Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
:
1
Jack Ross y el compromiso nunca se habían llevado bien. Cosa que, siendo sinceros, le había
facilitado muchas situaciones en la vida.
Sin embargo, algo cambió cuando conoció a Jenna, sus ojos castaños brillantes y su sonrisa
tímida.
Pero… tres meses no eran suficientes como para enamorarse de alguien, ¿no? Así que, ¿qué
importaba si intentaba pasar más tiempo con ella del que le gustaría admitir?
¿Qué importaba si, después de todo, sí que era tiempo suficiente como para enamorarse?
¿Qué importaba si, por primera vez en su vida, daba a alguien la opción de romperle el
corazón?
©Todos los derechos reservados
:
2
:
LIBRO TRES
TRES MESES
JOANA MARCUS
3
:
1
Qué dolor de cabeza.
Me froté los ojos en cuanto me desperté, mirando a mi alrededor. Estaba en mi
habitación. ¿Cómo demonios había llegado? Apenas recordaba nada de anoche. Solo una
chica. Ah, sí… había llegado a casa con ella. Esperaba que ya se hubiera marchado.
Al mirar a mi izquierda, puse una mueca al ver que seguía en mi cama, durmiendo
boca abajo. Mierda. Tenía que irse.
Me puse incorporé sin mucho cuidado y ella no tardó en despertarse al notar que me
estaba moviendo por la habitación. Me subí unos pantalones de algodón y noté que me
miraba, desnuda, sonriendo un poco mientras bostezaba.
—¿Ya te vistes? —preguntó, mirándome de arriba abajo con una sonrisa que dejaba
claro lo que pensaba.
La miré fijamente unos segundos, intentando acordarme. ¿Cómo se llamaba?
—Sí, —murmuré al final, mirando la hora en mi móvil—. Tengo cosas que hacer.
No era cierto, pero ella no tenía por qué saberlo. Solo quería que se fuera para poder
seguir durmiendo.
La chica —su nombre seguía siendo un misterio— dejó de sonreír.
—¿Eh?
—Tengo cosas que hacer —repetí—. Puedo llamar a un taxi, si quieres.
:
—Tengo cosas que hacer —repetí—. Puedo llamar a un taxi, si quieres.
—Vinimos en mi coche —me recordó.
—Ah. Pues te acompañaré a la puerta.
Ella tardó unos segundos, pero al final se incorporó mirándome con aire confuso.
—¿No quieres echar un polvo mañanero o…?
—Odio las mañanas —enarqué una ceja.
Otra mentira. Pero mi cabeza estaba a punto de explotar.
—Como quieras —masculló, ofendida.
Vi que agarraba su ropa interior, su vestido y sus tacones y se los ponía sin prisa. Me
dedicó unas cuantas miradas de soslayo, como si esperara que me lo pensara mejor. No iba
a hacerlo. Odiaba compartir mi cama.
Cuando terminó, se estiró y me siguió por el pasillo. Will y Sue, mis dos compañeros
de piso, estaban en el salón cuando llegamos. Hice un gesto a la chica hacia la puerta. No nos
prestaron demasiada atención.
—Llámame esta noche —sonrió la chica, inclinándose para darme un beso en la
mejilla.
4
—¿Tengo tu número?
La miré un momento. Escuché una risa ahogada y mal disimulada de Sue.
Ella, por su parte, me levantó la mano y vi que lo tenía ahí apuntado. Después de lo
que pareció una eternidad, por fin se marchó. Suspiré, aliviado.
Resoplé y me dejé caer en uno de los sofás. Sue leía un libro mientras que Will parecía
demasiado centrado en algo de su móvil como para hacer caso a mi mirada acusadora.
—Buenos días, ¿eh? —protesté—. Gracias por preguntarme cómo he dormido.
—Sabemos cómo dormiste —Sue me dedicó una mirada mordaz—. ¿Es que tienes un
radar para detectar a las más ruidosas o qué?
—Me gustan ruidosas —la irrité—. Podrías decir buenos días, al menos.
—Son las doce —remarcó, mirándome de reojo.
—Pero acabo de despertarme, ¿no?
Ella optó por ignorarme.
—Oye —Will levantó la cabeza hacia mí—. Necesito que me hagas un favor.
Casi resoplé.
—¿Qué favor?
—Necesito que lleves las cosas de Naya a su residencia. Tienes la llave en la barra.
—Las cosas de Naya —repetí, incrédulo—. ¿Y no puedes hacerlo tú? ¿No es tu novia?
—Estaré toda la mañana con mi padre —me dijo él con el ceño fruncido—. Y ella no
puede ocuparse.
—Qué pena.
—Vamos, Ross. ¿No puedes hacerlo tú?
—Supongo que la opción de preguntárselo a Sue estaba descartada.
—Espero que no estuviera ni planteada —remarcó ella.
Al final, no me quedó más remedio que hacerlo. Después de comer algo, me vestí y
me encaminé al coche de Will, que guardaba una maleta gigante y pesada de color chillón.
Puse una mueca —pesaba una tonelada, maldita Naya — mientras la transportaba a mi coche
:
Puse una mueca —pesaba una tonelada, maldita Naya — mientras la transportaba a mi coche
y me dirigía a la residencia.
Si había algo peor que la resaca, era tener que pasear por el sol con resaca.
Me daba la sensación de que alguien me estaba aporreando la cabeza con un martillo
cuando me deslicé con la maleta de Naya entre la gente, suspirando. Había demasiadas
familias ahí. Demasiadas chicas llorando. Demasiados hermanos y novios afligidos. Madre
mía. Ni que las enviaran a la guerra. Solo era la Universidad.
—…es muy sencillo. Somos pareja. Nos queremos, pero… podemos acostarnos con
otras personas. Sin sentimientos ni nada, solo sexo.
Miré de reojo a mi derecha, donde vi a un chico hablándole en voz baja a la que supuse
que sería su novia. Puse una mueca sin fijarme demasiado en ellos. Solo con verle la cara al
chico ya supe qué clase de imbécil era. Pobre chica. Esperaba que le dijera que no o lo dejara.
Menos mal que yo no tenía esos dramas estúpidos de pareja.
Había una cola corta delante de Chris, el hermano de Naya y recepcionista de la
residencia, pero él se deshacía rápidamente de todo el mundo. En cuanto me vio, sus labios
se apretaron al mismo tiempo que los míos formaban una sonrisa.
—Hola, Chrissy.
Su frente se crispó por la irritación, como siempre.
—¡No me llames Chrissy!
—Vale, Chrissy —señalé la maleta—. Necesito subir a la habitación de tu hermana,
pero no sé cuál es.
—El primer día está prohibido que suban chicos no-familiares —remarcó.
5
Anuncio
Hasta 45%OFF
Todo para tus vacaciones hasta con 45%OFF
—El hombre ocupado —puse los ojos en blanco y fui a las escaleras.
Sin embargo, algo me llamó la atención cuando me alejé del mostrador. Y ese algo era
la chica que estaba hablando ahora con Chrissy.
Ella estaba apoyada con los brazos en el mostrador. Tenía una maleta pequeña al lado
y se ponía un mechón de pelo tras la oreja casi cada vez que hablaba, pero creo que no se
daba cuenta de ello. Sonreí disimuladamente y pensé en acercarme, pero decidí detenerme.
¿Esa era la compañera de habitación de Naya?
Llevaba puesto un jersey color mostaza con unos vaqueros estrechos que, en esos
momentos, me entraron ganas de comprar para dar a cada chica que conociera en mi vida.
Pero dudaba que les quedaran la mitad de bien. O igual pensaba eso porque estaba aburrido
y necesitaba una distracción. Su culito redondo era una muy buena distracción.
7
Ella me seguía mirando y me di el lujo a mí mismo de hacer lo mismo. Tenía una cara
bonita; nariz pequeña, ojos castaños, labios rosados y piel pálida. Apartó la mirada al instante
en que se chocó con la mía y estuve a punto de sonreír cuando me dio un repaso, pero me
contuve.
Especialmente porque la llave seguía en mi bolsillo. Tenía que disimular un poco.
Pero… no pasaba nada por mirar, ¿no? No haría daño a nadie. Especialmente a mí,
que prácticamente estaba babeando sobre el mostrador.
Seguía esperando una respuesta, por cierto. Ella dudó un momento.
Di que sí. Di que sí. Di que sí, vamos.
—Eh… no hay problema —murmuró,
Tuve que contenerme para no esbozar una sonrisa de triunfo.
Dios, me encantó incluso su voz. ¿Por8 de
qué363 Buscar
demonios tenía que ser la compañera de documento
habitación de Naya? ¿Por qué no podía conocerla en un bar cualquiera?
Por un breve momento, mis ojos la recorrieron de arriba abajo. Tenía las piernas y la
cintura delgadas. Tuve que suponer lo de la cintura porque el jersey era ancho y no dejaba
entrever demasiado, pero sí podía ver los dos pequeños bultos que eran sus pechos. Mhm…
tenía el cuello delgado y pálido, y el pelo castaño llegándole un poco más arriba de la línea
del sujetador.
En cuanto vi que sus mejillas se teñían de rosa pálido, me giré para ver qué lo había
ocasionado. Una cesta de condones. Tuve que contenerme para no reírme al ver su cara de
espanto.
—Yo te recomiendo los de fresa —le dijo Chris—. A no ser que no te guste, claro.
—¿A ver? —murmuré, rebuscando en la cestita.
—Solo uno —protestó él.
Agarré uno cualquiera. Multifruta. Ya lo había probado. Este documento es...
Ella también había aceptado uno. Sus mejillas se volvieron a teñir de rosa al mirarlo y
metérselo en el bolsillo. Casi parecía que no sabía qué hacer con él.
Útil No útil
Podríamos probarlo juntos.
—Que tengáis un buen día —sonrió Chris ampliamente—. ¡SIGUIENTE!
Ella dio un respingo mientras yo le daba lo que creía que era ya el tercer repaso
consecutivo. En serio, ¿por qué no podía dejar de mirarla? ¿La de anoche me había dejado
un trauma o algo así?
—Entonces… —vi que Jennifer no reaccionaba y me obligué a hablarle — , ¿tienes la
llave?
:
llave?
Ella abrió la mano para mí. Tenía las manos pequeñas y los dedos delgados. Se mordía
las uñas. Tuve que contener una sonrisa al ver la copia exacta de la llave que yo había
escondido.
—A no ser que me haya engañado, la tengo.
Oh, así que teníamos un poco de sentido del humor, ¿eh?
A ella se le tiñeron las mejillas de rojo y me arrepentí un poco de haberlo dicho de esa
forma.
—Es la novia de mi mejor amigo —añadí, extrañamente arrepentido de haber hecho
que se sintiera mal—. Se llama Naya.
Y será tu peor pesadilla.
—¿Y es…? —otra vez el mechón de pelo—. ¿Simpática?
—Cuando le interesa —pensé en advertirla sobre sus gritos con Will, pero supuse que
se daría cuenta sola y fui por otro lado —. También puede llegar a ser muy persuasiva.
—¿Persuasiva?
Me miraba como un corderillo asustado. Era más divertido de lo que debería ser.
—Ya lo entenderás cuando te veas a ti misma haciendo cosas que no te apetecía hacer
porque ella ha conseguido convencerte.
Di un paso a ella y creo que ni se dio cuenta, así que di otro, probándola. No se movió.
Pensé en dar otro y probar mi suerte colocándole el mechón de pelo, pero me detuve. Ella
seguía mirándome, esperando que dijera algo. Mierda. Tenía que parar. Era la compañera de
Naya. Y la volvería a ver, seguro.
—Bueno —di un paso atrás, conteniéndome a mí mismo— , si me disculpas, mi trabajo
de transportista ha concluido.
Jennifer parpadeó como si volviera a la realidad.
—Sí, claro —murmuró, pasándose una mano por el cuello que me quedé mirando— ,
gracias por ayudarme con la maleta.
Sonreí, pero dudo mucho que supiera el por qué.
—Un placer —murmuré.
Demasiado placer.
No me di la vuelta al alejarme, dejándola sola en la habitación.
11
Casi me entraron ganas de ir a por ella cuando vi que Naya me fulminaba con la
mirada y se la llevaba al otro sofá, alejándola de mí lo máximo posible. Habría que arreglar
eso en algún momento.
Mhm… si no podía acercarme a ella, tendríamos que atraer su atención.
—Acaba de llegar y ya me está insultando —le dije a Will.
Él sonrió, pero a Naya no le hizo ninguna gracia.
:
Él sonrió, pero a Naya no le hizo ninguna gracia.
—No la espantes —me advirtió.
Jennifer parpadeó, sorprendida, y me miró en busca de algo que pudiera espantarla.
Mierda. No quería asustarla tan rápido. Apreté un poco los labios a Naya. No iba a joderme
esto. Desviación de atención. Eso nunca fallaba.
—¡Yo no espanto a nadie! —la miré—. Además, si quiere vivir contigo tendrá que
saber que tú y Will sois como un combo. Aguantar a uno implica aguantar al otro.
—¿Qué? —ella me miró.
Buen trabajo.
—Cuando cada noche de la semana no puedas dormir por el ruido que hacen, ya
volveremos a tener esta conversación.
Will vio que su novia se estaba enfadando y decidió poner paz al asunto, como
siempre.
—Déjalo, Jenna. Todos hemos aprendido a ignorarlo.
Naya se apresuró a tomar la delantera de nuevo, señalándonos a mí y a Sue y
presentándonos. Sonreí un poco al ver que Jenna solo me miraba a mí al hacerlo, ignorando
a Sue.
—¿Ross? —podía acostumbrarme a oír mi nombre con su voz—. ¿Es el diminutivo de
algo?
Fingí que me centraba en cualquier otra cosa, acercándome a la comida china y
deshaciendo unos palillos.
—Es mi apellido —murmuré—. Me llamo Jack Ross, pero todo el mundo me llama
Ross.
—Su padre también se llama Jack —dijo Will por mí.
Sí, y no iba a dejar que me llamaran como a ese gilipollas.
—Y yo dije que, como me llamaran Jack Ross Junior, me cortaría las cenas —concluí.
Ella sonrió al adelantarse para robar comida.
Y empezó a hablar de que era del sur de estado y de no sé qué de universidades
mientras yo intentaba participar y, a la vez, decía a la chica de anoche que se olvidara de mí.
Estaba ocupado. Y lo que esperaba que me mantuviera ocupado estaba diciendo que tenía
una relación abierta con su novio o algo así.
2_5411089361900933606
ajsdua
:
Tres meses - Joana Marcus
Naomy Espadas
San Valentin
Fran Frani
mejor me callo
dalila speranza
TYOFIL_JS
Tania Rios
Mostrar más
: