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La piel en llamas

La piel en llamas
de Guillem Clua

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a.
XXXII Premio de Teatro Ciutat d’Alcoi 2004
am
Premio Serra d’Or de la Crítica de Barcelona al Mejor Texto
Teatral del 2005
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La piel en llamas

PERSONAJES

FREDERICK SÁLOMON

HANNA

BROWN

IDA

ESPACIO
La suite de un hotel en un país en posguerra. La decoración es
eminentemente occidental, nada lujosa y una poco pasada de moda.
Domina un blanco sucio. De hecho, todo tiene una pátina de suciedad

t
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imperceptible e imposible de borrar.

a.
En primer término, una salita con el mobiliario de rigor y una pequeña
nevera que hace de mueble bar. Una puerta conduce a la salida. Un arco,
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del cual cuelgan unas cortinas, separa la salita del dormitorio. Allí, una
cama de matrimonio y un gran ventanal con una mesita delante. Otra
dr

puerta da paso al lavabo. Hay un libro sobre una de las mesitas de noche.
an

TIEMPO
al

Contemporáneo.
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.c

NOTA 1
w

La suite acoge dos líneas de acción que se muestran de manera


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simultánea. Por un lado, la de Sálomon y Hanna. Por otro, la de Brown e


Ida. Ambas parejas ocupan el mismo espacio escénico, a pesar de que
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una no es consciente de la presencia de la otra.

NOTA 2
Ida habla con acento y sin la fluidez de los demás personajes. El acento
tiene que ser inventado: no tiene que relacionarse con ninguna otra
lengua conocida. El país en el cual transcurre la acción tampoco tiene un
referente concreto.

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La piel en llamas

Mediodía.

El ventanal está abierto de par en par. Una violenta brisa hace ondear las
cortinas. La luz de un sol implacable ilumina la cama deshecha. De vez en
cuando, el ruido de un coche. En el exterior, el tráfico no es denso.

De repente, un grito de mujer. Lejano, de la calle, diez pisos más abajo. Una
nube amortigua la luz del sol. Silencio. Se abre la puerta. Entra Frederic
Sálomon con una maleta. Es un hombre de unos cincuenta años, con un traje
de lino crudo y guantes blancos. Sus movimientos son resolutivos, seguros y
nada torpes, a pesar de su obesidad y una evidente cojera.

Tras él, Hanna, una chica a punto de agotar la veintena, pequeña, biliosa pero
con cierto atractivo inexplicable. Se nota que ha intentado vestirse de manera
elegante –con una blusa y una falda– y no ha tenido mucho éxito,
probablemente por falta de recursos económicos. Mira a su alrededor con
suspicacia y camina temiendo que el suelo esté a punto de abrirse bajo sus

t
pies. Lleva un bolso amplio consigo.

ca
SÁLOMON (Indignado)

a.
El mejor hotel de la ciudad. Bueno, eso es lo que dicen. El mejor hotel de
am
la ciudad y tengo que subirme la maleta yo mismo. (A Hanna) Pase, pase.
No se quede en la puerta. No vayan a creer que... Pase, siéntese.
dr

Hanna pasa, cierra la puerta y no se sienta. Sálomon ve la cama deshecha y


un albornoz blanco encima. Deja la maleta en el suelo y unos papeles encima
an

de la mesita.
al

SÁLOMON
Y encima esto. Pero qué cojones tienen... (A Hanna) Lo ha oído, usted,
at

¿verdad? Lo ha oído tan bien como yo. La mejor suite del mejor hotel de
.c

la ciudad. Y ya ve.
w

HANNA
w

Las cosas aquí no son como en su país, señor Sálomon.


w

SÁLOMON
Las cosas aquí no son como en ninguna otra parte del mundo,
afortunadamente.

Sálomon mira con asco a su alrededor. De repente, se gira hacia la ventana,


como si algo reclamase su atención a gritos. Por unos instantes, tiene miedo.

HANNA
¿Pasa algo, señor Sálomon?

SÁLOMON
No... por un momento me ha parecido que...

Sálomon respira hondo y mueve la cabeza como si quisiera expulsar una idea
absurda. Decidido, coge el albornoz con prudencia, se mete en el lavabo y

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La piel en llamas

profiere un gemido de descomunal decepción. Aparece con unas bragas


azules en las manos. Las lleva como si fuesen a atacarle de un momento a
otro. Se dirige al teléfono.

SÁLOMON (A Hanna)
Usted siéntese. Póngase cómoda, si puede.

Hanna no se sienta y no se separa de su bolso. Sálomon descuelga, llama.

SÁLOMON (Al teléfono)


Sí. Frederick Sálomon. (...) Sí, muy bien, muy bien. (...) No. En absoluto.
Mi habitación parece una pocilga. (...) ¿Y a mi qué me importa? Como si
la han dejado hace dos segundos... (...) ¿Cinco minutos? ¿Cinco minutos
occidentales o cinco minutos locales? (...) Eso espero. Gracias. Adiós,
adiós.

Cuelga. Observa las bragas con asco y desaprobación y las tira a una

t
papelera.

ca
SÁLOMON

a.
Perdone, no creí que... Si quiere, podemos hacer la entrevista en otro
am
lugar, no lo sé, más salubre.

HANNA
dr

No, no hace falta.


an

SÁLOMON
¿Seguro?
al

HANNA
at

Aquí estaremos bien.


.c

Sálomon se quita la chaqueta. Tiene calor. La deja –doblada meticulosamente–


w

en cualquier parte, tras sacar un polvo imaginario de la superficie.


w

SÁLOMON
w

No tengo mucho tiempo, me temo. En media hora me pasarán a buscar


para la ceremonia y el almuerzo en el Palacio Presidencial con... bueno,
ya lo sabe, con todos los miembros del comité, un puñado de
embajadores y el ministro de no sé qué.

HANNA
El ministro de Turismo y Comunicación.

SÁLOMON
Eso. Veo que se ha documentado.

HANNA
Es mi trabajo.

SÁLOMON (Por la maleta)


Le importa si...

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La piel en llamas

HANNA
Usted mismo.

SÁLOMON
¿Quiere tomar algo mientras tanto?

HANNA
No. Estoy bien.

Sálomon abre su maleta sobre la cama. Ira sacando ropa de su interior y


guardándola dentro del armario.

HANNA
Hacía años que soñaba en hacerle esta entrevista.

SÁLOMON
Gracias.

t
ca
HANNA
Significa mucho para mi.

a.
SÁLOMON
am
¿Para qué periódico me ha dicho que trabaja?
dr

HANNA
¿Para cuál va a ser? Sólo hay uno en el País.
an

SÁLOMON
al

¿Qué pasó con el otro?


at

HANNA
Lo cerraron el mes pasado. Por antipatriótico.
.c
w

SÁLOMON
Vaya, me sabe mal.
w
w

HANNA
¿Por qué?

SÁLOMON
Hombre... ¿No le sabe mal a usted?

HANNA
No es mi diario el que han cerrado.

SÁLOMON
Igualmente...

HANNA
¿Cuándo estuvo aquí por última vez?

SÁLOMON

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La piel en llamas

Hace veinte años.

HANNA
¿Y cree que en todo tiempo ha cambiado algo?

SÁLOMON
Ahora tienen una democracia.

HANNA
Una democracia que también cierra periódicos.

SÁLOMON
Pero una democracia, al fin y al cabo. Y deberían estar orgullosos de ella.
Sobre todo usted.

HANNA
¿Yo?

t
ca
SÁLOMON
¿Cuántos años tiene? ¿Veinticinco? ¿Treinta? Ha pasado la mayor parte

a.
de su vida en guerra. ¿Me equivoco? Ahora en cambio...
am
HANNA
Seguimos en guerra, señor Sálomon. Que no oiga las bombas no
dr

significa que haya terminado.


an

SÁLOMON
Pero ahora tienen un plan de paz.
al

HANNA
at

Si es que se le puede llamar así.


.c

SÁLOMON
w

¿Es que se le puede llamar de otra manera?


w

Hanna no responde. Pausa. Sálomon ha guardado la ropa y la maleta en el


w

armario.

HANNA
¿Espera que le de las gracias?

SÁLOMON
¿Por qué?

HANNA
Por la paz.

SÁLOMON
¿A mi?

HANNA
A usted. A su país. A Naciones Unidas. ¿Qué diferencia hay?

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La piel en llamas

SÁLOMON
Vaya tontería.

HANNA
Por eso le dan el premio, ¿no?

SÁLOMON (Amargo)
Yo no he hecho nada.

HANNA
Ya lo sé.

Pausa. Se miran. Nace una desconfianza. El viento mueve las cortinas de


nuevo y hace volar unos cuantos papeles de encima de la mesilla..

SÁLOMON
Mierda.

t
ca
Sálomon los recoge rápidamente. Los vuelve a dejar en su sitio y va a cerrar el
ventanal. Pero antes, se detiene. Mira al exterior. Mira hacia abajo y retrocede

a.
un paso, sorprendido por lo que ve. Mira a Hanna, asustado, y vuelve a mirar
am
hacia la calle.

SÁLOMON
dr

Hay una mujer ahí abajo. Está...


an

Hanna se acerca. Mira hacia abajo.


al

HANNA (Inexpresiva)
Está desnuda.
at

SÁLOMON
.c

Está muerta.
w

HANNA
w

Se habrá tirado de una de las ventanas del hotel.


w

SÁLOMON
Pero... cuánto tiempo ha estado...

HANNA
Es el edificio más alto de la ciudad. Algunos vienen aquí sólo para
asegurarse una muerte fácil.

Decidido, Sálomon vuelve al teléfono. Descuelga, llama.

SÁLOMON (Al teléfono)


Sí, Frederick Sálomon. (...) ¡No me importa la habitación! ¡Hay una mujer
muerta en el jardín! ¿Es que nadie se ha dado cuenta? (...) Yo qué sé.
¡Llamen a una ambulancia o lo que sea! (...) Sí, en la fachada del este.
(...) Eso espero.

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La piel en llamas

Cuelga y vuelve a la ventana. Hanna se ha retirado a un lado. Está más


pendiente de él que de lo que pueda pasar en el exterior. Sálomon mira
expectante hacia abajo.

SÁLOMON
A ver si mueven el culo... Como es posible que... Por el amor de Dios.

Pausa. Sálomon sigue absorto con lo que pasa fuera. Mientras, Hanna se sitúa
detrás suyo.

SÁLOMON
Ahora, ahora salen.

Hanna saca una pistola de su bolso y le apunta sin que se de cuenta.

SÁLOMON
Es una mujer joven... Debe tener su edad, más o menos. No estoy

t
seguro... Pobre chica.

ca
Pausa. Él sigue observando.

a.
Hanna carga el percutor. Sálomon no lo oye.
am
SÁLOMON
dr

Se la llevan adentro. No llamarán a una ambulancia, no. Demasiada mala


imagen para el mejor hotel de la ciudad.
an

HANNA
al

Estas cosas pasan a menudo. La gente muere. Nadie hace preguntas.


at

En este momento, Ida sale del lavabo. Es una mujer de la misma edad de
Hanna, vestida de manera elegante, aunque no demasiado, con un
.c

vestido azul. Su larga cabellera le otorga un plus de ligereza y oculta su


w

nuca. Se detiene entre Hanna y Sálomon y se arregla el peinado, de


w

manera despreocupada. Los otros no perciben su presencia.


w

Hanna sigue apuntando. El arma le tiembla. Sálomon sigue de espaldas.

SÁLOMON
Estuve a punto de no venir, ¿sabe? Por eso. Por la muerte. Por el día que
es hoy. Seguro que lo sabe. Se ha documentado. Es su trabajo. Por todo.
Por el premio. Una cosa es ver todo esto por la tele y otra...

Se le rompe la voz, como si estuviese a punto de llorar. Pero no lo hace.

Pausa.

Hanna baja el arma y la vuelve a guardar.

Ida consulta la hora y se pone a mirar por la ventana, al lado de Sálomon,


como si estuviese esperando a alguien.

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La piel en llamas

SÁLOMON
Nadie se ha dado cuenta. Una mujer se acaba de quitar la vida y nadie se
ha dado cuenta.

HANNA
La gente aún tiene miedo de acercarse a las ventanas.

Ida saca la cabeza por la ventana y otea a diestro y sisiestro.

SÁLOMON
No debería... Mire, alguien más lo ha visto. Unos pisos más abajo. Lleva
un vestido precioso.

Llaman a la puerta. Ida va a abrir y por el camino se retoca el peinado de


nuevo..

Sálomon se separa del ventanal y lo cierra, más afectado de lo que querría..

t
ca
SÁLOMON
Si me disculpa un momento... Enseguida empezaremos la entrevista.

a.
Siéntese, póngase cómoda. Yo... am
No acaba la frase y se mete en el lavabo.
dr

Ida abre la puerta. Entra Brown. Es un hombre de unos cuarenta años. Su


ropa, sus movimientos, su beso en la mejilla de Ida, todo desprende un
an

estudiado paternalismo y una corrección casi versallesca. Lleva un


maletín y tiene miedo a envejecer.
al

BROWN
at

Hola, preciosa.
.c

IDA
w

Hola, doctor Brown.


w

BROWN
w

¿Te han dejado entrar sin problemas?

IDA (Preocupada)
Como siempre. ¿Cómo está?

BROWN
¿Yo? Bien, bien.

IDA
Sara.

BROWN
Ah. Sigue en curas intensivas.

IDA
¿Pero está mejor?

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La piel en llamas

BROWN
Igual.

IDA
¿Cuándo la podré ver?

BROWN
Aún es pronto, Ida.

IDA
Pero...

BROWN
Tiene que estar aislada.

IDA
No entiendo por qué me hacen esto.

t
ca
BROWN
Es lo mejor para ella.

a.
IDA
am
Lo mejor para ella es estar con su madre.
dr

Hanna se acerca al lavabo, escucha tras la puerta.


an

BROWN
¿Te estás quejando?
al

IDA (Sumisa)
at

No.
.c

BROWN
w

Sí que te estás quejando. Y no tienes motivos.


w

IDA
w

No. No me quejo. Estoy muy agradecida.

BROWN
Así me gusta.

IDA
Pero yo... sólo quiero darle un beso. Estar a su lado.

BROWN
Piensa que cualquier infección podría ser fatal. ¿Es eso lo que
quieres? ¿Matarla con uno de tus besos?

Ida no responde. Brown se da cuenta de que su comentario ha sido


desafortunado.

Hanna se acerca a la chaqueta de Sálomon, encuentra su cartera y la registra.

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La piel en llamas

BROWN
Estamos haciendo todo lo que podemos.

IDA
Perdone.

BROWN
No pasa nada.

IDA
Le he traído su cuento preferido. A lo mejor se lo podría pasar a
alguna enfermera o... no lo sé. Le gusta que se lo lean antes de
acostarse.

Hanna saca dinero de la cartera de Sálomon, los cuenta, ve que hay mucho.
Los vuelve a dejar en su sitio. Saca una foto. La observa con curiosidad.

t
BROWN

ca
Ida...

a.
IDA am
El protagonista es un cerdito, ¿sabe? Un cerdito que viaja en globo y
se va encontrando con animales. A Sara le hace mucha gracia los
imite. ¿Le dirá a la enfermera que los imite? Si no los imita, el
dr

cuento no tiene ninguna gracia.


an

BROWN
No te prometo nada.
al

IDA
at

Podrá oírlo, ¿verdad? Podrá oírlo aunque esté... así. Lo leí una vez
.c

en una revista.
w

BROWN
w

Claro que sí.


w

Se oye la puerta del lavabo abriéndose. Hanna, rápidamente guarda la foto y la


cartera en su lugar. Aparece Sálomon. Se ha lavado la cara y no se ha dado
cuenta de nada de lo que Hanna ha hecho.

SÁLOMON
Cuando quiera, podemos empezar.

IDA
Cuando quiera, podemos...

HANNA
Si no se encuentra bien...

BROWN
Si no te encuentras bien...

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La piel en llamas

SÁLOMON (Niega con la cabeza)


Es el calor. Este maldito calor. Me quema el cerebro.

Ida niega con la cabeza y se dirige a la cama. Una vez allí, se quita la
parte superior del vestido, lenta y sumisa. Lleva un sujetador azul. Brown
deja el maletín y la observa.

SÁLOMON (Se sienta)


Será mejor que nos lo quitemos de encima lo más rápidamente posible.
¿Ha traído grabadora?

HANNA (Se sienta, sava un bloc y un bolígrafo)


Tomaré notas.

SÁLOMON
Si es así, confío que me dejará leer la entrevista antes de que se
publique.

t
ca
HANNA
Como quiera.

a.
am
Brown se acerca a Ida y le acaricia la piel suavemente. Empieza a
besarla, primero con delicadeza, después con pasión.
dr

SÁLOMON
Usted dirá.
an

HANNA
al

¿Por qué lleva guantes?


at

SÁLOMON
.c

¿Cómo dice?
w

HANNA
w

Con este calor... me sorprende.


w

SÁLOMON
¿Esto forma parte de la entrevista?

HANNA
Sí.

SÁLOMON
Tengo... un eczema. N... no es agradable.

HANNA
¿Desde cuándo?

SÁLOMON
¿Tenemos que hablar de mis manos?

HANNA

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La piel en llamas

Sus manos son importantes.

Brown coge la mano de Ida y la presiona sobre su paquete.

SÁLOMON
No veo por qué.

HANNA
De sus manos ha salido la fotografía más famosa de la historia. Yo creo
que eso las hace importantes.

SÁLOMON
Pues si quiere, hablemos de la foto.

HANNA
¿Le molesta el tema?

t
SÁLOMON

ca
Efectivamente. No pienso responder a preguntas de tipo personal. Se lo
tendría que haber advertido antes.

a.
Pausa. Hanna respira hondo. Cede. Ambos asumen sus papeles de
am
entrevistadora y entrevistado.
dr

HANNA
¿Qué opinión le merece que nuestro gobierno le haya otorgado el Primer
an

Premio Internacional al Mérito Artístico?


al

SÁLOMON
Recibirlo nos llena de orgullo a mi, a mi profesión y al Estado que
at

represento. La instauración de este galardón es, sin duda, un pequeño


síntoma del afán de su gobierno por restablecer la normalidad
.c

democrática. (Pausa, piensa, como si estuviese recitando un discurso


w

aprendido de memoria) Sólo es una foto, pero soy consciente de lo que


w

representa en la historia reciente del País.


w

HANNA
¿Qué piensa hacer con el millón de dólares del premio?

SÁLOMON
Los donaré íntegramente a programas sanitarios y de reconstrucción.

Hanna no está apuntando nada. Sálomon se da cuenta.

SÁLOMON
¿No ha dicho que tomaría notas?

HANNA
Lo haré cuando me diga algo que no sepa.

Ida y Brown se irán desnudando el uno al otro, como amantes furtivos,


hasta quedar ambos en ropa interior.

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La piel en llamas

Hanna irá tomando notas de vez en cuando.

HANNA
¿No lo ve exagerado?

SÁLOMON
El qué.

HANNA
Un millón de dólares, por una foto que tiró hace veinte años.

SÁLOMON
No es una foto cualquiera. Usted misma lo ha dicho.

HANNA
Precisamente. Ya le han otorgado todos los premios que existen. ¿Cree
que necesita aún más publicidad?

t
ca
SÁLOMON
Este premio no es publicitario. Ni para mí ni para la foto.

a.
HANNA
am
Claro que no, pero para el País, sí.
dr

SÁLOMON
¿Qué quiere decir?
an

HANNA
al

Tenemos una tasa de mortalidad infantil del cincuenta por ciento, más de
un tercio de la población está infectado por el virus del sida, las escuelas
at

están destruidas, sólo funcionan las fábricas de armamento... y nuestro


gobierno crea un Premio Internacional de Mérito Artístico. Y se lo da a
.c

usted. Precisamente a usted. ¿No cree que se trata una gran campaña de
w

márketing?
w

SÁLOMON
w

No pienso hacer declaraciones comprometidas.

HANNA
Nadie se las pide. Lo único que quiero son declaraciones honestas.

SÁLOMON
¿Qué quiere? ¿Qué cierren su diario también?

HANNA
La niña.

SÁLOMON
¿Qué niña?

HANNA
La niña de la foto. ¿De qué bando era?

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La piel en llamas

SÁLOMON
Esto no tiene importancia.

HANNA
Era del bando perdedor. Un bando que, veinte años después, está en el
gobierno.

SÁLOMON
Usted no se ha mirado bien la foto.

HANNA
Le aseguro que sí. Más de lo que querría.

SÁLOMON
Entonces no ha entendido nada.

HANNA

t
¿Qué es lo que tengo que entender exactamente?

ca
SÁLOMON

a.
Pues que la foto no conoce bandos. Sólo hay lo que se muestra: una niña
am
de seis o siete años volando por los aires por culpa de una bomba que
explota justo detrás suyo.
dr

HANNA
Sólo eso...
an

SÁLOMON
al

No importa de quién era la bomba, o quién era la niña. La foto se ha de


leer en su esencia: una víctima inocente del terror. Por eso se ha
at

convertido en un símbolo.
.c

HANNA
w

¿Un símbolo de qué?


w

SÁLOMON
w

Ya lo sabe. Un símbolo de paz.

HANNA
Eso es lo que piensan en todo el mundo, claro. Que una criatura con los
cabellos y la espalda en llamas a punto de morir es un símbolo de paz...

En este momento, Brown e Ida están totalmente desnudos, y la mujer


muestra, por primera vez, una horrible cicatriz en la espalda, resultado de
una quemadura antigua. Brown se estira sobre la cama. Ida se arrodilla y
empieza a hacerle una felación.

SÁLOMON
¿Para usted no lo es?

HANNA
No.

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La piel en llamas

SÁLOMON
¿Qué simboliza, entonces?

HANNA
Venganza.

SÁLOMON
¿Venganza?

HANNA (Asiente con la cabeza)


La desgracia de nuestro pueblo convertida en un símbolo frívolo del
sentimiento de culpabilidad de Occidente. ¿Tengo que recordarle quién
vendió la bomba de su foto a las guerrillas rebeldes?

Pausa.

SÁLOMON

t
¿Por qué me cuenta todo esto?

ca
HANNA

a.
Es la verdad. am
SÁLOMON
Ya sabe que dentro de un rato estaré comiendo con el Ministro de
dr

Turismo y Comunicación. Estoy seguro que no le haría ninguna gracia


saber que en el periódico oficial del régimen trabaja alguien que piensa
an

de esta manera.
al

HANNA
Mi patriotismo está fuera de toda duda. Y lo seguirá estando cuando la
at

entrevista se publique.
.c

SÁLOMON
w

Pues como no espabile, no tendrá nada para publicar. (Consulta el reloj)


w

Le quedan veinte minutos.


w

Pausa. Hanna repasa notas de su libreta.

HANNA
En todo este tiempo he visto la fotografía de la niña por todas partes.
Todos la recortaban de las revistas y los periódicos, salía por televisión...
Sé que en su país se han hecho millones de reproducciones, se han
fabricado camisetas, gorras, pósters... de todo. Incluso hay ciudades que
han pintado murales en sus calles. ¿Me equivoco?

SÁLOMON
Ya sabe que no.

HANNA
Se han escrito libros sobre ella. Usted mismo ha firmado unos cuantos.
Ha sido objeto de tesis doctorales, documentales televisivos... Algunos

Página 16
La piel en llamas

movimientos antiglobalización la han convertido en su bandera. Es la


primera vez en la historia que ocurre algo así.

SÁLOMON
Bueno, con la efigie del Che Guevara pasó más o menos lo mismo.

HANNA
No fue lo mismo. No sea modesto.

SÁLOMON
Bien... tiene razón, por qué negarlo.

HANNA
Estará satisfecho.

SÁLOMON (Asiente)
Es lo máximo a lo que puede aspirar un fotógrafo. Que la gente haga

t
suya una imagen...

ca
HANNA

a.
... y haya negocio con ella. am
SÁLOMON
¿Me puede decir qué no es un negocio hoy en día? Incluso la paz lo es.
dr

HANNA
an

Mire, me acaba de dar el titular.


al

SÁLOMON (Alterado)
No será capaz.
at

HANNA
.c

Tranquilo. Bromeaba.
w

Sálomon no se ríe.
w
w

HANNA
Así que lo máximo a lo que puede aspirar un fotógrafo... Y usted lo
consiguió a los veinte años... ¿Qué hizo después?

SÁLOMON
Seguí ejerciendo mi profesión.

HANNA
Más lejos no podía llegar.

SÁLOMON
No tenía ninguna necesidad.

HANNA
Pero nunca más trabajó de corresponsal de guerra.

Página 17
La piel en llamas

SÁLOMON
No.

HANNA
¿Por qué?

SÁLOMON
Por la pierna.

HANNA
¿Y por nada más?

SÁLOMON
Señorita...

HANNA
Hubo otras razones, ¿verdad?

t
ca
SÁLOMON (Severo)
No pienso responder a eso.

a.
HANNA
am
Si no me lo cuenta, al final tendré que inventarme las respuestas.
dr

Pausa. Sálomon se seca el sudor de la frente con un pañuelo. Sonríe. Se


levanta. Quiere distender la situación.
an

SÁLOMON
al

Es buena. Debo reconocer que es buena. Saber poner a un entrevistado


contra las cuerdas.
at

HANNA
.c

No es mi intención resultar tan amenazante.


w

SÁLOMON
w

¿Qué hace aquí, todavía?


w

HANNA
¿Cómo dice?

SÁLOMON
Es una buena periodista, joven, habla mi idioma con fluidez, no soporta
este régimen... ¿Qué hace aún en el País?

HANNA
Es donde he nacido. Y donde están enterrados los míos.

SÁLOMON
¿No quiere una vida mejor?

HANNA
¿Qué quiere decir? ¿Más dinero?

Página 18
La piel en llamas

SÁLOMON
Por ejemplo.

HANNA
Si quisiera más dinero me dedicaría a hacer felaciones a los delegados
de Naciones Unidas.

SÁLOMON
No creo que lo hiciese.

Hanna no responde. Se limita a dibujar media sonrisa

Brown deja ir un gemido de placer.

SÁLOMON
Igualmente, no hablaba sólo de dinero. Me refería a tener un vida más...
digna. Con agua caliente y sin restricciones de luz. ¿No lo preferiría a...

t
todo esto? Quiero decir... ¿No le gustaría ser más... feliz?

ca
HANNA

a.
¿De verdad que le interesa saberlo o sólo trata de ser amable?
am
SÁLOMON
Me interesa.
dr

HANNA
an

¿Duda que alguien pueda ser feliz aquí?


al

SÁLOMON
¿Usted qué cree?
at

Pausa. Hanna escribe en su libreta.


.c
w

SÁLOMON
¿Qué apunta?
w
w

HANNA (Leyendo)
Pregunta: ¿cree que nuestro pueblo es feliz? Respuesta: recuperarse tras
una guerra tan larga y cruel es difícil, pero tengo la certeza de que el
nuevo gobierno está haciendo todo lo posible para garantizar el bienestar
de todos los miembros de la sociedad, sean del bando que sean.

SÁLOMON
Yo no lo habría dicho mejor. Pero aún no ha respondido a mi pregunta.

HANNA
Me parece que es una cuestión demasiado personal.

SÁLOMON
Como las que usted intenta hacerme a mí.

HANNA

Página 19
La piel en llamas

Pero el famoso no soy yo.

Sálomon sonríe. Le gusta la inteligencia de Hanna, pero mantiene un punto de


desconfianza hacia ella.

SÁLOMON
¿Qué más quiere saber?

HANNA
Hábleme de la foto. Del momento en que la hizo. ¿Cómo fue?

SÁLOMON
Esto lo puede leer en cualquiera de los libros que se han publicado sobre
el tema.

HANNA
Preferiría oírlo de sus labios.

t
ca
Mientras habla, Sálomon se dirigirá al armario, sacará un vaso de plástico
precintado de su maleta, irá a la nevera y se servirá un whisky, a pesar de que

a.
ahí mismo hay unos cuantos vasos de vidrio. am
Brown deja ir otro gemido de placer.
dr

SÁLOMON
Eran los últimos días de resistencia de la capital. Los rebeldes
an

controlaban la mitad del país y habían rodeado la ciudad semanas antes.


La caída era sólo cuestión de tiempo. Los ataques aéreos eran
al

constantes. Cada día había dos, quizás tres. Bueno, qué le voy a contar...
at

Brown se remueve en la cama, presa de la excitación. Se irá encendiendo


más y más, como si fuese el relato de Sálomon el que le hace hervir la
.c

sangre.
w
w

SÁLOMON
Ese día estaba en un colegio del centro. La llevaban unos misioneros.
w

Tenía que hacer fotos del día a día de los críos, de los profesores... de
cómo intentaban seguir adelante con un simulacro de normalidad. Ya
sabe, el lado humano de la guerra para el suplemento dominical. De
repente, empezaron a sonar las sirenas. Todos corrimos al refugio
antiaéreo. No estaba lejos. Yo me entretuve echando fotos y cuando me
quise dar cuenta, ya tenía a los aviones encima. Me di prisa, pero en la
entrada del refugio eché un último vistazo al colegio. Entonces la vi. Una
niña se había quedado atrás. Salió corriendo, con un libro bajo el brazo.
Cuando estaba en medio de la plaza, se detuvo. No sabía hacia dónde
dirigirse. Todos los edificios en ruinas le debían de parecer iguales,
pobrecilla. Se quedó allí, plantada, perdida... Cogí la cámara, enfoqué y
justo en ese momento, una bomba cayó sobre la escuela. La explosión
fue brutal. Las llamas lo invadieron todo y la onda expansiva lanzó el
cuerpo de la niña diez metros adelante.

Página 20
La piel en llamas

Brown llega al orgasmo.

SÁLOMON
Por un momento, por una milésima de segundo, mientras volaba por los
aires... la niña me miró. Miró a la cámara. Yo no me di cuenta hasta que
revelé las fotos... Quise ir hacia ella, para ayudarla, pero un proyectil
estalló cerca de mi y perdí el conocimiento. Por eso tengo la pierna así...

Sálomon agota el contenido del vaso de whisky.

Ida escupe y se seca la boca con las sábanas.

SÁLOMON
Más tarde supomos que la resistencia escondía municiones en escuelas y
hospitales. Por eso la explosión fue tan violenta.

Ida se incorpora y va recogiendo su ropa.

t
ca
BROWN
Cuidado no manches el vestido. Tengo que devolverlo esta tarde.

a.
IDA
am
¿Me lo puedo quedar?
dr

BROWN
No lo necesitas para salir del hotel. Has traído ropa tuya, supongo.
an

IDA
al

Sí.
at

Ida acaba de recoger la ropa y se dirige al baño.


.c

HANNA
w

Nunca supo nada de la niña, claro.


w

SÁLOMON
w

No.

BROWN
Ida.

Ida se detiene justo al lado de Sálomon. Éste, inconscientmente, mira en


su dirección. Brown muestra a Ida unas bragas azules que se ha dejado.

SÁLOMON
Fue como si la tierra se la hubiese tragado.

Ida coge las bragas y, esta vez sí, desaparece en el lavabo. Al cabo de
un rato, oiremos el ruido de la ducha. Brown se incorporará, se secará el
sexo con las sábanas y se irá vistiendo.

SÁLOMON

Página 21
La piel en llamas

Me pasé tres días ingresado en unas instalaciones de la Cruz Roja.


Después, traté de buscarla. Créame que lo intenté, pero nadie supo
decirme nada sobre ella.

HANNA
¿Ni siquiera los profesores o los misioneros del colegio?

SÁLOMON
Algunos afirmaron reconocerla. Pero ya conoce la estúpida manía que
tenían los curas de bautizar y poner nombres bíblicos a las criaturas
huérfanas... Removí cielo y tierra para averiguar su nombre real, pero sin
éxito. La niña salió de la nada y volvió a ella, para siempre.

HANNA
¿Por qué la quiso buscar? ¿Se sentía culpable?

SÁLOMON

t
Claro. No tenía ni treinta años, entonces. Si la hubiese llamado cuando se

ca
quedó detuvo en medio de la plaza, habría venido hacia mi y no le habría
pasado nada.

a.
HANNA
am
Y la foto no habría existido nunca.
dr

SÁLOMON
Exacto.
an

HANNA
al

Y ahora… ¿se arrepiente?


at

SÁLOMON
.c

Hace muchos años que no me la planteo, esa pregunta. Y usted, como


periodista, tampoco se la debería plantear.
w
w

HANNA
Tiene razón. Como periodista no me la debería plantear. Pero no puedo
w

evitar pensar en la criatura.

SÁLOMON
Ella ni se dio cuenta de lo que pasó. De hecho, seguramente ni se dio
cuenta de que yo estaba allí.

HANNA
Entonces quizás no. Pero, ¿y si sobrevivió? Habría visto la foto, años
después. ¿No cree que ella se la habría planteado un millón de veces,
esa pregunta? ¿Por qué no me ayudó ese hombre?

SÁLOMON
Creo que es altamente improbable.

HANNA
¿Qué la ayudase?
Página 22
La piel en llamas

SÁLOMON
Que siga viva.

HANNA
¿Así cree que murió?

SÁLOMON
He dicho improbable, no imposible.

HANNA
En este caso, si la niña hubiese muerto, debería tener aún más motivos
para haber querido ayudarla, ¿no cree?

SÁLOMON
Señorita... Cualquier cuestión moral relacionada con este tema yo me lo
he planteado mil veces y mucho más intensamente que usted. Es inútil
pensar qué podríamos haber hecho, cómo podría haber sido todo... El

t
pasado no se puede cambiar.

ca
Pausa.

a.
HANNA
am
¿Qué haría si la encontrase hoy?
dr

SÁLOMON
¿A la niña?
an

HANNA (Asiente)
al

Imagínese que está viva, que ya es toda una mujer, que está, por
ejemplo, en una de las habitaciones de este hotel.... Imagínese que se
at

cruzan por el pasillo o por la calle... ¿Cree que la reconocería?


.c

SÁLOMON
w

No lo sé.
w

HANNA
w

Yo creo que sí. Se debe de saber sus facciones de memoria. ¿Qué sería
lo primero que le diría? ¿Le pediría perdón?

SÁLOMON
La guerra no fue culpa mía.

Hanna endurece la expresión. Quizás no esperaba una respuesta así. Apunta


algo en su libreta. Respira profundamente.

HANNA
Es curioso cómo puede cambiar la vida en un segundo, ¿verdad? El día
menos pensado le cae una bomba encima, o ve a una niña que sale del
colegio... o alguien le apunta con una pistola, y todo se vuelve del revés.
¿Pensaba en eso antes?

SÁLOMON

Página 23
La piel en llamas

¿Cuándo?

HANNA
Antes, en la ventana. Cuando ha visto a la mujer que se ha suicidado.

SÁLOMON
Más o menos.

HANNA
Será difícil para usted. Teniendo en cuenta el día que es hoy. Usted
mismo lo ha comentado.

Brown, una vez vestido, abre el ventanal, se sienta en el alfeizar y


enciende un cigarro.

SÁLOMON (No quiere seguir con el tema)


No nos desviemos del tema de la entrevista, ¿quiere?

t
ca
HANNA
Disculpe, es que... bueno, seguro que me entiende. Usted es... Frederick

a.
Sálomon. Con esto lo digo todo. Un mito viviente del fotoperiodismo.
am
SÁLOMON
No exagere.
dr

HANNA
an

No puedo evitar... querer saberlo todo.


al

SÁLOMON
Nadie quiere saberlo todo.
at

HANNA
.c

Yo sí.
w

SÁLOMON
w

Mi vida ha sido más aburrida de lo que cree. Estoy convencido que yo


w

podría aprender más cosas de usted que al revés. Y eso que le doblo la
edad.

HANNA
¿Ha recibido amenazas de muerte alguna vez?

SÁLOMON
Sí. Bueno... nada serio. Anónimos. Últimamente, correos electrónicos.
Algunos incluso con virus informáticos.

HANNA
¿Y qué le decían?

SÁLOMON
Nada. Tonterías. Acusaciones absurdas.

Página 24
La piel en llamas

HANNA
¿Por ejemplo?

SÁLOMON
Por ejemplo lo que usted misma me ha reprochado antes. ¿Cómo lo ha
dicho? La desgracia de nuestro pueblo convertida en un símbolo frívolo
del sentimiento de culpabilidad de Occidente.

HANNA
¿No habrá creído que yo le amenazaba?

SÁLOMON
No, claro. No es la única que piensa así. Hasta en mi propio país tengo
que escuchar cosas así. Los estudiantes, ya se sabe. Los mensajes
normalmente van más allá.

HANNA

t
¿Le asustan?

ca
SÁLOMON (Dejar ir una carcajada)

a.
No. Para asustarme hace falta algo más que cuatro líneas escritas por un
am
fanático que necesita una cabeza de turco. Es uno de los inconvenientes
de la fama: por arte de magia, te conviertes en responsable de las
desgracias de gente que vive a diez mil kilómetros.
dr

HANNA
an

Es normal, supongo. Usted se ha enriquecido con una fotografía que


consiguió en un país que sólo ha conocido la miseria. Hay quien se puede
al

sentir ofendido.
at

SÁLOMON
.c

Ofendido es poco. Me han llamado aprovechado, ladrón, explotador... y


otras lindezas que no querría repetir delante de usted.
w
w

Hanna toma notas.


w

HANNA
Cuénteme que hace Frederick Sálomon un día de cada día.

SÁLOMON (Vuelve a reír)


Esto sí que no tiene ningún interés.

HANNA
Quizás para usted no.

SÁLOMON
Lo más normal del mundo... Me levanto, preparo el desayuno...

HANNA
Vive solo.

SÁLOMON

Página 25
La piel en llamas

Sí...

HANNA
¿Qué más?

SÁLOMON
Me voy a la redacción, al centro de la ciudad.

HANNA
En coche.

SÁLOMON
Claro.

HANNA
¿Qué marca?

t
SÁLOMON

ca
Depende. Ahora en verano, un Chrysler descapotable. ¿Le gustan los
coches?

a.
HANNA
am
No domino mucho el tema. ¿Y una vez en la redacción?
dr

SÁLOMON
Bueno, dirijo la revista.
an

HANNA
al

Ya no trabaja de fotógrafo.
at

SÁLOMON
Tengo un equipo de profesionales excelente.
.c
w

HANNA
Pero ya no coge la cámara.
w
w

SÁLOMON (Con algo de vergüenza)


No.

HANNA
Y al final del día vuelve a casa. A lo mejor va a cenar a algún restaurante
de moda. O va a ver un musical. Y espera que llegue el día siguiente.

SÁLOMON
Al final ha conseguido que le hable de mi vida privada.

HANNA
Por lo que me ha contado...

SÁLOMON
Ya le he dicho que mi día a día es bastante aburrido. Supongo que ya
tendrá suficiente material para la entrevista, ¿no?

Página 26
La piel en llamas

Pausa. Se miran. Se estudian..

HANNA
Sí. Con la documentación que tengo y lo que me ha contado... ya estará.

SÁLOMON
Pues si me disculpa... Ha sido un placer conocerla.

HANNA
Falta algo.

SÁLOMON
Qué.

HANNA
Parece mentira que precisamente usted no haya pensado en ello. De
alguna manera habrá que ilustrar la entrevista.

t
ca
SÁLOMON
Ah, claro. ¿Ha traído cámara?

a.
HANNA
am
No. Le haré un retrato.
dr

SÁLOMON
¿Un retrato? ¿Quiere decir un dibujo?
an

Hanna asiente mientras guarda la libreta de notas y saca un bloc mayor y un


al

carboncillo.
at

SÁLOMON
¿Es habitual este procedimiento en su periódico?
.c
w

HANNA
No. Ha sido idea mía. Fotografiar al fotógrafo más famoso del mundo
w

era... no sé, demasiado fácil. Y como soy bastante buena dibujando...


w

SÁLOMON
¿Tardaremos mucho?

HANNA
No. Será sólo un esbozo. Siéntese, póngase cómodo y no se mueva.

Sálomon lo hace, no muy convencido.

HANNA
Y no se preocupe, que quedará muy bien. Las fotos quizás no pueden
mentir, pero el carboncillo le aseguro que sí.

SÁLOMON
Y las fotos también, créame.

Página 27
La piel en llamas

Hanna empieza a dibujar a Sálomon.

Ida sale del baño con los cabellos mojados. Se ha puesto un albornoz del
hotel. Lleva una bolsa de plástico con el vestido azul dentro.

IDA (Le da la bolsa a Brown)


Tenga, el vestido. ¿No se ducha?

BROWN
No hace falta. Volveré a sudar.

Le pasa la mano por los cabellos. Ella hace el gesto de retirarse, pero se
contiene.

BROWN
Hoy te has esforzado. Tus mamadas son mejores que las de
algunos hombres...

t
ca
IDA
¿Ha traído las pastillas?

a.
BROWN
am
Claro. No me gusta tener deudas con nadie. Y contigo aún menos.
dr

Brown abre su maletín, guarda la bolsa con el vestido en su interior y


sava dos cajas de medicamentos. Las entrega a Ida.
an

BROWN
al

Son las de siempre. Cuando tu hija se recupere li vuelves a dar una


roja después de comer y dos verdes antes de acostarse. Esta dosis
at

le iba bien, ¿verdad?


.c

IDA (Asiente)
w

No li quitaban todo el dolor, pero podía dormir por las noches y ya


w

no tenía esos ataques de tos...


w

BROWN
¿Qué se dice?

IDA
Gracias, doctor Brown.

BROWN
Ya sabes que para mí es un placer poderte ayudar.

Ida se aferra a las pastillas como si fuesen el tesoro más preciado del
mundo.

IDA
Si hubiese algún cambio... quiero decir, si despertase... me lo diría
enseguida, ¿verdad?

Página 28
La piel en llamas

BROWN
Claro que sí.

IDA
Hasta la semana que viene, entonces.

Ida se dirige al armario.

BROWN
Espera.

Sálomon se mueve.

HANNA
No se mueva.

Ida se detiene.

t
ca
BROWN
No te vayas aún. Tengo una sorpresa para ti.

a.
IDA
am
¿Un regalo?
dr

BROWN
Quizás sí, no lo sé.
an

IDA
No le entiendo.
al
at

BROWN (Consulta su reloj)


En diez minutos he quedado con alguien en la recepción del hotel.
.c

Es un médico de los Estados Unidos, amigo mío. Le he pedido que


w

estudie a fondo el caso de Sara.


w

IDA
w

¿Él la puede curar?

BROWN
Ida, la enfermedad de tu hija no se puede curar, ya lo sabes.

IDA
Aquí, no. Pero en los Estados Unidos...

BROWN
Ahí tampoco. Pero con el tratamiento adecuado podría vivir muchos
años, como una persona normal. A lo mejor a tu gobierno le
interesaría mandar a la niña allí. Sería un gesto humanitario que la
opinión pública internacional vería con muy buenos ojos.

IDA (Ilusionada)
¡Mi niña, a Occidente!

Página 29
La piel en llamas

BROWN
Espera, espera, no corras tanto. Antes que nada, mi amigo tiene
que dar su aprobación. Hay que asegurarse que Sara pueda
soportar un viaje tan largo sin problemas.

IDA
Seguro que podrá. Es fuerte.

BROWN
Y después tendríamos que conseguir que los medios de
comunicación sigan la historia. Esto no será un problema, claro. Se
mueren por noticias como ésta.

IDA
¿Cuándo se la llevarán?

BROWN

t
Ya veremos. Si todo va bien, en unas semanas. Tenemos que

ca
seguir el coma, ver cómo evoluciona. (Pausa) Eres una mujer
afortunada, Ida.

a.
IDA
am
¿Por qué no me lo ha dicho antes?
dr

Brown deja escapar media sonrisa maliciosa y vuelve a acariciarle los


cabellos.
an

BROWN
al

Eres una mujer muy pero que muy afortunada.


at

IDA
.c

¿Podré ir, yo?


w

BROWN (Alarmado)
w

¿Ahora? ¿Con mi amigo?


w

IDA
A los Estados Unidos. Con Sara.

BROWN
Ah, no lo sé. Supongo que sí. Los periodistas querrán hablar con
alguien. Con la protagonista de la historia. Y ésa eres tú. ¿Te das
cuenta? Si todo sale bien, estarás en todos los periódicos y en todos
los canales de televisión. Te harás famosa.

IDA
Me da igual la fama. Yo sólo quiero que mi hija viva.

BROWN
Claro que sí.

IDA

Página 30
La piel en llamas

¿Por qué hace todo esto por mí?

BROWN
Para eso están las Naciones Unidas, ¿no? Para garantizar la
democracia, escribir planes de paz y ayudar a los más
desfavorecidos.

IDA
Hablo en serio.

BROWN
Tú quieres salvar a tu hija y yo quiero salvar a vuestro gobierno,
lavándole un poco la cara. Todos salimos ganando, ¿no crees?

IDA
A mi nuestro gobierno me importa una mierda.

t
BROWN

ca
No digas palabrotas. Aún no dominas nuestra lengua y ya te dedicas
a ensuciarla... Esto tendremos que cambiarlo.

a.
Sálomon consulta su reloj.
am
SÁLOMON
dr

¿Le falta mucho?


an

HANNA
No. Y no se mueva.
al

BROWN
at

¿Tienes hambre?
.c

Ida asiente, como si le avergonzara estar hambrienta..


w

BROWN
w

¿No has desayunado?


w

Ida no responde.

BROWN
¿Cenaste ayer?

Ida no responde. Brown saca una barrita de chocolate del bolsillo y se la


da. Ella deja las pastillas sobre la mesilla de noche, al lado del libro, y
coge el chocolate. Se separa de Brown como si se lo pudiese quitar, se
sienta en la cama y lo devora con fruición. Brown se le acerca por detrás
y le pone las manos en los hombros. Ella se pone tensa.

BROWN
Esto no puede ser. Tienes que comer. Si no comes no tendrás
fuerzas para nada, y entonces no servirías de mucho. ¿No te pagan
suficiente en la fábrica ésa en la que trabajas?

Página 31
La piel en llamas

Brown empieza a hacerle un despreocupado masaje, le retira un poco los


cabellos y se fija en la cicatriz de la espalda de Ida, visible a la altura de la
nuca, bajo el pelo.

BROWN
¿Cómo demonios te hiciste esto? Nunca me lo has contado.

Ida se mira los hombros, como si no supiese a qué se refiere Brown.

IDA
No lo sé. No me acuerdo.

Pausa.

IDA
¿Le puedo preguntar algo, doctor Brown?

t
BROWN

ca
Dime.

a.
IDA
¿Por qué se quita el anillo de matrimonio cuando estamos juntos?
am
Brown no responde. Deja de masajear. Se mira la mano en la que llevaba
dr

el anillo.
an

IDA
¿Le da vergüenza? ¿O teme que se lo pueda robar?
al

BROWN
at

Lo hago por… respeto.


.c

IDA
w

Respeto.
w

BROWN
w

Sí.

IDA
¿Respeto por quién?

Brown no responde.

IDA
Por ella, claro.

BROWN
Crees que es ridículo.

Ida termina con el chocolate y arruga el envoltorio con rabia.

BROWN

Página 32
La piel en llamas

Tú no lo puedes entender. Respeto lo que el anillo simboliza. A mi


esposa, naturalmente, pero también al matrimonio, el sacramento, el
orden... La civilización se basa en eso. En símbolos. Nuestra
civilización, y la tuya también, claro, a vuestra manera.

IDA
Pensaba que se lo quitaba porque quiere a su mujer.

BROWN (Descolocado)
Sí, por eso... también.

IDA
Si yo quisiera a alguien no dejaría que se marchase a la otra punta
del mundo.

Brown no responde.

t
IDA

ca
¿Tiene hijos?

a.
BROWN (Orgulloso) am
Cuatro. Tres chicos y una chica. El mayor ingresará en la
universidad el año que viene. Dice que quiere ser diplomático.
dr

IDA
¿Están sanos?
an

BROWN
al

Naturalmente.
at

IDA
¿Tiene más chocolate? A Sara le encanta.
.c
w

En este momento suena el teléfono de la habitación. Brown va a


w

contestar.
w

Hanna acaba de dibuajr.

HANNA
Ya está. Ya se puede relajar.

SÁLOMON
Ya era hora.

BROWN (Al teléfono)


Brown. (...) Sí, correcto.

Sálomon y Hanna se incorporan. Sálomon consulta su reloj.

SÁLOMON
Ahora sí que hemos terminado, ¿no?

Página 33
La piel en llamas

HANNA
¿No lo quiere ver?

BROWN (Al teléfono)


Muy bien. Ahora bajo.

Brown cuelga.

SÁLOMON
El qué.

HANNA
El dibujo. Estoy segura que nunca ha visto ninguno igual.

BROWN
Mi amigo ya ha llegado.

t
SÁLOMON

ca
No hace falta.

a.
BROWN
Me está esperando abajo.
am
SÁLOMON
dr

Me fío de su talento.
an

BROWN
Tú espérame aquí. No tardaré.
al

HANNA
at

¿No le pica la curiosidad?


.c

Sálomon transige. Hanna le pasa el bloc.


w

Brown coge unos documentos de su maletín y sale. Ida se queda sentada


w

en la cama, inquieta.
w

Sálomon se mira el dibujo y le cambia la cara. Se queda lívido.

SÁLOMON
Qué... qué coño...

HANNA
¿No lo gusta?

SÁLOMON
Pero cómo se atreve... ¡Si es una broma no tiene gracia!

HANNA
No le gusta. Vaya decepción.

SÁLOMON

Página 34
La piel en llamas

Váyase ahora mismo.

HANNA
Y eso que me he esforzado.

SÁLOMON
¡Que se largue!

HANNA
¿Cuál es el problema? ¿No se le parece lo suficiente?

Sálomon, fuera de sí, se dirige al teléfono, descuelga, llama. Hanna vuelve a


sacar su pistola y le apunta. Él no se da cuenta.

SÁLOMON (Al teléfono)


Sí. Frederick Sálomon.

t
En este momento se gira y se da cuenta de que Hanna le está apuntando. Se

ca
queda mudo.

a.
Ida se incorpora, coge el libro de la mesilla de noche y lo hojea.
am
HANNA
Cuelgue ahora mismo.
dr

SÁLOMON (Al teléfono)


an

No, no pasa nada. (...) No, da igual la habitación. No envíe a nadie. (...)
No hace falta, gracias.
al

Y cuelga. La ira ha dejado paso al miedo.


at

SÁLOMON
.c

¿Qué hace?
w

HANNA
w

Vaya pregunta más estúpida. No es propia de usted. Le estoy apuntado


w

con un revólver.

SÁLOMON
¿Qué quiere?

HANNA
Que se mire mi dibujo.

Sálomon, desconcertado, no reacciona.

Ida saca una foto de entre las páginas del libro, la coloca en la cabecera
de la cama, con sumo cuidado, y se sienta a su lado. Es la foto de una nia
pequeña.

HANNA
¡Que se lo mire!

Página 35
La piel en llamas

Sálomon lo hace.

Ida acaricia la foto con ternura. Empieza a tararear una nana.

HANNA
Y ahora dígame... ¿Se le parece o no?

Sálomon no responde. Sus ojos se humedecen.

SÁLOMON
¿Por qué me hace esto?

HANNA
Limítese a responder, por favor. No olvide que la entrevistadora soy yo.

SÁLOMON (Amargo)
Sí. Se le parece.

t
ca
HANNA
Siempre me han dicho que soy muy buena fisonomista. Nunca olvido una

a.
cara, yo. Tienen una aire, ¿verdad? Ya lo dicen que las hijas se parecen
más a los padres que a las madres.
am
SÁLOMON
dr

¿Cómo lo ha hecho?
an

HANNA
Tiene una foto suya en la cartera. Muy tierno. He creído que podría ser
al

divertido.
at

SÁLOMON
¿Divertido? Esto es... monstruoso.
.c
w

HANNA
Lo que más me ha costado ha sido reproducir su famosa fotografía. Hace
w

tiempo que no la veo. Pero diría que me ha salido bastante bien. Sólo es
w

un esbozo, pero he tenido en cuenta todos los detalles. Hasta he escrito


el título del libro que llevaba la niña. Fíjese.

Sálomon no puede apartar la mirada del dibujo. Sus ojos desprenden una
mezcla de asco, terror y una tristeza inmensa.

HANNA
No ponga esa cara. Es su creación. La imagen que le ha hecho famoso.
La única diferencia es que la niña ya no es un personaje anónimo. Se
trata de su hija la que vuela por los aires con la piel en llamas. Es su hija
quien le mira con horror, a punto de morir aplastada como un mosquito.
¿Verdad que ahora no le parece... cómo lo ha dicho... un símbolo de paz?

Sálomon lanza el bloc a la otra punta de la habitación, con rabia y un grito que
no puede ahogar.

Página 36
La piel en llamas

Ida deja de tararear. Abre el libro en un punto al azar y se pone a leerlo


en voz alta, tierna, maternal, como si la fotografía que tiene al lado fuese,
realmente, su hija en carne y hueso. Ida irá haciendo voces diferentes,
según hable un animal u otro.

IDA
Y tras recorrer muchos y muchos kilómetros, el globo del cerdito
aterrizó en el país de la serpiente. “Buenos días,” dijo el cerdito.
“Buenos días,” respondió la serpiente, muy muy triste.

SÁLOMON
¿Qué quiere de mí?

HANNA
¿Otra pregunta obvia, señor Sálomon?

IDA

t
“¿Qué especie de animal eres tú?”

ca
Sálomon no responde. Se voz se irá rompiendo poco a poco.

a.
HANNA
am
Le habría podido matar hace rato. Incluso antes de la entrevista.
dr

IDA
“Soy una serpiente,” dijo la serpiente.
an

HANNA
al

Pero habría sido demasiado fácil. Inútil, diría. Y cobarde. Una ejecución
nunca debe ser por la espalda, aunque siempre se hagan así. Quería
at

verle la cara. Quería que supiese por qué se merece morir. Y quería
.c

conocerle. Quizás darle una oportunidad... si veía el más mínimo indicio


de remordimiento...
w
w

IDA
“¿Y por qué estás tan triste?”
w

HANNA
...una migaja de pena...

IDA
“Porque no tengo amigos. Todos los animales me temen,” dijo la
serpiente. Y se puso a llorar.

SÁLOMON
¿A qué grupo pertenece? ¿Al Frente de Liberación del Pueblo?

HANNA (Niega con la cabeza)


No soy una fanática.

IDA

Página 37
La piel en llamas

“Mis colmillos están llenos de veneno y nadie se acerca a mí. Pero


yo no soy mala.”

SÁLOMON
Nadie lo diría.

HANNA
No me insulte.

IDA
“A mi no me das miedo,” dijo el cerdito.

SÁLOMON
No me puede matar.

HANNA
¿Por qué no?

t
ca
IDA
“¿Por qué no? Deberías tenerme miedo.”

a.
SÁLOMON
am
Oirán el disparo.
dr

IDA
“Tu piel es preciosa y está llena de colorines,” repuso el cerdito.
an

HANNA
al

En esta ciudad la gente ya no oye los disparos.


at

IDA
“No es culpa tuya que tengas los colmillos llenos de veneno.”
.c
w

SÁLOMON
Medio hotel sabe que está conmigo. Atarán cabos.
w
w

IDA
“Y si lloras tan amargamente, no puedes ser mala,” añadió.

HANNA
Soy una respetada periodista del diario oficial del régimen. Parece que se
le haya olvidado. Esta mañana he cantado el himno nacional con mis
compañeros de redacción y esta tarde estaré en estado de shock por
haber sido la última persona que le ha visto con vida.

IDA
La serpiente observó al cerdito con sus ojos de serpiente llenos de
lágrimas. Y el cerdito se conmovió. “¿Te puedo acariciar?” preguntó.

SÁLOMON
No... no será capaz...

Página 38
La piel en llamas

IDA
“Claro que puedes,” susurró la serpiente con una sonrisa.

HANNA
Claro que puedo.

IDA
El cerdito, poco a poco, se acercó a ella y pasó su patita por las
escamas de la serpiente. “Tu piel es suave. No me lo esperaba,”
exclamó, sorprendido.

SÁLOMON
En mi cartera hay dinero. Divisas. Quédeselas.

HANNA
¿Cuánto me ofrece?

t
SÁLOMON

ca
Todo lo que hay. Quinientos dólares, más o menos.

a.
IDA am
“Si aquí no eres feliz, puedes venir a viajar conmigo en mi globo,”
propuso el cerdito.
dr

HANNA
¿Es éste el precio de su vida? ¿Quinientos miserables dólares?
an

IDA
al

Pero la serpiente, en lugar de responder, abrió su boca de serpiente,


sacó los colmillos y... ¡ñac! Trató de morderle.
at

SÁLOMON
.c

Coja las tarjetas, también, si quiere.


w
w

IDA
El cerdito se separó de ella, asustado. Por suerte, la serpiente no le
w

hizo daño. “¿Por qué has hecho esto?”

SÁLOMON
¿Por qué me hace esto?

IDA
La serpiente volvió a llorar, y mientras se arrastraba hacia su cueva,
dijo con su voz de serpiente: “¿Entiendes ahora por qué estoy tan
triste?

HANNA
Le estoy haciendo un favor, señor Sálomon.

Ida cierra el libro.

IDA (A la foto, con su voz normal, en un susurro)

Página 39
La piel en llamas

¿Entiendes ahora por qué estoy tan triste?

HANNA
Debería darme las gracias. No todo el mundo tiene la oportunidad de
morir de una manera tan... coherente.

SÁLOMON
¿Pero qué dice?

HANNA
Piénselo. Después de veinte años vuelve al País que le hizo famoso para
dejar de vivir... Y precisamente hoy, en un día tan y tan especial. En el
aniversario del día de la muerte de su propia hija. ¿No cree que es de lo
más adecuado?

Sálomon no responde.

t
Ida se estira sobre la cama, contemplando la fotografía.

ca
HANNA

a.
Espero que antes de venir haya tenido tiempo de llevar flores a su tumba.
am
Sálomon rompe a llorar.
dr

SÁLOMON
Por favor... Déjeme ir. Le juro que no diré nada a nadie. Por favor, se lo
an

ruego...
al

HANNA
No se rebaje tanto. No lo soporto en un hombre.
at

SÁLOMON
.c

Haré lo que sea.


w

HANNA
w

¿Lo que sea?


w

Sálomon asiente. Hanna reflexiona por unos momentos.

HANNA
Está bien. Quiero que haga algo por mi.

SÁLOMON
¿Qué?

HANNA
Que responda a una pregunta. Si la respuesta es correcta, le dejaré ir. Si
no, dispararé.

SÁLOMON
¿Sólo eso?

Página 40
La piel en llamas

HANNA
Así de fácil.

SÁLOMON
Es... una salvajada.

HANNA
Me parece que no tiene opción.

Pausa..

SÁLOMON
De acuerdo. ¿Cuál es la pregunta?

Pausa. Hanna pronuncia la pregunta con solemne claridad.

HANNA

t
¿Cómo me llamo?

ca
SÁLOMON

a.
¿Qué? am
HANNA
Eso. Que cómo me llamo. Diga mi nombre.
dr

SÁLOMON
an

¿Ésta es la pregunta?

HANNA
al

Sí, y no es nada compleja, teniendo en cuenta que nos hemos


at

presentado hace poco más de media hora.


.c

Sálomon se esfuerza en recordar.


w

HANNA
w

¿No cae? Con el nombre de pila bastará.


w

Sálomon se siente impotente. No lo recuerda.,

SÁLOMON
Lo siento, yo...

HANNA
No lo sabe. Y le importa una mierda, ¿verdad? Bueno, ahora no, claro.
Ahora su vida depende de eso.

SÁLOMON
Por favor...

HANNA
Hanna. Me llamo Hanna.

Página 41
La piel en llamas

SÁLOMON
Hanna.

HANNA
Lo siento.

SÁLOMON
No me dispare.

HANNA
Deme una razón para no hacerlo.

SÁLOMON
Yo no le he hecho nada.

HANNA
Sí que lo ha hecho.

t
ca
SÁLOMON
¿Yo? ¿A usted?

a.
HANNA
am
¿Aún no lo ha entendido?
dr

Sálomon no sabe qué decir. Su voz se ahoga en el llanto.


an

HANNA
Míreme bien. Fíjese. ¿No le suena mi cara?
al

Él niega con la cabeza, desconcertado.


at

HANNA
.c

La niña de la foto, señor Sálomon, soy yo.


w

La sangre vuelve a retirarse de la cara de Sálomon. Su cerebro estalla en


w

sorpresa y dudas. Su mano se dirige a la boca, que se mueve sin emitir sonido
w

alguno. Hanna sonríe con un aire de falsa inocencia. Y justo entonces, alguien
llama a la puerta. Sálomon da un respingo, consulta su reloj.

SÁLOMON
Son... deben de ser... los del comité, que vienen a buscarme.

HANNA
Échelos.

SÁLOMON
¿Cómo quiere que... Tengo que comer con ellos. La ceremonia...

Vuelven a llamar con insistencia. Hanna procura no levantar la voz.

HANNA
¡Me la suda! Invéntese cualquier excusa.

Página 42
La piel en llamas

Hanna se dirige al lavabo.

HANNA
Y no haga ninguna estupidez. Les estaré escuchando.

Y se encierra allí. Vuelven a llamar. Sálomon se seca las lágrimas, respira


hondo y abre la puerta. Entra Brown. No lleva los papeles con los que ha salido
antes.

BROWN
¡Sálomon, chaval!

SÁLOMON (Disimulando)
Brown, ¿cómo va?

Se abrazan. Se comportan como dos camaradas que han compartido más


cosas de las que quieren reconocer.

t
ca
BROWN
¿Cómo has tardado tanto? (Se fija) Eh, ¿has llorado?

a.
SÁLOMON (Niega con la cabeza)
am
Es... una alergia.
dr

BROWN (No le cree, con tacto)


Sí, ya. Te agradezco que hayas venido. En nombre del comité y en el mío
an

propio. Sé que no debe de ser fácil para ti...


al

SÁLOMON
Ahórrate la diplomacia, ¿quieres?
at

BROWN (Se dirige a la nevera)


.c

Como quieras. ¿Te gusta la suite que te he reservado?


w

SÁLOMON
w

Es perfecta, gracias.
w

BROWN
¿Queda whisky o ya te lo has ventilado? (Advierte el vaso de plástico)
Vaya, veo que tus costumbres no han cambiado...

Se sirve un whisky generoso en un vaso de vidrio. Se fija en los guantes.

BROWN (Con sorna)


¿Aún tenemos miedo de tocar el mundo, Sálomon?

Sálomon no ríe. La broma no le ha hecho la menor gracia. Brown se da cuenta.

SÁLOMON
¿Cómo está Gladys?

BROWN

Página 43
La piel en llamas

Como siempre. Más gorda. Un día de estos explotará.

SÁLOMON
Deberías estar más por ella.

BROWN
Bah, ella ya tiene a su profesor de golf.

Sálomon se seca el sudor de la frente con su pañuelo.

BROWN
¿Te encuentras bien?

SÁLOMON
¿Qué? No... Sí. Es... este calor. Y los nervios y... todo esto.

BROWN

t
Es este País que no te sienta bien. Ni a ti ni a nadie. La Organización

ca
Mundial de la Salud tendría que prohibirlo.

a.
SÁLOMON (Tampoco se ríe esta vez)
Oye...
am
BROWN
dr

¿No te vas a cambiar para el almuerzo?


an

SÁLOMON
Me temo que no voy a poder asistir.
al

BROWN (Se ríe)


at

Tú siempre tan bromista.


.c

SÁLOMON
w

No bromeo.
w

BROWN
w

Venga, no digas tonterías. Arréglate un poco y vamos.

SÁLOMON
Que no.

Pausa. A Brown le desaparece la sonrisa del rostro.

BROWN
¿Qué me he perdido?

SÁLOMON
Nada. Tengo que... resolver un asunto.

BROWN
¿Y no puede esperar ese asunto?

Página 44
La piel en llamas

SÁLOMON
No.

BROWN
A ver si te entiendo. No hace ni una hora que has llegado... ¿y ya tienes
un compromiso más importante que un almuerzo con el Ministro de
Turismo y Comunicación? Sin contar con los embajadores de los quince
países más poderosos del mundo.

SÁLOMON
Más o menos.

Brown se pasea por la habitación, observa cada detalle. Incluso parece que se
entretenga un rato contemplando la cama en la que yace Ida. De repente, otra
sonrisa.

BROWN

t
¿Cómo se llama?

ca
SÁLOMON

a.
¿Qué? am
BROWN
Es una mujer, ¿verdad?
dr

Sálomon no puede evitar mirar hacia el lavabo, espantado. Tiene miedo del
an

rumbo que ha adoptado la conversación.


al

SÁLOMON
¿Cómo? Yo... no...
at

Brown se acerca a la bolsa de Hanna y la coge, como quien muestra la prueba


.c

de un delito.
w
w

BROWN
¿Quién es? ¿Una prostituta? ¿Un amor de hace veinte años?
w

SÁLOMON
Brown, por favor...

BROWN
No has perdido el tiempo. ¿Dónde la tienes? ¿En el baño? No... tú eres
todo un clásico. La debes de tener escondida en el armario.

SÁLOMON
Tú no lo entiendes.

BROWN (Severo, de repente, pierde los nervios y, por primera vez, dice
tacos)
No. Eres tú quien no lo entiende. A Naciones Unidas le ha costado más
organizar este maldito almuerzo que escribir el plan de paz. Este
almuerzo es la primera muestra de acercamiento del País a Occidente

Página 45
La piel en llamas

tras medio siglo de hostilidades. En este almuerzo, amigo mío, se van a


cerrar más tratos que en la puta Conferencia de Yalta. Y no lo puedes
mandar todo a la mierda porque una furcia del hotel te ha dejado a medio
polvo.

SÁLOMON
Seguro que te puedes inventar una excusa...

BROWN
La excusa ya la tenemos. La excusa es tu premio de mierda, una fachada
para los borregos que ven la tele. Para eso te necesitamos. Sólo por eso.
Para que aparezcas, te atiborres de marisco y hagas un discursito
emotivo sobre los derechos humanos. Nada más. Me parece que no es
pedir demasiado.

SÁLOMON
Te lo pido como un favor personal.

t
ca
BROWN
No estás en condición de pedir favores.

a.
SÁLOMON
am
Brown, somos amigos.
dr

BROWN
Exacto. Y me gustaría que lo siguiéramos siendo. ¿Es así como pagas
an

todo lo que he hecho por ti?


al

Sálomon no responde.
at

BROWN
.c

Te he vuelto a poner delante de todo, a primera línea. Aunque no te lo


merezcas, vuelves a ser el protagonista.
w
w

SÁLOMON
Di mejor la marioneta.
w

BROWN
¿Y qué? Ya lo fuiste hace veinte años. Tu foto fue un arma más. Por eso
se le dio una difusión sin precedentes, ya lo sabes.

SÁLOMON
Igualmente...

BROWN
No te quejes, Sálomon. Ser una marioneta, como tú dices, te solucionó la
vida. Desde entonces has vivido de renta. ¿Y qué has hecho de bueno en
todo este tiempo? Ya te lo digo yo: nada. Pudrirte en tu despachito
occidental y vivir del pasado. Llorar por los rincones, completamente solo,
y quejarte, quejarte, quejarte: “¿Por qué el mundo es tan injusto? ¿Por
qué a mi?” No me extraña que tu mujer...

Página 46
La piel en llamas

Pausa.

BROWN
Perdona que sea tan duro, pero me juego mucho. Y tú también.

Sálomon no responde. Brown se acaba el vaso de whisky.

BROWN
Dentro de una hora te quiero en el Palacio Presidencial. No te entretengo
más. Soluciona tu... asunto.

Va a salir.

BROWN (En voz baja)


Ah, por cierto. Sea quien sea esa mujer, procura que no se te mate.

SÁLOMON

t
¿Cómo?

ca
BROWN

a.
Hace un rato una prostituta local se ha lanzado de una de las ventanas
del hotel.
am
SÁLOMON
dr

Ya la he visto.
an

BROWN
No nos costará tirar tierra por encima. Pero tú ten cuidado. No nos
al

convienen este tipo de escándalos.


at

Sálomon asiente, derrotado.


.c

BROWN (Confidente)
w

Fred. No me falles. Por los viejos tiempos.


w

SÁLOMON (Con un hilo de voz)


w

Por los viejos tiempos.

Brown coge la puerta y sale. Inmediatamente, Hanna sale del lavabo. Aún lleva
la pistola, pero no le apunta. La sostiene despreocupadamente, como si fuese
una muñeca de trapo. Se miran, desafiantes, durante un buen rato.

HANNA
Por unos momentos he pensado que se iría con él. ¿Por qué no lo ha
hecho? Ahí fuera le esperan las cámaras, los aplausos, el prestigio...

Sálomon, sin decir nada, la observa, la desnuda, la escanea para captar cada
detalle.

HANNA
Ah, claro... La curiosidad. Un mal vicio... Ya sabe lo que dice el refrán: la
curiosidad mató al periodista.

Página 47
La piel en llamas

SÁLOMON
¿Ya no me quiere disparar?

HANNA
¿Ya no quiere huir?

Sálomon no responde.

HANNA
La conversación con su amigo me ha dado qué pensar. Mi vida ha sido
una mierda, se lo aseguro, pero la suya...

Brown entra. Lleva los mismo papeles con los que ha salido antes. Ida
guarda la fotografía dentro del libro y se incorpora de la cama enseguida.

BROWN
Perdona que haya tardado tanto. Me coincidido con alguien a quien

t
hacía tiempo que no había visto.

ca
SÁLOMON

a.
Brown habla demasiado. am
IDA
¿Qué le ha dicho? ¿Cómo ha ido?
dr

BROWN
an

Le he mostrado el historial médico de Sara y... bueno, dice que tiene


posibilidades.
al

Ida se lleva las manos a la cara, presa de la ilusión. No se lo puede creer.


at

HANNA
.c

No sé quién de los dos perdió más en esa explosión. En todo este tiempo
w

yo he salido adelante.
w

BROWN
w

Esta tarde se pasará por el hospital y le hará una revisión.

HANNA
Tuve suerte. Pude estudiar y progresar en un mundo que se pudría.

IDA
¿Y cuándo se la van a llevar?

BROWN
Ya lo veremos.

HANNA
Pero usted, en cambio...

IDA
Mi Sara, en Occidente...

Página 48
La piel en llamas

HANNA
En Occidente, el paraíso terrenal, la cuna de la democracia, la tierra de
las oportunidades... y no ha sabido aprovechar ninguna. Ha sido un
desgraciado durante veinte años.

BROWN
Una vez allí, calculan que el tratamiento durará un mes o un mes y
medio, antes de que pueda dejar el hospital.

HANNA
Quítese los guantes.

IDA
¿Y después?

SÁLOMON
¿Qué?

t
ca
BROWN
¿Después de qué?

a.
Hanna lo vuelve a apuntar con la pistola.
am
HANNA
dr

Que se quite los guantes.


an

Sálomon, desconcertado, se los quita. Sus manos, claro, están perfectas: no


tienen ningún eczema.
al

IDA
at

Cuando se ponga buena... ¿nos volverán a enviar aquí?


.c

BROWN
w

Claro que no. Después la matricularemos en una escuela, a ti


w

buscaremos un empleo como Dios manda y le podrás comprar a tu


hija todas las barritas de chocolate que quieras.
w

HANNA
Démelos.

Ida, emocionada, se le lanza al cuello y le abraza.

Sálomon le da los guantes. De alguna manera, sin ellos, se siente desnudo. A


partir de ahora no sabrá qué hacer con las manos. Hanna ha dejado de
apuntarle.

IDA
Oh, doctor Brown, gracias, gracias...

HANNA
Gracias.

Página 49
La piel en llamas

BROWN
De nada. Pero hay un pequeño detalle que aún no hemos tratado.

IDA
¿Cuál?

BROWN
El precio.

Hanna huele los guantes, como quien no quiere la cosa. Le gusta el olor que
desprenden. Los deja a un lado.

IDA
¿Qué precio?

BROWN
Esto no te saldrá gratis.

t
ca
Ida se separa de él. La alegría desaparece de su cara.

a.
HANNA
¿Cómo se siente?
am
IDA
dr

Ya sabe que no tengo dinero.


an

BROWN
¿Quién habla de dinero? ¿Me has pagado con dinero hasta ahora?
al

Ida lo entiende. Se vuelve a acercar a Brown y se dispone a


at

desabrocharle los pantalones. Él la detiene.


.c

SÁLOMON
w

¿Qué intenta? ¿Humillarme?


w

Hanna ríe. Su risa parece sincera, sin malicia.


w

BROWN
No. Esta vez no habrá suficiente con una mamada rápida. Por
cuatro pastillas, aún, pero ahora estamos haciendo negocios serios,
tú y yo.

HANNA
Tiene un concepto de la humillación realmente curioso.

BROWN
No te puedes ni imaginar cómo ha subido el precio de los billetes de
avión últimamente.

IDA
Haré lo que sea.

Página 50
La piel en llamas

Brown sonríe, malicioso. Se dirige a su maletín. Guarda los papeles en él


y saca una cuerda. Mientras habla, se la va enrollando en una mano de
manera lenta y amenazante.

HANNA
Me da lástima, ¿sabe? No creo que le mate. Aún le haría un favor.

SÁLOMON
¿Qué quiere entonces?

HANNA
Aún no lo sé. (Adoptando el tono de Sálomon del principio) Pero siéntese,
póngase cómodo. Ya pensaremos algo.

Sálomon lo hace. Hanna saca un paquete de tabaco de su bolsa y enciende un


cigarro.

t
BROWN

ca
Para empezar, te meterás en la bañera y dejarás que me orine
encima de ti. Si te digo que abras la boca, abrirás la boca. Si te digo

a.
que tragues, tragarás. Después vendremos a la cama y te ataré. No
am
sé cómo, aún. Me gusta improvisar. Lo único seguro es que no te
podrás mover por ti misma. Yo lo haré por ti. Te penetraré por la
vagina y por el ano. En ese momento te recomiendo que te relajes.
dr

Me he dejado la vaselina en casa y si estás tensa... bueno, no


querría hacerte más daño del necesario. La boca te la taparé con
an

algo. Ya veremos qué. Si te lo saco será sólo para que chupes, no


para que hables. ¿Lo has entendido? Nada de hablar. Ni una
al

palabra. Eso sí, si quieres puedes llorar. Estará bien si lloras. Si lo


at

haces, todo será, sencillamente, perfecto. ¿Tienes alguna pregunta?


.c

Ida, inexpresiva, casi muerta, niega con la cabeza como un autómata y


empieza a desabrocharse el cinturón del albornoz.
w
w

BROWN
Pues no esperemos más.
w

Brown coge las cortinas del arco que separa la salita de la habitación y
las corre con fuerza. El ruido de las anillas de metal sobre la barra suena
a sentencia de muerte y se mezcla con otro ruido, mucho más
ensordecedor, que proviene del exterior, como un trueno demasiado
cercano, como una montaña que se rinde y decide hundirse.

Sálomon se alerta por el ruido. Hanna mantiene la calma.

SÁLOMON
¿Qué ha sido eso?

HANNA
Seguramente un edificio que se ha desplomado. Ocurre a menudo. La
guerra los ha agujereado demasiado.

Página 51
La piel en llamas

Sálomon mira instintivamente las paredes de la suite.

HANNA
No sufra por el hotel. Éste no se va a caer. Adivine quién se alojaba aquí
durante la guerra.

Pausa.

HANNA
¿No me quiere preguntar nada?

SÁLOMON
Creía que la entrevistadora era usted.

HANNA
No se haga el interesante. Sé que se muere de ganas.

t
SÁLOMON

ca
Se equivoca.

a.
HANNA
Me ha buscado durante veinte años... ¿y ahora tiene los huevos de
am
decirme que no me quiere hacer ninguna pregunta?
dr

SÁLOMON
Exacto.
an

HANNA
al

Y por qué si se puede saber.


at

SÁLOMON
Porque dudo que sea usted.
.c
w

HANNA
Lo duda.
w
w

SÁLOMON (Asiente)
No me creo ni una palabra de lo que me ha contado. Seguramente no es
más que una... fanática en busca de atención.

HANNA
Le he dicho que no me insulte.

SÁLOMON
Lo siento, es lo que creo.

HANNA
¿Entonces, por qué no ha huido antes?

Pausa. Sálomon reflexiona.

SÁLOMON

Página 52
La piel en llamas

Demuéstremelo. Quiero pruebas.

HANNA
¿No confía en mi palabra?

SÁLOMON
¿Se supone que he de confiar en alguien que me está apuntando con un
arma?

Ahora es Hanna quien reflexiona.

SÁLOMON
Una muerte coherente. Eso es lo que ha dicho. Si tiene que matarme,
¿no cree que antes debería asegurarme de que usted es la persona
adecuada? Ése era su plan, ¿no? Pues sigámoslo. Sea coherente usted
misma y convénzame.

t
Tras un momento de reflexión, Hanna se coloca delante de Sálomon, deja la

ca
pistola a un lado y empieza a desabrocharse la blusa, lentamente. Cuando la
tiene bien abierta, se gira y descubre parte de su espalda superior. Con una

a.
mano se levanta los cabellos. Vemos que la espalda de Hanna, la nuca y parte
am
del cuero cabelludo están invadidos por una enorme cicatriz, resultado de una
quemadura.
dr

Hanna se mantiene en esta posición mientras Sálomon la observa sentado,


inexpresivo. En un momento dado, se incorpora y se acerca a la mujer. Sus
an

manos tiemblan un poco, echando en falta los guantes, cuando las sitúa sobre
los hombros de Hanna, sin atreverse a tocarlos. Respira profundamente y, con
al

la expresión de quien llega a casa tras un largo viaje, pasa los dedos por
encima. Poco a poco, recorre la superficie de la piel deformada por el fuego.
at
.c

Al cabo de un rato, separa las manos, como si estuviese haciendo algo malo y
esperase su castigo. Se retira un paso. Ve la pistola. Advierte que está a su
w

alcance. Se da cuenta de que podría salvar la vida. Hanna se gira mientras se


w

vuelve a poner la blusa. Se miran. Miran el arma. Ambos la tienen a la misma


distancia. Ambos podrían cogerla...
w

Pero nadie lo hace. En vez de eso, Sálomon se aleja de la mujer, mirándose


las manos. Hanna acaba de abrocharse.

HANNA
¿Me cree ahora?

SÁLOMON
No.

HANNA
Pues no se me ocurre una prueba más concluyente.

SÁLOMON

Página 53
La piel en llamas

Tendrá que esforzarse más. Usted no es la única chica del País con la
piel quemada.

HANNA
Claro que no. Pero mis marcas coinciden con las quemaduras de la foto.
¿No cree que sería demasiada casualidad?

SÁLOMON
Nadie habla de casualidades.

HANNA
¿Qué insinúa?

SÁLOMON
Antes me ha dicho que se había leído mis libros.

HANNA

t
Y qué.

ca
SÁLOMON

a.
Ya debe saber que en todos estos años han sido muchas las mujeres que
am
han afirmado ser ella. La mayoría aseguraban que las llamas no habían
llegado a consumir su piel, o que con los años las heridas habían
desaparecido. Pero otras...
dr

HANNA
an

Se lo hicieron ellas mismas.


al

SÁLOMON
Hay personas que están dispuestas a cualquier cosa por dinero, por la
at

fama o, simplemente, por vivir en Occidente.


.c

HANNA
w

Esa gente está enferma.


w

SÁLOMON
w

Hubo madres que llegaron a… los primeros años… Me traían a sus niñas
pequeñas… deformadas por el fuego.

HANNA
Yo no soy así.

SÁLOMON
Eso yo no lo sé.

HANNA
¿Pero cómo puede creer que yo...

SÁLOMON
Le repito que no sería la primera.

HANNA

Página 54
La piel en llamas

He arrastrado esta... monstruosidad... toda mi vida. Usted no tiene ni idea


de lo que comporta. Ni puta idea. A veces aún me duele, ¿sabe?
Después de tanto tiempo...

SÁLOMON
Lo siento, pero usted es una impostora hasta que no me demuestre lo
contrario. Una impostora igual de loca que las demás.

HANNA
Las demás querían aprovecharse de usted con mentiras. Yo no le he
pedido nada.

SÁLOMON
No. Usted sólo quería matarme.

Hanna echa un vistazo a la pistola, abandonada a su suerte como un


escarabajo.

t
ca
SÁLOMON
Y quizás aún quiere. No crea que se lo voy a poner más fácil que a ellas.

a.
HANNA
am
Está bien. Pues pregunte. Pregúnteme algo que sólo pueda saber yo.
dr

SÁLOMON
¿Qué sentido tiene? Seguramente se ha estudiado toda la bibliografía
an

que se ha publicado sobre mi foto. Conocerá lo que ocurrió mejor que yo


mismo.
al

HANNA
at

Algo habrá que no se haya hecho público. Algún detalle que se ha


.c

guardado para usted, por si llegaba este momento. Estoy segura.


w

SÁLOMON
w

Quizás sí.
w

HANNA
Claro que sí.

Sálomon reflexiona. Se dirige a la nevera y se vuelve a servir un whisky en el


vaso de plástico. Tras tocar cualquier cosa, se pasa la mano por los
pantalones, como queriéndose quitar de encima una suciedad invisible.

SÁLOMON
¿Cuántos años tenía entonces?

HANNA
Siete.

SÁLOMON
¿Conserva muchos recuerdos de ese día?

Página 55
La piel en llamas

HANNA
Algunos. Pocos. Los menos importantes, supongo. Pequeños detalles. Le
seré sincera. Hay cosas que no sé exactamente si son recuerdos, o
imaginaciones, o imágenes que me asaltaron después, cuando leía sus
libros… Todo es como una nebulosa…

SÁLOMON
Una nebulosa… Una buena manera de cubrirse las espaldas, por si
comete algún error.

HANNA
Esa mañana desayuné un vaso de leche y un plátano. Me acuerdo
perfectamente porque hacía meses que no comía fruta.

SÁLOMON
Eso no nos ayuda mucho.

t
HANNA

ca
Durante todo el día sopló un viento muy fuerte, del norte, creo.

a.
SÁLOMON am
Pasa a menudo en esa época del año. Sea más concreta, por favor.

HANNA
dr

Es que no sé qué espera oír.


an

SÁLOMON
Pues, por ejemplo, por qué no sabían nada de usted los misioneros y los
al

profesores de la escuela. ¿Por qué no la reconocieron cuando les mostré


la fotografía?
at
.c

HANNA
Ésa no era mi escuela.
w
w

SÁLOMON
¿Ah, no? ¿Y cuál era?
w

HANNA
La del orfanato de las monjas Escolapias. Estaba ahí cerca, seguro que lo
recuerda. Antes de llegar al Mercado Central.

SÁLOMON
Muy adecuado.

HANNA
¿Qué quiere decir?

SÁLOMON
Aquel orfanato fue destruido cuando cayó la ciudad y, como seguramente
sabrá, no quedó ni una monja con vida, y aún menos virgen, cuando los
rebeldes lo ocuparon. Ningún testigo que pueda confirmar su historia.

Página 56
La piel en llamas

HANNA
Es la verdad.

SÁLOMON
En ese caso debería darme las gracias.

HANNA
No veo por qué.

SÁLOMON
Si no le hubiese caído la bomba encima, habría vuelto al orfanato en el
que asegura haber estudiado y habría acabado violada, mutilada y
muerta en manos de unos guerrilleros sin escrúpulos. Y no
necesariamente en ese orden.

Hanna no responde.

t
SÁLOMON

ca
Si esa no era su escuela, ¿qué hacía allí?

a.
HANNA am
Después de clase, fui a buscar a una amiga mía que sí estudiaba en ese
centro.
dr

SÁLOMON
¿Cómo se llamaba?
an

HANNA
al

Ida.
at

SÁLOMON
¿Ida qué?
.c
w

HANNA
w

Ida... no lo sé.
w

SÁLOMON
Ida es un nombre común aquí. ¿Cómo la llamaban los misioneros?

HANNA
No lo sé.

SÁLOMON
¿No me ha dicho que eran amigas? Debería recordarlo.

HANNA
¡Le digo que no lo sé, hostia! Se llamaba Ida. ¡Ida y punto!

Pausa.

SÁLOMON
¿Por qué fue a verla?

Página 57
La piel en llamas

HANNA
Tenía que darme un libro.

SÁLOMON
¿Qué libro?

HANNA
El que sale en la foto.

SÁLOMON
¿Y quedaron en la escuela?

HANNA
Sí.

SÁLOMON
¿Y por qué no en su casa? O en el orfanato.

t
ca
HANNA
No lo sé.

a.
SÁLOMON
am
Quizás sus clases acababan antes que las de ella.
dr

HANNA
No lo sé. Quizás sí. No me acuerdo.
an

SÁLOMON
al

¿No oyó las sirenas?


at

HANNA
Sí, pero me entretuve.
.c
w

SÁLOMON
¿Por qué?
w
w

HANNA
Estaba cagando.

SÁLOMON
¿Y su amiga no la esperó?

HANNA
Ya sabe que no.

SÁLOMON
¿No la vio nunca más?

HANNA
No.

SÁLOMON

Página 58
La piel en llamas

Tan amigas que eran... ¿No fue a verla al hospital, después?

HANNA
Yo no he dicho que me llevaran a ningún hospital.

SÁLOMON
¿A dónde la llevaron entonces?

HANNA
No lo sé.

SÁLOMON
Claro. Tampoco lo sabe.

HANNA
Qué le voy a hacer.

t
SÁLOMON

ca
Sólo recuerda lo que le conviene.

a.
HANNA
¿Cree que tengo memoria fotográfica?
am
SÁLOMON
dr

Creo que se lo está inventando todo. Lo único que me cuenta son


anécdotas imposibles de comprobar. Lo que quiero son datos. Datos
an

concretos. Qué ocurrió después. A dónde fue. A quién conoció.


al

HANNA
Los primeros recuerdos que conservo después de la explosión son de
at

cuando tenía diez y once años.


.c

SÁLOMON
w

De nuevo, muy adecuado. Una amnesia provocada por el shock siempre


w

ayuda, ¿verdad?
w

HANNA
Me contaron que se me habían llevado a las montañas del sur antes de la
caída de la ciudad. Es lo único que sé. Allí crecí, estudié y no volví aquí
hasta que fui mayor. Fue entonces cuando vi su maldita foto por primera
vez.

Pausa. Sálomon consulta su reloj.

SÁLOMON
Esta conversación está empezando a cansarme. La he escuchado en
demasiadas ocasiones ya.

Hanna reflexiona. Se mira la pistola. Sálomon también. La observan como si el


arma les estuviese susurrando un secreto al oído.

HANNA

Página 59
La piel en llamas

De acuerdo, supongamos que tiene razón. Que todo es mentira. ¿Por qué
debería querer matarle entonces?

SÁLOMON
A lo mejor sólo quería hacerme creer que quería matarme.

HANNA
Un poco rebuscado, ¿no cree?

SÁLOMON
¿Por qué no lo hecho, entonces?

HANNA
¿Por qué no lo ha hecho usted?

Vuelven a mirarse, desafiantes. Sálomon apura el vaso de whisky.

t
SÁLOMON

ca
Volvamos al momento de la explosión.

a.
HANNA
¿Qué quiere saber?
am
SÁLOMON
dr

Usted está en el lavabo y oye las sirenas. ¿Qué hace?


an

HANNA
Me asusto. Salgo lo más rápidamente posible.
al

SÁLOMON
at

Tan rápido no puede ser. Los aviones aún tardarán un rato.


.c

HANNA
w

Me entretengo. Vuelvo atrás.


w

SÁLOMON
w

¿Por qué?

HANNA
Me he dejado el libro. Me doy cuenta cuando estoy a punto de salir a la
calle.

SÁLOMON
¿Están a punto de bombardear la ciudad y usted sólo piensa en un libro?

HANNA
Es el libro de Ida, mi amiga. No lo puedo perder.

SÁLOMON
Es lo único que tiene.

HANNA

Página 60
La piel en llamas

Es lo único que tengo. Subo las escaleras corriendo. No veo a nadie.


Todos han huido. Entro en el baño, pero no encuentro el libro. No
entiendo nada hasta que me doy cuenta de que me he equivocado de
piso. Es entonces cuando oigo los aviones.

Hanna parece hacer un esfuerzo por recordar. A medida que habla, sus
propias palabras la van afectando más y más.

SÁLOMON
Continúe.

HANNA
El libro está en el piso superior. Lo cojo y corro hacia las escaleras. Las
bajo de tres en tres. Tropiezo. Me caigo. Me hago daño en la rodilla. Me
sale sangre, pero no lloro. Oigo los motores de los bombarderos encima
de mí. Los cristales de las ventanas tiemblan. Un proyectil debe de haber
explotado cerca. Me levanto. Me duele la pierna, pero me doy prisa. Llego

t
al vestíbulo. Tengo miedo. El ruido de los aviones es tan fuerte que

ca
parece que hayan entrado dentro del edificio y me persigan como perros
salvajes. Otra explosión. Las vigas crujen. Cae polvo del techo. Yo sólo

a.
pienso en correr, correr, correr... Salgo de la escuela. La plaza está
am
desierta. Me falta el aire. Quizás por el cansancio, o por el pánico, no lo
sé... Miro a mi alrededor. Todos los edificios me parecen iguales. No
encuentro el refugio. Me detengo. Intento ver a alguien, alguna cosa que
dr

me diga “¡ven, Hanna, es por aquí!” Pero no veo nada, no veo a nadie. Lo
único que pienso es “sálvate, sálvate” pero mis pies están clavados en el
an

suelo. Miro hacia arriba. Me acuerdo perfectamente. Miro hacia el cielo y


los veo. Recortados entre las nubes, como buitres. Me clavan los ojos. Y
al

de repente...
at

Hanna no puede continuar. Es como si los recuerdos la hubiesen transportado


.c

a una dimensión onírica.


w

Un grito escalofriante de Ida surge del otro lado de las cortinas. Es un


w

grito de dolor extremo que rasga el aire y acaba ahogado por una
w

mordaza de llanto contenido.

Sálomon està está absorto con la historia de Hanna.

SÁLOMON
¿Y de repente?

HANNA
A partir de aquí no recuerdo casi nada. Sólo sensaciones, imágenes fijas,
irreales, como si las hubiese soñado. Un silencio brutal, una sola nota,
muy aguda, que me perfora el cerebro. Y oscuridad...

SÁLOMON
¿Nada más?

HANNA

Página 61
La piel en llamas

No lo sé.

SÁLOMON
¿Me vio?

HANNA
¡No lo sé!

SÁLOMON
Estaba allí. Yo estaba allí. ¿Me vio mientras saltaba por los aires, Hanna?

HANNA
¡¡No lo sé!! ¡¡No lo sé!!

SÁLOMON
Claro que sí. Me vio. Fue una milésima de segundo, pero me vio.
Apuntándola con la cámara.

t
ca
HANNA
La cámara... un ojo negro, negro y brillante... que me miraba.

a.
SÁLOMON
am
¿Y qué más?
dr

HANNA
Sólo es un sueño.
an

SÁLOMON
al

¡Qué más!
at

HANNA
Una camisa, una chaqueta, quizás.
.c
w

SÁLOMON
Una chaqueta. ¿De qué color?
w
w

HANNA
No lo sé.

SÁLOMON
Sí lo sabe.

HANNA
¿Amarilla?

SÁLOMON
Amarilla.

HANNA
Y algo más.

SÁLOMON

Página 62
La piel en llamas

Qué.

HANNA
De otro color.

SÁLOMON
¿Rojo?

HANNA
Sí.

SÁLOMON
¿Dónde?

HANNA
¿Es sangre?

t
SÁLOMON

ca
Le he preguntado dónde.

a.
HANNA
¿En el brazo?
am
SÁLOMON
dr

Un brazalete.
an

HANNA
Un brazalete.
al

SÁLOMON
at

Un brazalete blanco con la palabra “prensa” escrita en letras rojas.


.c

Pausa larga.
w

Brown descorre las cortinas poco a poco. Está a medio vestir, sudado,
w

satisfecho. Encima de la cama, Ida, deshecha, rota, exhausta,


w

completamente desnuda y con las manos atadas a la espalda. La cuerda


también le rodea el cuello. Tiene los ojos abiertos, clavados en la nada,
concentrada sólo en odiar y respirar. No se mueve.

Brown enciende un cigarro y observa a Ida como un pintor contempla su


propio cuadro tras la última pincelada.

SÁLOMON (En un susurro)


Hanna...

Hanna no responde, como si nadie hubiese pronunciado su nombre. Sálomon


la observa, no sabemos si con fascinación, sorpresa o miedo.

SÁLOMON
Podrías ser tú...

Página 63
La piel en llamas

HANNA
¿Me crees ahora?

SÁLOMON
Claro que podrías ser tú... Mírame a los ojos.

Hanna le mira.

SÁLOMON
¿Por qué has esperado tanto? ¿Por qué no has dicho nada antes?

HANNA
Me habrían tomado por loca.

SÁLOMON
¿Te das cuenta de lo que significa, si realmente fueses tú?

t
HANNA (Asiente)

ca
Que tengo todos los motivos del mundo para odiarte.

a.
SÁLOMON
Los mismo que yo, Hanna. Los mismos que yo.
am
Dicho esto, Sálomon se acerca al bloc en el cual Hanna ha hecho del dibujo.
dr

Se lo mira y parece que le hable a él y no a la mujer.


an

SÁLOMON
Hoy. Precisamente hoy.
al

Pasa la mano por encima del dibujo.


at

SÁLOMON
.c

Un desgraciado. Incapaz de aprovechar ninguna oportunidad en la tierra


w

de las oportunidades. Lo has dicho antes. Y tenías razón. Hace veinte


años te perdí. Y desde entonces... El miedo. Sólo el miedo. Y la foto.
w

Siempre la foto. La maldita foto.


w

Pausa. Respira profundamente. Mira a Hanna. Mira el dibujo y sigue


hablándole.

SÁLOMON
Llegó un momento que no quería mirarla. No quería mirarte. En tus ojos
había terror, sorpresa, tristeza... Me miraste a punto de morir y vi todo
eso. Pero sobretodo, desprecio. Desprecio por mi, por nosotros, por todos
aquellos que tuviesen la indecencia de seguir viviendo. Desprecio.
Desprecio. Eso es lo que me hacías sentir. Tú. (Mira a Hanna) Ella.

Pausa.

SÁLOMON
Murió sin mi. Mientras yo trataba de encontrarte. Murió en ese Occidente
de colores pastel. ¿Qué sentido tiene el paraíso si no puede salvarle la

Página 64
La piel en llamas

vida a una niña pequeña? Mi mujer no supo perdonarme. No sabía qué


había que perdonar, pero no supo hacerlo. Y supongo que yo tampoco.

Pausa.

SÁLOMON
Escondí todas las copias que tenía. Todas. La original, las portadas de
las revistas que había hecho enmarcar, tan orgulloso... Lo escondí todo
en el desván. ¿Y puedes creerte que no he vuelto a subir al desván en
veinte años?

Brown apaga el cigarro y empieza a desatar a Ida, con delicadeza


paternal. Ella se deja hacer, sin fuerzas. La cuerda ha dejado profundas
marcas en su piel.

SÁLOMON
Pero no dejé de verte. A ti. A ella. Da lo mismo. No pude dejar de veros.

t
Estabais en todas partes. En todas partes. En la televisión, en la calle, en

ca
las tiendas de recuerdos, en los restaurantes de comida rápida... Cuando
pensaba que podía empezar a olvidaros, tus ojos me volvían a atacar

a.
desde el lugar más inesperado. Traidores, siempre. Mirándome desde
am
cualquier rincón de la ciudad. Des de cualquier ciudad del mundo.

Sálomon deja el bloc al lado de la pistola. Coge el arma y la sostiene de


dr

manera despreocupada. Hanna se pone alerta.


an

SÁLOMON
Habría dado lo que fuese por borrar esos ojos. Para quitármelos de la
al

cabeza. Para siempre. Yo también fui una víctima. Occidente no te


inmuniza de la desgracia, de la muerte, de un mundo podrido... Mi
at

mundo.
.c

Sálomon se ha acercado a Hanna. Se planta delante suyo y la apunta con el


w

arma.
w

SÁLOMON
w

Nunca habría pensado que las cosas acabarían así, que sería capaz de
hacer... lo que estoy a punto de hacer.

Estas palabras asustan a Hanna, pero se contiene. No se mueve. Parece que


Sálomon vaya a disparar, pero no lo hace. En vez de eso, gira la mano hacia
arriba y ofrece el arma a Hanna. Ésta respira aliviada y la coge.

BROWN
Has estado fantástica. No entiendo por qué no te has hecho
profesional. Te habrías ganado bien la vida.

Brown ha acabado de desatar a Ida y se ha empezado a vestir. Ida se


incorpora lentamente y se cubre con el albornoz. Evita tocarse la piel,
como si estuviese impregnada de vómito.

Página 65
La piel en llamas

SÁLOMON
Ven conmigo.

HANNA
¿A dónde?

SÁLOMON
Hay un montón de gente que te querrá conocer. Querrán oir tu historia y
volverse a emocionar, como hace veinte años.

HANNA
No es esto lo que buscaba.

SÁLOMON
Yo tampoco. Pero no nos queda más opción. El pasado no lo podemos
cambiar. Olvidémoslo. Da igual quién he sido yo y quién has sido tú. A
partir de ahora podemos ser lo que nosotros queramos.

t
ca
Hanna no responde.

a.
SÁLOMON am
¿Entiendes lo que quiero decir?

HANNA (Asiente)
dr

¿Y si me niego?
an

SÁLOMON
No lo harás.
al

Ida se ha quedado sentada en la cama, sin reaccionar.


at

BROWN
.c

No te quedes ahí plantada. Vístete. Tenemos que dejar la habitación


w

antes de las doce.


w

SÁLOMON
w

Ni te imaginas todo lo que te espera ahí fuera.

BROWN
Tiene que llegar un nuevo cliente.

Sálomon ofrece la mano a Hanna. Ella duda, pero finalmente le da la suya.


Encajan. Sonríen.

BROWN
¿Me oyes?

Ida se gira levemente hacia él, como si le oyese de manera amortiguada y


no estuviese segura que haberle entendido.

IDA
¿Qué?

Página 66
La piel en llamas

BROWN
Que tienes cinco minutos para dejar la habitación.

HANNA
Tienes las manos suaves, no me lo esperaba.

Sálomon deja su mano y se dirige al teléfono. Descuelga. Llama.

Brown ya se ha vestido. Guarda la cuerda en su maletín.

SÁLOMON (Al teléfono)


¿Brown? Sálomon. (...) ¿Estás en el Palacio Presidencial, ya? (...) Sí,
claro que llegaré a tiempo. Contad conmigo y poned un cubierto más.
Traeré a una invitada muy especial. (...) Seguro que os encantará
conocerla. (...) A la mierda el protocolo. Hazme caso. (...) A mi lado, sí.
(...) Quiero volver a ser el protagonista, amigo mío. (...) Sí, hasta luego.

t
Y cuelga..

ca
SÁLOMON

a.
Recoge tus cosas. El gobierno te invita a comer.
am
Hanna guarda la pistola y el bloc en su bolso.
dr

BROWN
Ida. ¿Me has entendido?
an

Ida no responde.
al

BROWN
at

Mira, ya te las apañarás. Si quieres que te echen a patadas es tu


problema.
.c
w

Coge el maletín y se dirige a la salida.


w

HANNA
w

¿Vamos?

IDA
Doctor Brown.

SÁLOMON
Adelántate y espérame en recepción. Tengo que arreglarme un poco.

BROWN
Dime.

HANNA
Como quieras.

Hanna va a salir.

Página 67
La piel en llamas

IDA
¿Va al hospital?

BROWN
¿Cuándo? ¿Ahora?

SÁLOMON
Hanna, espera.

Hanna se detiene, al lado de Brown.

IDA
Ahora, esta tarde, cuando sea.

BROWN
¿Por qué quieres saberlo?

t
Ida se levanta lentamente. Cogerá el libro de encima de la mesilla de

ca
noche y se lo dará.

a.
SÁLOMON
Cuando cuentes tu historia al Ministro y a los embajadores... no digas que
am
miraste al cielo cuando estabas en medio de la plaza. La niña no lo hizo
nunca. Y mi chaqueta era blanca. No amarilla.
dr

Hanna le lanza una mirada seria.


an

SÁLOMON
al

No queremos que nadie piense que eres una impostora, ¿verdad?


at

HANNA
No, claro que no.
.c
w

SÁLOMON
Venga, vete. Yo ahora bajo.
w
w

Hanna dibuja media sonrisa, coge la puerta y sale.

Brown se mira el libro que le ha dado Ida.

IDA
Es el libro para Sara. Se lo dará a la enfermera, ¿verdad? Es el
último favor que le pido.

Sálomon encuentra sus guantes. Va a ponérselos, pero lo piensa mejor y los


deja de lado.

IDA
Sobre todo que imiten a los animales. Si no imitan a los animales, el
cuento no tienen ninguna gracia.

Brown lanza el libro con desprecio sobre la cama.

Página 68
La piel en llamas

IDA
¿Qué hace?

BROWN
Ida, tu hija murió anoche.

Ida no responde. Las palabras de Brown la han abierto en canal de arriba


abajo y el alma se le escapa por las heridas.

BROWN
Lo siento.

Y dicho esto, se va. Ida se queda quieta, como una estatua de sal,
tratando de asimilar lo que Brown le ha dicho, aterrada, descompuesta.

Sálomon se pone la chaqueta y se acerca al ventanal. Pone las manos en el


alfeizar. Respira profundamente. Mira hacia abajo.

t
ca
Ida reacciona. Corre hacia el teléfono. Descuelga. Llama..

a.
IDA (Al teléfono, en un susurro)
Buenos días. ¿Es el Hospital de la República? (...) Llamo para saber
am
si... La paciente de la habitación 161... Sí, curas intensivas...
Cómo... ¿Cómo está? (...) Su madre. (...) Ida... (Está a punto de
dr

decir su apellido, pero la cortan) Sí, espero.


an

La espera se le hace eterna. Aún mantiene algo de esperanza de que la


información de Brown pueda ser falsa...
al

IDA (Al teléfono)


at

Sí, sigo aquí.


.c

Mientras escucha, la expresión de Ida se va ensombreciendo. Abre la


w

boca para emitir un grito que no oímos. Sólo lo escucha ella, dentro de su
w

cabeza. Sin responder, cuelga. El clic del auricular adquiere una


sonoridad sentenciante.
w

Lentamente, incapaz de llorar, se dirige a la mesilla de noche. Coge las


cajas de medicamentos. Se sienta en la cama y, como antes, las acaricia
como si fuesen la posesión más preciada que tiene.

Sálomon se separa del ventanal. Cuando se gira, alguna cosa sobre la cama le
llama la atención. No la había visto antes. En ese momento, parece que las
miradas de Sálomon e Ida se crucen. El hombre se acerca a ella para coger el
libro que Brown ha lanzado.

Lee el título y siente un nudo en la garganta. Lo reconoce. Lo recuerda. Acto


seguido, vuelve a mirar hacia el ventanal. El viento mueve las cortinas.

Vuelve al libro. Lo abre. Lo hojea. Encuentra la foto entre sus páginas. La saca.
La observa. Y deja ir una lágrima. Lentamente, casi ceremonialmente, lo cierra

Página 69
La piel en llamas

y, como si fuese el objeto más delicado del mundo, se lo lleva con él fuera de
la habitación. Y parece que cojee más que nunca.

Ida se levanta, insegura. Sus movimientos son lentos, torpes. Se lleva la


mano a la barriga, como si se resintiese de la vida que le han arrancado
del vientre. Va hacia el ventanal, con pasos de robot. Una vez allí, se
saca el albornoz y lo lanza sobre la cama, con rabia. Antes de subirse al
alfeizar de la ventana, se pasa la mano por el hombro, como para
asegurarse de que su piel quemada sigue ahí.

Una vez encima, espera unos segundos. El aire le mueve el pelo. Le


cuesta mantener el equilibrio. De repente, comprende que no lo quiere
mantener, el equilibrio.

Y se deja caer al vacío.

La escena ha quedado exactamente igual que al principio.

t
ca
Una violenta brisa vuelve a hacer ondear las cortinas. De repente, el grito
de mujer. Lejano, de la calle, diez pisos más abajo. Una nube amortigua

a.
la luz del sol. Silencio. Se abre la puerta y entra Sálomon con una maleta.
am
Con la misma maleta que al principio.

Detrás suyo, de nuevo, Hanna. Se lo vuelve a mirar todo con suspicacia y


dr

vuelve a caminar temiendo que el suelo se esté a punto de abrir bajo sus
pies.
an

SÁLOMON (Indignado)
al

El mejor hotel de la ciudad. Bueno, eso es lo que dicen. El mejor


hotel de la ciudad y tengo que subirme la maleta yo mismo. (A
at

Hanna) Pase, pase. No se quede en la puerta. No vayan a creer


.c

que... Pase, siéntese.


w

Hanna pasa, cierra la puerta y no se sienta. Sálomon ve la cama


w

deshecha y un albornoz blanco encima. Deja la maleta en el suelo y unos


papeles encima de la mesita.
w

SÁLOMON
Y encima esto. Pero qué cojones tienen... (A Hanna) Lo ha oído,
usted, ¿verdad? Lo ha oído tan bien como yo. La mejor suite del
mejor hotel de la ciudad. Y ya ve.

HANNA
Las cosas aquí no son como en su país, señor Sálomon.

SÁLOMON
Las cosas aquí no son como en ninguna otra parte del mundo,
afortunadamente.

Página 70
La piel en llamas

Sálomon mira con asco a su alrededor. De repente, se gira hacia la


ventana, como si algo reclamase su atención a gritos. Por unos instantes,
tiene miedo.

HANNA
¿Pasa algo, señor Sálomon?

Oscuro.

t
ca
a.
am
dr
an
al
at
.c
w
w
w

Página 71

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