Está en la página 1de 12

Curso 2013-2014

EL ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL
DE D. BOSCO A SUS JÓVENES

FORMACIÓN PERMANENTE PARA COMUNIDADES SALESIANAS


[Santiago García Mourelo, sdb]
El acompañamiento espiritual de D. Bosco a sus jóvenes
Santiago García Mourelo, sdb

1. ACOTACIONES

1.1. El acompañamiento: ¿moda, opción estratégica, rasgo carismático?


La cuestión del acompañamiento es vista por muchos como una moda pastoral. Siendo
algo que siempre ha existido en la tradición de la Iglesia, aunque denominada de diversas
maneras—dirección espiritual, dirección de conciencia—, desde la década de los ’80 se
retomó su estudio y, en los ’90, su práctica dentro de los procesos de maduración en la fe.

Los motivos fundamentales que podemos intuir tras este renacimiento se deben,
fundamentalmente, a cuestiones sociológicas. Caídas las instituciones educativas
tradicionales —escuela, Iglesia, familia—, las personas buscan de manera individual su
propio camino sin apenas referencias. Consecuencias de ello son la dificultad en la
construcción de la identidad, la fugacidad de las experiencias, la relatividad de las
opciones… Cuestiones que calan más hondo, haciendo perder, incluso, la búsqueda de
sentido y la pérdida del sentido de la propia historia: la vida es acumulación de
experiencias que, si son gratas, mejor, pero que no conducen, ni tienen por qué
conducirnos, a ninguna parte.

En función de esta situación, la reflexión teológica y pastoral, y la praxis eclesial y


catequética, han puesto de relieve la mediación del acompañamiento. Es un medio que, en
esta coyuntura, se torna como necesario para facilitar la personalización —asimilación,
consistencia—, de los procesos e itinerarios de educación en la fe. No es el único, pero hoy
se asume como imprescindible.1

Con todo y con eso, en nuestra tradición carismática no es algo nuevo. Las Constituciones
lo marcan como uno de los «Criterios que inspiran nuestras actividades y obras» (Cons.
41) 2 , y los últimos Capítulos Generales lo recogen con asiduidad, explícita o
implícitamente.3 Como podremos ir viendo, el acompañamiento, para nosotros, va más
allá de las modas o de las estrategias pastorales. Es un rasgo de identidad carismática.

1.2. ¿Qué acompañamiento?


El hecho de haber aumentado la reflexión sobre este tema ha provocado, entre otras cosas
positivas, una devaluación del mismo o un confusión en su comprensión. Así, surgen

1 Cf. GARCÍA, J. M., «Accompagnamento spirituale dei giovani: quadro di riferimento», en ID.,
Acompagnare i giovani nello Spirito, LAS, Roma 1998, 103-103.
2 «…La educación y la evangelización de muchos jóvenes, sobre todo entre los más pobres, nos mueven

a llegarnos a ellos en su ambiente y a acompañarlos en su estilo de vida con adecuadas formas de


servicio». [Las cursivas son mías].
3 Cf. CGXXIII, 93, 104, 107-109, 124-128, 130-139, 146, 148, 150-156, 243, 252, 273, 284, 285; CGXXIV, 26, 39,

141, 174, 238, 242, 245, 247, 248, 256. Ya en el índice analítico, CGXXV, 37, 45, 141, 143, 146; CGXXVI, 20,
22, 70, 69, 72. Las referencias solamente indican el acompañamiento a los jóvenes, pudiéndose añadir los
números que describen al acompañamiento a los salesianos. También, entre otros, Cf. P. CHÁVEZ,
Queridos salesianos ¡Sed Santos!, CCS, Madrid 2002, 21 (Separata ACG, 379); ID, «Da mihi animas, cetera
tolle». Identidad carismática y pasión apostólica, CCS, Madrid 2006, 46 (Separata ACG, 394); ID. «Señor
queremos ver a Jesús». A imitación de D. Rua, como discípulos auténticos y apóstoles apasionados, llevamos el
Evangelio a los jóvenes, CCS, Madrid 2010, 14-21.

Formación para Comunidades Salesianas

2
El acompañamiento espiritual de D. Bosco a sus jóvenes
Santiago García Mourelo, sdb

clasificaciones en el acompañamiento, como por ejemplo: personal, comunitario,


ambiental, institucional, profesional, ordinario, sistemático, extraordinario, etc., o
inferencias de otro tipo de terminología y práctica: relación de ayuda, seguimiento
personal, counseling, orientación, etc., llegando a degenerar este ministerio4: al final todo es
acompañamiento, es decir, nada.

¿A cuál nos referimos nosotros? ¿En cuál podemos fijar la mirada en D. Bosco? La
concreción es sencilla: Al acompañamiento espiritual. Entendiendo por él, la «relación
continuada entre dos personas en la que una de ellas, mediante frecuentes conversaciones,
ayuda a la otra a buscar y realizar la voluntad de Dios según su vocación particular,
buscada mediante el discernimiento espiritual, con el empleo de distintos recursos
verbales y de otros instrumentos pastorales».5

Pese a la concreción de la definición, bien podemos observar que puede llevarse a cabo de
muchos modos y maneras, en función de escuelas y carismas. Más adelante veremos la
peculiaridad del acompañamiento en D. Bosco, síntesis de su historia, contexto y
genialidad.

1.3. ¿Acompañamiento o dirección espiritual?


Una última acotación antes de entrar en la cuestión que nos ocupa. Ciertamente, referirnos
al «acompañamiento» en D. Bosco es un anacronismo. Él nunca utilizó esta palabra para
referirse a dicha realidad. Hijo de su tiempo eclesial, se refería a ella con la denominación
clásica de «dirección espiritual» y, en muchas ocasiones como veremos, se servía de la
Confesión para llevarla adelante.

Siendo conscientes de las distinciones —en función de la relación entre acompañante-


acompañado, de la directividad del método, de los temas tratados—, y de la evidente
diferencia entre confesión y acompañamiento, nosotros utilizaremos indistintamente
dirección espiritual-acompañamiento.6

2. EL ACOMPAÑAMIENTO EN D. BOSCO, CONCRECIÓN DE SU VIDA ESPIRITUAL


No es posible acercarse y comprender el acompañamiento espiritual en D. Bosco, sin
atender a algunos rasgos de su propia vida. Ellos son los que le dan la fisionomía
particular, el método original y la motivación específica.

2.1. Su historia
Tres son las personas por las que D. Bosco tuvo experiencia de ser acompañado de manera
significativa: Mamá Margarita, D. Calosso y D. Cafasso. Quizá hubo otras —Comollo,
Borel…—, pero serían estas las quienes marcarían su estilo y acentos en su ministerio
posterior.

4 La terminología del acompañamiento como ministerio fue adoptada por el Magisterio en el


documento Nuevas vocaciones para la nueva Europa (1997), 34.
5 GARCÍA DOMÍNGUEZ, L. M., El libro del discípulo, Sal Terrae-Mensajero, Santander-Bilbao 2011, 19.

6 Cf. SCHALER, J.-P., «Dirección espiritual», en LACOSTE, J.-Y., (Ed.), Diccionario Crítico de Teología, Akal,

Madrid 2007, 384-385.

Formación para Comunidades Salesianas

3
El acompañamiento espiritual de D. Bosco a sus jóvenes
Santiago García Mourelo, sdb

2.1.1. Mamá Margarita


D. Bosco mismo nos cuenta en las Memorias del Oratorio cómo Mamá Margarita tuvo que
hacerse cargo de su familia y qué acentos puso en su educación.

En época de carestía «a base de un esfuerzo infatigable y de una tenaz economía, sacando


partido de los recursos más pequeños y con alguna ayuda verdaderamente providencial,
se pudo salvar aquella crisis».7 En ese contexto, «su mayor preocupación fue instruir a los
hijos en la religión, enseñarles a obedecer y ocuparlos en cosas de su edad» (MO, 9).

En la educación religiosa realizada por Mamá Margarita, todos los estudiosos ponen un
énfasis especial. 8 Ella enseñaba a orar, a vivir en presencia de Dios, preparaba y
acompañaba a la celebración de los sacramentos, poniéndose ella misma como modelo
(MO, 9. 18-19). Este mismo amor hacia su hijo fue el que, años más tarde, profesaría a los
chicos del Oratorio. Lenti recoge las últimas palabras a su hijo: «Dios sabe cuánto te he
querido […] diles a nuestros queridos chicos que yo he trabajado por ellos y los he
querido como a una madre. Pídeles que recen por mí».9

2.1.2. D. Calosso
Pero fue con D. Calosso con quien D. Bosco comprendió «el significado de un guía fijo, un
amigo fiel del alma que hasta entonces no había tenido», «confiándole con naturalidad
toda palabra, pensamiento y acción». Fue de él de quien aprendió un modo de hablar
«franco» y «audaz», a dar la debida instrucción académica, sin faltar a otros deberes, a
adecuar las penitencias a su edad, a cuidar la Confesión y la Eucaristía, a dedicar un
tiempo diario de meditación o de lectura espiritual. «Desde aquel periodo —dice D.
Bosco—, comencé a gustar lo que es la vida espiritual, pues hasta aquel momento actuaba
más bien materialmente y como una máquina que hace las cosas sin saber por qué» (MO,
22).

Antes de la narración de su muerte, D. Bosco anota su cariño filial —«lo quería más que
un padre»—, fruto de una amor de correspondencia: «Aquel hombre de Dios me estimaba
tanto que, varias veces, me dijo: ‘No te preocupes por tu porvenir, mientras viva nada te
faltará; si muero también proveeré’». Creo que podemos afirmar que, lo que fue D.
Calosso para el joven Juanito, lo fue D. Bosco para sus jóvenes.10

7 J. BOSCO, Memorias del Oratorio, CCS, Madrid 72010, 8. En adelante las referencias en el texto (MO),
seguidas del número de página. Cf. F. PERAZA, Acompañamiento y paternidad espiritual en San Juan Bosco,
CCS, Madrid 2011, 128-130.
8 A. J. LENTI, D. Bosco: historia y carisma 1. Origen: de I Becchi a Valdocco (1815-1849), CCS, Madrid 2010,

155-158; F. DESRAMAUT, D. Bosco y la vida espiritual, CCS, Madrid 1994, 139-140; A. GIRAUDO, D. Bosco,
Maestro de vida espiritual, CCS, Madrid 2012, 9-12.
9 A. J. LENTI, D. Bosco: historia y carisma 1. o. c., 175.

10 Para ver los paralelismos cf. A. GIRAUDO, o. c., 22-32.

Formación para Comunidades Salesianas

4
El acompañamiento espiritual de D. Bosco a sus jóvenes
Santiago García Mourelo, sdb

2.1.3. D. Cafasso
Dos años o tres más tarde, el desconsolado Juanito, conoció a D. Cafasso cuando todavía
era estudiante de primero de teología11; quien se convertiría en su «maestro en Teología
pastoral, confesor y director espiritual […] durante los primeros veinte años de su
sacerdocio», 12 será quien realmente forjará su identidad sacerdotal. 13 En ella nos
detenemos a continuación.

2.2. Su ser sacerdote


Siendo niño, D. Bosco deseaba un estilo diferente de sacerdocio al que veía en algunos
clérigos. «Si yo fuera sacerdote, me gustaría actuar de otro modo; querría acercarme a los
niños, decirles palabras oportunas, darle buenos consejos» (MO, 27). Cuestión que
también volvería a anhelas en sus primeros años de seminarista. Gracias a los acentos
puestos por D. Cafasso en los años de estudio, D. Bosco dará forma a sus permanentes
deseos.

D. Cafasso le enseña a conjugar la santidad personal, el celo apostólico y el arte de la


pastoral. Todo inseparablemente unido. Lo anima particularmente a la atención de
quienes están al margen de la acción parroquial, lo pone en contacto con los jovencitos
más pobres y abandonados de la ciudad, lo implica en el catecismo de albañiles y
deshollinadores, lo compromete en la asistencia espiritual de los nuevos institutos de
caridad e instrucción que estaban aflorando en la ciudad (Cottlengo, Opera Pia Barolo, obra
de los Fratelli delle Scoule Cristiane), etc.14 Pero, sobre todo, se preocupó de cimentar y
consolidar la estructura interior del recién ordenado D. Bosco, concentrada en una
particular caridad pastoral. Ese era el centro motivacional que cultivaba con ardor, sin
perder de vista la propia debilidad.15

D. Cafasso presentaba a Jesucristo como el único modelo de sacerdote y animaba a la


conformación con él, como eje de toda la espiritualidad sacerdotal. 16 Para ello era
indispensable la ascesis, una clara, sincera y resuelta voluntad de lograrlo, y la plena
disponibilidad al Padre como expresión de «amor de benevolencia salesiano en el ‘éxtasis
de la vida y de la obras’».17

11 D. Bosco cita el encuentro en 1927, pero los críticos lo sitúan en 1930. Cf A. J. LENTI, D. Bosco: historia y
carisma 1. o. c., 203; A. GIRAUDO, o. c., 75.
12 A. GIRAUDO-G. BIANCARDI, Qui è vissuto D. Bosco. Itinerari storico-geografici e spirituali, ELLEDICI,

Leumann (Torino) 22004, 54.


13 «[…] si he realizado algún bien, se lo debo a este digno eclesiástico, en cuyas manos deposité todas las

decisiones, aspiraciones y acciones de mi vida.» MO, 88.


14 A. GIRAUDO-G. BIANCARDI, o. c., 152.

15 «Los sacerdotes, decía, son hombres como los demás, ‘sujetos igualmente a equivocarse, fallar,

resbalar, caer...’». A. GIRAUDO, o. c., 77.


16 Los rasgos que especialmente presentaba para imitación-conformación con Cristo eran: la pobreza de

Belén, la vida retirada y laboriosa de Nazaret, el espíritu de oración, la dulzura como expresión de la
caridad misericordiosa y la paciencia, mansedumbre y obediencia en la cruz. Cf. A. GIRAUDO, o. c., 79-
85.
17 A. GIRAUDO, o. c., 103.

Formación para Comunidades Salesianas

5
El acompañamiento espiritual de D. Bosco a sus jóvenes
Santiago García Mourelo, sdb

Esta profunda concentración cristológica en el ser sacerdotal de D. Bosco, tenía como


expresión la generación de un clima envolvente, magnetizado hacia su persona. D. Bosco
nunca habla de sí en esos términos, pero sí hacia el teólogo Borel que tendría como
modelo. En el segundo año de teología lo conoció: «Entró en la sacristía con aire jovial y
expresiones alegres, sazonadas con sentencias morales. […] admiramos su sencillez, la
viveza, la claridad y el fuego de caridad que manifestaba en cada una de sus palabras,
todos iban repitiendo que era un santo» (MO, 76). D igual modo, D. Bosco no utilizaba ese
magnetismo para sí, sino para ganar almas para Dios. Esa era su única obsesión.

Desde sus modelos y motivación personal, D. Bosco creó en el Oratorio un ambiente de


fuerte tensión espiritual que no pasó desapercibido a sus contemporáneos ni a sus
sucesores. D. Rúa recuerda las palabras que dirigió a un salesiano destinado a fundar un
oratorio en un lugar difícil: «Allí no hay nada, ni si quiera el terreno ni el local para reunir
a los jóvenes, pero el Oratorio festivo está en ti: si eres verdadero hijo de D. Bosco,
encontrarás muy bien dónde plantar y hacerlo crecer como un árbol magnífico y lleno de
frutos hermosos».18

3. EL ACOMPAÑAMIENTO, CONCRECIÓN DE UN AMBIENTE PASTORAL

3.1. Asistencia integral


La concreción de la caridad pastoral de D. Bosco fue el Oratorio. En él se propuso dar a los
jóvenes lo que no tenían y, también, lo que necesitaban. Como una reverberación de su
propia vida y de las personas que en ella se fueron cruzando, D. Bosco ofreció techo,
comida, formación académica y profesional, una ambiente familiar para huérfanos y
abandonados, y una rica formación religiosa y moral. 19 La asistencia y la intención
educativa de D. Bosco eran integrales. No cabía en su cabeza otra cosa, pues pensaba que
la recuperación de los valores terrenos, la educación de lo humano, tenía su plenitud lo
cristiano. Su urgencia y su celo era salvar almas, aquí y en la eternidad.20 Los chicos,
incluso Domingo Savio, iban al Oratorio para estudiar, pero la propuesta de D. Bosco iba
mucho más allá.21

3.2. Clima Pastoral


En función de esto, ofrecía una serie de elementos pedagógico-espirituales en el Oratorio.
Las prácticas de piedad que jalonaban los esfuerzos académicos, la celebración de los
sacramentos, las Buenas noches, la asistencia —que, más allá de la función educativa, se
tornaba en la propuesta de modelos ejemplares—, los grupos juveniles —llevados a

18 A. GIRAUDO, o. c., 102.


19 Cf. F. DESRAMAUT, o. c., 135-138.
20 Cf. J. B. LEMOYNE-A. AMADEI-E. CERIA, Memorias biográficas de San Juan Bosco, Vol. XVII, CCS, Madrid

1983, 100; J. BOSCO, Carta de Roma, en G. GHIGLIONE, Comentario a la Carta de Roma, CCS, Madrid 2010, 27.
En adelante MBe.
21 «[D. Savio]—¿me llevará a Turín para estudiar? [D. Bosco]—¡Eh! Me parece que hay buena tela» —[D.

Savio]¿Para qué puede servir esta tela? [D. Bosco]— Para hacer un bonito traje para regalar al Señor». J.
BOSCO, Vidas de jóvenes. Las biografías de Domingo Savio, Miguel Magone y Francisco Besucco, CCS, Madrid
2012, 70.

Formación para Comunidades Salesianas

6
El acompañamiento espiritual de D. Bosco a sus jóvenes
Santiago García Mourelo, sdb

delante por los jóvenes que más rápidamente habían respondido a su dirección
espiritual— y los Ejercicios espirituales. Entre todas las ofertas cabe subrayar dos: el
ejercicio mensual de la buena muerte y los libros como subsidio y propuesta espiritual.

Dentro la piedad popular y del contexto espiritual, el tema de los novísimos tenía una
gran relevancia. D. Bosco supo extraer toda su potencialidad para sus jóvenes afirmando:
«Es la clave de todo».22 Se trataba de un día de retiro, como sabemos, donde cada joven se
enfrentaba a la verdad de la existencia. 23 Más allá de la práctica concreta, creo que la
pregunta de fondo sigue teniendo relevancia en nuestros jóvenes y, de alguna manera, es
el hilo de fondo del acompañamiento. ¿Qué busco en la vida? ¿Lo que hago, las opciones
que tomo, me llevan hacia él? ¿Qué tengo que cambiar, mejorar, potenciar? ¿Está mi vida
de fe concretada en todos los ámbitos de mi vida? ¿Estoy, desde los criterios del
Evangelio, satisfecho con mi vida? Estas y otras cuestiones, son propias del joven y
necesita de espacios cuidados y de acompañamiento para que puedan respondérselas con
autenticidad. Junto a ello, el tema de la muerte es algo en lo que la educación y la cultura
actual, tienen grandes déficits. Cuestión que, no por ser olvidada, queda eliminada de la
vida. Tarde o temprano nos encontramos con ella.

Otro elemento significativo era el subsidio de algún libro edificante en el que el joven
encontrase, tanto la referencia de modelos —Biografías de Savio, Magone, Besucco—,
como la guía y el sostén de la vida espiritual —El joven instruido. Este último, no sólo era
una manual de oraciones y de devoción, sino «un plan de vida cristiana», «un método de
vida corto y fácil, pero suficiente».24 D. Bosco lo podía considerar así porque la experiencia
que proponía, estaba unida a todo el sistema ambiental del Oratorio y, probablemente,
reflejaba su estilo cotidiano de vida. 25 De alguna manera, podemos considerarlo el
itinerario de educación en la fe que jalonaba los días de los muchachos y les facilitaba
crecer en santidad.

4. MODOS Y MANERAS DEL ACOMPAÑAMIENTO DE D. BOSCO


La tarea de acompañamiento realizada por D. Bosco era desarrollada de diferentes
maneras.26 En un ámbito más general, sobre todo en los primeros diez años del Oratorio,
podemos observar intervenciones en las Buenas noches, que, aun teniendo un auditorio
amplio, tenían destinatarios concretos. Acción directamente conectada con la célebre
«palabra al oído», que lejos de ser inmediatista, era expresión de un cuidado
personalizado por cada chico.27

22 P. BRAIDO, D. Bosco, sacerdote en el siglo de las libertades (Vol. 2), Disdascalia, Argentina, 2009, 409.
23 Cf. A. J. LENTI, D. Bosco: historia y carisma 2. Expansión: de Valdocco a Roma (1850-1875), CCS, Madrid
2011, 125-142.
24 J. BOSCO, Escritos espirituales, (Ed. J. Aubry), Instituto teológico salesiano, Guatemala 1980, 80-81.

25 Cf. P. BRAIDO, o. c., (Vol. 1), 247.

26 Para no extendernos hemos omitido otros destinatarios y modalidades en la dirección espiritual de D.

Bosco. La atención a personas ajenas al oratorio y a sus salesianos, el ingente volumen de cartas con
contenido espiritual perfilarían más la comprensión sobre el tema.
27 Cf. F. PERAZA, o. c., 125-128.

Formación para Comunidades Salesianas

7
El acompañamiento espiritual de D. Bosco a sus jóvenes
Santiago García Mourelo, sdb

En un ámbito más específico, D. Bosco tiene un momento relevante para el


acompañamiento: la Confesión. Considerada por D. Bosco como la dirección espiritual de
los penitentes. El confesor era, según D. Bosco, «el médico del alma»28; por ello indicaba
que fuese fijo. La frecuencia a ella, estaba en función de la intensidad y el grado de
perfección que se desease alcanzar, mínimo una vez al mes. Siguiendo el ejemplo de D.
Cafasso, no se extendía en largas explicaciones.29 Ordinariamente algunas frases corrientes
pero oportunas le bastaban para suscitar actos positivos de arrepentimiento y de mejora.30
Esta paz y alegría alcanzadas tras una buena confesión eran el mejor garante del progreso
espiritual. 31

Peraza se pregunta por qué D. Bosco realizaba el acompañamiento espiritual en el


sacramento de la reconciliación. 32 Dos son los posibles motivos que aduce y que me
parecen relevantes para nuestra praxis actual. El primero de ellos, «por el clima de oración
y de fe propios del sacramento». No hay que olvidar que el acompañamiento es una
relación a tres bandas: el acompañante, el acompañado y el Espíritu. Esta toma de
conciencia hace superar a los interlocutores posibles peligros, tanto en la relación a
establecer como en los temas a tratar. El segundo motivo era que D. Bosco era bien
consciente que «la Confesión llegaba al ámbito del corazón y la conciencia, en donde se
discernían los llamamientos de Dios y las respuestas libres y generosas de sus
muchachos». Cuestión que también es inspiradora para nuestra labor a la hora de buscar
las finalidades del acompañamiento.

Este segundo momento era propiamente ya la dirección espiritual, aunque se diesen


prácticamente unidas. 33 En él, el acompañado iba tomando conciencia del camino
emprendido y del proyecto por realizar, dentro de un clima generado por la acogida y
aceptación incondicional, la escucha paciente y personalizada, la racionalidad tanto en las
actitudes, los comportamientos y en las relaciones recíprocas, como en el discernimiento,

28 J. BOSCO, Vidas de jóvenes. o. c., 92.


29 «Confesando dirigía a sus hijos y les devolvía la paz del corazón, la certeza de ser amados por Dios y
la esperanza». Testimonio de A. Caviglia recogido en F. PERAZA, o. c., 73.
30 «D. Juan Turchi, escribe sobre el particular: «Me contaba un joven bastante mayor, […] que habiendo

ido por la tarde como era su costumbre, a confesarse con D. Bosco, se quedó el último de todos.
Empezaba a oscurecer y D. Bosco, oída su confesión, le dijo: -¿Tienes cerillas? -Sí que las tengo,
respondió. Y las buscaba en el bolsillo, creyendo que D. Bosco quisiera encender una luz, cuando éste
añadió: -Pues bien; enciende un poco en amor de Dios tu corazón». MBE VII, 22
31 Cf. F. DESRAMAUT, o. c., 113-114.

32 Cf. F. PERAZA, o. c., 72-73. Las siguientes citas con las mismas referencias.

33 Con todo anotamos que D. Bosco distinguía ambos momentos: «Creen algunos que basta abrir

plenamente el corazón al director espiritual para comenzar una vida nueva, y que han hecho una
confesión general cuando lo dicen todo... Eso es una gran cosa, pero no lo es todo... Se trata no sólo de
remediar el pasado, sino también de prevenir el futuro con firmes resoluciones... En cuanto al porvenir,
para caminar con seguridad debéis revelar vuestros defectos habituales, las ocasiones en que solíais
caer, las pasiones dominantes; cumplir los consejos y avisos que se os darán poniéndolos fielmente en
práctica; y después perseverar teniendo abierto vuestro corazón con entera confianza, exponiendo de
tanto en tanto las necesidades, las tentaciones, los peligros, de modo que quien os dirige pueda guiaros
con seguridad». MBe, VII, 614.

Formación para Comunidades Salesianas

8
El acompañamiento espiritual de D. Bosco a sus jóvenes
Santiago García Mourelo, sdb

las motivaciones y las decisiones, la bondad que hace amable al acompañante y da la


satisfacción de sentirse amado, al acompañado, la empatía que lleva a un mutuo
conocimiento y un aprecio recíproco, la confianza que facilita la expresión de la verdad y
la manifestación de los estados de ánimo, y puede llevar a las confidencias sinceras y
profundas y la aceptación de la propia realidad por parte del sujeto acompañado y al
mejor estudio y determinación de conclusiones y compromisos prácticos. 34

5. ACENTOS EN EL ACOMPAÑAMIENTO SEGÚN LAS BIOGRAFÍAS JUVENILES


Para poder sintetizar los acentos en el acompañamiento realizado por D. Bosco, no
disponemos de ningún testimonio directo, pero sí podemos acudir a los itinerarios
recorridos por tres muchachos ejemplares del Oratorio, que D. Bosco describe en sus
biografías.35

5.1. Cercanía
Tanto Savio como Besucco, fueron conducidos al Oratorio y, posiblemente, hubieran
alcanzado sus metas sin la ayuda de D. Bosco. No sucede lo mismo con Magone. Sin la
intervención de D. Bosco este joven se hubiera perdido. Este dar el primer paso, puede
ejemplificarse en otros momentos en los que la vida de los tres parece no desarrollarse
según su destino. La cercanía de D. Bosco, a pie de patio, permite observar el estado de
cada chico36 e intervenir con la palabra adecuada (Savio, X). Así, cuando Magone comienza
tomar conciencia de su realidad, separada del proyecto de Dios y se muestra entristecido
por ello, D. Bosco, que le ve en el patio, le cita a una entrevista (Magone, III). También
Besucco, a las pocas semanas de su ingreso en el Oratorio, vive el mismo proceso (Besucco,
XVI).

5.2. Progresividad
Si bien D. Bosco intuía los caminos de los tres chicos, fue dando a cada uno aquello que
podía llevar a delante. Podemos intuir la siguiente progresión.

 La decisión de entrar en el Oratorio: «Dime si prefieres hacer estudios o aprender un


oficio» (Magone, II).
 La aclimatación y la responsabilidad en los estudios. Para este aspecto a Magone se le
facilita un compañero de guía y con Besucco se tiene una mayor tolerancia; sus
calificaciones se encontraban por detrás de los veinte primeros.
 El progreso en la vida espiritual. «Habituado a conversar con Dios» (Savio, XIII).
 El control de la ascesis. Este es un aspecto que en los tres hubo que intervenir en
repetidas ocasiones. Los jóvenes tendían a infringirse serias penitencias, que iban en

34Cf. F. PERAZA, o. c., 74-75.


35 Cf. J. BOSCO, Vidas de jóvenes. o. c. las referencias se realizarán en el texto atendiendo a los capítulos de
cada biografía
36 Este rasgo tiene más que ver con el conocimiento del corazón (cardiognosis), que con la simple

presencia física, aunque uno no se da sin lo otro. Sirva este ejemplo citado por el mismo D. Bosco: «Veía
estos días en el corazón de los muchachos como si leyera en un libro: veía clara y distintamente todos
sus pecados y sus enredos». MBe VII, 363. En Magone III: «comenzó a perder aquella ilusión por el
deporte. Se le notaba un tanto pensativo».

Formación para Comunidades Salesianas

9
El acompañamiento espiritual de D. Bosco a sus jóvenes
Santiago García Mourelo, sdb

contra de su salud. Las indicaciones para corregir estas desviaciones se tuvieron que
hacer incluso por medio de prohibiciones: «quería hacer rigurosas penitencias y estar
largas horas en oración, lo que el director le tenía prohibido por no poderlo soportar su
edad ni su salud, ni tampoco sus ocupaciones». (Savio, X). 37 Para remediar esto
animaba a ofrecer los trabajos más humildes y las cosas cotidianas, que se sufren por
necesidad, como penitencia (Besucco, XXIII).
 Las obras de caridad con sus compañeros. Era el trabajo concreto para la consecución
de su propia santidad. Así, «lo primero que se le aconsejó para llegar a ser santo fue
que trabajase en ganar almas para Dios» (Savio, XI). Referido a Magone, se dice que
tenía «una inteligente y activa caridad hacia sus compañeros. Se daba cuenta de que,
en el ejercicio de esta virtud, estriba el medio más eficaz para crecer en el amor de
Dios» (Magone, X). Por último en Besucco: «aprendió a demás un secreto para
beneficiarse a sí mismo y beneficiar a sus compañeros en los recreos: dar buenos
consejos y avisos, con modales corteses, cuando se ofreciera la ocasión» (Besucco, XVII).
La explicitación de esto la encontramos en Magone, IX: «yo aconsejaría muy mucho tener
cuidado en no proponer más que medios sencillos, que ni asusten ni fatiguen al fiel
cristiano, sobre todo si se trata de jóvenes».

5.3. Concreción
Como hemos indicado, las conversaciones que D. Bosco tiene con los jóvenes no son
largas. En ellas ofrece pautas sencillas y concretas para la consecución de sus metas. Por
ejemplo, podemos mencionar el tríptico programático ofrecido a Besucco: «alegría, estudio
y piedad». (Besucco, XVII). Similar al ofrecido a Domingo cuando se propuso ser santo:
«antes bien se requería una constante y serena alegría; le exhorté a perseverar en el
cumplimiento de sus deberes de piedad y estudio, y que tomara siempre parte en los
recreos junto con sus compañeros» (Savio, X).

5.4. Vida espiritual


En referencia a la vida de piedad, todo se movía en una continua percepción de vivir en
presencia de Dios, teniendo como momentos clave la Eucaristía y Confesión: «Está
probado por la experiencia que el mejor apoyo de la juventud lo constituyen los
sacramentos de la confesión y la comunión» (Savio, XIV). Más explícitamente referido a la
Eucaristía: «la primera comunión bien hecha pone un sólido fundamento moral para la
vida […] mejor es diferirla o no hacerla que hacerla mal». (Savio, III). Pero es sobre todo la
referencia a la Confesión lo que la constituye un pilar, como hemos indicado, para el
acompañamiento. En Magone resultó de capital importancia pues fue la llave para poder
liberarse de sus ataduras (Magone, III-VI). Junto a lo dicho, es de singular importancia la
dimensión mariana de la espiritualidad. D. Caviglia indica al respecto: «Todo el bien que
hace Magone y sus mismos progresos están inspirados por la devoción a la virgen. Es un
alma característicamente mariana. Es una propia y especial, más aún, individual, atracción
de la gracia, que pone en estrechísima unión la devoción y la virtud»38

37 También en Savio, XV y Magone, VII.


38 A. GIRAUDO, o. c., 127.

Formación para Comunidades Salesianas

10
El acompañamiento espiritual de D. Bosco a sus jóvenes
Santiago García Mourelo, sdb

6. CONCLUSIÓN
«Así como no hay terreno tan ingrato y estéril del que, a fuerza de paciencia, no se pueda
finalmente sacar fruto, así sucede con el hombre; es una verdadera tierra moral, que por
dura que sea, llega a producir, más tarde o más temprano, pensamientos y después actos
virtuosos, cuando un director, con fervorosa oración, une sus esfuerzos a la mano de Dios
para cultivarla y transformarla en fecunda y hermosa. Todo joven, por desgraciado que
sea, tiene un punto sensible al bien y es el primer deber del educador descubrir ese punto,
esa cuerda sensible del corazón y sacar provecho de ella» (MBe V, 266).

Este pensamiento de D. Bosco, recogido en torno a las fechas de las biografías, bien puede
servir de corolario. Para D. Bosco, fue programática la figura del buen Pastor y eso es lo
que, de alguna manera, trató de vivir con sus muchachos y transmitió a sus salesianos. El
trato personalizado, dentro de un ambiente rico en valores cristianos, es la llave para la
consecución del proyecto evangelizador del “Da mihi animas, caetera tolle”. Para la
salvación de las almas, o para que cada a alma alcance la santidad, es necesario su
conocimiento, su familiaridad, su guía, su confidencia y su disciplina; no hacen falta más
cosas y todo queda supeditado a ello.

De alguna manera, estos elementos son los que tratan de ser trabajados en el
acompañamiento con los jóvenes y sólo pueden ser trabajados desde el acompañamiento.
Llegar a tocar el corazón de cada joven, para que él mismo sea consciente de su
orientación hacia Dios y desarrolle todas su energías en caminar en esa dirección, es lo que
trata de potenciar D. Bosco con su práctica del acompañamiento. Tanto para los jóvenes
como para los salesianos.

Para ello son fundamentales, (1) un ambiente cuidado y propicio, donde reine la
familiaridad, la confianza; (2) unas pautas sencillas, graduales; (3) una relación clara,
paternal, afectiva y exigente; (4) un cuidado meticuloso de la vida espiritual, (5) y la
celebración de los Sacramentos.

Esta pedagogía espiritual, sencilla y asequible, ha dado y sigue dando frutos de santidad.
La genialidad de D. Bosco estuvo en hacerla cercana y concreta, y es un reto para los
salesianos el no descuidar esta práctica característica del carisma recibido. «Por sus frutos
los conoceréis» (Mt 7, 16).

Formación para Comunidades Salesianas

11
El acompañamiento espiritual de D. Bosco a sus jóvenes
Santiago García Mourelo, sdb

7. PARA EL DIÁLOGO Y LA REFLEXIÓN


 Hemos visto cómo la experiencia espiritual de D. Bosco marca su praxis. La primera
enseñanza de Mamá Margarita, la guía y la paternidad espiritual de D. Calosso, los
acentos puestos en la formación por D. Cafasso.
o ¿Qué personas han marcado tu vida en este sentido? Haz memoria de ellas,
trata de extraer aquello que te aportaron.
o ¿Cuál es la línea de continuidad entre lo recibido por otros y lo que ofreces a
los demás?
 En D. Bosco es clave la caridad pastoral, su pasión apostólica. En ella se entrecruzan la
conformación con Cristo y el apostolado incansable.
o ¿Cómo calificarías tu caridad pastoral?
o ¿En qué se concreta hacia Dios y hacia los destinatarios?
 La caridad pastoral en D. Bosco genera una atracción, estilo de relaciones, un ambiente
rico en iniciativas.
o ¿Cómo es tu estilo de relaciones?
o ¿Qué medios ofreces en tu labor para «ganar almas para Dios»?
 Centrados en el acompañamiento,
o ¿Qué dificultades, externas o internas a ti, encuentras?
o ¿Qué posibilidades?
o ¿Qué crees que necesitas para poder mejorar tu servicio en esta cuestión?
 Debido al volumen que manejamos, nosotros no podemos llegar a todos los jóvenes
¿Qué iniciativas podemos favorecer localmente para cualificar a otros?

8. PARA LA LECTURA PERSONAL O COMUNITARIA

BOSCO, J., Escritos espirituales, (Ed. J. Aubry), Instituto teológico salesiano, Guatemala, 1980.
BOSCO, J., Vidas de jóvenes. Las biografías de Domingo Savio, Miguel Magone y Francisco
Besucco, CCS, Madrid 2012.
BRAIDO, P., D. Bosco, sacerdote en el siglo de las libertades (Vol. 2), Disdascalia, Argentina,
2009. [3.3 La animación espiritual colectiva e individual, 408-409]
DESRAMAUT, F., D. Bosco y la vida espiritual, CCS, Madrid 1994.
 GIRAUDO, A., D. Bosco, Maestro de vida espiritual. Servid al Señor con alegría, CCS, Madrid
2012.
LENTI, A. J., D. Bosco: historia y carisma 1. Origen: de I Becchi a Valdocco (1815-1849), CCS,
Madrid 2010. [Capítulo 6: Una niñez prometedora en tiempo de conmoción política (1815-
1824), 149-162. Capítulo 7: Las pruebas de un adolescente (1824-1830), 179-193].
LENTI, A. J., D. Bosco: historia y carisma 2. Expansión: de Valdocco a Roma (1850-1875), CCS,
Madrid 2011. [Capítulo 3: D. Bosco, educador y maestro espiritual, 73-99].
PERAZA, F., Acompañamiento y paternidad espiritual en San Juan Bosco, CCS, Madrid 2011.

Formación para Comunidades Salesianas

12

También podría gustarte