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-¿Hay alguien en la familia Lispector que haya llegado a escribir alguna cosa?
-Yo me enteré últimamente, para mi gran sorpresa, de que mi madre escribía. Yo tengo
una hermana. Elisa Lispector, que escribe novelas. Y tengo otra hermana, llamada Tania
Kaufman, que escribe libros técnicos.
-En las raras entrevistas que usted ha concedido surge, casi necesariamente, la pregunta
de cómo comenzó a escribir y cuándo.
-Antes de los siete años ya fabulaba, ya inventaba historias. Por ejemplo, inventé una
historia que no acababa nunca. Es muy complicada de explicar esa historia. Cuando
comencé a leer, comencé también a escribir. Pequeñas historias.
-¿A usted le resulta más fácil comunicarse con un adulto o con un niño?
-Comunicarme con un niño me resulta fácil porque yo soy muy maternal. Cuando me
comunico con un adulto, en verdad me estoy comunicando con lo más secreto de mí
misma, ahí se hace difícil, ¿no es cierto?
-¿Y el niño?
-El niño tiene la fantasía libre…
-¿A partir de qué momento, según la escritora, el ser humano se va volviendo triste y
solitario?
-Ah, eso es secreto… Disculpe, no voy a responder. En cualquier momento, basta un
choque un poco inesperado y eso sucede… Pero yo no soy solitaria, no. Tengo muchos
amigos. Y sólo estoy triste hoy porque estoy cansada… Por lo general soy alegre.
-¿Esa etapa?
-Es muy dura la etapa entre un trabajo y otro, y al mismo tiempo es necesario que haya
una especie de vaciamiento de la cabeza para que pueda nacer alguna otra cosa, si es que
nace. Es todo tan incierto…
-¿Y cómo considera usted esta observación, que colocamos entre comillas, de
“hermética”?
-Yo me comprendo, de modo que no soy hermética para mí. Bueno, tengo un cuento mío
que no comprendo muy bien… Yo escribo sin esperanzas de que lo que escribo cambie
alguna cosa. No cambia nada…
-Usted entra en contacto, creo que con frecuencia, con los jóvenes universitarios…
-De vez en cuando me buscaban, pero tienen mucho miedo de molestarme. Tienen mucho
miedo de que yo no los reciba…
-Normalmente el contacto del joven estudiante con usted, ¿qué tipo de preocupación
revela?
-Revela cosas sorprendentes, que ellos están en la mía…
-Oímos con frecuencia que las nuevas generaciones leen poco en Brasil, ¿usted confirma
eso?
-Bueno, los universitarios están obligados a leer porque se les impone. Ahora no estoy al
tanto de los otros.
-Si esa es la tendencia del público, ¿cuál cree usted que debe ser el perfil medio de su
lector?
-Sabe que no lo sé…
-¿Usted cree que una persona va a una librería a comprar específicamente un libro de
Clarice Lispector?
-Parece que eso sucede… Lo sé porque a veces me telefonean y me preguntan en qué
librería pueden encontrar mi libro. Entonces, es que hay personas que van a buscar
precisamente mi libro. Porque en el fondo yo escribo de un modo muy simple, ¿sabe?
-¿Será que las cosas simples son recibidas hoy de manera complicada?
-Tal vez, tal vez… Pero escribo de una manera simple. Yo no adorno…
-En su formación como escritora, ¿cuáles son aquellos escritores que usted siente que le
influenciaron realmente?
-No lo sé porque mezclé todo. Yo leía libros, novelas para adolescentes, libros, color de
rosa… mezclados con Dostoievski. Escogía los libros por los títulos y no por los autores, de
quienes no tenía conocimiento alguno Mezclé todo. Leer a los trece años El lobo estepario
de Hermann Hesse fue un shock. Entonces comencé a escribir un cuento que no
terminaba nunca. Acabé rompiéndolo.
-¿Con quién?
-Conmigo misma.
-¿De qué?
-De mí misma.