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La Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE), fue escenario del taller
intensivo “Herramientas narrativas para periodistas”, el cual se dictó los días 28 y
29 de septiembre. Un encuentro organizado por la Licenciatura de Periodismo en el que
participaron estudiantes junto a periodistas de Santiago, Loreto, Termas y Añatuya.
Revista LA COLUMNA tuvo una entrevista exclusiva con Federico Bianchini, quien
estuvo a cargo del taller. El mismo, fue redactor de Clarín durante siete años y trabajó
en el diario La Razón durante un año. Con 28 años, en 2010 ganó el Premio Las
Nuevas Plumas (Universidad de Guadalajara) por su perfil del escritor Rodolfo
Fogwill titulado “El hombre que nada”, convirtiéndose en el primer ganador del
concurso de crónicas inéditas en español. Ya en el 2013, gracias a un perfil sobre el juez
y jurista Raúl Eugenio Zaffaroni como “El supremo anfibio”, ganó el premio Don
Quijote, organizado por la agencia EFE y entregado por los reyes de España. En 2015,
publicó el libro “Desafiar al cuerpo: del dolor a la gloria”. En 2016, con el proyecto de
libro “Antártida: donde el tiempo no pasa” ganó la Beca Michael Jacobs de crónica
viajera de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo
Iberoamericano (FNPI). En esta ocasión, habló del encuentro, la presentación de su
nuevo libro de cuentos en la provincia y sobre su faceta de cronista en el periodismo y
la ficción.
-En base a este Taller Intensivo ¿Cómo ha sido la selección de los textos para
trabajar y con qué te has encontrado?
-Elegí estos textos porque me parece que son de alguna manera y muy arbitraria, como
representantes de pequeños subgéneros desde la crónica, y que sirve sobre todo para
eso, para tener en cuenta que se puede hacer. A partir de eso, pensarlo como unas cajas
en donde uno puede poner adentro lo que quiera, pero saber que existen estas cajas
como para tener un panorama. La verdad que estuvo muy interesante el taller, sobre
todo porque hubo mucha concurrencia y la verdad que muchos escribieron. Creo que
estos espacios sirven sobre todo para, por un lado para generar redes y contactos entre la
gente y para conocer autores que quizá uno no conocería y por otra parte, para recibir
devoluciones de otros que tienen miradas distintas, perspectivas diferentes. Eso solo se
puede hacer si la gente trae sus textos, porque si no el taller se transforma en una
enumeración de autores, conceptos, experiencias donde para el que lo dicta es aburrido.
La verdad que fue muy interesante, poder escuchar todos estos textos, ver las diferentes
crónicas y maneras de pensar la crónica, así que me voy muy contento.