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Jesús nos llama a poder descubrir nuestra vocación dentro de esta gran comunidad que es la

iglesia, es por eso que depende de cada uno poder ir cultivando y cuidando la vocación al que
estamos llamados.

La parábola del sembrador es una llamada primeramente a la escucha de la palabra de Dios,


que nos invita a poder meditarla, no es trabajo que se da en un instante, sino que como los
labradores que tiene un trabajo arduo de limpieza de abonar la tierra para que de frutos,
porque sembrar es apostar por la esperanza.

Nosotros como animadores, agentes pastorales debemos de sembrar en todos los jóvenes la
semilla de evangelio y de la vocación, porque el gesto de sembrador es esparcir el amor de
Dios a todos.

Muchas veces nos falta valor para sembrar, para animarle a un joven a que se plantee el
sentido de su vida, a mostrarle delante las necesidades de la Iglesia o de su propia comunidad,
a plantearle que tal vez Dios lo llama a ser sacerdote o religioso(a), vocaciones laicales
consagradas. ¿Cuántos jóvenes no han oído nunca una propuesta cristiana sobre su vida y su
futuro?

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