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COLEGIO DE ESCRIBANOS DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA

REVISTA NOTARIAL 1984 – 1 Nro. 47

LA RATIFICACION y LA CONFIRMACION EN LA
TERMINOLOGIA JURIDICO-NOTARIAL

por Index C. GARRONE

Sumario:

1) Planteo del tema. 2) Ratificación. 3) Confirmación. 4) Diferencias


entre sí y con otras figuras. 5) Forma. 6) Efectos. Redacción docu-
mental. 7) Colofón.

1) Planteo del Tema:

Nos enfrentamos con un tema que, inicialmente, nos sorprende por su


engañosa falta de trascendencia dentro del derecho y de la técnica notarial. Sin
embargo, detrás de esa ilusoria simplicidad, se nos presenta un sinnúmero de
interrogantes que aportan sorpresivas dudas sobre lo que hasta ayer conside-
rábamos sabido, obligándonos a la reflexión y a la autocrítica.

Es común y muy difundida la confusión con que desde muy antiguo se


vienen aplicando estos dos términos en la redacción escrituraria. Si examina-
mos, estadísticamente, una cantidad de escrituras redactadas por distintos no-
tarios, encontraremos en "el otorgamiento" de las mismas, el uso permanente
de algunos de estos términos con sorprendente reiteración. Podríamos afirmar
que la fórmula más usual es la de: "Leída y ratificada", firma de conformidad,
por ante mí, doy fe".

Es importante recordar que el otorgamiento consta de cuatro partes fun-


damentales, cuya redacción también debe ser clara y ajustada a derecho, a
saber: 1) La lectura: Dice el artículo 1001 del Código Civil: “...EI escribano debe
dar fe que conoce a los otorgantes, y concluida la escritura debe leerla a las
partes...". La disposición legal es terminante: DEBE LEERLA A LAS PARTES.
Por tanto, obliga al hacedor del documento a dejar constancia "que lee" a las
partes la escritura en el acto que la misma está pasando. De ningún modo,
pues, es aceptable el uso del tiempo pasado y menos de frases o términos que
haga poner en duda sobre "quién leyó". Ejemplo, lamentablemente difundido:

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"Leída que les fue... " II) El otorgamiento: Las partes no ratifican, ni confirman
nada, sino que otorgan lo que van a firmar; ellos son "los otorgantes" (Art.
1001). III) La firma: "...La escritura hecha así, con todas las condiciones, cláu-
sulas, plazos, las cantidades que se entreguen en presencia del notario desig-
nadas en letras y no en números, DEBE SER FIRMADA POR LOS INTERE-
SADOS... " IV) La autorización: Otorgada por los comparecientes, a quienes
el notario lee la escritura, deja constancia fehaciente que la firman ante él, y
con su firma y sello, autoriza (no otorga) el documento. ("Las escrituras públi-
cas sólo pueden ser hechas por escribanos públicos..." (art. 997). "... y autori-
zada al final por el escribano". (art. 1001).

El apego a estas formas de expresión o tipo de redacción, tiene sus ante-


cedentes ilustres en el pasado, como así también en el presente (aunque no
tan ilustres). Vemos, por ejemplo, que JOSE MAXIMO PAZ usa: "Leída... "la
ratifican... ". MARTINEZ SEGOVIA: "Leo a los comparecientes, quienes se rati-
fican de su contenido y la firman de conformidad…". VALLET DE GOYTISOLO
(español): "Así la otorgan, ratifican y firman…" ARGENTINO I. NERI: "LEIDA.
la firman, la refrendan el tesorero y el secretario del Club, y la suscriben tam-
bién los señores... ; testigos del acto, del cual y del contenido de esta escritura,
doy fe". (Tratado de Derecho Notarial. Vol. 8. pág. 539 - año 1976).

Estamos convencidos que la causa de esta confusión debe buscarse: a)


en el formulismo estéril y negativo que, como dice E. Giménez Arnau, "es re-
iteración inútil, repetición mecánica de frases y modismos que no tiene valor
para la eficacia del documento, ni para fijar su contenido"; y b) en la semántica
de ciertos términos, aprehendida en una etapa decisiva para nuestra formación
cultural.

Basta recordar su significado: RATIFICAR: (del latís ratus: confirmado;


facere: hacer) aprobar o confirmar una cosa que se ha dicho o hecho, dán-
dola por valedera o cierta. CONFIRMAR: Corroborar, acreditar, evidenciar
la verdad; certeza o probabilidad de una cosa. Ratificar, afirmar, aseverar
de nuevo. Ratificación de la verdad de un hecho. Comprobación. Reitera-
ción de lo manifestado. Como vemos, se trata de sinónimos y, semántica-

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mente, así entraron a nuestro conocimiento estos dos vocablos a los que más
tarde, el saber especializado les iba a dar nuevo significado, como así también,
nuevas aplicaciones. Es evidente, que aquel contacto inicial, con ese impacto
tan particular que provoca toda sinonimia, nos dejó una marcada huella en
nuestra formación idiomática, huella que fue tan profunda hasta el punto que no
pudieron borrarla los posteriores conocimientos sobre el derecho. Ella reapare-
ció en toda su hondura traída de la mano del "formulismo". Al ceñirnos incon-
dicionalmente al formulario, hemos adquirido por contagio una serie de "tics"
nocivos que, por desgracia, se difundieron con una amplitud asombrosa.

Hacemos hincapié en este aspecto, lingüístico, puesto que no debemos


olvidar que la norma jurídica toma forma práctica por medio de las palabras, de
lo que puede deducirse, que si éstas no son empleadas con certeza y seguri-
dad, sin duda, la aplicación que hagamos de la norma, correrá el riesgo de no
ser exacta.

No podemos soslayar la importancia de la interpretación gramatical en lo


que hace a las leyes y a los negocios jurídicos. Diríamos que es forzosa dentro
del campo del derecho, desde aquella sagaz distinción que hiciera Savigny, de
los cuatro elementos de interpretación: el gramatical, el lógico, el histórico y el
sistemático.

El notario, como creador o hacedor del documento, redacta, maneja la


ciencia y el arte del lenguaje, ajustándose a las reglas de la semántica y de la
etimología a fin de atenerse a la estricta significación de las palabras. Su for-
mación jurídica le ha obligado a redefinir muchos términos y le exige pulcritud y
autocrítica en el manejo de vocablos que hasta ayer, tuvieron el significado co-
rriente.1

1
"El lenguaje jurídico no es vulgar, claro está, por mucho que se generalice, es decir, que se difunda en
el vulgo. El idioma castellano, como todos saben, es uno de los más latinos, en el sentido que deriva de
la lengua del Lacio. Es verdad que los romanos no impusieron su idioma al pueblo de los países domina-
dos por ellos, sino que los habitantes lo adoptaron. Roma impuso el latín como lengua oficial, pero no
como lengua vulgar, lo que hubiese sido pretensión vana, porque las lenguas vulgares no se imponen
por un senado-consulto, ni por una real orden. El idioma vulgar es el materno u originario, no sujeto a
las reglas técnicas, porque no las necesita, y porque éstas no pueden contenerlo".
"Decimos que el lenguaje jurídico es técnico, y en sentido lato, es profesional. Desde la alta cátedra
hasta la más modesta función pública; desde el jurisconsulto al último picapleitos; desde el tribunal

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Viene al caso, traer aquí la sabia recomendación de Rolandino: "No obs-


tante debes proceder, en general, de modo que tanto en los testamentos, como
en los contratos, uses términos lo más claros, manifiestos y que expresen la
voluntad de los testadores y contrayentes, pues hay ocasiones en que es pre-
ciso atenerse a la estricta significación de las palabras en los contratos. En
éstos, lo mismo que en los testamentos, no se pase por alto la significación
propia de las palabras, de forma que pueda parecer, manifiestamente, que los
contrayentes pensaban de otro modo. No es cosa fácil probar que los contra-
yentes quisieron otra cosa que lo que las palabras significan, porque se presu-
me en pro del instrumento; esto es, según lo que éste dice, de no probarse lo
contrario. Ahora bien, si consta la voluntad de los contrayentes, no cabe duda
que hay que guardarla y preferirla a las palabras, ya que más bien miramos el
sentido que la materialidad de las palabras".

Vayamos ahora al concepto jurídico de estos negocios que, en la práctica,


se suelen confundir o superponer.

2) Ratificación

Vélez Sársfield la define así: "...es la expresión técnica por la cual una
persona aprueba los actos que otra ha hecho a su nombre sin haber recibido el
mandato correspondiente". (Nota al art. 1059 del C. Civil).

supremo hasta el simple juzgado de paz; desde el gobernante hasta el último guardián público, todos lo
emplean o deben emplearlo en su esfera de actividad profesional, y de su competencia legal. No cree-
mos que por ser técnico el léxico jurídico, pueda comprendérselo en la misma jerarquía en que se colo-
can otros de índole también técnica como la de él, sino que está en un plano superior".
"Todo examen del vocabulario jurídico que contribuya a la aclaración y a la depuración de los con-
ceptos, debe estimarse como útil. SI HAY UNA DISCIPLINA EN LA CUAL CONVIENE EMPLEAR LA PALABRA
ADECUADA O PROPIA, ELLA ES LA DEL DERECHO. Esta precaución es indispensable aunque sólo sea para
evitar controversias o discusiones que surgen, precisamente, de la confusión y duda sobre un término".
El concepto jurídico difiere, con frecuencia, del concepto general o común. De ahí que también las
palabras que se emplean para designarlo sintéticamente tenga en el léxico jurídico, si no en lo sustan-
cial, al menos en su empleo técnico, una significación diferente de la común. A esas palabras se las llama
"términos" o "vocablos", y referidas a la respectiva disciplina forman la "terminología" o el "vocabulario"
en derecho.
Advertimos que no se trata solamente de respetar el idioma, sino, e insistimos en éstos, de evitar
expresiones legales que significan lo contrario de lo que con ellas se quiere decir y de evitar, también
irregularidades en los actos jurídicos". (RAFAEL BIELSA, "Los conceptos jurídicos y su terminología". Ed.
Depalma - año 1961).

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Persigue el mismo fin que la confirmación: dar validez al acto jurídico sus-
ceptible de ser anulado, por parte de quien podría accionar de nulidad. Su efec-
to se asimila al de la confirmación puesto que ambos legalizan o purgan el acto
que está sujeto a una posible sanción anulatoria. Entraña una intervención a
posteriori dirigida a un acto jurídico susceptible de ser completado o purificado
de algún vicio.

Consiste en que una persona acepte como propios hechos o actos


jurídicos realizados por otra. No interesa si hubo mandato o si éste fue sufi-
ciente, (falsus procurator), la ratificación equivale al mandato: "Quién ha por
firme la cosa fecha en su nome, vale tanto como si la oviesse mandato facer de
primera". (Ley 10 - Título 34 de la Partida 7a.).

El concepto y la función del negocio que estudiamos están expresamente


determinados en el cuerpo de nuestro Código Civil cuando dice: "Ninguno pue-
de contratar a nombre de un tercero, sin estar autorizado por él, o sin tener por
la ley su representación. El contrato celebrado a nombre de otro, de quien no
se tenga autorización o representación legal, es de ningún valor, y no obliga ni
al que lo hizo. El contrato valdrá si el tercero lo ratificase expresamente o eje-
cutase el contrato".

"La ratificación hecha por el tercero a cuyo nombre o en cuyo interés se


hubiese contratado, tiene el mismo efecto que la autorización previa, y le da de-
recho para exigir el cumplimiento del contrato...".

"La nulidad de la venta de cosa ajena, queda cubierta por la ratificación


que de ella hiciere el propietario...".

"Cualesquiera que sean las circunstancias en las cuales una persona


hubiera emprendido los negocios de otra, la ratificación del dueño del negocio
equivale a un mandato y le somete para con el gestor a todas las obligaciones
del mandante...".

"La posesión se adquiere por medio de un tercero que no sea mandatario


para tomarla, desde que el acto sea ratificado por la persona para quien se
tomó. La ratificación retrotrae la posesión adquirida al día en que fue tomada

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por el gestor oficioso".

"La ratificación equivale al mandato..." (artículos 1161, 1162 -1330 - 2304-


2398 -1935-1936 y 1937 del C. Civil).

Hemos visto que la definición inserta en el Código Civil, es clarísima y nos


obliga al manejo de este término con la exactitud que nos exige nuestra deli-
cada tarea de documentadores de hechos y actos jurídicos. El empleo impropio
de este término por funcionarios administrativos-bancarios: ("Debe ratificarse el
poder...", y lo que en realidad quiere el banco es un nuevo poder); por notarios
en la redacción del otorgamiento de las escrituras: (Leída y ratificada...", ya
analizado), así también en sede judicial, pone de resalto, no sólo un des-
conocimiento del idioma, sino, lo que es más grave, una notoria falencia en el
conocimiento de la ciencia que se está manejando.

"La ratificación es la expresión técnica (lo dice Vélez en la nota al artícu-


lo (1059) por la cual una persona aprueba los actos que otra ha hecho a su
nombre sin haber recibido el mandato correspondiente". El empleo "libre" de
este término en la redacción de documentos notariales, así como el de
otros debe desterrarse.

3) Confirmación

"La confirmación es el acto jurídico por el cual una persona hace desapa-
recer los vicios de otro acto que se halla sujeto a una acción de nulidad". (Artí-
culo 1 059 del C.C.). Como vemos, la confirmación lleva implícita una renuncia
a ejercer la acción de nulidad, aclarando que solo la nulidad relativa puede ser
cubierta por confirmación del acto (art. 1058 del C.C.), dado que la nulidad ab-
soluta no es susceptible de purgarse con ese acto. Puede decirse que es un
acto jurídico voluntario, lícito, unilateral, por el cual una persona puede, renun-
ciando a ejercer la acción de nulidad, conferirle validez a otro acto anterior,
otorgado por sí o por representante.

Dice Salvat (Parte General T.II), que confirmación es la renuncia de la ac-


ción de nulidad. Haciendo la salvedad de que toda renuncia no es una confir-
mación, por lo que podría decirse que la renuncia es el género y la confirma-

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ción una de sus especies.

A la inversa de lo que ocurre en el derecho español, cuyo Tribunal Su-


premo ha declarado palabras equivalentes a confirmación y ratificación, en
nuestro derecho debemos señalar de que se trata de dos institutos totalmente
diferentes.

"La doctrina se divide en cuanto a si se está en presencia de una manifes-


tación de voluntad como fuente de obligaciones. Hay quienes aceptan tal crite-
rio (Castiglione, "Nulidad de actos jurídicos"); otros lo niegan (Salvat, "Parte
General"). Castiglione dice que la confirmación se produce por una sola volun-
tad. Cuando lo hacen ambas partes, se trata de dos confirmaciones, siempre
unilaterales".2.

4) Diferencias entre sí y con otras figuras

a) En la ratificación no se cuestiona la validez de la manifestación efec-


tuada por otro en nuestro nombre, mientras que en la confirmación nos refe-
rimos a una declaración propia a la que se desea expurgar de los vicios que
contiene.

La primera supone la aceptación como propio de un acto realizado a


nuestro nombre, por quien carecía de representación o con representación in-
suficiente.

La segunda supone un acto otorgado personalmente o por representante,


actuando en los límites de sus atribuciones, que se halla sujeto a una acción de
nulidad.

Ambas tienden a validar el acto jurídico por quien puede ejercer la


acción de nulidad.

b) El reconocimiento admite que se han realizado o celebrado ciertos ac-


tos o hechos jurídicos, pero sin entrar en la consideración de su validez. La
confirmación encierra reconocimiento, pero no referido a la validez del acto,
sino a su existencia. Toda confirmación, decimos, implica un reconocimiento,

2
L.M. BOFFI BOGGERO, "Confirmación de los actos jurídicos" Enc. Omeba).

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pero todo reconocimiento no supone confirmación.

c) La confirmación no sustituye una obligación por otra. La novación tiene


el efecto de crear una nueva obligación que reemplaza a la anterior, mientras
que la confirmación solamente tiene por objeto expurgar los vicios del acto al
que se refiere.

d) La confirmación contiene una renuncia, pero toda renuncia no constitu-


ye una confirmación. En la confirmación hay renuncia a ejercer la acción de
nulidad. Sin embargo, este tipo de renuncia se distingue nítidamente de lo es-
tablecido por el Código Civil, cuando se refiere a la renuncia de los derechos de
los acreedores (Arts. 868 y sgtes.).

Ya hemos explicitado cuáles son los actos que se pueden ratificar. Vea-
mos cuales son aquellos susceptibles de confirmación.

Dijimos que la confirmación es el acto jurídico mediante el cual puede va-


lidarse otro que adolece de un vicio en razón del cual es atacable de nulidad.
Pero ¿qué tipo de nulidad?: nulidad relativa La nulidad absoluta no es sus-
ceptible de confirmación.

El fundamento es claro y de solidez contundente: la nulidad relativa "es


una nulidad de protección". Tiene un particular beneficiado que puede renun-
ciar a tal beneficio y confirmar el acto. La nulidad absoluta está dada en res-
guardo del orden público y, por tanto, no es renunciable por la vía de la confir-
mación.

b) Forma

Atendiendo a la forma, la ratificación y la confirmación, puede ser: expresa


o tácita. En cuanto a la ratificación, puede afirmarse que en general es expresa
o escrita. La forma tácita la establece con claridad el art 1935: "La ratificación
tácita del mandante resultará de cualquier hecho suyo que necesariamente im-
porte la aprobación de lo que hubiese hecho el mandatario. Resultará también
del silencio del mandante, si siendo avisado por el mandatario de lo que hubie-
se hecho, no le hubiere contestado sobre la materia".

Respecto a la confirmación y en cuanto a la forma expresa, ésta, necesa-

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riamente deberá ser escrita: el instrumento de confirmación expresa debe con-


tener bajo pena de nulidad: 1°) La substancia del acto que se quiere confirmar;
2º) el vicio de que adolecía: 3°) La manifestación de la intención de repararlo.
(art.1061) Además, la forma debe ser la misma y con las mismas solemnida-
des que estén establecidas para el acto que se confirma,

La forma tácita resulta de la ejecución voluntaria, total o parcial del acto su


jeto a una acción de nulidad (art. 1063), o sea que la ejecución del acto inválido
deberá ser voluntario. La ejecución forzada judicialmente no producirá ese
efecto

Sin embargo, no sólo el cumplimiento de las formas concurre al efecto


convalidante de la confirmación, también, y ello es indispensable, habrá que
cumplir con requisitos substanciales como aquél que afirma que los actos nulos
o anulables no pueden ser confirmados por las partes que tengan derecho a
demandar o alegar la nulidad, antes de haber cesado la incapacidad: o el que
establece la exigencia de que la confirmación no contenga otra causa de invali-
dez.

6) Efectos. Redacción Documental

Tanto en la ratificación, como en la confirmación, el efecto es retroactivo


(arts. 2034 y 1065). En ambos casos, la retroactividad no perjudicará a terce-
ros.

En cuanto al aspecto técnico notarial de redacción documental, debemos


tener presente que, en ambos casos, estamos frente a un acto jurídico que no
exige el concurso de la parte a cuyo favor se hace (art. 1064), ni del que actuó
sin mandato o mandato insuficiente, para que la parte interesada acepte el ac-
to. (Nota al art. 1059).

De lo expuesto podemos concluir, como regla general, que dado que es-
tamos frente a un acto jurídico unilateral, salvo casos o circunstancias espe-
ciales, no se requiere la comparecencia de las otras partes para el otorgamien-
to de una escritura de ratificación o de confirmación.

7) Colofón

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Retomando el objetivo orientador de este ensayo, como colofón conviene


recordar que el notario tiene el deber ineludible de manejar con rigor técnico la
terminología jurídica. Debe volcar, aquello que recoge en la audiencia y pasar
por el severo tamiz de los principios de legalidad y legitimidad, a una redac-
ción clara y esquemática, purgada de giros y vocablos sin significado ni sentido
técnico.

No nos oponemos a los formularios, si éstos son el fruto de una técnica


notarial actualizada y rigurosa. Lo que rechazamos y censuramos acerbamen-
te, es la copia servil: "el formulismo".

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