Está en la página 1de 7

DESCONOCIDOS DE LA

NOCHE

LISA

-¿Segura no quieres venir? – pregunta Jennie en la puerta


apunto de irse – no me gustaría que pasaras año nuevo
sola aquí…

-Esta bien – digo sonriendo hacia ella – además, no hay


nada mejor que comer platillos navideños mientras veo
películas de navidad con toque de terror.

Jennie ríe caminando una vez más hacia, me abraza


acercándome a su cuerpo, de inmediato aceptando el
abrazo.

-Nos vemos en una semana – dice Jennie alejándose de


mi.
La despido y al cabo de los segundos me encuentro
completamente sola en la casa, mi mirada vagando por
todas partes, la verdad no haciéndome tanto daño la
oscuridad.

Paso el día limpiando la casa (lo cual no me toma mucho


tiempo ya que no es tan grande) acomodo la habitación
de Jennie la cual dejo echa un desastre y después me
dispongo a darme una ducha para hacer la cena.

La verdad los dos siguientes días son realmente relajados,


conmigo tumbada en el sofá haciendo realmente nada,
leyendo uno más que otro libro de medicina, extrañando
un poco a mí compañera.

Si, desde hace dos años que me mudé a Seúl a estudiar


medicina y me hice muy apegada a mí compañera, al
principio no era tan cariñosa, pero con el tiempo se abre,
demostrando que tiene un corazón realmente grande.

Paso 24 de diciembre probandome la ropa de mi armario,


hago bailes con canciones kpop la verdad disfrutando mi
día, la pasé tan bien que no se en que momento se
hicieron las tres de la mañana, deteniendome para ir y
tomar una ducha, pero en el momento que comienzo a
subir las escaleras comienza a tocar la puerta.

Frunzo el ceño algo confundida ya que…

Son las tres de la madrugada.

Me asomo un poco en la puerta viendo en ese momento


a un niño de tal vez seis años, sin dudar le abro la puerta,
su mirada encontrándose con la mía.

-Ven pasa – digo rápidamente hacia el, su cuerpo


pasando junto al mío - ¿Qué haces a estas horas en las
calles y en estas fechas?

-Po-orfavor… solo quiero un poco de agua…

Suspiró haciéndole una seña de que se siente en la mesa,


me dispongo a ir a la cocina por el vaso de agua
aprovechando también a llamar a la policía informando
de aquello, pero en el momento que regreso a preguntar
si nombre…

Ya no está.
****

Al siguiente día algo confundida y aún aturdida me


dispongo a encender mi lapto e investigar si no se había
escapado de algún orfanato, la verdad no me sorprendió
al ver que si.

Me apresuró a llamar al orfanato para darles información


pero entonces…

-¿Tu llamada se debe al niño que toco tu puerta en la


noche?

Abro los ojos como platos sintiéndome demasiado, muy,


bastante confundida, ya que no le había dicho ni una
palabra y me dice esto al descolgar.

-Si… – digo aún confundida.


-¿Puedes reunirte conmigo en una hora en el orfanato?
Necesito comprobar que si fue el… y si no, debes de
comunicarte con el padre ya que es de fuerza mayor.

Asustada colgué la llamada mi mirada estando en todas


partes de la casa, trago con fuerza tratando de controlar
mi respiración, me mantengo en calma mientras busco la
llaves de mi auto y me dirijo hacia el orfanato, tardando
alrededor de 10 minutos en llegar.

Al llegar al orfanato me encuentro con la señora, ella me


sonríe mientras se presenta.

-Mucho gusto, soy Yoo Inna pero puede solo decirme


Inna.

-Lisa – digo asintiendo hacia ella.

Inna me muestra una foto de un niño, tiene una sonrisa


brillante y ojos gatunos, el cabello rojo siendo llamativo,
en ese momento…

-Es el – me limito a decir, el semblante de Inna


cambiando, el miedo pintando sus ojos.
-Vamos, debemos de ir con el padre Dongwook ahora
mismo.

-¿Pero… que sucede? – pregunto hacia ella, sus ojos


encontrándose con los míos.

-Tenemos que convocar una misa – dice suavemente –


ese niño… Choi San, murió hace veinte años y tiene la
costumbre de ir a casa de desconocidos a tocar la puerta
en noche buena.

***

Llego a mi casa sintiéndome aún aturdida, mis rodillas se


sienten débiles y dejó que mi peso ceda, caigo de rodillas
en el suelo sin poder creer aquello…
Levantó la mirada no sintiéndome sola de pronto, mi
corazón deteniéndose en mi pecho al ver a aquel niño
arrodillado ante mi, la misma sonrisa brillante en su
rostro y…

-Gracias por abrirme la puerta – dice de pronto, su voz


siendo fría, mi cuerpo estando inmóvil – gracias por
dejarme pasar… en estos días vendré por tu compañera –
sonríe más ampliamente, aquello poniéndome la piel de
gallina – ya que no me dejó pasar el año pasado.

FIN

También podría gustarte