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DIÓCESIS DE TRUJILLO

SEMINARIO MAYOR “SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS”


ETAPA CONFIGURATIVA

MENSAJE TEOLÓGICO Y VOCACIONAL DEL PROFETA SAMUEL

Los libros de Samuel, refieren uno de los tiempos más importantes de la historia de Antiguo
Testamento, es el momento en que Israel se constituye como pueblo en el sentido estricto pues las
tribus de Israel agrupadas se reúnen en torno a David y su ciudad (Jerusalén) formando una unidad
política y religiosa. Se puede aseverar que ambos libros presentan la teología desde el plano de vista
monárquico, pues los Reyes de Israel son representantes de una Teocracia instituida, es el mismo
Dios quien los instituye y unge por medio de sus profetas. De igual modo el texto ofrece una
descripción de la vida ritual de ese momento presentando sus instituciones importantes: profetismo,
sacerdocio y de manera velada la figura del Mesías esperado.

Es menester recalcar que junto al nacimiento de Israel como nación, surge la monarquía y al
mismo tiempo se instaura propiamente el profetismo; Samuel es claro ejemplo de ello, hijo del
milagro, elegido desde la más tierna infancia viene a ser la antítesis de lo existente (Elí y sus hijos).
Su personalidad está descrita en el texto, y parte de la aparición milagrosa en el seno de su madre,
Ana1, se dilata en las grandiosas vicisitudes sociopolíticas y guerreras de los dos protagonistas de la
monarquía, Saúl y David, y se apaga con la visión espectral ante Saúl en la habitación de la pitonisa
de Endor2. La vocación de este personaje es presentada dentro de las relaciones padre-hijo o
maestro-discípulo, pues al momento de recibir la llamada se encuentra junto a Elí. Samuel es apenas
un muchacho, el mismo relato de su vocación lo define como un "niño" 3y el acudir al verbo "crecer"
indica su madurar humano y psicológico4

La vocación de Samuel tiene por ello un plan gradual, en entramado textual del capítulo
tercero es reflejo de ello; es un descubrimiento progresivo que madura en la reflexión y la
meditación. No es un acontecimiento repentino; es más bien una gran lección que lleva lentamente
de la incomprensión a la inteligencia del propio destino. El verbo clave es "escuchar" en el sentido
global bíblico de adhesión, la protagonista es la Palabra que vuelve a resonar en Israel ("la palabra

1
1 Sam. 1
2
1 Sam, 28
3
1 Sam. 3, 8
4
1 Sam. 2, 21; 3, 28
del Señor era rara en aquellos días", v. 1) en la persona de Samuel ("aún no se le había revelado la
palabra del Señor", v. 7), hasta convertirlo en "profeta acreditado ante el Señor" (v. 21).

De manera sucinta el mismo proceso de la vocación se abre con una inesperada llamada
cuando Samuel estaba acostado en el santuario del Señor" (v. 3). La iniciativa es siempre de Dios,
raíz de toda vocación. ("El Señor llamó: ¡Samuel!"); la adhesión es pronta ("respondió: ¡Aquí
estoy!"), pero todavía "ciega" ("Corrió a donde estaba Elí y le dijo: ¡Aquí estoy...!") y, por lo
mismo, desilusionante: ("no te he llamado: vuelve a acostarte"). En los versos 6-7 se repite la
lección igualmente sin fruto, más aún con menor entusiasmo. Samuel ya no "corre" para acudir a
Elí, simplemente "va". A la tercera lección (vv. 8-9), Elí intuye la naturaleza de la experiencia del
joven y su comportamiento es el modelo del verdadero educador espiritual que ayuda a la
experiencia personal: "Si te llama alguien de nuevo dirás: Habla, Señor, que tu siervo escucha" (v.
9). Y llega la última lección, la llamada decisiva (vv. 10-14). El Señor aparece en una teofanía e
interpela a Samuel: "El Señor se presentó y lo llamó como antes: ¡Samuel, Samuel!" (v. 10).

La adhesión no es ahora entusiasta, sino precisa y madura: "Habla, que tu siervo escucha".
La misión se concreta inmediatamente en un oráculo de juicio (v. 11-14) y Samuel, convertido
ahora en "boca" del Señor, comienza el cumplimiento de su mandato aunque con una natural
esquivez psicológica ("no se atrevía a contarle a Eli la visión" v. 16): no obstante estar "amaestrado
por Dios y ser discípulo del Señor" (Is 54,13; Jn 6,45), es siempre la disposición del mismo ser del
hombre a cumplir la voluntad divina.

De este modo ejerce Samuel como figura principal del Reino, es instituido de por vida
como juez, pero al tiempo es sacerdote y profeta, aquí radica su grandeza; pero la relevancia mayor
de Samuel le vienen por su condición de profeta, pues habla desde Dios y en su nombre (1 Sam. 3,
20). Él comparte junto a Saúl y David el protagonismo, pero es el mayor de los tres ya que
simboliza la presencia de Dios en medio del pueblo, es la garantía de acierto en los momentos
importantes de Israel. Así se alza en Samuel en el umbral de una importante etapa de la historia
salvífica de la humanidad, la era de David y su dinastía, equiparando esta realidad en la opinión
contemporánea, Juan el Bautista y Samuel poseen un gran paralelismo: anuncian al Mesías “Hijo de
Dios” “Hijo de David”, ambos hijos de madres estériles obtenidos por la oración de sus padres. 5

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

5
De Vaux R. Historia antigua de Israel, p. 270.
BIBLIA LATINOAMERICANA (2005) Editorial Verbo Divino, Navarra, España.

BROWN, R (1971) Comentario bíblico San Jerónimo. Tomo I, Antiguo testamento I.


Ediciones Cristiandad. Madrid.

DE VAUX R. (1975) Historia antigua de Israel. Editorial Verbo Divino, Navarra, España.

GONZÁLEZ, A et al (2000) Historia, Narrativa, Apocalíptica. Introducción al estudio de


la Biblia. Editorial Verbo Divino, Navarra, España.

MERTENS, H (1984) Manuel de la Biblia. Editorial Herder. Barcelona, España.

PROFESORES DE SALAMANCA (1961) Biblia comentada. Tomo V Libros proféticos.


Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid.

RAVASI, G (1989) Los Profetas. Ediciones Paulinas. Colombia.

EDUARD MORALES
II DE TEOLOGÍA
CÁTEDRA: LIBROS PROFÉTICOS

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