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Primera parte:

Capítulo 1

Son las dos y media de la madrugada y aún no he logrado conciliar


el sueño. Cansada de dar vueltas en la cama, cojo el móvil y abro
diferentes redes sociales. Por último, abro WhatsApp y veo que
Bruno, mi mejor amigo, está en línea. A los pocos segundos me
llega un mensaje suyo diciéndome que necesita hablar conmigo
mañana, así que, como cada día, quedamos para ir al instituto
juntos. Después, los dos nos desconectamos e intento dormir. Los
intentos son inútiles, no paro de pensar en qué quiere decirme
dentro de unas horas.

Son las seis y media de la mañana y me levanto de la cama sin


haber podido dormir tan sólo diez minutos.
A las siete y media, salgo de casa y le veo apoyado en la pared de
la casa del frente. Me acerco a él y tras darnos dos besos,
emprendemos el camino hacia el instituto.-¿Qué era lo que tenías
que decirme?-. Le pregunto.- No es nada-. Me responde, dudando. -
En realidad... -. Dice tras unos pasos. - En realidad, quería decirte
que me gustas-. Dice frenando en seco. Nos miramos fijamente a
los ojos y él continúa.-Y quería preguntarte si...-. Dice de manera
pausada y tímida.-¿Quieres salir conmigo? -. Yo me quedo atónita,
sin saber qué decir.-Mira Bruno...-. Empiezo a responder, sin saber
muy bien cómo hacerlo.-Tú también me gustas, pero no me siento
preparada aún como para tener una relación con alguien, soy
demasiado joven, demasiado inmadura. Simplemente, aún no me
veo saliendo con alguien. Y no quiero que ahora esto rompa nuestra
amistad ni nada por el estilo, porque eres una persona muy
importante para mí-. Tras darle esa respuesta, baja la mirada y
asiente.- Lo entiendo-. Responde. Noto un tono de tristeza en sus
palabras.- Bruno... -. Intento decir, pero me interrumpe.-No pasa
nada, lo entiendo-. Dice, haciendo una sonrisa irónica y asiente de

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nuevo. El resto del camino no volvemos a pronunciarnos una
palabra y tampoco lo hacemos durante el resto del día.

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Capítulo 2

Al día siguiente, voy sola al instituto. Es el primer día en muchos


años que lo hago. Al llegar a clase veo que Bruno no ha venido,
cosa que es poco común en él. Desde que le conozco, nunca había
faltado a clase, por muy enfermo que estuviera, no quería faltar
nunca.
A la hora del recreo, decido llamarle varias veces, pero ninguna de
ellas me responde.
Al acabar las clases, me paso por su casa para hablar con él.- Hola
Vanesa-. Saludo a su madre.- Hola Laura, ¿cómo estás?-. Me
responde con una sonrisa de oreja a oreja.- Bien, gracias. Venía a
ver a Bruno, como hoy no ha ido a clase, le he traído los deberes-.
Le doy como explicación de mi estancia en su casa.-¿cómo que
Bruno no ha ido a clase? -. Me pregunta extrañada.-Esta mañana
me he encontrado una nota suya en la cocina diciendo que había
salido antes de casa porque había quedado contigo y luego iríais
juntos al instituto -. Me explica dándome la nota para que pudiera
comprobarlo por mi misma.
Subimos a su habitación y allí vemos que faltan su maleta, sus
ahorros y algo de ropa.

Ambas intentamos llamarle, pero nos salta el contestador


automático. Vanesa se sienta en la cama y yo hago lo mismo. Noto
que hay algo duro y plano bajo la sábana, meto la mano por debajo
de esta y averiguo que ese objeto es el móvil de Bruno. Lo enciendo
y se lo doy a su madre y ella lo deja en la mesita de noche. -Será
mejor que me vaya-. Digo levantándome de la cama. Ella me sigue
y me acompaña a la puerta en silencio. Antes de salir por la puerta
le doy dos besos y ella me da las gracias por haber ido a su casa.
A los diez minutos, de camino a mi casa, recibo una llamada de un
número que desconozco. Dudo en contestar, pero al final lo
hago.-Laura-. Reconocería esa voz en cualquier lugar.-Bruno!-.
Exclamo aliviada.-Laura, estoy bien. No te preocupes-. Y cuelga

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antes de que pueda decir nada más. Intento llamarle a ese mismo
número, pero ha apagado el móvil.

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Capítulo 3

Ha pasado una semana desde la última vez que ví a Bruno. No he


vuelto a saber nada más de él desde que me llamó. No paro de
pensar en él, de mirar fotos suyas y de pensar en lo que me dijo la
ultima vez que hablé con él en persona. Tampoco puedo parar de
escuchar la grabación de la llamada que me hizo desde ese móvil.
De cada vez es mayor la necesidad que tengo de escuchar su voz.
Paso las noches en vela, llorando y pensando dónde y cómo
estará.También he dejado de comer, es como si mi apetito hubiera
desaparecido con él. No puedo evitar sentirme culpable, ¿habrá
querido desaparecer por haberle rechazado?
Intento llamarle al móvil con el que me llamó aquel día y a pesar de
que lo tenga apagado, todos los días le llamo por lo menos dos
veces. Aún tengo la esperanza de que alguna vez me conteste.

Pasa un mes y Bruno sigue sin aparecer...Ya no sé qué pensar. Es


la primera noche en un mes que logro dormir más de quince
minutos. Me levanto de la cama y miro el reloj. Las ocho! Si no me
doy prisa, llegaré tarde. Me arreglo un poco y salgo de casa. Hoy iré
en moto, no me da tiempo de ir al instituto andando.
Llego con quince minutos de antelación, así que me da tiempo de
pararme en la cafetería a comprarme un café. Allí me encuentro con
Valeria, mi mejor amiga y la única persona a quien se lo he contado
todo sobre el tema de Bruno.-¿Que tal estás? -. Me pregunta
dándome un abrazo. - Más o menos. Al menos he conseguido
dormir un poco esta noche-. Le respondo, bostezando. Buscamos
una mesa libre y nos sentamos.- La verdad, es que no sé cómo
aguantas todo esto. Yo ya me hubiera cortado las venas-. Me dice
acariciándome la espalda.- Cállate, que ganas no me faltan-. Le
respondo. -Estas muy delgada -. Me dice resoplando.- tienes que
comer más-. Me riñe sonriendo.- Esque ya se me han quitado hasta
las ganas de comer. Mis padres están de viaje y ni siquiera tengo
fuerzas para cocinar-. Digo.-Ahora vengo-. Dice levantándose de la

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silla y se dirige hacia la barra. A los pocos segundos vuelve con dos
bocatas y una caja de galletas de chocolate. -Las galletas te las
comes ahora-. Dice abriéndolas. -¿todas?-. Protesto.-Todas-.
Me responde. Yo resoplo y cojo una.- Y estos bocatas son uno para
la comida y otro para la cena-. Me dice mientras yo me como las
galletas.- ¿Todo esto me lo tengo que comer en sólo dos veces?-.
Le pregunto abriendo los ojos como platos.- Sí, y si hace falta,
vendré a tu casa para asegurarme de que te los comes -. Me dice
sonriendo. -no hará falta, tranquila-. Le contesto devolviéndole la
sonrisa. Suena el timbre que indica que faltan cinco minutos para
que empiece la primera clase y nosotras nos dirijimos al aula.

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Capítulo 4

Al salir de clase, tras darle dos besos a Valeria y jurarle un montón


de veces que me comeré los bocatas que me ha comprado, tengo la
extraña necesidad de no volver a casa, así que cojo la moto y voy a
dar una vuelta. Instintivamente, llego al lago dónde Bruno y yo
íbamos antes de ir al instituto. Allí hay una roca, debajo de un árbol
dónde nos sentábamos y nos dedicábamos a tirar piedras al agua y
ver cómo rebotaban. Bajo de la moto y veo que en la roca hay
alguien sentado y tirando piedras, la silueta es de un hombre cuya
estructura corporal me es muy familiar. Tras dar unos pasos, los
ojos se me llenan de lágrimas.-¡Bruno!-. Exclamo. Él se gira, me
mira y echa a correr. Le llamo varias veces, grito su nombre, pero ni
en tan solo una ocasión vuelve la cabeza. Me siento allí mismo y
dejo que mis lágrimas se desborden de mis ojos cayendo por mis
mejillas y dejando un sabor salado en mis labios. Tras unos
minutos, me monto en la moto y me voy a casa.

Al llegar a casa, decido llamar a Valeria.-Val. No te lo vas a creer-.


Le digo aún llorando.- Laura, ¿Qué pasa?-. Me pregunta.- Val, he
visto a Bruno-. Le digo.- ¿Estás en tu casa?-. Me pregunta.- Sí -. Le
contesto.- Vale, ahora voy y me cuentas-. Me dice y cuelga.
Tras contarle todo lo ocurrido, me da un abrazo e intenta
consolarme diciéndome que todo va a salir bien.-¿Te has comido el
bocata al mediodía?-. Me pregunta.-Enterito-. Le respondo. De
repente suena mi móvil.- ¿Quién es?-. Me pregunta Val.- No lo sé,
es de una cabina telefónica-. Le respondo extrañada.-¿Quién llama
desde una cabina telefónica hoy en día? -. Dice riendo. Yo río y
respondo a la llamada.- Si, dígame-. Digo. -Laura-. Reconocería
esa voz en cualquier sitio.- ¡Bruno!-. Valeria pone cara de
sorpresa.-¿Estás en casa?-. Me pregunta él.- Si, estoy en casa. Tu,
¿dónde estás?-. Le pregunto.- Te llamo desde la cabina telefónica
que hay al lado del instituto-. Me dice.-Voy para allá. No te muevas-.
Le digo y tras contestarme con un ''vale" cuelga.- Está en la cabina

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de al lado del instituto-. Le digo a Valeria.-Me voy para casa,
mantenme informada -. Dice dándome dos besos.

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Capítulo 5

Efectivamente, está allí. Me bajo de la moto y corro hacia él. Nos


damos un fuerte abrazo y los dos rompemos a llorar. Él no para de
pedirme perdón y yo le respondo que no pasa nada. Pasamos así
unos minutos, luego subimos a la moto y vamos a mi casa. Él llama
a sus padres para decirles que está bien y que está conmigo.
Después le pregunta a su madre haber si se puede quedar a dormir
a mi casa, esta le dice que sí, se despiden y cuelga el teléfono. Él
va a ducharse y mientras lo hace, yo le busco algo de ropa de mi
padre que le pueda ir bien. Cuando acaba, nos sentamos en mi
cama y él es quien empieza a hablar.-Lo siento-. Me dice
avergonzado con la cabeza baja .- Bruno, no tienes porqué pedirme
perdón-. Le digo mirándole.-He sido un idiota, no debería de haber
hecho esto. Te he hecho daño-. Me dice mirándome a los ojos.-
Este tiempo que no te he tenido conmigo, he comprendido la falta
que me haces. Bruno, ahora sé que estoy preparada-. Me acerco
poco a poco a él y nuestros labios chocan dando lugar a un intenso
y mágico beso. Nuestros labios se separan y él se quita la camiseta.
Me besa y mientras lo hace, me desabrocha los botones de la
blusa. Sus manos acarician mi cuerpo, yo me quito la blusa y me
abrazo a su cuello. Los dos nos desnudamos mutuamente y nos
dejamos llevar por la pasión mutua.

Estamos tumbados en la cama, besándonos intensamente, sin


ningún otro abrigo que nuestra ropa interior y la sábana,
impregnándonos de nuestro olor, recuperando el tiempo perdido,
como si esta fuera la última noche que pasamos juntos cuando en
realidad, tan sólo és la primera. Pasamos así hasta que nos
quedamos sin aliento, sólo entonces, nuestros labios se separan.
Yo me pongo de espaldas a él y me abraza. Antes de quedarnos
dormidos, ambos nos decimos un suave "te quiero".

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Capítulo 6

.-Buenos días princesa-. Me desvela una voz suave y dulce.


Seguidamente, unos labios, con sabor a chocolate, casi tan dulce
como la voz que procedía de ellos, chocan con los míos. Yo sonrío
y compruebo que lo de ayer no fue un sueño. Todo lo que pasó fue
real.-Buenos días mi príncipe azul -. Digo abriendo los ojos,
permitiéndome ver una hermosa sonrisa proveniente de un hermoso
rostro. Me siento en la cama bostezando y veo que en el escritorio
hay una bandeja con dos tazas llenas de chocolate caliente y un
plato con churros. Él coge la bandeja, se sienta en la cama, coje un
churro, lo moja en una de las tazas y lo muerde. -¿quieres?-. Me
pregunta. Yo asiento, él moja otra vez el churro, me lo acerca a la
boca y justo cuando voy a morderlo, se lo come y me besa.-¡Que
bueno!-. Digo riendo. Hacemos lo mismo varias veces, cambiando
los papeles. Alzo la mirada y veo que son las ocho.-¡Vamos a llegar
tarde al instituto!-. Digo dando un salto de la cama.-Que yo sepa, los
sábados no hay instituto-. Dice riendo.-pero si hoy es viernes-.
Digo.-No, hoy es sábado -. Me corrige. Yo resopló y vuelvo a
sentarme al lado suya.-¿Vamos a dar un paseo? -. Me
pregunta.-Vale, pero ¿dónde?-. Le pregunto.- ¿A la playa?-. Me
sugiere-. Yo asiento, me como otro churro y voy a cambiarme.

Salimos de casa a las diez y con la moto nos dirigimos a la playa. Al


llegar allí, extendemos las toallas en la arena y nos sentamos.-Estas
muy delgada-. Me dice mirándome.-Cuando desapareciste dejé de
comer, no tenía apetito y no tenía fuerzas para prepararme nada-.
Le explico.-¿Y tus padres?-. Me pregunta.-Están de viaje hace dos
semanas-. Le respondo. Él se levanta y me extiende su mano para
que haga lo mismo. Me coge de la cintura, me carga en su espalda
y empieza a correr hacia la orilla. Yo grito y le digo que pare, pero
nada sirve. Al tener los pies en el agua, acelera el paso y cuando el
agua le llega a poco más de la cintura, se echa para atrás,
haciéndome caer al agua. Los dos reímos y empezamos a

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salpicarnos mutuamente. Después los dos corremos hacia el otro y
nos besamos. El sonido de mi móvil nos interrumpe. Yo corro hacia
la arena, me seco las manos y contesto a la llamada. Es
Valeria.-Laura, porqué no has venido hoy al instituto? -. Me
pregunta.-¿Al instituto?-. Le pregunto.- Si, esa cárcel a la que nos
obligan ir nuestros padres para que aprendamos cosas aburridas-.
Me responde irónicamente. Yo río sin saber qué responderle. -No
me encuentro muy bien, estoy mareada y creo que tengo algo de
fiebre-. Le miento. Justo entonces, Bruno me llama para que vuelva
al agua.-¿Estas con Bruno? -. Me pregunta.- Sí, le he llamado esta
mañana para que viniera a hacerme algo de compañía-. Le digo
.-¿Qué tal os fue ayer?-. Me pregunta.-Bien, luego pásate por casa,
me traes los deberes y te cuento-. Le digo.-Vale, cuídate guapa-.
Me dice.-Lo haré, gracias-. Le respondo. Nos despedimos y finalizo
la llamada. Vuelvo al agua, abrazo a Bruno y le doy un
beso.-¿Comemos?-. Me pregunta.- Antes respóndeme a una cosa-.
Le digo mirándole a los ojos.- ¿Hoy qué día es?-. Le pregunto con
una sonrisa irónica.-Sábado-. Me dice.-Hoy es viernes, Bruno-. Le
digo cruzando los brazos.-Por muchas ganas que tengamos de
faltar al instituto, no podemos hacerlo. Y es más, le he tenido que
mentir a mi mejor amiga-. Le riño.-Tienes razón, pero esque tenía
tantas ganas de pasar el día contigo que no se me ha ocurrido otra
forma de poder hacerlo-. Me mira poniendo cara de cachorrito.-No
pasa nada, tonto. Pero como lo vuelvas a hacer, te vas a enterar-.
Le digo poniendo la cara seria. Él me besa y luego nos dirigimos a
la arena para comer. Después de hacerlo, cogemos la moto y
volvemos a nuestras casas.

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Capítulo 7

Al llegar a casa, después de llevar a Bruno a la suya, me encuentro


a Valeria esperándome en la puerta.-¿Pero tu no estabas
enferma?-. Me pregunta con los brazos cruzados cuando me bajo
de la moto. Me quito el casco y le doy dos besos.-¿Eso es un
chupetón?-. Me pregunta riendo y acariciándome el moratón que
tengo en el cuello.-Tengo muchas cosas por contarte-. Le digo
asintiendo. Las dos entramos en casa y mientras le sirvo una taza
de café con galletas, se lo cuento todo. Entonces, me llega un
mensaje de Bruno.-Es él-. Le digo.-¿Qué dice?-. Me pregunta.-Me
invita a cenar con él-. Le contesto.-¡Dile que sí!-. Contesta, tan
entusiasmada como si la hubieran invitado a ella. Yo le contesto a
Bruno y seguimos hablando.-¡Mierda! ¡Las seis y media! ¡He
quedado con Bruno dentro de una hora!-. Digo levantándome de la
cama y dirigiéndome hacia el armario.-Yo te ayudo a arreglarte y
estás lista en un momento-. Me dice Valeria acercándose a mi lado.-
Ponte este-. Dice cogiendo un vestido de rayas con perlas
blancas.-Es precioso-. Dice acercándomelo.- No tengo zapatos para
ponerme con este vestido-. Le digo.- Toma-. Me dice, quitándose
los tacones.-Cuídamelos, son los mejores que tengo-. Me
dice.-Gracias Val-. Le digo abrazándola.-Date prisa-. Me apresura.
Yo me pongo los tacones y me paso el vestido.-¿Y que me hago en
el pelo?-. Le pregunto desaciéndome la coleta.-Tranquila yo me
encargo-. Me dice. Las dos nos vamos al baño y yo me siento en el
váter. Le doy unas cuantas horquillas de pelo que me pide y en
menos de un cuarto de hora, hace magia con mi pelo recogiéndolo
en un moño perfecto.- Yo me voy-. Dice.- No menees mucho la
cabeza, no sea cosa que se te deshaga el moño-. Me dice.-Eres la
mejor -. Le digo dándole un fuerte abrazo.-Gracias por todo-. Añado,
acompañándola a la puerta.

Diez minutos más tarde, Bruno me recoje de casa.- ¿Adónde

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vamos?-. Le pregunto.-Ya lo verás-. Me responde poniéndome un
pañuelo en los ojos evitándome ver cualquier cosa.

Tras una larga caminata, me quita el pañuelo de los ojos y veo que
me ha traído al lago donde cada mañana venimos antes de ir al
instituto. Ha decorado el árbol con farolillos para que así sirvan de
iluminación y ha preparado un picnic para los dos con un mantel a
cuadros para sentarnos.-Está precioso-. Le digo.-¿Te gusta? -. Me
pregunta.-Me encanta-. Le respondo. Cenamos, hablamos, nos
hacemos bromas y reímos. Luego nos dedicamos a tirar piedras al
agua. Pasamos así media hora y luego el se levanta.- Casi se me
olvida-. Dice sacando de detras del árbol un regalo que casi es mas
grande que él.-¿Qué es?-. Le pregunto.-Ábrelo-. Me dice. Antes de
hacerlo, yo meto la mano en el bolso y saco una caja envuelta en
papel de regalo.-Esto es para ti-. Le digo tendiéndosela. Los dos
abrimos nuestros regalos a la vez. Los dos hacemos una expresión
de sorpresa a la vez.-Es precioso-. Digo abrazando el oso de
peluche que ha surgido de debajo del papel.-Te habrá costado un
ojo de la cara-. Me dice.-No creas, hace dos semanas vi que estaba
al setenta y cinco por ciento de descuento y tuve la necesidad de
comprartelo-. Le digo sonriendo.-Gracias-. Decimos los dos a la vez.
Una ráfaga de aire frío nos interrumpe la velada.-Empieza a hacer
frío, ¿nos vamos?-. Yo respondo con un “sí” y me levanto. Los dos
lo recogemos todo, lo metemos en el tronco de un árbol tumbado y
seco y volvemos a casa.

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Capítulo 8

Andamos poco a poco por la calle, en silencio y abrazados. En la


entrada de un parque, vemos a un grupo de chicos de nuestra edad,
quizá uno o dos años mayores que nosotros, fumando.- Cruza la
calle-. Me dice Bruno nervioso. Yo obedezco y los dos cambiamos
de acera.-¿Qué te pasa?-.Le pregunto.-Nada, camina más rápido-.
Me dice, poniéndome la mano en la espalda.-Bruno-. Le llama el
más bajito del grupo, acercándose a nosotros. Bruno traga saliva
aún más nervioso.-Vete a casa Laura-. Me dice.-No, tu no vas a
ninguna parte-. Dice el mismo chico.-Bruno, ¿Qué pasa?-. Le
pregunto yo asustada.-Nada, tranquila-. Me dice tragando
saliva.-Dejad que se vaya-. Les pide. Pero hacen oídos sordos. Dos
de ellos se acercan a nosotros, nos cachean, nos quitan los
móviles, los rompen y uno de ellos me coje del brazo y me aleja
unos pasos y el resto del grupo se acerca a él. El mas bajo, se saca
un porro del bolsillo, lo enciende y le da una calada.-¿Quieres un
poco?-. Le pregunta a Bruno.-No, yo no fumo-.Dice negando con la
cabeza.-Venga, dale una calada al menos-. Insiste, acercándole el
porro a la boca.-¡Dejadle en paz gilipollas de mierda!-. Grito
llorando. El que tiene el porro en la mano, se gira y se acerca.-Será
mejor que te calles. Así posiblemente acabaremos antes-.Me dice,
con tan sólo dos centímetros de separación entre mi nariz y la suya.
Acto seguido, me clava el porro en el brazo produciéndome una
dolorosa quemadura. Yo intento no gritar, pero si que dejo escapar
un gemido de dolor.- Esto es sólo una advertencia, una palabra más
y os matamos a ti y al tonto polla de tu novio-. Me advierte
susurrándome al oído. Se queda mirándome con una sonrisa
perversa unos segundos, yo aprovecho y le escupo en la cara.-Muy
bien, tú lo has querido-. Dice, quitándose mi saliva de la cara. Acto
seguido, me pega un puñetazo en el estómago y yo caigo al suelo.
Los oídos me pitan y oigo a Bruno gritar, pero no puedo entender lo
que dice. Veo que el chico vuelve donde está Bruno y los otros dos
que lo sujetan. Cuando está delante suyo, le da una patada allí

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donde a los hombres más les duele. Forcejeo con los brazos para
intentar librarme de las manos del chico que me sujeta, pero éste
me estira el brazo hasta que casi puedo tocarme el omóplato. Yo
dejo de forcejear y entonces, empiezan a pegarle una paliza a
Bruno. Yo chillo pidiendo ayuda y el chico que tengo detrás mía me
tapa la boca para que me calle. Tras varios golpes, cae al suelo. Yo
les pido que paren, pero ni tan sólo se inmutan. Empiezan a darle
patadas por todo el cuerpo, insultándole. Pasan así tan sólo dos
minutos, pero parecen horas. Los golpes cesan y él le escupe
encima.-Vámonos-. Dice. Yo corro hasta dónde está Bruno y me
agacho a su lado. -Ah, se me olvidaba-. Dice dirigiéndose a mí el
que le ha pegado la paliza.-Como le digáis algo de esto a alguien,
desearéis estar muertos-. Se gira y todos ellos se marchan. Le
acaricio la cara a Bruno. Intento ponerle de pie, apoyando todo su
peso en mí. A pesar de que está consciente, parece un cuerpo sin
vida. Cuando lo consigo, volvemos lo más rápido que puedo a casa.

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Capítulo 9

Llegamos a mi casa, le tumbo en mi cama y voy a buscar el


botiquín. Le curo las heridas lo mejor que sé y nos quedamos los
dos tumbados y abrazados.-Lo siento-. Dice él.-Nada de esto ha
sido culpa tuya-.Le digo.-No puedo evitar sentirme culpable-. Me
reprocha.-¿Quienes son esos tíos?-.Le pregunto.-Son unos
compañeros de baloncesto-. Me responde.-Tenemos que ir a la
policía y contarles todo esto-. Digo, incorporándome.-¿Acaso no los
has oído? Nos matarán si lo hacemos-. Me dice, incorporándose
también.-No pienso quedarme de brazos cruzados a esperar
encontrarme otra vez con ellos por la calle. Posiblemente nos maten
la próxima vez que nos crucemos con ellos-.Le digo alzando la voz.
Él suspira y me da la razón. Suena el teléfono de casa y corro para
responder. Es Valeria.-Laura, ¿qué tal ha ido con Bruno?-. Me
dice.-Val, ahora no puedo hablar, luego te llamo-. Y le cuelgo. Son
las doce y media de la noche y cojemos la moto para ir a la policía.
A un par de metros del edificio, veo que en la puerta nos están
esperando los compañeros de baloncesto de Bruno.-Bruno, nos
estan esperando justo delante de la puerta-. Le digo poniéndome la
gorra de la chaqueta. Él hace lo mismo y los dos nos damos media
vuelta para volver hacia la moto, disimuladamente. Él se gira para
ver si nos siguen. Me abraza con un brazo por detrás del
cuello.-Tienes que irte-. Me susurra.-No pienso dejarte sólo-. Le
contesto.-Por favor-. Me dice.-No me voy a ir a ninguna parte sin ti-.
Le insisto.-Mira que llegas a ser cabezona-. Me dice negando con la
cabeza. Empezamos a caminar más rápido. De repente Bruno se
gira y yo detrás de él. Nos han pillado.- No digáis ni una sola
palabra-.Nos advierten. Nos obligan a acompañarles y nos meten
en un coche.

A la media hora de camino, llegamos a un edificio abandonado. A


mi me dejan con un chico alto y fuerte que me obliga a sentarme en
el suelo tras atarme las manos detrás de la espalda y los pies. El

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resto, se llevan a Bruno a la planta de arriba. Intento no llorar,
aunque de cada vez se me hace más difícil. Oigo los gritos de dolor
de Bruno y yo grito pidiendo ayuda. El chico se acerca y me da un
puñetazo en la cara tan fuerte, que me tumba hacia un lado. Intento
incorporarme dificultosamente, pero al final lo hago. Oigo a Bruno
gritar y se me encoje el pecho. Oigo insultos que van dirigidos a él,
más golpes y más gritos. A los pocos minutos, veo que bajan por las
escaleras con Bruno, inconsciente, cargado a las espaldas de dos
de ellos. Sólo entonces, rompo a llorar. Todos se acercan a mi y dos
de ellos me levantan del suelo. El "jefe" se acerca a mi oreja.-Os
dije que deseariais estar muertos si le decíais a alguien lo sucedido.
Así que ya ves que yo cumplo con lo que digo. Ya le ha tocado a tu
novio, ahora te toca a ti-. Me dice. Me indica que me dé la vuelta,
me desata las manos y luego los pies. Noto que me pone las manos
en la espalda y me baja la cremallera del vestido. Luego,
lentamente me quita las mangas y lo deja caer. Asustada, me apoyo
en la pared y en ningún momento, muestro ningún signo de
resistencia. También me quita el sujetador. Entonces, me dice que
me dé la vuelta y yo obedezco sin intentar ocultar mi cuerpo. El
resto empieza a silbar y él me ata las manos a dos hierros que hay
en la pared, dejándome los brazos en cruz. Se ponen en fila y, uno
por uno, empiezan a tocarme. Yo no puedo parar de llorar. Mientras
ellos abusan de mí, yo no puedo dejar de mirar a Bruno que llace en
el suelo aún inconsciente. Pasan unos minutos y Bruno recupera el
conocimiento. Yo pongo los labios de manera que le indico que no
haga ruido. Se levanta lentamente y coge un Revólver que alguno
de ellos ha dejado antes en el suelo. Sin moverse del sitio, carga la
pistola y dispara a uno de ellos. El resto, se gira. Bruno sostiene la
pistola en alto, apuntando a otro de sus compañeros.-Vístete-. Me
dice, sin dejar de mirar al que está apuntando. Yo obedezco y me
pongo el sujetador y el vestido lo más rápido que sé. Cuando acabo,
me acerco a él y le abrazo, aún llorando. Él no deja de apuntarles
con el Revólver, pero sí que con la otra mano me acaricia la
espalda.-Tranquila-. Me dice con un tono tranquilizador. Tras unos

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segundos, nos separamos.-Sal fuera-. Me dice con un tono más
severo.-Bruno... -. Intento decir.-Ya me has oído-. Me dice alzando
la voz. Yo obedezco y busco la salida. A los cinco minutos, sale él,
me coge de la mano y tras darme un beso, empieza a andar muy
deprisa.

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Capítulo 10

.-¿Estás bien?-. Me pregunta.-si, ¿y tu?-. Le respondo.- Muy


dolorido, pero ahora, tenemos que irnos a casa-. Me dice.-Ni hablar,
nos vamos al hospital a que te miren esos golpes, esas heridas y si
te han hecho algo en la cabeza-. Le digo. Él asiente con la cabeza y
suspira.-No te asustes, ¿vale?-. Me dice, frenando en seco. Se gira,
se quita la chaqueta, la sudadera manchada de sangre, y se levanta
la camiseta, dejando al descubierto la espalda, llena de cortes. Yo
me tapo la boca, aguantando las ganas de llorar.- Vámonos, rápido.
Tiene que verte un médico urgentemente-. Digo. Tras unos pasos,
al lado de una papelera, vuelve a pararse.-¿tienes alguna bolsa de
plástico?-. Me pregunta. Yo reviso mi bolso y saco una bolsa para
los excrementos de los perros.-¿Sirve?-.Le pregunto.-Si-. Me
responde. Entonces, saca el Revólver del bolsillo de dentro de la
chaqueta.-¿Aún lo tienes?-. Le pregunto.-¿Qué querías? Que se lo
dejara a ellos para que me pegaran un tiro-. Dice. Mete la pistola en
la bolsa.-Espera, no la tires. Si deciden volver a buscarnos, nos
hará falta-. Le digo. Me da la razón y se la guarda en la chaqueta.
Caminamos hasta llegar al hospital. Bruno tira a una papelera el
Revólver, entramos y le atienden. Llamamos a nuestros padres
desde el teléfono que hay en la sala de espera y les contamos todo
lo sucedido. Bruno le dice a sus padres que los médicos quieren
ingresarle para tenerle en observación debido a la pérdida del
conocimiento.-Mis padres, dicen que cogerán el próximo vuelo de
vuelta-. Le digo a Bruno tras hablar con mis padres. Él asiente con
la cabeza.-Quédate aquí conmigo, no quiero que vuelvas sola a
casa-. Me dice.-¿Crees que me iría a casa teniéndote aquí
ingresado? De eso ni hablar. Me quedaré contigo hasta que te dén
el alta-. Le digo tras darle un beso.-Tenemos que llamar a la policía
y contarles todo lo sucedido. Aunque yo pueda salir perjudicado,
quiero hacer las cosas bien desde el principio-. Me dice serio.-No
pienso testificar en contra tuya-. Le digo.-Tienes que decir la verdad.
No creo que me pase nada al haber hecho lo que he tenido que

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hacer en defensa tanto propia, como tuya-. Me dice y me
abraza.-Todo saldrá bien-. Añade.

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Capítulo 11

Los próximos dos meses, son los más difíciles. Discutimos con
frecuencia sobre el tema de testificar en contra suya. Yo no quiero
hacerlo, pero él me insiste en que diga la verdad. Incluso en
ocasiones, me planteo dejarle, así podría decir la verdad sin que me
afectara tanto, pero le quiero demasiado cómo para hacerlo. Igual
me afectaría más si rompiera con él. No soportaría pensar que le he
dejado cuando él arriesgó su vida por mí, que estuviera superando
él sólo el trauma de haber matado a alguien por defenderme.
Simplemente, no me lo perdonaría.

Mis padres me acompañan a su casa para hablar con él. Desde lo


sucedido, me da miedo salir sola a la calle. Me dejan justo en frente
de la puerta, dan media vuelta y se van. Toco el timbre y es Bruno
quien me abre. Nos saludamos y nos damos un beso.-Tienes mala
cara, ¿estás bien?-. Le digo acariciándole la mejilla.- Si, tranquila.
Desde ese día, por las noches tengo pesadillas que no me dejan
dormir, pero sí, estoy bien-. Me dice. Subimos a su habitación y nos
sentamos en la cama.-Bruno, he estado pensando y...-. Hago una
breve pausa.- No quiero que estemos mal, discutiendo cada dos por
tres, así que voy a decir la verdad. Me han llamado para que vaya
esta tarde a testificar y voy a decirles la verdad-. Le digo y acto
seguido, una lágrima se desborda y cae por mi mejilla.-Ey... ven
aquí-. Me dice abrazándome.-No me va a pasar nada, tranquila-.
Dice para consolarme. Me da un beso en la frente y me acaricia el
brazo.- Esque necesito tenerte a mi lado y pensar que puede que no
lo vas a estar en mucho tiempo... No sé qué haría, la verdad-. Digo,
sacándome las lágrimas.- Pues harías lo mismo que yo, esperar a
que todo pase, porque por mucho tiempo que pasáramos
separados, yo nunca dejaría de quererte-. Me dice. Yo hago media
sonrisa y oigo un claxon.- Deben de ser mis padres-. Digo
levantándome.- Espera-.Dice.- Quédate a comer y luego te
acompañamos nosotros a la policía-. Me pide.- Vale, espera que se

21
***
lo digo-. Le respondo. Los dos bajamos y salimos para avisarles.
Después, comemos, subimos otra vez en su habitación y nos
tumbamos en la cama.- Te quiero-. Me susurra al oído.-Y yo-. Le
respondo. Los dos nos abrazamos y nos quedamos dormidos.

22
***
Capítulo 12

Llega el dia del juicio y Bruno y yo, nos encontramos junto a


nuestros padres en los juzgados. Nos abrazamos fuerte y nos
besamanos.

El juicio dura casi cinco horas. Finalmente, por suerte, declaran a


Bruno inocente, la parte mala, es que tampoco declaran culpables a
sus compañeros de equipo.

Al salir de los juzgados, Bruno me dice que esta tarde vaya al lago,
donde tuvimos nuestra primera cita. Me dice que tiene que hablar
seriamente conmigo, pero no me dice sobre qué. ¿Qué será?

Por la tarde, cojo la moto y me dirijo al lago. Allí veo que Bruno está
sentado encima de la roca que hay bajo el árbol. Me dirijo a él y veo
que está muy serio.-Bruno ¿qué te pasa?-. Le pregunto
preocupada.-De eso mismo quería hablarte-. Me dice
mirándome.-Tenemos que desaparecer de aquí-. Añade mirando el
suelo.-No te entiendo ¿a qué te refieres?-. Le digo.- Me refiero a
que tenemos que irnos de casa-. Me responde volviéndome a
mirar.-¿Por qué?-. Le pregunto.-Pues porque como nos volvamos a
cruzar con José y los demás, nos matarán-. Dice aumentando el
tono de voz y refiriéndose a sus compañeros de equipo.-Tienes
razón-. Le digo.-Pero esto lleva meses de preparación-. Añado.-Es
que llevo meses preparándolo-. Dice.- pero ¿Adónde iremos?-. Le
pregunto yo.-Mi padre heredó la casa donde vivían mis abuelos en
A Coruña y está completamente deshabitada. Podemos irnos allí-.
Me dice.- Y ¿cómo piensas llegar a Galicia?-. Le digo.-De eso no te
preocupes. Lo tengo todo pensado-. Me dice.-¿Cuándo nos
iremos?-. Le pregunto.-Mañana a las tres y media de la mañana te
recogeré en tu casa-. Me responde. Parece tenerlo todo bajo
control, cosa que me tranquiliza bastante.-Vale, lo tendré todo listo-.
Digo y me levanto dispuesta a marcharme.-Una última cosa-. Me

23
***
frena.- Si hacemos esto, luego no habrá vuelta atrás-. Me
advierte.-Lo sé -. Le digo asintiendo. Me acerco a él, le doy un beso
y me dirijo a casa.

Hoy es el día. Me levanto y ando silenciosamente por toda la casa,


grabando en mi mente cada rincón porque es muy probable que no
vuelva a verla en mucho, mucho tiempo. Entro en la habitación de
mis padres y los observo durante unos minutos. De repente, un
sentimiento de tristeza me invade el pecho. Antes de salir, les lanzo
un beso al viento. Me dirijo a la cocina y allí les dejo una nota
dándoles explicaciones de porqué me voy de casa. Después de
esto, salgo de casa con la mochila, que lleva todo lo que voy a
necesitar, y veo a Bruno montado en una Harley Davidson negra
con un casco en el brazo a parte de otro que lleva en la cabeza. Se
baja de la moto, se quita el casco y nos besamos.-Última
oportunidad para echarse atrás-. Dice, tendiéndome el casco. Yo lo
cojo, me lo pongo y camino rápidamente hacia la moto. Él se sube y
yo detrás suyo. Arranca y juntos emprendemos un viaje que nos
cambiará la vida por completo.

24
***
Segunda parte:

Capítulo 13

Estamos en el autopista, subidos en nuestra Harley Davidson y de


camino a nuestro nuevo hogar en A Coruña. Vamos a mucha
velocidad. Se me ocurre alzar la cabeza por encima del hombro de
Bruno y mirar el velocímetro. Confirmando mis expectativas, veo
que vamos a ciento cincuenta por hora. Vuelvo a agachar la cabeza
y me abrazo más fuerte a él. A esa velocidad, a las diez de la
mañana, llegamos a nuestro destino. La casa es la última que hay
en una calle que da al mar, una calle tranquila refugiada del sol por
la sombra de los espesos árboles que hay en las orillas de las
aceras. Es una casa grande, de tres pisos de altura, un gran patio
con césped y piscina y la fachada de piedras marrones de
diferentes tonalidades. Entramos en la casa y dejamos las maletas
en el suelo del recibidor.-Bienvenida a tu nuevo hogar-. Dice
él.-Nuestro nuevo hogar-.

En la cocina, se sienta en una de las sillas. Saca dos sobres de su


maleta y los deja sobre la mesa. uno lleva su nombre y el otro, el
mío.-Dame tu móvil-. Me dice. Yo obedezco y se lo doy. Acto
seguido, lo tira al suelo y el móvil se rompe.-¿Qué haces?-. le
digo.-Nos pueden localizar con estos móviles, dentro del sobre hay
otro con una tarjeta SIM de prepago, estas no pueden ser
localizadas-. Abro el sobre y veo que hay un móvil de esos que
parecen de la era prehistórica que llevan tapa.-¿pretendes que lleve
esto como teléfono móvil?-. digo riendo.- puedes llamar y enviar
mensajes ¿verdad? Pues ya está-. Dice él sin esperar mi respuesta.
Hace lo mismo con su móvil mientras yo le meto la tarjeta a mi
“nuevo” móvil.-¿Puedo llamar a mis padres?-. Le pregunto.- Claro,
pero no tardes mucho, el saldo tiene que durarte lo máximo
posible-. Me responde.- Ah, otra cosa: diles que estamos en Galicia,
pero no les concretes nada-. Asiento con la cabeza y marco el

25
***
número con las duras teclas. Mi padre es el que responde, tras un
minuto de hablar con él, me pasa con mi madre y más o menos
hablo el mismo tiempo. Les digo que estoy bien, que no se
preocupen y que les quiero. Cuelgo y me dirijo hacia Bruno y le
abrazo.- Vamos a instalarnos-. Dice él tras unos minutos. Juntos
subimos a la habitación principal. Esta es grande, con una cama
doble, un baño, un vestidor con dos armarios muy grandes, un
escritorio y unas ventanas enormes con vistas a la playa. Dejo la
maleta en el suelo y me siento en la cama para comprobar que es
suficientemente blanda para mi gusto. Él se sienta a mi lado.-¿Estás
bien?-. Me pregunta acariciándome la espalda. Yo asiento y le
beso.-Voy a comprar al supermercado, ¿vienes?-. Me Dice.- No,
gracias. Aún tengo cosas por meter en su sitio-. Él asiente y da
media vuelta.- Antes de irte, contestame a una pregunta: ¿De dónde
has sacado la moto?-. El se gira y me mira.-La he robado-.
Responde.-¿Cómo? -. Grito. Me tapa la boca impidiéndome
hablar.-Sé que estás enfadada y lo entiendo, pero era la única
manera de venir hasta aquí sin tener que pagar nada de transporte-.
Dice y me besa.-No corras por la carretera-. Le digo. Él sonríe,
asiente con la cabeza y sale por la puerta. Ya que estoy sola,
aprovecho para investigar un poco la casa. Recorro los pasillos y el
resto de las habitaciones que me quedan por ver. Hay una cosa que
no me cuadra y es que desde fuera, la casa tiene tres pisos, pero no
hay escaleras que lleven al tercero. Me paseo un rato por el pasillo
del segundo piso, pensando cómo subir al tercero. Voy a bajar al
primer piso, cuando me encuentro una anilla de hierro medio
oxidada colgando de una cuerda fina. Estiro de ella y una
compuerta en el techo se abre dejando caer una escalera de
madera.

26
***
Capítulo 14

Tras asegurarme que aguanta mi peso, subo al tercer piso. La


escalera da lugar a una habitación con grandes cortinas tapando las
ventanas y evitando que entre la luz del Sol. Sin apenas ver nada
más que la silueta de los muebles que descansan bajo viejas
sábanas, corro las cortinas dejando paso a los rayos de luz
iluminando la habitación. Le quito la sábana a una vieja estantería,
dejando al descubierto, infinidad de libros y álbumes de fotos. Cojo
uno y tras quitarle la sábana a un viejo balancín, me siento y
empiezo a hojear las páginas. De repente, los ojos me pesan, los
cierro y entro en un profundo sueño.
Los gritos de Bruno diciendo mi nombre me despiertan. Corriendo
sube la escalera y hace un signo de alivio al verme.-Gracias a Dios-.
Dice poniéndose en pié con respiración acelerada.-¿Qué pasa?-. Le
pregunto.-.Que ¿qué pasa? Pasa que te he llamado al móvil como
diez veces y no me contestabas las llamadas. Me he asustado
mucho-. Dice abrazándome.-Lo siento-. Digo. Le pongo la mano en
el pecho y noto que su corazón va a cien pulsaciones por minuto.-
Aquí no me va a pasar nada, tranquilo-. Le digo acariciándole la
sudada frente y retirando el pelo que cae sobre ella.-Tengo
hambre,¿comemos algo?-. Dice él. Yo asiento con la cabeza y
bajamos a la planta baja. En el comedor, atado a una silla y con un
lazo en el cuello, duerme un cachorro en el suelo.-¡Que cosita más
mona!-. Exclamo arrodillándome en el suelo frente a la perrita. Esta
abre los ojos y me mira moviendo la cola.-Bruno, ¿de dónde la has
sacado? No podemos permitirnos tener una mascota ahora-. Le
digo algo seria.-Lo sé, pero estaba atada al lado del supermercado
con una nota que decía que alguien se lo llevara. A su lado tenía
una caja llena de pienso para al menos dos meses. No podía dejarla
allí abandonada-. Me dice.-¿Y las vacunas?-. Digo yo.- El anterior
dueño se encargó de dejar también la cartilla veterinaria y aquí dice
que hasta dentro de tres meses, no le toca la siguiente-. Me
responde enseñándome los papeles de la perra.-¿Y de dónde

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***
piensas sacar el dinero para pagarle todas las necesidades?
Comida, vacunas, anti-pulgas…-. Digo contando con los dedos-. No
te preocupes, he estado preguntando a los vecinos y este fin de
semana. Tengo que ir a tres casas a cortar el césped y a dos a
limpiar. Ah, y la semana que viene, un vecino me va a traer la moto
para que se la arregle-. Me dice llevando las bolsas de la compra a
la cocina.-Lo tienes todo pensado-. Le digo siguiéndole.-He hecho
cálculos y, mentalmente, si no voy mal, con tan sólo eso, me
pagarán casi doscientos euros-. Me dice.-El lunes iré a la oficina de
trabajo haber si encuentro algo que nos pueda venir bien. Ah! Se
me olvidaba-. Dice metiéndose la mano en la bolsa que lleva
cargada en el hombro.-Toma, tu nueva identidad-.Me tiende un
sobre grande de tamaño folio.-Según esto, tenemos diez y ocho
años y carnet de conducir de moto.-una última cosa-. Dice. Justo
entonces, vuelve a meter la mano en la bolsa, saca una cajita de
color rojo, se arrodilla y la abre.-¿Quieres casarte conmigo?-. Me
dice. ¡está loco! ¡Apenas llevamos medio año saliendo juntos y ya
quiere que me case con él! ¡Qué locura! ¡Solo tenemos dieciséis
años! .-¿Por qué no?-. le respondo y le beso. Y es que con él haría
las mayores locuras del mundo.

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***
Capítulo 15

Son las tres y media de la mañana y me despierto sobresaltada por


los gritos de Bruno. Las pesadillas le atormentan todas las noches
desde lo ocurrido. Me giro y le miro. Aricio su frente y su pelo
diciéndole palabras tranquilizadoras. A pesar de que está más
tranquilo, se despierta.- Joder, lo siento-. Me dice.-Tranquilo, no
importa-. Respondo.-Intenta volver a dormirte-. Me dice y me besa.
Yo obedezco y cierro los ojos. Pasa más de hora y media y no logro
dormirme. Parece que él sí ha podido. Me levanto silenciosamente,
cojo algo de ropa para ponerme y bajo al primer piso. Allí me visto y
decido salir a pasear con nuestra nueva mascota. Antes de salir, le
dejo una nota a Bruno diciéndole que estoy en la playa y se la dejo
en la mesita de noche a su lado de la cama. Ahora sí, salgo de
casa. Al llegar a la playa, que no está a más de cien metros de
casa, me siento en la orilla dejando que las olas mogen mis pies
mientras la brisa me golpea la cara. A la media hora, el sol se
asoma por el horizonte, reluciente. Pasan unos minutos y Bruno se
sienta a mi lado.-Siento haberte despertado-. Me dice.-No pasa
nada-. Le digo. Pasa su brazo por detrás mi espalda y me lleva
hacia él. Apoyo mi cabeza sobre su hombro y él apoya la suya
sobre la mía. Ambos suspiramos a la vez.-Bruno, hay una cosa que
aún me preocupa: ¿Cómo se supone que vamos a pagar todos los
gastos de la casa? La luz, el agua, el gas…-. Le digo yo, seria.-No
te preocupes por nada, está todo pensado. La luz nos sale gratis.
Varios años antes de morir, mis abuelos pusieron paneles solares y
baterías en el tejado de la casa, por tanto no gastaremos ni un solo
céntimo en luz, es más, las ventanas son muy grandes en todas las
habitaciones de la casa, así que la luz, solo la encenderemos por la
noche. El tema del agua, tampoco tienes porqué preocuparte. Antes
de construir la casa, mis abuelos mandaron hacer una espécie de
pozo, no muy hondo, debido a la cercanía del mar, con conexión a
las tuberías para distribuirla por toda la casa, por tanto basta que,
dos veces al año, compremos un camión de agua apta para

29
***
consumo humano, que, no nos costará mucho más de seis ciéntos
euros cada uno, y nos bastará. En el gas tendremos que invertir
más. Como la cocina es vieja y va con butano, cada semana
tendremos que comprar las botellas al camión que viene aquí
semanalmente-. Me dice.- No quiero que te preocupes por nada,
hasta que encontremos trabajo, haré los encargos que me pidan los
vecinos y con eso iremos flotando. A parte de los dos mil euros que
nos quedan de mis ahorros y mil más de los tuyos-. Añade. Acto
seguido, se pone de pie.-Vamos a casa, tengo que enseñarte una
cosa-. Me extiende su brazo para que me levante y le siga. Los dos,
junto a nuestra nueva mascota, regresamos a casa.

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***
Capítulo 16

Llegamos a casa y subimos al tercer piso. Allí, Bruno le quita la


sábana de encima a un gran cuadro, posado en el suelo, que me
llega casi a la barbilla.-¿Hemos venido aquí solo para enseñarme
este cuadro?-. Le pregunto.- ¡Mira que llegas a ser impaciente!
Espera un poco-. Me dice. Separa el cuadro de la pared y por la
parte de atrás del marco, busca algo que no sé qué es. A los pocos
segundos, de un compartimento que tiene el marco, saca una llave
oxidada. Aparta el cuadro, se agacha y mete la llave por un
pequeño agujero que no está a más de diez centímetros del suelo.
Gira la llave dos veces, coje un cúter que lleva en el bolsillo y busca
algo en la pared con los dedos. Observo cada uno de sus
movimientos, extrañada e intrigada a la vez. Cuando parece que ha
encontrado lo que buscaba, abre el cúter y corta el papel pintado de
la pared. Cuando acaba, quita el papel pintado del trozo rectangular
que ha cortado. Debajo de éste, hay una puerta de madera sin
mango, con tan solo un pequeño agujero para tirar de ella. Bruno
mete el dedo decidido a abrir la puerta, pero frena al último
segundo.-Tienes que prometerme que no le vas a decir a nadie lo
que vas a ver detrás de esta puerta-. Dice. Yo asiento en señal de
respuesta y entonces tira de la puerta. Los dos entramos a una
pequeña habitación oscura. Él tira de un hilo que cuelga del techo,
encendiendo, así, la luz. Hay varias estanterías en ambas paredes
laterales, donde residen cajas grandes llenas de polvo, todas con
etiquetas, nombradas por lo que parecen nombres de ciudades.
Bruno camina hasta el fondo de la habitación donde hay un
pequeño escritorio de madera. Veo que busca algo entre el cajón de
éste.-¡Aquí está!-. Exclama y se acerca a mi con un sobre grande,
de tamaño folio, que lleva algo dentro.-Con esto aguantaremos un
poco más sin tener que trabajar-. Me dice enseñándome el interior
del sobre. Abro los ojos al ver el contenido. Debe de haber, por lo
menos, tres mil euros allí dentro.-Bruno, ¿Cómo sabías que todo
este dinero estaba aquí?-. Le pregunto.-No lo sabía, solo me

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***
acordaba de que mis abuelos guardaban el dinero aquí. No sabía
que hubieran dejado tanto. Parece que supieran que vendríamos
aquí algún día y que lo necesitaríamos-. Me responde.-Eso es
imposible, Bruno. ¿Cómo puede ser que tus abuelos supieran que
algún día vendríamos, si ni siquiera nos conocíamos tú y yo?-. Le
digo.-Mi abuela tenía la capacidad de ver cosas del futuro y puede
que antes de morir, nos viera a ti y a mi aquí y nos dejara el dinero
para ayudarnos-. Dice él.-Vamos a contar el dinero-. Digo yo. Él
asiente y sale de la cocina. Bajamos al primer piso y nos sentamos
en la mesa de la cocina. Allí Bruno pone boca abajo el sobre,
dejando caer todos los billetes. Por último, del sobre cae un papel
amarillento. Él lo coge.-Es de mi abuela-. Dice. La lee y cuando
acaba, se le llenan los ojos de lágrimas.-Leelo-. Me dice. Yo
obedezco y empiezo a leer:
Hola Bruno.
Si lees esto es porque mis visiones se han hecho realidad. No sé
porqué, pero esta pasada noche os he visto a ti y a una chica muy
guapa aquí, en casa. También he visto que necesitabais dinero,
por eso, os dejo tres mil euros aquí. En mis visiones, también he
visto la razón por la que estáis aquí y solo espero que esa parte
de lo que he visto no se cumpla. Si no te he dicho nada, es porque
cada uno tiene su destino y este puede variar.
Espero que sea ayuda suficiente el dinero que os dejo aquí y
también espero que seas muy feliz con esa chica.
Te quiero.
Abuela.

32
***
Capítulo 17

.-Es increíble-. Digo, doblando el papel.-¿Cómo podía ella saber


que nos pasaría todo esto?-. Añado.-Ella tenía ese don-. Me
responde.-¿Cómo sabías que el dinero estaba allí? -. Le digo aún
algo confusa.-Allí mis abuelos guardaban sus ahorros. Un día,
cuando era pequeño, estaba sentado en el balancín, donde te
quedaste dormida ayer, y me quedé dormido. Al despertarme, vi a
mi abuela allí dentro con algunos billetes en la mano. Hoy, no sé
porqué, me he acordado y he querido mirar haber si quedaba algo
de esos ahorros-. Me responde.-Tenemos que guardar este dinero
para cuando no nos quede del nuestro -. Le digo. Él asiente y mete
el dinero en el sobre.-Voy a guardarlo en su sitio-. Dice y se levanta.
Miro el reloj y veo que son las doce y media. Yo también me levanto
y me dirijo a la nevera. Cuando Bruno baja, suena su
móvil.-Perfecto, muchas gracias-. Dice tras unos minutos de
hablar.-¡Laura! Me han llamado de la oficina de trabajo. Han
encontrado un trabajo que nos vendría bastante bien-. Dice
acercándose a mí.-¿A sí? -. Digo.-Tenemos las entrevistas el
lunes-. Me responde y me besa. Nos quedamos abrazados y
suspiramos a la vez.-Tengo miedo -. Le digo.-¿A qué?-. Me
pregunta.-A que no podamos seguir adelante. No podremos volver a
casa si esto sale mal-. Le respondo.-Tranquila, todo saldrá bien. No
te preocupes-. Dice. Yo vuelvo a suspirar. Solo espero que Bruno
tenga razón y todo salga bien.

Ambas entrevistas han sido un gran éxito y a las dos semanas, nos
contratan. A mi, como camarera en un bar en el centro de la ciudad
y a Bruno, como ayudante en un taller de motos.
Los primeros días en el bar, son los más difíciles. Aprenderlo todo
en tan sólo una semana, es demasiada información para tan poco
tiempo. Me levanto exhausta, debido a las horas extra que hice
ayer. Bajo al piso de abajo y veo que Bruno no está en casa. En la

33
***
cocina ha dejado una nota diciéndome que está en la playa y que
me espera para desayunar. Subo al dormitorio para cambiarme y
me dirijo hacia allí. Al llegar, veo que me espera, sentado a varios
metros de la orilla, con una cesta a su lado.-Buenos días Bella
Durmiente-.Me saluda. Yo sonrío y le beso.-.Desayuna rápido que
tengo que dejarte antes en el trabajo-. Dice él. Yo resoplo y le
beso.-¿Sabes qué día es hoy? -. Me dice.-Miércoles -. Le
respondo.-Hoy hace un mes que nos fuimos de casa-. Me corrige.
Yo vuelvo a resoplar. Parece mentira que el tiempo pase tan
rápido.- Y también hoy hace dos año que me enamoré de ti.-dice.
-felicidades-. Decimos los dos a la vez. Reimos y nos besamos. El
pitido de su reloj nos interrumpe.-Vamos, voy a llegar tarde-. Dice y
se levanta. Yo le sigo. Al cuarto de hora, los dos salimos de casa,
de camino a nuestra rutina. Bruno me deja en el trabajo, me bajo de
la moto y antes de que arranque, le doy un beso.-felicidades-.
Vuelvo a decir tras darle un beso. Voy al baño para ponerme el
uniforme. A los pocos minutos, llaman a la puerta.-Está ocupado-.
Digo.-Laura, ábreme-. La voz es de mi jefe.-Un momento, ahora
salgo-. Respondo. La puerta se abre y yo estoy completamente
desnuda.-¿No podía esperar un segundo?-. Digo. Él, sin contestar,
se acerca rápidamente a mi y me besa. Cuando se separa de mí, le
doy un tortazo en la cara.-¿qué coño hace?-. No contesta y vuelve a
besarme, esta vez, eleva sus manos y empieza a tocarme. Intento
empujarle para separarlo de mí, pero pone todo su peso sobre mí,
evitando que pueda separarme de él. Noto que baja las manos
hasta mi entrepierna. Pasan unos minutos hasta que logro
separarme de él. Me visto rápidamente y salgo de los baños. Me
dirijo a la barra, donde se encuentra una de mis
compañeras.-Carlota, ¿te importa si me voy a casa? Es que no me
encuentro muy bien. Acabo de vomitar en el baño. No te preocupes,
lo he limpiado todo-. Le digo como excusa para poder salir.-Claro
que no, no te preocupes ¿quieres que llame a Bruno para que te
recoja?-. Dice.-No, no te preocupes, cogeré un taxi-. Le

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***
respondo.-Cuidate mucho-. Me dice.-Gracias-. Contesto. Salgo de
allí lo antes posible, cojo un taxi y me voy a casa.

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Capítulo 18

Oigo la voz de Bruno en el piso de abajo. Tumbada en la cama, me


incorporo y me seco las lágrimas.- ¿porqué no me has llamado?
Podría haber ido a buscarte-. Me dice cuando entra por la
puerta.-No quería preocuparte-. Le respondo. Se acerca a mi y me
besa.-¿has estado llorando?-. Me pregunta.-No-. Le miento.-Laura,
no me mientas. Te conozco, sé que has llorado, ¿Qué te pasa?-.
Insiste.-Tranquilo, no me pasa nada. ¿qué tal el trabajo?-. Digo.
Intentando cambiar de tema.-No me cambies de tema. Te pasa
algo, ¿qué es?-. Vuelve a insistirme.-Joder Bruno, que pesado. No
me pasa nada-. Digo y me levanto de la cama.-Voy a dar una
vuelta-. Le digo, dirigiéndome hacia el armario. Oigo que resopla
fuerte. A los diez minutos, salgo de casa.

Allí, en la playa, paso media hora sola, pensando sin parar en lo


sucedido esta mañana. Se me pasa por la cabeza la idea de
contárselo a Bruno, pero enseguida la descarto. No quiero ni pensar
qué haría si se enterara. Por detrás mío oigo a alguien que se
acerca. Efectivamente, es él.-Hola-. Dice.-Hola-.contesto mientras
se sienta a mi lado.-Siento haber sido tan borde antes-. Digo.-No
pasa nada-. Me responde. Se hace un largo silencio.-Voy a dejar el
trabajo-. Dice, tras un suspiro.-¿Y eso?-.Digo mirándole.-Tienen
muchos líos ilegales y no quiero meterme en problemas-. Me dice
mirándome.-Me parece bien, ya encontrarás otra cosa-. Le digo.-No
quiero ser pesado ni que te enfades, pero no me ha convencido
nada tu respuesta de que no te pasa nada, ¿seguro que estás
bien?-. me dice. Yo asiento para responderle. Él se levanta y me
tiende la mano para que le siga.-Vamos a casa-.Me dice. Yo la
tomo, me levanto y, abrazados, volvemos a casa.

Al día siguiente, me pasa exactamente lo mismo con mi jefe. Me


acerco a la barra, cojo a Carlota del brazo y me la llevo a la

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***
cocina.-Voy a contarte una cosa, pero no puede salir de la cocina.
Absolutamente nadie puede enterarse de lo que te voy a decir. Ni
siquiera Bruno-. Le digo.-Vale, ¿qué pasa?-.Me dice. Yo le cuento
todo lo sucedido.- Cabrón, hijo de puta-.Suelta negando con la
cabeza.- Se va a enterar...-. Dice y da media vuelta para salir de la
cocina. Yo la sigo corriendo y la cojo del brazo.- Por favor, me has
dicho que esto no saldría de la cocina-. Le digo.- ¿Me quieres decir
que vas a permitir que ese hijo de puta te haga lo que él quiera?-.
Dice gritando.- No grites que te va a oír-. Le digo.-¿Sabes qué?
Vete a casa y aléjate de ese tío lo máximo posible. Yo sola me las
arreglo-. Dice.-Gracias Carlota, pero no puedo irme de aquí cada
día y dejarte aquí sola toda la mañana-. Le digo.- Si no te vas, te
echo yo-. Me insiste apuntando la puerta con el dedo índice.-Vale,
ya me voy. Gracias por todo-. Le digo.-De nada mujer-. Me
responde y me abraza. Me quito el delantal, lo cuelgo detrás de la
puerta de la cocina, salgo del bar y cojo el primer taxi que se para.

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***
Capítulo 19

Por la tarde, Bruno me despierta con unos empujoncitos en el


hombro.-Hola-. Dice cuando abro los ojos.-Hola-. Le contesto.-
¿Has vuelto a llorar?-. Me pregunta, serio, mirando la almohada,
algo mojada.-No-. Le miento.-Y entonces, ¿porqué la almohada está
mojada?-. Me dice, aún más serio.-Habré babeado durmiendo-.
Sigo mintiéndole.-Si esto de aquí fuera baba, hubiera dejado una
mancha blanquecina. Mírame-. Me dice, enfadado y se acerca a
mí.-Tienes legañas. Laura, has estado llorando, ¿Qué te pasa?-.
Añade, casi gritando.-Me pasa que no me encuentro bien, no sé qué
me pasa, estoy rara, ya está. Deben ser las hormonas -. Sigo con
las mentiras.-Claro, y yo nací ayer ¡No te jode!-. Dice gritando.-
Mira, estoy cansado de discutir. Ya me contarás lo que te pasa
cuando te dé la puta gana-. Añade bajando el tono de voz. Se
levanta rápidamente de la cama y sale de la habitación dando un
portazo. Entonces yo rompo a llorar otra vez. Oigo varios portazos
y, finalmente, el motor de la Harley que se aleja de la calle. Dejo
escapar un grito de rabia. Golpeo la almohada varias veces hasta
que se me cansa el brazo. Entonces, me quedo tumbada, boca
abajo y vuelvo a quedarme dormida.

Son las nueve de la noche cuando me despierto. Recorro la casa y


veo que Bruno no está. Le llamo varias veces, pero no me coge el
móvil.-Bruno, ¿dónde estás? Son las nueve de la noche y no estás
en casa. Por favor, llámame cuando oigas el mensaje-. Le digo en el
buzón de voz. A las doce de la noche, vuelve a casa, borracho.-No
habrás venido en la moto, ¿verdad?-. Le pregunto.- No, me ha
acompañado un amigo-. Me dice, caminando y dando tumbos. Le
acompaño a la cama, allí le acuesto y enseguida, cae en un sueño
profundo. Yo me acuesto a su lado y a pesar de que apesta a

38
***
alcohol, le abrazo muy fuerte y le susurro un "lo siento" tan bajito
que ni siquiera yo lo oigo.

A la mañana siguiente, me despierto sin él a mi lado. Es raro,


puesto que es sábado y no suele levantarse tan temprano si no es
para ir a trabajar. Me levanto y me dirijo a la cocina, donde él me ha
dejado preparado el desayuno y una carta en la que pone:

Buenos días mi vida. Siento mucho lo de ayer. He ido a buscar la


moto. Luego hablamos. Disfruta del desayuno.

Te quiero. Bruno.

Justo entonces, entra por la puerta.-Hola-. Me saluda.-Hola-.


Respondo.-Laura, siento mucho lo de anoche-. Dice dirigiéndose a
la mesa de la cocina .-La primera que debe pedir perdón aquí, soy
yo-. Digo. Él frunce el ceño.-Estos dos últimos días, no te he sido
sincera, te he mentido. Sí que me pasaba algo-. Y le cuento todo lo
sucedido.-Se va a enterar ese hijo de perra-. Suelta, se levanta y
sale corriendo de la cocina. Intento seguirle, pero va demasiado
rápido para mí. Sin que me dé tiempo a alcanzarle, se sube a la
moto, la arranca y desaparece de la calle a toda
velocidad.-¡Mierda!-. Exclamo. Voy al garaje y veo que hay una
moto Vespa igualita a la que yo tenía en Madrid. Miro el depósito de
la gasolina y veo que está lleno. Intento arrancarla y el motor
arranca a la primera. Me subo a ella y me dirijo al bar.

39
***
Capítulo 20

Carlota está en la barra del bar, asustada, cuando entro por la


puerta.-¿Donde está?-.Le pregunto.-En su despacho-. Responde.
Me dirijo corriendo hacia allí. Al abrir la puerta, veo a mi jefe,
tumbado de lado en el suelo y a Bruno de pie, frente a él dándole
patadas en el estómago.-¿que coño le has hecho a mi novia, eh?
Levántate y dímelo a la cara si tienes cojones-. Grita. Otra patada
directa al estómago. Mi jefe tose y escupe sangre. Voy corriendo
hacia él y, cogiéndole por los brazos, le llevo hasta la pared. Tiene
una expresión de rabia dibujada en la cara. Parece como si lo
hubiera abducido un extraterrestre. Respira aceleradamente y tiene
los ojos tan abiertos que parece que se le van a salir de las
órbitas.-Eh, Bruno, basta. Ya ha tenido suficiente-. Le digo dándole
golpecitos en la mejilla. Parece como si yo no existiera. No deja de
mirar a mi jefe a pesar de que yo me interpongo en su mirada, él no
aparta la vista ni siquiera un segundo. Le doy más golpecitos en la
cara, esta vez, un poco más fuertes para ver si reacciona, pero
nada. Entonces, se me ocurre una idea. Me pongo de puntillas y le
beso. Ahora sí, me mira y veo como su respiración, junto a todo su
cuerpo se relajan.-Tranquilo-. Le digo un par de veces,
acariciándole la frente. Tras unos minutos, suspira y sale del
despacho. Entonces, yo me acerco a mi jefe y le ayudo a
levantarse.-Lo siento mucho-. Digo yo.-Tranquila, me lo tenía
merecido-. Me responde él.-Por si te lo preguntas, no voy a
presentar cargos contra tu novio. Tengo las de perder, así que
¿para qué?-. Dice.- Se vé que te quiere mucho. Ese chico haría
cualquier cosa por ti-. Añade. Yo dibujo una media sonrisa en mi
boca y asiento.-Tómate el día libre, mañana hablaremos-. Dice
cuando voy a salir por la puerta. Sin decir nada, salgo del despacho
y me dirijo a la barra donde está Carlota.- ¿Y Bruno?-. Pregunto.-
Me ha pedido una Coca-Cola y ha salido fuera. Me ha dicho que te
esperaría para volver juntos a casa-. Me responde.- Gracias-. Le
digo y salgo fuera. A unos metros de la puerta, él me espera

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***
apoyado en la fachada del edificio.- Gracias-. Le digo abrazándole.
Él no dice nada tan sólo me abraza y me acaricia la espalda. Pasan
unos minutos y luego volvemos a casa.

41
***
Capítulo 21

Al llegar a casa, los dos nos sentamos en la mesa de la cocina.-Lo


que has hecho es una locura-. Le digo.- Mataría a cualquier persona
que te hiciera daño. Ya lo hice una vez y puedo volver a hacerlo-.
Me responde, serio.-No te estoy diciendo esto para desagradecerte
todo lo que haces por mí, lo único que quiero es que no te metas en
líos. Porque cuando mataste a ese compañero tuyo, la policía
consideró que fue en defensa propia y por ley no pueden enviarte a
ningún sitio sin tener antecedentes. Pero si mi jefe te
denunciara,que me ha dicho que no lo va a hacer, podrían enviarte
a un centro de menores si no pagáramos una fianza y como no
tenemos dinero, no podríamos pagarla-. Le digo con un alto tono de
voz.-Tienes razón-. Me dice tras un suspiro. El resto de la mañana,
nos dirigimos pocas palabras.

Por la tarde, él va al supermercado a comprar algo para la cena.


Mientras, sin nada por hacer, decido salir a correr un rato. Desde
que venimos aquí hace un mes y medio, no he vuelto a hacer
deporte y me vendrá bien para descargar el cúmulo de sensaciones
vividas hoy.
Tras hora y media de carrera, vuelvo a casa y veo que Bruno ha
vuelto a casa, pero ni siquiera se ha molestado en colocar la
compra. Oigo música alta que proviene del segundo piso. Subo y
me dirijo a una de las habitaciones. Allí está Bruno, golpeando un
saco de boxeo, enérgicamente. Voy hasta el reproductor de música,
bajo el volumen y el para.-¿No has dado ya suficientes puñetazos
por hoy?-. Digo con una risita.- Necesitaba descargar algo de
estrés-. Me responde, casi sin aliento.- Ya, a mi me ha pasado lo
mismo-. Digo. Me dirijo al escritorio de la habitación, cojo la botella
de agua que hay encima y se la tiendo.-Gracias-. Dice. Se seca el
sudor de la frente y bebe de ella.- ¿De dónde has sacado el saco?-.
Pregunto.-Del sótano-. Responde.-¿tenemos sótano?-. Digo
frunciendo el ceño.-Sí, no lo habrás descubierto aún porque la

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***
puerta está algo escondida-. Me dice. Bajamos al piso de abajo y
me lo enseña. La puerta resulta ser la estantería que hay debajo de
la escalera. Bajamos hasta llegar hasta una habitación iluminada
por la poca luz que entra por las pequeñas ventanas en lo alto de
las paredes. A un lado de la habitación, veo una cama doble, me
dirijo hacia esta y me siento. Bruno me sigue y se sienta a mi lado.-
Esta era mi habitación cuando venía a ver a mis abuelos-. Dice. Se
hace un largo silencio y finalmente, me da un intenso beso. Su tacto
bajo mi camisa me eriza la piel. Noto cómo sus suaves manos
ascienden, acariciandome delicadamente, como si en cualquier
momento fuera a romperme. Nos desnudamos mutuamente, nos
tumbamos en la cama y nos dejamos llevar por la pasión mutua,
igual que la primera noche que pasamos juntos, solo que esta vez,
ninguno de los dos lleva nada de ropa. La excitación se añade a la
experiencia. Intento impregnarme de su olor, como si una parte de
mi creyera que fuera a perderle, pero la otra sabe que no va a ser
así. Tras quince minutos, ambos nos quedamos sin aliento. Sólo
entonces nuestros cuerpos se separan. El silencio inunda la
habitación. Tan sólo se oyen nuestras respiraciones, al unísono.
Nos cogemos de la mano, como si algo dentro de nuestros sueños
pudiera separarnos, y nos abrazamos. Los dos a la vez, como
almas sincronizadas, nos susurramos un "te quiero".-Ahora y
siempre-. Añade él.-Ahora y siempre-. Repito. Entonces, los
párpados empiezan a pesarnos, hasta que se cierran dando lugar a
un profundo sueño.

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Capítulo 22

Pasan dos meses y todo parece perfecto. Hasta hace dos semanas.
Tengo un retraso en la menstruación desde hace algo más de
quince días. Aún Bruno no sabe nada. Solo espero que no… ¡Madre
mía! Con tan sólo pensarlo se me ponen los pelos de punta. La
preocupación me invade la cabeza haciendo que no pueda parar de
pensar en qué haremos si hay un niño en mi interior. ¡Es demasiado
pronto! No puede ser… llevaba protección... Mi corazón late de
cada vez más deprisa. Me dirijo al baño, allí abro la caja y leo las
instrucciones del test. Me siento en el váter y hago pis en un
botecito de plástico. Meto el test dentro y espero un cuarto de hora.
Este es el más largo de toda mi vida. Pasados los quince minutos,
miro el test…

Al día siguiente, me levanto a las seis y media de la mañana,


cansada de dar vueltas en la cama. Me visto para ir a la playa.
Antes de salir le dejo una nota a Bruno en su mesita de noche junto
al test:

“​ Buenos días Mi Vida. ¡Felices 18! Aún no me creo esto… siento


no haberte dicho nada antes de hacerme el test, no pensaba que
de verdad fuera a estar embarazada. Pensaba que solo eran
paranoias mías, ahora veo que no lo eran. Voy a la playa. Te
espero allí para desayunar.

Te quiero.”

Salgo de casa y me dirijo a la playa. Cuando llego allí, suena mi


móvil, pero no es Bruno.-Sí, Diga-. Respondo la llamada con el ceño
fruncido.- ¡Laura! ¡Menos mal, no sabes lo preocupada que estaba-.
Dice una voz femenina que reconocería en cualquier lugar.
-¡Valeria!-.Exclamo.-¿Cómo has conseguido este número?-. Le

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***
pregunto.-Me lo han dado tus padres hace menos de una hora-. Me
responde..- Val, no sabes lo mucho que pienso en ti. Me han
pasado tantas cosas…-. Digo llevándome la mano izquierda a la
frente.- ¿Por qué no me dijiste nada antes de irte?-. Dice con cierto
tono de decepción.-Val, lo siento mucho. Bruno me hizo prometer
que no le diría nada a nadie-. Me disculpo.- Podrías haberme dicho
que mi mejor amiga se fugaba de casa con su novio-. Dice
enfadada.- Val, enserio. Perdóname-. Le suplico. Oigo cómo
suspira.-¿Cómo estás? -. Me pregunta.- Más o menos-. Le
respondo.-¿Por qué?-. Pregunta.- Estoy embarazada-. Le
digo.-¿cómo?-. exclama, alargando las dos ‘o’s.-Tía, no sé qué
hacer. No tenemos dinero cómo para poder cuidar de un bebé,
¡Sólo nos quedan cuatro mil euros!-. Digo.-Dame la dirección de tu
casa-. Me dice.-No puedo Val-. le contesto.- ¡Joder Laura! Sólo la
quiero para mandarte algo de dinero-. Replica.- Val, no tienes
porqué mandarme dinero-. Respondo.- Me estás diciendo que vas a
tener un bebé y que no tenéis suficiente dinero como para cuidar de
él. Laura, eres mi mejor amiga, ¿Qué quieres que haga?-. Insiste.
Resoplo antes de decir nada.-No te puedo dar la dirección de mi
casa, pero si la del bar donde trabajaba-. Digo.- Vale, espera, voy a
por un boli-. Contesta. La conversación no dura mucho más.
Finalizamos la llamada y a los pocos segundos, Bruno aparece por
detrás de mí.-Hola-. Me saluda.-Hola-. Contesto.-¿Cómo estás?-.
Me pregunta.- Si te digo la verdad, estoy cagada de miedo. No sé
cómo vamos a cuidar a un bebé con tan poco dinero-. Respondo y
le miro, él gira la cabeza y me mira también.- No quiero que te
preocupes por nada, superaremos esto, como también hemos
superado otras situaciones-. dice y me besa.-¿desayunamos?
Tengo hambre-. Dice sonriendo. Yo sonrío, asiento con la cabeza y
me doy la vuelta para coger la bolsa donde está la comida. Tras el
desayuno, nos levantamos y volvemos a casa.

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***
Capítulo 23

A las doce de la mañana, me dirijo a la cocina y veo que Bruno está


hablando con alguien por teléfono.- Oye, te tengo que dejar. Por la
tarde me paso a recoger eso ¿vale? Hasta luego-. dice apurado al
oírme entrar en la cocina y cuelga.-¿Quién era?-. Le pregunto con el
ceño fruncido.-Un conocido que trabaja en una ferretería cerca de
aquí, le he pedido una herramienta que me hace falta para
arreglarle otra vez la moto al vecino-. Me responde y recorre mi
cuerpo con la mirada.-¿Dónde vas tan guapa?-. dice y sonríe. Sin
contestarle, me acerco a él y le cojo de la mano.-Vamos a dar una
vuelta-.le digo, estirándole del brazo para que se levante de la silla.
Los dos salimos de casa y cojemos la moto.-Hoy conduzco yo-. digo
cuando va a subirse a la moto. Él asiente y se sienta en la parte
trasera. Meto la mano en el bolso y saco un pañuelo.-¿te suena?-.
le digo enseñándoselo. Él sonríe.- Como para olvidarlo…-.
Responde. Y es que con ese pañuelo me vendó a mí los ojos en
nuestra primera cita.- Pues hoy te toca llevarlo a ti-. Digo sonriendo.
Me pongo detrás de él y le vendo los ojos. Me subo en la moto, la
arranco y salimos de la calle.

Llegamos a nuestro destino, me bajo de la moto y le quito a Bruno


la venda de los ojos. Se queda asombrado al ver donde
estamos.-Se parece tanto al de Valencia…-. Dice con un tono
nostálgico.- Lo sé. Hace algunas semanas Carlota me trajo aquí y
me quedé de piedra. Pensé que celebrar tu cumpleaños aquí sería
buena idea-. Digo.-Es la mejor idea del mundo-. Contesta y me
besa. Pasamos una muy bonita velada, aunque no hemos podido
evitar una pequeña discusión sobre temas de dinero y de cómo
vamos a pagar los gastos médicos y las necesidades del bebé. A
parte de ese tema, lo pasamos muy bien haciendo pequeños
flashbacks sobre nuestros pasados. A las cuatro de la tarde,
decidimos volver a casa.

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***
Capítulo 24

Al llegar, le envío un SMS a Carlota para darle las gracias por


ayudarme a organizar la comida. A las cinco, Bruno sale de casa
porque tiene que ir a arreglarle la moto a un vecino y no sé nada de
él en toda la tarde. A las nueve de la noche, decido llamarle, pero
no me responde las llamadas. Le espero para cenar hasta que se
hacen las doce de la noche. Entonces, ceno y me voy a la cama.
Justo al acostarme, me llega un mensaje suyo diciéndome que
sigue en casa del vecino y que ya vuelve a casa. Ni siquiera me
molesto en contestarle, dejo el móvil en la mesita de noche e intento
dormirme. A los pocos minutos, oigo que la puerta de la entrada se
abre y los pasos de Bruno dirigiéndose a la habitación. Finjo estar
dormida, estoy tan cansada que ni siquiera quiero hablar. Al entrar a
la habitación, se dirige hacia mí, se inclina y me da un suave y
delicado beso en la frente. Entonces, percibo cierto olor a
Marihuana. Se cambia de ropa y sale de la habitación. Tras
asegurarme de que no vuelve, me levanto de la cama y me dirijo a
donde ha dejado la ropa que se ha quitado para comprobar que no
han sido imaginaciones mías, deseando que así sea. Cojo la
camiseta y me la llevo a la nariz. No puedo contenerla más de un
segundo en mi rostro. Con la camiseta en la mano, me dirijo al piso
inferior, donde en la cocina, está Bruno cenando. Me acerco a la
mesa y me siento delante de él.-¿Qué es esto?-. Pregunto con el
ceño fruncido.-Mi camiseta-. responde.-Que huele a Marihuana-.
Digo alzando la voz-. ¿A María?-. Dice haciéndose el loco.- Toma,
huelela y dime a qué te parece que huele-. Digo tendiéndole la
camiseta. Él se la acerca a la cara y la huele. Cierra los ojos
intentando aguantar el hedor.- Huele bien, a desodorante-. Dice
cuando se quita la camiseta de delante la cara.- Ahora vengo-. Digo
levantándome de la silla. Intenta frenarme, pero en ningún momento
me detengo. Subo a la habitación y me dirijo donde están los
pantalones que antes se ha quitado. Meto la mano en el bolsillo
derecho del pantalón y de éste saco una bolsa de plástico hasta
arriba de María. Bajo corriendo al piso de abajo. Bruno sigue en la
cocina, ahora cabizbajo con las manos en la cabeza.-Bruno, ¿Me
quieres decir qué es esto?-. Digo enseñándole la María.-Es lo único
que se me ocurrió para ganar algo de dinero para el bebé-. Dice

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***
casi a punto de llorar, aún cabizbajo.- Prefiero no tener dinero para
cuidar al bebé, que a tenerte en la cárcel por tráfico de drogas-.
Respondo.- ¿sabes lo peor de todo? Lo peor de todo es que me
hayas mentido de la forma en que lo has hecho, sobre todo con este
tema y yo pensando en que te estabas acostando con otra...-.
Añado.- Voy a tirar esto por el váter-. Digo, dispuesta a dirigirme
hacia el cuarto de baño. Él rápidamente, se levanta, corre hacia mí
y me coje del brazo.-Espera -. Me suplica.- No la tires, me buscaría
un buen problema si no le llevo el dinero correspondiente a la
cantidad de María que me ha dado. Mañana quedaré con el tío que
me la dio y se la devolveré. Te lo prometo-. Dice, tendiéndome la
otra mano para que le dé la droga. Yo cedo y se la doy.- ves con
cuidado por favor-. Él asiente y vuelve a pedirme perdón. Me acerco
a él y le abrazo.-¿Vamos a la cama? Estoy agotada-. Digo.-Sí-.
Responde. Los dos subimos a la habitación y nos acostamos. En
silencio, los dos nos miramos fijamente a los ojos.-Bruno-. Rompo el
silencio.-Dime-. Responde.-He estado pensando y…-. Digo, pero
hago una pausa sin estar muy segura de lo que voy a decir.-¿Y si
volvemos a casa? Con lo mal que estamos económicamente no
podremos cuidar del bebé…-. Intento explicarle, pero me
interrumpe.- No pienso volver a casa. ¿A caso has olvidado lo que
nos hicieron?-. Dice incorporándose.- No, Bruno, no lo he olvidado,
pero no podemos estar siempre creyendo que vamos a seguir
adelante. Bruno, estamos estancados, necesitamos ayuda-. Digo.
Entonces, se levanta de la cama. Está de pie, dándome la espalda.
Cruza los brazos, agarra la parte de abajo de la camiseta y se la
quita, dejando al descubierto una espalda llena de cicatrices que
aunque haya visto miles de veces, no dejan de impactarme. Noto
cómo las lágrimas caen por mis mejillas.- Desde esa noche, no paro
de tener pesadillas sobre lo que sucedió. Se me ponen los pelos de
punta sólo de pensar que podríamos encontrarnos a esos tíos por la
calle, imagínate cómo se me pone el cuerpo al pensar que podrían
volver a hacerte daño o hacérselo al bebé-. Dice aún de espaldas.
Se pone la camiseta y bordea la cama hasta llegar a mi lado. Me
incorporo, él se sienta y me seca las lágrimas delicadamente con el
pulgar.- Mañana llamaremos a nuestros padres, les diremos lo del
bebé y les pediremos ayuda. Abriré una cuenta bancaria y que de
tanto en cuanto nos ingresen algo de dinero-. Dice.- Venga, vamos

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a dormir-. Añade y me besa. Vuelve a su lado de la cama, los dos
nos tumbamos y él me abraza. A los pocos minutos, me quedo
dormida.

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Capítulo 25

No sé porqué, pero no he logrado dormir más de quince minutos.


Supongo que por lo que pasó anoche. Cansada de estar en la
cama, me levanto y miro por la ventana. Llueve a cántaros. Me
apetecía ir a pasear, pero veo que hoy no va a ser posible. Decido
bajar a la cocina y preparar el desayuno. Justo entonces, el móvil de
Bruno, que está en la mesa del salón, suena. Lo miro y veo que es
un tal Álex. Dudo en contestar, finalmente, lo hago.-¿Sí? Diga-. la
voz al otro lado del teléfono me resulta familiar. No me hace falta
pensar mucho para reconocer esa voz. es un compañero de Bruno
de la clase de física.- ¿Está Bruno?-. me pregunta.-Sí, pero está
durmiendo-. Le respondo.- Despiértalo por favor, es importante-. Su
tono de voz es muy serio, así que supongo que debe de ser
realmente importante y hago lo que me dice. No tardo mucho en
despertarle.- Es Álex, tu compañero de física-. le digo.-¿Álex?-.
Dice, sobresaltado, dando un salto de la cama. Me quita el móvil de
las manos, se lo pone en el oído y le pide un momento a su amigo,
mientras él se viste. Luego, me dice que sale a dar una vuelta, le
digo que está loco, que fuera está diluviando, pero no parece
importarle. Sale de casa y no pasa ni un minuto cuando vuelve a
entrar pegando un portazo.-¡Laura!-. grita desesperado.-¿Qué
pasa?-. Pregunto.-Coge las bolsas del desván, nos vamos-. Dice
gritando, subiendo por las escaleras.-¿Qué?-. Exclamo.-Hazlo-.
Grita, aún más alto. Desconcertada y algo asustada, obedezco y
subo al desván. Mientras, Bruno vacía el armario de la habitación y
pone toda nuestra ropa encima de la cama. Llego con las maletas y
las pongo sobre la cama. A toda prisa, empieza a meter las prendas
en las maletas.-¿Bruno, qué cojones está pasando?-. Pregunto.- Te
lo contaré luego, Laura, ahora tenemos que irnos-. Dice. Coge las
dos maletas y, corriendo, se dirige hacia la planta baja, allí va a la
cocina donde deja las maletas en el suelo. Coge su móvil y le quita
la tapa de atrás.-¡Mierda!-. Exclama.-Esta pinchado-. Añade
tirándolo al suelo, haciendo que se rompa en varios trozos. En su

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***
cara puedo percibir un sentimiento de furia y miedo a la vez.-Dame
el tuyo-. Me dice. Yo obedezco, me lo saco rápidamente del bolsillo
trasero del pantalón y se lo tiendo. El mío también está pinchado.
Este también lo rompe.- Venga, vámonos-.Dice, cogiendo las dos
bolsas.-¡El dinero!-. Dice, soltando las bolsas, cuando estamos a
punto de salir. Sube las escaleras de dos en dos. Pasan dos o tres
segundos cuando oigo un tiro muy cerca de mí.

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***
Capítulo 26

Los oídos me pitan. Noto como alguien más alto que yo, se me
acerca por detrás, me tapa la boca con una mano, con la otra me
aprieta el vientre y me contrae fuertemente contra su pecho para
que no pueda moverme. Veo bajar a Bruno por las escaleras con
una pistola en las manos. Se detiene y apunta al tío que tengo
detrás. Entonces, el hombre saca una pistola del bolsillo derecho de
su pantalón y me pone el cañón en la sien. Tras vacilar unos
segundos, Bruno le dispara en el entrecejo. Cuando el hombre cae
al suelo, corro hacia él y le abrazo, llorando. Acto seguido, una
banda de cinco o seis adolescentes altos y musculados, algo
mayores que nosotros, entran por la puerta.-Los tienes mejor
puestos de lo que pensaba-. Dice el del centro con una risa irónica.
Bruno le apunta con la pistola y todos ellos nos apuntan a
nosotros.-Baja la pistola, anda. No queremos que nadie más resulte
herido-. Dice el mismo.-Bruno, haz lo que te dice, son cinco.
Tenemos las de perder-. Digo.-Vamos, hazle caso a tu chica-.
Vuelve a abrir la boca. Tras unos segundos, Bruno tira la pistola al
suelo. Una risita malvada suena en el recibidor. Cuatro de ellos se
dirigen a Bruno y le retienen por los brazos. El que estaba en el
medio, se dirige hacia mi. Con el lateral del dedo índice me sostiene
la barbilla, me la alza unos centímetros y me la acaricia con el
pulgar.-Estás realmente guapa-. Dice.-El embarazo te sienta muy
bien-. Dice con una sonrisa malvada. Un escalofrío me recorre el
cuerpo.-Como les hagas algo, te juro que te mataré-. Grita Bruno,
forcejeando para intentar liberarse de los cuatro tíos que lo
agarran.-Tranquilo fiera-. Dicen los cinco al unísono.- Los trataré
bien-. Dice y acto seguido me toca mi parte más íntima. Bruno se
pone hecho una fiera. Empieza a forcejear con todas sus fuerzas, a
uno, incluso le da un codazo en la nariz. Este se echa hacia atrás.
Dos de ellos le aguantan de los brazos y el tercero se pone frente a
él, le da varios puñetazos en el estómago y Bruno cae al
suelo.-Llevadlo al desván-. Les ordena a los cuatro. Ellos obedecen

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***
y le levantan del suelo. Bruno intenta resistirse a los empujones,
pero nada de lo que hace sirve para parar a esa panda de animales.
Estoy asustada y tengo miedo, miedo a que pase lo que pasó la otra
vez. Mis ojos se llenan de lágrimas al pensar lo que nos puede
pasar a los tres. Pasa un minuto, luego, me coje del brazo y tira de
mí para que suba las escaleras. No pongo ningún tipo de
resistencia, eso solo empeoraría las cosas. Llegamos a mi
habitación, se descuelga la maleta que lleva en la espalda y la deja
sobre la cama. De ella saca un portátil que deja encima de mi
mesita de noche y conecta a la corriente. -¿Qué haces?-. Pregunto.-
Soy muchas cosas, pero no un violador. Así que para que tu novio
crea que te la estoy metiendo, voy a ponerle una grabación tuya-.
Responde, sacando de su mochila un walkie y un cable.- si conecto
este walkie al ordenador y reproduzco la grabación, esta se
reproducirá inmediatamente por el otro walkie, haciendo que
parezca real-. Me quedo realmente asombrada.- Y de donde has
sacado tú grabaciones mías??-. Pregunto.-El hombre que le dió los
teléfonos a Bruno, es amigo mío. Me enteré de que él le había
pedido unos móviles y le pagué para que los pinchara. Eso nos ha
servido para encontraros y a parte, obtener grabaciones vuestras y
poder editarlas si nos hacía falta-. Me quedo con la boca abierta.-Yo
de ti daría gracias por ser yo quien está aquí y no uno de esos de
allí arriba. Esos no dejan pasar la oportunidad de follarse a una tía y
menos si está tan buena como tú -. Dice. Es la situación más rara
que he vivido en mi vida.-¿ Y ahora qué?-. Pregunto.- Vamos a
esperar un rato a que esos acaben de pegarle una buena paliza a tu
chico y luego nos iremos-. Responde.-¿ Y no tenéis miedo de que
cuando os largueis, llamemos a la policía?-. Digo.- Créeme, no vais
a hacerlo. Si lo hacéis, volveremos, aquí o donde sea que vayáis, y
os mataremos entonces-. Responde. Empiezo a oír los gritos de
dolor de Bruno y me da un vuelco el corazón. Conecta el walkie y
entonces, oigo como grita mi nombre. Me entran ganas de llorar al
pensar lo que pueden estar haciéndole. Tengo miedo de que
puedan llegar a matarlo.-Tranquila, pararán antes de matarle-. Dice,

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***
como si me hubiera leído el pensamiento. Se levanta de la cama y
va al baño. En este momento, desearía huir corriendo y llamar a la
policía, pero siento como si la vida de Bruno dependiera de mí.

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***
Capítulo 27

Pasan unos diez minutos, aunque para mi, han parecido horas,
cuando se oye una voz por el walkie.-Javi, aquí ya hemos
terminado. ¿que tal vas tu?-. Dicen.- Me parece a mí que ya es
suficiente-. Responde, tras desconectar el walkie.- Venga pues,
vamonos-. Añaden. Tras esto, salgo corriendo por la puerta y subo
al desván. Ni siquiera sé si me cruzo con los otros cuatro. Solo
quiero verle y ver lo que le han podido hacer, aunque por todos los
gritos de dolor, ya puedo imaginarlo y no sé si voy a ser capaz de
aguantarlo. Al llegar arriba, le veo en el suelo, sin camiseta y la
espalda llena de sangre. Entro en una especie de shock, aunque no
me permito quedarme parada por mucho tiempo, ya que sé que
puede ser vital para él. Me acerco, me pongo de rodillas a su lado y
le doy la vuelta. Su rostro está irreconocible, lleno de moratones. Le
doy un par de golpecitos suaves, en la mejilla que menos golpes
tiene, está tan realmente inconsciente que ni siquiera responde.
Pongo la mano en su pecho y confirmo que respira. Me apresuro e
intento levantarle, aunque me cuesta bastante lograrlo. Tardo en
conseguir subirle a la moto. Cuando lo hago, le abrazo a mí y le ato
las manos con un pañuelo para que no se caiga. En pocos minutos
estoy en el hospital, donde le atienden rápidamente. En el tiempo en
el que estoy en la sala de espera, me dirijo a un teléfono que hay
colgado de la pared. Marco el número de mi casa. Es mi madre
quien contesta. Al oír su voz, rompo a llorar, y le cuento todo lo
ocurrido. Al finalizar la llamada, noto como si el pantalón se me
humedeciera y empiezo a percibir cierto olor a sangre. Un hombre
en la sala se percata de la situación y en seguida llama a un
médico.

Me despierto en una sala y lo primero que veo es el techo blanco.


Me siento muy débil y me cuesta respirar. Giro la cabeza hacia la
derecha y veo a mi madre que está dormida en una butaca de color

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***
azul y a mi padre que está cabizbajo y apoyado en la pared al lado
de mi madre.- Papá-. Susurro débilmente. Él alza la cabeza rápido,
se acerca a mí y me da un beso el la frente acariciándome las
mejillas. Enseguida se gira y despierta a mi madre, que se levanta
rápidamente de la butaca y me da un beso bien fuerte agarrándome
la cara.- Voy a llamar al médico-. Dice mi padre y acto seguido sale
de la habitación.-Mamá, ¿Qué ha pasado? ¿Y Bruno? ¿Está bien?-.
Empiezo a preguntarle.-Tranquila, hija-. Dice, acariciándome la
frente.-Ahora vendrá el doctor y te explicará lo ocurrido-. Añade.
Justo entonces, un hombre de metro ochenta más o menos, de ojos
verdosos semi-ocultos tras unas pequeñas y cuadradas gafas, de
pelo canoso y vestido con camisa y bata entra por la puerta
acompañado de mi padre.-Laura, este es el doctor Castillo-. Dice mi
padre.-Hola Laura, dime, ¿cómo te encuentras?-. Dice el doctor.-
Me siento algo débil y me cuesta un poco respirar-. Le
contesto.-Doctor, ¿que me ha pasado?-. Añado.- Laura, ayer al
mediodía, viniste para traer a Bruno para que le atendieran y
hablaste por el teléfono de la sala de espera con tu madre. Al
colgar, un hombre te vio sangrar y te desmayaste. Al atenderte, te
hicimos pruebas y vimos que estabas embarazada-. Al oír la palabra
“estaba” me agarro aún más fuerte a la mano de mi madre a la que
ya estaba agarrada y me preparo para lo peor.-Mira, en ocasiones,
si en el periodo de embarazo se vive alguna situación traumática,
existe la posibilidad de que haya un aborto-. Trago saliva.-Y ese ha
sido tu caso. Si en un futuro quisieras volver a…-. Intenta decir, pero
le interrumpo.-Ahora mismo, eso es lo de menos. ¿Cómo está
Bruno?-. Digo, con la esperanza de que me diga que está bien, de
que está despierto, pero creo que si fuera así, hubiera estado aquí
cuando he despertado.-Bruno sigue inconsciente, está en estado
crítico pero estable. Perdió mucha sangre-. Dice.-¿Puedo ir a
verle?-. Digo.- Sería conveniente que descanses un poco-.
Responde.- Pero doctor, he dormido casi un día entero, ¿no podría
por favor ir a verle?-. Insisto.- Bueno, si a tus padres les parece
bien, no creo que haya problema-. Al oír la respuesta miro a mis

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***
padres, estos asienten y yo en seguida me pongo de pie, dispuesta
a salir por la puerta. Cuatro pasos son los que tengo que dar para
llegar a su habitación. Al entrar veo que también han venido sus
padres. Doy dos pasos más y le veo a él, en la cama lleno de tubos
y vendajes que están medio tapados con la sábana. Corro hacia él y
veo que tiene un tubo en la boca para que no se trague la lengua.
Pongo mis manos sobre sus mejillas y le beso en la frente. Decido
quedarme con él, mientras que sus padres salen a comer a la
cafetería, me siento en la butaca que hay al lado de su cama y le
cojo de la mano. Me duermo creo que durante un cuarto de hora y
de repente noto como la mano de Bruno se mueve. Abro los ojos y
veo que empieza a ponerse algo nervioso por el tubo que tiene en la
boca.-Tranquilo, ahora llamo al médico-. Le digo y le acaricio la
frente. Justo al salir veo al doctor Castillo y le aviso de que Bruno ha
despertado. Él entra en la habitación y lo primero que hace es
quitarle el tubo de la boca. Luego, le hace un par de preguntas
sobre su estado y después se va. Nos quedamos los dos solos en la
habitación y yo me acerco a él dispuesta a darle un intenso
beso.-Tengo que avisar a tus padres -. Digo, dispuesta a dirigirme a
la cafetería.-Espera-. Me detiene cogiéndome de la mano.-¿Estáis
bien?-. Me pregunta refiriéndose a mi y al bebé.- Bruno, ya no hay
bebé-. Digo, acercándome. Los ojos se le abren como
platos.-¿cómo?-. Dice.- El médico me ha explicado que en
ocasiones, si durante el embarazo se viven situaciones traumáticas,
pueden producirse abortos. Y este ha sido mi caso. Se lleva las
manos a la cabeza.-Hijos de puta-. Dice y los ojos se le llenan de
lágrimas. Entonces, entran sus padres por la puerta. Tras
saludarles, les pide que nos dejen a solas, ellos asienten y salen de
la habitación.-¿y ahora qué?-. Dice.-Pues, habrá que volver a
casa-.Él, tras unos segundos asiente con la cabeza.-Sí, creo que ya
es hora -.

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***
Capítulo 28

seis meses después...

Hoy cumplo dieciocho años. Como hago cada año, el día de mi


cumpleaños, antes de abrir los ojos, le doy un repaso a toda mi vida
y a todos los momentos que he vivido. Lo hago minuciosamente,
para no dejarme ninguno. Ha pasado medio año desde que salimos
del hospital, tras estar una semana ingresados, después de vivir
durante nueve meses en esa casa. La cantidad de cosas que
vivimos ahí… Recuerdo todos y cada unos de los días vividos en A
Coruña. A pesar de las circunstancias que vivimos, tengo que decir
que lo echo de menos… Los desayunos en la playa, Bruno y yo
viviendo juntos… Doy marcha atrás en el tiempo y voy recordando.
El día en que nos fuimos de casa, el día del juicio, la noche que
provocó que no nos quedara otra opción que huir, nuestra primera
cita, la desaparición de Bruno, lo mucho que Valeria, mi mejor
amiga, me aconsejó, ayudó y tranquilizó en ese periodo de tiempo;
el dia en el que todo empezó, el mensaje de Bruno en plena
madrugada y la mañana siguiente en la que se me declaró. Sigo
recordando toda mi infancia hasta los pequeños momentos en los
que aún mi memoria no se había desenvolupado del todo. Al
acabar, llego a la conclusión de que estar con Bruno ha sido lo
mejor que me ha pasado, a pesar de los malos momentos. Abro los
ojos y veo una bandeja sobre la mesita de noche. Sobre ella hay
una taza de chocolate caliente, un cuenco con unos cuantos churros
y una carta de Bruno que dice:

¡Buenos días amor! Felices dieciocho. Siento no poder


acompañarte en el desayuno, lo entenderás luego. Espero que
disfrutes de este chocolate caliente con churros. Cuando acabes,

58
***
ve al vestidor, te he dejado una sorpresa allí. Paso a recogerte a
las 11:30.

Te quiero. Bruno”.

Al acabar de desayunar, me dirijo al vestidor y, al abrir la puerta


veo que, colgado de la pared, hay un vestido de novia medio
escondido detrás de unos globos con forma de corazones. La funda
de plástico del vestido lleva un sobre pegado. Lo despego y veo que
es otra carta de Bruno: “ ¿Creías que lo había olvidado? Yo nunca
olvido a las cosas que implican a las personas mas importantes de
mi vida. Casémonos hoy mismo. Ya somos mayores de edad y
podemos hacer lo que nos plazca. Nuestros padres están de
acuerdo. así que, ¿Por qué no? Espero que te guste el vestido, es
el único que vi que estaba más o menos a tu altura y aún así creo
que no te llega ni a la suela de los zapatos. Nos vemos en un rato
mi vida. Te quiero”. Justo entonces, Valeria aparece por detrás.-
Servicio peluquería veinticuatro horas-. Dice abriendo los brazos.
Corro hacia ella y la abrazo.- Val, ¿Tú sabías todo esto?-. Le
pregunto.- Claro-. Responde.- No me lo puedo creer tía. No estoy
soñando, ¿no? ¿Todo esto está pasando de verdad?-. Digo. Valeria
asiente con la cabeza.- Venga, vamos a ponerte guapa-. dice
cogiéndome del brazo. En el baño, me dice que me siente en el
váter. Entonces, deja en el suelo el maletín que lleva en la mano y
abre una de las cremalleras. En quince minutos, acaba con el
peinado.-Deja que me vea-. le digo levantándome.- Hace un sonido
de negación y me obliga a sentarme.- no vas a mirarte en el espejo
hasta que hayamos acabado. Confía en mí-. Dice. Resoplo y
obedezco. Ella recoge todo lo que ha utilizado para peinarme y lo
mete en el maletín. Después de esto, abre la otra cremallera. Me
quedo atónita al ver su contenido. Un montón de maquillaje de
marca carísimo.- Val, ¿Cómo has conseguido todo este
maquillaje?-. Pregunto.- Mi tío conoce gente-. Después de esto, se

59
***
pone manos a la obra. En otros diez minutos acaba de maquillarme.
Me levanto y me pongo frente al espejo.-Val, deberías dedicarte a
esto. ¡se te da de maravilla!-. le digo, asombrada.-Gracias-.
Responde.- Vamos a ponerte el vestido. En media hora, como muy
tarde, tenemos que salir de aquí-. Dice y las dos nos dirigimos al
vestidor para cambiarme. En un cuarto de hora ya estoy lista. Me
quedo boquiabierta al verme. No me puedo creer que sea yo quien
hay reflejada en el espejo.- Estás preciosa-. Me dice
Val.-Deberíamos ir yendo para allá si queremos ir bien de tiempo-.
Dice mirando su reloj.- Pero ¿Cómo vamos a ir hasta allí?-.
Pregunto.- Laura, soy dos meses mayor que tu. Ya tengo carné de
conducir-. Dice enseñándome el carné.- Te lo explico todo en el
coche-. Añade al ver que voy a abrir la boca para hacerle tantas
preguntas que tengo. Ya en el coche, empieza a darme
explicaciones.-Todo esto empezó cuando volvisteis a casa. Al dia
siguiente, Bruno me llamó para que le ayudara a organizarlo todo
para hoy. A mí también me pareció una locura, pero parecía tan
decidido que no pude negarme. Él lo ha pagado absolutamente
todo, vuestros padres no han puesto un solo céntimo. Que ¿cómo lo
ha hecho? Pues, durante estos seis meses, ha estado trabajando
en tres sitios a la vez, con una paga de ochocientos euros
mensuales por cada uno. Por las mañanas, a las seis empezaba su
turno en el aeropuerto hasta las doce. Después, desde la una y
media hasta las ocho, trabajaba en un taller de motos y desde las
nueve hasta las tres de la madrugada, trabajaba de camarero en un
pub. Llegaba a casa a las tres y media a su casa, dormía hasta las
cinco, y vuelta a empezar-. Me quedo mirándola sin poder creer que
Bruno haya hecho todo eso por mí.- Ahora entiendo por qué estaba
tan raro y por qué me decía que no podía quedar conmigo-. Digo,
recordando aquella tarde en la que discutimos por eso. ¡Qué idiota!
¿Cómo pude ser tan gilipollas? Hago un largo suspiro sin podérmelo
creer aún. A los pocos minutos, llegamos a una parcela con una
gran extensión de césped que tiene un precioso altar montado justo
al final. Diviso a Bruno, que ya está esperándome en el altar, a

60
***
nuestras familias y a algunos de nuestros amigos. Me llevo una gran
sorpresa al ver a Carlota, mi amiga del bar de Galicia y a algunos de
mis otros antiguos compañeros de trabajo. Camino hacia el altar a
paso lento, intentando contener las ganas de correr hacia Bruno,
abrazarlo y darle un beso. Llego al altar y los dos sonreímos a la
vez. Luego, no sé qué pasa, me centro solo en su mirada, en su
precioso rostro y parece que no oigo las palabras del alcalde, que
es quien nos va a casar. Pasan pocos minutos y veo que bruno se
dirige a donde está el micrófono, entonces, le presto toda mi
atención. Saca un papel del bolsillo derecho del pantalón, lo
desdobla y empieza a hablar.- Sé que todo esto te parece una
locura, sé que aunque yo le dije ayer a Valeria que no te contara
nada, ella te lo habrá contado todo y sé que seguramente estás
pensando que estoy loco al hacer todo esto, pero como ya te dije en
esa casa en la que pasamos nueve meses, haría cualquier cosa por
ti. Le pegué un tiro en la nuca a un tío que quería hacerte daño, le
pegué una paliza a tu jefe, y más cosas que podría hacer si te
involucra a tí, lo mejor de mí vida. Y es que no podrías hacerte una
idea de la falta que me haces cuando no puedo tenerte a mi lado
cogida de mi mano. Quiero darte las gracias por aguantarme en mis
peores momentos, en los que ni yo sé que hacer con mi vida, por
motivarme a seguir, porque hay veces que si me caigo, ni quiero
levantarme, vienes tú y me obligas a hacerlo. Por hacer
desaparecer todas esas pesadillas que me atormentan todas las
noches. Te quiero-. Las lágrimas me corren por las mejillas. Él,
dobla el papel, se lo mete en el bolsillo y vuelve a ponerse frente a
mí. El alcalde sigue hablando y yo le susurro un ‘’gracias’’ al que
responde con una sonrisa. Sigo sin prestar atención a las palabras
que suenan de fondo, me limito a mirar a Bruno fijamente. Da unos
pasos hacia delante, como si alguien me destapara los oídos, oigo
la voz del alcalde diciendo: ‘’puedes besar a la novia’’ y los dos nos
fundimos en un mágico e intenso beso.

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***
Tercera parte

Capítulo 29

Ya han pasado cinco años y medio desde que nos casamos. Ambos
llevamos una vida perfecta, aunque Bruno sigue teniendo
pesadillas, a pesar de que va a un psiquiatra dos veces a la
semana. Ya está empezando a decir que no va a volver a ir. Replica
que para lo único que le sirve es para mal gastar el dinero en las
consultas y en somníferos que se niega a tomar. A parte de eso, se
podría decir que llevamos una vida bastante placentera. Ambos
tenemos trabajo, él sigue en el taller de su tío, cosa que le encanta,
y yo, después de casarnos, empecé a estudiar la carrera de
enfermería, la cual acabé hace dos años y medio. A los seis meses,
empecé a trabajar en un hospital que hay en el centro de la ciudad,
hasta hoy. Ah, y como olvidar al pequeñín etíope de la casa,
Óscar… Le adoptamos hace tres meses, tras enviar una solicitud
hará año y medio. Ahora tiene dos años y medio.

Acabo mi turno de tarde y, tras cambiarme, me dirijo a casa. Como


se nota que ya es invierno… se hace de noche demasiado
temprano. Debido a que vivimos a tan solo quince minutos andando,
voy y vengo a pie todos los días. Tras caminar unos cinco minutos,
al pasar por un callejón, percibo cierto olor a sangre. Miro hacia la
pequeña calle sin salida y, de donde las sombras se intensifican,
proviene un débil gemido de dolor de un hombre. Me adentro en el
callejón y a los pocos pasos, descubro que, en el suelo hay un gran
charco de sangre. Acelero el paso y veo que un hombre, cuyo rostro
no puedo definir, yace en el suelo con una respiración muy
acelerada. Veo que tiene la mano derecha presionándose el
abdomen. Alguien le ha disparado hace muy poco. Me arrodillo a su
lado, me quito la chaqueta, se la pongo en el abdomen y presiono
con todas mis fuerzas con una mano y con la otra, cojo mi móvil del

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***
bolsillo trasero del pantalón para llamar al trabajo para que manden
a una ambulancia.-Es irónico-. Empieza a decir el hombre,
débilmente, al colgar. Le miro a la cara y noto como se me acelera
la respiración.- Que yo y mis amigos casi matemos a tu novio y que
tu intentes salvarme la vida-. Dice y hace una pequeña risita
irónica.- Calla, no hables-. Digo, aparentando no haber oído nada.-
Yo no soy como tú y tu banda. Yo me dedico a ayudar a la gente, no
a dar palizas a las personas que me caen mal, ni a torturarlas hasta
casi matarlas. Ah, ni tampoco a hacer que las mujeres aborten…-.
Le echo en cara tras unos segundos. No oigo que diga nada y de
repente, noto que ya no respira. Le pongo la mano en el cuello, pero
descubro que no tiene pulso. Justo entonces suena mi móvil. ¡Es
Bruno! Respondo a la llamada.- Hola cari-. Dice.- Hola mi amor.
Perdona, pero nos acaba de llegar una urgencia. Llegaré más tarde
a casa. Te tengo que dejar. Un beso, te quiero-. Digo rápidamente y
le cuelgo el teléfono antes de que pueda decir nada más. Acto
seguido, cuando voy a iniciar el protocolo de reanimación
cardiopulmonar, llega la ambulancia. Le suben a él y, no sé por qué,
pero decido acompañarle. Cuando llegamos al hospital donde
trabajo, Teresa, la recepcionista, me ve.-Laura, ¿Qué ha
pasado?¿Estás bien?-. Dice.- Si Tere, estoy bien, tranquila-. Le
respondo. Carlos, un compañero de urgencias, uno de los mejores
médicos del hospital y al que considero mi mejor amigo, es quien le
atiende.- Carlos, déjame entrar-. Le suplico.- No Laura, ya conoces
las normas, es muy personal-. Me responde. No replico, ya que sé
que resultaría inútil.- Al box dos-. les indica a los de la ambulancia.
Yo les sigo hasta la puerta y me quedo fuera, viendo como intentan
reanimarlo. A los pocos minutos, ya no pueden hacer nada por él.

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***
Capítulo 30

Estoy en el vestuario lavándome las manos tras cambiarme de ropa,


ya que me había manchado de sangre. Alguien llama la puerta. Es
Carlos.- ¿Puedo pasar?-. Dice.- Claro, pasa-. Le digo.- ¿Estás
bien?-. Me pregunta.- Sí-. Digo, sin estar muy convencida de ello.-
No te veo muy segura-. Dice. Suspiro.- Es extraño. Por una parte,
siento como si ahora que está muerto, podremos dejar de
preocuparnos de que nos vuelva a pasar lo que nos pasó. Pero, por
otra parte, siento que los de su banda podrían pensar que hemos
sido nosotros, solo por venganza-. Digo y suelto otro suspiro. Me
atemoriza esa idea.-No os va a pasar nada. Han pasado seis años
desde que pasó por última vez. ¿Quién sabe si esos tíos aún siguen
vivos o están en la cárcel?-. Dice poniéndome la mano sobre el
hombro.- Ha venido la policía. Quieren hablar contigo. ¿Puedes
hacerlo?-. Dice. Yo asiento con la cabeza y me dirijo a la puerta. Él
me sigue por detrás.- ¿Quieres que avise a Bruno?-. Pregunta. Le
contesto que no, que yo ya hablaré con él. Nos despedimos y nos
damos dos besos.- Si necesitas algo, llámame-. Dice. Asiento y le
doy las gracias. Al llegar a la puerta, veo dos policías que están
esperándome.- ¿Laura Rodríguez?-. Pregunta uno de ellos,
dirigiéndose a mí.-Sí, soy yo-. Respondo.- Queríamos hacerle unas
preguntas sobre el asesinato de José Castillo-. Dice.- Vayamos a la
sala de los enfermeros-. Digo y con el brazo les indico la dirección
de la sala. Allí me piden que les explique todo lo ocurrido. Yo lo
hago lo más detalladamente posible.- Hace algo más de siete años,
usted y su pareja, Bruno Salas, denunciaron a José y su antigua
banda debido a que apalizaron a Bruno e intentaron abusar
sexualmente de usted. Su pareja disparó a uno de ellos para
protegerla. Posteriormente, ¿tuvieron ustedes algún otro tipo de
conflicto con esa banda?-. Dice. Me pongo algo nerviosa, aunque
creo que ellos no se dan cuenta. Me veo obligada a mentirles.- No-.
Respondo.- ¿Dónde ha estado su pareja esta tarde?-. Pregunta.- En
el taller de su tío, trabajando-. Respondo y me piden que les dé la

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***
dirección del taller. Se la doy y dicen que ya me han hecho todas las
preguntas que tenían por hacerme, por tanto nos levantamos y
salimos de la sala. En la puerta, está Bruno esperándome con
Óscar de la mano.- Laura, Carlos me ha llamado y me lo ha contado
todo. ¿Estás bien?-. Dice abrazándome.- Sí, estoy bien, sólo quiero
ir a casa y descansar-. Digo.- Hola mi amor-. Le digo al niño
agachándome para cogerlo en brazos y le doy un beso. Salimos del
hospital y volvemos a casa. Durante todo el trayecto, ninguno de los
dos pronunciamos ni una sola palabra. Al llegar, llevo al niño a la
cama y voy a la cocina, dónde está Bruno sentado en la mesa
cabizbajo.-¿Por qué no me has llamado?-. Dice con un tono algo
enfadado, alzando la cabeza para mirarme a los ojos. Suspiro.-
Bruno, pensaba contártelo todo al volver a casa-. Le contesto. Él
vuelve a bajar la mirada y se hace un silencio unos pocos
segundos.- ¿Estabas con él cuando te he llamado?-. Me pregunta
volviéndome a mirar. Yo asiento con la cabeza. Él resopla.- Parece
mentira que intentaras salvarle la vida a una persona que casi me
mata dos veces y que nos lo hizo pasar muy mal durante mucho
tiempo-. Dice alzando un poco la voz.- Mi trabajo consiste en eso,
Bruno-.Digo alzando la voz también.- No, ese no es tu trabajo, no es
tu trabajo salvarle la vida a personas que no se merecen vivir-. Dice
casi gritando.- Estás muy equivocado. Mi trabajo es intentar salvarle
la vida a todo tipo de personas, se lo merezca o no-. digo alzando
más la voz. Coge la llave del coche que están encima de la mesa y
se levanta.- ¿Dónde vas?-. Digo, ya gritando.- A dar una vuelta,
estoy cansado-. Me responde.- Siempre haces lo mismo…-.
Replico.- ¿El qué?-. Pregunta.- Huir de las discusiones como si la
cosa no fuera contigo-. Suelto. Entonces, ambos oímos los llantos
de Óscar. Los dos nos relajamos y vamos a la habitación del niño,
que está llorando en la cama.- Mi amor, ¿Qué pasa?-. Pregunto,
sentándome a su lado.- Os he oído discutir-. Dice. Bruno y yo nos
miramos con un sentimiento de culpabilidad.- Mi amor, lo siento.
Mami ha tenido un día muy duro en el trabajo y tiene facilidad para
enfadarse-. Digo.- Y papá, como no quiere que a mamá le pase

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***
nada, a veces se preocupa excesivamente y también tiende a
enfadarse. Lo sentimos mucho-. Dice y me pone una mano sobre el
hombro. Le miro y le susurro un ‘’lo siento’’ muy bajito y él me
contesta con un ‘’y yo’’, tambíen muy flojo. Nos quedamos en la
habitación hasta que Óscar se duerme. Entonces, los dos nos
dirigimos a nuestra habitación y nos acostamos en la cama.- Siento
mucho todo lo que he dicho antes. Lo que has hecho no es fácil y
debería haber estado orgulloso desde el principio-. Dice
abrazándome.- Siento no haberte llamado para contártelo-. Digo.- Y
Gracias-. Añado.-¿Por qué?-. Pregunta.- Por preocuparte
excesivamente por mí-. Respondo y los dos soltamos una pequeña
carcajada que acaba con un beso de buenas noches.

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***
Capítulo 31

Es sábado por la mañana y estamos Óscar y yo desayunando.


Bruno ha ido al taller para ayudar a su tío con unas piezas para
motos que recibieron ayer por la noche.-¿Por qué papá y tú os
peleasteis ayer por la noche?-. Me pregunta.- Es difícil de explicar,
mi amor. No lo entenderías-. Le respondo. Justo entonces Bruno
entra por la puerta. Nos saluda a los dos y va a servirse una taza de
café.-Óscar, cariño. Ves a vestirte, en quince minutos vamos al
parque-. Le digo.-¡Bien!-. Exclama y va corriendo hacia su
habitación. Bruno se sienta a mi lado y me da un beso.- Ha venido
la policía al taller para hacerme unas preguntas-. Dice susurrando
para que Óscar no oiga la conversación.- Nos tienen como
sospechosos, sobretodo a mí. Por lo que pasó la primera vez. Van a
investigarnos y entre hoy y mañana vendrán a casa para hacer una
inspección para ver que no hay armas de fuego ni nada por el estilo.
¿Podrás dejar al niño con tus padres?-. Dice.- Sí, voy a llamarles
ahora para avisarles-. Digo y me dirijo al comedor, donde está el
teléfono fijo. Marco el número de su casa y a los pocos segundos,
mi madre es quien me coge el teléfono. Le cuento todo lo ocurrido.
Me dice que no hay ningún problema en que el niño se quede a
dormir en su casa. Le doy las gracias y cuelgo el teléfono.- Me ha
dicho mi madre que puede quedarse en su casa el tiempo que haga
falta-. Le digo a Bruno y él asiente con la cabeza. Noto algo de
preocupación y nerviosismo en él.- Cari, ¿Te pasa algo?-.
Pregunto.- Me da miedo que alguien intente involucrarnos en todo
esto-. Responde. Suspiro y cierro los ojos por un segundo.- Voy a
preparar la bolsa del niño-. Digo y me dirijo a la habitación de Óscar.
A los diez minutos salimos por la puerta, de camino al parque. Allí
me siento en un banco desde el cual puedo observar a mi hijo. Le
veo jugar con unos niños de más o menos su edad, cuando de
repente, suena mi teléfono. Aparto la vista un segundo para buscar
el móvil en el bolso. Es Bruno. Contesto al teléfono y vuelvo a alzar
la vista, pero Óscar no está.- Bruno, el niño no está-. Digo algo

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***
alarmada. -Bueno Laura, no te preocupes, debe de estar jugando
al escondite con los otros niños-. Dice con un tono tranquilizador
que no sirve de nada.- No, Bruno todos los niños están aquí menos
él-. Digo.- Ahora vengo, tú llámale, haber si es alguna broma que
quiera hacerte o algo-. dice y cuelga el teléfono. Guardo el teléfono
el el bolsillo de mi chaqueta y empiezo a gritar su nombre y a dar
vueltas por el parque para ver si le encuentro. Doy vueltas y vueltas
gritando, pero no aparece. Estoy empezando a angustiarme. En
este momento, llega Bruno.-He dado una vuelta por los alrededores
y no le he visto-. Dice y después me abraza. En ese preciso
instante, Óscar sale del interior del tronco de un árbol que al parecer
estaba medio vacío. Ambos corremos hacia él y le abrazamos antes
de reñirle por no avisarnos de donde estaba. Al parecer estaba
jugando con su amigo imaginario Adri. Bruno y yo hacemos un largo
suspiro. El teléfono de Bruno suena.- Son ellos-. Dice enseñándome
el móvil. Él se aleja unos cuantos metros de nosotros, todo lo
posible para que Óscar no escuche la conversación. A los pocos
segundos, vuelve con nosotros.- Ya están en casa-. Dice.- ¿Quien?
Pregunta el niño.- Unos amigos nuestros que han ido a casa para
visitarnos-. Respondo yo.-Venga, vamos a casa de los abuelos-.
Añado.- Yo voy para casa-. Dice Bruno y me besa.- Vale, yo
enseguida voy para allá-. Respondo.- Subimos a los coches y
arrancamos en direcciones completamente opuestas. Al llegar a la
casa, veo que nos están esperando en la puerta. Freno justo
delante de la puerta de la casa y me bajo del coche para saludar a
mis padres, les doy la mochila de Óscar, le doy un beso al niño y
me voy rápidamente.

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***
Capítulo 32

Llego a casa y veo que en la acera hay aparcados tres coches de


policía. Me bajo del coche y al entrar, veo que todo está patas
arriba. Los muebles vacíos, el comedor lleno de aparatos
electrónicos de la policía, todos los cajones de la cocina fuera de
lugar y un montón de policías buscando todo tipo de pruebas. Miro a
mi alrededor y veo que nada está en su sitio. Parece una casa de
locos. El inspector se dirige a mí y me da los buenos días.- ¿Me
podría prestar su teléfono móvil un minuto?-. Dice. Me llevo la mano
al bolsillo derecho trasero del pantalón, lo saco y se lo tiendo. Él lo
coje y se dirije a la cocina, donde lo conecta a un ordenador
portátil.- Es para ver el listado de llamadas que usted hizo ayer, por
si alguna de las personas a las que usted llamó pudo ser la que
mató a José Castillo debido a que usted se lo ordenara-. Me explica.
Bruno aparece por detrás de mí y me abraza. Vemos que el
inspector observa serio la pantalla del portátil.- ¿Ocurre algo?-.
Pregunta Bruno, serio.- Hay registradas varias llamadas a una
persona a la que usted tiene guardada como ‘’Carlos’’ a partir de
una hora antes de que usted hallara a José herido-. Dice y Bruno
me mira, algo sorprendido.- Sí, le llamé para que me diera su
opinión sobre los resultados de un paciente que ingresó en el
hospital hace tres días. Mi móvil hace grabaciones de todas las
llamadas. Están en el ordenador, si quiere que se las enseñe…-.
Digo. El inspector asiente y le llevo a nuestra habitación, dónde
guardo el portátil en la estantería. Al encender el ordenador,
reproduzco las grabaciones para que el inspector pueda
escucharlas.- Necesitaría esas grabaciones. Déjemelo para que
pueda pasarlas a mi ordenador-. Dice, tras escuchar más de diez
minutos de conversación, y se lo doy. A la media hora, cuando ya
han completado el trabajo, salen de casa. Bruno entra en la cocina
mientras yo tengo la comida en el fuego.- ¿Cómo es que hablaste
con Carlos justamente una hora antes de que sucediera todo esto?-.
Dice. No me puedo creer que me lo esté preguntando de

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***
verdad.-Bruno, ¿Enserio me estás preguntando eso?-. Le digo,
mirándole. Él asiente.- No me fío un pelo de ese tío-. Dice.- Venga
ya Bruno. Es un compañero del trabajo y le considero uno de los
mejores médicos que hay en el hospital. Por eso le llamé, para
saber su opinión. Tú mismo has escuchado las grabaciones-. Le
digo.- Ya, ya lo sé. No es que sospeche de ti ni nada, solo es que
no me da muy buena espina-. Dice.- ¿No estarás celoso, verdad?-.
Pregunto.- No, mujer. Solo te estoy diciendo que me da la impresión
de que ese tío te está ocultando algo-. Dice.- ¿Y por qué crees
eso?-. Pregunto.- No sé, es como si le hubiera visto en algún sitio
antes, no sé dónde-. Dice.- Bruno, puede ser que lo hubieras visto
por la calle, o en cualquier otro lugar-. Replico. Suspira.- Tienes
razón, puede que sean paranoias mías-. Dice.-Venga, vamos a
comer-. Le digo, apagándole el fuego a la comida, que ya está lista.

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***
Capítulo 33

Es lunes y me dirijo al trabajo. En la puerta del hospital, me


encuentro a Carlos. Parece que nos toca el mismo turno. Ambos
entramos juntos y, una vez dentro, una mujer, poco mayor que yo,
junto a su hijo, algo mayor que Óscar, se dirigen hacia mí.-
Perdone, soy la mujer de José Carrillo. El otro día, cuando vine por
mi marido, usted ya se había marchado. Mire, estoy aquí para
agradecerle todo lo que hizo por mi marido. La policía me informó
de lo mal que usted y su pareja lo pasaron por su culpa y la verdad
es que aún no me creo que intentara salvarle la vida-. Dice.- No
tiene porqué darme las gracias, yo solo hice mi trabajo-. Le
respondo. Tras darme las gracias otras tres o cuatro veces, se
despide de los dos y sale del hospital. En su lugar, entran el
inspector, acompañado de uno de los policías que el otro día estuvo
en mi casa, cargando un maletín. Dicen que quieren hacernos unas
preguntas a ambos, entonces, los cuatro, nos dirigimos al despacho
de Carlos. Allí le piden el móvil a Carlos. Él se lo da sin ninguna
objeción y hace lo mismo que hizo con el mío. Al acabar de
inspeccionar el listado de llamadas, empiezan preguntar.- ¿Dónde
estuvo el viernes por la tarde, doctor?-. Dice el inspector.- En casa,
solo-. Responde.-¿Alguien podría testificarlo?. Pregunta, esta vez el
policía.- Sí, un repartidor de pizzas que vino ayer a casa para
entregarme un pedido que hice a una pizzería que hay en la plaza
de aquí al lado-. Contesta.- Tuvo usted algún tipo de contacto con el
señor Castillo-. Pregunta el inspector.-No, no le había visto en mi
vida-. Dice, muy seguro, pero no sé por qué, en cierto modo dudo
de la sinceridad de su respuesta. Debe de ser que Bruno me ha
comido un poco la cabeza, así que no le doy importancia.-¿Está
usted seguro?-. Le dice, al percibir ese pequeño grado de
inseguridad en su respuesta.-Sí-. Responde Carlos. A ambos nos
hacen varias preguntas más, hasta que se quedan satisfechos.
Entonces, los cuatro salimos del despacho de Carlos y él y yo nos
dirigimos a urgencias para empezar el turno. Al bajarnos del

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***
ascensor, vemos que una ambulancia se estaciona justo en frente
de la puerta y bajan una camilla con una mujer. Ambos nos
acercamos y vemos que es la viuda de José Castillo, inconsciente.-
¿Qué le ha pasado?-. Pregunta Carlos.- La han atropellado a unos
cinco kilómetros de aquí-. Responde el médico de la ambulancia.-
posibles fracturas en brazo derecho, costillas y pierna derechas y un
fuerte golpe en la cabeza, que habría que mirar. Estaba
inconsciente cuando llegamos al sitio del suceso-. Nos informa.- Al
box cuatro-. Indica Carlos y los tres empujamos la camilla hasta
llegar al box. Allí, con mucho cuidado, pasamos a la mujer a otra
camilla, para que así, el médico se pueda llevar esa a la
ambulancia. Justo entonces, me llama Bruno. No puedo creerme lo
que me dice.- Ahora mismo voy para allá-. Le digo y cuelgo el
teléfono.- Carlos, ¿te importa si me voy? Se ha incendiado el taller
del tío de Bruno-. Le explico.- Claro que sí, vete-. Dice. Le doy las
gracias y me dirijo al vestuario para cambiarme. Salgo del hospital,
cojo un taxi y me dirijo al taller. Cuando llego, la calle está llena de
gente observando lo sucedido. Me abro paso entre la multitud,
dificultosamente, hasta llegar a un cordón policial, donde un policía
me dice que no puedo pasar. Entonces, aparece Bruno, que dirige
hacia mí, corriendo. Me abraza y empieza a llorar diciendo que no
ha podido hacer nada por él, culpándose e insultándose. Intento
tranquilizarle, pero llora desconsoladamente.Por fin, tras llorar unos
cinco minutos, las lágrimas paran de caer y se separa de mí.-¿Qué
ha pasado?-. Le pregunto.-Cuando he llegado, el taller estaba
ardiendo. He intentado entrar para sacar a mi tío, pero los bomberos
me han retenido para que no pudiera entrar, entonces el taller ha
explotado con mi tío dentro-. Me explica.-intentando contener las
lágrimas, que asoman por sus ojos. Yo le abrazo y le digo que lo
siento.-Tendría que haber sido yo-. Dice.- No digas eso. ¿Qué
hubiéramos hecho Óscar y yo si hubieras sido tú quien estaba allí
dentro?-. Digo. Nos quedamos en silencio por unos segundos.
Luego él es quien empieza a hablar.- Todo esto ha sido culpa mía-.
Dice. Me quedo callada, sin decir nada, ambos sabemos que los

72
***
dos tenemos algo que ver con todo esto, pero eso es lo último que
Bruno necesita oír en este momento. Un policía se nos acerca y le
dice a Bruno que puede irse, que ya no puede hacer nada aquí. Así
que, Bruno pasa por debajo el cordón policial y nos dirigimos al
coche. Al entrar en el vehículo, ambos vemos un post-it en el
parabrisas. Los dos bajamos del coche y nos quedamos
boquiabiertos al ver lo que hay escrito en el pequeño papel. “Ambos
sabéis el porqué”.

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***
Capítulo 34

Bruno coje su móvil del bolsillo del pantalón para llamar al inspector
que lleva el caso. Tras contarle todo lo sucedido, cuelga y mete el
móvil en el bolsillo.- Me ha dicho que no toquemos el post-it, que no
entremos en el coche, que nos alejemos de él lo máximo posible y
que ahora vendrá para acá-. Dice. Yo asiento con la cabeza y los
dos cruzamos la calle. A los quince minutos, llega el inspector,
acompañado de una unidad de policía, que, al bajar del coche
patrulla se ponen a inspeccionar a fondo el coche. El inspector coje
el papelito del parabrisas y lo mete en una bolsa de plástico
transparente. Los policías nos dicen que no podemos irnos con el
coche, ya que corremos el riesgo de que haya algún tipo de
explosivo en su interior, así que el inspector se ofrece a llevarnos a
casa.

A mitad del trayecto, suena mi móvil. Es Carlos. Bruno me dice que


lo coja y yo obedezco.- Hola Carlos, ¿Qué pasa?-. Digo.-Laura, la
mujer de José ha muerto. Ha sufrido un infarto y no he podido hacer
nada por ella-. Dice. Hago un largo suspiro con los ojos
cerrados.-Vale, estoy en el coche del inspector. De camino a casa,
¿quieres que venga?-. Digo.-No, no importa, tranquila. De todas
maneras, tu turno ha acabado hace quince minutos-.
Responde.-bien, si hay algo de nuevo, me dices-. Añado y finalizo la
llamada. Le cuento al inspector lo que me acaba de comunicar mi
compañero. Pega un golpe en el volante y suelta un “joder” lleno de
furia. Llegamos a casa y el inspector me pide que le acompañe al
hospital. Yo acepto, me despido de Bruno con un beso, él baja del
coche y los dos nos dirigimos al hospital. Al llegar, nos dirigimos al
despacho de Carlos, quien está redactando aún el informe de la
mujer fallecida. Pasamos a la habitación Carlos se levanta para
recibirnos. Él le cede su sitio al inspector, quien, mientras nosotros
nos sentamos frente a él, saca el portátil de su maletín y lo
enciende. Entonces nos pide que le expliquemos lo sucedido esta

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***
mañana. Entre los dos le explicamos lo que ha pasado. Carlos se
levanta y se dirije a la parte frontal de la mesa, donde se agacha,
abre uno de los cajones y saca un sobre blanco, del cual saca los
resultados de unas pruebas que él mandó a hacerle a la paciente
pocos minutos después de que yo me fuera del hospital. Me tiende
todos los resultados y me quedo atónita al ver los resultados de una
resonancia magnética. El accidente le provocó una lesión medular a
nivel lumbar.-Iba a llamarte para contártelo, pero justo cuando iba a
coger el móvil se puso en parada y tuve que empezar la
reanimación-. Dice Carlos-. ¿Qué le tenías que contar?-. Pregunta
el inspector.- En teoría eso no se lo podemos contar, pero ya que es
un asunto policial…-. Responde Carlos y acto seguido, le enseña
los resultados de las pruebas.- La mujer resultó tener una
tetraplegía, debida al atropello. Al salir de radiología, se puso en
parada, a los tres minutos ya no había nada que hacer-. Explica. El
inspector lo anota todo en su portátil y se da por satisfecho. Los tres
salimos del despacho y salimos del hospital. Carlos se ofrece a
llevarme a casa y acepto, por tanto el inspector se sube en su coche
y observamos cómo se aleja.- ¿Quieres que tomemos un café o
algo?-. Dice.- Te lo agradezco, pero si puede ser otro día, mejor.
Bruno no está muy bien después de lo ocurrido en el
taller…-.Respondo.- Claro, quedamos para otro día-. Dice, mientras
nos dirigimos al coche.

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***
Capítulo 35

Al llegar a casa, veo que Bruno no está en casa. Justo entonces me


llega un mensaje suyo:
“Hola amor. He ido a la oficina de empleo a ver si encuentro algo
que esté bien pronto...¿Ha ido bien en el hospital? A la vuelta
recojo al niño de la guardería. Te quiero.’’
Entro en ​WhatsApp y le contesto:
“Hola mi vida. No ha ido muy bien… Luego te cuento ¿Estás bien?
Si quieres que vaya yo a buscar a Óscar, puedo ir. Nos vemos
luego. Te quiero.”
A los pocos segundos me contesta:
“​Estoy un poco chafado aún, pero estoy bien. Tranquila, voy yo a
buscarle. ¿Hablas con tus padres para que se queden el niño esta
noche y hacemos algo los dos? Hace tiempo que no salimos y a
mí me vendrá bien para desconectar de lo de hoy.
Tras leer el mensaje, le contesto:
“Claro que sí, me parece buena idea. Si estás bien como para
salir, por mí perfecto. Nos vemos luego.”
Finalizo el mensaje con un corazón y llamo a mis padres para
pedirles que se queden con el niño. No sé por qué, pero me siento
súper cansada. Como no tengo nada por hacer, me tumbo en el
sofá y me quedo dormida.

Las voces de Óscar y Bruno me despiertan. Al abrir los ojos veo que
están observándome. Bruno se agacha y me besa. Óscar se acerca
unos pasos y me da un beso en la mejilla.- Mamá, levantate.
Tenemos que ir a casa de los abuelos-. Dice impaciente.- Ya voy-.
Digo, sonriendo e incorporándome.- Óscar, cariño. Ve a preparar la
mochila, que nos vamos-. Dice Bruno acariciándole el pelo. Óscar
sube las escaleras corriendo y cuando suponemos que ya está en
su habitación, le hago un hueco a Bruno para que pueda sentarse
en el sofá, él se sienta a mi lado y empezamos a hablar.- ¿Estás
bien?-. Le pregunto.- Sí, bueno, un poco cansado, pero bien-.

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***
Responde.- ¿Estás seguro de que quieres salir hoy?-. Le digo. Él
asiente con la cabeza.- Sí, me vendrá bien para desconectar-.
Contesta. Yo asiento y me levanto para dirigirme a la habitación de
Óscar y ayudarle a preparar la maleta con todo lo que le va a hacer
falta. A los quince minutos, los tres salimos de casa a pie de camino
a casa de mis padres.

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***
Capítulo 36

Hemos dejado a Óscar con sus abuelos y caminamos lentamente


por la calle, abrazados, hablando y soltando alguna que otra risita.
La verdad es que a mí también me hacía falta salir con él,
desconectar un poco de la rutina, pero sobretodo, por unas horas,
olvidar todo lo ocurrido estos dos últimos días. Parece imposible
que a una persona le pueda pasar tantas cosas en tan poco
tiempo… Intento no pensar mucho en ello y disfrutar de la compañía
de Bruno y del paseo. Cogemos un bus y nos dirigimos al centro de
la ciudad. Allí caminamos mirando los escaparates de las últimas
tiendas aún abiertas. Pasamos por una joyería, ya cerrada, pero con
el escaparate visible. Ambos nos fijamos en unos colgantes unisex
muy bonitos y a muy buen precio. Seguimos caminando y decidimos
cenar en un ​Mcdonald's que hay cerca. Entramos en el restaurante
y, tras pedir la comida, vamos a buscar un sitio donde sentarnos.
Está todo lleno, no hay ni una sola mesa libre. Así que decidimos
coger la comida y cenar dando otro paseo. De repente, Bruno
empieza a correr hacia un taxi que está parado al lado de la acera.
Desconcertada, veo como intercambia algunas palabras con el
taxista y luego se dirige hacia mí. Mete la mano en el bolsillo interior
de su chaqueta y de él saca un pañuelo que reconocería en
cualquier parte. Río mientras Bruno me lo pone en los ojos. Nos
dirigimos al taxi, yo sin ver nada. Torpemente, entro en el vehículo,
seguida de Bruno. Noto cómo el coche se pone en marcha e inicia
el trayecto. Aunque sospecho donde quiere llevarme Bruno, estoy
intrigada. En unos quince minutos, llegamos a nuestro destino, pero
Bruno no quiere que me baje del taxi aún. Espero unos minutos y
vuelve al coche, me abre la puerta y, tras pagarle al taxista, me coje
de la mano para que salga del coche. Oigo cómo el taxi arranca y
se aleja de nosotros. Empezamos a caminar, mientras Bruno me
indica por dónde pisar y por dónde ir. Tras unos pasos, me indica
que me pare. Entonces, sube las manos hasta mi cabeza y me quita
el pañuelo, pero no me deja abrir los ojos. Se me pone enfrente y

78
***
me besa, poniéndome la mano en el lateral del cuello. Me besa
intensamente durante unos segundos, después, me dice que ya
puedo abrir los ojos. Como sospechaba, me ha traído al lago,
nuestro lugar favorito, dónde veníamos siempre antes de ir al
instituto. Miles de recuerdos pasan por mi mente en este mismo
instante.- Hacía tiempo que no veníamos por aquí y, mientras
caminábamos sin saber adónde ir, se me ha ocurrido que te
gustaría venir aquí-. Dice. Sonrío.- A veces creo que me conoces
más de lo que me conozco yo a mi misma…-. Digo. Él ríe.
Entonces, es como si pasara uno de esos momentos de película
romántica en los que todo se ralentiza cuando la chica ve sonreír al
chico del que está completa e incondicionalmente enamorada. Y es
que por muchas crisis que hayamos pasado, yo nunca voy a dejar
de estar loca por él.

79
***
Capítulo 37

Es una noche mágica para los dos, llena de risas y más risas
mientras cenamos uno al lado del otro. Era esto lo que
necesitábamos. Volver a la adolescencia por unas horas y olvidar
todos los problemas y las responsabilidades de la vida adulta.
Pasan las horas, se está haciendo tarde, empieza a hacer frío y a
nosotros no parece importarnos, parece que no queramos volver a
la realidad, que queremos quedarnos aquí en este lugar de ensueño
y vivir en nuestros recuerdos de la adolescencia… Pero, por
desgracia, no es posible, lo sabemos. Entonces las risas callan y se
hace un silencio de apariencia inquebrantable. Miro a Bruno, que
está con los ojos fijos en el suelo. En un segundo, sus ojos se llenan
de lágrimas, intenta no llorar, hacerse el fuerte. Pero yo sé que en
algún momento esas lágrimas van a caer aunque él haga mil y un
esfuerzos para no llorar. Me giro hacia él y él se gira hacia mí,
quedándonos uno frente al otro. Intenta esconder sus lágrimas, pero
le resulta imposible y, sin que él quiera, una cae sobre su mejilla.
Acto seguido, me abraza y ahora sí, libera millones de lágrimas
atrapadas, fruto de un dolor que él no quería mostrarme, pero que
yo conocía y que él intentaba ocultarme desde hacía unas horas
diciendo que estaba más o menos bien. Llora desconsoladamente
sobre mi hombro, mientras yo intento tranquilizarle, acariciándole la
espalda. Me duele verle así y no saber qué hacer ni qué decir.
Pasamos unos minutos abrazados y en silencio, hasta que sus
lágrimas paran de caer. Entonces se echa para atrás.- Perdona-.
Dice.- Bruno, no tienes porque pedirme perdón-. Le digo. Él niega
con la cabeza.- Todo esto es culpa mía-. Se culpa a sí mismo,
mirando hacia el suelo.- No debería haberte pedido salir, si no lo
hubiera hecho, todo esto no te hubiera pasado a ti, como mucho a
mi…-. Dice. Me quedo atónita ante sus palabras.- No vuelvas a
decir eso nunca más, ¿Me oyes?-. Le interrumpo, seria, antes de
que pueda decir algo más. Le pongo las manos a los laterales de su
rostro, rozando su pelo, para levantar su cabeza y para que me mire

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***
a los ojos.- Estar contigo, a pesar de todo lo que nos ha pasado, ha
sido lo mejor que me podría haber ocurrido. Y creo que ya llevamos
suficiente tiempo juntos como para que aún no lo sepas-. Le digo,
casi a punto de llorar. Pasan unos segundos, silenciosos, que
parecen ser eternos, en los que los dos nos quedamos quietos,
mirandonos a los ojos. Veo otra lágrima asomar por su mirada.
Entonces, vuelve a abrazarme.- Perdóname, he sido un idiota al
decir eso-. Dice.- No pasa nada-. Me limito a decir. Volvemos a
pasar algunos minutos así. Después nos separamos. -¿Volvemos a
casa?-. Dice. Yo asiento y me pongo en pie. Decidimos ir andando,
ya que vivimos cerca de aquí y además no nos queda dinero como
para ir en taxi. Lo recogemos todo y nos dirigimos hacia nuestro
hogar.

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***
Capítulo 38

Andamos poco a poco por la calle, en silencio y abrazados. En


menos de un cuarto de hora, llegamos a casa. Subimos al piso de
arriba, ambos algo cansados. En la habitación, yo me pongo el
pijama y Bruno dice que va a darse una ducha. Entonces,
aprovechando que está en el baño, me preparo para darle la
sorpresa. Él no se lo espera, al igual que yo tampoco lo esperaba.
Espero durante unos diez minutos, después, él sale del baño.
Intento disimular, pero me sale una pequeña risita que me delata.
-¿Pasa algo?-. Me pregunta.-No, nada. ¿Por qué?-. Respondo.- Por
nada-. Contesta. Se acerca a su lado de la cama, dónde en la
mesita de noche le he dejado mi sorpresa. Él ni se da cuenta de que
está allí encima. Da media vuelta, vuelve al baño y a los dos
segundos, vuelve a entrar en la habitación con el móvil en la mano.
Río sin poder evitarlo.-Va, dímelo. Sé que pasa algo. Dime qué es.
Estoy pareciendo un idiota y sabes que no me gusta. Estás
tramando algo. ¿Qué es?-. Dice sonriendo.- Tienes que descubrirlo
por ti solo. No te voy a decir nada-. Le digo. Él resopla y se dirige
hacia su lado de la cama, se tumba, me suplica y me chantajea
dándome besos.- ¿No me lo vas a decir?-. Dice. Yo niego con la
cabeza en señal de respuesta. De repente, empieza a hacerme
cosquillas. ¡Las odio! y él lo sabe. Le insisto para que pare, pero él
también me insista en que le diga lo que él quiere oír. Yo cedo y
resoplo.- Mira encima de tu mesita de noche-. Le digo. Él se
incorpora y se gira. Se queda quieto unos segundos, mientras yo
estoy impaciente por ver su reacción. Coge el objeto de la mesita y
se gira.- ¿Estás embarazada?-. Me pregunta para confirmar lo que
acaba de ver. De pronto, se me lanza y me besa intensamente. Al
levantar la cabeza, su sonrisa me deslumbra la mirada.- De cuánto
estás?-. Me pregunta.-Según el test de una semana y media, dos
semanas-. Respondo.- ¿Y cuando te has hecho el test?-. Vuelve a
preguntar.- Esta mañana, antes de ir al trabajo-. Le contesto. En su
mirada desborda alegría, una mirada que me hace sentir miles de

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***
cosas. Una mezcla de sensaciones que juntas, hacen, para mí, la
mejor sensación del mundo.

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***
Capítulo 39
Trece años más tarde…

Son años de “gloria” para nosotros. Tenemos dos hijos sanos,


buenos estudiantes, deportistas y mayores… Óscar ya tiene
dieciséis años y la pequeña Alicia, doce. A Bruno y a mí, no nos
puede ir mejor. Hoy es nuestro decimoctavo aniversario y mi
cumpleaños. Llevamos la mitad de nuestras vidas casados y hace
veinte años que estamos juntos. Parece mentira que el tiempo haya
pasado tan rápido. Esta noche saldremos a cenar y aunque cada
año hagamos lo mismo, a mi me encanta. Vamos a algún
restaurante a cenar y luego nos vamos al lago, nuestro lugar
favorito.

Bajo a la cocina, donde están los niños desayunando. Óscar se


levanta, coje una bolsa que tiene en el suelo a su izquierda, me lo
tiende y me da dos besos, felicitándome.- De parte de los dos-.
Dice.- ¿Y esto? No teníais por qué comprarme nada-. Digo.- Venga,
ábrelo-. Dicen al unísono. Me dirijo a la mesa de la cocina, apoyo la
bolsa y saco dos cajas de dentro. Una más grande que otra. Cojo la
pequeña y la abro. Dentro hay unos pendientes, en forma de gotas
de agua, transparentes.-¡Qué bonitos!-. Exclamo, con sinceridad.
Me quito los que llevo puestos ahora y me los pongo. Luego, abro el
grande, que contiene un precioso reloj de plata.-¡Es precioso!-.
Exclamo, otra vez con sinceridad.- Papá no sabe nada. Esto lo
hemos comprado nosotros con nuestros ahorros-. Dice Alicia.-Sois
unos cielos. Muchas gracias-. Les digo y les doy un beso a cada
uno.- Mamá, esta tarde he quedado con los del equipo para ir a
hacer un partidito al polideportivo y luego iremos a cenar al
McDonald’s, ¿Te parece bien?-. Me dice Óscar.-Sí, pero a las once
y media te quiero en casa y nos mandas un mensaje a papá o a mí
cuando llegues.- Once menos cuarto. Gracias-. Dice y se va a su
habitación. Después de esto, me doy media vuelta y me dirijo al
trabajo.

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***
Capítulo 40

Por la tarde, al salir del trabajo, Bruno viene a recogerme. Al verle


en el coche, me dirijo hacia él, meto la cabeza la ventanilla y le
beso. Después, doy la vuelta por delante del vehículo y me subo a
él.-Bonitos pendientes-. Dice.-Gracias, son un regalo de los niños y
este reloj también-. Le digo arremangándome la camisa para que lo
vea.-Son unos cielos-. Añado. Bruno asiente con una pequeña
sonrisa. casa, donde ya han llegado nuestros hijos. Cada uno está
en su habitación, preparándose para esta noche. Óscar para ir con
sus amigos y Alicia para ir a casa de sus abuelos. Óscar baja las
escaleras dispuesto a salir por la puerta.- Pasadlo muy bien y
aprovechad que esta noche no estamos en casa-. Dice. Ya me
imagino a lo que se refiere. Le doy un golpecito en el hombro
cuando pasa por mi lado. Alicia baja con su bolsa, lista para ir a
casa de su amiga.- La acompaño yo. Tú ves preparándote-. Dice. A
mi me parece bien, así que le hago caso. Cuando ellos se van, subo
a la habitación y cojo el mejor vestido que tengo y me lo pongo. Voy
al baño para peinarme cuando llega a casa. Sube a la habitación y
al verme se queda mirándome.-Uau-. Dice.-¿Te gusta?-. Le
pregunto.- El vestido está bien, ahora tú, estás preciosa-.
Responde. Sonrío, me acerco a él, le abrazo por el cuello y le beso.-
Voy a cambiarme, tengo que estar a la altura-. Dice. Vuelvo a
sonreir. A las nueve de la noche, salimos de casa y subimos al
coche.

Tardamos quince minutos en llegar al restaurante. Nos sentamos en


la mesa que Bruno ha reservado, con vistas al mar y pedimos los
aperitivos. No paramos de reír en toda la cena, sea por chistes
malos de Bruno, que aunque sean malos, siempre me hacen reír, o
por anécdotas y recuerdos del instituto. A las diez y cuarto,
acabamos de cenar, pagamos, salimos del restaurante y nos
subimos al coche. Tardamos veinte minutos en llegar al lago. Al
bajar del coche, me doy cuenta de que el árbol que hay en frente,

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***
bajo el que nos sentamos cuando venimos, está decorado con miles
de pequeñas luces, en el agua flotan decenas de velas encendidas
y para sentarnos, Bruno ha puesto un pequeño banco de madera
blanca.-Está precioso, me encanta-. Le digo.-Me alegro de que te
guste-. Dice. Nos sentamos en el banco y hablamos sobre
diferentes cosas, haciendo esfuerzos para no hablar de un tema
que nos tiene marcados, que siempre tendremos en nuestra
memoria y del que siempre tendremos miedo de revivir de cualquier
manera. De repente, se hace un silencio. Yo suspiro.- ¿Crees que
tendríamos que contárselo?-. Digo. Él suspira.-No lo sé, por una
parte, creo que no hay porqué preocuparles por lo que que nos
pasó hace veinte años y por lo que pasó hace trece. Pero por otra
parte, creo que se merecen saber la verdad-. Dice. Justo entonces,
suena mi móvil. Miro mi reloj.- Debe de ser Óscar, esta mañana le
he dicho que nos avisara cuando llegara a casa-. Digo. Él asiente,
entonces, cojo mi bolso y de allí saco el móvil. Efectivamente, es él.-
Hola Óscar-. Digo. Pero no es él quien está al otro lado de la línea.-
Carlos, ¿Qué haces con el móvil de mi hijo?-. Digo. Bruno se queda
perplejo al oír lo que acaba de oír. Pongo el altavoz para que Bruno
también pueda escuchar a Carlos.- Veníos los dos para el hospital
cagando leches-. Dice.-Carlos, ¿Qué pasa?-. Pregunta
Bruno.-Vuestro hijo está aquí. ¡Venid para acá ya!-. Dice gritando y
cuelga. Los dos nos levantamos y vamos corriendo al coche. Bruno
pisa a fondo el acelerador, haciéndonos ir a tanta velocidad como si
fuéramos por el autopista.

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***
Capítulo 41

En diez minutos, llegamos al hospital. Allí, sentada en la sala de


espera, me encuentro a Marta, una amiga de Óscar, llorando. Me
acerco a ella, mientras Bruno está en recepción. Al verme se
levanta y me abraza. Intento tranquilizarla, pero tiene un temblor
lleno de miedo metido dentro de ella. Nos sentamos y ella intenta
contarme lo sucecido, pero sus sollozos hacen inteligibles sus
palabras. Entoces, aparece Carlos y los dos nos acercamos a él .-
La chica lo ha traído a rastras. No sé desde dónde, pero creo que la
pobre ha hecho varios kilómetros con Óscar apoyado en ella. Le
han dado una buena paliza. Varios golpes por todo el cuerpo,
latigazos por toda la espalda y un buen golpe en la cabeza que le
ha hecho perder la conciencia. Dice un par de palabras más a las
que yo no presto atención. Al oír la palabra ‘latigazos’, empiezan a
flaquearme las piernas y a temblarme todo el cuepo. Agarro la mano
de Bruno con fuerza. Él la retira para abrazarme y me da la otra
para que la agarre. Justo entonces, una enfermera, compañera mía
nos interrumpe diciéndonos que Óscar ha recuperado la conciencia.
Avisamos a Marta y entramos todos en la habitación. Carlos le hace
algunas preguntas y después sale para dejarnos a solas para hablar
con él. Entonces, Marta es la primera en acercarse a él, le besa,
después le abraza y rompe a llorar. Óscar intenta tranquilizarla,
diciéndole que está bien. Él también está a punto de llorar, pero no
lo hace, por Marta. Cuando deja de llorar, ella se aparta. Me acerco
yo y le abrazo también. Después, Bruno y yo le pedimos que nos
cuente todo lo ocurrido.-Primero de todo, deciros que no había
quedado con los del equipo, Marta y yo llevamos un par de meses
saliendo y habíamos quedado para dar una vuelta e ir a cenar al
McDonald’s. De camino a su casa, nos hemos encontrado con un
grupo de seis o siete tíos. Todos me han rodeado, menos uno que
ha alejado a Marta de mí unos metros. Dos de ellos, me han cogido
de los brazos y el que tenía enfrente, Castillo, creo que le llamaban,
se me ha acercado y me ha dicho algo así de que tu, papá, mataste

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***
a sus padres hace trece años y que no me mataba allí mismo
porque tú, mamá, intentaste salvarles la vida. Entonces se me ha
puesto detrás y a los pocos segundos a empezado a pegarme
latigazos en la espalda con lo que supongo que era su cinturón. Lo
último que recuerdo, es haber notado que me dieran un golpe en la
cabeza, no podría decir con qué-. Cuando acaba de explicarnos lo
que ha sucedido, me doy cuenta de que me tiembla todo el cuerpo.
Me entran ganas de llorar. Salgo de la habitación, tambaleándome,
como si no me quedaran fuerzas en el cuerpo. Bruno me sigue
hasta el pasillo. Al cerrarse la puerta, me dejo caer, me siento en el
suelo, apoyada en la pared y empiezo a llorar. Bruno se agacha, se
sienta enfrente de mí y me abraza.-Les va a pasar lo mismo que a
nosotros, Bruno. La historia se repite, ahora con nuestro hijo.
Nuestro niño, Bruno-. Digo, entre sollozos, con un tono de
desesperación.

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Capítulo 42

Al día siguiente, me despierto en el hospital, en una butaca de la


habitación de Óscar. Me cuesta un poco recordar lo que ocurrió
ayer. Me levanto y despierto a Óscar.-¿Qué tal has pasado la
noche?-. Le pregunto.-No muy bien, apenas he dormido-. Me
responde.-¿Estás bien?-. Le pregunto.- Más o menos. Me duelen la
cabeza y la espalda-. Me responde.- Ahora le digo a alguna
compañera mía que te traiga algún calmante-. Le digo.- No hace
falta mamá, es soportable. Ya sabes que a mí no me gusta tomar
medicamentos por tomar-. Dice.- Ya lo sé, pero cuando hacen falta
se toman y ya-. Replico. Nos quedamos unos segundos en silencio.
Despúes, es él quien lo rompe.- Siento mucho haberos fastidiado la
noche ayer-. Dice.- Tú no has tenido nada que ver con todo esto, no
quiero que te sientas culpable. Esto es cosa de papá y mía-. Digo,
dándome cuenta de que he hablado de más.-¿Cómo que de papá y
tuya?¿Qué tenéis que ver vosotros en todo esto?-. Pregunta,
desconcertado. Resoplo. Ahora no puedo echarme atrás. Tengo
que contárselo. Sé que Bruno quería esperar a que le dieran el alta
y estar en casa, pero ya no queda otra. Suelto un largo suspiro y,
con la mirada fija en el suelo, empiezo a contárselo absolutamente
todo. Nuestra primera cita en el lago, la primera vez que nos
encontramos con la banda, el edificio abandonado donde nos
llevaron esa noche, los meses posteriores, el juicio, la tarde en el
lago en la que decidimos escaparnos de casa para protegernos, los
meses en la casa de A Coruña, lo del bebé, el día en que nos
encontraron y casi mataron a Bruno, que cinco años después,
cuando él era pequeño, mataron al que había vuelto imposible
nuestros días, padre del que ahora había atacado a Óscar y que al
día siguente, su madre también murió al ser atropellada. Al acabar
de relatar todo lo que nos había sucedido, me doy cuenta de que las
lágrimas me resbalan por las mejillas. Alzo la mirada y veo que
Óscar está incorporado y a punto de llorar. Niega con la
cabeza.-Por favor, dime que no es verdad. Dime que todas esas

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***
cicatrices que tiene papá no se las hizo ese cabrón. Dime que no-.
Me suplica. Me quedo quieta, llorando y sin saber qué hacer. Él se
echa las manos a la cabeza y poco a poco apoya la espalda en la
cama. Justo entonces, entra Bruno por la puerta.-Se lo he contado-.
Le digo a Bruno, él corre hacia Óscar para abrazarle y los dos
rompen a llorar. Me da un vuelco el corazón. Ahora mismo, lo único
que le pido a Dios, o sea quién sea el que esté allí arriba, es que
nuestro hijo y su novia no pasen lo mismo que nosotros. Pasan
unos minutos y, al mirar el reloj, me doy cuenta de que en un cuarto
de hora empieza mi turno, así que, a pesar de que me insisten para
que me tome el día libre, salgo por la puerta. Me dirijo al vestuario
para cambiarme.

Allí, pasan unos minutos hasta que estoy lista. Entonces alguien
llama a la puerta. Es Carlos.-¿Puedo pasar?-. Pregunta.-Sí-.
Respondo. Él entra, se dirige hacia mí y se sienta a mi lado.-¿Estás
bien?-.Me pregunta.-Más o menos. Algo asustada-. Le
contesto.-Escucha-.Dice.-No tienes porqué trabajar hoy, por ley, si
un familiar tuyo está ingresado, puedo darte hasta tres días libres.
Además, te debo horas de las extras que hiciste hace dos
semanas-. Añade.-Estoy bien, gracias-. Le contesto. Justo
entonces, sin darme margen de reacción, me besa. Me pone la
mano detrás del cuello con tanta fuerza que yo no puedo separarme
de él. Tardo varios segundos en poder hacerlo.-Carlos, no quiero
hacer esto-.Digo. Se queda callado unos segundos, mirando al
suelo.-¿Sabes cuál es la diferencia entre no poder y no querer?-.
Me pregunta, haciendo una sonrisa irónica. Yo me quedo
callada.-Que si no puedes, es porque tienes pareja y si no quieres,
en tu caso, es porque además de estar casada, es porque quieres a
tu marido-. Dice y hace una breve pausa.- Eso me dice que no
tengo nada que hacer-. Añade, se levanta y sale del vestuario sin
que yo pueda decirle nada. Aunque tampoco sabría muy bien qué
decir.

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Capítulo 43

Dos días después, todos nos levantamos para empezar la semana.


Tras desayunar y vestirnos, los cuatro salimos de casa. Primero,
acompañamos a Óscar y a Alicia al instituto. Después, Bruno me
acompaña al trabajo. Aparca el coche enfrente de la entrada. Al
darle un beso para despedirme, noto que está algo raro.-¿Pasa
algo?-. Le pregunto.-Mis padres me llamaron ayer, cuando tú te
fuiste a la cama. Querían saber cómo estaba Óscar y estuvimos
hablando-. Dice y hace una pausa.-¿Qué te dijeron?-.Le pregunto.
-Están pensando en irse a vivir a A Coruña-. Dice.- Bueno, Bruno.
Tienen todo el derecho del mundo en irse a vivir allí. No les va a
pasar nada. Vale que cuando vayamos allí no podremos evitar
recordar todo lo que sucedió, pero si quieren irse a vivir allí, ahora
que se han jubilado, están en su derecho-. Le digo. Suspira.- Tienes
razón-. Dice. Después de esto, me da un beso y yo me bajo del
coche, dispuesta a empezar mi turno.

A las dos de la tarde, a falta de dos horas para acabar mi jornada,


suena mi móvil. Es Bruno.-Hola cari, ¿Qué pasa?-. Digo al
responder a la llamada.- Me ha llamado la tutora de Óscar. Me ha
dicho que el niño no se encuentra bien. No puedo salir del taller,
¿Puedes ir tú a buscarle?-. Me dice. Justo entonces, pasa Carlos
por delante.-Espera, ahora te digo-.Le respondo. Entonces, le pido a
Carlos que me deje salir un momento para ir a buscar a Óscar. Él
no pone ninguna pega. Me pongo el teléfono en la oreja y le digo a
Bruno que sí puedo ir.

Al llegar al instituto, veo que Óscar me espera en la recepción,


sentado en una silla. Intuyo que está algo nervioso por el
movimiento incesante que hace con su pierna. Al verme se pone de
pie, camina hacia mí deprisa y me coge de la mano.-Vámonos de
aquí-. Me ordena, antes de que yo pueda preguntarle qué le pasa.

91
***
Camina rápido por la calle, tanto que yo tengo que correr para poder
seguirle. Le pregunto varias veces qué sucede, pero él guarda
silencio, no me escucha. Le miro a los ojos. Conozco esa mirada.
La misma que ponía su padre, aunque no sea su hijo de sangre,
cuando tenía miedo. Y Bruno sólo le temía a una cosa: su
compañero de equipo, José Castillo.

Llegamos a casa y al cerrarse la puerta, me abraza y rompe a llorar.


-Me está persiguiendo, mamá-. Dice entre sollozos. Intento
tranquilizarle para que pueda contarme todo lo que ha sucedido. A
los pocos minutos, deja de llorar, entonces, en la cocina, los dos
nos sentamos y me explica qué ha pasado.- A la hora de comer, he
ido a la cafetería con Marta y le hemos visto. Iba con un amigo mío.
Resulta que ha llegado nuevo justamente hoy. Va a la clase de FP-.
Dice.-Me está persiguiendo para hacerme la vida imposible, mamá-.
Dice. Justo entonces, suena su teléfono. Es Marta. La oigo llorar a
través del altavoz. Él le pregunta varias veces qué le pasa, pero ella
es incapaz de pronunciar palabra. Se levanta de la silla, coje su
chaqueta y sale disparado por la puerta. Intento seguirle, pero coge
su moto, la arranca y le veo desaparecer de la calle a toda
velocidad.

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***
Capítulo 44

Corriendo y en menos de diez minutos, llego al instituto. Entro en


uno de los pasillos de las aulas, mientras la recepcionista me dice
que no tengo autorización para pasar por allí. Yo hago oídos sordos
y la ignoro. Busco a Óscar, aunque en realidad no sé por dónde
hacerlo. Entonces, al pasar por delante del baño de chicas, les veo
a él y a Marta abrazados en el suelo. Ella está llorando. Óscar
intenta tranquilizarla, pero ella no para de llorar. Entro en el baño y
me arrodillo frente a ellos.-¿Qué ha pasado?-. Le pregunto a
Óscar.-No lo sé, no ha sido capaz de decirme nada-. Me responde.
Entonces suena su móvil. -Un vídeo de un número desconocido-.
Dice, algo desconcertado.- A ver, déjame verlo-. Digo. Él me tiende
el móvil e inicio el vídeo. No me puedo creer lo que ven mis ojos.
Empiezo a temblar y me llevo una mano a la boca.-Mamá, ¿Qué
es?-. Me pregunta. Por una parte, creo que debe saber lo que ha
pasado, pero por otra, sé lo que va a pasar cuando vea el contenido
del vídeo. Antes de que me dé cuenta, me arranca el móvil de las
manos. Sujeta el móvil con una mano, y veo que, a medida de que
se reproduce el vídeo, cierra su otra mano con rabia. Al acabar de
ver el vídeo, se levanta rápidamente y sale del Baño.-Vuelvo
enseguida-. Le digo a marta y yo también salgo del baño, sin saber
en qué dirección ha ido. Por suerte, oigo el chirrido que hacen sus
zapatos contra el suelo y gracias a ello, sé por dónde ir. Corro lo
más rápido que puedo para intentar frenar a Óscar. Sé lo que va a
pasar si no le alcanzo. Lo sé porque Bruno hizo lo mismo cuado yo
estuve en el lugar de Marta. Pero ahora, es Óscar quien tiene las de
perder. Oigo su voz gritando. Acelero el paso hasta llegara un aula
con la puerta abierta. Entro en la clase y me abalanzo sobre Óscar
para intentar separarle del chico al que está dando varios puñetazos
en el suelo. Cuando por fin, consigo que pare, me quedo paralizada
al ver el rostro del chico al que Óscar había propinado con algún
que otro golpe en la cara. Es exactamente igual que su padre, el
compañero de equipo de Bruno y el que nos hizo la vida imposible

93
***
durante tanto tiempo. Tras dos segundos de estar completamente
petrificada, me levanto junto a Bruno, le pido disculpas al profesor y
los dos salimos del aula. El director del Instituto, un hombre alto,
calvo y cercano a los sesenta años, se dirige hacia
nosotros.-Disculpe, me gustaría hablar con usted y con su hijo en mi
despacho, si me acompañan…-. Dice. Ambos asentimos y le
acompañamos a su despacho.

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***
Capítulo 45

.​-Óscar, ¿puedes contarme qué ha pasado?-. Le pide el director. Él


cuenta todo lo sucedido desde la llamada de Marta.-¿Tienes
pruebas de eso?-. Le pregunta el hombre, tras escuchar las
palabras de Óscar una a una. Él asiente y se mete la mano en el
bolsillo para sacar su móvil. Lo desbloquea y, tras seleccionar el
vídeo de su galería, se lo tiende al director. Él lo contempla perplejo.
Al finalizar el vídeo, le tiende el móvil a Óscar.-Es evidente que este
tipo de acciones no deberían tener lugar en un instituto, bueno, en
ningún lugar, pero mucho menos en un instituto. Por tanto no se va
a tolerar. Por otra parte, no se puede saber quién es el que ha
abusado de Marta de esta manera, el vídeo está silenciado, ¿Por
qué has acusado a Pol Castillo?¿Qué pruebas tienes contra él?-.
Dice el director. Óscar se queda en silencio. Me mira, leo su mirada.
Quiere contárselo. Le niego con la cabeza muy disimulada y
sutilmente. Por suerte, el director no se da cuenta. Él suspira. Se le
iluminan los ojos. Se levanta de la silla y sale corriendo del
despacho. Ambos le seguimos. Va a un ritmo lento para que
nosotros podamos seguirle y durante el trayecto, contarnos su idea.
Llegamos a un aula. La puerta está cerrada. Óscar se para justo
enfrente. Coge su móvil y llama al número de teléfono desde el cual
le han mandado el vídeo. A los pocos segundos, se oye un móvil.
Pero no proviene del interior del aula, sino del bolsillo de la
cazadora de Óscar. Mete la mano en el bolsillo. Observa el móvil
durante unos segundos. En su mirada casi se pueden ver llamas de
la ira que contiene su cuerpo en este momento.-¡Joder!-. Grita,
tirando el móvil al suelo. El teléfono se rompe en varios pedazos de
tal fuerza con que Óscar lo ha tirado. Entonces, me doy cuenta de
que no he llamado a Bruno. Por tanto, cojo mi móvil y marco su
número. Tarda unos segundos en responder. Cuando lo hace, le
cuento todo lo sucedido.-Voy para allá-. Dice antes de colgar. Nos
disponemos a salir del instituto, cuando nos encontramos a Marta
sentada en un banco enfrente del despacho del director. Al vernos,

95
***
se pone en pie. Cuando llegamos a ella, Óscar la abraza y luega la
besa.-Escúchame-.Dice él.-No cuentes nada. Inventatelo todo-.
Añade. Se queda pensativo unos segundos.-Ya sé. Dile que te vino
por la espalda, te puso un trapo en la boca, te drogó y que lo tienes
todo muy borroso. Que no le has visto bien la cara. Que no podrías
reconocerle. Si te pregunta por qué he pensado yo que ha sido él,
dile que es porque el otro día me lo encontré por la calle, él iba
borracho y me amenazó con hacerte daño. Dile que no quieres
presentar cargos. Ah, y le dices que crees que tiene el pelo rubio. Él
lo tiene castaño oscuro-. Dice. Ella dice que sí a todo. Entonces, el
director se asoma por la puerta de su despacho y le pide a Marta
que entre. Ella le da un beso a Óscar, le dice que le llamará cuando
salga y entra en el despacho. Justo entonces, aparece
Bruno.-¿Estás bien?-. Le pregunta a Óscar.-Sí. Por favor, vámonos
de aquí-. Responde. Salimos del instituto y nos dirigimos a casa.

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***
Capítulo 46

Llegamos a nuestro hogar y, al entrar en la cocina, suena el móvil


de Óscar.-Es Marta-. Dice.-Pon el altavoz-. Le dice Bruno. Él
obedece y al responder, oímos la voz de la chica. Dice que cree que
el director se ha tragado la mentira que Óscar se ha inventado y que
sus padres están en el instituto, hablando con el director. Después
de hablar con ella, Óscar sube a su habitación y nos quedamos
Bruno y yo solos.- Tenemos que irnos de aquí. Si no se quieren
volver a cruzar con ese tío por la calle, tenemos que irnos o les
perseguirá por todo durante toda su vida para hacérsela imposible-.
Dice.-¿Quieres decir a A Coruña?-. Pregunto, aunque ya sé la
respuesta.-Sí-. Responde. Yo suspiro. Tiene razón. Lo sé y aunque
no quiero que nuestro hijo y su chica pasen por lo mismo que
pasamos nosotros hace veinte años, ya no hay vuelta atrás. Ambos
subimos a la habitación de Óscar, para hablar con él. Le contamos
lo que hemos hablado Bruno y yo en la cocina.-Estaba pensando en
lo mismo-. Dice.-Huir. No sabía adónde. Pero estaba pensando en
irme. Pero nosotros dos, Marta y yo solos. No quiero joderos la vida
ni a vosotros dos ni a Alicia. Aquí tenéis vuestra vida, vuestros
empleos, Alicia tiene el instituto, sus amigas… lo tenéis todo aquí-.
Dice.-Óscar, sabemos por lo que estás pasando. Nosotros también
tuvimos que pasarlo y a la hora de irnos, no teníamos ni tres mil
euros para poder comer y no sabíamos cuánto tiempo estaríamos
allí. Nosotros ahora, en el banco tenemos muchísimo más dinero y
tendremos más posibilidades de encontrar un trabajo. Incluso si nos
viéramos necesitados, podríamos quedarnos a vivir allí para
siempre-. Dice Bruno.-Óscar, tu padre tiene razón, podríamos volver
a empezar, tener una nueva vida. Alícia, Marta y tú podríais
empezar en algún otro instituto, hacer nuevos amigos. Sé que Alicia
no lo va a entender, pero es lo que hay-. Digo. Él se queda
pensativo, cabizbajo, unos minutos. Al final, asiente y coge su
móvil.- Voy a quedar con Marta esta tarde y se lo explicaré-. Dice.

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***
Por la tarde, cuando Óscar va a recoger a Marta, Alicia llega del
instituto. Bruno y yo nos miramos a los ojos y suspiramos. Tenemos
que decírselo. La llamamos desde la cocina y le decimos que se
siente en la mesa.- Mira, Alicia. Tenemos que contarte algo-.
Empieza a decir Bruno.- El hospital en el que trabajo es como una
cadena hotelera, tiene varios hospìtales por toda españa. Por eso,
suelen trasladar sobretodo a los jefes. A mí, como soy jefa de
enfermería, me a tocado-. Digo, cada vez que abro la boca, me
suena cada vez menos creíble, pero la expresión de la cara de
Alicia me dice que se lo está tragando.-¿Quieres decir que…?-.
Empieza a decir. Yo asiento con la cabeza.-Nos mudamos-.

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***
Capítulo 47

.-¿Qué?-. Exclama Alicia.-¿Nos vamos mañana?-.Grita.-Sí, cielo.


Escúchanos, por favor…-. Digo.-Me da igual lo que tengáis por
decirme. Vais a hacer que me vaya de aquí sin tan siquiera poder
despedirme de mis amigas en persona, además de que no quiero
irme-. Grita. Se levanta de la mesa y se dirige a su habitación.-¡Os
odio!-. Grita cuando va por la mitad de la escalera.- Alicia, esa no es
la manera de hablarnos ni a tu madre ni a mí-. Le dice Bruno,
también gritando.-Déjala, Bruno-. Digo.-Es difícil para ella-.
Añado.-Lo sé, pero no debería hablarnos así-. Dice algo
enfadado.-Es buena niña, Bruno. solo es que está enfadada. Ya se
le pasará-. Digo. Él se relaja.-Deberíamos hacer las maletas-. Dice.
Yo asiento y me levanto de la mesa. Me dirijo a nuestra habitación.
Una vez allí, saco las maletas y un par de cajas de cartón que están
guardadas en la parte superior del armario. Aunque solo vamos a
llevar lo imprescindible, me da a mí que no nos va a bastar con un
par de maletas. Justo entonces, oigo que se abre la puerta de la
entrada. Es Óscar. Bajo rápido las escaleras y ando deprisa para
llegar a él lo antes posible. Cuando estoy frente a él, le doy dos
besos.-Nos vamos-. Dice.-He quedado con ella que la recogeremos
a las cuatro y media en su casa-. Añade.-Perfecto cielo-.
Digo.-¿Qué tal ha ido con Alicia?-. Me pregunta.-Como
esperábamos, no muy bien-. Le digo.-Me sabe mal por ella-.
Dice.-Lo sé, pero es lo que hay-. Digo. Él suspira.-Voy a hacer las
maletas-. Dice. Yo asiento y ambos subimos a nuestras
habitaciones. Antes de entrar en la mía, me paro en la de Alicia, que
tiene la puerta cerrada. Hago chocar los nudillos contra la
madera.-Ali, cielo ¿Puedo pasar?-.Le pregunto.-Sí-. Me responde.
En su voz noto que ha estado llorando. Abro la puerta y veo que
está sentada en su cama. Me acerco a ella y me siento a su lado.
Ella me abraza.-Lo siento-. Dice.-Tranquila, no importa. Sé que es
difícil, pasé por esto siendo tres años mayor que tú-. Le digo.-¿A
sí?-. Pregunta. Yo asiento. -Mira, papá y yo queríamos contarte esto

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***
cuando fueras más mayor, pero creo que, ya que tenemos que
irnos, mereces saber la verdadera razón por la que nos vamos-.
Digo. Ella me mira extrañada.-¿No te trasladan?-. Pregunta. Yo
niego con la cabeza. Empiezo a contarle toda nuestra historia y al
acabar, le cuento lo que les a pasado a Óscar y a Marta. Cuando
acabo de hablar, me doy cuenta de que estoy llorando y ella
también. Nos abrazamos fuerte.- Voy a hacer la maleta-. Dice. Yo
asiento y tras darle un beso en la mejilla, salgo de su habitación.
Entonces, Bruno sube las escaleras.- Amor, ¿Estás bien?-. Me
pregunta.-Sí-. Respondo.-Bruno-.-Laura-. Hablamos los dos a la
vez. Ambos hacemos una media sonrisa.-Dime-.Dice.-No, tú
primero-. Digo.-Tú-. Insiste.-Vale-. Respondo y suspiro.- Se lo he
contado a Alicia-. Digo.-Bien, iba a decirte que se lo contáramos los
dos antes de irnos, pero si lo has hecho, ya está-. Dice.-¿Cómo se
lo ha tomado?-. Pregunta.-Bueno, está asustada y algo preocupada.
Ha llorado un poco, pero está bien-. Respondo.- Bueno, voy a hacer
la maleta-. Digo.- Sí, yo también-. Dice.-Ah, he encontrado un buen
instituto en A Coruña para los tres. Podrían empezar después de
Navidad-. Dice.-Perfecto-. Respondo.-No podemos darles de baja
del instituto, si ese es tan listo como su padre, si les damos de baja,
sospechará de algo y los van a buscar-. Dice. Yo asiento. Nos
dirigimos a nuestra habitación para hacer las maletas que, en media
hora, tenemos preparadas en la puerta de la casa para mañana por
la mañana.

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***
Capítulo 48

Al día siguiente, a las tres y media de la mañana nos ponemos en


pie. Nos preparamos, miramos que no nos dejemos nada y a las
cuatro salimos de nuestro hogar. A las cuatro y cuarto llegamos a
casa de Marta. Ella tarda tan solo dos minutos en salir. Óscar sale
del coche, la abraza, se besan, intercambian un par de palabras que
yo no puedo oír y suben al coche.-Chicos-. Dice Bruno.-¿Lleváis los
móviles, tablets, portátiles…?-. Pregunta. Los tres asienten.-Bien,
apagad todo lo que esté encendido y lo ponéis en esta bolsa-. Dice
y se saca una bolsa de plástico de dentro del bolsillo de su
pantalón. Todos obedecen y la bolsa acaba llena de aparatos
electrónicos.-Tenemos que pasar por un sitio antes de irnos para
allá-. Dice Bruno. A los diez minutos de trayecto, llegamos a un
almacén de piezas para automóviles. Bruno aparca justo delante y
baja del coche. En la puerta, le espera un hombre de su misma
estatura y más o menos de su edad, quizá dos o tres años mayor
que él. Intercambian un par de palabras. Después, el hombre le
tiende una bolsa de papel a Bruno, que este cambia por unos
cuantos billetes. Tras darse la mano, Bruno regresa al coche y el
hombre desaparece por detrás del edificio.-¿Quién era?-.
Pregunto.-El mismo que nos hizo nuestros DNIs falsos hace
diecinueve años-. Responde.-Tomad-. Añade y reparte los sobres
que contiene la bolsa.-Sobre los teléfonos, no digáis nada. Son así
para que no se puedan rastrear. Hay nuevas tarjetas SIM, DNIs,
pasaportes por si tuviéramos que viajar y tarjetas de la seguridad
social-. Dice.-Joder papá, lo tienes todo bajo control-. Dice Óscar.-
Ya lo tenía cuando tenía tu edad. Basta con tener un par de buenas
amistades, llevarte bien con la gente y hacerles muchos favores. Así
también te los tendrán que devolver-. Responde.- ¿Y qué tipo de
favores le haces?-. Pregunta Óscar.- En el instituto, le daba clases
de repaso en mates, química, inglés, alemán, le ayudaba a hacer
los trabajos de historia y le chivaba la mitad de las respuestas de los
exámenes de lengua. Así él me conseguía la merienda de la

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***
cafetería gratis, me robaba exámenes de física, le pedí el favor de la
falsa documentación y también que estuviera atento tanto en el
instituto, como en mi equipo de baloncesto. Para que así, si oía algo
pudiera avisarme y que nos diera tiempo a salir de la casa-.
Explica.- Tengo mucho que aprender de ti-. Dice Óscar.- No se trata
de aprender, se trata de tener algunas amistades a las que yo llamo
“por conveniencia”. No es que no me caiga bien, es buen tío. Pero
su amistad no es la que yo hubiera tenido si no fuera “por
conveniencia”. Observa, observa muy bien la gente que tienes a tu
alrededor, la gente que, si algún día te ves apurado, te deba un
favor y no tenga otro remedio que devolvértelo-. Le aconseja
Bruno.-Tomo nota-.Dice Óscar.-También va para vosotras dos,
chicas-. Añade, mirando por el retrovisor. Ambas hacen una media
sonrisa y asienten. Tras un trayecto silencioso de varias horas, por
fin, llegamos a nuestro destino.

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***
Capítulo 49

Bajamos del coche, atravesamos el jardín estirando nuestras


maletas y entramos en la casa.-Bienvenidos chicos, esta será
nuestra nueva casa-. Dice Bruno.-Hay cuatro habitaciones. La
principal es la nuestra, quedan otras tres. Os ponéis de acuerdo y
elegís la que más os guste-. Digo. Los cinco subimos al piso de
arriba, donde los tres adolescentes se ponen a mirar las
habitaciones. A los pocos minutos, Óscar entra en nuestra
habitación.-Mamá, las chicas ya han elegido su habitación, pero no
encuentro el tercer dormitorio, ¿Dónde está?-. Dice.-Ah, se me
olvidaba. Sígueme-.Digo y salgo de la habitación. Bajamos al piso
inferior y me acerco al hueco de la escalera.-¿Qué haces?-.
Pregunta.-Espera-. Respondo. Entonces, encuentro el libro. Lo
presiono hacia abajo y la puerta camuflada se abre.-¡Qué pasada!-.
Exclama.-Tú primero-. Digo. Él entra y baja las escaleras. Yo le
sigo.-Me encanta esta habitación mamá-. Dice.-Me alegro-.
Respondo.-Bueno, voy a dejar que te instales. Si necesitas algo me
llamas-. Le digo. Doy media vuelta y me dispongo a salir de la
habitación. Subo a la segunda planta y me paro en la habitación de
Alicia.-¿Va todo bien por aquí?-. Pregunto, asomándome por la
puerta.-Sí, pasa-. DIce ella. Yo obedezco y entro en la
habitación.-¿Lo has colocado todo ya?-.Le pregunto.-Casi, me falta
colocar los zapatos-. Responde.-Bien, ahora te traeré sábanas para
que se las cambies a la cama-.Digo.-Vale-. Contesta. Voy a
dirigirme a mi habitación cuando se me ocurre ir a ver cómo está
Marta.-Marta, puedo pasar-. Pregunto.-Claro, pasa-. Responde.
Abro la puerta y veo que está sentada en la cama mirando una foto.
Me acerco a ella y me siento a su lado.-¿Estás bien?-. Le
pregunto.-Sí, solo es que me va a costar acostumbrarme a esto-.
Contesta.-Lo sé, pero mira el lado bueno: ahora vives con tu novio-.
Digo, haciendo una pequeña risa. Ella ríe.-Bueno cielo, voy a
instalarme. Si necesitas algo, estoy aquí para lo que sea, ¿Vale?-.
Digo. Ella asiente y, acto seguido, sin que yo lo espere, me

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***
abraza.-Gracias por todo-. Dice.-No tienes por qué darlas-.
Respondo. Salgo de la habitación dispuesta a dirigirme a la mía
para poder instalarme.

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***
Capítulo 50

Bruno llega a casa cargando un montón de bolsas del


supermercado. Entra en la cocina, las deja en el suelo y se dirije a
mí para besarme.- He traído hamburguesas para comer-.
Dice.-Perfecto, voy preparándolas-. Digo, levantándome.-¿Y los
chicos?-. Pregunta.-Cada uno en su habitación. Supongo que están
acabando de deshacer las maletas-. Respondo. Después de esto,
me pongo a hacer las hamburguesas. Cuando están listas, llamo a
los chicos para que vengan a comer. La comida transcurre en
silencio. Al terminar, cada uno lava su plato, su vaso y sus cubiertos
y Alicia se dirige a su cuarto y la parejita se va a la habitación de
Óscar. Nos quedamos Bruno y yo solos.-¿Te pasa algo?-. Pregunta
al verme tan seria.-Tengo miedo de que esto no salga bien-.
Admito.-Además, no puedo dejar de recordar aquel día. Se
reproduce en mi cabeza una y otra vez como si fuera una cinta de
vídeo-. Digo.-A mí me pasa igual-. Contesta. A los pocos segundos,
Marta aparece en la cocina.-Tenéis que ver esto-. Dice. Nos
levantamos rápidamente la seguimos hasta la habitación de Óscar.
Al estar dentro, Observamos que falta parte de una de las paredes.
El hueco que hay, tiene forma rectangular, como si fuera una
puerta. Marta se adentra en él y la seguimos. Entramos en una
pequeña habitación llena de monitores en la pared del frente. Óscar
está sentado en una silla frente a las pantallas. Avanzamos hasta él.
Entonces, en los monitores vemos reproducirse grabaciones de
hace diecinueve años. Un escalofrío me recorre el cuerpo. No
puedo parar de mirar las imágenes. Todos permanecemos en
silencio, expectantes de las grabaciones. A los pocos minutos,
Óscar rompe el silencio.-Mamá, mira-. Dice, apuntando a uno de los
monitores. Bruno y yo dirigimos la mirada hacia la pantalla indicada.
La imagen muestra un coche con alguien apoyado en él en el
exterior.-¿Puedes hacerle zoom?-. Pregunta Bruno.-Supongo que
sí. Espera un segundo-. Responde Óscar. Tras unos segundos
mirando el teclado, realiza una combinación de teclas con las que

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***
consigue aumentar la imagen. Miramos la pantalla y me quedo
atónita al ver el rostro de esa persona, una persona con la que
hablo cada día, a la que conozco hace años y consideraba mi mejor
amigo. Empiezo a notar que me falta el aire. Es Carlos.

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Capítulo 51

Bruno enfurece. Intuyo qué es lo que quiere hacer. Echa a correr,


pero, por suerte, le cojo de la mano a tiempo y logro frenarle.-Laura
suéltame-.Dice, con un tono de advertencia.-No, no voy a soltarte-.
Respondo.-Bruno, piensa un poco, por favor-. Añado.-No he ido a
trabajar esta mañana. Debe de sospechar que nos hemos ido.
Estará preparado por si vamos a por él-. Noto que se relaja.-Bruno,
tenías razón-. Digo. Él me mira extrañado.-Hace trece años me
dijiste que no te fiabas de él, que le habías visto antes en alguna
parte-. Digo. Él abre los ojos. Está furioso. Me dirijo al salón, dónde
guardo mi portátil y lo enciendo. Me siento en el sofá y con el ratón,
me dirijo a la carpeta de documentos.-¿Qué haces?-. Me pregunta
Bruno.-Calla-. Le digo. Él obedece y guarda silencio. Tras unos
segundos de buscar, por fin encuentro lo que busco. Abro el
documento.-¿Qué es esto?-. Pregunta Bruno.- El informe médico de
José Castillo-. Le respondo.-¿Cómo es que lo tienes tú?-.
Pregunta.-Entré a hurtadillas en el despacho de Carlos y lo pasé a
mi pendrive-. Respondo.-¿Para qué lo querías?-. Pregunta.-En
realidad, no lo sé-. Respondo. En el documento, me sitúo justo
donde pone el nombre completo del paciente.- Mira Bruno-. Le
digo.-José Castillo González-. Lee.-¿Qué tiene que ver el nombre
completo de ese tío con lo que hemos visto antes?-. Pregunta.-Los
apellidos de Carlos son González Castillo-. Respondo.-¿Crees que
antepuso el apellido de su madre?-. Pregunta.-¿Qué otra relación
pueden tener?-. Respondo. Él calla y asiente.-Bruno, hay que hacer
algo y tenemos que pensar cómo lo hacemos-. Digo.Pasamos unos
segundos en silencio, pensando.-Tengo una idea-. Digo y empiezo
a contarle el plan que me ronda en la cabeza. Él lo aprueba y
empezamos a planificarlo todo. A las dos horas, cuando lo tenemos
todo listo, salgo de casa y le espero en el coche. Pasan unos
minutos y le veo salir por la puerta. Se sube al coche, se saca un
revólver del bolsillo interior de la chaqueta y lo mete en la

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guantera.-¿Lista?-. Pregunta.-Lista-. Respondo, asintiendo.
Arranca el coche y emprendemos el camino de vuelta a Valencia.

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Capítulo 52

A las siete y media llegamos a nuestro destino. Me bajo del coche,


tras darle un beso a Bruno. Subo las escaleras y entro en el
hospital. Me dirijo rápidamente al despacho de Carlos. Cuando
estoy frente a la puerta, empiezo a llorar. Abro la puerta y me
abalanzo a él para abrazarle. Él se queda inmóvil durante unos
segundos. Le he pillado completamente desprevenido. Después, él
también me abraza. Separo mi cabeza de su pecho y le beso sin
que él pueda hacer nada para impedirlo. Él apoya sus manos en
mis mejillas, acariciándolas suavemente. Le tengo donde quería.
Justo entonces, abre la puerta una enfermera. Ésta la cierra de
inmediato al vernos. Nos separamos y los dos reímos.-¿Vamos a tu
casa? -. Le pregunto con una pícara sonrisa. Él asiente.-Acabo mi
turno en diez minutos, me cambio y nos vamos-. Responde.-Vale,
te esperaré fuera-. Digo. Salgo del despacho y me dirijo a la salida.
Al estar fuera, me saco el móvil del bolsillo trasero del pantalón y le
envío un mensaje a Bruno: ​“Ha funcionado. Me lleva a su casa.
Enciendo GPS. Espera quince minutos y entra.” Justo entonces,
Carlos se me acerca. Apago el móvil y esta vez, lo meto en el bolso.
Nos dirijimos al coche y nos alejamos del hospital. Antes de llegar a
su casa, nos paramos en una farmacia cercana al hospital. A las
ocho menos cuarto, llegamos a su casa. Al cerrar la puerta, le beso
antes de que pueda cerrar con llave. Él las deja caer al suelo y me
sujeta por la cintura. Me coje en brazos y me lleva hasta su
habitación.-No podemos hacer mucho ruido. Mi sobrino está en la
habitación de al lado-. Dice.-Pol-. Pienso. Me pongo algo
nerviosa.-¿Dónde está el baño?-. Le pregunto.-Aquí-. Responde,
señalando con un gesto de cabeza la puerta que tiene al lado. Cojo
mi móvil disimuladamente y me dirijo al lavabo. Cierro la puerta y le
envío otro mensaje a Bruno: ​“Su sobrino vive con él. Primero
Carlos y luego Pol. PD: 13 minutos.”.-¿Estás bien?-. Dice Carlos
detrás de la puerta. Escondo el móvil en el mueble del lavabo, salgo

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del baño y le beso. Nos tiramos encima de la cama, nos
desnudamos mutuamente, él se pone el preservativo y…

Diez minutos más tarde, nos separamos. Nos tumbamos uno al lado
del otro, mirándonos.-No sabes cuánto tiempo llevaba soñando con
esto…-.Dice.-A ver… sin malpensar…-. Añande riendo.-Pero no
entiendo cómo has podido cambiar de idea tan deprisa-. Dice, serio.
Yo suspiro.- La verdad, es que ni yo misma sé por qué hago esto.
No es para jugar contigo, ni nada. Simplemente, es que desde lo de
Óscar, no hemos parado de discutir. Parece como si esto estuviera
debilitando nuestra relación cuando creíamos que la haría más
fuerte-. Digo.-Y lo de ayer ya fue la gota que colmó el vaso. Estoy
cansada de aguantar tanto y si lo hago, es por Alicia y Óscar-.
Añado, ya con una lágrima que dejo caer sobre mi
mejilla.-Perdona-. Me diculpo, secándome la lágrima con el dedo
índice.-Tranquila-.Responde.-¿Qué pasó ayer?-. Pregunta.-No lo
recuerdo muy bien, lo tengo todo muy borroso. Sé que discutimos y
que él se fue de casa. A las dos horas volvió y estaba muy
borracho. Le acompañé a la cama y fui a hacer la colada. Bajé las
escaleras con el montón de ropa en las manos y, como no veía por
donde pisaba, me resbalé y caí escaleras abajo. Me golpeé la
cabeza y me desmayé. Óscar se había ido con unos amigos y me
encontró tirada en el suelo-. Le explico. Nos quedamos unos
segundos en silencio y después él empieza a hablar.-Laura, tengo
que contarte algo...-.Dice.-Lo sé todo Carlos. Sé que José era tu
hermano. Que estabas con él en el parque, en el edificio
abandonado y después en Galicia-. Le interrumpo. Se queda
sorprendido, parado como si fuera de piedra. Entonces, Bruno
aparece en la habitación. Carlos se gira y le mira. Bruno le apunta
con el révolver y le dispara justo en el entrecejo.-Vístete-. Dice. Yo
me levanto de la cama y obedezco. Oigo cómo le dispara a Pol.
Bajamos las escaleras y, juntos salimos de la casa. Antes de subir
al coche, me besa. Entramos en el vehículo y emprendemos el
camino hacia Galicia.-Estás bien?-. Me pregunta.- Yo le miro y

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asiento. Él pasa su brazo por encima de mis hombros y me trae
hacia él. Desde que estamos juntos, siempre me había dicho que
haría cualquier cosa por mí. Bueno, mucha gente le dice eso a su
pareja, pero estoy segura de que nadie en todo el mundo más que
él ha matado a tres personas por su chica. No puede hacerse una
mínima idea de lo infinitamente agradecida que le estoy por ello.

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Capítulo 53

A las once y media llegamos a A Coruña. Al entrar en casa, Óscar


se levanta del sofá corriendo y nos abraza.-Tranquilo cielo. Estamos
bien-. Le digo.-Ahora ya podremos vivir en paz-. Dice Bruno.-Pero
no podemos volver a casa-. Añado.-No tardarán en encontrar los
cuerpos, y cuando la policía empiece a investigar, mamá será la
principal sospechosa-. Añade Bruno. Él asiente en señal de
comprensión.-¿Habéis cenado?-.Pregunto.-No, todavía no-.
Responde Marta.-¿Hago pizza para cenar?-. Propone Bruno.-¡Sí!-.
Gritamos todos los restantes. La cena transcurre entre risas. Me
siento rara, no es que me sienta mal, sino que noto como que algo
en mí está cambiando. Es difícil de describir. Es como si alguien me
hubiera arrancado todo ese miedo que me había estado
persiguiendo durante todo este tiempo. Me siento segura, tranquila.
Al acabar de cenar, todos nos vamos a dormir, estoy tan cansada,
que no dejo pasar un solo segundo desde que rozo la cama y me
duermo.

He dormido toda la noche de un tirón, cosa que también hacía


muchísimos años que no había logrado hacer. Las pesadillas de
Bruno no me lo permitían.-Espera…-. Pienso. Bruno no ha tenido
pesadillas. Abro los ojos y veo que son las once de la mañana. Me
giro y veo que Bruno aún duerme. Le despierto con un
beso.-Buenos días-.Le digo.-Buenos días-. Me responde.-¿Qué
hora es?-. Pregunta.-Las once-. Respondo.-He dormido toda la
noche-. Dice.-Toda la noche-. Repite mirándome. Me besa muy
intensamente. Tanto como lo había hecho la primera vez que nos
besamos. Cuando los problemas, preocupaciones y miedos no
existían. Ahora, que ya han desaparecido, todo será mucho más
fácil. Ahora, podremos vivir nuestro loco primer amor de otra
manera, menos loca o puede que con otro tipo de locura...

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