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ISSN: 1560-6139
dalvarez@correo.ulima.edu.pe
Universidad de Lima
Perú
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te estado regresamos cada vez que so- límite entre el adentro y el afuera, entre
mos capaces de recogernos sobre noso- el bebé y la madre. Se va completando
tros mismos antes de realizar un acto el esquema corporal del infante, y co-
creativo. mienzan a tener sentido los términos
El holding de la madre tiene que ver introyección y proyección. La contra-
con su capacidad de empatía con las partida facilitadora de este fenómeno
necesidades del bebé en el momento de –como ya he adelantado– es la manipu-
la dependencia absoluta (es decir cuan- lación o handling, que supone que la
do aún no se ha producido la separa- persona que cuida al niño es capaz de
ción psicológica entre el yo y el no-yo). conducir al bebé y al cuerpo de este co-
Esto incluye el sostenimiento físico del mo si los dos formaran una unidad. Sus
niño, la satisfacción de las necesidades consecuencias serán una buena coordi-
fisiológicas y la protección frente a los nación motora y un adecuado tono
estímulos displacenteros en una rutina muscular.
del cuidado a lo largo del día y la no- Winnicott (1979) asume que la vida
che. En realidad, nos habla de holding no deriva del instinto y que hay un es-
en general, pero este puede ser visto tado anterior al sentirse vivo en el cual
como concreto o metafórico; el con- no hay aún vitalidad; de allí emana el
creto tendrá que ver con los cuidados ser. La madre deja surgir el ser del hijo
rutinarios del bebé, y será más especí- siendo y no haciendo. Pero desde el co-
ficamente denominado handling o ma- mienzo hay experiencias paroxísticas
nipulación. El término holding quizá suscitadas por la tensión generada por
deba dejarse para su sentido de sosteni- los instintos, una movilidad primaria,
miento psicológico. El holding tiene una vida de la que están dotados los te-
que ver con la transmisión del ser psi- jidos. La energía primitiva es una ener-
cológico, y el handling hará posible la gía no diferenciada y en el amor primi-
experiencia de ser uno con el propio tivo interviene un componente agresi-
cuerpo. vo no intencional. Gradualmente se
Esto nos lleva al concepto de perso- van diferenciando las pulsiones y la
nalización, donde los cuidados regula- libido encuentra una satisfacción plena
res permiten el desarrollo de la unidad en la experiencia de la mamada, en re-
psicosomática (Panceira, 1997). La lación con un objeto subjetivo, creado
personalización es un momento de la por el niño.
integración que se refiere específica- Hemos dicho que el rol materno de
mente a la integración psicosomática y sostenimiento acompaña la integración
se produce concomitantemente con la del yo y permite el pasaje de la depen-
etapa de diferenciación yo no-yo, para- dencia a la independencia. La expe-
lelo al establecimiento de la piel como riencia de ilusión-desilusión llevará a
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nado con el deseo de tener un hijo y nicott planteó que el medio debe posi-
con la posibilidad de identificarse con bilitar –y jamás modelar– para evitar
él, aún antes de su nacimiento. un desarrollo patológico y reactivo fru-
Sin embargo, la tendencia a repri- to de la intrusión del medio en el área
mir esta vivencia de replegamiento es, propia del sujeto. Creo que esto es cier-
en mi opinión, bastante relativa. Creo to también para la madre: el entorno
que, en general, las madres recuerdan presiona con sus expectativas y existe,
con mucha claridad este estado, aunque lamentablemente, mucha hipocresía al
algunas tal vez quisieran olvidarlo. En respecto. No solo se espera que a cier-
todo caso, se trataría de reprimir solo ta edad una mujer se convierta en ma-
ciertos aspectos de este replegamiento, dre, sino que también se espera que la
quizá los más primarios, como expon- madre sea el prototipo de amor y ma-
dré más adelante. Creo también que es- durez (aún en el quirófano). Se idealiza
to está en la base de la decisión de mu- la maternidad, se da por sentado que el
chas madres de no tener más que un día del nacimiento de un hijo es el día
solo hijo. Si bien pueden existir mu- más feliz en la vida de una mujer (mu-
chas racionalizaciones de todo tipo chas madres lo declaran así pública-
para ello, me he encontrado con muje- mente), y se rechaza toda manifesta-
res que tienen temor a un nuevo emba- ción contraria a esto. Lo cierto es que
razo y a un nuevo nacimiento porque cualquier parturienta –sobre todo si es
ese estado de replegamiento les resulta primeriza–, antes que felicidad, sentirá
difícil de manejar en tanto la regresión angustia (Lester y Malkah, 1986). Y
que implica les trae dificultades en su mucho desconcierto. Un desconcierto
entorno, cuando este no sostiene ade- físico y psíquico. Físico porque el do-
cuadamente. Es posible también que la lor intenso se transforma de un instan-
tendencia en nuestra cultura sea a repri- te a otro en ningún dolor, alternada-
mir cada vez menos esta vivencia, gra- mente; y en el nivel psíquico, se des-
cias a la difusión de teorías como la de concierta porque no siente lo que el
Winnicott, que ponen de relieve lo na- medio le exige que sienta. Se descon-
tural de esta fase. cierta de sí misma, se cuestiona si todo
está bien con ella, si es una madre ‘des-
En relación con el objeto hallado y
naturalizada’. En los primeros instantes
creado a la vez, pensemos en madres
después del parto, probablemente lo
que no han creado al objeto, solo lo han
más cercano que puede sentirse al amor
hallado. Y esto puede tener muchas
es curiosidad. Y no puede reconocer
lecturas: un embarazo no deseado; un
ante otros cómo se siente; a veces, tam-
deseo de embarazo que se confunde y
poco ante sí misma. Del mismo modo
se convierte en maternidad no deseada; en que Winnicott (Abadi, 1997;
o una sobreimposición del medio. Win-
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Hughes, 1990) habla de pacientes que subjetiva– sino por su naturaleza y por
arman la realidad desde afuera hacia su localización. Es un dolor que se
adentro (personas que de los datos ex- ubica en el centro mismo del cuerpo. Y
teriores deducen cómo deben estarse de ese centro se irradia al resto del
sintiendo), la madre –a partir de las cuerpo. Repentinamente, un término
imágenes que ha interiorizado en su so- tan primario como ‘entrañas’ cobra sig-
cialización– supone que debe estar nificación. Esa conciencia corporal,
amando a su hijo, y con esto se le priva ese descubrimiento de dónde está el
de observar uno de los misterios más centro físico, un centro que se siente en
grandes de su ser: su propia capacidad ese momento como regidor de todo el
de desarrollar amor. Esta, creo, es la resto de sensaciones, está indisoluble-
primera desviación de la oportunidad mente ligado a una vivencia de centro
que su experiencia de maternidad le psíquico. El repentino darse cuenta de
ofrece para encontrarse más auténtica- estar creando una vida, y que al hacer-
mente. Pero el amor aparecerá, por su- lo uno puede estar a la vez muy cerca
puesto; demorará quizá unas horas, o de la muerte, es una experiencia desor-
unos días. Y no es gratuito. La sensa- ganizante que acaba de pronto con un
ción es que el bebé se lo ha ido ganan- suceso –doloroso– que le da forma a
do; y se lo ha ganado, parafraseando a todo. En mi opinión, esto es lo que
Winnicott, simplemente con ser. tiende a reprimirse, en mayor medida
Ahora, volviendo al replegamiento, que el replegamiento en sí; esta regre-
el nacimiento es un momento crucial, sión a una fase tan primaria e indife-
donde este replegamiento se extrema. renciada, en donde todo surge del cuer-
Y la regresión se extrema también –so- po, en donde uno es todo y es nada. Y
bre todo para una primeriza– favoreci- en donde uno es un dios creador. Para
da por la angustia de lo desconocido un adulto, una vivencia así puede llegar
–sin importar cuántas historias haya es- a ser aterradora.
cuchado–, y por la anticipación a un Como ya he planteado, la sensación
dolor mitificado. Winnicott (Abadi, de no-integración que Winnicott reco-
1996) decía que la vida es un acto sim- noce en el principio de la vida es dife-
ple de organización que va del centro a rente a la desintegración, que sería un
la periferia. Hay un ser esencial que proceso defensivo generador de pato-
existe y que va saliendo, va manifes- logías. Para él la no-integración es un
tándose hacia fuera. El dolor del primer estado natural, inicial, del cual se parte
alumbramiento es de una naturaleza para llegar a la integración, y al cual se
muy particular. Es un dolor inimagina- puede regresar en ciertos momentos,
ble y, me atrevo a decir, que no tanto gracias al adecuado sostenimiento ma-
por su intensidad –que puede ser muy terno, para crear. Desde esta perspecti-
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psíquicas, como por ejemplo, incluir a para llenar –sin elaboración– vacíos no
otros en lo que considera su ‘ambien- resueltos en su historia. Pero si la capa-
te’. Con el destete la madre también se cidad de estar solo depende de la exis-
independiza físicamente, y se permite tencia de un objeto suficientemente
mayores alejamientos, por más tiempo. bueno en la realidad psíquica del suje-
Y resulta importante para la madre to, si esta capacidad implica que el
comprobar que, a pesar de no ser el sujeto ha tenido la oportunidad, gracias
pecho, aún es especial. Al alejarse con a una buena maternalización, de for-
más frecuencia la madre teme, por marse poco a poco la creencia en un
ejemplo, estar siendo egoísta. O se medio ambiente benigno, podemos
avergüenza de su deseo y necesidad de afirmar también que no hay nada en el
separarse y ‘descansar’. Teme dañar al mundo que posibilite esta confianza en
bebé, que ya claramente reacciona ante la bondad del medio, como la expe-
la separación. Pero se tranquiliza al re- riencia de observar el surgimiento de
gresar y encontrar no solo que ha so- un ser nuevo, y la propia contribución
brevivido, sino que su amor ha sobre- a ese surgimiento.
vivido, pues se alegra de verla, y le per-
mite reparar: él permite que ella lo be- REFERENCIAS
se, lo abrace, y disfrutan ambos del Abadi, S. (1996). Transiciones. El modelo
reencuentro. terapéutico de D. W. Winnicott. Buenos
Aires: Lumen.
Para concluir diremos que en la vi-
da personal que nace de uno mismo, no Abadi, S. (1997). Desarrollos posfreudia-
nos: Escuelas y autores. Buenos Aires:
del otro, y que lleva al otro natural-
Editorial Belgrano.
mente, hay un centro personal que or-
Bibring, G. (1961). A study of the psycho-
ganiza todas las identificaciones. La
logical process in pregnancy and of the
madre brinda un sostén que permite la earliest mother-child relationship. Psy-
integración temporal y espacial, sin choanalytical Study of the Child, 16,
que el bebé lo sepa. Pero el bebé tam- 9-44.
bién lo hace con la madre, sin que ella Hughes, J. (1990). Reshaping the psychoa-
lo sepa. A través de la identificación nalytic domain. The work of Melanie
con su niño, la madre tiene una nueva Klein, W. R. D. Fairbairn y D. W.
oportunidad de mejorar integraciones, Winnicott. Los Angeles: University of
California Press.
de completar círculos identificatorios,
de maduración emocional. Puede o no Lester, E. & Malkah, N. (1986). Crisis evo-
lutiva y relaciones objetales en el em-
utilizar esta oportunidad para hacerlo;
barazo: Una consideración psicoanalíti-
puede, también, en el peor de los casos, ca. International Journal of Psycho-
utilizar la identificación con su bebé analysis, 67, 357.
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