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EL PATRON

de Daniel Dalmaroni y Laura Albornoz

La escena: Un cuarto pequeño y encerrado, iluminado por un par de tubos


fluorescentes o quizás un “atrapamoscas” de carnicería. Ese elemento produce un
sonido constante casi imperceptible. Al fondo una puerta, la única, sobre la que hay un
reloj que no funciona. Dos mesadas metálicas enfrentadas entre sí y de perfil al público
en las que se encuentran trabajando Gómez y Finesa. Hay frascos, tubos, catalizadores
por todas partes. El trabajo que realizan parece ser algo vinculado a un laboratorio,
pero el ambiente no es para nada antiséptico. Utilizan líquidos, sustancias gelatinosas,
polvos, masillas, algunos de ellos que aparentan toxicidad por el modo en que los
personajes los manipulan. Gómez es una mujer de aproximadamente 45 años. Finesa es
un hombre de unos 25. Ambos visten guardapolvos grises o azules.
El tercer personaje, Sotomayor, es el jefe, tiene aproximadamente 55 años.
Aparentemente es sordomudo, pero puede pronunciar palabras con enorme dificultad.
De alguna forma se las arregla para hacerse entender.

Nota de los autores: Las acotaciones están en bastardilla y las traducciones de los
textos de Sotomayor están subrayados.

GOMEZ.- Cobre.

FINESA.- Rojo pardo, brillante, dúctil, maleable.

GOMEZ.- Magnesio.

FINESA.- Ligero, blanco, levemente alcalino.

GOMEZ.- Fósforo.

FINESA.- Sólido, traslúcido, inflamable.

GOMEZ.- Venenoso.

FINESA.- ¿Qué?

GOMEZ.- Le faltó “venenoso”, Finesa.

FINESA.- Venenoso. (Pausa) ¿Sabe que pensé por un momento que me decía venenoso
a mí? Bueno, estaba un poco distraído. Disculpe, Gómez. Sigamos, potasio.

GOMEZ.- Blando, plateado... (Entra Sotomayor que interrumpe a Gómez)

SOTOMAYOR.- ¿E asa aá? A abajar, e si iene e atrón a an a er. (¿Qué pasa acá? (A
trabajar, que si viene el Patrón ya van a ver)

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GOMEZ.- No es más que un juego que hacemos para memorizar las cualidades de los
elementos químicos.

FINESA.- Eso, jefe.

SOTOMAYOR.- U uejo, si u uejo. A abajar. A aptrón no e ustan os uejos. (Un juego, sí


un juego. Al Patrón no le gustan los juegos)

(Sotomayor se dirige a la puerta con intención de salir. Les da la espalda a ambos.)

GOMEZ.- Sí, jefe.

FINESA.- I eje. (Sí, jefe)


(Sale Sotomayor)

GOMEZ.- Finesa, ¿no tiene miedo que haya micrófonos y lo escuche?

FINESA- Si es sordo.

GOMEZ- (Duda) Me refiero al patrón.

FINESA.- O ómez, o engo iedo. (No, Gómez, no tengo miedo) (Siguen trabajando)

GOMEZ.- Usted se hace el piola con el jefe, porque no lo escucha, pero lo quiero ver
hacer lo mismo con el patrón.

FINESA.- Primero tendría que verlo alguna vez. ¿Usted que es más vieja, lo vio alguna
vez?

GOMEZ.- Una vez, de espaldas.

FINESA.- ¿Es grandote?

GOMEZ.- Más o menos.

FINESA.- ¿Es una persona mayor?

GOMEZ.- Joven no es, pero tampoco se podría decir que es un viejo. Aunque para
usted, cualquiera es un anciano.

FINESA.- ¿Tiene piernas largas?

GOMEZ.-¿no le dije que sólo lo vi de espaldas?

FINESA- A mí me parece que no vio a nadie.

GOMEZ- Como quiera... usted se lo pierde. Le iba a contar tantas cosas del patrón...

FINESA- Para mí que es gordo. Todos los patrones son gordos.

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GOMEZ- ¿Por?

FINESA- Porque todos los empleados son flacos.

GOMEZ- Usted no será medio comunista ¿no?

FINESA- Tengo mis principios.

GOMEZ- Tenga cuidado, a los patrones no les gustan los comunistas.

FINESA- ¿Lo escuchó hablar alguna vez?

GOMEZ- Nunca. Pero debe tener una voz muy gruesa.

FINESA- Le debe gritar a todo el mundo, a la familia, a los amigos, a los empleados...

GOMEZ- A mí me perece que usted le tiene bronca y habla por despecho.

FINESA- No sea ridícula, Gómez. Si no lo conozco. Pero ¿qué empleado no le tiene


bronca a su patrón?

GOMEZ- Yo.

FINESA- Usted tiene que tenerle bronca.

GOMEZ- ¿Por qué?

FINESA- ¿A usted le gusta su guardapolvo?

GOMEZ- No. No me favorece.

FINESA- ¿Le gusta la comida que nos dan?

GOMEZ- No. No me favorece.

FINESA- ¿Le gusta el sueldo que le paga?

GOMEZ- No. No me favorece.

FINESA- Usted le tiene al patrón más bronca que yo.

GOMEZ- ¿Por qué lo dice?

FINESA- Porque por lo menos a mí el guardapolvo me gusta como me queda.

GOMEZ- Es verdad, no le queda mal. A mí me gustaría mandar al Patron de vacaciones


con Sotomayor...

FINESA- A mí me gustaría mandarlo a una conferencia de Sotomayor.

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GOMEZ- Si pudiera convencer al del barcito de al lado, ¿usted no le serviría el café con
sal...?
(Finesa adopta el papel del Patrón y Gómez el del mozo. Le sirve un café.)

FINESA- Aggggg. Esto es un asco. Tráigame algo para comer urgente. Necesito
sacarme este gusto de la boca. (Finesa adopta el papel del mozo y Gómez el del Patrón)
¿Que le parecen unos spaghettis?

GOMEZ- Fantástico.(Finesa se saca mocos de la nariz, cera de las orejas y caspa de la


cabeza y los pone en un plato de spaghettis imaginarios. Se los da a Gómez) Una
verdadera exquisitez.
(Entra Sotomayor)

SOTOMAYOR- ¿Oa ez in abajar? ¿Ero e iron ara e oludo a i? ¿E ieren e ame a atrón?
(¿Otra vez sin trabajar? ¿Pero me vieron cara de boludo a mí? ¿Quieren que llame al
Patrón?) (Finesa y Gómez se ponen a trabajar. Sotomayor controla la situación y se
retira. Antes dice: Iren é hora é (señalando el reloj que siempre marca la misma hora)
Anga e araanes. (Miren qué hora es, manga de haraganes) (Silencio. Finesa y Gómez se
miran, primero como asustados, luego parecen recordar el juego anterior y empiezan a
reírse)

GOMEZ- Flúor.

FINESA- (Desganado) Halógeno, gaseoso, verde pálido.

GOMEZ- Azufre.

FINESA- Metaloide amarillo... Eso... eso... azufre.

GOMEZ- ¿Qué?

FINESA- Que el azufre cuando arde desprende anhídrido carbónico.

GOMEZ- ¿Y?

FINESA- Que es tóxico, Gómez. Produce vómitos, diarreas, hemorragias internas... Se


lo metemos en la comida.

GOMEZ- ¿Y directamente en la boca, para que haga efecto inmediato?

FINESA- Fosfuro de aluminio.

GOMEZ- Debería saber, que el fosfuro de aluminio es un biosida, que cuando entra en
contacto con el oxígeno destruye toda forma de vida. Lo usaban los nazis en la segunda
guerra.

FINESA- Entonces dejémoslo para después. Primero, que sufra.

GOMEZ- (Lo entusiasma) Eso, que sufra. (Finesa adopta el papel del Patrón. Se sienta
en una silla, pone las manos detrás del respaldo y simula estar atado.)

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FINESA- ¿Qué me van a hacer? No voy a confesar. No les voy a dar aumento. Deberán
seguir usando esos guardapolvos.

GOMEZ- Le vamos a poner un guardapolvo de plasticola. (Se dirige a un Finesa


imaginario) ¿Qué le parece, Finesa?

FINESA- No les voy a dar vacaciones (Finesa sale del papel del Patrón.) No, ya sé, ya
sé... (Sienta a Gómez en la silla y hace que la ata)
GOMEZ- ¿Qué me va a hacer? No les voy a dar obra social.

FINESA- (Dirgiendose a una Gómez imaginaria) Gómez, ¿qué le parece si le hacemos


un enema de sopa hirviendo?

GOMEZ- (Hace de sí misma) No, que la sopa sea de municiones. (Vuelve al Patrón)
No, por favor, no.

FINESA- Desnudémoslo.

(Empieza a sacarle el guardapolvo. Entra Sotomayor y los mira)

FINESA- (disimulando la situación anterior) ¿Me ayuda, Gómez, que me parece que
me manché el guardapolvo?

SOTOMAYOR- ¿Ota e elotuiando? ¿E engo e acé o usedes? (¿Otra vez pelotudeando?


¿Qué tengo que hacer con ustedes?)

FINESA- Me parece que me manché el guardapolvo.

GOMEZ- Jefe, en ese estante ya están los frascos para montaje, lo que pasa es que no
vinieron a buscarlos...

SOTOMAYOR- Os e ontaje ean e aro. E u ato e oluciona. Iene e atrón on a olicía y e


oluciona. Uedes igan aajando. (Los de montaje están de paro. En un rato se soluciona.
Viene el Patrón con la policía y se soluciona)

GOMEZ- Es la hora del almuerzo, jefe.

SOTOMAYOR- (señalando el reloj que siempre marca la misma hora) Eoen oan. Y e
inco inutos, a aajar. (Entonces coman. Y en cinco minutos a trabajar) (Sale)
(Gómez y Finesa se disponen a comer. Comen sustancias parecidas a las utilizan en su
trabajo. Granola, puré, gelatinas, por ejemplo. Silencio espeso)

GOMEZ- Nunca le pregunté, ¿usted vive cerca?

FINESA- No, en Mataderos. Siempre viví en Mataderos. Desde que nací.

FINESA- ¿Usted?

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GOMEZ- En Villa Urquiza. ¿Se ubica?

FINESA- Sí. ¿Vive sola?

GOMEZ- No. Con mi madre, mi abuela y una chica que desde los cinco años vive con
nosotros. La trajo mi abuelo de Salta. Una huerfanita, ¿vio?

FINESA- ¿Se lleva bien con su familia?

GOMEZ- Ahora, sí. De jovencita, no. Discutía mucho con los que ya no están: mi padre
y mi abuelo.

FINESA- ¿Qué tipo de discusiones?

GOMEZ- Me acuerdo que un día estaba con una amiga en mi pieza y se nos ocurrió
prender una vela. Apareció mi papá y me dijo que iba a incendiar la casa.

FINESA- Vas a incendiar la casa, imbécil.

GOMEZ- ¿Incendiar la casa? Es una vela, papá. Y tengo 18 años. Una vela, una vela,
nada más que una vela.

GOMEZ-...

FINESA- Disculpe. No quise incomodarla. Comamos.

GOMEZ- (Fingiendo) No tengo apetito.

FINESA- Se puso mal. Perdone.

GOMEZ- (Intentando que Finesa se interese por ella) No, no es nada. Lo que pasa es
que me vino a la memoria...

FINESA- Cuente, Gómez, cuente. Por ahí le sirve para descargarse.

GOMEZ- Es que fue hace mucho tiempo.

FINESA- Bueno, tanto tiempo no puedo haber pasado. Usted es una mujer muy joven...
y atractiva.

GOMEZ- Gracias. Fue después de lo de la vela.

FINESA- Eh, ¿para tanto lo de la vela?

GOMEZ- Es que efectivamente se incendió la casa. O mejor dicho, parte de ella.

FINESA- Su padre, entonces tenía razón.

GOMEZ- La vela no tuvo nada que ver. Pero con el antecedente, igual me culpó a mí y
me echó de la casa.

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FINESA- ¿Y usted qué hizo?

GOMEZ- El primer día me fui a lo de mi amiga Carla, la de la vela en mi habitación.


De alguna manera la hice responsable y me alojó esa noche. Pero Carla vivía con sus
padres y siete hermanos y al otro día me fui a una pensión.

FINESA- Debe haber sido muy duro para usted. A esa edad, sola, inexperta. ¿Y qué
hizo?

GOMEZ- Fui al bar de la esquina y le pedí ayuda al mozo. El tipo se lo negó, le dijo
que había muchas mesas para atender. El mozo se sacó la chaqueta y me llevó a su casa.
Después me quedé a vivir con él. Los primeros tres meses, dormí en su cama, sola. Él,
en un sillón. Casi no hablábamos. No me tocaba. Sólo ponía música en la radio y me
leía poemas de Bequer. Hasta que un día me di cuenta de que me había enamorado de
él. (Finesa se acerca, la abraza y se besan, primero suavemente, luego intensamente.
Permanecen abrazados, pero casi sin darse cuenta... entra Sotomayor)

SOTOMAYOR- E oblema e ontaje a se olucionó. Onflicto esuelto. E u omento ienen a


uscar os ascos e oy. ¿E apece o usedes ea oduciendo enos e e ostumbre? Aajen anga e
araganes. (El problema de montaje se solucionó. Conflicto resuelto. En un momento
vienen a buscar los frascos de hoy. ¿Me parece o ustedes están produciendo menos que
de costumbre? Trabajen manga de haraganes) (Sale)
(Vuelven a trabajar. Silencio espeso)

FINESA- Gómez.. en mi adolescencia fui cómplice de un asesinato.

GOMEZ- ¿Usted, un asesino?

FINESA- No, no exactamente.

GOMEZ- Explíquese urgente, Finesa, o llamo a la policía.

FINESA- ¿Recuerda que le dije que vivo en Mataderos, de chiquito? Bueno, éramos un
grupo de amigos desde niños. Siempre nos juntábamos a jugar. Primero a la bolita, a la
pelota, a la escondida, esas cosas. A medida que pasaron los años, los hábitos fueron
cambiando. Empezamos a tomar cerveza, a fumar . Al lado de mi casa, a media cuadra
de nuestra esquina, vivía un policía, cuyo nombre prefiero ni recordar. El hombre nos
conocía desde chicos. Nosotros no nos metíamos con él. Nunca nos dijo que le
molestara nada de lo que hacíamos. Pero un día, el kiosquero de la cuadra, nos mostró
una lista que el policía le había dado en donde figuraban nuestros nombres, nuestras
direcciones y nuestros hábitos más comunes.

GOMEZ- (Lee una supuesta lista) Almeida, Mariano, 16 años, Fonrouge 4832,
consumidor de cerveza, onanista, win izquierdo, zurdo; Finesa, Luján, 17 años,
Fonrouge 4856, consumidor de cerveza, vino y Coca Cola, fumador, centro half,
patadura, zurdo...

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FINESA- La cuestión es que con la lista en nuestras manos decidimos que uno de
nosotros iba a hablar con él. Elegimos al mayor de nosotros, el flaco Oscar. (Pausa)
Dos días más tarde, el Oscar apareció muerto de un disparo en la boca del estómago. El
cana lo había asesinado.

GOMEZ- ¿Usted cómo sabe que fue el policía?

FINESA- Lo que aún no conté es que yo fui el único testigo de aquel asesinato. Yo
estaba en el jardín de mi casa cuando escuché que el Oscar discutía con el poli en la
vereda, a unos metros de la casa del cana. (Gómez adopta el papel del policía)

GOMEZ- Ustedes son todos unos vagos, unos comunistas, zurdos, pendejos de mierda...

FINESA- El Oscar estaba bastante tranquilo. Nada hacía suponer un final tan trágico.
Lo cierto es que el cana se violentó (Gómez se enoja y saca un arma), sacó una pistola y
le descerrajó un tiro de la 9 milímetros en el estómago.

GOMEZ- Tomá, pendejo hijo de puta, tomá. Para que aprendan a no andar boludeando
en la esquina.

FINESA- Yo me quedé helado, sin saber, siquiera, si me habían visto. No sólo el cana,
sino el Oscar antes de morir. Si el Oscar me había visto, digo, no hacer nada mientras a
él le partían el estómago en dos. La gente empezó a salir a la vereda. Juro que nunca vi
en qué momento el cana entró en su casa, pero sí lo vi salir junto a los otros y
horrorizarse frente al cadáver del Oscar. (Gómez y Finesa se colocan como formando
con otros un círculo imaginario alrededor del cadáver)

GOMEZ- (en el rol del policía) Aléjense. Despejen el lugar. Dejen trabajar a la
autoridad. Chola, llamá a la seccional y que manden un móvil.

FINESA- Y una ambulancia. Yo le dije que sería bueno que llamara una ambulancia.

GOMEZ- Ya no es necesaria una ambulancia, pibe. Este está muerto.

FINESA- Me acuerdo que pensé que en las películas igual los llevan en ambulancia. En
más de una vi cómo los resucitaban en el camino o en el hospital. Lo pensé y se lo dije
al tipo.

GOMEZ- Callate la boca (en voz baja) ¿o querés seguir la misma suerte que este turro,
vos?

FINESA- Me había visto, entiende, Gómez, me había visto. No cabían dudas de que me
había visto. A partir de esa noche, mis sueños ya no volvieron a ser los mismos. Hasta
que la historia tuvo el desenlace que tuvo, yo no pude volver a dormir en paz.

GOMEZ- ¿Qué desenlace?

FINESA- Me mató a Toribio, mi perro. Un perro blanco, grande, hermoso. Lo


envenenó.

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GOMEZ- Perdone que insista, pero ¿usted cómo sabe que fue él?

FINESA- Porque me llevó a su casa con el perro, me ató a un árbol y lo envenenó


delante de mí. “El del Oscar no va a ser el único asesinato que vas a presenciar” me
dijo. Yo le juré que no había hablado, que no iba a hablar. Él me empezó a hablar del
auto nuevo de mi papá. Que que lindo que era, que lindo color.

GOMEZ- Qué lindo el auto nuevo de tu papá, que lindo color.

FINESA- A la semana y el auto de mi viejo apareció incrustado en la columna de


alumbrado de la esquina.

GOMEZ- Qué lindo el auto nuevo de tu papá, que lindo color.

FINESA- En cuanto tuve oportunidad volví a decirle que no había hablado y que no iba
hablar, pero él empezó a preguntarme por mi primo Horacio, que vivía en Floresta.

GOMEZ- ¿Cómo anda tu primo Horacio, el que “vive” en Floresta?

FINESA- Entonces decidí que debía denunciarlo. Un amigo, un perro, un auto, pero un
pariente era demasiado. La cadena de asesinatos no terminaría nunca y yo sería el único
responsable.

GOMEZ- ¿Y entonces? Me pone ansiosa usted.

FINESA- Puede creer que el policía este un día se patinó en la bañadera, se dio la nuca
contra la canilla de abajo, donde las mujeres cuelgan las bombachas y se partió el alma.
Murió en el acto.

GOMEZ- Y usted, salvado... (Pausa) ¿Usted tiene hijos?

FINESA- No. ¿Usted?

GOMEZ- No.

FINESA- Así que no tiene hijos. Quiere decir que la historia con el mozo del bar no
prosperó.

GOMEZ- Hubiera prosperado, como usted dice, de no ser que murió al poco tiempo
de habernos conocido.

FINESA- ¿Pero cómo puede ser? Era muy joven, según imagino.

GOMEZ- Usted siempre imagina que me hace bien contarle cosas espantosas de mi
vida. (Pausa) Y es verdad.

FINESA- La escucho. Estábamos en que se había enamorado de él.

GOMEZ. Y él de mí. Vivíamos, como le dije, en su casa. Un departamentito pasillo


al fondo.

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GOMEZ- Sucede que una noche de domingo yo estaba viendo televisión, sola.
Estaba sentada en un sillón perpendicular a la ventana que daba al pasillo. La
ventana estaba acá, supongamos y el sillón, conmigo encima, por aquí. Pegadito a la
ventana. ¿Me sigue?

FINESA- Perfectamente.

GOMEZ- Él estaba trabajando en un nuevo bar y yo lo esperaba con la comida lista


Era un barrio raro, peligroso. El siempre me decía que mantuviera la puerta y la
ventana cerradas. La ventana daba justo al apoyabrazos del sillón en el que yo estaba
sentada. En medio del resumen de un partido empiezo a sentir disparos. Primero
lejos, luego más y más cerca. Hasta que los sentí en el pasillo. Y de golpe. (Finesa,
que adopta el papel del mozo cae por la ventana imaginaria en brazos de ella que
está en el sillón)

FINESA- Me dispararon. (El mozo que interpreta Finesa, muere)

GOMEZ- Se me murió en los brazos, ¿entiende? En los brazos. Alguien le había


disparado en el pasillo, cayó contra la ventana y se me murió en mis brazos. (Pausa)
No sentí más disparos. No sabía qué hacer, con el cadáver ahí en mi falda. Sólo sé
que gritaba y lloraba. Lloraba y gritaba, todo junto. Y creo que me desmayé hasta
que llegó la policía.

FINESA- Qué triste final para esa historia de amor.

GOMEZ- Fue el final de la historia de amor, pero no la del crimen. Dos horas
después de que llegó la policía me encontraba frente a un juez que me decía que mi
situación era muy comprometida. La policía me había encontrado a mí, con el
muerto en la falda. Nada más.

FINESA- (En el rol del juez) Su situación, jovencita, no es nada fácil. ¿Cómo piensa
explicarme que usted no tuvo nada que ver con el asesinato de este muchacho?

GOMEZ- Que mejor explicación podía tener, Finesa, de que lo amaba. Yo amaba a
ese hombre ¿cómo iba a querer matarlo? ¿Cómo alguien no puede entender que no
es natural que uno quiera matar a quien ama? (Llora descontrolada)

FINESA- (tratando de consolarla) Bueno, ya pasó, Gómez, ya pasó.

GOMEZ- No, no pasó. Usted no ve nada. Siempre está pasando.

FINESA- Gómez, no llore. Por lo que veo usted no fue presa y la situación se aclaró.

GOMEZ- Dos meses después las investigaciones demostraron que el tiroteo que yo
había escuchado era el producto de una guerra entre pandillas del barrio y que mi
pobre mozo había sido víctima de una bala perdida. Un horror, Finesa, un horror.
Imagínese, me quedé sin sustento, sin amor, sin compañía.

FINESA- ¿Y qué hizo?

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GOMEZ- Empecé a trabajar acá y eso me ayudó a salir adelante. Qué cosa, ¿no?
Hace cinco meses que nos vemos todos los días y recién ahora nos estamos
conociendo realmente. Yo no sabía quién era usted hasta hoy. (Pausa) Al fin y al
cabo creo que al menos tenemos que agradecerle al Patrón esta posibilidad de
habernos conocido.

FINESA- No se confunda, Gómez. Que no la gane la emoción. Del Patrón sigo


pensando lo mismo que antes.

GOMEZ- ¿Y qué piensa del Patrón?

FINESA- Que es merecedor de todo lo que hasta ahora se nos ocurrió. Y más.

GOMEZ- Finesa, sea compasivo, tal vez el Patrón no tuvo la misma crianza de
buena familia que nosotros. Quizá nadie le enseñó... (Pausa)

FINESA- Entonces ya sé, ya sé lo que le podemos hacer... (Finesa coloca a Gómez


en una posición de tortura o de penitencia infantil. Autoritario) Repita, repita.
Aprenda de sus mayores. Escriba cien veces “no debo molestar en clase”. “El ahorro
es la base de la fortuna”. Repita. “Persevera y triunfarás”. “Tenés que estudiar o
trabajar”. “No pienso alimentar vagos” “En esta casa se hace lo que yo digo”.
Repita, repita. “No te dejes arrastrar por la exasperación del sexo que destruye la
autenticidad de la vida humana y conduce a la ruptura de la familia”. “No toques
eso. Eso tampoco. No te toques”. “Cuando un amigo se va queda un espacio vacío”.
“Serás lo que debas ser o sino no serás nada”.
(Gómez podría repetir las máximas que le dicta Finesa. Al menos al principio.
Luego, Finesa empieza a salirse de su rol de “torturador del Patrón” y vuelve a su
adolescencia. Gómez se da cuenta y deja por momentos su rol de Patrón y empieza
a tomar distancia de Finesa. Este empieza a exasperarse, en un increscendo
autoritario) Repita, repita. “Honrarás a tu padre y a tu madre”. “La esperanza es lo
último que se pierde”. “No forniques”. “Cuando los grandes hablan, los chicos se
callan”. “El trabajo dignifica”. “La plata va y viene, lo que importa es la salud”.
“Tenés que estudiar para ser alguien en la vida”. “Tu padre siempre tiene razón”.
“No pienses”. “Sé feliz” (Cansado, agotado, se sienta. Larga pausa. Gómez lo
abraza, se besan, primero suavemente, luego apasionadamente)

SOTOMAYOR- Ueno e a ora. Enga Inesa. Enga or acá. Amos ara ontaje.(Bueno es
la hora. Venga Finesa. Venga por acá. Vamos para montaje.)

GOMEZ- ¿Ya es la hora?

FINESA- No. Para la hora de salida falta. (Señalando el reloj que siempre marca la
misma hora) Pero diga jefe, diga. Si me necesita, lo acompaño.

GOMEZ- Jefe, creo que aún lo necesitamos aquí.

SOTOMAYOR- ¿Esde uando uté iene e opinar e este ema? (¿Desde cuándo usted
tiene que opinar en este tema?)

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GOMEZ- Sólo quería aportar una sugerencia.

FINESA- Deje, Gómez, deje. El jefe me necesita y si para usted no es mucho trabajo
el que queda acá...

GOMEZ- Una sugerencia, nada más...

SOTOMAYOR- Ilencio, Omez. Aompañeme, Inesa. Amos. (Silencio Gómez.


Acompáñeme Finesa. Vamos.) (Finesa lo acompaña. Salen. Gómez queda sola se
sienta y llora un rato. Se quita el guardapolvo. Luego un micrófono inalámbrico
que llevaba puesto y que hasta ahora no habíamos visto. Todo lo hace a desgano)

GOMEZ- Plutonio (Pausa) Cuerpo simple, radioactivo, desintegración del


neptunio... (Pausa) Oro (Pausa) Amarillo, brillante, maleable, precioso... (Sigue
llorando. Entra Sotomayor)

SOTOMAYOR- ¿Qué te pasa Gómez, que me andás lloriqueando?

GOMEZ- Nada, nada.

SOTOMAYOR- Bueno, mañana viene el reemplazo de este muchacho Finesa (Le


palmea el trasero)

GOMEZ- ¿Ya mañana?

SOTOMAYOR- Sí. ¿Creías que iba a tocarte un franco otra vez?

GOMEZ- No, Jefe. Disculpe. ¿Cómo es el nuevo?

SOTOMAYOR- Normal. Como siempre: joven.

GOMEZ- ¿Alguna indicación en especial?

SOTOMAYOR- No. Lo de siempre: empezá con lo de la vela, después lo del


mozo... bueno, ya sabés la rutina. Hoy estuviste muy bien, sobre todo con lo de la
muerte del mozo... “¿Cómo alguien no puede entender que no es natural que uno
quiera matar a quien ama?” Conmovedor, verdaderamente.

GOMEZ- ¿Lo dice en serio?

SOTOMAYOR- (autoritario) ¿Vos lo dijiste en serio?

GOMEZ- No sé, creo que no.

SOTOMAYOR- Mejor así. Sos buena para este trabajo.

GOMEZ- Gracias. (Sotomayor se dirige a la salida) Sotomayor, ¿el Patrón está


conforme? (Sotomayor sale) Jefe, ¿el Patrón está conforme? (Baja la luz hasta
apagón y FIN

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