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Directora de Traducción
Anne
Traducción e interpretación
Cande34 Leon
DianaX Liseth Johanna
Fallon Aris Markov Little Rose
Femme Fatale Lorena
Itorres Scherezade
Jess Ximena-BPC
Corrección de Estilo
Lectura Final
Femme Fatale
3
Diseño de Imagen
Página
Anne
Página 4
Índice
Capítulo 1 Capítulo 14
Capítulo 2 Capítulo 15
Capítulo 3 Capítulo 16
Capítulo 4 Capítulo 17
Capítulo 5 Capítulo 18
Capítulo 6 Capítulo 19
Capítulo 7 Capítulo 20
Capítulo 8 Capítulo 21
Capítulo 9 Capítulo 22
Capítulo 10 Capítulo 23
Capítulo 11 Capítulo 24
Capítulo 12 Capítulo 25
Capítulo 13 Once Loved
5
Página
Cecy Robson
Cecy Robson es la autora New Adult de Once Perfect, Once Loved y Once
Pure y la galardonada autora de la serie de fantasía romántica urbana
Weird Girls. Una autoproclamada profesional de la siesta, Cecy cuenta entre
sus talentos un conocimiento asombroso de trivia inútil, la habilidad de
darle volumen a su cabello y un don para comenzar a cantar, a pesar de las
vehementes protestas de su familia. Escritora a tiempo completo, enfermera
registrada, esposa y madre viviendo en el Gran Noroeste, Cecy disfruta pasar
tiempo con su familia y silenciar a los personajes charlatanes en su cabeza
contando sus historias.
6
Página
La vida de él nunca fue fácil. La de ella no se suponía que fuera así de dura.
Ellos vienen de mundos diferentes, pero el destino los une de una manera
que ninguno espera en el tórrido y fuerte debut New Adult de Cecy Robson…
perfecto para fans de Monica Murphy y J. Lynn.
Shattered Past #1
7
Página
Capítulo 1
—B
arbie de Malibú. ¡Necesitamos más servilletas!
—¡Malibú!
—Escuchen. Mantengan las drogas y los traficantes fuera. Si entran con esa
mierda o ven a alguien vendiendo, saquen sus traseros por esa puerta. Sam
no quiere otra sobredosis en su lugar. Si esos riquitos quieren morir, pueden
hacerlo en otra parte.
Su voz se apagó. Me volví para darle una mirada sucia por encima de mi
hombro, solo para atrapar la mirada de muerte que Mateo estaba lanzando
en su dirección.
9
—Deja a Evie jodidamente en paz y presta atención, Dale —le dijo Mateo.
Página
—No. Solo me pongo el delantal para mostrar mis tetas de hombre. Por
supuesto que seré el barman. ¡Tuve que despedir a Joe cuando se sirvió de la
máquina registradora la semana pasada! —Se apartó el loco cabello del
rostro. Le daba unos cincuenta años, pero su melena, ahora blanca a lo Rey
León, lo hacía parecer diez años mayor—. Apresúrate, Malibú, ¡solo tenemos
veinte minutos antes de que esos imbéciles colapsen la puerta!
—Me movería más rápido si no nos hicieras usar estas botas —murmuré.
La luz barría por la longitud del piso de baldosa blanco, iluminando todo
excepto la habitación a la que necesitaba entrar. No seas gallina, me dije a
mí misma y marché por el pasillo con la barbilla arriba. Jesús. Odiaba el
depósito. Pero el resto del personal estaba ocupado limpiando los baños o
terminando con el resto de las mesas. Además, yo no era exactamente
popular por aquí. Nadie iría por mí, incluso si lo pidiera.
El pasillo parecía más largo esta vez, incluso más largo que las últimas doce
veces que había venido por algunos artículos para la barra. Mi mano agarró
el pomo y dejé salir un largo suspiro, esperando en la seguridad del brillante
pasillo mientras buscaba en la oscuridad la pequeña cuerda en el centro de
la habitación, mi salvavidas y el único dispositivo que encendía las luces
superiores.
Podía verla desde donde estaba parada, pero solo debido a la luz del pasillo.
Como siempre, maldije a Sam por no remodelar esta parte de la vieja bodega
cuando todo lo demás fue remodelado meses atrás. “¿Por qué gastaría
alguien dinero adicional en algo que almacena bolas de disco y tampones?”,
había argumentado él.
cuerda. Cualquier cosa más pesada; viejos taburetes de barra, sillas; estaban
Página
en la parte trasera… junto a las malditas servilletas. Nota mental: mover un
maldito taburete más cerca de la puerta.
Empujé la caja con mi pie, sin atreverme a entrar todavía y luego la lancé
contra la puerta abierta. Por algún milagro, la sostuvo. Con una profunda
respiración y un sentido de determinación, salté al centro como una
cobarde.
Mis pies pisaron fuerte el liso piso. Pero la baldosa estaba demasiado
resbalosa y mis botas no tenían suficiente agarre. Me deslicé justo mientras
alcanzaba la cuerda, cayéndome fuertemente sobre mi costado. La caja
cedió y la puerta se cerró de golpe, encerrándome en la completa oscuridad.
El miedo me volvía torpe. Me moví hacia adelante solo para estrellarme con
la pared, golpeando una caja atiborrada cuando mi brazo retrocedió. El
contenido se derramó, bang, bang, crash, llenando mi confusión y haciendo
que la habitación diera vueltas. Mis piernas se apresuraron mientras mi
desesperación crecía hacia la histeria. Golpeé algo liso y pesado. Podría
haber sido el refrigerador, pero, ¿cuál? ¿El que estaba contra la pared
trasera? ¿O el más cercano a la puerta? Luché para encontrar el pomo para
conseguir algo de luz, cualquier luz, pero mi estado atontado me apartaba de
ello.
—¡Mierda!
el frío piso y llorando. Las náuseas quemaban como ácido, haciendo hervir
mi estómago y mi garganta estrecha. Jadeé incluso más rápido, ordenándole
a mi garganta que se abriera para poder respirar. Necesitaba respirar. ¿Por
qué no podía respirar?
No. No lo está. Mis ahogados sollozos se hicieron más fuertes, sonando más
como un doloroso vómito.
—Evie… está bien. Estás bien ahora… no dejaré que nadie te haga daño…
Hice lo que pedía, trabajando para respirar más lento y sabiendo que
necesitaba salir de ahí. Mateo era peligroso. Lo había visto “escoltar” a los
fiesteros fuera. No era amable. No era bonito. Era una muestra de
dominancia.
Y me rehusaba a sucumbir.
lloriqueos. Jodido ataque de pánico. Sabía lo que era. Sabía que mi cuerpo
estaba fuera de control. Pero sin importar cuán duro tratara de racionalizar
Página
No se movió hasta que asentí e incluso entonces lo hizo con cuidado, dando
dos pasos atrás antes de moverse hacia el estante con las bolas de disco y
las servilletas. Hurgó en la caja más cercana.
—E-esas no son las correctas. —me las arreglé para decir, mi voz
entrecortada.
—¿Qué infiernos pasó? —gritó Sam— ¡Todo lo que tenías que hacer era traer
las servilletas!
pensaba.
Sam y Dale me miraron. Mateo permaneció agachado.
—La puerta se cerró antes de que pudiera encender la luz. —logré decir.
—No puedes estar hablando en serio. Puedo estacionar tres autos aquí. —
Ondeó un brazo alrededor del desastre—. La habitación ni siquiera tiene
seguro. Eres todo un caso mental, ¿sabes eso, Evelyn?
La música detonó contra los bloques de la pared, seguida por la voz sofocada
de Jace:
Mateo agarró dos cajas de las servilletas por las que yo había sido enviada.
Pero no me importaba.
18
Página
Capítulo 2
M
is pies estaban rogándome que los matara para el final de la
noche. Froté mi pantorrilla mientras esperaba al otro camarero en
la fila para cambiar mis propinas por billetes de mayor
denominación y más manejables. Ciento ochenta. Eso es todo lo que mis
carreras épicas a la barra habían ganado. Podría haber hecho más si
hubiera utilizado al menos una sonrisa. Pero después de mi ataque de
pánico, solo estaba agradecida de no encontrar una excusa para irme a
casa.
Mis ojos vagaron hacia donde se encontraba Mateo con Sam, Ant y el resto
de los gorilas. Como Mateo, Ant mantenía su cabello muy corto, se
encontraba de pie en posición de defensa y se armaba con una mirada
fulminante que podría carbonizar hierro. Poseía la fuerza y la inteligencia
para tener el control y era el reemplazo en ausencia de Mateo. Solo un
estúpido podría ocasionar problemas con Ant.
Noelle resopló.
Demasiado tarde. Echó su largo cabello rojizo tras ella y caminó hacia el
gorila esperando para acompañarla a su auto. ¿Era una sorpresa que yo no
le agradara a nadie? Cerré mi bolso y continúe, solo para gemir cuando vi
qué gorila me escoltaría fuera. Dale. Fabuloso. Preferiría tener mi
oportunidad con un ninja asesino.
—Evie, espera.
—¿Tienes un celular?
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—¿Eh? ¿Qué?
Página
Inclinó su barbilla.
Rebusqué en mi bolso.
La gran mano de Mateo cubrió la mía mientras la bajaba. Era cálida, a pesar
del intenso frío del aire acondicionado. Ahora que la multitud había
desaparecido, no había respiraciones febriles ni cuerpos acalorados para
mitigar la baja temperatura.
—Maldita sea.
Había visto de primera mano la violencia de la que era capaz. Justo esta
noche había agarrado a un tipo por el cuello y lo había arrastrado fuera del
local. Si podía hacer eso con alguien de su tamaño, ¿qué podía hacerme a
mí?
21
1
IRS: El Servicio de Impuestos Internos (por sus siglas en inglés Internal Revenue Services),
Página
es la agencia federal del Gobierno de los Estados Unidos encargada de la recaudación fiscal
y de los cumplimientos de las leyes tributarias.
Me tomé mi tiempo inspeccionando el celular para demorar el tener que
enfrentarlo. Cuando finalmente levanté la vista, sus ojos eran
sorprendentemente amables, justo como habían sido cuando me encontró en
el almacén. Ignoró mi rudeza, hablando suavemente.
—Yo… Sam no nos permite llevar el celular con nosotros durante el trabajo. Y
no hay mucho espacio en estos pantalones cortos. —Tiré de ellos hacia
abajo, para el bien que me hacían.
—¡Ant!
—¿Sí?
Ant dejó al grupo restante del personal, su paso disminuyendo a medida que
se acercaba. Dio un vistazo en mi dirección y luego a Mateo, su sonrisa
blanca y brillante en contraste con su piel oscura. Lo había visto hacerse
cargo de un grupo de chicos de fraternidad cuando habían intentado
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—Oh, ya veo. No quieres dejar a tu pequeña Evie en las manos del imbécil de
Dale.
Mi cabeza se alzó de vuelta hacia Mateo. ¿Dulzura? Eso era nuevo. ¿Estaban
saliendo?
Iba a limpiar mi desastre. No había otra razón para que fuera allí.
unas pocas horas de sueño para así poder despertar alerta y terminar mis
Página
—¿Estás listo?
pasábamos.
—Si tú lo dices. —Rio. Por supuesto que no me creía.
—Es un buen chico, sabes. —Se rio entre dientes cuando mi atención fue
hacia él.
—Evelyn, hay mucho que tienes que aprender sobre la vida. —Me sorprendió
al negar con la cabeza y ponerse en modo ataque—. No todos lo que van a
prisión merecen estar ahí.
—No. Hizo lo que hizo. Pero eso no significa que no fuera lo correcto.
Página
No podía creer lo que estaba diciendo.
—Agredió a alguien, Ant. Por lo que escuché, ¡el pobre al que atacó terminó
en el hospital!
Ant se elevó en toda su altura y cruzó sus grandes brazos, causando que
retrocediera instintivamente. Su personalidad juguetona desapareció,
reemplazada por un gran hombre, listo para defender a su amigo
igualmente amenazador.
—Teo llegó a casa con una licencia cuando todo se vino abajo. Un año en el
Ejército, posición estelar, registro perfecto, todo acabó porque trató de hacer
lo correcto por su familia. Fue dado de baja por conducta deshonrosa sin
posibilidad de volver. —Se apoyó sobre sus talones—. Mi chico rompió las
leyes. No estoy diciendo que no. Pero antes de juzgarlo, piensa en por qué lo
hizo y en todo lo que perdió por ello.
L
ourdes se apoyó sobre mi hombro mientras mezclaba la masa, riendo
mientras golpeaba el grueso lío como si fuera el rostro de Donovan.
Sacó una silla y apoyó su codo sobre nuestra agrietada mesa de linóleo. La
pequeña cocina no era ni siquiera de la mitad del tamaño de la despensa en
mi antigua casa en Villanova.
Gruñí otra vez, esta vez más fuerte. Atrás quedaron los días de cocineros y
mucamas. Mi amiga Lourdes y yo nos habíamos mudado al apartamento del
segundo piso de esta antigua colonia poco después de que nos graduáramos
de la escuela. Un baño, dos dormitorios pequeños y una pequeña sala de
estar componían nuestra casa. Y así de modesta como era, estaba en un
mejor lugar.
—¿Quién?
intención.
Página
—Solo estoy intentando ser amable. Él fue… amable durante mi ataque de
pánico. —Fallé en agregar lo duro que lo había juzgado. Quizás todavía me
quedaba algo de princesa, después de todo, a pesar de mi tiara confiscada.
—Mmhmm.
—Tiene sentido. Hay un montón de dinero aquí en Main Line. Harán más
con coca y Mollies que en los clubes menores en Filadelfia. —Le dio otro
vistazo a mi cuenco—. Aw, demonios. Si estás intentando agradecerle, solo di:
“Gracias”, nena. —Señaló la masa espesa e hizo una mueca—. No le des esa
mierda desagradable.
Suspiré.
—Es una receta, Lourdes. La estoy siguiendo línea por línea. —Reanudé mi
frenética mezcla, intentando librar al cuenco de todos los rastros de harina
blanca. Dejé caer el cuenco nuevamente cuando mi hombro comenzó a
doler.
Lourdes se sentó, jugando con los cordones a pesar de que había asegurado
el lazo.
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Página
—Creo que deberías hablar con alguien, Evelyn —dijo en voz baja—. Tener
ataques de pánico solo por estar en la oscuridad no es… normal. Creo que
ocurre algo más.
Sonrió suavemente.
Sí. Bueno, yo también. Extendí el brazo para agarrar el cuenco solo para
saltar cuando mi teléfono sonó. Lo fulminé con la mirada cuando vi el
mensaje de texto.
¿Cómo estás?
Recogí la masa con una cuchara y dejé caer pequeños montículos sobre la
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—Si esto es para lo que la necesitas, pienso que no. La masa se ve…
—¿Pegajosa?
—Nop.
—¿Gruesa?
—Ah, algo así. —Utilizó la punta de la cuchara para empujarla—. Dura. Esta
mierda se ve demasiado dura. Los penes alrededor del mundo envidiarían
este pastoso.
—¡Lourdes! —Se rio cuando le arrebaté el cuenco—. Está bien. ¡Estoy segura
que va a estar bien!
Avancé firmemente, necesitando hacer las cosas bien por una vez en mi
ridícula vida.
***
Mateo se rio de algo que dijo Ant. Su sonrisa revelaba constantemente trazos
del joven escondido debajo de la pared de duros músculos. Había visto a
chicas de la hermandad intentar atraer esa sonrisa al entrar y salir del club.
Hasta ahora, ninguna había tenido éxito y, esta noche, estaba especialmente
encantada por eso. Su camiseta negra de Club Excess abrazaba su amplio
pecho y una barba incipiente jugaba a lo largo de su mandíbula cuadrada.
No se había afeitado. Se veía bien en él… incluso sexy.
—Evie.
Ant sonrió..
Página
“Nada” parecía ser la palabra clave. Se quedaron allí, esperando por más.
Luché con qué decir hasta que mi mirada cayó en el tatuaje de Ira de Mateo.
Le hice señas a su antebrazo con mi plato.
Su aturdida pausa le dio a mi cara tiempo para calentarse, pero eso no era
nada comparado al rubor ardiente que causó la repentina carcajada de Ant.
—¿La gran casa? —Se rio otra vez, esta vez doblándose y pegándole a su
pierna—. Evelyn, eres la persona más blanca del planeta. No tiene sentido
decir “gran casa”.
—¿Estás seguro que quieres que te deje solo con esta fantástica tipa?
—Solo pregúntale.
Le dio un empujón cuando Ant abrió la boca para decir algo más. ¿Qué
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carajos? Solo quería morir. Mateo ladeó la cabeza hacia las galletas.
Página
Los siguientes segundos fueron los más largos de mi vida y tomó todo lo que
tenía no salir corriendo. Me alegré de haberme quedado. Los bordes de los
labios llenos de Mateo se curvaron en una sonrisa. Me miró a los ojos y
olvidé todo: la risa de Ant, mi humillación, mi arrepentimiento. Supe que
estaba en problemas cuando me di cuenta que nunca quería apartar la
mirada.
—De nada, Evie —murmuró él, su voz más profunda. Agarró el plato,
rompiendo nuestra conexión mientras lo ponía sobre la barra. Quitó la
endeble envoltura de plástico. Con un guiño y una sonrisa, tomó una galleta.
Continuó masticando con una vergonzosa gran dificultad justo cuando Ant
regresó.
—Sam dice que las camisetas deberían estar el lunes. Oh, galletas.
Mateo extendió una mano, intentando detener a Ant de robar una, pero
estaba demasiado ocupado ahogándose con mi creación mutante para ser
de alguna utilidad. Ant le dio un mordisco e lo escupió inmediatamente.
—Ah, ¿no?
Mateo se limpió la boca con el dorso de la mano, trozos de migas y chocolate
manchando su boca y mandíbula. Esta vez no pudo contener su risa. Su
cuerpo se extendió por la barra mientras tragaba lo último de mi
agradecimiento.
Había momentos en mi vida a los que podría haberme aferrado por siempre.
Este no era uno de ellos. Estaba mortificada.
No podía ponerse peor —o eso pensaba—, hasta que algunos de los gorilas
se pasearon y encontraron a su intrépido líder desplomado sobre el bar con
un ataque de risa. Me alejé un poco, lista para correr, gritando. Ant, por
supuesto, no pudo dejarlo morir.
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Página
Capítulo 4
—Evelyn. Nadie va a comer aquí. No tienes que ser tan meticulosa. Vamos,
terminamos. Levanta los pies mientras todavía puedas.
Dee se fue. Miré mi reflejo. Con nada mejor que hacer, me deshice de la
coleta del cabello y arreglé mi espeso cabello rubio de nuevo en una pulcra
cola de caballo. Todavía no estaba vestida para el trabajo. Aunque Sam
insistía en que el personal estuviera uniformado treinta minutos antes de
abrir, todavía estaba en mis jeans y playera ya que había planeado
esconderme y lavar lavabos. Pero ahora era tiempo y Mateo esperaba,
probablemente esperando otra risa a mi costa.
—Evie, espera. —Su mano agarró mi mano libre, apenas tocándome, pero de
alguna manera logrando mantenerme en el lugar—. Mira, sé que estás
enojada.
—Estás equivocado.
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Página
Esa era la verdad, pero había más. Mientras me agarraba, me encontré a mí
misma escupiendo demasiada información como una universitaria después
de muchos tragos de Patrón.
—Sé que todos aquí piensan que soy una perra, pero no es así. —Sus dedos
se deslizaron de los míos—. No me es fácil congeniar con todos. No sé cómo
encajar y no sé cómo hacer amigos. —Lo miré entonces. Sorpresa y
preocupación sombreaban los planos de su suave rostro.
No había tenido la intención de decirle algo. Era solo que parecía no poder
detenerme. Algo sobre Mateo contribuía. Así que aquí estaba, soltándolo
todo.
—Las personas venían a mí por ser quien soy y lo que supuestamente tenía.
Nunca tuve que hacer un esfuerzo. No como ahora.
—Las probé antes de que te las diera. No pensé que fueran malas…
***
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La noche fue una locura. Las puertas abrieron a las nueve. Para la
Página
Sonreí y mentí.
La metió a su boca.
No era la única lidiando con idiotas. El gran Chris separó a dos desinhibidos
chicos de la fraternidad agarrándolos de las nucas. Anduve entre la
multitud, observándolo arrastrarlos mientras regresaba por más bebidas.
frente. Julian era nuevo. Demasiado nuevo. Pero lo admitiré, el chico podía
mezclar
Página
—¡Los tuyas son las que siguen, Evelyn! —dijo
—¡Gracias!
El tipo cayó sobre sus rodillas por la presión que aplicó Mateo. La mirada
fulminante de Mateo permaneció en él mientras lo soltaba y el perdedor se
alejaba a tropezones.
—Gracias —murmuré.
Mateo me guiñó el ojo antes de regresar a su puesto. Está bien. Eso no era un
momento para estar embelesada o algo así. Me observó por un momento
hasta que alguien más atrajo su atención.
Un bruto sin cuello en una chaqueta de cuero se movió por la multitud, con
su mirada fija en algo delante de él. Mis ojos se abrieron. Había sido uno de
los vendedores arrestados la semana pasada.
agarrando sus orejas mientras escuchaban las órdenes de Mateo. Ant estaba
entre ellos. Asintió y bajó mientras otro gorila tomaba su posición. El gran
Página
Chris, quien estaba trabajando en la pista, también asintió, acechando en la
dirección de Ant.
—Aquí tienes, Evelyn. —Julian puso el último de mis gin tonic, decorándolo
con una lima.
Un chico muy delgado en una sudadera gris lanzó su cabeza hacia atrás y
se rio hasta que captó al hombre en cuero mirándolo directamente. Abrió los
ojos en pánico y le gritó a su grupo.
—¡Arma!
Las luces del club destellaron contra un brillo plateado mientras Ant
aseguraba el brazo del hombre al que estaban observando y lo torcía hacia
arriba.
Mateo me arrastró detrás del bar por la cintura, su voz era un rugido.
—¡Abajo!
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Estaba de cuclillas, con mis manos encima de mi cabeza. Oh, Dios. Oh, Dios.
La sensación de mareo regresó y mi garganta se tensó hasta que apenas
pude respirar. Pero luego algo me pegó fuerte, sacándome abruptamente de
mi creciente pánico.
Una de las meseras había aterrizado encima de mí. Rodó de encima de mí,
con la cara teñida con miedo.
Sam y Julian estaban tirando de las meseras que estaban gritando, quienes
se habían apresurado hacia delante, encima y detrás del bar. Dee-Dee gateó
en el suelo hacia mí.
Tenía razón. Peor, el área elevada la hacía más visible. Trepé detrás del bar
hacia donde había visto a Noelle perder su bandeja. Algunos de los clubbers
saltaban sobre algo en el suelo, algunos se tropezaban con eso. Me llevé las
manos a la boca. No había allí nada lo suficientemente grande para crear
una barrera. Excepto tal vez una persona.
—¡Evelyn!
—¡Evelyn!
—¡Maldición, Evelyn!
Los gritos de Dee-Dee, Julian y Sam eran apenas audibles por encima de
todos los gritos de una multitud aterrada. No era grande y tampoco alta.
Pero eso no me hacía débil.
Fui entre los clubbers empujando hacia delante en su prisa de huir del caos.
Cada golpe de un hombro, un codo descuidado o un brazo agitado me hacía
más determinada a llegar hasta Noelle. Si estaba en el suelo, estaba en
peligro.
Alguien me empujó contra una pared, causando que el aire en mis pulmones
se fuera en una ráfaga dolorosa. Abracé el bloque negro, tomando un
momento para reunir mi respiración antes de darme cuenta de la ventaja
del lugar en el que estaba. Había una plataforma desnivelada de cerca de
quince centímetros por encima del suelo, restos de la pared original que
quedó después de las renovaciones. Era apenas suficiente para deslizar mis
pequeños pies, pero servía para separarme de la multitud pisoteante para
poder alcanzar el primer reservado de una fila de diez revistiendo el muro.
La baranda de vidrio y cromo que seccionaba el área VIP estaba a solo unos
reservados de distancia. Tropecé, caí y me arrastré hasta que alcancé la
sección y balanceé mis piernas.
Mis botas se deslizaron por el suelo de madera mientras corría hacia las
pequeñas escaleras. Mi desviación me había llevado hacia la parte posterior
del club, permitiéndome moverme con la multitud hacia Noelle. Yacía sobre
el suelo lleno de vidrio, sollozando y agarrándose el muslo. Sangre salía de
su pierna mientras la gente continuaba chocando contra ella. Gritó cuando
alguien la pateó en el costado.
Empujé a los demás para llegar hasta ella y la levanté de sus antebrazos,
usando el impulso de la multitud para movernos hacia delante. Demasiadas
personas esperaban adelante tratando de salir, pero no necesitaba irme.
Solo necesitaba llevarla a un lugar seguro.
Apreté los dientes por el dolor agudo, preguntándome cómo ella había
sobrevivido a la serie de golpes.
—¿Estás bien?
—Lo sé, Noelle. Está bien. —Me quité mi camisa blanca y la apretujé, luego la
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—El personal está en la pista. Solo quiero asegurarme de que todos estén
bien.
El gran tipo que Mateo había vencido estaba estupefacto, con sangre
saliendo de su nariz y boca. Otro tipo atravesó la multitud e intentó
confrontar a Mateo. Mateo llevó su codo a la cabeza del tipo diminuto y lo
sacó volando como un costal de arena.
—¡Teo!
Tanto Mateo como un tipo en una playera roja se lanzaron por esta. El tipo
de playera roja estaba más cerca y la alcanzó primero, disparando y
dándole a una mujer que huía. Ella colapsó, gritando y retorciéndose.
segundo después, dejó que el arma cayera de sus manos. La pateó con su pie
y colocó sus manos detrás de la cabeza, con su expresión peligrosamente
dura.
Mateo se dejó caer sobre sus rodillas. Salté de la seguridad del reservado,
furiosa y atravesé a empujones a través de lo que quedaba de la multitud
que huía.
Me zafé de su agarre.
46
—Es mi amigo. —Apreté los dientes—. ¡Y sus preguntas están fuera de lugar!
—Sí, lo vi todo.
***
Los últimos policías que quedaban salieron del edificio. Alguien había
prendido las luces y no creo que pudiera estar más agradecida. El disparo
había desencadenado los recuerdos del suicidio de mi padre suprimidos por
mucho tiempo y la noche salvaje me había dejado al borde. Lo último que
necesitaba era otro quiebre.
—Gracias, señores finos, por no arrestarme esta vez. Pero supongo que
tenían otro tipo de hermano en mente esta noche.
47
quedaba de vidrio roto. Ella no quería que Ant fuera arrestado y estaba
preocupada de que diría después. No podía culparla. Ant había perdido el
control cuando descubrió lo que le había pasado a Noelle. Dicho eso,
tampoco podía ignorar que tenía un punto.
Mateo estaba vestido como todos los demás gorilas. Una camiseta negra con
el logo blanco de Club Excess, pantalones negros militares, botas negras. Y
dado que era quien sostenía la pistola, la policía no se había molestado en
sospechar de nadie más.
La piel oliva de Mateo siempre lo había etiquetado como el chico malo. Justo
como su pasado criminal había afectado mi juicio. Había descartado su
inteligencia y sus habilidades de liderazgo e ignorado el respeto que con
derecho se había ganado de Sam y del personal.
Mateo nos había mantenido a salvo esta noche. Al igual que hacía siempre.
—No por lo que están encarando. —Tamborileó los dedos en el bar—. Dale
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fue el idiota que permitió que entrara al club el tipo de la chaqueta de cuero
Página
—Tres además de Dale. Por lo que pude decir, todos estaban haciendo sus
trabajos. Pero por lo que pasó, tengo que ponerlos a prueba. Dale se va, en lo
que me concierne. —Señaló hacia el frente con un cabeceo—. Sam está de
acuerdo conmigo. Lo está despidiendo ahora mismo.
—No puedo tener a idiotas en mi equipo, Evie. No con la forma en la que está
creciendo la reputación del club. Sam ya está hablando de incrementar mis
hombres de veinte a veinticinco y quizás contratar un policía para los fines
de semana.
Suspiré.
—Tu equipo estaba ocupado rompiendo cabezas. Además, creo que fui la
única que la vi caer.
—Déjala en paz, Teo. —Sus ojos oscuros se suavizaron por primera vez desde
que la conocí—. Ayudó a Noelle cuando nadie más lo hizo o pudo. Los
médicos que se la llevaron dijeron que pudo haber sido pisoteada hasta
morir si Evelyn no la hubiera salvado. —Buscó en su delantal y le aventó
una toalla limpia—. Toma. Límpiate. Tienes la sangre de alguien en tu
pantalón.
—Pienso que acabo de salvarte de una posible infección. Pienso que deberías
de ir al hospital. ¡Y creo que deberías dejar de darme esa actitud!
—Vamos, conduciré.
Traté de ignorar el abrasador calor que su mano enviaba por mis venas
mientras abandonábamos el club y desaparecíamos en la noche.
51
Página
Capítulo 5
E
l amanecer rompió, derramando luz a lo largo de la alfombra
industrial de la sala de espera del Servicio de Urgencias. Frente a mí,
un anciano tosió violentamente en su codo. Aunque mis ojos ardían
por falta de sueño, me levanté y le pasé a su esposa un montón de pañuelos
desechables del dispensador más cercano. Pobre viejito, esperaba que no
estuviera sufriendo algo crítico.
colgaban más allá de sus muñecas y, aunque pude ver los rastros de sus
Página
2
Vendajes Ace: Son un tipo de vendaje elástico utilizados para controlar la hinchazón.
diminutos pantalones cortos negros a través de la camisa, parecía no tener
pantalones ante la vista de alguien más de pie a unos pocos metros de
distancia.
Me reí un poco, deseando que Ant todavía estuviera aquí para verlo. Había
ido a dejar a Dee a casa con su niña después de asegurarse de que Noelle
estaba a salvo. Le hice señas a la pierna de Mateo.
—Es bueno saberlo —murmuré. Mis cejas se juntaron cuando Mateo hizo
una pequeña sonrisa—. Mira, aún no vimos lo de las heridas de arma blanca
en enfermería. Solo estaba, ya sabes, tratando de salvar tu vida y todo eso. —
Su sonrisa se ensanchó—. De nada, por cierto —agregué, mi cara cada vez
más caliente.
—¡Evelyn está presente! —Noelle jaló su cabeza hacia atrás para mirar entre
Mateo y el enfermero—. ¡Con dos chicos lindos que quieren su aaaaa-
mooooor! —añadió en el último momento.
momento moverme.
Cuando lo hice, pude sentir el calor de esos candentes ojos color avellana
rozando por mi espalda. Mis pasos rápidos y las botas altas contoneaban
mis caderas más de lo que me hubiera gustado. Le rogué a Dios por todo lo
que valía la pena que no me dejara tropezar. No mientras Mateo me
observaba.
Tapé mi boca, en vez de cruzar los brazos para protegerme del repentino frío.
Las payasadas de Noelle me marearon, así como también la atención de
Mateo, pero estaba demasiado cansada y ahora con demasiado frío para
reírme. Sin embargo, sonreí y continué haciéndolo hasta el estacionamiento
subterráneo.
Salté dentro de mi Cherokee y giré la llave del motor. Tomó varios bombeos
en el acelerador y algunas maldiciones para que encendiera. Cuando el
motor finalmente encendió, di un suspiro de alivio. Estaba ansiosa por llevar
a todos a casa. A pesar de mi necesidad de meterme en la cama más
cercana y teniendo en cuenta la noche que habíamos tenido, me sentía
extrañamente feliz. Mateo y Noelle estaban a salvo. E iban a estar bien.
Dejé de tratar de forzar sus dedos para que los soltara de los reposabrazos.
—¿Qué?
En este punto, Noelle pensó que era un buen momento para cambiar a
“Single Ladies”.
Me quedé allí, mirando fijamente, sin saber exactamente qué decir que
pudiera excusar mis estúpidos comentarios. Afortunadamente, Noelle
decidió que esta era la parte perfecta de la canción para levantar sus manos
y gritar. Mateo la arrebató de la silla y la colocó dentro de mi Cherokee con
56
—Oh, ya veo. —Ella movió su dedo—. Quieres pasar tiempo con Shevelyn.
Noelle empezó con “Grown Woman” solo para demostrar que lo era3.
Mi motor hizo ese sonido de chillido horrible que siempre hacía cuando
aceleraba. Mateo frunció el ceño hacia el tablero.
—Ni idea. —Entré a Avenida College, ignorando la piel de gallina que envió
corriendo hasta mi cuello el contacto con Mateo. No tenía que girar mi
mirada para saber que su interés se mantenía únicamente en mí.
—¡Tú lo sabes!
3
Grown Woman: Su traducción es “Mujer adulta”, a eso se refiere la oración.
Viré la Cherokee, en frente de la calzada llena con tres autos.
—Regresaré —dijo Mateo, saltando hacia afuera. Abrió la puerta del auto y
arrastró a Noelle por el asiento trasero. Ella gritó cuando Mateo la lanzó por
encima de su hombro. Por supuesto, su cuerpo caído solo detuvo
momentáneamente su tributo. Cantó, haciendo caso omiso de la advertencia
de Mateo de que despertaría a los vecinos, todo el camino hasta el porche de
una pequeña casa blanca tipo Cape Cod.
Mateo golpeó con sus nudillos en la puerta negra. Otra llamativa pelirroja
respondió.
—Hola, Teo —dijo ella, dándole una gran sonrisa lasciva—. ¿Qué tenemos
aquí?
La puerta principal se cerró de golpe y Mateo saltó por las escaleras. Abrió la
puerta del pasajero, haciendo una pausa para mirar los libros que poblaban
su asiento. Los reuní con rapidez, tratando de darle espacio.
—Siento que tuvieras que esperar, Evie. Quería asegurarme de que Noelle
fuera atendida. Su hermana, Colleen, puede ser una boba a veces.
—Oh, no me refería a eso. Lo que estaba tratando de decir era que no era un
trabajo real para mí. —Podría haberme abofeteado a mí misma. ¿Por qué
todo era tan difícil de decir a su alrededor? ¿Y por qué siempre me las
arreglaba para decirlo mal?
—Evie. Está bien. Cuando miras lo que haces, es un callejón sin salida. Eres
inteligente. Sé que eres capaz de más que tomar pedidos y evitar idiotas
borrachos tratando de agarrarte el culo.
—Eres muy bonita cuando sonríes, ¿lo sabías? Me gustaría poder ver esa
sonrisa más.
—Oh. Evie, ¿cuándo fue la última vez que le hiciste algo a esta cosa?
—Le cambié el aceite hace unos meses. —Me miró—. Funciona muy bien.
Solo es escandaloso. —El motor rugió de nuevo—. Muy bien, realmente muy
escandaloso.
—¿Sufriendo?
62
—¿Al motor?
Mis ojos pasaron por sus palmas hacia esos dedos largos. Sí… apuesto a que
lo eres. Mateo me atrapó mirándolo. Su boca se curvó en una sonrisa. Jesús,
había suficiente calor en su mirada para tensar cada parte de mí.
—¿Lo hizo? —Mateo bufó cuando asentí—. Ant tiene la boca muy grande.
Suspiré.
Nos detuvimos en una pequeña calle, pasando la calle Ivy donde los viejos
olmos se alineaban en la cera estrecha.
—¿Quién es Elaine?
—Mi casera. Hace los libros de Sam. Alquilo la casa independiente encima de
su garaje por casi nada. A cambio, le ayudo con la casa: arreglo lo que se
haya roto, hago el trabajo del jardín, ese tipo de cosas.
—No. El idiota de su marido no la trató bien. —Él miró hacia delante como si
supiera cuan mal la trató—. Pero ella fue lo suficientemente lista para no
aceptar su mierda. —Abrió la puerta tan pronto como detuve delante de la
casa, deteniéndose con un pie fuera—. ¿Quieres entrar?
—Mejor no.
—No tienes que quedarte Evie, no te estoy pidiendo eso. Pero al menos echa
un vistazo, así sabrás adónde tienes que ir cuando traigas tu auto mañana.
64
Fue allí cuando obtuve un primer vistazo del garaje independiente que hacía
a la vez de su apartamento. El tejado sobresalía entre una sección de árboles
altos, lejos del camino de entrada y lo suficientemente lejos de la casa
principal. Hizo un gesto hacia la piscina.
—Tendré que cerrarla la semana que viene, el buen tiempo no durará mucho
más.
Él se encogió de hombros.
—¿La nueva elección de uniforme de Sam? —Bufó con una risa—. No estoy
sorprendida. Ese hombre haría cualquier cosa por dinero, incluso a expensas
de una joven agradable. —Sonrió con simpatía y se limpió la mano sobre el
delantal antes de ofrecérmela—. Bienvenida a nuestra casa, Evelyn.
Ella dijo “nuestra casa” como si Mateo no fuera un inquilino. Me gustó eso. E
inmediatamente me gustó Elaine. Parecía más joven de cincuenta y era
absolutamente impresionante, incluso en su vestido de verano y un simple
delantal.
—Sam me llamó hace unas horas. Me contó lo que pasó. Podría haberlo
matado cuando me dijo que te habían apuñalado y que ni siquiera se había
molestado en llevarte al hospital él mismo. Pero puedo ver que tienes una
compañía mejor —dijo con una inclinación de cabeza a modo de
aprobación—. ¿Te dieron una receta para antibióticos? —Cuando él asintió,
ella extendió su mano—. Déjame que la saque. Los traeré cuando salga de
compras más tarde. Hablando de eso. ¿Qué más puedes necesitar de la
tienda?
67
Página
—Estoy bien de comida, gracias, Elaine. —Mateo deslizó su mano en bolsillo
de la parte de atrás de sus pantalones militares, sacando dos billetes de
veinte.
Su ceño se profundizó.
dentro de la casa.
Página
Miré hacia atrás, hacia la casa, antes de volver mi atención hacia él.
—Dios, lo siento mucho. Eso es tan horrible para ella… y para ti.
El garaje era amplio y profundo, suficiente para albergar seis autos. Las
herramientas se alineaban ordenadamente en la pared, mientras que había
69
—En el club. Llamaré a Ant para que me ayude a traerlo después. Solo quiero
darle a él y a mí un tiempo para dormir. —Miró sobre su hombro—. Lo
hubiera podido conducir hacia el hospital, pero no quería enfadar a una
fierecilla rubia que estaba intentando salvar mi vida.
Incliné mi mandíbula, así podía verlo mejor. Dios, era tan alto. Y Noelle tenía
razón, era hermoso.
—¿Así como?
—Podría decir lo mismo. No tenías por qué decir esa mierda cuando
apareció la policía.
—Sí que tenía. No podía dejar que te trataran de ese modo. —Miré hacia
abajo—. Quiero decir. Somos amigos, ¿no?
Sonrió.
—Sí, lo somos.
Saqué mi cabeza un poco para ver sus pantalones rasgados por donde había
pasado el cuchillo.
Echó la cabeza hacia atrás y se rio tan fuerte que se le sacudieron los
hombros.
—No estoy acabado, Evie. Y he luchado en muchas peleas más herido que
ahora. Además, será una buena lucha. La última vez, mi oponente y yo
empatamos, así que el bote es alto. Si gano, haré una buena cantidad de
dinero.
¿Pero qué pasa si pierdes? Pensé en lo duro que fue verle dar golpe tras
golpe a aquel traficante.
—¿Quieres saber algo? —me preguntó, con su voz tan ronca que podía
sentirla. Asentí, pero apenas—. Noelle tenía razón sobre una cosa. Sí que
Página
Jesús.
Mateo besaba como un hombre real, rudo, seguro y sexy. Fue un infierno de
primer beso. No estuve segura de cuánto duró hasta que mi dulce auto hizo
otro ruido espeluznante.
—De acuerdo.
73
Mateo me observó hasta que salí del camino de entrada de Elaine y giré
hacia la larga calle.
Página
Capítulo 6
—Evelyn. ¡Evelyn!
Lourdes me sacudió con fuerza hasta que me senté de un salto. Sudor frío
resbalaba por mi espalda; mi cabello enredado colgaba en mi rostro. Lo
empujé fuera del camino y froté mi esternón, donde un dolor sordo parecía
estar cavando hacia el interior de mi corazón.
—¿Qué pasó?
Froté mis brazos. No, tal vez no matarme… Imágenes como las del carrete de
una borrosa película antigua trataron de empujar su camino de parte a
parte. Recordé manos, vagando, manos asquerosas tirando de mi ropa y un
terrible dolor entre mis piernas que hizo que estómago retumbara.
—No lo recuerdo. —Lo poco que podía recordar no tenía sentido, pero las
imágenes intermitentes me enfermaron lo suficiente para forzarlas a
alejarse—. Recuerdo estar asustada.
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—Sí. Lo sé. Gracias, Lourdes. —Hice una pausa cuando mi mente se aferró a
lo que había dicho—. ¿Dijiste que estabas haciendo la cena?
Me encogí de hombros.
Página
—Nena, ¿cómo demonios vas de no tener ninguna cita, nada sexo, nada de
nada, para asistir a clubes de lucha ilegales con un tipo caliente cuyo
trasero quieres morder como Snickers? En serio, mataría por ser rubia.
—Porque todo el tiempo que has hablado sobre el chico, tu cara se pone toda
roja. —Se rio de nuevo y me señaló—. Justo como lo es ahora. ¿Qué es lo que
tiene el hermano que hace que, como, te intereses? Estaba empezando a
pensar que jugabas para mi equipo.
Dejé de sonreír.
—Bien. Eso es algo bueno, Evelyn. —Hizo un gesto hacia el teléfono—. Será
mejor que revises eso. Sonó más de una vez hoy. —Rio como un niño
pequeño cuando mis ojos se abrieron—. Estoy haciendo chiles rellenos.
Estarán listos en un rato.
Oye.
—¿Hola?
—¿Evelyn?
—¿Qué quieres?
Otra pausa.
—Solo quería ver si estabas bien. —Y solo así, su voz suave inicial se volvió
defensiva—. Maldita sea. No devuelves mis mensajes de texto y bloqueas mis
jodidas llamadas. ¿Tienes alguna idea de lo que me hace sentir?
Estaba tratando de darle la vuelta hacia mí. Como siempre lo había hecho
cuando estábamos juntos y me había enojado por coquetear con otra chica
o por cancelar nuestros planes e ir a beber con sus amigos, en su lugar.
—¿Ese es Mateo?
—No, Donovan.
—Lava mis toallas y sábanas la próxima vez que laves las tuyas y estaremos
igual, nena. —Pensó sobre eso—. También, préstame tu plan de cuidado
médico-quirúrgico del semestre pasado.
realmente oscuros. —Se estremeció—. Aun así, apenas puedo soportar los
capítulos sobre las quemaduras. Empecé a leer anoche y tenía casi
Página
—Gracias, nena. Solo necesito una base para poder llegar al mío. Quiero
saber si la pequeña perra llama de nuevo. —Comenzó a salir de la
habitación y se detuvo en el umbral—. ¿Quieres algo de beber?
—Lo tienes.
Sonreí mientras se alejaba. Lourdes era muchas cosas: una amiga, una
madre cuando necesitaba una y mi defensa personal. Su abuela solía ser
una de nuestras criadas. A veces, Lourdes quería acompañarla y ayudarla
con la limpieza.
Cuando lo perdí todo, fue su abuela quien vino por mí. Ella me arrastró lejos
de mis tíos gritando y me dio un lugar para quedarme. Cuando se hizo
evidente que estaba por mi cuenta, ella me ayudó a formar un plan.
Enfermería. Esa fue la carrera a la que su nieta se dirigía; la que tenía la vía
más rápida, la que pagaba más y la que aseguraría mi futuro. Tenía razón y
era bondadosa.
recordar.
A pesar de que no tenía la intención de leerlos, vislumbré unas palabras
aquí y allá; los textos eran enojados primeramente, insistiendo en que lo
llamara de vuelta; el último fue una disculpa. Probablemente, había llegado
antes que Lourdes hiciera su tímpano de perra.
Mis dedos recorrieron el teclado mientras añadía a Donovan, una vez más, a
mi lista de “bloqueados”. Mi proveedor probablemente pensaba que tenía un
acosador. No, solo era un arrogante exnovio idiota.
Salté cuando mi móvil vibró de nuevo, preparada para que fuera Donovan,
sabiendo que el bloqueo no tendría un efecto inmediato. Una sonrisa se
encontró en mis labios cuando vi que era Mateo.
—Hola.
—Sí, pero no estaré allí. Elaine tiene cirugía dental mañana. Tienen
que anestesiarla, ya que no puede soportar que alguien excave en sus
dientes y no podrá conducir después. Yo la llevaré. ¿Puedes esperarme? Solo
será como una hora.
—¿Evie?
no termino.
Página
—¿En tu casa?
—¿Por qué no? Te dejaré la llave debajo del tapete. Puedes trabajar mientras
esperas y cuando le eche un vistazo a tu auto.
Algo en sus palabras me dijo que así era. Por un momento, no pude
moverme, distraída por lo que pudo haberle pasado.
—Seguro.
había preguntado.
—Nada que tú no quieras. —Su áspera voz se endureció—. Nunca.
La honestidad brutal en su tono decía más que sus palabras. Sonreí al móvil.
***
Eran las tres y diez cuando llegué al acceso de autos de Elaine. Todo estaba
silencioso, excepto, por supuesto, por mi enojado motor. Era casi como si el
monstruo estuviera enojado de que Mateo no estuviera allí esperando para
atender sus necesidades. Me deslicé fuera del auto, cuidadosa de mantener
mis piernas juntas a pesar de que el sauce a mi izquierda no le importaba si
le daba un vistazo de mi tanga.
—¿Hola?
—¿Dónde estás? —preguntó Lourdes—. Pensé que tenías un montón de
trabajo por hacer.
—No.
—Azota una silla de montar en el caballo, Evelyn. No montes a pelo sin silla
en ese caballo salvaje.
—Todavía.
—¿Qué?
—Por supuesto que eso es lo que dijo. Es un hombre. Los hombres dicen
mierda como esas todo el tiempo. ¿Recuerdas a ese puto que me dijo: “No
tenemos que hacer nada, podemos solo quedarnos acostados en nuestra
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ropa interior”?
Página
Me recosté contra la encimera y puse mi mano contra mi frente. Sí,
recordaba a ese puto.
—En ropa interior, sí, lo sé. —Por no mencionar que casi robaron mi auto de
día. Buenos tiempos—. No voy a enrollarme con Mateo, Lourdes. No estoy
lista. Y ni siquiera estoy segura de que sea el chico correcto con el cual
enrollarse. —Froté mi brazo cuando pensé sobre cómo había sido el sexo con
Donovan. No era nada digno de repetirse. Nunca.
E
staba leyendo cuidadosamente el último de mis exámenes de prueba
cuando el suelo retumbó debajo de mí. El garaje se estaba abriendo.
Mateo regresó. Crucé y descrucé las piernas, debatiéndome cómo
sentarme y cómo lucir. Me había enviado un mensaje de texto cuando
estaba esperando por Elaine, solo para asegurarse de que yo estaba allí y
decirme que me sintiera cómoda. Me había cepillado el cabello, añadido una
fresca capa de brillo labial y regresado a trabajar.
Al menos no estaba mal hasta que el cuerpo duro de Mateo se golpeó contra
la puerta. Corrí hacia esta para desbloquearla. Él tuvo que mirar dos veces
cuando me vio a través de la hilera de cristales. Abrí la puerta. Buen. Dios. Lo
había visto con su ropa negra de trabajo. Pero nunca lo había visto en
jeans… mucho menos con una musculosa blanca que parecía pintada al
cuerpo.
¿Nena? Me desmayo.
—No. Usualmente no.
—Sí. Totalmente.
—No. —Golpeteé mi vaso con el resaltador—. Estoy bien con solo agua.
—Lindo.
Me reí.
No contestó.
87
Él sonrió.
—Maldición, lo siento.
—Está bien. No la recuerdo mucho. Desearía hacerlo, pero supongo que era
demasiado joven. —Levanté mi lapicera de nuevo—. Mi padre, él, ah, murió
hace pocos años. Ahora soy solo yo. No tengo otra familia.
—Está bien —dijo, dándose cuenta que esta conversación tenía que terminar.
—Uh-huh.
—¿Cómo va eso?
—Retrocede y te diré.
—¿Hablas enserio?
Se rio.
—Teo, espero que llegues a las buenas noticias, porque me perdiste después
de “silenciador”.
—¿Eso es barato?
—Siéntate conmigo.
Mateo estaba recostado como una pantera, todo músculo relajado, sus ojos
avellana brillando contra su piel oliva. Me acerqué lentamente y me
desplomé junto a él. El cuero del sofá, desgastado y suave, era
sorprendentemente cómodo bajo mis piernas desnudas.
—Hola.
—Se supone que no me distraiga tan cerca de una pelea. —Sus dedos
rozaron mi brazo y su provocativa mirada se deslizó hacia abajo—. Pero tú y
ese vestido lo hacen difícil.
Se inclinó sobre mí. Cerré mis párpados cuando sus labios encontraron los
míos. Esta vez, mi lengua se acercó a la suya. No me di cuenta de lo mucho
que lo quería besar hasta entonces. Su mano izquierda se ajustó alrededor
de mi cadera, masajeando mientras mis brazos rodeaban su cuello.
92
Mateo me empujó más cerca. Su mano de desvió más abajo, llegando bajo
mis rodillas y subiéndome a su regazo. Sostuve su cabeza mientras
Página
profundizábamos el beso. Su cabello corto alborotado cosquilleaba mi piel,
haciéndome sonreír justo cuando mis dientes encontraban su labio inferior.
Otra vez, nuestras bocas se juntaron, más fuertes y más ansiosas. Maldición,
me estaba volviendo loca. Su mano jugó con todo mi pecho antes de vagar a
la parte de atrás de mi vestido y bajar el cierre por completo.
—Está bien. —Me mordí el labio. Aún era temprano. Y aún teníamos mucho
tiempo—. ¿Esto significa que debemos dejar de besarnos?
***
No estaba tan segura. Las puntas de mis dedos trazaron mis labios. La
hinchazón de nuestra maravillosa sesión de besuqueo ya había bajado.
Deseaba estar de vuelta en su sofá en lugar de estar en camino a verlo
lanzar el guante.
Me cubrí el rostro.
—Mi tío Lino me introdujo en las artes marciales cuando era un niño. Sentía
que yo tenía problemas de ira en los que debía trabajar. —Sus labios se
torcieron—. Y tenía razón al respecto. De cualquier forma, Lino ayudó a
pagar algo de la matrícula. Yo hice el resto trabajando para el dueño
original: limpiando pisos, sacando la basura, ese tipo de cosas.
La forma en que habló dejó claro que no debería presionarlo. Así como el
silencio que creció entre nosotros mientras él maniobraba su Explorer
alrededor de Konrad Square.
Giró hacia una calle estrecha. Noté la larga hilera de casas y el grupo de
adolescentes reunidos alrededor de una de las escaleras, riendo y tomando
pitadas de un porro.
—Diferente a esto.
—¿De qué fue eso? —pregunté, mirando hacia las pesadas puertas de
madera.
—Fui criado como católico. Una oración de protección es algo que hago
siempre antes de una pelea. —Me condujo a través del jardín trasero y hacia
otra cuadra.
Sonrió.
—Dije que me criaron como católico. Nunca dije que fuera bueno en ello.
Levanté la mirada hacia él, riendo, pero su expresión se había tornado fría.
El comportamiento relejado de Mateo se había desvanecido en un instante,
reemplazado por la apariencia familiar del gorila con cabeza rapada que
dirigía el personal del Club Excess. Dos hombres jóvenes caminaron hacia
nosotros, sus expresiones enojadas y firmes. Sus desgastados zapatos
deportivos y gruesas cadenas de oro dejaban ver que eran traficantes,
miembros de pandilla o ambos. La mano de Mateo dejó la mía para
97
—Pero, ¿no pasas solo por aquí cuando vas a una pelea?
En la siguiente cuadra, había una gran bodega. El piso inferior tenía una
tienda de zapatos, una tienda de comestibles puertorriqueña y una tienda de
licores. Puertas de metal cubrían toda la parte delantera, excepto por la
tienda de licores, de donde salieron dos hombres y una mujer trastabillando
y riéndose. Rodeamos la esquina hacia el gimnasio cerrado. Mateo me
condujo a través de una entrada lateral. El tipo en la puerta, con todos sus
ciento ochenta kilos, se levantó de su taburete y asintió a Mateo.
—¡Killian! —llamó.
—No puedo. Hay demasiado que hacer en el club. —Hizo señas hacia mí—.
Esta es Evelyn. Evie, este es Killian O’Brien, mi viejo compañero de rounds. Es
del barrio.
—¿Crecieron juntos?
Mateo asintió.
Traté de sonreír, pero era difícil ser amigable alrededor de alguien tan
intimidante. Un grueso cabello oscuro cubría su cabeza, y ojos azul de
medianoche parpadearon hacia mí.
—Lo mismo digo —dijo él. Se volvió hacia Mateo—. ¿Cómo está tu hermana?
—Hablo de Sofia.
Página
El repentino silencio entre ellos me dejó a un lado. Los hombros de Mateo se
cuadraron lo suficiente como para colgar bandejas de ellos.
—Todo está bien, hombre. Solo me preguntaba cómo estaba. —Killian jugó
con las tiras de sus guantes de boxeo—. Si la ves, mándale mis saludos.
Basado en el frío tono, no le creí. Igual que no le había creído cuando Killian
había usado la misma frase.
Mateo me condujo por el pasillo. Tocó la pesada puerta de metal con sus
nudillos. Estaba empezando a repensarme esta cita cuando un hombre algo
calvo con un cigarro en su boca respondió y el rugido de un montón de
voces floreció desde abajo. El tipo miró de Teo a mí.
—Bien. Necesitamos una chica para el ring. Ladasha llamó para decir que
estaba enferma.
—Ella no va ser tu jodida chica del ring —dijo Teo, como si esto fuera algo
con lo que lidiaba con regularidad—. Mira por donde caminas, Evie.
Página
Aunque me advirtió, perdí el paso en las empinadas escaleras. Mateo agarró
mi codo, estabilizándome mientras el octágono saltaba a la vista. Así es, el
octágono, él me había dicho que así llamaban al ring de ocho lados. Estaba
cubierto con un tapete azul claro. Había cercas de malla a los costados y
gruesa espuma negra cubría los postes y barandales. Varias filas de sillas de
metal rodeaban la arena, extendiéndose hasta las paredes pintadas de gris.
Parecía como que toda la bodega había sido remodelada para acomodar al
creciente público. Concreto pintado de gris formaba el suelo y cuatro salidas
de emergencia estaban situadas en cada esquina.
Ant, que estaba hablando con alguien cerca del ring, inclinó su cabeza
cuando nos vio. Dejó al hombre y caminó por el pasillo, saludando a Mateo
con esa cosa de mano a hombro que los chicos hacen.
—Todavía no. Big Chris las va a traer, dado que Noelle no está caminando
mucho. —Sus ojos me penetraron, pero luego su sonrisa se tornó más
atrevida—. Tus cosas están atrás. ¿Quieres que me quede con Evelyn hasta
que ellas lleguen?
—Está bien, buena suerte. —Y, por favor, intenta no morir o sangrar
demasiado.
Página
Ant lo observó desaparecer por una puerta abierta. Al vestuario, asumí.
—Teo usualmente empieza de este lado… Hola, imbéciles. Fuera de aquí. —Los
tres hombres que intentaban guardar una fila de asientos agarraron sus
chaquetas y se apresuraron a irse—. ¿Qué creen que es esto, la iglesia?
Irrespetuosos hijos de perra. —Afortunadamente, su tono se aligeró cuando
se volvió hacia mí—. Aquí, cariño. Siéntate aquí.
Me senté lentamente, agradecida de que los dos tipos más grandes de aquí
me cuidaran la espalda.
—¿Quieres decir si se asoman los poli poli y te envían a la gran casa? —Su
rostro se tornó divertido y rompió en carcajadas cuando me quedé
mirándolo boquiabierta—. Evelyn, la mayoría de los tipos que vienen aquí
son policías de Filadelfia. Los policías de Filadelfia se cuidan las espaldas.
Estás a salvo, siempre que mantengas un perfil bajo y no vayas a ninguna
parte sola. —Sacudió la barbilla a un lado, donde un grupo de hombres
repulsivos tomaban una fila de asientos—. No puedo dar fe por todos aquí,
Evelyn. Solo quédate con nosotros y estarás bien.
102
—Si lo dices.
Salió disparada por las escaleras metálicas, seguida por el gran Chris, que
ayudó a Noelle a maniobrar por la estrecha escalera. Ella cojeaba, pero
estaba en mucha mejor forma que la última vez que la había visto. Me tensé,
sin saber cómo reaccionaría cualquiera de ellas a mi compañía. Dee había
sido amable conmigo la última vez que la había visto, más que nada porque
había ayudado a su amiga. Pero eso no nos convertía en mejores amigas y,
ciertamente, no me hacía más bienvenida. Especialmente si ella sentía algo
por Teo.
—Hola, Ant —dijo, abriéndose paso por su costado. Se detuvo en seco cuando
me vio.
—Hola, Dee —dije, mostrándole un pequeño saludo cuando ella no dijo más.
Incluso en la penumbra, probablemente podría adivinar que estaba
sonrojándome con una maldita tonta.
Ellas intercambiaron miradas, dándose cuenta que sí, yo era así de tonta.
Ant se levantó.
—Síp.
Me moví incómodamente. Dee se sentó junto a mí, Noelle a su lado y Chris
tomó el asiento del final. Dee miró directo al frente como si yo ni siquiera
estuviera ahí. Noelle rebuscó entre su bolso gigante.
—¿Quieren palomitas?
—¿Quieres que gire la silla enfrente de ti para que puedas alzar tus pies? —
ofrecí.
—Sí. Gracias, Evelyn. —Ella sonrió a Dee—. Es bueno saber que alguien me
está cuidando.
Dee se rió. Su estrecha relación con Noelle estaba aliviando la tensión entre
nosotras.
—¿Ven estos? Están quebrados por la última estúpida puta a la que pateé en
la cara. —Las perras de cabello voluminoso intercambiaron miradas y
comenzaron a retroceder—. Eso es, sigan caminando —dijo Noelle,
gesticulando que se alejaran con la mano—. Sabía que eran más inteligentes
de lo que parecían con su cabello falso.
—¿Dónde crecieron?
—Oh —dije.
—No. Gracias. Estoy bien. —Giré la silla y la ayudé a levantar sus pies. En el
105
momento en el que me senté, alguien apagó las luces para que las únicas
que estuvieran sobre el octágono enjaulado brillaran. El tipo con el puro se
Página
—Esta pelea no está aprobada ni por sus mamás, sus papis o su policía de
condicional.
—¡Sí, joder!
—¡Sí, JODER!
—Tres jodidas rondas —continuó el tipo Cigar—. Entre Mateo “El Oso” Tres
Santos de Filadelfia…
metro ochenta.
Página
Mateo entró al Octágono, descalzo, sin camisa y con unos shorts naranja
con una raya negra en cada lado. El pegamento quirúrgico mantenía la
herida de la apuñalada cerrada, pero podía verla. Eso significaba que su
oponente también la vería. Dee mantuvo sus ojos fijos en el ring mientras se
inclinaba en mi dirección.
—Se rumorea que mató a alguien. —Me golpeó con su hombro—. Pero no te
preocupes, no he escuchado que sea algo de verdad. Todo está bien, Evelyn.
—¿Entonces por qué estás nerviosa? Pareces nerviosa, Dee. —Así era, excepto
que su voz no era un chillido como la mía. Aun así, la quería con más
confianza, ya que por el momento estaba muy asustada. Aunque Mateo
permanecía siniestramente tranquilo. Bailaba en el lugar, con sus ojos fijos
en el oponente como si el enorme tipo fuera un pedazo de carne. Con suerte,
El Oso estaba hambriento de Asesino.
Dee murmuró por lo bajo algo que no pude entender. Pero luego me miró.
Noelle maldijo.
ofreciendo.
Página
—Eso es porque Shaz es un monstruoso idiota. —Noelle maldijo de nuevo y
miro hacia donde Mateo continuaba moviéndose en su lugar, con las manos
libres en sus costados—. ¿Teo sabe?
—Sí. Sabe.
Teo y el Asesino bailaron, con las manos arriba, las caderas relajadas.
Pareció tomar tiempo para que conectaran. Cuando lo hicieron, fue una
guerra sin cuartel. Sus movimientos eran rápidos. Casi demasiado rápidos
como para seguirlos. El Asesino gruñó y dio una patada. Teo la esquivó y se
le lanzó. Los hombres chocaron, enredándose y dieron rodillazos uno al otro
en las costillas. El Asesino trató de lanzarlo. Teo cambió su peso, dejando
caer sus centros de gravedad y lo lanzó.
El Gran Chris, Noelle y Dee gritaron, urgiendo a Teo. Yo también grité, pero
por una razón distinta. Detrás de nosotros la multitud rugió, lanzando sus
puños al aire.
Teo agarró un codo y luego otro entre sus puñetazos al cráneo del Asesino.
Uno dio duro en la sien y otro lo recibió en su mandíbula. El Asesino rodó
sobre Teo, recargando su antebrazo en la garganta de Teo.
¡Lo estaba ahogando! El Asesino estaba ahogando a mi casi novio. Fui hacia
delante sin pensarlo. Dee pasó sus brazos por mi cintura y me regresó.
Salió sangre.
La multitud gritó.
Mateo no luchó para regresar sobre el Asesino. Alzó sus brazos y la multitud
perdió sus malditas mentes. Ant se apresuró, abrazándolo. Teo apuntó en
nuestra dirección. Dee, Noelle y el Gran Chris estaban de pie, gritando.
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Mateo cojeó hacia nosotros, con Ant celebrando a su lado. Teo chocó puños
con el Gran Chris y levantó a una Noelle gritando en un abrazo de un solo
brazo. Dee lo abrazó por completo envolviendo sus manos en su cuello.
Cuando lo soltó, tenía lágrimas en los ojos.
Dejó a Dee después de otro abrazo y caminó hacia mí. Fue entonces cuando
vi a la chica del ring deambulando detrás de él. Nunca había estado en una
pelea en toda mi vida. Pero, ¿sabes qué? Si ella hubiera seguido a Teo, la
hubiera golpeado.
—¿Qué?
—Después de que Dee recoja. No podemos dejar que salga con todo su dinero
sola.
Asentí y me senté. Me dejó, mirando hacia atrás una vez en su camino hacia
los vestuarios. Regresó un corto tiempo después con una bolsa negra de
gimnasio, usando sus jeans y la playera de manga larga gris con la que
había llegado. Se sentó junto a mí cuando Dee abandonó su silla para
recoger su dinero con Ant y el Gran Chris.
Fiel a su palabra, nos fuimos tan pronto como Dee regresó. Todos se habían
estacionado en el estacionamiento de la iglesia. Teo esperó a que Ant y Chris
se metieran por una calle con las chicas y los siguió fuera de Filadelfia. No
fue hasta que llegamos a la autopista que Mateo y yo hablamos.
—Te traje conmigo esta noche porque pensé que te gustaría verme pelear.
Supongo que jodí eso, ¿eh?
—No. No es eso.
Tomó mi mano y besó mis nudillos. Mierda. Mateo Tres Santos tenía todas
las movidas correctas. Por un segundo, no podía recordar mi propio nombre.
Bajó nuestras manos, manteniéndolas entre nosotros.
—Es la forma que hago dinero. Espero hasta que el premio sea alto y voy por
ello. Es difícil meterse en peleas legales. Hay mucha competencia. Toma
mucho tiempo ser reconocido. ¿Y la paga? Es prácticamente nada.
Tal vez dar golpizas era en lo que Mateo pensaba que era bueno. Pero
cuando pensaba en cómo lideraba su equipo y mientras sentía su mano en
la mía, supe que estaba equivocado. 112
Página
Capítulo 8
F
ue después de la una de la mañana cuando volvimos a casa de Elaine.
Debido a la hora y la falta de fe de Mateo en mi Cherokee, insistió en
seguirme de regreso a casa. No me importaba. En gran parte, me
alegraba que todavía quisiera pasar tiempo conmigo. Supuse que esperaba
que lo montara después de su pelea por darle una paliza a su oponente y por
erigirse como ganador, incluso después de que intentaran ahogarlo. Quizás
eso es lo que la chica del Ring hubiera hecho. No estaba en mí, al menos no
por esas razones.
Ladeó la cabeza.
Lourdes casi se resbaló en las escaleras cuando nos vio. Esperé que no me
avergonzara.
—Sí.
—Sí, Lourdes.
Se rio.
—Lamento eso —le dije a Mateo. No dijo nada, pero podía decir que estaba
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divertido.
Página
—Un garaje remodelado —señalé—. Con cosas más lindas. —Envolví la bolsa
con una toalla de cocina limpia y fui hacia su lado—. Toma, ponlo en tu sien.
Ayudará con la inflamación.
—No puedo, estoy muy cansado. —Sus dedos jugaron sobre los míos—.
Quizás deberías hacerlo por mí.
—Después de que te arregle. —Besé sus labios. Una semana atrás, nunca
habría pensado en ser tan atrevida. Principalmente con él. Y especialmente
solos. Ahora, era fácil… y algo que quería seguir haciendo. Excepto que había
algo más importante entonces. Él—. Ahora vuelvo.
Dejé salir una exclamación cuando Teo deslizó su brazo por mi cintura y me
regresó.
Me reí y comencé a limpiar las cortadas que habían causado los puños del
Asesino. No eran profundas y no estaban sangrando, pero necesitaban
desinfectarse. Mateo se inclinó hacia delante, haciendo más fácil que lo
alcanzara.
Asentí.
—Sí. Los niños con los que trabajaba eran realmente dulces, solo
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—¿Tienes alguno?
—¿Qué?
—¿Niños?
Apreté mis labios. Nunca imaginé que se suicidaría. Pero así fue.
—¿Evie?
Sonrió ampliamente.
—No. No realmente.
—Entonces muéstrame.
Me levanté para pararme entre sus piernas. Sus manos frotaron el lado
exterior de mis muslos, masajeando todo el camino hacia arriba y hasta mis
caderas. Sus ojos avellana crepitaron, observándome mientras asía mis
muñecas y me tiraba hacia él. Lentamente, se inclinó hacia atrás y me
colocó encima, nuestras respiraciones acelerándose cuando mi pecho se
unió al suyo. Estar debajo lo hacía vulnerable a mí. Quizás era su manera de
aliviar cualquier aprensión restante.
—Sí. —Para probarlo, estreché mi agarre y me froté más fuerte contra él. Al
principio, no reconocí la sensación que se estaba originando. Pero luego lo
experimenté todo. Grité, volviéndolo loco. Su cuerpo se movió más rápido
contra el mío, desenterrando cada estremecimiento, cada sensación, cada
grito.
***
Mateo me había invitado a salir un par de veces esa primera semana. Pero
cada vez que preguntaba, tenía clases o laboratorio o una práctica clínica
que preparar. Finalmente, dejó de preguntar. Pensé que tal vez había perdido
el interés. Sobre todo porque Ant caminó junto a mí los siguientes tres turnos
que había trabajado. Así que cuando esta noche había tirado de mi cola de
caballo mientras se colocaba detrás de mí, me fue difícil no darme la vuelta
y abrazarlo.
Mi cuerpo se calentó con la idea de estar solos de nuevo. Y estaba lista para
más que un beso y retorcerme debajo de él.
—Por cualquier mierda que tenga que ver con armas o con los imbéciles que
agarren inhalando cocaína en los baños.
Página
—Y ochenta dólares la hora —murmuró Sam por lo bajo. Pete nos saludó con
una sonrisa. Le había gustado el sonido de eso. Las camareras comenzaron
a ponerse de pie pensando que nuestra reunión había terminado—. ¿Adónde
diablos van? ¡No dije que habíamos terminado! —ladró Sam.
—Adelante con esto, Sam. Todavía tenemos cabinas y baños por limpiar.
Sam sonrió. Como alguna clase de muñeco poseído que intentaría matarnos
con un cuchillo de carnicero.
—Como saben, a todos los idiotas ricos les gustan sus tragos. Y los bastardos
los quieren rápido.
Shot!”.
La puerta se abrió de golpe y la sorpresa de Sam salió caminando.
La Chica Shot en realidad era Candy Lynn. Candy Lynn tenía tetas que
avergonzarían a la mayoría de los melones. Candy Lynn era una de las
camareras más cachondas. Candy Lynn hacía la mayoría de las propinas.
Odiábamos a Candy Lynn.
Candy Lynn buscó entre sus senos para sacar uno de los muchos vasos de
chupito metidos en los cinturones con porta balas que cruzaban su pecho.
Vertió algo de Baileys en este y lo remató con crema batida.
4
Patrón, Grey Goose: Marca de Tequila y Vodka, respectivamente.
5
Baileys: Licor irlandés.
—¡Oh! —gritó la multitud a mi alrededor.
—Hay demasiadas mesas para una sola Chica Shot. Así que necesito dos
más. Una tomara el lado contrario, la otra la sección VIP.
—Eso es lo que pensaba —dijo Sam—. Vengan, vamos a asignar los próximos
turnos.
—No lo hagas, Dee. Te daré algo de dinero para Glori —le dijo Noelle.
tengo mi orgullo.
Mateo se arrodilló a mi lado antes de que pudiera comenzar con mis
cabinas, doblando una mano sobre la rodilla. Como me había quedado
sentada, nuestros ojos estaban casi al mismo nivel. Ahora tenía una buena
excusa para mirar y quizás desmayarme un poquito.
—Oye —dijo.
—Oye.
Me mordí el labio inferior, frustrada. Tenía que decirle que no, otra vez.
—No puedo. Tengo que estudiar todo el fin de semana. Tengo un examen el
lunes. —Mateo se quedó mirando el suelo.
—Supongo que entonces estás ocupada para el sábado después del cierre.
Dos oportunidades más para pasar el rato con él. Otras dos veces que tenía
que decir que no. Muy pronto dejaría de llamar.
Eso fue todo lo que dijo. Pero oí el “adiós” en su voz. Lo agarré del brazo
cuando intentó ponerse de pie.
—Realmente quiero.
—¿Por qué?
M
ateo me acompañó hasta mi auto el sábado por la noche, al igual
que el viernes. Y al igual que el viernes, me dio un tremendo beso
de buenas noches. Quizás la charla del viernes era justo lo que
ambos necesitábamos, algo que nos asegurara que lo nuestro no había
muerto.
Gemí y cerré los ojos mientras besaba la base de mi cuello. Lo último que
quería era que se detuviera. Amaba sus labios y cómo trabajaban para
probar mi piel.
Mis pezones se irguieron en respuesta. Volví a gemir, esta vez con más
desesperación, cuando la lengua de Mateo jugueteó con la mía. La necesidad
de dejarme ir parecía superarme, pero no duró. Él se alejó bastante
abruptamente, con la respiración agitada.
—Deberíamos…
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Mateo jugueteó con el borde de mi camisa de vestir blanca que tenía debajo
del largo cárdigan que me había puesto para trabajar. Examiné su oscuro
rostro, esperando encontrar una explicación en esta de su repentino
alejamiento.
Volvía a ser “nena”. Nunca había notado lo mucho que me gustaba esa
palabra. Y cuánto necesitaba oírla en ese momento.
Mateo me dio un último beso y se quedó allí hasta que mi auto se fue del
estacionamiento a la avenida principal. Sonreí cuando pude verlo reírse del
escándalo que hacía mi carcacha. Quizás mi Cherokee odiaba estar lejos de
las manos de Mateo tanto como yo.
“Lo esperado…”, esa era una extraña forma de describir el sexo con alguien
que creí que amaba y con quien planeaba pasar mi vida. Pero en
retrospectiva, así se había sentido, aunque no lo hubiera admitido hasta
ahora. Él no me excitaba. Ni una vez. El sexo con Donovan nunca se sintió
bien.
—Jesús, ¡lo lamento! —Me cubrí los ojos con una mano, chocándome contra
el marco de la puerta cuando intenté entrar en mi habitación.
—Evelyn, ¿qué estás haciendo aquí?
Me congelé.
último que quería era no ser deseada. ¿Y si ya estaba con alguien más? ¿O si
ya estaba besando a otra chica? Mierda. ¿Podría la idiota de Candy Lynn
estar allí también?
—¿Puedes venir?
Maldijo.
—Con Ant. Estoy en su casa. —Se detuvo. Casi podía ver su sonrisa—. ¿Por
qué? ¿Con quién creías?
—No importa.
—De acuerdo.
130
—¿Sí?
Página
***
Miré el mensaje y luego arriba hacia los edificios, intentando adivinar dónde
terminaba el Edificio D y empezaba el Edificio E. Salté en mi asiento cuando
alguien golpeó la ventanilla de la puerta del acompañante como si hubiera
un incendio.
—¿Evelyn?
Noelle, con un vaso rojo gigante en su mano y con aspecto de haber bebido
ya bastante, estaba de pie junto al Gran Chris. Él asintió, con un gran barril
en su espalda.
—Hola.
una mochila.
El Gran Chris la ayudó a equilibrarse sin soltar el barril y sin decir una
palabra. Así era Chris, fuerte, silencioso y siempre cuidándonos. Juro que él
podría haber aplastado ese barril con sus dedos y, aun así, fue
increíblemente cuidadoso al guiar a Noelle al segundo piso.
La multitud que rondaba con vasos rojos vitoreó al ver llegar a Chris.
—¡Hola! —les gritó ella, haciendo que le respondieran con una mueca. Se
volvió hacia mí y señaló adelante con su vaso, volcando cerveza—. Segunda
puerta.
Me moví en zigzag entre los cuerpos y estaba a punto de dar la vuelta para
salir cuando vi a Mateo. Estaba sentado en un sofá jugando a un videojuego
de un apocalipsis zombi. Mis hombros se relajaron. Me moví hacia él y
golpeé su rodilla con mi pierna.
Él sonrió.
Por suerte, apareció Ant con dos grandes vasos rojos, riendo.
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—Gracias, Ant.
—Sostén esto por mí, ¿sí, nena? —Teo me pasó su vaso y buscó en su
billetera, dándole un par de veintes a Ant.
—Maldición, Teo. ¿Realmente crees que la pequeña Evie vaya a beber tanto?
—Oh, entonces es para ti. —Ant se puso serio y me miró con rudeza—.
¿Intentas emborrachar a mi amigo para aprovecharte de él?
Ant rio fuerte, mientras Mateo se ahogaba con la cerveza. Claro que, aunque
intenté sonar ruda, no pude evitar que el rubor subiera por mi rostro.
Ant se quedó con nosotros hasta que una chica se lo llevó a bailar,
dejándonos a Mateo y a mí a solas.
—No quiero que algún imbécil sienta que tiene una posibilidad contigo esta
noche. —Y me besó. Sin importarle un carajo quién pudiera vernos.
Y me gustó.
***
—Guau.
Página
Me reí.
—No sé sobre citas. Pero de vez en cuando, se ha ido con alguna —dijo Dee.
Hizo señas hacia el patio, donde Mateo se encontraba con Ant y otras
personas—. Caso en cuestión.
—¿Qué demonios?
Mateo desenroscó sus manos fácilmente y dijo algo que no pude oír. Se alejó
de ella y retomó su plática con Ant. Excepto que la zorra no se fue. Se quedó
ahí, meciendo sus caderas con One Republic mientras miraba a Teo.
—CFM6.
—¿Qué?
Página
6
CFM: Siglas de “Come Fuck Me” (Ven a follarme).
Noelle señaló con el mismo dedo que sostenía su vaso rojo.
Ant se rio cuando me vio llegar y codeó a Mateo. No sé qué vio Teo en mi
rostro, pero fue suficiente para abalanzarse —de la forma en que lo hace
cuando está por lanzar a algún borracho fuera de Excess—, y saltó sobre mí.
Dee se rio.
—Deja de actuar como chica de barrio. Eres una mujer educada. —Se
encogió de hombros—. De alguna manera.
Las manos de Teo permanecían en mis caderas. Frotó mis costados con sus
pulgares, tratando de captar mi atención. Por el momento, sin embargo, mi
enfoque estaba todo en Noelle.
—¿Bailas?
Él se rio.
Donovan solo había bailado lentos conmigo. Quizás era porque no podía
bailar. ¿Mateo? Él podía moverse.
Pasamos el resto de la noche bailando y riendo con Ant, el Gran Chris, Dee y
Página
—No.
—No. Serían jodidamente feos, Ant. Afros pelirrojos y pecas serían bebés
horribles.
—No está mintiendo, Ant. —Me guió hacia fuera por la puerta.
—¿Qué demonios pasa contigo, Teo? —dijo Ant—. ¡Se supone que eres mi
chico!
El Gran Chris nos siguió, deshaciéndose del barril de cerveza para jalar a
Dee y Noelle. Agarré la mano que Teo envolvió sobre mis hombros.
—¿Ant y Noelle están juntos? —susurré— No tenía idea. —Lo que explicaba
por qué había estado realmente molesto cuando descubrió que ella fue
pisoteada.
—Estuvieron calientes hace más o menos un año. Pero Ant aún quería ser
libre. Ellos rompieron, permanecieron como amigos, pero puedo decir que él
todavía la extraña.
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Él se encogió de hombros.
—Sí. Por ahora.
—Los shots que tomé fueron hace horas y nunca terminé la otra cerveza. Si
no estuviera sobrio, Ant tendría dos compañeros de cuarto más hasta que lo
estuviera.
Sonreí.
Nos subimos. Teo tuvo que empujar mi asiento por completo hacia atrás
para que sus largas piernas cupieran en el auto.
—Pensé que te gustaban mis piernas. —No había bebido demasiado… solo
dos cervezas y un shot. Pero eso es todo lo que necesitaba para dame
mareos y una gran boca.
—Me gustan. Y mucho más. —Se inclinó y me besó— ¿Lista para volver a mi
lugar?
Agarró dos botellas del refrigerador, luego tomó asiento junto a mí. Bebimos
el agua despacio, pero no nos llevó mucho tiempo terminar. Mateo me
observó todo el tiempo. Lo supe porque no podía apartar mis ojos de los
suyos. Mis manos hormigueaban con adrenalina. Quería tocarlo. Pero seguía
nerviosa e insegura de qué tan lejos podía permitir dejar ir las cosas.
Hasta Mateo.
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—Solo en ti. —Esa fue la honesta verdad. Donovan no importaba cuando Teo
estaba conmigo.
—Oye, cariño. Recuerda lo que te dije, nada pasa a menos que tú lo digas.
Mis labios pasaron por los suyos. No fue lento. Esta vez no quería que fuera
así. Así que los mordí y saboreé hasta que él metió su lengua profundamente
en mi boca. Fue entonces que las manos de Mateo vagaron sobre mi trasero,
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Pensaba que estaba lista para mirar más de él. Pero Mateo sin camiseta me
dejó pegada en el lugar. No era como cuando lo vi en el ring… ahí él había
estado peleando y herido. Ahora esperaba allí solo por mí.
Y estábamos solos.
Mis uñas rozaron los bordes de sus tatuajes que se extendían en sus
hombros, luego siguieron a sus pectorales hasta caer en sus abdominales
para tentarlos.
—Sí. Me gusta.
Tiró de los botones de mis jeans ajustados, pero lo detuve antes de que
pudiera bajar el cierre, cubriendo su mano con la mía.
—De acuerdo.
Me giré en mi costado.
—¿De acuerdo?
—Sí.
Lo observé. Sabía que estaba duro por la forma en que acomodaba sus
caderas. Mis manos pasaron por su hombro.
Si estaba intentando que tuviera un orgasmo con solo sus palabras, por
jodidamente poco, casi lo lograba.
La palpitación por su toque todavía latía a través de mí, especialmente
cuando consideré permitirle hacer lo que él quería.
—¿Te vas?
Mis pies descalzos fueron sigilosos sobre las baldosas mientras rodeaba la
cama. Besé a Mateo cuando se sentó. Sus dedos se deslizaron por mi cabello
mientras me devolvía el beso. Maldición, esa lengua suya…
—¿Estás segura? No tiene que ser solo sobre mí… —Su voz se trabó cuando
mis manos se movieron más rápido. La tendones en su cuello se tensionaron
antes de que su cabeza cayera contra mi hombro—. Te deseo tanto, Evie.
M
e desperté sacudiéndome en la oscuridad, sin saber dónde
estaba.
Froté mis ojos, tratando de sacudirme los recuerdos de otro tenebroso sueño.
—Un poco más de las doce. —Su mano frotó mi espalda—. ¿Tienes frío?
Tiró de la cálida sábana para cubrir mi espalda antes de que pudiera decirle
que sí. Aunque todavía estaba alterada por la pesadilla y por despertar en
una total oscuridad, levanté la barbilla y sonreí.
147
—Gracias.
—Me gustó. Mucho. —Dejó de sonreír entonces—. Es solo que quiero que lo
desees.
—Así fue.
—Bien. Así es como debería ser. —La gran mano de Mateo se deslizó por mi
brazo—. Entonces, ¿cuál es tu número?
—Uno.
—¿Solo uno?
—Sí. Pero no era bueno. —Mis uñas vagaron por su piel—. ¿Qué hay de ti?
—Más de una.
—Eso pensé. —Por la forma en que se veía, sí, tenía que haber varias.
—Sí. Solo por si acaso. Pero, eso no significa que tengan que ir más lejos.
—De acuerdo, solo quiero llevar las cosas lento. Mi ex, él… —Me volví sobre
mi espalda y me quedé mirando al techo, tratando de no permitir que el
recuerdo de las acciones de Donovan se interpusiera entre Teo y yo—. Solo
quiero llevar las cosas lento —repetí, sin saber qué más decir.
Sacudí al cabeza, sin realmente comprender mis lágrimas. Mateo era el que
no tenía ropa, pero a pesar de la camisola y los jeans que yo todavía tenía
puestos, me sentía tan desnuda entonces.
La voz de Mateo permaneció ronca, pero sus ojos eran suaves mientras me
bebían. De alguna manera, me las arreglé para apartar mi mirada de la
suya.
—Adelante.
Página
—Si me hago un examen de sangre y las cosas continúan entre nosotros,
tienes que hacer algo por mí. —Esperó mientras yo recogía valor para
hablar—. Si estás con alguien más o incluso estás pensando en ello, tienes
que decirme. No me enojaré. —Me reí cuando él lo hizo—. Está bien, quizá me
enojaré un poco.
Le sonreí.
—De acuerdo. —Sonreí por la manera en que me miró—. Pero no creo que
tengas que preocuparte por eso.
—¿Ah, sí?
—Sí.
responder su teléfono.
—¿Sí? ¿Qué pasa…? Está bien… ¿Cuándo diablos pasó eso…? Cálmate,
pequeña… Ya voy… No. Quédate ahí. Voy por ti.
Colgó y salió rápidamente de la cama para ponerse la ropa. Hizo una pausa
cuando se sentó a atar sus zapatos. Era casi como si hubiera olvidado que
yo estaba ahí.
—¿Todo está bien? —Por las líneas endurecidas en su rostro, era una
pregunta estúpida. Simplemente, no sabía qué más decir.
***
Mis manos temblaban mientras conducía. Desde que había dejado a Mateo
el domingo, mis pesadillas se habían puesto peores y se habían vuelto más
gráficas. No sabía qué me estaba sucediendo. Y empecé a preocuparme de
que Lourdes tuviera razón. Tal vez algo realmente estaba mal conmigo.
Esperaba que no. Con solo dos semestres más antes de la graduación,
finalmente podía ver la luz al final de ese largo, oscuro y jodidísimo túnel. Y
entonces estaba Mateo. Dios, de verdad me gustaba. Y de verdad me gustaba
cómo me hacía sentir.
—¡No me toques! —Las lágrimas quemaban mis ojos—. ¡Dios, confié en ti!
—¿Tienes novia? —preguntó su conquista de la noche por encima de
nosotros.
La primera de mis lágrimas cayó. Maldita sea. No quería llorar frente a él… o
ella.
Me congelé. ¿Nos?
Otra chica, usando otra de las camisetas de Mateo, se unió a la primera, esta
era delgada y con oscuros rizos tan apretados que se balancearon cuando
miró por la barandilla.
—¡Jesucristo, Mateo!
—¿Qué?
Eso no la detuvo.
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—Eso es lo que te ganas por no responder los mensajes de tu chica —le dijo,
señalando.
Página
Él entrelazó nuestros dedos.
—Ven, te presentaré.
—Ay, pesado —le dijo ella, golpeando su brazo. A mí me sonrió—. Hola. Soy
Lety. Y esta es Sofia.
—Esta es Evelyn.
—Cuidado con lo que dices. —Besó mi frente—. Voy a tomar una ducha. Solo
tardaré un poco. —Señaló con el dedo a Lety—. Sé agradable o patearé tu
trasero.
155
Él le revolvió el pelo.
—Ah, sí. —Esperó a que dijera más. Mis mejillas se calentaron ante su
escrutinio—. Es nuevo. Las cosas son nuevas entre nosotros.
—No, pero no te preocupes. Teo no dice mucho sobre su vida aquí y calla las
cosas que son importantes para él.
—Vamos, Evelyn —dijo ella—. Les debo comida a ti y Teo. ¿Te gustan las
cosas del desayuno? Eso es todo lo que él parece tener.
—Ah, seguro.
Sofía asintió, pero por lo demás no habló y mantuvo la cabeza gacha. Seguí
a Lety en la cocina cuando comenzó a abrir los armarios. Sacó una caja de
mezcla para panqueques y me lo ofreció.
—¿Quieres ayudar?
7
BSN: BSN medial fue creada en abril de 2001 por dos grandes empresas de origen
internacional, Beiersdorf AG (Hamburgo) y Smith & Nephew plc (Londres), con el objetivo de
obtener el máximo provecho de las sinergias, la complementariedad geográfica y los
Página
—¿A cocinar?
Lety se rio otra vez. Parecía que era algo que hacía a menudo.
—¿Eh?
Está bien. Sabía entonces dónde me había equivocado con mis galletas para
Mateo. Lety le echó un vistazo a mi cuenco y levantó mi muñeca para que la
masa goteara del tenedor.
—Pero todavía hay polvo en la parte superior. —Hice una mueca cuando las
hermanas me quedaron mirando como si fuera una completa idiota—. Como
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—Asuntos, claro.
—Cállate y cocina —espetó Mateo cuando Lety abrió la boca para decir
algo—. Jesús, eres un dolor en el culo.
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—Ya sabes, para alguien que no habla mucho, seguro que abres la boca por
las razones equivocadas.
Sofía sonrió y fue entonces cuando capté rasgos de su parecido con Mateo.
—Sé agradable, Lety —dijo ella—. Hay mucho más que podría decirle.
—Cuando burbujea así, lo das vuelta. Bien. Espera unos segundos más y
luego ponlo en un plato. De lo contrario, se quemará o quedará demasiado
duro.
—¿Cómo se conocieron?
Ella sonrió.
Página
—¿Cómo una de tus guardias?
—Soy mesera ahí cada fin de semana y cada dos jueves por la noche.
—¿Desde cuándo?
—Y educada.
—Solo digo.
Su sonrisa se amplió.
—Solo digamos que eres un progreso de las prostitutas por las que iba detrás
mi hermano.
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—¡Maldición, Lety!
Lety se limpió la boca con una servilleta, ignorando mi profundo rubor.
—Teo…
Los rostros tensos de Mateo y Lety dejaron claro que no debería decir nada
más. Lo mismo decía la expresión quebrada de Sofía. Se abrazaba a sí
misma protectoramente.
No me respondía.
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Página
Capítulo 11
L
a cara furiosa de Mateo se encontró con la de Lety.
—Lo siento.
—¿Lo siento? ¿Por qué? ¿Por decir mierda frente a mi chica que no quiero
que sepa?
—La dejaré en casa de tío Lino. Estará segura allí hasta la lectura de los
cargos contra Carlos el lunes.
—Nuestro padre.
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—¿Él la…? —Ni siquiera pude decir las palabras y de repente me sentí
Página
insoportablemente enferma.
—No, dañó su cara y la de Teo, pero incluso Carlos tiene límites cuando se
trata de sus hijos.
—Lo siento mucho, Teo. Mira, gracias por ir a buscarla y por permitirnos
quedarnos mientras las cosas se calmaban.
Mateo se giró, apoyó los brazos sobre la encimera, juntando rígidamente las
manos.