De acuerdo al primer significado detallado por la Real Academia
Española (RAE) en su diccionario, maleza es la espesura que se genera a partir de una aglomeración de arbustos. El uso más habitual del término, de todos modos, alude a la proliferación de hierbas malas. Se llama maleza, por lo tanto, al conjunto de las plantas herbáceas que aparecen de forma espontánea en terrenos donde se desarrollan cultivos. Esta maleza dificulta que las especies cultivadas por el ser humano crezcan con normalidad. En un sentido amplio, se clasifica como maleza a todas las plantas que crecen de manera silvestre en un terreno controlado por las personas, como un jardín, una huerta o un campo destinado a la agricultura. Debido a que la maleza consume recursos (nutrientes), ocupa espacio y restringe la luz, atenta contra el bienestar de los cultivos. Es importante tener en cuenta que una planta puede ser considerada maleza en un lugar pero no recibir esta denominación en otro. Para que sea maleza, debe surgir en un sitio indeseado e interferir con la actividad humana. La maleza provoca una disminución de la eficiencia de la fertilización, aumenta el gasto en irrigación, obstruye los procesos de cosecha y puede albergar patógenos e insectos. Se estima que llega a hacer perder hasta el 10% de la producción agrícola. Según cálculos de especialistas, el 0,1% de la flora a nivel global corresponde a malezas. A la ciencia centrada en el estudio de estas plantas se la conoce como malherbología, una disciplina de gran importancia dado el impacto de las hierbas malas en la economía. Las personas que se dedican a mantener sus jardines o sus plantaciones saben que la maleza es un enemigo contra el que siempre deberán luchar: crece a una velocidad muy superior al del resto de las plantas y aprovecha cualquier descuido para brotar. Sin embargo, esto no significa que no haya forma de combatirla; por el contrario, existen muchos métodos para eliminarla y, más importante quizás, prevenir su aparición. Las medidas para prevenir la maleza deben comenzar antes de la siembra misma. En esta fase inicial debemos labrar el terreno adecuadamente, quitando todos los rizomas, bulbillos y estolones a mano.
Si deseamos sembrar césped, por ejemplo,
se recomienda regar de manera abundante y, después de unos días, pulverizar la hierba que haya nacido con un producto muy potente. Luego de quince días de continuar regando, debemos volver a tratar la tierra con el mismo herbicida. De esta forma, la cantidad de maleza será insignificante y fácil de controlar.