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Karlix
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Karlix
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Karlyisa08
Bibliotecaria70
Diseño
Mew Rincone
Créditos Capítulo 13
Sinopsis Capítulo 14
Prólogo Capítulo 15
Capítulo 1 Capítulo 16
Capítulo 2 Capítulo 17
Capítulo 3 Capítulo 18
Capítulo 4 Capítulo 19
Capítulo 5 Capítulo 20
Capítulo 6 Capítulo 21
Capítulo 7 Capítulo 22
Capítulo 8 Capítulo 23
Capítulo 9 Capítulo 24
Capítulo 10 Epílogo
Capítulo 11 Recursos Importantes
Capítulo 12 Agradecimientos
¿Cómo seguir adelante cuando sientes que tu vida ha terminado?
Maggie nunca pensó que vería a Clay otra vez. Así que intenta
rehacer su vida después que su corazón se ha roto en pedazos. Dejando
todo atrás y siguiendo adelante, justo como Clay quería que hiciera.
Nunca se detengan.
-CLAY-
Traducido por Eglasi//Corregido por Karlix
Perdonar.
Tan solo una pequeña palabra. Solo ocho letras, pero que tiene un
gran peso.
—¡Estás haciendo trampa! ¡No hay una maldita manera que puedas
ganar seis rondas de póquer! —dijo el muchacho flacucho al otro lado de la
mesa, tirando sus cartas en frustración. Me reí, cuando recogí el montón
de fichas rojas y azules, agregándolas a mi montón.
*~*~*~*
El grupo se sentó en el suelo, los niños se relajaban en los cojines de
gran tamaño. Mirando alrededor, podría casi imaginar que esto era solo un
montón de amigos que andaban juntos. A excepción de los dos adultos que
se sentaban en el medio haciéndoles preguntas como: Hábleme de tu
relación con tu familia, y, ¿Cómo te hace sentir eso?
—Um. Bueno, creo que hubo una vez, probablemente cuando tenía
seis años. Y mi mamá me llevó al parque y me empujó en los columpios —
ofreció María, mirando a Lydia y a Matt, otro consejero, por su aprobación.
—Me sentía bien. Como que ella… no sé… me amaba. —La sonrisa
en su rostro estaba triste y mi corazón estaba herido por ella. Entendía su
necesidad de sentirse amada por su madre demasiado bien.
Y se sentía increíble.
Así que, con todos los ojos en mí, pensé realmente lo difícil de mi
respuesta a la pregunta de Matt. Y entonces, lo tenía. Un recuerdo que era
realmente bueno y no contaminado por la ira y la amargura.
Matt asintió.
Con Maggie.
Negué con la cabeza. No podía pensar en ella aquí en grupo. Eso era
algo que reservaba para cuando estaba solo. Porque si me ponía a pensar
en ella ahora, empezaría a pensar en lo mucho que la había herido y cómo
la jodí tan magníficamente. Y entonces mi buen sentimiento de humor se
evaporaría en un instante. En un chasquido. Solo como eso.
—Eso fue muy duro hoy —dijo María mientras nos unimos con los
demás, que estaban colocándose en la fila para el almuerzo.
Asentí.
—Sí. Es un poco difícil encontrar algo bueno que decir acerca de mis
padres. Ya sabes, teniendo en cuenta que son un montón de culos
ensimismados —bromeé, recogiendo una bandeja. María se río detrás de
mí.
—No. No creo que eso nos haga a cualquiera de los dos algún bien —
admití, reposicionando el marco para que pueda verlo.
—¿Qué diablos hiciste? —preguntó una voz detrás de mí. Puse mis
ojos en blanco hacia Jake Fitzsimmonns, quien dejó los pasteles que
cargaba en el escaparate y vino a ver mi herida de guerra.
Puse mis ojos en blanco de nuevo, pero sostuve mi brazo para que lo
inspeccionara. Miré alrededor del ajetreado café y supe que necesitaba
volver a trabajar. El lugar estaba llenísimo.
Jake rio mientras comenzaba a jugar con los peces gordos. Alcanzó
desde detrás de mí dos tazas, las puso en las espigas y la encendió.
—¡Lo hiciste! ¡Esas fueron cuatro mesas en una vuelta sin derramar
nada! Tiene que ser un record —bromeó Jake, apretando mi hombro. Traté
de no encogerme de hombros ante su mano y forcé una sonrisa.
—Hoy cero, hombre. Nuestra chica está en una buna racha —dijo
Jake sobre una risita.
¿Pero no lo estaba?
—Tienes razón, Jake. Iré esta noche —dije con una determinación
que ya no había tenido por un tiempo.
—¿Vas a ir? ¿En serio? —chilló Rachel y puse mi boca en una línea
ceñuda.
—Uh, ¿ocho? ¿Pero qué te hizo decidir venir? —me preguntó Rachel.
—No lejos del blanco ahí, Mags —reflexionó y me callé. Porque tenía
razón.
—Está bien, bueno, los veré más tarde —dije, rindiéndome con la
conversación.
—No, está bien. Que tengan un buen viaje —dije con desdén, sin
querer seguir hablando de Clay. Lisa pareció captar la indirecta. Recogió
su taza para llevar y con una última sonrisa, dejó el café.
Noté que mis amigos no se me acercaron. Sabían que no estaba de
humor para discutir lo que acababa de pasar y apreciaba su sexto sentido
cuando se refería a mis sentimientos. Jake también me dio espacio y por
eso estaba agradecida.
Justo cuando pensaba que tenía las cosas bajo control, la realidad
de quien era me golpeaba de lleno en la cara. Estar loco no es nada
divertido, déjame decirte. Estaba muy lejos de ser el excéntrico
adorable. El tío loco que murmuraba para sí mismo y llevaba los
pantalones del revés. Nop, mi tipo de locura asustaba y consumía.
Si decía que no, no insistiría. No por eso. Había algunas cosas en las
que el Dr. Todd insistía. Cosas a las que me obligaba a enfrentarme
incluso cuando yo no quería. Pero lo bueno era que entendía cuando
necesitaba retroceder. Era nuestra dinámica de trabajo. Al igual que
«Butch Cassidy y The Sundance Kid»1. Excepto que estaba en un centro de
tratamiento de salud mental en Florida. Y no era un bandido. Oh mierda,
no importa.
Película estadounidense de 1969 que cuenta la historia de los famosos asaltantes del
1
Asentí.
—No, diría que no. No te pongas a la defensiva, Clay. Ahora por favor
dime, ¿qué sentías? —preguntó de nuevo.
—Enojado, eh. ¿Con quién? —Quería gemir. Esa era una pregunta
capciosa.
Él asintió.
—Estoy enojado con Ruby por hacer tan fácil de negar lo que le
estaba haciendo a todo el mundo a mi alrededor. Si solo hubiera puesto en
la línea, decirme que sabía lo que estaba haciendo... —Mis palabras se
apagaron y el Dr. Todd interrumpió.
—¡Estoy enojado con ella por hacerme sentir, por un momento, que
podría tener una vida normal! —dije en voz muy alta. Respiré hondo y
traté de calmarme. Cuando sentí que podía seguir adelante sin enloquecer,
empecé a hablar de nuevo—. Estoy enojado con Maggie por darme algo que
casi me mató perder cuando siempre arruino todo. Por mostrarme lo
perfecto que parecía justo antes de que lo destruyera. Estoy enojado como
el infierno porque reconstruyó lo que había roto, me dio todo; una vida, un
futuro. Y ahora se ha ido. —Mi voz se quebró y sentí lágrimas traidoras
resbalar por mi rostro. Las limpié con furia. ¡Maldición! Odiaba cuando
terminaba en esto.
Me sentí aliviado cuando el Dr. Todd dijo que nuestro tiempo había
terminado. La sesión de hoy me había dejado sintiéndome totalmente
vacío. Me entregó mi diario.
Podía oír la televisión resonar dentro del cuarto común, pero aparte
de eso era un maldito lugar pacifico aquí afuera. La última hora había sido
brutal. Lo había estado haciendo verdaderamente bien por las últimas
cuatro semanas. Claro, terapia y grupos de soporte se volvían viejos
después de un rato. ¿Quién no se enfermaría de aliviar la mierda de su
vida día tras día? Había momentos en donde deseaba poder empacar todo
y mandar al diablo todo. Pero en su mayor parte, estaba contento de estar
aquí.
Me estaba acercando rápidamente al final de mi estadía de noventa
días. Lo que el futuro me deparaba después de eso, no lo podía decir.
No había hablado con mis padres desde que había sido admitido. Se
suponía que ellos debían estar involucrados con el tratamiento. Lo que
significaba terapia de familia, visitas regulares, y todo el paquete. No
sabía cómo estaban al tanto de mi progreso. Estaba casi seguro que el Dr.
Todd los tenía al tanto, pero todavía no había escuchado un bip de ellos.
Maria entrecerró sus ojos y supe que veía a través de mis patéticos
intentos de indiferencia. Maria se había convertido en una amiga cercana
que podía llamarme por mi mierda con lo mejor de ello.
Maria frotó mi brazo y me dio una mirada que me dejó saber un poco
demasiado claro lo que sus sentimientos sentían con respecto a mí.
—Nop, hay una mala idea aquí Clay. He visto la foto en tu cama. Sé
el resultado. Somos amigos. Lo siento si te hice sentir que quería algo más.
No era mi intención. Lo juro. —Levantó tres dedos de la cosa de promesa
de Chicas Scout.
Maldita sea, esto tenia los ingredientes de la torpeza épica por todas
partes. Maria Cruz era fácilmente mi amiga más cercana aquí. Y en este
punto en mi vida, la amistad era escasa.
—Lo siento, Clay. Supongo que no eres el único que ha tenido un día
de mierda —explicó, colocando un trozo de cabello negro detrás de su
oreja.
—Sí, fui al día siguiente para ayudarlo a limpiar toda la mierda. Ray
estaba con demasiada resaca que se pasó la mayor parte del tiempo
metido en el inodoro —compartió Daniel. Alejé mi depresión y los
pensamientos de soledad fuera de mi cabeza.
*~*~*~*
Una vez que las compuertas se abrían, era bastante difícil cerrarlas
de nuevo. El recuerdo de Clay se burló de mí todo el día. ¿A quién estaba
engañando? Aunque tratara muy duro de seguir adelante con las cosas, él
siempre estaba ahí para tirarme de vuelta otra vez. Su fantasma era casi
tan peligroso como el real.
—¡Maggie!
Me giré hacia el sonido de la voz de la tía de Clay, Ruby, quién había
girado alrededor del mostrador y prácticamente estaba corriendo hacia mí.
A pesar del retortijón que acompañó el ver a Ruby después de tanto
tiempo, todavía era agradable verla.
—Quiero pagar Ruby. Vamos —le urgí, aun tratando de poner algo
de efectivo en su mano. Ella dobló mis dedos sobre el dinero y apretó.
—Sí, Maggie. Gracias por ser la chica leal y sorprendente que eres. Y
por amar a mí chico de la manera en que lo hiciste. —Sus ojos brillaron
con la fuerza de sus palabras y tuve que parpadear con rapidez o
comenzaría a llorar.
Mis manos estaban temblando así que las metí dentro del bolsillo de
mi abrigo. Respiré profundamente.
Comencé a entrar en pánico. Tal vez esto era una mala idea. Solo
estaba haciendo un intento de poner a Clay en mi espejo retrovisor. Pero
aquí estaba, removiendo todo de nuevo, tratando de mantener abierta una
puerta que se había cerrado firmemente en mi cara.
—Eh, sí, bueno este era un regalo para… Clay. Por su cumpleaños
—dije rápidamente. Las cejas de Ruby se elevaron y pude adivinar que la
había sorprendido—. Bueno, Lisa dijo que ibas a verlo y he tenido eso
ahora por unos meses y solo está cumulando polvo bajo mi cama. Y no es
como si supiera donde mandar la maldita cosa, así que solo pensé que
podrías entregárselo. Ya sabes, porque será su cumpleaños y todo —
divagué nerviosa.
—Oh, bien. Gracias —dije, casi sin hablar, queriendo salir de ahí
pitando ahora que había hecho de mi misma una total y completa idiota.
—Te veré por ahí —dije como despedida, lista para marcharme,
Sip, dieciocho.
Este día en particular era todo sobre libertad. Porque por primera
vez, era libre. Libre de hacer mis propias decisiones. Mis propios errores.
Marca de cigarros.
6
verdaderamente mío. Realmente nunca me había permitido pensar en lo
que haría cuando ese mágico día llegara. Y aquí estaba, a minutos de mi
edad adulta y me sentía casi abrumado con las posibilidades.
Todo esto se sentía como un sueño. Y los sueños tenían una forma
de derrumbarse alrededor. Así que siempre trataba de permanecer lejos de
los sueños. Eran un asunto desagradable para un tipo sin futuro.
Esperanza.
Esperanza.
—Solo no dejen que vuelva a ocurrir. Odio ser el tipo malo. —El
ayudante me miró y lanzó algo en mi dirección. Lo atrapé antes de que
cayera en el piso. Era uno de esos botones cursis «Soy el muchacho del
cumpleaños» que usas cuando eres un niño.
Le bufé a Tyler.
—Sí señor, me apresuraré —repliqué sarcásticamente. Pero Tyler
tenía razón. No estaba desperdiciando un omelet del suroeste por nada. No
podía deshacer la sonrisa ridícula en mi cara mientras me preparaba para
mi día.
*~*~*~*
Por alrededor de las dos de la tarde, oficialmente estaba con el
espíritu del cumpleaños. María, Tyler y unos cuantos de nuestros otros
amigos, hicieron una gran producción en torno al pastel durante el
almuerzo. María insistió en que usara un sombrero de cumpleaños hecho
de cartón barato. Seguí con ello, no siendo capaz sino de ayudar y
disfrutar toda la situación.
—Me alegra escuchar eso Clayton —dijo él, dándome esa sonrisa
calmada. Después de eso, nuestra sesión fue más ligera. Sin escarbar en
mi nudoso pasado o re-trabajando mis torcidos pensamientos. En su
lugar, nos dedicamos a una charla amistosa. Incluyendo un intercambio
acalorado sobre el baloncesto universitario.
*~*~*~*
Después de la cena, Maria, Tyler y yo pasamos el rato en el cuarto
común viendo algo de televisión, cuando Jacqui, el administrador de la
noche, me pidió que fuera a su oficina. Me encogí de hombros hacia mis
amigos quienes me preguntaban con la mirada.
Ella corrió hacia mí. Estaba vestida en su típico atuendo gitano, con
faldas fluidas y una alocada bufanda alrededor de su cuello. Incluso tenía
esas pequeñas conchas pegadas en su cabello. Dónde diablos conseguía
las ideas para su vestimenta, no tenía idea.
Pero eso había volado en pedazos por un par de hermosos ojos y una
mordaz actitud.
—Ruby. No tienes que darme nada. Estar aquí es más que suficiente
—dije, aunque no pude evitar sino solo sentir la emoción anticipada que
no había sentido en mucho tiempo. Del tipo que burbujea en tu estómago
que solo sientes en la mañana de navidad. O antes de ponerse al volante
de un auto después de obtener la licencia.
Ruby suspiró.
Sabiendo que con eso no lograría nada más que hacerme retroceder.
Necesitaba trabajar a través de esas enredadas emociones y ordenarme en
el caos que aún creaban. Maggie no era el hombre del saco. Ella era mi
luz. Mi recordatorio de lo que quería en mi vida. O de lo que quería tener
otra vez.
Pero si era tan miserable por estar lejos como lo era yo al estar lejos
de ella, entonces lanzaría todas mis tontas buenas intenciones por la
ventana.
Ruby me dio una mirada mordaz. Una que claramente me decía que
pensaba que era un idiota por mantener mi ubicación lejos de Maggie. Ella
solo no entendía lo difícil que fue la decisión que tomé. Cómo algunos días
me cuestionaba mi juicio tan duramente que tomaba todo de mí no tomar
el teléfono y llamarla. Maggie era mi debilidad. Mi compulsiva adicción que
una vez alimenté no se iría.
En una ocasión, pensé que ella era la cosa más saludable y pura de
mi vida. Una parte de mí aún lo hacía. Pero ahora, con la cabeza clara, era
capaz de ver como la oscuridad había contaminado tanto lo que éramos. Y
Maggie necesitaba más de lo que actualmente le estaba ofreciendo. Las
idas y venidas, el tira y afloja de mis sentimientos acerca de la hermosa
chica se había vuelto una lucha diaria. Una que no importaba cuánto
tiempo pasaba o cuánta distancia había entre nosotros, nunca lo dejaría.
—No estaba completamente segura en dártelo, Clayton —me dijo
Ruby, lanzando una sorprendente mirada penetrante en mi dirección.
Siempre escondía su mente aguda y su ojo agudo. Ruby veía más de lo que
alguna vez le había dado crédito. Y algo me dijo que sabía a la perfección lo
duro que había luchado, incluso con las barreras que había establecido.
Ruby trazó su dedo sobre un dibujo del rostro de Maggie que había
hecho con lápiz. Amaba ese dibujo. Recuerdo el día que lo hice. Había
venido a mi casa para estudiar y terminó quedándose dormida. Me
encantaba cuando hacía eso. La absoluta paz que sentía mientras la veía
así, incluso respirar era indescriptible. Sí, así que quizás eso sonaba
espeluznante. Pero no lo era. Era hermoso y perfecto. Y me dio la ilusión
de que mi vida tenía sentido. Solo por un pequeño momento.
Sabía que nunca la olvidaría. Y saber que no estaba solo en eso, que
ella estaba sintiéndolo intensamente de la manera en que yo lo hacía, me
hacía sentir injustamente feliz. Era injusto, porque no debería querer eso
para ella. Pero, maldita sea si no lo quería al mismo tiempo.
Mierda, iba a jodidamente llorar. Sentí las lágrimas picar en mis ojos
y las froté para alejarlas con el dorso de mi mano. Cerré mis ojos.
Respira profundo.
Respira profundo.
—Sigo sin poder creer que hayas volado hasta aquí por una noche.
Estás loca. Pero eres increíble. Definitivamente increíble —dije con afecto
mientras Ruby enredaba un brazo en el mío.
Jacqui sonrió.
Tal vez debería decirle que era una mentira. Que no quería que ella
siguiera adelante. Que la idea de ella con otro hombre me hacía sentir
físicamente enfermo. Que las decenas de idiotas sin rostro con los que la
imaginaba, cada uno tenía una muerte muy dolorosa en mi cabeza. Porque
eso sería recorrer un largo camino para demostrar mi salud mental
mejorada.
—Sé que lo haces, Clay. Pero eso dejó de ser suficiente hace tres
meses. —Joder, eso duele. Y ahí fue mi corazón rompiéndose de nuevo.
—Sí, lo entiendo. —Fue todo lo que pude decir. No podía discutir con
ella. Tenía razón. El amor nunca fue nuestro problema. No, los problemas
descansaban enteramente sobre mis hombros. Así que nos sentamos allí,
escuchando la respiración del otro por otros pocos minutos, como si
tuviéramos miedo de romper la tenue conexión que teníamos en ese
momento.
Esto estaba tan jodido. Maggie solía ser la que me impedía hacerme
los cortes, ahora ella era la misma que me precipitaba hacia ello. Quería
tirar de mi cabello y gritar. ¡Estaba tan harto de ser más allá de este jodido
chico!
María debe haber reconocido mi expresión amortiguada porque no
me empujó para explicarle lo que había sucedido. Eso era lo bueno de ella,
tuvo suficiente de su propia oscuridad para saber cuándo dejarme en paz
con la mía.
*~*~*~*
—Así que te cortaste de nuevo —dijo el Dr. Todd, juntando los dedos
debajo de la barbilla.
—Me alegra.
Mi boca se abrió. Estaba muy confundido por este giro en las cosas.
El Dr. Todd rio ante mi reacción.
—¡Oye, Mags!
Alcé la mirada para ver a Daniel y al resto del equipo de futbol yendo
dentro del gimnasio para su ejercicio. Le di a mi amigo una sacudida con
la mano distraídamente mientras me levantaba. Me incliné hacia abajo
entre mis piernas, descansando mis palmas planas en la pista de atletismo
y conté hasta diez antes de levantar mis brazos sobre mi cabeza.
Estados Unidos.
Solo era difícil hablar acerca de futuro sin la única cosa que quería
por encima de todo.
Jake asintió.
—Bien, mierda, supongo que solo lo soltaré. ¿Quieres salir este fin de
semana? —preguntó Jake todo seguido.
—Maldita sea Maggie, no intento ser un idiota aquí. Solo quiero verte
feliz. Es hora de dejarte a ti misma. Mierda, no importa. Olvida que he dicho
algo. Te veré por ahí. —Jake levantó su bolsa de gimnasio hasta su hombro y
empezó a caminar hasta la escuela.
Así que corrí. No rápido, pero corrí lejos. Estaba contenta de cómo mi
resistencia había aumentado y encontré que era capaz de correr los 3200
metros en un tiempo record de once minutos. ¡Eso era increíble! Había batido
mi mejor tiempo por un minuto. Me sentía bien y lo más cercano a feliz que
había estado en un tiempo.
—Sí. Podría tomar una banana split —dije casi desafiante. A quien
estaba desafiando no estaba completamente segura. ¿Estaba desafiando a
Clay? ¿A mí misma? ¿A la memoria de los cientos de bananas split que
compartí con mi ex novio? Dios, ¿Cómo de ridículo era eso?
Así que los seguí al restaurante y ordené la banana Split con extra
de crema batida. Y comí hasta el último bocado.
Eso solo podía significar que las cosas finalmente mejorarían para
mí. Las nubes se estaban separando y finalmente podía ver el sol otra vez.
Tomé una respiración profunda, sintiendo el aire frio quemar mis
pulmones y me sentía positiva. Porque sí.
Me levanté. Sabía que tenía que hacer algo. Solo no estaba segura de
qué. Mi pena por Lisa era una cosa pesada. Mi madre y mi padre vinieron
rápidamente a mi lado, ambos poniendo sus brazos alrededor de mis
hombros, sujetándome por ambos lados.
Uno pensaría que tenía el Síndrome de Tourette9 con las cosas que
salían de su boca. Pero no, solo no tenía filtro. Decirle a alguien que se
fuera a la mierda en vez de explicar por qué la economía mundial estaba
fallando. Podrías tener miedo de él o simplemente no hacerle caso. Tenía
que admitir que estaba un poco con ambos.
Así que, como dije, el día era como cualquier otro desde que había
llegado a Grayson. Debería haber sabido que desde el momento en que las
cosas empezaron a parecerse normales el piso estaba a punto de caer de
debajo de mí.
—El Dr. Todd necesita verte —dijo Jonathan, dándome una sonrisa
cargada de demasiada simpatía para mi tranquilidad.
Así que seguí a Jonathan a la oficina del Dr. Todd y esperé mientras
él llamó a la puerta. Asomó la cabeza dentro y pude oírle decir al Dr. Todd
que yo estaba aquí. Jonathan puso una mano en mi hombro después de
girar de nuevo a mí.
—Entra. Vendré a verte luego. —No me jodas, esto era malo. Muy,
muy malo.
—Basta ya. Solo dime qué cojones está pasando —le espeté
bruscamente, sentándose pesadamente y cruzando los brazos sobre el
pecho. Estaba loco. Y preocupado. Así que eso me puso aún más enojado.
—Solo dime, por favor —le rogué, dándome cuenta que si la ira no
los hacía hablar, entonces suplicar lo haría. El Dr. Todd continuó
presionando sobre mis hombros. Sabía que él estaba tratando de
"devolverme a la tierra". Que estaba destinado a crear un efecto
“tranquilizante”, provocando la capacidad del cuerpo para relajarse y
calmarse. En este momento, no estaba haciendo ni mierda.
—Lisa no lo logró. Lo siento mucho, Clay —dijo el Dr. Todd, con voz
clara y fuerte. Parpadeé un par de veces, no muy seguro de haber
escuchado correctamente.
No, eso no podía ser cierto. Yo había hablado con Lisa el fin de
semana pasado. Ella me había dado un montón de mierda acerca de ver
«El diario de Noa», aunque tenía muy poca variedad en las películas que el
centro elegía pasar. Pero Lisa había amado cada minuto de hacerme
bromas al respecto. Y entonces me había burlado de sus nuevas botas de
motorista. Había sido una buena conversación, con su promesa de venir
con Ruby cuando me dieran el alta de Grayson en dos semanas.
El Dr. Todd asintió, con las manos todavía firmes sobre mis
hombros.
—Clayton. Siéntate ahora. —Las palabras del Dr. Todd eran quizás
más duras de lo que la situación justificaba pero él sabía que yo respondía
a su autoridad en un nivel básico. No sé por qué fue, pero su voz firme,
entró por el ruido en mi cabeza. El hombre no tenía un Doctorado por
nada.
Joder... Lisa estaba muerta. Esa era la clase de cosas de siempre con
la que no quería nada que ver. Solo quería despertar y darme cuenta de
que esto era un mal sueño. Empecé a pellizcar mi brazo, me gustaba el
dolor pero sabía que significaba que sí, que definitivamente estaba
despierto.
Me cubrí el rostro con las manos y apoyé los codos en mis rodillas
tratando de detener el ataque de pánico invadiéndome. Nadie me tocó.
Nadie habló. El único sonido era el tic-tac constante del reloj del Dr. Todd
en la pared.
No sabía cómo hacer lo mismo por ella. Y me sentía muy mal por
ello. Me sentía inútil. Así que hice lo único que podía. Dejé que llorara
mientras yo solté mis propias lágrimas.
—No sé lo que voy a hacer, Clay —susurró Ruby con voz ronca.
—Así que te vas, ¿eh? —Miré por encima del hombro para ver a
Maria de pie en la puerta, con las manos metidas en los bolsillos de su
sudadera con capucha. Su sonrisa era vacilante y me di cuenta de que
estaba infeliz.
—Sí, pero eso no significa que lo harás —dijo Maria con triste
resignación.
—No estoy muy seguro —contesté con sinceridad. Dr. Todd asintió.
—No lo sé. No creo Ruby haya incluso empezado a hacer los arreglos
funerarios. Tengo planeado ir allí y entonces supongo que ya veré. —
Estaba siendo deliberadamente vago. Porque la verdad era que no tenía
idea de qué esperar.
—Lo entiendo. De verdad. Pero, Clay, estoy bien con esta visita
porque sé lo importante que es para ti y tu sanación estar allí para Ruby.
Sin embargo, estoy preocupado en cómo esto afectará tu progreso, no
puedo mentir. —Froté el espacio entre mis cejas, sintiendo el comienzo de
un dolor de cabeza.
—Lo sé, Dr. Todd. Pero ayer por la noche, en lugar de cortarme, me
pasé todo el rato dibujando. Incluso con todo sucediendo. Así que eso es
algo, ¿no? Pero independiente de eso necesito irme. —Mi declaración no
dejaba lugar a discusión. Me iba a meter en ese avión a las seis y treinta y
no había nada que el Dr. Todd o cualquier otra persona podría decir para
cambiar mi opinión.
—Lo sé, Clay. Pero todavía tenemos que hacer algunos planes, si es
que las cosas se ponen difíciles para ti mientras estás allá. Has trabajado
muy duro y llegado demasiado lejos. Este viaje te pondrá a prueba en
todas las formas posibles. Dadas las circunstancias en las que te
encuentras, anticipar los viejos patrones va a empezar a parecer muy
atractivo. Solo hemos empezado a arañar la superficie de la forma en que
tu mente reacciona a diferentes factores de estrés. La naturaleza de esta
visita será mental y emocionalmente agotador. Estar aquí en Grayson es
como vivir en una burbuja. Una vez que lo dejas, muchas personas tienen
dificultades al ajustarse. Y espero que ser magnificado exponencialmente
dada su situación.
—Lo sé, está bien. No me está diciendo algo que ya no haya pensado.
—No estaba yendo en esta cosa a ciegas. Por primera vez en mi vida estaba
entrando a una situación sin la venda en los ojos. Claro, estaba asustado
un poco. Sería un idiota para no estarlo. Pero no iba a dejar que mi miedo
me impida estar ahí para Ruby.
—Es por lo que estamos aquí —fue todo lo que dijo el Dr. Todd en
respuesta. Me puse de pie—. Jacqui te dará tus medicamentos antes de
salir esta noche. Y si necesitas algo, Clay, cualquier cosa, sabes que
puedes llamarme a mi número personal, de día o de noche. Alguien
siempre estará aquí. —Sus palabras eran tranquilizadoras y me hicieron
sentir menos solo.
—Es bueno saber de ti, mamá —respondí con sarcasmo. Ella ignoró
por completo mi declaración.
—Luciría como que los dos han tienen un corazón. Incluso si es una
mentira —le dije con rabia, odiando el hecho que permití que se metiera
bajo mi piel así.
Me reí fuerte.
Me quedé atrás, dejando a todos los demás bajar del avión antes de
mí. No quería hacer esperar a Ruby pero estar aquí, con los pies sobre el
en suelo de Virginia, hacía todo esto demasiado real. No era un sueño
horrible, Yo podía despertar.
Su cabello largo y rojo estaba opaco y sin vida y vi los inicios de gris
alrededor de sus sienes y cuero cabelludo. Se veía… vieja. Y eso me
asustó. Ruby siempre había sido fuerte y capaz. Era la roca que yo
siempre había necesitado. Mirando a mi tía, me di cuenta de que ya no era
mi roca. Y que iba a tener que aguantar y ser su roca.
—Estoy tan contenta de que estés aquí —dijo sin aliento mientras
me abrazaba. Dejé que me sostuviera, sabiendo que no estaba lista para
soltarme todavía. Se sentía más pequeña, casi como si se hubiera
encogido. Me preocupaba.
Pero no había tal cosa como normal. Ese era el mito. Yo había
luchado largo y arduamente por algo que ahora me daba cuenta de que no
existía. Y vaya, eso era deprimente. Tomé una respiración profunda. Juro
que el aire olía diferente en Virginia. No estaba seguro de qué era, pero se
sentía como… bueno, casa.
Dos horas más tarde, me dirigía hacia Davidson y fue como si todo
mi mundo se estremeciera a mi alrededor. Conducía por las calles
familiares y sentí un intenso y abrumador pánico. ¡No podía hacer esto!
¡Necesitaba largarme de aquí!
—No tenías que quedarte con él, sabes. Te dije que lo vendieras y te
quedaras con el dinero —le dije a Ruby mientras salíamos del auto. Ruby
negó con la cabeza y me dio el fantasma de una sonrisa.
El aire aquí era opresivo. Lisa siempre había sido la que limpiaba y
eso era muy obvio. El lugar era un desastre. Al entrar en la cocina, había
platos apilados en el fregadero y la basura se desbordaba en el suelo. Las
encimeras estaban pegajosas con té derramado.
El resto de la casa no estaba mucho mejor. Y peor que eso, las cosas
de Lisa se habían quedado tal y como estaban. Como si pudiera entrar por
la puerta en cualquier momento.
Rubí asintió y sin decir una palabra, empezó a subir las escaleras
con los hombros caídos y la cabeza gacha. Se veía muchos años mayor
mientras subía las escaleras. Y me sentía incapaz de hacer algo al
respecto.
Para cuando había terminado de limpiar la planta baja, eran las dos
y media de la mañana. Me quedé en la base de la escalera, debatiendo si
debía subir o no. Pero no estaba en ningún tipo de estado emocional para
manejar los sentimientos que esa habitación me provocaría.
El funeral de Lisa era a las dos. Eran solo las diez de la mañana.
Pero no podía permanecer en la cama. Me sentía inquieta y ansiosa. Los
últimos días habían pasado un poco borrosos. Mamá y yo habíamos
intentado ir por aquí y ver a Ruby unas cuantas veces. Pero cada vez que
tratábamos de hacerlo, ella no estaba en casa. O no respondía a la puerta.
No todos los días la ciudad es una locura por regresar a casa. Porque
eso era de lo que todo el mundo estaba realmente hablando. Lo bien que
estaba. Incluso estaba actuando socialmente. Al parecer, unas pocas
almas valientes habían intentado conversar con él. ¡Y, Jesús, había
hablado con ellos! ¿Qué increíble era eso? Este no era el mismo hombre
que se había negado a hablar con nadie cuando había vivido aquí antes. El
marginado social que se había convertido en el hombre con tendencias
suicidas.
Como sea. Este era el código del mejor amigo para eliminar cualquier
posibilidad de tomar una decisión estúpida. Que incluía llamadas, visitas,
o de otro modo acecharía a mi ex-novio. No es que haría una cosa así.
Quiero decir, estaba por encima de todo esto. Y eso lo dice la chica que se
quedó dormida anoche mirando una foto de dicho ex novio que en secreto
guardaba detrás de mi armario.
—Mags, no conviertas esto en algo más de lo que es. Está aquí para
el funeral de Lisa. No está aquí para reunirse contigo y llevarte lejos en
algún romántico felices para siempre. Tú has seguido adelante. Realmente
estás empezando a vivir tu vida de nuevo. Tienes un futuro para pensar
con mucha ilusión. Así que no esperes algo que es condenadamente
seguro que no puede darte. Lo dejó muy claro con esa carta. Recuerdas
eso —me había advertido Rachel anoche mientras esperaba a Daniel, que
había salido a arrancar el auto para que pudiera llevarla a casa.
No estaba segura de estar lista para esto, pero no tenía otra opción.
Me asustaba que al ver a Clay y toda mi voluntad daría un salto de vuelo.
No creí que pudiera manejar la vista de su pena y no querer hacerme cargo
de él. Estaba en mi naturaleza querer consolarle. Lo roto dentro de él
llamó a la cuidadora en mí. Algo que nunca había sido hasta que había
tropezado en mi vida.
Alguien llamó a mi puerta y mi padre asomó la cabeza dentro de mi
habitación.
—Es justo hoy que tengo que ir a un funeral y no estoy muy segura
que es lo que eso significa para el resto del día —expliqué, omitiendo
algunos detalles clave de la excusa. Todo lo que sabía era que no quería ir
a la cita de esta noche. Las cosas habían cambiado considerablemente
desde el miércoles. Y no estaba segura hacia donde me dirigía en este
punto.
—No estoy seguro de que ir a la casa de Ruby más tarde sea la mejor
idea. Vamos todos al funeral y luego pienso que deberíamos ir a casa —
dijo mi padre. Dejé de masticar y dejé caer mi tenedor en mi plato.
—¿Incómodo para quién papá? ¿Esto es sobre Ruby o más sobre ti?
—pregunté bruscamente.
—Por favor papá. Necesito estar ahí por Ruby —supliqué. Mi madre
me miró de cerca.
—Así que, escuché por Jake que cancelaste sus planes para esta
noche —comento Daniel, quitándose su chaqueta y colocándola por
encima de la silla de mi escritorio.
—Mags, vamos, creo que será bueno para ti salir esta noche —dijo
gentilmente Daniel, moviendo ropa de mi sillón de tocador así Rachel se
podía sentar. Suspiré, esperando que solo no la dejaran caer. Pero viendo
la firme mandíbula de Danny, sabía que no lo harían.
—Los dos, dejen de estar enloqueciendo por esto. Les diré lo mismo
que les dije a mis padres, es un funeral. Iré a presentarle mis respetos a
Lisa. Que pasa a ser alguien de quien me preocupo mucho. Dejen de estar
haciendo todo esto sobre Clay, es ridículo y más que un poco de falta de
respeto —los regañé.
Había sabido que esto iba a ser duro. El dolor de Ruby era difícil de
ver. Estaba apenas comiendo y sabía que no estaba durmiendo. Podía
escucharla caminando de un lado a otro en el piso de arriba toda la noche.
Parecía tomar todo de ella el vestirse por las mañanas.
Había hablado con el Dr. Todd cada día, como le prometí. No sonaba
particularmente preocupado cuando le mencioné como de difícil se estaba
volviendo este viaje. Solo me dejó procesarlo y revisó mi habilidad de
afrontamiento conmigo. Sin embargo, ayer sugirió llamar dos veces al día
en vez de una. También me había animado a hablar con Jean, mi
consejera, sobre el abuso de sustancias en el centro.
No había hecho eso todavía. Estaba sintiéndome demasiado
controlado como estaba. Y hoy necesitaba enfocarme en Ruby, en el
funeral y en pasar a través de todo sin hacer nada estúpido.
Quería cortarme tan mal que podía saborearlo. Había veces que me
podía encontrar en la cocina, mis dedos con ganas de buscar un cuchillo o
un par de tijeras. Forzarme a dejar la habitación y dejar atrás lo que me
tentaba se estaba volviendo más y más difícil de hacer. Normalmente
terminaba sacando mi diario y pasando horas escribiendo en él. Bien, así
que a lo mejor no era un ejercicio completamente inútil porque ayudaba
(algo que nunca diría en voz alta).
—Gracias, Clay. Por todo lo que has hecho —susurró, su voz sonaba
ronca.
Cerré mis ojos. Podía hacer esto. Ruby me necesitaba. Tenía que
dejar de ser tan malditamente débil. Levanté mi mano para cubrir la suya
y nos quedamos de esa manera, en el frío. Dos personas apenas
manteniéndose enteras, pero intentando desesperadamente mantener al
otro funcionando.
Había sabido que este era el riesgo de volver aquí. Sabía que
resurgirían miles de instintos de hacer daño, de mutilar y de destruir todo
dentro de mí. Todo en lo que había trabajado tan duro para reconstruir.
Pero el progreso era una cosa endeble. Y la necesidad de echar todo abajo
era un adversario mucho más fuerte.
*~*~*~*
Inspirar. Exhalar. Juro que podría escribir mi propio libro sobre las
diferentes formas de jodidamente respirar.
Necesita controlar todo. Necesitaba ser el hombre en el que Ruby
podía contar, no solo alguien quien extrae la fuerza de todos los demás.
¿No es en tiempos de crisis que tus cualidades se demuestran? Bien tengo
un infierno que demostrar ahora mismo. A mí mismo y a todo el mundo
que dudó que pudiera ser algo más que el chico loco a punto de ir por el
borde.
Maggie.
Y simplemente así, el negro difuso se fue y todo hizo clic en su lugar.
Mi corazón dio un vuelco y mis palmas empezaron a sudar así que las
empujé dentro de los bolsillos de mis pantalones grises.
Por supuesto que vendría. Sabía que estaría aquí. Y aunque pensé
no permitirme esperar verla, no podía negar que lo había anhelado de
todas formas.
Y aquí estaba ella, luciendo igual solo que mejor. Su cabello oscuro
parecía más corto y estaba hacía atrás en una cola de caballo baja. Vestía
un abrigo negro de lana por encima de un vestido verde oscuro. Parecía
preciosa, perfecta y la personificación de todo lo que siempre había
ansiado. Entró en la iglesia, flanqueada por sus padres. Apenas los noté o
el hecho de que Rachel y Daniel les seguían de cerca. Solo tenía ojos para
ella. Sabía que debería ir con Ruby. Pero no podía moverme. Me quedé de
pie aquí, clavado en el sitio, inseguro de si quería que Maggie me viera o
no, incluso si gritaba en mi cabeza que me mirara.
Por favor.
Pero Dios, la amaba. Era la pieza que había estado perdida durante
los últimos tres meses. Era todo lo que quería en mi vida, pero todavía no
estaba seguro de que la merecía. Y era por esto que no era nada bueno
para ella. Mis sentimientos acerca de Maggie May Young eran demasiado
intensos, me consumían y siempre amenazaban con tragarme entero.
Pero entonces ella levantó los ojos y se encontraron con los míos y
todo lo demás desapareció. Sus ojos brillaban y pude ver la forma en que
su pecho comenzó a subir y bajar más rápido. Antes de que me diera
cuenta de lo que estaba haciendo, me estaba moviendo hacia ella en el
mismo instante que ella comenzó a hacer su camino por el pasillo de la
iglesia.
Vi a Rachel por encima del hombro, sus ojos muy abiertos, con su
mano estirándose, posiblemente para detener a Maggie. Pero no hubo
nada que la detuviera. Nuestros ojos no se apartaban entre sí a medida
que trabajamos para eliminar la distancia física entre nosotros.
Dos minutos. Eso es todo lo que tomó para que mi cabeza tuviera un
cortocircuito.
Pude ver que ella estaba luchando tanto como yo. Y odiaba eso. Su
rostro estaba enrojecido y pude ver su pulso agitado en su cuello. Quería
probar su piel y sentir el latido de su corazón debajo de mis labios.
—Hola —dije en voz baja. Maggie cerró los ojos, como si le doliera y
cuando los abrió de nuevo, estaban llenos de lágrimas.
—Clay. Lo siento mucho por Lisa. —Una voz me sacó del momento.
Maggie parpadeó un par de veces y pareció darse cuenta de repente de lo
cerca que estábamos parados. Ella apartó la mano y me dejó aferrado
solamente al aire. Dio unos pasos hacia atrás y miró al suelo tímidamente.
Los cuatro nos quedamos allí torpemente. Sabía que estaba siendo
un poco acosador con la manera en que estaba mirando a Maggie. Pero no
podía apartar la mirada. Había pasado demasiados días fantaseando
acerca de ver su rostro de nuevo. No pensé que pudiera buscar a otra
persona nunca más.
No dije nada. El Sr. Young tenía una manera de hacerme sentir dos
años menor y de sesenta centímetros de altura. Como si estuviera siendo
examinado y quedándome corto.
Así que sabía, sin duda, que no era una de sus personas favoritas.
—Eh, no estoy muy seguro. Supongo que voy a ver cómo sigue Ruby.
No quiero dejarla, ¿sabes? —Me obligué a mirarlo a los ojos y apreté los
labios. En cierto modo quería decirle que no era de su incumbencia. No
necesitaba su desaprobación.
Ahora estaba viendo que fue un gran error. Porque yo mismo había
robado efectivamente de mí la única cosa que alguna vez me había hecho
feliz.
Pero los funerales eran para los vivos y realmente no tenía nada que
ver con la persona que murió. Ellos estaban destinados a dar a aquellos
dejados atrás algún tipo de consuelo. Pero no encontré ninguno.
Simplemente me sentía vacío.
Mirando a Ruby, con su cabeza inclinada hacia abajo, con el cabello
ocultando su rostro, sabía que se sentía de la misma manera. ¿Cómo
puedes seguir viviendo cuando el amor de tu vida se ha ido?
—Sí, bien —dije, caminando con ellos por entre las hileras de piedra.
Cada paso me llevaba más lejos de Clay, una vez más. ¿Por qué sentía esta
separación más grande que la anterior? Apenas había hablado con él, pero
se sentía profundamente equivocado dejarlo cuando estaba tan herido.
Había estado segura de que podía venir aquí hoy, dar mi condolencia
y ser lo suficientemente fuerte para no estar afectada por él y su dolor.
Debería haberlo sabido mejor. Porque cuando se trataba de Clay, nunca
había otra elección que estar con él.
—De acuerdo. Los veo después —le dije mientras ella tocaba mi
mejilla cariñosamente.
—¿Tienen algún plan para esta tarde? —les pregunté mientras subía
al asiento trasero. Rachel se giró en su asiento.
—No, somos todos tuyos, chica. ¿Qué tienes en mente? ¿Quieres que
llamemos a Jack y veamos una peli? Puede que sea bueno para ti —sugirió
Rachel e hice una mueca. Eso no era lo que tenía en mente para nada. Me
pregunté si estarían de acuerdo con los planes que tenía.
—Uh, no. Pensé que podríamos ir donde Ruby. Ya saben, para la
cosa de amigos y familiares —dije rápidamente. Daniel se pasó la mano
por el cabello y me miró con obvia frustración.
—¿Crees que esa es una buena idea, Mags? Quiero decir, vamos.
Eso solo abriría un montón de mierda. —Me tensé ante su tono y hundí
las uñas en mi palma. Era eso o abofetear su rostro.
—Dale un descanso, Danny. Ella sabe cómo nos sentimos sobre eso.
Pero si eso es lo que necesita hacer, entonces será lo que haremos. —Se
giró en su asiento y metió las llaves en el encendido.
—Rach, creí que estábamos en la misma línea sobre todo esto —dijo
en voz baja. Como si yo no lo pudiera oír. Era bueno saber que yo era un
tema de conversación a mis espaldas—. No estoy tratando de ser un
imbécil, Mags. Es simplemente que no estoy seguro de poder manejar verte
otra vez así —dijo Daniel desde el asiento delantero. No se giró para
mirarme. Siguió mirando por la ventana delante de él.
Pero me quedé callada. Porque, aunque sabía que el agarre que tenía
Clay de mi corazón no era racional ni tampoco gentil. Era un tirón vicioso
que amenazaba con rasgar dicho órgano directamente de mi pecho.
—Hola, soy Maggie. Estos son Rachel y Daniel. Somos… eh, amigos
de Clay —tartamudeé al final. La mujer sonrió y sostuvo la puerta abierta,
invitándonos a entrar.
—Yo digo que comamos primero. Esa suele ser una buena forma de
empezar —comenté secamente.
Daniel y Rachel tomaron sus platos y los cargaron con comida. Me
quedé mirando alrededor de la habitación, tratando de localizar a Ruby o a
Clay. Era extraño que no estuvieran por ninguna parte.
—Buscándote —le dije con sinceridad. Clay frunció el ceño, aún sin
entrar en la habitación.
Había sospechado que esta solo era una visita temporal, pero oírlo
confirmarlo definitivamente, dolió. Lo cual era ridículo. No estaríamos
juntos nunca más. Pero mis sentimientos no habían cambiado. Y a pesar
de que no le confiara mi corazón, seguía siendo suyo.
—Desearía poder decirte qué hacer, pero Clay, esa es una decisión
que tienes que tomar por ti mismo. Solo tú puedes decidir dónde necesitas
estar —dije, sonando mucho más sabia de lo que realmente era.
Resultó que no tuve que pensar en eso demasiado, porque sin decir
nada más, Clay se puso de pie y salió de la habitación. Me quedé allí
sentada, sin saber qué hacer. Después de haber compartido un momento
tan intenso juntos, se sentía extraño irse. Pero que Clay me dejara a solas
hablaba por sí mismo.
Así que usé el tiempo para presentarle mis respetos a Ruby. Ella me
abrazó con fuerza y me dio las gracias por haber venido. Ignoré a Tilly. Sí,
puede que eso fuera grosero, pero nunca me gustó la chica. Y no quería
pensar en ella viniendo aquí para consolar a Clay. Eso me hacía tener
ganas de sacar las uñas y hacerla picadillo.
—Por ahí. —No tenía sentido tratar de inventar una mentira, ellos
verían a través de ella de todos modos. Cogimos nuestras cosas y nos
fuimos. Y a pesar de que lo busqué, no volví a ver a Clay.
-CLAY-
Traducido por Eglasi & por Nati C L//Corregido por Mais
Encontré una bolsa negra para basura y metí los restos ahí. La
amarré y la dejé al pie de la escalera. Cuando terminé, permanecí ahí,
recargado contra la pared, respirando rápidamente.
Solo era una habitación, como cualquier otra. Solo que esta parecía
susurrarme con cientos de recuerdos. Algunos que quería recordar, otros
no. Pero como fuera, esta era mi habitación y tenía que empezar a
aprender a exorcizar los fantasmas de mi pasado. No había manera de que
pudiera avanzar, en cualquier decisión a la que mi futuro me llevara, a
menos que enfrentara las cosas.
Bajé las escaleras y apagué las luces, luego tomé mi maleta y la llevé
arriba. La coloqué sobre la cama y la abrí sacando mi ropa, y luego sin
cuidado, la lancé sobre los cajones. Cuando terminé, metí mi ahora vacía
maleta en el clóset.
Después me metí en mi cama, cayendo en un irregular sueño.
*~*~*~*
—Lo estoy manejando. Algunos minutos son más fáciles que otros,
pero hasta ahora bien. —Y esa era la verdad. No había caído del vagón
todavía. Aunque la tentación era bastante grande.
Tomé una profunda respiración y lo dejé salir de una sola vez. Como
arrancar un curita, era mejor hacerlo rápidamente.
—¿Eso quiere decir que tengo que volver? Porque estaba bajo la
impresión de que podía tomar decisiones por mí mismo —dije
bruscamente, no le gustaba el hecho de que ahora yo estaba empezando a
decidir por mí mismo.
—Puedes hacerlo, Clay. Pero cuando creas que no puedes por favor
llámame si me necesitas —me instó y yo asentí, a pesar de que no podía
verme. Sentí como si el suelo se abriera y me tragara. Esto no era una
buena forma de sentirme.
—¿Qué pasa si lo hago otra vez? ¿Si mando a la mierda todo? No soy
bueno en tomar buenas decisiones. ¿Estoy cometiendo un terrible error al
permanecer aquí? —Odiaba la súplica en mi voz. Pero necesitaba escuchar
la verdad, a cualquier costo.
Deseaba tener la habilidad del Dr. Todd para decir las palabras
correctas. Era una habilidad a la que jodidamente podría tomar provecho
ahora mismo.
—Ah bien. ¿Tú eres el tipo que es todo sobre los segundos
descuidados, verdad? ―Sí, esto era algo estropeado por decir, pero él
estaba chasqueando mi interruptor de rabia con su dedo huesudo.
Jake resopló.
Cogí la copa y tomé un sorbo del café amargo para calmar mis
nervios crispados. Miré a Daniel y él me miraba como si esperara que yo
saltara o algo así. Levanté mi mano libre en un gesto conciliador.
—Bueno gracias por la asistencia y todo —le dije, listo para salir
pitando de ahí. Venir a Java Madness fue un error enorme. Todo lo que
había sacado con ello era presión arterial alta y una taza de café de
mierda.
—Claro.
—En primer lugar, lo siento sobre Lisa. Ella era muy agradable y
todo. A pesar de que yo solo la conocí una única vez, parecía genial —dijo
Daniel directamente.
Una cosa que siempre había respetado sobre Daniel Lowe era el
hecho de que decía las cosas como eran. No bailaba alrededor de un
objeto, simplemente arrasaba a través de él. Maggie se enojaba por ello a
veces, pensando que era un culo insensible. Pero no se podía dejar de
admirar a alguien que nunca se molestaba con la pretensión.
—¿Me darás una razón para patearte el culo, Clay? —me preguntó
directamente.
—¿Maggie lo sabe?
—Nop. Y para que lo sepas esta decisión no tiene nada que ver con
Maggie ¿de acuerdo? ―Traté de decirlo en serio. Daniel puso los ojos en
blanco.
La cosa que no pensé que Daniel se diera cuenta, incluso ahora, era
que yo también lo haría.
—Eres lo que es divertido. ¿De verdad esperas que crea que no vas a
husmear alrededor de la falda de Mags a la primera oportunidad que
tengas? No puedes permanecer lejos de ella. Y lo entiendo, está bien. Todo
lo que estoy diciendo es que seas un poco más... cuidadoso esta vez. Ella
justo está juntando su mierda. Y no puedes venir soplando de nuevo en su
vida y cagando por todas partes. —Dirigió sus ojos a mí en la advertencia y
quise negar lo que dijo. Pero el hombre decía la verdad.
—Está bien, así que supongo que te veré por allí —dijo Daniel,
lanzándome un saludo, mientras entraba en su camioneta. Se lo devolví.
Me metí en mi auto y lo puse en marcha, inseguro de si había
experimentado una amenaza apenas vista o un apoyo inesperado. De
cualquier manera, Daniel Lowe me había dado algo en que pensar.
-MAGGIE-
Traducido por Eglasi//Corregido por Mais
Era bastante obvio que no era para nada genial sino más bien
preocupante para él. Rachel me miraba, tratando de enviarme un mensaje
en código Morse. Pero claramente yo no estaba recibiendo sus mensajes.
Lila pareció retroceder pero yo no daba una mierda por eso. Me alejé
de ella agradeciendo de tener la práctica para mantener mi mente
distraída.
*~*~*~*
—Estoy bien.
Clay gimió.
Se sentía fría contra mi piel pero sentía la verdad del por qué usarla
nuevamente me quemaba. Clay estaba en mi corazón y en mi cabeza. Era
agotador sacarlo continuamente.
Las cosas en casa con Ruby no estaban yendo nada bien. Las cosas
allí eran como la Noche de los Muertos Vivientes. Y no del modo genial de
George Romero10. Más bien como el remake de mierda.
10
Productor y editor, conocido por series de horror.
obligue a salir de casa y a interactuar con más personas. Te has auto-
aislado demasiado.
11
Voluntarios de hospital.
—¿Estás aquí para llevarnos de aquí para allá al resto de nosotros?
—Alcé la vista para ver a Rachel sonriéndome un poco cautelosamente.
—Sí, lo entiendo.
Bueno, eso no era lo que esperaba que ella dijera. Bueno, mierda, yo
no tenía nada sarcástico o gracioso por decir.
—Uh, sí, eso suena b… bien —tropecé patéticamente con mis
palabras.
—Ella dio una buena pelea pero tienes razón, es hora de ponerla a
pastar. —Maggie dio unas palmaditas en el capó. Metió la mano en el
asiento de atrás y cogió su bolso y una bolsa de plástico, entonces se giró
para mirarme—. ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó mirando por
encima de mi hombro hacia el Bubbles.
Estaba decidido a hacer lo correcto por ella y había jurado que eso
significaba estar a un infierno de distancia. Pero estando a su alrededor de
nuevo hizo hacer la cosa correcta casi imposible. De hecho, estaba
pensando que la cosa correcta necesitaba tomar un paseo. Ya estaba listo
para hacer lo que sentía como una cosa buena por un par de horas.
Maggie regresó unos minutos más tarde, esta vez con una gran
sonrisa. ¿Podría ser por mí? Juro que jodidamente lo esperaba así.
—Sí, quería adelantar los envíos que nos llegaron ayer. Ruby tendría
que venir… —Tilly asintió, entendiendo así que no me moleste en pensar
en una excusa.
—En serio, Mags. ¿En qué soy tan poco instintivo? No me dejes sin
saber —insistí.
Esa no era la noticia del siglo. ¿Cuál era el gran problema? Y para
ser honesto, no quería pasar el tiempo hablando de Tilly. Había cerca de
un millón de otras cosas que prefería estar haciendo que hablar. Sí, mi
mente se fue allí. Por supuesto se fue allí. Maggie era hermosa y sus
pantalones le quedaban realmente bien.
—No, tonto. Le gustas.
Maggie hizo esto por mí. Hizo que todo importara. Incluso esta cosa
insignificante.
—No, no estamos juntos, Clay. Pero tampoco estoy con Jake. Solo
somos amigos. No es que tenga que decirte nada. —Sonaba irritada pero
aun así intentó llegar a mí, colocando su mano en mi brazo.
—Tienes razón, es tu vida. Pásala con quien quieras —le dije con mis
palabras estrangulando mi garganta. Eso era una mentira. No quería que
la pasara con nadie más que conmigo. Esa parte de mí que daba miedo
quería reclamarla, obligarla a que viera que yo era todo lo que quería
porque ella era todo lo que yo necesitaba.
—Dios, Clay. ¿Por qué nada puede ser fácil entre nosotros? Jake es
un amigo. Y déjame recordarte que fuiste tú quien terminó esto. Porque yo
no habría hecho eso. No hay nada en este mundo que me hiciera dejarte.
Por decirlo así las cosas han sido… intensas desde que Clay regresó
a mi vida, y eso era quedarse corto. La verdad era que no sabía cómo se
suponía que debía sentirme o actuar. O qué demonios se suponía que
tenía que decirle cuando me miraba de la forma en que parecía que podía
ofrecer respuestas a las más importantes preguntas.
Y era simplemente tan fácil recordar por qué le era tan fácil
alejarme. Me podía dar cuenta que él estaba intentando cambiar.
Prácticamente podía ver el esfuerzo para hacerme ver que había cambiado.
Y de alguna manera lo había hecho.
Papá suspiró.
—Papá, Clay vive aquí ahora. No puedes esperar que nos ignoremos.
Te lleva solo diez minutos conducir de un lado a otro en Davidson —probé,
tratando de aligerar el estado de ánimo.
—Toma, llévale esto a Ruby por mí. Ordenaré la pizza. —No me miró
y yo parpadeé de la sorpresa. ¿Hablaba en serio? ¿En verdad estaba
sugiriendo que fuera a la casa de Clay?
Por ahora.
*~*~*~*
—¡Maggie! ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Ruby al abrir la
puerta.
—Sé que lo hace. Sé que por esa razón sigue aquí cuando debería
regresar a Florida. Debí hacer que lo hiciera. No está listo para estar aquí y
tener que lidiar con todo esto. —Su voz se entrecortó y cubrió su boca con
su mano, cerrando sus ojos con fuerza ante las lágrimas que comenzaban
a caer de sus mejillas.
—Sean cual sean tus dudas, no dejes que manejen tu vida con la
persona que amas. Lisa y yo desperdiciamos mucho tiempo al principio
por la preocupación de lo que opinarían los demás. —Un ligero sollozo
escapó de su boca por lo que mordió su labio inferior.
Por primera vez vi algo vivo destellar en sus ojos. Parecían brillar
mientras me miraba, enviando un millón de mensajes. Su mirada se movió
a su sobrino y luego nuevamente a mí casi con una sonrisa contenida en
su rostro. Luego se fue, dejándome con un sentimiento de extraña paz.
Viendo mi teléfono, sabía que debía dirigirme a casa pero no tenía
prisa de dejar la cálida cocina. Clay no se había movido del marco de la
puerta. Me observaba dudoso y pude notar que estaba nervioso.
—Sí, creo que tenemos algunas galletas o algo —dijo Clay, entrando
finalmente a la cocina.
Clay limpió las migas de sus dedos y enganchó sus pulgares en las
presillas de su cinturón. Me pude dar cuenta de que estaba terminando
con esta inexistente conversación con el fin de retirarse. Incluso mientras
sus ojos se encontraban con los míos de una manera que decía que no
quería estar en ningún otro lado. Claramente se encontraba en conflicto
como yo.
Las lágrimas llenaron mis ojos y antes de que supiera lo que estaba
haciendo, estaba subiendo las escaleras, dos a la vez.
—Es precisamente por todo lo que hemos pasado que puedo decir
eso. Te amo, Clayton Reed. Dios, te amo muchísimo. —Mis palabras
salieron en un suspiro como si esperara que me escuchara. Que aceptara
o rechazara lo que le estaba dando. Estaba tomando el mayor riesgo,
ofreciéndole mi corazón y mi alma de esta manera. Especialmente cuando
estaban tan heridos por la última vez que los había sostenido. Me mataba
no confiar en él. Que los miedos nos volvieran a separar.
Abrí mis ojos para ver a Clay mirándome, las lágrimas caían de su
rostro. Se inclinó y sus labios liberaron un suspiro.
—¿Cómo pude siquiera pensar que la vida sin ti valía la pena vivir?
—preguntó, aparentemente desconcertado.
Porque justo allí, en el calor del momento, fue tan fácil olvidar la
montaña de problemas que estuvieron cerca de destruirnos la última vez.
Pero cuando finalmente nos separamos y Clay me empujó en sus brazos y
caímos en la cama, sabía que no podía dejar que esto nos cegara de nuevo.
Mis ojos necesitaban estar bien atentos. Habíamos llegado tan lejos y
perdido tanto que no volvería a cometer los mismos errores.
Los dedos de Clay trazaban su camino a través del grueso de mi
cabello y la tranquila comodidad era tan intoxicante como nuestro
momento de pasión.
—Tenemos mucho de qué hablar, Maggie. Hay mucho que tiene que
ser dicho. No podemos retomarlo donde lo dejamos; porque ese es un lugar
al que nunca quiero regresar. —Sus palabras eran duras y con amargura,
sin embargo entendía a qué se refería.
—Lo sé. Tenemos que hacerlo bien esta vez —dije, trazando la línea
de sus cejas con mi dedo. Clay tomó mi mano y besó mi palma.
Clay movió sus manos hasta mis muslos, enviando una sacudida
directamente entre mis piernas.
La idea de perderlo otra vez era un real y legítimo miedo. Clay tenía
razón, necesitábamos hablar. Mi desconfianza e inseguridad seguían
prevaleciendo y si íbamos a tener un futuro, esas inseguridades tenían que
ser eliminadas.
Pero en este momento, solo podía disfrutar estar con él otra vez. De
tener la posibilidad de tener algo que deseaba pero que no esperaba
conseguir. Me hacía creer en las segundas oportunidades.
—No tienes que agradecerme por algo que siempre ha sido tuyo —le
dije.
Agh, era tan boba. Sus ojos inmediatamente se enfocaron en los
míos y olvidé mi empalagosa mortificación. No nos volvimos a besar, pero
Clay sostuvo mi mejilla mientras yo me sostenía de su brazo. Mi teléfono
volvió a vibrar en mi bolsillo.
Esto era familiar pero nuevo. Todavía no podía creer que estuviéramos
aquí. En este lugar sobre el que no me había atrevido a pensar. Pero esta
hermosa realidad en la que me encontraba estaba salpicada con esa otra
cosa. El peso de nuestro pasado y la pesadez de nuestro futuro.
Nos detuvimos ante su casillero mientras ella giraba el dial. Podía ver
los pequeños temblores en su mano y supe que esto la estaba dejando
muy débil. Y comprendí que no sabía lo que tuvo que resistir mientras yo
estuve en Florida. Cuánta mierda tuvo que tragar a diario. Pero por la
tensión en sus hombros y su mandíbula, podía decir que había sido
bastante. Y me sentí aún más como un imbécil por abandonarla en la
forma en que lo hice.
La vieja chaqueta verde militar que había llevado como una segunda
piel durante mucho tiempo había estado perdida. Dejada en ese cuarto de
hotel en Carolina del Norte con el resto de las cosas que nunca vería otra
vez. Sacar mi mierda del lugar donde casi había destruido todo no había
estado muy arriba en mi lista de prioridades. Pero maldita sea si no
extrañaba la estúpida cosa. Era solo un abrigo pero por alguna razón era
como dejar atrás un pedazo de mí.
Realmente era ridículo lo sentimental que me ponía sobre los objetos
más insignificantes.
Pero bien podrían haber sido tres años y yo tenía bastante que
compensar.
Nunca pensé que tendría que sentirme de esa manera como el novio
de Maggie Young.
Yo no valía la pena.
—¡Maggie! ¡Allí estás! ¡Te esperé en Java Madness esta mañana! Pensé
que nos encontraríamos ahí para tomar café antes de la escuela. —Una
emoción indescriptible cruzó el rostro de Maggie antes de que se volviera
hacia Rachel, quien todavía no me había notado allí de pie.
—Lo siento Rach. Clay me recogió. Fue una cosa de último momento y
olvidé enviarte un mensaje de texto sobre el cambio de planes. —La voz de
Maggie fue aguda, como desafiando a su amiga a cuestionarla.
—Sí, lo fue.
—Terapia —dije cortantemente, dejando caer mi voz para que solo ella
pudiera oírme. No tenía sentido anunciárselo a la mitad de cuerpo
estudiantil.
—Hoy no, tengo que reunirme con el orientador para repasar algunas
cosas —dije y ella intentó ocultar su decepción.
—De acuerdo entonces. Supongo que hablaré contigo más tarde. —
Incliné mi cabeza en acuerdo y esperé a que ella estuviera dentro de su
aula antes de volverme a Daniel que todavía estaba ahí, sus brazos
cruzados sobre su pecho.
—Sí, bueno. Sabes cómo es. —De acuerdo, eso no decía una mierda.
Pero realmente no sentía ganas de involucrarme en la saga muy empática
con Daniel Lowe. Eso sería como ir sobre un globo de plomo.
—Supongo que entonces estaré viéndote por ahí —fue todo lo que dijo
antes de unirse a Maggie y al resto de los estudiantes en su clase de
inglés.
Ja. Esa fue la conversación más normal que alguna vez había tenido
con el tipo.
El resto del día pasó sin problemas o drama. Lo cual fueron unos
sorprendentes metros dentro de la secundaria. Mi reunión con el
orientador a la hora del almuerzo resultó ser otra pequeña introducción a
la ansiedad. Estuve encantado de descubrir que no estaba tan rezagado en
la escuela como pensé originalmente. Gracias principalmente a la fuerte
cantidad de trabajo que completé mientras estaba en el Centro Grayson.
Y allí estaba el pánico otra vez. Me abrumó tan rápido que apenas
tuve tiempo para registrar el ataque en toda regla que se extendió por todo
mi cuerpo. Me abrí paso hasta el baño al final de corredor. Estaba
agradecidamente vacío.
Oí a Daniel abrir el agua seguido por una fría toalla de papel mojada
empujada en mi mano.
Pudieron haber sido diez minutos o una hora más tarde, pero
finalmente sentí a mi corazón bajar la velocidad y mi cabeza despejada.
Cuando abrí los ojos, Daniel todavía estaba ahí. Y no vi ningún juicio en
su rostro. Éste no era el Daniel Lowe con el que estaba acostumbrado a
tratar.
De todas las personas para verme en mi peor momento, tuvo que ser
Daniel Condenado Lowe.
Quizás no debería ser tan imbécil con el tipo que acababa de echarme
una mano. Pero lo último que quería era confesar lo que le había ocurrido
al mejor amigo de Maggie y el líder del club anti Clay. Porque sé que si
hubiera uno, este tipo ocuparía la presidencia.
Daniel pasó su mano sobre su cabeza y lanzó sus ojos alrededor del
cuarto de baño.
Resoplé.
*~*~*~*
La terapia fue bien. Después de mi mini crisis en el cuarto de baño en
la escuela, estaba en un lugar sorprendentemente bueno. Hablé con
Shaemus sobre Maggie. Y al contrario con el Dr. Todd, él no se lanzó
inmediatamente dentro de todas las razones por las que no era una buena
idea. Aunque me hiciera recordar que quizá no era una buena idea poner
tanta energía en una relación mientras estaba trabajando en ordenarme a
mí mismo.
—¡Sip, soy yo! ¿Cómo estás? ¡Te extraño tanto! —Su voz era aguda
como si estuviera nerviosa.
—¿Te han dado de alta? Pensé que te quedarías otros seis meses.
Maria y yo habíamos hablado de quedarnos durante los seis meses
del programa antes de que me fuera. Pero luego me fui. Realmente
esperaba que su decisión no tuviera nada que ver con mi partida. Pero
tenía el mal presentimiento de que lo tenía. El apego de Maria había vuelto
bordeando la dependencia. El Dr. Todd y yo lo habíamos discutido algunas
veces. Él había mencionado que era normal que las personas en
tratamiento llegaran a confiar en otros pacientes como un recurso de
apoyo emocional. Que no era inusual para las personas transferir sus
sentimientos intensos sobre los que lo rodeaban.
Pero Maria y yo, solo éramos amigos. Aunque sabía que mi partida
sería difícil para ella. Así que escuchar que lo había dejado me preocupó.
—No puedo esperar para escuchar todo sobre tu vida afuera. ¿Es eso
todo lo que esperaste que sería? —preguntó. Necesitaba entrar en Bubbles
y empezar mi turno.
Me reí.
Lo que era una forma de pensar de mierda. Pero piensa sobre ello, yo
lo hice.
Pero por esta noche, quería caminar por el camino que Clay se
esforzaba tanto en pavimentar para nosotros.
Pero me negué a esconder las cosas de ellos otra vez. Había jugado el
papel de adolescente reservada y solo sirvió para demoler la confianza que
mis padres tenían en mí. Y ese no era un lugar que deseaba visitar de
nuevo pronto.
Sacudí la cabeza.
—No quiero perder todo lo que hemos trabajado tan duro para
reconstruir entre nosotros. Tu padre y yo te amamos. Antes, con Clay,
teníamos tanto miedo por ti. Sabíamos que lo que tenías con él solo podía
terminar en un corazón roto. Y odio que hayamos tenido razón.
—No eres la única que puede cambiar, Maggie May. Incluso nosotros
los viejos podemos aprender una lección o dos. Y la principal que hemos
aprendido es que tenemos que confiar en ti para vivir tu vida. Vas a tomar
tus propias decisiones y solo espero que sepas que puedes hablar con
nosotros. Sobre cualquier cosa.
Ella tiró de mis hombros por lo que la estaba mirando otra vez.
—No, ustedes vayan. Pero pienso que tal vez, debería traer a Clay.
Para que puedan pasar algo de tiempo, llegar a conocerse bien. Sé que no
hubo mucha oportunidad para eso la última vez. —Mi madre asintió con la
cabeza.
—Me gustaría eso. Bueno, si estás bien con nosotros yéndonos.
Deberíamos irnos. Pero vuelve a casa para medianoche y ni un minuto
más tarde.
*~*~*~*
Para el momento en que llegaron las siete, yo era un desastre que
caminaba de un lado a otro, mis palmas sudaban, y había tirado de mi
cabello. Prácticamente había hecho un agujero en la alfombra por mis
interminables caminatas. Pensarías que nunca había salido con un chico
antes. Era un poco ridícula la manera en la que me preocupaba por una
cena y una película.
Pero sabía que mucho dependía de esta noche. Esto decidiría por mí
si Clay y yo éramos capaces de una relación que no esté definida por su
enfermedad mental. Cuando estábamos juntos antes, yo estaba envuelta
en las emociones tumultuosas en las cuales él vivía. Era fácil perderse en
los altibajos, en los caminos hacia los lados y hacia atrás y en todos los
otros caminos en medio.
¿Estaba lista?
Infiernos si supiera.
—¡Lo estoy! Estoy lista para más cosas cliché de las citas.
—No vamos a nadar esta noche, está helado —le advertí y Clay llevó
mi dedo a sus labios.
Clay sacó una delgada manta del maletero y la colocó sobre el suelo.
Me empujó hacia él para quedar a su lado y traté de no estremecerme por
la frialdad del suelo que se sentía a través de la manta.
No podía creer que acababa de decir todo eso. Pero había algo sobre
estar con él que oprimía mi botón de honestidad y no podía permitirme
permanecer aquí sentada tranquilamente y pretender que esos
pensamientos no estaban volando por mi cabeza.
Clay asintió.
—¿Yo? ¿Por qué quiere verme? —dije. Sabía que esto le había
tomado mucho a Clay decirlo, pero me extrañaba la idea de ir a terapia.
¿No éramos muy jóvenes para ir a terapia de pareja?
—Eso es lo que dije. Pero me dijo que sería bueno para nosotros
hablar sobre nuestra relación, asegurarnos de no caer en viejos patrones.
Tanto Shaemus como el Dr. Todd están bastantes conscientes de lo
importante que eres para mí y solo se quieren asegurar que lo que tenemos
es saludable. Para ambos. Es fácil poner tus sentimientos en el asiento
trasero. Sé que fuiste arrastrada por lo que estaba atravesando. Pero
tenemos que pasar por esto como iguales. No solo puedo hacerlo yo.
—Por supuesto que iré contigo. Iré a donde sea para asegurarme de
que eres feliz y que estás sano. Quiero que funcionemos. Quiero esto para
siempre. Solo hazme saber cuándo y ahí estaré —prometí.
Cuando su lengua tocó la base de mis labios, los abrí sin dudar.
Nuestras lenguas se entrelazaron mientras nos devorábamos. Apreté su
camisa, la sábana cayendo de mis hombros y sus manos se movieron por
mi cuerpo.
Pero tan pronto como nos movimos a dónde quería, Clay se alejó.
Sus ojos estaban fuertemente cerrados y su respiración era acelerada. Mi
corazón golpeó en mi pecho y tuve que luchar para controlarme. Lo quería.
Más que nada.
Clay colocó sus manos sobre mis hombros y pensé que me acercaría
más pero en su lugar me alejó de su cuerpo.
Parpadeé, confundida.
Cada día era un testimonio en cuán lejos había llegado. Pero había
un millar de momentos que me recordaban lo estúpido que había sido por
tratar de prometerle a Maggie, Ruby y a mí mismo cualquier cosa cuando
no estaba en posición de hacerlo.
Vamos, ¿no me sentiría mucho mejor si solo fuera capaz de vivir sin
ella? ¿Recuerdas cuan genial era? ¿Cómo me sentía en la cima del mundo?
¿Qué podría lastimar? ¿No tomarla un día o dos? Nadie tendría que
saberlo.
Todos los días llegaba a casa de una tía que apenas era capaz de
salir de la cama en las mañanas. Ella había empezado a ver a un
terapeuta de duelo, ante mi insistencia, pero yo no estaba viendo ningún
cambio todavía. Pero al igual que mi propio progreso, sucedería con el
tiempo. La casa que una vez se sintió cálida y segura ahora era una
cascara vacía.
—Sé que quieres estar aquí por Ruby, por Maggie. ¿Pero qué bien les
harás a ambas cuando estás sufriendo? Ellas no quieren que sacrifiques
tu salud por ellas —me había preguntado amablemente Shaemus.
—¿Clay?
—¿En serio Clay? ¿Quieres que sostenga mi pierna fuera así puedes
orinarla? ¿Qué te parece un tatuaje con tu nombre en mi frente? Deja a
Jake solo, ¿está bien? —Se movió de debajo de mi brazo y sentí mi
paranoica ira resurgir.
Miré de Rachel a Daniel, listo para aceptar las piedras que quisieran
tirarme. Los ojos de Daniel eran fríos mientras me evaluaba. Rachel se veía
triste.
Pero eso era algo que el viejo Clay hubiera hecho. El nuevo Clay
tenía que romper esos patrones. Incluso si eso estuviera estrangulándome.
*~*~*~*
Esperé por mi auto después de la escuela el jueves. No había
hablado con Maggie desde ayer. Sabía que ella estaba tomando un paso
atrás. Y por una vez le estaba dando su espacio. No la acosaba como un
psicópata. A pesar que había intentado llamarle la otra noche. Cuando no
contestó, simplemente le dejé un mensaje diciéndole que la amaba y lo
deje así.
Sin embargo, allí estaba. Y me recordó que tenía amor y apoyo, y que
era muy afortunado. Empujé mi cabello fuera de mi frente, mis palmas
sudando.
Por una vez, Maggie no puso ningún tipo de música, así que
rodeamos la oficina de Shaemus en completo silencio. El estruendo del
motor parecía ruidoso en el silencio. Me estacioné al frente del anodino de
dos pisos, la casa de ladrillo con la firma de la muestra "Blue Ridge
Servicios de Salud Mental".
Salté del auto y di la vuelta para abrir la puerta de Maggie. Ella alzó
la vista hacia el edificio que ocupa el cargo de la oficina de Shaemus. Y sin
decir una palabra, se acercó y tomó mi mano. Apretando ligeramente,
mientras caminaba conmigo a la puerta principal.
Holly tenía que estar a mitad de los años cuarenta y con al menos
setenta libras de sobrepeso. Pero era muy agradable. Le di una leve
sonrisa y llevé a Maggie a un pequeño sofá de la esquina.
—Esto es… agradable —dijo Maggie, mirando alrededor a los
muebles gastados y los colores de las paredes.
En esta etapa del juego, hacía tiempo que había renunciado a tratar
de averiguar los problemas de cualquier otra persona. Tenía suficiente
conmigo mismo. Los ojos de la chica se quedaron fijos en el suelo mientras
se arrastró fuera de la oficina, dando a Holly una mano ondeando
mientras que la recepcionista gritó adiós.
—Ustedes son mi última cita del día, por lo que no tenemos ninguna
prisa. Vamos a tomar todo el tiempo que necesitemos. Toma asiento, Clay.
Me pones nerviosos cuando te pones de pie de ese modo —bromeó
Shaemus, agitando las manos en la dirección de la otra silla.
—No, nunca. Mis padres querían que yo... uh... viera a alguien hace
unos meses. Pero nunca lo hice. —La miré con sorpresa. Esto era nuevo
para mí. Empecé a morder el interior de mi labio. Dios, ¿cuán mal habían
sido las cosas para ella si sus padres estaban sugiriendo terapia?
—Sí —dijo en voz baja. Quería llegar a su mano otra vez. ¿Debería
tocarla? ¿Ella me dejaría? No sabía qué hacer. Esta nueva información me
había golpeado.
—¿Me puede contar un poco acerca de por qué tus padres pensarían
que necesitabas ver a alguien? Solo para que pueda tener una idea de
cómo fueron las cosas para ti. —No me miró ni una vez; toda su atención
se centró en Maggie.
Shaemus la interrumpió:
—Está bien decir lo que pasó. Una de las cosas que Clay y yo
estamos trabajando es enfrentar sus decisiones, sus comportamientos,
para seguir adelante. No tenemos que bailar alrededor de ellos aquí. Este
es un lugar seguro. Es importante que se sienta cómodo al expresar sus
sentimientos y preocupaciones. Estas cuatro paredes se ofrecen como un
santuario. Pero si en cualquier momento, no es posible hablar de algo,
solamente necesitas decirlo. La comunicación es esencial. —Vi la garganta
de Maggie moverse arriba y abajo mientras tragaba. Sus dedos agarraron
la mía dolorosamente.
—Me siento como una mierda, bien. Fui un idiota egoísta, ¿es eso lo
que quiere oír? —Me estaba enojando. Me hubiera gustado no estarlo
porque la ira nunca me había ayudado.
No me jodas; esto era como rasgar mis uñas fuera. Me sentía como
interponiéndome en algo. Quizás en defenderme. Pero me di cuenta que
esta sesión era tanto sobre Maggie como sobre mí. Que se trataba sobre la
disfunción fundamental de la relación que habíamos tenido. Consiguiendo
que Maggie identificara esas cosas que eran importantes. Incluso si le
dolía como el infierno el escucharlo.
—Sí, estoy enojado con él. Estoy furiosa con él por hacerse daño. Por
dejarme atrás y cortar todo contacto. Pero más que eso, lo amo. Y creo
que... no, sé que eso pesa más que todo lo demás. —Maggie se limpió las
lágrimas del rostro y pude ver el conjunto determinado de su mandíbula.
Shaemus sonrió.
—Estoy contenta de haber ido. Siento que esto podría ser bueno
para nosotros —dijo en serio.
Seguía preocupada por él. Oírle decir a Sheamus sobre como todavía
pensaba en cortarse a sí mismo. Que yo inconscientemente disparaba esas
respuestas debido a sus profundos sembrados sentimientos de vergüenza
y culpa, era casi imposible de escuchar.
—Pareces feliz, Mags. Igual que Clay. Me hace sentir bien saber que
estés bien. —Rachel era tan simple como eso. Le había dado un abrazo,
que era de nuevo totalmente diferente a mí. Pero lo tomó con calma.
—Tiene sus días bueno y malos. Bueno en realidad, sus días malos y
no tan malos. Ha sido difícil —respondió Clay con sinceridad.
—Si hay algo que cualquiera de ustedes necesite, por favor no duden
en pedirlo —le dijo mi madre y pude ver que Clay estaba impresionado por
su oferta.
—No, gracias —respondió con tan forzada cortesía que deseé poder
decirle que se relajara.
Mi madre se había ido a juntar cosas para el té. Sacó una caja de
galletas de mantequilla de maní y las puso sobre un plato.
—Tu padre necesita hablar con Clay, Maggie. Creo que es mejor
dejarles habar en privado por un momento.—Eso hizo a mi estómago
revolotear con nervios.
—Sí señor. Y gracias, por todo —dijo Clay a mi padre quien se limitó
a asentir.
—¡Cuéntame! ¡Por favor! —me quejé, haciendo a Clay reír aún más
fuerte.
—Tan entrometida.
—Me dijo que lo que había ocurrido antes te había hecho un daño
muy profundo. Que ellos habían estado aterrorizados por ti y que había
sido lo más inútil que se había sentido nunca como tu padre. Me dijo que
no te vería atravesar eso de nuevo, incluso si eso significaba ser el chico
malo y mantenernos alejados.
—Le dije que entendía y que es por eso que no te había contactado
mientras estaba en tratamiento. Estaba convencido de que estar lejos era
la mejor cosa para ti. Que necesitabas vivir tu vida sin mí en ella.
—Pero entonces le dije a tu padre que ahora sabía que vivir mi vida
sin ti en ella no era una opción. Y que es por eso que estaba tomando mi
medicación, yendo a terapia, haciendo lo que sea lo que tuviera que hacer
para asegurar que la vida que tenemos juntos es una buena y que te hace
feliz. Porque no hay nada más importante para mí que tu felicidad.
Era todo tan normal. Tan adolescente. Me sentí mejor sabiendo que
Clay estaba tomando su medicación de forma estable. Tenía que tomarlas
a la hora del almuerzo y lo hacía cada día sin fallar. No hacia un
espectáculo de ello, pero nunca lo escondía de mí tampoco.
—No, creo que eres la única que no ve las cosas claramente. Cómo
puedes mirarte en el espejo cada día y no ver la hermosa chica que yo veo,
está más allá de mí.
Clay atascó sus manos en los bolsillos. Claro indicativo ahí amigo,
pensé con maldad.
Una amiga del tratamiento. Muy bien, eso no sonaba tan malo.
¿Entonces por qué Clay estaba actuando tan raro?
Un punto para Clay, ni una vez alejó la mirada con culpa. Encontró
mis ojos de forma firme y sabía que esta chica, quien sea que fuera, no era
alguna novia que adquirió en el corto tiempo que estuvimos lejos. Aun con
todas las faltas de Clay, no era un infiel. Incluso aunque no habíamos
estado técnicamente juntos mientras estaba en Florida. Pero le conocía lo
suficientemente bien para saber que nunca se habría liado con alguien tan
pronto de haber terminado las cosas conmigo. No estaba hecho de esa
manera.
—Sí, nos volvimos bastante cercanos. Ella y Tayler eran mis más
cercanos amigos ahí. Me sorprendió cuando me llamó hace pocas semanas
y me dijo que había sido liberada. Pero supongo que estaba lista. De
cualquier manera, solo estará aquí un día. Me pidió quedarse por la noche
y espero que este bien contigo —dijo Clay y sabía que si le hubiera dicho
que no lo estaba hubiera llamado a su amiga Maria y le hubiera dicho que
tenía que hacer otros arreglos.
Las cejas de Clay se alzaron y era obvio que vio justo a través de mi
farsa.
—Pero nunca actuó sobre ello y lo hice muy claro que te amaba y no
estaba interesado. Así que nunca ha habido nada más que amistad entre
nosotros —dejó salir en carrerilla. Alcancé y empujé su mano de los
bolsillos de sus pantalones vaqueros, entrelazando nuestros dedos.
Así que ver a Maria vestida así, haciendo obvio que esta visita era
más de ver el interior de mi habitación que de salir por ahí, esto no irá
sobre ruedas. Y Maggie se supone que estaría aquí en cualquier minuto.
Aparté la mirada e hice un gesto hacía la cocina.
Maria rio.
O a lo mejor no.
Pero una cosa era cierta, Maria era oficialmente una bomba de
relojería y nada que particularmente quisiera alrededor de Maggie y sus
amigos. Pero estaba atascado ahora. Solo tenía que templar la situación lo
máximo posible.
—No seas como una reina del drama, Clay. Mírame, estoy bien. —
Extendió sus brazos como si eso probara su punto.
—No pareces estar bien, Maria. De hecho, te ves lo mas lejos de bien
que he visto nunca —le dije firmemente. Sus ojos se agrandaron y abrió su
boca conmocionada con mi franca evaluación. Antes de que pudiera
responder, escuché el timbre de la puerta y gemí interiormente.
—¿Y la Señorita Fóllame Por Favor se está quedando esta noche bajo
el mismo techo que tú? Sip, ¡me siento genial acerca de eso, Clay! —siseó
Maggie, intentando mantener su voz baja.
Maggie suspiró.
—No es por ti por lo que me preocupo. Esa zorra tienes sus garras
fuera y está preparada para hundirlas en tu carne. Así que mejor estate
alerta —advirtió, pisoteando hacía la sala, donde Maria estaba zapeando a
través de los canales de televisión.
Teníamos alrededor de veinte minutos antes de reunirnos con
Rachel y Daniel para cenar. Y probaron ser los veinte minutos más largos
de la historia de la incomodidad.
—Lo siento, no pretendía ser una niña mimada. Supongo que solo
estaba acostumbrada a tener toda tu atención para mí misma cuando
estábamos en Grayson, simplemente no me gusta compartir.
—Lo siento, Clay. Pararé. Tienes razón, estoy siendo grosera —dijo.
Cuando Maggie volvió del baño, Maria hizo un esfuerzo por hablar
con ella. Maggie parecía sorprendida, pero siguió con ello y sentí como si
fuera un signo de que a lo mejor esta crisis se había evitado. Vamos solo a
poner un tic por desilusiones en mi lista de locuras.
*~*~*~*
—¿Cuánto tiempo tenemos antes de que sea hora de irnos? —
preguntó Maria.
—Lugares como este me hacen ganar diez libras. Que súper —se
quejó Maria e intenté no irritarme con su quejido. ¿Cómo no había notado
12
Cow tipping, una actividad que literalmente consiste en buscar vacas sueltas y
empujarlas hasta hacerlas caer, se considera una leyenda urbana porque se asocia
a las personas de los pueblos, pero no se practica normalmente.
13
El moonshine es un alcohol de muy alta graduación, de destilación casera, e
ilegal, que se asocia a los pueblos.
nunca este menos que atractivo lado de mi amiga durante todos los meses
que habíamos estado juntos?
Una vez que nuestra comida llegó, todo el mundo pareció estar
en completo acuerdo e inhalamos nuestra comida. Nadie parecía
particularmente entusiasta perdiendo el tiempo sentados aquí en un
incomodo silencio. Maggie parecía enfadada y no la culpaba. Maria
estaba causando algún gran drama y estaría dándole mi opinión acerca
de esto más tarde. Maria sin medicación no era particularmente
agradable. Y era capaz de ver esto por primera vez, como de horrible
debió ser estar alrededor de mí cuando me negaba a tomar mi
medicación.
—Sí, lo es. Siento mucho todo esto —dije. Rachel me dio una
sonrisa.
Maria se nos unió entonces, una bebida y una caja de milk duds
en sus manos.
Maggie salió del baño y Daniel volvió a nuestro grupo, sin decir
nada más a Kylie. Rachel tenía razón en no preocuparse por Daniel,
ese chico estaba tan pillado, si no estuviera igual con Maggie, le estaría
dando mierda sobre ello.
Después de la película, llevé a Maggie y a Maria de vuelta a mi
casa. Ruby estaba en casa así que nos sentamos con ella y vimos la
televisión un rato. La frialdad de Maggie se descongeló un poco una vez
que estuvo alrededor de mi tía. Ruby parecía más como su vieja ella.
Hablaba acerca de cosas de la tienda e incluso sacó las cartas de Tarot
para darle una lectura a Maria.
—Si ella hace esa mierda, le patearé el culo. Amiga o no. Solo hay
una chica permitida en mi cama.
—Lo sé. Pero ser quien era en Grayson no funciona para mí aquí
fuera. Quien soy ahora no sale herida. Hace sus propias reglas. Es de
la única manera en que puedo sobrevivir —admitió suavemente, su
rostro estaba más abierto y vulnerable de lo que había visto desde que
había llegado.
Maria se fue a la mañana siguiente sin decir adiós. No hubo ni una llamada
telefónica, una nota, nada. Le envié un mensaje, solo para asegurarme de que
hubiera llegado segura a Alexandria, pero nunca respondió. Una semana después
no había oído de ella. Pensé en buscarla, pero al final decidí no hacerlo.
Shaemus acordó que tenía que dejarlo. Cuando llevé el tema de la alocada
visita de Maria durante nuestra siguiente reunión, dijo que lo mejor era dejarlo ir.
Habíamos procesado cómo había sido provocado por el comportamiento errático
de Maria y había puesto en duda mi propia estabilidad mental. La verdad era que
había visto mucho de mí mismo en Maria Cruz. Era como mirarse en uno de esos
espejos raros de la casa de la risa. Esa visión distorsionada de quién era yo.
Maggie podía ver que algo andaba mal. Ella me enfrentaba y no podía
negarlo. Quería decirle que no tenía nada de qué preocuparse, pero estaba más
allá de mentirle. Si no podía darle el futuro que quería, podría al menos ser
honesto.
—Sí, tal vez —dije despectivamente, sabiendo que no haría tal cosa.
¿Por qué no podía simplemente complacer a Maggie? Quién sabe ¿tal vez
podría verme a mí mismo en una de esas universidades y el camino se abriría
para mí? Pero mis pensamientos de autodefensa eran demasiados ruidosos en mi
cabeza. Ya no eran las subidas y bajadas de la manía, solo el constante zumbido
del pesimismo y la paranoia que hacían más difícil enfocarte en algo más.
El sol era caliente y podía ver el sudor en el cuello de Maggie. Realmente era
perfecta de muchas maneras. Era un jodido estúpido por no apoderarme del
futuro que me estaba ofreciendo. ¿No era esto lo que quería? ¿La posibilidad de
una vida con ella? ¿Por qué la idea me asustaba hasta la muerte?
—No lo sé, Maggie. Solo no quiero pensar en eso ahora mismo —dije
concisamente, cansado de hablar de eso. Maggie era como un cachorro con un
hueso y no se daría por vencida tan fácilmente.
—Te dije que no quiero hablar de eso, Maggie. Sé que quieres que me lance
a la universidad, consiga una camisa de entrenamiento y toda esa mierda, pero
solo no puedo. No sé lo que sucederá con Ruby. Demonios, no sé lo que está
pasando conmigo. Solo por favor, retrocede. —Prácticamente estaba gritando en
el momento en que terminé y Maggie solo me miraba.
Maldita sea, estaba siendo un imbécil otra vez. Maggie bajó la mirada a sus
manos.
—Lo estás haciendo otra vez. Me estás dejando fuera. Incluso cuando
prometiste no hacerlo —dijo en voz baja y eso solo me hizo sentir más mal. Me
senté nuevamente a su lado y tomé su mano.
—Lo siento. Realmente. Solo me asusta demasiado hablar sobre los planes
de mi futuro. Porque apenas puedo planear el mañana y mucho menos el resto de
mi vida —respondí honestamente.
—Es solo que has estado tan distante y apagado últimamente. Solo quería
asegurarme —respondió, su voz quebrándose. Estaba confundido entre sentirme
horrible por ser objeto de sus dudas o estar magníficamente cabreado por su falta
de confianza.
—Las estoy tomando, te dije que nunca haría eso otra vez y estoy trabajando
duro en mantener esas promesas. Dame un poco de jodido crédito —dije
duramente. ¿Tendríamos esta discusión el resto de nuestras vidas? ¿Alguna vez
sería capaz de confiar en que lo estaba intentando? Lógicamente entendía de
dónde venían sus dudas pero eso no dejaba de dolerme.
—Sé que lo haces, Clay. Lo siento —dijo Maggie, aún sin mirarme.
Estábamos estancados en esa situación y sabía que si permanecíamos ahí, solo
se deterioraría más.
—Me voy a ir. No quiero hacer esto ahora mismo. Te llamaré más tarde. —La
besé en la mejilla y me preparé para irme.
—Solo piensa en el tour, Clay. Quiero que seas feliz, eso es todo —dijo antes
de que me fuera. Algo de ira se disipó mientras me veía con sinceridad. Pero no
había más que decir.
Estaba de un humor terrible cuando llegué a casa. No quería nada más que
ir a mi habitación, poner algo de música y encontrar una manera de limpiar
todos los malos sentimientos. Las únicas maneras de hacerlo no eran buenas. E
incluso aunque sabía que debía poner en práctica mis habilidades de
afrontamiento saludables, simplemente no aparecían a diferencia de cómo lo
hacían las que no lo eran.
—Hola. Sí, estaba tratando de tomar una siesta —dije, solo queriendo que
me dejara solo en mi habitación.
—¿Tienes un minuto? Iba a hablar contigo esta noche pero ya que estás
aquí no tiene sentido posponerlo. Ven a la cocina, prepararé algo de té. —Ruby
señaló el pasillo y todo lo que pude hacer fue seguirla.
Ruby y su jodido té. No estaba seguro del número de hierbas que me haría
ingerir esta vez. Pero observarla moverse alrededor de la habitación, me daba
cuenta de que estaba nerviosa. ¿De qué demonios tendría que estar nerviosa? Su
nerviosismo me hacía estar al borde.
—Es el seguro de vida de Lisa. Llegó hace unos días. Así que fui a abrir una
cuenta compartida. El dinero es tuyo, Clay. Haz lo que quieras con él. Puedes
usarlo para ir a la escuela, viajar o lo que quieras. Yo solo quiero que lo tengas.
Lisa hubiera querido que lo tuvieras.
—No puedo aceptar esto, Ruby. Necesitas el dinero más que yo. Lisa hubiera
querido que tú lo usaras. En serio, me siento mal de tomarlo —dije.
—¿Miserable? No me jodas, Ruby. Fui una jodida pesadilla cuando viví con
ustedes. Cómo puedes decir algo diferente está más allá de mí —murmuré
alrededor del nudo en mi garganta.
Ruby cerró sus manos alrededor del talonario.
—Clay, hiciste que nuestra vida fuera completa. Nos diste un propósito.
Amarte y cuidarte ha sido mi más grande felicidad. Lisa vio en ti al chico
increíble, complicado y talentoso que eres. No le lances este regalo directo a su
cara. Utiliza el dinero y haz algo con tu vida. Te lo mereces —dijo empáticamente.
Mierda, iba a llorar. ¿Todo esto era por una pequeña mujer que me puso en
mis rodillas tan rápido? Ella fue directa hacia la yugular y yo no pude resistirme.
—Lo que sea por ti Clay. Lo que sea. Pero hay otra cosa que necesito decirte
—dijo ella, y pude detectar un temor en su voz. Se veía nerviosa otra vez—. Estoy
vendiendo la casa y la tienda. Ya he tenido a un agente de bienes raíces aquí y
empezado el papeleo. Es muy difícil permanecer aquí. No necesito una casa para
mantener mis recuerdos y solo pienso que sería más fácil seguir con mi vida si no
me sintiera ahogándome en el dolor que siento aquí —agregó, lágrimas cayendo
por su rostro.
Sentí como si hubiera sido golpeado en mi cara por un dos por cuatro.
¿Ruby estaba vendiendo la casa? ¿Estaba deshaciéndose de la tienda? Sentí
como si estuviera cayendo en picada sin paracaídas. Mi mundo acababa de salir
de debajo y estaba en caída libre.
—¿Qué hay de mí? —dije con voz rasposa, mi voz se había ido.
El rostro de Ruby se arrugó y empezó a llorar en serio.
—Mi querido Clay. No me iré hasta que decidas que es lo que vas a hacer.
Yo no te haría eso. Pero por favor, entiende que necesito hacer esto. No puedo…
¡seguir adelante! Si voy a vivir esta vida sin Lisa, ¡solo no puedo estar aquí! —Mi
fiable tía estaba jodidamente incumpliéndome.
¿Cómo pude haber pensado que era posible que tuviera una vida normal?
Solo estaba destinado para la soledad y el dolor. Eso era todo lo que merecía.
—Clay, puedes venir conmigo a Florida si quieres. ¡No quiero que sientas
que te estoy dejando! ¡Nunca haría eso! —imploró ella, pero yo ya no la
escuchaba.
La empujé y tomé las llaves de mi auto. Sin otra palabra, salí, sin saber a
dónde diablos iba. Parte de mí quería irse antes de alguien pudiera dejarme.
Odiaba a Ruby por hacerme esto a mí cuando ya me sentía vulnerable. Se
suponía que ella era mi roca. Bueno mi roca se estaba desmoronando.
Seguí manejando, sin saber a dónde ir. Así que me sorprendí cuando detuve
mi auto en un césped familiar. Tomé mi celular y caminé por el sendero muy
gastado por el bosque. Atravesando a través de los árboles, tomé la vista del
hueco de agua natural. Era media tarde y hacía calor, pero no había nadie aquí.
—Pensé que te encontraría aquí. —Alcé la mirada hacia ese sonido de la voz
que quebraba a través de mi diatriba. Maggie pisando a través de los arbustos
bajos y haciendo su camino hacia mí.
—Supongo que debería encontrar un mejor lugar para estar solo, si soy tan
fácil de encontrar —dije sarcásticamente. Ella no me quiere. Ella me dejaría. Todo
el mundo me deja.
—¿Oh sí? ¿Así que es por eso que vienes galopando al rescate? —pregunté
desagradablemente. No sé por qué la estaba atacando verbalmente, excepto que
estaba herido, ella estaba aquí y siempre había tomado mi mierda sin quejarse.
No era justo para ella, pero era un patrón que obviamente aún no habíamos roto.
—Bueno, diciendo eso, solo confirmas que entonces necesitas ser rescatado
—observó y no lo reconocí.
—Sip, por lo que me han dicho —sonaba amargado. Bueno, a quien jodidos
le importaba. Estaba amargado.
—¡Vaya! ¿Puedes leerme como un libro, no? ¿Por qué no me dices todo sobre
mi jodida cabeza Dr. Joven? —escupí, sintiéndome enojado, bruto y listo para
derribar a todos y a cualquiera que estuviera a mi alrededor.
—Te sientes como herido. O usado. ¿No es así? —preguntó después de unos
minutos de silencio.
—No lo sé. Sí. No. Ahora solo estoy hecho un desastre. Probablemente
deberías irte. Hemos estado ahí hacienda eso y tú no necesitas el asiento de
primera fila —dije con rabia, deseando por una vez que me dejara en el infierno.
¿Por qué insistía en conducir esta chatarra de tren conmigo?
—No voy a ningún lado. Porque nadie te está abandonando. La gente puede
seguir adelante y vivir sus vidas, pero eso no significa que tú ya no eres parte de
ella. Te amo Clay. Ruby te ama. Porque tú Clay, vales ese amor. Te lo mereces.
Todo él. Y Ruby y yo solo queremos que encuentres un lugar donde estés bien y
sano. Puedes enojarte conmigo, decirme que me vaya. Pero ninguna vez te he
dado la espalda y no voy a empezar ahora —me dijo, colocando sus manos en las
mías por primera vez.
Siempre creí que era irreversible. Que no podía esperar que otros me
amaran cuando ni siquiera yo me amaba a mí mismo. Pero las palabras de
Maggie me golpearon en un momento cuando necesitaba desesperadamente
escucharlas. Necesitaba creer que ella tenía razón, que yo valía.
Porque estaba tan enojado conmigo mismo en este momento. Esta había
sido mi oportunidad de hacer las cosas bien. Dejar Grayson había sido mi nueva
oportunidad de vida y yo lo había arruinado. Me había engañado a mí mismo
haciéndome creer que estaba listo para todo esto. Incluso con las terapias y las
medicinas, no podía hacer esto.
Así que lloré por el hombre que no podía ser. Al menos no ahora. Y sentí que
de alguna manera había sido transportado de nuevo a hace cinco meses cuando
me había hecho esta misma realización. Solo que entonces había venido con
consecuencias mucho más duras.
*~*~*~*
No sé cuánto tiempo estuve hundido en ese hueco de agua. Pero sentí que
estar allí con Maggie, llorando como un niño, era extrañamente catártico. Para
cuando regresamos con Ruby, estaba oscuro. Estaba más cansado de lo que
alguna vez pudiera recordar. Pero esta maldad dentro de mí afortunadamente
estaba quieta. Y no pude evitar sentir como que si hubiera girado un tipo de
esquina. Se me había dado la oportunidad de tomar una decisión y estaba
orgulloso de no haber tomado la que acaba conmigo en sangre.
—Si no quieres que venda la casa, no lo haré. Clay, lo siento tanto, no tenía
idea de que significaba tanto para ti —dijo Ruby a través de sus lágrimas de alivio
que yo estuviera en casa y en una pieza. Sin amenazas de auto-mutilaciones. Sin
drogas y alcohol inducidor de borracheras. Esos eran los temores de Maggie y
Ruby cuando yo me perdía así. Y eso hizo que mi decisión que había hecho en el
auto fuera más clara.
—No Ruby. No puedes tomar una decisión basada en mí. Soy un adulto, no
un niño. No debí haber salido así. No fue mi intención asustarte. —Besé la cima
de su cabeza encanecida—. Si necesitas vender la casa y tienda, entonces lo
haces. Necesitas hacer lo que es correcto para ti —le aseguré. Maggie envolvió su
brazo alrededor de mi cintura y yo me recliné en su cuerpo.
—Pero si esto te hace infeliz, no puedo estar bien con eso —argumentó Ruby
y yo levanté mi mano, deteniéndola.
—Siempre has hecho lo que es bueno para mí, para Lisa, para la tienda. Es
hora de que hagas lo que es bueno para ti.
Mis padres me habían llevado hasta JMU hace dos semanas durante
un recorrido por el campus. Llené el montón de papeles y lo presenté. Las
cosas se pusieron en marcha y me sentí como que todo iba como se
suponía que era.
—¡Dios, Mags, algo podría estar enterrado allí! ¿Alguna vez limpias
esa cosa? —Miré por encima del hombro y sonreí cuando vi a Clay
mirando en mi casillero. Me di vuelta para darle un abrazo y me apoyé
sobre mis puntillas para besar sus labios antes de volver a la tarea en
cuestión.
—No es tan malo —dije en defensa fingida. Clay metió la mano y tiró
de una hoja de papel hacia la parte inferior, enviando la mitad del
contenido de mi casillero a toda velocidad al suelo—. Así se hace,
escurridizo —murmuré sarcásticamente, disparándole una mirada
mientras me arrodillaba para recoger todo.
—La traeré de vuelta antes de las seis —dijo a mis padres que le
dieron las gracias antes de que pudiera sacarlo de la casa.
—Date prisa; tenemos dos horas y media para estar solamente
nosotros. No quiero perder ni un minuto de ello —insté, corriendo hacia el
auto. Solo nos llevó diez minutos para parar en la hierba alta. Otro cinco
antes de que estuviéramos en el agua.
—No hay que subestimar el valor del deber cívico, Maggie —se burló
de mí y fui a darle un puñetazo en el brazo.
Con dedos temblorosos, Clay aflojó el lazo alrededor del cuello del
bikini, que cayó rápidamente a mi cintura. Sus manos estaban de vuelta
en mis pechos, frotando y amasando hasta que sentí que empezaba a
construirse hacia una inevitable explosión.
—Te amo —susurré, con lágrimas en los ojos. Clay extendió la mano
y acunó mi rostro en su mano.
Él no lo haría, ¿cierto?
—¡Te amo, Clay! ¡Dios mío, te amo tanto! —dije una y otra vez.
Probablemente nos hubiéramos perdido en el otro de nuevo, si su teléfono
no hubiera comenzado a sonar.
Me volví a Clay que sonreía una sonrisa del gato de Cheshire y llevé
mi dedo a él.
—Sí, estamos bien. Nos tomó un tiempo para llegar aquí. Pero todo
vale la pena al final. Estoy seguro de que ustedes lo conseguirán —dijo
Daniel mirándome. Creo que Daniel y yo llegamos el uno al otro bastante
bien.
—Hola, Clay. No sabía que estarías aquí. —Su voz parecía burlarse
de mí.
Daniel parecía llegar a la misma conclusión que yo. Los dos metimos
a Jake derecho hacia la puerta que daba al patio trasero. La mirada dura
en el rostro de Daniel muy probablemente reflejaba la mía.
—¡Te dije que dejes caer esta mierda, Jake! Entiendo que tu orgullo
está herido, pero este no es el momento ni el lugar para estar repartiendo
esta mierda. Por tanto tienes que conseguir calmarte y disfrutar de la
fiesta o solo malditamente irte —dijo Daniel entre dientes, entrando en la
cara de Jake. Pero Jake continuó fulminándome con la mirada a mí.
Jake abrió la boca para decir algo y luego pareció pensarlo mejor. Se
arrancó a sí mismo del agarre de Daniel y salió al patio por la puerta.
—Bueno, eso fue agradable —dijo Daniel secamente, golpeando mi
espalda con su mano—. Vamos a buscar algo de comer, me muero de
hambre.
—Lo siento, nena. Tienes razón tengo que canalizar algunas formas
de Clay, me refiero a las cualidades románticas impresionantes —dijo
Daniel con voz ahogada y Rachel finalmente se dio por vencida y se rio.
Eran una pareja muy funcional. Era una especie de impresionante.
La noche comenzó a relajarse y los huéspedes de Maggie
comenzaron a irse. Por último solo estaban Daniel, Rachel y yo. El señor y
la señora Young habían ordenado una pizza, porque la mayoría de la
comida de la fiesta se había comido muy temprano. Empezamos
limpiando. Rachel y Daniel se convirtieron cómicamente competitivos al
respecto, por lo que todo el proceso tomó el doble de tiempo.
—No creo que pueda hacer eso —le dije, dejando caer el bote de
basura y sentándome pesadamente en la silla del patio. El rostro de
Maggie cayó y ya me odiaba por lo que estaba a punto de hacer.
—Oh, está bien, está bien. Pero tal vez podríamos ir a algún lugar
más adelante en el verano. Solo nosotros dos. Eso sería muy bonito, ¿no
crees? —Maggie estaba empezando a divagar ahora y sabía que estaba
recogiendo en mi inquietud.
—Maggie —comencé.
—¿Vas a volver a Grayson? ¿A Florida? ¿Pero por qué? Pensé que las
cosas estaban bien. Que estabas mejor.
—Te dije antes que no era una cura. Ayuda, pero no arregla todo. No
sabes cuántas veces he pensado en hacerme daño. De terminar con el
dolor. Es como si hubiera una voz en mi cabeza que me dice que lo haga.
Que ya nadie me ama, que no soy más que una carga. —Podía escuchar la
tensión en mi voz y ni siquiera podía mirar a Maggie.
—¡No, Maggie! ¡Quise decir cada palabra! ¡Pero esas promesas son
por lo que espero sea nuestro futuro! No me iré esta vez y no te callaré. No
puedo hacer eso de nuevo. A ninguno de los dos. Quiero que tomes este
viaje conmigo, sea a donde sea que vaya. Espero que esperes por mí para
que yo pueda ordenarme. Sé que es increíblemente egoísta de mi parte
incluso pedírtelo. Pero saber que estás esperando por mí al otro lado de
esto hará el proceso mucho más fácil —dijo, con sinceridad.
-MAGGIE-
Así que me gradué de la secundaria. Y Clay se fue a Florida. Fui a la
Semana de la Playa con mis mejores amigos. Ruby vendió su casa y se
mudó a Key West. Su tienda fue comprada por una pareja que la convirtió
en una tienda de comidas integrales. Me rehusé a entrar.
6 años después
—¡La tendré de vuelta a las seis treinta! Deja de enloquecer y
déjanos disfrutar de las compras. ¡Y no llames otra vez! —gritó Rachel al
teléfono antes de colgar.
Casi habían pasado seis años desde el día en que había regresado a
Florida después de dejar Virginia y reingresar al Centro Grayson, usando
una gran cantidad del dinero del seguro de Lisa que Ruby me había dado.
Antes de dejar Florida, intenté hacer las paces con mis padres. Los
años habían pasado y dejé de escuchar de ellos. No sabían dónde estaba
así que no podía esperar ninguna tarjeta de cumpleaños o Navidad. Pero
dudaba totalmente que incluso se hubieran preocupado de ello. Cuando
me sacaron de su vida, sabía que era una rápida y decisiva ruptura. Veía a
mis padres en televisión de vez en cuando. Mi padre eventualmente ganó
la senaduría del estado y ahora iba por el congreso de Florida en el
trigésimo tercer distrito.
Así que estúpidamente hice el viaje a Palm Beach para ver si mis
padres estaban listos para olvidar rencores. Dejar el pasado atrás.
Lo único que obtuve fue la puerta cerrada en mis narices y una
advertencia de no volver jamás. Recuerdo salir del camino, esperando una
parálisis emocional. Anticipé alguna dura recaída por ser rechazado, una
vez más, por las personas que me dieron la vida, para lo que fuera que
valiera la pena.
Pero nada pasó. En lugar de estar devastado, llamé a Maggie y luego
a Ruby. Obteniendo de ellas todo el amor y el apoyo que podía necesitar. Y
sabía, sin lugar a dudas, que nunca desearía o necesitaría eso de mis
padres. No tenían lugar en el mundo que estaba construyendo para mí.
—Bueno, aquí tienes. Tuve que soportar el tráfico del sábado. Me los
debes, hombre —dijo Daniel, entregándome lo que lo hizo soportar el
tráfico.
Ella entró a la casa con sus brazos llenos de bolsas. Ella y Rachel
vaciaron tremendamente sus tarjetas de crédito.
Alejé sus manos. Tanto como quería ir en esa dirección, tenía otros
planes para ella esta noche.
—Se supone que soy el único que tendría que estar arrodillado.
Estás arruinando el momento —me burlé de ella.
Maggie levantó sus manos hasta mis mejillas y me dio una de sus
arrebatadoras sonrisas. Era una sonrisa que podría curar el cáncer. Me
indicaba que yo era el responsable por ese perfecto pedazo de felicidad en
su vida.
Sostuve su rostro con mis manos mientras sollozaba y por una vez
no sentí ninguna culpa por sus lágrimas. Porque esas lágrimas estaban
llenas de nada más que felicidad. Y esas lágrimas me alegraba
producirlas.
FIN
Depresión, suicidio y cortes son problemas serios. Las estadísticas
muestran que 2 a 3 millones de personas en los Estados Unidos y 13%
entre los que tienen 15 y 16 años en el Reino Unido se cortan cada año.
Comportamientos de auto-lesión es usualmente una manera en que la
gente lidia con problemas importantes.
www.dbsalliance.org
www.selfinjury.com
A mi fantástica editora, Tanya, por trabajar tan rápido que hace que
mi cabeza de vueltas. ¡Tu entusiasmo por mis historias es una gran
motivación! ¡Te quiero!
A Kim Box Person, Denise Tung, Kristy Louise y todos esos increíbles
bloggers, quienes han defendido mis historias. Sus proxenetismos sin fin y
total apoyo me han ayudado a hacer una carrera de algo con lo que solo
soñaba con hacer.
“A”