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Análisis al libro antievolucionista

de los Testigos de Jehová


Autores: Ferney Yesyd Rodríguez, Hernán Toro y Corey Carroll

El libro de los Testigos de Jehová "La Vida: ¿Cómo se presentó aquí? ¿Por
evolución o creación?" ha llegado a muchos hogares y bibliotecas
atacando la biología evolutiva sin que el ciudadano promedio pueda
evaluar la veracidad de sus argumentos. De hecho, los Testigos de
Jehová toman este libro como la guía que les dice que pensar sobre la
teoría de la evolución, y probablemente queden engañados por él ya
que quizás nunca leerán un autor que defienda el otro punto de vista.
Los Testigos de Jehová devotos, y la mayoría de las personas que de
ellos reciben "La Vida: ¿Cómo se presentó aquí?" ignoran que éste
libro se encuentra colmado de errores científicos, mentiras descaradas,
verdades a medias y citas de científicos sacadas de su contexto
original. El propósito de este texto es exponer estos errores al lector
interesado en la biología evolutiva y en el análisis racionalista del
movimiento creacionista actual.

Verdades a medias y mentiras


descaradas de los Testigos de
Jehová sobre el registro fósil
Por: Ferney Yesyd Rodríguez.

Analizar todos los argumentos presentados por el libro "La vida:


¿Cómo se presentó aquí? ¿Por evolución o por creación?" resultaría
muy largo, sin embargo, se presentan respuestas claras a muchas de
las objeciones hechas por los Testigos de Jehová a la Paleontologia.

La prueba de los fósiles


"La teoría de (evolución) de Darwin siempre ha estado
estrechamente relacionada con prueba procedente de los
fósiles, y probablemente la mayoría de la gente supone
que los fósiles suministran una parte muy importante
del argumento general que se presenta a favor de las
interpretaciones darvivianas de la historia de la vida. Por
desgracia esto no es rigurosamente verdadero. ¿Por qué
no? El Bulletin pasó a decir que Darwin "quedó
desconcertado por el registro fósil porque no
presentaba la apariencia que él había predicho que
presentaba (...) en aquel tiempo, tal como ahora, el
registro geológico no ha presentado una cadena
delicada de evolución lenta y progresiva"


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En realidad Darwin se preocupó por la pobreza del registro fósil, pero


cada hallazgo paleontológico es un paso en firme para superar tal
dificultad. Algunas respuestas a estas críticas son:

1. La fosilización es un acontecimiento extraño en la naturaleza.


La mayoría de los restos de los organismos son degradados por
los microorganismos, solo algunos que caen en condiciones
apropiadas (enterramiento en
sedimentos y ausencia de
oxígeno) tienen una probabilidad
mayor de llegar a fosilizarse.
2. Muchos de los cambios
macroevolutivos (aquellos que
generan nuevas especies) se dan
en poblaciones aisladas, en un periódo de tiempo
geológicamente corto por lo que, sumado a las limitaciones
mencionadas en el punto anterior, hacen del resgistro fósil "un
archivo de extrema imperfección" (como lo apuntó Darwin en
El Origen)

3. El registro fósil hoy se encuentra mucho más completo que en


los días de Darwin. Esto lo sabe cualquier persona con interes
en la paleontología.
4. Hoy los científicos no mantienen la idea de una "evolución
lineal", sino que tienen en cuenta que la evolución puede
generar muchas ramas a partir de un ancestro (evolución
diversificadora), además que los ritmos de evolución no son
neceariamente iguales en todos los grupos de organismos, por
lo que no necesariamente sería muy lenta o gradual. Este punto
en la actualidad es motivo de análisis y discusión científica.

Por todo lo anterior se puede concluir que la


argumentación de los Testigos de Jehová omite adrede
que Darwin explicó esta dificultad como resultado de la
imperfección del registro fósil y que mienten al hacer
creer que el registro fósil se encuentra en las mismas
condiciones que en el siglo XIX.

Medias verdades sobre la evolución de las


aves
En 1861, tan solo dos años después de la publicación de "El origen de
las especies", apareció un fósil que a los evolucionistas les cayó como
anillo al dedo; Se trataba del fósil de un ave del tamaño de un cuervo
que recibió el nombre de Archaeopteryx lithographica (Archaeopteryx
significa "pluma antigua"). Este fósil se clasificó en el grupo de las aves
ya que mostraba claras marcas de plumas en su cuerpo, sin embargo,
Archaeopteryx era un ave muy particular pues tenía varias
características que no vemos en las aves de hoy tales como la presencia
de dientes, una cola larga y huesuda, y extremidades anteriores
terminadas en tres garras. Tales características lo hacen más cercano a
unos dinosaurios pequeños, carnívoros y moradores del suelo que
recibieron el nombre de manirraptores.
El naturalista Thomas Henry Huxley, contemporáneo de Darwin, notó
que este fósil era un excelente ejemplo de transición evolutiva entre
dos grandes grupos de organismos, los reptiles y las aves, además
sugirió que las aves están cercanamente emparentadas con los
dinosaurios al comparar la anatomía de Archaeopteryx con la de
Compsognathus, un pequeño dinosaurio hallado en el mismo depósito
del ave fósil.

En la actualidad no hay ningún biólogo serio que dude que


Archaeopteryx es una clara evidencia de la relación evolutiva entre los
reptiles y las aves, y la gran mayoría de los paleontólogos y
ornitólogos actuales consideran que las aves descienden de pequeños
dinosaurios terópodos, tal como lo creyera Huxley hace 150 años. En
la última década se ha reforzado la hipótesis del parentesco de las aves
con los dinosaurios terópodos manirraptores ya que se han hallado
nuevos y abundantes fósiles provenientes de China. No obstante, los
creacionistas no pueden admitir que exista una evidencia tan
arrolladora y en el libro creacionista de los testigos de Jehová se puede
leer:

"Hubo un tiempo en que los evolucionistas creían que


arqueopteris (Archaeopteryx), que significa "ala antigua" o
"ave antigua", era un eslabón entre el reptil y el ave. Pero
ahora hay muchos que no creen eso. Los restos
fosilizados de arqueopteris poseen las plumas
perfectamente formadas sobre alas de diseño
aerodinámico que hacía posible el vuelo. Los huesos de
sus alas y de sus piernas eran delgados y huecos. Sus
supuestos rasgos de reptil se hallan en aves de hoy"


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En esta cita vemos que los Testigos de Jehová mezclan mentiras y


medias verdades. ¿Qué es eso de que "Hubo un tiempo en que los
evolucionistas creían que Archaeopteryx era un eslabón entre el reptil y
el ave"?. ¿Acaso los paleontólogos y ornitólogos actuales no lo creen?
Claro que si. Esta afirmación tiene por objeto engañar al lector.

Ahora, ¿Es verdad que las características reptilianas de Archaeopteryx


están presentes en las aves de hoy? Una revisión a la anatomía de este
fósil comparada con la de un ave actual y un dinosaurio terópodo
darán la última palabra.

Dientes

La presencia de dientes en Archaeopteryx es un carácter particular de


las aves primitivas, más parecidas a los dinosaurios y que no
encontramos en las aves actuales. Los Testigos de Jehová mienten al
afirmar de Archaeopteryx que "sus supuestos rasgos de reptil se hallan
en aves de hoy" pues en el presente las aves carecen de dientes. El
registro fósil muestra que esto no era así hace 150 millones de años.

Larga espina caudal

La cola de las aves actuales está reducida a unas pocas vertebras que
reciben el nombre de pigóstilo, de la cual salen las plumas caudales.
Sin embargo, Archaeopteryx tenía una cola larga y huesuda, similar a la
de un dinosaurio terópodo. en la cual se unían las plumas de manera
simétrica y la cual habría de ayudarle a mantener el equilibrio cuando
corria o caminaba. La espina caudal larga de Archaeopteryx NO está
presente en las aves actuales. Esto es evidente al comprar los
esqueletos. ¿Pero por qué los Testigos de Jehová omitieron esto al
afirmar que "sus supuestos rasgos de reptil se hallan en aves de hoy"?.
Simple. No les conviene.

Mano con tres dedos separados

Archaepteryx tenía los tres dedos de la mano móviles. Estos eran largos
--más largos que los del dinosaurio Compsognathus -- estos NO estaban
soldados como en las aves modernas. Nuevamente los Testigos de
Jehová omiten este dato en su análisis porque de hacerlo se revelaría el
parentesco de las aves con los dinosaurios.
Costillas gastrales

Archaeopteryx poseía una serie de costillas gastrales muy delgadas


ubicadas en la parte ventral del cuerpo y que no estan sujetas al resto
del esqueleto. Esta característica fue muy común en los reptiles
primitivos, de hecho el dinosaurio Compsognathus las tenía. Sin
embargo, las aves actuales ya no las poseen. Nuevamente se ve que la
afirmación hecha por lo Testigos de Jehová de que "sus supuestos
rasgos de reptil se hallan en aves de hoy" es falsa.

¿Y el vuelo?

Archaeopteryx probablemente no era un buen volador. Esta ave


primitiva carecía del esternón ancho y arqueado en el que se anclan los
músculos del vuelo (los pectorales mayores y menores), además que
carecía del "alula", la cual es un penacho de pluma en uno de los tes
dedos de la mano del ave que hace posible disminuir la velocidad en
el momento del aterrizaje. Un tercer rasgo que hace suponer que
Archaeopteryx era un mal volador era que sus húmeros (huesos del
brazo) carecían de orificios para los sacos aéreos. Los sacos aéreos en
las aves actuales se extienden desde los pulmones y alcanzan los
huesos a través de orificios. Estos sacos aéreos potencian la capacidad
respiratoria del ave al realizar una tarea con tanta demanda de
oxígeno como lo es el vuelo.

La anatomía de Archaeopteryx también muestra características


reptilianas que aún se mantienen en las aves actuales como la
presencia de un anillo esclerótico que ayuda a mantener al ojo en
suposición. Esta característica común entre aves y reptiles es un
indicio de su parentesco evolutivo. Otro aspecto importante es que
durante mucho tiempo los biólogos consideraron que la presencia de
plumas en el cuerpo era un caracter distintivo de las aves, pero hoy se
han encontrado fósiles de diferentes especies de dinosaurios
terópodos no avianos con el cuerpo cubierto de plumas o
protoplumas. Esto hace pensar que las plumas aparecieron primero a
partir de la modificación de las escamas reptilianas como aislantes
térmicos y luego adoptarían la función de permitir el vuelo. Todos
estos análisis comparativos indican que las aves son dinosaurios
terópodos, así como podemos afirmar que los humanos somos
mamíferos.
Por último, debe tenerse en cuenta que la aparición de los organismos
en el registro fósil es muy importante. El registro de fósiles muestra en
orden cronológico a los antecesores de los dinosaurios, luego a los
dinosaurios terópodos y a las aves en la Era Mesozoica. Nunca se han
encontrado fósiles de aves en rocas de la Era Paleozoica o en tiempos
aún más antiguos. Todo esto es consistente con la teoría evolutiva.

Mentiras y medias verdades sobre la


evolución de los mamíferos
Al igual que con Archaeopteryx el libro antivolucionista de los Testigos
de Jehová presenta información a medias sobre la evolución de los
mamíferos y remata con una conclusión falsa:

"También sucede que los mamíferos tienen tres


huecesillos en sus oídos, mientras que los reptiles tienen
uno solo. ¿De donde vinieron los dos huesos "extra"? La
teoría evolucionista intenta explicar esto del siguiente
modo: Los reptiles tienen por lo menos cuatro huesos en
la quijada inferior, mientras que los mamíferos tienen
solo uno; por eso, cuando los reptiles se convirtieron en
mamíferos, supuestamente hubo un ajuste de huesos;
algunos de la quijada inferior del reptil se movieron al
oído medio del mamífero para componer los tres huesos
que hay allí, y mientras hacían esto, dejaron uno solo
para la quijada inferior del mamífero. Sin embargo, el
problema es esta línea de razonamiento, es que no hay
ninguna evidencia fósil que la apoye. Es simplemente
conjetura."


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En realidad el registro fósil sí existe y muestra cómo los huesos de la


mandíbula de los cinodontes se transformaron en los del oído medio
de los mamíferos. Los cinodontos fueron el grupo más exitoso de
reptiles terápsidos, estos vivieron desde el Pérmico tardío hasta
mediados del Jurásico, abarcando 80 millones de años. Estos
organismos son los antecesores de los mamíferos. Dentro del grupo de
los cinodontos se encuentran los fósiles de Procynosuchus, Thrinaxodon,
Cynognathus, Massetognathus, Olygokypus, entre otros hallados más
recientemente.

El registro de fósiles muestra la transición de reptiles a mamíferos


especialmente con el cambio de la articulación entre la mandíbula y el
cráneo. Inicialmente, la mandíbula del reptil y la de los primeros
reptiles tipo mamíferos (los sinápsidos), como el Ophiacodon del
Pérmico se componía de varios huesos, como el articular, el angular, el
sobreangular y el dentario; En ellos el hueso articular formaba visagra
con el hueso cuadrado del cráneo. Luego encontramos las formas
intermedias, una de ellas el Probainognathus, que vivió a mediados del
Tríasico mantiene un mínimo de la articulación articular-cuadrada y a
la vez presenta el desarrollo de una articulación entre los huesos
dentario y el escamoso. Los mamíferos actuales muestran sólo la
articulación dentario-escamoso.
Los huesos articular, cuadrado y estribo se transformaron en el
martillo, yunque y estribo de los mamíferos actuales. En el
Probainognathus los huesos de la antigua articulación reptiliana están
yuxtapustos de forma tal que indican el camino evolutivo que
permitió una mejora en el oído medio de los mamíferos actuales. Este
cambio se puede seguir al comparar los desarrollos embrionarios de
reptiles y mamíferos actuales, puesto que los embriones de los
mamíferos vivientes son morfológicamente muy parecidos a los de las
formas fósiles ayudan a comprender como ocurrió este proceso
evolutivo.

Tradicionalmente los mamíferos se definen como tales gracias a la


presencia de pelo, glándulas mamarias y la asistencia maternal a los
recién nacidos por un tiempo prolongado. Existen también caracteres
osteológicos (o de la anatomía esquelética) que pueden utilizarse para
reconocer a los mamíferos; entre las formas vivientes, esos rasgos se
refieren, principalmente, al tipo de cráneo, el número y forma de los
huesecillos del oído medio y la forma en que se artícula la mandíbula
con el resto del cráneo. Sin embargo, en las formas fósiles sólo pueden
considerarse los caracteres osteológicos, ya que la anatomía blanda no
se conserva. Pero varios de los caracteres óseos han tenido largas
transformaciones y llegado a su forma actual de modo gradual, lo cual
hace más difícil y hasta arbitrario clasificar a un fósil como mamífero.
Esta dificultad para clasificar a muchos de los mamíferoides
mesozoicos como mamíferos o reptiles tipo mamífero es justamente lo
que se esperaría encontrar en el registro fósil de haber ocurrido
evolución.
A continuación se presenta otra crítica de los Testigos de Jehová a la
evolución de los mamíferos:

"He aquí otro problema que tiene que ver con los huesos:
Las piernas de los reptiles están colocadas a los lados del
cuerpo, de modo que el vientre queda sobre el suelo o
muy cerca de éste. Pero en los mamíferos las piernas
están bajo el cuerpo y lo elevan del suelo."


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Nuevamente hay un desconocimiento del registro fósil, o quizás peor,


lo saben pero lo acultan adrede. Los reptiles mamiferoides ya
presentaban una postura "mejorada" en la cual el cuerpo está elevado
del suelo. Más aún, el registro fósil muestra que los "pelicosaurios", los
primeros sinapsidos o reptiles tipo mamífero, presentaban una
posición semierecta, lo cual muestra una secuencia evolutiva en el
cambio de postura.

Por último, debe hacerse hincapié que al organizar cronológicamente


los fósiles de los más antiguos a los más recientes, se observan
organismos cada vez con características cada vez más "mamiferoides"
y menos "reptilianas", lo cual es acorde con la teoría evolutiva. De ser
cierta la creación se esperaría encontrar fósiles de caballos, humanos o
ballenas en cualquier capa fosilífera, pero esto no es así.
Mentiras y medias verdades sobre la
evolución de los primates y humanos
Sobre el primate Aegyptopithecus los Testigos de Jehová afirman:

"Esta criatura simiesca ha sido llamada antecesora


nuestra. No existe prueba fósil de tal alegación".


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Los simios del Viejo Mundo, también llamados catarrinos, tienen en su


cráneo contacto entre los huesos frontal y esfenoides, además que
conservan dos premolares en cada cuadrante de su boca. Los humanos
al tener estas características se clasifican como primates catarrinos.
Este grupo de simios tiene como uno de sus representantes más
antiguos el fósil de Aegyptopithecus zeuxis, el cual fue hallado en el
yacimiento egipcio de El Fayum, con una antigüedad estimada en 33 y
34 millones de años.

Los biólogos no afirman que el Aegyptopithecus sea el directo


antepasado del hombre en el período Oligoceno, pero es innegable
que en esta época apareció el ancestro de todos los catarrinos. La
alegación de los Testigos de Jehová de que "no existe prueba de tal
alegación" tiende a desinformar y a engañar si tenemos en cuenta que
el registro fósil muestra que en el Oligoceno aparecieron por primera
vez los catarrinos. Los científicos consideran que un grupo de
organismos provienen de un mismo ancestro si poseen ciertas
características distintivas. En el caso de los catarrinos se puede decir
que todos ellos (macacos, langures, chimpancés, gorilas y humanos,
entre otros) provienen de un simio que desarrolló por primera vez las
características ya mencionadas en tiempos del Aegyptopithecus.

Sobre los Australopithecus afarensis los Testigos de Jehová afirman:

"Si hoy hubiera de hallarse vivos a algunos


australopitecinos, serían puestos en los jardines
zooológicos con los demás antropoides. Nadie los
llamaría "hombres-monos". Lo mismo es cierto de otros
"primos" fósiles semejantes, como un tipo de
australopitecino más pequeño llamado "Lucy". De este
espécimen Robert Jastrow dice: "Este cerebro no era
grande en tamaño absoluto; tenía la tercera parte del
tamaño de un cerebro humano". Es obvio que este
australopitecino era también sencillamente un
"antropoide".


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Primero hay que afirmar que los australopitecos 1 eran simios con un
cerebro similar en tamaño al de un chimpancé, pero lo que los hace
interesantes es su postura bípeda. Ellos ya caminaban erguidos como
nosotros. Eso precisamente los coloca como candidatos a ser ancestros
de la humanidad.

Lucy, como se ha denominado el fósil hallado por Donald Johanson en


los 70's, caminó sobre la Tierra hace 3.6 m.a. Lucy perteneció a la
especie Australopithecus afarensis de la cual se poseen fósiles
provenientes de Laetoli (Tanzania) y Hadar (Etiopía) los cuales tienen
un rango de edad comprendido entre 3.18 - 3.4 m.a. Sin embargo, los
fósiles más antiguos de esta especie son los provenientes de Maka y
Belohdelie (Etiopía) los cuales tienen una antigüedad de 3.9 m.a. La
especie a la que pertenece Lucy es la mejor conocida de los
australopitecos. Capacidad craneana comprendida entre 400 y 500 c.c;
Brazos más largos que las piernas; marcado dimorfismo sexual;
ángulo entre el fémur y la tibia más cerrado (parecido al hombre) lo
que indica una postura bípeda; cadera más corta que la de los
chimpancés pareciéndose más a la de los humanos, falanges curvas;
series dentales en forma de UV intermedias entre la forma V de los
humanos y la forma de U de los chimpancés. Caracteres como la
presencia de falanges curvadas, los brazos proporcionalmente más
largos que las piernas, etc., son reminiscencias de un antepasado
común braquiador, y a la hora de interpretar la morfología, estos
huesos sólo enmascaran el cambio definitivo: los Australopithecus ya
presentaban las modificaciones para el bipedismo en el complejo
pélvico-femoral.
Además de los restos fósiles se cuenta con las huellas de Laetoli
(Tanzania), las cuales confirman la bipedación de Australopithecus
afarensis. Las huellas fosilizadas sobre las cenizas del volcán Sadimán
tienen una edad de 3.6 m.a. Estas huellas fósiles confirman el
bipedismo de los australopitecos, el cual es una de las características
de nuestro grupo evolutivo (la tribú de los hominini).

Cuando los Testigos de Jehová afirman "Es obvio que este


australopitecino era también sencillamente un antropoide" omiten las
características particulares que hacen de los australopitecos unos
primates que fueron los precursores de la humanidad. El hecho que
tuvieran un cerebro pequeño no niega que caminaban como nosotros.
Además, el registro fósil posterior muestra los cambios en el aumento
de la capacidad craneal. Es obvio que los líderes religiosos de esta
secta son sencillamente engañadores.

La cita de Robert Jastrow que mencionan los Testigos de Jehová está


sacada de contexto, pero se analizará más adelante en este escrito.

En la página 94 se puede leer:

"Donald Johanson también dijo: Los australopitecinos


(...) no eran hombres."

Es obvio que no eran humanos, por eso se les dió un nombre diferente,
pero sus características dentales, craneales y del complejo pélvico-
femoral indican que fueron nuestros antepasados. Nuestra conexión
con los otros grandes simios.

"El anatomista Zuckermar escribió: "El cráneo


australopitecino al compararse con el cráneo humano y
el simiesco (de antropoide) parece arrolladoramente
símico... no humano."


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La estrategía de los Testigos de Jehová es ver y reproducir solo lo que


les conviene, el resto, si no les conviene, lo ignoran!

La memoria selectiva de los Testigos de Jehová también queda latente


al tomar el caso del fraude de Piltdown 2 (Pág 90), aunque claro está,
sin advertir que fueron los científicos quienes descubrieron y
corrigieron el error.
Otro ejemplo de los enredos que causan los testigos de Jehová en su
libro lo podemos hallar en la siguiente cita:

"Cierto evolucionista reconoce los siguiente: No tenemos


prueba de cambio biológico en el tamaño, ni en la
estructura del cerebro desde la aparición del Homo
sapiens en el registro fósil"

Naturalmente que una vez tenemos la especie humana, el tamaño de


nuestro cerebro no ha tenido un aumento tan significativo como se
produjo antes. Curiosamente los autores de "La vida" no mencionan
cual es tal evolucionista, pero es seguro que cualquier conocedor del
registro fósil humano sabe que el tamaño del cerebro ha aumentado
notablemente en los últimos tres millones de años.

En conclusión, el pretendido caracter científico del libro "La vida


¿Cómo se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación?" en matería
de paleontológica y de biología evolutiva es nulo. Los argumentos
esgrimidos dan la espalda a los hechos relevantes con la intensión de
hacer ver pausible el creacionismo, tal actitud es absolutamente
deshonesta y anticientífica.

Referencias

[WBTS1985] (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7) "La vida ¿Cómo se presentó aquí? ¿Por evolución,


o por creación?", Watchtower Bible and Tract Society of New
York, Inc. , 1985

Notas

[1] Para conocer más sobre las falacias de los antievolucionistas sobre el
lugar de los australopitecos en la evolución humano lo invitamos a leer
nuestro artículo "Mentiras de los creacionistas sobre Lucy"

[2] El caso de Piltdown lo hemos analizamos ampliamente en Sindioses.org


dentro de la sección "Mentiras y medias verdades de los creacionistas
sobre el hombre de Piltdown"

La Evolución del ojo


Por: Ferney Yesyd Rodríguez

Con relativa frecuencia los creacionistas se preguntan: ¿Cómo podría


formarse gradualmente el ojo humano? ¿Para que serviría el 50% de
un ojo? He aquí la objeción tomada del texto antievolucionista de los
Testigos de Jehová:

"Considere órganos corporales como el ojo, el oído, el


cerebro. Todos son tremendamente complejos, mucho
más que las más intrincadas invenciones del hombre. Un
problema para la evolución ha sido el hecho de que
todas las partes de tales órganos tienen que trabajar
juntas para que haya vista, oído y pensamiento. Tales
órganos habrían sido inútiles hasta que todas las partes
individuales estuvieran completas. De modo que surge
la pregunta: ¿Es posible que el elemento no guiado del
azar, del cual se piensa que es una fuerza impulsora de
la evolución, pudiera haber juntado todas estas partes al
tiempo apropiado para producir mecanismos tan
elaborados?


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El problema de los creacionistas es suponer que la evolución trabaja


juntando los órganos de manera similar a una ensambladora de autos.
Cuando una persona sin conocimiento en biología lee argumentos
como los anteriores es engañada, pues se describe la evolución de la
manera como no ocurre.

Los orígenes del ojo hay que buscarla en la capacidad fotosensible de


algunas células. Muchos unicelulares pueden ubicarse espacialmente,
es decir nadar hacía arriba o hacía abajo, gracias a que son sensibles a
la luz. Esta sencilla distinción entre luz y oscuridad fue el primer paso
en la evolución del ojo.

Para este primer paso puede considerarse posible al ver el


fotorreceptor que existe en Euglena 1, un protista fotosintético que tiene
un organelo sensible a la luz conectado con el flagelo que le permite la
locomoción. No se afirma que los ojos de los humanos se remonten al
fotorreceptor (eyespot en inglés) de Euglena, solo se muestra que este
primer paso es posible en la naturaleza.

El siguiente paso involucraría a un animal pluricelular. Tendríamos


una capa de células sensibles a la luz. Esto lo podemos encontrar en
las lombrices de tierra actuales y en anélidos acuáticos que ya
presentan una capa ordenada de células fotosensibles.
Luego, la selección natural favoreció a aquellos organismos que
tuviesen capacidad fotosensible ya que le permitiría a su poseedor
nadar hacía a la superficie, conseguir alimento u ocultarse cuando una
sombra se presentaba el organismo y así salvarse de un predador.
Ahora si ésta capa de células se invaginase podría dar cabida a una
mayor cantidad de células, y esto constituiría una ventaja. Esto no es
cambio imposible pues solo sería necesaria una modificación en la
forma de expresión de algunos genes ya existentes. Una capa de
células fotosensibles invaginada puede obtener una nueva
información no disponible para una capa plana, saber de donde
provienen los haces de luz. Precisamente en el molusco gasterópodo
Patella, (los gasterópodos son el grupo de las babosas y caracoles) se
encuentra un estructura así.

En el gasterópodo Pleurotomaria encontramos una estructura


invaginada mucho más profunda; En el género Haliotis encontramos
un ojo casi cerrado; en el género Turbo el ojo ya está cerrado pero sin
lente, y finalmente encontramos ojos cerrados y con lente en los
géneros Murex y Nucella. Así pues hay ejemplos en la naturaleza que
muestran que estos estadios intermedios son posibles. Añado que la
presencia de una lente mejora muchísimo la visión, pero bien pueden
existir organismos sin esta estructura, lo cual invalida el argumento
creacionista arriba citado que afirma que: "Tales órganos habrían sido
inútiles hasta que todas las partes individuales estuvieran completas"
Sobre la evolución del ojo, el científico John Rennie comenta:

"Generaciones de creacionistas han intentado contradecir a


Darwin citando el ejemplo del ojo como una estructura que no
podría haber evolucionado. La habilidad del ojo para proveer
visión depende del arreglo perfecto de sus partes, dicen los
críticos. La selección natural nunca podría haber favorecido las
formas transicionales necesarias durante la evolución del ojo
¿Qué tan bueno es medio ojo? Anticipándose a esta crítica,
Darwin sugirió que aún un ojo "incompleto" podría conferir
beneficios (como ayudar a las criaturas a orientarse hacía la
luz) y de ese modo sobrevivirían permitiendo futuros
refinamientos evolutivos. La biología ha vindicado a Darwin:
los investigadores han identificado ojos primitivos y órganos
sensibles a la luz a través del reino animal y han ayudado a
trazar la historia evolutiva del ojo a través de comparaciones
genéticas. (Ahora parece que en varias familias de organismos
los ojos han evolucionado independientemente.)"


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Darwin también notó que son las imperfecciones, aquellos hechos que
pueden ser esgrimidos como evidencia del proceso evolutivo. En
realidad la evolución actua "con lo que tiene a mano", por esta razón
muchos órganos muestran algunas características estructurales que no
se habrían dado de haber sido inteligenemente diseñadas por un
creador. Uno de estas características "chapuceras" se da en la
estructura del ojo de los vertebrados.

En el ojo de cámara cerrada la retina es la capa de células fotosensibles


que se encarga de hacer la traducción del estímulo (la luz) a un
impulso nervioso. En el ojo del pulpo la capa de células nerviosas
están orientadas directamente hacía la luz, mientras que las
prolongaciones de las células nerviosas que forman el nervio óptico
están al lado posterior en el que no llega la luz; de igualmente los
vasos sanguíneos se encuentran en el lado posterior sin interponerse
con la luz que incide sobre las células fottosensibles. Esto parece
lógico, y seguramente los creacionistas mencionarán que tal
disposición demuestra la planeación de antemano del creador al
diseñar el ojo. Sin embargo, si miramos el ojo de los humanos la
disposición de los axones de las neuronas pasan por delante de las
células fotosensibles (los conos y los bastones), además de esto, el
punto en el que se unen todos los axones de las células ganglionares
generan un punto ciego en el ojo de los vertebrados.
Para evidenciar el punto ciego cierren el ojo derecho. Miren a cruz de
la imagen de aquí abajo con el ojo izquierdo, a una distancia de
alrededor de 25 cm. Prueben acercándose o alejándose de la imagen.

Otra forma de explorar el punto ciego es observando el punto de la


imagen que sigue, también con el ojo izquierdo (y con el derecho
cerrado). Prueben variando la distancia hasta que la línea cortada se
vea llena.
Los pulpos no poseen un punto del espacio invisible, aunque si para
los vertebrados. Esto como lo mencione porque la retina del
cefalópodo está armada de forma distinta. El nervio óptico, en vez de
salir desde el centro donde están los fotorreceptores, sale desde la
parte más externa de la retina. Esto parece un detalle chapucero, no
obra de un diseñador inteligente, y más acorde con el proceso de
selección natural. ¿De haber aparecido el ojo directamente en su forma
actual por una inteligencia previsora tendría el pulpo un ojo sin punto
ciego y olvidaría tal detalle en su "obra maestra"?

También es interesante mencionar que hay muchas especies animales


que viven en ambientes de total oscuridad y poseen ojos no
funcionales, es decir sus ojos son estructuras vestigiales. Estas especies
ciegas evolucionaron a partir de especies que tenían ojos funcionales,
pero al colonizar ambientes oscuros la selección natural favoreció en
algún momento a un mutante que desarrollaba ojos no funcionales,
pues en un ambiente totalmente oscuro es más conveniente invertir la
energía gastada en este órgano en otras estructuras, y así pasó esta
variante a la población.

Las especies con ojos vestigiales no apoyan para nada la hipótesis del
"diseño inteligente", pues ¿para qué colocaría un diseñador ojos a una
especie cavernícola que no los necesita como el pez Astyanax
mexicanus?. Las cavernas del mundo poseen varias especies de peces,
salamandras y grillos con ojos que atestiguan el origen a partir de
otras especies (evolución) y no una creación planificada.
Referencias
[WBTS1985] "La vida ¿Cómo se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación?",
Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc. , 1985
Notas
[1] Existe una excelente página en inglés sobre la diversidad de ojos en el
mundo animal y su evolución. La página recomendada es: "Eye, Eye,
Eye, Eye: Questions about Eyes. Ensayos por David Denning y Molly
Kirk"

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