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La filosofía científica de Mario Bunge

La editorial Laetoli ha creado la “Biblioteca Bunge” con la que pretende reeditar


y difundir obras clásicas de este filósofo singular, comprometido con la filosofía
científica, el pensamiento racional y una visión progresista radical de la sociedad
y la política. Mario Bunge (Buenos Aires, 1919) es consejero editorial de
‘Materia’.
Mario Bunge es uno de los filósofos más reconocidos e importantes del mundo
en nuestros días. No es seguramente el más famoso y popular porque no cultiva
ninguna de las variedades de filosofía postmoderna y anticientífica que infectan
las aulas universitarias tanto en España y Europa como en América. Por el
contrario, es uno de los pocos filósofos contemporáneos que siempre ha
reivindicado la ciencia como modelo de conocimiento y la razón ilustrada como
norma para el pensamiento tanto en la esfera teórica como en la práctica, tanto
en la discusión filosófica como en el debate político. Si no popular, es sin
embargo muy conocido en la esfera profesional. No solo porque ha recibido
distinciones como el Premio Príncipe de Asturias de Humanidades, sino porque
decenas de miles de estudiantes se han familiarizado con el método científico
gracias a sus obras. A lo largo de su dilatada y fructífera vida académica ha
escrito más de 80 libros en inglés y en castellano, traducidos a multitud de
idiomas, y ha cultivado todos los géneros filosóficos y algunos literarios. Su obra
más monumental son los ocho volúmenes del Tratado de Filosofía,
originalmente escrito en inglés (Treatise on Basic Philosophy), actualmente en
proceso de traducción al español (Editorial Gedisa). Pero por increíble que
parezca Bunge no solo es ya un clásico de la filosofía científica sino también una
fuente continua de inspiración y novedad en cualquiera de los campos más
relevantes de la filosofía actual.
La editorial Laetoli ha puesto en marcha una iniciativa que ayudará a que un
público amplio pueda disfrutar al mismo tiempo de obras clásicas de este autor y
de sus nuevas y más actuales ideas, en las que se mezclan la filosofía de la
ciencia con la preocupación por la política científica, la defensa de la
racionalidad con el ataque a las pseudociencias, el análisis metacientífico con la
reflexión política. Se trata de la Biblioteca Bunge, de la que han salido hasta
ahora tres volúmenes.
La ciencia: su método y su filosofía es reedición de una de las primeras obras
bungeanas (1959). Para filósofos o científicos formados en la tradición de lo que
conocemos como la “concepción heredada de la ciencia” este librito les
recordará que la ciencia es una realidad mucho más compleja que un sistema
de enunciados con estructura deductiva. La presentación del método científico
en el capítulo 2 o de la noción de ley científica en el 3 son piezas clásicas de la
reflexión metacientífica. Y los entusiastas de la filosofía postkuhniana de la
ciencia podrán además disfrutar del capítulo añadido en 1994, con un título
provocador: “Una caricatura de la ciencia: la novísima sociología de la ciencia”.

El segundo volumen de la Biblioteca, Materialismo y ciencia, es reedición de una


obra de 1981, bien conocida pero de difícil acceso en la actualidad. Se trata de
una presentación simplificada pero completa de su ontología materialista,
incluyendo una severa crítica al materialismo dialéctico, a la ontología platónica
de Karl Popper, y al dualismo psicofísico, así como una propuesta realmente
original de una concepción materialista de los valores y de la cultura. El libro
contiene además un pequeño apéndice delicioso: “Nuevos diálogos de Hylas y
Filonus”, que el autor escribió en 1953, con motivo del 250 aniversario de la obra
de Berkeley, del mismo título, en el que Bunge desmonta los argumentos
empiristas y antimaterialistas del obispo británico. El materialismo no es una
filosofía de moda, pero en las manos de Bunge es al menos una filosofía
coherente, precisa, completa y atractiva. Y es la única filosofía en sintonía plena
con el pensamiento científico de nuestra época.
“El materialismo no es una filosofía de moda, pero en las manos de Bunge es al
menos una filosofía coherente, precisa, completa y atractiva”
El tercero y último volumen es una reedición actualizada de Pseudociencia e
Ideología, de 1985. A pesar del tiempo transcurrido, todos los análisis, críticas y
reflexiones de Bunge en esta obra siguen siendo de actualidad e incluso de
lectura más urgente que cuando apareció por primera vez. Aquí el autor
presenta sus ideas sobre la ciencia como institución social, la tecnología, las
ideologías tanto científicas como anticientíficas, la política de la ciencia, el
porvenir de la civilización científico técnica. Algunas de sus admoniciones
pudieron parecer inoportunas en 1985, pero el tiempo les ha dado más valor.
Por ejemplo esta, con la que termina sus reflexiones sobre el futuro de la
ciencia:
“..es posible que estemos en los comienzos de una crisis de la ciencia básica
que, de seguir, desembocaría en una Nueva Edad Media. Si deseamos evitar
esta catástrofe, es menester que hagamos algo por cambiar la “imagen pública”
de la ciencia, de modo que pueda seguir atrayendo a algunos de los jóvenes
más inteligentes y siga mereciendo el apoyo de administradores y políticos
ilustrados, sin necesidad de prometer lo que no puede dar. Dejemos de pintar la
ciencia como proveedora de riqueza, bienestar o poder: pintémosla en cambio
como lo que es, a saber, el esfuerzo más exitoso para comprender el mundo y
para comprendernos a nosotros mismos”.
Bunge es un filósofo ilustrado, racionalista, materialista, crítico, comprometido
con la ciencia y con una concepción progresista de la sociedad y la política. Por
eso ha sido y sigue siendo un filósofo esencial para nuestro tiempo. Ahora que
las posibilidades de que los ciudadanos accedan al conocimiento de la filosofía
están viéndose reducidas en los planes de estudio, la iniciativa de la editorial
Laetoli, creando esta biblioteca de obras esenciales, debe ser bienvenida.

Mario Bunge (21 de septiembre de 1919-) 


                 
Físico, filósofo, epistemólogo y humanista de
nacionalidad argentina. Se doctoró en Física y
Matemáticas por la Universidad de la Plata y actualmente
radica en Canadá. Desde 1962 es docente e investigador
en la McGill University de Montreal. Bunge es un filósofo materialista que
defiende el realismo científico y la filosofía excata, por lo que ha expresado una
postura contraria a las "pseudociencias" entre las cuales considera al
psicoanálisis, la praxeología, la homeopatía y la microeconomía entre otras. Sus
intereses abarcan la filosofía en general y la filosofía aplicada, así como de la
lógica y la matemática. Es fundador de la Sociedad para la Filosofía Exacta , ha
publicado más de 30 libros, entre los más reconocidos se encuentran  Temas de
educación popular (1943), La edad del universo (1955), Causalidad: el principio
de causalidad en la ciencia moderna (1959), La ciencia, su método y su
filosofía (1960), Tratados de filosofía básica (1974-1989), La investigación
científica (1967) y Tratado de filosofía Vol.I-IV (2008- 2012).

La ciencia según Bunge: de las ciencias formales a


las ciencias fácticas
Pistas para resolver el rompecabezas de la ciencia
                                                               
“Un mundo le es dado al hombre; su gloria no es soportar o despreciar
este mundo, sino enriquecerlo construyendo otros universos” (Bunge,
1992, p.6)

Resumen

Este trabajo está constituido por una síntesis del capítulo “¿Qué es la ciencia?”
del libro de Mario Bunge La ciencia. Su método y su filosofía. El objetivo de esta
síntesis es definir qué es la ciencia para Mario Bunge. En el presente trabajo, se
abordan las definiciones de ciencia, ciencias formales, ciencias fácticas y quince
características principales de las ciencias fácticas que Bunge identifica.
Finalmente, se presentan algunas observaciones, a manera de conclusiones
personales sobre las fortalezas y limitaciones definición de ciencia de Bunge.
Palabras clave: Ciencia, ciencias formales, ciencias fácticas, método científico.
 

1. La ciencia de Bunge

La ciencia ha sido utilizada para comprender, domar, y modificar el mundo


natural de acuerdo a las necesidades biológicas y espirituales de los seres
humanos. Para Mario Bunge, la ciencia es un conjunto de ideas racionales,
verificables y falibles para elaborar construcciones conceptuales de mundo.
Mediante estas construcciones, la ciencia ha sido aplicada para mejorar el
medio natural, a partir de las necesidades humanas, y a la creación de bienes
materiales y culturales; esta ciencia aplicada, se convierte en tecnología.

Este autor explica que no toda la investigación científica procura el conocimiento


objetivo, y distingue dos tipos de ciencia: las ciencias formales y las ciencias
fácticas. Las ciencias formales son ciencias que se integran de saberes
racionales, sistemáticos y verificables, que a su vez forman parte de sistemas
como la lógica y la matemática, que no son objetivos puesto que no se ocupan
de los hechos y por tanto, no dan informaciones sobre la realidad. 

Los sistemas de las ciencias formales tratan con entes ideales que implican
condiciones abstractas e interpretadas, y sólo existen en la mente. Estos
sistemas se sustentan en entes formales y establecen relaciones entre ellos
para construir las relaciones complejas entre los hechos y sus diversos
aspectos. Por esta razón es que estas ciencias se denominan “formales” ya que
sus objetos no son procesos ni cosas, sino formas en las que se pueden incluir
contenidos, tanto fácticos como empíricos, ilimitados.  Ya que el significado
fáctico que se le asigna a los objetos formales no es una propiedad intrínseca de
los mismos, las ciencias formales no entran en conflicto con la realidad. En este
sentido, las ciencias formales no se aplican a la realidad, sino que se emplean
en la vida cotidiana.

Para introducir las ciencias fácticas, Bunge hace una comparación entre éstas y
las ciencias formales. Mientras que las ciencias formales consisten en relaciones
entre signos y usan la lógica para demostrar sus teoremas, las ciencias fácticas
se refieren a entes extra científicos, a sucesos y procesos concretos, por lo que 
en su metodología utilizan la observación y la experimentación. Por otro lado, las
verdades en las ciencias formales no son absolutas, sino relativas a sus
sistemas de lógica y principios teóricos. 

En las ciencias fácticas no se emplean símbolos vacíos, sino símbolos


interpretados; la racionalidad es necesaria pero no es garantía de que se
obtenga la verdad, por lo que se exige que los enunciados de estas ciencias
sean verificables mediante la experiencia. De esta manera las ciencias formales
se orientan a demostrar o probar y por tanto, son completas y finales, mientras
que las ciencias fácticas son temporales, pues verifican hipótesis que en su
mayoría son provisionales.

A partir de esta comparación, Bunge aborda a profundidad las ciencias fácticas;


sus rasgos esenciales son la racionalidad y la objetividad. Bunge define la
racionalidad como el conocimiento constituido por juicios y raciocinios y que
además efectúa operaciones que tienen como punto de partida y punto final las
ideas. Dichas ideas son combinables de acuerdo a un conjunto de reglas
lógicas para producir nuevas ideas. Estas ideas a su vez se organizan en
sistemas para conformar teorías. Por su parte, la objetividad, o el conocimiento
objetivo, busca analizar la verdad fáctica y verifica la adaptación de ideas a
hechos recurriendo a la observación y la experimentación.

Bunge identifica 15 principales características de las


ciencias fácticas:
1) El conocimiento científico es fáctico, parte de los hechos y siempre vuelve a
ellos. La ciencia intenta describir los hechos tal y como son a través de datos
empíricos que se obtienen mediante teorías; estos datos son a la vez materia
prima de la elaboración teórica. Por otro lado, Bunge destaca que no siempre es
posible ni deseable respetar completamente los hechos cuando se los analiza,
puesto que estos sufren modificaciones durante la intervención del investigador.
No obstante estas modificaciones son estimadas por el investigador y
consideradas en la descripción del experimento.

2) El conocimiento científico trasciende los hechos, pues los descarta, produce


nuevos hechos y los explica. La investigación científica no se limita a los hechos
observados, los científicos seleccionan aquellos hechos que consideran
relevantes, intentan controlarlos, reproducirlos e incluso producen hechos
nuevos. 

El conocimiento científico se funda en la experiencia colectiva y la teoría,


racionaliza la experiencia en lugar de sólo describirla, esto quiere decir que en
lugar de inventariarlos, los explica por medio de hipótesis y teorías. Para
conjeturar lo que hay detrás de los hechos observados los científicos inventan
conceptos, que sólo son significativos en contextos teóricos. Esta transición de
lo observacional a lo teórico permite al científico mirar con desconfianza los
enunciados surgidos por coincidencias, ya que la principal fuente de
descubrimiento de nuevos hechos  es la elaboración teórica de los hechos y la
comparación de las consecuencias de teorías con datos observacionales.
3) La ciencia es analítica, pues la investigación científica aborda problemas
determinados uno por uno e intenta descomponerlos en elementos. Los
problemas de la ciencia son parciales y también sus soluciones, sus resultados
son generales pues el análisis es una herramienta para construir síntesis
teóricas. La investigación descompone los objetos para descubrir el mecanismo
interno que es responsable de los fenómenos observados, después se examina
la interdependencia de las partes y finalmente se intenta reconstruir el todo en
términos de sus partes interconectadas. A través del análisis es posible
descubrir cómo emergen, subsisten y se desintegran los todos.

4) La investigación científica es especializada como consecuencia del enfoque


analítico de los problemas. La aplicación del método científico depende del
asunto en cuestión, por lo que existen una multiplicidad de técnicas y sectores
en la ciencia, pero se mantiene una unidad metodológica. Las variantes
científicas pueden diferir en cuanto a su asunto, a las técnicas y a su grado de
desarrollo, pero no en tanto al objetivo, método y alcance. Para Bunge la
especialización no ha impedido la formación de campos interdisciplinarios y la
filosofía es el remedio para superar la unilateralidad profesional.

5) El conocimiento científico es claro y preciso, pues la ciencia constituye una


rebelión contra la superficialidad y vaguedad del sentido común. Aunque el
conocimiento científico, no está exento de vaguedades, procura mejorar la
exactitud y trata de sacar provecho de sus errores. Para Bunge, la claridad y
precisión se obtienen a) distinguiendo cuáles son los problemas b) incluyendo
las nociones iniciales en esquemas teóricos c) definiendo sus conceptos y las
funciones que desempeñan en un sistema teórico d) procurando el uso y la
combinación compleja de símbolos básicos y simples e) midiendo y registrando
fenómenos con exactitud.

6) El conocimiento científico es comunicable, puesto que el lenguaje científico


comunica información a quienes estén capacitados para entenderlo. Su
comunicabilidad se posibilita mediante la precisión, que es una condición
necesaria para la verificación de datos empíricos e hipótesis científicas. En este
sentido, la comunicación de los resultados y técnicas de la ciencia perfeccionan
la educación general y multiplica las posibilidades de su confirmación o
refutación.

7) El conocimiento científico es verificable mediante la experiencia. Las hipótesis


se comprueban mediante experimentación, no obstante, los resultados
experimentales generalmente se pueden interpretar de diversas maneras. Por
otro lado, no todas la ciencias pueden experimentar, por lo que la ciencia fáctica
es empírica por que la comprobación de sus hipótesis involucre la experiencia,
pero no es necesaria mente experimental, ni se agota en las ciencias de
laboratorio. La regla de la experiencia para comprobar hipótesis en el método
científico depende del tipo de objeto, hipótesis y medios disponibles.

8) La investigación científica es metódica, pues los científicos formulan planes


para encontrar lo que buscan. No obstante, el planteamiento de la investigación
no excluye el azar, sino que en ocasiones le da un lugar al azar, para
aprovecharlo, incluso el investigador lo produce intencionalmente. La
investigación procede según reglas y técnicas que resultaron eficaces en el
pasado pero que son perfeccionadas frecuentemente. La comprobación
empírica de conclusiones particulares extraídas de hipótesis generales, requiere
del control y variación de las variables o factores relevantes, lo cual en todos los
casos exige un análisis de los datos obtenidos en el cuero de los procedimientos
empíricos. La ciencia funciona sobre la premisa de que el método científico se
constituye mediante prescripciones falibles y perfectibles para el planteamiento
de observaciones, experimentos, la interpretación de resultados y el
planteamiento de problemas.

9) El conocimiento científico es sistemático, pues una ciencia es un sistema de


ideas conectadas lógicamente entre sí. La conexión entre estas ideas puede
considerarse orgánica en tanto la sustitución de cualquiera de sus hipótesis
básicas puede producir un cambio importante en la teoría o grupos de teorías
que conforman.

Por otra parte, la racionalidad, que Bunge relaciona con el carácter matemático
del conocimiento científico, permite que el progreso científico e efectúe no sólo
mediante la acumulación de resultados, sino por revoluciones. Estas
revoluciones científicas, provocadas por del descubrimiento de nuevos hechos,
consisten en la sustitución de hipótesis de gran alcance por axiomas nuevos
y en el reemplazo de teorías por otros sistemas teóricos.

10) El conocimiento científico es general, pues ubica hechos y enunciados


particulares en esquemas generales. La ciencia trata de descubrir lo que tienen
en común todos los singulares para exponer los universales, ya que el científico
trata de exponer la naturaleza esencia de las cosas humanas y naturales. El
lenguaje científico no contiene únicamente términos para designar hechos
singulares sino términos generales para referirse a clases de hechos. De esta
forma, la generalización es el único medio conocido para adentrarse en lo
concreto y obtener las cualidades y leyes esenciales de las cosas.
11) El conocimiento científico es legal, pues busca leyes y las aplica, insertando
en ellas hechos singulares. En este sentido, la ciencia es esencialista, pues
intenta llegar a la raíz de las cosas. Algunas leyes surgen de la base de otras
leyes y pueden cambiar paralelamente al tipo de organización social. Según
Bunge, las leyes no se encuentran únicamente mediante la observación, sino
poniendo a prueba la hipótesis.

12) La ciencia es explicativa puesto que intenta explicar los hechos mediante
leyes y las leyes en términos de principios. Los científicos procuran obtener
descripciones de las cosas pero también responder al por qué de las mismas.
Las explicaciones científicas se efectúan en términos de leyes, existen diversos
tipos de leyes, consiguientemente existen diversos tipos de explicaciones
científicas.

13) El conocimiento científico es predictivo, pues la predicción representa una


forma eficaz de poner a prueba las hipótesis y es clave para el control y
modificación del curso de las acontecimientos. La predicción científica se
sustenta en leyes e informaciones específicas y fidedignas que son relativas al
estado presente o pasado de las cosas. La predicción es perfectible, si falla,
obliga al científico a corregir sus suposiciones, lo cual puede contribuir al
perfeccionamiento del conocimiento teórico.

14) La ciencia es abierta como sistema, ya que es falible y por tanto, capaz de
progreso. No obstante, es metodológicamente cerrada ya que es autocorrectiva,
pues la verificabilidad de las hipótesis es un requisito y basta para asegurar el
progreso científico. Para Bunge el científico moderno es un generador de
problemas, ama la verdad, pero no está interesado en teorías irrefutables, sino
que intenta probar cosas nuevas e inciertas, cometer errores y aprender de
ellos.

15) La ciencia es útil, pues busca la verdad y proporciona herramientas que


pueden usarse para bien o para mal. La ciencia es útil, respondiendo a su
objetividad, de esta manera la investigación también representa avances
sociales. Los técnicos aplican los conocimientos aplicables generados por los
científicos, en este sentido, la técnica moderna es en cierta medida, ciencia
aplicada. Pero la tecnología también tiene sus propios procedimientos de
investigación, un cúmulo de reglas empíricas, descubiertas antes que los
principios científicos que, si éstas se confirman, terminan absorbiéndolas. La
tecnología consiste entonces, en el tratamiento de problemas prácticos mediante
un enfoque científico, que también puede ofrecer un crecimiento en tanto la
invención de nuevas teorías o técnicas de investigación.
2. Conclusiones personales 

Creo que es muy interesante y útil en términos epistemológicos la distinción


inicial que hace Bunge entre ciencias formales y ciencias fácticas. Mi impresión
sobre su postura es que es un tanto positivista, puesto que se apega firmemente
al método científico como base del conocimiento científico. 

Por otra parte, en la onceava característica de las ciencias fácticas, hace


referencia a la búsqueda de leyes de mente y cultura, así como a la invención de
nuevas herramientas para tratar fenómenos mentales y culturales. Esto me da la
impresión de que no está muy satisfecho con la elaboración teórica que existe
hasta el momento en las ciencias sociales y probablemente en la psiquiatría. Yo
cuestionaría la idea de hacer leyes generales para el análisis de este tipo de
casos, ya que ¿dónde quedaría la subjetividad? 

En este sentido, creo que sus postulados chocan bastante con la investigación
cualitativa, en la que el sujeto tiene un lugar privilegiado, y además niegan la
posible diversidad de condiciones y situaciones, que en ocasiones requieren de
marcos teóricos y métodos específicos y diversos por esta condición de
especificidad.

Personalmente, no comulgo con la idea de utilizar la ciencia para “domar a la


naturaleza” y “modificarla” o “mejorarla” con respecto a las necesidades
biológicas y espirituales de los humanos , porque además utiliza la palabra
“hombres”, desde ahí ya intuyo que es un discurso de dominación. Bunge no
precisa las necesidades de qué hombres específicamente se busca satisfacer a
través de la ciencia, que para mí serían las del hombre occidental, lo cual
también implica que la ciencia occidental no se formuló inicialmente para
satisfacer las necesidades de todos los hombres del mundo  y también pone en
entredicho si en realidad lo puede hacer. 

Como aproximación epistemológica, el texto de Bunge me parece completo y


bastante ilustrativo, sin embargo, desde mi propia trayectoria en las ciencias
sociales y mi tema de tesis, los conflictos socioambientales, percibí varios vacíos
y desencuentros en cuanto a la rigidez con la que se presenta el método
científico, la propia ciencia, desde una perspectiva occidental, y a la vez
patriarcal (llaman la atención la referencia a estudiantes de ingeniería llenas de
pecas y que pesan más 50 kg y la metáfora: “ni los científicos se casan con las
solteronas” ).
Finalmente, además de las aportaciones epistemológicas de Bunge, identifico en
su postura una apuesta a la interdisciplinariedad y a la vinculación y
complementación entre distintos campos científicos. Me parece importante, y
hasta cierto punto inspirador que proponga que las posturas unilaterales pueden
disolverse con una dosis de filosofía, habrá que ver de qué manera.

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