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Modulo04 Bloque03 Capitulo01 PDF
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BLOQUE 3:
CAPÍTULO 1:
1. Introducción
1. INTRODUCCIÓN
perspectiva para caracterizar lo que fue, es y puede llegar a ser la educación espe-
cial significa tratar de comprenderla al amparo de esquemas de pensamiento más
amplios, y no como una entidad aséptica y desligada de todo lo que configura el
entramado social, político y educativo de un determinado momento.
El capítulo se encuentra organizado en dos grandes apartados. En el primero, se
describe un amplio período en el que la educación especial adopta un marcado
carácter segregador, conocido como la era de la institucionalización. En el segundo,
centramos nuestra atención en los presupuestos y principios que inspiran el denomi-
nado «movimiento integrador», como elemento clave para contextualizar los cam-
bios que propone la introducción de esta nueva cultura en el discurso educativo.
En 1472, dieciocho siglos más tarde, B. Metliper afirmaba que la epilepsia era:
"Hace ocho años vivía en Sessau un ser que yo, Martín Lutero, he visto, y
contra el cual he luchado. Tenía doce años, disponía de sus ojos y todos sus
sentidos, de modo que podía tomársele por un niño normal. Pero no hacía
más que atracarse. Comía, defecaba, babeaba refunfuñando y, si le tocaban,
gritaba. Si las cosas no iban bien, lloraba. Entonces dije al príncipe de Anhalt:
si yo fuera el príncipe, llevaría a este niño al Moldau, que corre cerca de
Dessau y lo ahogaría. Pero el príncipe de Anhalt y el príncipe de Saxe, que
estaba allí, se negaron a seguir mi consejo. Entonces dije: '¡Bien!, los cris-
tianos rezarán en la iglesia para que nuestro Señor expulse al demonio'. Esto
se hizo en Dessau y el ser sobrenatural murió aquel mismo año. Cuando pre-
guntaron a Lutero por qué había tomado tal postura, respondió que creía fir-
memente que estos seres no son más que masas de carne, MASSA CARNIS,
sin alma. Pues el Diablo tiene el poder de corromper a las gentes dotadas de
razón y de alma cuando las posee. El Diablo habita en estos seres en el lugar
de su alma" (Kanner, 1964, 7).
"Basta que se abra un nuevo centro de educación especial para que muchos
niños que han estado años en la escuela ordinaria se envíen a la escuela
especial, reflejando, por otra parte, los sentimientos del profesorado" (1984, 23).
madurando experiencias que emergían, cada vez más frecuentemente, bajo los
aires de la contestación global al sistema capitalista (Nocera, 1981).
La idea clave que se propugnaba, era la de que los diferentes y marginados debían
salir de sus «guetos» e insertarse en todos los ámbitos de la vida social. Se trataba
en definitiva, de acabar con las instituciones (cárceles, manicomios, hospitales,
escuelas especiales, etc.), que habían ido surgiendo como una alternativa capaz de
aliviar al grupo social «normal» de la presencia de todo aquel que podía hacer
menos agradable su acomodo social. Se defendía, en fin, el principio de que todos
tienen derecho a la «normalidad».
Bajo este punto de vista, la ideología de la normalización se traduciría en toda una
serie de supuestos caracterizados por:
a) El convencimiento de que cualquier persona, independientemente de su
edad, grado de discapacidad, etc., es capaz de aprender y enriquecerse en su
desarrollo humano.
b) El hecho de ser persona, independiente de su raza, nivel socioeconómico,
características personales, etc., confiere los mismos derechos humanos y
legales que al resto de ciudadanos.
c) No es lo mismo «normalidad» que «normalización». Así, la idea de
«normalidad» es subjetiva y varía en función de la cultura, época, posición
social, etc. En cambio, «normalización» implica un proceso en el que se
acepta al otro sean cuales sean sus características personales y sociales. Si
hacemos nuestro este presupuesta entonces, estaremos en condiciones de
ver «al otro» como un ser que puede participar en un proceso educativo y
social en el que se va a situar según su manera de ser y aprender. Por tanto,
desde esta ideología se considera que el contexto social y escolar en cada
sujeto está ubicado debe proporcionarle los servicios educativos, sociales,
laborales, etc., para que desarrolle al máximo sus potencialidades, al igual
que otros ciudadanos.
dificultades problemas.
Dentro de este nuevo clima, la crítica y la polémica no se hizo esperar por parte de
aquellos sectores sociales que no estaban dispuestos a aceptar el principio de
normalización. La causa hay que buscarla, principalmente, en la resistencia que te-
nían ante cualquier intento que significase el acercamiento de estos individuos a
sociedad. Además, se consideraba que detrás de la voluntad de la normalización-
se escondía la decisión de cortar a todos los hombres por el mismo rasero, ante las
exigencias de una sociedad absurdamente homogeneizadora. Por su parte, quienes
se adherían a esta ideología exponían que la aplicación de tal principio no suponía
una adaptación de todos los individuos, «a toda costa», a unas normas o patrones
sociales y que la normalización y la integración de las personas diferentes sólo
podía realiza-se en una sociedad modificada.
Estas reflexiones introductorias nos permiten situar con mayor claridad el clima
social e ideológico, en virtud del cual la educación especial cobra un nuevo sentido.
De este modo, entramos de lleno en un proceso de cambio y transformaciones
profundas, que ha llevado a buscar alternativas distintas a las segregadas, con la
finalidad de dar la respuesta educativa más adecuada a cada alumno.
y Ciencia.
En todo este nuevo panorama educativo que se dibujaba, no solo para la educación
especial, sino para la educación en general, destacar la trascendencia que tuvo, en
su momento y, aun ahora, la promulgación del Real Decreto 334/1985, de 6 de
marzo, de ordenación de la Educación Especial. Por primera vez, la educación
especial aparece definida, dentro de un texto legal, como una parte integrante del
sistema educativo concretándose, de este modo, como el conjunto de apoyos y
adaptaciones que el sistema educativo debe ofrecer para hacer realmente efectivo
su derecho a la educación.
El camino para hacer posible la integración comenzaba a ser una realidad.
Efectivamente, el Ministerio de Educación y Ciencia pone en marcha, en su ámbito
de gestión directa, el programa de integración de alumnos con necesidades
educativas especiales en los centros de Educación General Básica. Con la Orden de
20 de marzo de 1985 sobre la Planificación de la Educación Especial y
Experimentación de la Integración Escolar en el curso académico 1985/1986 (BOE,
25-03-1985), se inicia, dentro de un marco legal, nuestra incorporación definitiva al
movimiento integrador. El programa de integración, va a desarrollarse a lo largo de
dos fases reguladas, a su vez, por medio de toda una serie de Ordenes
Ministeriales. Una primera fase de experimentación, a lo largo de tres cursos
escolares (1985 a 1988) y, una segunda fase de consolidación que transcurre hasta
el curso 1992-1993, a partir del cual se pretende la generalización de los logros
alcanzados.
A lo largo de estos años, la integración escolar ha sido la estrella, el motivo, por
medio del cual, padres, profesores, investigadores, responsables de la
administración..., nos hemos encontrado en distintos escenarios de intercambio
educativo. La integración, ha dado nombre a innumerables jornadas, encuentros,
congresos, cursos de formación, etc., que se han celebrado por toda nuestra
geografía, proponiendo un cambio cualitativo en educación; donde la idea de una
«escuela para todos», sin exclusión, ha ido calando y afianzándose cada vez con
mayor fuerza. La integración, ha sido objeto, también, de ricas e innumerables
publicaciones, las cuales reflejan el trayecto efectuado, con sus dificultades y con
sus logros, contribuyendo con ello a relatar nuestra propia historia.
Desde que se iniciara el programa de integración y, en todos y cada uno de estos
espacios de comunicación, hemos asistido a un cambio progresivo en el discurso
integrador. Discurso que, en un principio, trataba de sentar los principios, las
directrices en torno a las cuales poder articular el programa de integración. Se
trataba de introducir una nueva terminología, una nueva concepción respecto a lo
que hasta ahora había sido la educación especial. Los profesores, sobre todo,
asistían a un cambio profundo que, no sólo estaba afectando a su práctica, sino a su
pensamiento, a su posición frente a lo educativo. Han sido diversos los trabajos e
investigaciones que han abordado esta temática (I1lán, 1987; Parrilla, 1992; León,
1994; Balbás, 1994), en ellos se pone de manifiesto el papel protagonista que le
corresponde desempeñar al profesor ordinario dentro del proceso integrador, pero,
fundamentalmente, nos dan debida cuenta de que la integración, no solo precisa de
un marco legal para hacerse realidad, sino de prácticas que deben ser apoyadas y
supervisadas.
Las dificultades de encontrar el necesario equilibrio entre, por una parte, las
necesidades educativas especiales de los alumnos integrados y por otra, el carácter
Se abre de este modo un nuevo espacio, el tiempo del paréntesis, donde coexisten
distintas modalidades educativas en ese tránsito obligado que supone cualquier
intento de reforma.
Junto a centros de Educación General Básica, con y sin aula de apoyo, nos
encontramos con centros en los que se lleva a cabo el programa de integración, sin
olvidar la propuesta de cambio que afecta también a los centros de educación
especial. En todo este proceso de cambio y transformaciones profundas, es justo
reconocerla gran labor realizada por el Centro Nacional de Recursos para la
Educación Especial. Con su creación, mediante el Real Decreto de 11 de abril de
1986, se pretendía disponer de una institución capaz de impulsar, coordinar y aunar
los esfuerzos que suponía la puesta en marcha de la integración escolar.
En el Centro Nacional de Recursos para la Educación Especial, los profesionales
que en él han trabajado, han dedicado todos sus esfuerzos a la formación del
profesorado, a la creación y difusión de materiales y metodologías adaptadas para
distintos tipos de deficiencias y, además, a promoverla investigación e intercambio
de experiencias en el campo de la educación especial.
Todo este largo proceso culmina, por así decirlo, con la aprobación por el
Parlamento de la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (BOE
04-10-1990). La LOGSE, no solo reafirma la importancia otorgada a la educación
especial, dedicando su capítulo V a la misma, sino que consolida y reafirma los
principios de normalización e integración ya enunciados en la Ley de Integración
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