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Un Loco Primer Amor PDF
Un Loco Primer Amor PDF
Primera parte:
Capítulo 1
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nuevo. El resto del camino no volvemos a pronunciarnos una
palabra y tampoco lo hacemos durante el resto del día.
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Capítulo 2
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antes de que pueda decir nada más. Intento llamarle a ese mismo
número, pero ha apagado el móvil.
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Capítulo 3
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silla y se dirige hacia la barra. A los pocos segundos vuelve con dos
bocatas y una caja de galletas de chocolate. -Las galletas te las
comes ahora-. Dice abriéndolas. -¿todas?-. Protesto.-Todas-.
Me responde. Yo resoplo y cojo una.- Y estos bocatas son uno para
la comida y otro para la cena-. Me dice mientras yo me como las
galletas.- ¿Todo esto me lo tengo que comer en sólo dos veces?-.
Le pregunto abriendo los ojos como platos.- Sí, y si hace falta,
vendré a tu casa para asegurarme de que te los comes -. Me dice
sonriendo. -no hará falta, tranquila-. Le contesto devolviéndole la
sonrisa. Suena el timbre que indica que faltan cinco minutos para
que empiece la primera clase y nosotras nos dirijimos al aula.
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Capítulo 4
7
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de al lado del instituto-. Le digo a Valeria.-Me voy para casa,
mantenme informada -. Dice dándome dos besos.
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Capítulo 5
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Capítulo 6
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salpicarnos mutuamente. Después los dos corremos hacia el otro y
nos besamos. El sonido de mi móvil nos interrumpe. Yo corro hacia
la arena, me seco las manos y contesto a la llamada. Es
Valeria.-Laura, porqué no has venido hoy al instituto? -. Me
pregunta.-¿Al instituto?-. Le pregunto.- Si, esa cárcel a la que nos
obligan ir nuestros padres para que aprendamos cosas aburridas-.
Me responde irónicamente. Yo río sin saber qué responderle. -No
me encuentro muy bien, estoy mareada y creo que tengo algo de
fiebre-. Le miento. Justo entonces, Bruno me llama para que vuelva
al agua.-¿Estas con Bruno? -. Me pregunta.- Sí, le he llamado esta
mañana para que viniera a hacerme algo de compañía-. Le digo
.-¿Qué tal os fue ayer?-. Me pregunta.-Bien, luego pásate por casa,
me traes los deberes y te cuento-. Le digo.-Vale, cuídate guapa-.
Me dice.-Lo haré, gracias-. Le respondo. Nos despedimos y finalizo
la llamada. Vuelvo al agua, abrazo a Bruno y le doy un
beso.-¿Comemos?-. Me pregunta.- Antes respóndeme a una cosa-.
Le digo mirándole a los ojos.- ¿Hoy qué día es?-. Le pregunto con
una sonrisa irónica.-Sábado-. Me dice.-Hoy es viernes, Bruno-. Le
digo cruzando los brazos.-Por muchas ganas que tengamos de
faltar al instituto, no podemos hacerlo. Y es más, le he tenido que
mentir a mi mejor amiga-. Le riño.-Tienes razón, pero esque tenía
tantas ganas de pasar el día contigo que no se me ha ocurrido otra
forma de poder hacerlo-. Me mira poniendo cara de cachorrito.-No
pasa nada, tonto. Pero como lo vuelvas a hacer, te vas a enterar-.
Le digo poniendo la cara seria. Él me besa y luego nos dirigimos a
la arena para comer. Después de hacerlo, cogemos la moto y
volvemos a nuestras casas.
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Capítulo 7
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vamos?-. Le pregunto.-Ya lo verás-. Me responde poniéndome un
pañuelo en los ojos evitándome ver cualquier cosa.
Tras una larga caminata, me quita el pañuelo de los ojos y veo que
me ha traído al lago donde cada mañana venimos antes de ir al
instituto. Ha decorado el árbol con farolillos para que así sirvan de
iluminación y ha preparado un picnic para los dos con un mantel a
cuadros para sentarnos.-Está precioso-. Le digo.-¿Te gusta? -. Me
pregunta.-Me encanta-. Le respondo. Cenamos, hablamos, nos
hacemos bromas y reímos. Luego nos dedicamos a tirar piedras al
agua. Pasamos así media hora y luego el se levanta.- Casi se me
olvida-. Dice sacando de detras del árbol un regalo que casi es mas
grande que él.-¿Qué es?-. Le pregunto.-Ábrelo-. Me dice. Antes de
hacerlo, yo meto la mano en el bolso y saco una caja envuelta en
papel de regalo.-Esto es para ti-. Le digo tendiéndosela. Los dos
abrimos nuestros regalos a la vez. Los dos hacemos una expresión
de sorpresa a la vez.-Es precioso-. Digo abrazando el oso de
peluche que ha surgido de debajo del papel.-Te habrá costado un
ojo de la cara-. Me dice.-No creas, hace dos semanas vi que estaba
al setenta y cinco por ciento de descuento y tuve la necesidad de
comprartelo-. Le digo sonriendo.-Gracias-. Decimos los dos a la vez.
Una ráfaga de aire frío nos interrumpe la velada.-Empieza a hacer
frío, ¿nos vamos?-. Yo respondo con un “sí” y me levanto. Los dos
lo recogemos todo, lo metemos en el tronco de un árbol tumbado y
seco y volvemos a casa.
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Capítulo 8
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donde a los hombres más les duele. Forcejeo con los brazos para
intentar librarme de las manos del chico que me sujeta, pero éste
me estira el brazo hasta que casi puedo tocarme el omóplato. Yo
dejo de forcejear y entonces, empiezan a pegarle una paliza a
Bruno. Yo chillo pidiendo ayuda y el chico que tengo detrás mía me
tapa la boca para que me calle. Tras varios golpes, cae al suelo. Yo
les pido que paren, pero ni tan sólo se inmutan. Empiezan a darle
patadas por todo el cuerpo, insultándole. Pasan así tan sólo dos
minutos, pero parecen horas. Los golpes cesan y él le escupe
encima.-Vámonos-. Dice. Yo corro hasta dónde está Bruno y me
agacho a su lado. -Ah, se me olvidaba-. Dice dirigiéndose a mí el
que le ha pegado la paliza.-Como le digáis algo de esto a alguien,
desearéis estar muertos-. Se gira y todos ellos se marchan. Le
acaricio la cara a Bruno. Intento ponerle de pie, apoyando todo su
peso en mí. A pesar de que está consciente, parece un cuerpo sin
vida. Cuando lo consigo, volvemos lo más rápido que puedo a casa.
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Capítulo 9
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resto, se llevan a Bruno a la planta de arriba. Intento no llorar,
aunque de cada vez se me hace más difícil. Oigo los gritos de dolor
de Bruno y yo grito pidiendo ayuda. El chico se acerca y me da un
puñetazo en la cara tan fuerte, que me tumba hacia un lado. Intento
incorporarme dificultosamente, pero al final lo hago. Oigo a Bruno
gritar y se me encoje el pecho. Oigo insultos que van dirigidos a él,
más golpes y más gritos. A los pocos minutos, veo que bajan por las
escaleras con Bruno, inconsciente, cargado a las espaldas de dos
de ellos. Sólo entonces, rompo a llorar. Todos se acercan a mi y dos
de ellos me levantan del suelo. El "jefe" se acerca a mi oreja.-Os
dije que deseariais estar muertos si le decíais a alguien lo sucedido.
Así que ya ves que yo cumplo con lo que digo. Ya le ha tocado a tu
novio, ahora te toca a ti-. Me dice. Me indica que me dé la vuelta,
me desata las manos y luego los pies. Noto que me pone las manos
en la espalda y me baja la cremallera del vestido. Luego,
lentamente me quita las mangas y lo deja caer. Asustada, me apoyo
en la pared y en ningún momento, muestro ningún signo de
resistencia. También me quita el sujetador. Entonces, me dice que
me dé la vuelta y yo obedezco sin intentar ocultar mi cuerpo. El
resto empieza a silbar y él me ata las manos a dos hierros que hay
en la pared, dejándome los brazos en cruz. Se ponen en fila y, uno
por uno, empiezan a tocarme. Yo no puedo parar de llorar. Mientras
ellos abusan de mí, yo no puedo dejar de mirar a Bruno que llace en
el suelo aún inconsciente. Pasan unos minutos y Bruno recupera el
conocimiento. Yo pongo los labios de manera que le indico que no
haga ruido. Se levanta lentamente y coge un Revólver que alguno
de ellos ha dejado antes en el suelo. Sin moverse del sitio, carga la
pistola y dispara a uno de ellos. El resto, se gira. Bruno sostiene la
pistola en alto, apuntando a otro de sus compañeros.-Vístete-. Me
dice, sin dejar de mirar al que está apuntando. Yo obedezco y me
pongo el sujetador y el vestido lo más rápido que sé. Cuando acabo,
me acerco a él y le abrazo, aún llorando. Él no deja de apuntarles
con el Revólver, pero sí que con la otra mano me acaricia la
espalda.-Tranquila-. Me dice con un tono tranquilizador. Tras unos
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segundos, nos separamos.-Sal fuera-. Me dice con un tono más
severo.-Bruno... -. Intento decir.-Ya me has oído-. Me dice alzando
la voz. Yo obedezco y busco la salida. A los cinco minutos, sale él,
me coge de la mano y tras darme un beso, empieza a andar muy
deprisa.
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Capítulo 10
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hacer en defensa tanto propia, como tuya-. Me dice y me
abraza.-Todo saldrá bien-. Añade.
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Capítulo 11
Los próximos dos meses, son los más difíciles. Discutimos con
frecuencia sobre el tema de testificar en contra suya. Yo no quiero
hacerlo, pero él me insiste en que diga la verdad. Incluso en
ocasiones, me planteo dejarle, así podría decir la verdad sin que me
afectara tanto, pero le quiero demasiado cómo para hacerlo. Igual
me afectaría más si rompiera con él. No soportaría pensar que le he
dejado cuando él arriesgó su vida por mí, que estuviera superando
él sólo el trauma de haber matado a alguien por defenderme.
Simplemente, no me lo perdonaría.
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lo digo-. Le respondo. Los dos bajamos y salimos para avisarles.
Después, comemos, subimos otra vez en su habitación y nos
tumbamos en la cama.- Te quiero-. Me susurra al oído.-Y yo-. Le
respondo. Los dos nos abrazamos y nos quedamos dormidos.
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Capítulo 12
Al salir de los juzgados, Bruno me dice que esta tarde vaya al lago,
donde tuvimos nuestra primera cita. Me dice que tiene que hablar
seriamente conmigo, pero no me dice sobre qué. ¿Qué será?
Por la tarde, cojo la moto y me dirijo al lago. Allí veo que Bruno está
sentado encima de la roca que hay bajo el árbol. Me dirijo a él y veo
que está muy serio.-Bruno ¿qué te pasa?-. Le pregunto
preocupada.-De eso mismo quería hablarte-. Me dice
mirándome.-Tenemos que desaparecer de aquí-. Añade mirando el
suelo.-No te entiendo ¿a qué te refieres?-. Le digo.- Me refiero a
que tenemos que irnos de casa-. Me responde volviéndome a
mirar.-¿Por qué?-. Le pregunto.-Pues porque como nos volvamos a
cruzar con José y los demás, nos matarán-. Dice aumentando el
tono de voz y refiriéndose a sus compañeros de equipo.-Tienes
razón-. Le digo.-Pero esto lleva meses de preparación-. Añado.-Es
que llevo meses preparándolo-. Dice.- pero ¿Adónde iremos?-. Le
pregunto yo.-Mi padre heredó la casa donde vivían mis abuelos en
A Coruña y está completamente deshabitada. Podemos irnos allí-.
Me dice.- Y ¿cómo piensas llegar a Galicia?-. Le digo.-De eso no te
preocupes. Lo tengo todo pensado-. Me dice.-¿Cuándo nos
iremos?-. Le pregunto.-Mañana a las tres y media de la mañana te
recogeré en tu casa-. Me responde. Parece tenerlo todo bajo
control, cosa que me tranquiliza bastante.-Vale, lo tendré todo listo-.
Digo y me levanto dispuesta a marcharme.-Una última cosa-. Me
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frena.- Si hacemos esto, luego no habrá vuelta atrás-. Me
advierte.-Lo sé -. Le digo asintiendo. Me acerco a él, le doy un beso
y me dirijo a casa.
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Segunda parte:
Capítulo 13
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número con las duras teclas. Mi padre es el que responde, tras un
minuto de hablar con él, me pasa con mi madre y más o menos
hablo el mismo tiempo. Les digo que estoy bien, que no se
preocupen y que les quiero. Cuelgo y me dirijo hacia Bruno y le
abrazo.- Vamos a instalarnos-. Dice él tras unos minutos. Juntos
subimos a la habitación principal. Esta es grande, con una cama
doble, un baño, un vestidor con dos armarios muy grandes, un
escritorio y unas ventanas enormes con vistas a la playa. Dejo la
maleta en el suelo y me siento en la cama para comprobar que es
suficientemente blanda para mi gusto. Él se sienta a mi lado.-¿Estás
bien?-. Me pregunta acariciándome la espalda. Yo asiento y le
beso.-Voy a comprar al supermercado, ¿vienes?-. Me Dice.- No,
gracias. Aún tengo cosas por meter en su sitio-. Él asiente y da
media vuelta.- Antes de irte, contestame a una pregunta: ¿De dónde
has sacado la moto?-. El se gira y me mira.-La he robado-.
Responde.-¿Cómo? -. Grito. Me tapa la boca impidiéndome
hablar.-Sé que estás enfadada y lo entiendo, pero era la única
manera de venir hasta aquí sin tener que pagar nada de transporte-.
Dice y me besa.-No corras por la carretera-. Le digo. Él sonríe,
asiente con la cabeza y sale por la puerta. Ya que estoy sola,
aprovecho para investigar un poco la casa. Recorro los pasillos y el
resto de las habitaciones que me quedan por ver. Hay una cosa que
no me cuadra y es que desde fuera, la casa tiene tres pisos, pero no
hay escaleras que lleven al tercero. Me paseo un rato por el pasillo
del segundo piso, pensando cómo subir al tercero. Voy a bajar al
primer piso, cuando me encuentro una anilla de hierro medio
oxidada colgando de una cuerda fina. Estiro de ella y una
compuerta en el techo se abre dejando caer una escalera de
madera.
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Capítulo 14
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piensas sacar el dinero para pagarle todas las necesidades?
Comida, vacunas, anti-pulgas…-. Digo contando con los dedos-. No
te preocupes, he estado preguntando a los vecinos y este fin de
semana. Tengo que ir a tres casas a cortar el césped y a dos a
limpiar. Ah, y la semana que viene, un vecino me va a traer la moto
para que se la arregle-. Me dice llevando las bolsas de la compra a
la cocina.-Lo tienes todo pensado-. Le digo siguiéndole.-He hecho
cálculos y, mentalmente, si no voy mal, con tan sólo eso, me
pagarán casi doscientos euros-. Me dice.-El lunes iré a la oficina de
trabajo haber si encuentro algo que nos pueda venir bien. Ah! Se
me olvidaba-. Dice metiéndose la mano en la bolsa que lleva
cargada en el hombro.-Toma, tu nueva identidad-.Me tiende un
sobre grande de tamaño folio.-Según esto, tenemos diez y ocho
años y carnet de conducir de moto.-una última cosa-. Dice. Justo
entonces, vuelve a meter la mano en la bolsa, saca una cajita de
color rojo, se arrodilla y la abre.-¿Quieres casarte conmigo?-. Me
dice. ¡está loco! ¡Apenas llevamos medio año saliendo juntos y ya
quiere que me case con él! ¡Qué locura! ¡Solo tenemos dieciséis
años! .-¿Por qué no?-. le respondo y le beso. Y es que con él haría
las mayores locuras del mundo.
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Capítulo 15
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consumo humano, que, no nos costará mucho más de seis ciéntos
euros cada uno, y nos bastará. En el gas tendremos que invertir
más. Como la cocina es vieja y va con butano, cada semana
tendremos que comprar las botellas al camión que viene aquí
semanalmente-. Me dice.- No quiero que te preocupes por nada,
hasta que encontremos trabajo, haré los encargos que me pidan los
vecinos y con eso iremos flotando. A parte de los dos mil euros que
nos quedan de mis ahorros y mil más de los tuyos-. Añade. Acto
seguido, se pone de pie.-Vamos a casa, tengo que enseñarte una
cosa-. Me extiende su brazo para que me levante y le siga. Los dos,
junto a nuestra nueva mascota, regresamos a casa.
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Capítulo 16
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acordaba de que mis abuelos guardaban el dinero aquí. No sabía
que hubieran dejado tanto. Parece que supieran que vendríamos
aquí algún día y que lo necesitaríamos-. Me responde.-Eso es
imposible, Bruno. ¿Cómo puede ser que tus abuelos supieran que
algún día vendríamos, si ni siquiera nos conocíamos tú y yo?-. Le
digo.-Mi abuela tenía la capacidad de ver cosas del futuro y puede
que antes de morir, nos viera a ti y a mi aquí y nos dejara el dinero
para ayudarnos-. Dice él.-Vamos a contar el dinero-. Digo yo. Él
asiente y sale de la cocina. Bajamos al primer piso y nos sentamos
en la mesa de la cocina. Allí Bruno pone boca abajo el sobre,
dejando caer todos los billetes. Por último, del sobre cae un papel
amarillento. Él lo coge.-Es de mi abuela-. Dice. La lee y cuando
acaba, se le llenan los ojos de lágrimas.-Leelo-. Me dice. Yo
obedezco y empiezo a leer:
Hola Bruno.
Si lees esto es porque mis visiones se han hecho realidad. No sé
porqué, pero esta pasada noche os he visto a ti y a una chica muy
guapa aquí, en casa. También he visto que necesitabais dinero,
por eso, os dejo tres mil euros aquí. En mis visiones, también he
visto la razón por la que estáis aquí y solo espero que esa parte
de lo que he visto no se cumpla. Si no te he dicho nada, es porque
cada uno tiene su destino y este puede variar.
Espero que sea ayuda suficiente el dinero que os dejo aquí y
también espero que seas muy feliz con esa chica.
Te quiero.
Abuela.
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Capítulo 17
Ambas entrevistas han sido un gran éxito y a las dos semanas, nos
contratan. A mi, como camarera en un bar en el centro de la ciudad
y a Bruno, como ayudante en un taller de motos.
Los primeros días en el bar, son los más difíciles. Aprenderlo todo
en tan sólo una semana, es demasiada información para tan poco
tiempo. Me levanto exhausta, debido a las horas extra que hice
ayer. Bajo al piso de abajo y veo que Bruno no está en casa. En la
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cocina ha dejado una nota diciéndome que está en la playa y que
me espera para desayunar. Subo al dormitorio para cambiarme y
me dirijo hacia allí. Al llegar, veo que me espera, sentado a varios
metros de la orilla, con una cesta a su lado.-Buenos días Bella
Durmiente-.Me saluda. Yo sonrío y le beso.-.Desayuna rápido que
tengo que dejarte antes en el trabajo-. Dice él. Yo resoplo y le
beso.-¿Sabes qué día es hoy? -. Me dice.-Miércoles -. Le
respondo.-Hoy hace un mes que nos fuimos de casa-. Me corrige.
Yo vuelvo a resoplar. Parece mentira que el tiempo pase tan
rápido.- Y también hoy hace dos año que me enamoré de ti.-dice.
-felicidades-. Decimos los dos a la vez. Reimos y nos besamos. El
pitido de su reloj nos interrumpe.-Vamos, voy a llegar tarde-. Dice y
se levanta. Yo le sigo. Al cuarto de hora, los dos salimos de casa,
de camino a nuestra rutina. Bruno me deja en el trabajo, me bajo de
la moto y antes de que arranque, le doy un beso.-felicidades-.
Vuelvo a decir tras darle un beso. Voy al baño para ponerme el
uniforme. A los pocos minutos, llaman a la puerta.-Está ocupado-.
Digo.-Laura, ábreme-. La voz es de mi jefe.-Un momento, ahora
salgo-. Respondo. La puerta se abre y yo estoy completamente
desnuda.-¿No podía esperar un segundo?-. Digo. Él, sin contestar,
se acerca rápidamente a mi y me besa. Cuando se separa de mí, le
doy un tortazo en la cara.-¿qué coño hace?-. No contesta y vuelve a
besarme, esta vez, eleva sus manos y empieza a tocarme. Intento
empujarle para separarlo de mí, pero pone todo su peso sobre mí,
evitando que pueda separarme de él. Noto que baja las manos
hasta mi entrepierna. Pasan unos minutos hasta que logro
separarme de él. Me visto rápidamente y salgo de los baños. Me
dirijo a la barra, donde se encuentra una de mis
compañeras.-Carlota, ¿te importa si me voy a casa? Es que no me
encuentro muy bien. Acabo de vomitar en el baño. No te preocupes,
lo he limpiado todo-. Le digo como excusa para poder salir.-Claro
que no, no te preocupes ¿quieres que llame a Bruno para que te
recoja?-. Dice.-No, no te preocupes, cogeré un taxi-. Le
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respondo.-Cuidate mucho-. Me dice.-Gracias-. Contesto. Salgo de
allí lo antes posible, cojo un taxi y me voy a casa.
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Capítulo 18
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cocina.-Voy a contarte una cosa, pero no puede salir de la cocina.
Absolutamente nadie puede enterarse de lo que te voy a decir. Ni
siquiera Bruno-. Le digo.-Vale, ¿qué pasa?-.Me dice. Yo le cuento
todo lo sucedido.- Cabrón, hijo de puta-.Suelta negando con la
cabeza.- Se va a enterar...-. Dice y da media vuelta para salir de la
cocina. Yo la sigo corriendo y la cojo del brazo.- Por favor, me has
dicho que esto no saldría de la cocina-. Le digo.- ¿Me quieres decir
que vas a permitir que ese hijo de puta te haga lo que él quiera?-.
Dice gritando.- No grites que te va a oír-. Le digo.-¿Sabes qué?
Vete a casa y aléjate de ese tío lo máximo posible. Yo sola me las
arreglo-. Dice.-Gracias Carlota, pero no puedo irme de aquí cada
día y dejarte aquí sola toda la mañana-. Le digo.- Si no te vas, te
echo yo-. Me insiste apuntando la puerta con el dedo índice.-Vale,
ya me voy. Gracias por todo-. Le digo.-De nada mujer-. Me
responde y me abraza. Me quito el delantal, lo cuelgo detrás de la
puerta de la cocina, salgo del bar y cojo el primer taxi que se para.
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Capítulo 19
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alcohol, le abrazo muy fuerte y le susurro un "lo siento" tan bajito
que ni siquiera yo lo oigo.
Te quiero. Bruno.
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Capítulo 20
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apoyado en la fachada del edificio.- Gracias-. Le digo abrazándole.
Él no dice nada tan sólo me abraza y me acaricia la espalda. Pasan
unos minutos y luego volvemos a casa.
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Capítulo 21
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puerta está algo escondida-. Me dice. Bajamos al piso de abajo y
me lo enseña. La puerta resulta ser la estantería que hay debajo de
la escalera. Bajamos hasta llegar hasta una habitación iluminada
por la poca luz que entra por las pequeñas ventanas en lo alto de
las paredes. A un lado de la habitación, veo una cama doble, me
dirijo hacia esta y me siento. Bruno me sigue y se sienta a mi lado.-
Esta era mi habitación cuando venía a ver a mis abuelos-. Dice. Se
hace un largo silencio y finalmente, me da un intenso beso. Su tacto
bajo mi camisa me eriza la piel. Noto cómo sus suaves manos
ascienden, acariciandome delicadamente, como si en cualquier
momento fuera a romperme. Nos desnudamos mutuamente, nos
tumbamos en la cama y nos dejamos llevar por la pasión mutua,
igual que la primera noche que pasamos juntos, solo que esta vez,
ninguno de los dos lleva nada de ropa. La excitación se añade a la
experiencia. Intento impregnarme de su olor, como si una parte de
mi creyera que fuera a perderle, pero la otra sabe que no va a ser
así. Tras quince minutos, ambos nos quedamos sin aliento. Sólo
entonces nuestros cuerpos se separan. El silencio inunda la
habitación. Tan sólo se oyen nuestras respiraciones, al unísono.
Nos cogemos de la mano, como si algo dentro de nuestros sueños
pudiera separarnos, y nos abrazamos. Los dos a la vez, como
almas sincronizadas, nos susurramos un "te quiero".-Ahora y
siempre-. Añade él.-Ahora y siempre-. Repito. Entonces, los
párpados empiezan a pesarnos, hasta que se cierran dando lugar a
un profundo sueño.
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Capítulo 22
Pasan dos meses y todo parece perfecto. Hasta hace dos semanas.
Tengo un retraso en la menstruación desde hace algo más de
quince días. Aún Bruno no sabe nada. Solo espero que no… ¡Madre
mía! Con tan sólo pensarlo se me ponen los pelos de punta. La
preocupación me invade la cabeza haciendo que no pueda parar de
pensar en qué haremos si hay un niño en mi interior. ¡Es demasiado
pronto! No puede ser… llevaba protección... Mi corazón late de
cada vez más deprisa. Me dirijo al baño, allí abro la caja y leo las
instrucciones del test. Me siento en el váter y hago pis en un
botecito de plástico. Meto el test dentro y espero un cuarto de hora.
Este es el más largo de toda mi vida. Pasados los quince minutos,
miro el test…
Te quiero.”
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***
pregunto.-Me lo han dado tus padres hace menos de una hora-. Me
responde..- Val, no sabes lo mucho que pienso en ti. Me han
pasado tantas cosas…-. Digo llevándome la mano izquierda a la
frente.- ¿Por qué no me dijiste nada antes de irte?-. Dice con cierto
tono de decepción.-Val, lo siento mucho. Bruno me hizo prometer
que no le diría nada a nadie-. Me disculpo.- Podrías haberme dicho
que mi mejor amiga se fugaba de casa con su novio-. Dice
enfadada.- Val, enserio. Perdóname-. Le suplico. Oigo cómo
suspira.-¿Cómo estás? -. Me pregunta.- Más o menos-. Le
respondo.-¿Por qué?-. Pregunta.- Estoy embarazada-. Le
digo.-¿cómo?-. exclama, alargando las dos ‘o’s.-Tía, no sé qué
hacer. No tenemos dinero cómo para poder cuidar de un bebé,
¡Sólo nos quedan cuatro mil euros!-. Digo.-Dame la dirección de tu
casa-. Me dice.-No puedo Val-. le contesto.- ¡Joder Laura! Sólo la
quiero para mandarte algo de dinero-. Replica.- Val, no tienes
porqué mandarme dinero-. Respondo.- Me estás diciendo que vas a
tener un bebé y que no tenéis suficiente dinero como para cuidar de
él. Laura, eres mi mejor amiga, ¿Qué quieres que haga?-. Insiste.
Resoplo antes de decir nada.-No te puedo dar la dirección de mi
casa, pero si la del bar donde trabajaba-. Digo.- Vale, espera, voy a
por un boli-. Contesta. La conversación no dura mucho más.
Finalizamos la llamada y a los pocos segundos, Bruno aparece por
detrás de mí.-Hola-. Me saluda.-Hola-. Contesto.-¿Cómo estás?-.
Me pregunta.- Si te digo la verdad, estoy cagada de miedo. No sé
cómo vamos a cuidar a un bebé con tan poco dinero-. Respondo y
le miro, él gira la cabeza y me mira también.- No quiero que te
preocupes por nada, superaremos esto, como también hemos
superado otras situaciones-. dice y me besa.-¿desayunamos?
Tengo hambre-. Dice sonriendo. Yo sonrío, asiento con la cabeza y
me doy la vuelta para coger la bolsa donde está la comida. Tras el
desayuno, nos levantamos y volvemos a casa.
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Capítulo 23
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Capítulo 24
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casi a punto de llorar, aún cabizbajo.- Prefiero no tener dinero para
cuidar al bebé, que a tenerte en la cárcel por tráfico de drogas-.
Respondo.- ¿sabes lo peor de todo? Lo peor de todo es que me
hayas mentido de la forma en que lo has hecho, sobre todo con este
tema y yo pensando en que te estabas acostando con otra...-.
Añado.- Voy a tirar esto por el váter-. Digo, dispuesta a dirigirme
hacia el cuarto de baño. Él rápidamente, se levanta, corre hacia mí
y me coje del brazo.-Espera -. Me suplica.- No la tires, me buscaría
un buen problema si no le llevo el dinero correspondiente a la
cantidad de María que me ha dado. Mañana quedaré con el tío que
me la dio y se la devolveré. Te lo prometo-. Dice, tendiéndome la
otra mano para que le dé la droga. Yo cedo y se la doy.- ves con
cuidado por favor-. Él asiente y vuelve a pedirme perdón. Me acerco
a él y le abrazo.-¿Vamos a la cama? Estoy agotada-. Digo.-Sí-.
Responde. Los dos subimos a la habitación y nos acostamos. En
silencio, los dos nos miramos fijamente a los ojos.-Bruno-. Rompo el
silencio.-Dime-. Responde.-He estado pensando y…-. Digo, pero
hago una pausa sin estar muy segura de lo que voy a decir.-¿Y si
volvemos a casa? Con lo mal que estamos económicamente no
podremos cuidar del bebé…-. Intento explicarle, pero me
interrumpe.- No pienso volver a casa. ¿A caso has olvidado lo que
nos hicieron?-. Dice incorporándose.- No, Bruno, no lo he olvidado,
pero no podemos estar siempre creyendo que vamos a seguir
adelante. Bruno, estamos estancados, necesitamos ayuda-. Digo.
Entonces, se levanta de la cama. Está de pie, dándome la espalda.
Cruza los brazos, agarra la parte de abajo de la camiseta y se la
quita, dejando al descubierto una espalda llena de cicatrices que
aunque haya visto miles de veces, no dejan de impactarme. Noto
cómo las lágrimas caen por mis mejillas.- Desde esa noche, no paro
de tener pesadillas sobre lo que sucedió. Se me ponen los pelos de
punta sólo de pensar que podríamos encontrarnos a esos tíos por la
calle, imagínate cómo se me pone el cuerpo al pensar que podrían
volver a hacerte daño o hacérselo al bebé-. Dice aún de espaldas.
Se pone la camiseta y bordea la cama hasta llegar a mi lado. Me
incorporo, él se sienta y me seca las lágrimas delicadamente con el
pulgar.- Mañana llamaremos a nuestros padres, les diremos lo del
bebé y les pediremos ayuda. Abriré una cuenta bancaria y que de
tanto en cuanto nos ingresen algo de dinero-. Dice.- Venga, vamos
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a dormir-. Añade y me besa. Vuelve a su lado de la cama, los dos
nos tumbamos y él me abraza. A los pocos minutos, me quedo
dormida.
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Capítulo 25
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cara puedo percibir un sentimiento de furia y miedo a la vez.-Dame
el tuyo-. Me dice. Yo obedezco, me lo saco rápidamente del bolsillo
trasero del pantalón y se lo tiendo. El mío también está pinchado.
Este también lo rompe.- Venga, vámonos-.Dice, cogiendo las dos
bolsas.-¡El dinero!-. Dice, soltando las bolsas, cuando estamos a
punto de salir. Sube las escaleras de dos en dos. Pasan dos o tres
segundos cuando oigo un tiro muy cerca de mí.
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Capítulo 26
Los oídos me pitan. Noto como alguien más alto que yo, se me
acerca por detrás, me tapa la boca con una mano, con la otra me
aprieta el vientre y me contrae fuertemente contra su pecho para
que no pueda moverme. Veo bajar a Bruno por las escaleras con
una pistola en las manos. Se detiene y apunta al tío que tengo
detrás. Entonces, el hombre saca una pistola del bolsillo derecho de
su pantalón y me pone el cañón en la sien. Tras vacilar unos
segundos, Bruno le dispara en el entrecejo. Cuando el hombre cae
al suelo, corro hacia él y le abrazo, llorando. Acto seguido, una
banda de cinco o seis adolescentes altos y musculados, algo
mayores que nosotros, entran por la puerta.-Los tienes mejor
puestos de lo que pensaba-. Dice el del centro con una risa irónica.
Bruno le apunta con la pistola y todos ellos nos apuntan a
nosotros.-Baja la pistola, anda. No queremos que nadie más resulte
herido-. Dice el mismo.-Bruno, haz lo que te dice, son cinco.
Tenemos las de perder-. Digo.-Vamos, hazle caso a tu chica-.
Vuelve a abrir la boca. Tras unos segundos, Bruno tira la pistola al
suelo. Una risita malvada suena en el recibidor. Cuatro de ellos se
dirigen a Bruno y le retienen por los brazos. El que estaba en el
medio, se dirige hacia mi. Con el lateral del dedo índice me sostiene
la barbilla, me la alza unos centímetros y me la acaricia con el
pulgar.-Estás realmente guapa-. Dice.-El embarazo te sienta muy
bien-. Dice con una sonrisa malvada. Un escalofrío me recorre el
cuerpo.-Como les hagas algo, te juro que te mataré-. Grita Bruno,
forcejeando para intentar liberarse de los cuatro tíos que lo
agarran.-Tranquilo fiera-. Dicen los cinco al unísono.- Los trataré
bien-. Dice y acto seguido me toca mi parte más íntima. Bruno se
pone hecho una fiera. Empieza a forcejear con todas sus fuerzas, a
uno, incluso le da un codazo en la nariz. Este se echa hacia atrás.
Dos de ellos le aguantan de los brazos y el tercero se pone frente a
él, le da varios puñetazos en el estómago y Bruno cae al
suelo.-Llevadlo al desván-. Les ordena a los cuatro. Ellos obedecen
52
***
y le levantan del suelo. Bruno intenta resistirse a los empujones,
pero nada de lo que hace sirve para parar a esa panda de animales.
Estoy asustada y tengo miedo, miedo a que pase lo que pasó la otra
vez. Mis ojos se llenan de lágrimas al pensar lo que nos puede
pasar a los tres. Pasa un minuto, luego, me coje del brazo y tira de
mí para que suba las escaleras. No pongo ningún tipo de
resistencia, eso solo empeoraría las cosas. Llegamos a mi
habitación, se descuelga la maleta que lleva en la espalda y la deja
sobre la cama. De ella saca un portátil que deja encima de mi
mesita de noche y conecta a la corriente. -¿Qué haces?-. Pregunto.-
Soy muchas cosas, pero no un violador. Así que para que tu novio
crea que te la estoy metiendo, voy a ponerle una grabación tuya-.
Responde, sacando de su mochila un walkie y un cable.- si conecto
este walkie al ordenador y reproduzco la grabación, esta se
reproducirá inmediatamente por el otro walkie, haciendo que
parezca real-. Me quedo realmente asombrada.- Y de donde has
sacado tú grabaciones mías??-. Pregunto.-El hombre que le dió los
teléfonos a Bruno, es amigo mío. Me enteré de que él le había
pedido unos móviles y le pagué para que los pinchara. Eso nos ha
servido para encontraros y a parte, obtener grabaciones vuestras y
poder editarlas si nos hacía falta-. Me quedo con la boca abierta.-Yo
de ti daría gracias por ser yo quien está aquí y no uno de esos de
allí arriba. Esos no dejan pasar la oportunidad de follarse a una tía y
menos si está tan buena como tú -. Dice. Es la situación más rara
que he vivido en mi vida.-¿ Y ahora qué?-. Pregunto.- Vamos a
esperar un rato a que esos acaben de pegarle una buena paliza a tu
chico y luego nos iremos-. Responde.-¿ Y no tenéis miedo de que
cuando os largueis, llamemos a la policía?-. Digo.- Créeme, no vais
a hacerlo. Si lo hacéis, volveremos, aquí o donde sea que vayáis, y
os mataremos entonces-. Responde. Empiezo a oír los gritos de
dolor de Bruno y me da un vuelco el corazón. Conecta el walkie y
entonces, oigo como grita mi nombre. Me entran ganas de llorar al
pensar lo que pueden estar haciéndole. Tengo miedo de que
puedan llegar a matarlo.-Tranquila, pararán antes de matarle-. Dice,
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***
como si me hubiera leído el pensamiento. Se levanta de la cama y
va al baño. En este momento, desearía huir corriendo y llamar a la
policía, pero siento como si la vida de Bruno dependiera de mí.
54
***
Capítulo 27
Pasan unos diez minutos, aunque para mi, han parecido horas,
cuando se oye una voz por el walkie.-Javi, aquí ya hemos
terminado. ¿que tal vas tu?-. Dicen.- Me parece a mí que ya es
suficiente-. Responde, tras desconectar el walkie.- Venga pues,
vamonos-. Añaden. Tras esto, salgo corriendo por la puerta y subo
al desván. Ni siquiera sé si me cruzo con los otros cuatro. Solo
quiero verle y ver lo que le han podido hacer, aunque por todos los
gritos de dolor, ya puedo imaginarlo y no sé si voy a ser capaz de
aguantarlo. Al llegar arriba, le veo en el suelo, sin camiseta y la
espalda llena de sangre. Entro en una especie de shock, aunque no
me permito quedarme parada por mucho tiempo, ya que sé que
puede ser vital para él. Me acerco, me pongo de rodillas a su lado y
le doy la vuelta. Su rostro está irreconocible, lleno de moratones. Le
doy un par de golpecitos suaves, en la mejilla que menos golpes
tiene, está tan realmente inconsciente que ni siquiera responde.
Pongo la mano en su pecho y confirmo que respira. Me apresuro e
intento levantarle, aunque me cuesta bastante lograrlo. Tardo en
conseguir subirle a la moto. Cuando lo hago, le abrazo a mí y le ato
las manos con un pañuelo para que no se caiga. En pocos minutos
estoy en el hospital, donde le atienden rápidamente. En el tiempo en
el que estoy en la sala de espera, me dirijo a un teléfono que hay
colgado de la pared. Marco el número de mi casa. Es mi madre
quien contesta. Al oír su voz, rompo a llorar, y le cuento todo lo
ocurrido. Al finalizar la llamada, noto como si el pantalón se me
humedeciera y empiezo a percibir cierto olor a sangre. Un hombre
en la sala se percata de la situación y en seguida llama a un
médico.
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azul y a mi padre que está cabizbajo y apoyado en la pared al lado
de mi madre.- Papá-. Susurro débilmente. Él alza la cabeza rápido,
se acerca a mí y me da un beso el la frente acariciándome las
mejillas. Enseguida se gira y despierta a mi madre, que se levanta
rápidamente de la butaca y me da un beso bien fuerte agarrándome
la cara.- Voy a llamar al médico-. Dice mi padre y acto seguido sale
de la habitación.-Mamá, ¿Qué ha pasado? ¿Y Bruno? ¿Está bien?-.
Empiezo a preguntarle.-Tranquila, hija-. Dice, acariciándome la
frente.-Ahora vendrá el doctor y te explicará lo ocurrido-. Añade.
Justo entonces, un hombre de metro ochenta más o menos, de ojos
verdosos semi-ocultos tras unas pequeñas y cuadradas gafas, de
pelo canoso y vestido con camisa y bata entra por la puerta
acompañado de mi padre.-Laura, este es el doctor Castillo-. Dice mi
padre.-Hola Laura, dime, ¿cómo te encuentras?-. Dice el doctor.-
Me siento algo débil y me cuesta un poco respirar-. Le
contesto.-Doctor, ¿que me ha pasado?-. Añado.- Laura, ayer al
mediodía, viniste para traer a Bruno para que le atendieran y
hablaste por el teléfono de la sala de espera con tu madre. Al
colgar, un hombre te vio sangrar y te desmayaste. Al atenderte, te
hicimos pruebas y vimos que estabas embarazada-. Al oír la palabra
“estaba” me agarro aún más fuerte a la mano de mi madre a la que
ya estaba agarrada y me preparo para lo peor.-Mira, en ocasiones,
si en el periodo de embarazo se vive alguna situación traumática,
existe la posibilidad de que haya un aborto-. Trago saliva.-Y ese ha
sido tu caso. Si en un futuro quisieras volver a…-. Intenta decir, pero
le interrumpo.-Ahora mismo, eso es lo de menos. ¿Cómo está
Bruno?-. Digo, con la esperanza de que me diga que está bien, de
que está despierto, pero creo que si fuera así, hubiera estado aquí
cuando he despertado.-Bruno sigue inconsciente, está en estado
crítico pero estable. Perdió mucha sangre-. Dice.-¿Puedo ir a
verle?-. Digo.- Sería conveniente que descanses un poco-.
Responde.- Pero doctor, he dormido casi un día entero, ¿no podría
por favor ir a verle?-. Insisto.- Bueno, si a tus padres les parece
bien, no creo que haya problema-. Al oír la respuesta miro a mis
56
***
padres, estos asienten y yo en seguida me pongo de pie, dispuesta
a salir por la puerta. Cuatro pasos son los que tengo que dar para
llegar a su habitación. Al entrar veo que también han venido sus
padres. Doy dos pasos más y le veo a él, en la cama lleno de tubos
y vendajes que están medio tapados con la sábana. Corro hacia él y
veo que tiene un tubo en la boca para que no se trague la lengua.
Pongo mis manos sobre sus mejillas y le beso en la frente. Decido
quedarme con él, mientras que sus padres salen a comer a la
cafetería, me siento en la butaca que hay al lado de su cama y le
cojo de la mano. Me duermo creo que durante un cuarto de hora y
de repente noto como la mano de Bruno se mueve. Abro los ojos y
veo que empieza a ponerse algo nervioso por el tubo que tiene en la
boca.-Tranquilo, ahora llamo al médico-. Le digo y le acaricio la
frente. Justo al salir veo al doctor Castillo y le aviso de que Bruno ha
despertado. Él entra en la habitación y lo primero que hace es
quitarle el tubo de la boca. Luego, le hace un par de preguntas
sobre su estado y después se va. Nos quedamos los dos solos en la
habitación y yo me acerco a él dispuesta a darle un intenso
beso.-Tengo que avisar a tus padres -. Digo, dispuesta a dirigirme a
la cafetería.-Espera-. Me detiene cogiéndome de la mano.-¿Estáis
bien?-. Me pregunta refiriéndose a mi y al bebé.- Bruno, ya no hay
bebé-. Digo, acercándome. Los ojos se le abren como
platos.-¿cómo?-. Dice.- El médico me ha explicado que en
ocasiones, si durante el embarazo se viven situaciones traumáticas,
pueden producirse abortos. Y este ha sido mi caso. Se lleva las
manos a la cabeza.-Hijos de puta-. Dice y los ojos se le llenan de
lágrimas. Entonces, entran sus padres por la puerta. Tras
saludarles, les pide que nos dejen a solas, ellos asienten y salen de
la habitación.-¿y ahora qué?-. Dice.-Pues, habrá que volver a
casa-.Él, tras unos segundos asiente con la cabeza.-Sí, creo que ya
es hora -.
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Capítulo 28
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ve al vestidor, te he dejado una sorpresa allí. Paso a recogerte a
las 11:30.
Te quiero. Bruno”.
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pone manos a la obra. En otros diez minutos acaba de maquillarme.
Me levanto y me pongo frente al espejo.-Val, deberías dedicarte a
esto. ¡se te da de maravilla!-. le digo, asombrada.-Gracias-.
Responde.- Vamos a ponerte el vestido. En media hora, como muy
tarde, tenemos que salir de aquí-. Dice y las dos nos dirigimos al
vestidor para cambiarme. En un cuarto de hora ya estoy lista. Me
quedo boquiabierta al verme. No me puedo creer que sea yo quien
hay reflejada en el espejo.- Estás preciosa-. Me dice
Val.-Deberíamos ir yendo para allá si queremos ir bien de tiempo-.
Dice mirando su reloj.- Pero ¿Cómo vamos a ir hasta allí?-.
Pregunto.- Laura, soy dos meses mayor que tu. Ya tengo carné de
conducir-. Dice enseñándome el carné.- Te lo explico todo en el
coche-. Añade al ver que voy a abrir la boca para hacerle tantas
preguntas que tengo. Ya en el coche, empieza a darme
explicaciones.-Todo esto empezó cuando volvisteis a casa. Al dia
siguiente, Bruno me llamó para que le ayudara a organizarlo todo
para hoy. A mí también me pareció una locura, pero parecía tan
decidido que no pude negarme. Él lo ha pagado absolutamente
todo, vuestros padres no han puesto un solo céntimo. Que ¿cómo lo
ha hecho? Pues, durante estos seis meses, ha estado trabajando
en tres sitios a la vez, con una paga de ochocientos euros
mensuales por cada uno. Por las mañanas, a las seis empezaba su
turno en el aeropuerto hasta las doce. Después, desde la una y
media hasta las ocho, trabajaba en un taller de motos y desde las
nueve hasta las tres de la madrugada, trabajaba de camarero en un
pub. Llegaba a casa a las tres y media a su casa, dormía hasta las
cinco, y vuelta a empezar-. Me quedo mirándola sin poder creer que
Bruno haya hecho todo eso por mí.- Ahora entiendo por qué estaba
tan raro y por qué me decía que no podía quedar conmigo-. Digo,
recordando aquella tarde en la que discutimos por eso. ¡Qué idiota!
¿Cómo pude ser tan gilipollas? Hago un largo suspiro sin podérmelo
creer aún. A los pocos minutos, llegamos a una parcela con una
gran extensión de césped que tiene un precioso altar montado justo
al final. Diviso a Bruno, que ya está esperándome en el altar, a
60
***
nuestras familias y a algunos de nuestros amigos. Me llevo una gran
sorpresa al ver a Carlota, mi amiga del bar de Galicia y a algunos de
mis otros antiguos compañeros de trabajo. Camino hacia el altar a
paso lento, intentando contener las ganas de correr hacia Bruno,
abrazarlo y darle un beso. Llego al altar y los dos sonreímos a la
vez. Luego, no sé qué pasa, me centro solo en su mirada, en su
precioso rostro y parece que no oigo las palabras del alcalde, que
es quien nos va a casar. Pasan pocos minutos y veo que bruno se
dirige a donde está el micrófono, entonces, le presto toda mi
atención. Saca un papel del bolsillo derecho del pantalón, lo
desdobla y empieza a hablar.- Sé que todo esto te parece una
locura, sé que aunque yo le dije ayer a Valeria que no te contara
nada, ella te lo habrá contado todo y sé que seguramente estás
pensando que estoy loco al hacer todo esto, pero como ya te dije en
esa casa en la que pasamos nueve meses, haría cualquier cosa por
ti. Le pegué un tiro en la nuca a un tío que quería hacerte daño, le
pegué una paliza a tu jefe, y más cosas que podría hacer si te
involucra a tí, lo mejor de mí vida. Y es que no podrías hacerte una
idea de la falta que me haces cuando no puedo tenerte a mi lado
cogida de mi mano. Quiero darte las gracias por aguantarme en mis
peores momentos, en los que ni yo sé que hacer con mi vida, por
motivarme a seguir, porque hay veces que si me caigo, ni quiero
levantarme, vienes tú y me obligas a hacerlo. Por hacer
desaparecer todas esas pesadillas que me atormentan todas las
noches. Te quiero-. Las lágrimas me corren por las mejillas. Él,
dobla el papel, se lo mete en el bolsillo y vuelve a ponerse frente a
mí. El alcalde sigue hablando y yo le susurro un ‘’gracias’’ al que
responde con una sonrisa. Sigo sin prestar atención a las palabras
que suenan de fondo, me limito a mirar a Bruno fijamente. Da unos
pasos hacia delante, como si alguien me destapara los oídos, oigo
la voz del alcalde diciendo: ‘’puedes besar a la novia’’ y los dos nos
fundimos en un mágico e intenso beso.
61
***
Tercera parte
Capítulo 29
Ya han pasado cinco años y medio desde que nos casamos. Ambos
llevamos una vida perfecta, aunque Bruno sigue teniendo
pesadillas, a pesar de que va a un psiquiatra dos veces a la
semana. Ya está empezando a decir que no va a volver a ir. Replica
que para lo único que le sirve es para mal gastar el dinero en las
consultas y en somníferos que se niega a tomar. A parte de eso, se
podría decir que llevamos una vida bastante placentera. Ambos
tenemos trabajo, él sigue en el taller de su tío, cosa que le encanta,
y yo, después de casarnos, empecé a estudiar la carrera de
enfermería, la cual acabé hace dos años y medio. A los seis meses,
empecé a trabajar en un hospital que hay en el centro de la ciudad,
hasta hoy. Ah, y como olvidar al pequeñín etíope de la casa,
Óscar… Le adoptamos hace tres meses, tras enviar una solicitud
hará año y medio. Ahora tiene dos años y medio.
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***
bolsillo trasero del pantalón para llamar al trabajo para que manden
a una ambulancia.-Es irónico-. Empieza a decir el hombre,
débilmente, al colgar. Le miro a la cara y noto como se me acelera
la respiración.- Que yo y mis amigos casi matemos a tu novio y que
tu intentes salvarme la vida-. Dice y hace una pequeña risita
irónica.- Calla, no hables-. Digo, aparentando no haber oído nada.-
Yo no soy como tú y tu banda. Yo me dedico a ayudar a la gente, no
a dar palizas a las personas que me caen mal, ni a torturarlas hasta
casi matarlas. Ah, ni tampoco a hacer que las mujeres aborten…-.
Le echo en cara tras unos segundos. No oigo que diga nada y de
repente, noto que ya no respira. Le pongo la mano en el cuello, pero
descubro que no tiene pulso. Justo entonces suena mi móvil. ¡Es
Bruno! Respondo a la llamada.- Hola cari-. Dice.- Hola mi amor.
Perdona, pero nos acaba de llegar una urgencia. Llegaré más tarde
a casa. Te tengo que dejar. Un beso, te quiero-. Digo rápidamente y
le cuelgo el teléfono antes de que pueda decir nada más. Acto
seguido, cuando voy a iniciar el protocolo de reanimación
cardiopulmonar, llega la ambulancia. Le suben a él y, no sé por qué,
pero decido acompañarle. Cuando llegamos al hospital donde
trabajo, Teresa, la recepcionista, me ve.-Laura, ¿Qué ha
pasado?¿Estás bien?-. Dice.- Si Tere, estoy bien, tranquila-. Le
respondo. Carlos, un compañero de urgencias, uno de los mejores
médicos del hospital y al que considero mi mejor amigo, es quien le
atiende.- Carlos, déjame entrar-. Le suplico.- No Laura, ya conoces
las normas, es muy personal-. Me responde. No replico, ya que sé
que resultaría inútil.- Al box dos-. les indica a los de la ambulancia.
Yo les sigo hasta la puerta y me quedo fuera, viendo como intentan
reanimarlo. A los pocos minutos, ya no pueden hacer nada por él.
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***
Capítulo 30
64
***
dirección del taller. Se la doy y dicen que ya me han hecho todas las
preguntas que tenían por hacerme, por tanto nos levantamos y
salimos de la sala. En la puerta, está Bruno esperándome con
Óscar de la mano.- Laura, Carlos me ha llamado y me lo ha contado
todo. ¿Estás bien?-. Dice abrazándome.- Sí, estoy bien, sólo quiero
ir a casa y descansar-. Digo.- Hola mi amor-. Le digo al niño
agachándome para cogerlo en brazos y le doy un beso. Salimos del
hospital y volvemos a casa. Durante todo el trayecto, ninguno de los
dos pronunciamos ni una sola palabra. Al llegar, llevo al niño a la
cama y voy a la cocina, dónde está Bruno sentado en la mesa
cabizbajo.-¿Por qué no me has llamado?-. Dice con un tono algo
enfadado, alzando la cabeza para mirarme a los ojos. Suspiro.-
Bruno, pensaba contártelo todo al volver a casa-. Le contesto. Él
vuelve a bajar la mirada y se hace un silencio unos pocos
segundos.- ¿Estabas con él cuando te he llamado?-. Me pregunta
volviéndome a mirar. Yo asiento con la cabeza. Él resopla.- Parece
mentira que intentaras salvarle la vida a una persona que casi me
mata dos veces y que nos lo hizo pasar muy mal durante mucho
tiempo-. Dice alzando un poco la voz.- Mi trabajo consiste en eso,
Bruno-.Digo alzando la voz también.- No, ese no es tu trabajo, no es
tu trabajo salvarle la vida a personas que no se merecen vivir-. Dice
casi gritando.- Estás muy equivocado. Mi trabajo es intentar salvarle
la vida a todo tipo de personas, se lo merezca o no-. digo alzando
más la voz. Coge la llave del coche que están encima de la mesa y
se levanta.- ¿Dónde vas?-. Digo, ya gritando.- A dar una vuelta,
estoy cansado-. Me responde.- Siempre haces lo mismo…-.
Replico.- ¿El qué?-. Pregunta.- Huir de las discusiones como si la
cosa no fuera contigo-. Suelto. Entonces, ambos oímos los llantos
de Óscar. Los dos nos relajamos y vamos a la habitación del niño,
que está llorando en la cama.- Mi amor, ¿Qué pasa?-. Pregunto,
sentándome a su lado.- Os he oído discutir-. Dice. Bruno y yo nos
miramos con un sentimiento de culpabilidad.- Mi amor, lo siento.
Mami ha tenido un día muy duro en el trabajo y tiene facilidad para
enfadarse-. Digo.- Y papá, como no quiere que a mamá le pase
65
***
nada, a veces se preocupa excesivamente y también tiende a
enfadarse. Lo sentimos mucho-. Dice y me pone una mano sobre el
hombro. Le miro y le susurro un ‘’lo siento’’ muy bajito y él me
contesta con un ‘’y yo’’, tambíen muy flojo. Nos quedamos en la
habitación hasta que Óscar se duerme. Entonces, los dos nos
dirigimos a nuestra habitación y nos acostamos en la cama.- Siento
mucho todo lo que he dicho antes. Lo que has hecho no es fácil y
debería haber estado orgulloso desde el principio-. Dice
abrazándome.- Siento no haberte llamado para contártelo-. Digo.- Y
Gracias-. Añado.-¿Por qué?-. Pregunta.- Por preocuparte
excesivamente por mí-. Respondo y los dos soltamos una pequeña
carcajada que acaba con un beso de buenas noches.
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Capítulo 31
67
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alarmada. -Bueno Laura, no te preocupes, debe de estar jugando
al escondite con los otros niños-. Dice con un tono tranquilizador
que no sirve de nada.- No, Bruno todos los niños están aquí menos
él-. Digo.- Ahora vengo, tú llámale, haber si es alguna broma que
quiera hacerte o algo-. dice y cuelga el teléfono. Guardo el teléfono
el el bolsillo de mi chaqueta y empiezo a gritar su nombre y a dar
vueltas por el parque para ver si le encuentro. Doy vueltas y vueltas
gritando, pero no aparece. Estoy empezando a angustiarme. En
este momento, llega Bruno.-He dado una vuelta por los alrededores
y no le he visto-. Dice y después me abraza. En ese preciso
instante, Óscar sale del interior del tronco de un árbol que al parecer
estaba medio vacío. Ambos corremos hacia él y le abrazamos antes
de reñirle por no avisarnos de donde estaba. Al parecer estaba
jugando con su amigo imaginario Adri. Bruno y yo hacemos un largo
suspiro. El teléfono de Bruno suena.- Son ellos-. Dice enseñándome
el móvil. Él se aleja unos cuantos metros de nosotros, todo lo
posible para que Óscar no escuche la conversación. A los pocos
segundos, vuelve con nosotros.- Ya están en casa-. Dice.- ¿Quien?
Pregunta el niño.- Unos amigos nuestros que han ido a casa para
visitarnos-. Respondo yo.-Venga, vamos a casa de los abuelos-.
Añado.- Yo voy para casa-. Dice Bruno y me besa.- Vale, yo
enseguida voy para allá-. Respondo.- Subimos a los coches y
arrancamos en direcciones completamente opuestas. Al llegar a la
casa, veo que nos están esperando en la puerta. Freno justo
delante de la puerta de la casa y me bajo del coche para saludar a
mis padres, les doy la mochila de Óscar, le doy un beso al niño y
me voy rápidamente.
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Capítulo 32
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verdad.-Bruno, ¿Enserio me estás preguntando eso?-. Le digo,
mirándole. Él asiente.- No me fío un pelo de ese tío-. Dice.- Venga
ya Bruno. Es un compañero del trabajo y le considero uno de los
mejores médicos que hay en el hospital. Por eso le llamé, para
saber su opinión. Tú mismo has escuchado las grabaciones-. Le
digo.- Ya, ya lo sé. No es que sospeche de ti ni nada, solo es que
no me da muy buena espina-. Dice.- ¿No estarás celoso, verdad?-.
Pregunto.- No, mujer. Solo te estoy diciendo que me da la impresión
de que ese tío te está ocultando algo-. Dice.- ¿Y por qué crees
eso?-. Pregunto.- No sé, es como si le hubiera visto en algún sitio
antes, no sé dónde-. Dice.- Bruno, puede ser que lo hubieras visto
por la calle, o en cualquier otro lugar-. Replico. Suspira.- Tienes
razón, puede que sean paranoias mías-. Dice.-Venga, vamos a
comer-. Le digo, apagándole el fuego a la comida, que ya está lista.
70
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Capítulo 33
71
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ascensor, vemos que una ambulancia se estaciona justo en frente
de la puerta y bajan una camilla con una mujer. Ambos nos
acercamos y vemos que es la viuda de José Castillo, inconsciente.-
¿Qué le ha pasado?-. Pregunta Carlos.- La han atropellado a unos
cinco kilómetros de aquí-. Responde el médico de la ambulancia.-
posibles fracturas en brazo derecho, costillas y pierna derechas y un
fuerte golpe en la cabeza, que habría que mirar. Estaba
inconsciente cuando llegamos al sitio del suceso-. Nos informa.- Al
box cuatro-. Indica Carlos y los tres empujamos la camilla hasta
llegar al box. Allí, con mucho cuidado, pasamos a la mujer a otra
camilla, para que así, el médico se pueda llevar esa a la
ambulancia. Justo entonces, me llama Bruno. No puedo creerme lo
que me dice.- Ahora mismo voy para allá-. Le digo y cuelgo el
teléfono.- Carlos, ¿te importa si me voy? Se ha incendiado el taller
del tío de Bruno-. Le explico.- Claro que sí, vete-. Dice. Le doy las
gracias y me dirijo al vestuario para cambiarme. Salgo del hospital,
cojo un taxi y me dirijo al taller. Cuando llego, la calle está llena de
gente observando lo sucedido. Me abro paso entre la multitud,
dificultosamente, hasta llegar a un cordón policial, donde un policía
me dice que no puedo pasar. Entonces, aparece Bruno, que dirige
hacia mí, corriendo. Me abraza y empieza a llorar diciendo que no
ha podido hacer nada por él, culpándose e insultándose. Intento
tranquilizarle, pero llora desconsoladamente.Por fin, tras llorar unos
cinco minutos, las lágrimas paran de caer y se separa de mí.-¿Qué
ha pasado?-. Le pregunto.-Cuando he llegado, el taller estaba
ardiendo. He intentado entrar para sacar a mi tío, pero los bomberos
me han retenido para que no pudiera entrar, entonces el taller ha
explotado con mi tío dentro-. Me explica.-intentando contener las
lágrimas, que asoman por sus ojos. Yo le abrazo y le digo que lo
siento.-Tendría que haber sido yo-. Dice.- No digas eso. ¿Qué
hubiéramos hecho Óscar y yo si hubieras sido tú quien estaba allí
dentro?-. Digo. Nos quedamos en silencio por unos segundos.
Luego él es quien empieza a hablar.- Todo esto ha sido culpa mía-.
Dice. Me quedo callada, sin decir nada, ambos sabemos que los
72
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dos tenemos algo que ver con todo esto, pero eso es lo último que
Bruno necesita oír en este momento. Un policía se nos acerca y le
dice a Bruno que puede irse, que ya no puede hacer nada aquí. Así
que, Bruno pasa por debajo el cordón policial y nos dirigimos al
coche. Al entrar en el vehículo, ambos vemos un post-it en el
parabrisas. Los dos bajamos del coche y nos quedamos
boquiabiertos al ver lo que hay escrito en el pequeño papel. “Ambos
sabéis el porqué”.
73
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Capítulo 34
Bruno coje su móvil del bolsillo del pantalón para llamar al inspector
que lleva el caso. Tras contarle todo lo sucedido, cuelga y mete el
móvil en el bolsillo.- Me ha dicho que no toquemos el post-it, que no
entremos en el coche, que nos alejemos de él lo máximo posible y
que ahora vendrá para acá-. Dice. Yo asiento con la cabeza y los
dos cruzamos la calle. A los quince minutos, llega el inspector,
acompañado de una unidad de policía, que, al bajar del coche
patrulla se ponen a inspeccionar a fondo el coche. El inspector coje
el papelito del parabrisas y lo mete en una bolsa de plástico
transparente. Los policías nos dicen que no podemos irnos con el
coche, ya que corremos el riesgo de que haya algún tipo de
explosivo en su interior, así que el inspector se ofrece a llevarnos a
casa.
74
***
mañana. Entre los dos le explicamos lo que ha pasado. Carlos se
levanta y se dirije a la parte frontal de la mesa, donde se agacha,
abre uno de los cajones y saca un sobre blanco, del cual saca los
resultados de unas pruebas que él mandó a hacerle a la paciente
pocos minutos después de que yo me fuera del hospital. Me tiende
todos los resultados y me quedo atónita al ver los resultados de una
resonancia magnética. El accidente le provocó una lesión medular a
nivel lumbar.-Iba a llamarte para contártelo, pero justo cuando iba a
coger el móvil se puso en parada y tuve que empezar la
reanimación-. Dice Carlos-. ¿Qué le tenías que contar?-. Pregunta
el inspector.- En teoría eso no se lo podemos contar, pero ya que es
un asunto policial…-. Responde Carlos y acto seguido, le enseña
los resultados de las pruebas.- La mujer resultó tener una
tetraplegía, debida al atropello. Al salir de radiología, se puso en
parada, a los tres minutos ya no había nada que hacer-. Explica. El
inspector lo anota todo en su portátil y se da por satisfecho. Los tres
salimos del despacho y salimos del hospital. Carlos se ofrece a
llevarme a casa y acepto, por tanto el inspector se sube en su coche
y observamos cómo se aleja.- ¿Quieres que tomemos un café o
algo?-. Dice.- Te lo agradezco, pero si puede ser otro día, mejor.
Bruno no está muy bien después de lo ocurrido en el
taller…-.Respondo.- Claro, quedamos para otro día-. Dice, mientras
nos dirigimos al coche.
75
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Capítulo 35
Las voces de Óscar y Bruno me despiertan. Al abrir los ojos veo que
están observándome. Bruno se agacha y me besa. Óscar se acerca
unos pasos y me da un beso en la mejilla.- Mamá, levantate.
Tenemos que ir a casa de los abuelos-. Dice impaciente.- Ya voy-.
Digo, sonriendo e incorporándome.- Óscar, cariño. Ve a preparar la
mochila, que nos vamos-. Dice Bruno acariciándole el pelo. Óscar
sube las escaleras corriendo y cuando suponemos que ya está en
su habitación, le hago un hueco a Bruno para que pueda sentarse
en el sofá, él se sienta a mi lado y empezamos a hablar.- ¿Estás
bien?-. Le pregunto.- Sí, bueno, un poco cansado, pero bien-.
76
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Responde.- ¿Estás seguro de que quieres salir hoy?-. Le digo. Él
asiente con la cabeza.- Sí, me vendrá bien para desconectar-.
Contesta. Yo asiento y me levanto para dirigirme a la habitación de
Óscar y ayudarle a preparar la maleta con todo lo que le va a hacer
falta. A los quince minutos, los tres salimos de casa a pie de camino
a casa de mis padres.
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Capítulo 36
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me besa, poniéndome la mano en el lateral del cuello. Me besa
intensamente durante unos segundos, después, me dice que ya
puedo abrir los ojos. Como sospechaba, me ha traído al lago,
nuestro lugar favorito, dónde veníamos siempre antes de ir al
instituto. Miles de recuerdos pasan por mi mente en este mismo
instante.- Hacía tiempo que no veníamos por aquí y, mientras
caminábamos sin saber adónde ir, se me ha ocurrido que te
gustaría venir aquí-. Dice. Sonrío.- A veces creo que me conoces
más de lo que me conozco yo a mi misma…-. Digo. Él ríe.
Entonces, es como si pasara uno de esos momentos de película
romántica en los que todo se ralentiza cuando la chica ve sonreír al
chico del que está completa e incondicionalmente enamorada. Y es
que por muchas crisis que hayamos pasado, yo nunca voy a dejar
de estar loca por él.
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Capítulo 37
Es una noche mágica para los dos, llena de risas y más risas
mientras cenamos uno al lado del otro. Era esto lo que
necesitábamos. Volver a la adolescencia por unas horas y olvidar
todos los problemas y las responsabilidades de la vida adulta.
Pasan las horas, se está haciendo tarde, empieza a hacer frío y a
nosotros no parece importarnos, parece que no queramos volver a
la realidad, que queremos quedarnos aquí en este lugar de ensueño
y vivir en nuestros recuerdos de la adolescencia… Pero, por
desgracia, no es posible, lo sabemos. Entonces las risas callan y se
hace un silencio de apariencia inquebrantable. Miro a Bruno, que
está con los ojos fijos en el suelo. En un segundo, sus ojos se llenan
de lágrimas, intenta no llorar, hacerse el fuerte. Pero yo sé que en
algún momento esas lágrimas van a caer aunque él haga mil y un
esfuerzos para no llorar. Me giro hacia él y él se gira hacia mí,
quedándonos uno frente al otro. Intenta esconder sus lágrimas, pero
le resulta imposible y, sin que él quiera, una cae sobre su mejilla.
Acto seguido, me abraza y ahora sí, libera millones de lágrimas
atrapadas, fruto de un dolor que él no quería mostrarme, pero que
yo conocía y que él intentaba ocultarme desde hacía unas horas
diciendo que estaba más o menos bien. Llora desconsoladamente
sobre mi hombro, mientras yo intento tranquilizarle, acariciándole la
espalda. Me duele verle así y no saber qué hacer ni qué decir.
Pasamos unos minutos abrazados y en silencio, hasta que sus
lágrimas paran de caer. Entonces se echa para atrás.- Perdona-.
Dice.- Bruno, no tienes porque pedirme perdón-. Le digo. Él niega
con la cabeza.- Todo esto es culpa mía-. Se culpa a sí mismo,
mirando hacia el suelo.- No debería haberte pedido salir, si no lo
hubiera hecho, todo esto no te hubiera pasado a ti, como mucho a
mi…-. Dice. Me quedo atónita ante sus palabras.- No vuelvas a
decir eso nunca más, ¿Me oyes?-. Le interrumpo, seria, antes de
que pueda decir algo más. Le pongo las manos a los laterales de su
rostro, rozando su pelo, para levantar su cabeza y para que me mire
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a los ojos.- Estar contigo, a pesar de todo lo que nos ha pasado, ha
sido lo mejor que me podría haber ocurrido. Y creo que ya llevamos
suficiente tiempo juntos como para que aún no lo sepas-. Le digo,
casi a punto de llorar. Pasan unos segundos, silenciosos, que
parecen ser eternos, en los que los dos nos quedamos quietos,
mirandonos a los ojos. Veo otra lágrima asomar por su mirada.
Entonces, vuelve a abrazarme.- Perdóname, he sido un idiota al
decir eso-. Dice.- No pasa nada-. Me limito a decir. Volvemos a
pasar algunos minutos así. Después nos separamos. -¿Volvemos a
casa?-. Dice. Yo asiento y me pongo en pie. Decidimos ir andando,
ya que vivimos cerca de aquí y además no nos queda dinero como
para ir en taxi. Lo recogemos todo y nos dirigimos hacia nuestro
hogar.
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Capítulo 38
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cosas. Una mezcla de sensaciones que juntas, hacen, para mí, la
mejor sensación del mundo.
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Capítulo 39
Trece años más tarde…
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Capítulo 40
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bajo el que nos sentamos cuando venimos, está decorado con miles
de pequeñas luces, en el agua flotan decenas de velas encendidas
y para sentarnos, Bruno ha puesto un pequeño banco de madera
blanca.-Está precioso, me encanta-. Le digo.-Me alegro de que te
guste-. Dice. Nos sentamos en el banco y hablamos sobre
diferentes cosas, haciendo esfuerzos para no hablar de un tema
que nos tiene marcados, que siempre tendremos en nuestra
memoria y del que siempre tendremos miedo de revivir de cualquier
manera. De repente, se hace un silencio. Yo suspiro.- ¿Crees que
tendríamos que contárselo?-. Digo. Él suspira.-No lo sé, por una
parte, creo que no hay porqué preocuparles por lo que que nos
pasó hace veinte años y por lo que pasó hace trece. Pero por otra
parte, creo que se merecen saber la verdad-. Dice. Justo entonces,
suena mi móvil. Miro mi reloj.- Debe de ser Óscar, esta mañana le
he dicho que nos avisara cuando llegara a casa-. Digo. Él asiente,
entonces, cojo mi bolso y de allí saco el móvil. Efectivamente, es él.-
Hola Óscar-. Digo. Pero no es él quien está al otro lado de la línea.-
Carlos, ¿Qué haces con el móvil de mi hijo?-. Digo. Bruno se queda
perplejo al oír lo que acaba de oír. Pongo el altavoz para que Bruno
también pueda escuchar a Carlos.- Veníos los dos para el hospital
cagando leches-. Dice.-Carlos, ¿Qué pasa?-. Pregunta
Bruno.-Vuestro hijo está aquí. ¡Venid para acá ya!-. Dice gritando y
cuelga. Los dos nos levantamos y vamos corriendo al coche. Bruno
pisa a fondo el acelerador, haciéndonos ir a tanta velocidad como si
fuéramos por el autopista.
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Capítulo 41
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a sus padres hace trece años y que no me mataba allí mismo
porque tú, mamá, intentaste salvarles la vida. Entonces se me ha
puesto detrás y a los pocos segundos a empezado a pegarme
latigazos en la espalda con lo que supongo que era su cinturón. Lo
último que recuerdo, es haber notado que me dieran un golpe en la
cabeza, no podría decir con qué-. Cuando acaba de explicarnos lo
que ha sucedido, me doy cuenta de que me tiembla todo el cuerpo.
Me entran ganas de llorar. Salgo de la habitación, tambaleándome,
como si no me quedaran fuerzas en el cuerpo. Bruno me sigue
hasta el pasillo. Al cerrarse la puerta, me dejo caer, me siento en el
suelo, apoyada en la pared y empiezo a llorar. Bruno se agacha, se
sienta enfrente de mí y me abraza.-Les va a pasar lo mismo que a
nosotros, Bruno. La historia se repite, ahora con nuestro hijo.
Nuestro niño, Bruno-. Digo, entre sollozos, con un tono de
desesperación.
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Capítulo 42
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cicatrices que tiene papá no se las hizo ese cabrón. Dime que no-.
Me suplica. Me quedo quieta, llorando y sin saber qué hacer. Él se
echa las manos a la cabeza y poco a poco apoya la espalda en la
cama. Justo entonces, entra Bruno por la puerta.-Se lo he contado-.
Le digo a Bruno, él corre hacia Óscar para abrazarle y los dos
rompen a llorar. Me da un vuelco el corazón. Ahora mismo, lo único
que le pido a Dios, o sea quién sea el que esté allí arriba, es que
nuestro hijo y su novia no pasen lo mismo que nosotros. Pasan
unos minutos y, al mirar el reloj, me doy cuenta de que en un cuarto
de hora empieza mi turno, así que, a pesar de que me insisten para
que me tome el día libre, salgo por la puerta. Me dirijo al vestuario
para cambiarme.
Allí, pasan unos minutos hasta que estoy lista. Entonces alguien
llama a la puerta. Es Carlos.-¿Puedo pasar?-. Pregunta.-Sí-.
Respondo. Él entra, se dirige hacia mí y se sienta a mi lado.-¿Estás
bien?-.Me pregunta.-Más o menos. Algo asustada-. Le
contesto.-Escucha-.Dice.-No tienes porqué trabajar hoy, por ley, si
un familiar tuyo está ingresado, puedo darte hasta tres días libres.
Además, te debo horas de las extras que hiciste hace dos
semanas-. Añade.-Estoy bien, gracias-. Le contesto. Justo
entonces, sin darme margen de reacción, me besa. Me pone la
mano detrás del cuello con tanta fuerza que yo no puedo separarme
de él. Tardo varios segundos en poder hacerlo.-Carlos, no quiero
hacer esto-.Digo. Se queda callado unos segundos, mirando al
suelo.-¿Sabes cuál es la diferencia entre no poder y no querer?-.
Me pregunta, haciendo una sonrisa irónica. Yo me quedo
callada.-Que si no puedes, es porque tienes pareja y si no quieres,
en tu caso, es porque además de estar casada, es porque quieres a
tu marido-. Dice y hace una breve pausa.- Eso me dice que no
tengo nada que hacer-. Añade, se levanta y sale del vestuario sin
que yo pueda decirle nada. Aunque tampoco sabría muy bien qué
decir.
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Capítulo 43
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Camina rápido por la calle, tanto que yo tengo que correr para poder
seguirle. Le pregunto varias veces qué sucede, pero él guarda
silencio, no me escucha. Le miro a los ojos. Conozco esa mirada.
La misma que ponía su padre, aunque no sea su hijo de sangre,
cuando tenía miedo. Y Bruno sólo le temía a una cosa: su
compañero de equipo, José Castillo.
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Capítulo 44
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durante tanto tiempo. Tras dos segundos de estar completamente
petrificada, me levanto junto a Bruno, le pido disculpas al profesor y
los dos salimos del aula. El director del Instituto, un hombre alto,
calvo y cercano a los sesenta años, se dirige hacia
nosotros.-Disculpe, me gustaría hablar con usted y con su hijo en mi
despacho, si me acompañan…-. Dice. Ambos asentimos y le
acompañamos a su despacho.
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Capítulo 45
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se pone en pie. Cuando llegamos a ella, Óscar la abraza y luega la
besa.-Escúchame-.Dice él.-No cuentes nada. Inventatelo todo-.
Añade. Se queda pensativo unos segundos.-Ya sé. Dile que te vino
por la espalda, te puso un trapo en la boca, te drogó y que lo tienes
todo muy borroso. Que no le has visto bien la cara. Que no podrías
reconocerle. Si te pregunta por qué he pensado yo que ha sido él,
dile que es porque el otro día me lo encontré por la calle, él iba
borracho y me amenazó con hacerte daño. Dile que no quieres
presentar cargos. Ah, y le dices que crees que tiene el pelo rubio. Él
lo tiene castaño oscuro-. Dice. Ella dice que sí a todo. Entonces, el
director se asoma por la puerta de su despacho y le pide a Marta
que entre. Ella le da un beso a Óscar, le dice que le llamará cuando
salga y entra en el despacho. Justo entonces, aparece
Bruno.-¿Estás bien?-. Le pregunta a Óscar.-Sí. Por favor, vámonos
de aquí-. Responde. Salimos del instituto y nos dirigimos a casa.
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Capítulo 46
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Por la tarde, cuando Óscar va a recoger a Marta, Alicia llega del
instituto. Bruno y yo nos miramos a los ojos y suspiramos. Tenemos
que decírselo. La llamamos desde la cocina y le decimos que se
siente en la mesa.- Mira, Alicia. Tenemos que contarte algo-.
Empieza a decir Bruno.- El hospital en el que trabajo es como una
cadena hotelera, tiene varios hospìtales por toda españa. Por eso,
suelen trasladar sobretodo a los jefes. A mí, como soy jefa de
enfermería, me a tocado-. Digo, cada vez que abro la boca, me
suena cada vez menos creíble, pero la expresión de la cara de
Alicia me dice que se lo está tragando.-¿Quieres decir que…?-.
Empieza a decir. Yo asiento con la cabeza.-Nos mudamos-.
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Capítulo 47
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cuando fueras más mayor, pero creo que, ya que tenemos que
irnos, mereces saber la verdadera razón por la que nos vamos-.
Digo. Ella me mira extrañada.-¿No te trasladan?-. Pregunta. Yo
niego con la cabeza. Empiezo a contarle toda nuestra historia y al
acabar, le cuento lo que les a pasado a Óscar y a Marta. Cuando
acabo de hablar, me doy cuenta de que estoy llorando y ella
también. Nos abrazamos fuerte.- Voy a hacer la maleta-. Dice. Yo
asiento y tras darle un beso en la mejilla, salgo de su habitación.
Entonces, Bruno sube las escaleras.- Amor, ¿Estás bien?-. Me
pregunta.-Sí-. Respondo.-Bruno-.-Laura-. Hablamos los dos a la
vez. Ambos hacemos una media sonrisa.-Dime-.Dice.-No, tú
primero-. Digo.-Tú-. Insiste.-Vale-. Respondo y suspiro.- Se lo he
contado a Alicia-. Digo.-Bien, iba a decirte que se lo contáramos los
dos antes de irnos, pero si lo has hecho, ya está-. Dice.-¿Cómo se
lo ha tomado?-. Pregunta.-Bueno, está asustada y algo preocupada.
Ha llorado un poco, pero está bien-. Respondo.- Bueno, voy a hacer
la maleta-. Digo.- Sí, yo también-. Dice.-Ah, he encontrado un buen
instituto en A Coruña para los tres. Podrían empezar después de
Navidad-. Dice.-Perfecto-. Respondo.-No podemos darles de baja
del instituto, si ese es tan listo como su padre, si les damos de baja,
sospechará de algo y los van a buscar-. Dice. Yo asiento. Nos
dirigimos a nuestra habitación para hacer las maletas que, en media
hora, tenemos preparadas en la puerta de la casa para mañana por
la mañana.
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Capítulo 48
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cafetería gratis, me robaba exámenes de física, le pedí el favor de la
falsa documentación y también que estuviera atento tanto en el
instituto, como en mi equipo de baloncesto. Para que así, si oía algo
pudiera avisarme y que nos diera tiempo a salir de la casa-.
Explica.- Tengo mucho que aprender de ti-. Dice Óscar.- No se trata
de aprender, se trata de tener algunas amistades a las que yo llamo
“por conveniencia”. No es que no me caiga bien, es buen tío. Pero
su amistad no es la que yo hubiera tenido si no fuera “por
conveniencia”. Observa, observa muy bien la gente que tienes a tu
alrededor, la gente que, si algún día te ves apurado, te deba un
favor y no tenga otro remedio que devolvértelo-. Le aconseja
Bruno.-Tomo nota-.Dice Óscar.-También va para vosotras dos,
chicas-. Añade, mirando por el retrovisor. Ambas hacen una media
sonrisa y asienten. Tras un trayecto silencioso de varias horas, por
fin, llegamos a nuestro destino.
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Capítulo 49
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abraza.-Gracias por todo-. Dice.-No tienes por qué darlas-.
Respondo. Salgo de la habitación dispuesta a dirigirme a la mía
para poder instalarme.
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Capítulo 50
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consigue aumentar la imagen. Miramos la pantalla y me quedo
atónita al ver el rostro de esa persona, una persona con la que
hablo cada día, a la que conozco hace años y consideraba mi mejor
amigo. Empiezo a notar que me falta el aire. Es Carlos.
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Capítulo 51
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guantera.-¿Lista?-. Pregunta.-Lista-. Respondo, asintiendo.
Arranca el coche y emprendemos el camino de vuelta a Valencia.
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Capítulo 52
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del baño y le beso. Nos tiramos encima de la cama, nos
desnudamos mutuamente, él se pone el preservativo y…
Diez minutos más tarde, nos separamos. Nos tumbamos uno al lado
del otro, mirándonos.-No sabes cuánto tiempo llevaba soñando con
esto…-.Dice.-A ver… sin malpensar…-. Añande riendo.-Pero no
entiendo cómo has podido cambiar de idea tan deprisa-. Dice, serio.
Yo suspiro.- La verdad, es que ni yo misma sé por qué hago esto.
No es para jugar contigo, ni nada. Simplemente, es que desde lo de
Óscar, no hemos parado de discutir. Parece como si esto estuviera
debilitando nuestra relación cuando creíamos que la haría más
fuerte-. Digo.-Y lo de ayer ya fue la gota que colmó el vaso. Estoy
cansada de aguantar tanto y si lo hago, es por Alicia y Óscar-.
Añado, ya con una lágrima que dejo caer sobre mi
mejilla.-Perdona-. Me diculpo, secándome la lágrima con el dedo
índice.-Tranquila-.Responde.-¿Qué pasó ayer?-. Pregunta.-No lo
recuerdo muy bien, lo tengo todo muy borroso. Sé que discutimos y
que él se fue de casa. A las dos horas volvió y estaba muy
borracho. Le acompañé a la cama y fui a hacer la colada. Bajé las
escaleras con el montón de ropa en las manos y, como no veía por
donde pisaba, me resbalé y caí escaleras abajo. Me golpeé la
cabeza y me desmayé. Óscar se había ido con unos amigos y me
encontró tirada en el suelo-. Le explico. Nos quedamos unos
segundos en silencio y después él empieza a hablar.-Laura, tengo
que contarte algo...-.Dice.-Lo sé todo Carlos. Sé que José era tu
hermano. Que estabas con él en el parque, en el edificio
abandonado y después en Galicia-. Le interrumpo. Se queda
sorprendido, parado como si fuera de piedra. Entonces, Bruno
aparece en la habitación. Carlos se gira y le mira. Bruno le apunta
con el révolver y le dispara justo en el entrecejo.-Vístete-. Dice. Yo
me levanto de la cama y obedezco. Oigo cómo le dispara a Pol.
Bajamos las escaleras y, juntos salimos de la casa. Antes de subir
al coche, me besa. Entramos en el vehículo y emprendemos el
camino hacia Galicia.-Estás bien?-. Me pregunta.- Yo le miro y
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asiento. Él pasa su brazo por encima de mis hombros y me trae
hacia él. Desde que estamos juntos, siempre me había dicho que
haría cualquier cosa por mí. Bueno, mucha gente le dice eso a su
pareja, pero estoy segura de que nadie en todo el mundo más que
él ha matado a tres personas por su chica. No puede hacerse una
mínima idea de lo infinitamente agradecida que le estoy por ello.
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Capítulo 53
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