrarse en el dormitorio de Jude a la
mañana siguiente, beso su mejilla suavemente y empiezo a deslizarme fuera de la
cama.

—¿Dónde vas? —murmura, extendiéndose para envolver un brazo alrededor de


mi cintura.

—Tengo que irme —susurro—. Vuelve a dormir. 245


—Quédate aquí.— Él me tira de nuevo contra su cálido cuerpo, y yo gimo.

—No podemos arriesgarnos. Tengo que irme para que nadie me vea salir de tu
departamento. Carl podría no estar fanfarroneando por la filtración de la historia
aún.

Jude me envuelve la espalda y me besa la frente.

—No te preocupes por eso.

—¿Cómo no hacerlo?— Le paso las yemas de los dedos por su mejilla.

Su respuesta es un gruñido.

—No voy a hacer más daño a tu campaña— digo, tratando de aflojar su agarre.

Su agarre en mí se aprieta.

—Vuelve a dormir, cariño.


Durante unos minutos me preocupa que más tarde me vean salir de su casa.
Carl puede haber avisado a los fotógrafos que estarán esperando en todas las
entradas del edificio, listos para capturar mi paseo de la vergüenza. Pero todavía
estoy cansada, y pronto me vuelvo a dormir.

Cuando nos despertamos un par de horas más tarde, tenemos sexo rápido pero
absolutamente increíble en la ducha. Estoy asumiendo que Jude quiere ordenar
comida y pasar un día perezoso en su lugar, y ¿por qué no? Puede retrasar la
campaña ahora que es el puntero.

Pero me sorprende cuando me dice que vamos a desayunar.

—¿Fuera?— Arqueo mis cejas en confusión—. ¿En público?

—Sí. Entonces caminaremos por el centro de la ciudad. Me imagino que


tendremos fotógrafos sobre nosotros al mediodía.

—¿Así que quieres adelantarte a Carl dejando salir al gato de la bolsa de esta
manera?
246
Me besa, y siento un tirón de cálida posesividad.

—Es hora, Reagan. Quiero ser elegido por lo que realmente soy, y mi relación
contigo es parte de eso. No más juegos. No quiero que los votantes se sientan como
si le hubiera jugado una mala pasada.

De todas las cosas que amo de Jude, creo que puedo amar su integridad sobre
todo.

—Esto hará daño a tu base— le recuerdo—. ¿Lo sabes bien?

Él sacude la cabeza.

—No lo creo. La base por la que me preocupo no da mierda por los partidos
políticos. Ellos quieren a un tipo allí que pueda conseguir mierda sin jugar juegos,
y ese soy yo. No me importa si alguien piensa que debo o no debo amar. Te quiero.
Estamos juntos. Ahora vamos a dejar que algún reportero afortunado cuente esta
historia.
Cuando lo pone de esa manera... Me gustaría tener sexo con él otra vez antes de
salir a desayunar. Pero tiene razón, ya es hora.

Nos ponemos nuestros abrigos y tomamos el ascensor hasta el vestíbulo de su


edificio. Mi corazón late con fuerza cuando las puertas se abren y Jude toma mi
mano y me conduce hacia la puerta principal.

No hay fotógrafos en el vestíbulo o en la entrada principal del edificio. Eso


significa que Carl no ha filtrado nada todavía.

—Me imagino que cuanto más avancemos, mejores serán nuestras posibilidades
de ser atrapados— dice Jude.

—Hay una cafetería a una milla de aquí con muy buenos panqueques.

—Panqueques serán.

Se siente surrealista caminar por las concurridas calles del centro de Chicago
mano a mano con Jude. Nadie se da cuenta de nosotros. Por primera vez, siento
que somos una pareja normal. 247
En Gigi's Diner, tenemos un largo y abiertamente cariñoso desayuno. Jude
levanta mi mano a sus labios y me besa los nudillos varias veces. Sostiene mi mano
sobre la mesa y me da una mirada de amor, con sus ojos suaves y cariñosos.

—Entonces... ¿estás buscando un trabajo, Preston?— me pregunta


juguetonamente.

Me encojo de hombros.

—Aún no. Puedo volver a la abogacía. Me alegra haber mantenido mi licencia.

—Esperaba que consideras ser mi nueva directora de campaña.

Me río de lo absurdo de ello hasta que me doy cuenta de que no está


bromeando.

—Jude...

—Reagan.

—¿De verdad?
—¿Por qué no? Pienso que arrasaras.

—Pero soy demócrata. El sistema dirigente diría que necesitas que te examinen
la cabeza.

—El sistema dirigente puede besarme el culo. Me conoces mejor que nadie.
Sabes lo que represento. Cómo mantenerme en la cola.

Mis labios se curvan en una sonrisa.

—La mayoría de los directores de campaña no duermen con sus candidatos.


Puede haber peleas polémicas, ¿sabes?

—Suena como un buen juego preliminar para mí.

—Las elecciones están tan cerca que no estoy segura de que necesites nombrar
un gerente. Haz que alguien en el personal sea el administrador sustituto.

—Trabaja para mí, entonces. Después de las elecciones.

Le doy una mirada escéptica. 248


—Trabajar para ti, ¿eh?

—Trabaja conmigo. Como quieras llamarlo. Sé mi mano derecha.

—¿Así que puedo derrotarte cuando quiera?

Él sonríe.

—Eso también. Pero lo digo completamente en serio, Reagan. Podemos lograr


cosas juntos. Reunir a tus partidarios y a los míos. Podemos mostrar a todos que el
compromiso es la manera de avanzar.

—Me gusta esta idea— admito.

—Bien.— Él atrae mi mano a sus labios y la besa otra vez—. Y no mires, pero
hay un tipo tomándonos fotos a través de la ventana con un teleobjetivo.

—¿Cómo lo viste a través de toda la gente?

Se encoge de hombros.
—Me entrenaron para detectar a la gente que me apuntaba algo.

—¿Y ahora qué? ¿Quieres que haga más fotos?

—Nah. Ha conseguido muchos. Yo digo que salgamos y esperemos a que un


reportero nos enfrente.

No toma mucho tiempo. Jude deja algo de dinero en la mesa para pagar la
cuenta y tan pronto como salimos, hay una cámara ante nosotros y un reportero de
televisión pegando un micrófono en la cara de Jude.

—Señor Titan, ¿cuánto tiempo lleva saliendo con Reagan Preston?— pregunta
una mujer.

Me mira y sonríe.

—No mucho.

—¿Cuánto tiempo pensó que podía mantener esta relación en secreto?

—No estaríamos aquí si queríamos que fuera un secreto. 249


—¿Está embarazada?

Él baja las cejas en una mirada que le dice que está loca.

—No.

—¿No cree que los votantes cuestionarán su credibilidad, ahora que sabrán que
ha estado durmiendo con el enemigo?

La expresión de Jude se vuelve seria.

—Ese es el problema justo allí: la idea de que cualquiera de nosotros es el


enemigo. Reagan es inteligente y es apasionada por mejorar la vida de las
personas. Me siento honrado de llamarla mía. En cuanto a mi credibilidad, dejaré
eso a los votantes.

El micrófono se mete en mi cara.

—Representante Preston, ¿es por eso que abandonó la carrera?


—No.— No digo más, lo cual atrae un suspiro frustrado del reportero.

—Pero él está en contra de todo en lo que cree. ¿Cómo se siente al respecto?

—No lo está. Jude es el hombre más honorable que he conocido.

Jude tira de mi mano y me lleva más allá del reportero y su camarógrafo.

—Eso es todo por ahora—, dice llamando a un taxi.

—¿Por qué no la besas?— dice el reportero.

Oh Señor.

Está presionando por todo lo que pueda sacar de la situación. Pero mientras un
taxi se detiene en la acera, Jude se inclina y me besa.

—Esa es una oferta que no puedo rechazar— dice contra mis labios.

Nos deslizamos en el taxi, y lo miro expectante.

—¿A dónde? 250


—Mi autobús de campaña—, dice, dándole al conductor una dirección—.
Puedes quedarte conmigo ahora.

—En realidad... tengo que ir a casa y estar con mi mamá. Ella está lidiando con
mucho, y yo quiero estar allí para ayudar. Mi hermana Abby está allí, pero tengo
que volver para que pueda volver a trabajar.

Asiente.

—Te llevaré a casa.

Probablemente debería tomar algún tiempo para instalarme en mi nueva


realidad. Ha sido un torbellino, por decir lo menos. Pero ya sé que cuando salga de
la casa de mis padres quiero volver a Jude. Nuestra relación es una gran parte de
mi nueva realidad. Posiblemente la más grande. Definitivamente la mejor.

—Te quiero conmigo el día de las elecciones—dice—. Y esa noche. ¿Puedes estar
allí?
Sonrío y aprieto su mano.

—Allí estaré. Nunca pensé que vería el día en que estaría celebrando contigo tu
fiesta de la victoria.

—Vamos a hacer esto juntos, Reagan. Lo que es importante para ti, me importa
ahora. Aparte del control de armas, quiero decir.

Ruedo los ojos.

—Aquí vamos. Nuestras diferencias ideológicas nos harán pelear, ya sabes.

—Sí. Pero prefiero tenerte a ti antes que a una mujer que esté de acuerdo con
todo lo que digo.

Resoplo y me rio de eso.

—Bien, porque no lo hago. Y no lo haré.

—Trabaja para mí— dice, con una nota suplicante en su tono—. Di que lo harás.
Te quiero muchísimo en mi equipo, Reagan. 251
Mis labios se curvan en una sonrisa.

—Persuádeme.

Se aclara la garganta, reprimiendo una sonrisa.

—¿Disculpe?— le dice al conductor.

—¿Sí señor?

—En realidad vamos a Palmer House, por favor.

Considero decirle que si el sexo más increíblemente increíble en nuestro hotel


favorito es su plan para la mañana, también podría enviarme un correo de
contratación a la mañana siguiente.

Pero, nah. Prefiero que se lo gane.


Traducido por Florpincha
Corregido por IviAbernathy

Jude Titan
Reagan y yo estamos de pie frente al podio, pero ella está a un lado, mirando
hacia el mar de reporteros. Aclaro mi garganta, dando a su mano un apretón
rápido antes de soltarla mientras que la muchedumbre se calma.

—Gracias por venir hoy. Aunque estamos en vísperas del día de las elecciones,
sentí la necesidad de despejar el aire y explicarle a los votantes de Illinois acerca de

252
mi relación con Reagan Preston.

Los flashes de las cámaras se están apagando, cegándome momentáneamente.


Parpadeo unas cuantas veces para despejarme los ojos y empezar a leer del papel
que tengo delante.

—Reagan y yo no nos conocíamos antes de llegar a la campaña electoral. Nunca


habíamos hablado antes de ese Q&A. Pero pronto formamos una amistad. —Suelto
los papeles y decido hablar desde el corazón—. Sé cómo le suena a muchos. Es
difícil comprender a dos personas que son tan opuestas siendo amigas, pero
sucede todos los días. Reagan no influye en mis pensamientos ni opiniones, como
tampoco las opiniones de un marido cambian las de su esposa. Muchos
estadounidenses tienen un otro significativo que tiene diferentes pensamientos y
opiniones sobre todo, desde el control de armas a los equipos deportivos. Eso es lo
que hace que nuestra Nación sea grande. Nuestra habilidad para abrazar nuestras
diferencias y aun así amarnos unos a otros.

Miro a Reagan y estiro la mano para que se acerque.

—Mi relación con Reagan no ha cambiado mis ideas u opiniones sobre nada.
Tengo la intención de cumplir mis promesas a los votantes de Illinois. Sé que
mucha gente siente que debemos ser enemigos, pero ese es uno de los problemas
en nuestro gran país. Tenemos que encontrar una manera de trabajar juntos, una
comunidad para luchar por un bien mayor para que nuestro país sea el mejor.
Quiero asegurarle a los votantes que Reagan no me ha cambiado, excepto para
hacerme un hombre mejor. Ella es amable y suave, donde mis bordes son ásperos y
sin pulir. Soy nuevo en la arena política, y tenerla a mi lado me ayudará a navegar
las aguas a veces tempestuosas e implacables de Washington. Espero
representarlos a ustedes y a toda la gente de Illinois en el Senado de los Estados
Unidos.

Salimos del escenario de la mano, mientras los reporteros detrás de nosotros


están lanzando preguntas y gritando nuestros nombres.

—Has manejado eso realmente bien —dice Reagan cuando finalmente estamos
solos detrás de la cortina—. Lo tienes.

La tiro contra mí y le rodeo la cintura con un brazo.

—Lo veremos cuando los votantes acudan a las urnas mañana. 253
—Jude. —Ella frota las yemas de los dedos contra mi mejilla—. ¿Quién va a
ganarte? —Sus ojos brillan mientras me sonríe—. Yo soy la única que podría
tenerte.

No puedo contener mi diversión.

—No hay nadie más con quien prefiera perder que tú, Sra. Preston.

—Tal vez algún día —dice, inclinándose hacia delante y besándome—. Mañana
va a ser un día largo.

Sonrío contra sus labios.

—Bueno, mejor que te lleve a la cama, entonces.

Ella se ríe suavemente y me besa de nuevo antes de salir a través de la cocina y


entrar en un coche que nos espera. He tenido suficiente de los medios de
comunicación por hoy. Lo único que quiero hacer es llegar a casa, desnudar a
Reagan, y perderme en ella.
Seis meses después.
—Senador Titan —la voz de mi secretaria Gwen hace eco en mi oficina.

—Sí —digo en el intercomunicador y lanzo mi bolígrafo sobre el escritorio.

—La Sra. Preston está aquí para verle, señor.

Le he dicho a Gwen por lo menos cien veces que Reagan no necesita aprobación
o presentación cuando estoy solo, pero es de la tan vieja escuela que se niega a
dejarla entrar. Creo que ella es lo suficientemente mayor como para haber estado
trabajando cuando LBJ15 estaba en la Casa Blanca. Es una de las secretarias más
respetadas y conocidas del Senado, y he tenido la suerte de tenerla en mi equipo.

Reagan entra por la puerta con la sonrisa más grande y Gwen la sigue
lentamente detrás de ella.

—Oye, nene —dice, arrojando su bolso en el sofá junto a la puerta.


254
—¿Hay algo que ustedes dos quieran? —Gwen pregunta, empujando sus gafas
en su cara y agarrando la manija de la puerta.

Reagan mira detrás de ella y sonríe a Gwen. Nos hemos unido a ella y sentimos
su amor maternal que a menudo nos muestra... incluso cuando se va por la borda.

—Estamos bien, Gwen. Tal vez sólo un poco de privacidad.

Nos mira a los dos y pone los ojos en blanco.

—Ustedes dos deben comer algo. Déjeme pedirle un almuerzo tardío.

Meneo la cabeza y miro a Reagan.

—Tenemos planes esta noche, pero lo aprecio. ¿Por qué no te tomas el resto de
la tarde? —le digo, porque encontrará por lo menos cinco razones para
interrumpirnos en la siguiente hora.

15
LBJ: Lyndon Baines Johnson, conocido por sus iniciales, LBJ, fue el trigésimo sexto Presidente de
los Estados Unidos, asumiendo el cargo tras la muerte de su predecesor John F. Kennedy en 1963 y
ocupándolo hasta 1969
—Esa es una gran idea, Jude —dice Reagan de acuerdo mientras camina
alrededor del escritorio y pone su brazo alrededor de mi hombro.

—No lo sé. —Ella sospecha y sigue de pie en la puerta.

—Vamos a irnos en unos minutos. Vete a casa y pasa tiempo con tu familia.

—Si conocieras a mi marido, no dirías esas cosas. El hombre duerme todo el día,
ronca como un tren de carga y me vuelve loca —refunfuña y empieza a salir de la
oficina—. La familia está sobrevalorada. —Cierra la puerta, dejándonos en paz.

Después de oír su cajón abrirse y cerrarse y sus gruesos tacones altos


retumbando mientras se aleja, nos echamos a reír.

—Es un caso —dice Reagan, secándose las lágrimas de los ojos.

—Sí, algo. ¿Así que cómo estuvo tu día?

—Increíble —canta, subiendo a mi regazo—. Me reuní con un grupo de


veteranos y creo que realmente puedo ayudarlos.
255
Desde que se unió a mí en Washington, Reagan ha puesto su título de abogacía
para un buen uso. Decidió tomar mi causa y está tratando de hacer mejor la vida
de los veteranos. Ha estado representando el grupo de veteranos más grande en
Estados Unidos y ayudándolos a tratar de conseguir que se apruebe una nueva
legislación. Con el tiempo, sus necesidades y bienestar han caído en el camino,
pero ella siente que puede tener un impacto en cómo se tratan y asegurarse de que
obtienen todo lo que merecen.

—¿Sí?

—Sí. —Ella juega con la parte de atrás de mi pelo justo encima de mi cuello, y
los diminutos pelos de mi brazo se levantan—. Estamos elaborando una legislación
sólida, creo que puede suceder. Va a ser difícil para los políticos decir no a un
héroe de la guerra.

Metiendo una pieza de pelo detrás de la oreja, digo:

— Los políticos sólo hacen lo que los hace verse bien.


—Lo sé, pero nos aseguraremos de poner presión sobre ellos. Tengo mis
maneras, Senador Titan. —Ella se ríe y menea su culo en mi regazo.

La empujo contra mí y acaricio mi rostro en su cuello, absorbiendo el olor de su


perfume.

—Tenemos tiempo para un rapidito.

Sus manos empujan contra mi pecho mientras aleja cuello de mi cara.

—Oh, no, no, señor. Le dije a Kennedy que estaríamos en la cena a las siete.

—¿No la viste el otro día? —Estoy gimiendo porque mi pene podría necesitar un
poco de atención después de un largo y estresante día en Hill.

—Es su cumpleaños, Jude. Nuestro primer cumpleaños juntas como hermanas,


y no quiero perdérmelo por nada del mundo. —Quiero discutir el punto, pero ella
tiene razón.

Kennedy y Reagan formaron un vínculo rápido después de superar el choque


inicial de la situación. Reagan abrazó tener otra hermana rápidamente, y ninguna
256
de ellas miró hacia atrás. No importa cómo vinieran al mundo; ahora son
inseparables. Su hermano Chris está asistiendo a una escuela de postgrado en
Nueva York, pero ella y Abby han pasado tiempo con él y Kennedy desde que se
enteraron de ellos. No estoy seguro de que las cosas sean lo mismo entre Reagan y
su papá, pero ella no tiene sentimientos duros por Kennedy y Chris.

Sentado en la cena, veo a las dos hermanas hablando como si fueran viejas
amigas, nunca separadas por la distancia o la circunstancia. No puedo apartar mis
ojos de Reagan. Ella irradia felicidad y amor. Su capacidad para abrir su corazón y
dejar ir el pasado es su mejor cualidad.

Se parecen e incluso tienen los mismos manierismos, a pesar de que no crecieron


juntas. Pero hay una tristeza en los ojos de Kennedy que desaparece por un tiempo
cuando Reagan está a su alrededor. Tal vez es el haber estado creciendo en las
sombras, escondida como un secreto sucio, lo que veo en la cara de Kennedy. Se ha
acostumbrado a esconderlo del público, pero en torno al brillo de Reagan es difícil
no verlo.
—Entonces, ¿cómo va el trabajo, Jude? —pregunta Kennedy mientras esperamos
el postre.

—No podría ser mejor.

—Hablas como un verdadero político —responde y comienza a romper en un


ataque de risa.

—No estamos todos llenos de mierda —me defiendo.

Kennedy me da un rápido ademán y se muerde el labio.

—Puedes ser la única excepción a esa regla.

—Ojalá no sea la última —le digo y sonrío a ambas.

Estaría mintiendo si no admitiera que por primera vez en mucho tiempo, estoy
completamente feliz. Las pesadillas apenas llegan. Reagan me ayudó a superar el
trauma, junto con mucha terapia. Pero cuando llega la oscuridad, ella persigue a
los demonios y ayuda a mantenerme en el ahora.
257
—Entonces, ¿cómo van los planes de boda? ¿Necesitas que haga otra cosa? —
Kennedy cambia de tema, lo que me sienta bien.

—Todo está planeado.

—¿Qué hay de la despedida de soltera? —Kennedy sonríe, mirándome por el


rabillo del ojo.

—No estoy haciendo una —dice Reagan, y estoy a punto de caer de mi silla. Sé
que mis amigos planean algo grande en Las Vegas.

Kennedy golpea la mesa con las palmas de las manos y las cucharas y los
tenedores saltan.

—¿Qué?

Reagan se ríe y me mira.

—Voy a llevar a las chicas a pasar un fin de semana en las Bahamas.

—Oh. —Las cejas de Kennedy se juntan, y la tristeza está de vuelta—. Entiendo.


—No seas tonta —dice Reagan, agarrando la mano de Kennedy en la suya—. Tú
también vendrás.

Kennedy aplaude sus manos y sonríe.

—No hay chicos, ¿verdad?

—Ninguno.

—¿Pero podemos escogerlos allí? —Kennedy sonríe brillantemente.

—¿Como si fueran cerveza? —le pregunto.

Kennedy se gira en su silla y me mira por un momento.

—No actúes como si los hombres no usaran a mujeres todo el tiempo.

Pongo las manos hacia arriba.

—No estoy juzgando.

Kennedy está satisfecha y vuelve la atención a su hermana. 258


—Prometo comportarme. —Ella hace una pausa y se ríe—. Tomaré eso de
vuelta. Te comportas, y yo iré de fiesta como una estrella de rock.

—Tú haces lo que quieras hacer, cariño —Reagan le dice justo cuando la torta de
chocolate se coloca delante de nosotros.

—Tal vez deberíamos hacer un viaje en grupo —agrego, porque pensar en ellas
por su cuenta en las Bahamas borrachas y rodeadas de hombres me tiene en el
borde. Se vuelven hacia mí con cejas fruncidas—. ¿Qué? Es una idea. Podría ser
muy divertido.

—Jude, cariño. —Reagan apoya su mano en mi brazo, rozando sus dedos a


través de mi tatuaje—. Ve a Las Vegas. Enfiesta tu culo, pero no demasiado. —Se
ríe—. Y luego vuelve a mí.

Sonrío y coloco mi mano sobre la suya.

—¿Necesito enviar seguridad contigo?


—No necesitamos una niñera —dice Kennedy antes de que Reagan pueda
responder.

—Estaremos bien.

—Sí —digo, porque no hay nadie en el mundo que confíe más que en Reagan.

Vamos a casarnos en un mes. Dejará el nombre Preston y se convertirá en mía.


Reagan. Titan Tiene un buen anillo. El año pasado, cuando entré en la carrera y ella
se convirtió en mi oponente, nunca pensé que estaría sentado frente a ella,
comprometido, y completamente contento con mi vida.

Es curioso cómo suceden las cosas.

La vida tiene una manera de hacer eso.

Nos golpea en la cara y nos recuerda que no tenemos el control. Tal vez las cosas
están predestinadas, y no importa lo que hagamos, los eventos se desarrollarán sin
nuestra ayuda.

Reagan entró en mi vida en el momento adecuado, pero bajo las circunstancias


259
equivocadas. Lo que nunca se debería haber convertido en una relación, y mucho
menos en amor, se convirtió en la mejor cosa en mi vida.

No puedo imaginar un día sin ella ahora. Su luz y felicidad, brillando por toda
mi vida y bloqueando la oscuridad que alguna vez llenó mi mundo.

No puedo esperar hasta el día en que digamos "Si, quiero" y comenzar un nuevo
capítulo en nuestras vidas. Cuando decidí postularme al Senado, lo único que
quería era ganar. No tenía ni idea de que conseguiría una victoria más grande.

Al amor no le importan una mierda sobre nuestros planes. Es más terco e


inflexible de lo que cualquiera de nosotros lo será jamás. Una vez que toma el
control, todo lo que podemos hacer es ceder.
260
Chelle Bliss
USA TODAY Bestseller. Actualmente Chelle Bliss vive en un pequeño pueblo
cerca del Golfo de México. Es una escritora de tiempo completo, una extraordinaria
perdedora de tiempo, adicta a las redes sociales y amante del café. Ha escrito más
de diez libros y tiene dos series disponibles. Le encanta pasar su tiempo libre con
su novio, dos gatos y su hámster.

261
Brenda Rothert.
Brenda Rothert es una nativa de Illinois que fue periodista gráfica durante nueve
años. Dio el salto definitivo a la ficción en 2013 y nunca miró hacia atrás. De
juveniles a calientes romances contemporáneos, Brenda crea personajes frescos en
cada historia que narra. Es una amante de la Coca-Cola de dieta, el chocolate, fines
de semana perezosos y finales felices para siempre.

También podría gustarte