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El deber por el poder, en eso se convirtió la pauta máxima del ciudadano del siglo XXI
donde primero rige la capacidad o posibilidad de realizar algo, o la obligación auto
impuesta por cada ser que la obligación de realizar algo impuesto o sometido por un
tercero.
La realidad es que el ser humano de ahora es movido por la capacidad de ser libre de
escoger que hacer sin mirar que detrás de esto ya viene un deber ser propuesto o
impuesto por la sociedad de lo que lo que es correcto o no; por ejemplo que la vida es
nacer, estudiar, estudiar y trabajar, trabajar, jubilarse y morir. Esto en otras palabras es
hacer del ser humano un ser mecánico, un robot que funciona de manera sistematizada,
disciplinado ajeno a su ser por cumplir objetivos que desde su perspectiva lo llevarán a
la felicidad y la satisfacción personal; es aquí donde aparece el hombre fracasado
deprimido que niega su ser, sus capacidades donde llega al punto de "no poder poder
más" al no llegar a cumplir sus obligaciones o metas personales por la sobre explotación
entra en depresión.
Esta misma define el poder como “Tener expedita la facultad o potencia de hacer algo”
de esta definición se presume que el poder es un reto, una sensación de libertad y de
productividad imaginable porque instala al sujeto un objetivo que desde el principio de le
da la motivación de ser capaz de realizarlo siendo esto un sentimiento positivo y
motivador.
El hombre del digo XXI es destruido por el exceso de positividad, la compromiso auto
impuesta que cree que todo es posible, está lucha interiorizada conlleva a una guerra
orgánica que lleva a una depresión sistémica, aunque libre de un opresor externo es
esclavo de sí mismo donde es el quien castiga y sufre por la libertad de poder.
C.C. 1020452675